Feminicidio en Guanajuato Una Realidad
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Feminicidio en Guanajuato una realidad
El tema de la violencia hacia las mujeres y feminicidios se ha convertido en un tema importante para
el estado de Guanajuato; quien ha denunciado y señalado la problemática, principalmente, ha sido la
sociedad civil, la cual ha expuesto que ambos fenómenos han aumentado, de hecho para el año de
2013 se llegaron a cuantificar 75 asesinatos a mujeres1, tendencia que continuo en 2014; ante esta
problemática la Procuraduría General de Justicia el Estado de Guanajuato no acepta los mismos
números de feminicidios, sin embargo hay similitudes, pues la procuraduría apunta que en 2013 sólo
hubo 14 feminicidios y 58 homicidios dolosos, que suman 72 muertes de mujeres.
La asociación denominada “Las Libres”2, apuntó que la violencia feminicida en Guanajuato
se concentra en 23 municipios, es decir, en la mitad de la entidad: San Luis de la Paz, Doctor Mora,
San José Iturbide, Dolores Hidalgo, San Miguel de Allende, Guanajuato, León, Silao, San Francisco,
Irapuato, Abasolo, Pénjamo, Valle de Santiago, Salamanca, Juventino Rosas, Celaya, Apaseo el
Alto, Cortázar, Salvatierra, Acámbaro, Jerécuaro, Tierra Blanca y Villagrán, siendo León el que
mayor casos de feminicidios presenta.
A partir del trabajo de campo que se realizó para este artículo, se encontró que la mayoría
de los feminicidios en Guanajuato son llevados a cabo por los esposos, parejas, exparejas, novios
y/o personas que conocían a la mujer, y un pequeño porcentaje de estos feminicidios (aún) es por el
tema del narcotráfico, lo cual es similar a lo que se observa a nivel nacional. Además se encontró
que los feminicidios se dan, en mayor medida, en las zonas urbanas y con mayor brutalidad y
sofisticación que antaño.
En consecuencia, sí queremos terminar con este tema lo que se debe atacar, en primer
lugar, es la violencia contra ellas, que es lo previo al feminicidio, y la cual se realiza principalmente
en su casa y/o con personas conocidas. Pero además, hay que destacar que no sólo culturalmente
se legitima esta violencia, sino también institucionalmente, tal como lo deja ver el papel de la
Procuraduría General del Estado de Guanajuato (PGR) y el Código Penal para el Estado de
Guanajuato. Con los objetivos antes expuestos, en este trabajo se analiza la violencia y el
feminicidio de las mujeres guanajuatenses.
1 http://www.animalpolitico.com/2014/04/por-1a-vez-segob-admite-una-alerta-de-genero-guanajuato-esta-en-la-
mira/#axzz365MXmnkN 2 http://www.animalpolitico.com/2014/04/por-1a-vez-segob-admite-una-alerta-de-genero-guanajuato-esta-en-la-
mira/#axzz365MXmnkN
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I. Violencia hacia las mujeres en Guanajuato
La violencia de género, principalmente la familiar y la de pareja, son las que han ocasionado el
mayor número de feminicidios en Guanajuato. Desafortunadamente, no se cuentan con datos
exactos de la violencia de género en el Estado. La Encuesta Nacional Sobre la Dinámica de las
Relaciones en los Hogares (ENDIREH), 20113 deja ver una fotografía muy pobre de la violencia de
género en Guanajuato, a tal grado, que esta encuesta señala que sólo 37.3% de las mujeres
casadas han tenido un incidente de violencia; de este porcentaje, únicamente 7.3% ha sido
violentada físicamente; 2.6% sexualmente; 14.8% económicamente; y 21.4% emocionalmente.
Estas cifras no muestran la realidad que vive Guanajuato, en primer lugar, en esta encuesta
se pudo haber dado problemas metodológicos que no permitieron medir la violencia con mayor
certeza; pero en segundo, hay que señalar que las mujeres, en esta cultura machista, ven normal la
violencia hacia ellas, pues han crecido y se han desarrollado con ella, por eso no la denuncian.
En este sentido, la Directora del Instituto de la Mujer Guanajuatense (IMUG) considera que
el Instituto ha trabajado para desnormalizar la violencia y confía en que la siguiente ENDIREH pueda
dar otros resultados que sí reflejen la realidad en el Estado:
“ENDIREH 2011, que es la más reciente que existe oficial, sin duda alguna… el trabajo en favor de las
mujeres ha aumentado mucho, especialmente en el tema de denuncia… hemos venido trabajando tanto en la
prevención y atención…, lo primero que haces es que se visualice para que se desnormalice la violencia, y
que posteriormente..., a la vuelta de cuatro años, que se vuelva a hacer la ENDIREH, los resultados serán
diferentes…”
Pero además estas cifras contrastan con las otorgadas por la Directora del Instituto Nacional de las
Mujeres (Inmujeres), Lorena Cruz Sánchez, en julio de 2014, en el séptimo mes de la campaña del
"Día Naranja": “de cada 10 mexicanas, 7 sufren algún tipo de violencia..."4. Aunado a esto, en el
trabajo de campo, tanto las instituciones como las asociaciones civiles dedicadas a la violencia de
género, dejaron ver que la agresión hacia ellas no ha disminuido, peor aún, ahora se observa, en
3 www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/.../endireh/endireh2011/ 4 http://www.noticiasmvs.com/#!/noticias/violentadas-7-de-cada-10-mexicanas-denuncian-en-dia-naranja-231.html
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mujeres más jóvenes y se ha vuelto más cruel e inhumana, tal como lo señala en la entrevista la
Activista de la Sociedad Civil B:
“Lo que nosotras hemos percibido en estos 14 años que hemos venido documentando el fenómeno de la
violencia contra las mujeres y su extremo el feminicidio…, es que se ha ampliado en dos cosas: uno, en la
edad, hace 5 años todavía no veíamos el fenómeno en niñas y en adolescentes y en mujeres jóvenes; en la
mayoría de los casos eran mujeres casadas…, hoy estamos viendo casos de niñas, ya no solo golpeadas,
asesinadas, sino hasta quemadas vivas. La otra es la brutalidad, ósea hace 5, 6 años veíamos 3, 4 formas de
violencia que eran las que se repetían: los golpes, las asfixias, los balazos, las apuñaladas; hoy, hay una
diversidad de por lo menos 13 formas, y hay mujeres que les ejercen las 13 formas, además de asfixiarlas,
apuñalarlas, balacearlas, pero además… después de asesinadas…, las destazan, las tiran en bolsas de
basura. Esto es simbólico… ¿Qué son los cuerpos de las mujeres en la basura? Basura”.
Este aumento en la brutalidad de violencia no sólo se da hacia mujeres, sino también de hombres a
hombres, lo cual indica que de manera general el varón se ha vuelto más inhumano y cruel. En este
sentido la violencia cobra una nueva cara que es la brutalidad; desafortunadamente en esta nueva
realidad quien se convierte en un actor vulnerable es la mujer. Lo anterior lo apunta claramente la
Expresidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Guanajuato :
“Antes como te decía se mataban… y ya, nada más con que te murieras, que ya era suficientemente grave;
pero ahora, te matan, te acuchillan, te sacan los intestinos, o sea, no están contentos con que estés muerto,
todavía te quieren destazar y más…”
La violencia en general y contra las féminas se ha vuelto más severa en las formas, lo que hace
urgente la intervención del Estado, ya que además, los asesinatos de mujeres han aumentado.
Según la asociación civil “Las Libre” en: 2011 fueron 54; 2012: 56; 2013: 75; y en 2014 iban 30 hasta
principios de julio. Aunque estas cifras, aún no colocan a Guanajuato como el Estado con mayores
muertes de mujeres en el país, sin embargo, el incremento deja ver un foco rojo que indica existe un
problema social en Guanajuato.
Hay que tener claro que los feminicidios en el estado son resultado, principalmente, de la
violencia familiar o de pareja, por ende, es ésta la que se debe erradicar. En consecuencia, para
evitar los feminicidios, es fundamental trabajar en la violencia que el hombre ejerce hacia la mujer.
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Por tanto, el primer punto es conocer los principales tipo de violencia hacia la mujer: física,
psicológica, económica, sexual, patrimonial, cada una de estas se puede definir de la siguiente
forma (Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Artículo 6)5:
I. La violencia psicológica. Es cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica, que
puede consistir en: negligencia, abandono, descuido reiterado, celotipia, insultos, humillaciones,
devaluaciones, marginación, indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas, rechazo,
restricción a la autodeterminación y amenazas, las cuales conllevan a la víctima a la depresión, al
aislamiento, a la devaluación de su autoestima e incluso al suicidio.
II. La violencia física. Es cualquier acto que inflige daño no accidental, usando la fuerza física o algún
tipo de arma u objeto que puede provocar o no lesiones ya sean internas, externas, o ambas.
