Fanzin ges 2015 16
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[FANZIN-GES] Una recopilación de cuentos del módulo de Literatura castellana
CFA GIRONA - GES 2 Curs 2015-16
1
índice Matanza esplendorosa (Ramon Noguera)……………..2
Cloe (Gemma Jímenez, Jordi Sánches y Abdelatif Sayer)…5
Lluvia de lágrimas (Ferran González i Nàdia Chadli).…7
Daniel Calabacín (Awa Diallo, Mamadou Jallow, Mohamed
Benalí)…..12
EL VIAJE MALDITO (Marcel Muñoz, Cristina Ferreira y Albert
Valentí) ………..11
La condesa (Ángel Bolaños, Thaís Moreda)……………17
Una historia inolvidable de amor (Pilar Alcaide, Joan Peralta y B. Xochitl
Ramírez)……26
(Dídac Encinas, Sonia Fernández y Silvia Mundos paralelos Rodriguez)………………28
NIARA (Lucía Ribeiro y Nebuha Baba)…………………………….. 48
A 3 METROS BAJO EL SUELO (David Nieto, Héctor Pedraza)….60
(Amanda Amador, Yina Herrera, Abdelkarim Zerouali,
Vasily Teslenko)………………..66
2
Matanza esplendorosa
Monclova (México), agosto de 1994.
Era un viernes extremadamente soleado, caluroso e intenso, en el seco desierto que
rodeaba las afueras ignoradas de la ciudad de Monclova. Ahí se encontraba el temido y
mortífero asesino llamado Charles. Se trataba de un hombre esbelto, de una estatura
prominente (1,90m). Poseía un rostro anguloso y agresivo, donde sus frondosas patillas
sobresalían estrepitosamente. Sus andares eran inestables a causa de la dichosa cojera que
arrastraba durante hacía ya unos años.
Tenía un pelo largo y sedoso, en el cual su cuidadosa
coleta destacaba claramente. Lucía un vestuario haraposo
que consistía en una simple camisa de cuadros, unos
vaqueros y unos ruidosos botines desgastados, incapaces
de callar. Su mirada altiva era incesante y profunda bajo
las gruesas y espesas cejas. Irradiaba odio y amargura.
Desprendía una esencia auténtica, arrogante e indiferente.
Sin duda alguna, era un claro ejemplo de misantropía
pura.
Charles llegó al punto de encuentro donde acordó
previamente, con el famoso traficante
Fernando el “Diablo”, llevar a cabo la entrega del dinero
por parte del Charles, y de la droga por parte del mejicano.
Fernando era un hombre bajo, y corpulento, con una
cabellera corta, oscura y frondosa. Era de una tez morena
y conocido por ser un hombre salvaje, excesivamente
violento e impulsivo. Aquel día, llevaba una fina camiseta blanca que dejaba entrever sus
coloridos tatuajes. Fernando desconfiaba, por eso se aseguró de ir acompañado por sus 5
hombres de confianza.
La droga se trataba de una cocaína de altísima calidad, con un 98% de pureza, inigualable
en el mercado de entonces. Todo el mundo deseaba la mierda del “Diablo ”.
Charles, consciente de su bajo poder adquisitivo, estaba dispuesto a robar al traficante más
popular del momento. Fernando, le ordenó con cierta inseguridad que le mostrara el
contenido de la bolsa, donde presuntamente se encontraba la pasta:
- Si percibo cualquier movimiento extraño, mis hombres harán que tu cabeza vuele por
encima del jodido suelo -le espetó.
- Sabes que te respeto a la vez que te admiro. No hay de qué preocuparse -aseguró el
frío asesino, con su característica voz áspera y monótona.
Así que, con una extraordinaria confianza, empezó a moverse hacia el “Diablo”. Se detuvo a
aproximadamente dos metros enfrente de él, le miró fijamente y le entregó el dinero (la
mochila estaba abierta). Entonces, astutamente, se anticipó a Fernando y en un movimiento
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envenenado, recogió un par de revólveres plateados y brillantes que yacían inteligentemente
escondidos debajo de los múltiples billetes.
Todo surgió a una velocidad pasmosa: Charles desestabilizó al “Diablo” y le inmovilizó.
Avanzó aprovechando el pequeño cuerpo del traficante con una incuestionable eficacia
hacia los demás, que estupefactos, le disparaban inútilmente. El asesino empujó el robusto
cuerpo, ya sin vida, del mexicano hacia sus hombres con tal fuerza que dos de ellos cayeron
forzosamente a la vez. A los tres restantes los fulminó asombrosamente en unos instantes.
En cuanto a los del suelo, apenas les dio tiempo de levantarse.
Resultado:
6 muertos en 10 segundos, el desierto se apenaba de la espesa sangre derrochada.
Fue entonces cuando Charles se percató, confuso, de que uno de los anteriores incontables
disparos había topado con su hombro izquierdo. Sin vacilar, fue hacia su miserable
camioneta a recoger al fiel acompañante Bourbon, pues siempre le acompañaba tanto en los
mejores como en los peores momentos.
Se apoyó en el capó a pesar de la ardiente sensación. Entonces, serenamente, se quitó la
bala con sus propias manos lúcidas y vertió rápidamente en la herida media botella de
alcohol. Mientras, con la mirada clavada y perdida en el horizonte infinito y azul, a unos 200
metros advirtió 2 coches. Se acercó a ellos (necesitaba un vehículo urgentemente, su
camioneta también había muerto), e incrédulo observó un impoluto deportivo rojo y afilado.
Era un Jaguar del 63, (que supuestamente pertenecía al “Diablo”).
-Ese payaso era jodidamente mediocre, pero tenía un gusto exquisito para los coches, debo
reconocerlo -pensó Charles para sus adentros…
Sin el menor atisbo dubitativo, se introdujo dentro del elegante clásico, cuyos altavoces
enrabietados como potros lujuriosos vociferaban el excelso rock and roll. El motor rugió
ferozmente y emprendió poderosamente hacia el norte con una soberbia casi impactante,
teniendo el único propósito de alcanzar la anhelada gloria. Ahora él era el único “Diablo” en
el incendiario infierno llamado Tierra.
Ramon Noguera.
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Cloe Cloe era una chica de piel casi traslúcida con una larga melena rizada de color fuego,
unos ojos grandes de color verde como los pastos del norte de Escocia. Sus pestañas
largas y espesas y sus labios rojos se confundían con el color de su pelo. Era delgada y
poseía una elegancia digna de un miembro de la corona.
Ella era una niña con una infancia difícil, falta de cariño y amor a causa de la muerte de
sus padres. Después de una vida difícil, entre New York y New Orleans y al límite de
un suicidio, recibió una carta proveniente de un pequeño pueblo de Gran Bretaña. Ella
no era consciente de que esto le iba a cambiar la vida.
Abrió la carta impaciente. Con los ojos en blanco, vio que un familiar muy lejano le dejó
en herencia una gran mansión. Sorprendida por ello y sin pensarlo , decidió hacer las
maletas y viajar rumbo a Gran Bretaña. Una vez allí, cogió un taxi de camino a la gran
casa. Al llegar al lugar, sus ojos no daban crédito a lo que estaban viendo.
La mansión era grande y vieja. Sus ventanales eran altos y amplios. La mayoría de la
fachada estaba recubierta de zarzas. El jardín estaba repleto de hojas secas. Era
evidente que la mansión llevaba muchísimos años abandonada. El azote de los duros
temporales de la zona lo había envejecido. Su gran puerta de color verde olivo rechinaba.
Los altos árboles tapaban la poca luz y la claridad que podía absorber del sol.
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Al entrar en la mansión Cloe dijo:
_Siento frío, noto la presencia y la mirada indiscreta de alguien, ¿Cómo puede ser que
sienta esto, si la casa está totalmente desocupada?
Subía por las escaleras buscando alguna habitación donde poder instalarse. Al fondo del
pasillo, encontró una que le entusiasmó. En ella había una chimenea, la cama era
enorme y vieja pero encantadora, tenía algo que la hacía especial. Encima de la
chimenea, había un enorme cuadro que resplandecía. Se sorprendió de que el marco
brillase tanto como si se acabara de comprar, pero en realidad ,por el tallado y el dibujo
de la pintura debía tener unos doscientos años de antigüedad.
Era el retrato de un hombre de unos 30 años. Su pelo era de un color avellana, su
cara rosada con un brillo especial, tenía unos inmensos ojos grandes de color gris perla.
Su mirada era intimidante pero con una expresión cálida. Tenía una boca hermosa. Sus
labios eran carnosos y rosados. Sus manos grandes y bellas, enmarcaban un físico alto y
fornido. Vestía con un traje elegante de un color azul marino acompañado de unos
gemelos dorados que brillaban a lo lejos. Su presencia era impoluta. A pie del retrato,
había un nombre Sr. Shillberg.
De repente, le entró hambre. Fue directa a las escaleras. Al bajar, empezó a sentir un
escalofrío. Se quedó paralizada unos segundos. Se giró y vio una sombra larga y oscura
que se desplazaba de un lado ak otro del angosto y largo pasillo de la casa. Era una
sombra sigilosa. Ella, asustada pero nerviosa, con voz entrecortada, dijo:
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_ ¿Qué eres?, ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué me sigues?
Un ruido ensordecedor salió del final de las escaleras y una voz ruda y masculina
respondió:
_ ¡Quiero tu alma!_ dijo el Ente. _ ¡Necesito tu alma, tu vida, tu esencia! ¡LA QUIERO
YA!!_ exclamó con la voz aguda y ruda.
