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    Bueno, s Es que hay tantas ban-das. Hay una cancin que se llama I Save Cigarette Butts que los Buttho-le Surfers grabaron una vez. Eso es-tuvo bueno. Despus mi amigo Jad Fair grab una versin de My Life is Starting Over Again que sonaba bastante bien. Se hicieron y se hacen

    muchos co-vers, en r e a l i d a d . Los escu-cho y trato de seguir-les el ras-tro. Solo espero que alguna vez, a lo mejor, a l g u i e n pueda ha-cer que una de mis can-ciones sea un xito

    enorme As yo puedo volverme rico (risas). Y de paso me convenzo a m mismo de que mis canciones no eran tan malas (ms risas).

    Cmo son tus giras? Qu te gusta ha-cer?

    Lo que ms me gusta es salir a com-prar discos y cmics. Con lo que me pagan en los shows, entonces, pue-do ir a comprarme todos los cmics que quiera. Me pagan con historie-tas! Cuando llegamos a una ciudad,

    antes de ensayar y probar sonido, mi hermano me lleva a una librera para comprar algunos cmics. Trato de hacerlo todos los das. Funciona para m, porque soy un fantico de las his-torietas.

    Lo que ms me gusta es salir a comprar discos y c-mics. Con lo que me pagan

    en los shows, entonces, puedo ir a comprarme to-dos los cmics que quiera.

    Qu penss del documental The Devil and Daniel Johnston?

    No s. Es difcil decirlo No puedo imaginarme qu piensa la gente cuan-do lo ve. Entonces te parece que se podr hacer esto de tocar con la ban-da all? Es que tiene que haber una banda, si no voy a estar en proble-mas: no puedo dar el show solo por mi cuenta. Ya pas por esto: sola salir de gira solo y pifiaba demasiado. No funcionaba, necesitaba una banda. Despus se puso mejor. En los lti-mos aos, hemos estado girando con mi hermano y nos hemos divertido mucho.

    No deberas preocuparte tanto: mu-chos se mueren por tocar con vos

    Bueno, nadie tiene que morir Se los agradezco, pero no hace falta (risas).

  • RELATO

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    Dubln, Irlanda, 1729

    Es un asunto melanclico para quie-nes pasean por esta gran ciudad o viajan por el campo, ver las calles, los caminos y las puertas de las cabaas atestados de mendigos del sexo feme-nino, seguidos de tres, cuatro o seis nios, todos en harapos e importunan-do a cada viajero por una limosna. Esas madres, en vez de hallarse en condicio-nes de trabajar para ganarse la vida ho-nestamente, se ven obligadas a perder su tiempo en la vagancia, mendigando el sustento de sus desvalidos infantes: quienes, apenas crecen, se hacen ladro-nes por falta de trabajo, o abandonan su querido pas natal para luchar por el Pretendiente en Espaa, o se venden a s mismos en las Barbados.

    Creo que todos los partidos estn de acuerdo en que este nmero prodi-gioso de nios en los brazos, sobre las espaldas o a los talones de sus madres, y frecuentemente de sus padres, resulta en el deplorable estado actual del Reino un perjuicio adicional muy grande; y por lo tanto, quienquiera que encontrase un mtodo razonable, econmico y fcil para hacer de ellos miembros cabales y

    tiles del estado, merecera tanto agra-decimiento del pblico como para tener instalada su estatua como protector de la Nacin.

    Pero mi intencin est muy lejos de limitarse a proveer solamente por los ni-os de los mendigos declarados: es de alcance mucho mayor y tendr en cuen-ta el nmero total de infantes de cierta edad nacidos de padres que de hecho son tan poco capaces de mantenerlos como los que solicitan nuestra caridad en las calles.

    Por mi parte, habiendo volcado mis pensamientos durante muchos aos so-bre este importante asunto, y sopesado maduradamente los diversos planes de otros proyectistas, siempre los he en-contrado groseramente equivocados en su clculo. Es cierto que un nio recin nacido puede ser mantenido durante un ao solar por la leche materna y poco alimento ms; a lo sumo por un valor no mayor de dos chelines o su equivalente en mendrugos, que la madre puede con-seguir ciertamente mediante su legtima ocupacin de mendigar. Y es exacta-mente al ao de edad que yo propongo que nos ocupemos de ellos de manera

    Una modesta proposicin:Para prevenir que los nios pobres de Irlanda sean una carga para sus

    padres o el pas, y para hacerlos tiles al pblico

    Jonathan Swift

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    tal que en lugar de constituir una carga para sus padres o la parroquia, o de ca-recer de comida y vestido por el resto de sus vidas, contribuirn por el contrario a la alimentacin, y en parte a la vestimen-ta, de muchos miles.

