FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS...
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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES -SEDE ACADEMICA ARGENTINA-
PROGRAMA DE DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES
TITULO DE LA TESIS:
LA INEQUIDAD EN LA SALUD-ENFERMEDAD DE LA PRIMERA INFANCIA. LAS POLITICAS DE SALUD Y LA CAPACIDAD RESOLUTIVA
DE LOS SERVICIOS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.
AUTOR: Victoria Mazzeo
DIRECTOR: Pablo Vinocur
FECHA: Junio 2006
Resumen Las modificaciones impresas al rol del Estado en la Argentina
durante las últimas décadas del Siglo XX tuvieron impacto negativo en la
salud. La respuesta a las sucesivas y cada vez más agudas crisis económicas
fue aplicar políticas de ajuste caracterizadas por recortes en los presupuestos
de las áreas directa o indirectamente relacionadas con la salud.
A partir de la década de 1990 se presenta un proceso de creciente
desigualdad en la sociedad con sectores que registran mayores dificultades
en el acceso a bienes y servicios, ya sea por sus bajos ingresos o por la
pérdida de sus derechos sociales, como consecuencia de la precarización
laboral.
En este contexto, los niños representan el grupo de mayor
vulnerabilidad en donde los condicionantes sociales, económicos, culturales
y ambientales son determinantes de su situación de salud. La adhesión del
país a la estrategia de la atención primaria, el compromiso de velar por la
infancia y la persistencia de riesgos al nacimiento y de muertes por causas
reducibles, revelan un divorcio entre el discurso y la praxis.
Si bien la Ciudad de Buenos Aires, como unidad territorial, registra
históricamente los menores niveles de riesgo al nacimiento y de mortalidad
de la primera infancia del país, en su interior persisten sectores con niveles
de mortalidad aún elevados y con alto riesgo al nacer. Por lo tanto, el
propósito de la investigación fue conocer, para el período 1991-2002, los
cambios en la mortalidad de la primera infancia y en la atención de la salud
infantil de la Ciudad, diferenciando grupos sociales y/o áreas espaciales,
confrontándolos con las políticas públicas, los programas desarrollados y la
aplicación de ciertas innovaciones terapéuticas dirigidas a la promoción de
la salud de la primera infancia.
Asimismo, considerando que el estudio de la relación entre la
situación de la salud y las desigualdades sociales es de larga data y en el
convencimiento de que estamos frente a un “redescubrimiento” de lo que ya
era conocido por europeos y latinoamericanos desde el siglo XIX, se creyó
importante incorporar la evolución de la mortalidad materno-infantil en la
Ciudad desde 1860, así como las políticas implementadas en cada época.
I
Summary The modifications carried out in the role of the State in Argentina
during the last decades of the XXth. Century had a negative impact on
health. As a response to the successive and ever acuter economic crises
adjustment policies - characterized by budget cut downs in the areas either
directly or indirectly related to health - were applied.
Starting the 1990s. a process of increasing inequality impinges on
society with sectors that, as a result of labour precarization, register higher
difficulties to have access to goods and services either due to lower income
or to loss of their social rights.
In this context children represent the group of higher vulnerability
where social, economic, cultural and environmental conditions are
determinant factors of their health situation. The country endorsement of the
primary health care strategy, the commitment to protect childhood versus
the persistence of risks at birth and of deaths by reducible causes, reveal a
divorce between discourse and praxis.
Albeit the City of Buenos Aires as a territorial unit historically
shows - country wise - the lowest levels of risk at birth as well as of
mortality during the early childhood, in the interior of the country there
persist sectors with still high mortality levels and with high risk at birth.
Therefore, the purpose of this research was to identify, for the 1991-2002
period, the changes in early childhood mortality and the child health care of
the City, differentiating social groups and/or spatial areas. The findings
were compared to the public policies, to the programs developed and to the
application of certain innovative therapeutics aimed at the promotion of
health during early childhood.
Alto, taking into account that the study of the relationship between
the health situation and social inequalities is a long-standing issue, and
being convinced that we are facing a "rediscovery" of the knowledge
mastered by both Europeans and Latin Americans since the XIXth. Century,
it was deemed important to incorporate the evolution of the maternal-child
mortality in the City since 1860, as well as the policies implemented during
each epoch.
II
Vaya mi más sincera gratitud para quienes me acompañaron en este largo
camino.
III
Índice Tomo I Capítulo 1 – Introducción 1 Capítulo 2 - Estado del arte sobre la temática 11 Capítulo 3 - Marco conceptual 31 Primera Parte - Situación de la salud-enfermedad y de la desigualdad social Capítulo 4 - La mortalidad materno-infantil en la Ciudad desde 1860 47 4.1 El nivel de la mortalidad 474.2 La transición demográfica y la transición epidemiológica 63 Capítulo 5 - La desigualdad social en la última década. 83 5.1 Indicadores seleccionados 835.2 Cambios experimentados 845.3 Importancia de la primera infancia en la desigualdad social 95 Capítulo 6 - Espacialización de la desigualdad social 101 6.1 Indicadores seleccionados 1016.2 La situación en la década de 1990 1036.3 La situación en la década del 2000 1066.4 Cambios experimentados entre décadas 110 Capítulo 7 - La situación de la salud enfermedad de la primera infancia en la
última década 115 7.1 Indicadores seleccionados 1157.2 Cambios experimentados 1187.3 La desigualdad en la salud-enfermedad 1397.4 La desigualdad en el cuidado de la salud 145 Capítulo 8 - Espacialización de la situación de la salud-enfermedad 149 8.1 Indicadores seleccionados 1548.2 La situación en la década de 1990 155
IV
8.3 La situación en la década del 2000 1588.4 Cambios experimentados entre décadas 160 Capítulo 9 - Relaciones espaciales entre la situación de la salud-enfermedad y
la desigualdad social 163 9.1 Metodología e indicadores seleccionados 1679.2 La situación en la década de 1990 1689.3 La situación en la década del 2000 1739.4 Cambios experimentados entre décadas 177 Segunda Parte - Las políticas y programas dirigidos a la promoción de la salud
infantil Capítulo 10 - Las políticas y programas de salud antes de 1990 179 Capítulo 11 - Las políticas y programas de salud a partir de 1990 189 11.1 La formulación de las políticas de salud y de los programas y
actividades desarrolladas 18911.2 El gasto social y el gasto en salud en los presupuestos de la
Ciudad 215 Conclusiones 231 Referencias bibliográficas 241 Tomo II Anexos A Metodológico 1B Apéndice estadístico 1C Definición de fórmulas y conceptos utilizados 1D Fuentes de información de las estadísticas vitales según período 1E Detalle de las causas de muerte utilizadas en las categorías
analizadas según período 1
F Análisis factorial y de conglomerados 1G Las políticas y programas de salud antes de 1990 según etapas 1
V
Índice de Cuadros
Capítulo 2
Cuadro 2.1 Tasas de mortalidad infantil (por mil nacimientos) según clase social
del padre. Inglaterra y Gales, 1896-1950. 12
Cuadro 2.2 Tasa de mortalidad infantil (por mil nacimientos) en cinco grupos de peso al nacer en Chile, 1982 y en la ciudad de Nueva York, 1968. 13
Cuadro 2.3 Probabilidad de morir en el primer año de vida por clase social. México, 1977. 13
Cuadro 2.4 Probabilidad de morir entre el nacimiento y los dos años de edad según clase social. Argentina, 1965-66. 14
Cuadro 2.5 Tasa de mortalidad infantil aproximada (por cien) en hogares según condición NBI por estrato de asentamiento. Total del país, 1980. 15
Cuadro 2.6 Participación relativa de las principales causas de muerte en el total de defunciones. Argentina, 1944-1990. 21
Cuadro 2.7 Esperanza de vida al nacer. Total país y por regiones. Argentina entre 1914 y 1970. 22
Cuadro 2.8 Tasa de mortalidad infantil aproximada (por mil) según condición socio-ocupacional y tamaño de la localidad. Total del país, 1980. 23
Cuadro 2.9 Probabilidad promedio (por mil) de morir antes de los dos años según indicadores seleccionados. Total del país, 1985-1990. 24
Cuadro 2.10 Indicadores socioeconómicos según zona. Ciudad de Buenos Aires, 1991. 26
Cuadro 2.11 Mortalidad infantil (por mil nacimientos) según grupo socio-ocupacional y estado de la vivienda. Costa Rica, 1981. 29
Capítulo 4 Cuadro 4.1 Mortalidad de la primera infancia, fetal y materna (tasas por mil
nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 51
Cuadro 4.2 Clasificación de las causas de muerte según grupo y origen. 66Cuadro 4.3 Estructura de la mortalidad de la primera infancia según causas
seleccionadas. Ciudad de Buenos Aires, 1890/2002. 79
Capítulo 5
Cuadro 5.1 Distribución del ingreso familiar per cápita. Variaciones relativas
porcentuales. Ciudad de Buenos Aires, 1990 y 2002. 93
Cuadro 5.2 Proporción de la primera infancia bajo la línea de pobreza e indigencia por grupo de edad. Aglomerado Gran Buenos Aires, 1991 y 2001. 96
Cuadro 5.3 Condición NBI en la población. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 97
VI
Capítulo 7
Cuadro 7.1 Primera infancia. Estructura de los egresos hospitalarios según
principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.
119
Cuadro 7.2 Primera infancia. Estructura de los egresos hospitalarios según principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.
120
Cuadro 7.3 Mujeres en edades reproductivas. Importancia del embarazo, parto y puerperio en la estructura de los egresos hospitalarios por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995 y 2000.
121
Cuadro 7.4 Mujeres en edades reproductivas. Estructura de los egresos hospitalarios según principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.
122
Cuadro 7.5 Mujeres en edades reproductivas. Estructura de los egresos hospitalarios según principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.
123
Cuadro 7.6 Tasa de mortalidad perinatal y de la primera infancia (por diez mil nacidos vivos). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 127
Cuadro 7.7 Indicadores de las conductas de las familias. Ciudad de Buenos Aires, 1997 y 2001. 136
Cuadro 7.8 Lactancia materna según grupo etario. Ciudad de Buenos Aires, 1997. 137Cuadro 7.9 Cobertura de inmunizaciones (en %) según vacunas aplicadas en los
menores de cinco años. Ciudad de Buenos Aires, 2002. 139
Cuadro 7.10 Medición de la desigualdad en la salud y la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992 y 2001-2002. 140
Cuadro 7.11 Proporción de población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002. 146
Cuadro 7.12 Distribución de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses por tiempo transcurrido desde la última consulta según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
146
Cuadro 7.13 Distribución de la población que realizó consulta médica en los últimos seis meses por tipo de financiamiento según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
147
Cuadro 7.14 Distribución de la población que realizó consulta médica en los últimos seis meses por distancia al centro de salud más cercano según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
147
Cuadro 7.15 Participación de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según quintil de ingresos total familiar por zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
148
Cuadro 7.16 Participación de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según quintil de ingresos total familiar por zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
148
VII
Capítulo 11
Cuadro 11.1 Composición porcentual del gasto público según finalidad. Ciudad de
Buenos Aires, 1993-2002. 217
Cuadro 11.2 Participación del gasto en atención de la salud en el gasto público total. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 218
Cuadro 11.3 Gasto público del GCBA según finalidad. Índice 1993=100. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 219
Cuadro 11.4 Participación de los no residentes en las consultas externas y en los egresos del sistema hospitalario de la Ciudad. Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002.
220
Anexo B Cuadro 4.1 Mortalidad de la primera infancia y sus componentes. Tasas por mil
nacimientos. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 1
Cuadro 4.2 Mortalidad de la primera infancia y sus componentes, fetal y materna. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. Índices de variación 1860-64 y 1890-94 = 100. 2
Cuadro 4.3 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1861-2000. 3
Cuadro 4.4 Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1901-2000. 4
Cuadro 4.5 Estructura porcentual de la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 6
Cuadro 4.6 Esperanza de vida a las edades 0 y 4. Ambos sexos. Ciudad de Buenos Aires, 1855-2002. 7
Cuadro 4.7 Proporción de las muertes de 0-4 años en el total de defunciones. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 8
Cuadro 4.8 Tasas de mortalidad (por mil) según grupo de edad por causa de muerte. Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 8
Cuadro 4.9 Proporción de muertes según grupo de edad por causa. Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 10
Cuadro 5.1 Tasas de actividad por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 11
Cuadro 5.2 Tasas de empleo por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 12
Cuadro 5.3 Tasas de subocupación horaria, ocupados demandantes y desocupación. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 12
Cuadro 5.4 Participación de los jefes de hogar en el total de desocupados. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 13
Cuadro 5.5 Evolución del ingreso medio total individual de la población según quintil de población. Valores constantes de octubre de 2002. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 13
VIII
Cuadro 5.6 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población. Valores constantes de octubre de 2002. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 14
Cuadro 5.7 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población. Número Índice según quintil, 1990=100. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 14
Cuadro 5.8 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población. Concentración del ingreso. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 15
Cuadro 5.9 Producto Bruto Geográfico a precios de productor (en millones de pesos). Precios constantes de 1993. Número Índice 1993=100. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 15
Cuadro 5.10 Proporción de hogares y personas por debajo de la línea de pobreza y de indigencia. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 16
Cuadro 5.11 Población en hogares particulares por condición de NBI y tipo de cobertura en salud. Población total y primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 16
Cuadro 6.1 Indicadores de desigualdad social según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991. 17
Cuadro 6.2 Indicadores de desigualdad social según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001. 18
Cuadro 6.3 Desigualdad social. Conglomerado de pertenencia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 21
Cuadro 6.4 Variaciones relativas porcentuales entre los indicadores seleccionados. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 22
Cuadro 7.1 Egresos hospitalarios de menores de 5 años según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995. 23
Cuadro 7.2 Egresos hospitalarios de menores de 5 años según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000. 24
Cuadro 7.3 Egresos hospitalarios de mujeres en edades reproductivas según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995. 25
Cuadro 7.4 Egresos hospitalarios de mujeres en edades reproductivas según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000. 27
Cuadro 7.5 Indicadores de riesgos al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 28
Cuadro 7.6 Indicadores de riesgos al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 29
Cuadro 7.7 Variaciones relativas porcentuales de los indicadores de riesgo al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 30
Cuadro 7.8 Indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 31
Cuadro 7.9 Indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 32
IX
Cuadro 7.10 Variaciones relativas porcentuales de los indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 33
Cuadro 7.11 Tasas de mortalidad neonatal según causas de muerte (por diez mil). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 34
Cuadro 7.12 Tasas de mortalidad post-neonatal según causas de muerte (por diez mil). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 34
Cuadro 7.13 Tasas de mortalidad de 1 a 4 años según causas de muerte (por diez mil). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 35
Cuadro 7.14 Muertes maternas según causas de muerte. Valores absolutos y tasas (por diez mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 35
Cuadro 7.15 Estructura de los nacimientos por tramo de bajo peso. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 36
Cuadro 7.16 Evaluación de la atención de la salud en la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 36
Cuadro 7.17 Participación del bajo peso al nacer según orden de nacimiento. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 36
Cuadro 8.1 Indicadores de riesgo seleccionados según jurisdicción. Argentina, 1991-1992. 41
Cuadro 8.2 Indicadores de riesgo seleccionados según jurisdicción. Argentina, 2001-2002. 42
Cuadro 8.3 Desigualdad en la salud-enfermedad. Conglomerado de pertenencia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-92 y 2001-02.
43
Cuadro 9.1 Coordenadas de las CE en el espacio factorial. Ciudad de Buenos Aires, década 1990. 44
Cuadro 9.2 Coordenadas de las CE en el espacio factorial. Ciudad de Buenos Aires, década 2000. 45
Cuadro 9.3 Clasificación de las CE según conglomerado de pertenencia. Ciudad de Buenos Aires, décadas 1990 y 2000. 45
Cuadro 11.1 Inscriptos en el Plan Médicos de Cabecera según grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1997-2002. 46
Cuadro 11.2 Gasto público del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires según finalidad y función, 1993-2002. 47
Cuadro 11.3 Gasto anual per cápita en población sin cobertura (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 49
Cuadro 11.4 Gasto en atención de la salud como porcentaje del PBI. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 49
Cuadro 11.5 Gasto Social y Gasto Social Focalizado (millones de pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 49
Cuadro 11.6 Variación interanual del Gasto Social Focalizado y evolución de la pobreza e indigencia (por hogares y personas). Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002. 50
Cuadro 11.7 Asignación de gasto por hogar pobre (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 50
X
Cuadro 11.8 Nivel de ejecución presupuestaria según tipo de bienes. Secretaría de Salud. Ciudad de Buenos Aires, 1992-2002. 50
Cuadro 11.9 Gasto en personal en el presupuesto de la Secretaría de Salud. Ciudad de Buenos Aires, 1992-2002. 51
Cuadro 11.10 Ejecución presupuestaria de la Secretaría de Salud según programa. Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002. 51
Cuadro 11.11 Composición de la ejecución presupuestaria de la Secretaría de Salud según programa. Ciudad de Buenos Aires, 1994-1996-1998-2002-2002. 51
Anexo F Cuadro 1.1.1 Desigualdad social espacial. Centros iniciales de los conglomerados.
Década de 1990. 2
Cuadro 1.1.2 Desigualdad social espacial. Historial de iteraciones. Década de 1990. 2Cuadro 1.1.3 Desigualdad social espacial. Centros de los conglomerados finales.
Década de 1990. 2
Cuadro 1.1.4 Desigualdad social espacial. Número de casos en cada conglomerado. Década de 1990. 2
Cuadro 1.2.1 Desigualdad social espacial. Centros iniciales de los conglomerados. Década del 2000. 3
Cuadro 1.2.2 Desigualdad social espacial. Historial de iteraciones. Década del 2000. 3
Cuadro 1.2.3 Desigualdad social espacial. Centros de los conglomerados finales. Década del 2000. 3
Cuadro 1.2.4 Desigualdad social espacial. Número de casos en cada conglomerado. Década del 2000. 4
Cuadro 1.3.1 Desigualdad social espacial. Centros iniciales de los conglomerados. Década del 2000 con variables comparables a década de 1990. 4
Cuadro 1.3.2 Desigualdad social espacial. Historial de iteraciones. Década del 2000 con variables comparables a década de 1990. 4
Cuadro 1.3.3 Desigualdad social espacial. Centros de los conglomerados finales. Década del 2000 con variables comparables a década de 1990. 4
Cuadro 1.3.4 Desigualdad social espacial. Número de casos en cada conglomerado. Década del 2000 con variables comparables a década de 1990. 5
Cuadro 2.1.1 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Centros iniciales de los conglomerados. Década de 1990. 5
Cuadro 2.1.2 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Historial de iteraciones. Década de 1990. 5
Cuadro 2.1.3 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Centros de los conglomerados finales. Década de 1990. 6
Cuadro 2.1.4 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Número de casos en cada conglomerado. Década de 1990. 6
Cuadro 2.2.1 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Centros iniciales de los conglomerados. Década del 2000. 6
Cuadro 2.2.2 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Historial de iteraciones. Década del 2000. 7
XI
Cuadro 2.2.3 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Centros de los conglomerados finales. Década del 2000. 7
Cuadro 2.2.4 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Número de casos en cada conglomerado. Década del 2000. 7
Cuadro 3.1.1 Matriz de correlaciones. Década de 1990. 8Cuadro 3.1.2 Comunalidades. Década de 1990. 10
Cuadro 3.1.3 Varianza total explicada. Década de 1990. 10
Cuadro 3.1.4 Matriz de componentes. Década de 1990. 10
Cuadro 3.2.1 Centros iniciales de los conglomerados. Década de 1990. 11
Cuadro 3.2.2 Historial de iteraciones. Década de 1990. 11
Cuadro 3.2.3 Centros de los conglomerados finales. Década de 1990. 11
Cuadro 3.2.4 Número de casos en cada conglomerado. Década de 1990. 11
Cuadro 4.1.1 Matriz de correlaciones. Década del 2000. 12Cuadro 4.1.2 Comunalidades. Década del 2000. 15
Cuadro 4.1.3 Varianza total explicada. Década del 2000. 16Cuadro 4.1.4 Matriz de componentes. Década del 2000. 16Cuadro 4.2.1 Centros iniciales de los conglomerados. Década del 2000. 16
Cuadro 4.2.2 Historial de iteraciones. Década del 2000. 17
Cuadro 4.2.3 Centros de los conglomerados finales. Década del 2000. 17
Cuadro 4.2.4 Número de casos en cada conglomerado. Década del 2000. 17
Índice de Gráficos
Capítulo 4
Gráfico 4.1 Mortalidad de la primera infancia, fetal y materna (tasas por mil
nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 51
Gráfico 4.2 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1861-1925. 54
Gráfico 4.3 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1931-2000. 55
Gráfico 4.4 Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1901-1955. 55
Gráfico 4.5 Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1961-2000. 56
Gráfico 4.6 Mortalidad de la primera infancia según grupo de edad (tasas por mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 58
Gráfico 4.7 Tasa de mortalidad infantil según grupos etarios. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 59
XII
Gráfico 4.8 Estructura por edad de la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 60
Gráfico 4.9 Esperanza de vida a las edades 0 y 4. Ambos sexos. Ciudad de Buenos Aires, 1855-2001. 62
Gráfico 4.10 Proporción de muertes de 0-4 años en el total de defunciones. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 62
Gráfico 4.11 Proceso de transición demográfica en la Ciudad de Buenos Aires. Período1860-2002. 64
Gráfico 4.12 Tasas de mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias y proporción de casas con cloacas en la Ciudad de Buenos Aires. Período1890-1929.
69
Gráfico 4.13 Tasas de mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias y consumo diario de agua por mil habitantes en la Ciudad de Buenos Aires. Período1890-1929.
69
Gráfico 4.14 Mortalidad por infecciosas y parasitarias según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 70
Gráfico 4.15 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y proporción de casas con cloacas en la Ciudad de Buenos Aires, 1890-1929. 71
Gráfico 4.16 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarrea y enteritis y consumo diario de agua por mil habitantes en la Ciudad de Buenos Aires, 1890-1929. 72
Gráfico 4.17 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y proporción de niños atendidos por primera vez y concurrentes a consultorios de lactantes en la Ciudad de Buenos Aires, 1910-1929. 73
Gráfico 4.18 Mortalidad por diarrea y enteritis según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 73
Gráfico 4.19 Mortalidad infantil por enfermedades respiratorias (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires y Montevideo, 1990-1949. 75
Gráfico 4.20 Mortalidad por enfermedades respiratorias según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 77
Gráfico 4.21 Mortalidad por malformaciones congénitas según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 77
Gráfico 4.22 Mortalidad por causas perinatales según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 79
Gráfico 4.23 Tasa de mortalidad de la primera infancia y estructura según causas seleccionadas. Ciudad de Buenos Aires, 1890/2002. 80
Capítulo 5 Gráfico 5.1 Tasa específica de empleo del grupo 15-64 años. Ciudad de Buenos
Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 84
Gráfico 5.2 Tasa específica de desocupación del grupo 15-64 años. Ciudad de Buenos Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
85
Gráfico 5.3 Tasas de actividad por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 86
XIII
Gráfico 5.4 Tasas de empleo por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 87
Gráfico 5.5 Tasas de desocupación del jefe del hogar. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 88
Gráfico 5.6 Proporción de asalariados sin descuentos jubilatorios. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 89
Gráfico 5.7 Tasas de subocupación horaria, ocupación demandante y desocupación. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 90
Gráfico 5.8 Brecha de ingresos en el ingreso medio total individual. Ciudad de Buenos Aires, octubre 1990 – octubre 2002. 92
Gráfico 5.9 Brecha de ingresos en el ingreso medio total individual. Ciudad de Buenos Aires y total de aglomerados urbanos, octubre 1990 – octubre 2002.
92
Gráfico 5.10 Brecha de ingresos en el ingreso per cápita familiar. Ciudad de Buenos Aires, octubre 1990 – octubre 2002. 93
Gráfico 5.11 Proporción de hogares pobres e indigentes. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1991-Octubre 2002. 95
Gráfico 5.12 Proporción de población bajo la línea de pobreza e indigencia. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1991-Octubre 2002. 95
Capítulo 7
Gráfico 7.1 Estructura porcentual de la mortalidad neonatal por causas. Ciudad de
Buenos Aires, 1990-2002. 128
Gráfico 7.2 Estructura porcentual de los nacimientos por tramo de bajo peso. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 129
Gráfico 7.3 Participación del bajo peso al nacer en la tasa de mortalidad infantil. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 129
Gráfico 7.4 Tasa de mortalidad infantil de niños con bajo peso al nacer. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 130
Gráfico 7.5 Estructura porcentual de la mortalidad post-neonatal por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 130
Gráfico 7.6 Estructura porcentual de la mortalidad de los niños de 1 a 4 años por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 131
Gráfico 7.7 Evaluación de la atención de la salud de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 135
Gráfico 7.8 Distribución de los nacimientos con baja instrucción de la madre. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 142
Gráfico 7.9 Distribución de la mortalidad infantil post-neonatal. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 143
Gráfico 7.10 Distribución de los nacimientos con baja instrucción de la madre. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 144
XIV
Gráfico 7.11 Distribución de la mortalidad infantil post-neonatal. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 144
Capítulo 9
Gráfico 9.1 Saturaciones factoriales de las variables del modelo. Década 1990. 170
Gráfico 9.2 Saturaciones factoriales de las Circunscripciones Electorales. Década 1990. 171
Gráfico 9.3 Saturaciones factoriales de las variables del modelo. Década 2000. 174Gráfico 9.4 Saturaciones factoriales de las Circunscripciones Electorales. Década
2000. 175
Capítulo 11
Gráfico 11.1 Inscriptos en el Plan Médicos de Cabecera. Ciudad de Buenos Aires,
1997-2002. 191
Gráfico 11.2 Consultas en Pediatría realizadas a través del Programa Médicos de Cabecera. Ciudad de Buenos Aires, 1997-2002. 193
Gráfico 11.3 Consultas realizadas en los Centros de Salud y Acción Comunitaria. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 204
Gráfico 11.4 Gasto anual per cápita en población sin cobertura (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 220
Gráfico 11.5 Gasto en atención de la salud como porcentaje del PBI. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 221
Gráfico 11.6 Relaciones ente el Gasto social y el Gasto social focalizado. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 222
Gráfico 11.7 Evolución de la pobreza e indigencia y variación interanual del Gasto social focalizado. Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002. 222
Gráfico 11.8 Asignación de gasto por hogar pobre (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 223
Gráfico 11.9 Participación del Programa Materno-Infanto-Juvenil en el presupuesto ejecutado. Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002. 228
Anexo B Gráfico 7.1 Distribución de los nacimientos de madres adolescentes. Ciudad de
Buenos Aires, 1991-1992. 37
Gráfico 7.2 Distribución de los nacimientos de madres multíparas. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 37
Gráfico 7.3 Distribución de la mortalidad fetal. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 38
XV
Gráfico 7.4 Distribución de la mortalidad infantil por causas reducibles. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 38
Gráfico 7.5 Distribución de los nacimientos madres adolescentes. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 39
Gráfico 7.6 Distribución de los nacimientos madres multíparas. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 39
Gráfico 7.7 Distribución de la mortalidad fetal. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 40
Gráfico 7.8 Distribución de la mortalidad infantil por causas reducibles. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 40
Anexo G
Gráfico 1 Tasa de natalidad. Ciudad de Buenos Aires, 1860-1879. 6
Gráfico 2 Enfermos hospitalizados según dependencia. Ciudad de Buenos Aires, 1890-1904. 8
Gráfico 3 Egresos hospitalarios. Hospital de Niños San Luis Gonzaga, 1890-1904. 11
Gráfico 4 Concurrentes a los dispensarios y a las cocinas de lactantes e inspecciones domiciliarias. Proporción en el total de nacimientos. Ciudad de Buenos Aires, 1908-1948. 20
Gráfico 5 Proporción de nacidos en maternidades hospitalarias. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1949. 26
Gráfico 6 Nacidos vivos en establecimientos asistenciales según dependencia. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1949. 27
Gráfico 7 Mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1969. 29
Índice de Mapas Capítulo 6
Mapa 6.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires.
Década de 1990. 106
Mapa 6.2 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década del 2000. 108
Mapa 6.3 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década del 2000 con variables comparables a la década de 1990. 109
Mapa 6.4 Proporción de niños de 0-4 años NBI en el total de ese grupo de edad. Década 1990. 112
Mapa 6.5 Proporción de niños de 0-4 años NBI en el total de ese grupo de edad. Década 2000. 113
XVI
Capítulo 7
Mapa 7.1 Divisiones de la Ciudad según zona. 146 Capítulo 8 Mapa 8.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires.
Década 1990. 158
Mapa 8.2 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 2000. 160
Capítulo 9
Mapa 9.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires.
Década 1990. 172
Mapa 9.2 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 2000. 176
Capítulo 11
Mapa 11.1 Ubicación de los consultorios de los médicos de cabecera.
Ciudad de Buenos Aires. Año 2002. 192
Mapa 11.2 Distribución de los Centros Médicos Barriales. Ciudad de Buenos Aires. Año 2002. 200
Mapa 11.3 Ubicación de los Centros de Salud y Acción Comunitaria. Ciudad de Buenos Aires. Año 2002. 203
Mapa 11.4 Ubicación de los hospitales dependientes del gobierno de la Ciudad. Año 2002. 205
XVII
1 – Introducción.
“En las defunciones de toda agrupación humana civilizada existe un grupo cuyo estudio es objeto del mayor interés por parte del higienista, del hombre de gobierno y del filántropo, porque la experiencia universal comprueba que, cuando excede de ciertas proporciones, es porque existen causas destructoras que pueden ser atenuadas. Me refiero a las defunciones de la infancia.” Alberto B. Martínez (1913:XXIV)
La salud pública, entendida como un componente del desarrollo
social y no como una actividad específica destinada al control de las
enfermedades, supone una dimensión política que trasciende el rol que
tradicionalmente le fue asignado. Es sabido que el concepto de salud es
histórico y está ligado al tipo de sociedad que lo contiene. La
conceptualización actual de la salud supera la doctrina tecnicista de
“etiología específica” vigente desde principios del Siglo XIX. Esta doctrina,
basada en la causalidad microbiológica, concebía a las enfermedades como
debidas a un microbio al que bastaba identificar para encontrar la vacuna
que lo neutralizara. En el campo de la medicina no se incluían los problemas
sociales; su resolución se suponía una “cuestión del progreso” identificado
bajo el lema “crecer para distribuir”. A fines del Siglo XIX este paradigma
entra en discusión, la salud ya no se considera sólo como un concepto
médico sino social. Si bien se reconoce la importancia de la terapéutica se
incluyen aspectos de la estructura económica social, de la cultura, y en
general de las condiciones de vida de la población, que proponen enfoques
más complejos y completos para explicar el proceso salud-enfermedad. De
algún modo, el enfoque “biologista y microbiologista” sigue vigente
sustentado por los avances en el conocimiento de la etiología de ciertas
enfermedades y el desarrollo consecuente de la industria farmoquímica.
Es así que en América Latina, desde mediados de la década de 1940,
el desarrollo económico social aparece como un objetivo a alcanzar. Esta
concepción incluía crecimiento industrial más distribución del ingreso y
pleno empleo, con fuerte incidencia estatal y de la empresa pública. Es el
inicio de lo que se llamó “modelo de sustitución de importaciones” y de la
1
expansión del Estado de Bienestar. Entre los beneficios del crecimiento
económico se hallaba el mejoramiento de las condiciones de salud de la
población. Cabe recordar que en esa década se consolidó la idea del
“derecho a la salud”, cuando en Inglaterra se concretó el Plan Beveridge1 y
el Estado se hizo cargo de la salud de toda la ciudadanía. Surgió entonces un
nuevo paradigma donde el Estado es el que asegura la salud de la población,
superando el que imperaba hasta ese momento en varios países europeos por
el cual, sus intervenciones apuntaban a preservar la fuerza de trabajo y su
reproducción. En esta misma época en Argentina, siendo Ministro de Salud
el Dr. Ramón Carrillo, se constituyó la primera política sanitaria con sentido
orgánico y social. Para Carrillo la salud era materia del Estado, entendido
como organización política de la sociedad para el bien común. Además de
considerar que la salud era un derecho, Carrillo consideraba a la prevención
como la base del sistema de atención médica (Katz, 2004).
Pero hacia fines de la década de 1960, en América Latina, entraron
en crisis la industrialización sustitutiva y el Estado de Bienestar. Se frustró
la ilusión del desarrollo y se comenzó a percibir que el modelo desarrollista
tendía a excluir una parte importante de la población (Prebisch, 1976).
También comenzó la crisis de lo que puede llamarse “salud pública
desarrollista”. El gasto en salud había crecido pero se destacaba la creciente
estratificación del sistema que expresaba las diferencias de clase en la
atención sanitaria. Se puso en discusión el contenido del modelo médico
imperante y se planteó, por un lado, la insuficiencia del paradigma científico
de la medicina dominante, como modelo explicativo de la salud-enfermedad
colectiva, y por otro, la incapacidad de la práctica médica de transformar
sensiblemente las condiciones de salud de la población (Laurell, 1986). En
oposición al paradigma dominante, que planteaba la cuestión de la salud-
enfermedad como un fenómeno biológico del individuo, apareció el
reconocimiento del carácter social del proceso salud-enfermedad.
1 En 1948 se creó el Servicio Nacional de Salud que tuvo como ejes: el sistema de atención
primaria (a través del cual los médicos clínicos y las clínicas de atención ambulatoria trataban a los pacientes en la comunidad más que en el hospital) y la contención de costos que logró por su posición monopólica (prácticamente el único comprador de servicios médicos y de enfermería y de varios tipos de medicamentos y equipos) y por su sistema de control financiero centralizado (Díaz Muñoz et. al., 1994).
2
Así, durante la década de 1970, surgió en América Latina la
corriente de pensamiento llamada “medicina social” que postuló la
necesidad de analizar el fenómeno salud-enfermedad en el contexto del
acontecer económico, político e ideológico de la sociedad y no sólo como
fenómeno biológico que atañe a los individuos (Laurell, 1986). Por lo tanto,
los conceptos tradicionales de salud y enfermedad tuvieron que abrir
espacios para la confrontación con desarrollos conceptuales y
metodológicos más integrales, con mayor capacidad para aprehender la
complejidad real de los procesos determinantes superando visiones simples
y unilaterales, para explicar las relaciones entre los procesos más generales
de la sociedad con la salud de los individuos y los grupos sociales. Comenzó
a reconocerse a la familia como “la unidad a partir de la cual se constituyen
y/o se organizan y/o se articulan las principales redes sociales respecto del
proceso salud/enfermedad/atención” (Menéndez, 1992:4). Es decir, se
sostuvo que la salud de la población no es independiente de la organización
social y se identificó a la familia como la institución donde, en forma directa
o como mediadora, operan algunos de los principales determinantes de la
morbilidad y la mortalidad en los diferentes grupos etarios, en particular
durante la primera infancia.
A fines de esta década y durante los años ochenta, la Oficina
Regional de la Organización Mundial de la Salud para Europa comenzó a
desarrollar un programa llamado “Equidad en la Salud”, a fin de examinar
en los países centrales el impacto del desempleo y la pobreza en la salud. El
concepto de equidad fue desarrollado en estos países como efecto
compensador de la salida de las políticas universalistas de los modelos de
Estado de Bienestar (Spinelli, 2000).
De esta época es el Black Report (Black et. al., 1982) que junto con
el The Health Divide (Whitehead, 1988), fueron el origen de la noción de
equidad en salud que dio lugar, desde distintos conceptos operacionales, a
numerosos estudios en diferentes países. El Black Report, que analizó las
desigualdades en la salud de los británicos, ratificó que pese a la
accesibilidad universal e igualitaria, el uso de los diferentes servicios varía
según la clase ocupacional. Además concluyó que los descensos de la
mortalidad infantil están asociados con el ingreso per cápita y llamó la
3
atención sobre los aspectos distributivos de las sociedades. También
Wilkinson (1997) llegó a la conclusión que no son las sociedades más ricas
las que tienen mejor salud sino aquellas que tienen estructuras sociales más
igualitarias. Enfatizó la importancia que asume la estructura distributiva del
ingreso y ponderó la pobreza relativa, sin descartar el componente de
privación absoluta reflejado por aquellos hogares con ingresos inferiores a la
línea de pobreza. Es decir, destacó la magnitud de las diferencias entre ricos
y pobres.
Desde un punto de vista conceptual, las condiciones de salud de una
población son el resultado del efecto conjunto de factores genéticos, estilos
de vida y factores del contexto, donde desarrolla su vida. Es decir, la
situación de la salud y sus desigualdades, están determinadas tanto
individual como histórica y socialmente. Si bien los factores genéticos
pueden tener un peso relevante en la salud individual, a nivel de la
población son los factores socioeconómicos, culturales, ambientales y
políticos los que tienen el rol fundamental como determinantes de los
niveles de salud. Dentro de todos estos factores se considera que las
desigualdades originadas por diferencias biológicas o estilos de vida no
pueden ser clasificadas como inequidades. Estas ideas llevaron a la
Organización Mundial de la Salud (OMS) a definir el concepto de inequidad
como “aquellas diferencias en salud que no sólo son innecesarias y evitables
sino que además se consideran como injustas” (Whitehead, 1991). Los
criterios para definir equidad en salud son varios; no obstante existen
propuestas que los operacionalizan y en relación a la atención proponen: a)
igual acceso a la atención disponible para igual necesidad, b) igual
utilización para igual necesidad y c) igual calidad de atención para todos
(Whitehead, 1991). La equidad en salud, al igual que en otros ámbitos,
depende fundamentalmente de cómo se define la justicia social y ésta, a su
vez, depende de los juicios de valor que adopte la sociedad. Pero mientras
existan desigualdades importantes en los ingresos y en la distribución de los
mismos es previsible que existan desigualdades en el uso de los servicios de
salud superiores a las originadas en las diferencias de necesidad (Katz,
1998).
4
Es así, que los cambios económicos y sociales promovidos en la
década de los noventa, de debilitamiento del Estado y hegemonía del
mercado en sociedades que ya registraban situaciones de desigualdad, como
es el caso de Argentina, profundizan los déficits de los sectores que
registran mayores dificultades en el acceso a bienes y servicios, por sus
bajos ingresos o la pérdida de sus derechos sociales como consecuencia de
la precarización laboral. Este cambio afecta más a las familias pobres. Sus
hogares están más expuestos a enfermedades por falta de recursos
económicos, escaso conocimiento sobre temas de salud, insuficiente
nutrición, poco uso de los servicios de salud y menor acceso a una atención
de calidad. Asimismo, la educación y especialmente la educación de la
mujer, juegan un papel importante en los hábitos y costumbres de los
hogares relacionados con la salud y además los capacita para exigir más y
mejores prestaciones.
Las familias pobres son las que tienen más niños, quienes resultan
más perjudicados porque son objeto de una crianza que les inhibe la
posibilidad de un desarrollo sano en los primeros años y puede malograr el
resto de su vida (Vinocur, 1999). Múltiples son los estudios que demuestran
que los niños tienen posibilidades diferentes de desarrollo de sus
potencialidades según las características de sus padres y la condición
socioeconómica de sus hogares. Existen condicionantes relacionados con el
conocimiento y educación de los padres del niño, las redes familiares y
sociales construidas, el hábitat y la vinculación con el mercado de trabajo
que determinan oportunidades disímiles. Estos condicionantes influyen
desde la gestación del niño y tienen relación con lo que fue el perfil de
crecimiento de su madre, la oportunidad de controles prenatales así como la
frecuencia y calidad de los controles posteriores. Luego de su nacimiento es
importante la influencia del hábitat (acceso al agua potable y saneamiento
adecuado), los hábitos de higiene del hogar, la práctica de la lactancia
materna y las conductas preventivas y de detección y tratamiento de las
enfermedades (inmunizaciones y controles médicos periódicos). Es
largamente conocida la incidencia de las infecciones sobre el estado
nutricional y de éste afectando el sistema inmunológico de los niños y cómo
ambos limitan su potencial de crecimiento y desarrollo. En este contexto, los
5
niños representan el grupo de mayor vulnerabilidad frente a los
condicionantes sociales, económicos, culturales y ambientales, que son
determinantes de su situación de salud. La etapa temprana del desarrollo
infantil, que abarca desde la vida intrauterina y la atención del parto hasta
los primeros cinco años de vida, es un período fundamental en el cual el
niño desarrolla el lenguaje, la locomoción, las relaciones sociales y los
conocimientos y habilidades que condicionan su desarrollo posterior
(Moreno, 1999).
Por lo tanto, el gasto social en servicios de agua potable y
saneamiento ambiental, en programas de nutrición y cuidado infantil y en la
atención primaria de la salud2, es el que beneficia más a la infancia. La
extensión del acceso de los servicios de salud influye positivamente en la
distribución del ingreso y eleva el nivel de vida de los pobres a costos
inferiores que los que suponen otras inversiones y en un plazo más breve
que la educación (CEPAL, 2000). La evidencia empírica sugiere que las
familias pobres se benefician con los servicios sociales básicos solamente
cuando estos son provistos en forma universal (Delamonica et. al., 2000). La
universalidad de la prestación presenta varias ventajas. Por un lado, permite
mayor apoyo político. Por otro, permite reducir los costos unitarios de la
intervención ya que se pueden distribuir los costos fijos entre más unidades
y se reducen los costos administrativos de verificación y monitoreo de los
programas focalizados. Asimismo, evitan la manipulación clientelista de los
programas y el favoritismo de la autoridad nacional o local de turno.
No debe olvidarse que disfrutar de buenas condiciones de salud es un
derecho fundamental, cuyo logro, para toda la población debe ser un
objetivo prioritario de las políticas públicas. En el caso de la primera
infancia, los principios de universalidad, interdependencia e indivisibilidad
de los derechos, así como el principio del interés superior del niño,
contenidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, significó un
cambio de paradigma respecto del concepto de infancia. A partir de allí se
reconoce a los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho, lo que
2 El enfoque identificado en la década de 1970 como el medio de lograr Salud para todos en
el año 2000 - Declaración de Alma-Ata, OMS-UN, 1978.
6
marca un giro fundamental respecto de las tradiciones tutelares y
paternalistas que primaron anteriormente (Méndez, 2005).
En dicha Convención, ratificada por Argentina en 1990, se
observaron dos ejes fundamentales: la consideración de sujetos plenos de
derecho y la consideración como personas con necesidad de cuidados
especiales. Con este enfoque, por un lado, se abandonó el concepto del niño
como objeto pasivo de intervención y por otro, se supuso que por su
situación particular de desarrollo ellos tienen derechos especiales además de
todos los que disfruta el adulto. Asimismo, otorgó un papel esencial a la
familia en cuanto a la crianza, siendo reconocida como el lugar propio de
convivencia y pertenencia de los niños e introdujo el nuevo paradigma de
“protección integral”, en el que la infancia es considerada una sola y su
protección se expresa en la exigencia de formulación de políticas básicas
universales para todos los niños.
Cuando una sociedad se empobrece es previsible un empeoramiento
de las condiciones de salud de sus integrantes. ¿Cómo explicar entonces el
descenso experimentado por la mortalidad de la primera infancia ante el
incremento de la pobreza y la desigualdad socioeconómica? Esta
constatación lleva a reflexionar sobre: a) cuáles son las causas de la
reducción de la mortalidad de la primera infancia y b) quiénes fueron los
niños que se beneficiaron de esa mejora. Es decir, determinar si se redujo la
brecha que previamente existía entre los distintos sectores sociales y áreas
geográficas.
Para responder a estos interrogantes es necesario analizar si estas
reducciones obedecieron a: a) mejoras en el acceso a nuevos servicios de
salud; b) al impacto de mejores prácticas de crianza de los niños; c) a la
efectividad de los servicios de salud en las actividades de prevención o en la
mejora de las acciones terapéuticas o d) a la mayor capacidad de demanda
de ciertos sectores sociales que atrajeron una mayor proporción de los
recursos disponibles.
Si bien la Ciudad, como unidad territorial, registra históricamente los
menores niveles de mortalidad de la primera infancia del país, en su interior
7
persisten sectores con niveles de mortalidad que casi duplican el promedio3
y con altas proporciones de nacimientos de riesgo. El propósito de la
investigación fue conocer, para el período 1991-2002, los cambios en la
atención de la salud y en la mortalidad de la primera infancia diferenciando
grupos sociales y/o áreas espaciales, confrontándolos con las políticas
públicas, los programas desarrollados y la aplicación de ciertas innovaciones
terapéuticas4 dirigidas a la promoción de la salud de la primera infancia.
Por otro lado, considerando que el estudio de la relación entre la
situación de la salud y las desigualdades sociales es de larga data, y en el
convencimiento de que estamos frente a un “redescubrimiento” de lo que ya
era conocido por investigadores europeos y latinoamericanos desde el siglo
XIX5, se creyó importante incorporar la evolución de la mortalidad
materno-infantil en la Ciudad desde 1860, así como las políticas
implementadas en cada época. Se pretendió comprobar el grado de
efectividad que tuvo la conformación del sistema de salud de la Ciudad,
prestando especial atención a la evolución de la red de servicios de diferente
nivel de complejidad, así como al efecto que las nuevas terapéuticas y el
avance tecnológico habían tenido en la reducción de la mortalidad en la
niñez y en la disminución de las desigualdades, frente a la muerte, de los
infantil, teniendo en
cue ciales).
distintos grupos sociales.
Los objetivos de la investigación fueron:
a) Determinar la relación existente entre la evolución de la salud-
enfermedad en la primera infancia y la desigualdad social en la Ciudad.
b) Estudiar el diseño y desarrollo de las políticas de salud implementadas
en la Ciudad y comprobar su efecto en la salud
nta las desigualdades sociales (y/o espa
3 Para el bienio 2001-2002 la tasa promedio de la Ciudad fue de 10,9 por mil mientras que
para la zona sur de la misma se registraron tasas cercanas al 20 por mil. En cuanto al riesgo relativo entre la tasa máxima y la mínima fue de 5 y con respecto a la mortalidad infantil por causas reducibles de 6.
4 Tratamiento de rehidratación oral, incorporación de nuevas vacunas, etc. 5 En Europa, en el marco de los procesos revolucionarios de 1848, surge el concepto de
“medicina social”, sus principales exponentes fueron Rudolf Virchow y Salomón Neuman en Alemania; Jules Guérin en Francia; William Far en Inglaterra y Francisco Puccionotti en Italia (Spinelli, 2000). En Argentina entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se realizaron investigaciones sobre las condiciones de trabajo y hábitat (el informe de Bialet Massé sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzo del siglo) y los estudios sobre las condiciones de vida de las clases pobres y la salud de sus hijos (Coni, Rawson, Penna y Madero entre otros).
8
Se plantearon las siguientes hipótesis:
a) Las políticas de salud dirigidas a la primera infancia se mantuvieron
bastante inflexibles a los cambios que se produjeron en la condición
socioeconómica de los hogares y en el perfil epidemiológico de la niñez.
b) El diseño y la implementación de las políticas de salud de la Ciudad
dirigidas a la niñez privilegiaron una visión reparadora de la salud,
priorizando los intereses del complejo industrial farmoquímico y las
inversiones en medicamentos y en innovaciones tecnológicas. El eje
fundamental de la atención de la salud fue la estructura de los servicios
hos
, los programas y las acciones
desarro
ron de marco normativo
para las acciones llevadas a cabo en el nivel local.
pitalarios antes que el sistema de atención primaria de la salud.
Con respecto a la propuesta metodológica se trabajó con tres
dimensiones: la desigualdad social, la salud-enfermedad de la primera
infancia y el sistema de atención de la salud. En la primera dimensión, la
unidad de análisis fueron los hogares particulares como “proxy” de familia,
en la segunda fue la primera infancia definida como los niños menores de 5
años y en la tercera las políticas de salud
lladas por el gobierno de la Ciudad.
La presentación se estructuró en dos partes: en la primera se
investigó la situación de la salud-enfermedad y la desigualdad social en la
Ciudad y en la segunda, se analizaron las políticas de salud para la primera
infancia del gobierno de la Ciudad, los programas y actividades
desarrollados y los recursos presupuestarios que se les asignaron así como
los antecedentes de la política nacional que sirvie
9
2 – Estado del arte sobre la temática.
Múltiples son los estudios realizados en las últimas décadas sobre los
efectos de la desigualdad social en la salud. Incluso, desde la perspectiva del
bienestar, las descripciones realizadas por los clásicos sobre las condiciones
de vida en los primeros años de la Revolución Industrial sirvieron de guía
para las investigaciones posteriores. En todos los casos, se confirmó que
aquellas personas pertenecientes a los sectores privilegiados de la sociedad,
en general, disfrutan de mejor salud. En el caso de la niñez, la probabilidad
de sobrevivir se asocia, principalmente, a la clase social de pertenencia, así
como a las características de la familia en la que nace y al medio ambiente
en que se desarrolla.
Las estadísticas más antiguas sobre mortalidad por clases sociales se
encuentran en Inglaterra. Haines (1995) y Reid (1997) demostraron que,
pese a la mejora generalizada en las condiciones materiales de vida y al
cambio epidemiológico, la mortalidad infantil y de la primera infancia
mejoró en todos los casos pero declinó más rápidamente entre las clases
sociales altas. Estos autores aplicaron técnicas indirectas a los resultados del
Censo de 1911 de Inglaterra y Gales para estimar la mortalidad infantil,
examinando los diferenciales según ocupación y clase social del padre.
Haines incluyó además los resultados de otra investigación realizada por
Morris y Heady para el período 1911-1950 y demostró que la mortalidad
infantil declinó, en el período 1896-1950, más rápidamente entre las clases
altas y que por tal motivo las brechas entre clases se incrementaron (Cuadro
2.1). Reid analizó las diferencias sociales adicionándoles el efecto del medio
ambiente. La autora consideró la ocupación de los hombres y armó ocho
clases separando a los trabajadores en no manuales (clase alta y media) y
manuales según su calificación (calificados, semicalificados y sin
calificación) y actividad (trabajadores textiles, de la agricultura y mineros).
La distribución espacial de estas clases y su predominio dentro del
vecindario le permitió clasificar al medio ambiente (agrícolo, profesional e
industrial). De esta manera demostró, para el período 1895-1911, en el cual
la mortalidad infantil en Inglaterra y Gales experimentó un brusco descenso,
11
que la relación entre clase social y mortalidad de la primera infancia es
producto también del medio ambiente en el que vive el niño. Observando el
efecto simultáneo de la clase social y el medio ambiente, concluyó que la
influencia de la clase social se veía disminuida al incluir el efecto del medio
ambiente, especialmente en las ciudades industrializadas.
Cuadro 2.1
Tasas de mortalidad infantil (por mil nacimientos) según clase social del padre. Inglaterra y Gales, 1896-1950.
Clase social 1896 1905 1921 1930-32 1949-50 I - Profesionales 101,5 76,4 38,4 32,7 18,4 II - Intermedia 124,9 105,3 55,4 45,0 21,9 III - Trabajadores calificados 153,0 129,7 76,9 57,6 28,3 IV - Trabajadores parcialmente calificados 147,7 135,7 89,4 66,8 34,0 V - Trabajadores no calificados 171,0 152,9 97,1 77,1 39,8 Todas las clases 148,2 129,7 79,2 61,6 29,3 Indice de desigualdad (Clase V-Clase I/Clase I) 0,685 1,000 1,529 1,358 1,163
Fuente: elaboración sobre la base de Haines, 1995, tabla 6.
En América Latina varios estudios confirmaron la existencia de una
elevada asociación entre las probabilidades de sobrevivencia de los niños y
los niveles socioeconómicos de los hogares. El estudio de Puffer y Serrano
(1973), mostró las enormes diferencias entre países, así como entre áreas de
un mismo país, señalando significativas asociaciones entre el nivel de
mortalidad infantil y la instrucción de la madre, aunque esta variable fue en
realidad utilizada como un proxy del nivel socioeconómico del hogar. En un
trabajo posterior (Puffer y Serrano, 1988) demostraron que el factor
determinante de mayor importancia para la sobrevivencia y la calidad de
vida del niño era su estado de salud al nacer. Presentaron dos ejemplos para
ilustrar la relación entre la mortalidad infantil y el peso al nacer: uno en
Chile y otro en la ciudad de Nueva York. Concluyeron que la mortalidad
infantil fue muy elevada entre los niños que al nacer pesaron menos de 2501
gramos y que la misma disminuía a medida que aumentaba el peso al nacer.
De esta manera, el peso al nacer se convierte en un importante factor que
influye en la sobrevivencia de los niños y en la susceptibilidad de contraer
enfermedades. Claro que este factor está asociado a los niveles
socioeconómicos de las familias. Una de las causas principales es el estado
12
nutricional de las madres, y éste a su vez es el resultado de déficits en la
ingesta alimentaria y a problemas de salud-enfermedad. Son las madres de
los estratos bajos las que padecen problemas de nutrición durante sus
embarazos por la menor ingesta de componentes proteicos.
Cuadro 2.2
Tasa de mortalidad infantil (por mil nacimientos) en cinco grupos de peso al nacer en Chile, 1982 y en la ciudad de Nueva York, 1968.
Peso al nacer en gramos Chile
Ciudad de Nueva York
Total 25,3 21,9Menos de 2501 164,4 140,52501-3000 27,2 12,13001-3500 13,3 7,73501-4000 8,9 5,64001 y más 11,0 8,0
Fuente: Puffer y Serrano, 1988, Cuadro 4. El estudio de Bronfman y Tuirán (1983) obtuvo estimaciones, para
México en 1977, de la probabilidad de muerte en el primer año de vida por
clases sociales. Los autores demostraron que la mortalidad alcanzó su
máximo nivel en los hijos de campesinos pobres semiproletarios, los
asalariados agrícolas y la fuerza “libre” no asalariada (grupos urbanos
marginales) y llegaron a la conclusión de que por cada nacimiento de “alto
riesgo” en la nueva pequeña burguesía había cerca de cinco en la fuerza de
trabajo libre no asalariada.
Cuadro 2.3
Probabilidad de morir en el primer año de vida por clase social. México, 1977.
Clase social Probabilidad
(por mil) Clases no agrícolas Nueva pequeña burguesía 33,0 Burguesía 36,3 Pequeña burguesía tradicional 46,3 Proletariado 61,9 Fuerza de trabajo "libre" no asalariada 78,0 Clases agrícolas Campesinos acomodados y de nivel medio 71,3 Campesinos pobres y semiproletarios 85,0 Asalariados agrícolas 98,4 Todas las clases 61,4
Fuente: Bronfman y Tuirán, 1983.
13
Sin embargo, en la década de 1980 fue el Black Report (Towsend y
Davidson, 1982) el informe que volvió a centrar el debate, analizando las
desigualdades en la salud de los británicos, luego de cuarenta años de
vigencia del Sistema Nacional de Salud. Este informe demostró que, en
términos relativos, la desigualdad entre las clases no sólo se había
mantenido sino incluso incrementado y ratificó, que pese a la accesibilidad
universal e igualitaria, el uso que se realizaba de los diferentes servicios así
como los resultados en salud, variaban según la clase social. Con
posterioridad a este informe el “Health Divide” de Margaret Whitehead,
demostró que las desigualdades en la salud se habían hecho más graves en
comparación con las de los años cincuenta y documentó que las treinta y dos
mayores causas de muerte atacaban más a los pobres que a los ricos
(Berlinguer, 1990). Por consiguiente, parecería que las políticas destinadas a
combatir las diferencias en salud desde el lado de la oferta (accesibilidad
universal e igualitaria) sin tener en cuenta el contexto más amplio de la
búsqueda de justicia social, no logran eliminar la desigualdad.
Para Argentina, un primer antecedente (Behm y Maguid, 1978)
obtuvo, con la información censal de 1970 y mediante métodos indirectos,
la probabilidad de morir antes de cumplir los dos años de edad, en el bienio
1965-66. Los autores utilizaron, como aproximación al concepto de clase
social, la clasificación de los hogares según ocupación y categoría
ocupacional del jefe del hogar y demostraron que el grupo socioeconómico
de pertenencia está estrechamente asociado a la mortalidad temprana del
niño.
Cuadro 2.4 Probabilidad de morir entre el nacimiento y los dos años de edad según clase social.
Argentina, 1965-66.
Clase social Probabilidad (por mil)
Alta 28 Media 34 Baja urbana 66 Baja agrícola 74
Fuente: Behm y Maguid, 1978, Cuadro 11.
14
A partir de la década de 1980, en Argentina, varios estudios
confirmaron la existencia de una elevada asociación entre las probabilidades
de sobrevivencia de los niños y los niveles de pobreza de sus hogares. En
1984 se conocieron las estimaciones de la mortalidad infantil mediante la
utilización de métodos indirectos1, según pobreza por necesidades básicas
insatisfechas (INDEC, 1984). Los resultados mostraron que la mortalidad
infantil de los hogares pobres era cerca de un 50 por ciento mayor que la de
los hogares no pobres. Estas mismas diferencias y aún mayores se
encontraron entre hogares localizados en áreas urbanas y rurales, así como
entre los diferentes departamentos y provincias.
Cuadro 2.5
Tasa de mortalidad infantil aproximada (por cien) en hogares según condición NBI por estrato de asentamiento. Total del país, 1980.
Estrato de asentamiento Tasa de
mortalidad infantil
aproximada Total Total de población 4,1Población en hogares NBI 5,0Resto de población 3,3Localidades de más de 50.000 hab. Total de población 3,5Población en hogares NBI 4,2Resto de población 3,0Localidades de 10.001 a 50.000 hab. Total de población 4,2Población en hogares NBI 5,3Resto de población 3,4Localidades de 2.000 a 10.000 hab. Total de población 4,4Población en hogares NBI 5,4Resto de población 3,7Area rural Total de población 5,5Población en hogares NBI 6,2Resto de población 4,5
Fuente: elaboración en base a INDEC, 1984, Cuadro 1D.
1 Se estimó la mortalidad infantil aproximada definida como la probabilidad de morir antes
de cumplir 3 años de edad.
15
También en la primera mitad de la década de los ochenta, se realizó
en Rosario una investigación sobre los diferenciales por clase social y
fracciones de clase del proceso de la salud-enfermedad en el primer año de
vida (Torrado, 1986). Tomando una cohorte de todos los niños nacidos,
hijos de mujeres residentes en esa ciudad en la primera quincena de
noviembre, se estudiaron los procesos de reproducción biológica y social,
considerando las condiciones familiares de vida, las conductas maternas y
las condiciones biológicas del niño. Se confirmaron desigualdades marcadas
según la clase social de pertenencia del niño. En lo que concierne al perfil
de la salud-enfermedad perinatal, la autora demostró que las clases bajas
presentaban condiciones comparativamente más deficitarias respecto a
algunas conductas maternas (seguimiento y control del embarazo) y a ciertas
acciones institucionales (nivel de especialización del personal que atendió a
la madre durante el parto). En lo que respecta a las condiciones biológicas
del recién nacido el hallazgo más interesante a destacar es que en la clase
obrera, especialmente entre los trabajadores inestables2, se detectaba un
mayor número de prematuros y de desnutridos fetales y un mayor porcentaje
de niños que al nacer presentaban condiciones físico-funcionales
deficientes. En cuanto a la alimentación, los diferenciales se hacían
presentes a partir del cuarto mes de vida y estaban referidos a la menor
ingesta de componentes proteicos por parte de los niños pertenecientes a las
familias de estratos bajos. Finalmente, en relación a las conductas maternas
referidas al cuidado preventivo de la salud (cumplimiento del esquema de
inmunizaciones y de controles médicos periódicos) se observaban pautas
comparativamente más deficitarias en la clase obrera, particularmente en los
dos estratos inferiores (obreros de la construcción y trabajadores inestables).
La autora concluye que las condiciones familiares de vida, asociadas a cada
clase social, se traducen en estados de salud y enfermedad diferenciales,
mucho más deficientes en los estratos inferiores, específicamente en
aquellos de menor estabilidad en su inserción económica.
Otros dos antecedentes más recientes (López y Tamargo, 1995 y
Cid, 1995) también investigaron las relaciones entre infancia y condiciones
2 Comprende a trabajadores cuenta propia con ocupaciones manuales no calificadas, sin
especificación de oficio, tales como: vendedor ambulante, changarín, botellero, etc.
16
de vida, observando que el riesgo de muerte y el deterioro en su crecimiento
era sensiblemente más elevado entre los niños nacidos en hogares de
pobreza estructural. El trabajo de Cid (1995) analiza la talla y el peso de los
niños de 0 a 5 años cumplidos en hogares de la Ciudad de Salta a partir de
los datos relevados por el Módulo para el Monitoreo de Metas Sociales que
se realizó en la onda de mayo de 1994 de la Encuesta Permanente de
Hogares. El autor advirtió que el retraso en el crecimiento es mayor entre los
niños que pertenecen a hogares con necesidades básicas insatisfechas y a
hogares con niveles bajos de ingresos. Concluyó que la clasificación según
pobreza del hogar, ya sea que se adopte el criterio de NBI o el de ingresos,
muestra su influencia sobre las posibilidades de crecimiento del niño. Por su
parte, López y Tamargo (1995) utilizaron la misma encuesta para analizar
las conductas de las mujeres frente a la atención del embarazo y el parto en
los aglomerados urbanos del país. Las autoras indicaron un comportamiento
diferencial de las mujeres frente a la atención del embarazo y el parto en
función del estrato socioeconómico de pertenencia. Demostraron que para
las mujeres que viven en hogares pobres la situación es desventajosa en la
cantidad de controles prenatales que efectúan durante sus embarazos. Este
hecho indudablemente afectará la morbimortalidad de sus hijos ya que la
deficiencia en las prácticas preventivas acrecienta el riesgo de desconocer
los signos precoces de patologías que pueden tratarse de manera oportuna.
En la última década, otros trabajos relacionaron el estado nutricional
con el nivel económico-social de los hogares (Calvo et. al., 1989, Calvo
1995 y Ministerio de Salud, 1999). Todos ellos confirmaron una fuerte
asociación entre prevalencia de desnutrición y pobreza y resaltaron que a
diferencia de lo observado hace algunas décadas, cuando el problema más
significativo era el déficit de peso para la edad y para la talla, existe una
relación talla/edad deficiente (acortamiento) así como la presencia de
obesidad como el principal trastorno del peso de los niños. Se afirmó que el
déficit de talla es reflejo de un proceso crónico en el que confluyen varios
factores, particularmente el bajo peso al nacer, la carencia marginal de
17
energía y nutrientes, la reiteración de procesos infecciosos agudos y las
condiciones desfavorables del medio en que vive el niño3.
Otra línea de investigación, que comparó la Ciudad de Buenos Aires
con los dos cordones del Gran Buenos Aires, vinculó aspectos de la
estratificación social con temas relacionados a la utilización y el gasto en
servicios de salud y construyó indicadores para medir la respuesta del sector
salud a los requerimientos de la población (Ministerio de Salud y Acción
Social, 1992, 1993, 1994a, 1994b, 1995, 1996, 1997 y 2002). En los
resultados sobre la situación sanitaria de la primera infancia en 19894, se
obtuvieron niveles de riesgo superiores en los cordones del Gran Buenos
Aires, asociados a la mayor incidencia de madres adolescentes, con bajo
nivel de instrucción o sin pareja estable. Por su parte, en la Ciudad se
destacó una mejor atención de la salud5 y un mayor consumo de
medicamentos.
En la encuesta del año 1995 se analizaron los distintos tipos de
gastos en salud, observándose importantes diferencias en la composición del
gasto según clase social6. Además se destacó, con respecto a 1989, una
disminución en la condición de afiliación en la Ciudad, del 5 por ciento en
la población total y del 9 por ciento en los menores de 5 años.
Un trabajo reciente investigó para Argentina los cambios, entre 1997
y 2001, en la distribución de los beneficios de las políticas de salud y
nutrición, en relación con los programas para mujeres embarazadas y niños
menores de cinco años (Gasparini y Panadeiros, 2005). Los autores, usando
información de las encuestas sobre desarrollo social (EDS) realizadas en
dichos años, mostraron las diferencias, según quintiles de ingresos, en la
3 Debe tenerse en cuenta que estos estudios se refieren exclusivamente a los niños menores
de seis años que demandan atención ambulatoria en el sistema público de salud y no son extrapolables al universo de los niños de esas edades que residen en cada jurisdicción.
4 Los resultados provienen de la Encuesta Permanente de Hogares en su onda abril-mayo de 1989.
5 Para los menores de un año está definido como el cociente entre la tasa de mortalidad infantil y la incidencia de bajo peso al nacer y para los niños de 1 a 4 años el cociente entre muertes evitables y no evitables.
6 Las clases sociales fueron obrera, media y media-alta. El promedio de gasto en afiliación voluntaria sube al pasar de la clase obrera a la media-alta, pero no existen diferencias entre clase obrera y media. Es notoria la caída de la participación del gasto en medicamentos dentro del gasto total en salud al pasar de las clases más bajas a las más altas.
18
atención de la salud de ambos grupos7. Al aplicar técnicas de
microsimulación obtuvieron índices de concentración que les sugirieron que
la incidencia de los cambios entre dichos años, debido probablemente a la
crisis económica que comenzó en 1998, provocó la reducción de la
fecundidad de las parejas pobres y un aumento en el uso de los servicios
públicos por parte de los hogares no pobres.
Para la Ciudad existen dos estudios (Arruñada et.al., 1976 y Díaz
Muñoz, 1993) que investigaron los diferenciales socioeconómicos de la
mortalidad infantil. Arruñada, Rothman y Segre (1976) consideraron que
las condiciones de ocupación y educativas de los individuos juegan un papel
fundamental en la determinación del proceso salud-enfermedad, modelan un
determinado comportamiento y dan lugar a resultados diferenciales.
Señalaron que el estancamiento observado en los niveles de la mortalidad
infantil, para el total del país a lo largo de la década del sesenta, no deja de
afectar también a la Ciudad, y que el relativamente bajo nivel promedio de
comienzos de los setenta (30 por mil) esconde fuertes diferencias internas,
tanto entre los lugares de residencia habitual de las madres como entre los
grupos sociales. Concluyeron que la mayor diferencia relativa fue observada
entre el nivel ocupacional-educativo más bajo y su inmediato superior, lo
cual indica la existencia de subgrupos de población dentro de los sectores
sociales más bajos, que por sus condiciones de vida están mucho más
expuestos al riesgo de muerte. Estos subgrupos, según las autoras, estarían
compuestos en gran parte por población migrante que vive preferentemente
en las villas, hoteles, pensiones e inquilinatos y que se ven expuestos a
condiciones ambientales de hacinamiento, insalubridad e inaccesibilidad a
los recursos de la atención médica. Por su parte, Díaz Muñoz (1993)
utilizando la clasificación de nivel ocupacional-educativo elaborada por
Arruñada, Rothman y Segre, demostró para 1990, que los niños fallecidos
en la Ciudad tuvieron un riesgo diferencial de enfermar y morir en función
de las distintas posibilidades de acceder a los servicios de salud definidos
por su pertenencia social.
7 Para las mujeres: cantidad de controles del embarazo, el mes en que efectúan la primera
visita, el lugar dónde la realizan y la atención del parto. Para los niños: cantidad de visitas al médico, dosis de vacunas, consumo de medicamentos y entrega de leche.
19
En otra línea de investigación se encuentran los trabajos que analizan
los diferenciales de la mortalidad infantil por tamaño de las localidades.
Aportes a esta línea de investigación se encuentran en los trabajos de
Bourdelais y Demonet y Vögele (Corsini y Viazzo, 1997) que analizan los
patrones de mortalidad infantil urbana en Francia y Alemania en el siglo
XIX. Bourdelais y Demonet señalaron que no era posible hablar de
mortalidad urbana sin tener en cuenta el tamaño, la función y la ubicación
de las ciudades. Demostraron que a mediados del Siglo XIX en Francia, a
menor tamaño de la Ciudad se observaba mayor sobrevivencia debido a que
las condiciones de vida en el medio ambiente industrial y las insuficientes o
ausentes medidas de salud pública, incidían en el aumento de las muertes
infecciosas en las grandes ciudades. Por su parte, Vögele demostró que en la
Alemania de fines del siglo XIX las disparidades regionales de la mortalidad
infantil fueron disminuyendo mientras que las diferencias sociales se
incrementaban. Expuso que el cambio en la mortalidad no podía ser
explicado exclusivamente en términos de diferencia en la riqueza y que
posiblemente este cambio estuviera relacionado con la sanidad y otras
campañas públicas de salud, entre ellas la entrega de leche pasteurizada para
los niños. En este sentido, Mazzeo (1993) que analizó la tendencia seguida
por la mortalidad infantil en la Ciudad en el período 1856-1986, señaló que
los cambios experimentados por la estructura de las causas de defunción
estuvieron relacionados con las modificaciones experimentadas por la
realidad socioeconómica, política y ambiental. Especialmente a partir de
comienzos del siglo XX, se concretaron distintas acciones cuyo objetivo
fundamental fue la atención del niño y el cuidado y protección de la mujer
embarazada, parturienta y en período de lactancia. La autora concluyó que
la mortalidad infantil no es un fenómeno que pueda analizarse en abstracto,
sino que es parte integrante de un proceso social más complejo y que es
justamente el proceso histórico concreto de una sociedad el que da
significación a la mortalidad infantil en ella inserta.
Por su parte, Celton (1995) observó para Argentina que “la
introducción de la sulfamida y la penicilina, el progreso en la provisión de
agua potable y la concientización social de las normas higiénicas en el
cuidado de los niños, constituyen las causas principales de la reducción de
20
las enfermedades infecto-contagiosas” (Celton, 1995:333) cuya
participación fue decreciendo a partir de la década de 1940, asociada a los
cambios experimentados por la población argentina (envejecimiento de su
estructura etaria) y a los avances de la medicina. Cabe señalar que en
Argentina, la denominada transición epidemiológica, entendida como el
momento en que las enfermedades infecciosas pasan a ser controlables y son
reemplazadas como principales causas de muerte por las enfermedades
crónico-degenerativas, se produce en la década de los sesenta. En este
sentido, el trabajo de Mazzeo (1995) mostró que la importancia de las
muertes por enfermedades infecciosas fue decreciendo a partir de 1960 y
que en el período 1944-1990 se modificó la estructura de la mortalidad
según grandes grupos de causa de muerte. Se observó un moderno perfil de
la mortalidad con el predominio de las defunciones causadas por tumores y
enfermedades del aparato circulatorio.
Cuadro 2.6
Participación relativa de las principales causas de muerte en el total de defunciones. Argentina, 1944-1990.
Grupos de causas 1944-53 1960 1970 1980 1990 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0Total bien definidas 84,4 72,7 93,8 97,1 99,9Aparato circulatorio 20,8 13,9 39,1 44,7 45,1Tumores 15,1 21,5 17,8 16,9 18,4Infecto-parasitarias 11,0 5,0 13,6 3,6 3,3Accidentes, envene- namientos y violencias 6,2 8,4 8,1 6,8 4,6Resto bien definidas 31,3 23,9 15,2 25,1 28,5Mal definidas 15,6 27,3 6,2 2,9 0,1
Fuente: Mazzeo, 1995, Cuadro 6.
No debe interpretarse que esta transición fue homogénea en todo el
país, pues existen desiguales niveles de salud/enfermedad según el área
geográfica, ligadas a las condiciones de vida de sus habitantes. En este
sentido, Müller (1978) utilizando la esperanza de vida al nacer, considerada
como uno de los indicadores más claros del nivel de vida de una población,
mostró que entre 1914 y 1970 fue muy importante la ganancia en años de
vida, pasando de 48,5 años en 1914 a 65,6 años en 1970. Por otro lado,
21
comparó este indicador según regiones8 y advirtió que se presentaban
significativas diferencias entre las regiones que se mantuvieron a lo largo
del período analizado. Como se observa en el Cuadro 2.7, en 1914 un
habitante de la región más favorecida (Buenos Aires) vivía en promedio 13
años más (un 35 por ciento más) que un habitante de la región de menor
esperanza de vida (Noroeste). En 1970 esa diferencia era menor: casi 7 años,
o sea que los habitantes de Buenos Aires vivían en promedio un 11 por
ciento más que los del noroeste del país. Lamentablemente, no existen
estudios comparativos por regiones, posteriores a la década de 1970, no
obstante a partir de las tablas de mortalidad elaboradas para las décadas
siguientes se observó que el Noroeste continúa siendo la región de menor
esperanza de vida y la Ciudad, la más favorecida. En la década de 1980 las
diferencias entre esas regiones se mantienen en los 7 años pero se reducen a
la mitad a partir de 1990; un habitante de la Ciudad vive en promedio 3 años
y medio más que las personas que residen en el Noroeste argentino.
Cuadro 2.7
Esperanza de vida al nacer. Total país y por regiones. Argentina entre 1914 y 1970.
Año central de la tabla Total país Buenos
Aires Centro - Litorial Cuyo Noroeste
1914 48,50 51,37 48,75 41,45 37,94 1947 61,08 63,77 61,42 57,95 51,08 1960 66,37 68,15 66,81 64,82 57,66 1970 65,59 66,19 66,88 65,07 59,50 Fuente: Müller, 1978, Cuadros 1 y 4.
Otra línea de investigación relaciona los diferenciales de la
mortalidad infantil por clase social y tamaño de las localidades. Un
antecedente importante es el estudio sobre Estructura social de la Argentina
(CFI, 1989 y Torrado, 1992) que analizó la composición de los hogares e
indicadores de condiciones de vida de la población9 por clases sociales para
cada una de las jurisdicciones del país. Torrado analizó la asociación entre
la mortalidad infantil y la condición socio-ocupacional con las
características del hábitat, medidas a través del tamaño de las localidades. 8 Formadas por las jurisdicciones con registros de muertes razonablemente completos, que
representaron, para las cuatro épocas, más del 84 por ciento de la población total del país. Ellas son: Buenos Aires (Ciudad y Provincia); Centro-Litoral (Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe); Cuyo (Mendoza y San Juan) y Noroeste (Jujuy, Salta y Tucumán).
9 Entre ellos la tasa de mortalidad infantil aproximada por método indirecto.
22
La autora señaló que los indicadores concernientes a las condiciones de la
vivienda son extremadamente sensibles a las características del hábitat tanto
que “a veces traducen mucho más esta dimensión que los niveles de
bienestar derivados de la pertenencia a un determinado estrato social”
(Torrado, 1992:367). Mostró, que cualquiera sea la condición socio-
ocupacional, existe una relación negativa entre el nivel de la mortalidad y el
tamaño de la localidad. Destacó que esta pauta es clara sólo al pasar de las
grandes ciudades a las intermedias y pequeñas, y de estas últimas a las zonas
rurales, ya que en las aglomeraciones medianas los niveles son muy
semejantes. Este patrón de comportamiento es el esperable y está
relacionado con la influencia favorable que ejerce sobre los niveles de salud
la disponibilidad de servicios médicos, que es mayor en las grandes
ciudades y mucho menor en las zonas rurales o ciudades pequeñas.
Cuadro 2.8 Tasa de mortalidad infantil aproximada (por mil) según condición socio-ocupacional y
tamaño de la localidad. Total del país, 1980
Localidades de Condición Socio-ocupacional Total Más de 10.001 a 2.000 a Menos de País 50.000 hab. 50.000 hab. 10.000 hab. 2.000 hab.Población total 34,6 28,3 37,2 39,2 48,3 Jefes activos total 34,4 28,6 36,6 38,2 47,6 Clase alta 18,8 12,8 43,0 32,6 30,6 Clase media autónoma Propietarios de pequeñas empresas 22,7 21,4 23,4 16,0 32,7 Pequeños productores autónomos 24,3 20,1 23,6 25,7 36,6 Clase media asalariada Profesionales 13,5 13,8 11,9 11,7 16,7 Técnicos 24,4 20,1 22,9 28,2 38,3 Empleados administ. y vendedores 24,0 22,3 27,8 26,4 30,8 Clase obrera autónoma 35,0 31,5 35,4 29,8 44,3 Clase obrera asalariada Obreros calificados 35,2 30,9 38,6 39,6 47,3 Obreros no calificados 51,2 38,7 54,9 56,9 57,0 Trabajadores marginales 46,7 41,5 54,6 54,6 49,3 Jefes inactivos total 35,8 26,4 40,2 43,7 51,8
Fuente: Torrado, 1992, Cuadro 13.3.
23
En las últimas décadas se priorizó el análisis de los diferenciales
regionales y sociales presentes en las tasas promedio del país que esconden
situaciones de extrema desigualdad. Asimismo se planteó la necesidad de
identificar el rol que juegan, en los descensos de la mortalidad, las políticas
de salud específicas y los programas sociales focalizados en los sectores de
mayor riesgo. Un trabajo reciente sobre la situación de los niños en la
Argentina (UNICEF-INDEC, 2003), calculó por regiones, a partir de los
datos censales de 1991 y mediante métodos indirectos, la probabilidad
promedio de morir que tiene un niño antes de cumplir los dos años de edad.
En él se muestran las diferencias en la sobrevivencia cuando se consideran
las condiciones de la vivienda, el saneamiento ambiental y el nivel
educativo de las madres, variables muy relacionadas con las condiciones
socioeconómicas de los hogares. Si bien se destaca que la Región Noroeste
es en todos los casos la más desfavorecida, se concluye que,
independientemente de la región de residencia, son las condiciones
socioeconómicas las que tienen mayor incidencia en la tasa de mortalidad de
la infancia.
Cuadro 2.9
Probabilidad promedio (por mil) de morir antes de los dos años según indicadores seleccionados. Total del país, 1985-1990.
Total país y Tipo de vivienda Provisión de agua Inodoro
regiones Buena No buena Buena No buena Buena No buena Total país 18,4 30,1 18,9 30,2 18,5 29,2 Metropolitana 18,5 26,3 19,8 26,1 20,0 25,2 Noroeste 21,8 37,5 22,8 38,6 21,4 37,5 Noreste 18,6 29,6 19,1 30,2 17,4 29,7 Pampeana 18,3 29,3 18,5 28,3 18,5 26,3 Cuyo 20,7 31,8 20,7 32,4 20,4 27,4 Patagonia 19,6 28,2 19,7 29,0 18,9 27,5
Nivel educativo de la madre
Total del país y regiones
Ninguna -hasta 3º grado
Primaria incompleta P.C. y S. I. S.C. y más
Total país 40,5 29,9 21,2 18,5 Metropolitana 37,2 27,9 19,6 17,0 Noroeste 48,8 41,0 26,8 17,8 Noreste 39,5 27,9 21,1 18,7 Pampeana 34,8 27,5 20,2 20,2 Cuyo 40,0 29,6 22,9 16,9 Patagonia 36,9 27,1 20,6 -
Fuente: UNICEF-INDEC, 2003, Cuadro 4.3.
24
Con respecto a la mortalidad infantil y la desigualdad espacial en la
Ciudad, Smoisz (1995) en su estudio sobre la década de los 80 y en
particular 1989, señaló que la tasa promedio de la Ciudad encubre marcados
diferenciales espaciales, estrechamente vinculados con la pobreza y la
marginalidad en los barrios menos favorecidos de la Ciudad. Demostró que
las tasas de mortalidad infantil más elevadas se ubican en las zonas que
rodean el Riachuelo y el centro-sur de la Ciudad, donde se hallan altos
porcentajes de población residentes en viviendas inadecuadas (compuestas
por villas, inquilinatos, hoteles familiares, pensiones y casas tomadas) en los
que las familias viven hacinadas y cuyos jefes de hogar están insertos en
ocupaciones inestables. Utilizando un análisis de regresión múltiple,
observó que la importancia relativa de las viviendas con deficiencias
sanitarias así como de la población no propietaria de su vivienda, explican
más de la mitad de las variaciones observadas en las tasas de mortalidad
infantil. Al analizar el plan de salud del municipio para el período 1985-
1989 afirmó que las políticas de salud de la Ciudad no lograron sus
objetivos por la falta de participación de la población en la determinación de
sus necesidades, el deficiente proceso programático de la atención materno-
infantil y el insuficiente conocimiento acerca del perfil de salud-enfermedad
de la población.
