((FR) Guerra Reina Araña,2) [Reid,T.M] - Insurrección

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Forgotten Realms - Reinos Olvidados:

INSURRECCIN(La Guerra de la Reina Araa, vol.2)Autor: Thomas M. Reid Coordinador de la serie: R.A. Salvatore Traduccin (no oficial): Leonor aez

PRLOGOSinti como si una parte de ella se estuviera deslizando de su matriz, y por un momento se sinti disminuida, como si estuviera cediendo demasiado. El resentimiento se estaba escapando. Porque en el caos, el nico se convertira en muchos y esos muchos viajaran a lo largo de distintos caminos y hacia objetivos que parecan igualmente diversos pero que eran, en efecto, uno y el mismo. Al final, seran uno nuevamente, y seran como lo haban sido antes. Este era un renacimiento ms que un nacimiento, este era crecimiento ms que disminucin o separacin. Esto era como haba sido a lo largo del milenio y como deba ser para que ella perseverara en las edades por venir. Ella estaba vulnerable ahora --lo saba-- y tantos enemigos la atacaran, dada la oportunidad. Muchos de sus propios sbditos se dignaran reemplazarla, dada la oportunidad. Pero ellos, todos ellos, sostenan sus armas en defensa, lo saba, o con aspiraciones de conquista que parecan grandiosas pero eran, en la vasta escala del tiempo y el espacio, diminutas e inconsecuentes. Ms que nada, era la comprensin y la apreciacin del tiempo y el espacio, la previsin de ver los eventos como deban haber sido vistos de aqu a cien aos, que verdaderamente separaban las

deidades de los mortales, los dioses de las criaturas. Un momento de debilidad a cambio de un milenio de una oleada de poder... Entonces, a pesar de su vulnerabilidad, a pesar de su debilidad (la cual odiaba por encima de todo el resto), estaba llena de alegra mientras otro huevo se deslizaba de su arcnido torso. Ya que la esencia que creca en el huevo era ella misma.

_____ 1 _____ --Y por qu debera mi ta confiar en alguien que enva a un hombre a hacer el trabajo por ella? --dijo Eliss'pra, mirando desdeosamente a Zammzt. La sacerdotisa drow se reclin imperiosamente sobre un silln demasiado mullido que haba sido anteriormente rellenado con telas de felpa, mas por decoracin que por comodidad. Quorlana pens que la delgada elfa oscura deba lucir extraamente fuera de lugar en una sala de estar ricamente decorada, vestida como estaba con su cota de malla finamente labrada y con su mazo al alcance de la mano. Aun as, Eliss'pra se las arregl para parecer como si fuera parte de la clientela ms exclusiva de la Casa Innombrable. Quorlana arrug su nariz demostrando disgusto; saba bien que Casa representaba Eliss'pra, y encontr que la arrogante drow reclinada enfrente suyo exhiba un poco demasiado las afectaciones superiores de su ta. Zammzt inclin ligeramente su cabeza, reconociendo las preocupaciones de la otra elfa oscura. --Mi seora me ha dado ciertos... regalos que espera expresen su completa y entusiasta sinceridad en este asunto --dijo l--. Ella tambin desea que les informe que habr muchos ms de estos una vez que el acuerdo est sellado. Quizs eso aliviar sus propias preocupaciones, tambin --aadi con lo que debe haber pretendido que fuera una sonrisa respetuosa, aunque Quorlana la encontr mas feraz que nada. Zammzt no era un hombre atractivo para nada. --Tu "seora" --replic Eliss'pra, evitando ambas apelaciones y nombres, como haban acordado los cinco reunidos desde el principio--, est pidiendo mucho de parte de mi ta, de hecho de cada

una de las Casas representadas aqu. Los regalos no son ni de cerca una muestra generosa de confianza. Debes hacer algo mejor que eso. --Si --se meti Nadal, sentada justo a la derecha de Quorlana--. Mi abuela no considerar esta alianza sin una prueba seria que la Casa... --el hombre drow, vestido con un piwafwi mas bien sencillo, cerr la boca en medio de la palabra. Su insignia proclamaba que era un mago miembro de los Discpulos de Phelthong. Recuper el aliento y continu--. Quiero decir tu seora, que tu seora est realmente consignando los fondos de los que hablas. Pareca mortificado de casi haber divulgado un nombre, pero el hombre mantuvo su expresin firme. --Tiene razn --aadi Dylsinae del otro lado de Quorlana, su suave, hermosa piel prcticamente brillaba con los aceites perfumados con los que se untaba. Su envolvente vestido de gasa contrastaba drsticamente con la armadura de Eliss'pra, reflejando su tendencia a tomar parte de placeres hedonistas. Su hermana, la madre matrona, era quizs incluso ms decadente--. Ninguno de los que representamos levantar un dedo hasta que nos des alguna evidencia de que no estamos poniendo nuestras cabezas en una pica. Hay muchsimos pasatiempos ms... interesantes con los cuales entretenernos que una rebelin --termin Dylsinae, estirndose lnguidamente. Quorlana deseaba no estar sentada tan cerca de la zorra. El perfume de sus aceites eran enfermizamente dulces. A pesar de su disgusto general por los otro cuatro drows, Quolana estaba de acuerdo con ellos en este asunto, y lo admiti ante el resto del grupo. --Si mi madre fuera a aliar su propia Casa con sus otras Casas menores en contra de un enemigo comn, necesitara ciertas garantas de que no sera dejada colgada como chivo expiatorio en el momento en que los acontecimientos se tornen difciles. No estoy del todo segura de que tal cosa exista. --Creme --respondi Zammzt, mirndolos en crculo a cada uno por turno para hacer contacto visual--. Entiendo sus preocupaciones y su reticencia. Como dije, estos regalos que me han ordenado poner a disposicin de vuestras Casas son mas que una pequea muestra del compromiso de mi seora para con esta alianza. Busc dentro de su piwafwi y sac un pequeo tubo con pergaminos, uno mas bien adornado. Despus de sacar un rollo

grueso de pergaminos del tubo, los desenroll. Quorlana se sent ms adelante en su propia silla, de pronto curiosa de saber lo que tendra el elfo oscuro. Repasando el contenido de la pila de curvados pergaminos, Zammzt los reparti y comenz a rodear a los reunidos, removiendo un par de pginas y dndoselos a cada conspirador por turno. Cuando le dio a Quorlana su parte, ella los tom de l temerosamente, insegura de que tipo de magia pudieran tener esas pginas. Los observ cuidadosamente, pero sus sospechas se disiparon; eran hechizos, no maldiciones. l les estaba ofreciendo rollos de hechizos como regalo! Quorlana dej que el regocijo desbordara dentro de ella. Semejante tesoro era invaluable en das de incertidumbre y malestar. La ausencia de la Madre Oscura haba puesto restricciones en cada sacerdotisa que la adoraba. Quorlana misma no haba podido entretejer su propia magia divina, y sudaba cada vez que pensaba en ello. Pero con los rollos, el miedo, la ansiedad, el sentimiento de desesperacin podan ser desterrados, al menos por un tiempo. Fue con un gran esfuerzo que la sacerdotisa resisti la urgencia de leer los rollos de arriba a abajo una y otra vez. Forzndose a recordar a quien serva, al menos por el momento, en cambio guard los pergaminos en el bolsillo de su piwafwi y volvi su atencin a la reunin clandestina frente a ella. --La nica otra prueba lo suficientemente fuerte para convencerles de nuestra sinceridad sera avanzar y contratar a los mercenarios --dijo Zammzt, aunque ninguno de los otros elfos oscuros pareca estar prestndole atencin. Eliss'pra y Dylsinae tenan los ojos abiertos con la misma emocin que Quorlana senta. Nadal, aunque no estaba personalmente impresionado --los hechizos no tenan valor para l como mago-- todava poda reconocer el valor de los regalos. --Debera ser obvio para cada uno de ustedes --continu Zammzt--, que una vez que nuestra Casa se acerque a los extranjeros no habr vuelta atrs. Estaremos completamente comprometidos, con o sin vuestras promesas de alianza. Eso, mis encantadores compaeros, es poner el carro delante del lagarto. --Sin embargo --respondi Eliss'pra, todava sonriendo mientras miraba los rollos en sus manos--, eso es precisamente lo que debes hacer y deseas contar con mi ta entre tus aliados. --S --estuvo de acuerdo Dylsinae.

Nadal asinti su concurrencia. --Creo que mi madre estara dispuesta a aceptar esos trminos. Especialmente despus que vea estos --Quorlana expres su asentimiento, luego seal los rollos guardados en su piwafwi--. Definitivamente si hay ms de donde vinieron estos. Cmo en la Antpoda Oscura podan ellos dispensar de estos rollos? Se preguntaba. Zammzt frunci el ceo y dijo: --No prometo nada. Dudo mucho de que pueda convencerla de que est de acuerdo con esto, pero si est dispuesta, yo procurar los servicios de los mercenarios y les traer la prueba. Nadie habl. Todos estaban con un pie afuera del punto sin retorno, y a pesar del hecho de que ninguno de ellos estaba en posicin de realmente tomar una decisin, sintieron el peso de esa decisin igualmente de pesada. --Entonces, nos encontraremos nuevamente despus de que hayas contratado al ejrcito --dijo Eliss'pra, levantndose del silln--. Hasta entonces, no deseo ver a ninguno de ustedes cerca mo, ni siquiera en la misma calle de la red. Agarrando estrechamente su maza, la sacerdotisa drow camin furtivamente dejando la sala privada. Ha llegado nuestro momento, insisti la drow silenciosamente. Lolth ha expedido un desafo. Las grandes Casas de Ched Nasad caern, y las nuestras se levantarn para tomar su lugar. Nuestro tiempo finalmente ha llegado. *** Aliisza estaba tan acostumbrada a los constantes gruidos, regaos y babeo de los tanarukks que ya raramente los oa, por lo que la quietud que la rodeaba mientras caminaba sola a lo largo de la carretera enana era notable. Salir y dar vueltas en la antigua Ammarindar sin un escolta de las hordas mitad demonio y mitad orcos era un cambio refrescante. Kaanyr rara vez le peda --ella se negaba a decir "dejaba"-- hacer algo sin una escolta armada, por lo que casi haba olvidado lo placentero que era en realidad la soledad. Aun as, por mucho que estuviera disfrutando su privacidad, a pesar de lo breve que poda ser, tena un propsito, y aceler sus pasos. Sigui hasta el final de un largo y ancho bulevar, el cual haba

sido labrado por enanos muertos haca tiempo ya de los impolutos lechos de roca de la Antpoda Oscura misma eones atrs. Aunque a penas lo notaba, la artesana del amplio pasaje era exquisita. Cada ngulo era perfecto, cada columna y cornisa era gruesa y estaba finamente decorada con runas e imgenes estilizadas de los fornidos habitantes del pueblo. Al final del bulevar, Aliisza entr en una cmara grande, que ya de por s era lo suficientemente grande que podra haber albergado la superficie de un pueblo. Entr por un tnel en un costado que le permitira cruzar varios pasajes principales que eventualmente la llevaran directo al palacio de Kaanyr, en lo profundo de la vieja ciudad. Todava le sorprenda lo vaca que poda estar la ciudad, incluso con todas las Legiones Hostigadoras del Cetro vagabundeando por ah. Cruz las avenidas y encontr el camino que quera, luego se apresur hacia el palacio. Dos guardias tanarukk flanqueaban la puerta de la sala del trono. Los fuertes humanoides verde grisceos estaban encorvados como siempre, con sus prominentes colmillos saliendo para afuera desafiantes de sus prominentes mandbulas mientras la miraban de reojo con sus bizcos ojos rojos. A Aliisza le pareca que las dos bestias prcticamente se estaban preparando para cargar contra ella atropellarla con sus bajas y empinadas frentes. Aliisza saba que con su magia las crestas a escala de aquellas salientes frentes no eran una amenaza para ella, pero aun as las criaturas parecan dudar de quien era ella, por lo que mantenan sus hachas de guerra cruzadas ante la entrada a tiempo que ella se acercaba. Finalmente, justo antes de que tuviera realmente que aminorar la marcha y decir algo --lo que la hubiera puesto de muy mal humor-- las dos bestias casi desnudas y de pelo grueso se hicieron a un lado y le permitieron pasar sin interrumpir sus pasos. Ella sonri para s misma, preguntndose cun divertido habra sido desollarlos vivos. Pasando a travs de varias cmaras exteriores, Aliisza cruz el portal hacia la sala del trono mismo y observ al cambion del marqus haraganeando en su trono, una silla grandiosa y monstruosa construda con los huesos de sus enemigos. Cada vez que ella vea esa cosa, le recordaba cun crasa era. Conoca a demasiados demonios que consideraban que sentarse sobre una pila de huesos era un tipo de smbolo de poder y gloria, pero en su opinin, no mostraba nada de clase, no sutilmente.

