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INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGIA El Plan Diocesano de Pastoral de la Arquidiócesis de Tuxtla (2009-2010) nos plantea las distintas situaciones que nos desafían el mundo de hoy, concretamente cuatro desafíos: 1. Una cultura posmoderna. Desafía y cuestiona las grandes verdades de la fe, los altos ideales, rechaza las instituciones tradicionales como la familia, la iglesia, la sociedad; se releja la religión, la moral, y el arte a una creencia privada, tal parece que importa más lo económico lo político. También propicia un ambiente sumamente materialista, consumista, hedonista y un permisibismo exacerbado. En el tiempo que vivimos hay sentimientos de inseguridad y desesperanza. Tal parece que el ser humano vive en un estado de desesperación reprimida, tratando de encontrar formas de distraerse con el fin de no ver la realidad tan difícil. Tal parece que hay una gran fascinación por los vampiros, los extraterrestres y la magia, por lo oculto, sobre natural y lo preternatural. Como dice (Joanna Macy, el terror de lo que nos deparara el futuro está en los márgenes de la conciencia, demasiado profundo para nombrarlo y demasiado terrible para afrontarlo) (citado por Albert Nolan, Jesús hoy, pág. 30. 1

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INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGIA

El Plan Diocesano de Pastoral de la Arquidiócesis de Tuxtla (2009-2010) nos

plantea las distintas situaciones que nos desafían el mundo de hoy,

concretamente cuatro desafíos:

1. Una cultura posmoderna. Desafía y cuestiona las grandes verdades de la

fe, los altos ideales, rechaza las instituciones tradicionales como la familia,

la iglesia, la sociedad; se releja la religión, la moral, y el arte a una creencia

privada, tal parece que importa más lo económico lo político. También

propicia un ambiente sumamente materialista, consumista, hedonista y un

permisibismo exacerbado.

En el tiempo que vivimos hay sentimientos de inseguridad y desesperanza.

Tal parece que el ser humano vive en un estado de desesperación

reprimida, tratando de encontrar formas de distraerse con el fin de no ver la

realidad tan difícil. Tal parece que hay una gran fascinación por los

vampiros, los extraterrestres y la magia, por lo oculto, sobre natural y lo

preternatural. Como dice (Joanna Macy, el terror de lo que nos deparara el

futuro está en los márgenes de la conciencia, demasiado profundo para

nombrarlo y demasiado terrible para afrontarlo) (citado por Albert Nolan,

Jesús hoy, pág. 30.

2. El secularismo y la indiferencia religiosa. Hay una búsqueda y

hambre y sentido y conciencia de espiritualidad generalizada en nuestra

sociedad se percibe la necesidad de algo que nos de fuerza interior para

afrontar la vida frente a los sentimientos de miedo y angustia. Tal parece

que hay una angustia y ansia profunda de Dios especialmente en los

jóvenes y hasta piden una espiritualidad que incluya el cuerpo y su

sexualidad. Por eso en muchas partes el hambre de espiritualidad se sacia

por las religiones orientales ejemplo el yoga y la meditación. También hay

en el hombre de hoy un hambre de unicidad con Dios o sea que se quiere

ser feliz, alegre, confiado, humilde, amable, libre y seguro. También se

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quiere tener una sanación holística o sea se quiere estar sano tanto en el

cuerpo, en el alma y en la sociedad. Hay pues un sin número de personas

buscadores espirituales que quieren encontrar algo, dígase paganismo,

magia, superstición, animismo, panteísmo.

Por eso el plan diocesano nos recuerda que hay una creciente proliferación

de propuestas religiosas, un clima de competencia y confusión, lo que lleva

a muchos católicos a vivir un cristianismo sin Cristo, en un creciente

bombardeo proselitista de sectas, impulsados por intereses políticos.

3. El modelo económico globalizado. Cuando se habla de este desafío

pareciera que son dos conceptos por una parte lo económico y lo otro lo

globalizante. Quiere decir que es un fenómeno complejo que no es fácil

explicitar con algunos conceptos. La globalización provoca una creciente

pobreza desigualdad, marginación destrucción de la ecología, alcoholismo,

violencia, migración, individualismo.

¿Qué se entiende por individualismo en el mundo global? Es la persona

autodidacta, autosuficiente y autónomo que se basta a sí mismo no

necesita a nadie (excepto para el sexo) y no debe nada a nadie. Es pues el

hombre libre y feliz que se identifica con la independencia y autosuficiencia

por eso es un postulado básico o sea se trata de dar culto al ego, es una

especie de narcicismo psicológico, social, político, económico y espiritual.

Por eso el individuo pierde contacto con la realidad y se suscita una

alienación, soledad falta de amor, infelicidad e incapacidad de mantener

relaciones. En el ámbito económico conduce a una acumulación ilimitada

de riqueza por parte de algunos y hasta dice “lo he ganado todo sin

transgredir las leyes o es mío y no soy responsable de la vida de otras

personas”. Y en el ámbito espiritual como es egocéntrica hasta se da el

consejo de: “sigue el camino de tu corazón” por eso el individualismo

globalizante destruye millones de personas todos los días y no deja de ser

una constante amenaza para la misma libertad que se espera alcanzar.

En la economía globalizante las estructuras de poder dominan haciendo

que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. De una manera muy

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sutil sin que nos demos cuenta millones de personas son marginadas y

excluidas porque no hay lugar para ellos en la economía. No son nadie.

Entonces es un capitalismo neoliberal con una cosmovisión completamente

materialista basada en el principio de la supervivencia de los más aptos. Es

el poder del dinero, o sea este poder de dinero es opresor a través de las

armas por eso se dice que nadie puede dominar al mundo con su dinero

sino tiene armas para proteger sus riquezas en ese sentido el imperio

norteamericano con sus armas de destrucción masiva, sus ejércitos

extendidos por todo el mundo (tienen setecientos cuarenta y cinco bases

militares en ciento veinte países ) de ahí que la economía globalizante

quiera ser un modelo económico y un ideal en horizonte y hasta dicta y

decide por todos nosotros lo que es mejor para cada persona.

4. La cultura de muerte. Provoca pérdida de valores y falta de respeto por la

dignidad humana. Impide vivir la comunión y la solidaridad como camino de

santidad. Como dice el documento de Santo Domingo … el origen de los

males individuales y colectivos que lamentamos en América Latina: las

guerras, el terrorismo, la droga, la miseria, las opresiones en justicia, la

mentira institucionalizada, la marginación de grupos étnicos, la corrupción,

los ataques a la familia, el abandono de los niños y ancianos, las campañas

contra la vida, el aborto, la instrumentalización de la mujer, la depredación

del medio ambiente, en fin, todo lo que caracteriza una cultura de muerte.

(SD 9).

Y el documento de Santo Domingo continua diciendo de una manera dramática,

¿Quién nos librará de estas fuerzas de muerte? (cf. Rm 7, 24). Sólo la gracia de

nuestro Señor Jesucristo, ofrecida una vez más a los hombres y mujeres de

América Latina, como llamada a la conversión del corazón. La renovada

evangelización que ahora emprendemos debe ser, pues, una invitación a convertir

al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres (cf. Juan Pablo

II, Discurso Inaugural, 18), para que los cristianos seamos como el alma en todos

los ambientes de la vida social (cf. Carta a Diogneto 6). (SD 9).

3

El documento de Aparecida nos recuerda “…Se trata de confirmar renovar y

revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un

encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y

misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de

hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como

discípulos de Jesucristo y misionero de su reino, protagonistas de vida nueva…”

(DA 11). Y el mismo documento nos sigue desafiando que… a todos nos toca

recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser Cristiano por

una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento,

con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación

decisiva”. (DA 12).

“…El reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para

promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y

comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro

con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra

prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo

sea, encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no

obstante todas las dificultades y resistencias. Éste es el mejor servicio -¡su

servicio!- que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones”. (DA 14).

Continua el documento de Aparecida “… el discípulo y misionero de Cristo que se

desempeña en los ámbitos de la política, de la economía y en los centros de

decisiones sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el

materialismo, los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la

visión cristiana. Por eso, es imprescindible que el discípulo se cimiente en su

seguimiento del Señor, que le de la fuerza necesaria no sólo para no sucumbir

ante las insidias del materialismo y del egoísmo, sino para construir en torno a él

un consenso moral sobre los valores fundamentales que hacen posible la

construcción de una sociedad justa”. (DA 506).

El Papa Juan Pablo II en la magna inauguración CELAM, recordó las palabras del

Papa Pablo VI:

4

“¡Cristo!

Cristo, nuestro principio.

Cristo, nuestra vida y nuestro guía.

Cristo, nuestra esperanza y nuestro término…

Que no se cierna sobre esta asamblea otra luz

que no sea la de Cristo, luz del mundo.

Que ninguna otra verdad atraiga nuestra mente

fuera de las palabras del Señor, único Maestro.

Que no tengamos otra aspiración que la de serle

absolutamente fieles.

Que ninguna otra esperanza nos sostenga, si

no es aquella que, mediante su palabra,

conforta nuestra debilidad…”. (SD Pág. 14).

I. PERFIL MINIMO DE JESÚS DE NAZARET1

NOMBRE: Jesús. 557 veces en los Evangelios, 905 en todo el N.T. Es un

apócope del nombre hebreo yehoshúa (para nosotros Josué, como el libro

bíblico del A.T.) Este nombre contiene el tetragrama Sagrado YHWH que es el

nombre de Yavé y una forma del verbo hebreo “Yasha” que significa: Salvar.

Por lo tanto, Jeshùa, significa: yavé salva.

1 González Roser Antonio, El mundo, el reino y la iglesia, E. Progreso, México 1989 Págs. 37 38.

5

1. PADRES: José; descendiente de David (Lc 1, 27); habitante de Nazareth

(Lc 2, 39); carpintero (Mt 13,55). Y María: originaria de Nazareth; esposa de

José (Mt 1, 16); pariente de Isabel, la madre de Juan el Bautista (Lc 1, 36).

2. FECHA DE NACIMIENTO: Jesús nació en tiempos del emperador Octavio

Cesar Augusto (27 A.C. al 14 D.C) (Lc 2,1) y el Rey Herodes el Grande

(27 A.C. al 4 D.C) (Mt. 2,1). Por lo tanto nació en el año 6 A.C., 747 años

después de la fundación de Roma. El monje Dionisio el Exiguo en el siglo

VI después de Cristo, al diseñar el calendario gregoriano no sincronizó bien

las fechas y empezó a contar la era cristiana seis años después.

4 LUGAR DE NACIMIENTO: Belén de Judá. Algunos investigadores dicen

que pudo ser Nazareth. De hecho siempre se le conoció como el Nazareno,

o el Galileo, si nació en Belén fue circunstancial más o menos en ocasión

del censo de Cirino (Lc 2, 1).

5 SEXO: MASCULINO.

6 NACIONALIDAD: Judío, perteneciente a un insignificante pueblo dominado

por el imperio Romano. Israel llevaba más de 600 años de haber sido

invadido por 5 imperios diferentes. Estaba cansado. Ardía en ansiosa

espera de un libertador, de un Mesías. El pueblo judío era profundamente

nacionalista y religioso. Gobernado por sacerdotes, constituía una singular

teocracia en la que nunca hubo división entre lo político y lo religioso.

7 IDIOMA: Jesús hablaba un dialecto Galileo (Mt 26, 73) del arameo, lengua

semítica pariente del hebreo. Seguramente sabía también algo de hebreo

pues era el idioma oficial en que se hacían las oraciones y las lecturas de la

sinagoga. Es probable que a causa de la ocupación romana supiera algo de

latín y tal vez un poco de griego debido al contacto con judíos de la

diáspora.

6

8 ESCOLARIDAD: Jesús no fue un rabino, ni un intelectual. No dejó nada

escrito, sin embargo sabía escribir (Jn 8, 6) y leía incluso en hebreo

(Lc 4,16). Aunque su saber no fue escolarizado, aprendió mucho en la

escuela de la vida (Lc 2,52) pues a todos admiraba la autoridad con que

hablaba (Mt 8,28_29; Jn 8, 6) y leía incluso en hebreo (Lc 4, 16). Su gran

sabiduría, superior a la de Salomón (paradigma del sabio en aquel tiempo)

(Mt 12, 42), se compaginaba con zonas de ignorancia como es normal n

todos los hombres. Por ejemplo, Jesús ignoro cuándo sería la venida

definitiva del Reino (Mc 9, 1).

9 DOMICILIO: Hasta que empezó su ministerio; Nazareth (Lc 4, 16). Luego

andaba de un lugar para otro sin tener siquiera donde reclinar su cabeza

(Mt 8, 20). Cuando subía a Jerusalén se quedaba en casa de Lázaro y sus

hermanas. Su centro de operaciones en Galilea fue Cafarnaúm, donde

probablemente ocupaba algún cuarto de la casa de Pedro.

10 OFICIO: “carpintero”, que en aquel tiempo también era albañil y ebanista.

La palabra griega “TEKTON” (Mc 6, 1) designaba un obrero o un artesano

que trabajaba con materiales preexistente (madera, piedra o metal). Podía

ser escultor o hasta arquitecto. Estaba en posibilidades de construir una

casa de todo a todo. Era un oficio manual apreciado. Los últimos años de

su vida abandonó su oficio, para convertirse en un predicador itinerante.

11 ESTADO CIVIL: Soltero (Mt 19, 12) y laico (no fue sacerdote).

12 SALUD: No sabemos nada de sus enfermedades, por lo tanto era muy

buena.

13 POSICIÓN SOCIAL: Aunque el episodio de su nacimiento nos muestra a

Jeshua como un peregrino “sin techo”, nacido en extrema pobreza al

7

interior de un corral ajeno (Lc 2,7) por el oficio de José y luego de Jesús,

podemos deducir que en Nazareth era una familia media, sencilla y pobre,

pero con un trabajo digno y remunerador. Lo que sí queda claro a través de

los Evangelios, es que si su origen familiar fue modesto, llegado a la edad

adulta Jesús hizo una opción radical por el pobre; los desheredados, los

enfermos, los marginados, los pecadores, etc. Vivió en extrema pobreza (Mt

8, 20) y desde el pobre y con el pobre anuncio y construyó el Reino de Dios

para todos.

14 RELIGIÓN: Judía hasta el fin de su vida, en que heréticamente se separo

de la ortodoxia del Judaísmo y fundo una nueva religión.

15 COMIENZO DE SU VIDA PUBLICA: A los 30 años (Lc 3, 23) justamente en

un año sabático, el 27 D.C. Era emperador Tiberio (14 d.C. a 37 d.C.),

gobernaba Judea y Samaria Poncio Pilatos en calidad de procurador y era

Tetrarca de Galilea Herodes Antipas (hijo de Herodes el Grande), Filipo de

Traconitide y Lisanias de Abilene, bajo el Sumo Pontificado de Caifás,

sucesor de Anás. En ese año, Jeshùa dio a comienzo a su ministerio

público (Lc 3; 1-2).

16 PRINCIPALES HECHOS DE SU VIDA PUBLICA: Históricamente podemos

distinguir 3 etapas en el ministerio de Jesús:

a) Discípulo de Juan Bautista: Jeshua inauguraba su vida pública

integrándose a uno de los numerosos grupos de su época: el de su

primo Juan.

b) Profeta del Reino de Dios: Jesús se separa de Juan y comienza a

anunciar la cercanía del Reino de Dios (Mc 1, 15). Inicialmente tiene

un éxito arrollador y su predicación levanta grandes esperanzas.

8

Predica en parábolas. Obra prodigios. Las multitudes lo siguen. Elige

algunos discípulos y los envía a predicar.

c) Profeta mártir: Hacia la mitad de su vida pública tiene lugar la

llamada “crisis de galilea”, pues defraudado deja esta región para

dirigirse a Cesarea de Filipo y luego a Decápolis. Las masas lo

abandonan (Jn 6; 66_ 67). Los jefes de su pueblo lo rechazan. Ni

siquiera sus discípulos lo entienden (Mc 8, 21). Es cuando Jesús

comienza a hablar de su pasión y el sufrimiento en el sacrificio

(8,34). El día de ramos hace una entrada triunfal al templo y

expulsa por la fuerza a los vendedores, acto violento que lo pondrá

en abierta contradicción con las autoridades.

