Fotografos brasileños - Fotoreportaje

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Textos profesores Fotografía, un arte de mil caras Documental y tradicional, por un lado. En Polaroid, en instalaciones, explorando las nuevas tecnologías por otro. La fotografía fue el arte que más se usó y multiplicó en la década del '90, convirtiéndose en un campo marcado por la invención, construcción y reinvención de un lenguaje centenario. Al cumplir 160 años, la fotografía camina en paralelo con un mundo de creciente complejidad, ganando un lugar destacado en la escena artística brasilera contemporánea. Un examen de las obras actuales lleva a creer que buena parte de nuestros fotógrafos continúan en una vertiente documental con trabajos que desembocan en una fase autoral, sintonizada con las aspiraciones de una estética contemporánea que incluye, entre otros recursos, el uso de fotos de gran tamaño, de narrativas visuales y de textos relacionados con el tema propuesto. En otro sentido, no deja de ser significativo que otros autores se aproximan a la radicalidad estética propuesta en los años 40 por Geraldo Barros, Athos Bulcão e José Oiticica Filho, partiendo para una total libertad en la manipulación de la imagen. El resultado es una prueba de los de caminos que pueden ser escogidos hoy por el fotógrafo-artista, en que las categorizaciones formales (fotografía directa x fotografía construida) dejan de tener sentido en la medida en que la abolición de las fronteras lleva al reconocimiento de un campo visual marcado permanentemente por la construcción, invención y reinvención del lenguaje. No es que las relaciones de semejanza puedan ser menospreciadas. Al contrario, la mayoría de los artistas usufructúan de los atributos miméticos de la fotografía en la concepción de innumerables trabajos, utilizando el medio fotográfico como una manera de captar lo transitorio o para alcanzar un resultado híbrido, que se distancia de los límites del lenguaje fotográfico. Si nos inclinamos sobre el vasto y complejo panorama de la producción fotográfica brasilera contemporánea, veremos que es imposible dar cuenta, en este breve artículo, de las múltiples estrategias de trabajo plasmadas por la poética de los artistas. Más allá de la fotografía documental, el auge del neopictorialismo con la utilización de procedimientos antiguos (Kenki Ota, Marta Viana), el uso del estenopo (Regina Alvarez, Paula Trope), la utilización de polaroids alterados y destruidos (Marcos Bonisson, Rose Van Lengen, Claudio Feijó, Gal Opido), la exploración de nuevas tecnologías (Luís Monforte, Carlos Fadon Vicente, Milton Montenegro), la apropiación de fotos y el uso de textos (Rosângela Rennó, Odires Mzlazlo, Rogério Ghomes, Cristiana Miranda), la utilización de procedimientos pictóricos (Sinvall García, Ana Farache) o la construcción de objetos (Arthur Leandro, Flávya Mutran, Miguel Rio Branco, Rochelle Costi, Rubens Mano) han sido algunos de los caminos usados para la valorización de otro idioma dentro del universo fotográfico contemporáneo. En este sentido, una formación multidisciplinaria ha impulsado la interacción entre los diversos medios de expresión, reiterando el uso de procedimientos en que los artistas cuestionan las nociones de presencia, subjetividad y aura, autonomía, inherencia y originalidad de la imagen.

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Textos profesores Fotografía, un arte de mil caras Documental y tradicional, por un lado. En Polaroid, en instalaciones, explorando las nuevas tecnologías por otro. La fotografía fue el arte que más se usó y multiplicó en la década del '90, convirtiéndose en un campo marcado por la invención, construcción y reinvención de un lenguaje centenario.