De golpe, apareció el resplandor del sol por la ventana y aquella voz, dejó de escucharse.
Ella, temerosa e intranquila, no dejaba de pensar en aquella voz, en aquellas
atormentadoras palabras.
_¿Quién será?, ¿Para qué quiere mi alma? _Estaba asustada, pero esa voz, a la vez, le
hacía percibir una sensación apetecible.
Algo le hacía creer que quedarse en aquella mansión le iba a traer cosas muy
interesantes y buenas. Sentía que necesitaba saber más, necesitaba averiguar qué era
aquella voz y por qué se le dirigía .
Al día siguiente, al levantarse, algo hizo que fuera hacia el fondo del pasillo donde se
encontraba una puerta un poco extraña, diferente a las demás. Se acercó y al abrir la
puerta se encontró con una habitación impoluta. Al lado de la cama, había una mesita
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tallada con unos adornos muy especiales de madera caoba, encima de la cual había una
cajita dorada muy brillante. Impaciente, no tardó en abrirla y se encontró con unos
gemelos de oro. Fue entonces, cuando se dio cuenta, que tuvo un sueño sobre esos mismos
gemelos dorados y se sorprendió por ello. En ese mismo instante, volvió a oir un ruido.
_ ¿Quién eres o qué eres? ¿Qué quieres de mí?
_ ¡Te quiero a ti!
_ ¿Por qué? No tengo nada.
_ ¡Quiero tu alma!
Asustada, cerró la caja y la voz desapareció. Fue entonces cuando se dio cuenta que
debajo de la caja había un papel. Cogió el papel y se puso a leerlo. El papel decía que la
casa estaba embrujada. De vez en cuando, aparecía un espíritu que dejaría de serlo y el
hechizo se rompería si llegaba a la casa una joven virgen.
Sorprendida por lo leído, decidió volver a abrir la caja donde se hallaban los gemelos
dorados y, justo en ese mismo instante, volvió a oír su voz.
_ ¿Necesito saber quién eres?, ¡Quiero saber más de ti!, por favor. Debes estar
atormentado, no sé qué es lo que te ha ocurrido, pero ahora yo estoy aquí y, si quieres,
puedo ayudarte.
_ Tú no puedes ayudarme, nadie puede enamorarse de un espíritu. Pero si te sirve de
algo, el de la foto soy yo.
_ No tengo nada que perder, yo estoy sola en este mundo como lo estás tú. Si quieres, nos
podemos ayudar mutuamente, nos necesitamos.
Entonces, el ente apareció y ella quedó embobada por su belleza, su presencia, su traje
impoluto. Todo él era digno de admirar. Inmediatamente cogió los gemelos de la caja, se
dirigió hacia a él, le cogió de las manos y le puso los gemelos dorados. De repente , una
luz muy brillante apareció de la nada.
La casa empezó a recobrar vida, se iluminó, los muebles brillaron, se escuchaba música
de fondo. En el jardín, ya no había zarzas sino flores hermosas. El verde de los árboles
resplandeció. En el campo. Todo era frescura, Se oía a los pájaros cantar y los animales
correteaban por el jardín. Todo era vida.
Él, la cogió de la cintura, se acercó a sus labios y la besó. El hechizo se había roto. Los
gemelos dorados estaban embrujados.
Gemma Jímenez, Jordi Sánchez, Abdelatif Sayer.
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Lluvia de lágrimas
Había una vez una joven llamada Aziza que conoció a un chico llamado Youssef.
Era un chico corpulento, alegre y atractivo, de unos 24 años. Estudiaba derecho.
Durante algún tiempo se estuvieron viendo y acabaron siendo algo más que
amigos. Durante su relación, Youssef le regaló a Aziza un colgante con una foto
suya. Más tarde Aziza se quedó embarazada pero Youssef no quería saber nada del
embarazo, y la abandonó.
La joven, desolada, se marchó de su pueblo para buscarse la vida. Aziza alquiló
una habitación en una casa donde los dueños eran unos abuelos. Durante su
estancia con ellos congeniaron muy bien, hasta tal punto que los abuelos la
consideraban su propia hija. Aziza tuvo un parto complicado y desgraciadamente
murió. Antes de morir confesó a los abuelos quién era el padre de su hija y les
hizo prometer que cuidaran de ella. Los abuelos la llamaron Sara. Aunque eran
pobres siempre intentaron darle lo mejor.
Sara se convirtió en una muy buena modista. La familia vivía en un pueblo de la
costa, el clima era cálido y templado. Durante el verano, venían familias ricas a
veranear. A causa de su excelente trabajo, era la preferida para los clientes de la
alta sociedad: con una sola mirada podía saber qué vestidos les quedaría mejor a
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los clientes. Le gustaba usar colores suaves, ya que combinan con el verano, como
el celeste, rosado, blanco...
En sus ratos libres le gustaba comer su helado favorito con sabor a chocolate
intenso mientras escuchaba hablar el viento, sentir el olor de la sal, cerrar los
ojos, escuchar el sonido de las olas, sentir el tacto de la arena en sus pies.
Un día Sara fue a trabajar a casa de una clienta para hacerle un vestido, cuando
de pronto entró un chico muy atractivo llamado Farid, con cara de ángel y
corazón de diablo. Hijo de la clienta, sus miradas se cruzaron. Farid se enamoró
al instante, ya que Sara era una chica muy llamativa, alta, morena con unos ojos
brillantes de color esmeralda con una mirada tierna, tan hermosa que todo
hombre la deseaba. Farid no podía resistirse a hablar con ella y esperó a que Sara
saliera de su casa.
-Hola Sara.
-Hola Farid.
-Quieres que te acerque a tu casa? -Dijo muy tímidamente.
-Vale, muy amable. -Sonrió enrojecida.
Se subieron al coche, no se atrevían a hablar por los nervios, entonces Farid para
romper el hielo le dijo:
-Te apetece ir a tomar algo antes de ir a tu casa? Conversamos un rato y así nos
conocemos un poco más.
Durante el trayecto estuvieron hablando y conectaron. Desde ese día empezaron a
salir juntos. Todo les iba perfecto, su amor brotaba cada día más. Por su
cumpleaños Farid le regaló un collar de diseño.
Lo que no sabía Sara era que los padres de Farid ya le habían buscado una chica
de unos amigos suyos: Naima hija de Youssef, un abogado muy importante. Pero
Farid no sentía nada por ella.
Sara se dio cuenta que estaba embarazada y con su carácter más frágil que el
cristal se derrumbó pensando cómo se lo contarían a sus padres y a Farid, bajo el
temor de que no estaban casados. Farid fue a hablar con Sara, sintió el calor de su
mirada apagada. Preocupado, le preguntó a qué se debía su tristeza y Sara le
respondió llorando el motivo de su preocupación.
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Farid fue a hablar con sus padres de su relación con Sara y su embarazo, sus
padres se enfadaron muchísimo y no lo aceptaron, querían que dejase a Sara y
que se olvidara del embarazo. Le obligaron a irse a otro país con la excusa de
acabar sus estudios y con el objetivo de separarse de Sara y olvidarla.
Los padres de Farid hablaron con el jefe de Sara y la despidieron del trabajo.
Sara, dolida por todo lo que había pasado, habló con sus padres y decidieron
denunciar a Farid.
Los padres de Farid contrataron a Youssef, el abogado y futuro suegro.
Durante el juicio, Youssef intentaba ridiculizar a Sara, preguntándole donde
trabajaba, donde vivía, de dónde sacaba esa ropa tan cara, y si con su sueldo
podía permitirse el collar que llevaba. Para provocarla, le estiró el collar y se dio
cuenta que la foto que llevaba en el colgante era de Aziza. En ese momento,
Youssef se quedó en blanco y se dio cuenta que Sara era su hija. Entonces el padre
adoptivo de Sara se levantó y explicó la historia de Aziza y Youssef.
Youssef, arrepentido, reunió a su familia, admitió que hizo mal en abandonar a
Aziza y le pidió a Farid que no repitiera su mismo error y que no abandonase a
Sara.
Ferran Gonzàlez y Nadia Chadli.
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Daniel Calabacín
Su nombre era Daniel, aún que en el colegio siempre le llamaban calabacín. Era un
chico muy tímido Nadie notaba su presencia, no hablaba con nadie o mejor dicho
nadie hablaba con él. Tenía miedo de hablar con los chicos de la clase, aunque ellos
tampoco tenían interés por hacerlo. Su mirada era perdida y profunda al mismo
tiempo. Cada vez que tenía que salir a hablar en público o en voz alta delante de los
demás se ponía muy nervioso, temblaba como un terremoto.
Era un chaval alto y delgado. Tenía un pelo oscuro y corto, siempre se peinaba para el
lado derecho y andaba bien engominado, parecía que le hubiera lamido la cabeza una
vaca.
Una mañana, en el patio del colegio, sus compañeros se burlaron de él ,como de
costumbre, porqué se había caído y se hizo daño en el pie. Se sentía tan mal que
incluso lloraba a escondidas, es más, se fue llorando a su casa y no le comentó el
problema a a nadie, ni siquiera a sus padres.
Cuando llegó, se encerró en su habitación y no quiso cenar ni hacer nada de nada. Su
madre le insistió, pero él seguía en sus trece.
Al dia siguiente, mientras miraba la televisión entró un bicho por la ventana de su
habitación y le picó sin que él se diera cuenta.
Al cabo de un ratito, empezó a sentir en su cuerpo una extraña sensación y justo
después, se sintió más fuerte de lo normal. Mientras desayunaba cogió un vaso y lo
rompió sin querer, apretaba los botones del mando y se rompían... en general se dio
cuenta de que tenía una fuerza sobrenatural.
