Fernando Ulloa - Las Herramien

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  • 8/12/2019 Fernando Ulloa - Las Herramien

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    Las herramientas personales y domsticas de mi prctica clnica

    Nmero 83 / Agosto de 2008www.psyche-navegante.com

    [email protected] Ulloa

    Este artculo fue publicado en nuestra precursora Psyche (Grfica) N 7 de Mar o de!"#7$ %os conceptos a&u 'ertidos fueron desple ados con posterioridad por el r$ *lloa ensu libro+ No'ela clnica psicoanaltica , -istorial de una prctica. Ed$ Paid/s (!""0)$

    Voy a tratar, a pedido de Psyche, de escribir un tanto sintticamente y sin el recurso de unpizarr n, una charla cl!nica "ue di hace algunos meses. #a invitaci n a a"uella con$erencia"ue me hiciera el %r. Pavlovs&y, apuntaba literalmente a pedirme una muestra artesanal demi manera de ser cl!nico, algo "ue entend! como una mostraci n de las herramientaspersonales.

    Pensar la cl!nica como tarea artesanal apro'ima el riesgo de la degradaci n en mera pr(ctica.

    )l basamento te rico, dir!a la e'celencia te rica, es lo "ue previene tal degradaci n. )n elpsicoan(lisis esa e'celencia suele corresponder al nivel metapsicol gico, a la otra escena, alinconsciente, donde *uegan los $antasmas dando motor a$ectivo y ancdota a la trans$erencia.+"uella "ue interpretaba habr( de organizar la primera y m(s estable instituci npsicoanal!tica la neurosis de trans$erencia, la "ue Freud puso a punto desde los dos pilaresmetodol gicos, la atenci n libremente $lotante y la asociaci n libre. Pilares "ue convieneadvertir como intenciones m(s "ue como mandatos. i menciono la metapsicolog!a es comoprete'to para *usti$icar una ocurrencia. curre "ue en todo aparata*e cl!nico, la materialidadconcreta de los muebles de un consultorio, aparece como lo m(s opuesto a la metapsicolog!a.)ntonces si la metapsicolog!a es el nivel de mayor abstracci n de la teor!a psicoanal!tica, voya hablar de un nivel de abstracci n de la materialidad de mi consultorio. +lgo as! como sihablara, en sentido $igurado, de un meta div(n, un meta sill n, un meta escritorio, etc.,donde analizado y analista habr(n de sostenerse verdaderamente en su traba*o, tanverdaderamente como los muebles "ue sostienen sus cuerpos.

    )sas meta herramientas est(n constituidas por algunos dise/os conceptuales "ue a lo largo deltiempo cada analista, en mayor o menor medida, ha ido $abricando y "ue terminan sindoletan imprescindibles como el mobilario de la consulta. Valga un e*emplo cl(sico el trminocl!nica, "ue se origina en el griego &linal o cama en la "ue el paciente reposa su dolor, vatrans$orm(ndose luego en cl!nica o lugar hospitalario y $inalmente se trans$orma en mtodo,el mtodo cl!nico, "ue es el verdadero soporte del su$rimiento del cl!nico y del clinado. )sa*ust(ndose a la metodolog!a cl!nica, "ue el cl!nico se inclina $rente a la demanda de supaciente.

    #as ideas cl!nicas son ideas de recambio, son descartables. e prescinde de ellas no bien

    de*an de ser 0tiles. Pero en ese descarte no todo se pierde sino "ue esta versatilidadoperativa de la cl!nica va organizando dos (reas. Un (rea te rica con las caracter!sticas deuniversalidad del conocimiento cient!$ico, por e*emplo los ya mencionados niveles te ricosmetapsicol gicos. Pero tambin va organizando cap!tulos menos universales, m(s personales,m(s domsticos, "ue habr(n de traducir el estilo y los intereses de cada operador. Porsupuesto "ue hay procederes con cierta universalidad "ue constituyen la teor!a de la tcnica,pero a"u! insisto en re$erirme a herramientas personales y domsticas.

    )stas herramientas cumplen dos $unciones. )n primer lugar sirven para accionarproductivamente el "uehacer cl!nico, en segundo trmino sirven al cl!nico para traba*arproductivamente con el edi$icio te rico, con el an(lisis de la teor!a. )s decir articulan aloperador con ambos campos, el pr(ctico y el te rico. 1e atrever!a a a$irmar "ue a"ueloperador cl!nico "ue no haya organizado instrumentos personales, no solamente se ver(resentido en su e$icacia pr(ctica sino "ue encontrar( tambin, bastante obstaculizado elacceso al vasto universo te rico.