17 MUERTE: En la última pascua de su vida Jesús cena con sus discípulos. Es

traicionaba por Judas y arrestado. Acusado de blasfemo y agitador político, es

condenado y crucificado fuera de las murallas de Jerusalén. El sábado sus

discípulos encuentran la tumba vacía y proclaman que Jesús ha resucitado.

18. FECHA DE DEFUNCIÓN: “Actualmente hay un amplio acuerdo sobre la

fecha de la muerte de Jesús: murió bajo el Prefecto Poncio Pilatos el 7 de abril

del año 30 de nuestra era.

19 RESURRECCION: Aunque ningún historiador tiene la foto de la

resurrección de Jesús, es un dato histórico incuestionable que sus discípulos

así lo proclamaron y a partir de ese anuncio empezaron un movimiento social

que actualmente es el más numeroso del orbe. Jesús sigue vivo en nuestro

mundo de hoy.

9

EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN

Leer y resumir el Evangelio según San Marcos.

Ubica al Jesús Histórico en el contexto social –político –religioso y

económico de su tiempo.

Cuáles son las principales corrientes religiosas del tiempo de Jesús y

haz una síntesis.

Comenta la frase de E. Schillebeeckx “La razón principal de que

nuestras Iglesias se vacíen, parece residir en que los cristianos estamos

perdiendo la capacidad de presentar el Evangelio a los hombres de hoy

con una fidelidad creativa”.

.

LA TAREA DE JESÚS2.

1. Lo primero que hizo Jesús.

Leyendo los evangelios, en seguida se comprende un hecho que en ellos está

muy claro: lo primero que hizo Jesús, en cuanto empezó su ministerio

apostólico, fue reunir una comunidad, es decir, un grupo de personas que iban

siempre con él y vivían como él. Así aparece claramente tanto en los

evangelios sinópticos (Mt 4,18-25; Mc 1,16-20; Lc 5,1-11) como en el

evangelio de Juan (Jn 1,35-51). por eso se comprende la extraordinaria

frecuencia con que la palabra “discípulo” (mazetés) aparece en los cuatro

evangelios: 73 veces en Mateo; 46 en Marcos; 37 en Lucas y 70 en Juan.

Concretamente, por lo que se refiere a Marcos, tenemos el siguiente dato

estadístico: de los 671 versículos que cuenta el escrito de su evangelio, 498 (el

2 Tomado de José María Castillo, Teología para comunidades, Págs., 112-126

10

76 por 100 del escrito) relatan palabras y hechos de Jesús en que los

discípulos están presentes. Y se debe tener en cuenta que siempre que se

habla de los discípulos, en realidad de lo que se está hablando es de la

comunidad que Jesús reunió en torno a sí. Se puede, por tanto, concluir que el

hecho de la comunidad de los discípulos que Jesús reunió constituye un dato

de importancia decisiva para la inteligencia del evangelio.

Esta comunidad de discípulos, tal como aparece en los evangelios, era un

grupo relativamente amplio. Es decir, no se limitaba sólo a “los doce”. Así

consta expresamente en Mt 8, 21 y 27, 57. Lo mismo en Mc 4, 10 y 10, 32. Es

más, se puede afirmar que fue un grupo numeroso: setenta y dos de ellos

fueron enviados por Jesús a una misión especial (Lc 10,1.17); en otras

ocasiones se habla de un grupo abundante ( Lc 6, 17; 19, 37; Jn 6, 60),

muchos de los cuales se echaron atrás y dejaron de seguir a Jesús (Jn 6, 66).

En el grupo había varones, como Leví, el hijo de Alfeo (Mc 2,14); José,

apellidado Barsabá, y Matías (He 1,23); también había mujeres (Lc 8,1- 3; Mc

15, 40-41), seguramente viudas, ya que disponían de sus bienes.

En repetidas ocasiones, los evangelios distinguen netamente al grupo de la

gente en general ( Mt 9, 10; 14, 22; Mc 2, 15; 3, 9; 5, 31; 6, 45; 8, 34; 9, 14; 10,

46). Se trataba, por tanto, de un bloque de personas, diferenciadas del resto de

la población, con unos vínculos que les unían muy estrechamente, como

enseguida vamos a ver. Se puede, por consiguiente, hablar de una comunidad.

Como sabemos, Jesús escogió a doce de entre los miembros de esta

comunidad (Mt 10, 1-2; 11, 1; 20, 17; 26,20; Mc 3, 14-16; 4, 10; 6, 7; 9, 35;

10,32; Lc 6, 13; 8, 1; 9,1; 18, 31; Jn 6,67-71; 20,24). A estos doce discípulos

les confió una misión y unos poderes especiales (Mt 10,7; Mc 1, 22.37; 2,10;

11,28-29.33). A ellos les comunico el espíritu (Hc 2, 1ss), que el resucitado les

había prometido (Lc 24,49; He 1,5.8), para que fueran “testigos” de Jesús en

todo el mundo (He 1,8). De hecho, estos “doce” desempeñaron una función de

primera importancia en la constitución de la Iglesia (cf 1Cor 15, 5; Ap 21, 14).

Pero conviene hacer una advertencia, que a veces no se tiene en cuenta

11

cuando se habla de la comunidad de discípulos que Jesús organizó. Los

“doce”, además de la función histórica que desempeñaron en la organización y

estructuración de la Iglesia, tenían evidentemente una dimensión simbólica:

ellos representaban a las “doce tribus” de Israel (Mt 19,28; Ap 21, 14. 20), es

decir, simbolizan la plenitud del nuevo pueblo de Dios. Dicho más claramente,

de la misma manera que el pueblo de Israel había sido como la posteridad, la

expansión y la multiplicación de los doce hijos de Jacob, así la Iglesia, nuevo

pueblo de Dios, no era otra cosa que la posteridad y el desarrollo de los doce

apóstoles.

De lo dicho se sigue una conclusión: la intención fundamental de Jesús fue

constituir una comunidad. Dentro de esta comunidad los doce desempeñaron

una misión particular. Pero debe quedar muy claro que lo primordial y básico

en la Iglesia es la comunidad toda entera. Los doce no son anteriores y

exteriores a la comunidad, sino que surgen dentro de ella y al servicio de ella.

La tarea principal de Jesús fue, por tanto, formar una comunidad de

discípulos.

2. Una comunidad, ¿para qué?. La incorporación a esta comunidad no es presentada por los evangelios como

necesario para obtener la salvación eterna.

Es decir, la función del grupo cristiano o comunidad no consiste en asegurar la

salvación para la otra vida. Esto se ve claramente en el pasaje del joven rico

(Mt 19, 16-29 par). A la pregunta del joven, “¿Qué tengo que hacer para

conseguir la vida eterna?” (Mt 19, 16 par), Jesús contesta: “Si quieres entrar

en la vida, guarda los mandamientos” (Mt 19, 17). La respuesta, por lo tanto,

no se refiere a la necesidad de entrar a formar parte de la comunidad para

obtener la salvación eterna; esa salvación es fruto de la observancia de los

mandamientos. En definitiva, lo que Jesús le quiere decir al joven es esto: tú

eres judío; y según tu religión judía, lo que hay que hacer para salvarse es

observar los mandamientos. Pues bien, haz eso y conseguirás la salvación

eterna. Hasta ahora, Jesús no le ha dicho nada de entrar en la comunidad. Eso

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vendrá después, cuando el muchacho diga que quiere algo más. Entonces es

cuando Jesús le habla del “seguimiento” ( Mt 19, 21 par). Por consiguiente, la

entrada en la comunidad no es para conseguir la vida eterna, sino para otra

cosa, de la que hablaremos enseguida.

La misma conclusión se deduce del relato en que aquel letrado planteó la

cuestión: “¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” (Lc 10, 25). La

respuesta de Jesús es exactamente paralela a la que dio al joven rico: “¿Qué

está escrito en la ley…Haz eso y tendrás la vida” (Lc 10, 26-28). Y más

claramente aún se advierte este mismo planteamiento –aunque desde otro

punto de vista- en el juicio final, el juicio de las naciones (Mt 25,31-46). La

cuestión decisiva, que en aquel momento se va a plantear, no se refiere ni a la

fe ni a la pertenencia a la comunidad Jesús. Es decir, lo que va a decidir el

destino definitivo de unos y de otros es el comportamiento del hombre con el

hombre, especialmente con el pobre, con el que sufre y con el perseguido (Mt

25,35-36.42-43), lo cual, de alguna manera, ya existía en el judaísmo y en

religiones extrabíblicas, concretamente en Egipto.

Por lo demás, este planteamiento no contradice la afirmación de Jesús, según

la cual él renegará ante el Padre de aquellos de sus discípulos que le hayan

negado en vida (Mt 10,32-33); como tampoco contradice la sentencia de

condenación que sobrevendrá a quienes se hayan negado a creer (Mc 16,16).

Evidentemente, en estos dos casos se trata de hombres cuya situación

religiosa está esencialmente condicionada por la oferta exigente de la fe y por

la resistencia consciente ante el don de Dios. En tal situación, la condena es el

resultado in evitable del rechazo deliberado que el hombre adopta ante dios

mismo.

El concilio Vaticano II se sitúa en esta misma línea de pensamiento. Porque, en

definitiva, lo que decide el destino último del hombre es la aceptación o el

rechazo, según la propia conciencia, de la gracia salvadora de Dios. Y eso se

puede dar tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Ahora bien, supuesto todo lo que acabo de explicar, se plantea una pregunta:

si el fin de la comunidad no es asegurar la salvación para la otra vida –puesto

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que eso depende, en última instancia, de la fidelidad del hombre a su propia

conciencia y de acuerdo con la exigencia de Dios tal como se le manifiesta a

él-, entonces, ¿qué pretendió Jesús al formar la comunidad que constituyó en

torno a sí?; ¿a qué se orientó, por tanto, la tarea de Jesús?. Para responder a

estas preguntas explicamos tres puntos:

2.1La condición de admisión en la comunidad.

Está claro en los relatos evangélicos que la condición indispensable,

absolutamente necesaria, para entrar a formar parte del grupo o comunidad es

la renuncia al dinero y, en general, a todo lo que se tiene. Así en efecto,

plantea Jesús el ingreso en el grupo desde el primer momento, cuando

empieza a reunir discípulos en torno a sí: Pedro y Andrés “dejaron

inmediatamente las redes y lo siguieron” (Mt 4,20 par); los hijos de Zebedeo

“dejaron inmediatamente la barca y a su padre y lo siguieron” (Mt 4,22 par). Al

letrado que le pidió entrar en el grupo, Jesús le respondió: “Las zorras tienen

madrigueras y los pájaros nidos, pero este hombre no tiene donde reclinar la

cabeza” (Mt 8, 19-20 par). Mateo dejo al momento su negocio de impuestos y

lo siguió (Mt 9,9 par). Y conviene observar que en todos estos casos lo que

realmente ocurrió es que aquellos hombres abandonaron efectivamente todo lo

que poseían. Así lo reconoció Pedro más tarde, en nombre de los demás:

“Nosotros ya lo hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mt 19, 27 par). El

acento no se pone en el desprendimiento efectivo, sino en el despojo efectivo.

Aquellos hombres, efectivamente, se quedaron sin nada.

La misma exigencia inicial de despojo total vuelve a aparecer cuando Jesús envía

a los discípulos a misionar, tanto en el caso de los doce (Mt 10,5) como cuando

mando un numero más numeroso, los setenta y dos (Lc 10,1). Las palabras de

Jesús son tajantes: “No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla para llevarla en la

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faja ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón” (Mt

10,9-10); “no llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias” (Lc 10,4).

Pero sin duda alguna donde aparece con más evidencia esta condición

indispensable de admisión en la comunidad es en el caso del joven rico: el primer

paso que se le exige para seguir a Jesús y entrar en el grupo es vender todo lo

que tiene y dárselo a los pobres (Mt 19,21). Aquí conviene notar que esta

exigencia de renunciar a todo es condición necesaria no para heredar la vida

eterna, sino para entrar en el reino de Dios, que es lo que Jesús dice cuando

afirma: “Mas fácil es que entre un camello por el ojo de una aguja que no que

entre un rico en el reino de Dios” (Mt 19,24). O sea es imposible que un rico, uno

que sirve al dinero (Mt 6,24), entre en la comunidad.

Este ideal de pobreza no consistía en el solo hecho de la renuncia por la renuncia,

como un valor ascético aceptable por sí mismo.

Consistía más bien en el ideal de compartir lo que se tiene con los que no tienen,

sean o no sean del grupo. Por lo demás, sabemos que en la comunidad de Jesús

había bolsa común (Jn 12,6). Como también sabemos que Jesús educó a los

discípulos en esta nueva mentalidad. Así se advierte claramente en el relato de la

multiplicación de los panes (Mc 6,30-46 par). La reacción, humanamente lógica,

de los discípulos ante una masa enorme de gente hambrienta es mandar a todo

aquel gentío que se vayan a comprar para comer (Mc 6,36). Es decir, se trata,

como es natural, del dinero como medio de subsistencia. Frente a eso, lo que

Jesús propone es: “dadle vosotros de comer” (Mc 6,37). O sea, compartir con ellos

lo poco tenéis. Y a partir de ahí, mediante ese gesto, se produjo el milagro de la

abundancia, hasta saciarse todos y sobrar en exceso (Mc 6,42-44). El mismo

hecho se vuelve a repetir poco después (Mc 8,1-10; Mt 15,32-39).

En resumen, la condición indispensable de admisión en el grupo cristiano es la

renuncia al dinero y a toda atadura humana. Porque la comunidad de Jesús se

construye sobre la base del compartir. Sólo a partir de esta base se puede

15

construir la comunidad cristiana. En ella el proyecto de compartir tiene que sustituir

el proyecto humano de poseer.

2.2 El programa de vida.

Jesús presenta al grupo cristiano un programa de vida y acción. Se trata de las

bienaventuranzas (Mt 5,3-12; Lc 6,20-26). Tanto Mateo como Lucas sitúan esta

proclamación programática de Jesús, dirigida a los discípulos (Mt 5,1; Lc 6, 20), en

contextos muy significativos: Mateo inmediatamente después de la convocación

de los primeros seguidores (Mt 4,18-25) y en el comienzo del gran discurso de

proclamación del reino de Dios (Mt 5-7); Lucas a continuación de la elección de los

doce (Lc 6, 12-16) y cuando Jesús se reúne con otro buen número de discípulos

(Lc 6,17). Se trata, por tanto, del programa básico que Jesús presenta a la

comunidad.

Ahora bien, lo primero que aparece en este programa es que Jesús promete a sus

discípulos la felicidad. Una felicidad que no proviene de los valores que el mundo

considera necesarios para ser feliz, sino exactamente de todo lo contrario. Por

consiguiente, el programa del grupo cristiano comporta una transmutación de

valores. La tarea de Jesús se encamina, ante todo y sobre todo, a rehacer al

hombre, devolviéndole la dicha y la paz.

De momento, como resumen sintético, podemos decir lo siguiente: el programa de

vida que Jesús propone a su comunidad consiste, ante todo, en elegir ser pobres

(primera bienaventuranza: Mt 5,3; Lc 6,20), para tener de verdad solamente a Dios

por rey. Se trata de la condición de admisión en el grupo cristiano. Jesús acepta

entre los suyos solamente a quienes no reconocen como absolutos ni al poder, ni

al dinero, ni al prestigio, sino únicamente a Dios.

De este planteamiento de base se siguen tres consecuencias: en primer lugar, los

que sufren van a dejar de sufrir (segunda bienaventuranza: Mt 5,4; Lc 6,21); en

segundo lugar, los sometidos van a salir de su situación humillante y humillada

16

(tercera bienaventuranza: Mt 5,5); en tercer lugar, los que tienen hambre y sed de

justicia van a ser saciados (cuarta bienaventuranza: Mt 5,6). Estas promesas de

Jesús expresan la abundancia mesiánica, que colma las aspiraciones del hombre

hasta rebosar.

Las tres bienaventuranzas siguientes exponen las razones profundas de esta

situación desconcertante. Ante todo, lo que se dice en la quinta bienaventuranza:

“Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda” (Mt 5,7). En la

comunidad de Jesús nadie le va a faltar nada, porque todo va a estar a disposición

de todos. Y más en el fondo, la causa que aduce la sexta bienaventuranza: en la

comunidad todos serán personas de un corazón limpio (Mt 5,8),es decir, gente sin

mala intención, sin ideas torcidas, incapaces de traicionar. Por eso tales personas

“van a ver a dios”. Esta expresión –que es netamente cultual- quiere decir que los

miembros de la comunidad van a ser personas que existen para servir a los

demás.