La temática de la desigualdad espacial también fue analizada por
Mazzeo (1998) en su estudio sobre estratificación sociodemográfica de la
Ciudad en 1991. La autora identificó aquellas divisiones políticas donde
eran homogéneas sus poblaciones en cuanto a su estructura etaria, elaboró
una estratificación demográfica en cuatro zonas y obtuvo una serie de
indicadores agrupados en cuatro dimensiones de análisis (demográfica,
social, económica y política) que reflejaron las condiciones de vida de cada
zona y permitieron evidenciar las distintas realidades de la Ciudad. Estos
indicadores le permitieron afirmar que en 1991, dentro de los límites de la
Ciudad, se asistió a una creciente diferenciación, que esquemáticamente
podía definirse como norte-sur, pero que en realidad era mucho más
compleja. Observó que en general, la zona sur era la que presentaba las
peores condiciones de vida de su población, con indicadores bastante
25
alejados al resto de las zonas: casi el 11 por ciento de la población residía en
villas y el 21 por ciento vivía en hogares NBI. En cuanto a los factores de
riesgo de la maternidad y la infancia, esa zona presentaba la tasa de
mortalidad infantil más alta (19,0 por mil) y las mayores proporciones de
madres adolescentes (10 por ciento), de madres sin pareja estable (8,5 por
ciento) y de nacimientos extramatrimoniales (41,4 por ciento). Teniendo en
cuenta los riesgos en salud, la tercera parte de la población de la zona sur no
tenía cobertura y en cuanto a la dimensión económica, en ella se ubicaba la
población más vulnerable (mayores proporciones de población ocupada no
calificada) y de menor poder adquisitivo.
Cuadro 2.10
Indicadores socioeconómicos según zona. Ciudad de Buenos Aires, 1991.
Indicador Total Ciudad
Zona Oeste
Zona Norte
Zona Este
Zona Sur
% de pob. en hogares NBI (cinco indicadores) 7,6 5,0 4,4 8,5 20,5% de pob. en hogares NBI (cuatro indicadores) 7,6 4,2 4,7 9,4 18,3% de hogares con jefe mujer 31,6 28,8 33,0 38,4 26,8% de pob. que reside en villa 1,9 0,0 0,0 0,7 10,8Tasa de mortalidad infantil (por mil) 13,5 10,5 9,1 14,4 18,7% de nacimientos de madres adolescentes 6,1 4,5 4,3 7,0 10,2Tasa de fecundidad de madres adolescentes (por mil) 23,1 15,2 14,0 26,7 39,3% de nacimientos extramatrimoniales 29,5 23,7 23,4 34,7 41,4% de madres sin pareja estable 6,5 6,1 5,0 6,6 8,5% de pob. que nunca asistió a la enseñanza formal 1,3 1,2 0,9 1,4 2,4% de pob. que no completó la escuela primaria 7,5 7,1 5,2 7,4 12,2% de pob. que no completó la escuela secundaria 52,3 54,3 40,0 49,9 69,5% de población sin cobertura en salud 19,5 19,2 15,0 18,4 29,9% de hogares en viviendas deficitarias 4,8 2,3 2,2 6,7 15,6Tasa de ocupación (por cien) 54,2 51,6 57,1 57,3 52,0Tasa de desocupación (por cien) 3,4 3,3 3,3 3,2 4,3% pob. ocupada como patrón 10,3 10,5 12,4 10,5 5,9% pob. ocupada como obrero o empleado 67,1 65,8 65,0 68,3 72,1% pob. ocupada como cuenta propia 20,3 21,2 20,3 19,1 20,0% pob. ocupada con calificación profesional 14,8 12,3 21,5 17,1 6,3% pob. ocupada con calificación técnica 25,2 26,9 27,6 24,5 17,5% pob. ocupada con calificación operativa 40,3 43,0 33,6 37,5 48,6% pob. ocupada no calificada 19,7 17,8 17,3 20,9 27,6
Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1998.
En otra línea de investigación, Di Virgilio (2003) utiliza el concepto
de heterogeneidad para el análisis de los procesos de salud-enfermedad en
un contexto de pobreza estructural urbana. La investigación fue llevada a
cabo a mediados de la década de los 90 en un barrio pobre de la Ciudad, el
Barrio Inta denominado Villa 19, que por las características del hábitat
concentra hogares en situación de pobreza estructural. La autora señaló que
26
la adopción de decisiones en el cuidado de la salud es un proceso durante el
cual las mujeres atraviesan diferentes etapas y que el mismo está
fuertemente condicionado por las interacciones con el grupo familiar y
social inmediato, sumadas a las experiencias previas de las mujeres con los
servicios de salud. Por otro lado, afirmó que la disponibilidad de cobertura
no implica necesariamente su utilización y que entre los factores que inciden
en la elección de los servicios, las mujeres entrevistadas destacan la cercanía
geográfica, la disponibilidad horaria, la facilidad para obtener un turno y la
capacidad que tiene cada uno de los servicios para proveer medicamentos y
leche gratuitos. Señaló la posibilidad que tienen las mujeres de utilizar
información sobre el sistema de atención médica y desarrollar determinada
capacidad crítica frente al medio (capital cultural) y que ello guarda estrecha
relación con su nivel de instrucción, las experiencias anteriores de contacto
con el sistema de salud y las redes sociales de que disponen.
Por otra parte, con respecto a los paradigmas, a comienzos de la
década de 1980 junto con la extraordinaria pero desigual reducción de los
niveles de la mortalidad infantil y de la niñez en el mundo, y en América
Latina en particular, se produjo un cambio en la investigación y en la
percepción de estos fenómenos y se buscaron “modelos conceptuales” que
plantearan la vinculación de los factores que afectaban a la mortalidad. En
esta línea de investigación, Mosley y Chen (1984) consideraron las causas
de muerte como entidades mórbidas que con frecuencia están generadas por
un conjunto de determinantes que radican en el hogar y la sociedad en que el
niño vive. Los autores propusieron un modelo conceptual para el estudio de
los determinantes de la mortalidad en los países no desarrollados, basado en
la premisa que los determinantes biológicos, sociales, económicos y
ecológicos de la mortalidad de la niñez operan, necesariamente, a través de
un conjunto de variables intermedias. Identificaron quince variables
intermedias agrupadas en cinco categorías: a) factores de la fecundidad
materna (edad a la procreación, paridez, intervalo intergenésico), b)
contaminación ambiental con agentes infecciosos (contaminación del aire,
suelo, agua, etc.), c) disponibilidad de nutrientes al feto y al niño (calorías,
proteínas, vitaminas, minerales), d) violencias (accidentes, daño intencional)
y e) factores de control personal de enfermedades (medidas preventivas
27
personales, tratamiento). Este modelo intenta comprender las razones del
descenso de la mortalidad que pueden ser independientes de los indicadores
económicos en un determinado momento, resaltando al mismo tiempo, que
las políticas sociales o las estrategias de salud constituyen causas
determinantes de la mortalidad infantil a través de las variables intermedias
propuestas.
En esta línea de investigación merece destacarse el estudio realizado
por Behm (1992), quien desarrolló un modelo explicativo del proceso salud-
enfermedad a través de una compleja relación que va desde el nivel
macrosocial y ambiental hasta el individual. Si bien particulariza la
utilización de la ocupación del padre o jefe del hogar como indicador de
clase también recorre las investigaciones realizadas en América Latina que
consideraron la educación de la madre y las condiciones de la vivienda.
Behm afirma que la asociación inversa entre el nivel educativo materno y la
mortalidad de los hijos es la que se encuentra con mayor frecuencia en los
estudios empíricos. Tiene que ver con un rol más importante que la mujer
educada ocupa en el proceso de decisión familiar en cuanto a la forma de
utilizar los recursos del hogar, la distribución del alimento entre sus
miembros y la decisión de consultar una medicina moderna que puede entrar
en conflicto con sus creencias o tradiciones. Por otra parte, la insuficiente
educación materna está asociada a mayor fecundidad, que a su vez afecta a
la sobrevivencia infantil. Asimismo, plantea que dentro de las condiciones
de vida de la familia, la vivienda tiene una gran importancia, por ser el
ambiente físico donde el niño permanece la mayor parte de su primer año de
vida y de este modo se convierte en una variable próxima del proceso salud-
enfermedad. Para analizar la relación entre la mortalidad infantil y las
condiciones materiales de vida familiar, Behm calculó las tasas de
mortalidad infantil de Costa Rica en 1981 según dos categorías extremas de
calidad de la vivienda y grupos socio-ocupacionales. Con esos datos
demostró que el riesgo de morir del niño, sin importar el grupo socio-
ocupacional, es mayor cuando la vivienda está en malas condiciones, que en
aquellas que están en buen estado. Es decir, vincula la mortalidad infantil
con el medio ambiente en el que se desarrolla el niño.
28
Cuadro 2.11 Mortalidad infantil (por mil nacimientos) según grupo socio-ocupacional y estado de la
vivienda. Costa Rica, 1981.
Grupo socio-ocupacional Total Estado de la vivienda Adecuado Malo Grupos medios 14 13 24 Asalariados manuales no agrícolas 18 16 25 Peones agrícolas 24 21 29 Total* 20 16 27
* Incluye grupos socio-ocupacionales no mencionados en la tabla.
Fuente: Behm, 1992, Cuadro 2.
También se encuentran los estudios de Breilh y Granda (1983) y
Ruzicka (1983) que aportan lineamientos para un marco teórico sobre los
determinantes de la mortalidad en la niñez. Breilh y Granda postularon que
son los modos de organización social los que condicionan los modos de
vivir y de morir. Por su parte, Ruzicka señaló que aún bajo la mejor de las
circunstancias, las intervenciones médicas directas en ausencia de mejoras
sociales y económicas tienen indudablemente sólo un potencial limitado.
Agregó que en las áreas urbanas, donde generalmente se dispone de mejores
servicios de salud, existen grandes diferencias en la mortalidad entre los
grupos con bajos ingresos y las familias con altos ingresos.
Finalmente en otra línea de investigación, la de los comportamientos
de salud, se encuentra el trabajo de McQuestion (2001). El autor afirmó que
las observaciones empíricas en América Latina y otras partes del mundo
indican que la sobrevida infantil aumenta con la educación materna, el
ingreso familiar y la demanda de servicios personales de salud. Los padres
de ingresos más altos aportan sus recursos para introducir mejoras en los
niveles de vida del hogar, lo que aumenta la sobrevivencia. Agregó que
cuanto más educado es un jefe de hogar, más son los miembros de ese hogar
que tienden a utilizar los servicios de atención primaria de la salud y que las
madres más educadas tienden a aplicar la terapia de rehidratación oral en
casa, buscar atención médica para un hijo enfermo, obtener una cartilla
sanitaria y vacunar a sus hijos. McQuestion afirmó que “las opciones de
comportamiento de salud son contingentes en gran medida con los
comportamientos de salud de personas cercanas. Estos efectos de
interacción social difieren según el tipo de comportamiento y el lugar, y
29
ocurren en adición de los efectos individuales, familiares y contextuales”
(MacQuestion, 2001:217). Su hipótesis central es que los efectos de la
homogeneidad social espacial contribuyeron a evitar que recrudeciera la
mortalidad en América Latina, durante los años ochenta, mediante el cambio
de los comportamientos relativos a la salud. De ese modo, “la
intensificación de la producción de salud en el hogar, compensando
efectivamente los efectos negativos del ingreso emanados de una recesión
prolongada. La conclusión de que las fuerzas sociales afectan los resultados
de salud individuales por encima de las fuerzas económicas y de otra índole,
explicaría cómo la gente puede estarse volviendo más sana mientras se sigue
empobreciendo.” (MacQuestion, 2001:199). El autor demostró que las
opciones de comportamiento “saludables” son contingentes en gran medida
con los comportamientos de personas cercanas.
Las investigaciones sobre la mortalidad en la infancia que se
analizaron posibilitan partir de una base importante de conocimientos y
participar del debate sobre desigualdad que se da hoy en el campo de la
economía y de la salud, restringiéndolo a una de las esferas de mayor
trascendencia, como es el bienestar infantil. Todas enfatizan la existencia de
sistemáticas diferencias entre los grupos sociales, cualquiera sea el indicador
que se utilice para clasificar estos grupos. Aquellos donde el riesgo es
mayor son siempre los conglomerados sociales de más bajo nivel
socioeconómico.
30
3. Marco conceptual.
Las políticas sociales constituyen en las sociedades contemporáneas
un instrumento irremplazable para la producción del bienestar y la
integración social. Deben garantizar a los ciudadanos sistemas de protección
frente a situaciones que impliquen riesgos y también promover el desarrollo
de capacidades. Entre ellas, la enfermedad es uno de los ejemplos más
frecuentes de riesgos previsibles que deben ser protegidos por el Estado. Las
estrategias implementadas y el lugar que ocuparon en la agenda social
variaron en los diferentes períodos históricos, en correspondencia con los
diferentes modelos de política pública. En Argentina, a partir de 1976 se
instala una política privatizadora que se agudiza durante el gobierno
menemista y que reformula la actividad del Estado en el área social. Esta
nueva crisis generó un fuerte impacto sobre los trabajadores que fueron
afectados por la inestabilidad laboral, el aumento de la desocupación, la
subocupación horaria y la precariedad laboral. En un contexto de
agravamiento de la desigual distribución de ingresos se acentuaron la
inequidad y la caída de los ingresos familiares per cápita. Un número
importante de familias perdieron la cobertura de la obra social y pasaron a
depender de un sistema público colapsado. El deterioro de la calidad e
incluso los problemas de cobertura afectaron, sobre todo, a las familias más
pobres que son las que tienen más niños. Puede afirmarse que la salud
pública fue la que permaneció, a pesar de algunas propuestas puntuales, más
relegada dentro del campo de la política social. En este marco, el propósito
de la investigación fue analizar la inequidad en la atención de la salud-
enfermedad de la primera infancia, relacionándola con la evolución de la
desigualdad social y las políticas y programas dirigidos a la promoción de la
salud de los niños.
Desde hace varios años, pero especialmente durante la última
década, estudios teóricos y empíricos demostraron significativas diferencias
en las condiciones de salud entre diferentes grupos sociales definidos de
acuerdo con su nivel de ingresos, educación, origen étnico, género, área de
residencia o factores ambientales. El reconocimiento de tales diferencias
31
instaló la equidad en salud como uno de los objetivos principales de las
agendas de los gobiernos y de los organismos internacionales.
El concepto de equidad está enraizado en la visión Salud para todos.
La 30ª Asamblea Mundial de la Salud de la OMS, celebrada en 1977,
recomendó “que todos los ciudadanos del mundo alcanzaran en el año 2000
un nivel de salud que les permitiera llevar una vida social y
económicamente productiva”. Posteriormente, en la Conferencia
Internacional sobre Atención Primaria de la Salud (Declaración de Alma-
Ata) realizada en 1978, se afirmó que la desigualdad existente en el estado
de salud de las personas era inaceptable bajo los aspectos político, social y
económico. Se declaró que la estrategia de Atención Primaria de la Salud
(APS), como función central del sistema nacional de salud y parte integrante
del desarrollo social y económico, era la clave para alcanzar esa meta.
Asimismo, la elaboración de esta estrategia señaló la importancia no sólo de
la aplicación de la tecnología apropiada sino también de la participación
comunitaria y del enfoque intersectorial.
El análisis posterior de lo que significaba el concepto Salud para
todos giró en torno a la necesidad de consagrar tres ideas o principios
básicos. El primero es el que incorpora la salud a los derechos humanos. El
segundo es el concepto de ética más directamente relacionado con Salud
para todos, con el objeto de tener en cuenta los factores determinantes de la
salud y cómo se distribuyen y aplican los recursos. El tercero es la noción de
equidad concebida como justicia. Con respecto al primero, Thomas Henry
Marshall formuló, a fines de la década de 1940, su teoría de ciudadanía
situando los derechos sociales al mismo nivel que los civiles y políticos.
Afirmó que la realización plena del ideal de ciudadanía será posible cuando
los tres grupos de derechos gocen de la misma legitimidad. La ciudadanía,
con sus tres dimensiones, sería así “una condición otorgada a aquellos que
son miembros plenos de una comunidad” (Marshall y Bottomore, 1998:37);
todos los que poseen la condición son iguales con respecto a los derechos y
deberes de que está dotada esa condición. El modelo de ciudadanía universal
planteado por Marshall fue una respuesta a los problemas de las sociedades
liberales, concretamente a las tensiones entre los principios igualitarios del
sistema político democrático y las desigualdades inherentes a las estructuras
32
económicas del sistema capitalista. Su argumento es que la igualdad formal
y la desigualdad social pueden coexistir, siempre que la intervención del
Estado garantice un mínimo de bienestar para todos los ciudadanos.
Por otro lado, la formulación del derecho a la salud figura en la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada
en la 9ª Conferencia Internacional de Estados Americanos celebrada en
1948 en Santa Fe de Bogotá, Colombia. Además de reconocer “el derecho a
la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona” declara que “Toda
persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y
sociales, relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia
médica, correspondientes al nivel que permitan los recursos públicos y los
de la comunidad” (Alleyne, 2002:292). A partir de esta visión la mayoría de
las Constituciones de los países, en su carácter de normas supremas,
reconocen la salud como un derecho social que requiere de la acción del
Estado para garantizar el acceso a los servicios, la calidad de las
prestaciones y las condiciones que aseguren un nivel básico de bienestar de
acuerdo al nivel o grado de desarrollo que cada país puede ofrecer.
Lamentablemente, en la mayoría de los países la realidad muestra una
importante brecha entre los derechos proclamados y los servicios ofrecidos.
Las Constituciones declaran la igualdad de derechos pero no garantizan los
medios que los hagan factibles. La igualdad del derecho es formal y en tanto
formal mantiene la desigualdad.
Por su parte, el concepto de ética de la salud surgió entre fines de la
década de 1960 y principios de 1970, centrado en el bienestar del individuo,
en particular en su autonomía, y no en la salud de la población. Al respecto,
Wikler (1997) enunció las cuatro fases de desarrollo de la bioética. La
primera fase consistió en la discusión de los códigos de conducta
profesional en su interrelación con los pacientes, donde la bioética era más
bien “ética médica”. En la segunda fase se amplió el debate que incluyó a la
sociedad civil y se elaboraron nuevas formas de relación médico-paciente.
La tercera fase, cuyo inicio podría ubicarse en 1980, volcó su mirada sobre
la estructura, financiamiento y organización de los servicios de salud. La
cuarta y última fase, que es la vigente, es definida por Wikler como Bioética
de la salud de la población; en ella el foco de atención se ubica en los
33
determinantes de la salud y en los servicios de atención de la salud. Es decir,
no sólo interesa el acceso de los enfermos a los servicios sanitarios sino
también los factores que explican que algunas personas se enfermen más
que otras. Esta fase, que identifica a la salud como un fenómeno
multidimensional, es la más relacionada con el concepto Salud para todos.
El tercer criterio básico, la noción de equidad según Alleyne (2002),
implica alguno de los juicios morales que son la esencia del pensamiento
ético sobre la salud de la población. Por lo tanto, debido a sus implicancias,
definir inequidades en salud requiere identificar lo moralmente adecuado de
ciertas distribuciones en una sociedad. La definición de equidad en salud
más citada es la elaborada por Margaret Whitehead a principios de la década
de 1990. En ella se refiere a las diferencias que no sólo son innecesarias y
evitables, sino que también se consideran como injustas. En palabras de su
autora “La equidad en la salud supone que, idealmente, todos deben tener
una oportunidad justa para lograr plenamente su potencial en salud y, de un
modo más pragmático, que nadie debe estar desfavorecido para lograrlo en
la medida que ello pueda evitarse” (Whitehead, 1991).
La mayoría de los estudios teóricos y empíricos realizados en los
últimos años coinciden con esta definición y tienden a definir las
inequidades como todas aquellas diferencias en las condiciones de salud que
se originan en condiciones socioeconómicas, culturales o del medio
ambiente que son innecesarias, evitables e injustas.
La inclusión en la definición de Whitehead del concepto de justicia
requiere considerar el contexto, es decir: lo que se considera justo o injusto
en una sociedad determinada. Si bien se considera a esta definición como la
mejor disponible, no estuvo exenta de críticas centradas en la incapacidad de
la misma para proveer los criterios que determinan las desigualdades en
salud que pueden ser consideradas justas (Ferrer Lues, 2003). No obstante,
existe consenso en considerar que las desigualdades originadas por
diferencias biológicas o estilos de vida individual y/o grupal no pueden ser
clasificadas como inequidades.
La definición de las desigualdades justas e injustas en salud es un
desafío teórico de plena vigencia. Reflexionar sobre qué significa justicia en
salud y cuáles son las fuentes de injusticia, constituyen preguntas claves en
34
el desarrollo teórico. En este sentido, la teoría de justicia social de Rawls
(1978) sostiene que el Estado debe elegir la política que se considere justa
tal como la evaluaría un observador ecuánime e imparcial. Esto significa
que al formular la política pública se debe aspirar a mejorar el bienestar de
la persona que se encuentra en la peor situación dentro de la sociedad. Es
decir, en lugar de maximizar la suma de la utilidad total de la sociedad
(como haría un utilitarista del siglo XIX), la regla de Rawls se basa en el
criterio según el cual el Estado debe aspirar a maximizar el bienestar de la
persona peor situada en la sociedad. Su teoría se basa en dos principios
fundamentales: el primero afirma que todas las personas tienen igual
derecho al conjunto más extenso de libertades individuales y el segundo,
afirma que la desigualdad económica sólo es justa si produce beneficios
compensadores para todos y, en particular, para los miembros más
desfavorecidos de la sociedad. Rawls afirma que las normas de equidad se
alcanzan mediante el concurso de los ciudadanos que, sin saber el puesto o
estatus que ocuparán en la sociedad (lo que llama velo de ignorancia),
deciden los principios de justicia correctos más adecuados para el bien
común. Es decir, mediante un hipotético contrato se establecerían los
principios de justicia que regirían la vida social a través de un método que es
justo por sí mismo. De esta manera, el principio de justicia distributiva se
convierte en el punto de partida de cualquier análisis de equidad en salud.
En esta línea, Amartya Sen afirma que la equidad en salud no puede
dejar de ser una característica central de la justicia en los acuerdos sociales.
Sostiene que la equidad no concierne únicamente a la salud sino que debe
abordarse desde el ámbito más amplio de la imparcialidad y la justicia en los
acuerdos sociales, incluida la distribución económica y prestando la debida
atención al papel de la salud en la vida y la libertad humana (Sen, 2002).
Como dice Amartya Sen “como mejor suele alcanzarse la salud agregadora
es concentrándose en los más pobres, pues ahí es donde hay más posibilidad
de ganar terreno; esa misma política tendrá el efecto de reducir, a su vez, la
desigualdad distributiva” (Sen, 2000:293). Afirma que defender la equidad
en salud no puede consistir simplemente en demandas relacionadas con la
distribución de la atención sanitaria. Los factores que inciden en el campo
de la salud van más allá de la atención sanitaria e incluyen influencias muy
35
distintas, desde las predisposiciones genéticas, los ingresos, los hábitos
alimentarios y los estilos de vida hasta el entorno epidemiológico y las
condiciones de trabajo. En consecuencia, la equidad en salud es
inevitablemente multidimensional.
Numerosos son los trabajos que comprobaron los importantes
efectos de la desigualdad social sobre la salud y la sobrevivencia. Estudios
empíricos realizados en Estados Unidos durante la década de 1990
confirman la hipótesis de que los estados con mayor desigualdad social
tienen mayor mortalidad, más allá de la relación observada entre ingreso
individual y mortalidad (Wolfson, 1999). Es decir, demostró que si bien a
nivel individual tener mayores ingresos implica tener mejor salud y menor
riesgo de enfermar y morir, vivir en una sociedad con alta desigualdad
aumenta la mortalidad independientemente de la asociación individual. En
esta misma línea de investigación un estudio sobre la mortalidad de menores
de cinco años, en cuarenta y dos países (Wagstaff, 2002a), encontró una
asociación significativa entre el ingreso per cápita del país y la desigualdad
en la mortalidad de los niños. Mostró que en los países más ricos existe
mayor desigualdad relativa en la mortalidad. Para el autor, una explicación
posible para esta desigualdad es que el aumento en el ingreso estaría ligado
al progreso tecnológico, y en este sentido, la población de mayores ingresos
tiende a beneficiarse de dicho cambio antes que los pobres.
Las sociedades con grandes desigualdades tienen sus mayores
niveles de mortalidad en las clases bajas. Pobreza y mala salud son dos caras
de la misma moneda. Entre las clases sociales las oportunidades de elección
de la atención sanitaria no son las mismas. Las clases bajas tienen acceso a
los servicios de las obras sociales, cuando las tienen, o a los gratuitos que
les proporciona el Estado. Los servicios de las obras sociales no ofrecen la
calidad de las prestaciones que el sistema privado de las clases altas. A su
vez, los carentes de obras sociales, sin una política gratuita eficiente, quedan
desamparados.
Por su parte, Wagstaff afirmó que la asociación entre la pobreza y la
mala salud refleja una relación de causalidad bidireccional: la pobreza
engendra mala salud y la mala salud mantiene la pobreza. Para él, las
desigualdades sobre el nivel de vida familiar están siendo consideradas,
36
cada vez más, como una cuestión de justicia social. En sus palabras: “las
desigualdades entre los ricos y los pobres con respecto a los resultados
sanitarios son injustas, no porque los pobres sean de algún modo más
merecedores que los que tienen más dinero, sino porque estas desigualdades
corresponden obviamente a las limitaciones y oportunidades muy diferentes
que tienen unos y otros, y no a una tendencia de los dos grupos a hacer
elecciones diferentes” (Wagstaff, 2002b:316). Cita dos ejemplos
relacionados con la desigualdad en la salud de los niños: la utilización de la
rehidratación oral (menor entre los niños pobres aunque la incidencia de la
diarrea es mayor) y que los niños pobres tienen una probabilidad de estar
vacunados muy inferior, incluso en los países con programas nacionales de
vacunación que proporcionan los servicios en forma gratuita. Destacó la
incapacidad, en casi todos los países en desarrollo, de la atención sanitaria
pública para llegar a los pobres. Propuso a los ministerios de salud “adoptar
una visión más amplia, explorando métodos alternativos de prestación para
llegar a los pobres y encontrando mejores métodos para aumentar los
conocimientos de los pobres acerca de los comportamientos saludables”
(Wagstaff, 2002b:323).
Es sabido que el nivel del ingreso medio de una población no refleja
su distribución. Un incremento del mismo no expresa una mejor distribución
de la riqueza. De modo que el ingreso medio puede aumentar sin mejorar las
condiciones de salud de la población. Incluso la riqueza concentrada en
pocas manos puede asociarse a un deterioro de las condiciones de salud.
Tampoco es cierto que exista una relación directa entre la riqueza de un país
y su política sanitaria. Hay países pobres que destinan a la salud mayores
recursos que otros más ricos. Por otro lado, hay también otros factores del
entorno social que influyen sobre la salud de la población: el tipo de
vivienda, el medio ambiente, la educación, el tipo de trabajo, etc. que no
siempre se tienen en cuenta al formular las políticas de salud. Por el
contrario se privilegian las nuevas terapéuticas, los equipamientos y
medicamentos, aspectos relacionados, más de una vez, con los intereses de
la industria farmacológica y los avances tecnológicos.
En esta línea de razonamiento, pero colocando al proceso de trabajo
o de producción como categoría analítica central, se encuentra el modelo
37
conceptual proceso de salud-enfermedad. El mismo considera que los
integrantes de cada clase social, al desplegar sus estrategias de
supervivencia, en razón de su posición social, están sometidos a una serie de
determinantes de naturaleza económica, ideológica y/o jurídica-política, que
dan como resultado procesos específicos de salud-enfermedad según clases
sociales. Ello implica tomar como punto de partida de la conceptualización a
la sociedad y no a la enfermedad, partir de los procesos sociales que se
articulan en cada sociedad concreta generando grupos diferenciados
respecto a su posición social, sus condiciones de existencia y sus patrones
respectivos de salud-enfermedad (Torrado, 1986). Desde esta perspectiva
teórica, son las formas específicas de reproducción de cada clase social las
que determinan la aparición de un conjunto de efectos que implican formas
típicas de riesgo o protección con relación a la salud y a la enfermedad, las
que a su vez, conllevan patrones típicos de morbilidad y mortalidad. En este
contexto, el objetivo central de la epidemiología consiste en poner de
manifiesto las características del proceso de salud-enfermedad que es propio
de cada clase social en cada situación histórica concreta y esclarecer sus
respectivos determinantes sociales (Laurell, 1986).
En consecuencia, identificar la salud como un fenómeno
multidimensional, que no depende exclusivamente del acceso a los servicios
de atención de la salud, fue una de las mayores contribuciones de los
estudios sobre desigualdades en salud. En el proceso de globalización, la
coexistencia del crecimiento económico con un incremento de las
inequidades, es un rasgo característico del desarrollo reciente en la mayoría
de los países de América Latina. La exclusión social, es sin duda alguna, el
riesgo mayor que acarrea la globalización: un gran número de personas
perdieron su puesto de trabajo y la participación política y social dentro de
la comunidad.
En este contexto Bustelo habla de la necesidad de la generación de
políticas activas que actúen sobre la distribución del ingreso y la riqueza, lo
que supone pensar de “otra manera” la política social en su relación con los
valores de la igualdad y la equidad, planteando un modelo de desarrollo que
asegure iguales oportunidades para acceder a los bienes social y
económicamente relevantes. Propone un modelo distinto de ciudadanía, una
38
“ciudadanía emancipada”, donde las personas no son objeto de tratamiento e
intervención pública, sino actores-sujetos en su doble dimensión individual
y societaria. En este sentido, las políticas de desarrollo de la ciudadanía
implican enfocar la cuestión social desde la óptica de los derechos sociales y
la justicia, y no una “ciudadanía asistida” (implícita en el enfoque de
focalización) que se deriva de la dependencia asistencial de los pobres del
Estado. Para Bustelo, un nuevo planteamiento sobre la salud debe
abandonar definitivamente la idea de “pacientes” como pura pasividad y
sometimiento y pasar a otro basado en actores sociales con derechos y
obligaciones. De tal manera, el tema de la salud “se coloca en el interior de
un enfoque más amplio, sobre cómo concebir el desarrollo y las políticas
económicas y sociales como modelo de construir una sociedad más justa, lo
que implica una sociedad más sana” (Bustelo, 2000:180).
Asimismo Gwatkin, con respecto a la formulación de políticas
públicas, afirma que si bien hasta el momento se produjeron importantes
conocimientos sobre la magnitud y naturaleza de las inequidades en salud,
que dieron origen a valiosos marcos conceptuales, aún no se llegó a la
identificación de medidas que puedan subsanar eficazmente las inequidades
que fueron descubiertas. Asegura que lo que hay que hacer para mejorar la
situación sanitaria es seguir abogando por el concepto de Salud para todos y
la vigencia de la atención primaria de la salud, enunciados en Alma-Ata, y
por los aspectos filosóficos y de política de la equidad en salud (Gwatkin,
2002).
Al respecto, como afirma Aldo Neri (1997) el objetivo de Salud
para todos debe ser visto en un doble marco conceptual. Por un lado, una
salud racional no es un gasto sin retorno sino una verdadera inversión social
en el bienestar del pueblo y en su capacidad de desarrollo. Por el otro,
siguiendo a Sen1, asevera que desarrollo quiere decir libertades humanas,
conocimiento e información popular para ser capaces de brindarse mejores
oportunidades de vida y por supuesto de satisfacción de aquellas
necesidades básicas que hacen a la dignidad de la vida.
1 Sen afirma que cuando se analiza la justicia social existen poderosas razones para juzgar
la ventaja individual en función de las capacidades que tiene una persona, es decir, de las libertades fundamentales de que disfruta para llevar el tipo de vida que tiene razones para valorar (Sen, 2000).
39
Consecuentemente, es posible avanzar en la búsqueda del objetivo
de Salud para todos solamente con una visión integral de la salud y con
medidas de carácter integral que actúen sobre el sector privado, sobre la
seguridad social y sobre el sector público. Se apunta a construir una
democratización del campo de la salud que implica equidad social pero
también participación informada, consciente, deliberada, de la comunidad
en los problemas de su propio interés.
En Argentina, suelen privilegiarse los intereses particulares por sobre
los intereses generales. Así resulta que las políticas públicas devienen en
una puja o transacción entre los intereses de las corporaciones y la
administración del Estado. El problema básico pasa por la relativa ausencia
o debilidad del Estado como centro capaz de intervenir en forma sistemática
y coherente por sobre los intereses particulares, nacionales y extranjeros, y
en la presencia de una marcada fragmentación o anarquía institucional. Esta
debilidad estatal se percibe particularmente en el campo de la salud donde se
favorecieron los intereses del complejo industrial farmoquímico, las
inversiones en medicamentos y la importación tecnológica.
De esta manera, las políticas sociales se constituyen en las
sociedades contemporáneas en un instrumento irremplazable para la
producción y mantenimiento del bienestar y la integración social. La mayor
parte de las veces son las luchas sociales las que obligan a las clases
dirigentes a mejorar las condiciones de vida de los sectores dependientes.
Más de una vez son concesiones por el temor “a la ira de los pueblos”.
En este sentido, el Estado de Bienestar reconoce la ciudadanía social
articulada en torno al trabajo. Surge cuando el Estado admite que es su
responsabilidad conseguir una situación de pleno empleo, un sistema de
seguridad social que cubra a la totalidad de la población y garantice un nivel
de vida mínimo para los más desfavorecidos. Durante el período
comprendido entre la segunda posguerra y principios de la década de 1970
se consolidaron los Estados de Bienestar en Europa Occidental. Las
principales áreas sociales de intervención del Estado de Bienestar
keynesiano, tal como se desarrolló en los países centrales, fueron:
educación, salud, vivienda, previsión social y seguros de desempleo.
40
En este contexto, Gosta Esping Anderson (1993) ve “tres mundos”
del Estado de Bienestar: el liberal, basado en subsidios y planes privados de
protección2; el corporativo, de seguros sociales vinculados al empleo y a la
seguridad social; jubilaciones, pensiones y seguros de enfermedad3 y el
social-demócrata que adopta políticas universales de reconocimiento de los
derechos sociales4. En este último el Estado asume el costo de la
enfermedad en nombre de la sociedad y promueve la igualdad de todos los
ciudadanos tanto en los subsidios de la vejez como en la cobertura de la
salud. Suele caracterizarse a estos Estados como aquellos que implantaron
las condiciones de goce de una ciudadanía social plena.
En Argentina es difícil poder ubicar las políticas de bienestar en
alguno de estos modelos. Los analistas dedicados al estudio de las políticas
sociales manifiestan cierta reticencia cuando se trata de caracterizar las
relaciones entre Estado y Sociedad en términos de Estado de Bienestar,
anteponiendo a esa expresión adjetivos como seudo, proto o débil o
añadiéndole la caracterización de sui generis, que resulta plenamente
justificada cuando a través del análisis se constatan los límites en la eficacia
de las respectivas políticas (Belmartino et. al., 2001).
Los regímenes adoptados para el desarrollo de las políticas sociales
en Argentina presentan un carácter mixto, habiendo adoptado una forma
institucional para cada una de las áreas de protección social según el
momento histórico específico y conforme al juego de intereses político-
corporativos predominantes en cada sector. La salud pública tuvo una
orientación universal en sus orígenes, al igual que en el momento de su
mayor expansión bajo el primer gobierno peronista. A partir de los años
sesenta, la falta de recursos y la ineficiente gestión de los existentes
condujeron al sistema público de atención médica a un tipo de régimen
“liberal” o “residual”, focalizado en la atención del indigente. Hubo una
transformación: los derechos sociales se convirtieron en beneficios
asistenciales. El Estado Nacional modifica su rol: racionaliza y tecnifica el
sector administrativo, y retoma la transferencia de los hospitales nacionales
2 Este modelo caracteriza los sistemas de jubilaciones y pensiones en Estados Unidos,
Australia y Canadá (no así en el sistema de salud donde es social-demócrata). 3 Como se desarrollan en Francia, Italia, Alemania y Austria. 4 Propio de los países escandinavos y del modelo inglés.
41
a la órbita provincial. Se facilitó el desarrollo del sector privado, alentado
por los cambios en el modo de operar de las obras sociales que se tornaron
agentes de intermediación financiera, captando los aportes de sus afiliados
para contratar los servicios del sector privado. Durante las décadas
posteriores, con la postura neoliberal, todas las medidas que se
instrumentaron contribuyeron para que la atención de la salud se relacionara
en mayor grado con la lógica de mercado debido al rol preponderante que
adquirió el sector privado (Pérez Irigoyen, 1989). La postura neoliberal,
abiertamente anti-igualitaria, postula que la desigualdad es el motor de la
iniciativa personal y que la competencia entre los individuos en el mercado
corrige los males económicos y sociales. Es decir que el anti-estatismo de
los neoliberales proviene de su fe en el individualismo, la competencia y el
mercado. Para ellos el Estado sólo debe intervenir a fin de garantizar un
mínimo para aliviar la pobreza y producir aquellos servicios que los
privados no pueden o no quieren producir. Propugnan un Estado
asistencialista y no benefactor. Esto implica que el neoliberalismo rechaza el
concepto de los derechos sociales y la obligación de la sociedad de
garantizarlos a través de la acción estatal, está en contra de la universalidad,
igualdad y gratuidad de los servicios sociales (Laurell, 1992). De esta
manera, la estrategia de los gobiernos neoliberales para reducir la acción
estatal fue el recorte del gasto social, la focalización del gasto, la
privatización de la producción de servicios y la descentralización de los
servicios públicos a nivel local.
En síntesis, las acciones en el pasado se orientaban más a cuidar la
salud mientras que en el presente se inclinan más hacia la enfermedad. En el
pasado el Estado centraba su intervención en aspectos preventivos y de
regulación del medio ambiente y estilos de vida (modelo higienista). Hoy el
sistema de salud está excesivamente orientado a la atención médica en
desmedro de la prevención, los estilos de vida y el medio ambiente
(González García y Tobar, 2004).
Otro factor que influyó negativamente en la coherencia de las
políticas sociales es la fragmentación institucional del sector salud. La
Argentina no cuenta con un sistema integrado, considerando como tal aquél
en que existe coordinación intrasectorial con un grado de coherencia y
42
racionalidad que permitan el acceso de la población a una atención adecuada
a sus necesidades. El sector muestra una gran heterogeneidad en la
modalidad de la atención médica y la coexistencia de un vasto espectro
institucional. Se afirmó que “en Argentina la virtual ausencia de liderazgo
por parte del gobierno central ha generado una situación en la cual cada uno
de los componentes del sector responde a su propia lógica y no al interés del
conjunto” (Perez Irigoyen, 1989:193).
El sistema de salud argentino cuenta con un sector privado
sumamente heterogéneo en composición y calidad de prestaciones, el sector
de obras sociales con enormes diferencias en términos de número de
afiliados, recursos financieros y variedad de prestaciones ofrecidas. Por
último, el sector público, también heterogéneo, dividido en tres niveles
(nación, provincia y municipio) que con gran autonomía brinda servicios a
la población. Esta atomización institucional, más que reflejar pluralismo
denota escasa o nula racionalidad y se traduce en políticas no coordinadas,
con superposición de oferta de servicios de salud en algunos lugares y
carencias en otros.
Otra consecuencia negativa de la ausencia de un gobierno central
capaz de conducir el sistema, es la estratificación que se produce en el
acceso a los servicios y la inequidad que ello trae aparejado. Los sectores de
mayores ingresos acceden a la medicina privada pagando los servicios en
forma directa o mediante la contratación de seguros. Los asalariados
registrados son atendidos por la seguridad social vinculada con el sector
público y privado y los grupos de menores recursos acuden a los servicios
públicos de salud.
Por otro lado, los recursos financieros del sector público no son
asignados íntegramente a los sectores sociales de menores ingresos. Ello es
así porque con estos recursos se subsidia a la seguridad social, ya que
muchos beneficiarios de las obras sociales que no cubren un nivel
satisfactorio de prestaciones recurren a las instituciones públicas sin que
éstas, en la mayoría de los casos, reciban aporte alguno. Por otra parte, el
sector público brinda prestaciones que no son rentables para el sector
privado absorbiendo parte de sus costos.
Asumiendo esta intensa asociación y este marco explicativo, es
43
esperable que cuando una sociedad se empobrece empeoren las condiciones
de salud de sus integrantes. Además, pueden disminuir los recursos públicos
al deteriorarse las fuentes de ingresos. Ese empobrecimiento genera cambios
en las condiciones de salud de la población y sobre todo en las modalidades
de utilización de los servicios. Los hospitales públicos son los primeros que
acusan la magnitud del fenómeno del empobrecimiento a través del
crecimiento de la demanda de atención, producto del aumento de las cuotas
de los seguros privados de salud, del empobrecimiento de las capas medias
y bajas, y de los que perdieron sus obras sociales, que migran hacia la
atención pública. De esta manera se ve afectada la calidad de la oferta, ya
que hay menor dedicación a los pacientes que están internados y se destina
menor tiempo a las consultas.
Finalmente, con respecto a la atención puede afirmarse que el
modelo predominante en Argentina se caracteriza por el biologismo, las
prácticas exageradamente mercantilizadas y la búsqueda de eficacia
terapéutica como objetivo principal. En general se orienta a combatir la
enfermedad y de este modo no se tienen mayormente en cuenta los
determinantes ambientales y económico-sociales que la provocan evitando
el debate que genera un abordaje del tema de la salud como un problema
social. Esto genera una acción curativa propia de la práctica asistencialista,
donde lo único que importa es el análisis de signos y síntomas para elaborar
un diagnóstico sin considerar las relaciones ambientales y sociales. La
tendencia a la especialización, producto del impacto que provoca la
incorporación tecnológica, es otro elemento central de este modelo. En
pocas palabras, para este modelo la salud se logra y se mantiene gracias a la
aplicación de la atención médica para eliminar o aliviar la enfermedad. Un
sistema de atención médica como el actual es absolutamente funcional a la
reproducción de condiciones de exclusión social y de no cumplimiento de
los derechos para los pobres.
Ahora bien, si la desigualdad de las relaciones sociales afecta y
compromete tanto a los pobres, favoreciendo la falta de cohesión social,
también impacta profundamente en la situación de la infancia. El análisis de
las relaciones entre pobreza y salud en los niños es por demás conocido.
El origen del concepto de infancia como categoría diferente de los
44
adultos Philippe Ariès (1987) lo sitúa en el siglo XVII. Previamente la
infancia no era diferenciada como tal, el niño no salía de una especie de
anonimato y era representado como un adulto en miniatura. Poco a poco, la
sociedad occidental fue otorgando a la infancia un lugar, inscribiéndola en
un espacio propio con características singulares y como necesitada de
cuidados exclusivos. De esta manera se definieron nuevos vínculos y nuevos
roles en el interior de las familias. Hacia el siglo XVIII se definió a la niñez
como dependiente y necesitada de protección y cuidado por los adultos,
concepción surgida de la idea de la infancia como producto inacabado que
requería dedicación para un pleno pasaje a la vida adulta. Los cuidados son
transferidos a las mujeres (madres o nodrizas) mientras que los hombres
(padres o tutores) eran los encargados de las acciones de control y disciplina
(Méndez, 2005). Surge así una clara diferenciación entre un mundo de
adultos y otro de la infancia, que se fue consolidando a través de las
relaciones sociales al interior de la familia, con las instituciones y por las
regulaciones jurídicas. Es decir, la infancia constituye una representación
colectiva producto de las formas de cooperación entre grupos sociales. En
este sentido, Chombart de Lauwe (1971), quien estudió las representaciones
de la infancia en el campo de la literatura, del cine y de los medios de
comunicación franceses, indica que las representaciones sociales de la
infancia podrían constituir un excelente test proyectivo del sistema de
valores y de aspiraciones de una sociedad.
Otro factor que contribuyó decisivamente a la reflexión y al debate
sobre la infancia es el reconocimiento de los derechos de la infancia y el
desarrollo de políticas sociales destinadas a este grupo social. Fue necesaria
una Convención separada de las relativas a todos los seres humanos para
que se asumiera a los niños como sujetos de derechos. En 1989, las
Naciones Unidas aprobaron la Convención sobre Derechos del Niño que
significó un cambio de paradigma respecto del concepto de infancia. La
Convención otorga un papel esencial a la familia en cuanto a la crianza. En
contraposición a las antiguas concepciones de minoridad la familia es
reconocida como el lugar propio de convivencia y pertenencia de los niños.
En lo que se refiere al Estado le adjudica dos responsabilidades: garantizar
que las familias puedan desempeñar sus funciones brindándoles su apoyo y
45
la de actuar en aquellos casos excepcionales en los que sea necesario separar
al niño de su familia. Introduce el paradigma de protección integral donde la
protección de la infancia se expresa en la exigencia de formulación de
políticas básicas universales para todos los niños. De esta manera, la
doctrina de los derechos del niño logró construir una fuerte imagen de la
niñez y de su lugar en la sociedad que probablemente difiera con la realidad
que viven muchos niños. Coincidiendo con Bustelo “la cuestión de la
infancia (…) tal vez sea la cuestión mayor5 y crucial a resolver para un
proyecto abierto al futuro que comience por anunciar la libertad desde el
nacimiento” (Bustelo Graffigna, 2005:276).
5 La cursiva suplanta el entrecomillado del texto original.
46
PRIMERA PARTE
Situación de la salud-enfermedad y de la desigualdad social.
4. La mortalidad materno-infantil en la Ciudad desde 1860. El propósito de este capítulo es poner de relieve los factores que
determinaron el nivel de la mortalidad materno-infantil y explicar la
tendencia histórica seguida en la Ciudad de Buenos Aires en el período
1860-2002 a través del análisis de su nivel y estructura.
4.1. El nivel de la mortalidad.
4.1.1. Indicadores seleccionados.
Para la medición del nivel de mortalidad de la primera infancia, se
utilizó la tasa de mortalidad definida como la relación entre las defunciones
de niños menores de cinco años en un año dado y los nacidos vivos en el
año1. Se la seleccionó teniendo en cuenta la disponibilidad de los datos que,
como se señala en el Anexo A, provienen de las estadísticas vitales del
período.
A partir de 1890 se utilizaron, además, la tasa de mortalidad materna
y la tasa de mortalidad fetal2. En ambos casos es necesario llamar la
atención del probable subregistro. En la mortalidad materna se trata de un
subregistro de causa de muerte; o sea si bien la muerte de la mujer es
registrada no aparece certificada como causada por problemas durante su
embarazo, parto o puerperio. Por el contrario, en la mortalidad fetal existiría
un subregistro de muertes asociado a la falta de inscripción, especialmente,
en las menores de 20 semanas de gestación3.
Un problema básico que afecta la comparabilidad histórica y entre
países es la desviación de la definición utilizada para cada hecho vital. Un
ejemplo clásico es el referido a las definiciones de nacido vivo y defunción
fetal. En algunos países un niño debe sobrevivir por lo menos 24 horas para 1 Se discriminan en el análisis los grupos etarios que abarca la primera infancia: mortalidad
infantil (neonatal y postneonatal) y de niños de 1 a 4 años. 2 Las definiciones se detallan en el Anexo C. 3 En la Ciudad la ley que reglamenta la inscripción de los hechos vitales tiene prevista para
labrar el acta de defunción a las muertes fetales a partir de los 180 días de gestación. En los casos de menor cantidad de días de gestación se los denomina no viables, no se les labra acta de inscripción pero se los considera en las estadísticas de defunción fetal.
47
poder ser inscripto en el registro civil como nacido vivo, los que mueren
antes de ese plazo son clasificados como muertes fetales. Asimismo en
muchos países los niños que nacen con vida pero fallecen antes de su
registración civil son inscriptos como defunciones fetales tardías. Estas
diferencias ocasionan un subregistro de la mortalidad infantil y una
sobreestimación de la mortalidad fetal. Según la Oficina de Estadísticas de
Naciones Unidas, el registro de las defunciones fetales es probablemente el
más incompleto en todos los países. Las variaciones en las definiciones de
muerte fetal limitan en forma notable la comparabilidad de la información.
Algunos países usan diferentes criterios para la duración de la gestación u
otros criterios de selección como el tamaño o el peso (Ministerio de Salud y
Acción Social, 1994).
En cuanto a la República Argentina los tres hechos vitales (nacido
vivo, defunción y defunción fetal) son de inscripción obligatoria y la
definición de nacido vivo adoptada es las recomendada por la Organización
Mundial de la Salud por lo menos durante los últimos cien años. Esta
definición se encuentra en el Código Civil Argentino, en el art. 74, según el
cual “si muriesen antes de estar completamente separados del seno materno,
las personas serán consideradas como si no hubiesen existido”, es decir que
el nacimiento con vida se concreta a partir de la completa separación de la
persona del seno materno. En la Ciudad, la Ley que reglamentó la creación
del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas no incluye una
definición de nacido vivo y se rige por la definida en el Código Civil.
Es necesario destacar que la conceptualización de muerte fetal sufrió
varios cambios desde que en 1950 la Organización Mundial de la Salud
(OMS) la definiera como “muerte de un producto de la concepción, antes de
la expulsión o la extracción completa del cuerpo de la madre,
independientemente de la duración del embarazo” (Ministerio de Salud y
Acción Social, 1994). En 1970 se revisó esta definición y se estableció que
el límite que separaba aborto de muerte fetal estaba en las 28 semanas
completas de gestación, que correspondería a un peso de aproximadamente
1.000 gramos. Sin embargo, el Comité Científico prefirió limitar los abortos
a las pérdidas previas a las 20 semanas de acuerdo a la definición médica de
48
aborto que es la terminación de un embarazo antes que el feto haya logrado
la viabilidad.
El Taller de Expertos Nacionales sobre definiciones de nacido vivo y
defunción fetal, reunido en 1994, recomendó mantener la definición de
defunción fetal indicada por la OMS, en el Manual de la Clasificación
Internacional de Enfermedades Novena Revisión, concluyendo que las
defunciones fetales no se limitarán por el peso ni por el tiempo de gestación.
Es decir, los certificados de defunción fetal deben realizarse
independientemente del peso, lo que posibilita efectuar todas las
distinciones conceptuales necesarias durante la etapa del análisis. Como
corolario del debate se acordó que los datos de peso al nacer y tiempo de
gestación constituyen una información básica para los estudios de la calidad
de atención, conocer la situación sanitaria de un área y definir adecuadas
estrategias en la salud materno-infantil. No obstante, cabe destacar que las
variaciones en las definiciones utilizadas en cada jurisdicción limitan la
comparabilidad de la información.
A fin de describir la tendencia general seguida por la mortalidad
materno-infantil desde mediados del siglo XIX se consideró conveniente,
desde el punto de vista metodológico, analizar los promedios quinquenales
de las tasas con el objeto de evitar la incidencia de las notorias fluctuaciones
anuales, especialmente en los inicios del período, derivadas esencialmente
de las numerosas epidemias que se registraron en la Ciudad.
4.1.2. Su evolución.
El notable descenso de la mortalidad de la infancia fue uno de los
cambios sociales más importantes y extensos del último siglo y medio. Los
mecanismos de esta transformación constituyen el centro de un debate que
cautivó el interés de diversos especialistas desde hace largos años.
Demógrafos, economistas, epidemiólogos, historiadores, politólogos y
sociólogos continúan discutiendo sobre el rol, la magnitud y la interacción
de los distintos factores explicativos que operaron en el descenso de la
mortalidad: el crecimiento económico, los progresos de la salud pública, la
higiene personal, los cambios ecológicos, las condiciones de vida y de
trabajo y las medidas de protección social.
49
En la década de los sesenta del Siglo XX la explicación de las causas
del descenso secular ponía el acento en las mejoras de la salud pública, la
higiene y el control de las enfermedades, momento en que el Estado habría
asumido el rol organizador de la defensa pública contra las enfermedades y
proporcionado servicios básicos de salud (Schofield y Reher, 1991). A
mediados de los setenta, la ya clásica y controversial tesis de McKeown
lleva la batalla a otro terreno. Partiendo del conocimiento de que la
reducción de la mortalidad en los países desarrollados en el siglo XIX se
debió a la reducción de las enfermedades infecciosas, McKeown le resta
protagonismo a las medidas sanitarias y a los avances de la medicina,
atribuyéndoselo a cambios económicos y sociales. Enfatiza principalmente
que el crecimiento económico y las mejoras en el nivel de vida
contribuyeron a incrementar la nutrición de la población, lo que les permitió
una mayor resistencia a la infección (McKeown, 1976).
La tesis de Mckeown continúa siendo un punto de referencia en el
debate, aunque parte de sus hipótesis fueron puestas en duda por otros
investigadores (Wrigley y Schofield, 1981; Preston, 1988; Szreter, 2002 y
Colgrove, 2002). Sin embargo, actualmente parece haber consenso entre los
investigadores tanto en aceptar como válida la idea de que la ciencia médica
en su aspecto curativo jugó un papel menor en el descenso de la mortalidad
a principios del siglo XX (Colgrove, 2002), como en que el nivel de vida y
los aspectos económicos resultan cruciales para la salud de la población
(Wilkinson, 1992; Evans, 1996; Marmor, 1996 y Szreter, 2002). La
discusión posterior logró consenso respecto a considerar como factores
explicativos tanto las iniciativas de la reforma sanitaria como las mejoras en
el nivel de vida y su impacto en la nutrición como claves en el descenso de
la mortalidad.
En la Ciudad el nivel de la mortalidad de la primera infancia, como
se observa en el Gráfico 4.1, descendió a partir del quinquenio 1870-74. La
tasa presenta su valor máximo en el quinquenio 1865-1869 (404,7 por mil) y
el mínimo (10,6 por mil) en el período 2000-2002 (Cuadro 4.1).
50
Gráfico 4.1 Mortalidad de la primera infancia, fetal y materna (tasas por mil nacimientos).
Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
050
100150200250300350400450
1860
/64
1865
/69
1870
/74
1875
/79
1880
/84
1885
/89
1890
/94
1895
/99
1900
/04
1905
/09
1910
/14
1915
/19
1920
/24
1925
/29
1930
/34
1935
/39
1940
/44
1945
/49
1950
/54
1955
/59
1960
/64
1965
/69
1970
/74
1975
/79
1980
/84
1985
/89
1990
/94
1995
/99
2000
/02
período
tasa
por
mil
0-4 Fetal Materna
Fuente: Cuadro 4.1.
Es conveniente recordar que la Ciudad se vio afectada por
numerosas epidemias, especialmente entre 1869 y 1900, siendo éste el
período en el cual tuvieron mayor participación las defunciones por causa de
enfermedades infecciosas que explicaría, en parte, el alto nivel de la
mortalidad y las fluctuaciones en la tendencia del fenómeno.
Cuadro 4.1
Mortalidad de la primera infancia, fetal y materna (tasas por mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
Período 0-4 Fetal Materna Período 0-4 Fetal Materna 1860/64 350.1 . . 1930/34 91.7 39.8 2.3 1865/69 404.7 . . 1935/39 71.2 38.3 2.0 1870/74 362.5 . . 1940/44 55.2 33.0 1.7 1875/79 305.2 . . 1945/49 45.3 31.0 1.0 1880/84 256.9 . . 1950/54 41.5 29.9 0.7 1885/89 286.4 . . 1955/59 39.8 24.9 0.5 1890/94 263.1 52.5 2.2 1960/64 35.5 11.4 0.7 1895/99 206.0 42.5 2.4 1965/69 39.2 17.0 0.8 1900/04 172.3 44.0 2.8 1970/74 34.7 12.9 0.9 1905/09 154.1 45.7 3.0 1975/79 29.0 7.0 0.6 1910/14 151.2 43.8 3.1 1980/84 20.6 5.4 0.3 1915/19 152.9 43.6 3.3 1985/89 18.6 5.5 0.3 1920/24 129.1 43.2 3.1 1990/94 16.8 6.3 0.2 1925/29 118.4 41.6 2.5 1995/99 14.4 6.1 0.0
2000/02 10.6 4.3 0.1 Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
51
Con el objeto de buscar los factores explicativos que incidieron en
el ritmo seguido por la mortalidad materno-infantil se elaboró un índice
tomando como base el quinquenio 1860-1864 para la primera infancia y
1890-1894 para la mortalidad materna y fetal (Cuadro 4.2 del Anexo B), que
permitió identificar etapas muy diferentes dentro del proceso. A través del
mismo se verificó que en el último cuarto del siglo XIX se registra una
marcada aceleración del ritmo de descenso de la mortalidad de la primera
infancia, reduciéndose a la mitad durante el quinquenio 1900-19044.
Este período coincide, como se verá en más detalle en el Capítulo
10 al analizar las políticas y programas de salud, con una mayor
preocupación por parte de las autoridades sanitarias en dictar medidas
referidas no sólo a la higiene pública sino también a la protección de la
primera infancia.
Posteriormente, en la primera mitad del Siglo XX se desarrolló
una etapa donde la reducción de la mortalidad de la primera infancia era
muy pronunciada. Comparando los quinquenios 1895-1899 y 1945-1949 se
observa una disminución del 78 por ciento5. El mejoramiento de la calidad
de vida de la población a partir de la ampliación de la cobertura de los
servicios de saneamiento del medio ambiente (provisión de agua potable,
sistema cloacal, eliminación de desperdicios), la protección de la primera
infancia y el incremento del salario real en la Ciudad, habrían incidido en el
descenso de la mortalidad. En este período, como se verá más adelante, es
notoria la reducción de las muertes causadas por falta de higiene o la mala
nutrición (Mazzeo, 1993).
En el período 1950-1979 se registra una etapa donde la reducción
no fue tan pronunciada, con un descenso del 36 por ciento, hecho que
indudablemente tiene relación con los niveles que asume la tasa de
mortalidad de la primera infancia que en esas décadas son bastante
inferiores a los de comienzo de siglo, siendo el promedio anual de reducción
del 1,2 por ciento. Por otro lado, uno de sus componentes, la mortalidad
infantil, se mantuvo prácticamente estable e incluso se incrementó en el
quinquenio 1965-69 (34,6 por mil) debido al aumento de la mortalidad por 4 Esta reducción fue del 1,2 por ciento anual. 5 Reducción del 1,6 por ciento anual.
52
enfermedades infecciosas y parasitarias, y por diarrea. Finalmente en el
período que se inicia en 1980 el nivel de la tasa se redujo a la tercera parte,
registrándose un disminución anual promedio del 2,8 por ciento. Esta etapa
está influida por la reducción sostenida de la mortalidad infantil,
especialmente de la neonatal que decrece el 66 por ciento.
Con respecto a la mortalidad materna comenzó su tendencia
decreciente a partir de la década de 1920, siendo importante su reducción a
partir de 1950. El nivel de la mortalidad fetal decreció desde 1910, se redujo
a la mitad en el quinquenio 1955-1959 y a una séptima parte en el
quinquenio 1975-1979; a partir de allí se mantuvo relativamente estable. En
la evolución de ambos indicadores habría incidido la atención brindada por
las maternidades hospitalarias, que ofrecían no sólo asistencia médica sino
también asistencia social complementaria en la atención de la madre y el
recién nacido. Asimismo, como se verá en más detalle en el Capítulo 10,
durante la década de 1930 se sancionaron las leyes que otorgan el derecho a
licencia con goce de sueldo durante el embarazo y a la reducción de la
jornada laboral para las madres de lactantes.
4.1.3. Su inserción en el contexto internacional.
Con el objeto de conocer la inserción de la mortalidad de la
Ciudad en el contexto internacional, se comparó el nivel de la mortalidad
infantil, componente principal de la primera infancia, con las cifras de la
estadística internacional de los países europeos y latinoamericanos que
registran una larga trayectoria en la publicación de sus estadísticas
demográficas (Cuadro 4.3 del Anexo B). Si bien no es la comparación más
adecuada6 se los seleccionó teniendo en cuenta la disponibilidad de datos.
En el Gráfico 4.2 se observa que desde comienzos del siglo XX se
produce un descenso sostenido de la mortalidad infantil en la mayoría de los
países europeos. No obstante existen algunas excepciones de países con
cronologías precursoras, de los cuales el caso más conocido es el de Suecia
con un descenso sostenido de la mortalidad desde el siglo XVIII (Gómez
Redondo, 1992). 6 La existencia de diferenciales urbano-rurales no hace aconsejable la comparación Ciudad
– país.
53
Por su parte Buenos Aires inició el período analizado con valores
que casi duplican los niveles de los países europeos seleccionados y a
comienzos del siglo pasado casi se equipara con Suecia (país que registra los
valores más bajos durante todo el período) y se encuentra por debajo de
Bélgica, Francia y Gran Bretaña. Esta situación se revirtió a partir de 1960
(Gráfico 4.3) cuando Buenos Aires comenzó a registrar niveles superiores a
los países europeos seleccionados.
Un párrafo aparte merece la comparación con los países
latinoamericanos seleccionados, los cuales presentan niveles de mortalidad
distintos: Uruguay similares a los de la Ciudad y Chile hasta la década de
1990 muy superiores a ella. No obstante, el ritmo de descenso durante el
siglo XX no fue tan diferente: Uruguay (-85 por ciento), Buenos Aires (-90
por ciento) y Chile (-96 por ciento).
Gráfico 4.2 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires.
Período 1861-1925.
0255075
100125150175200225250275300325350
1861-65 1871-75 1881-85 1891-95 1901-05 1911-15 1921-25
período
tasa
por
mil
naci
mie
ntos
Bélgica Francia Inglaterra y GalesSuecia Ciudad de Bs. As. ChileUruguay
Fuente: Cuadro 4.3 del Anexo B.
54
Gráfico 4.3 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires.
Período 1931-2000.
0
25
50
75
100
125
150
175
200
225
1931-35 1941-45 1951-55 1961-65 1971-75 1981-85 1990 2000
período
tasa
por
mil
naci
mie
ntos
Bélgica Francia Inglaterra y GalesSuecia Ciudad de Bs. As. ChileUruguay Argentina
Fuente: Cuadro 4.3 del Anexo B.
Con respecto a la mortalidad fetal, sin olvidar los problemas de
registro que pueda haber y que influyen en la comparabilidad entre países,
puede afirmarse que la Ciudad, si bien comenzó el siglo XX con niveles
superiores que los países europeos, a partir de la década de 1960 (Gráfico
4.5) presenta niveles similares o inferiores a aquellos, momento que
coincide con el comienzo del descenso sostenido que registra la mortalidad
fetal en la Ciudad.
Gráfico 4.4
Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1901-1955.
0
5
1015
20
25
30
3540
45
50
1901-05 1911-15 1921-25 1931-35 1941-45 1951-55
período
tasa
por
mil
naci
mie
ntos
Bélgica España FranciaInglaterra y Gales Italia SueciaCiudad de Bs. As.
Fuente: Cuadro 4.3 del Anexo B.
55
Gráfico 4.5 Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires.
Período 1961-2000.
0
5
10
15
20
25
30
1961-65 1971-75 1981-85 1990 2000
período
tasa
por
mil
naci
mie
ntos
Bélgica España FranciaInglaterra y Gales Italia SueciaCiudad de Bs. As.
Fuente: Cuadro 4.3 del Anexo B.
4.1.4. Incidencia de la estructura por edad en la determinación del nivel
de la mortalidad.
Con el objeto de poder explicar la tendencia seguida por la
mortalidad de la primera infancia, fue necesario examinar su composición
por edad.
La mortalidad de la primera infancia se dividió en dos grupos de
edad diferenciados: la mortalidad durante el primer año de vida (también
llamada mortalidad infantil) y la que transcurre entre el primer año y los
cuatro años cumplidos. A su vez, la mortalidad infantil abarca dos etapas: la
neonatal que ocurre durante las primeras cuatro semanas y la postneonatal
que se produce durante el resto del primer año de vida.
La mortalidad infantil según la etiología, queda desagregada en
mortalidad exógena (enfermedades infecciosas, desnutrición o alimentación
inadecuada y accidentes) y endógena (inmadurez del recién nacido,
malformación y debilidad congénita y traumatismos del parto). Antes de
abordar el análisis de los componentes de la mortalidad infantil conviene
recordar que existe relación entre la edad del fallecido y la etiología del
fallecimiento, pues la mayoría de las muertes por causa endógena se
producen en el período neonatal y casi la totalidad de los fallecimientos
postneonatales se deben a causas exógenas. Esto se explica en relación con
56
la naturaleza de las causas de muerte, cuya gran mayoría después del primer
mes de vida, están relacionadas con el medio ambiente en el que se
desarrolla el niño y cuyo control se logró con los avances de la sanidad y la
medicina. En cambio, una parte considerable de las causas de muerte en el
primer mes de vida tienen un origen endógeno y son debidas a factores
congénitos durante la vida intrauterina y otros asociados al parto. Sobre
éstas los progresos fueron más lentos y su reducción requirió mayores
esfuerzos.
Cuando se analiza la evolución de la mortalidad de la primera
infancia distinguiendo los grupos etarios que la componen, como puede
observarse en los valores consignados en el Cuadro 4.1 del Anexo B, se
detectan claramente tres períodos.
El primero transcurre entre mediados del siglo XIX y comienzos
del XX (1860-1904). En el mismo se registró un descenso importante de la
mortalidad neonatal: la tasa que era 153,8 por mil en el período 1860-1864
se reduce a una sexta parte en el quinquenio 1900-04 (24,1 por mil).
Probablemente haya incidido en esta reducción el hecho de que a partir de la
década de 1880 los hospitales que eran centros de aislamiento, fueron
convirtiéndose en verdaderos centros asistenciales, aumentando sus
capacidades y sofisticando su equipamiento (Mazzeo, 1993).
La mortalidad postneonatal durante este período se caracterizó por
presentar oscilaciones en su nivel, con valores extremos del orden del 146,2
por mil y 72,5 por mil, pero con una tendencia claramente decreciente a
partir del quinquenio 1885-1889, en el cual la tasa decreció el 44 por ciento.
El segundo período se desarrolla entre 1905 y 1969 y en él la
mortalidad infantil se redujo el 64 por ciento, pero presentando un
comportamiento diferencial según el grupo de edad. El nivel de la
mortalidad neonatal se presenta como una línea casi paralela a la abscisa
(Gráfico 4.6). La reducción de la mortalidad neonatal en este período fue del
11 por ciento debido a un repunte importante en el quinquenio 1965-1969,
ocasionado por el incremento de la mortalidad por causas perinatales o de la
primera edad.
La mortalidad postneonatal registra una tendencia decreciente,
con un ritmo más lento hasta el quinquenio 1925-29 (se redujo el 19%) y
57
más acelerado a partir de 1930; en el período 1930-1969 la tasa de
mortalidad postneonatal decreció el 78 por ciento. A partir de la década de
1930 registraron una reducción sostenida las causas exógenas (infecciosas y
parasitarias, diarrea y enteritis y respiratorias) que, como ya se señalara,
influyen en la mortalidad postneonatal.
Gráfico 4.6
Mortalidad de la primera infancia según grupo de edad (tasas por mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
020406080
100120140160180
1860
/64
1865
/69
1870
/74
1875
/79
1880
/84
1885
/89
1890
/94
1895
/99
1900
/04
1905
/09
1910
/14
1915
/19
1920
/24
1925
/29
1930
/34
1935
/39
1940
/44
1945
/49
1950
/54
1955
/59
1960
/64
1965
/69
1970
/74
1975
/79
1980
/84
1985
/89
1990
/94
1995
/99
2000
/02
período
tasa
por
mil
Neonatal Postneonatal 1-4
Fuente: Cuadro 4.1 del Anexo B.
A partir de 1970 se registra un descenso continuo del nivel de la
mortalidad neonatal que se redujo el 71 por ciento. La tasa de mortalidad
postneonatal registra el descenso más importante del período en estudio
reduciéndose el 76 por ciento: del 13,2 por mil en el quinquenio 1965-1969
desciende a 3,2 por mil en el trienio 2000-2002. Estas importantes
disminuciones están relacionadas, como se verá en más detalle en el
Capítulo 10, con la puesta en marcha, en 1968, del Servicio de Neonatología
y la aplicación, a partir de 1973, de un programa destinado a la protección de
la salud de la madre y el niño, mediante asistencia alimentaria, control de la
salud, inmunizaciones, atención médica permanente y recuperación del niño
desnutrido.
La mortalidad de 1 a 4 años, durante los tres períodos
mencionados, tiene un comportamiento similar, aunque con menor nivel,
que la postneonatal. En el primer período está influida por las epidemias que
se registraron en la Ciudad, es fluctuante entre 1860 y 1894 y decreciente a
58
partir de 1895. En el segundo período se redujo el 94 por ciento; finalmente,
a partir de 1970 su comportamiento es más estable.
A través del análisis de la estructura por edad de la mortalidad
infantil en Buenos Aires puede comprobarse que a un mayor nivel de la
tasa7 le corresponde una mayor participación de la mortalidad postneonatal
y que, inversamente, al disminuir el nivel de la tasa adquiere importancia
relativa la mortalidad neonatal. Gráfico 4.7
Tasa de mortalidad infantil según grupos etarios. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
0
50
100
150
200
250
300
1860
/64
1875
/79
1890
/94
1905
/09
1920
/24
1935
/39
1950
/54
1965
/69
1980
/84
1995
/99
Neo Post TMI
Fuente: Cuadro 4.1 del Anexo B.
La mortalidad postneonatal tuvo una contribución mayoritaria
entre 1870 y 1959, especialmente entre los años 1890 y 1929 donde registró
participaciones que superaron el 75 por ciento. A partir del quinquenio
1960-64 comenzó a adquirir importancia la mortalidad neonatal,
incrementando su participación entre los años 1960 y 2002, período en el
cual el nivel de la mortalidad infantil se redujo el 72 por ciento.
Lo expuesto permite corroborar la hipótesis de que a un menor
nivel de mortalidad infantil le corresponde una menor participación de
muertes postneonatales. 7 Excepto en el período 1860-1869, probablemente por deficiencias en el registro o debido a
causas relacionadas con la asepsia en los partos.
59
Con respecto a la mortalidad de 1 a 4 años, como se observa en el
Gráfico 4.8, se registra un comportamiento similar a la postneonatal pero
con menor participación.
Gráfico 4.8
Estructura por edad de la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
0% 20% 40% 60% 80% 100%
1860/641865/691870/741875/791880/841885/891890/941895/991900/041905/091910/141915/191920/241925/291930/341935/391940/441945/491950/541955/591960/641965/691970/741975/791980/841985/891990/941995/992000/02
NeonatalPostneonatal1-4
Fuente: Cuadro 4.5 del Anexo B.
Otra forma de analizar la evolución de la mortalidad es a través de
la tabla de mortalidad, consideradas la herramienta más completa para el
análisis de la mortalidad de una población, porque anula el efecto de la
estructura por edades de la misma.
Para describir el curso de la mortalidad total puede utilizarse
como indicador la esperanza de vida al nacer, que resume lo ocurrido a lo
largo de todas las edades pero presenta gran influencia del nivel de la
mortalidad infantil. Para la mortalidad de la primera infancia se recurre a la
esperanza de vida a los 4 años que analiza la incidencia de la mortalidad
antes de alcanzar los 5.
60
El incremento de la esperanza de vida no fue constante a lo largo
del período considerado (Cuadro 4.6 del Anexo B), incluso se registraron
tres aumentos de la mortalidad, uno entre 1855 y 18698 y dos de menor
importancia: entre 1904 y 1909 y entre 1960 y 1970.
En relación con la primera disminución es importante destacar
que en ese período hubo varias epidemias, especialmente de cólera y
disentería, así como también una cantidad elevada de muertes por fiebre
tifoidea. Además, es necesario tener en cuenta que las primeras tablas de
mortalidad se construyeron a partir de información básica "muy pobre". Se
utilizó la distribución por edad de las muertes correspondientes al año 1856
y se aplicó a los cadáveres enterrados en los cementerios de la Ciudad de
1855. Esto hace que se deba tomar con cautela el aumento del nivel de la
mortalidad entre las tablas de mortalidad correspondientes a los años 1855 y
1869.
Con respecto a las otras dos disminuciones su interpretación es
más compleja. En el primer caso no se pudo determinar fehacientemente si
fue la expresión real de un aumento de la mortalidad, si bien es notorio el
incremento entre 1906 y 1908 de las defunciones por enfermedades
infectocontagiosas, especialmente por fiebre tifoidea, viruela, sarampión,
difteria y crup. Entre 1960 y 1970 parecería ser el reflejo de un aumento real
de la mortalidad, o al menos de un estancamiento en el descenso de la
misma.
Por otro lado, el ritmo de crecimiento de los valores de la
esperanza de vida al nacer y a la edad 4, como se observa en el Gráfico 4.9
no fue constante en el tiempo y además bastante diferente entre ellas.
Este hecho demuestra la incidencia que tuvo la mortalidad de la
primera infancia de fines del siglo pasado y comienzos del presente en la
estimación de la esperanza de vida al nacer y también indica que luego de
pasado cierto umbral, alrededor del primer año de vida, era mayor la
probabilidad de supervivencia de la población.
8 En el que la esperanza de vida al nacer disminuyó aproximadamente seis años.
61
Gráfico 4.9 Esperanza de vida a las edades 0 y 4. Ambos sexos.
Ciudad de Buenos Aires, 1855-2001.
0
1020
3040
50
6070
80
1855
1868
-187
018
8718
94-1
896
1903
-190
519
08-1
910
1913
-191
519
35-1
937
1947
1959
-196
119
69-1
971
1980
-198
119
90-1
992
2000
-200
1
período
años e(0)
e(4)
Fuente: Cuadro 4.6 del Anexo B.
Como puede observarse en el Gráfico 4.10, la participación de las
defunciones de menores de cinco años en el total de defunciones fue muy
importante durante el período 1856-1934, superando en algunos
quinquenios del siglo pasado el 30 por ciento de las mismas (Cuadro 4.7 del
Anexo B).
Gráfico 4.10
Proporción de muertes de 0-4 años en el total de defunciones. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
05
101520253035404550
1860
/64
1865
/69
1870
/74
1875
/79
1880
/84
1885
/89
1890
/94
1895
/99
1900
/04
1905
/09
1910
/14
1915
/19
1920
/24
1925
/29
1930
/34
1935
/39
1940
/44
1945
/49
1950
/54
1955
/59
1960
/64
1965
/69
1970
/74
1975
/79
1980
/84
1985
/89
1990
/94
1995
/99
2000
/02
período
porc
enta
je
Fuente: Cuadro 4.6 del Anexo B.
62
4.2. La transición demográfica y la transición epidemiológica9.
La revolución industrial y la transformación social y cultural que la
acompañó, modificaron radicalmente las condiciones del crecimiento de la
población. Los progresos de la medicina y la higiene, pero también el
desarrollo económico y el mejoramiento de la alimentación, provocaron una
baja profunda y durable de la mortalidad, mientras que la generalización en
la esfera de la vida familiar de la acción electiva, a través de la reducción y
planificación de los nacimientos, ocasionaron lo mismo en la fecundidad
(Vallin, 1991). Según el modelo teórico de la “transición demográfica”, la
sociedad tradicional se caracterizaba por la llamada “alta potencialidad
demográfica” es decir alta natalidad y mortalidad; hubo luego una fase de
transición en la que disminuyó primero la mortalidad y luego, con un retraso
variable según el país, comenzó a reducirse la natalidad; por último, ésta
tendió a estabilizarse mientras que la mortalidad decreció aunque con un
ritmo menor. Esta última fase fue denominada de “baja potencialidad
demográfica”.
De acuerdo con este modelo, Buenos Aires se ubica en su fase pre-
transicional en el período que va desde mediados hasta fines de la década de
1880. Se caracteriza por una tendencia decreciente y luego creciente de la
tasa bruta de natalidad entre 1860 y 1880 (Gráfico 4.11), con oscilaciones
en la tasa bruta de mortalidad, fuertemente influida por las numerosas
epidemias que se registraron en ese período10. En ese momento la Ciudad
tenía un alto potencial de crecimiento futuro11.
9 Es la transición en las causas de muerte de la población, pasando de las enfermedades
infecciosas y agudas como causa principal, a enfermedades crónicas y degenerativas. 10 Las defunciones registradas en la Ciudad por epidemias en el período 1858-1869: 3.975,
entre 1871 y 1890: 33.389 (por la fiebre amarilla de 1871 13.164 muertes) y finalmente entre 1891 y 1915: 8.623.
11 Según los datos del Censo de 1887 la población de la Ciudad era inferior al medio millón de personas y el promedio anual de nacimientos en el quinquenio 1880-1884 fue de diez mil nacimientos.
63
Gráfico 4.11 Proceso de transición demográfica en la Ciudad de Buenos Aires.
Período1860-2002.
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
1860
-64
1870
-74
1880
-84
1890
-94
1900
-04
1910
-14
1920
-24
1930
-34
1940
-44
1950
-54
1960
-64
1970
-74
1980
-84
1990
-94
2000
-02
período
tasa
por
mil
Tasa de natalidad Tasa de mortalidad
Crecimiento vegetativo
Fuente: Mazzeo, 2003, Gráfico 1.
A partir de 1890 el balance entre nacimientos y defunciones fue
holgadamente positivo. La mortalidad descendió antes y más rápidamente
que la natalidad, lo que hizo que fuera el período de mayor crecimiento
vegetativo de la Ciudad12. Ese alto crecimiento “actual” es el reflejo del
inicio del proceso “transicional” que se desarrolló hasta el comienzo de la
década de 1960, momento a partir del cual el crecimiento vegetativo de la
población empieza una tendencia decreciente. El potencial de crecimiento
futuro de la población “es bajo” porque son escasas las posibilidades de una
reversión de las tendencias observadas en la natalidad y la mortalidad.
Puede afirmarse que la tercera etapa, completada la transición, se inició a
partir de la década de 1960 (Mazzeo, 2003).
El descenso sostenido de la mortalidad indudablemente está
relacionado con la evolución de la estructura de las causas de muerte. A
comienzos de la década de 1970, Omran introduce el concepto de transición
epidemiológica para caracterizar la evolución de la estructura por causas de
la mortalidad en el mundo. Para Omran, el principal motor de la transición 12 Los cambios en este proceso no pueden ser entendidos sin incluir en el análisis la
inmigración de ultramar. Su intensidad y volumen fue tal, que podría hablarse de una renovación sustancial de la población de la Ciudad. Los inmigrantes representaron en 1895 el 52 por ciento de la población, con posterioridad su participación se reduce hasta llegar a representar el 23 por ciento en 1960. Esta inmigración tuvo sus efectos en la nupcialidad y en la natalidad de la Ciudad de fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX.
64
epidemiológica fue el descenso de la mortalidad infecciosa, pasando de la
época de “las epidemias y del hambre” a la época de “las enfermedades
degenerativas y de la sociedad”. Según Meslé (1995), en el mundo las
ganancias debidas a la baja de la mortalidad infecciosa y respiratoria fueron
importantes, principalmente en las primeras décadas del siglo XX y
particularmente durante la década de 1950, gracias a la difusión de
tratamientos con antibióticos. De esta manera desde 1960 la reducción de
estas causas contribuyeron favorablemente al aumento de la esperanza de
vida al nacer. Por otro lado, observa que la disminución de la mortalidad por
causas infecciosas fue particularmente importante entre los niños. Los
determinantes de ese descenso son múltiples y en el siglo XIX los progresos
nutricionales sin duda fueron concluyentes. Su efecto fue reforzado por el
mejoramiento de la higiene del medio ambiente y en general de las
condiciones de vida, especialmente hacia fines del siglo XIX. Después de la
II Guerra Mundial el descubrimiento de los antibióticos y la generalización
de las vacunas habrían acelerado el proceso.
Por lo tanto, para una mejor comprensión del proceso de la
transición epidemiológica en la mortalidad de la niñez de la Ciudad, se
consideró imprescindible efectuar el análisis de la evolución de la
mortalidad por causas.
4.2.1. Selección de las principales causas que determinan el nivel de la
mortalidad.
A los efectos de observar el proceso de transición epidemiológica se
consideraron cinco grupos de causas, tres de los cuales tienen origen
exógeno y los otros dos de origen endógeno. Las enfermedades que se
incluyeron en cada uno de los grupos, se especifican en el Cuadro 4.3.
Con el objeto de proporcionar, para el período 1890-2002, el detalle
analítico de las causas de muerte incluidas en cada uno de los grupos, en el
Anexo E se presenta, según período de referencia, el listado de las
consideradas para cada uno de ellos.
65
Cuadro 4.2 Clasificación de las causas de muerte según grupo y origen.
Origen exógeno 13
Origen endógeno I Infecciosas y parasitarias IV Malformaciones congénitas cólera infantil, coqueluche, crup, Hidrocefalia, espina bífida, vicio orgá- difteria, escarlatina, fiebre tifoidea, nico al corazón y otras malformaciones influenza, sarampión, erisipela, congénitas. tétanos, tuberculosis y viruela. V Primera edad (perinatales) II Diarrea y enteritis complicaciones del embarazo, trabajo diarrea y enteritis de parto y del parto, trastornos relacio- nados con la duración corta de la ges- III Respiratorias tación y el crecimiento fetal lento, etc. bronconeumonía, bronquitis, neumonía, otras enf. respiratorias
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
4.2.2. La tendencia de la mortalidad según causa de muerte
Existen evidencias de una clara relación entre el nivel de la
mortalidad infantil y el de las distintas causas de muerte, en particular las
denominadas endógenas y exógenas (Behm Rosas, 1985). Se observó que
cuando la mortalidad es elevada las exógenas registran una mayor
participación y que al decrecer ésta disminuye la mortalidad, lo que permite
afirmar que el descenso de la mortalidad obedeció principalmente a la
reducción de las muertes de origen exógeno.