Era la nica gran falta de visin de Kaanyr Vhok. Kaanyr haba puesto una pierna sobre el apoyabrazo del trono y se sentaba con su barbilla apoyada en su mano, con el codo contra su rodilla. Miraba los rincones ms altos de la habitacin, obviamente pensando y desatento a ella. Aliisza casi inconscientemente comenz a pasearse provocativamente mientras acortaba la distancia entre ellos, pero se encontr admirando sus formas tanto como ella esperaban que l estuviera apreciando las suyas. Su pelo gris estaba despeinado pcaramente y, combinado con sus orejas tiradas hacia atrs, le daban una apariencia de un ms bien me-lleva-el-diablo, medio elfo, madurando. Aliisza curv sus labios en una astuta sonrisa, pensando en como l se meta en los distintos recovecos que tanto le gustaban, hacindose pasar en el mundo de la superficie como un miembro de esa bella raza. Kaanyr finalmente escuch los pasos de su consorte y la mir, sus rasgos se iluminaron, aunque ella no estaba segura si era por la visin de ella o por las noticias que traa. Lleg hasta los primeros escalones del dosel y subi hasta donde se sentaba l, dejando que una pizca de lloriqueo ensombreciera su gesto. --Ah, mi deliciosa, has venido, y con noticias espero? --pregunt Kaanyr, enderezndose y palmendole el muslo. Aliisza le sac la lengua y movindose presuntuosamente acort la distancia que quedaba para sentarse sobre su regazo. --No me entusiasmes ms, Kaanyr --pretendi quejarse, apoyando su espalda mientras se sentaba--. Slo me amas por el trabajo que hago por ti. --Oh, eso no es justo, pequea --respondi Vhok, recorriendo amorosamente con su mano una de sus brillantes alas de cuero negro--. Tampoco es particularmente cierto. Con eso, estir su otra mano y colocndola bajo sus lustrosos y negros rizos, la atrajo hacia l, colocando su boca contra la suya en un profundo y escalofriante beso. Por un brevsimo instante ella consider resistrsele, jugando una de las infinitas variantes de los juegos que tanto parecan gustarles a los dos, pero el pensamiento dur poco. Su mano se desliz por la garganta al hueco de su cuello y continu ms abajo aun. Ella prcticamente zumbaba con su tacto, y sabia que con las noticias que le traa, tales coqueteos slo romperan el hechizo. Kaanyr se alej despus de un momento de acalorados abrazos

y dijo: --Suficiente. Dime lo que has averiguado. Esta vez, Aliisza realmente llorique. Sus caricias sobre sus alas y otros lados la dejaron levemente anhelante, y fueran o no noticias importantes, no estaba lista para ser dejada a un lado tan rpidamente. Consider retener la informacin por un tiempo, envindole un mensaje sutil de que no se poda jugar con ella. l poda gobernar el lugar, pero ella no era su sirvienta. Ella era consorte, consejera y era libre de encontrarse otro amante, si l dejaba de satisfacerla. Satisfacer una alu --la hija de un scubo y un un hombre humano-- eran desafos con los que pocos se atrevan. Kaanyer era uno de esos pocos. Decidi contarle las noticias. --No se han desviado de su curso, aunque es aparente que saben que nos estamos acercando. Sus exploradores han divisado a nuestros guerrilleros y han seguido evitando hacer contacto. Los tendremos arrinconados contra el Araumycos, pronto. --Ests segura de que no estn aqu para espiarnos o declararnos la guerra? Ningn golpe rpido antes de desvanecerse en el desierto? Kaanyr golpeaba sin querer una de sus alas mientras preguntaba esto y la alu-demonio temblaba de placer. l pareca no darse cuenta de su reaccin. --Medianamente en lo cierto. Aparentemente, se dirigen al sudeste, hacia Ched Nasad. Cada vez que les cortamos la ruta, buscan otra. Parecen decididos a mantener su camino. --Aunque, no son una caravana --dijo l--. No tienen bienes o animales de carga. De hecho, viajan irracionalmente livianos de armas para un drow. Definitivamente estn tras algo. La pregunta es qu? Aliisza tembl de nuevo, aunque esta vez fue ms por la anticipacin del resto de las noticias que por las caricias ausentes de Kaanyr. --Oh, definitivamente no son una caravana --le cont ella--. Es el squito drow ms extrao que creo he visto deambular cerca del desierto. Llevan un draegloth con ellos. Kaanyr se enderez, mirando fijamente los ojos de Aliisza, y pregunt: --Un draegloth? Ests segura? --Cuando la alu asinti, l frunci los labios--. Interesante. Esto se vuelve ms y ms intrigante. Primero, no hemos visto ninguna caravana drow de ningn tipo en

las ltimas quincenas. Finalmente, cuando una partida de drows se aventura, vienen derecho aqu, algo que normalmente evitaran como el hedor de un pantano, y por ltimo, tiene un draegloth que los acompaa, lo que significa que las Casas nobles drow estn personalmente involucradas de alguna manera. En qu andan, por los Nueve Infiernos? Vhok volvi a mirar en la distante oscuridad, de nuevo acariciando a su consorte distradamente, esta vez dejando que sus dedos recorrieran sus costillas, las cuales estaban expuestas a travs de los lazos de su brillante corset de cuero negro. Ella suspir de encanto pero se forz a mantenerse concentrada. --Hay ms. Escuch una conversacin cuando se detuvieron a descansar. Uno de ellos, definitivamente un mago de algn tipo, estaba criticando a otra, quien pareca ser una sacerdotisa. --Uno de los hombres discutiendo con una mujer? Eso no puede durar mucho. --Y no cualquier mujer. l se refiri a ella como "la Seora de la Academia". Kaanyr se sent derecho, su mirada penetrando la suya. --Oh, en serio --dijo en un tono tan intrigado, no se dio cuenta de que su movimiento casi la hizo caer a Aliisza al suelo a sus pies. Ella se las arregl para mantener el equilibrio, pero fue forzada a pararse para no quedar como tonta. Ella mir al cambion. El sigui, desatento: --Oh, esto es demasiado bueno. Una de las ms altas sacerdotisas en todo Menzoberranzan est tratando de entrar de incgnito a travs de mi diminuto dominio. Y est dejando que un mago le levante la voz. Ni una caravana en ms de un mes, y ahora esto. Esto es demasiado divertido! --Kaanyr se volte para mirar a Aliisza una vez ms, y una vez que vio su mirada, inclin la cabeza a un costado confundido--. Qu? Qu pasa? La alu hume: --No tienes idea, verdad? Kaanyr extendi sus manos impotentemente y sacudi su cabeza. --Bueno, entonces no voy a decrtelo! --dijo cortantemente y le dio la espalda. --Aliisza --la voz de Vhok era profunda y demandante, y le daba escalofros en la espalda. Estaba enojado, tal como lo haba

esperado--. Aliisza, mrame. Lo mir por sobre su hombro, levantando una de sus cejas arqueadas interrogativamente. Se haba levantado del trono y estaba parado con sus manos en la cadera. --Aliisza, no tengo tiempo para esto. Mrame! Ella tembl a pesar de s misma y se dio vuelta por completo para encarar a su amante. Sus ojos la quemaban y hacan derretir. Llorique un poquito para hacerle saber que no le gustaba que la castigaran, pero que ya no estaba jugando ms. Vhok asinti levemente en satisfaccin. Su rostro se suaviz un poco y dijo: --Lo que sea que haya hecho te lo compensar ms tarde. Aunque, ahora mismo, tienes que volver all y averiguar lo que est pasando. Ve si puedes estar cara a cara con ellos e invitarlos a que nos den una visita. Pero se cuidadosa. No quiero que esto me explote en la cara. Si una alta sacerdotisa y un draegloth forman parte de este grupo, entonces el resto tambin es peligroso. Mantn a los Hostigadores cerca, que los acechen, pero no malgastes demasiados cuerpos en un solo ataque. Pero tampoco lo hagas demasiado obvio que los ests reteniendo. Adems, no... Aliisza revole los ojos, sintindose un poco insultada. --He hecho estas cosas una o dos veces antes sabes? --lo interrumpi, su voz cargada de sarcasmo--. Creo que s lo que tengo que hacer. Pero... Camin ms cerca de Kaanyr --en realidad hacia l-- y levantndose con la punta de sus dedos lo envolvi con sus brazos alrededor de su cintura y enroscndole una suave y desnuda pierna por atrs de su pantorrilla. Se le arrim aun ms, y dej que su cuerpo presionara contra el de l, y continu. --Cuando termine con esta pequea tarea --dijo ella con su voz llena de deseo--, vas a dedicarte a mis necesidades por un tiempo. --Se estir y le mordisqueo la oreja, luego susurr--. Tu acoso est funcionando demasiado bien, amor. *** A Triel no le gustaba divagar, pero ltimamente se daba cuenta de que lo haca con frecuencia. Esta vez, cuando not que lo estaba haciendo de nuevo, de pronto estaba consciente de las caras de las otras siete matronas, mirndola expectantes. Pestae y las mir a

su vez por un momento, tratando de recordar las palabras de la conversacin que haba quedado zumbando en el fondo de sus pensamientos. Poda recordar las voces pero nada ms. --Pregunt --dijo la Matrona Miz'ri Mizzrym-- Cules son las otras posibles acciones a seguir que ha pensado si tu hermana no logra regresar? Como Triel todava no responda, el duro rostro de la madre matrona aadi: --Hay pensamientos flotando por ah hoy, verdad Madre? Triel pestae de nuevo, traquete de vuelta retomando la conversacin ms a mano gracias a las mordaces palabras de Mizzrym, centrando su atencin donde deba estar en vez de la sensacin de vaco que senta donde debera haber estado la presencia de la diosa. Otras acciones a tomar... --Por supuesto --contest por fin--. Lo he considerado detenidamente, pero antes de sumergirnos demasiado profundamente en las alternativas, creo que deberamos tener algo de paciencia. La Matrona Mez'Barris Armgo buf. --Ha escuchado alguna de las palabras que hemos dicho en los ltimos cinco minutos? La paciencia es un lujo que ya no tenemos. Hemos agotado tantas de nuestras reservas de magia sofocando la revuelta que deberamos, "deberamos digo", ser capaces de resistir una mayor insurreccin, si ocurriera alguna. As como adoro una buena batalla, reducir otra rebelin de esclavos sera un malgasto, cuando es solo cuestin de tiempo antes que Gracklstugh o los sobrevivientes de Blingdenstone determinen que no tenemos poder, sin... La tosca, bestial madre matrona titube, reacia, a pesar de lo directa e indiscreta que era usualmente, a poner en palabras la crisis que todas enfrentaban. --Si es que no lo saben ya --intervino Zeerith Q'Xorlarrin terminando los pensamientos inconclusos de Mez'Barris--. Incluso ahora, una o ms de las naciones podran estar juntando un ejercito para encaminarse a nuestras puertas. Nuevas voces podran estar susurrndole veneno en los odos a criaturas inferiores all en Braeryn o en el Bazaar, voces pertenecientes a aquellos lo suficientemente astutos como para enmascarar sus verdaderas identidades, sus verdaderas intenciones. Es algo que debemos considerar y discutir.

