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FAMILIA, CULTURA MATERIAL
Y FORMAS DE PODER
EN LA ESPAÑA MODERNA
III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna.
Universidad de Valladolid 2 y 3 de julio del 2015
MÁXIMO GARCÍA FERNÁNDEZ (EDITOR)
III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna
FAMILIA, CULTURA MATERIAL
Y FORMAS DE PODER
EN LA ESPAÑA MODERNA
Valladolid 2 y 3 de julio del 2015
MÁXIMO GARCÍA FERNÁNDEZ (EDITOR)
2
ISBN: 978-84-938044-6-6
© Los autores
© De esta edición Fundación Española de Historia Moderna, Madrid, 2016.
Editor: Máximo García Fernández.
Colaboradores: Francisco Fernández Izquierdo, Mª José López-Cózar Pita, Fundación
Española de Historia Moderna.
Fotografía de cubierta: Biblioteca Histórica Santa Cruz, Universidad de Valladolid.
Entidades colaboradoras en la convocatoria y celebración del Encuentro:
III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna
Universidad de Valladolid - Fundación Española de Historia Moderna. 2015
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Servicios a la corona y ascensión social entre la nobleza
valenciana del siglo XVII
Services to the crown and social ascension among valencian nobility in
the 17th
century
Míriam DEVESA BENLLOCH
Universidad de Valencia
Resumen:
El presente estado de la cuestión pretende analizar el proceso de ascensión social de cuatro
importantes linajes nobiliarios valencianos, éstos son, las familias Vilaragut, Cervelló,
Mercader y Boïl de Arenós. A tal fin, se estudia su trayectoria y proceso de promoción social,
que culmina en el siglo XVII, a partir de los servicios prestados a la Corona y otras estrategias
desplegadas para su ennoblecimiento, como son las alianzas matrimoniales. Del mismo modo,
se aporta el caso de otro relevante linaje –la familia Vic- para el cual el siglo XVII supuso su
decadencia y ocaso, con la finalidad de comprender que el caso de las cuatro estirpes
estudiadas no puede hacerse extensivo a toda la nobleza, hecho que daría una imagen
distorsionada de la realidad.
Palabras clave: Linaje, ascensión social, servicios, conde, Corona, ennoblecimiento, Cortes.
Abstract:
The present article is intended to analyze the process of social ascent of four important
Valencian noble lineages: the families Vilaragut, Cervelló, Mercader and Boïl de Arenós. To
this end, it explores its history and process of social promotion, which culminates in the 17th
century, with the services rendered to the Crown and other deployed strategies for its
ennoblement, such as matrimonial alliances. Similarly, it provides the case of another relevant
lineage - Vic family - which suffered its decadence and decline in the century XVII, in order to
understand that the case of the four lineages studied cannot be extended to all the nobility,
since it is a fact that would give a distorted picture of reality.
Keywords: Lineage, social ascension, services, count, Crown, ennoblement, Courts.
En el contexto de la renovada historia política, durante el último tercio del siglo XX
asistimos a un creciente interés por los grupos de poder, favoreciendo el estudio de la
nobleza, una de las aportaciones más significativas de la reciente historiografía
hispánica, en general, y valenciana, en particular. Superados los trabajos clásicos de
genealogía nobiliaria así como los trabajos propios de la década de los setenta, que
prestaban atención preferente a las cuestiones económicas, las más actuales líneas de
investigación buscan ofrecer una perspectiva más plural e integradora. Esta ampliación
del campo de análisis ha favorecido una mayor atención al estudio de la conformación
del patrimonio y los mecanismos de su transmisión, concentración y posterior
desvinculación. Pero desde las más actuales tendencias historiográficas resulta necesario
adentrarse en las estrategias sociales y familiares, además de la política matrimonial, en
íntima relación con el deseo de conservación y engrandecimiento del patrimonio, así
como en la actividad política e, incluso, en el análisis de las formas de vida, la cultura
material y las actitudes intelectuales del linaje. A estas vertientes se ha de añadir una
mayor preocupación por el fenómeno de ennoblecimiento, es decir, la movilidad social
ascendente, tratando de precisar el momento de acceso a la nobleza titulada.
El ascenso social supuso uno de los fenómenos más relevantes que
caracterizaron la sociedad moderna hispánica. De hecho, se ha comprobado que la
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aparente inmovilidad que presidia la sociedad de la etapa moderna no se correspondía
con la realidad. Antonio Domínguez Ortiz afirma que no hubo nunca una casta
nobiliaria cerrada. Al contrario, fue renovándose frecuentemente con aportaciones de
sangre nueva1. Es lo que Enrique Soria Mesa ha caracterizado como una lucha constante
entre una teorización inmovilista y unos hechos que demuestran transformaciones2.