Al cumplir 160 años, la fotografía camina en paralelo con un mundo de creciente complejidad, ganando un lugar destacado en la escena artística brasilera contemporánea. Un examen de las obras actuales lleva a creer que buena parte de nuestros fotógrafos continúan en una vertiente documental con trabajos que desembocan en una fase autoral, sintonizada con las aspiraciones de una estética contemporánea que incluye, entre otros recursos, el uso de fotos de gran tamaño, de narrativas visuales y de textos relacionados con el tema propuesto. En otro sentido, no deja de ser significativo que otros autores se aproximan a la radicalidad estética propuesta en los años 40 por Geraldo Barros, Athos Bulcão e José Oiticica Filho, partiendo para una total libertad en la manipulación de la imagen.

El resultado es una prueba de los de caminos que pueden ser

escogidos hoy por el fotógrafo-artista, en que las categorizaciones formales (fotografía directa x fotografía construida) dejan de tener sentido en la medida en que la abolición de las fronteras lleva al reconocimiento de un campo visual marcado permanentemente por la construcción, invención y reinvención del lenguaje. No es que las relaciones de semejanza puedan ser menospreciadas. Al contrario, la mayoría de los artistas usufructúan de los atributos miméticos de la fotografía en la concepción de innumerables trabajos, utilizando el medio fotográfico como una manera de captar lo transitorio o para alcanzar un resultado híbrido, que se distancia de los límites del lenguaje fotográfico.

Si nos inclinamos sobre el vasto y complejo panorama de la producción

fotográfica brasilera contemporánea, veremos que es imposible dar cuenta, en este breve artículo, de las múltiples estrategias de trabajo plasmadas por la poética de los artistas. Más allá de la fotografía documental, el auge del neopictorialismo con la utilización de procedimientos antiguos (Kenki Ota, Marta Viana), el uso del estenopo (Regina Alvarez, Paula Trope), la utilización de polaroids alterados y destruidos (Marcos Bonisson, Rose Van Lengen, Claudio Feijó, Gal Opido), la exploración de nuevas tecnologías (Luís Monforte, Carlos Fadon Vicente, Milton Montenegro), la apropiación de fotos y el uso de textos (Rosângela Rennó, Odires Mzlazlo, Rogério Ghomes, Cristiana Miranda), la utilización de procedimientos pictóricos (Sinvall García, Ana Farache) o la construcción de objetos (Arthur Leandro, Flávya Mutran, Miguel Rio Branco, Rochelle Costi, Rubens Mano) han sido algunos de los caminos usados para la valorización de otro idioma dentro del universo fotográfico contemporáneo.

En este sentido, una formación multidisciplinaria ha impulsado la

interacción entre los diversos medios de expresión, reiterando el uso de procedimientos en que los artistas cuestionan las nociones de presencia, subjetividad y aura, autonomía, inherencia y originalidad de la imagen.

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Un lenguaje sin fronteras Con sus nombres insertos en el escenario artístico internacional, Mário

Cravo Neto, Miguel Rio Branco, Sebastião Salgado, Rosângela Rennó y, más recientemente, Eustáquio Neves ilustran con sus obras el paradojal mundo de la fotografía contemporánea, en que a veces innovar significa buscar las raíces seculares, y representar consiste en quebrar los paradigmas del lenguaje documental. Las producciones de Mário Cravo neto e Eustáquio Neves, por ejemplo, tratan de la presencia afrobrasilera y se configuran a través de estrategias fotográficas distintas.

Cravo Neto fundamenta su obra, desde los anos 70, en el mágico

universo cultural de Bahía, transitando entre lo documental y la fotografía de puesta en escena para presentar momentos históricos, mitológicos y rituales de la cultura afrobrasilera. Por su parte, Eustáquio Neves busca sus raíces familiares reinterpretando significados de la tradición cultural de la comunidad negra de los Arturos, localizada en Minas Gerais, utilizando el fotomontage para dar otra connotación a sus fotos.

