Follari. Roberto, Epistemología y Sociedad

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    N DIC E

    .INTRODUCCIN 7

    CAPTULO 1: La ciencia como real maravilloso 11

    CAPTULO 2 : Sobre el objeto

    y

    el surgimiento de las ciencias

    sociales 17

    CAPTULO 3: Alan Sokal. La insuficiencia de pruebas................... 25

    CAPTULO 4: Sobre la desfundamentacin epistemolgica con-

    tempornea 37

    CAPTULO 5:Proceso de objetivacin y constitucin social de

    la mirada 79

    CAPTULO 6: La verdad de otro modo cuestionada: el problema

    del progreso cientfico de T. Kuhn a L. Laudan 87

    CAPTULO 7: Sobre la inexistencia de paradigmas en las Ciencias

    Sociales 111

    2000 - Horno Sapiens Ediciones

    Sarmiento 646 (2000) Rosario - Santa Fe - Argentina

    Telefax: 54 341 4243399 - Email: [email protected]

    Queda hecho e l depsito que establece la Ley N 11.723

    ISBN: 950-808-286-0

    Prohibida su reproduccin total o parcial

    Diseo de tapa: Valeria Gorrin

    Esta tirada se termin de imprimir en seti embre de l ao 2000

    en Imprenta Lux, Hiplito lrigoyen 2463, Santa Fe, Argentina

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    INTRODUCCIN

    El presente libro esuna recopilacin de diversos artculos sobre temas

    epistemolgicos, todos ellos escri tos en los lt imos tiempos (aos 1997 a

    2000). Originalmente han sido redactados y (algunos) publicados en revis-

    tas especializadas, de manera mutuamente independiente. Sin embargo, un

    hilo los pone enrelacin entre s, a part ir dedos factores: I .La existencia de

    una misma posicin conceptual frente a los diversos problemas planteados

    por la actual epistemologa. La oposicin ~mpirismo y el tecnocratismo

    que se le asocia, se une con la asuncin de imposibilidad de criterios

    apriorstico s universales de constitucin y evaluacin de las teoras cientfi- V

    cas; 2.Losocial en cuanto a sus modificaciones estructurales (y tambin las

    ropias del campo cultural y el ideolgico) es el espacio dnde seestablecen

    as condiciones de posibilidad de los discursos cientficos. No se trata slo de I(

    nalejana historia externa (como pretendiera Lakatos), de la cual la prctica

    cientfica pudiera desembarazarse. En ese sentido, los estudios que he podido

    realizar sobre la sociedad y cultura contemporneas (en especial, relacionados

    con la cultura massmeditica y posmodemizada), ofrecen marco a veces im-

    plcito y otras explcito, para lacomprensin de las nuevas tendencias en epis-

    temologa. Creo que este es un nexo que una posicin material ista sobre la

    ciencia debe sostener, afin adems a

    1 0

    que aportan las ciencias sociales actua-

    les.El cual-y es de lamentar-las ms de las veces no esafrontado por los que

    realizan estudios e investigaciones en epistemologa.

    .

    Por cierto, no es la pretensin de este libro agotar las determinaciones

    de ese campo de relaciones. Pero s establecer que sin duda el constatable

    actual alivianamiento cultural se relaciona con la desfundamentacin filo-

    sfica, y -por consiguiente- con la progresiva deconstruccin de los mode-

    los unicistas y apriorsticos de entender a las ciencias. Los ecos del positivis-

    mo lgico ya se apagaron en lafilosofia de la ciencia; aunque no en la filoso-

    fia cotidiana de los cientficos, en su ideologa larvada y silenciosa. All ,

    j muchos continan siendo posit ivistas, an sin saberlo. Y colaboran a ello

    algunas posiciones neoempiristas que todava predominan -a contrapelo del

    mundo- en la epistemologa argentina. Lo cual configura la tarda presencia

    de concepciones platnicas (en el sentido que han trabajado Heidegger y

    Derrida) de entender

    1 0

    cientfico: modelos lgico/ideales alejados de los

    meandros de toda realidad, apartamiento de la facticidad concreta de la his-

    toria y la produccin de la(s) ciencia(s), en atencin a sostener la pureza

    abstracta de tales modelos.

    7

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    La cultura y la ciencia contemporneas marchan por otros carriles, de

    Thom aPrigogyne, del narrativismo en Historia al cualitativismo etnogrfico.

    Lo cual-por cierto- no nos resguarda de mantener una actitud crtica ante

    algunas de las tendencias ms radicales de este movimiento hacia la

    desestructuracin: ciertamente, hoy esta misma comienza a aparecer como

    la modalidad subjetiva hegemnica en laactual etapa de dominacin capita-

    lista. Por tanto, no podemos regresar a sustancialismos superados, pero tam-

    poco abandonar toda direccin y gua, aun cuando esta sea contingente y de

    un valor limitado a lo circunstancial. En ese dilema se encuentran hoy no

    slo la epistemologa, sino tambin la tica y la filosofa poltica: buscar la

    reconciliacin de la part icularidad con alguna forma de valor normativo.

    Ello, en tanto las pretensiones de validez universalistas ya no logran calar en

    la sensibilidad cultural instalada. \

    Lo anterior es el nexo conductor del conjunto de textos que se presen-

    tan, a despecho de sus diferencias temticas, y hasta enalgn caso estilsticas.

    Se trata en su mayora de artculos polmicos, situados en relacin con anta-

    gonistas en elplano de lafilosofa de laciencia, o enel dela comprensin ms

    general de lafilosofa y las ciencias sociales (como es elcaso del texto sobre de

    Sousa Santos, y luego sobre los autores denominados poscoloniales). Desde

    este punto de vista, creo que los diferentes trabajos pueden resultar de inters

    para quienes tienen alguna relacin con tales debates.

    El primer trabajo esuna especie de sntesis a priori de las principa-

    les posiciones que sostengo sobre la ciencia contempornea. Texto fuerte-

    mente sinttico, puede tambin hacerse el ejercicio de releerlo al final, donde

    seguramente proveer de algunos significados imperceptibles desde el co-

    mienzo. Pero es sin duda una especie de ventana de bienvenida a laproble-

    mtica que se encontrar posteriormente. Adscribir a la ciencia la adjetiva-

    cin de real maravilloso , en referencia al estilo literario del barroco latino-

    americano, es mostrar su

    /ronco comn

    con el resto de las manifestaciones

    culturales, a lavez que insist ir ensu proliferacin metodolgica y pragmti-

    ca, que la hace cada vez menos inasible desde pretensiones normativas de

    homogeneizacin. El trabajo apareci originalmente en la revista

    Debate

    abierto

    la que era publicada en Mendoza por la Universidad Nacional de

    Cuyo, en 1998.

    El segundo trabajo esuna reflexin sobre los orgenes de las discipli-

    nas sociales a fmes del siglo XIX y comienzos del XX: busca desentraar las

    bases del conflicto entre tipos de explicacin (individualismo vs. holismo), y

    mostrar el peso de lo ideolgico en la constitucin de este tipo de ciencias. Es

    8

    un artculo escrito con un lenguaje menos tcnico que el anterior. Fue publi-

    cado originalmente en la Facultad de Ciencias Poltics y Sociales de la

    Univ. Nacional de Cuyo (Mendoza), para alumnos de lacarrera de Comuni-

    cacin Social, en 1998.

    El tercer artculo es una cr tica sistemtica y que he buscado hacer

    minuciosa, respecto del publicitado autor neoyorquino Alan Sokal. No es el

    nico artculo que he escrito sobre el punto, dado la necesidad de respuesta

    ante los mediticos recursos que llevaron a tal autor a una fama tan

    eclosionante como efmera. El libro

    Imposturas intelectuales

    dice desde su

    nombre, ms de quienes lo escribieron que de sus referentes discursivos.

    Pero hay que admitir que su recurso ante larevista

    Social Tex/fue

    ingenioso,

    y que por l semostr que hay espacios de ciencias sociales donde se habla

    irresponsablemente de temas que se desconocen. Es una lstima que Sokal

    haya credo que a partir de esto, poda criticar el psicoanlisis de Lacan, la

    filosofa de Derrida, o el relativismo epistemolgico, todos por fuera de sus

    conocimientos y competencias. El artculo sepublic en larevista

    Claves de

    la razn prctea

    de Madrid, en diciembre de 1999.

    Se contina con un prolongado trabajo referido al libro de de Sousa

    Santos, acerca de ''una ciencia posmodema. Sin duda que se trata de saber

    sihay tal tipo de ciencia, enqu sentido es que lecabra la denominacin de

    posmodema, y qu caractersticas especficas revestira. En realidad, esa es

    la primera parte del artculo, que sepropone trabajar explcitamente las con-

    secuencias de la cultura posmodema en el campo epistemolgico. Conse-

    cuencias que estn abiertamente presentes tambin en los dos ltimos traba-

    jos, referidos uno a Laudan y el otro a Kuhn. Tambin en este cuarto acpite,

    hay una segunda parte que refiere a los poco conocidos enArgentina estu-

    dios de laboratorio . Sus posiciones epistemolgicas son netamente

    desestructurantes, y sin duda muy interesantes en cuanto desmitificacin del

    sentido comn sobre la ciencia. Luego, un tercer momento del texto discute

    precisamente los males opuestos a aquellos propios del apriorismo

    neopositivista o popperiano: me refiero a la crtica hacia los autores denomi-

    nados poscoloniales. En este

    caso,

    se trata de polemizar con un texto del

    autor argentino radicado en Estados Unidos, W.Mignolo. Las pretensiones

    de derivar una poltica eficaz a partir del deconstruccionismo; la extrema

    apelacin discursiva, que propone una asfixiante intratextualidad alejada de

    cualquier referencia a lomaterial; ms lacuriosa idea de que Fanon y Derrida

    pueden jugar en coherencia mutua, a partir de una nocin de lo latinoameri-

    cano construida desde los Estados Unidos, son algunos de los blancos de

    9

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    esta crtica. Lo poscolonial de manera lenta se va afincando en algunos

    espacios del aparato universitario latinoamericano, y por ello entendemos

    necesario el debate. Este texto se public originalmente en un cuadernillo

    por el CIPOST de la Univ. Central de Venezuela (Caracas) en 1998.

    El quinto trabajo es una reflexin acerca de las condiciones sociales y

    surelacin con elconocimiento en laactualidad, a partir de cierta apelacin a

    la dialctica. Est presente como fondo la tematizacin de Alfred Sohn-Rethel,

    autor injustamente desconocido en laArgentina (ya fallecido), probablemente

    por haber pertenecido a la tradicin del pensamiento marxista. Es un trabajo

    que fuera publicado en larevista Diosa Episteme, de Rosario.

    Son inditos los dos ltimos artculos. El primero intenta discutir la

    cuestin del progreso en las ciencias, la cual fuera puesta como central a

    part ir de la problemtica abierta por T.Kuhn. Mostramos que en l haba

    una cierta nocin de tal progreso, muy genrica pero existente (contra

    10

    que

    ha solido criticrsele, suponiendo una total falta de respuesta de suparte al

    tema). Tambin se toma en cuenta lapostura de Stegmller, quien demostr

    la logicidad de lateora kuhniana. Y por ltimo, sediscute laidea de Laudan

    de evaluar a las teoras segn sucapacidad de resolucin deproblemas, y los

    aciertos tanto como las dificultades que ello suscita.