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    Una caracter!stica de estas herramientas, de estos metamuebles como me gusta llamarlos, es"ue se los pueda ver $uncionar. e despliegan en el espacio de un papel o un pizarr n comoun dise/o cuyas partes se articulan productivamente. Verdaderos dibu*os escritos tienen algode ma"uetas $uncionales. e dir!a "ue se los puede interrogar.

    tra caracter!stica, es "ue estas herramientas personales se han ido $or*ando, han idohaciendo memoria en el operador, al grado de tener $orma dibu*able de su estilo personal. edice "ue el perro del pastor con el tiempo termina parecindose a su amo, algo seme*anteocurre a"u!. Pero lo anterior, a"uello de "ue han ido haciendo memoria en el operador, deninguna manera *usti$ica "ue este instrumental personal debe ser a su vez memorable. )lmostrarlos no es para proponerlos como modelos. )sto tiene relaci n con algo "ue considerosustancial en el psicoan(lisis y en general en las relaciones personales.

    e trata de privilegiar en primer trmino "ue dos o m(s entiendan singularmente, entiendanen el sentido de intelle ire , de producir inteligencia, antes "ue pretender privilegiar "ue doso m(s se entiendan. Por supuesto "ue cuando se da la producci n singular de inteligencia biense puede esperar un campo correspondiente de entendimiento.

    )s en este sentido "ue digo "ue los dibu*os de mis herramientas no podr!an ser memorablessino "ue les asigno otro mrito2 el de pretender producir en el destinatario su propiainteligencia singular acerca de su instrumental domstico. Pero esto de la memoria $or*adatiene su desventa*a. Ustedes me oir(n decir "ue un analista en su o$icio no habla dememoria. curre con estos dise/os memoriosos, por cotidianos y $(ciles de utilizarproductivamente, son di$!ciles de transmitir, por aburridos para uno mismo, cuando se debeuna vez m(s hablar de ellos. +contece algo seme*ante a a"uel actor "ue repitiendo porensima vez su te'to puede "uedarse 3sin (ngel4. Ver c mo sorteo el riesgo.

    #os dise/os "ue presentar los he seleccionado como representativos de distintos momentosde mi $ormaci n, de mi edad como analista.

    5o suelo dividir en tres las edades de un analista la edad del noviciado, en la "ue tiende aidenti$icarse con analistas vivientes. #a edad de los amores te ricos, donde la identi$icaci nno solamente es con los te'tos sino "ue esos te'tos van produciendo sustancialmentepensamientos y propias teor!as. 5 la edad de la maestr!a, a"uella donde ya est( garantizado"ue todo an(lisis v(lido es propio an(lisis. )n esta etapa ha terminado en general eldispositivo tcnico de an(lisis personal y desde el "uehacer anal!tico el analista empieza supropio an(lisis interminable, el "ue resulta de su pr(ctica.

    6omenzar por mostrar algo "ue en cierta $orma pertenece a la prehistoria m!a comoanalista, puesto "ue este dise/o est( basado en observaciones hechas cuando era un mdicorecin graduado. e re$ieren a %on Pascual. )ste era un hombre internado en la sala donde yohac!a mi pr(ctica. Proven!a de una pe"ue/a comunidad rural2 no era pol!tico, ni mdico, niabogado, tampoco era sacerdote, ni si"uiera era un hombre de alguna $ortuna, se reconoc!a a

    s! como un hombre de conse*o. 7uiz( sin saberlo era un poeta. %on pascual pronto comenz atener in$luencia entre los pacientes de la sala, despus con en$ermeros y luego con algunospocos mdicos entre los "ue contaba. +l tiempo algunos de sus paisanos comenzaron avisitarlo. 8o era persona de mucho hablar pero su pr 'imo $in y el estar le*os del terru/o lohab!an tornado m(s decidor. 5o sol!a escucharlo por largos momentos tratando de advertir la!ndole de su saber.