En este contexto, Miguel Rio Branco e Rosângela Rennó dan

visibilidad a sus obras a través de la concepción de instalaciones, que desplazan el significado de las imágenes para una construcción escénica, ultrapasando los límites impuestos por el marco y explorando lo que el montaje pueda traer para una mayor comprensión del concepto del trabajo. En Miguel esto ya se anuncia en la exposición "Negativo Sujo" (Negativo Sucio), 1979, cuando el artista muestra cerca de 300 fotografías montada en un espeso papel de embalar. En los años 90, en diversas instalaciones, Miguel incorpora fotografías de su autoría y complejos montajes, enfatizando una libertad visual que reitera la voluntad del artista de rediscutir en sentido de la vida. Las instalaciones de Rosângela Rennó son producidas con imágenes apropiadas y manipuladas (fotos de 3 x 4 "snapshots", imágenes impresas en diarios y revistas, y fotografías de archivos institucionales) y textos de su archivo universal. En ellas, Rosângela reflexiona, especialmente, sobre el concepto de amnesia social, creyendo en la función del registro fotográfico como un antídoto contra el olvido humano.

Entre esos autores, apenas Sebastião Salgado se mantiene fiel a la

tradición de la fotografía documental, absorbiendo las influencias de maestros consagrados como W. Eugene Smith, Martín Chambi, Werner Bischof y Cartier-Bresson. Para él, la fotografía se presenta como una posibilidad de rescate de los valores humanistas, dando visibilidad a un mundo en disolución (la documentación de los "Sin tierra", la sustitución del trabajo humano por la tecnología), en que se multiplican la barbarie y el desencanto.

En el Brasil, siguiendo la misma linea de acción, el carioca João

Roberto Ripper, durante los últimos 25 años, amplía el debate contemporáneo, colocando, también, la fotografía al servicio de los derechos humanos, con una documentación sobre el trabajo esclavo y la prostitución infantil. Todavía en este universo encontramos a Marcos Prado con un

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punzante abordaje sobre los carboneros, y Paula Sampaio, que registra hace más de diez años las condiciones de vida a lo largo de la Transamazónica.

Todavía sobre esta perspectiva, la fotografía documental muestra un

renovado interés por las cuestiones culturales. Reiterándonos que hay diversos Brasil dentro de un solo Brasil, las obras de Miguel Chikaoka, Elza Lima, Luis Braga, Paulo Amorin, Pedro Martinelli y Rogério Reis forjan una visualidad impregnada por los aspectos ambientales y etnográficos de la región amazónica, reforzando el enfoque autoral y una visión crítica de todo el proceso de trabajo. Por su parte, la cuestión regional nordestina surge en autores como Antonio Augusto Fontes, Evandro Teixeira, Anna Mariani, Celso Oliveira, Tiago Santana, Juarez Cavalcante, entre otros, resaltando los nexos afectivos que mantienen con la región a través de la representación de los emblemáticos temas inscriptos en el imaginario colectivo. Entrelazados con la temática de la inmigración, están los trabajos de João Urban, con un rico inventario de la cultura polaca en el Paraná, y, más recientemente, los de Nair Benedicto sobre las distintas comunidades de inmigrantes en São Paulo.

Pero no podemos dejar de mencionar en este proceso algunas

producciones que se desplazan para temas vitales en este final de siglo. Trabajos que se encaminan para la documentación de las "tribus urbanas" pueden ser vistos en Iatã Cannabrava ("Cidade dos excluidos") y Fabiana Figueiredo. Ambos se asoman, respectivamente, sobre la periferia del Gran São Paulo y las casas nocturnas "classe A", bien como los cabarets con sus prostitutas y travestis, produciendo un cuerpo de trabajo de valor documental y estético tan marcado como los de Hugo Denizart (travestis en Rio de Janeiro), Cynthia Brito (Aids) y Orlando Maneschy (drag queens en el Amazonas).

