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FE, ENCUENTRO CON DIOS, 1 FE, ENCUENTRO CON DIOS, 1 TF 55 de 94 Por la Revelación, Dios sale al encuentro de los hombres, les habla y los invita a participar de su naturaleza divina y a ser amigos e hijos suyos. Por la fe, el hombre acoge la palabra di- vina y responde a la invitación de Dios. Tal como Dios se entrega a él, sin reservas, el creyente se entre- ga a Dios con todo su corazón. Revelación y fe son conceptos correlativos que se reclaman mutuamente.

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FE, ENCUENTRO CON DIOS, 1FE, ENCUENTRO CON DIOS, 1TF 55 de 94

Por la Revelación, Dios sale al encuentrode los hombres, les habla y los invita aparticipar de su naturaleza divina y a seramigos e hijos suyos.

Por la fe, el hombre acoge la palabra di-vina y responde a la invitación de Dios.

Tal como Dios se entrega a él, sin reservas, el creyente se entre-ga a Dios con todo su corazón.

Revelación y fe son conceptos correlativos que se reclamanmutuamente.

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Se distinguen dos formas de conocer: elver y el creer.

Cuando vemos algo, llegamos directamentea una verdad, por demostración, intuición oexperimentación. Se habla entonces de evi-dencia intrínseca.

Creer, en cambio, significa un conocimientoal que llego indirectamente, por evidenciaextrínseca. Sólo se puede creer lo que no seve.

El que cree llega a conocer aquello que cree, no porque sea experi-mentable o demostrable para él, sino porque lo es para otro dequien se fía.

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Cuando creo, me apoyo en otro para llegara una verdad: 1) el testigo, aquel de quienme fío, debe ser fidedigno; 2) exijo tambiénla credibilidad del mensaje (debe no contra-decir los conocimientos seguros que ya healcanzado).

En sentido estricto, creer es mucho más que opinar o suponer: esestar completamente convencido de la verdad que no se ve. La fees conocer con certeza lo que no se ve (ejemplos en la vida ordi-naria).

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Cuando uno está dispuesto a creer a otro no sólo en una situacióndeterminada, sino siempre, sin ningunas limitaciones y condicio-nes de ningún tipo, entonces se cree en alguien.

No se puede creer en ningún ser creado:ninguno está hasta tal punto por encimade otro que pueda constituirse en autori-dad de valor absoluto.

Sólo podemos creer en Dios. En unsentido menos radical, con las reservaspropias de cada caso, podemos creera personas y tenerles tanta confianzaque estemos seguros de la verdad desu testimonio.

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Después de estavida, veremosa Dios cara acara.

También en el ámbitosobrenatural hay unver y un creer.

Mientras estemos en la tierra, sólo podemos creer en Él. Le cono-cemos mediante el testimonio de otro. IIII--II, q. 4, a. 8, ad 2II, q. 4, a. 8, ad 2: “Eniguales condiciones, ver es más que oír. Pero si aquel por el cual sesabe algo está muy por encima de lo que uno es capaz de ver porsí solo, en este caso oír es más que ver”.

La fe divina hace participar en el conocimiento propio y exclusivode Dios: nos pone en contacto con el saber de Dios.

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El conocimiento más pequeño en el plano sobrenatural trasciendea los conocimientos más altos que podamos alcanzar en el planonatural. Un chispazo de la fe cristiana es mucho más perfecto quetodo el saber humano.

Un pobre hombre que no sabe ni leer ni escribir, pero que cree enDios, tiene una sabiduría más completa que un catedrático ateo.

Sabe que hay un Creador del mundo, queDios es Uno y Trino y que somos llama-dos a vivir eternamente felices con Él enel cielo.

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En el caso de la fe sobrenatural, el testigo quenos trae el mensaje es Jesucristo mismo: es elúnico que “ha visto” a Dios. La certeza de lafe sobrenatural se funda sobre la autoridad deDios mismo. Pero esta autoridad es, a su vez,objeto de fe.

Jesucristo es un testigo verdaderamente excepcional y único:no se trata sólo de un testigo. Se trata de creer que este testigorealmente es Dios. Para poder creer lo que me dice, tengo quecreer primero en Él.