    En eltrabajo final, proponemos que es errneo referirse a la nocin de

    paradigma en ciencias sociales, a pesar del amplio uso que se hace de la

    misma. Y planteamos una alternativa a la categorizacin que hace Kuhn

    sobre tales ciencias, las que en su discurso quedan relegadas a la inmadurez

    de

    10

    pre-paradigmtico .

    Quedo en la esperanza-de abrir espacio a algunos de los puntos relevan-

    tes del debate epistemolgico actual, y de ofrecer elementos para la necesaria

    discusin. al respecto. Ello atae no slo a los especialistas en epistemologa,

    sino a los cientficos mismos. Y tambin a aquellos~ue viven elpresente con la

    mirada atenta a los nuevos rumbos del pensamiento y lacultura.

    Roberto Follari

    Jul io del ao 2000

    10

    CAP t ru L

    o

    1:

    LA CIENCIA COMO 'REAL MARAVILLOSO'

    . Nada ms exacto y objetivo que elconocimiento cientfico, segn las

    versiones aceptadas por el sentido comn de los cientf icos mismos. Nada

    ms parecido al dibujo natural del mundo que elmapa que ofrece la cien-

    cia, segn las difundidas tesis de las epistemologas ms anticuadas y -sin

    embargo- ms conocidas, al menos enArgentina (1). La pereza del pensa-

    miento y la apelacin a laintuicin sensible -lo cual son dos modos de decir

    10 mismo (2)-, se imponen masivamente para hacemos creer que elconoci-

    miento cientfico es una especie de fotografa de larealidad, una copia pasi-

    vade sus caractersticas intrnsecas. Esto oculta elhecho de que la ciencia es

    v

    una produccin, una construccin: por tanto, de ninguna manera una simple

    constatacin de algo pre-constituido. Y, a part ir de all , que en realidad -al

    decir del filsofo Heidegger-la ciencia esun fruto del platonismo. La cien-

    cia sera resultado de las tendencias espiritualizantes propias del pensamien-

    to occidental postulado por los griegos (tras destronar a los sofistas): de

    modo que su exacti tud, su supuesta cert idumbre, no seran otra cosa que la

    negacin cerrada de la falibilidad, la imposibilidad de aseguramiento, y la

    contingencialidad propias del conocimiento -y elacontecer- humanos.

    La ciencia puede as ser advert ida en

    1 0

    que tiene de objetivacin ,

    ms que de objetividad ; es elfruto deuna cierta forma deponer los objetos

    ~nperspectiva, decaptar s~r aspectos legaliformes y repetibles, de modo de

    hacer desaparecer de la percepcin aquello que -visto como desordenado-

    queda fuera de dicho campo de estipulacin previa.

    Si hacemos caso a

    10

    que se abre desde una posicin como la que

    hemos brevsimamentedelineado (desarrollarla implicara un trabajo ms

    largo que el que cabe a esta publicacin), caeran toda una serie de supuestos

    que suelen darse por obvios, y pretendidamente naturales :

    . 1.La ciencia no seala cmo son los hechos; slo el comportamiento

    I

    Ideal de leyesque en larealidad fctica nunca se dan aisladas (3). Es decir:

    11

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    la ley de la gravitacin universal se cumple, pero siempre existen resisten-

    cias a lacada de los cuerpos; muy claro resulta elcaso de los planos inclina-

    dos, o las variaciones de temperatura de hervor de los lquidos de acuerdo a

    la altitud, etc. En una palabra: las leyes cientficas nunca surgen de una

    simple lectura inmediata del comportamiento de loreal.

    2.La ciencia no dice loreal , sinoque lo ex lica or medio de teoras. Ello

    implica que laciencia no surge e la'observacin -segn a menudo secree (4)-

    sino que implica siempre la existencia de supuestos previos que son puestos a

    contrastacin por va de la experiencia. Este es uno de los puntos que ms

    contradicen la supuesta evidencia: como lo real no habla (5), slo se hace

    \ inteligible en orden a los interrogantes conceptuales que se le formulan.

    3.En continuidad con el punto anterior, la ciencia implica apelar a teo-

    ras, y ello a provocar recortes empricos dismiles. Dicho m s fcilmente: la

    I

    observacin no es neutral ni objetiva, se capta diferencialmente de acuerdo

    con cules son los supuestos -explcitos o no- que ordenan la mirada del

    observador. De modo que slo para aquellos que convencionalmente se han

    puesto de acuerdo sobre los criterios y protocolos observacionales, cabe es-

    tablecer luego bases intersubjetivamente vlidas para observaciones en las

    que pudieran acordar los tipos de descripcin emprica. A teoras (o a

    paradigmas ) diferentes, corresponden recortes empricos diferentes (mo-

    dalidades dismiles de clasificacin, por ej.).

    4.Tebras diferentes implican tambin categoras de anlisis dismiles en

    relacin a los mismos objetos del mundo (en realidad, al categorizarlos

    diferencialmente deja de ser factible tomarlos simplemente por los mis-

    mos ) (6). Es decir: se plantea la cuestin de la diferencia de lenguaje entre

    teoras. Si -como toda la concepcin pragmtica del lenguaje muestra (7)-

    ellenguaje no refiere inmediatamente a loreal, sino lohace por mediacin de

    condiciones socioculturales especficas, cabe establecer que no existe un len-

    guaje neutro interterico que pudiera remitir directamente a lo real para re-

    solver diferencias, o para permitir comunicacin fluida. Ello lleva al tema de

    la inconmensurabilidad entre teoras (8) o paradigmas, que planteara

    Kuhn: dos teoras diferentes se sostienen en supuestos diferentes, y ello

    implica -por ej.- diferencia en cuanto a qu se entiende por ejemplo relevan-

    te, qu por prueba emprica suficiente, etc. La consecuencia es evidente: dos

    teoras no pueden resolver argumentativamente sus diferencias, ni tampoco

    empricamente, dado que sus protocolos de validez son nolhomologables. La

    ciencia crecer -muestra Kuhn- en razn de su posibilidad de resolver pro-

    12

    blemas, no de su mayor racionalidad en funcin de algn supuesto patrn

    neutro de lo que sepudiera entender por esta (9).

    5.No existe el mtodo cientfico, fetiche preferido de la mitologa cien-

    tfica. El mtodo depende del especfico objeto, y por ello esvariable en cada ~(

    V

    caso. Imposible practicar con el experimentalismo en Antropologa, o para

    realizar el anlisis clnico en Psicologa o Medicina. Las ciencias no com-

    parten un mtodo -como machaconamente insiste elpositivismo enretirada

    (10)-, sino la rigurosidad metdica (respecto de la coherencia interna, la J

    postulacit de teoras pblicamente expuestas, la contrastacin emprica, el

    v

    alcance del contenido emprico, etc.). Como bien seha sealado, la insisten-

    cia en lacuestin del mtodo suele esconder la incapacidad para advertir los

    problemas epistemolgicos de fondo en la construccin de laciencia (11)../

    6.Las teoras cientficas no estn comprobadas, en tanto son imposibles

    de comprobar. Ya.lo mostr sobradamente Popper (12): en tanto los casos

    nunca pueden agotarse, siempre una teora podra hallar un futuro

    contraejemplo. Podra establecerse una teora como falsa, pero es imposible

    demostrarla verdadera. De modo que someter las teoras a contrastacin

    emprica es sin duda necesario, pero no permite asumir como vlida lateora

    que pase positivamente la prueba. Es ms: varias teoras pueden resistir las

    mismas pruebas empricas positivamente, ser coherentes con ellas, sin ser

    teoras equivalentes o coextensivas. Esto hara que hubiera ms de una

    teora verdadera sobre el mismo objeto (12), y que la prueba emprica no

    funcione cmo supuesto experimento crucial definitorio, como sepensaba

    desde el Crculo de Viena (fundador del positivismo lgico).

    7.La ciencia no progresa linealmente, sino por rupturas. Es decir: una

    nueva teora habitualmente plantea corte, no co'tinuidadcon la anterior.

    As, la ciencia no devela gradualmente una realidad pre-dada cuyas caracte-

    rsticas van apareciendo cada vez ms, sino define tal realidad en cada caso

    diferencialmente segn el tipo de aproximacin terica (13).

    8.Una teora cientfica no se cae por un contraejemplo. Lejos de la

    imaginera experimentalista, se ha mostrado que una teora resiste casos

    adversos, hasta tanto exista otra mejor que sea capaz de resolverlos. Ningu-

    na teora cae hasta que exista otra que lareemplace, por locual una teora se

    sostiene mientras sus contrajemplos sean escasos, y resulte heursticamente

    til en la resolucin de problemas de investigacin (14).

    9.Los cientficos no son grandes racionalistas dedicados a la cuestin de

    confirmar o refutar teoras, sino hombres ligados a la resolucin de proble-

    13

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    mas concretos de investigacin, que suelen ser inconcientes de los supuestos

    tericos de su actividad. Es esto 10aportado por la nocin kuhniana de pa-

    radigma , y ayuda a demitificar la nocin de 10que son los cientficos, su

    actividad y sus productos. La mayora de los cientficos cree habrselas di-

    rectamente con la realidad, no asume estar mediado por supuestos concep-

    tuales especficos ..;

    10. El cientfico -en consonancia con 10anterior, y en contra de posicio-

    nes como la de Popper- no es un desinteresado buscador de verdades, sino

    un sujeto socialmente condicionado que busca, en primer lugar, legitimarse

    dentro de la comunidad cientfica. El elemento objetivo de suposicin no es

    lareferencia a una realidad incontaminada, sino a una situacin social obje-

    t iva dentro deun campo derelaciones depoder enel aparato institucional de

    los cientficos, el campo (Bourdieu). Los cientficos no buscan abstracto

    conocimiento, sino concreto reconocimiento (15).

    11.Las posiciones que se tome en las querellas de interpretacin cientfi-

    ca, estn condicionadas por el lugar relativo que seocupa dentro del espacio

    social global, y tambin en elespacio de lasjerarquas cientficas. Las tomas

    de posicin en el campo del conocimiento estn afectadas por situaciones

    contextuales ajenas a 10cientfico mismo, de las cuales a menudo elcientfi-

    co no es conciente (16).

    En fin, podramos continuar atentando contra los prejuicios constitui-

    dos sobre la ciencia. Advertir su relacin con la dominacin y el poder

    (Foucault, Escuela de Frankfurt), enmarcarla en relacin a intereses espec-

    ficos que condicionan su tipo de perspectiva (Habermas), insistir en su ac-

    tual creciente y peligrosa puesta al servicio de necesidades pragmticas del

    aparato poltico y econmico (Lyotard). O adentrarnos por la ruta que mues-

    tra que los sistemas fsiconaturales tambin son productivos, y por ello no

    limitables a la explicacin causalista clsica (Prigogyne): 10cierto es que los

    caminos estn lejos del bostezo positivista que an habita la mentalidad de

    un amplio campo de los cientficos prcticos. A estos, les cabe todava a

    pleno la frase que -en un mbito de influencia diferente- sostena C.Marx:

    10hacen, pero no 10saben .

