Filosofía y poder, por Rubén Ríos

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Hobbes es el teórico fundamental del pensamiento político literario, junto con Locke, que es una especie de continuidad o un comentario de Hobbes, hasta agrega algunos elementos. El fundamento del pensamiento político liberal parte de las ideas que Hobbes desarrolla, sobre todo en un texto que es “Leviatán”. Allí se desarrolla la idea de contrato social, y lo hace desde una premisa antropológica, que está también en Rousseau. Es una teoría del hombre, tanto en Hobbes como en Rousseau, y que es algo que generalmente en el pensamiento político no se tiene en cuenta, esto de qué es el hombre y, por lo tanto, en qué consiste la vida en sociedad o la vida política de los hombres. Hobbes desarrolla una serie de tesis acerca de lo que es el hombre, y en ese sentido está en los comienzos de la antropología filosófica del empirismo. Existe una primera definición en Hobbes, en el centro de esta figura antropológica está la representación, es decir, la relación que establece el hombre con las cosas. El hombre representa a los objetos, y los vuelve a hacer presentes mediante los sentidos, la percepción o la memoria y la imaginación. Que el objeto sea algo así como lo que el hombre representa es otra cuestión, que haya representación de los objetos no significa que lo que los hombres se representan como los objetos tengan una correspondencia con los objetos. Para dar un ejemplo de este principio empirista, que es fundamental dentro del empirismo, Ratzel en su texto “Acerca del fundamento de las partículas elementales de la materia” menciona que el fundamento de las partículas de la materia son los sentidos, todo el campo de percepción y lo sensorial del sujeto. Esto es empirismo, es Hume y éste va al objeto, hay idea del objeto pero no hay sustancia del objeto. Esto es así en Hobbes, al punto que los sueños para él son la imaginación del durmiente, una vez que entran las impresiones de las cosas a través de los sentidos, permanecen en la memoria, se produce la imaginación, y soñar es imaginarse cosas. Esto hace que se confunda la imaginación con la representación, y es la causa, por lo tanto, de la creencia en duendes, fantasmas, cosas sobrenaturales. Estas creencias que llegan a la imaginación hacen muy difícil para Hobbes, que es su tema, la

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Clases sobre Fiolofía y poder, por Rubén Ríos en la Facultad Libre de Rosario

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Hobbes es el teórico fundamental del pensamiento político literario, junto con Locke, que es una especie de continuidad o un comentario de Hobbes, hasta agrega algunos elementos. El fundamento del pensamiento político liberal parte de las ideas que Hobbes desarrolla, sobre todo en un texto que es “Leviatán”. Allí se desarrolla la idea de contrato social, y lo hace desde una premisa antropológica, que está también en Rousseau. Es una teoría del hombre, tanto en Hobbes como en Rousseau, y que es algo que generalmente en el pensamiento político no se tiene en cuenta, esto de qué es el hombre y, por lo tanto, en qué consiste la vida en sociedad o la vida política de los hombres. Hobbes desarrolla una serie de tesis acerca de lo que es el hombre, y en ese sentido está en los comienzos de la antropología filosófica del empirismo. Existe una primera definición en Hobbes, en el centro de esta figura antropológica está la representación, es decir, la relación que establece el hombre con las cosas. El hombre representa a los objetos, y los vuelve a hacer presentes mediante los sentidos, la percepción o la memoria y la imaginación. Que el objeto sea algo así como lo que el hombre representa es otra cuestión, que haya representación de los objetos no significa que lo que los hombres se representan como los objetos tengan una correspondencia con los objetos. Para dar un ejemplo de este principio empirista, que es fundamental dentro del empirismo, Ratzel en su texto “Acerca del fundamento de las partículas elementales de la materia” menciona que el fundamento de las partículas de la materia son los sentidos, todo el campo de percepción y lo sensorial del sujeto. Esto es empirismo, es Hume y éste va al objeto, hay idea del objeto pero no hay sustancia del objeto.

