Fragmentos de Polémicas

11
FRAGMENTOS DE POLÉMICAS Directores vs. Críticos Por Diego Batlle Publicada en http://www.otroscines.com/ el 18/9/2014 En el Número 1 de Revista de Cine Filippelli, Llinás, Wolf, Moreno, Villegas, Hevia y Oubiña cuestionan a la crítica y se reparten halagos, como si no sólo quisieran el monopolio de las imágenes sino también el del discurso. -Aclaración 1: Celebro la aparición de Revista de Cine. No sólo porque la creación de un emprendimiento editorial constituye hoy una épica, una proeza, sino porque muchos de sus impulsores y no pocos de sus contenidos son decididamente valiosos. Más allá del tono de mi texto, recomiendo con entusiasmo a los cinéfilos que la consigan, la lean y -claro- la discutan (discutamos). -Aclaración 2: Aunque seguramente esta columna será leída por muchos como una defensa corporativa de los críticos, no es esa mi intención. En este sitio, en redes sociales y en actividades públicas de FIPRESCI Argentina y del BAFICI me expresé con absoluta crudeza sobre la crisis de este oficio, la creciente pérdida de espacios y su cada vez menor incidencia en el panorama cinematográfico local, pero eso no significa que tenga que convalidar todos los cuestionamientos que se nos hagan. Las 136 páginas de la revista-libro tienen a la crítica como uno de sus ejes y a Cahiers du Cinéma (y a Serge Daney) como uno de sus principales motores. También hay un bello texto de Beatriz Sarlo sobre la Sala Leopoldo Lugones y ensayos de los más variados (Mariano Llinás sobre Fritz Lang, Rodrigo Moreno sobre Michael Haneke, etc.). Pero no casualmente esta primera edición arranca con un largo diálogo (ocupa 15 páginas con ilustraciones) entre los 7 integrantes del Comité de Dirección. Lo que en principio parece una charla cinéfila sobre tópicos históricos más o menos

description

.

Transcript of Fragmentos de Polémicas

FRAGMENTOS DE POLMICAS

Directores vs. CrticosPor Diego BatllePublicada en http://www.otroscines.com/ el 18/9/2014

En el Nmero 1 deRevista de CineFilippelli, Llins, Wolf, Moreno, Villegas, Hevia y Oubia cuestionan a la crtica y se reparten halagos, como si no slo quisieran el monopolio de las imgenes sino tambin el del discurso.

-Aclaracin 1: Celebro la aparicin deRevista de Cine. No slo porque la creacin de un emprendimiento editorial constituye hoy una pica, una proeza, sino porque muchos de sus impulsores y no pocos de sus contenidos son decididamente valiosos. Ms all del tono de mi texto, recomiendo con entusiasmo a los cinfilos que la consigan, la lean y -claro- la discutan (discutamos).

-Aclaracin 2: Aunque seguramente esta columna ser leda por muchos como una defensa corporativa de los crticos, no es esa mi intencin. En este sitio, en redes sociales y en actividades pblicas de FIPRESCI Argentina y del BAFICI me expres con absoluta crudeza sobre la crisis de este oficio, la creciente prdida de espacios y su cada vez menor incidencia en el panorama cinematogrfico local, pero eso no significa que tenga que convalidar todos los cuestionamientos que se nos hagan.

Las 136 pginas de la revista-libro tienen a la crtica como uno de sus ejes y aCahiers du Cinma (y a Serge Daney) como uno de sus principales motores. Tambin hay un bello texto de Beatriz Sarlo sobre la Sala Leopoldo Lugones y ensayos de los ms variados (Mariano Llins sobre Fritz Lang, Rodrigo Moreno sobre Michael Haneke, etc.).

Pero no casualmente esta primera edicin arranca con un largo dilogo (ocupa 15 pginas con ilustraciones) entre los 7 integrantes del Comit de Direccin. Lo que en principio parece una charla cinfila sobre tpicos histricos ms o menos previsibles (losCahiers, Agee, Bazin, Antonioni, Hitchcock, Lang, Eisenstein) y algunos autores contemporneos (Miguel Gomes, Albert Serra), va derivando poco a poco hacia el ajuste de cuentas, la desvalorizacin, las comparaciones forzadas y una sensacin de enorme desprecio.

-Arranca Rodrigo Moreno:Es como si a la crtica no le importaran tanto las pelculas () Hay crticos que vayan a la Lugones? Vos viste a algn crtico en la Lugones? Nunca, jams

-Sigue Mariano Llins:Cuando voy al BAFICI puedo ver diez pelculas realizadas ese ao donde la esperanza existe todava. En cambio, no leo una sola crtica donde la esperanza est. Yo siento que la crtica es mucho ms resignada que la produccin de pelculas.