Esto respondió al control de los factores del ambiente y también de
la inmunización masiva de la población y uso de nuevas drogas. De este
modo, la estructura de la mortalidad por causas de muerte se modifica y
cobran progresiva importancia otros grupos de causas, entre ellas, las de
origen endógeno o sea las malformaciones congénitas y las originadas en el
período perinatal (Behm Rosas, 1985).
Estas evidencias se comprobaron en Buenos Aires al analizar el
comportamiento de la mortalidad según causas de muerte y grupo de edad.
13 Es necesario tener en cuenta la interacción existente entre las enfermedades de origen
exógeno. La debilidad que generaba en el niño tener diarrea lo exponía a contraer enfermedades infectocontagiosas o respiratorias.
66
Infecciosas y parasitarias
En la Ciudad entre fines del siglo XIX y principios del XX se operó
un acelerado proceso de urbanización caracterizado por una gran
concentración de población y escasa infraestructura sanitaria, provocando
un desequilibrio entre población e infraestructura urbana y deteriorando de
esta manera las condiciones epidemiológicas de la población. Esta
“penalización urbana” (Reher, 2004) habría provocado un incremento de la
mortalidad. Es así que las enfermedades infectocontagiosas formaron parte
de la Ciudad desde época temprana. Junto con las epidemias existían
también enfermedades endémicas como la fiebre tifoidea, la viruela, la
difteria y crup, que también resultaban mortales. Los médicos de la época, si
bien hacían hincapié en los factores atmosféricos, centraban su discurso en
las condiciones higiénicas y en el contagio; a esto se sumaba el escaso
conocimiento etiológico de las enfermedades y las resistencias de los
enfermos al aislamiento ya que preferían permanecer en sus domicilios. A
fines de la década de 1880 “el 95 por ciento de los habitantes con
enfermedades infectocontagiosas era asistido en sus hogares, aunque no
siempre estaba garantizada su atención” (Alvarez, 2004:20).
Las enfermedades infectocontagiosas fueron vistas como males
originados por la urbanización, producto del hacinamiento y la falta de
saneamiento ambiental. El plan de salubridad destinado a dar una solución
integral (en cuanto a fuente, tratamiento y red de distribución) al problema
de la provisión de agua potable fue puesto en marcha en 1871; unos años
más tarde, en 1880, comenzaron las obras cloacales. A comienzos del siglo
XX el 61,4 por ciento de las casas tenía agua corriente y sólo el 36,2 por
ciento sistema cloacal, pero “la despareja distribución de este servicio
dentro de la Ciudad provocó que algunas enfermedades, como la fiebre
tifoidea fueran endémicamente localizadas, de tal manera que en los
suburbios de la Ciudad la fiebre tifoidea reinaba endémicamente” (Alvarez,
2004:30). Entre 1914 y 1924 la Ciudad fue considerada, según la expresión
de Besio Moreno, una “Ciudad saneada”; prácticamente hacia 1930
finalizaron las obras de infraestructura y equipamiento de la Ciudad
(Mazzeo, 1993).
67
Otra de las medidas sanitarias adoptadas fue la vacunación. La
vacunación antivariólica y la antitífica lograron controlar, hacia fines de la
primera década del siglo XX, la mortalidad por viruela y fiebre tifoidea. El
Congreso de la Nación sancionó en 1903 una ley sobre vacunación y
revacunación obligatoria. A partir de allí, en 1907, el Dr. Penna, Director de
la Asistencia Pública, reorganiza el servicio dividiendo a la Ciudad en ocho
radios e instala en cada uno un dispensario de vacunas. El origen de la ley
de vacunación fue un estudio presentado al Congreso de la Nación por
Torcuato de Alvear en 1881 debido a las resistencias populares a la
vacunación. En el caso de la viruela se había verificado que la enfermedad
atacaba a la población nativa pues los inmigrantes habían sido vacunados en
Europa. Alvear manifestó que no sólo era importante hacer obligatoria la ley
sino hacerla práctica y que para lograr que las clases bajas se vacunaran era
necesario practicarla a domicilio (Alvarez, 2004).
Las doctrinas de saneamiento urbano europeo modificaron viejas
costumbres porteñas: en 1889 el municipio prohibió el trabajo de lavado de
ropa en la costa y de esa manera desaparecieron las lavanderas en la ribera
del Río de la Plata. También se incorporaron otras medidas sanitarias como
la desinfección domiciliaria y la construcción de hornos para la incineración
de las basuras.
Se consideró interesante analizar, entre fines del siglo XIX y fines de
la década de 1920, la relación existente entre la evolución de la mortalidad
de la primera infancia por enfermedades infecciosas y parasitarias y el
saneamiento ambiental, cuando la Ciudad era considerada saneada (Gráficos
4.12 y 4.13). Los índices de correlación de Pearson (-0,50 con respecto a la
proporción de casas con cloacas y al consumo diario de agua por mil
habitantes) demuestran que el descenso de la mortalidad no se debió sólo a
las obras de infraestructura urbana sino que también incidieron otras causas,
entre ellas la mayor importancia que adquirió la práctica profesionalizada de
la salud (campañas de vacunación, atención médica domiciliaria y
procedimientos preventivos y terapéuticos).
68
Gráfico 4.12 Tasas de mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias y
proporción de casas con cloacas en la Ciudad de Buenos Aires. Período1890-1929.
0
10
20
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1929
año
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por
mil
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mie
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50
60
70
por c
ient
o
I y P Cloacas
Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadros 9 y 10 del Anexo D).
Gráfico 4.13 Tasas de mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias y consumo
diario de agua por mil habitantes en la Ciudad de Buenos Aires. Período1890-1929.
0
10
20
30
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1890
1893
1896
1899
1902
1905
1908
1911
1914
1917
1920
1923
1926
1929
año
tasa
por
mil
naci
mie
ntos
0
50100
150
200
250300
350
400lit
ros d
iario
s por
mil
habi
tant
es
I y P Consumo agua
Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadros 9 y 10 del Anexo D).
Con respecto a la evolución de la mortalidad de la primera infancia,
los valores presentados en el Cuadro 4.8 del Anexo B, evidencian una
notoria tendencia decreciente de la tasa de mortalidad por enfermedades
infecciosas y parasitarias. El nivel de la tasa no superó, a lo largo del
período en estudio, el 40 por mil y la participación de estas muertes en el
total de las defunciones de menores de cinco años (Cuadro 4.9 del Anexo B)
69
no llegó al 20 por ciento, ni aún en los períodos en que se registraron
epidemias.
Al analizar la evolución de las tasas por grupo de edad se detecta que
no existen diferencias en la tendencia decreciente de las mismas pero sí en
su nivel. Mientras que en la mortalidad infantil el nivel de la tasa no supera
el 13 por mil, en el caso de los niños de 1 a 4 años llega a 26 por mil.
Asimismo se destaca que la participación de este grupo en las defunciones
de menores de cinco años es mínima a partir del quinquenio 1980-1984.
Gráfico 4.14
Mortalidad por infecciosas y parasitarias según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.
05
1015202530354045
1890
/94
1895
/99
1900
/04
1905
/09
1910
/14
1915
/19
1920
/24
1925
/29
1930
/34
1935
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/44
1945
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1950
/54
1955
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/69
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1975
/79
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1985
/89
1990
/94
1995
/99
2000
/02
período
tasa
por
mil
1-4-1 año
Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B.
Diarrea y enteritis
Es evidente que el inicio del descenso de la mortalidad por diarrea y
enteritis antecede a la terapéutica correspondiente. En efecto, la
plasmoterapia y las sulfamidas comienzan a expandirse entre fines de la
década de 1930 y principios de la década de 1940, mientras que el uso de los
antibióticos se generaliza después de la Segunda Guerra Mundial. Recién en
1985 se implanta en el sistema hospitalario municipal el sistema de
rehidratación oral para el tratamiento y control de la diarrea estival y se
crean los Gabinetes de Rehidratación Oral Ambulatoria en algunos
hospitales de la comuna.
Al ser las diarreas infantiles enfermedades transmisibles
fundamentalmente por el agua y los alimentos, su reducción se asocia a
70
mejoras de la infraestructura urbana (saneamiento ambiental y provisión de
agua corriente) así como a otras medidas tales como la higienización de los
alimentos, en particular de la leche, y a mejoras en el desarrollo institucional
preventivo de la salud pública que influyeron en una mejor educación de las
madres sobre los cuidados higiénicos y la alimentación del niño.
Los pediatras de comienzos del siglo XX mencionaron
reiteradamente los peligros provocados por la ignorancia de la madre en lo
referente a cuidados, higiene y nutrición infantiles. Señalaban que la mayor
parte de las diarreas estaban directamente relacionadas a problemas
alimenticios, encontrándose con más frecuencia entre los niños parcial o
completamente destetados, cuando comenzaban a ingerir otros alimentos
distintos de la leche materna, lo que sucedía por lo general durante el primer
semestre de vida (Birn et.al., 2005).
Con el objeto de analizar la importancia del mejoramiento de la
infraestructura urbana entre fines del siglo XIX y fines de la década de
1920, al igual que para las causas infectocontagiosas, se comparó la relación
entre la tasa de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y el
saneamiento ambiental (Gráficos 4.15 y 4.16).
Gráfico 4.15
Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y proporción de casas con cloacas en la Ciudad de Buenos Aires, 1890-1929.
0
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1929
año
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por
mil
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0
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40
50
60
por c
ient
o
Cloacas diarrea y enteritis
Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadros 9 y 10 del Anexo D).
71
Gráfico 4.16 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarrea y enteritis y consumo diario de agua
por mil habitantes en la Ciudad de Buenos Aires, 1890-1929.
0
10
20
30
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1890
1893
1896
1899
1902
1905
1908
1911
1914
1917
1920
1923
1926
1929
año
tasa
por
mil
naci
mie
ntos
0
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150
200
250
300
350
400
litro
s dia
rios p
or m
il ha
bita
ntes
diarrea y enteritis Consumo agua
Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadros 9 y 10 del Anexo D). Los coeficientes de correlación de Pearson, para ambos indicadores
(sistema cloacal y consumo de agua corriente), fueron muy bajos (-0,04), no
obstante gráficamente se observa una correlación lineal especialmente
después de 1911. Esto confirma la importancia de la práctica
profesionalizada de la salud, especialmente la acción desarrollada por los
dispensarios de lactantes, los institutos de puericultura y la inspección de
nodrizas. Los dispensarios de lactantes fueron verdaderas “escuelas de
madres”: allí se les inculcaba a las madres los principios de la importancia
de la leche materna. Las leyendas gravadas en los consultorios decían: “La
leche humana es irremplazable en el niño de pecho”, “La leche de la madre
es el mejor alimento para el hijo” y “La leche de la madre debe pertenecer al
hijo” (Oliva, 1917:84).
Por lo tanto se relacionó la tasa de mortalidad de la primera infancia
por diarrea y enteritis con la atención en los consultorios de lactantes,
medida a partir de la proporción de niños atendidos por primera vez y la de
niños concurrentes a consultorios por cada cien nacimientos de la Ciudad
(Gráfico 4.17). El coeficiente de correlación de Pearson, para el período del
que se dispone información, dio una asociación alta en ambos casos (-0,94),
lo que corrobora la importancia de la labor desarrollada por los dispensarios
de lactantes.
72
Gráfico 4.17 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y proporción de niños
atendidos por primera vez y concurrentes a consultorios de lactantes en la Ciudad de Buenos Aires, 1910-1929.
0
10
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1910
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1914
1916
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1926
1928
año
tasa
por
mil
0
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200
300
400
500
por c
ient
o
diarrea y enteritis atendidos por 1º vezconcurrentes a consultorios
Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadro 22). La evolución de la mortalidad por diarrea y enteritis, como puede
observarse en el Gráfico 4.18, presenta una tendencia creciente durante el
siglo XIX que continúa hasta el quinquenio 1910-14, momento a partir del
cual comienza una evidente pendiente negativa.
Gráfico 4.18
Mortalidad por diarrea y enteritis según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.
0
10
20
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1890
/94
1895
/99
1900
/04
1905
/09
1910
/14
1915
/19
1920
/24
1925
/29
1930
/34
1935
/39
1940
/44
1945
/49
1950
/54
1955
/59
1960
/64
1965
/69
1970
/74
1975
/79
1980
/84
1985
/89
1990
/94
1995
/99
2000
/02
período
tasa
por
mil
1-4-1 año
Fuente: Cuadro 4.7 del Anexo B.
El notorio incremento en la década de 1910, probablemente fue
ocasionado por las precarias condiciones en que se libró la leche al consumo
público, como consecuencia de las inundaciones que tuvieron lugar en los
años 1914 y 1915, de la sequía en 1916 y de la huelga ferroviaria en 1917
(Oliva, 1918).
73
Con respecto a esta última, el Dr. Emilio Coni (1917:586) escribió:
"Debe tenerse presente que durante más de un mes -precisamente octubre-
ha existido en la Capital una insuficiencia de leche, que siento no poder
expresar por cifras por no tenerlas a mi disposición. En efecto, la leche
alcanzó precios exorbitantes desconocidos en los anales de Buenos Aires.
No es de extrañar que la población menesterosa haya llegado a carecer por
algún tiempo de ese primordial alimento de la tierna infancia, cuando se
piensa que en las clases acomodadas les costaba trabajo procurársela y, eso,
a precios excesivos. Las madres pobres se habrán visto obligadas durante el
tiempo de la huelga ferroviaria a sustituir la leche con diversos otros
alimentos, que a no dudarlo han ejercido la perniciosa influencia
evidenciada por las malas y elocuentes cifras de la estadística".
A fines de la década de 1910, en palabras del Dr. Oliva, en la
Ciudad “hoy las cosas han cambiado, las madres poseen el caudal de
conocimientos más indispensables para la custodia racional de sus hijos y lo
que es más de alabar, la conciencia del rol que en su desarrollo y salubridad,
tienen los errores que en sus regímenes dietéticos se comenten y las ventajas
que existen por consiguiente, en confiar en los facultativos su prescripción.
Las inspecciones domiciliarias que practican las médicas de la oficina de
nodrizas y las inspectoras de los dispensarios de lactantes e institutos de
puericultura de la Asistencia Pública, comprueban a cada instante lo que
afirmo, pues a diario observan los referidos empleados edificantes ejemplos
al respecto, no obstante tratarse de hogares humildes y apartados del centro
del municipio” (Oliva,1917:69). Una vez más, se destaca la importante labor
de promoción y control de la salud desarrollada por el gobierno local.
En esa época, el 13 de diciembre de 1907, se aprueba la Ordenanza
sobre la higienización de la leche, cuyo Art. 1º reglamentaba que desde el 1º
de octubre sería obligatoria la higienización de la leche para el consumo en
la Ciudad. Especificaba que se entendía por leche higienizada la que
después de filtrada había sido pasteurizada o esterilizada. También
establecía que los envases debían llevar, impreso y en lugar visible, el
nombre de la fábrica donde se había higienizado la leche (Art. 4º). Pero la
realidad era muy distinta: en la década de 1960 aún existían en la Ciudad
74
repartidores de leche que la distribuían en tarros, evidenciando carencia de
higiene.
A partir de 1950 la mortalidad por diarreas registra niveles muy
bajos, con un leve repunte en la década de los 60 para finalmente
desaparecer en los 80.
Respiratorias
Las enfermedades respiratorias son de transmisión aeróbica y por lo
tanto es posible vincular la mayor exposición al contagio con el incremento
de la densidad poblacional, el hacinamiento y las malas condiciones en la
vivienda. Una posible explicación del estancamiento e incluso el aumento
de la mortalidad por enfermedades respiratorias, en las primeras décadas del
siglo XX, se encuentra en el crecimiento poblacional. Las tasas de
crecimiento media anual entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX
estuvieron cercanas al 50 por mil y a partir de mediados de la década de
1930 la Ciudad presentó un crecimiento moderado, reduciéndose al 20 por
mil en el período 1936-47.
Una situación similar, pero con niveles superiores a los de Buenos
Aires, mostró Montevideo con una tendencia ascendente, con grandes
oscilaciones de corto plazo, hasta principios de la década de 1930. Recién a
partir de entonces presentó un comportamiento notoriamente descendente.
Gráfico 4.19
Mortalidad infantil por enfermedades respiratorias (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires y Montevideo, 1900-1949.
05
1015202530354045
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
año
tasa
por
mil
Montevideo Buenos Aires
Fuente: Mazzeo y Pollero, 2005, Gráfico 5.
75
Los médicos de la época enfatizaron la preeminencia de las pésimas
condiciones de vida de las clases populares como uno de los factores más
relevantes para entender la elevada incidencia de la mortalidad por causas
respiratorias. La deficiencia del estado nutricional fue otro de los aspectos
señalados como factores agravantes. Según los contemporáneos, las
medidas profilácticas eran rudimentarias, las únicas armas con que contaban
para impedir que los procesos infecciosos culminaran en estados
pulmonares graves eran: el cuidado en la higiene, la protección contra el
frío, la buena habitación y la alimentación sana. La evaluación de la
literatura médica de la época permite concluir que “la mortalidad por
bronconeumonía en los niños y lactantes fue el gran catalizador de procesos
de origen infeccioso de diversa índole. A este respecto cabe destacar por un
lado la interacción entre las bronconeumonías y las diarreas y por otro, su
asociación con enfermedades endemo-epidémicas, particularmente la tos
convulsa y el sarampión” (Birn et.al., 2005:149).
Al relacionar la tasa de mortalidad de la primera infancia por causas
respiratorias con los indicadores de atención de los consultorios de lactantes
se observaron relaciones no muy contundentes. El coeficiente de correlación
de Pearson, según su asociación con cada indicador, resultó: proporción de
atendidos por primera vez (-0,44) y proporción de concurrentes (-0,39).
Por otro lado, cabe destacar que este es el grupo que registró valores
más altos hasta fines de la década de 1930, tanto para la mortalidad de los
menores de un año como de los niños de 1 a 4 años (Gráfico 4.20), no
existiendo diferencias notorias entre sus niveles. Su tendencia decreció
desde mediados del siglo pasado con un leve repunte a fines de la década de
1990. El impulso que tuvo la medicina preventiva en la Ciudad a partir de
1930 y la consolidación de la asistencia social como complemento de la
asistencia médica, explican en parte la reducción de la mortalidad de los
niños debida a enfermedades respiratorias.
76
Gráfico 4.20 Mortalidad por enfermedades respiratorias según grupo de edad (tasa por mil).
Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.
010203040506070
1890
/94
1895
/99
1900
/04
1905
/09
1910
/14
1915
/19
1920
/24
1925
/29
1930
/34
1935
/39
1940
/44
1945
/49
1950
/54
1955
/59
1960
/64
1965
/69
1970
/74
1975
/79
1980
/84
1985
/89
1990
/94
1995
/99
2000
/02
período
tasa
por
mil
1-4-1 año
Fuente: Cuadro 4.7 del Anexo B.
Malformaciones congénitas
La mortalidad causada por malformaciones congénitas durante el
siglo XIX registró valores que no superaron el 1,7 por mil. Durante el siglo
pasado su tendencia se mantuvo estable hasta llegar al quinquenio 1925-29,
momento en que comienza una tendencia creciente, siendo el quinquenio
1965-1969 el que registra su mayor nivel (4,3 por mil). Este hecho indicaría
la existencia de una mejor calidad en la certificación de la causa de muerte,
o de una mejor codificación de la misma, que a su vez se relaciona con el
mayor detalle de las causas incluidas, en esta categoría, en las
clasificaciones internacionales de enfermedades utilizadas a partir de 1930.
Gráfico 4.21
Mortalidad por malformaciones congénitas según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.
0.00.51.01.52.02.53.03.54.04.5
1890
/94
1895
/99
1900
/04
1905
/09
1910
/14
1915
/19
1920
/24
1925
/29
1930
/34
1935
/39
1940
/44
1945
/49
1950
/54
1955
/59
1960
/64
1965
/69
1970
/74
1975
/79
1980
/84
1985
/89
1990
/94
1995
/99
2000
/02
período
tasa
por
mil
1-4-1 año
Fuente: Cuadro 4.7 del Anexo B.
77
Primera edad (perinatales)
Este grupo abarca las afecciones que tienen su origen en el período
perinatal aún cuando la muerte ocurra más tarde. Se incluyen las causas
relacionadas con las enfermedades de la madre, con las complicaciones
originadas en el parto o complicaciones maternas del embarazo que afectan
al feto o recién nacido, así como también las relacionadas con la duración de
la gestación y el crecimiento fetal, traumatismos del nacimiento, afecciones
respiratorias, infecciones propias del período perinatal y otros trastornos
perinatales (endocrinos y metabólicos, hematológicos, y del aparato
digestivo).
Si bien se considera, que para el análisis de la importancia de las
causas de muerte en la determinación del nivel de la mortalidad no es
adecuado utilizar un grupo tan amplio, fue necesario hacerlo para analizar la
evolución histórica debido a que durante varios años la información se
publicaba agregada a nivel de capítulo.
Durante el siglo XIX y hasta los inicios del siglo pasado la tasa de
mortalidad de este grupo registra una tendencia claramente decreciente. En
el siglo pasado registra variaciones cíclicas (Gráfico 4.22) con ondas de
aproximadamente treinta años de amplitud, pero que presentan cada vez
niveles más altos, hasta llegar a la década de 1970 donde se inicia una clara
tendencia decreciente. Este hecho indicaría, al igual que en el caso de la
mortalidad por anomalías congénitas, una mejor calidad de la certificación o
codificación de la causa de muerte. También se relaciona con el incremento
sostenido que experimentó la participación de los nacimientos ocurridos en
las maternidades hospitalarias que representaron más del 70 por ciento a
comienzos de la década de 1960 y, como ya se señalara, con la aparición, a
fines de la misma década, del Servicio de Neonatología y a comienzos de
los setenta del programa de protección de la madre y el niño.
Este tipo de causas, debido a su etiología (relacionada a las
complicaciones del embarazo, trabajo de parto y en el parto), tienen una
mayor participación en las muertes de menores de 1 año, llegando a
representar desde mediados del siglo pasado, debido a la caída relativa de la
mortalidad postneonatal, entre el 40 y el 60 por ciento del total de la
78
mortalidad infantil. Lógicamente, entre los niños de 1 a 4 años su
importancia es ínfima, cercana al 1 por ciento de las muertes.
Gráfico 4.22
Mortalidad por causas perinatales según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.
02468
101214161820
1890
/94
1895
/99
1900
/04
1905
/09
1910
/14
1915
/19
1920
/24
1925
/29
1930
/34
1935
/39
1940
/44
1945
/49
1950
/54
1955
/59
1960
/64
1965
/69
1970
/74
1975
/79
1980
/84
1985
/89
1990
/94
1995
/99
2000
/02
período
tasa
por
mil
1-4-1 año
Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B.
La variación de la participación de este grupo a lo largo del período
analizado muestra, igual que para las malformaciones congénitas, un
importante incremento especialmente a partir de la década de 1930 (Cuadro
4.9 del Anexo B). Este hecho confirma la relación existente entre el
descenso del nivel de la mortalidad y la mayor participación de muertes por
causas de carácter endógeno.
Cuadro 4.3
Estructura de la mortalidad de la primera infancia según causas seleccionadas. Ciudad de Buenos Aires, 1890/2002.
Causa 1890-04 1905-29 1930-49 1950-69 1970-89 1990-02Tasa de mortalidad (por mil) 209.5 140.8 64.0 39.4 26.2 14.4 Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 Total causas seleccionadas 60.3 79.2 83.2 78.8 84.6 79.7 Subtotal exógenas 53.6 69.9 56.2 32.2 25.6 11.8
Infecciosas y parasitarias 14.6 13.6 13.4 7.9 10.2 2.8Diarrea y enteritis 13.1 28.0 17.0 4.6 2.8 0.4
Respiratorias 25.9 28.3 25.8 19.7 12.6 8.6Subtotal endógenas 6.7 9.3 27.0 46.6 59.0 67.9
Malformaciones congénitas 0.5 1.0 4.9 7.7 14.6 22.8Primera edad (perinatales) 6.2 8.3 22.1 38.9 44.4 45.1
Resto de causas 39.7 20.8 16.8 21.2 15.4 20.3 Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
79
Asimismo, a través del análisis de los valores consignados en el
Cuadro 4.2, se observa que hasta principios del siglo pasado los cinco
grupos de causas seleccionados representaron el 60 por ciento de las
muertes de menores de cinco años, mientras que a partir de 1905 se
encontraron cercanos al 80 por ciento de los casos. Es notoria la
modificación de la estructura de causas de la mortalidad a partir de 1930 y
especialmente después de 1950. Resulta evidente la reducción de la
proporción de muertes por causas de origen exógeno (infecciosas y
parasitarias, diarrea y enteritis y respiratorias) y la importancia progresiva
que cobran las muertes por causas de origen endógeno (anomalías
congénitas y perinatales), llegando a representar estas últimas el 68 por
ciento de las muertes de menores de un año en el período 1990-2002. Estos
valores comprueban que el descenso general de la mortalidad de la niñez
obedeció principalmente a la reducción de las muertes de origen exógeno.
En la categoría “resto de causas”, que se mantuvo desde comienzos del siglo
pasado en valores cercanos al 20 por ciento, se encuentran, entre otras, las
muertes debidas a accidentes, afecciones cardíacas, renales y tumores.
Gráfico 4.23
Tasa de mortalidad de la primera infancia y estructura según causas seleccionadas. Ciudad de Buenos Aires, 1890/2002.
01020304050607080
1890-1904
1905-1929
1930-1949
1950-1969
1970-1989
1990-2002
porc
enta
je
0
50
100
150
200
250
tasa
por
mil
Exógenas Endógenas TM
Fuente: Cuadro 4.2.
En síntesis, el nivel de la mortalidad de la primera infancia de la
Ciudad, al igual que el resto de los países analizados en un período de más de
cien años, se redujo el 97 por ciento (excepto Uruguay que lo hace en un 85
80
por ciento). A comienzos del período fue mayor al 300 por mil, un siglo
después era de 35 por mil y casi cuarenta años más tarde está por debajo del
11 por mil.
El análisis de la estructura por edad demostró que a una mayor tasa
de mortalidad le correspondió una mayor participación de muertes
postneonatales y de 1 a 4 años, y que a un menor nivel le correspondió una
mayor participación de muertes neonatales.
Los cambios experimentados por la estructura de las causas de
muerte que acompañaron el descenso de la mortalidad evidenciaron, a partir
de la década de 1950, la reducción de la proporción de muertes de origen
exógeno y la importancia progresiva que cobraron las muertes por causas de
origen endógeno, que llegaron a representar el 68 por ciento de las muertes
en el período 1990-2002. Este hecho permite concluir que el descenso de la
mortalidad de la niñez obedeció principalmente a la reducción de las
muertes exógenas, en especial las debidas a enfermedades infecciosas y
parasitarias y a diarrea y enteritis.
En el convencimiento de que el comportamiento de la mortalidad es
parte integrante de un proceso social más complejo y que es justamente el
proceso histórico concreto de la sociedad el que da significación a la
mortalidad en ella inserta, el análisis del marco sociopolítico así como de las
políticas y programas (que se profundizan en la segunda parte y en el Anexo
G), permitieron identificar algunos factores explicativos que se consideraron
relacionados con la tendencia de la mortalidad materno-infantil. En este
sentido, es fundamental que los responsables de las políticas de salud
comprendan el proceso social que se está desarrollando, ya que de esta
podrán comprender y analizar críticamente los medios más adecuados para
que los programas y acciones sean más efectivos.
81
5. La desigualdad social en la última década.
El propósito de este capítulo es caracterizar la desigualdad social de
la Ciudad durante la última década, a través de la evolución de la
conformación y dinámica del mercado de trabajo, la distribución de
ingresos, la incidencia de la pobreza y la cobertura de salud de la población.
Se considera imprescindible el análisis de estas dimensiones de la
desigualdad social para cumplir con el primero de los objetivos planteados1.
5.1. Indicadores seleccionados2.
Para el análisis del mercado de trabajo se utilizaron las tasas de
actividad, empleo, subocupación horaria, ocupación demandante y
desocupación. Para la distribución de ingresos se investigó la evolución del
ingreso medio total individual y per cápita familiar según quintil de
población y brecha de ingresos y la tendencia del producto bruto geográfico
de la Ciudad. La incidencia de la pobreza y la indigencia se midieron a
través de la proporción de personas y de hogares por debajo de ambas
líneas.
La importancia de la primera infancia en la desigualdad social se
investigó a partir de la pobreza medida por las Necesidades Básicas
Insatisfechas (NBI) y no por el método de los ingresos debido a que el
tamaño de la muestra de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) no
permite la apertura según la división geográfica dentro de la Ciudad y a la
escasa representatividad de la primera infancia en dicha muestra3. Se
consideró, para los años 1991 y 20014, el peso relativo de este grupo de
edad en el total de población NBI y la importancia de la población NBI en
este grupo etario. También para esos años se analizó la cobertura de salud de
la población total y de la primera infancia, según condición de NBI, como
aproximación a la temática de la atención entre los distintos sectores
sociales. 1 Determinar la relación entre la evolución de la salud infantil y de la desigualdad social en
la Ciudad. 2 Las definiciones se detallan en el Anexo C. 3 En el punto 3 del Anexo A se detallan los fundamentos. 4 Se seleccionaron estos años como representativos de lo ocurrido en la década de los 90 y
del 2000 debido a que la fuente de información utilizada son los censos de población.
83
5.2. Cambios experimentados.
5.2.1. Mercado de trabajo.
La población de la Ciudad históricamente se caracterizó por
presentar altos niveles de participación laboral. En la última década esta
situación se mantuvo, registrándose un crecimiento del 14 por ciento en los
niveles de actividad entre 1990 y 20025, pasando del 45,6 por ciento al 52,0
por ciento.6
El crecimiento de la actividad laboral que se dio en este período, en
los principales centros urbanos del país, incluyó un importante componente
de desocupación y subempleo. La Ciudad no estuvo alejada de este proceso
de deterioro general pero presentó niveles más elevados en el empleo y más
bajos en la subutilización total o parcial de la población activa que el resto
de los centros urbanos. Este mayor nivel de empleo y la menor
desocupación se observan al comparar (Gráficos 5.1 y 5.2) las tasas
específicas de empleo y desocupación del grupo 15-64 años de la Ciudad
con las del Aglomerado Gran Buenos Aires7.
Gráfico 5.1
Tasa específica de empleo del grupo 15-64 años. Ciudad de Buenos Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
0
20
40
60
80
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Ciudad Gran Bs. As.
Fuente: elaboración sobre la base de INDEC-EPH y GCBA.
5 Cuadro 5.1 del Anexo B. 6 Si bien se observan dos puntos de inflexión en la tendencia creciente de la tasa de
actividad, uno registrado en 1994 y otro en el 2001, coincidentes con dos crisis económicas importantes.
7 Este aglomerado es el único para el que existen las series completas para el período analizado.
84
Gráfico 5.2 Tasa específica de desocupación del grupo 15-64 años.
Ciudad de Buenos Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
05
10152025
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Ciudad Gran Bs. As.
Fuente: elaboración sobre la base de INDEC-EPH y GCBA.
En octubre de 2002 (según datos de la EPH – INDEC) la tasa de
empleo para el total de los aglomerados fue de 35,3 por ciento mientras que
en la Ciudad se elevó al 45,0 por ciento8. Por otra parte, el desempleo
abierto en el total de aglomerados afectó a un 17,8 por ciento de los activos
y en la Ciudad al 13,5 por ciento. En cuanto al subempleo visible o
insuficiencia horaria en el total de los aglomerados alcanzó el 19,9 por
ciento mientras que en la Ciudad fue del 14,2 por ciento.
Esta caracterización, que ubica a la fuerza de trabajo de la Ciudad en
una mejor posición relativa que el resto de los habitantes de los aglomerados
urbanos del país, no oculta la existencia de una problemática laboral. Más
allá de las variaciones de estas tasas e indicadores, a lo largo de los noventa,
y con el fin de señalar la tendencia negativa en la década, si se comparan los
valores de la desocupación y la subocupación horaria, entre 1990 y 2002, se
observa que la incidencia de la primera se triplica y la segunda se duplica9.
Como ya se señalara, a fines del período existían en la Ciudad
niveles significativos de participación en la actividad: más de cinco de cada
diez habitantes pertenecían a la población económicamente activa. Esta
participación global contiene situaciones diferenciales si se observa el
comportamiento por sexo.
Como muestra el Gráfico 5.3 en ningún año la tasa de actividad de
las mujeres supera a la de los varones, hecho que se relaciona con los roles
socialmente instituidos como modelos para cada género. Los varones 8 Cuadro 5.2 del Anexo B. 9 Cuadro 5.3 del Anexo B.
85
participan en el mercado laboral con independencia de su ciclo vital, sujetos
a su rol de proveedores económicos del hogar. Por el contrario, las mujeres
tienen en general una participación discontinua asociada a los cambios en el
ciclo vital, priorizando en muchos casos su rol en la reproducción biológica.
Gráfico 5.3
Tasas de actividad por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
05
101520253035404550556065
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o VarónMujerTotal
Fuente: Cuadro 5.1 del Anexo B.
No obstante, se destaca que el fuerte crecimiento registrado durante
la década de 1990 se debió en gran parte al aumento de la participación
femenina en el mercado de trabajo. Las tasas de actividad de los varones se
incrementaron el 4 por ciento entre octubre de 1990 y octubre de 2002,
mientras que para las mujeres ese aumento es del 27 por ciento. El nivel de
participación en octubre de 2002 fue de 60,5 por ciento para los varones y
de 44,7 por ciento para las mujeres, mientras que en octubre de 1990 era de
58 y 35,3 por ciento respectivamente. Debido al aumento de la participación
femenina se acortó la brecha entre ambos sexos en siete puntos porcentuales
(pasando de 22,7 a 15,8 por ciento). La crisis económica que se instaló en la
Argentina empujó a la mujer hacia el mercado laboral para aportar ingresos
a los deteriorados presupuestos familiares. “En distintos sectores sociales las
mujeres buscan incorporarse masivamente a la actividad remunerada y se la
ve recorrer trayectorias laborales cada vez más duraderas y menos
interrumpidas por circunstancias familiares, de modo semejante a las de sus
cónyuges.” (Wainerman, 2005). Esta nueva situación trastoca las prácticas
cotidianas que habían predominado hasta los años sesenta. Por otro lado, fue
evidente el incremento de la jefatura femenina: en la Ciudad, entre los años
86
1991 y 2001, creció el 9 por ciento, especialmente en los hogares
familiares10. Asimismo, se percibe una mayor demanda de mano de obra
femenina por la reducción de costos, ya que a igual trabajo se les paga
menor salario que a los varones.
También las tasas de empleo muestran una situación diferente por
sexo; entre octubre de 1990 y octubre de 2002 los varones registraron una
caída del empleo del 4 por ciento y las mujeres lo incrementaron el 3 por
ciento, lo que mostraría un proceso de destrucción neta de empleos que
afectó más a los varones. Existe también un cambio cultural reflejado en una
creciente participación de la mujer en las actividades económicas.
Gráfico 5.4
Tasas de empleo por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
0
10
20
30
40
50
60
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
%
Varón
Mujer
Fuente: Cuadro 5.2 del Anexo B.
Al examinar la evolución registrada por estos dos indicadores entre
octubre de 2001 y octubre de 2002 se advierte un aumento de la tasa de
actividad (3,6 por ciento) acompañado por un incremento no menos
relevante de la tasa de empleo (4,7 por ciento). El aumento simultáneo de
los niveles de actividad y empleo, tras un período caracterizado por la
evolución decreciente de los mismos, estaría dando cuenta de una expansión
de las oportunidades de empleo expresadas tanto en la mayor participación
económica como en la recuperación de los niveles ocupacionales.
En correspondencia con esta situación puede apreciarse un fuerte
incremento de la tasa de desocupación abierta (214 por ciento entre octubre 10 Para el año 2001 la participación de la jefatura femenina fue del 22 por ciento entre los
hogares nucleares, 41 por ciento en los compuestos y 44 por ciento en los extendidos.
87
de 1990 y octubre de 2002), colocándose a fines del período al mismo nivel
que el observado en 1995, cuando tuvieron lugar los niveles más altos de la
desocupación en Argentina. Si bien el aumento en el último bienio fue tan
brusco como entonces, el crecimiento del desempleo presenta una tendencia
relativamente sostenida desde octubre de 1999 y una leve mejoría en
octubre de 2002 (pasó de 14,3 por ciento a 13,5 por ciento). La política
económica implementada en la década de los noventa, caracterizada por la
apertura, la desregulación, la privatización y un sistema de cambio fijo que
sobrevaluaba el peso, produjo una creciente desocupación, mayor
precarización, caída de los ingresos y deterioro en su distribución.
La participación laboral según la posición que se ocupa en el hogar
permite una aproximación a las estrategias laborales que implementan las
unidades domésticas frente a las diversas situaciones socioeconómicas que
impactan en su desarrollo familiar. En este sentido, se destaca la
participación en la fuerza de trabajo de los jefes de hogar por la importancia
asignada socialmente a su rol en el sostén económico de los mismos. Su
desocupación da cuenta de la envergadura de la crisis laboral. Pierde el
trabajo y queda afectado por la exclusión, un grupo de trabajadores que
históricamente se había mantenido a salvo de los cambios generados por los
modelos de acumulación, y que por las razones señaladas afecta al grupo
familiar y a su dinámica.
Gráfico 5.5
Tasas de desocupación del jefe del hogar. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
02468
101214
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Fuente: elaboración sobre la base de INDEC-EPH y GCBA.
La participación de los jefes de hogar en el total de desocupados de
la Ciudad describe una tendencia fluctuante durante el primer quinquenio de
88
la década pasada y a partir de 1997 registra un incremento sostenido,
llegando a representar el 40 por ciento de los desocupados en octubre de
200211.
Otra de las características recientes de los cambios operados en el
mercado de trabajo es el incremento de la precariedad laboral. La
proporción de asalariados que no registra descuentos jubilatorios se elevó a
mediados de la década de 1990 y, a partir de allí, se mantuvo estable en
valores cercanos al 29 por ciento. Pese al aumento, la proporción de
asalariados precarios de la Ciudad fue muy inferior al promedio nacional,
que llegó en el 2002 a superar el 50 por ciento.
Gráfico 5.6
Proporción de asalariados sin descuentos jubilatorios. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
05
101520253035
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Fuente: elaboración sobre la base de GCBA (2003a).
Considerando que la jornada de trabajo de los ocupados constituye
un primer indicador para dar cuenta de la calidad del empleo, un aumento
importante de la subocupación por insuficiencia horaria, como el observado
en la Ciudad, implica que la jornada laboral típica pierde significación y
deja de ser referente de la jornada de trabajo adecuada, tanto en horas como
en ingresos. La evolución de la subocupación horaria verifica una tendencia
similar a la de la desocupación abierta, aunque a un ritmo más lento que
aquélla hasta el 2001 (creció el 51 por ciento entre octubre de 1990 y
octubre de 2002). El promedio de horas semanales trabajadas por la
población ocupada se redujo el 4 por ciento entre los extremos del período
analizado (en 1990 eran 44 horas y en 2002 fueron 42,2 horas).
11 Cuadro 5.4 del Anexo B.
89
Otro indicador de la creciente vulnerabilidad que afecta a la fuerza
de trabajo y da cuenta más acabadamente de la real presión sobre el
mercado laboral, es la demanda de empleo. Los demandantes de empleo
forman parte de la población económicamente activa cuando buscan porque
no lo tienen, o porque aún teniendo lo quieren cambiar o agregar otra
ocupación. Este indicador da cuenta de una realidad que cobra mayor fuerza
a partir de octubre de 1998 y especialmente en la década del 2000. Para el
último bienio analizado dos de cada diez activos se encontraban buscando
trabajo pese a estar ya ocupados, pero trepa a tres y medio de cada diez
activos si se tiene en cuenta la demanda total (ocupados demandantes más
desocupados). La principal causa que explica este comportamiento es el
descontento de los ocupados con sus condiciones de trabajo, los
desocupados que buscaban inserción y los antiguos inactivos, que ante la
crisis, demandaban un empleo para mejorar los ingresos familiares
descendentes.
Gráfico 5.7
Tasas de subocupación horaria, ocupación demandante y desocupación.. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
0
5
10
15
20
25
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Subocupación horaria Ocupación demandante Desocupación
Fuente: Cuadro 5.3 del Anexo B.
Se destaca que la presión sobre el mercado de trabajo se duplicó
entre octubre de 1990 y octubre de 2002 (pasó de 17,5 a 35,1 por ciento).
En síntesis, el funcionamiento del mercado de trabajo de la Ciudad
fue afectado por las políticas económicas aplicadas en nuestro país durante
los noventa. Ellas generaron un fuerte impacto sobre las condiciones de vida
de la población, especialmente la fuerza de trabajo que se vio afectada por la
90
pérdida de puestos estables, por el incremento de la desocupación, la
subocupación horaria y la precariedad laboral y la disminución del promedio
de horas semanales trabajadas.
5.2.2. La distribución de ingresos.
Los cambios experimentados en el mercado de trabajo tuvieron su
correlato en la distribución de ingresos. Al analizar la situación de los
ingresos de la población, a valores constantes de 200212, se observa una
caída brusca del ingreso medio en el último bienio. En octubre de 2002 el
promedio del ingreso total individual de la población de la Ciudad registró
el mismo nivel que registraba en octubre de 1990 ($ 904).
Teniendo en cuenta el ingreso medio según quintiles, el impacto fue
mayor entre las personas de menores ingresos, no sólo porque la reducción
porcentual fue más importante (22 por ciento) sino porque el nivel de
ingresos de octubre de 2002 fue muy reducido ($ 180). De esta manera, el
20 por ciento de la población con ingresos promedio más elevados ($ 2429)
concentraba más de la mitad del total de ingresos de la Ciudad; en el otro
extremo de la distribución, el 20 por ciento con ingresos más bajos sólo
recibía el 4 por ciento del ingreso total. La brecha se incrementó a partir de
octubre de 1992 y permaneció más o menos estable desde 1997 en adelante.
Los ingresos individuales totales promedio del quintil más alto en octubre
de 2002 contienen casi 14 veces a los del quintil más bajo mientras que en
octubre de 1990 lo hacía en 11 veces. Es decir, la brecha de ingresos en el
ingreso medio de las personas se incrementó (Gráfico 5.8).
Si se compara la brecha de ingresos de la Ciudad con la del total de
los aglomerados urbanos del país, para el período en que es factible la
comparación, se observa que la brecha de la Ciudad, en general, superó al
promedio urbano del país (Gráfico 5.9). Es decir, en la Ciudad, entre octubre
de 1996 y octubre de 2002, hubo mayor desigualdad en la distribución de
los ingresos.
12 Cuadro 5.5 del Anexo B.
91
Gráfico 5.8 Brecha de ingresos en el ingreso medio total individual. Ciudad de Buenos Aires, octubre 1990 – octubre 2002.
0
3
6
9
12
15
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Fuente: Cuadro 5.5 del Anexo B.
Gráfico 5.9
Brecha de ingresos en el ingreso medio total individual. Ciudad de Buenos Aires y total de aglomerados urbanos, octubre 1996 – octubre 2002.
02468
101214
1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
año
por c
ient
o
Ciudad Total país
Fuente: elaboración sobre la base de GCBA (2003a) e INDEC (tabulados EPH).
Al analizar el ingreso medio per cápita familiar según quintiles de
población13 (Gráfico 5.10), se observa que la brecha de ingresos se
incrementó a partir de 1995 y especialmente desde octubre de 2000. Los
ingresos medios per cápita familiar del quintil más alto en octubre de 2002,
contienen cerca de 12 veces a los del quintil más bajo, mientras que en
octubre de 1990 lo hacía 9 veces.
13 No es posible comparar con los datos de otros aglomerados ya que INDEC utiliza la
distribución según quintil de hogar y GCBA según quintil de población. Por otro lado, si quisieran usarse las tablas elaboradas por INDEC se observa que en ellas se aplica la misma distribución de ingresos per-cápita familiar según quintil de hogar del Aglomerado Gran Buenos Aires a los Partidos del Gran Buenos Aires y a la Ciudad de Buenos Aires, no elaborando la distribución de cada aglomerado lo que no permite comparaciones a su interior.
92
En el Cuadro 5.1 se presenta la proporción del ingreso familiar per-
cápita correspondiente a cada quintil así como el ingreso medio de cada uno
de ellos para los años extremos del período analizado. Estos valores
permiten verificar que sólo los dos primeros quintiles, es decir, los de
menores ingresos, disminuyeron su participación en el ingreso total y fueron
los más pobres los que mostraron las disminuciones más importantes.
Gráfico 5.10
Brecha de ingresos en el ingreso per-cápita familiar. Ciudad de Buenos Aires, octubre 1990 – octubre 2002.
0
3
6
9
12
15
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Fuente: Cuadro 5.6 del Anexo B.
Cuadro 5.1
Distribución del ingreso familiar per cápita. Variaciones relativas porcentuales. Ciudad de Buenos Aires, 1990 y 2002.
1990 2002 Var. Relativa % 2002/1990
Quintil % del
ingreso Ingreso medio
% del ingreso
Ingreso medio
% del ingreso
Ingreso medio
1 5,6 154 4,3 120 -23,2 -22,12 9,8 272 8,6 241 -12,2 -11,43 13,9 384 14,0 392 0,7 2,14 20,9 579 22,5 628 7,7 8,55 49,8 1379 50,6 1415 1,6 2,6
Total 100,0 555 100,0 558 Fuente: Cuadros 5.6 y 5.8 del Anexo B.
En resumen, el modelo económico instaurado a partir de 1989
acentuó la disociación entre el crecimiento del producto bruto geográfico y
la distribución del ingreso. Mientras el producto bruto14 tuvo un crecimiento
importante, del 26 por ciento entre 1993 y 2000, la distribución del ingreso
mostró tendencia a una mayor concentración. En el quinto quintil se observa 14 Cuadro 5.9 del Anexo B.
93
una concentración creciente (cercana al 51 por ciento a fines del período) en
detrimento de los dos primeros, que reducen su participación en 2,5 puntos
porcentuales, concentrando el 12,9 por ciento del total. Por otro lado, lo
ocurrido con el tercer y cuarto quintil refleja que los sectores medios de la
sociedad fueron afectados, aunque menos que los dos primeros.
5.2.3 Pobreza e indigencia.
Las desigualdades en la distribución del ingreso están asociadas a
aumentos en las desigualdades de las condiciones de vida que se
profundizaron en el tiempo, ampliando la brecha entre ricos y pobres.
El crecimiento económico es un elemento positivo pero no siempre
determinante de cambios en la situación social. El nuevo modelo, instaurado
a partir del Consenso de Washington, presumía que el libre funcionamiento
de los mercados permitiría, de alguna manera, por derrame, el crecimiento
de la economía argentina y un beneficio generalizado. Lamentablemente,
esto no sucedió. La evidencia empírica demuestra que la Ciudad no pudo
escapar al proceso socioeconómico que desde fines de los 80 vino
cambiando la fisonomía del país y cuyo indicador más dramático es el
aumento de la pobreza15.
En el período 1991-2000 la incidencia de los hogares pobres se
redujo un 10 por ciento y la de los indigentes se incrementó el 56 por ciento,
mientras que en el trienio 2000-2002 ambas incidencias aumentaron (el 139
y 164 por ciento respectivamente) afectadas indudablemente por el
crecimiento de la desocupación, la caída de los ingresos y la evolución de la
desigualdad en el ingreso medio per cápita familiar (Gráfico 5.11).
Por otro lado y debido a la mayor fecundidad de los sectores pobres,
en el período 1991-2000, es aún más notorio el aumento de la proporción de
personas por debajo de la línea de pobreza (17,3 por ciento) y de indigencia
(55,6 por ciento). En el trienio 2000-2002 aumentaron el 123,2 y el 216,7
por ciento respectivamente (Gráfico 5.12).
15 Cuadro 5.10 del Anexo B.
94
Gráfico 5.11 Proporción de hogares pobres e indigentes.
Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1991-Octubre 2002.
0
5
10
15
20
25
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Pobreza Indigencia
Fuente: Cuadro 5.10 del Anexo B.
Gráfico 5.12
Proporción de población bajo la línea de pobreza e indigencia. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1991-Octubre 2002.
0
5
10
15
20
25
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
por c
ient
o
Pobreza Indigencia
Fuente: Cuadro 5.10 del Anexo B.
Este comportamiento demográfico diferenciado provoca que una alta
proporción de niños menores de 5 años, que viven en un medio familiar y
social desfavorable, tengan una menor calidad de vida. Se demostró que el
grupo que más sufre la pobreza son los niños y en consecuencia son ellos
los principales afectados cuando la pobreza crece.
5.3 Importancia de la primera infancia en la desigualdad social.
5.3.1 En la pobreza.
Si bien en la última década se registró en la Ciudad un aumento de la
desigualdad en los ingresos, el crecimiento de la población pobre e
indigente, omitiendo el año 2002, no fue tan importante. No obstante existen
95
evidencias empíricas que muestran que los niños son los más
perjudicados16. Sirva como ejemplo que para el Aglomerado Gran Buenos
Aires la proporción de personas por debajo de la línea de pobreza fue de
21,5 por ciento en 1991 llegando a 35,4 por ciento en 2001, mientras que el
porcentaje de personas por debajo de la línea de indigencia fue de 3 por
ciento y ascendió a 12,2 por ciento para el 2001.
Una situación aún más grave se registró para la primera infancia. En
1991 la proporción de niños pobres menores de un año era del 30 por ciento
y ascendió al 46 por ciento en 2001, mientras que la incidencia entre los
niños de 1 a 4 años pasó del 32 al 48 por ciento en igual período. Con
respecto a la línea de indigencia, para ambos grupos de edad, pasó del 4 por
ciento en 1991 al 18 por ciento para 2001. Puede afirmarse que durante la
última década la incidencia de la pobreza entre los niños menores de 5 años
del aglomerado casi se duplicó mientras que la proporción de indigentes se
cuadruplicó.
Cuadro 5.2
Proporción de la primera infancia bajo la línea de pobreza e indigencia por grupo de edad. Aglomerado Gran Buenos Aires, 1991 y 2001.
Línea de pobreza e indigencia por grupo de edad
1991
2001
% de menores de 1 año bajo LP 29,8 45,9 % de 1 a 4 años bajo LP 31,6 48,1 % de menores de 1 año bajo LI 4,1 18,0 % de 1 a 4 años bajo LI 4,6 18,0
Fuente: INDEC/UNICEF, 2003, Cuadro 6.8.
Para analizar lo ocurrido en la Ciudad con la primera infancia fue
necesario recurrir a otro indicador, el índice de necesidades básicas
insatisfechas (NBI), indicador compuesto que resume en cierta forma las
condiciones del ambiente físico, socioeconómico y educacional de la
16 Las diferencias sociales en la primera infancia se abordaron de acuerdo a las
posibilidades de las distintas fuentes (ver Anexo A punto 3). A partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares se analizó la importancia de la primera infancia en la población pobre e indigente del Aglomerado Gran Buenos Aires. Cuando la información proviene del Censo de Población se consideró como indicador de pobreza el Indice de Necesidades Básicas Insatisfechas que permitió asociar pobreza con falta de cobertura de salud para la Ciudad de Buenos Aires.
96
población y permite aproximarse al panorama de la pobreza estructural17. La
evidencia empírica demuestra que la pobreza estructural prácticamente no se
modificó durante la última década si bien afectó más a la primera infancia
que a la población total.
Cuadro 5.3
Condición NBI en la población. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001.
Condición NBI 1991 2001 En el total de la población 7,6 7,8En la primera infancia 15,0 15,6La primera infancia en el total NBI 12,4 11,4
Fuente: elaboración sobre la base de censos de población.
Pocas veces se establece la diferencia entre la pobreza infantil y la
pobreza en general. Los niños pobres tienen una crianza que les inhibe las
oportunidades de un desarrollo sano en los primeros años que puede
malograr el resto de su vida. La pobreza material, por ejemplo, comenzar el
día sin un alimento nutritivo, dificulta la capacidad cognoscitiva y el
crecimiento físico. También los afecta la deficiencia del hábitat, los malos
hábitos de higiene del hogar y la carencia de conductas preventivas y de
tratamiento de las enfermedades. La pobreza no solamente provoca el
sufrimiento entre los niños sino que también los afecta en la raíz misma de
su potencial de desarrollo: su mente y su cuerpo en crecimiento. Según la
Organización Mundial de la Salud (1999) quienes viven en la pobreza
absoluta tienen una probabilidad cinco veces mayor de morir antes de los
cinco años de edad que quienes pertenecen a grupos de ingresos más
elevados.
5.3.2 En la cobertura de salud.
La experiencia histórica demuestra que cuando una sociedad se
empobrece se produce un empeoramiento en las condiciones de salud de sus
integrantes. Esta constatación lleva a reflexionar sobre la existencia de 17 El método de la línea de pobreza se apoya en la noción de capacidad de acceso mediante
un ingreso suficiente a las necesidades de consumo básico en un hogar; en cambio el método de las necesidades básicas insatisfechas se sostiene sobre la existencia de necesidades esenciales específicas que el hogar no pudo satisfacer en referencia a un umbral crítico. Este último remite a aspectos estructurales, mientras que los ingresos de los hogares están más relacionados con las condiciones coyunturales.
97
disparidades en la cobertura de salud y por ende en la atención de la salud
entre los distintos sectores sociales, y específicamente en el grupo más
vulnerable que son los niños. Por otro lado, en los últimos años se produjo
una estratificación en el acceso a los servicios de salud que se relaciona con
los niveles socioeconómicos de la población. Los sectores de mayores
ingresos están en condiciones de pagar medicina privada directamente o
contratando seguros. Los asalariados registrados son atendidos por un
sistema de seguridad social cuya atención depende de la calidad de las obras
sociales, muy diferentes entre sí, y que más de una vez incluyen
prestaciones deficientes. Por último, los grupos de menores recursos, no
tienen otra opción que acudir a un deteriorado sistema público de salud.
Para verificar esta afirmación y confirmar la mayor desprotección de
la infancia se analizó lo ocurrido en la Ciudad entre 1991 y 2001, tomando
como indicador la falta de cobertura de salud y la condición NBI, a partir
del procesamiento de los datos censales de ambos años18. Se asumió que
aquellos sin cobertura explícita podían utilizar los servicios públicos.
La evidencia empírica muestra que tanto para la población pobre
como para la no pobre se incrementó (entre los primeros en el 41 por ciento
y entre los segundos en el 36 por ciento) la proporción de aquellos sin
cobertura explícita. Es decir, de aquellos que no tienen protección de la
seguridad social (obra social) y/o seguros privados. Es indudable que esta
situación es mucho más grave entre los pobres donde la participación de la
cobertura del sistema público triplica la de los no pobres. Como se señalara
los pobres están más expuestos a enfermedades por falta de recursos, escaso
conocimiento sobre los temas de salud, insuficiente nutrición, poco uso de
los servicios de salud y menor acceso a una atención de calidad.
Esta desprotección es aún más evidente entre los niños y entre ellos
los pobres, donde los niveles de cobertura del sistema público son
superiores al 50 por ciento para 1991 y llegan a superar el 70 por ciento para
el 2001.
Con el objeto de profundizar el análisis y tratar de descubrir cómo
las modificaciones en el mercado de trabajo incidieron no sólo en la falta de
cobertura sino en el tipo de cobertura de la población, se analizó la 18 Cuadro 5.11 del Anexo B.
98
población en hogares particulares por condición NBI y tipo de cobertura en
salud. Los valores obtenidos verifican para los pobres y no pobres, la
reducción de la proporción con obra social y la importante caída de la
población con obra social y plan médico o mutual. Se destaca que estas
disminuciones afectaron con mayor intensidad a los pobres donde la
cobertura de obra social pasó del 44 al 31 por ciento, mientras que en los no
pobres pasó del 53 al 47 por ciento19.
Evidentemente los cambios en las relaciones de trabajo y la
precariedad laboral afectaron profundamente las posibilidades de una
inserción estable. Esto provocó, para un número importante de familias, la
pérdida de la obra social y les generó la dependencia de un sistema público
colapsado. Esta pérdida afectó a los niños en dos aspectos inherentes a su
salud: la prevención y la atención. En la prevención se pierde la figura del
médico de cabecera quien, mediante un trato personalizado, contiene y
asesora a la familia y efectúa el seguimiento de los controles de peso y talla
y del calendario de vacunas. No reciben los beneficios del programa
materno infantil que además de la prevención implica la nutrición, a través
de la entrega de leche en polvo fortificada con minerales y vitaminas. En el
caso de una enfermedad carecen de la cobertura del costo de los
medicamentos (total hasta el primer año de vida y luego parcial) y de la
gratuidad de los estudios de diagnóstico. Si necesitaran una internación no
podrían elegir el establecimiento, recibiendo además un servicio de hotelería
diferenciado. Tampoco tienen la cobertura, total o parcial, de otros servicios
conexos: subsidios, ortopedia y prótesis, traslados, servicios de emergencia
e internación domiciliaria.
Para acceder a estas coberturas en el servicio público, las familias sin
seguro de salud necesitan probar su condición de pobreza y pasar por los
inconvenientes de trámites burocráticos y largas esperas para el
otorgamiento de turnos.
En síntesis, el incremento de la desocupación abierta, la
subocupación horaria y la precariedad laboral, así como la caída de los
ingresos familiares per cápita, en un contexto de agravamiento de su
desigual distribución, acentuó la inequidad. Los menores ingresos familiares 19 Cuadro 5.11 del Anexo B.
99
per cápita configuran una situación de pobreza de capacidades y de medios
y cercenan las posibilidades de asegurar a los niños un crecimiento pleno de
todas sus potencialidades.
100
6. Espacialización de la desigualdad social.
En el capítulo anterior se señaló que en la última década se
produjeron en Buenos Aires transformaciones que suponen un cambio
respecto de las tendencias de la evolución económica y social dominantes
hasta la década de los 80. Esta situación no fue homogénea dentro de la
Ciudad, por lo tanto, el propósito de este capítulo es verificar la existencia
de distintas realidades sociales utilizando la información socioeconómica
disponible para el total de la Ciudad y cada una de sus divisiones
geográficas.
Se seleccionó la Circunscripción Electoral (CE), una de las distintas
divisiones de la Ciudad, por ser la utilizada para la elaboración de las
estadísticas vitales, imprescindibles para el estudio de los diferenciales de la
salud-enfermedad de la primera infancia que permitirá con posterioridad
investigar las relaciones espaciales entre desigualdad social y situación de la
salud-enfermedad.
Las CE son veintiocho y constituyen los segmentos territoriales para
la organización y realización de los comicios electorales. Agrupadas
conforman los dieciséis Centros de Gestión y Participación, que son
unidades políticas administrativas, cuya finalidad, hasta la aparición de las
Comunas, fue la prestación descentralizada de los servicios. Con distintos
límites, existen veintiún Distritos Escolares que tienen como función dividir
la Ciudad para supervisar el sistema escolar, y cuarenta y siete Barrios que
constituyen las unidades territoriales que cristalizan la historia y la identidad
popular de los vecinos.
6.1 Indicadores seleccionados.
Las fuentes de información utilizadas fueron los censos de
población, hogares y viviendas de los años 1991 y 20011, única fuente hasta
el momento que permite elaborar indicadores de desigualdad espacial, con
este nivel de apertura.
1 Que se tomarán como representativos de las realidades sociales de las décadas de 1990 y
2000 respectivamente.
101
Coincidiendo con el pensamiento compartido por diferentes autores
(Oszlak, 1991; Evans et. al., 1996; Formiga, 2003 y Trifiró, 2003) se
considera que existen factores del entorno social, externos al sistema
sanitario, que ejercen una influencia fundamental sobre la salud de la
población. Así se seleccionaron, en la medida de lo posible2, indicadores
determinantes de las condiciones de vida de la población, referidos no sólo a
características estructurales, sino también los que señalan posibilidades
futuras de mejoramiento de esas condiciones a través del desarrollo
individual y familiar3. La pobreza se investigó a partir de la medición de las
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), considerando el peso relativo en la
población total y en la primera infancia, así como la importancia relativa de
esta última en el total de población NBI. Con el propósito de indagar la
desigualdad del medio-ambiente, considerado como variable próxima del
proceso salud-enfermedad, se analizó por separado la participación relativa
en la población total de cada indicador NBI4. De esta manera se pudo
conocer la distribución espacial de los indicadores relacionados con el
hábitat: vivienda inconveniente, hacinamiento y falta de retrete.
La desigualdad en educación se investigó a partir de distintas
variables: 1) la población que asiste a establecimientos privados sobre el
total de la que asisten; 2) los niños de 6 a 12 años no escolarizados5; 3) los
jóvenes no escolarizados de 15 a 19 años y 4) los de 20 a 24 años que no
asisten a la enseñanza.
Los indicadores mencionados se elaboraron para ambos censos, pero
para el último se incorporaron otros referidos a las condiciones económicas
del hogar (población NBI por capacidad de subsistencia, tasa de empleo y
de desocupación del jefe del hogar), al acceso diferencial a los servicios de
salud (la falta de cobertura explícita en la población total y en la primera
infancia) y la calidad del hábitat (calidad de los materiales de la vivienda).
2 En el censo de 1991 se aplicó una muestra para el relevamiento de la mayoría de los
indicadores socioeconómicos, no representativa a nivel de Circunscripción Electoral, que no permitió elaborar los mismos indicadores para ambos censos. No obstante el análisis de los cambios interperíodo se basa en los indicadores comparables para ambos censos.
3 Ver definiciones en el Anexo C. 4 Para el censo 1991 se utilizan 4 indicadores debido a que la capacidad de subsistencia no
es posible calcularla porque la condición de actividad fue relevada por muestra realizada a partir de los Distritos Escolares.
5 Cuarto indicador NBI.
102
Siguiendo el pensamiento de diferentes autores (Mckeown, 1979;
Black et. al., 1982; Bronfman y Tuirán, 1983; Puffer y Serrano, 1988;
Behm, 1992; Torrado, 1992; Wilkinson, 1997 y Marmot, 2005) y en el
convencimiento de que la posición social influye en el nivel de la salud
(quienes tienen una posición más alta tienden a disfrutar de mejor salud),
con estos indicadores se investigó la desigualdad socio-espacial y elaboró
una estratificación en zonas6 que posteriormente se comparó con la obtenida
a partir de los indicadores seleccionados para el análisis de la salud-
enfermedad de la primera infancia.
6.2 La situación en la década de 1990.
Las condiciones del hábitat constituyen indicadores muy
significativos en la determinación de la calidad de vida de los hogares y
específicamente, en la delimitación de grupos de pobreza estructural y de
“riesgo social”.
En la década de 1990 cerca del 8 por ciento de la población en
hogares particulares registró necesidades básicas insatisfechas, estaban
significativamente privados de una vivienda adecuada, en condiciones de
hacinamiento o de malas condiciones sanitarias o carentes de las
oportunidades que les posibilitarían su subsistencia y desarrollo (problemas
de asistencia escolar de los niños y capacidad de subsistencia). Esta
proporción casi se duplica si observamos la participación de estas
privaciones entre los menores de cinco años (15 por ciento), grupo etario
que a su vez representaba el 12,4 por ciento del total de la población NBI de
la Ciudad7.
De los indicadores que componen el NBI, la vivienda inconveniente
es la que registraba mayor incidencia (4,2 por ciento), siguiéndole en orden
de importancia el hacinamiento (3,8 por ciento), las condiciones sanitarias8
(1,2 por ciento) y la no asistencia escolar de los niños (0,5 por ciento).
Los logros educativos se asocian estrechamente con la condición de
pobreza de los hogares, ya que los que llegan a los niveles medio y superior
6 Aplicando el método de los conglomerados de K medias. 7 Cuadro 6.1 del Anexo B. 8 Hogares que no tuvieran ningún tipo de retrete.
103
están en situaciones más ventajosas desde el punto de vista social. Es decir,
los niños y jóvenes que abandonaron la escuela disponen de menor capital
cultural y social, lo que determina menor autonomía y menor libertad de
elección frente a las opciones de vida. Desde esta perspectiva, “la pobreza
debe concebirse como la privación de capacidades básicas y no meramente
como falta de ingresos, que es el criterio habitual con el que se identifica a
la pobreza. La “pobreza real” (entendida como privación de capacidades)
puede ser, en un importante sentido, mayor que la que aparece en el espacio
de las rentas” (Sen, 2000:115). Esta perspectiva contribuye a comprender
mejor la naturaleza y las causas de la pobreza y la privación, trasladando la
atención, principalmente, a las libertades necesarias para poder satisfacer los
fines que los individuos persiguen.
En este sentido, si bien la escolaridad de los niños en la Ciudad era
alta9, distinta es la situación cuando se analizan las proporciones de jóvenes
no escolarizados de 15 a 19 años (24,5 por ciento) o los de 20 a 24 años que
no asistían a la enseñanza (56,5 por ciento).
Al investigar las diferencias espaciales, se observa que los mayores
riesgos relativos10 se encuentran en los indicadores: vivienda inconveniente
(70,5), población NBI total (11,8), niños de 0-4 NBI (11,0) y condiciones
sanitarias (10,3). Las CE 4 (Boca), 2 (Parque Patricios, Barracas y Nueva
Pompeya) y la 22 (Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati) son las
que presentan los valores máximos o de mayor riesgo, mientras que las CE
25 (Villa Devoto y Villa Real) y 27 (Villa Pueyrredón, Saavedra y Villa
Urquiza) las que registran los menores, es decir las mejores condiciones de
vida11.
Los valores muestran la segregación espacial del Sur con respecto al
resto de la Ciudad, situación que se expresa en la fragmentación territorial
en términos sociales y habitacionales. El Sur presenta una alta concentración
de pobreza; predominan las villas y barrios carenciados, los inquilinatos,
casas tomadas, hoteles familiares y pensiones, con problemas de provisión
9 La tasa de asistencia escolar de los niños entre 6 y 12 años era de 98,4 por ciento, superior
en 2,5 puntos porcentuales a la del total del país. 10 Para medir la desigualdad, se utilizó la relación entre el valor de mayor nivel y el de
menor nivel para cada indicador, es decir la brecha. 11 Cuadro 6.1 del Anexo B.
104
de algunos servicios esenciales. Asimismo tiene los mayores niveles de
hacinamiento y déficit habitacional (GCBA, Secretaría de Medio Ambiente
y Desarrollo Regional, 2000).
A partir de los indicadores seleccionados y con el objeto de elaborar
una estratificación en zonas, se utilizó el procedimiento de los
conglomerados de k medias, técnica multivariable que permite agrupar los
casos en función de la similitud existente entre ellos12.
Como resultado de su aplicación, se agruparon las CE en tres
conglomerados que según la situación social de su población, se identifican
como “alta”, “media” y “baja”, correspondientes a los conglomerados 1, 2 y
3 respectivamente13.
En la situación social “alta”, que agrupa a diecisiete CE14, se ubican
las que presentan mejores niveles en los indicadores seleccionados, es decir
menor proporción de población NBI (sea ésta total o de la primera infancia),
mejores condiciones del hábitat15 y de asistencia escolar16, que se sitúan en
las zonas norte, oeste y centro de la Ciudad (Mapa 6.1). En la situación
“baja” se ubican sólo tres CE que pertenecen a la zona sur17 y finalmente, en
la situación “media”, se encuentran ocho CE que se ubican en la zona este y
sur de la Ciudad18.
12 Ver Anexo F. 13 Cuadro 1.1.3 del Anexo F. 14 Cuadro 1.1.4 del Anexo F. 15 Menor proporción de hacinamiento (más de tres personas por cuarto), de vivienda de tipo
inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u otro tipo) y de malas condiciones sanitarias (hogares sin retrete).
16 Mayor proporción de asistencia a establecimientos privados y mayor escolarización, tanto entre los niños como entre los jóvenes.
17 Boca, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati. 18 San Nicolás, Monserrat, Constitución, Barracas, San Telmo, Balvanera, San Cristóbal,
Nueva Pompeya y el bajo Flores.
105
Mapa 6.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década de 1990.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
Referenciasaltamediabaja
Fuente: Cuadro 6.3 del Anexo B.
6.3 La situación en la década del 2000.
Los indicadores seleccionados para el análisis de la población con
NBI, para el total de la Ciudad, presentan niveles similares a los registrados
en la década anterior19. Se observa un menor nivel en el indicador
condiciones sanitarias20 debido, probablemente, a las obras de saneamiento
del medio ambiente que realizara el gobierno de la Ciudad en las villas de
emergencia. A partir del indicador capacidad de subsistencia, se observa que
el 1,3 por ciento de la población residía en hogares con 4 o más personas
por miembro ocupado y cuyo jefe tenía baja educación. Este indicador se
ubica en tercer lugar en importancia entre los cinco indicadores de NBI,
detrás de vivienda de tipo inconveniente (4,8 por ciento) y hacinamiento del
hogar (3,2 por ciento).
19 Cuadro 6.2 del Anexo B. 20 Es el 0,3 por ciento frente al 1,2 por ciento de la década anterior.
106
Con respecto a la escolaridad, como era de esperar, se incrementó en
todos los niveles, especialmente entre los jóvenes. Los no escolarizados
representan el 16,3 por ciento entre los 15 y 19 años y cerca de la mitad
entre los 20 y 24 años.
Para esta década se elaboraron otros indicadores de situación social,
referidos a las condiciones económicas del hogar, al acceso diferencial a los
servicios de salud y a la calidad del medio-ambiente. Con respecto a las
condiciones económicas del hogar, analizadas a partir de las tasas de empleo
y de desocupación de los jefes del hogar, se observa que el 61 por ciento de
los mismos estaba empleado y el 12,5 por ciento desocupado. Al tener en
cuenta la desprotección de la población en cuanto a su cobertura de salud,
cerca de la cuarta parte de la población tenía sólo cobertura del sector
público21, llegando a representar la tercera parte en el caso de la primera
infancia. Por otro lado, cerca del 8 por ciento de los hogares presentaban
mala calidad en los materiales de la vivienda22.
Al analizar la desigualdad social espacial se observa que los mayores
riesgos relativos se encuentran, al igual que en la década anterior, en los
indicadores: vivienda inconveniente (71,3), población NBI total (13,7),
niños de 0-4 NBI (14,8) y condiciones sanitarias (35,0), a los que se
agregan: hacinamiento (15,4), niños no escolarizados (11,6) y hogares con
mala calidad de los materiales (10,8). Las CE que presentan mayores riesgos
son la 2 (Parque Patricios, Barracas y Nueva Pompeya), 4 (Boca), 13
(Monserrat) y la 22 (Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati). En el
otro extremo, las CE 19 (Recoleta) y 25 (Villa Devoto y Villa Real), son las
que registran las mejores condiciones de vida.
Los resultados de la aplicación del procedimiento de los
conglomerados de k medias permitieron agrupar las CE, según la situación
social de su población, en tres zonas homogéneas, identificadas como “alta”,
“media” y “baja”, correspondientes a los conglomerados 1, 3 y 2
respectivamente23.
21 Entendiendo por tal la falta de cobertura de obra social, plan médico o mutual. 22 Cuadro 6.2 del Anexo B. 23 Cuadro 1.2.3 del Anexo F.
107
En la situación social “alta”, que agrupa a diez CE, se ubican las que
presentan mejores condiciones de vida, es decir menor proporción de
población pobre estructural, mejores condiciones y calidad del medio
ambiente, alta escolarización de los niños y jóvenes, baja desocupación de
los jefes de hogar y menor proporción de población con cobertura exclusiva
del sector público24. Las mismas se sitúan en las zonas norte y centro de la
Ciudad25. En la situación social “baja” se ubican cuatro CE de la zona sur26
y finalmente en la situación intermedia se encuentran catorce CE
pertenecientes a las zonas este, centro y sur de la Ciudad27.
Mapa 6.2
Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década del 2000.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
Referencias
alta
baja
media
Fuente: Cuadro 6.3 del Anexo B.
24 Cuadro 1.2.4 del Anexo F. 25 Recoleta, Palermo, Colegiales, Belgrano, Nuñez, Coghlan, Saavedra, Villa Urquiza, Villa
Pueyrredón, Villa Devoto, Villa Real, parte de Villa del Parque, Almagro, Caballito, Parque Chacabuco, Boedo y Flores norte.
26 Boca, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Barracas, el bajo Flores, Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo.
27 Retiro, San Nicolás, Monserrat, San Telmo, Constitución, Balvanera, San Cristóbal, Agronomía, Villa Ortúzar, Chacarita, Paternal, parte de Villa Crespo, Villa Gral. Mitre, parte de Villa del Parque, Villa Santa Rita, Monte Castro, Versalles, Floresta, Vélez Sarsfield, Villa Luro, Parque Avellaneda, Liniers y Mataderos.
108
Para analizar las variaciones interperíodo, se aplicó el procedimiento
de los conglomerados, utilizando sólo las variables comparables para ambas
décadas, los resultados28 muestran algunas variaciones.
Mapa 6.3
Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década del 2000 con variables comparables a la década de 1990.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
Referencias
alta
baja
media
Fuente: Cuadro 6.3 del Anexo B.
Comparando ambas estimaciones se observa que la CE 2429 mejora
su ubicación pasando del nivel medio al alto, mientras que la empeoran las
CE 3, 12 y 1330 que pasan del medio al bajo. Las diferencias se explican por
la introducción de las variables económicas y de acceso a los servicios de
salud, que al desaparecer, hicieron reducir en dos puntos porcentuales los
valores de los centros del conglomerado de nivel medio. En el caso de las
CE 3, 12 y 13 los aumentos que registraron la proporción de población NBI
total y de 0-4 años son explicados por el incremento del indicador vivienda
de tipo inconveniente que produjo su descenso de categoría. En la CE 24
28 Cuadro 1.3.3 del Anexo F. 29 Floresta, Velez Sársfield, Villa Luro, Versalles y Monte Castro. 30 Constitución, Barracas, San Telmo y Monserrat, barrios con alta proporción de
inquilinatos y de hotel-pensión.
109
como los niveles del resto de los indicadores eran buenos, la desplazaron al
nivel alto.
6.4 Cambios experimentados entre décadas.
La reestructuración económica iniciada en 1991, creó nuevas
divisiones sociales e intensificó, directa o indirectamente, las que ya existían
dentro de la Ciudad. La evidencia empírica sugiere que las diferencias
sociales incidieron en el espacio urbano imponiéndole una marca espacial.
Se asistió a una creciente diferenciación cualitativa que, esquemáticamente,
puede definirse como norte-sur, pero que en realidad es mucho más
compleja. Persisten en la Ciudad personas que viven en ambientes nocivos
para su salud y en condiciones de pobreza estructural que los limitan para
ejercer su vida en plenitud.
La pobreza estructural, para el total de la Ciudad, sólo subió el 2,6
por ciento debido al incremento del 14,3 por ciento del indicador tipo de
vivienda inconveniente31. Posibles explicaciones se encuentran en la
población residente en villas que se duplicó32 (representando el 4 por ciento
de la población en hogares particulares) y en la captación del tipo de
vivienda “pieza en hotel o pensión”33 que abarcó el 1,4 por ciento de la
población en hogares particulares.
Comparando la ubicación de las CE en ambas décadas34 se observa
que más de la tercera parte empeoraron su situación. Algunas descendieron
del nivel alto al medio (CE 1-11-15-20-21-26)35 y otras pasaron del nivel
medio al bajo (CE 3-12-13-23)36. En la mayoría de los casos la explicación
del desplazamiento se encuentra en el incremento de los indicadores tipo de
vivienda inconveniente y hacinamiento, que incidieron en el aumento de la
población total NBI (3 por ciento) y especialmente de la primera infancia
NBI (4 por ciento). 31 Cuadro 6.4 del Anexo B. 32 En 1991 52.608 personas y en el 2001 108.056 personas. 33 En 1991, por problemas de empadronamiento, INDEC resolvió considerarlas como
residentes en viviendas colectivas. En 2001 se censaron 37.601 personas. 34 Cuadro 6.3 del Anexo B. 35 Floresta, Velez Sársfield, Villa Luro, Parque Avellaneda, Balvanera, Chacarita, Villa
Crespo, Paternal, Agronomía, Villa Ortúzar, Retiro, Liniers, Mataderos, Villa del Parque, Villa Gral. Mitre y Villa Santa Rita.
36 Constitución, Barracas, San Telmo, Monserrat, Nueva Pompeya, Villa Soldati, parte de Parque Chacabuco y el bajo Flores.
110
Las familias de bajos recursos no pudieron plantearse la compra de
una vivienda por medio del ahorro y enfrentaron barreras formales para
acceder al crédito. Se agravó la problemática de inquilinos y ocupantes.
Asimismo los complejos habitacionales de los barrios carenciados
aumentaron sus problemas de deterioro edilicio y las familias han seguido
creciendo sin poder ampliar su vivienda. En este contexto se destaca el
barrio Boca, que registraba, en los años 1991 y 2001, el mayor nivel de
pobreza estructural: cerca de la tercera parte de su población habitaba en
hogares NBI.
El incremento de la participación de pobres estructurales entre los
niños menores de cinco años (Mapas 6.4 y 6.5), significa un llamado de
atención para el riesgo social de esta población. La capacidad para que los
niños alcancen un crecimiento pleno de todas sus pontencialidades estará en
función de las posibilidades que tengan sus familias de asegurarles buenas
condiciones de vida y de los servicios públicos que se les ofrezcan. El riesgo
de contraer enfermedades infecciosas y las posibilidades de que éstas
evolucionen hacia cuadros graves es mucho mayor cuando el hacinamiento
y la falta de un saneamiento adecuado marcan el espacio en que los niños
crecen. Esta situación se agrava aún más cuando las familias no pueden
asegurarles una alimentación y nutrición adecuadas o tienen restricciones
para atender a otras necesidades, como el acceso a la salud y al tiempo libre
de calidad.
En resumen, las desigualdades que generó la distribución de los
ingresos en las condiciones de vida de la población dieron lugar a que se
profundizaran las injusticias. La Ciudad presenta una situación de inequidad
socio-espacial que dio por resultado la existencia de sectores privilegiados
por una parte y de sectores marginados o excluidos por la otra.
Es importante entender que la pobreza como carencia o privación de
recursos no se mide sólo por los indicadores de pobreza estructural.
También tiene que ver con la posibilidad de desarrollar capacidades sociales
y de acceder a servicios sociales básicos de calidad. La cobertura en salud y
educación y la vivienda digna son importantes en el desarrollo de
potencialidades. La pérdida de empleo y la precariedad habitacional no sólo
incrementa la pobreza, sino también el nivel de vulnerabilidad de la
111
población de menores recursos. Hay que evitar que la vulnerabilidad se
transforme en exclusión.
Estas carencias adquieren otro significado si recordamos que las
familias pobres tienen una mayor proporción de niños. Los niños están
expuestos a riesgos propios de su ciclo vital y a otros que se relacionan con
la situación de su hogar. En este sentido, se buscó mostrar a través de los
indicadores utilizados, la presencia de altos niveles de vulnerabilidad.
Mapa 6.4
Proporción de niños de 0-4 años NBI en el total de ese grupo de edad. Década 1990.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
Referencias
4,4 - 12,9
13,0 - 28,2
28,3 - 47,7
Fuente: Cuadro 6.1 del Anexo B.
112
Mapa 6.5 Proporción de niños de 0-4 años NBI en el total de ese grupo de edad. Década 2000.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
Referencias
2,8 - 10,1
10,2 - 23,5
23,6 - 41,2
Fuente: Cuadro 6.2 del Anexo B.
113
7. La situación de la salud-enfermedad de la primera infancia
en la última década.
En el capítulo 5 se comprobó que en la última década se produjeron
en la Ciudad cambios en las tendencias de la evolución económica y social
que provocaron un aumento de la desigualdad. La misma, como se mostrará
en este capítulo, afectó especialmente la situación de la infancia ya que la
salud de los niños es altamente dependiente de las condiciones de vida en
que se desarrollan.
