Fenomenología del cuerpo vivido y filosofía del viviente

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    Fenomenologa del cuerpo vivido

    y filosofa del viviente

    (M. Merleau-Ponty y G. Canguilhem)Phenomenology of the Lived Body and Philosophy of the Living

    (M. Merleau-Ponty and G. Canguilhem)

    EstEban andrs GarcaConsejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas /

    Universidad de Buenos AiresArgentina

    Acta fenomenolgica latinoamericana. Volumen III (Actas del IV Coloquio Latinoamericano de Fenomenologa)

    Crculo Latinoamericano de FenomenologaLima, Pontificia Universidad Catlica del Per; Morelia (Mxico), Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo

    2009 - pp. 523-538

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    Relativizando la oposicin, propuesta por MichelFoucault, entre los fenomenlogos de lo vivido(le vcu)entre quienes contaba a M. Merleau-Pon-ty y la tradicin epistemolgica representada porla filosofa del viviente (philosophie du vivant) de G.Canguilhem, sostendremos que desarrollar unaontologa de la naturaleza fue una preocupacinconstante en la filosofa merleaupontyana y que

    la crtica epistemolgica de la nocin cientficade la normalidad propuesta por Canguilhem remi-te en ltima instancia a la experiencia vivida del pa-decimiento. Asimismo, centrndonos especial-mente en Merleau-Ponty, sealaremos algunoslmites y problemas del intento de ambos autores,desde sus respectivas filosofas e inspirndose enK. Goldstein, de desarrollar una reflexin filosficaacerca de lo normal y lo patolgico alternativarespecto de la definicin cientfico-objetiva.

    With the intention of rendering relative the op-position proposed by Michel Foucault between thephenomenologists of lived-experience (le vcu)wherein he counted Merleau-Ponty and theepistemological tradition represented by G. Can-guilhems philosophy of the living (philosophie duvivant), we shall sustain that the developmentof an ontology of nature was a constant concern of

    Merleau-Pontys philosophy, and that the episte-mological critique of the scientific notion of nor-mality developed by G. Canguilhem is ultimatelybased on the lived experience of suffering. In addition,focusing specially on Merleau-Ponty, we shall pointout some limits and problems of both authorsattempt, from the standpoint of their respectivephilosophies and inspired by K. Goldstein, to de-velop an alternative philosophical reflection withregards to their scientific-objective definition,concerning the normal and the pathological.

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    En 1984 Michel Foucault trazaba un panorama de la filosofa francesa de la mitad delsiglo distinguiendo, por un lado, a losfilsofos-fenomenlogos de lo vivido y del sentido,tales como Merleau-Ponty y Sartre, frente a la tradicin epistemolgica representadapor lafilosofa del viviente de Canguilhem1. Seguramente esta oposicin encontraba, haceunos veinte aos, alguna justificacin en el juego tctico de los discursos, pero distade hacer justicia tanto a la complejidad de ambas filosofas como a la visin que

    Canguilhem tena de la obra de Merleau-Ponty. Por un lado, hay que recordar que laprimera obra de Merleau-Ponty La structure du comportement (1942) pretenda esbozaruna filosofa de la naturaleza, y lo haca inspirndose en gran medida en Kurt Goldstein(La estructura del organismo, 1934). La obra de Merleau-Ponty se public cuando el ma-nuscrito de otra obra, tambin explcitamente inspirada en parte en Goldstein, estabaen prensa: el Ensayo acerca de algunos problemas relativos a lo normal y lo patolgico de Can-guilhem. En el Prefacio a la segunda edicin Canguilhem reconoce una convergenciade su obra con la obra de Merleau-Ponty, cuyo carcter fortuito destaca mejor suvalor de necesidad intelectual2. Unos diez aos despus, en La formation du concept derflexe aux XVIIme et XVIIIme sicle (1955) Canguilhem vuelve a referirse a Merleau-Pontyjunto a Goldstein como habiendo revisado el concepto clsico de reflejo. En unaconferencia de 1988, Canguilhem nuevamente remite a Merleau-Ponty, y esta vez para

    1 Foucault, M., La vie, lexprience et la science, en: Revue de mtaphysique et de morale, Canguilhem, n 1 (1985),pp. 3-14. Se trata del ltimo texto que Foucault envi a impresin, y que consista en una revisin de su prefacioa la edicin estadounidense de Lo normal y lo patolgico.2 Canguilhem, G., Lo normal y lo patolgico, Mxico: Siglo XXI, p. 7. En adelante, NP. Canguilhem introduce ademsen una reedicin de su obrauna referencia a Merleau-Ponty en la pgina 141. El volumen Lo normal y lo patolgicorene, a modo de dos partes, el Ensayo acerca de algunos problemas relativos a lo normal y lo patolgico publicado en 1943

    y las Nuevas reflexiones relativas a lo normal y lo patolgico redactadas entre 1963 y 1966.