Entonces juró a si mismo que nunca dejaría que volvieran a burlarse de él.
Cuando llegó el lunes, empezó la clase, como de costumbre, recibiendo insultos y
burlas. Ese día, sintió sed de venganza.
Al salir de las clases en dirección al patio, se encontró a tres o cuatro chicos
preparados para pegarle. Lo que no sabían esos chavales, era que aquel día Daniel les
tenía guardada una sorpresa.
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Cogió al más grande por el cuello, ya que era el que iba delante, y lo elevó unos diez
centímetros, los demás frenaron de golpe. Fliparon como todos los que estaban allí
presentes. Lo agarró tan fuerte del cuello que le suplicaba llorando que le soltara. Los
que estaban en aquel viejo y gigantesco patio vieron como cambiaron los papeles.
Les demostró a todos que no era como ellos, que no pegaría a ninguno de esos
abusones aunque podría hacerles mucho daño. Aquel día, todos los niños del patio se
acercaron a aplaudirle por lo que había pasado. Se fue muy feliz con una satisfacción
tremenda y desde este momento, todo fue distinto. La vida de Daniel cambió para
siempre.
Awa Diallo, Mamadou Jallow, Mohamed Benalí.
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EL VIAJE MALDITO
Era un día tempestuoso y de mucho frío. Nos dirigimos con nuestro grupo de clase a una casa rural en
una montaña de los Pirineos, donde íbamos a realizar un viaje de fin de curso. En el transcurso del
viaje se formó una niebla densa que apenas dejaba ver nada del exterior. Fue un visto y no visto, nos
miramos asustados. De repente todo se tornó en la nada, el autobús se tambaleó. Sería difícil de
explicar lo que sentimos en aquel momento. A pesar del golpe, no sufrimos ningún daño más que
algunos rasguños, pero estábamos bien.
Se acercaba la noche. Desorientados sin saber qué hacer, decidimos pasarla al raso. Estábamos solos
en el bosque con el propósito de esperar la salida del sol y buscar algún lugar seguro para poder
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volver a nuestras casas. Nos acomodamos en silencio, conmocionados a causa del accidente. Al rato
Ramón dijo:
-¿Hay comida?- dado que necesitábamos reponer energía.
A lo que Miquel, el profesor, respondió:
-En el autobús están las mochilas con comida, iré a buscarlas.
Le acompañó Ferran, el delegado.
Al rato, volvieron con la mirada asustadiza, cual cordero que está viendo que pronto llegará su
momento. Asustados, decidimos salir afuera a ver qué ocurría, puesto que éramos un grupo numeroso
de personas. Miquel dijo con voz agitada:
-A lo largo del bosque, justo enfrente del autobús, hemos visto una luz intensa.
Creían que se trataba de una casa en la que podía vivir algún lugareño, y así podrían disponer de un
teléfono donde llamar a la escuela para narrarles lo ocurrido. Sorprendidos, salimos a aproximarnos
hacia allí. Conforme nos acercábamos, la luz se iba alejando, entraba en el bosque entre la oscuridad.
Después de un rato de camino por la espesura del bosque, sin otra luz que la tenue y oscilante
linterna del teléfono móvil que tenía Albert, nos dimos cuenta de que habíamos dejado el bosque
atrás y que nos encontrábamos en una explanada. En medio de la explanada había lo que parecía ser
una mansión antigua: las verjas estaban oxidadas, tenía un granero que estaba medio derrumbado,
pero la casa parecía un lugar seguro y tranquilo para alojarse esa noche y al día siguiente proseguir la
marcha.
La puerta era de roble macizo, con algunas magulladuras y algunas arañas que se habían dedicado a
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construir sus refugios en la esquina de la puerta.
Pilar, una alumna, se apoyó en la puerta y al tocarla chilló:
-¡Qué asco, esto está todo pringado!-. La puerta estaba llena de un líquido con un olor peculiar,
masticable.
Albert, un chico alto, delgado y con bastante mal humor, dijo autoritariamente:
-¿Entramos? ¡No quiero pasar toda la noche aquí fuera!
A lo que Cristina, una chica bajita, inquieta, que hablaba hasta por los codos mencionó:
-Estoy con Albert, creo que deberíamos entrar.
Entramos. Dentro se respiraba un ligero aroma a azufre, que caló dentro de todos nosotros, nos entró
un escalofrío como si alguien se hubiera apoderado de nuestras almas, fuimos a lo que parecía que
había sido un comedor elegante, y decidimos poner todos los sacos de dormir allí para pasar la noche
todos juntos. Al rato, estábamos más relajados y decidimos salir a explorar la casa.
-Vamos a darle un susto a Cristina- Dije yo, Marcel, un chico de estatura normal y risueño.
Adrià, un chico alto, grandullón y sin muchos escrúpulos, se unió junto a Albert a mi propuesta.
Cogimos una linterna, el haz de luz hacía ver que los muebles corrían a nuestro ritmo, nos dirigimos
escaleras para arriba en busca de una habitación donde escondernos. Miquel se enfadó, porque quería
poner orden y no le hacíamos caso. Sus ojos llameantes de ira lo decían todo, pero no dijo palabra
alguna; sin embargo, fue en busca de nosotros tres, que habíamos ido a explorar la casa.
Los demás alumnos estaban en el comedor más relajados. Se oían muchos pasos por los pasillos de la
casa. Pensaban que se trataba de nosotros, que habíamos ido a explorar, pero la situación les daba un
poco de canguelo aunque estaban tranquilos, porque creían que allí no había nada más que ellos y que la
casa era vieja, todos sabemos que las casas viejas hacen ruidos extraños.
-Son las doce de la noche, estamos cansados. ¿Qué tal si dormimos un poco?- Dijo Joan, el alumno
más mayor.
Todos asintieron, estaban exhaustos, se acomodaron como pudieron repartiéndose en el suelo del
comedor. Extendieron los sacos de dormir e intentaron conciliar el sueño.
Antes de que consiguieran dormir se oyó un grito:
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-¡Cristina, sube, tienes que ver esto!
Cristina no quería subir sola y le pidió a Hasna que le acompañara. A lo que ella accedió. Subieron
lentamente por las escaleras, Hasna le dijo a Cristina:
-Voy a buscar a Miquel, mientras tú buscas a los demás.
Hasna fue a buscarlo. Miquel estaba en un cuarto pequeño y bastante maltrecho con varios objetos
curiosos, entre ellos una brújula de un gris blanquecino bastante desgastada; también había un cuadro
viejo de lo que parecía que era la familia que habitó allí. El profesor oyó a Hasna que le llamaba y dejó
lo que estaba haciendo para ir a buscar a Hasna.
Mientras todo esto ocurría, al otro lado de la casa, Adrià, Albert y yo conseguimos darle el susto a
Cristina, que se enfadó mucho, ya estaba acostumbrada... Y entre risas y ruidos fantasmagóricos,
bajamos al comedor dispuestos a dormir. Nos acomodamos y nos quedamos dormidos.
Mientras, Miquel, que estaba arriba en búsqueda de la voz de Hasna, pensó en volver a entrar al
cuarto para buscar una linterna para que le ayudara a encontrar a Hasna. Cuando él entró, el cuarto
tenía un aspecto diferente, con una luz tenue que provenía de la brújula. Por curiosidad, la cogió. De
repente hubo un pequeño temblor en la casa, casi imperceptible al que Miquel no dio importancia
porque se oyó a Hasna chillar:
-¡Ayuda! Ven, por favor, ayúdame.
Salió corriendo nervioso y asustado, pensando que se había caído por algún hueco o se había hecho
daño. Pero por más que buscó por la casa no la encontró. Entonces bajó al comedor diciendo:
-¿Alguien ha visto a Hasna?
Nadie respondió, casi todos estábamos durmiendo. Albert, que en silencio lo oyó y también percibió el
temblor, estaba asustado, y me despertó a mi y a Adrià, porque pensaban que había algo raro, tenían
un mal presentimiento al oír los pasos. Cristina, que no podía acabar de conciliar el sueño, decidió
unirse a nosotros.
Fuimos en búsqueda de Miquel. Nos lo encontraron sentado en una silla vieja de un cuarto bastante
lúgubre. Cristina le preguntó asustada:
-Miquel, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?
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No respondió, se quedó mirándonos con la mirada perdida. Un escalofrío recorrió nuestros cuerpos, yo
me fijé que de un bolsillo de su chaqueta salía una pequeña luz.
Decidimos llamar al grupo y que nos ayudaran con Miquel porque estábamos asustados, no sabíamos
qué hacer. Mientras bajábamos, oímos un chillido de una de las habitaciones. Fuimos a ver: abrimos la
puerta lentamente sin saber qué nos encontraríamos al otro lado, era el cuerpo de Hasna frío. Nos
entró un frío congelador en el alma, se nos paralizaron los músculos de las piernas queríamos huir pero
las piernas no nos los permitieron, queríamos gritar pero nada salía de nuestras cuerdas vocales,
estábamos aterrados. Cristina se marchó escaleras arriba. Intentamos ir detrás suyo, pero no
pudimos. Pensando que Miquel le podría hacer daño, nos armamos con palos y patas de silla viejas, una
linterna y decidimos subir a buscarla.
En el comedor se oyó la voz del espíritu de Hasna llamar a Joan para que le ayudara. Oímos pasos,
imaginamos que él se habría levantado para ir a socorrerla. Se oyó un grito ahogado, pero nosotros ya
estábamos arriba:
-¡Cristina!- Grité, pero no obteníamos respuesta ninguna.
