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En plena invernada y con nieve hasta las rodillas Filma n do trenes en la ram p a de P ajares (y II ) MANUEL MARISTANY (texto y fotos) Completamos el apasionante y emocionante reportaje de M. M., una vez iniciado el año 1984, vigésimo de la vida de itlA LIBRE y a unos meses de celebr.arse el centenario del Pajares. Y cuando ya las primeras nieves de este invierno han aparecido por aquellas y otras latitudes de España. muy achuchada, recibe una andanada de supe- rocho. Pasa sin deternerse y se pierde con ruido de herrajes. Menos mal. Ya hemos "cazado" una inglesa. La primera toma siempre ejerce un efecto tranquilizador. Agradecido, regalo al jefe de estación un ejemplar de VIA LIBRE con una colaboración mía. Después le enseño mi permiso especial de RFNFE y le pregunto si podríamos volver en la cabina del tranvía para filmar el descenso a Pola de Lena EI hombre nos dice que no nos preo- cupemos, que él lo arreglará todo. Jorge y yo no pode- mos disimular nuestra alegría cuando vemos aparecer nuestro tren: se Trata de un tren con- vencional conducido por una 251 remolcan- do una ristra de vetera- nos "5000". Está visto que hoy -a pesar del madrugón en Oviedo- es nuestro día de suer- te. Tras un breve cam- bio de impresiones en- tre el jefe de estación y el maquinista de la gua-gua, éste nos invita a trepar a bordo y nos presenta a su ayudante que, sin más, me cede su sillón de almirante para poder filmar con más comodidad. La ca- bina es clara y conforta- ble y el tablero de man- dos casi tan sofisticado como el de un reactor y que mi ignorancia me impide describir ade- cuadamente. EI jefe de estación nos da la sali- da y la pesada y sofisti- cada locomotora se po- ne en movimiento con la suavidad de una pluma impulsada por la brisa. Enfilamos a buena marcha la subida a Bus- dongo. La perspectiva E/ so/ vesperfino envuelve en un manto de g/oria /a 7. 767 que sube con un mercancias de puente de los Fierros hacia Pajares que, paradb%icamente, estS en dirección contraria a la que Neva el tren. Son las montañas que se ven al londo. A estación de La Robla con sus desvenci- jados cargaderos de carbón y sus __jherrumbosas instalaciones, copiosamente ,^evadas, me recuerda la fotografía de un subur- bio de Stalingrado desmantelado por las bom- bas de los Sukas. Un largo mugido nos avida la Ilegada del tren. iAchtung! iPreparados! iFuego! EI largo mercancías conducido por una 7.700 que se tiene desde la cabina es completamente diferente a la que se tiene desde la ventanilla de un coche. Es mucho más amplia y dominadora. Uno tiene la impresión de que la locomotora se come la vía, qu^ desaparece bajo las ruedas, invisibles. Una ligera presión sobre una palanca basta para que sintamos el poderoso empuje de sus motores en la espalda. 30

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En plena invernaday con nieve hasta las rodillas

Filmando trenesen la rampa de Pajares (y II)

MANUEL MARISTANY

(texto y fotos)

Completamos el apasionante y emocionante reportaje de M. M.,una vez iniciado el año 1984, vigésimo de la vida de itlALIBRE y a unos meses de celebr.arse el centenario del Pajares.Y cuando ya las primeras nieves de este invierno hanaparecido por aquellas y otras latitudes de España.

muy achuchada, recibe una andanada de supe-rocho. Pasa sin deternerse y se pierde con ruidode herrajes. Menos mal. Ya hemos "cazado"una inglesa. La primera toma siempre ejerce unefecto tranquilizador.

Agradecido, regalo al jefe de estación unejemplar de VIA LIBRE con una colaboraciónmía. Después le enseño mi permiso especial deRFNFE y le pregunto si podríamos volver en lacabina del tranvía para filmar el descenso a Polade Lena EI hombre nos dice que no nos preo-

cupemos, que él loarreglará todo.

Jorge y yo no pode-mos disimular nuestraalegría cuando vemosaparecer nuestro tren:se Trata de un tren con-vencional conducidopor una 251 remolcan-do una ristra de vetera-nos "5000". Está vistoque hoy -a pesar delmadrugón en Oviedo-es nuestro día de suer-te. Tras un breve cam-bio de impresiones en-tre el jefe de estación yel maquinista de lagua-gua, éste nos invitaa trepar a bordo y nospresenta a su ayudanteque, sin más, me cedesu sillón de almirantepara poder filmar conmás comodidad. La ca-bina es clara y conforta-ble y el tablero de man-dos casi tan sofisticadocomo el de un reactor yque mi ignorancia meimpide describir ade-cuadamente. EI jefe deestación nos da la sali-da y la pesada y sofisti-cada locomotora se po-ne en movimiento con lasuavidad de una plumaimpulsada por la brisa.