III. La violencia patrimonial. Es cualquier acto u omisión que afecta la supervivencia de la víctima. Se
manifiesta en: la trasformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos,
documentos personales, bienes y valores, derechos patrimoniales o recursos económicos
destinados a satisfacer sus necesidades y puede abarcar los daños a los bienes comunes o propios
de la víctima.
IV. Violencia económica. Es toda acción u omisión del agresor que afecta la supervivencia
económica de la víctima. Se manifiesta a través de limitaciones encaminadas a controlar el ingreso
de sus percepciones económicas, así como la percepción de un salario menor por igual trabajo,
dentro de un mismo centro laboral.
V. La violencia sexual. Es cualquier acto que degrada o daña al cuerpo y/o la sexualidad de la
víctima y que por tanto atenga contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de
abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como
objeto.
El trabajo de campo nos permitió ver que la violencia se da tanto en clases altas como bajas, tal
como lo comenta la Activista de la Sociedad Civil B:
“Yo creo, en mi experiencia, que se dice diferente y se vive diferente, no es lo mismo, una mujer de clase alta
que también vive violencia, si la condicionante es lo económico, es decir, ella no se puede divorciarse de ese
5 http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGAMVLV.pdf
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hombre poderoso, porque a lo mejor esa mujer algo que si alcanza a ver es que, por lo menos, tiene recursos
económicos, y por lo menos dice: pues ya sé cómo es la vida aquí, pero me quedo en el estado de confort,
pequeño, que es el dinero ¿no?… muy pocos casos de mujeres de clase alta se divorcian, y es muy difícil, la
mayoría de las mujeres no tiene dinero, no van a poder pelearle al poderoso, y como las leyes hoy por hoy no
son protectoras de los derechos de las mujeres, aunque las tenemos declarativas en la vida real no son así…,
es muy difícil que una mujer gane un juicio cuando se divorcia, si además es poderoso, si además es político,
si además tiene dinero. Es mucho más fácil para las mujeres pobres, decir que viven violencia, que para una
mujer rica. Una mujer rica, tiene que cuidar incluso todo el status alrededor”.
En este sentido, la violencia hacia las mujeres y el desenlace en feminicidios, aunque se vive
diferente en cada clase social, existe en Guanajuato. Pero además, considerando la dicotomía
rural/urbano, de entrada se pensaría que es en la zona rural donde se hayan con mayor cotidianidad
ambos fenómenos, por el nivel educativo, de ingreso y de urbanización; sin embargo, las muertes de
las mujeres en Guanajuato dejan ver que son en las zonas urbanas donde se observan más estos
problemas sociales, tal como lo deja ver la Activista de la Sociedad Civil B:
“El fenómeno en todo el país, no se concentra en área rural, por ejemplo… siempre se ha querido creer que
tiene que ver con marginación, con pobreza, la violencia contra las mujeres. El feminicidio dice totalmente lo
contrario al fenómeno, la mayoría de los feminicidios son en área urbana, no son en área rural…, porque en el
caso de Guanajuato, la mayoría son en la zona industrial, ó sea donde hay más modernidad… no tiene que
ver con el número de población, porque todo mundo puede decir ¡ah claro es León!, porque es el municipio
más grande, por eso suceden más, ¡no!”.
Esto se explica, si consideramos que las mujeres en estas zonas tratan de salir de su rol tradicional,
pero además tienden, por el nivel de urbanización y con ello de mayor información, a conocer más
sus derechos. Con estos elementos, ellas se ven en igualdad al hombre y consideran que lo pueden
cuestionar, por lo que, empiezan a dejar la creencia que deben ser calladas y pasivas. Pero aunado
a esto, un gran porcentaje de mujeres en estas zonas, comparado con las zonas rurales, trabajan, lo
cual activa la inseguridad del marido. Todos estos acontecimientos llevan a que la mujer sea
mayormente violentada, pues el hombre presiona para que ella mantenga su rol social tradicional,
tal como lo permite ver la Activista de la Sociedad Civil B:
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“Los hombres están muy enojados con las mujeres que nos hemos movido de lugar…, ellos hoy están
pensando: las mujeres nunca debieron haber salido de donde las teníamos, porque están invadiendo nuestros
espacios; porque se sienten dueños de todo el espacio y entonces piensan que una forma de someternos es
con la violencia… Entonces lo que nosotras hoy tenemos claro, es eso, que los hombres hoy están más
violentos porque sienten amenazados sus privilegios y su estatus de poder ¿no?, poder político y poder
económico. Es una forma de seguir sometiendo a las mujeres vía la violencia, para que las mujeres no salgan
de los espacios, del espacio privado al espacio público, y nos les disputemos el poder político, el poder
público y el poder económico”.
Aunque esta violencia familiar y con ella el feminicidio se están dando con mayor fuerza en las zonas
urbanas, esto no indica que no exista en las zonas rurales, en ambas se da, sólo que en la primera
se está observando con mayor fuerza. Aclarado este punto, uno de los temas que observamos en el
trabajo de campo es que la violencia hacia la esposa y/o pareja sentimental puede detonar más
fácilmente con la presencia del alcohol o las drogas, tal como no lo apunta el Hombre A;
"Andando en el efecto de las drogas y el alcohol, al hombre se le puede ir hasta la mano y hasta matarla,
porque no mide sus consecuencias, porque no es él el que está reaccionando, su cerebro no está
reaccionando, él sólo trae la violencia y le puede decir: cállate, ósea aquí se va a hacer lo que yo diga y te voy
a golpear hasta que me canse, para que veas que yo mando en la casa y para que veas que tú no me puedes
decir absolutamente nada de cómo vengo, ni a qué hora llego, ni a qué hora me voy ¿sí?, y es que tú no
tienes que decirme nada, tú nada más estas para plancharme, para hacerme de comer y complacerme como
yo quiera y el día que yo quiera".
Hay que aclarar que el alcohol ni las drogas son los culpables de la violencia, sino que en algunos
varones puede desinhibir la actitud violenta y en otros la activa con mayor fuerza, tal como lo deja
ver la Coordinadora del Centro de Atención a Víctimas de Violencia Familiar (CEAVIF), organismo
que pertenece al Hospital General:
“no atribuirlo, sino que es un factor que influye, porque hay hombres violentos que no consumen alcohol y no
dejan de ser violentos, y hay otros también que son alcohólicos y son violentos, pero otros que no son
violentos cuando están alcoholizados por ejemplo, entonces realmente es como un factor que puede
precipitar”.
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En este sentido esas sustancias pueden ser el detonante en un hombre que ya es violento, lo
interesante es que tanto en el CEAVIF como en el Ministerio Público dijeron que había un mayor
número de mujeres golpeadas después del fin de semana y después de festividades, esta es parte
de la entrevista a la Agente del Ministerio Público A:
“Pues es muy variable, por ejemplo los días más llenos son los lunes, porque es cercano al fin de semana y
regularmente quincena…, por ejemplo, acaba de ser el día del padre y los señores se ponen bien borrachos y
no falta quien golpee a la señora, o al niño, o hagan cualquier cosa, y llegan y te dicen: es que vino mi
esposo se puso borracho y me pegó. O, sea cuando hay más fiestas es cuando aumenta la gente”.
Esta situación es preocupante para el caso Guanajuato, pues el alcoholismo está aumentando. Pero
además, aunado a esta enfermedad, también se está el incremento de la drogadicción en el Estado,
tal como, lo señala la Magistrada A:
“Yo le cuento de unos 6 años para acá, no le cuento muchos años; así fuerte, tan grave, no. Antes sí había
alcoholismo, siempre ha habido, pero drogadicción era un sector muy marginal, pero ahora es más abundante
porque la droga era muy cara, la cocaína era muy cara y, ahora ya con todo sintético, es más fácil tener el
acceso a las drogas, hay más vendedores de drogas, la gente la empiezan a enviciar desde muy chiquitos los
niños, desde los dilers en las escuelas, entonces el mundo cambió y no para bien en ese sentido”.
En consecuencia, la cifras dejan ver que hay condiciones estructurales que están llevando a que el
en Estado de Guanajuato siga presente la violencia de género y peor, que este aumentado, y no se
conozca de ella, pues uno de los problemas es que las mujeres la callan, pues en gran parte porque
lo ven natural, y por costumbre, pues la han vivido desde pequeñas. La Activista de la Sociedad Civil
B lo señala:
“Las mujeres que son víctimas de violencia… vienen de una historia de violencia, por ejemplo, nosotras
hemos encontrado, en nuestro trabajo cotidiano, que el origen de que las mujeres vivan violencia y la
mantengan como si fuera algo naturalizado, es el abuso sexual infantil, el origen de la violencia familiar, es el
abuso sexual infantil, que ese todavía está mucho más develado. Por ejemplo, hoy, en todas las casas puede
pasar abuso sexual infantil, y hoy las niñas, imagínate el grado de cultura, piensan que no hay que decirlo,
porque si lo dices, nadie te va creer y más si es tu abuelo, tu papá, tu tío, tu hermano, el vecino… ¿no?