    Hay adems otra gran ventaja en mi plan, que evitar esos abortos volun-tarios y esa prctica horrenda, cielos!, demasiado frecuente entre nosotros!, de mujeres que asesinan a sus hijos bas-tardos, sacrificando a los pobres bebs inocentes, no s si ms por evitar los gastos que la vergenza, lo cual arran-cara las lgrimas y la piedad del pecho ms salvaje e inhumano.

    El nmero de almas en este reino se estima usualmente en un milln y me-dio, de stas calculo que puede haber aproximadamente doscientas mil pare-jas cuyas mujeres son fecundas; de ese nmero resto treinta mil parejas capa-ces de mantener a sus hijos, aunque en-tiendo que puede no haber tantas bajo las actuales angustias del reino; pero suponindolo as, quedarn ciento se-tenta mil parideras. Resto nuevamente cincuenta mil por las mujeres que abor-tan, o cuyos hijos mueren por accidente o enfermedad antes de cumplir el ao. Quedan slo ciento veinte mil hijos de padres pobres nacidos anualmente: la cuestin es entonces, cmo se educa-r y sostendr a esta cantidad, lo cual, como ya he dicho, es completamente imposible, en el actual estado de cosas, mediante los mtodos hasta ahora pro-

    puestos. Porque no podemos emplear-los ni en la artesana ni en la agricultura; ni construimos casas (quiero decir en el campo) ni cultivamos la tierra: rara-mente pueden ganarse la vida mediante el robo antes de los seis aos, excepto cuando estn precozmente dotados, aunque confieso que aprenden los ru-dimentos mucho antes, poca durante la cual slo pueden considerarse afi-cionados, segn me ha informado un caballero del condado de Cavan, quien me asegur que nunca supo de ms de uno o dos casos bajo la edad de seis, ni siquiera en una parte del reino tan re-nombrada por la ms pronta competen-cia en ese arte.

    Me aseguran nuestros comerciantes que un muchacho o muchacha no es mercanca vendible antes de los doce aos; e incluso cuando llegan a esta edad no producirn ms de tres libras o tres libras y media corona como mximo en la transaccin; lo que ni siquiera pue-de compensar a los padres o al reino el gasto en nutricin y harapos, que habr sido al menos de cuatro veces ese valor.

    Propondr ahora por lo tanto humil-demente mis propias reflexiones, que espero no se prestarn a la menor ob-jecin.

    Me ha asegurado un americano muy entendido que conozco en Londres, que un tierno nio sano y bien criado cons-tituye al ao de edad el alimento ms delicioso, nutritivo y saludable, ya sea

  • RELATO

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    estofado, asado, al horno o hervido; y no dudo que servir igualmente en un fricas o un ragout.

    Ofrezco por lo tanto humildemente a la consideracin del pblico que de los ciento veinte mil nios ya calculados, veinte mil se reserven para la reproduc-cin, de los cuales slo una cuarta parte sern machos; lo que es ms de lo que permitimos a las ovejas, las vacas y los puercos; y mi razn es que esos nios ra-ramente son frutos del matrimonio, una circunstancia no muy estimada por nues-tros salvajes, en consecuencia un macho ser suficiente para servir a cuatro hem-bras. De manera que los cien mil restan-tes pueden, al ao de edad, ser ofreci-dos en venta a las personas de calidad y fortuna del reino; aconsejando siempre a las madres que los amamanten copio-samente durante el ltimo mes, a fin de ponerlos regordetes y mantecosos para una buena mesa. Un nio llenar dos fuentes en una comida para los amigos; y cuando la familia cene sola, el cuarto delantero o trasero constituir un plato razonable, y sazonado con un poco de pimienta o de sal despus de hervirlo resultar muy bueno hasta el cuarto da, especialmente en invierno.

    He calculado que como trmino me-dio un nio recin nacido pesar doce libras, y en un ao solar, si es tolerable-mente criado, alcanzar las veintiocho.