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    ilustrar su propio concepto de una salud vivida sin idea y para justificar su empresade hacer de la salud una cuestin filosfica. Cito ahora sus palabras para introdu-cirnos en el tema: Debo justificarme dice Canguilhem al terminar su conferencia por

    haber hecho de la salud una cuestin filosfica. Esta justificacin ser breve: la en-cuentro en Merleau-Ponty. l escribi en Lo visible y lo invisible (p. 47): La filosofa es elconjunto de cuestiones donde el que cuestiona es puesto en tela de juicio por lacuestin3. Efectivamente, segn Merleau-Ponty lo propio del pensamiento interro-gativo, que en su visin distingue a la filosofa, no es el formular respuestas a pro-blemas, ni tampoco el formular problemas que buscan respuesta, sino el mantenerpermanentemente abiertas las preguntas que provienen de la experiencia del misteriodel mundo o de la naturaleza. La salud sera as una cuestin filosfica en la medidaen que nos pone en cuestin o nos interroga. Esta concepcin de la funcin esencial-

    mente crtica e interrogativa de la filosofa es tambin la propia de Canguilhem cuan-do se esfuerza en recuperar la naturaleza problemtica de ciertos conceptos que enlas ciencias pasan por evidentes4. Porque la filosofa consiste en reabrir las preguntas,Canguilhem lleg a afirmar, un tanto escandalosamente, que no hay otra verdad quela cientfica; no hay verdad filosfica5. Merleau-Ponty, por su parte, desde el Prlogode su Fenomenologa de la percepcin hasta El ojo y el espritu, su ltima obra publicada envida, compar la interrogacin filosfica con la creacin artstica: aqu y all no hayadquisiciones, no hay nunca ocasin de levantar un balance objetivo ni de pen-sar un progreso, porque la interrogacin filosfica, tanto como la creacin artstica,

    retoman y prolongan la interrogacin del mundo como ese misterio que no permiteaclaracin, y eso, lejos de paralizarlas, hace que estn perpetuamente en movimien-to, que siempre tengan toda la vida por delante6.

    Ahora bien, en qu sentido concreto la salud es una de esas cuestiones que noformulamos, sino que primeramente y siempre nos interrogan? Dice Canguilhem, ci-tando al cirujano Leriche, que la salud es la vida en el silencio de los rganos. Estoysano cuando estoy volcado a mis actividades, relaciones, placeres, sin tener que es-cuchar a mi cuerpo, sin tener que atenderme: estoy sano cuando justamente no estoypensando en cmo me siento. La salud no es slo la vida en el silencio de los rganos,sino la vida en la discrecin de las relaciones sociales. Si digo que estoy bien, atajopreguntas estereotipadas antes de que se las profiera. Si digo que estoy mal, la gentequiere saber cmo y por qu, se pregunta o me pregunta si estoy inscripto en la Se-guridad Social. El inters por una falla orgnica individual se transforma eventualmente

    3 Canguilhem, G., La salud: concepto vulgar y cuestin filosfica, en: Escritos sobre la medicina, Buenos Aires:Amorrortu, 2004, p. 67. En adelante, EM.4Cfr. Le Blanc, G., Canguilhem y las normas, Buenos Aires: Nueva Visin, 2004, pp. 15, 16.5Cfr. ibid., p. 17.6 Merleau-Ponty, M., El ojo y el espritu, Barcelona: Paids, 1986, pp. 69, 70.

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    en inters por el dficit presupuestario de una institucin7. En ocasiones, entonces,el cuerpo rompe su silencio y omos en el padecimiento, como dice Canguilhem, elllamado pattico de la vida8. Tambin en este caso no slo los rganos nos llaman

    la atencin, sino que tambin nosotros rompemos espontneamente la discrecinde las relaciones sociales: el beb llora y es atendido (o no) por otros, y los adultosnos quejamos y eventualmente llamamos o acudimos al mdico. La medicina es unatcnica teraputica situada en la encrucijada de muchas ciencias9, y aquella cienciaen la que respalda su autoridad para quienes acudimos a ella es particularmente lafisiologa. Esta ltima describe el funcionamiento del organismo, pero no de cualquierorganismo, sino del organismo llamado comnmente normal: las pulsaciones, la res-piracin, la temperatura, los componentes sanguneos tienen ritmos y valores que lafisiologa describe en su rango normal y que son tiles para el diagnstico. La pre-

    sunta descripcin antomo-fisiolgica objetiva del cuerpo tal como es y funcionasupone siempre entonces tcitamente esta referencia valorativa al cuerpo tal comodebera ser y funcionar. Ahora bien, cmo se determina este deber ser? No resu-miremos en este punto las eruditas referencias histricas, la profusin de ejemplos ylos complejos problemas epistemolgicos que aborda Canguilhem, sino que nos in-teresa ahora atender slo a una conclusin parcial de sus anlisis: segn Canguilhem,no hay mtodos puramente objetivos para determinar la normalidad fisiolgica. Elcientfico del cuerpo puede constatar la presencia de un microbio o de formacionescelulares como las que llamamos cancergenas, puede medir cantidades relativamente

    tpicas, pero no es de la aplicacin de mtodos cientfico-objetivos de donde proce-de la posibilidad de valorarlas como normales o patolgicas: esta valoracin es unprstamo no reconocido, un legado tanto histrico como epistemolgico, que le hahecho y le sigue haciendo a la fisiologa la clnica teraputica en su necesidad de aten-der a quienes, ellos primero, se declaran sufrientes y enfermos10. No se trata simple-mente de que a la descripcin cientfico-objetiva del cuerpo humano se agreguen va-lores desde un mbito tcnico y en ltima y primera instancia subjetivo, sino que lamisma descripcin cientfico-objetiva slo describe aquello que tiene, que ha tenidoo que podra tener valor clnico: la fisiologa, dice Canguilhem glosando a Leriche, no esla descripcin del cuerpo tal como objetivamente es, sino que es la coleccin de lassoluciones cuyos problemas han sido planteados por los enfermos mediante sus enfer-medades11. En tanto la fisiologa tiene por objeto el organismo que es llamado normal

    7EM, p. 62.8NP, p. 174.9 Ibid., p. 11.10 Ciertamente existen indicadores considerados anormales en pacientes asintomticos, pero su determinacinde anormalidad remite a su relacin con la experiencia asociada de la enfermedad en otros casos en el pasadoy tiene as una utilidad preventiva.11Ibid., p. 70.