En el contexto del siglo XVII, los protagonistas de la ascensión social supieron
aprovechar la necesidad económica que imperaba en la Corona durante aquellos
tiempos. Esta puso en venta oficios, privilegios militares, títulos o señoríos, permitiendo
la integración en la capa nobiliaria de grupos de baja procedencia. En este sentido, es
importante señalar que el deseo de integrarse en la nobleza no respondía sólo a ventajas
materiales, sino a la aspiración de elevarse en la escala social y adquirir un mayor
prestigio. Así, el principal motor de aspiración a la nobleza era el honor, el deseo de
consideración social. La posesión de un buen nivel de riqueza era una cualidad
favorable para ascender socialmente pero, tal y cómo apunta Domínguez Ortiz3, la
riqueza era un medio, no un fin. Otro elemento importante son las estrategias
matrimoniales, las cuales aportaban influencias y respetabilidad, favorecidas
especialmente durante el reinado de Felipe II entre grandes familias valencianas y
miembros de estirpes castellanas.
Según Adolfo Carrasco Martínez4
, para la nobleza la actividad política
comprendía una amplia variedad; desde la gestión de los asuntos familiares y la
preservación del linaje hasta las oportunidades de compartir parcelas de poder con la
Corona. Estas estrategias de intervención iban ligadas a objetivos concretos relativos al
engrandecimiento del linaje y a la glorificación personal, es decir, compaginar los éxitos
particulares con los familiares. El autor afirma que los nobles dirigían sus aspiraciones a
maniobrar en la Corte y la alta política, como los centros de poder virreinales, que
sirvieron como plataformas de intensos intercambios y dieron como resultado una
cultura política nobiliaria. En este sentido, el Consejo de Estado, las embajadas, el
mando de ejércitos o los virreinatos fueron destinos frecuentados por los títulos.
Además, desde el triunfo de Lerma, el fenómeno de la privanza supuso una nueva
relación política entre el monarca y la nobleza al abrir a la segunda oportunidades para
ocupar amplios espacios de poder. Particularmente, la nobleza media y baja encontró en
el ámbito municipal un campo plagado de posibilidades, ya que ejercer los principales
oficios municipales suponía la posesión de poder local.
1. El estado de la cuestión
En nuestra pretensión de aproximarnos a la ascensión social en el caso valenciano
durante el siglo XVII, constituye un primer referente el estudio de Jaume Pastor i Fluixà
“Nobles i cavallers al País Valencià”5. En él, este autor se reafirma en la idea de que la
nobleza nunca ha sido un estamento herméticamente cerrado y que, a pesar de ser un
porcentaje de la población muy reducido, no era inmutable. Asimismo, distingue entre
la nobleza de herencia, transmitida por la sangre, y la nobleza de privilegio. Esta última
1Antonio Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas en la España del Antiguo Régimen, Madrid, Akal,
1973, pp. 19-48. 2Enrique Soria Mesa, La nobleza en la España Moderna. Cambio y continuidad, Madrid, Marcial Pons,
2007, p. 214. 3A. Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas…, p. 89.
4Adolfo Carrasco Martínez, Sangre, honor y privilegio. La nobleza española bajo los Austrias, Barcelona,
Ariel, 2000. 5Jaume Pastor i Fluixà, “Nobles i cavallers al País Valencià”, Saitabi. Revista de la Facultat de Geografia
i Història, 43 (1993), pp. 13-54.
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adquiere la condición nobiliaria a través de concesiones o compensaciones por sus
méritos y servicios a la corona, consiguiendo así la ascensión social tan deseada.
Centrándonos en el segundo grupo, que es el que interesa a este trabajo, Pastor remarca
cómo, además de la consideración e influencia social, los privilegios constituían un
fuerte atractivo para los nobles y aspirantes a esta condición, caso del tratamiento de
don, la convocación a Cortes, la sujeción a la jurisdicción del rey, el diferente
tratamiento penal, o las ventajas de exención fiscal, entre otros. En definitiva, la
aspiración a un privilegio de caballería o título de nobleza constituía una premisa de
primer orden, ya que obtenían una mayor consideración social, además de acceso a
determinados oficios y funciones prohibidas a los plebeyos.
El autor se interesa también por la evolución de las concesiones y comprueba
que con Felipe III se incrementó la concesión de títulos y mercedes, pero que fue en el
reinado de Felipe IV cuando este proceso adquirió una fuerza vertiginosa. En su
opinión, a este proceso contribuyeron factores tales como la expulsión de los moriscos,
las peticiones de la Corona para sufragar la política de Olivares y la penuria de la
hacienda pública. Observa cómo el rey pagaba con títulos determinadas donaciones o
contribuciones que se hicieron; que una generosa aportación a una campaña bélica, por
ejemplo, podía agilizar el trámite de concesión de determinada merced e incluso llegar
al punto de conceder títulos o privilegios de caballería con el nombre del beneficiario en
blanco. Es decir, sostiene que Felipe IV se sirvió de la concesión de títulos para sanear
su penosa hacienda. También recoge que el propio monarca se percató del exceso de las
concesiones de títulos y de que conceder tantas noblezas y caballeratos en la Corona de
Aragón suponía un inconveniente que se había de cortar; así como que en adelante sólo
se concederían por causas particulares. Sin embargo, insiste el autor en que estas
propuestas no se cumplieron, ya que en las Cortes de Valencia de 1626, y en los años
posteriores, se produjo una gran hornada de concesiones. Señala que los beneficiarios
provienen, fundamentalmente, de tres ámbitos: el militar, el de judicatura y, por último,
el ámbito de los comerciantes o burgueses adinerados que compraban el título.