--Oh, si --dijo despectivamente Yasraena Dyrr--. S, quedmonos sentadas aqu a discutir, no a actuar, nunca a actuar. Tenemos miedo de aventurarnos afuera en nuestra propia ciudad! --Murdete la lengua! --dijo repentinamente Triel, volvindose ms y ms furiosa. Estaba furiosa no solo por el curso de la conversacin -sugerencias de cobarda de parte del Gran Concilio!-- sino tambin por la ridcula, inusualmente abierta naturaleza mordaz de las palabras de las otras madres matronas. Una ridiculez dirigida a ella. --Si alguna de nosotras tiene miedo de caminar por nuestras calles, no necesita seguir sentada en este Concilio. Eres t, Yasraena, una de ellas? La madre matrona de la Casa Agrach Dyrr hizo una mueca ante el castigo que estaba recibiendo, y Triel se dio cuenta de que no era solamente porque Yasraena saba que se haba sobrepasado. Sino porque era la matrona de la Casa Baenre, supuestamente una aliada de la Casa de Yasraena, la que estaba impartiendo esta rgida leccin. As lo pretenda Triel. Mandarle un mensaje, recordarles a las otras madres matronas que ella todava se sentaba en la cima de la estructura de poder y que no tolerara tal insubordinacin de ninguna de aquellas sentadas a su alrededor, fuera o no aliada. --Tal vez la Matrona Q'Xorlarrin tiene razn --dijo despacio Miz'ri Mizzrym, en un obvio intento por desviar la direccin de la conversacin--. Quizs no solo deberamos considerar a quienes saben, o quienes se mueven en nuestra contra --de manera encubierta o de otra forma-- sino quienes podran estar alindose en nuestra contra. Incluso si dos o tres de las otras naciones se juntan como enemigas nuestras... Dej que el pensamiento se desvaneciera, y las dems drows en la habitacin parecan incmodas, considerando la obvia conclusin. --Necesitamos saber lo que est pasando --continu ella--, como mnimo. Nuestra red de espas entre los duergars los iltas, y las otras razas de las profundidades no nos han sido de mucha utilidad ltimamente o quizs no es tan fuerte como quisiramos nosotras. Pero lo que hay tendra que estar envindonos mayor informacin sobre las intenciones de potenciales amenazas. --Oh, debera estar haciendo ms que eso --Byrtyn Fey dijo. Triel levant sus cejas en leve sorpresa, por lo que a menudo la

voluptuosa madre matrona de la Casa Fey-Branche no encontraba interesantes las discusiones que estaban lejos de sus placeres hedonistas. Debera estar buscando las posibles debilidades entre nuestros enemigos. Debera estar explotando esas debilidades, estableciendo potenciales aliados unos contra otros, y quizs, debera estar a la pesca de elementos insatisfechos con esos enemigos tradicionales, elementos que podran considerar incluso una alianza. --Pero, ests loca? --le cort Mez'Barris--. Alindose con extranjeros? En quin pueden confiar? No importa como abordemos semejante alianza, en el momento en que revelemos que no podemos recibir las bendiciones de nuestra propia diosa, los potenciales enemigos se reirn estruendosamente o se empujarn unos a otros para hacer circular la noticia. --No seas densa --le cort a su vez Byrtyn--. S cunto te gusta utilizar el mtodo de decir la verdad de forma directa y brutal para todo, pero hay formas ms sutiles y mejores de llevar a un aliado a tu cama. Los potenciales aspirantes no necesitan saber tus limitaciones hasta despus de que hayas compartido sus encantos. --El que no podamos defender nuestra propia ciudad cuando est bajo un ataque va a ser una limitacin demasiado obvia como para que la podamos ocultar --dijo Zeerith, frunciendo el ceo--. Nuestros propios hechizos tendrn que ser de lo ms convincentes para poder cegar tales potenciales aspirantes de la verdad. Aun as, la idea tiene su mrito. --Es imposible --dijo la Matrona Mez'Barris, cruzando sus gruesos brazos y echndose atrs como si estuviera desestimando la discusin--. El riesgo del descubrimiento de parte de nuestros enemigos solo sera magnificado, y la recompensa no vale la pena ciertamente. --Dicho como una bruja que tiene pocos con quien compartir su cama --dijo presumidamente Byrtyn, estirndose lnguidamente para asegurarse de que su simple figura bien redondeada fuera visible a travs de la trmula y fina tela de su vestido--. Y una que siempre est tratando de convencerse a s misma de que est mejor sin ellos, de todas formas. Varias de las otras altas sacerdotisas jadearon ante el insulto, pero Mez'Barris solo entrecerr sus penetrantes ojos rojos, arrojndole dagas a Byrtyn. --Suficiente! --dijo finalmente Triel, interrumpiendo la

competencia de miradas entre las dos madres matronas--. Este altercado no tiene sentido, y est por debajo de todas nosotras. Mir una por vez a ambas Mez'Barris y Byrtyn hasta que ambas dejaron de mirarse y le prestaron atencin nuevamente a ella. Si tan solo Jeggred estuviera aqu, pens la madre matrona de la Casa Baenre. Triel se pregunt brevemente si debera sentirse perturbada ante su deseo de tener la consoladora presencia del draegloth frente a tales adversidades. Algo ms era en lo que se haba encontrado a s misma haciendo ltimamente, y tema lo que eso pudiera simbolizar. Quizs haba llegado a depender demasiado de la proteccin externa ms que en sus propias habilidades. Tema que fuera una debilidad, y la debilidad era algo de lo que definitivamente poda dispensar en el actual clima. No, se corrigi a s misma, ahora y siempre. Pero la necesidad de aliados, por ms breves y voltiles que tendieran a ser esas alianzas, eran una parte necesaria de su vida. Tal vez Byrtyn tena razn, pens. Tal vez eso es lo que Menzoberranzan necesita: un aliado. Otra nacin, una raza de la Antpoda Oscura, para ayudar a las Casas Nobles hasta que la crisis haya pasado. Triel apret su mandbula y sacudi su cabeza suavemente, determinada a desvanecer semejantes nociones tontas de su mente. Tonteras, se dijo a s misma firmemente. Menzoberranzan es la ciudad ms fuerte de la Antpoda Oscura. No necesitamos a nadie. Prevaleceremos como siempre lo hemos hecho, a travs de la astucia, y las maas, y el favor de la diosa. Donde sea que est... --Conozco muy bien el estado de las cosas en Menzoberranzan --dijo Triel, mirndolas a los ojos a cada una de las matronas presentes--. La crisis que enfrentamos nos pone a prueba --nos pone a prueba ms severamente que cualquier otra que hayamos confrontado en la dominacin de las Casas a lo largo de toda la historia de la ciudad-- pero no podemos dejar que interfiera con el resuelto gobierno de la ciudad. En el momento en que empecemos a reir, en el momento en que no mostremos un frente unido ante las otras Casas, ante Tier Breche o Bregan D'aerthe, ser el momento en que le mostremos nuestra vulnerabilidad al resto del mundo, y entonces todo estar perdido. --Por el momento, continuaremos mostrando paciencia. Son

bienvenidas las discusiones para lidiar con la crisis, "discusiones tranquilas, respetuosas" --y una vez ms Triel inclin su cabeza ante las dos madres matronas-- o sugerencias de nuevas formas para explorar lo que ha pasado con Lolth, pero no habr ms conversaciones sobre miedo o cobarda, y no habr ms de estos insultos. Ese es el comportamiento de hombres tontos de razas inferiores. Manejamos los asuntos de nuestras Casas y nuestro Concilio como siempre lo hemos hecho. Triel se asegur de atrapar todas y cada una de las miradas de las madres matronas con su propia mirada esta vez, observndolas resueltamente a cada par de ojos rojos por vez, esperando asegurarse que todas las presentes entendieran su mensaje --eso y asegurarse de que se estaba mostrando fuerte. Lentamente, una a una, las otras madres matronas asintieron, queriendo, al menos por el momento, condescender las exigencias de la Baenre. Ejercer poder siempre requiere tales toques de delicadeza, se record a s misma Triel mientras el grupo se dispersaba y las otras altas sacerdotisas partan cada una por su lado, regresando a sus hogares. Como una varilla flexible, si la haces oscilar demasiado vigorosamente, la terminas rompiendo en la espalda del esclavo que estabas tratando de castigar.

_____ 2 _____ --Te dije que venir por este lado era un error --resopl Pharaun mientras se repona de su precipitada carrera. El paso delante del mago drow terminaba abruptamente, bloqueado por una enorme masa gris de un material esponjoso que rellenaba completamente el tnel. Dndose vuelta para enfrentarse a la direccin por la que haban venido, el elfo oscuro rpidamente se desprendi de su finamente labrada mochila, la deposit sobre el suelo rocoso, y la mand volando de una patada. --No te regocijes, Mizzrym --dijo Quenthel, con semblante duro, pasando a su lado. Las cinco cabezas de serpientes que se balanceaban,

retorcindose del ltigo de la Baenre que colgaba de su cadera se levantaron y sisearon su propio descontento al mago, duplicando el nimo de su seora, como siempre. Quenthel liber su martillo de su cinto con un tirn y se par al lado de Pharaun esperando. El draegloth le pisaba los talones al altanero drow. Jeggred llevaba no uno sino dos pesados bultos, y cuando el semidemonio provisto de dos pares de brazos alcanz a los dos elfos oscuros, tir las provisiones al piso, aparentemente sin faltarle el aliento en lo ms mnimo por cargarlos. Destell una torcida y salvaje sonrisa en su rostro que expuso sus amarillentas falanges y se dio vuelta, avanzando unos cuantos pasos para posicionarse entre Quenthel y cualquier cosa que pudiera venir de otra direccin, con un profundo y bajo gruido retumbando en su demonaca garganta. El Maestro de Sorcere no estaba de humor para vrselas con el mal temperamento de la alta sacerdotisa, y gesticul mientras consideraba varios hechizos. Resolvindose por uno, busc en su piwafwi tomando de uno de los bolsillos de su extravagante capa los reactivos que necesitara para entretejer la magia elegida. Eventualmente, sac un pedacito de tentculo de calamar. Les haba advertido que quedaran atrapados si venan por ese camino, y tambin lo haba hecho Valas, pero Quenthel haba insistido. Como siempre, le tocaba a Pharaun sacarlos del embrollo a todos. Faeryl Zauvirr fue la siguiente en aparecer, con su respiracin trabajosa. La embajadora de Ched Nasad divis el bloqueo en el paso y se quej, sacndose su carga de la espalda y mandndola de un puntapi por rocoso suelo junto a la de los otros. Cansadamente sac una pequea ballesta de mano de su propio piwafwi y se puso al otro lado del mago. --Estn justo detrs nuestro --anunci Ryld Argith mientras l y el ltimo miembro del contingente drow, Valas Hune, aparecan apresuradamente de detrs de la curva del paso. Ms all del fornido guerrero y el diminuto explorador, Pharaun poda ver el rojo resplandor de mltiples pares de ojos rojos avanzando hacia la posicin del grupo. Las criaturas los observaban ansiosas y el mago estim cerca de dos docenas de tanarukks. Encorvadas hacia adelante como si tuvieran dolor de espalda las criaturas recordaban a orcos, aunque sus rasgos eran decididamente ms demonacas, con sus escamas, inclinadas frentes y sus colmillos prominentes. Llevaban poca armadura, por lo que sus cueros eran velludos y gruesos, pero las hachas de guerra