    14

    Notas

    1. Estas posiciones las defienden autores como Mario Bunge o G.Klimovski, ambos con

    fuerte peso en nuestro pas, an cuando muy diferente calidad en sus aportes (el prime-

    ro es auto r dems de t reinta libros intemacionalmente reconocidos, mientras el segun-

    do ti ene una limi tada obra escrita)

    2 .BACHELARD, G. Lajrmacin del espritu cientf/lco, Siglo XXI, Mxico, 1979

    3.0LlV, L. Conocimiento, sociedadyrealiad(problemas del anlisis del conocimiento

    y el realismo cientfico), F.C.E., Mxico, 1988

    4. CHALMERS, A. Qu es esa cosa llamada ciencia, Siglo XXI, Madrid, 1987, el captulo

    sobre el inductivismo ingenuo

    5. BOURDIEU, P. et al.:

    El oficio de socilogo,

    Siglo XXI, Bs.Air es, 1975

    6. KUHN, T.

    La est ructura de las revoluciones cientf/lcas,

    F.C.E., Mxico, cap. 10, donde

    sostiene que cien tficos que estn en parad igmas diferen tes se ub ican en mundos

    diferentes ; contra est a pos ic in seubic H.Putnam con su t eor a causa l de la re fe ren-

    cia , por ej. en su El signf/lcado de signf/lcado, Cuadernos de Crtica, UNAM, Mxi-

    co, 1984. Putnam ha atenuado su pos ic in inici al sin haber la abandonado, ver su Las

    mil caras del realismo, Paids, Barcelona, 1994

    7. Esta teora va desde lo aportado por J .Aust in en su c lsi co Cmo hacer cosas con pala-

    bras, (Paids, Barcelona, 1988), a lo retornado en las conocidas obras de Umberto Eco.

    8. KUHN, T . La estructura. ..op.cit., cap. 10

    9. GMEZ, R. Kuhn y la racionalidad cientf/lca. Hacia un kantianismo posdarwiniano?,

    en O.Nudler et al.: La racionalidad en debate, Centro Editor de A.Latina, tomo 1,

    Bs.Aires, 1993

    10. Esta insistencia en EL mtodo aparece en las obras de M.Bunge, incluso una de las

    primeras l leva ese nombre

    11. P.Bourdieu et al., op.cit.

    12. QUINE, W. Teoras y cosas, UNAM, Mxico, 1986; B.Magee: Popper, Grijalbo, Bar-

    celona, 1974

    13. Esto es lo que sostiene T.Kuhn, a partir de la obra citada y tambin -con matices

    especficos- en sus trabajos posteriores. Su posicin tuvo el impo rtante apoyo de la

    concepcin no-enunc ia tiva de las teor as de W.Stegm ller, b asada en la lg ica y la

    teora matemtica de conjuntos , lo que desminti la supuesta irracionalidad atribuida

    'por los logicistas a la posicin kuhniana. Ver W.Stegmller,

    Estruc tu ra y dinmica de

    teoras, Ariel, Barcelona, 1983

    14.Idem

    15. WOOLGAR, S. Ciencia: abriendo la cqja negra, Anthropos, Madrid, 1994. Este autor-

    junto a Latour- ha abier to una dec isiva veta de an li si s concreto de lo que los c ient f i-

    cos realmente hacen (no lo que creen hacer ), an cas i desconoc ida en Argentina, a

    pesar de que ya cuen ta con ms de una dcada de v igencia.

    15

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    16. BARNES,B. Kuhny las ciencias sociales, F.C.E., Mxico, 1986; C.Prego, Las bases

    sociales del conocimiento cien/(jico ( la revolucin cognitiva en sociologa de la cien-

    cia), Cent ro Editor de A.Lat ina, Bs .Ai res, 1992

    16

    CAPTULO 2: SOBRE EL OBJETO Y EL SURGIMIENTO DE LAS

    CIENCIAS SOCIALES

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    Las cienc ias hoy existentes pueden en primera instancia se r clasifica-_ _

    das en formales y fcticas. Las primeras son slo la lgica y la matemtica,

    que no remi;ti-a ign objeto direc to de la real idad, sino a los mecanismos

    formales conque las comprendemos. Todas las dems son fcticas , es de-

    cir, relativas a hechos; por tanto, l as teoras que en el las exi sten tienen como

    referencia aspectos de la real idad, que, ellas buscan interpretar y explicar.

    Dentro de las ciencias fcticas, se distinguen por una parte las fsico-

    naturales (p.ej., fsIca, biologa~ qumica, astronoma, geologa, etc.), y las

    sociales (historia, sociologa, economa, antropologa, etc.). Estas ltimas,

    en otfa- poca eran denominadas ciencias humanas , y an ciencias del

    espri tu , lo que marca la mentalidad de los per odos respectivos (comienzos

    de este siglo y fines del XIX).

    El surgimiento de las ciencias con las carac ter sticas que hoy le cono-

    cemos (de aplicacin del clculo matemtico y la medicin a la observacin,

    el experimento y el tratamiento de, los da tos), se dio desde hace ya tres siglos,

    con la denominada revolucin copernicana. A parti r de Galil eo, l a astrono-

    ma y la f s ica se independizan de raf i~osofa, en la medida en que la presun-

    cin terica de que la Tierra no es el centro del Universo resultaba confirma-

    da por observaciones telescpicas. Esto colabor para que la razn humana

    fuera de all en ms el criterio orientativo bsico para la ciencia, e incluso

    tambin para la tica, la f ilosof a y la legit imacin de los gobiernos, abr ien-

    do paso a lo que se ha llamadi iodernidad'j Consiguientemente, la Iglesia

    perda hegemona en el manejo directo del poder poltico e ideolgico, lo

    cual le hizo rechazar muchos de los iniciales hallazgos de la ciencia. .

    Las ciencias primeras fueron del orden fsico-natural: qumica (por

    mucho tiempo no distinguida de la alquimia), biologa (ligada a medicina),

    fsica. Esta ltima se convirti con el tiempo en la ciencia/tipo o ejemplar, a

    travs de la teora de Newton, que estableci y expl ic la gravitacin univer-

    1 7 .

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    sal (es decir, la atraccin de los cuerpos segn su masa). Esta disciplina

    ofreci el modelo de explicacin causal-determinstico, ligado a la existencia

    de leyes sobre hechos repetibles: siempre que se dan las mismas condiciones,

    seproducirn los mismos resultados. De tal modo -al menos en las artificia-

    les condiciones de un experimento, donde todo est controlado- se puede

    prever el comportamiento de los fenmenos a partir de conocer estrictamente

    su previa situacin.

    A Estas ciencias se fueron consolidando, de modo que cuando surgieron

    las sociales, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, ya tenan una fuerte

    aceptacin y tradicin conformada. Ello implicaba mucha presin para que

    las ciencias sociales siguieran el modelo de las fisico-naturales (explicacin

    causal-determinstica), y es esta una de las razones de la supuesta superiori-

    dad que a estas ltimas se ha solido atribuir, y de la pretensin -muchas

    veces presente, an hoy- de que las ciencias sociales copien a las fsico-

    naturales como modelo a seguir.

    Uno de los supuestos difundidos es que las ciencias fsico-naturales

    seran exactas . En rigor de verdad, ninguna medicin puede ser absoluta-

    mente exacta, porque siempre podran aparecer instrumentos ms precisos que

    los actuales: 10nico que se conoce con exactitud es lamagnitud del error que

    la medicin podra incluir. Otra idea es la de que las ciencias fsico-naturales

    seran totalmente objetivas , porque en ellas los distintos cientficos suelen

    estar de acuerdo en las interpretaciones: T.Kuhn -un historiador de la ciencia

    riguroso- demostr que en ciencias fisico-naturales seusan supuestos dismiles,

    y que hay puntos de vista tericos definidos, slo que no se advierten porque

    suelen ser sucesivos y no simultneos (l los llam paradigmas ); es decir,

    existen interpretaciones alternativas de losmismos hechos. Tambin hay quien

    cree que las ciencias fisico-naturales son totalmente comprobadas , contras-

    tadas con las sociales que no lo seran. Yaen 1930, Popper demostr que la

    probanza en ciencia nunca puede ser total: siempre puede haber un nuevo dato

    que rectifique o refute las teoras anteriores, de modo que a lo sumo podemos

    llegar a confirmaciones parciales, a veces de corte probabilstico.

    Decimos todo lo anterior para que se advierta que si las ciencias so-

    ciales no son exactas, sihay en ellas puntos devista tericos diversos, o sino

    estn taxativamente comprobadas, todo esto afecta tambin a las ciencias

    fsico-naturales. En todo caso, la diferencia es slo cuestin de grado, en

    tanto estas ltimas refieren mayoritariamente a hechos repetibles, y tienen

    un ms largo desarrollo histrico. Pero no existe la supuesta clara oposicin

    entre ciencias objetivas y otras que no lo fueran.

    18

    Por cierto, lo antedicho no impide advertir la dificultad atinente a las.

    ciencias sociales, en cuanto el objeto de anlisis es el mismo que el sujeto

    queanaliza: ello hace que los obstculos para lograr una distancia objetivante

    sean mayores. Pero no deja de haber un margen de este problema en las

    ciencias fsico-naturales: casos recientes como la clonacin o el virus del

    SIDAtienen tantas consecuencias ticas, que all tambin lostemas valorativos

    humanos pueden influir en las decisiones tericas del investigador. En todo

    caso, hay que advertir que sia nivel de objeto unas ciencias son naturales y

    otras

    S c i li i e s \

    a nivel de cons~n todas las ciencias son sociales. ]'s

    ~ir: .?das las ciencias .son una construcci~~~.u }.PoduS2. de la ac-

    cin socjal, Este ltimo aspe~o suele ser poco advert ido por quienes hacen

    ~~a;-f~ico-n~al.es, que cr~~? ver ,d~ectame,l1e~~r~alid~d..inadv~- r . /

    ti r los arametros de mte retaclOn aun

    @..

    -PEcepclOn) SOCIalmentead- t

    iri90i~1

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    9/60

    cada vez-ea medida del decurso de la Historia- se lograra grados mayores de

    autoconciencia y de sntesis ordenada de la sociedad.