Se escucharon unos pasos apresurados subiendo al piso de arriba, sin embargo no vimos a nadie.
Puesto que no encontrábamos a Cristina, decidimos ir al comedor a avisar a los otros e irnos todos de
allí. Sin embargo, no vimos a nadie. Una vez llegamos allí, sonó un grito aterrador. Provenía del mismo
sitio que cuando vimos el cuerpo de Hasna. Lo ignoramos, no queríamos saber qué había allí dentro. En
el centro del comedor había una soga y la figura de un cuerpo colgando. Nos acercamos para ver de
quién se trataba... era Joan.
Adrià chilló asustado al ver eso, Albert lo templó y nos dijo:
-Vamos a hacer el último intento de buscar a Cristina y a Miquel.
Subimos rápidamente coreando su nombre para ver si dábamos con una respuesta. De la habitación
donde antes se encontraba Miquel, salía luz y se oían ruidos extraños. Entramos derribando la puerta,
y vimos a Cristina forcejeando con Miquel, quien esgrimía un cuchillo en la mano y estaba con los ojos
desorbitados. Saltamos encima de Miquel, entonces se le cayó la brújula del bolsillo. Albert la cogió
porque se dio cuenta que Miquel, al caerle la brújula, la buscó con la mirada enloquecida. Albert se dio
cuenta de que en una mesilla había un hueco que encajaba perfectamente con la brújula. La colocó
encima y Miquel cayó desplomado al suelo inconsciente. Cristina también cayó del esfuerzo. Al rato,
se despertaron conmocionados. No recordaban nada. Decidimos salir de esa casa infernal. La luz del
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sol rozaba el césped de fuera, las flores crecían alrededor de los bloques de piedra, unas luces azules
estaban en la entrada y también había mucha gente. Era la policía que nos estaba buscando.
Nos volvieron a llevar a cada uno a nuestras casas, no hemos vuelto a hablar de esto con nadie, pero
necesitaba escribirlo, puesto que los fantasmas sí que existen.
FIN
Marcel Muñoz, Cristina Ferreira y Albert Valentí.
19
La condesa
Noche de tempestad en el condado de Kent.
Melissandre azuzó el fuego. La ventisca se hacía más fuerte. Las llamas danzarinas del fuego
resaltaban su belleza voluptuosa y su pelo cobrizo se iluminó con la luz de las brasas. De
repente, la ventisca ganó la batalla a la ventana y la abrió con un sonoro estruendo.
Melissandre, asustada, se apresuró a cerrarla de nuevo. De pronto, un fuerte rayo iluminó el
patio del castillo dejando entrever un cuerpo inerte. Su sangre se heló por unos instantes.
Rápidamente, cogió su capa y se apresuró a bajar las escaleras de su cámara, las cuales daban
acceso al gran salón. Melissandre no podía dejar de pensar en su marido. Lo vio marchar a
mediodía montado en su caballo, tras haber discutido con su hermana y aún no había regresado.
Los ánimos, en el castillo, estaban caldeados. Se acercaba la coronación de Dalibor, marido de
Melissandre, y Sansa parecía no encajarlo.
20
Cuando Sansa decidió casarse con Elric “el campesino”, su padre, el conde Eudes, entró en cólera
y decidió coronar a su hijo menor Dalibor en lugar de su primogénita.
Sansa se encontraba sentada en sus aposentos. Se cepillaba su larga cabellera rubia junto al
fuego. Sus mechones sedosos se le escurrían de los dedos cayéndole sobre el pecho. De pronto,
su marido la cogió por la espalda y la sentó sobre sus rodillas. El tintineo de las velas iluminaba
sus ojos verdes. Se sorprendió, pues no esperaba que su marido hubiera despertado tan pronto de
su profundo sueño. Elric la besó. El beso fue dulce y cálido. Suficiente para distraerla de sus
pensamientos. Sansa envolvió a su esposo con sus brazos. Su piel era blanca y sedosa. Se despojó
de su vestido y con un firme movimiento le rasgó la camisa dejando al aire un pecho varonil, fruto
de su pasado en el campo. Sin esperarlo Melissandre interrumpió con sus gritos ese momento tan
íntimo.
- ¡Un cadáver!- chilló- un cadáver en el patio del castillo, ¡corred por Dios!
- ¿Quién és? -preguntó Elric
- No lo sé, no lo vi con claridad a causa de la lluvia – dijo con la voz entrecortada- ¡Sansa
apresúrate!
Sansa no parecía tener prisa. Salieron de la habitación rumbo al patio .Melissandre iba en
cabeza. Antes de salir, se pusieron las capuchas, ya que la lluvia no tenía intención de parar. El
aire se hacía cada vez más pesado. El olor a hierro era cada vez más penetrante a medida que
se acercaban al cuerpo. Todos quedaron helados, pues la víctima era Dalibor. En ese momento,
Sansa se arrodilló frente al cadáver de su hermano
- ¿Por qué? – aulló - ¿Por qué a ti? ¿Por qué ahora?
Elric cogió a Sansa separándola del cuerpo inerte.
- Tenemos que llevarlo al castillo, no podemos dejarlo bajo la lluvia – ordenó Sansa
- Sí – contestó Melissandre, pues no era capaz de decir más.
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Entre los tres cogieron a Dalibor. Al entrar en el castillo, lo pusieron sobre la mesa del
comedor.
- Sansa – dijo Elric- informa a tu padre
Ella se apresuró a subir las escaleras conducían directamente a los aposentos del conde Eudes.
Aporreó la puerta de madera maciza, pero nadie respondió. En otra ocasión no se hubiera atrevido
a entrar, pero esto era una urgencia. Se armó de valor, y empujó la pesada puerta. La estancia
era enorme, un gran fuego la presidía. Como de costumbre, Eudes se había quedado dormido en su
sillón. Nada le gustaba más que un buen libro en su asiento preferido mientras se calentaba junto
al calor de la chimenea.
- ¡Padre!, ¡padre!, despierte.- Eudes abrió los ojos sobresaltado, empujó a su hija
haciéndola caer al frio suelo.
- ¿Cómo te atreves a interrumpir así mi sueño, niña?- Su voz retumbó por toda la estancia.
Era grave. Sansa quedó paralizada un instante, pues Eudes impresionaba
- Dalibor, padre, ¡Dalibor está muerto! Lo encontramos en medio del patio. Ahora está en
el salón
Eudes saltó de su sillón tirándolo hacia atrás.
- ¡Vamos! – bramó
Sin mirar a su hija, salió corriendo hacia el salón. Entró en la estancia. Le causó una fuerte
impresión ver el cuerpo ,sin vida ,de su hijo sobre la mesa.
- ¿Qué significa esto? – Eudes no comprendía nada de lo que estaba pasando- ¡que alguien
lo aclare!
Melissandre, terriblemente afectada, abrazó a Eudes. Todos quedaron perplejos. Era extraño
ese tipo de comportamiento. El conde era muy estricto en el trato personal. Para asombro de los
presentes, correspondió al abrazo
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- ¿Querida qué ha ocurrido?- Preguntó más sosegado
Su nuera no tardó en ponerle al corriente de todo lo sucedido. Sansa, que llevaba rato sin decir
nada, se dirigió a Elric
- No lo entiendo, ¿de qué ha muerto?
- Ha sido envenenado – sentenció Eudes- mira la sangre que brota de sus labios.
Melissandre rompió a llorar de nuevo. Tratando de calmarla, Sansa le dijo que subiera a sus
aposentos y tratara de dormir. Elric, que vio lo nerviosa que se encontraba la viuda, le sugirió
que, en lugar de ir a la habitación que compartía con Dalibor, fuera a la suya
- ¿En nuestra habitación? – replicó Sansa visiblemente incómoda
- Desde la ventana de su habitación aún puede verse el charco de sangre. Es mejor que se
quede en la nuestra.
Sansa aceptó a regañadientes.
Una vez e ella, se sentó en el sillón, donde unas horas antes Elric abrazaba a su esposa
- ¿Quién querría envenenar a Dalibor?- se dijo a sí misma- ¿Quién era tan malvado para
hacer algo así?
Recostada en el sillón, una idea horrible le vino a la cabeza: Elric, un don nadie, casado con la
primogénita del condado más próspero de Inglaterra. Eudes había desterrado a su hija del poder
por tal osadía. Como hermana mayor, era la primera en la línea de sucesión, y ahora debería ser
ella quien se preparara para ser la futura condesa. ¿Pero que conseguía Elric con todo
aquello? Entonces cayó en la cuenta. ¡Dalibor era un estorbo!
Decidida a acusarlo, se levantó del sillón para dirigirse al salón. En ese mismo instante,
vislumbró unas pequeñas cuerdecitas que salían de debajo de la cama. Pertenecían a una pequeña
bolsita de cuero marrón. La abrió. Dentro había restos de alguna hierba.
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- ¿Qué es esto?...- Melissandre olisqueó la bolsa- ¡Ajenjo!
Ella sabía que el ajenjo era una hierba muy peligrosa, pues en pequeñas dosis ayudaba a conciliar
el sueño. En grandes cantidades era mortal. Un grito monumental la distrajo de sus
pensamientos. Corrió al salón. ¿Qué otra desgracia podría haber sucedido?
Al llegar, lo que encontró era descorazonador. Eudes yacía en el suelo, con los ojos sin vida.
- Sansa ¿Qué ha sucedido?
Sansa abrazó a Melisandre intentando dar sentido a la situación. Con toda la tranquilidad que era
capaz de mostrar, le explicó que el corazón del conde no pudo soportar la muerte de su hijo
- ¿Entonces ya eres condesa, no?