Hasta aqu, slo una generalizacin injusta (somos muchos los crticos que nos formamos en la Lugones) y una mxima de Llins con la que no puedo ms que disentir: yo tengo una enorme esperanza, por ejemplo, ensucine y creo haberlo transmitido cuando escrib sobreHistorias extraordinariascinco minutos despus de haberla visto en la funcin matinal del BAFICI.

Pero el segmento ms polmico es el denominado:La crtica y el Nuevo Cine Argentino. Veamos:

En un principio, hay un par de conceptos que valoran algunos aspectos de la crtica de los aos 90.

-Dice Llins:Exista la sensacin de que haba -para usar una gran palabra- una batalla contra un enemigo comn. Y en cada nueva pelcula se dirima un momento ms de esa batalla. Cada buena pelcula era un avance contra ese enemigo que era el cine viejo mientras que una pelcula mala era una concesin, un round ganado por el cine viejo. Y todos veamos apasionadamente ese tire y afloje. La crtica tuvo esa intervencin y tuvo ese norte. Eso era una crtica fuertemente politizada.

-Opina Moreno: No haba (entre los directores) una idea de desafo. Eso vino despus. El desafo al sistema de produccin que la crtica vio en esas primeras pelculas, en realidad, vino despus. Las primeras pelculas se hacan como se hacan porque no haba otra manera: no exista una idea poltica. Trapero nunca dijo: Vamos a oponernos, lo que dijo fue: Quiero filmar () Fue la crtica la que aplic un discurso que ninguno de los que hacamos pelculas durante esos aos tena.

-Y sigue Moreno:Primero, los crticos nos impusieron un discurso y, despus, se desilusionaron porque decan que los directores se haban convertido en otra cosa, que se haban integrado al sistema.

-Ms de Llins:Uno tambin se puede desilusionar de la crtica. Cuando todos los crticos se enamoraron deEl secreto de sus ojosy no le dieron bola a una serie de pelculas que ese mismo ao haban sido verdaderamente novedosas, en ese momento yo siento que pas algo.

-Y responde Filippelli:Haba pasado antes, Mariano. Porque mientras ustedes hacan pelculas, Quintn deca queNueva Reinasera una obra maestra.

-Y llega el cierre:Villegas:Rodrigo (Moreno) escribi sobre m yo escrib sobre l.Llins:A m hay algunas crticas que me gustaron. Una es la de Santiago Palavecino.Oubia:Entonces, la conclusin es que, en el Nuevo Cine Argentino, los cineastas dijeron cosas ms interesantes que los crticos. Y eso es un problema. Al menos para la crtica cinematogrficaMi(s) respuesta(s)

Arranqu escribiendo de cine en la revistaLa Magaall por 1991 (tambin colabor en algunos de los primeros nmeros deEl Amante, pero no recuerdo haber opinado demasiado sobre cine argentino). Entre 1992 y 1994 hice crtica tambin enClarny, a partir de 1998, enLa Nacin(donde gentilmente an me soportan).

Este resumen de mi currculum viene a cuento porque form parte de esa crtica joven que irrumpi en los medios masivos en aquellos aos 90 y que fue clave en detectar el Nuevo Cine Argentino deRapado,El acto en cuestin,Picado fino,Graciadi,Pizza, birra, fasoyMundo gra(por nombrar slo algunos films clave de esa dcada).

Cuando le por primera vez el texto con la desgrabacin de la charla me provoc una gran irritacin. Me pareci no slo injusto, sino tambin un intercambio dominado por la egolatra, la ingratitud y la generalizacin (siempre es la crtica). Ahora que rele el dilogo varias veces siento que no es para tanto, pero -as como de alguna manera se habla de la decadencia de la crtica (que es real)- falta en la charla un mnimo de autocrtica Fuimos los crticos quienes abandonamos a los directores del Nuevo Cine Argentino? Por qu los decepcionamos?

Yo nunca milit por el Nuevo Cine Argentino. No soy amigo de ninguno de estos directores (s de Sergio Wolf, pero desde mucho antes que cambiara de bando, je). Tampoco creo haber participado de ninguna campaa junto a Quintn, Gustavo Noriega, Diego Lerer o cualquiera de los que empezamos a escribir en aquella poca. Seguramente discutimos las pelculas en bares y festivales, pero jams nos dijimos:Vamos a apoyar a este o a atacar a tal otro. Ms bien compartamos un mismo entusiasmo cuando descubramos las primerasHistorias Breves,Pizza, birra, faso,Mundo gra,Bolivia,La cinagaoLa libertad. Ni ms ni menos que eso.

