FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS Y SOCIALES

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FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS Y SOCIALES ESCUELA DE ECONOMÍA DEPARTAMENTO DE ECONOMÍA CÁTEDRA DE EPISTEMOLOGÍA Y PENSAMIENTO ECONÓMICO PROFESOR: MSC. LUIS OVIEDO

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FACULTAD DE CIENCIAS

ECONOMICAS Y SOCIALES

E S CUE L A DE E CONOMÍA

DE P ART AME NT O DE E CONOMÍA

CÁT E DRA DE E P IS T E MOL OGÍA Y

P E NS AMIE NT O E CONÓMICO

P R O F E S O R : MS C . L U IS O V IE D O

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Economía Política

Marxista

Unidad IV La Lógica Expansiva del

Proceso Capitalista y sus Contradicciones

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Competencias Específicas de la

Unidad Estudiar de la naturaleza y causa de la riqueza y de las leyes del

movimiento del capitalismo desde sus contradicciones.

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Referencias Bibliográficas

Landreth, H. y Colander, D. (2002). Historia del Pensamiento Económico. Madrid: McGRAW-HILL. 4ta Ed.

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Mercancías y Clases

Marx comenzó examinando la relación de intercambio entre los que poseen los medios de producción, los capitalistas, y los que sólo venden su trabajo en el mercado, el proletariado.

Sostenía que una de las principales características del capitalismo era la separación del trabajo de la propiedad de los medios de producción. En el capitalismo, el trabajo ya no es propietario de sus talleres, sus herramientas o las materias primas del proceso de producción. El capitalismo es, pues, esencialmente una sociedad formada por dos clases, y uno de los aspectos más importantes de esta sociedad es el intercambio, la negociación salarial, que tiene lugar entre el capitalista y el proletariado. Por este motivo, Marx desarrolló una teoría que explica los precios de las mercancías o valores de cambio. Como estaba especialmente interesado en explicar la fuente de las rentas de la propiedad, examinó las fuerzas que determinan los precios de las mercancías producidas por el trabajo y el precio que recibe el trabajo en pago por sus esfuerzos productivos.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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Mercancías y Clases

La teoría económica ricardiana y la teoría microeconómica ortodoxa que le siguió comienzan su análisis de la economía con el precio de las mercancías. A menudo se supone, pues, que a Marx le interesaba el mismo problema básico, a saber, explicar las fuerzas que determinan los precios de las mercancías. Sin embargo, Marx no estaba interesado principalmente en desarrollar una teoría de los precios relativos. Lo que le interesaban eran los salarios, que consideraba que eran el elemento más importante del sistema capitalista, ya que revelaban la existencia de una contradicción que ayudaría a explicar las leyes del movimiento del sistema capitalista. Para él, la teoría del valor trabajo era un medio para llegar a un fin más amplio: comprender la evolución de la sociedad.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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Mercancías y Clases

Según Marx, en las economías precapitalistas los bienes humanos se producían principalmente por su valor de uso; es decir, las mercancías se producían para consumo del productor. Una de las principales características del capitalismo es que las mercancías son producidas por el capitalista, no por su valor de uso sino por su valor de cambio. Para comprender el capitalismo es necesario, pues, comprender las relaciones de intercambio que se desarrollan entre los propietarios de mercancías, de las cuales la más importante es la relación entre el capitalista y el proletariado. En otras palabras, según Marx, en un sistema capitalista los precios de las mercancías representan dos conjuntos diferentes de relaciones: (1) las relaciones cuantitativas entre las mercancías (dos castores se cambian por un ciervo) y (2) las relaciones sociales o cualitativas entre los individuos en la economía. Los salarios, en su calidad de precios de la economía, representan tanto una relación cuantitativa como una relación social o cualitativa entre el capitalista y el proletariado. A Marx le interesaban los precios principalmente en la medida en que revelan estas relaciones sociales; sólo le interesaban secundariamente en la medida en que reflejan una relación cuantitativa entre las mercancías.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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ANÁLISIS DEL CAPITALISMO DE MARX

Marx aplicó su teoría de la historia a la sociedad y la economía de su época con el fin de descubrir las leyes del movimiento del capitalismo y de identificar las contradicciones entre las fuerzas y las relaciones de producción. Le interesaban las tendencias a largo plazo de la economía; cuando examinó el presente, siempre lo hizo en el contexto del presente como historia. En su análisis del capitalismo, formuló ciertos principios que han llegado a conocerse con el nombre de leyes marxistas y que algunos marxistas tratan con la misma reverencia con la que algunos economistas ortodoxos tratan las leyes de la oferta y la demanda. Las leyes marxistas del capitalismo son las siguientes: el ejército de reserva de los desempleados, el descenso de la tasa de beneficios, las crisis económicas, la creciente concentración de la industria en un número cada vez menor de empresas y la creciente miseria del proletariado.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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ANÁLISIS DEL CAPITALISMO DE MARX

En su análisis económico del capitalismo, Marx utilizó con algunas excepciones los instrumentos básicos de la economía clásica, especialmente la teoría ricardiana. Así, (1) adoptó una teoría basada en el coste del trabajo para explicar los precios relativos; (2) supuso que el dinero era neutral; (3) que había rendimientos constantes en la industria. En su análisis económico del capitalismo, Marx utilizó con algunas excepciones los instrumentos básicos de la economía clásica, especialmente la teoría ricardiana. Así, (1) adoptó una teoría basada en el coste del trabajo para explicar los precios relativos; (2) supuso que el dinero era neutral; (3) que había rendimientos constantes en la industria manufacturera; (4) que había rendimientos decrecientes en la agricultura; (5) que había competencia perfecta; (6) que el hombre económico era racional y calculador; y (7) adoptó una versión modificada de la doctrina del fondo de salarios. En la mayor parte de su análisis rechazó los supuestos ricardianos de los coeficientes de producción fijos, el pleno empleo y la doctrina malthusiana de la población.