Por otra parte, para aproximarnos a los mecanismos de ascenso social y
ennoblecimiento durante el siglo XVII, contamos con un abanico de estudios muy
recientes sobre determinadas casas nobiliarias valencianas que nos permiten realizar una
aproximación al tema, observar su trayectoria y sus formas de ascenso social.
2. El proceso de ennoblecimiento del linaje de los Vilaragut
El linaje de los Vilaragut ha sido objeto de investigación por parte de Paz Lloret Gómez
de Barreda, que estudia su proceso de promoción social, tanto en su trabajo “Los
servicios a la monarquía y el proceso de ennoblecimiento del linaje valenciano de los
Vilaragut en el siglo XVII”6, como en su libro publicado en 2005 bajo el título Ser
noble en la Valencia del siglo XVII. El linaje de los Vilaragut7. En ellos, la autora
analiza el proceso de ennoblecimiento del linaje de los Vilaragut y su ascenso a la
nobleza titulada en el siglo XVII. Con esta finalidad comienza situando la procedencia
de esta familia en Cataluña, siendo a raíz de la conquista cuando se establecieron en el
Reino de Valencia, y pronto sus miembros destacaron por una importante actividad
política al servicio de la Monarquía, ocupando cargos militares y políticos de gran
6Paz Lloret Gómez de Barreda, “Los servicios a la Monarquía y el proceso de ennoblecimiento del linaje
valenciano de los Vilaragut en el siglo XVII”, en Francisco J. Aranda Pérez (coord.), La declinación de la
Monarquía hispánica en el siglo XVII: actas de la VIIª Reunión Científica de la Fundación Española de
Historia Moderna, Universidad de Castilla La Mancha, 2004, pp. 631 – 644. 7Paz Lloret Gómez de Barreda, Ser noble en la València del segle XVII. El llinatge dels Vilaragut,
València: Institució Alfons el Magnànim, 2005.
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relevancia. En el siglo XIV, Antonio Vilaragut Visconti fundaba la Casa de Olocau,
base sobre la cual iría construyendo los cimientos de su linaje. Además, participó en las
campañas de Pedro IV y Juan I de Aragón, hecho que le valió para conseguir numerosos
títulos, oficios y privilegios.
La autora destaca el siglo XVII como un periodo fundamental para el linaje, ya
que es cuando se produce su gran auge pero también su ocaso. De esta manera, resalta la
figura de Juan Vilaragut, quien supuso un eslabón clave en el proceso de
ennoblecimiento del linaje. Contaba con el favor del duque de Lerma, valido de Felipe
III, por tanto, desde esta protección se entiende su ascendente carrera política y militar.
En 1597 fue nombrado gobernador general de la caballería de la parte de poniente del
reino. En 1600 el rey lo nombró gentilhombre de la boca. En 1599 había sido insaculado
para ejercer cargos en la Generalitat y fue contador entre 1602 y 1604. En este último
año es designado lugarteniente de general gobernador de la ciudad de Valencia y
destacó por su papel en la represión de la lucha de bandos. Llegado el 1606, su carrera
se coronaba con su nombramiento como virrey de Mallorca. En este momento, la autora
destaca una estrecha colaboración con el duque de Lerma, sobre todo respecto al tema
de la expulsión morisca organizando la emigración de mallorquines para repoblar la
comarca de la Marina, en Alicante, donde el valido tenía sus intereses valencianos. Al
final de su vida, fundó un vínculo sobre el señorío de Llanera que, junto al de Olocau,
será la base señorial del patrimonio familiar durante toda la centuria8.
En 1610 la sucesión recayó en Alonso Vilaragut, quien se trasladó con la familia
desde Mallorca a Valencia. La autora señala que, para éste, las juntas del Estamento
Militar se convirtieron en el escenario de su actividad política, defendiendo
intensamente el ordenamiento jurídico foral. En 1614 comenzó a trabajar en calidad de
examinador en la junta de su estamento. Fue un periodo corto pero muy intenso en el
que obtuvo la confianza de su brazo para liderar la defensa de los privilegios del
Estamento Militar establecidos en la legislación foral, denunciando los contrafueros más
urgentes. A partir de 1619, su actividad se desarrolló en la Generalitat hasta que en 1625
quedó inhabilitado por haber ingresado en la Orden de Calatrava9.