El comentario de Elric no fue bien recibido. Melisandre, llena de furia, le lanzó la bolsita a la
cara.
- ¡No te acerques a él, Sansa! ¡Es un asesino!
Elric parecía no entender nada. Pero la realidad era, que nunca habían visto en él atisbos de
inteligencia
- ¿Puedes explicarme esto? – Sansa miró con frialdad a Elric
- No lo he visto en mi vida
El joven no se esforzó mucho en dar explicaciones, pues estaba delante de una nueva condesa y su
futuro estaba sentenciado.
Todo sucedió muy deprisa. Sansa ordenó la ejecución de su marido por asesinato y traición.
Dalibor y Eudes fueron enterrados con honores en el panteón familiar y la condesa ordenó un
mes de luto. Melissandre abandonó el castillo días después. Era muy duro seguir allí. Visitaba la
tumba periódicamente. Eran viajes nostálgicos hasta el castillo. Eudes fue siempre bondadoso con
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ella pese a no ser de su sangre. No merecía ver muerto a su hijo. Son los hijos los que deberían
enterrar a los padres.
En una de sus visitas, se encontró con la condesa en el panteón. Melissandre se inclinó frente a
ella.
- Salud condesa. Que desafortunada suerte hemos tenido. ¿Quién podía augurar este aciago
desenlace para nuestra familia?
Sansa la miró, pero no había pena en sus ojos
- Si. ¿Cómo fui tan ingenua de casarme con un asesino? ¿Cómo no puede ver sus
intenciones? Fui tonta por no hallar la bolsita bajo la cama.
Se produjo un incómodo silencio
- Sansa, yo no dije en qué lugar encontré la bolsa ¿Cómo sabías que estaba bajo la cama?
La condesa esbozó una cruel sonrisa. Abrochándose la capa, montó sobre Asfaloth, el caballo de
su difunto hermano, y junto a sus perros desapareció colina arriba hacia el castillo
Ángel Bolaños, Thaís Moreda.
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Una historia inolvidable de amor
Érase una vez un pueblo tranquilo de gente humilde y trabajadora.
Villa Alegre era un pueblo cerca de la costa con un clima bastante cálido, con un amanecer que
te envolvía con su aroma frutal, embriagador en verano y muy frío y húmedo en invierno.
La familia
Martínez era la más rica del lugar. Acogieron a una niña de nombre Noah que tenía diez
años. Noah era delgada como un junco, tenía la piel canela, los cabellos negros y ondulados,
sus ojos eran grises y luminosos, con una mirada que transmitía alegría y ternura.
Durante años, Noah fue maltratada y humillada por los señores de la casa. La señora se
llamaba Deborah, era una mujer con un carácter manipulador, frío y perverso. El señor era más
tranquilo, de carácter sumiso y amable. Tenían un hijo, era un chico de buen carácter,
inteligente y apuesto.
Pasados los años, el hijo de los patrones, Sergio, se fue enamorando de Noah y empezaron a
mantener una relación en secreto. Al principio, Noah estaba temerosa por miedo a la familia,
pero eso no la frenó, ya que estaba muy enamorada. Un día, cuando ellos estaban juntos,
Deborah entró en la habitación. Noah salió corriendo asustada.
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Después de estar pensándolo toda la noche, tomó una decisión y al día siguiente Noah habló
con Sergio y le dijo:
- Mira Sergio, esto no puede seguir así, he tomado la decisión de marcharme de la casa.
-¡No te vayas! -Exclamó Sergio.-Hablemos con mi padre, estoy seguro que él nos podrá
ayudar.
Sergio, muy confiado habló, con su padre con el propósito de que los ayudara a convencer a su
madre con tal de que aceptase la relación, pero esto no tuvo ningún resultado. La joven,
desolada, decidió marcharse para buscarse la vida.
Noah se alquiló una habitación en una casa donde vivían Sara y José, un matrimonio
encantador que no tenían hijos y con gran placer recibieron a su nueva huésped. La
contrataron para que les ayudara con las labores de la casa y de la granja, puesto que ellos ya
eran personas mayores. A cambio, ella tenía un hogar con gente que la trataba bien y sobre
todo la apreciaban y valoraban como persona, era como la hija que siempre habían deseado. Les
pareció que ella daba a la casa la alegría de un hogar verdadero. Al cabo de unos días, Noa se
comenzó a sentir rara, con mareos y malestar. Sara, por su intuición y sabiduría de la vida
presintió que Noah estaba embarazada. Poco a poco el vientre le fue creciendo. El nuevo amo
le enseñaba por las tardes a leer y escribir, y así ella se apasionó por los libros, la lectura fue su
amiga y compañera.
Pasando los meses, llegó el invierno silbando entre las ventanas como un enemigo cruel.
Sara encamó con una enfermedad traidora. El dueño José quedó marcado con una pena
amarga. Sara, al darse cuenta que le quedaba poco tiempo de vida, habló con con su marido y le
dijo:
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- José, nuestro tiempo se acaba, el mío antes. Me gustaría que tú estuvieses tranquilo en lo que
te quede de vida. Noah es una buena chica, nos ha cambiado la vida, ha traído la alegría y el
amor que tanta falta nos hacía a nuestra casa. Sé que te cuidará y acompañará en lo que te
quede de vida, en recompensa debemos dejarle nuestro legado. A los pocos días Sara falleció.
Durante los meses siguientes Noah y José se apoyaron mutuamente, pero como siempre pasa, el
tiempo lo cura todo y a casa llegó la alegría con el nacimiento del bebé, al cual bautizó con el
nombre del padre, que a pesar del tiempo siempre estaba en sus pensamientos.
Durante medio año, José hizo de abuelo con el pequeño Sergio, pero de repente José enfermó y
en pocos días murió y Noah pasó a ser la única heredera de una inmensa fortuna que ella
nunca hubiera llegado a imaginar. En vista que Noa se había quedado sola, tomó la decisión
de regresar a buscar a Sergio para decirle que aún lo seguía amando y que tenían un hijo en
común. Para demostrarles que ahora estaban al mismo nivel, Noah se vistió con sus mejores
galas. Cuando Deborah vio a Noa entrar por su casa se quedó sorprendida al verla tan
cambiada, pero aun así le dijo despectivamente:
-¡Cómo te atreves a pisar esta casa sirvientucha!
Ella se quedó mirándola fijamente y le respondió:
- ¿Tú te has pensado que soy la misma de antes, a la cual podías humillar y despreciar? ¡Pues
te equivocas! Vengo a buscar a Sergio, no tengo ninguna intención de aguantar sus
humillaciones.
Sergio, mientras bajaba las escaleras, estaba sorprendido boquiabierto de ver a la nueva Noah.
Pasó al lado de su madre ignorando sus alaridos.
-¡Calla madre! A partir de ahora seré yo quien dirija las riendas de mi vida.
Salió dando un portazo en busca de Noah y su hijo. Y así se quedaron los tres juntos, viviendo
en su nuevo hogar y durante muchos años fueron felices.
Pilar Alcaide, Joan Peralta y B. Xochitl Ramírez.
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Con este fanzine queremos que la gente abra los ojos y se dé cuenta
del mundo en el que vivimos. Hablaremos de niños que viven
diferentes realidades en mundos paralelos. Para ver cuáles son sus
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sueños, sus necesidades, sus preocupaciones, sus miedos. Son dos
mundos que se entrecruzan pero son como la noche y el día.
Veremos como las carencias de unos son los excesos de otros o
como cosas que para unos no tienen importancia, otros arriesgan la
vida para conseguirla. Son mundos paralelos conviviendo en un solo
mundo ignorados entre sí.
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Empezaremos hablando del mundo
de los niños desfavorecidos donde
muchos de ellos son abandonados
a su suerte condenados a buscarse
la vida a pesar de su corta edad,
otros huyen de sus casas hartos de
recibir reiteradas palizas de sus
padres alcohólicos o con problemas
con las drogas, incapaces de
atenderles, en las calles se ven obligados a robar, mendigar o a
prostituirse, para sobrevivir,
expuestos a muchos peligros, ya
que son muy vulnerables, entre
ellos los pederastas que siempre
intentan, con cualquier excusa o
engaño abusar de ellos.
Viven con miedo soñando con un
mundo mejor, duermen en
las alcantarillas, para
resguardarse del frio,
acostados en bancos, entre
cartones o en estaciones de
metro o tren. Pasando
hambre y frio, invisibles ante
los transeúntes. Sus
preocupaciones son
encontrar comida y sobrevivir a los
peligros de la calle. Muchos encuentran
la muerte en las calles antes de llegar a
la edad adulta debido al consumo de
drogas y alcohol. Este es el pasaporte
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que utilizan para huir de la realidad en la que viven.
Otros simplemente son
obligados a hacer trabajos forzados, en minas, en canteras, en
talleres clandestinos, limpiando botas en las calles, en fábricas etc...
33
Son niños que no van a la escuela ya que tienen que trabajar.
Muchos han sido secuestrados por mafias para explotarlos, otros su
única preocupación es llevar un poco de dinero a
sus casas para ayudar a sus familias a
sobrellevar la pobreza en la que están inmersos.
Otra preocupación que comparten todos los niños
que trabajan es resistir las duras condiciones de
trabajo a las que están expuestos y a las largas
jornadas laborales a las que tienen que hacer
frente.
