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Fortificaciones e implantación romana entre La Serena y la Vega del Guadiana: el Castejón de las Merchanas (Don Benito, Badajoz) y su contexto territorial Fortifications and Roman intervention between La Serena and the Guadiana Basin: the Castejón de las Merchanas (Don Benito, Badajoz) and its territorial context DE EBRO, ZARAGOZA) Victorino Mayoral Herrera Sebastián Celestino Pérez Ernesto Salas Tovar Macarena Bustamante Álvarez Instituto de Arqueología-Mérida (CSIC-Junta de Extremadura-Consorcio de Mérida) Archivo Español de Arqueología 2011, 84, págs. 87-118 ISSN: 0066 6742 doi: 10.3989/aespa.084.011.004 RESUMEN El Castejón de las Merchanas es un asentamiento fortifi- cado que se localiza en el curso medio del valle del río Gua- damez (Don Benito, Badajoz, España), en los límites de la comarca de La Serena. El buen estado de conservación y la monumentalidad de sus restos hacen que una labor exhausti- va de documentación ofrezca un gran caudal de datos sobre su estructura, funcionalidad y posible adscripción cronológi- ca. Los resultados de dicha labor son confrontados con el conocimiento que actualmente se tiene de las llamadas forti- ficaciones en altura de la Serena, analizándose sus criterios de localización, diseño, técnica constructiva y materiales ar- queológicos. Se propone un modelo de control estratégico del territorio y su contextualización en el proceso de «romaniza- ción» del suroeste peninsular. SUMMARY The Castejón de las Merchanas is a fortified settlement located in the Guadamez valley in the margins of the Sere- na region (Don Benito, Badajoz, Spain). Its good state of preservation and the monumentality of the visible remains made it worthwhile to develop a thorough recording effort in order to improve our knowledge of the structure, functionali- ty and chronology of the site. The results of this effort are con- fronted with the knowledge we currently have of the fortifi- cations in a regional framework, analyzing their locational criteria, design, building techniques and archaeological finds. We propose a model of strategic control of the territory and its contextualization in the process of «Romanization» in south- western Spain. PALABRAS CLAVE: Fortificaciones, romanización, La Se- rena, arqueología del territorio. KEYWORDS: fortifications, romanization, La Serena, archaeo- logy of territory. 1. PAISAJE, FORTIFICACIONES Y PROCESO ROMANIZADOR: NUEVOS ELEMENTOS PARA LA DISCUSIÓN El estudio de las fortificaciones y construcciones de gran aparejo documentadas en amplias áreas del suroeste y sur peninsular constituye uno de los temas más largamente debatido y aún abierto, dentro del problema general de los modelos de ocupación del paisaje durante la transición entre la protohistoria y el período romano. Prueba de ello es la celebración en los últimos 10 años de tres encuentros científicos centrados sobre esta temática específica en la Penín- sula Ibérica (Morillo, Cadiou y Hourcade (eds.) 2003; Moret y Chapa (eds.) 2004 y Mayoral y Ce- lestino (eds.) 2010). En estas referencias puede en- contrar el lector una contextualización general de la cuestión que centra el presente trabajo. Aquí nos li- mitaremos a esbozar algunos puntos fundamentales

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Fortificaciones e implantación romana entre La Serenay la Vega del Guadiana: el Castejón de las Merchanas

(Don Benito, Badajoz) y su contexto territorial

Fortifications and Roman intervention between La Serenaand the Guadiana Basin: the Castejón de las Merchanas

(Don Benito, Badajoz) and its territorial contextDE EBRO, ZARAGOZA)

Victorino Mayoral HerreraSebastián Celestino Pérez

Ernesto Salas TovarMacarena Bustamante Álvarez

Instituto de Arqueología-Mérida(CSIC-Junta de Extremadura-Consorcio de Mérida)

Archivo Español de Arqueología 2011, 84, págs. 87-118 ISSN: 0066 6742 doi: 10.3989/aespa.084.011.004

RESUMEN

El Castejón de las Merchanas es un asentamiento fortifi-cado que se localiza en el curso medio del valle del río Gua-damez (Don Benito, Badajoz, España), en los límites de lacomarca de La Serena. El buen estado de conservación y lamonumentalidad de sus restos hacen que una labor exhausti-va de documentación ofrezca un gran caudal de datos sobresu estructura, funcionalidad y posible adscripción cronológi-ca. Los resultados de dicha labor son confrontados con elconocimiento que actualmente se tiene de las llamadas forti-ficaciones en altura de la Serena, analizándose sus criteriosde localización, diseño, técnica constructiva y materiales ar-queológicos. Se propone un modelo de control estratégico delterritorio y su contextualización en el proceso de «romaniza-ción» del suroeste peninsular.

SUMMARY

The Castejón de las Merchanas is a fortified settlementlocated in the Guadamez valley in the margins of the Sere-na region (Don Benito, Badajoz, Spain). Its good state ofpreservation and the monumentality of the visible remainsmade it worthwhile to develop a thorough recording effort inorder to improve our knowledge of the structure, functionali-ty and chronology of the site. The results of this effort are con-fronted with the knowledge we currently have of the fortifi-cations in a regional framework, analyzing their locationalcriteria, design, building techniques and archaeological finds.We propose a model of strategic control of the territory andits contextualization in the process of «Romanization» in south-western Spain.

PALABRAS CLAVE: Fortificaciones, romanización, La Se-rena, arqueología del territorio.

KEYWORDS: fortifications, romanization, La Serena, archaeo-logy of territory.

1. PAISAJE, FORTIFICACIONES Y PROCESOROMANIZADOR: NUEVOS ELEMENTOSPARA LA DISCUSIÓN

El estudio de las fortificaciones y construccionesde gran aparejo documentadas en amplias áreas delsuroeste y sur peninsular constituye uno de los temasmás largamente debatido y aún abierto, dentro delproblema general de los modelos de ocupación delpaisaje durante la transición entre la protohistoria yel período romano. Prueba de ello es la celebraciónen los últimos 10 años de tres encuentros científicoscentrados sobre esta temática específica en la Penín-sula Ibérica (Morillo, Cadiou y Hourcade (eds.)2003; Moret y Chapa (eds.) 2004 y Mayoral y Ce-lestino (eds.) 2010). En estas referencias puede en-contrar el lector una contextualización general de lacuestión que centra el presente trabajo. Aquí nos li-mitaremos a esbozar algunos puntos fundamentales

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88 V. MAYORAL HERRERA, S. CELESTINO PÉREZ, E. SALAS TOVAR y M. BUSTAMANTE ÁLVAREZ

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de esta discusión. La multiplicación de trabajos re-cientes se ha traducido en una clarificación de aspec-tos clave para entender el fenómeno. Esto es así, enprimer lugar, respecto a la presentación de resulta-dos específicos, poniendo de relieve la existencia deeste tipo de asentamientos en determinadas áreasdonde no se conocían, y aportando también datos deexcavación que son esenciales para ajustar cronoló-gica y funcionalmente su interpretación. En segun-do lugar, no han faltado esfuerzos de síntesis paraclarificar conceptos y situar el tema en un marcohistórico y geográfico más amplio. Seguimos a díade hoy argumentando acerca de la necesidad de unaterminología concisa y homogénea para designar lavariedad morfológica de las estructuras documenta-das. Este empeño se encuentra en constante friccióncon la creciente mejora del registro sobre la arqui-tectura de estos edificios. Aunque importante para elentendimiento colectivo, a nuestro modo de ver enocasiones este debate tiende a asumir la búsqueda denexos entre estrategias y formas de ocupación queobedecen a motivaciones diferenciadas. Esto puededesdibujar a veces la especificidad de cada contex-to. Un elemento fundamental para templar este diá-logo entre lo particular y lo general es la fijación dereferencias cronológicas. Se ha asentado un consensogeneral acerca de la ausencia de continuidad entreestas estructuras y los tipos de asentamiento neta-mente indígenas, y la franja temporal queda acota-da entre las dos centurias antes y después del cam-bio de era (Moret 2004).

Finalmente un problema íntimamente ligado al dela cronología es el del uso del espacio. La diversi-dad constatada multiplica las hipótesis sobre la fun-cionalidad, que oscila entre las variables de índoleestratégico y defensivo y las relacionadas con la ex-plotación económica. Sin embargo, cada vez resultamás claro que la explicación de las decisiones delocalización y las soluciones constructivas adoptadasno puede fundamentarse en orientaciones monolíti-cas y excluyentes.

Uno de los sectores de la Península en el que esbien conocida la entidad del fenómeno de las forti-ficaciones ciclópeas es la comarca de La Serena, enla actual región de Extremadura (suroeste peninsu-lar). Como se expone más adelante, desde los años80 se han estudiado diversos aspectos de estas cons-trucciones que reflejan vivamente la discusión gene-ral. Nuestro objetivo aquí es sencillamente aportarnuevos elementos a este debate, profundizando enel conocimiento de casos que han recibido pocaatención y planteando un análisis desde nuevas pers-pectivas.

2. LAS FORTIFICACIONES DE ALTURA EN LASERENA: TRABAJOS PRECEDENTES

Los sitios arqueológicos que son objeto del pre-sente estudio1 forman parte de un conjunto conoci-do en la investigación arqueológica regional al me-nos desde los años ochenta del pasado siglo. En sutesis doctoral, Alonso Rodríguez (1996) incluye buenaparte de ellos en un catálogo sobre asentamientos, enun principio relacionados con el poblamiento prerro-mano de la Baja Extremadura. Aunque estos datospermanecen inéditos, en sucesivas publicaciones hanido introduciéndose algunas referencias sobre el nú-mero, localización, denominación y característicasesenciales de estos sitios (Rodríguez Díaz y OrtizRomero 1990: 51-54; Ortiz Romero y Rodríguez Díaz1998: 264-265).

Sin embargo, el grueso de la investigación desa-rrollada en torno a las fortificaciones de la Serena seha centrado en el estudio de los denominados recin-tos de llano (Rodríguez Díaz y Ortiz Romero 1986).Se trata de un grupo bastante homogéneo de edifi-cios que se distribuyen principalmente a lo largo delvalle del Ortigas cuyos emplazamientos, técnicasconstructivas y registro material parecen definir unconjunto netamente diferenciado del de los sitios queaquí se analizan.

Al mismo tiempo, determinados sectores geográ-ficos han recibido una mayor atención en función decircunstancias diversas. Así, Suárez de Venegas, comoestudioso del poblamiento antiguo en las Vegas Al-tas del Guadiana, se ha ocupado junto con RodríguezDíaz de catalogar y describir las fortificaciones de lassierras que delimitan por el sureste el término mu-nicipal de Don Benito (Venegas Sanz 1995). En elestudio monográfico sobre la historia de dicha pobla-ción, dichos autores sitúan estas construcciones en elcapítulo dedicado a la protohistoria, y sin embargono llega a plantearse una hipótesis concreta respec-to al papel de la población indígena en su creación.Se describen y clasifican siete casos, ajustándose alencuadre cronológico, funcional y cultural ofrecido

1 Este trabajo ha sido realizado gracias al soporte de lossiguientes proyectos de investigación: «Los paisajes agrariosdel final de la Protohistoria en el suroeste peninsular: estudioarqueológico del territorio» Proyectos Intramurales Especia-les del CSIC, ref. PIE2007 10I013. Investigador responsable:Victorino Mayoral Herrera; «Entre el Atlántico y el Medite-rráneo: contraste de dinámicas en la evolución histórica delpaisaje en el occidente peninsular a través de la Arqueolo-gía», HAR 2009-10666. Investigador responsable: SebastiánCelestino Pérez; «Paisaje, territorio y cambio social en el su-roeste peninsular. De la protohistoria al mundo romano (PlanNacional de I+D, ref. HAR 20081973). Investigador respon-sable: Victorino Mayoral Herrera.