En la séptima bienaventuranza, Jesús elogia a los miembros de la comunidad

porque van a trabajar por la paz (Mt 5,9). La comunidad cristiana va a ser una

fuente de reconciliación y de armonía entre los hombres, de tal manera que así se

va a instaurar un orden nuevo, no basado en la represión y la competitividad, sino

en la igualdad y en la aceptación incondicional del otro. Aquí se trata de la

actividad del grupo en la sociedad ambiente, no solo a nivel interpersonal

(reconciliar a los individuos entre sí), sino además en el ámbito de lo social y

político, que tan fuertemente condiciona la convivencia humana.

Finalmente, la última bienaventuranza elogia a los que “viven perseguidos por su

fidelidad” (Mt 5,10). La razón de esta persecución está en que el orden presente

(el “mundo”) no tolera de ninguna manera el programa de vida y acción que la

comunidad vive. Ponerse a practicar el programa de la comunidad de Jesús es

una cosa que no se puede hacer impunemente. El sistema establecido se siente

amenazado por unas personas que comunitariamente no aceptan el dinero, el

poder y el prestigio como bases de la organización social.

17

2.3La actitud básica en la comunidad.

En la comunidad de Jesús se exige una actitud fundamental: el servicio.

Concretamente, el servicio a los demás. La afirmación de Jesús en este sentido tajante: “Saben que los jefes de las naciones las tiranizan y que los

grandes las oprimen. No será así entre ustedes. Al contrario, el que quiera subir,

sea servidor suyo; y el que quiera ser el primero, sea esclavo suyo; y el que quiera

ser el primero, sea esclavo suyo. Igual que este hombre no ha venido a que le

sirvan, sino a servir y dar su vida en rescate por todos” (Mt 20, 25-28 par).

El tema del servicio aparece aquí en un contexto doblemente polémico: el servicio

de Jesús y de sus discípulos se opone a una doble dominación, la política y la

religiosa. Es decir, se trata no sólo de rechazar el estilo y la forma de dominación

política, sino también la ambición y el autoritarismo de los líderes religiosos.

Porque en realidad ambas cosas se daban en el sistema político-religioso del

pueblo judío.

En contraste con lo que pasaba en la sociedad ambiente, y en contraste también

con lo que sigue pasando en nuestros días, Jesús no tolera que nadie se imponga

a nadie en la comunidad. Todo lo contrario, en el Reino que predica Jesús es

condición básica ponerse el último: “les aseguro que si no cambian y se hacen

como estos niños, no entraran en el reino de Dios; o sea, cualquiera que se haga

tan poca cosa como el niño este, ése es el más grande en el reino de Dios” (Mt

18,3-5 par). En la sociedad judía del tiempo de Jesús, el niño es el ser que no

cuenta, el que no tiene ninguna importancia, de tal manera que se alineaba con

los sordomudos y los idiotas. Por lo tanto, Jesús afirma que en la comunidad los

primeros tienen que ser los más despreciados, los que no sirven para nada.

Por consiguiente, en la comunidad de Jesús no puede haber ni ambición ni deseo

de poder o dominación. Por eso Jesús prohíbe a los suyos la utilización de títulos

honoríficos. Y así, “padre” “abad”, “papa” (es la misma palabra en tres lenguas

distintas) están prohibidos en Mt 23,9; “maestro”, prohibido en Mt 23,8; “doctor”, en

Mt 23,10;”señor”, y lógicamente también “monseñor”, en Lc 22, 25; “excelencia” y

18

“eminencia” no cuadran con Mt 20, 26-27; 23,11; Mc 9, 35; 10, 43-44; Lc 22, 25; Jn

15, 13-15. Por el contrario, en la comunidad, dice Jesús, “todos son hermanos” (Mt

23,9) y “el más grande de ustedes será servidor suyo” (Mt 23,11). De ahí que en

el grupo cristiano tiene que reinar la más absoluta igualdad, hasta que el punto

que ni siquiera Jesús se comporta como “señor” (Jn 13,13) y llama a los

discípulos “amigos” (Lc 12,4; Jn 15,15) y “hermanos” (Mt 28,10; Jn 20, 17). Se

trata de la igualdad absoluta, de la que luego Pablo va a hablar en términos

elocuentes (1Cor 3,21-23; Rom 14, 7-9; Gál 3, 27; Col 3, 11).

3. La comunidad como alternativa.

Resumiendo lo que se ha dicho hasta aquí, resulta lo siguiente: el grupo o

comunidad que forma Jesús no está pensado primordialmente para asegurar la

salvación de las almas en la otra vida, puesto que eso se puede conseguir, y de

hecho se consigue, también fuera de la comunidad. Tampoco la comunidad se

organizo para santificar a las almas, mediante la conversión individual e interior de

los corazones. La conversión de los individuos fue ya el resultado de la

predicación de Juan Bautista (Mc 1,5). Pero tal conversión no fue suficiente. Por

eso hizo falta la venida de otro “más fuerte” (Mc 1,7).

Este otro “más fuerte ” fue Jesús. Más fuerte no sólo porque era superior a Juan

Bautista, sino además porque su mensaje y su proyecto tenían una fuerza muy

superior a todo lo que hizo y dijo el Bautista. En efecto, Jesús no se limitó a

convertir a los individuos, sino que desde el primer momento se dedicó a formar

un grupo de discípulos a los que, cada vez más y más, dirigió su atención y su

mensaje. En el grupo se vivió el despojo total de los bienes, se compartió lo que

cada uno tenía, se procuró a toda costa que nadie se impusiera a los demás, se

convivió con Jesús, con su estilo y su forma de comportarse ante los ricos y ante

19

los pobres, ante los dominadores y los dominados, ante la religión establecida y

ante los poderes públicos.

¿Qué pretendió Jesús con todo esto? Sencillamente, ofrecer una alternativa al

modelo de convivencia y de sociedad en que vivimos. Frente a la convivencia y a

la sociedad basadas en el tener, el poder y el subir, Jesús ofrece la alternativa de

la comunidad cristiana, basada en el compartir, el servicio y la solidaridad. Por

supuesto, la pequeña comunidad cristiana no puede ser una alternativa al conjunto

de la sociedad en cuanto tal. Porque para eso hace falta la mediación política.

Pero la comunidad cristiana tiene que ser una alternativa válida a los principios y

valores sobre los que se asienta la sociedad y el sistema vigente. A partir de los

principios y valores que propugna la comunidad cristiana, se debe organizar la

actuación política de los cristianos.

Por consiguiente, quedad claro que la tarea fundamental de Jesús consistió en la

formación de la comunidad. Esto quiere decir, obviamente, que Jesús vio

claramente, desde el primer momento, que lo más urgente para la implantación

del reino de Dios es la existencia de la comunidad cristiana. Ni las prácticas

religiosas por sí solas, ni la observancia de la ley por sí sola, ni la ascesis

individual por sí sola, ni tampoco la revolución violenta por sí sola son

instrumentos adecuados para la implantación del reinado de Dios. Sólo cuando los

hombres se ponen a hacer comunidad, reproduciendo el modelo de la comunidad

de Jesús, se puede decir que estamos construyendo el reino de Dios. He ahí lo

que debe constituir la tarea fundamental de todo cristiano.

4. La denuncia.

La tarea de Jesús no se redujo solamente a formar el grupo cristiano, la nueva

comunidad de salvación. Su actividad fue mucho más lejos. Él sabía

perfectamente que el enemigo número uno de su proyecto, el proyecto del reino

de Dios, es el sistema establecido sobre el dinero, el poder y el prestigio. Y sabía

20

también que los dirigentes del sistema son, y tienen que ser, los más encarnizados

enemigos de su proyecto y de su comunidad. Por todo ello, los enfrentamientos

entre Jesús y los dirigentes no tardaron en venir, es decir, se produjeron apenas

Jesús empezó a predicar y a poner en acción su proyecto. De ello nos ha dejado

buena muestra el evangelio de Marcos: los conflictos empiezan casi desde el

primer evangelio de Marcos: los conflictos empiezan casi desde el primer

momento (Mc 2,1-12. 13-17. 23-28; 3, 1-6; 8, 11-12 par).

Pero interesa ver todo esto más de cerca. Es verdad que todos tenemos una cierta

idea de los ataques de Jesús contra los judíos, contra los fariseos y contra los

sacerdotes. Pero seguramente nunca nos hemos parado a reflexionar seriamente

sobre este asunto. Por eso interesa hacer aquí una enumeración de las cosas que

dijo Jesús contra los dirigentes. La lista de ataques y hasta de insultos resulta

impresionante: Jesús los llama asesinos (Mc 12,1-12) y les dice que Dios les ha

quitado el Reino (Mt 21,33-46); compara a los dirigentes con unos niños

insensatos e inconsecuentes (Mt 11, 16-19; Lc 7, 31-35); les dice que son una

“gente perversa e idólatra” (Mt 12,39); les echa en cara constantemente que son

unos hipócritas (Mt 6,1-6. 16-18; 15, 7; 23, 13. 15.23.25.29; Lc 13,15) y que su

levadura es la hipocresía (Lc 12,2); los llama ciegos y guías de ciegos (Mt 15,

14;23,16.19.24); les dice que son unos necios (Mt 23, 17) y unos “sepulcros

blanqueados” (Mt 23, 27) o “tumbas sin señal” (Lc 11,44), insensatos llenos de

robos y maldades (Lc 11,39-41) y que además son incorregibles (Mt 19,8), que el

culto que practican es inútil (Mt 15,8-9), asegura que los publicanos y las

prostitutas son mejores que los dirigentes ( Mt 21,31-32) y que pasan por alto la

justicia y el amor de Dios (Lc11, 42); a los juristas les echa en cara que abruman a

la gente con cargas insoportables, mientras ellos ni las rozan con el dedo (Lc

11,46); y denuncia que han guardado la llave del saber engañando al pueblo (Lc

11,52); pone en ridículo a los fariseos y su piedad (Lc 18,9-14), lo mismo que

ridiculiza al clero, que queda por debajo de un hereje samaritano (Lc 10,30-

37);desacredita a los letrados ante el pueblo, echándoles en cara que “se comen

los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos” (Lc 20, 45-47); denuncia

que los saduceos no entienden las Escrituras (Mc 12, 24); amenaza a los ricos, a

21

los satisfechos y a los que ríen (Lc 6,24-26). En el evangelio de Juan, los

enfrentamientos entre Jesús y los dirigentes Judíos se repiten constantemente. Es

verdad que Juan no especifica, como lo hacen los sinópticos, a qué grupos

dirigentes se dirige Jesús en sus repetidos ataques. Pero hay que tener presente

que cuando Jesús habla de los “judíos”, se refiere a los dirigentes, a no ser que el

contexto indique otra cosa. Pues bien, a esos dirigentes les dice Jesús que ni

escuchan a Dios ni observan su mensaje (Jn 5, 38); les echa en cara que sólo

buscan honores y no llevan dentro el amor de Dios (Jn 5, 41-44); los llama

idólatras, lo que ellos interpretan como si les llamara hijos de mala madre (Jn

8,41); les dice que no conocen a Dios (Jn 8,54-55) y los califica de ladrones y

bandidos (Jn 10,8).

Es claro que si todas estas cosas no estuvieran en los evangelios, nos resultaría

casi imposible creerlas. Nadie se imagina a Jesús hablando de esta manera,

porque la imagen que de él nos ha ofrecido la predicación y la literatura religiosa

es completamente distinta. Sin embargo, ahí están los testimonios de los cuatro

evangelios, para decirnos hasta qué punto la imagen usual de Jesús, como una

persona dulce y bonachona, es completamente falsa. Por otra parte, es evidente

que si quitamos de los evangelios todo lo que refiere a los enfrentamientos de

Jesús con los dirigentes, mutilamos esencialmente lo que el mensaje del nuevo

testamento nos quiere transmitir. Y lo que nos quiere transmitir es muy claro: que

Jesús fue el más radical de todos los profetas, porque no transigió con la injusticia

y la opresión que las clases dirigentes ejercían sobre el pueblo, falseando de esa

manera el significado de la religión.

22

EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN.

Las actitudes de Jesús acerca de la oración, libertad, dignidad, fraternidad,

e igualdad son actitudes que se viven constantemente en tu comunidad.

Intenta comentar las bienaventuranzas según San Lc 6, 20-26.

¿Cuáles son las condiciones para ser admitido en la comunidad de Jesús?

¿Qué pretendió Jesús al proponer la comunidad como alternativa?

23

III. JESUS, LLENO DEL ESPIRITU SANTO3.

En una forma densa e impactante, Lucas escribe: “Jesús lleno de Espíritu

Santo, regreso del Jordán y era conducido por el espíritu…”:41.

El verbo griego, en tiempo imperfecto “era conducido”, marca la acción

soberana del Espíritu que inspiraba y guiaba, continuamente y desde su

interior a Jesús.

Después paso Jesús en el desierto un buen tiempo de retiro espiritual (40

días), donde, movido y dirigido por el Espíritu Santo, entro en comunicación

con Dios su padre y contemplo la misión que tenia sobre el, y venció las

tentaciones de Satanás que lo invitaba a la realización de un mesianismo de

egoísmo, gloria y poder.

Nos dice San Juan que Jesús ejerció en Judea, por breve tiempo, u ministerio

de bautismo, análogo al de Juan el precursor (Jn 3, 22).

Los evangelistas cuentan que, al saber Jesús que Juan Bautista había sido

entregado y puesto en la cárcel, se marcho a Galilea, en la fuerza del Espíritu

(Mt 4, 12; Mc 1,4; Lc 4, 14).

Finalmente, Jesús deja Nazaret y se establece en Cafarnaúm (Mt 4, 13- 16).

Después de su bautismo en el Jordán y al volverá Galilea, hay en la vida de

Jesús un viraje y un cambio de derrotero. No volverá a Nazaret para ocuparse

nuevamente de los trabajos de costumbre, sino que cerrara su taller, dejara su

casa, saldrá de su pueblo, y renunciara a la vida modesta pero tranquila en su

pequeña aldea.

3 Tomado de Salvador Carrillo Alday, M. SP. S, Jesús de Nazaret, págs. 55-67.

24

Conducido por el Espíritu Santo, emprenderá un genero de vida diferente, se

entregara por completo a su nuevo ministerio y hará una opción radical de

pobreza y de renunciamiento en abandono total a la providencia de Dios (Mt

6,25-34; Lc 9,57_62)

Baja, pues, Jesús a Cafarnaúm, ciudad comercial sobre la orilla noroeste del

Lago de Tiberías, y se establece allí. Para Mateo, este cambio de residencia

respondía al plan divino y se cumplía así la profecía de Isaías:

“¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende del Jordán,

Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran

luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha

amanecido”: Is 8,23-9,1.

“EL EVANGELIO DE DIOS”A partir de entonces comenzó Jesús a “proclamar el Evangelio de Dios”: Mc 1, 14,

es decir, la Buena Nueva que Dios le encomendaba predicar: “¡conviértanse por

que el reino de los cielos esta cerca!”: Mt, 4,7.

La expresión “proclamar una nueva” “es igual que “evangelizar”. Este anuncio

gozoso se encuentra ya en las buenas noticias que Isaías, profeta del consuelo,

proclamaba a los habitantes de Jerusalén, anunciándoles el venturoso regreso a la

tierra prometida, después del destierro en Babilonia: “Que hermoso son sobre los

montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que

anuncia la salvación, que dice a Sion: “Tú Dios reina ya”: Is 52,7. El profeta es un

heraldo de paz, de buenas noticias y de salvación: ¡Dios va finalmente a ejercer su

reinado en Jerusalén!

25

Al retomar expresiones proféticas, Jesús intenta llevar adelante el plan de

salvación querido por Dios, y anunciado por Dios y prometido en las escrituras.

Más aun, es el quién lo va a realizar.

CON LA FUERZA DEL ESPIRITU(ANUNCIO DE LA BUENA NOTICIA)

Jesús proclamaba la inminente venida del reino de Dios con la sabiduría y el

poder del espíritu Santo, que había recibido en su bautismo en el Jordán (Mc 1,10;

Is 11,2). De Allí las expresiones de los evangelistas:

“Iba Jesús enseñando en sus sinagogas, alabado por todos”: Lc 4, 15.