La autora se hace eco de la repercusión que para Alonso Vilaragut y su linaje
tuvieron las Cortes de 1626. Su actuación le valió para ganarse el favor real, ya que se
convirtió en un instrumento de la monarquía para conseguir la unanimidad del brazo
militar en la concesión del servicio que Felipe IV exigía a los valencianos. Su defensa
de los intereses del monarca fue recompensada con la concesión del título de “conde de
Olocau” en 1628. No hay duda de que su gestión en las Cortes a favor del rey fue
decisiva para la obtención del privilegio real, pero el título también significaba tener un
reconocimiento de los servicios prestados por su linaje. De esta manera, accedía a la
nobleza titulada y ascendía en la jerarquía social. En los años posteriores continuó
prestando servicio al monarca en el ámbito militar hasta que murió en 1632 luchando en
Flandes. Su heredero fue Jorge Vilaragut Castellví, a quien en 1634 el monarca le
concedió el hábito de la Orden de Montesa, hecho importante en el proceso de
ennoblecimiento de la familia. Pero más relevante fue su matrimonio en 1650 con Inés
de Lima y Silva, hija de los condes de Regalados, ya que entre la dote aportada figuraba
el título de marqués de Llanera. Así, esta alianza matrimonial culminaba el proceso de
ennoblecimiento. Además, el matrimonio se consolidó en el ambiente cortesano, en el
círculo de confianza de la reina Mariana de Austria. Con la muerte de Jorge Vilaragut
en 1676, la sucesión recayó en su hijo José Vilaragut, quien dedicó su vida a los
ejércitos españoles e imperiales consiguiendo el reconocimiento del emperador
8Ibidem, pp. 35 – 44.
9Ibidem, pp. 91 -119.
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Leopoldo, quien le recomendó personalmente a su sobrino, Carlos II, y le concedió el
rango de coronel. No obstante, a finales del siglo XVII nos encontramos con la
decadencia del linaje, debido a los cuantiosos problemas económicos que sufría la Casa,
a lo cual se añadió la muerte sin descendencia legítima de José Vilaragut.
3. El linaje de los Cervelló. Del ennoblecimiento a la “Grandeza” de España.
En 2002 veía la luz el artículo de Amparo Felipo Orts, “La ascensión social de los
Cervelló: de barones de Oropesa a condes de Cervelló y Grandes de España”10
. En él, la
autora se propone trazar a grandes rasgos los mecanismos que acompañaron el proceso
de promoción social de los Cervelló en el Reino de Valencia desde sus orígenes
medievales hasta la obtención de la Grandeza por el conde consorte de Cervelló, Juan
Basilio de Castellví y Coloma, en el contexto de la Guerra de Sucesión. Con esta
finalidad, Amparo Felipo comienza haciéndose eco de la procedencia del linaje de
Cataluña, su llegada a Valencia con la Reconquista y su ramificación, a principios del
XVI, de la rama de Oropesa de la mano de don Juan Cervelló, quien desarrolla una
intensa actividad al servicio de los monarcas de la Casa de Austria. Asimismo, destaca
el hecho de que, a pesar de todos los servicios, la Casa no fue recompensada con ningún
título nobiliario hasta el siglo XVII. De hecho, el primer barón de Oropesa, Juan
Cervelló, sirvió activamente a los Reyes Católicos y a Carlos I en destacas campañas
militares y, posteriormente, asistió al virrey de Valencia en la defensa de la costa ante
los ataques de corsarios berberiscos. Su hijo, don Pedro, luchó en las guerras de Francia
al servicio de Carlos I y asistió, después, a Felipe II en Flandes, siendo compensado con
el nombramiento de gentilhombre de la boca.
La autora se centra en tres generaciones después, concretamente en Miguel
Cervelló, con quien comienzan las grandes aspiraciones y pretensiones de
compensación de los servicios a la Corona. En efecto, destaca su intensa actividad
política y su actuación en las Cortes de 1626. Designado tratador del Estamento Militar,
el monarca intentará aprovechar su gran influencia para que involucre al resto a favor de
la concesión del subsidio deseado. Sin embargo, Miguel Cervelló mostrará su escasa
predisposición a concederlo, incluso cuando el monarca exigió que presionaran al brazo
militar, una vez aprobado por el eclesiástico y real. Pero el barón de Oropesa se negó
defendiendo que el máximo esfuerzo que podía hacer el reino era servir con 720.000
ducados. Al ser necesaria la unanimidad, Cervelló y cinco miembros más impidieron la
concesión del servicio. Por este motivo, la indignación real se manifestó a través del
gobernador, quien les advirtió que, si no aceptaban, el rey les declararía enemigos suyos
a ellos y sus descendientes. Pero esta amenaza tampoco hizo cambiar de opinión a
Cervelló, hasta que el jesuita Diego Escrivá lo convenció para obedecer al monarca.
Debido a esta actuación, no obtuvo ni mercedes ni honores. En 1628 le sucedió su hijo,
Gerardo Cervelló, uno de los políticos más importantes de la Valencia de su momento.
Felipo señala que desde la década de los cuarenta desarrolló una notoria
actividad política ocupando oficios en la Diputación e interviniendo en las juntas del
Estamento Militar. En 1645 Felipe IV convocó Cortes en Valencia, con las que
pretendía hacer más segura y permanente la colaboración del reino avanzando en la
integración fiscal de los valencianos. Tal y como apunta la autora, Gerardo Cervelló se
distinguió por la oposición inicial a la concesión de un subsidio, siguiendo así la que
había sido la postura de su padre en las Cortes de 1626. Una actitud que le pesaría
fuertemente en sus pretensiones de ascensión social.