Se caracterizó la situación de la salud-enfermedad de la primera
infancia en la última década, a través de indicadores que reflejaron la
evolución de la morbimortalidad infantil y del cuidado de la salud de los
niños y de las mujeres embarazadas. Se consideró imprescindible el análisis
de estas dimensiones para cumplir con el primero de los objetivos
planteados1.
7.1 Indicadores seleccionados2.
Para el análisis de la morbilidad, debido a las limitaciones existentes
(detalladas en el Anexo A, punto 2) se utilizó la importancia relativa de los
diagnósticos de los niños y mujeres en edades reproductivas3, que en los
años 1995 y 2000, estuvieron internados en los hospitales dependientes del
Gobierno de la Ciudad. Si bien se trata de una información parcial, limitada
al sector oficial provincial y a los diagnósticos más graves que requirieron
internación, permite un conocimiento aproximado de los problemas de
salud-enfermedad de la población carenciada. Asimismo, se analizaron
indicadores considerados de riesgo al nacimiento y sobrevivencia de la
niñez. Se exploraron las participaciones relativas de las madres con baja
instrucción, solas, adolescentes o multíparas, de los nacimientos de
pretérmino o bajo peso al nacer y de la atención médica en el parto.
1 Determinar la relación entre la evolución de la salud infantil y la evolución de la
desigualdad social en la Ciudad. 2 Las definiciones se detallan en el Anexo C. 3 Definidas como mujeres con edades comprendidas entre los 15 y 49 años.
115
El nivel educativo de la madre condiciona el grado de seguimiento
de conductas recomendadas y está fuertemente asociado a la sobrevivencia
de los niños (Puffer y Serrano, 1973; Arruñada et. al, 1976; Mazzeo, 1998;
McQuestion, 2001 y UNICEF-INDEC, 2003). Los nacimientos de madres
adolescentes son considerados de alto riesgo debido a que cuanto más joven
es la madre mayor es el riesgo de morbimortalidad por complicaciones del
embarazo, parto y puerperio (Portnoy, 2005). También existen potenciales
efectos para la salud de los hijos quienes quedan expuestos a nacer con bajo
peso (Puffer y Serrano, 1988). Las consecuencias económicas y sociales de
la fecundidad temprana eventualmente reducen las posibilidades educativas
de las madres lo que incide en su calidad de vida y en la de sus hijos
(Moreno, 1999 y Vinocur, 1999). La prematurez y el peso al nacer son
considerados predictores de las probabilidades de sobreviviencia de los
niños durante el primer mes de vida (Baranchuk, 2001).
En cuanto a la mortalidad, se analizaron las tasas de la primera
infancia según grupo de edad y causa de muerte, la mortalidad fetal y la
materna. Es ampliamente conocida la asociación entre mortalidad de la
niñez y las condiciones de vida (Mckeown, 1979; Bronfman y Tuirán, 1983;
Puffer y Serrano, 1988; Behm, 1992; Torrado, 1992; Díaz Muñoz, 1993;
Wilkinson, 1997; Minujin et. al, 2000 y Marmot, 2005). En este caso la
fuente de información fueron las estadísticas vitales del período 1990-2002.
Además, se creyó necesario incorporar indicadores de las pautas
relativas al cuidado de la salud de los niños en el convencimiento de que
ésta es altamente dependiente de las condiciones de vida en que se
desarrolla. Se consideró el cuidado de la salud como un elemento central en
la determinación del estado de la salud de los niños, definiéndolo en un
sentido amplio, no sólo desde el punto de vista de la atención médica o los
tratamientos preventivos o curativos, sino teniendo en cuenta otros
elementos como el control prenatal, la lactancia, la alimentación
complementaria, la inmunización, el control de salud y el cuidado cotidiano.
La bibliografía especializada reconoce la importancia del inicio
temprano del control prenatal como estrategia para reducir los riesgos
asociados a la maternidad y a la sobrevivencia infantil. También plantea la
importancia del seguimiento y control del embarazo, estableciéndose como
116
parámetro un número mínimo de cinco controles durante la gestación.
Muchas de las complicaciones durante el parto y de los problemas
vinculados con la morbimortalidad materna e infantil están asociadas al bajo
número de controles y a la detección tardía de patologías. Por su parte, la
lactancia materna además de su incomparable valor nutricional protege al
niño contra infecciones diarreicas y respiratorias. La aplicación de vacunas
reduce los riesgos de morbimortalidad por enfermedades prevenibles. Por
último, se reconoció la importancia de los controles médicos periódicos ya
que a través del contacto con los servicios de atención pueden detectarse
oportunamente determinados riesgos o patologías y revertir su posible
evolución. Asimismo, permite orientar el comportamiento de las familias
hacia conductas de vida más saludables que redundarán en beneficio de los
niños.
Por lo tanto, se seleccionaron indicadores demostrativos de las
conductas familiares ante la prevención y la atención de la salud de los
niños (lactancia materna, vacunación, controles de salud), la conducta de las
mujeres embarazadas ante el control prenatal (momento de la primera
consulta, cantidad de controles prenatales) y la atención del parto y
postparto. En este caso las fuentes de datos fueron las Encuestas sobre
Condiciones de Vida de SIEMPRO de 1997 y 2001 y la Encuesta Anual de
Hogares de la Ciudad 20024.
Finalmente, la desigualdad en la salud-enfermedad de los niños se
midió aplicando el Coeficiente de Gini y el Coeficiente de Concentración5 a
los indicadores de riesgos al nacimiento y a las tasas de mortalidad. Con
respecto a la desigualdad en la atención de la salud de las familias, se
seleccionaron algunos indicadores (realización de consulta y tipo de
financiamiento) según condición de pobreza de los hogares6 y/o zona de la
Ciudad.
4 La releva anualmente la Dirección General de Estadística y Censos del GCBA y recoge
datos sobre diversos temas, entre otros: aspectos demográficos, salud, educación, trabajo y pobreza. El tamaño de la muestra permite profundizar el conocimiento de las distintas temáticas y proveer datos a nivel territorial desagregado.
5 Se utilizó la proporción de población NBI como indicador de status socioeconómico de la residencia habitual de la madre.
6 Por el método de la línea de pobreza.
117
7.2 Cambios experimentados.
7.2.1 La morbilidad.
Por problemas derivados de las fuentes de datos7, como ya se
mencionara, sólo fue posible conocer parcialmente el perfil epidemiológico
de la morbilidad de la niñez y de las mujeres en edades reproductivas
residentes en la Ciudad; se consideraron los diagnósticos de aquellos que
estuvieron internados en los hospitales dependientes del gobierno de la
Ciudad, para dos momentos (1995 y 2000)8.
El eje del análisis se orientó a conocer, según la edad del paciente9,
el diagnóstico de egreso del episodio de internación. Para ello se
examinaron, en primer lugar, las categorías diagnósticas agrupadas por
capítulo de la clasificación de enfermedades10 y luego las principales causas
de morbilidad a tres dígitos.
En la década de 1990, para la primera infancia, el capítulo referido a
“ciertas afecciones originadas en el período perinatal” representó el 45 por
ciento de los egresos hospitalarios, debido a la alta participación que
registraron los menores de un año en el total de egresos11. En segundo lugar
se ubicaron las enfermedades del aparato respiratorio (15 por ciento).
Al tener en cuenta los diagnósticos más frecuentes (Cuadro 7.1) se
observa que la duración corta de la gestación, el bajo peso al nacer y la
ictericia perinatal representaron casi la tercera parte de los egresos de los
menores de un año, mientras que esa misma proporción para los egresos de
los niños de 1 a 4 años fue por neumonía, infección intestinal, traumatismo
intracraneal y quemaduras múltiples.
7 En el punto 2 del Anexo A se detallan los problemas de orden metodológico encontrados
en las fuentes de datos. 8 Que se tomarán como representativos de los perfiles epidemiológicos de la década de
1990 y del año 2000, respectivamente. 9 Para la primera infancia se distinguen tres grupos dentro de los menores de un año
(neonatal precoz, tardía y postneonatal) y las edades individuales del grupo 1 a 4 años. Para las mujeres en edades reproductivas los grupos quinquenales.
10 Para 1995 la 9º Revisión y para el 2000 la 10º Revisión CIEE de la OMS. 11 Cuadro 7.1 del Anexo B.
118
Cuadro 7.1 Primera infancia. Estructura de los egresos hospitalarios según
principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.
Diagnóstico de egreso
% en menores
de un año % en 1 a 4
años
% en total primera infancia
Total 100,0 100,0 100,0 Duración corta de la gestación y bajo peso al nacer. 15,0 0,0 10,7 Ictericia perinatal. 14,8 0,0 10,5 Neumonía no especificada. 4,7 11,6 6,7 Crecimiento fetal lento y desnutrición fetal. 8,1 0,0 5,8 Bronquiolitis aguda. 6,5 1,6 5,1 Infección intestinal. 2,6 8,0 4,1 Traumatismo intracraneal. 0,9 8,2 3,0 Hipoxia intrauterina y asfixia al nacer. 4,1 0,0 2,9 Otras afecciones respiratorias del feto y del recién nacido. 4,0 0,0 2,8 Quemaduras de sitios múltiples especificados. 0,4 7,3 2,4 Resto enfermedades respiratorias 1,9 7,1 3,4 Resto traumatismos y envenenam. 0,9 11,2 3,9 Resto causas 36,3 45,0 38,7
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.
Para el año 2000, la estructura de los diagnósticos se modificó12. En
el total de egresos de los menores de cinco años continúan siendo
prioritarias las referidas al período perinatal (35 por ciento) pero
aumentaron su importancia relativa las enfermedades respiratorias (22 por
ciento). Es lógico pensar que factores socioeconómicos, de accesibilidad a
servicios de salud y nutricionales, sumados a las condiciones ambientales,
hayan incidido en este incremento.
Al tener en cuenta los diagnósticos más frecuentes (Cuadro 7.2) se
destacan la bronquiolitis y la neumonía, que ocuparon los primeros lugares
tanto para los menores de un año (16,8 por ciento) como para los niños de 1
a 4 años (14,9 por ciento), siendo también importante la participación del
resto de las enfermedades respiratorias (5,1 por ciento para los menores de
un año y 15 por ciento para los niños de 1 a 4 años). Le siguieron en
importancia, para los menores de un año, las causas relacionadas con el peso
al nacer (15,6 por ciento), y para los niños de 1 a 4 años la diarrea y
gastroenteritis infecciosas y el traumatismo intracraneal (14,4 por ciento). 12 Cuadro 7.2 del Anexo B.
119
Comparando las estructuras de los diagnósticos de ambas décadas se
observa que se redujo la participación de los niños que quedaron internados,
por ser nacimientos de pretérmino o con bajo peso (diagnósticos típicos del
grupo neonatal precoz), y se incrementó la incidencia en la morbilidad de
las infecciones respiratorias, enfermedad diarreica y accidentes (más
frecuentes en el grupo postneonatal y de 1 a 4 años), que deberían resolverse
en el nivel de atención primaria. Esto no significa que haya existido una
mejora en la proporción de nacimientos con bajo peso, por el contrario, ésta
aumentó el 7 por ciento entre 1995 y 2002, sino que se incrementaron
notoriamente las afecciones respiratorias. Cabe destacar que, según la
Organización Mundial de la Salud, las infecciones respiratorias agudas
constituyen una de las principales causas de consulta en los servicios de
salud de América Latina. Los niños de la región padecen entre cuatro y seis
episodios por año (Cusminsky y Díaz Muñoz, 1996).
Cuadro 7.2
Primera infancia. Estructura de los egresos hospitalarios según principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.
Diagnóstico de egreso
% en menores
de un año
% en 1 a 4 años
% en total primera infancia
Total 100,0 100,0 100,0 Bronquiolitis aguda. 13,2 5,5 10,8 Neumonía no especificada. 3,6 9,4 5,4 Trastornos relacionados con duración corta de la gestación y con bajo peso al nacer 8,0 0,0 5,5 Trastornos relacionados con embarazo prolongado y con sobrepeso al nacer. 7,6 0,0 5,2 Ictericia neonatal por otras causas. 6,6 0,0 4,6 Diarrea y gastroenteritis aguda. 3,0 8,0 4,6 Dificultad respiratoria recién nacido. 5,4 0,0 3,7 Traumatismo intracraneal. 1,3 6,4 2,9 Retardo crecimiento fetal y desnutrición fetal. 3,8 0,0 2,6 Feto y recién nacido afectados por otras complicaciones del trabajo de parto y del parto. 3,3 0,0 2,3 Resto enfermedades respiratorias 5,1 15,0 8,1 Resto traumatismos y envenenam. 2,1 13,2 5,5 Resto de causas 37,0 42,5 38,7
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.
120
Con respecto a las mujeres en edades reproductivas, el capítulo más
frecuente fue “embarazo, parto y puerperio” que representó más del 60 por
ciento de los egresos en ambos momentos13. No obstante se destaca que su
participación fue diferencial por grupo de edad: entre las menores de 30
años fue cercana al 80 por ciento, mientras que, lógicamente, fue bastante
menor para las mujeres de 40 años y más (Cuadro 7.3). Para estas últimas
los capítulos “tumores” y “enfermedades del aparato digestivo” tuvieron
mayores participaciones.
Al tener en cuenta los diagnósticos más frecuentes (Cuadro 7.4) se
observa que a mediados de la década de 1990, si bien el parto en
condiciones normales representó la tercera parte de los egresos, los
embarazos o parto de riesgo tuvieron una alta participación (18,7 por
ciento)14. Téngase en cuenta que los partos por cesárea representaban en
esta década el 22 por ciento del total de partos realizados en hospitales
dependientes del gobierno de la Ciudad.
Cuadro 7.3
Mujeres en edades reproductivas. Importancia del embarazo, parto y puerperio en la estructura de los egresos hospitalarios por grupo de edad.
Ciudad de Buenos Aires, 1995 y 2000.
Grupo de edad 1995 2000 15-19 78,7 77,220-24 84,3 82,025-29 73,4 80,630-34 65,9 72,835-39 53,7 58,340-44 23,7 32,845-49 2,6 2,8Total 64,6 68,7
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.
13 Cuadros 7.3 y 7.4 del Anexo B. 14 Incluye embarazo terminado en aborto, parto prematuro, parto obstruido, problemas con
las membranas y cavidad ammiótica, problemas fetales o placentarios y otras afecciones maternas.
121
Cuadro 7.4
Mujeres en edades reproductivas. Estructura de los egresos hospitalarios según diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.
Diagnóstico de egreso 15-29 30-39 40-49 15-49 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 Parto en condiciones completamente normales. 42,5 28,4 4,3 33,1 Aborto no especificado. 6,8 5,9 2,9 6,0 Parto prematuro o amenaza de parto prematuro. 4,0 2,2 0,6 3,0 Parto obstruído. 3,1 4,1 0,8 3,0 Trastornos del mecanismo de la inmunidad (SIDA). 3,0 3,8 0,9 2,9 Otros problemas asociados con las membranas y la cavidad ammiótica. 3,2 3,6 0,5 2,9 Psicosis esquizofrénica. 1,1 3,8 7,2 2,7 Otros problemas fetales o placentarios que afecten la atención de la madre. 3,0 1,6 0,8 2,3 Colelitiasis (cálculo de la vesícula o conducto biliar). 0,8 2,0 5,7 1,9 Otras afecciones maternas cuando complican el embarazo, parto y puerperio. 1,3 2,4 0,5 1,5 Resto de las causas 31,1 42,2 75,9 40,7
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.
En el año 2000 (Cuadro 7.5) mantuvieron su participación los
embarazos y partos de riesgo (18,8 por ciento), pero se destaca el
incremento del embarazo terminado en aborto que sigue constituyendo la
segunda causa de egreso de las mujeres en edades reproductivas; se
registraron 4.083 casos que equivalen al 11 por ciento de los egresos. Por
otra parte, se incrementaron los partos por cesárea, representando el 25 por
ciento del total de partos realizados en hospitales dependientes del gobierno
de la Ciudad.
La creciente importancia del embarazo terminado en aborto15 es un
indicador inequívoco de las dificultades que las mujeres enfrentan para
evitar un embarazo no deseado, así como también de la inadecuada
protección social de la mujer que decide llevar adelante su embarazo.
15 Hay que tener en cuenta además el problema biológico. Echarri Cánovas (1991) cita un
trabajo de Wilcox (1988) sobre abortos espontáneos donde se afirma que el 9 % de las concepciones se pierde como aborto confirmado clínicamente.
122
Cuadro 7.5 Mujeres en edades reproductivas. Estructura de los egresos hospitalarios según diagnósticos
por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.
Diagnóstico de egreso 15-29 30-39 40-49 15-49 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 Parto único espontáneo. 39,3 25,2 5,2 30,9 Aborto no especificado. 11,9 11,7 4,1 10,8 Trabajo de parto obstruído debido a anormalidad de la pelvis materna. 2,6 4,1 1,1 2,8 Colelitiasis (cálculo de vesícula o conducto biliar). 1,3 3,0 7,9 2,7 Otros productos anormales de la concepción. 1,7 2,2 1,3 1,8 Falso trabajo de parto. 2,3 1,3 0,5 1,8 Ruptura prematura de las membranas. 1,9 1,6 0,5 1,6 Tumor benigno del útero. 0,1 1,1 6,3 1,2 Apendicitis aguda. 1,1 0,9 1,0 1,0 Examen y atención del postparto. 0,9 0,9 0,2 0,8 Resto de las causas 36,9 47,8 72,0 44,5
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.
El uso adecuado de los servicios de salud, en lo que respecta al
control prenatal, se asoció con mejoras en la morbimortalidad materna e
infantil, pero el hecho de que la gran mayoría de las mujeres asistan a los
controles prenatales y que casi la totalidad de los partos sean institucionales,
hace evidente que el contacto de las mujeres con los servicios de salud no
garantiza una calidad adecuada en la atención y un cuidado preventivo ante
los eventuales riesgos asociados al embarazo y al parto (Ramos et. al.,
2001).
Una situación que afecta gravemente la salud de las mujeres es la
que ocurre cuando se produce un embarazo no deseado. Estos embarazos
están causados principalmente por la ausencia del uso de métodos
anticonceptivos o por su inadecuada utilización. Los comportamientos de
las mujeres con respecto a la anticoncepción están asociados a las
condiciones de accesibilidad a los servicios y a las modalidades de atención,
que a su vez son determinadas por las condiciones socioeconómicas. Resulta
pertinente mencionar las conclusiones de un estudio cualitativo con relación
a la atención hospitalaria de las complicaciones de abortos inseguros. Las
autoras (Ramos y Viladrich, 1993) señalan que el contacto entre la
123
institución médico-hospitalaria y las mujeres de sectores sociales de bajos
ingresos que recurren al hospital por complicaciones de aborto, está
fuertemente condicionada por la situación de ilegalidad y clandestinidad del
mismo. De esta manera, el servicio de salud funciona más preocupado por
“preservar el embarazo” y “saber la verdad”, que por asistir a una mujer en
situación crítica. Estas mujeres tendrán que optar por los peligros que
implica para su vida la atención “no profesional”.
También existen riesgos en los partos considerados “normales” que
ya no afectan a la madre sino al niño. Es sabido que los niños tienen
posibilidades diferentes de desarrollo de su potencial desde su concepción,
según las características de sus padres y de la condición socioeconómica de
sus hogares.
Lamentablemente, no existen datos sobre el estado nutricional y de
salud de las mujeres en edad fértil y por lo tanto no es posible establecer el
riesgo del niño de nacer con bajo peso para su edad gestacional como
consecuencia de déficit nutricionales sufridos por su madre desde niña. Sólo
se cuenta con datos sobre la proporción de los nacimientos de bajo peso al
nacer o de pretérmino, que en la Ciudad fueron del 6,7 y 5,6 por ciento
respectivamente en los inicios de la década de 199016 y, probablemente
asociados a la crisis económica, se incrementaron al 7,4 y 6,6 por ciento
respectivamente al comenzar la década siguiente17. Ambas condiciones
determinan disparidades en las oportunidades de sobrevivir, de crecer y
desarrollarse normalmente. No obstante los esfuerzos mayores que
requieran por parte de su familia y de la sociedad, estos niños tendrán
afectada su capacidad de desarrollo pleno. Cabe destacar que la incidencia
del bajo peso al nacer también se incrementó durante la década de 1980 en
la mayoría de los países del norte y oeste europeo18.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que los países con mayor
desarrollo y con mejor organización y equidad en salud, por ejemplo
Dinamarca y Suecia, presentan participaciones del bajo peso al nacer
16 Cuadro 7.5 del Anexo B. 17 Cuadro 7.6 del Anexo B. 18 Algunos ejemplos: Dinamarca (1980:7,2; 1985=8,0 y 1990=8,1), Noruega (1980:5,9;
1985=7,7 y 1990=8,7), Inglaterra y Gales (1980:7,4; 1985=9,0 y 1990=9,5) y Polonia (1980:8,5; 1985=9,0 y 1990=9,8) (Masuy-Stroobant, 1997:23 Tabla 1.4).
124
cercanas al 4 por ciento (Schwarcz, 1998). Este porcentaje indica la brecha
que existe, en este indicador de calidad de vida, entre la situación en la
Ciudad y el paradigma representado por los países con mayores niveles de
salud del mundo. El potencial de reducción es del 42 por ciento sobre la
base de una incidencia en la Ciudad del 7,3 por ciento de bajo peso al nacer
para 2002.
Otra asociación entre la salud infantil y las variables sociales es la
que existe entre el nivel de instrucción de la madre y las posibilidades de
sobrevivencia y crianza de los niños. Se comprobó que el grado de
seguimiento de conductas recomendadas aparece condicionado por el nivel
educativo de la madre (Cusminsky y Díaz Muñoz, 1996; Moreno, 1999 y
Vinocur, 1999) y que éste es un instrumento fundamental para asegurar, a
través de estrategias de promoción, mejores condiciones de salud para la
infancia. En la Ciudad, la incidencia de nacimientos de madres con baja
instrucción19, en ambas décadas, representó menos del 3 por ciento20. La
mayor escolarización de las mujeres de la Ciudad explica la diferencia con
los valores del promedio nacional (16,6 por ciento en 1991-92 y 10,1 en
2001-02). En el extremo opuesto se encuentran Santiago del Estero con el
48,2 por ciento en 1991-92 y Misiones con el 33,2 por ciento en 2001-02.
Otro de los riesgos al nacimiento lo constituye el embarazo
adolescente. Las adolescentes no tienen igual acceso a los métodos de
planificación familiar, exponiéndose a tener embarazos no deseados y a
verse forzadas al uso de métodos de control de la natalidad muy traumáticos
y peligrosos, como el aborto inducido, que derivan en mayor riesgo de la
mortalidad. La maternidad adolescente en Buenos Aires se mantuvo estable,
representando cerca del 6 por ciento de los nacimientos, muy inferior al
promedio nacional (14,7 en 1991-92 y 14,6 en 2001-02). Por otro lado, hay
que tener en cuenta que en 1995 el 79 por ciento de las adolescentes
internadas en los hospitales dependientes del gobierno de la Ciudad
egresaron por causas relacionadas con el embarazo, mientras que para las
mujeres de 20 a 49 años representó el 63 por ciento. Se observa que el 6 por
ciento de los egresos de las adolescentes fue por embarazo terminado en
19 Hasta primario incompleto. 20 Cuadros 8.1 y 8.2 del Anexo B.
125
aborto, proporción que se incrementa al 12 por ciento para el 2000. Estas
participaciones en las mujeres de 20 a 49 años fueron del 8 y 14 por ciento
respectivamente. Es decir, si bien en ambos grupos de edad se incrementó la
proporción de egreso por embarazo terminado en aborto, fue más grave aún
entre las adolescentes.
La mayor calificación del médico, en embarazos de riesgo, incidiría
en la disminución del riesgo al momento de nacer y en las primeras horas de
vida. Además, podría tenerse en cuenta como indicador indirecto de cesárea,
ya que en ese tipo de partos es necesaria la presencia de un médico. En
Buenos Aires, a comienzos de la década de 1990, el 41 por ciento de los
partos fue atendido por un médico; esta participación disminuyó al 37 por
ciento en los inicios de la década del 2000. Asimismo, se destaca que la
atención del médico está relacionada con el establecimiento donde ocurre el
parto; en el 2002 del total de partos atendidos por médicos sólo el 6 por
ciento ocurrió en establecimientos públicos.
Los indicadores analizados permiten afirmar, que a pesar de la crisis,
la Ciudad continúa manteniendo una posición de privilegio con respecto al
resto del país.
7.2.2 La mortalidad.
Es ampliamente conocida la asociación entre mortalidad infantil y
condiciones de vida (Taucher, 1979; Troncoso, 1989; Behm, 1992; Mazzeo,
1998; Vinocur, 1999, Minujin et. al, 2000). Las tasas de mortalidad infantil
y de menores de cinco años se convirtieron no sólo en indicadores de salud,
sino también de bienestar y desarrollo humano (Moreno, 1999), ya que
reflejan la distribución y disponibilidad de los servicios de saneamiento,
salud y educación de la población. Si bien históricamente la Ciudad registra
los menores niveles de mortalidad del país21, se consideró conveniente, dada
su heterogeneidad espacial, incorporar el análisis de la mortalidad de la
niñez como indicador de la “no salud” de los mismos.
El nivel de la mortalidad de la niñez descendió el 40 por ciento entre
1990 y 2002. Teniendo en cuenta los distintos grupos etarios en que puede
segmentarse se observa que, partiendo de distintos niveles, las mayores 21 En la última década también registra bajos niveles Tierra del Fuego.
126
reducciones se produjeron entre los niños de 1 a 4 años y en la mortalidad
perinatal y neonatal.
Cuadro 7.6
Tasa de mortalidad perinatal y de la primera infancia según grupo de edad (por mil nacidos vivos). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.
Año Perinatal Neonatal PostneonatalTotal
Infantil 1-4 años Primera infancia
1990 13,9 10,7 5,3 16,0 2,9 18,9 1991 12,6 8,5 5,1 13,6 2,2 15,7 1992 13,6 10,2 4,2 14,4 2,2 16,6 1993 12,5 10,4 5,0 15,4 2,3 17,7 1994 12,9 9,6 4,4 14,0 1,0 14,9 1995 10,8 8,3 4,2 12,5 2,8 15,3 1996 11,6 9,6 4,7 14,3 2,2 16,5 1997 10,8 8,1 3,7 11,8 2,0 13,8 1998 10,9 8,6 4,0 12,6 1,7 14,3 1999 9,5 7,1 3,2 10,3 1,6 11,9 2000 7,8 5,9 3,1 9,0 1,2 10,2 2001 7,4 6,2 2,9 9,1 1,3 10,4 2002 8,1 6,3 3,6 9,9 1,4 11,3
Fuente: elaboración sobre la base de GCBA (2003).
La tasa de mortalidad de la primera infancia fue de 18,9 por mil en
1990 y descendió a 11,3 por mil en el 2002. Sólo presenta un leve
incremento la mortalidad infantil por causas reducibles22 que de 4,8 por mil
aumenta a 5,5 por mil23. Es decir, aumentaron las muertes que podrían
controlarse con acciones en el sistema de salud sencillas y de bajo costo a
través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno en el
embarazo, en el parto y en el nacido vivo.
También se consideró necesario investigar cuáles fueron las causas
de muerte ya que son consideradas la expresión biológica final de un
proceso que en una proporción relevante está determinado por la estructura
económica y social de una sociedad. Según Behm (1990), a través de su
análisis, quedarían evidenciadas las formas particulares de enfermar y morir,
de cada conjunto social, que responden a condiciones de vida específicos.
La estructura por causas de la mortalidad de la niñez se analizó para
tres grupos etarios: neonatal, postneonatal y de 1 a 4 años, porque la
importancia relativa de las mismas difiere según la edad. En la mortalidad
neonatal los mayores niveles se registraron en “bajo peso al nacer”,
“anomalías congénitas” y en “causas de la mortalidad perinatal (excluido 22 Cuadros 7.5 y 7.6 del Anexo B. 23 Podría haber incidido el cambio de clasificación entre causas evitables y reducibles.
127
bajo peso al nacer)”. El nivel de la mortalidad por “bajo peso al nacer”24
presentó una tendencia fluctuante, si bien creciente durante la década de
1990, con una leve disminución en el trienio 2000-2002. En el 2002
murieron por esta causa 23 de cada diez mil nacidos vivos. Las “anomalías
congénitas” también registraron una tendencia fluctuante pero decreciente,
llegando al 19,6 por diez mil en 2002. Por su parte la mortalidad por “causas
perinatales” presentó una tendencia decreciente continua, siendo del 14,5
por diez mil para el último año.
Gráfico 7.1
Estructura porcentual de la mortalidad neonatal por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.
0% 20% 40% 60% 80% 100%
1990199119921993199419951996199719981999200020012002
Año
bajo peso perinatal anomalías congénitas Resto bien definidas
Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.11 del Anexo B.
La tendencia de la mortalidad por bajo peso al nacer, está
relacionada con el aumento de la proporción de nacimientos de bajo peso25.
Durante la última década se incrementó especialmente la participación de
los nacidos con menos de 1000 gramos, que son los de más difícil
sobrevivencia, pese a que la tecnología neonatal logró avances importantes
mediante mejoras en el equipamiento para el tratamiento y recuperación de
los recién nacidos y también por las intervenciones terapéuticas
adecuadas26.
24 Cuadro 7.11 del Anexo B. 25 Cuadro 7.15 del Anexo B. 26 Entre otras: administración prenatal de corticoides en amenaza de parto prematuro,
administración precoz postdata de surfactante en prematuros, inducción de maduración intestinal con un programa de alimentación enteral precoz con leche humana en recién nacidos prematuros, lactancia materna (Larguía, 1998).
128
Gráfico 7.2 Estructura porcentual de los nacimientos por tramo de bajo peso.
Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.
0% 20% 40% 60% 80% 100%
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
año
-1000
1000-1499
1500-1999
2000-2499
Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.15 del Anexo B.
La estructura de la tasa de mortalidad infantil, según tramo de peso
al nacer, revela que los niños nacidos con bajo peso (menos de 2.500
gramos) representan más del 60 por ciento de la tasa de mortalidad infantil
total. Esta participación es muy alta comparada con la registrada en 1990 en
los países del oeste europeo, donde constituían cerca del 30 por ciento de la
tasa de mortalidad infantil total (Masuy-Stroobant, 1997). Por otro lado, se
observa una tendencia a su reducción, especialmente a partir de mediados de
la década de 1990 (Gráfico 7.4).
Gráfico 7.3 Participación del bajo peso al nacer en la tasa de mortalidad infantil.
Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.
0% 25% 50% 75% 100%
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
año Menos de 2500 g
2500 g. y más
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
129
Gráfico 7.4 Tasa de mortalidad infantil de niños con bajo peso al nacer.
Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.
020406080
100120140
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
tasa
por
mil
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
En la mortalidad post-neonatal los mayores niveles se ubicaron en
las “enfermedades del aparato respiratorio” y en “anomalías congénitas”. La
primera presentó una tendencia decreciente hasta 1997 y luego creciente,
aunque con oscilaciones, llegando al 12 por diez mil en el 200227. Las
“anomalías congénitas” registraron una tendencia fluctuante durante el
período analizado, siendo del 10,3 por diez mil en el último año.
Gráfico 7.5
Estructura porcentual de la mortalidad post-neonatal por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.
0% 20% 40% 60% 80% 100%
1990199119921993199419951996199719981999200020012002
Año
Respiratorias Septicemia-Meningitis
Anomalías congénitas Resto bien definidas
Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.12 del Anexo B.
Finalmente la mortalidad de los niños de 1 a 4 años presentó una
mayor heterogeneidad en su estructura por causas (Gráfico 7.6), siendo las
más importantes las “causas externas (accidentes)”, las “infecciosas y
27 Cuadro 7.12 del Anexo B.
130
parasitarias”, las “malformaciones congénitas del corazón”, la “neumonía e
influenza” y las “enfermedades que afectan al mecanismo de la inmunidad
(incluye SIDA)”, todas ellas con tendencia fluctuante pero decreciente
durante la última década28. Se destaca para el último año un ligero repunte
de la mortalidad por infecciosas y parasitarias, causas relacionadas con el
medio físico y social, la malnutrición y la falta de higiene, todas ellas
asociadas con contextos socioeconómicos desfavorables.
Gráfico 7.6
Estructura porcentual de la mortalidad de los niños de 1 a 4 años por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.
0 % 2 0 % 4 0% 6 0 % 8 0% 1 0 0 %
1 9 9 0
1 9 9 1
1 9 9 2
1 9 9 3
1 9 9 4
1 9 9 5
1 9 9 6
1 9 9 7
1 9 9 8
1 9 9 9
2 0 0 0
2 0 0 1
2 0 0 2
Año
m alf.co ng.co razó n cau sas externas infec. y parasitarias
neu m onía e influ enza m ecanism o de la inm u nidad resto de causas
Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.13 del Anexo B.
Es lógico pensar que los factores socioeconómicos, que condicionan
la accesibilidad a los servicios de salud y la situación nutricional, pudieran
incidir en el aumento de la participación de formas graves de infecciones
respiratorias. Los factores de riesgo que determinan la gravedad del proceso
son el bajo peso al nacer, la edad, el lento desarrollo del mecanismo
inmunológico y la contaminación atmosférica en general (Cusminsky y Díaz
Muñoz, 1995). En un estudio realizado en Argentina, a comienzos de los
noventa, que analizó las muertes de menores de un año causadas por
infecciones respiratorias bajas, se observó que una alta proporción provenía
de familias con necesidades básicas insatisfechas, embarazo no controlado,
desnutrición, calendario de vacunación incompleto e internaciones previas
por infecciones respiratorias. También se comprobó una insuficiente
atención de la enfermedad (Sarasqueta et. al., 1993). Debido a la magnitud
28 Cuadro 7.13 del Anexo B.
131
que el problema tiene a nivel nacional, en los últimos años se reconoció la
posibilidad de reducir la mortalidad mediante acciones normatizadas en los
programas de atención primaria de la salud.
También los accidentes, una de las principales causas de muerte
entre los niños de 1 a 4 años, constituyen eventos prevenibles. Los factores
de riesgo de accidentes se relacionan con las características del ambiente y
su entorno inmediato. Se debe tener presente que el niño debe ser
considerado junto a su entorno familiar. La evidencia empírica muestra que
las caídas constituyen el tipo más frecuente de accidente y que las
quemaduras son más habituales en los niveles socioeconómicos bajos, en los
que puede incidir el hacinamiento y las fuentes de calor y de luz sin
protección.
En el contexto de la salud materno-infantil, los riesgos y daños
vinculados al embarazo, parto y puerperio, asociados a la mortalidad
materna, constituyen un importante problema, tanto en lo referente a las
causas como a los distintos factores que influyen en la misma: la nutrición y
las condiciones socioeconómicas, así como la calidad y extensión de los
servicios y programas destinados a su atención. El nivel de la tasa de
mortalidad materna en la Ciudad muestra un comportamiento fluctuante
pero estable29 con un leve incremento en el último trienio, siendo 1,5 por
diez mil en el 2002; es la tercera parte de la tasa promedio del país que, para
el mismo año, fue 4,6 por diez mil. En cuanto a las causas que la
ocasionaron, entre 1990 y 2002, el 44 por ciento de las muertes maternas de
residentes de la Ciudad fue por aborto.
Estimaciones indirectas basadas en información secundaria
fundamentaron la existencia de subregistro de causa de muerte debido a las
modalidades de certificación y registros existentes (MSAS, 1989)30. Para la
Ciudad, el único estudio realizado a nivel nacional que revisó de manera
sistemática el subregistro de la mortalidad materna fue el realizado por el
Ministerio de Salud y Acción Social que consideró las muertes de mujeres
en edades reproductivas ocurridas en 1985 en algunas jurisdicciones del
29 Cuadro 7.14 del Anexo B. 30 Se trata de subregistro de causa de muerte y no de muerte.
132
país31. En ese momento, para la Ciudad, la medición del subregistro de
muertes maternas alcanzaba al 38,5 por ciento, si bien es necesario destacar
que se trató de un estudio por lugar de ocurrencia y no mostró el subregistro
de la mortalidad materna de las mujeres residentes en ella, sino de las
fallecidas y registradas en la misma. Los valores obtenidos en ese estudio
parecerían muy altos en comparación con otro más reciente (Ramos et. al,
2004) realizado en seis provincias (Chaco, Formosa, Mendoza, San Juan,
San Luis y Tucumán) que demostró un nivel de subregistro de muertes
maternas del 9,5 por ciento promedio, con mayores niveles en San Luis
(14,3 por ciento) y Tucumán (21,1 por ciento). Las explicaciones de estos
niveles se encuentran en la mejora de la captación de las muertes maternas,
factible, debido al tiempo transcurrido entre los dos estudios o a la
existencia de diferenciales de nivel según jurisdicción.
Los argumentos de ambos trabajos para explicar el subregistro de la
mortalidad materna se basan en que, cuando la muerte no ocurre en un
Servicio de Obstetricia, el certificado de defunción no incluye la
información que relaciona la causa con el estado grávido-puerperal. Dada la
frecuente derivación de las pacientes, esta información se pierde
especialmente cuando la mujer muere algunas semanas después.
7.2.3 El cuidado de la salud.
El cuidado de la salud incluye todas las medidas necesarias para
evitar el deterioro de la misma, o en caso de que suceda, tratarla
adecuadamente. Dentro de estas medidas se incluye: el acto médico, las
conductas de las familias, el medio ambiente, la calidad del ambiente, la
inserción laboral, los ingresos, la educación, etc., siendo fundamental la
existencia de un sistema de atención con énfasis en las medidas preventivas.
La medida del grado de atención de la salud está en relación no sólo
con los resultados que se obtienen (morbilidad y mortalidad), sino también
con el riesgo de la población que se asiste. Un indicador utilizado para
analizar la calidad de la atención de la salud en los niños menores de un año
31 Además de la Ciudad se trabajó en las provincias de Tucumán, Corrientes y Córdoba. La
existencia del subregistro se estableció mediante el pareo de la causa registrada en el certificado de defunción y los datos de la historia clínica de la fallecida.
133
es el índice obtenido al relacionar la mortalidad infantil, elegida como
resultado, con la incidencia del bajo peso al nacer, seleccionada como riesgo
de la población32 (MSAS, 1994). Para los niños de 1 a 4 años se utiliza un
índice diferente, ya que el bajo peso deja de ser un factor de tan alto riesgo
como sucede durante el primer año de vida. En este caso el índice relaciona
las muertes no evitables (tumores, anomalías congénitas y cardiovasculares)
con las evitables (infecciosas, violencias y respiratorias). Ambas relaciones
muestran que cuanto mayor es el índice peor sería la atención de la salud.
En la Ciudad, en ambos grupos de edad se observa33, si bien con
algunas fluctuaciones, una reducción del índice (Gráfico 7.7) que muestra
una mejora en la atención desde mediados de los noventa, aunque registra
un deterioro en el último bienio. Se destaca que durante todo el período fue
peor la calidad de la atención de los menores de un año. Las explicaciones a
esta situación se encuentran en las conductas de las mujeres en el control
efectivo de sus embarazos. La ausencia de controles o la reducida cantidad
de los mismos se vincula con el bajo peso al nacer, los nacimientos
prematuros y la mortalidad infantil, indicadores incorporados en el índice
elaborado.
Por otro lado, se investigaron las conductas de las familias ante la
prevención y el cuidado de la salud de los niños y las estrategias de las
mujeres en relación con la atención del embarazo y el parto. Como ya se
señalara, se trabajó con las Encuestas de Condiciones de Vida del
SIEMPRO de los años 1997 y 200134. Lamentablemente35, los altos
coeficientes de variación que presentan para la Ciudad las poblaciones que
son objeto de análisis (madres de niños menores de 3 años y niños menores
de 5 años) sólo permitieron obtener muy pocas evidencias, aunque
relevantes, en la caracterización de la salud-enfermedad-atención de las
mujeres embarazadas y de la primera infancia.
Es posible inferir que la crisis económica, que empujó a la mujer
hacia el mercado laboral para aportar ingresos a los deteriorados 32 Este indicador fue utilizado por el Programa Nacional de Estadísticas de Salud para
evaluar el grado de atención sanitaria según grupo de edad. 33 Cuadro 7.16 del Anexo B.
34 Que se tomaron como representativos de las conductas relacionadas con la atención de la salud de las décadas de 1990 y del año 2000.
35 Los problemas metodológicos se detallan en el Anexo A.
134
presupuestos familiares, modificó las prácticas cotidianas en el cuidado de
los niños. Probablemente tuvo menor tiempo para compartir con sus hijos y
para llevarlos a los controles periódicos y/o menores ingresos para
transportarlos hasta el hospital o consultorio médico. También incidirían en
la calidad del cuidado el stress y el cansancio, y la menor chance de
lactancia.
Gráfico 7.7
Evaluación de la atención de la salud de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.
0,0
0,5
1,0
1,5
2,0
2,5
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
año
índi
ce
- 1 año 1-4
Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.15 del Anexo B.
El análisis comienza con los controles prenatales que, como ya se
señalara, son una acción básica de promoción y prevención de la salud y su
eficacia está determinada por la oportunidad del primer control, la
frecuencia de controles y la calidad de la atención. Entre 1997 y 2001, en la
cantidad de controles durante el embarazo y el post-parto, se observan
disminuciones importantes; en la oportunidad del primer control esta
reducción es más leve.
Para igual período (1997-2001) con respecto al cuidado de la niñez
se observa menor permanencia de los niños con alguno de sus padres la
mayor parte del día (- 19 por ciento) y también menor cobertura exclusiva
de obra social (-16 por ciento), que se relacionaría con el aumento de la
precariedad laboral y de la tasa de actividad de las mujeres, ya señalado en
el capítulo 5. Pero las disminuciones más importantes y relacionadas
directamente con la salud de los niños se registraron en el número de
135
consultas de control de su salud (- 48 por ciento) y en la chance de
amamantamiento hasta 6 meses inclusive (-23 por ciento).
Cuadro 7.7
Indicadores de las conductas de las familias. Ciudad de Buenos Aires, 1997 y 2001.
Indicador 1997 2001 Primer control hasta 3º mes de embarazo 98,8 95,2 5 o más controles durante el embarzo 96,4 89,4 Control del embarazo en establecimiento no público 73,2 74,6 * Atención del parto en establecimiento no público 74,2 77,6 Realización de control post-parto 96,0 92,0 Amamantamiento hasta 6 meses inclusive 73,3 56,1 * Cobertura de salud sólo de obra social en niños de 0-4 años 60,1 50,5 * Permanencia con alguno de los padres la mayor parte del día 88,5 71,7 Consulta sin estar enfermo el niño en los últimos 12 meses 98,9 98,1 Más de 6 controles sin estar enfermo el niño en los últimos 12 meses 78,4 45,4 *
Nota: * Coeficientes de variabilidad mayores al 10 por ciento. Ver Punto 3 de Anexo A. Fuente: elaboración sobre las bases de encuestas de condiciones de vida.
Es conocido el impacto de la lactancia materna prolongada36 en la
salud infantil. La leche humana tiene un valor incomparable en el desarrollo
y maduración del sistema nervioso central, en la protección inmunológica y
en la prevención a corto, mediano y largo plazo de diferentes patologías en
el niño. Según una encuesta realizada en la Ciudad en 1997, a madres
residentes37, la lactancia materna exclusiva fue del 23,1 por ciento y la
lactancia materna completa del 33,4 por ciento (Ageitos, 1998). Existían
notorias diferencias según el grupo etario (Cuadro 7.8) y las altas
participaciones de lactancia exclusiva se registraban entre los menores de
tres meses, si bien no cumplían con la meta de lactancia (que el 60 por
ciento de los niños sea amamantado hasta el sexto mes en forma exclusiva).
Más recientemente, en el 2002, la Encuesta Anual de Hogares
(EAH) de la Ciudad mostró que menos de la quinta parte de los niños
menores de dos años consumió leche materna exclusiva (15,5 por ciento),
mientras que la mitad complementó este tipo de alimentación con el uso de
36 Según la norma aceptada en el país la lactancia materna debe ser exclusiva durante los
primeros seis meses y lactancia con alimentación complementaria oportuna y adecuada a partir del sexto mes y hasta los dos años (Ageitos, 1998).
37 Fue una muestra de 426 casos.
136
la mamadera38. Con respecto a los menores de un año, algo menos de la
tercera parte sólo consumieron leche materna, otro tercio la combinaron con
el uso de la mamadera y fue levemente superior la proporción de quienes
sólo utilizaron la mamadera (37,7 por ciento). De los niños entre uno y dos
años, más de la mitad (63,9 por ciento) utilizaron mamadera únicamente, el
7,8 por ciento lactancia materna exclusiva y el 8,4 por ciento empleó la
mamadera como complemento de la leche materna. En el caso de los bebés
de hasta 6 meses, la lactancia materna exclusiva fue del 38,6 por ciento.
Comparando este valor con el del año 1997 parece haberse incrementado en
la Ciudad la lactancia materna exclusiva y ello podría ser resultado de las
campañas públicas de promoción de la lactancia más que por deterioro
socioeconómico.
Cuadro 7.8
Lactancia materna según grupo etario. Ciudad de Buenos Aires, 1997.
Lactancia - de 28 días 60-89 días 120-149 días 180-209 días
Exclusiva (E) 79,7 54,8 23,1 3,9
Predominante (P) 1,3 9,5 10,3 5,9
Completa (E+P) 81,0 64,3 33,4 9,8
Parcial * 15,2 23,8 41,0 51,0
Destetado 3,8 11,9 25,6 39,2
Nota: * pecho más otra leche o papilla. Fuente: Ageitos, 1998.
Otra de las conductas preventivas analizadas relacionada con la salud
de la niñez, es la vacunación sistemática de los niños, ya que les garantiza
menor morbilidad y mortalidad por enfermedades infecciosas. Es una
prioridad de la política pública que se alcancen los mayores niveles de
cobertura en relación a la aplicación efectiva de las distintas vacunas. Para
verificar esos niveles se usó la información provista por la EAH 2002. En
ella se solicitó a las madres que mostraran el carnet de cada uno de sus hijos
para confirmar la respuesta a la pregunta sobre calendario de vacunación.
Cabe destacar que la exhibición del carnet de vacunación se dio sólo en el
38 Para los bebés menores de 7 meses se indagó sobre la ingesta de otro líquido usando
recordatorio de las últimas 24 hs. que permite obtener un dato más confiable de lactancia materna exclusiva.
137
29,3 por ciento de los casos, por lo cual los valores obtenidos deben tomarse
con recaudos, debido a los altos coeficientes de variación. Entre los niños
cuyas madres mostraron el carnet39, la totalidad de los menores de un año
tiene la cobertura completa de vacunación BCG y antihepatitis B. En los
niños de uno a dos años se mantiene en 100 por ciento la BCG pero se
reduce a 81 por ciento la antihepatitis B y a 85 por ciento la aplicación de la
Sabin y la Cuádruple. Para los dos años de edad, la BCG mantiene el 100
por ciento de cobertura, así como la triple viral (99,3 por ciento), sin
embargo es más baja la cobertura de antihepatitis B (46,6 por ciento).
Los altos niveles de cobertura de la antihepatitis B, en los menores
de dos años, tiene su explicación en que la edad de estos niños coincide con
el momento en que se determinó su administración obligatoria y fue
aplicada gratuitamente40. Por su parte, la baja cobertura en los niños de dos
años responde a que esta vacuna es de alto costo y que en los comienzos de
la obligatoriedad de su aplicación no haya estado garantizada la gratuidad en
el ámbito público. Asimismo, llama la atención que el nivel de cobertura
completa de la vacuna Sabin alcance sólo al 70 por ciento de los menores de
dos años. A pesar de la gratuidad de las vacunas administradas en el sistema
público, factores sociales y económicos, así como la falta de información
adecuada, resultarían limitantes en cuanto al logro de niveles de cobertura
adecuados41, lo que demostraría fallas en el funcionamiento de los servicios.
Es sabido que la información surgida sólo de la declaración de los
respondentes no resulta de alta confiabilidad, ya que se basa en recuerdos
sobre datos puntuales como el tipo de vacuna aplicada y la cantidad de dosis
de cada una de ellas. Si además, se brinda información sobre varios hijos,
las posibilidades de error son aún mayores. Igualmente se consideró
oportuno el análisis comparativo de ambas situaciones en relación a la
cobertura de los niños hasta los 4 años. La inclusión de la información
validada sólo por el testimonio del entrevistado, marca diferencias aunque
39 Constituyen el 30 por ciento para los menores de 1 año y el 34 por ciento de los de 1 a 2 años.
40 Si bien la aplicación efectiva en la ciudad comenzó en el 2001 fue obligatoria y gratuita para los niños nacidos a partir de noviembre de 2000.
41 El número de dosis recomendadas es variable: BCG una dosis al nacimiento; Sabin y Cuádruple (difteria, tétanos, pertussis, haemophilus influenza b) cuatro dosis; Hepatitits B tres dosis; Triple viral (sarampión, rubéola, parotiditis) dos dosis y Hepatitis A una dosis al año.
138
no de significación, con excepción de la vacuna triple bacteriana, donde
existe una sobreestimación de su aplicación.
Cuadro 7.9
Cobertura de inmunizaciones (en %) según vacunas aplicadas en los menores de cinco años. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
Vacuna aplicada
Mostraron carnet de
vacunación
No mostraron carnet de
vacunación BCG 99,4 92,5 Sabin 93,8 89,3 Triple bacteriana 36,6 71,1 Hepatitis B 66,2 65,3 Cuádruple 83,8 76,4 Triple viral 71,1 73,5 Otras 41,2 18,3
Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados.
En síntesis, puede afirmarse que prácticas como el amamantamiento,
valiosas por la incidencia en la evitabilidad de enfermedades
infectocontagiosas, al igual que en otras partes del país, no están aún
afianzadas entre las madres de la Ciudad. Por otra parte, los niveles de
cobertura de las inmunizaciones son altos en los casos de aquellas vacunas
aplicadas durante el período de internación o exigidas para la
documentación del recién nacido, pero luego aparecen resultados dispares
en sus niveles de cobertura, tanto entre quienes exhibieron o no el carnet, al
momento de ser encuestados.
7.3 La desigualdad en la salud-enfermedad.
La desigualdad en la salud de los niños, como ya se señalara, se
midió aplicando los Coeficientes de Gini y de Concentración a los
indicadores seleccionados para conocer el riesgo al nacimiento y la
mortalidad. Es sabido que cuanto mayor es el área comprendida entre la
Curva de Lorenz y la diagonal de igualdad, mayor será el valor del
Coeficiente de Gini y por lo tanto la desigualdad de la distribución del
indicador que se está midiendo. Por su parte, una Curva de Concentración
cercana a la de Lorenz, indicaría que las zonas con peores indicadores de
139
salud, serían aproximadamente las mismas que las que presentan peores
indicadores socioeconómicos42.
A comienzos de la década de 1990 los indicadores que presentaron
mayor desigualdad en los riesgos al nacimiento fueron: madres con baja
instrucción, adolescentes y multíparas. Por otro lado, se destaca el bajo nivel
de los coeficientes bajo peso al nacer y pretérmino que, a pesar de lo
esperado, prácticamente están cercanos a la diagonal de igualdad.
Cuadro 7.10
Medición de la desigualdad en la salud y la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992 y 2001-2002.
1991-1992 2001-2002
Indicador Coeficiente
de Gini Coeficiente de Concentración
Coeficiente de Gini
Coeficiente de Concentración
madres baja instrucción 0,289 -0,265 0,441 -0,375madres solteras 0,175 -0,150 0,207 -0,168madres adolescentes 0,231 -0,199 0,280 -0,246madres multíparas 0,225 -0,178 0,338 -0,309nacimientos pretérmino 0,064 -0,035 0,056 -0,007nacimientos bajo peso 0,052 -0,029 0,058 -0,039nacimientos atendidos por médico 0,160 0,111 0,204 0,170mortalidad fetal 0,264 -0,166 0,252 -0,153mortalidad infantil 0,141 -0,099 0,207 -0,156mortalidad infantil neonatal 0,137 -0,071 0,197 -0,129mortalidad infantil postneonatal 0,201 -0,157 0,280 -0,207mortalidad infantil reducible 0,212 -0,118 0,256 -0,197mortalidad perinatal 0,173 -0,104 0,174 -0,123mortalidad menores de 5 años 0,126 -0,096 0,202 -0,164
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
Varios autores observaron que el bajo peso al nacer y el pretérmino
no son sensibles para analizar desigualdades en salud, ni estarían asociados
con los ingresos, debido a que el alto porcentaje de nacimientos por
cesárea43 ocultaría las diferencias socioeconómicas de ambos indicadores.
Es decir, las frecuentes cesáreas en las clases media y alta “compensarían”
el efecto de la desnutrición o falta de controles adecuados de las mujeres de
la clase baja. El estudio de desigualdades en la salud, desde una perspectiva
socioespacial, realizado en Rosario mediante análisis de niveles múltiples
(Luppi et. al., 2005) demostró que es más probable que el recién nacido sea
42 En estos casos ambos coeficientes toman valores absolutos parecidos.
43 Según la Encuesta SIEMPRO 1997 en la Ciudad era el 32 por ciento de los nacimientos de las mujeres que tenían hijos menores de 3 años.
140
de bajo peso cuando la madre es primípara y cuando el parto no finaliza
espontáneamente. En el trabajo sobre mortalidad infantil y bajo peso al
nacer en ciudades del nordeste y sudeste de Brasil (Moura de Silva et.al.,
2003) se confirmó una fuerte asociación entre el bajo peso al nacer y la tasa
de cesáreas44. Otro estudio dentro de Brasil (Barbieri et.al., 2000) incorporó
a la alta participación de cesáreas los nacimientos de pretérmino. Un análisis
espacial entre las relaciones del perfil de los nacimientos y las condiciones
socioeconómicas en Río de Janeiro (d’Orsi et.al., 2005) mostró que la
proporción de cesáreas en esa ciudad (39,5 por ciento) era más del doble de
la recomendable (15 por ciento) y que el bajo peso al nacer no es lo
suficientemente sensible para discriminar las diferencias socioeconómicas
entre la clase media y los habitantes de las “favelas”. En otro trabajo sobre
el municipio de Río de Janeiro (Tavares de Andrade et.al., 2001) se
investigaron las desigualdades socioeconómicas en relación a la mortalidad
perinatal y el bajo peso al nacer, obteniéndose bajos niveles del índice de
concentración, tanto para el bajo peso al nacer (0,1170) como para la
mortalidad perinatal (0,1642). También el trabajo de Horte et. al. (1996)
sobre el sur de Brasil, demostró que, a pesar de la mayor incidencia
observada en las familias de la clase baja, los nacimientos de pretérmino no
están asociados a la renta familiar.
También existen causas biológicas que se relacionan con los
nacimientos de pretérmino o con el retardo del crecimiento intrauterino,
entre otras: aborto espontáneo, contractilidad uterina aumentada,
acortamiento del cuello uterino, malformaciones uterinas, diabetes con
vasculopatía, placenta previa, rotura prematura de las membranas,
embarazo múltiple, multiparidad (Schwarcz, 1998).
Con respecto a las relaciones entre multiparidad y bajo peso al nacer,
para la Ciudad se observa45 que las participaciones del bajo peso fueron
durante todo el período analizado más importantes entre las multíparas. Este
hecho también está relacionado con la pobreza ya que las madres multíparas
44 La ciudad de Ribeirao Preto comparada a Sao Luis tiene mayor proporción de bajo peso
al nacer (20 % contra 10,9%) y más alta participación de partos por cesárea (51,1% contra 33,2%).
45 Cuadro 7.17 del Anexo B.
141
(las que tienen 5 hijos y más) en su mayoría pertenecen a los estratos bajos
de la población46.
En el gráfico 7.8 se observa que el 40 por ciento de los nacimientos
que ocurrió en las CE con peores niveles socioeconómicos, concentró más
del 60 por ciento de las madres con bajo nivel de instrucción. Se destaca un
ordenamiento muy similar (ambas curvas casi se superponen) tanto por los
niveles de salud como socioeconómicos.
Gráfico 7.8
Distribución de los nacimientos con baja instrucción de la madre. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Nac
imie
ntos
con
baj
a in
stru
cció
n de
la m
adre
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
Por su parte, ese mismo porcentaje aportó cerca del 60 por ciento de
los nacimientos de madres adolescentes y de multíparas47.
Con respecto a los indicadores de mortalidad, los mayores
coeficientes se registraron en la mortalidad fetal, la infantil por causas
reducibles y la post-neonatal, las dos últimas más relacionadas con los
indicadores socioeconómicos. Se destaca que el 40 por ciento de los
nacimientos que ocurrió en las CE con peores niveles socioeconómicos,
concentró el 60 por ciento de las muertes fetales registradas, más del 50 por
ciento de las muertes de menores de un año por causas reducibles48 y cerca
del 60 por ciento de las muertes infantiles post-neonatales (Gráfico 7.9).
46 Gráficos 7.2 y 7.6 del Anexo B. 47 Gráficos 7.1 y 7.2 del Anexo B. 48 Gráficos 7.3 y 7.4 del Anexo B.
142
Gráfico 7.9 Distribución de la mortalidad infantil post-neonatal.
Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Mue
rtes i
nfan
tiles
acu
mul
adas
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
A comienzos de la década del 2000 se observa que en la mayoría de
los indicadores (excepto pretérmino y mortalidad fetal) se incrementó la
desigualdad. No obstante, los que presentan mayores coeficientes continúan
siendo los mismos que en la década anterior.
Con respecto a los riesgos al nacimiento, el 40 por ciento ocurrido en
las CE con peores niveles socioeconómicos concentró más del 70 por ciento
de los nacimientos de madres con baja instrucción (Gráfico 7.10), más del
60 por ciento de madres adolescentes y casi el 70 por ciento de las
multíparas49. En todos los casos creció la desigualdad y aumentó la
concentración con respecto a la década anterior.
En la mortalidad fetal la desigualdad se mantuvo prácticamente igual
y decreció la concentración50. En la mortalidad infantil por causas
reducibles51 y en la mortalidad post-neonatal (Gráfico 7.11) creció la
desigualdad y aumentó la concentración.
49 Gráficos 7.5 y 7.6 del Anexo B. 50 Gráfico 7.7 del Anexo B. 51 Gráfico 7.8 del Anexo B.
143
Gráfico 7.10 Distribución de los nacimientos con baja instrucción de la madre.
Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Nac
imie
ntos
con
baj
a in
stru
cció
n de
la m
adre
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
Gráfico 7.11
Distribución de la mortalidad infantil post-neonatal. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Mue
rtes i
nfan
tiles
acu
mul
adas
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
Los coeficientes obtenidos permiten confirmar la existencia de una
relación importante entre la evolución de la salud infantil y de la
desigualdad social en la Ciudad. A partir del 2000 las diferencias entre los
valores absolutos de ambos coeficientes se acortaron, lo que implica que las
zonas con peores indicadores de salud son, aproximadamente, las mismas
que las que presentan peores niveles socioeconómicos. Una vez más se
confirma que la salud de los niños es altamente dependiente de las
condiciones de vida en que se desarrolla. La pertenencia a hogares con
necesidades básicas insatisfechas es un factor que condicionó tanto las
144
posibilidades de acceso a los servicios como las conductas en relación al
proceso salud-enfermedad de los niños.
Alleyne (1998) afirmó, que la evidencia objetiva sobre las
diferencias en las condiciones de salud y de vida representa el primer paso
para distinguir las inequidades en salud. Por lo tanto, este ejercicio
descriptivo podría considerarse como un inicio en la identificación de las
inequidades en salud de la primera infancia de la Ciudad.
7.4 La desigualdad en el cuidado de la salud.
Es sabido que la familia constituye la unidad donde, en forma directa
o como mediadora, se establecen y operan algunos de los principales
determinantes de la morbilidad y la mortalidad, en particular entre los
menores de cinco años. Asimismo, es “la unidad a partir de la cual se
constituyen y/o se organizan las principales redes sociales respecto del
proceso salud-enfermedad-atención” (Menendez, 1992:4). Algunos autores
(Evans et. al., 1996; Minujin et.al., 2000) afirman que es la familia la que
brinda al niño y a sus integrantes en general, los elementos para poder
enfrentar condiciones adversas. De esta manera, favorecería o dificultaría en
el niño las condiciones para un crecimiento y desarrollo sano.
Por tal motivo, se creyó conveniente incluir el análisis de la
desigualdad en la atención de la salud de las familias de la Ciudad, a fines
del período analizado, con indicadores obtenidos a partir de la EAH 2002.
En primer lugar se consideró, según zona de la Ciudad52, la
proporción de población que no realizó consulta médica en los seis meses
anteriores a la entrevista. Como se observa en el Cuadro 7.11, las
situaciones extremas se encuentran en la zona norte, donde representa
menos del 30 por ciento de la población, y en el sur, donde no consultó el 38
por ciento.
52 Este (CE: 6,7,9,10,11,12,13,14 y 20); Norte (CE: 16,17,18 y 19); Oeste (CE:
1,5,15,21,24,25,26,27 y 28) y Sur (CE: 2,3,4,8,22 y 23).
145
Mapa 7.1 Divisiones de la Ciudad según zona.
sur
oeste este
norte
N
EO
S
Fuente: (GCBA, 2004).
Cuadro 7.11
Proporción de población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
Zona % no consultóEste 32,5
Norte 29,6 Oeste 33,3 Sur 37,9
Total Ciudad 33,3 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.
Al tener en cuenta el tiempo transcurrido desde la última consulta,
son las zonas oeste y sur las que registran mayores participaciones de
personas que hace más de dos años que no consultan.
Cuadro 7.12
Distribución de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses por tiempo transcurrido desde la última consulta según zona.
Ciudad de Buenos Aires, 2002.
Zona 6 meses a
1 año 1 a 2 añosmás de 2
años No
recuerda Total Este 38,2 38,6 17,7 5,5 100,0
Norte 35,8 41,0 17,9 5,3 100,0 Oeste 35,4 38,2 21,3 5,1 100,0 Sur 35,7 36,0 21,9 6,4 100,0
Total Ciudad 36,1 38,3 20,0 5,6 100,0 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.
146
Con respecto a la población que consultó al médico, según tipo de
financiamiento, en la zona sur la participación de los que lo hicieron gratis o
con bonos es 3,8 veces mayor que en el norte, y más de 2 veces la
participación de las zonas este y oeste de la Ciudad.
Cuadro 7.13
Distribución de la población que realizó consulta médica en los últimos seis meses por tipo de financiamiento según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
Zona Gratis o
con bonos
Todo la obra
social, prepaga o
mutual
Parte la obra social, prepaga o
mutual En forma particular Otro Total
Este 18,0 60,4 15,5 4,3 1,8 100,0 Norte 11,6 69,3 13,3 4,3 1,5 100,0 Oeste 22,3 56,3 13,4 6,1 1,9 100,0 Sur 44,4 42,2 8,0 4,0 1,4 100,0
Total Ciudad 22,4 58,1 12,9 4,9 1,7 100,0 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.
Por otro lado, más del 50 por ciento de la población de la zona sur
que realizó consulta médica vivía a menos de 6 cuadras del centro de salud
más cercano, mientras que en el resto de la Ciudad las mayores
proporciones se ubican en 10 cuadras y más. Esto muestra una mayor
concentración de centros de salud en la zona sur y probablemente se deba a
esta cercanía, que la participación de la población que no consultó en los
últimos seis meses, no sea muy diferente al resto de la Ciudad. Por otro
lado, supondría una distribución equitativa de los recursos físicos públicos.
Cuadro 7.14
Distribución de la población que realizó consulta médica en los últimos seis meses por distancia al centro de salud más cercano según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
Zona Menos de 3 cuadras
3 a 5 cuadras
6 a 9 cuadras
10 y más cuadras Total
Este 8,8 13,7 24,4 53,1 100,0 Norte 9,5 14,3 15,7 60,5 100,0 Oeste 4,4 9,8 19,2 66,6 100,0 Sur 29,7 23,9 19,9 26,5 100,0
Total Ciudad 11,1 14,3 19,6 55,0 100,0 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.
Finalmente, teniendo en cuenta la pobreza por ingresos, las
diferencias en la no realización de consulta entre el 20 por ciento más pobre
147
y el 20 por ciento más rico, muestra comportamientos diferentes por zona.
En el sur, la proporción de población del estrato más pobre que no consultó
al médico es una vez y media la proporción del estrato más rico que no lo
hizo. En el resto de la Ciudad las diferencias son menores. Cuadro 7.15
Participación de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según quintil de ingresos total familiar por zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
Zona 20 % más
pobre 20 % más
rico Este 34,2 25,5
Norte 31,4 23,5 Oeste 37,5 29,9 Sur 41,6 28,6
Total Ciudad 37,3 26,4 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.
A partir de la distribución de los hogares según quintiles de ingresos
totales familiares se concluye: en la zona sur residen sólo el 8 por ciento de
los hogares más ricos de la Ciudad y más de la tercera parte de los hogares
más pobres. Cuadro 7.16
Participación de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según quintil de ingresos total familiar por zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.
Zona 20 % más
pobre 20 % más
rico Este 20,5 25,6
Norte 14,1 34,8 Oeste 31,6 31,7 Sur 33,7 7,9
Total Ciudad 100,0 100,0 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.
Los resultados obtenidos indican, que a pesar de la mayor
concentración de centros de atención primaria en la zona sur, su población y
en especial los más pobres, tienen una percepción de la importancia de los
controles médicos que los diferencia notablemente del resto de la Ciudad.
Por lo tanto, no es posible pensar que los problemas de la zona sur puedan
resolverse con políticas focalizadas. En las zonas de mayor concentración de
la pobreza son necesarias estrategias de múltiple intervención dada la
heterogeneidad de problemas que sufren.
148
8. Espacialización de la situación de la salud-enfermedad.
En el capítulo anterior se verificó la existencia de un aumento en la
desigualdad de la mayoría de los indicadores seleccionados para el análisis
de la situación de la salud-enfermedad de la primera infancia en la Ciudad,
en la década pasada. El propósito de este capítulo es visualizar
espacialmente las distintas realidades que existen dentro de ella y elaborar, a
partir de conglomerados homogéneos entre sí1, una estratificación en zonas
que se contrastará con la obtenida al analizar la desigualdad social2.
Las disparidades según la residencia habitual de la madre tienen una
importancia fundamental para el sector salud ya que los planes y programas
requieren una referencia espacial. Son la base para implementar acciones
específicas para las divisiones territoriales. “Se considera que el enfoque
geográfico de los fenómenos demográficos tiene un doble interés: permite
observar, medir, visualizar las diferencias espaciales y brinda algunos
elementos interesantes para orientar la investigación hacia aspectos
específicos con el objeto de lograr una mejor focalización del problema y de
las posibles soluciones” (Trifiró, 2003:631).
Siguiendo el pensamiento compartido por diferentes autores (Claval,
1981; Santos, 1990 y Sánchez, 1991) el espacio se define como una
construcción social que depende de múltiples elementos e intervenciones,
especialmente aquellas vinculadas a la economía, la política y la cultura. Así
el espacio “se convierte en una instancia social que condiciona la evolución
de las restantes estructuras de la sociedad, y cumple su función mediante un
papel activo que permite o dificulta el proyecto de desarrollo adoptado por
cada fracción de la sociedad” (Lucero, 2005:388). De esta manera, el
espacio social estaría formado por dos componentes interrelacionados: la
configuración espacial y la dinámica social.
Desde la perspectiva sociológica, “hablar de un espacio social
significa que no se puede juntar a cualquiera con cualquiera ignorando las
1 Aplicando el método de los conglomerados de k medias. 2 Como ya se señalara, se seleccionaron las Circunscripciones Electorales (CE), por ser la
división territorial utilizada para la codificación geográfica de las estadísticas vitales, fuente de datos que permitió la elaboración de los indicadores que miden el riesgo al nacimiento y la mortalidad de la primera infancia.
149
diferencias fundamentales, en particular las económicas y culturales”
(Bourdieu, 1990:286). El concepto de espacio está basado en la
diferenciación, en cuanto a un conjunto de posiciones distintas y
coexistentes, definidas en forma relacional. Desde la perspectiva geográfica,
se puede decir que la espacialidad está en función de las relaciones
significativas que se establecen, las que dependen del conocimiento de los
individuos y de los contextos en que se encuentran (Formiga, 2003). De los
distintos criterios que se pueden adoptar para el tratamiento de la
diferenciación socio-espacial, como señala Bourdieu, el que presenta mayor
estabilidad y durabilidad “es la diferenciación fundada en la estructura del
espacio construido, la cual, pone en evidencia la distribución del capital”
(Bourdieu, 1990:286).
Es sabido que la pobreza y el medio ambiente en que viven las
personas tienen influencia directa sobre la salud e influyen en los niveles de
mortalidad, siendo la de los niños particularmente sensible a estos factores.
Se observó que las disparidades de mortalidad están fuertemente asociadas a
condiciones colectivas de riesgo. Aquellas divisiones territoriales que
presentan una alta fecundidad, pobres condiciones de vivienda y de
saneamiento, también presentan altos niveles de mortalidad infantil (Trifiró,
2003). Por otro lado, la disponibilidad de centros de salud o la existencia de
equipamientos adecuados y suficientes es esencial, pero no garantiza que la
población con mayores riesgos acuda a ellos en forma conveniente,
especialmente por el acceso diferencial a la medicina preventiva. La
atención del niño al nacer y la existencia de un buen servicio de
neonatología pueden disminuir de manera importante el nivel de la
mortalidad, pero tan importante como eso es el control del embarazo y las
condiciones del parto.
El incremento de la desigualdad actuó reforzando los procesos de
segregación y exclusión social ya existentes, manifestándose en la
fragmentación, la individualización de los procesos sociales y en la
polarización de la Ciudad y de las prácticas sociales que se desenvuelven en
ella. Como se señaló en el Capítulo 6, la reestructuración económica
iniciada en la década de 1990 intensificó las divisiones sociales que ya
existían, generando una ciudad cada vez más polarizada. En este sentido, las
150
familias, según sus “posibilidades”, se organizaron de distintas formas para
resolver sus carencias, asegurar su subsistencia y paliar la creciente
vulnerabilidad. Siguiendo a Souza, “el espacio fragmentado es por
excelencia el espacio de la ciudad, el espacio de la heterogeneidad, de los
valores diferenciales, de la segregación” (Souza, 1996:59). En este sentido,
como señala Oszlak (1991:24), “el derecho al espacio conlleva diversas
externalidades estrechamente ligadas a la localización de la vivienda, tales
como la educación, la atención de la salud, las fuentes de trabajo, la
recreación, el transporte o los servicios públicos”. De tal manera, en la
medida en que estos bienes y servicios tengan una distribución geográfica
desigual, variarán las posibilidades de acceso a los mismos según el lugar de
residencia. Es decir, la ciudad debe pensarse como un sistema dinámico
complejo en el que interactúan las formas espaciales y los proceso sociales.
Una muestra de la fragmentación del territorio, tanto en términos
sociales y habitacionales como por el uso efectivo del espacio urbano, se
observa en el sur de la Ciudad. Desde el punto de vista social y habitacional,
presenta altos niveles de pobreza estructural en un hábitat popular
heterogéneo y diferenciado según los barrios: en Boca y Barracas son
dominantes los inquilinatos, hoteles y pensiones; en San Telmo y
Constitución se agregan casas tomadas; mientras que en las cercanías del
Riachuelo, entre Barracas y Lugano, tienden a concentrarse las villas. En
términos del uso del espacio urbano, la fragmentación se expresa en la
localización contigua de edificios históricos descuidados, viviendas de uso
residencial, depósitos y talleres abandonados, y enormes predios sin usos
precisos (Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Regional, GCBA,
2000).
Coincidiendo con Evans se reconoce la “extrema influencia que los
factores macro-medioambientales sociales y físicos ejercen sobre los
patrones de enfermedad” (Evans et. al, 1996:21). En este sentido, el Sur, por
estar emplazado casi en su totalidad en la cuenca del Matanza-Riachuelo, es
una de las zonas con peores condiciones ambientales no sólo por las
sustancias contaminantes que provienen del Riachuelo y las que vuelcan las
industrias, sino también por situaciones de rebasamiento del sistema cloacal,
inundaciones y basurales a cielo abierto. La población que reside en esta
151
zona está expuesta permanentemente a factores patógenos que ponen en
peligro su salud.
Desde la publicación del documento Lalonde (Canadá, 1974) se
dirigió la atención hacia la importancia de las relaciones sociales, o su
ausencia, como correlatos de la enfermedad y la mortalidad. Dicho informe
recoge una muy extendida visión de que los determinantes de la salud van
más allá de la asistencia médica. Señala la importancia del tipo de trabajo,
el medioambiente, los genes hereditarios y el estilo de vida, así como las
implicancias que tiene la posición social en términos de salud. Existen
numerosas pruebas de que en todos los países la mortalidad, y la morbilidad,
cuando se la puede medir, presentan un gradiente según clase
socioeconómica: el status social más bajo está asociado con peor salud
(Mckeown, 1979; Black et. al., 1982; Bronfman y Tuirán, 1983; Puffer y
Serrano, 1988; Behm, 1992; Torrado, 1992; Wilkinson, 1997 y Marmot,
2005). Este gradiente del estado de salud según posición social puede ser
interpretado, por ejemplo, como resultado del mayor número de tensiones
que operan sobre la gente de los niveles más bajos, junto al hecho de que
disponen de menor cantidad de recursos para darles respuestas eficaces.
La aplicación de modelos que exploraron los determinantes de la
salud evidenció el importante papel que tienen los factores ubicados fuera
del sistema asistencial, es decir las condiciones sociales en las cuales la
gente vive y trabaja. Dahlgren y Whitehead (1991) explican que las
inequidades sociales en salud son el resultado de interacciones entre
diferentes niveles de condiciones causales entre el hombre y la sociedad.
Superponen distintas capas de factores, colocando en el centro a los
individuos con sus características (edad, sexo y factores hereditarios), luego
ubican los factores relacionados con los estilos de vida y posteriormente, las
redes sociales y comunitarias; en la capa siguiente están los factores
relacionados con las condiciones de vida y de trabajo (educación, medio
ambiente laboral, desempleo, condiciones sanitarias y agua potable,
servicios de salud, vivienda); finalmente, las condiciones económicas,
culturales y del medio ambiente prevalentes en la sociedad.
152
Por su parte Diderichsen y Hallqvist3 (1998) enfatizan el modo en
que el contexto produce una estratificación social que asigna a los
individuos diferentes posiciones. Esta posición será la que determinará sus
“oportunidades” en salud: diferente grado de exposición a condiciones
perjudiciales para la salud (mayor probabilidad de que la gente pobre se vea
expuesta a situaciones que afecten negativamente su salud), diferente
vulnerabilidad a la enfermedad (mayor propensión a padecer enfermedades
debido a la interrelación de los múltiples riesgos de salud a que se ven
expuestos), así como diferentes consecuencias sociales del proceso salud-
enfermedad (una enfermedad que puede tener consecuencias limitadas para
la población rica quizás sea catastrófica para los pobres).
Mackenbach (1994) enfatiza el mecanismo por el cual las
inequidades en salud son generadas y plantea efectos versus causas. Los
efectos serían la salud en la infancia, la incidencia de los problemas de salud
en las edades adultas y la posición socioeconómica cuando adulto. El
mecanismo de causalidad es representado por tres grupos de factores de
riesgo (estilos de vida, estructurales y del medio ambiente y los relacionados
con el stress psicosocial) los cuales son intermediarios entre la posición
socioeconómica y los problemas de salud. También reconoce la
contribución del medio ambiente en la infancia y de los factores culturales y
psicológicos.
Otro modelo, el de Brunner, Marmot y Wilkinson (1999) que
originalmente fue desarrollado para conectar las perspectivas de salud
curativa y preventiva, luego fue aplicado para explicar los factores sociales
del proceso salud-enfermedad que contribuyen a la inequidad en salud. Los
autores introducen explicaciones que ilustran la forma en que las
inequidades en salud resultan de exposiciones diferenciales al riesgo a lo
largo de la vida. El modelo une la estructura social con la salud/enfermedad
a través de factores materiales, psicosociales y de comportamiento.
En síntesis, en todos los modelos la posición socioeconómica puede
ser descripta como determinante estructural de la salud o como determinante
social de la inequidad en salud. Estos modelos muestran que las
oportunidades en salud de los grupos sociales están basadas en el lugar que 3 Adaptada por Diderichsen, Evans y Whitehead en 2001.
153
ocupan en la estructura social. En general, los modelos muestran que los
determinantes intermedios generan diferencias en el estado de salud de las
personas; las mismas difieren según la posición socioeconómica que
ocupan. Estos determinantes incluyen factores relacionados con las
condiciones materiales, trabajo, condiciones de la vivienda, circunstancias
psicológicas, así como stress psicosocial y también con factores del
comportamiento (fumar, alcoholismo, etc.). Los modelos asumen que los
miembros de los grupos socioeconómicos más pobres viven en condiciones
materiales más desfavorables y emplean frecuentemente comportamientos
más perjudiciales para la salud que los grupos más privilegiados.
Las dificultades para traducir y operacionalizar los conceptos de los
diversos abordajes teóricos sobre el proceso salud-enfermedad, en estudios
empíricos con datos secundarios, han llevado a los investigadores ha utilizar
aproximaciones para explicar la causalidad de las desigualdades. En este
caso se consideró la residencia habitual de la madre como “proxy” del sector
social de pertenencia del hogar, ya que lamentablemente las estadísticas
vitales, por la ausencia de preguntas adecuadas, no permiten elaborar
indicadores por condición socio-económica.
8.1 Indicadores seleccionados.
La situación de la salud-enfermedad de la primera infancia se
caracterizó a través de los indicadores, ya utilizados en el capítulo anterior,
que pudieron desagregarse por residencia habitual de la madre. Los
nacimientos de riesgo se investigaron a partir de las participaciones relativas
de las madres con baja instrucción, solas, adolescentes y de las proporciones
de nacimientos de pretérmino y bajo peso al nacer. Estos indicadores son
útiles, especialmente los dos últimos, para evaluar el éxito de la atención
prenatal y las perspectivas de sobrevivencia y salud de los niños durante su
primer año de vida (Puffer y Serrano, 1988). La mortalidad de la niñez se
estudió a través de las tasas de mortalidad fetal, perinatal, infantil (neonatal
y postneonatal), infantil por causas reducibles y la mortalidad de menores de
cinco años.
Con el objeto de conocer la evolución de la desigualdad en la salud-
enfermedad infantil y comprobar si las políticas de salud redujeron la
154
magnitud de las diferencias, en los últimos diez años, se elaboraron los
indicadores para dos bienios (1991-1992 y 2001-2002) que se tomaron
como representativos de las décadas respectivas.
8.2 La situación en la década de 1990.
En la mayoría de los indicadores seleccionados para analizar los
nacimientos de riesgo, la Ciudad tuvo4 entre el 6 y el 7 por ciento. Si bien
los niveles no son muy altos, debe tenerse en cuenta que representan cerca
de 3.000 niños por año que nacieron en riesgo5. Esta condición determinó,
para ellos, una suerte dispar en cuanto a las oportunidades de sobrevivir, de
crecer y desarrollarse normalmente. Estos niños tendrán afectada su
capacidad de desarrollo pleno.
Si se comparan los niveles de la Ciudad con el promedio del país, se
observa que los mismos están por debajo del mismo y son menores al resto
de las jurisdicciones, especialmente en la proporción de madres adolescentes
y con baja instrucción6.
Al investigar las diferencias espaciales dentro de la Ciudad, se
destaca que los mayores riesgos relativos7 se encuentran entre las madres
con baja instrucción (5,9) y las adolescentes (4,1). La CE 4 (Boca) tiene seis
veces la proporción de madres con baja instrucción y cuatro veces la de
madres adolescentes de la CE 19 (Recoleta), que es la que presenta los
valores mínimos.
Es bien conocida la influencia del nivel de instrucción de las madres
para la sobrevivencia y crianza de los niños: la educación de las mujeres
juega un papel significativo entre los factores que contribuyen al buen
estado de salud. Esto tiene relación con el rol más importante que la mujer
educada tiene en el proceso de decisión familiar en cuanto a la forma de
utilizar los recursos del hogar, la distribución del alimento entre sus
miembros y el nivel de conciencia sobre la importancia de los cuidados
preventivos. Por otro lado, el embarazo adolescente sufre mayor número de
4 Excepto en el indicador madres con baja instrucción cuyo peso relativo fue del 2,5 por
ciento. 5 De ellos aproximadamente el 10 por ciento fallece. 6 Cuadro 8.1 del Anexo B. 7 Cuadro 7.5 del Anexo B.