que muchos de ellos blandan parecan pesadas y virulentas. Pharaun sacudi su cabeza en resignacin y se prepar a conjurar un hechizo. Los tanarukks aullaron de encanto y se les abalanzaron anhelantes, pareca, de llevar la batalla hasta donde estaban sus presas arrinconadas. Muchos se lanzaron contra Jeggred y el semidemonio bram su propio grito de batalla aplastando y cortajeando salvajemente. Tir a un lado a uno de los tanarukks sin esfuerzo, aplastndolo contra el muro ms lejano, cerca de la posicin de Ryld. Pharaun jade por un momento ante la desenfrenada grandiosidad y ferocidad que desplegaba el draegloth, al mismo tiempo que dos atacantes humanoides ms fueron a parar bajo el corte preciso de Splitter, la mgica espada que blanda con gran habilidad Ryld Argith. Faeryl disparaba su ballesta al lado de Pharaun luego se agach para recargarla. Quenthel mientras tanto pareca contentarse mirando a sus subordinados hacer el trabajo. Sin embargo, llegaron ms tanarukks y el mago casi no reaccion a tiempo cuando uno de ellos traspas la lnea de defensa que Jeggred y Ryld haban formado. El esclavo tanarukk de piel verde se inclin hacia el mago, con su hacha tirada hacia atrs para dar un golpe salvaje. Pharaun solo pudo retroceder lo suficiente como para esquivar el corte de la hoja cuando sta barri el aire donde haba estado su cara unos segundos antes. Consider llamar al espadn mgico de su anillo encantado que lo contena, pequeo y fuera del alcance hasta que lo necesitaba, pero saba que el esfuerzo sera intil. La delgada hoja nunca podra resistir la fuerza del hacha, y adems, no poda hacerse un espacio entre l y la bestia como para usar esa gil arma ms efectivamente. Rpidamente corri fuera de su alcance para poder maniobrar mejor. Cuando el tanarukk arque su espalda y aull de furia y dolor, Pharaun vio que Quenthel estaba detrs de l, llevando su arma hacia atrs para otro estallido de su pavoroso ltigo. El tanarukk se gir, todava gritando de rabia. Levant su hacha bien alto para dar un golpe mortal, pero antes de que ste o la alta sacerdotisa pudieran terminar sus ataques, un destello de sombras se materializ al borde del campo de visin de Pharaun, y la sombra se convirti en Valas Hune. El explorador mercenario se arrastr por lo bajo detrs de la

criatura de piel verde y sac uno de sus kukris a travs del tendn del tanarukk lisindolo con el cuchillo de extraa curvatura. Negra sangre salt por todos lados de la profunda herida mientras la bestia caa sobre una rodilla, revolcndose y tratando intilmente de encontrar con las manos la fuente de su tormento. Tan rpido como haba aparecido Valas, se haba ido, desvanecindose nuevamente en las sombras. Quenthel aprovech la oportunidad de azotar al tanarukk de nuevo con su ltigo, y Pharaun vio los colmillos de las cabezas de serpientes hundirse profundamente en la carne de la cara y el cuello de la criatura. Ya haba comenzado a ahogarse y toser, su cara y lengua hinchndose, envenenado por los azotes del ltigo. Dej caer su hacha y se desplom al suelo, llorando en agona y sacudindose con espasmos. Pharaun se dio cuenta de que estaba reteniendo el aliento y exhal bruscamente, recobrando su agilidad mental. Disgustado consigo mismo por ser tan indisciplinado, record el pequeo pedacito de tentculo de calamar que tena en su mano. Enderezndose, hizo una rpida inspeccin del campo de batalla para determinar cual era el mejor lugar para conjurar el hechizo que tena en mente. Una hueste de tanarukks muertos se haban apilado alrededor de Jeggred y Ryld pero las criaturas que quedaban todava peleaban por llegar hasta el do, gruendo y saltando alrededor, buscando una abertura en donde pudieran usar sus hachas. El mago decidi que poda colocar la magia fcilmente detrs de aquellos pocos humanoides que quedaban, pero luego se detuvo, sorprendido. Un rostro haba llamado la atencin del mago al fondo del paso. Pestae y observ ms detenidamente, sin confiar en su suposicin. Acechando en la oscuridad, mirando la batalla, haba una hermosa mujer. Pharaun la encontr atractiva, a pesar de que no era una drow y pareca humana. Un negro cabello rizado enmarcaba su rostro, y estaba vestida con un corset negro de cuero brillante ajustado que marcaba sus curvas como si fuera una segunda piel. Pareca estar dicindole algo a la ltima fila de humanoides, dndoles rdenes y gesticulando, pero cuando not que Pharaun la estaba mirando, le sonri y enarc sus curvadas cejas incluso ms en una sonrisa de perplejidad. Ah fue cuando el mago not tambin las negras alas de cuero

sobresaliendo de su espalda. No era humana despus de todo. Pharaun sacudi su cabeza por el asombro. Semejante criatura encantadora dirigiendo una compaa de malolientes demonios enfurecidos, de algn modo no le pareca bien al mago. Pero, hermosa o no, estaba del otro lado de la pelea. Tarde o temprano, supona l, se las tendran que ver con ella. Aunque no aqu; ni ahora. Volviendo al asunto que tena entre manos, Pharaun termin de conjurar el duomer que haba elegido y una coleccin de negros tentculos surgieron situndose entre el contingente drow y los tanarukks que quedaban. Cada una de las retorcidas y delgadas cositas era tan gruesa como su muslo y serpenteaban alrededor buscando cualquier cosa que estrangular. Demasiado tarde Pharaun not que Ryld haba volteado a los enemigos que haban quedado y que lo haban desafiado directamente y se estaba aproximando listo para enfrentar el manojo que quedaba atrs. Pharaun abri la boca para gritar una advertencia al maestro de armas, pero antes que le salieran las palabras vio a Jeggred alcanzar y sujetar al Maestro de Melee-Magthere por la solapa de su pechera y tirarlo abajo fuera de peligro. Un instante ms tarde, uno de los tentculos se enrosc alrededor de uno de los cadveres de un tanarukk que haba estado a los pies de Ryld y rpidamente se enroll ms apretadamente, estrechando el cadver. Si el maestro de armas hubiera estado all todava, habra apresado su pierna. Numerosos tentculos se retorcan y azotaban, sujetando a los sorprendidos tanarukks y enroscndose a su alrededor. Las criaturas gritaban y quedaban estupefactas y mordan mientras los tentculos comenzaban a exprimirles las vidas. La diablesa en el rincn lejano simplemente levant una ceja ante la aparicin del hechizo, dando un solo paso quedando as fuera del alcance de los retorcidos apndices negros. Pareca extraamente contenta de observar como una a una quedaban silenciadas sus tropas, sus alientos perdidos y sus costillas partidas. Pharaun no perdi el tiempo esperando que terminara el hechizo y permitirle a la hermosa diablesa o a cualquiera de los servidores que quedaban que alcanzara a su grupo. Tampoco queriendo revelar el alcance de su magia ms de lo necesario, el mago se inclin y golpe el suelo delante suyo. Dio una ltima mirada a la hermosa diablesa frente a l mientras la oscuridad manaba entre ellos. Al instante en que termin ese hechizo, comenz otro, sacando una

pizca de polvo de gemas de otro bolsillo y entretejiendo un encantamiento que plant un muro de invisibilidad entre los drows y los tanarukks. La barrera mgica era impermeable a cualquier ataque normal, resistira la mayora de las agresiones mgicas y le dara tiempo a la expedicin de encontrar una salida. El muro de energa no aguantara indefinidamente pero durara lo suficiente como para que idearan un escape sin ser vistos. Pharaun se desempolv las manos mientras se alejaba del conjuro. --Bueno, esa es una bella solucin --acot Quenthel--, encerrarnos aqu. Sera mejor que nos enfrentramos a esas sucias bestias del otro lado antes que quedarnos sentados aqu. Ryld se agach cerca, respirando pesadamente, limpiando su espada con un pao. Faeryl se desplom exhausta, contra el muro ms lejano, tratando de recobrar el aliento. Slo Jeggred y Valas parecan inclumes, mantenindose tranquilos ambos. El explorador se movi para estudiar el bloqueo, mientras que el draegloth rondaba cerca de Quenthel. --Como trat de decirte --replic Pharaun, recorriendo con su mano la superficie de la gris y hmeda sustancia que evitaba su traspaso--, este es el Araumycos. Podra seguir por kilmetros. El mago drow saba que su tono de regao era inconfundible, pero no le importaba. Quenthel dej salir un suspiro de exasperacin mientras se apoyaba contra el muro del paso. Un hongo masivo, el Araumycos era lo que ms se pareca al exterior del cerebro. Llenaba el paso completamente. --Al menos podemos dejar de correr por un tiempo --dijo Quenthel--. Estoy harta de llevar esta maldita cosa. --Refunfu pateando la mochila a sus pies. Comenz a sobarse los hombros. Pharaun sacudi su cabeza sorprendido ante la obstinacin de la alta sacerdotisa. El mago haba tratado de ser tan deferente como le era posible, dejndole ver la insensatez de seguir en esa direccin, pero a pesar de sus advertencias --y las de Valas-- la Seora de Arach-Tinilith se haba impuesto, con su usual conducta orgullosa, a que ellos obedecieran sus deseos de todas formas. Ahora estaban arrinconados contra la cobertura esponjosa, y ella simplemente iba a ignorar el hecho. Pharaun frunci los labios molesto mientras la miraba por el rabillo del ojo. Ella se esforz por quitarse el entumecimiento de los hombros. l solo poda imaginarse la molestia que ella poda estar

sintiendo, pero no le tena compasin por su condicin. A pesar del hecho de que su propia mochila estaba aligerada mgicamente, a Pharaun tambin le dolan los hombros. Le haban ms que dolido, estaba seguro de que estaban en carne viva. --Ah, s --dijo l, siguiendo con la exanimacin de la cobertura esponjosa--, lo dejaste bien claro cuan bajo puede una Baenre "nada menos que la Seora de la Academia" llegar a... cmo dijiste?... "degradarse a s misma como un esclavo ordinario revolviendo mierda de roth en un pantano de musgo". Pero, volvera a sealar --de nuevo-- que fue tu decisin de tctica magistral dejar nuestros sirvientes y lagartijas atrs, atados y sangrando para poder escapar de esos encapuchados. El mago saba muy bien que sus cortantes comentarios amargaran aun ms su ya desagradable humor, pero sinceramente no le importaba. Molestar a Quenthel le daba una alegra sin fin, incluso durante circunstancias penosas como estas. --Presumes mucho, chico --le dijo cortante la alta sacerdotisa mientras se paraba derecha de nuevo, mirndolo funestamente--. Quizs demasiado... Aun sin mirarla, Pharaun enroll los ojos donde ella no lo pudiera ver. --Mil veces mil perdones, Seora --dijo presintiendo que era hora de cambiar de tema--. Entonces supongo que no te molestars con los bienes que piensas estn almacenados en los depsitos de la Garra Negra Mercante en Ched Nasad. Incluso si por derecho pertenecen a la Casa Baenre, cmo vamos a llevarlos de vuelta a Menzoberranzan? Ciertamente, t no los llevars de regreso y una vez que corra el rumor de que te gusta usar tus animales de carga como anzuelo, nadie ms los querr llevar tampoco. Pharaun le rob una mirada de costado a la alta sacerdotisa, mayormente por el simple placer de observar su estado de disgusto. El ceo de Quenthel era bastante severo, remarcando a pleno la lnea vertical entre sus cejas y dndole esa apariencia de estar en apuros que el mago estaba empezando a encontrar excesivamente cmica. El mago sofoc una risita. Eso la molestara, pens, sonriendo, pero luego vio a Jeggred movindose para pararse entre ellos dos. La bestia amenaz al mago y la sonrisa de Pharaun se desvaneci. Contuvo el aliento mientras el draegloth le sonrea sombramente. El ftido aliento del