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    y la normalidad contiene una referencia tcita a un valorvital, el de la salud, Canguilhemconcluye que la fisiologa es una ciencia objetiva en lo que respecta a sus mtodos(anlogos a los de la fsica o la qumica), pero no respecto de su objeto. Es necesario

    considerar la tcnica mdica, la clnica y la patologa como el suelo originario en elque arraiga la fisiologa y como el camino por el que la experiencia humana de la enferme-dad transmite el concepto de normal hasta el centro de la problemtica del fisilogo12.Se trata aqu de una serie histrica y epistemolgica de fundamentacin del sentidode los conceptos cientficos en la que no hay que perder ningn trmino: la cienciafisiolgica se funda en la fisiopatologa, la cual se funda en una tcnica teraputica ennuestra cultura, la clnica mdica, la cual responde a su vez a la experiencia humanadel dolor y la enfermedad tal como son vividos: En materia biolgica el pathos es quiencondiciona al logos, porque lo requiere. () La vida slo se eleva a la conciencia y a la

    ciencia de s misma por () el dolor13.Esta tesis central de Canguilhem puede iluminar el sentido de aquel pasaje un

    tanto misterioso de La estructura del comportamiento donde Merleau-Ponty hablaba de unacierta verdad del dualismo y de la descripcin cientfico-objetiva del cuerpo, en lamedida en que estn motivados por y fundados en la experiencia de la enfermedad:la conciencia descubre (...) en particular durante la enfermedad, una resistencia delcuerpo propio. Puesto que una herida en los ojos basta para suprimir la visin, es quevemos entonces a travs del cuerpo. Puesto que una enfermedad basta para modificarel mundo fenomnico, es entonces que el cuerpo hace pantalla entre nosotros y las

    cosas como una cosa ms. En estos casos, nos vemos obligados a renunciar a laimagen que la experiencia directa nos da de l. El cuerpo fenomnico con las determi-naciones humanas que permitan a la conciencia no distinguirse de l va a pasar a lacondicin de apariencia; el cuerpo real ser aquel que la anatoma o ms generalmen-te los mtodos de anlisis aislante nos hacen conocer: un conjunto de rganos del queno tenemos ninguna nocin en la experiencia inmediata y que interponen entre lascosas y nosotros sus mecanismos, sus poderes desconocidos14.

    Lejos de ubicarse en las antpodas de la fenomenologa de lo vivido, como pen-saba Foucault, el argumento de Canguilhem puede leerse incluso como una aplicacindel proyecto de Husserl de buscar en la doxa de la experiencia y en el mundo de la vidajustamente como horizonte de metas e intereses o, dira Canguilhem, valoracio-nes la fuente de sentido de las idealizaciones cientficas. Hallamos igualmente enCanguilhem el anlogo de ese proceso descripto por Husserl mediante el cual la cien-cia tiende a separarse de la experiencia en la que se fund y a hacer valer las ideali-zaciones derivadas como verdades nicas y primeras: El fisilogo tiende a olvidar que

    12Ibid., p. 182. Las cursivas son nuestras.13 Ibid., p. 160.14 Merleau-Ponty, M., La estructura del comportamiento, traduccin de E. Alonso, Buenos Aires: Hachette, 1976, pp.

    264, 290, 291.

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    una medicina clnica y teraputica () ha precedido a la fisiologa y el mdico tien-de a olvidar que son los enfermos quienes llaman al mdico15. Las peligrosas conse-cuencias de estos olvidos son de dos tipos: epistemolgicas, por un lado, y terapu-

    ticas, por otro: cuando se piensa que la observacin anatmica e histolgica, que eltest fisiolgico, que el examen bacteriolgico son mtodos que permiten formularcientficamente () el diagnstico de una enfermedad, se es vctima () de la confu-sin filosfica ms grave y teraputicamente a veces ms peligrosa 16. Haciendo aqua un lado la cuestin epistemolgica, las consecuencias teraputicamente peligrosas loson en la medida en que la clnica tienda a privilegiar en su diagnstico la observacinanatmica e histolgica, el test fisiolgico o el examen bacteriolgico por sobre laexperiencia del padecimiento que fund el sentido de esas mediciones y constatacio-nes, experiencia de un cuerpo ntegro en el que se entrelazan indisociablemente ms

    dimensiones que las cuantificables. En este sentido, el valor de los desarrollos mer-leaupontyanos acerca del cuerpo vivido es reconocido explcitamente por Canguilhem:La definicin de la salud que incluye la referencia de la vida orgnica al placer y aldolor experimentados como tales introduce subrepticiamente el concepto de cuerposubjetivo en la definicin de un estado que el discurso mdico cree poder describir entercera persona17. Canguilhem remite aqu a Lo visible y lo invisible y a los Resmenes decursos de Merleau-Ponty para subrayar la necesidad de reconocer un costado delcuerpo humano vivo inaccesible a los otros, accesible slo a su titular18. QuizCanguilhem se adhiere en este uso de la fenomenologa merleaupontyana del cuerpo

