¿Cuántas veces hemos pensado, por qué nos comportamos así, por qué criticamos con saña a los demás, por qué no

perdonamos, por qué somos crueles con los demás, por qué queremos quedar encima del compañero, por qué exigimos a la

gente lo que nosotros no hacemos, por qué defendemos en nosotros y nuestros amigos lo que acribillamos a los que no

nos caen tan bien, por qué somos injustos con el prójimo, por qué en nuestro corazón no se alberga la caridad, por qué no

ayudamos a los demás, por qué tenemos envidia y rencor, por qué no amamos más...?

Sencillamente, la respuesta es muchas veces, tantas veces que este mar se quedaría pequeño en su inmensidad y no

podría ni acoger en su seno a este velero

Pero este barco navega en un mar inmensamente grande y se pierde en él, al igual que nosotros nos perdemos en nuestra

necedad, así es de grande.

Llega Navidad, como llegó o llegará Semana Santa y nuestros deseos para con todos es siempre igual, y lo pregonamos a los siete mares y en los mil vientos que azotan sus aguas y bailan

con quien se sube a ellas para soñar, pero luego despertamos y seguimos siendo iguales.

Con la mano en el corazón y con mi Cristo de la Expiración delante y pidiendo perdón a todos los que

con estas palabras se ofendan, quiero vivir en este sueño y no

despertarme nunca de él, confío en mi familia, confío en mis

amigos, confío en mis compañeros y en la gente que me

quiere a que me ayuden a no despertar nunca de él y confío en

que vosotros, mi familia, mis amigos, mis compañeros y la

gente que me quiere y a la que quiero tampoco despertéis de él.

Ángel Arcís