demonio se verti sobre l revolvindole el estmago. El demonio serva a Quenthel tenazmente y, con una palabra de ella, intentara gustosamente desgarrar al mago --o a cualquiera en el grupo en realidad-- miembro a miembro con un regocijo malicioso. Hasta ese momento, esa palabra no haba sido dicha, pero Pharaun no saboreaba la posibilidad de tener que defenderse ante una agresin del demonio, especialmente en tal alojamiento cerrado donde pasara un mal momento hacindose un espacio para poder ejercer su cuota de hechizos. Preferira una caverna ms grande para defenderse de Jeggred, pero desafortunadamente, solo estaba este estrecho pasaje, sin espacio para huir de las garras de la bestia. A pesar de su actual mal humor y de la muy torpe manera en la que ltimamente haba acarreado la carga en su espalda, Quenthel de algn modo se las arregl para parecer regia mientras se alejaba del muro y caminaba a travs del pasillo hacia Pharaun, su piwafwi crujiendo a su alrededor. l entendi que no estaba simplemente ignorando sus mofas. Ella haba esperado hasta que su fiel sirviente se hubiera tomado la posicin de defenderla antes de confrontar al mago. --S muy bien lo que hice y dije, y no necesito que imites mis palabras de vuelta para m como un erudito idiota exhibido en una jaula dorada para que todos lo vean y se ran. --Concentr su mirada sobre l y la sostuvo all--. Estamos en una misin diplomtica, mago, pero esos bienes s pertenecen a mi Casa, y regresarn all. Ver que sea as. Si no puedo contratar una caravana para llevarlas de vuelta, entonces lo hars t por m. Y Jeggred se asegurar de ello. Sostuvo su mirada fija por un momento mientras Jeggred sonrea carnalmente a su lado. Finalmente, se enderez, le hizo un pequeo gesto al draegloth, y el demonio se hizo a un lado para lamerse la sangre de las garras. --Busca como salir de esta... cosa --dijo Quenthel, indicando con el dedo la cobertura masiva antes de darse la vuelta y caminar de regreso hasta donde estaba su carga y sentarse en el suelo. Pharaun suspir y puso los ojos en blanco, sabiendo que haba presionado demasiado a la alta sacerdotisa. Ms tarde sufrira por sus pequeas burlas. La mir a Faeryl para observar su reaccin al enfrentamiento. La embajadora de Ched Nasad simplemente le sacuda la cabeza, con puro desdn en su semblante. --Pensaba que t, de todas las personas, estaras un poco ms

que un poco disgustada de que ella est planeando despojar por completo la compaa mercantil de tu madre --le dijo por lo bajo. Faeryl se encogi de hombros y dijo: --No me incumbe. Mi Casa meramente trabaja para ella, para la Casa Baenre y la Casa Melarn. Ambas son dueas de la Garra Negra, por lo que si ella quiere robarle a sus compaeros quin soy yo para detenerla? Siempre y cuando llegue a casa... Pharaun se sorprendi de efectivamente ver una expresin de melancola en el rostro de la embajadora. El Maestro de Sorcere gru ante la respuesta de Faeryl y se dio vuelta una vez ms para inspeccionar el material que bloqueaba el camino. Estaba por un lado fascinado de verlo en persona por primera vez y por el otro desesperado por encontrar una salida por all. Saba que el Araumycos llenaba incontables de kilmetros de cavernas en esa parte de la Antpoda Oscura, pero los viajeros a veces haban encontrado la forma de rodearlo o atravesarlo. Valas ya estaba escalando la superficie de la cobertura, presionado firmemente contra ella, hacindose camino hacia la parte superior. Pharaun poda ver que el paso que haban seguido se habra a lo que deba ser una caverna ms grande, por que el techo, al igual que el paso, se elevaba abruptamente. Poda ver que el explorador se estaba haciendo camino arriba hacia una estrecha abertura entre la cobertura y el costado de la caverna, quizs esperando que all hubiera un camino por el cual escurrirse, pero a donde, Pharaun no tena idea. Pharaun consideraba que el diminuto mercenario de Bregan D'aerthe era un poco tosco, sin embargo, estaba contento de que estuviera con ellos en este viaje. --Cunto tiempo tenemos antes de que eso se acabe? --pregunt Faeryl, mirando el camino por donde haban venido todos de vuelta hacia la negrura. A Pharaun le sorprendi de que le hablara a l. Ella estaba envalentonada, supona el mago, por su conversacin anterior. Sin molestarse en mirar a la embajadora, Pharaun continu su inspeccin, produciendo una pequea llama desde la punta de sus dedos con la que comenz a quemar el hongo. Donde la llama tocaba la cobertura, se ennegreca y ajaba, pero no formaba un hueco en ningn lado. --No mucho --le dijo. Sinti ms que vio la incomodidad de su comentario descuidado.

El mago sonri a pesar de si mismo mientras trabajaba, sorprendido ante la irnica situacin de Faeryl. No haba sido tanto tiempo atrs que ella haba estado desesperada por hacer este viaje, regresar a su ciudad natal. Lo suficientemente desesperada como para huir de Menzoberranzan y ponerla de mal humor a Triel Baenre, la matrona ms poderosa en la ciudad, en el proceso. Faeryl haba fallado por supuesto. Haba sido capturada en las puertas y haba terminado presa como el juguete de Jeggred. Pharaun solo poda imaginar lo que el draegloth le podra haber hecho a ella en nombre del deporte, pero de alguna manera la Zauvirr se haba ganado el indulto de Triel y se le haba asignado la participacin en esta pequea excursin a Ched Nasad. Al final, Faeryl haba logrado lo que quera, pero el mago se preguntaba si ella todava estaba contenta por ello, a pesar de sus comentarios anteriores. Incluso si ella realmente llegaba a casa, se enfrentaba al trance de informar a su madre, la madre matrona de la Casa Zauvirr, que Quenthel vena a llevarse todo. Absolutamente todo. Sin hacer caso de la viabilidad de semejante movimiento y la habilidad del contingente para llevrselo todo sin que la Casa Melarn se molestara por ello, Faeryl y su madre seran las que estuvieran atrapadas en el medio. No envidiaba su posicin. Adems, cada vez que Jeggred simplemente se daba vuelta para mirar en su direccin, ella retroceda y se apartaba. El demonio pareca disfrutarlo, tomando cada oportunidad para acrecentar la incomodidad de la embajadora con una sonrisa sugestiva, una relamida de sus labios, o una exanimacin estudiada de sus filosas garras. A Pharaun le era claro que Faeryl estaba cerca de perder completamente la compostura. Si eso suceda, supona que entonces ellos tendran que en verdad dejar que el draegloth la tomara y terminara con ella. Luego, por supuesto, estaba el asunto de los suministros. Faeryl, al igual que el resto de los miembros de la pequea excursin haba sido forzada a llevar sus propias pertenencias, algo a lo que un elfo oscuro de buena cuna no estaba acostumbrado a hacer. Las sillas de mano portadas por esclavos era ms su estilo, como el de Quenthel. Dejar esos sirvientes atrs para forzar la bsqueda haba sido lamentable, e incluso con la habilidad de Jeggred para acarrear una parte substancial de la carga, el resto de ellos todava tena

considerables bultos. Difcilmente poda culpar a Faeryl si se estaba preguntando si este viaje no era mas bien un grave error. Por el comportamiento de Quenthel pareca que ella ya lo saba, o quizs no le importaba si el silencio de Lolth se extenda tan lejos como Ched Nasad como mnimo y que su viaje de exploracin se haba convertido en algo ms semejante a una invasin. Eso estaba bien para Pharaun, pero todava sospechaba que habra ms para llevar de Ched Nasad que un depsito de chucheras mgicas. Mirando una vez ms su propia mochila y sintiendo la tensin en sus hombros, Pharaun dese por dcima vez en el da poder conjurar un disco mgico que llevara sus suministros. Tantas nobles Casas drows hacan uso regular de tales conveniente hechizos que las madres matronas generalmente insistan en que los magos de sus Casas los aprendieran mientras iban a estudiar a Sorcere, la antigua rama de la Academia. Aunque Pharaun nunca se haba molestado en familiarizarse con ellos ya que tena una mochila mgicamente espaciosa por dentro. Incluso cargado con todas sus libros de magia, rollos, y otros suministros ms mundanos, pesaba una fraccin de lo que pesara una mochila normal. Adems, volviendo a la Academia, si l hubiera tenido algn motivo para transportar algo con un disco mgico, siempre haba un grupo de estudiantes a mano que podran haber realizado esa tarea por l. Aun as... Pharaun descart la idea recordndose a s mismo que su magia era una mercanca demasiado preciosa. Con la diosa Lolth todava extraamente silenciosa, ninguna de sus sacerdotisas poda ganarse el favor de su magia divina, dejando a ambas Quenthel y Faeryl severamente impedidas y limitadas en poder. Los desiertos de la Antpoda Oscura no eran lugares en los cuales estar siendo vulnerable. Adems, no haba mayor satisfaccin que ver como Quenthel, la Alta Sacerdotisa de Arach Tinilith, la rama clrical de la Academia, lidiaba con su fardo. Quenthel sorbi por la nariz, sacando a Pharaun de su ensimismamiento. La alta sacerdotisa seal hacia donde el explorador todava estaba escalando. Slo sus piernas seguan todava visibles. El resto de l desapareca en la hendidura formada entre el muro de la caverna y el hongo. Ella se volvi a Ryld y le dijo: --Tu amigo est buscando un camino a travs. Deja de soar despierto y aydalo. --Volvindose luego hacia Pharaun, aadi:-T, tambin.