“y llegan a Cafarnaúm; e inmediatamente el sábado entro en la sinagoga y

se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les

enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”: Mc 1,21

“y todos quedaban pasmados de tal manera que se preguntaban unos a

otros: ¿Qué es esto? ¡una doctrina nueva, expuesta con autoridad!”: Mc

1,27.

En el fondo, era la acción del espíritu santo que ungía a Jesús con sus

carismas en vista de su tarea evangelizadora: dones de sabiduría y

entendimiento, de ciencia y consejo, de fuerza y confianza en Dios. De allí,

las expresiones de grande admiración que surgían de entre las

muchedumbre:” la multitud, al oírle, quedaba maravillada y decía: ¿De

dónde le viene esto? Y ¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada? Y

¡esos milagros hechos por sus manos! : Mc 6,2. ¡Sabiduría y poder!

Marcos y Lucas nos cuentan que su fama se extendió por toda la región”:

Lc, 4, 14; y “bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la

región de Galilea”: Mc 1,28.

26

EL GRITO INAUGURAL DE LA PREDICACION DE JESÙS

Es Marcos quien nos entrega el texto más rico sobre “el Evangelio de Dios”,

predicado por Jesús. Este decía:

¡El tiempo se ha cumplido.

El reino de Dios está cerca!

Conviértanse.

Crean en el evangelio”: Mc 1,15.

Cuatro elementos integran el grito inaugural y el mensaje central de la primera

predicación de Jesús. Los dos primeros se refieren a Dios y a su plan de

salvación: El tiempo, la hora, el momento fijado por Dios, desde toda la eternidad

para enviar su salvación a través de su hijo, Jesús de Nazaret; y la llegada del

reino de Dios en el mundo. Los otros dos elementos se relacionan con el hombre

que escucha el mensaje: conversión y fe, regresar y creer.

La palabra “Kairòs” indica un momento, una hora, una oportunidad, marcada y

establecida por Dios eternamente para obrar la salvación de cada uno, dentro del

pueblo de Dios. Es una expresión bíblica evangélica importante, que se utiliza

para subrayar la trascendencia de ciertos momentos de la historia de un pueblo o

de una persona individual.

“Ignoran cuando será el momento…”: Mc 13,33.

“Saben discernir el aspecto del cielo y ¿no pueden discernir los signos de

los tiempos?: Mt 16,3.

El Maestro dice: “¡Mi tiempo está cerca!”: Mt 26,18.

Al acercarse y ver la ciudad, Jesús lloro por ella, diciendo: “¡Si también tu

conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a

27

tus ojos… no dejaran en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el

tiempo de tu visita”: Lc 19,44.

“Todavía no ha llegado mi tiempo, en cambio su tiempo siempre está a la

mano… Suban ustedes a la fiesta… Aun no se ha cumplido mi tiempo”: Jn

7,6.8. (Cf. Hch 1,7; Rm 5,6; Ef 1, 10; 1Ts 5,1; AP 1,3).

“Kairòs es semejante a otros términos, como “la hora” o su “hora” en el evangelio

de San Juan (Jn 2,4; 4,21.23,5,25;7,30;8,20;12,23.27;Jn 13,1;16,32;17,1);o como

el “ahora” de San Lucas (Lc1,48;2,29;5,10;6,21;19,42;22,18) y sobre todo como el

adverbio “hoy”:

“Hoy les ha nacido un salvador”: Lc 2,11

“¡Hijo mío eres tú, Yo te he engendrado hoy!”: Lc 3,22.

“hoy se ha cumplido esta escritura”: Lc 4,21.

“Es preciso que hoy permanezca yo en esta casa”: Lc19, 5.

“Hoy se ha obrado la salvación en esta casa”:Lc 19, 9.

“No cantara hoy un gallo… Antes de que cante hoy un gallo”: Lc 22,34.61.

“Hoy estarás conmigo en el paraíso”: Lc 23,43.

Todos estos textos se dirigen a nuestra responsabilidad personal. También

para nosotros, en nuestra propia vida, hay “un momento, un tiempo, un

Kairos, una hora, un hoy”, que es el paso de Dios para nosotros.

Es un “hoy” de Salvación, de gracia y de felicidad. Es necesario

aprovecharlo…no lo dejemos pasar. ¿Podrá darse otro día…?

¡EL REINO DE DIOS ESTA CERCA!

Es el Reino de Dios o el reinado de Dios, anunciado en las Escrituras. (Is. 52, 7,

Dn 7,13-14. 27). Dios quiere reinar, pero no impone su reinado; lo ofrece como un

28

don y un regalo (Mt 13, 11-12; 25, 34). El hombre es libre para recibirlo con

gratitud y como gracia, o para rechazarlo. (Cf. Cat. Igl. C., n. 544- 546).

a) El “Reino de Dios” en el Antiguo Testamento.

1º El AT proclama que Dios es “rey”. Él es el soberano cósmico de la

creación y de la historia. ÈL es el emperador de toda la tierra y gobernador

de todos los pueblos. En este sentido, Dios es rey por derecho de creación

(Is 6,5; Sal 47, 3; 99, 1; 103, 19).

2º En un segundo momento surge una conciencia nueva acerca de “un

reinado de Dios” menos estático y más dinámico: Dios va a ser rey, “el rey

de Israel” y va a actuar en la historia en favor de su Pueblo (Sal 93, 1;

96,10; 97,1; Is 41, 21; 44, 6; 53,7).

3º Poco después se comienza a hablar de un reinado de Dios abierto a

horizontes universales, rebasando los límites nacionales. Dios reinara un

día, desde Jerusalén, sobre toda la tierra. Sera un acontecimiento

escatológico al final de los tiempos (Is 24,23; Za 14,9; Ab 21).

4º Mas tarde se dice que dios ejercerá su reinado a través de un

representante suyo: “el Rey- Mesías”(Ez 34,24; 37, 24).

5º Finalmente, la esperanza del Rey- Mesías y de la revelación

escatológica del Reino de Dios prosperan en el judaísmo: al final de los

días vendrá el mesías, se convertirá en rey y someterá a todos los pueblos

de la tierra (Literatura inter- testamentaria).

b) El “reino de Dios” en la predicación de Jesús.

Marcos y Lucas hablan de el reino de Dios”, en tanto que Mateo habla

de “el Reino de los Cielos”. El significado de ambas formulas es el

29

mismo. La expresión “reino de los cielos” es una circunlocución para

evitar la pronunciación del Nombre divino.

1º Cuando Jesús habla del Reino de los Cielos, a veces lo presenta

como un acontecimiento próximo a venir, a veces lo proclama como

una realidad ya existente, a veces lo anuncia como un

acontecimiento futuro escatológico.

El reino es un “acontecimiento inminente”.

Así lo anuncia Juan el Bautista, así lo proclama Jesús y así lo predican también

los discípulos. Marcos presenta de modo conciso y pleno ese tema central de la

predicación de Jesús: “¡el reino de Dios está cerca!, ya llega, está a la puerta. Se

trata de la irrupción de la soberanía completa de Dios que desciende a la tierra

para salvar a los hombres. La soberanía de Dios en el mundo y su gobierno sobre

los hombres brotan de su cuidado paterno y de su interés afectuosos por el mundo

creado (Mc 1,15; Mt3, 2; 4,17.23; 9,35; 10,7; Lc 4,43; 9,2; 10, 9.11).

El reino es una “realidad presente y operante”.

Para Jesús, el Reino de Dios está ya presente: “Habiéndole preguntado los

fariseos cuando llegaría el Reino de Dios, el les respondió: El reino de Dios viene

sin dejarse sentir. Y no dirán: véanlo aquí o allá porque ¡he aquí que el Reino de

Dios ya está en medio de ustedes!”: Lc 17,20-21.

Este reinado de Dios no es, por tanto, objeto directo de comprobación sensible, si

no que hay que percibirlo por la fe. Siendo así, hay que decidirse con un acto de la

voluntad para acogerlo o rechazarlo. Sin embargo, lejos de ser una realidad

puramente interior, intima y secreta, es observable a través de sus efectos

salvíficos.

(Mt 4,23-24; 8,8; 9,35; 10,8; 12,28; Lc 10,17-20; 11,20-21; etc.).

El reino es un “acontecimiento escatológico por venir”.

30

Hay también una serie de palabras de Jesús en que alude a una futura venida

gloriosa del Reino de Dios con poder, en la que el mismo aparece investido con la

autoridad regia. Así, cuando el sumo sacerdote le pregunto a Jesús si el era el

Mesías, el Hijo de Dios, Jesús le contesto:”Si, yo soy, y veréis al Hijo del hombre

sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo”: Mc 14,62;

(cf.Mt16,24-28;25,34; 26,29.64;Mc 8,34-38;9,1; 14,25; Lc 9,27; 24,28-35; 21,31;

22,16.18.29-30.69).

2º “El Reino de Dios” es una realidad misteriosa que Jesús admirablemente ha

comparado en sus parábolas a:

Una semilla lanzada a la tierra, que puede caer en terreno

fértil o en lugar infecundo (Mt 13,3-9).

Un campo donde brotan al mismo tiempo el trigo y la cizaña

(Mt 13,24-30).

Un grano de mostaza que, con ser tan pequeño, sin embargo

producen un arbusto donde pueden poner su nido los pájaros

(Mc 4,30-32).

Un poco de levadura que es capaz de fermentar toda la masa

(Lc 13, 20-21).

Un tesoro escondido, que causa inmensa alegría y por el cual

se vende todo (Mt 13,44).

Una perla preciosa, por cuya adquisición el mercader se

desprende de todo (Mt 13,45-46).

Una red llena de peces buenos y malos (Mt 13,47- 50).

Una semilla que crece en secreto, día y noche, sin que el

hombre se dé cuenta de ello (Mc 4,26-29).

La magnanimidad de un rey que perdona (Mt 18,23-35).

Un contratista generoso que da igual recompensa a todos (Mt

20,1-16).

31

Un banquete de bodas al que se es invitado (Mt 22, 1-10).

La venida del novio en el momento menos esperado (Mt 25,1-

13).

Al producto de talentos recibidos para ser trabajados (Mt 25,

14-30).

Al reino escatológico definitivo, donde el juez será el hijo del

hombre (Mt 25,31-46).

3º Para entrar en el “Reino de Dios” se requiere:

Hacer la voluntad del padre (Mt 7,21).

Cambiar y hacerse como niños (Mt 18, 1-4).

Recibir el reino con la sencillez de un niño 8Mc 10,15).

Humildad y apertura de corazón ante Jesús maestro (Mc 12,28).

Esfuerzo personal lleno de generosidad (Lc 16,16).

Desprendimiento total y renuncia aun a bienes legítimos (Lc 9,58-62).

4ºEl “Reino de los Cielos” es:

De los pobres y pobres de espíritu (Mt 5,3; Lc 6,20).

De los necesitados, oprimidos, lisiados, cojos, ciegos, que van en busca de

Jesús (LC 4,18; 6,20; 14,15.21).

De los perseguidos por causa de la justicia exigida por el reino (Mt 5, 10).

De las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt 15,24).

De los gentiles que muestran un corazón abierto (Mt 8,11; 24,14).

De aquellos que son como niños por su sencillez, humildad e infancia

espiritual (Mc 10.14;Mt 19,14).

De los pecadores que se convierten (Mt 21,31-32).

De los que hacen misericordia a los necesitados, con quienes Jesús se

identifica de manera particular (Mt 25, 34.40).

Del “pequeño rebaño” de discípulos que tiene a Jesús por pastor (Lc 12,32).

De los esforzados y de quienes valientemente se apartan del pecado (Lc

16,16).

32

El reinado de Dios en nuestra vida.

Dios quiere ser el verdadero Rey y Señor de nuestra existencia. El, que nos ha

creado, quiere ser también nuestro “rey” en la libertad y en el amor. ¿Le daremos

cabida? ¿Le abriremos las puertas? El es un señor que no esclaviza, ni domina, si

no que ama (Lc22, 24-27); y porque ama, elige; y al elegir, regala, da y otorga con

una generosidad que solo es propia de Dios… Rey en mi vida personal, en mi

familia, en mi trabajo; Rey de mi profesión y de mis bienes; Rey de mi presente y

de mi porvenir, Rey en esta vida y en la eternidad.

“¡CONVIERTANSE!”

El verbo griego correspondiente es “metanoéite” y significa cambiar de

mentalidad, tener otros criterios, adquirir una diferente manera de pensar; y

ordinariamente se traduce por “conviértanse” o “arrepiéntanse”. Esta última

traducción subraya el apartarse del mal.

Pero Jesús hablaba en hebreo- arameo, y el verbo que utilizo para su exhortación

fue: “¡Shúbu!” ¡Volver, regresar, retornar, responder!”. Este grito, en sus labios, iba

cargado del significado profético del verbo “shub”, pero también enriquecido por

sus perspectivas mesiánicas personales; él era consciente de ser el portador de

ese “reino de Dios”, e invitaba ardientemente a entrar en el.

“¡Shúbu!” es una invitación apremiante de mucho amor. Los profetas le gritaban a

Israel:

“Israel, yo te he formado, tú eres mi siervo; Israel, yo no te olvido.

He disipado como una nube tus rebeldías; como un nublado, tus pecados.

¡Vuélvete a mí, pues te he rescatado!”: Is 44,21-22.

“! Vuelve, Israel apostata…

Que no estará airado mi semblante contra ustedes, porque soy misericordioso –

oráculo del Señor-y no guardo rencor eternamente.

Tan sólo reconoce tú culpa, pues contra tú Dios te has rebelado!”: Jr3,12 -13.

En ocasiones es el pueblo quien invita a Dios a que regrese y vuelva:

33

“¡Vuélvete, Señor, recobra mi alma;

Sálvame, por tú amor!”: Sal 6,5.

“¡Oh Dios de los ejércitos, omnipotente, regresa ya;

Desde los cielos contempla y mira;

Visita a esta viña, cuídala,

Que ha sido plantada por tú diestra!”: sal 80, 15.

Los profetas saben que ni el pueblo ni el hombre pueden “volver a su Dios” si no

es por una gracia e iniciativa divina. Así, Jeremías, ante la experiencia de un

pueblo pecador que no se convierte, ni se arrepiente, ni vuelve a su Dios, grita:

“¡Hazme volver y yo volveré;

Pues tú, Yahveh, eres mi Dios!”: Jr 31,18.

“¡Haznos volver a ti, Señor, y volveremos.

Renueva nuestros días como antaño, si es que no nos haz desechado totalmente,

irritado contra nosotros sin medida!”:Lm 5,21-22.

El hombre creado por Dios, es pertenencia suya. Somos criaturas de Dios, obras

de sus manos; somos sus hijos. Pero por el pecado nos hemos alejado de él, a la

manera de hijos ingratos que abandonan a sus padres.

Así, el grito que Jesús lanza: “¡conviértanse! ¡Vuelvan!” entraña un grado muy

grande de misericordia, de perdón y de amor.

A la invitación apremiante del señor: “¡Shúbu!”= “¡vuelvan!”, hay por parte del

hombre una “respuesta”. Es la “teshubáh”. Esta “conversión” o “respuesta es

frecuentemente tímida y temerosa… ¿qué me ira a hacer Dios? Pero no debe ser

así, si no que debe estar inspirada por el amor y brotar de la confianza en él.

El Salmo 103 es un comentario a las investigaciones de Dios a la conversión:

“Clemente y misericordioso es el Señor,

Tardo a la cólera y lleno de amor.

No guarda rencor eternamente.

34

No nos paga conforme a nuestras culpas.

El sabe de qué estamos plasmados.

Se acuerda de que somos polvo”: Sal 103,8-10.14.

En la conversión hay dos movimientos: uno es alejarse del pecado, otro dirigirse a

Dios. Los dos son necesarios; pero ¿Cuál de ellos será más importante?

Evidentemente que el acercarse o volver a Dios.

En efecto, la oscuridad no se ahuyenta si no con la entrada de la luz. No

podremos apartarnos del pecado, si primero no nos acercamos a Dios. Cuando el

corazón se abre confiadamente a Dios, desaparecen las tinieblas del pecado.

“¡CREAN EN EL EVANGELIO!”