10
Amparo Felipo Orts, “La ascensión social de los Cervelló: de barones de Oropesa a condes de Cervelló
y Grandes de España”, Estudis. Revista de historia moderna, 28 (2002), pp. 241 – 262.
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En este sentido, estas Cortes ofrecieron la posibilidad para muchos nobles de
solicitar compensaciones por los servicios prestados. Así, entre los diecisiete que
elevaron sus peticiones figuraba Gerardo Cervelló, a quien el monarca no hizo ninguna
concesión. Don Gerardo, decepcionado, elevó a la Junta de Materias un memorial con
referencias de distintos cronistas y documentos que evaluaban sus méritos. Después de
referirse a los orígenes y antigüedad del linaje, enlaces matrimoniales y mercedes
concedidas por anteriores monarcas, se extiende en detalle en los servicios prestados por
sus antepasados y los suyos propios. La Junta aconsejó al rey que cuando hubiera de
hacer alguna concesión de título considerara al Cervelló en primer lugar. Pero el
monarca no aceptó este compromiso y se inclinó por una solución intermedia que
consistía en otorgarle un hábito de la Orden de Montesa o de Santiago, a su elección.
Esta solución no pareció satisfactoria al barón de Oropesa, que en 1647 elevó un nuevo
memorial al rey. En esta ocasión, el Consejo de Aragón se mostró favorable a la
concesión del título de conde pero, de nuevo, Felipe IV se resistió a dar su beneplácito.
Sólo después de diversas peticiones y obstáculos, en 1654 el rey le concedió finalmente
el título de conde de Cervelló y, de esta manera, Gerardo Cervelló veía cumplida su
aspiración de ascensión social, por la que tanto había luchado.
Los años siguientes, señala Amparo Felipo que el recién conde desarrolló una
intensa actividad municipal y en las juntas del Estamento Militar, proceso que culminó
con el nombramiento en 1665 de baile general de la ciudad y Reino de Valencia en
reconocimiento de los servicios propios y de sus antepasados11
. A su muerte, le sucedió
su hija Laura Cervelló y de ella pasaría a su hijo Gaspar Mercader y Cervelló, conde de
Buñol y Cervelló, personaje más interesado por la actividad literaria que por la política.
Después de él, la sucesión recayó en la cuarta condesa de Cervelló, Francisca María,
quien casó en 1702 con Juan Basilio Castellví y Coloma, primogénito del marqués de
Villatorcas. Éste provenía de una destacada familia ligada por tradición al cargo de
gobernador de Valencia. En 1698 fue nombrado portavoz de general gobernador y en
1704 era maestre de campo. Tal y como expone la autora, es fundamental destacar la
actuación de este personaje en el contexto de la Guerra de Sucesión, cuando pasó con su
mujer a Castilla y Felipe V recompensó su fidelidad con el cargo de virrey de Mallorca.
Asimismo, es remarcado su cambio de bando y su fidelidad, a partir de 1710, al
archiduque Carlos, al que siguió a Barcelona, y después a Italia con su familia. Allí el
emperador no se olvidó de sus fieles vasallos y lo nombró gentilhombre de la cámara en
1716 pero, lo que es mejor, en 1717 le concedió la dignidad de Grande de España,
especificando el grado de segunda clase. Después de la Paz de Viena, Juan Basilio y su
familia residieron en Viena y solicitó la confirmación de la Grandeza por el rey, hecho
que se produjo en 1751. Por tanto, una gran culminación a principios de siglo XVIII
gracias al esfuerzo y lucha que los miembros del linaje protagonizaron en el XVII, a
pesar de las dificultades a causa de unas fuertes convicciones personales no siempre
coincidentes con los deseos de la Corona.
4. Ascenso y decadencia del linaje de los Mercader, señores de Buñol
En la obra Historia de Buñol, dirigida por J. Hermosilla y A. Ledo en 2007,
encontramos un importante capítulo12
dedicado al recorrido de los señores de Buñol en
la Edad Moderna que nos muestra la trayectoria de los señores de Buñol, los Mercader
que, desde sus orígenes como juristas, pasaron a formar parte de la nobleza en el siglo
11
Ibidem, pp. 251 – 254. 12
Juan F. Pardo Molero, Jorge A. Català Sanz, Manuel Lomas Cortés, María L. Muñoz Altabert, Sergio
Urzainqui Sánchez, “Bunyol en l’Edat Moderna”, en Jorge Hermosilla Pla, Antonio C. Ledo Caballero,
Història de Bunyol, València, Universitat de València, 2007, pp. 219 – 272.