155
complicaciones gestacionales (toxemia, eclampsia, anemia y parto
prolongado) que el de las embarazadas adultas. Se observó que la inmadurez
uterina y del cuello del útero predispondría a las adolescentes a infecciones
que implicarían una mayor frecuencia de rotura prematura de membranas y
el incremento de la incidencia de parto pretérmino. También el primer
embarazo (en general las adolescentes son primíparas) plantea riesgos
específicos que se suman a los derivados de la inmadurez fisiológica.
Ejemplo de ello es la hipertensión inducida por el embarazo o pre-
eclampsia, que es más frecuente en embarazos precoces, en mujeres de bajo
nivel socioeconómico y en el primer embarazo (Portnoy, 2005). Sin
embargo, existen evidencias empíricas que demuestran que el riesgo de
complicaciones gestacionales se debe a factores que no están relacionados
con la edad, como la pobreza y la atención médica. Las adolescentes y
mujeres pobres en general sufren, la mayoría de las veces, la imposibilidad
de acceder a los servicios de salud reproductiva, en particular a los medios
de planificación familiar no naturales. Este es uno de los aspectos de mayor
inequidad y violación de derechos ciudadanos en el campo de la salud. Si
bien el gobierno de la Ciudad ofrece, desde hace años, este tipo de servicios,
se destaca la ausencia de campañas de prevención y promoción que lleguen
a toda la población y entonces la atención se limita a la demanda
espontánea.
Al tener en cuenta los indicadores de mortalidad, se observa que la
Ciudad registró el menor nivel de mortalidad de la primera infancia del
país8 y que los mayores riesgos relativos9 se ubicaron en la mortalidad fetal
(8,3), infantil por causas reducibles (7,7), postneonatal (5,5) y neonatal
(5,0). Nuevamente es la CE 4 (Boca) la que presentóa los valores máximos,
registrando ocho veces la mortalidad fetal y seis veces la mortalidad
postneonatal de la CE 25 (Villa Devoto, Villa Real, Villa del Parque) y ocho
veces la mortalidad infantil por causas reducibles y cinco veces la neonatal
de la CE 20 (Retiro).
8 Cuadro 8.1 del Anexo B. 9 Cuadro 7.8 del Anexo B.
156
Debe recordarse que la CE 4 (Boca) fue la que presentó, durante esta
década los valores máximos en los indicadores de desigualdad social10; casi
la mitad de sus niños vivían en hogares con necesidades básicas
insatisfechas.
A partir de los indicadores seleccionados y con el objeto de elaborar
una estratificación en zonas, se utilizó el procedimiento de los
conglomerados de k medias11. Como resultado de su aplicación, se
agruparon las CE en tres conglomerados, que según la situación de riesgo de
la salud-enfermedad de la niñez, se identifican como: “baja”, “media” y
“alta”, correspondientes a los conglomerados 1, 2 y 3 respectivamente.
En la situación de riesgo “alta” se ubica12 sólo la CE 4 (Boca) que
es la que presentó los valores máximos en la mayoría de los indicadores
analizados, muy distanciados de los otros dos conglomerados. En la
situación de riesgo “baja”, que agrupa a diecinueve CE de las zonas norte,
centro y oeste de la Ciudad (Mapa 8.1), se ubican las que presentan los
menores niveles, es decir los menores riesgos al nacimiento y la menor
mortalidad de la niñez. Finalmente, en la situación “media” se encuentran
ocho CE que se ubican en las zonas este y sur de la Ciudad13.
10 Cuadro 6.1 del Anexo B. 11 Cuadro 2.1.3 del Anexo F. 12 Cuadro 2.1.4 del Anexo F. 13 Monserrat, Constitución, San Telmo, Balvanera, San Cristóbal, Barracas, Nueva
Pompeya, Parque Patricios, Villa Soldati, Villa Lugano, Villa Riachuelo, bajo Flores y parte de Parque Avellaneda.
157
Mapa 8.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 1990.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
Referencias
baja
media
alta
Fuente: Cuadro 8.7 del Anexo B.
8.3 La situación en la década del 2000.
Para el total de la Ciudad, los indicadores de riesgo al nacimiento
presentan niveles diferentes a los registrados en la década anterior14. Por un
lado se redujo la proporción de madres con baja instrucción (-8 por ciento) y
los nacimientos de madres multíparas (-22 por ciento) y por otro, se
incrementaron las proporciones de nacimientos de pretérmino (16 por
ciento), de bajo peso (11 por ciento) y de madres solas y adolescentes que lo
hicieron en el 2 por ciento15. Se observa una situación similar en el resto del
país16. El incremento de los nacimientos de bajo peso y de pretérmino en la
Ciudad quizás tenga relación con el aumento de los partos por cesárea.
Como se señaló en el capítulo anterior, varios autores (Horte et. al., 1996:
Barbieri, 2000; Tavares de Andrade et. al., 2001; Moura da Silva et. al.,
14 Cuadro 7.6 del Anexo B. 15 Cuadro 7.7 del Anexo B. 16 Cuadro 8.2 del Anexo B.
158
2003; d’Orsi et. al., 2005 y Luppi et. al., 2005) demostraron la asociación de
los nacimientos de pre-término y de bajo peso con la tasa de cesáreas.
Al analizar la desigualdad espacial, se observa que son los mismos
indicadores que los de la década anterior los que presentaron mayores
riesgos relativos, si bien las diferencias se ampliaron notablemente. Los
valores máximos los presenta ahora la CE 22 (Villa Soldati, Villa Lugano,
Villa Riachuelo y parte de Parque Avellaneda) que tiene veinte veces la
proporción de madres con baja instrucción y ocho veces la de madres
adolescentes de la CE 19 (Recoleta), que es la que presenta los valores
mínimos en los riesgos al nacimiento.
Con respecto a la mortalidad, con excepción de la mortalidad infantil
por causas reducibles que aumentó un 14 por ciento, los restantes
indicadores redujeron sus niveles17. Los mayores riesgos relativos18 se
ubican en la mortalidad postneonatal (8,6), la fetal (7,7) y la infantil por
causas reducibles (6,0). En este caso fue la CE 23 (Villa Soldati, Nueva
Pompeya, Parque Chacabuco y bajo Flores) la que registró los valores
máximos en todos los indicadores, mientras que la CE 16 (Belgrano y
Nuñez) tuvo los valores mínimos en la mayoría de ellos.
Se destaca que se registraron cambios en el interior de los grandes
universos barriales de la Ciudad. En la CE 23, durante esta década, cerca de
la tercera parte de la niñez residía en hogares con necesidades básicas
insatisfechas19. Asimismo, presentaba una de las mayores tasas de
desocupación del jefe del hogar (19,4 por ciento) y alta cobertura del
sistema público en la población total (46,8 por ciento) y en particular en la
niñez (61 por ciento).
Los resultados de la aplicación del procedimiento de los
conglomerados de k medias20 permitieron agrupar las CE en tres zonas
homogéneas identificadas como de situación de riesgo “baja”, “media” y
“alta”, correspondientes a los conglomerados 1, 3 y 2 respectivamente.
17 Cuadro 7.10 del Anexo B. 18 Cuadro 7.9 del Anexo B. 19 Cuadro 6.2 del Anexo B. 20 Cuadro 2.2.3 del Anexo F.
159
En la situación de riesgo “alta” se ubican21 cinco CE, en su mayoría
del sur22 de la Ciudad, que son las que presentaron los mayores riesgos al
nacimiento y la mayor mortalidad de la niñez. En el otro extremo, la
situación de riesgo “baja” agrupa a catorce CE de la zona norte y centro.
Finalmente en la situación “media” se encuentran nueve CE de las zonas
este, sur y oeste de la Ciudad23.
Mapa 8.2 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 2000.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
Referencias
baja
alta
media
Fuente: Cuadro 8.7 del Anexo B.
8.4 Cambios experimentados entre décadas.
La evidencia empírica sugiere que las diferencias sociales incidieron
en una creciente diferenciación en la salud-enfermedad de la niñez,
21 Cuadro 2.2.4 del Anexo F. 22 Monserrat, Boca, Nueva Pompeya, Barracas, Parque Patricios, Villa Soldati, Parque
Chacabuco, bajo Flores, Villa Lugano, Villa Riachuelo y parte de Parque Avellaneda. 23 Retiro, San Nicolás, Constitución, San Telmo, Barracas, Balvanera, Floresta, Velez
Sársfield, parte de Parque Avellaneda, Liniers, Mataderos, parte de Villa Luro, Versalles y Monte Castro.
160
especialmente en los indicadores de riesgo al nacimiento24 y en la
mortalidad infantil. Se observa que aquellas CE donde la mortalidad infantil
se incrementó o experimentó menores reducciones son las mismas que
registraron incrementos notorios de la mortalidad infantil por causas
reducibles25. Es decir, en aquellos riesgos que pueden ser controlados con
acciones sencillas y de bajo costo en el sistema de salud, a través de la
prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno en el embarazo, en el
parto y en la atención del recién nacido. Estas acciones están insertas en la
estrategia de atención primaria que concibe integralmente los problemas de
salud-enfermedad-atención de las personas y del conjunto social. Por lo
tanto deberá darse prioridad absoluta a la misma si se quieren reducir los
riesgos en el desarrollo pleno de la infancia. En este sentido, una estrategia
ineludible es la implementación de acciones de comunicación social
destinadas a informar y empoderar a la población, incrementando el nivel de
conciencia respecto de sus derechos y promoviendo conductas saludables.
Comparando la ubicación de las CE en ambas décadas26 se observa
que más de la tercera parte de ellas empeoraron su situación. Algunas
descendieron del nivel bajo de riesgo al medio (CE 1-9-11-14-20-21-24)27 y
otras pasaron del nivel medio al alto (CE 2-13-22-23)28. En la mayoría de
los casos la explicación de este desplazamiento se encuentra en el
incremento del bajo peso al nacer y del pretérmino junto al aumento de la
mortalidad infantil por causas reducibles. Como ya se señalara, durante la
última década se incrementó la participación de los nacidos con menos de
1.000 gramos, que son los de más difícil sobrevivencia.
En resumen, las desigualdades sociales que se incrementaron en el
tiempo, dieron lugar a la profundización de situaciones injustas en la salud-
enfermedad de los niños. Si bien la tasa de mortalidad de la niñez en la
Ciudad es una de las más bajas del país, durante la década del 2000
murieron anualmente, en promedio, 450 niños menores de cinco años. De
24 Cuadro 7.7 del Anexo B. 25 Cuadro 7.10 del Anexo B. 26 Cuadro 8.3 del Anexo B. 27 Floresta, Velez Sársfield, Villa Luro, Parque Avellaneda, Balvanera, San Nicolás, Retiro,
Liniers, Mataderos, Versalles y Monte Castro. 28 Nueva Pompeya, Barracas, Parque Patricios, Monserrat, Villa Soldati, Villa Lugano,
Villa Riachuelo, Parque Chacabuco y bajo Flores.
161
ellos cerca de 400 no cumplieron su primer año de vida. Muchas de esas
muertes podrían haberse evitado.
162
9. Relaciones espaciales entre la situación de la salud-
enfermedad y la desigualdad social.
Los grandes cambios en las condiciones de salud de las personas a lo
largo del tiempo no necesariamente dependen de poner en práctica medidas
de salud pública o de control médico contra enfermedades concretas.
“Apuntan por el contrario, a la existencia de un vínculo profundo entre salud
y entorno social, incluidos los niveles y la distribución de la prosperidad en
cada sociedad” (Hertzman, Frank y Evans, 1996:77). Esto no significa que
la asistencia médica carezca de efectividad, sino que demuestra los efectos
poderosos que, desde una perspectiva de largo plazo, tienen los factores
externos al sistema asistencial y los límites de los efectos de la intervención
médica sobre la población.
Los entornos previos y en particular los de la primera infancia y los
anteriores al nacimiento, pueden representar un papel muy importante a la
hora de determinar el status posterior del individuo, tanto de salud como
socioeconómico. Los niños que viven en la pobreza, según Gershanik
(1993) están expuestos a un doble peligro. Por un lado, tienen mayor
contacto o están más expuestos a enfermedades, inadecuado apoyo social o
depresión parental. Por otro, sufren con mayor gravedad las consecuencias
de tales riesgos. Como se expusiera en los capítulos anteriores, la evidencia
empírica muestra que el incremento de la desigualdad social en la Ciudad
incidió en una creciente diferenciación en la salud-enfermedad de la niñez,
especialmente en la mortalidad de la misma. Aquellas divisiones territoriales
donde la desigualdad se incrementó o experimentó menores reducciones son
las mismas que registraron notorios aumentos en la proporción de niños
NBI, en los nacimientos de bajo peso al nacer y de pretérmino y en la
mortalidad por causas reducibles. O sea, en aquellos riesgos que pueden ser
controlados a través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno
en el embarazo, en el parto y en la atención del recién nacido, lo que
demuestra un acceso diferencial de la población a la medicina preventiva
según situación social.
163
Mc Question sugiere que se necesitan nuevos enfoques teóricos para
explicar las transiciones contemporáneas de la mortalidad, considerando en
forma explícita las causas sociales del cambio demográfico. Propone
incorporar “el concepto de efectos de la interacción social en un modelo de
comportamientos de salud individuales” (2001:198). Su hipótesis central es
que los efectos de la interacción social contribuyeron a evitar que
recrudeciera la mortalidad en América Latina durante los años ochenta,
mediante el cambio de los comportamientos relativos a la salud y la
intensificación de la producción de salud en el hogar, compensando los
efectos negativos de la recesión económica prolongada. Su conclusión de
que las fuerzas sociales afectan los resultados de salud individuales por
encima de las fuerzas económicas y de otra índole “explicaría cómo la gente
puede estar volviéndose más sana mientras se sigue empobreciendo” (Mc
Question, 2001:199). A partir de su investigación sobre dos
comportamientos sanitarios importantes (la inmunización infantil y la
atención materna) en dos países sudamericanos (Colombia y Paraguay),
utilizando datos de las encuestas de salud y demográficas de 1990,
demuestra que las opciones de comportamiento de salud son contingentes en
gran medida con los comportamientos de salud de personas cercanas. Estos
efectos de interacción social ocurrirían en adición a los efectos individuales,
familiares y contextuales.
Los resultados obtenidos por McQuestion permiten reflexionar sobre
la importancia de la toma de conciencia, por parte de los diseñadores de
políticas y programas, de que los comportamientos respecto a la salud-
enfermedad son colectivos. Esto tendría implicancias profundas en las
condiciones de salud de los más pobres ya que los esfuerzos dirigidos a los
barrios donde los enfoques individuales fracasaron podrían inducir cambios
de comportamiento favorables. Para ello sería necesario impulsar un cambio
copernicano en el sistema de atención, favoreciendo el trabajo profesional
en la comunidad, la educación para la salud, la organización comunitaria y
asignando más recursos a los servicios del primer nivel de atención. Debería
trabajarse en forma articulada con los responsables del resto de las políticas
sociales, especialmente educación, vivienda y trabajo, buscando la
coordinación intersectorial para brindar a cada uno los servicios en la
164
medida de sus necesidades. En este enfoque es fundamental la participación
y el compromiso de la comunidad y que los grupos sociales más
desfavorecidos sean reconocidos como sujetos sociales y no como meros
beneficiarios de políticas diseñadas verticalmente. Esto les permitiría
desarrollar capacidades autónomas y, siguiendo a Sen, llevar adelante el tipo
de vida que valorizan y alcanzar el camino que los aleje de la “pobreza real”
entendida como privación de capacidades.
Otros trabajos que exploran los nexos entre salud infantil, pobreza y
hábitat, observan que analizar la accesibilidad del hogar a los servicios
urbanos básicos permite establecer nuevas relaciones ente hábitat y salud, en
particular la relación que existe entre la salud de los niños, las características
físicas de su vivienda y las condiciones ambientales. En tal sentido,
Stephens (1995) llega a la conclusión de que las condiciones ambientales
del vecindario son más importantes para la salud de los niños que las
características de su vivienda. Los hogares pueden luchar por mejorar sus
condiciones habitacionales pero aún así no necesariamente podrán proteger
la salud de los niños en un ambiente barrial que es pobre. De igual modo, Di
Virgilio (2003) observa que las características del espacio barrial, son
mucho más determinantes a la hora de dar cuenta de las condiciones de
salud de las familias que los recursos que ellas poseen.
En este sentido, varios autores (Oszlak, 1991; Grillo, 1995 y Di
Virgilio, 2003) observaron que el empobrecimiento así como la
consolidación de procesos de concentración y exclusión social conformaron
para la Ciudad de Buenos Aires un mapa social donde se distinguen
claramente dos áreas. La zona sudoeste con fuerte presencia relativa de
estratos socioeconómicos bajos y la noreste con claro predominio de
estratos medios y altos. El resto de la Ciudad presenta un comportamiento
más heterogéneo con presencia de estratos medios y bajos. Por otro lado, así
como las villas de emergencia se expandieron en el período de sustitución
de importaciones del mismo modo durante la década de 1980 lo hicieron las
ocupaciones de edificios1 (Rodríguez, 2005). Esto configura un espacio
1 La autora señala como ejemplos de zonas de la Ciudad donde a comienzos de los ochenta
se localiza población ocupante los barrios de Villa Crespo, Paternal, San Telmo, Monserrat y Constitución.
165
urbano de gran heterogeneidad hacia el interior de los barrios que se
encuentra oculto tras los promedios de las divisiones territoriales y que hasta
el momento no fueron captados por las fuentes tradicionales de datos.
También el trabajo de Luppi et. al. (2005) demostró que considerar
el contexto de pertenencia de la madre posibilita alcanzar resultados más
confiables que los que se obtendrían mediante los enfoques estadísticos
clásicos, que no toman en cuenta la pertenencia de los individuos a grupos.
Esto sería así, porque al estar en un mismo espacio social los
comportamientos individuales tenderían a estar correlacionados por ser
expresión de atributos de individuos próximos entre sí que comparten
condiciones de vida y salud semejantes.
Todos estos estudios demuestran la extrema influencia que los
factores “macro-medioambientales” sociales y físicos ejercen sobre los
patrones de salud-enfermedad. Puede afirmarse que los procesos de salud-
enfermedad ocurren de forma diferente y con distinta intensidad en función
de la inserción de las familias en la estructura social y de las condiciones del
medio ambiente en que viven. La capacidad que las familias tienen para
hacer frente a la enfermedad, define el grado de vulnerabilidad ante la
misma y por ende, el grado de riesgo posible.
En este marco, el propósito de este capítulo es profundizar el análisis
de las relaciones espaciales entre la situación de la salud-enfermedad de la
primera infancia y la desigualdad social medida a partir de la condición de
pobreza estructural. Además, con el objeto de elaborar un marco explicativo
que permita avanzar en la comprensión de los diferenciales observados, y a
partir de una estratificación en zonas, comprobar si las disparidades
existentes entre las distintas áreas geográficas se redujeron o se ampliaron.
Es importante destacar que la utilización del espacio, en tanto
variable analítica, es concebido como un medio para acceder no sólo al
conocimiento de los diferenciales espaciales sino también al de las
inequidades sociales y económicas asociadas a cada división territorial.
Pensar el espacio como una de las dimensiones básicas del proceso de
diferenciación y estructuración social y económica no solo resulta válido en
términos teóricos, sino que constituye una vía de acceso obligada al estudio
166
de los diferenciales dadas las falencias de datos sociales que caracterizan a
las estadísticas oficiales.
Sin duda, el empobrecimiento así como la consolidación de procesos
de concentración y exclusión social, tienen su correlato con las distintas
formas que asume la apropiación y la producción del espacio urbano, con lo
que se dio en llamar el “ajuste urbano” (Grillo, 1995). La localización y
distribución territorial tiende a reproducir o a reflejar la estructura social:
“en general los sectores de mayores ingresos y riqueza ocupan, en la
distribución espacial, las zonas más privilegiadas en términos de
localización y acceso a servicios, en tanto que los sectores populares se
concentran en las zonas urbanas más marginales” (Ozslak, 1991:26). De esta
manera se consolidó en la Ciudad un mapa social en el que se destaca un
sector con fuerte presencia relativa de estratos socioeconómicos bajos (la
zona sur de la Ciudad) y una zona con predominio de estratos medios y altos
ubicada en el noreste; el área restante presenta un comportamiento más
heterogéneo con presencia de estratos medios y bajos.
9.1 Metodología e indicadores seleccionados.
Se recurrió al análisis estadístico multivariable que permitió trabajar
simultáneamente, para ambos momentos, con los indicadores de mayor
riesgo relativo identificados en el análisis realizado, en los capítulos 6 y 8,
de cada una de las dimensiones por separado. En particular se utilizaron dos
técnicas multivariadas descriptivas: análisis de los componentes principales2
y análisis de conglomerados3, a partir de las cuales se obtuvieron
agrupamientos espaciales clasificados según la asociación de las variables
incorporadas en el modelo.
En principio, el procedimiento consistió en determinar los ejes
factoriales principales, es decir las dimensiones que mejor representaban la
estructura del conjunto y proyectar, para su visualización, la nube de puntos
originales (indicadores) en estos ejes y en el cruce de los mismos (planos
factoriales). Esto sirvió para encontrar grupos homogéneos de variables, a
partir de un conjunto numeroso de ellas, que se formaron con las que se 2 Que puede encuadrarse dentro del conjunto de técnicas conocidas como métodos
factoriales. 3 A partir del procedimiento conglomerados de k medias.
167
correlacionaban más entre sí y luego agrupar las divisiones territoriales a
partir de la similitud en una o más variables, conformando conglomerados
homogéneos entre sí.
9.2 La situación en la década de 1990.
9.2.1 Interpretación de los ejes factoriales.
En la matriz de correlaciones se observa la presencia de variables
que se correlacionan fuertemente entre sí4. La mayoría de los indicadores de
nacimientos de riesgo (baja instrucción de la madre, madres solas, madres
adolescentes y madres multíparas excepto nacimientos de pretérmino y bajo
peso) y de la mortalidad (fetal, post-neonatal y de la primera infancia)
poseen altas correlaciones con los indicadores de pobreza estructural (con
excepción del indicador condiciones sanitarias). Un buen dato desde el
punto de vista de la idoneidad del análisis es el valor del determinante, que
cuando las variables de una matriz están linealmente relacionadas se
aproxima a cero. En este caso el valor del mismo (2,851E-16) indica la
bondad del modelo.
Al estudiar la proporción de la varianza de cada indicador, que puede
ser explicada por el modelo factorial obtenido (comunalidades de la
extracción)5, puede valorarse cuáles son las variables peor explicadas por el
modelo. En este caso son la proporción de nacimientos de bajo peso y de
pretérmino6; el modelo es capaz de reproducir menos del 50 por ciento de la
variabilidad original de estos indicadores.
La información de la varianza explicada por cada componente7
permite tomar la decisión sobre el número conveniente de factores8 a
extraer. Se observa que con dos factores es posible explicar el 79 por ciento
de la variabilidad contenida en los datos y con tres casi el 86 por ciento.
Comparando las saturaciones relativas de cada variable en cada uno de los
tres componentes puede apreciarse que el primer factor está constituido por
4 Cuadro 3.1.1 del Anexo F. 5 Cuadro 3.1.2 del Anexo F. 6 Como se señalara en el capítulo 7 (punto 7.3) varios autores observaron que no son
indicadores idóneos para analizar desigualdades en salud. 7 Cuadro 3.1.3 del Anexo F. 8 Se utilizará indistintamente factor o componente.
168
la mayoría de los indicadores seleccionados9 con excepción de bajo peso al
nacer, mortalidad infantil por causas reducibles y población NBI por
condiciones sanitarias. Todas estas variables saturan en un único factor (que
explica el 68,4 por ciento de la variabilidad) porque constituyen un grupo
diferenciado de variables dentro de la matriz de correlaciones. Este factor
parece reflejar la dimensión “pobreza-riesgo al nacer y problemas de
sobrevivencia de la niñez”. El segundo factor explica mejor la proporción de
población NBI por condiciones sanitarias (hogares con ningún tipo de
retrete) y la mortalidad infantil por causas reducibles. Por último, el tercer
factor está formado por una única variable: proporción de nacimientos de
bajo peso. Se decidió retener los componentes 1 y 2, ya que con los mismos
es posible explicar cerca del 80 por ciento de la variabilidad contenida en
los datos y porque sólo se deja fuera del modelo un indicador que como ya
se señalara, demostró no ser sensible para analizar desigualdades en salud.
El gráfico de las saturaciones factoriales de las variables del modelo
(Gráfico 9.1) representa el espacio definido por los componentes contenidos
en la solución factorial. Es un diagrama de dispersión en el que los factores
definen los ejes del espacio y las variables constituyen los puntos del
diagrama. Las coordenadas de una variable en cada factor se corresponden
con las saturaciones de la variable en dichos factores, es decir, con los
valores de la matriz de componentes.
En el gráfico pueden observarse tres grupos diferenciados de
variables. El primer grupo se encuentra próximo al extremo positivo del
factor 1, formado por la mayoría de los indicadores de riesgo al nacimiento,
sobrevivencia de la niñez y condición de pobreza estructural. El segundo
grupo de variables, más próximo al extremo positivo del factor 2, en el que
se ubican las proporciones de nacimientos de bajo peso al nacer y de
pretérmino y la pobreza por condiciones sanitarias. Más separada de estas
dos nubes de puntos se encuentra la mortalidad infantil por causas
reducibles que satura en ambos factores con niveles parecidos, pero con
distinto signo (en el primer factor positivo y en el segundo negativo).
9 Cuadro 3.1.4 del Anexo F.
169
Gráfico 9.1 Saturaciones factoriales de las variables del modelo. Década 1990.
-1,0
-0,8
-0,6
-0,4
-0,2
0,0
0,2
0,4
0,6
0,8
1,0
-1,0 -0,8 -0,6 -0,4 -0,2 0,0 0,2 0,4 0,6 0,8 1,0
eje x factor 1
eje
y fa
ctor
2
NBIS
MULT
BAPEPRET
TMIR
MFET
MPIN
POST
NBI0-4
NBIHBAJI
NBIT
ADOLNBIV
NBIESOL
Fuente: Cuadro 3.1.4 del Anexo F.
A diferencia de lo que sucede con las variables, las
Circunscripciones Electorales (CE) están distribuidas alrededor del origen
(Gráfico 9.2) demostrando las distintas situaciones que conviven en la
ciudad.
La proyección de las CE sobre el primer componente10 se caracteriza
por la polarización de la CE 4 (Boca), situación que ya se observó en el
análisis por separado de ambas dimensiones. En una situación intermedia
(siempre del lado positivo del primer factor) se encuentran dos grupos, en el
primero están las CE 3, 8, 10, 12 y 1311 que presentan “pobreza con
mayores riesgos en la sobrevivencia de la niñez” (en particular mayores
niveles de mortalidad infantil por causas reducibles) y en el segundo, que
podría llamarse “pobreza con mayores riesgos al nacimiento” se encuentran
las CE 2, 9, 14, 20, 22 y 2312, que a su vez registran mayores proporciones
de nacimientos de pretérmino y de bajo peso. El resto de las CE se
10 Cuadro 9.1 del Anexo B. 11 Constitución, Barracas, San Cristóbal, parte de Balvanera, San Telmo y Monserrat. 12 Nueva Pompeya, Parque Patricios, parte de Balvanera, San Nicolás, Retiro, Villa Soldati,
Villa Lugano, Villa Riachuelo, Bajo Flores y parte de Parque Avellaneda y de Parque Chacabuco.
170
encuentra del lado negativo del factor 1, es decir, son las que tienen menores
niveles de pobreza, de riesgo al nacer y de problemas en la sobrevivencia de
la niñez. Entre ellas se observa un grupo (CE 5, 6, 11, 18, 19, 21, 24 y 28)13
ubicado en el lado positivo del factor 2, son las que tienen mayores
participaciones de nacimientos de bajo peso y de pretérmino. Se destaca
también que registran altas proporciones de nacimientos atendidos por
médicos, hecho que quizás se relaciona con la existencia de parto por
cesárea o de riesgo.
Gráfico 9.2
Saturaciones factoriales de las Circunscripciones Electorales. Década 1990.
-4
-3
-2
-1
0
1
2
3
4
-3,5 -2,5 -1,5 -0,5 0,5 1,5 2,5 3,5
eje x factor 1
eje
y fa
ctor
2
20
142
923 22
4
3
12
1310
8
11
18
27
15
17
26
2517
16
2419
621 528
Fuente: Cuadro 9.1 del Anexo B.
9.2.2 Análisis de los conglomerados.
A partir de los indicadores seleccionados y con el objeto de elaborar
una estratificación en zonas, se utilizó el procedimiento de los
conglomerados de k medias14. Como resultado de su aplicación a las CE,
éstas se agruparon en tres conglomerados según la situación de la salud-
13 Liniers, Mataderos, Versalles, Monte Castro, Coghlan, Recoleta, Flores Norte y parte de:
Caballito, Pque. Chacabuco, Almagro, Boedo, Balvanera, Palermo, Villa Crespo, Floresta, Velez Sársfield, Villa Luro, Saavedra, Villa Urquiza y Belgrano.
14 Cuadro 3.2.3 del Anexo F.
171
enfermedad de la niñez y su condición de pobreza estructural que se
identifican como “bajo riesgo”, “riesgo medio” y “alto riesgo”,
correspondientes a los conglomerados 1, 3 y 2 respectivamente.
En el conglomerado de riesgo alto se ubica sólo la CE 4 (Boca)15
que es la que presenta los valores máximos en la mayoría de los indicadores
analizados y muy distanciados de los valores de los otros dos
conglomerados. En el de riesgo bajo, que agrupa dieciséis CE de las zonas
norte, centro y oeste de la Ciudad, se ubican las que presentan menores
niveles de pobreza estructural, de riesgo al nacimiento y de problemas de
sobrevivencia de la niñez. Finalmente en la situación media se encuentran
once CE que se ubican en las zonas este y sur de la Ciudad.
Mapa 9.1
Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 1990.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
Referencias
bajo riesgo
riesgo medio
alto riesgo
Fuente: Cuadro 9.3 del Anexo B.
15 Cuadro 9.3 del Anexo B.
172
9.3 La situación en la década del 2000.
9.3.1 Interpretación de los ejes factoriales.
Al igual que en los inicios de la década de 1990, en la matriz del
2000 se observa que la mayoría de los indicadores de riesgo al nacimiento
(excepto pretérmino y bajo peso) y de la mortalidad de la primera infancia
(excepto mortalidad fetal) poseen altas correlaciones con los indicadores de
pobreza estructural16. También el valor del determinante (1,729E-15) se
aproxima a cero, hecho que refiere sobre la eficacia del análisis
multivariable.
Cuando se analiza la proporción de la varianza de cada indicador,
que puede ser explicada por el modelo factorial obtenido17, se concluye que
la mortalidad fetal y la mortalidad infantil por causas reducibles son las
variables peor explicadas por el modelo, ya que éste reproduce menos del 60
y del 70 por ciento, respectivamente, de sus variabilidades originales. Esto
significa que otros indicadores no incluidos en este modelo explicarían una
parte importante de su variabilidad.
Con dos factores es posible explicar cerca del 81 por ciento de la
variabilidad contenida en los datos y con tres el 87 por ciento18. Al analizar
la matriz de componentes y comparar las saturaciones de cada variable en
cada uno de los componentes se observa que el primer factor está
constituido por la mayoría de los indicadores seleccionados excepto
nacimientos de pretérmino y de bajo peso19. Este factor, al igual que en la
década anterior, parece reflejar la dimensión “pobreza-riesgo al nacer y
problemas de sobrevivencia de la niñez”. El segundo factor explica mejor la
proporción de nacimientos de pretérmino y de bajo peso. Por lo tanto se
decidió retener estos dos factores, ya que con los mismos es posible explicar
más del 80 por ciento de la variabilidad contenida en los datos y a la vez no
dejan afuera ningún indicador del modelo.
El gráfico de las saturaciones factoriales de las variables (Gráfico
9.3) muestra que la mayoría se encuentran próximas al extremo positivo del
factor 1 “pobreza-riesgo al nacer y problemas de sobrevivencia de la niñez”.
16 Cuadro 4.1.1 del Anexo F. 17 Cuadro 4.1.2 del Anexo F. 18 Cuadro 4.1.3 del Anexo F. 19 Cuadro 4.1.4 del Anexo F.
173
Más separadas se encuentran la proporción de nacimientos de pretérmino y
bajo peso y la mortalidad fetal, que no estarían fuertemente asociados a la
pobreza estructural.
Gráfico 9.3 Saturaciones factoriales de las variables del modelo. Década 2000.
-1,0
-0,8
-0,6
-0,4
-0,2
0,0
0,2
0,4
0,6
0,8
1,0
-1,0 -0,8 -0,6 -0,4 -0,2 0,0 0,2 0,4 0,6 0,8 1,0
eje x factor 1
eje
y fa
ctor
2
PRET
PABE
MFET
POST
MPIN
NBIVNBIT
NBI0-4NBIH
MULTNBIS
SOL
ADOLNBIETMIRBAJI
Fuente: Cuadro 4.1.4 del Anexo F.
Las CE están distribuidas alrededor del origen (Gráfico 9.4). La
proyección de las mismas sobre el primer componente muestra que del lado
positivo del primer factor se encuentran aquellas CE que registran los
riesgos mayores al nacimiento y a la sobrevivencia de la niñez, así como las
proporciones más altas de población con pobreza estructural. Dentro de ellas
se destacan dos grupos: en el primero están las CE 2, 4, 9, 12 y 1420,
ubicadas en el cuadrante formado por los lados positivos de ambos factores,
que son las que registran también altas proporciones de pretérmino y bajo
peso al nacer; en el segundo, constituido por las CE 3, 13, 20, 22 y 2321 se
ubican las que registran coordenadas negativas en el segundo factor y son
20 Parte de Nueva Pompeya y de Barracas, Pque. Patricios, Boca, parte de Balvanera y de
Constitución, San Telmo y San Nicolás. 21 Parte de Constitución y de Barracas, Monserrat, Retiro, Villa Lugano, Villa Riachuelo,
Villa Soldati, parte de Pque. Avellaneda, de Pque. Chacabuco y de Nueva Pompeya y el bajo Flores.
174
las que presentan mayores tasas de mortalidad fetal. El resto de las CE se
ubican en el lado negativo del primer factor y son aquellas que presentan
menores niveles de pobreza estructural y menores riesgos al nacimiento y
sobrevivencia de la niñez. No obstante, entre ellas se destaca un grupo (CE
5, 6, 10, 15, 16, 19, 26 y 28)22 que se ubica en el lado positivo del factor 2,
que son las CE que registran los mayores niveles de pretérmino y bajo peso
al nacer. Cabe consignar que, al igual que a inicios de los noventa, la
mayoría de ellas presentan altos niveles de atención médica en el parto,
hecho que quizás se relacione con la existencia de parto por cesárea o de
riesgo.
Gráfico 9.4
Saturaciones factoriales de las Circunscripciones Electorales. Década 2000.
-2,5
-2
-1,5
-1
-0,5
0
0,5
1
1,5
2
2,5
-2,5 -2 -1,5 -1 -0,5 0 0,5 1 1,5 2 2,5
eje x factor 1
eje
y fa
ctor
2
23
13
22320
4
212
9
14
24
1
2725
8
2118
717
5
266
16
19
28
15
10
11
Fuente: Cuadro 9.2 del Anexo B.
9.3.2 Análisis de los conglomerados.
Nuevamente con el objeto de elaborar una estratificación en zonas se
aplicó el procedimiento de los conglomerados de k medias que permitió
22 Parte de Caballito, Parque Chacabuco, Flores Norte, Almagro, Boedo, Balvanera,
Chacarita, Villa Crespo, Paternal, Agronomía, Villa del Parque, Villa Gral. Mitre, Villa Santa Rita, Saavedra y Villa Urquiza y los barrios Villa Ortúzar, Belgrano, Nuñez, Recoleta y Coghlan.
175
agrupar a las CE en tres conglomerados según la situación de la salud-
enfermedad y la importancia de la pobreza estructural que se identifican
como “bajo riesgo”, “riesgo medio” y “alto riesgo”, correspondientes a los
conglomerados 1, 3 y 2 respectivamente23.
En la situación de mayor riesgo se ubican las CE 2, 4, 12 y 1324 que
son las que presentan los valores máximos en los indicadores
seleccionados25. En el otro extremo, es decir con riesgo bajo y menores
niveles de pobreza estructural, se agrupan quince CE de las zonas norte,
centro y oeste. Finalmente, en la situación media se encuentran nueve CE de
las zonas este y sur de la Ciudad.
Mapa 9.2
Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 2000.
22
2
5
1
233
21
17
ReservaEcológica
16
6
1815
2526
28
7
24
27
4
20
9
19
8
1314
12
1110
N
EO
S
bajo riesgo
riesgo medio
alto riesgo
Referencias
Fuente: Cuadro 9.3 del Anexo B.
Independientemente de sus limitaciones, los resultados son
coincidentes en mostrar una mejor situación relativa en las CE de menor
23 Cuadro 4.2.3 del Anexo F. 24 Nueva Pompeya, Barracas, Pque. Patricios, Boca, Constitución, San Telmo y Monserrat. 25 Cuadro 9.3 del Anexo B.
176
pobreza estructural y de empeoramiento en las de mayor pobreza
estructural.
9.4 Cambios experimentados entre décadas.
La evidencia empírica sugiere que las diferencias sociales incidieron
en una creciente diferenciación en la salud-enfermedad de la niñez. Se
observa que aquellas CE que incrementaron los nacimientos de riesgo
(especialmente nacimientos de madres solas y adolescentes) también
registraron deterioros absolutos y relativos en la mortalidad postneonatal y
la infantil por causas reducibles y son las mismas que incrementaron su
pobreza estructural, principalmente por la condición de hacinamiento.
Comparando la ubicación de las CE en ambas décadas se observa
que sólo cuatro CE empeoraron su situación26. La CE 11 (Balvanera)
aumentó su riesgo, pasando del conglomerado de riesgo bajo al de riesgo
medio. Las CE 2, 12 y 13 (Nueva Pompeya, Barracas, Pque. Patricios,
Constitución, San Telmo y Monserrat) pasaron del nivel medio al de alto
riego. En la mayoría de los casos la explicación de este desplazamiento se
encuentra en el incremento de la pobreza estructural y de los indicadores de
riesgo al nacimiento (madres solas, adolescentes, bajo peso y pretérmino) y
sólo en uno (CE 2) se adiciona la tasa de mortalidad infantil por causas
reducibles.
Los modelos obtenidos evidencian el importante papel que tienen las
condiciones sociales en las cuales vive la gente. Las familias más pobres,
como ya se señalara, sufren condiciones materiales más desfavorables y
tienen frecuentemente comportamientos que afectan sus condiciones de
salud, siendo los niños particularmente sensibles a estos factores. Es
evidente que entre ambas décadas se asistió a una creciente diferenciación
cualitativa y de inequidad socio-espacial, profundizándose en las zonas sur y
este de la Ciudad situaciones injustas en la situación de la salud-enfermedad
de la niñez. La evidencia empírica muestra que la creciente desigualdad
socioeconómica incidió en las condiciones de salud de los niños de los
hogares más pobres, especialmente en aquellos riesgos que pueden ser
controlados a través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno, 26 Cuadro 9.3 del Anexo B.
177
es decir a través de la estrategia de la atención primaria. Esto demuestra,
como se afirmara en la primera de las hipótesis planteadas, que las políticas
de salud dirigidas a la primera infancia se mantuvieron bastante inflexibles a
los cambios que se produjeron en la condición socioeconómica de los
hogares y en el perfil epidemiológico de la niñez y no lograron disminuir los
efectos negativos que la crisis social tenía sobre la familia. El incremento de
la demanda sobre los servicios públicos, como consecuencia de la pérdida
de cobertura de las obras sociales, generó la dependencia de un sistema
público colapsado, donde los sectores medios empobrecidos desplazaron a
los más pobres, con menor capacidad de demanda. Mayor demanda para la
misma oferta significó la degradación en la calidad de atención que brindó
el servicio público hospitalario a la población cadenciada.
178
Conclusiones “De qué sirve tratar las enfermedades de las personas para luego enviarlas de regreso a las condiciones que las enfermaron” Timothy Evans1
El propósito de la investigación fue establecer, para el período 1991-
2002, la relación existente entre la evolución de la salud-enfermedad de la
primera infancia y la desigualdad social en la Ciudad de Buenos Aires. A su
vez, a partir del análisis de las políticas y programas de salud, teniendo en
cuenta las desigualdades sociales, se buscó determinar su efecto en las
condiciones de la salud infantil. Es decir, establecer si se adaptaron a la
coyuntura y lograron mitigar los efectos de la crisis o si consistieron en un
factor adicional de desigualdad.
Se pretendió comprobar que durante la última década, las políticas
de salud dirigidas a la primera infancia se mantuvieron bastante inflexibles a
los cambios producidos en las condiciones socioeconómicas de los hogares
y en el perfil epidemiológico de la niñez, y que el diseño y la
implementación de dichas políticas privilegiaron una visión reparadora de la
salud, siendo el eje fundamental los servicios hospitalarios y no la atención
primaria.
La evolución de la mortalidad materno-infantil en la Ciudad desde
1860 y las políticas implementadas desde esa época, fueron incorporadas
con el objeto de comprobar el grado de efectividad de la conformación del
sistema de salud, prestando especial atención a la evolución de la red de
servicios con diferentes niveles de complejidad, así como al efecto que las
nuevas terapéuticas y el avance tecnológico tuvieron en la reducción de la
mortalidad en la niñez y en la disminución de las desigualdades entre los
distintos grupos sociales, frente a la muerte.
La salud fue considerada como un fenómeno multidimensional que
debe ser analizado en el contexto del acontecer económico, político y
cultural de la sociedad y no sólo como fenómeno biológico que atañe a los
individuos. Se asumió como inequidad la definición de Margaret
1 Sesión de apertura de la Consulta Regional sobre el Trabajo de la Comisión de
Determinantes Sociales de Salud, OPS, julio 2005.
231
Whitehead, es decir, todas aquellas diferencias en las condiciones de salud
que se originan en condiciones socioeconómicas, culturales o del medio
ambiente que son innecesarias, evitables e injustas. Coincidiendo con Sen,
se piensa que la equidad en salud no puede consistir simplemente en
demandas relacionadas con la distribución de la atención sanitaria sino que
es multidimensional. Los factores que intervienen en el logro de una buena
salud van más allá de la prestación y distribución sanitaria: predisposiciones
genéticas, ingresos individuales, hábitos alimentarios, estilos de vida,
entorno epidemiológico y condiciones de trabajo.
Para desarrollar este análisis se trabajó con tres dimensiones: la
desigualdad social, la salud-enfermedad de la primera infancia y el sistema
de atención de la salud. En la primera dimensión, la unidad de análisis
fueron los hogares particulares usados como “proxy” de familia. Se
estudiaron a lo largo de la década algunos indicadores de la evolución del
mercado de trabajo, la distribución de los ingresos y la incidencia de la
pobreza y la indigencia, para establecer su efecto en la cobertura de salud de
la población. En la segunda dimensión, la unidad de análisis fue la primera
infancia, definida como los niños menores de 5 años. En ella se buscó
comprobar, según el sector social de pertenencia, las diferencias frente a la
enfermedad y/o muerte de los niños. En la tercera dimensión, la unidad de
análisis fueron las políticas de salud, los programas y las acciones
desarrolladas por el gobierno local y el gobierno nacional. En ella se analizó
la legislación del gobierno de la Ciudad y la política nacional, con el objeto
de conocer las normativas y acciones dirigidas a garantizar el derecho a la
salud de la población y se pretendió identificar las prioridades políticas del
Estado observando la ejecución presupuestaria.
En la primera dimensión se demostró que las políticas económicas,
aplicadas durante la década de 1990, acentuaron la disociación entre el
crecimiento del producto bruto geográfico y la distribución del ingreso,
evidenciando una tendencia a su mayor concentración. El aumento de la
desocupación abierta, la subocupación horaria y la precariedad laboral, así
como la caída del ingreso medio per cápita familiar, en un contexto de
agravamiento de su desigual distribución, acentuaron la inequidad. La
creciente desigualdad económica influyó en la existencia de disparidades en
232
la cobertura de salud y por ende en su atención. Si bien la evidencia
empírica demostró que, tanto para la población pobre como para la no
pobre, se incrementó la participación de la cobertura del sistema público,
esta situación fue mucho más grave entre los pobres y aún más evidente
entre los niños.
Las desigualdades que generó la concentración de los ingresos en las
condiciones de vida de la población dieron lugar a que se profundizaran las
inequidades, configurándose una situación de pobreza de capacidades y de
medios que comprometieron las posibilidades de asegurarles a los niños un
crecimiento pleno de todas sus potencialidades.
La reestructuración económica creó nuevas divisiones sociales
dentro de la Ciudad e intensificó las que ya existían. Se asistió a una
creciente diferenciación cualitativa que, esquemáticamente, puede definirse
como norte-sur, pero que en realidad es mucho más compleja. La inequidad
socio-espacial dio por resultado la coexistencia de sectores privilegiados y
de sectores marginados o excluidos.
El aumento de la desigualdad, como era lógico suponer, dejó su
impronta en la situación de la salud-enfermedad de la primera infancia. En
la segunda dimensión se comprobó un aumento de los egresos hospitalarios
por infecciones respiratorias y enfermedad diarreica. También se advirtió
que más del 60 por ciento de la tasa de mortalidad infantil se debió al bajo
peso al nacer y que entre los niños de 1 a 4 años las causas de muerte más
frecuentes fueron los accidentes y las enfermedades infectocontagiosas.
Estas causas se relacionan con el medio físico y social, un mejor cuidado de
los padres, y con la malnutrición y la falta de higiene, o sea, con las
condiciones de vida de los niños más desfavorecidos desde el punto de vista
social y económico.
También se observó que en los inicios de la década de 1990, el 40
por ciento de los nacimientos ocurridos en las zonas con mayores niveles de
pobreza estructural concentró el 60 por ciento de los nacimientos de riesgo,
de las muertes fetales y post-neonatales, y más del 50 por ciento de las
muertes de menores de un año ocurridas por causas reducibles. A comienzos
del 2000 esta disparidad se incrementó y aumentó la concentración. La
mortalidad infantil y de la primera infancia se redujeron el 33 por ciento,
233
pero creció la desigualdad: el riesgo relativo de la primera pasó de 4,1 a 5,4
y en la segunda de 2,7 a 4,7. Ello implica que se produjeron reducciones
diferenciales entre los distintos grupos sociales. Así se confirma que la salud
de los niños es altamente dependiente de las condiciones de vida existentes
en los barrios y en las familias donde nacen y se desarrollan, y que la
pertenencia a hogares con necesidades básicas insatisfechas es un factor que
condiciona las posibilidades de acceso a los servicios y las conductas en
relación al proceso salud-enfermedad.
Asimismo, la evidencia empírica corrobora la existencia de una
importante asociación entre la situación de la salud-enfermedad infantil y la
desigualdad social en la Ciudad. Al relacionar ambas dimensiones se
observó que aquellas divisiones de la Ciudad que incrementaron la
participación de los nacimientos de riesgo también registraron aumentos o
mínimas reducciones en la mortalidad infantil por causas reducibles y en la
mortalidad post-neonatal, y son las mismas que incrementaron su pobreza
estructural.
Con relación a la conducta de las familias ante la prevención y la
atención de la salud de los niños, y las estrategias de las mujeres en relación
a la atención de su embarazo y parto, se observó una disminución
importante en la cantidad de consultas realizadas en el año para el control de
la salud del niño y en la cantidad de controles durante el embarazo. Hacia
fines del período investigado, al analizar el tiempo transcurrido desde la
última consulta, se advirtió que la zona sur es la que presentaba mayor
proporción de población que hacía más de dos años que no consultaba al
médico. Esta zona es la que presenta los mayores niveles de pobreza
estructural y por ingresos; en ella residen más de la tercera parte de los
hogares más pobres de la Ciudad.
Los resultados obtenidos muestran que la creciente desigualdad
socioeconómica incidió en las condiciones de salud de los niños de los
hogares más pobres, especialmente en aquellos riesgos que pueden ser
controlados a través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno,
es decir a través de la estrategia de la atención primaria. Esto demuestra,
como se afirmara en la primera de las hipótesis, que las políticas de salud
dirigidas a la primera infancia se mantuvieron bastante inflexibles a los
234
cambios que se produjeron en la condición socioeconómica de los hogares y
en el perfil epidemiológico de la niñez, y exige una actitud distinta por parte
de los servicios que deberían salir a “buscar a la población”.
En la tercera dimensión se analizaron las políticas, programas y
acciones desarrolladas por el gobierno de la Ciudad así como la política
nacional, dirigida a la promoción y atención de la salud de la primera
infancia. El análisis de la transición epidemiológica orientó la búsqueda
hacia aquellas modificaciones experimentadas por la realidad política que
demostraron tener incidencias en las variaciones registradas por el nivel de
mortalidad de la primera infancia.
Con respecto a las políticas y programas anteriores a la década de
1990 se observó, que hasta mediados de la década de 1870 la preocupación
de las autoridades estuvo orientada a solucionar los problemas funcionales de
equipamiento de la Ciudad y a organizar el sistema de atención de la salud; es
el período que se denominó "Etapa pre-organizativa de la protección de la
primera infancia". En los inicios del siglo XX, el movimiento higienista
postuló la necesidad de unir atención médica y asistencia social y se
concretaron distintas acciones cuyo objetivo fundamental fue la atención del
niño y el cuidado y protección de la mujer embarazada, parturienta y en
período de lactancia. A partir de los años treinta, se destacó el impulso que se
dio a la medicina preventiva con el dictado de numerosas leyes de protección
a la madre y al niño, y con la consolidación del servicio social como
complemento de la asistencia médica. Se conformó un campo doctrinario
favorable a la intervención del Estado nacional en la organización de los
servicios de salud; en la segunda mitad de esa década cobró vigencia el
concepto de “justicia social”. Comenzó a hablarse de planificación y de
integración de prácticas preventivas y se esbozó un abordaje integral del
problema de la salud, orientado a vincular trabajo, previsión, asistencia
social y atención médica.
La creación de las obras sociales marcó el inicio de un nuevo período
en la prestación de servicios para la atención de la salud. Uno de los pilares
de la reforma del sistema de esa época fue el reconocimiento del derecho al
bienestar. A partir de los años cincuenta, en el orden nacional, se inició una
política sanitaria de transferencia de servicios y se consolidó la medicina
235
preventiva a través de la organización de programas de vigilancia
epidemiológica y campañas de vacunación. Asimismo, se reglamentó la
licencia por maternidad del personal femenino en relación de dependencia y
se instituyó el régimen de asignaciones familiares por maternidad y por
nacimiento.
Durante la década de 1960, mientras se consolidaba el sistema de
obras sociales y se expandía el sector privado, la orientación corporativa-
comunitaria llevó a la desjerarquización de las instituciones de salud
pública. A partir de los setenta, en el ámbito nacional, se comenzó a aplicar
un programa destinado a la protección de la salud de la madre y el niño, y en
el ámbito de la Ciudad, se dictaron numerosas disposiciones vinculadas con
la vigilancia epidemiológica y el reordenamiento de recursos en el área
materno infantil, creándose las unidades y secciones de pediatría en los
hospitales municipales. Con el golpe de 1976 comenzó el desmantelamiento
del Estado de Bienestar y la instauración progresiva de políticas sociales
neoconservadoras. En los ochenta, el gobierno alfonsinista aportó algunas
ideas para regular la producción de medicamentos y la importación de
aparatología y presentó al Congreso el proyecto de ley del Seguro Nacional
de Salud, que el debate político-ideológico no permitió concretar en ese
momento ni en el futuro.
A mediados de la década de 1990, conforme al principio federal
establecido en la reforma de 1994 de la Constitución Nacional, se reunió la
Convención Constituyente de la Ciudad, promulgando en octubre de 1996 la
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como estatuto
organizativo. Este antecedente se constituyó en la referencia fundamental de
la normativa sancionada a partir de 1990.
También en la temática de los derechos, a fines de la década se
sancionó la Ley 114 sobre la Protección Integral de los Derechos de Niños,
Niñas y Adolescentes. A partir de allí, se reconoció a los niños como
titulares de los derechos que poseen los adultos, sumándoles otros derechos
especiales propios de su edad y se abandonó la concepción del niño como
objeto pasivo de intervención por parte de la familia, el Estado y la
sociedad.
236
Poco tiempo después, la Legislatura de la Ciudad promulgó la Ley
153 Ley Básica de Salud, y a comienzos de la década del 2000 la Ley 418
de Salud Reproductiva y Procreación Responsable. La primera adopta los
principios de cobertura universal y solidaridad, garantizando el derecho a la
salud integral y priorizando la estrategia de atención primaria, mientras que
la segunda garantiza el ejercicio responsable de los derechos sexuales y
reproductivos y la atención integral durante el embarazo, parto y puerperio.
Por último, en el 2002, frente a la crisis económica y social que
estalló en diciembre de 2001, la Legislatura de la Ciudad, con el propósito
de garantizar la continuidad de la atención de la salud de la población,
sancionó la Ley 752 de Protección de Derechos y Atención de la Salud
Frente a la Crisis Económica y Social. Esta Ley dispuso varias medidas para
garantizar las prestaciones del primer, segundo y tercer nivel de atención en
los efectores de salud del subsector estatal.
En suma, a partir de la autonomía de la Ciudad se observó una
creciente voluntad legislativa para mejorar el sistema de salud. La política
de la Secretaría de Salud planteó una serie de acciones a implementar, entre
las que se destacan por su importancia: fomentar la participación de la
comunidad en la definición de sus necesidades de salud e incrementar la
accesibilidad geográfica y social mediante el fortalecimiento de los centros
de salud, los médicos de cabecera y la incorporación de nuevas modalidades
de atención (servicios domiciliarios, móviles sanitarios y consultas
telefónicas). Pero, una cosa es la formulación de propósitos y otra los
programas que se implementaron para lograrlos. La expansión del Programa
Médicos de Cabecera (que incorporó los Centros Médicos Barriales) al que
se suman los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CESAC), y los
consultorios externos y las guardias de los hospitales dependientes del
gobierno local, que a su vez se complementa con las obras sociales y el
sector privado, reflejan una superposición de servicios en la red de salud.
Esta superposición, pareciera incluso no proporcionar cobertura efectiva a
los sectores de población más vulnerables.
El fortalecimiento de los efectores desconcentrados y la
incorporación de nuevas modalidades de atención primaria no parecen haber
mejorado su llegada a la población. Se evidenció la baja proporción de
237
inscriptos en el Programa Médicos de Cabecera en relación a la población
sin cobertura y se citaron los problemas señalados por los vecinos en los
foros barriales del año 2002, donde se solicitó incrementar las campañas de
difusión de los distintos programas. Además, los CESAC desvirtuaron la
misión para la que fueron creados, circunscribiéndose a atender la demanda
espontánea, dejando de lado la acción comunitaria y desconociendo las
necesidades de salud de la población de sus áreas de influencia. Será
necesario un cambio copernicano para que exista un lazo más fuerte entre
las familias y los centros, fortaleciendo la acción comunitaria de promoción
de la salud y prevención de enfermedades e implementando visitas
domiciliarias.
Por otra parte, se observó que la participación del gasto público
social tuvo una tendencia decreciente en el período analizado. La
participación del gasto en atención de la salud dentro del gasto total fue
creciente hasta fines de la década de los noventa, cuando se detuvo como
resultado de la crisis fiscal. Se confirma que tanto el período de expansión
como de reducción del gasto en salud estuvieron más relacionados con la
evolución del gasto público que con definiciones introducidas desde la
política de salud, lo cual verifica la inflexibilidad del gasto público social a
partir de ciertos niveles básicos.
Un análisis particularmente significativo resultó discriminar dentro
del gasto social total la participación del gasto social focalizado. Se verificó
que mientras la pobreza creció, el gasto social focalizado disminuyó
sensiblemente, registrándose sólo algunos incrementos coyunturales. Por lo
tanto, la asignación de gasto por hogar pobre tuvo una tendencia fluctuante.
La crisis del 2001, que se acentuó en el 2002, no se vio acompañada en el
presupuesto de la Ciudad por un incremento en la asignación de gasto por
hogar pobre que se redujo notablemente, confirmando su carácter procíclico.
Con respecto a las consecuencias de la crisis en el sistema de
atención de la salud, pueden sintetizarse cuatro efectos: progresivo deterioro
del financiamiento de los distintos subsistemas, crecimiento en el costo de
medicamentos e insumos, incremento en la demanda de los servicios
públicos y riesgos epidemiológicos considerables. Ante esta situación, la
estrategia del gobierno local apuntó a mejorar la utilización de los insumos
238
hospitalarios y de las prestaciones ambulatorias, estructurando una política
de gestión de medicamentos y centralizando el sistema de compras.
Al analizar los presupuestos de salud se observó que la atención
clínico-quirúrgica junto con la atención ambulatoria desconcentrada y las
actividades centrales, participaron con las dos terceras partes del
presupuesto ejecutado. Al igual que en la década de 1980, más del 80 por
ciento de los gastos de salud del gobierno local correspondieron a los
servicios asistenciales de tipo curativo y a las actividades administrativas.
Se confirma, como se planteara en la segunda de las hipótesis, que el diseño
e implementación de las políticas de salud de la Ciudad, dirigidas a la niñez,
privilegiaron una visión reparadora de la salud, priorizando los intereses del
complejo industrial farmoquímico y las inversiones en medicamentos y en
innovaciones teconológicas, a través de las presiones ejercidas por los
profesionales y los medios de comunicación. El eje fundamental de la
atención de la salud fue la estructura de los servicios hospitalarios antes que
el sistema de atención primaria.
La adopción del método de la planificación normativa, en cuyo
marco se implementaron programas verticales diseñados desde los niveles
decisorios centrales, sin la participación de la comunidad y carentes de la
debida evaluación, reveló el carácter tecnocrático de las políticas sectoriales
implementadas. Los planificadores del sector salud elaboraron dichos
programas en base a indicadores descriptivos, a partir de la enfermedad y la
muerte, que miden la demanda pero no las necesidades de la población, no
reconociendo el carácter médico-social del proceso salud-enfermedad.
En síntesis, la Ciudad presenta una profunda situación de inequidad
socio-espacial. Haber trabajado a nivel de micro áreas puso al descubierto
diferencias que deben ser abordadas para resolver las necesidades de los
distintos espacios poblaciones. En este sentido, esta investigación constituye
un paso importante en el camino de la reducción de inequidades en tanto
posibilita dimensionar y espacializar los problemas relacionados con la
salud de la población y sus condiciones de vida.
En el distrito más rico del país se observan situaciones de privación
y negación de derechos humanos básicos, cuya resolución no requiere de
239
más recursos sino de definir otro tipo de política pública más inclusiva y
dirigida a integrar los sectores carenciados a la Ciudad.
Resulta imperioso reorientar las políticas sociales con el fin de
acercar los recursos a las necesidades de la población, en especial,
asegurando protección a los grupos más vulnerables de acuerdo a sus
condiciones de vida, altamente pauperizadas. Es necesario romper con el
círculo perverso de la pobreza donde están envueltos los niños como
prisioneros de su destino.
La mayor deuda social se centra en la responsabilidad de los
gobernantes de garantizar la aplicación efectiva de políticas públicas que
aseguren los principios básicos de equidad, eficacia y calidad, que
garanticen el respeto de la dignidad humana. El objetivo de toda política
debe ser la promoción del desarrollo integral de las personas.
240
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ANEXOS
ANEXO A – METODOLOGICO El objetivo de este anexo es explicitar los problemas de orden
metodológico encontrados en las fuentes de datos utilizadas.
1. Estadísticas vitales.
1.1. Los registros.
En las Ordenanzas e Instrucciones Reales del año 1573, la corona
española le ordena a la iglesia iniciar el registro de bautismos, matrimonios y
defunciones: así se inician los llamados registros parroquiales (Arretx et. al.,
1983). Los datos más antiguos que se encontraron para la Ciudad de Buenos
Aires se remontan al año 1601 y corresponden a registros de la primitiva
parroquia de la Catedral (Martínez, 1889).
Casi tres siglos después, en 1857, el gobierno de la provincia de
Buenos Aires reglamenta la forma en que debían llevarse los libros
parroquiales (Galarce, 1886). Estos libros constituyeron la fuente de
información de los hechos vitales de la Ciudad hasta que se estableció el
Registro Civil de las Personas. Latzina opina que antes del año 1887 los
bautismos omitían alrededor de un 10 por ciento de los nacimientos (Latzina,
1889). Lo mismo podría pensarse de los registros de defunción, que realmente
eran registros de entierros.
Los libros parroquiales fueron suplantados por otros libros creados por
la Ley 1565/84, sancionada el 25 de octubre de 1884, pero promulgada el 30
de octubre del mismo año, que establecía el registro del estado civil en la
capital y los territorios nacionales. La ley entró en vigencia en la Ciudad en
agosto de 1886, y a partir de entonces, el registro de estadísticas vitales fue
realmente de matrimonios, nacimientos y defunciones. La disposición legal
que hacía obligatoria la inscripción de los hechos vitales permitió suponer que
el registro sería más confiable.
Transcurridas varias décadas sin mayores cambios, se llegó al Decreto
Ley 8204 del 27 de septiembre de 1963 (con las modificaciones de las leyes
18248, 18327, 20751, 22.159, 23.515 y 23.776) sobre el denominado Registro
del Estado Civil y Capacidad de las Personas, que surgió como ley única de
alcance nacional en todo lo concerniente al Registro del Estado Civil y
1
Capacidad de las Personas. Por Ley 14.586 se creó el Registro del Estado
Civil de las Personas de la Ciudad de Buenos Aires.
Desde la perspectiva estadística cabe destacar que, en 1968, la
entonces Dirección de Estadísticas de Salud de la Secretaría de Estado de
Salud Pública elaboró el Programa Nacional de Estadísticas Vitales para la
República Argentina. Este Programa se propuso generar datos comparables
para todo el territorio nacional y, por ello, todos los procesos debían cumplir
con principios y métodos uniformes.
La XI Reunión Nacional de Estadísticas de Salud, realizada en 1983,
elaboró y aprobó un documento que incluye los nuevos formularios para la
recolección de las estadísticas vitales. Los mismos se pusieron en uso a
partir del 1 de enero de 1984 (Ministerio de Salud y Acción Social, 1983).
En la XV Reunión Nacional de Estadísticas de Salud, realizada en 1999, se
aprobaron nuevos formularios para ser puestos en uso a partir del año 2001.
1.2. Las publicaciones.
Algunas publicaciones muy antiguas consignan cifras de bautismos,
defunciones y matrimonios ocurridos en Buenos Aires. Martínez refiere, por
ejemplo a: Lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima de
Concolocorvo de 1790; Guía de Buenos Aires de 1792 y Guía de Forasteros
de Araujo de 1803 (Martínez, 1889). Dos décadas después, el Registro
Estadístico de Buenos Aires consignó el número de bautismos, defunciones y
matrimonios ocurridos entre los años 1822 y 1825, y en el Registro
Estadístico de la Provincia de Buenos Aires figuran datos retrospectivos de
hechos vitales ocurridos entre 1829 y 1831. En 1854 se inicia la segunda serie
del Registro Estadístico de Buenos Aires y desde entonces se publican sin
interrupción las estadísticas vitales ocurridas y registradas en la Ciudad.
Teniendo en cuenta que el propósito fue analizar no sólo el nivel de la
mortalidad de la primera infancia en la Ciudad a partir de 1860, sino también
sus diferenciales y causas determinantes, y debido a que las variables
analizadas (nacimientos y defunciones) no fueron publicadas durante ese
período con la misma clasificación, fue necesario compatibilizar la
presentación de los datos para poder recomponer la serie histórica. A
2
continuación se detalla el nivel de desagregación de la información publicada
para los distintos períodos.
Entre 1854 y 1860 se publicaron los bautismos según sexo y color de
piel (blancos y de color) y las defunciones según sexo, color de piel y grandes
grupos de edad (menos de 3 años, 3 a 20, 20 a 60, y 60 y más años), pero no
se cruzó la edad con el sexo. A partir de 1860 se divulgaron los bautismos
según legitimidad (legítimos y naturales), sexo y parroquia o congregación
(alemana, escocesa, francesa, inglesa, norteamericana) y las defunciones por
sexo y por edad (más detallada) según parroquia, congregación o
establecimiento público de ocurrencia; tampoco se cruzan la edad y el sexo.
Recién en 1873 comenzaron a publicarse las estadísticas de muertes
clasificadas por edad, sexo y causa de muerte (Mazzeo, 1993).
En 1887 apareció el Boletín Mensual de Estadística Municipal de la
Municipalidad de la Capital que incluyó, entre otros datos, una estimación de
la población de la Ciudad y las estadísticas de nacimientos, nacidos muertos,
matrimonios y defunciones según las 14 parroquias de entonces. Los cuadros
para nacimientos detallaban: el sexo, la legitimidad y la nacionalidad de los
padres; para los matrimonios: la edad, la nacionalidad y la ocupación de los
contrayentes, y para las defunciones: la edad, el sexo, la nacionalidad, el
estado civil y las enfermedades que ocasionaron la muerte. En el caso de las
defunciones de menores de 2 años consignaban: la edad, el sexo y la
enfermedad que causó la muerte.
Cabe destacar que todos los datos correspondían a los hechos
registrados en la Ciudad, sin distinción de los correspondientes a los
residentes; por lo tanto, los números sobredimensionaron los fenómenos
demográficos de la población residente. Como se indica más adelante,
debieron pasar varias décadas para que se dispusiera de la clasificación de los
hechos vitales según lugar de residencia.
Entre los años 1933 y 1947 se dispone de información por lugar de
residencia para los nacimientos y las defunciones generales aunque, en el caso
de las defunciones de menores de un año, ese período se circunscribe a 1934-
1939. Posteriormente, y hasta 1960, se retornó a la publicación de los datos
por lugar de ocurrencia y, desde entonces, se dispone de datos clasificados
por lugar de residencia. Es así que en el año 1960 se empalmó la serie de
3
mortalidad de la primera infancia, que hasta ese momento era la ocurrida y
registrada en la Ciudad, con la mortalidad de residentes.
Desde 1887 hasta 1962 la Dirección General de Estadística publicó el
Boletín o Revista de Estadísticas de la Ciudad, que tuvo periodicidad
mensual, trimestral, semestral y anual, según los años. En 1963 se publicó el
primer número del Boletín Demografía (con datos de 1961) y la serie se
mantuvo hasta 1982, si bien a partir de 1977 (con datos de 1974) su nombre
cambia a Estadísticas Vitales. A partir de 1987 (con datos de 1983) comenzó
otra publicación sobre estadísticas vitales, la que estuvo más orientada a la
difusión de tasas y otros indicadores demográficos. En el Anexo D, se puede
ver el detalle de las fuentes de información de las estadísticas vitales
utilizadas según período.
Lo señalado afecta la medición del fenómeno, y si bien el objetivo del
trabajo no fue el de evaluar y ajustar la información básica, obliga a un
análisis cuidadoso de las cifras tendiente a obtener una adecuada estimación
del nivel de la mortalidad en la Ciudad.
1.3. La utilización de distintas nomenclaturas a través del tiempo.
Cuando se desea estudiar la evolución de las causas de muerte se
enfrentan cuatro grandes problemas. El primero es el problema derivado de
las múltiples revisiones efectuadas en las clasificaciones internacionales de
enfermedades, aunque existen estudios que superaron este inconveniente,
como en el caso de Francia (Vallin y Nizard, 1986). El segundo es la falta de
un significado claro y preciso en los criterios utilizados en el reagrupamiento
de las causas de muerte. Un tercer problema es que las estadísticas por causas
pueden estar afectadas por el grado de perfeccionamiento de los diagnósticos
y de la declaración de las causas de muerte. Finalmente, un cuarto problema
es el derivado del deterioro de la calidad de la certificación de la causa de
muerte que se registró especialmente en Argentina.
En la clasificación de las causas se requiere tomar en cuenta dos
requisitos: la comparabilidad entre las distintas clasificaciones o revisiones
utilizadas y su evolución histórica, y la pertinencia de los criterios de
clasificación, a fin de llegar a un análisis demográfico satisfactorio (Vallin,
1988). Las revisiones periódicas de las clasificaciones para adaptarse a
4
cambios epidemiológicos, a nuevas posibilidades de diagnóstico y a la
aparición de nuevas entidades mórbidas, pueden originar problemas para el
estudio de las tendencias de la mortalidad por causas.
En la Ciudad, a lo largo del período analizado, se utilizaron varias
revisiones para codificar la causa de muerte. En las publicaciones de
estadísticas vitales sólo se citan a partir del año 1929, si bien es posible que se
hayan utilizado con anterioridad y no se las consignara en las publicaciones
precedentes.
En los años 1929 y 1930 se utilizó la 3º Revisión (1920), para el
período 1931-39 la 4º Revisión (1929); para 1940-49 la 5º Revisión (1938);
para 1950-61 la 6º Revisión (1948); 1962-68 la 7º Revisión (1955); 1969-78
la 8º Revisión (1965),1979-1996 la 9º Revisión (1975) y finalmente para el
período que comienza en el año 1997 la 10° Revisión (1995).
A pesar de las numerosas revisiones utilizadas para el análisis de la
importancia de las causas de muerte en la determinación del nivel de la
mortalidad de la niñez, fue posible identificar las causas seleccionadas a lo
largo de todo el período, cuyo detalle figura en el Anexo E.
1.4. La calidad de la información.
A partir de 1990 se trabajó con las bases de datos de los nacimientos y
defunciones de menores de 5 años, lo que permitió realizar una evaluación de
la calidad de información de las variables consignadas en los formularios
estadísticos. A partir de las variables que registraron un nivel aceptable de
calidad (menor al 3 por ciento de ignorado) se definieron los indicadores
utilizados para analizar las problemáticas de la natalidad y mortalidad de la
primera infancia, abandonando la idea de elaborar indicadores de nivel
socioeconómico por el alto peso del “ignorado” en las respuestas a esas
preguntas, tanto en el formulario estadístico de nacido vivo como de
defunción.
Entre los nacidos vivos las preguntas que registraron los promedios
más altos de ignorado (si bien en algunos casos mejoraron en los últimos
años del período) fueron: peso al nacer, semanas de gestación, edad de la
madre, país de residencia de la madre, máximo nivel de instrucción de la
5
madre, situación conyugal de la madre y las preguntas sobre variables
económicas de ambos padres.
De los informes estadísticos de defunción surgen varias falencias.
Para los menores de un año, los problemas se verifican en peso al nacer y al
morir, edad de la madre, cantidad de embarazos y nacidos, situación
conyugal de la madre, residencia habitual y nivel de instrucción de la madre,
así como las preguntas referidas a situación laboral de los padres. En el caso
de los informes estadísticos de las defunciones fetales se observan
problemas de mala calidad en las siguientes preguntas: peso, causa de
muerte (mal definida), edad de la madre, total de embarazos, total de
defunciones fetales, país y departamento de residencia habitual de la madre,
nivel de instrucción de la madre, situación conyugal de la madre y las
preguntas referidas a situación laboral de los padres.
2. Estadísticas de morbilidad.
Para el análisis de la morbilidad de la población existen dos fuentes
de información: los egresos hospitalarios y las consultas externas que se
realizan en los establecimientos de una jurisdicción. Lamentablemente el
Programa Nacional de Estadísticas de Salud sólo centraliza la información
del subsector oficial. Lo mismo ocurre en el Gobierno de la Ciudad: la
Secretaría de Salud sólo maneja la información de los hospitales que
dependen de ella. Esta situación pone en evidencia el sesgo de cobertura del
Subsistema de Estadísticas de Prestaciones, Rendimientos y Morbilidad
Hospitalaria que está restringido al Subsector Oficial.
Asimismo, se encontraron otros problemas que dificultaron el
análisis. Los datos que se manejan en el Gobierno de la Ciudad son el total
de egresos y/o consultas externas, sin discriminar la residencia habitual del
paciente, lo que no permite analizar por separado la morbilidad de los
residentes. Tampoco se codifica la causa de consulta y/o diagnóstico
principal de la internación; por lo tanto se publican las estadísticas según
hospital y especialidad para el total de pacientes atendidos en ellos. Dos
semanas al año (una en mayo y otra en octubre) se realiza un muestreo de
consultas y egresos para codificar la residencia habitual del paciente y
6
obtener un indicador de la importancia de los pacientes no residentes en la
atención hospitalaria de la Ciudad.
Por otro lado, en los años terminados en 0 y 5, con acuerdo del
Ministerio de Salud, se deben codificar los diagnósticos principales de los
informes estadísticos de hospitalización. De esta manera, se obtuvieron las
bases de egresos hospitalarios de los años 19951 y 2000, donde se
detectaron problemas referidos a la falta de codificación del domicilio
dentro de la Ciudad y a la ausencia de las variables socioeconómicas que no
permitieron analizar la distribución espacial de la morbilidad ni sus
diferenciales socioeconómicos. Sólo fue posible conocer el perfil
epidemiológico de la morbilidad de los niños y de las mujeres en edades
reproductivas residentes que se atendieron en los hospitales dependientes
el gobierno local.
3. Encu
el
de Nec
SIEMPRO de 1997 y 2001. La situación es más grave en la Encuesta 2001
d
estas de hogares y de condiciones de vida.
A partir de las bases de datos de la Encuesta Permanente de Hogares
se intentó obtener la importancia de la desigualdad social de los niños
utilizando como indicador la línea de pobreza. Con el objeto de investigar la
validez de este instrumento de captación, para analizar esta problemática,
separando la Ciudad del resto del Aglomerado, se calculó el indicador de
niños menores de 5 años bajo la línea de pobreza para un año determinado
(1999). Se observó que la muestra de la Ciudad presenta para este grupo de
edad un alto coeficiente de variabilidad (22%) y por lo tanto poco
confiable2. Entonces no fue utilizado este indicador y se lo reemplazó por
esidades Básicas Insatisfechas obtenido a partir de datos censales.
Por este mismo motivo (tamaño de la muestra y representación de
este grupo en ella) tampoco fue posible analizar la atención de la salud de la
primera infancia según indicador de pobreza (sea línea de pobreza,
agrupamiento de quintil de ingreso per cápita familiar o nivel educativo del
jefe del hogar) utilizando como fuente las Encuestas de condiciones de vida
1 Realizada a través de una muestra. 2 Los datos obtenidos en ese año para la Ciudad mostraban que la pobreza tenía una participación mayor en los niños menores de cinco años (15.9%) que en la población total (8.7%).
7
donde existe un 27% de los hogares donde no se pudo calcular ingresos ni
línea de pobreza.
Para ambas muestras los coeficientes de variabilidad (tanto de los
totales como de las proporciones) fueron altos al tomar por separado la
Ciudad del Aglomerado Gran Buenos Aires. Sólo fue posible obtener
algunos indicadores de las proporciones para el total de la Ciudad, con
coeficientes de variabilidad inferiores a 10% en 1997 que son lo que se
analizan en el capítulo 7. A continuación se detallan los coeficientes de los
indicadores utilizados en ambas encuestas, destacándose que en el 2001
algunos incrementaron su variabilidad.
Indicador 1997 2001
Hasta 3º mes de embarazo 1,6 4,0
5 o más controles durante el embarazo 2,4 6,2
Control del embarazo en establecimiento no público 8,3 10,5
Atención del parto en establecimiento no público 8,0 9,7
Realización de control post parto 3,0 5,3
Amamantamiento hasta 6 meses inclusive 9,9 21,6
Cobertura de salud sólo de obra social en niños de 0-4 años 8,0 10,7
Permanencia con alguno de los padres la mayor parte del día 3,7 6,8
Consulta sin estar enfermo el niño en los últimos 12 meses - 2,0
Más de 6 controles sin estar enfermo el niño en los últimos 12 meses 4,7 17,1
Fuente: elaboración sobre la base de las Encuestas SIEMPRO 1997 y 2001.
8
ANEXO B – APÉNDICE ESTADISTICO
Cuadro 4.1 Mortalidad de la primera infancia y sus componentes.
Tasas por mil nacimientos. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
Período Neonatal Postneonatal -1 año 1-4 0-4 1860/64 153.8 130.1 283.9 66.2 350.1 1865/69 151.6 144.8 296.4 108.3 404.7 1870/74 120.6 146.2 266.8 95.7 362.5 1875/79 90.5 111.9 202.4 102.8 305.2 1880/84 60.1 110.9 171.0 85.9 256.9 1885/89 55.4 129.5 185.0 101.4 286.4 1890/94 40.4 115.4 155.7 107.4 263.1 1895/99 29.4 87.3 116.7 89.3 206.0 1900/04 24.1 72.5 96.7 75.7 172.3 1905/09 23.6 70.8 94.5 59.6 154.1 1910/14 23.3 72.9 96.2 55.0 151.2 1915/19 22.0 69.9 91.9 61.0 152.9 1920/24 21.6 62.6 84.2 44.9 129.1 1925/29 19.1 58.7 77.8 40.5 118.4 1930/34 19.1 44.1 63.1 28.6 91.7 1935/39 19.5 32.0 51.5 19.7 71.2 1940/44 19.0 24.9 43.9 11.3 55.2 1945/49 17.9 20.0 37.9 7.5 45.3 1950/54 15.3 19.5 34.7 6.7 41.5 1955/59 15.2 18.5 33.7 6.1 39.8 1960/64 16.3 14.8 31.1 4.4 35.5 1965/69 21.4 13.2 34.6 4.6 39.2 1970/74 19.6 11.4 31.1 3.6 34.7 1975/79 17.8 8.1 25.8 3.2 29.0 1980/84 13.3 5.0 18.3 2.3 20.6 1985/89 11.5 4.3 15.8 2.8 18.6 1990/94 9.9 4.8 14.7 2.1 16.8 1995/99 8.4 4.0 12.3 2.0 14.4 2000/02 6.1 3.2 9.3 1.3 10.6
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
1
Cuadro 4.2 Mortalidad de la primera infancia y sus componentes, fetal y materna.
Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. Indices de variación 1860-64 y 1890-94 = 100.
Período Neonatal Postneo. -1 año 1-4 0-4 Fetal Materna 1860/64 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1865/69 98.6 111.2 104.4 163.6 115.6 1870/74 78.4 112.4 94.0 144.4 103.5 1875/79 58.9 86.0 71.3 155.2 87.2 1880/84 39.1 85.3 60.2 129.7 73.4 1885/89 36.1 99.5 65.2 153.2 81.8 1890/94 26.2 88.6 54.8 162.2 75.1 100.0 100.0 1895/99 19.1 67.1 41.1 134.9 58.8 81.0 111.5 1900/04 15.7 55.7 34.0 114.3 49.2 84.0 131.0 1905/09 15.4 54.4 33.3 90.0 44.0 87.1 137.2 1910/14 15.2 56.0 33.9 83.1 43.2 83.5 146.2 1915/19 14.3 53.7 32.4 92.1 43.7 83.2 151.3 1920/24 14.0 48.1 29.6 67.9 36.9 82.3 144.8 1925/29 12.4 45.1 27.4 61.2 33.8 79.3 117.2 1930/34 12.4 33.9 22.2 43.2 26.2 75.9 105.4 1935/39 12.7 24.6 18.1 29.8 20.3 73.0 93.8 1940/44 12.4 19.1 15.5 17.0 15.8 62.9 78.6 1945/49 11.6 15.4 13.3 11.3 12.9 59.1 47.2 1950/54 9.9 15.0 12.2 10.2 11.9 56.9 31.1 1955/59 9.9 14.2 11.9 9.2 11.4 47.4 21.9 1960/64 10.6 11.3 10.9 6.7 10.1 21.7 31.4 1965/69 13.9 10.2 12.2 7.0 11.2 32.3 36.9 1970/74 12.8 8.8 10.9 5.5 9.9 24.6 43.5 1975/79 11.6 6.2 9.1 4.8 8.3 13.3 26.9 1980/84 8.7 3.8 6.5 3.4 5.9 10.3 12.0 1985/89 7.5 3.3 5.6 4.2 5.3 10.6 11.9 1990/94 6.4 3.7 5.2 3.2 4.8 12.0 8.0 1995/99 5.4 3.0 4.3 3.1 4.1 11.5 2.1 2000/02 3.9 2.5 3.3 2.0 3.0 8.1 5.4
Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 4.1.
2
Cuadro 4.3 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires.
Período 1861-2000.
