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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES -SEDE ACADEMICA ARGENTINA- PROGRAMA DE DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES TITULO DE LA TESIS: LA INEQUIDAD EN LA SALUD-ENFERMEDAD DE LA PRIMERA INFANCIA. LAS POLITICAS DE SALUD Y LA CAPACIDAD RESOLUTIVA DE LOS SERVICIOS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. AUTOR: Victoria Mazzeo DIRECTOR: Pablo Vinocur FECHA: Junio 2006

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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES -SEDE ACADEMICA ARGENTINA-

PROGRAMA DE DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES

TITULO DE LA TESIS:

LA INEQUIDAD EN LA SALUD-ENFERMEDAD DE LA PRIMERA INFANCIA. LAS POLITICAS DE SALUD Y LA CAPACIDAD RESOLUTIVA

DE LOS SERVICIOS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.

AUTOR: Victoria Mazzeo

DIRECTOR: Pablo Vinocur

FECHA: Junio 2006

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Resumen Las modificaciones impresas al rol del Estado en la Argentina

durante las últimas décadas del Siglo XX tuvieron impacto negativo en la

salud. La respuesta a las sucesivas y cada vez más agudas crisis económicas

fue aplicar políticas de ajuste caracterizadas por recortes en los presupuestos

de las áreas directa o indirectamente relacionadas con la salud.

A partir de la década de 1990 se presenta un proceso de creciente

desigualdad en la sociedad con sectores que registran mayores dificultades

en el acceso a bienes y servicios, ya sea por sus bajos ingresos o por la

pérdida de sus derechos sociales, como consecuencia de la precarización

laboral.

En este contexto, los niños representan el grupo de mayor

vulnerabilidad en donde los condicionantes sociales, económicos, culturales

y ambientales son determinantes de su situación de salud. La adhesión del

país a la estrategia de la atención primaria, el compromiso de velar por la

infancia y la persistencia de riesgos al nacimiento y de muertes por causas

reducibles, revelan un divorcio entre el discurso y la praxis.

Si bien la Ciudad de Buenos Aires, como unidad territorial, registra

históricamente los menores niveles de riesgo al nacimiento y de mortalidad

de la primera infancia del país, en su interior persisten sectores con niveles

de mortalidad aún elevados y con alto riesgo al nacer. Por lo tanto, el

propósito de la investigación fue conocer, para el período 1991-2002, los

cambios en la mortalidad de la primera infancia y en la atención de la salud

infantil de la Ciudad, diferenciando grupos sociales y/o áreas espaciales,

confrontándolos con las políticas públicas, los programas desarrollados y la

aplicación de ciertas innovaciones terapéuticas dirigidas a la promoción de

la salud de la primera infancia.

Asimismo, considerando que el estudio de la relación entre la

situación de la salud y las desigualdades sociales es de larga data y en el

convencimiento de que estamos frente a un “redescubrimiento” de lo que ya

era conocido por europeos y latinoamericanos desde el siglo XIX, se creyó

importante incorporar la evolución de la mortalidad materno-infantil en la

Ciudad desde 1860, así como las políticas implementadas en cada época.

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Summary The modifications carried out in the role of the State in Argentina

during the last decades of the XXth. Century had a negative impact on

health. As a response to the successive and ever acuter economic crises

adjustment policies - characterized by budget cut downs in the areas either

directly or indirectly related to health - were applied.

Starting the 1990s. a process of increasing inequality impinges on

society with sectors that, as a result of labour precarization, register higher

difficulties to have access to goods and services either due to lower income

or to loss of their social rights.

In this context children represent the group of higher vulnerability

where social, economic, cultural and environmental conditions are

determinant factors of their health situation. The country endorsement of the

primary health care strategy, the commitment to protect childhood versus

the persistence of risks at birth and of deaths by reducible causes, reveal a

divorce between discourse and praxis.

Albeit the City of Buenos Aires as a territorial unit historically

shows - country wise - the lowest levels of risk at birth as well as of

mortality during the early childhood, in the interior of the country there

persist sectors with still high mortality levels and with high risk at birth.

Therefore, the purpose of this research was to identify, for the 1991-2002

period, the changes in early childhood mortality and the child health care of

the City, differentiating social groups and/or spatial areas. The findings

were compared to the public policies, to the programs developed and to the

application of certain innovative therapeutics aimed at the promotion of

health during early childhood.

Alto, taking into account that the study of the relationship between

the health situation and social inequalities is a long-standing issue, and

being convinced that we are facing a "rediscovery" of the knowledge

mastered by both Europeans and Latin Americans since the XIXth. Century,

it was deemed important to incorporate the evolution of the maternal-child

mortality in the City since 1860, as well as the policies implemented during

each epoch.

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Vaya mi más sincera gratitud para quienes me acompañaron en este largo

camino.

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Índice Tomo I Capítulo 1 – Introducción 1 Capítulo 2 - Estado del arte sobre la temática 11 Capítulo 3 - Marco conceptual 31 Primera Parte - Situación de la salud-enfermedad y de la desigualdad social Capítulo 4 - La mortalidad materno-infantil en la Ciudad desde 1860 47 4.1 El nivel de la mortalidad 474.2 La transición demográfica y la transición epidemiológica 63 Capítulo 5 - La desigualdad social en la última década. 83 5.1 Indicadores seleccionados 835.2 Cambios experimentados 845.3 Importancia de la primera infancia en la desigualdad social 95 Capítulo 6 - Espacialización de la desigualdad social 101 6.1 Indicadores seleccionados 1016.2 La situación en la década de 1990 1036.3 La situación en la década del 2000 1066.4 Cambios experimentados entre décadas 110 Capítulo 7 - La situación de la salud enfermedad de la primera infancia en la

última década 115 7.1 Indicadores seleccionados 1157.2 Cambios experimentados 1187.3 La desigualdad en la salud-enfermedad 1397.4 La desigualdad en el cuidado de la salud 145 Capítulo 8 - Espacialización de la situación de la salud-enfermedad 149 8.1 Indicadores seleccionados 1548.2 La situación en la década de 1990 155

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8.3 La situación en la década del 2000 1588.4 Cambios experimentados entre décadas 160 Capítulo 9 - Relaciones espaciales entre la situación de la salud-enfermedad y

la desigualdad social 163 9.1 Metodología e indicadores seleccionados 1679.2 La situación en la década de 1990 1689.3 La situación en la década del 2000 1739.4 Cambios experimentados entre décadas 177 Segunda Parte - Las políticas y programas dirigidos a la promoción de la salud

infantil Capítulo 10 - Las políticas y programas de salud antes de 1990 179 Capítulo 11 - Las políticas y programas de salud a partir de 1990 189 11.1 La formulación de las políticas de salud y de los programas y

actividades desarrolladas 18911.2 El gasto social y el gasto en salud en los presupuestos de la

Ciudad 215 Conclusiones 231 Referencias bibliográficas 241 Tomo II Anexos A Metodológico 1B Apéndice estadístico 1C Definición de fórmulas y conceptos utilizados 1D Fuentes de información de las estadísticas vitales según período 1E Detalle de las causas de muerte utilizadas en las categorías

analizadas según período 1

F Análisis factorial y de conglomerados 1G Las políticas y programas de salud antes de 1990 según etapas 1

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Índice de Cuadros

Capítulo 2

Cuadro 2.1 Tasas de mortalidad infantil (por mil nacimientos) según clase social

del padre. Inglaterra y Gales, 1896-1950. 12

Cuadro 2.2 Tasa de mortalidad infantil (por mil nacimientos) en cinco grupos de peso al nacer en Chile, 1982 y en la ciudad de Nueva York, 1968. 13

Cuadro 2.3 Probabilidad de morir en el primer año de vida por clase social. México, 1977. 13

Cuadro 2.4 Probabilidad de morir entre el nacimiento y los dos años de edad según clase social. Argentina, 1965-66. 14

Cuadro 2.5 Tasa de mortalidad infantil aproximada (por cien) en hogares según condición NBI por estrato de asentamiento. Total del país, 1980. 15

Cuadro 2.6 Participación relativa de las principales causas de muerte en el total de defunciones. Argentina, 1944-1990. 21

Cuadro 2.7 Esperanza de vida al nacer. Total país y por regiones. Argentina entre 1914 y 1970. 22

Cuadro 2.8 Tasa de mortalidad infantil aproximada (por mil) según condición socio-ocupacional y tamaño de la localidad. Total del país, 1980. 23

Cuadro 2.9 Probabilidad promedio (por mil) de morir antes de los dos años según indicadores seleccionados. Total del país, 1985-1990. 24

Cuadro 2.10 Indicadores socioeconómicos según zona. Ciudad de Buenos Aires, 1991. 26

Cuadro 2.11 Mortalidad infantil (por mil nacimientos) según grupo socio-ocupacional y estado de la vivienda. Costa Rica, 1981. 29

Capítulo 4 Cuadro 4.1 Mortalidad de la primera infancia, fetal y materna (tasas por mil

nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 51

Cuadro 4.2 Clasificación de las causas de muerte según grupo y origen. 66Cuadro 4.3 Estructura de la mortalidad de la primera infancia según causas

seleccionadas. Ciudad de Buenos Aires, 1890/2002. 79

Capítulo 5

Cuadro 5.1 Distribución del ingreso familiar per cápita. Variaciones relativas

porcentuales. Ciudad de Buenos Aires, 1990 y 2002. 93

Cuadro 5.2 Proporción de la primera infancia bajo la línea de pobreza e indigencia por grupo de edad. Aglomerado Gran Buenos Aires, 1991 y 2001. 96

Cuadro 5.3 Condición NBI en la población. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 97

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Capítulo 7

Cuadro 7.1 Primera infancia. Estructura de los egresos hospitalarios según

principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.

119

Cuadro 7.2 Primera infancia. Estructura de los egresos hospitalarios según principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.

120

Cuadro 7.3 Mujeres en edades reproductivas. Importancia del embarazo, parto y puerperio en la estructura de los egresos hospitalarios por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995 y 2000.

121

Cuadro 7.4 Mujeres en edades reproductivas. Estructura de los egresos hospitalarios según principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.

122

Cuadro 7.5 Mujeres en edades reproductivas. Estructura de los egresos hospitalarios según principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.

123

Cuadro 7.6 Tasa de mortalidad perinatal y de la primera infancia (por diez mil nacidos vivos). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 127

Cuadro 7.7 Indicadores de las conductas de las familias. Ciudad de Buenos Aires, 1997 y 2001. 136

Cuadro 7.8 Lactancia materna según grupo etario. Ciudad de Buenos Aires, 1997. 137Cuadro 7.9 Cobertura de inmunizaciones (en %) según vacunas aplicadas en los

menores de cinco años. Ciudad de Buenos Aires, 2002. 139

Cuadro 7.10 Medición de la desigualdad en la salud y la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992 y 2001-2002. 140

Cuadro 7.11 Proporción de población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002. 146

Cuadro 7.12 Distribución de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses por tiempo transcurrido desde la última consulta según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

146

Cuadro 7.13 Distribución de la población que realizó consulta médica en los últimos seis meses por tipo de financiamiento según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

147

Cuadro 7.14 Distribución de la población que realizó consulta médica en los últimos seis meses por distancia al centro de salud más cercano según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

147

Cuadro 7.15 Participación de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según quintil de ingresos total familiar por zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

148

Cuadro 7.16 Participación de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según quintil de ingresos total familiar por zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

148

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Capítulo 11

Cuadro 11.1 Composición porcentual del gasto público según finalidad. Ciudad de

Buenos Aires, 1993-2002. 217

Cuadro 11.2 Participación del gasto en atención de la salud en el gasto público total. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 218

Cuadro 11.3 Gasto público del GCBA según finalidad. Índice 1993=100. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 219

Cuadro 11.4 Participación de los no residentes en las consultas externas y en los egresos del sistema hospitalario de la Ciudad. Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002.

220

Anexo B Cuadro 4.1 Mortalidad de la primera infancia y sus componentes. Tasas por mil

nacimientos. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 1

Cuadro 4.2 Mortalidad de la primera infancia y sus componentes, fetal y materna. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. Índices de variación 1860-64 y 1890-94 = 100. 2

Cuadro 4.3 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1861-2000. 3

Cuadro 4.4 Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1901-2000. 4

Cuadro 4.5 Estructura porcentual de la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 6

Cuadro 4.6 Esperanza de vida a las edades 0 y 4. Ambos sexos. Ciudad de Buenos Aires, 1855-2002. 7

Cuadro 4.7 Proporción de las muertes de 0-4 años en el total de defunciones. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 8

Cuadro 4.8 Tasas de mortalidad (por mil) según grupo de edad por causa de muerte. Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 8

Cuadro 4.9 Proporción de muertes según grupo de edad por causa. Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 10

Cuadro 5.1 Tasas de actividad por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 11

Cuadro 5.2 Tasas de empleo por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 12

Cuadro 5.3 Tasas de subocupación horaria, ocupados demandantes y desocupación. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 12

Cuadro 5.4 Participación de los jefes de hogar en el total de desocupados. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 13

Cuadro 5.5 Evolución del ingreso medio total individual de la población según quintil de población. Valores constantes de octubre de 2002. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 13

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Cuadro 5.6 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población. Valores constantes de octubre de 2002. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 14

Cuadro 5.7 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población. Número Índice según quintil, 1990=100. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 14

Cuadro 5.8 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población. Concentración del ingreso. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 15

Cuadro 5.9 Producto Bruto Geográfico a precios de productor (en millones de pesos). Precios constantes de 1993. Número Índice 1993=100. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 15

Cuadro 5.10 Proporción de hogares y personas por debajo de la línea de pobreza y de indigencia. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 16

Cuadro 5.11 Población en hogares particulares por condición de NBI y tipo de cobertura en salud. Población total y primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 16

Cuadro 6.1 Indicadores de desigualdad social según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991. 17

Cuadro 6.2 Indicadores de desigualdad social según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001. 18

Cuadro 6.3 Desigualdad social. Conglomerado de pertenencia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 21

Cuadro 6.4 Variaciones relativas porcentuales entre los indicadores seleccionados. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 22

Cuadro 7.1 Egresos hospitalarios de menores de 5 años según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995. 23

Cuadro 7.2 Egresos hospitalarios de menores de 5 años según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000. 24

Cuadro 7.3 Egresos hospitalarios de mujeres en edades reproductivas según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995. 25

Cuadro 7.4 Egresos hospitalarios de mujeres en edades reproductivas según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000. 27

Cuadro 7.5 Indicadores de riesgos al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 28

Cuadro 7.6 Indicadores de riesgos al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 29

Cuadro 7.7 Variaciones relativas porcentuales de los indicadores de riesgo al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 30

Cuadro 7.8 Indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 31

Cuadro 7.9 Indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 32

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Cuadro 7.10 Variaciones relativas porcentuales de los indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. 33

Cuadro 7.11 Tasas de mortalidad neonatal según causas de muerte (por diez mil). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 34

Cuadro 7.12 Tasas de mortalidad post-neonatal según causas de muerte (por diez mil). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 34

Cuadro 7.13 Tasas de mortalidad de 1 a 4 años según causas de muerte (por diez mil). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 35

Cuadro 7.14 Muertes maternas según causas de muerte. Valores absolutos y tasas (por diez mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 35

Cuadro 7.15 Estructura de los nacimientos por tramo de bajo peso. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 36

Cuadro 7.16 Evaluación de la atención de la salud en la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 36

Cuadro 7.17 Participación del bajo peso al nacer según orden de nacimiento. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 36

Cuadro 8.1 Indicadores de riesgo seleccionados según jurisdicción. Argentina, 1991-1992. 41

Cuadro 8.2 Indicadores de riesgo seleccionados según jurisdicción. Argentina, 2001-2002. 42

Cuadro 8.3 Desigualdad en la salud-enfermedad. Conglomerado de pertenencia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-92 y 2001-02.

43

Cuadro 9.1 Coordenadas de las CE en el espacio factorial. Ciudad de Buenos Aires, década 1990. 44

Cuadro 9.2 Coordenadas de las CE en el espacio factorial. Ciudad de Buenos Aires, década 2000. 45

Cuadro 9.3 Clasificación de las CE según conglomerado de pertenencia. Ciudad de Buenos Aires, décadas 1990 y 2000. 45

Cuadro 11.1 Inscriptos en el Plan Médicos de Cabecera según grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1997-2002. 46

Cuadro 11.2 Gasto público del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires según finalidad y función, 1993-2002. 47

Cuadro 11.3 Gasto anual per cápita en población sin cobertura (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 49

Cuadro 11.4 Gasto en atención de la salud como porcentaje del PBI. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 49

Cuadro 11.5 Gasto Social y Gasto Social Focalizado (millones de pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 49

Cuadro 11.6 Variación interanual del Gasto Social Focalizado y evolución de la pobreza e indigencia (por hogares y personas). Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002. 50

Cuadro 11.7 Asignación de gasto por hogar pobre (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 50

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Cuadro 11.8 Nivel de ejecución presupuestaria según tipo de bienes. Secretaría de Salud. Ciudad de Buenos Aires, 1992-2002. 50

Cuadro 11.9 Gasto en personal en el presupuesto de la Secretaría de Salud. Ciudad de Buenos Aires, 1992-2002. 51

Cuadro 11.10 Ejecución presupuestaria de la Secretaría de Salud según programa. Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002. 51

Cuadro 11.11 Composición de la ejecución presupuestaria de la Secretaría de Salud según programa. Ciudad de Buenos Aires, 1994-1996-1998-2002-2002. 51

Anexo F Cuadro 1.1.1 Desigualdad social espacial. Centros iniciales de los conglomerados.

Década de 1990. 2

Cuadro 1.1.2 Desigualdad social espacial. Historial de iteraciones. Década de 1990. 2Cuadro 1.1.3 Desigualdad social espacial. Centros de los conglomerados finales.

Década de 1990. 2

Cuadro 1.1.4 Desigualdad social espacial. Número de casos en cada conglomerado. Década de 1990. 2

Cuadro 1.2.1 Desigualdad social espacial. Centros iniciales de los conglomerados. Década del 2000. 3

Cuadro 1.2.2 Desigualdad social espacial. Historial de iteraciones. Década del 2000. 3

Cuadro 1.2.3 Desigualdad social espacial. Centros de los conglomerados finales. Década del 2000. 3

Cuadro 1.2.4 Desigualdad social espacial. Número de casos en cada conglomerado. Década del 2000. 4

Cuadro 1.3.1 Desigualdad social espacial. Centros iniciales de los conglomerados. Década del 2000 con variables comparables a década de 1990. 4

Cuadro 1.3.2 Desigualdad social espacial. Historial de iteraciones. Década del 2000 con variables comparables a década de 1990. 4

Cuadro 1.3.3 Desigualdad social espacial. Centros de los conglomerados finales. Década del 2000 con variables comparables a década de 1990. 4

Cuadro 1.3.4 Desigualdad social espacial. Número de casos en cada conglomerado. Década del 2000 con variables comparables a década de 1990. 5

Cuadro 2.1.1 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Centros iniciales de los conglomerados. Década de 1990. 5

Cuadro 2.1.2 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Historial de iteraciones. Década de 1990. 5

Cuadro 2.1.3 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Centros de los conglomerados finales. Década de 1990. 6

Cuadro 2.1.4 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Número de casos en cada conglomerado. Década de 1990. 6

Cuadro 2.2.1 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Centros iniciales de los conglomerados. Década del 2000. 6

Cuadro 2.2.2 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Historial de iteraciones. Década del 2000. 7

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Cuadro 2.2.3 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Centros de los conglomerados finales. Década del 2000. 7

Cuadro 2.2.4 Desigualdad espacial de la salud-enfermedad. Número de casos en cada conglomerado. Década del 2000. 7

Cuadro 3.1.1 Matriz de correlaciones. Década de 1990. 8Cuadro 3.1.2 Comunalidades. Década de 1990. 10

Cuadro 3.1.3 Varianza total explicada. Década de 1990. 10

Cuadro 3.1.4 Matriz de componentes. Década de 1990. 10

Cuadro 3.2.1 Centros iniciales de los conglomerados. Década de 1990. 11

Cuadro 3.2.2 Historial de iteraciones. Década de 1990. 11

Cuadro 3.2.3 Centros de los conglomerados finales. Década de 1990. 11

Cuadro 3.2.4 Número de casos en cada conglomerado. Década de 1990. 11

Cuadro 4.1.1 Matriz de correlaciones. Década del 2000. 12Cuadro 4.1.2 Comunalidades. Década del 2000. 15

Cuadro 4.1.3 Varianza total explicada. Década del 2000. 16Cuadro 4.1.4 Matriz de componentes. Década del 2000. 16Cuadro 4.2.1 Centros iniciales de los conglomerados. Década del 2000. 16

Cuadro 4.2.2 Historial de iteraciones. Década del 2000. 17

Cuadro 4.2.3 Centros de los conglomerados finales. Década del 2000. 17

Cuadro 4.2.4 Número de casos en cada conglomerado. Década del 2000. 17

Índice de Gráficos

Capítulo 4

Gráfico 4.1 Mortalidad de la primera infancia, fetal y materna (tasas por mil

nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 51

Gráfico 4.2 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1861-1925. 54

Gráfico 4.3 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1931-2000. 55

Gráfico 4.4 Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1901-1955. 55

Gráfico 4.5 Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1961-2000. 56

Gráfico 4.6 Mortalidad de la primera infancia según grupo de edad (tasas por mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 58

Gráfico 4.7 Tasa de mortalidad infantil según grupos etarios. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 59

XII

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Gráfico 4.8 Estructura por edad de la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 60

Gráfico 4.9 Esperanza de vida a las edades 0 y 4. Ambos sexos. Ciudad de Buenos Aires, 1855-2001. 62

Gráfico 4.10 Proporción de muertes de 0-4 años en el total de defunciones. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. 62

Gráfico 4.11 Proceso de transición demográfica en la Ciudad de Buenos Aires. Período1860-2002. 64

Gráfico 4.12 Tasas de mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias y proporción de casas con cloacas en la Ciudad de Buenos Aires. Período1890-1929.

69

Gráfico 4.13 Tasas de mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias y consumo diario de agua por mil habitantes en la Ciudad de Buenos Aires. Período1890-1929.

69

Gráfico 4.14 Mortalidad por infecciosas y parasitarias según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 70

Gráfico 4.15 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y proporción de casas con cloacas en la Ciudad de Buenos Aires, 1890-1929. 71

Gráfico 4.16 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarrea y enteritis y consumo diario de agua por mil habitantes en la Ciudad de Buenos Aires, 1890-1929. 72

Gráfico 4.17 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y proporción de niños atendidos por primera vez y concurrentes a consultorios de lactantes en la Ciudad de Buenos Aires, 1910-1929. 73

Gráfico 4.18 Mortalidad por diarrea y enteritis según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 73

Gráfico 4.19 Mortalidad infantil por enfermedades respiratorias (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires y Montevideo, 1990-1949. 75

Gráfico 4.20 Mortalidad por enfermedades respiratorias según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 77

Gráfico 4.21 Mortalidad por malformaciones congénitas según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 77

Gráfico 4.22 Mortalidad por causas perinatales según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002. 79

Gráfico 4.23 Tasa de mortalidad de la primera infancia y estructura según causas seleccionadas. Ciudad de Buenos Aires, 1890/2002. 80

Capítulo 5 Gráfico 5.1 Tasa específica de empleo del grupo 15-64 años. Ciudad de Buenos

Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 84

Gráfico 5.2 Tasa específica de desocupación del grupo 15-64 años. Ciudad de Buenos Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

85

Gráfico 5.3 Tasas de actividad por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 86

XIII

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Gráfico 5.4 Tasas de empleo por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 87

Gráfico 5.5 Tasas de desocupación del jefe del hogar. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 88

Gráfico 5.6 Proporción de asalariados sin descuentos jubilatorios. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 89

Gráfico 5.7 Tasas de subocupación horaria, ocupación demandante y desocupación. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. 90

Gráfico 5.8 Brecha de ingresos en el ingreso medio total individual. Ciudad de Buenos Aires, octubre 1990 – octubre 2002. 92

Gráfico 5.9 Brecha de ingresos en el ingreso medio total individual. Ciudad de Buenos Aires y total de aglomerados urbanos, octubre 1990 – octubre 2002.

92

Gráfico 5.10 Brecha de ingresos en el ingreso per cápita familiar. Ciudad de Buenos Aires, octubre 1990 – octubre 2002. 93

Gráfico 5.11 Proporción de hogares pobres e indigentes. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1991-Octubre 2002. 95

Gráfico 5.12 Proporción de población bajo la línea de pobreza e indigencia. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1991-Octubre 2002. 95

Capítulo 7

Gráfico 7.1 Estructura porcentual de la mortalidad neonatal por causas. Ciudad de

Buenos Aires, 1990-2002. 128

Gráfico 7.2 Estructura porcentual de los nacimientos por tramo de bajo peso. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 129

Gráfico 7.3 Participación del bajo peso al nacer en la tasa de mortalidad infantil. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 129

Gráfico 7.4 Tasa de mortalidad infantil de niños con bajo peso al nacer. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 130

Gráfico 7.5 Estructura porcentual de la mortalidad post-neonatal por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 130

Gráfico 7.6 Estructura porcentual de la mortalidad de los niños de 1 a 4 años por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 131

Gráfico 7.7 Evaluación de la atención de la salud de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002. 135

Gráfico 7.8 Distribución de los nacimientos con baja instrucción de la madre. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 142

Gráfico 7.9 Distribución de la mortalidad infantil post-neonatal. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 143

Gráfico 7.10 Distribución de los nacimientos con baja instrucción de la madre. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 144

XIV

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Gráfico 7.11 Distribución de la mortalidad infantil post-neonatal. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 144

Capítulo 9

Gráfico 9.1 Saturaciones factoriales de las variables del modelo. Década 1990. 170

Gráfico 9.2 Saturaciones factoriales de las Circunscripciones Electorales. Década 1990. 171

Gráfico 9.3 Saturaciones factoriales de las variables del modelo. Década 2000. 174Gráfico 9.4 Saturaciones factoriales de las Circunscripciones Electorales. Década

2000. 175

Capítulo 11

Gráfico 11.1 Inscriptos en el Plan Médicos de Cabecera. Ciudad de Buenos Aires,

1997-2002. 191

Gráfico 11.2 Consultas en Pediatría realizadas a través del Programa Médicos de Cabecera. Ciudad de Buenos Aires, 1997-2002. 193

Gráfico 11.3 Consultas realizadas en los Centros de Salud y Acción Comunitaria. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 204

Gráfico 11.4 Gasto anual per cápita en población sin cobertura (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 220

Gráfico 11.5 Gasto en atención de la salud como porcentaje del PBI. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 221

Gráfico 11.6 Relaciones ente el Gasto social y el Gasto social focalizado. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 222

Gráfico 11.7 Evolución de la pobreza e indigencia y variación interanual del Gasto social focalizado. Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002. 222

Gráfico 11.8 Asignación de gasto por hogar pobre (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002. 223

Gráfico 11.9 Participación del Programa Materno-Infanto-Juvenil en el presupuesto ejecutado. Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002. 228

Anexo B Gráfico 7.1 Distribución de los nacimientos de madres adolescentes. Ciudad de

Buenos Aires, 1991-1992. 37

Gráfico 7.2 Distribución de los nacimientos de madres multíparas. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 37

Gráfico 7.3 Distribución de la mortalidad fetal. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 38

XV

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Gráfico 7.4 Distribución de la mortalidad infantil por causas reducibles. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. 38

Gráfico 7.5 Distribución de los nacimientos madres adolescentes. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 39

Gráfico 7.6 Distribución de los nacimientos madres multíparas. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 39

Gráfico 7.7 Distribución de la mortalidad fetal. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 40

Gráfico 7.8 Distribución de la mortalidad infantil por causas reducibles. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. 40

Anexo G

Gráfico 1 Tasa de natalidad. Ciudad de Buenos Aires, 1860-1879. 6

Gráfico 2 Enfermos hospitalizados según dependencia. Ciudad de Buenos Aires, 1890-1904. 8

Gráfico 3 Egresos hospitalarios. Hospital de Niños San Luis Gonzaga, 1890-1904. 11

Gráfico 4 Concurrentes a los dispensarios y a las cocinas de lactantes e inspecciones domiciliarias. Proporción en el total de nacimientos. Ciudad de Buenos Aires, 1908-1948. 20

Gráfico 5 Proporción de nacidos en maternidades hospitalarias. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1949. 26

Gráfico 6 Nacidos vivos en establecimientos asistenciales según dependencia. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1949. 27

Gráfico 7 Mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1969. 29

Índice de Mapas Capítulo 6

Mapa 6.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires.

Década de 1990. 106

Mapa 6.2 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década del 2000. 108

Mapa 6.3 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década del 2000 con variables comparables a la década de 1990. 109

Mapa 6.4 Proporción de niños de 0-4 años NBI en el total de ese grupo de edad. Década 1990. 112

Mapa 6.5 Proporción de niños de 0-4 años NBI en el total de ese grupo de edad. Década 2000. 113

XVI

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Capítulo 7

Mapa 7.1 Divisiones de la Ciudad según zona. 146 Capítulo 8 Mapa 8.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires.

Década 1990. 158

Mapa 8.2 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 2000. 160

Capítulo 9

Mapa 9.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires.

Década 1990. 172

Mapa 9.2 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 2000. 176

Capítulo 11

Mapa 11.1 Ubicación de los consultorios de los médicos de cabecera.

Ciudad de Buenos Aires. Año 2002. 192

Mapa 11.2 Distribución de los Centros Médicos Barriales. Ciudad de Buenos Aires. Año 2002. 200

Mapa 11.3 Ubicación de los Centros de Salud y Acción Comunitaria. Ciudad de Buenos Aires. Año 2002. 203

Mapa 11.4 Ubicación de los hospitales dependientes del gobierno de la Ciudad. Año 2002. 205

XVII

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1 – Introducción.

“En las defunciones de toda agrupación humana civilizada existe un grupo cuyo estudio es objeto del mayor interés por parte del higienista, del hombre de gobierno y del filántropo, porque la experiencia universal comprueba que, cuando excede de ciertas proporciones, es porque existen causas destructoras que pueden ser atenuadas. Me refiero a las defunciones de la infancia.” Alberto B. Martínez (1913:XXIV)

La salud pública, entendida como un componente del desarrollo

social y no como una actividad específica destinada al control de las

enfermedades, supone una dimensión política que trasciende el rol que

tradicionalmente le fue asignado. Es sabido que el concepto de salud es

histórico y está ligado al tipo de sociedad que lo contiene. La

conceptualización actual de la salud supera la doctrina tecnicista de

“etiología específica” vigente desde principios del Siglo XIX. Esta doctrina,

basada en la causalidad microbiológica, concebía a las enfermedades como

debidas a un microbio al que bastaba identificar para encontrar la vacuna

que lo neutralizara. En el campo de la medicina no se incluían los problemas

sociales; su resolución se suponía una “cuestión del progreso” identificado

bajo el lema “crecer para distribuir”. A fines del Siglo XIX este paradigma

entra en discusión, la salud ya no se considera sólo como un concepto

médico sino social. Si bien se reconoce la importancia de la terapéutica se

incluyen aspectos de la estructura económica social, de la cultura, y en

general de las condiciones de vida de la población, que proponen enfoques

más complejos y completos para explicar el proceso salud-enfermedad. De

algún modo, el enfoque “biologista y microbiologista” sigue vigente

sustentado por los avances en el conocimiento de la etiología de ciertas

enfermedades y el desarrollo consecuente de la industria farmoquímica.

Es así que en América Latina, desde mediados de la década de 1940,

el desarrollo económico social aparece como un objetivo a alcanzar. Esta

concepción incluía crecimiento industrial más distribución del ingreso y

pleno empleo, con fuerte incidencia estatal y de la empresa pública. Es el

inicio de lo que se llamó “modelo de sustitución de importaciones” y de la

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expansión del Estado de Bienestar. Entre los beneficios del crecimiento

económico se hallaba el mejoramiento de las condiciones de salud de la

población. Cabe recordar que en esa década se consolidó la idea del

“derecho a la salud”, cuando en Inglaterra se concretó el Plan Beveridge1 y

el Estado se hizo cargo de la salud de toda la ciudadanía. Surgió entonces un

nuevo paradigma donde el Estado es el que asegura la salud de la población,

superando el que imperaba hasta ese momento en varios países europeos por

el cual, sus intervenciones apuntaban a preservar la fuerza de trabajo y su

reproducción. En esta misma época en Argentina, siendo Ministro de Salud

el Dr. Ramón Carrillo, se constituyó la primera política sanitaria con sentido

orgánico y social. Para Carrillo la salud era materia del Estado, entendido

como organización política de la sociedad para el bien común. Además de

considerar que la salud era un derecho, Carrillo consideraba a la prevención

como la base del sistema de atención médica (Katz, 2004).

Pero hacia fines de la década de 1960, en América Latina, entraron

en crisis la industrialización sustitutiva y el Estado de Bienestar. Se frustró

la ilusión del desarrollo y se comenzó a percibir que el modelo desarrollista

tendía a excluir una parte importante de la población (Prebisch, 1976).

También comenzó la crisis de lo que puede llamarse “salud pública

desarrollista”. El gasto en salud había crecido pero se destacaba la creciente

estratificación del sistema que expresaba las diferencias de clase en la

atención sanitaria. Se puso en discusión el contenido del modelo médico

imperante y se planteó, por un lado, la insuficiencia del paradigma científico

de la medicina dominante, como modelo explicativo de la salud-enfermedad

colectiva, y por otro, la incapacidad de la práctica médica de transformar

sensiblemente las condiciones de salud de la población (Laurell, 1986). En

oposición al paradigma dominante, que planteaba la cuestión de la salud-

enfermedad como un fenómeno biológico del individuo, apareció el

reconocimiento del carácter social del proceso salud-enfermedad.

1 En 1948 se creó el Servicio Nacional de Salud que tuvo como ejes: el sistema de atención

primaria (a través del cual los médicos clínicos y las clínicas de atención ambulatoria trataban a los pacientes en la comunidad más que en el hospital) y la contención de costos que logró por su posición monopólica (prácticamente el único comprador de servicios médicos y de enfermería y de varios tipos de medicamentos y equipos) y por su sistema de control financiero centralizado (Díaz Muñoz et. al., 1994).

2

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Así, durante la década de 1970, surgió en América Latina la

corriente de pensamiento llamada “medicina social” que postuló la

necesidad de analizar el fenómeno salud-enfermedad en el contexto del

acontecer económico, político e ideológico de la sociedad y no sólo como

fenómeno biológico que atañe a los individuos (Laurell, 1986). Por lo tanto,

los conceptos tradicionales de salud y enfermedad tuvieron que abrir

espacios para la confrontación con desarrollos conceptuales y

metodológicos más integrales, con mayor capacidad para aprehender la

complejidad real de los procesos determinantes superando visiones simples

y unilaterales, para explicar las relaciones entre los procesos más generales

de la sociedad con la salud de los individuos y los grupos sociales. Comenzó

a reconocerse a la familia como “la unidad a partir de la cual se constituyen

y/o se organizan y/o se articulan las principales redes sociales respecto del

proceso salud/enfermedad/atención” (Menéndez, 1992:4). Es decir, se

sostuvo que la salud de la población no es independiente de la organización

social y se identificó a la familia como la institución donde, en forma directa

o como mediadora, operan algunos de los principales determinantes de la

morbilidad y la mortalidad en los diferentes grupos etarios, en particular

durante la primera infancia.

A fines de esta década y durante los años ochenta, la Oficina

Regional de la Organización Mundial de la Salud para Europa comenzó a

desarrollar un programa llamado “Equidad en la Salud”, a fin de examinar

en los países centrales el impacto del desempleo y la pobreza en la salud. El

concepto de equidad fue desarrollado en estos países como efecto

compensador de la salida de las políticas universalistas de los modelos de

Estado de Bienestar (Spinelli, 2000).

De esta época es el Black Report (Black et. al., 1982) que junto con

el The Health Divide (Whitehead, 1988), fueron el origen de la noción de

equidad en salud que dio lugar, desde distintos conceptos operacionales, a

numerosos estudios en diferentes países. El Black Report, que analizó las

desigualdades en la salud de los británicos, ratificó que pese a la

accesibilidad universal e igualitaria, el uso de los diferentes servicios varía

según la clase ocupacional. Además concluyó que los descensos de la

mortalidad infantil están asociados con el ingreso per cápita y llamó la

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atención sobre los aspectos distributivos de las sociedades. También

Wilkinson (1997) llegó a la conclusión que no son las sociedades más ricas

las que tienen mejor salud sino aquellas que tienen estructuras sociales más

igualitarias. Enfatizó la importancia que asume la estructura distributiva del

ingreso y ponderó la pobreza relativa, sin descartar el componente de

privación absoluta reflejado por aquellos hogares con ingresos inferiores a la

línea de pobreza. Es decir, destacó la magnitud de las diferencias entre ricos

y pobres.

Desde un punto de vista conceptual, las condiciones de salud de una

población son el resultado del efecto conjunto de factores genéticos, estilos

de vida y factores del contexto, donde desarrolla su vida. Es decir, la

situación de la salud y sus desigualdades, están determinadas tanto

individual como histórica y socialmente. Si bien los factores genéticos

pueden tener un peso relevante en la salud individual, a nivel de la

población son los factores socioeconómicos, culturales, ambientales y

políticos los que tienen el rol fundamental como determinantes de los

niveles de salud. Dentro de todos estos factores se considera que las

desigualdades originadas por diferencias biológicas o estilos de vida no

pueden ser clasificadas como inequidades. Estas ideas llevaron a la

Organización Mundial de la Salud (OMS) a definir el concepto de inequidad

como “aquellas diferencias en salud que no sólo son innecesarias y evitables

sino que además se consideran como injustas” (Whitehead, 1991). Los

criterios para definir equidad en salud son varios; no obstante existen

propuestas que los operacionalizan y en relación a la atención proponen: a)

igual acceso a la atención disponible para igual necesidad, b) igual

utilización para igual necesidad y c) igual calidad de atención para todos

(Whitehead, 1991). La equidad en salud, al igual que en otros ámbitos,

depende fundamentalmente de cómo se define la justicia social y ésta, a su

vez, depende de los juicios de valor que adopte la sociedad. Pero mientras

existan desigualdades importantes en los ingresos y en la distribución de los

mismos es previsible que existan desigualdades en el uso de los servicios de

salud superiores a las originadas en las diferencias de necesidad (Katz,

1998).

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Es así, que los cambios económicos y sociales promovidos en la

década de los noventa, de debilitamiento del Estado y hegemonía del

mercado en sociedades que ya registraban situaciones de desigualdad, como

es el caso de Argentina, profundizan los déficits de los sectores que

registran mayores dificultades en el acceso a bienes y servicios, por sus

bajos ingresos o la pérdida de sus derechos sociales como consecuencia de

la precarización laboral. Este cambio afecta más a las familias pobres. Sus

hogares están más expuestos a enfermedades por falta de recursos

económicos, escaso conocimiento sobre temas de salud, insuficiente

nutrición, poco uso de los servicios de salud y menor acceso a una atención

de calidad. Asimismo, la educación y especialmente la educación de la

mujer, juegan un papel importante en los hábitos y costumbres de los

hogares relacionados con la salud y además los capacita para exigir más y

mejores prestaciones.

Las familias pobres son las que tienen más niños, quienes resultan

más perjudicados porque son objeto de una crianza que les inhibe la

posibilidad de un desarrollo sano en los primeros años y puede malograr el

resto de su vida (Vinocur, 1999). Múltiples son los estudios que demuestran

que los niños tienen posibilidades diferentes de desarrollo de sus

potencialidades según las características de sus padres y la condición

socioeconómica de sus hogares. Existen condicionantes relacionados con el

conocimiento y educación de los padres del niño, las redes familiares y

sociales construidas, el hábitat y la vinculación con el mercado de trabajo

que determinan oportunidades disímiles. Estos condicionantes influyen

desde la gestación del niño y tienen relación con lo que fue el perfil de

crecimiento de su madre, la oportunidad de controles prenatales así como la

frecuencia y calidad de los controles posteriores. Luego de su nacimiento es

importante la influencia del hábitat (acceso al agua potable y saneamiento

adecuado), los hábitos de higiene del hogar, la práctica de la lactancia

materna y las conductas preventivas y de detección y tratamiento de las

enfermedades (inmunizaciones y controles médicos periódicos). Es

largamente conocida la incidencia de las infecciones sobre el estado

nutricional y de éste afectando el sistema inmunológico de los niños y cómo

ambos limitan su potencial de crecimiento y desarrollo. En este contexto, los

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niños representan el grupo de mayor vulnerabilidad frente a los

condicionantes sociales, económicos, culturales y ambientales, que son

determinantes de su situación de salud. La etapa temprana del desarrollo

infantil, que abarca desde la vida intrauterina y la atención del parto hasta

los primeros cinco años de vida, es un período fundamental en el cual el

niño desarrolla el lenguaje, la locomoción, las relaciones sociales y los

conocimientos y habilidades que condicionan su desarrollo posterior

(Moreno, 1999).

Por lo tanto, el gasto social en servicios de agua potable y

saneamiento ambiental, en programas de nutrición y cuidado infantil y en la

atención primaria de la salud2, es el que beneficia más a la infancia. La

extensión del acceso de los servicios de salud influye positivamente en la

distribución del ingreso y eleva el nivel de vida de los pobres a costos

inferiores que los que suponen otras inversiones y en un plazo más breve

que la educación (CEPAL, 2000). La evidencia empírica sugiere que las

familias pobres se benefician con los servicios sociales básicos solamente

cuando estos son provistos en forma universal (Delamonica et. al., 2000). La

universalidad de la prestación presenta varias ventajas. Por un lado, permite

mayor apoyo político. Por otro, permite reducir los costos unitarios de la

intervención ya que se pueden distribuir los costos fijos entre más unidades

y se reducen los costos administrativos de verificación y monitoreo de los

programas focalizados. Asimismo, evitan la manipulación clientelista de los

programas y el favoritismo de la autoridad nacional o local de turno.

No debe olvidarse que disfrutar de buenas condiciones de salud es un

derecho fundamental, cuyo logro, para toda la población debe ser un

objetivo prioritario de las políticas públicas. En el caso de la primera

infancia, los principios de universalidad, interdependencia e indivisibilidad

de los derechos, así como el principio del interés superior del niño,

contenidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, significó un

cambio de paradigma respecto del concepto de infancia. A partir de allí se

reconoce a los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho, lo que

2 El enfoque identificado en la década de 1970 como el medio de lograr Salud para todos en

el año 2000 - Declaración de Alma-Ata, OMS-UN, 1978.

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marca un giro fundamental respecto de las tradiciones tutelares y

paternalistas que primaron anteriormente (Méndez, 2005).

En dicha Convención, ratificada por Argentina en 1990, se

observaron dos ejes fundamentales: la consideración de sujetos plenos de

derecho y la consideración como personas con necesidad de cuidados

especiales. Con este enfoque, por un lado, se abandonó el concepto del niño

como objeto pasivo de intervención y por otro, se supuso que por su

situación particular de desarrollo ellos tienen derechos especiales además de

todos los que disfruta el adulto. Asimismo, otorgó un papel esencial a la

familia en cuanto a la crianza, siendo reconocida como el lugar propio de

convivencia y pertenencia de los niños e introdujo el nuevo paradigma de

“protección integral”, en el que la infancia es considerada una sola y su

protección se expresa en la exigencia de formulación de políticas básicas

universales para todos los niños.

Cuando una sociedad se empobrece es previsible un empeoramiento

de las condiciones de salud de sus integrantes. ¿Cómo explicar entonces el

descenso experimentado por la mortalidad de la primera infancia ante el

incremento de la pobreza y la desigualdad socioeconómica? Esta

constatación lleva a reflexionar sobre: a) cuáles son las causas de la

reducción de la mortalidad de la primera infancia y b) quiénes fueron los

niños que se beneficiaron de esa mejora. Es decir, determinar si se redujo la

brecha que previamente existía entre los distintos sectores sociales y áreas

geográficas.

Para responder a estos interrogantes es necesario analizar si estas

reducciones obedecieron a: a) mejoras en el acceso a nuevos servicios de

salud; b) al impacto de mejores prácticas de crianza de los niños; c) a la

efectividad de los servicios de salud en las actividades de prevención o en la

mejora de las acciones terapéuticas o d) a la mayor capacidad de demanda

de ciertos sectores sociales que atrajeron una mayor proporción de los

recursos disponibles.

Si bien la Ciudad, como unidad territorial, registra históricamente los

menores niveles de mortalidad de la primera infancia del país, en su interior

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persisten sectores con niveles de mortalidad que casi duplican el promedio3

y con altas proporciones de nacimientos de riesgo. El propósito de la

investigación fue conocer, para el período 1991-2002, los cambios en la

atención de la salud y en la mortalidad de la primera infancia diferenciando

grupos sociales y/o áreas espaciales, confrontándolos con las políticas

públicas, los programas desarrollados y la aplicación de ciertas innovaciones

terapéuticas4 dirigidas a la promoción de la salud de la primera infancia.

Por otro lado, considerando que el estudio de la relación entre la

situación de la salud y las desigualdades sociales es de larga data, y en el

convencimiento de que estamos frente a un “redescubrimiento” de lo que ya

era conocido por investigadores europeos y latinoamericanos desde el siglo

XIX5, se creyó importante incorporar la evolución de la mortalidad

materno-infantil en la Ciudad desde 1860, así como las políticas

implementadas en cada época. Se pretendió comprobar el grado de

efectividad que tuvo la conformación del sistema de salud de la Ciudad,

prestando especial atención a la evolución de la red de servicios de diferente

nivel de complejidad, así como al efecto que las nuevas terapéuticas y el

avance tecnológico habían tenido en la reducción de la mortalidad en la

niñez y en la disminución de las desigualdades, frente a la muerte, de los

infantil, teniendo en

cue ciales).

distintos grupos sociales.

Los objetivos de la investigación fueron:

a) Determinar la relación existente entre la evolución de la salud-

enfermedad en la primera infancia y la desigualdad social en la Ciudad.

b) Estudiar el diseño y desarrollo de las políticas de salud implementadas

en la Ciudad y comprobar su efecto en la salud

nta las desigualdades sociales (y/o espa

3 Para el bienio 2001-2002 la tasa promedio de la Ciudad fue de 10,9 por mil mientras que

para la zona sur de la misma se registraron tasas cercanas al 20 por mil. En cuanto al riesgo relativo entre la tasa máxima y la mínima fue de 5 y con respecto a la mortalidad infantil por causas reducibles de 6.

4 Tratamiento de rehidratación oral, incorporación de nuevas vacunas, etc. 5 En Europa, en el marco de los procesos revolucionarios de 1848, surge el concepto de

“medicina social”, sus principales exponentes fueron Rudolf Virchow y Salomón Neuman en Alemania; Jules Guérin en Francia; William Far en Inglaterra y Francisco Puccionotti en Italia (Spinelli, 2000). En Argentina entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se realizaron investigaciones sobre las condiciones de trabajo y hábitat (el informe de Bialet Massé sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzo del siglo) y los estudios sobre las condiciones de vida de las clases pobres y la salud de sus hijos (Coni, Rawson, Penna y Madero entre otros).

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Se plantearon las siguientes hipótesis:

a) Las políticas de salud dirigidas a la primera infancia se mantuvieron

bastante inflexibles a los cambios que se produjeron en la condición

socioeconómica de los hogares y en el perfil epidemiológico de la niñez.

b) El diseño y la implementación de las políticas de salud de la Ciudad

dirigidas a la niñez privilegiaron una visión reparadora de la salud,

priorizando los intereses del complejo industrial farmoquímico y las

inversiones en medicamentos y en innovaciones tecnológicas. El eje

fundamental de la atención de la salud fue la estructura de los servicios

hos

, los programas y las acciones

desarro

ron de marco normativo

para las acciones llevadas a cabo en el nivel local.

pitalarios antes que el sistema de atención primaria de la salud.

Con respecto a la propuesta metodológica se trabajó con tres

dimensiones: la desigualdad social, la salud-enfermedad de la primera

infancia y el sistema de atención de la salud. En la primera dimensión, la

unidad de análisis fueron los hogares particulares como “proxy” de familia,

en la segunda fue la primera infancia definida como los niños menores de 5

años y en la tercera las políticas de salud

lladas por el gobierno de la Ciudad.

La presentación se estructuró en dos partes: en la primera se

investigó la situación de la salud-enfermedad y la desigualdad social en la

Ciudad y en la segunda, se analizaron las políticas de salud para la primera

infancia del gobierno de la Ciudad, los programas y actividades

desarrollados y los recursos presupuestarios que se les asignaron así como

los antecedentes de la política nacional que sirvie

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2 – Estado del arte sobre la temática.

Múltiples son los estudios realizados en las últimas décadas sobre los

efectos de la desigualdad social en la salud. Incluso, desde la perspectiva del

bienestar, las descripciones realizadas por los clásicos sobre las condiciones

de vida en los primeros años de la Revolución Industrial sirvieron de guía

para las investigaciones posteriores. En todos los casos, se confirmó que

aquellas personas pertenecientes a los sectores privilegiados de la sociedad,

en general, disfrutan de mejor salud. En el caso de la niñez, la probabilidad

de sobrevivir se asocia, principalmente, a la clase social de pertenencia, así

como a las características de la familia en la que nace y al medio ambiente

en que se desarrolla.

Las estadísticas más antiguas sobre mortalidad por clases sociales se

encuentran en Inglaterra. Haines (1995) y Reid (1997) demostraron que,

pese a la mejora generalizada en las condiciones materiales de vida y al

cambio epidemiológico, la mortalidad infantil y de la primera infancia

mejoró en todos los casos pero declinó más rápidamente entre las clases

sociales altas. Estos autores aplicaron técnicas indirectas a los resultados del

Censo de 1911 de Inglaterra y Gales para estimar la mortalidad infantil,

examinando los diferenciales según ocupación y clase social del padre.

Haines incluyó además los resultados de otra investigación realizada por

Morris y Heady para el período 1911-1950 y demostró que la mortalidad

infantil declinó, en el período 1896-1950, más rápidamente entre las clases

altas y que por tal motivo las brechas entre clases se incrementaron (Cuadro

2.1). Reid analizó las diferencias sociales adicionándoles el efecto del medio

ambiente. La autora consideró la ocupación de los hombres y armó ocho

clases separando a los trabajadores en no manuales (clase alta y media) y

manuales según su calificación (calificados, semicalificados y sin

calificación) y actividad (trabajadores textiles, de la agricultura y mineros).

La distribución espacial de estas clases y su predominio dentro del

vecindario le permitió clasificar al medio ambiente (agrícolo, profesional e

industrial). De esta manera demostró, para el período 1895-1911, en el cual

la mortalidad infantil en Inglaterra y Gales experimentó un brusco descenso,

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que la relación entre clase social y mortalidad de la primera infancia es

producto también del medio ambiente en el que vive el niño. Observando el

efecto simultáneo de la clase social y el medio ambiente, concluyó que la

influencia de la clase social se veía disminuida al incluir el efecto del medio

ambiente, especialmente en las ciudades industrializadas.

Cuadro 2.1

Tasas de mortalidad infantil (por mil nacimientos) según clase social del padre. Inglaterra y Gales, 1896-1950.

Clase social 1896 1905 1921 1930-32 1949-50 I - Profesionales 101,5 76,4 38,4 32,7 18,4 II - Intermedia 124,9 105,3 55,4 45,0 21,9 III - Trabajadores calificados 153,0 129,7 76,9 57,6 28,3 IV - Trabajadores parcialmente calificados 147,7 135,7 89,4 66,8 34,0 V - Trabajadores no calificados 171,0 152,9 97,1 77,1 39,8 Todas las clases 148,2 129,7 79,2 61,6 29,3 Indice de desigualdad (Clase V-Clase I/Clase I) 0,685 1,000 1,529 1,358 1,163

Fuente: elaboración sobre la base de Haines, 1995, tabla 6.

En América Latina varios estudios confirmaron la existencia de una

elevada asociación entre las probabilidades de sobrevivencia de los niños y

los niveles socioeconómicos de los hogares. El estudio de Puffer y Serrano

(1973), mostró las enormes diferencias entre países, así como entre áreas de

un mismo país, señalando significativas asociaciones entre el nivel de

mortalidad infantil y la instrucción de la madre, aunque esta variable fue en

realidad utilizada como un proxy del nivel socioeconómico del hogar. En un

trabajo posterior (Puffer y Serrano, 1988) demostraron que el factor

determinante de mayor importancia para la sobrevivencia y la calidad de

vida del niño era su estado de salud al nacer. Presentaron dos ejemplos para

ilustrar la relación entre la mortalidad infantil y el peso al nacer: uno en

Chile y otro en la ciudad de Nueva York. Concluyeron que la mortalidad

infantil fue muy elevada entre los niños que al nacer pesaron menos de 2501

gramos y que la misma disminuía a medida que aumentaba el peso al nacer.

De esta manera, el peso al nacer se convierte en un importante factor que

influye en la sobrevivencia de los niños y en la susceptibilidad de contraer

enfermedades. Claro que este factor está asociado a los niveles

socioeconómicos de las familias. Una de las causas principales es el estado

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nutricional de las madres, y éste a su vez es el resultado de déficits en la

ingesta alimentaria y a problemas de salud-enfermedad. Son las madres de

los estratos bajos las que padecen problemas de nutrición durante sus

embarazos por la menor ingesta de componentes proteicos.

Cuadro 2.2

Tasa de mortalidad infantil (por mil nacimientos) en cinco grupos de peso al nacer en Chile, 1982 y en la ciudad de Nueva York, 1968.

Peso al nacer en gramos Chile

Ciudad de Nueva York

Total 25,3 21,9Menos de 2501 164,4 140,52501-3000 27,2 12,13001-3500 13,3 7,73501-4000 8,9 5,64001 y más 11,0 8,0

Fuente: Puffer y Serrano, 1988, Cuadro 4. El estudio de Bronfman y Tuirán (1983) obtuvo estimaciones, para

México en 1977, de la probabilidad de muerte en el primer año de vida por

clases sociales. Los autores demostraron que la mortalidad alcanzó su

máximo nivel en los hijos de campesinos pobres semiproletarios, los

asalariados agrícolas y la fuerza “libre” no asalariada (grupos urbanos

marginales) y llegaron a la conclusión de que por cada nacimiento de “alto

riesgo” en la nueva pequeña burguesía había cerca de cinco en la fuerza de

trabajo libre no asalariada.

Cuadro 2.3

Probabilidad de morir en el primer año de vida por clase social. México, 1977.

Clase social Probabilidad

(por mil) Clases no agrícolas Nueva pequeña burguesía 33,0 Burguesía 36,3 Pequeña burguesía tradicional 46,3 Proletariado 61,9 Fuerza de trabajo "libre" no asalariada 78,0 Clases agrícolas Campesinos acomodados y de nivel medio 71,3 Campesinos pobres y semiproletarios 85,0 Asalariados agrícolas 98,4 Todas las clases 61,4

Fuente: Bronfman y Tuirán, 1983.

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Sin embargo, en la década de 1980 fue el Black Report (Towsend y

Davidson, 1982) el informe que volvió a centrar el debate, analizando las

desigualdades en la salud de los británicos, luego de cuarenta años de

vigencia del Sistema Nacional de Salud. Este informe demostró que, en

términos relativos, la desigualdad entre las clases no sólo se había

mantenido sino incluso incrementado y ratificó, que pese a la accesibilidad

universal e igualitaria, el uso que se realizaba de los diferentes servicios así

como los resultados en salud, variaban según la clase social. Con

posterioridad a este informe el “Health Divide” de Margaret Whitehead,

demostró que las desigualdades en la salud se habían hecho más graves en

comparación con las de los años cincuenta y documentó que las treinta y dos

mayores causas de muerte atacaban más a los pobres que a los ricos

(Berlinguer, 1990). Por consiguiente, parecería que las políticas destinadas a

combatir las diferencias en salud desde el lado de la oferta (accesibilidad

universal e igualitaria) sin tener en cuenta el contexto más amplio de la

búsqueda de justicia social, no logran eliminar la desigualdad.

Para Argentina, un primer antecedente (Behm y Maguid, 1978)

obtuvo, con la información censal de 1970 y mediante métodos indirectos,

la probabilidad de morir antes de cumplir los dos años de edad, en el bienio

1965-66. Los autores utilizaron, como aproximación al concepto de clase

social, la clasificación de los hogares según ocupación y categoría

ocupacional del jefe del hogar y demostraron que el grupo socioeconómico

de pertenencia está estrechamente asociado a la mortalidad temprana del

niño.

Cuadro 2.4 Probabilidad de morir entre el nacimiento y los dos años de edad según clase social.

Argentina, 1965-66.

Clase social Probabilidad (por mil)

Alta 28 Media 34 Baja urbana 66 Baja agrícola 74

Fuente: Behm y Maguid, 1978, Cuadro 11.

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A partir de la década de 1980, en Argentina, varios estudios

confirmaron la existencia de una elevada asociación entre las probabilidades

de sobrevivencia de los niños y los niveles de pobreza de sus hogares. En

1984 se conocieron las estimaciones de la mortalidad infantil mediante la

utilización de métodos indirectos1, según pobreza por necesidades básicas

insatisfechas (INDEC, 1984). Los resultados mostraron que la mortalidad

infantil de los hogares pobres era cerca de un 50 por ciento mayor que la de

los hogares no pobres. Estas mismas diferencias y aún mayores se

encontraron entre hogares localizados en áreas urbanas y rurales, así como

entre los diferentes departamentos y provincias.

Cuadro 2.5

Tasa de mortalidad infantil aproximada (por cien) en hogares según condición NBI por estrato de asentamiento. Total del país, 1980.

Estrato de asentamiento Tasa de

mortalidad infantil

aproximada Total Total de población 4,1Población en hogares NBI 5,0Resto de población 3,3Localidades de más de 50.000 hab. Total de población 3,5Población en hogares NBI 4,2Resto de población 3,0Localidades de 10.001 a 50.000 hab. Total de población 4,2Población en hogares NBI 5,3Resto de población 3,4Localidades de 2.000 a 10.000 hab. Total de población 4,4Población en hogares NBI 5,4Resto de población 3,7Area rural Total de población 5,5Población en hogares NBI 6,2Resto de población 4,5

Fuente: elaboración en base a INDEC, 1984, Cuadro 1D.

1 Se estimó la mortalidad infantil aproximada definida como la probabilidad de morir antes

de cumplir 3 años de edad.

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También en la primera mitad de la década de los ochenta, se realizó

en Rosario una investigación sobre los diferenciales por clase social y

fracciones de clase del proceso de la salud-enfermedad en el primer año de

vida (Torrado, 1986). Tomando una cohorte de todos los niños nacidos,

hijos de mujeres residentes en esa ciudad en la primera quincena de

noviembre, se estudiaron los procesos de reproducción biológica y social,

considerando las condiciones familiares de vida, las conductas maternas y

las condiciones biológicas del niño. Se confirmaron desigualdades marcadas

según la clase social de pertenencia del niño. En lo que concierne al perfil

de la salud-enfermedad perinatal, la autora demostró que las clases bajas

presentaban condiciones comparativamente más deficitarias respecto a

algunas conductas maternas (seguimiento y control del embarazo) y a ciertas

acciones institucionales (nivel de especialización del personal que atendió a

la madre durante el parto). En lo que respecta a las condiciones biológicas

del recién nacido el hallazgo más interesante a destacar es que en la clase

obrera, especialmente entre los trabajadores inestables2, se detectaba un

mayor número de prematuros y de desnutridos fetales y un mayor porcentaje

de niños que al nacer presentaban condiciones físico-funcionales

deficientes. En cuanto a la alimentación, los diferenciales se hacían

presentes a partir del cuarto mes de vida y estaban referidos a la menor

ingesta de componentes proteicos por parte de los niños pertenecientes a las

familias de estratos bajos. Finalmente, en relación a las conductas maternas

referidas al cuidado preventivo de la salud (cumplimiento del esquema de

inmunizaciones y de controles médicos periódicos) se observaban pautas

comparativamente más deficitarias en la clase obrera, particularmente en los

dos estratos inferiores (obreros de la construcción y trabajadores inestables).

La autora concluye que las condiciones familiares de vida, asociadas a cada

clase social, se traducen en estados de salud y enfermedad diferenciales,

mucho más deficientes en los estratos inferiores, específicamente en

aquellos de menor estabilidad en su inserción económica.

Otros dos antecedentes más recientes (López y Tamargo, 1995 y

Cid, 1995) también investigaron las relaciones entre infancia y condiciones

2 Comprende a trabajadores cuenta propia con ocupaciones manuales no calificadas, sin

especificación de oficio, tales como: vendedor ambulante, changarín, botellero, etc.

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de vida, observando que el riesgo de muerte y el deterioro en su crecimiento

era sensiblemente más elevado entre los niños nacidos en hogares de

pobreza estructural. El trabajo de Cid (1995) analiza la talla y el peso de los

niños de 0 a 5 años cumplidos en hogares de la Ciudad de Salta a partir de

los datos relevados por el Módulo para el Monitoreo de Metas Sociales que

se realizó en la onda de mayo de 1994 de la Encuesta Permanente de

Hogares. El autor advirtió que el retraso en el crecimiento es mayor entre los

niños que pertenecen a hogares con necesidades básicas insatisfechas y a

hogares con niveles bajos de ingresos. Concluyó que la clasificación según

pobreza del hogar, ya sea que se adopte el criterio de NBI o el de ingresos,

muestra su influencia sobre las posibilidades de crecimiento del niño. Por su

parte, López y Tamargo (1995) utilizaron la misma encuesta para analizar

las conductas de las mujeres frente a la atención del embarazo y el parto en

los aglomerados urbanos del país. Las autoras indicaron un comportamiento

diferencial de las mujeres frente a la atención del embarazo y el parto en

función del estrato socioeconómico de pertenencia. Demostraron que para

las mujeres que viven en hogares pobres la situación es desventajosa en la

cantidad de controles prenatales que efectúan durante sus embarazos. Este

hecho indudablemente afectará la morbimortalidad de sus hijos ya que la

deficiencia en las prácticas preventivas acrecienta el riesgo de desconocer

los signos precoces de patologías que pueden tratarse de manera oportuna.

En la última década, otros trabajos relacionaron el estado nutricional

con el nivel económico-social de los hogares (Calvo et. al., 1989, Calvo

1995 y Ministerio de Salud, 1999). Todos ellos confirmaron una fuerte

asociación entre prevalencia de desnutrición y pobreza y resaltaron que a

diferencia de lo observado hace algunas décadas, cuando el problema más

significativo era el déficit de peso para la edad y para la talla, existe una

relación talla/edad deficiente (acortamiento) así como la presencia de

obesidad como el principal trastorno del peso de los niños. Se afirmó que el

déficit de talla es reflejo de un proceso crónico en el que confluyen varios

factores, particularmente el bajo peso al nacer, la carencia marginal de

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energía y nutrientes, la reiteración de procesos infecciosos agudos y las

condiciones desfavorables del medio en que vive el niño3.

Otra línea de investigación, que comparó la Ciudad de Buenos Aires

con los dos cordones del Gran Buenos Aires, vinculó aspectos de la

estratificación social con temas relacionados a la utilización y el gasto en

servicios de salud y construyó indicadores para medir la respuesta del sector

salud a los requerimientos de la población (Ministerio de Salud y Acción

Social, 1992, 1993, 1994a, 1994b, 1995, 1996, 1997 y 2002). En los

resultados sobre la situación sanitaria de la primera infancia en 19894, se

obtuvieron niveles de riesgo superiores en los cordones del Gran Buenos

Aires, asociados a la mayor incidencia de madres adolescentes, con bajo

nivel de instrucción o sin pareja estable. Por su parte, en la Ciudad se

destacó una mejor atención de la salud5 y un mayor consumo de

medicamentos.

En la encuesta del año 1995 se analizaron los distintos tipos de

gastos en salud, observándose importantes diferencias en la composición del

gasto según clase social6. Además se destacó, con respecto a 1989, una

disminución en la condición de afiliación en la Ciudad, del 5 por ciento en

la población total y del 9 por ciento en los menores de 5 años.

Un trabajo reciente investigó para Argentina los cambios, entre 1997

y 2001, en la distribución de los beneficios de las políticas de salud y

nutrición, en relación con los programas para mujeres embarazadas y niños

menores de cinco años (Gasparini y Panadeiros, 2005). Los autores, usando

información de las encuestas sobre desarrollo social (EDS) realizadas en

dichos años, mostraron las diferencias, según quintiles de ingresos, en la

3 Debe tenerse en cuenta que estos estudios se refieren exclusivamente a los niños menores

de seis años que demandan atención ambulatoria en el sistema público de salud y no son extrapolables al universo de los niños de esas edades que residen en cada jurisdicción.

4 Los resultados provienen de la Encuesta Permanente de Hogares en su onda abril-mayo de 1989.

5 Para los menores de un año está definido como el cociente entre la tasa de mortalidad infantil y la incidencia de bajo peso al nacer y para los niños de 1 a 4 años el cociente entre muertes evitables y no evitables.

6 Las clases sociales fueron obrera, media y media-alta. El promedio de gasto en afiliación voluntaria sube al pasar de la clase obrera a la media-alta, pero no existen diferencias entre clase obrera y media. Es notoria la caída de la participación del gasto en medicamentos dentro del gasto total en salud al pasar de las clases más bajas a las más altas.

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atención de la salud de ambos grupos7. Al aplicar técnicas de

microsimulación obtuvieron índices de concentración que les sugirieron que

la incidencia de los cambios entre dichos años, debido probablemente a la

crisis económica que comenzó en 1998, provocó la reducción de la

fecundidad de las parejas pobres y un aumento en el uso de los servicios

públicos por parte de los hogares no pobres.

Para la Ciudad existen dos estudios (Arruñada et.al., 1976 y Díaz

Muñoz, 1993) que investigaron los diferenciales socioeconómicos de la

mortalidad infantil. Arruñada, Rothman y Segre (1976) consideraron que

las condiciones de ocupación y educativas de los individuos juegan un papel

fundamental en la determinación del proceso salud-enfermedad, modelan un

determinado comportamiento y dan lugar a resultados diferenciales.

Señalaron que el estancamiento observado en los niveles de la mortalidad

infantil, para el total del país a lo largo de la década del sesenta, no deja de

afectar también a la Ciudad, y que el relativamente bajo nivel promedio de

comienzos de los setenta (30 por mil) esconde fuertes diferencias internas,

tanto entre los lugares de residencia habitual de las madres como entre los

grupos sociales. Concluyeron que la mayor diferencia relativa fue observada

entre el nivel ocupacional-educativo más bajo y su inmediato superior, lo

cual indica la existencia de subgrupos de población dentro de los sectores

sociales más bajos, que por sus condiciones de vida están mucho más

expuestos al riesgo de muerte. Estos subgrupos, según las autoras, estarían

compuestos en gran parte por población migrante que vive preferentemente

en las villas, hoteles, pensiones e inquilinatos y que se ven expuestos a

condiciones ambientales de hacinamiento, insalubridad e inaccesibilidad a

los recursos de la atención médica. Por su parte, Díaz Muñoz (1993)

utilizando la clasificación de nivel ocupacional-educativo elaborada por

Arruñada, Rothman y Segre, demostró para 1990, que los niños fallecidos

en la Ciudad tuvieron un riesgo diferencial de enfermar y morir en función

de las distintas posibilidades de acceder a los servicios de salud definidos

por su pertenencia social.

7 Para las mujeres: cantidad de controles del embarazo, el mes en que efectúan la primera

visita, el lugar dónde la realizan y la atención del parto. Para los niños: cantidad de visitas al médico, dosis de vacunas, consumo de medicamentos y entrega de leche.

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En otra línea de investigación se encuentran los trabajos que analizan

los diferenciales de la mortalidad infantil por tamaño de las localidades.

Aportes a esta línea de investigación se encuentran en los trabajos de

Bourdelais y Demonet y Vögele (Corsini y Viazzo, 1997) que analizan los

patrones de mortalidad infantil urbana en Francia y Alemania en el siglo

XIX. Bourdelais y Demonet señalaron que no era posible hablar de

mortalidad urbana sin tener en cuenta el tamaño, la función y la ubicación

de las ciudades. Demostraron que a mediados del Siglo XIX en Francia, a

menor tamaño de la Ciudad se observaba mayor sobrevivencia debido a que

las condiciones de vida en el medio ambiente industrial y las insuficientes o

ausentes medidas de salud pública, incidían en el aumento de las muertes

infecciosas en las grandes ciudades. Por su parte, Vögele demostró que en la

Alemania de fines del siglo XIX las disparidades regionales de la mortalidad

infantil fueron disminuyendo mientras que las diferencias sociales se

incrementaban. Expuso que el cambio en la mortalidad no podía ser

explicado exclusivamente en términos de diferencia en la riqueza y que

posiblemente este cambio estuviera relacionado con la sanidad y otras

campañas públicas de salud, entre ellas la entrega de leche pasteurizada para

los niños. En este sentido, Mazzeo (1993) que analizó la tendencia seguida

por la mortalidad infantil en la Ciudad en el período 1856-1986, señaló que

los cambios experimentados por la estructura de las causas de defunción

estuvieron relacionados con las modificaciones experimentadas por la

realidad socioeconómica, política y ambiental. Especialmente a partir de

comienzos del siglo XX, se concretaron distintas acciones cuyo objetivo

fundamental fue la atención del niño y el cuidado y protección de la mujer

embarazada, parturienta y en período de lactancia. La autora concluyó que

la mortalidad infantil no es un fenómeno que pueda analizarse en abstracto,

sino que es parte integrante de un proceso social más complejo y que es

justamente el proceso histórico concreto de una sociedad el que da

significación a la mortalidad infantil en ella inserta.

Por su parte, Celton (1995) observó para Argentina que “la

introducción de la sulfamida y la penicilina, el progreso en la provisión de

agua potable y la concientización social de las normas higiénicas en el

cuidado de los niños, constituyen las causas principales de la reducción de

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las enfermedades infecto-contagiosas” (Celton, 1995:333) cuya

participación fue decreciendo a partir de la década de 1940, asociada a los

cambios experimentados por la población argentina (envejecimiento de su

estructura etaria) y a los avances de la medicina. Cabe señalar que en

Argentina, la denominada transición epidemiológica, entendida como el

momento en que las enfermedades infecciosas pasan a ser controlables y son

reemplazadas como principales causas de muerte por las enfermedades

crónico-degenerativas, se produce en la década de los sesenta. En este

sentido, el trabajo de Mazzeo (1995) mostró que la importancia de las

muertes por enfermedades infecciosas fue decreciendo a partir de 1960 y

que en el período 1944-1990 se modificó la estructura de la mortalidad

según grandes grupos de causa de muerte. Se observó un moderno perfil de

la mortalidad con el predominio de las defunciones causadas por tumores y

enfermedades del aparato circulatorio.

Cuadro 2.6

Participación relativa de las principales causas de muerte en el total de defunciones. Argentina, 1944-1990.

Grupos de causas 1944-53 1960 1970 1980 1990 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0Total bien definidas 84,4 72,7 93,8 97,1 99,9Aparato circulatorio 20,8 13,9 39,1 44,7 45,1Tumores 15,1 21,5 17,8 16,9 18,4Infecto-parasitarias 11,0 5,0 13,6 3,6 3,3Accidentes, envene- namientos y violencias 6,2 8,4 8,1 6,8 4,6Resto bien definidas 31,3 23,9 15,2 25,1 28,5Mal definidas 15,6 27,3 6,2 2,9 0,1

Fuente: Mazzeo, 1995, Cuadro 6.

No debe interpretarse que esta transición fue homogénea en todo el

país, pues existen desiguales niveles de salud/enfermedad según el área

geográfica, ligadas a las condiciones de vida de sus habitantes. En este

sentido, Müller (1978) utilizando la esperanza de vida al nacer, considerada

como uno de los indicadores más claros del nivel de vida de una población,

mostró que entre 1914 y 1970 fue muy importante la ganancia en años de

vida, pasando de 48,5 años en 1914 a 65,6 años en 1970. Por otro lado,

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comparó este indicador según regiones8 y advirtió que se presentaban

significativas diferencias entre las regiones que se mantuvieron a lo largo

del período analizado. Como se observa en el Cuadro 2.7, en 1914 un

habitante de la región más favorecida (Buenos Aires) vivía en promedio 13

años más (un 35 por ciento más) que un habitante de la región de menor

esperanza de vida (Noroeste). En 1970 esa diferencia era menor: casi 7 años,

o sea que los habitantes de Buenos Aires vivían en promedio un 11 por

ciento más que los del noroeste del país. Lamentablemente, no existen

estudios comparativos por regiones, posteriores a la década de 1970, no

obstante a partir de las tablas de mortalidad elaboradas para las décadas

siguientes se observó que el Noroeste continúa siendo la región de menor

esperanza de vida y la Ciudad, la más favorecida. En la década de 1980 las

diferencias entre esas regiones se mantienen en los 7 años pero se reducen a

la mitad a partir de 1990; un habitante de la Ciudad vive en promedio 3 años

y medio más que las personas que residen en el Noroeste argentino.

Cuadro 2.7

Esperanza de vida al nacer. Total país y por regiones. Argentina entre 1914 y 1970.

Año central de la tabla Total país Buenos

Aires Centro - Litorial Cuyo Noroeste

1914 48,50 51,37 48,75 41,45 37,94 1947 61,08 63,77 61,42 57,95 51,08 1960 66,37 68,15 66,81 64,82 57,66 1970 65,59 66,19 66,88 65,07 59,50 Fuente: Müller, 1978, Cuadros 1 y 4.

Otra línea de investigación relaciona los diferenciales de la

mortalidad infantil por clase social y tamaño de las localidades. Un

antecedente importante es el estudio sobre Estructura social de la Argentina

(CFI, 1989 y Torrado, 1992) que analizó la composición de los hogares e

indicadores de condiciones de vida de la población9 por clases sociales para

cada una de las jurisdicciones del país. Torrado analizó la asociación entre

la mortalidad infantil y la condición socio-ocupacional con las

características del hábitat, medidas a través del tamaño de las localidades. 8 Formadas por las jurisdicciones con registros de muertes razonablemente completos, que

representaron, para las cuatro épocas, más del 84 por ciento de la población total del país. Ellas son: Buenos Aires (Ciudad y Provincia); Centro-Litoral (Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe); Cuyo (Mendoza y San Juan) y Noroeste (Jujuy, Salta y Tucumán).

9 Entre ellos la tasa de mortalidad infantil aproximada por método indirecto.

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La autora señaló que los indicadores concernientes a las condiciones de la

vivienda son extremadamente sensibles a las características del hábitat tanto

que “a veces traducen mucho más esta dimensión que los niveles de

bienestar derivados de la pertenencia a un determinado estrato social”

(Torrado, 1992:367). Mostró, que cualquiera sea la condición socio-

ocupacional, existe una relación negativa entre el nivel de la mortalidad y el

tamaño de la localidad. Destacó que esta pauta es clara sólo al pasar de las

grandes ciudades a las intermedias y pequeñas, y de estas últimas a las zonas

rurales, ya que en las aglomeraciones medianas los niveles son muy

semejantes. Este patrón de comportamiento es el esperable y está

relacionado con la influencia favorable que ejerce sobre los niveles de salud

la disponibilidad de servicios médicos, que es mayor en las grandes

ciudades y mucho menor en las zonas rurales o ciudades pequeñas.

Cuadro 2.8 Tasa de mortalidad infantil aproximada (por mil) según condición socio-ocupacional y

tamaño de la localidad. Total del país, 1980

Localidades de Condición Socio-ocupacional Total Más de 10.001 a 2.000 a Menos de País 50.000 hab. 50.000 hab. 10.000 hab. 2.000 hab.Población total 34,6 28,3 37,2 39,2 48,3 Jefes activos total 34,4 28,6 36,6 38,2 47,6 Clase alta 18,8 12,8 43,0 32,6 30,6 Clase media autónoma Propietarios de pequeñas empresas 22,7 21,4 23,4 16,0 32,7 Pequeños productores autónomos 24,3 20,1 23,6 25,7 36,6 Clase media asalariada Profesionales 13,5 13,8 11,9 11,7 16,7 Técnicos 24,4 20,1 22,9 28,2 38,3 Empleados administ. y vendedores 24,0 22,3 27,8 26,4 30,8 Clase obrera autónoma 35,0 31,5 35,4 29,8 44,3 Clase obrera asalariada Obreros calificados 35,2 30,9 38,6 39,6 47,3 Obreros no calificados 51,2 38,7 54,9 56,9 57,0 Trabajadores marginales 46,7 41,5 54,6 54,6 49,3 Jefes inactivos total 35,8 26,4 40,2 43,7 51,8

Fuente: Torrado, 1992, Cuadro 13.3.

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En las últimas décadas se priorizó el análisis de los diferenciales

regionales y sociales presentes en las tasas promedio del país que esconden

situaciones de extrema desigualdad. Asimismo se planteó la necesidad de

identificar el rol que juegan, en los descensos de la mortalidad, las políticas

de salud específicas y los programas sociales focalizados en los sectores de

mayor riesgo. Un trabajo reciente sobre la situación de los niños en la

Argentina (UNICEF-INDEC, 2003), calculó por regiones, a partir de los

datos censales de 1991 y mediante métodos indirectos, la probabilidad

promedio de morir que tiene un niño antes de cumplir los dos años de edad.

En él se muestran las diferencias en la sobrevivencia cuando se consideran

las condiciones de la vivienda, el saneamiento ambiental y el nivel

educativo de las madres, variables muy relacionadas con las condiciones

socioeconómicas de los hogares. Si bien se destaca que la Región Noroeste

es en todos los casos la más desfavorecida, se concluye que,

independientemente de la región de residencia, son las condiciones

socioeconómicas las que tienen mayor incidencia en la tasa de mortalidad de

la infancia.

Cuadro 2.9

Probabilidad promedio (por mil) de morir antes de los dos años según indicadores seleccionados. Total del país, 1985-1990.

Total país y Tipo de vivienda Provisión de agua Inodoro

regiones Buena No buena Buena No buena Buena No buena Total país 18,4 30,1 18,9 30,2 18,5 29,2 Metropolitana 18,5 26,3 19,8 26,1 20,0 25,2 Noroeste 21,8 37,5 22,8 38,6 21,4 37,5 Noreste 18,6 29,6 19,1 30,2 17,4 29,7 Pampeana 18,3 29,3 18,5 28,3 18,5 26,3 Cuyo 20,7 31,8 20,7 32,4 20,4 27,4 Patagonia 19,6 28,2 19,7 29,0 18,9 27,5

Nivel educativo de la madre

Total del país y regiones

Ninguna -hasta 3º grado

Primaria incompleta P.C. y S. I. S.C. y más

Total país 40,5 29,9 21,2 18,5 Metropolitana 37,2 27,9 19,6 17,0 Noroeste 48,8 41,0 26,8 17,8 Noreste 39,5 27,9 21,1 18,7 Pampeana 34,8 27,5 20,2 20,2 Cuyo 40,0 29,6 22,9 16,9 Patagonia 36,9 27,1 20,6 -

Fuente: UNICEF-INDEC, 2003, Cuadro 4.3.

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Con respecto a la mortalidad infantil y la desigualdad espacial en la

Ciudad, Smoisz (1995) en su estudio sobre la década de los 80 y en

particular 1989, señaló que la tasa promedio de la Ciudad encubre marcados

diferenciales espaciales, estrechamente vinculados con la pobreza y la

marginalidad en los barrios menos favorecidos de la Ciudad. Demostró que

las tasas de mortalidad infantil más elevadas se ubican en las zonas que

rodean el Riachuelo y el centro-sur de la Ciudad, donde se hallan altos

porcentajes de población residentes en viviendas inadecuadas (compuestas

por villas, inquilinatos, hoteles familiares, pensiones y casas tomadas) en los

que las familias viven hacinadas y cuyos jefes de hogar están insertos en

ocupaciones inestables. Utilizando un análisis de regresión múltiple,

observó que la importancia relativa de las viviendas con deficiencias

sanitarias así como de la población no propietaria de su vivienda, explican

más de la mitad de las variaciones observadas en las tasas de mortalidad

infantil. Al analizar el plan de salud del municipio para el período 1985-

1989 afirmó que las políticas de salud de la Ciudad no lograron sus

objetivos por la falta de participación de la población en la determinación de

sus necesidades, el deficiente proceso programático de la atención materno-

infantil y el insuficiente conocimiento acerca del perfil de salud-enfermedad

de la población.