    )scrib! entonces, sin mayor orden, algunas pocas notas. 8o me es $(cil decidir "u cosas dec!ay "u promov!a en mi pensamiento. )ra un maestro de a"uellos "ue de*an marca en el orillosin "ue "uien aprende corra el riesgo de convertirse en el orillo de una marca. 6uriosamentecon el tiempo su $igura se me ha ido encimando, tanto con la del poeta 1acedonio Fern(ndez,como con la de los 0ltimos tiempos de Pich n 9iviere. +/os despus, bastantes, cuando deb!hacerme cargo de la c(tedra de Psicolog!a 6l!nica en la Universidad de :uenos +ires, volv!,m(s "ue a las notas, a la memoria del saber de %on Pascual2 a lo "ue cre! reconocer como elsecreto de su e$icacia. Pens "ue no era poca pretensi n "ue los psic logos cl!nicos a $ormar,no desmerecieran sus procederes. )labor entonces lo "ue denomin las cinco condiciones dee$icacia cl!nica.

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    + lo largo del tiempo $ueron decantando estas condiciones cl!nicas. Figuran dispersas enalgunas clases-$ichas, e'traviadas en los tiempos de la docencia universitaria, pero a0nadvierto en m! la presencia inadvertida, valga la contradicci n, de esta herramienta "ue$orma parte de mi yoidad de cl!nico.

    Voy a comenzar nombr(ndolas sin "ue el orden signi$i"ue necesariamente un prop sitosecuencial aun"ue en cierta manera cada condici n es $unci n de la otra.

    6apacidad de predicci n +ctitud no normativa Posibilidad de establecer relaciones ins litas en el discurso %e$inir por lo positivo o por lo "ue es 6oherencia entre teor!a y pr(ctica o entre ser y decir

    #as desarrollar brevemente.

    ; Por capacidad de prediccin entiendo la organizaci n "ue todo cl!nico puede hacer desus propias e'pectativas antes de incluirse en una situaci n cl!nica.

    8o se trata de pretender alguna suerte de adivinaci n acerca de lo "ue habr( de ocurrir ymucho menos de planear acotadamente una entrevista cl!nica, se trata de la puesta en clarode las propias e'pectativas, en base a los datos precarios o no "ue se poseen previamente.)sta organizaci n e'pl!cita de las e'pectativas $unciona desde el primer momento de laentrevista como medida de con$rontaci n con lo "ue realmente acontece. 8o importa "ue lacon$rontaci n coincida o no, lo "ue importa es "ue a partir del a*uste o desa*uste con losemergentes del campo, "ue permiten un me*or conocimiento cl!nico de movida. 6uando no sehan organizado las e'pectativas, stas tambin $uncionan, pero secreta y perturbadoramente.Una entrevista es una oportunidad de e$icacia cl!nica y no es tico desaprovecharla.

    ; #a actitud no normati a es el prop sito de no normativizar, no diagnosticarprematuramente. %e*arse atravesar por los datos del campo sin pretender entender antesde entender.

    6onlleva el prop sito de no ocupar %ios m!o "u me pasa?4 y uno de respuestas.6uando alguien demanda desde un incremento con$lictivo, ambos aparatos de*an de estardivididos y m(s o menos 3pr 'imos4 =el ingenioso dispositivo del "ue habla Freud en sutraba*o y "ue permite simult(neamente aceptar y negar la amenaza de castraci n y pasan aestar m(s bien dislocados. #as preguntas no hallan respuestas como si los dioses estuvieranausentes, por eso la demanda. )stos distintos grados de dislo"ue habr(n de traducirse en eldiscurso del paciente, tambin como $ragmentos discursivos dislocados, hasta se podr!a, pormomentos, tomar las $ragmentaciones como contradicciones y a0n como $alsedades. e tratade relacionar estos $ragmentos dislocados. +l hacerlo suelen presentarse como articulacionesins litas para el propio paciente. )n esta sorpresa radica gran parte de la e$icacia develadora.

    ; $e%inicin por lo positi o# bviamente no cabe suponer "ue a"u! positivo tiene algunaconnotaci n bondadosa.

