Forjib noviembre

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El Foro Jurídico Iberoamericano es La RevistaInternacional de Derecho Práctico

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Año II Número 21 Noviembre 2014

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¿Qué problema tiene la Justicia?

SUMARIO

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La situación actual de la Justicia en muchos países iberoamericanos es un problema que preocupa a muchas personas, tanto profesio-

nales del sector como no profesionales, ya que es un tema realmente vital para la sociedad.

La confianza en la Jusitica actualmente está de capa caída y son diversas las cau-sas que han ocasionado este hecho (es-casez de medios, alta litigiosidad...), aun-que ni los propios responsables de esta materia se ponen de acuerdo.

El único punto en el que sí coinciden todos los diferentes profesionales de este sector es en la importancia que tiene la separación de poderes, y es algo que hoy por hoy no está ocurriendo.

Uno de los principales problemas que tiene a día de hoy la Justicia es que es un

estamento que depende en gran medida del Gobierno, algo que hace que su in-dependencia quede totalmente colapsada por los dirigentes que controlan el país, qe a pesar de que cambien, saben la im-portancia que tiene tener bien controlado el ordenamiento jurídico.

Toda la problemática que envuelve en la actualidad la Justicia ha hecho que se abra un debate mucho más importante, sin cabe, y es la sostenibilidad de un Estado de Derecho sin que existan separación de poderes y con una Justicia tan “enferma” como la que tenemos en la actualidad.

Con este debate encima de la mesa, desde el Foro Jurídico Iberoamericano hemos querido que diferentes profesiona-les del sector judicial analicen qué es lo que está pasando en la Justicia y cuáles son el porqué de esta situación.

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El debate entre arbitraje y arbitra-bilidad (más bien entre arbitraje e inarbitrabilidad de determinadas relaciones jurídicas) es un debate

viejo en el mundo del arbitraje. Aunque, y esa es al menos mi opinión, es un debate que está llamado a perder gradualmente intensidad.

El arbitraje es hoy una institución de moda. En este mundo cada vez más glo-balizado representa el mecanismo de so-lución de conflictos por antonomasia en el mundo de las relaciones comerciales internacionales. Diversos informes, el úl-timo de la Queen Mary University of Lon-don del año 2013, así lo atestiguan con cifras que no admiten discusión.

En cambio, la arbitrabilidad es un con-cepto hoy cada más en desuso. Como veremos a continuación, hoy no hay ape-nas un sector de actividad económica extramuros del arbitraje.

Dedicaré las primeras líneas de esta contribución a demostrar que el arbitraje, igual que no tiene límites geográficos a su expansión, tampoco tiene límites por razón del sector económico en el que se enmarca la disputa. Repasaré más tar-de las razones que han justificado esa expansión del arbitraje, para finalmen-te apuntar la idea de que un control a posteriori de la validez del laudo arbitral, confrontando su contenido con el orden público del país sede del arbitraje o del lugar elegido para su ejecución, puede sustituir con ventaja el control apriorís-

tico de la arbitrabilidad de la relación jurídica litigiosa que, sin embargo, aún hoy exigen la mayor parte de los ordena-mientos jurídicos de los países de nues-tro entorno.

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1.1 Originariamente.

Originariamente, el arbitraje fue un me-canismo que permitió dar solución a los conflictos que surgían:

- en las relaciones comerciales inter-nacionales entre empresas;

- en el transporte, incluido el marítimo;

- en las relaciones de cooperación entre empresarios;

- o en la compraventa internacional de mercancías, sujeta o no a la Conven-ción de Viena de 1980.

Un poco más tarde, el arbitraje se ex-tendió a otros sectores, cruciales para el desarrollo del arbitraje internacional, ta-les como:

- La construcción y los grandes pro-yectos de infraestructuras.

- O el mundo de la energía.

1.2 La posterior extensión del arbitraje a nuevo ámbitos de actividad.

Hoy el arbitraje alcanza también a otros sectores como:

- La propiedad intelectual, con deter-minados límites.

Las nuevas fronteras del arbitraje comercial internacional: ¿Es la arbitrabilidad un concepto

llamado a caer en deshuso?Antonio Hierro, socio de Cuatrecasas Gonçalves Pereira

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- La farmacia o la biotecnología, tam-bién con límites.

- El Derecho de Sociedades, ya se trate de arbitraje societario o estatutario.

- Los conflictos derivados de acuer-dos parasociales entre socios de una so-ciedad o en joint ventures, un ámbito re-currente para el arbitraje.

- Como también lo es el de los con-flictos derivados de operaciones de com-pra y venta de empresas.

Más recientemente aún, también se ha extendido:

- Al mundo financiero y de los segu-ros. Esto es, al mundo de la banca y los seguros y reaseguros, de los mercados

de capitales, de la gestión de patrimo-nios y de las sociedades de inversión.

- Al derecho sucesorio testamentario, las disputas sobre trusts, tan frecuentes en los países anglosajones.

- Al derecho de consumo, con su re-gulación específica (en casi todos los países europeos, no así en USA) o al de-recho regulador de las relaciones labora-les, aunque también con muchas restric-ciones en Europa.

- Al deporte (TAS de Lausanne).

- Al derecho de la competencia (casos Mitsubishi en USA o Labinal en Europa).

- Al comercio electrónico (ICANN).

- A las inversiones extranjeras, sean arbitrajes CIADI o no CIADI.

- A los conflictos interadministrativos, una peculiaridad española que resulta de la Ley de Arbitraje de mayo de 2011.

- O, desde hace poco, año 2011, a los conflictos con entidades públicas noterritoriales.

- Sólo un ámbito de actividad se re-siste a admitir el arbitraje: el de los con-flictos entre las empresas y las Admi-nistraciones Públicas de base territorial, pero es cierto que ello sólo en Francia y en España dentro del mundo occiden-tal, pues aunque el arbitraje adminis-trativo tampoco se permite en China, sí está aceptado, con algunos matices y particularidades en ocasiones, en toda Europa occidental, en USA y en América Latina.

Como alguien dijo, hoy en día sólo res-tan pequeñas islas de inarbitrabilidad en

un océano dominado por la arbitrabilidad de las controversias de base negocial y contenido patrimonial entre las empresas.

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Si hacemos un poco de historia com-probaremos que la arbitrabilidad, hasta finales del siglo pasado, se relacionaba con las “materias sobre las que cabe la transacción de las partes”.

Más tarde se hizo depender de un cri-terio más amplio: son arbitrables “los de-rechos sujetos a la libre disposición de las partes” (eso, por ejemplo, es lo que dice el artículo 2 de la Ley Española de Arbitraje, de 2003).

Finalmente, de un tiempo a esta parte, y siguiendo el modelo suizo, se admite sin dificultad que el arbitraje puede ser-vir para dirimir cualquier “controversia de naturaleza económica”.

“Desde hace aproximadamente dos décadas la extensión de la arbitrabilidad es una tendencia imparable en el

arbitraje moderno”

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69LZVS\JP}U�HS[LYUH[P]H�KL�JVUÅPJ[VZ Quedan como zonas grises:

- Los ámbitos cubiertos por el Dere-cho necesario o imperativo, en función de lo que establezca la ley aplicable, sea esta la ley que establezca el convenio ar-bitral, la ley de la sede del arbitraje, la ley del lugar probable de ejecución o bien una ley transnacional que sea un mix de todas ellas.

- Y también, por supuesto, los ámbi-tos enmarcados en el orden público, na-cional o internacional, dependiendo de lo que establezca al respecto el derecho aplicable, sea éste el que sea.

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Pues bien, pese a lo dicho, desde hace aproximadamente dos décadas la exten-sión de la arbitrabilidad es una tendencia imparable en el arbitraje moderno, por tres razones principalmente:

- En primer lugar, como acabamos de ver, porque se admite que el arbitra-je pueda alcanzar a cualesquiera contro-versias de naturaleza económica, sean de base negocial o no.

- En segundo lugar, porque se ad-mite que el laudo puede afectar a ter-ceros aunque no hayan sido signatarios del convenio arbitral: por ejemplo, en el caso de una impugnación de acuerdos sociales, esto es, en el caso del arbitraje estatutario.

- Y en tercer lugar, y eso es lo más importante, porque se admite que el ár-bitro puede resolver sobre cuestiones de

derecho imperativo o incluso, en oca-siones, relacionadas con el orden pú-blico. En efecto, tratándose de arbitraje de derecho, el árbitro lo que debe ha-cer es aplicar el derecho, también, por supuesto, el derecho necesario. Luego habrá, en sede de anulación o en sede de reconocimiento y ejecución del laudo, un control judicial del laudo vía verifica-ción de su adecuación al orden público, nacional o internacional, que puede va-riar en función de cuál sea el derecho aplicable.

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La revisión del concepto de arbitrabi-lidad que se opera por las tres vías que acabo de describir es lo que ha traído como consecuencia, por una parte, ese proceso de apertura al arbitraje de deter-minados ámbitos que antes estaban ex-cluidos; y, por otra parte, y esta es la te-sis que someto gustosamente al parecer de mis colegas, a que pueda pensarse que la arbitrabilidad como criterio aprio-rístico haya perdido su razón de ser y su utilidad en el mundo del arbitraje comer-cial internacional, en la medida en que tal función puede ser reemplazada con ventaja por el control a posteriori de la validez del laudo dictado conforme a los parámetros que ofrece el contraste de su contenido con el orden público, nacional o internacional, aplicable conforme a la ley del país sede del arbitraje o conforme a la ley del país donde el laudo haya de ejecutarse.

Antonio Hierro

Es abogado del Estado en excedencia y socio de Cuatrecasas Gonçalves Pereira. Fue director de su Área de Litigios y Arbitraje, desde su fundación, durante quince años (1994-2009). En la actualidad, centra su actividad profe-sional exclusivamente en el arbitraje internacional, sea como árbitro o como experto.

El Sr. Hierro es uno de los dos representantes españoles ante la Corte In-ternacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional y el único miembro de la London Court of International Arbitration (LCIA).

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Es inevitable que los hombres que viven en sociedad tengan conflictos y diver-gencias entre ellos, los que deber ser resueltos prontamente. En las socieda-

des actuales, es el Estado el que resuelve estas controversias por medio de tribunales especia-lizados, reservándose para sí el ejercicio de la función jurisdiccional. Sin embargo, los tribu-nales ordinarios en muchas ocasiones llevan a cabo su labor en forma ineficiente, las resolu-ciones llegan muy tarde, la calidad de los jueces no es siempre la deseable y el conocimiento en la materia que genera el conflicto no siempre es el que debiera, lo que hace que los particulares prefieran resolver sus controversias por medio de árbitros.

El arbitraje como tal ofrece ventajas: una pronta resolución al conflicto, los árbitros son escogidos por el conocimiento que poseen so-bre la materia arbitrable, pero el costo econó-mico que implica someter a arbitraje una dife-rencia es elevado, lo que desmotiva el arbitraje.

Guatemala reconoce y acepta el arbitraje en el derecho internacional público y son frecuen-tes los laudos arbitrales dictados por tribunales en contra o a favor del Estado de Guatemala. Es más, en la mayoría de los tratados de libre comercio y convenios se contempla el arbitraje como una forma de resolver los conflictos que se generan entre los Estados.

Guatemala ha estado a la zaga en el arbitraje privado que tiene muy poca aceptación, debido en gran parte a que no ha apoyado la institución arbitral.

Una breve reseña legislativa, nos muestra que en el año 1934, el Código de Enjuiciamiento Civil y Mercantil1 establecía la vía ejecutiva para el caso que, existiendo cláusula arbitral, alguna de las partes rehusara ir al mismo. Este proce-dimiento hacía difícil, engorroso y más costoso

el arbitraje porque debía acudirse previamente a los tribunales ordinarios, si una de las partes se negaba a ir al arbitraje.

El Código Procesal Civil y Mercantil de 19652 derogó la disposición anterior, sin embargo, es-tableció el procedimiento incidental si una de las partes, existiendo cláusula compromisoria, se negaba a ir a arbitraje.

Para de fortalecer la institución arbitral, se promulgó la Ley de Arbitraje, Decreto 67-95 del Congreso de la Republica, cuyo objetivo fue el de dar una mayor facilidad para someter con-troversias a arbitraje cuando existía cláusu-la arbitral, apoyar el desarrollo del arbitraje en Guatemala y disminuir la carga de trabajo a los tribunales ordinarios.

El Código Procesal Civil y Mercantil, estable-cía como único recurso en contra de los laudos arbitrales, el recurso de casación y señalaba un numerus clausus para la interposición del mis-mo.

Es importante resaltar que el artículo 632 del cuerpo legal precitado, específicamente men-cionaba que si la Corte Suprema de Justicia declaraba con lugar el recurso de casación, se limitaba a casar3 el laudo y no le era dable pro-nunciarse sobre el fondo del asunto. Contem-plaba la teoría del reenvío de entero acuerdo con el espíritu del arbitraje, ya que si las partes, en uso de la autonomía de la libertad, habían decidido someter sus diferencias a un tribunal arbitral, era éste el que debía dirimir esta con-troversia y no podían los tribunales ordinarios pronunciarse sobre el fondo del asunto. Puede aceptarse que el Estado fiscalice el proceso ar-bitral evitando que se vulneren derechos pro-cesales a una de las partes, esta fiscalización debe ser únicamente en violaciones in proce-dendo o para el caso que el laudo fuera contra-rio al orden público. El recurso contra el laudo

El recurso de revisión como único recurso en el proceso

arbitral guatemaltecoFrancisco José Castillo Love, abogado y notario, Megister Artium en Economía (Magna Cum Laude) Universidad Francisco Marroquin (Guatemala)

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arbitral, solo puede aceptarse para garantizar la legalidad del proceso.

El recurso de casación en contra del laudo arbitral como único medio de impugnación, fue derogado por la Ley de Arbitraje, la que creó el denominado recurso de revisión como único re-curso que puede interponerse4. Si bien es cierto, el recurso de revisión, contenido en la Ley de Arbitraje contempla únicamente ciertos casos en que puede interponerse, la falta de conoci-miento de los magistrados de la doctrina arbitral ha dado por resultado que este recurso esté sir-viendo para desmotivar a las partes a acudir a arbitrar una controversia.

El hecho de crear el recurso de revisión en

la ley, ha sido un gravísimo error, que esta oca-sionando un grave daño a la institución arbitral. Si bien es cierto para poder interponer el recur-so de revisión, las salas de apelaciones, deben ceñirse a los motivos específicamente seña-lados en el artículo 43 de la Ley de Arbitraje, así como que la parte que interpone el recurso debe haber planteado previamente una protesta u objeción, lo que ha originado confusión, entre los magistrados, es la parte del artículo recién citado que literalmente dice: “La resolución del recurso de revisión deberá confirmar, revocar o modificar el laudo arbitral y en caso de revoca-

ción o modificación se hará el pronunciamiento correspondiente”. Esta disposición, interpretada dentro del espíritu del arbitraje, no debiera de causar mayores problemas, sin embargo sí la in-terpretación de los magistrados, ignorantes del arbitraje, ven en la institución arbitral a un com-petidor y no a un aliado, asimilan el recurso de revisión a un recurso de apelación, modificando el fondo del laudo arbitral, y dejan sin certeza el laudo.

Recientemente la Sala Segunda de la Corte de Apelaciones del Departamento de Guatema-la, sin que existiera un motivo concreto, ni pro-testa previa, en abierta violación a las normas de la Ley de Arbitraje, interpretó el recurso de revisión, como un recurso de apelación y resol-

vió el fondo del laudo arbitral, desnaturalizando el arbitraje en su esencia, ya que si las partes han decidió que la controversia sea resuelta por un tribunal arbitral y no por los tribunales ordina-rios, resulta un contrasentido que la controversia sea resuelta en definitiva por jueces ordinarios.

Si los magistrados siguen interpretando el re-curso de revisión, como un recurso de apelación y no se reforma la Ley de Arbitraje prohibiendo a los magistrados pronunciarse sobre el fondo del laudo, será darle la estocada final al arbitraje guatemalteco.

Francisco José Castillo Love

Abogado y Notario, Magister Artium en Economía (Magna Cum Laude) Uni-versidad Francisco Marroquín, Guatemala; Doctorando en Derecho Cons-titucional, UNED, Madrid; Decano de la Facultad de Derecho, Universidad Francisco Marroquín, 1977-1984; profesor de Derecho Procesal Civil, Nota-rial y Mercantil; amplia experiencia en arbitrajes; autor de 10 publicaciones sobre temas jurídicos.

1. Decreto 2009 de la Asamblea Legislativa que derogó el Decreto Gubernativo 175 del 8 de marzo de 1877.

2. Decreto Ley 107 del 14 de septiembre de 1963, en vigor desde el 1 de julio de 1964, según Decreto Ley 108.

3. Tiene el significado de anular.

4. Ley de Arbitraje, artículo 43.

“Guatemala ha estado a la zaga en el arbitraje privado que tiene muy poca aceptación, debido en gran parte a

que no ha apoyado la institución arbitral”

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La herencia ilustrada le ha atribuido una marcada naturaleza individua-lista a los derechos humanos, con-cebidos únicamente como libertades

negativas que se constituyen en una coraza contra cualquier intervención estatal en las esferas de la libertad natural de las personas.

De ahí la afirmación que los derechos eco-nómicos, sociales y culturales tienen una na-turaleza distinta a la de los derechos civiles y políticos, ya que los segundos solo generan obligaciones negativas por parte del Estado, mientras que los segundos generan obliga-ciones positivas. En el primer caso, el Estado se limita a no interferir; en el segundo, debe realizar diversas acciones para atender las demandas sociales.

Se apunta que los derechos civiles y polí-ticos son derechos frente a los cuales el Es-tado está obligado a un resultado concreto, que es el de un orden jurídico-político que los respete y garantice; mientras que los se-gundos contienen obligaciones de medio o de comportamiento, lo que implica que para determinar si un Estado los ha violado, no basta con demostrar que no han sido satisfe-chos, sino que el comportamiento del poder público para alcanzar ese fin no se ha ade-cuado a los estándares apropiados.

Sin embargo, es fácil demostrar que todos los derechos humanos se caracterizan por contener un complejo de obligaciones nega-tivas y positivas de parte del Estado, y por el carácter prestacional o participativo que también puede ser un atributo de los dere-chos civiles y políticos; por tanto, es recha-zable creer que existe un derecho puro en el sentido de generar exclusivamente un tipo de obligaciones.

Sólo piénsese en las acciones positivas del

Estado para (a) asegurar el derecho al voto mediante la celebración de elecciones libres, las cuales abarcan cuestiones que van desde la compra de urnas, papel, tinta, hasta la for-mación de personal fiscalizador, la adecua-ción de los establecimientos necesarios don-de ejercer el voto, y los sistemas de recuento; (b) la construcción y el mantenimiento de las vías de comunicación para asegurar la liber-tad económica; (c) la libertad de expresión que no sólo se reduce a la simple prohibición de la censura, sino que comprende también “la habilitación de centros culturales y plazas públicas, la subvención de publicaciones, la concesión de espacios gratuitos en radios o televisiones, o una regu¬lación, en general, que evite los monopolios y garantice el plu-ralismo informativo”1.