La temática de la desigualdad espacial también fue analizada por

Mazzeo (1998) en su estudio sobre estratificación sociodemográfica de la

Ciudad en 1991. La autora identificó aquellas divisiones políticas donde

eran homogéneas sus poblaciones en cuanto a su estructura etaria, elaboró

una estratificación demográfica en cuatro zonas y obtuvo una serie de

indicadores agrupados en cuatro dimensiones de análisis (demográfica,

social, económica y política) que reflejaron las condiciones de vida de cada

zona y permitieron evidenciar las distintas realidades de la Ciudad. Estos

indicadores le permitieron afirmar que en 1991, dentro de los límites de la

Ciudad, se asistió a una creciente diferenciación, que esquemáticamente

podía definirse como norte-sur, pero que en realidad era mucho más

compleja. Observó que en general, la zona sur era la que presentaba las

peores condiciones de vida de su población, con indicadores bastante

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alejados al resto de las zonas: casi el 11 por ciento de la población residía en

villas y el 21 por ciento vivía en hogares NBI. En cuanto a los factores de

riesgo de la maternidad y la infancia, esa zona presentaba la tasa de

mortalidad infantil más alta (19,0 por mil) y las mayores proporciones de

madres adolescentes (10 por ciento), de madres sin pareja estable (8,5 por

ciento) y de nacimientos extramatrimoniales (41,4 por ciento). Teniendo en

cuenta los riesgos en salud, la tercera parte de la población de la zona sur no

tenía cobertura y en cuanto a la dimensión económica, en ella se ubicaba la

población más vulnerable (mayores proporciones de población ocupada no

calificada) y de menor poder adquisitivo.

Cuadro 2.10

Indicadores socioeconómicos según zona. Ciudad de Buenos Aires, 1991.

Indicador Total Ciudad

Zona Oeste

Zona Norte

Zona Este

Zona Sur

% de pob. en hogares NBI (cinco indicadores) 7,6 5,0 4,4 8,5 20,5% de pob. en hogares NBI (cuatro indicadores) 7,6 4,2 4,7 9,4 18,3% de hogares con jefe mujer 31,6 28,8 33,0 38,4 26,8% de pob. que reside en villa 1,9 0,0 0,0 0,7 10,8Tasa de mortalidad infantil (por mil) 13,5 10,5 9,1 14,4 18,7% de nacimientos de madres adolescentes 6,1 4,5 4,3 7,0 10,2Tasa de fecundidad de madres adolescentes (por mil) 23,1 15,2 14,0 26,7 39,3% de nacimientos extramatrimoniales 29,5 23,7 23,4 34,7 41,4% de madres sin pareja estable 6,5 6,1 5,0 6,6 8,5% de pob. que nunca asistió a la enseñanza formal 1,3 1,2 0,9 1,4 2,4% de pob. que no completó la escuela primaria 7,5 7,1 5,2 7,4 12,2% de pob. que no completó la escuela secundaria 52,3 54,3 40,0 49,9 69,5% de población sin cobertura en salud 19,5 19,2 15,0 18,4 29,9% de hogares en viviendas deficitarias 4,8 2,3 2,2 6,7 15,6Tasa de ocupación (por cien) 54,2 51,6 57,1 57,3 52,0Tasa de desocupación (por cien) 3,4 3,3 3,3 3,2 4,3% pob. ocupada como patrón 10,3 10,5 12,4 10,5 5,9% pob. ocupada como obrero o empleado 67,1 65,8 65,0 68,3 72,1% pob. ocupada como cuenta propia 20,3 21,2 20,3 19,1 20,0% pob. ocupada con calificación profesional 14,8 12,3 21,5 17,1 6,3% pob. ocupada con calificación técnica 25,2 26,9 27,6 24,5 17,5% pob. ocupada con calificación operativa 40,3 43,0 33,6 37,5 48,6% pob. ocupada no calificada 19,7 17,8 17,3 20,9 27,6

Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1998.

En otra línea de investigación, Di Virgilio (2003) utiliza el concepto

de heterogeneidad para el análisis de los procesos de salud-enfermedad en

un contexto de pobreza estructural urbana. La investigación fue llevada a

cabo a mediados de la década de los 90 en un barrio pobre de la Ciudad, el

Barrio Inta denominado Villa 19, que por las características del hábitat

concentra hogares en situación de pobreza estructural. La autora señaló que

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la adopción de decisiones en el cuidado de la salud es un proceso durante el

cual las mujeres atraviesan diferentes etapas y que el mismo está

fuertemente condicionado por las interacciones con el grupo familiar y

social inmediato, sumadas a las experiencias previas de las mujeres con los

servicios de salud. Por otro lado, afirmó que la disponibilidad de cobertura

no implica necesariamente su utilización y que entre los factores que inciden

en la elección de los servicios, las mujeres entrevistadas destacan la cercanía

geográfica, la disponibilidad horaria, la facilidad para obtener un turno y la

capacidad que tiene cada uno de los servicios para proveer medicamentos y

leche gratuitos. Señaló la posibilidad que tienen las mujeres de utilizar

información sobre el sistema de atención médica y desarrollar determinada

capacidad crítica frente al medio (capital cultural) y que ello guarda estrecha

relación con su nivel de instrucción, las experiencias anteriores de contacto

con el sistema de salud y las redes sociales de que disponen.

Por otra parte, con respecto a los paradigmas, a comienzos de la

década de 1980 junto con la extraordinaria pero desigual reducción de los

niveles de la mortalidad infantil y de la niñez en el mundo, y en América

Latina en particular, se produjo un cambio en la investigación y en la

percepción de estos fenómenos y se buscaron “modelos conceptuales” que

plantearan la vinculación de los factores que afectaban a la mortalidad. En

esta línea de investigación, Mosley y Chen (1984) consideraron las causas

de muerte como entidades mórbidas que con frecuencia están generadas por

un conjunto de determinantes que radican en el hogar y la sociedad en que el

niño vive. Los autores propusieron un modelo conceptual para el estudio de

los determinantes de la mortalidad en los países no desarrollados, basado en

la premisa que los determinantes biológicos, sociales, económicos y

ecológicos de la mortalidad de la niñez operan, necesariamente, a través de

un conjunto de variables intermedias. Identificaron quince variables

intermedias agrupadas en cinco categorías: a) factores de la fecundidad

materna (edad a la procreación, paridez, intervalo intergenésico), b)

contaminación ambiental con agentes infecciosos (contaminación del aire,

suelo, agua, etc.), c) disponibilidad de nutrientes al feto y al niño (calorías,

proteínas, vitaminas, minerales), d) violencias (accidentes, daño intencional)

y e) factores de control personal de enfermedades (medidas preventivas

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personales, tratamiento). Este modelo intenta comprender las razones del

descenso de la mortalidad que pueden ser independientes de los indicadores

económicos en un determinado momento, resaltando al mismo tiempo, que

las políticas sociales o las estrategias de salud constituyen causas

determinantes de la mortalidad infantil a través de las variables intermedias

propuestas.

En esta línea de investigación merece destacarse el estudio realizado

por Behm (1992), quien desarrolló un modelo explicativo del proceso salud-

enfermedad a través de una compleja relación que va desde el nivel

macrosocial y ambiental hasta el individual. Si bien particulariza la

utilización de la ocupación del padre o jefe del hogar como indicador de

clase también recorre las investigaciones realizadas en América Latina que

consideraron la educación de la madre y las condiciones de la vivienda.

Behm afirma que la asociación inversa entre el nivel educativo materno y la

mortalidad de los hijos es la que se encuentra con mayor frecuencia en los

estudios empíricos. Tiene que ver con un rol más importante que la mujer

educada ocupa en el proceso de decisión familiar en cuanto a la forma de

utilizar los recursos del hogar, la distribución del alimento entre sus

miembros y la decisión de consultar una medicina moderna que puede entrar

en conflicto con sus creencias o tradiciones. Por otra parte, la insuficiente

educación materna está asociada a mayor fecundidad, que a su vez afecta a

la sobrevivencia infantil. Asimismo, plantea que dentro de las condiciones

de vida de la familia, la vivienda tiene una gran importancia, por ser el

ambiente físico donde el niño permanece la mayor parte de su primer año de

vida y de este modo se convierte en una variable próxima del proceso salud-

enfermedad. Para analizar la relación entre la mortalidad infantil y las

condiciones materiales de vida familiar, Behm calculó las tasas de

mortalidad infantil de Costa Rica en 1981 según dos categorías extremas de

calidad de la vivienda y grupos socio-ocupacionales. Con esos datos

demostró que el riesgo de morir del niño, sin importar el grupo socio-

ocupacional, es mayor cuando la vivienda está en malas condiciones, que en

aquellas que están en buen estado. Es decir, vincula la mortalidad infantil

con el medio ambiente en el que se desarrolla el niño.

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Cuadro 2.11 Mortalidad infantil (por mil nacimientos) según grupo socio-ocupacional y estado de la

vivienda. Costa Rica, 1981.

Grupo socio-ocupacional Total Estado de la vivienda Adecuado Malo Grupos medios 14 13 24 Asalariados manuales no agrícolas 18 16 25 Peones agrícolas 24 21 29 Total* 20 16 27

* Incluye grupos socio-ocupacionales no mencionados en la tabla.

Fuente: Behm, 1992, Cuadro 2.

También se encuentran los estudios de Breilh y Granda (1983) y

Ruzicka (1983) que aportan lineamientos para un marco teórico sobre los

determinantes de la mortalidad en la niñez. Breilh y Granda postularon que

son los modos de organización social los que condicionan los modos de

vivir y de morir. Por su parte, Ruzicka señaló que aún bajo la mejor de las

circunstancias, las intervenciones médicas directas en ausencia de mejoras

sociales y económicas tienen indudablemente sólo un potencial limitado.

Agregó que en las áreas urbanas, donde generalmente se dispone de mejores

servicios de salud, existen grandes diferencias en la mortalidad entre los

grupos con bajos ingresos y las familias con altos ingresos.

Finalmente en otra línea de investigación, la de los comportamientos

de salud, se encuentra el trabajo de McQuestion (2001). El autor afirmó que

las observaciones empíricas en América Latina y otras partes del mundo

indican que la sobrevida infantil aumenta con la educación materna, el

ingreso familiar y la demanda de servicios personales de salud. Los padres

de ingresos más altos aportan sus recursos para introducir mejoras en los

niveles de vida del hogar, lo que aumenta la sobrevivencia. Agregó que

cuanto más educado es un jefe de hogar, más son los miembros de ese hogar

que tienden a utilizar los servicios de atención primaria de la salud y que las

madres más educadas tienden a aplicar la terapia de rehidratación oral en

casa, buscar atención médica para un hijo enfermo, obtener una cartilla

sanitaria y vacunar a sus hijos. McQuestion afirmó que “las opciones de

comportamiento de salud son contingentes en gran medida con los

comportamientos de salud de personas cercanas. Estos efectos de

interacción social difieren según el tipo de comportamiento y el lugar, y

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ocurren en adición de los efectos individuales, familiares y contextuales”

(MacQuestion, 2001:217). Su hipótesis central es que los efectos de la

homogeneidad social espacial contribuyeron a evitar que recrudeciera la

mortalidad en América Latina, durante los años ochenta, mediante el cambio

de los comportamientos relativos a la salud. De ese modo, “la

intensificación de la producción de salud en el hogar, compensando

efectivamente los efectos negativos del ingreso emanados de una recesión

prolongada. La conclusión de que las fuerzas sociales afectan los resultados

de salud individuales por encima de las fuerzas económicas y de otra índole,

explicaría cómo la gente puede estarse volviendo más sana mientras se sigue

empobreciendo.” (MacQuestion, 2001:199). El autor demostró que las

opciones de comportamiento “saludables” son contingentes en gran medida

con los comportamientos de personas cercanas.

Las investigaciones sobre la mortalidad en la infancia que se

analizaron posibilitan partir de una base importante de conocimientos y

participar del debate sobre desigualdad que se da hoy en el campo de la

economía y de la salud, restringiéndolo a una de las esferas de mayor

trascendencia, como es el bienestar infantil. Todas enfatizan la existencia de

sistemáticas diferencias entre los grupos sociales, cualquiera sea el indicador

que se utilice para clasificar estos grupos. Aquellos donde el riesgo es

mayor son siempre los conglomerados sociales de más bajo nivel

socioeconómico.

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3. Marco conceptual.

Las políticas sociales constituyen en las sociedades contemporáneas

un instrumento irremplazable para la producción del bienestar y la

integración social. Deben garantizar a los ciudadanos sistemas de protección

frente a situaciones que impliquen riesgos y también promover el desarrollo

de capacidades. Entre ellas, la enfermedad es uno de los ejemplos más

frecuentes de riesgos previsibles que deben ser protegidos por el Estado. Las

estrategias implementadas y el lugar que ocuparon en la agenda social

variaron en los diferentes períodos históricos, en correspondencia con los

diferentes modelos de política pública. En Argentina, a partir de 1976 se

instala una política privatizadora que se agudiza durante el gobierno

menemista y que reformula la actividad del Estado en el área social. Esta

nueva crisis generó un fuerte impacto sobre los trabajadores que fueron

afectados por la inestabilidad laboral, el aumento de la desocupación, la

subocupación horaria y la precariedad laboral. En un contexto de

agravamiento de la desigual distribución de ingresos se acentuaron la

inequidad y la caída de los ingresos familiares per cápita. Un número

importante de familias perdieron la cobertura de la obra social y pasaron a

depender de un sistema público colapsado. El deterioro de la calidad e

incluso los problemas de cobertura afectaron, sobre todo, a las familias más

pobres que son las que tienen más niños. Puede afirmarse que la salud

pública fue la que permaneció, a pesar de algunas propuestas puntuales, más

relegada dentro del campo de la política social. En este marco, el propósito

de la investigación fue analizar la inequidad en la atención de la salud-

enfermedad de la primera infancia, relacionándola con la evolución de la

desigualdad social y las políticas y programas dirigidos a la promoción de la

salud de los niños.

Desde hace varios años, pero especialmente durante la última

década, estudios teóricos y empíricos demostraron significativas diferencias

en las condiciones de salud entre diferentes grupos sociales definidos de

acuerdo con su nivel de ingresos, educación, origen étnico, género, área de

residencia o factores ambientales. El reconocimiento de tales diferencias

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instaló la equidad en salud como uno de los objetivos principales de las

agendas de los gobiernos y de los organismos internacionales.

El concepto de equidad está enraizado en la visión Salud para todos.

La 30ª Asamblea Mundial de la Salud de la OMS, celebrada en 1977,

recomendó “que todos los ciudadanos del mundo alcanzaran en el año 2000

un nivel de salud que les permitiera llevar una vida social y

económicamente productiva”. Posteriormente, en la Conferencia

Internacional sobre Atención Primaria de la Salud (Declaración de Alma-

Ata) realizada en 1978, se afirmó que la desigualdad existente en el estado

de salud de las personas era inaceptable bajo los aspectos político, social y

económico. Se declaró que la estrategia de Atención Primaria de la Salud

(APS), como función central del sistema nacional de salud y parte integrante

del desarrollo social y económico, era la clave para alcanzar esa meta.

Asimismo, la elaboración de esta estrategia señaló la importancia no sólo de

la aplicación de la tecnología apropiada sino también de la participación

comunitaria y del enfoque intersectorial.

El análisis posterior de lo que significaba el concepto Salud para

todos giró en torno a la necesidad de consagrar tres ideas o principios

básicos. El primero es el que incorpora la salud a los derechos humanos. El

segundo es el concepto de ética más directamente relacionado con Salud

para todos, con el objeto de tener en cuenta los factores determinantes de la

salud y cómo se distribuyen y aplican los recursos. El tercero es la noción de

equidad concebida como justicia. Con respecto al primero, Thomas Henry

Marshall formuló, a fines de la década de 1940, su teoría de ciudadanía

situando los derechos sociales al mismo nivel que los civiles y políticos.

Afirmó que la realización plena del ideal de ciudadanía será posible cuando

los tres grupos de derechos gocen de la misma legitimidad. La ciudadanía,

con sus tres dimensiones, sería así “una condición otorgada a aquellos que

son miembros plenos de una comunidad” (Marshall y Bottomore, 1998:37);

todos los que poseen la condición son iguales con respecto a los derechos y

deberes de que está dotada esa condición. El modelo de ciudadanía universal

planteado por Marshall fue una respuesta a los problemas de las sociedades

liberales, concretamente a las tensiones entre los principios igualitarios del

sistema político democrático y las desigualdades inherentes a las estructuras

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económicas del sistema capitalista. Su argumento es que la igualdad formal

y la desigualdad social pueden coexistir, siempre que la intervención del

Estado garantice un mínimo de bienestar para todos los ciudadanos.

Por otro lado, la formulación del derecho a la salud figura en la

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada

en la 9ª Conferencia Internacional de Estados Americanos celebrada en

1948 en Santa Fe de Bogotá, Colombia. Además de reconocer “el derecho a

la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona” declara que “Toda

persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y

sociales, relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia

médica, correspondientes al nivel que permitan los recursos públicos y los

de la comunidad” (Alleyne, 2002:292). A partir de esta visión la mayoría de

las Constituciones de los países, en su carácter de normas supremas,

reconocen la salud como un derecho social que requiere de la acción del

Estado para garantizar el acceso a los servicios, la calidad de las

prestaciones y las condiciones que aseguren un nivel básico de bienestar de

acuerdo al nivel o grado de desarrollo que cada país puede ofrecer.

Lamentablemente, en la mayoría de los países la realidad muestra una

importante brecha entre los derechos proclamados y los servicios ofrecidos.

Las Constituciones declaran la igualdad de derechos pero no garantizan los

medios que los hagan factibles. La igualdad del derecho es formal y en tanto

formal mantiene la desigualdad.

Por su parte, el concepto de ética de la salud surgió entre fines de la

década de 1960 y principios de 1970, centrado en el bienestar del individuo,

en particular en su autonomía, y no en la salud de la población. Al respecto,

Wikler (1997) enunció las cuatro fases de desarrollo de la bioética. La

primera fase consistió en la discusión de los códigos de conducta

profesional en su interrelación con los pacientes, donde la bioética era más

bien “ética médica”. En la segunda fase se amplió el debate que incluyó a la

sociedad civil y se elaboraron nuevas formas de relación médico-paciente.

La tercera fase, cuyo inicio podría ubicarse en 1980, volcó su mirada sobre

la estructura, financiamiento y organización de los servicios de salud. La

cuarta y última fase, que es la vigente, es definida por Wikler como Bioética

de la salud de la población; en ella el foco de atención se ubica en los

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determinantes de la salud y en los servicios de atención de la salud. Es decir,

no sólo interesa el acceso de los enfermos a los servicios sanitarios sino

también los factores que explican que algunas personas se enfermen más

que otras. Esta fase, que identifica a la salud como un fenómeno

multidimensional, es la más relacionada con el concepto Salud para todos.

El tercer criterio básico, la noción de equidad según Alleyne (2002),

implica alguno de los juicios morales que son la esencia del pensamiento

ético sobre la salud de la población. Por lo tanto, debido a sus implicancias,

definir inequidades en salud requiere identificar lo moralmente adecuado de

ciertas distribuciones en una sociedad. La definición de equidad en salud

más citada es la elaborada por Margaret Whitehead a principios de la década

de 1990. En ella se refiere a las diferencias que no sólo son innecesarias y

evitables, sino que también se consideran como injustas. En palabras de su

autora “La equidad en la salud supone que, idealmente, todos deben tener

una oportunidad justa para lograr plenamente su potencial en salud y, de un

modo más pragmático, que nadie debe estar desfavorecido para lograrlo en

la medida que ello pueda evitarse” (Whitehead, 1991).

La mayoría de los estudios teóricos y empíricos realizados en los

últimos años coinciden con esta definición y tienden a definir las

inequidades como todas aquellas diferencias en las condiciones de salud que

se originan en condiciones socioeconómicas, culturales o del medio

ambiente que son innecesarias, evitables e injustas.

La inclusión en la definición de Whitehead del concepto de justicia

requiere considerar el contexto, es decir: lo que se considera justo o injusto

en una sociedad determinada. Si bien se considera a esta definición como la

mejor disponible, no estuvo exenta de críticas centradas en la incapacidad de

la misma para proveer los criterios que determinan las desigualdades en

salud que pueden ser consideradas justas (Ferrer Lues, 2003). No obstante,

existe consenso en considerar que las desigualdades originadas por

diferencias biológicas o estilos de vida individual y/o grupal no pueden ser

clasificadas como inequidades.

La definición de las desigualdades justas e injustas en salud es un

desafío teórico de plena vigencia. Reflexionar sobre qué significa justicia en

salud y cuáles son las fuentes de injusticia, constituyen preguntas claves en

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el desarrollo teórico. En este sentido, la teoría de justicia social de Rawls

(1978) sostiene que el Estado debe elegir la política que se considere justa

tal como la evaluaría un observador ecuánime e imparcial. Esto significa

que al formular la política pública se debe aspirar a mejorar el bienestar de

la persona que se encuentra en la peor situación dentro de la sociedad. Es

decir, en lugar de maximizar la suma de la utilidad total de la sociedad

(como haría un utilitarista del siglo XIX), la regla de Rawls se basa en el

criterio según el cual el Estado debe aspirar a maximizar el bienestar de la

persona peor situada en la sociedad. Su teoría se basa en dos principios

fundamentales: el primero afirma que todas las personas tienen igual

derecho al conjunto más extenso de libertades individuales y el segundo,

afirma que la desigualdad económica sólo es justa si produce beneficios

compensadores para todos y, en particular, para los miembros más

desfavorecidos de la sociedad. Rawls afirma que las normas de equidad se

alcanzan mediante el concurso de los ciudadanos que, sin saber el puesto o

estatus que ocuparán en la sociedad (lo que llama velo de ignorancia),

deciden los principios de justicia correctos más adecuados para el bien

común. Es decir, mediante un hipotético contrato se establecerían los

principios de justicia que regirían la vida social a través de un método que es

justo por sí mismo. De esta manera, el principio de justicia distributiva se

convierte en el punto de partida de cualquier análisis de equidad en salud.

En esta línea, Amartya Sen afirma que la equidad en salud no puede

dejar de ser una característica central de la justicia en los acuerdos sociales.

Sostiene que la equidad no concierne únicamente a la salud sino que debe

abordarse desde el ámbito más amplio de la imparcialidad y la justicia en los

acuerdos sociales, incluida la distribución económica y prestando la debida

atención al papel de la salud en la vida y la libertad humana (Sen, 2002).

Como dice Amartya Sen “como mejor suele alcanzarse la salud agregadora

es concentrándose en los más pobres, pues ahí es donde hay más posibilidad

de ganar terreno; esa misma política tendrá el efecto de reducir, a su vez, la

desigualdad distributiva” (Sen, 2000:293). Afirma que defender la equidad

en salud no puede consistir simplemente en demandas relacionadas con la

distribución de la atención sanitaria. Los factores que inciden en el campo

de la salud van más allá de la atención sanitaria e incluyen influencias muy

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distintas, desde las predisposiciones genéticas, los ingresos, los hábitos

alimentarios y los estilos de vida hasta el entorno epidemiológico y las

condiciones de trabajo. En consecuencia, la equidad en salud es

inevitablemente multidimensional.

Numerosos son los trabajos que comprobaron los importantes

efectos de la desigualdad social sobre la salud y la sobrevivencia. Estudios

empíricos realizados en Estados Unidos durante la década de 1990

confirman la hipótesis de que los estados con mayor desigualdad social

tienen mayor mortalidad, más allá de la relación observada entre ingreso

individual y mortalidad (Wolfson, 1999). Es decir, demostró que si bien a

nivel individual tener mayores ingresos implica tener mejor salud y menor

riesgo de enfermar y morir, vivir en una sociedad con alta desigualdad

aumenta la mortalidad independientemente de la asociación individual. En

esta misma línea de investigación un estudio sobre la mortalidad de menores

de cinco años, en cuarenta y dos países (Wagstaff, 2002a), encontró una

asociación significativa entre el ingreso per cápita del país y la desigualdad

en la mortalidad de los niños. Mostró que en los países más ricos existe

mayor desigualdad relativa en la mortalidad. Para el autor, una explicación

posible para esta desigualdad es que el aumento en el ingreso estaría ligado

al progreso tecnológico, y en este sentido, la población de mayores ingresos

tiende a beneficiarse de dicho cambio antes que los pobres.

Las sociedades con grandes desigualdades tienen sus mayores

niveles de mortalidad en las clases bajas. Pobreza y mala salud son dos caras

de la misma moneda. Entre las clases sociales las oportunidades de elección

de la atención sanitaria no son las mismas. Las clases bajas tienen acceso a

los servicios de las obras sociales, cuando las tienen, o a los gratuitos que

les proporciona el Estado. Los servicios de las obras sociales no ofrecen la

calidad de las prestaciones que el sistema privado de las clases altas. A su

vez, los carentes de obras sociales, sin una política gratuita eficiente, quedan

desamparados.

Por su parte, Wagstaff afirmó que la asociación entre la pobreza y la

mala salud refleja una relación de causalidad bidireccional: la pobreza

engendra mala salud y la mala salud mantiene la pobreza. Para él, las

desigualdades sobre el nivel de vida familiar están siendo consideradas,

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cada vez más, como una cuestión de justicia social. En sus palabras: “las

desigualdades entre los ricos y los pobres con respecto a los resultados

sanitarios son injustas, no porque los pobres sean de algún modo más

merecedores que los que tienen más dinero, sino porque estas desigualdades

corresponden obviamente a las limitaciones y oportunidades muy diferentes

que tienen unos y otros, y no a una tendencia de los dos grupos a hacer

elecciones diferentes” (Wagstaff, 2002b:316). Cita dos ejemplos

relacionados con la desigualdad en la salud de los niños: la utilización de la

rehidratación oral (menor entre los niños pobres aunque la incidencia de la

diarrea es mayor) y que los niños pobres tienen una probabilidad de estar

vacunados muy inferior, incluso en los países con programas nacionales de

vacunación que proporcionan los servicios en forma gratuita. Destacó la

incapacidad, en casi todos los países en desarrollo, de la atención sanitaria

pública para llegar a los pobres. Propuso a los ministerios de salud “adoptar

una visión más amplia, explorando métodos alternativos de prestación para

llegar a los pobres y encontrando mejores métodos para aumentar los

conocimientos de los pobres acerca de los comportamientos saludables”

(Wagstaff, 2002b:323).

Es sabido que el nivel del ingreso medio de una población no refleja

su distribución. Un incremento del mismo no expresa una mejor distribución

de la riqueza. De modo que el ingreso medio puede aumentar sin mejorar las

condiciones de salud de la población. Incluso la riqueza concentrada en

pocas manos puede asociarse a un deterioro de las condiciones de salud.

Tampoco es cierto que exista una relación directa entre la riqueza de un país

y su política sanitaria. Hay países pobres que destinan a la salud mayores

recursos que otros más ricos. Por otro lado, hay también otros factores del

entorno social que influyen sobre la salud de la población: el tipo de

vivienda, el medio ambiente, la educación, el tipo de trabajo, etc. que no

siempre se tienen en cuenta al formular las políticas de salud. Por el

contrario se privilegian las nuevas terapéuticas, los equipamientos y

medicamentos, aspectos relacionados, más de una vez, con los intereses de

la industria farmacológica y los avances tecnológicos.

En esta línea de razonamiento, pero colocando al proceso de trabajo

o de producción como categoría analítica central, se encuentra el modelo

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conceptual proceso de salud-enfermedad. El mismo considera que los

integrantes de cada clase social, al desplegar sus estrategias de

supervivencia, en razón de su posición social, están sometidos a una serie de

determinantes de naturaleza económica, ideológica y/o jurídica-política, que

dan como resultado procesos específicos de salud-enfermedad según clases

sociales. Ello implica tomar como punto de partida de la conceptualización a

la sociedad y no a la enfermedad, partir de los procesos sociales que se

articulan en cada sociedad concreta generando grupos diferenciados

respecto a su posición social, sus condiciones de existencia y sus patrones

respectivos de salud-enfermedad (Torrado, 1986). Desde esta perspectiva

teórica, son las formas específicas de reproducción de cada clase social las

que determinan la aparición de un conjunto de efectos que implican formas

típicas de riesgo o protección con relación a la salud y a la enfermedad, las

que a su vez, conllevan patrones típicos de morbilidad y mortalidad. En este

contexto, el objetivo central de la epidemiología consiste en poner de

manifiesto las características del proceso de salud-enfermedad que es propio

de cada clase social en cada situación histórica concreta y esclarecer sus

respectivos determinantes sociales (Laurell, 1986).

En consecuencia, identificar la salud como un fenómeno

multidimensional, que no depende exclusivamente del acceso a los servicios

de atención de la salud, fue una de las mayores contribuciones de los

estudios sobre desigualdades en salud. En el proceso de globalización, la

coexistencia del crecimiento económico con un incremento de las

inequidades, es un rasgo característico del desarrollo reciente en la mayoría

de los países de América Latina. La exclusión social, es sin duda alguna, el

riesgo mayor que acarrea la globalización: un gran número de personas

perdieron su puesto de trabajo y la participación política y social dentro de

la comunidad.

En este contexto Bustelo habla de la necesidad de la generación de

políticas activas que actúen sobre la distribución del ingreso y la riqueza, lo

que supone pensar de “otra manera” la política social en su relación con los

valores de la igualdad y la equidad, planteando un modelo de desarrollo que

asegure iguales oportunidades para acceder a los bienes social y

económicamente relevantes. Propone un modelo distinto de ciudadanía, una

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“ciudadanía emancipada”, donde las personas no son objeto de tratamiento e

intervención pública, sino actores-sujetos en su doble dimensión individual

y societaria. En este sentido, las políticas de desarrollo de la ciudadanía

implican enfocar la cuestión social desde la óptica de los derechos sociales y

la justicia, y no una “ciudadanía asistida” (implícita en el enfoque de

focalización) que se deriva de la dependencia asistencial de los pobres del

Estado. Para Bustelo, un nuevo planteamiento sobre la salud debe

abandonar definitivamente la idea de “pacientes” como pura pasividad y

sometimiento y pasar a otro basado en actores sociales con derechos y

obligaciones. De tal manera, el tema de la salud “se coloca en el interior de

un enfoque más amplio, sobre cómo concebir el desarrollo y las políticas

económicas y sociales como modelo de construir una sociedad más justa, lo

que implica una sociedad más sana” (Bustelo, 2000:180).

Asimismo Gwatkin, con respecto a la formulación de políticas

públicas, afirma que si bien hasta el momento se produjeron importantes

conocimientos sobre la magnitud y naturaleza de las inequidades en salud,

que dieron origen a valiosos marcos conceptuales, aún no se llegó a la

identificación de medidas que puedan subsanar eficazmente las inequidades

que fueron descubiertas. Asegura que lo que hay que hacer para mejorar la

situación sanitaria es seguir abogando por el concepto de Salud para todos y

la vigencia de la atención primaria de la salud, enunciados en Alma-Ata, y

por los aspectos filosóficos y de política de la equidad en salud (Gwatkin,

2002).

Al respecto, como afirma Aldo Neri (1997) el objetivo de Salud

para todos debe ser visto en un doble marco conceptual. Por un lado, una

salud racional no es un gasto sin retorno sino una verdadera inversión social

en el bienestar del pueblo y en su capacidad de desarrollo. Por el otro,

siguiendo a Sen1, asevera que desarrollo quiere decir libertades humanas,

conocimiento e información popular para ser capaces de brindarse mejores

oportunidades de vida y por supuesto de satisfacción de aquellas

necesidades básicas que hacen a la dignidad de la vida.

1 Sen afirma que cuando se analiza la justicia social existen poderosas razones para juzgar

la ventaja individual en función de las capacidades que tiene una persona, es decir, de las libertades fundamentales de que disfruta para llevar el tipo de vida que tiene razones para valorar (Sen, 2000).

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Consecuentemente, es posible avanzar en la búsqueda del objetivo

de Salud para todos solamente con una visión integral de la salud y con

medidas de carácter integral que actúen sobre el sector privado, sobre la

seguridad social y sobre el sector público. Se apunta a construir una

democratización del campo de la salud que implica equidad social pero

también participación informada, consciente, deliberada, de la comunidad

en los problemas de su propio interés.

En Argentina, suelen privilegiarse los intereses particulares por sobre

los intereses generales. Así resulta que las políticas públicas devienen en

una puja o transacción entre los intereses de las corporaciones y la

administración del Estado. El problema básico pasa por la relativa ausencia

o debilidad del Estado como centro capaz de intervenir en forma sistemática

y coherente por sobre los intereses particulares, nacionales y extranjeros, y

en la presencia de una marcada fragmentación o anarquía institucional. Esta

debilidad estatal se percibe particularmente en el campo de la salud donde se

favorecieron los intereses del complejo industrial farmoquímico, las

inversiones en medicamentos y la importación tecnológica.

De esta manera, las políticas sociales se constituyen en las

sociedades contemporáneas en un instrumento irremplazable para la

producción y mantenimiento del bienestar y la integración social. La mayor

parte de las veces son las luchas sociales las que obligan a las clases

dirigentes a mejorar las condiciones de vida de los sectores dependientes.

Más de una vez son concesiones por el temor “a la ira de los pueblos”.

En este sentido, el Estado de Bienestar reconoce la ciudadanía social

articulada en torno al trabajo. Surge cuando el Estado admite que es su

responsabilidad conseguir una situación de pleno empleo, un sistema de

seguridad social que cubra a la totalidad de la población y garantice un nivel

de vida mínimo para los más desfavorecidos. Durante el período

comprendido entre la segunda posguerra y principios de la década de 1970

se consolidaron los Estados de Bienestar en Europa Occidental. Las

principales áreas sociales de intervención del Estado de Bienestar

keynesiano, tal como se desarrolló en los países centrales, fueron:

educación, salud, vivienda, previsión social y seguros de desempleo.

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En este contexto, Gosta Esping Anderson (1993) ve “tres mundos”

del Estado de Bienestar: el liberal, basado en subsidios y planes privados de

protección2; el corporativo, de seguros sociales vinculados al empleo y a la

seguridad social; jubilaciones, pensiones y seguros de enfermedad3 y el

social-demócrata que adopta políticas universales de reconocimiento de los

derechos sociales4. En este último el Estado asume el costo de la

enfermedad en nombre de la sociedad y promueve la igualdad de todos los

ciudadanos tanto en los subsidios de la vejez como en la cobertura de la

salud. Suele caracterizarse a estos Estados como aquellos que implantaron

las condiciones de goce de una ciudadanía social plena.

En Argentina es difícil poder ubicar las políticas de bienestar en

alguno de estos modelos. Los analistas dedicados al estudio de las políticas

sociales manifiestan cierta reticencia cuando se trata de caracterizar las

relaciones entre Estado y Sociedad en términos de Estado de Bienestar,

anteponiendo a esa expresión adjetivos como seudo, proto o débil o

añadiéndole la caracterización de sui generis, que resulta plenamente

justificada cuando a través del análisis se constatan los límites en la eficacia

de las respectivas políticas (Belmartino et. al., 2001).

Los regímenes adoptados para el desarrollo de las políticas sociales

en Argentina presentan un carácter mixto, habiendo adoptado una forma

institucional para cada una de las áreas de protección social según el

momento histórico específico y conforme al juego de intereses político-

corporativos predominantes en cada sector. La salud pública tuvo una

orientación universal en sus orígenes, al igual que en el momento de su

mayor expansión bajo el primer gobierno peronista. A partir de los años

sesenta, la falta de recursos y la ineficiente gestión de los existentes

condujeron al sistema público de atención médica a un tipo de régimen

“liberal” o “residual”, focalizado en la atención del indigente. Hubo una

transformación: los derechos sociales se convirtieron en beneficios

asistenciales. El Estado Nacional modifica su rol: racionaliza y tecnifica el

sector administrativo, y retoma la transferencia de los hospitales nacionales

2 Este modelo caracteriza los sistemas de jubilaciones y pensiones en Estados Unidos,

Australia y Canadá (no así en el sistema de salud donde es social-demócrata). 3 Como se desarrollan en Francia, Italia, Alemania y Austria. 4 Propio de los países escandinavos y del modelo inglés.

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a la órbita provincial. Se facilitó el desarrollo del sector privado, alentado

por los cambios en el modo de operar de las obras sociales que se tornaron

agentes de intermediación financiera, captando los aportes de sus afiliados

para contratar los servicios del sector privado. Durante las décadas

posteriores, con la postura neoliberal, todas las medidas que se

instrumentaron contribuyeron para que la atención de la salud se relacionara

en mayor grado con la lógica de mercado debido al rol preponderante que

adquirió el sector privado (Pérez Irigoyen, 1989). La postura neoliberal,

abiertamente anti-igualitaria, postula que la desigualdad es el motor de la

iniciativa personal y que la competencia entre los individuos en el mercado

corrige los males económicos y sociales. Es decir que el anti-estatismo de

los neoliberales proviene de su fe en el individualismo, la competencia y el

mercado. Para ellos el Estado sólo debe intervenir a fin de garantizar un

mínimo para aliviar la pobreza y producir aquellos servicios que los

privados no pueden o no quieren producir. Propugnan un Estado

asistencialista y no benefactor. Esto implica que el neoliberalismo rechaza el

concepto de los derechos sociales y la obligación de la sociedad de

garantizarlos a través de la acción estatal, está en contra de la universalidad,

igualdad y gratuidad de los servicios sociales (Laurell, 1992). De esta

manera, la estrategia de los gobiernos neoliberales para reducir la acción

estatal fue el recorte del gasto social, la focalización del gasto, la

privatización de la producción de servicios y la descentralización de los

servicios públicos a nivel local.

En síntesis, las acciones en el pasado se orientaban más a cuidar la

salud mientras que en el presente se inclinan más hacia la enfermedad. En el

pasado el Estado centraba su intervención en aspectos preventivos y de

regulación del medio ambiente y estilos de vida (modelo higienista). Hoy el

sistema de salud está excesivamente orientado a la atención médica en

desmedro de la prevención, los estilos de vida y el medio ambiente

(González García y Tobar, 2004).

Otro factor que influyó negativamente en la coherencia de las

políticas sociales es la fragmentación institucional del sector salud. La

Argentina no cuenta con un sistema integrado, considerando como tal aquél

en que existe coordinación intrasectorial con un grado de coherencia y

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racionalidad que permitan el acceso de la población a una atención adecuada

a sus necesidades. El sector muestra una gran heterogeneidad en la

modalidad de la atención médica y la coexistencia de un vasto espectro

institucional. Se afirmó que “en Argentina la virtual ausencia de liderazgo

por parte del gobierno central ha generado una situación en la cual cada uno

de los componentes del sector responde a su propia lógica y no al interés del

conjunto” (Perez Irigoyen, 1989:193).

El sistema de salud argentino cuenta con un sector privado

sumamente heterogéneo en composición y calidad de prestaciones, el sector

de obras sociales con enormes diferencias en términos de número de

afiliados, recursos financieros y variedad de prestaciones ofrecidas. Por

último, el sector público, también heterogéneo, dividido en tres niveles

(nación, provincia y municipio) que con gran autonomía brinda servicios a

la población. Esta atomización institucional, más que reflejar pluralismo

denota escasa o nula racionalidad y se traduce en políticas no coordinadas,

con superposición de oferta de servicios de salud en algunos lugares y

carencias en otros.

Otra consecuencia negativa de la ausencia de un gobierno central

capaz de conducir el sistema, es la estratificación que se produce en el

acceso a los servicios y la inequidad que ello trae aparejado. Los sectores de

mayores ingresos acceden a la medicina privada pagando los servicios en

forma directa o mediante la contratación de seguros. Los asalariados

registrados son atendidos por la seguridad social vinculada con el sector

público y privado y los grupos de menores recursos acuden a los servicios

públicos de salud.

Por otro lado, los recursos financieros del sector público no son

asignados íntegramente a los sectores sociales de menores ingresos. Ello es

así porque con estos recursos se subsidia a la seguridad social, ya que

muchos beneficiarios de las obras sociales que no cubren un nivel

satisfactorio de prestaciones recurren a las instituciones públicas sin que

éstas, en la mayoría de los casos, reciban aporte alguno. Por otra parte, el

sector público brinda prestaciones que no son rentables para el sector

privado absorbiendo parte de sus costos.

Asumiendo esta intensa asociación y este marco explicativo, es

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esperable que cuando una sociedad se empobrece empeoren las condiciones

de salud de sus integrantes. Además, pueden disminuir los recursos públicos

al deteriorarse las fuentes de ingresos. Ese empobrecimiento genera cambios

en las condiciones de salud de la población y sobre todo en las modalidades

de utilización de los servicios. Los hospitales públicos son los primeros que

acusan la magnitud del fenómeno del empobrecimiento a través del

crecimiento de la demanda de atención, producto del aumento de las cuotas

de los seguros privados de salud, del empobrecimiento de las capas medias

y bajas, y de los que perdieron sus obras sociales, que migran hacia la

atención pública. De esta manera se ve afectada la calidad de la oferta, ya

que hay menor dedicación a los pacientes que están internados y se destina

menor tiempo a las consultas.

Finalmente, con respecto a la atención puede afirmarse que el

modelo predominante en Argentina se caracteriza por el biologismo, las

prácticas exageradamente mercantilizadas y la búsqueda de eficacia

terapéutica como objetivo principal. En general se orienta a combatir la

enfermedad y de este modo no se tienen mayormente en cuenta los

determinantes ambientales y económico-sociales que la provocan evitando

el debate que genera un abordaje del tema de la salud como un problema

social. Esto genera una acción curativa propia de la práctica asistencialista,

donde lo único que importa es el análisis de signos y síntomas para elaborar

un diagnóstico sin considerar las relaciones ambientales y sociales. La

tendencia a la especialización, producto del impacto que provoca la

incorporación tecnológica, es otro elemento central de este modelo. En

pocas palabras, para este modelo la salud se logra y se mantiene gracias a la

aplicación de la atención médica para eliminar o aliviar la enfermedad. Un

sistema de atención médica como el actual es absolutamente funcional a la

reproducción de condiciones de exclusión social y de no cumplimiento de

los derechos para los pobres.

Ahora bien, si la desigualdad de las relaciones sociales afecta y

compromete tanto a los pobres, favoreciendo la falta de cohesión social,

también impacta profundamente en la situación de la infancia. El análisis de

las relaciones entre pobreza y salud en los niños es por demás conocido.

El origen del concepto de infancia como categoría diferente de los

44

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adultos Philippe Ariès (1987) lo sitúa en el siglo XVII. Previamente la

infancia no era diferenciada como tal, el niño no salía de una especie de

anonimato y era representado como un adulto en miniatura. Poco a poco, la

sociedad occidental fue otorgando a la infancia un lugar, inscribiéndola en

un espacio propio con características singulares y como necesitada de

cuidados exclusivos. De esta manera se definieron nuevos vínculos y nuevos

roles en el interior de las familias. Hacia el siglo XVIII se definió a la niñez

como dependiente y necesitada de protección y cuidado por los adultos,

concepción surgida de la idea de la infancia como producto inacabado que

requería dedicación para un pleno pasaje a la vida adulta. Los cuidados son

transferidos a las mujeres (madres o nodrizas) mientras que los hombres

(padres o tutores) eran los encargados de las acciones de control y disciplina

(Méndez, 2005). Surge así una clara diferenciación entre un mundo de

adultos y otro de la infancia, que se fue consolidando a través de las

relaciones sociales al interior de la familia, con las instituciones y por las

regulaciones jurídicas. Es decir, la infancia constituye una representación

colectiva producto de las formas de cooperación entre grupos sociales. En

este sentido, Chombart de Lauwe (1971), quien estudió las representaciones

de la infancia en el campo de la literatura, del cine y de los medios de

comunicación franceses, indica que las representaciones sociales de la

infancia podrían constituir un excelente test proyectivo del sistema de

valores y de aspiraciones de una sociedad.

Otro factor que contribuyó decisivamente a la reflexión y al debate

sobre la infancia es el reconocimiento de los derechos de la infancia y el

desarrollo de políticas sociales destinadas a este grupo social. Fue necesaria

una Convención separada de las relativas a todos los seres humanos para

que se asumiera a los niños como sujetos de derechos. En 1989, las

Naciones Unidas aprobaron la Convención sobre Derechos del Niño que

significó un cambio de paradigma respecto del concepto de infancia. La

Convención otorga un papel esencial a la familia en cuanto a la crianza. En

contraposición a las antiguas concepciones de minoridad la familia es

reconocida como el lugar propio de convivencia y pertenencia de los niños.

En lo que se refiere al Estado le adjudica dos responsabilidades: garantizar

que las familias puedan desempeñar sus funciones brindándoles su apoyo y

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la de actuar en aquellos casos excepcionales en los que sea necesario separar

al niño de su familia. Introduce el paradigma de protección integral donde la

protección de la infancia se expresa en la exigencia de formulación de

políticas básicas universales para todos los niños. De esta manera, la

doctrina de los derechos del niño logró construir una fuerte imagen de la

niñez y de su lugar en la sociedad que probablemente difiera con la realidad

que viven muchos niños. Coincidiendo con Bustelo “la cuestión de la

infancia (…) tal vez sea la cuestión mayor5 y crucial a resolver para un

proyecto abierto al futuro que comience por anunciar la libertad desde el

nacimiento” (Bustelo Graffigna, 2005:276).

5 La cursiva suplanta el entrecomillado del texto original.

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PRIMERA PARTE

Situación de la salud-enfermedad y de la desigualdad social.

4. La mortalidad materno-infantil en la Ciudad desde 1860. El propósito de este capítulo es poner de relieve los factores que

determinaron el nivel de la mortalidad materno-infantil y explicar la

tendencia histórica seguida en la Ciudad de Buenos Aires en el período

1860-2002 a través del análisis de su nivel y estructura.

4.1. El nivel de la mortalidad.

4.1.1. Indicadores seleccionados.

Para la medición del nivel de mortalidad de la primera infancia, se

utilizó la tasa de mortalidad definida como la relación entre las defunciones

de niños menores de cinco años en un año dado y los nacidos vivos en el

año1. Se la seleccionó teniendo en cuenta la disponibilidad de los datos que,

como se señala en el Anexo A, provienen de las estadísticas vitales del

período.

A partir de 1890 se utilizaron, además, la tasa de mortalidad materna

y la tasa de mortalidad fetal2. En ambos casos es necesario llamar la

atención del probable subregistro. En la mortalidad materna se trata de un

subregistro de causa de muerte; o sea si bien la muerte de la mujer es

registrada no aparece certificada como causada por problemas durante su

embarazo, parto o puerperio. Por el contrario, en la mortalidad fetal existiría

un subregistro de muertes asociado a la falta de inscripción, especialmente,

en las menores de 20 semanas de gestación3.

Un problema básico que afecta la comparabilidad histórica y entre

países es la desviación de la definición utilizada para cada hecho vital. Un

ejemplo clásico es el referido a las definiciones de nacido vivo y defunción

fetal. En algunos países un niño debe sobrevivir por lo menos 24 horas para 1 Se discriminan en el análisis los grupos etarios que abarca la primera infancia: mortalidad

infantil (neonatal y postneonatal) y de niños de 1 a 4 años. 2 Las definiciones se detallan en el Anexo C. 3 En la Ciudad la ley que reglamenta la inscripción de los hechos vitales tiene prevista para

labrar el acta de defunción a las muertes fetales a partir de los 180 días de gestación. En los casos de menor cantidad de días de gestación se los denomina no viables, no se les labra acta de inscripción pero se los considera en las estadísticas de defunción fetal.

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poder ser inscripto en el registro civil como nacido vivo, los que mueren

antes de ese plazo son clasificados como muertes fetales. Asimismo en

muchos países los niños que nacen con vida pero fallecen antes de su

registración civil son inscriptos como defunciones fetales tardías. Estas

diferencias ocasionan un subregistro de la mortalidad infantil y una

sobreestimación de la mortalidad fetal. Según la Oficina de Estadísticas de

Naciones Unidas, el registro de las defunciones fetales es probablemente el

más incompleto en todos los países. Las variaciones en las definiciones de

muerte fetal limitan en forma notable la comparabilidad de la información.

Algunos países usan diferentes criterios para la duración de la gestación u

otros criterios de selección como el tamaño o el peso (Ministerio de Salud y

Acción Social, 1994).

En cuanto a la República Argentina los tres hechos vitales (nacido

vivo, defunción y defunción fetal) son de inscripción obligatoria y la

definición de nacido vivo adoptada es las recomendada por la Organización

Mundial de la Salud por lo menos durante los últimos cien años. Esta

definición se encuentra en el Código Civil Argentino, en el art. 74, según el

cual “si muriesen antes de estar completamente separados del seno materno,

las personas serán consideradas como si no hubiesen existido”, es decir que

el nacimiento con vida se concreta a partir de la completa separación de la

persona del seno materno. En la Ciudad, la Ley que reglamentó la creación

del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas no incluye una

definición de nacido vivo y se rige por la definida en el Código Civil.

Es necesario destacar que la conceptualización de muerte fetal sufrió

varios cambios desde que en 1950 la Organización Mundial de la Salud

(OMS) la definiera como “muerte de un producto de la concepción, antes de

la expulsión o la extracción completa del cuerpo de la madre,

independientemente de la duración del embarazo” (Ministerio de Salud y

Acción Social, 1994). En 1970 se revisó esta definición y se estableció que

el límite que separaba aborto de muerte fetal estaba en las 28 semanas

completas de gestación, que correspondería a un peso de aproximadamente

1.000 gramos. Sin embargo, el Comité Científico prefirió limitar los abortos

a las pérdidas previas a las 20 semanas de acuerdo a la definición médica de

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aborto que es la terminación de un embarazo antes que el feto haya logrado

la viabilidad.

El Taller de Expertos Nacionales sobre definiciones de nacido vivo y

defunción fetal, reunido en 1994, recomendó mantener la definición de

defunción fetal indicada por la OMS, en el Manual de la Clasificación

Internacional de Enfermedades Novena Revisión, concluyendo que las

defunciones fetales no se limitarán por el peso ni por el tiempo de gestación.

Es decir, los certificados de defunción fetal deben realizarse

independientemente del peso, lo que posibilita efectuar todas las

distinciones conceptuales necesarias durante la etapa del análisis. Como

corolario del debate se acordó que los datos de peso al nacer y tiempo de

gestación constituyen una información básica para los estudios de la calidad

de atención, conocer la situación sanitaria de un área y definir adecuadas

estrategias en la salud materno-infantil. No obstante, cabe destacar que las

variaciones en las definiciones utilizadas en cada jurisdicción limitan la

comparabilidad de la información.

A fin de describir la tendencia general seguida por la mortalidad

materno-infantil desde mediados del siglo XIX se consideró conveniente,

desde el punto de vista metodológico, analizar los promedios quinquenales

de las tasas con el objeto de evitar la incidencia de las notorias fluctuaciones

anuales, especialmente en los inicios del período, derivadas esencialmente

de las numerosas epidemias que se registraron en la Ciudad.

4.1.2. Su evolución.

El notable descenso de la mortalidad de la infancia fue uno de los

cambios sociales más importantes y extensos del último siglo y medio. Los

mecanismos de esta transformación constituyen el centro de un debate que

cautivó el interés de diversos especialistas desde hace largos años.

Demógrafos, economistas, epidemiólogos, historiadores, politólogos y

sociólogos continúan discutiendo sobre el rol, la magnitud y la interacción

de los distintos factores explicativos que operaron en el descenso de la

mortalidad: el crecimiento económico, los progresos de la salud pública, la

higiene personal, los cambios ecológicos, las condiciones de vida y de

trabajo y las medidas de protección social.

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En la década de los sesenta del Siglo XX la explicación de las causas

del descenso secular ponía el acento en las mejoras de la salud pública, la

higiene y el control de las enfermedades, momento en que el Estado habría

asumido el rol organizador de la defensa pública contra las enfermedades y

proporcionado servicios básicos de salud (Schofield y Reher, 1991). A

mediados de los setenta, la ya clásica y controversial tesis de McKeown

lleva la batalla a otro terreno. Partiendo del conocimiento de que la

reducción de la mortalidad en los países desarrollados en el siglo XIX se

debió a la reducción de las enfermedades infecciosas, McKeown le resta

protagonismo a las medidas sanitarias y a los avances de la medicina,

atribuyéndoselo a cambios económicos y sociales. Enfatiza principalmente

que el crecimiento económico y las mejoras en el nivel de vida

contribuyeron a incrementar la nutrición de la población, lo que les permitió

una mayor resistencia a la infección (McKeown, 1976).

La tesis de Mckeown continúa siendo un punto de referencia en el

debate, aunque parte de sus hipótesis fueron puestas en duda por otros

investigadores (Wrigley y Schofield, 1981; Preston, 1988; Szreter, 2002 y

Colgrove, 2002). Sin embargo, actualmente parece haber consenso entre los

investigadores tanto en aceptar como válida la idea de que la ciencia médica

en su aspecto curativo jugó un papel menor en el descenso de la mortalidad

a principios del siglo XX (Colgrove, 2002), como en que el nivel de vida y

los aspectos económicos resultan cruciales para la salud de la población

(Wilkinson, 1992; Evans, 1996; Marmor, 1996 y Szreter, 2002). La

discusión posterior logró consenso respecto a considerar como factores

explicativos tanto las iniciativas de la reforma sanitaria como las mejoras en

el nivel de vida y su impacto en la nutrición como claves en el descenso de

la mortalidad.

En la Ciudad el nivel de la mortalidad de la primera infancia, como

se observa en el Gráfico 4.1, descendió a partir del quinquenio 1870-74. La

tasa presenta su valor máximo en el quinquenio 1865-1869 (404,7 por mil) y

el mínimo (10,6 por mil) en el período 2000-2002 (Cuadro 4.1).

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Gráfico 4.1 Mortalidad de la primera infancia, fetal y materna (tasas por mil nacimientos).

Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

050

100150200250300350400450

1860

/64

1865

/69

1870

/74

1875

/79

1880

/84

1885

/89

1890

/94

1895

/99

1900

/04

1905

/09

1910

/14

1915

/19

1920

/24

1925

/29

1930

/34

1935

/39

1940

/44

1945

/49

1950

/54

1955

/59

1960

/64

1965

/69

1970

/74

1975

/79

1980

/84

1985

/89

1990

/94

1995

/99

2000

/02

período

tasa

por

mil

0-4 Fetal Materna

Fuente: Cuadro 4.1.

Es conveniente recordar que la Ciudad se vio afectada por

numerosas epidemias, especialmente entre 1869 y 1900, siendo éste el

período en el cual tuvieron mayor participación las defunciones por causa de

enfermedades infecciosas que explicaría, en parte, el alto nivel de la

mortalidad y las fluctuaciones en la tendencia del fenómeno.

Cuadro 4.1

Mortalidad de la primera infancia, fetal y materna (tasas por mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

Período 0-4 Fetal Materna Período 0-4 Fetal Materna 1860/64 350.1 . . 1930/34 91.7 39.8 2.3 1865/69 404.7 . . 1935/39 71.2 38.3 2.0 1870/74 362.5 . . 1940/44 55.2 33.0 1.7 1875/79 305.2 . . 1945/49 45.3 31.0 1.0 1880/84 256.9 . . 1950/54 41.5 29.9 0.7 1885/89 286.4 . . 1955/59 39.8 24.9 0.5 1890/94 263.1 52.5 2.2 1960/64 35.5 11.4 0.7 1895/99 206.0 42.5 2.4 1965/69 39.2 17.0 0.8 1900/04 172.3 44.0 2.8 1970/74 34.7 12.9 0.9 1905/09 154.1 45.7 3.0 1975/79 29.0 7.0 0.6 1910/14 151.2 43.8 3.1 1980/84 20.6 5.4 0.3 1915/19 152.9 43.6 3.3 1985/89 18.6 5.5 0.3 1920/24 129.1 43.2 3.1 1990/94 16.8 6.3 0.2 1925/29 118.4 41.6 2.5 1995/99 14.4 6.1 0.0

2000/02 10.6 4.3 0.1 Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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Con el objeto de buscar los factores explicativos que incidieron en

el ritmo seguido por la mortalidad materno-infantil se elaboró un índice

tomando como base el quinquenio 1860-1864 para la primera infancia y

1890-1894 para la mortalidad materna y fetal (Cuadro 4.2 del Anexo B), que

permitió identificar etapas muy diferentes dentro del proceso. A través del

mismo se verificó que en el último cuarto del siglo XIX se registra una

marcada aceleración del ritmo de descenso de la mortalidad de la primera

infancia, reduciéndose a la mitad durante el quinquenio 1900-19044.

Este período coincide, como se verá en más detalle en el Capítulo

10 al analizar las políticas y programas de salud, con una mayor

preocupación por parte de las autoridades sanitarias en dictar medidas

referidas no sólo a la higiene pública sino también a la protección de la

primera infancia.

Posteriormente, en la primera mitad del Siglo XX se desarrolló

una etapa donde la reducción de la mortalidad de la primera infancia era

muy pronunciada. Comparando los quinquenios 1895-1899 y 1945-1949 se

observa una disminución del 78 por ciento5. El mejoramiento de la calidad

de vida de la población a partir de la ampliación de la cobertura de los

servicios de saneamiento del medio ambiente (provisión de agua potable,

sistema cloacal, eliminación de desperdicios), la protección de la primera

infancia y el incremento del salario real en la Ciudad, habrían incidido en el

descenso de la mortalidad. En este período, como se verá más adelante, es

notoria la reducción de las muertes causadas por falta de higiene o la mala

nutrición (Mazzeo, 1993).

En el período 1950-1979 se registra una etapa donde la reducción

no fue tan pronunciada, con un descenso del 36 por ciento, hecho que

indudablemente tiene relación con los niveles que asume la tasa de

mortalidad de la primera infancia que en esas décadas son bastante

inferiores a los de comienzo de siglo, siendo el promedio anual de reducción

del 1,2 por ciento. Por otro lado, uno de sus componentes, la mortalidad

infantil, se mantuvo prácticamente estable e incluso se incrementó en el

quinquenio 1965-69 (34,6 por mil) debido al aumento de la mortalidad por 4 Esta reducción fue del 1,2 por ciento anual. 5 Reducción del 1,6 por ciento anual.

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enfermedades infecciosas y parasitarias, y por diarrea. Finalmente en el

período que se inicia en 1980 el nivel de la tasa se redujo a la tercera parte,

registrándose un disminución anual promedio del 2,8 por ciento. Esta etapa

está influida por la reducción sostenida de la mortalidad infantil,

especialmente de la neonatal que decrece el 66 por ciento.

Con respecto a la mortalidad materna comenzó su tendencia

decreciente a partir de la década de 1920, siendo importante su reducción a

partir de 1950. El nivel de la mortalidad fetal decreció desde 1910, se redujo

a la mitad en el quinquenio 1955-1959 y a una séptima parte en el

quinquenio 1975-1979; a partir de allí se mantuvo relativamente estable. En

la evolución de ambos indicadores habría incidido la atención brindada por

las maternidades hospitalarias, que ofrecían no sólo asistencia médica sino

también asistencia social complementaria en la atención de la madre y el

recién nacido. Asimismo, como se verá en más detalle en el Capítulo 10,

durante la década de 1930 se sancionaron las leyes que otorgan el derecho a

licencia con goce de sueldo durante el embarazo y a la reducción de la

jornada laboral para las madres de lactantes.

4.1.3. Su inserción en el contexto internacional.

Con el objeto de conocer la inserción de la mortalidad de la

Ciudad en el contexto internacional, se comparó el nivel de la mortalidad

infantil, componente principal de la primera infancia, con las cifras de la

estadística internacional de los países europeos y latinoamericanos que

registran una larga trayectoria en la publicación de sus estadísticas

demográficas (Cuadro 4.3 del Anexo B). Si bien no es la comparación más

adecuada6 se los seleccionó teniendo en cuenta la disponibilidad de datos.

En el Gráfico 4.2 se observa que desde comienzos del siglo XX se

produce un descenso sostenido de la mortalidad infantil en la mayoría de los

países europeos. No obstante existen algunas excepciones de países con

cronologías precursoras, de los cuales el caso más conocido es el de Suecia

con un descenso sostenido de la mortalidad desde el siglo XVIII (Gómez

Redondo, 1992). 6 La existencia de diferenciales urbano-rurales no hace aconsejable la comparación Ciudad

– país.

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Por su parte Buenos Aires inició el período analizado con valores

que casi duplican los niveles de los países europeos seleccionados y a

comienzos del siglo pasado casi se equipara con Suecia (país que registra los

valores más bajos durante todo el período) y se encuentra por debajo de

Bélgica, Francia y Gran Bretaña. Esta situación se revirtió a partir de 1960

(Gráfico 4.3) cuando Buenos Aires comenzó a registrar niveles superiores a

los países europeos seleccionados.

Un párrafo aparte merece la comparación con los países

latinoamericanos seleccionados, los cuales presentan niveles de mortalidad

distintos: Uruguay similares a los de la Ciudad y Chile hasta la década de

1990 muy superiores a ella. No obstante, el ritmo de descenso durante el

siglo XX no fue tan diferente: Uruguay (-85 por ciento), Buenos Aires (-90

por ciento) y Chile (-96 por ciento).

Gráfico 4.2 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires.

Período 1861-1925.

0255075

100125150175200225250275300325350

1861-65 1871-75 1881-85 1891-95 1901-05 1911-15 1921-25

período

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

Bélgica Francia Inglaterra y GalesSuecia Ciudad de Bs. As. ChileUruguay

Fuente: Cuadro 4.3 del Anexo B.

54

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Gráfico 4.3 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires.

Período 1931-2000.

0

25

50

75

100

125

150

175

200

225

1931-35 1941-45 1951-55 1961-65 1971-75 1981-85 1990 2000

período

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

Bélgica Francia Inglaterra y GalesSuecia Ciudad de Bs. As. ChileUruguay Argentina

Fuente: Cuadro 4.3 del Anexo B.

Con respecto a la mortalidad fetal, sin olvidar los problemas de

registro que pueda haber y que influyen en la comparabilidad entre países,

puede afirmarse que la Ciudad, si bien comenzó el siglo XX con niveles

superiores que los países europeos, a partir de la década de 1960 (Gráfico

4.5) presenta niveles similares o inferiores a aquellos, momento que

coincide con el comienzo del descenso sostenido que registra la mortalidad

fetal en la Ciudad.

Gráfico 4.4

Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1901-1955.

0

5

1015

20

25

30

3540

45

50

1901-05 1911-15 1921-25 1931-35 1941-45 1951-55

período

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

Bélgica España FranciaInglaterra y Gales Italia SueciaCiudad de Bs. As.

Fuente: Cuadro 4.3 del Anexo B.

55

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Gráfico 4.5 Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires.

Período 1961-2000.

0

5

10

15

20

25

30

1961-65 1971-75 1981-85 1990 2000

período

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

Bélgica España FranciaInglaterra y Gales Italia SueciaCiudad de Bs. As.

Fuente: Cuadro 4.3 del Anexo B.

4.1.4. Incidencia de la estructura por edad en la determinación del nivel

de la mortalidad.

Con el objeto de poder explicar la tendencia seguida por la

mortalidad de la primera infancia, fue necesario examinar su composición

por edad.

La mortalidad de la primera infancia se dividió en dos grupos de

edad diferenciados: la mortalidad durante el primer año de vida (también

llamada mortalidad infantil) y la que transcurre entre el primer año y los

cuatro años cumplidos. A su vez, la mortalidad infantil abarca dos etapas: la

neonatal que ocurre durante las primeras cuatro semanas y la postneonatal

que se produce durante el resto del primer año de vida.

La mortalidad infantil según la etiología, queda desagregada en

mortalidad exógena (enfermedades infecciosas, desnutrición o alimentación

inadecuada y accidentes) y endógena (inmadurez del recién nacido,

malformación y debilidad congénita y traumatismos del parto). Antes de

abordar el análisis de los componentes de la mortalidad infantil conviene

recordar que existe relación entre la edad del fallecido y la etiología del

fallecimiento, pues la mayoría de las muertes por causa endógena se

producen en el período neonatal y casi la totalidad de los fallecimientos

postneonatales se deben a causas exógenas. Esto se explica en relación con

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la naturaleza de las causas de muerte, cuya gran mayoría después del primer

mes de vida, están relacionadas con el medio ambiente en el que se

desarrolla el niño y cuyo control se logró con los avances de la sanidad y la

medicina. En cambio, una parte considerable de las causas de muerte en el

primer mes de vida tienen un origen endógeno y son debidas a factores

congénitos durante la vida intrauterina y otros asociados al parto. Sobre

éstas los progresos fueron más lentos y su reducción requirió mayores

esfuerzos.

Cuando se analiza la evolución de la mortalidad de la primera

infancia distinguiendo los grupos etarios que la componen, como puede

observarse en los valores consignados en el Cuadro 4.1 del Anexo B, se

detectan claramente tres períodos.

El primero transcurre entre mediados del siglo XIX y comienzos

del XX (1860-1904). En el mismo se registró un descenso importante de la

mortalidad neonatal: la tasa que era 153,8 por mil en el período 1860-1864

se reduce a una sexta parte en el quinquenio 1900-04 (24,1 por mil).

Probablemente haya incidido en esta reducción el hecho de que a partir de la

década de 1880 los hospitales que eran centros de aislamiento, fueron

convirtiéndose en verdaderos centros asistenciales, aumentando sus

capacidades y sofisticando su equipamiento (Mazzeo, 1993).

La mortalidad postneonatal durante este período se caracterizó por

presentar oscilaciones en su nivel, con valores extremos del orden del 146,2

por mil y 72,5 por mil, pero con una tendencia claramente decreciente a

partir del quinquenio 1885-1889, en el cual la tasa decreció el 44 por ciento.

El segundo período se desarrolla entre 1905 y 1969 y en él la

mortalidad infantil se redujo el 64 por ciento, pero presentando un

comportamiento diferencial según el grupo de edad. El nivel de la

mortalidad neonatal se presenta como una línea casi paralela a la abscisa

(Gráfico 4.6). La reducción de la mortalidad neonatal en este período fue del

11 por ciento debido a un repunte importante en el quinquenio 1965-1969,

ocasionado por el incremento de la mortalidad por causas perinatales o de la

primera edad.

La mortalidad postneonatal registra una tendencia decreciente,

con un ritmo más lento hasta el quinquenio 1925-29 (se redujo el 19%) y

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más acelerado a partir de 1930; en el período 1930-1969 la tasa de

mortalidad postneonatal decreció el 78 por ciento. A partir de la década de

1930 registraron una reducción sostenida las causas exógenas (infecciosas y

parasitarias, diarrea y enteritis y respiratorias) que, como ya se señalara,

influyen en la mortalidad postneonatal.

Gráfico 4.6

Mortalidad de la primera infancia según grupo de edad (tasas por mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

020406080

100120140160180

1860

/64

1865

/69

1870

/74

1875

/79

1880

/84

1885

/89

1890

/94

1895

/99

1900

/04

1905

/09

1910

/14

1915

/19

1920

/24

1925

/29

1930

/34

1935

/39

1940

/44

1945

/49

1950

/54

1955

/59

1960

/64

1965

/69

1970

/74

1975

/79

1980

/84

1985

/89

1990

/94

1995

/99

2000

/02

período

tasa

por

mil

Neonatal Postneonatal 1-4

Fuente: Cuadro 4.1 del Anexo B.

A partir de 1970 se registra un descenso continuo del nivel de la

mortalidad neonatal que se redujo el 71 por ciento. La tasa de mortalidad

postneonatal registra el descenso más importante del período en estudio

reduciéndose el 76 por ciento: del 13,2 por mil en el quinquenio 1965-1969

desciende a 3,2 por mil en el trienio 2000-2002. Estas importantes

disminuciones están relacionadas, como se verá en más detalle en el

Capítulo 10, con la puesta en marcha, en 1968, del Servicio de Neonatología

y la aplicación, a partir de 1973, de un programa destinado a la protección de

la salud de la madre y el niño, mediante asistencia alimentaria, control de la

salud, inmunizaciones, atención médica permanente y recuperación del niño

desnutrido.

La mortalidad de 1 a 4 años, durante los tres períodos

mencionados, tiene un comportamiento similar, aunque con menor nivel,

que la postneonatal. En el primer período está influida por las epidemias que

se registraron en la Ciudad, es fluctuante entre 1860 y 1894 y decreciente a

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partir de 1895. En el segundo período se redujo el 94 por ciento; finalmente,

a partir de 1970 su comportamiento es más estable.

A través del análisis de la estructura por edad de la mortalidad

infantil en Buenos Aires puede comprobarse que a un mayor nivel de la

tasa7 le corresponde una mayor participación de la mortalidad postneonatal

y que, inversamente, al disminuir el nivel de la tasa adquiere importancia

relativa la mortalidad neonatal. Gráfico 4.7

Tasa de mortalidad infantil según grupos etarios. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

0

50

100

150

200

250

300

1860

/64

1875

/79

1890

/94

1905

/09

1920

/24

1935

/39

1950

/54

1965

/69

1980

/84

1995

/99

Neo Post TMI

Fuente: Cuadro 4.1 del Anexo B.

La mortalidad postneonatal tuvo una contribución mayoritaria

entre 1870 y 1959, especialmente entre los años 1890 y 1929 donde registró

participaciones que superaron el 75 por ciento. A partir del quinquenio

1960-64 comenzó a adquirir importancia la mortalidad neonatal,

incrementando su participación entre los años 1960 y 2002, período en el

cual el nivel de la mortalidad infantil se redujo el 72 por ciento.

Lo expuesto permite corroborar la hipótesis de que a un menor

nivel de mortalidad infantil le corresponde una menor participación de

muertes postneonatales. 7 Excepto en el período 1860-1869, probablemente por deficiencias en el registro o debido a

causas relacionadas con la asepsia en los partos.

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Con respecto a la mortalidad de 1 a 4 años, como se observa en el

Gráfico 4.8, se registra un comportamiento similar a la postneonatal pero

con menor participación.

Gráfico 4.8

Estructura por edad de la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

0% 20% 40% 60% 80% 100%

1860/641865/691870/741875/791880/841885/891890/941895/991900/041905/091910/141915/191920/241925/291930/341935/391940/441945/491950/541955/591960/641965/691970/741975/791980/841985/891990/941995/992000/02

NeonatalPostneonatal1-4

Fuente: Cuadro 4.5 del Anexo B.

Otra forma de analizar la evolución de la mortalidad es a través de

la tabla de mortalidad, consideradas la herramienta más completa para el

análisis de la mortalidad de una población, porque anula el efecto de la

estructura por edades de la misma.

Para describir el curso de la mortalidad total puede utilizarse

como indicador la esperanza de vida al nacer, que resume lo ocurrido a lo

largo de todas las edades pero presenta gran influencia del nivel de la

mortalidad infantil. Para la mortalidad de la primera infancia se recurre a la

esperanza de vida a los 4 años que analiza la incidencia de la mortalidad

antes de alcanzar los 5.

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El incremento de la esperanza de vida no fue constante a lo largo

del período considerado (Cuadro 4.6 del Anexo B), incluso se registraron

tres aumentos de la mortalidad, uno entre 1855 y 18698 y dos de menor

importancia: entre 1904 y 1909 y entre 1960 y 1970.

En relación con la primera disminución es importante destacar

que en ese período hubo varias epidemias, especialmente de cólera y

disentería, así como también una cantidad elevada de muertes por fiebre

tifoidea. Además, es necesario tener en cuenta que las primeras tablas de

mortalidad se construyeron a partir de información básica "muy pobre". Se

utilizó la distribución por edad de las muertes correspondientes al año 1856

y se aplicó a los cadáveres enterrados en los cementerios de la Ciudad de

1855. Esto hace que se deba tomar con cautela el aumento del nivel de la

mortalidad entre las tablas de mortalidad correspondientes a los años 1855 y

1869.

Con respecto a las otras dos disminuciones su interpretación es

más compleja. En el primer caso no se pudo determinar fehacientemente si

fue la expresión real de un aumento de la mortalidad, si bien es notorio el

incremento entre 1906 y 1908 de las defunciones por enfermedades

infectocontagiosas, especialmente por fiebre tifoidea, viruela, sarampión,

difteria y crup. Entre 1960 y 1970 parecería ser el reflejo de un aumento real

de la mortalidad, o al menos de un estancamiento en el descenso de la

misma.

Por otro lado, el ritmo de crecimiento de los valores de la

esperanza de vida al nacer y a la edad 4, como se observa en el Gráfico 4.9

no fue constante en el tiempo y además bastante diferente entre ellas.

Este hecho demuestra la incidencia que tuvo la mortalidad de la

primera infancia de fines del siglo pasado y comienzos del presente en la

estimación de la esperanza de vida al nacer y también indica que luego de

pasado cierto umbral, alrededor del primer año de vida, era mayor la

probabilidad de supervivencia de la población.

8 En el que la esperanza de vida al nacer disminuyó aproximadamente seis años.

61

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Gráfico 4.9 Esperanza de vida a las edades 0 y 4. Ambos sexos.

Ciudad de Buenos Aires, 1855-2001.

0

1020

3040

50

6070

80

1855

1868

-187

018

8718

94-1

896

1903

-190

519

08-1

910

1913

-191

519

35-1

937

1947

1959

-196

119

69-1

971

1980

-198

119

90-1

992

2000

-200

1

período

años e(0)

e(4)

Fuente: Cuadro 4.6 del Anexo B.

Como puede observarse en el Gráfico 4.10, la participación de las

defunciones de menores de cinco años en el total de defunciones fue muy

importante durante el período 1856-1934, superando en algunos

quinquenios del siglo pasado el 30 por ciento de las mismas (Cuadro 4.7 del

Anexo B).

Gráfico 4.10

Proporción de muertes de 0-4 años en el total de defunciones. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

05

101520253035404550

1860

/64

1865

/69

1870

/74

1875

/79

1880

/84

1885

/89

1890

/94

1895

/99

1900

/04

1905

/09

1910

/14

1915

/19

1920

/24

1925

/29

1930

/34

1935

/39

1940

/44

1945

/49

1950

/54

1955

/59

1960

/64

1965

/69

1970

/74

1975

/79

1980

/84

1985

/89

1990

/94

1995

/99

2000

/02

período

porc

enta

je

Fuente: Cuadro 4.6 del Anexo B.

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4.2. La transición demográfica y la transición epidemiológica9.

La revolución industrial y la transformación social y cultural que la

acompañó, modificaron radicalmente las condiciones del crecimiento de la

población. Los progresos de la medicina y la higiene, pero también el

desarrollo económico y el mejoramiento de la alimentación, provocaron una

baja profunda y durable de la mortalidad, mientras que la generalización en

la esfera de la vida familiar de la acción electiva, a través de la reducción y

planificación de los nacimientos, ocasionaron lo mismo en la fecundidad

(Vallin, 1991). Según el modelo teórico de la “transición demográfica”, la

sociedad tradicional se caracterizaba por la llamada “alta potencialidad

demográfica” es decir alta natalidad y mortalidad; hubo luego una fase de

transición en la que disminuyó primero la mortalidad y luego, con un retraso

variable según el país, comenzó a reducirse la natalidad; por último, ésta

tendió a estabilizarse mientras que la mortalidad decreció aunque con un

ritmo menor. Esta última fase fue denominada de “baja potencialidad

demográfica”.

De acuerdo con este modelo, Buenos Aires se ubica en su fase pre-

transicional en el período que va desde mediados hasta fines de la década de

1880. Se caracteriza por una tendencia decreciente y luego creciente de la

tasa bruta de natalidad entre 1860 y 1880 (Gráfico 4.11), con oscilaciones

en la tasa bruta de mortalidad, fuertemente influida por las numerosas

epidemias que se registraron en ese período10. En ese momento la Ciudad

tenía un alto potencial de crecimiento futuro11.

9 Es la transición en las causas de muerte de la población, pasando de las enfermedades

infecciosas y agudas como causa principal, a enfermedades crónicas y degenerativas. 10 Las defunciones registradas en la Ciudad por epidemias en el período 1858-1869: 3.975,

entre 1871 y 1890: 33.389 (por la fiebre amarilla de 1871 13.164 muertes) y finalmente entre 1891 y 1915: 8.623.

11 Según los datos del Censo de 1887 la población de la Ciudad era inferior al medio millón de personas y el promedio anual de nacimientos en el quinquenio 1880-1884 fue de diez mil nacimientos.

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Gráfico 4.11 Proceso de transición demográfica en la Ciudad de Buenos Aires.

Período1860-2002.

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

1860

-64

1870

-74

1880

-84

1890

-94

1900

-04

1910

-14

1920

-24

1930

-34

1940

-44

1950

-54

1960

-64

1970

-74

1980

-84

1990

-94

2000

-02

período

tasa

por

mil

Tasa de natalidad Tasa de mortalidad

Crecimiento vegetativo

Fuente: Mazzeo, 2003, Gráfico 1.

A partir de 1890 el balance entre nacimientos y defunciones fue

holgadamente positivo. La mortalidad descendió antes y más rápidamente

que la natalidad, lo que hizo que fuera el período de mayor crecimiento

vegetativo de la Ciudad12. Ese alto crecimiento “actual” es el reflejo del

inicio del proceso “transicional” que se desarrolló hasta el comienzo de la

década de 1960, momento a partir del cual el crecimiento vegetativo de la

población empieza una tendencia decreciente. El potencial de crecimiento

futuro de la población “es bajo” porque son escasas las posibilidades de una

reversión de las tendencias observadas en la natalidad y la mortalidad.

Puede afirmarse que la tercera etapa, completada la transición, se inició a

partir de la década de 1960 (Mazzeo, 2003).

El descenso sostenido de la mortalidad indudablemente está

relacionado con la evolución de la estructura de las causas de muerte. A

comienzos de la década de 1970, Omran introduce el concepto de transición

epidemiológica para caracterizar la evolución de la estructura por causas de

la mortalidad en el mundo. Para Omran, el principal motor de la transición 12 Los cambios en este proceso no pueden ser entendidos sin incluir en el análisis la

inmigración de ultramar. Su intensidad y volumen fue tal, que podría hablarse de una renovación sustancial de la población de la Ciudad. Los inmigrantes representaron en 1895 el 52 por ciento de la población, con posterioridad su participación se reduce hasta llegar a representar el 23 por ciento en 1960. Esta inmigración tuvo sus efectos en la nupcialidad y en la natalidad de la Ciudad de fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX.

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epidemiológica fue el descenso de la mortalidad infecciosa, pasando de la

época de “las epidemias y del hambre” a la época de “las enfermedades

degenerativas y de la sociedad”. Según Meslé (1995), en el mundo las

ganancias debidas a la baja de la mortalidad infecciosa y respiratoria fueron

importantes, principalmente en las primeras décadas del siglo XX y

particularmente durante la década de 1950, gracias a la difusión de

tratamientos con antibióticos. De esta manera desde 1960 la reducción de

estas causas contribuyeron favorablemente al aumento de la esperanza de

vida al nacer. Por otro lado, observa que la disminución de la mortalidad por

causas infecciosas fue particularmente importante entre los niños. Los

determinantes de ese descenso son múltiples y en el siglo XIX los progresos

nutricionales sin duda fueron concluyentes. Su efecto fue reforzado por el

mejoramiento de la higiene del medio ambiente y en general de las

condiciones de vida, especialmente hacia fines del siglo XIX. Después de la

II Guerra Mundial el descubrimiento de los antibióticos y la generalización

de las vacunas habrían acelerado el proceso.

Por lo tanto, para una mejor comprensión del proceso de la

transición epidemiológica en la mortalidad de la niñez de la Ciudad, se

consideró imprescindible efectuar el análisis de la evolución de la

mortalidad por causas.

4.2.1. Selección de las principales causas que determinan el nivel de la

mortalidad.

A los efectos de observar el proceso de transición epidemiológica se

consideraron cinco grupos de causas, tres de los cuales tienen origen

exógeno y los otros dos de origen endógeno. Las enfermedades que se

incluyeron en cada uno de los grupos, se especifican en el Cuadro 4.3.

Con el objeto de proporcionar, para el período 1890-2002, el detalle

analítico de las causas de muerte incluidas en cada uno de los grupos, en el

Anexo E se presenta, según período de referencia, el listado de las

consideradas para cada uno de ellos.

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Cuadro 4.2 Clasificación de las causas de muerte según grupo y origen.

Origen exógeno 13

Origen endógeno I Infecciosas y parasitarias IV Malformaciones congénitas cólera infantil, coqueluche, crup, Hidrocefalia, espina bífida, vicio orgá- difteria, escarlatina, fiebre tifoidea, nico al corazón y otras malformaciones influenza, sarampión, erisipela, congénitas. tétanos, tuberculosis y viruela. V Primera edad (perinatales) II Diarrea y enteritis complicaciones del embarazo, trabajo diarrea y enteritis de parto y del parto, trastornos relacio- nados con la duración corta de la ges- III Respiratorias tación y el crecimiento fetal lento, etc. bronconeumonía, bronquitis, neumonía, otras enf. respiratorias

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

4.2.2. La tendencia de la mortalidad según causa de muerte

Existen evidencias de una clara relación entre el nivel de la

mortalidad infantil y el de las distintas causas de muerte, en particular las

denominadas endógenas y exógenas (Behm Rosas, 1985). Se observó que

cuando la mortalidad es elevada las exógenas registran una mayor

participación y que al decrecer ésta disminuye la mortalidad, lo que permite

afirmar que el descenso de la mortalidad obedeció principalmente a la

reducción de las muertes de origen exógeno.