Esto es así en Hobbes, al punto que los sueños para él son la imaginación del durmiente, una vez que entran las impresiones de las cosas a través de los sentidos, permanecen en la memoria, se produce la imaginación, y soñar es imaginarse cosas. Esto hace que se confunda la imaginación con la representación, y es la causa, por lo tanto, de la creencia en duendes, fantasmas, cosas sobrenaturales. Estas creencias que llegan a la imaginación hacen muy difícil para Hobbes, que es su tema, la obediencia de los hombres. A partir de esta pequeña descripción de qué es lo que funda al hombre, que es un hombre que sobre todo se representa cosas, están las pasiones de los hombres, que se rigen por éstas. Porque en esta figura antropológica no hay necesariamente ningún tipo de relación de causa-efecto entre un pensamiento y otro. Cómo los pensamientos, las fantasías y las imágenes provienen del exterior y en la conciencia del hombre tienen su vida propia, necesariamente no hay una relación lógica entre un pensamiento y otro, una situación y otra, una imagen y otra. Esto hace que haya dos tipos de pensamiento, uno es éste, caótico, donde los pensamientos se suceden uno tras otro sin ningún orden, y hay otro tipo de pensamiento donde a esto caótico de suma algo que se llama deseo, y es aquello que logra ordenar este primer caos de las sensaciones en una dirección. Las orienta en dirección a una meta, que está dada por el deseo, de aquello que realmente quieren los hombres, en tanto que el deseo viene de la pasión. Para Hobbes hay muchas pasiones, pero todas estas pasiones se podrían reducir en una que es el deseo de poder. No solamente de poder en el sentido de dominar, sino poder en el sentido de tener riquezas, alcanzar un gran conocimiento, alcanzar la gloria, son todas formas de poder. También, por supuesto, está forma de poder vinculada con el ejercicio del mando, pero es uno de los aspectos de este deseo de poder.

Siendo así, los hombres, a partir de las tesis antropológicas de Hobbes, son todos iguales: todos se representan cosas, todos imaginan cosas. Pero hay una primera desigualdad física, que no es muy importante para Hobbes, y hay otra desigualdad que es más importante que tiene que ver con esta capacidad de poder sostener un deseo, que

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es, desde Hobbes, el elemento diferencial más importante de los hombres. Hay hombres que tiene más fuerza para poder sostener su deseo de poder, que se traduzca en cualquiera de estas maneras posibles, y hay hombres que tienen menos fuerza para poder sostener su ambición. Como los hombres se consideran iguales, y lo son de alguna manera, nadie va a renunciar a un deseo, aunque no tenga la fortaleza para llevarlo adelante. Entonces, tenemos que la pasión propia de los hombres es un deseo de poder desde sus distintas gamas, de gloria, riqueza, conocimiento.

Este deseo de poder en Hobbes, es un deseo que no se acaba nunca en los hombres, se termina con la muerte. Y nunca se satisface en realidad, sí se satisface localmente, es decir, los hombres persiguen el objeto de sus deseos, lo obtienen, pero siempre aparece una nueva instancia, un nuevo escalón para llevar adelante su deseo. No es tanto esto, dice Hobbes, porque los hombres no encuentren satisfacción en lo que alcanzan, lo que ocurre es que deben conseguir más cosas en esta senda indeterminada de sus deseos de poder, para asegurar lo que ya han obtenido. Para poder lograr la riqueza, por ejemplo, y poder disfrutar esas riquezas, debe conseguir los modos de protegerla, ya sea riqueza material, de conocimiento, etc. Debe ir generando la manera de proteger, conservar y asegurar esa propiedad. Ahora, el estado de naturaleza, que es una noción de Hobbes pero ya está Platón y de alguna manera esbozada en Maquiavello, y que servirá a Rousseau para desarrollar sus conceptos, tiene que ver con una teoría del hombre en estado salvaje. El hombre en estado de naturaleza vive, según Hobbes, en un estado de guerra de todos contra todos. Como estos hombres pueden desear una misma cosa, necesariamente se enfrentan, y como cada uno de estos hombres por una cuestión de derecho natural entienden que es tan válido que uno desee eso como el otro. Además, como son iguales nunca van a aceptar que un objeto no le pertenece a uno tanto como al otro. Esto lleva a un estado de guerra de todos contra todos. Aún obteniendo riquezas en este estado, propiedad, cosas, no hay ninguna manera de asegurar esto sino mediante la propia fuerza de defensa de estos bienes. O sea, en el estado de naturaleza no es posible que los hombres puedan disfrutar de aquello que han obtenido en este enfrentamiento generalizado, porque así como lo obtuvo también puede perderlo. Como en última instancia estas pasiones son tan intensas, ciegas y demandantes, los hombres pueden llegar a matar para obtener aquello que para ellos representa poder.

En esta situación, por lo tanto, no hay manera que se respeten los contratos. Hobbes dice que en este estado de naturaleza no es posible la agricultura, el comercio, la seguridad, no es posible disfrutar tranquilamente de aquello que se ha obtenido, debido a que los hombres en este estado de guerra viven temerosos de los otros hombres. En cada hombre existe la posibilidad de un enemigo. Este estado de guerra no una batalla armada como se lo puede imaginar, Hobbes dice que los hombres están en estado de guerra en la medida en que la guerra es posible, en la medida en que los hombres están dispuestos a hacer la guerra para defender aquello que su voluntad de poder les indica. Eso es el estado de guerra de todos contra todos, la exposición permanente de cada hombre a dar guerra. Cuando ya no existe ningún hombre que esté dispuesto a enfrentarse a muerte con otro llega la paz, eso sería la paz. O cuando, y es otra alternativa, un hombre haya adquirido tal poder de dominación, riqueza y poderío armado que ya nadie lo puede enfrentar, pero esto evidentemente es muy difícil.

