El Estado

Las definiciones más clásicas del Estado lo entienden como un conjunto o sistema de instituciones. Este tipo de definiciones se consideran “institucionalistas”, ya que miran al Estado como una totalidad en sí misma y no se fijan en la relación del Estado con la sociedad.

El Estado es parte de la sociedad. No existe en el vacío, ni existiría si no existiera la sociedad. Tiene historia, no existió siempre ni fue siempre el mismo. La ciencia política tradicional ubica a la polis ateniense (la antigua ciudad de lo que hoy es Grecia, en la cual los hombres libres gobernaban a través de una asamblea que se llamaba ekklesia) como la primera forma de Estado. Algunos lo ubican en la antigua Roma. La gens romana y la polis ateniense aparecieron aproximadamente durante el siglo VI AC. Luego de la Edad Media (entre el 500 y el 1500 DC, aproximadamente), donde los territorios estaban dominados por Señores Feudales bajo la tutela de un rey, y la Iglesia Católica tenía muchísimo poder; los reyes, que hasta entonces debían compartir el poder con los Señores Feudales y el Papa, se hacen cada vez más fuertes y dan lugar a las monarquías absolutas, que se generalizan entre los años 1600 y 1800 aproximadamente. Estas monarquías, donde el Rey era el supremo gobernante – que, incluso, se creía designado por Dios – fueron el antecedente del Estado moderno, más parecido al Estado que existe actualmente.

El Estado moderno nace con la Revolución francesa (que inicia en 1789 con la toma de la cárcel de Bastilla). En este período va adquiriendo alguna de las características que tiene hoy, tales como la separación de la Iglesia (antes la Iglesia controlaba la educación, los casamientos, los cementerios y muchas otras cosas que hoy administra el Estado) y el desarrollo de una burocracia o administración pública. Este aspecto es fundamental para entender el Estado hoy; y consiste – básicamente – en toda una red de oficinas, instituciones y dependencias del Estado que administran la vida de toda la población.

Para ejemplificar, nada mejor que nuestro propio Estado: la burocracia en Argentina cubre absolutamente toda la vida social, desde los certificados de nacimiento y defunción, los DNI, pasaportes, etc. que cada ciudadano/a debe tramitar ante el Registro Nacional de las Personas (una dependencia estatal), hasta todos los trámites que podamos imaginarnos, todo eso cae bajo la administración del Estado. Un Estado sin burocracia no sería capaz de gobernar.

Otro elemento central del Estado, que se desarrolló con fuerza en el período absolutista, fueron las Fuerzas Armadas. Antes, los ejércitos eran propiedad de cada Señor Feudal. Con el surgimiento del Estado Absolutista, los ejércitos fueron centralizándose hasta ser propiedad exclusiva de los Estados. Max Weber, un importante pensador alemán que vivió entre los años 1864 y 1920 dijo que la característica fundamental del Estado moderno era tener el “monopolio de la violencia física legítima” sobre un territorio.

Para la tradición marxista, el Estado es producto de la lucha de clases. Según Federico Engels (1820-1895), colaborador cercano de Carlos Marx (1818-1883); ambos alemanes, el Estado es “un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del "orden". Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado”

Para el autor de El Capital, Carlos Marx, el Estado es producto de la moderna sociedad capitalista, y lo define de distintas maneras a lo largo de su obra. Una de sus definiciones más conocidas es la del Manifiesto Comunista (1848), donde sostiene que el Estado es “el comité administrador de los asuntos comunes de la burguesía”.