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ANÁLISIS DEL CAPITALISMO DE MARX

Es importante darse cuenta de que parte de la diferencia entre Marx y Ricardo en su análisis económico del capitalismo no se debe a la existencia de diferencias entre sus modelos analíticos básicos sino a la existencia de una diferencia entre sus respectivas ideologías. Como Marx era crítico con el capitalismo, lo examinó con la idea de encontrar fallos o contradicciones en el sistema; Ricardo lo aceptó básicamente y vio en él un funcionamiento armonioso del proceso económico. El principal agente en el modelo marxista es, al igual que en el modelo ricardiano, el capitalista. La búsqueda de beneficios del capitalista y su reacción a los cambios de las tasas de beneficios explican en gran parte la dinámica del sistema capitalista. Pero mientras que en el sistema marxista los capitalistas buscan de una manera racional y calculadora su provecho económico y siembran la semilla de su propia destrucción, en el sistema ricardiano estos mismos capitalistas racionales y calculadores, buscando su propio provecho, promueven el bien social. Aunque la predicción a largo plazo de un estado estacionario de los economistas clásicos es ciertamente pesimista, ese estado no es un fallo del sistema capitalista sino que se debe, a su juicio, a la doctrina malthusiana de la población y a los rendimientos históricamente decrecientes de la agricultura. Sin embargo, para Marx el sistema capitalista tiene consecuencias sociales negativas; según Marx, el capitalismo como fase de la historia desaparecerá a medida que se pongan de manifiesto sus contradicciones con el paso del tiempo.

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El Ejército de Reserva de los Desempleados

Marx rechazó la teoría malthusiana de la población. En el análisis clásico, esta teoría era esencial para explicar la existencia de beneficios. Los economistas clásicos sostenían que la acumulación de capital provoca un aumento de la demanda de trabajo y una subida del salario real del trabajo. Si los salarios continuaran subiendo conforme aumenta la acumulación de capital, el nivel de beneficios descendería. Sin embargo, la doctrina malthusiana de la población explicaba por qué los salarios no suben hasta un nivel en el que desaparecen los beneficios: cualquier subida de los salarios provoca un aumento de la población y de la población trabajadora, por lo que los salarios descienden hasta volver al nivel de subsistencia. La teoría malthusiana de la población no sólo explica, pues, la existencia de beneficios en el sistema clásico sino que también explica en parte las fuerzas que determinan los salarios.

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El Ejército de Reserva de los Desempleados

Marx, al rechazar la teoría malthusiana, tuvo que buscar algún otro vehículo para explicar la existencia de la plusvalía y de los beneficios. En el modelo marxista, el aumento de la acumulación de capital eleva la demanda de trabajo. Cuando suben los salarios, ¿qué impide que la plusvalía y los beneficios desciendan a cero? La respuesta de Marx a esta pregunta se halla en su concepto de ejército de reserva de los desempleados, que desempeña el mismo papel teórico en su sistema que la teoría malthusiana de la población en el modelo clásico. Según Marx, siempre hay un exceso de oferta de trabajo en el mercado, lo cual reduce los salarios y permite que la plusvalía y los beneficios sean positivos. El ejército de reserva de los desempleados se recluta de varias formas.

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El Ejército de Reserva de los Desempleados

Se recluta directamente cuando las máquinas sustituyen al hombre en el proceso de producción. La búsqueda de beneficios de los capitalistas los lleva a introducir nuevas máquinas, aumentando así la intensidad de capital en la economía. Los trabajadores desplazados por la nueva tecnología no son absorbidos por otras áreas de la economía. Se recluta indirectamente por medio de la entrada de nuevos miembros en la población trabajadora. Los niños que acaban los estudios y las amas de casa que desean entrar en el mercado de trabajo cuando cambian sus responsabilidades familiares se encuentran con que no hay trabajo y pasan a engrosar las filas de desempleados. Este ejército de reserva de los desempleados mantiene bajos los salarios en el mercado de trabajo competitivo. El tamaño del ejército de reserva y el nivel de beneficios y de salarios varían, en el sistema de Marx, con el ciclo económico. Durante los periodos de expansión de la actividad económica y de acumulación de capital, los salarios suben y el tamaño del ejército de reserva disminuye. Esta subida de los salarios acaba reduciendo los beneficios, a lo cual el capitalista reacciona sustituyendo trabajo por maquinaria. El desempleo provocado por esta sustitución de trabajo por capital presiona a la baja sobre los salarios y restablece los beneficios.