(d) El derecho de propiedad que implica un sinnúmero de prestaciones públicas que van desde la creación y funcionamiento de los re-gistros públicos de la propiedad hasta la fi-nanciación de juzgados, funcionarios y fuer-zas de seguridad que puedan garantizar los contratos mercantiles; (e) el derecho a no ser torturado requiere de funcionarios policia-les debidamente capacitados en principios garantistas, y de la construcción y manteni-miento de centros de detención adecuados, y en correspondencia con la dignidad de las personas detenidas; (f) el funcionamiento de los registros civiles para asegurar la validez jurídica de figuras constitucionales como los matrimonios, los divorcios, las defunciones, los nacimientos, etc.; (g) la estructuración del sistema judicial; (h) el sostenimiento del aparato policial y de defensa; todo ello impli-ca utilizar importantes recursos financieros.

Piénsese en (a) el derecho a la salud que también incluye deberes negativos como el

El mito de las obligaciones distintas de los Derechos

Económicos, Sociales y CulturalesJoaquín A. Mejía R., litigante ante la Comisión y Corte Interamericanas de derechos humanos

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de prohibir que el Estado y/o particulares contaminen o que comercialicen productos en mal estado; (b) el derecho a una vivien-da digna que entraña además el derecho a no ser desalo¬jado arbitrariamente y a no ser objeto de cláusulas abusivas en los contra-tos de arrendamiento; (c) el derecho al traba-jo que implica la prohibición de los despidos injustificados o el respeto por la libertad de expresión de los trabajadores; (d) el derecho a la educación que también involucra la liber-tad de los padres a escoger el centro educa-tivo de sus hijos; (e) los derechos de huelga y libre sindicalización que requieren la no inter-vención del Estado; etc.

Es más, derechos como los de huelga y libre sindicalización se caracterizan por la ausencia de una obligación prestacional del Estado, y por la existencia de una obliga-ción negativa para que los poderes públicos se abstengan de interferir en su ejercicio; en otros términos, aunque están dentro de la categoría de los derechos económicos, so-ciales y culturales, se instituyen con la mis-ma técnica jurídica que los derechos civiles y políticos. Sobre esta base se puede sostener que hay derechos humanos con una natura-leza híbrida, incluso algunos derechos tradi-cionalmente considerados civiles y políticos como por ejemplo, el derecho al matrimonio y a fundar una familia, la cual, al ser consi-derada el elemento natural y fundamental de la sociedad, evidentemente tiene una natu-raleza cambiante que hace que su función

social no sea simplemente una cuestión de derechos civiles y políticos, sino también de derechos económicos, sociales y culturales2.

En consecuencia, no puede hablarse de obligaciones negativas y positivas puras, y tampoco se debe seguir fraccionando a los derechos humanos en dos categorías en ra-zón de la supuesta diferencia de las obliga-ciones que generan, ya que ello implicaría que algunos derechos como los de huelga y libertad sindical dejarían de ser derechos económicos, sociales y culturales, y otros derechos como la asistencia letrada gratuita en el marco de las garantías judiciales, deja-ría de ser un derecho civil y político.

Para que los derechos civiles y políticos tengan relevancia práctica y no queden en simple retórica constitucional o convencio-nal, necesitan la conjugación de obligaciones estatales de no hacer y de hacer, de la misma forma que los derechos económicos, socia-les y culturales. Podemos afirmar que cla-sificar los derechos humanos en función de los criterios que se han expuesto, hace que incurramos en un error axiológico que debi-lita el resguardo del todo, pues “la esencia de todos los derechos humanos es la mis-ma: la dignidad humana”3 y para protegerla, es necesario la acción positiva y negativa de todos los poderes públicos. Ya no se puede sostener la existencia de derechos humanos cuya garantía se limite a la mera abstención estatal, sino que de algún modo, todos ellos son derechos a prestaciones4.

Joaquín A. Mejía R.

Hispano-hondureño. Doctor en Estudios Avanzados en DDHH. Trece libros publicados sobre derechos humanos. Litigante ante la Comisión y Corte Interamericanas de Derechos Humanos. Investigador del Equipo de Re-flexión, Investigación y Comunicación y comisionado de la Comisión Mul-tinacional de la Alianza por la Paz y la Justicia en Honduras; profesor visi-tante en la Universidad Autónoma de Coahuila en México; y colaborador y experto de Checks & Balances de Ecuador.

1. PISARELLO, Gerardo. Los derechos sociales y sus garantías. Elementos para una reconstrucción. Trotta. Madrid. 2007, p. 60.

2. DAVIDSON, Scott, “Introduction”. En CONTE, Alex, DAVIDSON, Scott and BURCHILL, Richard. Defining civil and political rights. The jurisprudence of

the United Nations Human Rights Committee. Aldershot, Hants, England. Burlington, VT: Ashgate, 2004, p. 2.

3. TEXIER, Philippe. “Exigibilidad de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales”. En AA.VV. Construyendo una Agenda para la justiciabilidad de los

Derechos Sociales. Centro por la Justicia y el Derecho Internacional. San José, Costa Rica. 2004, p. 13.

4. MARTÍNEZ-PUJALTE, Antonio-Luis, MARTÍNEZ-PUJALTE, Antonio-Luis, La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales. Prólogo de

Andrés Ollero Tassara. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid. 1997, p. 95.

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“Preámbulo

Considerando que, conforme a los princi-pios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas, la libertad, la justicia y la paz en el

mundo tienen por base el reconocimiento de la dig-nidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables.

Señalando que la Declaración Universal de De-rechos Humanos proclama que todos los seres

humanos nacen libres e iguales en dignidad y dere-chos y que toda persona tiene todos los derechos

y libertades proclamados en ella, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión

política o de cualquier otra índole, origen nacio-nal o social, posición económica o cualquier otra

condición.

Recordando que la Declaración Universal de De-rechos Humanos y los pactos internacionales

de derechos humanos reconocen que no puede realizarse el ideal del ser humano libre y liberado del temor y de la miseria a menos que se creen

condiciones que permitan a cada persona disfrutar de sus derechos civiles, culturales, económicos,

políticos y sociales.

9LHÄYTHUKV�SH�\UP]LYZHSPKHK��PUKP]PZPIPSPKHK��PU[LY-dependencia e interrelación de todos los derechos

humanos y libertades y fundamentales.

Recordando que cada uno de los Estados Partes en el Pacto Internacional de Derechos Económicos,

Sociales y Culturales (en adelante denominado el Pacto) se compromete a adoptar medidas, tanto

por separado como mediante la asistencia y la coo-peración internacionales, especialmente económi-cas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por to-dos los medios apropiados, inclusive en particular

la adopción de medidas legislativas, la plena efecti-vidad de los derechos reconocidos en el Pacto.

Considerando que, para asegurar mejor logro de

los propósitos del Pacto y la aplicación de sus disposiciones, sería conveniente facultar al Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante denominado el Comité) para desempeñar las funciones previstas en el presente Protocolo…”

En el artículo anterior* ya me he expedido so-bre el Preámbulo más arriba trascrito pertene-ciente al PF-PIDESC que ha logrado echar por tierra la supuesta no justiciabilidad de los Dere-chos Económicos, Sociales y Culturales, se con-vierte así en un tratado internacional adicional al Pacto como asimismo me he expedido sobre los tres mecanismos previstos para llegar a di-cha exigibilidad y justiciabilidad; seguiré en esta oportunidad expidiéndome sobre los siguiente puntos, a saber:

0��6ISPNHJPVULZ�KLS�,Z[HKV!

El PIDESC establece que los Estados par-tes SE OBLIGAN a adoptar medidas especial-mente técnicas y económicas HASTA EL MÁXI-MO de los recursos que disponga, para lograr progresivamente, POR TODOS LOS MEDIOS apropiados, en especial legislativas para lograr la plena EFECTIVIDAD DE LOS DERECHOS allí reconocidos.

00��6ISPNHJP}U�KL�HKVW[HY�TLKPKHZ!

Los Estados partes deben tener como obje-tivo alcanzar la plena satisfacción de los DESC en un plazo razonable como asimismo deben de-mostrar que las medidas adoptadas son las más apropiadas para la satisfacción de los DESC.

Así deben hacerlo primariamente con la inte-gración de tales derechos a la Constitución como de medidas administrativas, financieras, sociales y educativas.

000��4m_PTV�KL�YLJ\YZVZ�KPZWVUPISL!

Constituye el parámetro por el cual debe ser medido el Estado parte en la obligación de cum-

Pamela Cao, abogada especialista en Derecho penal

Replicando el protocolo facultativo del pacto internacional de Derechos

Económicos, Sociales y Culturales

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plir a la máxima en su esfuerzo de cumplir con las obligaciones que derivan del PIDESC.

Ello conlleva a que no es que sólo a los Esta-dos parte con más recursos de índole económico se le puede exigir más en cuando a la aplicación de los derechos, ya que la obligación no es sólo puesta en recursos económicos sino legislativos, jurídicos y principalmente de programas y estra-tegias para la plena satisfacción.

Va de suyo que los países que se encuentran atravesando alguna crisis de índole económico justamente es donde se encuentra como corre-lato la mayor población en número en situación de vulnerabilidad o extrema vulnerabilidad, con lo que es justamente donde se deben diseñar los mejores y mayores esfuerzos en materia de pro-gramas para no hacer letra fría el propio recono-cimiento Constitucional, como una de las obliga-ciones primarias.

0=��6ISPNHJPVULZ�KL�LMLJ[V�KL�PUTLKPH[V!

- Igualdad entre hombres y mujeres en el goce de los DESC,

- Igualdad de remuneración sin distinción de especie,

- Garantizar el derecho a formar sindicatos, afiliarse a los mismos y garantizar asimismo el Derecho a huelga,

- Proteger a los y las niños, niñas y adoles-centes de cualquier tipo de explotación,

- Enseñanza pública, gratuita y obligatoria para toda la integridad de la población,

- Garantizar el derecho de los padres y las madres en cuanto a la elección de las escuelas a las que van a concurrir sus hijos e hijas, sin importar que sean distintas a las creadas por las

autoridades públicas, con la única limitación de que dichas escuelas contengan o ajusten a las normas mínimas.

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A través de la firma del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, los Estados partes se han obligado a abstenerse de adoptar medidas deliberadamente regresivas. Por lo que esta obligación (más precisamente prohibición), es un estándar jurídico internacional con fuerza vinculante en el ordenamiento interno y debe ser tenido en cuenta por los Estados parte como un parámetro para evaluar algunas medi-das adoptadas en materia de derechos económi-cos, sociales y culturales.

La obligación de progresividad, a la que se han obligado los Estados parte, implica una obliga-ción de aumento paulatino en el nivel de satis-facción de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por lo que la progresividad trae apa-rejada la idea de “progreso”, como mejora gra-dual y constante de los resultados en materia de derechos sociales. Así puede resumirse la pro-gresividad, en dos conceptos principales 1. La gradualidad de las medidas que deben ser adop-tadas por los Estados. 2. El progreso, como de-ber estatal de mejorar las condiciones de goce y ejercicio de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Así se deben adoptar los Estados parte me-didas legislativas, administrativas y judiciales, comprometer hasta el máximo de los recursos disponibles, garantizar el disfrute de los dere-chos sociales sin ningún tipo de discriminación, garantizar el disfrute de los derechos sociales sin ningún tipo de discriminación y no adoptar así medidas de carácter deliberadamente regresivo.

Pamela Cao

Abogada, especialista en Derecho Penal, egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires; Activista de Derechos Humanos, adherente a los Principios de la Fundación Servicio Paz y Justicia SERPAJ; con desempeño en el Municipio de Quilmes como Directora General de la Subsecretaría de Política Integral de Promoción y Protección de Derechos de la Infancia y la Adolescencia, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social.

Bibliografía: “Los Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Exigibles y Justiciables. Preguntas y respuestas sobre los DESC y el Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales”. México, D.F., diciembre de 2010. Espacio DESC, PIDHDD y ONU DH México.

* Publicado en el número 10 de la revista Foro Jurídico Iberoamericano (noviembre 2013)

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Qué duda cabe que son tiempos di-fíciles, tiempos de incertidumbre, tiempos donde tan generalizado es el consenso en que se están

produciendo cambios profundos como en que fnadie sabe realmente hacia dónde.

El nuevo entorno –confuso, inestable, complejo- requiere importantes dosis de liderazgo en los asuntos públicos. Lide-

razgo a todos los niveles. Al máximo nivel político con buenas condiciones para ex-plicar, transformar y orientar. Pero también es preciso liderazgo profesional basado en una alta capacitación y una nueva cultura de emprendimiento interno y de responsa-bilización que anteponga vocación y repu-tación a intereses particulares

Liderar requiere de un líder pero también de la propia acción de liderar y es ahí donde se debe analizar cuál es el conjunto de competencias –esen-cialmente habilidades y actitudes- que se demandan para el éxito en procesos de transformación y cam-bio como los actuales.

Por un lado están las relaciona-das con las teorías clásicas de la dirección de organizaciones. En primer lugar una visión estratégica no tanto al servicio de una planifi-cación difícil de llevar a la práctica (hoy el largo plazo es lo que hace no mucho se consideraba corto). En segundo lugar, la capacidad en la toma de decisiones y la obtención de resultados, considerados éstos, en lo público, más que la búsqueda del beneficio económico cortopla-cista el valor social a largo conso-lidable en patrimonio público que permanezca.

Pero en estos tiempos difíciles, líquidos como indica Baumann, no es suficiente. Se requieren nuevas competencias, nuevos modelos de liderazgo que empoderen y promue-van entornos profesionales facilita-dores donde el talento se active en un escenario donde la innovación deja de ser una opción para conver-tirse en una obligación.

Los líderes públicos deben supe-

Liderar lo público en tiempos difíciles

Óscar Cortés Abad, profesor de Gestión Pública y autor del libro “Líderes públicos en la nueva economía”

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rar la visión autocrática y jerárquica de las burocracias para concebir la gestión como algo relacional, y en red. Lo cual exige im-pulsar el trabajo en comunidad dentro de contextos participativos muy diferentes al individualismo que impregna la cultura tra-dicional. Y demanda también una “cultura del error” que conceptúe éste más como motor de mejora y aprendizaje que de pe-nalidad, pensando que es posible caerse y volverse a levantar y asumiendo el riesgo como algo natural necesario para avanzar. Todo ello aderezado de buenas dosis de ini-ciativa, responsabilidad, prudencia (que no temor), tenacidad y adaptabilidad.

Pero hoy más que nunca es imposible li-

derar en la esfera pública sin hablar de valo-res, conductas éticas puestas todas ellas al servicio del bien común y del interés general que refuercen la dañada y maltrecha credi-bilidad y legitimidad de las instituciones.

El liderazgo público en última instancia debe ser un liderazgo ético que ponga en práctica unas virtudes -hábitos que ayuden a decidir correctamente- y fomente unos va-lores. Entre ellos está el anteponer el servicio a la sociedad y el cumplimiento de las leyes

por encima de cualesquiera otras ambicio-nes personales, profesionales o partidistas; la vocación de servir frente a la ambición, la conspiración y el afán por el poder.

Pero también debe entrar en sus preocu-paciones preparar y facilitar el relevo, educar a nuevos líderes y entrenarlos. El liderazgo es un bien susceptible de redistribución, o en palabras de Nader R. “la única función real del líder es producir nuevos líderes no más seguidores”.

El liderazgo ético demanda unidad y co-herencia en todas las facetas profesionales y personales del líder. Humildad asumiendo que no es perfecto pero tiene vocación de

perfeccionarse ocupándose de su creci-miento personal y haciendo del aprendiza-je una constante de su quehacer diario. Y transparencia en forma de honestidad.

En definitiva si “el ser humano no es un fin en sí mismo sino que lo es a los demás” (Sonnefeld A.) el concepto de un buen li-derazgo público no ha de separarse de la orientación al servicio y de la práctica de la virtud. Así deberían ser nuestros líderes pú-blicos en el siglo XXI.

Óscar Cortés Abad

Ingeniero Industrial, diplomado en Función Gerencial de las Administracio-nes públicas por ESADE y PDD por IESE Business School. Miembro destaca-do de la blogosfera pública, su blog i-Public@ es uno de los referentes sobre innovación pública en España. Experto en proyectos de innovación y reforma del sector público (Correos, Puertos del Estado, TGSS) posee una amplia actividad docente y divulgadora como profesor en diversas instituciones do-centes de prestigio (ESADE, Instituto Nacional de la Administración Pública de España , Centro Universitario Villanueva de la Universidad Complutense de Madrid). Sus áreas de especialización son la innovación, estrategia y los procesos de cambio asociados a la sociedad del conocimiento.

Twitter: @oscarcortes; Blog: www.i-publica.blogspot.com

“Se requieren nuevas competencias, nuevos modelos de liderazgo que empoderen y promuevan entornos profesionales

facilitadores donde el talento se active en un escenario donde la innovación deja de ser una opción para convertirse

en una obligación”

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A punto de finalizar el período de apli-cación de la Estrategia renovada de la UE sobre Responsabilidad Social de las Empresas (2011-2014), ha llegado

el momento de hacer balance.

Obstaculiza nuestra tarea la dificultad de aplicar parámetros de medición a la RSC. Ello se debe a su propia naturaleza, tan pluridimen-sional (engloba conceptos como sostenibilidad, impacto medioambiental, políticas de diversi-dad y derechos humanos, ética corporativa) que corre el peligro de caer en lo intangible. La men-cionada Estrategia, consciente del obstáculo, boicotea, pese a ello y sin darse cuenta, su in-tención de acotar el concepto, con una defini-ción que difícilmente podría ser más abstracta, entendiendo por RSC “la responsabilidad de las empresas por su impacto en la sociedad”. En todo caso, como expresa la propia Estrategia, la RSC se refiere a las acciones de las empresas que van más allá de sus obligaciones jurídicas hacia la sociedad y el medio ambiente. Se exi-ge, pues, un plus extrajurídico y extrafinanciero.

Entre los objetivos marcados por Estrategia, destacan los siguientes: (i) dar una mayor visi-bilidad a la responsabilidad social empresarial y seguimiento de la confianza en las empresas; (ii) mejora de los procesos de autorregulación y corregulación; (iii) mejora de la recompensa que supone la RSC en el mercado.

Pues bien, en cuanto al primero de ellos, se-gún el Flash Eurobarometer 363 How companies influence our society: citizens’view, de 2012, el 62% de los ciudadanos europeos encuestados declaró no tener información sobre el impacto social de las empresas, si bien el 79 % afirmó estar interesado en conocer dicha información.

Por lo que respecta a la mejora de los pro-

cesos de autorregulación y corregulación, la Comisión proponía dar virtualidad esta meta mediante la creación de un Código de Buenas Prácticas, elaborado con la participación de empresas y accionistas, que todavía no ha visto la luz.