    Concedo que este manjar resultar algo costoso, y ser por lo tanto muy

    apropiado para terratenientes, quienes, como ya han devorado a la mayora de los padres, parecen acreditar los mejo-res derechos sobre los hijos.

    Todo el ao habr carne de infante, pero ms abundantemente en marzo, y un poco antes o despus: pues nos in-forma un grave autor, eminente mdico francs, que siendo el pescado una die-ta prolfica, en los pases catlicos ro-manos nacen muchos mas nios aproxi-madamente nueve meses despus de Cuaresma que en cualquier otra esta-cin; en consecuencia, contando un ao despus de Cuaresma, los mercados es-tarn ms abarrotados que de costum-bre, porque el nmero de nios papistas es por lo menos de tres a uno en este reino: y entonces esto traer otra ven-taja colateral, al disminuir el nmero de papistas entre nosotros.

    Ya he calculado el costo de crian-za de un hijo de mendigo (entre los que incluyo a todos los cabaeros, a los jornaleros y a cuatro quintos de los campesinos) en unos dos chelines por ao, harapos incluidos; y creo que nin-gn caballero se quejara de pagar diez chelines por el cuerpo de un buen nio gordo, del cual, como he dicho, sacar cuatro fuentes de excelente carne nutri-tiva cuando slo tenga a algn amigo o a su propia familia a comer con l. De este modo, el hacendado aprender a ser un buen terrateniente y se har popular en-tre los arrendatarios; y la madre tendr ocho chelines de ganancia limpia y que-

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    dar en condiciones de trabajar hasta que produzca otro nio.

    Quienes sean ms ahorrativos (como debo con-fesar que requie-ren los tiempos) pueden desollar el cuerpo; con la piel, art i f ic iosamente preparada, se podrn hacer admirables guantes para damas y botas de verano para caballeros elegantes.

    En nuestra ciudad de Dubln, los ma-taderos para este propsito pueden es-tablecerse en sus zonas ms convenien-tes, y podemos estar seguros de que carniceros no faltarn; aunque ms bien recomiendo comprar los nios vivos y adobarlos mientras an estn tibios del cuchillo, como hacemos para asar los cerdos.

    Una persona muy respetable, verda-dera amante de su patria, cuyas virtudes estimo muchsimo, se entretuvo ltima-mente en discurrir sobre este asunto con el fin de ofrecer un refinamiento de mi plan. Se le ocurri que, puesto que muchos caballeros de este reino han terminado por exterminar sus ciervos, la demanda de carne de venado podra ser bien satisfecha por los cuerpos de jvenes mozos y doncellas, no mayores de catorce aos ni menores de doce;

    ya que son tantos los que estn a pun-to de morir de hambre en todo el pas, por falta de trabajo y de ayuda; de stos dispondran sus padres, si estuvieran vi-vos, o de lo contrario, sus parientes ms cercanos. Pero con la debida considera-cin a tan excelente amigo y meritorio patriota, no puedo mostrarme de acuer-do con sus sentimientos; porque en lo que concierne a los machos, mi conoci-do americano me asegur, en base a su frecuente experiencia, que la carne era generalmente correosa y magra, como la de nuestros escolares por el continuo ejercicio, y su sabor desagradable; y ce-barlos no justificara el gasto. En cuanto a la mujeres, creo humildemente que constituira una prdida para el pblico, porque muy pronto seran fecundas; y adems, no es improbable que alguna gente escrupulosa fuera capaz de cen-surar semejante prctica (aunque por cierto muy injustamente) como un poco lindante con la crueldad; lo cual, confie-so, ha sido siempre para m la objecin ms firme contra cualquier proyecto,

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    por bien intencionado que estuviera.

    Pero a fin de justificar a mi amigo, l confes que este expediente se lo me-ti en la cabeza el famoso Psalmanazar, un nativo de la isla de Formosa que lle-g de all a Londres hace ms de veinte aos, y que conversando con l le cont que en su pas, cuando una persona jo-ven era condenada a muerte, el verdu-go venda el cadver a personas de ca-lidad como un bocado de los mejores, y que en su poca el cuerpo de una rolliza muchacha de quince aos, que fue cru-cificada por un intento de envenenar al emperador, fue vendido al Primer Minis-tro del Estado de Su Majestad Imperial y a otros grandes mandarines de la corte, junto al patbulo, por cuatrocientas co-ronas. Ni en efecto puedo negar que si el mismo uso se hiciera de varias jve-nes rollizas de esta ciudad, que sin tener cuatro peniques de fortuna no pueden andar si no es en coche, y aparecen en el teatro y las reuniones con exticos atavos que nunca pagarn, el reino no estara peor.