Siempre es alguien que tiene más poder sobre ti, y entonces se callan. Lo que la sociedad les ha enseñado a
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esas niñas es que la violencia, se calla ¿no?..., que la violencia no hay que denunciarla, que con eso se vive
porque si no la familia se desintegra… entonces esas mujeres ya aprendieron desde la infancia a vivir con la
violencia y a callarla…”
Lo más grave no sólo es que aumente, sino que hasta se está haciendo más sofisticada, y los
hombres la han ido perfeccionando, tal como lo apunta la Directora del Centro Multidisciplinario para
la Atención Integral de la Violencia (CEMAIV) Guanajuato:
“…más bien como en aumento..., en algún momento podría, sí pensar..., que tal vez es el agresor el que se
va perfeccionando, ¿no? Tal vez ella en algún momento lo denuncia por golpes, entonces él ya se vio
sometido a un proceso penal por las agresiones que vivió pero resulta que entonces ella regresa con él, pero
para la siguiente vez el ya no la va a golpear…Entonces, te decía que el agresor se va perfeccionando, en un
primer momento era como más abierta la agresión, entonces lo denuncia por violencia física, él ya se da
cuenta que la violencia física tal vez deja evidencias, entonces la siguiente, tal vez lo que va a hacer es que
va empezar a agredirla de manera emocional, nada más, o tal vez ejercerá otro tipo de violencia económica,
algo que no deje tanto la evidencia que le hace él…”
II. ¿Por qué las mujeres viven y callan la violencia?
El origen y continuación de la violencia hacia la mujer y, en ocasiones su muerte, se encuentra,
fundamentalmente, en lo cultural y en la impartición de la justicia, por ende, en este artículo se
analizan ambas esferas, pero veamos el primer caso. La cultura como bien la describe Clifford
Geertz (1992) es la serie de códigos simbólicos que se forman socialmente y que se aprenden
desde el nacimiento, son los que dan forma a nuestra conducta diaria, a nuestro comportamiento:
cómo nos vestimos, qué vestimos, qué decimos, cómo lo decimos, qué comemos, cómo comemos,
cómo comportarnos según nuestra edad y sexo, etcétera. Esta serie de códigos forman nuestra
identidad y pertenencia, ya que somos seres sociales que buscamos estar en grupo, en comunidad,
por ello, tratamos de reproducir dichos códigos para ser aceptados y no ser excluidos de la misma.
Por tanto, es en la sociedad donde se forman los códigos culturales de cómo debe
comportarse una mujer y un hombre, estos códigos se dan de manera autoritaria y se aprenden a
partir del nacimiento y se van fortaleciendo a través de las diferentes experiencias de socialización:
en la familia, en la escuela, con los amigos, en los medios masivos de comunicación, en la religión,
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en el trabajo. Cada uno de esos espacios ocupa un lugar fundamental en la construcción de la
identidad social tanto del hombre como de la mujer. Desafortunadamente, culturalmente en México,
pues Guanajuato no es la excepción, no se forma la concepción de masculinidad y feminidad con
igualdad, se genera una diferencia entre estos dos géneros, posicionando culturalmente al varón por
encima de la mujer, creando así, una categoría diferente de ciudadanos: uno dominante y una
dominada.
Por tanto, continuaremos este trabajo descifrando los códigos culturales de ser hombre en la
sociedad guanajuatense, para después ir con el rol de la mujer.
El estereotipo del hombre machista
En este sentido, la masculinidad que es la serie de códigos culturales que definen al hombre en
sociedad, se construye y cambia de una cultura a otra, y por supuesto entre diferentes grupos de
hombres según su clase, raza, grupo étnico y preferencia sexual (Connell, 2003). El tipo de
masculinidad que predomina en México es lo que se ha llamado machismo:
“Un fenómeno cotidiano conformado por un conjunto de representaciones, elementos, actitudes,
comportamientos, creencias, prácticas y prejuicios, resultado de la cultura patriarcal más amplia como sistema
de poder y dominación, a partir de los cuales se discrimina jerárquicamente a mujeres y hombres en virtud de
su condición genérica, sistémicamente dando primacía a los hombres" (Jiménez, Serrano, 2013: 65).
Como se puede observar, en esta construcción cultural el personaje central y dominante es el
hombre, el cual a través de su vida tiene que seguir una serie de comportamientos que le van a
ayudar a reconocerse ante los demás como tal; entre ellos destaca el hecho de que no puede dejar
ver sus sentimientos, siempre debe ocultarlos y mostrarse fuerte ante cualquier adversidad, no debe
llorar y mucho menos pedir perdón; debe ser agresivo; entre más mujeres tenga "más hombre es";
en el hogar, su papel en la familia es el de proveer y poner "orden" en la casa (Castañeda; 2007).
Por tanto, si la mujer no hace lo que el hombre le dice, él puede tener “razones" para ejercerle
violencia, pues es la autoridad o "el que manda" en la familia, tal como lo deja ver la entrevista a
Hombre A:
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"…si yo le digo ¡haz esto!, en ese mismo instante lo tiene que hacer, si no, le digo: ¿no me vas a hacer caso?
Entonces es cuando se empieza a golpear a la mujer... la mujer tiene que hacer lo que yo le diga... --por eso
me case, por eso estas tú conmigo, tú eres la criada de la casa, tú eres la criada de mis hijos…”
El hombre aprende desde pequeño y, a lo largo de su vida, que debe imponerse a la mujer con
fuerza, por tanto, él ve "natural" usar la violencia para hacer valer su “autoridad” o "sus decisiones"
en su familia (Molina, 2011), tal como lo muestra la entrevista al Hombre B:
"...es que eso ya viene desde los papas, por decir, yo voy a poner mi caso, yo veía como mi papá golpeaba a
mi mamá, borracho llegaba dos, tres de la mañana con sus gritos: te levantas y te quiero ahí; a nosotros nos
ponía ahí en la sala y le pegaba... ¿sí? Y ahí se van quedando las imágenes, y uno se va quedando la idea de
que el hombre manda…, y el ser humano dice: yo quiero ser como mi papá..."
Por tanto, en este tipo de masculinidad, que es la hegemónica en México, la violencia es legitimada
como la posibilidad de demostrar en su comunidad que "tan hombre es" y ser aceptado como tal. En
consecuencia, los varones generan, en su vida cotidiana, relaciones en donde la agresión que se
ejerce a la mujer se ve de manera natural, tanto para ellos como para las mujeres. En este sentido,
la violencia en esta cultura patriarcal y machista está tan profundamente arraigada que no requiere
justificación, se impone como autoevidente (Pierre Bourdieu, 1996). Lo anterior lo explica la
entrevista a la Activista de la Sociedad Civil A:
"La verdad es que está tan institucionalizada y tan interiorizada dentro de nuestra cultura la violencia, que no
la distinguimos; normalmente me he encontrado, no con uno, con varios testimonios de mujeres que me
dicen: quiero denunciar porque ésta vez ya es demasiado. --A ver, ¿A qué te refieres? –Sí, ésta vez me
pateó, me pegó. Otras veces no pasaba nada. --¿Cómo era tu vida anterior con él?, ¿cómo era tu relación
con él?: –pues… ¿Lo normal no?, si nos gritábamos, a veces me empujaba, si me llego a ser infiel...Y
entonces te describen todo lo que es violencia y te das cuenta que ni siquiera la habían distinguido".
Lo que se observó en las entrevistas que realizamos, es que los celos son un tema muy recurrente
en la violencia, los cuales son una respuesta a un sentimiento de inseguridad, por lo que se es
proclive a sentir miedo de perder a la persona que está a su lado, ya sea su esposa o pareja
sentimental, de tal forma, que se intenta controlar la actuación de la otra persona para así "sentirla"
segura. Pero además estos celos, no sólo tiene que ver con una baja autoestima del hombre, sino
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que responden a que en esta cultura machista, el hombre ve a la mujer como objeto y, peor, la
considera de su propiedad, por ello tienen “el derecho” de “cuidar lo que es suyo”, tal como lo deja
ver el Hombre A:
“El hombre piensa: yo, no voy a dejar que sea feliz, ni que otro hombre la toque, porque ya la toque yo, --
porque ya eres mía y no quiero que otro hombre te toque, y cuidado con que otro hombre te toque porque te
mato. Aunque ya no seamos novios... ¿sí?”