Hay otra pasión, además del deseo de poder, que es el miedo. El deseo de poder es como una persona activa, pero a raíz de ese deseo surge el miedo en todas las formas posibles, pero principalmente el miedo de un hombre a otro. Cuando los hombres

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cansados de este estado permanente de miedo de guerra general, donde no hay manera posibles de que los hombres puedan gozar de sus bienes, cuando resuelven pactar, el pacto sería que los dos, por eso es un pacto, renuncian a un derecho natural –derecho natural es un derecho divino en Hobbes- que dice que todo hombre tiene derecho a procurar todo aquello necesario, según él lo juzgue, para preservar su propia vida. Entonces, el pacto gira en torno de este derecho. Hay dos hombres que van a ceder este derecho en la medida en que los dos lo hagan, se cede al derecho de hacer todo lo posible para defenderse del otro. Hobbes dice una frase que es la de no hacer a los demás lo que uno no quiere que le hagan, esa es la esencia del pacto.

En el estado de naturaleza es evidente que todo contrato se puede violar. El contrato acá no es simplemente un compromiso de palabra entre las partes, esto implica un documento que tiene cierto valor. En estado de naturaleza no puede haber un juez, un árbitro que en caso de conflicto entre dos partes decida quién tiene razón, los hombres son iguales en este estado. No hay ningún hombre que esté por encima del otro y que pueda ser juez, por eso no es posible que se respeten los contratos. Si, en esta situación de contratantes, alguno apela a un tercero para defender sus intereses se vuelve al estado de guerra de todos contra todos. Por otro lado, como los hombres no renuncian al objeto de su deseo, es necesario saber a qué se recurre para que los hombres cumplan con su palabra, con lo que pactan, y no queda otra alternativa, dice Hobbes, que recurrir al miedo. Solamente por el miedo un hombre respeta un contrato, miedo a sufrir consecuencias graves. El miedo lo disuade de la ventaja que puede obtener rompiendo el pacto. Pero esto en estado de naturaleza no es posible, no es posible cumplir un contrato, cualquiera sea, porque no existe quien haga cumplirlo. No existe quien pueda establecer qué es lo justo y qué es lo injusto, lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto. Acá lo justo está determinado por lo que cada hombre puede obtener por su propia fuerza, por eso la propiedad no está asegurada, así como la obtuvo puede perderla.

Este estado de guerra permanente no se trata de una guerra de nación contra nación, de un bando contra otro, se trata de todos los hombres contra todos los hombres, de cada individuo contra otro individuo, a tal punto que en el estado de naturaleza, donde no hay contrato matrimonial, el hijo le pertenece a la madre. Es decir, hay padre, en Hobbes, en la medida que hay contrato matrimonial. En ese estado los hijos son de las madres porque no esta cuestión de la paternidad, que es un modo de ejercer el poder, y que es el máximo poder para Hobbes, el del padre al hijo, y mientras no hay contrato se le debe a la madre total subordinación, porque los hombres se subordinan a aquello que los protege. En la Edad Media, la madre, que es la única que sabe quién es el padre, en el estado de naturaleza es la que ejerce mayor poder. Y si el padre biológico cuestiona esta posición materna es motivo de guerra, de enfrentamiento. Hobbes dice que posiblemente no hay existido nunca este estado de naturaleza, lo representa como meramente hipotético, cosa que también va a hacer Rousseau, pero aún así Hobbes pone como ejemplo a América, o sea, las tribus americanas viven en estado de naturaleza, en un reino de las pasiones más violentas de los hombres, ambición, egoísmo, lujuria, avaricia. En realidad, si bien es hipotético tiene como una referencia empírica. Es una hipótesis el estado de naturaleza, pero existen rasgos de ese estado en la civilización, y tanto Hobbes como Rousseau recurren al hombre primitivo.

En algún momento de la historia los hombres, cansados de ese estado de guerra, hacen un pacto de todos, un contrato. El contrato consiste en que entre los hombres van a