    De all surgi luego lateora de Marx., quien decidi invertira Hegel,

    ----

    proponer que era lo material/social lo que estaba primero, y la conciencia

    social su consecuencia. Marx. tambin concibi a la historia como pasos

    graduales hacia estadios mayores de libertad y racionalidad: pero incluy en

    su anlisis instrumentos de economa y construy categorias de orden cient-

    fico-social. Por esto, algunos loasumen como elpadre de la Sociologa, que

    fue la primer ciencia social aceptada como tal. Sin embargo, tal paternidad

    no le fue universalmente reconocida, dado que suteora buscaba ser ciencia

    crtica , no neutral, y por tanto se planteaba conceptualizar los intereses de

    los trabajadores industriales (proletarios) contra los de los capitalistas,

    que su teora mostraba que vivan de la actividad de aquellos. A su vez,

    Marx. no rehua la filosofa dentro de su trabajo cientfico, como slo hacan

    los cientficos que queran ser aceptados como tales: en realidad haca una

    sntesis de ciencia y filosofa, que implic lanovedad de hacer a la filosofa

    jugar un papel como parte del anlisis cientfico de hechos sociales. En todo

    caso, la peculiar ubicacin de Marx. en el campo del conocimiento -al que l

    asuma explcitamente como parte del conflicto social-lo llevaba a plantear

    una ciencia de lo social nica, que inclua aspectos de economa, sociologa,

    t v teora poltica. Para l no habra ciencias socialesen plural , porque aldivi-

    dirse estas entre s, impediran captar el funcionamiento orgnico de la so-

    r ciedad como un todo donde sus partes estn mutuamente imbricadas.

    Ms tarde, hacia 1880, aparecera -tambin en Alemania, fecunda

    siempre para la filosofa- ~h~y. Este pensador busc salvar la especifi-

    cidad de las ciencias del espritu respecto de aquellas que estudian la natu-

    raleza. Advirti que los comportamientos humanos no seran causalmente

    determinados, ya que a un mismo estmulo, podemos responder cada uno de

    manera diferente, y an la misma persona diferencialmente segn cada mo-

    mento. No habra determinismo a partir de las causas; ello, porque lopropio

    de lo humano sera la conciencia, y la libertad que esta posibilita. El hombre

    puede elegir, y por ello loque mueve sus actos sera los motivos concientes

    que cada uno tiene en mente para realizarlos. As es que Dilthey plante la

    idea de comprensin como alternativa a la explicacin propia de las cien-

    cias fsico-naturales (tal comprensin o metodologa hermenutica man-

    tiene fuerte influencia hasta nuestros das). Se tratara -entonces- no ya de

    especificar con proceso de observacin externa cules son las leyes causales

    que dan razn deun hecho; sino de interpretar qu pas por lamente del que

    20

    ':1iz y obr como motivo conciente que lo llev a realizarlo. Es decir:

    10Jl:iiU 1 d . liz b 1

    babi que ponerse en el ugar e qUlen rea lZO una accion para uscar e

    sen~do de esta, el cual por supuesto es propio slo de ese sujeto y no de

    todos,

    y

    no resulta perceptible para un observador externo.

    Esta interesante aportacin de Dilthey no convenci a loscientficos de la

    p O C 8 .

    imbuidos del espritupositivista para elcual no era ciencia aquello que no

    ligaraa lo experimental, y no sehiciera observable externamente. Pudo con-

    :nnar aa lgunos psiclogos y socilogos, pero desde un punto de vista masivo

    provocmsbienuna coru;umacindel sentido comn s~gne~c~l era evidente

    queparalosocialno sepodausar esoquellamabanel metodocientfico'fmuchos

    creanentonces que haba uno solo): losocial nopoda estudiarse rigurosamente,

    porque all aparecan cuestiones valorativas y filosficas, cuando no inclus?

    religiosas(esdecir: siseplanteaba elcausalismo enlo social, estopona enduda

    el librearbitrio, sostenido por lasreligiones mayoritarias).

    Poreso la llegada de Emilio Durkheim, alrededor de 1900 en Francia, j )

    significa de manera ms idiscutidala aceptacin de lo social como objeto ~

    de ciencia. No es por ello mejor su obra que la de Dilthey o la de Marx,

    probablemente sea menos extensa y detallada que lade este ltimo; pero ses

    laque convenci mayoritariamente a las comunidades cientficas de la poca

    que la Sociologa poda ser ciencia (y -a part ir de all- podran serlo luego

    lasdems disciplinas sociales, como Ciencia Poltica, Antropologa, etc.)

    t

    En Las reglas del mtodo sociolgico determin Durkheim su pro-

    grama: hay que tratar a los hechos sociales como cosas . Es decir,

    objetivarlos, abandonar ideas como la de libertad del individuo para ver las

    leyes empricas de funcionamiento, a partir de una rigurosa referencia a los

    datos. As fue que advirti regularidades cuando, en vez de tomar la con-

    ducta individual como objeto, asumi los datos estadsticos relativos a con-

    juntos sociales (clases, grupos, instituciones). All se advierte la diferencia

    enacceso a la escuela segn clase social, o cmo el suicidio era una posibi-

    lidad diferente segn el sector social a que se perteneciera. Durkheim -un

    conservador-, escandaliz a los convencionalismo s de su poca diciendo

    ~uelos hombres sufran coaccin ; es decir, que loque ellos crean un acto

    hbre, era el fruto del condicionamiento social. Pensamos y hacemos segn

    corresponde al estamento social a que pertenecemos. Esta idea result cen-

    tral para que la ciencia social fuera factible, y establece la posibilidad de

    ~diar causas que resulten ajenas a la percepcin del sujeto que acta. El

    ~vestigador puede as advertir la existencia de influencias que son descono-

    Cidas por quienes las padecen.

    21

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    10/60

    Esta versin -aparentemente menos respetuosa de la especificidad de

    lo social que la de Dilthey- fue la que promovi los estudios sociales al

    rango de cient ficos. Es que en rea lidad, se alejaba ms del sentido comn

    que la del autor alemn, y tambin de la f ilosofa especulat iva que haba ocupa-

    do el anlisis de los objetos que desde entonces empezaran a ser diseccionados

    por las ciencias sociales. Adems, Durkheim result cuidadoso en su aproxima-

    cin: completaba diciendo que hay que tratar a los hechos sociales como cosas

    sociales . Tratarlos objetivamente, como a todas las dems cosas: pero sin olvi-

    dar que lo social es un objeto especf ico, diferente de los de la naturaleza.

    \ Durkheim demost raba que tras e l actor social (quien acta), hay una

    estructura objet iva (clase, estamento, Estado, institucin, etc.) que explica .

    'cmo y por qu acta. El pone el nfasis en la estructura, y no tanto en la

    accin individual. Hasta nuestros das, los estudios sociales se dividen entre

    los que enfatizan la estructura (y por ello los factores causales no conocidos .

    por el individuo), y los que privilegian la accin (y por ello los motivos concientes

    que mueven al ac to del sujeto). Los primeros sue len ocuparse ms de las cues-

    t iones globales de la sociedad, los segundos explican bs icamente las acciones

    . de cada uno de los sujetos (y no la sociedad como un todo).

    En la primera de estas tendencias, un movimiento decisivo fue el del

    estructuralismo francs de los aos sesentas y setentas de nuestro siglo. To-

    ~

    maron su modelo de la lingstica, que pas a ser desde entonces una ciencia

    , central. Autores como Levi-Strauss (en Antropologa social) y Roland Barthes

    (en teora del texto), in terpre taban al sujeto humano como conformado total-

    mente desde fuera, por el lenguaje o por el inconciente. Esto haca que el

    sujeto humano simplemente fuera un portador de condiciones para l mis-

    mo desconocidas. Esta teora -de compleja expl icacin que no desarroll are-

    mos aqu- llev a pensar en la muerte del sujeto , en tanto mostr una

    ruptura rotunda ent re

    1 0

    que cada hombre cree que hace libremente, y las

    condic iones obje tivas de su a tadura a causas ignoradas (pertenec ientes al

    plano de la sociedad y la cultura, al universo de los s mbolos).

    La ideologa enla ciencia

    'J

    1 }.

    La ciencia social se produjo en ruptura con el sentido comn y la

    fi losoflapor ello, tambin en diferenciacin/separacin de la ideologa. Y

    esto sin duda

    result

    til en su m~m~to: la ciencia no est en simple conti-

    nuidad con las ideas de quienes la hacen, y hay enorme distancia entre un

    ~ajo de investigacin y un manif iesto ideolgico.

    22

    23

    Pero asumido loanterior, es tambin una ilusin creer que sepuede des te-

    l e

    ideologa de las c ienc ias socia les en trminos totales. Inevitablemente, las

    cientficas, que deben asumir condiciones de rigurosidad, coherencia in-

    contenido emprico, etc., a lavez resul tan una interpre tac in de lo social.

    i

    la interpretacin no puede dejar de tener algn viso de valoracin; an la

    te no-valoracin, la supuesta neutralidad, es valorativa, dado que va lora a

    =trali

    dad

    por sobre la toma de partido (a la vez que sue le favorecer objetiva-

    .-re a lo que est ya establecido, contra los partidarios del cambio).

    Como no hay ideologa que penetre ms que aque lla que no se presenta

    como tal (aquella en cuyo nombre se afirma que las cosas son as , y nos

    convence de que habla objet ivamente' ), estil que los presupuestos ideolgi -l

    cos que incluyen las teoras en c ienc ias sociales estn explic itados. Esto ra ra _

    ve z

    se da (slo las teoras crticas suelen hacerla, caso marxismo), pero en

    todo caso quienes practi can ciencias soc iales deben saber decodi fica r tales

    presupuestos en los desarrol los tericos o empricos que les sean presentados.

    Este aspecto ideolgico ha estado presente en la de terminacin de los

    objetos de las discipl inas cient fico-soc ia les. Caso paradigmtico, el de la

    Antropologa: ligado al proceso de colonizacin a comienzos de siglo, le

    STvide acompaamiento y just if icacin, al proponer a las culturas supues-

    tamente primitivas como objeto de una ciencia especial. Sociedad, slo

    1 0

    ser a la occidental (por eso sera estudiada por la Sociologa). En cambio

    estas comunidades sin memoria histrica ni escritura, seran confinadas a

    una disciplina diferenciada, que de antemano las pona en consideracin de

    inferioridad constitut iva en relac in a la cul tura hegemnica.

    Otro caso sintomtico es la Historia: siendo parte decisiva de los rela-

    tos de constitucin de las identidades cinales (a travs de la presentacin

    de hroes y situaciones fundacionales de la Nacin) apareca como

    indiscutida e indiscutible. La apreciacin -dada con el ti empo- de los presu-

    puestos ideolgicos que conl leva (caben interpretaciones alternativas de los

    mismos hechos documentados), ha ido mostrando la enormidad de dif iculta-

    des que hacen a la disciplina: la imposibi lidad de obje tividad pura, los

    dis~iles criterios para establecer los perodos, la imposibil idad de recons-

    tnllr desde el hoy el clima cultural de la poca que se pretende explicar, etc.

    La Historia muestra palmariamente cmo la ciencia no es una simple

    .

    bCOP1a de la realidad, sino un recorte selectivo de esta: sera imposible ha-

    lar de todos los hechos que acaecen cada da en el mundo, de modo que lo

    : e la disciplina recopila es una seleccin mnima, que da por sentado qu es

    que vale la pena rescatar de la vasta multiplicidad de los acontecimientos.