Entonces, el miedo a perderla se suma a la creencia que es de su propiedad; en consecuencia, ella
no debe comportarse para llamar la atención de otra persona, ni tampoco, otro varón puede voltear a
verla, tal como explica la entrevista al Hombre A:
"...porque hay hombres que dicen: ¿qué le ves a aquel?, ¿qué le ves?, aún no están casados y que son
parejas o novios; se han dado muchos casos de que: ¿tú que le ves a mi esposa?, o ¿por qué traes una
faldita?, ¡quítate esa falda!, no quiero que te pongas esa falda. Es un dominio hacia la mujer”.
Por tanto, en esta cultura el hombre debe ser el dominante en la pareja y tiene que tener el control
de la mujer, para lo cual no sólo utiliza la violencia física para lograrlo sino también la psicológica.
Generalmente, el varón le baja la autoestima a ella y la hace sentir menos que él, de tal forma, que
la mujer crea que su única forma de sobrevivir es al lado de él. Lo anterior lo menciona el Hombre
A:
"El hombre las manipula porque le dice toda la vida: eres una floja, no sabes hacer nada; simplemente con
que le dé la comida caliente: ¡esta sopa está bien caliente!, y no sirves; es capaz hasta de tirársela, y eso
hace, que de alguna manera, que la mujer se vaya, como se le podrá decir..., su autoestima vaya bajando
(¿por qué hace esto?). Lo hace porque yo le veo más posibilidades de salir adelanta a ella que a mí.
Entonces, ¿Qué es lo que piensa?: ¡Ah no espérate!, ¡tú no vas a ser mucho más que yo!, ¡yo soy más que
tú!, ¿sí?... Ese es el macho de dominar a la mujer y no la deja superarse por miedo a que ella se vaya"
Paradójicamente, a esta situación el hombre sí puede tener varias mujeres, pues así prueba su
masculinidad, y la mujer debe callar y no decir nada ante este tema, pues él cree que no la violenta,
ya que es lo normal en los varones la infidelidad, tal como lo deja ver el Hombre B:
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“Bueno, a lo mejor para mi consideración no es forma de violentarla…, porque no la junto cuando estoy
haciendo mis infidelidades, ni la pongo a que me vea, ni la pongo a que me ayude, simplemente por eso (¿por
qué no terminar esa relación en vez de serle infiel?), pues porque tenemos la virilidad de tener esa y más
relaciones”.
Entonces, recapitulando, el hombre para ser aceptado en su comunidad como "tal" debe ser: fuerte,
no sensible, llevar la dirección de su casa, ser el proveedor, tener dominio sobre su mujer, quien la
considera de su pertenencia, y para lograr esto, puede llegar a agredirla, ya sea físicamente,
psicológicamente, sexualmente o de cualquier otra forma de violencia; por supuesto el ser infiel no
es visto negativamente, contrariamente es muestra de virilidad.
Estereotipo de la mujer en la cultura machista
La mujer en esta cultura patriarcal y machista se construye en contraparte al hombre: se considera
débil física y emocionalmente, por ello, le está permitido mostrar sus sentimientos y llorar; su papel
como esposa es hacerse cargo de los quehaceres de la casa y vivir para satisfacer a su marido y
cuidar de sus hijos, y si no cumple con esta labor puede recibir agresión, por no ser una "buena
mujer" (Castañeda; 2007), tal como lo describe la entrevista al Hombre A:
"el hombre... busca la necesidad del hombre y si no lo complace, luego pone el pretexto de: ya tienes otro;
luego, luego van los celos por delante...o si no le decimos: ya no te quiero, vete para allá; hasta la avienta
uno...; o que el hombre quiere tener relaciones, y la mujer le dice: mira que estoy cansada, que mira que esto,
que los niños me dieron mucha lata; el hombre no, no piensa en eso, el hombre busca su necesidad y dice:
vamos a hacerlo porque yo digo, y te dicen: vengo cansada, y respondes: me vale".
La mujer deber ser callada y recada, no debe confrontar al hombre y mucho menos pedirle
explicaciones de su comportamiento, tiene que ser comprensiva y amorosa; por lo anterior, si hay
violencia es culpa de la mujer porque no se sabe comportar, tal como lo deja ver la entrevista a la
Mujer A:
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"tengo que hacer lo que él me dice sino me pega, el otro día estábamos acostados y me dijo: apaga la
televisión, yo le dije que estaba cansada y que ya me estaba durmiendo que él la apagara, pues él la estaba
viendo..., cuando menos sentí ya lo tenía encima de mí, me agarró a cachetadas y me dijo que yo era su
criada, que para eso se caso conmigo para que le sirviera a él y a su hijo... y me insultó y me aventó para que
apagara la tele...".
A diferencia del hombre, a las mujeres no les está permitido socialmente que tengan muchas parejas
a lo largo de su vida y mucho menos a la misma vez, pues convierte en una "mala mujer" y se
justifica la violencia contra ella, tal como lo deja ver la Magistrada A:
"El señor, que es muy machista, le dijo que la iba a llevar a jurar, antes de casarse, de que sí era virgen, ante
un Cristo, y entonces ella le jura que es virgen, pero ella sabe que eso no es así…, y entonces ella le platica a
su mamá y ella le dice: pues dile la verdad, dile que no eres; y pues bueno...le echa un rollo de porque no era
virgen y, además... le dijo que su vida sexual fue muy promiscua, porque era la verdad, además de que
estaba harta de tanto hostigamiento. A partir de ahí, la empezó a maltratar muchísimo, desde el punto de vista
psicológico, de hacerla sentir que no valía como mujer y cositas así... Ella era Maestra en Economía y bueno
no sé cuantas cosas que sabía, pero él le quitaba el dinero, la tenía hasta el suelo en su autoestima, que no
valía, la espiaba..., bueno hasta le dijo: el cuarto de servicio será tu cuarto…".
En concreto la labor de la mujer en esta cultura machista es cuidar a sus hijos y su esposo, es para
lo que ella "nació"; por ende, no es bien visto que la mujer quiera trabajar, ya que es sinónimo que
no quiere ejercer su rol social, aún peor, puede ser interpretado por su pareja que quiere ser mejor
que él, o conocer más hombres y dejar la relación. Es decir, el que la ella quiera ser independiente
económicamente o ayudar con los gastos de la casa es visto por el varón como una amenaza a su
dominio; por ello, él hace sentir a la mujer (si es necesario con la fuerza) que debe de conformarse
con lo que él le pueda dar y quedarse en su casa, tal como lo deja ver la Mujer B:
“Mi esposo hace unos días me golpeo, hasta el cansancio, porque había metido documentos en un Oxxo, ya
le había dicho que iba a buscar trabajo…, mi esposo es albañil, a veces trabaja y a veces no; cuando no
trabaja pues no tengo dinero para darle de comer a mis hijos (cinco), y cuando no tengo dinero tengo que
pedirle a mi suegra de comer y se molesta porque le pido, y con tal de que les de comer a mis hijos yo no le
pido para mí. Por esta situación busque trabajo, pues ya no quiero estar cerca de mi suegra, pues cuando mi
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esposo me pega entra mi suegra a decirle que sí, que me pegue, porque me lo merezco, no les doy de comer
a sus hijos, y cuando contesto que él no me da dinero para comprar mandado… me va peor”.
La mujer en este rol social machista, debe estar dedicada a su casa, hijos y principalmente a su
esposo, a quien no le debe contestar y debe de conformarse con lo que él le dé, ya sea
económicamente o sentimentalmente; si no obedece al hombre y no hace lo que él le dice, será
considerada una mala mujer, por lo que podrá recibir violencia, para así aprender a “comportarse
como debe ser”.
Como se puede observar, la conformación cultural de ser hombre y mujer en esta cultura
machista lleva a una gran agresión del varón sobre la mujer, la cual no es considera su igual, sino
alguien quien nació para servirle y cuidar de sus necesidades. Este rol social que además es
avalado, muchas veces, por las instituciones como veremos más adelante, se convierte en el
principal factor de por qué las mujeres vean la violencia como natural. Por lo descrito en este
apartado, podemos señalar que esta cultura de tipo machismo ocasiona que la mujer:
Naturalice de la violencia.
No se vea como un sujeto de derechos, igual que el hombre.
Tenga baja autoestima.
Internacionalice la culpa.
Sé resigne a la violencia.
Crea que su principal rol es el de ama de casa.
Pero no son las únicas razones internas o culturales por las que una mujer lleva a soportar la
violencia, tal como lo veremos a continuación.