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89FORTIFICACIONES E IMPLANTACIÓN ROMANA ENTRE LA SERENA Y LA VEGA DEL GUADIANA

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por los trabajos de Ortiz y el propio Alonso, ya men-cionados. En esta contribución el Castejón de lasMerchanas es objeto de una breve descripción, y sepresenta una planimetría por separado de los dosprincipales edificios. En cuanto a la adscripción cro-nológica del asentamiento, se considera imposible dedeterminar. Por su parte, el mismo Ortiz (Ortiz Ro-mero 2006) se ha ocupado de una manera muy su-cinta de mostrar los rasgos esenciales del conjunto

de fortificaciones de altura de la sierra de las Poza-tas, localizado en las inmediaciones de Castuera. Eneste trabajo dichos sitios son calificados como pobla-dos, y se considera clara su vinculación con el pro-ceso de conquista. No obstante no se formula de unamanera clara cuál es la forma concreta en que lasraíces del mundo indígena juegan un papel en sulocalización y naturaleza. Tampoco queda claro enqué medida y mediante qué procesos está presente el

Figura 1. Localización del conjunto de sitios arqueológicos citados y delimitación del área de estudiodentro de la Península Ibérica.

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90 V. MAYORAL HERRERA, S. CELESTINO PÉREZ, E. SALAS TOVAR y M. BUSTAMANTE ÁLVAREZ

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elemento militar, a menudo invocado al hablar defortificaciones y recintos en La Serena.

Resumiendo, las fortificaciones de altura hanconstituido en el pasado un tema de investigaciónincipiente y prometedor, pero que no ha agotado aúntodo su potencial como fuente de conocimiento, y quepor tanto está lejos de ofrecer respuestas definitivassobre su significado histórico. Pero para poder seguiravanzando, estimamos esencial señalar algunos de losaspectos en los que el trabajo precedente precisa serdesarrollado. En primer lugar, la gran abundancia deindicios superficiales hace que, intensificando el es-fuerzo dedicado a cada sitio, sea posible obtener unadocumentación muy detallada y rica. En segundolugar, las decisiones de localización de estos asen-tamientos han sido valoradas de un modo muy gené-rico. Finalmente, el debate sobre su significado his-tórico no puede avanzar sin la realización deexcavaciones que contextualicen adecuadamente laconstrucción de estas fortificaciones y los materia-les a ellas asociados. Al menos esta cuestión, tanelemental, sería precisa para construir una secuenciaregional. Algo se ha avanzado ya en este sentido, conla excavación de enclaves de cronología republica-na como Magacela (Ortiz Romero y Rodríguez Díaz2004) o El Santo de Valdetorres (Heras Mora 2009).

3. UN ESPACIO FRONTERIZO

El río Guadamez es un afluente del Guadiana porsu margen izquierda, y conecta las comarcas de LaSerena y Vegas altas, en el este de la actual provin-cia de Badajoz. Esto convierte a dicho río en un co-rredor natural de acceso al valle del Guadiana des-de el Guadalquivir, a través de la comarca cordobesade Los Pedroches, y desde la Meseta sur pasando porla Siberia Extremeña. Dichos pasos son claramentedefinidos por las alineaciones predominantes de lassierras cuarcíticas, que segmentan el territorio envalles de diversa amplitud con una orientación pre-dominante en sentido SE-NO. De manera global, estaestructura ha condicionado históricamente los ejes decomunicación, determinando el emplazamiento deasentamientos humanos en los puntos nodales dedicha red, como Metellinum, Magacela (posiblementela mansio Contosolia), Lacimurga, Mirobriga o Ar-tigi-Iulipa. En algunos puntos esta trama se dibuja connitidez formando pasillos estrechos, cerrados por unfrente continuo de crestas rocosas, como por ejem-plo, entre las actuales poblaciones de Monterrubio dela Serena y Castuera, o entre Quintana de la Serenay Valdetorres, siguiendo en parte el citado curso del

Guadamez. En cambio en otros sectores, como a lolargo del curso del Ortigas, este tránsito se define porun vasto corredor formado por terrenos de suave oro-grafía. Pese a la profunda tradición ganadera de es-tas tierras de dehesa, la amplia depresión que ocu-pan es también terreno favorable para una agriculturade secano. Tanto el registro paleobotánico como losnumerosos indicios de tecnología agraria identifica-dos en sitios arqueológicos, atestiguan el potencialproductivo de la zona. El gran peñón fortificado deMagacela controla la aproximación al Guadiana desdeesa dirección, dominando visualmente una vasta ex-tensión. No obstante, esta red de comunicacionespermite la elección de una multiplicidad de rutasalternativas. Las propias sierras, como en el caso deLa Lapa, son penetradas por caminos transversales,que ponen en comunicación valles secundarios a tra-vés de los cuales es igualmente posible la conexiónentre ambas comarcas. Rodeadas de estériles paisa-jes rocosos, estas zonas de vaguada ofrecen un refugiopara la actividad agrícola. Como argumentaremos másadelante, la existencia de estos «portillos» parecejustificar la elección de algunas de las fortificacio-nes objeto del presente estudio.

4. ALGO DE MÉTODO…

Desde 2001, el Instituto de Arqueología desarro-lla un programa de investigación centrado en la evo-lución del paisaje de La Serena a través de la Arqueo-logía. Esta labor se ha ramificado, planteando eldesarrollo de diversas líneas de investigación. Una deellas está centrada en el estudio de las fortificacio-nes y recintos de la comarca, como parte de un aná-lisis de los cambios provocados por la conquista ro-mana en la organización territorial. En una primerafase de trabajo todos los sitios fueron visitados, ob-teniéndose una documentación detallada de su loca-lización, estructuras (elaboración de croquis geore-ferenciados, descripciones, fotografía) y materiales(dibujo, descripción, clasificación). A medida que seha ido completando esta información básica, la dis-ponibilidad de nuevas herramientas de trabajo hapermitido incrementar la calidad de los datos.

En este sentido uno de los avances más signifi-cativos ha sido el empleo de un receptor GNNSS dedoble frecuencia, capaz de obtener en tiempo realmediciones de precisión sub-centimétrica. La aplica-ción de este sistema es cada vez más frecuente en laarqueología peninsular (considérense trabajos pione-ros como García Sanjuán 2004; García Sanjuán yWheatley 2003), y práctica común desde hace tiem-

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Figura 2. Proceso de trabajo para la generación del levantamiento topográfico de Las Merchanas. A.-Estableciendo una base paradar corrección en tiempo real al receptor móvil; B.-Ernesto Salas tomando mediciones sobre las estructuras; C.-Estimación del

error en la superficie generada mediante kriging a partir de las mediciones.

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92 V. MAYORAL HERRERA, S. CELESTINO PÉREZ, E. SALAS TOVAR y M. BUSTAMANTE ÁLVAREZ

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po en otros países (véase por ejemplo Ainsworth yThomason 2003, Campana 2006). En otro trabajo sehan expuesto los pormenores técnicos de nuestraexperiencia particular (Martínez de Pozo et al. 2010),por lo que aquí realizaremos una exposición someradel proceso de trabajo. Lo que permite el dispositi-vo empleado es la captura de datos con suficienteprecisión como para obtener, a partir de los mismos,un modelo digital de elevaciones de alta resolución,junto con una planimetría detallada. Esto no sólopuede ser útil para un análisis de las estructuras, sinoque además permite identificar elementos soterradosperceptibles en superficie a través de pequeñas va-riaciones y anomalías en la altimetría. En nuestro casola precisión del equipo empleado fue suficiente parael registro del tipo de variaciones presentes en lasuperficie. Por otra parte esta información es útil ala hora de modelizar y cuantificar aspectos relacio-nados con el asentamiento, tales como el comporta-miento del material de superficie, o el funcionamientode las estructuras defensivas.

El primer paso en este proceso es buscar el apo-yo de puntos con coordenadas conocidas de granprecisión. El estacionamiento en los vértices de laRed Regente —gestionada por el Instituto Geográ-fico Nacional— (Barandillo Fernández y Quirós Do-nate 1996) proporciona la corrección diferencial ne-cesaria para situar en el yacimiento una base dereferencia fiable. En este caso contamos con un vér-tice geodésico a poco más de tres kilómetros al NEdel sitio. En segundo lugar, a partir de esta referen-cia es posible tomar como origen de todas las medi-ciones un punto de coordenadas absolutas con unerror en torno a un centímetro tanto en coordenadashorizontales como verticales. Utilizando un receptormóvil se realizó un levantamiento continuo en modoRTK (Real Time Kinematics) de todo el asentamiento.Esta técnica permite obtener corrección diferencialen tiempo real, agilizando notablemente el procesode toma de datos. Por otro lado, se empleó un soft-ware diferente para la delineación de las estructurasvisibles, generando polilíneas y polígonos 3D detodos los indicios. Finalmente, ambas fuentes de in-formación se combinaron para generar un modelo tri-dimensional del sitio.

El paso principal de dicha tarea es la manipula-ción de la nube de puntos de cota generados (más de7000) mediante técnicas de interpolación. Estas con-sisten básicamente en realizar estimaciones sobre unvalor (la altura) a partir de un muestreo (las medi-ciones realizadas) para aquellas zonas para las queno poseemos dicha información. Por tanto no es unacuestión caprichosa la selección del método a utili-

zar para generar estas superficies. La herramientautilizada fue el módulo de análisis geoestadístico queposee Arcgis (versión 9.3). En este caso concretooptamos por la interpolación mediante kriging (unmétodo geoestadístico ampliamente utilizado para lageneración de modelos digitales de elevaciones), unavez constatado que el error cuadrático medio de lasestimaciones de la altura era inferior al generado conotros procedimientos. Hay que señalar, en todo caso,que las particulares características del sitio condicio-naron mucho la captura de datos, y que ello se vereflejado en última instancia en la calidad global delmodelo. Se trata de un emplazamiento con una to-pografía muy accidentada, con numerosos y escarpa-dos farallones y paredes verticales de roca. Al mis-mo tiempo, la densa vegetación impide el acceso amuchas zonas. Por tanto, resulta muy irregular tan-to la superficie del terreno como la distribución delas mediciones, generándose numerosos vacíos im-posibles de cubrir incluso con otras técnicas topográ-ficas complementarias, como el uso de estación to-tal (disponíamos de una estación láser para el trabajosin prisma que tampoco dio buen resultado en laszonas de vegetación más espesa).

5. EL SITIO, UNA DESCRIPCIÓN

Como bien supo ver en su día Suárez de Venegas,el Castejón de las Merchanas es el más grande y elmás complejo de los conjuntos fortificados del va-lle del Guadamez. Sus casi 3.500 metros cuadradosde recinto se distribuyen a lo largo de las laderas yla cima de una pequeña elevación que domina unacurva del río. Comenzando por lo más alto, el ele-mento más destacado es una estructura rectangularde 14,2x8 m (n.º 1 en la figura 3), compuesta congrandes bloques de cuarcita (con dimensiones dehasta 230x80 cm y entre 1,50 y 1,65 metros de gro-sor). Su aparejo es de doble paramento con un rellenointerno de piedras pequeñas, fuertemente compactadocon arcilla. En planta se definen bien sus límites,salvo por el lado oriental. Se distingue bien la inte-rrupción del muro en su extremo E, mientras que enla cara S se aprecia un pequeño quiebro y la prolon-gación de unos 60 cm hacia el N para dibujar unposible acceso.