Esto respondió al control de los factores del ambiente y también de

la inmunización masiva de la población y uso de nuevas drogas. De este

modo, la estructura de la mortalidad por causas de muerte se modifica y

cobran progresiva importancia otros grupos de causas, entre ellas, las de

origen endógeno o sea las malformaciones congénitas y las originadas en el

período perinatal (Behm Rosas, 1985).

Estas evidencias se comprobaron en Buenos Aires al analizar el

comportamiento de la mortalidad según causas de muerte y grupo de edad.

13 Es necesario tener en cuenta la interacción existente entre las enfermedades de origen

exógeno. La debilidad que generaba en el niño tener diarrea lo exponía a contraer enfermedades infectocontagiosas o respiratorias.

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Infecciosas y parasitarias

En la Ciudad entre fines del siglo XIX y principios del XX se operó

un acelerado proceso de urbanización caracterizado por una gran

concentración de población y escasa infraestructura sanitaria, provocando

un desequilibrio entre población e infraestructura urbana y deteriorando de

esta manera las condiciones epidemiológicas de la población. Esta

“penalización urbana” (Reher, 2004) habría provocado un incremento de la

mortalidad. Es así que las enfermedades infectocontagiosas formaron parte

de la Ciudad desde época temprana. Junto con las epidemias existían

también enfermedades endémicas como la fiebre tifoidea, la viruela, la

difteria y crup, que también resultaban mortales. Los médicos de la época, si

bien hacían hincapié en los factores atmosféricos, centraban su discurso en

las condiciones higiénicas y en el contagio; a esto se sumaba el escaso

conocimiento etiológico de las enfermedades y las resistencias de los

enfermos al aislamiento ya que preferían permanecer en sus domicilios. A

fines de la década de 1880 “el 95 por ciento de los habitantes con

enfermedades infectocontagiosas era asistido en sus hogares, aunque no

siempre estaba garantizada su atención” (Alvarez, 2004:20).

Las enfermedades infectocontagiosas fueron vistas como males

originados por la urbanización, producto del hacinamiento y la falta de

saneamiento ambiental. El plan de salubridad destinado a dar una solución

integral (en cuanto a fuente, tratamiento y red de distribución) al problema

de la provisión de agua potable fue puesto en marcha en 1871; unos años

más tarde, en 1880, comenzaron las obras cloacales. A comienzos del siglo

XX el 61,4 por ciento de las casas tenía agua corriente y sólo el 36,2 por

ciento sistema cloacal, pero “la despareja distribución de este servicio

dentro de la Ciudad provocó que algunas enfermedades, como la fiebre

tifoidea fueran endémicamente localizadas, de tal manera que en los

suburbios de la Ciudad la fiebre tifoidea reinaba endémicamente” (Alvarez,

2004:30). Entre 1914 y 1924 la Ciudad fue considerada, según la expresión

de Besio Moreno, una “Ciudad saneada”; prácticamente hacia 1930

finalizaron las obras de infraestructura y equipamiento de la Ciudad

(Mazzeo, 1993).

67

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Otra de las medidas sanitarias adoptadas fue la vacunación. La

vacunación antivariólica y la antitífica lograron controlar, hacia fines de la

primera década del siglo XX, la mortalidad por viruela y fiebre tifoidea. El

Congreso de la Nación sancionó en 1903 una ley sobre vacunación y

revacunación obligatoria. A partir de allí, en 1907, el Dr. Penna, Director de

la Asistencia Pública, reorganiza el servicio dividiendo a la Ciudad en ocho

radios e instala en cada uno un dispensario de vacunas. El origen de la ley

de vacunación fue un estudio presentado al Congreso de la Nación por

Torcuato de Alvear en 1881 debido a las resistencias populares a la

vacunación. En el caso de la viruela se había verificado que la enfermedad

atacaba a la población nativa pues los inmigrantes habían sido vacunados en

Europa. Alvear manifestó que no sólo era importante hacer obligatoria la ley

sino hacerla práctica y que para lograr que las clases bajas se vacunaran era

necesario practicarla a domicilio (Alvarez, 2004).

Las doctrinas de saneamiento urbano europeo modificaron viejas

costumbres porteñas: en 1889 el municipio prohibió el trabajo de lavado de

ropa en la costa y de esa manera desaparecieron las lavanderas en la ribera

del Río de la Plata. También se incorporaron otras medidas sanitarias como

la desinfección domiciliaria y la construcción de hornos para la incineración

de las basuras.

Se consideró interesante analizar, entre fines del siglo XIX y fines de

la década de 1920, la relación existente entre la evolución de la mortalidad

de la primera infancia por enfermedades infecciosas y parasitarias y el

saneamiento ambiental, cuando la Ciudad era considerada saneada (Gráficos

4.12 y 4.13). Los índices de correlación de Pearson (-0,50 con respecto a la

proporción de casas con cloacas y al consumo diario de agua por mil

habitantes) demuestran que el descenso de la mortalidad no se debió sólo a

las obras de infraestructura urbana sino que también incidieron otras causas,

entre ellas la mayor importancia que adquirió la práctica profesionalizada de

la salud (campañas de vacunación, atención médica domiciliaria y

procedimientos preventivos y terapéuticos).

68

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Gráfico 4.12 Tasas de mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias y

proporción de casas con cloacas en la Ciudad de Buenos Aires. Período1890-1929.

0

10

20

30

40

50

60

70

1890

1893

1896

1899

1902

1905

1908

1911

1914

1917

1920

1923

1926

1929

año

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

0

10

20

30

40

50

60

70

por c

ient

o

I y P Cloacas

Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadros 9 y 10 del Anexo D).

Gráfico 4.13 Tasas de mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias y consumo

diario de agua por mil habitantes en la Ciudad de Buenos Aires. Período1890-1929.

0

10

20

30

40

50

60

70

1890

1893

1896

1899

1902

1905

1908

1911

1914

1917

1920

1923

1926

1929

año

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

0

50100

150

200

250300

350

400lit

ros d

iario

s por

mil

habi

tant

es

I y P Consumo agua

Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadros 9 y 10 del Anexo D).

Con respecto a la evolución de la mortalidad de la primera infancia,

los valores presentados en el Cuadro 4.8 del Anexo B, evidencian una

notoria tendencia decreciente de la tasa de mortalidad por enfermedades

infecciosas y parasitarias. El nivel de la tasa no superó, a lo largo del

período en estudio, el 40 por mil y la participación de estas muertes en el

total de las defunciones de menores de cinco años (Cuadro 4.9 del Anexo B)

69

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no llegó al 20 por ciento, ni aún en los períodos en que se registraron

epidemias.

Al analizar la evolución de las tasas por grupo de edad se detecta que

no existen diferencias en la tendencia decreciente de las mismas pero sí en

su nivel. Mientras que en la mortalidad infantil el nivel de la tasa no supera

el 13 por mil, en el caso de los niños de 1 a 4 años llega a 26 por mil.

Asimismo se destaca que la participación de este grupo en las defunciones

de menores de cinco años es mínima a partir del quinquenio 1980-1984.

Gráfico 4.14

Mortalidad por infecciosas y parasitarias según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.

05

1015202530354045

1890

/94

1895

/99

1900

/04

1905

/09

1910

/14

1915

/19

1920

/24

1925

/29

1930

/34

1935

/39

1940

/44

1945

/49

1950

/54

1955

/59

1960

/64

1965

/69

1970

/74

1975

/79

1980

/84

1985

/89

1990

/94

1995

/99

2000

/02

período

tasa

por

mil

1-4-1 año

Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B.

Diarrea y enteritis

Es evidente que el inicio del descenso de la mortalidad por diarrea y

enteritis antecede a la terapéutica correspondiente. En efecto, la

plasmoterapia y las sulfamidas comienzan a expandirse entre fines de la

década de 1930 y principios de la década de 1940, mientras que el uso de los

antibióticos se generaliza después de la Segunda Guerra Mundial. Recién en

1985 se implanta en el sistema hospitalario municipal el sistema de

rehidratación oral para el tratamiento y control de la diarrea estival y se

crean los Gabinetes de Rehidratación Oral Ambulatoria en algunos

hospitales de la comuna.

Al ser las diarreas infantiles enfermedades transmisibles

fundamentalmente por el agua y los alimentos, su reducción se asocia a

70

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mejoras de la infraestructura urbana (saneamiento ambiental y provisión de

agua corriente) así como a otras medidas tales como la higienización de los

alimentos, en particular de la leche, y a mejoras en el desarrollo institucional

preventivo de la salud pública que influyeron en una mejor educación de las

madres sobre los cuidados higiénicos y la alimentación del niño.

Los pediatras de comienzos del siglo XX mencionaron

reiteradamente los peligros provocados por la ignorancia de la madre en lo

referente a cuidados, higiene y nutrición infantiles. Señalaban que la mayor

parte de las diarreas estaban directamente relacionadas a problemas

alimenticios, encontrándose con más frecuencia entre los niños parcial o

completamente destetados, cuando comenzaban a ingerir otros alimentos

distintos de la leche materna, lo que sucedía por lo general durante el primer

semestre de vida (Birn et.al., 2005).

Con el objeto de analizar la importancia del mejoramiento de la

infraestructura urbana entre fines del siglo XIX y fines de la década de

1920, al igual que para las causas infectocontagiosas, se comparó la relación

entre la tasa de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y el

saneamiento ambiental (Gráficos 4.15 y 4.16).

Gráfico 4.15

Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y proporción de casas con cloacas en la Ciudad de Buenos Aires, 1890-1929.

0

10

20

30

40

50

60

70

1890

1893

1896

1899

1902

1905

1908

1911

1914

1917

1920

1923

1926

1929

año

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

0

10

20

30

40

50

60

por c

ient

o

Cloacas diarrea y enteritis

Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadros 9 y 10 del Anexo D).

71

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Gráfico 4.16 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarrea y enteritis y consumo diario de agua

por mil habitantes en la Ciudad de Buenos Aires, 1890-1929.

0

10

20

30

40

50

60

1890

1893

1896

1899

1902

1905

1908

1911

1914

1917

1920

1923

1926

1929

año

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

0

50

100

150

200

250

300

350

400

litro

s dia

rios p

or m

il ha

bita

ntes

diarrea y enteritis Consumo agua

Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadros 9 y 10 del Anexo D). Los coeficientes de correlación de Pearson, para ambos indicadores

(sistema cloacal y consumo de agua corriente), fueron muy bajos (-0,04), no

obstante gráficamente se observa una correlación lineal especialmente

después de 1911. Esto confirma la importancia de la práctica

profesionalizada de la salud, especialmente la acción desarrollada por los

dispensarios de lactantes, los institutos de puericultura y la inspección de

nodrizas. Los dispensarios de lactantes fueron verdaderas “escuelas de

madres”: allí se les inculcaba a las madres los principios de la importancia

de la leche materna. Las leyendas gravadas en los consultorios decían: “La

leche humana es irremplazable en el niño de pecho”, “La leche de la madre

es el mejor alimento para el hijo” y “La leche de la madre debe pertenecer al

hijo” (Oliva, 1917:84).

Por lo tanto se relacionó la tasa de mortalidad de la primera infancia

por diarrea y enteritis con la atención en los consultorios de lactantes,

medida a partir de la proporción de niños atendidos por primera vez y la de

niños concurrentes a consultorios por cada cien nacimientos de la Ciudad

(Gráfico 4.17). El coeficiente de correlación de Pearson, para el período del

que se dispone información, dio una asociación alta en ambos casos (-0,94),

lo que corrobora la importancia de la labor desarrollada por los dispensarios

de lactantes.

72

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Gráfico 4.17 Tasas de mortalidad de la primera infancia por diarreas y enteritis y proporción de niños

atendidos por primera vez y concurrentes a consultorios de lactantes en la Ciudad de Buenos Aires, 1910-1929.

0

10

20

30

40

50

60

1910

1912

1914

1916

1918

1920

1922

1924

1926

1928

año

tasa

por

mil

0

100

200

300

400

500

por c

ient

o

diarrea y enteritis atendidos por 1º vezconcurrentes a consultorios

Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B y Mazzeo (1990, Cuadro 22). La evolución de la mortalidad por diarrea y enteritis, como puede

observarse en el Gráfico 4.18, presenta una tendencia creciente durante el

siglo XIX que continúa hasta el quinquenio 1910-14, momento a partir del

cual comienza una evidente pendiente negativa.

Gráfico 4.18

Mortalidad por diarrea y enteritis según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.

0

10

20

30

40

50

60

1890

/94

1895

/99

1900

/04

1905

/09

1910

/14

1915

/19

1920

/24

1925

/29

1930

/34

1935

/39

1940

/44

1945

/49

1950

/54

1955

/59

1960

/64

1965

/69

1970

/74

1975

/79

1980

/84

1985

/89

1990

/94

1995

/99

2000

/02

período

tasa

por

mil

1-4-1 año

Fuente: Cuadro 4.7 del Anexo B.

El notorio incremento en la década de 1910, probablemente fue

ocasionado por las precarias condiciones en que se libró la leche al consumo

público, como consecuencia de las inundaciones que tuvieron lugar en los

años 1914 y 1915, de la sequía en 1916 y de la huelga ferroviaria en 1917

(Oliva, 1918).

73

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Con respecto a esta última, el Dr. Emilio Coni (1917:586) escribió:

"Debe tenerse presente que durante más de un mes -precisamente octubre-

ha existido en la Capital una insuficiencia de leche, que siento no poder

expresar por cifras por no tenerlas a mi disposición. En efecto, la leche

alcanzó precios exorbitantes desconocidos en los anales de Buenos Aires.

No es de extrañar que la población menesterosa haya llegado a carecer por

algún tiempo de ese primordial alimento de la tierna infancia, cuando se

piensa que en las clases acomodadas les costaba trabajo procurársela y, eso,

a precios excesivos. Las madres pobres se habrán visto obligadas durante el

tiempo de la huelga ferroviaria a sustituir la leche con diversos otros

alimentos, que a no dudarlo han ejercido la perniciosa influencia

evidenciada por las malas y elocuentes cifras de la estadística".

A fines de la década de 1910, en palabras del Dr. Oliva, en la

Ciudad “hoy las cosas han cambiado, las madres poseen el caudal de

conocimientos más indispensables para la custodia racional de sus hijos y lo

que es más de alabar, la conciencia del rol que en su desarrollo y salubridad,

tienen los errores que en sus regímenes dietéticos se comenten y las ventajas

que existen por consiguiente, en confiar en los facultativos su prescripción.

Las inspecciones domiciliarias que practican las médicas de la oficina de

nodrizas y las inspectoras de los dispensarios de lactantes e institutos de

puericultura de la Asistencia Pública, comprueban a cada instante lo que

afirmo, pues a diario observan los referidos empleados edificantes ejemplos

al respecto, no obstante tratarse de hogares humildes y apartados del centro

del municipio” (Oliva,1917:69). Una vez más, se destaca la importante labor

de promoción y control de la salud desarrollada por el gobierno local.

En esa época, el 13 de diciembre de 1907, se aprueba la Ordenanza

sobre la higienización de la leche, cuyo Art. 1º reglamentaba que desde el 1º

de octubre sería obligatoria la higienización de la leche para el consumo en

la Ciudad. Especificaba que se entendía por leche higienizada la que

después de filtrada había sido pasteurizada o esterilizada. También

establecía que los envases debían llevar, impreso y en lugar visible, el

nombre de la fábrica donde se había higienizado la leche (Art. 4º). Pero la

realidad era muy distinta: en la década de 1960 aún existían en la Ciudad

74

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repartidores de leche que la distribuían en tarros, evidenciando carencia de

higiene.

A partir de 1950 la mortalidad por diarreas registra niveles muy

bajos, con un leve repunte en la década de los 60 para finalmente

desaparecer en los 80.

Respiratorias

Las enfermedades respiratorias son de transmisión aeróbica y por lo

tanto es posible vincular la mayor exposición al contagio con el incremento

de la densidad poblacional, el hacinamiento y las malas condiciones en la

vivienda. Una posible explicación del estancamiento e incluso el aumento

de la mortalidad por enfermedades respiratorias, en las primeras décadas del

siglo XX, se encuentra en el crecimiento poblacional. Las tasas de

crecimiento media anual entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX

estuvieron cercanas al 50 por mil y a partir de mediados de la década de

1930 la Ciudad presentó un crecimiento moderado, reduciéndose al 20 por

mil en el período 1936-47.

Una situación similar, pero con niveles superiores a los de Buenos

Aires, mostró Montevideo con una tendencia ascendente, con grandes

oscilaciones de corto plazo, hasta principios de la década de 1930. Recién a

partir de entonces presentó un comportamiento notoriamente descendente.

Gráfico 4.19

Mortalidad infantil por enfermedades respiratorias (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires y Montevideo, 1900-1949.

05

1015202530354045

1900

1903

1906

1909

1912

1915

1918

1921

1924

1927

1930

1933

1936

1939

1942

1945

1948

año

tasa

por

mil

Montevideo Buenos Aires

Fuente: Mazzeo y Pollero, 2005, Gráfico 5.

75

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Los médicos de la época enfatizaron la preeminencia de las pésimas

condiciones de vida de las clases populares como uno de los factores más

relevantes para entender la elevada incidencia de la mortalidad por causas

respiratorias. La deficiencia del estado nutricional fue otro de los aspectos

señalados como factores agravantes. Según los contemporáneos, las

medidas profilácticas eran rudimentarias, las únicas armas con que contaban

para impedir que los procesos infecciosos culminaran en estados

pulmonares graves eran: el cuidado en la higiene, la protección contra el

frío, la buena habitación y la alimentación sana. La evaluación de la

literatura médica de la época permite concluir que “la mortalidad por

bronconeumonía en los niños y lactantes fue el gran catalizador de procesos

de origen infeccioso de diversa índole. A este respecto cabe destacar por un

lado la interacción entre las bronconeumonías y las diarreas y por otro, su

asociación con enfermedades endemo-epidémicas, particularmente la tos

convulsa y el sarampión” (Birn et.al., 2005:149).

Al relacionar la tasa de mortalidad de la primera infancia por causas

respiratorias con los indicadores de atención de los consultorios de lactantes

se observaron relaciones no muy contundentes. El coeficiente de correlación

de Pearson, según su asociación con cada indicador, resultó: proporción de

atendidos por primera vez (-0,44) y proporción de concurrentes (-0,39).

Por otro lado, cabe destacar que este es el grupo que registró valores

más altos hasta fines de la década de 1930, tanto para la mortalidad de los

menores de un año como de los niños de 1 a 4 años (Gráfico 4.20), no

existiendo diferencias notorias entre sus niveles. Su tendencia decreció

desde mediados del siglo pasado con un leve repunte a fines de la década de

1990. El impulso que tuvo la medicina preventiva en la Ciudad a partir de

1930 y la consolidación de la asistencia social como complemento de la

asistencia médica, explican en parte la reducción de la mortalidad de los

niños debida a enfermedades respiratorias.

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Gráfico 4.20 Mortalidad por enfermedades respiratorias según grupo de edad (tasa por mil).

Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.

010203040506070

1890

/94

1895

/99

1900

/04

1905

/09

1910

/14

1915

/19

1920

/24

1925

/29

1930

/34

1935

/39

1940

/44

1945

/49

1950

/54

1955

/59

1960

/64

1965

/69

1970

/74

1975

/79

1980

/84

1985

/89

1990

/94

1995

/99

2000

/02

período

tasa

por

mil

1-4-1 año

Fuente: Cuadro 4.7 del Anexo B.

Malformaciones congénitas

La mortalidad causada por malformaciones congénitas durante el

siglo XIX registró valores que no superaron el 1,7 por mil. Durante el siglo

pasado su tendencia se mantuvo estable hasta llegar al quinquenio 1925-29,

momento en que comienza una tendencia creciente, siendo el quinquenio

1965-1969 el que registra su mayor nivel (4,3 por mil). Este hecho indicaría

la existencia de una mejor calidad en la certificación de la causa de muerte,

o de una mejor codificación de la misma, que a su vez se relaciona con el

mayor detalle de las causas incluidas, en esta categoría, en las

clasificaciones internacionales de enfermedades utilizadas a partir de 1930.

Gráfico 4.21

Mortalidad por malformaciones congénitas según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.

0.00.51.01.52.02.53.03.54.04.5

1890

/94

1895

/99

1900

/04

1905

/09

1910

/14

1915

/19

1920

/24

1925

/29

1930

/34

1935

/39

1940

/44

1945

/49

1950

/54

1955

/59

1960

/64

1965

/69

1970

/74

1975

/79

1980

/84

1985

/89

1990

/94

1995

/99

2000

/02

período

tasa

por

mil

1-4-1 año

Fuente: Cuadro 4.7 del Anexo B.

77

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Primera edad (perinatales)

Este grupo abarca las afecciones que tienen su origen en el período

perinatal aún cuando la muerte ocurra más tarde. Se incluyen las causas

relacionadas con las enfermedades de la madre, con las complicaciones

originadas en el parto o complicaciones maternas del embarazo que afectan

al feto o recién nacido, así como también las relacionadas con la duración de

la gestación y el crecimiento fetal, traumatismos del nacimiento, afecciones

respiratorias, infecciones propias del período perinatal y otros trastornos

perinatales (endocrinos y metabólicos, hematológicos, y del aparato

digestivo).

Si bien se considera, que para el análisis de la importancia de las

causas de muerte en la determinación del nivel de la mortalidad no es

adecuado utilizar un grupo tan amplio, fue necesario hacerlo para analizar la

evolución histórica debido a que durante varios años la información se

publicaba agregada a nivel de capítulo.

Durante el siglo XIX y hasta los inicios del siglo pasado la tasa de

mortalidad de este grupo registra una tendencia claramente decreciente. En

el siglo pasado registra variaciones cíclicas (Gráfico 4.22) con ondas de

aproximadamente treinta años de amplitud, pero que presentan cada vez

niveles más altos, hasta llegar a la década de 1970 donde se inicia una clara

tendencia decreciente. Este hecho indicaría, al igual que en el caso de la

mortalidad por anomalías congénitas, una mejor calidad de la certificación o

codificación de la causa de muerte. También se relaciona con el incremento

sostenido que experimentó la participación de los nacimientos ocurridos en

las maternidades hospitalarias que representaron más del 70 por ciento a

comienzos de la década de 1960 y, como ya se señalara, con la aparición, a

fines de la misma década, del Servicio de Neonatología y a comienzos de

los setenta del programa de protección de la madre y el niño.

Este tipo de causas, debido a su etiología (relacionada a las

complicaciones del embarazo, trabajo de parto y en el parto), tienen una

mayor participación en las muertes de menores de 1 año, llegando a

representar desde mediados del siglo pasado, debido a la caída relativa de la

mortalidad postneonatal, entre el 40 y el 60 por ciento del total de la

78

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mortalidad infantil. Lógicamente, entre los niños de 1 a 4 años su

importancia es ínfima, cercana al 1 por ciento de las muertes.

Gráfico 4.22

Mortalidad por causas perinatales según grupo de edad (tasa por mil). Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.

02468

101214161820

1890

/94

1895

/99

1900

/04

1905

/09

1910

/14

1915

/19

1920

/24

1925

/29

1930

/34

1935

/39

1940

/44

1945

/49

1950

/54

1955

/59

1960

/64

1965

/69

1970

/74

1975

/79

1980

/84

1985

/89

1990

/94

1995

/99

2000

/02

período

tasa

por

mil

1-4-1 año

Fuente: Cuadro 4.8 del Anexo B.

La variación de la participación de este grupo a lo largo del período

analizado muestra, igual que para las malformaciones congénitas, un

importante incremento especialmente a partir de la década de 1930 (Cuadro

4.9 del Anexo B). Este hecho confirma la relación existente entre el

descenso del nivel de la mortalidad y la mayor participación de muertes por

causas de carácter endógeno.

Cuadro 4.3

Estructura de la mortalidad de la primera infancia según causas seleccionadas. Ciudad de Buenos Aires, 1890/2002.

Causa 1890-04 1905-29 1930-49 1950-69 1970-89 1990-02Tasa de mortalidad (por mil) 209.5 140.8 64.0 39.4 26.2 14.4 Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 Total causas seleccionadas 60.3 79.2 83.2 78.8 84.6 79.7 Subtotal exógenas 53.6 69.9 56.2 32.2 25.6 11.8

Infecciosas y parasitarias 14.6 13.6 13.4 7.9 10.2 2.8Diarrea y enteritis 13.1 28.0 17.0 4.6 2.8 0.4

Respiratorias 25.9 28.3 25.8 19.7 12.6 8.6Subtotal endógenas 6.7 9.3 27.0 46.6 59.0 67.9

Malformaciones congénitas 0.5 1.0 4.9 7.7 14.6 22.8Primera edad (perinatales) 6.2 8.3 22.1 38.9 44.4 45.1

Resto de causas 39.7 20.8 16.8 21.2 15.4 20.3 Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

79

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Asimismo, a través del análisis de los valores consignados en el

Cuadro 4.2, se observa que hasta principios del siglo pasado los cinco

grupos de causas seleccionados representaron el 60 por ciento de las

muertes de menores de cinco años, mientras que a partir de 1905 se

encontraron cercanos al 80 por ciento de los casos. Es notoria la

modificación de la estructura de causas de la mortalidad a partir de 1930 y

especialmente después de 1950. Resulta evidente la reducción de la

proporción de muertes por causas de origen exógeno (infecciosas y

parasitarias, diarrea y enteritis y respiratorias) y la importancia progresiva

que cobran las muertes por causas de origen endógeno (anomalías

congénitas y perinatales), llegando a representar estas últimas el 68 por

ciento de las muertes de menores de un año en el período 1990-2002. Estos

valores comprueban que el descenso general de la mortalidad de la niñez

obedeció principalmente a la reducción de las muertes de origen exógeno.

En la categoría “resto de causas”, que se mantuvo desde comienzos del siglo

pasado en valores cercanos al 20 por ciento, se encuentran, entre otras, las

muertes debidas a accidentes, afecciones cardíacas, renales y tumores.

Gráfico 4.23

Tasa de mortalidad de la primera infancia y estructura según causas seleccionadas. Ciudad de Buenos Aires, 1890/2002.

01020304050607080

1890-1904

1905-1929

1930-1949

1950-1969

1970-1989

1990-2002

porc

enta

je

0

50

100

150

200

250

tasa

por

mil

Exógenas Endógenas TM

Fuente: Cuadro 4.2.

En síntesis, el nivel de la mortalidad de la primera infancia de la

Ciudad, al igual que el resto de los países analizados en un período de más de

cien años, se redujo el 97 por ciento (excepto Uruguay que lo hace en un 85

80

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por ciento). A comienzos del período fue mayor al 300 por mil, un siglo

después era de 35 por mil y casi cuarenta años más tarde está por debajo del

11 por mil.

El análisis de la estructura por edad demostró que a una mayor tasa

de mortalidad le correspondió una mayor participación de muertes

postneonatales y de 1 a 4 años, y que a un menor nivel le correspondió una

mayor participación de muertes neonatales.

Los cambios experimentados por la estructura de las causas de

muerte que acompañaron el descenso de la mortalidad evidenciaron, a partir

de la década de 1950, la reducción de la proporción de muertes de origen

exógeno y la importancia progresiva que cobraron las muertes por causas de

origen endógeno, que llegaron a representar el 68 por ciento de las muertes

en el período 1990-2002. Este hecho permite concluir que el descenso de la

mortalidad de la niñez obedeció principalmente a la reducción de las

muertes exógenas, en especial las debidas a enfermedades infecciosas y

parasitarias y a diarrea y enteritis.

En el convencimiento de que el comportamiento de la mortalidad es

parte integrante de un proceso social más complejo y que es justamente el

proceso histórico concreto de la sociedad el que da significación a la

mortalidad en ella inserta, el análisis del marco sociopolítico así como de las

políticas y programas (que se profundizan en la segunda parte y en el Anexo

G), permitieron identificar algunos factores explicativos que se consideraron

relacionados con la tendencia de la mortalidad materno-infantil. En este

sentido, es fundamental que los responsables de las políticas de salud

comprendan el proceso social que se está desarrollando, ya que de esta

podrán comprender y analizar críticamente los medios más adecuados para

que los programas y acciones sean más efectivos.

81

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5. La desigualdad social en la última década.

El propósito de este capítulo es caracterizar la desigualdad social de

la Ciudad durante la última década, a través de la evolución de la

conformación y dinámica del mercado de trabajo, la distribución de

ingresos, la incidencia de la pobreza y la cobertura de salud de la población.

Se considera imprescindible el análisis de estas dimensiones de la

desigualdad social para cumplir con el primero de los objetivos planteados1.

5.1. Indicadores seleccionados2.

Para el análisis del mercado de trabajo se utilizaron las tasas de

actividad, empleo, subocupación horaria, ocupación demandante y

desocupación. Para la distribución de ingresos se investigó la evolución del

ingreso medio total individual y per cápita familiar según quintil de

población y brecha de ingresos y la tendencia del producto bruto geográfico

de la Ciudad. La incidencia de la pobreza y la indigencia se midieron a

través de la proporción de personas y de hogares por debajo de ambas

líneas.

La importancia de la primera infancia en la desigualdad social se

investigó a partir de la pobreza medida por las Necesidades Básicas

Insatisfechas (NBI) y no por el método de los ingresos debido a que el

tamaño de la muestra de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) no

permite la apertura según la división geográfica dentro de la Ciudad y a la

escasa representatividad de la primera infancia en dicha muestra3. Se

consideró, para los años 1991 y 20014, el peso relativo de este grupo de

edad en el total de población NBI y la importancia de la población NBI en

este grupo etario. También para esos años se analizó la cobertura de salud de

la población total y de la primera infancia, según condición de NBI, como

aproximación a la temática de la atención entre los distintos sectores

sociales. 1 Determinar la relación entre la evolución de la salud infantil y de la desigualdad social en

la Ciudad. 2 Las definiciones se detallan en el Anexo C. 3 En el punto 3 del Anexo A se detallan los fundamentos. 4 Se seleccionaron estos años como representativos de lo ocurrido en la década de los 90 y

del 2000 debido a que la fuente de información utilizada son los censos de población.

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5.2. Cambios experimentados.

5.2.1. Mercado de trabajo.

La población de la Ciudad históricamente se caracterizó por

presentar altos niveles de participación laboral. En la última década esta

situación se mantuvo, registrándose un crecimiento del 14 por ciento en los

niveles de actividad entre 1990 y 20025, pasando del 45,6 por ciento al 52,0

por ciento.6

El crecimiento de la actividad laboral que se dio en este período, en

los principales centros urbanos del país, incluyó un importante componente

de desocupación y subempleo. La Ciudad no estuvo alejada de este proceso

de deterioro general pero presentó niveles más elevados en el empleo y más

bajos en la subutilización total o parcial de la población activa que el resto

de los centros urbanos. Este mayor nivel de empleo y la menor

desocupación se observan al comparar (Gráficos 5.1 y 5.2) las tasas

específicas de empleo y desocupación del grupo 15-64 años de la Ciudad

con las del Aglomerado Gran Buenos Aires7.

Gráfico 5.1

Tasa específica de empleo del grupo 15-64 años. Ciudad de Buenos Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

0

20

40

60

80

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Ciudad Gran Bs. As.

Fuente: elaboración sobre la base de INDEC-EPH y GCBA.

5 Cuadro 5.1 del Anexo B. 6 Si bien se observan dos puntos de inflexión en la tendencia creciente de la tasa de

actividad, uno registrado en 1994 y otro en el 2001, coincidentes con dos crisis económicas importantes.

7 Este aglomerado es el único para el que existen las series completas para el período analizado.

84

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Gráfico 5.2 Tasa específica de desocupación del grupo 15-64 años.

Ciudad de Buenos Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

05

10152025

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Ciudad Gran Bs. As.

Fuente: elaboración sobre la base de INDEC-EPH y GCBA.

En octubre de 2002 (según datos de la EPH – INDEC) la tasa de

empleo para el total de los aglomerados fue de 35,3 por ciento mientras que

en la Ciudad se elevó al 45,0 por ciento8. Por otra parte, el desempleo

abierto en el total de aglomerados afectó a un 17,8 por ciento de los activos

y en la Ciudad al 13,5 por ciento. En cuanto al subempleo visible o

insuficiencia horaria en el total de los aglomerados alcanzó el 19,9 por

ciento mientras que en la Ciudad fue del 14,2 por ciento.

Esta caracterización, que ubica a la fuerza de trabajo de la Ciudad en

una mejor posición relativa que el resto de los habitantes de los aglomerados

urbanos del país, no oculta la existencia de una problemática laboral. Más

allá de las variaciones de estas tasas e indicadores, a lo largo de los noventa,

y con el fin de señalar la tendencia negativa en la década, si se comparan los

valores de la desocupación y la subocupación horaria, entre 1990 y 2002, se

observa que la incidencia de la primera se triplica y la segunda se duplica9.

Como ya se señalara, a fines del período existían en la Ciudad

niveles significativos de participación en la actividad: más de cinco de cada

diez habitantes pertenecían a la población económicamente activa. Esta

participación global contiene situaciones diferenciales si se observa el

comportamiento por sexo.

Como muestra el Gráfico 5.3 en ningún año la tasa de actividad de

las mujeres supera a la de los varones, hecho que se relaciona con los roles

socialmente instituidos como modelos para cada género. Los varones 8 Cuadro 5.2 del Anexo B. 9 Cuadro 5.3 del Anexo B.

85

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participan en el mercado laboral con independencia de su ciclo vital, sujetos

a su rol de proveedores económicos del hogar. Por el contrario, las mujeres

tienen en general una participación discontinua asociada a los cambios en el

ciclo vital, priorizando en muchos casos su rol en la reproducción biológica.

Gráfico 5.3

Tasas de actividad por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

05

101520253035404550556065

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o VarónMujerTotal

Fuente: Cuadro 5.1 del Anexo B.

No obstante, se destaca que el fuerte crecimiento registrado durante

la década de 1990 se debió en gran parte al aumento de la participación

femenina en el mercado de trabajo. Las tasas de actividad de los varones se

incrementaron el 4 por ciento entre octubre de 1990 y octubre de 2002,

mientras que para las mujeres ese aumento es del 27 por ciento. El nivel de

participación en octubre de 2002 fue de 60,5 por ciento para los varones y

de 44,7 por ciento para las mujeres, mientras que en octubre de 1990 era de

58 y 35,3 por ciento respectivamente. Debido al aumento de la participación

femenina se acortó la brecha entre ambos sexos en siete puntos porcentuales

(pasando de 22,7 a 15,8 por ciento). La crisis económica que se instaló en la

Argentina empujó a la mujer hacia el mercado laboral para aportar ingresos

a los deteriorados presupuestos familiares. “En distintos sectores sociales las

mujeres buscan incorporarse masivamente a la actividad remunerada y se la

ve recorrer trayectorias laborales cada vez más duraderas y menos

interrumpidas por circunstancias familiares, de modo semejante a las de sus

cónyuges.” (Wainerman, 2005). Esta nueva situación trastoca las prácticas

cotidianas que habían predominado hasta los años sesenta. Por otro lado, fue

evidente el incremento de la jefatura femenina: en la Ciudad, entre los años

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1991 y 2001, creció el 9 por ciento, especialmente en los hogares

familiares10. Asimismo, se percibe una mayor demanda de mano de obra

femenina por la reducción de costos, ya que a igual trabajo se les paga

menor salario que a los varones.

También las tasas de empleo muestran una situación diferente por

sexo; entre octubre de 1990 y octubre de 2002 los varones registraron una

caída del empleo del 4 por ciento y las mujeres lo incrementaron el 3 por

ciento, lo que mostraría un proceso de destrucción neta de empleos que

afectó más a los varones. Existe también un cambio cultural reflejado en una

creciente participación de la mujer en las actividades económicas.

Gráfico 5.4

Tasas de empleo por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

0

10

20

30

40

50

60

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

%

Varón

Mujer

Fuente: Cuadro 5.2 del Anexo B.

Al examinar la evolución registrada por estos dos indicadores entre

octubre de 2001 y octubre de 2002 se advierte un aumento de la tasa de

actividad (3,6 por ciento) acompañado por un incremento no menos

relevante de la tasa de empleo (4,7 por ciento). El aumento simultáneo de

los niveles de actividad y empleo, tras un período caracterizado por la

evolución decreciente de los mismos, estaría dando cuenta de una expansión

de las oportunidades de empleo expresadas tanto en la mayor participación

económica como en la recuperación de los niveles ocupacionales.

En correspondencia con esta situación puede apreciarse un fuerte

incremento de la tasa de desocupación abierta (214 por ciento entre octubre 10 Para el año 2001 la participación de la jefatura femenina fue del 22 por ciento entre los

hogares nucleares, 41 por ciento en los compuestos y 44 por ciento en los extendidos.

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de 1990 y octubre de 2002), colocándose a fines del período al mismo nivel

que el observado en 1995, cuando tuvieron lugar los niveles más altos de la

desocupación en Argentina. Si bien el aumento en el último bienio fue tan

brusco como entonces, el crecimiento del desempleo presenta una tendencia

relativamente sostenida desde octubre de 1999 y una leve mejoría en

octubre de 2002 (pasó de 14,3 por ciento a 13,5 por ciento). La política

económica implementada en la década de los noventa, caracterizada por la

apertura, la desregulación, la privatización y un sistema de cambio fijo que

sobrevaluaba el peso, produjo una creciente desocupación, mayor

precarización, caída de los ingresos y deterioro en su distribución.

La participación laboral según la posición que se ocupa en el hogar

permite una aproximación a las estrategias laborales que implementan las

unidades domésticas frente a las diversas situaciones socioeconómicas que

impactan en su desarrollo familiar. En este sentido, se destaca la

participación en la fuerza de trabajo de los jefes de hogar por la importancia

asignada socialmente a su rol en el sostén económico de los mismos. Su

desocupación da cuenta de la envergadura de la crisis laboral. Pierde el

trabajo y queda afectado por la exclusión, un grupo de trabajadores que

históricamente se había mantenido a salvo de los cambios generados por los

modelos de acumulación, y que por las razones señaladas afecta al grupo

familiar y a su dinámica.

Gráfico 5.5

Tasas de desocupación del jefe del hogar. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

02468

101214

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Fuente: elaboración sobre la base de INDEC-EPH y GCBA.

La participación de los jefes de hogar en el total de desocupados de

la Ciudad describe una tendencia fluctuante durante el primer quinquenio de

88

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la década pasada y a partir de 1997 registra un incremento sostenido,

llegando a representar el 40 por ciento de los desocupados en octubre de

200211.

Otra de las características recientes de los cambios operados en el

mercado de trabajo es el incremento de la precariedad laboral. La

proporción de asalariados que no registra descuentos jubilatorios se elevó a

mediados de la década de 1990 y, a partir de allí, se mantuvo estable en

valores cercanos al 29 por ciento. Pese al aumento, la proporción de

asalariados precarios de la Ciudad fue muy inferior al promedio nacional,

que llegó en el 2002 a superar el 50 por ciento.

Gráfico 5.6

Proporción de asalariados sin descuentos jubilatorios. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

05

101520253035

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Fuente: elaboración sobre la base de GCBA (2003a).

Considerando que la jornada de trabajo de los ocupados constituye

un primer indicador para dar cuenta de la calidad del empleo, un aumento

importante de la subocupación por insuficiencia horaria, como el observado

en la Ciudad, implica que la jornada laboral típica pierde significación y

deja de ser referente de la jornada de trabajo adecuada, tanto en horas como

en ingresos. La evolución de la subocupación horaria verifica una tendencia

similar a la de la desocupación abierta, aunque a un ritmo más lento que

aquélla hasta el 2001 (creció el 51 por ciento entre octubre de 1990 y

octubre de 2002). El promedio de horas semanales trabajadas por la

población ocupada se redujo el 4 por ciento entre los extremos del período

analizado (en 1990 eran 44 horas y en 2002 fueron 42,2 horas).

11 Cuadro 5.4 del Anexo B.

89

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Otro indicador de la creciente vulnerabilidad que afecta a la fuerza

de trabajo y da cuenta más acabadamente de la real presión sobre el

mercado laboral, es la demanda de empleo. Los demandantes de empleo

forman parte de la población económicamente activa cuando buscan porque

no lo tienen, o porque aún teniendo lo quieren cambiar o agregar otra

ocupación. Este indicador da cuenta de una realidad que cobra mayor fuerza

a partir de octubre de 1998 y especialmente en la década del 2000. Para el

último bienio analizado dos de cada diez activos se encontraban buscando

trabajo pese a estar ya ocupados, pero trepa a tres y medio de cada diez

activos si se tiene en cuenta la demanda total (ocupados demandantes más

desocupados). La principal causa que explica este comportamiento es el

descontento de los ocupados con sus condiciones de trabajo, los

desocupados que buscaban inserción y los antiguos inactivos, que ante la

crisis, demandaban un empleo para mejorar los ingresos familiares

descendentes.

Gráfico 5.7

Tasas de subocupación horaria, ocupación demandante y desocupación.. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

0

5

10

15

20

25

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Subocupación horaria Ocupación demandante Desocupación

Fuente: Cuadro 5.3 del Anexo B.

Se destaca que la presión sobre el mercado de trabajo se duplicó

entre octubre de 1990 y octubre de 2002 (pasó de 17,5 a 35,1 por ciento).

En síntesis, el funcionamiento del mercado de trabajo de la Ciudad

fue afectado por las políticas económicas aplicadas en nuestro país durante

los noventa. Ellas generaron un fuerte impacto sobre las condiciones de vida

de la población, especialmente la fuerza de trabajo que se vio afectada por la

90

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pérdida de puestos estables, por el incremento de la desocupación, la

subocupación horaria y la precariedad laboral y la disminución del promedio

de horas semanales trabajadas.

5.2.2. La distribución de ingresos.

Los cambios experimentados en el mercado de trabajo tuvieron su

correlato en la distribución de ingresos. Al analizar la situación de los

ingresos de la población, a valores constantes de 200212, se observa una

caída brusca del ingreso medio en el último bienio. En octubre de 2002 el

promedio del ingreso total individual de la población de la Ciudad registró

el mismo nivel que registraba en octubre de 1990 ($ 904).

Teniendo en cuenta el ingreso medio según quintiles, el impacto fue

mayor entre las personas de menores ingresos, no sólo porque la reducción

porcentual fue más importante (22 por ciento) sino porque el nivel de

ingresos de octubre de 2002 fue muy reducido ($ 180). De esta manera, el

20 por ciento de la población con ingresos promedio más elevados ($ 2429)

concentraba más de la mitad del total de ingresos de la Ciudad; en el otro

extremo de la distribución, el 20 por ciento con ingresos más bajos sólo

recibía el 4 por ciento del ingreso total. La brecha se incrementó a partir de

octubre de 1992 y permaneció más o menos estable desde 1997 en adelante.

Los ingresos individuales totales promedio del quintil más alto en octubre

de 2002 contienen casi 14 veces a los del quintil más bajo mientras que en

octubre de 1990 lo hacía en 11 veces. Es decir, la brecha de ingresos en el

ingreso medio de las personas se incrementó (Gráfico 5.8).

Si se compara la brecha de ingresos de la Ciudad con la del total de

los aglomerados urbanos del país, para el período en que es factible la

comparación, se observa que la brecha de la Ciudad, en general, superó al

promedio urbano del país (Gráfico 5.9). Es decir, en la Ciudad, entre octubre

de 1996 y octubre de 2002, hubo mayor desigualdad en la distribución de

los ingresos.

12 Cuadro 5.5 del Anexo B.

91

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Gráfico 5.8 Brecha de ingresos en el ingreso medio total individual. Ciudad de Buenos Aires, octubre 1990 – octubre 2002.

0

3

6

9

12

15

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Fuente: Cuadro 5.5 del Anexo B.

Gráfico 5.9

Brecha de ingresos en el ingreso medio total individual. Ciudad de Buenos Aires y total de aglomerados urbanos, octubre 1996 – octubre 2002.

02468

101214

1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

año

por c

ient

o

Ciudad Total país

Fuente: elaboración sobre la base de GCBA (2003a) e INDEC (tabulados EPH).

Al analizar el ingreso medio per cápita familiar según quintiles de

población13 (Gráfico 5.10), se observa que la brecha de ingresos se

incrementó a partir de 1995 y especialmente desde octubre de 2000. Los

ingresos medios per cápita familiar del quintil más alto en octubre de 2002,

contienen cerca de 12 veces a los del quintil más bajo, mientras que en

octubre de 1990 lo hacía 9 veces.

13 No es posible comparar con los datos de otros aglomerados ya que INDEC utiliza la

distribución según quintil de hogar y GCBA según quintil de población. Por otro lado, si quisieran usarse las tablas elaboradas por INDEC se observa que en ellas se aplica la misma distribución de ingresos per-cápita familiar según quintil de hogar del Aglomerado Gran Buenos Aires a los Partidos del Gran Buenos Aires y a la Ciudad de Buenos Aires, no elaborando la distribución de cada aglomerado lo que no permite comparaciones a su interior.

92

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En el Cuadro 5.1 se presenta la proporción del ingreso familiar per-

cápita correspondiente a cada quintil así como el ingreso medio de cada uno

de ellos para los años extremos del período analizado. Estos valores

permiten verificar que sólo los dos primeros quintiles, es decir, los de

menores ingresos, disminuyeron su participación en el ingreso total y fueron

los más pobres los que mostraron las disminuciones más importantes.

Gráfico 5.10

Brecha de ingresos en el ingreso per-cápita familiar. Ciudad de Buenos Aires, octubre 1990 – octubre 2002.

0

3

6

9

12

15

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Fuente: Cuadro 5.6 del Anexo B.

Cuadro 5.1

Distribución del ingreso familiar per cápita. Variaciones relativas porcentuales. Ciudad de Buenos Aires, 1990 y 2002.

1990 2002 Var. Relativa % 2002/1990

Quintil % del

ingreso Ingreso medio

% del ingreso

Ingreso medio

% del ingreso

Ingreso medio

1 5,6 154 4,3 120 -23,2 -22,12 9,8 272 8,6 241 -12,2 -11,43 13,9 384 14,0 392 0,7 2,14 20,9 579 22,5 628 7,7 8,55 49,8 1379 50,6 1415 1,6 2,6

Total 100,0 555 100,0 558 Fuente: Cuadros 5.6 y 5.8 del Anexo B.

En resumen, el modelo económico instaurado a partir de 1989

acentuó la disociación entre el crecimiento del producto bruto geográfico y

la distribución del ingreso. Mientras el producto bruto14 tuvo un crecimiento

importante, del 26 por ciento entre 1993 y 2000, la distribución del ingreso

mostró tendencia a una mayor concentración. En el quinto quintil se observa 14 Cuadro 5.9 del Anexo B.

93

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una concentración creciente (cercana al 51 por ciento a fines del período) en

detrimento de los dos primeros, que reducen su participación en 2,5 puntos

porcentuales, concentrando el 12,9 por ciento del total. Por otro lado, lo

ocurrido con el tercer y cuarto quintil refleja que los sectores medios de la

sociedad fueron afectados, aunque menos que los dos primeros.

5.2.3 Pobreza e indigencia.

Las desigualdades en la distribución del ingreso están asociadas a

aumentos en las desigualdades de las condiciones de vida que se

profundizaron en el tiempo, ampliando la brecha entre ricos y pobres.

El crecimiento económico es un elemento positivo pero no siempre

determinante de cambios en la situación social. El nuevo modelo, instaurado

a partir del Consenso de Washington, presumía que el libre funcionamiento

de los mercados permitiría, de alguna manera, por derrame, el crecimiento

de la economía argentina y un beneficio generalizado. Lamentablemente,

esto no sucedió. La evidencia empírica demuestra que la Ciudad no pudo

escapar al proceso socioeconómico que desde fines de los 80 vino

cambiando la fisonomía del país y cuyo indicador más dramático es el

aumento de la pobreza15.

En el período 1991-2000 la incidencia de los hogares pobres se

redujo un 10 por ciento y la de los indigentes se incrementó el 56 por ciento,

mientras que en el trienio 2000-2002 ambas incidencias aumentaron (el 139

y 164 por ciento respectivamente) afectadas indudablemente por el

crecimiento de la desocupación, la caída de los ingresos y la evolución de la

desigualdad en el ingreso medio per cápita familiar (Gráfico 5.11).

Por otro lado y debido a la mayor fecundidad de los sectores pobres,

en el período 1991-2000, es aún más notorio el aumento de la proporción de

personas por debajo de la línea de pobreza (17,3 por ciento) y de indigencia

(55,6 por ciento). En el trienio 2000-2002 aumentaron el 123,2 y el 216,7

por ciento respectivamente (Gráfico 5.12).

15 Cuadro 5.10 del Anexo B.

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Gráfico 5.11 Proporción de hogares pobres e indigentes.

Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1991-Octubre 2002.

0

5

10

15

20

25

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Pobreza Indigencia

Fuente: Cuadro 5.10 del Anexo B.

Gráfico 5.12

Proporción de población bajo la línea de pobreza e indigencia. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1991-Octubre 2002.

0

5

10

15

20

25

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

por c

ient

o

Pobreza Indigencia

Fuente: Cuadro 5.10 del Anexo B.

Este comportamiento demográfico diferenciado provoca que una alta

proporción de niños menores de 5 años, que viven en un medio familiar y

social desfavorable, tengan una menor calidad de vida. Se demostró que el

grupo que más sufre la pobreza son los niños y en consecuencia son ellos

los principales afectados cuando la pobreza crece.

5.3 Importancia de la primera infancia en la desigualdad social.

5.3.1 En la pobreza.

Si bien en la última década se registró en la Ciudad un aumento de la

desigualdad en los ingresos, el crecimiento de la población pobre e

indigente, omitiendo el año 2002, no fue tan importante. No obstante existen

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evidencias empíricas que muestran que los niños son los más

perjudicados16. Sirva como ejemplo que para el Aglomerado Gran Buenos

Aires la proporción de personas por debajo de la línea de pobreza fue de

21,5 por ciento en 1991 llegando a 35,4 por ciento en 2001, mientras que el

porcentaje de personas por debajo de la línea de indigencia fue de 3 por

ciento y ascendió a 12,2 por ciento para el 2001.

Una situación aún más grave se registró para la primera infancia. En

1991 la proporción de niños pobres menores de un año era del 30 por ciento

y ascendió al 46 por ciento en 2001, mientras que la incidencia entre los

niños de 1 a 4 años pasó del 32 al 48 por ciento en igual período. Con

respecto a la línea de indigencia, para ambos grupos de edad, pasó del 4 por

ciento en 1991 al 18 por ciento para 2001. Puede afirmarse que durante la

última década la incidencia de la pobreza entre los niños menores de 5 años

del aglomerado casi se duplicó mientras que la proporción de indigentes se

cuadruplicó.

Cuadro 5.2

Proporción de la primera infancia bajo la línea de pobreza e indigencia por grupo de edad. Aglomerado Gran Buenos Aires, 1991 y 2001.

Línea de pobreza e indigencia por grupo de edad

1991

2001

% de menores de 1 año bajo LP 29,8 45,9 % de 1 a 4 años bajo LP 31,6 48,1 % de menores de 1 año bajo LI 4,1 18,0 % de 1 a 4 años bajo LI 4,6 18,0

Fuente: INDEC/UNICEF, 2003, Cuadro 6.8.

Para analizar lo ocurrido en la Ciudad con la primera infancia fue

necesario recurrir a otro indicador, el índice de necesidades básicas

insatisfechas (NBI), indicador compuesto que resume en cierta forma las

condiciones del ambiente físico, socioeconómico y educacional de la

16 Las diferencias sociales en la primera infancia se abordaron de acuerdo a las

posibilidades de las distintas fuentes (ver Anexo A punto 3). A partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares se analizó la importancia de la primera infancia en la población pobre e indigente del Aglomerado Gran Buenos Aires. Cuando la información proviene del Censo de Población se consideró como indicador de pobreza el Indice de Necesidades Básicas Insatisfechas que permitió asociar pobreza con falta de cobertura de salud para la Ciudad de Buenos Aires.

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población y permite aproximarse al panorama de la pobreza estructural17. La

evidencia empírica demuestra que la pobreza estructural prácticamente no se

modificó durante la última década si bien afectó más a la primera infancia

que a la población total.

Cuadro 5.3

Condición NBI en la población. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001.

Condición NBI 1991 2001 En el total de la población 7,6 7,8En la primera infancia 15,0 15,6La primera infancia en el total NBI 12,4 11,4

Fuente: elaboración sobre la base de censos de población.

Pocas veces se establece la diferencia entre la pobreza infantil y la

pobreza en general. Los niños pobres tienen una crianza que les inhibe las

oportunidades de un desarrollo sano en los primeros años que puede

malograr el resto de su vida. La pobreza material, por ejemplo, comenzar el

día sin un alimento nutritivo, dificulta la capacidad cognoscitiva y el

crecimiento físico. También los afecta la deficiencia del hábitat, los malos

hábitos de higiene del hogar y la carencia de conductas preventivas y de

tratamiento de las enfermedades. La pobreza no solamente provoca el

sufrimiento entre los niños sino que también los afecta en la raíz misma de

su potencial de desarrollo: su mente y su cuerpo en crecimiento. Según la

Organización Mundial de la Salud (1999) quienes viven en la pobreza

absoluta tienen una probabilidad cinco veces mayor de morir antes de los

cinco años de edad que quienes pertenecen a grupos de ingresos más

elevados.

5.3.2 En la cobertura de salud.

La experiencia histórica demuestra que cuando una sociedad se

empobrece se produce un empeoramiento en las condiciones de salud de sus

integrantes. Esta constatación lleva a reflexionar sobre la existencia de 17 El método de la línea de pobreza se apoya en la noción de capacidad de acceso mediante

un ingreso suficiente a las necesidades de consumo básico en un hogar; en cambio el método de las necesidades básicas insatisfechas se sostiene sobre la existencia de necesidades esenciales específicas que el hogar no pudo satisfacer en referencia a un umbral crítico. Este último remite a aspectos estructurales, mientras que los ingresos de los hogares están más relacionados con las condiciones coyunturales.

97

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disparidades en la cobertura de salud y por ende en la atención de la salud

entre los distintos sectores sociales, y específicamente en el grupo más

vulnerable que son los niños. Por otro lado, en los últimos años se produjo

una estratificación en el acceso a los servicios de salud que se relaciona con

los niveles socioeconómicos de la población. Los sectores de mayores

ingresos están en condiciones de pagar medicina privada directamente o

contratando seguros. Los asalariados registrados son atendidos por un

sistema de seguridad social cuya atención depende de la calidad de las obras

sociales, muy diferentes entre sí, y que más de una vez incluyen

prestaciones deficientes. Por último, los grupos de menores recursos, no

tienen otra opción que acudir a un deteriorado sistema público de salud.

Para verificar esta afirmación y confirmar la mayor desprotección de

la infancia se analizó lo ocurrido en la Ciudad entre 1991 y 2001, tomando

como indicador la falta de cobertura de salud y la condición NBI, a partir

del procesamiento de los datos censales de ambos años18. Se asumió que

aquellos sin cobertura explícita podían utilizar los servicios públicos.

La evidencia empírica muestra que tanto para la población pobre

como para la no pobre se incrementó (entre los primeros en el 41 por ciento

y entre los segundos en el 36 por ciento) la proporción de aquellos sin

cobertura explícita. Es decir, de aquellos que no tienen protección de la

seguridad social (obra social) y/o seguros privados. Es indudable que esta

situación es mucho más grave entre los pobres donde la participación de la

cobertura del sistema público triplica la de los no pobres. Como se señalara

los pobres están más expuestos a enfermedades por falta de recursos, escaso

conocimiento sobre los temas de salud, insuficiente nutrición, poco uso de

los servicios de salud y menor acceso a una atención de calidad.

Esta desprotección es aún más evidente entre los niños y entre ellos

los pobres, donde los niveles de cobertura del sistema público son

superiores al 50 por ciento para 1991 y llegan a superar el 70 por ciento para

el 2001.

Con el objeto de profundizar el análisis y tratar de descubrir cómo

las modificaciones en el mercado de trabajo incidieron no sólo en la falta de

cobertura sino en el tipo de cobertura de la población, se analizó la 18 Cuadro 5.11 del Anexo B.

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población en hogares particulares por condición NBI y tipo de cobertura en

salud. Los valores obtenidos verifican para los pobres y no pobres, la

reducción de la proporción con obra social y la importante caída de la

población con obra social y plan médico o mutual. Se destaca que estas

disminuciones afectaron con mayor intensidad a los pobres donde la

cobertura de obra social pasó del 44 al 31 por ciento, mientras que en los no

pobres pasó del 53 al 47 por ciento19.

Evidentemente los cambios en las relaciones de trabajo y la

precariedad laboral afectaron profundamente las posibilidades de una

inserción estable. Esto provocó, para un número importante de familias, la

pérdida de la obra social y les generó la dependencia de un sistema público

colapsado. Esta pérdida afectó a los niños en dos aspectos inherentes a su

salud: la prevención y la atención. En la prevención se pierde la figura del

médico de cabecera quien, mediante un trato personalizado, contiene y

asesora a la familia y efectúa el seguimiento de los controles de peso y talla

y del calendario de vacunas. No reciben los beneficios del programa

materno infantil que además de la prevención implica la nutrición, a través

de la entrega de leche en polvo fortificada con minerales y vitaminas. En el

caso de una enfermedad carecen de la cobertura del costo de los

medicamentos (total hasta el primer año de vida y luego parcial) y de la

gratuidad de los estudios de diagnóstico. Si necesitaran una internación no

podrían elegir el establecimiento, recibiendo además un servicio de hotelería

diferenciado. Tampoco tienen la cobertura, total o parcial, de otros servicios

conexos: subsidios, ortopedia y prótesis, traslados, servicios de emergencia

e internación domiciliaria.

Para acceder a estas coberturas en el servicio público, las familias sin

seguro de salud necesitan probar su condición de pobreza y pasar por los

inconvenientes de trámites burocráticos y largas esperas para el

otorgamiento de turnos.

En síntesis, el incremento de la desocupación abierta, la

subocupación horaria y la precariedad laboral, así como la caída de los

ingresos familiares per cápita, en un contexto de agravamiento de su

desigual distribución, acentuó la inequidad. Los menores ingresos familiares 19 Cuadro 5.11 del Anexo B.

99

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per cápita configuran una situación de pobreza de capacidades y de medios

y cercenan las posibilidades de asegurar a los niños un crecimiento pleno de

todas sus potencialidades.

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6. Espacialización de la desigualdad social.

En el capítulo anterior se señaló que en la última década se

produjeron en Buenos Aires transformaciones que suponen un cambio

respecto de las tendencias de la evolución económica y social dominantes

hasta la década de los 80. Esta situación no fue homogénea dentro de la

Ciudad, por lo tanto, el propósito de este capítulo es verificar la existencia

de distintas realidades sociales utilizando la información socioeconómica

disponible para el total de la Ciudad y cada una de sus divisiones

geográficas.

Se seleccionó la Circunscripción Electoral (CE), una de las distintas

divisiones de la Ciudad, por ser la utilizada para la elaboración de las

estadísticas vitales, imprescindibles para el estudio de los diferenciales de la

salud-enfermedad de la primera infancia que permitirá con posterioridad

investigar las relaciones espaciales entre desigualdad social y situación de la

salud-enfermedad.

Las CE son veintiocho y constituyen los segmentos territoriales para

la organización y realización de los comicios electorales. Agrupadas

conforman los dieciséis Centros de Gestión y Participación, que son

unidades políticas administrativas, cuya finalidad, hasta la aparición de las

Comunas, fue la prestación descentralizada de los servicios. Con distintos

límites, existen veintiún Distritos Escolares que tienen como función dividir

la Ciudad para supervisar el sistema escolar, y cuarenta y siete Barrios que

constituyen las unidades territoriales que cristalizan la historia y la identidad

popular de los vecinos.

6.1 Indicadores seleccionados.

Las fuentes de información utilizadas fueron los censos de

población, hogares y viviendas de los años 1991 y 20011, única fuente hasta

el momento que permite elaborar indicadores de desigualdad espacial, con

este nivel de apertura.

1 Que se tomarán como representativos de las realidades sociales de las décadas de 1990 y

2000 respectivamente.

101

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Coincidiendo con el pensamiento compartido por diferentes autores

(Oszlak, 1991; Evans et. al., 1996; Formiga, 2003 y Trifiró, 2003) se

considera que existen factores del entorno social, externos al sistema

sanitario, que ejercen una influencia fundamental sobre la salud de la

población. Así se seleccionaron, en la medida de lo posible2, indicadores

determinantes de las condiciones de vida de la población, referidos no sólo a

características estructurales, sino también los que señalan posibilidades

futuras de mejoramiento de esas condiciones a través del desarrollo

individual y familiar3. La pobreza se investigó a partir de la medición de las

Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), considerando el peso relativo en la

población total y en la primera infancia, así como la importancia relativa de

esta última en el total de población NBI. Con el propósito de indagar la

desigualdad del medio-ambiente, considerado como variable próxima del

proceso salud-enfermedad, se analizó por separado la participación relativa

en la población total de cada indicador NBI4. De esta manera se pudo

conocer la distribución espacial de los indicadores relacionados con el

hábitat: vivienda inconveniente, hacinamiento y falta de retrete.

La desigualdad en educación se investigó a partir de distintas

variables: 1) la población que asiste a establecimientos privados sobre el

total de la que asisten; 2) los niños de 6 a 12 años no escolarizados5; 3) los

jóvenes no escolarizados de 15 a 19 años y 4) los de 20 a 24 años que no

asisten a la enseñanza.

Los indicadores mencionados se elaboraron para ambos censos, pero

para el último se incorporaron otros referidos a las condiciones económicas

del hogar (población NBI por capacidad de subsistencia, tasa de empleo y

de desocupación del jefe del hogar), al acceso diferencial a los servicios de

salud (la falta de cobertura explícita en la población total y en la primera

infancia) y la calidad del hábitat (calidad de los materiales de la vivienda).

2 En el censo de 1991 se aplicó una muestra para el relevamiento de la mayoría de los

indicadores socioeconómicos, no representativa a nivel de Circunscripción Electoral, que no permitió elaborar los mismos indicadores para ambos censos. No obstante el análisis de los cambios interperíodo se basa en los indicadores comparables para ambos censos.

3 Ver definiciones en el Anexo C. 4 Para el censo 1991 se utilizan 4 indicadores debido a que la capacidad de subsistencia no

es posible calcularla porque la condición de actividad fue relevada por muestra realizada a partir de los Distritos Escolares.

5 Cuarto indicador NBI.

102

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Siguiendo el pensamiento de diferentes autores (Mckeown, 1979;

Black et. al., 1982; Bronfman y Tuirán, 1983; Puffer y Serrano, 1988;

Behm, 1992; Torrado, 1992; Wilkinson, 1997 y Marmot, 2005) y en el

convencimiento de que la posición social influye en el nivel de la salud

(quienes tienen una posición más alta tienden a disfrutar de mejor salud),

con estos indicadores se investigó la desigualdad socio-espacial y elaboró

una estratificación en zonas6 que posteriormente se comparó con la obtenida

a partir de los indicadores seleccionados para el análisis de la salud-

enfermedad de la primera infancia.

6.2 La situación en la década de 1990.

Las condiciones del hábitat constituyen indicadores muy

significativos en la determinación de la calidad de vida de los hogares y

específicamente, en la delimitación de grupos de pobreza estructural y de

“riesgo social”.

En la década de 1990 cerca del 8 por ciento de la población en

hogares particulares registró necesidades básicas insatisfechas, estaban

significativamente privados de una vivienda adecuada, en condiciones de

hacinamiento o de malas condiciones sanitarias o carentes de las

oportunidades que les posibilitarían su subsistencia y desarrollo (problemas

de asistencia escolar de los niños y capacidad de subsistencia). Esta

proporción casi se duplica si observamos la participación de estas

privaciones entre los menores de cinco años (15 por ciento), grupo etario

que a su vez representaba el 12,4 por ciento del total de la población NBI de

la Ciudad7.

De los indicadores que componen el NBI, la vivienda inconveniente

es la que registraba mayor incidencia (4,2 por ciento), siguiéndole en orden

de importancia el hacinamiento (3,8 por ciento), las condiciones sanitarias8

(1,2 por ciento) y la no asistencia escolar de los niños (0,5 por ciento).

Los logros educativos se asocian estrechamente con la condición de

pobreza de los hogares, ya que los que llegan a los niveles medio y superior

6 Aplicando el método de los conglomerados de K medias. 7 Cuadro 6.1 del Anexo B. 8 Hogares que no tuvieran ningún tipo de retrete.

103

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están en situaciones más ventajosas desde el punto de vista social. Es decir,

los niños y jóvenes que abandonaron la escuela disponen de menor capital

cultural y social, lo que determina menor autonomía y menor libertad de

elección frente a las opciones de vida. Desde esta perspectiva, “la pobreza

debe concebirse como la privación de capacidades básicas y no meramente

como falta de ingresos, que es el criterio habitual con el que se identifica a

la pobreza. La “pobreza real” (entendida como privación de capacidades)

puede ser, en un importante sentido, mayor que la que aparece en el espacio

de las rentas” (Sen, 2000:115). Esta perspectiva contribuye a comprender

mejor la naturaleza y las causas de la pobreza y la privación, trasladando la

atención, principalmente, a las libertades necesarias para poder satisfacer los

fines que los individuos persiguen.

En este sentido, si bien la escolaridad de los niños en la Ciudad era

alta9, distinta es la situación cuando se analizan las proporciones de jóvenes

no escolarizados de 15 a 19 años (24,5 por ciento) o los de 20 a 24 años que

no asistían a la enseñanza (56,5 por ciento).

Al investigar las diferencias espaciales, se observa que los mayores

riesgos relativos10 se encuentran en los indicadores: vivienda inconveniente

(70,5), población NBI total (11,8), niños de 0-4 NBI (11,0) y condiciones

sanitarias (10,3). Las CE 4 (Boca), 2 (Parque Patricios, Barracas y Nueva

Pompeya) y la 22 (Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati) son las

que presentan los valores máximos o de mayor riesgo, mientras que las CE

25 (Villa Devoto y Villa Real) y 27 (Villa Pueyrredón, Saavedra y Villa

Urquiza) las que registran los menores, es decir las mejores condiciones de

vida11.

Los valores muestran la segregación espacial del Sur con respecto al

resto de la Ciudad, situación que se expresa en la fragmentación territorial

en términos sociales y habitacionales. El Sur presenta una alta concentración

de pobreza; predominan las villas y barrios carenciados, los inquilinatos,

casas tomadas, hoteles familiares y pensiones, con problemas de provisión

9 La tasa de asistencia escolar de los niños entre 6 y 12 años era de 98,4 por ciento, superior

en 2,5 puntos porcentuales a la del total del país. 10 Para medir la desigualdad, se utilizó la relación entre el valor de mayor nivel y el de

menor nivel para cada indicador, es decir la brecha. 11 Cuadro 6.1 del Anexo B.

104

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de algunos servicios esenciales. Asimismo tiene los mayores niveles de

hacinamiento y déficit habitacional (GCBA, Secretaría de Medio Ambiente

y Desarrollo Regional, 2000).

A partir de los indicadores seleccionados y con el objeto de elaborar

una estratificación en zonas, se utilizó el procedimiento de los

conglomerados de k medias, técnica multivariable que permite agrupar los

casos en función de la similitud existente entre ellos12.

Como resultado de su aplicación, se agruparon las CE en tres

conglomerados que según la situación social de su población, se identifican

como “alta”, “media” y “baja”, correspondientes a los conglomerados 1, 2 y

3 respectivamente13.

En la situación social “alta”, que agrupa a diecisiete CE14, se ubican

las que presentan mejores niveles en los indicadores seleccionados, es decir

menor proporción de población NBI (sea ésta total o de la primera infancia),

mejores condiciones del hábitat15 y de asistencia escolar16, que se sitúan en

las zonas norte, oeste y centro de la Ciudad (Mapa 6.1). En la situación

“baja” se ubican sólo tres CE que pertenecen a la zona sur17 y finalmente, en

la situación “media”, se encuentran ocho CE que se ubican en la zona este y

sur de la Ciudad18.

12 Ver Anexo F. 13 Cuadro 1.1.3 del Anexo F. 14 Cuadro 1.1.4 del Anexo F. 15 Menor proporción de hacinamiento (más de tres personas por cuarto), de vivienda de tipo

inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u otro tipo) y de malas condiciones sanitarias (hogares sin retrete).

16 Mayor proporción de asistencia a establecimientos privados y mayor escolarización, tanto entre los niños como entre los jóvenes.

17 Boca, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati. 18 San Nicolás, Monserrat, Constitución, Barracas, San Telmo, Balvanera, San Cristóbal,

Nueva Pompeya y el bajo Flores.

105

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Mapa 6.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década de 1990.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

Referenciasaltamediabaja

Fuente: Cuadro 6.3 del Anexo B.

6.3 La situación en la década del 2000.

Los indicadores seleccionados para el análisis de la población con

NBI, para el total de la Ciudad, presentan niveles similares a los registrados

en la década anterior19. Se observa un menor nivel en el indicador

condiciones sanitarias20 debido, probablemente, a las obras de saneamiento

del medio ambiente que realizara el gobierno de la Ciudad en las villas de

emergencia. A partir del indicador capacidad de subsistencia, se observa que

el 1,3 por ciento de la población residía en hogares con 4 o más personas

por miembro ocupado y cuyo jefe tenía baja educación. Este indicador se

ubica en tercer lugar en importancia entre los cinco indicadores de NBI,

detrás de vivienda de tipo inconveniente (4,8 por ciento) y hacinamiento del

hogar (3,2 por ciento).

19 Cuadro 6.2 del Anexo B. 20 Es el 0,3 por ciento frente al 1,2 por ciento de la década anterior.

106

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Con respecto a la escolaridad, como era de esperar, se incrementó en

todos los niveles, especialmente entre los jóvenes. Los no escolarizados

representan el 16,3 por ciento entre los 15 y 19 años y cerca de la mitad

entre los 20 y 24 años.

Para esta década se elaboraron otros indicadores de situación social,

referidos a las condiciones económicas del hogar, al acceso diferencial a los

servicios de salud y a la calidad del medio-ambiente. Con respecto a las

condiciones económicas del hogar, analizadas a partir de las tasas de empleo

y de desocupación de los jefes del hogar, se observa que el 61 por ciento de

los mismos estaba empleado y el 12,5 por ciento desocupado. Al tener en

cuenta la desprotección de la población en cuanto a su cobertura de salud,

cerca de la cuarta parte de la población tenía sólo cobertura del sector

público21, llegando a representar la tercera parte en el caso de la primera

infancia. Por otro lado, cerca del 8 por ciento de los hogares presentaban

mala calidad en los materiales de la vivienda22.

Al analizar la desigualdad social espacial se observa que los mayores

riesgos relativos se encuentran, al igual que en la década anterior, en los

indicadores: vivienda inconveniente (71,3), población NBI total (13,7),

niños de 0-4 NBI (14,8) y condiciones sanitarias (35,0), a los que se

agregan: hacinamiento (15,4), niños no escolarizados (11,6) y hogares con

mala calidad de los materiales (10,8). Las CE que presentan mayores riesgos

son la 2 (Parque Patricios, Barracas y Nueva Pompeya), 4 (Boca), 13

(Monserrat) y la 22 (Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati). En el

otro extremo, las CE 19 (Recoleta) y 25 (Villa Devoto y Villa Real), son las

que registran las mejores condiciones de vida.

Los resultados de la aplicación del procedimiento de los

conglomerados de k medias permitieron agrupar las CE, según la situación

social de su población, en tres zonas homogéneas, identificadas como “alta”,

“media” y “baja”, correspondientes a los conglomerados 1, 3 y 2

respectivamente23.

21 Entendiendo por tal la falta de cobertura de obra social, plan médico o mutual. 22 Cuadro 6.2 del Anexo B. 23 Cuadro 1.2.3 del Anexo F.

107

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En la situación social “alta”, que agrupa a diez CE, se ubican las que

presentan mejores condiciones de vida, es decir menor proporción de

población pobre estructural, mejores condiciones y calidad del medio

ambiente, alta escolarización de los niños y jóvenes, baja desocupación de

los jefes de hogar y menor proporción de población con cobertura exclusiva

del sector público24. Las mismas se sitúan en las zonas norte y centro de la

Ciudad25. En la situación social “baja” se ubican cuatro CE de la zona sur26

y finalmente en la situación intermedia se encuentran catorce CE

pertenecientes a las zonas este, centro y sur de la Ciudad27.

Mapa 6.2

Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década del 2000.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

Referencias

alta

baja

media

Fuente: Cuadro 6.3 del Anexo B.

24 Cuadro 1.2.4 del Anexo F. 25 Recoleta, Palermo, Colegiales, Belgrano, Nuñez, Coghlan, Saavedra, Villa Urquiza, Villa

Pueyrredón, Villa Devoto, Villa Real, parte de Villa del Parque, Almagro, Caballito, Parque Chacabuco, Boedo y Flores norte.

26 Boca, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Barracas, el bajo Flores, Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo.

27 Retiro, San Nicolás, Monserrat, San Telmo, Constitución, Balvanera, San Cristóbal, Agronomía, Villa Ortúzar, Chacarita, Paternal, parte de Villa Crespo, Villa Gral. Mitre, parte de Villa del Parque, Villa Santa Rita, Monte Castro, Versalles, Floresta, Vélez Sarsfield, Villa Luro, Parque Avellaneda, Liniers y Mataderos.

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Para analizar las variaciones interperíodo, se aplicó el procedimiento

de los conglomerados, utilizando sólo las variables comparables para ambas

décadas, los resultados28 muestran algunas variaciones.

Mapa 6.3

Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década del 2000 con variables comparables a la década de 1990.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

Referencias

alta

baja

media

Fuente: Cuadro 6.3 del Anexo B.

Comparando ambas estimaciones se observa que la CE 2429 mejora

su ubicación pasando del nivel medio al alto, mientras que la empeoran las

CE 3, 12 y 1330 que pasan del medio al bajo. Las diferencias se explican por

la introducción de las variables económicas y de acceso a los servicios de

salud, que al desaparecer, hicieron reducir en dos puntos porcentuales los

valores de los centros del conglomerado de nivel medio. En el caso de las

CE 3, 12 y 13 los aumentos que registraron la proporción de población NBI

total y de 0-4 años son explicados por el incremento del indicador vivienda

de tipo inconveniente que produjo su descenso de categoría. En la CE 24

28 Cuadro 1.3.3 del Anexo F. 29 Floresta, Velez Sársfield, Villa Luro, Versalles y Monte Castro. 30 Constitución, Barracas, San Telmo y Monserrat, barrios con alta proporción de

inquilinatos y de hotel-pensión.

109

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como los niveles del resto de los indicadores eran buenos, la desplazaron al

nivel alto.

6.4 Cambios experimentados entre décadas.

La reestructuración económica iniciada en 1991, creó nuevas

divisiones sociales e intensificó, directa o indirectamente, las que ya existían

dentro de la Ciudad. La evidencia empírica sugiere que las diferencias

sociales incidieron en el espacio urbano imponiéndole una marca espacial.

Se asistió a una creciente diferenciación cualitativa que, esquemáticamente,

puede definirse como norte-sur, pero que en realidad es mucho más

compleja. Persisten en la Ciudad personas que viven en ambientes nocivos

para su salud y en condiciones de pobreza estructural que los limitan para

ejercer su vida en plenitud.

La pobreza estructural, para el total de la Ciudad, sólo subió el 2,6

por ciento debido al incremento del 14,3 por ciento del indicador tipo de

vivienda inconveniente31. Posibles explicaciones se encuentran en la

población residente en villas que se duplicó32 (representando el 4 por ciento

de la población en hogares particulares) y en la captación del tipo de

vivienda “pieza en hotel o pensión”33 que abarcó el 1,4 por ciento de la

población en hogares particulares.

Comparando la ubicación de las CE en ambas décadas34 se observa

que más de la tercera parte empeoraron su situación. Algunas descendieron

del nivel alto al medio (CE 1-11-15-20-21-26)35 y otras pasaron del nivel

medio al bajo (CE 3-12-13-23)36. En la mayoría de los casos la explicación

del desplazamiento se encuentra en el incremento de los indicadores tipo de

vivienda inconveniente y hacinamiento, que incidieron en el aumento de la

población total NBI (3 por ciento) y especialmente de la primera infancia

NBI (4 por ciento). 31 Cuadro 6.4 del Anexo B. 32 En 1991 52.608 personas y en el 2001 108.056 personas. 33 En 1991, por problemas de empadronamiento, INDEC resolvió considerarlas como

residentes en viviendas colectivas. En 2001 se censaron 37.601 personas. 34 Cuadro 6.3 del Anexo B. 35 Floresta, Velez Sársfield, Villa Luro, Parque Avellaneda, Balvanera, Chacarita, Villa

Crespo, Paternal, Agronomía, Villa Ortúzar, Retiro, Liniers, Mataderos, Villa del Parque, Villa Gral. Mitre y Villa Santa Rita.

36 Constitución, Barracas, San Telmo, Monserrat, Nueva Pompeya, Villa Soldati, parte de Parque Chacabuco y el bajo Flores.

110

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Las familias de bajos recursos no pudieron plantearse la compra de

una vivienda por medio del ahorro y enfrentaron barreras formales para

acceder al crédito. Se agravó la problemática de inquilinos y ocupantes.

Asimismo los complejos habitacionales de los barrios carenciados

aumentaron sus problemas de deterioro edilicio y las familias han seguido

creciendo sin poder ampliar su vivienda. En este contexto se destaca el

barrio Boca, que registraba, en los años 1991 y 2001, el mayor nivel de

pobreza estructural: cerca de la tercera parte de su población habitaba en

hogares NBI.

El incremento de la participación de pobres estructurales entre los

niños menores de cinco años (Mapas 6.4 y 6.5), significa un llamado de

atención para el riesgo social de esta población. La capacidad para que los

niños alcancen un crecimiento pleno de todas sus pontencialidades estará en

función de las posibilidades que tengan sus familias de asegurarles buenas

condiciones de vida y de los servicios públicos que se les ofrezcan. El riesgo

de contraer enfermedades infecciosas y las posibilidades de que éstas

evolucionen hacia cuadros graves es mucho mayor cuando el hacinamiento

y la falta de un saneamiento adecuado marcan el espacio en que los niños

crecen. Esta situación se agrava aún más cuando las familias no pueden

asegurarles una alimentación y nutrición adecuadas o tienen restricciones

para atender a otras necesidades, como el acceso a la salud y al tiempo libre

de calidad.

En resumen, las desigualdades que generó la distribución de los

ingresos en las condiciones de vida de la población dieron lugar a que se

profundizaran las injusticias. La Ciudad presenta una situación de inequidad

socio-espacial que dio por resultado la existencia de sectores privilegiados

por una parte y de sectores marginados o excluidos por la otra.

Es importante entender que la pobreza como carencia o privación de

recursos no se mide sólo por los indicadores de pobreza estructural.

También tiene que ver con la posibilidad de desarrollar capacidades sociales

y de acceder a servicios sociales básicos de calidad. La cobertura en salud y

educación y la vivienda digna son importantes en el desarrollo de

potencialidades. La pérdida de empleo y la precariedad habitacional no sólo

incrementa la pobreza, sino también el nivel de vulnerabilidad de la

111

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población de menores recursos. Hay que evitar que la vulnerabilidad se

transforme en exclusión.

Estas carencias adquieren otro significado si recordamos que las

familias pobres tienen una mayor proporción de niños. Los niños están

expuestos a riesgos propios de su ciclo vital y a otros que se relacionan con

la situación de su hogar. En este sentido, se buscó mostrar a través de los

indicadores utilizados, la presencia de altos niveles de vulnerabilidad.

Mapa 6.4

Proporción de niños de 0-4 años NBI en el total de ese grupo de edad. Década 1990.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

Referencias

4,4 - 12,9

13,0 - 28,2

28,3 - 47,7

Fuente: Cuadro 6.1 del Anexo B.

112

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Mapa 6.5 Proporción de niños de 0-4 años NBI en el total de ese grupo de edad. Década 2000.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

Referencias

2,8 - 10,1

10,2 - 23,5

23,6 - 41,2

Fuente: Cuadro 6.2 del Anexo B.

113

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7. La situación de la salud-enfermedad de la primera infancia

en la última década.

En el capítulo 5 se comprobó que en la última década se produjeron

en la Ciudad cambios en las tendencias de la evolución económica y social

que provocaron un aumento de la desigualdad. La misma, como se mostrará

en este capítulo, afectó especialmente la situación de la infancia ya que la

salud de los niños es altamente dependiente de las condiciones de vida en

que se desarrollan.

Se caracterizó la situación de la salud-enfermedad de la primera

infancia en la última década, a través de indicadores que reflejaron la

evolución de la morbimortalidad infantil y del cuidado de la salud de los

niños y de las mujeres embarazadas. Se consideró imprescindible el análisis

de estas dimensiones para cumplir con el primero de los objetivos

planteados1.