Las ataduras de la mujer
Un tema muy recurrente en las entrevistas a profundidad que se hicieron fue que la mujer asume a
la violencia como algo normal, pues la ha vivido desde pequeña, y no sólo en el matrimonió, de
hecho su madre fue víctima de violencia y, por lo mismo la reproduce, lo que describe la Directora
del IMUG:
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“Pero hay muchas mujeres que siguen pensando que así es… --Es que yo veía que mi papá le pegaba a mi
mamá. Te comento algo que a mí me impacto mucho..., para que nos demos cuenta del grado de tiene que…
la importancia que tiene esto… una señora, me dice: fíjate que cuando yo me casé y mi marido me pegó…
pues es normal, mi papá le pegaba a mi mamá, pero cuando termine en un hospital…dije no, esto no es
normal, yo nunca vi a mi mamá en un hospital. ¿Esto de que te habla?, que para ella la violencia es normal, lo
que no es normal es el grado de violencia…”
Pero si a esta cultura le sumamos el tema religioso, tenemos que las mujeres aparte de que creer
que la violencia es normal, la iglesia, principalmente la católica, siempre le ha impuesto que el
matrimonio no se debe romper hasta la muerte; por tanto ella debe soportar a su marido,
independientemente de cómo sea. La frase “es tu cruz”, tiene un fondo de resignación y de
sufrimiento donde se compara con la crucifixión de Jesucristo; en consecuencia, sí el soporto esto,
por qué una mujer no ha de soportar el dolor y sufrimiento. En esta religión el dolor, el sufrimiento se
recompensa con el cielo. Lo anterior lleva a que la mujer se resigne a la violencia, pues es lo que “le
toco vivir”.
En este asunto, hay que señalar que el Estado de Guanajuato se ha caracterizado
históricamente por ser una zona muy tradicional religiosamente hablando, de hecho, en este estado
la guerra cristera tuvo mayores repercusiones que en el resto del país (1926-1929), y en la
actualidad sigue siendo uno de los estados con mayor influencia de la iglesia católica. El último
censo 2010 del INEGI señaló que de 5, 486,372 habitantes, 5, 147,812 son católicos, 70, 052 no
presentan religión, mientras que 268,508 habitantes profesan otras religiones; es decir 93.8% dijeron
ser católicos.
Este apego religioso nos habla de una cultura tradicional que explica fenómenos como el
que en este estado no se haya legalizado el aborto y en donde la familia es lo más importante sin
que interesen los sacrificios que hay que hacer, principalmente, por parte de la mujer, la cual debe
aceptar con abnegación su vida. Como resultado de ello, en esta entidad frases como: "es tu cruz",
"Dios te lo mando", "te tocó sufrir en este mundo" son comunes y se interiorizan en el imaginario
colectivo de ellas.
Aunado a estas características, los hombres ejercen violencia psicológica contra las
mujeres, para que así tengan miedo de dejarlos, el caso más común es la amenaza de quitarles a
los hijos, agresión que ellas terminan asumiendo, y por el temor, las mujeres no denuncian, tal como
lo comenta la Directora del CEMAIV Guanajuato:
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“Si yo creo que si… porque mira la cuestión aquí es que ellas vienen con muchos temores. Muchas mujeres
llegan por ejemplo denunciándonos que él dice: que sí lo denuncio o sí lo dejo por ejemplo, me va a quitar a
los niños…; ese es un clásico. Entonces tú cuando le explicas a esas mujeres que no es así de sencillo, que
ella tendría que haber realizado actos específicos para que pueda perder a sus hijos, y que seguramente se lo
dice nada más por amedrentarla. Entonces ellas dicen: ¡ah!, entonces, ¿no me va a quitar a los niños?“ –No,
no tiene por qué quitárselos. Esta orientación les sirve a ellas para que tomen la decisión de hacer la
denuncia, porque estaban con el miedo..."
Otro tema, es que el varón no deja trabajar a la mujer por miedo a perder su posición como el
“hombre de la casa”, por lo mismo, presiona para que la mujer dependa económicamente de él, de
tal forma, que ella no cuente con recursos económicos para ser independiente con sus hijos; bajo
este situación tendrá que aguantar los tratos del esposo o pareja. Esta situación la plantea el
Hombre B en la entrevista:
"...porque he visto y he sabido de amigos ¿sí? que sus mujeres han salido mucho más adelante, y ellos se
quedan ahí, entonces ellos ven que va un paso adelante la mujer y ¿qué es lo primero que dicen?: ósea yo la
saque de trabajar, ¡ya me quería mandar ella a mí!, la justificación de la mujer era "yo gano más que tú. A
esto, el hombre responde: ¡ah no!, espérate, yo no voy a dejar que tú me humilles, una mujer no puede
humillar a un hombre...".
Por tanto, el hombre propicia las condiciones para que la mujer no trabaje y así siempre tenga que
hacer lo que él indica; acción que hace más vulnerables a las mujeres para salir de la violencia. Si a
esto se le suma la baja autoestima que tiene como consecuencia de su historia, desde pequeña y
después en su matrimonio, o que no tiene apoyo familiar, o que cree que es su cruz; es muy
complicado que ella deje a su pareja, tal como lo dice la encuesta al Hombre B:
"...porque la mujer se ve amarrada de las manos, porque déjeme decirle, ella piensa: ¿y si me deja? ¿Qué
voy a hacer yo con mis hijos?, no voy a salir con mis hijos, yo sola no la voy a hacer; y, se quedan estancadas
con el hombre aunque las trate mal, les pegue, las humille ¿sí?, la mujer ¿qué hace?, tiene que aguantarse,
porque esta con el temor de que nunca van a salir ellas solas adelante, porque están con el temor de que: si
me deja, pues yo no sé qué voy a hacer con mi niño-".
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Como podemos ver la violencia que recibe la mujer es resultado de su infancia y de las experiencias
a lo largo de su vida, incluyendo el matrimonio. Es una víctima de cómo ha sido educada, de la
exigencias sociales y religiosas, de su entorno y, por lo mismo, ve la violencia como natural o hasta
se culpa de ello, por tanto, le es muy complicado salir de la misma. Recapitulando lo que se ha dicho
hasta entonces, podemos decir que la mujer en Guanajuato no sale de la violencia y/o la denuncia
porque ha desarrolla a lo largo de su vida una serie de conductas y sentimientos que muchas veces
conspiran contra ella misma:
Naturalización de la violencia, consecuencia de que desde la infancia ha vivido con ella.
Actitud minimizadora de la violencia, basada en el poco conocimiento de los derechos
humanos.
Baja autoestima, producto de haber vivido violencia en cualquier etapa de su vida incluyendo
el matrimonio o vivir en pareja.
Aislamiento de la familia y de su entorno social, por pena a que sea publica su realidad o
porque el hombre se lo prohíbe, por lo mismo, no se relaciona y procura no salir de su casa.
Internacionalización de la culpa, la persona se siente responsable, atribuye la violencia a una
falla suya; actitud debida especialmente a una baja autoestima y a la manipulación
constante del hombre, pues él le dice que le pega porque ella no se sabe comportar, la
mujer lo cree, pues desde pequeña se le ha inculcado cual es su papel como mujer.
No cuenta con el poder adquisitivo para ser independiente, económicamente hablando, ya
que su labor es cuidar a los hijos, por ello, el trabajo esta visto de manera negativa, pues
descuida su rol tradicional.
Aceptación de la violencia como designio divino (religión): “es tu cruz”.
Temor a las reacciones de su pareja sí lo llegase a dejar, como quitarle a sus hijos.
No tiene una familia que la apoye y/o no cuenta tampoco con la comprensión de los hijos.
Generalmente, una mujer presenta varias de estas condiciones, lo que hace que vivan en la
violencia y no la denuncien. Por eso el dato que maneja Inmujeres y la sociedad civil es que de 10
mujeres, 7 viven en violencia y sólo 1 denuncia (10%), tal como lo señala la Activista de la Sociedad
Civil B:
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“Sólo el 10%, de las mujeres que hoy viven violencia denuncian, es decir, hoy todavía sigue siendo brutal. El
dato estadístico que sigue siendo como el más contundente es de cada 10 mujeres hoy, 7 están viviendo
violencia. 7 de cada 10”.
Así que sólo 10% de las mujeres que reciben algún tipo de violencia va a denunciar, ya que es un
proceso muy complicado para ellas, pues en una lucha interna por saber qué deben de hacer. En
entrevista con la Activista de la Sociedad Civil A se observa claramente esta realidad:
“es una lucha interna importante para las mujeres, porque involucra denunciar aquello que te enseñaron o con
lo que te formaron como válido, entonces desde el principio es como hijo o hija te pego, pero es que te quiero
mucho, de verdad te quiero mucho. Y estos dobles mensajes que traemos desde nuestra formación de
infancia, adicional a todo lo que nos rodea y todo lo que nos valida. Una mujer tiene que enfrentarse entonces
a ella misma, a sus familias...; yo te puedo confirmar que creo que de diez mujeres que denuncian, ocho, no
se encuentran con el apoyo de sus familias. Y está comprobado, que cuando una mujer tiene redes de apoyo,
tiene una condición más óptima para poder presentar denuncia, desafortunadamente, los cuestionamientos
son desde los hijos, los padres, las madres, los hermanos, los familiares cercanos".