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    11/60

    La~conoma esun caso sumamente interesante: algunos creen (inge-

    nuamente?) que es casi una ciencia exacta, con leyes inmanentes. Pero los

    clsicos hablaban acertadamente de economa poltica : en realidad, las

    leyes econmicas rigen mientras ri ja el sistema econmico en que tienen

    lugar. En el feudalismo, ni siquiera exista el dinero, de modo que por su-

    puesto tampoco existan los problemas financieros, la inflacin o la medida

    del salario y su relacin con los precios. Haber recortadoel objeto de la

    economa de sus bases sociales de existencia, es una operacin propiamente

    ideolgica, que lleva a muchos economistas a recitar el credo actualmente

    hegemnico creyendo que hablan en nombre de alguna ley casi natural, con

    total desconocimiento de las limitaciones contextuales de sus afirmaciones.

    Con laciencia polticapcurre algo similar: sise lapiensa almargen de

    las condiciones socioeconmicas, puede llegar a creerse que el poder en su

    totalidad pasa por las instituciones del Estado, o del rgimen parlamentario

    hoy casi universalizado a nivel mundial. Pero espor dems sabido que gran

    parte del poder (como Marx enfatizaba) circula por los grandes dueos de la

    economa, al margen del manejo formal de las estructuras del aparato polti-

    co. Si no se aprecia a la sociedad en su conjunto, lapoltica podra plantear

    un recorte artificioso -por incompleto- de su objeto.

    Tal como podemos advertir, nada menos natural que la determina-

    cin de los objetos de la ciencia. Estos obedecen a recortes que pudieron

    haber sido planteados de otra manera, y que continan cada vez teniendo

    nuevas aperturas, mientras an se siguen discutiendo las anteriores.

    yesto, aun en el supuestamente natural mundo de las ciencias natura-

    les, tambin ellas siempre socialmente construidas.

    24

    o3: ALAN SOKAL. LA INSUFICIENCIA DE PRUEBAS

    Bastante seviene diciendo sobre el conocido affaire Sokal : sobre

    todose asiste a la celebracin de una especie de revancha de parte de aque-

    llosacadmicos ligados alpositivismo y sus secuelas que -superados por el

    decurso histricocultural y la creciente invalidacin de epistemologas

    apriorsticas- , secreen llamados por fin a una ocasin de salir de sucrecien-

    te irrelevancia conceptual.

    La razn principal de tal apreciacin es la notoria incapacidad de los

    epgonos de Sokal para advertir cmo aparecen en l mismo, algunas de las

    inconsistencias que encuentra en sus adversarios. Esa unilateralidadde par-

    tedel sbitamente clebre profesor neoyorquino, pasa desapercibida a aque-

    llosque estn dispuestos a celebrarlo sin matices; dada su implcita inten-

    cin de renovar sus prejuicios ya sea respecto de las ciencias sociales, la

    posmodernidad, elrelativismo epistemolgico, o todos ellos a lavez.

    Comencemos por sealar que hay que tomar a Sokal en serio. Su

    procedimiento del envo a la revista

    Social Ten

    de un texto plagado de

    sinsentidos y errores de interpretacin en la aplicacin de ciencias fsico-

    naturalesa problemas sociales, a travs deun discurso hbilmente compues-

    to

    y

    que inclua slo citas autnticas, en ningn caso puede ser respondido

    con displicencia, suponiendo que nada hapasado , o que no seha demos-

    ~do algo importante . Slo quien pretendiera negar la evidencia podra

    Ignorar que Sokal dej al descubierto que realmente puede proponerse afir-

    maciones absurdas en ciertas revistas l igadas al posestructuralismo, y a la

    vez serpublicado con decisin favorable del Comit Editorial.

    Eso no es poco. Sibien nada testifica sobre la validez de la posible

    g~eralizacin del procedimiento (en rigor, slo seha demostrado que en esa

    revista puede publicarse tal clase de imposturas), el trabajo de Sokal (1) a

    travsde citas de diversos autores, muestra convincentemente que tal tipo de

    1 180 de conceptos de ciencias fsico-naturales sin el debido rigor, se realiza a

    25

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    12/60

    menudo en ciencias sociales, y que ello esmuy comn enla produccin que

    -a

    grosso

    modo- l denomina posmoderna .

    La reaccin de parte de quienes no quieran ver 1 0 que Sokal ha mos-

    trado claramente, opera en contra de quienes la sostienen. Es por dems

    evidente que en ciertos usos del posestructuralismo (Lacan, Kristeva, disc-

    pulos de Derrida, Deleuze/Guattari, etc.) hoy altamente difundidos, se ha

    hecho caso omiso delcuidado por elr igor en laapelacin a las referencias, y

    se ha realizado aquello que Sokal cri tica: una pretenciosa muestra de su-

    puesta erudicin apelando a conceptos desconocidos para lapropia discipli-

    na, a los cuales en realidad no semaneja de primera mano. As, se traspone

    categoras desde

    10

    fsico-natural hacia

    10

    social sin apego alguno a los

    recaudo s necesarios, ni tampoco al conocimiento de la disciplina del caso

    (fsica, matemtica, etc.).

    Esta tendencia es grave en la literatura filosfica y aquella acreditada

    c?mo cientfica. Flaco favor sehace alprestigio de las ciencias sociales, y al

    avance del conocimiento de sus objetos de anlisis, cuando se asume poses

    grandilocuente s que encubren falta de solidez en las referencias y argumen-

    taciones. Por cierto, esto no resulta propio de las ciencias sociales en gene-

    ral, sino slo de algunas modalidades del posestructuralismo, con gran peso

    an enlos Estados Unidos, y algo menos en Latinoamrica y Europa. Somos

    muchos los que estamos esperando lanecesaria autocrtica departe de aque-

    llos concernido s por esta fundada objecin de Sokal, o al menos el cambio

    de actitud que impida que sepueda seguir acusando sustentadamente a tra-

    bajos que sepretenden contestatarios, de falta de seriedad intelectual.

    Sokal ha demostrado con consistencia el mal uso de conceptos de

    ciencia fsico-natural en una cierta tendencia dentro de las ciencias sociales.

    Y qu ms? Tambin que se deslizan frases carentes de significado (2) a las

    que se presenta como cientficamente

    vhdas.

    Esto tambin hace al sector

    posestructuralista ya sealado: de lagenialidad alridculo slo hay un paso, y

    es el que algunos discpulos dan cuando pretenden asociarse masivamente al

    lenguaje de Lacan o Derrida. Es una situacin hoy muy presente en las pu-

    blicaciones de disciplinas sociales (ver por ej., algunos de los autores deno-

    minados poscoloniales y sus abstrusas apelaciones discursivas), cuando

    al no decir nada se nos quiere hacer pasar como si algo decisivo se hubiera

    significado, a travs de expresiones tan altisonantes como huecas. Por cier-

    to, cabe sostener un legtimo lenguaje de

    1 0

    sutil, de

    10

    no referencial y

    1 0

    no

    emprico: y gracias a autores como Lacan o Derrida es que hemos podido

    conocerlo y -llegado elcaso- utilizarlo. Surgi del terreno previamente abona-

    26

    la fenomenologa (3), y ha implicado un nuevo y muy fecundo campo

    . is en filosofia y ciencias sociales. Pero no cabe duda que el abuso

    simple

    nonsense

    se da muy a menudo (incluso en los autores citados).

    Hasta all, Sokal cumpli su funcin. Y lo antedicho es todo 1 0 que se

    consecuentemente de su anlisis. Sin embargo, 1 0 curioso es que l se

    por completo en los alcances de su trabajo, y pretende haber logrado

    ms: refutar filosficamente al relativismo, dar ctedra sobre qu tipo

    das sociales leharan bien a la izquierda ideolgica, objetar la teora de

    itstrofesy la de la constructividad del azar, afirmar el realismo ontolgico,

    s U p e J 8 C las tesis de inconmensurabilidad de Kuhn y de subdeterminacin de

    lasteoras por los hechos de Quine ...Sokal barre con escoba gruesa, y pretende

    que su ingenioso ~esto deproducir un texto trucad? para ~ltrarlo enuna revis-

    ta de ciencias SOCiales,le alcance para afirmar teSISfilosoficas generales que

    estnpor completo fuera del alcance de ese puntual recurso.

    Lopeor de esta situacin, esel

    efectoparadq/al

    que inevitablemente pro-

    mueve. Qu seriedad podemos adscribir a un autor que recae en los mismos

    erroresque pretende criticar? Cunto crdito darle a alguien que se manifiesta

    incapazde ver la brizna ens mismo mientras busca lapaja enelojo ajeno?

    Vamos a enumerar de manera un tanto sumaria, las falacias, carencias

    y malentendidos que sesiguen del trabajo de Sokal, bien que lhaya querido

    evitarloscon su Introduccin, donde nos advierte no slo contra sus crticos,

    sinotambin contra loque llama nuestros seguidores superentusiastas (p. 13).

    Cabereflexionar: sien laobra del maestro aparecen los fuertes deslizamientos

    que vamos a sealar. Qu puede esperarse de esos seguidores a quienes l

    mismopercibe como discpulos acrticos?

    Yasealamos los logros: 1.Muestra de usos incorrectos de categoras

    de las ciencias fsico-naturales en disciplinas sociales (restringido

    mayoritariamente a autores

    posestructuralistas);

    2.Exposicin de prrafos

    C8rentesde significado determinable (para esos mismos autores); 3.Seala-

    ~ent.o deque los autores no estipulan las condiciones para que categoras de

    CIenCIassico-naturales sean extrapoladas a otras disciplinas.

    El punto 3. no lo habamos anotado anteriormente, y da pie para em-

    J e Z a r

    a mostrar las inconsecuencias de Sokal. Quien como l reclama rigor

    en el anlisis, confunde abiertamente el que los autores no hagan la argu-

    ~cin relativa a la extrapolacin, con el hecho de que esta fuera incon-

    ~te. Pero

    podra haber

    argumentaciones que aval en ese procedimiento.

    este POdraser plausible, sin especificar argumentos explcitamente. En

    27

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    13/60

    todo caso, Sokal no puede demostrar 10contrario, porque si bien promete

    prudentemente no juzgar a los autores en 10que hace al aspecto sustantivo

    de su obra (pg. 14: no pretendemos con ello invalidar el resto de su obra:

    punto en el que suspendemos nuestro juicio) (4), se empantana al hablar de

    pretendido nexo con el psicoanlisis de la topologa (p.44, cursiva de R.E),

    o que sus analogas (de Lacan) entre el psicoanlisis y las matemticas

    alcanzan el summum de la arbitrariedad (p.46). Desde qu conocimientos

    de psicoanlisis se atreve Sokal a hacer semejantes afirmaciones? Adems

    de qu el mismo seencarga de sealar que no sabe psicoanlisis (p.35), esto

    resulta por dems evidente en suexgesis del conocido autor francs. Debe-

    mos entender -entonces- que es errneo extrapolar desde 10fsiconatural a

    10social, pero que sobre esto ltimo se est autorizado a hablar sin conoci-

    miento especfico? El mismo autor nos dauna pista alrespecto, en un autn-

    tico acto follido hacia el f inal de su trabajo: en el acpite ostentosamente

    denominado Saber de qu se habla , dentro de su bsqueda De un verda-

    dero dilogo entre las dos culturas (p.202 y ss.), se dice: Todo aquel que

    quiera hablar de las ciencias naturales -y nadie est obligado a hacerla- ha

    de estar bien informado sobre eltema y evitar hacer afirmaciones arbitrarias

    sobre las ciencias o suepistemologa (p.204). Dejemos de lado laambige-

    dad de la referencia final a las ciencias (acaso las fsiconaturales seran

    las nicas?). Lo sorprendente es que en este acercamiento supuesto entre los

    dos tipos de ciencia por va de la interdisciplina (p.202) (5); Sokal no ad-

    vierta que el camino y las obligaciones son de ida y vuelta Est tan ganado

    por sus propios prejuicios, que no cree necesario aclarar que para hablar

    sobre ciencias sociales tambin hay que estar bien informado sobre el tema.