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El Ejército de Reserva de los Desempleados

El concepto de ejército de reserva de los desempleados es contrario a algunos aspectos del análisis ortodoxo. Ricardo había sugerido la posibilidad de que hubiera desempleo tecnológico a corto plazo en un nuevo capítulo titulado “On Machinery”, en la tercera edición de sus Principles. En el sistema clásico, el desempleo tecnológico o cualquier desempleo distinto del friccional, no es posible a largo plazo. El supuesto del desempleo tecnológico persistente a largo plazo de Marx equivale a rechazar la ley de Say, que predecía el pleno empleo de los recursos. Casi ningún teórico económico ortodoxo ha estado dispuesto nunca a aceptar el ejército de reserva de los desempleados de Marx por las siguientes razones. El concepto de ejército de reserva implica la existencia de un exceso de oferta de trabajo, es decir, de un mercado de trabajo que no se equilibra. Pero si la cantidad ofrecida es mayor que la demandada y los mercados son competitivos, las fuerzas económicas presionarán a la baja sobre los salarios hasta que la cantidad ofrecida sea igual a la demandada y el mercado se equilibre. Como Marx supuso que los mercados eran perfectamente competitivos, un teórico ortodoxo afirmaría que la lógica del propio sistema de Marx invalida su concepto de desempleo tecnológico persistente.

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El Ejército de Reserva de los Desempleados

Un marxista rebatiría este argumento señalando que el modelo ortodoxo es un modelo de estática comparativa, es decir, supone que cuando las fuerzas de la oferta y la demanda actúan para reducir los salarios y el desempleo, lo demás se mantiene constante y que, en concreto, no se sustituyen individuos por máquinas cuando el mercado se equilibra. Los marxistas admitirían que el análisis ortodoxo es teóricamente correcto, dado el marco estático de la teoría ortodoxa, pero sostendrían que un análisis más dinámico del mercado de trabajo podría explicar que hubiera un desequilibrio permanente.

Los macroeconomistas ortodoxos modernos que centran la atención en la teoría dinámica de la búsqueda coincidirían en que en un modelo de estática comparativa podría existir algo parecido al desequilibrio a largo plazo, aunque sostendrían que si se observa un exceso de oferta de trabajo en una economía es que el salario de equilibrio es en promedio superior al competitivo.

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El Ejército de Reserva de los Desempleados

Una posible manera de explorar la validez del concepto de ejército de reserva de los desempleados de Marx es examinar la evolución del nivel de desempleo. Este procedimiento no dará, sin embargo, una respuesta inequívoca, ya que la definición de desempleo utilizada para la medición estadística contiene algunas anomalías. En la mayoría de los países, los desempleados se consideran parte de la población activa que está buscando trabajo, pero no encuentra ninguno. Algunos miembros de la población no están buscando trabajo precisamente porque no han encontrado ninguno antes, por lo que han abandonado la población activa. Por ejemplo, un trabajador que prefiera trabajar puede dedicarse varios meses a buscar trabajo y decidir después abandonar la población activa. Si mejoraran las oportunidades de empleo, ese trabajador podría volver a entrar en la población activa. El cociente entre las personas activas y la población total, llamado tasa de actividad, varía directamente con el nivel de actividad económica. Una persona que trabaja a tiempo parcial, pero que preferiría trabajar a tiempo completo, normalmente se considera ocupada. Un marxista diría que tanto la persona que abandona la población activa como la que trabaja a tiempo parcial ayudan a presionar a la baja sobre los salarios y deben incluirse en el ejército de reserva de los desempleados. Una tasa estadística de desempleo, por ejemplo, de un 6 por ciento en el caso de Estados Unidos no es, pues, una buena indicación del tamaño del ejército de reserva de los desempleados, ya que no tiene en cuenta la proporción de la población activa que está dispuesta a trabajar a tiempo completo, pero no encuentra trabajo.

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El Ejército de Reserva de los Desempleados

Aunque existiera una medida estadística satisfactoria del tamaño del ejército de reserva de los desempleados, no está claro que eso validara o invalidara la idea marxista de que ese ejército de reserva impide que suban los salarios y desaparezcan así la plusvalía y los beneficios. ¿Cuánto desempleo es necesario para que la plusvalía y los beneficios sean positivos? El hecho de que el modelo marxista suponga que los mercados son competitivos, en lugar de estar formados por empresas oligopolísticas y sindicatos como en la economía moderna, embrolla aún más, quizá irremediablemente, la cuestión. Los estudios empíricos nunca permitirán saber, pues, si existe o no un ejército de reserva de los desempleados.

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Descenso de la Tasa de Beneficios

Una de las contradicciones importantes entre las fuerzas y las relaciones de producción que, según Marx, acabarían provocando la destrucción del capitalismo es el descenso de la tasa de beneficios. En este caso siguió la tradición clásica de Smith, Ricardo y Mill, que habían predicho que la tasa de beneficios disminuiría con el tiempo. Marx sostenía que la competencia en los mercados de mercancías y de trabajo provocaría un descenso de los beneficios de la siguiente manera: según Marx, los capitalistas tienen un fuerte impulso a acumular capital. La acumulación de capital significa que habrá más capital que pujará por el trabajo, presionando al alza sobre los salarios y reduciendo el tamaño del ejército de reserva de los desempleados, por lo que la tasa de beneficios disminuirá. Los capitalistas reaccionarán a esta subida de los salarios y al descenso de los beneficios sustituyendo trabajo por maquinaria, es decir, aumentando la cantidad de capital que hay en la economía, lo que presionará aun más a la baja sobre la tasa de beneficios. Lo que estaba sugiriendo Marx era que cada capitalista, al reaccionar a la subida de los salarios y al descenso de los beneficios, adoptaría medidas que reducirían aún más la tasa de beneficios de la economía.