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elegir a uno y se lo va a autorizar para que sea el único que pueda ejercer la violencia para proteger a todos, tanto a cada uno con respecto a otro, como protegernos de toda agresión exterior contra nuestro contrato. Pactamos para que una persona tome a su cargo la tarea de establecer la ley. Esto es fundamental, el pacto, el contrato social, no es el que gobierna, el príncipe, es entre todos los ciudadanos que resuelven por mayoría –esto lo va a criticar Rousseau- transferir su propia libertad, su poder y fuerzas a una instancia por encima de la sociedad civil para que establezca la tranquilidad y la seguridad. Hacen que esta instancia soberana, que puede ser un hombre como monarquía, un grupo de hombres que sería una aristocracia, y puede ser también, dice Hobbes, una asamblea de hombres, los represente. De esta manera, modifican el estado de guerra de todos contra todos. Esta instancia superior, que es el Estado, a la sociedad civil que ha acordado un contrato entre todos, tiene como principal tarea la de ser la ley y hacerla respetar. Es la única persona –en el sentido de disfraz o máscara- que está facultada para ejercer la espada, como dice Hobbes, es la espada pública. Tiene el fin de establecer la seguridad jurídica y evitar que vuelva la guerra de todos contra todos. Con esta instancia superior es posible que los hombres respeten lo que pactan, sus contratos, y el Estado hace que se respete a través del miedo. Si no se respetan los contratos, el poder soberano –el Leviatán, dice Hobbes- puede descargar todas sus fuerzas. Evidentemente esto hace que los contratos se cumplan y que la propiedad se respete.

Hobbes llama Leviatán al Estado moderno que surge de la sociedad civil. El otro Estado es divino, es decir, su fundamento es divino, una teología divina. Acá el Estado, y esto está esbozado en Maquiavelo, surge claramente de la inmanencia de las relaciones entre los hombres. La razón por la que se forma el Estado es el miedo y el cansancio. Por un lado miedo a la muerte, pero también por miedo a perder lo que se tiene. Por otro lado, por deseos de disfrutar aquello de lo cual uno es propietario. Así, entonces, surge el Leviatán en Hobbes, que quiere decir rey de los orgullosos y está tomado de la Biblia, y es el único que está hecho de tal manera que no tiene miedo. Mientras los otros hombres tienen miedo, no solamente a los otros hombres, sino también al propio Leviatán. Pero el miedo se prolonga dentro de la república, dice Hobbes, no deja de permanecer, ya concentrado sobre todo al miedo que le tienen los súbditos al Leviatán. Antes de esto no hay ley, en el estado de naturaleza cada uno hace su propia ley. No existen leyes que rijan sobre todos los hombres y, consecuentemente, no hay quien las hagas respetar. Es el Leviatán quien hace posible la ley y la justicia. No puede haber justicia si no hay mío y tuyo. Una vez que haya mío, y que ese mío sea efectivamente así y no sea transferible a otros en términos de violencia, puede haber justicia. Con esto, el principal objetivo del contrato social en Hobbes es la propiedad privada, que es donde va a apuntar Rousseau por otro lado. Una de las peores enfermedades del Estado, para Hobbes, es cuando las propiedades particulares están por encima del Estado, lo que es absurdo para él, porque precisamente hay propiedad privada por el Estado que hace posible que exista la ley para que los hombres disfruten esta propiedad.

Los hombres ceden parte de su libertad al Estado. Libertad quiere decir que no se respeta ningún obstáculo con respecto a nuestros deseos. Entonces, los hombres renuncian a esto para acceder a esta situación de tranquilidad y disfrute de bienes privados. Rousseau va a elaborar una crítica a todo esto. Esta situación de contrato social, con este propósito general dirigido a la seguridad de las relaciones entre los hombres y de lo económico, no es deseada por todos, es deseado por los hombres que efectivamente tienen bienes. Los que están desesperados, los miserables, no quieren esto, dice Hobbes. La relación entre los súbditos y el soberano es la representación. El

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soberano, ya sea un monarca o una aristocracia, representa los intereses de los ciudadanos. Está ahí en carácter de representación de esos intereses, que son principalmente de seguridad y tranquilidad.

El pacto que se hace entre los hombres es el de ceder su libertad a una instancia superior para que ésta ejerza la dominación, para ejercer la seguridad y lograr que cada individuo pueda vivir largamente, y mediante el trabajo y su propia industria, como dice Hobbes, pueda adquirir sus propios bienes y disfrutarlos. Pero el pacto no es entre el soberano y los ciudadanos, ahí no hay ningún pacto. De manera que no hay violación del pacto por parte del soberano, porque es obvio que no ha participado. Puede ocurrir que el soberano no cumple con aquello para lo cual se lo ha puesto en el ejercicio de la soberanía. En este caso todo depende de la magnitud de esta observación, es decir, si se trata de una fracción que opina esto el soberano está en posición de declararlo una rebelión interna, un movimiento subversivo con respecto a la soberanía. Ahora bien, puede suceder que no sea una fracción, que sea la mayor parte de la sociedad civil que piense que el soberano no garantiza la seguridad, la tranquilidad, las operaciones y transacciones de intercambio económico. ¿Qué sucede allí? Como no hay juez que pueda decidir esto, o surge una guerra civil o se vuelve al estado de todos contra todos. De este último puede surgir un nuevo poder soberano. En fin, esta crisis puede ser periódica o no, pero forma parte de los peligros de toda sociedad civil.