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XV y destacaron en el XVII cuando fueron ascendidos a condes. Así, los Mercader nos
ofrecen un notable ejemplo de promoción social. Fueron distinguidos a principios del
XV como caballeros gracias al apoyo incondicional a la Corona y a su ocupación de
cargos y oficios regios. De tal manera, ya en el siglo XVI el Rey Católico lo ascendió a
nobilis, hecho que significa más una compensación que un premio porque,
paralelamente, se les apartó de los cargos del reino. Los autores nos muestran cómo los
Mercader se valieron de los dos principales medios de promoción social: los servicios a
la Corona y las alianzas matrimoniales. En este sentido, durante el XVI practicaron una
estrategia matrimonial para consolidar su ascenso, entroncando con familias como los
Centelles, Blanes o Castellví. Desde 1425 poseían la baronía de Buñol, y desde 1470 la
de Cheste, pero el patrimonio se dividió al escindirse la familia en dos ramas. Juan
Mercader recibió el señorío de Buñol y sirvió personalmente al virrey Diego Hurtado de
Mendoza durante la guerra con los agermanados y reunió su hueste para engordar las
filas del ejército real. Además, realizó cuantiosas aportaciones para sostener los gastos
de la guerra. Éste, de nuevo, dividió la herencia entre sus tres hijos.
Posteriormente, el matrimonio de Gaspar Mercader con Laura Cervelló, señora
de Oropesa, fue trascendental para la conformación del patrimonio del linaje. Por otro
lado, los autores nos muestran cómo después de casi un siglo conformándose en
administrar su señorío, ahora volvieron a ejercer cargos regios, ya que don Gaspar fue
nombrado baile general del reino en 159713
.
No obstante, fue la centuria del seiscientos la de mayor reconocimiento y
ascenso social para la familia Mercader, siglo en el que disfrutaron de la confianza y
respeto de la Corona. Así, el heredero Gaspar Mercader Carrós, caballero de la Orden
de Santiago, formó parte de la Academia Literaria de los Nocturnos, bajo el
pseudónimo “Relámpago”, siendo autor de la obra El Prado de Valencia, ambientada en
el virreinato del marqués de Denia y dedicada a la esposa de éste, Catalina de la Cerda.
Esta obra ha sido valorada como un medio de halagar al valido de Felipe III para
aproximarse a la Corona. Además, don Gaspar participó en las Cortes de 1604, durante
las cuales Felipe III le hizo concesión del título de conde. Una aspiración que se veía
cumplida y premiaba los múltiples servicios a la Corona de la familia. Con esto, el
proceso de ennoblecimiento había llegado a su cima, consiguiendo llegar a la nobleza
titulada. En efecto, durante los siguientes años, la Casa se vio afectada por el duro golpe
de la expulsión de los moriscos, hecho que provocó la despoblación de su señorío. Todo
esto sumado a una declinación de la actividad política y un azar biológico marcado por
los problemas de descendencia. Hacía 1656, el III conde de Buñol, Gastón Mercader
contrajo matrimonio con la heredera del condado de Oropesa y el de Cervelló, Laura
Mercader. De esta manera, el primogénito de éstos, Gaspar Cervelló y Mercader, unió
en su persona el condado de Buñol y el de Cervelló con el consiguiente incremento del
patrimonio familiar. Pero sería ésta una situación efímera, dado que el heredero falleció
prematuramente provocando un conflicto por la posesión del condado, al mismo tiempo
que se producía la Guerra de Sucesión. Así, en 1705 una sentencia declaró justificada la
pretensión de Eiximén Pérez Milán de Aragón y Mercader, marqués de Albaida, de
corresponderle el condado.
En definitiva, este estudio nos permite seguir de la mano de sus autores el
interesante doble proceso de ascenso y decadencia protagonizado por el linaje de los
Mercader a lo largo del siglo XVII.
13
Ibidem, p. 225.
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5. Una centuria de esplendor para el linaje Boïl de Arenós
En 2011 veía la luz el trabajo de Guadalupe Pérez Torregrossa que, bajo el título
“Espacio foral y patronazgo regio. Los Boïl de Arenós en el siglo XVII”14
, ofrece un
detallado análisis de la trayectoria de los Boïl de Arenós desde sus orígenes medievales
hasta principios del siglo XVIII, cuando la opción austracista en la guerra obligaría al
último miembro del linaje de la centuria del seiscientos a exiliarse a Viena.
Procedentes de Aragón, se establecieron en el Reino de Valencia con la
reconquista y adquirieron, con el tiempo, el señorío de Borriol. Los diversos miembros
del linaje ocuparon cargos relevantes como el de baile de Valencia y gobernador de
Mallorca. Hay que destacar el siglo XVI, cuando Juan Boïl de Arenós y Martí de
Palomares sirvió a Felipe II tanto en el conflicto con los moriscos como en Flandes e
Italia, destacando por sus méritos militares. Pero nos centraremos en la proyección del
linaje durante el XVII, siglo iniciado de la mano de Pedro Boïl de Arenós y Mercader.