Enfilamos a buenamarcha la subida a Bus-dongo. La perspectiva

E/ so/ vesperfino envuelve en unmanto de g/oria /a 7. 767 que sube conun mercancias de puente de losFierros hacia Pajares que,paradb%icamente,estS en direccióncontraria a la que Neva el tren.Son las montañasque se ven al londo.

A estación de La Robla con sus desvenci-jados cargaderos de carbón y sus

__jherrumbosas instalaciones, copiosamente,^evadas, me recuerda la fotografía de un subur-bio de Stalingrado desmantelado por las bom-bas de los Sukas. Un largo mugido nos avida laIlegada del tren. iAchtung! iPreparados! iFuego!EI largo mercancías conducido por una 7.700

que se tiene desde la cabina es completamentediferente a la que se tiene desde la ventanilla deun coche. Es mucho más amplia y dominadora.Uno tiene la impresión de que la locomotora secome la vía, qu^ desaparece bajo las ruedas,invisibles. Una ligera presión sobre una palancabasta para que sintamos el poderoso empuje desus motores en la espalda.

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Esta totogra/ia creemosque ilustra bastante bien

la problemática dePa%ares. Este mercancías,procedente de Gijón, estásubiendo a/ puerlo. Diez

minutos antes ha pasadopor puente de /os Fierros,

que está en el londo delvalle de /a derecha. En las

entrañas de /a tierra hadescrito una curva de 180grados. A la derecha de /a

toto se puede ver -conlupa- un trozo de via en

curva y un túne/ quecorresponden a/ tramo

Pola de Lena-puente delos Fierros. En líneas

genera/es, e/ trendescribe dos grandes

lezos, et de puente de /osFierros y ei de Ma/vedo,que /e hacen cambiar la

dirección de Sur a Norte yde Norte a Sur.

Una interesantedoble-traccióncompuesta por /a7.714 y una 269 sinidentilicarconducen unmercancias Gijón-León. La /oto estátomada entrepuente de losFierros y Malvedo.La 7.714, a /uzgarpor su tranjaamarilla. ha sidosometida a GranReparación.Nosotros creemosque ha mejoradocon el cambio.

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PAJARES

Paramos en todas las estaciones. Los viajerossuben y se apean y el maquinista observa por elespejo retrovisor la señal de partida del jeíe deestación que se muestra reacio a aventurarsepor los andenes nevados. Remontamos el heladocurso del Bernesga.

La boca Sur del túnel de La Perruca aparecerevestida de pétrea mampostería y ornamentadade acuerdo con el gusto de la época en que fueabierto. Jorge y yo casi contenemos el alientocuando el convoy se zambulle en su interior. EIpotente foco de la gua-gua ilumina la bóvedadel túnel que todavía guarda restos de hollín quecontemplamos con el mayor de los respetos.Tres kilómetros de túnel en cuesta no seríanninguna broma para los tripulantes de la máqui-na de cola.

Salimos al otro lado, a un universo de cimas ycrestas resplandecientes de sol y nieve. EI vallede Lena se abre a nuestros piés. Según nuestromaquinista, la ligera neblina que flota sobre lastierras bajas nos impide ver el Cantábrico, aunos 80 kilómetros al Norte. Lástima.

Z Una base perdidaen la Antártida?

La estación de Pajares se nos antoja unaremota base perdida en la Antártida. EI tren es elcordón umbilical que la une al mundo civilizado.Una unidad 400 espera el cruce. Después parti-mos en direcciones opuestas.

Descendemos contorneando los accidentesdel terreno o atravesándolos por túneles. EI re-corrido interior supera al exterior en un 60 porciento, aproximadamente, entre Busdongo y Polade Lena. Viajamos más por el interior de la tierraque a la luz del día. Nuestra locomotora nosupera nunca los 60 kilómetros por hora. Desdela cabina y a esta velocidad las curvas se venrealmente cerradas. Sobre todo bajando. Su-biendo es otra cosa. Bordeamos pendientes ver-tiginosas, dignas de un descenso olímpico. Ha-cia arriba se perfilan, contra un cielo muy azul,cornisas laminadas por el viento. Una galeríaparaaludes protege una curva expuesta. Estoyseguro que más de un maquinista veterano re-cordará algún lance apurado en esta tremendarampa Norte (y que la afición le agradeceríapublicara en las páginas de VIA LIBRE).