El soberano, que es el único que puede establecer la ley y sostenerla, está fuera de la ley. Esta observación que hace Hobbes es muy importante dentro del pensamiento contemporáneo, con respecto a una figura que aparece con Carl Schmitt, vinculada con Foucault, que es el estado de decepción.

Intervalo

En la república por conquista o por invasión, de un ejército que se adueña del Leviatán, lo que aparece allí de Hobbes es el miedo dirigido al soberano. En la libertad negativa que piensa Hobbes, que quiere decir que aparte de la libertad que tienen los ciudadanos de trabajar, viajar, comerciar, se enfoca que allí donde el Leviatán no ha legislado los hombres son libres. Por otro lado, con respecto a la ley y al sistema de leyes, si no hay objeción se entiende que los representados aceptan, el silencio se interpreta como aceptación. Volviendo a lo anterior, el que ha sido vencido a través de esta conquista o invasión, el que ha sido vencido pacta con el vencedor para conservar su vida, a condición de entregar su libertad a la voluntad de éste. Esto difiere de Rousseau, de la esclavitud, porque el esclavo está obligado a servir al amo por la fuerza. En cambio, en la relación señor-siervo, este último ha pactado con el señor, para salvar su vida trabajando para el señor. Ha pactado para que el señor pueda hacer uso de su fuerza a gusto. Si el siervo no respeta este pacto y se rebela, el señor tiene todo el derecho jurídico de recuperar su derecho de muerte y consumar aquel acto que el pacto detuvo. No ocurre esto con el esclavo, dice Hobbes, porque el esclavo puede rebelarse al amo porque no ha pactado nada.

Para Rousseau, este contrato que se hace entre el siervo y el señor se basa en una serie de presupuestos. El primero es que la guerra da derecho a muerte, derecho del vencedor de matar al otro. Para Rousseau el propósito de la guerra es vencer a un Estado. La guerra sólo es posible para él, y acá entramos en el núcleo de las diferencia con Hobbes, entre Estados soberanos. No hay guerra entre individuos para Rousseau, puede haber

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lucha, hostilidad, pero no guerra entre individuos. Lo que hay en esta relación entre señor y siervos es una imposición por la fuerza de alguien que ha conquistado el poder soberano para apropiarse de la fuerza de trabajo de los otros. Pero no hay ningún contrato de trabajo, y en ese sentido es como la esclavitud, Rousseau no le encuentra diferencia, porque esta relación surge de la guerra, y el esclavo también surge de una relación de combate.

¿Cuál es el concepto central en Hobbes que sostiene todo el impositivo del Leviatán? Es la representación, que también lo define como un modo de relación de los hombres con respecto a las cosas. Nada más natural que en la relación entre aquellos que contratan y aquellos que están puestos en la estancia de defensa de los intereses de los que han contratado, el medio sea la representación. El soberano representa a privados. Para Rousseau no hay representación posible de la soberanía, del pueblo. No hay delegación, ni transferencia, ni concesión de la soberanía. Y si la soberanía se traslada al ejecutivo no estamos en una república. La representación en términos de transferencia de soberanía, de aquellos que han pactado hacia una instancia superior es imposible, no hay representación política, para Rousseau. Aquellos que ejercen el poder soberano a la manera de Hobbes se representan a sí mismos. En Rousseau hay por supuesto también un contrato social y un estado de naturaleza. Sobre esto último desarrolla su propia antropología, como hace Hobbes. Rousseau se pregunta qué es el hombre y tiene su propio concepto antropológico, que no es el de Hobbes precisamente. Para Rousseau, un estado de guerra de todos contra todos no es posible, porque no hay guerra entre individuos. Por otra parte, plantea que se imposible en el estado de naturaleza que los hombres, que andan totalmente dispersos, se enfrenten en una guerra generalizada. Sobre aquello que dice Hobbes que los hombres en estado de naturaleza están dominados por pasiones oscuras, donde no hay una idea clara acerca de lo que es bueno y lo que es malo, lo justo y lo injusto, Rousseau plantea que esta transposición que hace Hobbes de la sociedad civil hacia el estado de naturaleza. Que el salvaje no puede saber, dice Rousseau, qué es justo y qué injusto porque es algo que está introducido por el Leviatán, por el poder soberano. De la misma manera que se puede decir que los salvajes son malos porque no son buenos, lo correcto y lo incorrecto es aquello que hace posible, en el pensamiento, de Hobbes el Leviatán. Rousseau plantea que no se puede juzgar al hombre salvaje desde categorías que son posteriores al estado de naturaleza.