Decidiendo que la haba atormentado suficiente por el momento, especialmente con Jeggred tan cerca, Pharaun sonri, le hizo una reverencia, blandiendo su piwafwi, luego continu examinando el Araumycos. Mientras Ryld se le una, el mago murmur: --Es en momentos como estos cuando la encuentro de lo ms encantadora, eh? --No deberas mofarte de ella --le murmur a su vez Ryld, deslizndose frente al hongo y buscando su espada corta--. Todo lo que vayas a hacer nos angustiar ms tarde. Hizo un corte experimental y extrajo una seccin de la cobertura del cuerpo principal. Cay al suelo a sus pies, se agach para recogerlo pero ya se estaba ennegreciendo y pudriendo. --Oh, creo que quieres decir "me" mi fornido amigo --replic el mago, removiendo un pequeo frasco de cido de uno de los bolsillos ocultos de su piwafwi y vertiendo el contenido sobre la superficie del hongo--. Yo estar desbordado con suficiente angustia por el resto de nosotros antes de que siquiera lleguemos a Ched Nasad, me temo. Donde el lquido revesta la cobertura, el hongo comenzaba a chisporrotear y a ennegrecerse. Ryld se detuvo y le lanz una mirada a su amigo. El guerrero pareca sorprendido. A pesar de sus muchos aos de amistad, Pharaun saba que incluso Ryld ocasionalmente encontraba la conducta del mago grosera. Es el precio que pago por una personalidad y una mente brillante, se dijo a s mismo Pharaun irnicamente. Observ como un hueco razonablemente grande era comido a travs del hongo. Haba solo un hongo ms detrs de este. --Podramos tratar de cortar o quemar un camino a travs de esta cosa eternamente --rezong Ryld, alejndose por la fachada del obstculo hasta el punto directamente debajo de donde Valas haba ascendido--. No hay forma de saber cun profundo o grueso es. --Cierto, sin embargo, es fascinante. Hasta ahora he descubierto que puede ser daada con cido, fuego y cortes fsicos. Pese a que las piezas que saco simplemente se disuelven en una masa oscura y putrefacta. Increble! Me pregunt si... --Ciertamente espero que no intentes decirme que has agotado todas tus potentes fuerzas mgicas con esta cosa --le pidi Ryld, mirando nuevamente la todava oscura cortina de magia detrs de

ellos--. Podramos necesitar tus trucos de manera ms desesperada dentro de un momento. --No seas estrecho de mente, mi amigo espadachn --contest Pharaun guardando un pedacito de piedra rosa dentro de un bolsillo--. Con mis talentos, tengo ms que suficiente para versar con todos, incluso con nuestros encantadores perseguidores. Ryld gru y al instante un buen pedazo de hongo golpe el suelo de la caverna a los pies de Ryld, pudrindose enseguida. Ryld dio un solo paso atrs, fuera de la lnea de fuego, mientras ms pedazos caan donde haba estado antes. --Parecera que Valas est cortando un camino a algn lugar --observ Pharaun, mirando hacia donde haba sido visible el explorador recientemente--. Me pregunto si tan solo est experimentando o si realmente ha descubierto un medio para salir. El mago estir el cuello tratando de obtener una mejor visin. --Hay una salida por aqu --dijo Valas, reapareciendo por completo--. Vamos. --Bueno, eso contesta la pregunta. Hora de irnos --dijo Pharaun volvindose al resto del grupo. Seal hacia arriba a Quenthel y Faeryl donde se lo vea al explorador--. Solo nos quedan unos minutos antes de que se agote mi muro de fuerza. Los otros drows y el draegloth comenzaron a flotar hacia arriba, pudiendo ascender gracias a las insignias mgicas de sus Casas. Uno a uno, desaparecieron a travs del hueco invisible hasta que solo qued Pharaun. Comenz a elevarse mgicamente dndose cuenta por primera vez cuan alegre estaba de que no tuvieran que volver a combatir ms tanarukks. *** Aliisza sonri mientras miraba a la ltima de sus tropas tanarukk temblar y yacer quietas. Los tentculos negros que los haban matado todava se enroscaban y revolcaban, buscando algo nuevo que estrangular. La diabla alu se cuidaba de mantenerse fuera del alcance de los apresantes apndices negros, aunque saba que los podra haber removido mgicamente, si era necesario. De hecho, podra haber intervenido y anular el hechizo del mago, rescatando sus tropas, pero haba decidi no hacerlo, y no era porque tema desperdiciar un hechizo. Era ms curiosa que otra cosa.

Aliisza sabia que los elfos oscuros y su demonio eran ms que capaces, como solan serlo los drows. Se volvi por el pasaje por el cual ella y su cuadrilla de tanarukks haban seguido a los drows, sabiendo que al menos dos de ellos la haban visto. A pesar de ello siguieron retrocediendo, como si estuvieran huyendo. Aliisza dudaba de que los drows estuvieran all por alguna razn relacionada con Kaanyr Vhok. La alu no perdi el tiempo regresando al lugar que haban establecido con solo una escuadrilla, reincorporndose a la fuerza mayor de la que haba sido parte, la fuerza que ella comandaba. --Han pasado a corredores ms grandes --le anunci a los demoledores tanarukks, dirigindolos a la nueva ruta--. Los interceptaremos en la Roca del Diente Negro. No se detengan. Se mueven rpido. Con poco ms que un gruido, las hordas de humanoides partieron, y no les llev ms que unos pocos minutos llegar a la gran interseccin conocida por las Legiones Hostigadoras como la Roca del Diente negro. Era una cmara grande de mltiples niveles donde se conectaban los distintos pasajes, y Aliisza ni siquiera estaba segura para qu las haban usado los enanos quienes las haban cavado. Muchas de ellas haban sido rellenadas con la colonia de hongos que los enanos llamaban Araumycos. Sin embargo todava quedaban pasajes abiertos all, las patrullas de las Legiones Hostigadoras pasaban a travs de ellos con frecuencia, y ella saba que a menos que hubieran utilizado algo de magia para cambiar su curso, el pasaje que haban tomado los drows para escapar los llevara finalmente all tambin. La diablesa alu todava estaba considerando que hara una vez que enfrentara a los drows cuando su pequeo batalln de tanarukks intercept un segundo contingente de humanoides, uno que ella haba enviado a cortarles el escape por otra ruta. --Qu estn haciendo aqu? --le pregunt al sargento, aunque en realidad estaba contenta por los refuerzos--. Los asign a la Cmara de las Columnas para que vigilaran cualquier cosa que viniera del norte. --S --respondi el sargento. Era un espcimen fornido que les llevaba una cabeza a cualquiera de sus compaeros, su habla era viciada debido a los prominentes colmillos--. Pero tenemos noticias de que una fuerza mayor de enanos grises fue vista movindose a travs de la parte sur de Ammarindar, y una segunda patrulla, una

que haba sido apostada al norte y el este ha desaparecido por completo. --Por el Abismo --susurr Aliisza--. Qu est pasando? --Pens por un momento y luego le imparti rdenes a un pequeo escuadrn de tanarukks que regresara al palacio de Vhok para comunicarle las noticias, mientras ella y el resto de las fuerzas continuaban persiguiendo a los drows. Saben algo de todo esto, se dijo a s misma, mientras partan, y voy a averiguar que es. *** Pharaun ya no saltaba cuando fuera que Ryld regresaba silenciosamente despus de acechar por los rastros que dejaba el grupo, por lo que no mostraba ninguna reaccin cuando el guerrero se materializaba sbitamente en medio del grupo. Splitter segua guardada en la espalda del maestro de Melee-Magthere por lo que Pharaun saba que no estaban ante ningn peligro inmediato. Sin embargo, prest atencin cuidadosamente mientras su viejo amigo comenzaba a transmitirle un reporte a Quenthel en el lenguaje silencioso de los drows. Nuestros perseguidores estn tras nuestra pista nuevamente, sign el corpulento guerrero. Varias cuadrillas, todas cercando la grieta. Las cabezas de serpientes sisearon, haciendo eco de la irritacin de su seora ante las noticias antes de que Quenthel las calmara con una palabra susurrada. Cunto tiempo tenemos hasta que nos alcancen? Respondi ella. En la oscuridad, Pharaun vio que Ryld encoga los hombros. Tal vez diez minutos, no ms. Quenthel replic, Debemos descansar, al menos por unos minutos ms. Adems, Valas no ha regresado an. Averigua por qu camino fue. Le seal el cruce. Ryld asinti y se movi para examinar los muros cerca del tnel de tres caminos. Si Valas haba dejado alguna seal sobre que direccin haba tomado, Ryld la encontrara, y ellos podran continuar. Pharaun suspir, arrepintindose de haber sugerido que siguieran este camino para llegar a Ched Nasad. Pasar a travs de los dominios de Kaanyr Vhok haba sido una eleccin arriesgada, pero una en la que

Quenthel haba insistido, prefiriendo la velocidad antes que la seguridad. Por consiguiente, el grupo de mova a travs de Ammarindar, las antiguas propiedades de una nacin enana ms antigua an, y haca tiempo erradicada. Pharaun sabia que Kaanyr Vhok haba reclamado el rea desde la cada del Torren de las Puertas del Infierno, el cual estaba en algn lado arriba en el Mundo de la Superficie, un marqus demonio cambion era un anfitrin intensamente desagradable, por lo que recordaba Pharaun. La mayora de las caravanas evitaban su pequeo lugar de la Antpoda Oscura, por lo que los pasajes por los que andaban haban sido poco concurridos, y Pharaun haba esperado que eso ayudara a mantener la discrecin del grupo. An movindose lo mas subrepticiamente posible el grupo fue incapaz de evitar atraer la atencin de los servidores de Vhok, y varias de las patrullas del cambion estaban una vez ms persiguindolos sin descanso. Pharaun haba esperado que al haberse escabullido a travs del Araumycos habra abatido a los tanarukks, pero se dio cuenta de que ellos --o mejor la diablesa, supona l-- saba exactamente a dnde se diriga la expedicin, incluso si ellos mismos no lo saban. No dudaba de que incluso muchos ms se estaban desplazando para flanquearlos, interceptarlos antes de que pudieran salir de la regin y cruzar ms all del alcance de Vhok. La pregunta era Podran llevarles la delantera a las patrullas esta vez? Los Menzoberranyres no podan permitirse tener tratos con el seor demonio. Con las noticias que llevaban, era primordial evitar llamar la atencin sobre s mismos de cualquiera de las otras grandes razas de la Antpoda Oscura. Y a pesar de todo, Pharaun tena la zozobra de que no iba a ser un asunto sencillo. Ninguna parte del viaje a Ched Nasad iba a ser sencillo, de eso estaba seguro. Haba un riego a cada paso al igual que en juego de sava. A su modo, la decisin de Quenthel de aliviar al grupo de su equipaje extra --y de los acarreadores de equipaje-- haba sido fortuito. Poda avanzar a mayor velocidad sin los extras que la suma sacerdotisa haba insistido que llevaran inicialmente. El mago mir a Quenthel, sabiendo que ella luchaba entre la idea de avanzar ms rpidamente o estar muerta de cansancio de llevar un cargamento que le aplastaba los hombros cuando pensaba que nadie la estaba mirando.