7.1 Indicadores seleccionados2.

Para el análisis de la morbilidad, debido a las limitaciones existentes

(detalladas en el Anexo A, punto 2) se utilizó la importancia relativa de los

diagnósticos de los niños y mujeres en edades reproductivas3, que en los

años 1995 y 2000, estuvieron internados en los hospitales dependientes del

Gobierno de la Ciudad. Si bien se trata de una información parcial, limitada

al sector oficial provincial y a los diagnósticos más graves que requirieron

internación, permite un conocimiento aproximado de los problemas de

salud-enfermedad de la población carenciada. Asimismo, se analizaron

indicadores considerados de riesgo al nacimiento y sobrevivencia de la

niñez. Se exploraron las participaciones relativas de las madres con baja

instrucción, solas, adolescentes o multíparas, de los nacimientos de

pretérmino o bajo peso al nacer y de la atención médica en el parto.

1 Determinar la relación entre la evolución de la salud infantil y la evolución de la

desigualdad social en la Ciudad. 2 Las definiciones se detallan en el Anexo C. 3 Definidas como mujeres con edades comprendidas entre los 15 y 49 años.

115

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El nivel educativo de la madre condiciona el grado de seguimiento

de conductas recomendadas y está fuertemente asociado a la sobrevivencia

de los niños (Puffer y Serrano, 1973; Arruñada et. al, 1976; Mazzeo, 1998;

McQuestion, 2001 y UNICEF-INDEC, 2003). Los nacimientos de madres

adolescentes son considerados de alto riesgo debido a que cuanto más joven

es la madre mayor es el riesgo de morbimortalidad por complicaciones del

embarazo, parto y puerperio (Portnoy, 2005). También existen potenciales

efectos para la salud de los hijos quienes quedan expuestos a nacer con bajo

peso (Puffer y Serrano, 1988). Las consecuencias económicas y sociales de

la fecundidad temprana eventualmente reducen las posibilidades educativas

de las madres lo que incide en su calidad de vida y en la de sus hijos

(Moreno, 1999 y Vinocur, 1999). La prematurez y el peso al nacer son

considerados predictores de las probabilidades de sobreviviencia de los

niños durante el primer mes de vida (Baranchuk, 2001).

En cuanto a la mortalidad, se analizaron las tasas de la primera

infancia según grupo de edad y causa de muerte, la mortalidad fetal y la

materna. Es ampliamente conocida la asociación entre mortalidad de la

niñez y las condiciones de vida (Mckeown, 1979; Bronfman y Tuirán, 1983;

Puffer y Serrano, 1988; Behm, 1992; Torrado, 1992; Díaz Muñoz, 1993;

Wilkinson, 1997; Minujin et. al, 2000 y Marmot, 2005). En este caso la

fuente de información fueron las estadísticas vitales del período 1990-2002.

Además, se creyó necesario incorporar indicadores de las pautas

relativas al cuidado de la salud de los niños en el convencimiento de que

ésta es altamente dependiente de las condiciones de vida en que se

desarrolla. Se consideró el cuidado de la salud como un elemento central en

la determinación del estado de la salud de los niños, definiéndolo en un

sentido amplio, no sólo desde el punto de vista de la atención médica o los

tratamientos preventivos o curativos, sino teniendo en cuenta otros

elementos como el control prenatal, la lactancia, la alimentación

complementaria, la inmunización, el control de salud y el cuidado cotidiano.

La bibliografía especializada reconoce la importancia del inicio

temprano del control prenatal como estrategia para reducir los riesgos

asociados a la maternidad y a la sobrevivencia infantil. También plantea la

importancia del seguimiento y control del embarazo, estableciéndose como

116

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parámetro un número mínimo de cinco controles durante la gestación.

Muchas de las complicaciones durante el parto y de los problemas

vinculados con la morbimortalidad materna e infantil están asociadas al bajo

número de controles y a la detección tardía de patologías. Por su parte, la

lactancia materna además de su incomparable valor nutricional protege al

niño contra infecciones diarreicas y respiratorias. La aplicación de vacunas

reduce los riesgos de morbimortalidad por enfermedades prevenibles. Por

último, se reconoció la importancia de los controles médicos periódicos ya

que a través del contacto con los servicios de atención pueden detectarse

oportunamente determinados riesgos o patologías y revertir su posible

evolución. Asimismo, permite orientar el comportamiento de las familias

hacia conductas de vida más saludables que redundarán en beneficio de los

niños.

Por lo tanto, se seleccionaron indicadores demostrativos de las

conductas familiares ante la prevención y la atención de la salud de los

niños (lactancia materna, vacunación, controles de salud), la conducta de las

mujeres embarazadas ante el control prenatal (momento de la primera

consulta, cantidad de controles prenatales) y la atención del parto y

postparto. En este caso las fuentes de datos fueron las Encuestas sobre

Condiciones de Vida de SIEMPRO de 1997 y 2001 y la Encuesta Anual de

Hogares de la Ciudad 20024.

Finalmente, la desigualdad en la salud-enfermedad de los niños se

midió aplicando el Coeficiente de Gini y el Coeficiente de Concentración5 a

los indicadores de riesgos al nacimiento y a las tasas de mortalidad. Con

respecto a la desigualdad en la atención de la salud de las familias, se

seleccionaron algunos indicadores (realización de consulta y tipo de

financiamiento) según condición de pobreza de los hogares6 y/o zona de la

Ciudad.

4 La releva anualmente la Dirección General de Estadística y Censos del GCBA y recoge

datos sobre diversos temas, entre otros: aspectos demográficos, salud, educación, trabajo y pobreza. El tamaño de la muestra permite profundizar el conocimiento de las distintas temáticas y proveer datos a nivel territorial desagregado.

5 Se utilizó la proporción de población NBI como indicador de status socioeconómico de la residencia habitual de la madre.

6 Por el método de la línea de pobreza.

117

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7.2 Cambios experimentados.

7.2.1 La morbilidad.

Por problemas derivados de las fuentes de datos7, como ya se

mencionara, sólo fue posible conocer parcialmente el perfil epidemiológico

de la morbilidad de la niñez y de las mujeres en edades reproductivas

residentes en la Ciudad; se consideraron los diagnósticos de aquellos que

estuvieron internados en los hospitales dependientes del gobierno de la

Ciudad, para dos momentos (1995 y 2000)8.

El eje del análisis se orientó a conocer, según la edad del paciente9,

el diagnóstico de egreso del episodio de internación. Para ello se

examinaron, en primer lugar, las categorías diagnósticas agrupadas por

capítulo de la clasificación de enfermedades10 y luego las principales causas

de morbilidad a tres dígitos.

En la década de 1990, para la primera infancia, el capítulo referido a

“ciertas afecciones originadas en el período perinatal” representó el 45 por

ciento de los egresos hospitalarios, debido a la alta participación que

registraron los menores de un año en el total de egresos11. En segundo lugar

se ubicaron las enfermedades del aparato respiratorio (15 por ciento).

Al tener en cuenta los diagnósticos más frecuentes (Cuadro 7.1) se

observa que la duración corta de la gestación, el bajo peso al nacer y la

ictericia perinatal representaron casi la tercera parte de los egresos de los

menores de un año, mientras que esa misma proporción para los egresos de

los niños de 1 a 4 años fue por neumonía, infección intestinal, traumatismo

intracraneal y quemaduras múltiples.

7 En el punto 2 del Anexo A se detallan los problemas de orden metodológico encontrados

en las fuentes de datos. 8 Que se tomarán como representativos de los perfiles epidemiológicos de la década de

1990 y del año 2000, respectivamente. 9 Para la primera infancia se distinguen tres grupos dentro de los menores de un año

(neonatal precoz, tardía y postneonatal) y las edades individuales del grupo 1 a 4 años. Para las mujeres en edades reproductivas los grupos quinquenales.

10 Para 1995 la 9º Revisión y para el 2000 la 10º Revisión CIEE de la OMS. 11 Cuadro 7.1 del Anexo B.

118

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Cuadro 7.1 Primera infancia. Estructura de los egresos hospitalarios según

principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.

Diagnóstico de egreso

% en menores

de un año % en 1 a 4

años

% en total primera infancia

Total 100,0 100,0 100,0 Duración corta de la gestación y bajo peso al nacer. 15,0 0,0 10,7 Ictericia perinatal. 14,8 0,0 10,5 Neumonía no especificada. 4,7 11,6 6,7 Crecimiento fetal lento y desnutrición fetal. 8,1 0,0 5,8 Bronquiolitis aguda. 6,5 1,6 5,1 Infección intestinal. 2,6 8,0 4,1 Traumatismo intracraneal. 0,9 8,2 3,0 Hipoxia intrauterina y asfixia al nacer. 4,1 0,0 2,9 Otras afecciones respiratorias del feto y del recién nacido. 4,0 0,0 2,8 Quemaduras de sitios múltiples especificados. 0,4 7,3 2,4 Resto enfermedades respiratorias 1,9 7,1 3,4 Resto traumatismos y envenenam. 0,9 11,2 3,9 Resto causas 36,3 45,0 38,7

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.

Para el año 2000, la estructura de los diagnósticos se modificó12. En

el total de egresos de los menores de cinco años continúan siendo

prioritarias las referidas al período perinatal (35 por ciento) pero

aumentaron su importancia relativa las enfermedades respiratorias (22 por

ciento). Es lógico pensar que factores socioeconómicos, de accesibilidad a

servicios de salud y nutricionales, sumados a las condiciones ambientales,

hayan incidido en este incremento.

Al tener en cuenta los diagnósticos más frecuentes (Cuadro 7.2) se

destacan la bronquiolitis y la neumonía, que ocuparon los primeros lugares

tanto para los menores de un año (16,8 por ciento) como para los niños de 1

a 4 años (14,9 por ciento), siendo también importante la participación del

resto de las enfermedades respiratorias (5,1 por ciento para los menores de

un año y 15 por ciento para los niños de 1 a 4 años). Le siguieron en

importancia, para los menores de un año, las causas relacionadas con el peso

al nacer (15,6 por ciento), y para los niños de 1 a 4 años la diarrea y

gastroenteritis infecciosas y el traumatismo intracraneal (14,4 por ciento). 12 Cuadro 7.2 del Anexo B.

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Comparando las estructuras de los diagnósticos de ambas décadas se

observa que se redujo la participación de los niños que quedaron internados,

por ser nacimientos de pretérmino o con bajo peso (diagnósticos típicos del

grupo neonatal precoz), y se incrementó la incidencia en la morbilidad de

las infecciones respiratorias, enfermedad diarreica y accidentes (más

frecuentes en el grupo postneonatal y de 1 a 4 años), que deberían resolverse

en el nivel de atención primaria. Esto no significa que haya existido una

mejora en la proporción de nacimientos con bajo peso, por el contrario, ésta

aumentó el 7 por ciento entre 1995 y 2002, sino que se incrementaron

notoriamente las afecciones respiratorias. Cabe destacar que, según la

Organización Mundial de la Salud, las infecciones respiratorias agudas

constituyen una de las principales causas de consulta en los servicios de

salud de América Latina. Los niños de la región padecen entre cuatro y seis

episodios por año (Cusminsky y Díaz Muñoz, 1996).

Cuadro 7.2

Primera infancia. Estructura de los egresos hospitalarios según principales diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.

Diagnóstico de egreso

% en menores

de un año

% en 1 a 4 años

% en total primera infancia

Total 100,0 100,0 100,0 Bronquiolitis aguda. 13,2 5,5 10,8 Neumonía no especificada. 3,6 9,4 5,4 Trastornos relacionados con duración corta de la gestación y con bajo peso al nacer 8,0 0,0 5,5 Trastornos relacionados con embarazo prolongado y con sobrepeso al nacer. 7,6 0,0 5,2 Ictericia neonatal por otras causas. 6,6 0,0 4,6 Diarrea y gastroenteritis aguda. 3,0 8,0 4,6 Dificultad respiratoria recién nacido. 5,4 0,0 3,7 Traumatismo intracraneal. 1,3 6,4 2,9 Retardo crecimiento fetal y desnutrición fetal. 3,8 0,0 2,6 Feto y recién nacido afectados por otras complicaciones del trabajo de parto y del parto. 3,3 0,0 2,3 Resto enfermedades respiratorias 5,1 15,0 8,1 Resto traumatismos y envenenam. 2,1 13,2 5,5 Resto de causas 37,0 42,5 38,7

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.

120

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Con respecto a las mujeres en edades reproductivas, el capítulo más

frecuente fue “embarazo, parto y puerperio” que representó más del 60 por

ciento de los egresos en ambos momentos13. No obstante se destaca que su

participación fue diferencial por grupo de edad: entre las menores de 30

años fue cercana al 80 por ciento, mientras que, lógicamente, fue bastante

menor para las mujeres de 40 años y más (Cuadro 7.3). Para estas últimas

los capítulos “tumores” y “enfermedades del aparato digestivo” tuvieron

mayores participaciones.

Al tener en cuenta los diagnósticos más frecuentes (Cuadro 7.4) se

observa que a mediados de la década de 1990, si bien el parto en

condiciones normales representó la tercera parte de los egresos, los

embarazos o parto de riesgo tuvieron una alta participación (18,7 por

ciento)14. Téngase en cuenta que los partos por cesárea representaban en

esta década el 22 por ciento del total de partos realizados en hospitales

dependientes del gobierno de la Ciudad.

Cuadro 7.3

Mujeres en edades reproductivas. Importancia del embarazo, parto y puerperio en la estructura de los egresos hospitalarios por grupo de edad.

Ciudad de Buenos Aires, 1995 y 2000.

Grupo de edad 1995 2000 15-19 78,7 77,220-24 84,3 82,025-29 73,4 80,630-34 65,9 72,835-39 53,7 58,340-44 23,7 32,845-49 2,6 2,8Total 64,6 68,7

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.

13 Cuadros 7.3 y 7.4 del Anexo B. 14 Incluye embarazo terminado en aborto, parto prematuro, parto obstruido, problemas con

las membranas y cavidad ammiótica, problemas fetales o placentarios y otras afecciones maternas.

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Cuadro 7.4

Mujeres en edades reproductivas. Estructura de los egresos hospitalarios según diagnósticos por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.

Diagnóstico de egreso 15-29 30-39 40-49 15-49 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 Parto en condiciones completamente normales. 42,5 28,4 4,3 33,1 Aborto no especificado. 6,8 5,9 2,9 6,0 Parto prematuro o amenaza de parto prematuro. 4,0 2,2 0,6 3,0 Parto obstruído. 3,1 4,1 0,8 3,0 Trastornos del mecanismo de la inmunidad (SIDA). 3,0 3,8 0,9 2,9 Otros problemas asociados con las membranas y la cavidad ammiótica. 3,2 3,6 0,5 2,9 Psicosis esquizofrénica. 1,1 3,8 7,2 2,7 Otros problemas fetales o placentarios que afecten la atención de la madre. 3,0 1,6 0,8 2,3 Colelitiasis (cálculo de la vesícula o conducto biliar). 0,8 2,0 5,7 1,9 Otras afecciones maternas cuando complican el embarazo, parto y puerperio. 1,3 2,4 0,5 1,5 Resto de las causas 31,1 42,2 75,9 40,7

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.

En el año 2000 (Cuadro 7.5) mantuvieron su participación los

embarazos y partos de riesgo (18,8 por ciento), pero se destaca el

incremento del embarazo terminado en aborto que sigue constituyendo la

segunda causa de egreso de las mujeres en edades reproductivas; se

registraron 4.083 casos que equivalen al 11 por ciento de los egresos. Por

otra parte, se incrementaron los partos por cesárea, representando el 25 por

ciento del total de partos realizados en hospitales dependientes del gobierno

de la Ciudad.

La creciente importancia del embarazo terminado en aborto15 es un

indicador inequívoco de las dificultades que las mujeres enfrentan para

evitar un embarazo no deseado, así como también de la inadecuada

protección social de la mujer que decide llevar adelante su embarazo.

15 Hay que tener en cuenta además el problema biológico. Echarri Cánovas (1991) cita un

trabajo de Wilcox (1988) sobre abortos espontáneos donde se afirma que el 9 % de las concepciones se pierde como aborto confirmado clínicamente.

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Cuadro 7.5 Mujeres en edades reproductivas. Estructura de los egresos hospitalarios según diagnósticos

por grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.

Diagnóstico de egreso 15-29 30-39 40-49 15-49 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 Parto único espontáneo. 39,3 25,2 5,2 30,9 Aborto no especificado. 11,9 11,7 4,1 10,8 Trabajo de parto obstruído debido a anormalidad de la pelvis materna. 2,6 4,1 1,1 2,8 Colelitiasis (cálculo de vesícula o conducto biliar). 1,3 3,0 7,9 2,7 Otros productos anormales de la concepción. 1,7 2,2 1,3 1,8 Falso trabajo de parto. 2,3 1,3 0,5 1,8 Ruptura prematura de las membranas. 1,9 1,6 0,5 1,6 Tumor benigno del útero. 0,1 1,1 6,3 1,2 Apendicitis aguda. 1,1 0,9 1,0 1,0 Examen y atención del postparto. 0,9 0,9 0,2 0,8 Resto de las causas 36,9 47,8 72,0 44,5

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.

El uso adecuado de los servicios de salud, en lo que respecta al

control prenatal, se asoció con mejoras en la morbimortalidad materna e

infantil, pero el hecho de que la gran mayoría de las mujeres asistan a los

controles prenatales y que casi la totalidad de los partos sean institucionales,

hace evidente que el contacto de las mujeres con los servicios de salud no

garantiza una calidad adecuada en la atención y un cuidado preventivo ante

los eventuales riesgos asociados al embarazo y al parto (Ramos et. al.,

2001).

Una situación que afecta gravemente la salud de las mujeres es la

que ocurre cuando se produce un embarazo no deseado. Estos embarazos

están causados principalmente por la ausencia del uso de métodos

anticonceptivos o por su inadecuada utilización. Los comportamientos de

las mujeres con respecto a la anticoncepción están asociados a las

condiciones de accesibilidad a los servicios y a las modalidades de atención,

que a su vez son determinadas por las condiciones socioeconómicas. Resulta

pertinente mencionar las conclusiones de un estudio cualitativo con relación

a la atención hospitalaria de las complicaciones de abortos inseguros. Las

autoras (Ramos y Viladrich, 1993) señalan que el contacto entre la

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institución médico-hospitalaria y las mujeres de sectores sociales de bajos

ingresos que recurren al hospital por complicaciones de aborto, está

fuertemente condicionada por la situación de ilegalidad y clandestinidad del

mismo. De esta manera, el servicio de salud funciona más preocupado por

“preservar el embarazo” y “saber la verdad”, que por asistir a una mujer en

situación crítica. Estas mujeres tendrán que optar por los peligros que

implica para su vida la atención “no profesional”.

También existen riesgos en los partos considerados “normales” que

ya no afectan a la madre sino al niño. Es sabido que los niños tienen

posibilidades diferentes de desarrollo de su potencial desde su concepción,

según las características de sus padres y de la condición socioeconómica de

sus hogares.

Lamentablemente, no existen datos sobre el estado nutricional y de

salud de las mujeres en edad fértil y por lo tanto no es posible establecer el

riesgo del niño de nacer con bajo peso para su edad gestacional como

consecuencia de déficit nutricionales sufridos por su madre desde niña. Sólo

se cuenta con datos sobre la proporción de los nacimientos de bajo peso al

nacer o de pretérmino, que en la Ciudad fueron del 6,7 y 5,6 por ciento

respectivamente en los inicios de la década de 199016 y, probablemente

asociados a la crisis económica, se incrementaron al 7,4 y 6,6 por ciento

respectivamente al comenzar la década siguiente17. Ambas condiciones

determinan disparidades en las oportunidades de sobrevivir, de crecer y

desarrollarse normalmente. No obstante los esfuerzos mayores que

requieran por parte de su familia y de la sociedad, estos niños tendrán

afectada su capacidad de desarrollo pleno. Cabe destacar que la incidencia

del bajo peso al nacer también se incrementó durante la década de 1980 en

la mayoría de los países del norte y oeste europeo18.

Por otro lado, debe tenerse en cuenta que los países con mayor

desarrollo y con mejor organización y equidad en salud, por ejemplo

Dinamarca y Suecia, presentan participaciones del bajo peso al nacer

16 Cuadro 7.5 del Anexo B. 17 Cuadro 7.6 del Anexo B. 18 Algunos ejemplos: Dinamarca (1980:7,2; 1985=8,0 y 1990=8,1), Noruega (1980:5,9;

1985=7,7 y 1990=8,7), Inglaterra y Gales (1980:7,4; 1985=9,0 y 1990=9,5) y Polonia (1980:8,5; 1985=9,0 y 1990=9,8) (Masuy-Stroobant, 1997:23 Tabla 1.4).

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cercanas al 4 por ciento (Schwarcz, 1998). Este porcentaje indica la brecha

que existe, en este indicador de calidad de vida, entre la situación en la

Ciudad y el paradigma representado por los países con mayores niveles de

salud del mundo. El potencial de reducción es del 42 por ciento sobre la

base de una incidencia en la Ciudad del 7,3 por ciento de bajo peso al nacer

para 2002.

Otra asociación entre la salud infantil y las variables sociales es la

que existe entre el nivel de instrucción de la madre y las posibilidades de

sobrevivencia y crianza de los niños. Se comprobó que el grado de

seguimiento de conductas recomendadas aparece condicionado por el nivel

educativo de la madre (Cusminsky y Díaz Muñoz, 1996; Moreno, 1999 y

Vinocur, 1999) y que éste es un instrumento fundamental para asegurar, a

través de estrategias de promoción, mejores condiciones de salud para la

infancia. En la Ciudad, la incidencia de nacimientos de madres con baja

instrucción19, en ambas décadas, representó menos del 3 por ciento20. La

mayor escolarización de las mujeres de la Ciudad explica la diferencia con

los valores del promedio nacional (16,6 por ciento en 1991-92 y 10,1 en

2001-02). En el extremo opuesto se encuentran Santiago del Estero con el

48,2 por ciento en 1991-92 y Misiones con el 33,2 por ciento en 2001-02.

Otro de los riesgos al nacimiento lo constituye el embarazo

adolescente. Las adolescentes no tienen igual acceso a los métodos de

planificación familiar, exponiéndose a tener embarazos no deseados y a

verse forzadas al uso de métodos de control de la natalidad muy traumáticos

y peligrosos, como el aborto inducido, que derivan en mayor riesgo de la

mortalidad. La maternidad adolescente en Buenos Aires se mantuvo estable,

representando cerca del 6 por ciento de los nacimientos, muy inferior al

promedio nacional (14,7 en 1991-92 y 14,6 en 2001-02). Por otro lado, hay

que tener en cuenta que en 1995 el 79 por ciento de las adolescentes

internadas en los hospitales dependientes del gobierno de la Ciudad

egresaron por causas relacionadas con el embarazo, mientras que para las

mujeres de 20 a 49 años representó el 63 por ciento. Se observa que el 6 por

ciento de los egresos de las adolescentes fue por embarazo terminado en

19 Hasta primario incompleto. 20 Cuadros 8.1 y 8.2 del Anexo B.

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aborto, proporción que se incrementa al 12 por ciento para el 2000. Estas

participaciones en las mujeres de 20 a 49 años fueron del 8 y 14 por ciento

respectivamente. Es decir, si bien en ambos grupos de edad se incrementó la

proporción de egreso por embarazo terminado en aborto, fue más grave aún

entre las adolescentes.

La mayor calificación del médico, en embarazos de riesgo, incidiría

en la disminución del riesgo al momento de nacer y en las primeras horas de

vida. Además, podría tenerse en cuenta como indicador indirecto de cesárea,

ya que en ese tipo de partos es necesaria la presencia de un médico. En

Buenos Aires, a comienzos de la década de 1990, el 41 por ciento de los

partos fue atendido por un médico; esta participación disminuyó al 37 por

ciento en los inicios de la década del 2000. Asimismo, se destaca que la

atención del médico está relacionada con el establecimiento donde ocurre el

parto; en el 2002 del total de partos atendidos por médicos sólo el 6 por

ciento ocurrió en establecimientos públicos.

Los indicadores analizados permiten afirmar, que a pesar de la crisis,

la Ciudad continúa manteniendo una posición de privilegio con respecto al

resto del país.

7.2.2 La mortalidad.

Es ampliamente conocida la asociación entre mortalidad infantil y

condiciones de vida (Taucher, 1979; Troncoso, 1989; Behm, 1992; Mazzeo,

1998; Vinocur, 1999, Minujin et. al, 2000). Las tasas de mortalidad infantil

y de menores de cinco años se convirtieron no sólo en indicadores de salud,

sino también de bienestar y desarrollo humano (Moreno, 1999), ya que

reflejan la distribución y disponibilidad de los servicios de saneamiento,

salud y educación de la población. Si bien históricamente la Ciudad registra

los menores niveles de mortalidad del país21, se consideró conveniente, dada

su heterogeneidad espacial, incorporar el análisis de la mortalidad de la

niñez como indicador de la “no salud” de los mismos.

El nivel de la mortalidad de la niñez descendió el 40 por ciento entre

1990 y 2002. Teniendo en cuenta los distintos grupos etarios en que puede

segmentarse se observa que, partiendo de distintos niveles, las mayores 21 En la última década también registra bajos niveles Tierra del Fuego.

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reducciones se produjeron entre los niños de 1 a 4 años y en la mortalidad

perinatal y neonatal.

Cuadro 7.6

Tasa de mortalidad perinatal y de la primera infancia según grupo de edad (por mil nacidos vivos). Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.

Año Perinatal Neonatal PostneonatalTotal

Infantil 1-4 años Primera infancia

1990 13,9 10,7 5,3 16,0 2,9 18,9 1991 12,6 8,5 5,1 13,6 2,2 15,7 1992 13,6 10,2 4,2 14,4 2,2 16,6 1993 12,5 10,4 5,0 15,4 2,3 17,7 1994 12,9 9,6 4,4 14,0 1,0 14,9 1995 10,8 8,3 4,2 12,5 2,8 15,3 1996 11,6 9,6 4,7 14,3 2,2 16,5 1997 10,8 8,1 3,7 11,8 2,0 13,8 1998 10,9 8,6 4,0 12,6 1,7 14,3 1999 9,5 7,1 3,2 10,3 1,6 11,9 2000 7,8 5,9 3,1 9,0 1,2 10,2 2001 7,4 6,2 2,9 9,1 1,3 10,4 2002 8,1 6,3 3,6 9,9 1,4 11,3

Fuente: elaboración sobre la base de GCBA (2003).

La tasa de mortalidad de la primera infancia fue de 18,9 por mil en

1990 y descendió a 11,3 por mil en el 2002. Sólo presenta un leve

incremento la mortalidad infantil por causas reducibles22 que de 4,8 por mil

aumenta a 5,5 por mil23. Es decir, aumentaron las muertes que podrían

controlarse con acciones en el sistema de salud sencillas y de bajo costo a

través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno en el

embarazo, en el parto y en el nacido vivo.

También se consideró necesario investigar cuáles fueron las causas

de muerte ya que son consideradas la expresión biológica final de un

proceso que en una proporción relevante está determinado por la estructura

económica y social de una sociedad. Según Behm (1990), a través de su

análisis, quedarían evidenciadas las formas particulares de enfermar y morir,

de cada conjunto social, que responden a condiciones de vida específicos.

La estructura por causas de la mortalidad de la niñez se analizó para

tres grupos etarios: neonatal, postneonatal y de 1 a 4 años, porque la

importancia relativa de las mismas difiere según la edad. En la mortalidad

neonatal los mayores niveles se registraron en “bajo peso al nacer”,

“anomalías congénitas” y en “causas de la mortalidad perinatal (excluido 22 Cuadros 7.5 y 7.6 del Anexo B. 23 Podría haber incidido el cambio de clasificación entre causas evitables y reducibles.

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bajo peso al nacer)”. El nivel de la mortalidad por “bajo peso al nacer”24

presentó una tendencia fluctuante, si bien creciente durante la década de

1990, con una leve disminución en el trienio 2000-2002. En el 2002

murieron por esta causa 23 de cada diez mil nacidos vivos. Las “anomalías

congénitas” también registraron una tendencia fluctuante pero decreciente,

llegando al 19,6 por diez mil en 2002. Por su parte la mortalidad por “causas

perinatales” presentó una tendencia decreciente continua, siendo del 14,5

por diez mil para el último año.

Gráfico 7.1

Estructura porcentual de la mortalidad neonatal por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.

0% 20% 40% 60% 80% 100%

1990199119921993199419951996199719981999200020012002

Año

bajo peso perinatal anomalías congénitas Resto bien definidas

Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.11 del Anexo B.

La tendencia de la mortalidad por bajo peso al nacer, está

relacionada con el aumento de la proporción de nacimientos de bajo peso25.

Durante la última década se incrementó especialmente la participación de

los nacidos con menos de 1000 gramos, que son los de más difícil

sobrevivencia, pese a que la tecnología neonatal logró avances importantes

mediante mejoras en el equipamiento para el tratamiento y recuperación de

los recién nacidos y también por las intervenciones terapéuticas

adecuadas26.

24 Cuadro 7.11 del Anexo B. 25 Cuadro 7.15 del Anexo B. 26 Entre otras: administración prenatal de corticoides en amenaza de parto prematuro,

administración precoz postdata de surfactante en prematuros, inducción de maduración intestinal con un programa de alimentación enteral precoz con leche humana en recién nacidos prematuros, lactancia materna (Larguía, 1998).

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Gráfico 7.2 Estructura porcentual de los nacimientos por tramo de bajo peso.

Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.

0% 20% 40% 60% 80% 100%

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

año

-1000

1000-1499

1500-1999

2000-2499

Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.15 del Anexo B.

La estructura de la tasa de mortalidad infantil, según tramo de peso

al nacer, revela que los niños nacidos con bajo peso (menos de 2.500

gramos) representan más del 60 por ciento de la tasa de mortalidad infantil

total. Esta participación es muy alta comparada con la registrada en 1990 en

los países del oeste europeo, donde constituían cerca del 30 por ciento de la

tasa de mortalidad infantil total (Masuy-Stroobant, 1997). Por otro lado, se

observa una tendencia a su reducción, especialmente a partir de mediados de

la década de 1990 (Gráfico 7.4).

Gráfico 7.3 Participación del bajo peso al nacer en la tasa de mortalidad infantil.

Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.

0% 25% 50% 75% 100%

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

año Menos de 2500 g

2500 g. y más

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

129

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Gráfico 7.4 Tasa de mortalidad infantil de niños con bajo peso al nacer.

Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.

020406080

100120140

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

tasa

por

mil

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

En la mortalidad post-neonatal los mayores niveles se ubicaron en

las “enfermedades del aparato respiratorio” y en “anomalías congénitas”. La

primera presentó una tendencia decreciente hasta 1997 y luego creciente,

aunque con oscilaciones, llegando al 12 por diez mil en el 200227. Las

“anomalías congénitas” registraron una tendencia fluctuante durante el

período analizado, siendo del 10,3 por diez mil en el último año.

Gráfico 7.5

Estructura porcentual de la mortalidad post-neonatal por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.

0% 20% 40% 60% 80% 100%

1990199119921993199419951996199719981999200020012002

Año

Respiratorias Septicemia-Meningitis

Anomalías congénitas Resto bien definidas

Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.12 del Anexo B.

Finalmente la mortalidad de los niños de 1 a 4 años presentó una

mayor heterogeneidad en su estructura por causas (Gráfico 7.6), siendo las

más importantes las “causas externas (accidentes)”, las “infecciosas y

27 Cuadro 7.12 del Anexo B.

130

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parasitarias”, las “malformaciones congénitas del corazón”, la “neumonía e

influenza” y las “enfermedades que afectan al mecanismo de la inmunidad

(incluye SIDA)”, todas ellas con tendencia fluctuante pero decreciente

durante la última década28. Se destaca para el último año un ligero repunte

de la mortalidad por infecciosas y parasitarias, causas relacionadas con el

medio físico y social, la malnutrición y la falta de higiene, todas ellas

asociadas con contextos socioeconómicos desfavorables.

Gráfico 7.6

Estructura porcentual de la mortalidad de los niños de 1 a 4 años por causas. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.

0 % 2 0 % 4 0% 6 0 % 8 0% 1 0 0 %

1 9 9 0

1 9 9 1

1 9 9 2

1 9 9 3

1 9 9 4

1 9 9 5

1 9 9 6

1 9 9 7

1 9 9 8

1 9 9 9

2 0 0 0

2 0 0 1

2 0 0 2

Año

m alf.co ng.co razó n cau sas externas infec. y parasitarias

neu m onía e influ enza m ecanism o de la inm u nidad resto de causas

Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.13 del Anexo B.

Es lógico pensar que los factores socioeconómicos, que condicionan

la accesibilidad a los servicios de salud y la situación nutricional, pudieran

incidir en el aumento de la participación de formas graves de infecciones

respiratorias. Los factores de riesgo que determinan la gravedad del proceso

son el bajo peso al nacer, la edad, el lento desarrollo del mecanismo

inmunológico y la contaminación atmosférica en general (Cusminsky y Díaz

Muñoz, 1995). En un estudio realizado en Argentina, a comienzos de los

noventa, que analizó las muertes de menores de un año causadas por

infecciones respiratorias bajas, se observó que una alta proporción provenía

de familias con necesidades básicas insatisfechas, embarazo no controlado,

desnutrición, calendario de vacunación incompleto e internaciones previas

por infecciones respiratorias. También se comprobó una insuficiente

atención de la enfermedad (Sarasqueta et. al., 1993). Debido a la magnitud

28 Cuadro 7.13 del Anexo B.

131

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que el problema tiene a nivel nacional, en los últimos años se reconoció la

posibilidad de reducir la mortalidad mediante acciones normatizadas en los

programas de atención primaria de la salud.

También los accidentes, una de las principales causas de muerte

entre los niños de 1 a 4 años, constituyen eventos prevenibles. Los factores

de riesgo de accidentes se relacionan con las características del ambiente y

su entorno inmediato. Se debe tener presente que el niño debe ser

considerado junto a su entorno familiar. La evidencia empírica muestra que

las caídas constituyen el tipo más frecuente de accidente y que las

quemaduras son más habituales en los niveles socioeconómicos bajos, en los

que puede incidir el hacinamiento y las fuentes de calor y de luz sin

protección.

En el contexto de la salud materno-infantil, los riesgos y daños

vinculados al embarazo, parto y puerperio, asociados a la mortalidad

materna, constituyen un importante problema, tanto en lo referente a las

causas como a los distintos factores que influyen en la misma: la nutrición y

las condiciones socioeconómicas, así como la calidad y extensión de los

servicios y programas destinados a su atención. El nivel de la tasa de

mortalidad materna en la Ciudad muestra un comportamiento fluctuante

pero estable29 con un leve incremento en el último trienio, siendo 1,5 por

diez mil en el 2002; es la tercera parte de la tasa promedio del país que, para

el mismo año, fue 4,6 por diez mil. En cuanto a las causas que la

ocasionaron, entre 1990 y 2002, el 44 por ciento de las muertes maternas de

residentes de la Ciudad fue por aborto.

Estimaciones indirectas basadas en información secundaria

fundamentaron la existencia de subregistro de causa de muerte debido a las

modalidades de certificación y registros existentes (MSAS, 1989)30. Para la

Ciudad, el único estudio realizado a nivel nacional que revisó de manera

sistemática el subregistro de la mortalidad materna fue el realizado por el

Ministerio de Salud y Acción Social que consideró las muertes de mujeres

en edades reproductivas ocurridas en 1985 en algunas jurisdicciones del

29 Cuadro 7.14 del Anexo B. 30 Se trata de subregistro de causa de muerte y no de muerte.

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país31. En ese momento, para la Ciudad, la medición del subregistro de

muertes maternas alcanzaba al 38,5 por ciento, si bien es necesario destacar

que se trató de un estudio por lugar de ocurrencia y no mostró el subregistro

de la mortalidad materna de las mujeres residentes en ella, sino de las

fallecidas y registradas en la misma. Los valores obtenidos en ese estudio

parecerían muy altos en comparación con otro más reciente (Ramos et. al,

2004) realizado en seis provincias (Chaco, Formosa, Mendoza, San Juan,

San Luis y Tucumán) que demostró un nivel de subregistro de muertes

maternas del 9,5 por ciento promedio, con mayores niveles en San Luis

(14,3 por ciento) y Tucumán (21,1 por ciento). Las explicaciones de estos

niveles se encuentran en la mejora de la captación de las muertes maternas,

factible, debido al tiempo transcurrido entre los dos estudios o a la

existencia de diferenciales de nivel según jurisdicción.

Los argumentos de ambos trabajos para explicar el subregistro de la

mortalidad materna se basan en que, cuando la muerte no ocurre en un

Servicio de Obstetricia, el certificado de defunción no incluye la

información que relaciona la causa con el estado grávido-puerperal. Dada la

frecuente derivación de las pacientes, esta información se pierde

especialmente cuando la mujer muere algunas semanas después.

7.2.3 El cuidado de la salud.

El cuidado de la salud incluye todas las medidas necesarias para

evitar el deterioro de la misma, o en caso de que suceda, tratarla

adecuadamente. Dentro de estas medidas se incluye: el acto médico, las

conductas de las familias, el medio ambiente, la calidad del ambiente, la

inserción laboral, los ingresos, la educación, etc., siendo fundamental la

existencia de un sistema de atención con énfasis en las medidas preventivas.

La medida del grado de atención de la salud está en relación no sólo

con los resultados que se obtienen (morbilidad y mortalidad), sino también

con el riesgo de la población que se asiste. Un indicador utilizado para

analizar la calidad de la atención de la salud en los niños menores de un año

31 Además de la Ciudad se trabajó en las provincias de Tucumán, Corrientes y Córdoba. La

existencia del subregistro se estableció mediante el pareo de la causa registrada en el certificado de defunción y los datos de la historia clínica de la fallecida.

133

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es el índice obtenido al relacionar la mortalidad infantil, elegida como

resultado, con la incidencia del bajo peso al nacer, seleccionada como riesgo

de la población32 (MSAS, 1994). Para los niños de 1 a 4 años se utiliza un

índice diferente, ya que el bajo peso deja de ser un factor de tan alto riesgo

como sucede durante el primer año de vida. En este caso el índice relaciona

las muertes no evitables (tumores, anomalías congénitas y cardiovasculares)

con las evitables (infecciosas, violencias y respiratorias). Ambas relaciones

muestran que cuanto mayor es el índice peor sería la atención de la salud.

En la Ciudad, en ambos grupos de edad se observa33, si bien con

algunas fluctuaciones, una reducción del índice (Gráfico 7.7) que muestra

una mejora en la atención desde mediados de los noventa, aunque registra

un deterioro en el último bienio. Se destaca que durante todo el período fue

peor la calidad de la atención de los menores de un año. Las explicaciones a

esta situación se encuentran en las conductas de las mujeres en el control

efectivo de sus embarazos. La ausencia de controles o la reducida cantidad

de los mismos se vincula con el bajo peso al nacer, los nacimientos

prematuros y la mortalidad infantil, indicadores incorporados en el índice

elaborado.

Por otro lado, se investigaron las conductas de las familias ante la

prevención y el cuidado de la salud de los niños y las estrategias de las

mujeres en relación con la atención del embarazo y el parto. Como ya se

señalara, se trabajó con las Encuestas de Condiciones de Vida del

SIEMPRO de los años 1997 y 200134. Lamentablemente35, los altos

coeficientes de variación que presentan para la Ciudad las poblaciones que

son objeto de análisis (madres de niños menores de 3 años y niños menores

de 5 años) sólo permitieron obtener muy pocas evidencias, aunque

relevantes, en la caracterización de la salud-enfermedad-atención de las

mujeres embarazadas y de la primera infancia.

Es posible inferir que la crisis económica, que empujó a la mujer

hacia el mercado laboral para aportar ingresos a los deteriorados 32 Este indicador fue utilizado por el Programa Nacional de Estadísticas de Salud para

evaluar el grado de atención sanitaria según grupo de edad. 33 Cuadro 7.16 del Anexo B.

34 Que se tomaron como representativos de las conductas relacionadas con la atención de la salud de las décadas de 1990 y del año 2000.

35 Los problemas metodológicos se detallan en el Anexo A.

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presupuestos familiares, modificó las prácticas cotidianas en el cuidado de

los niños. Probablemente tuvo menor tiempo para compartir con sus hijos y

para llevarlos a los controles periódicos y/o menores ingresos para

transportarlos hasta el hospital o consultorio médico. También incidirían en

la calidad del cuidado el stress y el cansancio, y la menor chance de

lactancia.

Gráfico 7.7

Evaluación de la atención de la salud de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1990-2002.

0,0

0,5

1,0

1,5

2,0

2,5

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

año

índi

ce

- 1 año 1-4

Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 7.15 del Anexo B.

El análisis comienza con los controles prenatales que, como ya se

señalara, son una acción básica de promoción y prevención de la salud y su

eficacia está determinada por la oportunidad del primer control, la

frecuencia de controles y la calidad de la atención. Entre 1997 y 2001, en la

cantidad de controles durante el embarazo y el post-parto, se observan

disminuciones importantes; en la oportunidad del primer control esta

reducción es más leve.

Para igual período (1997-2001) con respecto al cuidado de la niñez

se observa menor permanencia de los niños con alguno de sus padres la

mayor parte del día (- 19 por ciento) y también menor cobertura exclusiva

de obra social (-16 por ciento), que se relacionaría con el aumento de la

precariedad laboral y de la tasa de actividad de las mujeres, ya señalado en

el capítulo 5. Pero las disminuciones más importantes y relacionadas

directamente con la salud de los niños se registraron en el número de

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consultas de control de su salud (- 48 por ciento) y en la chance de

amamantamiento hasta 6 meses inclusive (-23 por ciento).

Cuadro 7.7

Indicadores de las conductas de las familias. Ciudad de Buenos Aires, 1997 y 2001.

Indicador 1997 2001 Primer control hasta 3º mes de embarazo 98,8 95,2 5 o más controles durante el embarzo 96,4 89,4 Control del embarazo en establecimiento no público 73,2 74,6 * Atención del parto en establecimiento no público 74,2 77,6 Realización de control post-parto 96,0 92,0 Amamantamiento hasta 6 meses inclusive 73,3 56,1 * Cobertura de salud sólo de obra social en niños de 0-4 años 60,1 50,5 * Permanencia con alguno de los padres la mayor parte del día 88,5 71,7 Consulta sin estar enfermo el niño en los últimos 12 meses 98,9 98,1 Más de 6 controles sin estar enfermo el niño en los últimos 12 meses 78,4 45,4 *

Nota: * Coeficientes de variabilidad mayores al 10 por ciento. Ver Punto 3 de Anexo A. Fuente: elaboración sobre las bases de encuestas de condiciones de vida.

Es conocido el impacto de la lactancia materna prolongada36 en la

salud infantil. La leche humana tiene un valor incomparable en el desarrollo

y maduración del sistema nervioso central, en la protección inmunológica y

en la prevención a corto, mediano y largo plazo de diferentes patologías en

el niño. Según una encuesta realizada en la Ciudad en 1997, a madres

residentes37, la lactancia materna exclusiva fue del 23,1 por ciento y la

lactancia materna completa del 33,4 por ciento (Ageitos, 1998). Existían

notorias diferencias según el grupo etario (Cuadro 7.8) y las altas

participaciones de lactancia exclusiva se registraban entre los menores de

tres meses, si bien no cumplían con la meta de lactancia (que el 60 por

ciento de los niños sea amamantado hasta el sexto mes en forma exclusiva).

Más recientemente, en el 2002, la Encuesta Anual de Hogares

(EAH) de la Ciudad mostró que menos de la quinta parte de los niños

menores de dos años consumió leche materna exclusiva (15,5 por ciento),

mientras que la mitad complementó este tipo de alimentación con el uso de

36 Según la norma aceptada en el país la lactancia materna debe ser exclusiva durante los

primeros seis meses y lactancia con alimentación complementaria oportuna y adecuada a partir del sexto mes y hasta los dos años (Ageitos, 1998).

37 Fue una muestra de 426 casos.

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la mamadera38. Con respecto a los menores de un año, algo menos de la

tercera parte sólo consumieron leche materna, otro tercio la combinaron con

el uso de la mamadera y fue levemente superior la proporción de quienes

sólo utilizaron la mamadera (37,7 por ciento). De los niños entre uno y dos

años, más de la mitad (63,9 por ciento) utilizaron mamadera únicamente, el

7,8 por ciento lactancia materna exclusiva y el 8,4 por ciento empleó la

mamadera como complemento de la leche materna. En el caso de los bebés

de hasta 6 meses, la lactancia materna exclusiva fue del 38,6 por ciento.

Comparando este valor con el del año 1997 parece haberse incrementado en

la Ciudad la lactancia materna exclusiva y ello podría ser resultado de las

campañas públicas de promoción de la lactancia más que por deterioro

socioeconómico.

Cuadro 7.8

Lactancia materna según grupo etario. Ciudad de Buenos Aires, 1997.

Lactancia - de 28 días 60-89 días 120-149 días 180-209 días

Exclusiva (E) 79,7 54,8 23,1 3,9

Predominante (P) 1,3 9,5 10,3 5,9

Completa (E+P) 81,0 64,3 33,4 9,8

Parcial * 15,2 23,8 41,0 51,0

Destetado 3,8 11,9 25,6 39,2

Nota: * pecho más otra leche o papilla. Fuente: Ageitos, 1998.

Otra de las conductas preventivas analizadas relacionada con la salud

de la niñez, es la vacunación sistemática de los niños, ya que les garantiza

menor morbilidad y mortalidad por enfermedades infecciosas. Es una

prioridad de la política pública que se alcancen los mayores niveles de

cobertura en relación a la aplicación efectiva de las distintas vacunas. Para

verificar esos niveles se usó la información provista por la EAH 2002. En

ella se solicitó a las madres que mostraran el carnet de cada uno de sus hijos

para confirmar la respuesta a la pregunta sobre calendario de vacunación.

Cabe destacar que la exhibición del carnet de vacunación se dio sólo en el

38 Para los bebés menores de 7 meses se indagó sobre la ingesta de otro líquido usando

recordatorio de las últimas 24 hs. que permite obtener un dato más confiable de lactancia materna exclusiva.

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29,3 por ciento de los casos, por lo cual los valores obtenidos deben tomarse

con recaudos, debido a los altos coeficientes de variación. Entre los niños

cuyas madres mostraron el carnet39, la totalidad de los menores de un año

tiene la cobertura completa de vacunación BCG y antihepatitis B. En los

niños de uno a dos años se mantiene en 100 por ciento la BCG pero se

reduce a 81 por ciento la antihepatitis B y a 85 por ciento la aplicación de la

Sabin y la Cuádruple. Para los dos años de edad, la BCG mantiene el 100

por ciento de cobertura, así como la triple viral (99,3 por ciento), sin

embargo es más baja la cobertura de antihepatitis B (46,6 por ciento).

Los altos niveles de cobertura de la antihepatitis B, en los menores

de dos años, tiene su explicación en que la edad de estos niños coincide con

el momento en que se determinó su administración obligatoria y fue

aplicada gratuitamente40. Por su parte, la baja cobertura en los niños de dos

años responde a que esta vacuna es de alto costo y que en los comienzos de

la obligatoriedad de su aplicación no haya estado garantizada la gratuidad en

el ámbito público. Asimismo, llama la atención que el nivel de cobertura

completa de la vacuna Sabin alcance sólo al 70 por ciento de los menores de

dos años. A pesar de la gratuidad de las vacunas administradas en el sistema

público, factores sociales y económicos, así como la falta de información

adecuada, resultarían limitantes en cuanto al logro de niveles de cobertura

adecuados41, lo que demostraría fallas en el funcionamiento de los servicios.

Es sabido que la información surgida sólo de la declaración de los

respondentes no resulta de alta confiabilidad, ya que se basa en recuerdos

sobre datos puntuales como el tipo de vacuna aplicada y la cantidad de dosis

de cada una de ellas. Si además, se brinda información sobre varios hijos,

las posibilidades de error son aún mayores. Igualmente se consideró

oportuno el análisis comparativo de ambas situaciones en relación a la

cobertura de los niños hasta los 4 años. La inclusión de la información

validada sólo por el testimonio del entrevistado, marca diferencias aunque

39 Constituyen el 30 por ciento para los menores de 1 año y el 34 por ciento de los de 1 a 2 años.

40 Si bien la aplicación efectiva en la ciudad comenzó en el 2001 fue obligatoria y gratuita para los niños nacidos a partir de noviembre de 2000.

41 El número de dosis recomendadas es variable: BCG una dosis al nacimiento; Sabin y Cuádruple (difteria, tétanos, pertussis, haemophilus influenza b) cuatro dosis; Hepatitits B tres dosis; Triple viral (sarampión, rubéola, parotiditis) dos dosis y Hepatitis A una dosis al año.

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no de significación, con excepción de la vacuna triple bacteriana, donde

existe una sobreestimación de su aplicación.

Cuadro 7.9

Cobertura de inmunizaciones (en %) según vacunas aplicadas en los menores de cinco años. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

Vacuna aplicada

Mostraron carnet de

vacunación

No mostraron carnet de

vacunación BCG 99,4 92,5 Sabin 93,8 89,3 Triple bacteriana 36,6 71,1 Hepatitis B 66,2 65,3 Cuádruple 83,8 76,4 Triple viral 71,1 73,5 Otras 41,2 18,3

Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados.

En síntesis, puede afirmarse que prácticas como el amamantamiento,

valiosas por la incidencia en la evitabilidad de enfermedades

infectocontagiosas, al igual que en otras partes del país, no están aún

afianzadas entre las madres de la Ciudad. Por otra parte, los niveles de

cobertura de las inmunizaciones son altos en los casos de aquellas vacunas

aplicadas durante el período de internación o exigidas para la

documentación del recién nacido, pero luego aparecen resultados dispares

en sus niveles de cobertura, tanto entre quienes exhibieron o no el carnet, al

momento de ser encuestados.

7.3 La desigualdad en la salud-enfermedad.

La desigualdad en la salud de los niños, como ya se señalara, se

midió aplicando los Coeficientes de Gini y de Concentración a los

indicadores seleccionados para conocer el riesgo al nacimiento y la

mortalidad. Es sabido que cuanto mayor es el área comprendida entre la

Curva de Lorenz y la diagonal de igualdad, mayor será el valor del

Coeficiente de Gini y por lo tanto la desigualdad de la distribución del

indicador que se está midiendo. Por su parte, una Curva de Concentración

cercana a la de Lorenz, indicaría que las zonas con peores indicadores de

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salud, serían aproximadamente las mismas que las que presentan peores

indicadores socioeconómicos42.

A comienzos de la década de 1990 los indicadores que presentaron

mayor desigualdad en los riesgos al nacimiento fueron: madres con baja

instrucción, adolescentes y multíparas. Por otro lado, se destaca el bajo nivel

de los coeficientes bajo peso al nacer y pretérmino que, a pesar de lo

esperado, prácticamente están cercanos a la diagonal de igualdad.

Cuadro 7.10

Medición de la desigualdad en la salud y la mortalidad de la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992 y 2001-2002.

1991-1992 2001-2002

Indicador Coeficiente

de Gini Coeficiente de Concentración

Coeficiente de Gini

Coeficiente de Concentración

madres baja instrucción 0,289 -0,265 0,441 -0,375madres solteras 0,175 -0,150 0,207 -0,168madres adolescentes 0,231 -0,199 0,280 -0,246madres multíparas 0,225 -0,178 0,338 -0,309nacimientos pretérmino 0,064 -0,035 0,056 -0,007nacimientos bajo peso 0,052 -0,029 0,058 -0,039nacimientos atendidos por médico 0,160 0,111 0,204 0,170mortalidad fetal 0,264 -0,166 0,252 -0,153mortalidad infantil 0,141 -0,099 0,207 -0,156mortalidad infantil neonatal 0,137 -0,071 0,197 -0,129mortalidad infantil postneonatal 0,201 -0,157 0,280 -0,207mortalidad infantil reducible 0,212 -0,118 0,256 -0,197mortalidad perinatal 0,173 -0,104 0,174 -0,123mortalidad menores de 5 años 0,126 -0,096 0,202 -0,164

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

Varios autores observaron que el bajo peso al nacer y el pretérmino

no son sensibles para analizar desigualdades en salud, ni estarían asociados

con los ingresos, debido a que el alto porcentaje de nacimientos por

cesárea43 ocultaría las diferencias socioeconómicas de ambos indicadores.

Es decir, las frecuentes cesáreas en las clases media y alta “compensarían”

el efecto de la desnutrición o falta de controles adecuados de las mujeres de

la clase baja. El estudio de desigualdades en la salud, desde una perspectiva

socioespacial, realizado en Rosario mediante análisis de niveles múltiples

(Luppi et. al., 2005) demostró que es más probable que el recién nacido sea

42 En estos casos ambos coeficientes toman valores absolutos parecidos.

43 Según la Encuesta SIEMPRO 1997 en la Ciudad era el 32 por ciento de los nacimientos de las mujeres que tenían hijos menores de 3 años.

140

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de bajo peso cuando la madre es primípara y cuando el parto no finaliza

espontáneamente. En el trabajo sobre mortalidad infantil y bajo peso al

nacer en ciudades del nordeste y sudeste de Brasil (Moura de Silva et.al.,

2003) se confirmó una fuerte asociación entre el bajo peso al nacer y la tasa

de cesáreas44. Otro estudio dentro de Brasil (Barbieri et.al., 2000) incorporó

a la alta participación de cesáreas los nacimientos de pretérmino. Un análisis

espacial entre las relaciones del perfil de los nacimientos y las condiciones

socioeconómicas en Río de Janeiro (d’Orsi et.al., 2005) mostró que la

proporción de cesáreas en esa ciudad (39,5 por ciento) era más del doble de

la recomendable (15 por ciento) y que el bajo peso al nacer no es lo

suficientemente sensible para discriminar las diferencias socioeconómicas

entre la clase media y los habitantes de las “favelas”. En otro trabajo sobre

el municipio de Río de Janeiro (Tavares de Andrade et.al., 2001) se

investigaron las desigualdades socioeconómicas en relación a la mortalidad

perinatal y el bajo peso al nacer, obteniéndose bajos niveles del índice de

concentración, tanto para el bajo peso al nacer (0,1170) como para la

mortalidad perinatal (0,1642). También el trabajo de Horte et. al. (1996)

sobre el sur de Brasil, demostró que, a pesar de la mayor incidencia

observada en las familias de la clase baja, los nacimientos de pretérmino no

están asociados a la renta familiar.

También existen causas biológicas que se relacionan con los

nacimientos de pretérmino o con el retardo del crecimiento intrauterino,

entre otras: aborto espontáneo, contractilidad uterina aumentada,

acortamiento del cuello uterino, malformaciones uterinas, diabetes con

vasculopatía, placenta previa, rotura prematura de las membranas,

embarazo múltiple, multiparidad (Schwarcz, 1998).

Con respecto a las relaciones entre multiparidad y bajo peso al nacer,

para la Ciudad se observa45 que las participaciones del bajo peso fueron

durante todo el período analizado más importantes entre las multíparas. Este

hecho también está relacionado con la pobreza ya que las madres multíparas

44 La ciudad de Ribeirao Preto comparada a Sao Luis tiene mayor proporción de bajo peso

al nacer (20 % contra 10,9%) y más alta participación de partos por cesárea (51,1% contra 33,2%).

45 Cuadro 7.17 del Anexo B.

141

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(las que tienen 5 hijos y más) en su mayoría pertenecen a los estratos bajos

de la población46.

En el gráfico 7.8 se observa que el 40 por ciento de los nacimientos

que ocurrió en las CE con peores niveles socioeconómicos, concentró más

del 60 por ciento de las madres con bajo nivel de instrucción. Se destaca un

ordenamiento muy similar (ambas curvas casi se superponen) tanto por los

niveles de salud como socioeconómicos.

Gráfico 7.8

Distribución de los nacimientos con baja instrucción de la madre. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Nac

imie

ntos

con

baj

a in

stru

cció

n de

la m

adre

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

Por su parte, ese mismo porcentaje aportó cerca del 60 por ciento de

los nacimientos de madres adolescentes y de multíparas47.

Con respecto a los indicadores de mortalidad, los mayores

coeficientes se registraron en la mortalidad fetal, la infantil por causas

reducibles y la post-neonatal, las dos últimas más relacionadas con los

indicadores socioeconómicos. Se destaca que el 40 por ciento de los

nacimientos que ocurrió en las CE con peores niveles socioeconómicos,

concentró el 60 por ciento de las muertes fetales registradas, más del 50 por

ciento de las muertes de menores de un año por causas reducibles48 y cerca

del 60 por ciento de las muertes infantiles post-neonatales (Gráfico 7.9).

46 Gráficos 7.2 y 7.6 del Anexo B. 47 Gráficos 7.1 y 7.2 del Anexo B. 48 Gráficos 7.3 y 7.4 del Anexo B.

142

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Gráfico 7.9 Distribución de la mortalidad infantil post-neonatal.

Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Mue

rtes i

nfan

tiles

acu

mul

adas

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

A comienzos de la década del 2000 se observa que en la mayoría de

los indicadores (excepto pretérmino y mortalidad fetal) se incrementó la

desigualdad. No obstante, los que presentan mayores coeficientes continúan

siendo los mismos que en la década anterior.

Con respecto a los riesgos al nacimiento, el 40 por ciento ocurrido en

las CE con peores niveles socioeconómicos concentró más del 70 por ciento

de los nacimientos de madres con baja instrucción (Gráfico 7.10), más del

60 por ciento de madres adolescentes y casi el 70 por ciento de las

multíparas49. En todos los casos creció la desigualdad y aumentó la

concentración con respecto a la década anterior.

En la mortalidad fetal la desigualdad se mantuvo prácticamente igual

y decreció la concentración50. En la mortalidad infantil por causas

reducibles51 y en la mortalidad post-neonatal (Gráfico 7.11) creció la

desigualdad y aumentó la concentración.

49 Gráficos 7.5 y 7.6 del Anexo B. 50 Gráfico 7.7 del Anexo B. 51 Gráfico 7.8 del Anexo B.

143

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Gráfico 7.10 Distribución de los nacimientos con baja instrucción de la madre.

Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Nac

imie

ntos

con

baj

a in

stru

cció

n de

la m

adre

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

Gráfico 7.11

Distribución de la mortalidad infantil post-neonatal. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Mue

rtes i

nfan

tiles

acu

mul

adas

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

Los coeficientes obtenidos permiten confirmar la existencia de una

relación importante entre la evolución de la salud infantil y de la

desigualdad social en la Ciudad. A partir del 2000 las diferencias entre los

valores absolutos de ambos coeficientes se acortaron, lo que implica que las

zonas con peores indicadores de salud son, aproximadamente, las mismas

que las que presentan peores niveles socioeconómicos. Una vez más se

confirma que la salud de los niños es altamente dependiente de las

condiciones de vida en que se desarrolla. La pertenencia a hogares con

necesidades básicas insatisfechas es un factor que condicionó tanto las

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posibilidades de acceso a los servicios como las conductas en relación al

proceso salud-enfermedad de los niños.

Alleyne (1998) afirmó, que la evidencia objetiva sobre las

diferencias en las condiciones de salud y de vida representa el primer paso

para distinguir las inequidades en salud. Por lo tanto, este ejercicio

descriptivo podría considerarse como un inicio en la identificación de las

inequidades en salud de la primera infancia de la Ciudad.

7.4 La desigualdad en el cuidado de la salud.

Es sabido que la familia constituye la unidad donde, en forma directa

o como mediadora, se establecen y operan algunos de los principales

determinantes de la morbilidad y la mortalidad, en particular entre los

menores de cinco años. Asimismo, es “la unidad a partir de la cual se

constituyen y/o se organizan las principales redes sociales respecto del

proceso salud-enfermedad-atención” (Menendez, 1992:4). Algunos autores

(Evans et. al., 1996; Minujin et.al., 2000) afirman que es la familia la que

brinda al niño y a sus integrantes en general, los elementos para poder

enfrentar condiciones adversas. De esta manera, favorecería o dificultaría en

el niño las condiciones para un crecimiento y desarrollo sano.

Por tal motivo, se creyó conveniente incluir el análisis de la

desigualdad en la atención de la salud de las familias de la Ciudad, a fines

del período analizado, con indicadores obtenidos a partir de la EAH 2002.

En primer lugar se consideró, según zona de la Ciudad52, la

proporción de población que no realizó consulta médica en los seis meses

anteriores a la entrevista. Como se observa en el Cuadro 7.11, las

situaciones extremas se encuentran en la zona norte, donde representa

menos del 30 por ciento de la población, y en el sur, donde no consultó el 38

por ciento.

52 Este (CE: 6,7,9,10,11,12,13,14 y 20); Norte (CE: 16,17,18 y 19); Oeste (CE:

1,5,15,21,24,25,26,27 y 28) y Sur (CE: 2,3,4,8,22 y 23).

145

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Mapa 7.1 Divisiones de la Ciudad según zona.

sur

oeste este

norte

N

EO

S

Fuente: (GCBA, 2004).

Cuadro 7.11

Proporción de población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

Zona % no consultóEste 32,5

Norte 29,6 Oeste 33,3 Sur 37,9

Total Ciudad 33,3 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.

Al tener en cuenta el tiempo transcurrido desde la última consulta,

son las zonas oeste y sur las que registran mayores participaciones de

personas que hace más de dos años que no consultan.

Cuadro 7.12

Distribución de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses por tiempo transcurrido desde la última consulta según zona.

Ciudad de Buenos Aires, 2002.

Zona 6 meses a

1 año 1 a 2 añosmás de 2

años No

recuerda Total Este 38,2 38,6 17,7 5,5 100,0

Norte 35,8 41,0 17,9 5,3 100,0 Oeste 35,4 38,2 21,3 5,1 100,0 Sur 35,7 36,0 21,9 6,4 100,0

Total Ciudad 36,1 38,3 20,0 5,6 100,0 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.

146

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Con respecto a la población que consultó al médico, según tipo de

financiamiento, en la zona sur la participación de los que lo hicieron gratis o

con bonos es 3,8 veces mayor que en el norte, y más de 2 veces la

participación de las zonas este y oeste de la Ciudad.

Cuadro 7.13

Distribución de la población que realizó consulta médica en los últimos seis meses por tipo de financiamiento según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

Zona Gratis o

con bonos

Todo la obra

social, prepaga o

mutual

Parte la obra social, prepaga o

mutual En forma particular Otro Total

Este 18,0 60,4 15,5 4,3 1,8 100,0 Norte 11,6 69,3 13,3 4,3 1,5 100,0 Oeste 22,3 56,3 13,4 6,1 1,9 100,0 Sur 44,4 42,2 8,0 4,0 1,4 100,0

Total Ciudad 22,4 58,1 12,9 4,9 1,7 100,0 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.

Por otro lado, más del 50 por ciento de la población de la zona sur

que realizó consulta médica vivía a menos de 6 cuadras del centro de salud

más cercano, mientras que en el resto de la Ciudad las mayores

proporciones se ubican en 10 cuadras y más. Esto muestra una mayor

concentración de centros de salud en la zona sur y probablemente se deba a

esta cercanía, que la participación de la población que no consultó en los

últimos seis meses, no sea muy diferente al resto de la Ciudad. Por otro

lado, supondría una distribución equitativa de los recursos físicos públicos.

Cuadro 7.14

Distribución de la población que realizó consulta médica en los últimos seis meses por distancia al centro de salud más cercano según zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

Zona Menos de 3 cuadras

3 a 5 cuadras

6 a 9 cuadras

10 y más cuadras Total

Este 8,8 13,7 24,4 53,1 100,0 Norte 9,5 14,3 15,7 60,5 100,0 Oeste 4,4 9,8 19,2 66,6 100,0 Sur 29,7 23,9 19,9 26,5 100,0

Total Ciudad 11,1 14,3 19,6 55,0 100,0 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.

Finalmente, teniendo en cuenta la pobreza por ingresos, las

diferencias en la no realización de consulta entre el 20 por ciento más pobre

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y el 20 por ciento más rico, muestra comportamientos diferentes por zona.

En el sur, la proporción de población del estrato más pobre que no consultó

al médico es una vez y media la proporción del estrato más rico que no lo

hizo. En el resto de la Ciudad las diferencias son menores. Cuadro 7.15

Participación de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según quintil de ingresos total familiar por zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

Zona 20 % más

pobre 20 % más

rico Este 34,2 25,5

Norte 31,4 23,5 Oeste 37,5 29,9 Sur 41,6 28,6

Total Ciudad 37,3 26,4 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.

A partir de la distribución de los hogares según quintiles de ingresos

totales familiares se concluye: en la zona sur residen sólo el 8 por ciento de

los hogares más ricos de la Ciudad y más de la tercera parte de los hogares

más pobres. Cuadro 7.16

Participación de la población que no realizó consulta médica en los últimos seis meses según quintil de ingresos total familiar por zona. Ciudad de Buenos Aires, 2002.

Zona 20 % más

pobre 20 % más

rico Este 20,5 25,6

Norte 14,1 34,8 Oeste 31,6 31,7 Sur 33,7 7,9

Total Ciudad 100,0 100,0 Fuente: elaboración sobre la base de plan de tabulados EAH 2002.

Los resultados obtenidos indican, que a pesar de la mayor

concentración de centros de atención primaria en la zona sur, su población y

en especial los más pobres, tienen una percepción de la importancia de los

controles médicos que los diferencia notablemente del resto de la Ciudad.

Por lo tanto, no es posible pensar que los problemas de la zona sur puedan

resolverse con políticas focalizadas. En las zonas de mayor concentración de

la pobreza son necesarias estrategias de múltiple intervención dada la

heterogeneidad de problemas que sufren.

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8. Espacialización de la situación de la salud-enfermedad.

En el capítulo anterior se verificó la existencia de un aumento en la

desigualdad de la mayoría de los indicadores seleccionados para el análisis

de la situación de la salud-enfermedad de la primera infancia en la Ciudad,

en la década pasada. El propósito de este capítulo es visualizar

espacialmente las distintas realidades que existen dentro de ella y elaborar, a

partir de conglomerados homogéneos entre sí1, una estratificación en zonas

que se contrastará con la obtenida al analizar la desigualdad social2.

Las disparidades según la residencia habitual de la madre tienen una

importancia fundamental para el sector salud ya que los planes y programas

requieren una referencia espacial. Son la base para implementar acciones

específicas para las divisiones territoriales. “Se considera que el enfoque

geográfico de los fenómenos demográficos tiene un doble interés: permite

observar, medir, visualizar las diferencias espaciales y brinda algunos

elementos interesantes para orientar la investigación hacia aspectos

específicos con el objeto de lograr una mejor focalización del problema y de

las posibles soluciones” (Trifiró, 2003:631).

Siguiendo el pensamiento compartido por diferentes autores (Claval,

1981; Santos, 1990 y Sánchez, 1991) el espacio se define como una

construcción social que depende de múltiples elementos e intervenciones,

especialmente aquellas vinculadas a la economía, la política y la cultura. Así

el espacio “se convierte en una instancia social que condiciona la evolución

de las restantes estructuras de la sociedad, y cumple su función mediante un

papel activo que permite o dificulta el proyecto de desarrollo adoptado por

cada fracción de la sociedad” (Lucero, 2005:388). De esta manera, el

espacio social estaría formado por dos componentes interrelacionados: la

configuración espacial y la dinámica social.

Desde la perspectiva sociológica, “hablar de un espacio social

significa que no se puede juntar a cualquiera con cualquiera ignorando las

1 Aplicando el método de los conglomerados de k medias. 2 Como ya se señalara, se seleccionaron las Circunscripciones Electorales (CE), por ser la

división territorial utilizada para la codificación geográfica de las estadísticas vitales, fuente de datos que permitió la elaboración de los indicadores que miden el riesgo al nacimiento y la mortalidad de la primera infancia.

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diferencias fundamentales, en particular las económicas y culturales”

(Bourdieu, 1990:286). El concepto de espacio está basado en la

diferenciación, en cuanto a un conjunto de posiciones distintas y

coexistentes, definidas en forma relacional. Desde la perspectiva geográfica,

se puede decir que la espacialidad está en función de las relaciones

significativas que se establecen, las que dependen del conocimiento de los

individuos y de los contextos en que se encuentran (Formiga, 2003). De los

distintos criterios que se pueden adoptar para el tratamiento de la

diferenciación socio-espacial, como señala Bourdieu, el que presenta mayor

estabilidad y durabilidad “es la diferenciación fundada en la estructura del

espacio construido, la cual, pone en evidencia la distribución del capital”

(Bourdieu, 1990:286).

Es sabido que la pobreza y el medio ambiente en que viven las

personas tienen influencia directa sobre la salud e influyen en los niveles de

mortalidad, siendo la de los niños particularmente sensible a estos factores.

Se observó que las disparidades de mortalidad están fuertemente asociadas a

condiciones colectivas de riesgo. Aquellas divisiones territoriales que

presentan una alta fecundidad, pobres condiciones de vivienda y de

saneamiento, también presentan altos niveles de mortalidad infantil (Trifiró,

2003). Por otro lado, la disponibilidad de centros de salud o la existencia de

equipamientos adecuados y suficientes es esencial, pero no garantiza que la

población con mayores riesgos acuda a ellos en forma conveniente,

especialmente por el acceso diferencial a la medicina preventiva. La

atención del niño al nacer y la existencia de un buen servicio de

neonatología pueden disminuir de manera importante el nivel de la

mortalidad, pero tan importante como eso es el control del embarazo y las

condiciones del parto.

El incremento de la desigualdad actuó reforzando los procesos de

segregación y exclusión social ya existentes, manifestándose en la

fragmentación, la individualización de los procesos sociales y en la

polarización de la Ciudad y de las prácticas sociales que se desenvuelven en

ella. Como se señaló en el Capítulo 6, la reestructuración económica

iniciada en la década de 1990 intensificó las divisiones sociales que ya

existían, generando una ciudad cada vez más polarizada. En este sentido, las

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familias, según sus “posibilidades”, se organizaron de distintas formas para

resolver sus carencias, asegurar su subsistencia y paliar la creciente

vulnerabilidad. Siguiendo a Souza, “el espacio fragmentado es por

excelencia el espacio de la ciudad, el espacio de la heterogeneidad, de los

valores diferenciales, de la segregación” (Souza, 1996:59). En este sentido,

como señala Oszlak (1991:24), “el derecho al espacio conlleva diversas

externalidades estrechamente ligadas a la localización de la vivienda, tales

como la educación, la atención de la salud, las fuentes de trabajo, la

recreación, el transporte o los servicios públicos”. De tal manera, en la

medida en que estos bienes y servicios tengan una distribución geográfica

desigual, variarán las posibilidades de acceso a los mismos según el lugar de

residencia. Es decir, la ciudad debe pensarse como un sistema dinámico

complejo en el que interactúan las formas espaciales y los proceso sociales.

Una muestra de la fragmentación del territorio, tanto en términos

sociales y habitacionales como por el uso efectivo del espacio urbano, se

observa en el sur de la Ciudad. Desde el punto de vista social y habitacional,

presenta altos niveles de pobreza estructural en un hábitat popular

heterogéneo y diferenciado según los barrios: en Boca y Barracas son

dominantes los inquilinatos, hoteles y pensiones; en San Telmo y

Constitución se agregan casas tomadas; mientras que en las cercanías del

Riachuelo, entre Barracas y Lugano, tienden a concentrarse las villas. En

términos del uso del espacio urbano, la fragmentación se expresa en la

localización contigua de edificios históricos descuidados, viviendas de uso

residencial, depósitos y talleres abandonados, y enormes predios sin usos

precisos (Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Regional, GCBA,

2000).

Coincidiendo con Evans se reconoce la “extrema influencia que los

factores macro-medioambientales sociales y físicos ejercen sobre los

patrones de enfermedad” (Evans et. al, 1996:21). En este sentido, el Sur, por

estar emplazado casi en su totalidad en la cuenca del Matanza-Riachuelo, es

una de las zonas con peores condiciones ambientales no sólo por las

sustancias contaminantes que provienen del Riachuelo y las que vuelcan las

industrias, sino también por situaciones de rebasamiento del sistema cloacal,

inundaciones y basurales a cielo abierto. La población que reside en esta

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zona está expuesta permanentemente a factores patógenos que ponen en

peligro su salud.

Desde la publicación del documento Lalonde (Canadá, 1974) se

dirigió la atención hacia la importancia de las relaciones sociales, o su

ausencia, como correlatos de la enfermedad y la mortalidad. Dicho informe

recoge una muy extendida visión de que los determinantes de la salud van

más allá de la asistencia médica. Señala la importancia del tipo de trabajo,

el medioambiente, los genes hereditarios y el estilo de vida, así como las

implicancias que tiene la posición social en términos de salud. Existen

numerosas pruebas de que en todos los países la mortalidad, y la morbilidad,

cuando se la puede medir, presentan un gradiente según clase

socioeconómica: el status social más bajo está asociado con peor salud

(Mckeown, 1979; Black et. al., 1982; Bronfman y Tuirán, 1983; Puffer y

Serrano, 1988; Behm, 1992; Torrado, 1992; Wilkinson, 1997 y Marmot,

2005). Este gradiente del estado de salud según posición social puede ser

interpretado, por ejemplo, como resultado del mayor número de tensiones

que operan sobre la gente de los niveles más bajos, junto al hecho de que

disponen de menor cantidad de recursos para darles respuestas eficaces.

La aplicación de modelos que exploraron los determinantes de la

salud evidenció el importante papel que tienen los factores ubicados fuera

del sistema asistencial, es decir las condiciones sociales en las cuales la

gente vive y trabaja. Dahlgren y Whitehead (1991) explican que las

inequidades sociales en salud son el resultado de interacciones entre

diferentes niveles de condiciones causales entre el hombre y la sociedad.

Superponen distintas capas de factores, colocando en el centro a los

individuos con sus características (edad, sexo y factores hereditarios), luego

ubican los factores relacionados con los estilos de vida y posteriormente, las

redes sociales y comunitarias; en la capa siguiente están los factores

relacionados con las condiciones de vida y de trabajo (educación, medio

ambiente laboral, desempleo, condiciones sanitarias y agua potable,

servicios de salud, vivienda); finalmente, las condiciones económicas,

culturales y del medio ambiente prevalentes en la sociedad.

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Por su parte Diderichsen y Hallqvist3 (1998) enfatizan el modo en

que el contexto produce una estratificación social que asigna a los

individuos diferentes posiciones. Esta posición será la que determinará sus

“oportunidades” en salud: diferente grado de exposición a condiciones

perjudiciales para la salud (mayor probabilidad de que la gente pobre se vea

expuesta a situaciones que afecten negativamente su salud), diferente

vulnerabilidad a la enfermedad (mayor propensión a padecer enfermedades

debido a la interrelación de los múltiples riesgos de salud a que se ven

expuestos), así como diferentes consecuencias sociales del proceso salud-

enfermedad (una enfermedad que puede tener consecuencias limitadas para

la población rica quizás sea catastrófica para los pobres).

Mackenbach (1994) enfatiza el mecanismo por el cual las

inequidades en salud son generadas y plantea efectos versus causas. Los

efectos serían la salud en la infancia, la incidencia de los problemas de salud

en las edades adultas y la posición socioeconómica cuando adulto. El

mecanismo de causalidad es representado por tres grupos de factores de

riesgo (estilos de vida, estructurales y del medio ambiente y los relacionados

con el stress psicosocial) los cuales son intermediarios entre la posición

socioeconómica y los problemas de salud. También reconoce la

contribución del medio ambiente en la infancia y de los factores culturales y

psicológicos.

Otro modelo, el de Brunner, Marmot y Wilkinson (1999) que

originalmente fue desarrollado para conectar las perspectivas de salud

curativa y preventiva, luego fue aplicado para explicar los factores sociales

del proceso salud-enfermedad que contribuyen a la inequidad en salud. Los

autores introducen explicaciones que ilustran la forma en que las

inequidades en salud resultan de exposiciones diferenciales al riesgo a lo

largo de la vida. El modelo une la estructura social con la salud/enfermedad

a través de factores materiales, psicosociales y de comportamiento.

En síntesis, en todos los modelos la posición socioeconómica puede

ser descripta como determinante estructural de la salud o como determinante

social de la inequidad en salud. Estos modelos muestran que las

oportunidades en salud de los grupos sociales están basadas en el lugar que 3 Adaptada por Diderichsen, Evans y Whitehead en 2001.

153

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ocupan en la estructura social. En general, los modelos muestran que los

determinantes intermedios generan diferencias en el estado de salud de las

personas; las mismas difieren según la posición socioeconómica que

ocupan. Estos determinantes incluyen factores relacionados con las

condiciones materiales, trabajo, condiciones de la vivienda, circunstancias

psicológicas, así como stress psicosocial y también con factores del

comportamiento (fumar, alcoholismo, etc.). Los modelos asumen que los

miembros de los grupos socioeconómicos más pobres viven en condiciones

materiales más desfavorables y emplean frecuentemente comportamientos

más perjudiciales para la salud que los grupos más privilegiados.

Las dificultades para traducir y operacionalizar los conceptos de los

diversos abordajes teóricos sobre el proceso salud-enfermedad, en estudios

empíricos con datos secundarios, han llevado a los investigadores ha utilizar

aproximaciones para explicar la causalidad de las desigualdades. En este

caso se consideró la residencia habitual de la madre como “proxy” del sector

social de pertenencia del hogar, ya que lamentablemente las estadísticas

vitales, por la ausencia de preguntas adecuadas, no permiten elaborar

indicadores por condición socio-económica.

8.1 Indicadores seleccionados.

La situación de la salud-enfermedad de la primera infancia se

caracterizó a través de los indicadores, ya utilizados en el capítulo anterior,

que pudieron desagregarse por residencia habitual de la madre. Los

nacimientos de riesgo se investigaron a partir de las participaciones relativas

de las madres con baja instrucción, solas, adolescentes y de las proporciones

de nacimientos de pretérmino y bajo peso al nacer. Estos indicadores son

útiles, especialmente los dos últimos, para evaluar el éxito de la atención

prenatal y las perspectivas de sobrevivencia y salud de los niños durante su

primer año de vida (Puffer y Serrano, 1988). La mortalidad de la niñez se

estudió a través de las tasas de mortalidad fetal, perinatal, infantil (neonatal

y postneonatal), infantil por causas reducibles y la mortalidad de menores de

cinco años.

Con el objeto de conocer la evolución de la desigualdad en la salud-

enfermedad infantil y comprobar si las políticas de salud redujeron la

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magnitud de las diferencias, en los últimos diez años, se elaboraron los

indicadores para dos bienios (1991-1992 y 2001-2002) que se tomaron

como representativos de las décadas respectivas.

8.2 La situación en la década de 1990.

En la mayoría de los indicadores seleccionados para analizar los

nacimientos de riesgo, la Ciudad tuvo4 entre el 6 y el 7 por ciento. Si bien

los niveles no son muy altos, debe tenerse en cuenta que representan cerca

de 3.000 niños por año que nacieron en riesgo5. Esta condición determinó,

para ellos, una suerte dispar en cuanto a las oportunidades de sobrevivir, de

crecer y desarrollarse normalmente. Estos niños tendrán afectada su

capacidad de desarrollo pleno.

Si se comparan los niveles de la Ciudad con el promedio del país, se

observa que los mismos están por debajo del mismo y son menores al resto

de las jurisdicciones, especialmente en la proporción de madres adolescentes

y con baja instrucción6.

Al investigar las diferencias espaciales dentro de la Ciudad, se

destaca que los mayores riesgos relativos7 se encuentran entre las madres

con baja instrucción (5,9) y las adolescentes (4,1). La CE 4 (Boca) tiene seis

veces la proporción de madres con baja instrucción y cuatro veces la de

madres adolescentes de la CE 19 (Recoleta), que es la que presenta los

valores mínimos.

Es bien conocida la influencia del nivel de instrucción de las madres

para la sobrevivencia y crianza de los niños: la educación de las mujeres

juega un papel significativo entre los factores que contribuyen al buen

estado de salud. Esto tiene relación con el rol más importante que la mujer

educada tiene en el proceso de decisión familiar en cuanto a la forma de

utilizar los recursos del hogar, la distribución del alimento entre sus

miembros y el nivel de conciencia sobre la importancia de los cuidados

preventivos. Por otro lado, el embarazo adolescente sufre mayor número de

4 Excepto en el indicador madres con baja instrucción cuyo peso relativo fue del 2,5 por

ciento. 5 De ellos aproximadamente el 10 por ciento fallece. 6 Cuadro 8.1 del Anexo B. 7 Cuadro 7.5 del Anexo B.

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complicaciones gestacionales (toxemia, eclampsia, anemia y parto

prolongado) que el de las embarazadas adultas. Se observó que la inmadurez

uterina y del cuello del útero predispondría a las adolescentes a infecciones

que implicarían una mayor frecuencia de rotura prematura de membranas y

el incremento de la incidencia de parto pretérmino. También el primer

embarazo (en general las adolescentes son primíparas) plantea riesgos

específicos que se suman a los derivados de la inmadurez fisiológica.