Rousseau plantea que no se puede saber nada del hombre en estado de naturaleza. Cuántos siglos pasaron, dice, en los que el hombre no conoció otro fuego que la luz del cielo, sólo se pueden tener conjeturas. A partir de esta primera posición escéptica han conjeturado que sería un hombre salvaje. Lo que Rousseau conjetura es que el hombre salvaje está regido por la percepción, que sus ideas consisten en comer, dormir, trasladarse a aquellos lugares que le resultan más confortables para vivir, que no vive en grandes comunidades sino en pequeños grupos, con una vida nómada y solitaria. No hay representación, sino percepción, el hombre percibe ciertas cosas de acuerdo a estos instintos básicos, como los leones. Esto Rousseau lo dice en el “El discurso sobre el origen y los fundamentos sobre la desigualdad en los hombres1”. Si los hombres

1 El Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (Discours sur l'origine et les fondements de l'inégalité parmi les hommes), conocido como el Segundo Discurso, es una obra del filósofo Jean-Jacques Rousseau. Este texto fue escrito en 1754 compitiendo por el premio que otorgaba la Academia de Dijon indagando en la pregunta: ¿Cuál es el origen de la desigualdad entre los hombres, y si es respaldada por la ley natural? Aunque su trabajo no fue reconocido con el premio por parte del comité del certamen (como fue por el Discurso sobre las artes y las ciencias) publicó, de todos modos, el texto en 1755.

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después aparecen como malos, se comportan como malos, no es por una condición natural del hombre, que es naturalmente libre. El hombre vive libremente, sin grandes preocupaciones, ni objetivos, sin grandes problemas. En todo caso, dice, los hombres se hacen malos con la civilización. En realidad la civilización es un artificio, el pacto social también lo es, todo el orden de un discurso muy conocido sobre Rousseau sobre las ciencias y las artes, con el cual gana un premio, y que responde a si las ciencias y las artes contribuyen al progreso. Él plantea que no contribuyen en nada al progreso y que en realidad son factor de todo lo contrario, de hacer a los hombres artificiosos, mentirosos, falsos, débiles, carentes de honestidad. Lo que hace Rousseau es mostrar que todo lo que se conoce como civilización es un gigantesco sistema de artificios. Las ciencias y las artes no son más que símbolos sociales o de llevar adelante cierta curiosidad, pero de ninguna manera pueden considerarse como las actividades más importantes de los hombres.

Lo que hace malos a los hombres es aquello que dice Hobbes y que retoma Rousseau, con otro sentido, que es el establecimiento de la propiedad privada. El estado de naturaleza se termina cuando a alguien se le ocurre decir “esto es mío” y alguien le cree, dice Rousseau. Es un invento la propiedad privada, que tiene éxito. Todo el régimen de la propiedad privada está sostenido por el poder soberano judicial. Rousseau dice que esto de que el Leviatán está porque los hombres quieren vivir tranquilos, trabajar, no vivir en guerra, es un invento de los propietarios, que debían protegerse de aquellos que no eran propietarios. Se preguntaban cómo hacer para proteger sus propiedades y obtener más aún, Rousseau dice que lo hacen convenciendo a todo el mundo de que haya leyes que protejan a todos y que estén sostenidas por un tercero que no sea ninguno de los propietarios o de los que pueden serlo. Así se logró esto, convenciendo a todo el mundo que era conveniente que exista un poder capaz de lograr que esa propiedad privada sea sostenida por las leyes. Es muy raro para él que esto haya sido aceptado fácilmente por los hombres, porque sería ceder la libertad a cambio de nada. ¿Por qué aquellos que no tenían propiedad aceptaron que se establezca un poder soberano que defienda por medio de las leyes y la espada la propiedad? Para Rousseau esto se ha llevado adelante con resistencia, ha sido un proceso muy largo donde los hombres finalmente tuvieron que aceptar esto. Debieron aceptar por la fuerza que haya representación.

No existe la representación para Rousseau, ni en la antropología, ni en la política. El poder soberano se tiene o no se tiene, y esto porque aquello que hace posible el contrato entre los ciudadanos, y que no puede ser la mayoría, es la voluntad general que ha sido por unanimidad. Para Rousseau este acto es fundacional de la sociedad, el acto del contrato social, donde los hombres aceptan vivir en sociedad, y esto no lo sostiene nada más que la voluntad de los hombres. Si la voluntad de los hombres no es vivir en sociedad no hay contrato. Es un fundamento sin fundamentos, porque esta voluntad podría existir como no podría hacerlo. Por esto no hay leyes que no puedan ser cambiadas para Rousseau, porque la ley depende directamente de la voluntad general. Si la voluntad general se obtiene por unanimidad, es decir, es la voluntad del pueblo que se multiplica como pueblo, no hay un pueblo antes de esta voluntad general. ¿Por qué los hombres viven en sociedad se pregunta? Lo que hace que los hombres vivan en sociedad es el interés común. Se trata de una sociedad con leyes. Como el fundamento es inmanente, no baja del cielo, Rousseau dice que todo poder proviene de Dios, pero toda enfermedad también, ¿y por no hay que llamar al médico? Puede provenir de Dios, pero eso no nos priva de pensar cómo sería si la constitución del poder soberano