Además, se plantea una mejora de la recom-pensa que la RSC recibe en el mercado. Y es que el impacto de las empresas en la sociedad tiene una clara repercusión económica, redun-dando tanto en interés de las empresas como de la sociedad en su conjunto. En cuanto a las pri-meras, tiene un componente estratégico, orien-tado a un aumento de beneficios con múltiples aristas: gestión de riesgos, ahorro de costes, acceso al capital, relaciones con los clientes, gestión de los recursos humanos y capacidad de innovación. En cuanto a la sociedad en su conjunto, es evidente que la crisis económica y sus consecuencias sociales han dañado la con-fianza de los consumidores en las empresas, focalizando la opinión pública en el comporta-miento social y ético de éstas últimas. Se busca alcanzar un desarrollo sostenible y una econo-mía social de mercado altamente competitiva, dando así cumplimiento a uno de los objetivos del Tratado de la Unión Europea, y, muy espe-cialmente, generar empleo.

El mayor hito alcanzado por la UE en este pe-riodo 2011-2014 en materia de RSC ha sido la aprobación de la Directiva del Parlamento Eu-ropeo y del Consejo que modifica la Directiva 2013/34/EU en materia de divulgación de in-formación no financiera e información sobre la diversidad por parte de determinadas grandes sociedades y grandes grupos. La enmienda ins-ta a las empresas de más de 500 trabajadores y que superen una facturación de 40 millones

Estrategia renovada de la Unión Europea sobre Responsabilidad Social Corporativa (2011-2014):

de la teoría a la prácticaMaría Gamoneda Roca, abogada.

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de euros a ser transparentes acerca de sus im-pactos en materia social, medioambiental, en políticas de diversidad, respeto a los derechos humanos y medidas anticorrupción. Como suele ocurrir con este tipo de iniciativas a nivel euro-peo, los buenos propósitos quedan atenuados por la técnica utilizada para llevarlos a cabo: la labor de informar, lejos de ser imperativa, queda configurada como una opción. No obstante, la modificación sirve para promover una cultura de transparencia que responde a una exigencia de la ciudadanía: la de conocer el verdadero impac-to de las empresas en nuestro entorno.

Esta suerte de impulso a la rendición de cuen-tas por parte de las compañías con más peso en el mercado puede resultar a primera vista algo incómodo, pero también puede ser utilizado por las mismas en su propio provecho, puesto que

supone un nuevo camino para atraer al inversor. Así lo demuestran indicadores bursátiles como el Dow Jones Sustainability Index, referente de la excelencia empresarial en materia de RSC y prueba de la existencia de una relación directa entre la adopción de medidas de RSC conside-radas óptimas por parte de las empresas y el incremento de su valor de mercado.

Por lo que respecta a España, podemos apre-ciar una claro progreso. En 2012, la 10ª edición del Informe de la Responsabilidad Social Corpo-rativa en las Memorias Anuales de las empresas del IBEX 35, realizado por el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, afirmaba que dichas memorias “no reflejan de manera fiel los impactos sociales y medioambientales que generan en los países en los que actúan”.

Probablemente las cotizadas íberas estaban aplicando el principio “cumplir o explicar”, con-sagrado ya en el art.20 de la Directiva 2013/34/UE, que exige que las declaraciones sobre go-bernanza empresarial de las empresas recojan información útil y fidedigna sobre la misma y ex-tensible a diversos ámbitos y que, en aquellos casos en que no se cumpla con dicha exigen-cia, se tenga al menos la cortesía de explicar el porqué del incumplimiento. No en vano la Reco-mendación de la Comisión de 9 de abril de 2014 sobre la calidad de la información presentada en relación con la gobernanza empresarial se hace eco de las deficiencias de la forma en que el controvertido principio se ha venido aplicando, viéndose obligada a destacar la obviedad de que las explicaciones vagas e imprecisas care-cen por completo de utilidad y no satisfacen la

exigencia de buena gobernanza empresarial.

Pero han transcurrido dos años desde en-tonces y las empresas españolas han sabido aprovechar el tiempo. La revisión anual corres-pondiente a 2014 del Dow Jones Sustainability Index, el indicador bursátil que sirve como re-ferente de excelencia en materia de RSC, así lo demuestra, con una sobrerrepresentación de las empresas españolas, tanto en el índice mundial (de un total de 319 empresas, 14 son españo-las), como europeo (de un total de 154 empre-sas, 10 son españolas).

El tiempo dirá si los propósitos marcados para el nuevo período (2014-2020) se alejan de las meras recomendaciones teóricas y consiguen ofrecer un marco de referencia más práctico que los anteriores.

María Gamoneda Roca

abogada, se ha dedicado al Derecho Procesal y que obtuvo el Premio Scevola de Investigación Jurídica para Jóvenes Abogados 2013, por su trabajo sobre la Responsabilidad efectiva de jueces y magistrados y su comportamiento.

“Como expresa la propia Estrategia, la RSC se refiere a las acciones de las empresas que van más allá de sus

obligaciones jurídicas hacia la sociedad y el medio ambiente. Se exige, pues, un plus extrajurídico y extrafinanciero”

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Una de las cuestiones que, en nues-tros días, representa un intento más acabado de responsabilidad social corporativa lo constituye la

integración de las mujeres en los órganos de dirección de las empresas en condicio-nes de igualdad con los hombres. La mate-ria, como es sabido, ha sido objeto de múl-tiples análisis, con intervención progresiva, pero limitada, del legislador, sin que exista acuerdo suficiente sobre el alcance de las medidas normativas que hayan de adoptar-se al respecto. No es mayoritario el llama-do sistema de cuota, aunque cada vez son más los ordenamientos que, con diverso alcance, intentan realizar la igualdad entre hombres y mujeres dentro del tema que nos ocupa mediante normas imperativas. Pero, aunque la cuestión ha merecido comenta-rios de muy diverso orden, son pocos toda-vía los trabajos que, desde un punto de vista estrictamente jurídico, analizan sus reales o potenciales efectos; esa escasez se advier-te con especial intensidad en el Derecho de sociedades, que ocupa un lugar central al respecto. Es en su ámbito, precisamente, donde se han de dilucidar, sea cual sea la postura del legislador (desde la abstención hasta la intervención imperativa, pasando por múltiples matices), las consecuencias efectivas de tan importante asunto.

En un comentario, también publicado en FORJIB, hace ya algunos meses (número 14, febrero 2014), aludí de pasada a este asunto. Ahora se trata de dibujar, no más que tenuemente, el perfil del problema en estudio desde la perspectiva del Derecho de sociedades. El punto de partida se sitúa, a mi juicio, en el momento crucial de elegir a los administradores, materia que, en princi-pio, suele ser atribuida a la Junta general,

sin perjuicio de algunos supuestos (como el de la representación proporcional o el de la cooptación, característicos, por otra parte, de la sociedad anónima) en los que la com-petencia sale de dicho órgano para corres-ponder a ciertos socios o al propio órgano de administración, según los casos. No con-viene ignorar, con todo, que, aun siendo la elección de los administradores una compe-tencia asignada, por regla general, a la Jun-ta de socios, juegan los propios administra-dores un papel determinante a la hora de seleccionar y proponer a los candidatos que serán posteriormente votados en la Junta, por lo que ha de centrarse en ellos nuestra atención.

Parece obvio advertir que sin la existen-cia de mujeres candidatas, cualquier plan-teamiento de igualdad de género en el seno del órgano administrativo de las sociedades mercantiles decae por completo. No obs-tante, hay aquí una importante tarea para la propia sociedad mercantil y, por ello mismo, para sus administradores cuando se trata de cubrir una vacante, con independencia de la causa que la motivó. Al margen del caso en que la legislación imponga la presencia equitativa de mujeres en dicho órgano, lo que sitúa el problema en otras coordenadas, en los restantes supuestos puede y debe la propia sociedad asumir una posición activa, que exigirá de los administradores una par-ticular diligencia. Se tratará, desde luego, de buscar candidatas idóneas, respetando, a su vez, los criterios de mérito y capacidad, pero también habrán de evitarse maniobras dilatorias o impeditivas que, sin perjuicio de su posible cobertura por la normativa vigen-te, hagan imposible la igualdad efectiva de hombres y mujeres en el órgano administra-tivo de las sociedades mercantiles.

Igualdad de género y responsabilidad social

corporativaJosé Miguel Embid Irujo

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A este respecto, pienso, entre otras po-sibilidades dilatorias o impeditivas, en que las vacantes del órgano administrativo se cubran con personas jurídicas, en las que, por definición, se obvia el problema objeto de nuestra consideración. Aunque no todos los ordenamientos admiten esta posibilidad, son muchas las legislaciones, como la espa-ñola, que la permiten sin especiales restric-ciones, sobre todo por lo que se refiere a las sociedades de capital. Puede imaginarse sin dificultad los serios inconvenientes que su-pondría para lograr la efectiva equiparación de mujeres y hombres en el órgano adminis-trativo el hecho de que todas sus vocalías o, al menos, gran parte de ellas, estuvieran

ocupadas por personas jurídicas. La aparen-te neutralidad del supuesto no impide formu-lar serias dudas sobre su validez sustancial, lo que podría permitir, dándose, claro está, algunas circunstancias añadidas, conside-rarlo una suerte de fraude de ley.

Pero, además de la especial diligencia que los administradores han de observar cuando se trate de renovar o completar el órgano administrativo, sería especialmente conveniente que la propia sociedad, con el acuerdo de la Junta general, adoptara algu-nas reglas, sustantivas y de procedimiento al respecto, a fin de facilitar la actuación de los administradores. Cabe pensar, en tal sentido, en que se lleve, bien a los estatutos,

bien, en su caso, al reglamento del Consejo de Administración, alguna cláusula concre-ta que facilite o promueva el acceso de las mujeres al órgano administrativo. Se trata, claro, está, de que la autorregulación con-tribuya a mejorar lo que el Derecho positivo no ha contemplado o, de otro modo, ha con-siderado desde una perspectiva insuficien-te o limitada. Las posibilidades son cierta-mente múltiples, desde las más inconcretas y, por ello mismo, poco eficaces, hasta las que fijen cuotas determinadas o, más en ge-neral, criterios de actuación de los órganos sociales a la hora de elegir o renovar a los administradores. Parece que estas últimas, susceptibles de abarcar un amplio espectro

de posibilidades, serán las preferidas por la mayor parte de las sociedades que decidan contribuir a la igualdad de género median-te la libertad contractual. Y, entre ellas, se nos ocurre proponer la que consista en re-servar a las mujeres aquellos puestos de la administración social ocupados también por mujeres. Como, según los datos que ofre-ce la realidad de los consejos de adminis-tración en muchos países, entre ellos Espa-ña, no puede hablarse, en modo alguno, de igualdad efectiva entre hombres y mujeres, pensamos que esta posibilidad –al lado de otras muchas, claro está- puede ser un pri-mer paso para terminar con la situación pre-sente en la materia, evidentemente desigual e injusta.

José Miguel Embid Irujo

(Zaragoza, 1954), es Catedrático de Derecho Mercantil en la Universidad de Valencia. Sus líneas de investigación principales se sitúan en el Derecho de sociedades, contratación mercantil, actividad empresarial de entidades sin ánimo de lucro y responsabilidad social corporativa. Publica regularmente sus trabajos en las principales revistas nacionales e internacionales, desarrollan-do, a la vez, una intensa labor de evaluación universitaria. Emite regularmente opiniones y dictámenes sobre cuestiones propias de su especialidad.

“No es mayoritario el llamado sistema de cuota, aunque cada vez son más los ordenamientos que, con diverso alcance,

intentan realizar la igualdad entre hombres y mujeres dentro del tema que nos ocupa mediante normas imperativas”

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“Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó

sobre su rostro en tierra.”

El combate de David contra Goliat ha sido utilizado durante siglos como ejemplo de lucha desigual en la que vence la parte débil. El resul-tado de esta historia se utiliza, habitualmente, como moraleja para reforzar la autoestima de un tercero o incluso para darse ánimos en aquellas situaciones en las que, en un conflicto, se parte de una posición de debilidad respecto del ad-versario o el contrincante. El mensaje subliminal sería algo del siguiente estilo :“El `débil´ puede vencer al `poderoso.´ No te rindas”.

No obstante, y aún entendiendo que esta historia puede funcionar como excelente cata-lizador de emociones, creo que es interesante plantearse por qué motivo derrotó David a Go-liat... ¿Por casualidad?... ¿Por mérito propio?... ¿Errores ajenos? … ¿Intervención divina? …

Tras analizar la historia, en mi opinión, gran parte del mérito le corresponde a David ya que realizó una magnífica ¸NLZ[P}U� KLS� JVUMSPJ[V¹ logrando poner de manifiesto que la aparente superioridad de Goliat no era tal.

Así, realizó acertadamente las siguientes actuaciones:

�� 0KLU[PMPJ}� WLYMLJ[HTLU[L� SVZ� puntos dé-biles de su adversario, incluyendo, su limitado campo de visión (“…Y traía un caso de bron-ce…”) y sus problemas de movilidad (“… y lle-vaba una cota de maya; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce…”).

�� 7\ZV� LU� THYJOH� \UH� estrategia que le permitió evitar la lucha cuerpo a cuerpo donde, por su tamaño, y tipo de armamento, partía con una clara desventaja.

��6W[PTPa}�Z\Z�YLJ\YZVZ, a saber, su velo-cidad y el manejo de un arma mortífera de largo alcance que le permitió atacar a su contrincante a distancia de forma precisa.

No cabe duda de que a lo largo de la historia han tenido lugar múltiples “batallas” o “conflic-tos” en distintos campos en los que la parte su-puestamente débil ha logrado imponerse al po-deroso (como por ejemplo, la derrota de EEUU en Vietnam). En la mayor parte de estos supues-tos, el factor determinante que hace decantar la victoria a favor de la parte débil es el resultado de un análisis exhaustivo de la situación, de una inteligente planificación estratégica y, cómo no, de una impecable ejecución.

En el terreno de las negociaciones comercia-les, la historia de David contra Goliat aporta dos enseñanzas de gran valor a la hora de preparar y gestionar negociaciones complejas en las que partimos de una posición de debilidad.

La primera enseñanza es que no siempre todo es como parece.

El “gigante” puede tener puntos débiles que hagan desequilibrar la balanza a favor de la par-te supuestamente “débil”. Es bastante habitual que el análisis de nuestros adversarios se rea-lice de forma superficial o parcial limitándonos a constatar únicamente aquellos aspectos más evidentes, olvidándonos de evaluar otros facto-res que pueden llegar a ser críticos a la hora de determinar si realmente nos encontramos en una posición de inferioridad.

Vamos a poner un caso práctico real:

��<UH�WLX\L|H�JVTWH|xH�KLS�ZLJ[VY�HLYVLZ-pacial participa en un complejo proyecto de fa-bricación de una aeronave elaborando tan sólo una pequeña pieza del fuselaje.

��,S�MHIYPJHU[L��\UH�NYHU�JVYWVYHJP}U�LTWYL-sarial, ha asumido compromisos contractuales

Cómo negociar desde una posición de debilidad:

David contra GoliatJavier Berrocal, Managing Partner de Santiago Mediano Abogados

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con varias aerolíneas para entregar una serie de unidades aceptando fuertes penalizaciones en caso de retraso. Cualquier retraso en la entrega del fuselaje implicaría una paralización de la ca-dena de suministro y, por consiguiente, la impo-sibilidad por parte del fabricante de cumplir los plazos de entrega. El fabricante no tiene ningún plan alternativo para sustituir al proveedor.

��,S�WYV]LLKVY�WSHU[LH�LU�TP[HK�KLS�WYVJLZV�productivo la renegociación del precio cerrado pactado al entender que la variación del coste de las materias primas hace inviable la ejecu-ción de sus trabajos.

En este caso, teniendo en cuenta el tamaño de ambas entidades, parecería a priori que las posibilidades del pequeño proveedor de alcan-zar su objetivo eran francamente escasas. Sin embargo, la realidad fue bien distinta. El pro-veedor logró alcanzar su objetivo y renegociar al precio. ¿Cómo lo hizo?..

La respuesta fue sencilla. Utilizó para equili-brar la relación de poderes la presión que el fa-bricante tenía por los compromisos de entrega y las penalizaciones por retraso asumidos con las aerolíneas y la imposibilidad material de sustituir al proveedor en cuestión sin suspender la cade-na de suministro y, consecuentemente, parali-zar el proceso de entrega de las aeronaves. Así, pese a la apariencia de debilidad, el proveedor logró obtener una posición de ventaja que hizo que el resultado de la negociación se decantase a su favor.

La segunda enseñanza es que, si somos ca-paces de gestionar adecuadamente el proce-so de negociación, nuestras posibilidades de éxito aumentan.

Cuando tenemos que afrontar negociacio-nes en las que somos la parte débil es de gran utilidad utilizar adecuadamente [tJUPJHZ� KL�

ULNVJPHJP}U que nos permitan compensar el desequilibrio existente y mejorar nuestras pers-pectivas. Dos recomendaciones básicas a este respecto:

�� 5\UJH� YL]LSLZ� [\Z� KLIPSPKHKLZ�� � (MYVU[HY�una negociación siendo la parte débil no es un problema si la otra parte no lo sabe.

��:\WLYH� [\�KLIPSPKHK�L_WSVYHUKV� SH�KLIPSP-dad del contrincante. En ocasiones, tener una posición negociadora débil no es un problema si la otra parte también la tiene (me remito al ejem-plo del fabricante antes señalado).

Si la contraparte conoce tus debilidades y no encuentras ningún punto débil que explo-tar, desde mi punto de vista, existen sólo dos posibilidades:

�� 9LU\UJPH� H� ULNVJPHY�� `� JPLYYH� LS� HJ\LYKV�lo antes posible. Y ello, porque cuanto más se alargue el proceso de negociación, más posibi-lidades tienes de que la contraparte sea cons-ciente de tu debilidad y decida aprovecharse de la misma.

��7SHU[tH[L�SH�JVU]LUPLUJPH�KL�HIHUKVUHY�SH�negociación en curso y céntrate en buscar otras alternativas.

En resumen, aunque a veces es inevitable que estemos en una posición de debilidad, no debe-mos bajo ningún concepto obsesionarnos con la misma ya que inevitablemente los que pien-san como débiles acaban actuando como tales. Antes esta situación, debemos realizar una pre-paración sistemática y una formulación estraté-gica minuciosa, identificando las debilidades, y tratando de atenuarlas, así como centrarnos en reforzar aquellos puntos fuertes que permitirán mejorar nuestra posición negociadora. De esta manera, sin que podamos asegurar la “victoria” se incrementarán sustancialmente nuestras po-sibilidades. Si no, podéis preguntárselo a Goliat.