La fe que Jesús exige desde el comienzo de su actividad, y que constantemente

exigirá, no es una simple aceptación intelectual de un mensaje o de una doctrina,

sino un impulso de confianza y de abandono, por el cual el hombre renuncia a

apoyarse en sus pensamientos y fuerzas, para abandonarse a la palabra y al

poder de Aquel en quien cree” (BJ 1398; cf. Mc 1,15; Lc 1,20.45; Mt 21, 25. 32).

Para san Pablo, “la fe es un acto por el cual el hombre se entrega a Dios: verdad y

bondad, como a la única fuente de la salvación; y tiene su fundamento en la

veracidad de Dios, en la finalidad a sus promesas y en su poder para cumplirlas”

(Bj 1610; Cf. Rm 1,16- 17).

“El Evangelio de Dios” que predica Jesús, es la buena Nueva que Dios envía al

mundo, y fundamentalmente es el anuncio de “la llegada del Reino”: Mc 1,15.

Ampliando el concepto, el Evangelio será todo aquello que Jesús, a lo largo de su

35

ministerio, vaya revelando y comunicando de parte de Dios. En Mc 1,1 “el

evangelio” será la persona misma de Jesús-Cristo, Hijo de Dios”.

“Creer en el evangelio” es una gracia. Pero la fe debe ser al mismo tiempo un acto

libre: puedo aceptar o rechazar. Si con corazón abierto el hombre se abre a la

Buena Nueva proclamada por Jesús, se realizaran en el las palabras del Maestro:

“¡Dichosos sus ojos porque ven, y sus oídos por que oyen!

Pues aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, pero

no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron”: Mt 13,16-17.

EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN.

Que significa el Reino de Dios en el A. T. y N. T.

36

Comenta la parábola –Una red llena de peces buenos y malos (Mt 13,47-

50).

¿Qué plan, programa utopía, estrategia propone Jesús al hablar del Reino

de Dios?

¿Cuáles piensas que son las exigencias personales y sociales acerca del

Reino?

Crees tú que estas construyendo el Reino de Dios al estilo de Jesús.

IV LOS MILAGROS DE JESÚS.

37

EN LA NATURALEZA MATEO MARCOS LUCAS JUAN

Bodas de Cana

Pesca milagrosa

Tempestad calmada

Multiplicación de panes

Camina sobre las aguas

Higuera seca

CURACIONESSuegra de Pedro

Un leproso

Un paralitico

Hombre de la mano seca

Hemorroisa

Siervo del Centurión

Dos ciegos

Un sordo mudo

Ciego d Betsaida

Paralitico de la piscina

Ciego de nacimiento

Ciegos de Jericó

Hidrópico

Diez leprosos

Malco desorejado

RESURRECCIONESHija de Jairo

Joven de Naín

Lázaro

EXORCISMOS

Endemoniado de Cafarnaúm

Endemoniado de Gerasa

Hija de la Cananea

Endemoniado mudo

Niño epiléptico

Endemoniado ciego y mudo

Mujer encorvada

-

-

8,23-27

14,13-21

15,32-39

14,22-33

21,18-22

8,14-15

8,1-4

9,1-8

12,9-14

9,20-22

8,5-13

9,27-31

-

-

-

-

20,29-34

-

-

-

9,18-26

-

-

-

8,28-34

15,21-28

9,32-34

17,14-21

12,22-23

-

-

-

4,35-41

6,30-44

8,1-18

6,45-52

11,20-25

1,29-31

1,40-45

2,1-12

3,1-6

5,25-34

-

-

7,31-37

8,22-26

-

-

10,46-52

-

-

-

5,21-43

-

-

1,21-28

5,1-20

7,24-30

-

9,14-29

-

-

-

5,1-11

8,22-25

9,10-17

-

-

4,38-39

5,12-16

5,17-26

6,6-11

8,43-48

7,1-10

-

-

-

-

-

18,35-43

14,1-6

17,11-19

22,50-51

8,40-56

7,11-17

-

4,31-37

8,26-39

-

-

9,37-43

11,14

13,10-17

2,2-11

21,3-14

-

6,1-15

6,16-21

-

-

-

-

-

-

4,46-54

-

-

-

5,1-18

9,1-41

-

-

-

-

-

-

11,1,46

-

-

-

-

-

-

-

EJERCICIO DE AUTOEVALUACIÓN

38

¿Al hablar de los milagros en los Evangelios crees que son una

realidad o fantasía?

Comenta el milagro del endemoniado ciego y mudo (Mt 12, 22-23).

¿Qué actitud personal y comunitaria invita Jesús al realizar un

milagro?

V LA MUERTE REDENTORA DE JESUCRISTO4.

Los evangelistas nos narran que la vida de Jesús acaba de una manera trágica

por eso en la cristiandad tanto su agonía, su condena y su muerte ha sido el

alimento de su fe y además la fe en Jesucristo muchas veces es objeto de la

expresión artística.

1. EL CONDENADO.San pablo (Rom 4 25=) escribe que Cristo fue entregado por nuestros

pecados y fue resucitado para nuestra justificación.

La confesión de fe apostólica es muy sobria al hablar de que Jesús ´´fue

crucificado bajo poncio Pilatos, murió…¨ por eso desde la época apostólica

la muerte de Jesús siempre fue objeto de una reflexión profunda de este

acontecimiento.

Jesús es un hombre como nosotros porque vivió de una forma ejemplar a

nuestra condición. Comparándolo con Sócrates que enfrento la muerte con

plena lucidez sin temer al fracaso creyendo (Jesucristo) que de ese modo

hacia triunfar la validez de su mensaje con el desinterés por sí mismo.

Jesús murió verdaderamente aunque su muerte está preñada de sentido

porque fue nuestra muerte la que vivió, pero la admitió atestiguando que al

aceptarla por los demás, perdía todo su carácter absurdo. Su muerte no nos

desarraiga de este mundo para trasladarnos aun más allá problemático,

4 Síntesis tomada de Ch. Duquoc, Cristología, Págs. 283-331.

39

sino que nos convida luchar en este mundo y asumirlo con toda libertad (P.

M. Van Burén).

Los textos evangélicos nos evidencian que Jesús no represento un papel el

de hombre mortal, más o menos exterior a su verdadero ser. Murió

humanamente con toda la incertidumbre, la duda, la angustia, que la muerte

trae consigo: la agonía de Getsemaní describe un combate real, nacido de

la proximidad de la muerte y del fracaso de la predicación que esto supone.

Las palabras, la conducta de Jesús, sus milagros quebrantaron la confianza

y la validez de la ley, por eso Jesús no se va a librar de la condenación,

porque los jerarcas del pueblo Judío no están de acuerdo de esta actitud.

También los Saduceos y los sacerdotes ven con malos ojos a un hombre

que discute sus privilegios y que, por su exaltación profética y su ideal de

pureza puede privarles de las buenas ganancias que obtienen con su tráfico

en el templo.

La muerte de Jesús no es solo un acontecimiento de carácter privado. Es el

resultado de una condenación, Jesús fue eliminado por la sociedad como si

se tratase de un malhechor.

Jesús se convirtió en una fuerza dentro del juego social. Era una persona

peligrosa, por eso el sumo sacerdote justifica la desaparición de Jesús

cuando proclama ´´es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que

perezca toda la nación´´. (Jn. 11, 50).

Por otra parte Jesús fue condenado por el poder civil, porque su

comportamiento y su palabra afectaban al poder político. Por eso los jefes

judíos le indican a Pilatos que Cristo es revolucionario y rebelde ante el

poder y por tanto merece la muerte.

Jesús al rechazar el poder, no puede ocupar ningún lugar en el mundo y los

poderes reinantes en ese tiempo se lo hacen ver, por eso Jesús se ve

obligado a enfrentarse con la muerte y así experimentar el fracaso de su

palabra, la ineficacia de su libertad y de su amor.

40

2. EL CRUCIFICADO.

Jesús, condenado injustamente, soporta un castigo en donde se demuestra

lo perverso de los poderes religioso y civil.

Los evangelios no hablan de la cruz sino del crucificado. Es Jesús que

quien al ser condenado se ve humillado, los soldados se burlan de este

líder que resiste y violenta todo el sistema político y religioso.

Tanto los judíos como los soldados adoran el poder, mientras que Jesús

calla. No hará nada para que cambie su destino, carga con su cruz y se

encamina hacia el Gólgota. Los tres sinópticos, que narran de diferente

manera hacia el calvario, coinciden al mencionar el gesto de Simón de

Cirene: es obligado a llevar la cruz de Jesús.

El evangelista San Lucas menciona que Jesús le sigue una gran

muchedumbre, pero no dice nada de los sentimientos de Cristo. También

dice que las mujeres lloran. Jesús les ruega que no lloren por el sino por

ellas mismas. La intención de Lucas es que hay para el crucificado testigo

misericordioso y compasivo. Quiere decir que no todos participan de la

locura que inspiran los jefes judíos y romanos.

Los evangelios señalan que Jesús fue crucificado en medio de dos

malhechores. El episodio del buen ladrón quiere decir para el malhechor

que no existe una medida común entre el castigo que ellos soportan como

bandidos y que es el final merecido de su vida de robos y asesinatos, y el

castigo que padece Jesús que es inocente e injusto. Lo contrario del buen

ladrón es la actitud del otro malhechor que insulta a Cristo y es como una

prolongación de los insultos que el pueblo y los jefes hacen a Jesús.

La condenación había desenmascarado a los ojos del pueblo la falsedad de

las pretensiones mesiánicas de Jesús.

3. EL ABANDONADO.

El abandono de Cristo es un momento esencial, porque Jesús experimenta

el abandono de Dios. Cristo experimenta el fracaso porque se ve

41

condenado y crucificado. La agonía de Jesús es la percepción de la

injusticia que se comete contra los pobres y los débiles, contra los que

esperan el reino. El abandonado es la angustia del justo entregado a las

persecuciones de sus enemigos, de quien no parece acordarse Dios,

puesto que no lo protege.

El abandono de Cristo, su desamparo se convierte en reprobación y repulsa

de parte de Dios. Tal parece que Jesús padece la cólera de Dios y la pena

de la condenación: es el sujeto de un castigo.

Según las Escrituras cuando habla del abandonado, quiere indicar la

consecuencia de la elección implicada en su repulsa del poder. El padre es

fiel a la voluntad de su hijo, lo mismo que el hijo es fiel a la voluntad de su

padre de revelar quienes son ellos y deliberar a los hombres sin

violentarles.

Jesucristo no muere rechazado por Dios muere apartado por los hombres

de una sociedad que no ha podido entender y tolerar sus palabras y sus

acciones.

4. DESCENDIO A LOS INFIERNOS.

El creyente en Cristo confiesa: ´´padeció bajo el poder de Poncio Pilatos; fue

crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos y resucito al tercer día´´.

La inserción de la bajada a los infiernos en el credo apostólico es bastante

posterior; se remonta al siglo IV. El concepto de los infiernos para la antigüedad

era la morada de los muertos. Que Jesucristo haya bajado a los infiernos significa

que realmente murió y que permaneció entre los muertos. La mención en la

confesión de fe de esta bajada es para autentificar que la condición humana de

Jesús es verdad y por tanto la verdad de su muerte.

Muerto permaneció en los infiernos. Si el hombre difunto no es más que una

sombra sin embargo habita en una morada indescriptible llamada infierno. Ese

lugar es del desamparo. Quizás allí la sombra sienta todavía deseos de vivir, pero

no existe ningún camino de regreso a la vida. Cristo experimenta toda nuestra

condición mortal, pero, al volver de los infiernos, abre el camino de la vida y rompe

el destino.

42

La bajada a los infiernos en el credo apostólico no está separada de la

resurrección, sino que subraya toda la verdad de la vida nueva de Jesús, al

subrayar la verdad de su muerte.

Si Jesús baja a los infiernos, baja activamente. Su estancia en los infiernos toma

el sentido de una victoria sobre esa morada donde yacen cautivos los hombres.

Por tanto la bajada a los infiernos no indica tanto la realidad de la muerte de

Jesús o el desamparo de Jesús sino la fuerza de la creencia de la resurrección.

Por eso Jesús entra como héroe en los infiernos, y sale de allí como vencedor en

beneficio de la humanidad. Por eso podemos proclamar que Cristo Jesús es ya

victorioso cuando entra en la morada de los muertos.

La bajada a los infiernos es también un episodio de la lucha contra las potencias

del mal que gobernaban al mundo.

La bajada de Cristo a los infiernos que confiesa el credo quiere decir que Cristo no

estovo exentó de los límites de la condición humana. San Pablo, en la carta a los

Filipenses (2, 6-11) nos presenta la kénosis (anonadamiento) como el estilo de su

mesianismo. Quiere decir que Jesús se vació de la gloria que las esperanzas de

Israel creían que habría de ser la del mesías.

Para Jesús, bajar a los infiernos es soportar lo irremediable, es abrazar

planamente el destino trágico del hombre, es acompañarlo hasta el punto en que

se ve más abandonado.

La baja da de Jesús hacia los infiernos es para vencerlo, es demostrar que ya no

hay ningún destino que pese sobre el hombre hasta el punto de que este no lo

pueda forzar por eso la esperanza cristiana es lo que se opone a la sumisión al

destino; se apoya en el acto por el que Cristo se enfrento con la muerte.

Bajar a los infiernos es arrostrar (tolerar) la ausencia de Dios cuyo signo es la

muerte. ¨no son los muertos los que te alaban¨, dice el salmista. Jesús conoce

mejor que nadie este abandono pero al morir se pone por completo en las manos

de Dios. Espera contra toda esperanza. Vence a los infiernos como ausencia de

Dios. Es poder permanecer en este silencio sin perder la esperanza. El que Jesús

bajara a los infiernos, para regresar luego vivo, señala el espacio libre que se le da

a la acción del hombre. No hay ninguna potencia que pese sobre su libertad, a no

43

ser la de su propio instinto de la nada por eso la bajada a los infiernos de Jesús

proclama necesariamente la resurrección. La victoria esta ya decidida apenas se

ha proclamado este enfrentamiento con el poder de la muerte. Lo irremediable

puede ser superado, sencillamente porque lo irremediable no es una cosa exterior

a la decisión del hombre. El destino se lo forja el propio hombre por tanto, toda

lucha contra el destino es una subida de los infiernos. En Jesús, toda la

humanidad ha quedado asumida en este movimiento de liberación. Cristo no

reemplaza al hombre en la superación del destino. Cristo suscita, abre, entabla el

combate. Por eso cuando haya quedad vencido el ultimo enemigo (la muerte),

entonces Jesús entregara el reino a su padre.

En síntesis:

- No es la cruz lo importante sino el crucificado.

-La cruz señala un acontecimiento vulgar: Jesús ha muerto condenado.

-Ha sido rechazado, porque, siendo profeta, sus palabras y sus actitudes han

trastornado las estructuras sociales y religiosas.

-la cruz no es exaltada como un símbolo. Sigue todavía siendo lo que fue: un

suplicio.

- El hecho de que el mesías de Dios, haya soportado ese suplicio, es una

autentica locura.

- Si la cruz nos revela en rostro de Dios, no es por ser cruz sino por ser el término

de la fidelidad al mensaje que Jesús proclamaba.

-Separar la cruz de la historia es cerrar los ojos ante su verdadero sentido que

incluye la crucifixión de Jesús como motivo a la luz del acontecimiento pascual.

-El crucificado es efectivamente el resucitado (el que vive).

EJERCICIO DE AUTOEVALUACIÓN.

44

Narra con tus palabras la muerte de Jesús. Como interpreto Jesucristo su muerte. ¿Por qué la salvación tiene que pasar necesariamente por la pasión? La Iglesia ejemplifica la pasión de Jesucristo en el mundo

convulsionante y desafiante.

VI LA RESURRECCION DE JESÚS5

LA RESURRECIÓN DE Jesús es el hecho más importante de toda la historia de

la salvación. Es, por eso, el hecho central de esa historia de la salvación. Es, por

eso el hecho central de esa historia. Porque es el acontecimiento decisivo en la

existencia de Jesús; y en la vida y en la fe de los cristianos. Tan decisivo, que sin

resurrección ni la existencia de Jesús tendría sentido ni la fe de los cristianos su

más elemental consistencia.