    Las unilaterales recomendaciones solamente ataen a la correccin respecto

    de ciencias fisiconaturales. Maniquea versin que lmismo exhibe en paten-

    te estado prctico, al mostrar su desconocimiento sobre 10social.

    Slo eso puede explicar que Sokal pretenda despachar a Lacan de-

    dicndole apenas poco ms de 15 pginas. Es notorio que no puede distin-

    guir entre calidades conceptuales diferenciadas, de manera que la crtica

    cuidadosa que hace a las extraas pretensiones matemticas de Julia Kristeva

    o Luce Irigaray, no saca suficientes conclusiones del hecho evidente de que

    Lacan -tambin haciendo usos excesivos a los que era muy afecto, dado su

    megalomana- tena alguna idea de aquello a 10que aluda en su peculiar

    topologa ( sus frases -de J.Kristeva- t ienen ms sentido que las de Lacan,

    pero en10que respecta a la superficialidad de su erudicin, incluso le supe-

    ra). En rigor, Sokal nopuede evaluar a un autor como lLacan en 15pgi-

    28

    ems sin saber nada de psicoanlisis. Ni siquiera puede juzgar es-

    nte su lenguaje, dado que no todos los giros 'retricas del autor fran-

    an de alcanzar significado, al interior de la teora psicoanaltica, y

    dela modalizacin de sta que elmismo Lacan realiz. Lo hizo en sus

    (700pginas), ms deveinte seminarios publicados

    post-mortem

    cada

    mo libro, y otras varias obras dispersas (entrevistas, el l ibro sobre el

    de la familia, etc.). Alguien puede creer seriamente -advertida ladi-

    : 6 n de la obra de Lacan- que Sokal ha refutado al psicoanalista fran-

    Solamente loafirmaran quienes se adhieran a esa falta de seriedad que

    busca criticar. Una cosa es mostrar que Lacan no saba suficientes

    ticas, y muy otra refutarlo desde elpunto devista de su propia disci-

    p I i D a . No queremos afirmar, q~~ La~an no pudiera refutarse: decim?s que

    Sokalno tiene la menor posibilidad intelectual de hacerla. Y que

    -simple-

    mente--suobra no aporta nada relevante en esa direccin.

    Menos an podemos confiar en Sokal como pretendido epistemlogo.

    Noescuestin de ttulos: coincidimos con len que acerca deun tema, puede

    hablarcualquiera que sepa. Lo malo es que la versacin epistemolgica de

    Sobl no es nula, pero s muy limitada, de 10cual l mismo parece no darse

    cuenta. De modo que se advierte:

    l.Un realismo ingenuo (donde se superponen las dimensiones ontolgica

    y gnoseolgica), confundido a menudo con la idea de que existe acceso di-

    recto al tribunal de la experiencia sin mediacin terica. Aunque nuestro

    autortampoco lo discrimine, las dos cuestiones son por completo indepen-

    dientes entre s (la crtica kantiana no parece ser el fuerte de Sokal, respecto

    a la imposibilidad deacceso al numeno. Tampoco parece advertir los pro-

    blemas conceptuales del realismo, que han llevado a su actual atenuacin en

    /folismo interno,

    segn lopostula H.Putnam. Sobre las imposibilidades de

    la experiencia desprovista de carga terica, puede verse las posiciones de

    diversos autores en una conocida recopilacin de L.Oliv) (6)

    2.Se despacha la subdeterminacin de las teoras por los hechos en dos

    pginas, sin esgrimir argumentos suficientes. Es ms: por qu Sokal se

    OlU~str~ncapaz de enfrentarse a Quine desde un p unto de vista lgico?

    QuineJustifica desde la lgica puntos tan fuertes como la subdeterrninacin

    ~1as teoras, la inescrutabilidad de la referencia o la posibilidad de existen-

    C Ia de varias teoras verdaderas a la vez respecto de los mismos hechos (7),

    estas que no coinciden con las premisas de Sokal. No asoma en el libro

    ~ refutacin en trminos de lgica al respecto (por parte de alguien

    reclama un lugar principal para esa disciplina en su discurso).

    29

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    14/60

    3.El autor demuestra un conocimiento superficial y errneo sobre Kuhn,

    No es casual que en la bibliografa aparezca slo uno de los libros de este

    ltimo

    (11 ) .

    En el acpite respectivo, Sokal reafirma a Kuhn sin saberlo

    ,

    porque desde sus supuestos (su propio paradigma), l no puede sino des-

    comprender la decisiva obra del autor de

    La estructura delas revoluciones

    cientficas.

    Como muestra: esta visin de las cosas (de Kuhn) se adapta tan

    bien a laexperiencia que los cientficos tienen de su actividad que, a primera

    vista, esdifcil ver qu hay de revolucionario en este enfoque ...(p.82). Acaso

    pretende Sokal que el enfoque kuhniano coincide con la autopercepcin de

    los cientficos (incluido Sokal mismo)? Por el propsito de atacar al autor-

    afirmar que nada habra en l de nuevo- el neoyorquino se desliza en arenas

    movedizas, al asignarle una coincidencia con la intuicin inmediata que re-

    sulta claramente desmentible. De cualquier modo, sera interesante que Sokal

    sediese por enterado de la existencia de la obra de W.Stegmller -autor ya

    fallecido- quien por va justamente de lateora de conjuntos tan cara a Sokal,

    ha demostrado la logicidad de la propuesta de Kuhn (8). Como todos los

    adversarios de Kuhn, tambin Sokal desconoce o busca desconocer ese aporte.

    Estamos esperando (intilmente, hasta ahora) algn intento serio de refuta-

    cin hacia la formalizacin que Stegmller practica de Kuhn. Y mientras

    ello no seproduzca efectivamente, estar asumido que Kuhn es consistente

    con la lgica y que sus adversarios atacan fantasmas con su pretensin

    remanida de adjudicarle

    irracionalismo

    (mote siempre listo para usos mlti-

    ples e indeterminados). Y siel problema fuera slo la inconmensurabilidad

    (como afirma Sokal), es til recordar que un epistemlogo argentino, con

    slido apoyo en la lgica, ha sostenido en forma de teorema su existencia,

    sin que hasta donde s alguien lo haya desmentido (9)

    4.Compartimos la idea de que laciencia no es simplemente un discurso

    ms, ya que encuentra restricciones impuestas por la Naturaleza. Sokal

    util iza este argumento para oponerse a Barnes y a Latour. Pero en otro sen-

    tido ms general, sin duda que esvlido afirmar que laciencia es un tipo ms

    de creencia, dado que para aceptarla hay que partir de valores extracientficos

    j j

    que la den por admisible. Dicho de otra manera: la aceptacin de laciencia

    no es por s misma cientfica. De modo que para quienes se ubiquen en un

    inters por la objetividad, la ciencia es el recurso adecuado. Pero no para

    quienes se interesen por lo mstico, o lo potico. O mejor, el mismo sujeto

    puede aceptar lo cientfico slo cuando asume el inters por la objetividad (y

    no cuando lomueve lopotico o lomstico). Como Sokal no parece conocer

    la obra de Habermas, no puede entender que son conciliables los apriori

    ,ciales establecidos por los intereses, con la asuncin de criterios de

    ~dadmayor o menor asignables a diferen'ies teoras y enunciados den-

    campo cientfico. Y que por ello, las restricciones de la Naturaleza

    pero slo en la medida en que se asuma y acepte el horizonte de

    primero. D.em~?o que puede concili~rs~ lo c~entfico como una

    de objetivacin de lo real, con cntenos ngurosos de adecuacin

    idos a su interior.

    : .E s totalmente justificada la crtica a Bergson y Merleau- Ponty, en cuanto

    pretenden desde la filosofa desacreditar el punto de vista de la fsica

    ineana. Quieren producir algo as como una rifittacinfiloscflicade la

    fsica. Lo curioso es que -nuevamente- Sokal no seda cuenta que l

    tiene derecho a hacer algo igual, pero invertido: intenta una rifittacin

    . de lafilosofa. Tal vez su incomprensin de la inconmensurabilidad lo

    lleve a creer que cuando dos objetos tericos diferentes (el tiempo del

    espaciotiempo en la Fsica, y el tiempo de la conciencia en la fenomenologa

    o elintuicionismo) seponen enjuego bajo elmismo nombre, se est hablan-

    dode lo mismo. Acierta Sokal en que es errneo dar por intercambiables al

    gemeloque marcha a lavelocidad cercana a lade laluz, con elque sequeda en

    laTierra. Pero su pretensin de que los rasgos faciales tendrn las arrugas

    segnlos tiempos diferenciales, etc., tendran que ser corroborados en trmi-

    nosde biologa, no de fsica. Sokal no demuestra en ese plano suafirmacin. y

    mucho menos comprueba que las conclenCl:7s(tiempode lo vivido trabajado

    porla filosofade Merleau-Ponty) experimenten diferencialmente el tiempo.

    Estees un problema que entodo caso requerir aproximaciones experimenta-

    les(en lamnima medida en que esto esposible, dado las velocidades csmi-

    cas), para ser pensadas por y desde la IDosofia (en todo caso, con apoyo

    auxiliar externo de la fsica).