Esta primera parte del recorrido tiene un se-vero aire polar, de alta montaña, frío y desolado.EI panorama empieza a cambiar a partir de Na-vidiello-Paraná. Aumenta la vegetación. Dosronroneantes máquinas exploradoras, equipa-das con grandes palas quitanieves y los focosencendidos, nos esperan en la estación de Lina-res-Congostinas. Se trata de un par de atractivas1.800 Diesel, muy americanas.

Saliendo de Linares se tiene un rápido atisbodel primer y segundo nivel de la vía que, desdenuestra altura olímpica, se nos antoja de anchoN. La rampa de Pajares es un gigantesco tableroa escala real. Pajares no ostenta el record dealtura del ferrocarril español. Este correspondeal túnel de Tossas en la provincia de Gerona.Pero sí el de espectacularidad.

En la estación de Malvedo se plantea un inte-resante problema de prioridades. Parece serque el temporal de nieve ha afectado al CTC ydesbaratado los horarios. Las órdenes de parti-da de los trenes se han de dar por teléfono, deestación a estación. Cuando nosotros Ilegamos,hace rato que un tren de plataformas remolcadopor una 7.700 espera que suba el Talgo Gijón-Madrid. La estación de Malvedo es muy peque-ña, está en curva, entre dos túneles, hay pocasvías y menos espacio para maniobrar. Total, quecuando Ilega el Talgo, nuestro tren tiene que darmarcha atrás y meterse en un túnel para hacerlesitio. Filmo a placer estas interesantes manio-bras. EI Talgo, conducido por una 269, desfilalentamente, decididamente molesto por el retra-so y la humillación de haber tenido que reducirla marcha. EI plataformas sale antes que noso-tros, cosa que no lamentamos en absoluto, por-que con tanto ajetreo ferroviario lo estamos pa-sando en grande. EI jefe de estación, que se hapegado un hartón de correr arriba y abajo en lanieve, nos da finalmente la salida.

Pomaradas baEjo el hieloDescendemos a la misma moderada marcha

de 60 kilómetros por hora. Detrás de mí oigozumbar sordamente los motores de nuestra lo-comotora, tascando impaciente el freno. Parauna máquina que puede alcanzar los 160 tieneque ser múy duro marchar al paso. Pero no haymás remedio, a menos que uno quiera salirsepor la tangente y saltar al vacío. La cerrazón delas curvas no permite demasiadas audacias. Meimagino que al Ilegar a Tierra de Campos elmaquinista le aflojará la riendas y la lanzará algalope de los 140 kilómetros por hora de velo-cidad autorizados recientemente. Me imaginotambién que será un hermoso espectáculo.

La tarde se ha templado. La nieve suda yreluce. Nos hundimos lentamente a razón de 20metros cada kilómetro. Campos de manzanos yhuertos mustios bajo la helada nos salen al en-cuentro. Describimos el último lazo y ponemosrumbo Norte. Poco después traqueteamos enlas agujas de la estación de puente de losFierros y nos detenemos con una imperceptiblesacudida. Desde la cabina de la máquina resultainteresante ver cómo los viajeros se aprestan asubir al tren. Es un punto de vista inédito para elciudadano corriente.

Por un puente de hormigón de tres audacesarcos cruzamos las heladas aguas del Pajares yla carretera Gijón-León, despejada por la má-quina quitanieves. ^Se trata del famoso puentede los Fierros? La verdad es que no hay otro tanimportante en todo el recorrido. ^Sería origina-riamente de hierro y daría el nombre a la esta-ción? EI viaducto de Paraná, tan citado en laspublicaciones ferroviarias, nos ha pasado total-mente inadvertido. ^Lo han demolido? ^Estaríadisimulado bajo la nieve?

Preocupado por estas incógnitas no me per-cato de que nuestro tren ha aumentado la velo-cidad. Ahora corremos por el fondo del valle.Las curvas son más amplias. La cordillera va

quedando atrás, enrojecida por el sol. Delantede nosotros el panorama se va ensanchandocomo Castilla delante def caballo deI Cid. Polade Lena. Final de trayecto. Hilos de agua goteandel tejado de la estación. EI sol luce amistosa-mente. En los andenes se han formado charcosy una especie de granizado gris en el que cha-potean los viajeros. Agradecemos al maquinistay su ayudante la colaboración prestada y nosdespedimos después de haber intercambiadonuestras tarjetas. Descendemos de la alta cabi-na con cierto pesar. De buena gana habríamoscontinuado hasta Gijón. Pero en Pola nos espe-ra nuestro vehículo todo-terreno. La filmacióndesde el tren es una parte del reportaje que hayque completar con tomas exteriores.