Países 1861-1865 1871-1875 1881-1885 1891-1895 1901-1905 Alemania a - - - - 199 Argentina - - - - - Austria - - - - 216 Bélgica 165 151 156 164 154 Checoslovaquia - - - - 225 Chile - - - - 282 Dinamarca 137 137 134 139 119 España 187 - 193 - 172 Francia 179 178 167 170 139 Hungría - - - - 213 Inglaterra y Gales 151 153 139 151 135 Italia - 217 195 184 167 Portugal - - - - 143 Suecia 136 134 116 103 91 Suiza - 198 171 155 134 Uruguay - - - - 103 Ciudad de Bs. As. 297 252 175 146 92
Países 1911-15 1921-25 1931-35 1941-45 1951-55 Alemania a 155 119 73 71 49 Argentina b - - - 82 64 Austria 191 138 99 92 51 Bélgica 139 106 89 86 44 Checoslovaquia c 191 156 119 83 49 Chile 283 214 197 154 125 Dinamarca 97 82 71 48 27 España 152 143 112 109 60 Francia 124 100 74 82 45 Hungría 207 187 157 126 69 Inglaterra y Gales 110 76 62 49 27 Italia 140 123 105 110 58 Portugal 152 146 146 130 91 Suecia 72 60 50 31 19 Suiza 99 65 48 40 29 Uruguay 105 109 99 85 51 Ciudad de Bs. As. 96 83 59 42 33
Continúa
3
Países 1961-65 1971-75 1981-85 1990 2000 Alemania a 27 22 10 7 5 Argentina d 59 61 30 25 17 Austria 31 24 12 8 5 Bélgica 26 18 11 8 5 Checoslovaquia 23 21 16 10 5 Chile 103 67 22 17 11 Dinamarca 20 12 8 8 4 España 41 22 11 8 4 Francia 24 15 9 8 4 Hungría 43 34 20 15 8 Inglaterra y Gales e 21 17 10 8 6 Italia 39 25 12 9 5 Portugal 75 43 19 13 6 Suecia 15 10 7 6 3 Suiza 20 13 7 7 5 Uruguay 49 49 32 20 15 Ciudad de Bs. As. 31 29 17 16 9
Notas:
a Las tasas presentadas corresponden a Alemania, a partir de 1945 corresponde a la República Federal de Alemania y a partir de 1990 nuevamente a Alemania. Los datos del quinquenio 1941-45 corresponden al quinquenio 1946-50. b El valor del quinquenio 1941-45 corresponde a 1944-45. c El valor del quinquenio 1941-45 corresponde a 1946-50. d El valor del quinquenio 1971-75 corresponde a 1970. e Los valores de 1990 y 2000 corresponden a Reino Unido. Fuente: elaboración en base a Swarop (1964) para el período 1861-1895; Massuy-Stroobant (1997) para el período 1901-1985 y Naciones Unidas (2004) para 1990 y 2000. Para Chile 1960 a 1990 en base a Taucher y Jofré (1995) y para Uruguay 1900 a 1989 Macció y Damonte (1994).
Cuadro 4.4
Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1901-2000.
Países 1901-1905 1911-15 1921-25 1931-35 1941-45 Alemania a 31 30 32 28 22 Austria 27 25 25 27 21 Bélgica 36 36 39 32 25 Checoslovaquia 29 27 24 21 16 Dinamarca 24 23 24 25 21 España 25 25 27 32 26 Francia 45 44 33 32 27 Hungría 20 20 27 28 23 Inglaterra y Gales - - - 41 30 Italia 43 41 43 34 29 Portugal 16 33 42 42 44 Suecia - - 24 27 33 Suiza 35 31 28 22 17 Ciudad de Bs. As. 44 44 44 40 32
Continúa
4
Países 1951-55 1961-65 1971-75 1981-85 1990 f 2000 g Alemania a e 21 13 9 5 4 4Austria 19 13 9 5 - 4Bélgica 19 14 10 7 6 5Checoslovaquia 14 9 7 5 - 3Dinamarca 18 11 7 5 - 4España c 29 24 15 7 3 3Francia c 18 16 12 8 5 5Hungría 18 16 12 8 - 6Inglaterra y Gales b 23 17 12 6 4 5Italia d 30 22 13 7 4 4Portugal e 39 30 19 12 - 3Suecia 18 12 7 4 4 4Suiza 15 11 8 5 - 4Ciudad de Bs. As. 29 13 11 5 5 4
a Las tasas presentadas corresponden a Alemania, a partir de 1945 corresponde a la República Federal de Alemania y a partir de 1990 nuevamente a Alemania. Los datos del quinquenio 1941-45 corresponden al quinquenio 1946-50. b Los valores de 1990 y 2000 corresponden a Reino Unido. c Los valores de 2000 corresponden a 1999. d Los valores de 2000 corresponden a 1997. e Los valores de 2000 corresponden a 2001. f Los valores corresponden a mortalidad fetal tardía de 1995. g Los valores corresponden a mortalidad fetal tardía. Fuente: elaboración en base a Massuy-Stroobant (1997) para el período 1901-1985 y Naciones Unidas (2004) para 1990 y 2000.
5
Cuadro 4.5 Estructura porcentual de la mortalidad de la primera infancia.
Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
Período Neonatal Postneonatal 1-4 0-4 1860/64 43.9 37.2 18.9 100.0 1865/69 37.5 35.8 26.8 100.0 1870/74 33.3 40.3 26.4 100.0 1875/79 29.7 36.7 33.7 100.0 1880/84 23.4 43.2 33.4 100.0 1885/89 19.4 45.2 35.4 100.0 1890/94 15.3 43.8 40.8 100.0 1895/99 14.3 42.4 43.4 100.0 1900/04 14.0 42.1 43.9 100.0 1905/09 15.3 46.0 38.7 100.0 1910/14 15.4 48.2 36.4 100.0 1915/19 14.4 45.7 39.9 100.0 1920/24 16.7 48.5 34.8 100.0 1925/29 16.1 49.6 34.3 100.0 1930/34 20.8 48.0 31.2 100.0 1935/39 27.4 45.0 27.7 100.0 1940/44 34.5 45.1 20.4 100.0 1945/49 39.4 44.1 16.5 100.0 1950/54 36.8 47.0 16.3 100.0 1955/59 38.3 46.4 15.4 100.0 1960/64 46.0 41.6 12.4 100.0 1965/69 54.5 33.7 11.8 100.0 1970/74 56.5 33.0 10.5 100.0 1975/79 61.3 27.8 10.9 100.0 1980/84 64.8 24.2 11.0 100.0 1985/89 61.9 23.2 14.9 100.0 1990/94 58.8 28.5 12.7 100.0 1995/99 58.3 27.5 14.2 100.0 2000/02 57.5 30.2 12.3 100.0
Fuente: elaboración sobre la base de Cuadro 4.1.
6
Cuadro 4.6 Esperanza de vida a las edades 0 y 4. Ambos sexos.
Ciudad de Buenos Aires, 1855-2002.
Período e(0) e(4) Amplitud del Aumento por año Ganancia entre períodos intervalo e(0) e(4) e(0) e(4)
1855 32.27 39.77 14 -0.42 0.07 -5.87 0.92
1868-1870 26.40 40.69 18 0.29 -0.02 5.28 -0.29
1887 31.68 40.40 8 1.15 1.01 9.20 8.11
1894-1896 40.88 48.51 9 0.76 0.48 6.80 4.32
1903-1905 47.68 52.83 5 -0.15 -0.10 -0.77 -0.51
1908-1910 46.91 52.32 5 0.34 0.24 1.72 1.18
1913-1915 48.63 53.50 22 0.49 0.37 10.81 8.04
1935-1937 59.44 61.54 11 0.53 0.41 5.80 4.47
1947 65.24 66.01 13 0.42 0.39 5.50 5.05
1959-1961 70.74 71.06 10 -0.16 -0.29 -1.56 -2.89
1969-1971 69.18 68.17 11 0.28 0.14 3.05 1.52
1980-1981 72.23 69.69 10 0.05 0.04 0.49 0.40
1990-1992 72.72 70.09 10
2001-2002 75.91 75.80 0.32 0.57 3.19 5.71 Fuente: elaboración en base a Müller (1974) e INDEC (1975-1988-1995-2004).
7
Cuadro 4.7 Proporción de las muertes de 0-4 años en el total de defunciones.
Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.
Período 0-4 en total Período 0-4 en total 1860/64 44.9 1930/34 15.3 1865/69 40.4 1935/39 11.0 1870/74 32.4 1940/44 9.4 1875/79 46.7 1945/49 8.8 1880/84 35.9 1950/54 8.9 1885/89 38.8 1955/59 8.3 1890/94 42.5 1960/64 3.9 1895/99 41.2 1965/69 3.8 1900/04 37.4 1970/74 4.9 1905/09 33.2 1975/79 4.2 1910/14 32.4 1980/84 2.5 1915/19 27.9 1985/89 2.3 1920/24 22.9 1990/94 1.9 1925/29 20.7 1995/99 1.7
2000/02 1.4
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
Cuadro 4.8 Tasas de mortalidad (por mil) según grupo de edad por causa de muerte.
Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.
Mortalidad en menores de 1 año
Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total1890/94 13.0 10.6 33.1 0.7 15.8 82.6 155.71895/99 8.2 16.7 28.7 0.5 12.6 49.9 116.71900/04 9.1 31.1 22.6 0.8 10.9 22.2 96.7 1905/09 8.4 31.5 22.2 0.8 10.8 20.9 94.5 1910/14 8.6 39.6 21.4 1.0 12.5 13.0 96.2 1915/19 8.5 33.8 20.6 1.0 13.2 14.9 91.9 1920/24 7.6 27.5 21.8 0.8 11.7 14.8 84.2 1925/29 7.5 23.4 21.6 2.4 9.6 13.3 77.8 1930/34 6.5 14.5 16.9 2.4 11.9 11.0 63.1 1935/39 4.7 11.2 13.4 1.9 13.6 6.6 51.5 1940/44 3.1 8.7 11.0 3.0 14.9 3.2 43.9 1945/49 1.9 5.2 7.5 3.5 15.3 4.4 37.9 1950/54 1.6 1.4 8.0 2.1 13.7 7.9 34.7 1955/59 1.5 1.0 6.3 2.5 15.0 7.4 33.7 1960/64 1.8 2.6 6.3 3.2 15.3 1.9 31.1 1965/69 3.5 2.1 4.4 3.9 18.2 2.6 34.6 1970/74 4.3 1.4 5.2 3.4 13.6 3.1 31.1 1975/79 2.8 0.8 3.3 3.6 12.5 2.8 25.8 1980/84 0.5 0.2 1.7 3.6 10.5 1.8 18.3 1985/89 0.5 0.2 0.9 3.4 9.3 1.5 15.8 1990/94 0.3 0.1 0.7 3.2 8.3 2.1 14.7 1995/99 0.3 0.0 1.1 3.0 5.9 1.9 12.3 2000/02 0.2 0.0 1.2 2.6 4.5 0.9 9.3
8
Mortalidad en 1 a 4 años Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total 1890/94 26.4 6.3 33.4 1.1 0.2 40.2 107.4 1895/99 19.6 4.1 28.2 0.3 0.1 37.1 89.3 1900/04 17.6 10.4 20.3 0.3 0.0 27.0 75.7 1905/09 10.9 9.9 21.5 0.2 0.1 17.1 59.6 1910/14 11.0 10.7 19.2 0.2 0.1 13.8 55.0 1915/19 13.2 10.0 21.6 0.3 0.1 15.8 61.0 1920/24 9.2 6.5 16.8 0.1 0.2 12.0 44.9 1925/29 10.8 3.9 13.1 0.2 0.2 12.2 40.5 1930/34 8.3 2.5 9.8 0.1 0.1 7.8 28.6 1935/39 5.8 1.9 6.1 0.1 0.1 5.7 19.7 1940/44 3.7 0.9 2.8 0.6 0.1 3.2 11.3 1945/49 2.1 0.6 1.5 0.5 0.2 2.7 7.5 1950/54 1.2 0.1 1.7 0.3 0.1 3.3 6.7 1955/59 1.4 0.1 1.3 0.1 0.1 3.1 6.1 1960/64 0.8 0.3 0.9 0.2 0.0 2.0 4.4 1965/69 1.2 0.3 1.0 0.4 0.0 1.9 4.6 1970/74 1.0 0.1 0.6 0.3 0.0 1.6 3.6 1975/79 0.7 0.1 0.4 0.3 0.0 1.6 3.2 1980/84 0.2 0.0 0.3 0.3 0.0 1.5 2.3 1985/89 0.2 0.0 0.3 0.3 0.0 1.9 2.8 1990/94 0.1 0.0 0.3 0.3 0.0 1.4 2.1 1995/99 0.1 0.0 0.3 0.4 0.0 1.2 2.0 2000/02 0.1 0.0 0.2 0.2 0.0 0.8 1.3
Mortalidad en 0 a 4 años
Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total1890/94 39.3 16.8 66.5 1.7 15.9 122.8 263.11895/99 27.8 20.8 56.9 0.8 12.7 87.0 206.01900/04 26.8 41.5 42.9 1.1 10.9 49.2 172.31905/09 19.2 41.3 43.6 1.1 10.9 38.0 154.11910/14 19.6 50.4 40.6 1.2 12.6 26.8 151.21915/19 21.7 43.8 42.2 1.3 13.3 30.7 152.91920/24 16.8 34.0 38.6 0.9 11.9 26.8 129.11925/29 18.4 27.3 34.7 2.6 9.9 25.5 118.41930/34 14.8 16.9 26.6 2.5 12.0 18.8 91.7 1935/39 10.5 13.1 19.5 2.1 13.7 12.3 71.2 1940/44 6.8 9.6 13.8 3.6 15.0 6.4 55.2 1945/49 4.0 5.8 9.0 4.0 15.5 7.1 45.3 1950/54 2.8 1.5 9.7 2.4 13.8 11.2 41.5 1955/59 2.9 1.1 7.7 2.6 15.1 10.5 39.8 1960/64 2.6 2.9 7.2 3.5 15.3 4.0 35.5 1965/69 4.6 2.4 5.3 4.3 18.2 4.5 39.2 1970/74 5.3 1.5 5.9 3.7 13.6 4.6 34.7 1975/79 3.5 0.9 3.7 3.9 12.6 4.5 29.0 1980/84 0.6 0.2 2.0 3.9 10.6 3.3 20.6 1985/89 0.7 0.2 1.2 3.7 9.3 3.4 18.6 1990/94 0.5 0.1 0.9 3.4 8.3 3.6 16.8 1995/99 0.4 0.0 1.4 3.4 5.9 3.1 14.4 2000/02 0.3 0.0 1.4 2.8 4.5 1.7 10.6
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
9
Cuadro 4.9 Proporción de muertes según grupo de edad por causa.
Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.
Proporción en muertes de menores de 1 año Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total 1890/94 8.3 6.8 21.3 0.4 10.1 53.0 100.01895/99 7.1 14.3 24.6 0.4 10.8 42.8 100.01900/04 9.4 32.2 23.4 0.9 11.3 22.9 100.01905/09 8.9 33.3 23.5 0.9 11.4 22.1 100.01910/14 9.0 41.2 22.3 1.1 13.0 13.5 100.01915/19 9.2 36.7 22.4 1.1 14.3 16.2 100.01920/24 9.0 32.7 25.9 0.9 13.9 17.6 100.01925/29 9.7 30.0 27.7 3.1 12.4 17.1 100.01930/34 10.3 22.9 26.7 3.7 18.9 17.5 100.01935/39 9.1 21.8 26.1 3.7 26.4 12.9 100.01940/44 7.0 19.9 25.1 6.9 33.9 7.3 100.01945/49 5.0 13.6 19.9 9.3 40.5 11.6 100.01950/54 4.5 4.0 23.1 6.1 39.5 22.8 100.01955/59 4.4 3.0 18.7 7.3 44.6 21.9 100.01960/64 5.7 8.5 20.1 10.3 49.2 6.2 100.01965/69 10.0 6.1 12.6 11.3 52.5 7.5 100.01970/74 13.9 4.6 16.8 11.0 43.9 9.8 100.01975/79 10.8 3.1 12.7 14.0 48.5 10.9 100.01980/84 2.5 0.9 9.4 19.9 57.5 9.9 100.01985/89 3.1 1.2 5.5 21.4 59.0 9.7 100.01990/94 2.3 0.5 4.6 21.7 56.4 14.5 100.01995/99 2.4 0.2 9.1 24.7 48.1 15.5 100.02000/02 1.7 0.3 12.5 28.3 48.1 9.1 100.0
Proporción en muertes 1 a 4 años
Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total 1890/94 24.5 5.8 31.1 1.0 0.1 37.4 100.0 1895/99 21.9 4.5 31.6 0.3 0.1 41.5 100.0 1900/04 23.3 13.7 26.9 0.4 0.0 35.7 100.0 1905/09 18.2 16.5 36.0 0.4 0.2 28.7 100.0 1910/14 20.0 19.5 34.9 0.3 0.2 25.0 100.0 1915/19 21.6 16.5 35.4 0.6 0.1 25.8 100.0 1920/24 20.5 14.5 37.3 0.3 0.5 26.8 100.0 1925/29 26.7 9.7 32.4 0.5 0.6 30.1 100.0 1930/34 29.0 8.6 34.2 0.5 0.5 27.2 100.0 1935/39 29.3 9.7 30.9 0.7 0.4 29.0 100.0 1940/44 32.8 7.9 25.1 4.9 0.7 28.6 100.0 1945/49 27.8 8.2 19.6 6.2 2.1 36.1 100.0 1950/54 18.5 2.0 24.8 4.0 1.4 49.3 100.0 1955/59 22.3 1.4 22.0 2.2 1.3 50.8 100.0 1960/64 18.8 7.0 21.1 5.6 1.0 46.5 100.0 1965/69 24.9 5.7 20.5 7.9 0.0 41.0 100.0 1970/74 26.8 2.8 17.5 9.4 0.1 43.4 100.0 1975/79 22.1 2.7 12.5 10.4 0.6 51.7 100.0 1980/84 7.6 0.4 12.6 12.2 1.3 66.0 100.0 1985/89 6.8 1.5 11.7 11.9 0.2 67.9 100.0 1990/94 5.9 0.2 12.1 12.1 2.1 67.5 100.0 1995/99 7.1 1.0 15.7 17.6 0.7 57.8 100.0 2000/02 8.6 0.0 14.7 12.3 0.0 64.4 100.0
10
Proporción en muertes 0 a 4 años
Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total 1890/94 15.0 6.4 25.3 0.7 6.1 46.7 100.0 1895/99 13.5 10.1 27.6 0.4 6.2 42.2 100.0 1900/04 15.5 24.1 24.9 0.6 6.3 28.6 100.0 1905/09 12.5 26.8 28.3 0.7 7.1 24.6 100.0 1910/14 13.0 33.3 26.9 0.8 8.3 17.7 100.0 1915/19 14.2 28.6 27.6 0.9 8.7 20.1 100.0 1920/24 13.0 26.4 29.9 0.7 9.2 20.8 100.0 1925/29 15.5 23.0 29.3 2.2 8.3 21.6 100.0 1930/34 16.1 18.4 29.0 2.7 13.1 20.5 100.0 1935/39 14.7 18.4 27.4 2.9 19.2 17.3 100.0 1940/44 12.3 17.4 25.1 6.5 27.1 11.6 100.0 1945/49 8.7 12.7 19.9 8.8 34.2 15.7 100.0 1950/54 6.8 3.6 23.4 5.8 33.3 27.1 100.0 1955/59 7.2 2.8 19.2 6.5 38.0 26.3 100.0 1960/64 7.3 8.3 20.3 9.8 43.2 11.2 100.0 1965/69 11.8 6.0 13.5 10.9 46.3 11.4 100.0 1970/74 15.3 4.4 16.9 10.8 39.3 13.4 100.0 1975/79 12.0 3.0 12.7 13.6 43.3 15.4 100.0 1980/84 3.0 0.8 9.8 19.0 51.3 16.1 100.0 1985/89 3.7 1.3 6.4 20.0 50.3 18.4 100.0 1990/94 2.8 0.5 5.6 20.5 49.5 21.2 100.0 1995/99 3.1 0.3 10.0 23.7 41.4 21.5 100.0 2000/02 2.5 0.2 12.8 26.4 42.3 15.8 100.0
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
Cuadro 5.1 Tasas de actividad por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
Período Total Varón Mujer
1990 45.6 58.0 35.3 1991 45.6 58.2 35.1 1992 46.7 59.0 36.3 1993 47.7 58.2 38.8 1994 46.4 57.8 37.0 1995 48.2 58.4 39.6 1996 48.9 58.9 39.7 1997 49.6 59.0 41.7 1998 49.8 59.3 41.8 1999 50.7 60.2 43.2 2000 51.0 60.7 43.1 2001 50.2 58.9 43.1 2002 52.0 60.5 44.7
Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).
11
Cuadro 5.2 Tasas de empleo por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
Período Total Varón Mujer
1990 43,6 55,6 33,7 1991 43,6 56,3 33,3 1992 44,5 56,7 34,1 1993 44,2 55,0 34,9 1994 42,3 53,0 33,6 1995 41,8 52,2 32,9 1996 42,7 54,1 33,1 1997 44,0 54,0 35,8 1998 45,5 55,5 37,2 1999 45,5 54,6 38,3 2000 45,7 55,0 38,2 2001 43,0 50,3 37,1 2002 45,0 53,3 37,8
Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).
Cuadro 5.3 Tasas de subocupación horaria, ocupados demandantes y desocupación.
Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
Período Subocupa-
ción horaria Ocupados
demandantesDesocupa-
ción 1990 7,8 13,2 4,3 1991 6,0 8,8 4,4 1992 7,3 12,8 4,8 1993 7,5 12,8 7,5 1994 8,6 16,3 8,7 1995 8,9 17,0 13,3 1996 9,1 18,6 12,8 1997 9,0 17,7 11,1 1998 9,8 19,5 8,6 1999 11,6 18,9 10,3 2000 11,0 19,6 10,4 2001 11,8 21,1 14,3 2002 14,2 21,6 13,5
Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).
12
Cuadro 5.4 Participación de los jefes de hogar en el total de desocupados.
Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
Período Proporción 1990 33,4 1991 25,0 1992 30,0 1993 23,9 1994 44,4 1995 30,4 1996 29,0 1997 36,4 1998 39,8 1999 38,0 2000 39,1 2001 36,6 2002 39,8
Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).
Cuadro 5.5 Evolución del ingreso medio total individual de la población según quintil de población. Valores constantes de octubre de 2002. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre
2002.
Quintiles Brecha de Período Total 1 2 3 4 5 ingresos
1990 904 232 396 606 967 2502 10,81991 1025 252 412 657 1102 2721 10,81992 1187 236 465 762 1326 3252 13,81993 1230 238 518 832 1373 3309 13,91994 1280 245 501 839 1378 3455 14,11995 1237 243 489 799 1295 3379 13,91996 1248 249 511 815 1308 3379 13,61997 1251 243 551 862 1303 3263 13,51998 1354 277 572 899 1462 3702 13,41999 1272 251 507 820 1365 3387 13,52000 1303 253 512 828 1410 3497 13,82001 1259 255 520 821 1345 3325 13,02002 904 180 367 586 957 2429 13,5
Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).
13
Cuadro 5.6 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población.
Valores constantes de octubre de 2002. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
Quintiles Brecha de
Período Total 1 2 3 4 5 ingresos 1990 555 154 272 384 579 1379 9,01991 634 167 298 453 730 1539 9,21992 742 204 372 560 839 1747 8,61993 766 202 377 572 857 1816 9,01994 780 199 357 568 874 1946 9,81995 755 170 322 512 830 1922 11,31996 760 188 357 532 823 1910 10,21997 788 192 370 583 872 1923 10,01998 865 202 388 610 943 2165 10,71999 804 185 368 576 916 1979 10,72000 804 162 350 580 909 2011 12,42001 761 157 338 542 862 1916 12,22002 558 120 241 392 628 1415 11,8
Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).
Cuadro 5.7 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población. Número Indice según quintil, 1990=100. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre
2002.
Quintiles Período Total 1 2 3 4 5
1990 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 1991 114,2 108,4 109,6 118,0 126,1 111,6 1992 133,7 132,5 136,8 145,8 144,9 126,7 1993 138,0 131,2 138,6 149,0 148,0 131,7 1994 140,5 129,2 131,3 147,9 150,9 141,1 1995 136,0 110,4 118,4 133,3 143,4 139,4 1996 136,9 122,1 131,3 138,5 142,1 138,5 1997 142,0 124,7 136,0 151,8 150,6 139,4 1998 155,9 131,2 142,6 158,9 162,9 157,0 1999 144,9 120,1 135,3 150,0 158,2 143,5 2000 144,9 105,2 128,7 151,0 157,0 145,8 2001 137,1 101,9 124,3 141,1 148,9 138,9 2002 100,5 77,9 88,6 102,1 108,5 102,6
Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 5.6.
14
Cuadro 5.8 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población.
Concentración del ingreso. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.
Quintiles Período 1 2 3 4 5
1990 5,6 9,8 13,9 20,9 49,8 1991 5,2 9,4 14,2 22,9 48,3 1992 5,5 10,0 15,0 22,5 46,9 1993 5,3 9,9 15,0 22,4 47,5 1994 5,0 9,1 14,4 22,2 49,3 1995 4,5 8,6 13,6 22,1 51,2 1996 4,9 9,4 14,0 21,6 50,1 1997 4,9 9,4 14,8 22,1 48,8 1998 4,7 9,0 14,2 21,9 50,3 1999 4,6 9,1 14,3 22,8 49,2 2000 4,0 8,7 14,5 22,7 50,1 2001 4,1 8,9 14,2 22,6 50,2 2002 4,3 8,6 14,0 22,5 50,6
Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 5.6.
Cuadro 5.9 Producto Bruto Geográfico a precios de productor (en millones de pesos).
Precios constantes de 1993. Número Indice 1993=100. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.
Año PBG Indice 1993 52465 100,0 1994 55446 105,7 1995 54270 103,4 1996 58135 110,8 1997 61488 117,2 1998 65536 124,9 1999 66108 126,0 2000 65893 125,6 2001 61516 117,3 2002 52745 100,5
Fuente: Dirección General de Estadística y Censos (2004).
15
16
Cuadro 5.10 Proporción de hogares y personas por debajo de la línea de pobreza y de indigencia.
Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. Período Hogares Personas
Pobreza Indigencia Pobreza Indigencia 1990 8,9 1,9 13,1 2,1 1991 6,8 0,9 8,1 0,8 1992 4,9 1,2 5,6 0,9 1993 5,2 1,6 6,2 1,8 1994 5,4 1,6 6,7 1,5 1995 5,8 1,3 8,0 1,6 1996 5,8 1,5 7,5 1,3 1997 5,3 1,4 7,5 1,9 1998 4,4 0,8 5,9 1,1 1999 5,5 1,3 8,3 1,4 2000 6,1 1,4 9,5 1,8 2001 6,3 1,6 9,8 2,1 2002 14,6 3,7 21,2 5,7
Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 c).
Cuadro 5.11 Población en hogares particulares por condición de NBI y tipo de cobertura en salud.
Población total y primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. Condición NBI 1991 2001 Absoluto % Absoluto % NO NBI Población total (1) 2619669 100,0 2512999 100,0 Tiene sólo obra social (2) 1378415 52,6 1188092 47,3 Tiene sólo plan médico o mutual 343512 13,1 510984 20,3 Tiene obra social y plan médico o mutual 455380 17,4 238127 9,5 No tiene obra social ni plan médico o mutual 442362 16,9 575796 22,9 Población de 0 a 4 años (1) 147412 100,0 131515 100,0 Tiene sólo obra social (2) 69808 47,4 57715 43,9 Tiene sólo plan médico o mutual 23083 15,7 28398 21,6 Tiene obra social y plan médico o mutual 27492 18,6 12193 9,3 No tiene obra social ni plan médico o mutual 27029 18,3 33209 25,2 NBI Población total (1) 228452 100,0 212489 100,0 Tiene sólo obra social (2) 99737 43,7 65558 30,8 Tiene sólo plan médico o mutual 6365 2,8 5886 2,8 Tiene obra social y plan médico o mutual 17227 7,5 3538 1,7 No tiene obra social ni plan médico o mutual 105123 46,0 137507 64,7 Población de 0 a 4 años (1) 26824 100,0 24319 100,0 Tiene sólo obra social (2) 9993 37,2 6034 24,8 Tiene sólo plan médico o mutual 607 2,3 402 1,7 Tiene obra social y plan médico o mutual 1299 4,8 220 0,9 No tiene obra social ni plan médico o mutual 14925 55,7 17663 72,6 (1) Para 1991 se descontaron los ignorados de tipo de cobertura. (2) Para 1991 se sumó los que tenían obra social e ignoraban plan médico o mutual.
Fuente: elaboración sobre la base de censos de población.
Cuadro 6.1 Indicadores de desigualdad social según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991.
CE
% total población
NBI
% población NBI por
hacinamiento
% población NBI por vivienda
% población NBI por
condiciones sanitarias
% población NBI por
asistencia escolar
% niños 0-4 NBI
% niños 0-4 NBI en total
NBI
% que asisten a
estab. privado
% jóvenes de 15 a 19 no
escolarizados
% jóvenes de 20 a 24 no
escolarizados Total 7,6 3,8 4,2 1,2 0,5 15,0 12,4 41,3 24,5 56,5
1 4,5 2,2 1,7 1,0 0,5 7,7 10,4 39,3 24,6 61,8 2 20,0 10,0 13,7 2,7 1,0 35,2 15,6 25,4 39,0 74,1 3 13,5 5,7 9,8 1,2 0,7 21,5 11,2 35,0 29,5 64,6 4 31,8 8,9 28,2 3,0 1,1 47,7 11,7 29,5 36,4 70,2 5 4,3 1,9 1,9 1,1 0,3 7,7 10,8 47,6 19,3 53,9 6 4,9 2,5 2,0 0,8 0,4 8,3 10,1 40,8 18,8 51,5 7 5,6 3,1 2,3 0,9 0,5 9,6 10,4 39,8 20,7 50,7 8 11,0 5,2 7,2 1,2 0,5 20,5 12,5 33,5 27,8 64,2 9 11,1 5,5 6,6 2,0 0,6 19,2 12,0 34,4 28,3 60,6
10 10,9 5,5 7,4 0,6 0,9 19,5 11,4 33,4 27,9 59,7 11 7,0 3,9 2,9 1,2 0,4 12,9 10,3 39,0 23,5 49,1 12 14,6 6,6 10,7 0,6 0,9 24,9 11,4 29,9 31,4 65,8 13 16,6 7,7 12,1 0,8 0,7 28,2 11,6 31,1 35,9 66,6 14 12,3 6,0 6,4 2,2 0,4 21,3 9,7 36,2 32,3 57,0 15 5,5 2,9 2,3 0,6 0,4 9,0 10,4 37,2 23,8 58,4 16 3,4 1,9 1,0 0,6 0,3 5,2 9,4 48,1 16,9 47,2 17 4,8 2,6 2,0 0,9 0,3 8,2 10,3 52,1 19,5 48,4 18 5,6 3,1 2,1 1,2 0,4 9,6 10,3 46,9 20,2 49,3 19 4,8 2,8 1,6 0,9 0,3 9,1 10,2 52,7 17,0 39,4 20 9,5 4,7 6,8 4,1 0,5 26,9 14,9 61,0 19,7 45,9 21 3,4 2,1 0,9 0,4 0,4 6,3 10,6 41,0 27,8 64,9 22 20,0 10,9 13,1 2,5 1,3 39,0 17,2 25,6 41,7 76,2 23 11,2 6,3 6,6 1,4 0,9 23,3 15,1 31,1 34,3 70,3 24 3,3 1,7 0,7 0,8 0,3 6,3 11,0 38,7 23,8 61,6 25 2,7 1,4 0,4 0,7 0,3 4,4 9,4 43,4 19,4 53,3
17
26 3,6 2,0 1,1 0,6 0,4 6,8 12,0 36,4 22,8 58,4 27 3,2 1,5 0,7 1,0 0,4 5,2 9,2 42,5 22,0 58,6 28 4,4 2,6 1,2 0,9 0,4 7,4 10,4 46,5 19,4 52,0
Valor máximo 31,8 10,9 28,2 4,1 1,3 47,7 17,2 61,0 41,7 76,2 Valor mínimo 2,7 1,4 0,4 0,4 0,3 4,4 9,2 25,4 16,9 39,4 Riesgo relativo 11,8 7,8 70,5 10,3 4,3 11,0 1,9 2,4 2,5 1,9
Fuente: elaboración sobre la base de censos de población. Cuadro 6.2 Indicadores de desigualdad social según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001.
CE
% total población
NBI
% población NBI por
hacinamiento
% población NBI por vivienda
% población NBI por
condiciones sanitarias
% población NBI por
asistencia escolar
% población NBI por
capacidad de subsistencia
% niños 0-4 NBI
% niños 0-4 NBI en total
NBI Total 7,8 3,2 4,8 0,3 0,4 1,3 15,6 11,4
1 5,5 2,0 3,1 0,0 0,5 1,1 10,1 10,82 19,2 6,9 13,0 1,2 1,1 2,9 32,7 13,43 16,1 7,2 13,2 0,6 0,6 1,4 30,0 12,04 24,2 9,7 20,1 0,9 0,6 1,8 39,0 12,05 4,9 1,7 3,4 0,2 0,1 0,7 9,3 10,06 4,6 1,8 2,7 0,1 0,2 0,8 8,2 9,17 4,6 1,8 2,8 0,1 0,2 0,7 8,0 8,58 12,4 4,8 9,5 0,1 0,3 1,2 21,5 10,39 13,7 5,7 10,4 0,3 0,4 1,1 22,7 9,8
10 13,2 4,8 9,9 0,3 0,3 1,2 23,0 9,011 9,8 4,1 6,6 0,2 0,4 1,0 16,9 9,012 19,3 7,5 16,3 0,6 0,7 1,6 35,0 10,913 24,6 9,0 21,6 0,6 0,4 1,6 41,2 9,414 14,7 5,0 11,5 0,3 0,4 0,9 23,5 7,315 5,0 2,0 2,4 0,3 0,2 0,9 9,7 10,916 2,4 0,9 0,9 0,1 0,2 0,6 2,9 6,517 3,7 1,5 2,1 0,0 0,1 0,6 5,8 8,3
18
18 4,4 1,8 2,6 0,2 0,2 0,7 8,3 9,319 2,6 1,2 1,1 0,1 0,1 0,4 4,9 7,720 10,7 4,9 6,0 0,7 0,6 1,8 29,2 14,821 3,4 1,2 1,0 0,1 0,3 1,3 6,0 9,222 17,3 7,9 7,5 1,0 1,1 3,8 29,8 15,223 16,1 7,3 8,2 0,8 1,0 3,5 30,2 15,224 2,8 0,9 0,7 0,1 0,2 1,1 4,8 8,925 1,8 0,6 0,3 0,1 0,2 0,8 2,8 7,626 4,2 1,7 1,9 0,1 0,3 1,0 7,9 10,527 2,5 0,8 0,8 0,1 0,2 0,9 3,5 7,128 2,9 1,2 1,3 0,1 0,2 0,7 4,6 8,5
Valor máximo 24,6 9,7 21,6 1,2 1,1 3,8 41,2 15,2Valor mínimo 1,8 0,6 0,3 0,0 0,1 0,4 2,8 6,5Riesgo relativo 13,7 15,4 71,3 35,0 11,6 8,7 14,8 2,3
Cuadro 6.2 (Continuación)
CE
% que asisten a
estab. privado
% jóvenes de 15 a 19 no
escolarizados
% jóvenes de 20 a 24 no
escolarizados
Tasa de empleo del
jefe del hogar
Tasa de desocupación
del jefe del hogar
% no cobertura de salud en la pob. Total
% no cobertura de salud en los niños 0-4
% hogares con mala calidad de materiales
Total 41,4 16,3 48,0 60,9 12,5 26,2 32,6 7,71 40,5 16,1 53,1 57,6 14,5 29,4 35,4 5,32 24,0 29,0 68,6 59,3 17,3 42,9 55,0 24,63 35,1 19,7 56,7 60,2 14,1 31,5 40,9 8,44 29,0 25,7 66,9 59,2 15,8 38,6 48,1 18,45 48,4 11,5 44,4 60,9 11,5 20,8 23,5 3,46 44,8 12,7 43,0 62,0 10,3 18,3 19,5 3,77 42,1 11,6 41,2 63,3 10,3 19,0 19,0 4,08 35,1 18,3 55,7 61,6 12,7 28,4 34,8 6,29 35,7 20,5 53,2 63,1 12,7 29,7 32,9 5,7
10 35,0 19,0 53,4 60,7 12,3 27,4 31,0 5,011 39,0 15,2 42,2 62,1 11,7 27,6 32,6 3,912 33,3 21,6 55,4 58,8 14,1 32,8 41,4 7,3
19
20
13 34,0 25,3 58,3 62,5 13,1 33,0 42,2 7,314 40,1 19,3 46,2 65,3 10,4 26,5 30,1 5,415 39,0 15,5 48,8 61,8 12,8 25,9 27,3 5,716 52,7 9,0 37,0 64,3 9,2 14,1 11,6 3,117 53,1 9,9 36,8 65,0 9,3 15,6 14,6 3,418 46,6 11,4 35,4 65,6 9,2 17,4 16,4 3,819 51,2 7,9 25,1 62,6 8,8 12,5 10,3 3,320 53,3 14,8 41,1 62,3 9,2 23,2 41,0 14,221 42,8 17,1 55,6 54,0 16,3 30,4 34,0 7,622 24,4 30,4 74,0 54,9 22,4 51,3 64,0 33,623 28,4 26,0 68,9 56,3 19,4 46,8 61,0 24,124 40,0 15,1 49,3 56,7 14,3 28,2 28,5 6,225 46,2 10,8 42,2 58,3 12,7 21,2 20,5 4,626 37,0 15,3 50,0 59,2 13,7 25,8 27,9 4,727 44,7 12,5 44,8 58,7 12,6 22,7 20,7 5,028 47,4 11,1 42,4 61,9 11,3 20,6 20,1 4,5
Valor máximo 53,3 30,4 74,0 65,6 22,4 51,3 64,0 33,6Valor mínimo 24,0 7,9 25,1 54,0 8,8 12,5 10,3 3,1Riesgo relativo 2,2 3,8 2,9 1,2 2,6 4,1 6,2 10,8
Fuente: elaboración sobre la base de censos de población.
21
Cuadro 6.3 Conglomerado de pertenencia según Circunscripción Electoral.
Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001.
CE 1991 2001 2001=1991 1 1 3 3 2 3 2 2 3 2 3 2 4 3 2 2 5 1 1 1 6 1 1 1 7 1 1 1 8 2 3 3 9 2 3 3
10 2 3 3 11 1 3 3 12 2 3 2 13 2 3 2 14 2 3 3 15 1 3 3 16 1 1 1 17 1 1 1 18 1 1 1 19 1 1 1 20 1 3 3 21 1 3 3 22 3 2 2 23 2 2 2 24 1 3 1 25 1 1 1 26 1 3 3 27 1 1 1 28 1 1 1
Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los conglomerados de k medias.
Cuadro 6.4 - Variaciones relativas porcentuales entre los indicadores seleccionados. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001.
CE
% total población
NBI
% población NBI por
hacinamiento
% población NBI por vivienda
% población NBI por
condiciones sanitarias
% población NBI por
asistencia escolar
% niños 0-4 NBI
% niños 0-4 NBI en total
NBI
% que asisten a
estab. privado
% jóvenes de 15 a 19 no
escolarizados
% jóvenes de 20 a 24 no
escolarizados Total 2,6 -15,8 14,3 -75,0 -20,0 4,0 -8,1 0,2 -33,5 -15,0 1 22,2 -9,9 81,7 -96,7 -0,5 30,2 3,8 3,0 -34,7 -14,1 2 -4,0 -31,3 -4,9 -56,6 6,4 -7,0 -14,1 -5,3 -25,7 -7,5 3 19,3 26,0 35,0 -51,8 -8,0 39,4 7,0 0,2 -33,2 -12,3 4 -23,9 8,4 -28,8 -70,0 -48,8 -18,2 2,6 -1,8 -29,4 -4,7 5 14,0 -9,5 78,4 -84,5 -63,9 21,5 -7,0 1,7 -40,5 -17,5 6 -6,1 -26,5 33,1 -82,8 -62,0 -1,4 -9,8 9,7 -32,5 -16,6 7 -17,9 -42,6 22,9 -87,8 -62,5 -16,8 -17,9 5,9 -44,2 -18,8 8 12,7 -7,9 31,8 -88,6 -47,2 5,2 -17,6 4,7 -34,2 -13,3 9 23,4 3,7 57,7 -84,6 -37,2 18,2 -18,0 3,8 -27,7 -12,2 10 21,1 -12,1 34,3 -54,0 -64,8 17,9 -21,0 4,7 -31,8 -10,5 11 40,0 4,9 128,6 -84,6 -6,6 30,8 -12,3 0,0 -35,5 -14,1 12 32,2 13,0 52,3 -8,2 -20,0 40,5 -4,8 11,2 -31,1 -15,8 13 48,2 16,9 78,4 -26,7 -39,0 45,8 -18,8 9,4 -29,4 -12,5 14 19,5 -16,1 80,3 -85,6 12,5 10,5 -25,3 10,8 -40,2 -19,0 15 -9,1 -32,2 6,3 -54,1 -45,4 7,6 5,3 4,9 -34,8 -16,4 16 -29,4 -55,3 -7,8 -90,2 -46,3 -44,4 -30,9 9,6 -46,5 -21,5 17 -22,9 -42,5 5,4 -94,5 -69,5 -29,0 -19,4 1,9 -49,0 -23,9 18 -21,4 -41,0 23,8 -85,0 -49,7 -13,2 -10,0 -0,7 -43,8 -28,2 19 -45,8 -58,0 -33,1 -84,4 -64,3 -46,2 -24,4 -2,9 -53,3 -36,3 20 12,6 3,9 -11,7 -84,0 13,9 8,7 -0,6 -12,5 -25,1 -10,4 21 0,0 -41,7 15,6 -75,5 -27,9 -5,0 -13,9 4,5 -38,6 -14,3 22 -13,5 -27,1 -42,8 -58,8 -19,2 -23,6 -11,6 -4,9 -27,0 -2,9 23 43,8 15,9 24,2 -42,7 13,7 30,0 0,6 -8,5 -24,2 -2,0 24 -15,2 -44,9 -0,1 -83,8 -25,1 -23,9 -19,6 3,4 -36,4 -20,0 25 -33,3 -55,4 -24,3 -92,5 -29,0 -36,2 -19,8 6,6 -44,5 -20,8 26 16,7 -14,6 76,2 -79,2 -31,2 16,7 -12,2 1,7 -32,8 -14,4 27 -21,9 -48,7 19,7 -93,6 -54,1 -32,1 -22,9 5,2 -43,3 -23,5 28 -34,1 -55,0 9,4 -91,1 -60,9 -36,9 -18,6 1,9 -42,8 -18,4
Fuente: elaboración sobre la base de censos de población.
22
Cuadro 7.1 Egresos hospitalarios de menores de 5 años según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.
Capítulo de diagnóstico
Neonatal precoz
Neonatal tardía
Postneo- natal Ignorado
Total menores de 1 año
1 2 3 4 Total % en el total
Cap. 1 3 1 36 19 59 35 11 9 7 121 8,0Cap. 2 0 0 1 1 2 7 2 1 2 14 0,9Cap. 3 0 1 14 4 19 6 10 5 5 45 3,0Cap. 4 0 0 5 0 5 4 0 2 0 11 0,7Cap. 6 0 1 12 0 13 11 11 8 1 44 2,9Cap. 7 0 0 2 0 2 0 1 1 1 5 0,3Cap. 8 2 6 110 24 142 43 20 18 8 231 15,2Cap. 9 0 0 8 1 9 5 6 7 5 32 2,1Cap. 10 0 1 10 2 13 1 3 1 1 19 1,2Cap. 12 0 1 6 2 9 7 3 2 3 24 1,6Cap. 13 0 0 1 0 1 1 4 0 0 6 0,4 Cap. 14 11 4 16 22 53 5 6 3 4 71 4,7Cap. 15 174 18 2 493 687 0 0 0 0 687 45,2Cap. 16 1 0 30 3 34 6 7 5 3 55 3,6Cap. 17 0 1 14 9 24 39 30 30 18 141 9,3Otros factores 2 0 4 5 11 2 2 0 0 15 1,0Total 193 34 271 585 1083 172 116 92 58 1521 100,0
Referencias: Cap.1 Enf. infecciosas y parasitarias. Cap.2 Tumores Cap. 3 Enf. glándulas endocrinas, de la nutrición, del metabolismo y trastornos de la inmunidad. Cap. 4 Enf. de la sangre y de los órganos hematopoyéticos. Cap. 6 Enf. del sistema nervioso y de los órganos de los sentidos. Cap. 7 Enf. del aparato circulatorio. Cap. 8 Enf. del aparato respiratorio. Cap. 9 Enf. del aparato digestivo. Cap. 10 Enf. del aparato genitourinario. Cap. 12 Enf. de la piel y del tejido celular subcutáneo. Cap. 13 Enf. del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo.
23
Cap. 14 Anomalías congénitas. Cap. 15 Ciertas afecciones originadas en el período perinatal. Cap. 16 Signos, síntomas y estados morbosos mal definidos. Cap. 17 Traumatismos y envenenamientos. Otros factores Factores que influyen en el estado de salud y en el contacto con los servicios de salud.
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios. Cuadro 7.2
Egresos hospitalarios de menores de 5 años según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.
Capítulo de diagnóstico
Neonatal precoz
Neonatal tardía
Postneo-natal Ignorado
Total menores de 1 año
1 2 3 4 Total % en el total
Cap. 1 106 11 306 1 424 213 88 54 33 812 8,3Cap. 2 5 0 18 0 23 7 12 17 19 78 0,8Cap. 3 2 0 27 0 29 22 21 14 19 105 1,1Cap. 4 0 1 45 0 46 44 16 7 7 120 1,2Cap . 5 0 0 0 0 0 3 0 0 0 3 0,0 Cap. 6 4 8 30 1 43 13 9 7 8 80 0,8Cap. 7 0 3 9 0 12 26 11 12 8 69 0,7Cap. 8 0 3 33 0 36 15 6 4 3 64 0,7Cap. 9 3 1 15 0 19 5 3 4 1 32 0,3Cap. 10 14 66 1255 0 1335 401 200 141 111 2188 22,3Cap. 11 5 5 83 1 94 49 40 64 52 299 3,0Cap. 12 2 5 42 0 49 22 23 26 15 135 1,4Cap. 13 1 3 10 0 14 9 16 9 7 55 0,6Cap. 14 2 4 119 0 125 22 22 22 18 209 2,1Cap. 16 3085 257 46 5 3393 0 0 0 0 3393 34,6Cap. 17 157 21 114 1 293 47 46 30 29 445 4,5Cap. 18 4 9 304 0 317 83 58 53 36 547 5,6Cap. 19 11 9 205 2 227 220 140 109 118 814 8,3Cap. 21 269 18 25 0 312 7 16 15 15 365 3,7Total 3670 424 2686 11 6791 1208 727 588 499 9813 100,0
Referencias: Cap. 1 Ciertas enfermedades infecciosas y parasitarias. Cap. 2 Tumores.
24
Cap. 3 Enf. de la sangre y de org. hematopoyéticos y ciertos trastornos que afectan al mecanismo de la inmunidad. Cap. 4 Enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas. Cap. 5 Trastornos mentales y del comportamiento. Cap. 6 Enfermedades del sistema nervioso. Cap. 7 Enfermedades del ojo y sus anexos. Cap. 8 Enfermedades del oído y de la apófisis mastoides. Cap. 9 Enfermedades del sistema circulatorio. Cap. 10 Enfermedades del aparato respiratorio. Cap. 11 Enfermedades del aparato digestivo. Cap. 12 Enfermedades de la piel y del tejido subcutáneo. Cap. 13 Enfermedades del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo. Cap. 14 Enfermedades del sistema genitourinario. Cap. 16 Ciertas afecciones originadas en el período perinatal. Cap. 17 Malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas. Cap. 18 Síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio, no clasificados en otra parte. Cap. 19 Traumatismos, envenenamientos y algunas otras consecuencias de las causas externas. Cap. 21 Factores que influyen en el estado de salud y contacto con los servicios de salud.
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.
Cuadro 7.3 Egresos hospitalarios de mujeres en edades reproductivas según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.
Cap. Diagnóstico 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 Total % en total
Cap.1 9 19 23 12 13 11 14 101 1,5Cap.2 9 12 25 40 69 105 107 367 5,5Cap.3 5 46 86 57 23 15 15 247 3,7Cap.4 2 2 3 1 8 0,1Cap.5 20 42 74 93 89 100 97 515 7,7Cap.6 7 10 14 16 13 17 17 94 1,4Cap.7 5 5 7 3 10 19 18 67 1,0Cap.8 12 9 11 13 12 14 22 93 1,4Cap.9 26 35 49 29 47 52 72 310 4,6Cap.10 16 28 47 45 26 37 42 241 3,6Cap.11 622 1417 1085 685 394 131 12 4346 64,6Cap.12 8 6 9 2 4 10 7 46 0,7
25
26
Cap.13 3 5 5 5 1 6 8 33 0,5Cap.14 6 3 2 1 3 2 17 0,3Cap.16 11 8 7 8 11 5 8 58 0,9Cap.17 22 15 22 14 19 22 9 123 1,8Clas.suplementaria 7 21 10 14 2 5 3 62 0,9Total 790 1681 1478 1039 734 553 453 6728 100,0
Referencias: Cap. 1 Enf. infecciosas y parasitarias. Cap. 2 Tumores Cap. 3 Enf. glándulas endocrinas, de la nutrición, del metabolismo y trastornos de la inmunidad. Cap. 4 Enf. de la sangre y de los órganos hematopoyéticos. Cap. 5 Trastornos mentales. Cap. 6 Enf. del sistema nervioso y de los órganos de los sentidos. Cap. 7 Enf. del aparato circulatorio. Cap. 8 Enf. del aparato respiratorio. Cap. 9 Enf. del aparato digestivo. Cap. 10 Enf. del aparato genitourinario. Cap. 11 Complicaciones del embarazo, parto y puerperio. Cap. 12 Enf. de la piel y del tejido celular subcutáneo. Cap. 13 Enf. del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo. Cap. 14 Anomalías congénitas. Cap. 15 Ciertas afecciones originadas en el período perinatal. Cap. 16 Signos, síntomas y estados morbosos mal definidos. Cap. 17 Traumatismos y envenenamientos. Otros factores Factores que influyen en el estado de salud y en el contacto con los servicios de salud.
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.
27
Cuadro 7.4 Egresos hospitalarios de mujeres en edades reproductivas según capítulo de diagnóstico y grupo de edad.
Ciudad de Buenos Aires, 2000.
Cap.diagnóstico 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 Total % en total
Cap.1 28 90 144 111 77 60 36 546 1,9Cap.2 41 93 106 146 203 316 414 1319 4,5Cap.3 3 8 10 13 10 9 7 60 0,2Cap.4 25 19 29 41 48 48 44 254 0,9Cap.5 69 73 89 116 121 123 124 715 2,4Cap.6 11 21 15 13 11 17 14 102 0,3Cap.7 14 22 12 12 12 17 31 120 0,4Cap.8 3 8 11 3 5 3 5 38 0,1Cap.9 9 17 22 37 56 85 123 349 1,2Cap.10 50 71 60 61 43 43 78 406 1,4Cap.11 153 296 317 277 314 305 370 2032 6,9Cap. 12 11 21 21 12 16 12 22 115 0,4Cap.13 31 32 23 31 43 36 63 259 0,9Cap.14 76 161 159 173 198 172 240 1179 4,0Cap.15 2553 5840 5606 3489 1880 680 50 20098 68,7Cap.17 17 14 10 5 6 7 8 67 0,2Cap.18 26 44 44 42 33 31 49 269 0,9Cap.19 107 136 138 102 88 72 92 735 2,5Cap.21 78 154 136 110 59 37 36 610 2,1Total 3305 7120 6952 4794 3223 2073 1806 29273 100,0
Referencias: Cap. 1 Ciertas enfermedades infecciosas y parasitarias. Cap. 2 Tumores. Cap. 3 Enf. de la sangre y de org. hematopoyéticos y ciertos trast. que afectan al mecanismo de la inmunidad. Cap. 4 Enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas. Cap. 5 Trastornos mentales y del comportamiento. Cap. 6 Enfermedades del sistema nervioso. Cap. 7 Enfermedades del ojo y sus anexos. Cap. 8 Enfermedades del oído y de la apófisis mastoides. Cap. 9 Enfermedades del sistema circulatorio. Cap. 10 Enfermedades del aparato respiratorio. Cap. 11 Enfermedades del aparato digestivo. Cap. 12 Enfermedades de la piel y del tejido subcutáneo. Cap. 13 Enfermedades del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo. Cap. 14 Enfermedades del sistema genitourinario. Cap. 15 Embarazo, parto y puerperio. Cap. 16 Ciertas afecciones originadas en el período perinatal. Cap. 17 Malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas. Cap. 18 Síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio, no clasificados en otra parte. Cap. 19 Traumatismos, envenenamientos y algunas otras consecuencias de las causas externas. Cap. 21 Factores que influyen en el estado de salud y contacto con los servicios de salud.
Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.
Cuadro 7.5 Indicadores de riesgos al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. Circunscripción
Electoral Tasa bruta de
natalidad % madres baja
instruc. % madres
solas % madres
adolescentes % nacimientos
pretérmino % nacimientos
bajo peso % nacimientos
multíparas % nacimientos aten. médico
Total 13,2 2,5 6,9 6,4 5,6 6,7 4,3 41,11 12,5 1,6 5,2 5,7 5,2 6,0 4,3 40,52 22,8 4,5 7,8 8,6 6,1 7,3 6,6 25,03 12,8 4,2 8,6 8,3 5,8 7,1 5,6 31,14 15,6 6,7 9,4 12,9 6,8 6,2 7,0 25,05 12,1 1,4 6,1 4,6 5,2 6,9 2,8 46,56 12,1 1,3 4,9 4,9 5,6 6,4 2,4 44,57 12,8 1,5 5,4 4,1 5,5 7,0 2,8 44,98 14,8 2,3 7,9 7,3 4,9 5,7 3,8 27,49 16,5 2,5 8,3 6,9 6,2 6,7 4,0 34,6
10 15,2 2,8 9,0 7,5 6,1 7,4 2,8 32,111 15,4 2,3 7,2 6,5 5,2 7,2 5,3 42,412 16,3 4,3 10,8 9,2 5,1 7,1 5,6 27,113 18,3 3,6 10,1 10,6 5,3 6,8 4,4 28,614 17,6 2,1 9,4 7,9 5,7 8,5 3,7 35,215 13,0 1,7 5,9 4,5 4,7 6,0 3,8 43,216 11,9 1,6 5,2 4,1 4,5 5,8 2,4 56,717 12,7 1,4 5,0 3,9 4,7 6,2 2,8 54,218 12,3 1,4 5,5 4,2 6,2 7,0 2,8 52,019 11,8 1,1 5,1 3,2 5,4 6,1 3,4 62,020 12,5 4,6 6,8 6,9 6,1 7,2 8,0 56,021 12,5 1,5 7,1 5,9 4,9 7,0 3,5 35,222 15,1 4,4 10,9 11,3 5,1 6,4 8,1 22,523 15,8 3,6 8,2 9,5 6,3 6,7 7,3 26,524 10,7 1,3 3,5 3,6 5,0 5,1 3,3 43,825 10,4 1,3 3,3 3,1 5,5 6,0 2,7 49,426 12,4 1,6 4,7 4,9 4,3 5,9 3,1 42,627 9,5 1,3 3,5 3,7 4,7 5,4 3,2 48,028 11,4 1,7 5,2 4,8 5,8 6,3 3,4 50,4
Valor máximo 22,8 6,7 10,9 12,9 6,8 8,5 8,1 62,0Valor mínimo 9,5 1,1 3,3 3,1 4,3 5,1 2,4 22,5Riesgo relativo 2,4 5,9 3,3 4,1 1,6 1,7 3,4 2,8
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
28
Cuadro 7.6 Indicadores de riesgos al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. Circunscripción
Electoral Tasa bruta
de natalidad % madres
baja instruc. % madres
solas % madres
adolescentes% nacimientos
pretérmino % nacimientos
bajo peso % nacimientos
multíparas % nacimientos aten. médico
Total 13,6 2,3 7,0 6,5 6,6 7,4 3,4 36,91 15,1 1,9 5,3 6,1 5,7 7,0 3,2 29,02 17,0 3,7 10,0 11,8 7,0 8,6 6,2 16,33 18,4 3,3 10,7 8,4 6,0 8,0 7,3 29,04 18,5 4,3 11,5 11,1 6,7 7,9 6,5 25,15 12,1 1,2 4,5 4,7 6,6 7,3 2,2 38,26 12,1 1,1 5,2 4,2 6,9 7,9 1,4 44,97 11,3 1,7 4,6 4,2 6,5 7,6 1,3 43,78 13,2 1,2 7,1 7,9 6,7 6,6 3,3 27,69 15,3 1,6 8,5 7,2 7,1 7,9 4,8 33,7
10 14,7 1,7 7,3 6,7 7,5 7,3 3,2 32,511 15,1 1,2 8,1 4,8 6,0 6,6 4,8 38,712 17,1 3,2 10,7 10,2 6,9 8,4 6,1 28,313 21,9 2,5 10,7 9,8 6,2 6,8 5,5 29,314 16,1 1,2 8,4 4,6 7,9 8,8 3,3 39,815 12,7 1,4 5,5 5,6 8,0 8,3 2,3 42,316 11,9 0,7 4,2 2,6 7,0 6,9 1,0 52,617 11,9 1,0 5,1 3,5 6,8 7,0 1,6 52,918 11,6 0,8 5,1 4,0 6,7 6,7 1,7 51,919 11,1 0,4 4,5 1,8 7,4 6,7 1,9 57,320 15,4 3,9 7,9 5,8 7,1 6,8 4,7 44,221 17,5 1,4 10,4 6,6 6,1 7,2 2,9 32,222 16,5 8,2 11,3 13,4 6,1 8,8 7,3 13,423 20,8 4,6 10,0 10,9 6,0 7,4 5,6 16,424 12,1 0,6 6,9 5,7 5,0 5,9 1,6 39,125 10,7 0,6 4,0 3,5 6,2 6,0 1,7 48,626 12,8 1,3 5,0 5,6 7,2 7,7 2,4 40,427 10,6 1,1 5,0 4,9 5,8 6,4 1,0 51,028 10,1 1,7 4,2 4,2 7,8 7,8 1,8 50,8
Valor máximo 21,9 8,2 11,5 13,4 8,0 8,8 7,3 57,3Valor mínimo 10,1 0,4 4,0 1,8 5,0 5,9 1,0 13,4Riesgo relativo 2,2 20,6 2,9 7,6 1,6 1,5 7,4 4,3
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
29
Cuadro 7.7 Variaciones relativas porcentuales de los indicadores de riesgo al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-92 y 2001-02.
Circunscripción Electoral
Tasa bruta de natalidad
% madres baja instruc.
% madres solas
% madres adolescentes
% nacimientos pretérmino
% nacimientos
bajo peso
% nacimientos multíparas
% nacimientos aten. médico
Total 2,6 -7,9 2,1 1,9 16,2 10,6 -21,9 -10,21 21,0 19,7 2,0 7,1 9,3 16,8 -24,3 -28,32 -25,5 -18,2 28,5 37,3 12,8 16,5 -5,8 -34,83 43,7 -21,7 25,0 0,2 3,0 12,6 28,5 -6,74 18,4 -35,6 22,1 -13,7 -0,9 27,2 -7,0 0,35 -0,1 -14,3 -26,7 2,7 21,5 5,4 -21,2 -17,86 -0,2 -15,8 5,5 -16,0 19,6 24,3 -42,8 0,97 -12,0 20,0 -14,7 1,7 15,5 9,5 -52,7 -2,68 -10,8 -46,6 -9,7 9,3 26,3 16,5 -13,6 0,79 -7,1 -36,5 2,2 3,2 12,7 17,5 20,7 -2,6
10 -3,4 -40,3 -19,5 -10,0 19,1 -0,7 15,9 1,311 -2,5 -46,2 13,2 -25,9 12,6 -8,5 -8,9 -8,712 5,3 -25,1 -1,2 10,8 25,6 19,1 8,4 4,313 19,7 -30,6 6,6 -7,4 13,4 0,8 25,3 2,514 -8,5 -40,0 -10,3 -41,6 28,2 4,3 -11,9 13,215 -2,3 -20,5 -6,5 25,2 42,0 39,7 -40,4 -2,116 -0,1 -55,2 -19,9 -35,9 36,4 19,5 -56,5 -7,217 -6,3 -30,4 2,3 -11,0 31,2 12,4 -40,9 -2,518 -5,8 -45,3 -6,3 -6,7 7,4 -3,0 -40,9 -0,319 -6,3 -64,5 -11,2 -45,0 27,7 10,7 -43,0 -7,620 23,8 -14,1 16,0 -15,5 14,3 -5,3 -40,5 -21,121 39,4 -7,0 45,4 11,4 19,1 3,1 -15,4 -8,422 9,6 85,3 3,6 18,2 15,5 36,9 -10,2 -40,523 31,4 27,6 22,2 15,0 -3,8 11,3 -22,7 -38,124 13,1 -52,1 96,8 60,6 -0,2 15,1 -53,2 -10,625 2,6 -54,8 19,2 12,9 11,5 0,0 -35,1 -1,626 2,5 -21,9 5,9 14,7 40,1 30,1 -24,2 -5,227 11,4 -15,2 44,9 33,5 18,7 18,1 -69,6 6,228 -11,5 -3,2 -19,3 -12,1 25,6 24,2 -48,9 0,8
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
30
Cuadro 7.8 Indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. Circunscripción
Electoral Tasa mort.
fetal Tasa mort. neonatal
Tasa mort. postneonatal
Tasa mort. infantil
TMI reducible
Tasa mort. perinatal
Tasa mort. menores 5 años
Total 6,5 9,3 4,6 13,9 4,8 13,1 16,21 6,8 8,0 5,2 13,2 5,2 12,7 16,72 9,5 9,5 4,7 14,2 6,1 16,2 17,13 10,9 12,0 6,3 18,3 8,6 18,2 21,14 18,0 15,6 12,0 27,6 8,4 25,5 29,45 7,2 10,0 4,4 14,5 2,8 14,4 16,66 2,6 7,1 4,2 11,2 4,2 8,7 12,27 4,7 10,2 4,7 14,8 4,9 13,1 16,58 2,9 13,2 5,7 18,9 5,7 15,4 18,99 7,2 7,6 4,3 11,8 4,9 9,8 14,1
10 12,7 12,7 3,5 16,2 7,7 21,6 19,711 4,6 9,3 4,6 13,9 4,6 11,2 14,612 9,3 16,7 7,4 24,1 6,8 22,6 25,313 12,5 16,6 5,3 21,9 8,3 24,1 24,914 2,5 10,0 5,8 15,8 4,2 11,6 16,615 5,7 7,9 3,5 11,4 6,0 11,4 14,916 3,1 7,1 2,5 9,6 3,7 8,3 10,817 5,2 8,5 3,8 12,3 3,4 10,7 14,518 5,3 7,4 4,4 11,8 3,2 10,5 14,119 4,8 9,2 2,5 11,7 2,5 13,0 14,720 5,0 3,3 3,3 6,7 1,1 6,7 12,821 6,8 7,5 3,9 11,4 2,1 11,7 12,522 9,4 9,4 8,2 17,5 5,0 14,6 19,523 9,5 11,6 6,2 17,9 3,8 18,0 22,224 2,3 6,9 2,8 9,7 1,9 7,4 12,525 2,2 10,4 2,2 12,5 4,8 9,5 14,326 4,7 7,7 3,4 11,1 4,0 10,4 12,527 10,1 8,4 5,1 13,5 6,2 16,7 15,228 4,0 8,7 3,7 12,4 4,4 10,2 13,1
Valor máximo 18,0 16,7 12,0 27,6 8,6 25,5 29,4Valor mínimo 2,2 3,3 2,2 6,7 1,1 6,7 10,8Riesgo relativo 8,3 5,0 5,5 4,1 7,7 3,8 2,7
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
31
Cuadro 7.9 Indicadores de la mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.
Circunscripción Electoral
Tasa mort. fetal
Tasa mort. neonatal
Tasa mort. postneonatal
Tasa mort. infantil
TMI reducible
Tasa mort. perinatal
Tasa mort. menores 5 años
Total 4,1 6,3 3,3 9,5 5,5 7,8 10,91 5,9 5,9 3,6 9,5 6,9 8,2 11,22 6,1 8,1 4,5 12,6 8,1 10,6 15,23 6,9 7,3 4,1 11,5 5,0 9,1 12,84 4,1 9,8 4,6 14,4 9,3 9,2 16,55 3,7 5,2 1,7 6,9 4,3 7,1 8,46 3,2 3,8 2,9 6,7 1,9 4,8 7,77 5,9 5,9 1,8 7,7 4,1 8,6 8,38 6,9 3,7 1,9 5,6 3,1 8,7 8,19 2,1 7,6 4,1 11,7 6,2 6,9 12,8
10 3,7 5,2 1,5 6,7 4,5 7,4 8,911 4,3 6,4 2,8 9,2 4,3 5,7 10,712 3,9 3,2 5,8 9,1 5,8 5,8 10,413 6,9 10,7 5,0 15,8 8,2 13,2 18,314 1,0 8,0 2,0 10,1 7,0 8,0 12,115 1,0 6,2 1,9 8,1 6,5 5,5 10,716 3,4 2,6 0,9 3,4 2,0 5,1 4,317 3,1 6,9 2,3 9,2 5,4 7,1 10,018 3,6 4,9 3,2 8,1 3,8 6,8 9,419 3,1 4,4 0,8 5,2 2,3 5,6 5,920 6,0 5,5 5,0 10,6 4,5 9,0 11,121 1,7 5,5 3,2 8,6 4,9 5,7 9,522 5,7 8,0 5,5 13,5 9,0 10,1 15,823 7,5 11,8 6,7 18,5 11,6 14,3 20,024 4,1 7,8 3,7 11,6 5,0 9,5 12,825 2,5 3,8 2,1 5,9 3,4 5,1 6,326 3,9 3,9 3,2 7,1 3,9 6,1 7,427 1,4 5,3 2,4 7,7 2,9 6,3 8,728 1,9 5,3 2,2 7,5 4,7 5,0 7,8
Valor máximo 7,5 11,8 6,7 18,5 11,6 14,3 20,0Valor mínimo 1,0 2,6 0,8 3,4 1,9 4,8 4,3Riesgo relativo 7,7 4,6 8,6 5,4 6,0 3,0 4,7Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
32
33
Cuadro 7.10 Variaciones relativas porcentuales de los indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral.
Ciudad de Buenos Aires, 1991-92 y 2001-02.
Circunscripción Electoral
Tasa mort. fetal
Tasa mort. neonatal
Tasa mort. postneonatal
Tasa mort. infantil
TMI reducible
Tasa mort. perinatal
Tasa mort. menores 5
años Total -36,5 -32,8 -29,5 -31,7 13,7 -40,9 -32,8
1 -12,7 -25,8 -30,3 -27,6 33,1 -35,6 -33,32 -35,3 -14,8 -4,6 -11,4 33,3 -34,5 -11,33 -36,6 -38,8 -34,3 -37,3 -41,1 -49,7 -39,34 -77,1 -37,2 -61,4 -47,7 10,4 -63,7 -43,95 -49,5 -48,6 -61,2 -52,5 53,5 -50,8 -49,46 24,5 -45,7 -31,0 -40,2 -54,0 -44,7 -37,17 26,8 -41,7 -62,0 -48,1 -16,2 -34,9 -49,78 139,5 -71,6 -67,3 -70,3 -45,6 -43,7 -57,19 -71,3 0,6 -2,9 -0,6 26,3 -29,6 -9,5
10 -70,7 -59,0 -57,9 -58,8 -42,5 -65,8 -54,911 -8,1 -31,1 -38,7 -33,6 -8,1 -49,4 -26,912 -57,9 -80,5 -21,0 -62,2 -13,8 -74,3 -58,913 -44,3 -35,4 -5,4 -28,1 -1,2 -45,3 -26,614 -59,7 -19,4 -65,5 -36,4 69,3 -30,7 -27,515 -83,0 -22,3 -44,3 -29,0 7,6 -51,5 -28,216 10,5 -64,0 -65,5 -64,4 -46,3 -38,6 -60,517 -39,4 -19,4 -39,2 -25,5 60,6 -33,9 -31,018 -31,4 -33,7 -27,9 -31,5 21,1 -35,3 -33,719 -35,8 -52,2 -69,3 -55,9 -8,0 -56,6 -59,620 20,6 65,9 50,8 58,3 307,1 35,7 -13,521 -74,6 -27,2 -19,5 -24,5 128,1 -51,0 -24,122 -39,5 -15,0 -32,5 -23,2 81,4 -31,2 -19,223 -21,2 1,3 7,4 3,4 206,0 -20,8 -9,724 78,4 13,0 33,8 18,9 167,6 28,0 2,425 17,4 -63,3 -2,2 -52,8 -28,8 -46,7 -55,526 -18,0 -50,1 -4,3 -36,2 -4,3 -41,3 -40,527 -85,7 -37,0 -52,3 -42,7 -53,2 -62,5 -42,728 -53,5 -38,8 -41,2 -39,5 8,0 -51,1 -40,0
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
Cuadro 7.11 Tasas de mortalidad neonatal según causas de muerte (por diez mil).
Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.
Año Bajo
peso al nacer
Perinatales (excluido bajo peso al nacer).
Anomalías congénitas
Resto bien definidas
Desconocidas y mal definidas Total
1990 18,1 57,6 23,0 5,3 3,9 107,91991 12,4 46,8 17,1 4,1 4,7 85,11992 24,8 43,1 19,6 5,8 8,3 101,51993 26,0 40,8 27,3 6,7 3,1 103,91994 28,8 40,0 20,4 3,9 3,1 96,21995 25,8 30,8 18,4 3,4 4,5 83,01996 28,8 34,0 26,5 4,7 2,5 96,51997 24,0 31,5 19,2 4,4 2,0 81,11998 28,3 30,3 21,8 5,0 1,3 86,71999 26,8 21,5 19,0 3,6 0,5 71,42000 24,3 14,7 14,5 5,2 0,5 59,22001 24,7 14,7 19,2 2,8 0,7 62,12002 23,3 14,5 19,6 2,4 3,2 63,0Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
Cuadro 7.12 Tasas de mortalidad post-neonatal según causas de muerte (por diez mil).
Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.
Año Enfermedades
del aparato respiratorio
Septicemia-Meningitis
Anomalías congénitas
Resto bien definidas
Desconocidas y mal
definidas Total
1990 7,0 4,4 9,4 22,5 9,2 52,51991 5,2 3,5 7,7 21,0 13,1 50,51992 4,4 3,1 8,8 17,3 8,5 42,11993 9,1 2,6 14,8 17,2 6,8 50,41994 4,8 2,0 12,0 18,5 6,1 43,41995 8,2 2,7 6,5 17,4 7,5 42,21996 9,0 3,3 12,8 16,7 5,0 46,81997 7,7 2,6 9,5 14,7 2,3 36,81998 12,6 2,3 11,4 12,1 1,3 39,71999 11,2 1,5 7,5 10,2 1,5 31,92000 11,0 1,6 7,3 10,0 1,1 31,02001 8,1 0,5 8,8 10,6 1,4 29,42002 12,0 1,7 10,3 9,6 2,4 36,0
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
34
Cuadro 7.13 Tasas de mortalidad de 1 a 4 años según causas de muerte (por diez mil).
Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.
Año Malf.congénita del corazón
Causas externas
Infec. y parasitarias
Neumonía e influenza
Mecanismo de la
inmunidad
Resto de causas Total
1990 2,2 4,8 2,4 1,9 1,2 16,2 28,81991 1,2 2,5 2,7 1,7 1,0 13,1 22,21992 1,5 4,4 0,5 1,8 1,0 12,9 22,21993 2,3 4,4 0,3 1,8 1,8 12,2 22,91994 0,8 2,0 0,5 0,5 1,0 4,8 9,71995 2,5 2,2 1,2 3,0 2,5 16,2 27,61996 2,8 2,5 1,5 0,3 2,0 12,5 21,51997 1,3 5,4 1,3 1,8 1,8 8,4 19,91998 0,8 1,5 0,8 1,5 2,0 10,1 16,71999 2,0 4,1 0,2 0,7 1,7 7,6 16,32000 2,1 3,0 0,7 0,5 0,2 5,5 11,92001 0,7 3,1 0,9 0,2 0,0 7,8 12,82002 0,2 2,7 1,2 0,5 0,7 8,6 14,0Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
Cuadro 7.14
Muertes maternas según causas de muerte. Valores absolutos y tasas (por diez mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.
Causas de muerte
Año Total Aborto Otras Tasa 1990 16 8 8 3,9 1991 4 2 2 1,0 1992 4 4 1,0 1993 7 2 5 1,8 1994 3 2 1 0,8 1995 4 2 2 1,0 1996 3 2 1 0,8 1997 - - - - 1998 1 1 - 0,3 1999 1 1 - 0,2 2000 6 4 2 1,9 2001 4 - 4 0,9 2002 6 2 4 1,5
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
35
Cuadro 7.15 Estructura de los nacimientos por tramo de bajo peso. Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.
Año -1000 1000-1499 1500-1999 2000-2499 Total bajo
peso 1990 0,52 0,63 1,29 4,66 7,10 1991 0,50 0,60 1,22 4,52 6,84 1992 0,39 0,58 1,34 4,47 6,78 1993 0,26 0,63 1,35 5,09 7,33 1994 0,28 0,61 1,20 4,27 6,36 1995 0,28 0,52 1,31 4,81 6,93 1996 0,28 0,61 1,35 6,28 8,52 1997 0,34 0,66 1,43 5,53 7,96 1998 0,42 0,68 1,49 4,94 7,53 1999 0,44 0,65 1,42 4,81 7,33 2000 0,33 0,70 1,43 5,41 7,87 2001 0,44 0,66 1,54 5,06 7,71 2002 0,44 0,77 1,61 4,61 7,43
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
Cuadro 7.16 Evaluación de la atención de la salud en la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.
Año TMI % Bajo peso al nacer
Índice TM 1-4
no evitables
TM 1-4 evitables Índice
1990 16,0 7,1 2,3 42 39 1,1 1991 13,5 6,8 2,0 34 31 1,1 1992 14,4 6,8 2,1 33 32 1,0 1993 15,4 7,3 2,1 33 32 1,0 1994 14,0 6,4 2,2 10 15 0,7 1995 12,5 6,9 1,8 38 34 1,1 1996 14,3 8,5 1,7 36 25 1,4 1997 11,8 8,0 1,5 23 42 0,5 1998 12,6 7,5 1,7 24 29 0,8 1999 10,3 7,3 1,4 21 30 0,7 2000 9,0 7,9 1,1 17 25 0,7 2001 9,2 7,7 1,2 15 28 0,5 2002 9,9 7,4 1,3 19 22 0,9
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
Cuadro 7.17 Participación del bajo peso al nacer según orden de nacimiento. Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.
Año 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8ºy+ Total 1990 7,3 6,7 7,5 7,7 9,3 9,7 11,6 8,9 7,2 1991 6,9 6,2 6,7 7,8 7,3 8,5 5,6 8,2 6,8 1992 6,9 5,6 7,1 8,2 7,8 9,2 8,8 7,8 6,7 1993 7,2 6,5 7,5 8,8 6,4 7,9 7,0 11,0 7,1 1994 6,5 5,5 6,0 7,1 6,3 10,5 11,5 10,7 6,3 1995 6,5 6,3 8,0 8,1 8,4 10,1 7,9 9,8 6,7 1996 7,5 9,3 8,0 9,1 9,9 10,2 9,7 12,6 8,3 1997 7,6 8,0 7,6 8,9 9,1 8,2 7,3 8,1 7,8 1998 7,1 6,9 8,6 9,7 10,6 9,3 5,7 7,8 7,4 1999 6,9 6,7 8,5 9,3 7,8 8,8 8,8 8,3 7,2
36
2000 7,2 7,7 8,4 9,4 9,4 6,8 9,1 9,1 7,3 2001 7,3 7,0 8,7 7,8 12,3 10,2 6,7 13,1 7,5 2002 6,9 7,1 8,1 9,3 8,4 9,9 11,7 10,6 7,3
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
Gráfico 7.1 Distribución de los nacimientos de madres adolescentes.
Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Nac
imie
ntos
de
mad
res a
dole
scen
tes
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
Gráfico 7.2 Distribución de los nacimientos de madres multíparas.
Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Nac
imie
ntos
de
mad
res m
ultíp
aras
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
37
Gráfico 7.3 Distribución de la mortalidad fetal. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Mue
rtes f
etal
es a
cum
ulad
asCurva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
Gráfico 7.4 Distribución de la mortalidad infantil por causas reducibles.
Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Mue
rtes i
nfan
tiles
acu
mul
adas
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
38
Gráfico 7.5 Distribución de los nacimientos de madres adolescentes.
Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Nac
imie
ntos
de
mad
res a
dole
scen
tes
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
Gráfico 7.6
Distribución de los nacimientos de madres multíparas. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Nac
imie
ntos
de
mad
res m
ultíp
aras
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
39
Gráfico 7.7 Distribución de la mortalidad fetal. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Mue
rtes f
etal
es a
cum
ulad
as
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
Gráfico 7.8
Distribución de la mortalidad infantil por causas reducibles. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
0,7
0,8
0,9
1
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población acumulada de nacidos vivos (%)
Mue
rtes i
nfan
tiles
acu
mul
adas
Curva de Concentración
Curva de Lorenz
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.
40
Cuadro 8.1 Indicadores de riesgo seleccionados según jurisdicción. Argentina, 1991-1992.
% nacimientos % nacimientos % nacimientos % nacimientos Tasa mort.
Jurisdicción bajo peso mad. adolesc. mad. baja ins. pretérmino 0-4 1991-92 1991-92 1991-92 1991-92 1991-92 Total país 5,9 * 14,7 16,6 8,1 28,2 Ciudad de Buenos Aires 6,6 6,3 2,9 5,7 18,6 Buenos Aires 6,9 13,5 7,8 12,7 27,0 Catamarca 5,1 18,2 15,0 10,2 34,9 Córdoba 6,4 13,9 12,9 8,9 24,0 Corrientes 5,5 17,6 37,0 5,1 33,8 Chaco 6,4 20,3 39,8 7,6 40,7 Chubut 6,5 19,2 15,5 5,9 23,2 Entre Ríos 7,5 16,8 21,0 6,3 25,4 Formosa ** 5,5 17,1 0,1 0,0 36,3 Jujuy 6,9 16,9 22,0 6,1 39,6 La Pampa 6,5 17,4 14,6 5,8 22,7 La Rioja 6,9 16,8 12,1 21,5 30,3 Mendoza 6,8 12,9 18,7 5,6 26,6 Misiones 6,0 18,8 45,8 4,3 35,6 Neuquén 6,8 18,6 20,0 5,1 19,0 Río Negro 6,0 18,7 19,9 6,1 26,8 Salta 6,0 16,8 29,1 8,4 42,4 San Juan 7,1 15,2 13,0 5,6 27,4 San Luis 7,1 17,3 15,3 6,1 29,2 Santa Cruz 6,7 15,5 9,8 7,2 21,8 Santa Fe ** 0,1 17,0 16,2 0,0 23,8 Santiago del Estero ** 0,1 15,5 48,2 0,1 32,8 Tucumán 5,4 13,3 26,6 10,3 32,2 Tierra del Fuego 2,6 5,3 3,1 2,5 17,4
Notas: * el valor sería 6,6 % si se excluyen las jurisdicciones con datos no confiables.
** dato no confiable en la proporción de nacimientos de bajo peso y pretérmino en las tres jurisdicciones y en bajo nivel de instrucción de la madre en Formosa.
Fuente: elaboración sobre la base de Ministerio de Salud (2001 y 2002).
41
Cuadro 8.2 Indicadores de riesgo seleccionados según jurisdicción. Argentina, 2001-2002.
% nacimientos % nacimientos % nacimientos % nacimientos Tasa mort.