Jesús se presento como enviado de Dios para anunciar la salvación de todos los

hombres. Pero encontra de lo que se podía esperar de él. (Lc 24,21), murió en una

cruz, abandonados por todos y con este grito en la boca: “¡Dios mío, Dios mío!,

¿Por qué me has abandonado?” (Mc 15,34). De esta manera, la muerte de Jesús

vino a enterrar todas las esperanzas que se habían puesto en el. La fuga de los

apóstoles (Mc 15,50), la decepción de los discípulos de Emaus (Lc 24,21) y el

miedo a los judíos (Jn 20,19) nos sugieren con claridad la sensación de fracaso

que invadió a los primeros creyentes. Sin duda alguna, aquellos hombres se

sintieron decepcionados, porque pensaban que Jesús había fracasado totalmente.

Esto indica claramente que si no llega a acontecer la resurrección, el fracaso de

Jesús se habría confirmado totalmente. Esto indica claramente que si no llega

acontecer la resurrección, el fracaso de Jesús se habría confirmado plenamente. Y

con el fracaso de Jesús habría fracasado también su proyecto y el incipiente

movimiento que el origino. Como dice el apóstol San Pablo, si Cristo no ha

resucitado, entonces nuestra predicación no tiene contenido ni nuestra fe tampoco

(1 Cor 15,14). Es más, si no hay resurrección, “somos los más desgraciados de 5 Tomado de José María Castillo, Teología para Comunidades, págs., 165-177.

45

los hombres” (1 Cor 15, 19) por que habríamos puesto nuestra esperanzas en un

pobre fracasado, que termino en la muerte como todos los mortales y además de

la peor manera.

Por consiguiente, es claro que el hecho de la resurrección es decisivo para la

causa de Jesús; y para la causa también de todos los que hemos puesto nuestra

fe y nuestras esperanzas en Jesús. Hablar, por tanto, de la resurrección es hablar

de la cuestión decisiva para nosotros. Porque es la cuestión decisiva que afecta al

mismo Jesús. Pero resulta que la fe en la resurrección ha sido discutida desde los

tiempos de los apóstoles hasta nuestros días. La certeza que la iglesia tiene es

una certeza de fe. Hay una constante en los relatos sobre la resurrección: el

sepulcro vacio y las apariciones no son de tal naturaleza que excluyan la duda.

Por eso en los últimos años se ha levantado una polémica, tanto en la teología

protestante como en la católica, acerca del sentido, la significación y hasta la

certeza que podemos y debemos tener en cuanto se refiere a la resurrección de

Jesús. Por ello interesa sumamente analizar los diversos argumentos y las

cuestiones que se han planteado acerca del hecho de la resurrección.

1. El hecho de la resurrección.

a) Un hecho incuestionable

Algunos días después de la muerte de Jesús resonó en Jerusalén una

noticia asombrosa: Dios ha resucitado al que fue crucificado (He 2, 23,

3,15; 4,10; 10, 39 -40). Nadie había visto el hecho mismo de la

resurrección, pero la cosa se presentaba como incuestionable. Los

seguidores de Jesús afirmaban que está vivo, porque ellos lo habían

visto, se les había aparecido. En este sentido llama la atención la

cantidad de testimonio que se acumulan todos en torno al mismo hecho

( Mc 16,1-8; Mt 28,1-10; Lc 24,1-12;Mt 28, 16-20; Lc 24, 36-50; Jn 20,

11-18.19-23.24-49;21,1-23:1Cor 15,3-8). Por otra parte, es significativo

que nadie pudo rebatir este hecho. Y menos aun demostrar su

falsedad.

46

Es verdad que el relato de Mateo da a entender una cierta polémica en

torno al hecho: el sepulcro está vigilado por soldados (Mt 27,62-66), los

cuales son sobornados por las autoridades judías, para que propalen

en rumor de que los discípulos de Jesús han robado el cadáver (Mt 28,

11-15). Además, la custodia oficial del sepulcro debía durar tres días

(Mt 27, 63-64) y se puso un sello al mismo sepulcro (Mt 27, 65-66).

Pero también es cierto que nada de esto pudo impedir la constatación

de que el sepulcro estaba vacío (28,25; cf. Jn 20,15). Y si las

autoridades no denunciaron y castigaron el presunto robo del cadáver,

es que evidentemente reconocieron el hecho incuestionable: allí había

ocurrido algo que humanamente no tenía explicación.

b) El sepulcro vacio se ha dicho muchas veces que el mismo

argumento para afirmar la resurrección de Jesús es el hecho del

sepulcro vacio. Sin embargo, si nos fijamos más de cerca veremos

enseguida que ningún evangelio aporta, como prueba de la

resurrección, el hecho del sepulcro vacio. Porque este hecho, en

vez de provocar la fe, causa miedo y espanto, hasta el punto de que

“las mujeres salieron huyendo del sepulcro”

( Mc 16, 8; Mt 28,8 ; Lc 24, 4).

Sin embargo, aquí conviene hacer dos observaciones. La primera es

que la repetida proclamación del sepulcro vacio no tendría sentido si

quienes hacían, esa proclamación no tuvieran la certeza de la

resurrección. Porque, en caso contrario, cualquiera podría haber

demostrado su falsedad, si es que el cuerpo estaba en alguna parte.

Por lo tanto, desde este punto de vista, las afirmaciones sobre el

sepulcro vacio eran, en el fondo, afirmaciones de la fe en la

resurrección.

Por otra parte_ esta es la segunda observación_, parece que las

afirmaciones sobre el sepulcro vacio estaban asociados con una

práctica en la primitiva iglesia, de peregrinación y culto al santo

47

sepulcro. Los cristianos recorrían los diversos lugares de Jerusalén que

les recordaban el viacrucis de Jesús. Como final de esta piadosa

peregrinación visitaban también el santo sepulcro. Su veneración

religiosa alcanzaría su punto culminante cuando, llegados al lugar, el

guía pronunciara estas palabras: “y este es el sitio donde lo

depositaron” (Mc 16,6).

Todo esto quiere decir que la tradición del sepulcro vacio expresa, de

manera indirecta, una fe solida y profunda en la resurrección. De todas

maneras, hay que afirmar con toda claridad que la fe en la resurrección

no tuvo su origen en el descubrimiento del sepulcro vacio ni en el

testimonio de las mujeres, sino en las apariciones a los apóstoles. De

ahí la preocupación de (Mc 16,7) en que las mujeres vayan a Pedro y

a los discípulos y les comuniquen el mensaje del ángel. Sin duda

alguna, el argumento decisivo, para afirmar la resurrección de Jesús es

el hacho de las apariciones de los discípulos. Lo del sepulcro vacio no

pasa de ser un signo de una fe previa en el hecho de la resurrección.

c. Las apariciones a los discípulos

El argumento definitivo para afirmar la resurrección de Jesús se basa

en las apariciones del mismo Jesús a su comunidad de discípulos. Las

formulas más antiguas sobre las apariciones (1Cor 15,3 -5; He 2,32;

3,15; 4,10; 5,32) indican, por su formulación estricta y desapasionada,

que estas apariciones no fueron visiones subjetivas, sino hechos

objetivos, que se podían afirmar con toda seguridad.

¿Cuántas fueron las apariciones? Resulta muy difícil responder a esta

pregunta. Porque los datos que poseen son inevitablemente

fragmentario e incompletos. Pablo nos da cuenta de cinco apariciones

del señor vivo (1 Cor 15,3-8). Marcos no conoce ninguna aparición (Mc

48

16,1-8), aunque indica que Jesús se dejara ver en Galilea (Mc 16-7).

Mateo conoce una sola aparición a los once (Mt 28, 16-20). Lucas

refiere dos apariciones (Lc 24,13-53). Juan relata tres manifestaciones

del señor (Jn 20,11-18.19-23.24.29), a lo que hay que añadir las

apariciones en Galilea de Jn 21. Pero a esta lista hay que sumar otras

apariciones, como, por, ejemplo, la que tuvo esteban mientras era

martirizado (He 7,56). Si a esto unimos la aparición a Pablo (He 9,4.6;cf

1Cor 15,8), se puede decir con seguridad que las apariciones de Jesús

a los suyos duraron varios años.

En cuanto al modo, las apariciones son descritas como una presencia

real y hasta carnal de Jesús. Come, camina con los suyos, se deja

tocar, dialoga con ellos. Su presencia es tan real que puede ser

confundido con un caminante (Lc 24,14-16), un jardinero (Jn 20, 15) o

un pescador (Jn 21, 4-6). El hecho es que los discípulos que lo vieron

tenían la seguridad de que no eran un “espíritu” (Lc 24,39) ni un “ángel”

(He 23, 8-9). El que murió y fue sepultado era el mismo que resucito

(1 Cor 15,3-5). De ahí la preocupación por acentuar el hecho de las

llagas (Lc 24,39;Jn 20,20.25-29), de que comió y bebió con sus

discípulos (He 10,41) o de que comió delante de ellos (Lc 24,42).

Por lo demás, en los relatos de las apariciones se nota una evolución:

de una representación más espiritualizante como es la de 1Cor 15,5-8;

He 3,15; 9,3; 26,16; Gal 1,15; Mt 28, se pasa a una materialización

cada vez más marcada, como ocurre en los relatos de Lucas y Juan; y

mucho más en los evangelios apócrifos de Pedro y los Hebreos.

Como conclusión de los relatos de apariciones se puede decir que tales

relatos constituyen una base sólida de la fe en la resurrección.

Efectivamente, Jesús fue visto por los suyos, que convivieron con él y

aseguraron con toda firmeza el hecho de la resurrección como

incuestionable y seguro.

49

c) ¿Un hecho histórico?

Para entender correctamente la resurrección hay que hacer una

distinción elemental: una cosa es resucitar y otra cosa es revivir.

Jesús no revivió, sino que resucitó. Revivir es volver a la vida que

se tenía antes de la muerte. Por lo tanto, el que revive vuelve a ser

un hombre mortal, porque vuelve a estar en este mundo, como uno

de tantos. Eso es lo que ocurrió en el caso de Lazara (Jn 11,43.44)

o en el hijo de la viuda de Naín (Lc 7,15). Por el contrario resucitar

es vencer definitivamente la muerte y, por, consiguiente, escapar ya

para siempre a ella. En consecuencia, se puede decir que quien

revive vuelve a este mundo, mientras que quien resucita traspasa

para siempre las fronteras de este mundo.

Ahora bien, a la luz de esta distinción elemental, ¿se puede decir

que la resurrección fue un hecho histórico? Depende: si por hecho

histórico se entiende lo que acontece realmente, sin duda alguna la

resurrección fue un hecho histórico; pero si por hecho histórico se

entiende lo que se puede comprobar en el espacio y en el tiempo ,

entonces hay que decir que la resurrección no fue un hecho

histórico. Porque Jesús resucitado no estaba ya en el espacio y en

el tiempo, es decir, no estaba en este mundo, sino que había

rebasado definitivamente las condiciones de la historicidad. Por eso,

desde este punto de vista se puede decir que lo único histórico que

ocurrió allí es que los discípulos experimentaron la presencia viva de

Jesús y así lo manifestaron a los demás.

Por esto se comprende que los evangelios no cuentan el hecho

mismo de la resurrección. Se cuentan las apariciones después de la

resurrección, pero no la resurrección misma. Por eso el evangelio

apócrifo de Pedro (escrito hacia el 150 d.C.), que en lenguaje

fantástico cuenta como resucito Jesús, fue rechazado por la iglesia,

50

porque la conciencia cristiana persiguió enseguida que no se puede

hablar de la resurrección en sí misma.

2. Significado para la comunidad cristiana

La muerte en la cruz era considerada en aquel tiempo como una

maldición divina (Dt 21,23; Gal 3,13). Además, Jesús había muerto

gritando su desamparo total: Dios lo había abandonado (Mc 15,34). Por

eso, ante los ojos de aquella sociedad, muerto de aquella manera y

sepultado era un fracasado total, un desecho del que no vale la pena

hacer caso. Así se cumplió la palabra del mismo Jesús:”Todos se van a

escandalizar de mi” (Mc 14,27; Mt 26,31). En consecuencia, los

discípulos regresaron a Galilea (Mc 14,50; Mt 26,56), sin duda alguna

decepcionados, como les pasaba a los de Emaús (Lc 24, 19-21).

Ahora bien, con la resurrección todo cambia: Jesús es visto por los

suyos como el hombre cabal y perfecto del que habla Dan 7. 21.34.

36.47; 4,33; 5,14; 7,59.60; 8,16; 9,1.5.10.11.13.15.17.27.28.35.42;

10,36; 11,16, etc.), “sentado a la diestra de Dios” y “constituido hijo de

Dios con poder” (Rom 1,4; He 13,33; Mt 28,18). De tal manera que las

confesiones de fe que presenta el Nuevo Testamento en Jesús como

señor y como hijo de Dios tienen su fundamento en la resurrección.

EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN

51

¿Cómo presentan las primeras comunidades cristianas el nacimiento de su

fe en la vida o nueva presencia del crucificado?

Comenta la frase: Creemos que Dios lo ha resucitado (1 Tes 1, 10).

Comenta la frase: “La afirmación incontestable de la resurrección por parte

del N. T. no es la reanimación de un cadáver, sino la manifestación plena y

gloriosa de aquel que fue visto vivo, después muerto y ahora esta presente

con su corporeidad pneumatificada, animado por el espíritu de vida y sobre

quien ya no tiene poder la muerte”.

¿La Iglesia de hoy realmente da testimonio del resucitado?

Puedes explicar porque la resurrección es un evento trinitario.

VII Las Cristologías del nuevo testamento6.

El documento cristológico neotestamentario, apoyándose en tradiciones

anteriores, actualizó ingeniosamente la tradición experiencial cristiana a las

circunstancias concretas de las diferentes comunidades que se convertían a la fe.

Podemos decir que los elementos constitutivos de la nueva tarea interpretativa son

precisamente dos:

a. La memoria Iesu. Quienes no habían tenido la experiencia de la fe a

través de un contacto directo con el Jesús de Nazaret, seguían unidos a

su persona y a su causa a través de los recuerdos que continuamente

se narraban en el interior de la comunidad.

b. El Pneuma. Este elemento no era otra cosa que la misma

transformación de vida que iban experimentando los primeros cristianos;

la nueva vida que siempre consideraron como un don del espíritu.

Pneuma y anamnesis se unen siempre a una misma experiencia. Las

cristologías neotestamentarias están dependiendo, en su misma

constitución, tanto del recuerdo histórico como del poder del espíritu que

6 Tomado de Ezequiel Castillo Solano, Tu eres el Cristo, Págs. 58-66.

52

les hace vivir la vida nueva en Cristo en la particularidad del Sitz im

Leben de los pueblos. Veamos brevemente cada una de ellas.

1. La cristología de Marcos.La intencionalidad cristológica de Marcos consiste en dar a conocer

a los paganos el misterio de la persona y obra de Jesús, el Cristo.

El punto de partida de su reflexión es la Resurrección. Desde esta

nueva luz, su mirada retrospectiva abarca la totalidad de la vida

terrena de Jesús pero reconocido y confesado como el Cristo. Su fe

cristológica en el Señor resucitado configura toda la visión que él

tiene de la realidad y del acontecimiento Jesús.

Según el evangelista el misterio de la persona y obra de Jesús

queda expresado con los títulos “Hijo de Dios” e “Hijo del hombre”.

Con el título “Hijo de Dios”, san Marcos quiere resaltar la dignidad

cristológica y soteriológica de Jesús. Es significativo a este respecto

el hecho de la Teofanía del Bautismo (Mc 1, 9-11). La voz celestial

presenta a Jesús como el “Hijo querido de Dios”. Los lectores de

Marcos comprenden muy bien esta escena. Saben y escuchan en

ella la confirmación divina de la confesión cristológica del

evangelista: Jesús es el hijo de Dios. Este mismo título aparece en

otros pasajes también importantes: en el prologo (Mc 1,1), en la

confesión de los demonios (Mc 3,11; 5,7), en el relato de la

transfiguración (Mc 9, 7), en la confesión del centurión al pie de la

cruz (Mc 15,39). En fin, toda la vida de Jesús esta iluminada por este

título.

En marcos el título de “Hijo del hombre” no se opone de ninguna

manera al que hemos visto anteriormente, al contrario, nos da la

posibilidad de proyectar la actuación y significación de Jesús desde

nuevos aspectos, esto es, desde el aspecto histórico salvífico. Con

este título el evangelista quiere expresar la situación kenótica,

sufriente y dolorosa de Jesús. El es el primero que nos ha

transmitido los relatos sobre la pasión del hijo del hombre. Esta

53

figura aparece siempre en su evangelio con un rostro doloroso y

propiciatorio.