El interior está colmatado de tierra y piedras, ymuy alterado por excavaciones clandestinas, ademásde por la presencia de acebuches y encinas cuyasraíces cubren las estructuras. Sin embargo, se diferen-cian bien dos muretes de aparejo más menudo y orien-tación SO-NE. El más meridional (Fig. 5, identificado

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93FORTIFICACIONES E IMPLANTACIÓN ROMANA ENTRE LA SERENA Y LA VEGA DEL GUADIANA

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94 V. MAYORAL HERRERA, S. CELESTINO PÉREZ, E. SALAS TOVAR y M. BUSTAMANTE ÁLVAREZ

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con un IV) tiene unos 50 cm de anchura y se adosaa las esquina SE del gran muro de cierre (Fig. 5, iden-tificado con un V). Del segundo, situado al N y enparalelo con el anterior, sólo conocemos en cambiola cara exterior. La corta distancia entre ambos (ape-nas un metro) plantea dudas sobre si funcionarondelimitando un espacio de hábitat o si únicamentesirven de apoyo para una estructura superior. Lo queparece claro en todo caso es que el murete situado alN se adosa a un muro de unos dos metros de grosor(Fig. 5, identificado con un IV), que cierra la estruc-tura 1 por el lado E y abraza todo el costado N delparamento de grandes bloques. La técnica empleadapara su construcción consiste en delimitar el períme-tro con bloques de cuarcita de tamaño medio, paraluego rellenar el interior de piedras más menudas.

En torno a este conjunto de estructuras se defineun perímetro amurallado que cierra la parte más altadel cerro (recinto A en la Figura 3). Todo el lado surqueda defendido por el cierre de la propia estructu-ra 1, que apoya directamente sobre los afloramien-tos rocosos. Estos últimos demarcan una murallanatural cuyos huecos son cubiertos por lienzos demampostería de cuarcita. Por el oeste, un tramo demuro de 1 metro de grosor (Fig. 3, identificado conun VII) conecta la estructura 1 con el farallón en elque se asienta la segunda construcción de la cima(estructura 2 de la figura 3). Aunque dicho muro estácompletamente arrasado, se distingue claramentecómo cerraría el acceso por el SO el recinto A. A lolargo de la cara N se conserva bien el trazado de unmuro en aterrazamiento de unos 80 cm de anchuray más de 30 metros de longitud (Fig. 3, identificadocon un VIII). Finalmente, en el costado oriental sedistingue también un pequeño tramo de muro apoyan-do en los farallones rocosos. Algunos metros másabajo, un recorte artificial de la roca dibuja una pe-queña rampa que facilita la conexión con la platafor-ma inferior. En su extremo aflora lo que parece unasuperficie escalonada formada por lajas de pizarra.Posiblemente se corresponden con un pasillo de co-municación entre los dos sectores del recinto. En total,este reducto de la cima encierra una superficie decerca de 300 metros cuadrados, si incluimos el es-pacio interior de la estructura rectangular.

Como ya se ha indicado, al SE de este conjuntoy apoyando en otro crestón rocoso, destaca otra es-tructura bastante compleja y monumental (2 en laFigura 3, Figura 4). Su núcleo es un bastión de unalongitud y anchuras máximas de 12x7 m. El aparejoes de grandes bloques de cuarcita apenas sin desbas-tar, y el interior está compuesto de un macizado depiedras que rellena los huecos entre la roca hasta

formar una superficie nivelada. El proceso de derrum-be de este relleno permite reconocer las sucesivastongadas de piedras. No obstante se diferencian doshuecos cuadrangulares de 1,2 metros de lado alinea-dos en el interior de la estructura. Demasiado peque-ños para conformar habitaciones, los espacios quedefinen parecen corresponder más bien a subestruc-turas del alzado del bastión. Rodeando a este últimopor todos sus lados, se adosa otra estructura delimi-tada de nuevo por grandes bloques de cuarcita y re-lleno de piedras al interior. Tiene una anchura de entre1,8 y 2, 6 metros, y en su frente sudoccidental pre-senta un gran paramento ataludado con más de dosmetros de alzado conservado. Parece tratarse de unrefuerzo para la sustentación del bastión.

Por debajo del conjunto de la cima formado porlas estructuras 1 y 2 y el recinto A, se distinguencuatro zonas bien diferenciadas del asentamiento. AlO y NO del bastión, dos tramos de muro de granaparejo que se apoyan en los afloramientos rocosos(Fig. 3, identificado con un IX; Fig. 6, 5) definen unámbito de unos 325 metros cuadrados (recinto B). Latécnica de construcción es muy tosca, con enormesbloques de cuarcita sin ningún tipo de labra. Algu-nos, de 2,6 por 1,5 m, parecen simplemente haber sidoextraídos in situ y empujados hasta formar el frentede la muralla. Esta combinación de peñas y murosparece encauzar el acceso a la parte superior delconjunto, obligando a realizar un recorrido en reco-do dejando el bastión a la izquierda. Lo que no que-da claro es a partir de éste cómo se solucionaría laentrada. Un estrecho corredor entre dos farallonesresulta ser la única opción para penetrar en el inte-rior. Dicho pasillo da acceso a otro recinto delimi-tado por la combinación de los afloramientos y unmuro en terraza de gran aparejo. Es el recinto C, quecon sus 600 metros cuadrados, queda delimitado alN por la estructura 1, los afloramientos en los queapoya, y por el muro que enlaza a ésta con el bas-tión. Todo el lado oriental se cierra de manera natu-ral por el cortado de la roca, mientras que al O el grantalud del refuerzo del bastión marca el límite. Encuanto al muro de grandes bloques que demarca elaterrazamiento, (Fig. 3, identificado con un X) nollega a enlazar con el farallón en el que se abre el pasoya mencionado. En este punto se da acceso a otrorecinto (D en la figura 3), de unos 250 metros cua-drados. Su perímetro queda definido de nuevo por laalternancia de roca y paramentos de grandes bloques,aunque no se distinguen como en el anterior alinea-ciones de muros in situ.

Aún existe un quinto recinto dentro de este asen-tamiento (E): se localiza en el extremo sureste del

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Figura 4. Fotografía aérea vertical de la estructura 2. Debajo, croquis interpretativo. Fotografía: Victorino Mayoral.

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cerro, y queda delimitado hacia el E por un grancortado vertical de roca. El frente suroeste se cierrapor un aterrazamiento formado por un muro de gran-des bloques (Fig. 3, identificado con un XI). Éste nollega a conectar con la pared de roca que forma ellímite S y SE del recinto de la cima. No queda cla-ro por las estructuras visibles en superficie si esta faltade muro obedece a la presencia de un acceso. Res-pecto al límite N de este sector, no queda bien defi-nido. No se reconocen aterrazamientos, ni restos deposibles muros de cierre por ese lado. La topografíaofrece una suave ladera que parece dejar completa-mente abierto ese frente. Únicamente marca una dis-continuidad la presencia, en el extremo NE del re-cinto, de una estructura cuadrangular de unos 8 x 10metros que se apoya en la roca para definir su cie-rre oriental (número 3 en la Figura 3). Los muros sonde factura tosca, con una única hilada visible de gran-des lastras, de hasta 2,7 metros de longitud y un gro-sor medio de 70 a 80 cm. La envergadura del apare-jo recuerda a la de la estructura de la cima.

Si seguimos rodeando el cerro por la falda oriental,no encontramos ya líneas de aterrazamiento que de-limiten el asentamiento. En cambio, un largo crestónrocoso define por este lado una potente barrera queconstriñe el acceso a toda la ladera oriental del ce-rro. Entre éste y las estructuras de la cima, se apre-cia en la topografía una depresión alargada, en par-te definida por un recorte en la roca, y que coincidecon la conexión entre el cerro fortificado y la lomainmediata, justo frente al tramo de muralla que cie-rra el recinto por el norte. Es una zona actualmenteocupada por una vegetación muy densa, por lo queha resultado muy complicado tomar datos sobre laaltimetría. Esta vaguada se cierra a la altura de unarampa que permite ascender hacia el bastión por elacceso en recodo ya descrito.

6. APAREJOS, TÉCNICA CONSTRUCTIVA

Los diferentes elementos de este sistema defen-sivo muestran la aplicación de diversas soluciones encuanto a las técnicas de construcción empleadas.Comenzando por las estructuras de la cima, el edi-ficio situado al N del recinto fue construido con unaparejo de grandes dimensiones a base de bloquespoligonales, calzados con ripios. En algún caso seaprecian gruesas lajas para nivelar el alzado de losmuros. Algunos bloques alcanzan una longitud de has-ta 2,5 metros. Son muros de doble paramento, aun-que el espacio del núcleo es muy reducido y no serecurre a un relleno interno de piedras pequeñas com-

pactado con arcilla rojiza. Planteamos que esta fábricatan robusta actuaría como un zócalo para un alzadode tierra, tal y como sugieren los restos que apare-cen revueltos en el interior del edificio.

En cambio, el paramento que se adosa a esta es-tructura por el N y el E es de un aparejo mucho másligero, formado por una alineación exterior de blo-ques pequeños con un careado no muy cuidado, y unrelleno interior de piedras pequeñas. Este contrastey la relación constructiva entre ambos elementos nossugieren la posibilidad de que se trate de la base deuna plataforma para un acceso elevado. Refuerza estaidea la presencia de los dos muretes paralelos conapenas un metro de separación, que se adosan a losmuros que delimitan el edificio y cuya cresta coin-cide en cota con ellos. Estos parecen definir la basede una superficie de uso sobreelevada. En todos loscasos en los que se ha podido examinar el remate deestos muros, la horizontalidad de la hilada superiorindica con claridad la existencia de alzados de tie-rra. De hecho, en torno a la estructura 1 se identifi-caron algunos fragmentos de adobes. Por lo que res-pecta al sistema de cubiertas de este edificio, hay quehacer notar la ausencia de material latericio romano,que en general es sumamente escaso y muy rodadoen todo el asentamiento. Sí son abundantes en cam-bio las lajas de pizarra, a veces de gran tamaño (comoya se ha dicho son empleadas como material en laconstrucción de la rampa de acceso al recinto A).Planteamos aquí la hipótesis de que puedan tambiénhaber sido empleadas para los techados.

En cuanto al bastión, destaca sobre todo por lomasivo de las fábricas empleadas. El refuerzo exte-rior en talud emplea grandes bloques de cuarcita sinapenas desbastar. La estructura interior presenta encambio una técnica más cuidada, con una alineaciónmucho más regular, intercalando lajas de nivelacióny con el refuerzo de grandes bloques bien escuadra-dos en las esquinas. También es indicador de una granregularidad la alineación y dimensiones de los espa-cios cuadrangulares.

Finalmente, los muros de aterrazamiento que de-finen los recintos inferiores están compuestos porgrandes bloques poligonales apenas sin trabajar, en-cajados en la ladera, a veces con grandes calzos, al-gunos tan voluminosos que sugieren una extraccióndirecta en el lugar en el que son emplazados.

Hay por tanto un ajuste bastante funcional entrela envergadura y cuidado de la técnica edilicia y lafuncionalidad de los elementos que componen elcomplejo arquitectónico. En cuanto a la secuenciatemporal de su creación, se identifican con claridadalgunas fases, aunque se corresponden con pocas

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Figura 5. Estructura 1: Planta, sección y restitución de volúmenes. Los números romanos indican las referencias a los murosdescritos en el texto.

Figura 6. Alzados de los paramentos de diversos sectores del asentamiento.

dudas al proceso de construcción. No nos parece quelas fábricas empleadas ni sus relaciones muestrendiferencias acusadas, que pudieran ser indicativas dereformas o replanteamientos del sistema a través del

tiempo (quizás como único ejemplo el posible tapiadodel acceso oriental del recinto A). Parece tratarse deun proyecto unitario de fortificación del cerro, quedemuestra una gran capacidad técnica y de aprove-

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chamiento de la morfología de su emplazamiento.Como veremos más adelante estos son rasgos quecaracterizan al resto de los asentamientos analiza-dos en este trabajo.

7. ¿UN SISTEMA DEFENSIVO EFICIENTE?