Jurisdicción bajo peso mad. adolesc. mad. baja ins. pretérmino 0-4 2001-02 2001-02 2001-02 2001-02 2001-02 Total país 7,4 14,6 10,1 7,2 19,2 Ciudad de Buenos Aires 7,4 5,8 2,3 5,6 11,2 Buenos Aires 7,9 12,0 4,5 6,8 17,5 Partidos del Gran Bs. As. 8,1 11,5 4,7 7,0 18,3 Catamarca 6,9 19,6 9,5 8,0 20,4 Córdoba 7,3 14,0 6,5 8,4 18,1 Corrientes 7,8 17,5 24,0 6,7 27,3 Chaco 7,5 24,2 33,5 6,6 31,1 Chubut 7,0 18,7 9,0 7,6 17,5 Entre Ríos 7,4 18,1 12,8 6,3 17,7 Formosa 7,7 20,3 22,9 7,4 34,3 Jujuy 6,4 17,8 13,4 6,5 23,8 La Pampa 6,4 18,1 8,4 6,9 14,3 La Rioja 7,9 17,2 6,1 8,1 25,2 Mendoza 7,0 14,6 10,3 6,7 15,1 Misiones 6,9 20,2 33,2 5,8 24,0 Neuquén 7,2 17,7 9,6 8,0 14,4 Río Negro 7,1 18,4 10,8 8,0 16,7 Salta 6,8 15,8 15,9 8,8 23,7 San Juan 7,7 13,7 7,2 7,2 22,4 San Luis 7,2 16,3 9,6 7,7 18,9 Santa Cruz 6,8 16,6 5,7 9,2 17,9 Santa Fe 7,3 18,1 11,3 9,1 16,4 Santiago del Estero 6,8 18,4 20,8 9,2 17,1 Tucumán 7,0 15,6 9,5 6,8 27,0 Tierra del Fuego 5,6 13,1 2,8 5,5 10,8
Fuente: elaboración sobre la base de Ministerio de Salud (2001 y 2002).
42
Cuadro 8.3
Desigualdad en la salud-enfermedad. Conglomerado de pertenencia según Circunscripción Electoral.
Ciudad de Buenos Aires, 1991-92 y 2001-02.
C.E. 1991-92 2001-02 1 1 3 2 2 2 3 2 3 4 3 2 5 1 1 6 1 1 7 1 1 8 2 1 9 1 3
10 2 1 11 1 3 12 2 3 13 2 2 14 1 3 15 1 1 16 1 1 17 1 1 18 1 1 19 1 1 20 1 3 21 1 3 22 2 2 23 2 2 24 1 3 25 1 1 26 1 1 27 1 1 28 1 1
Notas: 1991-92: bajo (1), medio (2) y alto (3); 2001-02: bajo (1), medio (3) y alto (2). Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los conglomerados de k medias.
43
Cuadro 9.1 Coordenadas de las CE en el espacio factorial. Ciudad de Buenos Aires, década 1990.
C.E. Factor 1 Factor 2
1 -0,428 -0,572 2 1,339 1,195 3 0,911 -0,771 4 2,872 -0,775 5 -0,616 0,109 6 -0,754 0,119 7 -0,481 -0,117 8 0,068 -0,672 9 0,251 0,761
10 0,545 -0,966 11 -0,174 0,521 12 1,102 -1,160 13 1,107 -1,537 14 0,312 1,425 15 -0,603 -0,876 16 -1,089 -0,315 17 -0,816 -0,230 18 -0,522 0,727 19 -0,849 0,316 20 0,418 3,435 21 -0,678 0,174 22 1,727 0,426 23 0,869 0,456 24 -1,146 0,149 25 -1,072 -0,129 26 -0,906 -0,567 27 -0,737 -1,362 28 -0,651 0,236
Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los componentes principales.
44
Cuadro 9.2 Coordenadas de las CE en el espacio factorial. Ciudad de Buenos Aires, década 2000.
C.E. Factor 1 Factor 2
1 -0,198 -1,413 2 1,606 0,631 3 1,066 -0,398 4 1,717 0,637 5 -0,713 0,020 6 -0,781 0,492 7 -0,676 -0,245 8 -0,110 -0,463 9 0,373 0,844
10 -0,071 1,000 11 -0,092 -0,816 12 1,198 0,846 13 1,465 -0,739 14 0,143 2,303 15 -0,509 1,805 16 -1,221 0,285 17 -0,817 -0,100 18 -0,706 -0,363 19 -1,198 0,518 20 0,501 -0,286 21 -0,423 -0,445 22 1,921 -0,253 23 1,680 -1,389 24 -0,600 -2,314 25 -1,119 -0,861 26 -0,614 0,378 27 -0,976 -0,903 28 -0,846 1,227
Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los componentes principales.
Cuadro 9.3
Clasificación de las CE según conglomerado de pertenencia. Ciudad de Buenos Aires, décadas 1990 y 2000.
C.E. 1990 2000 C.E. 1990 2000 1 1 1 15 1 1 2 3 2 16 1 1 3 3 3 17 1 1 4 2 2 18 1 1 5 1 1 19 1 1 6 1 1 20 3 3 7 1 1 21 1 1 8 3 3 22 3 3 9 3 3 23 3 3
10 3 3 24 1 1 11 1 3 25 1 1 12 3 2 26 1 1 13 3 2 27 1 1 14 3 3 28 1 1
Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los conglomerados de k medias.
45
46
Cuadro 11.1
Inscriptos en el Plan Médicos de Cabecera según grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1997-2002.
Inscriptos Año Total 0-4 años 5-19 años 20 años y + 1997 22.132 1.313 5.687 15.132 1998 56.706 3.795 13.830 39.081 1999 83.725 4.950 19.787 58.988 2000 114.175 7.315 27.089 79.771
2001* 153.364 9.508 37.383 106.473 2002* 178.494 11.067 43.552 123.875
Nota: * la apertura por edad fue estimada aplicando estructura del período 1997-2000. Fuente: elaboración sobre la base de datos del Plan Médicos de Cabecera.
Cuadro 11.2 Gasto público del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires según finalidad y función, 1993-2002.
FINALIDAD / FUNCION 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2002*
GASTO TOTAL 3.219,11 2.842,54 2.919,65 3.134,30 3.144,39 3.003,30 3.280,28 3.293,36 3.374,26 3.177,44 2.090,44 I. FUNCIONAMIENTO DEL ESTADO 405,23 385,11 412,49 401,00 421,65 461,60 507,04 516,95 529,00 446,94 294,04 I.1. Administración general 391,86 369,51 397,67 386,96 406,98 447,80 455,32 452,95 437,70 385,24 253,45 I.2. Justicia 13,37 15,59 14,82 14,05 14,67 13,80 51,72 64,00 91,30 61,69 40,59 I.3. Defensa y seguridad 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 II. GASTO PUBLICO SOCIAL 2.713,03 2.306,16 2.361,63 2.522,67 2.418,44 2.352,76 2.558,82 2.576,11 2.618,39 2.555,94 1.681,56 II.1. Educación, cultura y ciencia y técnica 740,72 757,28 842,27 870,91 886,67 875,19 946,44 1.024,32 1.009,06 985,52 648,37 II.1.1. Educación básica 544,07 559,69 602,23 616,31 635,30 643,72 676,98 771,74 764,82 771,47 507,55 II.1.2. Educación superior y universitaria 61,23 62,99 67,78 69,36 71,50 72,45 92,15 64,49 64,60 69,51 45,73 II.1.3. Ciencia y técnica 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 2,27 1,93 1,27 II.1.4. Cultura 66,04 67,56 100,12 111,40 103,77 112,07 126,77 135,55 133,62 120,10 79,01 II.1.5. Educación y cultura sin discriminar 69,38 67,05 72,15 73,83 76,11 46,95 50,54 52,54 43,76 22,51 14,81 II.2. Salud 929,25 916,35 948,46 968,17 986,51 936,47 970,23 985,79 996,44 1.042,41 685,80 II.2.1. Atención pública de la salud 773,50 762,94 793,81 817,58 837,67 818,65 847,05 860,00 823,50 879,44 578,58 II.2.2. Obras sociales - Atención de la Salud 155,75 153,42 154,65 150,60 148,84 117,82 123,18 125,79 172,94 162,97 107,22 II.2.3. INSSJyP - Atención de la Salud II.3. Agua potable y alcantarillado 7,37 9,08 8,73 22,48 40,45 32,11 20,55 16,55 29,35 13,43 8,83 II.4. Vivienda y urbanismo 83,98 72,17 68,93 91,54 41,96 43,81 51,59 50,51 55,74 33,74 22,19 II.5. Promoción y asistencia social 166,04 136,78 136,47 145,19 134,07 169,18 208,43 166,73 197,41 193,45 127,27 II.5.1. Promoción y asistencia social pública 155,83 126,72 126,33 135,00 124,49 151,65 190,11 158,37 179,07 182,25 119,90 II.5.2. Obras sociales - Prestaciones Sociales 10,21 10,06 10,14 10,19 9,58 17,53 18,32 8,37 18,34 11,20 7,37
47
48
II.5.3. INSSJyP - Prestaciones Sociales II.6. Previsión social 399,45 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 II.7. Trabajo 6,39 8,69 0,00 2,04 0,89 0,95 5,70 6,67 5,69 6,09 4,01 II.7.1. Programas de empleo y seguro de desempleo 6,39 8,69 0,00 2,04 0,89 0,95 5,70 6,67 5,69 6,09 4,01 II.7.2. Asignaciones familiares II.8. Otros servicios urbanos 379,84 405,80 356,77 422,33 327,88 295,05 355,87 325,54 324,71 281,31 185,07 III. GASTO PUBLICO EN SERVICIOS ECONOMICOS 81,28 52,19 67,57 71,12 177,92 87,52 100,29 111,56 157,70 123,81 81,45 III.1. Producción primaria 10,11 5,18 4,80 5,65 5,01 9,24 13,15 19,57 18,89 10,33 6,79 III.2. Energía, combustible y minería 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 III.3. Industria 0,85 1,35 2,26 2,13 2,38 1,37 0,59 0,00 0,00 0,00 0,00 III.4. Servicios 44,57 43,10 59,11 61,95 67,29 72,82 75,89 77,51 113,39 94,96 62,47 III.4.1. Transporte 42,63 41,02 56,60 59,38 64,58 68,72 72,65 74,09 109,70 91,78 60,38 III.4.2. Comunicaciones 1,94 2,08 2,51 2,57 2,70 4,10 3,24 3,42 3,69 3,18 2,09 III.5. Otros gastos en servicios económicos 25,74 2,57 1,39 1,39 103,24 4,09 10,66 14,48 25,43 18,52 12,19 IV. SERVICIOS DE LA DEUDA PUBLICA 19,57 99,08 77,97 139,51 126,38 101,43 114,14 88,74 69,17 50,75 33,39
* en millones de pesos del 2001. Se corrigieron los valores corrientes del 2002 con el Índice de Precios 1995-2003 elaborado por la Dirección de Gastos Consolidados (Ministerio de Economía y UNICEF, 2004). Fuente: elaboración en base a Dirección de Gastos Sociales Consolidados - Secretaría de Política Económica – Ministerio de Economía (actualización abril 2005).
Cuadro 11.3 Gasto anual per cápita en población sin cobertura (en pesos).
Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.
Año Gasto 1993 1326,001994 1268,901995 1282,021996 1283,261997 1278,811998 1216,491999 1226,042000 1213,302001 1133,162002 1181,00
2002* 776,97 * millones de pesos del 2001.
Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005) y CBA (2003d).
Cuadro 11.4 Gasto en atención de la salud como porcentaje del PBI.
Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.
Año Porcentaje 1993 1,5 1994 1,4 1995 1,5 1996 1,4 1997 1,4 1998 1,2 1999 1,3 2000 1,3 2001 1,3 2002 1,7
2002* 1,1 * millones de pesos del 2001.
Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005) y CBA (2003a).
Cuadro 11.5 Gasto Social y Gasto Social Focalizado (millones de pesos).
Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.
Año Gasto Social
Gasto Social Focalizado
% GSF en el gasto
total
% GSF en el gasto social
1993 2.713,03 256,4 8,0 9,5 1994 2.306,16 217,6 7,7 9,4 1995 2.361,63 205,4 7,0 8,7 1996 2.522,67 238,8 7,6 9,5 1997 2.418,44 176,9 5,6 7,3 1998 2.352,76 213,9 7,1 9,1 1999 2.558,82 265,7 8,1 10,4 2000 2.576,11 223,9 6,8 8,7 2001 2.618,39 258,8 7,7 9,9 2002 2.555,94 233,3 7,3 9,1
2002* 1.681,56 153,5 7,3 9,1 * millones de pesos del 2001.
Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005).
49
Cuadro 11.6 Variación interanual del Gasto Social Focalizado y evolución de la pobreza e indigencia
(por hogares y personas). Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002.
Var. Relat. Porcentaje de
Período interanual del GSF Año
Personas pobres
Personas indigentes
Hogares pobres
Hogares indigentes
1993-1994 -15,1 1994 6,7 1,5 5,4 1,6 1994-1995 -5,6 1995 8,0 1,6 5,8 1,3 1995-1996 16,3 1996 7,5 1,3 5,8 1,5 1996-1997 -25,9 1997 7,5 1,9 5,3 1,4 1997-1998 20,9 1998 5,9 1,1 4,4 0,8 1998-1999 24,2 1999 8,3 1,4 5,5 1,3 1999-2000 -15,7 2000 9,5 1,8 6,1 1,4 2000-2001 15,6 2001 9,8 2,1 6,3 1,6 2001-2002 -2,4 2002 21,2 5,7 14,6 3,7
2001-2002* -35,8 2002 21,2 5,7 14,6 3,7 * millones de pesos del 2001. Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005) y CBA (2003c).
Cuadro 11.7 Asignación de gasto por hogar pobre (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.
Año Gasto por
hogar pobre 1993 4816,8 1994 3936,8 1995 3458,7 1996 4020,3 1997 3259,7 1998 4747,3 1999 4716,6 2000 3583,1 2001 4010,1 2002 1559,4
2002* 1026,1 * millones de pesos del 2001. Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005) y CBA (2003c).
Cuadro 11.8
Nivel de ejecución presupuestaria según tipo de bienes. Secretaría de Salud. Ciudad de Buenos Aires, 1992-2002.
% Ejecutado Año Total Corrientes Capital 1992 93,5 101,6 56,2 1993 97,1 98,3 88,1 1994 91,1 91,9 82,0 1995 97,6 98,3 82,0 1996 96,3 - - 1997 96,3 - - 1998 92,3 - - 1999 94,4 - - 2000 96,5 99,4 32,6 2001 97,6 99,3 24,4 2002 98,3 98,8 23,3
Fuente: elaboración en base a datos de GCBA-DGC-Serie Cuentas de Inversión.
50
Cuadro 11.9 Gastos en personal en el presupuesto de la Secretaría de Salud.
Ciudad de Buenos Aires, 1992-2002.
Año % en total
vigente % en total ejecutado
1992 62,6 71,5 1993 70,1 72,2 1994 67,2 73,7 1995 71,0 72,6 1996 - 70,7 1997 - 74,7 1998 68,7 74,5 1999 - 72,1 2000 69,4 72,0 2001 74,1 75,9 2002 70,1 71,3
Fuente: elaboración en base a datos de GCBA-DGC-Serie Cuentas de Inversión.
Cuadro 11.10 Ejecución presupuestaria de la Secretaría de Salud según programa.
Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002.
Año Materno-infanto-juvenil
Activida-des
centrales
Atención clínico-
quirúrgica
Atención ambulatoria desconcen-
trada
Resto Total
1994 16,2 5,1 23,8 3,1 51,7 100,0 1995 8,4 6,1 61,3 1,4 22,9 100,0 1996 6,1 9,0 47,8 4,1 33,0 100,0 1997 10,8 13,4 50,7 4,1 21,0 100,0 1998 6,4 4,1 74,7 0,5 14,3 100,0 1999 12,1 2,8 58,3 2,0 24,7 100,0 2000 11,0 3,5 62,3 2,4 20,8 100,0
2001* 15,1 3,3 72,8 2,9 5,9 100,0 2002 17,0 8,6 64,2 1,9 8,2 100,0
* sancionado. Fuente: elaboración en base a datos de GCBA-DGC-Serie Cuentas de Inversión.
Cuadro 11.11
Composición de la ejecución presupuestaria de la Secretaría de Salud según programa. Ciudad de Buenos Aires, 1994-1996-1998-2000-2002.
Programa 1994 1996 1998 2000 2002
Actividades centrales 5,1 9,0 4,1 3,5 8,6Actividades comunes 37,6 23,5 12,2 17,0 6,7Prevención patologías prevalentes - - - - 0,6Atención primaria de la salud 3,1 4,1 2,3 5,1 1,9Atención médica de urgencia 13,8 9,3 - 0,8 0,7Programa materno infantil 16,2 6,1 6,4 11,0 17,0Atención clínico quirúrgica 23,8 47,8 74,7 62,3 64,2Control zoonosis 0,3 0,3 0,3 0,2 0,2Legados, subsidios y donaciones 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
Fuente: elaboración en base a datos de GCBA-DGC-Serie Cuentas de Inversión.
51
ANEXO C – Definición de fórmulas y conceptos utilizados
a) Referidas a la salud y enfermedad:
Egreso hospitalario: es la salida del establecimiento de un paciente internado.
Implica siempre la conclusión del período de internación y la desocupación de
una cama de hospital, ya sea por alta o por defunción.
Lactancia materna como alimentación exclusiva: el lactante sólo recibe leche
materna de su madre o nodriza, o leche materna extraída y ningún otro líquido o
sólido a excepción de gotas o jarabes consistentes en vitaminas, suplementos
minerales o medicinas.
Lactancia materna como alimentación predominante: la fuente predominante
de alimentación del lactante es la leche materna. Sin embargo, también puede
haber recibido agua y bebidas a base de agua, jugos de fruta, soluciones de sales
de rehidratación oral, vitaminas, minerales y medicinas en forma de gotas y
jarabe y líquidos ceremoniales.
Mortalidad infantil según “criterios de reducibilidad”: esta clasificación se
construyó agrupando las causas de muerte en función de la patología, el
conocimiento científico disponible y las características del sistema de salud a
fin de conocer en qué medida es posible reducir esas defunciones a través de
acciones en el ámbito de la atención de la Salud Materno-infantil. Fueron
definidas tomando como base la clasificación de la Dra. Erika Taucher.
Los criterios aplicados hasta 1996 se denominaban de “evitabilidad” y el
agrupamiento era: a) reducibles (por diagnóstico o tratamiento oportuno del
embarazo, del parto y del recién nacido y por prevención y tratamiento); b)
difícilmente reducibles; c) desconocidas y mal definidas y d) otras causas.
Los criterios aplicados a partir de 1997 son los siguientes: a) causas reducibles:
1
son las que podrían reducirse con acciones en el sistema de salud sencillas y de
bajo costo, a través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno en el
embarazo, en el parto y en el nacido vivo; b) causas difícilmente reducibles:
generalmente están asociadas a las anomalías congénitas, malformaciones
genéticas, etc; c) otras causas y d) desconocidas y mal definidas.
Muertes maternas: defunción de una mujer mientras está embarazada o dentro
de los 42 días siguientes a la terminación del embarazo, independientemente de
la duración y el sitio del embarazo, debido a cualquier causa relacionada con o
agravada por el embarazo mismo o su atención, pero no por causas accidentales
o incidentes.
Nacimientos atendidos por médicos: nacimientos cuyos partos fueron
atendidos por médicos.
Nacimientos con bajo peso al nacer: nacimientos de menos de 2500 grs.
Nacimientos de madres adolescentes: madres menores de 20 años.
Nacimientos de madres con baja instrucción: madres analfabetas o con
primario incompleto.
Nacimientos de madres multíparas: nacimientos de mujeres que tienen 5 y
más hijos.
Nacimientos de madres primíparas: nacimientos de mujeres que tienen el
primer hijo.
Nacimientos de madres solas: no conviven en pareja (casada o unida).
Nacimientos de pretérmino: nacimientos con menos de 37 semanas completas
2
de gestación.
Proporción de muertes de menores de cinco años: relación entre las
defunciones de menores de cinco años ocurridas en un año dado y el total de
defunciones del mismo año.
Proporción de muertes de menores de un año: relación entre las defunciones
de menores de un año ocurridas en un año dado y el total de defunciones del
mismo año.
Proporción de muertes de menores de uno a cuatro años: relación entre las
defunciones de menores de uno a cuatro años ocurridas en un año dado y el total
de defunciones del mismo año.
Proporción de muertes por causa: relación entre las defunciones de una
determinada causa ocurridas en un año dado y el total de defunciones del mismo
año.
Tasa bruta de mortalidad o de mortalidad general: relación entre las
defunciones ocurridas en un año dado y la población total del mismo año.
Tasa bruta de natalidad: relación entre los nacidos vivos ocurridos en un año
dado y la población total del mismo año.
Tasa de morbilidad de enfermedades transmisibles: relación entre las
denuncias de enfermedades transmisibles recibidas en un año dado y la población
total del mismo año.
Tasa de mortalidad fetal: relación entre las defunciones intrauterinas en un año
dado y los nacidos vivos del año.
3
Tasa de mortalidad infantil: relación entre las defunciones de niños menores de
un año ocurridas en un año dado y los nacidos vivos del mismo año.
Tasa de mortalidad infantil neonatal: relación entre las defunciones de niños
menores de 28 días ocurridas en un año dado y los nacidos vivos del mismo año.
Para el período 1857-1961 corresponde a menores de un mes.
Tasa de mortalidad infantil postneonatal: relación entre las defunciones de
niños con edades comprendidas entre 28 días y menos de un año ocurridas en un
año dado y los nacidos vivos del mismo año. Para el período 1857-1961
corresponde a edades comprendidas entre un mes y menos de un año.
Tasa de mortalidad infantil por causa: relación entre las defunciones de niños
menores de un año de una causa determinada ocurridas en un año dado y los
nacidos vivos del mismo año.
Tasa de mortalidad materna: relación entre las muertes maternas ocurridas en
un año dado y los nacidos vivos del mismo año.
Tasa de mortalidad perinatal: relación entre las defunciones fetales tardías
más las defunciones neonatales precoces en un año dado y las defunciones
fetales tardías más los nacidos vivos del año.
Tasa de mortalidad primera infancia: relación entre las defunciones de niños
menores de un año hasta 4 años cumplidos ocurridas en un año dado y los nacidos
vivos del mismo año.
Tasa de mortalidad primera infancia por causa: relación entre las defunciones
de niños menores de cinco años de una causa determinada ocurridas en un año
dado y los nacidos vivos del mismo año.
4
b) Referidas a la desiguadad:
Línea de indigencia: es el valor monetario de una Canasta Básica de
Alimentos, de costo mínimo, capaz de satisfacer un umbral elemental de
necesidades energéticas y proteicas. Se considera indigentes a los hogares
cuyos ingresos no alcanzan dicha línea o valor, y a la población incluida en
ellos.
Línea de pobreza: es el valor monetario de una Canasta Básica Total de bienes
y servicios capaz de satisfacer un conjunto de necesidades alimentarias y no
alimentarias (vestimenta, transporte, educación, salud, etc) consideradas
esenciales. Se denomina pobres a los hogares cuyos ingresos no alcanzan dicha
línea o valor, y a la población incluida en ellos.
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI): se considera a los hogares y la
población en ellos, que presentan al menos uno de los siguientes indicadores de
privación.
1. Hacinamiento (crítico): hogares que tuvieran más de tres personas por cuarto.
2. Vivienda: hogares en una vivienda de tipo inconveniente (pieza de
inquilinato, vivienda precaria u otro tipo, lo que excluye casa, departamento y
rancho).
3. Condiciones sanitarias: hogares que no tuvieran ningún tipo de retrete.
4. Asistencia escolar: hogares que tuvieran algún niño en edad escolar (6 a 12
años) que no asistiera a la escuela.
5. Capacidad de subsistencia: hogares que tuvieran cuatro o más personas por
miembro ocupado y, además, cuyo jefe no haya completado tercer grado de
escolaridad primaria.
5
Proporción de hogares bajo la línea de indigencia: porcentaje de hogares
viviendo bajo la línea de indigencia.
Proporción de hogares bajo la línea de pobreza: porcentaje de hogares
viviendo bajo la línea de pobreza.
Proporción de hogares que viven en viviendas con mala calidad de los
materiales: relación entre los hogares que viven en viviendas que no responden
a la categoría CALMAT I (materiales resistentes y sólidos en todos los
paramentos y que incorporan todos los elementos de aislamiento y terminación)
y el total de hogares.
Proporción de jóvenes de 15 a 19 años no escolarizados: relación entre los
jóvenes de 15 a 19 años que no asisten a la escuela sobre el total de ese grupo
de edad.
Proporción de jóvenes de 20 a 24 años que no asisten a la enseñanza:
relación entre los jóvenes de 20 a 24 años que no asisten a la enseñanza sobre el
total de ese grupo de edad.
Proporción de población bajo la línea de indigencia: porcentaje de población
viviendo bajo la línea de indigencia.
Proporción de población bajo la línea de pobreza: porcentaje de población
viviendo bajo la línea de pobreza.
Proporción población NBI: relación entre la población con necesidades
básicas insatisfechas y la población total.
Proporción de NBI 0-4 años: relación entre los niños menores de 5 años con
necesidades básicas insatisfechas y la población total de ese grupo de edad.
6
Proporción de NBI 0-4 años en total NBI: relación entre los niños menores
de 5 años con necesidades básicas insatisfechas y la población total con esas
necesidades.
Proporción de población que asiste a establecimiento privado: relación
entre los que asisten a establecimientos privados y la población total que asiste.
Proporción de población sin cobertura de salud: relación entre la población
que no tiene obra social ni plan médico prepago (es decir los que tienen la
cobertura del sector público) y la población total.
Riesgo atribuible poblacional (RAP): relación entre la tasa o proporción de
cada área con la del área que registra mayor nivel socioeconómico, en este caso
la de menor nivel de necesidades básicas insatisfechas. Permite estimar la
proporción reducible que se conseguiría si tuviesen el nivel del área con mayor
nivel socioeconómico. Cuanto más se desvía de 0, mayor es la desigualdad y
mayor su margen de reducción potencial.
Riesgo relativo: relación entre la tasa o proporción de mayor nivel y la de
menor nivel.
c) Referidas a la actividad económica y a la distribución de ingresos:
Brecha de ingresos: es el cociente entre los ingresos del 20 por ciento de la
población con mayores ingresos y el 20 por ciento de la población con ingresos
más bajos.
Ingreso per cápita familiar: es el cociente de la división del ingreso total
familiar por la cantidad de integrantes del hogar.
7
Ingreso total individual: ingresos monetarios mensuales percibidos por las
personas encuestadas tanto en concepto de retribución por la o las ocupaciones
que desempeñan, como los provenientes de otras fuentes tales como
jubilaciones y pensiones; alquileres, rentas o intereses; utilidades, beneficios o
dividendos; seguro de desempleo; indemnización por despido; beca de estudio;
cuota de alimento; aportes de personas que no viven en el hogar y otros -
subsidios estatales, retiro voluntario, venta de pertenencias personales, premios
de juegos de azar, herencias, limosnas, etc.
Población económicamente activa: la integran las personas que tienen una
ocupación o que sin tenerla la están buscando activamente. Está compuesta por
la población ocupada más la población desocupada.
Población ocupada: conjunto de personas que tiene por lo menos una
ocupación, es decir que en la semana de referencia ha trabajado como mínimo
una hora en forma remunerada, ó 15 horas sin remuneración (en una actividad
económica). El criterio de una hora trabajada, además de preservar la
comparabilidad con otros países, permite captar las múltiples ocupaciones
informales y/o de baja intensidad que realiza la población.
Población ocupada demandante: se refiere a la población ocupada que busca
activamente otra ocupación.
Población desocupada: se refiere a personas que, no teniendo ocupación, están
buscando activamente trabajo. Corresponde a Desocupación Abierta. Este
concepto no incluye otras formas de precariedad laboral (también relevadas por
la EPH) tales como personas que realizan trabajos transitorios mientras buscan
activamente una ocupación, aquellas que trabajan jornadas involuntariamente
por debajo de lo normal, a los desocupados que han suspendido la búsqueda por
8
falta de oportunidades visibles de empleo, a los ocupados en puestos por debajo
de la remuneración vital mínima o en puestos por debajo de la calificación,
etcétera.
Población subocupada: se refiere a los ocupados que trabajan menos de 35
horas semanales por causas involuntarias y desean trabajar más horas.
Quintil de ingreso: cada quintil de ingreso esta conformado por un 20% de la
población perceptora. La población es ordenada por su nivel de ingresos de
menor a mayor, de modo tal que el primer quintil de ingresos comprende a la
población de menores ingresos.
Tasa de actividad: calculada como porcentaje entre la población
económicamente activa y la población total.
Tasa de desocupación: calculada como porcentaje entre la población
desocupada y la población económicamente activa.
Tasa de empleo: calculada como porcentaje de la población ocupada sobre la
población total.
Tasa de ocupados demandantes: calculada como porcentaje de la población
de ocupados demandantes sobre la población económicamente activa.
Tasa de subocupación: calculada como porcentaje entre la población de
subocupados y la población económicamente activa.
9
ANEXO D – Fuentes de información de las estadísticas vitales según período
Período 1860-1872 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1860, Buenos Aires, Imprenta
Argentina de El Nacional, 1861 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1861, Buenos Aires, Imprenta
Argentina de El Nacional, 1862 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1862, Buenos Aires, Imprenta y
Litografía a Vapor de Bernheim y Boneo, 1864 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1863, Imprenta de la Sociedad
Tipográfica Bonaerense, 1865 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1864, Buenos Aires, Imprenta del
Porvenir, 1866 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1865, Buenos Aires, Imprenta de
El Nacional, 1867 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1866, Buenos Aires, Imprenta del
Porvenir, 1869 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1867, Buenos Aires, Imprenta de la
Nación, 1872 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1868, Buenos Aires, Imprenta de la
Nación, 1872 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1869, Buenos Aires, Imprenta de la
Nación, 1874 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1870,Buenos Aires, Imprenta del
Porvenir, 1873 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1871, Buenos Aires, Imprenta de
Jorge E. Cook, 1873 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1872, Buenos
Aires, Imprenta P.E. Coni, 1874
1
ARGENTINA, Registro Estadístico de la República Argentina, 1867, Tomo Cuarto, Buenos Aires, Imprenta Argentina de El Nacional, 1869
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires,Año 1891, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1892
CONI, Emilio R., La mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires,
Imprenta de Pablo E. Coni, 1879 CONI, Emilio R., Movimiento de la población desde su fundación hasta la fecha, Buenos
Aires, Imprenta Pablo E. Coni, 1879 MARTINEZ, Alberto E., Estudio Topográfico e Historia Demográfica de la Ciudad de
Buenos Aires, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1889 Período 1873-1884 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1873, Buenos
Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1875 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1874, Buenos
Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1876 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1875, Buenos
Aires, Imprenta "La República", 1882 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1876, Buenos
Aires, Imprenta "La República", 1882 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1877, Buenos
Aires, Imprenta "La República", 1882 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1878, Buenos
Aires, Imprenta "La República", 1882 CONI, Emilio R., La mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires,
Imprenta de Pablo E. Coni, 1879 CONI, Emilio R., Causes de la Morbidité et de la mortalité de la Premiére Enfance a
Buenos Aires, Imprenta de Paul-Emile Coni, 1886 CONI, Emilio R., Movimiento de la Población desde su fundación hasta la fecha, Buenos
Aires, Imprenta de Pablo E. Coni, 1879
2
CONI, Emilio R., Apuntes sobre la estadística mortuoria de la Ciudad de Buenos Aires desde el año 1869 hasta 1877 inclusive, Buenos Aires, Imprenta de Pablo E.Coni, 1878
CONI, Emilio R., Movimiento de la población de la Ciudad de Buenos Aires durante el
año 1879, Buenos Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1880 CONI, Emilio R., Movimiento de la población de la Ciudad de Buenos Aires durante el
año 1880, Buenos Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1881 CONI, Emilio R., Movimiento de la población de la Ciudad de Buenos Aires durante el
año 1881, Buenos Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1882 CONI, Emilio R., Resumen de estadísticas generales de la Ciudad de Buenos Aires, 1º
Semestre de 1882, Buenos Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1882 MARTINEZ, Alberto B., Estudio Topográfico e Historia Demográfica de la Ciudad de
Buenos Aires, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1889 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Censo General de Población, Edificación, Comercio e
Industria de la Ciudad de Buenos Aires, Tomo II, 1909, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1910
Período 1885-1886 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica, Buenos Aires, julio 23 de 1885 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica, Buenos Aires, julio 8 de 1886 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica Nº 12, Buenos Aires, Septiembre 23 de 1886 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica Nº 14, Buenos Aires, Octubre 23 de 1886 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica Nº 16, Buenos Aires, Noviembre 23 de 1886 ARGENTINA, Procedimientos del Departamento Nacional de Estadística durante el año
1886, Buenos Aires, Imprenta Stiller y Laas, 1887 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Censo General de Población, Edificación, Comercio e
Industria de la Ciudad de Buenos Aires, Tomo II, 1909, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1910
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aies, Boletín
Mensual de la Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1887 (junio a noviembre), Buenos Aires, Imprenta Europea, 1887
3
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1940, Buenos Aires, 1941
MARTINEZ, Alberto B., Estudio Topográfico e Historia Demográfica de la Ciudad de
Buenos Aires, Buenos Aires, Cía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1889 Período 1887-2001 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín
Mensual de la Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1887, Buenos Aires, Imprenta Europea, 1887
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de Buenos Aires, Boletín Mensual de la
Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1888, Buenos Aires, Imprenta "La Universidad", 1889
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín
Mensual de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1889, Buenos Aires, 1890
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín
Trimestral de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1890, Buenos Aires, 1891
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1891, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1892
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1892, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1893
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1893, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1894
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1894, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1895
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1895, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1896
4
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1896, Buenos Aires, Imprenta Kraft, 1897
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1897, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1898
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1898, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1899
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1899, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1900
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1900, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1901
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1901, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1902
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1902, Buenos Aires, Imprenta "La Buenos Aires", 1903
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1903, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1904
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1904, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1905
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1905, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1906
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1906, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1907
5
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1907, Buenos Aires, Imprenta La Bonaerense, 1908
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1908, Buenos Aires, Imprenta La Bonaerense, 1909
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Censo
General de Población, Edificación, Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires, Tomo II, Año 1909, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco 1910
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1910-1911, Buenos Aires, Imprenta El Centenario, 1913
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1912, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1913
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1913, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1914
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1914, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1915
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario
Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1915-23, Buenos Aires, Imprenta Briozzo-Hnos.,1925
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín
Mensual de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1924 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín
Mensual de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1925 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín
Mensual de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1926 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín
Mensual de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1927
6
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista de Estadística Municipal, Año 1928
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1929 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1930 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1931 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1932 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1933 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1934 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1935 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1936 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1937 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1938 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal, Año 1939 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1940 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1941 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1942
7
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1943
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1944 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1945 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1946 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1947 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1º semestre de 1948 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Síntesis
estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1943-48 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 1, Buenos Aires, Peuser, 1959 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 2, Buenos Aires, Peuser, 1959 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 3, Buenos Aires, Peuser, 1960 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 4, Buenos Aires, Peuser, 1960 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 5, Buenos Aires, Peuser, 1961 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 6, Buenos Aires, Peuser, 1961 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 7, Buenos Aires, Peuser, 1962 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista
de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 8, Buenos Aires, Peuser, 1962
8
ARGENTINA, Ministerio de Bienestar Social, Secretaría de Estado de Salud Pública, Dirección de Estadísticas de Salud, Boletín Estadísticas Vitales y de Salud "Mortalidad Infantil - Región Pampeana y Area Metropolitana Años 1960-66", Serie 5, Nº6
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 1, 1961 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 9, 1962 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 11, 1963 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Nº 17, 1964 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 18, 1964 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 23, 1965 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 26, 1966 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Mortalidad en la Capital Federal 1963-67 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 49, 1968 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 66, 1969 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 74, 1970 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 82, 1971 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 88,1971 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 97,1971
9
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 108, 1972 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 107,1973 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 118, 1973 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 120, 1974 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 125, 1974 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 129, 1975 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 127, 1975 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 130, 1976 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 128, 1976 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 132, 1977 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 131, 1977 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 138, 1978 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 136, 1978 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 140, 1979 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 139, 1979
10
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 143, 1980
CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 142, 1980 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 147, 1981 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 146, 1981 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 149, 1982 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 150, 1982 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Tabulados inéditos 1983 a 1990. CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección
de Estadística y Censos, Bases de nacimientos y de defunciones 1990 a 2002.
11
ANEXO E - Detalle de las causas de muerte utilizadas en las categorías analizadas. Período 1890-2002 1890-1904
Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias
Malformaciones congénitas
Primera edad (perinatales)
cólera infantil diarrea bronconeumonía espina bífida asfixia coqueluche enteritis bronquitis hidrocefalía debilidad congénita crup neumonía vicio de conformación eclamsia infantil difteria otras enfermedades vicio orgánico al esclerema erisipela del aparato respira- corazón falta de cuidados escarlatina torio hemorragia umbilicalfiebre tifoidea icteria influenza inanición sarampión otras enfermedades tétanos de la primera infanciatuberculosis viruela
1
1905-1929
Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias
Malformaciones congénitas
Primera edad (perinatales)
cólera infantil diarrea bronconeumonía espina bífida asfixia coqueluche enteritis bronquitis hidrocefalía debilidad congénita crup neumonía vicio de conformación eclamsia infantil difteria otras enfermedades vicio orgánico al esclerema erisipela del aparato respira- corazón falta de cuidados escarlatina torio hemorragia umbilicalfiebre tifoidea icteria influenza inanición sarampión otras enfermedades tétanos de la primera infanciatuberculosis viruela
2
1930-1949
Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias
Malformaciones congénitas
Primera edad (perinatales)
cólera infantil diarrea bronconeumonía espina bífida y menin- atelectasia coqueluche enteritis bronquitis gocele consecuencias del crup neumonía fisura del paladar parto difteria otras enfermedades hidrocefalía congénita debilidad congénita erisipela del aparato respira- imperforación del ano eclamsia infantil escarlatina torio malformación congé- esclerema fiebre tifoidea nita del corazón icteria influenza otras malf. congénitas inanición sarampión otras enfermedades tétanos 1948-49: Causa 157 - de la primera infanciatuberculosis 5° Revisión - 1938 viruela 1948-49: Capítulo XV Enfermedades propias del primer año de vida 5° revisión - 1938
3
1950-1969
Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias
Malformaciones congénitas
Primera edad (perinatales)
1950-61: Cap. I - En- 1950-61: Causa 571 1950-61: Causas 1950-61: Malformacio- 1950-61: Ciertas en- fermedades infeccio- 6° Revisión - 1948 A87-A97 Nomencla- nes congénitas. Cau- fermedades propias sas y parasitarias - tura intermedia 6° sas 750-759 - 6° Revi- de la I° Infancia Cau-6° Revisión - 1948 Revisión - 1948 sión - 1948 sas 760-776 - 6° Revi- sión - 1948 1962-68: Cap. I - En- 1962-68: Causa B36 1962-68: Causas 472- 1962-68: Malformacio- 1962-68: Enfermeda-fermedades infeccio- Nomenclatura inter- 527, excepto 480 nes congénitas. Cau- des propias de la I° sas y parasitarias - media 7° Revisión - 7 ° Revisión - 1955 sas 750-759 - 7° Revi- Infancia Causas 760- 7° Revisión - 1955 1955 sión - 1955 776 - 7° Revisión - 1955 1969: Cap. I - En- 1969: Causa 009 - 1969: Causas 462 - 1969: Anomalías con- 1969: Ciertas causas fermedades infeccio- 8° Revisión - 1965 519, excepto 470-74 génitas. Causas 740- de la morbilidad y la sas y parasitarias - 8° Revisión - 1965 759 - 8° Revisión - 1965 mortalidad perinatalesCausas 000-136 Causas 760-779 - 8° excepto 009, más Revisión - 1965 470-74 (influenza) 8° Revisión - 1965
4
1970-1989
Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias
Malformaciones congénitas
Primera edad (perinatales)
1970-78: Cap. I - En- 1970-78: Enfermedad 1970-78: Causas 462 - 1970-78: Anomalías con- 1970-78: Ciertas cau-fermedades infeccio- diarreica Causa 009 519, excepto 470-74 génitas. Causas 740- sas de la morbilidad ysas y parasitarias - 8° Revisión - 1965 8° Revisión - 1965 759 - 8° Revisión - 1965 mortalidad perinatalesCausas 000-136 Causas 760-779 - 8° excepto 009, más Revisión - 1965 470-74 (influenza) 8° Revisión - 1965 1979-89: Cap. I - En- 1979-89: Infección 1979-89: Causas 460 - 1979-89: Anomalías con- 1979-89: Ciertas afec-fermedades infeccio- intestinal mal defi- 519, excepto 487 - génitas. Causas 740- ciones originadas en sas y parasitarias - nida Causa 009 - 9° Revisión - 1975 759 - 9° Revisión - 1975 el período perinatal. Causas 001-139 9° Revisión - 1975 Causas 760-779 - excepto 009, más 9° Revisión - 1975 487 (influenza) 9° Revisión - 1975
5
1990-2002
Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias
Malformaciones congénitas
Primera edad (perinatales)
1990-96: Cap. I - En- 1990-96: Infección 1990-96: Causas 460 - 1990-96: Anomalías con- 1990-96: Ciertas afec-fermedades infeccio- intestinal mal defi- 519, excepto 487 - génitas. Causas 740- ciones originadas en sas y parasitarias - nida Causa 009 - 9° Revisión - 1975 759 - 9° Revisión - 1975 el período perinatal. Causas 001-139 9° Revisión - 1975 Causas 760-779 - excepto 009, más 9° Revisión - 1975 487 (influenza) 9° Revisión - 1975 1997-02: Ciertas en- 1997-02: Diarrea y 1997-02: Enfermeda- 1997-02: Malformaciones 1997-02: Ciertas afec-fermedades infeccio- gastroenteritis de des del sistema res- congénitas, deformidades ciones originadas en sas y parasitarias presunto origen infec- piratorio - Causas y anomalías cromosómi- el período perinatal. Causas A00-B99 ex- cioso Causa A09 - J00-J99 excepto J10- cas. Causas Q00-Q99 Causas P00-P96 más cepto A09 y A33 -más 10° Revisión - 1995 J11 (influenza) más N07 A33 y O43 J10-J11 (influenza) 10° Revisión - 1995 10° Revisión - 1995 10° Revisión - 1995 10° Revisión - 1995
6
ANEXO F – ANALISIS FACTORIAL Y DE CONGLOMERADOS • El análisis factorial.
Es una técnica de reducción de datos que sirve para encontrar grupos
homogéneos de variables a partir de un conjunto numeroso de variables. Su
propósito último consiste en buscar el número mínimo de dimensiones
capaces de explicar el máximo de información contenida en los datos. No
existe variable dependiente, todas las variables son independientes en el
sentido de que no existe a priori una dependencia conceptual de unas
variables sobre otras (Pardo y Ruiz, 2002).
El método de extracción utilizado fue el de los componentes principales.
Dicho método asume que es posible explicar el 100 por ciento de la varianza
observada y, por ello, todas las comunalidades (que explican la proporción
de la varianza de una variable que puede ser explicada por el modelo
factorial obtenido) iniciales son iguales a la unidad (que es justamente la
varianza de una variable en puntuaciones típicas).
• El procedimiento Conglomerados de K medias.
Esta técnica de agrupación de casos es similar al análisis discriminante
pero, a diferencia de éste, permite detectar el número óptimo de grupos y su
composición únicamente a partir de la similitud existente entre los casos en
una o más variables, sin otros criterios externos. Se comienza seleccionando
los casos más distantes entre sí y luego se asignan el resto de los casos al
centro más próximo, actualizando el valor de los centros a medida que se
van incorporando nuevos casos. Una vez que todos los casos han sido
asignados a uno de los k conglomerados, se inicia un proceso iterativo para
calcular los centroides finales de esos k conglomerados (Pardo y Ruiz,
2002).
Es decir, es un procedimiento de tipo aglomerativo, que partiendo de los
casos individualmente considerados, intenta ir formando unidades cada vez
más amplias hasta llegar a conglomerados homogéneos entre sí. Siempre
utiliza la distancia euclídea para medir la distancia entre dos casos.
1
1. Su aplicación en la desigualdad social espacial.
1.1 Análisis de conglomerados en la década de 19901. 1.1.1 Centros iniciales de los conglomerados.
Variables Conglomerado 1 2 3 % Población NBI total 4,80 11,20 31,80 % Hacinamiento 2,80 6,30 8,90 % Vivienda inconveniente 1,60 6,60 28,20 % Condiciones sanitarias 0,90 1,40 3,00 % Niños no escolarizados 0,30 0,90 1,10 % Población NBI 0-4 9,11 23,25 47,74 % Asistencia a est. privado 52,70 31,10 29,50 No escolarizados 15-19 17,00 34,30 36,40 % NBI 0-4 en total NBI 10,23 15,10 11,66 % No escolarizados 20-24 39,40 70,30 70,20
1.1.2 Historial de iteraciones(a).
Cambio en los centros de los conglomerados
Iteración 1 2 3 1 13,435 8,439 0,0002 3,334 3,197 15,6823 0,000 0,000 0,000
(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 3. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 38,968. 1.1.3 Centros de los conglomerados finales.
Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 4,74 12,65 23,93 Hacinamiento 2,52 6,06 9,93 Vivienda inconveniente 1,86 8,35 18,33 Condiciones sanitarias 1,04 1,25 2,73 Niños no escolarizados 0,38 0,70 1,13 Población NBI 0-4 8,86 22,30 40,62 Asistencia a est. privado 44,29 33,08 26,83 No escolarizados 15-19 21,13 30,93 39,03 NBI 0-4 en total NBI 10,59 11,86 14,82 No escolarizados 20-24 53,20 63,60 73,50
1.1.4 Número de casos en cada conglomerado.
1 172 8
Conglomerado
3 3Total casos 28
1 Utilizando datos del censo 1991.
2
1.2. Análisis de conglomerados en la década del 20002. 1.2.1 Centros iniciales de los conglomerados.
Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 2,60 17,30 10,70 Hacinamiento 1,17 7,95 4,88 Vivienda inconveniente 1,07 7,49 6,01 Condiciones sanitarias 0,14 1,03 0,66 Niños no escolarizados 0,11 1,05 0,57 Capacidad de subsistencia 0,44 3,85 1,81 Población NBI 0-4 4,90 29,78 29,20 NBI 0-4 en total NBI 7,74 15,24 14,79 Asistencia a establecimiento privado 51,17 24,36 53,35 No escolarizados 15-19 7,94 30,42 14,76 No escolarizados 20-24 25,12 74,01 41,11 Tasa empleo jefe del hogar 62,60 54,90 62,30 Tasa desocupación jefe del hogar 8,75 22,36 9,18 Sin cobertura salud población total 12,53 51,35 23,25 Sin cobertura salud niños 0-4 10,33 63,99 40,99 Mala calidad materiales de la vivienda 3,33 33,58 14,18
1.2.2 Historial de iteraciones(a).
Cambio en los centros de los conglomerados
Iteración 1 2 3 1 17,641 15,798 24,3222 0,000 0,000 0,000
(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 2. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 47,180. 1.2.3 Centros de los conglomerados finales.
Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 3,44 19,20 11,10 Hacinamiento 1,32 7,94 4,34 Vivienda inconveniente 1,80 12,20 8,17 Condiciones sanitarias 0,10 0,98 0,30 Niños no escolarizados 0,16 0,93 0,40 Capacidad de subsistencia 0,69 3,02 1,23 Población NBI 0-4 5,85 32,93 20,11 NBI 0-4 en total NBI 8,26 13,94 10,19 Asistencia a establecimiento privado 47,71 26,45 38,57 No escolarizados 15-19 10,84 27,78 18,06 No escolarizados 20-24 39,24 69,60 51,35 Tasa empleo jefe del hogar 62,26 57,43 60,42 Tasa desocupación jefe del hogar 10,51 18,72 12,97 Sin cobertura salud población total 18,21 44,90 28,56 Sin cobertura salud niños 0-4 17,62 57,00 34,28 Mala calidad materiales de la vivienda 3,89 25,18 6,63
2 Utilizando datos del censo 2001.
3
1.2.4 Número de casos en cada conglomerado.
1 102 4
Conglomerado
3 14Total casos 28
1.3. Análisis de conglomerados en la década del 20003 con variables
comparables a las utilizadas en la década de 1990. 1.3.1 Centros iniciales de los conglomerados.
Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 2,60 24,20 3,40 Hacinamiento 1,17 9,65 1,22 Vivienda inconveniente 1,07 20,07 1,04 Condiciones sanitarias 0,14 0,90 0,10 Niños no escolarizados 0,11 0,56 0,29 Población NBI 0-4 4,90 39,03 6,02 NBI 0-4 en total NBI 7,74 11,96 9,17 Asistencia a establecimiento privado 51,17 28,96 42,85 No escolarizados 15-19 7,94 25,70 17,06 No escolarizados 20-24 25,12 66,93 55,59
1.3.2 Historial de iteraciones(a).
Cambio en los centros de los conglomerados
Iteración 1 2 3 1 8,710 9,635 11,7572 3,324 0,000 1,8053 3,588 0,000 3,8194 1,226 0,000 1,4005 0,000 0,000 0,000
(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 5. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 32,943. 1.3.3 Centros de los conglomerados finales.
Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 3,38 19,54 9,26 Hacinamiento 1,29 7,92 3,62 Vivienda inconveniente 1,70 14,27 6,25 Condiciones sanitarias 0,11 0,80 0,24 Niños no escolarizados 0,16 0,78 0,36 Población NBI 0-4 5,75 34,00 17,06 NBI 0-4 en total NBI 8,32 12,57 10,16 Asistencia a establecimiento privado 47,01 29,74 39,76 No escolarizados 15-19 11,23 25,40 17,10 No escolarizados 20-24 40,15 64,10 49,92
3 Utilizando datos del censo 2001.
4
1.3.4 Número de casos en cada conglomerado
1 112 7
Conglomerado
3 10Total casos 28
2. Su aplicación en la desigualdad espacial de la salud-enfermedad.
2.1 Análisis de conglomerados en la década de 19904. 2.1.1 Centros iniciales de los conglomerados.
Variables Conglomerado 1 2 3 Tasa de natalidad 12,47 15,22 15,62 % madres con baja instrucción 4,57 2,82 6,66 % madres solas 6,80 9,01 9,42 % madres adolescentes 6,91 7,46 12,90 % nacimientos pretérmino 6,13 6,06 6,78 % nacimientos bajo peso 7,19 7,39 6,24 Tasa mortalidad infantil 6,69 16,20 27,59 Tasa mortalidad menor 5 años 12,81 19,72 29,39 Tasa mortalidad fetal 5,01 12,68 18,00 Tasa de mortalidad neonatal 3,34 12,68 15,60 Tasa de mortalidad postneonatal 3,34 3,52 12,00 TMI por causas reducibles 1,11 7,75 8,40 Tasa de mortalidad perinatal 6,65 21,62 25,46
2.1.2 Historial de iteraciones(a).
Cambio en los centros de los conglomerados
Iteración 1 2 3 1 8,958 6,376 0,0002 1,095 3,359 0,0003 0,000 0,000 0,000
(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 3. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 19,845.
4 Utilizando datos de las estadísticas vitales del bienio 1991-92.
5
2.1.3 Centros de los conglomerados finales.
Variables Conglomerado 1 2 3 Tasa de natalidad 12,66 16,40 15,62 % madres con baja instrucción 1,75 3,71 6,66 % madres solas 5,65 9,16 9,42 % madres adolescentes 4,92 9,03 12,90 % nacimientos pretérmino 5,28 5,60 6,78 % nacimientos bajo peso 6,45 6,80 6,24 Tasa mortalidad infantil 12,08 18,62 27,59 Tasa mortalidad menor 5 años 14,16 21,10 29,39 Tasa mortalidad fetal 4,99 9,55 18,00 Tasa de mortalidad neonatal 8,17 12,70 15,60 Tasa de mortalidad postneonatal 3,91 5,93 12,00 TMI por causas reducibles 3,90 6,49 8,40 Tasa de mortalidad perinatal 10,94 18,84 25,46
2.1.4 Número de casos en cada conglomerado
1 192 8
Conglomerado
3 1Total casos 28
2.2 Análisis de conglomerados en la década del 20005. 2.2.1 Centros iniciales de los conglomerados.
Variables Conglomerado 1 2 3 Tasa de natalidad 11,91 20,81 17,13 % nacimientos bajo peso 6,94 7,41 8,45 % madres adolescentes 2,61 10,89 10,19 % nacimientos pretérmino 7,04 6,03 6,88 % madres con baja instrucción 0,71 4,56 3,24 % madres solas 4,16 10,02 10,67 Tasa mortalidad infantil 3,41 18,47 9,10 Tasa mortalidad menor 5 años 4,27 20,05 10,40 Tasa mortalidad fetal 3,41 7,47 3,90 Tasa de mortalidad neonatal 2,56 11,79 3,25 Tasa de mortalidad postneonatal ,85 6,68 5,85 TMI por causas reducibles 1,99 11,60 5,85 Tasa de mortalidad perinatal 5,10 14,26 5,83
5 Utilizando datos de las estadísticas vitales del bienio 2001-02.
6
7
2.2.2 Historial de iteraciones(a).
Cambio en los centros de los conglomerados
Iteración 1 2 3 1 6,001 5,896 6,4002 0,692 1,141 0,7543 0,000 0,000 0,000
(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 3. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 15,701. 2.2.3 Centros de los conglomerados finales.
Variables Conglomerado 1 2 3 Tasa de natalidad 11,92 18,96 15,79 % nacimientos bajo peso 7,17 7,89 7,41 % madres adolescentes 4,52 11,41 6,60 % nacimientos pretérmino 6,94 6,40 6,42 % madres con baja instrucción 1,13 4,64 2,05 % madres solas 5,09 10,72 8,55 Tasa mortalidad infantil 6,84 14,95 10,21 Tasa mortalidad menor 5 años 7,99 17,16 11,48 Tasa mortalidad fetal 3,38 6,07 3,99 Tasa de mortalidad neonatal 4,79 9,67 6,38 Tasa de mortalidad postneonatal 2,05 5,28 3,83 TMI por causas reducibles 3,77 9,24 5,52 Tasa de mortalidad perinatal 6,36 11,47 7,55
2.2.4 Número de casos en cada conglomerado.
1 142 5
Conglomerado
3 9Total casos 28
3. Su aplicación en las relaciones espaciales entre la situación de la salud-enfermedad y la desigualdad social en la década de 1990. 3.1 Aplicación del método de los componentes principales. 3.1.1 Matriz de correlaciones (a).
Correlación
Baja instrucción de la madre
Madres solas
Madres adoles centes
Nacimiento pretérmino
Nacimiento bajo peso
Nacimiento multíparas
Tasa de mortalidad
fetal
Tasa de mortalidad
postneonatal
Tasa de mortalidad
primera infancia
Tasa de mortalidad
infantil por causas reducibles
Proporción de niños
NBI en el grupo 0-4
Proporción de
población NBI
NBIHac NBIViv NBISan NBIAsis
Baja instrucción de la madre 1,000 0,750 0,897 0,554 0,316 0,857 0,730 0,751 0,751 0,501 0,943 0,919 0,855 0,927 0,677 0,845 Madres solras 0,750 1,000 0,901 0,368 0,586 0,614 0,592 0,665 0,732 0,507 0,815 0,792 0,860 0,744 0,380 0,777
Madres adolescentes 0,897 0,901 1,000 0,471 0,388 0,765 0,724 0,820 0,821 0,564 0,931 0,922 0,910 0,899 0,520 0,875
Nacimiento pretérmino 0,554 0,368 0,471 1,000 0,476 0,437 0,426 0,379 0,400 0,206 0,561 0,554 0,489 0,552 0,579 0,469
Nacimiento bajo peso 0,316 0,586 0,388 0,476 1,000 0,254 0,172 0,173 0,221 0,101 0,359 0,315 0,420 0,256 0,337 0,268
Nacimientos multíparas 0,857 0,614 0,765 0,437 0,254 1,000 0,493 0,604 0,521 0,181 0,814 0,710 0,761 0,682 0,741 0,744
Tasa de mortalidad fetal 0,730 0,592 0,724 0,426 0,172 0,493 1,000 0,693 0,801 0,690 0,679 0,739 0,620 0,771 0,261 0,751 Tasa de mortalidad postneonatal 0,751 0,665 0,820 0,379 0,173 0,604 0,693 1,000 0,823 0,553 0,772 0,835 0,694 0,842 0,423 0,733 Tasa de mortalidad primera infancia 0,751 0,732 0,821 0,400 0,221 0,521 0,801 0,823 1,000 0,727 0,750 0,809 0,703 0,825 0,211 0,743 TMI por causas reducibles 0,501 0,507 0,564 0,206 0,101 0,181 0,690 0,553 0,727 1,000 0,484 0,599 0,511 0,609 -0,047 0,566
Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 0,943 0,815 0,931 0,561 0,359 0,814 0,679 0,772 0,750 0,484 1,000 0,973 0,955 0,949 0,716 0,877
Proporción de población NBI 0,919 0,792 0,922 0,554 0,315 0,710 0,739 0,835 0,809 0,599 0,973 1,000 0,923 0,989 0,613 0,858 NBIHacinamiento 0,855 0,860 0,910 0,489 0,420 0,761 0,620 0,694 0,703 0,511 0,955 0,923 1,000 0,864 0,599 0,905 NBIVivienda 0,927 0,744 0,899 0,552 0,256 0,682 0,771 0,842 0,825 0,609 0,949 0,989 0,864 1,000 0,594 0,824 NBISanitarias 0,677 0,380 0,520 0,579 0,337 0,741 0,261 0,423 0,211 -0,047 0,716 0,613 0,599 0,594 1,000 0,455 NBIAsist Escolar 0,845 0,777 0,875 0,469 0,268 0,744 0,751 0,733 0,743 0,566 0,877 0,858 0,905 0,824 0,455 1,000
8
9
Sig. (Unilateral)
Baja instrucción de la madre
Madres solas
Madres adoles centes
Nacimiento pretérmino
Nacimiento bajo peso
Nacimien tos multíparas
Tasa de mortalidad
fetal
Tasa de mortalidad
postneonatal
Tasa de mortalidad
primera infancia
Tasa de mortalidad
infantil por causas reducibles
Proporción de niños
NBI en el grupo 0-4
Proporción de
población NBI
NBIHac NBIViv NBISan NBIAsis
Baja instrucción de la madre 0,000 0,000 0,001 0,051 0,000 0,000 0,000 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 Madres solas 0,000 0,000 0,027 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,023 0,000
Madres adolescentes 0,000 0,000 0,006 0,021 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,002 0,000
Nacimiento pretérmino 0,001 0,027 0,006 0,005 0,010 0,012 0,023 0,017 0,147 0,001 0,001 0,004 0,001 0,001 0,006
Nacimiento bajo peso 0,051 0,001 0,021 0,005 0,096 0,191 0,190 0,129 0,304 0,030 0,051 0,013 0,095 0,040 0,084
Nacimientos multíparas 0,000 0,000 0,000 0,010 0,096 0,004 0,000 0,002 0,179 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Tasa de mortalidad fetal 0,000 0,000 0,000 0,012 0,191 0,004 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,090 0,000 Tasa de mortalidad postneonatal 0,000 0,000 0,000 0,023 0,190 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,012 0,000 Tasa de mortalidad primera infancia 0,000 0,000 0,000 0,017 0,129 0,002 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,140 0,000 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,003 0,003 0,001 0,147 0,304 0,179 0,000 0,001 0,000 0,005 0,000 0,003 0,000 0,406 0,001
Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 0,000 0,000 0,000 0,001 0,030 0,000 0,000 0,000 0,000 0,005 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Proporción de población NBI 0,000 0,000 0,000 0,001 0,051 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 NBIHacinamiento 0,000 0,000 0,000 0,004 0,013 0,000 0,000 0,000 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 NBIVivienda 0,000 0,000 0,000 0,001 0,095 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 NBISanitarias 0,000 0,023 0,002 0,001 0,040 0,000 0,090 0,012 0,140 0,406 0,000 0,000 0,000 0,000 0,008 NBIAsist Escolar 0,000 0,000 0,000 0,006 0,084 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,008
(a) Determinante = 2,851E-16
3.1.2 Comunalidades. Indicador Inicial Extracción
Baja instrucción de la madre 1,000 0,912 Madres solas 1,000 0,726 Madres adolescentes 1,000 0,927 Nacimiento pretérmino 1,000 0,492 Nacimiento bajo peso 1,000 0,327 Nacimientos multíparas 1,000 0,747 Tasa de mortalidad fetal 1,000 0,752 Tasa de mortalidad postneonatal 1,000 0,748 Tasa de mortalidad primera infancia 1,000 0,873 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 1,000 0,782 Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 1,000 0,966 Proporción de población NBI 1,000 0,947 NBIHacinamiento 1,000 0,881 NBIVivienda 1,000 0,921 NBISanitarias 1,000 0,837 NBIAsist Escolar 1,000 0,834
3.1.3 Varianza total explicada.
Autovalores iniciales Componente Total % de la varianza % acumulado 1 10,94 68,40 68,402 1,73 10,79 79,193 1,04 6,51 85,714 0,74 4,60 90,315 0,37 2,30 92,616 0,34 2,10 94,727 0,26 1,60 96,328 0,19 1,19 97,519 0,16 1,01 98,5110 0,09 0,54 99,0511 0,07 0,47 99,5212 0,04 0,26 99,7813 0,03 0,17 99,9414 0,01 0,04 99,9915 0,00 0,01 100,0016 0,00 0,00 100,00
3.1.4 Matriz de componentes.
Componente Indicador 1 2 3 Baja instrucción de la madre 0,950 0,100 -0,144 Madres solas 0,852 -0,017 0,331 Madres adolescentes 0,962 -0,037 0,034 Nacimiento pretérmino 0,582 0,391 0,220 Nacimiento bajo peso 0,394 0,415 0,788 Nacimientos multíparas 0,789 0,353 -0,299 Tasa de mortalidad fetal 0,785 -0,367 -0,001 Tasa de mortalidad postneonatal 0,839 -0,209 -0,139 Tasa de mortalidad primera infancia 0,843 -0,403 0,069 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,601 -0,649 0,182 Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 0,974 0,135 -0,092 Proporción de población NBI 0,973 -0,021 -0,064 NBIHacinam 0,934 0,096 0,036 NBIVivienda 0,957 -0,068 -0,111 NBISan 0,610 0,682 -0,255 NBIAsist 0,909 -0,080 -0,055
10
11
3.2 Aplicación del método de conglomerados k medias. 3.21. Centros iniciales de los conglomerados.
Conglomerado Indicador 1 2 3 Baja instrucción de la madre 1,3 6,7 3,6 Madres solas 3,3 9,4 10,1 Madres adolescentes 3,1 12,9 10,6 Nacimiento pretérmino 5,5 6,8 5,3 Nacimiento bajo peso 6,0 6,2 6,8 Nacimientos multíparas 2,7 7,0 4,4 Tasa de mortalidad fetal 2,2 18,0 12,5 Tasa de mortalidad postneonatal 2,2 12,0 5,3 Tasa de mortalidad primera infancia 14,3 29,4 24,9 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 4,8 8,4 8,3 Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 4,4 47,7 28,2 Proporción de población NBI 2,7 31,8 16,6 NBIHacinam 1,4 8,9 7,7 NBIVivienda 0,4 28,2 12,1 NBISan 0,7 3,0 0,8 NBIAsist 0,3 1,1 0,7
3.2.2 Historial de iteraciones (a).
Cambio en los centros de los conglomerados
Iteración 1 2 3 1 5,776 0,000 9,485 2 0,000 0,000 0,000
(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 2. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 31,568. 3.2.3 Centros de los conglomerados finales.
Conglomerado Indicador 1 2 3 Baja instrucción de la madre 1,5 6,7 3,5 Madres solas 5,2 9,4 8,9 Madres adolescentes 4,5 12,9 8,5 Nacimiento pretérmino 5,1 6,8 5,7 Nacimiento bajo peso 6,3 6,2 7,0 Nacimientos multíparas 3,3 7,0 5,4 Tasa de mortalidad fetal 5,0 18,0 8,3 Tasa de mortalidad postneonatal 3,8 12,0 5,5 Tasa de mortalidad primera infancia 14,1 29,4 19,3 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 4,0 8,4 5,7 Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 7,7 47,7 25,4 Proporción de población NBI 4,4 31,8 13,7 NBIHacinam 2,4 8,9 6,7 NBIVivienda 1,6 28,2 9,1 NBISan 0,9 3,0 1,8 NBIAsist 0,4 1,1 0,8
3.2.4 Número de casos en cada conglomerado.
Conglomerado 1 16 2 1 3 11Total casos 28
4. Su aplicación en las relaciones espaciales entre la situación de la salud-enfermedad y la desigualdad social en la década del 2000. 4.1 Aplicación del método de los componentes principales. 4.1.1 Matriz de correlaciones (a).
Indicador
Madres baja instrucción
Madres solas
Madres adolescentes
Nacimien tos pretérmino
Nacimientos bajo peso
Nacimien tos multíparas
Tasa de mortalidad primera infancia
Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles
Tasa de mortalidad fetal
Tasa de mortalidad postneona tal
Proporción de NBI en población total
Proporción de NBI en población 0-4
Proporción NBI por hacinamiento
Proporción NBI por tipo de vivienda
Proporción NBI por condiciones sanitarias
Proporción NBI por asistencia escolar
Madres baja instrucción 1,000 0,706 0,838 -0,153 0,516 0,803 0,682 0,706 0,515 0,746 0,668 0,705 0,740 0,489 0,849 0,877
Madres solas 0,706 1,000 0,861 -0,223 0,428 0,902 0,788 0,698 0,403 0,759 0,865 0,862 0,879 0,791 0,778 0,759
Madres adolescentes 0,838 0,861 1,000 -0,237 0,470 0,867 0,805 0,781 0,542 0,804 0,842 0,833 0,861 0,724 0,852 0,869
Nacimientos pretérmino -0,153 -0,223 -0,237 1,000 0,495 -0,147 -0,305 -0,131 -0,420 -0,366 -0,006 0,002 -0,036 0,035 -0,008 -0,170
Nacimientos bajo peso 0,516 0,428 0,470 0,495 1,000 0,484 0,308 0,458 -0,046 0,276 0,479 0,455 0,481 0,415 0,519 0,509
Nacimientos multíparas 0,803 0,902 0,867 -0,147 0,484 1,000 0,755 0,699 0,545 0,770 0,887 0,907 0,927 0,798 0,853 0,849
Tasa de mortalidad primera infancia 0,682 0,788 0,805 -0,305 0,308 0,755 1,000 0,919 0,490 0,810 0,774 0,768 0,792 0,671 0,754 0,729
Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,706 0,698 0,781 -0,131 0,458 0,699 0,919 1,000 0,364 0,728 0,707 0,687 0,722 0,586 0,722 0,745
Tasa de mortalidad fetal 0,515 0,403 0,542 -0,420 -0,046 0,545 0,490 0,364 1,000 0,525 0,496 0,552 0,537 0,422 0,483 0,560
Tasa de mortalidad postneonatal 0,746 0,759 0,804 -0,366 0,276 0,770 0,810 0,728 0,525 1,000 0,668 0,719 0,718 0,554 0,734 0,803
12
Indicador
Madres baja instrucción
Madres solteras
Madres adolescentes
Nacimien tos pretérmino
Nacimientos bajo peso
Nacimien tos multíparas
Tasa de mortalidad primera infancia
Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles
Tasa de mortalidad fetal
Tasa de mortalidad postneona tal
Proporción de NBI en población total
Proporción de NBI en población 0-4
Proporción NBI por hacinamiento
Proporción NBI por tipo de vivienda
Proporción NBI por condiciones sanitarias
Proporción NBI por asistencia escolar
Proporción de NBI en población total 0,668 0,865 0,842 -0,006 0,479 0,887 0,774 0,707 0,496 0,668 1,000 0,983 0,988 0,967 0,817 0,719
Proporción de NBI en población 0-4 0,705 0,862 0,833 0,002 0,455 0,907 0,768 0,687 0,552 0,719 0,983 1,000 0,984 0,938 0,844 0,749
Proporción NBI por hacinamiento 0,740 0,879 0,861 -0,036 0,481 0,927 0,792 0,722 0,537 0,718 0,988 0,984 1,000 0,933 0,844 0,762
Proporción NBI por tipo de vivienda 0,489 0,791 0,724 0,035 0,415 0,798 0,671 0,586 0,422 0,554 0,967 0,938 0,933 1,000 0,689 0,546
Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,849 0,778 0,852 -0,008 0,519 0,853 0,754 0,722 0,483 0,734 0,817 0,844 0,844 0,689 1,000 0,889
Proporción NBI por asistencia escolar 0,877 0,759 0,869 -0,170 0,509 0,849 0,729 0,745 0,560 0,803 0,719 0,749 0,762 0,546 0,889 1,000
Sig. (Unilateral)
Madres baja instrucción 0,000 0,000 0,219 0,002 0,000 0,000 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,004 0,000 0,000
Madres solas 0,000 0,000 0,127 0,012 0,000 0,000 0,000 0,017 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Madres adolescentes 0,000 0,000 0,113 0,006 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Nacimientos pretérmino 0,219 0,127 0,113 0,004 0,228 0,057 0,253 0,013 0,028 0,489 0,497 0,427 0,429 0,484 0,194
Nacimientos bajo peso 0,002 0,012 0,006 0,004 0,005 0,055 0,007 0,408 0,078 0,005 0,008 0,005 0,014 0,002 0,003
13
Indicador
Madres baja instrucción
Madres solas
Madres adolescentes
Nacimien tos pretérmino
Nacimientos bajo peso
Nacimien tos multíparas
Tasa de mortalidad primera infancia
Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles
Tasa de mortalidad fetal
Tasa de mortalidad postneona tal
Proporción de NBI en población total
Proporción de NBI en población 0-4
Proporción NBI por hacinamiento
Proporción NBI por tipo de vivienda
Proporción NBI por condiciones sanitarias
Proporción NBI por asistencia escolar
Nacimientos multíparas 0,000 0,000 0,000 0,228 0,005 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Tasa de mortalidad primera infancia 0,000 0,000 0,000 0,057 0,055 0,000 0,000 0,004 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,000 0,000 0,000 0,253 0,007 0,000 0,000 0,028 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000
Tasa de mortalidad fetal 0,003 0,017 0,001 0,013 0,408 0,001 0,004 0,028 0,002 0,004 0,001 0,002 0,013 0,005 0,001
Tasa de mortalidad postneonatal 0,000 0,000 0,000 0,028 0,078 0,000 0,000 0,000 0,002 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000
Proporción de NBI en población total 0,000 0,000 0,000 0,489 0,005 0,000 0,000 0,000 0,004 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Proporción de NBI en población 0-4 0,000 0,000 0,000 0,497 0,008 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Proporción NBI por hacinamiento 0,000 0,000 0,000 0,427 0,005 0,000 0,000 0,000 0,002 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Proporción NBI por tipo de vivienda 0,004 0,000 0,000 0,429 0,014 0,000 0,000 0,001 0,013 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001
14
15
Indicador
Madres baja instrucción
Madres solas
Madres adolescentes
Nacimien tos pretérmino
Nacimientos bajo peso
Nacimien tos multíparas
Tasa de mortalidad primera infancia
Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles
Tasa de mortalidad fetal
Tasa de mortalidad postneona tal
Proporción de NBI en población total
Proporción de NBI en población 0-4
Proporción NBI por hacinamiento
Proporción NBI por tipo de vivienda
Proporción NBI por condiciones sanitarias
Proporción NBI por asistencia escolar
Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,000 0,000 0,000 0,484 0,002 0,000 0,000 0,000 0,005 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
Proporción NBI por asistencia escolar 0,000 0,000 0,000 0,194 0,003 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000
(a) Determinante = 1,729E-15
4.1.2 Comunalidades.
Indicador Inicial Extracción Madres baja instrucción 1,000 0,720Madres solas 1,000 0,826Madres adolescentes 1,000 0,889Nacimientos pretérmino 1,000 0,869Nacimientos bajo peso 1,000 0,752Nacimientos multíparas 1,000 0,899Tasa de mortalidad fetal 1,000 0,583Tasa de mortalidad postneonatal 1,000 0,784Tasa de mortalidad primera infancia 1,000 0,797Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 1,000 0,681Proporción de NBI en población 0-4 1,000 0,903Proporción de NBI en población total 1,000 0,895Proporción NBI por hacinamiento 1,000 0,929Proporción NBI por tipo de vivienda 1,000 0,729Proporción NBI por condiciones sanitarias 1,000 0,841Proporción NBI por asistencia escolar 1,000 0,795
4.1.3 Varianza total explicada.
Autovalores iniciales Componente Total % de la varianza % acumulado 1 11,07 69,17 69,172 1,82 11,39 80,563 1,02 6,35 86,914 0,68 4,24 91,165 0,43 2,69 93,846 0,27 1,66 95,507 0,21 1,29 96,798 0,13 0,81 97,609 0,12 0,77 98,3710 0,10 0,60 98,9611 0,08 0,50 99,4712 0,04 0,28 99,7413 0,03 0,16 99,9114 0,01 0,06 99,9615 0,00 0,03 99,9916 0,00 0,01 100,00
4.1.4 Matriz de componentes.
Componente Indicador 1 2 3 Madres baja instrucción 0,847 -0,037 0,380 Madres solas 0,909 -0,015 -0,097 Madres adolescentes 0,940 -0,073 0,101 Nacimientos pretérmino -0,152 0,920 -0,014 Nacimientos bajo peso 0,507 0,703 0,338 Nacimientos multíparas 0,948 0,018 -0,055 Tasa de mortalidad primera infancia 0,872 -0,189 0,060 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,825 -0,015 0,248 Tasa de mortalidad fetal 0,578 -0,498 -0,165 Tasa de mortalidad postneonatal 0,839 -0,285 0,189 Proporción de NBI en población total 0,933 0,157 -0,309 Proporción de NBI en población 0-4 0,942 0,125 -0,281 Proporción NBI por hacinamiento 0,957 0,116 -0,240 Proporción NBI por tipo de vivienda 0,829 0,204 -0,497 Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,911 0,102 0,144 Proporción NBI por asistencia escolar 0,889 -0,060 0,327
4.2 Aplicación del método de conglomerados k medias. 4.2.1 Centros iniciales de los conglomerados.
Conglomerado Indicador 1 2 3 Madres baja instrucción 0,7 2,5 3,9 Madres solas 4,2 10,7 7,9 Madres adolescentes 2,6 9,8 5,8 Nacimientos pretérmino 7,0 6,2 7,1 Nacimientos bajo peso 6,9 6,8 6,8 Nacimientos multíparas 1,0 5,5 4,7 Tasa de mortalidad primera infancia 4,3 18,3 11,1 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 2,0 8,2 4,5 Tasa de mortalidad fetal 3,4 6,9 6,0 Tasa de mortalidad postneonatal 0,9 5,0 5,0 Proporción de NBI en población total 2,4 24,6 10,7 Proporción de NBI en población 0-4 2,9 41,2 29,2 Proporción NBI por hacinamiento 0,9 9,0 4,9 Proporción NBI por tipo de vivienda 0,9 21,6 6,0 Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,1 0,6 0,7 Proporción NBI por asistencia escolar 0,2 0,4 0,6
16
4.2.2 Historial de iteraciones (a).
Cambio en los centros de los conglomerados
Iteración 1 2 3 1 6,812 7,588 7,066 2 0,000 0,000 0,000
(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 2. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 26,289. 4.2.3 Centros de conglomerados finales.
Conglomerado Indicador 1 2 3 Madres baja instrucción 1,1 3,4 3,0 Madres solas 5,3 10,7 8,8 Madres adolescentes 4,5 10,7 7,7 Nacimientos pretérmino 6,7 6,7 6,7 Nacimientos bajo peso 7,1 7,9 7,6 Nacimientos multíparas 1,9 6,1 4,9 Tasa de mortalidad primera infancia 8,6 15,1 12,5 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 4,1 7,8 6,1 Tasa de mortalidad fetal 3,2 5,3 4,9 Tasa de mortalidad postneonatal 2,4 5,0 3,7 Proporción de NBI en población total 3,7 21,8 13,8 Proporción de NBI en población 0-4 6,5 37,0 25,2 Proporción NBI por hacinamiento 1,4 8,3 5,7 Proporción NBI por tipo de vivienda 1,8 17,8 9,2 Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,1 0,8 0,5 Proporción NBI por asistencia escolar 0,2 0,7 0,6
4.2.4 Número de casos en cada conglomerado.
1 15 2 4
Conglomerado
3 9 Total casos 28
17
ANEXO G – LAS POLITICAS Y PROGRAMAS DE SALUD ANTES DE 1990 SEGÚN ETAPAS
El análisis de la transición epidemiológica permitió orientar la
búsqueda hacia aquellas modificaciones experimentadas por la realidad
política, en especial las políticas y programas de salud, que demostraron
tener mayor incidencia en las variaciones registradas en el nivel de
mortalidad de la primera infancia. En el período transcurrido entre 1860 y
1989 se identificaron seis etapas.
1. Antes de 1880. Etapa pre-organizativa de la protección a la primera
infancia.
Se afirmó que la disminución de la mortalidad, en sus comienzos, fue
principalmente el resultado de causas vinculadas con el mejoramiento general
del nivel de vida, pero que a partir de la segunda mitad del Siglo XIX las
reformas sanitarias y los movimientos en favor de la salud pública adquirieron
relevancia (Naciones Unidas, 1978). El movimiento de reforma sanitaria se
inició en Inglaterra en el Siglo XIX como reacción contra los males que
originó la Revolución Industrial, siendo Edwin Chadwick uno de los primeros
líderes de ese movimiento. Publicó su Report on the Sanitary Condition of the
Labouring Population of Great Britain en 1842 donde mostró la relación
existente entre la suciedad del ambiente y las enfermedades. En Argentina,
después de Caseros, nacieron en forma casi simultánea algunos organismos
provinciales que se ocuparon de este tema y una institución nacional: el
Consejo Nacional de Higiene, que más tarde en 1880 se transformó en el
Departamento Nacional de Higiene dependiente del Ministerio del Interior.
El Parlamento dictó el 16 de octubre de 1854 la Ley Orgánica de
Municipalidades en la cual definió las funciones de las Comisiones de
Higiene y de Obras Públicas. La primera debía ocuparse de la desinfección
del aire, de las aguas y todo aquello que fuera materia de la higiene general; la
otra se ocupó del arreglo de las calles, los desagües y los trabajos que
aseguraran el estado de las vías públicas. Esta ley fue el primer antecedente de
1
las medidas que en concepto de saneamiento ambiental, se llevaron a cabo en
la Ciudad.
Durante el período 1856-1874, la Municipalidad de Buenos Aires
dictó varias medidas de higiene: Prohibición de excavar pozos para inodoros
y sumideros de aguas servidas a menos de 80 m. de pozos para sacar agua
(30-07-1861), Prohibición de guardar cerdo en pie en el municipio (06-04-
1867), Normas sobre funcionamiento y salubridad de establecimientos
industriales (27-09-1867), Prohibición de bañar caballos y carruajes en la
costa del río (27-04-1868), Prohibición de lavar lana en la costa del río (08-
10-1868), Reglamentación del modo de extraer agua del río (05-07-1870),
Orden de separar las basuras animales de las minerales en los desechos
domiciliarios (09-03-1871), Normas sobre construcción de letrinas (23-03-
1871), Inspección e higienización de los hoteles y casas de vecindad (14-06-
1871) y de los conventillos, inquilinatos y bodegones (16-06-1871),
Prohibición de arrojar agua a la calle (20-03-1872), Denuncia obligatoria de
enfermedades contagiosas por los dueños o inquilinos de casas (07-04-1872),
Delimitación de la zona del río en que se podía lavar ropa (25-07-1872),
Salubridad y conservación de edificios (26-12-1872), Ordenanza Municipal
prohibiendo rigurosamente la entrada a la Ciudad de toda persona procedente
de países infectados por las epidemias reinantes en la época (marzo de 1873),
Inspección de alimentos en la vía pública (5-1-1875), Creación de comisiones
de higiene en cada parroquia estableciendo visitas quinquenales domiciliarias
a las casas de la vecindad (15-9-1875) y Registro general de inquilinatos y
conventillos (30-10-1875) (Besio Moreno, 1939).