Los tres anuncios de la pasión (8,31; 9,31; 10,33) han sido

introducidos conscientemente por Marcos para significar que la

salvación a llegado a los hombres por la muerte de Jesús.

Otro elemento de la cristología marcana y que domina incluso el

marco kerigmático de los títulos es lo que se ha llamado el secreto

mesiánico, que puede resumirse de la siguiente manera:

Por una parte, Jesús despliega, durante su vida terrena, un poder y

una virtud que causa la admiración de mucha gente, todo al oír su

mensaje y al presenciar sus milagros, tanto que algunos de sus

seguidores terminan glorificando a Dios por las maravillas obradas

en su siervo Jesús; por otra parte, él se empeña en retirarse del

tumulto popular, busca el retiro, quiere permanecer escondido y

todavía más impone silencio a los que los proclaman como el

Mesías. Por ultimo, este secreto mesiánico comprende todavía dos

hechos importantes: la incomprensión de los discípulos y la

obstinación de sus oyentes ante las parábolas y ante toda su vida.

El secreto mesiánico de Marcos no sólo revela la intención histórica

de Jesús de no dar pie a una falsa interpretación de su mesianismo,

sino más bien refleja la tendencia del autor de hacer comprensible la

trayectoria de Jesús hacia la muerte. Con mucha razón se ha

llamado a este evangelio el “evangelio de la pasión”.

2. La cristología de Mateo.A través del Evangelio según san Mateo, el lector podrá constatar el

especial interés del evangelista por demostrar, con mayor intensidad

que Marcos, la mesianidad de Jesús en un sentido seguramente

judío pero muy lejos de las categorías y concepciones mesiánicas

vigentes en ese tiempo. Para Mateo el principio hermenéutico para

interpretar este carácter mesiánico es el mismo Jesús.

54

La prueba “ex scripturis” y los relatos de los milagros, son los

argumentos de los que se sirve el escritor sagrado para alcanzar el

objetivo que se ha propuesto.

Antes de abordar directamente el tema que le preocupa, abre su

exposición presentando la prehistoria de Jesús, que no puede tener

otra finalidad que la de demostrar que Jesús es el mesías prometido

en cuanto que es “Hijo de David, Hijo de Abrahám” (1,1), que, según

las escrituras, procede de Belén, la ciudad de David. La genealogía

le da mucha importancia a su descendencia del pueblo de la

promesa y de la estirpe de David.

Supuesta esta introducción, el evangelista describe a su comunidad

la conducta, la actividad y el destino mesiánico de Jesús. Para este

fin se sirve de algunos títulos cristológicos que como mediaciones de

tipo religioso, vienen a estructurar su pensamiento teológico sobre el

significado de la vida de Jesús.

2.1 Jesús es el Hijo de David.

Así es proclamado cuando realiza curaciones (12,23), cuando clama

a él la mujer cananea (15,22) y cuando entra triunfalmente a la

ciudad de Jerusalén (21,9. 15). Con esto el evangelista afirma que

las promesas veterotestamentarias han tenido su cumplimiento en

Jesús. El titulo de “Hijo de David” en este contexto de denominación,

debe ser entendido, según el evangelista, en referencia a Zac 9,9

esto es, un Hijo de David como Rey pacifico y sin violencia, y un Hijo

de David como Salvador misericordioso haciendo alusión al siervo de

Yahvé de Is 42, 1-4.

2.2 Jesús es el Señor.

Esta profesión de fe ocupa un lugar privilegiado en el Evangelio de

Mateo. Y su explicación no puede ser otra que las nuevas

experiencias pascuales que determinan la visión retrospectiva del

55

evangelista acerca de la andadura terrena de Jesús de Nazaret

(7,21: 14,28. 30; 17,4; 18,21; 22,42 ss; 28,6). La luz de la pascua es

tan decisiva que el deja en un segundo termino la trayectoria de

humillación y pasión de Jesús.

Como podemos ver, los títulos de grandeza y dignidad mesiánica del

resucitado, lleno de poder tanto en boca de Jesús terreno como en

las confesiones de los que creían en el, resaltan con más fuerza y

claridad en Mateo que en el mismo Marcos.

2.3 Jesús es el hijo del hombre.

Siempre que el escritor sagrado quiere resaltar la dimensión

escatológica de Jesús, lo presenta como el Cristo de la Parusía

(10,23; 13,41; 16,28; 25,31).

2.4 Jesús es el Hijo de Dios.

A diferencia de Marcos, Mateo le concede a este titulo un mayor

espacio en todo su evangelio y no tiene reparo alguno en hacer

resonar esta confesión de fe en la misma vida terrena del Jesús

histórico, a fin de que su comunidad conociera sin duda alguna su

ser y su significado. Los títulos anteriores nos ayudan en cierta

medida a comprender el significado que para las comunidades

cristianas primitivas, principalmente para la de Mateo, tenia la

denominación de “Hijo de Dios”. Originalmente debió tener el sentido

de Mesías regio a quien Dios encomienda una determinada misión y

con quien permanece íntimamente unido. Este sentido estaría en el

fondo de las tentaciones de Jesús (4,3-10), de las burlas al pie de la

cruz (27,40-43). Especial merece la expresión de “Hijo” en sentido

absoluto. El texto paradigmático es Mt 11, 27: “Todo me ha sido

entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni

al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se

56

lo quiera revelar”. Para comprender el sentido de este concepto en el

conjunto de la cristología de Mateo, es necesario tomar en cuenta el

contexto en donde se habla del misterio del Reino de Dios que se ha

de revelar y que tiene como contenido el señorío d Dios en la

persona y actuación de Jesús. El sentido consistiría en que solo a

quien se le revele el misterio de la persona de Jesús ----como el Hijo

---, a él se le descubre el Reino de Dios.

3. La cristología de Lucas.El kerigma cristológico de Lucas esta estructurado desde un

trasfondo histórico. Su cristología es una verdadera teología de la

historia en cuanto que el acontecimiento Cristo es el que le da

sentido definitivo al devenir de la historia humana.

El centro de la historia, según Lucas, es Jesús el Crucificado

resucitado que la redime y salva, que la libera de sus estrecheces,

inmanentismos y cerrazones. Él ha hecho de la historia, una “historia

de salvación”.

Desde esta perspectiva, el evangelista acentúa algunos aspectos de

la vida terrena y celeste de Jesucristo:

a. En primer lugar, la trayectoria histórico-salvífica del hombre Jesús

inicia con la aparición de Juan el Bautista que con su bautismo

prepara al pueblo para la inminente y terrible intervención de Dios

en la historia (13,24). Su marco penitencial y apocalíptico-

profético enlaza con la predicación del Jesús sobre el Reino de

Dios que es salvación.

b. En segundo lugar, cuenta mucho para Lucas la ascendencia

davídica de Jesús con el fin de hacer ver que las promesas de

salvación, hechas en otro tiempo a los antepasados, se han

cumplido en Jesús. Él es el Mesías, el descendiente de David

cuyo reino no tendrá fin, que es rico en misericordia.

c. En tercer lugar, la actuación poderosa y curativa de Jesús, es el

signo histórico de la presencia de Dios que salva a la humanidad.

57

Consciente de su misión, él recorre las aldeas y caminos

llamando e invitando a hombres y mujeres a reconocer el Kairós

divino que irrumpe en la historia.

d. En cuarto lugar, el evangelista afirma que si Jesús puede realizar

en la historia la obra salvadora del Padre es porque posee el

Espíritu Santo. Está lleno de él y actúa en él y por él.

e. Por último, la resurrección de Jesús y su exaltación junto al

padre, lo constituye en Señor y salvador de la historia y del

mundo.

En esta visión histórico- salvífica, Lucas afirma la humanidad plena y

la innegable filiación divina de Jesús desde su nacimiento hasta su

entronización junto al padre. En esta luz deben ser interpretados los

títulos de “Hijo de Dios” (Lc 1,35; 4,9. 41; 8,28; 22, 70;), “Hijo del

Altísimo” (Lc 1, 32; 8, 28;), “Salvador” (2,11; Act 5,3; 13,23;). Son

decisivos en los escritos del evangelista los títulos de Señor y

Profeta, denominaciones que van de acuerdo con la misión

salvadora de Jesús en la historia.

Otro rasgo de esta cristología es la dimensión de misericordia del

reino que Jesús predica, especialmente, a los pobres y enfermos.

4. La cristología de Juan.Con los escritos de Juan, la reflexión cristológica llega a su plena

madurez, conoce un desarrollo bastante completo dentro del kerigma

neotestamentario. Muchos aspectos del acontecimiento Jesús se

irán armonizando maravillosamente: eternidad e historia, el Jesús

histórico y el Cristo de la fe, cristología y soteriología.

Comenzando con el prologo podemos afirmar, haciéndonos eco del

algunos exegetas y especialistas, que se trata de una profesión de fe

de alta inspiración religiosa, de un profundo e insospechado

contenido. Con mucha sencillez, pero con mucha claridad y

precisión, nos transporta inmediatamente a la vida intradivina, ve ahí

al “Logos” viviendo junto al padre desde la eternidad. De entrada

58

nos ofrece una cristología “desde lo alto”, una cristología que

solamente con el atrevimiento que nace de la fe se pone a especular

y a interpretar el sr trascendente y divino de Jesús desde el seno

incomprensible y misterioso del mismo Dios. En este punto el

evangelista-teólogo se distancia de los sinópticos cuyos proyectos

cristológicos parten de la realidad del Jesús de Nazaret. Sin

embargo, es necesario hacer la observación que fuera del prólogo,

en el resto del evangelio, Juan elabora una cristología también” de la

base”: del Jesús histórico se eleva hasta la preexistencia de Jesús,

el Hijo de Dios.

La cristología del Prólogo describe algunas características del

“Logos”, que son las suficientes para identificarlo frente a Dios y

frente a los hombres:

a. En primer lugar, el “Logos” es tan eterno como el Padre. Este

rasgo característico lo sitúa por encima de las criaturas y de

cualquier ser intermedio y lo pone en el nivel de Dios. El que

preexiste desde la eternidad.

b. En segundo lugar, el “Logos” se define por su actividad creadora.

“Todo se hizo por él y sin él no se hizo nada de cuanto existe”.

Se empieza a vislumbrar ya desde este momento que el “Logos”

actúa dentro de una economía salvífica.

c. En tercer lugar, la actividad salvífica de Jesús se expresa, según

el escritor sagrado, a través de las categorías “vida”, “luz”. “en él

estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”. podemos decir

que la obra y la misión de Cristo frente a los hombres se

encierran en estos términos tan llenos de contenido teológico

d. En cuarto lugar, el “Logos” hizo su aparición entre los hombres.

“Y el ´Logo´ se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros “. Él

decide realizar su misión haciéndose uno de tantos a fin de

hablar su lenguaje y de vivir su misma vida y de esta manera

conducirlos al padre.

59

e. Por último, Juan establece una relación de identidad entre el

“Logos” y el Jesús de Nazaret. La fe cristológica después de una

depuración conceptual, confiesa a Jesús como el Logos eterno

del Padre.

Esta profesión de fe echa sus raíces en la misma existencia

terrena de Jesús de Nazaret.

La alta especulación teológica juanina ha creado, digamos así,

una cristología de la encarnación tan decisiva para el

pensamiento posterior que se convierte en el centro de gravedad

de la cristología juntamente con la muerte y resurrección de

Jesucristo. Su objetivo es señalar la importancia decisiva de la

presencia de Jesús entre los hombres, por tratarse de la

presencia misma del Dios, salvador que esta en la historia

humana.

El titulo privilegiado por Juan para designar la realidad Jesús,

Logos eterno del Padre, es el de “Hijo”. Con el se expresa el ser

de Jesús con respecto a Dios su Padre: él es el que obedece al

padre y aprende de él.

5. La cristología de Filipenses 2,6-11.

En el mismo nivel de una cristología evolucionada y de profundidad

especulativa se encuentra la profesión de fe de la comunidad de Filipos,

que el apóstol Pablo expresa tan elocuentemente en un himno

perteneciente a una tradición anterior.

Si consideramos el tipo de cristología de Filipenses dentro de la

panorámica cristológica neotestamentaria, nos damos cuenta de que se

trata de la primera configuración cristológica completa ya que da

testimonio de los tres modos de ser de Cristo: su preexistencia, su

condición terrena y su glorificación pascual.

El contenido cristológico del himno presenta, por lo tanto, tres fases que

constituyen las tres dimensiones del acontecimiento Cristo:

60

a. La primera fase dice relación a la preexistencia y al despojamiento

voluntario de Cristo.

“El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser

igual a Dios, sino que se despojo de si mismo tomando condición de

siervo haciéndose semejante a los hombres”.

Aquí se afirma que Cristo ha subsistido y subsiste en forma y

condición divina y que no obstándose en esta condición, se despoja

de ella. La situación kenótica de la que se habla hace alusión a la

encarnación y al modo concreto como la vive Jesús en su andadura

terrena.

b. La segunda fase representa la condición humana de Cristo

caracterizada por la obediencia absoluta.

“Y apareciendo en su porte como hombre; y se humillo así mismo,

obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz”.

Este texto sagrado pone en evidencia la seriedad con que Cristo

asume la existencia humana, cuya última consecuencia es la muerte.

Cristo humillado está desprovisto de poder, se entrega al designio

maravilloso del padre y se asemejan a sus hermanos los hombres.

Aquí está en juego la encarnación y la manera concreta de realizarla.

c. Esta tercera fase incluye la exaltación de Cristo y su triunfo sobre el

universo.

d. “Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo

nombre”.

Aquí se proclama la salvación de Dios que se manifiesta en la

exaltación de su hijo y en el poder que le confiere sobre toda la

creación, para que como él, todo el cosmos y toda la humanidad,

una vez vencido el pecado y la muerte, pueden sentarse a la

derecha del padre.

61

Apéndice I

(CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA)CREO EN JESUCRISTO, HIJO UNICO DE DIOS.

62

422 “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de

mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para

que recibiéramos la filiación adoptiva” (Ga 4, 4-5). He aquí “la Buena Nueva de

Jesucristo, Hijo de Dios” (Mc 1,1); Abraham y a su descendencia; lo ha hecho

más allá de toda expectativa: El ha enviado a su “Hijo amado” (Mc 1, 11).

En el centro de la catequesis: Cristo.426 “en el centro de la catequesis encontramos esencialmente una persona,

la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por

nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros… Catequizar

es…descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios… Se trata de

procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los

signos realizados por El mismo”. El fin de la catequesis: “Conducir a la comunión

con Jesucristo: sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y

hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad.

432 El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente

en la persona de su Hijo hecho hombre para la redención universal y definitiva de

los pecados. El es el Nombre divino, el único que trae la salvación y de ahora en

adelante puede invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la

Encarnación de tal forma que “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los

hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4,12).

436 Cristo viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que

quiere decir “ungido”. Pasa a ser nombre propio de Jesús porque el cumple

perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran

ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que

habían recibido de El. Este era el caso de los reyes, de los sacerdotes y,

excepcionalmente, de los profetas. Este debía ser por excelencia el caso del

Mesías que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino. El Mesías

debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez como rey y sacerdote, y

también como profeta. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su

triple función de sacerdote, profeta y rey.

63

441 Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un titulo dado a los ángeles, al

pueblo elegido, a los hijos de Israel y a sus reyes. Significa entonces una filiación

adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad

particular. Cuando el Rey-Mesías prometido es llamado “hijo de Dios”, no implica

necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que sea más que humano.

Los que designaron así a Jesús en cuanto mesías de Israel, quizá no quisieron

decir nada más.

446 En la traducción griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre

inefable con el cual Dios se reveló a Moisés, YHWH, es traducido por “Kyrios”

“Señor”. Señor se convierte desde entonces en el nombre más habitual para

designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en

este sentido fuerte el titulo “Señor” para el padre, pero lo emplea también, y aquí

está la novedad, para Jesús reconociéndolo como Dios.

451 La oración cristiana está marcada por el título “Señor”, ya sea en la

invitación a la oración “el señor este con vosotros”, o en su conclusión “por

Jesucristo Nuestro Señor” o incluso en la exclamación llena de confianza y de

esperanza: “Maran atha” (“¡Ven, señor!”) (1 Co 16,22): “¡Amén! ¡Ven Señor Jesús!”