Ejemplo de ello es la hipertensión inducida por el embarazo o pre-

eclampsia, que es más frecuente en embarazos precoces, en mujeres de bajo

nivel socioeconómico y en el primer embarazo (Portnoy, 2005). Sin

embargo, existen evidencias empíricas que demuestran que el riesgo de

complicaciones gestacionales se debe a factores que no están relacionados

con la edad, como la pobreza y la atención médica. Las adolescentes y

mujeres pobres en general sufren, la mayoría de las veces, la imposibilidad

de acceder a los servicios de salud reproductiva, en particular a los medios

de planificación familiar no naturales. Este es uno de los aspectos de mayor

inequidad y violación de derechos ciudadanos en el campo de la salud. Si

bien el gobierno de la Ciudad ofrece, desde hace años, este tipo de servicios,

se destaca la ausencia de campañas de prevención y promoción que lleguen

a toda la población y entonces la atención se limita a la demanda

espontánea.

Al tener en cuenta los indicadores de mortalidad, se observa que la

Ciudad registró el menor nivel de mortalidad de la primera infancia del

país8 y que los mayores riesgos relativos9 se ubicaron en la mortalidad fetal

(8,3), infantil por causas reducibles (7,7), postneonatal (5,5) y neonatal

(5,0). Nuevamente es la CE 4 (Boca) la que presentóa los valores máximos,

registrando ocho veces la mortalidad fetal y seis veces la mortalidad

postneonatal de la CE 25 (Villa Devoto, Villa Real, Villa del Parque) y ocho

veces la mortalidad infantil por causas reducibles y cinco veces la neonatal

de la CE 20 (Retiro).

8 Cuadro 8.1 del Anexo B. 9 Cuadro 7.8 del Anexo B.

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Debe recordarse que la CE 4 (Boca) fue la que presentó, durante esta

década los valores máximos en los indicadores de desigualdad social10; casi

la mitad de sus niños vivían en hogares con necesidades básicas

insatisfechas.

A partir de los indicadores seleccionados y con el objeto de elaborar

una estratificación en zonas, se utilizó el procedimiento de los

conglomerados de k medias11. Como resultado de su aplicación, se

agruparon las CE en tres conglomerados, que según la situación de riesgo de

la salud-enfermedad de la niñez, se identifican como: “baja”, “media” y

“alta”, correspondientes a los conglomerados 1, 2 y 3 respectivamente.

En la situación de riesgo “alta” se ubica12 sólo la CE 4 (Boca) que

es la que presentó los valores máximos en la mayoría de los indicadores

analizados, muy distanciados de los otros dos conglomerados. En la

situación de riesgo “baja”, que agrupa a diecinueve CE de las zonas norte,

centro y oeste de la Ciudad (Mapa 8.1), se ubican las que presentan los

menores niveles, es decir los menores riesgos al nacimiento y la menor

mortalidad de la niñez. Finalmente, en la situación “media” se encuentran

ocho CE que se ubican en las zonas este y sur de la Ciudad13.

10 Cuadro 6.1 del Anexo B. 11 Cuadro 2.1.3 del Anexo F. 12 Cuadro 2.1.4 del Anexo F. 13 Monserrat, Constitución, San Telmo, Balvanera, San Cristóbal, Barracas, Nueva

Pompeya, Parque Patricios, Villa Soldati, Villa Lugano, Villa Riachuelo, bajo Flores y parte de Parque Avellaneda.

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Mapa 8.1 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 1990.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

Referencias

baja

media

alta

Fuente: Cuadro 8.7 del Anexo B.

8.3 La situación en la década del 2000.

Para el total de la Ciudad, los indicadores de riesgo al nacimiento

presentan niveles diferentes a los registrados en la década anterior14. Por un

lado se redujo la proporción de madres con baja instrucción (-8 por ciento) y

los nacimientos de madres multíparas (-22 por ciento) y por otro, se

incrementaron las proporciones de nacimientos de pretérmino (16 por

ciento), de bajo peso (11 por ciento) y de madres solas y adolescentes que lo

hicieron en el 2 por ciento15. Se observa una situación similar en el resto del

país16. El incremento de los nacimientos de bajo peso y de pretérmino en la

Ciudad quizás tenga relación con el aumento de los partos por cesárea.

Como se señaló en el capítulo anterior, varios autores (Horte et. al., 1996:

Barbieri, 2000; Tavares de Andrade et. al., 2001; Moura da Silva et. al.,

14 Cuadro 7.6 del Anexo B. 15 Cuadro 7.7 del Anexo B. 16 Cuadro 8.2 del Anexo B.

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2003; d’Orsi et. al., 2005 y Luppi et. al., 2005) demostraron la asociación de

los nacimientos de pre-término y de bajo peso con la tasa de cesáreas.

Al analizar la desigualdad espacial, se observa que son los mismos

indicadores que los de la década anterior los que presentaron mayores

riesgos relativos, si bien las diferencias se ampliaron notablemente. Los

valores máximos los presenta ahora la CE 22 (Villa Soldati, Villa Lugano,

Villa Riachuelo y parte de Parque Avellaneda) que tiene veinte veces la

proporción de madres con baja instrucción y ocho veces la de madres

adolescentes de la CE 19 (Recoleta), que es la que presenta los valores

mínimos en los riesgos al nacimiento.

Con respecto a la mortalidad, con excepción de la mortalidad infantil

por causas reducibles que aumentó un 14 por ciento, los restantes

indicadores redujeron sus niveles17. Los mayores riesgos relativos18 se

ubican en la mortalidad postneonatal (8,6), la fetal (7,7) y la infantil por

causas reducibles (6,0). En este caso fue la CE 23 (Villa Soldati, Nueva

Pompeya, Parque Chacabuco y bajo Flores) la que registró los valores

máximos en todos los indicadores, mientras que la CE 16 (Belgrano y

Nuñez) tuvo los valores mínimos en la mayoría de ellos.

Se destaca que se registraron cambios en el interior de los grandes

universos barriales de la Ciudad. En la CE 23, durante esta década, cerca de

la tercera parte de la niñez residía en hogares con necesidades básicas

insatisfechas19. Asimismo, presentaba una de las mayores tasas de

desocupación del jefe del hogar (19,4 por ciento) y alta cobertura del

sistema público en la población total (46,8 por ciento) y en particular en la

niñez (61 por ciento).

Los resultados de la aplicación del procedimiento de los

conglomerados de k medias20 permitieron agrupar las CE en tres zonas

homogéneas identificadas como de situación de riesgo “baja”, “media” y

“alta”, correspondientes a los conglomerados 1, 3 y 2 respectivamente.

17 Cuadro 7.10 del Anexo B. 18 Cuadro 7.9 del Anexo B. 19 Cuadro 6.2 del Anexo B. 20 Cuadro 2.2.3 del Anexo F.

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En la situación de riesgo “alta” se ubican21 cinco CE, en su mayoría

del sur22 de la Ciudad, que son las que presentaron los mayores riesgos al

nacimiento y la mayor mortalidad de la niñez. En el otro extremo, la

situación de riesgo “baja” agrupa a catorce CE de la zona norte y centro.

Finalmente en la situación “media” se encuentran nueve CE de las zonas

este, sur y oeste de la Ciudad23.

Mapa 8.2 Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 2000.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

Referencias

baja

alta

media

Fuente: Cuadro 8.7 del Anexo B.

8.4 Cambios experimentados entre décadas.

La evidencia empírica sugiere que las diferencias sociales incidieron

en una creciente diferenciación en la salud-enfermedad de la niñez,

21 Cuadro 2.2.4 del Anexo F. 22 Monserrat, Boca, Nueva Pompeya, Barracas, Parque Patricios, Villa Soldati, Parque

Chacabuco, bajo Flores, Villa Lugano, Villa Riachuelo y parte de Parque Avellaneda. 23 Retiro, San Nicolás, Constitución, San Telmo, Barracas, Balvanera, Floresta, Velez

Sársfield, parte de Parque Avellaneda, Liniers, Mataderos, parte de Villa Luro, Versalles y Monte Castro.

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especialmente en los indicadores de riesgo al nacimiento24 y en la

mortalidad infantil. Se observa que aquellas CE donde la mortalidad infantil

se incrementó o experimentó menores reducciones son las mismas que

registraron incrementos notorios de la mortalidad infantil por causas

reducibles25. Es decir, en aquellos riesgos que pueden ser controlados con

acciones sencillas y de bajo costo en el sistema de salud, a través de la

prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno en el embarazo, en el

parto y en la atención del recién nacido. Estas acciones están insertas en la

estrategia de atención primaria que concibe integralmente los problemas de

salud-enfermedad-atención de las personas y del conjunto social. Por lo

tanto deberá darse prioridad absoluta a la misma si se quieren reducir los

riesgos en el desarrollo pleno de la infancia. En este sentido, una estrategia

ineludible es la implementación de acciones de comunicación social

destinadas a informar y empoderar a la población, incrementando el nivel de

conciencia respecto de sus derechos y promoviendo conductas saludables.

Comparando la ubicación de las CE en ambas décadas26 se observa

que más de la tercera parte de ellas empeoraron su situación. Algunas

descendieron del nivel bajo de riesgo al medio (CE 1-9-11-14-20-21-24)27 y

otras pasaron del nivel medio al alto (CE 2-13-22-23)28. En la mayoría de

los casos la explicación de este desplazamiento se encuentra en el

incremento del bajo peso al nacer y del pretérmino junto al aumento de la

mortalidad infantil por causas reducibles. Como ya se señalara, durante la

última década se incrementó la participación de los nacidos con menos de

1.000 gramos, que son los de más difícil sobrevivencia.

En resumen, las desigualdades sociales que se incrementaron en el

tiempo, dieron lugar a la profundización de situaciones injustas en la salud-

enfermedad de los niños. Si bien la tasa de mortalidad de la niñez en la

Ciudad es una de las más bajas del país, durante la década del 2000

murieron anualmente, en promedio, 450 niños menores de cinco años. De

24 Cuadro 7.7 del Anexo B. 25 Cuadro 7.10 del Anexo B. 26 Cuadro 8.3 del Anexo B. 27 Floresta, Velez Sársfield, Villa Luro, Parque Avellaneda, Balvanera, San Nicolás, Retiro,

Liniers, Mataderos, Versalles y Monte Castro. 28 Nueva Pompeya, Barracas, Parque Patricios, Monserrat, Villa Soldati, Villa Lugano,

Villa Riachuelo, Parque Chacabuco y bajo Flores.

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ellos cerca de 400 no cumplieron su primer año de vida. Muchas de esas

muertes podrían haberse evitado.

162

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9. Relaciones espaciales entre la situación de la salud-

enfermedad y la desigualdad social.

Los grandes cambios en las condiciones de salud de las personas a lo

largo del tiempo no necesariamente dependen de poner en práctica medidas

de salud pública o de control médico contra enfermedades concretas.

“Apuntan por el contrario, a la existencia de un vínculo profundo entre salud

y entorno social, incluidos los niveles y la distribución de la prosperidad en

cada sociedad” (Hertzman, Frank y Evans, 1996:77). Esto no significa que

la asistencia médica carezca de efectividad, sino que demuestra los efectos

poderosos que, desde una perspectiva de largo plazo, tienen los factores

externos al sistema asistencial y los límites de los efectos de la intervención

médica sobre la población.

Los entornos previos y en particular los de la primera infancia y los

anteriores al nacimiento, pueden representar un papel muy importante a la

hora de determinar el status posterior del individuo, tanto de salud como

socioeconómico. Los niños que viven en la pobreza, según Gershanik

(1993) están expuestos a un doble peligro. Por un lado, tienen mayor

contacto o están más expuestos a enfermedades, inadecuado apoyo social o

depresión parental. Por otro, sufren con mayor gravedad las consecuencias

de tales riesgos. Como se expusiera en los capítulos anteriores, la evidencia

empírica muestra que el incremento de la desigualdad social en la Ciudad

incidió en una creciente diferenciación en la salud-enfermedad de la niñez,

especialmente en la mortalidad de la misma. Aquellas divisiones territoriales

donde la desigualdad se incrementó o experimentó menores reducciones son

las mismas que registraron notorios aumentos en la proporción de niños

NBI, en los nacimientos de bajo peso al nacer y de pretérmino y en la

mortalidad por causas reducibles. O sea, en aquellos riesgos que pueden ser

controlados a través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno

en el embarazo, en el parto y en la atención del recién nacido, lo que

demuestra un acceso diferencial de la población a la medicina preventiva

según situación social.

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Mc Question sugiere que se necesitan nuevos enfoques teóricos para

explicar las transiciones contemporáneas de la mortalidad, considerando en

forma explícita las causas sociales del cambio demográfico. Propone

incorporar “el concepto de efectos de la interacción social en un modelo de

comportamientos de salud individuales” (2001:198). Su hipótesis central es

que los efectos de la interacción social contribuyeron a evitar que

recrudeciera la mortalidad en América Latina durante los años ochenta,

mediante el cambio de los comportamientos relativos a la salud y la

intensificación de la producción de salud en el hogar, compensando los

efectos negativos de la recesión económica prolongada. Su conclusión de

que las fuerzas sociales afectan los resultados de salud individuales por

encima de las fuerzas económicas y de otra índole “explicaría cómo la gente

puede estar volviéndose más sana mientras se sigue empobreciendo” (Mc

Question, 2001:199). A partir de su investigación sobre dos

comportamientos sanitarios importantes (la inmunización infantil y la

atención materna) en dos países sudamericanos (Colombia y Paraguay),

utilizando datos de las encuestas de salud y demográficas de 1990,

demuestra que las opciones de comportamiento de salud son contingentes en

gran medida con los comportamientos de salud de personas cercanas. Estos

efectos de interacción social ocurrirían en adición a los efectos individuales,

familiares y contextuales.

Los resultados obtenidos por McQuestion permiten reflexionar sobre

la importancia de la toma de conciencia, por parte de los diseñadores de

políticas y programas, de que los comportamientos respecto a la salud-

enfermedad son colectivos. Esto tendría implicancias profundas en las

condiciones de salud de los más pobres ya que los esfuerzos dirigidos a los

barrios donde los enfoques individuales fracasaron podrían inducir cambios

de comportamiento favorables. Para ello sería necesario impulsar un cambio

copernicano en el sistema de atención, favoreciendo el trabajo profesional

en la comunidad, la educación para la salud, la organización comunitaria y

asignando más recursos a los servicios del primer nivel de atención. Debería

trabajarse en forma articulada con los responsables del resto de las políticas

sociales, especialmente educación, vivienda y trabajo, buscando la

coordinación intersectorial para brindar a cada uno los servicios en la

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medida de sus necesidades. En este enfoque es fundamental la participación

y el compromiso de la comunidad y que los grupos sociales más

desfavorecidos sean reconocidos como sujetos sociales y no como meros

beneficiarios de políticas diseñadas verticalmente. Esto les permitiría

desarrollar capacidades autónomas y, siguiendo a Sen, llevar adelante el tipo

de vida que valorizan y alcanzar el camino que los aleje de la “pobreza real”

entendida como privación de capacidades.

Otros trabajos que exploran los nexos entre salud infantil, pobreza y

hábitat, observan que analizar la accesibilidad del hogar a los servicios

urbanos básicos permite establecer nuevas relaciones ente hábitat y salud, en

particular la relación que existe entre la salud de los niños, las características

físicas de su vivienda y las condiciones ambientales. En tal sentido,

Stephens (1995) llega a la conclusión de que las condiciones ambientales

del vecindario son más importantes para la salud de los niños que las

características de su vivienda. Los hogares pueden luchar por mejorar sus

condiciones habitacionales pero aún así no necesariamente podrán proteger

la salud de los niños en un ambiente barrial que es pobre. De igual modo, Di

Virgilio (2003) observa que las características del espacio barrial, son

mucho más determinantes a la hora de dar cuenta de las condiciones de

salud de las familias que los recursos que ellas poseen.

En este sentido, varios autores (Oszlak, 1991; Grillo, 1995 y Di

Virgilio, 2003) observaron que el empobrecimiento así como la

consolidación de procesos de concentración y exclusión social conformaron

para la Ciudad de Buenos Aires un mapa social donde se distinguen

claramente dos áreas. La zona sudoeste con fuerte presencia relativa de

estratos socioeconómicos bajos y la noreste con claro predominio de

estratos medios y altos. El resto de la Ciudad presenta un comportamiento

más heterogéneo con presencia de estratos medios y bajos. Por otro lado, así

como las villas de emergencia se expandieron en el período de sustitución

de importaciones del mismo modo durante la década de 1980 lo hicieron las

ocupaciones de edificios1 (Rodríguez, 2005). Esto configura un espacio

1 La autora señala como ejemplos de zonas de la Ciudad donde a comienzos de los ochenta

se localiza población ocupante los barrios de Villa Crespo, Paternal, San Telmo, Monserrat y Constitución.

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urbano de gran heterogeneidad hacia el interior de los barrios que se

encuentra oculto tras los promedios de las divisiones territoriales y que hasta

el momento no fueron captados por las fuentes tradicionales de datos.

También el trabajo de Luppi et. al. (2005) demostró que considerar

el contexto de pertenencia de la madre posibilita alcanzar resultados más

confiables que los que se obtendrían mediante los enfoques estadísticos

clásicos, que no toman en cuenta la pertenencia de los individuos a grupos.

Esto sería así, porque al estar en un mismo espacio social los

comportamientos individuales tenderían a estar correlacionados por ser

expresión de atributos de individuos próximos entre sí que comparten

condiciones de vida y salud semejantes.

Todos estos estudios demuestran la extrema influencia que los

factores “macro-medioambientales” sociales y físicos ejercen sobre los

patrones de salud-enfermedad. Puede afirmarse que los procesos de salud-

enfermedad ocurren de forma diferente y con distinta intensidad en función

de la inserción de las familias en la estructura social y de las condiciones del

medio ambiente en que viven. La capacidad que las familias tienen para

hacer frente a la enfermedad, define el grado de vulnerabilidad ante la

misma y por ende, el grado de riesgo posible.

En este marco, el propósito de este capítulo es profundizar el análisis

de las relaciones espaciales entre la situación de la salud-enfermedad de la

primera infancia y la desigualdad social medida a partir de la condición de

pobreza estructural. Además, con el objeto de elaborar un marco explicativo

que permita avanzar en la comprensión de los diferenciales observados, y a

partir de una estratificación en zonas, comprobar si las disparidades

existentes entre las distintas áreas geográficas se redujeron o se ampliaron.

Es importante destacar que la utilización del espacio, en tanto

variable analítica, es concebido como un medio para acceder no sólo al

conocimiento de los diferenciales espaciales sino también al de las

inequidades sociales y económicas asociadas a cada división territorial.

Pensar el espacio como una de las dimensiones básicas del proceso de

diferenciación y estructuración social y económica no solo resulta válido en

términos teóricos, sino que constituye una vía de acceso obligada al estudio

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de los diferenciales dadas las falencias de datos sociales que caracterizan a

las estadísticas oficiales.

Sin duda, el empobrecimiento así como la consolidación de procesos

de concentración y exclusión social, tienen su correlato con las distintas

formas que asume la apropiación y la producción del espacio urbano, con lo

que se dio en llamar el “ajuste urbano” (Grillo, 1995). La localización y

distribución territorial tiende a reproducir o a reflejar la estructura social:

“en general los sectores de mayores ingresos y riqueza ocupan, en la

distribución espacial, las zonas más privilegiadas en términos de

localización y acceso a servicios, en tanto que los sectores populares se

concentran en las zonas urbanas más marginales” (Ozslak, 1991:26). De esta

manera se consolidó en la Ciudad un mapa social en el que se destaca un

sector con fuerte presencia relativa de estratos socioeconómicos bajos (la

zona sur de la Ciudad) y una zona con predominio de estratos medios y altos

ubicada en el noreste; el área restante presenta un comportamiento más

heterogéneo con presencia de estratos medios y bajos.

9.1 Metodología e indicadores seleccionados.

Se recurrió al análisis estadístico multivariable que permitió trabajar

simultáneamente, para ambos momentos, con los indicadores de mayor

riesgo relativo identificados en el análisis realizado, en los capítulos 6 y 8,

de cada una de las dimensiones por separado. En particular se utilizaron dos

técnicas multivariadas descriptivas: análisis de los componentes principales2

y análisis de conglomerados3, a partir de las cuales se obtuvieron

agrupamientos espaciales clasificados según la asociación de las variables

incorporadas en el modelo.

En principio, el procedimiento consistió en determinar los ejes

factoriales principales, es decir las dimensiones que mejor representaban la

estructura del conjunto y proyectar, para su visualización, la nube de puntos

originales (indicadores) en estos ejes y en el cruce de los mismos (planos

factoriales). Esto sirvió para encontrar grupos homogéneos de variables, a

partir de un conjunto numeroso de ellas, que se formaron con las que se 2 Que puede encuadrarse dentro del conjunto de técnicas conocidas como métodos

factoriales. 3 A partir del procedimiento conglomerados de k medias.

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correlacionaban más entre sí y luego agrupar las divisiones territoriales a

partir de la similitud en una o más variables, conformando conglomerados

homogéneos entre sí.

9.2 La situación en la década de 1990.

9.2.1 Interpretación de los ejes factoriales.

En la matriz de correlaciones se observa la presencia de variables

que se correlacionan fuertemente entre sí4. La mayoría de los indicadores de

nacimientos de riesgo (baja instrucción de la madre, madres solas, madres

adolescentes y madres multíparas excepto nacimientos de pretérmino y bajo

peso) y de la mortalidad (fetal, post-neonatal y de la primera infancia)

poseen altas correlaciones con los indicadores de pobreza estructural (con

excepción del indicador condiciones sanitarias). Un buen dato desde el

punto de vista de la idoneidad del análisis es el valor del determinante, que

cuando las variables de una matriz están linealmente relacionadas se

aproxima a cero. En este caso el valor del mismo (2,851E-16) indica la

bondad del modelo.

Al estudiar la proporción de la varianza de cada indicador, que puede

ser explicada por el modelo factorial obtenido (comunalidades de la

extracción)5, puede valorarse cuáles son las variables peor explicadas por el

modelo. En este caso son la proporción de nacimientos de bajo peso y de

pretérmino6; el modelo es capaz de reproducir menos del 50 por ciento de la

variabilidad original de estos indicadores.

La información de la varianza explicada por cada componente7

permite tomar la decisión sobre el número conveniente de factores8 a

extraer. Se observa que con dos factores es posible explicar el 79 por ciento

de la variabilidad contenida en los datos y con tres casi el 86 por ciento.

Comparando las saturaciones relativas de cada variable en cada uno de los

tres componentes puede apreciarse que el primer factor está constituido por

4 Cuadro 3.1.1 del Anexo F. 5 Cuadro 3.1.2 del Anexo F. 6 Como se señalara en el capítulo 7 (punto 7.3) varios autores observaron que no son

indicadores idóneos para analizar desigualdades en salud. 7 Cuadro 3.1.3 del Anexo F. 8 Se utilizará indistintamente factor o componente.

168

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la mayoría de los indicadores seleccionados9 con excepción de bajo peso al

nacer, mortalidad infantil por causas reducibles y población NBI por

condiciones sanitarias. Todas estas variables saturan en un único factor (que

explica el 68,4 por ciento de la variabilidad) porque constituyen un grupo

diferenciado de variables dentro de la matriz de correlaciones. Este factor

parece reflejar la dimensión “pobreza-riesgo al nacer y problemas de

sobrevivencia de la niñez”. El segundo factor explica mejor la proporción de

población NBI por condiciones sanitarias (hogares con ningún tipo de

retrete) y la mortalidad infantil por causas reducibles. Por último, el tercer

factor está formado por una única variable: proporción de nacimientos de

bajo peso. Se decidió retener los componentes 1 y 2, ya que con los mismos

es posible explicar cerca del 80 por ciento de la variabilidad contenida en

los datos y porque sólo se deja fuera del modelo un indicador que como ya

se señalara, demostró no ser sensible para analizar desigualdades en salud.

El gráfico de las saturaciones factoriales de las variables del modelo

(Gráfico 9.1) representa el espacio definido por los componentes contenidos

en la solución factorial. Es un diagrama de dispersión en el que los factores

definen los ejes del espacio y las variables constituyen los puntos del

diagrama. Las coordenadas de una variable en cada factor se corresponden

con las saturaciones de la variable en dichos factores, es decir, con los

valores de la matriz de componentes.

En el gráfico pueden observarse tres grupos diferenciados de

variables. El primer grupo se encuentra próximo al extremo positivo del

factor 1, formado por la mayoría de los indicadores de riesgo al nacimiento,

sobrevivencia de la niñez y condición de pobreza estructural. El segundo

grupo de variables, más próximo al extremo positivo del factor 2, en el que

se ubican las proporciones de nacimientos de bajo peso al nacer y de

pretérmino y la pobreza por condiciones sanitarias. Más separada de estas

dos nubes de puntos se encuentra la mortalidad infantil por causas

reducibles que satura en ambos factores con niveles parecidos, pero con

distinto signo (en el primer factor positivo y en el segundo negativo).

9 Cuadro 3.1.4 del Anexo F.

169

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Gráfico 9.1 Saturaciones factoriales de las variables del modelo. Década 1990.

-1,0

-0,8

-0,6

-0,4

-0,2

0,0

0,2

0,4

0,6

0,8

1,0

-1,0 -0,8 -0,6 -0,4 -0,2 0,0 0,2 0,4 0,6 0,8 1,0

eje x factor 1

eje

y fa

ctor

2

NBIS

MULT

BAPEPRET

TMIR

MFET

MPIN

POST

NBI0-4

NBIHBAJI

NBIT

ADOLNBIV

NBIESOL

Fuente: Cuadro 3.1.4 del Anexo F.

A diferencia de lo que sucede con las variables, las

Circunscripciones Electorales (CE) están distribuidas alrededor del origen

(Gráfico 9.2) demostrando las distintas situaciones que conviven en la

ciudad.

La proyección de las CE sobre el primer componente10 se caracteriza

por la polarización de la CE 4 (Boca), situación que ya se observó en el

análisis por separado de ambas dimensiones. En una situación intermedia

(siempre del lado positivo del primer factor) se encuentran dos grupos, en el

primero están las CE 3, 8, 10, 12 y 1311 que presentan “pobreza con

mayores riesgos en la sobrevivencia de la niñez” (en particular mayores

niveles de mortalidad infantil por causas reducibles) y en el segundo, que

podría llamarse “pobreza con mayores riesgos al nacimiento” se encuentran

las CE 2, 9, 14, 20, 22 y 2312, que a su vez registran mayores proporciones

de nacimientos de pretérmino y de bajo peso. El resto de las CE se

10 Cuadro 9.1 del Anexo B. 11 Constitución, Barracas, San Cristóbal, parte de Balvanera, San Telmo y Monserrat. 12 Nueva Pompeya, Parque Patricios, parte de Balvanera, San Nicolás, Retiro, Villa Soldati,

Villa Lugano, Villa Riachuelo, Bajo Flores y parte de Parque Avellaneda y de Parque Chacabuco.

170

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encuentra del lado negativo del factor 1, es decir, son las que tienen menores

niveles de pobreza, de riesgo al nacer y de problemas en la sobrevivencia de

la niñez. Entre ellas se observa un grupo (CE 5, 6, 11, 18, 19, 21, 24 y 28)13

ubicado en el lado positivo del factor 2, son las que tienen mayores

participaciones de nacimientos de bajo peso y de pretérmino. Se destaca

también que registran altas proporciones de nacimientos atendidos por

médicos, hecho que quizás se relaciona con la existencia de parto por

cesárea o de riesgo.

Gráfico 9.2

Saturaciones factoriales de las Circunscripciones Electorales. Década 1990.

-4

-3

-2

-1

0

1

2

3

4

-3,5 -2,5 -1,5 -0,5 0,5 1,5 2,5 3,5

eje x factor 1

eje

y fa

ctor

2

20

142

923 22

4

3

12

1310

8

11

18

27

15

17

26

2517

16

2419

621 528

Fuente: Cuadro 9.1 del Anexo B.

9.2.2 Análisis de los conglomerados.

A partir de los indicadores seleccionados y con el objeto de elaborar

una estratificación en zonas, se utilizó el procedimiento de los

conglomerados de k medias14. Como resultado de su aplicación a las CE,

éstas se agruparon en tres conglomerados según la situación de la salud-

13 Liniers, Mataderos, Versalles, Monte Castro, Coghlan, Recoleta, Flores Norte y parte de:

Caballito, Pque. Chacabuco, Almagro, Boedo, Balvanera, Palermo, Villa Crespo, Floresta, Velez Sársfield, Villa Luro, Saavedra, Villa Urquiza y Belgrano.

14 Cuadro 3.2.3 del Anexo F.

171

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enfermedad de la niñez y su condición de pobreza estructural que se

identifican como “bajo riesgo”, “riesgo medio” y “alto riesgo”,

correspondientes a los conglomerados 1, 3 y 2 respectivamente.

En el conglomerado de riesgo alto se ubica sólo la CE 4 (Boca)15

que es la que presenta los valores máximos en la mayoría de los indicadores

analizados y muy distanciados de los valores de los otros dos

conglomerados. En el de riesgo bajo, que agrupa dieciséis CE de las zonas

norte, centro y oeste de la Ciudad, se ubican las que presentan menores

niveles de pobreza estructural, de riesgo al nacimiento y de problemas de

sobrevivencia de la niñez. Finalmente en la situación media se encuentran

once CE que se ubican en las zonas este y sur de la Ciudad.

Mapa 9.1

Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 1990.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

Referencias

bajo riesgo

riesgo medio

alto riesgo

Fuente: Cuadro 9.3 del Anexo B.

15 Cuadro 9.3 del Anexo B.

172

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9.3 La situación en la década del 2000.

9.3.1 Interpretación de los ejes factoriales.

Al igual que en los inicios de la década de 1990, en la matriz del

2000 se observa que la mayoría de los indicadores de riesgo al nacimiento

(excepto pretérmino y bajo peso) y de la mortalidad de la primera infancia

(excepto mortalidad fetal) poseen altas correlaciones con los indicadores de

pobreza estructural16. También el valor del determinante (1,729E-15) se

aproxima a cero, hecho que refiere sobre la eficacia del análisis

multivariable.

Cuando se analiza la proporción de la varianza de cada indicador,

que puede ser explicada por el modelo factorial obtenido17, se concluye que

la mortalidad fetal y la mortalidad infantil por causas reducibles son las

variables peor explicadas por el modelo, ya que éste reproduce menos del 60

y del 70 por ciento, respectivamente, de sus variabilidades originales. Esto

significa que otros indicadores no incluidos en este modelo explicarían una

parte importante de su variabilidad.

Con dos factores es posible explicar cerca del 81 por ciento de la

variabilidad contenida en los datos y con tres el 87 por ciento18. Al analizar

la matriz de componentes y comparar las saturaciones de cada variable en

cada uno de los componentes se observa que el primer factor está

constituido por la mayoría de los indicadores seleccionados excepto

nacimientos de pretérmino y de bajo peso19. Este factor, al igual que en la

década anterior, parece reflejar la dimensión “pobreza-riesgo al nacer y

problemas de sobrevivencia de la niñez”. El segundo factor explica mejor la

proporción de nacimientos de pretérmino y de bajo peso. Por lo tanto se

decidió retener estos dos factores, ya que con los mismos es posible explicar

más del 80 por ciento de la variabilidad contenida en los datos y a la vez no

dejan afuera ningún indicador del modelo.

El gráfico de las saturaciones factoriales de las variables (Gráfico

9.3) muestra que la mayoría se encuentran próximas al extremo positivo del

factor 1 “pobreza-riesgo al nacer y problemas de sobrevivencia de la niñez”.

16 Cuadro 4.1.1 del Anexo F. 17 Cuadro 4.1.2 del Anexo F. 18 Cuadro 4.1.3 del Anexo F. 19 Cuadro 4.1.4 del Anexo F.

173

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Más separadas se encuentran la proporción de nacimientos de pretérmino y

bajo peso y la mortalidad fetal, que no estarían fuertemente asociados a la

pobreza estructural.

Gráfico 9.3 Saturaciones factoriales de las variables del modelo. Década 2000.

-1,0

-0,8

-0,6

-0,4

-0,2

0,0

0,2

0,4

0,6

0,8

1,0

-1,0 -0,8 -0,6 -0,4 -0,2 0,0 0,2 0,4 0,6 0,8 1,0

eje x factor 1

eje

y fa

ctor

2

PRET

PABE

MFET

POST

MPIN

NBIVNBIT

NBI0-4NBIH

MULTNBIS

SOL

ADOLNBIETMIRBAJI

Fuente: Cuadro 4.1.4 del Anexo F.

Las CE están distribuidas alrededor del origen (Gráfico 9.4). La

proyección de las mismas sobre el primer componente muestra que del lado

positivo del primer factor se encuentran aquellas CE que registran los

riesgos mayores al nacimiento y a la sobrevivencia de la niñez, así como las

proporciones más altas de población con pobreza estructural. Dentro de ellas

se destacan dos grupos: en el primero están las CE 2, 4, 9, 12 y 1420,

ubicadas en el cuadrante formado por los lados positivos de ambos factores,

que son las que registran también altas proporciones de pretérmino y bajo

peso al nacer; en el segundo, constituido por las CE 3, 13, 20, 22 y 2321 se

ubican las que registran coordenadas negativas en el segundo factor y son

20 Parte de Nueva Pompeya y de Barracas, Pque. Patricios, Boca, parte de Balvanera y de

Constitución, San Telmo y San Nicolás. 21 Parte de Constitución y de Barracas, Monserrat, Retiro, Villa Lugano, Villa Riachuelo,

Villa Soldati, parte de Pque. Avellaneda, de Pque. Chacabuco y de Nueva Pompeya y el bajo Flores.

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las que presentan mayores tasas de mortalidad fetal. El resto de las CE se

ubican en el lado negativo del primer factor y son aquellas que presentan

menores niveles de pobreza estructural y menores riesgos al nacimiento y

sobrevivencia de la niñez. No obstante, entre ellas se destaca un grupo (CE

5, 6, 10, 15, 16, 19, 26 y 28)22 que se ubica en el lado positivo del factor 2,

que son las CE que registran los mayores niveles de pretérmino y bajo peso

al nacer. Cabe consignar que, al igual que a inicios de los noventa, la

mayoría de ellas presentan altos niveles de atención médica en el parto,

hecho que quizás se relacione con la existencia de parto por cesárea o de

riesgo.

Gráfico 9.4

Saturaciones factoriales de las Circunscripciones Electorales. Década 2000.

-2,5

-2

-1,5

-1

-0,5

0

0,5

1

1,5

2

2,5

-2,5 -2 -1,5 -1 -0,5 0 0,5 1 1,5 2 2,5

eje x factor 1

eje

y fa

ctor

2

23

13

22320

4

212

9

14

24

1

2725

8

2118

717

5

266

16

19

28

15

10

11

Fuente: Cuadro 9.2 del Anexo B.

9.3.2 Análisis de los conglomerados.

Nuevamente con el objeto de elaborar una estratificación en zonas se

aplicó el procedimiento de los conglomerados de k medias que permitió

22 Parte de Caballito, Parque Chacabuco, Flores Norte, Almagro, Boedo, Balvanera,

Chacarita, Villa Crespo, Paternal, Agronomía, Villa del Parque, Villa Gral. Mitre, Villa Santa Rita, Saavedra y Villa Urquiza y los barrios Villa Ortúzar, Belgrano, Nuñez, Recoleta y Coghlan.

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agrupar a las CE en tres conglomerados según la situación de la salud-

enfermedad y la importancia de la pobreza estructural que se identifican

como “bajo riesgo”, “riesgo medio” y “alto riesgo”, correspondientes a los

conglomerados 1, 3 y 2 respectivamente23.

En la situación de mayor riesgo se ubican las CE 2, 4, 12 y 1324 que

son las que presentan los valores máximos en los indicadores

seleccionados25. En el otro extremo, es decir con riesgo bajo y menores

niveles de pobreza estructural, se agrupan quince CE de las zonas norte,

centro y oeste. Finalmente, en la situación media se encuentran nueve CE de

las zonas este y sur de la Ciudad.

Mapa 9.2

Estratificación por conglomerados. Ciudad de Buenos Aires. Década 2000.

22

2

5

1

233

21

17

ReservaEcológica

16

6

1815

2526

28

7

24

27

4

20

9

19

8

1314

12

1110

N

EO

S

bajo riesgo

riesgo medio

alto riesgo

Referencias

Fuente: Cuadro 9.3 del Anexo B.

Independientemente de sus limitaciones, los resultados son

coincidentes en mostrar una mejor situación relativa en las CE de menor

23 Cuadro 4.2.3 del Anexo F. 24 Nueva Pompeya, Barracas, Pque. Patricios, Boca, Constitución, San Telmo y Monserrat. 25 Cuadro 9.3 del Anexo B.

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pobreza estructural y de empeoramiento en las de mayor pobreza

estructural.

9.4 Cambios experimentados entre décadas.

La evidencia empírica sugiere que las diferencias sociales incidieron

en una creciente diferenciación en la salud-enfermedad de la niñez. Se

observa que aquellas CE que incrementaron los nacimientos de riesgo

(especialmente nacimientos de madres solas y adolescentes) también

registraron deterioros absolutos y relativos en la mortalidad postneonatal y

la infantil por causas reducibles y son las mismas que incrementaron su

pobreza estructural, principalmente por la condición de hacinamiento.

Comparando la ubicación de las CE en ambas décadas se observa

que sólo cuatro CE empeoraron su situación26. La CE 11 (Balvanera)

aumentó su riesgo, pasando del conglomerado de riesgo bajo al de riesgo

medio. Las CE 2, 12 y 13 (Nueva Pompeya, Barracas, Pque. Patricios,

Constitución, San Telmo y Monserrat) pasaron del nivel medio al de alto

riego. En la mayoría de los casos la explicación de este desplazamiento se

encuentra en el incremento de la pobreza estructural y de los indicadores de

riesgo al nacimiento (madres solas, adolescentes, bajo peso y pretérmino) y

sólo en uno (CE 2) se adiciona la tasa de mortalidad infantil por causas

reducibles.

Los modelos obtenidos evidencian el importante papel que tienen las

condiciones sociales en las cuales vive la gente. Las familias más pobres,

como ya se señalara, sufren condiciones materiales más desfavorables y

tienen frecuentemente comportamientos que afectan sus condiciones de

salud, siendo los niños particularmente sensibles a estos factores. Es

evidente que entre ambas décadas se asistió a una creciente diferenciación

cualitativa y de inequidad socio-espacial, profundizándose en las zonas sur y

este de la Ciudad situaciones injustas en la situación de la salud-enfermedad

de la niñez. La evidencia empírica muestra que la creciente desigualdad

socioeconómica incidió en las condiciones de salud de los niños de los

hogares más pobres, especialmente en aquellos riesgos que pueden ser

controlados a través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno, 26 Cuadro 9.3 del Anexo B.

177

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es decir a través de la estrategia de la atención primaria. Esto demuestra,

como se afirmara en la primera de las hipótesis planteadas, que las políticas

de salud dirigidas a la primera infancia se mantuvieron bastante inflexibles a

los cambios que se produjeron en la condición socioeconómica de los

hogares y en el perfil epidemiológico de la niñez y no lograron disminuir los

efectos negativos que la crisis social tenía sobre la familia. El incremento de

la demanda sobre los servicios públicos, como consecuencia de la pérdida

de cobertura de las obras sociales, generó la dependencia de un sistema

público colapsado, donde los sectores medios empobrecidos desplazaron a

los más pobres, con menor capacidad de demanda. Mayor demanda para la

misma oferta significó la degradación en la calidad de atención que brindó

el servicio público hospitalario a la población cadenciada.

178

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Conclusiones “De qué sirve tratar las enfermedades de las personas para luego enviarlas de regreso a las condiciones que las enfermaron” Timothy Evans1

El propósito de la investigación fue establecer, para el período 1991-

2002, la relación existente entre la evolución de la salud-enfermedad de la

primera infancia y la desigualdad social en la Ciudad de Buenos Aires. A su

vez, a partir del análisis de las políticas y programas de salud, teniendo en

cuenta las desigualdades sociales, se buscó determinar su efecto en las

condiciones de la salud infantil. Es decir, establecer si se adaptaron a la

coyuntura y lograron mitigar los efectos de la crisis o si consistieron en un

factor adicional de desigualdad.

Se pretendió comprobar que durante la última década, las políticas

de salud dirigidas a la primera infancia se mantuvieron bastante inflexibles a

los cambios producidos en las condiciones socioeconómicas de los hogares

y en el perfil epidemiológico de la niñez, y que el diseño y la

implementación de dichas políticas privilegiaron una visión reparadora de la

salud, siendo el eje fundamental los servicios hospitalarios y no la atención

primaria.

La evolución de la mortalidad materno-infantil en la Ciudad desde

1860 y las políticas implementadas desde esa época, fueron incorporadas

con el objeto de comprobar el grado de efectividad de la conformación del

sistema de salud, prestando especial atención a la evolución de la red de

servicios con diferentes niveles de complejidad, así como al efecto que las

nuevas terapéuticas y el avance tecnológico tuvieron en la reducción de la

mortalidad en la niñez y en la disminución de las desigualdades entre los

distintos grupos sociales, frente a la muerte.

La salud fue considerada como un fenómeno multidimensional que

debe ser analizado en el contexto del acontecer económico, político y

cultural de la sociedad y no sólo como fenómeno biológico que atañe a los

individuos. Se asumió como inequidad la definición de Margaret

1 Sesión de apertura de la Consulta Regional sobre el Trabajo de la Comisión de

Determinantes Sociales de Salud, OPS, julio 2005.

231

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Whitehead, es decir, todas aquellas diferencias en las condiciones de salud

que se originan en condiciones socioeconómicas, culturales o del medio

ambiente que son innecesarias, evitables e injustas. Coincidiendo con Sen,

se piensa que la equidad en salud no puede consistir simplemente en

demandas relacionadas con la distribución de la atención sanitaria sino que

es multidimensional. Los factores que intervienen en el logro de una buena

salud van más allá de la prestación y distribución sanitaria: predisposiciones

genéticas, ingresos individuales, hábitos alimentarios, estilos de vida,

entorno epidemiológico y condiciones de trabajo.

Para desarrollar este análisis se trabajó con tres dimensiones: la

desigualdad social, la salud-enfermedad de la primera infancia y el sistema

de atención de la salud. En la primera dimensión, la unidad de análisis

fueron los hogares particulares usados como “proxy” de familia. Se

estudiaron a lo largo de la década algunos indicadores de la evolución del

mercado de trabajo, la distribución de los ingresos y la incidencia de la

pobreza y la indigencia, para establecer su efecto en la cobertura de salud de

la población. En la segunda dimensión, la unidad de análisis fue la primera

infancia, definida como los niños menores de 5 años. En ella se buscó

comprobar, según el sector social de pertenencia, las diferencias frente a la

enfermedad y/o muerte de los niños. En la tercera dimensión, la unidad de

análisis fueron las políticas de salud, los programas y las acciones

desarrolladas por el gobierno local y el gobierno nacional. En ella se analizó

la legislación del gobierno de la Ciudad y la política nacional, con el objeto

de conocer las normativas y acciones dirigidas a garantizar el derecho a la

salud de la población y se pretendió identificar las prioridades políticas del

Estado observando la ejecución presupuestaria.

En la primera dimensión se demostró que las políticas económicas,

aplicadas durante la década de 1990, acentuaron la disociación entre el

crecimiento del producto bruto geográfico y la distribución del ingreso,

evidenciando una tendencia a su mayor concentración. El aumento de la

desocupación abierta, la subocupación horaria y la precariedad laboral, así

como la caída del ingreso medio per cápita familiar, en un contexto de

agravamiento de su desigual distribución, acentuaron la inequidad. La

creciente desigualdad económica influyó en la existencia de disparidades en

232

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la cobertura de salud y por ende en su atención. Si bien la evidencia

empírica demostró que, tanto para la población pobre como para la no

pobre, se incrementó la participación de la cobertura del sistema público,

esta situación fue mucho más grave entre los pobres y aún más evidente

entre los niños.

Las desigualdades que generó la concentración de los ingresos en las

condiciones de vida de la población dieron lugar a que se profundizaran las

inequidades, configurándose una situación de pobreza de capacidades y de

medios que comprometieron las posibilidades de asegurarles a los niños un

crecimiento pleno de todas sus potencialidades.

La reestructuración económica creó nuevas divisiones sociales

dentro de la Ciudad e intensificó las que ya existían. Se asistió a una

creciente diferenciación cualitativa que, esquemáticamente, puede definirse

como norte-sur, pero que en realidad es mucho más compleja. La inequidad

socio-espacial dio por resultado la coexistencia de sectores privilegiados y

de sectores marginados o excluidos.

El aumento de la desigualdad, como era lógico suponer, dejó su

impronta en la situación de la salud-enfermedad de la primera infancia. En

la segunda dimensión se comprobó un aumento de los egresos hospitalarios

por infecciones respiratorias y enfermedad diarreica. También se advirtió

que más del 60 por ciento de la tasa de mortalidad infantil se debió al bajo

peso al nacer y que entre los niños de 1 a 4 años las causas de muerte más

frecuentes fueron los accidentes y las enfermedades infectocontagiosas.

Estas causas se relacionan con el medio físico y social, un mejor cuidado de

los padres, y con la malnutrición y la falta de higiene, o sea, con las

condiciones de vida de los niños más desfavorecidos desde el punto de vista

social y económico.

También se observó que en los inicios de la década de 1990, el 40

por ciento de los nacimientos ocurridos en las zonas con mayores niveles de

pobreza estructural concentró el 60 por ciento de los nacimientos de riesgo,

de las muertes fetales y post-neonatales, y más del 50 por ciento de las

muertes de menores de un año ocurridas por causas reducibles. A comienzos

del 2000 esta disparidad se incrementó y aumentó la concentración. La

mortalidad infantil y de la primera infancia se redujeron el 33 por ciento,

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pero creció la desigualdad: el riesgo relativo de la primera pasó de 4,1 a 5,4

y en la segunda de 2,7 a 4,7. Ello implica que se produjeron reducciones

diferenciales entre los distintos grupos sociales. Así se confirma que la salud

de los niños es altamente dependiente de las condiciones de vida existentes

en los barrios y en las familias donde nacen y se desarrollan, y que la

pertenencia a hogares con necesidades básicas insatisfechas es un factor que

condiciona las posibilidades de acceso a los servicios y las conductas en

relación al proceso salud-enfermedad.

Asimismo, la evidencia empírica corrobora la existencia de una

importante asociación entre la situación de la salud-enfermedad infantil y la

desigualdad social en la Ciudad. Al relacionar ambas dimensiones se

observó que aquellas divisiones de la Ciudad que incrementaron la

participación de los nacimientos de riesgo también registraron aumentos o

mínimas reducciones en la mortalidad infantil por causas reducibles y en la

mortalidad post-neonatal, y son las mismas que incrementaron su pobreza

estructural.

Con relación a la conducta de las familias ante la prevención y la

atención de la salud de los niños, y las estrategias de las mujeres en relación

a la atención de su embarazo y parto, se observó una disminución

importante en la cantidad de consultas realizadas en el año para el control de

la salud del niño y en la cantidad de controles durante el embarazo. Hacia

fines del período investigado, al analizar el tiempo transcurrido desde la

última consulta, se advirtió que la zona sur es la que presentaba mayor

proporción de población que hacía más de dos años que no consultaba al

médico. Esta zona es la que presenta los mayores niveles de pobreza

estructural y por ingresos; en ella residen más de la tercera parte de los

hogares más pobres de la Ciudad.

Los resultados obtenidos muestran que la creciente desigualdad

socioeconómica incidió en las condiciones de salud de los niños de los

hogares más pobres, especialmente en aquellos riesgos que pueden ser

controlados a través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno,

es decir a través de la estrategia de la atención primaria. Esto demuestra,

como se afirmara en la primera de las hipótesis, que las políticas de salud

dirigidas a la primera infancia se mantuvieron bastante inflexibles a los

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cambios que se produjeron en la condición socioeconómica de los hogares y

en el perfil epidemiológico de la niñez, y exige una actitud distinta por parte

de los servicios que deberían salir a “buscar a la población”.

En la tercera dimensión se analizaron las políticas, programas y

acciones desarrolladas por el gobierno de la Ciudad así como la política

nacional, dirigida a la promoción y atención de la salud de la primera

infancia. El análisis de la transición epidemiológica orientó la búsqueda

hacia aquellas modificaciones experimentadas por la realidad política que

demostraron tener incidencias en las variaciones registradas por el nivel de

mortalidad de la primera infancia.

Con respecto a las políticas y programas anteriores a la década de

1990 se observó, que hasta mediados de la década de 1870 la preocupación

de las autoridades estuvo orientada a solucionar los problemas funcionales de

equipamiento de la Ciudad y a organizar el sistema de atención de la salud; es

el período que se denominó "Etapa pre-organizativa de la protección de la

primera infancia". En los inicios del siglo XX, el movimiento higienista

postuló la necesidad de unir atención médica y asistencia social y se

concretaron distintas acciones cuyo objetivo fundamental fue la atención del

niño y el cuidado y protección de la mujer embarazada, parturienta y en

período de lactancia. A partir de los años treinta, se destacó el impulso que se

dio a la medicina preventiva con el dictado de numerosas leyes de protección

a la madre y al niño, y con la consolidación del servicio social como

complemento de la asistencia médica. Se conformó un campo doctrinario

favorable a la intervención del Estado nacional en la organización de los

servicios de salud; en la segunda mitad de esa década cobró vigencia el

concepto de “justicia social”. Comenzó a hablarse de planificación y de

integración de prácticas preventivas y se esbozó un abordaje integral del

problema de la salud, orientado a vincular trabajo, previsión, asistencia

social y atención médica.

La creación de las obras sociales marcó el inicio de un nuevo período

en la prestación de servicios para la atención de la salud. Uno de los pilares

de la reforma del sistema de esa época fue el reconocimiento del derecho al

bienestar. A partir de los años cincuenta, en el orden nacional, se inició una

política sanitaria de transferencia de servicios y se consolidó la medicina

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preventiva a través de la organización de programas de vigilancia

epidemiológica y campañas de vacunación. Asimismo, se reglamentó la

licencia por maternidad del personal femenino en relación de dependencia y

se instituyó el régimen de asignaciones familiares por maternidad y por

nacimiento.

Durante la década de 1960, mientras se consolidaba el sistema de

obras sociales y se expandía el sector privado, la orientación corporativa-

comunitaria llevó a la desjerarquización de las instituciones de salud

pública. A partir de los setenta, en el ámbito nacional, se comenzó a aplicar

un programa destinado a la protección de la salud de la madre y el niño, y en

el ámbito de la Ciudad, se dictaron numerosas disposiciones vinculadas con

la vigilancia epidemiológica y el reordenamiento de recursos en el área

materno infantil, creándose las unidades y secciones de pediatría en los

hospitales municipales. Con el golpe de 1976 comenzó el desmantelamiento

del Estado de Bienestar y la instauración progresiva de políticas sociales

neoconservadoras. En los ochenta, el gobierno alfonsinista aportó algunas

ideas para regular la producción de medicamentos y la importación de

aparatología y presentó al Congreso el proyecto de ley del Seguro Nacional

de Salud, que el debate político-ideológico no permitió concretar en ese

momento ni en el futuro.

A mediados de la década de 1990, conforme al principio federal

establecido en la reforma de 1994 de la Constitución Nacional, se reunió la

Convención Constituyente de la Ciudad, promulgando en octubre de 1996 la

Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como estatuto

organizativo. Este antecedente se constituyó en la referencia fundamental de

la normativa sancionada a partir de 1990.

También en la temática de los derechos, a fines de la década se

sancionó la Ley 114 sobre la Protección Integral de los Derechos de Niños,

Niñas y Adolescentes. A partir de allí, se reconoció a los niños como

titulares de los derechos que poseen los adultos, sumándoles otros derechos

especiales propios de su edad y se abandonó la concepción del niño como

objeto pasivo de intervención por parte de la familia, el Estado y la

sociedad.

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Poco tiempo después, la Legislatura de la Ciudad promulgó la Ley

153 Ley Básica de Salud, y a comienzos de la década del 2000 la Ley 418

de Salud Reproductiva y Procreación Responsable. La primera adopta los

principios de cobertura universal y solidaridad, garantizando el derecho a la

salud integral y priorizando la estrategia de atención primaria, mientras que

la segunda garantiza el ejercicio responsable de los derechos sexuales y

reproductivos y la atención integral durante el embarazo, parto y puerperio.

Por último, en el 2002, frente a la crisis económica y social que

estalló en diciembre de 2001, la Legislatura de la Ciudad, con el propósito

de garantizar la continuidad de la atención de la salud de la población,

sancionó la Ley 752 de Protección de Derechos y Atención de la Salud

Frente a la Crisis Económica y Social. Esta Ley dispuso varias medidas para

garantizar las prestaciones del primer, segundo y tercer nivel de atención en

los efectores de salud del subsector estatal.

En suma, a partir de la autonomía de la Ciudad se observó una

creciente voluntad legislativa para mejorar el sistema de salud. La política

de la Secretaría de Salud planteó una serie de acciones a implementar, entre

las que se destacan por su importancia: fomentar la participación de la

comunidad en la definición de sus necesidades de salud e incrementar la

accesibilidad geográfica y social mediante el fortalecimiento de los centros

de salud, los médicos de cabecera y la incorporación de nuevas modalidades

de atención (servicios domiciliarios, móviles sanitarios y consultas

telefónicas). Pero, una cosa es la formulación de propósitos y otra los

programas que se implementaron para lograrlos. La expansión del Programa

Médicos de Cabecera (que incorporó los Centros Médicos Barriales) al que

se suman los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CESAC), y los

consultorios externos y las guardias de los hospitales dependientes del

gobierno local, que a su vez se complementa con las obras sociales y el

sector privado, reflejan una superposición de servicios en la red de salud.

Esta superposición, pareciera incluso no proporcionar cobertura efectiva a

los sectores de población más vulnerables.

El fortalecimiento de los efectores desconcentrados y la

incorporación de nuevas modalidades de atención primaria no parecen haber

mejorado su llegada a la población. Se evidenció la baja proporción de

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inscriptos en el Programa Médicos de Cabecera en relación a la población

sin cobertura y se citaron los problemas señalados por los vecinos en los

foros barriales del año 2002, donde se solicitó incrementar las campañas de

difusión de los distintos programas. Además, los CESAC desvirtuaron la

misión para la que fueron creados, circunscribiéndose a atender la demanda

espontánea, dejando de lado la acción comunitaria y desconociendo las

necesidades de salud de la población de sus áreas de influencia. Será

necesario un cambio copernicano para que exista un lazo más fuerte entre

las familias y los centros, fortaleciendo la acción comunitaria de promoción

de la salud y prevención de enfermedades e implementando visitas

domiciliarias.

Por otra parte, se observó que la participación del gasto público

social tuvo una tendencia decreciente en el período analizado. La

participación del gasto en atención de la salud dentro del gasto total fue

creciente hasta fines de la década de los noventa, cuando se detuvo como

resultado de la crisis fiscal. Se confirma que tanto el período de expansión

como de reducción del gasto en salud estuvieron más relacionados con la

evolución del gasto público que con definiciones introducidas desde la

política de salud, lo cual verifica la inflexibilidad del gasto público social a

partir de ciertos niveles básicos.

Un análisis particularmente significativo resultó discriminar dentro

del gasto social total la participación del gasto social focalizado. Se verificó

que mientras la pobreza creció, el gasto social focalizado disminuyó

sensiblemente, registrándose sólo algunos incrementos coyunturales. Por lo

tanto, la asignación de gasto por hogar pobre tuvo una tendencia fluctuante.

La crisis del 2001, que se acentuó en el 2002, no se vio acompañada en el

presupuesto de la Ciudad por un incremento en la asignación de gasto por

hogar pobre que se redujo notablemente, confirmando su carácter procíclico.

Con respecto a las consecuencias de la crisis en el sistema de

atención de la salud, pueden sintetizarse cuatro efectos: progresivo deterioro

del financiamiento de los distintos subsistemas, crecimiento en el costo de

medicamentos e insumos, incremento en la demanda de los servicios

públicos y riesgos epidemiológicos considerables. Ante esta situación, la

estrategia del gobierno local apuntó a mejorar la utilización de los insumos

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hospitalarios y de las prestaciones ambulatorias, estructurando una política

de gestión de medicamentos y centralizando el sistema de compras.

Al analizar los presupuestos de salud se observó que la atención

clínico-quirúrgica junto con la atención ambulatoria desconcentrada y las

actividades centrales, participaron con las dos terceras partes del

presupuesto ejecutado. Al igual que en la década de 1980, más del 80 por

ciento de los gastos de salud del gobierno local correspondieron a los

servicios asistenciales de tipo curativo y a las actividades administrativas.

Se confirma, como se planteara en la segunda de las hipótesis, que el diseño

e implementación de las políticas de salud de la Ciudad, dirigidas a la niñez,

privilegiaron una visión reparadora de la salud, priorizando los intereses del

complejo industrial farmoquímico y las inversiones en medicamentos y en

innovaciones teconológicas, a través de las presiones ejercidas por los

profesionales y los medios de comunicación. El eje fundamental de la

atención de la salud fue la estructura de los servicios hospitalarios antes que

el sistema de atención primaria.

La adopción del método de la planificación normativa, en cuyo

marco se implementaron programas verticales diseñados desde los niveles

decisorios centrales, sin la participación de la comunidad y carentes de la

debida evaluación, reveló el carácter tecnocrático de las políticas sectoriales

implementadas. Los planificadores del sector salud elaboraron dichos

programas en base a indicadores descriptivos, a partir de la enfermedad y la

muerte, que miden la demanda pero no las necesidades de la población, no

reconociendo el carácter médico-social del proceso salud-enfermedad.

En síntesis, la Ciudad presenta una profunda situación de inequidad

socio-espacial. Haber trabajado a nivel de micro áreas puso al descubierto

diferencias que deben ser abordadas para resolver las necesidades de los

distintos espacios poblaciones. En este sentido, esta investigación constituye

un paso importante en el camino de la reducción de inequidades en tanto

posibilita dimensionar y espacializar los problemas relacionados con la

salud de la población y sus condiciones de vida.

En el distrito más rico del país se observan situaciones de privación

y negación de derechos humanos básicos, cuya resolución no requiere de

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más recursos sino de definir otro tipo de política pública más inclusiva y

dirigida a integrar los sectores carenciados a la Ciudad.

Resulta imperioso reorientar las políticas sociales con el fin de

acercar los recursos a las necesidades de la población, en especial,

asegurando protección a los grupos más vulnerables de acuerdo a sus

condiciones de vida, altamente pauperizadas. Es necesario romper con el

círculo perverso de la pobreza donde están envueltos los niños como

prisioneros de su destino.

La mayor deuda social se centra en la responsabilidad de los

gobernantes de garantizar la aplicación efectiva de políticas públicas que

aseguren los principios básicos de equidad, eficacia y calidad, que

garanticen el respeto de la dignidad humana. El objetivo de toda política

debe ser la promoción del desarrollo integral de las personas.

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ANEXOS

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ANEXO A – METODOLOGICO El objetivo de este anexo es explicitar los problemas de orden

metodológico encontrados en las fuentes de datos utilizadas.

1. Estadísticas vitales.

1.1. Los registros.

En las Ordenanzas e Instrucciones Reales del año 1573, la corona

española le ordena a la iglesia iniciar el registro de bautismos, matrimonios y

defunciones: así se inician los llamados registros parroquiales (Arretx et. al.,

1983). Los datos más antiguos que se encontraron para la Ciudad de Buenos

Aires se remontan al año 1601 y corresponden a registros de la primitiva

parroquia de la Catedral (Martínez, 1889).

Casi tres siglos después, en 1857, el gobierno de la provincia de

Buenos Aires reglamenta la forma en que debían llevarse los libros

parroquiales (Galarce, 1886). Estos libros constituyeron la fuente de

información de los hechos vitales de la Ciudad hasta que se estableció el

Registro Civil de las Personas. Latzina opina que antes del año 1887 los

bautismos omitían alrededor de un 10 por ciento de los nacimientos (Latzina,

1889). Lo mismo podría pensarse de los registros de defunción, que realmente

eran registros de entierros.

Los libros parroquiales fueron suplantados por otros libros creados por

la Ley 1565/84, sancionada el 25 de octubre de 1884, pero promulgada el 30

de octubre del mismo año, que establecía el registro del estado civil en la

capital y los territorios nacionales. La ley entró en vigencia en la Ciudad en

agosto de 1886, y a partir de entonces, el registro de estadísticas vitales fue

realmente de matrimonios, nacimientos y defunciones. La disposición legal

que hacía obligatoria la inscripción de los hechos vitales permitió suponer que

el registro sería más confiable.

Transcurridas varias décadas sin mayores cambios, se llegó al Decreto

Ley 8204 del 27 de septiembre de 1963 (con las modificaciones de las leyes

18248, 18327, 20751, 22.159, 23.515 y 23.776) sobre el denominado Registro

del Estado Civil y Capacidad de las Personas, que surgió como ley única de

alcance nacional en todo lo concerniente al Registro del Estado Civil y

1

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Capacidad de las Personas. Por Ley 14.586 se creó el Registro del Estado

Civil de las Personas de la Ciudad de Buenos Aires.

Desde la perspectiva estadística cabe destacar que, en 1968, la

entonces Dirección de Estadísticas de Salud de la Secretaría de Estado de

Salud Pública elaboró el Programa Nacional de Estadísticas Vitales para la

República Argentina. Este Programa se propuso generar datos comparables

para todo el territorio nacional y, por ello, todos los procesos debían cumplir

con principios y métodos uniformes.

La XI Reunión Nacional de Estadísticas de Salud, realizada en 1983,

elaboró y aprobó un documento que incluye los nuevos formularios para la

recolección de las estadísticas vitales. Los mismos se pusieron en uso a

partir del 1 de enero de 1984 (Ministerio de Salud y Acción Social, 1983).

En la XV Reunión Nacional de Estadísticas de Salud, realizada en 1999, se

aprobaron nuevos formularios para ser puestos en uso a partir del año 2001.

1.2. Las publicaciones.

Algunas publicaciones muy antiguas consignan cifras de bautismos,

defunciones y matrimonios ocurridos en Buenos Aires. Martínez refiere, por

ejemplo a: Lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima de

Concolocorvo de 1790; Guía de Buenos Aires de 1792 y Guía de Forasteros

de Araujo de 1803 (Martínez, 1889). Dos décadas después, el Registro

Estadístico de Buenos Aires consignó el número de bautismos, defunciones y

matrimonios ocurridos entre los años 1822 y 1825, y en el Registro

Estadístico de la Provincia de Buenos Aires figuran datos retrospectivos de

hechos vitales ocurridos entre 1829 y 1831. En 1854 se inicia la segunda serie

del Registro Estadístico de Buenos Aires y desde entonces se publican sin

interrupción las estadísticas vitales ocurridas y registradas en la Ciudad.

Teniendo en cuenta que el propósito fue analizar no sólo el nivel de la

mortalidad de la primera infancia en la Ciudad a partir de 1860, sino también

sus diferenciales y causas determinantes, y debido a que las variables

analizadas (nacimientos y defunciones) no fueron publicadas durante ese

período con la misma clasificación, fue necesario compatibilizar la

presentación de los datos para poder recomponer la serie histórica. A

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continuación se detalla el nivel de desagregación de la información publicada

para los distintos períodos.

Entre 1854 y 1860 se publicaron los bautismos según sexo y color de

piel (blancos y de color) y las defunciones según sexo, color de piel y grandes

grupos de edad (menos de 3 años, 3 a 20, 20 a 60, y 60 y más años), pero no

se cruzó la edad con el sexo. A partir de 1860 se divulgaron los bautismos

según legitimidad (legítimos y naturales), sexo y parroquia o congregación

(alemana, escocesa, francesa, inglesa, norteamericana) y las defunciones por

sexo y por edad (más detallada) según parroquia, congregación o

establecimiento público de ocurrencia; tampoco se cruzan la edad y el sexo.

Recién en 1873 comenzaron a publicarse las estadísticas de muertes

clasificadas por edad, sexo y causa de muerte (Mazzeo, 1993).

En 1887 apareció el Boletín Mensual de Estadística Municipal de la

Municipalidad de la Capital que incluyó, entre otros datos, una estimación de

la población de la Ciudad y las estadísticas de nacimientos, nacidos muertos,

matrimonios y defunciones según las 14 parroquias de entonces. Los cuadros

para nacimientos detallaban: el sexo, la legitimidad y la nacionalidad de los

padres; para los matrimonios: la edad, la nacionalidad y la ocupación de los

contrayentes, y para las defunciones: la edad, el sexo, la nacionalidad, el

estado civil y las enfermedades que ocasionaron la muerte. En el caso de las

defunciones de menores de 2 años consignaban: la edad, el sexo y la

enfermedad que causó la muerte.

Cabe destacar que todos los datos correspondían a los hechos

registrados en la Ciudad, sin distinción de los correspondientes a los

residentes; por lo tanto, los números sobredimensionaron los fenómenos

demográficos de la población residente. Como se indica más adelante,

debieron pasar varias décadas para que se dispusiera de la clasificación de los

hechos vitales según lugar de residencia.

Entre los años 1933 y 1947 se dispone de información por lugar de

residencia para los nacimientos y las defunciones generales aunque, en el caso

de las defunciones de menores de un año, ese período se circunscribe a 1934-

1939. Posteriormente, y hasta 1960, se retornó a la publicación de los datos

por lugar de ocurrencia y, desde entonces, se dispone de datos clasificados

por lugar de residencia. Es así que en el año 1960 se empalmó la serie de

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mortalidad de la primera infancia, que hasta ese momento era la ocurrida y

registrada en la Ciudad, con la mortalidad de residentes.

Desde 1887 hasta 1962 la Dirección General de Estadística publicó el

Boletín o Revista de Estadísticas de la Ciudad, que tuvo periodicidad

mensual, trimestral, semestral y anual, según los años. En 1963 se publicó el

primer número del Boletín Demografía (con datos de 1961) y la serie se

mantuvo hasta 1982, si bien a partir de 1977 (con datos de 1974) su nombre

cambia a Estadísticas Vitales. A partir de 1987 (con datos de 1983) comenzó

otra publicación sobre estadísticas vitales, la que estuvo más orientada a la

difusión de tasas y otros indicadores demográficos. En el Anexo D, se puede

ver el detalle de las fuentes de información de las estadísticas vitales

utilizadas según período.

Lo señalado afecta la medición del fenómeno, y si bien el objetivo del

trabajo no fue el de evaluar y ajustar la información básica, obliga a un

análisis cuidadoso de las cifras tendiente a obtener una adecuada estimación

del nivel de la mortalidad en la Ciudad.

1.3. La utilización de distintas nomenclaturas a través del tiempo.

Cuando se desea estudiar la evolución de las causas de muerte se

enfrentan cuatro grandes problemas. El primero es el problema derivado de

las múltiples revisiones efectuadas en las clasificaciones internacionales de

enfermedades, aunque existen estudios que superaron este inconveniente,

como en el caso de Francia (Vallin y Nizard, 1986). El segundo es la falta de

un significado claro y preciso en los criterios utilizados en el reagrupamiento

de las causas de muerte. Un tercer problema es que las estadísticas por causas

pueden estar afectadas por el grado de perfeccionamiento de los diagnósticos

y de la declaración de las causas de muerte. Finalmente, un cuarto problema

es el derivado del deterioro de la calidad de la certificación de la causa de

muerte que se registró especialmente en Argentina.

En la clasificación de las causas se requiere tomar en cuenta dos

requisitos: la comparabilidad entre las distintas clasificaciones o revisiones

utilizadas y su evolución histórica, y la pertinencia de los criterios de

clasificación, a fin de llegar a un análisis demográfico satisfactorio (Vallin,

1988). Las revisiones periódicas de las clasificaciones para adaptarse a

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cambios epidemiológicos, a nuevas posibilidades de diagnóstico y a la

aparición de nuevas entidades mórbidas, pueden originar problemas para el

estudio de las tendencias de la mortalidad por causas.

En la Ciudad, a lo largo del período analizado, se utilizaron varias

revisiones para codificar la causa de muerte. En las publicaciones de

estadísticas vitales sólo se citan a partir del año 1929, si bien es posible que se

hayan utilizado con anterioridad y no se las consignara en las publicaciones

precedentes.

En los años 1929 y 1930 se utilizó la 3º Revisión (1920), para el

período 1931-39 la 4º Revisión (1929); para 1940-49 la 5º Revisión (1938);

para 1950-61 la 6º Revisión (1948); 1962-68 la 7º Revisión (1955); 1969-78

la 8º Revisión (1965),1979-1996 la 9º Revisión (1975) y finalmente para el

período que comienza en el año 1997 la 10° Revisión (1995).

A pesar de las numerosas revisiones utilizadas para el análisis de la

importancia de las causas de muerte en la determinación del nivel de la

mortalidad de la niñez, fue posible identificar las causas seleccionadas a lo

largo de todo el período, cuyo detalle figura en el Anexo E.

1.4. La calidad de la información.

A partir de 1990 se trabajó con las bases de datos de los nacimientos y

defunciones de menores de 5 años, lo que permitió realizar una evaluación de

la calidad de información de las variables consignadas en los formularios

estadísticos. A partir de las variables que registraron un nivel aceptable de

calidad (menor al 3 por ciento de ignorado) se definieron los indicadores

utilizados para analizar las problemáticas de la natalidad y mortalidad de la

primera infancia, abandonando la idea de elaborar indicadores de nivel

socioeconómico por el alto peso del “ignorado” en las respuestas a esas

preguntas, tanto en el formulario estadístico de nacido vivo como de

defunción.

Entre los nacidos vivos las preguntas que registraron los promedios

más altos de ignorado (si bien en algunos casos mejoraron en los últimos

años del período) fueron: peso al nacer, semanas de gestación, edad de la

madre, país de residencia de la madre, máximo nivel de instrucción de la

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madre, situación conyugal de la madre y las preguntas sobre variables

económicas de ambos padres.

De los informes estadísticos de defunción surgen varias falencias.

Para los menores de un año, los problemas se verifican en peso al nacer y al

morir, edad de la madre, cantidad de embarazos y nacidos, situación

conyugal de la madre, residencia habitual y nivel de instrucción de la madre,

así como las preguntas referidas a situación laboral de los padres. En el caso

de los informes estadísticos de las defunciones fetales se observan

problemas de mala calidad en las siguientes preguntas: peso, causa de

muerte (mal definida), edad de la madre, total de embarazos, total de

defunciones fetales, país y departamento de residencia habitual de la madre,

nivel de instrucción de la madre, situación conyugal de la madre y las

preguntas referidas a situación laboral de los padres.

2. Estadísticas de morbilidad.

Para el análisis de la morbilidad de la población existen dos fuentes

de información: los egresos hospitalarios y las consultas externas que se

realizan en los establecimientos de una jurisdicción. Lamentablemente el

Programa Nacional de Estadísticas de Salud sólo centraliza la información

del subsector oficial. Lo mismo ocurre en el Gobierno de la Ciudad: la

Secretaría de Salud sólo maneja la información de los hospitales que

dependen de ella. Esta situación pone en evidencia el sesgo de cobertura del

Subsistema de Estadísticas de Prestaciones, Rendimientos y Morbilidad

Hospitalaria que está restringido al Subsector Oficial.

Asimismo, se encontraron otros problemas que dificultaron el

análisis. Los datos que se manejan en el Gobierno de la Ciudad son el total

de egresos y/o consultas externas, sin discriminar la residencia habitual del

paciente, lo que no permite analizar por separado la morbilidad de los

residentes. Tampoco se codifica la causa de consulta y/o diagnóstico

principal de la internación; por lo tanto se publican las estadísticas según

hospital y especialidad para el total de pacientes atendidos en ellos. Dos

semanas al año (una en mayo y otra en octubre) se realiza un muestreo de

consultas y egresos para codificar la residencia habitual del paciente y

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obtener un indicador de la importancia de los pacientes no residentes en la

atención hospitalaria de la Ciudad.

Por otro lado, en los años terminados en 0 y 5, con acuerdo del

Ministerio de Salud, se deben codificar los diagnósticos principales de los

informes estadísticos de hospitalización. De esta manera, se obtuvieron las

bases de egresos hospitalarios de los años 19951 y 2000, donde se

detectaron problemas referidos a la falta de codificación del domicilio

dentro de la Ciudad y a la ausencia de las variables socioeconómicas que no

permitieron analizar la distribución espacial de la morbilidad ni sus

diferenciales socioeconómicos. Sólo fue posible conocer el perfil

epidemiológico de la morbilidad de los niños y de las mujeres en edades

reproductivas residentes que se atendieron en los hospitales dependientes

el gobierno local.

3. Encu

el

de Nec

SIEMPRO de 1997 y 2001. La situación es más grave en la Encuesta 2001

d

estas de hogares y de condiciones de vida.

A partir de las bases de datos de la Encuesta Permanente de Hogares

se intentó obtener la importancia de la desigualdad social de los niños

utilizando como indicador la línea de pobreza. Con el objeto de investigar la

validez de este instrumento de captación, para analizar esta problemática,

separando la Ciudad del resto del Aglomerado, se calculó el indicador de

niños menores de 5 años bajo la línea de pobreza para un año determinado

(1999). Se observó que la muestra de la Ciudad presenta para este grupo de

edad un alto coeficiente de variabilidad (22%) y por lo tanto poco

confiable2. Entonces no fue utilizado este indicador y se lo reemplazó por

esidades Básicas Insatisfechas obtenido a partir de datos censales.

Por este mismo motivo (tamaño de la muestra y representación de

este grupo en ella) tampoco fue posible analizar la atención de la salud de la

primera infancia según indicador de pobreza (sea línea de pobreza,

agrupamiento de quintil de ingreso per cápita familiar o nivel educativo del

jefe del hogar) utilizando como fuente las Encuestas de condiciones de vida

1 Realizada a través de una muestra. 2 Los datos obtenidos en ese año para la Ciudad mostraban que la pobreza tenía una participación mayor en los niños menores de cinco años (15.9%) que en la población total (8.7%).

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donde existe un 27% de los hogares donde no se pudo calcular ingresos ni

línea de pobreza.

Para ambas muestras los coeficientes de variabilidad (tanto de los

totales como de las proporciones) fueron altos al tomar por separado la

Ciudad del Aglomerado Gran Buenos Aires. Sólo fue posible obtener

algunos indicadores de las proporciones para el total de la Ciudad, con

coeficientes de variabilidad inferiores a 10% en 1997 que son lo que se

analizan en el capítulo 7. A continuación se detallan los coeficientes de los

indicadores utilizados en ambas encuestas, destacándose que en el 2001

algunos incrementaron su variabilidad.

Indicador 1997 2001

Hasta 3º mes de embarazo 1,6 4,0

5 o más controles durante el embarazo 2,4 6,2

Control del embarazo en establecimiento no público 8,3 10,5

Atención del parto en establecimiento no público 8,0 9,7

Realización de control post parto 3,0 5,3

Amamantamiento hasta 6 meses inclusive 9,9 21,6

Cobertura de salud sólo de obra social en niños de 0-4 años 8,0 10,7

Permanencia con alguno de los padres la mayor parte del día 3,7 6,8

Consulta sin estar enfermo el niño en los últimos 12 meses - 2,0

Más de 6 controles sin estar enfermo el niño en los últimos 12 meses 4,7 17,1

Fuente: elaboración sobre la base de las Encuestas SIEMPRO 1997 y 2001.

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ANEXO B – APÉNDICE ESTADISTICO

Cuadro 4.1 Mortalidad de la primera infancia y sus componentes.

Tasas por mil nacimientos. Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

Período Neonatal Postneonatal -1 año 1-4 0-4 1860/64 153.8 130.1 283.9 66.2 350.1 1865/69 151.6 144.8 296.4 108.3 404.7 1870/74 120.6 146.2 266.8 95.7 362.5 1875/79 90.5 111.9 202.4 102.8 305.2 1880/84 60.1 110.9 171.0 85.9 256.9 1885/89 55.4 129.5 185.0 101.4 286.4 1890/94 40.4 115.4 155.7 107.4 263.1 1895/99 29.4 87.3 116.7 89.3 206.0 1900/04 24.1 72.5 96.7 75.7 172.3 1905/09 23.6 70.8 94.5 59.6 154.1 1910/14 23.3 72.9 96.2 55.0 151.2 1915/19 22.0 69.9 91.9 61.0 152.9 1920/24 21.6 62.6 84.2 44.9 129.1 1925/29 19.1 58.7 77.8 40.5 118.4 1930/34 19.1 44.1 63.1 28.6 91.7 1935/39 19.5 32.0 51.5 19.7 71.2 1940/44 19.0 24.9 43.9 11.3 55.2 1945/49 17.9 20.0 37.9 7.5 45.3 1950/54 15.3 19.5 34.7 6.7 41.5 1955/59 15.2 18.5 33.7 6.1 39.8 1960/64 16.3 14.8 31.1 4.4 35.5 1965/69 21.4 13.2 34.6 4.6 39.2 1970/74 19.6 11.4 31.1 3.6 34.7 1975/79 17.8 8.1 25.8 3.2 29.0 1980/84 13.3 5.0 18.3 2.3 20.6 1985/89 11.5 4.3 15.8 2.8 18.6 1990/94 9.9 4.8 14.7 2.1 16.8 1995/99 8.4 4.0 12.3 2.0 14.4 2000/02 6.1 3.2 9.3 1.3 10.6

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

1

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Cuadro 4.2 Mortalidad de la primera infancia y sus componentes, fetal y materna.

Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002. Indices de variación 1860-64 y 1890-94 = 100.

Período Neonatal Postneo. -1 año 1-4 0-4 Fetal Materna 1860/64 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1865/69 98.6 111.2 104.4 163.6 115.6 1870/74 78.4 112.4 94.0 144.4 103.5 1875/79 58.9 86.0 71.3 155.2 87.2 1880/84 39.1 85.3 60.2 129.7 73.4 1885/89 36.1 99.5 65.2 153.2 81.8 1890/94 26.2 88.6 54.8 162.2 75.1 100.0 100.0 1895/99 19.1 67.1 41.1 134.9 58.8 81.0 111.5 1900/04 15.7 55.7 34.0 114.3 49.2 84.0 131.0 1905/09 15.4 54.4 33.3 90.0 44.0 87.1 137.2 1910/14 15.2 56.0 33.9 83.1 43.2 83.5 146.2 1915/19 14.3 53.7 32.4 92.1 43.7 83.2 151.3 1920/24 14.0 48.1 29.6 67.9 36.9 82.3 144.8 1925/29 12.4 45.1 27.4 61.2 33.8 79.3 117.2 1930/34 12.4 33.9 22.2 43.2 26.2 75.9 105.4 1935/39 12.7 24.6 18.1 29.8 20.3 73.0 93.8 1940/44 12.4 19.1 15.5 17.0 15.8 62.9 78.6 1945/49 11.6 15.4 13.3 11.3 12.9 59.1 47.2 1950/54 9.9 15.0 12.2 10.2 11.9 56.9 31.1 1955/59 9.9 14.2 11.9 9.2 11.4 47.4 21.9 1960/64 10.6 11.3 10.9 6.7 10.1 21.7 31.4 1965/69 13.9 10.2 12.2 7.0 11.2 32.3 36.9 1970/74 12.8 8.8 10.9 5.5 9.9 24.6 43.5 1975/79 11.6 6.2 9.1 4.8 8.3 13.3 26.9 1980/84 8.7 3.8 6.5 3.4 5.9 10.3 12.0 1985/89 7.5 3.3 5.6 4.2 5.3 10.6 11.9 1990/94 6.4 3.7 5.2 3.2 4.8 12.0 8.0 1995/99 5.4 3.0 4.3 3.1 4.1 11.5 2.1 2000/02 3.9 2.5 3.3 2.0 3.0 8.1 5.4

Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 4.1.

2

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Cuadro 4.3 Tasa de mortalidad infantil en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires.

Período 1861-2000.