Muchas conocidas multinacionales han sido denunciadas por utilizar
menores para la confección de sus productos, en países donde las
leyes laborales no están bien regularizadas o donde no se sanciona
su mano de obra, ya que así ahorran en costes de producción. Zara,
Massimo Dutti, Pull and Bear, Bershka, Oysho, Stradivarius, Kiddy’s
Class, Addidas, Nike, Levi’s, juguetes Disney y Chicco, Samsung,
Siemens, Nestle etc. Estos son
ejemplos de empresas
multinacionales, que se ha podido
demostrar que utilizan o que han
utilizado mano de obra infantil.
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Otros debido a que sus madres
están cumpliendo condenas
penitenciarias, nacen y viven
en cárceles, no conocen lo que
es la libertad. Viven encerrados
entre los muros de la penal con
todo lo que ello conlleva. Su
inocencia no les permite
comprender la realidad de lo
que en verdad es la vida, viven en un falso mundo que se han creado
ya que no han visto nada más allá de
los cuatro muros que también les
oprimen a ellos.
Otros muchos mueren de hambre o
sufren graves problemas de salud o
malnutrición porque sus familias no les
pueden alimentar. Tampoco tienen
acceso a una sanidad de calidad, a
medicamentos ni vacunas. Muchos ni siquiera tienen acceso a
ningún tipo sanidad, ya que viven en pequeños pueblos aislados.
Viven en países subdesarrollados, muchos de
ellos tienen que andar durante horas cada día
para ir a buscar agua potable.
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No todos pueden i a la escuela ya que tienen a su cargo sus
hermanos pequeños o tienen que ayudar a sus padres con sus
tareas, ya sean domesticas o laborales. Al vivir en países
subdesarrollados hay pocas escuelas y para ello muchos de los que
pueden asistir a las clases andan durante horas y, a veces, durante
un día entero para llegar, esquivando a las mafias, que se
aprovechan de este hecho para secuestrarles, para posteriormente
venderles o utilizarlos para realizar trabajos forzados. Las
preocupaciones de estos niños es llegar a la escuela cada día sin
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que les secuestren. Quieren estudiar, para poder ayudar o mejorar
las condiciones de vida de sus familiares o a su pueblo.
Otros son entrenados para defender a su país
o para defender ideales, son los llamados
niños soldado, entrenados para disparar
fusiles de asalto o para auto inmolarse tras
recibir la orden.
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Muchos emigran con sus familias
desde sus países de origen, huyendo de guerras, conflictos armados
prolongados o de la hambruna. Sus padres se los llevan con ellos en
busca de un futuro mejor, jugándose la vida cruzando el mar en
pateras atestadas de gente, cuyo destino siempre es incierto, ya que
pueden volcar o quedar a la deriva durante días. Muchos se
arriesgan a morir de hipotermia o ahogados.
Otros vagan durante días con lo puesto. Muchos son separados de
sus padres o familiares, sin comida, duermen a la intemperie, a
merced de las inclemencias del tiempo, todo, para intentar cruzar la
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frontera. Algunos de ellos, para terminar viviendo en barracones en
campos de refugiados, sin ningún futuro.
Pero estos niños cuyas infancias han sido arrebatadas, nunca
pierden la ilusión ni las ganas de jugar ya que no dejan de ser niños.
También tienen sus sueños pero no aspiran a más de lo que pueden
abarcar y nunca pierden las ganas de seguir luchando para intentar
cambiar su mundo y salir adelante y así poder ayudar a sus familias y
a los suyos. Sus miradas son el reflejo de sus vidas. Su meta es la
felicidad.
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Por otro lado hay niños que viven en un mundo materialista, en el
que lo importante son las apariencias, en el que cuando necesitas
agua solo tienes que abrir un grifo o ir a la tienda más cercana.
Donde puedes ducharte cada día con agua caliente y dormir en una
cómoda cama bajo techo, en un hogar.
Cuando desean algo
solo tienen que pedirlo,
muchos de ellos son
consentidos y
sobreprotegidos cuya
única preocupación es
conseguir el producto
de moda anunciado en
televisión.
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Niños con sobrepeso, sobrealimentados o mal alimentados de tanto
comer comida basura y consumir bebidas azucaradas.
Otros con anorexia o bulimia.
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Niños con la idea que la ropa de marca es mejor que la ropa de una
marca no conocida.
Niñas a las que sus madres les infiltran botox para llevarlas a
concursos de belleza.
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Son niños con acceso a una sanidad de calidad, a medicamentos y
vacunas en los que últimamente algunos padres se oponen a que
vacunen a sus hijos.
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Niños con un alto nivel educativo o cultural, casi todos tienen móviles,
ordenadores, cámaras de videos, videojuegos todo tipo de última
tecnología, en el que tanta cantidad de juguetes la mayoría son
ignorados. No valoran lo que tienen, reciben regalos aunque no
hayan hecho nada para merecerlos.
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Viven en barrios relativamente tranquilos y no le dan importancia a lo
que tienen y al esfuerzo que supone conseguir todo lo que tienen,
debido a que desde pequeños siempre han tenido todas las
comodidades y todas las facilidades.
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Han nacido en un mundo de oportunidades y sus padres les han
podido
dar todo
lo que han
querido y
más. Sus
aspiraciones son muy distintas, aspiran a ser ricos, a ser famosos,
grandes empresarios, a estudiar carreras universitarias. Algunos de
ellos ni siquiera piensan en trabajar o estudiar ya que sus padres les
mantienen o tienen empresas importantes en las que podrán trabajar
cuando sean mayores. Tienen mucho tiempo libre que invierten en
mirar la televisión o en jugar con sus amigos, ya que su única
obligación es ir a la escuela.
Con este fanzine queremos acercar la realidad a la gente y
concienciarla de que no por tener más es más feliz. Los excesos de
unos son las carencias de otros.
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NIARA
En los años cincuenta, la mayoría de los negros, trabajaban
en el campo de sol a sol. Vivían en barracones donde hacía
mucho calor y el agua no era potable y escaseaba.
Charlize, era una de ellos, una chica intrigada, curiosa que
destacaba por su belleza e inteligencia. Todos allí la
admiraban.
Los días en aquel campo interminable eran largos y aburridos, siempre el mismo trabajo.
En un día de mucho calor, Charlize , perdió la consciencia y al abrir los ojos vislumbró el
rostro varonil de Dreik Smith, el hijo del amo.
Se incorporó, le dio las gracias y, avergonzada, se fue a terminar su trabajo.
Al cabo de unos días, Dreik coincidió con Charlize.
Le preguntó cómo se encontraba.
_ Hola Srta. Charlize.
_ Hola Sr. Smith
_ ¿Cómo se encuentra?
_ Bien señor, muchas gracias.
Ruborizada, se fue pensando cómo explicarle el problema que tenía.
Una noche lluviosa, con la ayuda de sus compañeras, Charlize dió a luz a Niara, en un
cobertizo lleno de paja.
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Dreik, al día siguiente, vio que Charlize no estaba en su puesto de trabajo. Preguntó a sus
compañeras qué le sucedía.
_ Buenos días señoritas.
_ Buenos días Sr. Smith. ¿Qué desea?
_ ¿Dónde está la Srta. Charlize?
_ Señor, Charlize está indispuesta. Le ruega que la disculpe.
_ Gracias. Sigan con su trabajo.
Pasaron días y Charlize seguía sin aparecer. Fue entonces cuando empezó a sospechar que
algo malo le sucedía.
Entonces se acercó a los barracones donde estaban instalados los trabajadores cuando se
dio cuenta por la expresión de sus rostros de que algo pasaba.
Al entrar en el barracón, donde se encontraba el cuerpo inerte de Charlize, al verla tendida
sin vida y cubierta por una sábana blanca, le dio un vuelco el corazón.
_ ¿Qué ha sucedido aquí?
Uno de los trabajadores, cabizbajo, se atrevió a responder al Sr. Smith.
_ Señor, Charlize ha fallecido a causa de una afección pulmonar.
_ No sabía que Charlize tuviera enfermedad alguna.
_ Señor, ella creía que si lo hubieran sabido, no le hubiesen dado trabajo.
_ Pero nosotros, yo, podría haberla ayudado con medicinas.
_ Pero, señor, ella era muy discreta con sus cosas.
_ ¿Por qué al ver su empeoramiento, no me avisasteis?
_ Porque ella no quiso.
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Compungido, y sin mediar palabra alguna, ayudó a sus trabajadores a llevar a Charlize a la
tumba que ellos mismos habían cavado para ella.
Llegaron al agujero donde la iban a enterrarla y Dreik, en sus pensamientos más profundos,
no pudo aguantar más y se fue corriendo al mismo tiempo que les decía:
_ Cuando estéis, tomaros el resto de la tarde libre, por el luto de la Srta. Charlize.
Sabía que si no les daba la tarde libre, él no tendría un momento de intimidad para poder
despedirse de ella. Llorando, desahogándose y maldiciendo todo lo que le pasaba por su
cabeza. Con los ojos llorosos se despidió al fin de ella.
Pasaron meses y el dolor de la pérdida era cada vez más soportable.
Llegaban noticias del frente, necesitaban alistar hombres para combatir.
Al fin llegó, a manos de su padre, la temida carta en la cual decía que estaba ansioso por
saber si su hijo iba a la guerra. Esa carta decía que en un mes su hijo tenía que embarcar
hacia aguas del norte.
Estimado Sr. Dreik Smith;
Está usted convocado para luchar en el Norte el próximo día 14 de octubre a las 16:00
horas.
Recomendamos que coja las pertenencias necesarias.