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Descenso de la Tasa de Beneficios

La cuestión es más complicada, sin embargo, ya que los aumentos de la cantidad de capital en una economía producen dos fuerzas opuestas que afectan a la tasa de beneficios.

Los aumentos de la cantidad de capital, manteniéndose todo lo demás constante, provocan un descenso de la tasa de beneficios, ya que el capital adicional ha reducido la productividad: el principio de los rendimientos decrecientes. Sin embargo, los aumentos de la cantidad de capital normalmente incorporan nueva tecnología, lo cual reduce los costes y, por tanto, aumenta la tasa de beneficios. En suma, lo demás no se mantiene constante y la tasa de beneficios descenderá o no con el paso del tiempo dependiendo de la tasa de variación de la acumulación de capital en comparación con la tasa de cambio de la mejora tecnológica. El resultado de estas fuerzas opuestas no puede determinarse teóricamente: es una cuestión empírica.

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Descenso de la Tasa de Beneficios

Debe extraerse, pues, la conclusión de que incluso manteniéndose dentro de la estructura del modelo marxista, el rumbo de la tasa de beneficios dependerá de las tasas relativas de aumento de estas dos fuerzas: los rendimientos decrecientes y las mejoras tecnológicas. Marx supuso que la tasa de beneficios descendería constantemente, aunque su modelo no da ninguna razón teórica. Marx, Smith, Ricardo y J. S. Mill llegaron todos ellos a la conclusión de que la tasa de beneficios descendería esencialmente por la misma razón: los rendimientos decrecientes anularían las mejoras tecnológicas.

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Descenso de la Tasa de Beneficios

Sin embargo, el elemento crucial que se desconoce en la predicción de las variaciones de la tasa de beneficios es difícil de predecir: la tasa de desarrollo tecnológico. ¿Será la tasa de desarrollo tecnológico suficiente en el futuro para contrarrestar los rendimientos decrecientes de la acumulación de capital? Es difícil responder a esta pregunta, debido en gran parte a que los economistas carecen de una teoría que explique satisfactoriamente la tasa de desarrollo tecnológico. En ausencia de esa teoría, han tendido a subestimar la tasa futura esperada de desarrollo tecnológico. Esa es la razón por la que Smith, Ricardo y J. S. Mill llegaron todos ellos a la conclusión de que la tasa de beneficios descendería a largo plazo. Esa es la razón por la que Malthus llegó a la conclusión de que la población tiende a aumentar a una tasa más rápida que las existencias de alimentos. La cuestión puede comprenderse mejor con la ayuda del sencillo diagrama de la Figura 7.1.

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Descenso de la Tasa de Beneficios

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Descenso de la Tasa de Beneficios

La curva M de pendiente negativa representa los rendimientos decrecientes del aumento de la acumulación de capital, o gasto de inversión tal como se conoce hoy. Manteniéndose todo lo demás constante, un aumento de la acumulación de capital de ΔC = (C2 – C1) provoca un descenso de la tasa de beneficios de P1 a P2 debido a los rendimientos decrecientes. Manteniéndose todo lo demás constante, el desarrollo tecnológico implica que la tasa de beneficios aumenta y eso puede representarse gráficamente por medio de un desplazamiento ascendente de la curva M a M’. Por tanto, los aumentos de la acumulación de capital se representan por medio de movimientos a lo largo del eje de abscisas y el desarrollo tecnológico por medio de desplazamientos ascendentes de la curva M. En el ejemplo representado en la Figura 7.1, el desarrollo tecnológico ha contrarrestado con creces los rendimientos decrecientes que acompañan al aumento de la acumulación de capital, por lo que la tasa de beneficios ha aumentado de P1 a P3. Es fácil ver que existen otras dos posibilidades: M’ puede desplazarse hacia fuera justo lo suficiente para que la tasa de beneficios no varíe o la tasa de beneficios puede disminuir con el tiempo. Una vez más, lo que ocurra con la tasa de beneficios con el paso del tiempo sólo puede averiguarse mediante información empírica, no mediante argumentos puramente teóricos. Desgraciadamente, la medición de la tasa de beneficios con el paso del tiempo en una economía plantea unos problemas estadísticos muy difíciles.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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Descenso de la Tasa de Beneficios

En todo caso, Marx sostenía que la tasa de beneficios disminuiría con el tiempo y que ésta era una de las manifestaciones de la contradicción que había en el sistema entre las fuerzas y las relaciones de producción. Según Marx, el descenso de la tasa de beneficios es provocado por las actividades de los capitalistas, que forman parte, pues, del mecanismo que provocará la caída final del sistema. Por tanto, aunque el descenso de la tasa de beneficios a largo plazo lleve a un estado estacionario en el modelo clásico, es un ingrediente en la caída del capitalismo en el modelo marxista. Por otra parte, la creencia de Marx en el descenso de la tasa de beneficios forma parte de sus teorías de las crisis económicas y la creciente concentración de la industria, así como del concepto de imperialismo de Marx-Lenin. La primera generación de economistas marxistas modernos del siglo XX (por ejemplo, Paul Sweezy y Joan Robinson) sostenía que la conclusión de Marx de que la tasa de beneficios descendería en el capitalismo era incorrecta. Este argumento no es aceptado por algunos de los marxistas actuales, para los que el descenso de la tasa de beneficios en el capitalismo forma parte de la base de la inestabilidad del sistema.