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proviene de los hombres por medio de esta voluntad general que gira en torno del interés común. Esta es la voluntad general para él, el interés común. Y la actividad principal de esta voluntad general, que es la que constituye al contrato social, es hacer leyes. Esta idea ha influido muchísimo en la Revolución Francesa, es la idea del poder ilustrativo. En ésta, la dictadura revolucionaria no es del ejecutivo, es una dictadura del legislativo. La estructura política que lleva adelante la Revolución Francesa es la asamblea legislativa, porque entre esta asamblea y el poder ejecutivo hay una relación, para Rousseau, de subordinación. De la misma manera que la asamblea legislativa no representa a nadie, porque es el pueblo la asamblea, no es un conjunto de hombres que representan a otros hombres que no están en esa asamblea. La democracia para él es eso, es imposible, que haya más hombres que participen de la asamblea legislativa que menos hombres, es decir, que la mayoría de los ciudadanos participe de la producción de bienes y los demás no. Eso ahora nos parece imposible, dice, pero hace dos mil años no lo era. En la polis griega había un grupo de ciudadanos que mayoritariamente participaban de la actividad de las asambleas, pero las antiguas democracias necesitaban esclavos para ser democráticos. Rousseau dice que nosotros mismos los modernos nos hemos convertido en esclavos, de la ley. Es doble el sujeto político, por un lado es soberano, porque es aquel que establece en deliberación las leyes, que son pocas, no tiene que estar el pueblo reunido todo el tiempo para establecerlas. Las leyes son siempre pocas, dice, como en Esparta2, que es su modelo. Refiriéndonos a esta división, a la vez, el sujeto político es súbdito de las leyes que ha tratado. Es un contrato consigo mismo, él establece las leyes y él las obedece.

En la asamblea legislativa, que en la democracia son la mayoría de los ciudadanos, en la aristocracia son los menos y en la monarquía no hay contrato social, aunque es una posibilidad. De todos modos, entre la asamblea y el poder ejecutivo lo que hay es una relación de subordinación. El poder ejecutivo ha sido condicionado por la asamblea. Es aquel que ejecuta las leyes que ha establecido la asamblea soberana del pueblo, es un comisionado, dice Rousseau. Si se han inventado los diputados que representan al pueblo es porque por distintas razones, como la religión cristiana, que para Rousseau y Maquiavelo se trata de una salvación individual disuade de la participación en la vida pública.

Cuando en la asamblea aparecen intereses privados, dice Rousseau, ya no hay voluntad general. Cuando en el ejercicio democrático de la asamblea se imponen criterios o intereses de particulares, que no son los del interés común, no hay más libertad. El ejercicio de la libertad para Rousseau es éste, como para toda la filosofía política occidental, aquel que crea sus leyes y las respeta. Sería absurdo ver que el pueblo crea leyes para después no respetarlas. En realidad, la idea de los diputados viene a que los intereses particulares siempre se han mezclado, se ha fragmentado la voluntad general, esto se debe a que el ejecutivo siempre ha querido avasallar a la asamblea legislativa, y se debe también a la indiferencia del pueblo con respecto a la participación de la asamblea, sobre todo por parte de la religión. La solución que se ha encontrado finalmente, dice Rousseau, es la de crear la figura de los diputados que representan al pueblo. Pero esto no es posible, dice, porque no hay representación, un diputado se

2 Esparta (Dórico Σπάρτα; Ático Σπάρτη Spártē), o Lacedemonia (en griego Λακεδαιμων) era una polis (ciudad estado) de la antigua Grecia situada en la península del Peloponeso a orillas del río Eurotas. Fue la capital de Laconia y una de las polis griegas más importantes junto con Atenas y Tebas.

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representa a sí mismo. Como está en crisis la función de la representación, ¿cómo hace el pueblo para hacer saber cuál es su voluntad? Mediante la aclamación, el pueblo es aquel que aclama. En el pueblo es en donde está depositada toda la soberanía. ¿Cómo se puede medir si el pueblo es soberano o no? Y bueno, hay que fijarse si un reino o república crece en población. Es lo que diría Alberdi3, gobernar es poblar. En las repúblicas donde la población está siempre estancada no hay voluntad general. En aquellas donde las leyes son anticuadas no hay ejercicio de la soberanía por parte del pueblo.