El acto de fe, aunque razonable, en última instancia, es un “ren-dirse” de la razón: es radical. Llega hasta lo más profundo delhombre y exige todas sus fuerzas.

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En el caso de la fe cristiana, el papel de la vo-luntad es esencial. Por razonable que sea laBuena Nueva de Jesucristo, no hay nada queme obligue a creerla. Como la inteligencia nollega nunca a la evidencia intrínseca frente ala cual no podría resistirse, la voluntad debetomar una auténtica decisión. La fe no puedeser sino fruto de nuestra libertad.

Nuestra libertad no sólo se expresa en la decisión. El decidir es unacto secundario de la voluntad. Su acto principal es el amor. Elquerer creer debe entenderse en el sentido de amar. Creo porqueamo. Creemos a Cristo porque le amamos. La fe es, en cierto modo,una declaración de amor a Dios.

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La fe es, en definitiva, correspondencia al amor, un encuentroentre Dios y el hombre.

La fe sobrenatural es un saber personal: yo sé que Dios es Padreporque lo dice Cristo. Esta dimensión personal hace que el acto defe sea siempre misterioso. No podemos comprender las razonesde ninguna persona, ni las nuestras propias, ni las de los demás.

Creo porque quiero, y quiero porqueamo. Pero ¿por qué amo?, ¿por quéhay personas que creen y otras quequieren creer, pero no pueden?

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IIII--II, q. 6, a. 1, ad 3II, q. 6, a. 1, ad 3: “El acto de creer, ciertamente, depende de lavoluntad de quien cree; pero es necesario que la gracia de Diosprepare la voluntad del hombre para que sea elevada a las cosas queestán sobre su naturaleza”.

La fe no viene de nosotros, es don de Dios.Mt 11, 25Mt 11, 25: “Yo te bendigo, Padre, Señor delcielo y de la tierra, porque has ocultado estascosas a sabios y prudentes, y se las has revela-do a los pequeños” = Revelación interior, noexterior (a todos): es la aceptación de las pala-bras de Cristo que es un don de Dios que reci-ben los que están dispuestos a acogerlo.

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Jn 6, 44Jn 6, 44: “Nadie puede venir a mí si el Padre no leatrae”. Las insinuaciones divinas se producen enlo más íntimo del ser humano para suscitar unarespuesta generosa.

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Se trata de una iluminación interior, mediante lacual el conocimiento humano se pone en condicio-nes de percibir algo que no puede alcanzar en vir-tud de su propia fuerza.

En cuanto se “enciende” esta luz, el hombre recibela gracia de la fe. Alcanza una certeza de la verdadde la Revelación mayor que las certezas humanas.1 Jn 5, 91 Jn 5, 9: “Si aceptamos el testimonio de los hom-bres, mayor es el testimonio de Dios”.

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Según San Agustín, el acto de fe consta de tres elementos:1. Asentimiento del entendimiento: creo que Dios existe y se harevelado a nosotros.2. Asentimiento de la voluntad: creo a Dios, me fío de Él.3. Ayuda divina que hace posible el abandono completo: creoen Dios.

En Cristo, Dios sale al encuentro de los hombresy en Él tienen los hombres acceso a Dios. Poresto, Cristo es el centro de la fe cristiana, elnúcleo que irradia su luz en todas las direccionesy señala su lugar a las demás verdades reveladas.

Jesús es el Mesías enviado por Dios: “Bajo elcielo no se nos ha dado otro nombre que puedasalvarnos” (Hch 4, 12Hch 4, 12).

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La fe es encuentro, comunicación y amistad con Dios en Cristo.Mediante ella, el hombre es introducido en la intimidad divina.Entonces vivimos la vida de un hijo de Dios: “sois hijos de Diospor la fe en Cristo Jesús” (Ga 3, 26Ga 3, 26).

En el origen de la fe se hallan presentes la de-cisión del hombre y el don gratuito de Dios.

La iniciativa de nuestra salvación siempre estáen Dios. Es Él quien ama primero; es Él quienbusca al hombre, mucho antes de que el hom-bre le busque a Él.

Dios invita, no obliga: quiere que el hombreresponda con plena libertad. Pero nuestracorrespondencia a la gracia ya es gracia.