Javier Berrocal

Socio fundador de Santiago Mediano Abogados. Amplia experiencia en firmas líderes internacionales, tanto españolas como de EEUU y UK. Durante los últimos 15 años ha atendido relación comercial con clientes nacionales e internacionales que incluían todo tipo de asuntos corporativos, en compañías de energía y medio ambiente, textil, carga, logística y distribución, editoriales, tecnología y software, e-commerce y compañías de internet. También atesora experiencia como secreta-rio general legal en derecho corporativo y comercial. Profesor del módulo jurídico del Master en Internet Business (MIB). [email protected]

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Todo proyecto empresarial requiere de un desarrollo, planificación y ejecu-ción de una estrategia jurídica, para que los resultados que se obtengan

gocen de un respaldo jurídico que le permita al emprendedor iniciar su proyecto con tran-quilidad, reduciendo el riesgo de imposición de sanciones administrativas y/o el pago de daños y perjuicios a favor de clientes y/o de terceros.

En este artículo esbozaremos algunos te-mas, que bajo nuestro punto de vista resultan indispensables para el inicio de cualquier ac-tividad empresarial.

7HJ[V�KL�ZVJPVZ�`�[PWV�KL�ZVJPLKHK

Para todo emprendedor, es esencial deter-minar cómo va a operar en el mercado, esto es, escoger el tipo de actividad o forma jurídi-ca que le va a dar a su negocio. Esto se con-creta optando entre si va a llevar a cabo una actividad como autónomo o bien en alguna de las formas societarias previstas en la ley.

Es fundamental que el emprendedor anali-ce, antes de iniciar su actividad, las ventajas y riesgos de cara a clientes, trabajadores, in-versores..., así como los aspectos fiscales y contables que conlleva el actuar de una u otra forma.

Junto a ello, en el caso de constituir una sociedad con varios socios, es fundamental que se firme un pacto de socios aparte de los estatutos habituales de la sociedad. El pacto de socios es un acuerdo entre los socios en el que se detallan normas y obligaciones que re-girán el funcionamiento interno de la empresa en lo que se refiere a toma de decisiones, en-trada de inversores, compra de participacio-nes por los otros socios, salida de los socios, cómo prevenir y solucionar conflictos, ade-más de todo lo que se considere relevante. Se trata de un documento esencial en el día a día de toda empresa.

7YV[LJJP}U� KL� SH� 7YVWPLKHK� 0U[LSLJ[\HS� L�Industrial

La propiedad intelectual e Industrial repre-senta uno de los activos más importantes de las empresas. A nivel de propiedad Industrial, el registro de la marca refleja la trayectoria y posición de la empresa en el mercado o el re-gistro de la patente creada dentro de las ac-tividades empresariales, que resultan absolu-tamente indispensables para proteger nuestro reconocimiento, identificación y posición en el mercado; la explotación en exclusiva de las mismas y la posibilidad de exigir al tercero que pretenda usarlas, sin el debido consenti-miento, la retirada de contenido y/o la indem-nización que corresponda en su caso, por los daños o perjuicios ocasionados.

Al respecto se ha de tener en cuenta que el registro de la marca y la patente tienen una duración temporal y está sujeto a un ámbito o cobertura territorial. En este caso, nuestra recomendación es (i) hacer un estudio previo para revisar las marcas o patentes que ya es-tén registradas y evitar registros que guarden similitud con las ya registradas, evitando des-gastes jurídicos y/o trámites innecesarios; (ii) analizar los intereses y proyección de la em-presa, para determinar si la cobertura necesa-ria para nuestro proyecto debe ser nacional, europeo o internacional; y (iii) determinar la actividad concreta en que se necesita o quie-re registrar la marca en cuestión.

La Propiedad Intelectual que comprende todas las obras originales (entre otras: obras literarias y artísticas, software, apps, video-juegos, creaciones gráficas, imágenes, com-posiciones musicales, base de datos) creadas en el desarrollo de la actividad empresarial, no requiere necesariamente registro. Si bien, nuestra recomendación en este caso, es la constitución de pruebas de autoría, con las que se demostrará la fecha de creación de las mismas, facultando al titular al uso en exclusi-

Aspectos jurídicos a tener en cuenta por el emprendedor

Vanesa Alarcón y Ana M. Vega Suárez, abogadas y socias del despacho Avatic Abogados.

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va de dichas obras. No obstante, existen me-dios de prueba públicos, como los registros de la Propiedad Intelectual o registros Priva-dos como Safe Creative, Re-crea o el Depósi-to Notarial, que nos permiten generar los cer-tificados de autoría.

7YV[LJJP}U�1\YxKPJH�KL�SH�>LI

La existencia de la empresa en la web re-quiere el cumplimiento de normativas, que varían, en función de los ordenamientos ju-rídicos nacionales. En la práctica jurídica se puede identificar que estas exigencias se tra-ducen en seguridad jurídica a los clientes y confianza en las operaciones mercantiles que se realicen a través de la web corporativa. En el caso de España, se debe atender como mí-

nimo: (i) la normativa de protección de datos, (ii) la normativa relacionada con el comercio electrónico y sociedad de la información, (iii) ley general para la defensa de los consumi-dores y/o usuarios. De forma adicional a lo indicado, sugerimos que se tenga en cuenta la implementación de condiciones contractua-les, entre ellas: un régimen de responsabili-dad, definición de la ley y jurisdicción aplica-ble y la creación de condiciones de uso de la plataforma y/o condiciones de compra en el caso, de que ésta sea interactiva u ofrez-ca compraventa de productos o prestación de servicios on-line.

3H�WYV[LJJP}U�KL�KH[VZ

La protección de datos también es una cuestión esencial para nuestro negocio. Con ella, por un lado, informamos a todas las per-sonas cuyos datos tratamos, de la finalidad para la que recogemos y tratamos su informa-ción, solicitando su consentimiento y, por otro lado, garantizamos que adoptamos medidas destinadas a la protección de su información.

Ello implica la adopción de una serie de do-cumentos y protocolos que velarán por la pro-tección, no solo de nuestros usuarios, clientes o trabajadores; sino que también dará traslado de las responsabilidades pertinentes a empre-sas y/o profesionales que trabajan para noso-tros, teniendo acceso a nuestra información.

En la práctica este tipo de adecuaciones su-ponen más una ventaja que un problema para las empresas puesto que les ayuda a controlar procedimientos y circuitos para tratar correc-tamente la información de la que disponen. Les ayuda, en definitiva, a mejorar su organi-zación interna.

Si bien son muchos aspectos los que hay que tener en cuenta además de estos aspec-tos jurídicos, tener en cuenta estas recomen-daciones, contribuirá, sin duda alguna, en el logro y éxito de nuestro negocio.

Vanesa Alarcón

Abogada y socia del Des-pacho Avatic Abogados (www.avaticabogados.com)

Abogada en España, Más-ter en Propiedad Intelectual y Nuevas Tecnologías.

Ana M. Vega Suárez

Abogada y socia del Des-pacho Avatic Abogados (www.avaticabogados.com)

Abogada en Colombia y en España.

Máster en Economía, Regulación y Competencia de los Servicios Públicos

especialidad Telecomunicaciones.

“Para todo emprendedor, es esencial determinar cómo va a operar en el mercado, esto es, escoger el tipo de actividad o

forma jurídica que le va a dar a su negocio”

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Los cambios tecnológicos están llevando a las relaciones laborales asalariadas hacia una nueva psicología laboral contractual, diferente a aquella que acompañó a los

contratos de trabajo en la época de la industria fabril. Estos cambios no se producen sólo en los trabajadores también en los empresarios, que se ven obligados a abandonar las antiguas organiza-ciones burocráticas frente a las nuevas y mayores oportunidades de utilizar las nuevas tecnologías.

Las Tecnologías de la Información y Comuni-cación (TIC), facilitan la dispersión geográfica del trabajo y la provisión continua de funciones de in-formación y de servicio que, a su vez, permiten que surgan nuevos métodos de organización del trabajo. Éstos tienen en común el manejo de infor-mación y una ruptura de esquemas tradicionales temporales (tiempo parcial, tiempo compartido, horario flexible) y de esquemas espaciales (trabajo a distancia, trabajo en casa). Así, aparecen nuevas formas de trabajo como ,3�;,3,;9()(16.

Según datos de la consultora IDC, el teletraba-jo representará alrededor de 900 millones de em-pleos a nivel global y más de un tercio de los em-pleados en todo el mundo ‘teletrabajarán’ antes de 2015, datos que reflejan la importancia de esta nueva forma de organización del trabajo, propia de la globalización y de las TIC´s.

La definición teórica del teletrabajo es aquel trabajo que se ejerce fuera de los lugares o sitio donde el resultado del este trabajo se espera, me-diante herramientas informáticas y/o la tecnolo-gías de la comunicación

La OIT (Organización Internacional del Traba-jo) define el teletrabajo como la forma de trabajo efectuada en lugar distante de la oficina y/o centro de producción, que permita la separación física y que implique el uso de una nueva tecnología faci-lizatora de la comunicación.

Las principales características del teletrabajo son pues:

��3H�YLHSPaHJP}U��KLS�[YHIHQV�LU�IHZL�HS�\ZV�KL�nuevas tecnologías, especialmente relacionadas

con las áreas de comunicación e informática y de las herramientas relacionadas.

�� 3H� YLSHJP}U� LU[YL� LS� [YHIHQHKVY� `� LS� LTWYL-sario pasa a ser realizado mediante el uso de la telecomunicación, a través de internet, teléfono, correo electrónico, la teleconferencia, no siendo necesario un contacto personal directo entre el trabajador y el empresario.

La prestación de servicios ocurre a distancia de los centros de producción, pudiendo ocurrir en el domicilio del trabajador, o en cualquier otro lugar.

En Europa el Teletrabajo ha sido regulado a tra-vés del Acuerdo Marco Europeo sobre Teletraba-jo que supone establecer una base mínima sobre esta figura, con el fin que pueda ser desarrollada por los diferentes estados europeos. Esta puesta en marcha estaba programada para ser efectuada dentro de los tres años siguientes a la fecha de firmar este Acuerdo que se realizó el 16 de julio de 2002, lo que no fue llevado a cabo en la mayoría de los países. Este acuerdo establece una defini-ción y las características propias de esta nueva organización de prestación laboral.

Se define el teletrabajo en el Acuerdo Marco como una forma de organización y/o de realiza-ción del trabajo, utilizando las tecnologías de la información en el marco de un contrato o de una relación de trabajo, en la cual un trabajo que po-dría ser realizado igualmente en los locales de la empresa se efectúa fuera de estos locales de for-ma regular.

Se entiende por teletrabajador toda perso-na que efectúa teletrabajo según la definición anterior.

El Acuerdo Marco regula los siguientes aspectos:

���*HYmJ[LY�]VS\U[HYPV

���+LYLJOVZ�KLS�[LSL[YHIHQHKVY

���7YV[LJJP}U� KL� KH[VZ. El empresario es responsable de tomar las medidas que se impo-nen, especialmente en lo que se refiere a software, para garantizar la protección de los datos utiliza-

TeletrabajoCarmen Algar

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dos y procesados por el teletrabajador para fines profesionales

4. Vida privada. El empresario respetará la vida privada del teletrabajador. Si se instala un sis-tema de vigilancia, éste debe ser proporcional al objetivo perseguido e introducido según lo esta-blecido en la directiva 90/270 relativa a las panta-llas de visualización

5. Equipamientos. Todas las cuestiones rela-tivas a los equipamientos de trabajo, a la respon-sabilidad y a los costos deberán ser definidos cla-ramente antes de iniciar el teletrabajo. Como regla general, el empresario está encargado de facilitar, instalar y mantener los equipamientos necesarios para el teletrabajo regular, salvo si el teletrabajador utiliza su propio equipo.

���:HS\K� `� ZLN\YPKHK. El empresario es res-ponsable de la protección de la salud y de la se-guridad del teletrabajador conforme a la directi-va 89/391, así como a las directivas particulares, legislaciones nacionales y convenios colectivos pertinentes.

���6YNHUPaHJP}U�KLS�[YHIHQV

���-VYTHJP}U

��+LYLJOVZ�JVSLJ[P]VZ

En España el Teletrabajo, fue regulado por la reforma del mercado laboral del año 2012, con una modificación en la ley reguladora de las relacio-nes laborales, el Estatuto de los Trabajadores en su art 13, que anteriormente regulaba el trabajo a domicilio y a partir de dicha reforma pasa a regu-lar el trabajo a distancia. La nueva normativa con carácter genérico recoge algunas de los aspectos regulados por el Acuerdo Marco Europeo.

�� ;LUKYm� SH� JVUZPKLYHJP}U� KL� [YHIHQV� H� KPZ-tancia aquél en que la prestación de la actividad laboral se realice de manera preponderante en el

domicilio del trabajador o en el lugar libremente elegido por éste, de modo alternativo a su desarro-llo presencial en el centro de trabajo de la empresa

�� 3VZ� [YHIHQHKVYLZ� H� KPZ[HUJPH� [LUKYmU� SVZ�mismos derechos que los que prestan sus servi-cios en el centro de trabajo de la empresa, sal-vo aquéllos que sean inherentes a la realización de la prestación laboral en el mismo de manera presencial.

�� +LYLJOV� H� \UH� YL[YPI\JP}U� JVUMVYTL� H� Z\�grupo profesional y funciones.

�� ,S�LTWYLZHYPV�KLILYm�LZ[HISLJLY�SVZ�TLKPVZ�necesarios para asegurar el acceso efectivo de es-tos trabajadores a la formación profesional para el empleo.

�� 3VZ�[YHIHQHKVYLZ�H�KPZ[HUJPH�[PLULU�KLYLJOV�a una adecuada protección en materia de segu-ridad y salud resultando de aplicación, en todo caso, lo establecido en la Ley, de Prevención de Riesgos Laborales, y su normativa de desarrollo.

�� 3VZ�[YHIHQHKVYLZ�H�KPZ[HUJPH�WVKYmU�LQLYJLY�los derechos de representación colectiva.

A pesar de la regulación reciente de la figura del Teletrabajo el Estatuto de los Trabjadores no es capaz de dar respuestas al complejo fenómeno del teletrabajo en un marco de globalización, entre otras:

�� *�HS�ZLYm�SL`�HWSPJHISL�J\HUKV�SH�LTWYLZH�`�el trabajador no se ubican en el mismo país., fenó-meno muy frecuente por ejemplo en la educación e-learning.

�� 7YV[LJJP}U�KL�KH[VZ�LU�\U�THYJV�KL�WYLZ[H-ción globalizada.

�� :HS\K�`�ZLN\YPKHK�

�� 7YV[LJJP}U� KL� SH� ]PKH� WYP]HKH� `� JVU[YVS�empresarial.

Carmen Algar Jiménez

Directora de Algar Abogados y Consultores.Letrada y profesora en Escuela de Negocios en España. Profesora invitada Uni-

versidad Iberoamericana, Unibe. Rep Dominicana. Doctorando en Sociedad de la Información y Comunicación, TIC´s

Ponente de Seminarios, Conferencias, Congresos, Foros laborales y empresa-riales, Miembro Consejo Redacción y colaboradora de prestigiosas publicaciones internacionales especializadas en derecho y nuevas tecnologías, entre sus publi-caciones: el libro: “El Derecho Laboral ante el Reto de las Nuevas Tecnologías”,

WEB: www.algarabogados.es

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Hace dos o tres años hube de elaborar un trabajo en el cual mencionaba varias de las nuevas formas de organización del trabajo en condiciones de crisis econó-

mica, con miras a garantizar de alguna manera, una forma de empleo, aunque flexible, siempre pensando en la eficiencia y productividad empre-sarial.

La mercancía más preciada, la fuerza de traba-jo del ser humano, que se ha convertido en par-te inseparable de la gestión empresarial por los costos acumulados en su preparación y empeño en su fidelidad a la organización, debería asimilar estos cambios en razón de no “perecer” o sufrir el desplazamiento al sector informal, ante una crisis que provoca en los próximos años reducción del empleo en millones de puestos de trabajo elimina-dos y por consiguiente, aumento de la angustia, la depresión y otras enfermedades mentales que actúan contra la salud mental, sin siquiera hablar del refugio que muchas personas encuentran en las llamadas adicciones (a drogas, alcohol, etc).

Y he comprobado que desgraciadamente, nuestras consideraciones de aquellos momentos mantienen plena vigencia ante las variaciones que han tenido las mismas políticas y prácticas de gestión del personal, con ropaje más velado y mu-chas veces con poca protección desde el derecho de trabajo como si este hubiese firmado un pacto con su desaparición a partir del uso que muchos han entendido como más favorable de las herra-mientas del derecho civil, administrativo e incluso comercial.

Solamente a modo de denominación, habíamos hablado de la contratación y subcontratación, el trabajo parcial, el empowerment, el contrato psi-cológico, el outplacement individual y colectivo y estas dos que incluyo en esta breve reseña.

;LSL[YHIHQV. Forma flexible de organización del trabajo que consiste en el desempeño de la acti-vidad profesional sin la presencia física del traba-jador en la empresa durante una parte importante

de su horario laboral. Engloba una amplia gama de actividades y puede realizarse a tiempo comple-to o parcial. Implica el uso frecuente de métodos de procesamiento electrónico de información y de algún medio de telecomunicación para el contac-to entre el trabajador y la empresa. Comprende a los que trabajan en el domicilio (programadores informáticos), los que trabajan desde el domicilio (agentes de ventas), en algún centro de teletrabajo (telecentro), como las telecabañas (telecottages), centros de trabajo en medios rurales y las oficinas relacionadas con ellos.

Dicho en otras palabras, consiste en reducir la presencia física y por ende los gastos en el soste-nimiento de una plantilla, a través de la encomien-da de trabajos con uso de TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones) a los mismos trabajadores u otros que no permanecen en la or-ganización, sino “a distancia” se interrelacionan, eliminándose de esta forma el concepto de “co-lectivo”.

Ante los actuales cambios sociales y econó-micos y la transición de una sociedad industrial hacia una sociedad de la información, los que pro-pugnan esta forma de trabajar insisten en la ne-cesidad de que el teletrabajo sea considerado un nuevo modo de organización y gestión del trabajo, y llegan hasta tratar de convencer al personal de las cualidades que tiene para determinadas per-sonas como son las madres solas, las personas con discapacidades y otras porque “contribuye sustancialmente a la mejora de la calidad de vida, en tanto la persona desde su hogar u otro lugar puede trabajar sin necesidad de desplazarse ha-cia una organización” y constituye una práctica de trabajo sostenible que propicia la igualdad de par-ticipación por parte de los ciudadanos de todos los niveles.

Muchas veces no se señala que el “teletraba-jador” debe proporcionar los equipos, gastar su electricidad y pagar su enlace con los TIC y por último como muchas veces se considera trabajo a tiempo parcial, el salario es inferior al que está

Algunas observaciones en torno al trabajo flexible

Lidia Guevara Ramírez, Consultora legal de Consultores y Abogados Internacionales, CONABI, Cuba. Secretaria Ge-neral de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas, ALAL.

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ocupado a tiempo completo. El contrato de tra-bajo podría ser por tiempo indeterminado aunque fuese a domicilio, pero la mayoría de las veces se usa la falacia de considerar al teletrabajador como un proveedor de servicios y establecer con él un contrato mercantil o civil y no uno laboral, en una suerte de externalización u outsourcing.