La provisión de agua corriente y la construcción de cloacas
constituyeron dos de los más serios problemas que debió afrontar el gobierno
municipal en el período. En Buenos Aires no existía servicio de provisión de
agua, la población se abastecía usando los pozos (primera napa), recogiendo
en aljibes o en cisternas el agua de las lluvias o comprando la que vendían los
aguateros. En el primer caso, el agua estaba contaminada por las filtraciones
de los pozos para letrinas que se excavaban cerca de los de agua.
El primer proyecto integral de agua corriente y cloacas fue realizado
en 1859 por el Ing. Coghlan; posteriormente en 1869 el Ing. Bateman
presentó un proyecto completo de agua corriente, cloacas y desagües que
2
complementó al anterior. El plan de salubridad destinado a dar una solución
integral (en cuanto a fuente, tratamiento y red de distribución) al problema de
la provisión de agua potable estaba basado en estos dos proyectos y fue
puesto en marcha en 1871. Unos años más tarde, en 1874, comenzaron las
obras cloacales, pero la revolución política y la crisis económica de ese año,
trajeron como consecuencia su paralización; las obras se continuaron luego de
1880.
Con respecto a la atención médica, los cuidados de la salud previos a
la década de 1880 dentro del ámbito público, fueron tomados a su cargo por el
Consejo Nacional de Higiene, por la Comisión Municipal de Higiene y por la
Sociedad de Beneficencia (creada por Rivadavia en 1823). El Consejo
Nacional de Higiene se ocupó principalmente de controlar la higiene del
puerto mientras que los servicios hospitalarios quedaron a cargo del gobierno
municipal o de la Sociedad de Beneficencia.
Los principales hospitales públicos eran: Hospital General de
Hombres (siglo XVIII), Hospital de Mujeres (1774), Hospital de Alienados
(1854), Hospital de las Mercedes (1859), San Roque (1871), Hospital de
Niños San Luis Gonzaga (1875) después Hospital R. Gutiérrez y Santa Lucía
(1879). En el ámbito privado, pertenecientes a las colectividades extranjeras
estaban: el Hospital Francés (1842), el Británico (1844), el Italiano (1872), el
Español (1877) y el Alemán (1878). A fines de este período, en el año 1873,
se crea la Cruz Roja Argentina.
El vínculo del hospital con la pobreza era fuerte; el concepto de
hospital surge con claridad de la definición de Rawson (1876:230): "Los
hospitales son establecimientos o casas en donde se presta auxilio a los
pobres". Este concepto se proyectará hasta el presente entre los sectores
medios y altos de la ciudad.
En los servicios municipales y de beneficencia, la atención médica era
totalmente gratuita sólo para aquellos que una Ordenanza Municipal de 1902
caracterizaba como pobres de solemnidad. Así se denominaba a los pobres de
todo recurso, mientras se registraba como pobres a quienes poseían algún
recurso propio o recibían algún tipo de ayuda, ya fuera de sus familiares, de
sociedades pías o de particulares. Los primeros no abonaban su asistencia
mientras que los segundos lo hacían según un cuadro tarifario (Belmartino,
3
2005). Hacia 1921 se suprimió el certificado de pobreza y se inició una etapa
de servicio universal y gratuito sin limitaciones.
También la Sociedad de Beneficencia había establecido aranceles para
la atención de los pacientes con capacidad de pago y la misma dinámica se
registraba en los hospitales de colectividades que establecían pensiones
diferenciales para los pacientes con capacidad de pago, descuentos para sus
socios y para los miembros de sociedades de socorros mutuos (Belmartino,
2005).
Alrededor de 1869, Buenos Aires poseía unas 3 camas por mil
habitantes (Veronelli, 1975) y 8,2 médicos cada diez mil habitantes (Mazzeo,
1993) 1. La falta permanente de espacio adecuado y la escasez de camas
fueron una constante durante el período. Los hospitales de la época eran
considerados verdaderas necrópolis. Coni denunció en sus escritos las
condiciones higiénicas deplorables del antiguo Hospital General de Hombres,
del Hospital General de Mujeres y del Hospicio de las Mercedes, que
contribuían a que murieran gran parte de los internados (Recalde, 1989).
También es demoledora la crítica de Rawson a las condiciones higiénicas de
los dos grandes hospitales públicos de la Ciudad, el de Hombres y el de
Mujeres: “el primero es un verdadero cementerio de vivos, el segundo, aún es
más mortífero que el anterior” (Vaccarezza, 1986:69).
Por su parte la ilegitimidad, históricamente relacionada con la pobreza
y el abandono, era considerada causa de primer orden en la mortalidad infantil
(Rodriguez, 1936). Al abandono del recién nacido por parte de sus familiares
se lo suponía “uno de los males sociales que contribuyeron en mayor
proporción al aumento de la mortalidad infantil” (Rodríguez, 1936:122).
Atendiendo tales circunstancias se crearon instituciones de protección
a los niños abandonados, ideándose un sistema que permitiera a las personas
que los entregaban ocultar completamente su identidad. En la Ciudad, la Casa
de Expósitos funcionó con el sistema italiano de torno libre desde 1779 hasta
1838, cuando fue suprimido por decreto presidencial. En 1852 volvió a
organizarse bajo la dirección de la Sociedad de Beneficencia con el mismo
1 Estos indicadores se colocan como referencia, ya que los servicios de salud no eran
utilizados sólo por la población de la ciudad sino por habitantes del resto del país, especialmente de lo que ahora se conoce como Conurbano Bonaerense.
4
sistema, que recién fue reemplazado en 1891, año en que se sustituyó el torno
libre por una oficina de Admisión, “luego de haberse recibido alrededor de
17.000 niños” (Rodríguez, 1936:122).
El ingreso por el sistema de torno libre se realizaba de la siguiente
manera: “en uno de los muros exteriores del establecimiento existía un hueco
colocado generalmente bajo una inscripción alusiva, en el hueco podía verse
una canasta oculta a la visión interior que servía de receptáculo a las criaturas,
existiendo, además, a mano, el cordón de una campana de alarma que servía
para anunciar al personal del establecimiento la presencia de un nuevo niño
abandonado” (Rodríguez, 1936:122). Al sonar la campana se hacía girar hacia
el interior de la casa el aparato que sostenía la canasta donde se había
depositado el niño2.
Al modificarse este sistema, a través de una oficina de Admisión, se
fijó en tres meses la edad máxima para admitir a los niños, pudiendo
extenderse hasta seis en determinadas circunstancias. Como condición
indispensable se exigía la comprobación de la necesidad que motivaba la
entrega del niño por parte de los progenitores y la autorización especial de
éstos si el niño fuera entregado por terceros; si el niño era presentado como
huérfano se solicitaba la comprobación del fallecimiento de las personas que
lo habían reconocido como hijo. Posteriores reglamentaciones del
establecimiento permitieron la admisión de la madre con el niño cuando la
necesidad que impulsaba el abandono era de carácter económico; se trataba de
que la madre fuera "la nodriza pagada de su propio hijo" dando alojamiento a
los dos. En realidad, el estilo de recepción poco se distanciaba del torno, ya
que la o el depositante podía mantener su anonimato porque no existía una
indagación obligatoria de la maternidad. La única diferencia consistía en que
se exhortaba personalmente al no abandono del niño (Nari, 1996). Según
médicos de la época, la Casa de Expósitos realizaba una verdadera obra social
haciendo "la profilaxis del abandono y del destete prematuro" (Rodríguez,
1936:127).
2 La leyenda original de la Casa de Expósitos decía: “Mi padre y mi madre me arrojan de sí,
la caridad divina me recoge aquí” (Puga, 1997).
5
En este período la Ciudad registró importantes cambios en el volumen
de su población; la Ciudad empieza a crecer3, principalmente a consecuencia
de la llegada masiva de inmigrantes cuya importancia numérica fue en
aumento. La cantidad de nacimientos en este período se duplicó4 y la tasa de
natalidad de la Ciudad se mantuvo entre el 30 y 38 por mil habitantes.
En cuanto a la atención de los partos, es necesario remontarse hasta la
época de Rivadavia para encontrar el antecedente de las maternidades.
Rivadavia, sosteniendo principios que hoy se consideran fundamentales para
la protección integral de la madre y el niño, fundó en 1823 una “Casa de
Partos Públicos y Secretos” entregándola para su dirección a la Sociedad de
Beneficencia. Treinta años más tarde, esta misma Sociedad instituyó la
primera Maternidad en el Hospital de Mujeres. Por otra parte existía la
asistencia maternal a domicilio ejercida por médicos y por parteras,
enmarcados en los conceptos modernos de protección médico-social a la
madre y al niño (Rodríguez, 1936).
Gráfico 1
Tasa de natalidad. Ciudad de Buenos Aires, 1860-1879.
05
1015202530354045
1860
1862
1864
1866
1868
1870
1872
1874
1876
1878
año
tasa
por
mil
naci
mie
ntos
Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1990.
En este período la atención de los niños se basaba en la concepción
de que el niño era un adulto en miniatura. La enseñanza de sus enfermedades
estaba dentro de los contenidos educacionales de la Clínica Médica o de la
Cátedra de Partos. Fue recién alrededor de 1880 que comenzaron a crearse las 3 Entre los censos de 1855 y 1869 la tasa intercensal de crecimiento anual medio es del
orden del 50,5 por mil (Mazzeo, 1993). 4 En 1860 nacieron 4.481 niños y 9.878 en 1879 (Mazzeo, 1990).
6
cátedras de Pediatría en las Facultades de Medicina latinoamericanas y de esta
manera se iniciaron avances notables en relación al conocimiento de la
crianza del niño, de los cuidados de su salud y de sus enfermedades.
Posteriormente, en las primeras décadas del siglo XX, se crearon las
Sociedades Nacionales de Pediatría (Puga, 1997)5. En síntesis, para Buenos
Aires esta fue una etapa de iniciación de grandes transformaciones: se
discutieron y propusieron las soluciones para los problemas funcionales y de
equipamiento de la Ciudad. Muchas de las obras iniciadas en el período
concluyeron en etapas posteriores, en las cuales se dio un decisivo impulso al
desarrollo de la Ciudad y a la organización del sistema de atención de la
salud, específicamente en lo referido a la protección de las madres y de la
primera infancia. Es en definitiva un período al que puede llamarse "Etapa
Pre-Organizativa de la Protección de la Primera Infancia".
2. Período 1880-1904 – Etapa del saneamiento de la Ciudad.
En este período, como ya se adelantara, continuaron las obras de
infraestructura y equipamiento de la Ciudad iniciadas en la etapa anterior. A
partir de 1885 el saneamiento de la Ciudad comenzó a dominar las epidemias;
la ingeniería sanitaria sumada a la activa intervención de las instituciones de
la salud pública frenaron la elevada mortalidad.
A partir de 1880, al declararse Buenos Aires capital de la República,
se consolidó lentamente el poder municipal. En 1882 se promulgó la Ley
Orgánica de la Municipalidad que estableció dos ramas del gobierno
comunal: un Consejo Deliberante de tipo consultivo y legislativo y un
Departamento Ejecutivo a cargo de un Intendente designado por el Presidente
de la Nación.
En 1883 comenzó a funcionar en la Municipalidad la Asistencia
Pública. Sus funciones eran la inspección técnica de los servicios de higiene
pública, de los mataderos, tambos, etc.; la profilaxis urbana de las
enfermedades infectocontagiosas y los servicios de desinfección y vacunación
antivariólica y antirrábica; análisis químicos, bacteriológicos y observaciones
meteorológicas en relación con la higiene urbana y el servicio sanitario de la
5 La Sociedad Argentina de Pediatría se fundó el 20 de octubre de 1911.
7
prostitución. Las actividades de profilaxis las desarrollaba en los hospitales, a
domicilio y en consultorios, siendo de su competencia, además de la atención
médica, la entrega de medicamentos a los enfermos pobres. También
dependían de ella los asilos, el servicio de autopsias para fallecidos sin
atención médica y el servicio de primeros auxilios para los accidentes que
ocurrieran en cualquier parte del municipio.
Los hospitales fueron convirtiéndose lentamente en verdaderos
centros asistenciales, aumentando sus dimensiones y sofisticando su
equipamiento. Se inauguraron nuevos hospitales: Muñiz (1886); Rawson
(1887); Fernández (1889); Pirovano (1895); Argerich (1897); Alvarez (1901)
y Tornú (1904). Aumentó la cantidad de camas por mil habitantes: 4,1 (1887),
7,1 (1890) y 9,0 (1904) y la de médicos cada diez mil habitantes: 10,1 (1887),
9,7 (1895 y 1904) (Mazzeo, 1993). Los hospitales municipales comenzaron a
tener mayor intervención en el total de enfermos hospitalizados. A partir de
1890 y hasta finales del período registraron una participación promedio del 50
por ciento, siguiéndoles en importancia los hospitales de las colectividades
extranjeras. Puede afirmarse que Buenos Aires era ya la ciudad argentina
donde había mayor concentración de oferta; por otro lado, en ella se atendía
no sólo la población de la Ciudad sino también de las provincias.
Gráfico 2
Enfermos hospitalizados según dependencia. Ciudad de Buenos Aires, 1890-1904.
0%
20%
40%
60%
80%
100%
1890
1891
1892
1893
1894
1895
1896
1897
1898
1899
1900
1901
1902
1903
1904
año
Municipales Nacionales Comunidades
Fuente: elaboración sobre la base de Ciudad de Buenos Aires, 1910:289-290. En este período, la preocupación fundamental de la política sanitaria
fue la de reducir la alta mortalidad y la de poder desplegar la influencia de las
8
instituciones públicas encargadas de preservar la salud para todo el conjunto
de la sociedad. Existían 20 médicos seccionales (para cada una de las
secciones que formaban el municipio) cuyas funciones eran las de controlar y
atender las cuestiones sanitarias en las mismas parroquias, pero por recortes
presupuestarios fueron suprimidos en 1888, reimplantándose un año más
tarde para ser eliminados con la crisis de 1890. Según un reglamento de 1888,
estos médicos debían residir dentro del radio de la sección a su cargo, atender
consultas diariamente en su consultorio o en el local de la comisión de higiene
y acudir al llamado de los enfermos indigentes a cualquier hora del día o la
noche que lo solicitaran. En los casos de enfermedades infecciosas debían
ayudar a los médicos particulares en la desinfección de las habitaciones, ropas
y letrinas y en el aislamiento de los enfermos (Martínez, 1889).
Por su parte, las casas de socorro o postas de barrio fueron el
antecedente de los hospitales barriales o suburbanos que se encargaban de
recibir a los enfermos para distribuirlos luego en los hospitales. La primera
casa fue instalada en 1884, luego cesó en sus funciones ya que el lugar fue
destinado a Hospital de Crónicos, y fueron reinstaladas en 1892.
En 1890, el Intendente Municipal de la Capital, Sr. Francisco P.
Bollini, resolvió nombrar una comisión de médicos y demógrafos a la que le
encargó determinar las causas de la elevadísima tasa de mortalidad infantil en
Buenos Aires6 y sugerir medidas para su disminución. Emilio R. Coni,
presidente de dicha comisión, incluyó en su informe, entre los factores de
morbi-mortalidad infantil, las condiciones de vida y de trabajo de las madres
obreras. Los trabajos de la comisión fueron reunidos en el informe Patronato
y Asistencia de la Infancia en la Capital de la República que fue presentado
en febrero de 1892 al Intendente Municipal. Entre sus propuestas se incluían
dos proyectos de ley: uno de protección de la mujer en la industria y otro
respecto al trabajo de los niños, elaborados por los doctores José Penna y
Emilio R. Coni respectivamente. El Dr. Penna reclamaba medidas de
protección legal; su argumento se basaba en que la falta de descanso durante
el embarazo y el puerperio incidía poderosamente en la mortinatalidad y en la
mortalidad infantil, mucho más elevada entre los hijos de obreras que en los
6 En el quinquenio 1885-1889 la mortalidad infantil fue de 185 por mil y la mortalidad de la
primera infancia de 286 por mil.
9
de mujeres de otras clases sociales. Ambos proyectos fueron elevados por las
autoridades comunales al Congreso Nacional pero no fueron considerados.
Entre las causas de mortalidad infantil indicadas en el informe, se
encuentra la ilegitimidad. Señalaba Eugenio F. Ramírez que sus efectos
respecto al niño eran perniciosos ya que traían aparejado la ausencia de cariño
en el hogar, falta de alimentación conveniente, carencia de abrigo, abandono
de la educación y de la higiene. Otra de las cuestiones relacionadas con la
morbilidad y la mortalidad infantil, denunciada en dicho informe, es la
referida a la alimentación. De allí el acento puesto por los médicos higienistas
en el control de la calidad de la leche. La Ordenanza del 10 de octubre de
1884 disponía la inspección de la leche que se expendía en tambos y lecherías
y la que vendían los negociantes ambulantes. “La forma más común, casi
exclusiva, era el remojo o adición de agua; también se practicaba el desnate,
que privaba a la leche de la crema, elemento importante de la nutrición”
(Recalde, 1988:70). Recién a principios del siglo XX se inició en Buenos
Aires el procedimiento de la pasteurización o esterilización de la leche, que se
difundió muy lentamente, ya que todavía en 1930 su calidad continuó siendo
una preocupación para las autoridades municipales.
Otro antecedente de la preocupación de las autoridades por los altos
niveles de la mortalidad infantil se encuentra en la Ley Orgánica del
Departamento Nacional de Higiene del 3 de octubre de 1891, cuyo Capítulo
III "Higiene infantil" determina: "La Sección Higiene Infantil, está encargada
de la inspección y vigilancia de todos los establecimientos o instituciones
existentes en la Capital de la República, que tengan por objeto la protección
del niño en sus diferentes edades y condición, cualquiera que sea la forma y
grado en que ella se ejercita" (Art. 239). En el Art. 230 cita los
establecimientos que serán objeto de dicha inspección: a) los que prestan
protección al niño recién nacido y en sus primeros años, b) los que cuidan a la
infancia desvalida y c) los que atienden a la mujer en el período de gestación
y después del parto, cumpliendo directamente el propósito de cuidar al niño.
En 1892, el Dr. Emilio Coni se hace cargo de la Asistencia Pública y
transforma la institución. La nueva institución se llama Administración
Sanitaria y Asistencia Pública, dividida en tres ramas: a) Administración
Sanitaria: debía ocuparse de la higiene del municipio, b) Asistencia Pública:
10
asistencia hospitalaria, domiciliaria y protección de las clases menesterosas y
c) Patronato y Asistencia de la Infancia: protección de la primera infancia.
Cuando Coni se hizo cargo de la Asistencia Pública, en sus hospitales
(que sólo contaban con 932 camas) sólo 72 camas estaban dedicadas a
mujeres y 20 solamente a niños (que estaban ubicadas en el Hospital San
Roque, hoy Ramos Mejía). Frente a un aumento de las necesidades de
internación de niños amplió la capacidad para las hospitalizaciones infantiles
en el Hospital San Roque, en el cual estableció también un servicio de
maternidad, al principio a cargo de Alfredo Lagarde, para paliar la
insuficiencia de la única que funcionaba entonces, la del Hospital Rivadavia
dependiente de la Sociedad de Beneficencia. Posteriormente proyectó una
segunda maternidad para el hospital Rawson, que dirigió Samuel Gache
(Coni, 1918). También el Hospital de Niños San Luis Gonzaga, dependiente
de la Sociedad de Beneficencia, triplicó los egresos hospitalarios entre 1890 y
1904.
Gráfico 3
Egresos hospitalarios. Hospital de Niños San Luis Gonzaga, 1890-1904.
0
200
400
600
800
1000
1200
1400
1890
1891
1892
1893
1894
1895
1896
1897
1898
1899
1900
1901
1902
1903
1904
año
egre
sos
Fuente: elaboración sobre la base de Ciudad de Buenos Aires, 1910:286.
El 24 de agosto de 1901 la Sra. Gabriela L. de Coni fue nombrada
inspectora ad-honorem de los establecimientos industriales que ocupaban a
mujeres y niños. Elevó numerosos informes a la Intendencia Municipal que a
su vez los presentó al Congreso Nacional. En mayo de 1902 presentó un
proyecto de ley del trabajo de las mujeres y los niños en las fábricas, que la
comuna elevó a las cámaras. Entre sus principales aspectos contenía
disposiciones protectoras de la mujer embarazada: el otorgamiento de
11
períodos de licencia pre y post-parto; la obligación de instalar salas-cunas en
los establecimientos que ocuparan más de cincuenta trabajadoras; la
concesión de períodos para el amamantamiento durante la jornada de labor.
La Sra. de Coni señalaba la insuficiencia de las obras de beneficencia
tradicionales, marcando la necesidad de avanzar hacia la asistencia social
mantenida por el Estado y la previsión social. El proyecto de la Sra. de Coni
constituyó, junto a las disposiciones que contenía el proyecto de Ley Nacional
del Trabajo de Joaquín V. González (1904), el antecedente inmediato del que
presentó, en el año 1906, el diputado Alfredo L. Palacios.
La participación del presupuesto destinado a la salud dentro del
presupuesto total de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires puso de
manifiesto que los recursos destinados a la salud de la población recién se
incrementaron a partir de la década de 1890 (Mazzeo, 1993, Cuadro 13)7. Por
otro lado, la Ciudad desde 1895 comenzó a recibir subsidios de la Lotería
Nacional. La Ley 3.313 de dicho año estableció la distribución del 60 por
ciento de los beneficios de la Lotería Nacional para la construcción de
hospitales y asilos públicos en la Ciudad y 40 por ciento para las provincias,
de él se le otorgaba un 18 por ciento al municipio de Buenos Aires (de Luca,
1993).
En síntesis, esta etapa estuvo caracterizada por la continuación de las
obras de infraestructura y equipamiento iniciadas en la etapa anterior y por la
preocupación de la política sanitaria en expandir la influencia de las
instituciones a toda la población. Cabe destacar, que si bien la Asistencia
Pública inicia su gestión haciéndose cargo de cuatro instituciones
hospitalarias, veinte años más tarde, según la información del Censo
Municipal de 1904, tenía bajo su jurisdicción 13 establecimientos con 2.214
camas8.
7 (1886-89: 4,2%; 1890-94: 8,7%; 1895-99: 10,1% y 1900-04: 10,7%). 8 Los hospitales San Roque, Rawson, Fernández, Alvarez y Pirovano atendían pacientes
agudos, el Hospital Muñiz operaba como casa de aislamiento para infecciosos y el Sanatorio Tornú se destinaba a la internación de enfermos tuberculosos. Por otro lado existían estaciones sanitarias distribuidas por los barrios: Argerich, Bosch, Liniers, San Carlos, Nueva Pompeya y Villa Devoto.
12
3. Período 1905-1929 – Etapa de la organización del sistema de atención
de la salud en la Ciudad.
En este período prácticamente finalizan las obras de infraestructura y
equipamiento de la Ciudad. Hacia 1915 ya se había instalado la
infraestructura para la provisión de agua y el sistema cloacal, habían sido
resueltos los problemas con relación a los desperdicios y la extensión de estos
servicios a toda la Ciudad estaba bien encaminada. Besio Moreno denomina
al período 1914-1924 "la Ciudad saneada" (Besio Moreno, 1939).
La organización y funcionamiento del sistema de atención de la salud
comprendía: a) la atención privada, b) las colectividades extranjeras
(mutuales) y c) la atención hospitalaria o pública. En 1909 existían 57
establecimientos con un total de 9.731 camas (Veronelli, 1975), que se
distribuían de la siguiente manera: hospitales municipales (18
establecimientos con 2.604 camas), hospitales nacionales (4 establecimientos
con 2.426 camas), establecimientos de la Sociedad de Beneficencia (6
establecimientos con 2.742 camas), establecimientos del Patronato de la
Infancia (4 establecimientos con 144 camas), hospitales de las colectividades
extranjeras (5 establecimientos con 1.091 camas) y establecimientos privados
(20 establecimientos con 725 camas). De estos últimos, tres atendían
enfermos psiquiátricos, siete se especializaban en cirugía y diez trabajaban
sobre clínica y cirugía general (Belmartino, 2005).
Con respecto al cuidado de la maternidad y la infancia, la Asistencia
Pública, por medio de la Protección de la Primera Infancia creada en el año
1908, tuvo a su cargo los servicios oficiales que compartió con la Sociedad de
Beneficencia de la cual dependían la Casa de Expósitos y el Hospital de
Niños. El Patronato de la Infancia, las Cantinas Maternales, y en menor escala
algunas sociedades pías y algunos hospitales particulares, dirigieron la acción
privada.
La Sección Protección de la Primera Infancia, dependiente de la
Asistencia Pública, tenía bajo su custodia los intereses sanitarios de la niñez
pobre. Ejercía sus funciones a través de los siguientes establecimientos: ocho
dispensarios de lactantes, cinco instituciones de puericultura y una oficina de
13
inspección de nodrizas que practicaban la “lactancia mercenaria”9. Los
dispensarios y las instituciones de puericultura tenían a su cargo la protección
directa de los lactantes, mientras que la oficina de inspección de nodrizas
ejercía la protección indirecta. En los dispensarios de lactantes se atendía en
consultorios externos y también funcionaban las cocinas de lactantes, donde
concurrían las madres de los niños que se sometían a la alimentación mixta y
artificial; en las instituciones de puericultura se atendía en consultorios
externos y además tenían servicio de internación de los niños junto a sus
madres; en ellos se instruía a las madres sobre los conceptos de higiene en los
niños menores de dos años y especialmente en lo concerniente a los
regímenes de alimentación. Esta función se llevaba a cabo por medio de
instrucciones escritas que la Sección Protección de la Primera Infancia
distribuía por intermedio de sus propias reparticiones, de las oficinas del
Registro Civil y del Departamento Nacional de Inmigración. La oficina de
Inspección de Nodrizas, creada en 1919, tenía a su cargo la inspección y
examen de las nodrizas así como la vigilancia de los hijos de éstas mientras
las madres se encontraban colocadas. A partir de la década de 1920, el hábito
de alimentar al niño con leche de una nodriza comenzó a disminuir y se buscó
satisfacer las necesidades alimentarias a través de otros métodos.
En relación a las nodrizas, el discurso médico de la época se centraba
en el problema de la mortalidad infantil, referida a las patologías
gastrointestinales y a la sífilis. Es decir, la preocupación se colocaba en el
niño lactante demandante y el niño lactante hijo de la nodriza. Las formas de
control de las nodrizas operaron entonces como pautas de acción para el
control, no sólo del mercado laboral, sino “como formas disciplinarias de los
hábitos de crianza e introducción de preceptos higiénicos dentro de los
sectores populares” (Pagani y Alcaraz, 1988:30). La incorporación de nuevas
formas de alimentación estuvo inserta en una nueva política sanitaria, que se
puso en evidencia a partir de 1930, con la desaparición de la nodriza como
método alimentario sustituto.
9 Así se llamaba a la lactancia solicitada y retribuida. La mujer solicitaba los servicios de
nodriza, en caso de enfermedad, por falta de tiempo, por sus ocupaciones laborales o bien, en el caso de las clases altas, por no querer dedicarse a la alimentación y crianza de sus hijos (Pagani y Alcaraz, 1988).
14
La cantidad de niños menores de dos años protegidos, tanto a través
de la concurrencia a los dispensarios e institutos como a través de las
inspecciones domiciliaras de lactantes, se incrementó notablemente en el
período 1908-1929, especialmente a partir de la década de 1920, aumentando
durante ella la cantidad de niños protegidos en un 96 por ciento y las
inspecciones domiciliarias de lactantes en un 620 por ciento. Al analizar los
diagnósticos de los niños atendidos en los consultorios durante la primera
década de existencia del servicio (1908-1917), se observa que la morbilidad
de la primera infancia se concentraba en causas de mala nutrición, que
representaba en promedio el 66 por ciento de los niños enfermos y en
enfermedades del aparato respiratorio, que constituía el 11 por ciento en
promedio (Mazzeo, 1993). "En 1917 se calculaba en cuarenta mil la primera
infancia desvalida en la Ciudad, llegando sólo a diez mil aproximadamente la
que se encontraba sometida al amparo oficial" (Oliva, 1918:74).
En los dispensarios de lactantes se realizaban verdaderas campañas a
favor de la puericultura. Esta forma de protección, según los médicos de la
época, contribuyó notablemente a la disminución de la mortalidad infantil, ya
que actuó como medida preventiva del destete prematuro, la mala
alimentación artificial y las enfermedades infantiles. En cuanto a las
visitadoras, realizaban visitas periódicas al domicilio de las madres que
dejaban de concurrir al dispensario con el fin de impulsarlas a reanudar su
concurrencia. También concurrían al hogar de las madres concurrentes con el
objeto de controlar el cumplimiento de las prescripciones médicas
(Rodríguez, 1936).
Asimismo contribuyeron a la atención de los lactantes la Casa de
Expósitos y el Hospital de Niños, dependientes de la Sociedad de
Beneficencia, siguiéndoles en importancia los servicios de las Cantinas
Maternales y del Patronato de la Infancia.
Con respecto a la atención hospitalaria, en el Hospital de Niños se
habilitó un pabellón de lactantes, se montó la Sala de Incubadoras (reconocida
en 1914 como la más importante de Sudamérica) y se incorporó la carpa de
oxígeno y la nebulización medicamentosa, como tratamiento habitual en
pediatría. En 1917 se comenzó a practicar la reacción de Mantoux en forma
15
sistemática a los niños internados y la aplicación de la vacuna BCG. A partir
de 1922 se comienza a difundir la vacunación antidiftérica (Croce, 2003).
Por su parte, la Asociación "Cantinas Maternales" fundada el 31 de
agosto de 1915, mantenía restaurantes en los barrios obreros de la Ciudad en
número de cinco hasta el año 1927 y de seis en 1929. En ellas se suministraba
a las concurrentes, cualquiera fuese su condición legal, dos comidas diarias,
señalándose como única condición para ser admitidas que estuvieran
amamantando a hijos menores de dos años o que acreditaran un embarazo
mínimo de seis meses. Se exigía la concurrencia de las madres acompañadas
de sus hijos a fin de vigilar su salud y alimentación. El niño debía ser
presentado al médico semanalmente, pesado por lo menos cuatro veces al mes
y debía continuar llevándolo hasta los dos años.
Durante este período se dictaron dos medidas muy importantes
relacionadas con la higiene y conservación de los alimentos. A fines de 1907
(Ordenanza del 13 de diciembre de 1907) se estableció que desde el 1° de
octubre del año siguiente sería obligatoria la higienización de la leche para el
consumo en la Ciudad10; entendiéndose por higienización de la leche, aquella
que después de filtrada ha sido pasteurizada (Art. 1°). Además se ordenó que
los envases llevaran impreso, y en lugar visible, el nombre de la fábrica donde
se hubiera pasteurizado la leche (Art. 4°). Por Ordenanza del 21 de diciembre
de 1922 se dispuso que todos los locales destinados al expendio de carnes,
aves, pescados y productos similares debían tener cámara frigorífica para su
conservación, haciéndose extensiva a los puestos que, en los mercados
municipales y particulares, se dedicaban a la venta de dichos productos.
En lo relacionado con las leyes de protección a la madre y al niño
cabe mencionar la Ley 5.291, que fuera presentada por el Diputado Alfredo
L. Palacios en el año 1906 y sancionada el 14 de octubre de 1907. Esta ley
que reglamentaba el trabajo de las mujeres y los niños, comenzó a regir a
partir del 14 de abril de 1908 y, en lo que respecta a la futura madre, concedía
por primera vez licencia por maternidad a la mujer que trabajaba. Establecía
en su Art.2º “Las obreras podrán dejar de concurrir a las fábricas o talleres
10 No obstante la realidad fue otra, en 1960 todavía se veían en la Ciudad repartidores de
leche en tarros, lo que evidencia que la carencia de higiene se prolongó por más tiempo.
16
hasta 30 días subsiguientes al alumbramiento, debiendo entretanto
reservárseles el puesto".
Por Decreto del Poder Ejecutivo del 12 de noviembre de 1923 se
instituye en el Departamento Nacional de Higiene una división de asistencia a
la infancia, con el objeto de "estudiar todo lo relativo a la morbilidad y
mortalidad de la infancia, a la protección de la madre, a la higiene escolar, a la
habitación y trabajo del niño y a todo lo que contribuya a asegurar la salud y
vigor de la infancia" (Artículo 1°, punto a). Del mismo año es la
reglamentación que disponía la paga de salarios a las empleadas municipales
o del magisterio durante el período de retiro obligatorio por maternidad.
Con posterioridad, la Ley 5.291 es derogada y reemplazada por la Ley
11.317, vigente desde el 30 de septiembre de 1924. En su Capítulo III
establecía la suspensión del trabajo de la obrera grávida seis semanas antes
del parto y le prohibía reanudar sus tareas antes de las seis semanas
posteriores al mismo. La Ley también disponía la habilitación de salas
maternales en ciertos establecimientos, de acuerdo con el número de obreras
que fijara la reglamentación, destinadas a niños menores de dos años, para
que quedaran en custodia durante las horas en que las madres trabajaban. Al
igual que la Ley 5.291, la Ley 11.317 omitía en su articulado la situación de
las empleadas y obreras dependientes del Estado. Por otra parte, el decreto
relativo a las licencias del personal de la Administración Nacional, vigente
desde el 16 de enero de 1913, tampoco preveía el caso de maternidad para sus
empleadas. Esta situación legislativa motivó el proyecto de ley presentado a
estudio de la Cámara por el diputado Augusto Bunge en el año 1927,
posteriormente modificado por los senadores nacionales Mario Bravo y
Alfredo L. Palacios, pero fue necesario esperar hasta el año 1934 para que se
contemplara esa situación.
Por otro lado, durante este período se incrementó el 133 por ciento
la participación del gasto en salud en el presupuesto municipal (Mazzeo,
1993, Cuadro 16)11. Probablemente se haya debido a nuevas obras de
infraestructura, ya que se inauguraron cinco nuevos hospitales: Alvear (1909),
Durand (1913), Piñero (1917), Rocca (1926) y Penna (1928).
11 La participación según quinquenio fue: 1905-09: 5,5%; 1910-14: 7,7; 1915-19: 11,9;
1920-24: 9,5 y 1925-29: 12,8%.
17
De lo expuesto se concluye que las políticas de salud estuvieron
dirigidas no sólo a la atención directa de los niños sino también de manera
indirecta a través del cuidado y protección de la mujer embarazada,
parturienta y de la que se encontraba en período de lactancia. Los médicos de
la época consideraban de suma importancia en la reducción de la mortalidad
de la niñez, no sólo las condiciones del medio ambiente, sino también la
instrucción de las madres en cuanto a los métodos que debían emplear para
cuidarse a sí mismas y a sus hijos.
Con referencia al descenso de la mortalidad infantil, se consideró
pertinente hacer referencia al análisis de un demógrafo de la época, que
citando estadísticas de 1911 sobre la mortalidad infantil de otras ciudades del
mundo12, ubicaba a Buenos Aires en una buena posición y afirmaba que
“entre nosotros se ha producido un notable progreso en este sentido en los
últimos años, como resultado de las grandes transformaciones y mejoras
higiénicas y edilicias que ha experimentado la ciudad, y del mayor cuidado y
saber que ponen las madres en la crianza de sus hijos, aprovechando los
consejos de la experiencia ilustrada de los miembros de su familia, y las
nociones y enseñanzas que les prodigan los profesionales y las publicaciones
especiales” (Martinez, 1913:XXIV).
4. Período 1930-1949 – Etapa del impulso de la medicina preventiva.
En este período se dio impulso a la medicina preventiva, se dictaron
numerosas leyes de protección a la madre y el niño y se consolidó el servicio
de asistencia social como complemento de la asistencia médica. La
"Visitadora de Higiene", cuya función era el enlace entre los dispensarios de
lactantes y el hogar del niño, continuó como eficaz colaboradora de la obra de
asistencia social realizada por la Protección de la Primera Infancia. El cuerpo
de visitadoras, como ya se señalara, realizaba las inspecciones domiciliarias
de los niños que concurrían a los dispensarios de lactantes, investigando las
12 La tasa de mortalidad infantil de la Ciudad en ese año fue de 104,9 por mil nacimientos,
mientras que las tasas citadas eran: Estocolmo (73,2), Amsterdan (91,7), Edimburgo (106,1), Nueva York (111,3), París (113,5), Londres (127,4), Roma (132,3), Glasgow (138,6), Liverpool (154,3), Budapest (156,5), Dublin (158,9), Viena (162,8), Berlín (166,5), Madrid (166,6), Munich (167,6), San Petesburgo (285,8) y Ciudad de México (484,2).
18
razones de la no concurrencia de las madres con sus niños, la forma en que las
madres cumplían las indicaciones del médico, el estado de higiene del niño y
de la vivienda, etc. Efectuada la visita elevaban un informe cuyo resultado se
asentaba en la historia clínica respectiva. Además de esas inspecciones, las
Visitadoras concurrían diariamente a las oficinas del Registro Civil y
retiraban las listas de los nacimientos registrados, iban luego a los domicilios
y les explicaban a las madres los beneficios que obtendrían sus hijos
concurriendo al dispensario. Cada Visitadora entregaba a la madre una
"cartilla" con las indicaciones más elementales de puericultura e higiene
infantil.
También visitaban las Maternidades, realizando ese mismo tipo de
propaganda e invitando a las madres a internarse en los institutos de
puericultura si, al ser dadas de alta, carecían de lugar en donde ir a vivir
pudiendo permanecer en ellos hasta que encontraran trabajo. La mayoría de
las madres visitadas eran primerizas. El escaso número de Visitadoras (28 en
el año 1932) no permitía que la visita se efectuara en los hogares de todos los
niños recién nacidos. Como dato ilustrativo, en 1932 el 69 por ciento de los
nacidos durante ese año concurrieron a los dispensarios de lactantes (Gráfico
4). Ese elevado número comprueba que los dispensarios e institutos,
dependientes de la Sección Protección de la Primera Infancia gozaban de la
confianza de las madres. La prédica constante de estas instituciones, desde su
creación, fue la de conseguir que la madre amamantara a su hijo, como el
primero de todos los principios de la profilaxis de la primera infancia. Cabe
destacar, que la profilaxis de las enfermedades del aparato digestivo que se
ejercía en las Cocinas de Lactantes, anexas a los dispensarios, probablemente
había disminuido el número de muertes producidas por una mala
alimentación. Allí concurrían las madres de los niños que se sometían a la
alimentación mixta y artificial para que se les entregara un recipiente que
contenía la ración alimentaria diaria del niño. El alimento se entregaba listo
para ser consumido y estaba preparado por personal especializado en esta
función.
19
Gráfico 4 Concurrentes a los dispensarios y a las cocinas de lactantes e inspecciones domiciliarias.
Proporción en el total de nacimientos. Ciudad de Buenos Aires, 1908-1948.
0
20
40
60
80
100
1908
1911
1914
1917
1920
1923
1926
1929
1932
1935
1938
1941
1944
1947
año
porc
enta
je
niños atendidos por primera vezinspecciones domiciliariasconcurrentes a cocinas de lactantes
Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1990, Cuadro 22 y D24.
Esta preocupación por la asistencia social como complemento de la
asistencia médica, se ve reflejada también en la creación de servicios sociales
en el Instituto de Maternidad de la Sociedad de Beneficencia, en la
Maternidad del Hospital Rivadavia y en las maternidades de la Asistencia
Pública, destacándose por sus propias características, el de la Clínica
Obstétrica y Ginecológica Eliseo Cantón. Al igual que en el Instituto de
Maternidad de la Sociedad de Beneficencia, en esta clínica la misión de las
visitadoras era la de ayudar material y moralmente a la madre en situación de
desamparo, asegurar al niño la alimentación natural, procurar que fuera
llevado para su control a los consultorios externos de lactantes y realizar una
obra educativa sobre los principios de la higiene y la puericultura. Además,
para que la mujer hospitalizada aprovechara el tiempo que duraba su
internación, se crearon: una biblioteca con material relacionado en su mayor
parte con temas afines a la maternidad, un taller de costura, un curso de
enseñanza primaria y, con el objeto de apoyar a las madres a su egreso de la
maternidad e iniciarlas en los principios de la puericultura, una Oficina de
Trabajo y una Escuela de Madres de Puertas Abiertas.
En esa Escuela, fundada el 30 de diciembre de 1932, en cursos
sencillos, se impartieron conocimientos elementales de las siguientes
materias: acción del servicio social; eugenesia y profilaxis; higiene y cuidado
del embarazo; higiene y cuidado de la puérpera; curso de puericultura;
economía doméstica y nociones elementales de primeros auxilios. Era una
20
aspiración de algunos médicos de la época, entre ellos los Dres. Silvestre Luis
Sala, María E. Zurano, Arturo R. Rossi y Germinal Rodríguez, que la
institución del Servicio Social que regía en un reducido número de
maternidades se extendiera a todos los institutos maternales. El 24 de
noviembre de 1936, por Ordenanza 7914, se creó el "Servicio Social" en la
Sala de Maternidad "Dr. Manuel Gache" del hospital Rawson y el 10 de
diciembre del mismo año, por Ordenanza 7915, se reorganizaron los servicios
de maternidad que funcionaban en los hospitales municipales y que en
adelante se denominarán "Institutos de Maternidad y Asistencia Social"; en su
artículo 3º se especificaron las secciones con que contarían esos institutos,
entre ellas una sección de asistencia social.
El entonces Director de la Sección Protección de la Primera Infancia,
Dr. Mario H. Bortagaray, llamaba la atención sobre la notable reducción de la
mortalidad infantil, que había pasado de 96 por mil en 1908 a 63 por mil en
1932. Al comparar dicho nivel con el de otras ciudades europeas,
norteamericanas y sudamericanas13 concluyó que Buenos Aires ocupaba en
1932 el primer lugar entre las capitales sudamericanas y estaba muy bien
posicionada con respecto a las europeas y estadounidenses (Bortagaray,
1934).
Los médicos que trabajaban en las instituciones de la Sección
Protección de la Primera Infancia constituyeron en 1934 la Sociedad de
Puericultura de Buenos Aires. La puericultura concebía el cuidado del niño
como parte de la higiene social. La madre comenzó a valorarse de una manera
distinta: por la buena crianza del hijo y no solamente por el número de hijos
que daba a luz (Billorou, 2004). El éxito del discurso de la puericultura debe
entenderse dentro de un proceso más amplio, que condujo finalmente a la
medicalización del embarazo, parto y cuidado de los niños.
Durante las décadas de 1930 y 1940 el concepto de higiene defensiva,
como disciplina y política pública se transformó, aunque no desapareció
totalmente. Se articuló un nuevo concepto, la higiene positiva, que combinaba
13 Las tasas de mortalidad infantil por mil nacimientos en las ciudades europeas y
norteamericanas eran: La Haya (35,2), Washington (56), Londres (64), Nueva York (70,3), Chicago (73), París (88) y Berlín (90). Entre las ciudades sudamericanas: Montevideo (108), San Pablo (159,75), Río de Janeiro (164,12), Lima (248) y Santiago de Chile (300).
21
la preocupación por la salud, la plenitud física y la perfección moral. “Se
impuso paulatinamente la convicción de que a partir del ejercicio de ciertas
normas, conductas y prácticas era posible estar sano y gozar de una salud
pensada como valor integral y absoluto” (Billorou, 2004:194).
En este período también se sancionaron varias leyes que demuestran
la preocupación de las autoridades por la protección a la madre y al niño. El 2
de agosto de 1934 se sancionó el Decreto 46.375 que equiparó la licencia por
maternidad en el sector público con la ya existente en el sector privado. En su
Art. 1º establecía que "Toda empleada de la Administración Nacional que se
encuentre en estado grávido tendrá derecho a licencia, con goce de sueldo,
durante el término comprendido entre las seis semanas anteriores y las seis
semanas posteriores al parto". Unos meses más tarde, en octubre, se
promulgaron tres leyes: la Ley 12.111 (9-10-1934) estableció una licencia
durante las seis semanas anteriores y posteriores al parto para las empleadas y
obreras del Estado y la conservación del puesto durante ese período con
derecho al cobro del sueldo o salario. La Ley 11.932 (15-10-1934) sustituyó
el primer párrafo del Art. 15 de la Ley 11.317 y sancionó los descansos
durante la jornada para las madres de lactantes. Finalmente la Ley 11.933 (15-
10-1934) estableció la conservación del empleo durante el período de la
licencia por maternidad y la formación del fondo necesario para el
cumplimiento de la ley, llamada "Ley Seguro de Maternidad".
Dos años más tarde, el 14 de abril de 1936, se sancionó el Decreto
80.229 que estableció que el seguro obligatorio de maternidad creado por la
Ley 11.933 sería administrado por la Caja Nacional de Jubilaciones y
Pensiones Civiles, a cuyo efecto se creó, como sección anexa a la misma, una
Caja de Maternidad. Asimismo dispuso la obligatoriedad de las
contribuciones y de la afiliación a la Caja de Maternidad, los beneficios del
seguro (asistencia gratuita de partera y/o médico y un subsidio en efectivo),
las obligaciones de las empleadas, obreras y empleadores en cuanto al
descanso previo y posterior al parto y otras disposiciones generales.
El 30 de diciembre de 1936 se promulgó la Ley 12.341 que determinó
que la Sección de Asistencia y Protección a la Maternidad y a la Infancia del
Departamento Nacional de Higiene se denominara en lo sucesivo Dirección
de Maternidad e Infancia. Esta Dirección tendrá por finalidad propender al
22
desarrollo armónico de la personalidad del niño, combatiendo la
morbimortalidad infantil y amparando a la mujer en su condición de madre o
futura madre (Art.3º). Para responder a estas finalidades, sus objetivos fueron:
estudiar la higiene social de la infancia en el país, censar las instituciones
oficiales y privadas que se ocuparan de la protección y asistencia de la
maternidad y de la infancia, llevando un registro actualizado de las mismas, y
realizar campañas de difusión y práctica de los postulados de la puericultura y
la higiene maternal e infantil. Por otro lado, debía gestionar que en las
instituciones públicas y privadas se asegurara la asistencia preconcepcional; el
mejoramiento de las condiciones del embarazo y del parto; la vigilancia del
niño desde su nacimiento, llevando fichas sanitarias individuales; el bienestar,
la asistencia y protección de los niños necesitados y que fuera recomendada la
lactancia materna y la alimentación racional de los niños. En este sentido,
debía encargarse que la producción y expendio de la leche de vaca se realizara
en las mejores condiciones de higiene, con un tipo especial de leche para
niños (Art. 4º, punto d). Esta norma también previó la creación de
instituciones de distinto tipo: centros de protección maternal e infantil;
hogares talleres maternales para solteras, abandonadas e indigentes
(embarazadas, convalecientes o nodrizas); hogares maternales para
tuberculosas (embarazadas o convalecientes); registros de recién nacidos y
vigilancia de la primera infancia; maternidades y servicios maternales a
domicilio; jardines de infantes; consultorios externos, salas y hospitales de
niños; consultorios y dispensarios de campaña y servicio social de visitadoras
domiciliarias competentes. El radio de acción se extendió a toda la República,
ejerciendo la vigilancia de todas las instituciones oficiales y privadas que se
ocuparan de la asistencia y protección de la maternidad y de la infancia.
Respecto de la lactancia materna, la norma estipulaba que “toda
madre tiene el deber de amamantar a su hijo” (exceptuándose las inhabilitadas
de hacerlo por razones de salud) y que ninguna madre podía amamantar a un
niño ajeno, mientras el suyo no hubiera cumplido cinco meses de edad, previa
autorización de la Dirección de Maternidad e Infancia. En el caso de que una
mujer tomara a su cargo la crianza al pecho de un niño, tenía la obligación de
declararlo ella, así como los padres de la criatura, en un plazo de tres días de
23
iniciada la lactancia14. Por otro lado, la mujer debía poseer certificado de
aptitud (que le autorizara a criar a un solo niño) y los padres del niño debían
presentar un certificado asegurando que ellos no poseían ninguna enfermedad
infecciosa.
Cuando en 1936 se debate el proyecto presentado por el senador
Alfredo Palacios, de creación de la Dirección de Maternidad e Infancia,
fueron consultados el Ministro de Relaciones Exteriores y del Interior, el
presidente del Departamento Nacional de Higiene y sus colaboradores
técnicos. Sobre todo se tuvo en cuenta la opinión del Dr. Gregorio Aráoz
Alfaro, quien sostenía que la madre y el niño no constituían un binomio, o los
dos términos de un problema, sino una unidad biológica imposible de
disociar. También la Comisión de Legislación de la Cámara de Senadores
mencionaba, como fuente inspiradora, la “Declaración de los Derechos del
Niño” elaborada por la Unión Internacional de Ayuda a los Niños –Ginebra,
1923- (Novick, 2003). Por consejo del Ministro del Interior y del presidente
del Departamento Nacional de Higiene no se aprobó, como lo proponía el
proyecto de Palacios, como una institución autónoma ni se la dotó de fondos
propios. El alegato de Palacios apelando al interés nacional dice: “… pedí que
aunáramos esfuerzos para defender el valor humano, haciendo una tregua en
la contienda política y sintiéndonos todos nada más que argentinos …”
(Novick, 2003:3). En el tratamiento en la Cámara de Diputados también se
sostuvo que el proyecto tenía por finalidad unificar los esfuerzos de la
Nación, las provincias y los municipios y las instituciones privadas hacia la
protección de la maternidad y la infancia y se afirma que el Estado no debía
inhibir la acción privada, sino que debía auxiliarla. Esta Cámara introduce
algunas modificaciones al proyecto aprobado en Senadores, tendientes a
proteger a la madre sin recursos y evitar la venta de la leche materna. Existen
en el tratamiento argumentos que consideran al aborto un crimen y un peligro,
al igual que a la alimentación mercenaria y artificial, responsabilizando de
tales riesgos a las mujeres. Se hizo hincapié en el peligro de contaminación de
la leche que se le extraía a una madre para dársele a otro niño. Debido a los
14 La madre que hiciera abandono de su hijo podrá ser detenida por las autoridades e
internada en un hospital, clínica o casa de corrección al “solo objeto de que cuide a su niño” (Art. 18).
24
males que encierra la alimentación artificial, se propuso declarar que la
lactancia materna fuera obligatoria. Se consideró a la mortalidad infantil
como un problema eminentemente económico y también social debido a la
“irresponsabilidad e ignorancia de las madres”. Por otro lado se argumentó a
favor del reemplazo de la beneficencia privada, caritativa o religiosa por la
ayuda planificada y oficial del Estado.
Merece destacarse que los debates transcurren en un período corto en
relación a lo que suelen durar los tratamientos de proyectos de ley,
circunstancia que deviene del consenso de los diferentes partidos políticos
sobre la urgencia de resolver el "drama" de la niñez y la necesidad de
mejorar "la raza" argentina. No obstante se perfilan claramente dos
posiciones. La de los socialistas y radicales, que propugnaban excluir la
leche materna del comercio privado y manifiestamente pretendían proteger a
la madre trabajadora; y la postura de los conservadores quienes sancionaban
moralmente a las mujeres y pretendían proteger el derecho de los niños de
clase alta a ser alimentados con leche materna. “El debate que relaciona el
acceso de las diferentes clases sociales a la alimentación se inscribió en un
contexto "científico" aportado por los médicos especialistas acerca de las
virtudes y limitaciones del amamantamiento” (Novick, 2003:13).
El decreto 5.520 de 1938 reglamenta esta ley y dispone que la
Dirección de Maternidad e Infancia estará compuesta por las siguientes
divisiones: a) Higiene y Servicio Social; b) Inspección y Legislación; c)
Eugenesia y Maternidad; d) Primera Infancia (hasta los dos años y medio de
edad); e) Segunda Infancia (de dos años y medio hasta 6 años); f) Niños
enfermos, anormales y necesitados y g) Asistencia odontológica (Novick,
1993).
Por Decreto 12.311 (21-10-1943) se creó la Dirección Nacional de
Salud Pública y al año siguiente se promulgó el estatuto de la misma. En
1946, por Decreto 14.807 (23-5-1946) se elevó dicha Dirección a nivel de
Secretaría y finalmente en el año 1949 se le asignó rango ministerial. Es así
que recién en la década de 1940 se cristalizó la idea de una conducción
central expresada desde 1880 por los doctores Coni, Penna, Aráoz Alfaro y
otros sanitaristas y formulada como conclusión de la Primera Conferencia
Nacional de Asistencia Social reunida en el año 1933.
25
Así como desde comienzos del siglo XX hasta 1930 los adelantos en
materia de salud dependieron de las obras de infraestructura, en este período
se destaca, por su importancia, el impulso de la medicina preventiva y la
función del hospital público que se afirma como centro científico y aumenta
su nivel de complejidad.
El número de camas disponibles en los hospitales municipales registró
un incremento del 94 por ciento entre 1931 y 1940. Los hospitales
municipales en 1931 tenían 5.961 camas mientras que en 1940 totalizaban
11.539 camas; si a esta cantidad se le suman las camas de otros hospitales de
la Ciudad (5.725 camas) se puede afirmar que en 1940 era de 6,6 el promedio
de camas por mil habitantes (Mazzeo, 1993). Al comparar ese valor con el de
años anteriores se evidencia el hecho de que el ritmo de crecimiento de la
población no estuvo acompañado de igual ritmo en la oferta de camas
hospitalarias. Si bien el número de camas se incrementó, el promedio de
camas por mil habitantes disminuyó un 16 por ciento con respecto a las 7,9
camas por mil habitantes que había en 1909. Durante este período se
inauguraron dos nuevos hospitales especializados: Oncología (1931),
Maternidad Sardá (1934) y tres hospitales generales de agudos: Zubizarreta
(1935), Santojanni (1940) y Velez Sársfield (1949).
Se evidencia un sostenido incremento de la participación de los
nacidos vivos en las maternidades hospitalarias, tanto en los hospitales
municipales como en otros hospitales, representando a fines del período el 55
por ciento de los nacimientos registrados en la ciudad.
Gráfico 5
Proporción de nacidos en maternidades hospitalarias. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1949.
0
10
20
30
40
50
60
70
1930
1932
1934
1936
1938
1940
1942
1944
1946
1948
año
porc
enta
je
Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1990, Cuadro 25 del Anexo D.
26
Asimismo es notoria la disminución de la participación del servicio de
los hospitales municipales; este hecho es indicativo de la importancia que
comienza a cobrar el servicio prestado en otros hospitales de la Ciudad y se
relaciona con otra característica relevante de este período: la creación a partir
de 1945 de las obras sociales.
Gráfico 6
Nacidos vivos en establecimientos asistenciales según dependencia. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1949.
0%
20%
40%
60%
80%
100%
1930
1932
1934
1936
1938
1940
1942
1944
1946
1948
año
Municipales Otros
Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1990, Cuadro 25 del Anexo D. Por otro lado se destaca la existencia de una notoria reducción de la
participación de las causas relacionadas con la mala alimentación y la higiene
en la mortalidad de la niñez; este hecho sería indicativo de la influencia que
habría ejercido la prédica de las instituciones de protección de la primera
infancia.
En síntesis, en este período, especialmente durante la década de 1930,
se destaca el servicio desarrollado por las maternidades hospitalarias, que
ofrecieron no sólo asistencia médica sino también asistencia social
complementaria en la atención de la madre y el recién nacido. La política
nacional que comienza a implementarse a fines de este período y que
continuará hasta 1955, tuvo en el ministro Dr. Ramón Carrillo su principal
representante. Durante su gestión, se destaca el carácter social y público de la
medicina, existiendo una notable expansión en el número de camas de la
jurisdicción nacional. Asimismo se promovió la creación de mutuales
sindicales y se apoyó a las existentes mediante subsidios o fondos especiales
para la construcción de establecimientos asistenciales (Novick, 1992).
27
Por otro lado, es evidente que la temática del rol reproductivo de la
mujer (maternidad) aparece en la legislación de la época asociada a su rol de
trabajadora. Con la creación de la Dirección Nacional de Maternidad e
Infancia el Estado elabora un importante proyecto a nivel nacional de
protección para el binomio madre-hijo.
5. Período 1950-69 – Etapa de la organización nacional de la salud.
En el orden nacional se inició una política sanitaria de transferencia de
servicios de la esfera nacional a la provincial y se consolidó la medicina
preventiva a través de la organización de programas nacionales de vigilancia
epidemiológica y de campañas de vacunación.
En lo que respecta a la legislación de la protección de la madre y el
niño, en 1968 se creó por Ley 18.017 la Caja de Subsidios y Asignaciones
Familiares. Esta ley estableció que quedaba prohibido el trabajo del personal
femenino en relación de dependencia 45 días antes del parto y hasta 45 días
después y que a opción de la interesada el descanso anterior puede reducirse a
40 y el posterior aumentar a 50 días; durante ese período el empleador está
obligado a concederle licencia y conservarle el empleo. Habiéndose instituido
el régimen de asignaciones familiares por maternidad y por nacimiento, deja
de funcionar la Caja de Maternidad e Infancia hacia 1969.
Con respecto a la salud pública, en el año 1957 se inició en el orden
nacional una política de transferencia de servicios. En poco tiempo se ejecutó
la transferencia a diversas provincias, manteniéndose la dependencia nacional
de los establecimientos de la Ciudad. Recién en el año 1964 pasan a depender
de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires el Hospital de Niños
Ricardo Gutiérrez, el Hospital de Niños Pedro Elizalde, la Maternidad Ramón
Sardá y el Instituto del Quemado y de Cirugía Plástica y Reparadora (que se
había inaugurado en 1952). En 1966 el Ministerio de Asistencia Social y
Salud Pública se transformó en Secretaría y pasó a depender del Ministerio de
Bienestar Social. Se implementó un sistema de descentralización ejecutiva y
centralización normativa, asignándosele al nivel central las tareas de
asesoramiento y supervisión. Se conformó el Programa Nacional de
Estadísticas de Salud y en el año 1967 se realizó la Iº Reunión Nacional, con
28
el objeto de sistematizar la recolección y procesamiento de la información y
conservar en el orden nacional la comparabilidad de los datos sobre
estadísticas de salud.
En cuanto a los programas de medicina preventiva en el año 1959 se
sancionó la Ley 14.837 que declara obligatoria "la vacunación y revacunación
antituberculosa para los recién nacidos desde el tercer día de vida hasta un
mes de edad", y en el año 1960, la Ley 15.465 que determina en todo el
territorio de la Nación la notificación obligatoria de los casos detectados de
enfermedades transmisibles. De acuerdo con los términos de la ley está
obligado a notificarlas el médico que asista o haya asistido al enfermo o
portador o hubiese practicado su reconocimiento o el de su cadáver, así como
también los que ejercen alguna de las ramas auxiliares de las ciencias
médicas. En el artículo 2º se determinaron las enfermedades que serían objeto
de notificación así como la facultad del Poder Ejecutivo Nacional, previo
informe del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública, de agregar otras
enfermedades, suprimir algunas de las especificadas o modificar su
agrupamiento.
Durante este período se evidencia una notoria reducción de la
mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias que se
había iniciado a fines del período anterior. En el gráfico se observan los picos
correspondientes a la poliomielitis de 1956, el brote epidémico de meningitis
de 1965 y de sarampión en el último bienio.
Gráfico 7
Mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1969.
0
5
10
15
20
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
año
tasa
por
mil
Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.
29
Con respecto a la utilización del servicio de asistencia maternal de los
establecimientos asistenciales de la Ciudad, se observa que el número de
partos atendidos en el período 1950-61 se incrementa en un 24 por ciento y se
registra un hecho notorio: el descenso de la participación de los hospitales
municipales en el total de partos atendidos. Mientras que en el año 1950 el
52,5 por ciento de los partos se habían atendido en hospitales municipales,
para el año 1961 esta participación se reduce al 32,8 por ciento (Mazzeo,
1993). Este hecho es indicativo de la importancia del servicio prestado en
otros establecimientos de la Ciudad, que ya era notoria a fines del período
anterior y que se consolidó durante este período. Por otro lado la creciente
importancia del servicio de asistencia maternal ofrecido en otros
establecimientos asistenciales se corrobora con la disminución que registra el
servicio prestado por los dispensarios de lactantes: la cantidad de niños
atendidos en los dispensarios se reduce el 60 por ciento en el período 1953-
61. Asimismo la proporción de niños atendidos por primera vez, con respecto
al total de nacimientos, se redujo el 70 por ciento. Mientras que en 1953 el
36,7 por ciento de los nacidos vivos registrados en la Ciudad fue atendido en
los dispensarios de lactantes, esa proporción se redujo al 10,5 por ciento en el
año 1961. No debe olvidarse que en la década de 1930 y aún hasta el año
1943, la mitad de los nacidos vivos registrados en la Ciudad era atendido en
los dispensarios de lactantes (Mazzeo, 1993).
En 1968, se inició el Servicio de Neonatología en la Maternidad Sardá
concretado (pese a los múltiples reclamos y rechazo de la Asociación Médica
de Sardá) por una firme decisión del Dr. García Díaz15, Secretario de Salud
de la Municipalidad (Ceriani Cernadas, 2004). La neonatología era una
disciplina nueva, no sólo en la Argentina sino en el resto del mundo16. Por
otro lado, en la Maternidad Sardá fueron pioneros en la incorporación de la
madre en la atención del recién nacido, cambio que hizo disminuir la
reinternación; las madres salían conociendo a su bebé, porque participaban
del cuidado del niño. También en este año se desarrolló, en la Maternidad
Sardá, la Residencia de Pediatría de tres años de duración, considerada
15 Se trasladaron en mayo de 1968 los médicos pediatras de la Sala 2 del Hospital de Niños
Ricardo Gutiérrez a la Maternidad Sardá. 16 La primera terapia intensiva neonatal moderna fue creada sólo dos años antes, en 1966 en
Yale, Estados Unidos.
30
Residencia Universitaria pues el Servicio era sede de la Cátedra de Pediatría a
cargo del Prof. Dr. Alfredo Larguía, situación que se mantuvo hasta 1974
(Lomuto, 2004).
A fines de este período y comienzos del siguiente se desarrollaron
distintas investigaciones aplicadas a la atención de los niños recién nacidos: la
alimentación parenteral con aminoácidos cristalinos y glucosa para
prematuros y desnutridos, esquemas dietéticos para prematuros, “los
requerimientos del lactante con diarrea prolongada, las calorías proteicas
netas, la eficiencia de la absorción con los aportes alimentarios y la utilización
de los nutrientes en los niños prematuros y los lactantes desnutridos” (Sola,
2004:180). Se trataba de caracterizar clínica y bioquímicamente la prematurez
y el déficit nutricional para contribuir a su recuperación. Hubo mucho interés
y preocupación en promover la leche humana y sostener su utilización en los
niños prematuros y lactantes enfermos.
Por otro lado, los antibióticos y las vacunas disminuyeron el número
de ingresos por infecto-contagiosas, sus complicaciones y la duración de sus
internaciones; la cirugía, la anestesia y el manejo postoperatorio inmediato se
volvieron más seguros aumentando las indicaciones quirúrgicas en la
infancia; el mejor conocimiento de la clínica y el intenso desarrollo de la
tecnología de estudios complementarios incrementó el número e importancia
de las subespecialidades pediátricas (Croce, 2003).
En esta misma época, la insistencia del Dr. Florencio Escardó sobre
los daños que producía el hospitalismo y la necesidad de la internación
conjunta de la madre con su hijo, comenzó a ser implementada en los
servicios hospitalarios. Por otro lado, la “nursery” clásica de los Servicios de
Neonatología comenzó a cuestionarse y de esta manera nacieron los sectores
de alojamiento conjunto o “rooming in”, donde el recién nacido se encuentra
junto a su madre desde el momento del nacimiento, favoreciendo la
formación del vínculo madre-hijo y la lactancia materna (Puga, 1997).
En síntesis, las variaciones del nivel de la mortalidad de la primera
infancia en este período se explicaría en gran parte por la expansión del
servicio público de atención médica, especialmente en lo referido al servicio
ofrecido por las maternidades y los hospitales especializados de niños y por el
control de las enfermedades infecciosas y parasitarias llevado a cabo por la
31
implementación de programas de medicina preventiva. Por su parte, la
política nacional llevada adelante por el Dr. Arturo Oñativia “puede ser
incluida dentro de la concepción del Estado de Bienestar” (Novick,
1992:193). Durante su administración la tendencia descentralizadora adquiere
prudencia y moderación. Asimismo, puso en práctica una legislación para el
control de medicamentos considerado uno de los puntos críticos en la
prestación de los servicios médicos en el país. Lamentablemente el golpe de
1966 inició una fuerte reducción de la actividad del Estado dada la ideología
liberal imperante. Se implementó una racionalización y tecnificación
administrativa, mientras se retomaba el proceso de transferencia de los
hospitales nacionales a las provincias.
6. Período 1970-89 – Etapa del impulso de la vigilancia epidemiológica.
Con respecto a las normas dictadas en el orden nacional para la
protección de la madre y el niño, que son de aplicación en la Ciudad, el 22 de
mayo de 1973 se sancionó la Ley 20.445 que autorizó al Poder Ejecutivo la
aplicación de un programa destinado a la protección de la salud de la madre y
el niño, a través de dos subprogramas: "a) asistencia alimentaria destinada a
prevenir y tratar la desnutrición infantil y materna a través de la entrega de
leche en polvo al 70 por ciento de los menores de 5 años en los grupos más
expuestos al riesgo de enfermar y morir y b) atención médica, que
comprenderá el control de la salud ejercida sobre el niño en forma precoz,
vacunaciones a fin de obtener inmunizaciones de enfermedades evitables,
atención médica permanente y recuperación del niño desnutrido" (Art. 1° de
la Ley 20.445 – B.O. 11/VI/73).
Al año siguiente se sancionó la Ley 20.744 denominada "Ley de
contrato de trabajo". Esta ley otorga un permiso de dos descansos diarios de
media hora cada uno para que la mujer amamante a su hijo durante un año,
excepto que por razones médicas deba prorrogarse el amamantamiento. A los
empleadores se les obliga a habilitar salas maternales y guarderías donde
presten servicio un número mínimo de trabajadoras según la reglamentación
que oportunamente se establecería, pero esta obligación patronal nunca llegó
a reglamentarse. Asimismo dispuso que, en el caso de que el empleador
32
transgrediera la prohibición de despido por causa de embarazo debería abonar
una indemnización especial igual a un año de remuneraciones.
A partir del golpe de 1976, la implantación del modelo neoliberal
agudizó la tendencia hacia una progresiva transformación de la salud en
mercancía. Las Obras Sociales fueron intervenidas y se continuó con la
política de transferencia de los establecimientos hospitalarios a las provincias.
Se profundizó el desmantelamiento y deterioro de los servicios públicos
sociales. El sector privado se expandió e importó tecnología costosa y
compleja, mientras desde el Estado se facilitó el funcionamiento de la
empresa privada. Gracias a ciertas exenciones impositivas que se otorgaron en
la época (Ley 21.908 de 1978) “resultó ampliamente favorecido el subsector
privado que contaba con los recursos financieros necesarios para las
adquisiciones y así se realizó una desproporcionada concentración de costosos
equipos en dicho subsector y, especialmente, en el área de la Capital Federal”
(de Luca, 1993:51).
Poco tiempo después de asumir el gobierno democrático, el 22 de
marzo de 1984 se promulga la Ley 23.056 que "faculta al Poder Ejecutivo
Nacional para la realización de un programa destinado a enfrentar la crítica
situación de deficiencia alimentaria aguda de la población más vulnerable y
de pobreza extrema" (Art. 1° de la Ley 23.056 – B.O. 26/3/84). El Programa
Alimentario Nacional (PAN) propició el estímulo de la alimentación natural
promoviendo la lactancia materna. El Decreto 908/84 reglamentario de esta
ley dispuso que fueran beneficiarios las familias o grupos convivientes cuya
carencia alimentaria significara un grave riesgo de enfermar o morir por
desnutrición, especialmente para los menores de 5 años y las mujeres
embarazadas. Entre los meses de setiembre y diciembre se distribuyeron en la
Ciudad 68.284 cajas, durante 1985 fueron 423.401 y 379.988 en 1986; las
familias cubiertas por este plan en octubre de 1985 eran 33.621 (Mazzeo,
1993).
Por su parte, la preocupación de las autoridades municipales en lograr
la reducción de la mortalidad y morbilidad materno-infantil también se
evidenció en sus políticas. Se dictaron normas para el transporte del recién
nacido y prematuros en ambulancias en el ámbito de la Capital Federal
(Decreto 2812/1970). Se implementaron campañas preventivas de la diarrea
33
estival con preferencia en las villas de emergencia (Decreto 3255/1973). Se
creó la especialidad “Infecciosas en la Infancia” destinada a atender a los
niños de 0-14 años afectados por enfermedades transmisibles, primero como
Instituto de Enfermedades Transmisibles de la Infancia (Decreto 3293/1974);
posteriormente, al disolverse este Instituto (Decreto 3915/76) se la integró,
como especialidad, al Hospital Muñiz. También se estableció la difusión por
LS1 Radio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires del tema "Preservación
de la salud de la población" en un espacio diario de diez minutos. (Decreto
756/74).
Por otro lado, se crearon unidades y secciones de pediatría en los
hospitales municipales, con el objetivo de reducir el 10 por ciento la tasa de
mortalidad infantil registrada en 1973 (se redujo el 12,5 por ciento). Los
principales objetivos de esas unidades eran vigilar el crecimiento y desarrollo
de los niños de 0-14 años por medio de control periódico y brindar atención
médica periódica, asistencia alimentaria y medicamentos a los desnutridos
menores de un año. (Decreto 2832/74).
Con el golpe de la última dictadura militar se dispuso la
implementación del arancelamiento hospitalario y del Nomenclador
Municipal Simplificado (Ordenanza 33209/76). Posteriormente, para evitar
que el arancelamiento se convirtiera en una barrera para la accesibilidad de la
población a la atención de su salud, se exceptuaron del pago del arancel
médico: las consultas prenatales de pacientes sin cobertura de obra social
(Resolución 68/82); las consultas externas de los niños de hasta 6 años de
edad inclusive, sin cobertura de obra social (Resolución 139/82); los alumnos
de escuelas primarias derivados de los Gabinetes Psicofísicos (Resolución
102/83) y los estudios de colposcopía y test de papanicolau que se efectuaran
a mujeres sin cobertura de obra social (Decreto 48/83).
El arancelamiento hospitalario incidió en los servicios de los
hospitales municipales. Las prestaciones de atención médica se redujeron en
el período 1976-81 y se incrementaron a partir del año 1982, coincidiendo con
el dictado de las excepciones al pago del arancel. Durante el período 1976-81
el total de consultas externas decreció el 14 por ciento y los egresos de
internación el 27 por ciento, mientras que en el período 1982-90 las primeras
se incrementaron el 31 por ciento y los egresos el 3 por ciento. Asimismo, en
34
la tendencia seguida por las prestaciones hospitalarias tuvieron participación
otros factores: una tendencia al tratamiento prioritariamente ambulatorio,
hecho que se confirma por el incremento del 56 por ciento que registró la
relación consulta/egreso en el período 1976-90; la desactivación de algunos
hospitales (Rawson y Santojanni) y las tareas de remodelación de otros17
encaradas por el deterioro progresivo de la infraestructura edilicia, con la
consiguiente disminución de camas disponibles, que fue del 55 por ciento en
el período 1976-90 (Mazzeo, 1993). El número de camas de los hospitales
municipales fue creciendo a través de los años hasta llegar a su punto máximo
a comienzos de la década de 1970, luego disminuyó y así las 10.648 camas de
197018 se convirtieron en 5.688 camas en 1980 (Ministerio de Salud, 2001).
Asimismo, se creó e implantó el Sistema Municipal de Salud.
"Sistema conducente a brindar a la población de Capital Federal que no
cuente con cobertura de obra social, mutual o entidades análogas, mediante el
pago de una cuota mensual, prestaciones de atención médica, bioquímicas y
odontológicas, a través de los hospitales municipales" (Ordenanza 36.519/81).
En diciembre de 1981 el número de afiliados era de 19.500 beneficiarios
residentes en la Ciudad y al 30 de junio de 1983 había aumentado a 54.045
beneficiarios, también residentes (Mazzeo, 1993). En el año 1984 se desactivó
el programa.
En el área materno-infantil se resolvió entregar leche en polvo a niños,
madres y grupos vulnerables o de riesgo asistidos en hospitales dependientes
de la comuna: hospitales de niños, Maternidad Sardá y hospitales generales de
agudos (Resolución 175-SSP-81). Sólo fue posible obtener la cantidad de
leche en polvo entregada (2 kg. mensuales por persona en promedio) durante
el período 1980-1983 ya que a partir de 1984 esta actividad se descentraliza y
la leche en polvo es entregada por cada hospital municipal19. “En el primer
17 Se remodelaron los hospitales Fernández y Santojanni (1982), Argerich (1987), Durand
(1988) y Quemados (1989). En el orden nacional se inaugura el Hosp. Garrahan (1987). 18 Según los datos del Catastro Nacional de Recursos de Salud, en 1970 el servicio de salud
en la Ciudad contaba con 174 establecimientos y 26.145 camas. De ellos pertenecían al sector nacional 17 establecimientos (8.727 camas), 23 hospitales municipales (10.648 camas), 21 establecimientos de las obras sociales y mutuales (2.008 camas) y 113 privados (4.762 camas). En 1980 había 181 establecimientos (24.568 camas), 27 nacionales y oficiales (7.837 camas), 19 municipales (5.688 camas), 21 de obras sociales y mutuales (2.560 camas) y 106 privados (8.722 camas).
19 Los kilogramos de leche en polvo entregados en los hospitales municipales fueron: 103.680 (1980), 81.197 (1981), 97.632 (1982) y 125.800 (1983) (Mazzeo, 1993:102).
35
semestre de 1983 la población cubierta comprendía: 3.256 niños, 109 madres
y 82 casos especiales, todos ellos residentes en la Ciudad, a partir del segundo
semestre del mismo año se incorporan a la población cubierta, niños y
mujeres embarazadas provenientes del conurbano, lo que explica el aumento
de la cantidad de leche en polvo entregada durante 1983” (Mazzeo,
1993:102).
Se reordenaron los recursos del área "a fin de posibilitar la
optimización de la utilización de los recursos disponibles y la disminución de
la morbimortalidad de la madre y el niño". Se constituyeron en la Ciudad
cuatro zonas, según criterios geográficos, número de egresos y planta física de
los hospitales jurisdiccionales. Cada zona contó con un hospital denominado
“Base”, que fue el de máximo nivel de complejidad para la atención perinatal,
y con hospitales “Periféricos” que conjuntamente con el hospital base
conformaban un sistema zonal (Decreto 4820/83).
Además se encomendó la elaboración de un Programa para Centros de
Salud y Acción Comunitaria a implementarse en todos los centros de salud
dependientes de la Secretaría de Salud Pública municipal. Estos efectores de
atención primaria llamados “Centros de Salud y Acción Comunitaria”
(CESAC) contemplaron la extensión de cobertura en forma gradual a las
áreas de salud materno-infantil, nutrición, odontología, prevención de
toxicomanía y alcoholismo, control de enfermedades transmisibles, educación
para la salud y saneamiento ambiental, así como prestaciones de acción
comunitaria con una estrecha participación de la población de la zona de
influencia de cada centro (Decreto 1334/84). El primer centro, con carácter de
Centro Piloto, se ubicó en el Barrio Comandante Luis Piedrabuena,
dependiendo del Hospital Santojanni.
También se aprobó el Programa de vigilancia epidemiológica del
estado nutricional y alimentario de la población en el ejido capitalino. Los
indicadores de tal programa fueron el crecimiento y el desarrollo y estuvo
destinado a los grupos con mayor riesgo de enfermar o morir por
desnutrición, principalmente: grupo pediátrico (0-15 años) y mujeres
embarazadas y puérperas (Decreto 5370/84).
Se creó la Libreta de Salud Infantil, obligatoria y gratuita para todos
los nacidos en el ámbito de la Ciudad. En ella figuraban los datos personales
36
de su titular, antecedentes, inmunizaciones, periodicidad de los controles y
recomendaciones en cuanto a la prevención y promoción de la salud
(Ordenanza 40.668/85).
Se implantó en el ámbito hospitalario municipal el Sistema de
Rehidratación Oral para el tratamiento y control de la diarrea estival durante
el período de verano y se crearon los Gabinetes de Rehidratación Oral
Ambulatoria en algunos hospitales de la comuna (Resolución 548-SSPyMA-
85). Se organizó con carácter prioritario el Programa Materno-Infanto-Juvenil
y los Subprogramas de Atención a la Madre y Atención Perinatal
contemplados en el Plan de Salud 1985-89. El programa abarcó a toda mujer
embarazada que se presentaba en cualquier servicio de un hospital municipal
o centro de salud. A partir de este programa se pretendía detectar factores de
riesgo tales como: hijos muertos anteriormente, enfermedades, madres
menores de edad, solteras, desocupadas (Decreto 9904/85).
Se creó el Carnet Perinatal conteniendo la información médica
indispensable para la salud de las mujeres embarazadas y la Historia Clínica
Perinatal Base para la detección de factores de riesgo de las mujeres
embarazadas (Ordenanza 40417/85), y a partir de noviembre de 1985 se
implementó el Sistema Informático Perinatal (SIP).
La prioridad otorgada por el gobierno municipal a la atención
perinatal en el ámbito de la Ciudad, se concretó hacia fines de este período
cuando se declara a la neonatología como “especialidad crítica” (Decreto
2154/89). Los servicios de obstetricia constituyeron la puerta de entrada a la
unidad funcional respectiva. Al mismo tiempo se creó el Centro Coordinador
de Perinatología dependiente del Departamento Materno-Infanto-Juvenil, que
tuvo como finalidad coordinar las acciones, normalizar y capacitar al equipo
de salud perinatal e investigar epidemiológicamente la problemática
específica. La reglamentación de su funcionamiento se concretó al año
siguiente por Resolución 493/90; entre sus considerandos se destaca la
preocupación de las autoridades municipales por evitar el impacto de la crisis
socioeconómica de ese momento, sobre la población de más alta
vulnerabilidad, así como lograr el máximo aprovechamiento de los recursos
optimizando el funcionamiento de los once servicios de maternidad y
neonatología.
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Las acciones desarrolladas por las autoridades municipales durante
este período, enunciadas anteriormente, tienen su correlato en la participación
que tuvo el presupuesto de la Secretaría de Salud en el presupuesto municipal.
Durante el período 1970-75 se evidenció un incremento nominal del 68 por
ciento en la participación del sector salud en el presupuesto municipal. Fue el
período en el que se llevó a cabo la ampliación de los programas de salud
materno-infantil, las campañas preventivas de diarrea estival y la creación de
las unidades de pediatría en los hospitales municipales. Posteriormente,
durante el período 1976-83, se registró una disminución del 51 por ciento. En
este período las acciones dirigidas a lograr la reducción de la morbimortalidad
materno infantil se circunscribieron a la entrega de leche en polvo a los niños,
madres y grupos de riesgo asistidos en hospitales de la comuna y ya a fines
del período, en el año 1983, al reordenamiento de recursos en el Área
Materno Infantil (Mazzeo, 1993). Finalmente a partir de 1984 y hasta finalizar
el período, esta participación presentó un nuevo incremento nominal, cercano
al 10 por ciento. Es el momento en se aprobó el Programa de vigilancia
epidemiológica del estado nutricional y alimentario de la población, se
implantó el Sistema de rehidratación oral para el tratamiento y control de la
diarrea estival, el Programa materno-infanto-juvenil y los subprogramas de
atención a la madre y de atención perinatal.
Con respecto a la política nacional de salud pública, en el año 1970 se
produjo un cambio de autoridades que implementó una política de
afianzamiento de la centralización normativa como complemento de la
descentralización operativa realizada, así como de finalización de la
transferencia de establecimientos y actividades a los niveles correspondientes.
Entre las acciones que se llevaron a cabo figuran: creación de los institutos de
obras sociales (Ley 18610) y de servicios sociales para jubilados y
pensionados (Ley 19032) y la descentralización de establecimientos
hospitalarios (Ley 19337).
En síntesis, durante este período evidenciaron su incidencia las
acciones desarrolladas por las autoridades municipales a fin de controlar el
nivel de la mortalidad infantil, ya sea en forma directa a través de los
programas de medicina preventiva o de atención de la salud, o en forma
indirecta a través de las acciones dirigidas a "crear condiciones para que los
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grupos familiares asentados en las villas puedan acceder a viviendas
decorosas" y a "estimular el retorno a sus lugares de origen o la reubicación
en zonas apropiadas, a aquellos sectores que no hayan encontrado en la
Ciudad respuesta adecuada a sus posibilidades de trabajo" (Puntos c) y d) Art.
2° - Ordenanza 33562/77 – B.M. N° 15563), es decir a través de la
erradicación de las villas de emergencia del ámbito de la Ciudad.
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