Entonces, es esta lucha interna donde se discute con el estereotipo de mujer inculcado desde la
infancia, pero además, se le suma toda la experiencia de violencia que ha vivido a lo largo de su
vida. Todo ello hace difícil la denuncia y/o facilita el perdón al varón en caso de que intente un
proceso legal, tal como lo confirma la entrevista con la Directora del IMUG:
“Entonces lo primero que te encuentras es el factor humano en ellas, la falta de autoestima, el vivir en una
situación… pues de mucha desesperanza, que no le permite a ella misma, primero que nada, autovalorarse,
ella siente que es muy poco… Y la otra cosa es porque es dependiente completamente, a veces
económicamente y emocionalmente... Entonces se enfrenta ella misma entre debo de denunciar o no debo
denunciar…”
Por todas estas condiciones, muchas mujeres son presas de esta violencia de género, la cual va en
aumento conforme pasa el tiempo. La violencia intrafamiliar consta, principalmente de tres fases:
Fase 1. Aumento de la tensión (aparición del problema)
Fase 2. Estallido de la violencia (agresión en sus diversos tipos y consecuencias)
Fase 3. Tranquilidad (reconciliación, negación del problema).
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Después de que termina un ciclo empieza otro, pero en cada inicio de ciclo, la violencia es da con
mayor intensidad, y es cuando la vida de la mujer peligra.
Aunado a estos factores internos, cuando una mujer decide ir a la ley y denunciar, veremos
cómo, la mayoría de la veces no encuentra un camino fácil, por lo mismo continua en la violencia, la
cual va en aumento.
III. Legalidad y violencia de género
No sólo culturalmente se legitima la violencia contra la mujer sino hasta institucionalmente, en este
apartado se analiza el papel de la Procuraduría General del Estado de Guanajuato, así como el
Código Penal para el Estado de Guanajuato.
a) Procuraduría General del Estado de Guanajuato (PGR)
Como ya había mencionado previamente, sólo el 10% de las mujeres violentadas denuncian; en
otras palabras, de 10 mujeres 7 reciben violencia de género, pero de estas sólo llegan a denunciar 1.
Por lo mismo, aunque no hay una cultura de la denuncia por los temas arriba tratados, las pocas que
llegan no encuentran justicia.
Hay que mencionar que la Procuraduría General del Estado de Guanajuato (PGR) ha hecho
visible sus intenciones de mejorar en el tema de la violencia de género, muestra de ello, en 2012 se
formó la Dirección de la Unidad de Atención Integral y Especializada de la Mujer; empero, a pesar de
las acciones que se han emprendido, aún hay varios desafíos de esta institución respecto a los
protocolos y atención a la mujer violentada y asesinada.
En primer lugar, habría que mencionar que continúa el hombre violento con una gran
inmunidad, pues la actuación de los Ministerios Públicos (MP) parece que le protegen para no ser
castigado por la violencia que ejerce sobre la mujer. Como muestra de lo anterior, a la mujer que
llega con muchas dificultades a denunciar se le dan “opciones” de lo que quiera hacer con su marido
y/o pareja, como si ella fuera la juez y supiera de sus derechos, como lo menciona la Empleada del
Ministerio Público A:
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“Mira hay dos maneras, una: inicias antecedentes, que no es una denuncia como tal, nada más es para que
quede un registro, pero se le manda a hablar al señor, donde se le dice que se le impone una medida y no se
le puede acercar a la señora, se debe de salir de la casa, etc., depende de lo que pida la ofendida… Le
explicas a ella el procedimiento, se le dice: Mire aquí hay dos alternativas, una de ellas es el antecedente en
donde la investigación termina hasta que se le cite al inculpado, a su pareja, a su esposo… se le dan a
conocer los hechos que usted nos narra y ya que se le cite se le impone la medida, aquí termina todo y esto
se archiva porque no es una denuncia…Y en la denuncia pues si nos debe de traer sus testigos, debe de
venir la psicóloga, debe de revisarse el entorno social y distintos datos de prueba, y ahí es para que pasen
con un juez y el juez le imponga la sanción correspondiente. Y a veces te dicen “No yo no quiero eso, yo solo
quiero que le digan que me deje en paz”.
Entonces, una mujer que llega al MP violentada, en muchos casos, de años atrás, que va con miedo
a lo que puede suceder, y el agente del MP le dice --palabras más palabras menos--: ¿qué quiere
señora, qué se le inicien antecedentes (que se le llame la atención) o que se le encarcele? Una
mujer que es víctima de la violencia y que, en muchos casos, siente que ella, en parte, ha
ocasionado esa violencia por no hacer lo que él le dice, o que tiene pánico de las consecuencias, no
va a pedir la cárcel para él.
El papel de las leyes es ejecutarlas y si en el código penal de Guanajuato existe el castigo
por maltrato, así de simple, la mujer que llegue golpeada se tiene que abrir el caso y llevarlo al juez
para que reciba el caso y se le dé la pena correspondiente al agresor, es un tema de legalidad.
Contrariamente a esto, los agentes del Ministerio Público parece ser que se proponen asustar a las
mujeres para que mejor no denuncien, tal como lo apunta la Psicóloga de la Policía Municipal de
Guanajuato A:
“Entonces si el día de mañana llega más violentada todavía y nos dicen --bueno que tienes de ella, cuantas
veces vino aquí; ¡ah! por parte de mi área se le dio atención tantas veces, pero ella no quiso y aquí está el
antecedente donde se mandó a tal lado...; esta es una manera de decir bueno, nosotros hicimos nuestra
parte, pero también depende de las demás instituciones, y sobre todo de la persona…Pero es un trabajo en
conjunto, ¿cómo vas a animar a la señora si le vas a meter miedo?, porque muchas veces les dicen: no le
conviene ¡eh!… porque fíjese implica el divorcio, y que pelee a los niños; entonces se asustan…y a veces
ellas mismas dicen: no, mejor no…. Ellas a veces nos dicen que en el MP o en el DIF les dicen todo lo que
implica… y que van a perder esto y que ¿sí están dispuestas a ir a declarar en contra de él?, y las hacen
cambiar de opinión, y dices ¡cómo! sí de aquí se fue muy decidida… --pues sí, pero es que implica
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denunciarlo, me voy a echar encima a su familia, luego los niños y luego a él... pues ya no…; y el trabajo que
aquí se hace en el momento en que se atiende el reporte, pues se viene abajo, y dices esto no va a cambiar,
si los de acá adentro no cambiamos..."
A esto se le suma que el Ministerio Público no hace su trabajo de buscar pruebas condenatorias y se
lo deja a la mujer violentada que lo haga, lo cual no debería de ser, pues la victima está asustada,
amenazada y/o no tiene el apoyo de su familia, por lo que mejor acaba dejando la denuncia y/o
dándole el perdón al varón, ya que no puede recabar las evidencias que le piden en el Ministerio
Público o no puede conseguir los testigos; en consecuencia, se cierra el caso, tal como lo deja ver la
Expresidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Guanajuato:
“…por no judicializar el tema o por no hacerse cargo de un trabajo que técnicamente no es tan fácil de realizar
porque nada más cuentas con la declaración de la víctima y va a ser difícil una consignación, pues prefieren
darle carpetazo a través de un otorgamiento de perdón, de una salida alterna, pero esto se hace ya por vicios
del sistema; pero también es que como la violencia intrafamiliar sucede en el interior de la casa nadie quiere
declarar y son asuntos desde el punto de vista técnico, como no hay pruebas, condenados a no tener éxito
porque no hay testigos, no hay nada… y está la visión de la señora y la del señor, es una contra otra y es muy
difícil para cualquier juzgador y más para un MP sostener una acusación con una sola declaración y es por
eso que muchas veces se busca una salida alterna para dar por concluido ese asunto y no tenerlo en
números, no tenerlo en estadística viva y ya lo terminas…¿Por qué? Pues porque no hay pruebas para
incriminar a esta persona, que es lo que sucede por ejemplo con secuestros del crimen organizado, el crimen
organizado amenaza a la víctima: si vas, si vuelves mato a tu familia y la la la; entonces nadie sostiene las
acusaciones, nunca nadie más va…”
Con esta actuación de los Ministerios Públicos, los varones que saben que tienen controlada a la
mujer, no les preocupa mucho que vayan a demandarlos, pues han aprendido a manipularlas, así
que les piden perdón y/o amenazan, lo que sea, para que ellas no los denuncien o retiren la
denuncia, lo cual ocurre frecuentemente. Por tanto, queda impune la violencia que se ejerce sobre la
mujer. Nuestro sistema de ejecución de las leyes no está actuando para defender a una víctima de
violencia y entender las implicaciones subjetivas y reales por la que ella atraviesa.