Pharaun sospechaba que podran habrselas arreglado incluso con menos, y Quenthel poda todava aligerar su carga descartando ms provisiones innecesarias antes de que llegaran a la Ciudad de las Telaraas. Si se encontraban con otra pelea contra las hordas de Vhok, entonces sera ms pronto que tarde. Casi como si supiera que se estaban quedando sin tiempo, apareci Valas seguido de Ryld y Jeggred. El drow explorador trot hasta la interseccin y se acuclill cerca de uno de los muros del pasaje, tanteando distradamente una de las muchas baratijas que adornaban su chaleco. Mientras Pharaun y Quenthel se acercaban, Valas comenz rpidamente a comunicarse con las manos. Nuestra ruta nos lleva a una gran cmara adelante. Valas seal el pasaje por el que haba venido recin. Qu hay all? Sign Quenthel impaciente. El explorador se encogi de hombros y luego dijo con signos: Ms hongos, pero esta vez no bloquea nuestro paso. Casi estamos fuera del alcance de Vhok. Entonces, vmonos, replic Quenthel. Estoy harta de este lugar. Valas asinti, y el grupo parti nuevamente. Los pasajes a travs de los cuales los guiaba el explorador era una vez ms amplios y llanos, cortados de la roca de la Antpoda Oscura por hbiles manos enanos. Pareca que se estaban encaminando por la direccin en la que queran ir, ya que Faeryl coment ms de una vez que las cosas le comenzaban a parecer familiares. Con algo de suerte, estaran fuera de los dominios de Kaanyr Vhok y en los alrededores de las regiones patrulladas de Ched Nasad. Quenthel pareca contenta esta vez de dejar que Valas y Ryld interpretaran las antiguas runas Dethek inscriptas en los carteles de las haca tiempo abandonada ciudad enana e ir a donde sugeran, pro lo que Pharaun estaba sumamente agradecido. Cuanto antes llegaran a las comodidades de Ched Nasad, mejor se sentira, al menos fsicamente. El mago haba estado contemplando hacerle una sugerencia a Quenthel, proponerle que entraran a la ciudad discretamente. No crea que la suma sacerdotisa quisiera entrar marchando con sus estandartes desplegados y demandando ver a los representantes ms poderosos de las Casas Nobles para simplemente poder decirles que todo lo que tomaba era de ella, maldita fuera Ched Nasad. Tena que pensar el modo de convencerla de que se tragara

su orgullo e hiciera algo ms astuto en cambio. Sera mucho mejor para todos si no atrajeran tanta atencin sobre ellos mismos, al menos no en las calles de la ciudad. Adems, pens Pharaun, por qu quiero ser el husped de otro puado ms de madres matronas? Una posada, especialmente una posada particularmente esplndida, sera mucho ms satisfactoria. El truco, se dio cuenta, era como convencerla a Quenthel. Tratar de hacerlo parecer como que la idea de ella era la mejor opcin, pero desarrollar una buena y sutil manera de plantar la semilla era difcil cuando la suma sacerdotisa estaba preocupada. Ya haba demostrado ser difcil de manejar. Si la empujabas un poco demasiado fuerte, te volteaba de una cachetada solo por ser varn. Si no la empujabas lo suficientemente fuerte, estara demasiado ocupada con su mal humor tratando de ver qu era lo que tramabas frente a ella. Pharaun poda pensar en un nmero de argumentos que poda llegar a usar para convencerla en vez de tratar de engaarla para que hiciera lo que l quera, pero de nuevo, con Quenthel, l sabia que poda discutir hasta quedar sin aliento, y as y todo ella seguira negndose. Pharaun de pronto se dio cuenta de que el pasaje haba comenzado a ascender y bastante abruptamente tambin. Mir hacia arriba y vio a los otros trabajando para llegar a la cima de la cuesta. Una vez que llegaron a la cresta hicieron una parada, y Faeryl dijo algo suavemente mientras sealaba en la distancia. El mago se preguntaba que habran divisado. Apur sus propios pasos, y cuando los alcanz se detuvo. El panorama de una enorme y suavemente iluminada cmara le dio la bienvenida. Al menos asuma que era una enorme cmara. A juzgar por la curvatura de los muros, era bastante imponente, pero ms de la mitad estaba llena con el enorme hongo. Sacudi la cabeza, ms impresionado que nunca con el Araumycos. La totalidad de la cobertura era un solo organismo viviente, tan bien como poda determinarlo cualquier mago o sabio. Que esta fuera una parte diferente de la misma entidad que haban encontrado haca casi una hora era asombroso, pero saber que lo que haba visto, al menos hasta este punto, era todava una pequea parte de toda la cosa haca que le diera vuelta la cabeza. La cmara misma era natural, con una gigantesca estalactita negra que luca notablemente como un enorme colmillo justo a punto

de morder el hongo, siendo este el rasgo ms prominente. Era abundante tambin la evidencia del trabajo en las piedras de los enanos. Los drows haban entrado a un punto bastante alto a lo largo de los muros expuestos de la caverna, el pasaje desembocando a un amplio borde que pasaba por encima del suelo. Una importante rampa, lo suficientemente amplia como para que pasaran varias carretas de lado a lado, descenda desde este borde del lado izquierdo, entrando en una serie de caminos en zig zag que se entrecruzaban por los costados de la caverna debajo del borde hasta que llegaban al suelo. All, una carretera llana y pavimentada llevaba a intersecciones esparcidas a lo largo del suelo donde otras carreteras se lanzaban a ms caminos en zig zag, eventualmente subiendo a un nmero de tneles. En muchos casos, las sendas simplemente desaparecan debajo del masivo hongo gris pastel. A los ojos de Pharaun, el lugar entero podra haber sido una pequea ciudad, similar a una porcin de Menzoberranzan, excepto por dos diferencias notables. Primero, la arquitectura era obvia y repulsivamente enana, todo grueso y cuadrado y anodino a la vista. Segundo, estaba la dbil pero penetrante luz, la cual pareca brillar desde casi todos lados y le daba a la cmara completa, de hecho a toda la superficie de piedras, un brillo gris enfermizo. En Menzoberranzan, el felpudo de la ciudad era la oscuridad solo quebrantada por ricos y lujosos matices de violeta, verde y mbar esparcidos a travs del suelo y techo de la caverna. Aqu, todo era visible, brillando por medio de alguna luz mgica que lo iluminaba todo, pero nada tena color. El mago elfo oscuro extraaba su hogar, ansiaba sentarse en los balcones de la Academia y mirar la ciudad. Anhelaba incluso el simple placer de observar Narbondel, su rojo resplandor marcando las horas del da y la noche. En el desierto, Pharaun haba descubierto que sin la familiaridad del gran reloj de la Ciudad de las Araas estaba perdiendo toda nocin del tiempo, aunque tena otros medios mgicos de seguir su paso. Por un breve momento, Pharaun se pregunt si alguna vez volvera a ver Menzoberranzan de nuevo, y sinti un toque de... de qu? Tristeza? As era como se senta la tristeza? Era extrao, y el mago se determin a sacrsela de encima. Lo que necesitas es un lindo bao de aceite caliente, Mizzrym, seguido de un buen golpe por un maestro masajista y andars alegremente enseguida.

Con ese pensamiento alentador, el mago se enderez y volvi su atencin a sus compaeros. Valas haba bajado por la rampa y haba llegado al primer camino en zig zag. Desde el ventajoso punto de vista de Pharaun, el diminuto explorador verdaderamente pareca pequeo, dndole al maestro de Sorcere un mejor sentido de la escala de la cmara. Quenthel, Faeryl, Jeggred y Ryld, mientras tanto, estaban descendiendo por el aire a la siguiente seccin del camino y estaban a mitad camino, cayendo en grupo sueltamente. Pharaun se ri por lo bajo, preguntndose como todava la Seora de la Academia estaba afanndose con su equipaje. Bueno, pens Pharaun, ese bao de aceite te est esperando. Dio dos pasos hacia el borde del balcn para seguir a la suma sacerdotisa y a los otros, cuando sinti mas que escuch un alboroto detrs de l.

_____ 3 _____ Khorrl Xornbane no pudo evitar ponerse levemente tenso mientras la puerta de la caseta privada donde se sentaba se abra parcialmente. Su mano baj instintivamente para sujetar el hacha doble a su lado. Incluso cuando Zammzt se desliz a travs de la angosta abertura con suaves pasos y se acomod en una banqueta con cojines del lado opuesto de la mesa, el duergar no se relaj. Mir cautelosamente a travs de la particin aun abierta hacia el pasillo ms all, buscando ver quien podra estar acechando en las sombras, vindolos encontrarse. Solo haba otros tres individuos all, y ninguno pareca estar prestndole atencin a Zammzt. Dos drows vestidos de mercaderes, guiados por un tercer elfo oscuro quien obviamente era un anfitrin de la Copa Resplandeciente, se dirigieron a otra caseta y desaparecieron dentro. Khorrl frunci el entrecejo mientras el anfitrin se demoraba un momento ms. El sirviente apenas lade la cabeza a un costado, aparentemente escuchando algo que se deca dentro del cubculo de encuentro, hablado demasiado suavemente como para que lo

pudiera oir un duergar. Est ordenando un trago simplemente, pens el duergar. No hay necesidad de ponerse inquieto. A pesar de su autoadmonicin, Khorrl saba que no descansara fcilmente por al menos uno o dos minutos ms. No sera la primera vez que un tonto se hubiera dejado seguir durante un encuentro con el mercenario duergar, y no quera estar en semejante posicin nunca ms, atrapado desprevenido y obligado a pelear para escaparse. No solo que apenas haba logrado escapar sino que le haba tirado su reputacin por el suelo. Esa parte lo haba enojado ms que nada. Finalmente, cuando estuvo seguro de que nadie los estaba estudiando de encubierto, Khorrl se relaj, aunque tuvo que soltar conscientemente el apretn sobre el hacha doble. Mir al otro lado de la mesa a Zammzt, notando la falta de la insignia de la Casa en toda la vestimenta sencilla del drow. Por su parte, Zammzt se estaba reclinando despreocupadamente sobre la banqueta con almohadones, la ms mnima insinuacin de una sonrisa en su rostro. A pesar de que Khorrl no se consideraba un gran juez sobre la atraccin, especialmente en otras especies, estaba claro que la cara de Zammzt estaba lejos de ser notable. El drow era de una apariencia demasiado ordinaria. Si no fuera porque ya serva una Casa noble, nunca habra llegado a ms que un artesano comn, un escaln ms arriba que un esclavo pero poco ms que eso. Khorrl supona que el hecho de que fuera un negociador tan astuto era la nica gracia salvadora del elfo oscuro. --Te aseguro que no me siguieron --dijo Zammzt, interrumpiendo las meditaciones del duergar--. Lo habra sabido si alguien hubiera tratado de hacerlo, y no hay razn para que alguien lo hiciera. --Por qu piensas que estaba preocupado por eso? --pregunt Khorrl, acomodndose--. No te he acusado de nada, todava. --El aspecto avinagrado de tu cara y las miradas furtivas que sigues echando hacia la puerta son lo suficientemente claras --replic el elfo oscuro--, aunque no cuestiono tus preocupaciones. Sin duda estars contento de saber que te he observado tu llegada desde una posicin segura y te dir que nadie te sigui tampoco. Khorrl se tens levemente de nuevo, tratando de decidir si deba sentirse insultado o impresionado. Pocas criaturas se las haban apaado para estudiarlo inadvertidamente, por cierto no en los ltimos aos. Que l no se diera cuenta de las observaciones de

Zammzt era sorprendente, si las afirmaciones del drow eran ciertas. El duergar entrecerr los ojos, preguntndose si el elfo oscuro estaba meramente mintiendo para impresionarlo. Lo dudaba, aunque... --Entonces debes sentirte lo suficientemente seguro como para hablar libremente, hmm? --pregunt Khorrl, acosndolo a su compaero de casilla para ver cual sera su reaccin. La sonrisa de Zammzt se profundiz apenas mientras mova su mano en seal de despedida y volvi su mirada a la mesa frente a l. --Por supuesto --dijo--. Aunque pensara que preferiras esperar hasta que el anfitrin nos haya trado las bebidas primero. --Ya las he rechazado --replic Khorrl, dando su propia seal de despedida--. No me molesta compartir mientras estoy haciendo negocios. --Como estoy bien enterado, Maestro Xornbane, por tu reputacin. Yo, sin embargo, ya he pedido que nos traigan un refrigerio a la caseta. Creo que lo escucho venir ahora. Khorrl volvi su mirada por un mero instante haca la abertura de la puerta, incluso a medida que habra su boca para indicar que no haba escuchado nada. Comenz a darse vuelta haca Zammzt, pero luego volvi a mirar rpidamente, sin poder creerlo pero el anfitrin de la otra caseta haba aparecido al final del pasillo con una bandeja de bebidas. Khorrl cerr la boca de golpe mirando como el sirviente primero entregaba un par de bebidas a otra caseta, luego se diriga a l y su acompaante. Aparentemente, adems de su sorprendente habilidad para seguir y vigilar alguien, Zammzt tambin posea un odo excepcional. Despus entregar la bebida y preguntar si el duergar haba cambiado de opinin y quera algo, el anfitrin parti. Zammzt se levant y cerr por completo la puerta. --Creo que es seguro que discutamos nuestro negocio --dijo el elfo oscuro, sus ojos rojos brillando con satisfaccin mientras tomaba un sorbo de su jarra helada. Despus de un largo trago, suspir encantado y dijo:-- Todo est listo. Deberas estar recibiendo la entrega del primer pago al da siguiente. Khorrl mir detenidamente al drow por un largo rato antes de finalmente asentir. --Y la cantidad es satisfactoria? --pregunt el mercenario duergar--. Ninguna de mi gente va a la ciudad hasta que sepa que nos pagarn lo que dije.