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El Origen de las Crisis Económicas

Una de las anomalías del análisis del capitalismo de Marx es que aunque se refirió repetidamente depresiones), no tenía una teoría del ciclo económico claramente formulada. Todo su análisis de las causas de las fluctuaciones del nivel general de actividad económica está incluido en su descripción más general de las contradicciones inherentes al sistema capitalista. Es incorrecto, pues, hablar de la teoría del ciclo económico de Marx como si fuera diferente de las teorías de sus seguidores. Hizo algunas sugerencias sobre las causas de las fluctuaciones económicas, pero nunca las expuso claramente en sus escritos.

No cabe duda, sin embargo, de que Marx sostenía que en el capitalismo una de las principales contradicciones entre las fuerzas y las relaciones de producción son las depresiones periódicas inherentes a una economía capitalista. Aunque el propio Marx no distinguió claramente entre sus distintas ideas sobre las causas y la naturaleza de

las fluctuaciones económicas, lo haremos aquí en aras de la claridad.

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El Origen de las Crisis Económicas

La idea de Marx de que las fluctuaciones periódicas constituyen una parte integral del proceso capitalista supone un indudable distanciamiento con respecto a su aceptación habitual del modelo clásico y de sus supuestos. La economía clásica aceptaba entre sus principales premisas la ley de Say, a saber, que salvo las pequeñas fluctuaciones de la producción total, una economía capitalista tiende a funcionar en un nivel de pleno empleo. Marx atacó esta postura clásica, alegando que presenta una visión distorsionada y ahistórica del capitalismo. Marx sostenía que en una sencilla economía de trueque, los individuos producen bienes por el valor de uso que obtienen consumiéndolos directamente o por el valor de uso que obtienen trocando los bienes producidos. En estas circunstancias, la producción y el consumo están perfectamente sincronizados. Un hogar produce calzado para su propio uso o lo intercambia por alimentos para su consumo. Lo que motiva la actividad económica o a la producción es, pues, obtener valores de uso. La introducción de dinero en una economía de ese tipo no cambia necesariamente la orientación de la actividad económica de la producción de valores de uso a la producción de valores de cambio. En una economía monetaria, los individuos producen mercancías que intercambian por dinero; el dinero se intercambia a su vez por mercancías que tienen valor de uso para el consumidor. En una economía de ese tipo, el dinero es meramente un medio de cambio que facilita la división del trabajo y el comercio. Estas dos economías pueden representarse esquemáticamente de la forma siguiente:

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El Origen de las Crisis Económicas

Pero según Marx el capitalismo no es una economía sencilla o de trueque en la que se ha introducido el dinero como medio de cambio. El capitalismo representa un cambio de orientación de la actividad económica de la producción de valores de uso a la producción de valores de cambio. El capitalista, que dirige el proceso de producción, quiere obtener beneficios. Entra en el mercado con dinero, compra los distintos factores de producción y encamina sus actividades a producir mercancías. A continuación intercambia estas mercancías por dinero en el mercado. Su éxito se mide por medio de la plusvalía que obtiene, que es la diferencia entre la cantidad de dinero con la que comienza y la cantidad con la que termina. Una economía capitalista se representa de la forma siguiente:

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El Origen de las Crisis Económicas

La diferencia, ΔM, entre M’ y M es la plusvalía realizada por el capitalista. Marx insistió repetidamente en que en el capitalismo la actividad económica estaba orientada hacia el valor de cambio y los beneficios. Criticó que Ricardo aceptara la ley de Say, porque la ley de Say implica que no existe ninguna diferencia básica entre una economía de trueque y una economía capitalista y que el dinero es meramente un medio de cambio que facilita la división del trabajo y el comercio. En una economía de trueque o en una economía en la que el dinero no es más que un medio de cambio y en la que la actividad económica está orientada hacia la producción de valores de uso, no puede haber ningún problema de superproducción. Los individuos sólo producen bienes cuando quieren consumirlos o intercambiarlos y consumir otras mercancías. En el capitalismo, que está orientado hacia la obtención de valores de cambio y beneficios, la superproducción se convierte en una posibilidad. El enfoque básico de Marx para estudiar las fluctuaciones económicas fue examinar las reacciones del capitalista a las variaciones de la tasa de beneficios, es decir, a las variaciones del cociente ΔM/M, o sea, P. Marx llegó a la conclusión de que las variaciones de la tasa de beneficios alteran el gasto de inversión y citó esta volatilidad del gasto de inversión como la principal causa de las fluctuaciones del nivel total de actividad económica. El interés de Marx por el gasto de inversión es compartido por muchos teóricos macroeconómicos modernos. Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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Fluctuaciones Cíclicamente Recurrentes