La "curva del caballo"La "curva del caballo muerto" está encima del

puente de los Fierros, aunque ningún ferroviarlola conocerá por este nombre, por la simple yelemental razón de que se lo hemos puestonosotros para entendernos. Un tren había atro-pellado a un caballo y sus restos estaban espar-cidos por la vía, manchando la nieve de rojo.Pero es una buena curva. La hemos exploradomuy de mañana y después de elegir sendos

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EI ómnibus Gijón-León cruza un

puente situado enlas cercanías de

Linares-Congostinas.

puntos de vista, nos hemos instalado en la nievedispuestos a esperar lo que fuera. EI frío arreciay al cabo de unos pocos minutos tengo los pieshelados a pesar de mis botas de campaña. Pateola nieve para entrar en calor. EI cielo clarealentamente. EI silencio es roto por los graznidosde los cuervos que luchan por los despojos delinfortunado caballo. Oigo la voz de aviso deJorge, situado al otro lado de la vaguada.

-iQue viene!EI "Corail" sube a toda pastilla con los focos

encendidos y aullido de ventiladores. Corre porlo alto del talud. Ni el maquinista ni los viajerossabrán jamás que un par de aficionados mediolocos lo están filmando medio enterrados en lanieve. Aparto el dedo del gatillo. Ha sido unagran toma.

-iQuisiera morirme! -me grita Jorge.Lógico, pienso yo, de placer. Su punto de

vista también era muy bueno y estoy seguro deque habrá conseguido una buena toma. Perocuando nos encontramos me sorprende su aba-timiento. Está luera de sí.

-iSe me ha encallado la máquina en el mo-mento culminante! iEl muy c... que me la vendió!

Yo le miro impotente. No le puedo compren-der mejor. No hay palabras para describir latrustración que se apodera de un filmador detrenes cuando, por causas totalmente ajenas asu voluntad, falla una buena toma. Es capaz deIlegar al asesinato. Si en aquel momento, Jorgese encuentra al vendedor que le colocó la su-per-cámara-sonora-electrónica, se la parte en lacabeza y sus restos mortales van a hacer com-pañía a los del caballo muerto.

i R t

La incomparable curva de Malvedo reconcilióa Jorge ĉon la vida, a pesar de que un burro localnos tuviera con el alma en un hilo con su rebuz-nos. Se trataba de un burro que había aprendidoa imitar el pitido de los trenes y cada dos por tresnos hacía precipitarnos a nuestras cámaras y es-crutar ansiosamente el horizonte en busca de untren que no aparecía. Lo descubrimos al volver alcoche. EI condenado animal nos miró con ojossardónicos, como el paleto de pueblo que haconseguido chasquear a los señoritos de la ciu-dad. Maldecimos sus huesos asnales.

. . .

Visitar la estación de Pajares es de rigor. Pa-jares es uno de los santuarios ferroviarios deEspaña, como el desfiladero de Pancorbo o larampa de Torre-Brañuelas. Hace algunos añosera el depósito de vapor de Castejón de Ebro,última guarida de las Mikados. AI haber desapa-recido la tracción vapor, el aficionado se orientahacla el prestigio y espectacularidad de determi-nadas Ifneas.

Subir a Pajares se impone, aunque tengamosque trepar cien metros hundiéndonos en la nie-

Los vivos ro/os delElectrotrén Madrid-Gijón constituyen elmejor contrapuntopara la /resca yhúmeda primaveraasturiana.

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PAJARES

ve hasta más arriba de la rodilla. EI aficionadotiene que estar dispuesto a todo y no reparar ensacrificios. Yo no lo lamento. Estas experienciasme divierten. Forman parte del safari ferroviario.La emosión que sentimos al Ilegar a la estaciónes similar a la que debió de experimentarAmundsen al pisar el Polo Sur. Qúizá mayor. AIfin y al cabo en el Polo no había trenes. EIcapataz de un destacamento avanzado de Vía yObras nos toma por locos de atar, pero nos dejacalentar en su estufa. Pasamos una mañanamuy interesante filmando los trenes que surgende improviso por las bocas de los túneles que li-mitan la estación.