Éste, nacido en Aínsa, fue barón de Boïl y Borriol y casó en 1639 con Teresa Fenollet
de la Paz, hija de un caballero de la Orden de Santiago y de la señora de Torrente. En
este sentido, resultan destacables los esfuerzos de este personaje por elevar la
consideración social de su linaje, a través de su participación en la Guerra de Cataluña y
la Guerra de los Treinta Años, entre otras, que determinaron que se convirtiera en
imprescindible para la Monarquía.
El barón de Borriol ejerció como capitán de tercio y maestre de campo, además
de ser insaculado para concurrir a los oficios de la Diputación y ejercer como jurado de
Valencia en 1670. Más adelante, accedió al oficio de Portavoz de general gobernador de
Orihuela y Alicante pero, además, consiguió ser uno de los pocos privilegiados en
ocupar el cargo de “juez de Capa y Espada” en Valencia.
La autora señala que tan distinguida trayectoria sería la esgrimida por don Pedro
para solicitar la concesión de un título nobiliario, hecho producido en 1680. Así, por
privilegio real, la baronía de Boïl fue elevada a marquesado y don Pedro Boïl de Arenós
y Mercader a la condición de primer marqués de Boïl. De esta manera, el prestigio y
honor de la familia fueron elevados enormemente. Poco después, en 1688, le sucedió su
hijo y después su nieto don José Boïl de Arenós y Fenollet. Éste se posicionó a favor del
bando austracista en la guerra, hecho que le valió que con la entrada del Archiduque
Carlos fuera nombrado gobernador. Pero, con la victoria borbónica, hubo de exiliarse
con sus hijos a Viena. Nunca volvió a Valencia. La Casa de Austria premió su fidelidad
y servicios con nuevas mercedes y privilegios en la Corte del Emperador Carlos VI que,
como los anteriores, había de transmitir a sus descendientes.
6. A modo de conclusión
La trayectoria de los linajes estudiados, para los cuales el siglo XVII fue la época de
mayor esplendor respecto a la ascensión social, podría dar una imagen que no se
corresponde con la realidad. Es necesario tener presente que para otras Casas esta
centuria iba a suponer, por el contrario, el inicio de su decadencia y fin. Aunque hay
otros casos, paradigmática en este sentido resulta la familia Vic, estudiada por Carmen
Pérez Aparicio y Joan Brines Blasco bajo el título “A la sombra de la Monarquía.
Esplendor y ocaso de la familia Vic”15
. Los autores sitúan el origen de la familia en la
conquista del reino de Valencia, destacando la figura de mosén Guillem Vic, el primer
14
Guadalupe Pérez Torregrossa, “Espacio foral y patronazgo regio. Los Boïl de Arenós en el siglo XVII”,
Saitabi. Revista de la Facultat de Geografia i Història, 60 – 61 (2010 – 2011), pp. 255 – 272. 15
Carmen Pérez Aparicio y Joan Brines Blasco, “A l’ombra de la Monarquia. Esplendor i ocàs de la
família Vic”, Saitabi. Revista de la Facultat de Geografia i Història, 51 – 52 (2001 – 2002), pp. 285-314.
SERVICIOS A LA CORONA Y ASCENSIÓN SOCIAL …
III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna
Universidad de Valladolid - Fundación Española de Historia Moderna. 2015
1121
caballero catalán de este linaje que se asentó en el reino, estrecho colaborador real, a
quien le encargaron el repartimiento de tierras en Peñíscola y acompañó al rey en la
conquista de 1238. Igualmente, destacan la importancia que para el linaje tendría la
personalidad de Jeroni Vic, sus servicios a Fernando el Católico y muy particularmente
su largo periodo como embajador en Roma, así como el importante hito que suponía
que su nieto Jeroni Vic heredara en 1585 el patrimonio señorial, que quedaría vinculado
para su primogénito. De este modo, este periodo fue el de mayor esplendor para el linaje
pero en 1608, con la muerte del último hijo varón, los Vic entraron en una etapa de
decadencia que los llevaría al ocaso de su linaje.
Evidentemente, esta trayectoria es muy diferente a la de los cuatro linajes
estudiados -Vilaragut, Cervelló, Mercader y Boïl de Arenós- que protagonizaron su
proceso de ascensión social y ennoblecimiento durante el siglo XVII y, por tanto, son
representativos de un sector de la nobleza valenciana que no puede hacerse extensivo a
toda, como demuestra el caso de los Vic. A pesar de esto, centrándonos en los casos
analizados, hay que considerar que la ascendente trayectoria de estas familias se
encuentra estrechamente relacionada con la coyuntura financiera y política de la
Monarquía, obligada a compaginar las graves dificultades económicas con la necesidad
de sufragar la política de Olivares y los grandes gastos que ocasionaba la guerra.
En estas circunstancias, la Corona hizo servir las concesiones de títulos,
mercedes y privilegios para conseguir ayuda económica. Esta fórmula, ya importante
durante el reinado de Felipe III, adquirió especial impulso durante el de Felipe IV.