(Ap 22, 20).

459 El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: “Tomad sobre

vosotros mi yugo, y aprended de mí…” (Mt 11, 29). “Yo soy el Camino, la Verdad y

la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6). Y el Padre, en el monte de la

transfiguración, ordena: “Escuchadle” (Mc 9,7). El es, en efecto, el modelo de las

bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: “Amaos los unos a los otros como yo

os he amado” (Jn 15,12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva

de sí mismo.

464 El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo

de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que

sea el resultado de una mezcla confusa éntrelo divino y lo humano. El se hizo

verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es

Verdadero Dios y verdadero hombre. La iglesia debió defender y aclarar esta

verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban.

64

470 Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación “la naturaleza

humana ha sido asumida, no absorbida”, la Iglesia ha llegado a confesar con el

correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de

inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha

tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo

pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido.

Todo lo que es y hace en ella pertenece a “uno de la trinidad”. El Hijo de Dos

comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la

Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente los

comportamientos divinos de la Trinidad.

489 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada

por la misión de algunas santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de

su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del

maligno y la de ser la Madre de todos los vivientes. En virtud de esta promesa,

Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada. Contra toda expectativa

humana Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil para mostrar la

fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel, Débora, Rut, Judit y Ester, y

muchas otras mujeres. María “sobresale entre los humildes y los pobres del señor,

que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella,

excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el

plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación”.

495 Llamada en los Evangelios “la Madre de Jesús” (Jn 2, 1; 19, 25), María es

aclamada bajo el impulso del Espíritu como “la madre de mi Señor” desde antes

del nacimiento de su hijo (Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como

hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su hijo

según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la

Santísima Trinidad. La iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de

Dios [“Theotokos”].

496 Desde las primeras formulaciones de la fe, la Iglesia ha confesado que

Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del

Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue

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concebido “absque semine ex Spiritu Sancto”, esto es, sin semilla de varón, por

obra del Espíritu Santo. Los padres ven en la concepción virginal el signo de que

es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la

nuestra.

512 Respecto a la vida de Cristo, el Símbolo de la Fe no habla más que de los

misterios de la Encarnación (concepción y nacimiento) y de la Pascua (pasión,

crucifixión, muerte, sepultura, descenso a los infiernos, resurrección, ascensión).

No dice nada explícitamente de los misterios de la vida oculta y pública de Jesús,

pero los artículos de la Fe referentes a la Encarnación y a la Pascua de Jesús

iluminan toda la vida terrena de Cristo. “Todo lo que Jesús hizo y enseño desde el

principio hasta el día en que… fue llevado al cielo” (Hch 1, 1-2) hay que verlo a la

luz de los misterios de Navidad y de Pascua.

520 Durante toda su vida, Jesús se muestra como nuestro modelo: El es el

“hombre perfecto” que nos invita a ser sus discípulos y a seguirle: con su

anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que imitar; con su oración atrae a la

oración; con su pobreza, llama a aceptar libremente la privación y las

persecuciones.

522 La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso

que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de

la “Primera Alianza” (Hb 9, 15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta

venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Además, despierta en el

corazón de los paganos una espera, aún confusa, de esta venida.

531 Jesús compartió, durante la mayor parte de su vida, la condición de la

inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia,

vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios, vida en la

comunidad. De todo este periodo se nos dice que Jesús estaba “sometido” a sus

padres y que “progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los

hombres” (Lc 2, 51-52).

535 el comienzo de la vida pública de Jesús es su bautismo por Juan en el

Jordán. Juan proclamaba “un bautismo de conversión para el perdón de los

pecados” (Lc 3,3). Una multitud de pecadores, publicanos y soldados, fariseos y

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saduceos y prostitutas viene a hacerse bautizar por él. “Entonces aparece Jesús”.

El bautista duda. Jesús insiste y recibe el bautismo. Entonces el Espíritu Santo, en

forma de paloma, viene sobre Jesús, y la voz del cielo proclama que él es “mi Hijo

amado”. Es la manifestación (“Epifanía”) de Jesús como Mesías de Israel e Hijo de

Dios.

538 Los evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto

inmediatamente después de su bautismo por Juan: “Impulsado por el Espíritu” al

desierto, Jesús permanece allí sin comer durante cuarenta días; vive entre los

animales y los ángeles le servían. Al final de este tiempo, Satanás le tienta tres

veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jesús rechaza estos

ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el paraíso y las de Israel en el

desierto, y el diablo se aleja de él “hasta el tiempo determinado” (Lc 4, 13).

544 El reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo

acogen con un corazón humilde. Jesús fue enviado para “anunciar la Buena

Nueva a los pobres” (Lc 4,18). Los declara bienaventurados porque de “ellos es el

Reino de los cielos” (Mt 5,3); a los “pequeños” es a quienes el padre se ha

dignado revelar las cosas que ha ocultado a los sabios y prudentes. Jesús, desde

el pesebre hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre, la sed

y la privación. Aún más: se identifica con los pobres de todas clases y hace el

amor activo hacia ellos la condición para entrar en su reino.

548 Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el padre le ha enviado.

Invitan a creer en Jesús. Concede lo que le piden a los que acuden a él con fe.

Por tanto, los milagros fortalecen la fe en aquel que hace las obras de su padre:

éstas testimonian que él es Hijo de Dios. Pero también pueden ser “ocasión de

escándalo”. No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar

de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos, incluso se le acusa de

obrar movido por los demonios.

554 A partir del Día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de

Dios vivo, el Maestro “comenzó a mostrar a sus discípulos que él debía ir a

Jerusalén, y sufrir… y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día” (Mt 16,

21): Pedro rechazo este anuncio, los otros no lo comprendieron mejor. En este

67

contexto se sitúa el episodio misterioso de la Transfiguración de Jesús, sobre una

montaña, ante tres testigos elegidos por él: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los

vestidos de Jesús se pusieron fulgurantes como la luz, Moisés y Elías aparecieron

y le “hablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén” (Lc 9, 31).

Una nube les cubrió y se oyó una voz desde el cielo que decía: “Este es mi hijo, mi

elegido; escuchadle” (Lc 9, 35).

557 “Como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su

voluntad de ir a Jerusalén” (Lc 9, 51). Por esta decisión, manifestaba que subía a

Jerusalén dispuesto a morir. En tres ocasiones había repetido el anuncio de su

Pasión y de su Resurrección. Al dirigirse a Jerusalén dice: “No cabe que un

profeta perezca fuera de Jerusalén” (Lc 13,33).

560 La entrada de Jesús en Jerusalén Manifiesta la venida del Reino que el

Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su

Resurrección. Con su celebración, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia

abre la Semana Santa.

571 El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurrección de Cristo está en el

centro de la Buena Nueva que los apóstoles, y la Iglesia a continuación de ellos,

deben anunciar al mundo. El designio Salvador de Dios se ha cumplido de “una

vez por todas” por la muerte redentora de su Hijo Jesucristo.

589 Jesús escandalizo sobre todo porque identifico su conducta misericordiosa

hacia los pecadores con la actitud de Dios mismo con respecto a ellos. Llego

incluso a dejar entender que compartiendo la mesa con los pecadores, los admitía

al banquete mesiánico. Pero es especialmente al perdonar los pecados, cuando

Jesús puso a las autoridades de Israel en un dilema. Porque como ellas dicen,

justamente asombradas, “¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios”?

(Mc 2, 7). Al perdonar los pecados, o bien Jesús blasfema porque es un hombre

que pretende hacerse igual a Dios o bien dice verdad y su persona hace presente

y revela el Nombre de Dios.

619 “Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras” (Co 15, 3).

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620 Nuestra salvación procede de la iniciativa del amor de Dios hacia nosotros

porque “El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados”

(1 Jn 4, 10). “En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo” (2 Co 5, 19).

621 Jesús se ofreció libremente por nuestra salvación. Este don lo significa y

lo realiza por anticipado durante la última cena: “Este es mi cuerpo que va a ser

entregado por vosotros” (Lc 22, 19).

623 Por su obediencia amorosa a su padre, “hasta la muerte de cruz” (Flp 2,

8), Jesús cumplió la misión expiatoria del Siervo doliente que “justifica a muchos

cargando con las culpas de ellos” (Is 53, 11).

630 Durante el tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro su persona divina

continuó asumiendo tanto su alma como su cuerpo, separados sin embargo entre

sí por causa de la muerte. Por eso el cuerpo de Cristo “no conoció la corrupción”.

632 Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales

Jesús “resucito de entre los muertos” (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20)

presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los

muertos. Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de

Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió

con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador

proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí detenidos.

648 La resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervención

trascendente de Dios mismo en la creación y en la Historia. En ella, las tres

Personas divinas actúan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se

realiza por el poder del padre que “ha resucitado” (cf Hch 2, 24) a Cristo, su hijo, y

de este modo ha introducido de manera perfecta su humanidad –con su cuerpo—

en la Trinidad Jesús se revela definitivamente “Hijo de Dios con poder, según el

Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos” (Rm 1, 3-4). San

Pablo insiste en la manifestación del poder de Dios por la acción del Espíritu que

ha vivificado la humanidad muerta de Jesús y la ha llamado al estado glorioso de

Señor.

69

680 Cristo, el señor, reina ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas

todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin

un último asalto de las fuerzas del mal.

681 El día del juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá en la gloria para llevar a

cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la cizaña,

habrán crecido juntos en el curso de la historia.

682 Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos,

revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según

sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia.

Apéndice II

LAS HEREJIAS

El empleo de la palabra (elegir, elección) no es uniforme en el A.T. En la acepción

helenística el termino se emplea para designar la elección de una determinada

doctrina que se presenta con pretensión de autoridad, así por ejemplo para

designar la secta de los saduceos (Act 5, 17), o por parte de los judío para

designar la comunidad cristiana (Act 25,5.14). Pero también se usa para referirse

a una doctrina errónea que se desarrolla fuera de la Iglesia.

1. El Gnosticismo.

El gnosticismo es un movimiento histórico y religioso que acompaña el

cristianismo desde su nacimiento se constata que desde finales del siglo1, la

iglesia tiene que convivir tanto con una expresión semítica de la fe como con su

expresión helénica. Este encuentro cultural y religioso se extiende por la cuenca

del mediterráneo, y asi el tema de la salvación es recurrente para una reflexión.

En la actitud gnóstica hay una aporía dualística entre el bien: el mal es aquello que

vivimos, es esa situación compleja de desorden y sufrimiento que caracteriza

nuestro mundo, y por eso nadie fuera de su alcance

70

Y l bien es todo aquello que proviene o tiene relación con el espíritu.

Para el gnosticismo la salvación consistirá en recorrer de nuevo el camino de la

vida, pero de forma diferente o sea que la gnosis (conocimiento) nos permitirá

descubrir el camino de regreso a Dios. Solo el conocimiento nos devolverá el

vínculo perdido con él y asegurara nuestra entrada en lo divino

Para el gnosticismo la imagen de Cristo es la de una especie de identidad (Eon)

proveniente de Dios, pero que ha escapado ,pero no se sabe como al aspecto

maldito de la emanación, y por tanto es capaz de mostrar el camino de retorno a

Dios para aquellos que siguen a Jesucristo.

Entonces en el sistema gnóstico no se puede hablar de una encarnación del

verbo. Más bien aparece un ser aislado y alejado del mundo, incomprensible,

ininteligible, que supera de un modo absoluto el mundo natural.

2. E l docetismo

Es una herejía que aparece a principios del siglo II en Asia menor. Esta herejía

niega la condición humana

De Cristo solo le asigna una existencia humana aparente.

¿Puede Dios seguir siendo Dios y pasar por las debilidades y las impurezas

propias de la condición humana? Con esta pregunta se quiere exaltar la divinidad

pero s niega la posibilidad de la Encarnación por que para el Docetismo solo se

realiza en apariencia la encarnación de Jesús.

San Ignacio de Antioquía en su carta a los Efesios es el primero que se opuso al

docetismo y afirma la plena unión entre la humanidad y la divinidad de Jesucristo:

“hay un solo medico, carnal y espiritual, creado e increado, Dios hecho carne, vida

verdadera en la muerta nacido de María y de Dios, primero apacible y, luego,

impasible, Jesucristo nuestro Señor”.

71

Ignacio de Antioquia pronunciara un famoso principio soteriológico: lo que no fue

asumido no fue redimido con este principio pudiéramos concluir: si la encarnación

de Cristo fue solo en apariencia, entonces no estamos salvados.

3. El arrianismo.

Es una doctrina propagada por Arrío, en Alejandría en el año 315 y la tesis de

Arrío es que el Logos no es eterno como el padre, sino que ha recibido la

existencia directamente del padre antes del tiempo, como ninguna otra criatura,

pero no es de la misma naturaleza que el Padre.

Según Arrio solo el Padre es sin principio y en esto es radicalmente del Hijo, que

como las demás criaturas tienen su origen en la voluntad del padre. Y el

argumento de Arrio es que en la Escritura el mismo Jesucristo dice: “El Padre es

más que yo”... ”El hijo no puede hacer nada por su cuenta, si no lo que ve hacer al

padre”... (Jn 5,19-20)

“Comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: mi alma esta triste hasta el punto

de morir”. (Mc 14, 33-34) Para Arrio es evidente la desigualdad que existe, en

cuanto al ser, entre el Padre y el Hijo, los mismos sufrimientos son para él una

prueba de la debilidad ilimitación de Cristo. Entonces Jesús no es verdaderamente

humano, ya que el alma de Jesús era el verbo; pero también no es divino por que

padece las debilidades y la limitación propia de la condición humana. Entonces

Cristo ni es verdadero Dios ni verdadero hombre. En el sínodo de Alejandría se

condena Arrio. Se argumenta si Cristo no es Dios, entonces nuestra salvación no

es la obra de Dios. Con esta afirmación hay un axioma soteriológico: Solo Dios

puede salvar.

De la herejía del arrianismo se desdobla en dos herejías: el adopcionismo y el

apolinarismo

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a) Adopcionismo:

Dice que Cristo es un hombre que en razón de su santidad fue adoptado por el

hijo por el Padre. Es una forma de concebir la relación Padre e Hijo que ignora la

divinidad de la persona de Jesús. El principal representante de esta herejía es

Teodoto de Bizancio. Teodoto precisa que es justamente al momento del bautismo

de Jesús en el Jordán que el padre le adopta como hijo.

b) El apolinarismo

(Apolinar de Laodicea la tesis consiste en afirmar que el Logos, al encarnarse,

habría tomado el lugar del alma humana de Jesús o sea que Jesucristo no asumió

una humanidad integral si no solo un cuerpo convirtiéndose en su principio vital.

Con estas herejías la consecuencia es que Jesucristo no es ni verdaderamente

humano ni verdadero Dios, si no un ser intermedio, derivado de la unión sustancial

entre Dios el Hijo y un cuerpo inanimado.

4. E Nestorianismo

La tesis principal es que la Encarnación es una sola especie de la habitación de

Dios en la persona de Jesús coexiste con él, pero sin una unión hipostática. Hay

pues el temor de que la encarnación del verbo implique un cambio en el ser de

Dios. De algún modo, la humanidad se convierte en un instrumento de la divinidad.

5. El monofisismo.

Esta doctrina afirma que Cristo es el resultado de la composición de dos

naturalezas (humana y divina) que no subsisten como distintas. El principal

representante de esta herejía fue Eutiques. Según él la unión de la naturaleza

divina con la naturaleza humana suponía la absorción de esta en la primera hasta

el punto de que no se podía hablar más que de la naturaleza divina.

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En el concilio de (Calcedonia 451 d. C) va a definir la unión hipostática entre las

dos naturalezas de Cristo: “Hay que confesar a un solo y mismo hijo y señor

nuestro Jesucristo; perfecto en la divinidad y perfecto en la humanidad;

verdaderamente Dios y verdaderamente hombre de alma racional y cuerpo; con

substancial con el padre según la divinidad, y consustancial con nosotros según la

humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado; engendrado del

padre antes de los siglos según la divinidad, por nosotros, y en los últimos días por

nuestra salvación, engendrado de María virgen, la madre de Dios según la

humanidad; se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor Hijo unigénito en

dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación...”

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