Placer para elmás exigen^e

Para el aficionado a los ferrocarriles, el simplehecho de ver pasar un iren constituye un gratoespectáculo. EI placer, por otra parte, está enrelación directa al marco por el que discurre eltren. Es decir, siempre es más interesante ver untren cruzando un atrevido viaducto que arrastrán-dose entre los feos suburbios. En este sentido, elaudaz trazado de laf rampa Norte de Pajares, susheroicas proporciones, la abundancia de curvasy sus distintos niveles colman los deseos másdisparatados del aficionado.

Si algún lector alberga alguna duda acerca demi afirmación, le aconsejaría que se acerque ala estación de Linares-Congostinas y dé un cor-to paseo en dirección a Malvedo, hasta situarseen unos riscos desde los que dominará variosniveles de vía, por debajo y por encima de él.Constituyen un mirador incomparable. Primera-mente verá un tren, en lo más hondo del valle,que se dirige a puente de los Fierros. Diez oquince minutos más tarde, el mismo tren apare-cerá saliendo del túnel del Capricho a unos cienmetros de profundidad, más cercano y ronro-neante. Describirá una curva muy atractiva y sehundirá en las entrañas de la tierra. Pausa desilencio amenizada por las esquilas de unas va-cas cercanas. Luego el tren surgirá casi de suspies, como un topo atareado y casi en seguidase hundirá en un túnel. Más allá está la estaciónde Linares, en curva. Si el tren es un mercan-cías, lo más probable es que no se pare. Pocosminutos más tarde lo verá, más alto, trepandopor el flanco de una frondosa ladera, al otrolado de la vaguada. Desaparecerá en un túnel.Después de un considerable lapso de tiempo-el que empleará en alcanzar Navidiello-Para-ná- lo adivinará, más que verá, atacando lasrampas finales del Pajares, a una altura enorme.Y todo esto acompañado por el fragor de cua-trocientas o seiscientas toneladas de hierro ro-dando sobre vías de acero. Aquellos valles pro-fundos y solitarios actúan como una caja deresonancias. En la quietud de la mañana estallade repente una especie de trueno que os sobre-salta. ^Qué ocurre? Algo muy sencillo. Es untren descendente -éstos son más ruidosos-que acaba de salir de un túnel. Luego el ruidocesa con la misma brusquedad. EI convoy se ha

Una doble traccionde 7.700 surge de laboca Sur de/ túnelde La Perruca.conduciendo uncarbonero. La bocaNorfe no hamerecido el honorde un revestimientode mampostería.^Existe alguna razónpara estadiscriminación?

La 7.769 cruza, sindetenerse, !a estacibn

de Pajares con unmercancias León-

Gijón. A/ tondo, ^;,-^' : 'puede verse el ^..=^°^

^ ^,. ^^depbsito de 1r+^`^agua que.

misteriosamente. noha sido demolido.

rrietido en otro túnel. Es todo un espectáculo deluz y sonido

En un número de VIA LIBRE, Miguel CanoLuzati describía el "show" montado por losFerrocarriles Federales Suizos en el San Gothar-do para conmemorar el centenario de esta línea.En las cercanías del pueblecito de Wassen le-vantaron una tribuna desde la que el públicopodía seguir la ascensión de los trenes. No cos-taría gran cosa montar algo parecido en Lina-res-Congostinas. Con los debidos respetos, larampa de Pajares no tiene nada que envidiar alas del San Gothardo. Entre otras cosas, es másalta

# ► R

Para terminar, me permitiré aconsejar a losaficionados que se animen a viajar a Palares,

que se alojen en el Parador Nacional del mismopuerto y pidan habitaciones que den hacia laparte de Asturias: desde las mismas se dominaun grandioso panorama de cimas y valles y-maravilla de maravillas- la salida Norte deltúnel de la Perruca. Incluso desde el cuarto debaño (y si mucho se me apura, desde el mismí-simo WC). Todavía recuerdo la emoción que mecausó, en plena "toilete" matutina, ver surgir dela tierra el Ter Gijón-Sevilla, recorrer una peque-ña curva y desaparecer, engullido por el túnelde La Perruca, mientras en eI aire frío se desva-necían los ecos de su distante traqueteo.

Otro consejo a los aficionados: Ilevarse ropade abrigo y unas buenas botas montañeras. In-cluso si proyectáis el viaje en el mes de mayo,como nosotros. La primavera asturiana -por lomenos la de 1983- no tiene nada que ver conla idea que uno Tiene de esta florida estación.

M. M.

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