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    indicador permite en cierta $orma regresiones acotadas hacia a"uel punto disposicional. Porotra parte el "ue un paciente advierta el para "u sintom(tico, hace posible recuperar 3ladignidad4 del s!ntoma, lo cual $avorece los procesos de sublimaci n. )sto es $undamentalcuando se traba*a con psic ticos o con neur ticos muy graves, ya "ue regresivos de por s!, yd nde establecer procesos de sublimaci n es $undamental para 3neurotizar4 analizablementeun psic tico. %e cual"uier manera, "uiero destacar "ue no se trata de cl!nicos operativos o

    cl!nicos psicoanal!ticos. + partir de este dise/o inicialmente simpli$icado y hasta ingenuo, lapr(ctica me ense/ "ue ser psicoanalista es s lo un rumor por m(s t!tulos v(lidos "ue alguienposea. )l asunto es "ue alguien desde estos antecedentes logre estar psicoanalista en unadeterminada y singular situaci n, es decir a*ustado a la demanda, cual"uiera sea el polometodol gico "ue se deba accionar prevalentemente para garantizar una producci n cl!nicapertinente.

    #a producci n del sistema cl!nico es $unci n de una ruptura "ue enlaza. )sta rupturaenlazadora es la abstinencia del cl!nico asumiendo su rol, primero desde lo "ue no hace,condici n necesaria para la audacia del hacer. )ste no hacer, marca y designa la di$erenciade dos lugares el cl!nico y el clinado. #a $ormulaci n Psicopatol gica 6l!nica Psicoanal!ticae*empli$ica el lugar de la producci n del pathos y el de la producci n te rica psicoanal!tica.1ientras ambas producciones constituyan una simetr!a rec!proca, enlazada por la cl!nica,habr( producci n de inteligencia. 6uando termina esta reciprocidad muere el cl!nico y surgeel predicador o lo "ue es peor, la dialctica amo-esclavo. )*ercicio arbitrario del poder.

    )l tercer dibu*o instrumental del "ue voy a hablar corresponde en su origen a lo "ue me gustadenominar los amores te ricos o la segunda edad de un analista y en la cual la $recuentaci nde los te'tos va organizando propios te'tos, escritos o s lo estructurados como pensamiento.)sta herramienta es sustancialmente de capacitaci n. )ntiendo por capacitaci n la e$icazarticulaci n de la pr(ctica en la "ue los obst(culos personales o del campo son oportunidadde descubrimiento. %escubrimiento "ue aclara los te'tos y se aclara desde los te'tos.

    %enomino a esta herramienta los cuatro par(metros de un encuadre cl!nico o m(sampliamente la metabolizaci n ascendente de un encuadre cl!nico.

    Bablando de te'tos voy a re$erirme a este dise/o transcribiendo algunos p(rra$os de unacon$erencia anterior titulada 3Cdentidad y personalizaci n del psicoterapeuta4. %ec!aall! 1 la capacitaci/n psicoanaltica se encuadra en cuatro par2etros estructurales$

    3&uellos cuatro ele2entos &ue constituyen precisa2ente el encuadre clnico+

    o #a materialidad del campoo )l proyecto del mismoo #a teor!a, metodolog!a y tcnicao )l estilo personal del operador

    #a $ormaci n psicoanal!tica implica "ue un su*eto encuadrado

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    los otros, para garantizar o para negar la posibilidad de una producci n com0n. Por supuesto,estoy rozando el pretendido problema de la neutralidad del cl!nico, analista o no. 8o e'istetal neutralidad. )s claro "ue la abstinencia psicoanal!tica, "ue no en neutralidad sino enrecaudo operacional tico $unciona, precisamente por tico, s lo dentro de los l!mitescompatibles con una producci n com0n entre cl!nico y clinado.

    %esde esta no neutralidad, el psicoanalista mantiene su autonom!a. 6uando se ha ad"uiridoesta autonom!a tambin se supera la tiran!a de la materialidad del campo, o sea, a"uello "uerepresenta el primer par(metro del encuadre.

    +bandono por unos momentos el te'to de a"uella con$erencia a la "ue luego volver.

    #as dos 0ltimas herramientas "ue habr de presentar las ubico en la edad de la maestr!a.9esulta un tanto chocante decir de uno mismo maestr!a, pero ocurre "ue puede haber unapoca en un psicoanalista "ue admite tal cali$icativo. +contece generalmente despus de unper!odo en el desierto, de un retiro m(s o menos real y signi$icativo. %e este desierto sepuede o no volver en maestr!a. 8o necesariamente maestr!a se corresponde con la presenciade disc!pulos. )sto es posible pero no necesario, al menos en el psicoan(lisis cl!nico. )n la

    maestr!a he per$eccionado el estilo personal

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    interpretar. Cmaginen esta primera $unci n 3$acilitada4 por el no hacer y las e'pectativas del"ue demanda, como un trazo lineal de Gcm de largo. )s una medida totalmente arbitraria.