    a una lectura un tanto simplista, aquella que hace de Merleau-Ponty el filsofo delyo-cuerpo o el cuerpo-subjetivo, aun si desde su Fenomenologa y especialmente ensus ltimos escritos acerca de la chairMerleau-Ponty enfatiz que la experiencia cor-poral abre una dimensin ontolgica indita entre el sujeto y el objeto, as como entreel yo y sus otros. Sin embargo, acierta en leer en Merleau-Ponty esta resistencia de laexperiencia corporal a su objetivacin aun si, como acabo de sugerir, el cuerpo mer-leaupontyano es refractario tanto a su objetivacin como a su subjetivacin plena.Justamente en su Fenomenologa, Merleau-Ponty se refera al dolor fsico como unainstancia que saca a la luz esta imposibilidad de reducir el cuerpo a una descripcinen tercera persona. El dolor muestra que mi cuerpo no es un objeto del mundo comoel clavo que hiere mi pie, mi cuerpo no es causa del dolor como el clavo, sino que micuerpo (mi pie) duele. Inversamente, puede decirse que el dolor es una concienciaafectiva localizada, es decir, espacial. En suma, en el dolor el cuerpo se reconocecomo conciencia y la conciencia se muestra como originariamente arrojada fuera de

    15NP, p. 159.16 Ibid., p. 173.17EM, p. 63.18Ibid., p. 64.

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    s misma, como conciencia carnal19. Estas observaciones de Merleau-Ponty no soncontradictorias sino complementarias respecto de aquellas otras de La structure du com-portement que citamos previamente, en las que el filsofo se refera a la enfermedad como

    experiencia fundante de la investigacin objetiva del cuerpo. Ciertamente el dolor esuna experiencia de una conciencia desgarrada entre su lucidez y su opacidad, deba-tindose entre sus propsitos voluntarios y sus automatismos, pero no deja en ningncaso de ser una conciencia corporal desgarrada, un cuerpo conciente multiplicado en fuerzascontradictorias y en guerra consigo mismo.Como escribi Levinas,el anlisis clsicoque reconoce en el dolor las cadenas de la encarnacin y la oposicin y la revuelta delespritu respecto de su peso carnal su rechazo de permanecer all, de ser eso omi-te lo esencial de esta experiencia, aquello que justamente define su sentido pattico:esta tentativa [de separacin y liberacin del espritu respecto del cuerpo] no est

    caracterizada ya como desesperada? Y no es esta misma desesperacin la que cons-tituye el fondo mismo del dolor? (...) Hay en el dolor fsico una posicin absoluta. Elcuerpo no es solamente un accidente desafortunado o feliz que nos pone en relacincon el mundo implacable de la materia su adherencia al yo vale por s misma. Es una adhe-rencia a la cual no se escapa y que ninguna metfora sabra hacer confundir con lapresencia de un objeto exterior. (...) Este sentimiento de identidad entre el yo y el cuer-po (...) no permitir nunca a quienes [en el sufrimiento] quieran desligarse de l reen-contrar en el fondo de esta unidad la dualidad de un espritu libre debatindose contrael cuerpo al que estara encadenado. Para ellos, es, por el contrario, en este encade-

    namiento del cuerpo que consiste toda la esencia del espritu20

    . La enfermedad no esuna carga o una cadena corporal para el espritu, sino la conciencia corporal encadena-da, un cuerpo desgarrado en sus contradicciones, en guerra consigo mismo y llamandoa otros odos y otras miradas para reconocerse, reintegrarse a s mismo y al mundo,y volver a ser as ese centinela mudo e invisible que permanece detrs de todos misactos y mis palabras, del que habla Merleau-Ponty en Loeil et lesprit. Ni en la enferme-dad ni en la salud, para bien o para mal, dejo de ser mi cuerpo; nunca deja mi cuerpode oponer su vertiginosa proximidad a las obstinadas mediciones de la mirada objetiva:ms prximo y ms lejano que cualquier objeto, cadena y libertad, situacin y puntode fuga. En cualquier caso y siempre mi conciencia est aqu, en este particular lugarpor donde el espacio se cuela y se escabulle, reconocindose y desconocindose enesta hemorragia del espacio objetivo.

    Situndose explcitamente en la lnea de este retorno a la experiencia del cuer-po tal como es vivido, Canguilhem se refiere a un retorno a la salud fundadora21. Elcuerpo vive su salud sin representrsela, y esta salud vivida, a la que Canguilhemdenomina tambin salud libre, no condicionada, no contabilizada y salud salvaje,

    19 Merleau-Ponty, M., Phnomnologie de la perception, Pars: Gallimard, 1945, pp. 109, 110. En adelante, PP.20 Levinas, Emmanuel, Quelques rflexions sur la philosophie de lhitlrisme, Pars: Payot & Rivages, 1997, pp. 17, 18.21EM, p. 66.

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    no slo es vivida sin representacin sino que es no susceptible de representacin22:esta salud sin idea, a la vez presente y opaca, es sin embargo la que, de hecho y enltima instancia, sostiene y valida para m mismo, y tambin para el mdico en tanto

    es mi mdico, los artificios que la idea del cuerpo, es decir el saber mdico, puedesugerir para sustentarla23.