Países 1861-1865 1871-1875 1881-1885 1891-1895 1901-1905 Alemania a - - - - 199 Argentina - - - - - Austria - - - - 216 Bélgica 165 151 156 164 154 Checoslovaquia - - - - 225 Chile - - - - 282 Dinamarca 137 137 134 139 119 España 187 - 193 - 172 Francia 179 178 167 170 139 Hungría - - - - 213 Inglaterra y Gales 151 153 139 151 135 Italia - 217 195 184 167 Portugal - - - - 143 Suecia 136 134 116 103 91 Suiza - 198 171 155 134 Uruguay - - - - 103 Ciudad de Bs. As. 297 252 175 146 92

Países 1911-15 1921-25 1931-35 1941-45 1951-55 Alemania a 155 119 73 71 49 Argentina b - - - 82 64 Austria 191 138 99 92 51 Bélgica 139 106 89 86 44 Checoslovaquia c 191 156 119 83 49 Chile 283 214 197 154 125 Dinamarca 97 82 71 48 27 España 152 143 112 109 60 Francia 124 100 74 82 45 Hungría 207 187 157 126 69 Inglaterra y Gales 110 76 62 49 27 Italia 140 123 105 110 58 Portugal 152 146 146 130 91 Suecia 72 60 50 31 19 Suiza 99 65 48 40 29 Uruguay 105 109 99 85 51 Ciudad de Bs. As. 96 83 59 42 33

Continúa

3

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Países 1961-65 1971-75 1981-85 1990 2000 Alemania a 27 22 10 7 5 Argentina d 59 61 30 25 17 Austria 31 24 12 8 5 Bélgica 26 18 11 8 5 Checoslovaquia 23 21 16 10 5 Chile 103 67 22 17 11 Dinamarca 20 12 8 8 4 España 41 22 11 8 4 Francia 24 15 9 8 4 Hungría 43 34 20 15 8 Inglaterra y Gales e 21 17 10 8 6 Italia 39 25 12 9 5 Portugal 75 43 19 13 6 Suecia 15 10 7 6 3 Suiza 20 13 7 7 5 Uruguay 49 49 32 20 15 Ciudad de Bs. As. 31 29 17 16 9

Notas:

a Las tasas presentadas corresponden a Alemania, a partir de 1945 corresponde a la República Federal de Alemania y a partir de 1990 nuevamente a Alemania. Los datos del quinquenio 1941-45 corresponden al quinquenio 1946-50. b El valor del quinquenio 1941-45 corresponde a 1944-45. c El valor del quinquenio 1941-45 corresponde a 1946-50. d El valor del quinquenio 1971-75 corresponde a 1970. e Los valores de 1990 y 2000 corresponden a Reino Unido. Fuente: elaboración en base a Swarop (1964) para el período 1861-1895; Massuy-Stroobant (1997) para el período 1901-1985 y Naciones Unidas (2004) para 1990 y 2000. Para Chile 1960 a 1990 en base a Taucher y Jofré (1995) y para Uruguay 1900 a 1989 Macció y Damonte (1994).

Cuadro 4.4

Tasa de mortalidad fetal en países seleccionados y en la Ciudad de Buenos Aires. Período 1901-2000.

Países 1901-1905 1911-15 1921-25 1931-35 1941-45 Alemania a 31 30 32 28 22 Austria 27 25 25 27 21 Bélgica 36 36 39 32 25 Checoslovaquia 29 27 24 21 16 Dinamarca 24 23 24 25 21 España 25 25 27 32 26 Francia 45 44 33 32 27 Hungría 20 20 27 28 23 Inglaterra y Gales - - - 41 30 Italia 43 41 43 34 29 Portugal 16 33 42 42 44 Suecia - - 24 27 33 Suiza 35 31 28 22 17 Ciudad de Bs. As. 44 44 44 40 32

Continúa

4

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Países 1951-55 1961-65 1971-75 1981-85 1990 f 2000 g Alemania a e 21 13 9 5 4 4Austria 19 13 9 5 - 4Bélgica 19 14 10 7 6 5Checoslovaquia 14 9 7 5 - 3Dinamarca 18 11 7 5 - 4España c 29 24 15 7 3 3Francia c 18 16 12 8 5 5Hungría 18 16 12 8 - 6Inglaterra y Gales b 23 17 12 6 4 5Italia d 30 22 13 7 4 4Portugal e 39 30 19 12 - 3Suecia 18 12 7 4 4 4Suiza 15 11 8 5 - 4Ciudad de Bs. As. 29 13 11 5 5 4

a Las tasas presentadas corresponden a Alemania, a partir de 1945 corresponde a la República Federal de Alemania y a partir de 1990 nuevamente a Alemania. Los datos del quinquenio 1941-45 corresponden al quinquenio 1946-50. b Los valores de 1990 y 2000 corresponden a Reino Unido. c Los valores de 2000 corresponden a 1999. d Los valores de 2000 corresponden a 1997. e Los valores de 2000 corresponden a 2001. f Los valores corresponden a mortalidad fetal tardía de 1995. g Los valores corresponden a mortalidad fetal tardía. Fuente: elaboración en base a Massuy-Stroobant (1997) para el período 1901-1985 y Naciones Unidas (2004) para 1990 y 2000.

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Cuadro 4.5 Estructura porcentual de la mortalidad de la primera infancia.

Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

Período Neonatal Postneonatal 1-4 0-4 1860/64 43.9 37.2 18.9 100.0 1865/69 37.5 35.8 26.8 100.0 1870/74 33.3 40.3 26.4 100.0 1875/79 29.7 36.7 33.7 100.0 1880/84 23.4 43.2 33.4 100.0 1885/89 19.4 45.2 35.4 100.0 1890/94 15.3 43.8 40.8 100.0 1895/99 14.3 42.4 43.4 100.0 1900/04 14.0 42.1 43.9 100.0 1905/09 15.3 46.0 38.7 100.0 1910/14 15.4 48.2 36.4 100.0 1915/19 14.4 45.7 39.9 100.0 1920/24 16.7 48.5 34.8 100.0 1925/29 16.1 49.6 34.3 100.0 1930/34 20.8 48.0 31.2 100.0 1935/39 27.4 45.0 27.7 100.0 1940/44 34.5 45.1 20.4 100.0 1945/49 39.4 44.1 16.5 100.0 1950/54 36.8 47.0 16.3 100.0 1955/59 38.3 46.4 15.4 100.0 1960/64 46.0 41.6 12.4 100.0 1965/69 54.5 33.7 11.8 100.0 1970/74 56.5 33.0 10.5 100.0 1975/79 61.3 27.8 10.9 100.0 1980/84 64.8 24.2 11.0 100.0 1985/89 61.9 23.2 14.9 100.0 1990/94 58.8 28.5 12.7 100.0 1995/99 58.3 27.5 14.2 100.0 2000/02 57.5 30.2 12.3 100.0

Fuente: elaboración sobre la base de Cuadro 4.1.

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Cuadro 4.6 Esperanza de vida a las edades 0 y 4. Ambos sexos.

Ciudad de Buenos Aires, 1855-2002.

Período e(0) e(4) Amplitud del Aumento por año Ganancia entre períodos intervalo e(0) e(4) e(0) e(4)

1855 32.27 39.77 14 -0.42 0.07 -5.87 0.92

1868-1870 26.40 40.69 18 0.29 -0.02 5.28 -0.29

1887 31.68 40.40 8 1.15 1.01 9.20 8.11

1894-1896 40.88 48.51 9 0.76 0.48 6.80 4.32

1903-1905 47.68 52.83 5 -0.15 -0.10 -0.77 -0.51

1908-1910 46.91 52.32 5 0.34 0.24 1.72 1.18

1913-1915 48.63 53.50 22 0.49 0.37 10.81 8.04

1935-1937 59.44 61.54 11 0.53 0.41 5.80 4.47

1947 65.24 66.01 13 0.42 0.39 5.50 5.05

1959-1961 70.74 71.06 10 -0.16 -0.29 -1.56 -2.89

1969-1971 69.18 68.17 11 0.28 0.14 3.05 1.52

1980-1981 72.23 69.69 10 0.05 0.04 0.49 0.40

1990-1992 72.72 70.09 10

2001-2002 75.91 75.80 0.32 0.57 3.19 5.71 Fuente: elaboración en base a Müller (1974) e INDEC (1975-1988-1995-2004).

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Cuadro 4.7 Proporción de las muertes de 0-4 años en el total de defunciones.

Ciudad de Buenos Aires, 1860-2002.

Período 0-4 en total Período 0-4 en total 1860/64 44.9 1930/34 15.3 1865/69 40.4 1935/39 11.0 1870/74 32.4 1940/44 9.4 1875/79 46.7 1945/49 8.8 1880/84 35.9 1950/54 8.9 1885/89 38.8 1955/59 8.3 1890/94 42.5 1960/64 3.9 1895/99 41.2 1965/69 3.8 1900/04 37.4 1970/74 4.9 1905/09 33.2 1975/79 4.2 1910/14 32.4 1980/84 2.5 1915/19 27.9 1985/89 2.3 1920/24 22.9 1990/94 1.9 1925/29 20.7 1995/99 1.7

2000/02 1.4

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

Cuadro 4.8 Tasas de mortalidad (por mil) según grupo de edad por causa de muerte.

Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.

Mortalidad en menores de 1 año

Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total1890/94 13.0 10.6 33.1 0.7 15.8 82.6 155.71895/99 8.2 16.7 28.7 0.5 12.6 49.9 116.71900/04 9.1 31.1 22.6 0.8 10.9 22.2 96.7 1905/09 8.4 31.5 22.2 0.8 10.8 20.9 94.5 1910/14 8.6 39.6 21.4 1.0 12.5 13.0 96.2 1915/19 8.5 33.8 20.6 1.0 13.2 14.9 91.9 1920/24 7.6 27.5 21.8 0.8 11.7 14.8 84.2 1925/29 7.5 23.4 21.6 2.4 9.6 13.3 77.8 1930/34 6.5 14.5 16.9 2.4 11.9 11.0 63.1 1935/39 4.7 11.2 13.4 1.9 13.6 6.6 51.5 1940/44 3.1 8.7 11.0 3.0 14.9 3.2 43.9 1945/49 1.9 5.2 7.5 3.5 15.3 4.4 37.9 1950/54 1.6 1.4 8.0 2.1 13.7 7.9 34.7 1955/59 1.5 1.0 6.3 2.5 15.0 7.4 33.7 1960/64 1.8 2.6 6.3 3.2 15.3 1.9 31.1 1965/69 3.5 2.1 4.4 3.9 18.2 2.6 34.6 1970/74 4.3 1.4 5.2 3.4 13.6 3.1 31.1 1975/79 2.8 0.8 3.3 3.6 12.5 2.8 25.8 1980/84 0.5 0.2 1.7 3.6 10.5 1.8 18.3 1985/89 0.5 0.2 0.9 3.4 9.3 1.5 15.8 1990/94 0.3 0.1 0.7 3.2 8.3 2.1 14.7 1995/99 0.3 0.0 1.1 3.0 5.9 1.9 12.3 2000/02 0.2 0.0 1.2 2.6 4.5 0.9 9.3

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Mortalidad en 1 a 4 años Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total 1890/94 26.4 6.3 33.4 1.1 0.2 40.2 107.4 1895/99 19.6 4.1 28.2 0.3 0.1 37.1 89.3 1900/04 17.6 10.4 20.3 0.3 0.0 27.0 75.7 1905/09 10.9 9.9 21.5 0.2 0.1 17.1 59.6 1910/14 11.0 10.7 19.2 0.2 0.1 13.8 55.0 1915/19 13.2 10.0 21.6 0.3 0.1 15.8 61.0 1920/24 9.2 6.5 16.8 0.1 0.2 12.0 44.9 1925/29 10.8 3.9 13.1 0.2 0.2 12.2 40.5 1930/34 8.3 2.5 9.8 0.1 0.1 7.8 28.6 1935/39 5.8 1.9 6.1 0.1 0.1 5.7 19.7 1940/44 3.7 0.9 2.8 0.6 0.1 3.2 11.3 1945/49 2.1 0.6 1.5 0.5 0.2 2.7 7.5 1950/54 1.2 0.1 1.7 0.3 0.1 3.3 6.7 1955/59 1.4 0.1 1.3 0.1 0.1 3.1 6.1 1960/64 0.8 0.3 0.9 0.2 0.0 2.0 4.4 1965/69 1.2 0.3 1.0 0.4 0.0 1.9 4.6 1970/74 1.0 0.1 0.6 0.3 0.0 1.6 3.6 1975/79 0.7 0.1 0.4 0.3 0.0 1.6 3.2 1980/84 0.2 0.0 0.3 0.3 0.0 1.5 2.3 1985/89 0.2 0.0 0.3 0.3 0.0 1.9 2.8 1990/94 0.1 0.0 0.3 0.3 0.0 1.4 2.1 1995/99 0.1 0.0 0.3 0.4 0.0 1.2 2.0 2000/02 0.1 0.0 0.2 0.2 0.0 0.8 1.3

Mortalidad en 0 a 4 años

Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total1890/94 39.3 16.8 66.5 1.7 15.9 122.8 263.11895/99 27.8 20.8 56.9 0.8 12.7 87.0 206.01900/04 26.8 41.5 42.9 1.1 10.9 49.2 172.31905/09 19.2 41.3 43.6 1.1 10.9 38.0 154.11910/14 19.6 50.4 40.6 1.2 12.6 26.8 151.21915/19 21.7 43.8 42.2 1.3 13.3 30.7 152.91920/24 16.8 34.0 38.6 0.9 11.9 26.8 129.11925/29 18.4 27.3 34.7 2.6 9.9 25.5 118.41930/34 14.8 16.9 26.6 2.5 12.0 18.8 91.7 1935/39 10.5 13.1 19.5 2.1 13.7 12.3 71.2 1940/44 6.8 9.6 13.8 3.6 15.0 6.4 55.2 1945/49 4.0 5.8 9.0 4.0 15.5 7.1 45.3 1950/54 2.8 1.5 9.7 2.4 13.8 11.2 41.5 1955/59 2.9 1.1 7.7 2.6 15.1 10.5 39.8 1960/64 2.6 2.9 7.2 3.5 15.3 4.0 35.5 1965/69 4.6 2.4 5.3 4.3 18.2 4.5 39.2 1970/74 5.3 1.5 5.9 3.7 13.6 4.6 34.7 1975/79 3.5 0.9 3.7 3.9 12.6 4.5 29.0 1980/84 0.6 0.2 2.0 3.9 10.6 3.3 20.6 1985/89 0.7 0.2 1.2 3.7 9.3 3.4 18.6 1990/94 0.5 0.1 0.9 3.4 8.3 3.6 16.8 1995/99 0.4 0.0 1.4 3.4 5.9 3.1 14.4 2000/02 0.3 0.0 1.4 2.8 4.5 1.7 10.6

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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Cuadro 4.9 Proporción de muertes según grupo de edad por causa.

Ciudad de Buenos Aires, 1890-2002.

Proporción en muertes de menores de 1 año Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total 1890/94 8.3 6.8 21.3 0.4 10.1 53.0 100.01895/99 7.1 14.3 24.6 0.4 10.8 42.8 100.01900/04 9.4 32.2 23.4 0.9 11.3 22.9 100.01905/09 8.9 33.3 23.5 0.9 11.4 22.1 100.01910/14 9.0 41.2 22.3 1.1 13.0 13.5 100.01915/19 9.2 36.7 22.4 1.1 14.3 16.2 100.01920/24 9.0 32.7 25.9 0.9 13.9 17.6 100.01925/29 9.7 30.0 27.7 3.1 12.4 17.1 100.01930/34 10.3 22.9 26.7 3.7 18.9 17.5 100.01935/39 9.1 21.8 26.1 3.7 26.4 12.9 100.01940/44 7.0 19.9 25.1 6.9 33.9 7.3 100.01945/49 5.0 13.6 19.9 9.3 40.5 11.6 100.01950/54 4.5 4.0 23.1 6.1 39.5 22.8 100.01955/59 4.4 3.0 18.7 7.3 44.6 21.9 100.01960/64 5.7 8.5 20.1 10.3 49.2 6.2 100.01965/69 10.0 6.1 12.6 11.3 52.5 7.5 100.01970/74 13.9 4.6 16.8 11.0 43.9 9.8 100.01975/79 10.8 3.1 12.7 14.0 48.5 10.9 100.01980/84 2.5 0.9 9.4 19.9 57.5 9.9 100.01985/89 3.1 1.2 5.5 21.4 59.0 9.7 100.01990/94 2.3 0.5 4.6 21.7 56.4 14.5 100.01995/99 2.4 0.2 9.1 24.7 48.1 15.5 100.02000/02 1.7 0.3 12.5 28.3 48.1 9.1 100.0

Proporción en muertes 1 a 4 años

Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total 1890/94 24.5 5.8 31.1 1.0 0.1 37.4 100.0 1895/99 21.9 4.5 31.6 0.3 0.1 41.5 100.0 1900/04 23.3 13.7 26.9 0.4 0.0 35.7 100.0 1905/09 18.2 16.5 36.0 0.4 0.2 28.7 100.0 1910/14 20.0 19.5 34.9 0.3 0.2 25.0 100.0 1915/19 21.6 16.5 35.4 0.6 0.1 25.8 100.0 1920/24 20.5 14.5 37.3 0.3 0.5 26.8 100.0 1925/29 26.7 9.7 32.4 0.5 0.6 30.1 100.0 1930/34 29.0 8.6 34.2 0.5 0.5 27.2 100.0 1935/39 29.3 9.7 30.9 0.7 0.4 29.0 100.0 1940/44 32.8 7.9 25.1 4.9 0.7 28.6 100.0 1945/49 27.8 8.2 19.6 6.2 2.1 36.1 100.0 1950/54 18.5 2.0 24.8 4.0 1.4 49.3 100.0 1955/59 22.3 1.4 22.0 2.2 1.3 50.8 100.0 1960/64 18.8 7.0 21.1 5.6 1.0 46.5 100.0 1965/69 24.9 5.7 20.5 7.9 0.0 41.0 100.0 1970/74 26.8 2.8 17.5 9.4 0.1 43.4 100.0 1975/79 22.1 2.7 12.5 10.4 0.6 51.7 100.0 1980/84 7.6 0.4 12.6 12.2 1.3 66.0 100.0 1985/89 6.8 1.5 11.7 11.9 0.2 67.9 100.0 1990/94 5.9 0.2 12.1 12.1 2.1 67.5 100.0 1995/99 7.1 1.0 15.7 17.6 0.7 57.8 100.0 2000/02 8.6 0.0 14.7 12.3 0.0 64.4 100.0

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Proporción en muertes 0 a 4 años

Período I y P DyE RESP VCC PE Resto Total 1890/94 15.0 6.4 25.3 0.7 6.1 46.7 100.0 1895/99 13.5 10.1 27.6 0.4 6.2 42.2 100.0 1900/04 15.5 24.1 24.9 0.6 6.3 28.6 100.0 1905/09 12.5 26.8 28.3 0.7 7.1 24.6 100.0 1910/14 13.0 33.3 26.9 0.8 8.3 17.7 100.0 1915/19 14.2 28.6 27.6 0.9 8.7 20.1 100.0 1920/24 13.0 26.4 29.9 0.7 9.2 20.8 100.0 1925/29 15.5 23.0 29.3 2.2 8.3 21.6 100.0 1930/34 16.1 18.4 29.0 2.7 13.1 20.5 100.0 1935/39 14.7 18.4 27.4 2.9 19.2 17.3 100.0 1940/44 12.3 17.4 25.1 6.5 27.1 11.6 100.0 1945/49 8.7 12.7 19.9 8.8 34.2 15.7 100.0 1950/54 6.8 3.6 23.4 5.8 33.3 27.1 100.0 1955/59 7.2 2.8 19.2 6.5 38.0 26.3 100.0 1960/64 7.3 8.3 20.3 9.8 43.2 11.2 100.0 1965/69 11.8 6.0 13.5 10.9 46.3 11.4 100.0 1970/74 15.3 4.4 16.9 10.8 39.3 13.4 100.0 1975/79 12.0 3.0 12.7 13.6 43.3 15.4 100.0 1980/84 3.0 0.8 9.8 19.0 51.3 16.1 100.0 1985/89 3.7 1.3 6.4 20.0 50.3 18.4 100.0 1990/94 2.8 0.5 5.6 20.5 49.5 21.2 100.0 1995/99 3.1 0.3 10.0 23.7 41.4 21.5 100.0 2000/02 2.5 0.2 12.8 26.4 42.3 15.8 100.0

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

Cuadro 5.1 Tasas de actividad por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

Período Total Varón Mujer

1990 45.6 58.0 35.3 1991 45.6 58.2 35.1 1992 46.7 59.0 36.3 1993 47.7 58.2 38.8 1994 46.4 57.8 37.0 1995 48.2 58.4 39.6 1996 48.9 58.9 39.7 1997 49.6 59.0 41.7 1998 49.8 59.3 41.8 1999 50.7 60.2 43.2 2000 51.0 60.7 43.1 2001 50.2 58.9 43.1 2002 52.0 60.5 44.7

Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).

11

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Cuadro 5.2 Tasas de empleo por sexo. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

Período Total Varón Mujer

1990 43,6 55,6 33,7 1991 43,6 56,3 33,3 1992 44,5 56,7 34,1 1993 44,2 55,0 34,9 1994 42,3 53,0 33,6 1995 41,8 52,2 32,9 1996 42,7 54,1 33,1 1997 44,0 54,0 35,8 1998 45,5 55,5 37,2 1999 45,5 54,6 38,3 2000 45,7 55,0 38,2 2001 43,0 50,3 37,1 2002 45,0 53,3 37,8

Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).

Cuadro 5.3 Tasas de subocupación horaria, ocupados demandantes y desocupación.

Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

Período Subocupa-

ción horaria Ocupados

demandantesDesocupa-

ción 1990 7,8 13,2 4,3 1991 6,0 8,8 4,4 1992 7,3 12,8 4,8 1993 7,5 12,8 7,5 1994 8,6 16,3 8,7 1995 8,9 17,0 13,3 1996 9,1 18,6 12,8 1997 9,0 17,7 11,1 1998 9,8 19,5 8,6 1999 11,6 18,9 10,3 2000 11,0 19,6 10,4 2001 11,8 21,1 14,3 2002 14,2 21,6 13,5

Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).

12

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Cuadro 5.4 Participación de los jefes de hogar en el total de desocupados.

Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

Período Proporción 1990 33,4 1991 25,0 1992 30,0 1993 23,9 1994 44,4 1995 30,4 1996 29,0 1997 36,4 1998 39,8 1999 38,0 2000 39,1 2001 36,6 2002 39,8

Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).

Cuadro 5.5 Evolución del ingreso medio total individual de la población según quintil de población. Valores constantes de octubre de 2002. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre

2002.

Quintiles Brecha de Período Total 1 2 3 4 5 ingresos

1990 904 232 396 606 967 2502 10,81991 1025 252 412 657 1102 2721 10,81992 1187 236 465 762 1326 3252 13,81993 1230 238 518 832 1373 3309 13,91994 1280 245 501 839 1378 3455 14,11995 1237 243 489 799 1295 3379 13,91996 1248 249 511 815 1308 3379 13,61997 1251 243 551 862 1303 3263 13,51998 1354 277 572 899 1462 3702 13,41999 1272 251 507 820 1365 3387 13,52000 1303 253 512 828 1410 3497 13,82001 1259 255 520 821 1345 3325 13,02002 904 180 367 586 957 2429 13,5

Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).

13

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Cuadro 5.6 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población.

Valores constantes de octubre de 2002. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

Quintiles Brecha de

Período Total 1 2 3 4 5 ingresos 1990 555 154 272 384 579 1379 9,01991 634 167 298 453 730 1539 9,21992 742 204 372 560 839 1747 8,61993 766 202 377 572 857 1816 9,01994 780 199 357 568 874 1946 9,81995 755 170 322 512 830 1922 11,31996 760 188 357 532 823 1910 10,21997 788 192 370 583 872 1923 10,01998 865 202 388 610 943 2165 10,71999 804 185 368 576 916 1979 10,72000 804 162 350 580 909 2011 12,42001 761 157 338 542 862 1916 12,22002 558 120 241 392 628 1415 11,8

Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 a y b).

Cuadro 5.7 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población. Número Indice según quintil, 1990=100. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre

2002.

Quintiles Período Total 1 2 3 4 5

1990 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 1991 114,2 108,4 109,6 118,0 126,1 111,6 1992 133,7 132,5 136,8 145,8 144,9 126,7 1993 138,0 131,2 138,6 149,0 148,0 131,7 1994 140,5 129,2 131,3 147,9 150,9 141,1 1995 136,0 110,4 118,4 133,3 143,4 139,4 1996 136,9 122,1 131,3 138,5 142,1 138,5 1997 142,0 124,7 136,0 151,8 150,6 139,4 1998 155,9 131,2 142,6 158,9 162,9 157,0 1999 144,9 120,1 135,3 150,0 158,2 143,5 2000 144,9 105,2 128,7 151,0 157,0 145,8 2001 137,1 101,9 124,3 141,1 148,9 138,9 2002 100,5 77,9 88,6 102,1 108,5 102,6

Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 5.6.

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Cuadro 5.8 Evolución del ingreso medio per cápita familiar de la población según quintil de población.

Concentración del ingreso. Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002.

Quintiles Período 1 2 3 4 5

1990 5,6 9,8 13,9 20,9 49,8 1991 5,2 9,4 14,2 22,9 48,3 1992 5,5 10,0 15,0 22,5 46,9 1993 5,3 9,9 15,0 22,4 47,5 1994 5,0 9,1 14,4 22,2 49,3 1995 4,5 8,6 13,6 22,1 51,2 1996 4,9 9,4 14,0 21,6 50,1 1997 4,9 9,4 14,8 22,1 48,8 1998 4,7 9,0 14,2 21,9 50,3 1999 4,6 9,1 14,3 22,8 49,2 2000 4,0 8,7 14,5 22,7 50,1 2001 4,1 8,9 14,2 22,6 50,2 2002 4,3 8,6 14,0 22,5 50,6

Fuente: elaboración sobre la base del Cuadro 5.6.

Cuadro 5.9 Producto Bruto Geográfico a precios de productor (en millones de pesos).

Precios constantes de 1993. Número Indice 1993=100. Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.

Año PBG Indice 1993 52465 100,0 1994 55446 105,7 1995 54270 103,4 1996 58135 110,8 1997 61488 117,2 1998 65536 124,9 1999 66108 126,0 2000 65893 125,6 2001 61516 117,3 2002 52745 100,5

Fuente: Dirección General de Estadística y Censos (2004).

15

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16

Cuadro 5.10 Proporción de hogares y personas por debajo de la línea de pobreza y de indigencia.

Ciudad de Buenos Aires, Octubre 1990-Octubre 2002. Período Hogares Personas

Pobreza Indigencia Pobreza Indigencia 1990 8,9 1,9 13,1 2,1 1991 6,8 0,9 8,1 0,8 1992 4,9 1,2 5,6 0,9 1993 5,2 1,6 6,2 1,8 1994 5,4 1,6 6,7 1,5 1995 5,8 1,3 8,0 1,6 1996 5,8 1,5 7,5 1,3 1997 5,3 1,4 7,5 1,9 1998 4,4 0,8 5,9 1,1 1999 5,5 1,3 8,3 1,4 2000 6,1 1,4 9,5 1,8 2001 6,3 1,6 9,8 2,1 2002 14,6 3,7 21,2 5,7

Fuente: elaboración sobre la base de CBA (2003 c).

Cuadro 5.11 Población en hogares particulares por condición de NBI y tipo de cobertura en salud.

Población total y primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001. Condición NBI 1991 2001 Absoluto % Absoluto % NO NBI Población total (1) 2619669 100,0 2512999 100,0 Tiene sólo obra social (2) 1378415 52,6 1188092 47,3 Tiene sólo plan médico o mutual 343512 13,1 510984 20,3 Tiene obra social y plan médico o mutual 455380 17,4 238127 9,5 No tiene obra social ni plan médico o mutual 442362 16,9 575796 22,9 Población de 0 a 4 años (1) 147412 100,0 131515 100,0 Tiene sólo obra social (2) 69808 47,4 57715 43,9 Tiene sólo plan médico o mutual 23083 15,7 28398 21,6 Tiene obra social y plan médico o mutual 27492 18,6 12193 9,3 No tiene obra social ni plan médico o mutual 27029 18,3 33209 25,2 NBI Población total (1) 228452 100,0 212489 100,0 Tiene sólo obra social (2) 99737 43,7 65558 30,8 Tiene sólo plan médico o mutual 6365 2,8 5886 2,8 Tiene obra social y plan médico o mutual 17227 7,5 3538 1,7 No tiene obra social ni plan médico o mutual 105123 46,0 137507 64,7 Población de 0 a 4 años (1) 26824 100,0 24319 100,0 Tiene sólo obra social (2) 9993 37,2 6034 24,8 Tiene sólo plan médico o mutual 607 2,3 402 1,7 Tiene obra social y plan médico o mutual 1299 4,8 220 0,9 No tiene obra social ni plan médico o mutual 14925 55,7 17663 72,6 (1) Para 1991 se descontaron los ignorados de tipo de cobertura. (2) Para 1991 se sumó los que tenían obra social e ignoraban plan médico o mutual.

Fuente: elaboración sobre la base de censos de población.

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Cuadro 6.1 Indicadores de desigualdad social según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991.

CE

% total población

NBI

% población NBI por

hacinamiento

% población NBI por vivienda

% población NBI por

condiciones sanitarias

% población NBI por

asistencia escolar

% niños 0-4 NBI

% niños 0-4 NBI en total

NBI

% que asisten a

estab. privado

% jóvenes de 15 a 19 no

escolarizados

% jóvenes de 20 a 24 no

escolarizados Total 7,6 3,8 4,2 1,2 0,5 15,0 12,4 41,3 24,5 56,5

1 4,5 2,2 1,7 1,0 0,5 7,7 10,4 39,3 24,6 61,8 2 20,0 10,0 13,7 2,7 1,0 35,2 15,6 25,4 39,0 74,1 3 13,5 5,7 9,8 1,2 0,7 21,5 11,2 35,0 29,5 64,6 4 31,8 8,9 28,2 3,0 1,1 47,7 11,7 29,5 36,4 70,2 5 4,3 1,9 1,9 1,1 0,3 7,7 10,8 47,6 19,3 53,9 6 4,9 2,5 2,0 0,8 0,4 8,3 10,1 40,8 18,8 51,5 7 5,6 3,1 2,3 0,9 0,5 9,6 10,4 39,8 20,7 50,7 8 11,0 5,2 7,2 1,2 0,5 20,5 12,5 33,5 27,8 64,2 9 11,1 5,5 6,6 2,0 0,6 19,2 12,0 34,4 28,3 60,6

10 10,9 5,5 7,4 0,6 0,9 19,5 11,4 33,4 27,9 59,7 11 7,0 3,9 2,9 1,2 0,4 12,9 10,3 39,0 23,5 49,1 12 14,6 6,6 10,7 0,6 0,9 24,9 11,4 29,9 31,4 65,8 13 16,6 7,7 12,1 0,8 0,7 28,2 11,6 31,1 35,9 66,6 14 12,3 6,0 6,4 2,2 0,4 21,3 9,7 36,2 32,3 57,0 15 5,5 2,9 2,3 0,6 0,4 9,0 10,4 37,2 23,8 58,4 16 3,4 1,9 1,0 0,6 0,3 5,2 9,4 48,1 16,9 47,2 17 4,8 2,6 2,0 0,9 0,3 8,2 10,3 52,1 19,5 48,4 18 5,6 3,1 2,1 1,2 0,4 9,6 10,3 46,9 20,2 49,3 19 4,8 2,8 1,6 0,9 0,3 9,1 10,2 52,7 17,0 39,4 20 9,5 4,7 6,8 4,1 0,5 26,9 14,9 61,0 19,7 45,9 21 3,4 2,1 0,9 0,4 0,4 6,3 10,6 41,0 27,8 64,9 22 20,0 10,9 13,1 2,5 1,3 39,0 17,2 25,6 41,7 76,2 23 11,2 6,3 6,6 1,4 0,9 23,3 15,1 31,1 34,3 70,3 24 3,3 1,7 0,7 0,8 0,3 6,3 11,0 38,7 23,8 61,6 25 2,7 1,4 0,4 0,7 0,3 4,4 9,4 43,4 19,4 53,3

17

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26 3,6 2,0 1,1 0,6 0,4 6,8 12,0 36,4 22,8 58,4 27 3,2 1,5 0,7 1,0 0,4 5,2 9,2 42,5 22,0 58,6 28 4,4 2,6 1,2 0,9 0,4 7,4 10,4 46,5 19,4 52,0

Valor máximo 31,8 10,9 28,2 4,1 1,3 47,7 17,2 61,0 41,7 76,2 Valor mínimo 2,7 1,4 0,4 0,4 0,3 4,4 9,2 25,4 16,9 39,4 Riesgo relativo 11,8 7,8 70,5 10,3 4,3 11,0 1,9 2,4 2,5 1,9

Fuente: elaboración sobre la base de censos de población. Cuadro 6.2 Indicadores de desigualdad social según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001.

CE

% total población

NBI

% población NBI por

hacinamiento

% población NBI por vivienda

% población NBI por

condiciones sanitarias

% población NBI por

asistencia escolar

% población NBI por

capacidad de subsistencia

% niños 0-4 NBI

% niños 0-4 NBI en total

NBI Total 7,8 3,2 4,8 0,3 0,4 1,3 15,6 11,4

1 5,5 2,0 3,1 0,0 0,5 1,1 10,1 10,82 19,2 6,9 13,0 1,2 1,1 2,9 32,7 13,43 16,1 7,2 13,2 0,6 0,6 1,4 30,0 12,04 24,2 9,7 20,1 0,9 0,6 1,8 39,0 12,05 4,9 1,7 3,4 0,2 0,1 0,7 9,3 10,06 4,6 1,8 2,7 0,1 0,2 0,8 8,2 9,17 4,6 1,8 2,8 0,1 0,2 0,7 8,0 8,58 12,4 4,8 9,5 0,1 0,3 1,2 21,5 10,39 13,7 5,7 10,4 0,3 0,4 1,1 22,7 9,8

10 13,2 4,8 9,9 0,3 0,3 1,2 23,0 9,011 9,8 4,1 6,6 0,2 0,4 1,0 16,9 9,012 19,3 7,5 16,3 0,6 0,7 1,6 35,0 10,913 24,6 9,0 21,6 0,6 0,4 1,6 41,2 9,414 14,7 5,0 11,5 0,3 0,4 0,9 23,5 7,315 5,0 2,0 2,4 0,3 0,2 0,9 9,7 10,916 2,4 0,9 0,9 0,1 0,2 0,6 2,9 6,517 3,7 1,5 2,1 0,0 0,1 0,6 5,8 8,3

18

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18 4,4 1,8 2,6 0,2 0,2 0,7 8,3 9,319 2,6 1,2 1,1 0,1 0,1 0,4 4,9 7,720 10,7 4,9 6,0 0,7 0,6 1,8 29,2 14,821 3,4 1,2 1,0 0,1 0,3 1,3 6,0 9,222 17,3 7,9 7,5 1,0 1,1 3,8 29,8 15,223 16,1 7,3 8,2 0,8 1,0 3,5 30,2 15,224 2,8 0,9 0,7 0,1 0,2 1,1 4,8 8,925 1,8 0,6 0,3 0,1 0,2 0,8 2,8 7,626 4,2 1,7 1,9 0,1 0,3 1,0 7,9 10,527 2,5 0,8 0,8 0,1 0,2 0,9 3,5 7,128 2,9 1,2 1,3 0,1 0,2 0,7 4,6 8,5

Valor máximo 24,6 9,7 21,6 1,2 1,1 3,8 41,2 15,2Valor mínimo 1,8 0,6 0,3 0,0 0,1 0,4 2,8 6,5Riesgo relativo 13,7 15,4 71,3 35,0 11,6 8,7 14,8 2,3

Cuadro 6.2 (Continuación)

CE

% que asisten a

estab. privado

% jóvenes de 15 a 19 no

escolarizados

% jóvenes de 20 a 24 no

escolarizados

Tasa de empleo del

jefe del hogar

Tasa de desocupación

del jefe del hogar

% no cobertura de salud en la pob. Total

% no cobertura de salud en los niños 0-4

% hogares con mala calidad de materiales

Total 41,4 16,3 48,0 60,9 12,5 26,2 32,6 7,71 40,5 16,1 53,1 57,6 14,5 29,4 35,4 5,32 24,0 29,0 68,6 59,3 17,3 42,9 55,0 24,63 35,1 19,7 56,7 60,2 14,1 31,5 40,9 8,44 29,0 25,7 66,9 59,2 15,8 38,6 48,1 18,45 48,4 11,5 44,4 60,9 11,5 20,8 23,5 3,46 44,8 12,7 43,0 62,0 10,3 18,3 19,5 3,77 42,1 11,6 41,2 63,3 10,3 19,0 19,0 4,08 35,1 18,3 55,7 61,6 12,7 28,4 34,8 6,29 35,7 20,5 53,2 63,1 12,7 29,7 32,9 5,7

10 35,0 19,0 53,4 60,7 12,3 27,4 31,0 5,011 39,0 15,2 42,2 62,1 11,7 27,6 32,6 3,912 33,3 21,6 55,4 58,8 14,1 32,8 41,4 7,3

19

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20

13 34,0 25,3 58,3 62,5 13,1 33,0 42,2 7,314 40,1 19,3 46,2 65,3 10,4 26,5 30,1 5,415 39,0 15,5 48,8 61,8 12,8 25,9 27,3 5,716 52,7 9,0 37,0 64,3 9,2 14,1 11,6 3,117 53,1 9,9 36,8 65,0 9,3 15,6 14,6 3,418 46,6 11,4 35,4 65,6 9,2 17,4 16,4 3,819 51,2 7,9 25,1 62,6 8,8 12,5 10,3 3,320 53,3 14,8 41,1 62,3 9,2 23,2 41,0 14,221 42,8 17,1 55,6 54,0 16,3 30,4 34,0 7,622 24,4 30,4 74,0 54,9 22,4 51,3 64,0 33,623 28,4 26,0 68,9 56,3 19,4 46,8 61,0 24,124 40,0 15,1 49,3 56,7 14,3 28,2 28,5 6,225 46,2 10,8 42,2 58,3 12,7 21,2 20,5 4,626 37,0 15,3 50,0 59,2 13,7 25,8 27,9 4,727 44,7 12,5 44,8 58,7 12,6 22,7 20,7 5,028 47,4 11,1 42,4 61,9 11,3 20,6 20,1 4,5

Valor máximo 53,3 30,4 74,0 65,6 22,4 51,3 64,0 33,6Valor mínimo 24,0 7,9 25,1 54,0 8,8 12,5 10,3 3,1Riesgo relativo 2,2 3,8 2,9 1,2 2,6 4,1 6,2 10,8

Fuente: elaboración sobre la base de censos de población.

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21

Cuadro 6.3 Conglomerado de pertenencia según Circunscripción Electoral.

Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001.

CE 1991 2001 2001=1991 1 1 3 3 2 3 2 2 3 2 3 2 4 3 2 2 5 1 1 1 6 1 1 1 7 1 1 1 8 2 3 3 9 2 3 3

10 2 3 3 11 1 3 3 12 2 3 2 13 2 3 2 14 2 3 3 15 1 3 3 16 1 1 1 17 1 1 1 18 1 1 1 19 1 1 1 20 1 3 3 21 1 3 3 22 3 2 2 23 2 2 2 24 1 3 1 25 1 1 1 26 1 3 3 27 1 1 1 28 1 1 1

Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los conglomerados de k medias.

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Cuadro 6.4 - Variaciones relativas porcentuales entre los indicadores seleccionados. Ciudad de Buenos Aires, 1991 y 2001.

CE

% total población

NBI

% población NBI por

hacinamiento

% población NBI por vivienda

% población NBI por

condiciones sanitarias

% población NBI por

asistencia escolar

% niños 0-4 NBI

% niños 0-4 NBI en total

NBI

% que asisten a

estab. privado

% jóvenes de 15 a 19 no

escolarizados

% jóvenes de 20 a 24 no

escolarizados Total 2,6 -15,8 14,3 -75,0 -20,0 4,0 -8,1 0,2 -33,5 -15,0 1 22,2 -9,9 81,7 -96,7 -0,5 30,2 3,8 3,0 -34,7 -14,1 2 -4,0 -31,3 -4,9 -56,6 6,4 -7,0 -14,1 -5,3 -25,7 -7,5 3 19,3 26,0 35,0 -51,8 -8,0 39,4 7,0 0,2 -33,2 -12,3 4 -23,9 8,4 -28,8 -70,0 -48,8 -18,2 2,6 -1,8 -29,4 -4,7 5 14,0 -9,5 78,4 -84,5 -63,9 21,5 -7,0 1,7 -40,5 -17,5 6 -6,1 -26,5 33,1 -82,8 -62,0 -1,4 -9,8 9,7 -32,5 -16,6 7 -17,9 -42,6 22,9 -87,8 -62,5 -16,8 -17,9 5,9 -44,2 -18,8 8 12,7 -7,9 31,8 -88,6 -47,2 5,2 -17,6 4,7 -34,2 -13,3 9 23,4 3,7 57,7 -84,6 -37,2 18,2 -18,0 3,8 -27,7 -12,2 10 21,1 -12,1 34,3 -54,0 -64,8 17,9 -21,0 4,7 -31,8 -10,5 11 40,0 4,9 128,6 -84,6 -6,6 30,8 -12,3 0,0 -35,5 -14,1 12 32,2 13,0 52,3 -8,2 -20,0 40,5 -4,8 11,2 -31,1 -15,8 13 48,2 16,9 78,4 -26,7 -39,0 45,8 -18,8 9,4 -29,4 -12,5 14 19,5 -16,1 80,3 -85,6 12,5 10,5 -25,3 10,8 -40,2 -19,0 15 -9,1 -32,2 6,3 -54,1 -45,4 7,6 5,3 4,9 -34,8 -16,4 16 -29,4 -55,3 -7,8 -90,2 -46,3 -44,4 -30,9 9,6 -46,5 -21,5 17 -22,9 -42,5 5,4 -94,5 -69,5 -29,0 -19,4 1,9 -49,0 -23,9 18 -21,4 -41,0 23,8 -85,0 -49,7 -13,2 -10,0 -0,7 -43,8 -28,2 19 -45,8 -58,0 -33,1 -84,4 -64,3 -46,2 -24,4 -2,9 -53,3 -36,3 20 12,6 3,9 -11,7 -84,0 13,9 8,7 -0,6 -12,5 -25,1 -10,4 21 0,0 -41,7 15,6 -75,5 -27,9 -5,0 -13,9 4,5 -38,6 -14,3 22 -13,5 -27,1 -42,8 -58,8 -19,2 -23,6 -11,6 -4,9 -27,0 -2,9 23 43,8 15,9 24,2 -42,7 13,7 30,0 0,6 -8,5 -24,2 -2,0 24 -15,2 -44,9 -0,1 -83,8 -25,1 -23,9 -19,6 3,4 -36,4 -20,0 25 -33,3 -55,4 -24,3 -92,5 -29,0 -36,2 -19,8 6,6 -44,5 -20,8 26 16,7 -14,6 76,2 -79,2 -31,2 16,7 -12,2 1,7 -32,8 -14,4 27 -21,9 -48,7 19,7 -93,6 -54,1 -32,1 -22,9 5,2 -43,3 -23,5 28 -34,1 -55,0 9,4 -91,1 -60,9 -36,9 -18,6 1,9 -42,8 -18,4

Fuente: elaboración sobre la base de censos de población.

22

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Cuadro 7.1 Egresos hospitalarios de menores de 5 años según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.

Capítulo de diagnóstico

Neonatal precoz

Neonatal tardía

Postneo- natal Ignorado

Total menores de 1 año

1 2 3 4 Total % en el total

Cap. 1 3 1 36 19 59 35 11 9 7 121 8,0Cap. 2 0 0 1 1 2 7 2 1 2 14 0,9Cap. 3 0 1 14 4 19 6 10 5 5 45 3,0Cap. 4 0 0 5 0 5 4 0 2 0 11 0,7Cap. 6 0 1 12 0 13 11 11 8 1 44 2,9Cap. 7 0 0 2 0 2 0 1 1 1 5 0,3Cap. 8 2 6 110 24 142 43 20 18 8 231 15,2Cap. 9 0 0 8 1 9 5 6 7 5 32 2,1Cap. 10 0 1 10 2 13 1 3 1 1 19 1,2Cap. 12 0 1 6 2 9 7 3 2 3 24 1,6Cap. 13 0 0 1 0 1 1 4 0 0 6 0,4 Cap. 14 11 4 16 22 53 5 6 3 4 71 4,7Cap. 15 174 18 2 493 687 0 0 0 0 687 45,2Cap. 16 1 0 30 3 34 6 7 5 3 55 3,6Cap. 17 0 1 14 9 24 39 30 30 18 141 9,3Otros factores 2 0 4 5 11 2 2 0 0 15 1,0Total 193 34 271 585 1083 172 116 92 58 1521 100,0

Referencias: Cap.1 Enf. infecciosas y parasitarias. Cap.2 Tumores Cap. 3 Enf. glándulas endocrinas, de la nutrición, del metabolismo y trastornos de la inmunidad. Cap. 4 Enf. de la sangre y de los órganos hematopoyéticos. Cap. 6 Enf. del sistema nervioso y de los órganos de los sentidos. Cap. 7 Enf. del aparato circulatorio. Cap. 8 Enf. del aparato respiratorio. Cap. 9 Enf. del aparato digestivo. Cap. 10 Enf. del aparato genitourinario. Cap. 12 Enf. de la piel y del tejido celular subcutáneo. Cap. 13 Enf. del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo.

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Cap. 14 Anomalías congénitas. Cap. 15 Ciertas afecciones originadas en el período perinatal. Cap. 16 Signos, síntomas y estados morbosos mal definidos. Cap. 17 Traumatismos y envenenamientos. Otros factores Factores que influyen en el estado de salud y en el contacto con los servicios de salud.

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios. Cuadro 7.2

Egresos hospitalarios de menores de 5 años según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 2000.

Capítulo de diagnóstico

Neonatal precoz

Neonatal tardía

Postneo-natal Ignorado

Total menores de 1 año

1 2 3 4 Total % en el total

Cap. 1 106 11 306 1 424 213 88 54 33 812 8,3Cap. 2 5 0 18 0 23 7 12 17 19 78 0,8Cap. 3 2 0 27 0 29 22 21 14 19 105 1,1Cap. 4 0 1 45 0 46 44 16 7 7 120 1,2Cap . 5 0 0 0 0 0 3 0 0 0 3 0,0 Cap. 6 4 8 30 1 43 13 9 7 8 80 0,8Cap. 7 0 3 9 0 12 26 11 12 8 69 0,7Cap. 8 0 3 33 0 36 15 6 4 3 64 0,7Cap. 9 3 1 15 0 19 5 3 4 1 32 0,3Cap. 10 14 66 1255 0 1335 401 200 141 111 2188 22,3Cap. 11 5 5 83 1 94 49 40 64 52 299 3,0Cap. 12 2 5 42 0 49 22 23 26 15 135 1,4Cap. 13 1 3 10 0 14 9 16 9 7 55 0,6Cap. 14 2 4 119 0 125 22 22 22 18 209 2,1Cap. 16 3085 257 46 5 3393 0 0 0 0 3393 34,6Cap. 17 157 21 114 1 293 47 46 30 29 445 4,5Cap. 18 4 9 304 0 317 83 58 53 36 547 5,6Cap. 19 11 9 205 2 227 220 140 109 118 814 8,3Cap. 21 269 18 25 0 312 7 16 15 15 365 3,7Total 3670 424 2686 11 6791 1208 727 588 499 9813 100,0

Referencias: Cap. 1 Ciertas enfermedades infecciosas y parasitarias. Cap. 2 Tumores.

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Cap. 3 Enf. de la sangre y de org. hematopoyéticos y ciertos trastornos que afectan al mecanismo de la inmunidad. Cap. 4 Enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas. Cap. 5 Trastornos mentales y del comportamiento. Cap. 6 Enfermedades del sistema nervioso. Cap. 7 Enfermedades del ojo y sus anexos. Cap. 8 Enfermedades del oído y de la apófisis mastoides. Cap. 9 Enfermedades del sistema circulatorio. Cap. 10 Enfermedades del aparato respiratorio. Cap. 11 Enfermedades del aparato digestivo. Cap. 12 Enfermedades de la piel y del tejido subcutáneo. Cap. 13 Enfermedades del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo. Cap. 14 Enfermedades del sistema genitourinario. Cap. 16 Ciertas afecciones originadas en el período perinatal. Cap. 17 Malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas. Cap. 18 Síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio, no clasificados en otra parte. Cap. 19 Traumatismos, envenenamientos y algunas otras consecuencias de las causas externas. Cap. 21 Factores que influyen en el estado de salud y contacto con los servicios de salud.

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.

Cuadro 7.3 Egresos hospitalarios de mujeres en edades reproductivas según capítulo de diagnóstico y grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1995.

Cap. Diagnóstico 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 Total % en total

Cap.1 9 19 23 12 13 11 14 101 1,5Cap.2 9 12 25 40 69 105 107 367 5,5Cap.3 5 46 86 57 23 15 15 247 3,7Cap.4 2 2 3 1 8 0,1Cap.5 20 42 74 93 89 100 97 515 7,7Cap.6 7 10 14 16 13 17 17 94 1,4Cap.7 5 5 7 3 10 19 18 67 1,0Cap.8 12 9 11 13 12 14 22 93 1,4Cap.9 26 35 49 29 47 52 72 310 4,6Cap.10 16 28 47 45 26 37 42 241 3,6Cap.11 622 1417 1085 685 394 131 12 4346 64,6Cap.12 8 6 9 2 4 10 7 46 0,7

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26

Cap.13 3 5 5 5 1 6 8 33 0,5Cap.14 6 3 2 1 3 2 17 0,3Cap.16 11 8 7 8 11 5 8 58 0,9Cap.17 22 15 22 14 19 22 9 123 1,8Clas.suplementaria 7 21 10 14 2 5 3 62 0,9Total 790 1681 1478 1039 734 553 453 6728 100,0

Referencias: Cap. 1 Enf. infecciosas y parasitarias. Cap. 2 Tumores Cap. 3 Enf. glándulas endocrinas, de la nutrición, del metabolismo y trastornos de la inmunidad. Cap. 4 Enf. de la sangre y de los órganos hematopoyéticos. Cap. 5 Trastornos mentales. Cap. 6 Enf. del sistema nervioso y de los órganos de los sentidos. Cap. 7 Enf. del aparato circulatorio. Cap. 8 Enf. del aparato respiratorio. Cap. 9 Enf. del aparato digestivo. Cap. 10 Enf. del aparato genitourinario. Cap. 11 Complicaciones del embarazo, parto y puerperio. Cap. 12 Enf. de la piel y del tejido celular subcutáneo. Cap. 13 Enf. del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo. Cap. 14 Anomalías congénitas. Cap. 15 Ciertas afecciones originadas en el período perinatal. Cap. 16 Signos, síntomas y estados morbosos mal definidos. Cap. 17 Traumatismos y envenenamientos. Otros factores Factores que influyen en el estado de salud y en el contacto con los servicios de salud.

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.

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27

Cuadro 7.4 Egresos hospitalarios de mujeres en edades reproductivas según capítulo de diagnóstico y grupo de edad.

Ciudad de Buenos Aires, 2000.

Cap.diagnóstico 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 Total % en total

Cap.1 28 90 144 111 77 60 36 546 1,9Cap.2 41 93 106 146 203 316 414 1319 4,5Cap.3 3 8 10 13 10 9 7 60 0,2Cap.4 25 19 29 41 48 48 44 254 0,9Cap.5 69 73 89 116 121 123 124 715 2,4Cap.6 11 21 15 13 11 17 14 102 0,3Cap.7 14 22 12 12 12 17 31 120 0,4Cap.8 3 8 11 3 5 3 5 38 0,1Cap.9 9 17 22 37 56 85 123 349 1,2Cap.10 50 71 60 61 43 43 78 406 1,4Cap.11 153 296 317 277 314 305 370 2032 6,9Cap. 12 11 21 21 12 16 12 22 115 0,4Cap.13 31 32 23 31 43 36 63 259 0,9Cap.14 76 161 159 173 198 172 240 1179 4,0Cap.15 2553 5840 5606 3489 1880 680 50 20098 68,7Cap.17 17 14 10 5 6 7 8 67 0,2Cap.18 26 44 44 42 33 31 49 269 0,9Cap.19 107 136 138 102 88 72 92 735 2,5Cap.21 78 154 136 110 59 37 36 610 2,1Total 3305 7120 6952 4794 3223 2073 1806 29273 100,0

Referencias: Cap. 1 Ciertas enfermedades infecciosas y parasitarias. Cap. 2 Tumores. Cap. 3 Enf. de la sangre y de org. hematopoyéticos y ciertos trast. que afectan al mecanismo de la inmunidad. Cap. 4 Enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas. Cap. 5 Trastornos mentales y del comportamiento. Cap. 6 Enfermedades del sistema nervioso. Cap. 7 Enfermedades del ojo y sus anexos. Cap. 8 Enfermedades del oído y de la apófisis mastoides. Cap. 9 Enfermedades del sistema circulatorio. Cap. 10 Enfermedades del aparato respiratorio. Cap. 11 Enfermedades del aparato digestivo. Cap. 12 Enfermedades de la piel y del tejido subcutáneo. Cap. 13 Enfermedades del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo. Cap. 14 Enfermedades del sistema genitourinario. Cap. 15 Embarazo, parto y puerperio. Cap. 16 Ciertas afecciones originadas en el período perinatal. Cap. 17 Malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas. Cap. 18 Síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio, no clasificados en otra parte. Cap. 19 Traumatismos, envenenamientos y algunas otras consecuencias de las causas externas. Cap. 21 Factores que influyen en el estado de salud y contacto con los servicios de salud.

Fuente: elaboración sobre la base de egresos hospitalarios.

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Cuadro 7.5 Indicadores de riesgos al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. Circunscripción

Electoral Tasa bruta de

natalidad % madres baja

instruc. % madres

solas % madres

adolescentes % nacimientos

pretérmino % nacimientos

bajo peso % nacimientos

multíparas % nacimientos aten. médico

Total 13,2 2,5 6,9 6,4 5,6 6,7 4,3 41,11 12,5 1,6 5,2 5,7 5,2 6,0 4,3 40,52 22,8 4,5 7,8 8,6 6,1 7,3 6,6 25,03 12,8 4,2 8,6 8,3 5,8 7,1 5,6 31,14 15,6 6,7 9,4 12,9 6,8 6,2 7,0 25,05 12,1 1,4 6,1 4,6 5,2 6,9 2,8 46,56 12,1 1,3 4,9 4,9 5,6 6,4 2,4 44,57 12,8 1,5 5,4 4,1 5,5 7,0 2,8 44,98 14,8 2,3 7,9 7,3 4,9 5,7 3,8 27,49 16,5 2,5 8,3 6,9 6,2 6,7 4,0 34,6

10 15,2 2,8 9,0 7,5 6,1 7,4 2,8 32,111 15,4 2,3 7,2 6,5 5,2 7,2 5,3 42,412 16,3 4,3 10,8 9,2 5,1 7,1 5,6 27,113 18,3 3,6 10,1 10,6 5,3 6,8 4,4 28,614 17,6 2,1 9,4 7,9 5,7 8,5 3,7 35,215 13,0 1,7 5,9 4,5 4,7 6,0 3,8 43,216 11,9 1,6 5,2 4,1 4,5 5,8 2,4 56,717 12,7 1,4 5,0 3,9 4,7 6,2 2,8 54,218 12,3 1,4 5,5 4,2 6,2 7,0 2,8 52,019 11,8 1,1 5,1 3,2 5,4 6,1 3,4 62,020 12,5 4,6 6,8 6,9 6,1 7,2 8,0 56,021 12,5 1,5 7,1 5,9 4,9 7,0 3,5 35,222 15,1 4,4 10,9 11,3 5,1 6,4 8,1 22,523 15,8 3,6 8,2 9,5 6,3 6,7 7,3 26,524 10,7 1,3 3,5 3,6 5,0 5,1 3,3 43,825 10,4 1,3 3,3 3,1 5,5 6,0 2,7 49,426 12,4 1,6 4,7 4,9 4,3 5,9 3,1 42,627 9,5 1,3 3,5 3,7 4,7 5,4 3,2 48,028 11,4 1,7 5,2 4,8 5,8 6,3 3,4 50,4

Valor máximo 22,8 6,7 10,9 12,9 6,8 8,5 8,1 62,0Valor mínimo 9,5 1,1 3,3 3,1 4,3 5,1 2,4 22,5Riesgo relativo 2,4 5,9 3,3 4,1 1,6 1,7 3,4 2,8

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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Cuadro 7.6 Indicadores de riesgos al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002. Circunscripción

Electoral Tasa bruta

de natalidad % madres

baja instruc. % madres

solas % madres

adolescentes% nacimientos

pretérmino % nacimientos

bajo peso % nacimientos

multíparas % nacimientos aten. médico

Total 13,6 2,3 7,0 6,5 6,6 7,4 3,4 36,91 15,1 1,9 5,3 6,1 5,7 7,0 3,2 29,02 17,0 3,7 10,0 11,8 7,0 8,6 6,2 16,33 18,4 3,3 10,7 8,4 6,0 8,0 7,3 29,04 18,5 4,3 11,5 11,1 6,7 7,9 6,5 25,15 12,1 1,2 4,5 4,7 6,6 7,3 2,2 38,26 12,1 1,1 5,2 4,2 6,9 7,9 1,4 44,97 11,3 1,7 4,6 4,2 6,5 7,6 1,3 43,78 13,2 1,2 7,1 7,9 6,7 6,6 3,3 27,69 15,3 1,6 8,5 7,2 7,1 7,9 4,8 33,7

10 14,7 1,7 7,3 6,7 7,5 7,3 3,2 32,511 15,1 1,2 8,1 4,8 6,0 6,6 4,8 38,712 17,1 3,2 10,7 10,2 6,9 8,4 6,1 28,313 21,9 2,5 10,7 9,8 6,2 6,8 5,5 29,314 16,1 1,2 8,4 4,6 7,9 8,8 3,3 39,815 12,7 1,4 5,5 5,6 8,0 8,3 2,3 42,316 11,9 0,7 4,2 2,6 7,0 6,9 1,0 52,617 11,9 1,0 5,1 3,5 6,8 7,0 1,6 52,918 11,6 0,8 5,1 4,0 6,7 6,7 1,7 51,919 11,1 0,4 4,5 1,8 7,4 6,7 1,9 57,320 15,4 3,9 7,9 5,8 7,1 6,8 4,7 44,221 17,5 1,4 10,4 6,6 6,1 7,2 2,9 32,222 16,5 8,2 11,3 13,4 6,1 8,8 7,3 13,423 20,8 4,6 10,0 10,9 6,0 7,4 5,6 16,424 12,1 0,6 6,9 5,7 5,0 5,9 1,6 39,125 10,7 0,6 4,0 3,5 6,2 6,0 1,7 48,626 12,8 1,3 5,0 5,6 7,2 7,7 2,4 40,427 10,6 1,1 5,0 4,9 5,8 6,4 1,0 51,028 10,1 1,7 4,2 4,2 7,8 7,8 1,8 50,8

Valor máximo 21,9 8,2 11,5 13,4 8,0 8,8 7,3 57,3Valor mínimo 10,1 0,4 4,0 1,8 5,0 5,9 1,0 13,4Riesgo relativo 2,2 20,6 2,9 7,6 1,6 1,5 7,4 4,3

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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Cuadro 7.7 Variaciones relativas porcentuales de los indicadores de riesgo al nacimiento según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-92 y 2001-02.

Circunscripción Electoral

Tasa bruta de natalidad

% madres baja instruc.

% madres solas

% madres adolescentes

% nacimientos pretérmino

% nacimientos

bajo peso

% nacimientos multíparas

% nacimientos aten. médico

Total 2,6 -7,9 2,1 1,9 16,2 10,6 -21,9 -10,21 21,0 19,7 2,0 7,1 9,3 16,8 -24,3 -28,32 -25,5 -18,2 28,5 37,3 12,8 16,5 -5,8 -34,83 43,7 -21,7 25,0 0,2 3,0 12,6 28,5 -6,74 18,4 -35,6 22,1 -13,7 -0,9 27,2 -7,0 0,35 -0,1 -14,3 -26,7 2,7 21,5 5,4 -21,2 -17,86 -0,2 -15,8 5,5 -16,0 19,6 24,3 -42,8 0,97 -12,0 20,0 -14,7 1,7 15,5 9,5 -52,7 -2,68 -10,8 -46,6 -9,7 9,3 26,3 16,5 -13,6 0,79 -7,1 -36,5 2,2 3,2 12,7 17,5 20,7 -2,6

10 -3,4 -40,3 -19,5 -10,0 19,1 -0,7 15,9 1,311 -2,5 -46,2 13,2 -25,9 12,6 -8,5 -8,9 -8,712 5,3 -25,1 -1,2 10,8 25,6 19,1 8,4 4,313 19,7 -30,6 6,6 -7,4 13,4 0,8 25,3 2,514 -8,5 -40,0 -10,3 -41,6 28,2 4,3 -11,9 13,215 -2,3 -20,5 -6,5 25,2 42,0 39,7 -40,4 -2,116 -0,1 -55,2 -19,9 -35,9 36,4 19,5 -56,5 -7,217 -6,3 -30,4 2,3 -11,0 31,2 12,4 -40,9 -2,518 -5,8 -45,3 -6,3 -6,7 7,4 -3,0 -40,9 -0,319 -6,3 -64,5 -11,2 -45,0 27,7 10,7 -43,0 -7,620 23,8 -14,1 16,0 -15,5 14,3 -5,3 -40,5 -21,121 39,4 -7,0 45,4 11,4 19,1 3,1 -15,4 -8,422 9,6 85,3 3,6 18,2 15,5 36,9 -10,2 -40,523 31,4 27,6 22,2 15,0 -3,8 11,3 -22,7 -38,124 13,1 -52,1 96,8 60,6 -0,2 15,1 -53,2 -10,625 2,6 -54,8 19,2 12,9 11,5 0,0 -35,1 -1,626 2,5 -21,9 5,9 14,7 40,1 30,1 -24,2 -5,227 11,4 -15,2 44,9 33,5 18,7 18,1 -69,6 6,228 -11,5 -3,2 -19,3 -12,1 25,6 24,2 -48,9 0,8

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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Cuadro 7.8 Indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992. Circunscripción

Electoral Tasa mort.

fetal Tasa mort. neonatal

Tasa mort. postneonatal

Tasa mort. infantil

TMI reducible

Tasa mort. perinatal

Tasa mort. menores 5 años

Total 6,5 9,3 4,6 13,9 4,8 13,1 16,21 6,8 8,0 5,2 13,2 5,2 12,7 16,72 9,5 9,5 4,7 14,2 6,1 16,2 17,13 10,9 12,0 6,3 18,3 8,6 18,2 21,14 18,0 15,6 12,0 27,6 8,4 25,5 29,45 7,2 10,0 4,4 14,5 2,8 14,4 16,66 2,6 7,1 4,2 11,2 4,2 8,7 12,27 4,7 10,2 4,7 14,8 4,9 13,1 16,58 2,9 13,2 5,7 18,9 5,7 15,4 18,99 7,2 7,6 4,3 11,8 4,9 9,8 14,1

10 12,7 12,7 3,5 16,2 7,7 21,6 19,711 4,6 9,3 4,6 13,9 4,6 11,2 14,612 9,3 16,7 7,4 24,1 6,8 22,6 25,313 12,5 16,6 5,3 21,9 8,3 24,1 24,914 2,5 10,0 5,8 15,8 4,2 11,6 16,615 5,7 7,9 3,5 11,4 6,0 11,4 14,916 3,1 7,1 2,5 9,6 3,7 8,3 10,817 5,2 8,5 3,8 12,3 3,4 10,7 14,518 5,3 7,4 4,4 11,8 3,2 10,5 14,119 4,8 9,2 2,5 11,7 2,5 13,0 14,720 5,0 3,3 3,3 6,7 1,1 6,7 12,821 6,8 7,5 3,9 11,4 2,1 11,7 12,522 9,4 9,4 8,2 17,5 5,0 14,6 19,523 9,5 11,6 6,2 17,9 3,8 18,0 22,224 2,3 6,9 2,8 9,7 1,9 7,4 12,525 2,2 10,4 2,2 12,5 4,8 9,5 14,326 4,7 7,7 3,4 11,1 4,0 10,4 12,527 10,1 8,4 5,1 13,5 6,2 16,7 15,228 4,0 8,7 3,7 12,4 4,4 10,2 13,1

Valor máximo 18,0 16,7 12,0 27,6 8,6 25,5 29,4Valor mínimo 2,2 3,3 2,2 6,7 1,1 6,7 10,8Riesgo relativo 8,3 5,0 5,5 4,1 7,7 3,8 2,7

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

31

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Cuadro 7.9 Indicadores de la mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.

Circunscripción Electoral

Tasa mort. fetal

Tasa mort. neonatal

Tasa mort. postneonatal

Tasa mort. infantil

TMI reducible

Tasa mort. perinatal

Tasa mort. menores 5 años

Total 4,1 6,3 3,3 9,5 5,5 7,8 10,91 5,9 5,9 3,6 9,5 6,9 8,2 11,22 6,1 8,1 4,5 12,6 8,1 10,6 15,23 6,9 7,3 4,1 11,5 5,0 9,1 12,84 4,1 9,8 4,6 14,4 9,3 9,2 16,55 3,7 5,2 1,7 6,9 4,3 7,1 8,46 3,2 3,8 2,9 6,7 1,9 4,8 7,77 5,9 5,9 1,8 7,7 4,1 8,6 8,38 6,9 3,7 1,9 5,6 3,1 8,7 8,19 2,1 7,6 4,1 11,7 6,2 6,9 12,8

10 3,7 5,2 1,5 6,7 4,5 7,4 8,911 4,3 6,4 2,8 9,2 4,3 5,7 10,712 3,9 3,2 5,8 9,1 5,8 5,8 10,413 6,9 10,7 5,0 15,8 8,2 13,2 18,314 1,0 8,0 2,0 10,1 7,0 8,0 12,115 1,0 6,2 1,9 8,1 6,5 5,5 10,716 3,4 2,6 0,9 3,4 2,0 5,1 4,317 3,1 6,9 2,3 9,2 5,4 7,1 10,018 3,6 4,9 3,2 8,1 3,8 6,8 9,419 3,1 4,4 0,8 5,2 2,3 5,6 5,920 6,0 5,5 5,0 10,6 4,5 9,0 11,121 1,7 5,5 3,2 8,6 4,9 5,7 9,522 5,7 8,0 5,5 13,5 9,0 10,1 15,823 7,5 11,8 6,7 18,5 11,6 14,3 20,024 4,1 7,8 3,7 11,6 5,0 9,5 12,825 2,5 3,8 2,1 5,9 3,4 5,1 6,326 3,9 3,9 3,2 7,1 3,9 6,1 7,427 1,4 5,3 2,4 7,7 2,9 6,3 8,728 1,9 5,3 2,2 7,5 4,7 5,0 7,8

Valor máximo 7,5 11,8 6,7 18,5 11,6 14,3 20,0Valor mínimo 1,0 2,6 0,8 3,4 1,9 4,8 4,3Riesgo relativo 7,7 4,6 8,6 5,4 6,0 3,0 4,7Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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33

Cuadro 7.10 Variaciones relativas porcentuales de los indicadores de mortalidad de la primera infancia según Circunscripción Electoral.

Ciudad de Buenos Aires, 1991-92 y 2001-02.

Circunscripción Electoral

Tasa mort. fetal

Tasa mort. neonatal

Tasa mort. postneonatal

Tasa mort. infantil

TMI reducible

Tasa mort. perinatal

Tasa mort. menores 5

años Total -36,5 -32,8 -29,5 -31,7 13,7 -40,9 -32,8

1 -12,7 -25,8 -30,3 -27,6 33,1 -35,6 -33,32 -35,3 -14,8 -4,6 -11,4 33,3 -34,5 -11,33 -36,6 -38,8 -34,3 -37,3 -41,1 -49,7 -39,34 -77,1 -37,2 -61,4 -47,7 10,4 -63,7 -43,95 -49,5 -48,6 -61,2 -52,5 53,5 -50,8 -49,46 24,5 -45,7 -31,0 -40,2 -54,0 -44,7 -37,17 26,8 -41,7 -62,0 -48,1 -16,2 -34,9 -49,78 139,5 -71,6 -67,3 -70,3 -45,6 -43,7 -57,19 -71,3 0,6 -2,9 -0,6 26,3 -29,6 -9,5

10 -70,7 -59,0 -57,9 -58,8 -42,5 -65,8 -54,911 -8,1 -31,1 -38,7 -33,6 -8,1 -49,4 -26,912 -57,9 -80,5 -21,0 -62,2 -13,8 -74,3 -58,913 -44,3 -35,4 -5,4 -28,1 -1,2 -45,3 -26,614 -59,7 -19,4 -65,5 -36,4 69,3 -30,7 -27,515 -83,0 -22,3 -44,3 -29,0 7,6 -51,5 -28,216 10,5 -64,0 -65,5 -64,4 -46,3 -38,6 -60,517 -39,4 -19,4 -39,2 -25,5 60,6 -33,9 -31,018 -31,4 -33,7 -27,9 -31,5 21,1 -35,3 -33,719 -35,8 -52,2 -69,3 -55,9 -8,0 -56,6 -59,620 20,6 65,9 50,8 58,3 307,1 35,7 -13,521 -74,6 -27,2 -19,5 -24,5 128,1 -51,0 -24,122 -39,5 -15,0 -32,5 -23,2 81,4 -31,2 -19,223 -21,2 1,3 7,4 3,4 206,0 -20,8 -9,724 78,4 13,0 33,8 18,9 167,6 28,0 2,425 17,4 -63,3 -2,2 -52,8 -28,8 -46,7 -55,526 -18,0 -50,1 -4,3 -36,2 -4,3 -41,3 -40,527 -85,7 -37,0 -52,3 -42,7 -53,2 -62,5 -42,728 -53,5 -38,8 -41,2 -39,5 8,0 -51,1 -40,0

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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Cuadro 7.11 Tasas de mortalidad neonatal según causas de muerte (por diez mil).

Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.

Año Bajo

peso al nacer

Perinatales (excluido bajo peso al nacer).

Anomalías congénitas

Resto bien definidas

Desconocidas y mal definidas Total

1990 18,1 57,6 23,0 5,3 3,9 107,91991 12,4 46,8 17,1 4,1 4,7 85,11992 24,8 43,1 19,6 5,8 8,3 101,51993 26,0 40,8 27,3 6,7 3,1 103,91994 28,8 40,0 20,4 3,9 3,1 96,21995 25,8 30,8 18,4 3,4 4,5 83,01996 28,8 34,0 26,5 4,7 2,5 96,51997 24,0 31,5 19,2 4,4 2,0 81,11998 28,3 30,3 21,8 5,0 1,3 86,71999 26,8 21,5 19,0 3,6 0,5 71,42000 24,3 14,7 14,5 5,2 0,5 59,22001 24,7 14,7 19,2 2,8 0,7 62,12002 23,3 14,5 19,6 2,4 3,2 63,0Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

Cuadro 7.12 Tasas de mortalidad post-neonatal según causas de muerte (por diez mil).

Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.

Año Enfermedades

del aparato respiratorio

Septicemia-Meningitis

Anomalías congénitas

Resto bien definidas

Desconocidas y mal

definidas Total

1990 7,0 4,4 9,4 22,5 9,2 52,51991 5,2 3,5 7,7 21,0 13,1 50,51992 4,4 3,1 8,8 17,3 8,5 42,11993 9,1 2,6 14,8 17,2 6,8 50,41994 4,8 2,0 12,0 18,5 6,1 43,41995 8,2 2,7 6,5 17,4 7,5 42,21996 9,0 3,3 12,8 16,7 5,0 46,81997 7,7 2,6 9,5 14,7 2,3 36,81998 12,6 2,3 11,4 12,1 1,3 39,71999 11,2 1,5 7,5 10,2 1,5 31,92000 11,0 1,6 7,3 10,0 1,1 31,02001 8,1 0,5 8,8 10,6 1,4 29,42002 12,0 1,7 10,3 9,6 2,4 36,0

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

34

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Cuadro 7.13 Tasas de mortalidad de 1 a 4 años según causas de muerte (por diez mil).

Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.

Año Malf.congénita del corazón

Causas externas

Infec. y parasitarias

Neumonía e influenza

Mecanismo de la

inmunidad

Resto de causas Total

1990 2,2 4,8 2,4 1,9 1,2 16,2 28,81991 1,2 2,5 2,7 1,7 1,0 13,1 22,21992 1,5 4,4 0,5 1,8 1,0 12,9 22,21993 2,3 4,4 0,3 1,8 1,8 12,2 22,91994 0,8 2,0 0,5 0,5 1,0 4,8 9,71995 2,5 2,2 1,2 3,0 2,5 16,2 27,61996 2,8 2,5 1,5 0,3 2,0 12,5 21,51997 1,3 5,4 1,3 1,8 1,8 8,4 19,91998 0,8 1,5 0,8 1,5 2,0 10,1 16,71999 2,0 4,1 0,2 0,7 1,7 7,6 16,32000 2,1 3,0 0,7 0,5 0,2 5,5 11,92001 0,7 3,1 0,9 0,2 0,0 7,8 12,82002 0,2 2,7 1,2 0,5 0,7 8,6 14,0Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

Cuadro 7.14

Muertes maternas según causas de muerte. Valores absolutos y tasas (por diez mil nacimientos). Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.

Causas de muerte

Año Total Aborto Otras Tasa 1990 16 8 8 3,9 1991 4 2 2 1,0 1992 4 4 1,0 1993 7 2 5 1,8 1994 3 2 1 0,8 1995 4 2 2 1,0 1996 3 2 1 0,8 1997 - - - - 1998 1 1 - 0,3 1999 1 1 - 0,2 2000 6 4 2 1,9 2001 4 - 4 0,9 2002 6 2 4 1,5

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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Cuadro 7.15 Estructura de los nacimientos por tramo de bajo peso. Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.

Año -1000 1000-1499 1500-1999 2000-2499 Total bajo

peso 1990 0,52 0,63 1,29 4,66 7,10 1991 0,50 0,60 1,22 4,52 6,84 1992 0,39 0,58 1,34 4,47 6,78 1993 0,26 0,63 1,35 5,09 7,33 1994 0,28 0,61 1,20 4,27 6,36 1995 0,28 0,52 1,31 4,81 6,93 1996 0,28 0,61 1,35 6,28 8,52 1997 0,34 0,66 1,43 5,53 7,96 1998 0,42 0,68 1,49 4,94 7,53 1999 0,44 0,65 1,42 4,81 7,33 2000 0,33 0,70 1,43 5,41 7,87 2001 0,44 0,66 1,54 5,06 7,71 2002 0,44 0,77 1,61 4,61 7,43

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

Cuadro 7.16 Evaluación de la atención de la salud en la primera infancia. Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.

Año TMI % Bajo peso al nacer

Índice TM 1-4

no evitables

TM 1-4 evitables Índice

1990 16,0 7,1 2,3 42 39 1,1 1991 13,5 6,8 2,0 34 31 1,1 1992 14,4 6,8 2,1 33 32 1,0 1993 15,4 7,3 2,1 33 32 1,0 1994 14,0 6,4 2,2 10 15 0,7 1995 12,5 6,9 1,8 38 34 1,1 1996 14,3 8,5 1,7 36 25 1,4 1997 11,8 8,0 1,5 23 42 0,5 1998 12,6 7,5 1,7 24 29 0,8 1999 10,3 7,3 1,4 21 30 0,7 2000 9,0 7,9 1,1 17 25 0,7 2001 9,2 7,7 1,2 15 28 0,5 2002 9,9 7,4 1,3 19 22 0,9

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

Cuadro 7.17 Participación del bajo peso al nacer según orden de nacimiento. Ciudad de Buenos Aires, 1990/2002.

Año 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8ºy+ Total 1990 7,3 6,7 7,5 7,7 9,3 9,7 11,6 8,9 7,2 1991 6,9 6,2 6,7 7,8 7,3 8,5 5,6 8,2 6,8 1992 6,9 5,6 7,1 8,2 7,8 9,2 8,8 7,8 6,7 1993 7,2 6,5 7,5 8,8 6,4 7,9 7,0 11,0 7,1 1994 6,5 5,5 6,0 7,1 6,3 10,5 11,5 10,7 6,3 1995 6,5 6,3 8,0 8,1 8,4 10,1 7,9 9,8 6,7 1996 7,5 9,3 8,0 9,1 9,9 10,2 9,7 12,6 8,3 1997 7,6 8,0 7,6 8,9 9,1 8,2 7,3 8,1 7,8 1998 7,1 6,9 8,6 9,7 10,6 9,3 5,7 7,8 7,4 1999 6,9 6,7 8,5 9,3 7,8 8,8 8,8 8,3 7,2

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2000 7,2 7,7 8,4 9,4 9,4 6,8 9,1 9,1 7,3 2001 7,3 7,0 8,7 7,8 12,3 10,2 6,7 13,1 7,5 2002 6,9 7,1 8,1 9,3 8,4 9,9 11,7 10,6 7,3

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

Gráfico 7.1 Distribución de los nacimientos de madres adolescentes.

Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Nac

imie

ntos

de

mad

res a

dole

scen

tes

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

Gráfico 7.2 Distribución de los nacimientos de madres multíparas.

Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Nac

imie

ntos

de

mad

res m

ultíp

aras

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

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Gráfico 7.3 Distribución de la mortalidad fetal. Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Mue

rtes f

etal

es a

cum

ulad

asCurva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

Gráfico 7.4 Distribución de la mortalidad infantil por causas reducibles.

Ciudad de Buenos Aires, 1991-1992.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Mue

rtes i

nfan

tiles

acu

mul

adas

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

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Gráfico 7.5 Distribución de los nacimientos de madres adolescentes.

Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Nac

imie

ntos

de

mad

res a

dole

scen

tes

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

Gráfico 7.6

Distribución de los nacimientos de madres multíparas. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Nac

imie

ntos

de

mad

res m

ultíp

aras

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

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Gráfico 7.7 Distribución de la mortalidad fetal. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Mue

rtes f

etal

es a

cum

ulad

as

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

Gráfico 7.8

Distribución de la mortalidad infantil por causas reducibles. Ciudad de Buenos Aires, 2001-2002.

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1

Población acumulada de nacidos vivos (%)

Mue

rtes i

nfan

tiles

acu

mul

adas

Curva de Concentración

Curva de Lorenz

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales y censales.

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Cuadro 8.1 Indicadores de riesgo seleccionados según jurisdicción. Argentina, 1991-1992.

% nacimientos % nacimientos % nacimientos % nacimientos Tasa mort.

Jurisdicción bajo peso mad. adolesc. mad. baja ins. pretérmino 0-4 1991-92 1991-92 1991-92 1991-92 1991-92 Total país 5,9 * 14,7 16,6 8,1 28,2 Ciudad de Buenos Aires 6,6 6,3 2,9 5,7 18,6 Buenos Aires 6,9 13,5 7,8 12,7 27,0 Catamarca 5,1 18,2 15,0 10,2 34,9 Córdoba 6,4 13,9 12,9 8,9 24,0 Corrientes 5,5 17,6 37,0 5,1 33,8 Chaco 6,4 20,3 39,8 7,6 40,7 Chubut 6,5 19,2 15,5 5,9 23,2 Entre Ríos 7,5 16,8 21,0 6,3 25,4 Formosa ** 5,5 17,1 0,1 0,0 36,3 Jujuy 6,9 16,9 22,0 6,1 39,6 La Pampa 6,5 17,4 14,6 5,8 22,7 La Rioja 6,9 16,8 12,1 21,5 30,3 Mendoza 6,8 12,9 18,7 5,6 26,6 Misiones 6,0 18,8 45,8 4,3 35,6 Neuquén 6,8 18,6 20,0 5,1 19,0 Río Negro 6,0 18,7 19,9 6,1 26,8 Salta 6,0 16,8 29,1 8,4 42,4 San Juan 7,1 15,2 13,0 5,6 27,4 San Luis 7,1 17,3 15,3 6,1 29,2 Santa Cruz 6,7 15,5 9,8 7,2 21,8 Santa Fe ** 0,1 17,0 16,2 0,0 23,8 Santiago del Estero ** 0,1 15,5 48,2 0,1 32,8 Tucumán 5,4 13,3 26,6 10,3 32,2 Tierra del Fuego 2,6 5,3 3,1 2,5 17,4

Notas: * el valor sería 6,6 % si se excluyen las jurisdicciones con datos no confiables.

** dato no confiable en la proporción de nacimientos de bajo peso y pretérmino en las tres jurisdicciones y en bajo nivel de instrucción de la madre en Formosa.

Fuente: elaboración sobre la base de Ministerio de Salud (2001 y 2002).

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Cuadro 8.2 Indicadores de riesgo seleccionados según jurisdicción. Argentina, 2001-2002.

% nacimientos % nacimientos % nacimientos % nacimientos Tasa mort.