;LSLTHYRL[PUN. Variante de teletrabajo funda-mentalmente en las empresas de asistencia tele-fónica y se les considera “encubridoras” que de-gradan artificialmente la condición laboral de los trabajadores, ya que la casa matriz no suscribe con ellos un verdadero contrato de trabajo sino de servicios y puede concebirse como cesión ile-gal de trabajadores. Los sindicatos durante varios años han denunciado la situación laboral de los que trabajan en telemarketing, porque incluso no son sujetos de la negociación colectiva y no están protegidos por convenio colectivo de trabajo.

Es una práctica utilizada sobre todo por opera-doras de telefonía y entidades bancarias, suerte de “tercerización moderna” cuando los emplea-dos subcontratados trabajan en la propia empre-sa contratante y son supervisados por ésta, pero tienen un convenio laboral diferente. El modo de actuar es el siguiente: la empresa recurre a la con-tratación de cientos de trabajadores para llevar a cabo una campaña determinada de promoción en el mercado a través de una compañía de telemar-keting. Los empleados firman un contrato temporal con este tipo de empresas, pero no están prote-gidos por el convenio de la compañía principal, a pesar de trabajar la mayoría de las veces en las instalaciones de dicha empresa, utilizando ordena-dores y teléfonos propiedad de la misma.

El convenio que se aplica a estos trabajadores es el de telemarketing, siendo para la casa ma-triz un negocio lucrativo toda vez que al concluir

la campaña, los trabajadores son despedidos sin ninguna indemnización, porque sus contratos son temporales y la empresa demuestra que por la reducción del servicio en el histórico de llamadas telefónicas debe despedir al personal innecesario. Las empresas contratantes montan este subterfu-gio para no tener que emplear a los trabajadores directamente y asumir solidariamente los pagos de impuesto por uso de la fuerza de trabajo y los aportes a la seguridad social.

En los llamados “Call Center”, según la expe-riencia en Argentina, Chile, Uruguay, Perú y Guate-mala, aún no se ha podido desentrañar su naturale-za, si son trabajadores tercerizados o trabajadores del comercio, pero los teleoperadores denuncian violaciones laborales como la imposición de ho-ras extras no pagadas, obligación de asistencia los días feriados (en caso de ausencia, el trabajador es penalizado con una suspensión), negación de faltas justificadas (días de estudio y enfermedad entre otras), prohibición del uso de los servicios sanitarios en horario no establecido, incumpli-miento de plazos de liquidación, y discriminación por adhesión a sindicatos o partidos políticos.

Los call centers, las maquilas y demás secto-res tercerizados y deslocalizados no ofrecen se-guridad laboral, fácilmente pueden transferirse a otros países que ofrezcan salarios más bajos. Al competir con países con una mano de obra más barata se produce lo que los economistas llaman «una carrera hacia el fondo» los salarios cada vez más bajos y las condiciones de trabajo más des-favorables (los teleoperadores de call centers no gozan de prestaciones ni tienen acceso a seguri-dad social).

En fin, el derecho de trabajo tiene mucho aún por hacer en favor de relaciones justas, equitativas y equilibradas.

Lidia Guevara Ramírez

Consultora legal. Consultores y Abogados Internacionales, CONABI. Edifi-cio Bacardí, Monserrate entre Empedrado y San Juan de Dios. Habana Vieja. La Habana. Cuba. (537) 8608851, 8614560. Cel. (53) 52418629., [email protected] , [email protected] . Master en Empleo, Relaciones Laborales y Diálo-go Social de la Unión Europea. Master en Derecho Laboral y Seguridad Social de la Universidad de La Habana. Profesora titular adjunta de la Facultad de De-recho de la Universidad de la Habana. Miembro de la Directiva de la Sociedad Cubana de Derecho Laboral y Seguridad Social de la Unión Nacional de Juristas de Cuba. Secretaria General de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas. Miembro del Tribunal Internacional de Libertad Sindical con sede en México y del Tribunal Mundial de la libertad sindical con sede en Colombia.

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¿En que situación actual se encuentra la Justicia?

El malestar existen en la sociedad actual, tanto de los profesionales como de los no profesionales, en cuanto a la situación de la Justicia es una realidad absoluta. El sector justicia no está pasando por su mejor momento, e incluso hay muchas personas que han dejado de confiar en él, y en este monográfico especialistas en

la materia analizan el porqué de esta situación, o si realmente exiten fundamentos para el descontento social que hay en esta materia.

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La Justicia ha sido siempre un pi-lar básico para cualquier socie-dad, sin normas, leyes y códigos la convivencia de un páis se hace

absolutamente insostenible, por ello, de una forma u otra, siempre ha existido un estamento que controlara que los ciuda-danos cumplieran esas normas básicas para la convivencia.

Con la globalización llegó el momento en el que esas normas tuvieron que exten-derse e hicieron crecer la Justicia de for-ma que la convivencia ya no solo era algo interno de un país, sino que hemos tenido que aprender a que el mundo es un úni-co espacio en el que tenemos que habitar todos juntos, por lo que la Justicia se ha convertido en un órgano mucho más com-

plejo de controlar, y en diversas ocasiones es muy difícil conseguir ese control.

La Justicia siempre ha sido unos de los órganos de poder más valorados, ya que todo el mundo sabe de su importancia, pero actualmente no está pasando por su mejor momento, ya que los ciudadanos están bastante decepcionados en cuanto a la forma que se está ejerciendo y en los resultados que se obtiene cuando se acu-de a ella.

Para que exista un verdadero Estado de Derecho es absolutamente necesario que las personas crean en la Justicia, y que esta realice un verdadero trabajo para la sociedad, y a día de hoy son numerosos los ciudadanos que han dejado de creer en el verdadero sentido de la Justicia, ya no que se sienten respaldados por ella.

Esta situación es realmente grave, ya que en el momento en el que las perso-nas dejen de sentir que sus actos tienen consecuencias, la convivencia de una so-

ciedad sufre fracturas realmente compli-cadas de solucionar, y si los propios ga-rantes de que la Justicia funcione no son capaces de reconducir esta situación el Estado de Derecho, tal y como lo conoces actualmente, está en una situación muy delicada.

La principal causas por las que la Justi-cia se encuentra en esta situación es una gran pérdida de confianza, por parte de las personas, en el desarrollo de la misma, y esto lleva a que los ciudadanos crean que no existe una verdadera justicia... Son muchas las razones por las que hemos lle-gado a esta situación, ha sido un proceso lento, que poco a poco hemos ido incor-porando en nuestro día a día, y que casi sin darnos cuenta si ha instalado en nues-

tras vidas.

La falta de recursos, la corrupción, los sueldos bajos, la alta litigiosidad... son al-gunas de las causas que los profesionales del poder judicial aseguran que han sido el detonante para que la Justicia se encuen-tre en la situación actual, pero ¿realmente estas causas son reales o son una simple excusa para la situación que vivimos? Esta es una incognita que muchas personas se realizan a diario porque en esa misma si-tuación se encuentran otros estamentos de la sociedad y continuan funcionando, ¿por qué la Justicia no?

Una de las principales preocupaciones en cuanto a este tema es el problema de la separación de poderes, algo realmente fundamental para la Justicia pueda ejer-cer bien su labor y que a día de hoy esta en tela de juicio, ya que la sociedad no ve que realmente exista esta separación. Esta problemática sería la primera que ha-bría que solucionar, y quizá con ello el res-to podrían volver a encauzarse

“Sin separación de poderes es imposible que la Justicia pueda funcionar tal y como los profesionales

creen que debe hacerlo”

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-VYV� 1\YxKPJV� 0ILYVHTLYPJHUV��� ¦,Z[m� ¸LU-MLYTH¹�SH�Q\Z[PJPH&

(U[VUPV� .HYJxH� 5VYPLNH��� Creo que es una opinión muy extendida, que comparto, la de que la Justicia española sufre deficiencias que, en lu-gar de resolverse, se hacen progresivamente más graves, más extendidas, más difíciles de resolver y que afectan a instituciones básicas para la ca-lidad democrática. En ese sentido, la Justicia sí está enferma. Incluso muy enferma, podríamos decir.

-6910)���¦*\mSLZ�ZVU�SHZ�JH\ZHZ�KL�LZ[H�ZP[\HJP}U&

A.G.N.- Son muchas pero creo que las princi-pales son la contaminación política de los órga-nos superiores de la estructura judicial, la falta de sensibilidad de algunos jueces, fiscales e incluso abogados respecto de la importancia de institu-ciones básicas como la presunción de inocencia, la dejadez de unos y otros respecto de no dejar pasar los pequeños tics autoritarios en las actua-ciones que en conjunto minan el sistema, la renun-cia progresiva al sistema de garantías, que tiende a debilitarse con el tiempo en lugar de reforzarse… En fin, son muchas causas concurrentes.

-6910)��¦8\t�YLTLKPV�ZLYxH�ULJLZHYPV�WHYH�J\YHY�H�SH�Q\Z[PJPH&

A.G.N.- En alguna ocasión he dicho que no hay varita mágica para esto. Lo primero sería que los profesionales jurídicos cobrásemos conciencia no de la existencia del problema, que de eso ya la tenemos, sino de su gravedad. Con ello, unirnos los distintos estamentos –jueces, fiscales, aboga-dos, secretarios, procuradores- para imponer a los políticos e imponernos nosotros mismos, en la medida de lo posible, la rectificación de las defi-ciencias que hemos generado entre unos y otros.

Y, sobre todo, hacer llegar a los ciudadanos la conciencia de la mala situación y de su importan-cia para el Estado de Derecho, de modo que el problema de la Justicia entre en la agenda política como un asunto prioritario.

-6910)��¦*}TV�OH�SSLNHKV�SH�1\Z[PJPH�H�LZ[H�ZP[\HJP}U&

A.G.N.- Porque a los políticos no les interesa una Justicia independiente, a la opinión pública le ha dado igual lo que sucediera en ese ámbito, los jueces no han tenido reflejos ni previsión de la gravedad de la situación que terminarían propi-ciando sus pequeños errores individuales, los fis-cales son la voz de sus amos políticos y algunos sacan buen provecho de ello, el corporativismo y las represalias actúan como una mordaza contra los jueces honestos –que son la mayoría- y críti-cos, la dirección de los abogados viene estando, desde hace años, en manos de tácticos, no de estrategas con visión de futuro, y casi nadie hace autocrítica, con lo que los problemas se abordan sólo con visión cortoplacista y escasamente ima-ginativa. Parece que las cabezas corporativas de unos y otros estamentos no quieren, o no saben, ponerse a pensar qué se debe de hacer que sea efectivo (no poses de protesta con toga o sin ella, que no deja de ser un pataleo más propio de chi-quillos que de profesionales con ideas claras y capacidad de respuesta), con una estrategia níti-da, coordinada entre los distintos estamentos im-plicados y a largo plazo.

-6910)��¦9LHSTLU[L� SVZ� WYVISLTHZ� X\L� ZL�HJOHJHU�H�SH�1\Z[PJPH��LZJHZVZ�TLKPVZ��HS[H�SP-[PNPVZPKHK��Z\LSKVZ�IHQVZ��ZLWHYHJP}U�KL�WVKL-YLZ¯��ZVU� SH�YHxa�KL�LZ[H�ZP[\HJP}U�V�OH`�HSNV�TmZ&

“La Justicia no carece de medios, sino que no sabe administrar los que tiene,

TXH�VRQ�VXÀFLHQWHV�VL�VH�DSOLFDQ�D�XQD�RUJDQL]DFLyQ�HÀFD]µ

Antonio García Noriega, doctor en Derecho Constitucional

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A.G.N.- De entrada, los que cita usted, y que son los que se transmiten a la opinión pública, son un puro mito, salvo el último. La Justicia no carece de medios, sino que no sabe administrar los que tiene, que son suficientes si se aplican a una organización eficaz. La cifra de litigiosidad está inflada escandalosamente y los sueldos son perfectamente dignos. Estos factores se vienen invocando como un mantra dándolos por buenos acríticamente, pero no son ciertos en absoluto. Lo que se pasa es que echar la culpa a cosas tan ge-néricas desvía la atención y, a la vez, evita el tener que entrar en contriciones por los propios errores de cada estamento jurídico. En cuanto a cuáles son esos errores, desbordaríamos el espacio de esta entrevista. Si me lo permite, me remito al libro recien publicado “La justicia enferma”.

-6910)��¦:VTVZ�YLHSTLU[L�JVUZJPLU[L�KL�SH�ZP[\HJP}U�HJ[\HS�KL�SH�1\Z[PJPH&

A.G.N.- Le diría que sí, porque así se deduce de las declaraciones formales de los profesionales

del Derecho, si no fuera porque continuamente me encuentro con juristas que se niegan a admi-tir la evidencia de la enfermedad de la Justicia y se han autoconvencido de que estamos mejor que nunca sin más que algún problemilla menor que apenas supone una discreta merma en la calidad democrática. Claro que es duro asumir que tu país no funciona, pero es absurdo cerrar los ojos a la evidencia, y aún hay muchos profesionales que lo hacen.

-6910)��¦+LILYxHTVZ� [LULY� TmZ� LU� JVUZP-KLYHJP}U�LZ[L�WYVISLTH&

A.G.N.- Sobre todo, como digo, para incluirlo en la agenda política.

-6910)��¦8\t� YLMVYTHZ� OHJLU� MHS[H� HJ[\HS-TLU[L�LU�SH�1\Z[PJPH&�

A.G.N.- Los juristas discrepamos más en la propuesta de curación que en el diagnóstico. En líneas generales, creo que, más que reformar ge-nerando instituciones nuevas, se trataría más bien de volver atrás en el camino de degeneración que se ha trazado desde la Constitución. Habría que

“Hemos traspasado la línea que separa un Estado de más o menos calidad democrática de uno que, simplemente, no es ya Estado de

Derecho porque carece de las instituciones efectivas propias de éste”

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hacer tabla rasa de muchas perversiones doctri-nales y normativas y de la mala praxis que se ha ido creando y regresar al espíri-tu constitucional del que nos hemos apar-tado poco a poco. Por citar algunas, lo primero sería despo-litizar el Consejo del Poder Judicial y avanzar en el autogobierno judi-cial; después, revisar la doctrina sobre presunción de inocencia, inmunidad judicial, indemnización de errores judiciales, prevalencia de hecho de la palabra del agente y automatismo de la detención en supuestos de violencia de género, y hacer más caso al Tribunal de Estrasburgo, cuyas pautas y recriminaciones venimos despreciando olímpica-

mente; reconfigurar la gratuidad de la Justicia y el sentido y forma de aplicación de las ta-sas; suprimir la dependencia política del Mi-nisterio Fiscal derivando la defensa del Estado a la Abogacía del Estado; suprimir la mordaza expresiva que pesa sobre los jueces en grado notoriamente abusivo; aplicar criterios de efi-ciencia burocrática modernos a la oficina judi-cial… En fin, apunto unos pocos pero la lista es muy larga.

-6910)��¦3H� ZVJPLKHK� HJ[\HS� JYLL� LU� SH�1\Z[PJPH&

A.G.N.- Ha dejado de creer. Al comienzo de la Transición, era una de las instituciones que más respeto merecían a los ciudadanos. Ac-tualmente, y ahí están las estadísticas oficiales que lo manifiestan, es una de las peor valora-das por éstos.

-6910)��¦=P]PTVZ�LU�\U�]LYKHKLYV�,Z[HKV�KL�+LYLJOV&

A.G.N.- No. En materia de Justicia, no. Ro-tundamente. Sé que esta valoración tan radical no es com-partida a bote pronto por muchos juristas, pero cada vez hay más de éstos que asumen que hemos traspasado la línea que separa un Esta-

do de más o menos calidad democrática de uno que, simplemente, no es ya Estado de Derecho porque carece de las instituciones efectivas pro-pias de éste. Y digo efectivas porque igual da que las haya sobre el papel: si no funcionan en la pra-xis es como si no existieran, y eso es exactamente lo que sucede con muchas de las que configuran en teoría la Justicia española.

“Es duro asumir que tu país no funciona, pero es absurdo

cerrar los ojos a la evidencia, y aún hay muchos profesionales

que lo hacen”

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VNYmÄJV!�3H�1\Z[PJPH�LUMLYTH

Antonio García Noriega

Abogado desde 1980, es doctor en Derecho -Premio Extraordinario de Doctorado-.

Profesor visitante de la Universidad de las Américas (Santiago de Chile).Académico de número de la Academia Interamericana de Derecho Constitu-

cional y Comparado (Washington, D.C.). Miembro del Colegio Penal Internacional (Colegio de Abogados del Tribunal

Penal Internacional, La Haya) Consejero de la Federación Interamericana de Abogados (Washington, D.C.). Es autor de varias monografías sobre Derecho constitucional y comparado.

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¿Qué le ocurre a la Justicia en España?Antonio García Noriega analiza los mitos que existen en el

porqué de la situación actual de la Justicia

¿Es verdad que la Justicia está escasa de medios? ¿Hay en España tanta litigiosidad como se afirma? ¿Están mal pagados los jueces? ¿Son independientes? Con rotundo apoyo documental, esta obra destierra los mitos con los que se encubren las verdaderas causas de la enfermedad de la Justicia:

mala organización de los recursos disponibles, normas tercermundistas, injerencias políticas, jueces desmotivados y no todos bien preparados ni sensibles a los valores constitucionales, que se mueven entre la impunidad y la represalia arbitraria; órganos de gobierno politizados, fiscales pretorianos, justicia de oficio abusiva, abogados mal formados, procuradores en tensión, colegios profesionales de dudosa utilidad… Una situación tan deteriorada que, según el autor, permite cuestionar incluso que sigamos estando en un Estado de Derecho propiamente dicho.

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Recientemente tuve el honor de participar en la presentación, en el Colegio de Abogados de Ma-drid, de un libro que lleva por títu-

lo precisamente el de este artículo “La Jus-ticia Enferma”, muy revelador, de Antonio García Noriega, cuya lectura recomiento. Me han pedido que hablara de este tema y quisiera decir aquí algo parecido a lo que dije en la mencionada presentación. Aun-que no estoy en el día a día del foro –me dedico a la justicia cautelar- y, por tanto, no puedo descender a detalles demasiado concretos, si puedo hablar como ciuda-dano preocupado por las cuestiones que afectan a la polis y que directa o indirecta-mente, tarde o temprano, acabarán afec-tándome a mí. Soy, de hecho, editor, junto con otras cinco personas, de un blog sobre actualidad jurídica y política que se llama ¿Hay Derecho?, en el que desde hace cua-tro años nos dedicamos a hablar de estas cosas.

Desde este sentido ciudadano, creo que podríamos convenir en que hay varias co-sas que se nos vienen a la mente si pen-samos en la justicia: el retraso de las sen-tencias, grave pues una justicia tardía no es justicia; la falta de medios, que no se da en otros importantes departamentos del Estado, como Hacienda; el desbarajuste autonómico, que impide tener un sistema informático común; la excesiva litigiosidad y las polémicas tasas supuestamente des-tinadas a combatirla; los jueces estrella y, en general, el excesivo uso alternativo del Derecho que ha convertido a la norma es-crita en una mera indicación sujeta a la in-terpretación del juzgador “según la realidad social del tiempo en que ha de ser aplica-da”, en una amplísima lectura del artículo 3 del Código civil, con la inseguridad jurídica que ello provoca. Y, por supuesto, su politi-zación, que afecta a su independencia.