    Ahora bien, ni para Merleau-Ponty ni para Canguilhem quedan simplemente des-lindados dos campos: el de un saber objetivo del cuerpo y el de un no-saber delcuerpo vivido, experiencia que a la vez funda y reclama al primero. Ambos, de distin-tos modos, dan lugar a la posibilidad de un saber del cuerpo alternativo al cientfico,unafilosofa del cuerpo vivido o del cuerpo viviente en la que lo normal y lo patolgicoadquieren nuevas definiciones que hasta este momento de nuestro anlisis hemosintencionadamente puesto entre parntesis. Podramos adscribir apresuradamente la

    primera de estas filosofas a Merleau-Ponty y la segunda a Canguilhem, pero en ambosautores se puede percibir el mismo crculo metodolgico entre ambos puntos de vista,el de lo vivido y lo viviente, la experiencia y la naturaleza. Respecto de Merleau-Ponty,hay que recordar que desarrollar una ontologa de la naturaleza fue una preocupacinconstante en su reflexin desde La structure du comportement hasta sus cursos acerca deLa nature, incluyendo la Phnomnologie de la perception en la que algunos exgetas anpretenden hallar una presunta reivindicacin del sujeto y de la perspectiva gnoseol-gica obviando la tematizacin central del mundo natural. En la medida en que el sujetocarnal se vive como nacido del mundo, la fenomenologa de lo vivido se abre por s

    misma a una filosofa del viviente y se entrelaza con una ontologa de la naturaleza24

    .As, la crtica gnoseolgica de la Fenomenologa se abre por s misma a la reflexin onto-lgica que desarrollar el ltimo Merleau-Ponty, y esta ltima reclama a la primera. Lapercepcin se abre a un mundo que ya est constituido, si bien nunca completamen-te constituido, afirma la Fenomenologa25. No hay experiencia ms que sobre el fondode este enraizamiento, e inversamente no hay mundo ms que para una conciencia delmundo, en el sentido doble de una conciencia que se abre al mundo y que perteneceal mundo. Es difcil reducir a una filosofa de la conciencia y del sujeto la Fenomenologade lapercepcin, aquella obra que afirma que al ver el cielo ste se piensa en m, yo soyel cielo mismo que se recoge, se rene y existe para s26. Ya puede leerse aqu aquelloque escribir Merleau-Ponty en Lo visible y lo invisible: que la naturaleza est por s mis-ma plegada, invaginada o incluso desdoblada en dos labios. Si para percibir el quesiente debe ser sensible no hay mirada sin ojo, asimismo la percepcin es lo sensi-ble que siente: la carne es precisamente el sitio del pliegue del mundo y la conciencia.

    22 Ibid., pp. 61, 62, 66.23 Ibid., p. 62.24 PP, p. 517.25Loc. cit.26Ibid., p. 248.

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    Mi carne como sentiente-sensible es la carne del mundo y viceversa, y esta coperte-nencia ltima del sujeto y el objeto, del conocimiento y del ser es posiblemente laintuicin nica que gua la entera la reflexin merleaupontyana.

    Si la fenomenologa merleaupontyana del cuerpo vivido es siempre a la vez unafilosofa del cuerpo viviente el cuerpo nacido del mundo y que cohabita el mundo,tambin e inversamente la filosofa de la vida de Canguilhem se apoya en una suertede fenomenologa ms o menos reconocida, constatndose aqu de otro modo lamisma remisin circular entre la experiencia y la naturaleza. Como vimos, la crticaepistemolgica de la nocin cientfica de la normalidad desarrollada por Canguilhem,remite en ltima instancia a la experiencia vivida del padecimiento. Cualquier logos, cien-tfico o filosfico, se funda en este sentido en el llamado pattico de la vida, y paraCanguilhem correspondera a la filosofa una filosofa de la vida mantenerse prxi-

    ma a esta experiencia en que la ciencia se funda pero tiende a olvidar. Prolongar esteparalelismo entre el fenomenlogo y el epistemlogo ms all de este punto carece-ra de sentido: los estilos, los mtodos y la investigacin de uno y otro son a todasluces divergentes. Sin embargo, dista de haber entre ambas perspectivas una incom-patibilidad de principio como la que crea observar Foucault en el pasaje que citamosal comienzo de este trabajo. Sabemos adems que ambos filsofos comparten unafuerte inspiracin comn en la filosofa del organismo de K. Goldstein, y hallamosadems en ambos, a partir de sus filosofas del cuerpo vivido y viviente, una reflexinacerca de lo normal y lo patolgico largamente desarrollada en Canguilhem, esbo-zada y dispersa en la obra de Merleau-Ponty, reflexin filosfica que se pretende

    alternativa respecto de la definicin cientfico-objetiva de estos trminos. En lo queresta de este trabajo, pretendo abrir algunos interrogantes acerca de la posibilidad,el sentido y los lmites de una filosofa de lo normal y lo patolgico tal como la queambos filsofos autorizan. El ttulo de la segunda parte del Ensayo de Canguilhemrezaba: Existen ciencias de lo normal y lo patolgico?. Sabemos que la respuestaa la que arribar es negativa: la salud no es un concepto plenamente objetivable, esun concepto vulgar sin sentido peyorativo y una cuestin filosfica. Ahora bien,parafraseando aquel ttulo, mi pregunta podra formularse del siguiente modo: esposible desarrollar filosofas de lo normal y lo patolgico, tales como las que esbozan

    tanto Canguilhem como Merleau-Ponty, atenindonos estrictamente a ese conceptointerrogativo y crtico de la filosofa que, como seal al comienzo, ambos filsofoscomparten? Slo resumir aqu algunos problemas de la redefinicin filosfica de lonormal y lo patolgico que puede leerse en Merleau-Ponty, postergando la consideracinde la cuestin en Canguilhem27.