Atentamente:
Departamento de convocados
Dreik, reunió a todos los trabajadores en uno de los barracones para informarles de la
noticia, para que no se extrañaran si no lo veían por la casa o el campo:
_ Os informo que dentro de poco más de un mes, tengo que embarcar hacia el frente.
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No me veréis en unas semanas, incluso puede que meses.
De repente se oyó a un bebé de pocos meses llorar, mientras una mujer lo intentaba hacer
callar. A Dreik le asombró ver a un bebé, ni siquiera tenía conocimiento de que ninguna de
sus trabajadoras estuviera en estado. Se acercó y le preguntó:
_ Srta. Leonor,¿ cuánto hace que tiene al bebé? No estuve al corriente de su estado de
gestación.
Sin saber muy bien qué responder, le dijo:
_ Sr. Smith, es un tema un poco delicado,¿ podríamos hablarlo en privado, por favor?
_ Claro, cuando termine la reunión la acompañaré y hablaremos.
_ Gracias, Señor
Al terminar la reunión, Dreik, se dirigió a Leonor.
_ Dígame Leonor, ¿qué sucede?
_ Verá señor hay algo que debería saber... - en ese momento entró uno de los trabajadores
llamando a Dreik.
_ Señor señor, se han escapado los caballos
_ ¿Cómo puede ser?
Los dos hombres apresurados salieron del barracón corriendo para saber lo que había
sucedido. Uno de los mozos se dejó la puerta abierta, sin querer, y se les escaparon cinco
caballos. A las dos horas, entre todos pudieron recuperarlos.
_ Por favor, id con cuidado la próxima vez, si no me veré obligado a tomar decisiones
drásticas.
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Dreik volvió al barracón donde se había reunido con Leonor, pero ya no se encontraba allí,
así que la mandó llamar y, esta vez, fue a la gran casa.
Avergonzada, sacudiéndose la ropa entró a través de aquella gran entrada con columnas de
mármol blanco. Llegó al despacho de Dreik y la mandó sentar. A Leonor le daba respeto y
miedo sentarse en una de esas sillas por si la ensuciaba pero al ver la insistencia de Dreik,
finalmente lo hizo.
_ Por favor Leonor, siéntese.
Leonor no era una mujer muy joven, así que en parte le sorprendió aún más que tuviera
un bebé.
_ Dígame, ¿qué es lo que debería saber?
_ Verá señor, ese bebé no es mío, es de una compañera fallecida.
De pronto Dreik empezó a pensar que en esos meses solo hubo un fallecimiento y ese
fallecimiento fue el de Charlize. En ese momento, no entendió nada hasta que Leonor
empezó a explicárselo:
_ Entonces, ¿el bebé es de Charlize?
_ Sí señor.
_ ¿Pero cómo puede ser? Ni siquiera le vi barriga alguna.
_ Señor, a Charlize, los últimos días de su embarazo, ya casi no venía al campo, nosotros
cubríamos sus ausencias, entonces ella podía descansar.
_ ¿Por qué falleció?
_ Señor, cuando dio a luz, perdió mucha sangre y se quedó muy débil y con pocas
defensas, así que cogió una infección que le ocasionó la muerte.
_ Pero, ¿por qué no se me informó de todo esto?
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_ Charlize no quiso, señor.
_ ¿Por qué no?
_ Porque ese bebé…, esa niña…, es fruto de una noche de pasión entre usted y ella.
Dreik, en su silla, se quedó helado al ver que había otra persona que sabía lo sucedido. En
un momento de lucidez, recordaba cada momento de esa noche, lo hermosa que era
Charlize y lo mucho que la quería.
Sin poder controlar sus emociones, se le llenaron los ojos de lágrimas agridulces por ese
recuerdo tan maravilloso.
Se paró a pensar un segundo y con los ojos muy abiertos, le preguntó:
_ Entonces, ese bebé... esa niña... ¿es mi hija?
_ Sí señor.
Dreik, que seguía sentado en el sillón de su enorme despacho, con grandes ventanales y
con paredes de madera oscura, se llevó las manos a la cabeza al oír la afirmación de
Leonor.
_ ¿Quién más sabe de esto?
_ Nadie señor, solo yo.
_ Entonces Leonor, tendremos que arreglar esto, porque yo quiero hacerme cargo de esa
niña.
_ Pero señor, usted es blanco y es nuestro patrón.
_ Sí pero, también soy el padre de esa niña, así que ve a buscarla y traémela. Yo me
encargaré de ella a partir de ahora.
_ Señor, si me permite, usted se irá en un mes ¿quién va a cuidar de ella?
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_ Tendré que hablar con mi padre
_ Pero señor, su padre no va a aceptar a una niña negra en su familia y menos si es
bastarda.
_ Leonor, gracias por cuidar de ella estos meses, pero si me permites, ahora será cosa mía,
¿de acuerdo?
_ Sí señor, lo que usted mande.
_ Entonces tráemela ahora mismo, por favor. Quiero verla.
_ Sí señor.
Leonor, apresurada, salió corriendo a buscar a la niña para llevársela lo más rápido posible.
Dreik miraba por la ventana, ansioso por ver esa criatura fruto de un amor furtivo.
Cuando se abrió la puerta, vio el rostro angelical de Niara que era la viva imagen de su
madre. Con aquellos ojos almendrados y su piel de color dorado. Era realmente hermosa.
La cogió en brazos y sintió por un momento los brazos de Charlize cuando la niña lo abrazó.
Le sonrió y a Dreik se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas, por no poder vivir ese
momento junto a su amada.
Leonor se fue y dejó a la niña con Dreik, pensando realmente ¿qué iba a pasar a partir de
ahora con ella?
Al día siguiente, Dreik mandó a una sirvienta ir a la ciudad a por ropa y utensilios para el
bebé.
Ese mismo día, reunió a sus padres en el gran salón para informarles de la noticia recibida
horas antes.
_ Padre, madre, debo informaros de una noticia.
Le respondieron los dos casi al unísono:
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_ Dinos hijo mío, ¿qué ocurre?
En ese momento, entró una sirvienta con Niara.
_ Padre, madre, os presento a Niara.
Su madre se quedó desconcertada al ver que la criada le entregaba la niña a Dreik y se iba.
_ Pero hijo mío, ¿quién es esa niña?
_ Es mi hija, madre.
En ese momento, su madre montó en cólera por lo que acababa de oír y se resistía a
aceptar que eso fuera cierto.
_ Pero ¿Qué dirá la gente cuando vea que es negra? ¿Qué dirán nuestros amigos? No
quiero a esa niña en esta casa.
Dreik, que no daba crédito a lo que estaba diciendo su madre, intentó calmarla.
_ Madre cálmate, por favor.
_ ¿Dónde está su madre?
_ Falleció.
_ ¿Cómo?
_ Murió hace pocos meses atrás, yo no sabía que Niara existiera porque ella no quiso que lo
supiera.
_ Entonces, ¿por qué ahora? ¿Por qué no la dejas con los suyos?
_ Porque es mi hija.
Su madre al oír “es mi hija”, se quedó atónita. ¿Cómo podía ser que su hijo, que había ido
a los mejores colegios, que pertenecía a la alta sociedad en la cual gozaba de una buena
posición, se hubiera acostado con una mujer negra, pudiendo tener a cualquier blanca de
buena posición? No le entraba en la cabeza tremenda estupidez.
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_ Madre, si mi hija no se queda aquí, entonces tendremos que irnos los dos.
_ Te recuerdo que en un mes te vas al frente a luchar. Entonces ¿qué harás con ella?
_ Mi intención es que vosotros la aceptéis como lo que es.
_ ¿Y qué es?
_ Es vuestra nieta, madre.
Su padre el Sr. Smith, apenas pronunció palabra, pero al ver a su hijo lo feliz que era cada
vez que miraba a Niara, el rostro se le iluminó de felicidad.
_ Hijo mío, nosotros nos quedaremos con ella.
Su madre, se quedó ofuscada y acalorada al oír a su marido pronunciar esas palabras.
_ Pero Carrik, ¿Cómo puedes decir eso?
_ Porque es mi nieta. Te guste o no.- en un tono sarcástico su padre siguió diciéndole a su
madre – pero si es más blanca que nosotros.
Dreik y él se pusieron a reír. Su madre ofuscada, salió del salón apresuradamente y ni
siquiera se tomó el té que le prepararon.
_ Se le pasará hijo, dale tiempo, ya sabes como es.
_ Pero padre, me quedan pocos días para estar aquí y no sé si será adecuado dejarla
tantos meses sola y sin poder estar con ella.
_ Déjame que la coja.
_ Claro. Ten cuidado se mueve mucho.
Era tan risueña, que fascinó a su abuelo, con su sonrisa simpática y su cara angelical.
_ Dime hijo, ¿De qué murió su madre?
_ De una infección después de dar a luz.
_ ¿Y cómo no nos dimos cuenta?
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_ Yo sí, padre.
El dolor le brotaba en cada lágrima que salía por sus ojos al recordar el día de su
fallecimiento.
_ Ni siquiera pude despedirme. Ella así lo quiso, para no tener problemas. Era muy discreta.
Ni siquiera yo vi que estaba en estado.
_ Hijo, siento mucho su muerte, pero tienes que vivir por esta niña y darle todo el amor
que puedas durante estos días que estarás con ella antes de irte.
Llegó el día de su partida hacia la guerra.
Pasaron semanas y meses y lo único que sabían de Dreik era que estaba vivo y que la
guerra estaba siendo muy dura. Echaba de menos su casa, pero en especial a su hija.