No voy a descubrir en mil palabras cuá-

les son las causas de ello, sin duda muy complejas, como a lo serán las que afec-ten a otros sectores como la sanidad o la enseñanza, cuyos males probablemente no se resolverán sólo con más presupuesto o cambiando al ministro. Pero, en mi opinión, la degeneración de la justicia se enmarca en un proceso más amplio que es el de la degeneración del Estado de Derecho en España. El libro que hemos publicado los editores del blog ¿Hay Derecho?, que se titula igual que el blog, lleva un subtítulo: “La quiebra del Estado de Derecho y de las instituciones en España”; y en él nos dedicamos a mostrar cómo nuestro siste-ma político y legal amenaza ruina porque el contrapeso que las instituciones suponen al poder ha dejado de funcionar porque éste ha invadido aquellas.

Aunque somos conscientes de que este fenómeno no es privativo de nuestro país, si cabe decir que se está padeciendo en España con inusual gravedad y persisten-cia. El tardío advenimiento de la demo-cracia y la brusca transformación de una sociedad hasta entonces autoritaria en la que el ciudadano es pastoreado en todos los ámbitos vitales, a otra libre, destinada a gobernarse a sí misma en un contexto totalmente diferente, hizo que las institu-ciones democráticas, firmemente asenta-das sobre el papel, no lo estuvieran tanto en la realidad práctica y sobre todo en la mente de aquellos que deberían mantener-las. Así como en una sociedad autoritaria el poder se ejerce de arriba hacia abajo en una pirámide jerárquica, en una sociedad democrática hay que mirar primero de aba-jo hacia arriba, cuando ciudadano designa a sus representantes, y luego en horizontal, cuando las diversas instituciones que con-forman el Estado colaboran, pero también se controlan unas a otras en un delicado equilibrio de checks and balances que per-miten que ningún poder sea superior a otro porque siempre hay alguna fuerza que se le

Justicia, eficiencia, políticaIgnacio Gomá Lanzón, Notario y editor del blog ¿Hay Derecho?

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contrapone y evita el abuso.

Pronto se vio que a los nuevos y pode-rosos partidos políticos –fuertemente refor-zados para evitar la inestabilidad de otros tiempos- no les interesaba excesivamente que existiera una radical separación de po-deres –de hecho se decretó la muerte espi-ritual del inventor del concepto- por lo que se realizaron las maniobras precisas para que el órgano rector, el CGPJ y el Tribu-nal Constitucional, fueran representaciones en miniatura del reparto del poder político salido de las urnas, que, por consiguiente, acabarían respondiendo a los intereses de quienes les nombran y no necesariamente a los de la justicia y del control del poder eje-

cutivo y legislativo. La razón alegada no era esa, claro; se pretendía teóricamente que la voluntad del pueblo entrara en las institu-ciones, pues eso era algo que se tildaba de más democrático; pero en realidad no lo era, porque olvidaba que la verdadera democra-cia es la que va acompañada de un Estado de Derecho fuerte, en la que la ley se aplica a todos, incluido el propio Estado y todavía más a los que representan al Estado.

Puede alegarse que esta situación afec-

ta a los grandes casos de corrupción y te-mas de interés político, pero no al día a día de los juzgados, a los miles de casos de los ciudadanos corrientes, juzgados por jueces honrados e independientes. Cierto, pero cabe aducir dos cosas a eso: primera, que los grandes casos son los que marcan la diferencia, la desigualdad entre unos y otros, y que al final todos los ciudadanos acabamos pagando esa injusticia con la ineficiencia del Estado que produce la co-rrupción y que no sean los mejores, los más baratos, los más honrados los que triunfen; segunda, si el poder no quiere una justicia fuerte e independiente que le pueda con-trolar, al final no le proporcionará recursos como los de Hacienda, no se preocupará

porque tenga un potente sistema informáti-co único para todo el país que impida que salga a la calle alguien que en otro juzgado tenga causas pendientes, ni le garantizará la independencia necesaria para evitar que los fuertes y poderosos se salgan con la suya en aquellos casos clave que afectan a toda la colectividad.

La enfermedad de la justicia es un tema técnico, sí; pero también político, y al final económico, y de ello conviene tomar nota.

Ignacio Gomá Lanzón

Nació en Madrid el 13 de noviembre de 1960. Notario de Madrid. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1979-1984). Notario (Oposiciones a Nota-rías, aprobadas en 1988), oposiciones restringidas, ENTRE Notarios, en 1991-1992. Es miembro del Consejo de Redacción de la revista El Notario del Siglo XXI, DESDE julio de 2005 y de Cuadernos de Derecho y Comercio (2010).Es autor de numerosas colaboraciones (artículos de opinión, monografías, artículos en revistas especializadas etc.) en materia de Derecho Civil, Mercantil, Hipotecario y No-tarial. Ha participado como conferenciante en NUMEROSOS congresos, seminarios y reuniones profesionales, tanto a nivel nacional como internacional, como por ejemplo las conferencias pronunciadas en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo o en la Academia Matritense del Notariado, así como las clases impartidas en la Escuela de Práctica Jurídica de la Universidad Complutense de Madrid, Master de la Abogacía del Colegio de Abogados de Madrid o el Master del Instituto de Empresa de Madrid.

“La degeneración de la justicia se enmarca en un proceso más amplio que es el de la degeneración del Estado de

Derecho en España”

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Las apariencias engañan. Aunque España sea, en teoría, una democracia consolida-da cuyos niveles de calidad se equiparan a los del mundo civilizado, su arquitectura

institucional alberga vicios ocultos que amenazan ruina. Es el Poder Judicial, uno de los pilares del Estado de Derecho, el que se tambalea en estos momentos. Explicaremos por qué:

Es verdad que los jueces españoles, en su in-mensa mayoría, son honrados. Por mucho que de entre sus filas de vez en cuando emerja alguna oveja negra, la magistratura española es inmune a la corrupción que infecta a la política. Así se infiere del reciente informe del GRECO (Grupo de Esta-dos contra la corrupción) del Consejo de Europa. No sólo eso, constituye un cuerpo de profesiona-les eficiente cuyo nivel de productividad, pese a la escasez de medios, resulta sorprendentemente elevado. El tópico de la lentitud de los tribunales no se corresponde exactamente con la realidad. En esos términos consta en el informe publicado por la Comisión Europea en 2014, cuyos cuadros de indicadores sitúan la Justicia española en unos niveles muy próximos a los de Alemania o Sue-cia. No se quiere decir con esto que el estado de cosas actual sea satisfactorio sino que, compa-rativamente, el funcionamiento del Poder Judi-cial debería contarse entre los éxitos, no entre los fracasos de nuestra todavía joven democracia. Al menos, por ahora.

Y, aun así, el pueblo español no mira con bue-nos ojos a sus jueces. ¿Por qué? La principal crí-tica que se les hace es la de estar politizados, de haberse convertido en títeres de los partidos políticos. Y no les falta razón, hasta el punto de que corre peligro la división de poderes. He aquí una fascinante paradoja: por un lado, los jueces españoles, individuamente considerados, son im-parciales; pero, por otro, como colectivo, carecen en la práctica de suficiente independencia. Para descifrar este enigma hay que conocer a fondo la intimidad de la anatomía judicial.

El Consejo General del Poder Judicial es el

máximo órgano de gobierno de la Justicia espa-ñola. Se compone de veinte miembros llamados “vocales” entre cuyas atribuciones se encuentra la dirección del servicio de inspección y la trami-tación de los expedientes disciplinarios. Por tanto, en sus manos está expulsar a cualquier magistra-do de la carrera. Este Consejo, a su vez, ha sido escogido por las cámaras parlamentarias, las cua-les obedecen a la lógica de las mayorías partidis-tas. Por tanto, son las oligarquías de los partidos políticos las que, en última instancia, deciden la composición de la jefatura judicial. Y es que di-cho Consejo designa a los miembros del Tribunal Supremo (corte de casación) así como al resto de puestos clave del entramado institucional de la ju-dicatura. A la postre el círculo queda bien cerrado.

Estos datos son de todos conocidos. Lo que no está tan claro es por qué los propios jueces se prestan a participar en semejante sistema. Si algunos de ellos no colaborasen con los manejos de la clase política, nadie empujaría el carro de la politización. Y es que el control sobre los jueces se ejerce por ellos mismos, por un grupo que ha decidido ocupar esos puestos clave que les han sido tan generosamente ofrecidos.

La respuesta más sencilla consiste en supo-ner que siempre hay una minoría de traidores dispuestos a servir al mejor postor. Es esa una explicación fácil…y errónea. En realidad, los jue-ces que les hacen el juego a los políticos están convencidos, de buena fe, de la decencia de su conducta. La realidad, como veremos, es bastan-te más compleja.

La concepción de la Justicia ha cambiado. Has-ta no hace demasiado tiempo, se propugnaba un ideal en cuya virtud el magistrado debía limitarse a aplicar la Ley, sin influencias políticas. Obviamen-te, el modelo de juez autómata, esclavo de la letra de la ley, boca muda al estilo de Montesquieu, está tan muerto como su autor. De lo que hablamos es de otra cosa. No nos referimos al juez que crea Derecho al llenar las lagunas normativas o eliminar las antinomias del texto legal, sino a algo más, a

Justicia y Política españolas, dos caras de la misma moneda

Jesús Manuel Villagas, Magistrado y Secretario de la Plataforma cívica por la Independencia Judicial

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aquél que se atreve a cruzar una línea antes pro-hibida, la del activismo judicial; a aquel que hace política con sus sentencia;. a aquel que interpreta ideológicamente la ley. En definitiva, aquel que no teme manchar la toga con el polvo del camino.

Ese modelo de juez es un lacayo involuntario de la oligarquía política. Aunque crea enfrentarse al poder, en el fondo, lo sirve. Esa es la genialidad del sistema, que logra dominar sin ejercer violencia. ¿Cómo?

No es complicado. Recordemos que el Consejo General del Poder Judicial, máximo órgano de go-bierno de la judicatura, tiene en sus manos colocar a unos u otros en los puestos clave de sistema. Y esa elección se efectúa en función de soterradas

negociaciones entre las fuerzas políticas que pac-tan el reparto de sus respectivas influencias. Es el conocido como “reparto de cromos”. Los activis-tas togados exhiben a los cuatro vientos su ideolo-gía, pues bien orgullosos están de ella. Son, pues, fáciles de identificar por los tahúres políticos que, de este modo, no andan a ciegas en su partida de naipes. Ya saben a quién tienen que escoger.

Obviamente, a los candidatos, incluso una vez nombrados, no se les suelen dan consignas de obediencia. Como regla general, no hace falta nin-guna llamada de atención para que resuelvan en uno u otro sentido. Pero sus padrinos políticos ya saben de antemano qué decidirán, pues sus pro-nunciamientos están condicionados de su ideolo-

gía. Hasta el punto de hacer gala de ello, ya que no creen estar aquejados de politización alguna, sino tan sólo asumir un compromiso social.

A los jueces españoles se les ha inculcado la creencia de que la ley no contiene un mandato uní-voco, sino que es algo más laxo, un marco dentro del que moverse. Es la “textura abierta” que en-señaba Herbert Hart. Dentro de esos límites, por tanto, el juez tendría libertad para moverse donde mejor la plazca. Gozaría, pues, de margen redefinir ideológicamente el proceso de aplicación judicial. Y todos tan contentos: el juez haciendo de político sin remordimientos; y el político haciendo de juez a través de sus involuntarios títeres.

Aunque a los jueces españoles les está vedado

afiliarse a partidos políticos o sindicatos, existen unos sucedáneos llamados “asociaciones judicia-les” que, en la práctica, vienen a suplir tal carencia. Algunas de dichas asociaciones están próximas a los partidos políticos más afines a su respectiva ideología. Son, por tanto, esos jueces afiliados los que se llevan la parte del león en el reparto de los cromos. A fin y al cabo, se trata de poner las car-tas sobre la mesa, de saber de qué pie cojea cada uno.

El resultado de este montaje ha sido el descré-dito de la Justicia española ante su pueblo. La pér-dida de confianza ciudadana en uno de los pilares del Estado y, por tanto, en el futuro de nuestra de-mocracia. Motivos no faltan.

Jesús Manuel Villegas Fernández

Nacido en 1969, ingresó en la carrera judicial por oposición libre en 1999 y es actualmente magistrado instructor. Autor de diversas publicaciones, su úl-timo libro se titula “Fiscal Investigador contra Juez Instructor. La lógica de la investigación criminal” (Edit. Marcial Pons). Dedicado además a la cooperación internacional, ha trabajado principalmente en Europa Oriental. Asimismo, es Secretario General de la “Plataforma Cívica por la Independencia Judicial” y director de la revista digital Tempus Octobris.

“He aquí una fascinante paradoja: por un lado, los jueces españoles, individuamente considerados, son

imparciales; pero, por otro, como colectivo, carecen en la práctica de suficiente independencia”

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No descubro nada nuevo cuando es-cribo que la Justicia en España no está bien. Lo que quizá no sepa el lector es que está mucho mejor

de lo que debería si atendemos a los medios y presupuesto con los que cuenta. La única conclusión posible es que son las personas que trabajan en nuestro sistema judicial las que consiguen, con su profesionalidad y su buen hacer, que no colapse.

Lo habitual, que no debería ser lo normal, es quejarse de lo que no nos gusta, pero hay que dar valor a los gestos que hacen que el sistema pueda seguir adelante pese a quie-nes tratan de poner obstáculos con una ac-titud nada deseable. En mis años de práctica he visto funcionarios comprando folios y bolí-grafos con su propio dinero, jueces cámara en mano grabando vistas, secretarios judiciales haciendo de intérpretes y un sinfín de mues-tras más de la humanidad que –sin perjuicio del brocardo dura lex, sed lex-, ha de acom-pañar el ejercicio de tan importante función social.

Tradicionalmente, el poder ejecutivo ha orientado los intentos de solucionar los pro-blemas de la Justicia bien aumentando el nú-mero de Juzgados, bien reforzando el personal de algunos de ellos. A modo de ejemplo pode-mos citar la creación de los juzgados especia-lizados en Mercantil, aunque lo cierto y verdad es que la coyuntura económica ha hecho que tales órganos jurisdiccionales se hayan colap-sado de forma casi inmediata, principalmente con la tramitación de concursos.

La última tendencia ha sido bien distinta, tratando de disuadir del acceso a la Justicia por medio de las tasas judiciales, que se con-figuran como una barrera infranqueable en algunos casos que impide acudir a buscar el amparo jurisdiccional, o acudir a un recurso en su caso.

Sin perjuicio de lo anterior, los plazos en los

que se sustancia un procedimiento –especial-mente en algunas jurisdicciones y demarca-ciones territoriales-, siguen siendo excesivos, lo que hace que la solución llegue en un mo-mento que nada tiene que ver con aquél en el que se produjo la controversia, dando una respuesta desfasada y que con independencia del resultado no deja la sensación a ninguna de las partes de que se haya hecho Justicia.

No podríamos decir que el desarrollo y la expansión de los métodos alternativos de re-solución de conflictos –ADR en sus siglas en inglés- sea una consecuencia directa de las dificultades con las que tiene que convivir el sistema judicial, pero es cierto que a mayor atasco y colapso, más crecen y más visibili-dad tienen.

No hace mucho el arbitraje era un completo desconocido no ya a pie de calle, sino incluso en las facultades de Derecho, en las que –salvo honrosas excepciones- nada se decía siquie-ra acerca de su existencia. Hoy, sin embargo, parece que los profesionales susceptibles de participar han advertido la existencia de un nicho de negocio, y para explotarlo piden a la universidad que forma a los profesionales necesarios para ello. A donde no llega la uni-versidad, lo hacen las escuelas de negocios, los institutos de postgrado, las conferencias especializadas y los congresos.

En el caso del arbitraje, los congresos jue-gan un papel primordial debido a la confiden-cialidad que rodea la tramitación de los pro-cesos sometidos a ese tipo de resolución de conflictos. Al no poder hacerse públicos –con carácter general- los laudos, y mucho menos los escritos de las partes y sus alegaciones, en los congresos y conferencias se ponen de manifiesto las tendencias que van surgiendo en la práctica, y se comparten con el resto de componentes de la comunidad arbitral para su expansión o su prevención.

La formación lleva a la calidad del servicio

El arbitraje como ayuda a la administración de Justicia

Seguimundo Navarro Jiménez, socio de Arbitraje y Procesal en Crowe Horwath

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que se presta, y con ello se llega a la confianza de las personas que son usuarios finales del mismo. También ayuda el hecho de que man-tengamos el arbitraje aislado de clientelismos e influencias ajenas a los procedimientos en sí mismos, lo que se refuerzas cuando entra savia fresca en el circuito arbitral.

En todo caso no hay que olvidar que los que participamos como árbitros estamos sustitu-yendo al órgano judicial en la decisión de un controversia, y esto nos atribuye un importan-te grado de responsabilidad en el ejercicio de esa función.

Fundamentalmente las partes que acuden a un arbitraje lo hacen por dos motivos. Uno es el

ahorro de tiempo que se supone que van a ob-tener mediante la resolución de una controver-sia en una única instancia; y otro por la confi-dencialidad del procedimiento y del resultado. Indirectamente, sobre todo para las empresas, este ahorro de tiempo y la confidencialidad se traducen en un beneficio económico directo al poder liberar parte de los 120 millones de Euros que, por ejemplo, había en 2013 en las cuentas de consignaciones de los juzgados de España en concepto de fianzas, y que supon-drían un estímulo para nuestra economía.

Otro valor añadido del arbitraje es la inter-vención como árbitro de una persona especia-lizada en la materia controvertida, lo que hace presuponer una decisión más ajustada que no debe olvidar los formalismos necesarios para evitar incurrir en alguna de las causas de anu-lación del laudo que solo se pueden ejercitar por motivos tasados legalmente en nuestra le-gislación arbitral.

En la actualidad la presencia del arbitraje en nuestro sistema de resolución de conflictos ya no tiene marcha atrás. Ni debe tenerla. Más bien al contrario, los poderes públicos –y en espe-cial el poder judicial- deben seguir apoyando este tipo de procedimientos que, en definitiva,

redundan en beneficio de esa importante labor que es impartir Justicia. Buena prueba de ello es la colaboración que se produce en materias como la adopción de medidas cautelares para el arbitraje en sede judicial, o el auxilio judicial para determinadas actuaciones, como reque-rimientos, embargos, notificaciones, tomas de declaración, la actuación como autoridad no-minadora con la designación del árbitro o del tribunal arbitral que haya de decidir la contro-versia, o incluso la nada baladí ejecución judi-cial del laudo, sin lo que podría llegar a quedar con el mismo valor que un papel mojado.