También el impacto de la metrópolis en la creación contemporánea ha

sido una referencia fundamental en el ensayo de diversos fotógrafos. Cristiano Mascaro registra el hombre en el paisaje urbano de São Paulo, mientras que Pedro Vasquez fotografía Rio de Janeiro, partiendo de premisas esencialmente culturales, revisando la obra de Marc Ferrez y de Machado de Assis en busca de un trabajo autoral. En el mismo camino, Zeka Araujo utiliza la película Polaroid (dye transfer) buscando dar cuerpo a sus indagaciones sobre el tiempo y el espacio. Las imágenes de las metrópolis de Cássio Vasconcellos expresan el espíritu de experimentación y de nostalgia en nuestra época.

En ese amplio universo de intereses, el cuerpo aparece como principio

de autoreferencia en que los artistas capturan un vocabulario simbólico para expresar significados autobiográficos. Sandra Bordin, en el ensayo "Matança, insistente sonho" (Matanza, insistente sueño), trabaja con pedazos de cuerpos de animales enfatizando la pérdida, la mutilación y el dolor, mientras Fernanda Magalhães explora el propio cuerpo para representar a la mujer gorda, cuestionando una femineidad constantemente idealizada por los medios de comunicación de masas. En otro sentido, Bettina Musatti utiliza el proceso radiográfico para alcanzar una transparencia que sugiere el descubrimiento del interior del cuerpo.

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Nuevos palcos para la fotografía brasilera contemporánea

Hace largo tiempo que la fotografía dejó de ser ignorada por los museos y galerías de arte. Aquí, como en Europa y los Estados Unidos, los departamentos de conceptuadas instituciones han repensado su política de actuación con el medio fotográfico, invirtiendo en colecciones y en la producción y adquisición de libros fotográficos. De esta manera, importantes colecciones como la del Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro y la del Museo de Arte de São Paulo son referencias para el mapeado de la historia de la fotografía en el Brasil. Una tendencia en curso es la formación de acervos privados de fotografía, expecialmente vinculados a los centros culturales de empresas financieras, como los Institutos Culturales Itaú y Moreira Salles -este último en franca expansión con la adquisición de preciosidades de la iconografía brasilera como, por ejemplo, dos acervos de Marc Ferrez y de Marcel Gautherot.

Pero es del exterior que vienen señales de la existencia de un público

dispuesto a pagar relativamente bien por trabajos de fotógrafos contemporáneos, por ejemplo de artistas como Nan Goldin y Cindy Sherman, cuyos precios superan el techo de los 60 mil dólares. En el Brasil, las perspectivas también apuntan para una creciente valorización de la fotografía como objeto de arte. Paralelamente, las galerías de prestigio, actuando hace más tiempo en São Paulo, incorporan obras de artistas visuales que utilizan la fotografía como medio para la construcción de sus trabajos. Los motivos de este cambio de actitud pueden ser buscados en la propuesta de algunos galeristas como Thomas Cohn, Marcantônio Vilaça, Brito Cimino, Lily Sverner, entre otros, que han invertido en el mercado privilegiando autores que garanticen tiradas limitadas.

El puente entre el mercado comercial y el cultural deberá cada vez más

ser alimentado por la realización de eventos fotográficos, siguiendo el ejemplo del Mes Internacional de la Fotografía de São Paulo y de la Bienal Internacional de Curitiba, que han colocado al país en un circuito artístico internacional, convirtiéndose en el blanco de convergencia de fotógrafos, curadores e investigadores brasileros y extranjeros. Además de eso, la enseñanza de la fotografía, con un programa más totalizador y el crecimiento del mercado editorial han sido fundamentales para el conocimiento del universo fotográfico, permitiendo la formación de nuevos interesados en el arte.

Por último, los avances operados por la revolución tecnológica que

viene alterando varios medios de comunicación comienza a ser ampliamente utilizados por la fotografía, posibilitando que la imagen viaje a través del mundo en segundos. Tal cambio de paradigma lleva a una convergencia entre fotografía, video y computador, exigiendo cada vez más sensibilidad y ética en el uso de las imágenes.