El volumen de las estructuras de las Merchanas,y su localización en un emplazamiento tan escarpa-do junto al río Guadamez, sugieren con fuerza la ideade que la capacidad de defensa y el control del en-torno fueron preocupaciones dominantes para suconstrucción. Lo que los restos observables permi-ten plantear es que, en primer lugar, contamos en lacima con un perímetro murado bastante reducido. Encasi todo su contorno grandes paredes verticales deroca refuerzan o sustituyen a los lienzos de mampos-tería. La topografía es más suave únicamente por elcostado que conecta con el cerro situado al N. En estazona se aprecia una vaguada que parece coincidircon el muro de cierre del recinto, y que podría co-rresponderse con un foso. Desafortunadamente esdifícil contrastar este extremo, ya que, como hemosindicado, la tupida vegetación impedía apreciar conclaridad el terreno y aún menos tomar datos. El úni-co punto de acceso identificable del recinto superiorse localiza en su extremo oriental. Se trata, como yahemos indicado, de una estrecha rampa, seguramenterecortada en la roca del sustrato, que conecta con elrecinto E a través del espacio entre un afloramientoy un tramo de muro. Este último ofrece un hueco depoco más de un metro de anchura, por lo que cabela posibilidad de que en realidad estuviera sellandoun acceso inicialmente expedito. Otra posibilidad esque el lienzo que enlaza los dos farallones, al SO delrecinto, tuviera un vano que no se ha conservadodebido a la intensa erosión es ese punto.

En cualquier caso dicho muro define una separa-ción con el farallón sobre el que se asienta el bas-tión. Éste aparece de hecho como un elemento queda continuidad al cierre del recinto por el norte, yactúa como divisoria entre la parte más alta del asen-tamiento y el resto. A su izquierda controla directa-mente la aproximación a través del recinto B, y esjustamente frente a él donde se localiza el únicopasillo de conexión con los recintos C y D entre losgrandes afloramientos rocosos. Estos dos últimos noofrecen dudas respecto a su cierre, y ambos son fá-cilmente defendibles por su costado S y E gracias alfuerte desnivel marcado por la presencia de aflora-mientos. Por último, la descripción ya realizada dejaclaro que el recinto E cuenta con la defensa natural

de los riscos rocosos por el E y de un muro de granaparejo por el SO, pero queda completamente abiertohacia el N. Esto explicaría la presencia de la estruc-tura 3, justo en el punto en que se estrecha el acce-so al recinto.

8. LOS MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

La intensa erosión de la cima y las laderas delcerro ha alterado seriamente una buena parte de losdepósitos arqueológicos. A ello se une la activa pre-sencia de expoliadores, ya que se trata de un encla-ve relativamente accesible. Todo ello ha dado lugara una importante presencia de fragmentos cerámicosen superficie. El material cuyo estudio de presentaaquí es resultado de una recogida selectiva realiza-da durante el desarrollo de los trabajos de documen-tación. Todos estos factores generan una visión ses-gada de las facies cronológicas del sitio. Esperemosque en un futuro, con nuevas actuaciones en el lugar,podamos plantear un estudio contextual del mismoque nos aporte una visión histórica más concreta.

El análisis del material nos permite obtener da-tos vinculados a la cronología y funcionalidad delsitio. Podemos advertir que nos encontramos en pri-mer lugar con una cultura cerámica de cuño netamen-te indígena, no sólo en las formas sino también enlas cocciones, tipos de pasta y acabados, con cerá-micas que podemos perfectamente insertar en crono-logía de la Edad del Hierro. Al igual que venimosindicando para otros contextos de la Serena, estas secaracterizan por estar a medio camino entre las tra-diciones indígenas y la cultura material romana pro-piamente dicha. Así, en estos contextos conviven tantournas truncadas y decoradas a bandas pintadas conánforas o ungüentarios fusiformes de conformacióntípica tardorrepublicana.

Genéricamente las cerámicas analizadas presen-tan una gran homogeneidad compositiva, que se tra-duce en tres grupos de pastas cerámicas. Un primergrupo de pastas muy gruesas, toscas, con coloraciónvirada del rojo oscuro al marrón y grandes desgra-santes de granulometría media-gruesa (sobre todocuarcitas y feldespatos). Este grupo sería el propiode los recipientes de almacenaje y cocina. Un segundogrupo, muy similar al anterior pero una mayor finu-ra en su composición, engloba a los recipientes co-munes y de mesa. Un tercer grupo se caracteriza porpastas muy depuradas, de coloración grisácea virandoa asalmonada muy amasada y fina, y con un acabadomuy pulido, sobre todo para urnas y otras categoríasde factura fina y depurada. Estos tres conjuntos pue-

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Figura 7. Material cerámico de superficie del Castejón de las Merchanas.

den ser calificados como de origen local-regional alpresentar unas características compositivas muy si-milares a las de épocas posteriores.

En cuanto a las formas, dentro de estas produccio-nes predominan, grosso modo, los recipientes desti-nados al almacenaje, lo que nos daría un primer indi-cio de una economía de autoconsumo y excedentes enel entorno. Esto vendría apoyado por la aparición deun solo galbo anfórico de factura muy pulverulenta ycoloración amarillenta-verdusca, que nos daría unaprocedencia focalizada en el Círculo del Estrecho.

Recordemos que ánforas de esta procedencia se hanlocalizado en contextos tardorrepublicanos de caráctermilitar, caso del ya citado sitio de Valdetorres con unacronología clara del II a. C., con ánforas del tipo T.9.1.1.1. (Heras y Bustamante, 2007).

La morfología de estos recipientes de almacena-je se centra sobre todo en bordes cuadrangulares, «agancho» (Fig. 7, n.os 3, 4, 6 y 11), otros que evocana los tipos protohistóricos de «pico de ánade» (Fig.7, n.º 13) (ver Hernández et al. 1989, Fig. 42, n. 354-356 o Fig. 51, n. 456-464), redondeados (Fig. 7, n.º

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12), rectangulares (Fig. 7, n.º 8), triangulares (Fig.7, n.º 1, 9 y 20) y un grupo exvasado (Fig. 7, n.º 7).Los fondos se presentan totalmente planos o indica-dos (Fig. 7, n.º 19). En este grupo destacamos unagran orza biansada con morfología «a saco», similarmorfológicamente hablando a algunas documentadasen la Baeturia en el tránsito del II-I a.C. (Berrocal1998, fig. 26, n. 9). También aparecen tipos de clarainspiración romana, como los dolia (Fig. 7, n.º 5), quede nuevo nos da indicios de la convivencia de tradi-ciones indígenas con las romanas.

De igual modo, aparecen ollas destinadas al pro-cesado de alimentos con morfología variada, bien deborde vuelto (Fig. 7, n.º 21), levemente exvasado, en-grosado, de borde truncado así como un tipo que imitaclaramente a los recipientes Vegas 2 (Fig. 7, n. 3, 10y 15). Los fondos localizados pueden ser bien pla-nos o marcados. También dentro de la cadena depreparado y servido de alimentos destacamos un picovertedor, así como asas que formarían parte de reci-pientes de gran grosor.

Ya para el servicio directo aparecen los cuencosde borde engrosado (Fig. 7, n.º 16), exvasado (Fig.7, n.º 17) o ligeramente entrante (Fig. 7, n.º 18). Tam-bién se localizan pequeñas orzas de funcionalidadindeterminada. Las urnas también aparecen con unaspastas muy depuradas y con borde vuelto al exterior(Fig. 7, n. 14), así como truncado. Es interesante verlas semejanzas existentes entre las urnas aquí pro-puestas y las desarrolladas por los túrdulos en laBeturia (Berrocal, 1998, Fig. 29).

Frente al grueso de las producciones locales des-tacamos algunos fragmentos de importados que nospueden acercar en cierto modo a la cronología delcontexto. En primer lugar destacamos como indica-

dor más antiguo la presencia de un fragmento de unungüentario fusiforme del tipo Oberaden 28/Cami-lli B11-12, con resto de pigmento rojizo en su ter-cio superior, de posible procedencia itálica, muy co-mún en el tránsito del II-I a.C. (Camilli 1999,32-33)2. Recordemos que estos ungüentarios, aunqueen evolución con cuerpos a modo de redoma (Cami-lli 23), aparecen muy comúnmente en los contextosde la primera edad julio-claudia en Mérida. En se-gundo lugar se localizaron dos pequeños fragmen-tos de terra sigillata, una itálica aretina y otra his-pánica. La producción de sigillata itálica deprocedencia aretina inicia su andadura en torno a lamitad del I a.C., siendo su momento de auge laépoca augustea. Por el contrario, la sigillata hispá-nica inicia su distribución en territorio lusitano enépoca Flavia. Por consiguiente, aunque de maneramuy limitada, podemos observar representados enMerchanas al menos dos momentos de la época al-toimperial. Como ocurre en otros casos que a con-tinuación expondremos, no queda claro por el mo-mento la entidad de esta última ocupación(¿explotación agrícola, asentamiento tipo aldeano?),ni la continuidad respecto a la fase anterior. En lasiguiente sección realizaremos una valoración con-junta del valor de estos indicadores cronológicos, ala luz de los materiales detectados en los restantessitios analizados en este estudio.

Figura 8. Selección de material de superficie de las fortificaciones de Castillo del Portugués 1 y 2 y La Lapa.

2 Esta pieza fue localizada en las tareas de excavaciónque se iniciaron en el sitio cuando el presente texto estabaya cerrado para su presentación. Aunque los resultados deestos trabajos serán cumplidamente publicados en el futuro,nos pareció un elemento significativo de cara a la posibleexistencia de una ocupación tardorrepublicana en este asen-tamiento.

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9. EL CASTEJÓN DE LAS MERCHANAS EN ELCONTEXTO DE LAS FORTIFICACIONES DEALTURA DE LA SERENA

9.1. LOS SITIOS, BREVE DESCRIPCIÓN

Como se dijo en el inicio de este trabajo, LasMerchanas es solo un caso dentro de un amplio con-junto de fortificaciones de altura que se concentra enlas áreas de paso que dan acceso a la comarca de LaSerena. Actualmente disponemos de un crecientevolumen de información que nos permite realizaralgunas consideraciones sobre los criterios de loca-lización, estructura y técnicas constructivas de unamplio número de sitios. En este trabajo se analizasobre todo el grupo localizado a lo largo del eje for-mado por el río Guadamez, aunque también se va-loran datos referentes a las fortificaciones de alturaque se sitúan a lo largo de las sierras de los Argalla-nes, en Zalamea, y en las de Castuera y Benqueren-cia de la Serena.

La Dehesilla (Fig. 9, n.º 6, Fig. 10, n.º 8)

Localización

El recinto de La Dehesilla se localiza en la cimade la sierra del mismo nombre, en el término muni-cipal de Zalamea de la Serena. Se trata de una sie-rra que presenta un máximo de 578 metros de alti-tud. Está formada por dos grandes crestas de cuarcitasarmoricanas. La situada más al norte es la más es-carpada, y domina directamente el paso de la Caña-da Real Leonesa, que viene desde el sur, además delpuerto que conecta Valle de la Serena con Quintana.En esta zona no se han localizado restos arqueoló-gicos. En cambio, el afloramiento más meridionalproporciona una superficie más adecuada para servirde apoyo a la fortificación. Desde él se domina igual-mente el paso de la cañada. El control visual desdela cima es amplísimo, abarcando sobre todo las ex-tensas zonas bajas de Valle, Quintana, Higuera yZalamea de la Serena.

Las estructuras que actualmente se pueden iden-tificar se distribuyen a lo largo de la cresta cuarcíti-ca, aprovechando al máximo la accidentada orogra-fía para crear una serie de siete plataformasdelimitadas por muros que se encajan en la roca for-mando aterrazamientos. El aparejo es de mamposteríaa hueso, a base de grandes bloques de cuarcita concalzos y cuñas realizados con pequeñas lajas. La lon-gitud total de este conjunto es de unos 130 metros,

con una anchura máxima de unos 15 metros. En to-tal la superficie habitable de la fortificación es decerca de 1200 metros cuadrados. Este cálculo inclu-ye una plataforma situada en la ladera sur occiden-tal, inmediatamente por debajo de las murallas delrecinto de la cima.