Seguimundo Navarro Jiménez

3PJLUJPHKV�LU�+LYLJOV�WVY�SH�<UP]LYZPKHK�7VU[PÄJPH�KL�*VTPSSHZ��0*(+,��LU�SH�LZWLJPH-lidad de Letrado Asesor de Empresa.Se incorporó a Crowe Horwath Legal y Tributario en julio de 2014 y actualmente es So-JPV�+PYLJ[VY�KLS�+LWHY[HTLU[V�KL�7YVJLZHS�`�(YIP[YHQL�LU�SH�VÄJPUH�KL�4HKYPK�Ha trabajado con el Despacho Pérez-Serrano, habiendo colaborado previamente con V[YVZ�KLZWHJOVZ�UHJPVUHSLZ�L�PU[LYUHJPVUHSLZ��JVTV�SHZ�ÄYTHZ�LZJVJLZHZ�+Y\TTVUK�4PSSLY�>:�`�+PJRZVU�4PU[V�>:��HU[LZ�KL�M\UKHY�Z\�WYVWPH�ÄYTH�Seguimundo está incorporado como árbitro en la Asociación Europea de Derecho y Equidad (Aeade), Corte Española de Arbitraje, Tribunal Arbitral de Valencia (TAV) y el Tribunal Arbitral de Barcelona (TAB).

“Lo habitual, que no debería ser lo normal, es quejarse de lo que no nos gusta, pero hay que dar valor a los

gestos que hacen que el sistema pueda seguir adelante pese a quienes tratan de poner obstáculos con una

actitud nada deseable”

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Es imperioso consignar que gran parte de los jueces de la Argentina son pro-bos y ejercen su ministerio con ciencia, conciencia y paciencia, más allá de las

reflexiones que se efectúan a continuación.- A quién le caiga el sayo.....

Liminar

La Argentina es un país republicano, represen-tativo y federal.

�� 9LW�ISPJH!�SH�ZVILYHUxH�LZ�KLS�W\LISV��Z\Z�máximas autoridades son elegidas por los ciuda-danos o por el Parlamento para un período deter-minado, con clara división, interacción, balanceo e independencia de sus tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

�� 9LWYLZLU[H[P]V!� LS� W\LISV� UV� KLSPILYH� UP�gobierna sino por sus representantes elegidos. Ello se aplica a los poderes Ejecutivo y Legisla-tivo, no así al Poder Judicial, cuyos integrantes como principio general son designados y even-tualmente removidos por los miembros de los otros dos poderes.

�� -LKLYHS!� � JHKH� ,Z[HKV� MLKLYHKV� � THU[PL-ne los derechos y atribuciones no delegadas en el poder central según las constituciones loca-les que deben darse conforme a la nacional; en lo que respecta a la administración de justicia, implica la co-existencia de un Poder Judicial Fe-deral (que interviene en todas las cuestiones de competencia federal que se susciten en toda la república) y Poderes Judiciales locales, con com-petencia exclusiva en materias no federales y dentro de cada provincia. Subsiste- y por ende coexiste - una justicia nacional para los fueros comunes con competencia en la Capital Federal.-

En estas líneas nos referiremos solo a la justi-cia federal, si bien muchas de las consideraciones son aplicables a algunas de las justicias locales.-

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El Poder Judicial de la Nación es ejercido por una Corte Suprema de Justicia, y por los

demás tribunales inferiores que el Congreso estableciere.-.

En ningún caso el presidente de la Nación puede ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o resta-blecer las fenecidas.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, tiene su sede en la Ciudad de Buenos Aires. Luego de varias modificaciones en la canti-dad de sus miembros, actualmente se integra con cinco ministros. Su competencia abarca, además de las cuestiones federales, una even-tual instancia extraordinaria para la revisión de constitucionalidad de las decisiones finales de cualquier tribunal.-

Las Cámaras Federales de Apelación y los Juzgados Federales de Primera Instancia es-tán organizados por territorio y por fueros.-

El Consejo de la Magistratura, órgano ex-tra-poder, debe integrarse periódicamente procurando equilibrio entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elec-ción popular, de los jueces de todas las instan-cias y de los abogados de la matrícula federal; asimismo, por otras personas del ámbito aca-démico y científico, en el número y la forma que indica la ley. Son sus funciones postular previo concursos a los candidatos a jueces nacionales, ejercer facultades disciplinarias sobre ellos y decidir la apertura del procedi-miento de su remoción, en su caso ordenar su suspensión, y formular la acusación.-

El sistema se integra con el Ministerio Pú-blico, órgano independiente con autonomía funcional y autarquía financiera que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses gene-rales de la sociedad en coordinación con las demás autoridades de la República, integrado por un Procurador General y un Defensor Ge-neral de la Nación y los demás miembros que la ley establezca.

Situación actual de la Justicia en la República Argentina

Juan Carlos Pratesi, abogado

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Como primeras reflexiones:

a) En la actualidad la magistratura judicial en todo el país y en casi todos los fueros adole-ce de sobrecarga de tareas, algunas totalmente injustificadas.- Carece además de elementos — instalación, inmuebles adecuados, sistemas tecnológicos modernos, etc. — con lo que la justicia no cumple adecuadamente con los postulados de ser rápida y económica.-

Juzgados y Cámaras de Apelaciones es-tán abarrotados de expedientes.- En algunos casos , como el fuero de la Seguridad Social, ante el cual tramitan cientos de miles de expe-dientes de jubilados que reclaman ajustes, los representantes del Estado Nacional interponen invariable e inútilmente recursos hasta llegar a la Corte Suprema, que ya ha dado reiterada-mente razón a los reclamos, postergando así las sentencias.- Pese a la natural ancianidad y necesidades de los demandantes el gobierno dilata o directamente incumple las sentencias, y recientemente ha optado por atacar for-malmente a los jueces de este fuero que han aceptado reclamos concretos.- Iguales proce-dimientos pueden reconocerse en la Justicia Contencioso-administrativa.-

b) Pese a los deberes y prohibiciones constitucionales, el Poder Ejecutivo interfiere en la acción judicial en varios sentidos: Al de-morar o manipular la selección y/o designación de jueces, al condicionar su actividad incluso amenazando con sanciones, o cuando no sa-tisface sus obligaciones como poder adminis-trador, dejando de cumplir sentencias aún de la Corte Suprema.-

c) La carencia de jueces regularmente de-signados, por omisión del Poder Ejecutivo, — lo que acarrea suplencias o subrogancias discre-cionales que no ofrecen garantías — además de las demoras implícitas constituyen elemen-to de presión sobre los así provisoriamente no-minados, a disposición del Poder Ejecutivo.-

d) Se ve particularmente en el fuero Pe-nal Federal fuerte intromisión del Ejecutivo, evitando por todo medio la secuela regular de investigaciones y juzgamientos de hechos que involucran a funcionarios o personas próximas a las esferas del poder.-

Otras reflexiones generales:

La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha tenido que intervenir en los últimos años en la resolución de temas complejos y trascen-dentes: atentados terroristas, deuda externa, situación de los jubilados, conflictos institucio-nales, libertad de prensa y legalidad del Con-sejo de la Magistratura, entre otros.

En general se considera que su composición es equilibrada y sus resoluciones no respon-den necesariamente a la línea de gobierno.

No obstante, al presente, por fallecimiento de dos de sus miembros, retiro próximo anun-ciado de otro por jubilación, y las expectativas de otro ministro de muy avanzada edad, se han generado especulaciones — exteriorizadas por funcionarios del más alto nivel en el Poder Eje-cutivo — acerca de una posible recomposición del alto tribunal que lo alinee con las políticas oficiales.-

En esa línea, el Secretario de Justicia de la Nación que como tal integra el Consejo de la Magistratura, declaró públicamente: “…Quiero que los jueces entiendan que tienen que de-dicarse a hacer política, entendida como he-rramienta de transformación de la realidad. Así van a poder utilizar esa herramienta mejor. Quiero jueces con conciencia social…” Prosi-guió: “…fomentar la conciencia social en los jueces es parte de ese proceso de democrati-zación que es (….) un proceso histórico.” “…La democratización empieza cuando asume Nés-tor Kirchner y (….) diez años después, Cristina dice en Plaza de Mayo “vamos a democratizar la Justicia”…”

El Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires ha sostenido que tales declara-ciones no responden a un impromptu, sino re-sultan expresión del pensamiento sesgado que refleja la raíz autoritaria de un propósito con-trario a los principios más elementales de la Constitución, república y democracia; un pen-samiento que, deliberadamente, confunde los conceptos “mayoría” con “totalidad”; “política” con “omnipotencia” y “administración de justi-cia” con “abuso de poder”.

La Procuradora General de la Nación, de re-ciente designación, responde de modo auto-mático a las instrucciones del Poder Ejecuti-vo, y su actuación –al igual que la de algunos fiscales inferiores- viene siendo seriamente

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cuestionada precisamente por esa falta de in-dependencia.-

El Consejo de la Magistratura ha sido tam-bién objeto de presiones por parte del Poder Ejecutivo Nacional. Su composición por elec-ción de cada estamento y designación ejecu-tiva de algunos otros mantiene una virtual pa-ridad que en los supuestos más importantes (designación y remoción de jueces) impide la obtención de la mayoría de dos tercios para actuar.- Recientemente el Poder Ejecutivo in-tentó quitar representación a los letrados y a los jueces y de ese modo obtener el control por parte del poder político y propuso la re-ducción de las mayorías necesarias para adoptar las resoluciones más relevantes en claro intento de manejar a su arbitrio la totali-dad de las decisiones de dicho organismo , lo cual también contraría el esquema previsto en la Constitución, con resultado negativo.-

Al declarar la inconstitucionalidad de la mo-dificación de la ley 26.855 del Consejo de la Magistratura de la Nación, acertadamente sos-tuvo el Alto Tribunal que “…los jueces deben actuar en todo momento en forma indepen-diente e imparcial ... a fin de no dejar despro-tegidos a todos los habitantes de la nación frente a los abusos de los poderes públicos o fácticos…”

Los hechos de corrupción más resonantes –que son muchos y muy graves- tampoco son realmente investigados por el fuero Criminal y Correccional Federal, sobre varios de cuyos in-tegrantes – a los que casualmente son asig-nadas las causas más relevantes o que involu-cran a funcionarios de más alto rango— recaen serias sospechas de irregularidades, que sue-len terminar en inexplicables sobreseimientos,

consentidos por los fiscales por directivas de la Procuración General, dejando sensación de una creciente impunidad para actos sospecha-dos de corrupción política, sindical, empresa-rial, etc.

En el otro extremo, innumerables procesos radicados en los Juzgados correccionales, (le-siones leves, daños, hurtos, calumnias e inclu-so incumplimientos de los deberes de funcio-narios públicos), derivan en la no investigación de las denuncias y actuaciones prevencionales que son archivadas y terminan prescribiendo.

La verdadera enfermedad, al menos aquella que corroe lo más profundo de la estructura, pasa por una real y tangible ausencia de Justi-cia. Hoy los ciudadanos se ven afectados por la dificultad de acceso a la justicia también en sus transacciones diarias que representan pe-queñas cantidades de dinero: No tienen a quien recurrir ya que formular una acción judicial im-porta muchas veces mayores costos que las pérdidas cuyo resarcimiento se reclama.

Sin embargo, una luz parece surgir de los recientes procesamientos dictados al vicepre-sidente de la Nación y a un puñado de funcio-narios y ex-funcionarios de alto nivel, algunos de los cuales no obstante permanecen en sus cargos.

En resumen, como ha dicho en esta publi-cación E.P. Basla, (FORJIB número 20, “El consenso como control social”) “Si el Poder Judicial es herido en el corazón de su inde-pendencia, no esperemos mejor Justicia. Si el poder se apropia de las facultades de elegir y remover a los jueces, todo dependerá del titiri-tero. Y ya sabemos que el poder no los cambia, solo los desenmascara”

Juan Carlos Pratesi

Graduado en 1958 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, ejerce privada e ininterrumpidamente la abogacía desde entonces, particularmente en el ámbi-to del derecho civil y comercial.Desde 1978 ha ejercido la docencia universitaria como Profesor regular, ordinario o ex-traordinario de Derecho Civil I (Parte General), II (Obligaciones) y III, (Contratos y Con-tratos Civiles y Comerciales) en las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, de Derecho de la Universidad Católica Argentina y de Derecho de la Universidad del Salvador, dictando además cursos de postgrado para abogados en distintos ámbitos. Ha sido jurado examinador de tesis doctorales en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán.-

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La excelencia jurídicawww.editorialrasche.es

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La empresa petrolera planteó un recurso de nulidad contra un laudo arbitral que fue emi-tido por la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional, cuya

sede se encuentra en Montevideo, Uruguay.

El caso se vincula al incumplimiento de contratos de compraventa y de transporte de gas natural que la compañía celebró en 1998. En ese sentido, YPF aseguraba que el planteo debía ser resuelto por tri-bunales argentinos.

En disonancia, la contraparte sostenía que era tarea del Poder Judicial de Uruguay (por ser la au-toridad judicial sede del tribunal arbitral) resolver el planteo y no de los tribunales argentinos como lo in-dicaba YPF.

*VU�SH�ÄYTH�KL�SVZ�Q\LJLZ�4HYJLSV�+\MM`�`�1VYNL�Morán, la Sala IV de la Cámara Nacional de Apela-ciones en lo Contencioso Administrativo Federal de-claró la jurisdicción internacional de ese tribunal para evaluar el recurso presentado por YPF.

La resolución indicó que en los contratos se esta-

bleció que toda controversia que se produjera sería resuelta de conformidad con las Reglas de Concilia-ción y Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacio-nal (CCI), renunciando de esta manera a “cualquier otro fuero o jurisdicción que pudiera corresponder”.

Asimismo, se expresó que el laudo arbitral sería irrecurrible “salvo los recursos de aclaratoria y/o nu-lidad previstos en el Artículo 760 del Código de Pro-cedimientos Civil y Comercial de la República Argen-tina (‘Apelaciones Especiales’)”; precisando que toda “Apelación Especial deberá ser presentada exclusi-vamente ante los tribunales y de conformidad con las leyes de la República Argentina”.

Por otra parte, la Cámara hizo lugar a una medi-KH� JH\[LSHY� ZVSPJP[HKH� WVY� @7-�� HÄYTHUKV� X\L� ¸ZL�encuentran reunidos los requisitos para ordenar, en forma cautelar, la suspensión del calendario procesal para la segunda etapa del arbitraje CCI 16.232/JRF/CA, dispuesto el 10 de diciembre de 2013 en el mar-co de la orden procesal nº 10, hasta tanto esta Sala ZL�WYVU\UJPL�LU�MVYTH�KLÄUP[P]H�ZVIYL�SH�WYVJLKLU-cia de la nulidad planteada”.

La justicia declaró la jurisdicción argentina en el planteo de YPF por laudo de tribunal

arbitral internacional

LH�ÄYTH�JOPSLUH�*VTWH|xH�.LULYHS�KL�,SLJ-tricidad (CGE) que PRESTA servicios en las provincias de Tucumán, San Juan, Jujuy y :HS[H�JVTV�SH�ÄYTH�.HZUVY�ZLYm�HKX\PYPKH�

por la española Gas Natural Fenosa.

El acuerdo al que llegaron las partes determina que Fenosa lanzará una OFERTA Pública de Ad-quisición por el 100 por ciento del capital social de CGE por aproximadamente 2600 millones de euros.

“Con esta adquisición, el grupo español entra en EL NEGOCIO energético de Chile, fortaleciendo

su presencia en Latinoamérica, con más de 2,5 mi-llones de clientes”, remarcó la empresa española a través de un comunicado.

Cabe señalar que “el tamaño total de la opera-ción, incluyendo la DEUDA consolidada de CGE `�SH�WHY[PJPWHJP}U�TPUVYP[HYPH�KL�Z\Z�ÄSPHSLZ��LZ�KL�aproximadamente 6.000 millones de euros”.

Esta operación internacional será la mayor de la historia de Fenosa y prepara el terreno para un fuerte crecimiento en América Latina. La empre-sa sostuvo que no planea vender los ACTIVOSque herede de CGE.

Una empresa española adquirirá CGE por 2.600 millones de euros

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S egún ha publicado el medio Noticias Jurídicas los ministros de Justicia de los 28 países han debati-do este viernes las consecuencias de la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE de 13 de mayo

de 2014 (asunto C-131/12, Google Spain) que reconoce la existencia de un denominado derecho al olvido en Internet, y han avisado de que éste no puede ser en ningún caso “absoluto” y debe conjugarse con la libertad de expresión.

La mayor PARTE de los ministros han descartado re-gular en detalle a escala europeo el “equilibrio adecuado” entre estos dos derechos y han apostado por decidir caso por caso y a nivel nacional cuál de los dos debe prevalecer, teniendo en cuenta las distintas tradiciones constituciona-les. No obstante, varios países han reclamado directrices comunes a escala de la UE.

El fallo en cuestión del Tribunal de Justicia, que se hizo público el pasado mes de mayo, reconoce el derecho de los ciudadanos a pedir a un buscador que borre los enlaces a información PERSONAL que ya no es pertinente, aunque sea cierta y pública.

La sentencia señala que el interesado debe presentar su solicitud directamente al motor de búsqueda, que debe examinar si es fundada examinando el equilibrio entre el de-recho a la información y el derecho a la privacidad. Cuando el responsable del tratamiento no acceda a lo solicitado, la persona afectada podrá acudir a la agencia de protección de DATOS o a los tribunales.

“El derecho al olvido, lejos de ser un derecho absoluto, debe tener un alcance limitado”, ha dicho el secretario de Estado de Justicia, Fernando Román, en el debate públi-co sobre esta cuestión. “El reconocimiento del derecho al olvido en los términos en los que lo ha hecho el Tribunal de Justicia no resulta en modo alguno incompatible con el pleno reconocimiento de las libertades de expresión y de información y su carácter prevalente en las sociedades de-mocráticas”, ha resaltado.

También la ministra de Justicia francesa, Christiane Tau-

bira, ha abundado en que “el derecho al olvido no puede ser un principio absoluto y debe confrontarse con las nece-sidades de la libertad de expresión y la libertad de prensa”. Taubira ha señalado que son los jueces los que deben diri-TPY�LZ[VZ�JVUÅPJ[VZ�WVYX\L�ZVU�¸SVZ�NHYHU[LZ�KL�SVZ�KLYL-chos fundamentales”.

Para el representante polaco, Wojciech Wegrzyn, “el Tri-bunal se centra excesivamente en proteger la privacidad y parece tratarla como algo superior a la libertad de informa-ción”. “Para nosotros esto podría ser un precedente pe-ligroso para el futuro y podría afectar negativamente a la libertad de expresión”, ha denunciado.

Por su parte, el representante irlandés ha reclamado ser “cuidadosos porque existe la percepción preocupan-te de que la libertad de expresión está amenazada en la UE”. También ha avisado de que los motores de búsqueda PUEDEN optar por la “opción fácil” del “borrado masivo” de datos.

