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7/23/2019 fgnhgm gh, h,
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BC SÁBADO 13-11-99 53
C U LT U R A
EL HISTORIADOR EDITA UNA MONOGRAFÍA SOBRE EL PINTOR MALAGUEÑO
Cinco historiadores de smo ntan los equívocos que oscurecen la obra del genial malagueño considerado por la cr ít icafrancés a pesar de las influencias de El Greco Veláquez y Goya en el conjunto de su obra
J o n a t h a n B r o w n : « P e s e a l c h o v i n i s m oP ic a s s o fu e u n p in to r d e t r a d ic ió n e s p
casso y El Greco fren te a fr ente: «Muchacho conduciendo un caballo» y «San Martín y el mendigo»
ADRID. Tulio H Demichelia editorial Nerea acaba de publicar «Picasso y la tradición española», un volvimen lujosamentestrado que reúne ensayos de los
storiadores Susan Grace Galassi,bert S. Lubar, Robert Rosenblum
Gertje Utley, coordinados p or Jon aan Brown, para desmontar el mitoe aprisiona al artista malagueñojo la etiqueta de pintor francés».
n tópico no por extendido menos
so y «cuya naturaleza se aclaraen opinión de Jonath an Brown— aluz del chovinismo galo, que hanseguido colocar al artista en losanuales de historia entre pintores
como Matisse o Cézanne», aunqueBrown a dmite el diálogo que el malagueño estableció, por ejemplo, conBraque, inspirador del cubismo, movimien to del que el arti sta fue cofun-dador.
Sin embargo, «Picasso —declarabaayer el hispanista a ABC— tenía imaposición al margen del arte francés.Y n o sólo eso. En su situació n de forastero, puede decirse que lo criticaba. Como hispanista y como aman te
de España trato d e reaccionar contrala indebida apropiación de un artista español por parte de la políticacultural de los franceses».
Decir que Picasso era español es
ima verdad de PerogruUo en la quehay, por ello mismo, que insistir, ylos autores del l ibro lo hacen desdediferentes atalayas: Brown lo imbrica en la tradición p ictórica nacional;Lub ar lo enfrenta a El Greco; Rosenblum habla de la españolidad de susnaturalezas muertas; Grace Galassilo visita en el taller de Velázquez; yUtley discute su «nacionalidad» francesa enmarcándolo en la cultura dela posguerra. «En los ensayos que se
publican en este libro —explicaBrown— se ha tratado , en primer lugar, de resumir una tradición pictórica para dilucidar de manera uniforme la trayectoria de un artista que
vivió noventa años y que siempreestuvo cambiando». Y no solamentee s o : como expresab a Octavio Paz ensu prólogo a la exposición «Los pi-cassos de Picasso», el malagu eño fueel paradigma del artista de la modernidad, cuya tradición es la «tradición de la ruptura», algo con lo queBrown está «completamente deacuerdo, es una gran verdad», porque el suyo fue «siempre un p rocesodinámico».
Para advertir cuáles fueron las influencias que más lo marcaron nohay más que acudir a «su archivopersonal, a partir del cual se puedetrazar tma historia del artista». Eneste libro «hemos identificado un hilo conductor que tiene mucho quever con su vida emocional y quesiempre revela su patriotismo cultural».
Se han p erseguido, asimismo, las
influencias perceptibles de El Grec o Goya y Velázquez, pintores que«cuando los miras, te das cuenta deque no eran italianos, de que eranalgo muy distinto» y con los que Picasso «siempre tuvo una relaciónmuy directa, aunque también muycambiante». Y es que Picasso frecuentó en su juventud el museo delPrado «donde figura en el libro decopistas» y visitó Toledo, donde seadmiró an te «El entierro del condede Orgaz».
Luego, al tener que exüiarse alconcluir la guerra civU, al no poderpisar el territorio patri o, «recuperóla España de su juventud, lo cual semanifiesta en sus naturalezas muert a s mientra s que, al mismo tiempo,la extrema derecha cultural francesa no sólo lo veía como a un extranjero peligroso, sino que lo consideraba como un corruptor de la identidad francesa, junt o con los judío s ycon los orientales».
Otro aspecto que destaca Jonathan Brown es que Picasso, pese asu militancia polít ica en el partidocomunista, «se consideraba pintor yno político, por lo que se alejó dePar ís y de sus conflictos ideológicos.Se estableció en el sur de Francia yse rodeó de sus amigos españoles.A H Í otra vez volvió a sus fuentes pictóricas originales, y si en un princi
pio su mayor adm iración la dedicaba a El Greco, luego la dirigiría aVelázquez, como así lo demuestranlas versiones q ue hizo de Las Meninas para interiorizarlas».
adrid) - 13/11/1999, Página 53(c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de losde esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición
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