    . Novamos a seguir en detalle, para no abundar: baste sealar que hay

    lisasy llanas

    contradicciones

    en el libro de Sokal, tan supuestamente ape-

    ~ al r igor y la coherencia (pg. 81: Siempre hay un nmero, incluso

    infinito, de teoras compatibles con los hechos, cualesquiera que estos sean,

    ),CUalquierasea su nmero (lO); pg.214: Las dos teoras en cuestin son

    ~ente incompatibles, por lo que ambas nopueden ser verdaderas (ni

    era aproximadamente verdaderas ); deslizamientos de significado, que

    ~idointencionales o no, lo llevan a pelear con el ms dbil . As, nos

    lones sobre ecuaciones no-lineales , cuando es sabido que el inters

    la ~~-linealidad se refiere a causalidad no lineal (y es esta ltima la

    Ionque aparece en el texto enviado previamente por elmismo Sokal a

    30

    31

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    15/60

    Social Ten); o cambia subrepticiamente teora de las catstrofes por teo-

    ra del caos . Esto lepermite evitar medirse con Ren Thom y supropuesta

    respecto de catstrofes, la cual est matemticamente sustentada (11). La

    misma que -curiosamente- tambin ya apareca citada en el artculo enviado

    antes a la revista, pero no luego en el libro, para el cual se requera anlisis

    pormenorizado ...; profetismos en el orden poltico-ideolgico (del cual dijo

    en la Introduccin que no hablara), al sealar cunto ayuda la verdad cien-

    tfica a las causas revolucionarias. Sibien la charlatanera vacua no sirve a

    causas emancipatorias (caso Guattari , por ej.), ignorar que la ciencia y la

    razn hayan a menudo servido alpoder hegemnico, parece un tanto unilate-

    ral. Ms an, elautor que habla desde la izquierda pero parece desconocer

    a Gramsci, no da la impresin de hallar ningn vaco entre la cultura popular

    y la racionalidad cientfica, ninguna escisin entre sentido comn de los

    sectores dominados y lenguaje especializado; generalizaciones indebidas,

    como incluir a Zizek y a un filsofo como Jameson en eljuego indiscrimina-

    do de descalificaciones, slo porque recurran por momentos a Lacan; desco-

    nocimientos flagrantes, como sucede respecto dela nocin de posmodernidad

    (no

    1 0

    mejora el hecho de que algunos tambin la desconozcan en ciencias

    sociales). La palabra recorre permanentemente el libro, pero inslitamente

    se seala que la validez de nuestros argumentos no podr depender ennin-

    gn caso del uso de una determinada palabra (p.202). Dnde qued el

    riguroso pesquisador de palabras mal usadas por los posestructuralistas? Se

    permite a s mismo licencias del mismo talante de aquellas por las que cruci-

    fica a sus adversarios tericos. Pero lopeor es que Sokal notiene idea de que

    no se trata simplemente de una palabra : est enjuego una decisiva nocin

    que l no maneja, ni aparece tampoco en su horizonte de inteligibilidad. Es

    por ello que confunde posestructuralistas con posmodernos, y sobre todo no

    entiende la responsabilidad que lecabe alracionalismo en supropio colapso.

    O acaso la televisin que carnavaliza la percepcin actualmente, no es un

    fruto de latecnologa asociada a laciencia? Ono seestet iza hoy la vida por

    reaccin a la Verdad como Uno que imper durante la modernidad? por

    momentos el autor parece intuir esta situacin, pero no la asume pues no

    advierte que eltema debe estudiarse, tanto como debe estudiarse larelatividad

    si se quiere hablar de ella. El privilegio que asigna a las ciencias

    fisiconaturales permanece tambin en este punto, viciando toda equidad en

    el anlisis; e incluso existen errores: Sokal parece creer que la estadstica

    en ciencias sociales se entiende con slo comprender la base matemtica.

    Vase esta perla inferencial, al terminar el libro (p.292, nota al pie): slo el

    32

    s licenciados universitarios suscriba el creacionismo, comparado

    'de las personas con estudios secundarios y 6152% de las que slo

    do estudios primarios. De manera que quiz laenseanza cien-

    peor calidad es la que se imparte ' nivet.es prima.rio

    y

    . (cursivas nuestras, R.E). Este es un dislate digno de Ripley:

    parahomogneamente universos estadsticos totalmente diferen-

    1de los alumnos que van a la Universidad es diferente del total de

    van a primaria, tanto cuantitativa como cualitativamente) al consi-

    con la misma vara, como si cupiera una escala en comn. Muestra

    las ciencias sociales, mal que le pese al autor, deben estudiarse

    'camente

    para ser entendidas, y de que nuestro hroe racionalista es

    orante en los temas ajenos a su disciplina, como lo son anlogamente

    :08 que lataca. Slo que quizs resulta ms pattico sugesto de come-

    tcrel error en el acto mismo de estar criticando a los otros.

    En fin:que si de imposturas intelectuales se trata, Sokal mismo no escapa

    a varias.Sise hubiera constreido a lo que promete en las primeras pginas, su

    alegatosera convincente. Pero no llega lejos: es una pretenciosa y abarcativa

    e:a:.-esa.que apenas tiene recursos para un objetivo limitado y modesto.

    y

    mejor ser cuidarse de sus exgetas y apresurados seguidores. Bue-

    nosera que estos buscasen las imposturas con igual fervor en todas partes.

    As,analizaran con atencin los mltiples casos expuestos por E Di Trocchio

    ensu libro Las mentiras de la ciencia (12), donde lamayora de los casos

    de impostura son tomados de las ciencias fsico-naturales: invencin de

    resultados, cuadernos espreos para el registro de experimentos, robo de

    informacin a otros cientficos para anticiparse, acuerdos inconfesados con

    los lderes de la comunidad cientfica ...Tambin all hay mucho por investi-

    ~ El curioso caso de la memoria del agua (citado por Sokal en referen-

    CJaaBaudrllard) es apenas uno ms entre las mltiples estafas intelectuales

    provenientes de las supuestamente impolutas ciencias duras .

    Vaya un ejemplo en el plano de la epistemologa, de cmo los

    buIcadores de imposturas pueden recaer en ellas. Es sabido de la aversin

    cista hacia la obra kuhniana: cada da seproponen nuevas supuestas

    iones de ese autor, que hasta hoy han sido por dems ineficaces.

    ya hemos afirmado, la situacin se volvi ms grave para ellos cuan-

    Iler reconceptualiz a Kuhn en trminos de lateora de conjuntos

    :ya esimposible sostener consistentemente la alogicidad de Kuhn.

    hacer? Seha optado por ocultar laobra de Stegmller, o sunexo con la

    33

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    16/60

    de Kuhn. As, enun reciente libro sobre epistemologa se logra un milagro de

    acrobacia, a l expl icar la obra de Stegmller silenciando inslitamente su

    nexo con Kuhn. Vase eltexto (13), comprese con los propsitos explcitos

    del autor alemn (14), Yadvirtase transparentemente el procedimiento de

    ocultacin. Acaso esto no es impostura intelectual por parte de aquellos

    que aplauden a Sokal y su supuesta persecucin de impostores'?

    Para terminar, otro detalle. Sino es una broma ms del pcaro humor

    de Sokal, debemos a Didier Eribon, en la solapa de contratapa, el siguiente

    entusiasta comentario:

    i

    Qu masacre Alan Sokal, ahora junto a lBricmont

    ,

    vuelve a la carga con un libro devastador que muestra hasta qu punto la

    referencia a la ciencia por algunas de las figuras ms reputadas del pensa-

    miento contemporneo parte de una pura y simple impostura ... Los elogios

    continan. Olvidemos que Eribon nohaya adver tido ninguna de las flagran-

    tes inconsistencias que hemos venido sealando. Lo ms curioso es que l

    mismo es uno de los aludtdos ( ) por Sokal. Figura en la bibliografa final

    (p.300) su libro sobre Foucault, una saga muy favorable del autor francs, el

    cual a su vez es vc tima de la sedicente

    masacre

    por parte de Sokal (p.ej.,

    pg.228, o cita depg.285). Eribon ...no ha entendido nada de lo que ley, o es

    simplemente un incoherente total? Con esto , e l l ibro de Sokal nos ofrece

    perspectivas pintorescas hasta el momento final de lectura. Ojal haya entre

    quienes lo elogian, algunos menos desprevenidos Yms informados que el

    enftico periodista parisino. Segn se ve, no todos los que apelan

    discursivamente a la racionalidad tienen algo que ver con ella.

    34

    lte, nos referimos a su libro -en colaboracin con Jean Bricmont

    Impostllras

    'les,

    Paids, Barcelona, 1999

    1 concepcin fregeana de carentes de referencia en el mundo de acceso

    emp-

    s~o simplemente desprovistas de todo

    sentido.

    uesto, no desconocemos el rechazo de estructuralis tas y posestructuralistas hacia

    1--::menoIOga: sin embargo, el lenguaje ':sin .sujeto debe mucho a aquel del sujeto

    la conciencia husserliano. No es casual el IniCIOde Foucault, Lyotard y Demda en la

    lenologa, al comienzo de sus respec tivas carreras.

    No slo -ni fundamentalmente- de refer ir a las c iencias fsiconaturales se ha hecho la

    oIn de los autores criticados por Sokal. De modo que este ha puesto bajo la lupa slo

    trozosmuy minoritarios de su produccin (parte del ltimo Lacan, o de lajoven Kristeva).

    S.

    No estara de ms advertir de los problemas y simplismos que suelen asociarse a la

    nocin de interdisciplina, cuando no est epistemolgicamente construida. Hemos de-

    sarrollado la cuestin en nuestro

    Interdisciplinariedad (los avatares de la ideologa),

    UAM-Azcapotzalco, Mxico, 1982; y lo hemos retornado en artculos posteriores.

    6. Respecto a las versiones hoy necesariamente atenuadas del realismo, ver H.Putnam:

    Las

    mi l caras del realismo,

    I.C.E.lPaids, Barcelona, muy particularmente el Prlogo de

    Quintanilla. Sobre las imposibilidades de observacin neutral, L.Oliv y APrez Ransanz

    (comp.):

    Filosq/ ia de la ciencia: teora y observacin,

    Siglo XXI, Mxico, 1989

    7. QUINE, W

    Teoras y cosas,

    UNAM, Mxico, 1986.

    8. STEGMLLER, W.

    Estructura y dinmica de teoras,

    Ariel, Barcelona, 1983

    9. FLICHMAN, E. Haces naturales, lenguajes cientficos e inconmensurabilidad, en

    O.Nudler et al.: La racionalid ad en debate, Centro Editor de A.Latina, Bs.Aires,

    1993,tomo 1.

    10. Es cierto que esta es una tesis de Quine/Duhem que Sokal expone e intenta refutar;

    pero tambin es cierto que

    no la rf fota

    convincentemente; y que en todo caso, de sus

    propios argumentos sobre el tema no se sigue

    qlle haya

    una

    y slo una

    teora acorde a

    datos establecidos. Por tanto, su postulacin posterior es inconsistente en este punto.

    11.11IOM, R.

    Parbolas y catastro/es,

    Tusquets editores, Barcelona, 1985

    12.DI TROCCHIO, F.

    Las mentiras de la ciencia (,Porqu y cmo engaan los c ient(ji-

    CO I?),

    Alianza, Madrid 1995

    13' '

    ~~SUA, M. et al.

    Corrientes epistemolgicas contemporneas,

    Centro Editor de

    na, Bs.Aires, 1992, pp. 69 y ss. Tal vez no sea casual la

    gqffo

    por la cual una

    ~cia a Kuhn (en las notas, pues no se lo nombra en el texto central) tiene error en

    lode su libro ms conocido (nota nm.25, pg. 80)

    MLLER, W.

    Estroclura y d inmica de teo ras,

    op.cit.

    35

  • 5/20/2018 Follari. Roberto, Epistemologa y Sociedad

    17/60

    4 : SOBRE LA DESFUNDAMENTACIN EPISTEMO-

    CONTEMPORNEA

    En tiempos posmodernos, la.. .ocinde certidumbre est aboiida, como

    tambin lanecesidad de asentarse en ella. Siendo as, queda fuertemen-

    CUestionadala posibilidad misma de lo epistemolgicc, almenos dentro de

    DDcinnormativizante instaurada a partir del positivismo lgico. Para qu

    -prantizar el conocimiento? Se requiere una especie de tribunal trascen-

    dentea laactividad cientfica misma que pretenda fijarle criterios?