Uno de los modelos de las fluctuaciones económicas que sugirió Marx es un ciclo recurrente. Impresionado por el espectacular crecimiento de la industria textil en Inglaterra, partió de la hipótesis de que una oleada de cambios tecnológicos podía generar un ciclo económico. Una oleada de cambios tecnológicos produce un aumento de la acumulación de capital y de la demanda de trabajo. El tamaño del ejército de reserva disminuye, los salarios suben, la plusvalía disminuye, la tasa de plusvalía desciende y la tasa de beneficios baja. El descenso de la tasa de beneficios provoca una disminución de la acumulación de capital a medida que la economía se encamina hacia la depresión. Pero, según Marx, una depresión contiene elementos que tarde o temprano generan una nueva expansión de la actividad económica. Al disminuir la producción total, el tamaño del ejército de reserva de los desempleados aumenta. La presión competitiva de este trabajo desempleado reduce los salarios y aumenta, pues, las oportunidades de obtener beneficios. Estos mayores beneficios estimulan la acumulación de capital y la actividad económica aumenta al comenzar la fase ascendente del ciclo. Marx sugirió que otro aspecto de las depresiones que se corregía solo era su destrucción del valor del capital que éstas generaban. Como el beneficio es un cálculo monetario, las empresas que no eran rentables porque estaba inflado el valor de sus activos de capital procedentes de la fase de prosperidad del ciclo se vuelven rentables al bajar los valores de los activos durante la depresión. Un ciclo iniciado por una oleada de cambios tecnológicos puede generar nuevos ciclos en el futuro a medida que se desgasta el equipo de capital. Si todas las plantas y el equipo se repusieran uniformemente con el tiempo, habría un nivel constante de inversión para reponer los bienes de capital desgastados. Sin embargo, puede generarse un ciclo de reposición cuando los bienes de capital instalados durante la oleada de cambios tecnológicos requieren de repente su reposición inmediata.

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Crisis de Desproporcionalidad

Una vez que la economía pasa de la fase de trueque a un elevado grado de especialización del trabajo y el uso de dinero y de mercados, puede ser difícil coordinar los niveles de producción de sus distintos sectores. En el capitalismo, el mecanismo del mercado desempeña esta función, pero Marx puso en cuestión la capacidad del mercado para reasignar los recursos fluidamente. Supongamos que aumenta la demanda de los productos de la industria A y disminuye la demanda de las mercancías de la industria B. En una economía capitalista que funcionara fluidamente, los precios y los beneficios aumentarían en la industria A y disminuirían en la B. En respuesta a estos cambios de los beneficios, los capitalistas desplazarían recursos de la industria en declive a la industria en expansión. El exceso de oferta o superproducción de la industria B sería, pues, breve y no influiría significativamente en el nivel general de actividad económica. La superproducción en una industria, lo que Ricardo llamaba superabundancia parcial, no se difundiría al resto de la economía y provocaría una disminución general de la actividad económica o depresión.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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Crisis de Desproporcionalidad

Marx sostenía que la oferta y la demanda no siempre lo coordinan todo perfectamente en los distintos submercados de una economía y que todo el proceso de reasignación de los recursos no funciona, pues, de una manera tan fluida como en el modelo clásico. Tenía la teoría de que el desempleo creado en la industria B al descender la demanda podía difundirse al resto de la economía y provocar una disminución general de la actividad económica, idea que es directamente opuesta a la orientación de los teóricos clásicos ortodoxos. La teoría clásica recurre al mercado para resolver los problemas de asignación de los recursos. Hace hincapié en el equilibrio, sosteniendo que las posiciones de desequilibrio son breves y que entre los equilibrios se produce una transición fluida. Marx suponía que había desarmonía en el sistema y buscó contradicciones básicas en el funcionamiento de las fuerzas del mercado. La teoría ortodoxa no ha prestado mucha atención a la teoría de las crisis de desproporcionalidad de Marx, aduciendo que una industria es tan pequeña en relación con el conjunto de la economía que es improbable que la propagación de su superproducción a otra provoque un declive general. También sostiene que la movilidad de los recursos es mucho mayor de lo que admitía Marx. Sin embargo, no es inconcebible pensar que la superproducción en una gran industria como la automovilística pueda difundirse al resto de la economía.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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El Descenso de la Tasa de Beneficios y las Crisis Económicas

Las dos teorías marxistas de las crisis económicas que hemos examinado hasta ahora, las fluctuaciones cíclicamente recurrentes y las crisis de desproporcionalidad, rechazan explícitamente la ley de Say. Marx integró su ley del descenso de la tasa de beneficios en estas dos teorías. Por tanto, sus teorías de que existen depresiones cuando el desarrollo tecnológico no es fluido, de que existen crisis de desproporcionalidad porque la superproducción de una industria puede afectar negativamente al resto de la economía y de que la tasa de beneficios disminuye ininterrumpidamente son todas ellas facetas de una única teoría integrada según la cual el capitalismo no genera unos niveles estables de actividad económica con una plena utilización de los recursos.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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El Descenso de la Tasa de Beneficios y las Crisis Económicas