    )l segundo signi$icado-$unci n del interpretar alude a la lectura , desde lo advertido por elanalista. )sta $unci n presenta m(s di$icultades "ue la anterior si consideramos lo "uerealmente 3sabe4 el psicoanalista acerca de "uien lo demanda, comparado con lo "ue stesupone del saber del analista. )sto est( bastante esclarecido desde el lacaniano su*etosupuesto saber, manera de designar al psicoanalista a "uien el analizado ha hecho ob*etotrans$erencial de sus s!ntomas.

    %e esta con$rontaci n entre saber atribuido sintom(ticamente =l!nea Gcm y el arduo saberresultante de la lectura, se entiende como el interpretar-leer es $unci n m(s $(cil "ue elinterpretar como asunci n activa de un rol. Hra$i"uemos esta segunda $unci n, la de lectura,por un trazo lineal m(s restringido2 una l!nea de Icm.

    Finalmente interpretar desde el rol y la lectura, una %ormulacin ha"lada 'o accidentada( ,lo cual se a*usta en realidad a la cl(sica signi$icaci n psicoanalista de interpretar, resultar(obviamente m(s di$!cil a0n. 8o s lo se ponen a"u! en *uego decisiones metodol gicas y ticas

    as! como oportunidad y pertinencia, sino "ue mucho de lo "ue 3lee4 un psicoanalista, caedentro de lo ine$able, a"uello di$!cil de traducir en palabras. Cmaginemos entonces estadi$icultad mayor para esta tercera $unci n, restringiendo el nuevo trazo a s lo Jcm.

    i componemos un dibu*o a partir de estas tres l!neas desiguales, tendremos el siguienteresultado ="ue habr de presentar de entrada como un gr($ico m(s completo a partir de estastres l!neas .

    9ol activo KKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKK

    #ectura KKKKKKKKKKKKKK....................

    Formulaci n hablada KKKK........................................

    +l completar simtricamente estas l!neas con una l!nea punteada obtenemos un dibu*o 0tilpara presentar gr($icamente un campo cl!nico psicoanal!tico. #a l!nea "ue cruzadiagonalmente en campo, gra$ica la abstinencia psicoanal!tica a partir no s lo de la disciplinaabstinente, "ue cada vez promueve m(s lugar al analizado, en una temporalidad lineal, sino"ue tambin es resultante de la creciente di$icultad "ue va presentando el actointerpretativo, en una temporalidad puntual, como lo describ! en relaci n a las tres $uncionesinterpretativas.

    #o anterior adelanta lo obvio, esta diagonal abstinente "ue articula en el gr($ico como lapr(ctica, la relaci n analista-analizado, designa el transcurrir temporal de un an(lisis.Aranscurrir donde la $igura del analista al comienzo, avanza como un espol n sobre el campodel analizado ya sea por la invalidez su$riente de ste ya por el atribuido supuesto sabersobre el analista. +l $inal del an(lisis se ha invertido el dibu*o, tanto por la autonom!a "ue haido ad"uiriendo el analizado como por la maestr!a, "ue en ese caso particular, m(s all( de suedad psicoanal!tica, ha ad"uirido el operador.

    +dem(s este trazo abstinente se/ala una calidad propia de la cl!nica en general y de lapsicoanal!tica en particular es un e*ercicio en soledad para el operador precisamente a partirdel creciente 3silencio4 "ue las tres $unciones interpretativas van ad"uiriendo en lapuntualidad interpretativa y en la linealidad temporal en la cual se va 3haciendo hablar4 laestructura sintom(tica del analizado, originando la trans$erencia. #a persona del propioanalista cae 3aba*o y arrinconada4 tal lo sugiere el gr($ico, por los persona*estrans$erenciales "ue ha accionado. Por ah! va la maestr!a de alguien "ue no proponindose

    como modelo contribuye no obstante a poner en cuesti n, en el analizado, sus propios valoresy deseos. )s "ue ese rinc n aba*o no es lugar de arrumbamiento, es lugar de podermetodol gico ya "ue no hay otro poder v(lido en el accionar psicoanal!tico.