    27 No abordaremos entonces aqu el problemtico concepto de Canguilhem de una normatividad de la vida,que a nuestro entender manifiesta oscilaciones de sentido entre el Ensayo y las Nuevas reflexiones. El conceptooscila, creemos, entre la opcin de servir de fundamento de sentido de la norma entendida como promedio ysu disolucin en vista de los peligros a los que no logra sustraerse, una vez que entra en juego en el anlisis la

    cuestin de la normalizacin.

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    encierra al loco en su locura?32. En otra seccin referida a la alucinacin y especial-mente a la alucinacin esquizofrnica insiste: no debemos atenernos a las opinionesde la conciencia sana acerca de la conciencia alucinada y considerarnos como los

    nicos jueces de la alucinacin33. Si no hay una universalidad dada de una vez y parasiempre, ni en el exterior de un mundo objetivo ni en el interior de una concienciatransparente, ni en el suelo de una naturaleza invariante ni en el cielo de la razn, nohay entonces un criterio que demarque netamente y de una vez y para siempre el l-mite entre lo normal y lo patolgico, lo real y lo alucinado cuestiones que Merleau-Ponty aborda aqu en paralelo, intercambiando a menudo los trminos. Hay sin em-bargo, para Merleau-Ponty, una precaria universalidad transversal u oblicua que estsiempre perpetuamente construyndose en la relacin entre unos y otros sujetos dela experiencia: Lo que me es dado no es, por un lado () la conciencia sana () y

    por otro lado la conciencia alucinada, siendo la primera el nico juez de la segunda ()lo que se me da es el mdico con el enfermo, yo con el otro () y en este fenmeno dedos caras aprendo a conocerme a la vez que a conocer al otro34.

    Es notable que en el pasaje recin citado, cuando justamente lo que pareca estaren juego era la posibilidad misma de distinguir lo normal y lo patolgico sin referenciasexteriores sino en el interior de una experiencia que se da entre los unos y los otros,unos aparezcan ya calificados como enfermos. Este mismo paradjico procedimientoes el que se observa en algunas consideraciones de los cursos de psicologa de LaSorbona dictados por el filsofo. All, en ocasiones se sugiere, tal como en la Fenome-

    nologa, escuchar y comprender al enfermo tal como l da cuenta de su experiencia:lo normal y lo patolgico pueden enriquecerse considerablemente en contacto unocon el otro35. Pero tambin se afirma, siguiendo a Minkowski, que la observacin delenfermo es en realidad un dilogo en el curso del cual se diferencian y se definen respec-tivamente lo que es normal de lo que es patolgico36. Proponer diferenciar y defi-nir lo normal y lo patolgico a partir de la observacin de lo que ya es supuesto comopatolgico, adems de significar un crculo lgico, llevara meramente a una ratificacinfilosfica de los criterios institucionales y culturales particulares que ya definieron deantemano los roles del observador y del observado. O acaso considera Merleau-Ponty la posibilidad de que a partir del dilogo entre el psiquiatra y el internado lonormal y lo patolgico pudieran redefinirse de tal modo que el mdico debiera resul-tar internado? Lo cierto es que si bien habr, por parte del filsofo, una redefinicindel contenido de los trminos, normal y patolgico seguirn siendo siempre conceptos

    32Ibid., p. 323.33 Ibid., p. 372.34Ibid., p. 373.35 Merleau-Ponty, M., Merleau-Ponty la Sorbonne. Resum de cours 1949-1952, Dijon-Quetigny: Cynara, 1988, p. 56.En adelante, MPS.36Ibid., p. 56. Las cursivas son nuestras.

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    operativos y nunca radicalmente cuestionados. Hay sin duda una redefinicin entrminos estructurales de la experiencia mrbida y sana, pero no una problematizacinradical de su diferencia, e incluso de su diferencia de valor. El mundo del enfermo

    neurolgico crnico o del recuperado con secuelas, segn las expresiones del fil-sofo, es el mundo desmoronado en fragmentos, y las denominadas suplencias sonsignos de una reestructuracin original que, sin embargo, nunca llegan a ocultar eldficit37. El mundo del esquizofrnico es el mundo pulverizado o dislocado38, unmundo empobrecido39 y angostado40 respecto del mundo comn. Sus fantasmas sondesechos del mundo claro41.