Sus padres hicieron fiestas en su ausencia, ya que los protocolos de la alta sociedad no
cambiaron aunque hubiera guerras. Cada cual había perdido a un ser querido o a un
miembro de su cuerpo por haber combatido. Se enorgullecían de poder decir que alguien
de su familia fue o estaba en la guerra.
Un coche de militares se personó en la casa de los Smith, para llevarles una carta.
Señor y señora Smith:
Mucho a mi pesar, les informo de que el Señor Dreik Smith falleció ayer por la noche a
causa de las terribles heridas sufridas en el campo de batalla.
Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, pero no fue posible salvarlo.
Mi más sincero pésame en estos momentos tan duros para ustedes y sus familiares.
Atentamente:
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Comandante del primer pelotón del Norte:
Charles Jameson
Continuará...
Lucía Ribeiro y Nebuha Baba.
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A 3 METROS BAJO EL SUELO
Era un día gris, con el sol escondido tras las inmensas nubes que inundaban el cielo. Era el ambiente perfecto para la tragedia que ocurriría esa misma noche. Todo apuntaba a que no iba a ser un día como otro cualquiera. Pero no todos sabían lo que iba a suceder, ese era el caso de Jorge.
Jorge era un chico de 26 años, alto y de complexión delgada pero musculosa. Tenía el pelo corto y oscuro como el carbón. Era muy atractivo, pero a la vez impulsivo y, a veces, irracional. Vivía con su pareja a quién amaba incondicionalmente.
Ella era Laura, una atractiva joven no muy alta de 23 años, con un pelo larguísimo, liso y negro. Era orgullosa y muy extrovertida, pero patosa y despistada.
Jorge trabajaba de comercial en una empresa de seguros. Su compañero y mejor amigo era Martín de su misma edad, un chico alto y delgado como un alambre. Tenía una melena rubia y lisa y la cara cubierta por una barba poblada y bien cuidada.
Aquel día, Martín citó a Jorge para desmantelar el falso amor de Laura, ya que la había visto con otro hombre y no podía quedarse callado ante esa situación. Le mostró un par de fotos en las cuales salía Laura entrando a un hotel. Era una situación muy incómoda, llena de confusiones y sentimientos rotos.
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Jorge no podía creérselo y volvió ansioso a su nidito de amor corrompido. No podía con esos celos incontrolables. Estaba fuera de sí. Frenó en seco y dejó el coche mal aparcado, justo delante de la puerta principal.
La abrió de un portazo, que sacudió toda la casa, y fue en busca de Laura. Ella vio en sus ojos una furia que nunca hubiera imaginado poder observar en su pareja. Éste, al verla, le propinó una bofetada sin explicación alguna, la cual hizo caer a Laura desplomada al suelo. Quedó inconsciente. Jorge aprovechó para cargarla al hombro y meterla en el coche. Estaba cegado por una furia y una desesperación que no le dejaba pensar con claridad. La postró en los asientos traseros, estirada como una muñeca de trapo. No se movía. Jorge comenzó a asustarse, pensando que la había matado. La furia, que sentía en esos momentos, le
cegaba y no le dejaba pensar claramente. Parecía poseído por otro ser. Arrancó, y se dirigió hacia el bosque tan rápido como el coche se lo permitió.
Era un bosque que incita al miedo, situado detrás de la casa que compartía con Laura. Tenebroso y frío, era la escena perfecta para una película de terror, cubierto por una densa neblina y un olor
húmedo.
La pobre chica no tenía un destino al que ir, no sabía qué hacer. La decepción y la confusión movían sus pies como si de un títere se tratara. Laura seguía sin moverse. Jorge, desorientado, recordó un claro bastante escondido que tan sólo ellos
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conocían. Allí era donde pensaba enterrarla.
Aparcó y comenzó a cavar un hoyo, decidido a enterrar todos los sentimientos y recuerdos que ese cuerpo inmóvil traía en el coche. Mientras Jorge seguia cavando, Laura comenzó a despertar. Estaba mareada y le dolía la cabeza. No sabía qué estaba pasando ni donde se encontraba.
Miró por la ventanilla y entendió la situación. Se sentía asustada y acorralada. Un hormigueo comenzó a recorrerle las piernas y de un impulso salió del coche y comenzó a correr despavorida, dejando atrás todas sus cosas. Jorge tardó en darse cuenta de que Laura no estaba. Se había escapado. Ese bosque era inmenso, no podía ir tras ella y decidió volver a casa suponiendo que habría vuelto. Se subió al coche, y volvió lo más rápido posible.
Justo antes de llegar, una melodía se escuchó en la parte trasera del coche. Era el móvil de Laura. Despistada como ella misma, lo olvidó en el asiento. Alguien insistía llamándola. Era Martín. Pero.. ¿Martín? ¿A esas horas de la noche? No cuadraba, entonces Jorge decidió registrar el móvil. Entre llamadas y mensajes, descubrió que el amante de Laura era su apreciado amigo. Su cabeza no daba para más. Tanta confusión aumentaba su cólera, y se le ocurrió acabar tal escena dramática con un final trágico: la muerte. Jorge escribió un mensaje dirigido a Martín, haciéndose pasar por Laura: ‘Martín, Jorge se ha vuelto loco. Estoy escondida en la casa de la montaña. Ven rápido. Necesito tu ayuda’.
Guiado por este maquiavélico plan, Jorge se escondió en la casa esperando la llegada de Martín. Éste no tardó en llegar y comenzó a gritar el nombre de su querida, pero nadie respondió. La casa parecía estar vacía, tiró la puerta de una patada. Una vez abierta,
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Jorge le golpeó en la cabeza con un cenicero de hierro y Martín cayó al suelo como si de un muñeco se tratara. Estaba muerto. Tenía una brecha en la cabeza. Jorge seguía sin entrar en razón.
Laura, con jaqueca, seguía deambulando por el bosque, se sentía perdida y chocada por todo lo que había sucedido. Quiso llamar a la policía pero no encontraba su móvil, decidió volver a la casa con la esperanza de no encontrar a su novio. Llegó y
vio el coche de Martín que estaba en marcha. Pero, ¿qué hacía su coche ahí? ¿A caso Martín ya sabía de lo sucedido? Le dio igual, no podía pararse a contestar todas las preguntas que le venían a la cabeza, Entró sin pensárselo dos veces. Martín yacía en el suelo, envuelto por un charco de sangre. Era una escena horrible, digna de una película de Tarantino. Una sensación de
impotencia recorría todo el cuerpo de Laura. Los pelos se le pusieron de punta y las lágrimas le caían a borbotones. Jorge los observaba en silencio y, poco a poco, comenzó a acercarse a Laura con el mismo cenicero en la mano. Laura no se dio cuenta hasta que sintió otro golpe en la nuca y se desplomó junto al cadáver de su amante.
Jorge seguía sin entrar en razón. Cargó de nuevo los cuerpos en su coche para poder enterrarlos de una vez por todas y terminar así con su sufrimiento. Se dirigió al mismo claro del bosque donde tenía preparado el pequeño foso.
Ésta vez, se aseguró de que no huyera nadie, pero en realidad daba lo mismo ya que los dos estaban muertos. Con calma y paciencia los enterró juntos. Cada palada era un recuerdo que enterraba. Una vez allanado el suelo, Jorge se subió al coche, como si nada hubiera pasado, y marchó hacia su casa.
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Nadie presenció nada y todos sus males quedaron allí, muertos y enterrados.
David Nieto, Hector Pedraza
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Zhao Fo un niño chino delgado de apenas 12 años de edad con el peinado estilo samurái y
ojos celestes, pertenecía a una familia muy pobre de un pueblo pequeño llamado Tyno de
aproximadamente
mil habitantes.
Un día, Zhao Fo
decidió ir a buscar
comida para poder
ayudar a su familia
que no tenía para
comer. Una mañana,
se levantó muy
temprano, se dirigió
al puerto sin saber
exactamente qué
hacer.
Al llegar, vio una barca pequeña, marrón y desgastada, con apariencia de haber navegado
mucho tiempo. Decidió cogerla con la intención de salir a pescar. En medio del mar,
sorprendido, descubrió que debajo de la lona azul de la barca se escondía un enorme y feroz
tigre con unos brillantes ojos azules marcados con una gran cicatriz.
El tigre reaccionó salvajemente atacándolo con sus enormes garras. Zhao Fo lo golpeo con lo
primero que agarró, después tranquilizó al tigre cantándole una lenta canción y de ese modo
lo durmió.
Poco a poco, fue anocheciendo y las nubes llenaban el cielo convirtiendo el azul en negro. A
media noche, empezó una gran tormenta, con fuertes relámpagos y enormes olas que
provocaron que la barca empezara a hundirse . Zhao Fo quedó inconsciente tras volcar la
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barca y que quedó a la deriva a la merced de las olas que lo depositaron sobre la arena
blanca de una isla inmensa que gritaba a los cuatro vientos su belleza y abundancia.
Al cabo de unas largas horas, Zhao Fo despertó y notó que el tigre lamia su cara. El niño, al
levantarse, decidió salir a explorar la isla con el tigre, para buscar alimento y refugio. Fueron
sorprendidos por una tribu indígena. Esta les ayudó llevándolos a la cabaña del jefe. Les
ofreció comida y refugio para poder descansar.
A la mañana siguiente, los indígenas decidieron ayudar a Zhao Fo para que volviera a su
hogar. Tras mucho pensar, decidió que lo mejor sería dejar a su gran amigo el tigre vivir feliz
en la isla con los indígenas.
Se despidió de él sabiendo que sería la última vez que los dos se volverían a ver.
Amanda Amador, Yina Herrera, Abdelkarim Zerouali, Vasily Teslenko.