    Algunas personas de espritu agore-ro estn muy preocupadas por la gran cantidad de pobres que estn viejos, enfermos o invlidos, y me han pedido que dedique mi talento a encontrar el medio de desembarazar a la nacin de un estorbo tan gravoso. Pero este asun-to no me aflige en absoluto, porque es muy sabido que esa gente se est mu-riendo y pudriendo cada da por el fro y el hambre, la inmundicia y los piojos, tan

    r p i d a m e n t e como se puede razonablemen-te esperar. Y en cuanto a los trabajadores j-venes, estn en una situacin igualmente pro-metedora; no pueden conse-guir trabajo y desfallecen de hambre, hasta tal punto que si alguna vez son tomados para un trabajo comn no tie-nen fuerza para cumplirlo; y entonces el pas y ellos mismos son felizmente libra-dos de los males futuros.

    He divagado excesivamente, de ma-nera que volver al tema. Me parece que las ventajas de la proposicin que he enunciado son obvias y muchas, as como de la mayor importancia.

    En primer lugar, como ya he observa-do, disminuira grandemente el nmero de papistas que nos invaden anualmen-te, que son los principales engendrado-res de la nacin y nuestros enemigos ms peligrosos; y que se quedan en el pas con el propsito de entregar el reino al Pretendiente, esperando sacar ventaja de la ausencia de tantos buenos protestantes, quienes han preferido abandonar el pas antes que quedarse en l pagando diezmos contra su con-

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    ciencia a un cura episco-pal.

    Segundo, los ms po-bres arrenda-tarios posee-rn algo de valor que la ley podr ha-cer embarga-ble y que les ayudar a pa-gar su renta al terrateniente,

    habiendo sido confiscados ya su ganado y cereales, y siendo el dinero algo desco-nocido para ellos.

    Tercero, puesto que la manutencin de cien mil nios, de dos aos para arri-ba, no se puede calcular en menos de diez chelines anuales por cada uno, el te-soro nacional se ver incrementado en cincuenta mil libras por ao, sin contar el provecho del nuevo plato introducido en las mesas de todos los caballeros de fortuna del reino que tengan algn refi-namiento en el gusto. Y el dinero circula-r slo entre nosotros, ya que los bienes sern enteramente producidos y manu-facturados por nosotros.

    Cuarto, las reproductoras constan-tes, adems de ganar ocho chelines anuales por la venta de sus nios, se qui-tarn de encima la obligacin de mante-nerlos despus del primer ao.

    Quinto, este manjar atraer una gran clientela a las tabernas, donde los ven-teros sern seguramente tan pruden-tes como para procurarse las mejores recetas para prepararlo a la perfeccin, y consecuentemente ver sus casas fre-cuentadas por todos los distinguidos caballeros, quienes se precian con justi-cia de su conocimiento del buen comer: y un diestro cocinero, que sepa cmo agradar a sus huspedes, se las ingenia-r para hacerlo tan caro como a ellos les plazca.

    Sexto: esto constituir un gran est-mulo para el matrimonio, que todas las naciones sabias han alentado median-te recompensas o impuesto mediante leyes y penalidades. Aumentara el cui-dado y la ternura de las madres hacia sus hijos, al estar seguras de que los pobres nios tendran una colocacin de por vida, provista de algn modo por el pblico, y que les dara una ganancia anual en vez de gastos. Pronto vera-mos una honesta emulacin entre las mujeres casadas para mostrar cul de ellas lleva al mercado al nio ms gordo. Los hombres atenderan a sus esposas durante el embarazo tanto como atien-den ahora a sus yeguas, sus vacas o sus puercas cuando estn por parir; y no las amenazaran con golpearlas o patearlas (prctica tan frecuente) por temor a un aborto.