El punto esencial en Rousseau es el rechazo, la negación clara fundamentada ontológicamente, de la posibilidad de representación de la soberanía. Además, en relación a Hobbes, la soberanía está ubicada en el Estado. En Rousseau el que es soberano por definición es el pueblo. En la medida de que el pueblo se constituya como sujeto político en la voluntad general, en el interés común, hay ejercicio pleno de la libertad de los hombres. Esto no quiere decir que en esta soberanía de la asamblea legislativa no hay quien esté en minoría o mayoría, es decir, una ley es aprobada por la mayoría, pero ¿de dónde salió esto? ¿Por qué no es al revés? ¿Cuál es la lógica de que una ley vale porque la aprueba la mayoría? Podría estar equivocada, pero se piensa que la mayoría no puede estar equivocada. En realidad esto, dice, que la mayoría imponga su voluntad, se debe a que la voluntad general ha aceptado que las leyes se aprueban por mayoría. Pero el principio de la mayoría es la unanimidad, con esto Rousseau ironiza mucho.

El mismo contrato social descansa en la voluntad general, sin esta voluntad no existe. No hay a priori ninguna necesidad elemental de que los hombres vivan en sociedad, si lo hacen es porque tienen un interés común, y en eso debe apoyarse todo contrato social. ¿Por qué no es posible una democracia directa? Rousseau plantea que no es porque numéricamente no sea posible, porque existió en algún momento, así que podría existir. No es que él esté negado a eso. De la misma manera que plantea por qué la mayoría posee el atributo de decidir un sufragio. Esto no es esencial para él, ¿por qué el criterio numérico rige la vida política de los hombres? En última instancia, esto no es más que una consecuencia de la misma voluntad unánime que ha llevado al contrato social, a la sociedad civil. Valen la mayoría de los sufragios con respecto a una ley, en la medida que la sociedad ha decidido por unanimidad aprobar eso, pero no es que no se pueda cambiar. Pero, no es posible la democracia directa porque no es posible tampoco una república en todas partes, y aquí aparece la fuerte marca en Rousseau de Maquiavello, no se puede establecer una república en cualquier territorio, ni sobre cualquier grupo de gente. Sobre un pueblo corrompido, débil, que está acostumbrado a todo tipo de males, aún así establecer leyes nuevas es imposible. Los hombres prefieren malo conocido que bueno por venir.

El problema de la legislación, que es el gran proyecto de la modernidad política, la sociedad regida por leyes creadas de forma soberana, es la destrucción, ninguna nueva república puede establecerse como tal sin destruir, y destruir significa resistencia, la 3 Juan Bautista Alberdi Araoz (San Miguel de Tucumán, 29 de agosto de 1810 - Neuilly-sur-Seine, Francia, 19 de junio de 1884), jurista, político y escritor argentino. "Tenemos suelo hace tres siglos, y sólo tenemos patria desde 1810. La patria es la libertad, es el orden, la riqueza, la civilización organizados en el suelo nativo, bajo su enseña y en su nombre. Todos estos elementos nos han sido traídos de Europa, desde las ideas hasta la población europea."

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posibilidad del fracaso mismo de la república. Teniendo en cuenta también los factores que hacen posible la constitución de la república: territorio, población, extensión. Mientras más numerosa es la población, es decir, la asamblea legislativa, menos tienen que ser los ejecutores de las leyes. Hay una correspondencia matemática en Rousseau. Que pueda llegar a haber un conflicto ha llevado a la idea de los diputados del pueblo. Por otro lado, lo que dice, es que la idea de una democracia representativa, parlamentaria, es una idea que ha sido tomada de las monarquías parlamentarias, que son la negación de la soberanía del pueblo y la democracia como sistema de gobierno. Las crisis de las monarquías llevaron a la creación del parlamento. Para Rousseau, es muy difícil sostener una asamblea legislativa que no involucre a la mayoría, o por lo menos a la mitad. Al sacar de juego el ejercicio de la representación estamos en una soberanía directa.

Rousseau difiere con Hobbes en este concepto de representación, difiere en cuanto al estado de naturaleza, pero coincide en que hay uno que se termina con la propiedad privada. Acá las resonancias llevan a Marx, pero también pueden llevar a otros como Carl Schmitt, que es un filósofo muy ligado al nacionalsocialismo, y con él, en la década del 20, en la democracia liberal, aparece el argumento de Rousseau, que la democracia parlamentaria no es un producto de la democracia, es un producto de las monarquías. En la asamblea legislativa lo que constituye a la muchedumbre es el pueblo, un sujeto político. Con todas las diferencias que existen entre Rousseau y Hobbes, para ninguno de los dos los hombres naturalmente son seres sociales, para Hobbes porque viven en una situación de guerra de todos contra todos, dominados por pasiones y por el deseo de poder, y en Rousseau por todo lo contrario, no tienen demasiadas ambiciones, ni deseos.