    Estas concepciones acerca de la enfermedad como desagregacin estructural yde la curacin como reestructuracin innovadora, que Merleau-Ponty propone desdesu fenomenologa del cuerpo vivido y que Canguilhem reitera casi idnticamente en el

    marco de su filosofa de la vida, son en ambos casos explcitamente deudoras de labiologa filosfica del organismo de Kurt Goldstein. Lo que en trminos de la filosofade la vida de Canguilhem es denominado irreversibilidad de la vida es lo que Golds-tein defina en estos trminos: La salud nuevamente adquirida no es la misma deantes. () Recuperar la salud a pesar de una secuela funcional no sucede sin una pr-dida de esencia del organismo y sin la reaparicin simultnea de un orden, al cualcorresponde una nueva norma individual42. As como en Goldstein aparecen estasreferencias a una esencia del organismo irremediablemente perdida, Merleau-Pontyhablaba en un pasaje previamente citado de funciones bsicas a las que las suplen-

    cias slo llegan a aludir indirectamente. Como se deja ver, lo que est en juego enestas alusiones a lo bsico y esencial no es slo una deficiencia en relacin conun estado anterior. Al fin y al cabo, el enfermo crnico o recuperado ha constituido unnuevo orden, una estructura total y original tan distinta que, segn deca Merleau-Ponty, de ella no podra deducirse el estado anterior. Pero, tanto para Goldstein comopara Merleau-Ponty, el cuerpo no es slo una estructura de funciones sinrgicas e inte-gradas, sino simultneamente una funcin de relacin con un mundo y con los otros,un momento o subestructura de una estructura ms amplia, y es posiblemente por laincidencia tcita de este factor relacional que persiste incuestionada la intuicin deuna deficiencia esencial o bsica que funda la distincin entre lo normal y lo pa-tolgico, por ms que los trminos sean redefinidos. En el caso de Merleau-Ponty,esto se hace aparente cuando afirma, en sus cursos de psicologa, que quien dice

    37FP, p. 149.38Ibid., p. 313.39Ibid., p. 317.40Ibid., p. 322.41 Ibid., p. 320; cfr. tambin p. 324.42 Goldstein, Kurt, La structure de lorganisme. Introduction la biologie partir de la pathologie humaine, Pars: Gallimard,

    1951, p. 350.

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    comportamiento dice actividad orientada: en la medida en que la conducta carece deun fin preciso podemos hablar de fracaso, es decir, de conducta patolgica, y afirmarla existencia de una distincin entre lo normal y lo patolgico43. Lo mismo se hace

    evidente al abordar, en la Fenomenologa de la percepcin, la cuestin de la alucinacin.Se afirma all que no es necesario recurrir a una definicin cientfica objetiva del mun-do para distinguir lo real de lo alucinado y, por extensin, lo patolgico de lo normal:aun desde el interior de la experiencia, la alucinacin es vivida como careciendode articulacin interna, de profundidad, de duracin. Esa precariedad y esa limi-tacin de horizonte que distingue a lo alucinado son correlativas de una pobreza in-tersubjetiva. Ver algo que cuenta como real es verlo como algo que ofrece ms aspec-tos que los que me son patentes, algo que se presta a proseguir la experienciavariando el punto de vista, y los escorzos latentes que le dan profundidad o realidad

    a lo percibido son los que otros pueden ver: vemos con los ojos de los otros desdeque tenemos ojos, dir Merleau-Ponty. En contraste con lo real, la alucinacin notiene lugar en el mundo estable e intersubjetivo44. Lo real se da como un sistema defenmenos que no constituye simplemente un espectculo privado, sino que es elnico posible para m y aun para el otro (). El mundo percibido [el mundo real] noslo es mi mundo sino aquel en que veo esbozarse las conductas del otro45.

    Ahora bien, Merleau-Ponty en este punto de su obra ya ha reconocido que lopercibido es el correlato de hbitos sensoriomotrices adquiridos intersubjetivamenteen el seno de un cultura particular; que es imposible superponer en el hombre una

    primera capa de comportamientos que llamaramos naturales y un mundo cultural ()fabricado porque en el hombre todo es fabricado y todo es natural; ha afirmadotambin que el hombre no es tanto una especie natural como una idea histrica.Puede entonces uno siempre preguntarse si ese empobrecimiento de lo alucinadoo de la experiencia mrbida no podran, en otro contexto intersubjetivo lejano o fu-turo, por ejemplo, constituir una norma, y en ese caso, ms profundamente, quautorizara a esta filosofa a seguir dando por sentada la diferencia entre lo normal ylo patolgico, si una alucinacin es meramente una percepcin que no encuentra unnmero suficiente de otras miradas que la sostengan en un contexto cultural particu-lar y si la experiencia patolgica es aquella que se separa de la norma de una experien-cia intersubjetiva siempre idiosincrtica, es decir, de una especie de promedio siemprerelativo que no podra pretender ninguna universalidad. Nos preguntamos entoncesnuevamente: puede esta filosofa de la experiencia, siguiendo sus propios mtodos,distinguir con derecho lo normal de lo patolgico tal como de hecho lo sigue ha-ciendo, o no acarrea en cambio estas categoras desde algn otro mbito an no

    43MPS, p. 55.44FP, p. 374.45Ibid., p. 374.

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    suficientemente elucidado? Cuando el medio con el que se relaciona el viviente es,como en el caso del ser humano, el propio de una particular sociedad y cultura, eldistinguir la normalidad de la patologa por la amplitud y la fluidez de sus relaciones

    con el medio corre siempre el riesgo de confirmar inadvertidamente alguna forma deadaptacionismo social46.