    Muchas otras ventajas podran enu-merarse. Por ejemplo, la adicin de al-

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    gunos miles de reses a nuestra expor-tacin de carne en barricas, la difusin de la carne de puerco y el progreso en el arte de hacer buen tocino, del que tanto carecemos ahora a causa de la gran des-truccin de cerdos, demasiado frecuen-tes en nuestras mesas; que no pueden compararse en gusto o magnificencia con un nio de un ao, gordo y bien desarrollado, que har un papel consi-derable en el banquete de un Alcalde o en cualquier otro convite pblico. Pero, siendo adicto a la brevedad, omito esta y muchas otras ventajas.

    Suponiendo que mil familias de esta ciudad seran compradoras habituales de carne de nio, adems de otras que la comeran en celebraciones, especial-mente casamientos y bautismos: calculo que en Dubln se colocaran anualmente cerca de veinte mil cuerpos, y en el res-to del reino (donde probablemente se vendern algo ms barato) las restantes ochenta mil.

    No se me ocurre ningn reparo que pueda oponerse razonablemente con-tra esta proposicin, a menos que se aduzca que la poblacin del Reino se vera muy disminuida. Esto lo reconozco francamente, y fue de hecho mi principal motivo para ofrecerla al mundo. Deseo que el lector observe que he calculado mi remedio para este nico y particular Reino de Irlanda, y no para cualquier otro que haya existido, exista o pueda existir sobre la tierra. Por consiguiente, que ningn hombre me hable de otros

    expedientes: de crear impuestos para nuestros desocupados a cinco chelines por libra; de no usar ropas ni mobiliario que no sean producidos por nosotros; de rechazar completamente los ma-teriales e instrumentos que fomenten el lujo extico; de curar el derroche de engreimiento, vanidad, holgazanera y juego en nuestras mujeres; de introdu-cir una vena de parsimonia, prudencia y templanza; de aprender a amar a nues-tro pas, en lo cual nos diferenciamos hasta de los lapones y los habitantes de Tupinamb; de abandonar nuestras animosidades y facciones, de no actuar ms como los judos, que se mataban entre ellos mientras su ciudad era toma-da; de cuidarnos un poco de no vender nuestro pas y nuestra conciencia por nada; de ensear a los terratenientes a tener aunque sea un punto de compa-sin de sus arrendatarios. De imponer, en fin, un espritu de honestidad, indus-tria y cuidado en nuestros comercian-tes, quienes, si hoy tomramos la de-cisin de no comprar otras mercancas que las nacionales, inmediatamente se uniran para trampearnos en el precio, la medida y la calidad, y a quienes por mucho que se insistiera no se les podra arrancar una sola oferta de comercio honrado.

    Por consiguiente, repito, que ningn hombre me hable de esos y parecidos expedientes, hasta que no tenga por lo menos un atisbo de esperanza de que se har alguna vez un intento sano y sincero de ponerlos en prctica. Pero

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    en lo que a m concierne, habindome fatigado durante muchos aos ofrecien-do ideas vanas, ociosas y visionarias, y al final completamente sin esperanza de xito, di afortunadamente con este proyecto, que por ser totalmente no-vedoso tiene algo de slido y real, trae adems poco gasto y pocos problemas, est completamente a nuestro alcance, y no nos pone en peligro de desagradar a Inglaterra. Porque esta clase de mer-canca no soportar la exportacin, ya que la carne es de una consistencia de-masiado tierna para admitir una perma-nencia prolongada en sal, aunque quiz yo podra mencionar un pas que se ale-grara de devorar toda nuestra nacin an sin ella.

    Despus de todo, no me siento tan violentamente ligado a mi propia opi-nin como para rechazar cualquier plan propuesto por hombres sabios que fue-ra hallado igualmente inocente, barato, cmodo y eficaz. Pero antes de que al-guna cosa de ese tipo sea propuesta en contradiccin con mi plan, deseo que el autor o los autores consideren seria-mente dos puntos. Primero, tal como estn las cosas, cmo se las arreglarn para encontrar ropas y alimentos para cien mil bocas y espaldas intiles. Y se-gundo, ya que hay en este reino alrede-dor de un milln de criaturas de forma humana cuyos gastos de subsistencia reunidos las dejara debiendo dos mi-llones de libras esterlinas, aadiendo los que son mendigos profesionales al grueso de campesinos, cabaeros y