Con lo anterior queda claro que, en segundo lugar, está la problemática de comprobación de
la agresión, como el MP no quiere hacerse cargo de ello, sólo archiva el expediente, de lo cual
también da cuenta la Activista de la Sociedad Civil B:
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“El otro día me tocó con una señora, describió la violación de su esposo y la MP le dijo: ay pero mejor la
violación no hay que ponerla, porque esa es muy difícil… y luego mira si ahorita decimos que también vivió
violación, pues, ¿cómo la vamos a acreditar?, mejor esa no. ¡¿Ósea que qué?! ¿No? Y eso en mi cara, ósea
imagínate el conjunto. Entonces pasas con uno, con uno, con uno y lo único que te hacen es ayudarte a decir:
pues va a ser largo, pues bueno, no va a pasar nada, la verdad es que el delito de violencia intrafamiliar ni es
grave, a ver, ni siquiera va ir a la cárcel señora si eso es lo que usted quiere; entonces, la señora termina
diciendo... adiós mejor… porque lo único que va a pasar es que él otro se enoje más…”
A todas luces el MP comete dos faltas en este tema: no respetar los derechos de las mujeres y no
protegerlas de la violencia; en cualquier otro país, donde se respeten los derechos humanos, un
hombre que golpea a una mujer, no se le pregunta a ella qué castigo quiere, o no se le dice sí lo
quiere denunciar, pues es difícil y largo el proceso, simplemente se le castiga al hombre. Por tanto,
queda en el aire los siguiente cuestionamientos, ¿por qué se busca que la mujer violentada sea
quien decida qué hacer ante la situación?, ¿a quién está defendiendo el Ministerio Público con su
actuación cotidiana?. Con lo señalado previamente, pareciera que el Estado protege al agresor para
que no se le aplique la ley, lo cual deja otra pregunta en el aire ¿acaso el Estado no está
considerando un delito grave el golpear a una mujer? Por todas estas condiciones, el hombre no
tiene miedo de las recursiones de golpear a una mujer, pues depende de ella su castigo, y no de una
institución.
Aunado a ello en la procuraduría sigue faltando el tema de la capacitación, la sensibilidad, y
sigue dándose la rotación de puestos lo cual no facilita la especialización en el tema de perspectiva
de género, tal como lo señala la Activista de la Sociedad Civil A:
"En el caso de los ministerios públicos, yo voy al ministerio publico tres ó cuatro veces por semana, ha habido
cambios y rotación de personal, me he encontrado con personas preparadas para hacer su trabajo, pero esto
pareciera una moneda de suerte y en el ejercicio decimos: -Ojalá me toque una ministerio público o un
ministerio público capacitado, cuando en un ejercicio de legalidad tendrían que estarlo todos...Entonces... en
términos generales, no hay personal capacitado, no hay infraestructura especializada, no tienen protocolos o
manuales que fundamenten su actuación, sigue siento esto tan empírico, y entonces vemos que no basta que
sean abogados o abogadas...Entonces, yo creo que aquí la alternativa sería dejar de perder tiempo en la
sensibilización, buscar la capacitación y la certificación de agentes del ministerio público especializados. Una
historia distinta es el poder judicial, donde vamos a ver que son personas, hombres y mujeres con un nivel de
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expertis mayor. No dejamos de lado que también ahí ya se han empezado a invadir espacios con
designaciones políticas, pero todavía sigue privando la profesionalización, hay perfiles diferenciados".
Pero además, en quinto lugar, como lo expresa la Activista de la Sociedad Civil B, falta aún mejorar
los protocolos y el trato del personal del MP, ya que es muy difícil para una mujer denunciar; por ello,
estas instituciones deben de protegerla y ayudar a dar este paso que es muy grande para ellas;
empero, de manera contraria, como lo deja ver esta Activista, cuando finalmente una mujer decide
denunciar se enfrentan a:
"…llegan al ministerio público en la mayoría de los casos solas y tienen que enfrentarse a partir de este
momento a acreditar su dicho, porque lejos de los protocolos internacionales que dicen que el dicho de una
víctima cobra relevancia en una denuncia de esta naturaleza, nos encontramos con que se encuentran con
una espera primero, una espera importante. Segundo: con un escenario físico y de infraestructura que inhibe
la denuncia porque todo mundo pasa, todo mundo camina, y ahí lo mismo puede estar un familiar, un amigo o
un conocido del presunto responsable. Y hacer una declaración donde no terminan de saber ellas que sigue
después de eso, muchas mujeres llegan con una expectativa muy alta, porque atienden a la invitación que
hace el gobierno de denuncien, denuncien y entonces llegan, denuncian y no les explican todo lo que viene
después… Se les invita a una revisión que dura diez quince minutos del médico, si es que está, si no, tendrán
que regresar otro día, con la preocupación de ¿Y si los golpes se borran? Todavía no identificamos o no se
tiene información de que la violencia emocional tendría que ser valorada y esas huellas no se borran por
ejemplo ¿no?, entonces la mujer pasa por cuatro filtros y un adicional. Un quinto filtro es que no están en
condiciones para que las mujeres una vez pongan su denuncia cuenten con medidas de protección, si el
presunto responsable llega a enterarse esta denuncia por algún otro medio, su vida está en riesgo"
Este fue el caso de Laura Patricia Vázquez Aguilar6, quien solicitó tres veces protección del estado al
ser víctima de violencia intrafamiliar, y no se le atendió y fue asesinada por su esposo. Por tanto, la
sociedad civil en Guanajuato ha coincidido en la ineficacia de la Procuraduría en las investigaciones,
en el incumplimiento de protocolos de perspectiva de género, así como de los tratados y de la Ley
de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Elementos que han hecho impunes los
feminicidios en Guanajuato.
6 http://www.sdpnoticias.com/estados/2013/10/25/feminicidios-en-guanajuato-ahora-el-caso-de-ana-karen
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La asociación “Las libres”7 señala que antes de que fueran asesinadas, 23% de estas
mujeres, denunció violencia en su contra y nunca fueron escuchadas. Y de las 75 muertas en 2013
sólo 6 de los agresores están en la cárcel, con este dato, ¿cuál es el mensaje que se da a los
agresores? Como lo deja ver la evidencia presenta aquí es necesario que el Estado se haga cargo
de la protección de la mujer que denuncia.
. Pero además, en el caso de los albergues del Ministerio Público, la atención psicológica en
muchas ocasiones no es suficientes ni efectiva, y la mayoría de las mujeres que están en estos
lugares, debido a su baja autoestima y creencia cultural y religiosa piensan que deben soportar su
“cruz”, por ello, después de tres meses o un poco más en estos albergues, no presentan cambios
psicológicos importantes, así que regresan a su vida anterior, tal como menciona la Directora de
Atención a la Mujer Guanajuatense:
"...bueno de pronto hay quienes están en el refugio, y se salen del refugio a pesar de que están ahí en
atención psicológica todos los días, en todo momento y los niños, pero hay quienes regresan por diferentes
causas: no tienen apoyo de los padres, esa es una realidad, hay quienes me cuentan y que les dicen sus
propias madres: es tu cruz y Dios te va a castigar si lo dejas, es una realidad, es una realidad...Entonces ellas
tienen miedo porque piensan que una divinidad te está marcando todo este sufrimiento y tienen miedo a
tomar una decisión que a veces creen que no merecen ser felices".
Con lo señalado anteriormente, es claro, que los albergues, tal como están funcionando en la
actualidad, no dan una solución real al problema, lo que lleva a pensar que es necesaria una
reestructuración de los mismos, con el fin de lograr los objetivos para lo que fueron creados.
b) El Código Penal para el Estado de Guanajuato
Hay que aclarar que se han hecho reformas importantes al Código Penal para el Estado de
Guanajuato sobre la clasificación y la penalización del feminicidio, actualmente se le castiga hasta
con sesenta años de presión8:
7 http://www.animalpolitico.com/2014/04/por-1a-vez-segob-admite-una-alerta-de-genero-guanajuato-esta-en-la-mira/#axzz365MXmnkN 8http://www.congresogto.gob.mx/uploads/codigo/word/2/CO_DIGO_PENAL_DEL_ESTADO_DE_GUANAJUATO_con_Decreto_204_P.O._16_DIC_2014.doc
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ARTÍCULO 153-a.- Habrá feminicidio cuando la víctima del homicidio sea mujer y la privación de la vida se cometa por razones de género, considerándose que existen éstas, cuando ocurra alguno de los siguientes supuestos en agravio de la víctima: I. Que haya sido incomunicada; II. Que haya sido violentada sexualmente; III. Que haya sido vejada; IV. Que se le hayan infligido lesiones o mutilaciones, infamantes o degradantes aún respecto del cadáver; V. Que haya existido amenazas, acoso, lesiones o violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar o cualquier otro que implique supra o subordinación del sujeto activo en contra de ella; VI. Que exista o haya existido con el activo relación íntima, de convivencia, de confianza, noviazgo, parentesco, matrimonio o concubinato; o VII. Que su cuerpo sea expuesto o arrojado en un lugar público. Al responsable de feminicidio se le impondrá de treinta a sesenta años de prisión y de trescientos a seiscientos días multa. Si concurre con el mismo u otro delito, se acumularán las penas que por cada uno se impongan. La de prisión no podrá exceder de setenta años.