En cuanto al diseño de la construcción, como yase ha dicho prima completamente el criterio de máxi-ma adaptación a las posibilidades que ofrece la roca.El acceso original podría realizarse desde el costa-do noroccidental. En su extremo norte se distingueun muro en barrera que haría frente al estrechamientoque conecta con la elevación contigua de la sierra.Un gran bloque careado hacia el interior del murosugiere la existencia de otro acceso por este lado. Enel extremo opuesto en cambio se aprecia con clari-dad que el frente de muralla cierra por completo ellado sur. En torno a las estructuras se aprecian nu-merosos indicios de la existencia de mineralizacio-nes de hierro.

Materiales arqueológicos

La densa vegetación y lo escarpado del terrenoimpidieron reconocer apenas algunos fragmentosatípicos de grandes contenedores de factura tosca ypiezas muy rodadas de cerámica común de pastasanaranjadas.

Referencias bibliográficas: Ortiz Romero y Ro-dríguez Díaz 1998: 264.

Ermita de San José (Fig. 10, n.º 7)

Localización

Se asienta sobre una cresta de cuarcita que for-ma parte de una elevación destacada de la ladera surde la sierra del Arrozao. El entorno inmediato estáformado por terrenos muy pedregosos de suelos pocoprofundos, ocupados por pastizal y matorral. Domi-na la vega de un pequeño arroyo que desciende dela sierra, ocupada mayoritariamente por cultivos decereal en secano.

Estructuras

Se distinguen numerosas alineaciones de murosque conforman un conjunto edificado de planta muyirregular sobre el farallón cuarcítico y sus laderas Sy SE. Su longitud máxima es de unos 38 metros y su

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Figura 9. Vistas aéreas de los casos estudiados. 1.-Merchanas; 2.-Castildavid-Lapa; 3.-Castillejo del Moro; 4.-sierra del Castillo del Portugués 2; 5.-sierra del castillo del Portugués 1; 6.-La Dehesilla. Fotografías: Jesús Rueda y Victorino Mayoral.

anchura de 30 metros. El aparejo de los muros es demampostería a seco de bloques de cuarcita con cu-ñas y calzos para encajar en la roca madre. En la partemás alta se aprecia una estructura cuadrangular dereducidas dimensiones (unos cinco metros de lado),cuyo muro de cierre cubre los espacios entre los sa-lientes rocosos. Hacia la ladera E y de forma esca-lonada se distinguen hasta tres ámbitos aterrazandola ladera. Al pie del farallón y por su lado E variosmuros alargados de mayor grosor y aparejo delimi-tan un recinto más amplio, de unos 300 metros cua-

drados. En la ladera N se distingue una depresiónartificial en el terreno que parece corresponder a unacharca o depósito.

Materiales arqueológicos

Se reconocieron en superficie algunos fragmen-tos de pastas groseras correspondientes a grandescontenedores de producción local (Fig. 13, n.º 11, 20,21) así como comunes con formas cerradas media-

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nas de almacenaje (Fig. 13, n.º 9, 10, 12, 13) y ser-vicio de mesa (Fig. 13, n.º 17 y 18). También seencontró cerámica oxidante de tradición indígena condecoración de bandas pintadas (n.º 19). Aunque muyfragmentada y escasa, se detectó una muestra demateriales romanos: dos pequeños fragmentos deterra sigillata: hispánica de la forma 33 (Figura 13(B), n.º. 9) y sudgálica Drag. 15/17 (Figura 13 (B),n.º 11), y otros dos de paredes finas béticas (Figura13 (B), n.º.8) y emeritense (Figura 13 (B), n.º 9) (Fig.13, n.º 14 y 16), así como fragmentos de lucernas.Estos elementos permiten hablar al menos de unaocupación altoimperial, aunque la relación con ma-teriales de tradición indígena y las estructuras cicló-peas no queda clara por el momento.

Referencias blibliográficas: pese a la falta de re-ferencias precisas publicadas parece correspondersecon el sitio de Canchos de Merenilla (Ortiz Romeroy Rodríguez Díaz 1998: 264).

Sierra del Castillo del Portugués 1 (Fig. 9, n.º 5,Fig.10, n.º 6)

Localización

Se localiza en un espolón destacado de la laderameridional de la sierra del Arrozao. La fortificaciónse adapta completamente a la forma de un afloramien-to cuarcítico. El terreno es muy accidentado y domi-nado por matorral y monte bajo. El entorno está muyafectado por la repoblación con eucaliptos. Desde lacima se tiene un completo dominio visual hacia el SE,S y SO, controlando la vega del Arroyo Tamujoso ydel corredor del Guadamez.

Estructuras

Se identifican dos recintos principales. El demayor altura se localiza en el extremo N, es de re-ducidas dimensiones y planta rectangular. Quedacerrado por el N por un escarpado risco. El desni-vel en esta zona de conexión con las elevaciones della sierra es acentuado por una depresión artificialque parece corresponder a un foso excavado en el te-rreno. Lo separa del segundo recinto una serie demuros que cierran el espacio entre los afloramien-tos. El segundo recinto, más amplio, se extiende alpie del primero. Presenta varios aterrazamientos enlos que se aprecian diversas alineaciones de murosy abundante material constructivo. El cierre de estesector aprovecha la defensa natural de los salientes

rocosos, que se complementa con gruesos murosapoyados directamente en el sustrato. La estructurade mayor volumen es un potente bastión que domi-na el ángulo NO del perímetro (Fig.11, 2). El apa-rejo es de mampostería de cuarcita a seco, y a juzgarpor los restos superficiales tendrían alzados de ado-be. Los muros se encajan en terraza directamente so-bre la roca madre con ayuda de calzos. En la laderasur y al pie del segundo recinto se aprecian peque-ñas zonas aterrazadas con acumulación de sedimen-tos y presencia de cerámica que podrían corres-ponder a una extensión del asentamiento. Tambiénen este sector se distinguen con claridad las zonasde extracción del material empleado para la cons-trucción.

Materiales arqueológicos

Debido al intenso arrasamiento del sitio se docu-menta en superficie una gran cantidad de cerámicas:producciones toscas de fabricación local para gran-des contenedores (Fig. 8, 6-7), así como recipientesde cocina. También existe una amplia gama de reci-pientes de cerámica común con pastas en generaldepuradas de tonos anaranjados: vasos, platos, cuen-cos y ollas. En este grupo se documenta la decora-ción con bandas horizontales pintadas en rojo vino-so. En ningún momento detectamos la presencia dematerial latericio.

Referencias bibliográficas

Ortiz Romero y Rodríguez Díaz (1998: 264) ci-tan la presencia de una fortificación en el inmediatoparaje de Los Vuelos, sin aportar referencias preci-sas sobre su localización ni aclarar si se está refirien-do a los dos asentamientos documentados en estelugar (Portugueses 1 y 2).

Sierra del Castillo del Portugués, 2 (Fig. 9, n.º 4,Fig.10, n.º 5)

Localización

Se localiza en una cresta cuarcítica que se desta-ca en espolón en la ladera sur de la sierra del Aro-zao. Está situado a unos 340 metros de la fortifica-ción de sierra del Portugués 1. El terreno es muyabrupto y ocupado por matorral y monte bajo juntocon una repoblación reciente de eucaliptos.

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104 V. MAYORAL HERRERA, S. CELESTINO PÉREZ, E. SALAS TOVAR y M. BUSTAMANTE ÁLVAREZ

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Estructuras

El conjunto presenta una planta alargada de unos43 por 18 metros, que se adapta a los farallones ro-cosos. La ladera norte presenta un corte vertical degran altura y apenas se aprecian en ella estructuras.Por este lado se distingue un posible acceso, flanquea-do por un bastión de planta ovalada de unos 5 me-tros en su radio mayor. Desde aquí se accede a unaestructura cuadrangular de gruesos muros de mam-postería de cuarcita de unos nueve metros de lado,que domina la parte más alta del asentamiento. Enuna plataforma inferior el saliente rocoso define unsegundo recinto, más amplio (unos 400 metros cua-drados). Queda delimitado hacia el sur por una po-tente muralla de mampostería que apoya directamentesobre la roca madre y se adapta con un trazado si-nuoso a su contorno a lo largo de casi 50 metros(Fig.11, 3). La técnica de los muros es muy similara la de la sierra del Portugués, aunque se distingueen algunos tramos un aparejo de piedra más peque-ña y factura menos cuidada. Según se ha propuestoen un reciente estudio (Pizzo 2010: 168), estas dife-rencias responden a la presencia de al menos dos fasesconstructivas, y demostrarían la existencia en un pri-mer momento de un proyecto común de construcciónde éste sitio y el Portugués 1.

Materiales arqueológicos

El repertorio de hallazgos superficiales es muysimilar al de Los Portugueses 1. Cabe destacar lapresencia de ánfora de tradición ibérica, así como elhallazgo de un fragmento de gran contenedor de fac-tura tosca con decoración estampillada (Fig.8, 11).Como en el anterior, no hay ningún indicio de ma-terial latericio.

Castillejo de Moros (Fig. 9, n.º 3, Fig.10, n.º 3)

Localización

Las construcciones ocupan la cima de un cerroaislado de sustrato cuarcítico que domina el valle delGuadamez, a unos 700 metros de éste. El terreno estáactualmente ocupado por matorral, encinar y montebajo. Esta elevación se destaca entre el río y las ci-mas de la sierra de la Lapa. Entre estas últimas y elasentamiento se localizan los «llanos del moro», unaamplia franja de terrenos dedicados al cultivo desecano.

Estructuras

Las estructuras identificadas se distribuyen for-mando tres recintos concéntricos. El localizado en lacima tiene una planta rectangular con unas dimensio-nes de unos 14 por ocho metros. Los muros tienenun alzado a plomo formado por grandes bloquespoligonales de pizarra muy bien careados, con ungrosor de entre 1,40 y 1,60 metros. Un segundo ni-vel aterrazado queda delimitado por un muro querecorre todo el costado occidental. El aparejo es degrandes lajas a seco que se apoyan directamente enla roca. Finalmente, un tercer ámbito se define poruna plataforma que se extiende por los costados sury sureste del segundo recinto, rodeada por un murode doble paramento de 1,30 m de grosor cuyo traza-do se adapta a los afloramientos rocosos y definien-do una plataforma de unos 380 metros cuadrados. Lapresión de los rellenos de su cara interna ha provo-cado grandes derrumbamientos.

Materiales arqueológicos

El material superficial de este sitio consiste enfragmentos en general muy rodados de grandes con-tenedores de factura tosca (Fig. 13 (A), n.os 1 al 5),junto con algunas cerámicas comunes de almacena-je (Fig. 13 (A), n.º 6), y de vajilla de mesa (Fig. 13(A), n.os 7 y 8). Se recuperó un pequeño fragmentode terra sigillata. No existía material latericio en su-perficie ni en los numerosos cortes provocados porla actividad reciente de expoliadores.

Referencias bibliográficas

Rodríguez Díaz y Ortiz Romero, 1989: 51; Vene-gas, 1995: 164.

Castildavid o La Lapa (Fig. 9, n.º 2, Fig. 10,n.º 2)

Localización

El sitio ocupa una reducida plataforma delimita-da por un risco de cuarcita que se destaca como unespolón sobre uno de los arroyos que desciendendesde la sierra de la Lapa hacia el Guadamez. Elterreno es muy accidentado y su uso actual es dematorral y monte bajo, con repoblación reciente depinos.