    peones, con sus esposas e hijos, que son mendigos de hecho: yo deseo que esos polticos que no gusten de mi propuesta y sean tan atrevidos como para intentar una contestacin, pregunten primero a lo padres de esos mortales si hoy no creen que habra sido una gran felicidad para ellos haber sido vendidos como ali-mento al ao de edad de la manera que yo recomiendo, y de ese modo haberse evitado un escenario perpetuo de infor-tunios como el que han atravesado des-de entonces por la opresin de los te-rratenientes, la imposibilidad de pagar la renta sin dinero, la falta de sustento y de casa y vestido para protegerse de las inclemencias del tiempo, y la ms in-evitable expectativa de legar parecidas o mayores miserias a sus descendientes para siempre.

    Declaro, con toda la sinceridad de mi corazn, que no tengo el menor inters personal en esforzarme por promover esta obra necesaria, y que no me impul-sa otro motivo que el bien pblico de mi patria, desarrollando nuestro comercio, cuidando de los nios, aliviando al pobre y dando algn placer al rico. No tengo hi-jos por los que pueda proponerme obtener un solo penique; el ms joven tiene nue-ve aos, y mi mujer ya no es fecunda.

  • POESA

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    Pessoa

    NavidadNace un Dios. Otros mueren. La Verdadni vino ni se fue: el Error mud.Tenemos ahora otra Eternidad,y era siempre mejor lo que pas.

    Ciega, la Ciencia la intil gleba labra.Loca, la Fe vive el sueo de su culto.Un nuevo dios es slo una palabra.No busques ni creas: todo est oculto.

    AutopsicografaEl poeta es un fingidor.Finge tan completamenteque llega a fingir que es dolorel dolor que de veras siente.

    Y los que leen lo que escribe,en el dolor ledo sienten bien,no los dos que l tuvomas slo el que ellos no tienen.

    Y as en los ralesgira, entreteniendo la razn,ese tren de cuerdaque se llama el corazn.

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    Cristhian G. RosilloEL sombrero MgicoDel sombrero mgico Salen conejos dilatados sus dientes del pecado mascan siniestros el pasado. - Oh, es un sombrero en el paraso!- Sus mltiples narices olfatean: el pasto estircol el marrn que al cielo lo deprime y los golpes secos del mar.

    Las narices se infectan salen quejumbrosas corriendo al desvi y sumergen su tacto sobre filas rotas de almas tristes por el vencimiento.

    Del sombrero mgico escapa un hombre hacia su casa cuando llega casi al adormecer sus plidas ventanas negras las disfraza.

    El hombre es el Poeta y la oscuridad el Arte en ngulos opuestos sus vidas unifican librando al quijote del mal confuso: La palabra. Mquina de falsas extensiones Creadora de todo lo inhumano Insensata para hablar

    y pretenciosa al escribir. Dao incongruente de la forma. Simplificacin de todo lo vivido hija del luto a pocos pasos autentica en su presagio: Mar de luz deshabitada. El poeta. Sombro solitario, en el paraso rescata las trgicas espadas de un mundo en asechanza que hambriento devora migajas rodas de paz. Fiel y cercano al sufrimiento se baa en las mgicas aguas donde cantan los chillidos que en el hombro guardan la esperanza.

    En los pastos perdidos de Adn pasa la noche alumbrndose con los ojos encendidos de Lucifer. Llega poderosa como fiera trastornando la lira que duerme en la orilla de mis manos. Cuando estas respiran elctricas maquinan series de dgitos Universales y se mezclan con la luz dando vida a un autntico Paraso.

  • POESA

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    Juego de espejos

    (el poeta)Para buscar imgenesme sumerjo en el sueo,para cazar sirenastiro mi anzuelo al espejo

    (lbum de familia)Oh, antiguo espejo,adnde habrs guardadola cara del abuelo!

    (leyenda)Cuentan los viejosque los rosde antesdesembocabanen los espejos

    (suspenso)Cuntos rostros por la borda,ay, si el espejo se rebalsay se desborda!

    (hallazgo)habita un cisne de brumaen el fondo del espejo:ayer le arranqu una pluma

    (ego)Algn da, espejo,ensears mi rostrocuando no era viejo?

    Fbula biogrfica del zancudo

    Noctmbulo y sinuoso,emblema de la Parca,arrastra mala famapor toda la comarca.