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    Podr!a e'traer otras consecuencias de este dise/o. Por e*emplo se/alar "ue su parte superior,la del espol n del supuesto saber, se/ala prevalentemente el polo psicoteraputico delpsicoan(lisis, lo cual no "uiere decir "ue se/ale una mayor incidencia curativa pues enrealidad se tratan de las iniciales =y muchas veces $inales curas trans$erenciales. )n cambiola parte in$erior corresponde m(s al polo psicoanal!tico, el "ue encamina el $in de un an(lisisy donde la cura puede resultar un hecho estable consiguiente a la trans$erencia ya resuelta.

    Aambin dir!a, tomando el trazo de Gcm seguido de uno punteado de Jcm, "ue nunca e'isteun paciente con tal invalidez como para no inscribir su presencia como persona, aun"ue seauna presencia de Jcm. 9econocer esto es un recaudo necesariamente tico para "ue se abrala promesa de una verdadera e$icacia psicoanal!tica. )n $orma seme*ante corriendo laatenci n al trazo lleno de Jcm, completado por una l!nea punteada de Gcm, en el pie deldibu*o, podemos a$irmar "ue nunca se conduce un $in de an(lisis sin la presenciae'pl!citamente reconocida =a0n de Jcm del analista.

    %e lo contrario estar!amos no en el $inal de un an(lisis sino apro'imando la debacle del

    parricidio. Un $in de an(lisis implica reconocer un lugar "ue por haber sido abandonadogarantiza la e'tran*er!a e'og(mica. Puede ser "ue nunca se retorne al mismo, pero eso nodesmiente el valor de su e'istencia simb lica.

    Finalmente arribo a mi 0ltima herramienta, "uiz( la menos anecd tica, la m(s conceptual.

    Voy a intentar presentar sustancialmente lo "ue designo como 3estructura cl!nica dedemora4, volviendo a recurrir al te'to escrito de la con$erencia "ue mencion anteriormente.

    Presentar esta herramienta implica un problema "ue surge siempre "ue nos disponemos atransmitir psicoan(lisis psicoanal!ticamente.

    e trata de intentar no s lo hablar acadmicamente del inconsciente sino tambin hablar alinconsciente. )sto 0ltimo supone por momentos, inevitables e$ectos relacionados con lacon$usi n. )l insi ht es posterior.

    #a estructura de demora se relaciona con algunos grandes temas psicoanal!ticos como laescucha, la atenci n libremente $lotante, la contratrans$erencia, es decir a"uel acontecerpropio de neurosis de trans$erencia, pero principalmente se relaciona con la abstinenciaconcebida como una suerte de arte marcial "ue no suprime el registro sino "ue al suprimir laacci n inmediata logra trascender lo aparente y acceder a otro conocimiento.

    Veamos #a unidad m!nima de operaci n cl!nica es la siguiente mirar, pensar, hablar. 6adauno de estos trminos es de por s! comple*o pero a los $ines mostrativos los presento en sum('ima reducci n. )l eslab n central, el pensar, es algo as! como el laboratorio de la cl!nicapsicoanal!tica. i este eslab n se saltea, se establece un corto circuito donde el cl!nico,psicoanal!tico o no, sobredetermina o es sobredeterminado por el campo. #a $orma m(s$recuente pero no 0nica de esta sobredeterminaci n es el diagn stico prematuro "ue no esigual "ue precoz.

    )'aminemos entonces este segundo eslab n

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    psicoanalista las creencias acerca de las causas de estos movimientos y a$ectos. )stos verbossiento, "uiero, creo, designan la manera como el cl!nico 3est( a$ectado4, involucradoemocionalmente, dir!a a$ectado, por contagiado, $rente al clinado. +"u! llegamos a unaestaci n importante en el establecimiento de la estructura de demora. )star a$ectado no s losigni$ica estar involucrado o contagiado, sino "ue tambin tiene el sentido de estar a$ectandoa una tarea. Pues bien, esta vocaci n, esta tarea, en psicoan(lisis es la de la abstinencia, "ue

    no es tarea de supresi n o puri$icaci n sino "ue se a$ecta como tarea al estar a$ectando,involucrado, para per$eccionar la acci n cl!nica.

    %eteng(monos. )l creo

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    )n cierta $orma, s lo en cierta $orma, la interpretaci n psicoanal!tica, alcanza su $orma m(scon$iable en situaciones duales. Bay m(s chance de a*uste pertinente. )s probable "ue poresta raz n todo psicoanalista, desde Freud y su e' -amigo Fliess, hable y escriba con elpensamiento puesto prevalentemente en un interlocutor amigo, e'