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105FORTIFICACIONES E IMPLANTACIÓN ROMANA ENTRE LA SERENA Y LA VEGA DEL GUADIANA

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Estructuras

Se diferencian con claridad dos recintos en altu-ras diferentes. En el punto más alto se identifica unaestructura rectangular de mampostería de cuarcitaque fortifica la parte más abrupta del afloramiento(véase su alzado en la figura 11, 1). Un segundoperímetro más amplio queda cerrado por su lado porun potente muro de bloques de cuarcita de aparejociclópeo colocados a seco directamente sobre laroca. En todo su perímetro salvo en su lado SEésta presenta un corte vertical de gran altura que lohace totalmente inaccesible. En planta el trazado deeste segundo recinto se adapta estrechamente a losquiebros del cantil formado por el afloramiento.Además este último ha sido recortado para regula-rizar la base del muro. En el interior, que presentauna fuerte pendiente, se diferencian también alinea-ciones correspondientes a la cimentación de estruc-turas.

Materiales arqueológicos

En superficie se ha recuperado sobre todo frag-mentos de grandes contenedores de pastas groseras,destacando el hallazgo de varios bordes de ánfora detradición ibérica (Fig. 8, 1-2), junto con piezas decerámica común como platos y cuencos de pie anu-lar (Fig. 8, 4-5) y algunas formas de almacenaje detamaño medio. En ninguna de las exploraciones delsitio se ha identificado material de importación nirestos constructivos de filiación romana.

Referencias bibliográficas

Rodríguez Díaz y Ortiz Romero 1989: 51; Vene-gas 1995: 166.

Puerto de la Cabra (Fig. 10, n.º 4)

Localización

Se localiza a lo largo de una cresta cuarcítica enla cima de la sierra del Puerto de la Cabra, a unos600 metros de éste último. El terreno está ocupadopor pastizal y matorral, con algunos acebuches y en-cinas, aunque predomina el jaral y el eucalipto intro-ducido por la repoblación. El dominio visual es am-plísimo, especialmente desde la vertiente N, desde laque se divisa un arco que va desde las sierras de

Orellana hasta la sierra de Carija en las inmediacio-nes de Mérida.

Estructuras

Las estructuras se distribuyen alrededor y sobredos grandes salientes rocosos. En planta se definentres sectores bien diferenciados. En la cima del sa-liente situado al sureste se localiza una estructuracuadrangular de 9,5x9,5, en cuyo lado SE destacaunos tres metros un cuerpo rectangular. Queda deli-mitada por todos los lados por un corte vertical enla roca, que presenta un fuerte desnivel, especialmentepor la cara norte. El acceso se realiza por la caraNoroeste mediante un estrecho pasillo exterior de 1,60metros de anchura, que conecta la estructura con laplataforma inferior a través de una escalera. Esta estáen parte tallada en la roca y en parte construidamediante un macizado de tierra apisonada recubier-to con losas de cuarcita. En el saliente norocciden-tal no se reconocieron estructuras con claridad, aun-que sí algunos bloques de cuarcita colocados in situ.

El segundo sector está delimitado por una cintamuraria que cierra el espacio entre los dos farallo-nes rocosos, formando dos plataformas. La primerase localiza al sureste de la estructura de la cima ycuenta con un acceso al exterior del complejo. Lasegunda abarca el espacio entre los dos salientes.Comunica con la estructura de la cima a través de laescalera ya mencionada. Está cerrada al N y al S poruna potente muralla, y por éste último lado presentaun acceso al tercer sector.

Éste último consiste en un tercer recinto amura-llado que se extiende por una superficie de al menos250 metros cuadrados en la vertiente suroccidental,aunque es posible que esta extensión sea el doble, yaque en esta zona la vegetación era espesa y resulta-ba muy difícil reconocer el terreno.

Materiales arqueológicos

El material identificable en superficie era muyescaso, compuesto por galbos de vasijas de almace-naje y cocina de factura tosca, junto con algunascerámicas comunes de vajilla de mesa como cuencos.

Referencias bibliográficas

Ortiz Romero y Rodríguez Díaz 1998: 264; Ro-dríguez Díaz y Ortiz Romero 1989: 51.

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Figura 10. Comparativa de las plantas de fortificaciones de altura. 1.-Las Merchanas, 2.-Castildavid/La Lapa; 3.-Castillejo delMoro; 4.-Puerto de la Cabra; 5.-Portugués 1; 6.-Portugués 2; 7.-Ermita de San José; 8.-La Dehesilla.

9.2. DISCUSIÓN

Comenzaremos esta valoración conjunta de lasMerchanas y los asentamientos fortificados de suentorno, considerando el tamaño y planta de los ca-sos expuestos más arriba. Hemos calculado la super-ficie total en hectáreas ocupada por restos construc-

tivos identificables en superficie para todas las forti-ficaciones de altura que tenemos catalogadas. El casomás destacado en este sentido queda fuera del sectoren el que hemos centrado nuestra atención. Se tratade Puerto Mejoral (Benquerencia de la Serena), concerca de media hectárea. Con extensiones de cerca dela mitad que el anterior, y como los dos únicos casos

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de asentamientos grandes en la zona del Guadamez,destacan el Castillo del Portugués 1 y la propia Mer-chanas. Ambos sobresalen además por la complejidady monumentalidad de sus estructuras. Por otro lado,nos parece necesario valorar al primero de los cita-dos conjuntamente con Castillo del Portugués 2.

Les sigue un grupo homogéneo en dimensiones(en torno a 500-600 metros cuadrados), formado porCastillo del Portugués 2, Castillejo del Moro, La Lapay Puerto de la Cabra. A este conjunto también habríaque añadir casos como el del Castillejo de los Arga-llanes (Higuera de la Serena), aunque no nos hemosocupado en este trabajo de su descripción más deta-llada. Todos ellos tienen además una planta de dise-ño muy similar, que parece reproducir a una escalamás reducida el de Merchanas, y en especial el deCastillo del Portugués 1. Un elemento común delmismo es la presencia en la cima de una estructurarectangular de medidas (unos once por ocho metrosde media) y superficies muy parecidas (en torno a los100 metros cuadrados). Al costado de la misma y auna altura más baja suele localizarse un segundorecinto, en cuyo interior se han identificado alinea-ciones que revelan la existencia de construcciones demampostería. Un caso que rompe esta homogeneidades el de la Dehesilla, con una planta mucho más irre-gular en la que la adaptación al terreno prima sobrela imposición de un diseño previo.

Por lo que respecta a las técnicas constructivas,la revisión que hemos llevado a cabo pone de mani-fiesto una estrecha conexión entre las soluciones

adoptadas en Merchanas y el resto de los sitios es-tudiados. En esta sección seguimos en parte las con-clusiones de un estudio, ya citado, realizado porAntonio Pizzo. El primer elemento común es elempleo de la cuarcita, hecho que obviamente se de-riva de los emplazamientos seleccionados. Es portanto una técnica que aprovecha al máximo los re-cursos disponibles en el entorno inmediato, dejandode hecho una traza material en las zonas de extrac-ción. Esta adaptación es también relativa a las pecu-liaridades morfológicas de la geología dominante,empleando el perfil abarquillado de los viejos plie-gues cuarcíticos como la mejor base para cerrar unperímetro defensivo. Se observa de manera reitera-da la presencia de las mismas soluciones técnicas enfunción del papel desempeñado por las estructuras.Por un lado, encontramos grandes muros de aterra-zamiento que suelen delimitar los recintos situadosen las cotas más bajas, como ocurre en Puerto de laCabra, La Lapa, Castillejo del Moro o en las propiasMerchanas (Fig. 12: 3, 5, 9, 11). Sus aparejos sonverdaderamente ciclópeos, a base de bloques poligo-nales a seco. En ocasiones actúan como contrafuer-tes para estructuras superiores o para reforzar lasestructuras de la cima, adoptando un perfil ataluda-do (Merchanas, Castillejo del Moro, Castillo delPortugués 1) (Fig. 12: 1, 4, 7). Por otro, en estasúltimas encontramos un aparejo de menor porte, conhiladas muy regulares que se agarran a la base rocosamediante calzos, un cuidadoso careado y una depu-rada técnica para cubrir los huecos con ripio (Fig. 12:

Figura 11. Alzados de las fortificaciones de La Lapa (1), Castillo del Portugués 1 (2) y Castillo del Portugés 2 (3).

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Figura 12. Diversos aspectos de los aparejos de las fortificaciones estudiadas. 1-3.- Merchanas; 4.-Castillejo del Moro; 5.-LaLapa; 6.-Portugueses 2; 7-8.- Portugueses 1; 9-10.- La Dehesilla; 11-12.-Puerto de la Cabra.

8, 10, 12). En esta ajustada adaptación a un entornosumamente escarpado se pone de manifiesto la granpericia técnica de los constructores que, en opinióndel ya citado A. Pizzo, constituyen una mano de obramuy especializada. Son por otro lado reiterados losindicios de alzados de tapial o adobes sobre los zó-calos de mampostería. Por último, por lo que respectaa los sistemas de cubierta, en ninguno de los casosse ha detectado una masa significativa de material

latericio de cuño romano, estando ausente por com-pleto en la mayoría de los sitios. Como ya se ha pro-puesto, la abundancia de lajas de pizarra en la cimade Merchanas permite sugerir el empleo de estematerial como parte del techado.

Finalmente, en lo que se refiere a los materialesarqueológicos, la contrastación del registro de Mer-chanas, tanto con el servicio cerámico localizado enlos otros sitios como con el de algunos recintos en

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llano, que también estamos estudiando (caso del Cerrodel Tesoro o Cancho Roano), nos permite aportarelementos para una evolución diacrónica de este tipode construcciones en la Serena.

Como ya vimos, el material hasta ahora conoci-do en Merchanas permite acercarnos genéricamentea su diacronía. Claramente observamos una ocupa-ción de finales de la Edad del Hierro que vendría dadapor los elementos pintados, las urnas truncadas o laspastas cerámicas grisáceas asalmonadas con acaba-dos bruñidos, que se asemejan como ya hemos vis-to a elementos cerámicos localizados en otros pun-tos del suelo extremeño como en Botija (Hernándezet al. 1989) o en la Baeturia (Berrocal 1998). Si va-loramos las producciones importadas, la aparición delungüentario de tradición helenística nos sitúa en eltránsito del II-I a.C. En segundo lugar, un fragmentode sigillata itálica aretina, así como cerámicas comu-nes que distan mucho del panorama normal deépoca romana de la zona (Alvarado, Molano 1995),ofrecen indicios de ocupación para los primeros mo-mentos del Imperio. Finalmente, un galbo de terrasigillata hispánica, de posible procedencia de lostalleres del Najerilla, puede hablar de una ocupacióndel cerro al menos hasta la época Flavia.

¿Dónde encaja dentro de esta secuencia el momen-to de construcción de las fortificaciones? La investi-gación precedente plantea que el origen de este fenó-meno se remontaría al período tardorrepublicano,posiblemente a inicios del siglo I a. C. En reiteradasocasiones se ha mencionado la presencia en los sitiosde altura de cerámicas con técnicas y formas de rai-gambre indígena. Encajan dentro de esta categoría lasánforas de labio engrosado y borde envasado, loscuencos y platos de pie indicado, o las estampillas degran tamaño en contenedores de factura tosca, comoel identificado en el Portugués 2. Sin embargo, enausencia de elementos inequívocamente tardorrepu-blicanos es precisamente su carácter de tradición elque hace perfectamente posible que se fechen en unaetapa más tardía. Por lo que respecta a nuestro pro-pio trabajo de prospección, ya hemos visto varioscasos claramente relacionados con Merchanas por suplanta y técnicas constructivas, en los que, pese alintensivo rastreo de superficie, no se ha localizadoningún material claramente adscribible a época im-perial (sierra del Castillo del Portugués 1 y 2, Puer-to de la Cabra, La Lapa y Alto de la Dehesilla), perosí conjuntos cerámicos de carácter indígena. Ello nosinclina a pensar que estamos ante un sistema de for-tificaciones cuya evolución es desigual en el tiempo,con casos tempranamente abandonados frente a otrosque perduran hasta la plena etapa imperial.