Debido a la complejidad que la ley tiene para otorgar la pena, todo depende de la o él juez el castigo
que se imponga, entonces, nuevamente, entra la cultura, pues ¿qué pasa cuando el juez tiene una
cultura machista? Lo anterior lo expone la Expresidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado
de Guanajuato:
“... tienen muchísimos cursos, por ejemplo, el caso del campo algodonero te lo explican, porque tenemos que
cumplir con el protocolo, con las sentencias de la corte interamericana, este conoces el caso de Radilla
Pacheco, de toda la devolución de los derechos humanos, se trabaja mucho el tema, pero yo creo que sí
están capacitados, pero también es ese tema a veces de actitudes, porque hay cosas que por más que tú
quieras, por más buenas ideas que te den, si tu chip está en otro funcionamiento, tú crees en otras cosas, o
creciste con el machismo, con la violencia, son cosas que no puedes erradicar aun cuando tú sepas; pero sí
son capacitados, sí logras transformar un poco tu entorno, tu mente, pero yo creo que muchas jueces a pesar
de ser capacitadas siguen manteniendo patrones culturales bien estereotipados, o sea ese es ya un
problema”.
Pero además, como este artículo se ha mencionado, no debemos esperar a la muerte de la mujer,
debemos prevenir y, desafortunadamente, aunque tenemos la Ley General de Acceso a las Mujeres
a una Vida Libre de Violencia que contempla seis formas de violencia, el Código Penal para el
Estado de Guanajuato no señala la pena para cada una de ellas (v. cuadro 1), y, nuevamente, todo
recae en la o él Juez.
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Cuadro 1 Código Penal para el Estado de Guanajuato
CÓDIGO PENAL PARA EL ESTADO DE GTO. LEY GRAL. DE ACCESO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA.
ARTÍCULO 180. A quien por medio de la violencia imponga cópula a otra persona, se le impondrá de ocho a quince años de prisión y de ochenta a ciento cincuenta días multa.
ARTÍCULO 187-a. A quien, por cualquier medio, acose a una persona a pesar de su oposición, para que ejecute un acto de naturaleza sexual, para sí o para un tercero, se le sancionará con seis meses a dos años de prisión y de cinco a veinte días multa. ARTÍCULO 221. A quien ejerza violencia física o moral contra una persona con la que tenga relación de parentesco, matrimonio, concubinato o análoga; contra los hijos del cónyuge o pareja, pupilos, o incapaces que se hallen sujetos a la tutela o custodia, de uno u otro, se le impondrá de uno a cuatro años de prisión.
ARTÍCULO 6. Los tipos de violencia contra las mujeres son: I. La violencia psicológica. Es cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica, que puede consistir en: negligencia, abandono, descuido reiterado, celotipia, insultos, humillaciones, devaluación, marginación, indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas, rechazo, restricción a la autodeterminación y amenazas, las cuales conllevan a la víctima a la depresión, al aislamiento, a la devaluación de su autoestima e incluso al suicidio; II. La violencia física.- Es cualquier acto que inflige daño no accidental, usando la fuerza física o algún tipo de arma u objeto que pueda provocar o no lesiones ya sean internas, externas, o ambas; III. La violencia patrimonial.- Es cualquier acto u omisión que afecta la supervivencia de la víctima. Se manifiesta en: la transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, documentos personales, bienes y valores, derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades y puede abarcar los daños a los bienes comunes o propios de la víctima; IV. Violencia económica.- Es toda acción u omisión del Agresor que afecta la supervivencia económica de la víctima. Se manifiesta a través de limitaciones encaminadas a controlar el ingreso de sus percepciones económicas, así como la percepción de un salario menor por igual trabajo, dentro de un mismo centro laboral; V. La violencia sexual.- Es cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la Víctima y que por tanto atenta contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como objeto, y VI. Cualesquiera otras formas análogas que lesionen o sean susceptibles de dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres.
El Ministerio Público puede hacer mención de cualquier ley que crea necesaria dentro de sus
conclusiones, pero para pedir la pena o sanción por violencia de género sólo se puede basar en el
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Código Penal para el Estado de Guanajuato, el cual no deja claro los tipos de violencia y su castigo.
En consecuencia, se debe de realizar una reforma al Código Penal, si se prende abonar
institucionalmente a la erradicación de la violencia y a la impunidad que vive el Estado en el tema de
la violencia de género.
Otro tema preocupante, es que el proceso puede durar lo que el acusado desea ya que él
puede presentar todas las pruebas que quiera para probar su inocencia según con lo dispuesto al
artículo 20-a de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Lo cual lleva a que el
juicio sea largo, y por lo mismo muy complicado de continuar si la mujer no cuenta con recursos,
pues tiene que ir a un abogado de oficio, quien tiene mucho trabajo y no sigue el caso de manera
continua, tal como lo comenta la Magistrada A:
“yo creo que el 80% de los asuntos familiares los lleva la representación gratuita, con todos los bemoles”.
Por tanto, ante esta situación, las mujeres que no cuenta con recursos, y que han logrado ganarle a
sus miedos internos, al DIF, al IMUG, al MP, se enfrentan ahora con el juicio, el cual se convierte en
interminable, por lo que muchas de ellas, finalmente, deciden ya no continuar con el proceso.
En este sentido consideramos se deben hacer reformas al Código Penal para el Estado de
Guanajuato para vincularlo con la Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia; y debe
aumentar la representación jurídica gratuita hacia las mujeres en los juzgados. Si estas medidas no
se toman los feminicidios seguirán siendo una realidad del Estado de Guanajuato
Conclusiones
En el estado de Guanajuato los feminicidios son resultado de una cultura tradicional sobre el tema
de los roles de género, por tanto la violencia contra las mujeres aumenta cuando ellas quieren salir
de dichos roles de género establecidos socialmente, por ende esto se observa con mayor fuerza en
zonas urbanas, hay que aclarar que la condición socioeconómica no es una variable que influya,
pues mujeres de todas las clases sociales son violentadas.
El que exista un incremento no sólo en la violencia de género sino en los feminicidios se
debe a la existencia de entes socializadores que continúan con la cultura tradicional como es la
iglesia e instituciones legales que reproducen y protegen al hombre que violenta a una mujer y/o la
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mata, aunado a lo anterior la ley no establece claramente los castigos que habrá según la violencia
que ejerza el hombre, la cual no sólo es física y moral.
Por tanto, si queremos que los feminicidios desaparezcan primero hay que combatir la
violencia contra las mujeres, para ello deben de transformarse los roles de género y debe de
castigarse la violencia de género por oficio; para ello deben de transformarse tanto los Ministerios
Públicos, así como el Código Penal para el Estado de Guanajuato.
Bibliografía
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San Martín Tilcajete, Oaxaca: reflexiones en torno a la justicia social a partir de un estudio de caso.
Revista de Investigación y divulgación de estudios de género, núm. 14, época 2, año 21, septiembre
de 2013-febrero de 2014, pág. 57-77.
Paz, Octavio, 2002, El laberinto de la soledad, México, Fondo de Cultura Económica.
Molina, David y Alexánder Alonso, 2011, "La posición masculina ante la violencia intrafamiliar: una
pregunta sobre la afectividad silenciada". Revista virtual universidad Católica del Norte, núm. 32,
febrero-mayo, pag.1-20, Colombia.
Entrevistas realizadas:
Hombre A
Hombre B
Magistrada A del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Guanajuato.
Expresidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Guanajuato.
Dirigente A de la Sociedad Civil.
Dirigente B de la Sociedad Civil.
Directora de la Dirección de Atención a la Mujer Guanajuatense.
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Directora del Instituto de la Mujer Guanajuatense.
Responsable de la Unidad de Prevención a la violencia de Género e Intrafamiliar del Instituto de la
Mujer Guanajuatense.
Analista de Proyectos de la Unidad de Prevención a la violencia de Género e Intrafamiliar del
Instituto de la Mujer Guanajuatense.
Responsable de Asuntos Jurídicos del Instituto de la Mujer Guanajuatense.
Empleada del DIF estatal A.
Empleada del DIF estatal B.
Coordinadora del Centro de Atención a Víctimas de Violencia Familiar.
Empleada del Ministerio Público.
Directora General de la Dirección de la Unidad de Atención Integral y Especializada de la Mujer.
Directora del Centro Multidisciplinario para la Atención Integral de la Violencia.
Psicóloga de la Policía Ministerial de Guanajuato.