“Existe un riesgo real de que los motores de búsqueda decidan borrar los datos en la mayoría de los casos y eso no sería un resultado deseable. Ese es el peligro”, ha coin-cidido el representante de Bélgica, François Roux.

En lo que han estado de acuerdo todos los ministros es en descartar trasladar de forma automática el contenido de la sentencia del caso ‘Google España’ al NUEVO reglamen-to de protección de datos que prepara la UE. La opinión TH`VYP[HYPH�LZ�X\L�SVZ�JVUÅPJ[VZ�KLILU�KPYPTPYZL�JHZV�WVY�caso en los tribunales nacionales.

“Debemos permitir cierto margen a nuestros tribunales y no debemos perder de vista las constituciones nacionales”, ha apuntado el ministro holandés de Justicia, Ivo Opstelten.

En contraste, en opinión del representante de Letonia, Janis Iesalnieks, es necesario que la UE proporcione direc-trices sobre “cómo garantizar el equilibrio entre los intere-ses privados y públicos” y garantizar así una interpretación armonizada y mayor seguridad jurídica.

El derecho al olvido no puede considerarse absoluto puesto que se

debe conjugar con la libertad de expresión, segun los ministros de

Justicia de la UE

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Empecemos con una simple pre-gunta: ¿mienten los testigos cuando declaran? La verdad es que sí, y más a menudo de

lo que pensamos. De hecho, la menti-ra siempre forma parte de nuestras vi-das. Pensémoslo: cuando deseamos un “buenos días” a ese vecino tan belige-rante en las reuniones de la comunidad de propietarios, a nuestro jefe, o a ese profesor de universidad que nos ha sus-pendido hasta tres veces.

Pero no pensemos mal de entrada. De hecho, debemos aceptar que la ver-dad no existe, puesto que cuando una persona percibe la realidad la amolda (inconscientemente) en su cerebro a los parámetros que le son familiares. El fenómeno de las pareidolias es suma-mente descriptivo…¿quién no ha visto alguna vez una nube con forma de ani-mal o de cosa? No es un animal sino una simple nube, aunque nuestro cere-bro tiende a construir una figura “fami-liar” cuando la vemos. Lo mismo pasa cuando presenciamos un accidente, un atraco, una explosión, etcétera: nuestro cerebro generará y/o amoldará nues-tras percepciones a recuerdos familia-res previamente fijados en nuestro cere-bro. Lo mismo pasa con los testigos que (consciente o inconscientemente) aña-den o quitan detalles o maquilan apre-ciaciones mientras declaran. Así, dicen los psicólogos que en un procedimiento judicial podemos encontrarnos con múl-tiples verdades, incluso opuestas unas a otras; tantas verdades como perspecti-vas seamos capaces de adoptar (MAN-ZANERO PUEBLA, Antonio L., Memoria de testigos. Obtención y valoración de la prueba testifical, Ediciones Pirámide, Madrid, 2010).

Dejaré de lado la mentira inconscien-te o el error y me centraré en aquella situación en la que el testigo miente

conscientemente, esto es, cuando de-clara a sabiendas faltando a la verdad. Podemos echar mano del tópico de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” y que, en consecuencia, antes no se men-tía tanto como ahora. No obstante, en pleno siglo XIX, SAINZ DE ANDINO (Ele-mentos de elocuencia forense, imprenta de la Sociedad de Operarios del mismo Arte, Madrid, 1847, páginas 75 y 76) ya se quejaba de las mentiras que conta-ban los testigos en el marco del proce-dimiento. Por ello, se me antoja que el problema ha existido y existirá siempre, a pesar de que los artículos 458 a 462 del Código Penal castiguen el delito de falso testimonio.

En cuanto a los sistemas actuales de detección de mentira, analizaremos el polígrafo, la dilatación pupilar, los fac-tores conductuales (microexpresiones) y el contenido y alcance de la P300, aunque desde un punto de vista juris-prudencial, esto es, qué resuelven los tribunales frente a dichos métodos.

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Se trata quizás del sistema de detec-ción de la mentira más popular, aunque es totalmente ajeno al contenido de la pregunta y a la respuesta, ya que se fija únicamente en los cambios fisiológicos de la persona a la hora de responder al entrevistador, entre otros, la respuesta cardíaca y respiratoria, el cambio en la conductibilidad o resistencia eléctrica de la piel debida a determinados estí-mulos.

Su fiabilidad es puesta en tela de jui-cio porque una persona puede ofrecer alteraciones fisiológicas cuanto se ha-lla en situación de alerta, desconcierto, miedo, etcétera.

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Este sistema de detección de la men-

El mito de la detección de la mentiraJuan Antonio Andino López, abogado

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tira se basa en una respuesta atencional que puede proporcionar el testigo. Se-gún indica MANZANERO, mentir exige una concentración y atención mayor que el mero recuerdo, por lo que una mayor dilatación pupilar indicaría que el sujeto miente. No obstante, dicho autor indica que decir la verdad también puede exigir una elevada concentración, por lo que este sistema tampoco es fiable.

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Quizás el factor conductual más actual es el conocido como microexpresiones, o el sistema de codificación y evaluación de la respuesta facial denominado Facial Action Coding System (FACS), ideado por EKMAN, FRIESEN y HAGER (Facial action coding system, Salt Lake City, Utah: Research Nexus, U.S.A., 2002). De hecho, y como curiosidad, en la pá-gina web de EKMAN (www.paulekman.com), encontramos un link que nos guía hacia sus diversos artículos doctrinales (http://www.paulekman.com/journal-ar-ticles/), y además indica expresamente que su teoría de las microexpresiones ha sido llevada a la pequeña pantalla a tra-vés de la serie de la cadena FOX “Lie to me” (“Miénteme”), aunque se preocupa de separar convenientemente la realidad de la ficción reflejada en dicha serie (vid. https://www.paulekman.com/lie-to-me/, visitada el 1 de octubre de 2014).

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El avance en la neurociencia ha fruc-tificado en máquinas y métodos mucho más precisos que los anteriores. La uti-lización de la P300 en algunos casos ha

reabierto el debate sobre la posibilidad de detección de la mentira. La P300 mide las modificaciones de la activi-dad eléctrica del cerebro mediante unos electrodos colocados en el cuero cabe-lludo del declarante; de hecho, la P300 consiste en una onda positiva que se produce aproximadamente a los 300 mi-lisegundos del inicio del estímulo que ha originado el potencial, esto es, desde la información proporcionada o presenta-da al declarante.

No obstante, como bien advierten AN-DREU NICUESA y VALDIVÁN USÓN “en realidad, la P300 no detecta mentiras; lo que detecta es la respuesta del cerebro cuando se le presenta una información que ya tenía con anterioridad. Y de ahí deriva su aplicación al ámbito de la in-vestigación criminal: poder establecer quién conoce datos que sólo el autor de un delito puede conocer” (Potencial evocado cognitivo P300 en la investiga-ción pericial (P300-Pericial), en “Revis-ta Aranzadi de Derecho y Proceso Pe-nal”, número 33, enero-marzo 2014, BIB 2014\346).

A modo de conclusión, comprobamos que los sistemas ideados para la detec-ción de la mentira, hasta la fecha, no son total y absolutamente fiables, por lo que los parámetros de credibilidad del testi-go tendrán que ir por otros derroteros. No obstante, los constantes esfuerzos, el avance de la neurociencia y su rela-ción con el proceso judicial nos indica que quizás en un futuro no muy lejano podamos contar con un sistema fiable para detectar la mentira.

Juan Antonio Andino López

Es abogado en ejercicio, socio de Adesse, Abogados, S.L.P. Doctor en Derecho por la Universitat de Barcelona (UB), miembro del Instituto de Pro-bática y Derecho Probatorio de la Facultad de Derecho ESADE; profesor de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), donde imparte Derecho Procesal, Probática General y Tácticas de Negociación. Autor de diversas publicaciones, de entre las que destaca “La aportación procesal de corres-pondencia entre Letrados”, merecedora del Premio Memorial Degà Roda i Ventura del año 2007, otorgado por el Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona.

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Escuchar no es fácil. Requiere in-vertir recursos de difícil reposición como son -por citar algunos- tu tiempo, una intención justificada y,

tu dedicación. Implica, además, desaten-der otros asuntos que te pudieran resultar más interesantes, ¡tu sempiterna búsqueda de lo mejor!... Escuchar es un todo un arte y una imprescindible técnica que se puede desarrollar, pero ¿cómo hacerlo de la mejor manera posible? Examinemos en este artí-culo algunos de los aspectos que han de ser tenidos en cuenta y reflexionemos cobre cómo se pueden aplicar en el diario queha-cer.

PRIORIZAR.- ¿Por qué hacer el esfuerzo de escuchar a tu interlocutor? Este es el aspecto fundamental que debes tener claro en todo momento. ¿Qué te puede apor-tar esta conversación? Indistintamente de que te haga sentir bien, pueda generar fu-turos negocios o se trate de un ineludible compromiso moral, has de identificar con la mayor sinceridad posible -¡recuerda que hablas contigo mismo!- las razones que lo justifiquen porque

- si lo tienes claro tendrás la mejor mo-[P]HJP}U para llevarlo a cabo ¡ó una buena razón para no hacerlo! y

- WVUKYmZ�LU�THYJOH de manera auto-mática e inconsciente un conjunto de habi-lidades de las que seguramente ignores su existencia -memoria, atención, imaginación, resolución, comprensión, etc.- que facilita-rán tu decisión.

Lo cierto es que es imprescindible que sepas porqué eliges -o rechazas- una acti-vidad en detrimento de todas las demás po-sibles por una tema de factores de especial importancia:

- que tendemos a hacer lo que creemos pertinente, interesante, Lo que no te resulta

importante, seguramente no lo harás porque hallarás excelentes razones para postergar su ejecución. Esta es una verdad que no debes ignorar ni pasar por alto porque pue-des utilizarla en tu favor hallando la trascen-dencia de cualquier causa.

¿Cómo motivarte para hacer esa llamada “desagradable”? Halla algún beneficio en hacerla, ¿ejemplos? Te listaré varios: a) ce-rrar el caso, b) devolver el mensaje y “cum-plir”, c) vaciar tu agenda de compromisos, d) sentirte mejor no “debiendo” esa llama-da, e) liberarte de compromisos insatisfac-torios.

Esta capacidad para decidir que cree de hacerse primero obliga a que reflexiones sobre las razones que sustenten esa deci-sión. Si no tienes claro su justificación o si está fuera de tu marco de referencial vital -la pirámide de Maslow * y su concepto de auto-realización- puedes estar dilapidando oportunidades de negocio y, lo que es peor, drenando tu energia.

- porque influye en tu estado anímico, en tu motor vital. Si crees que el orden, dis-poner de tiempo suficiente, saber cómo ac-tuar en cada caso afectan la calidad de tu trabajo, ¿cómo puedes descuidar tu estabi-lidad emocional?. El stress, el aburrimiento, sentirse prisionero de las circunstancias no ayudan a que trabajes mejor, ni a que dis-frutes de lo que haces -de tu profesión- ni de lo que tienes -tu familia, amigos, tus ho-bbies-.

- es cierto que tu capacidad de traba-jo, de amar -¡y de odiar!- son infinitas, es muy probable que el tiempo no sea lineal y todo relativo, pero !no puedes hacerlo todo bien al mismo tiempo! Pero esta “limitación” no es un problema en si, sino una excelente ayuda que te ayuda a gestionarte.

Es importante categorizar no solo lo que

¡Escuchar! ¿Cómo?I parte

Florentino García González, abogado en ejercicio, coach de Estrategias del Negocio y Formador.

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planificas hacer sino, también, tus activi-dades diarias cotejándolas con lo que real-mente te interesa y consideras de valor.

,:*<*/(9�� Como humanos somos ca-paces de captar varios tipos de mensajes si-multaneamente. De hecho “buscamos” co-rroborar lo que oímos con matices de la voz y con la expresión gestual de nuestro inter-locutor. En realidad gestionamos “lo que nos llega” en al menos tres distintos entornos:

- JVUJLW[\HS ya que la idea que se trans-mite oralmente se procesa con las reglas propias de la lógica lingüística del recep-

tor. Asegúrate tanto de comprender como de que se entienda lo que quieras transmi-tir. En caso de duda corrobora lo que no te quede claro -o te parezca extraño en el contexto-.

- JVU[L_[\HS�LTVJPVUHS instancia en la que se “detecta” la credibilidad del mensa-je procesando distintos aspectos de la voz como son el tono, la intensidad, velocidad, etc.

Habla para que se te entienda. Es pre-ferible que aportes pocos -pero importantes mensajes- que muchos y de poca calidad.

- JVOLYLUJPH�JVYWVYHS que aprecia la actitud gestual del emisor valorándose as-pectos como, por ejemplo, el genuino inte-rés por lo que se está haciendo, el estado anímico, etc.

Aunque el proceso comunicativo pudiera parecer a primera vista complejo sin embar-go ocurre de manera natural -lo que no sig-nifica que sea consciente-.

Se trata de un sistema de tal eficacia que ante la ausencia -o la baja “calidad”- de cualquiera de los sustratos de comunica-ción (conceptual, oral o visual) de manera automática potencia la connotación del que subsista.

Un buen mensaje transmitido por una per-sona nerviosa o que no crea lo que exprese se desnaturaliza.

Cuando escuches utiliza todo tu cuerpo, empléate a fondo pero hazlo de manera na-tural, sin forzar tu forma habitual de actuar.

Asiente para animar a que continúe la conversación y antes de interrumpir abrup-tamente indica tu intención de participar con algún gesto.

Procura no discutir por temas banales, ¿ganar una discusión? si, ¡evitándola!. En caso de disentir intenta indagar -¡y com-prender!- las razones de la contraparte, puede que aprendas algo o, cuando menos, te confirmes en lo que crees.

Se respetuoso en todo momento con cuanto te parezca diferente y pregun-ta con discreción evitando suspicacias innecesarias.

Florentino García GonzálezAbogado en ejercicio, colegiado en el ICA Madrid. Coach de Estrategias del Ne-

gocio y Formador. Máster en Psicología Jurídica, Especialista Universitario en Psi-quiatría Forense. Coautor del libro La técnica del Interrogatorio por Editorial Ras-che. Coach de negocios jurídicos.

www.iuspertice.com

“Lo cierto es que es imprescindible que sepas porqué eliges -o rechazas- una actividad en detrimento de todas

las demás posible”

* Maslow, A. (1943). A theory of human motivation. Psychological Review, 50, 370-396

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Espectacular evento organizado por un matrimonio condenado a entenderse durante mucho tiem-po. Wolters Kluwer aportaba ca-

pacidad de organización e internacionali-zación e Inkietos el talento, conocimiento y auctoritas que el proyecto requería. Afo-ro prácticamente lleno en un marco idó-neo como es el Auditorio del Museo Reina Sofía. Prestigiosos ponentes nacionales e internacionales que se dirigieron a un pú-blico (más de 500 asistentes) muy hete-rogéneo, formado, por supuesto, por pro-fesionales de la abogacía, pero también muchísimos responsables de desarrollo de negocio en los despachos y consulto-res en estrategias de marketing y comu-nicación en el sector legal, a la caza de conocimientos y ¿por qué no? de poten-ciales clientes.

Curioso destacar que, tratándose de un evento donde la innovación y las nue-vas tecnologías eran protagonistas y cuyo acertado lema era “the future is now”, la media de edad de los asistentes estaba mucho más cerca de los cuarenta que de los treinta. Se echó en falta la presencia de pequeños bufetes o la de esos profe-sionales recientemente incorporados que ya se encontraron en los planes docentes de sus Grados o Posgrados con conte-nidos desarrollados en el Legal Manage-ment Forum.

En todo caso, muy significativos los re-sultados de una encuesta previa: única-mente el 3,4% de los abogados cree que su despacho está totalmente adaptado a esta revolución que parece acercarse a pasos agigantados.

Lo dijo a modo de colofón el gurú Ri-chard Susskind: “en los próximos diez años el impacto de la tecnología traerá más cambios para la abogacía que los ob-

servados en el sector en el último siglo”. Al fin y al cabo, esta profesión no iba a sustraerse a un fenómeno que afecta a to-dos los sectores económicos. Sin duda, el desarrollo tecnológico está cambiando el ejercicio de la abogacía, y pasaremos de una tecnología que nos apoya a una que nos entiende. Incluso el flamante ministro Rafael Catalá, enfatizó en la importancia de la innovación y transformación digital en la administración de Justicia.

Más allá de aspectos más específicos, la cita, sin duda, sirvió para dar un impul-so al cambio en el sector legal. De hecho, muchos consultores en marketing jurídico han compartido con FORJIB que están re-cibiendo más solicitudes de presupuesto de las habituales en los días posteriores al Forum. Externalizando o contratando talento en gestión del despacho, resulta incontrovertible que los abogados del si-glo XXI deben incrementar la rentabilidad de su negocio ofreciendo presupuestos ajustados por un servicio excelente ( “más por menos”, una de las ideas más reitera-das) a través de una optimización de su organización y de su gestión. Y es que un abogado es un empresario que vende ser-vicios jurídicos.

En esa línea, cabe decir que uno de los conceptos más destacados fue la impor-tancia de la capacidad de generar nego-cio por parte de los abogados. Para unos, por una mera cuestión de supervivencia. Para otros, como conditio sine qua non para llegar a ser socio. Para todos, la ex-celencia técnica, como el valor en el sol-dado, se supone. Y en ese camino entre el desarrollo de negocio y la gestión del capital humano, se habló mucho de flexi-bilidad, relacionada con la motivación, el ahorro de costes y la retención del talento frente a un engañoso presentismo.

Legal Management Forum 2014:¡Adaptarse o morir!

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*VUZLQV�,KP[VYPHS

Albanés Membrillo, Antonio; Albanés Paniagua, Antonio; Alcañíz, Alfredo; Almoguera, Joaquín; Antón, José Ramón; Böck, Hans; Boyano, Ubaldo; Ceca, Enrique; Cruz Barney, Óscar; Díez, Alberto;

Escoz, Isabel; Fernández, José Mª; Fernández Burgueño, Pablo; Fernández-Galiano, Blanca; Fernández-Ochoa, Paula; Fernandez Rozas, José Carlos; García, Florentino; García, Ricardo;

García Cabello, Francisco; García Noriega, Antonio; García Ramírez, Julio; García Ramos, Gabriel; Guerrero, Carlos; Gracia, Xavier; Íscar, Javier; Lázaro, Mercedes; López Garrido, Rodrigo; Lozano, Raúl;

Llopis, Jaime; Martí Mingarro, Luis; Martínez Fresneda, Francisco; Marra, Anna; Mata, Javier; Mier, Fernando; Misiego, Francisco; Montero, Juan Ramón; Mourelo, Javier; Muro, David; Novoa, Alberto; Olry de Labry, Juan Miguel; Rasche, Fernando; Roma, Antonio; Romero-Abreu, Daniel; Rózpide, María;

Silva e Sousa, José Antonio; Sueiro, Enrique; Valencia, Carlos; Vinageras, Pablo

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