    Por supuesto, puede asumirse una nocin dbil de lo epistemolgico

    (la cual de hecho se ha entronizado en lo que l lamaremos epis temologa

    general -o campo de la filosofia de la ciencia- a partir de Kuhn), para la

    cual de lo que se trata es de real izar una reflexin de segundo orden, que

    toma a lasciencias como objeto, pero que no pretende en cambio fijarles exte-

    riormenteparmetros de aceptabilidad. Resulta menos obvio que esta versin

    ms benigna tambin deba suspenderse, pero tampoco resulta evidente que

    pueda sostenerse sin tensiones. La divisin prctica entre actores directos de la

    investigacin sustantiva, y pensadores acerca de sta desde la exterioridad

    filosfica,no sesuperar mientras exista un rea temtica especializada deno-

    minadaepistemologa o filosofia de laciencia. Y tampoco sesupera del todo el

    efectode sentido segn el cual aquellos que hablan desde lo general estaran

    por encima de quienes lo hacen desde las prcticas cientficas particulares: la

    epistemologa -an cuando no sepresente como normativa- aparece como un

    eapaciode palabra privilegiada, encolisin con tiempos enque tiende a abolir-

    la idea deque existan discursos que no sean tributarios de una legitimacin

    .. l tima que depende del sistema cultural en su conjunto.

    Creemos que no est resuelto este problema, sino que se encuentra en

    el derrotero de su despliegue prctico. Asistimos a una lenta metamor-

    de las modalidades de lo epistemolgico, a travs de las cuales puede

    ra relegitimarse desde una posicin diferente. Tal vez eshoy ms claro

    filosofa sobre la(s) ciencia(s) no puede hacerse prescindiendo de esta( s)

    37

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    18/60

    ltima(s).El discurso epistemolgico tiene hoy supropio estatuto epistemolgico

    sinduda digno deatencin: ya no se plantea como exclusivamente filosfico

    sino que requiere

    10

    cientfico como elemento constituyente de s. Tanto en lo

    que hace alconocimiento sobre lainvestigacin cientfica misma -respecto de

    la cual no cabra hablar a priori, sino en informada relacin con sus concretos

    desarrollos-; como en lo que hace, por ej. , a los determinantes sociales de la

    cognicin, y a la relacin entre tomas de posicin en el debate cientfico y

    lugares de adscripcin dentro de la comunidad cientfica, todo

    1 0

    cual requiere

    de instrumentos sociolgicos Y psicolgicos especficos.

    La epistemologa se desliza as hacia el abandono de su omnipotencia

    por instalacin en lo que supone un trasmundo -inevitablemente platnico-

    desde el cual juzgase exteriormente los quehaceres cientficos. Cada vez ms

    es ella misma un ejercicio ligado a laactividad cientfica, sin que -por supues-

    to- pueda finalmente fundirse plenamente con esta, pues ello hara superflua

    supropia existencia. Por otra parte, la vieja pretensin normativa, labsqueda

    de regir con criterios fuertes la produccin concreta deciencia, ha ido desapa-

    reciendo gradualmente, rotando hacia una especie de acompaamiento reflexi-

    vo, donde la funcin tradicional de lo epistemolgico ya no se trasunta. En

    tiempos posmodemizados de pluralismo cultural, quiz nadie cuestione el de-

    recho de la epistemologa a producir su propio discurso, a agregar una mirada

    que puede resultar necesaria para que la ciencia no repita al infinito su sola

    letana autojustificatoria. Pero seguramente, la funcin de tal discurso tendr

    que ir definindose fuera de toda aspiracin a la hegemona en lalucha por la

    negociacin de los significados; va desapareciendo lentamente (aunque nosa-

    bemos si llegar a hacerlo del todo) el aura por el cual se supona que all

    hablaba una Verdad trascendente a toda actividad cientfica concreta, desasida

    de esta ltima, y sin embargo, capaz exteriormente de fijar su validez y su

    lmite. Ms bien, hoy

    10

    epistemolgico seva consti tuyendo como reflexin

    sistemtica acerca de las ciencias, auxiliada por stas (en cuanto epistemolo-

    gageneral ); y como autoconciencia conceptual de las ciencias mismas, cuando _

    de lo que se trata es de las epistemologas disciplinares producidas al inte-

    rior de las teoras especficas de cada disciplina.

    Introduccin a una ciencia posmodema (1). Desafo el suyo nada

    ya que se plantea la reconsideracin de la ciencia en los tiempos

    es

    al punto de tema t izar no tanto el lugar de la ciencia en lo

    , l~o, sino suponer un tipo de ciencia que fuera l mismo posmodemo:

    . ~que respondiera a su manera a las con?iciones de la cultura contem-

    asumiendo un molde que fuera condicente con estas.

    Por supuesto, ello conlleva a su vez una redefinicin del rol de la episte-

    lacualjuega enestecasocomo especie debisagra entre condiciones de

    'u1tural, y remisin a lapeculiaridad de laprctica cientfica, realizando

    jbncinque es exterior a lade las ciencias mismas, y sosteniendo un consi-

    gradode especificidaddiscursiva.Esta cuestindel rolde loepistemolgico

    estsupuesta pero no suficientemente tematizada en ellibro a que referi-

    mos , y larespuesta implcita nodejadeser un tanto problemtica: semantendra

    vigenciade lo epistemolgico, con un grado considerable de prescripcin

    valorativa (ms que tcnica o lgica). Sibien con esto se responde al reclamo

    tico propio de los tiempos posmodemos (2), queda todava asignada a lo

    epistemolgicouna funcin dura, fuerte, que no resulta acorde al espritu domi-

    D8 I1te dela poca. Aunque tal vez, delo que setrate sea precisamente de operar

    una ruptura dentro de ese espritu de la liviandad: de asumirlo de facto, pero

    atravesarlohaciauna especie de superacin dialctica que no semantenga inerte

    en elpolo de 10 negado. En todo caso, de Sousa no renuncia a proponer una

    palabrafilosficaque marque derroteros: por ello advertimos que eltalante de su

    epistemologapretende incidir enlo posmodemo -asumiendo estafondicin de

    hecho-, pero no escalificable de ningn modo como posmodemista. Y elloesta-

    blece latensin (que hemos planteado enalgn caso respecto de nuestro propio

    discursoterico) encuanto a cmo articular la insistencia sobre valores que son

    decortemoderno, dentro delhorizonte cultural posmodemo.

    Hecha esta referencia inicial, vayamos a algunas de las originales

    laciones del autor. El texto muestra una gran audacia intelectual, soste-

    enuna evidente solidez de conocimientos y una notable capacidad para

    IC~

    opciones inditas. Una de las proposiciones centrales es la de re- ,

    , Ir ha~iauna segunda ruptura epistemolgl~a, 'l e oe Yllelvala ciencia

    18

    el sentido comn: es decir, que revierta sobre este en laconsecucin de

    ~d con tWQr~UQnocimikn~ca de s

    y

    de la realidad e~n

    . Para ello, el autor asume explcitamente lapostulacin bachelardiana

    ruPtura epistemolgica entre la ciencia y el sentido comn (3), impres-

    ,l~(~mbin para de Sousa), si sequiere lograr que locientfico no est

    uldad simple con los prejuicios o las opiniones cotidianas.

    Una ciencia posmoderna?

    1

    Lo cierto es que el ejercicio del lugar de lo epistemolgico en la

    posmodemidad ha sido el propsito especfico del trabajo de B. de Sous

    a

    38

    Iv . : e M ~CA

    ~~~~A..L

    ~~ c> -.o~

    ~ . c - (

    39

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    19/60

    1

    No se trata de disolver esta primera ruptura, sino de plantear ahora

    otra complementaria, en la asuncin de que la primera estara de hecho con-

    sumada. De modo que este segundo movimiento no anulara el primero, sino

    que lo continuara hacia una reapropiacin de laciencia por la sociedad que

    la posibilita. Si la ciencia tiene algn significado para la sociedad, es aquel

    de servir a modificar sus puntos de vista, a enriquecer sus posibilidades

    argumentativas, a incrementar sucaudal informativo. De manera que loc ien-

    I tfico hara -o

    debiera

    hacer, ya que en esto de Sousa no supone que est

    \ ante la constatacin de un movimiento realmente existente- el proceso de su

    \

    reasuncin dentro del sent ido comn, para enriquecerlo: enriquecimiento

    posible slo en tanto hubo una ruptura previa con tal sentido comn, pues de

    nohaber sido as nohabra enriquecimiento alguno enel mantenerse atado a

    las mismas premisas iniciales.

    No cabe duda alguna que podemos ante esto recordar a Gramsci, y su

    propuesta en relacin con los intelectuales orgnicos, en su caso a los

    fines de' la constitucin de la ideologa alternativa, Ysu fusin con laprctica

    cotidiana y los parmetros culturales de los sectores populares. Hacemos

    bajo nuestra cuenta la analoga, en tanto de lo que setra tara para de Sousa

    es de socializar la ciencia, de reabsorberla socialmente, para que su espe-

    cificidad sea negadadialcticamente en sureasuncin por aquellos que no

    estn incluidos en tal especificidad prctica y/o discursiva.

    Esta postulacin implica tambin mostrar la necesidad de que la c ien-

    cia se autorrepresente su lugaf enrelacin a lo social, esdecir, que sea capaz

    de pensarse a s misma como socialmente producida. Por supuesto, esto es

    ms fcil de lograr en las ciencias sociales, y nuestro autor revisa cmo seda

    en el caso de la Sociologa. Muestra cmo alluna de las respuestas dadas al

    problema es el de la autorreflexividad: la propuesta de Bourdieu es objetivar

    al sujeto objetivante. Es decir, que elinvestigador considere expresamente

    el lugar social que l mismo ocupa, que se estudie a s mismo como objeto

    sociolgico, para poder conocer as sus propias determinaciones y sesgos,

    y

    tender a reducirlos. De Sousa, con agudeza, seala que esto no garantiza la

    eliminacin del sesgo, porque la lectura del propio lugar est hecha ya

    desde elprctico estar situado enel lugar mismo; dicho de otro modo, an la

    lectura crtica del propio sitial est sometida al sesgo que tal sitial establece.

    Pero de cualquier modo el recurso parece t il, y de Sousa lo defiende, asu-

    miendo sus limitaciones. Se trata de hacer de la actividad cientfica algo

    autorreflexionado, lo cual 1 ;permitir salir de laposicin tradicional segn

    lacUaio cientfico se supona disociado de los condicionamientos sociales,

    40

    crea que a las i.nvesti?acio~~~sa: s~ llegaba por el c~.?e

    oblacionescolonizadas,

    y~ue se reprodujo la lgica binaria :>ro:>iael pe~~ierito que obstruye la

    diferencia,yque en la totalizacin conceptual t iende aproducir laviolencia

    de la imposibilidad de advertir al otro en su radical exterioridad,

    -

    --

    -

    - -

    -

    --

    Las ideas centra les de este pensamiento se basan en J.Derrida y su

    nocin de deconstruccin. Segn esta , es s iempre en la textualida