--Absolutamente. Mi Seora me ha pedido que te informe que tu tarifa es ms que satisfactoria. Considera que es un precio menor a pagar por los servicios que proveers. --Hmph --gru Khorrl evasivamente--. Eso quedar por verse, no? Si me deja colgado en medio de la batalla, no habr sido ni de cerca lo suficiente, y lo sabes. Zammzt le dio esa sonrisa de complicidad y asinti en conformidad. --Solo puedo asegurarte que ella y sus aliados tienen la intencin de llegar hasta el final con esto. Una vez que pongan un pie sobre este camino, no hay vuelta atrs para ellos tampoco. Deberas ser bien consciente de ello. --Quizs, pero si las cosas se ponen feas para nosotros --dijo Khorrl, recorriendo con sus manos su clava cabeza gris--, yo vendr a buscarla personalmente. --Por favor, por favor. No hay necesidad de lanzar amenazas aqu. El pago inicial est llegando. Tan solo asegrate que tienes al primer grupo listo para marchar cuando llegue. Khorrl asinti, ms firmemente esta vez. Nunca haba renegado de un contacto antes, y no estaba por hacerlo ahora. Le estaban por pagar a su clan una suma exorbitante, y su empleador lo consideraba un dinero bien invertido precisamente por esa reputacin. El Clan Xornbane poda ser meramente una banda de mercenarios en el esquema mayor de la jerarqua duergar, pero l siempre se haba asegurado de que honraran sus compromisos. Eso no iba a cambiar mientras l fuera el jefe del clan. --Estarn all --dijo l finalmente. --Excelente --replic Zammzt--. Mi seora cuenta con ello. A pesar de tu ayuda, derribar las Casas rivales no ser fcil. Es por eso que ella y sus aliados te estn pagando un generoso adelanto. Khorrl frunci el entrecejo nuevamente, pensando en el trabajo que le esperaba por delante. El drow tena razn; derrocar una Casa Noble, incluso cuando su propio clero estaba vulnerable, no era una hazaa menor. Se esperaba que l y sus hombres derribaran a varias. El clan sufrira bajas en esto, sin dudas, aunque haban estado ansiosos por aceptar este contrato en particular. La suntuosa recompensa de ayudar a los elfos oscuros a destruirse mutuamente slo palideca levemente en comparacin con el pago en s mismo. Aquellos entre el Clan Xornbane que sobrevivieran recibiran una mayor parte por su trabajo que lo que

haban recibido entre los cuatro contratos anteriores juntos. Vala la pena la prdida de tropas, especialmente entre las razas inferiores de las mayores categoras. Por el Abismo, pens Khorrl. Incluso podra considerar retirarme para cuando terminemos con esto. --Haremos por lo que se nos pagar para que hagamos. Conoces nuestra reputacin --dijo el duergar, recorriendo afectadamente su mano a lo largo del mango de su hacha doble--. Aunque me sentira mucho ms seguro si supiera que tus sacerdotisas no se encontrarn de golpe besadas por la reina araa en medio de la batalla. Sera nuestra cada, y la vuestra tambin, ms probablemente. Zammzt extendi sus manos en un gesto de aplacamiento. --Eso es un riesgo, seguro --lo dijo casi sonando como disculpndose--. Pero la oportunidad para mi seora y la de sus coconspiradores vale la pena. Descansa seguro de que no sers olvidado en todo esto. Ella espera el momento en el que pueda agradecerte desde su nueva posicin como una de las ms altamente posicionadas madres matronas en la ciudad. Khorrl asinti por ltima vez y se prepar a partir. --Muy bien entonces --dijo--. Estaremos esperando por la primera paga. El plan est establecido. Se levant llevando consigo su hacha doble. Antes de abrir la puerta se volvi a mirar de nuevo al elfo oscuro, quien pareca contento de quedarse un rato a terminar su trago. Khorrl atrap la mirada del drow y la sostuvo. --Estamos comprometidos ahora --dijo el enano gris--. No hay vuelta atrs. Correr sangre en Ched Nasad. Recuerda mis palabras. *** Girando, Pharaun llam a su espada mgica desde el anillo a su mano, y cerr su piwafwi, antes de que se hubiera dado la vuelta completamente. Mientras giraba para colocarse en una posicin defensiva, soltando la espada para que danzara en el aire frente a l, busc en los bolsillos de su piwafwi, eligiendo de memoria y sintiendo los componentes que necesitaba para conjurar un hechizo. Quizs a unos doce pasos de Pharaun, una puerta de trmula luz azul, similar a un portal extra dimensional de los que le gustaba usar a Pharaun mismo, se estaba cerrando justo, desapareciendo del plano. La adorable criatura que haba divisado brevemente durante la

batalla contra los tanarukks estaba parada justo frente a la puerta, su sonrisa acentuando su arqueadas cejas mientras lo miraba, con los brazos cruzados bajo sus prominentes pechos. Pareca encontrar la ondulante y flotante espada en particular, interesante. --Lo siento, Te asust? --ronrone ella y Pharaun encontr que su voz era deliciosamente ronca. --Oh, est todo bastante bien --replic el mago, mirando fijamente a la diablesa de pies a cabeza. Estaba vestida de cuero ajustado y negro, y mientras que sus botas altas hasta los muslos y un corset estaban lejos de ser prcticos como vestimenta para viajar para un drow, l tuvo que apreciar la efectividad del conjunto. Decidi que complementaban sus alas tan bien. Me preguntaba cuando apareceras nuevamente --dijo Pharaun, notando con su segundo recorrido con la mirada las numerosas dagas que sobresalan de su cinto y desde el borde de sus botas. Un anillo encantado que usaba l le permiti determinar que una de esas dagas era obviamente mgica, al igual que larga espada atada a su muslo derecho. Tambin le llam la atencin un anillo que llevaba en su dedo izquierdo, porque irradiaba un fuerte duomer protector. --Entonces me has estado esperando. Qu encantador! --dijo ella, paseando tranquilamente hasta un sector del balcn y sentndose, apoyando su espalda y descansando sobre sus manos mientras levantaba una larga pierna para apoyarla sobre la baranda. Pareca ignorar el hecho de que la espada danzaba a su alrededor mientras se desplazaba, mantenindose entre ella y el mago--. Arruina un poco mi gran entrada, supongo, pero de nuevo, dudo de que ests terriblemente impresionado con trucos de saln como los mos. --Al contrario --respondi Pharaun, movindose para tomar asiento a unos pocos pasos pero manteniendo la posicin de la espada entre ellos dos--. Siempre estoy encantado de conocer a un colega que tambin practique la magia. No te imaginas lo aburrido y triste que puede llegar a ser, viajar con compaeros poco imaginativos que no pueden apreciar la diferencia entre una adivinacin y una invocacin. Barri su brazo por un costado en direccin general hacia donde estaban los otros drow, quienes se encontraban bien lejos abajo y fuera del alcance el odo.

A pesar de sus modales casuales, el mago estaba alerta y bastante cauto. Estaba seguro de que la diablesa lo estaba midiendo tan crticamente como l hacia con ella, y consideraba todo cuidadosamente antes de abrir la boca. Ciertamente no quera revelar algo que pudiera meterlo en problemas con ella mas tarde. Sin embargo, estaba bastante seguro que ella ya saba donde estaban el resto de sus compaeros, y sealar sus posiciones all abajo en la caverna no era revelar un gran secreto. --No ests tan seguro --dijo ella, jugando distradamente con un lazo del costado de su corset--. Puedo imaginarme tu apuro bastante bien. Te olvidas de la cofrada con la que normalmente estoy. No pueden apreciar mucho ms all de la prxima oportunidad en que comern o estarn en celo, mucho menos la complejidad que requiere realizar un buen hechizo. Qu puede hacer una chica con eso? Cuando termin, ella le dio a Pharaun lo que ste asumi deba ser uno de sus mejores pucheros. --S, entiendo tu punto de vista --dijo el mago, rindose--. No hay muchas opciones... frecuentar a los varones o buscar un entretenimiento ms refinado. No te culpo por escaparte de ellos de vez en cuando. --Oh, nunca me mantengo demasiado alejada de ellos --dijo la demonio, mirando al mago llanamente--. Uno u otro podra meterse en problemas. Pharaun asinti levemente, reconociendo la pista. Aun as, no pudo evitar sonrer, encantado como estaba de poder involucrarse en tan astuta insinuacin. Esa era otra cosa que extraaba desde que haban dejado Menzoberranzan. No solo era que la mayora de los drows mostraba una total falta de humor, sus compaeros parecan ms serios de lo normal, aunque dadas las circunstancias, eso no era del todo inesperado. Pero eran un grupo bastante reservado. Quenthel estaba escalando demasiado ferozmente para mantener el liderazgo como para gastar el tiempo disputando mentalmente con el mago, Faeryl deca poco o nada, Valas difcilmente estaba en las cercanas y las discusiones de Jeggred tenan un tpico singular para ellos. Pharaun haca rato se haba cansado de escuchar los deseos del draegloth de acabar con sus enemigos de una forma u otra. Ryld siempre haba estado ms dispuesto a conversar con l que el resto, pero incluso el guerrero se

haba vuelto taciturno la mayor parte del viaje. Con la excepcin de unas pocas breves discusiones respecto a los mtodos rudos de Quenthel, ellos simplemente haban dejado la chanza que siempre haba caracterizado la amistad entre ellos. No es que Ryld no le hablara, admiti Pharaun para s mismo, pero definitivamente las cosas no eran como antes. Antes de que lo dejara para morir durante la insurreccin, concluy el mago, suspirando internamente. Ryld haba aceptado las disculpas del mago despus, afirm entender la necesidad de ello, pero en realidad la amistad de ambos haba sido daada. No era que Pharaun sintiera ninguna culpa en realidad sobre la decisin tomada. Simplemente extraaba los beneficios de la amistad. --Me parece que ests apesadumbrado con pensamientos lgubres, digo. Pharaun dio un respingo dndose cuenta de que la diablesa le haba estado hablando durante sus meditaciones. A medida que volva a concentrar su atencin en ella, se dio cuenta de que la espada se haba desplomado por la falta de atencin y la volvi a poner en guardia. Furioso consigo mismo por haber relajado su vigilancia, llam de vuelta al arma y la hizo desaparecer en su anillo. No hay razn para mantenerla fuera, pens tristemente. Si ella hubiera querido atraparla y atacarme, ya tuvo la oportunidad perfecta. El mago inclin levemente su cabeza, disculpndose en silencio por su lapso en sus modales. La alu solo sonri. --Ciertamente no querras escuchar mis problemas --dijo l al fin, con tono alegre--. Obviamente viniste aqu a visitarme por otras razones. --De nuevo, no ests tan seguro --replic la diablesa, levantndose y estirndose perezosamente--. Se requiere ms que una serie de eventos extraordinarios para traer un grupo de elfos oscuros a