Es difícil con la evidencia disponible hablar enestos últimos de ocupación continuada o reutilizaciónde antiguos enclaves. Lo que queda claro es que,como ya se ha expuesto, se han recuperado impor-taciones romanas de cronología imperial en Ermitade San José y Castillejo del Moro. Obviamente elcriterio ex silentio de estos materiales en los otrossitios no es del todo concluyente, ya que la frecuen-cia relativa de los mismos en los conjuntos cerámi-cos no es tan elevada como las producciones comu-nes. Es igualmente claro que en estas últimasencontramos abundantes ejemplos de la pervivenciade tradiciones locales hasta época Julio-Claudia avan-zada, fenómeno que se pone bien de manifiesto através de conjuntos como el del recinto de llano delCerro del Tesoro (Bustamante, 2010). Un aún defi-ciente conocimiento de las producciones a escala re-gional nos impide percibir con nitidez hasta qué puntose alargan dichas perduraciones. Por lo que respec-ta a las estructuras visibles, se detecta en algunos deestos sitios la presencia de adobes, así como la faltade materiales y técnicas constructivas de factura ro-mana. Sin embargo, esta ausencia de evidencia tam-poco resulta concluyente, ya que no sería extraño enemplazamientos tan poco accesibles recurrir a méto-dos basados en los materiales más disponibles (alza-dos de tierra, cubiertas vegetales y de barro…).

Junto con los atributos estrictamente arqueológi-cos de los sitios estudiados, hemos intentado ofreceruna valoración sintética e indirecta de sus caracterís-ticas a través de la cuantificación de variables que seestiman significativas en la toma de decisiones res-pecto a su ubicación. La hipótesis de partida es quelas diferencias ya señaladas en cuanto a la estructu-ra y diseño de las fortificaciones guardan algún tipode relación con el papel desempeñado por estos asen-tamientos.

Una manera sencilla de objetivar estas posiblesdiferencias sería valorar el grado de accesibilidad yprominencia topográfica de los emplazamientos. Deentre los posibles métodos para el cálculo de la alti-tud relativa, hemos optado por el empleado por Par-cero y Fábrega (2006: 17-18) en su estudio sobre laspautas de localización de los asentamientos castreños.Dichos autores se sirven de la diferencia entre la cotamás alta de cada sitio y el valor medio de la altime-tría en un determinado radio de distancia en torno almismo. Dividiendo este valor por la desviación están-dar en ese rango, crea un índice normalizado para estavariable, atenuando el efecto de los valores absolutosde cada caso. Siguiendo la misma estrategia que en elcitado caso de estudio, obtuvimos los valores de alti-tud relativa para valorar el entorno inmediato (500

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Figura 14. Gráfico con la variación en función de la distancia de las altitudes relativas normalizadasde los casos estudiados.

Figura 13. Selección de material de superficie del Castillejo del Moro (A). 1 a 5, producciones de pasta grosera. 6 al 8,cerámicas comunes. (B) Ermita de San José.

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111FORTIFICACIONES E IMPLANTACIÓN ROMANA ENTRE LA SERENA Y LA VEGA DEL GUADIANA

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metros), medio (1000 metros) y lejano (5000 metros)de nuestras fortificaciones (Fig. 14).

El resultado es que este índice facilita la identi-ficación de dos pautas bien diferenciadas. Contamosen primer lugar con un conjunto de sitios con tenden-cia a destacar más en el paisaje a medida que aumentala distancia. Es el caso sobre todo de Puerto Cabra,La Dehesilla, y en menor medida la Lapa. Muestranla tendencia contraria, es decir, a camuflarse en elpaisaje destacando sólo en el entorno más inmedia-to, Ermita de San José, Castillejo del Moro y lasMerchanas. Estos dos últimos muestran una tenden-cia muy acusada, sobre todo si se valora el índicenormalizado. Son precisamente estos tres últimoscasos los que por el momento ofrecen en superficiemateriales de época imperial.

Por lo que respecta al control visual del entornodesde cada sitio, fue valorado de modo directo conlas observaciones de campo. No obstante, a fin detrabajar con un indicador cuantitativo y comparablepara esta variable, se han calculado cuencas de visi-bilidad para analizar tanto la capacidad global des-de cada sitio como su variación en función de la di-reccionalidad. Para definir los puntos de observación

se ha tomado como referencia el centro y las esqui-nas de la estructura rectangular situada en la parte másalta de los recintos. Se ha tenido en cuenta una al-tura hipotética de 5 metros para las estructuras, va-lorando rangos de distancia de entre 500 metros y 5kilómetros. Para la altimetría se ha tomado comoreferencia un modelo TIN generado a partir de lascurvas de nivel, puntos de cota e hidrografía del mapatopográfico digital de Extremadura a escala 1:10.000.Para la realización del cálculo se ha empleado elmódulo Viewshed de Arcgis (v. 9.3), superponiéndoseluego con un mapa de direcciones que permite cal-cular la superficie de terreno observable en funciónde los puntos cardinales. Nos parece oportuno apuntarque en ningún caso estos cálculos se han realizadocon el propósito de obtener una reconstrucción po-sitiva del dominio visual desde las fortificaciones,sino para facilitar la comparación entre casos.

En general, resulta patente un control muy foca-lizado y con una orientación bastante marcada haciael fondo de los corredores que enmarcan las sierras.En algunos casos no parece existir interés por loca-lizaciones cercanas capaces de proporcionar un arcovisual mucho más amplio a lo largo de esos pasillos,

Figura 15. Gráfico con la extensión en metros cuadrados y direccionalidad del dominio visual de las fortificacionesen un radio de cinco kilómetros.

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quedando encajonados entre dos elevaciones másdestacadas. De hecho, con la excepción de La Dehe-silla, no buscan los puntos más prominentes y las lí-neas de crestas que compartimentan el paisaje paraobtener un control de todas las vertientes, sino que sequedan a media altura, dejando a sus espaldas ampliaszonas sin visualizar. El gráfico de la figura 15 resultabastante elocuente en este sentido. Esta homogenei-dad queda también reflejada, salvo en el caso de LaDehesilla, en unas proporciones muy similares de la

extensión total de terreno con-trolado visualmente.

Otro aspecto que estima-mos de importancia es el delas relaciones de intervisibili-dad (Fig. 16). Resulta eviden-te su importancia dentro deuna argumentación que valo-ra estas fortificaciones comoun sistema organizado de con-trol territorial. En este senti-do, y siempre a partir de losparámetros que hemos ex-puesto, las conexiones entre elgrueso de los sitios valoradosdefine con bastante claridaduna cadena a lo largo del co-rredor que conecta las cuen-cas del Ortigas y Guadamez,y que desemboca en la delGuadiana. Al mismo tiempo,pensamos que sitios comoCastillo del Portugués 1 y 2 oPuerto de la Cabra tienen másque ver con un control en sen-tido transversal, vigilandopasos secundarios. A su vezeste último caso prolonga eldominio visual hacia toda lavega alta del Guadiana, y másen primer plano al valle queconecta Magacela con el en-torno de Medellín. Sin embar-go, es llamativo que precisa-mente un asentamiento clavecomo éste quede oculto por laúnica zona ciega de ese am-plísimo arco de visibilidad.Impide verlo la presencia dela sierra de Ortigas, que segúnalgunas propuestas sería ellímite natural del territorio delager Metellinensis (Haba

1998: 17). Desde allí es posible divisar tanto el Puertode la Cabra como Las Merchanas. Una visita a lascimas de esta elevación deparó el hallazgo de mate-riales de diversa cronología, además de restos deestructuras de mampostería de cuarcita difíciles deinterpretar debido a las fuertes alteraciones provoca-das por la construcción de trincheras y parapetosdurante la Guerra Civil. En cuanto a la cerámica, entorno a las citadas estructuras se detectó una concen-tración de fragmentos de urnas, cuencos y platos de

Figura 16. Mapa de visibilidades acumuladas desde los casos estudiados.

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113FORTIFICACIONES E IMPLANTACIÓN ROMANA ENTRE LA SERENA Y LA VEGA DEL GUADIANA

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fábrica común oxidante, junto a algún gran contene-dor de factura tosca. Pueden reconocerse algunasformas de adscripción romana, pero en conjunto laevidencia es poco concluyente para poder afirmar queen la cima de esta sierra hubiera existido una forti-ficación relacionada con las que se analizan este tra-bajo. La cuestión, empero, no carece de importancia,ya que pone sobre la mesa el problema del papel deMedellín en la articulación territorial durante losinicios de la dominación romana y su relación conel oppidum de Magacela.

Otra faceta de las localizaciones por la que noshemos interesado es la de la morfología del relieve enel entorno de las fortificaciones. En este sentido con-sideramos que podrían ser de utilidad algunas técnicasde análisis desarrolladas desde la geomorfología yotras disciplinas afines. Sin embargo, el resultado nosha planteado más interrogantes que respuestas. Elprincipio fundamental de la morfometría es que es po-sible maximizar la extracción de información a par-tir de los modelos digitales de elevación, a fin de re-presentar de un modo eficaz y sintético la complejacombinación de atributos que definen las diferentesformas de la superficie (véase Wood, 1996 para unadescripción detallada). En particular, la caracteriza-ción morfométrica permite clasificar el terreno en seistipos diferentes de formas (picos, crestas, pasos, pla-nos, canales y fosas). El cálculo se realiza superpo-niendo al modelo digital una ventana, que examina larelación entre cada celdilla central y sus vecinas. Laamplitud de esta es determinante en cuanto al nivelde detalle con que se analiza la orografía, ofrecien-do una imagen más simplificada y sintética cuantomayor es su tamaño. En nuestro caso optamos porestudiar el efecto de emplear ventanas de diferentestamaños, para finalmente establecer en nueve metrosel compromiso entre resolución y legibilidad en laejecución del análisis (la prueba se implementó me-diante el módulo r.param.scale de Grass).

Extrajimos el valor absoluto en hectáreas paracada uno de los 6 tipos, considerando un radio de 500metros, uno, cinco y diez kilómetros en torno a cadauno de los sitios. Nuestra hipótesis de partida era que,al igual que en el cálculo de la altitud relativa, ladistribución de los valores permitiría agrupar los casosde una manera significativa. El resultado fue que laproporción mantenida entre cada tipo morfométricoera sumamente parecida para todos los casos consi-derados. Esto a priori podría valorarse como un in-dicador de la homogeneidad del grupo en cuanto alos criterios de localización. El problema surgió cuan-do comparamos los valores de diferentes rangos dedistancia, obteniendo el mismo efecto. Únicamente

la distribución de valores para el morfotipo de zonasplanas ofreció contrastes apreciables. La conclusióna la que nos llevaba este resultado es que la propor-ción entre los diferentes tipos de morfometría eraindependiente de la escala, y que por tanto no era unavariable útil en la definición de los criterios locacio-nales. Sin embargo, la repetición de la prueba com-parando las localizaciones de nuestros casos con lasde los recintos ciclópeos del valle del Ortigas mos-tró finalmente un esquema bien diferenciado.