Afirma María del Mar Felices de la Fuente que, en los momentos de mayor necesidad
económica, la venta de mercedes se intensifica como modo de financiación
extraordinario, dando lugar a periodos de venalidad más acusados16
. Así, los linajes
estudiados se aprovecharon de este contexto para ascender en la escala social y los
servicios a la Corona constituyeron el mecanismo fundamental para conseguir dicha
promoción. Ciertamente, hemos de entender que no era la riqueza su objetivo, sino el
deseo de consideración social, honor e influencia. Por tanto, posicionarse al lado de la
Monarquía y ejercer los servicios requeridos por ésta eran la vía idónea para ser
compensados con títulos y cargos posteriormente.
Por otro lado, es interesante analizar de forma comparativa los cuatro linajes
para observar puntos en común y diferencias en sus trayectorias, como expresión de lo
que podría ser el comportamiento de la nobleza valenciana, a pesar de que extraer
conclusiones más definitivas exigiría el análisis de un mayor número de casos. De este
modo, respecto al origen geográfico, los Vilaragut y los Cervelló procedían de Cataluña,
mientras que los Boïl de Arenós eran aragoneses y los Mercader valencianos que
compraron su señorío en el siglo XV. Además, los tres primeros coinciden en que su
momento de establecimiento en el Reino de Valencia fue con la Reconquista en el siglo
XIII y todos tienen una actuación destacada en el XVII. Respecto al tipo de servicios
prestados a la Corona, todos los linajes han participado en campañas militares y, en el
ámbito político, cabe destacar principalmente el cargo de baile general, que ejercieron
todos excepto los Vilaragut; en segundo lugar, el cargo de virrey de Mallorca fue
ocupado por los Cervelló y Vilaragut; menos coincidentes entre las familias pero muy
frecuentes particularmente fueron los cargos de gentilhombre de la boca, maestre de
campo, portavoz de general gobernador, jurado, justicia civil, juez de capa y espada y
síndico. Asimismo, la mayoría tuvo activa participación en las juntas del Estamento
Militar.
16
María del Mar Felices de la Fuente, “Recompensar servicios con honores. El crecimiento de la nobleza
titulada en los reinados de Felipe IV y Carlos II”, Studia histórica. Historia moderna, 35 (2013), p. 417.
Míriam DEVESA BENLLOCH
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Respecto a la concesión de títulos, los Mercader obtuvieron el título de “conde
de Buñol” a raíz de las Cortes de 1604; en el caso de los Vilaragut el título de “conde de
Olocau” fue concedido en 1628 por la actuación de Alonso Vilaragut en las Cortes de
1626. Por su parte, los Cervelló consiguieron su condado en 1654 compensando los
servicios prestados por el linaje pero ninguna participación en las Cortes, debido a que
en éstas mantuvieron una postura contraria a la Corona. Por último, los Boïl de Arenós
vieron su baronía elevada a marquesado en 1680, debido a los servicios prestados por el
linaje. Así, de estas referencias se desprende que los momentos de mayores concesiones
estuvieron estrechamente relacionados con la celebración de las Cortes valencianas.
Otro aspecto a considerar es la importancia de la estrategia matrimonial. En
general, las alianzas matrimoniales de los linajes estudiados fueron de gran relevancia,
siempre entroncando con familias distinguidas que les aportaron influencias,
respetabilidad y consolidación patrimonial. Pero cabe resaltar la especial transcendencia
que tuvo la política matrimonial en el caso de los Vilaragut –para los que el matrimonio
en 1650 de Jorge Vilaragut Castellví con Inés de Lima y Silva, hija de los condes de
Regalados, supuso la aportación del título de marqués de Llanera-, los Cervelló –al
casar Francisca María Cervelló con Juan Basilio Castellví y Coloma, hijo del marqués
de Villatorcas y posterior Grande de España- y los Mercader –al entroncar con familias
tan distinguidas como los Centelles, Blanes, Castellví y Cervelló. Particularmente, la
Grandeza de España, en el caso de los Cervelló, significaba una aspiración fundamental
entre los títulos por ser una verdadera fuente de prestigio social.
En definitiva, el seiscientos constituyó una magnífica centuria para ascender
socialmente la nobleza pero, de todas maneras, hemos de tener presente la larga
trayectoria de servicios a la Corona que estos linajes arrastraban. Además, el contexto
político, económico y social de la Monarquía en el XVII jugó un papel básico. Se dieron
unas circunstancias favorables para la aspiración de las diferentes familias. Como
hemos visto, el favor real era una preocupación presente entre las Casas, que habían de
ganarse a través del apoyo militar, político y económico. El monarca, por su parte, para
sanear su penosa hacienda, compensaba a aquellos que le habían demostrado fidelidad
otorgándoles su confianza y, sobretodo, ascendiéndoles socialmente. Soria Mesa hace
referencia a Bartolomé Yun17
, quien define el imperio como una poderosa máquina de
promoción social. Así, esta expresión resume perfectamente la importancia de servir a la
Corona en el contexto de la Época Moderna.
17
E. Soria Mesa, La nobleza en la España Moderna…, p. 245.