Marx tenía otra explicación para las depresiones –o crisis, como las llamaba– que es excepcional, dado que acepta la ley de Say. Afirmó que aunque postulemos todos los supuestos necesarios para que se cumpla la ley de Say, el capitalismo fracasará debido a contradicciones inherentes que provocarán crisis económicas. En el modelo marxista, una economía capitalista depende claramente de la conducta del capitalista, cuyas reacciones a las variaciones de las tasas de beneficios y a los cambios de las expectativas sobre los beneficios constituyen una parte fundamental de la explicación de las crisis económicas. Marx utilizó su ley del descenso continuo y a largo plazo de la tasa de beneficios para explicar las fluctuaciones a corto plazo de la actividad económica, afirmando que en su búsqueda de mayores beneficios, los capitalistas aumentan el gasto de capital y, por tanto, provocan un descenso de la tasa de beneficios. Los capitalistas reaccionarán periódicamente a este descenso de la tasa de beneficios reduciendo el gasto de inversión, provocando fluctuaciones en la actividad económica, que engendrarán crisis. Por tanto, Marx dedujo que habría crisis incluso en un modelo que aceptara la ley de Say.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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Las Crisis Económicas

La explicación de Marx de la fuente y la naturaleza del ciclo económico está entrelazada con su análisis más general del capitalismo y su desarrollo es incompleto. Marx no tomó una teoría cualquiera y desarrolló todo su significado y sus implicaciones. Eso ha suscitado una gran controversia entre los propios marxistas y entre los historiadores del pensamiento económico sobre la naturaleza y la importancia de las aportaciones de Marx a la teoría de los ciclos económicos. Aunque los historiadores del pensamiento económico discrepan sobre la importancia relativa de las distintas teorías de las crisis de Marx, coinciden en general en que explicó de tres formas distintas las fluctuaciones de la actividad económica: el descenso de la tasa de beneficios, la introducción irregular de nueva tecnología y las desproporcionalidades que surgen en un sector de la economía y se difunden provocando una disminución del nivel general de actividad económica. En los escritos de Marx también se insinúa aún más vagamente una explicación de las fluctuaciones económicas basada en el subconsumismo, pero no se desarrolla nunca.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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Las Crisis Económicas

Aunque Marx no desarrolló totalmente sus teorías de las crisis económicas, sostenía claramente que las fluctuaciones periódicas de la actividad económica constituían una parte fundamental de una economía capitalista y una manifestación más de las contradicciones básicas del capitalismo que lo llevarían finalmente a su desaparición. También es importante darse cuenta de que pensaba que estas fluctuaciones periódicas eran inherentes al sistema, porque se basaban en las actividades que realizaba el capitalista en su búsqueda de beneficios y en su reacción a las variaciones de la tasa de beneficios.

Cualquiera que sea el grado de incoherencia interna de las teorías de Marx de los ciclos económicos, no cabe duda de que su idea de que el capitalismo era básicamente inestable y sufría fluctuaciones económicas periódicas debido a las contradicciones internas representa una importante visión del capitalismo como sistema económico. No obstante,

la teoría económica ortodoxa apenas prestó atención a la concepción marxista del capitalismo como un sistema inherentemente inestable hasta la década de 1930.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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La Concentración y la Centralización del Capital

Aunque el modelo marxista básico supone que los mercados son perfectamente competitivos y que hay un elevado número de pequeñas empresas en cada industria, Marx fue consciente del creciente tamaño de las empresas, de la consiguiente disminución de la competencia y del crecimiento del poder de monopolio. Llegó a la conclusión de que este fenómeno se debía a la creciente concentración y centralización del capital. La concentración de capital era cada vez mayor a medida que los capitalistas acumulaban una cantidad cada vez mayor de capital y aumentaba así la cantidad absoluta de capital que controlaban. El tamaño de la empresa o de la unidad económica de producción aumentaba en la misma medida y el grado de competencia existente en el mercado tendía a disminuir.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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La Concentración y la Centralización del Capital

Una causa más importante de la reducción de la competencia es la centralización del capital. La centralización se debe a una redistribución del capital ya existente de una manera que pone su propiedad y control en manos de un número cada vez menor de personas.

Marx sostenía que las grandes empresas podrían lograr economías de escala y producir, pues, con unos costes medios más bajos que las pequeñas empresas. La competencia entre las grandes empresas de menores costes y las pequeñas empresas daría como resultado la eliminación de las pequeñas empresas y el crecimiento del monopolio.

La batalla de la competencia se libra abaratando las mercancías. El bajo precio de las mercancías depende, ceteris paribus, de la productividad del trabajo y ésta, a su vez, de la escala de producción. Por tanto, los grandes capitales derrotan a los pequeños.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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La Concentración y la Centralización del Capital

El desarrollo de un sistema de crédito y la sociedad anónima como forma de organización de las empresas fomentan aún más la creciente centralización del capital. Aunque la sociedad anónima acababa de comenzar a cobrar importancia en la época de Marx, demostró comprender notablemente algunas de las consecuencias a largo plazo del crecimiento de la economía basada en las sociedades anónimas.