    El hecho de que Merleau-Ponty no llegue siquiera a entrever el problema es tan-to ms sorprendente en la medida en que aborda en ocasiones patologas que sonusualmente calificadas como psicolgicas (la histeria, la esquizofrenia) o psico-som-ticas, casos donde la frontera entre y la definicin de lo normal y lo patolgico esfrecuentemente objeto de discusin tanto por los legos como por los sabios. Si bientanto Canguilhem como Merleau-Ponty intencionadamente atraviesan a uno y a otrolado la barrera que separa usualmente las patologas psquicas de las somticas, en

    Merleau-Ponty apenas encontramos referencias a enfermedades fsicas o incluso aldolor fsico, mientras que Canguilhem enfoca su investigacin acerca de Lo normal ylo patolgico en la nosologa somtica o fisiopatologa. Respecto de la psicologa, si biense inspira, tal como Merleau-Ponty, en Minkowski, y se refiere de manera vagamentepositiva en una nota a pie de pgina a ciertos psiclogos, su artculo Quest-ce que lapsychologie? (1958) muestra que, por razones tanto histricas como epistemolgicas,la psicologa est, en su visin, constitutivamente expuesta al peligro de oficiar comoun mero instrumento de normalizacin social, un aspecto nunca considerado porMerleau-Ponty. Este ltimo en su Fenomenologa efectivamente se interroga por el esta-

    tuto epistemolgico del psiclogo en tanto psiquismo que habla del psiquismo. Siel psiquismo no es un objeto como todos los dems, difcilmente podr circuns-cribrselo a los mtodos de las ciencias objetivas47. Pero si, aplicada al psiquismo, lanocin de hecho sufre una transformacin, esto significa para Merleau-Ponty quela psicologa, cuando asume la particularidad de su objeto-sujeto, prcticamente de-viene por s misma filosofa, como queda claro en sus lecciones de La Sorbona acer-ca de la relacin entre la fenomenologa y las ciencias humanas, donde se define eseentrelazamiento emprico-trascendental que hace que, en definitiva, la esencia yel hecho, la reflexin y la constatacin deban coincidir48. Para decirlo en los trminosun tanto irnicos de Canguilhem, la psicologa tiene el camino abierto hacia el Panten.Pero vale la pena reproducir en su versin completa el consejo de orientacin queCanguilhem dirige a los psiclogos para entender cul es la otra alternativa abierta ala psicologa que Merleau-Ponty nunca tom en cuenta: Cuando se sale de La Sor-bona por la calle Saint-Jacques, se puede subir o descender; si uno se dirige hacia

    46 Sabemos que esto no se condice con las ideas polticas de Merleau-Ponty ni con su concepcin de la filosofamisma.47Ibid., pp. 102 ss.48Cfr. Merleau-Ponty, M., La fenomenologa y las ciencias del hombre, traduccin de I. Gonzlez y R. Pirola, Buenos

    Aires: Nova, 1977.

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    arriba, se acerca al Panten que es el Conservatorio de algunos grandes hombres,pero si se va hacia abajo uno se dirige seguramente hacia la Prefectura de Polica49.La suspicacia de Canguilhem respecto de la funcin social de la psicologa no tuvo un

    exacto paralelo en lo que respecta a la medicina, y su redefinicin filosfica de lanormalidad, cuestin que no hemos desarrollado aqu, parece oficiar en ocasionesen los anlisis del Ensayo, a contrapelo de su espritu crtico, como una especie dereaseguro filosfico del concepto cientfico. Si en el Ensayo el concepto objetivode lo normal se mide con una redefinicin filosfica de lo normal desarrollada desde elpunto de vista de la normatividad de la vida, las Nuevas reflexiones ponen en juegoun tercer elemento que, en nuestra visin, conduce a una crtica ms radical quepodra alcanzar a ambos conceptos anteriores: la cuestin socio-cultural e histricade la normalizacin. Pero este punto de vista no es desarrollado hasta sus ltimas

    consecuencias por Canguilhem: un desarrollo tal ocupar en cambio el centro de lareflexin de uno de sus discpulos, Michel Foucault. Si la reflexin de Foucault comenzrestringiendo su crtica histrico-filosfica al concepto psicolgico de normalidad dis-tinguindolo epistemolgicamente del de la fisiopatologa50, culmin extendindo-se al mbito de la medicalizacin y la normalizacin biopoltica. La norma, en esteltimo sentido foucaultiano, no es meramente un concepto cientfico que se presta auna crtica epistemolgica, sino la modalidad histrica particular en que ciertos saberesy poderes se entrelazan en la modernidad para, en palabras de Nietzsche, criar deter-minados cuerpos. En esta reflexin estamos ya evidentemente ms all de los mbi-

    tos propios de una filosofa de lo vivido as como de una filosofa de la vida y el vi-viente, y sin embargo podemos preguntarnos si acaso no ser ste un mtodopropiamente filosfico de mantener viva la interrogacin del cuerpo, de su dolor y suplacer, y de su salud vivida sin idea. La pregunta que deseara dejar esbozada, assea sumaria y fragmentariamente, podra resumirse entonces de este modo: son con-secuentes las filosofas del cuerpo vivido y viviente de Merleau-Ponty y Canguilhemcon su propio impulso interrogativo al proponer definiciones alternativas de lo nor-mal y lo patolgico, o ms bien la experiencia del dolor y de esa salud salvaje ovivida sin idea, de la que hablaba Canguilhem inspirndose en Merleau-Ponty, slopueden servir a la tarea propiamente filosfica de interrogacin y de crtica indefinidade los saberes y poderes que intentan captarlos?

    49 G. Canguilhem, Quest-ce que la psychologie?, en: Revue de Mtaphysique et de Morale, n 1 (1958), p. 25.50 Foucault, M., Maladie mentale et psychologie, Pars: PUF, 2002.