Jurisdicción bajo peso mad. adolesc. mad. baja ins. pretérmino 0-4 2001-02 2001-02 2001-02 2001-02 2001-02 Total país 7,4 14,6 10,1 7,2 19,2 Ciudad de Buenos Aires 7,4 5,8 2,3 5,6 11,2 Buenos Aires 7,9 12,0 4,5 6,8 17,5 Partidos del Gran Bs. As. 8,1 11,5 4,7 7,0 18,3 Catamarca 6,9 19,6 9,5 8,0 20,4 Córdoba 7,3 14,0 6,5 8,4 18,1 Corrientes 7,8 17,5 24,0 6,7 27,3 Chaco 7,5 24,2 33,5 6,6 31,1 Chubut 7,0 18,7 9,0 7,6 17,5 Entre Ríos 7,4 18,1 12,8 6,3 17,7 Formosa 7,7 20,3 22,9 7,4 34,3 Jujuy 6,4 17,8 13,4 6,5 23,8 La Pampa 6,4 18,1 8,4 6,9 14,3 La Rioja 7,9 17,2 6,1 8,1 25,2 Mendoza 7,0 14,6 10,3 6,7 15,1 Misiones 6,9 20,2 33,2 5,8 24,0 Neuquén 7,2 17,7 9,6 8,0 14,4 Río Negro 7,1 18,4 10,8 8,0 16,7 Salta 6,8 15,8 15,9 8,8 23,7 San Juan 7,7 13,7 7,2 7,2 22,4 San Luis 7,2 16,3 9,6 7,7 18,9 Santa Cruz 6,8 16,6 5,7 9,2 17,9 Santa Fe 7,3 18,1 11,3 9,1 16,4 Santiago del Estero 6,8 18,4 20,8 9,2 17,1 Tucumán 7,0 15,6 9,5 6,8 27,0 Tierra del Fuego 5,6 13,1 2,8 5,5 10,8

Fuente: elaboración sobre la base de Ministerio de Salud (2001 y 2002).

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Cuadro 8.3

Desigualdad en la salud-enfermedad. Conglomerado de pertenencia según Circunscripción Electoral.

Ciudad de Buenos Aires, 1991-92 y 2001-02.

C.E. 1991-92 2001-02 1 1 3 2 2 2 3 2 3 4 3 2 5 1 1 6 1 1 7 1 1 8 2 1 9 1 3

10 2 1 11 1 3 12 2 3 13 2 2 14 1 3 15 1 1 16 1 1 17 1 1 18 1 1 19 1 1 20 1 3 21 1 3 22 2 2 23 2 2 24 1 3 25 1 1 26 1 1 27 1 1 28 1 1

Notas: 1991-92: bajo (1), medio (2) y alto (3); 2001-02: bajo (1), medio (3) y alto (2). Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los conglomerados de k medias.

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Cuadro 9.1 Coordenadas de las CE en el espacio factorial. Ciudad de Buenos Aires, década 1990.

C.E. Factor 1 Factor 2

1 -0,428 -0,572 2 1,339 1,195 3 0,911 -0,771 4 2,872 -0,775 5 -0,616 0,109 6 -0,754 0,119 7 -0,481 -0,117 8 0,068 -0,672 9 0,251 0,761

10 0,545 -0,966 11 -0,174 0,521 12 1,102 -1,160 13 1,107 -1,537 14 0,312 1,425 15 -0,603 -0,876 16 -1,089 -0,315 17 -0,816 -0,230 18 -0,522 0,727 19 -0,849 0,316 20 0,418 3,435 21 -0,678 0,174 22 1,727 0,426 23 0,869 0,456 24 -1,146 0,149 25 -1,072 -0,129 26 -0,906 -0,567 27 -0,737 -1,362 28 -0,651 0,236

Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los componentes principales.

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Cuadro 9.2 Coordenadas de las CE en el espacio factorial. Ciudad de Buenos Aires, década 2000.

C.E. Factor 1 Factor 2

1 -0,198 -1,413 2 1,606 0,631 3 1,066 -0,398 4 1,717 0,637 5 -0,713 0,020 6 -0,781 0,492 7 -0,676 -0,245 8 -0,110 -0,463 9 0,373 0,844

10 -0,071 1,000 11 -0,092 -0,816 12 1,198 0,846 13 1,465 -0,739 14 0,143 2,303 15 -0,509 1,805 16 -1,221 0,285 17 -0,817 -0,100 18 -0,706 -0,363 19 -1,198 0,518 20 0,501 -0,286 21 -0,423 -0,445 22 1,921 -0,253 23 1,680 -1,389 24 -0,600 -2,314 25 -1,119 -0,861 26 -0,614 0,378 27 -0,976 -0,903 28 -0,846 1,227

Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los componentes principales.

Cuadro 9.3

Clasificación de las CE según conglomerado de pertenencia. Ciudad de Buenos Aires, décadas 1990 y 2000.

C.E. 1990 2000 C.E. 1990 2000 1 1 1 15 1 1 2 3 2 16 1 1 3 3 3 17 1 1 4 2 2 18 1 1 5 1 1 19 1 1 6 1 1 20 3 3 7 1 1 21 1 1 8 3 3 22 3 3 9 3 3 23 3 3

10 3 3 24 1 1 11 1 3 25 1 1 12 3 2 26 1 1 13 3 2 27 1 1 14 3 3 28 1 1

Fuente: elaboración sobre la base de la aplicación del método de los conglomerados de k medias.

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Cuadro 11.1

Inscriptos en el Plan Médicos de Cabecera según grupo de edad. Ciudad de Buenos Aires, 1997-2002.

Inscriptos Año Total 0-4 años 5-19 años 20 años y + 1997 22.132 1.313 5.687 15.132 1998 56.706 3.795 13.830 39.081 1999 83.725 4.950 19.787 58.988 2000 114.175 7.315 27.089 79.771

2001* 153.364 9.508 37.383 106.473 2002* 178.494 11.067 43.552 123.875

Nota: * la apertura por edad fue estimada aplicando estructura del período 1997-2000. Fuente: elaboración sobre la base de datos del Plan Médicos de Cabecera.

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Cuadro 11.2 Gasto público del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires según finalidad y función, 1993-2002.

FINALIDAD / FUNCION 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2002*

GASTO TOTAL 3.219,11 2.842,54 2.919,65 3.134,30 3.144,39 3.003,30 3.280,28 3.293,36 3.374,26 3.177,44 2.090,44 I. FUNCIONAMIENTO DEL ESTADO 405,23 385,11 412,49 401,00 421,65 461,60 507,04 516,95 529,00 446,94 294,04 I.1. Administración general 391,86 369,51 397,67 386,96 406,98 447,80 455,32 452,95 437,70 385,24 253,45 I.2. Justicia 13,37 15,59 14,82 14,05 14,67 13,80 51,72 64,00 91,30 61,69 40,59 I.3. Defensa y seguridad 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 II. GASTO PUBLICO SOCIAL 2.713,03 2.306,16 2.361,63 2.522,67 2.418,44 2.352,76 2.558,82 2.576,11 2.618,39 2.555,94 1.681,56 II.1. Educación, cultura y ciencia y técnica 740,72 757,28 842,27 870,91 886,67 875,19 946,44 1.024,32 1.009,06 985,52 648,37 II.1.1. Educación básica 544,07 559,69 602,23 616,31 635,30 643,72 676,98 771,74 764,82 771,47 507,55 II.1.2. Educación superior y universitaria 61,23 62,99 67,78 69,36 71,50 72,45 92,15 64,49 64,60 69,51 45,73 II.1.3. Ciencia y técnica 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 2,27 1,93 1,27 II.1.4. Cultura 66,04 67,56 100,12 111,40 103,77 112,07 126,77 135,55 133,62 120,10 79,01 II.1.5. Educación y cultura sin discriminar 69,38 67,05 72,15 73,83 76,11 46,95 50,54 52,54 43,76 22,51 14,81 II.2. Salud 929,25 916,35 948,46 968,17 986,51 936,47 970,23 985,79 996,44 1.042,41 685,80 II.2.1. Atención pública de la salud 773,50 762,94 793,81 817,58 837,67 818,65 847,05 860,00 823,50 879,44 578,58 II.2.2. Obras sociales - Atención de la Salud 155,75 153,42 154,65 150,60 148,84 117,82 123,18 125,79 172,94 162,97 107,22 II.2.3. INSSJyP - Atención de la Salud II.3. Agua potable y alcantarillado 7,37 9,08 8,73 22,48 40,45 32,11 20,55 16,55 29,35 13,43 8,83 II.4. Vivienda y urbanismo 83,98 72,17 68,93 91,54 41,96 43,81 51,59 50,51 55,74 33,74 22,19 II.5. Promoción y asistencia social 166,04 136,78 136,47 145,19 134,07 169,18 208,43 166,73 197,41 193,45 127,27 II.5.1. Promoción y asistencia social pública 155,83 126,72 126,33 135,00 124,49 151,65 190,11 158,37 179,07 182,25 119,90 II.5.2. Obras sociales - Prestaciones Sociales 10,21 10,06 10,14 10,19 9,58 17,53 18,32 8,37 18,34 11,20 7,37

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II.5.3. INSSJyP - Prestaciones Sociales II.6. Previsión social 399,45 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 II.7. Trabajo 6,39 8,69 0,00 2,04 0,89 0,95 5,70 6,67 5,69 6,09 4,01 II.7.1. Programas de empleo y seguro de desempleo 6,39 8,69 0,00 2,04 0,89 0,95 5,70 6,67 5,69 6,09 4,01 II.7.2. Asignaciones familiares II.8. Otros servicios urbanos 379,84 405,80 356,77 422,33 327,88 295,05 355,87 325,54 324,71 281,31 185,07 III. GASTO PUBLICO EN SERVICIOS ECONOMICOS 81,28 52,19 67,57 71,12 177,92 87,52 100,29 111,56 157,70 123,81 81,45 III.1. Producción primaria 10,11 5,18 4,80 5,65 5,01 9,24 13,15 19,57 18,89 10,33 6,79 III.2. Energía, combustible y minería 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 III.3. Industria 0,85 1,35 2,26 2,13 2,38 1,37 0,59 0,00 0,00 0,00 0,00 III.4. Servicios 44,57 43,10 59,11 61,95 67,29 72,82 75,89 77,51 113,39 94,96 62,47 III.4.1. Transporte 42,63 41,02 56,60 59,38 64,58 68,72 72,65 74,09 109,70 91,78 60,38 III.4.2. Comunicaciones 1,94 2,08 2,51 2,57 2,70 4,10 3,24 3,42 3,69 3,18 2,09 III.5. Otros gastos en servicios económicos 25,74 2,57 1,39 1,39 103,24 4,09 10,66 14,48 25,43 18,52 12,19 IV. SERVICIOS DE LA DEUDA PUBLICA 19,57 99,08 77,97 139,51 126,38 101,43 114,14 88,74 69,17 50,75 33,39

* en millones de pesos del 2001. Se corrigieron los valores corrientes del 2002 con el Índice de Precios 1995-2003 elaborado por la Dirección de Gastos Consolidados (Ministerio de Economía y UNICEF, 2004). Fuente: elaboración en base a Dirección de Gastos Sociales Consolidados - Secretaría de Política Económica – Ministerio de Economía (actualización abril 2005).

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Cuadro 11.3 Gasto anual per cápita en población sin cobertura (en pesos).

Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.

Año Gasto 1993 1326,001994 1268,901995 1282,021996 1283,261997 1278,811998 1216,491999 1226,042000 1213,302001 1133,162002 1181,00

2002* 776,97 * millones de pesos del 2001.

Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005) y CBA (2003d).

Cuadro 11.4 Gasto en atención de la salud como porcentaje del PBI.

Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.

Año Porcentaje 1993 1,5 1994 1,4 1995 1,5 1996 1,4 1997 1,4 1998 1,2 1999 1,3 2000 1,3 2001 1,3 2002 1,7

2002* 1,1 * millones de pesos del 2001.

Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005) y CBA (2003a).

Cuadro 11.5 Gasto Social y Gasto Social Focalizado (millones de pesos).

Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.

Año Gasto Social

Gasto Social Focalizado

% GSF en el gasto

total

% GSF en el gasto social

1993 2.713,03 256,4 8,0 9,5 1994 2.306,16 217,6 7,7 9,4 1995 2.361,63 205,4 7,0 8,7 1996 2.522,67 238,8 7,6 9,5 1997 2.418,44 176,9 5,6 7,3 1998 2.352,76 213,9 7,1 9,1 1999 2.558,82 265,7 8,1 10,4 2000 2.576,11 223,9 6,8 8,7 2001 2.618,39 258,8 7,7 9,9 2002 2.555,94 233,3 7,3 9,1

2002* 1.681,56 153,5 7,3 9,1 * millones de pesos del 2001.

Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005).

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Cuadro 11.6 Variación interanual del Gasto Social Focalizado y evolución de la pobreza e indigencia

(por hogares y personas). Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002.

Var. Relat. Porcentaje de

Período interanual del GSF Año

Personas pobres

Personas indigentes

Hogares pobres

Hogares indigentes

1993-1994 -15,1 1994 6,7 1,5 5,4 1,6 1994-1995 -5,6 1995 8,0 1,6 5,8 1,3 1995-1996 16,3 1996 7,5 1,3 5,8 1,5 1996-1997 -25,9 1997 7,5 1,9 5,3 1,4 1997-1998 20,9 1998 5,9 1,1 4,4 0,8 1998-1999 24,2 1999 8,3 1,4 5,5 1,3 1999-2000 -15,7 2000 9,5 1,8 6,1 1,4 2000-2001 15,6 2001 9,8 2,1 6,3 1,6 2001-2002 -2,4 2002 21,2 5,7 14,6 3,7

2001-2002* -35,8 2002 21,2 5,7 14,6 3,7 * millones de pesos del 2001. Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005) y CBA (2003c).

Cuadro 11.7 Asignación de gasto por hogar pobre (en pesos). Ciudad de Buenos Aires, 1993-2002.

Año Gasto por

hogar pobre 1993 4816,8 1994 3936,8 1995 3458,7 1996 4020,3 1997 3259,7 1998 4747,3 1999 4716,6 2000 3583,1 2001 4010,1 2002 1559,4

2002* 1026,1 * millones de pesos del 2001. Fuente: elaboración en base a datos de Ministerio de Economía (2005) y CBA (2003c).

Cuadro 11.8

Nivel de ejecución presupuestaria según tipo de bienes. Secretaría de Salud. Ciudad de Buenos Aires, 1992-2002.

% Ejecutado Año Total Corrientes Capital 1992 93,5 101,6 56,2 1993 97,1 98,3 88,1 1994 91,1 91,9 82,0 1995 97,6 98,3 82,0 1996 96,3 - - 1997 96,3 - - 1998 92,3 - - 1999 94,4 - - 2000 96,5 99,4 32,6 2001 97,6 99,3 24,4 2002 98,3 98,8 23,3

Fuente: elaboración en base a datos de GCBA-DGC-Serie Cuentas de Inversión.

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Cuadro 11.9 Gastos en personal en el presupuesto de la Secretaría de Salud.

Ciudad de Buenos Aires, 1992-2002.

Año % en total

vigente % en total ejecutado

1992 62,6 71,5 1993 70,1 72,2 1994 67,2 73,7 1995 71,0 72,6 1996 - 70,7 1997 - 74,7 1998 68,7 74,5 1999 - 72,1 2000 69,4 72,0 2001 74,1 75,9 2002 70,1 71,3

Fuente: elaboración en base a datos de GCBA-DGC-Serie Cuentas de Inversión.

Cuadro 11.10 Ejecución presupuestaria de la Secretaría de Salud según programa.

Ciudad de Buenos Aires, 1994-2002.

Año Materno-infanto-juvenil

Activida-des

centrales

Atención clínico-

quirúrgica

Atención ambulatoria desconcen-

trada

Resto Total

1994 16,2 5,1 23,8 3,1 51,7 100,0 1995 8,4 6,1 61,3 1,4 22,9 100,0 1996 6,1 9,0 47,8 4,1 33,0 100,0 1997 10,8 13,4 50,7 4,1 21,0 100,0 1998 6,4 4,1 74,7 0,5 14,3 100,0 1999 12,1 2,8 58,3 2,0 24,7 100,0 2000 11,0 3,5 62,3 2,4 20,8 100,0

2001* 15,1 3,3 72,8 2,9 5,9 100,0 2002 17,0 8,6 64,2 1,9 8,2 100,0

* sancionado. Fuente: elaboración en base a datos de GCBA-DGC-Serie Cuentas de Inversión.

Cuadro 11.11

Composición de la ejecución presupuestaria de la Secretaría de Salud según programa. Ciudad de Buenos Aires, 1994-1996-1998-2000-2002.

Programa 1994 1996 1998 2000 2002

Actividades centrales 5,1 9,0 4,1 3,5 8,6Actividades comunes 37,6 23,5 12,2 17,0 6,7Prevención patologías prevalentes - - - - 0,6Atención primaria de la salud 3,1 4,1 2,3 5,1 1,9Atención médica de urgencia 13,8 9,3 - 0,8 0,7Programa materno infantil 16,2 6,1 6,4 11,0 17,0Atención clínico quirúrgica 23,8 47,8 74,7 62,3 64,2Control zoonosis 0,3 0,3 0,3 0,2 0,2Legados, subsidios y donaciones 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: elaboración en base a datos de GCBA-DGC-Serie Cuentas de Inversión.

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ANEXO C – Definición de fórmulas y conceptos utilizados

a) Referidas a la salud y enfermedad:

Egreso hospitalario: es la salida del establecimiento de un paciente internado.

Implica siempre la conclusión del período de internación y la desocupación de

una cama de hospital, ya sea por alta o por defunción.

Lactancia materna como alimentación exclusiva: el lactante sólo recibe leche

materna de su madre o nodriza, o leche materna extraída y ningún otro líquido o

sólido a excepción de gotas o jarabes consistentes en vitaminas, suplementos

minerales o medicinas.

Lactancia materna como alimentación predominante: la fuente predominante

de alimentación del lactante es la leche materna. Sin embargo, también puede

haber recibido agua y bebidas a base de agua, jugos de fruta, soluciones de sales

de rehidratación oral, vitaminas, minerales y medicinas en forma de gotas y

jarabe y líquidos ceremoniales.

Mortalidad infantil según “criterios de reducibilidad”: esta clasificación se

construyó agrupando las causas de muerte en función de la patología, el

conocimiento científico disponible y las características del sistema de salud a

fin de conocer en qué medida es posible reducir esas defunciones a través de

acciones en el ámbito de la atención de la Salud Materno-infantil. Fueron

definidas tomando como base la clasificación de la Dra. Erika Taucher.

Los criterios aplicados hasta 1996 se denominaban de “evitabilidad” y el

agrupamiento era: a) reducibles (por diagnóstico o tratamiento oportuno del

embarazo, del parto y del recién nacido y por prevención y tratamiento); b)

difícilmente reducibles; c) desconocidas y mal definidas y d) otras causas.

Los criterios aplicados a partir de 1997 son los siguientes: a) causas reducibles:

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son las que podrían reducirse con acciones en el sistema de salud sencillas y de

bajo costo, a través de la prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno en el

embarazo, en el parto y en el nacido vivo; b) causas difícilmente reducibles:

generalmente están asociadas a las anomalías congénitas, malformaciones

genéticas, etc; c) otras causas y d) desconocidas y mal definidas.

Muertes maternas: defunción de una mujer mientras está embarazada o dentro

de los 42 días siguientes a la terminación del embarazo, independientemente de

la duración y el sitio del embarazo, debido a cualquier causa relacionada con o

agravada por el embarazo mismo o su atención, pero no por causas accidentales

o incidentes.

Nacimientos atendidos por médicos: nacimientos cuyos partos fueron

atendidos por médicos.

Nacimientos con bajo peso al nacer: nacimientos de menos de 2500 grs.

Nacimientos de madres adolescentes: madres menores de 20 años.

Nacimientos de madres con baja instrucción: madres analfabetas o con

primario incompleto.

Nacimientos de madres multíparas: nacimientos de mujeres que tienen 5 y

más hijos.

Nacimientos de madres primíparas: nacimientos de mujeres que tienen el

primer hijo.

Nacimientos de madres solas: no conviven en pareja (casada o unida).

Nacimientos de pretérmino: nacimientos con menos de 37 semanas completas

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de gestación.

Proporción de muertes de menores de cinco años: relación entre las

defunciones de menores de cinco años ocurridas en un año dado y el total de

defunciones del mismo año.

Proporción de muertes de menores de un año: relación entre las defunciones

de menores de un año ocurridas en un año dado y el total de defunciones del

mismo año.

Proporción de muertes de menores de uno a cuatro años: relación entre las

defunciones de menores de uno a cuatro años ocurridas en un año dado y el total

de defunciones del mismo año.

Proporción de muertes por causa: relación entre las defunciones de una

determinada causa ocurridas en un año dado y el total de defunciones del mismo

año.

Tasa bruta de mortalidad o de mortalidad general: relación entre las

defunciones ocurridas en un año dado y la población total del mismo año.

Tasa bruta de natalidad: relación entre los nacidos vivos ocurridos en un año

dado y la población total del mismo año.

Tasa de morbilidad de enfermedades transmisibles: relación entre las

denuncias de enfermedades transmisibles recibidas en un año dado y la población

total del mismo año.

Tasa de mortalidad fetal: relación entre las defunciones intrauterinas en un año

dado y los nacidos vivos del año.

3

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Tasa de mortalidad infantil: relación entre las defunciones de niños menores de

un año ocurridas en un año dado y los nacidos vivos del mismo año.

Tasa de mortalidad infantil neonatal: relación entre las defunciones de niños

menores de 28 días ocurridas en un año dado y los nacidos vivos del mismo año.

Para el período 1857-1961 corresponde a menores de un mes.

Tasa de mortalidad infantil postneonatal: relación entre las defunciones de

niños con edades comprendidas entre 28 días y menos de un año ocurridas en un

año dado y los nacidos vivos del mismo año. Para el período 1857-1961

corresponde a edades comprendidas entre un mes y menos de un año.

Tasa de mortalidad infantil por causa: relación entre las defunciones de niños

menores de un año de una causa determinada ocurridas en un año dado y los

nacidos vivos del mismo año.

Tasa de mortalidad materna: relación entre las muertes maternas ocurridas en

un año dado y los nacidos vivos del mismo año.

Tasa de mortalidad perinatal: relación entre las defunciones fetales tardías

más las defunciones neonatales precoces en un año dado y las defunciones

fetales tardías más los nacidos vivos del año.

Tasa de mortalidad primera infancia: relación entre las defunciones de niños

menores de un año hasta 4 años cumplidos ocurridas en un año dado y los nacidos

vivos del mismo año.

Tasa de mortalidad primera infancia por causa: relación entre las defunciones

de niños menores de cinco años de una causa determinada ocurridas en un año

dado y los nacidos vivos del mismo año.

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b) Referidas a la desiguadad:

Línea de indigencia: es el valor monetario de una Canasta Básica de

Alimentos, de costo mínimo, capaz de satisfacer un umbral elemental de

necesidades energéticas y proteicas. Se considera indigentes a los hogares

cuyos ingresos no alcanzan dicha línea o valor, y a la población incluida en

ellos.

Línea de pobreza: es el valor monetario de una Canasta Básica Total de bienes

y servicios capaz de satisfacer un conjunto de necesidades alimentarias y no

alimentarias (vestimenta, transporte, educación, salud, etc) consideradas

esenciales. Se denomina pobres a los hogares cuyos ingresos no alcanzan dicha

línea o valor, y a la población incluida en ellos.

Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI): se considera a los hogares y la

población en ellos, que presentan al menos uno de los siguientes indicadores de

privación.

1. Hacinamiento (crítico): hogares que tuvieran más de tres personas por cuarto.

2. Vivienda: hogares en una vivienda de tipo inconveniente (pieza de

inquilinato, vivienda precaria u otro tipo, lo que excluye casa, departamento y

rancho).

3. Condiciones sanitarias: hogares que no tuvieran ningún tipo de retrete.

4. Asistencia escolar: hogares que tuvieran algún niño en edad escolar (6 a 12

años) que no asistiera a la escuela.

5. Capacidad de subsistencia: hogares que tuvieran cuatro o más personas por

miembro ocupado y, además, cuyo jefe no haya completado tercer grado de

escolaridad primaria.

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Proporción de hogares bajo la línea de indigencia: porcentaje de hogares

viviendo bajo la línea de indigencia.

Proporción de hogares bajo la línea de pobreza: porcentaje de hogares

viviendo bajo la línea de pobreza.

Proporción de hogares que viven en viviendas con mala calidad de los

materiales: relación entre los hogares que viven en viviendas que no responden

a la categoría CALMAT I (materiales resistentes y sólidos en todos los

paramentos y que incorporan todos los elementos de aislamiento y terminación)

y el total de hogares.

Proporción de jóvenes de 15 a 19 años no escolarizados: relación entre los

jóvenes de 15 a 19 años que no asisten a la escuela sobre el total de ese grupo

de edad.

Proporción de jóvenes de 20 a 24 años que no asisten a la enseñanza:

relación entre los jóvenes de 20 a 24 años que no asisten a la enseñanza sobre el

total de ese grupo de edad.

Proporción de población bajo la línea de indigencia: porcentaje de población

viviendo bajo la línea de indigencia.

Proporción de población bajo la línea de pobreza: porcentaje de población

viviendo bajo la línea de pobreza.

Proporción población NBI: relación entre la población con necesidades

básicas insatisfechas y la población total.

Proporción de NBI 0-4 años: relación entre los niños menores de 5 años con

necesidades básicas insatisfechas y la población total de ese grupo de edad.

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Proporción de NBI 0-4 años en total NBI: relación entre los niños menores

de 5 años con necesidades básicas insatisfechas y la población total con esas

necesidades.

Proporción de población que asiste a establecimiento privado: relación

entre los que asisten a establecimientos privados y la población total que asiste.

Proporción de población sin cobertura de salud: relación entre la población

que no tiene obra social ni plan médico prepago (es decir los que tienen la

cobertura del sector público) y la población total.

Riesgo atribuible poblacional (RAP): relación entre la tasa o proporción de

cada área con la del área que registra mayor nivel socioeconómico, en este caso

la de menor nivel de necesidades básicas insatisfechas. Permite estimar la

proporción reducible que se conseguiría si tuviesen el nivel del área con mayor

nivel socioeconómico. Cuanto más se desvía de 0, mayor es la desigualdad y

mayor su margen de reducción potencial.

Riesgo relativo: relación entre la tasa o proporción de mayor nivel y la de

menor nivel.

c) Referidas a la actividad económica y a la distribución de ingresos:

Brecha de ingresos: es el cociente entre los ingresos del 20 por ciento de la

población con mayores ingresos y el 20 por ciento de la población con ingresos

más bajos.

Ingreso per cápita familiar: es el cociente de la división del ingreso total

familiar por la cantidad de integrantes del hogar.

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Ingreso total individual: ingresos monetarios mensuales percibidos por las

personas encuestadas tanto en concepto de retribución por la o las ocupaciones

que desempeñan, como los provenientes de otras fuentes tales como

jubilaciones y pensiones; alquileres, rentas o intereses; utilidades, beneficios o

dividendos; seguro de desempleo; indemnización por despido; beca de estudio;

cuota de alimento; aportes de personas que no viven en el hogar y otros -

subsidios estatales, retiro voluntario, venta de pertenencias personales, premios

de juegos de azar, herencias, limosnas, etc.

Población económicamente activa: la integran las personas que tienen una

ocupación o que sin tenerla la están buscando activamente. Está compuesta por

la población ocupada más la población desocupada.

Población ocupada: conjunto de personas que tiene por lo menos una

ocupación, es decir que en la semana de referencia ha trabajado como mínimo

una hora en forma remunerada, ó 15 horas sin remuneración (en una actividad

económica). El criterio de una hora trabajada, además de preservar la

comparabilidad con otros países, permite captar las múltiples ocupaciones

informales y/o de baja intensidad que realiza la población.

Población ocupada demandante: se refiere a la población ocupada que busca

activamente otra ocupación.

Población desocupada: se refiere a personas que, no teniendo ocupación, están

buscando activamente trabajo. Corresponde a Desocupación Abierta. Este

concepto no incluye otras formas de precariedad laboral (también relevadas por

la EPH) tales como personas que realizan trabajos transitorios mientras buscan

activamente una ocupación, aquellas que trabajan jornadas involuntariamente

por debajo de lo normal, a los desocupados que han suspendido la búsqueda por

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falta de oportunidades visibles de empleo, a los ocupados en puestos por debajo

de la remuneración vital mínima o en puestos por debajo de la calificación,

etcétera.

Población subocupada: se refiere a los ocupados que trabajan menos de 35

horas semanales por causas involuntarias y desean trabajar más horas.

Quintil de ingreso: cada quintil de ingreso esta conformado por un 20% de la

población perceptora. La población es ordenada por su nivel de ingresos de

menor a mayor, de modo tal que el primer quintil de ingresos comprende a la

población de menores ingresos.

Tasa de actividad: calculada como porcentaje entre la población

económicamente activa y la población total.

Tasa de desocupación: calculada como porcentaje entre la población

desocupada y la población económicamente activa.

Tasa de empleo: calculada como porcentaje de la población ocupada sobre la

población total.

Tasa de ocupados demandantes: calculada como porcentaje de la población

de ocupados demandantes sobre la población económicamente activa.

Tasa de subocupación: calculada como porcentaje entre la población de

subocupados y la población económicamente activa.

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ANEXO D – Fuentes de información de las estadísticas vitales según período

Período 1860-1872 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1860, Buenos Aires, Imprenta

Argentina de El Nacional, 1861 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1861, Buenos Aires, Imprenta

Argentina de El Nacional, 1862 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1862, Buenos Aires, Imprenta y

Litografía a Vapor de Bernheim y Boneo, 1864 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1863, Imprenta de la Sociedad

Tipográfica Bonaerense, 1865 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1864, Buenos Aires, Imprenta del

Porvenir, 1866 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1865, Buenos Aires, Imprenta de

El Nacional, 1867 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1866, Buenos Aires, Imprenta del

Porvenir, 1869 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1867, Buenos Aires, Imprenta de la

Nación, 1872 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1868, Buenos Aires, Imprenta de la

Nación, 1872 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1869, Buenos Aires, Imprenta de la

Nación, 1874 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1870,Buenos Aires, Imprenta del

Porvenir, 1873 ARGENTINA, Registro Estadístico de Buenos Aires, 1871, Buenos Aires, Imprenta de

Jorge E. Cook, 1873 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1872, Buenos

Aires, Imprenta P.E. Coni, 1874

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ARGENTINA, Registro Estadístico de la República Argentina, 1867, Tomo Cuarto, Buenos Aires, Imprenta Argentina de El Nacional, 1869

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires,Año 1891, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1892

CONI, Emilio R., La mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires,

Imprenta de Pablo E. Coni, 1879 CONI, Emilio R., Movimiento de la población desde su fundación hasta la fecha, Buenos

Aires, Imprenta Pablo E. Coni, 1879 MARTINEZ, Alberto E., Estudio Topográfico e Historia Demográfica de la Ciudad de

Buenos Aires, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1889 Período 1873-1884 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1873, Buenos

Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1875 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1874, Buenos

Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1876 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1875, Buenos

Aires, Imprenta "La República", 1882 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1876, Buenos

Aires, Imprenta "La República", 1882 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1877, Buenos

Aires, Imprenta "La República", 1882 ARGENTINA, Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 1878, Buenos

Aires, Imprenta "La República", 1882 CONI, Emilio R., La mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires,

Imprenta de Pablo E. Coni, 1879 CONI, Emilio R., Causes de la Morbidité et de la mortalité de la Premiére Enfance a

Buenos Aires, Imprenta de Paul-Emile Coni, 1886 CONI, Emilio R., Movimiento de la Población desde su fundación hasta la fecha, Buenos

Aires, Imprenta de Pablo E. Coni, 1879

2

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CONI, Emilio R., Apuntes sobre la estadística mortuoria de la Ciudad de Buenos Aires desde el año 1869 hasta 1877 inclusive, Buenos Aires, Imprenta de Pablo E.Coni, 1878

CONI, Emilio R., Movimiento de la población de la Ciudad de Buenos Aires durante el

año 1879, Buenos Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1880 CONI, Emilio R., Movimiento de la población de la Ciudad de Buenos Aires durante el

año 1880, Buenos Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1881 CONI, Emilio R., Movimiento de la población de la Ciudad de Buenos Aires durante el

año 1881, Buenos Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1882 CONI, Emilio R., Resumen de estadísticas generales de la Ciudad de Buenos Aires, 1º

Semestre de 1882, Buenos Aires, Imprenta Pablo E.Coni, 1882 MARTINEZ, Alberto B., Estudio Topográfico e Historia Demográfica de la Ciudad de

Buenos Aires, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1889 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Censo General de Población, Edificación, Comercio e

Industria de la Ciudad de Buenos Aires, Tomo II, 1909, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1910

Período 1885-1886 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica, Buenos Aires, julio 23 de 1885 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica, Buenos Aires, julio 8 de 1886 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica Nº 12, Buenos Aires, Septiembre 23 de 1886 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica Nº 14, Buenos Aires, Octubre 23 de 1886 ARGENTINA, Revista Médico-Quirúrgica Nº 16, Buenos Aires, Noviembre 23 de 1886 ARGENTINA, Procedimientos del Departamento Nacional de Estadística durante el año

1886, Buenos Aires, Imprenta Stiller y Laas, 1887 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Censo General de Población, Edificación, Comercio e

Industria de la Ciudad de Buenos Aires, Tomo II, 1909, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1910

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aies, Boletín

Mensual de la Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1887 (junio a noviembre), Buenos Aires, Imprenta Europea, 1887

3

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CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1940, Buenos Aires, 1941

MARTINEZ, Alberto B., Estudio Topográfico e Historia Demográfica de la Ciudad de

Buenos Aires, Buenos Aires, Cía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1889 Período 1887-2001 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín

Mensual de la Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1887, Buenos Aires, Imprenta Europea, 1887

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de Buenos Aires, Boletín Mensual de la

Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1888, Buenos Aires, Imprenta "La Universidad", 1889

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín

Mensual de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1889, Buenos Aires, 1890

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín

Trimestral de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1890, Buenos Aires, 1891

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1891, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1892

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1892, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1893

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1893, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1894

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1894, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1895

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1895, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1896

4

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CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1896, Buenos Aires, Imprenta Kraft, 1897

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1897, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1898

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1898, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1899

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1899, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1900

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1900, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1901

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1901, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1902

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1902, Buenos Aires, Imprenta "La Buenos Aires", 1903

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1903, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1904

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1904, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1905

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1905, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1906

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1906, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1907

5

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CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1907, Buenos Aires, Imprenta La Bonaerense, 1908

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1908, Buenos Aires, Imprenta La Bonaerense, 1909

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Censo

General de Población, Edificación, Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires, Tomo II, Año 1909, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco 1910

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1910-1911, Buenos Aires, Imprenta El Centenario, 1913

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1912, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1913

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1913, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1914

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1914, Buenos Aires, Cía. Sud-Americana de Billetes de Banco, 1915

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Anuario

Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1915-23, Buenos Aires, Imprenta Briozzo-Hnos.,1925

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín

Mensual de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1924 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín

Mensual de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1925 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín

Mensual de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1926 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín

Mensual de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1927

6

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CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista de Estadística Municipal, Año 1928

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1929 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1930 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1931 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1932 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1933 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1934 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1935 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1936 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1937 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1938 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal, Año 1939 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1940 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1941 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1942

7

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CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1943

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1944 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1945 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1946 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1947 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1º semestre de 1948 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Síntesis

estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1943-48 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 1, Buenos Aires, Peuser, 1959 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 2, Buenos Aires, Peuser, 1959 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 3, Buenos Aires, Peuser, 1960 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 4, Buenos Aires, Peuser, 1960 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 5, Buenos Aires, Peuser, 1961 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 6, Buenos Aires, Peuser, 1961 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 7, Buenos Aires, Peuser, 1962 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Revista

de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires Nº 8, Buenos Aires, Peuser, 1962

8

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ARGENTINA, Ministerio de Bienestar Social, Secretaría de Estado de Salud Pública, Dirección de Estadísticas de Salud, Boletín Estadísticas Vitales y de Salud "Mortalidad Infantil - Región Pampeana y Area Metropolitana Años 1960-66", Serie 5, Nº6

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 1, 1961 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 9, 1962 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 11, 1963 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Nº 17, 1964 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 18, 1964 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 23, 1965 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 26, 1966 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Mortalidad en la Capital Federal 1963-67 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 49, 1968 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 66, 1969 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 74, 1970 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 82, 1971 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 88,1971 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 97,1971

9

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CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 108, 1972 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 107,1973 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 118, 1973 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Demografía Nº 120, 1974 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 125, 1974 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 129, 1975 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 127, 1975 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 130, 1976 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 128, 1976 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 132, 1977 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 131, 1977 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 138, 1978 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 136, 1978 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 140, 1979 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 139, 1979

10

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CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 143, 1980

CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 142, 1980 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 147, 1981 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 146, 1981 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Mortalidad Infantil Nº 149, 1982 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Boletín Estadísticas Vitales Nº 150, 1982 CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Tabulados inéditos 1983 a 1990. CIUDAD DE BUENOS AIRES, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección

de Estadística y Censos, Bases de nacimientos y de defunciones 1990 a 2002.

11

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ANEXO E - Detalle de las causas de muerte utilizadas en las categorías analizadas. Período 1890-2002 1890-1904

Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias

Malformaciones congénitas

Primera edad (perinatales)

cólera infantil diarrea bronconeumonía espina bífida asfixia coqueluche enteritis bronquitis hidrocefalía debilidad congénita crup neumonía vicio de conformación eclamsia infantil difteria otras enfermedades vicio orgánico al esclerema erisipela del aparato respira- corazón falta de cuidados escarlatina torio hemorragia umbilicalfiebre tifoidea icteria influenza inanición sarampión otras enfermedades tétanos de la primera infanciatuberculosis viruela

1

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1905-1929

Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias

Malformaciones congénitas

Primera edad (perinatales)

cólera infantil diarrea bronconeumonía espina bífida asfixia coqueluche enteritis bronquitis hidrocefalía debilidad congénita crup neumonía vicio de conformación eclamsia infantil difteria otras enfermedades vicio orgánico al esclerema erisipela del aparato respira- corazón falta de cuidados escarlatina torio hemorragia umbilicalfiebre tifoidea icteria influenza inanición sarampión otras enfermedades tétanos de la primera infanciatuberculosis viruela

2

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1930-1949

Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias

Malformaciones congénitas

Primera edad (perinatales)

cólera infantil diarrea bronconeumonía espina bífida y menin- atelectasia coqueluche enteritis bronquitis gocele consecuencias del crup neumonía fisura del paladar parto difteria otras enfermedades hidrocefalía congénita debilidad congénita erisipela del aparato respira- imperforación del ano eclamsia infantil escarlatina torio malformación congé- esclerema fiebre tifoidea nita del corazón icteria influenza otras malf. congénitas inanición sarampión otras enfermedades tétanos 1948-49: Causa 157 - de la primera infanciatuberculosis 5° Revisión - 1938 viruela 1948-49: Capítulo XV Enfermedades propias del primer año de vida 5° revisión - 1938

3

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1950-1969

Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias

Malformaciones congénitas

Primera edad (perinatales)

1950-61: Cap. I - En- 1950-61: Causa 571 1950-61: Causas 1950-61: Malformacio- 1950-61: Ciertas en- fermedades infeccio- 6° Revisión - 1948 A87-A97 Nomencla- nes congénitas. Cau- fermedades propias sas y parasitarias - tura intermedia 6° sas 750-759 - 6° Revi- de la I° Infancia Cau-6° Revisión - 1948 Revisión - 1948 sión - 1948 sas 760-776 - 6° Revi- sión - 1948 1962-68: Cap. I - En- 1962-68: Causa B36 1962-68: Causas 472- 1962-68: Malformacio- 1962-68: Enfermeda-fermedades infeccio- Nomenclatura inter- 527, excepto 480 nes congénitas. Cau- des propias de la I° sas y parasitarias - media 7° Revisión - 7 ° Revisión - 1955 sas 750-759 - 7° Revi- Infancia Causas 760- 7° Revisión - 1955 1955 sión - 1955 776 - 7° Revisión - 1955 1969: Cap. I - En- 1969: Causa 009 - 1969: Causas 462 - 1969: Anomalías con- 1969: Ciertas causas fermedades infeccio- 8° Revisión - 1965 519, excepto 470-74 génitas. Causas 740- de la morbilidad y la sas y parasitarias - 8° Revisión - 1965 759 - 8° Revisión - 1965 mortalidad perinatalesCausas 000-136 Causas 760-779 - 8° excepto 009, más Revisión - 1965 470-74 (influenza) 8° Revisión - 1965

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1970-1989

Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias

Malformaciones congénitas

Primera edad (perinatales)

1970-78: Cap. I - En- 1970-78: Enfermedad 1970-78: Causas 462 - 1970-78: Anomalías con- 1970-78: Ciertas cau-fermedades infeccio- diarreica Causa 009 519, excepto 470-74 génitas. Causas 740- sas de la morbilidad ysas y parasitarias - 8° Revisión - 1965 8° Revisión - 1965 759 - 8° Revisión - 1965 mortalidad perinatalesCausas 000-136 Causas 760-779 - 8° excepto 009, más Revisión - 1965 470-74 (influenza) 8° Revisión - 1965 1979-89: Cap. I - En- 1979-89: Infección 1979-89: Causas 460 - 1979-89: Anomalías con- 1979-89: Ciertas afec-fermedades infeccio- intestinal mal defi- 519, excepto 487 - génitas. Causas 740- ciones originadas en sas y parasitarias - nida Causa 009 - 9° Revisión - 1975 759 - 9° Revisión - 1975 el período perinatal. Causas 001-139 9° Revisión - 1975 Causas 760-779 - excepto 009, más 9° Revisión - 1975 487 (influenza) 9° Revisión - 1975

5

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1990-2002

Infecciosas y parasitarias Diarrea y enteritis Respiratorias

Malformaciones congénitas

Primera edad (perinatales)

1990-96: Cap. I - En- 1990-96: Infección 1990-96: Causas 460 - 1990-96: Anomalías con- 1990-96: Ciertas afec-fermedades infeccio- intestinal mal defi- 519, excepto 487 - génitas. Causas 740- ciones originadas en sas y parasitarias - nida Causa 009 - 9° Revisión - 1975 759 - 9° Revisión - 1975 el período perinatal. Causas 001-139 9° Revisión - 1975 Causas 760-779 - excepto 009, más 9° Revisión - 1975 487 (influenza) 9° Revisión - 1975 1997-02: Ciertas en- 1997-02: Diarrea y 1997-02: Enfermeda- 1997-02: Malformaciones 1997-02: Ciertas afec-fermedades infeccio- gastroenteritis de des del sistema res- congénitas, deformidades ciones originadas en sas y parasitarias presunto origen infec- piratorio - Causas y anomalías cromosómi- el período perinatal. Causas A00-B99 ex- cioso Causa A09 - J00-J99 excepto J10- cas. Causas Q00-Q99 Causas P00-P96 más cepto A09 y A33 -más 10° Revisión - 1995 J11 (influenza) más N07 A33 y O43 J10-J11 (influenza) 10° Revisión - 1995 10° Revisión - 1995 10° Revisión - 1995 10° Revisión - 1995

6

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ANEXO F – ANALISIS FACTORIAL Y DE CONGLOMERADOS • El análisis factorial.

Es una técnica de reducción de datos que sirve para encontrar grupos

homogéneos de variables a partir de un conjunto numeroso de variables. Su

propósito último consiste en buscar el número mínimo de dimensiones

capaces de explicar el máximo de información contenida en los datos. No

existe variable dependiente, todas las variables son independientes en el

sentido de que no existe a priori una dependencia conceptual de unas

variables sobre otras (Pardo y Ruiz, 2002).

El método de extracción utilizado fue el de los componentes principales.

Dicho método asume que es posible explicar el 100 por ciento de la varianza

observada y, por ello, todas las comunalidades (que explican la proporción

de la varianza de una variable que puede ser explicada por el modelo

factorial obtenido) iniciales son iguales a la unidad (que es justamente la

varianza de una variable en puntuaciones típicas).

• El procedimiento Conglomerados de K medias.

Esta técnica de agrupación de casos es similar al análisis discriminante

pero, a diferencia de éste, permite detectar el número óptimo de grupos y su

composición únicamente a partir de la similitud existente entre los casos en

una o más variables, sin otros criterios externos. Se comienza seleccionando

los casos más distantes entre sí y luego se asignan el resto de los casos al

centro más próximo, actualizando el valor de los centros a medida que se

van incorporando nuevos casos. Una vez que todos los casos han sido

asignados a uno de los k conglomerados, se inicia un proceso iterativo para

calcular los centroides finales de esos k conglomerados (Pardo y Ruiz,

2002).

Es decir, es un procedimiento de tipo aglomerativo, que partiendo de los

casos individualmente considerados, intenta ir formando unidades cada vez

más amplias hasta llegar a conglomerados homogéneos entre sí. Siempre

utiliza la distancia euclídea para medir la distancia entre dos casos.

1

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1. Su aplicación en la desigualdad social espacial.

1.1 Análisis de conglomerados en la década de 19901. 1.1.1 Centros iniciales de los conglomerados.

Variables Conglomerado 1 2 3 % Población NBI total 4,80 11,20 31,80 % Hacinamiento 2,80 6,30 8,90 % Vivienda inconveniente 1,60 6,60 28,20 % Condiciones sanitarias 0,90 1,40 3,00 % Niños no escolarizados 0,30 0,90 1,10 % Población NBI 0-4 9,11 23,25 47,74 % Asistencia a est. privado 52,70 31,10 29,50 No escolarizados 15-19 17,00 34,30 36,40 % NBI 0-4 en total NBI 10,23 15,10 11,66 % No escolarizados 20-24 39,40 70,30 70,20

1.1.2 Historial de iteraciones(a).

Cambio en los centros de los conglomerados

Iteración 1 2 3 1 13,435 8,439 0,0002 3,334 3,197 15,6823 0,000 0,000 0,000

(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 3. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 38,968. 1.1.3 Centros de los conglomerados finales.

Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 4,74 12,65 23,93 Hacinamiento 2,52 6,06 9,93 Vivienda inconveniente 1,86 8,35 18,33 Condiciones sanitarias 1,04 1,25 2,73 Niños no escolarizados 0,38 0,70 1,13 Población NBI 0-4 8,86 22,30 40,62 Asistencia a est. privado 44,29 33,08 26,83 No escolarizados 15-19 21,13 30,93 39,03 NBI 0-4 en total NBI 10,59 11,86 14,82 No escolarizados 20-24 53,20 63,60 73,50

1.1.4 Número de casos en cada conglomerado.

1 172 8

Conglomerado

3 3Total casos 28

1 Utilizando datos del censo 1991.

2

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1.2. Análisis de conglomerados en la década del 20002. 1.2.1 Centros iniciales de los conglomerados.

Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 2,60 17,30 10,70 Hacinamiento 1,17 7,95 4,88 Vivienda inconveniente 1,07 7,49 6,01 Condiciones sanitarias 0,14 1,03 0,66 Niños no escolarizados 0,11 1,05 0,57 Capacidad de subsistencia 0,44 3,85 1,81 Población NBI 0-4 4,90 29,78 29,20 NBI 0-4 en total NBI 7,74 15,24 14,79 Asistencia a establecimiento privado 51,17 24,36 53,35 No escolarizados 15-19 7,94 30,42 14,76 No escolarizados 20-24 25,12 74,01 41,11 Tasa empleo jefe del hogar 62,60 54,90 62,30 Tasa desocupación jefe del hogar 8,75 22,36 9,18 Sin cobertura salud población total 12,53 51,35 23,25 Sin cobertura salud niños 0-4 10,33 63,99 40,99 Mala calidad materiales de la vivienda 3,33 33,58 14,18

1.2.2 Historial de iteraciones(a).

Cambio en los centros de los conglomerados

Iteración 1 2 3 1 17,641 15,798 24,3222 0,000 0,000 0,000

(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 2. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 47,180. 1.2.3 Centros de los conglomerados finales.

Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 3,44 19,20 11,10 Hacinamiento 1,32 7,94 4,34 Vivienda inconveniente 1,80 12,20 8,17 Condiciones sanitarias 0,10 0,98 0,30 Niños no escolarizados 0,16 0,93 0,40 Capacidad de subsistencia 0,69 3,02 1,23 Población NBI 0-4 5,85 32,93 20,11 NBI 0-4 en total NBI 8,26 13,94 10,19 Asistencia a establecimiento privado 47,71 26,45 38,57 No escolarizados 15-19 10,84 27,78 18,06 No escolarizados 20-24 39,24 69,60 51,35 Tasa empleo jefe del hogar 62,26 57,43 60,42 Tasa desocupación jefe del hogar 10,51 18,72 12,97 Sin cobertura salud población total 18,21 44,90 28,56 Sin cobertura salud niños 0-4 17,62 57,00 34,28 Mala calidad materiales de la vivienda 3,89 25,18 6,63

2 Utilizando datos del censo 2001.

3

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1.2.4 Número de casos en cada conglomerado.

1 102 4

Conglomerado

3 14Total casos 28

1.3. Análisis de conglomerados en la década del 20003 con variables

comparables a las utilizadas en la década de 1990. 1.3.1 Centros iniciales de los conglomerados.

Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 2,60 24,20 3,40 Hacinamiento 1,17 9,65 1,22 Vivienda inconveniente 1,07 20,07 1,04 Condiciones sanitarias 0,14 0,90 0,10 Niños no escolarizados 0,11 0,56 0,29 Población NBI 0-4 4,90 39,03 6,02 NBI 0-4 en total NBI 7,74 11,96 9,17 Asistencia a establecimiento privado 51,17 28,96 42,85 No escolarizados 15-19 7,94 25,70 17,06 No escolarizados 20-24 25,12 66,93 55,59

1.3.2 Historial de iteraciones(a).

Cambio en los centros de los conglomerados

Iteración 1 2 3 1 8,710 9,635 11,7572 3,324 0,000 1,8053 3,588 0,000 3,8194 1,226 0,000 1,4005 0,000 0,000 0,000

(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 5. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 32,943. 1.3.3 Centros de los conglomerados finales.

Variables Conglomerado 1 2 3 Población NBI total 3,38 19,54 9,26 Hacinamiento 1,29 7,92 3,62 Vivienda inconveniente 1,70 14,27 6,25 Condiciones sanitarias 0,11 0,80 0,24 Niños no escolarizados 0,16 0,78 0,36 Población NBI 0-4 5,75 34,00 17,06 NBI 0-4 en total NBI 8,32 12,57 10,16 Asistencia a establecimiento privado 47,01 29,74 39,76 No escolarizados 15-19 11,23 25,40 17,10 No escolarizados 20-24 40,15 64,10 49,92

3 Utilizando datos del censo 2001.

4

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1.3.4 Número de casos en cada conglomerado

1 112 7

Conglomerado

3 10Total casos 28

2. Su aplicación en la desigualdad espacial de la salud-enfermedad.

2.1 Análisis de conglomerados en la década de 19904. 2.1.1 Centros iniciales de los conglomerados.

Variables Conglomerado 1 2 3 Tasa de natalidad 12,47 15,22 15,62 % madres con baja instrucción 4,57 2,82 6,66 % madres solas 6,80 9,01 9,42 % madres adolescentes 6,91 7,46 12,90 % nacimientos pretérmino 6,13 6,06 6,78 % nacimientos bajo peso 7,19 7,39 6,24 Tasa mortalidad infantil 6,69 16,20 27,59 Tasa mortalidad menor 5 años 12,81 19,72 29,39 Tasa mortalidad fetal 5,01 12,68 18,00 Tasa de mortalidad neonatal 3,34 12,68 15,60 Tasa de mortalidad postneonatal 3,34 3,52 12,00 TMI por causas reducibles 1,11 7,75 8,40 Tasa de mortalidad perinatal 6,65 21,62 25,46

2.1.2 Historial de iteraciones(a).

Cambio en los centros de los conglomerados

Iteración 1 2 3 1 8,958 6,376 0,0002 1,095 3,359 0,0003 0,000 0,000 0,000

(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 3. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 19,845.

4 Utilizando datos de las estadísticas vitales del bienio 1991-92.

5

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2.1.3 Centros de los conglomerados finales.

Variables Conglomerado 1 2 3 Tasa de natalidad 12,66 16,40 15,62 % madres con baja instrucción 1,75 3,71 6,66 % madres solas 5,65 9,16 9,42 % madres adolescentes 4,92 9,03 12,90 % nacimientos pretérmino 5,28 5,60 6,78 % nacimientos bajo peso 6,45 6,80 6,24 Tasa mortalidad infantil 12,08 18,62 27,59 Tasa mortalidad menor 5 años 14,16 21,10 29,39 Tasa mortalidad fetal 4,99 9,55 18,00 Tasa de mortalidad neonatal 8,17 12,70 15,60 Tasa de mortalidad postneonatal 3,91 5,93 12,00 TMI por causas reducibles 3,90 6,49 8,40 Tasa de mortalidad perinatal 10,94 18,84 25,46

2.1.4 Número de casos en cada conglomerado

1 192 8

Conglomerado

3 1Total casos 28

2.2 Análisis de conglomerados en la década del 20005. 2.2.1 Centros iniciales de los conglomerados.

Variables Conglomerado 1 2 3 Tasa de natalidad 11,91 20,81 17,13 % nacimientos bajo peso 6,94 7,41 8,45 % madres adolescentes 2,61 10,89 10,19 % nacimientos pretérmino 7,04 6,03 6,88 % madres con baja instrucción 0,71 4,56 3,24 % madres solas 4,16 10,02 10,67 Tasa mortalidad infantil 3,41 18,47 9,10 Tasa mortalidad menor 5 años 4,27 20,05 10,40 Tasa mortalidad fetal 3,41 7,47 3,90 Tasa de mortalidad neonatal 2,56 11,79 3,25 Tasa de mortalidad postneonatal ,85 6,68 5,85 TMI por causas reducibles 1,99 11,60 5,85 Tasa de mortalidad perinatal 5,10 14,26 5,83

5 Utilizando datos de las estadísticas vitales del bienio 2001-02.

6

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7

2.2.2 Historial de iteraciones(a).

Cambio en los centros de los conglomerados

Iteración 1 2 3 1 6,001 5,896 6,4002 0,692 1,141 0,7543 0,000 0,000 0,000

(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 3. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 15,701. 2.2.3 Centros de los conglomerados finales.

Variables Conglomerado 1 2 3 Tasa de natalidad 11,92 18,96 15,79 % nacimientos bajo peso 7,17 7,89 7,41 % madres adolescentes 4,52 11,41 6,60 % nacimientos pretérmino 6,94 6,40 6,42 % madres con baja instrucción 1,13 4,64 2,05 % madres solas 5,09 10,72 8,55 Tasa mortalidad infantil 6,84 14,95 10,21 Tasa mortalidad menor 5 años 7,99 17,16 11,48 Tasa mortalidad fetal 3,38 6,07 3,99 Tasa de mortalidad neonatal 4,79 9,67 6,38 Tasa de mortalidad postneonatal 2,05 5,28 3,83 TMI por causas reducibles 3,77 9,24 5,52 Tasa de mortalidad perinatal 6,36 11,47 7,55

2.2.4 Número de casos en cada conglomerado.

1 142 5

Conglomerado

3 9Total casos 28

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3. Su aplicación en las relaciones espaciales entre la situación de la salud-enfermedad y la desigualdad social en la década de 1990. 3.1 Aplicación del método de los componentes principales. 3.1.1 Matriz de correlaciones (a).

Correlación

Baja instrucción de la madre

Madres solas

Madres adoles centes

Nacimiento pretérmino

Nacimiento bajo peso

Nacimiento multíparas

Tasa de mortalidad

fetal

Tasa de mortalidad

postneonatal

Tasa de mortalidad

primera infancia

Tasa de mortalidad

infantil por causas reducibles

Proporción de niños

NBI en el grupo 0-4

Proporción de

población NBI

NBIHac NBIViv NBISan NBIAsis

Baja instrucción de la madre 1,000 0,750 0,897 0,554 0,316 0,857 0,730 0,751 0,751 0,501 0,943 0,919 0,855 0,927 0,677 0,845 Madres solras 0,750 1,000 0,901 0,368 0,586 0,614 0,592 0,665 0,732 0,507 0,815 0,792 0,860 0,744 0,380 0,777

Madres adolescentes 0,897 0,901 1,000 0,471 0,388 0,765 0,724 0,820 0,821 0,564 0,931 0,922 0,910 0,899 0,520 0,875

Nacimiento pretérmino 0,554 0,368 0,471 1,000 0,476 0,437 0,426 0,379 0,400 0,206 0,561 0,554 0,489 0,552 0,579 0,469

Nacimiento bajo peso 0,316 0,586 0,388 0,476 1,000 0,254 0,172 0,173 0,221 0,101 0,359 0,315 0,420 0,256 0,337 0,268

Nacimientos multíparas 0,857 0,614 0,765 0,437 0,254 1,000 0,493 0,604 0,521 0,181 0,814 0,710 0,761 0,682 0,741 0,744

Tasa de mortalidad fetal 0,730 0,592 0,724 0,426 0,172 0,493 1,000 0,693 0,801 0,690 0,679 0,739 0,620 0,771 0,261 0,751 Tasa de mortalidad postneonatal 0,751 0,665 0,820 0,379 0,173 0,604 0,693 1,000 0,823 0,553 0,772 0,835 0,694 0,842 0,423 0,733 Tasa de mortalidad primera infancia 0,751 0,732 0,821 0,400 0,221 0,521 0,801 0,823 1,000 0,727 0,750 0,809 0,703 0,825 0,211 0,743 TMI por causas reducibles 0,501 0,507 0,564 0,206 0,101 0,181 0,690 0,553 0,727 1,000 0,484 0,599 0,511 0,609 -0,047 0,566

Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 0,943 0,815 0,931 0,561 0,359 0,814 0,679 0,772 0,750 0,484 1,000 0,973 0,955 0,949 0,716 0,877

Proporción de población NBI 0,919 0,792 0,922 0,554 0,315 0,710 0,739 0,835 0,809 0,599 0,973 1,000 0,923 0,989 0,613 0,858 NBIHacinamiento 0,855 0,860 0,910 0,489 0,420 0,761 0,620 0,694 0,703 0,511 0,955 0,923 1,000 0,864 0,599 0,905 NBIVivienda 0,927 0,744 0,899 0,552 0,256 0,682 0,771 0,842 0,825 0,609 0,949 0,989 0,864 1,000 0,594 0,824 NBISanitarias 0,677 0,380 0,520 0,579 0,337 0,741 0,261 0,423 0,211 -0,047 0,716 0,613 0,599 0,594 1,000 0,455 NBIAsist Escolar 0,845 0,777 0,875 0,469 0,268 0,744 0,751 0,733 0,743 0,566 0,877 0,858 0,905 0,824 0,455 1,000

8

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9

Sig. (Unilateral)

Baja instrucción de la madre

Madres solas

Madres adoles centes

Nacimiento pretérmino

Nacimiento bajo peso

Nacimien tos multíparas

Tasa de mortalidad

fetal

Tasa de mortalidad

postneonatal

Tasa de mortalidad

primera infancia

Tasa de mortalidad

infantil por causas reducibles

Proporción de niños

NBI en el grupo 0-4

Proporción de

población NBI

NBIHac NBIViv NBISan NBIAsis

Baja instrucción de la madre 0,000 0,000 0,001 0,051 0,000 0,000 0,000 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 Madres solas 0,000 0,000 0,027 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,023 0,000

Madres adolescentes 0,000 0,000 0,006 0,021 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,002 0,000

Nacimiento pretérmino 0,001 0,027 0,006 0,005 0,010 0,012 0,023 0,017 0,147 0,001 0,001 0,004 0,001 0,001 0,006

Nacimiento bajo peso 0,051 0,001 0,021 0,005 0,096 0,191 0,190 0,129 0,304 0,030 0,051 0,013 0,095 0,040 0,084

Nacimientos multíparas 0,000 0,000 0,000 0,010 0,096 0,004 0,000 0,002 0,179 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Tasa de mortalidad fetal 0,000 0,000 0,000 0,012 0,191 0,004 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,090 0,000 Tasa de mortalidad postneonatal 0,000 0,000 0,000 0,023 0,190 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,012 0,000 Tasa de mortalidad primera infancia 0,000 0,000 0,000 0,017 0,129 0,002 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,140 0,000 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,003 0,003 0,001 0,147 0,304 0,179 0,000 0,001 0,000 0,005 0,000 0,003 0,000 0,406 0,001

Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 0,000 0,000 0,000 0,001 0,030 0,000 0,000 0,000 0,000 0,005 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Proporción de población NBI 0,000 0,000 0,000 0,001 0,051 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 NBIHacinamiento 0,000 0,000 0,000 0,004 0,013 0,000 0,000 0,000 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 NBIVivienda 0,000 0,000 0,000 0,001 0,095 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 NBISanitarias 0,000 0,023 0,002 0,001 0,040 0,000 0,090 0,012 0,140 0,406 0,000 0,000 0,000 0,000 0,008 NBIAsist Escolar 0,000 0,000 0,000 0,006 0,084 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,008

(a) Determinante = 2,851E-16

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3.1.2 Comunalidades. Indicador Inicial Extracción

Baja instrucción de la madre 1,000 0,912 Madres solas 1,000 0,726 Madres adolescentes 1,000 0,927 Nacimiento pretérmino 1,000 0,492 Nacimiento bajo peso 1,000 0,327 Nacimientos multíparas 1,000 0,747 Tasa de mortalidad fetal 1,000 0,752 Tasa de mortalidad postneonatal 1,000 0,748 Tasa de mortalidad primera infancia 1,000 0,873 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 1,000 0,782 Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 1,000 0,966 Proporción de población NBI 1,000 0,947 NBIHacinamiento 1,000 0,881 NBIVivienda 1,000 0,921 NBISanitarias 1,000 0,837 NBIAsist Escolar 1,000 0,834

3.1.3 Varianza total explicada.

Autovalores iniciales Componente Total % de la varianza % acumulado 1 10,94 68,40 68,402 1,73 10,79 79,193 1,04 6,51 85,714 0,74 4,60 90,315 0,37 2,30 92,616 0,34 2,10 94,727 0,26 1,60 96,328 0,19 1,19 97,519 0,16 1,01 98,5110 0,09 0,54 99,0511 0,07 0,47 99,5212 0,04 0,26 99,7813 0,03 0,17 99,9414 0,01 0,04 99,9915 0,00 0,01 100,0016 0,00 0,00 100,00

3.1.4 Matriz de componentes.

Componente Indicador 1 2 3 Baja instrucción de la madre 0,950 0,100 -0,144 Madres solas 0,852 -0,017 0,331 Madres adolescentes 0,962 -0,037 0,034 Nacimiento pretérmino 0,582 0,391 0,220 Nacimiento bajo peso 0,394 0,415 0,788 Nacimientos multíparas 0,789 0,353 -0,299 Tasa de mortalidad fetal 0,785 -0,367 -0,001 Tasa de mortalidad postneonatal 0,839 -0,209 -0,139 Tasa de mortalidad primera infancia 0,843 -0,403 0,069 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,601 -0,649 0,182 Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 0,974 0,135 -0,092 Proporción de población NBI 0,973 -0,021 -0,064 NBIHacinam 0,934 0,096 0,036 NBIVivienda 0,957 -0,068 -0,111 NBISan 0,610 0,682 -0,255 NBIAsist 0,909 -0,080 -0,055

10

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11

3.2 Aplicación del método de conglomerados k medias. 3.21. Centros iniciales de los conglomerados.

Conglomerado Indicador 1 2 3 Baja instrucción de la madre 1,3 6,7 3,6 Madres solas 3,3 9,4 10,1 Madres adolescentes 3,1 12,9 10,6 Nacimiento pretérmino 5,5 6,8 5,3 Nacimiento bajo peso 6,0 6,2 6,8 Nacimientos multíparas 2,7 7,0 4,4 Tasa de mortalidad fetal 2,2 18,0 12,5 Tasa de mortalidad postneonatal 2,2 12,0 5,3 Tasa de mortalidad primera infancia 14,3 29,4 24,9 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 4,8 8,4 8,3 Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 4,4 47,7 28,2 Proporción de población NBI 2,7 31,8 16,6 NBIHacinam 1,4 8,9 7,7 NBIVivienda 0,4 28,2 12,1 NBISan 0,7 3,0 0,8 NBIAsist 0,3 1,1 0,7

3.2.2 Historial de iteraciones (a).

Cambio en los centros de los conglomerados

Iteración 1 2 3 1 5,776 0,000 9,485 2 0,000 0,000 0,000

(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 2. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 31,568. 3.2.3 Centros de los conglomerados finales.

Conglomerado Indicador 1 2 3 Baja instrucción de la madre 1,5 6,7 3,5 Madres solas 5,2 9,4 8,9 Madres adolescentes 4,5 12,9 8,5 Nacimiento pretérmino 5,1 6,8 5,7 Nacimiento bajo peso 6,3 6,2 7,0 Nacimientos multíparas 3,3 7,0 5,4 Tasa de mortalidad fetal 5,0 18,0 8,3 Tasa de mortalidad postneonatal 3,8 12,0 5,5 Tasa de mortalidad primera infancia 14,1 29,4 19,3 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 4,0 8,4 5,7 Proporción de niños NBI en el grupo 0-4 7,7 47,7 25,4 Proporción de población NBI 4,4 31,8 13,7 NBIHacinam 2,4 8,9 6,7 NBIVivienda 1,6 28,2 9,1 NBISan 0,9 3,0 1,8 NBIAsist 0,4 1,1 0,8

3.2.4 Número de casos en cada conglomerado.

Conglomerado 1 16 2 1 3 11Total casos 28

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4. Su aplicación en las relaciones espaciales entre la situación de la salud-enfermedad y la desigualdad social en la década del 2000. 4.1 Aplicación del método de los componentes principales. 4.1.1 Matriz de correlaciones (a).

Indicador

Madres baja instrucción

Madres solas

Madres adolescentes

Nacimien tos pretérmino

Nacimientos bajo peso

Nacimien tos multíparas

Tasa de mortalidad primera infancia

Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles

Tasa de mortalidad fetal

Tasa de mortalidad postneona tal

Proporción de NBI en población total

Proporción de NBI en población 0-4

Proporción NBI por hacinamiento

Proporción NBI por tipo de vivienda

Proporción NBI por condiciones sanitarias

Proporción NBI por asistencia escolar

Madres baja instrucción 1,000 0,706 0,838 -0,153 0,516 0,803 0,682 0,706 0,515 0,746 0,668 0,705 0,740 0,489 0,849 0,877

Madres solas 0,706 1,000 0,861 -0,223 0,428 0,902 0,788 0,698 0,403 0,759 0,865 0,862 0,879 0,791 0,778 0,759

Madres adolescentes 0,838 0,861 1,000 -0,237 0,470 0,867 0,805 0,781 0,542 0,804 0,842 0,833 0,861 0,724 0,852 0,869

Nacimientos pretérmino -0,153 -0,223 -0,237 1,000 0,495 -0,147 -0,305 -0,131 -0,420 -0,366 -0,006 0,002 -0,036 0,035 -0,008 -0,170

Nacimientos bajo peso 0,516 0,428 0,470 0,495 1,000 0,484 0,308 0,458 -0,046 0,276 0,479 0,455 0,481 0,415 0,519 0,509

Nacimientos multíparas 0,803 0,902 0,867 -0,147 0,484 1,000 0,755 0,699 0,545 0,770 0,887 0,907 0,927 0,798 0,853 0,849

Tasa de mortalidad primera infancia 0,682 0,788 0,805 -0,305 0,308 0,755 1,000 0,919 0,490 0,810 0,774 0,768 0,792 0,671 0,754 0,729

Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,706 0,698 0,781 -0,131 0,458 0,699 0,919 1,000 0,364 0,728 0,707 0,687 0,722 0,586 0,722 0,745

Tasa de mortalidad fetal 0,515 0,403 0,542 -0,420 -0,046 0,545 0,490 0,364 1,000 0,525 0,496 0,552 0,537 0,422 0,483 0,560

Tasa de mortalidad postneonatal 0,746 0,759 0,804 -0,366 0,276 0,770 0,810 0,728 0,525 1,000 0,668 0,719 0,718 0,554 0,734 0,803

12

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Indicador

Madres baja instrucción

Madres solteras

Madres adolescentes

Nacimien tos pretérmino

Nacimientos bajo peso

Nacimien tos multíparas

Tasa de mortalidad primera infancia

Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles

Tasa de mortalidad fetal

Tasa de mortalidad postneona tal

Proporción de NBI en población total

Proporción de NBI en población 0-4

Proporción NBI por hacinamiento

Proporción NBI por tipo de vivienda

Proporción NBI por condiciones sanitarias

Proporción NBI por asistencia escolar

Proporción de NBI en población total 0,668 0,865 0,842 -0,006 0,479 0,887 0,774 0,707 0,496 0,668 1,000 0,983 0,988 0,967 0,817 0,719

Proporción de NBI en población 0-4 0,705 0,862 0,833 0,002 0,455 0,907 0,768 0,687 0,552 0,719 0,983 1,000 0,984 0,938 0,844 0,749

Proporción NBI por hacinamiento 0,740 0,879 0,861 -0,036 0,481 0,927 0,792 0,722 0,537 0,718 0,988 0,984 1,000 0,933 0,844 0,762

Proporción NBI por tipo de vivienda 0,489 0,791 0,724 0,035 0,415 0,798 0,671 0,586 0,422 0,554 0,967 0,938 0,933 1,000 0,689 0,546

Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,849 0,778 0,852 -0,008 0,519 0,853 0,754 0,722 0,483 0,734 0,817 0,844 0,844 0,689 1,000 0,889

Proporción NBI por asistencia escolar 0,877 0,759 0,869 -0,170 0,509 0,849 0,729 0,745 0,560 0,803 0,719 0,749 0,762 0,546 0,889 1,000

Sig. (Unilateral)

Madres baja instrucción 0,000 0,000 0,219 0,002 0,000 0,000 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,004 0,000 0,000

Madres solas 0,000 0,000 0,127 0,012 0,000 0,000 0,000 0,017 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Madres adolescentes 0,000 0,000 0,113 0,006 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Nacimientos pretérmino 0,219 0,127 0,113 0,004 0,228 0,057 0,253 0,013 0,028 0,489 0,497 0,427 0,429 0,484 0,194

Nacimientos bajo peso 0,002 0,012 0,006 0,004 0,005 0,055 0,007 0,408 0,078 0,005 0,008 0,005 0,014 0,002 0,003

13

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Indicador

Madres baja instrucción

Madres solas

Madres adolescentes

Nacimien tos pretérmino

Nacimientos bajo peso

Nacimien tos multíparas

Tasa de mortalidad primera infancia

Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles

Tasa de mortalidad fetal

Tasa de mortalidad postneona tal

Proporción de NBI en población total

Proporción de NBI en población 0-4

Proporción NBI por hacinamiento

Proporción NBI por tipo de vivienda

Proporción NBI por condiciones sanitarias

Proporción NBI por asistencia escolar

Nacimientos multíparas 0,000 0,000 0,000 0,228 0,005 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Tasa de mortalidad primera infancia 0,000 0,000 0,000 0,057 0,055 0,000 0,000 0,004 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,000 0,000 0,000 0,253 0,007 0,000 0,000 0,028 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000

Tasa de mortalidad fetal 0,003 0,017 0,001 0,013 0,408 0,001 0,004 0,028 0,002 0,004 0,001 0,002 0,013 0,005 0,001

Tasa de mortalidad postneonatal 0,000 0,000 0,000 0,028 0,078 0,000 0,000 0,000 0,002 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000

Proporción de NBI en población total 0,000 0,000 0,000 0,489 0,005 0,000 0,000 0,000 0,004 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Proporción de NBI en población 0-4 0,000 0,000 0,000 0,497 0,008 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Proporción NBI por hacinamiento 0,000 0,000 0,000 0,427 0,005 0,000 0,000 0,000 0,002 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Proporción NBI por tipo de vivienda 0,004 0,000 0,000 0,429 0,014 0,000 0,000 0,001 0,013 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001

14

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15

Indicador

Madres baja instrucción

Madres solas

Madres adolescentes

Nacimien tos pretérmino

Nacimientos bajo peso

Nacimien tos multíparas

Tasa de mortalidad primera infancia

Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles

Tasa de mortalidad fetal

Tasa de mortalidad postneona tal

Proporción de NBI en población total

Proporción de NBI en población 0-4

Proporción NBI por hacinamiento

Proporción NBI por tipo de vivienda

Proporción NBI por condiciones sanitarias

Proporción NBI por asistencia escolar

Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,000 0,000 0,000 0,484 0,002 0,000 0,000 0,000 0,005 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Proporción NBI por asistencia escolar 0,000 0,000 0,000 0,194 0,003 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000

(a) Determinante = 1,729E-15

4.1.2 Comunalidades.

Indicador Inicial Extracción Madres baja instrucción 1,000 0,720Madres solas 1,000 0,826Madres adolescentes 1,000 0,889Nacimientos pretérmino 1,000 0,869Nacimientos bajo peso 1,000 0,752Nacimientos multíparas 1,000 0,899Tasa de mortalidad fetal 1,000 0,583Tasa de mortalidad postneonatal 1,000 0,784Tasa de mortalidad primera infancia 1,000 0,797Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 1,000 0,681Proporción de NBI en población 0-4 1,000 0,903Proporción de NBI en población total 1,000 0,895Proporción NBI por hacinamiento 1,000 0,929Proporción NBI por tipo de vivienda 1,000 0,729Proporción NBI por condiciones sanitarias 1,000 0,841Proporción NBI por asistencia escolar 1,000 0,795

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4.1.3 Varianza total explicada.

Autovalores iniciales Componente Total % de la varianza % acumulado 1 11,07 69,17 69,172 1,82 11,39 80,563 1,02 6,35 86,914 0,68 4,24 91,165 0,43 2,69 93,846 0,27 1,66 95,507 0,21 1,29 96,798 0,13 0,81 97,609 0,12 0,77 98,3710 0,10 0,60 98,9611 0,08 0,50 99,4712 0,04 0,28 99,7413 0,03 0,16 99,9114 0,01 0,06 99,9615 0,00 0,03 99,9916 0,00 0,01 100,00

4.1.4 Matriz de componentes.

Componente Indicador 1 2 3 Madres baja instrucción 0,847 -0,037 0,380 Madres solas 0,909 -0,015 -0,097 Madres adolescentes 0,940 -0,073 0,101 Nacimientos pretérmino -0,152 0,920 -0,014 Nacimientos bajo peso 0,507 0,703 0,338 Nacimientos multíparas 0,948 0,018 -0,055 Tasa de mortalidad primera infancia 0,872 -0,189 0,060 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 0,825 -0,015 0,248 Tasa de mortalidad fetal 0,578 -0,498 -0,165 Tasa de mortalidad postneonatal 0,839 -0,285 0,189 Proporción de NBI en población total 0,933 0,157 -0,309 Proporción de NBI en población 0-4 0,942 0,125 -0,281 Proporción NBI por hacinamiento 0,957 0,116 -0,240 Proporción NBI por tipo de vivienda 0,829 0,204 -0,497 Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,911 0,102 0,144 Proporción NBI por asistencia escolar 0,889 -0,060 0,327

4.2 Aplicación del método de conglomerados k medias. 4.2.1 Centros iniciales de los conglomerados.

Conglomerado Indicador 1 2 3 Madres baja instrucción 0,7 2,5 3,9 Madres solas 4,2 10,7 7,9 Madres adolescentes 2,6 9,8 5,8 Nacimientos pretérmino 7,0 6,2 7,1 Nacimientos bajo peso 6,9 6,8 6,8 Nacimientos multíparas 1,0 5,5 4,7 Tasa de mortalidad primera infancia 4,3 18,3 11,1 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 2,0 8,2 4,5 Tasa de mortalidad fetal 3,4 6,9 6,0 Tasa de mortalidad postneonatal 0,9 5,0 5,0 Proporción de NBI en población total 2,4 24,6 10,7 Proporción de NBI en población 0-4 2,9 41,2 29,2 Proporción NBI por hacinamiento 0,9 9,0 4,9 Proporción NBI por tipo de vivienda 0,9 21,6 6,0 Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,1 0,6 0,7 Proporción NBI por asistencia escolar 0,2 0,4 0,6

16

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4.2.2 Historial de iteraciones (a).

Cambio en los centros de los conglomerados

Iteración 1 2 3 1 6,812 7,588 7,066 2 0,000 0,000 0,000

(a) Se ha logrado la convergencia debido a que los centros de los conglomerados no presentan ningún cambio o éste es pequeño. El cambio máximo de coordenadas absolutas para cualquier centro es de 0,000. La iteración actual es 2. La distancia mínima entre los centros iniciales es de 26,289. 4.2.3 Centros de conglomerados finales.

Conglomerado Indicador 1 2 3 Madres baja instrucción 1,1 3,4 3,0 Madres solas 5,3 10,7 8,8 Madres adolescentes 4,5 10,7 7,7 Nacimientos pretérmino 6,7 6,7 6,7 Nacimientos bajo peso 7,1 7,9 7,6 Nacimientos multíparas 1,9 6,1 4,9 Tasa de mortalidad primera infancia 8,6 15,1 12,5 Tasa de mortalidad infantil por causas reducibles 4,1 7,8 6,1 Tasa de mortalidad fetal 3,2 5,3 4,9 Tasa de mortalidad postneonatal 2,4 5,0 3,7 Proporción de NBI en población total 3,7 21,8 13,8 Proporción de NBI en población 0-4 6,5 37,0 25,2 Proporción NBI por hacinamiento 1,4 8,3 5,7 Proporción NBI por tipo de vivienda 1,8 17,8 9,2 Proporción NBI por condiciones sanitarias 0,1 0,8 0,5 Proporción NBI por asistencia escolar 0,2 0,7 0,6

4.2.4 Número de casos en cada conglomerado.

1 15 2 4

Conglomerado

3 9 Total casos 28

17

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ANEXO G – LAS POLITICAS Y PROGRAMAS DE SALUD ANTES DE 1990 SEGÚN ETAPAS

El análisis de la transición epidemiológica permitió orientar la

búsqueda hacia aquellas modificaciones experimentadas por la realidad

política, en especial las políticas y programas de salud, que demostraron

tener mayor incidencia en las variaciones registradas en el nivel de

mortalidad de la primera infancia. En el período transcurrido entre 1860 y

1989 se identificaron seis etapas.

1. Antes de 1880. Etapa pre-organizativa de la protección a la primera

infancia.

Se afirmó que la disminución de la mortalidad, en sus comienzos, fue

principalmente el resultado de causas vinculadas con el mejoramiento general

del nivel de vida, pero que a partir de la segunda mitad del Siglo XIX las

reformas sanitarias y los movimientos en favor de la salud pública adquirieron

relevancia (Naciones Unidas, 1978). El movimiento de reforma sanitaria se

inició en Inglaterra en el Siglo XIX como reacción contra los males que

originó la Revolución Industrial, siendo Edwin Chadwick uno de los primeros

líderes de ese movimiento. Publicó su Report on the Sanitary Condition of the

Labouring Population of Great Britain en 1842 donde mostró la relación

existente entre la suciedad del ambiente y las enfermedades. En Argentina,

después de Caseros, nacieron en forma casi simultánea algunos organismos

provinciales que se ocuparon de este tema y una institución nacional: el

Consejo Nacional de Higiene, que más tarde en 1880 se transformó en el

Departamento Nacional de Higiene dependiente del Ministerio del Interior.

El Parlamento dictó el 16 de octubre de 1854 la Ley Orgánica de

Municipalidades en la cual definió las funciones de las Comisiones de

Higiene y de Obras Públicas. La primera debía ocuparse de la desinfección

del aire, de las aguas y todo aquello que fuera materia de la higiene general; la

otra se ocupó del arreglo de las calles, los desagües y los trabajos que

aseguraran el estado de las vías públicas. Esta ley fue el primer antecedente de

1

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las medidas que en concepto de saneamiento ambiental, se llevaron a cabo en

la Ciudad.

Durante el período 1856-1874, la Municipalidad de Buenos Aires

dictó varias medidas de higiene: Prohibición de excavar pozos para inodoros

y sumideros de aguas servidas a menos de 80 m. de pozos para sacar agua

(30-07-1861), Prohibición de guardar cerdo en pie en el municipio (06-04-

1867), Normas sobre funcionamiento y salubridad de establecimientos

industriales (27-09-1867), Prohibición de bañar caballos y carruajes en la

costa del río (27-04-1868), Prohibición de lavar lana en la costa del río (08-

10-1868), Reglamentación del modo de extraer agua del río (05-07-1870),

Orden de separar las basuras animales de las minerales en los desechos

domiciliarios (09-03-1871), Normas sobre construcción de letrinas (23-03-

1871), Inspección e higienización de los hoteles y casas de vecindad (14-06-

1871) y de los conventillos, inquilinatos y bodegones (16-06-1871),

Prohibición de arrojar agua a la calle (20-03-1872), Denuncia obligatoria de

enfermedades contagiosas por los dueños o inquilinos de casas (07-04-1872),

Delimitación de la zona del río en que se podía lavar ropa (25-07-1872),

Salubridad y conservación de edificios (26-12-1872), Ordenanza Municipal

prohibiendo rigurosamente la entrada a la Ciudad de toda persona procedente

de países infectados por las epidemias reinantes en la época (marzo de 1873),

Inspección de alimentos en la vía pública (5-1-1875), Creación de comisiones

de higiene en cada parroquia estableciendo visitas quinquenales domiciliarias

a las casas de la vecindad (15-9-1875) y Registro general de inquilinatos y

conventillos (30-10-1875) (Besio Moreno, 1939).