El capitalismo basado en las sociedades anónimas se caracteriza por el hecho de que sus empresas asumen la forma de empresas sociales, por oposición a las empresas individuales. Es la abolición del capital como propiedad privada dentro de las fronteras de la propia producción capitalista. La transformación del capitalista que funciona realmente en un mero gestor, en un administrador del capital de otros, y de los propietarios de capital en meros propietarios, meros capitalistas que aportan el dinero.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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La Concentración y la Centralización del Capital

Marx pensaba que la acumulación de capital, las economías de escala, el crecimiento de los mercados de crédito y el predominio de la sociedad anónima en la organización de las empresas provocarían la concentración y la centralización del capital en manos de un número cada vez menor de personas. La competencia acabaría destruyéndose y la gran sociedad anónima asumiría el poder monopolístico. Con la gran sociedad anónima vendría la separación de la propiedad y el control, así como una serie de consecuencias sociales negativas:

una nueva aristocracia financiera, un nuevo tipo de parásitos en forma de promotores, especuladores y consejeros meramente nominales; todo un sistema de estafa y engaño por medio de malabarismos, agiotaje y especulación con acciones. Es producción privada sin el control de la propiedad privada.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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La Concentración y la Centralización del Capital

Posiblemente ninguna otra visión del futuro del capitalismo expuesta por Marx haya sido más profética que su ley de la concentración y la centralización del capital. Sin embargo, esta predicción no está respaldada por ningún razonamiento sustancial, pues Marx no formuló totalmente una explicación de las fuerzas que provocarían el crecimiento de la sociedad anónima y del poder de monopolio. Según Marx, el crecimiento

de la gran empresa con su poder de monopolio no es más que otro ejemplo de las contradicciones existentes dentro del capitalismo entre las fuerzas y las relaciones de producción que provocan la destrucción final del capitalismo.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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La Creciente Miseria del Proletariado

Marx llamó creciente miseria del proletariado a otra contradicción del capitalismo que provocará su caída. Se han hecho tres interpretaciones distintas, aunque no necesariamente contradictorias, de esta debatida doctrina. (1) La creciente miseria absoluta del proletariado implica que la renta real de las masas disminuye conforme se desarrolla el capitalismo. Si eso es lo que quiso decir Marx, la historia ha demostrado claramente que estaba en un error. (2) La creciente miseria relativa del proletariado significa que su participación en la renta nacional disminuye con el paso del tiempo. La renta real de cada miembro del proletariado podría aumentar y, sin embargo, la renta relativa podría disminuir. Pero la evidencia histórica de los países desarrollados indica que los salarios han constituido una proporción notablemente constante de la renta nacional con el tiempo, por lo que si eso es lo que quiso decir Marx, estaba en un error. (3) Según una última interpretación de la doctrina de la creciente miseria, ésta se refiere a aspectos no económicos de la vida. Con el desarrollo del capitalismo, la calidad de vida disminuye, ya que los individuos quedan encadenados al proceso industrial. Según Marx, da lo mismo que la renta del proletariado aumente o disminuya, ya que la suerte del trabajador, ya sea su salario alto o bajo, debe empeorar “en proporción a la acumulación de capital”. El crecimiento de la acumulación de capital lleva aparejada la “acumulación de miseria, duro trabajo, esclavitud, ignorancia, brutalidad, degradación mental”. Como actualmente no existe ninguna medida aceptada de la calidad de vida, no es posible contrastar esta predicción. Es interesante señalar que algunos economistas, desde Adam Smith hasta J. K. Galbraith, se han preguntado si el aumento de la renta per cápita significa necesariamente el desarrollo de una buena sociedad.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander

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La Creciente Miseria del Proletariado

Marx defendió en realidad en uno u otro momento cada una de estas tres doctrinas de la creciente miseria. La doctrina de la creciente miseria absoluta la expuso en sus primeros escritos. Pero en algún momento entre la publicación de The Communist Manifesto en 1848 y el primer volumen del Capital en 1867 abandonó esta postura. Se ha sugerido que el largo periodo de estudio de Marx en el Museo Británico le hizo darse cuenta del creciente nivel de vida del obrero industrial y lo llevó a retractarse. Sí continuó manteniendo, sin embargo, que la posición relativa de la renta del proletariado disminuiría con el tiempo aunque su renta real aumentara. Marx utilizó el término salario de subsistencia para identificar el nivel hasta el que pueden bajarse los salarios. Se refiere a una subsistencia cultural, no a una subsistencia biológica; reconoció que el nivel de salarios de subsistencia cultural subiría con el tiempo. Por último y lo que es más importante, Marx sostuvo sistemáticamente que una de las consecuencias más negativas del capitalismo es el deterioro de los factores intangibles que se conocen con el nombre de calidad de vida. En una sociedad capitalista, el trabajo ya no da a los individuos el placer que puede dar. La especialización y la división del trabajo y todos los factores que aumentan la productividad del trabajo también engendran un trabajador “traumatizado por la repetición de la misma operación trivial durante toda su vida y reducido, pues, a un mero fragmento de un hombre”. Cualesquiera que sean las ventajas materiales que pueda reportar el capitalismo a la sociedad, concluye Marx, las aporta con grandes costes intangibles para los individuos que constituyen la gran masa.

Fuente: Harry Landreth y David C. Colander