11. ESPACIOS Y TIEMPOS EN TRANSICIÓN:SOBRE EL SIGNIFICADO HISTÓRICODE LOS RECINTOS Y FORTIFICACIONESDE ALTURA

A modo de conclusión, planteamos que El Caste-jón de las Merchanas puede definirse como un des-tacado punto de control territorial, inserto dentro deun sistema desplegado a lo largo de la conexión en-tre las vegas Altas del Guadiana y La Serena. Aunquela hipótesis más plausible es que dicho entramado sehabría implantado a partir de finales del siglo II - ini-cios del siglo I a. C, la realidad es que mas allá deparalelos formales en cuanto a la técnica constructi-va, o la presencia de tipos cerámicos con una granambigüedad cronológica, al menos por lo que respectaa los casos aquí considerados no podemos aportar concerteza una fecha inicial. Esto obviamente condicionacualquier intento de contextualizar históricamente estefenómeno. La bibliografía precedente ha insistidoreiteradamente en vincular las construcciones cicló-peas en su conjunto (incluyendo los denominados«recintos de llano» de los que hablaremos brevementemás abajo) con los acontecimientos militares que sehabrían desarrollado en la región durante el conflic-to sertoriano (81-73 a. C). Dentro del proceso gene-ral de paulatina injerencia romana en el suroeste pe-ninsular, este momento marca el definitivo dominioestratégico del territorio, pero la magnitud de lasconstrucciones documentadas invita a pensar en fac-tores estratégicos de más larga duración.

Otra cuestión crucial para la que sigue sin exis-tir una respuesta clara es la naturaleza de los gruposhumanos que construyen y habitan estos emplaza-mientos. ¿Se trata de contingentes militares? Si va-loramos como un posible indicador el grado de re-gularidad en sus plantas, o la evidencia de un proyectoconstructivo, observamos pocas conexiones con eldiseño de otros conjuntos de fortificaciones peninsu-lares. Así ocurre con el grupo de castella identifica-dos en el sur de Portugal (Fabiao, 2002, con una re-

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114 V. MAYORAL HERRERA, S. CELESTINO PÉREZ, E. SALAS TOVAR y M. BUSTAMANTE ÁLVAREZ

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visión sistemática del tema). De acuerdo con esteautor estamos ante un fenómeno de una gran unifor-midad tipológica, pero poco relacionable con unaactividad castrense y fechable entre mediados y fi-nales del siglo I a. C. Una mayor afinidad formalparece existir entre nuestros casos y los denomina-dos fortines del Alto Alentejo, estudiados por Ma-taloto (2002, 2004). Tienen unas dimensiones deentre 500 y 1.500 metros cuadrados, y eligen empla-zamientos en altura con fuertes defensas naturales,localizados con frecuencia en puntos estratégicos dela red de comunicaciones. Aunque no se han publi-cado plantas o levantamientos topográficos detalla-dos, se ha descrito la presencia de una torre con po-tentes estructuras en la parte más alta. Sin embargo,partiendo del registro superficial de estos sitios,Mataloto plantea una cronología que arrancaría en lasegunda mitad del siglo I a. C. Coexisten por tantocon los denominados recintos-torre, estructuras deaparejo ciclópeo que suelen localizarse en zonas másllanas. Para este autor se trata de dos fórmulas dife-rentes pero complementarias en el proceso de roma-nización de las áreas rurales del Alentejo.

Queremos por último citar otros casos de asenta-mientos fortificados en altura de época tardorrepu-blicana que tampoco parecen comparables a los aquíestudiados. Así, en la región murciana de Caravacase han documentado una serie de sitios cuyas crono-logías parecen definir una secuencia muy corta, cen-trada en el tercer cuarto del siglo I a. C. (Brotons yMurcia 2008). Estos asentamientos, a los que se atri-buye una funcionalidad militar clara, han sido a suvez vinculados con fortificaciones en posicionesdefensivas localizadas en las altiplanicies granadinas(Adoher et al. 2004, 2006), aunque no existe consensoacerca de su datación precisa (Diosono 2005). Enresumidas cuentas, de todo esto se desprende que ennuestra muestra prima la adaptación al terreno, y espoco concluyente la búsqueda de paralelos formalescon otros enclaves para poder hablar de un fenóme-no coordinado o planificado de acuerdo con un mo-delo previo. Una tarea pendiente a este respecto esel análisis metrológico de los edificios para la iden-tificación de posibles módulos constructivos.

Lo que nos parece claro es que esta serie de asen-tamientos responden a una estrategia conjunta. Sudistribución aseguraría una cobertura continua de lasprincipales zonas de paso, así como de las conexio-nes entre ellas. Las características de las localizacio-nes definen un planteamiento muy homogéneo. Lamorfología de sus entornos inmediatos, junto con sucapacidad de control visual, sugieren que la vigilanciasería su funcionalidad predominante. No obstante, en

casos como La Dehesilla o La Lapa, hay que seña-lar la presencia en su contorno cercano de venas deóxidos de hierro. Como ya hemos apuntado en otrotrabajo (Mayoral Herrera et al. 2010), este recurso hasido objeto de una actividad extractiva tradicional, quedocumentalmente puede remontarse al menos a tiem-pos medievales. Cabe plantear pues la posibilidad deque ésta fuera otra motivación para elegir alguno deestos emplazamientos, aunque aún falta trabajo decampo por realizar para contrastar esta hipótesis.

Por otro lado, la homogeneidad en el diseño de lasplantas y en las técnicas constructivas empleadas ava-larían la idea de un programa sistemático, en el queademás existe una jerarquización interna de diferen-tes entidades de poblamiento. Así, la importancia delas estructuras de Las Merchanas, junto con su empla-zamiento en un punto clave para la circulación a tra-vés del corredor del Guadamez, sugieren que algunosde estos asentamientos fortificados actuarían comocentros de referencia en la articulación de la ocupacióndel valle. Resta por valorar con un mayor detenimientoqué relación pueden tener estos sitios con otro asen-tamiento ya citado, el Santo de Valdetorres, que selocaliza justamente en la confluencia entre el Guada-mez y el Guadiana. Como ya se ha dicho, en este lu-gar se ha documentado un amplio conjunto de mate-riales de cronología republicana, que en opinión de suexcavador corresponden a un asentamiento militar.

Por su parte, El Castillo del Portugués 1 y 2, quevaloramos como partes de una única unidad de asen-tamiento, podrían definir otro nodo de esta trama,actuando como nexo entre el corredor del Ortigas-Guadamez y el paso a través de las sierras de Arro-zao y Lapa. Según el Mapa Topográfico Nacionaleditado en 1939, por la vaguada que separa ambasfortificaciones discurría el camino de Valle de la Se-rena a Cabeza Redonda, ya en el entorno de DonBenito, pasando por el Puerto de la Cabra. Dichocamino conduce al área de influencia de Magacela.

Es bien conocida la gran entidad de este asenta-miento, precisamente durante el período tardorrepu-blicano (Ortiz Romero y Rodríguez Díaz 2004: 88-93). Este sitio (Figs. 17 y 18) es de hecho consideradocomo un oppidum, cuyo surgimiento hay que enten-der dentro de los cambios que produce la injerenciaromana en la estructuración territorial. Con una su-perficie de más de 7 hectáreas y un emplazamientode alto valor estratégico, este enclave posee un com-plejo y monumental sistema defensivo, cuyas técni-cas constructivas se asemejan en mucho a las de lasfortificaciones de altura. Las estratigrafías del sitioplantean una datación entre finales del II e inicios delI a. C para estas murallas.

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115FORTIFICACIONES E IMPLANTACIÓN ROMANA ENTRE LA SERENA Y LA VEGA DEL GUADIANA

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Lo que planteamos por tanto es que esta trama defortificaciones no tiene sólo como finalidad ejercerun control sobre la ruta que conduce al Guadiana(Valdetorres-Medellín) a través del Guadamez, sinoque está concebida además para resguardar la aproxi-mación a Magacela por un itinerario secundario, quecruzando las sierras de La Lapa permitiría adentrar-se en su área de influencia por la puerta trasera yeludiendo el control que ejerce este gran enclaveamurallado sobre la cuenca del Ortigas.

Más problemático, en nuestra opinión, resulta quepueda hacerse extensiva la pertenencia a este sistemade los recintos y fortificaciones ciclópeas que se ex-tienden por los llanos del fondo de esta última. Lacronología inicial de este tipo de ocupaciones ha sidoestablecida, principalmente a partir de los resultadosde la excavación de Hijovejo, en torno al primer cuar-to del siglo I a. C. (Ortiz y Alonso, 2004: 82). Pornuestra parte la experiencia que van aportando son-deos realizados en los últimos años, en casos comoCerro del Tesoro o Recinto de Cancho Roano, pare-ce definir con claridad una secuencia corta de ocupa-ción algo más tardía, entre el cambio de Era y lasprimeras décadas del siglo I d. C. Existen por otra

parte diversos argumentos, que sería largo de expo-ner aquí, que nos inclinan a considerar estas construc-ciones como parte de un proceso de colonizaciónagrícola, que podría haber sido impulsado desde elnúcleo de Iulipa. Apuntamos aquí la posible relaciónentre el surgimiento de este núcleo y la eclosión delos recintos de llano y otros fenómenos como la ac-tividad cultual de la Cueva del Valle. El problema aeste respecto es que contamos con muy escasas refe-rencias para definir la entidad y cronología de esteenclave, y aún menos para asegurar su localizaciónexacta (tradicionalmente establecida en Zalamea dela Serena). Aunque no es el propósito central de estetrabajo, nos parece oportuno mencionar en este sen-tido las ideas apuntadas en su día por García y Bellidorespecto a la fecha fundacional cesariana o augusteade Iulipa (García y Bellido 1956: 20; García y Bellidoy Menéndez Pidal 1963: 7-10). No obstante, en contrade esta atribución hay que citar el trabajo de Stylow(1991: 22), quien la considera un núcleo de statusperegrino hasta su promoción Flavia.

Respecto a la perduración en el tiempo de lasfortificaciones de altura, la hipótesis que se planteaes que algunas permanecen ocupadas al menos has-

Figura 17. Modelo topográfico del cerro del castillo de Magacela, con indicación de las estructuras ciclópeas y el trazadoprobable de los recintos amurallados. En recuadro y a la misma escala, planta de Las Merchanas.

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ta mediados del siglo I d. C. Aquellos sitios más in-accesibles y con entornos más escarpados, como sie-rra del Portugués 1 y 2, Puerto de la Cabra o La Lapa,parecen detener su secuencia en una etapa anterior.En cambio, son precisamente los casos que presen-tan un valor medio de la pendiente más bajo y unamayor prominencia en su entorno inmediato los quehan ofrecido material de época imperial. Así, tantoErmita de San José como Castillejo del Moro cuen-tan con espacios de tierra arable y proximidad a cur-sos de agua. Sin embargo, a tenor de lo que pone enevidencia el registro superficial, no parece que se hayatratado de ocupaciones de gran entidad. Dentro deeste último grupo, Merchanas podría haber pervivi-do como un enclave de tipo aldeano, ofreciendo elgran atractivo de contener la secuencia completa delproceso de implantación y consolidación del domi-nio romano en estas tierras.

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer en primer lugar a Luis yPedro Llanos, propietarios de la finca en la que se

localiza el asentamiento de Las Merchanas, su ama-ble disposición a facilitar el desarrollo de los traba-jos. En las tareas de campo prestó una valiosa ayu-da D. Antonio Domínguez. José Ángel Martínez delPozo colaboró activamente en el proceso de elabo-ración de los modelos digitales y la planimetría deLas Merchanas. Agradecemos también a Luis Berro-cal las valiosas indicaciones para la clasificación ydatación del material cerámico. Igualmente damos lasgracias a Antonio Pizzo por sus comentarios e impre-siones respecto a la técnica constructiva de las for-tificaciones. Gracias también a Tomás Cordero porsus útiles indicaciones sobre la bibliografía referen-te a la epigrafía romana de Iulipa.

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Figura 18. Diversos aspectos de las fortificaciones ciclópeas de Magacela. Fotografía: Victorino Mayoral.

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117FORTIFICACIONES E IMPLANTACIÓN ROMANA ENTRE LA SERENA Y LA VEGA DEL GUADIANA

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Recibido el 15/06/10Aceptado el 15/11/10