La provisión de agua corriente y la construcción de cloacas

constituyeron dos de los más serios problemas que debió afrontar el gobierno

municipal en el período. En Buenos Aires no existía servicio de provisión de

agua, la población se abastecía usando los pozos (primera napa), recogiendo

en aljibes o en cisternas el agua de las lluvias o comprando la que vendían los

aguateros. En el primer caso, el agua estaba contaminada por las filtraciones

de los pozos para letrinas que se excavaban cerca de los de agua.

El primer proyecto integral de agua corriente y cloacas fue realizado

en 1859 por el Ing. Coghlan; posteriormente en 1869 el Ing. Bateman

presentó un proyecto completo de agua corriente, cloacas y desagües que

2

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complementó al anterior. El plan de salubridad destinado a dar una solución

integral (en cuanto a fuente, tratamiento y red de distribución) al problema de

la provisión de agua potable estaba basado en estos dos proyectos y fue

puesto en marcha en 1871. Unos años más tarde, en 1874, comenzaron las

obras cloacales, pero la revolución política y la crisis económica de ese año,

trajeron como consecuencia su paralización; las obras se continuaron luego de

1880.

Con respecto a la atención médica, los cuidados de la salud previos a

la década de 1880 dentro del ámbito público, fueron tomados a su cargo por el

Consejo Nacional de Higiene, por la Comisión Municipal de Higiene y por la

Sociedad de Beneficencia (creada por Rivadavia en 1823). El Consejo

Nacional de Higiene se ocupó principalmente de controlar la higiene del

puerto mientras que los servicios hospitalarios quedaron a cargo del gobierno

municipal o de la Sociedad de Beneficencia.

Los principales hospitales públicos eran: Hospital General de

Hombres (siglo XVIII), Hospital de Mujeres (1774), Hospital de Alienados

(1854), Hospital de las Mercedes (1859), San Roque (1871), Hospital de

Niños San Luis Gonzaga (1875) después Hospital R. Gutiérrez y Santa Lucía

(1879). En el ámbito privado, pertenecientes a las colectividades extranjeras

estaban: el Hospital Francés (1842), el Británico (1844), el Italiano (1872), el

Español (1877) y el Alemán (1878). A fines de este período, en el año 1873,

se crea la Cruz Roja Argentina.

El vínculo del hospital con la pobreza era fuerte; el concepto de

hospital surge con claridad de la definición de Rawson (1876:230): "Los

hospitales son establecimientos o casas en donde se presta auxilio a los

pobres". Este concepto se proyectará hasta el presente entre los sectores

medios y altos de la ciudad.

En los servicios municipales y de beneficencia, la atención médica era

totalmente gratuita sólo para aquellos que una Ordenanza Municipal de 1902

caracterizaba como pobres de solemnidad. Así se denominaba a los pobres de

todo recurso, mientras se registraba como pobres a quienes poseían algún

recurso propio o recibían algún tipo de ayuda, ya fuera de sus familiares, de

sociedades pías o de particulares. Los primeros no abonaban su asistencia

mientras que los segundos lo hacían según un cuadro tarifario (Belmartino,

3

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2005). Hacia 1921 se suprimió el certificado de pobreza y se inició una etapa

de servicio universal y gratuito sin limitaciones.

También la Sociedad de Beneficencia había establecido aranceles para

la atención de los pacientes con capacidad de pago y la misma dinámica se

registraba en los hospitales de colectividades que establecían pensiones

diferenciales para los pacientes con capacidad de pago, descuentos para sus

socios y para los miembros de sociedades de socorros mutuos (Belmartino,

2005).

Alrededor de 1869, Buenos Aires poseía unas 3 camas por mil

habitantes (Veronelli, 1975) y 8,2 médicos cada diez mil habitantes (Mazzeo,

1993) 1. La falta permanente de espacio adecuado y la escasez de camas

fueron una constante durante el período. Los hospitales de la época eran

considerados verdaderas necrópolis. Coni denunció en sus escritos las

condiciones higiénicas deplorables del antiguo Hospital General de Hombres,

del Hospital General de Mujeres y del Hospicio de las Mercedes, que

contribuían a que murieran gran parte de los internados (Recalde, 1989).

También es demoledora la crítica de Rawson a las condiciones higiénicas de

los dos grandes hospitales públicos de la Ciudad, el de Hombres y el de

Mujeres: “el primero es un verdadero cementerio de vivos, el segundo, aún es

más mortífero que el anterior” (Vaccarezza, 1986:69).

Por su parte la ilegitimidad, históricamente relacionada con la pobreza

y el abandono, era considerada causa de primer orden en la mortalidad infantil

(Rodriguez, 1936). Al abandono del recién nacido por parte de sus familiares

se lo suponía “uno de los males sociales que contribuyeron en mayor

proporción al aumento de la mortalidad infantil” (Rodríguez, 1936:122).

Atendiendo tales circunstancias se crearon instituciones de protección

a los niños abandonados, ideándose un sistema que permitiera a las personas

que los entregaban ocultar completamente su identidad. En la Ciudad, la Casa

de Expósitos funcionó con el sistema italiano de torno libre desde 1779 hasta

1838, cuando fue suprimido por decreto presidencial. En 1852 volvió a

organizarse bajo la dirección de la Sociedad de Beneficencia con el mismo

1 Estos indicadores se colocan como referencia, ya que los servicios de salud no eran

utilizados sólo por la población de la ciudad sino por habitantes del resto del país, especialmente de lo que ahora se conoce como Conurbano Bonaerense.

4

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sistema, que recién fue reemplazado en 1891, año en que se sustituyó el torno

libre por una oficina de Admisión, “luego de haberse recibido alrededor de

17.000 niños” (Rodríguez, 1936:122).

El ingreso por el sistema de torno libre se realizaba de la siguiente

manera: “en uno de los muros exteriores del establecimiento existía un hueco

colocado generalmente bajo una inscripción alusiva, en el hueco podía verse

una canasta oculta a la visión interior que servía de receptáculo a las criaturas,

existiendo, además, a mano, el cordón de una campana de alarma que servía

para anunciar al personal del establecimiento la presencia de un nuevo niño

abandonado” (Rodríguez, 1936:122). Al sonar la campana se hacía girar hacia

el interior de la casa el aparato que sostenía la canasta donde se había

depositado el niño2.

Al modificarse este sistema, a través de una oficina de Admisión, se

fijó en tres meses la edad máxima para admitir a los niños, pudiendo

extenderse hasta seis en determinadas circunstancias. Como condición

indispensable se exigía la comprobación de la necesidad que motivaba la

entrega del niño por parte de los progenitores y la autorización especial de

éstos si el niño fuera entregado por terceros; si el niño era presentado como

huérfano se solicitaba la comprobación del fallecimiento de las personas que

lo habían reconocido como hijo. Posteriores reglamentaciones del

establecimiento permitieron la admisión de la madre con el niño cuando la

necesidad que impulsaba el abandono era de carácter económico; se trataba de

que la madre fuera "la nodriza pagada de su propio hijo" dando alojamiento a

los dos. En realidad, el estilo de recepción poco se distanciaba del torno, ya

que la o el depositante podía mantener su anonimato porque no existía una

indagación obligatoria de la maternidad. La única diferencia consistía en que

se exhortaba personalmente al no abandono del niño (Nari, 1996). Según

médicos de la época, la Casa de Expósitos realizaba una verdadera obra social

haciendo "la profilaxis del abandono y del destete prematuro" (Rodríguez,

1936:127).

2 La leyenda original de la Casa de Expósitos decía: “Mi padre y mi madre me arrojan de sí,

la caridad divina me recoge aquí” (Puga, 1997).

5

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En este período la Ciudad registró importantes cambios en el volumen

de su población; la Ciudad empieza a crecer3, principalmente a consecuencia

de la llegada masiva de inmigrantes cuya importancia numérica fue en

aumento. La cantidad de nacimientos en este período se duplicó4 y la tasa de

natalidad de la Ciudad se mantuvo entre el 30 y 38 por mil habitantes.

En cuanto a la atención de los partos, es necesario remontarse hasta la

época de Rivadavia para encontrar el antecedente de las maternidades.

Rivadavia, sosteniendo principios que hoy se consideran fundamentales para

la protección integral de la madre y el niño, fundó en 1823 una “Casa de

Partos Públicos y Secretos” entregándola para su dirección a la Sociedad de

Beneficencia. Treinta años más tarde, esta misma Sociedad instituyó la

primera Maternidad en el Hospital de Mujeres. Por otra parte existía la

asistencia maternal a domicilio ejercida por médicos y por parteras,

enmarcados en los conceptos modernos de protección médico-social a la

madre y al niño (Rodríguez, 1936).

Gráfico 1

Tasa de natalidad. Ciudad de Buenos Aires, 1860-1879.

05

1015202530354045

1860

1862

1864

1866

1868

1870

1872

1874

1876

1878

año

tasa

por

mil

naci

mie

ntos

Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1990.

En este período la atención de los niños se basaba en la concepción

de que el niño era un adulto en miniatura. La enseñanza de sus enfermedades

estaba dentro de los contenidos educacionales de la Clínica Médica o de la

Cátedra de Partos. Fue recién alrededor de 1880 que comenzaron a crearse las 3 Entre los censos de 1855 y 1869 la tasa intercensal de crecimiento anual medio es del

orden del 50,5 por mil (Mazzeo, 1993). 4 En 1860 nacieron 4.481 niños y 9.878 en 1879 (Mazzeo, 1990).

6

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cátedras de Pediatría en las Facultades de Medicina latinoamericanas y de esta

manera se iniciaron avances notables en relación al conocimiento de la

crianza del niño, de los cuidados de su salud y de sus enfermedades.

Posteriormente, en las primeras décadas del siglo XX, se crearon las

Sociedades Nacionales de Pediatría (Puga, 1997)5. En síntesis, para Buenos

Aires esta fue una etapa de iniciación de grandes transformaciones: se

discutieron y propusieron las soluciones para los problemas funcionales y de

equipamiento de la Ciudad. Muchas de las obras iniciadas en el período

concluyeron en etapas posteriores, en las cuales se dio un decisivo impulso al

desarrollo de la Ciudad y a la organización del sistema de atención de la

salud, específicamente en lo referido a la protección de las madres y de la

primera infancia. Es en definitiva un período al que puede llamarse "Etapa

Pre-Organizativa de la Protección de la Primera Infancia".

2. Período 1880-1904 – Etapa del saneamiento de la Ciudad.

En este período, como ya se adelantara, continuaron las obras de

infraestructura y equipamiento de la Ciudad iniciadas en la etapa anterior. A

partir de 1885 el saneamiento de la Ciudad comenzó a dominar las epidemias;

la ingeniería sanitaria sumada a la activa intervención de las instituciones de

la salud pública frenaron la elevada mortalidad.

A partir de 1880, al declararse Buenos Aires capital de la República,

se consolidó lentamente el poder municipal. En 1882 se promulgó la Ley

Orgánica de la Municipalidad que estableció dos ramas del gobierno

comunal: un Consejo Deliberante de tipo consultivo y legislativo y un

Departamento Ejecutivo a cargo de un Intendente designado por el Presidente

de la Nación.

En 1883 comenzó a funcionar en la Municipalidad la Asistencia

Pública. Sus funciones eran la inspección técnica de los servicios de higiene

pública, de los mataderos, tambos, etc.; la profilaxis urbana de las

enfermedades infectocontagiosas y los servicios de desinfección y vacunación

antivariólica y antirrábica; análisis químicos, bacteriológicos y observaciones

meteorológicas en relación con la higiene urbana y el servicio sanitario de la

5 La Sociedad Argentina de Pediatría se fundó el 20 de octubre de 1911.

7

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prostitución. Las actividades de profilaxis las desarrollaba en los hospitales, a

domicilio y en consultorios, siendo de su competencia, además de la atención

médica, la entrega de medicamentos a los enfermos pobres. También

dependían de ella los asilos, el servicio de autopsias para fallecidos sin

atención médica y el servicio de primeros auxilios para los accidentes que

ocurrieran en cualquier parte del municipio.

Los hospitales fueron convirtiéndose lentamente en verdaderos

centros asistenciales, aumentando sus dimensiones y sofisticando su

equipamiento. Se inauguraron nuevos hospitales: Muñiz (1886); Rawson

(1887); Fernández (1889); Pirovano (1895); Argerich (1897); Alvarez (1901)

y Tornú (1904). Aumentó la cantidad de camas por mil habitantes: 4,1 (1887),

7,1 (1890) y 9,0 (1904) y la de médicos cada diez mil habitantes: 10,1 (1887),

9,7 (1895 y 1904) (Mazzeo, 1993). Los hospitales municipales comenzaron a

tener mayor intervención en el total de enfermos hospitalizados. A partir de

1890 y hasta finales del período registraron una participación promedio del 50

por ciento, siguiéndoles en importancia los hospitales de las colectividades

extranjeras. Puede afirmarse que Buenos Aires era ya la ciudad argentina

donde había mayor concentración de oferta; por otro lado, en ella se atendía

no sólo la población de la Ciudad sino también de las provincias.

Gráfico 2

Enfermos hospitalizados según dependencia. Ciudad de Buenos Aires, 1890-1904.

0%

20%

40%

60%

80%

100%

1890

1891

1892

1893

1894

1895

1896

1897

1898

1899

1900

1901

1902

1903

1904

año

Municipales Nacionales Comunidades

Fuente: elaboración sobre la base de Ciudad de Buenos Aires, 1910:289-290. En este período, la preocupación fundamental de la política sanitaria

fue la de reducir la alta mortalidad y la de poder desplegar la influencia de las

8

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instituciones públicas encargadas de preservar la salud para todo el conjunto

de la sociedad. Existían 20 médicos seccionales (para cada una de las

secciones que formaban el municipio) cuyas funciones eran las de controlar y

atender las cuestiones sanitarias en las mismas parroquias, pero por recortes

presupuestarios fueron suprimidos en 1888, reimplantándose un año más

tarde para ser eliminados con la crisis de 1890. Según un reglamento de 1888,

estos médicos debían residir dentro del radio de la sección a su cargo, atender

consultas diariamente en su consultorio o en el local de la comisión de higiene

y acudir al llamado de los enfermos indigentes a cualquier hora del día o la

noche que lo solicitaran. En los casos de enfermedades infecciosas debían

ayudar a los médicos particulares en la desinfección de las habitaciones, ropas

y letrinas y en el aislamiento de los enfermos (Martínez, 1889).

Por su parte, las casas de socorro o postas de barrio fueron el

antecedente de los hospitales barriales o suburbanos que se encargaban de

recibir a los enfermos para distribuirlos luego en los hospitales. La primera

casa fue instalada en 1884, luego cesó en sus funciones ya que el lugar fue

destinado a Hospital de Crónicos, y fueron reinstaladas en 1892.

En 1890, el Intendente Municipal de la Capital, Sr. Francisco P.

Bollini, resolvió nombrar una comisión de médicos y demógrafos a la que le

encargó determinar las causas de la elevadísima tasa de mortalidad infantil en

Buenos Aires6 y sugerir medidas para su disminución. Emilio R. Coni,

presidente de dicha comisión, incluyó en su informe, entre los factores de

morbi-mortalidad infantil, las condiciones de vida y de trabajo de las madres

obreras. Los trabajos de la comisión fueron reunidos en el informe Patronato

y Asistencia de la Infancia en la Capital de la República que fue presentado

en febrero de 1892 al Intendente Municipal. Entre sus propuestas se incluían

dos proyectos de ley: uno de protección de la mujer en la industria y otro

respecto al trabajo de los niños, elaborados por los doctores José Penna y

Emilio R. Coni respectivamente. El Dr. Penna reclamaba medidas de

protección legal; su argumento se basaba en que la falta de descanso durante

el embarazo y el puerperio incidía poderosamente en la mortinatalidad y en la

mortalidad infantil, mucho más elevada entre los hijos de obreras que en los

6 En el quinquenio 1885-1889 la mortalidad infantil fue de 185 por mil y la mortalidad de la

primera infancia de 286 por mil.

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de mujeres de otras clases sociales. Ambos proyectos fueron elevados por las

autoridades comunales al Congreso Nacional pero no fueron considerados.

Entre las causas de mortalidad infantil indicadas en el informe, se

encuentra la ilegitimidad. Señalaba Eugenio F. Ramírez que sus efectos

respecto al niño eran perniciosos ya que traían aparejado la ausencia de cariño

en el hogar, falta de alimentación conveniente, carencia de abrigo, abandono

de la educación y de la higiene. Otra de las cuestiones relacionadas con la

morbilidad y la mortalidad infantil, denunciada en dicho informe, es la

referida a la alimentación. De allí el acento puesto por los médicos higienistas

en el control de la calidad de la leche. La Ordenanza del 10 de octubre de

1884 disponía la inspección de la leche que se expendía en tambos y lecherías

y la que vendían los negociantes ambulantes. “La forma más común, casi

exclusiva, era el remojo o adición de agua; también se practicaba el desnate,

que privaba a la leche de la crema, elemento importante de la nutrición”

(Recalde, 1988:70). Recién a principios del siglo XX se inició en Buenos

Aires el procedimiento de la pasteurización o esterilización de la leche, que se

difundió muy lentamente, ya que todavía en 1930 su calidad continuó siendo

una preocupación para las autoridades municipales.

Otro antecedente de la preocupación de las autoridades por los altos

niveles de la mortalidad infantil se encuentra en la Ley Orgánica del

Departamento Nacional de Higiene del 3 de octubre de 1891, cuyo Capítulo

III "Higiene infantil" determina: "La Sección Higiene Infantil, está encargada

de la inspección y vigilancia de todos los establecimientos o instituciones

existentes en la Capital de la República, que tengan por objeto la protección

del niño en sus diferentes edades y condición, cualquiera que sea la forma y

grado en que ella se ejercita" (Art. 239). En el Art. 230 cita los

establecimientos que serán objeto de dicha inspección: a) los que prestan

protección al niño recién nacido y en sus primeros años, b) los que cuidan a la

infancia desvalida y c) los que atienden a la mujer en el período de gestación

y después del parto, cumpliendo directamente el propósito de cuidar al niño.

En 1892, el Dr. Emilio Coni se hace cargo de la Asistencia Pública y

transforma la institución. La nueva institución se llama Administración

Sanitaria y Asistencia Pública, dividida en tres ramas: a) Administración

Sanitaria: debía ocuparse de la higiene del municipio, b) Asistencia Pública:

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asistencia hospitalaria, domiciliaria y protección de las clases menesterosas y

c) Patronato y Asistencia de la Infancia: protección de la primera infancia.

Cuando Coni se hizo cargo de la Asistencia Pública, en sus hospitales

(que sólo contaban con 932 camas) sólo 72 camas estaban dedicadas a

mujeres y 20 solamente a niños (que estaban ubicadas en el Hospital San

Roque, hoy Ramos Mejía). Frente a un aumento de las necesidades de

internación de niños amplió la capacidad para las hospitalizaciones infantiles

en el Hospital San Roque, en el cual estableció también un servicio de

maternidad, al principio a cargo de Alfredo Lagarde, para paliar la

insuficiencia de la única que funcionaba entonces, la del Hospital Rivadavia

dependiente de la Sociedad de Beneficencia. Posteriormente proyectó una

segunda maternidad para el hospital Rawson, que dirigió Samuel Gache

(Coni, 1918). También el Hospital de Niños San Luis Gonzaga, dependiente

de la Sociedad de Beneficencia, triplicó los egresos hospitalarios entre 1890 y

1904.

Gráfico 3

Egresos hospitalarios. Hospital de Niños San Luis Gonzaga, 1890-1904.

0

200

400

600

800

1000

1200

1400

1890

1891

1892

1893

1894

1895

1896

1897

1898

1899

1900

1901

1902

1903

1904

año

egre

sos

Fuente: elaboración sobre la base de Ciudad de Buenos Aires, 1910:286.

El 24 de agosto de 1901 la Sra. Gabriela L. de Coni fue nombrada

inspectora ad-honorem de los establecimientos industriales que ocupaban a

mujeres y niños. Elevó numerosos informes a la Intendencia Municipal que a

su vez los presentó al Congreso Nacional. En mayo de 1902 presentó un

proyecto de ley del trabajo de las mujeres y los niños en las fábricas, que la

comuna elevó a las cámaras. Entre sus principales aspectos contenía

disposiciones protectoras de la mujer embarazada: el otorgamiento de

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períodos de licencia pre y post-parto; la obligación de instalar salas-cunas en

los establecimientos que ocuparan más de cincuenta trabajadoras; la

concesión de períodos para el amamantamiento durante la jornada de labor.

La Sra. de Coni señalaba la insuficiencia de las obras de beneficencia

tradicionales, marcando la necesidad de avanzar hacia la asistencia social

mantenida por el Estado y la previsión social. El proyecto de la Sra. de Coni

constituyó, junto a las disposiciones que contenía el proyecto de Ley Nacional

del Trabajo de Joaquín V. González (1904), el antecedente inmediato del que

presentó, en el año 1906, el diputado Alfredo L. Palacios.

La participación del presupuesto destinado a la salud dentro del

presupuesto total de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires puso de

manifiesto que los recursos destinados a la salud de la población recién se

incrementaron a partir de la década de 1890 (Mazzeo, 1993, Cuadro 13)7. Por

otro lado, la Ciudad desde 1895 comenzó a recibir subsidios de la Lotería

Nacional. La Ley 3.313 de dicho año estableció la distribución del 60 por

ciento de los beneficios de la Lotería Nacional para la construcción de

hospitales y asilos públicos en la Ciudad y 40 por ciento para las provincias,

de él se le otorgaba un 18 por ciento al municipio de Buenos Aires (de Luca,

1993).

En síntesis, esta etapa estuvo caracterizada por la continuación de las

obras de infraestructura y equipamiento iniciadas en la etapa anterior y por la

preocupación de la política sanitaria en expandir la influencia de las

instituciones a toda la población. Cabe destacar, que si bien la Asistencia

Pública inicia su gestión haciéndose cargo de cuatro instituciones

hospitalarias, veinte años más tarde, según la información del Censo

Municipal de 1904, tenía bajo su jurisdicción 13 establecimientos con 2.214

camas8.

7 (1886-89: 4,2%; 1890-94: 8,7%; 1895-99: 10,1% y 1900-04: 10,7%). 8 Los hospitales San Roque, Rawson, Fernández, Alvarez y Pirovano atendían pacientes

agudos, el Hospital Muñiz operaba como casa de aislamiento para infecciosos y el Sanatorio Tornú se destinaba a la internación de enfermos tuberculosos. Por otro lado existían estaciones sanitarias distribuidas por los barrios: Argerich, Bosch, Liniers, San Carlos, Nueva Pompeya y Villa Devoto.

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3. Período 1905-1929 – Etapa de la organización del sistema de atención

de la salud en la Ciudad.

En este período prácticamente finalizan las obras de infraestructura y

equipamiento de la Ciudad. Hacia 1915 ya se había instalado la

infraestructura para la provisión de agua y el sistema cloacal, habían sido

resueltos los problemas con relación a los desperdicios y la extensión de estos

servicios a toda la Ciudad estaba bien encaminada. Besio Moreno denomina

al período 1914-1924 "la Ciudad saneada" (Besio Moreno, 1939).

La organización y funcionamiento del sistema de atención de la salud

comprendía: a) la atención privada, b) las colectividades extranjeras

(mutuales) y c) la atención hospitalaria o pública. En 1909 existían 57

establecimientos con un total de 9.731 camas (Veronelli, 1975), que se

distribuían de la siguiente manera: hospitales municipales (18

establecimientos con 2.604 camas), hospitales nacionales (4 establecimientos

con 2.426 camas), establecimientos de la Sociedad de Beneficencia (6

establecimientos con 2.742 camas), establecimientos del Patronato de la

Infancia (4 establecimientos con 144 camas), hospitales de las colectividades

extranjeras (5 establecimientos con 1.091 camas) y establecimientos privados

(20 establecimientos con 725 camas). De estos últimos, tres atendían

enfermos psiquiátricos, siete se especializaban en cirugía y diez trabajaban

sobre clínica y cirugía general (Belmartino, 2005).

Con respecto al cuidado de la maternidad y la infancia, la Asistencia

Pública, por medio de la Protección de la Primera Infancia creada en el año

1908, tuvo a su cargo los servicios oficiales que compartió con la Sociedad de

Beneficencia de la cual dependían la Casa de Expósitos y el Hospital de

Niños. El Patronato de la Infancia, las Cantinas Maternales, y en menor escala

algunas sociedades pías y algunos hospitales particulares, dirigieron la acción

privada.

La Sección Protección de la Primera Infancia, dependiente de la

Asistencia Pública, tenía bajo su custodia los intereses sanitarios de la niñez

pobre. Ejercía sus funciones a través de los siguientes establecimientos: ocho

dispensarios de lactantes, cinco instituciones de puericultura y una oficina de

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inspección de nodrizas que practicaban la “lactancia mercenaria”9. Los

dispensarios y las instituciones de puericultura tenían a su cargo la protección

directa de los lactantes, mientras que la oficina de inspección de nodrizas

ejercía la protección indirecta. En los dispensarios de lactantes se atendía en

consultorios externos y también funcionaban las cocinas de lactantes, donde

concurrían las madres de los niños que se sometían a la alimentación mixta y

artificial; en las instituciones de puericultura se atendía en consultorios

externos y además tenían servicio de internación de los niños junto a sus

madres; en ellos se instruía a las madres sobre los conceptos de higiene en los

niños menores de dos años y especialmente en lo concerniente a los

regímenes de alimentación. Esta función se llevaba a cabo por medio de

instrucciones escritas que la Sección Protección de la Primera Infancia

distribuía por intermedio de sus propias reparticiones, de las oficinas del

Registro Civil y del Departamento Nacional de Inmigración. La oficina de

Inspección de Nodrizas, creada en 1919, tenía a su cargo la inspección y

examen de las nodrizas así como la vigilancia de los hijos de éstas mientras

las madres se encontraban colocadas. A partir de la década de 1920, el hábito

de alimentar al niño con leche de una nodriza comenzó a disminuir y se buscó

satisfacer las necesidades alimentarias a través de otros métodos.

En relación a las nodrizas, el discurso médico de la época se centraba

en el problema de la mortalidad infantil, referida a las patologías

gastrointestinales y a la sífilis. Es decir, la preocupación se colocaba en el

niño lactante demandante y el niño lactante hijo de la nodriza. Las formas de

control de las nodrizas operaron entonces como pautas de acción para el

control, no sólo del mercado laboral, sino “como formas disciplinarias de los

hábitos de crianza e introducción de preceptos higiénicos dentro de los

sectores populares” (Pagani y Alcaraz, 1988:30). La incorporación de nuevas

formas de alimentación estuvo inserta en una nueva política sanitaria, que se

puso en evidencia a partir de 1930, con la desaparición de la nodriza como

método alimentario sustituto.

9 Así se llamaba a la lactancia solicitada y retribuida. La mujer solicitaba los servicios de

nodriza, en caso de enfermedad, por falta de tiempo, por sus ocupaciones laborales o bien, en el caso de las clases altas, por no querer dedicarse a la alimentación y crianza de sus hijos (Pagani y Alcaraz, 1988).

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La cantidad de niños menores de dos años protegidos, tanto a través

de la concurrencia a los dispensarios e institutos como a través de las

inspecciones domiciliaras de lactantes, se incrementó notablemente en el

período 1908-1929, especialmente a partir de la década de 1920, aumentando

durante ella la cantidad de niños protegidos en un 96 por ciento y las

inspecciones domiciliarias de lactantes en un 620 por ciento. Al analizar los

diagnósticos de los niños atendidos en los consultorios durante la primera

década de existencia del servicio (1908-1917), se observa que la morbilidad

de la primera infancia se concentraba en causas de mala nutrición, que

representaba en promedio el 66 por ciento de los niños enfermos y en

enfermedades del aparato respiratorio, que constituía el 11 por ciento en

promedio (Mazzeo, 1993). "En 1917 se calculaba en cuarenta mil la primera

infancia desvalida en la Ciudad, llegando sólo a diez mil aproximadamente la

que se encontraba sometida al amparo oficial" (Oliva, 1918:74).

En los dispensarios de lactantes se realizaban verdaderas campañas a

favor de la puericultura. Esta forma de protección, según los médicos de la

época, contribuyó notablemente a la disminución de la mortalidad infantil, ya

que actuó como medida preventiva del destete prematuro, la mala

alimentación artificial y las enfermedades infantiles. En cuanto a las

visitadoras, realizaban visitas periódicas al domicilio de las madres que

dejaban de concurrir al dispensario con el fin de impulsarlas a reanudar su

concurrencia. También concurrían al hogar de las madres concurrentes con el

objeto de controlar el cumplimiento de las prescripciones médicas

(Rodríguez, 1936).

Asimismo contribuyeron a la atención de los lactantes la Casa de

Expósitos y el Hospital de Niños, dependientes de la Sociedad de

Beneficencia, siguiéndoles en importancia los servicios de las Cantinas

Maternales y del Patronato de la Infancia.

Con respecto a la atención hospitalaria, en el Hospital de Niños se

habilitó un pabellón de lactantes, se montó la Sala de Incubadoras (reconocida

en 1914 como la más importante de Sudamérica) y se incorporó la carpa de

oxígeno y la nebulización medicamentosa, como tratamiento habitual en

pediatría. En 1917 se comenzó a practicar la reacción de Mantoux en forma

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sistemática a los niños internados y la aplicación de la vacuna BCG. A partir

de 1922 se comienza a difundir la vacunación antidiftérica (Croce, 2003).

Por su parte, la Asociación "Cantinas Maternales" fundada el 31 de

agosto de 1915, mantenía restaurantes en los barrios obreros de la Ciudad en

número de cinco hasta el año 1927 y de seis en 1929. En ellas se suministraba

a las concurrentes, cualquiera fuese su condición legal, dos comidas diarias,

señalándose como única condición para ser admitidas que estuvieran

amamantando a hijos menores de dos años o que acreditaran un embarazo

mínimo de seis meses. Se exigía la concurrencia de las madres acompañadas

de sus hijos a fin de vigilar su salud y alimentación. El niño debía ser

presentado al médico semanalmente, pesado por lo menos cuatro veces al mes

y debía continuar llevándolo hasta los dos años.

Durante este período se dictaron dos medidas muy importantes

relacionadas con la higiene y conservación de los alimentos. A fines de 1907

(Ordenanza del 13 de diciembre de 1907) se estableció que desde el 1° de

octubre del año siguiente sería obligatoria la higienización de la leche para el

consumo en la Ciudad10; entendiéndose por higienización de la leche, aquella

que después de filtrada ha sido pasteurizada (Art. 1°). Además se ordenó que

los envases llevaran impreso, y en lugar visible, el nombre de la fábrica donde

se hubiera pasteurizado la leche (Art. 4°). Por Ordenanza del 21 de diciembre

de 1922 se dispuso que todos los locales destinados al expendio de carnes,

aves, pescados y productos similares debían tener cámara frigorífica para su

conservación, haciéndose extensiva a los puestos que, en los mercados

municipales y particulares, se dedicaban a la venta de dichos productos.

En lo relacionado con las leyes de protección a la madre y al niño

cabe mencionar la Ley 5.291, que fuera presentada por el Diputado Alfredo

L. Palacios en el año 1906 y sancionada el 14 de octubre de 1907. Esta ley

que reglamentaba el trabajo de las mujeres y los niños, comenzó a regir a

partir del 14 de abril de 1908 y, en lo que respecta a la futura madre, concedía

por primera vez licencia por maternidad a la mujer que trabajaba. Establecía

en su Art.2º “Las obreras podrán dejar de concurrir a las fábricas o talleres

10 No obstante la realidad fue otra, en 1960 todavía se veían en la Ciudad repartidores de

leche en tarros, lo que evidencia que la carencia de higiene se prolongó por más tiempo.

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hasta 30 días subsiguientes al alumbramiento, debiendo entretanto

reservárseles el puesto".

Por Decreto del Poder Ejecutivo del 12 de noviembre de 1923 se

instituye en el Departamento Nacional de Higiene una división de asistencia a

la infancia, con el objeto de "estudiar todo lo relativo a la morbilidad y

mortalidad de la infancia, a la protección de la madre, a la higiene escolar, a la

habitación y trabajo del niño y a todo lo que contribuya a asegurar la salud y

vigor de la infancia" (Artículo 1°, punto a). Del mismo año es la

reglamentación que disponía la paga de salarios a las empleadas municipales

o del magisterio durante el período de retiro obligatorio por maternidad.

Con posterioridad, la Ley 5.291 es derogada y reemplazada por la Ley

11.317, vigente desde el 30 de septiembre de 1924. En su Capítulo III

establecía la suspensión del trabajo de la obrera grávida seis semanas antes

del parto y le prohibía reanudar sus tareas antes de las seis semanas

posteriores al mismo. La Ley también disponía la habilitación de salas

maternales en ciertos establecimientos, de acuerdo con el número de obreras

que fijara la reglamentación, destinadas a niños menores de dos años, para

que quedaran en custodia durante las horas en que las madres trabajaban. Al

igual que la Ley 5.291, la Ley 11.317 omitía en su articulado la situación de

las empleadas y obreras dependientes del Estado. Por otra parte, el decreto

relativo a las licencias del personal de la Administración Nacional, vigente

desde el 16 de enero de 1913, tampoco preveía el caso de maternidad para sus

empleadas. Esta situación legislativa motivó el proyecto de ley presentado a

estudio de la Cámara por el diputado Augusto Bunge en el año 1927,

posteriormente modificado por los senadores nacionales Mario Bravo y

Alfredo L. Palacios, pero fue necesario esperar hasta el año 1934 para que se

contemplara esa situación.

Por otro lado, durante este período se incrementó el 133 por ciento

la participación del gasto en salud en el presupuesto municipal (Mazzeo,

1993, Cuadro 16)11. Probablemente se haya debido a nuevas obras de

infraestructura, ya que se inauguraron cinco nuevos hospitales: Alvear (1909),

Durand (1913), Piñero (1917), Rocca (1926) y Penna (1928).

11 La participación según quinquenio fue: 1905-09: 5,5%; 1910-14: 7,7; 1915-19: 11,9;

1920-24: 9,5 y 1925-29: 12,8%.

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De lo expuesto se concluye que las políticas de salud estuvieron

dirigidas no sólo a la atención directa de los niños sino también de manera

indirecta a través del cuidado y protección de la mujer embarazada,

parturienta y de la que se encontraba en período de lactancia. Los médicos de

la época consideraban de suma importancia en la reducción de la mortalidad

de la niñez, no sólo las condiciones del medio ambiente, sino también la

instrucción de las madres en cuanto a los métodos que debían emplear para

cuidarse a sí mismas y a sus hijos.

Con referencia al descenso de la mortalidad infantil, se consideró

pertinente hacer referencia al análisis de un demógrafo de la época, que

citando estadísticas de 1911 sobre la mortalidad infantil de otras ciudades del

mundo12, ubicaba a Buenos Aires en una buena posición y afirmaba que

“entre nosotros se ha producido un notable progreso en este sentido en los

últimos años, como resultado de las grandes transformaciones y mejoras

higiénicas y edilicias que ha experimentado la ciudad, y del mayor cuidado y

saber que ponen las madres en la crianza de sus hijos, aprovechando los

consejos de la experiencia ilustrada de los miembros de su familia, y las

nociones y enseñanzas que les prodigan los profesionales y las publicaciones

especiales” (Martinez, 1913:XXIV).

4. Período 1930-1949 – Etapa del impulso de la medicina preventiva.

En este período se dio impulso a la medicina preventiva, se dictaron

numerosas leyes de protección a la madre y el niño y se consolidó el servicio

de asistencia social como complemento de la asistencia médica. La

"Visitadora de Higiene", cuya función era el enlace entre los dispensarios de

lactantes y el hogar del niño, continuó como eficaz colaboradora de la obra de

asistencia social realizada por la Protección de la Primera Infancia. El cuerpo

de visitadoras, como ya se señalara, realizaba las inspecciones domiciliarias

de los niños que concurrían a los dispensarios de lactantes, investigando las

12 La tasa de mortalidad infantil de la Ciudad en ese año fue de 104,9 por mil nacimientos,

mientras que las tasas citadas eran: Estocolmo (73,2), Amsterdan (91,7), Edimburgo (106,1), Nueva York (111,3), París (113,5), Londres (127,4), Roma (132,3), Glasgow (138,6), Liverpool (154,3), Budapest (156,5), Dublin (158,9), Viena (162,8), Berlín (166,5), Madrid (166,6), Munich (167,6), San Petesburgo (285,8) y Ciudad de México (484,2).

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razones de la no concurrencia de las madres con sus niños, la forma en que las

madres cumplían las indicaciones del médico, el estado de higiene del niño y

de la vivienda, etc. Efectuada la visita elevaban un informe cuyo resultado se

asentaba en la historia clínica respectiva. Además de esas inspecciones, las

Visitadoras concurrían diariamente a las oficinas del Registro Civil y

retiraban las listas de los nacimientos registrados, iban luego a los domicilios

y les explicaban a las madres los beneficios que obtendrían sus hijos

concurriendo al dispensario. Cada Visitadora entregaba a la madre una

"cartilla" con las indicaciones más elementales de puericultura e higiene

infantil.

También visitaban las Maternidades, realizando ese mismo tipo de

propaganda e invitando a las madres a internarse en los institutos de

puericultura si, al ser dadas de alta, carecían de lugar en donde ir a vivir

pudiendo permanecer en ellos hasta que encontraran trabajo. La mayoría de

las madres visitadas eran primerizas. El escaso número de Visitadoras (28 en

el año 1932) no permitía que la visita se efectuara en los hogares de todos los

niños recién nacidos. Como dato ilustrativo, en 1932 el 69 por ciento de los

nacidos durante ese año concurrieron a los dispensarios de lactantes (Gráfico

4). Ese elevado número comprueba que los dispensarios e institutos,

dependientes de la Sección Protección de la Primera Infancia gozaban de la

confianza de las madres. La prédica constante de estas instituciones, desde su

creación, fue la de conseguir que la madre amamantara a su hijo, como el

primero de todos los principios de la profilaxis de la primera infancia. Cabe

destacar, que la profilaxis de las enfermedades del aparato digestivo que se

ejercía en las Cocinas de Lactantes, anexas a los dispensarios, probablemente

había disminuido el número de muertes producidas por una mala

alimentación. Allí concurrían las madres de los niños que se sometían a la

alimentación mixta y artificial para que se les entregara un recipiente que

contenía la ración alimentaria diaria del niño. El alimento se entregaba listo

para ser consumido y estaba preparado por personal especializado en esta

función.

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Gráfico 4 Concurrentes a los dispensarios y a las cocinas de lactantes e inspecciones domiciliarias.

Proporción en el total de nacimientos. Ciudad de Buenos Aires, 1908-1948.

0

20

40

60

80

100

1908

1911

1914

1917

1920

1923

1926

1929

1932

1935

1938

1941

1944

1947

año

porc

enta

je

niños atendidos por primera vezinspecciones domiciliariasconcurrentes a cocinas de lactantes

Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1990, Cuadro 22 y D24.

Esta preocupación por la asistencia social como complemento de la

asistencia médica, se ve reflejada también en la creación de servicios sociales

en el Instituto de Maternidad de la Sociedad de Beneficencia, en la

Maternidad del Hospital Rivadavia y en las maternidades de la Asistencia

Pública, destacándose por sus propias características, el de la Clínica

Obstétrica y Ginecológica Eliseo Cantón. Al igual que en el Instituto de

Maternidad de la Sociedad de Beneficencia, en esta clínica la misión de las

visitadoras era la de ayudar material y moralmente a la madre en situación de

desamparo, asegurar al niño la alimentación natural, procurar que fuera

llevado para su control a los consultorios externos de lactantes y realizar una

obra educativa sobre los principios de la higiene y la puericultura. Además,

para que la mujer hospitalizada aprovechara el tiempo que duraba su

internación, se crearon: una biblioteca con material relacionado en su mayor

parte con temas afines a la maternidad, un taller de costura, un curso de

enseñanza primaria y, con el objeto de apoyar a las madres a su egreso de la

maternidad e iniciarlas en los principios de la puericultura, una Oficina de

Trabajo y una Escuela de Madres de Puertas Abiertas.

En esa Escuela, fundada el 30 de diciembre de 1932, en cursos

sencillos, se impartieron conocimientos elementales de las siguientes

materias: acción del servicio social; eugenesia y profilaxis; higiene y cuidado

del embarazo; higiene y cuidado de la puérpera; curso de puericultura;

economía doméstica y nociones elementales de primeros auxilios. Era una

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aspiración de algunos médicos de la época, entre ellos los Dres. Silvestre Luis

Sala, María E. Zurano, Arturo R. Rossi y Germinal Rodríguez, que la

institución del Servicio Social que regía en un reducido número de

maternidades se extendiera a todos los institutos maternales. El 24 de

noviembre de 1936, por Ordenanza 7914, se creó el "Servicio Social" en la

Sala de Maternidad "Dr. Manuel Gache" del hospital Rawson y el 10 de

diciembre del mismo año, por Ordenanza 7915, se reorganizaron los servicios

de maternidad que funcionaban en los hospitales municipales y que en

adelante se denominarán "Institutos de Maternidad y Asistencia Social"; en su

artículo 3º se especificaron las secciones con que contarían esos institutos,

entre ellas una sección de asistencia social.

El entonces Director de la Sección Protección de la Primera Infancia,

Dr. Mario H. Bortagaray, llamaba la atención sobre la notable reducción de la

mortalidad infantil, que había pasado de 96 por mil en 1908 a 63 por mil en

1932. Al comparar dicho nivel con el de otras ciudades europeas,

norteamericanas y sudamericanas13 concluyó que Buenos Aires ocupaba en

1932 el primer lugar entre las capitales sudamericanas y estaba muy bien

posicionada con respecto a las europeas y estadounidenses (Bortagaray,

1934).

Los médicos que trabajaban en las instituciones de la Sección

Protección de la Primera Infancia constituyeron en 1934 la Sociedad de

Puericultura de Buenos Aires. La puericultura concebía el cuidado del niño

como parte de la higiene social. La madre comenzó a valorarse de una manera

distinta: por la buena crianza del hijo y no solamente por el número de hijos

que daba a luz (Billorou, 2004). El éxito del discurso de la puericultura debe

entenderse dentro de un proceso más amplio, que condujo finalmente a la

medicalización del embarazo, parto y cuidado de los niños.

Durante las décadas de 1930 y 1940 el concepto de higiene defensiva,

como disciplina y política pública se transformó, aunque no desapareció

totalmente. Se articuló un nuevo concepto, la higiene positiva, que combinaba

13 Las tasas de mortalidad infantil por mil nacimientos en las ciudades europeas y

norteamericanas eran: La Haya (35,2), Washington (56), Londres (64), Nueva York (70,3), Chicago (73), París (88) y Berlín (90). Entre las ciudades sudamericanas: Montevideo (108), San Pablo (159,75), Río de Janeiro (164,12), Lima (248) y Santiago de Chile (300).

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la preocupación por la salud, la plenitud física y la perfección moral. “Se

impuso paulatinamente la convicción de que a partir del ejercicio de ciertas

normas, conductas y prácticas era posible estar sano y gozar de una salud

pensada como valor integral y absoluto” (Billorou, 2004:194).

En este período también se sancionaron varias leyes que demuestran

la preocupación de las autoridades por la protección a la madre y al niño. El 2

de agosto de 1934 se sancionó el Decreto 46.375 que equiparó la licencia por

maternidad en el sector público con la ya existente en el sector privado. En su

Art. 1º establecía que "Toda empleada de la Administración Nacional que se

encuentre en estado grávido tendrá derecho a licencia, con goce de sueldo,

durante el término comprendido entre las seis semanas anteriores y las seis

semanas posteriores al parto". Unos meses más tarde, en octubre, se

promulgaron tres leyes: la Ley 12.111 (9-10-1934) estableció una licencia

durante las seis semanas anteriores y posteriores al parto para las empleadas y

obreras del Estado y la conservación del puesto durante ese período con

derecho al cobro del sueldo o salario. La Ley 11.932 (15-10-1934) sustituyó

el primer párrafo del Art. 15 de la Ley 11.317 y sancionó los descansos

durante la jornada para las madres de lactantes. Finalmente la Ley 11.933 (15-

10-1934) estableció la conservación del empleo durante el período de la

licencia por maternidad y la formación del fondo necesario para el

cumplimiento de la ley, llamada "Ley Seguro de Maternidad".

Dos años más tarde, el 14 de abril de 1936, se sancionó el Decreto

80.229 que estableció que el seguro obligatorio de maternidad creado por la

Ley 11.933 sería administrado por la Caja Nacional de Jubilaciones y

Pensiones Civiles, a cuyo efecto se creó, como sección anexa a la misma, una

Caja de Maternidad. Asimismo dispuso la obligatoriedad de las

contribuciones y de la afiliación a la Caja de Maternidad, los beneficios del

seguro (asistencia gratuita de partera y/o médico y un subsidio en efectivo),

las obligaciones de las empleadas, obreras y empleadores en cuanto al

descanso previo y posterior al parto y otras disposiciones generales.

El 30 de diciembre de 1936 se promulgó la Ley 12.341 que determinó

que la Sección de Asistencia y Protección a la Maternidad y a la Infancia del

Departamento Nacional de Higiene se denominara en lo sucesivo Dirección

de Maternidad e Infancia. Esta Dirección tendrá por finalidad propender al

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desarrollo armónico de la personalidad del niño, combatiendo la

morbimortalidad infantil y amparando a la mujer en su condición de madre o

futura madre (Art.3º). Para responder a estas finalidades, sus objetivos fueron:

estudiar la higiene social de la infancia en el país, censar las instituciones

oficiales y privadas que se ocuparan de la protección y asistencia de la

maternidad y de la infancia, llevando un registro actualizado de las mismas, y

realizar campañas de difusión y práctica de los postulados de la puericultura y

la higiene maternal e infantil. Por otro lado, debía gestionar que en las

instituciones públicas y privadas se asegurara la asistencia preconcepcional; el

mejoramiento de las condiciones del embarazo y del parto; la vigilancia del

niño desde su nacimiento, llevando fichas sanitarias individuales; el bienestar,

la asistencia y protección de los niños necesitados y que fuera recomendada la

lactancia materna y la alimentación racional de los niños. En este sentido,

debía encargarse que la producción y expendio de la leche de vaca se realizara

en las mejores condiciones de higiene, con un tipo especial de leche para

niños (Art. 4º, punto d). Esta norma también previó la creación de

instituciones de distinto tipo: centros de protección maternal e infantil;

hogares talleres maternales para solteras, abandonadas e indigentes

(embarazadas, convalecientes o nodrizas); hogares maternales para

tuberculosas (embarazadas o convalecientes); registros de recién nacidos y

vigilancia de la primera infancia; maternidades y servicios maternales a

domicilio; jardines de infantes; consultorios externos, salas y hospitales de

niños; consultorios y dispensarios de campaña y servicio social de visitadoras

domiciliarias competentes. El radio de acción se extendió a toda la República,

ejerciendo la vigilancia de todas las instituciones oficiales y privadas que se

ocuparan de la asistencia y protección de la maternidad y de la infancia.

Respecto de la lactancia materna, la norma estipulaba que “toda

madre tiene el deber de amamantar a su hijo” (exceptuándose las inhabilitadas

de hacerlo por razones de salud) y que ninguna madre podía amamantar a un

niño ajeno, mientras el suyo no hubiera cumplido cinco meses de edad, previa

autorización de la Dirección de Maternidad e Infancia. En el caso de que una

mujer tomara a su cargo la crianza al pecho de un niño, tenía la obligación de

declararlo ella, así como los padres de la criatura, en un plazo de tres días de

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iniciada la lactancia14. Por otro lado, la mujer debía poseer certificado de

aptitud (que le autorizara a criar a un solo niño) y los padres del niño debían

presentar un certificado asegurando que ellos no poseían ninguna enfermedad

infecciosa.

Cuando en 1936 se debate el proyecto presentado por el senador

Alfredo Palacios, de creación de la Dirección de Maternidad e Infancia,

fueron consultados el Ministro de Relaciones Exteriores y del Interior, el

presidente del Departamento Nacional de Higiene y sus colaboradores

técnicos. Sobre todo se tuvo en cuenta la opinión del Dr. Gregorio Aráoz

Alfaro, quien sostenía que la madre y el niño no constituían un binomio, o los

dos términos de un problema, sino una unidad biológica imposible de

disociar. También la Comisión de Legislación de la Cámara de Senadores

mencionaba, como fuente inspiradora, la “Declaración de los Derechos del

Niño” elaborada por la Unión Internacional de Ayuda a los Niños –Ginebra,

1923- (Novick, 2003). Por consejo del Ministro del Interior y del presidente

del Departamento Nacional de Higiene no se aprobó, como lo proponía el

proyecto de Palacios, como una institución autónoma ni se la dotó de fondos

propios. El alegato de Palacios apelando al interés nacional dice: “… pedí que

aunáramos esfuerzos para defender el valor humano, haciendo una tregua en

la contienda política y sintiéndonos todos nada más que argentinos …”

(Novick, 2003:3). En el tratamiento en la Cámara de Diputados también se

sostuvo que el proyecto tenía por finalidad unificar los esfuerzos de la

Nación, las provincias y los municipios y las instituciones privadas hacia la

protección de la maternidad y la infancia y se afirma que el Estado no debía

inhibir la acción privada, sino que debía auxiliarla. Esta Cámara introduce

algunas modificaciones al proyecto aprobado en Senadores, tendientes a

proteger a la madre sin recursos y evitar la venta de la leche materna. Existen

en el tratamiento argumentos que consideran al aborto un crimen y un peligro,

al igual que a la alimentación mercenaria y artificial, responsabilizando de

tales riesgos a las mujeres. Se hizo hincapié en el peligro de contaminación de

la leche que se le extraía a una madre para dársele a otro niño. Debido a los

14 La madre que hiciera abandono de su hijo podrá ser detenida por las autoridades e

internada en un hospital, clínica o casa de corrección al “solo objeto de que cuide a su niño” (Art. 18).

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males que encierra la alimentación artificial, se propuso declarar que la

lactancia materna fuera obligatoria. Se consideró a la mortalidad infantil

como un problema eminentemente económico y también social debido a la

“irresponsabilidad e ignorancia de las madres”. Por otro lado se argumentó a

favor del reemplazo de la beneficencia privada, caritativa o religiosa por la

ayuda planificada y oficial del Estado.

Merece destacarse que los debates transcurren en un período corto en

relación a lo que suelen durar los tratamientos de proyectos de ley,

circunstancia que deviene del consenso de los diferentes partidos políticos

sobre la urgencia de resolver el "drama" de la niñez y la necesidad de

mejorar "la raza" argentina. No obstante se perfilan claramente dos

posiciones. La de los socialistas y radicales, que propugnaban excluir la

leche materna del comercio privado y manifiestamente pretendían proteger a

la madre trabajadora; y la postura de los conservadores quienes sancionaban

moralmente a las mujeres y pretendían proteger el derecho de los niños de

clase alta a ser alimentados con leche materna. “El debate que relaciona el

acceso de las diferentes clases sociales a la alimentación se inscribió en un

contexto "científico" aportado por los médicos especialistas acerca de las

virtudes y limitaciones del amamantamiento” (Novick, 2003:13).

El decreto 5.520 de 1938 reglamenta esta ley y dispone que la

Dirección de Maternidad e Infancia estará compuesta por las siguientes

divisiones: a) Higiene y Servicio Social; b) Inspección y Legislación; c)

Eugenesia y Maternidad; d) Primera Infancia (hasta los dos años y medio de

edad); e) Segunda Infancia (de dos años y medio hasta 6 años); f) Niños

enfermos, anormales y necesitados y g) Asistencia odontológica (Novick,

1993).

Por Decreto 12.311 (21-10-1943) se creó la Dirección Nacional de

Salud Pública y al año siguiente se promulgó el estatuto de la misma. En

1946, por Decreto 14.807 (23-5-1946) se elevó dicha Dirección a nivel de

Secretaría y finalmente en el año 1949 se le asignó rango ministerial. Es así

que recién en la década de 1940 se cristalizó la idea de una conducción

central expresada desde 1880 por los doctores Coni, Penna, Aráoz Alfaro y

otros sanitaristas y formulada como conclusión de la Primera Conferencia

Nacional de Asistencia Social reunida en el año 1933.

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Así como desde comienzos del siglo XX hasta 1930 los adelantos en

materia de salud dependieron de las obras de infraestructura, en este período

se destaca, por su importancia, el impulso de la medicina preventiva y la

función del hospital público que se afirma como centro científico y aumenta

su nivel de complejidad.

El número de camas disponibles en los hospitales municipales registró

un incremento del 94 por ciento entre 1931 y 1940. Los hospitales

municipales en 1931 tenían 5.961 camas mientras que en 1940 totalizaban

11.539 camas; si a esta cantidad se le suman las camas de otros hospitales de

la Ciudad (5.725 camas) se puede afirmar que en 1940 era de 6,6 el promedio

de camas por mil habitantes (Mazzeo, 1993). Al comparar ese valor con el de

años anteriores se evidencia el hecho de que el ritmo de crecimiento de la

población no estuvo acompañado de igual ritmo en la oferta de camas

hospitalarias. Si bien el número de camas se incrementó, el promedio de

camas por mil habitantes disminuyó un 16 por ciento con respecto a las 7,9

camas por mil habitantes que había en 1909. Durante este período se

inauguraron dos nuevos hospitales especializados: Oncología (1931),

Maternidad Sardá (1934) y tres hospitales generales de agudos: Zubizarreta

(1935), Santojanni (1940) y Velez Sársfield (1949).

Se evidencia un sostenido incremento de la participación de los

nacidos vivos en las maternidades hospitalarias, tanto en los hospitales

municipales como en otros hospitales, representando a fines del período el 55

por ciento de los nacimientos registrados en la ciudad.

Gráfico 5

Proporción de nacidos en maternidades hospitalarias. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1949.

0

10

20

30

40

50

60

70

1930

1932

1934

1936

1938

1940

1942

1944

1946

1948

año

porc

enta

je

Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1990, Cuadro 25 del Anexo D.

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Asimismo es notoria la disminución de la participación del servicio de

los hospitales municipales; este hecho es indicativo de la importancia que

comienza a cobrar el servicio prestado en otros hospitales de la Ciudad y se

relaciona con otra característica relevante de este período: la creación a partir

de 1945 de las obras sociales.

Gráfico 6

Nacidos vivos en establecimientos asistenciales según dependencia. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1949.

0%

20%

40%

60%

80%

100%

1930

1932

1934

1936

1938

1940

1942

1944

1946

1948

año

Municipales Otros

Fuente: elaboración sobre la base de Mazzeo, 1990, Cuadro 25 del Anexo D. Por otro lado se destaca la existencia de una notoria reducción de la

participación de las causas relacionadas con la mala alimentación y la higiene

en la mortalidad de la niñez; este hecho sería indicativo de la influencia que

habría ejercido la prédica de las instituciones de protección de la primera

infancia.

En síntesis, en este período, especialmente durante la década de 1930,

se destaca el servicio desarrollado por las maternidades hospitalarias, que

ofrecieron no sólo asistencia médica sino también asistencia social

complementaria en la atención de la madre y el recién nacido. La política

nacional que comienza a implementarse a fines de este período y que

continuará hasta 1955, tuvo en el ministro Dr. Ramón Carrillo su principal

representante. Durante su gestión, se destaca el carácter social y público de la

medicina, existiendo una notable expansión en el número de camas de la

jurisdicción nacional. Asimismo se promovió la creación de mutuales

sindicales y se apoyó a las existentes mediante subsidios o fondos especiales

para la construcción de establecimientos asistenciales (Novick, 1992).

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Por otro lado, es evidente que la temática del rol reproductivo de la

mujer (maternidad) aparece en la legislación de la época asociada a su rol de

trabajadora. Con la creación de la Dirección Nacional de Maternidad e

Infancia el Estado elabora un importante proyecto a nivel nacional de

protección para el binomio madre-hijo.

5. Período 1950-69 – Etapa de la organización nacional de la salud.

En el orden nacional se inició una política sanitaria de transferencia de

servicios de la esfera nacional a la provincial y se consolidó la medicina

preventiva a través de la organización de programas nacionales de vigilancia

epidemiológica y de campañas de vacunación.

En lo que respecta a la legislación de la protección de la madre y el

niño, en 1968 se creó por Ley 18.017 la Caja de Subsidios y Asignaciones

Familiares. Esta ley estableció que quedaba prohibido el trabajo del personal

femenino en relación de dependencia 45 días antes del parto y hasta 45 días

después y que a opción de la interesada el descanso anterior puede reducirse a

40 y el posterior aumentar a 50 días; durante ese período el empleador está

obligado a concederle licencia y conservarle el empleo. Habiéndose instituido

el régimen de asignaciones familiares por maternidad y por nacimiento, deja

de funcionar la Caja de Maternidad e Infancia hacia 1969.

Con respecto a la salud pública, en el año 1957 se inició en el orden

nacional una política de transferencia de servicios. En poco tiempo se ejecutó

la transferencia a diversas provincias, manteniéndose la dependencia nacional

de los establecimientos de la Ciudad. Recién en el año 1964 pasan a depender

de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires el Hospital de Niños

Ricardo Gutiérrez, el Hospital de Niños Pedro Elizalde, la Maternidad Ramón

Sardá y el Instituto del Quemado y de Cirugía Plástica y Reparadora (que se

había inaugurado en 1952). En 1966 el Ministerio de Asistencia Social y

Salud Pública se transformó en Secretaría y pasó a depender del Ministerio de

Bienestar Social. Se implementó un sistema de descentralización ejecutiva y

centralización normativa, asignándosele al nivel central las tareas de

asesoramiento y supervisión. Se conformó el Programa Nacional de

Estadísticas de Salud y en el año 1967 se realizó la Iº Reunión Nacional, con

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el objeto de sistematizar la recolección y procesamiento de la información y

conservar en el orden nacional la comparabilidad de los datos sobre

estadísticas de salud.

En cuanto a los programas de medicina preventiva en el año 1959 se

sancionó la Ley 14.837 que declara obligatoria "la vacunación y revacunación

antituberculosa para los recién nacidos desde el tercer día de vida hasta un

mes de edad", y en el año 1960, la Ley 15.465 que determina en todo el

territorio de la Nación la notificación obligatoria de los casos detectados de

enfermedades transmisibles. De acuerdo con los términos de la ley está

obligado a notificarlas el médico que asista o haya asistido al enfermo o

portador o hubiese practicado su reconocimiento o el de su cadáver, así como

también los que ejercen alguna de las ramas auxiliares de las ciencias

médicas. En el artículo 2º se determinaron las enfermedades que serían objeto

de notificación así como la facultad del Poder Ejecutivo Nacional, previo

informe del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública, de agregar otras

enfermedades, suprimir algunas de las especificadas o modificar su

agrupamiento.

Durante este período se evidencia una notoria reducción de la

mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias que se

había iniciado a fines del período anterior. En el gráfico se observan los picos

correspondientes a la poliomielitis de 1956, el brote epidémico de meningitis

de 1965 y de sarampión en el último bienio.

Gráfico 7

Mortalidad de la primera infancia por causas infecciosas y parasitarias. Ciudad de Buenos Aires, 1930-1969.

0

5

10

15

20

1930

1933

1936

1939

1942

1945

1948

1951

1954

1957

1960

1963

1966

1969

año

tasa

por

mil

Fuente: elaboración sobre la base de estadísticas vitales.

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Con respecto a la utilización del servicio de asistencia maternal de los

establecimientos asistenciales de la Ciudad, se observa que el número de

partos atendidos en el período 1950-61 se incrementa en un 24 por ciento y se

registra un hecho notorio: el descenso de la participación de los hospitales

municipales en el total de partos atendidos. Mientras que en el año 1950 el

52,5 por ciento de los partos se habían atendido en hospitales municipales,

para el año 1961 esta participación se reduce al 32,8 por ciento (Mazzeo,

1993). Este hecho es indicativo de la importancia del servicio prestado en

otros establecimientos de la Ciudad, que ya era notoria a fines del período

anterior y que se consolidó durante este período. Por otro lado la creciente

importancia del servicio de asistencia maternal ofrecido en otros

establecimientos asistenciales se corrobora con la disminución que registra el

servicio prestado por los dispensarios de lactantes: la cantidad de niños

atendidos en los dispensarios se reduce el 60 por ciento en el período 1953-

61. Asimismo la proporción de niños atendidos por primera vez, con respecto

al total de nacimientos, se redujo el 70 por ciento. Mientras que en 1953 el

36,7 por ciento de los nacidos vivos registrados en la Ciudad fue atendido en

los dispensarios de lactantes, esa proporción se redujo al 10,5 por ciento en el

año 1961. No debe olvidarse que en la década de 1930 y aún hasta el año

1943, la mitad de los nacidos vivos registrados en la Ciudad era atendido en

los dispensarios de lactantes (Mazzeo, 1993).

En 1968, se inició el Servicio de Neonatología en la Maternidad Sardá

concretado (pese a los múltiples reclamos y rechazo de la Asociación Médica

de Sardá) por una firme decisión del Dr. García Díaz15, Secretario de Salud

de la Municipalidad (Ceriani Cernadas, 2004). La neonatología era una

disciplina nueva, no sólo en la Argentina sino en el resto del mundo16. Por

otro lado, en la Maternidad Sardá fueron pioneros en la incorporación de la

madre en la atención del recién nacido, cambio que hizo disminuir la

reinternación; las madres salían conociendo a su bebé, porque participaban

del cuidado del niño. También en este año se desarrolló, en la Maternidad

Sardá, la Residencia de Pediatría de tres años de duración, considerada

15 Se trasladaron en mayo de 1968 los médicos pediatras de la Sala 2 del Hospital de Niños

Ricardo Gutiérrez a la Maternidad Sardá. 16 La primera terapia intensiva neonatal moderna fue creada sólo dos años antes, en 1966 en

Yale, Estados Unidos.

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Residencia Universitaria pues el Servicio era sede de la Cátedra de Pediatría a

cargo del Prof. Dr. Alfredo Larguía, situación que se mantuvo hasta 1974

(Lomuto, 2004).

A fines de este período y comienzos del siguiente se desarrollaron

distintas investigaciones aplicadas a la atención de los niños recién nacidos: la

alimentación parenteral con aminoácidos cristalinos y glucosa para

prematuros y desnutridos, esquemas dietéticos para prematuros, “los

requerimientos del lactante con diarrea prolongada, las calorías proteicas

netas, la eficiencia de la absorción con los aportes alimentarios y la utilización

de los nutrientes en los niños prematuros y los lactantes desnutridos” (Sola,

2004:180). Se trataba de caracterizar clínica y bioquímicamente la prematurez

y el déficit nutricional para contribuir a su recuperación. Hubo mucho interés

y preocupación en promover la leche humana y sostener su utilización en los

niños prematuros y lactantes enfermos.

Por otro lado, los antibióticos y las vacunas disminuyeron el número

de ingresos por infecto-contagiosas, sus complicaciones y la duración de sus

internaciones; la cirugía, la anestesia y el manejo postoperatorio inmediato se

volvieron más seguros aumentando las indicaciones quirúrgicas en la

infancia; el mejor conocimiento de la clínica y el intenso desarrollo de la

tecnología de estudios complementarios incrementó el número e importancia

de las subespecialidades pediátricas (Croce, 2003).

En esta misma época, la insistencia del Dr. Florencio Escardó sobre

los daños que producía el hospitalismo y la necesidad de la internación

conjunta de la madre con su hijo, comenzó a ser implementada en los

servicios hospitalarios. Por otro lado, la “nursery” clásica de los Servicios de

Neonatología comenzó a cuestionarse y de esta manera nacieron los sectores

de alojamiento conjunto o “rooming in”, donde el recién nacido se encuentra

junto a su madre desde el momento del nacimiento, favoreciendo la

formación del vínculo madre-hijo y la lactancia materna (Puga, 1997).

En síntesis, las variaciones del nivel de la mortalidad de la primera

infancia en este período se explicaría en gran parte por la expansión del

servicio público de atención médica, especialmente en lo referido al servicio

ofrecido por las maternidades y los hospitales especializados de niños y por el

control de las enfermedades infecciosas y parasitarias llevado a cabo por la

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implementación de programas de medicina preventiva. Por su parte, la

política nacional llevada adelante por el Dr. Arturo Oñativia “puede ser

incluida dentro de la concepción del Estado de Bienestar” (Novick,

1992:193). Durante su administración la tendencia descentralizadora adquiere

prudencia y moderación. Asimismo, puso en práctica una legislación para el

control de medicamentos considerado uno de los puntos críticos en la

prestación de los servicios médicos en el país. Lamentablemente el golpe de

1966 inició una fuerte reducción de la actividad del Estado dada la ideología

liberal imperante. Se implementó una racionalización y tecnificación

administrativa, mientras se retomaba el proceso de transferencia de los

hospitales nacionales a las provincias.

6. Período 1970-89 – Etapa del impulso de la vigilancia epidemiológica.

Con respecto a las normas dictadas en el orden nacional para la

protección de la madre y el niño, que son de aplicación en la Ciudad, el 22 de

mayo de 1973 se sancionó la Ley 20.445 que autorizó al Poder Ejecutivo la

aplicación de un programa destinado a la protección de la salud de la madre y

el niño, a través de dos subprogramas: "a) asistencia alimentaria destinada a

prevenir y tratar la desnutrición infantil y materna a través de la entrega de

leche en polvo al 70 por ciento de los menores de 5 años en los grupos más

expuestos al riesgo de enfermar y morir y b) atención médica, que

comprenderá el control de la salud ejercida sobre el niño en forma precoz,

vacunaciones a fin de obtener inmunizaciones de enfermedades evitables,

atención médica permanente y recuperación del niño desnutrido" (Art. 1° de

la Ley 20.445 – B.O. 11/VI/73).

Al año siguiente se sancionó la Ley 20.744 denominada "Ley de

contrato de trabajo". Esta ley otorga un permiso de dos descansos diarios de

media hora cada uno para que la mujer amamante a su hijo durante un año,

excepto que por razones médicas deba prorrogarse el amamantamiento. A los

empleadores se les obliga a habilitar salas maternales y guarderías donde

presten servicio un número mínimo de trabajadoras según la reglamentación

que oportunamente se establecería, pero esta obligación patronal nunca llegó

a reglamentarse. Asimismo dispuso que, en el caso de que el empleador

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transgrediera la prohibición de despido por causa de embarazo debería abonar

una indemnización especial igual a un año de remuneraciones.

A partir del golpe de 1976, la implantación del modelo neoliberal

agudizó la tendencia hacia una progresiva transformación de la salud en

mercancía. Las Obras Sociales fueron intervenidas y se continuó con la

política de transferencia de los establecimientos hospitalarios a las provincias.

Se profundizó el desmantelamiento y deterioro de los servicios públicos

sociales. El sector privado se expandió e importó tecnología costosa y

compleja, mientras desde el Estado se facilitó el funcionamiento de la

empresa privada. Gracias a ciertas exenciones impositivas que se otorgaron en

la época (Ley 21.908 de 1978) “resultó ampliamente favorecido el subsector

privado que contaba con los recursos financieros necesarios para las

adquisiciones y así se realizó una desproporcionada concentración de costosos

equipos en dicho subsector y, especialmente, en el área de la Capital Federal”

(de Luca, 1993:51).

Poco tiempo después de asumir el gobierno democrático, el 22 de

marzo de 1984 se promulga la Ley 23.056 que "faculta al Poder Ejecutivo

Nacional para la realización de un programa destinado a enfrentar la crítica

situación de deficiencia alimentaria aguda de la población más vulnerable y

de pobreza extrema" (Art. 1° de la Ley 23.056 – B.O. 26/3/84). El Programa

Alimentario Nacional (PAN) propició el estímulo de la alimentación natural

promoviendo la lactancia materna. El Decreto 908/84 reglamentario de esta

ley dispuso que fueran beneficiarios las familias o grupos convivientes cuya

carencia alimentaria significara un grave riesgo de enfermar o morir por

desnutrición, especialmente para los menores de 5 años y las mujeres

embarazadas. Entre los meses de setiembre y diciembre se distribuyeron en la

Ciudad 68.284 cajas, durante 1985 fueron 423.401 y 379.988 en 1986; las

familias cubiertas por este plan en octubre de 1985 eran 33.621 (Mazzeo,

1993).

Por su parte, la preocupación de las autoridades municipales en lograr

la reducción de la mortalidad y morbilidad materno-infantil también se

evidenció en sus políticas. Se dictaron normas para el transporte del recién

nacido y prematuros en ambulancias en el ámbito de la Capital Federal

(Decreto 2812/1970). Se implementaron campañas preventivas de la diarrea

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estival con preferencia en las villas de emergencia (Decreto 3255/1973). Se

creó la especialidad “Infecciosas en la Infancia” destinada a atender a los

niños de 0-14 años afectados por enfermedades transmisibles, primero como

Instituto de Enfermedades Transmisibles de la Infancia (Decreto 3293/1974);

posteriormente, al disolverse este Instituto (Decreto 3915/76) se la integró,

como especialidad, al Hospital Muñiz. También se estableció la difusión por

LS1 Radio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires del tema "Preservación

de la salud de la población" en un espacio diario de diez minutos. (Decreto

756/74).

Por otro lado, se crearon unidades y secciones de pediatría en los

hospitales municipales, con el objetivo de reducir el 10 por ciento la tasa de

mortalidad infantil registrada en 1973 (se redujo el 12,5 por ciento). Los

principales objetivos de esas unidades eran vigilar el crecimiento y desarrollo

de los niños de 0-14 años por medio de control periódico y brindar atención

médica periódica, asistencia alimentaria y medicamentos a los desnutridos

menores de un año. (Decreto 2832/74).

Con el golpe de la última dictadura militar se dispuso la

implementación del arancelamiento hospitalario y del Nomenclador

Municipal Simplificado (Ordenanza 33209/76). Posteriormente, para evitar

que el arancelamiento se convirtiera en una barrera para la accesibilidad de la

población a la atención de su salud, se exceptuaron del pago del arancel

médico: las consultas prenatales de pacientes sin cobertura de obra social

(Resolución 68/82); las consultas externas de los niños de hasta 6 años de

edad inclusive, sin cobertura de obra social (Resolución 139/82); los alumnos

de escuelas primarias derivados de los Gabinetes Psicofísicos (Resolución

102/83) y los estudios de colposcopía y test de papanicolau que se efectuaran

a mujeres sin cobertura de obra social (Decreto 48/83).

El arancelamiento hospitalario incidió en los servicios de los

hospitales municipales. Las prestaciones de atención médica se redujeron en

el período 1976-81 y se incrementaron a partir del año 1982, coincidiendo con

el dictado de las excepciones al pago del arancel. Durante el período 1976-81

el total de consultas externas decreció el 14 por ciento y los egresos de

internación el 27 por ciento, mientras que en el período 1982-90 las primeras

se incrementaron el 31 por ciento y los egresos el 3 por ciento. Asimismo, en

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la tendencia seguida por las prestaciones hospitalarias tuvieron participación

otros factores: una tendencia al tratamiento prioritariamente ambulatorio,

hecho que se confirma por el incremento del 56 por ciento que registró la

relación consulta/egreso en el período 1976-90; la desactivación de algunos

hospitales (Rawson y Santojanni) y las tareas de remodelación de otros17

encaradas por el deterioro progresivo de la infraestructura edilicia, con la

consiguiente disminución de camas disponibles, que fue del 55 por ciento en

el período 1976-90 (Mazzeo, 1993). El número de camas de los hospitales

municipales fue creciendo a través de los años hasta llegar a su punto máximo

a comienzos de la década de 1970, luego disminuyó y así las 10.648 camas de

197018 se convirtieron en 5.688 camas en 1980 (Ministerio de Salud, 2001).

Asimismo, se creó e implantó el Sistema Municipal de Salud.

"Sistema conducente a brindar a la población de Capital Federal que no

cuente con cobertura de obra social, mutual o entidades análogas, mediante el

pago de una cuota mensual, prestaciones de atención médica, bioquímicas y

odontológicas, a través de los hospitales municipales" (Ordenanza 36.519/81).

En diciembre de 1981 el número de afiliados era de 19.500 beneficiarios

residentes en la Ciudad y al 30 de junio de 1983 había aumentado a 54.045

beneficiarios, también residentes (Mazzeo, 1993). En el año 1984 se desactivó

el programa.

En el área materno-infantil se resolvió entregar leche en polvo a niños,

madres y grupos vulnerables o de riesgo asistidos en hospitales dependientes

de la comuna: hospitales de niños, Maternidad Sardá y hospitales generales de

agudos (Resolución 175-SSP-81). Sólo fue posible obtener la cantidad de

leche en polvo entregada (2 kg. mensuales por persona en promedio) durante

el período 1980-1983 ya que a partir de 1984 esta actividad se descentraliza y

la leche en polvo es entregada por cada hospital municipal19. “En el primer

17 Se remodelaron los hospitales Fernández y Santojanni (1982), Argerich (1987), Durand

(1988) y Quemados (1989). En el orden nacional se inaugura el Hosp. Garrahan (1987). 18 Según los datos del Catastro Nacional de Recursos de Salud, en 1970 el servicio de salud

en la Ciudad contaba con 174 establecimientos y 26.145 camas. De ellos pertenecían al sector nacional 17 establecimientos (8.727 camas), 23 hospitales municipales (10.648 camas), 21 establecimientos de las obras sociales y mutuales (2.008 camas) y 113 privados (4.762 camas). En 1980 había 181 establecimientos (24.568 camas), 27 nacionales y oficiales (7.837 camas), 19 municipales (5.688 camas), 21 de obras sociales y mutuales (2.560 camas) y 106 privados (8.722 camas).

19 Los kilogramos de leche en polvo entregados en los hospitales municipales fueron: 103.680 (1980), 81.197 (1981), 97.632 (1982) y 125.800 (1983) (Mazzeo, 1993:102).

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semestre de 1983 la población cubierta comprendía: 3.256 niños, 109 madres

y 82 casos especiales, todos ellos residentes en la Ciudad, a partir del segundo

semestre del mismo año se incorporan a la población cubierta, niños y

mujeres embarazadas provenientes del conurbano, lo que explica el aumento

de la cantidad de leche en polvo entregada durante 1983” (Mazzeo,

1993:102).

Se reordenaron los recursos del área "a fin de posibilitar la

optimización de la utilización de los recursos disponibles y la disminución de

la morbimortalidad de la madre y el niño". Se constituyeron en la Ciudad

cuatro zonas, según criterios geográficos, número de egresos y planta física de

los hospitales jurisdiccionales. Cada zona contó con un hospital denominado

“Base”, que fue el de máximo nivel de complejidad para la atención perinatal,

y con hospitales “Periféricos” que conjuntamente con el hospital base

conformaban un sistema zonal (Decreto 4820/83).

Además se encomendó la elaboración de un Programa para Centros de

Salud y Acción Comunitaria a implementarse en todos los centros de salud

dependientes de la Secretaría de Salud Pública municipal. Estos efectores de

atención primaria llamados “Centros de Salud y Acción Comunitaria”

(CESAC) contemplaron la extensión de cobertura en forma gradual a las

áreas de salud materno-infantil, nutrición, odontología, prevención de

toxicomanía y alcoholismo, control de enfermedades transmisibles, educación

para la salud y saneamiento ambiental, así como prestaciones de acción

comunitaria con una estrecha participación de la población de la zona de

influencia de cada centro (Decreto 1334/84). El primer centro, con carácter de

Centro Piloto, se ubicó en el Barrio Comandante Luis Piedrabuena,

dependiendo del Hospital Santojanni.

También se aprobó el Programa de vigilancia epidemiológica del

estado nutricional y alimentario de la población en el ejido capitalino. Los

indicadores de tal programa fueron el crecimiento y el desarrollo y estuvo

destinado a los grupos con mayor riesgo de enfermar o morir por

desnutrición, principalmente: grupo pediátrico (0-15 años) y mujeres

embarazadas y puérperas (Decreto 5370/84).

Se creó la Libreta de Salud Infantil, obligatoria y gratuita para todos

los nacidos en el ámbito de la Ciudad. En ella figuraban los datos personales

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de su titular, antecedentes, inmunizaciones, periodicidad de los controles y

recomendaciones en cuanto a la prevención y promoción de la salud

(Ordenanza 40.668/85).

Se implantó en el ámbito hospitalario municipal el Sistema de

Rehidratación Oral para el tratamiento y control de la diarrea estival durante

el período de verano y se crearon los Gabinetes de Rehidratación Oral

Ambulatoria en algunos hospitales de la comuna (Resolución 548-SSPyMA-

85). Se organizó con carácter prioritario el Programa Materno-Infanto-Juvenil

y los Subprogramas de Atención a la Madre y Atención Perinatal

contemplados en el Plan de Salud 1985-89. El programa abarcó a toda mujer

embarazada que se presentaba en cualquier servicio de un hospital municipal

o centro de salud. A partir de este programa se pretendía detectar factores de

riesgo tales como: hijos muertos anteriormente, enfermedades, madres

menores de edad, solteras, desocupadas (Decreto 9904/85).

Se creó el Carnet Perinatal conteniendo la información médica

indispensable para la salud de las mujeres embarazadas y la Historia Clínica

Perinatal Base para la detección de factores de riesgo de las mujeres

embarazadas (Ordenanza 40417/85), y a partir de noviembre de 1985 se

implementó el Sistema Informático Perinatal (SIP).

La prioridad otorgada por el gobierno municipal a la atención

perinatal en el ámbito de la Ciudad, se concretó hacia fines de este período

cuando se declara a la neonatología como “especialidad crítica” (Decreto

2154/89). Los servicios de obstetricia constituyeron la puerta de entrada a la

unidad funcional respectiva. Al mismo tiempo se creó el Centro Coordinador

de Perinatología dependiente del Departamento Materno-Infanto-Juvenil, que

tuvo como finalidad coordinar las acciones, normalizar y capacitar al equipo

de salud perinatal e investigar epidemiológicamente la problemática

específica. La reglamentación de su funcionamiento se concretó al año

siguiente por Resolución 493/90; entre sus considerandos se destaca la

preocupación de las autoridades municipales por evitar el impacto de la crisis

socioeconómica de ese momento, sobre la población de más alta

vulnerabilidad, así como lograr el máximo aprovechamiento de los recursos

optimizando el funcionamiento de los once servicios de maternidad y

neonatología.

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Las acciones desarrolladas por las autoridades municipales durante

este período, enunciadas anteriormente, tienen su correlato en la participación

que tuvo el presupuesto de la Secretaría de Salud en el presupuesto municipal.

Durante el período 1970-75 se evidenció un incremento nominal del 68 por

ciento en la participación del sector salud en el presupuesto municipal. Fue el

período en el que se llevó a cabo la ampliación de los programas de salud

materno-infantil, las campañas preventivas de diarrea estival y la creación de

las unidades de pediatría en los hospitales municipales. Posteriormente,

durante el período 1976-83, se registró una disminución del 51 por ciento. En

este período las acciones dirigidas a lograr la reducción de la morbimortalidad

materno infantil se circunscribieron a la entrega de leche en polvo a los niños,

madres y grupos de riesgo asistidos en hospitales de la comuna y ya a fines

del período, en el año 1983, al reordenamiento de recursos en el Área

Materno Infantil (Mazzeo, 1993). Finalmente a partir de 1984 y hasta finalizar

el período, esta participación presentó un nuevo incremento nominal, cercano

al 10 por ciento. Es el momento en se aprobó el Programa de vigilancia

epidemiológica del estado nutricional y alimentario de la población, se

implantó el Sistema de rehidratación oral para el tratamiento y control de la

diarrea estival, el Programa materno-infanto-juvenil y los subprogramas de

atención a la madre y de atención perinatal.

Con respecto a la política nacional de salud pública, en el año 1970 se

produjo un cambio de autoridades que implementó una política de

afianzamiento de la centralización normativa como complemento de la

descentralización operativa realizada, así como de finalización de la

transferencia de establecimientos y actividades a los niveles correspondientes.

Entre las acciones que se llevaron a cabo figuran: creación de los institutos de

obras sociales (Ley 18610) y de servicios sociales para jubilados y

pensionados (Ley 19032) y la descentralización de establecimientos

hospitalarios (Ley 19337).

En síntesis, durante este período evidenciaron su incidencia las

acciones desarrolladas por las autoridades municipales a fin de controlar el

nivel de la mortalidad infantil, ya sea en forma directa a través de los

programas de medicina preventiva o de atención de la salud, o en forma

indirecta a través de las acciones dirigidas a "crear condiciones para que los

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grupos familiares asentados en las villas puedan acceder a viviendas

decorosas" y a "estimular el retorno a sus lugares de origen o la reubicación

en zonas apropiadas, a aquellos sectores que no hayan encontrado en la

Ciudad respuesta adecuada a sus posibilidades de trabajo" (Puntos c) y d) Art.

2° - Ordenanza 33562/77 – B.M. N° 15563), es decir a través de la

erradicación de las villas de emergencia del ámbito de la Ciudad.

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