    Por su sed insaciabley su crdena renta:espectro de oligarca.

    No vive de sus manos,colrico y picudo,sorbe la sangre ajenael fnebre zancudo.

    Fbula de maese cuervo

    Sombra de plumasque empoll la noche.

    La noticia funesta,las defunciones,de maese cuervoson lectura diaria.

    Ah exclama-,si tuvieseagencia funeraria!

    Arturo Corcuera

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    OPININ

    Literatura para enanosPor Alberto Puebla

    Aunque incorprea, la literatura se manifiesta en las geografas de la carne, por lo menos para los que gustan de la glosa y el comentario. Alto intelecto, gigante de las letras, un novelista enorme: eso que no pue-de atraparse porque es evanescente se presenta, de boca en boca, como el cuerpo del delito. Dichosa irona cuan-do el maestro ocupa poco espacio: a saber, cuando su estatura lo traiciona, como al regiomontano Reyes (el nico de la literatura, ya se conoce: Alfonso). A estos calificativos se puede aadir luego: un proyecto de pro-porciones inauditas; hecho, claro, por un ratn. Levantarse en hombros de gigantes, acaso porque ser pequeo es no ser. Lo mnimo convi-da en sentido con lo insignificante. Pero a veces una gota de veneno sirve para matar a un hombre.

    Si, como dijera Borges que el griego afirma: el nombre es el arquetipo de la cosa, el libro, la suma de sus letras, es el arquetipo del escritor. La literatura breve es cosa de enanos. Slo aquel que vive entre miniaturas comprende que existe esa regin de invisibles. Acaso los liliputienses nicamente ocuparon su lenguaje en minificciones; y los japone-ses, que viven en departamentos de 50 m2, escondiendo la cama en el ropero

    para convertir el cuarto en un estudio o en una sala, ellos, y no otros, lograron dominar el haik, poesa que se repliega como un tatami.

    Por mucho tiempo estas expresio-nes habitaron el margen de lo escrito. Cuando el mundo era vasto y misterioso (el hombre haca castillos, construccio-nes monumentales: aire le sobraba), la creacin tena espacio suficiente para ser descomunal: faltaban tomos en las bibliotecas, en la historia. Pero el mundo

    lleg luego a convertir-se en un tiradero. Has-ta el viento fue habita-do de poesa. Al oscuro

    bosque le sigui la ciudad atiborrada de concreto. Y como no se llenara slo la tierra sino el tiempo, regres, ms sig-nificativa, la brevedad. Porque para vi-vir ya no haba horas (estaban para la lectura Joyce y todas esas pginas de Tolstoi), piadosos los enanos pensaron en alfileres. En su casa de muecas los pigmeos trabajan la escritura.

    ...piadosos los enanos pensaron en alfileres.

  • PINTURA

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    La mujer y el diablo

    No es muy conocido en nuestro entorno el arte del coleccionador de imge-nes. Esta pasin la he visto ms en la tendencia rusa, en donde, algunos ci-bernautas, en base a un tema cualquiera, recopilan pinturas, diujos o foto-grafas. En esta oportunidad, dar a conocer parte de mi coleccin, basada en la reunin entre la mujer y el diablo.

    R.C.G.

    Ilustracin: Aleksandra Waliszewska

    Aleksandra Waliszewska es polaca y un tanto punk. Esta ilustradora lleva aos dedicndose a la tcnica gua-che para crear sus obras oscuras y depresivas. Sus temas recurrentes son la feminidad, la naturaleza salva-je y los ritos paganos

    Dancing With The Devil

    En todas las culturas del mundo, esta historia significa un pacto, el camino de una unin sagrada se realiza entre una mujer y el mal. Por lo general, la leyenda implica una joven, preferible-mente virgen, que por este baile sella su pasaje a sucumbir al mal y conver-tirse en una bruja.

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    El espeluznante Krampus

    En lugar de la simple amenza del carbn en una media, se nos presenta, en un cuento popular austriaco antiguo, una amenaza en la vida real a los nios traviesos: Krampus , un demonio sdico que, en lugar de hacer que los nios estn tristes con regalos pobres, los roba y mete en una cesta de mimbre que lleva en la espalda.

    El diablo se las lleva

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    TIRAS CMICAS

    Liniers

    Freddy Merkn's