Como en todo perodo de cambio (y aquella fue una pequea, modesta revolucin dentro del anquilosado cine argentino post 1983) habremos cometido ms de un desatino, nos habremos entusiasmado de ms con algn talento que no fue tal y nos habremos olvidado de alguien que mereca ms apoyo. Pero todo fue hecho desde la ms absoluta honestidad intelectual. No eran mis amigos, no coproduje a nadie. Los nicos motivos fueron el entusiasmo y -Llins dixit- esa esperanza en que era el momento para que todo cambiara. El mismo entusiasmo, la misma esperanza que me generaron varios aos despusHistorias extraordinariasy dos films cuyos lanzamientos auspiciamos desdeOtrosCines.com:El estudiantey ahoraMauro.

Nos volvimos ms viejos, s, y probablemente ms perezosos. Quienes hoy tienen entre 20 y 40 aos no quisieron (o no pudieron) tomar la posta (y eso que hay decenas de blogs especializados), pero no todo es culpa de la decadencia de la crtica, tan desprotegida, tan precarizada. Tambin el Nuevo Cine Argentino envejeci mal (con las excepciones honrosas del caso). As como saludamos la irrupcin de Trapero, Caetano, Martel o Rejtman; as como luego elogiamos a Alonso, Murga, Lerman o Llins, tambin es cierto que han pasado dos dcadas de aquella explosin y entre los ms de 100 estrenos argentinos anuales no aparece sino en cuentagotas esa (re)renovacin. Si los crticos nos aburguesamos, muchos de los cineastas surgidos en los 90, tambin.

La charla cierra -y no es un detalle menor o una decisin editorial inocente- con la frase lapidaria la conclusin es que, en el Nuevo Cine Argentino, los cineastas dijeron cosas ms interesantes que los crticos.Ms all de que Wolf (en la revistaFilm) o Villegas (enEl Amante) hayan escrito sobre cine argentino en aquella poca, me parece esa una conclusin temeraria, injusta, indigna.Hicimos las pelculas y tambin las pensamos mejor que nadie, sera la moraleja.Ningn crtico es tan bueno ni tan inteligente como nosotroses lo que se desprende de la charla.

No voy a ser tan obvio como para salir en defensa de lo que escribieron antes y ahora mis colegas ni tan desagradecido como desmerecer pelculas tan importantes comoSbado,Yo no s qu me han hecho tus ojos,Historias extraordinariasoEl custodio(por citar algunos ttulos de quienes participaron de la charla), pero esta idea tan argentina de colgarse medallas, de ver quin la tiene ms larga, me resulta una autntica burrada.

Soy de quienes creen que hay dilogos virtuosos, alianzas tcitas, solidaridades inesperadas que nacen no de componendas ni de acuerdos programticos sino de motivaciones ms ntimas, de un espritu de poca. Quizs nuestro tiempo ya pas, ya hicimos el aporte que podamos dar. Y est bien reconocer las limitaciones. Tambin puede ser que este (Nuevo) Nuevo Cine Argentino no sea tan interesante ni motivador ni provocador como lo fue el de fines de los 90 y comienzos de los 2000. Y que muchos de esos directores estn ms interesados hoy en cobrar el subsidio del INCAA y cerrar la coproduccin con Francia que en cambiar el estado de las cosas. Est todo bien, no soy quin para juzgar a individuos ni grupos. Cada uno construye su carrera como quiere y como puede.

En cuanto a los desvalorizados crticos de hoy, slo me queda pedir un poco de grandeza. Si -como dicen- nuestro aporte actual ya no es relevante, djenos -al menos- disfrutar de aquellos pequeos logros que tuvimos en el pasado.

PD: Y, s, Filippelli,Nueve Reinasfue una obra maestra (yEl auratambin).Los siete samurais y lacinefiliaPublicada enPerfilel 21/9/14porQuintn

Dirigida por Rafael Filippelli, con Sergio Wolf como secretario de redaccin, un comit integrado adems por Mariano Llins, Hernn Hevia, Rodrigo Moreno, David Oubia y Juan Villegas acaba de aparecer laRevista de cine, cuyo nombre recuerda aLa revue du cinma, publicacin francesa que fue un antecedente de los clebresCahiersdu cinma.La mencin a losCahierses oportuna porque laRevistaest impregnada por un ajuste de cuentas con lapoltica de los autoresque se gest all en los aos 50 para diseminarse e influir en los crticos de todo el mundo, incluida esta orilla del Ro de la Plata. As, el ltimo artculo de laRevistaes la traduccin de un artculo de losCahiersactuales que se llama Las 10 taras del cine de autor, donde se renegara de las viejas ideas. El primer artculo, a su vez, marca la lnea editorial. Se trata de una conversacin entre los redactores centrada en la crtica argentina de los ltimos aos en la que predominan la confusin, el rencor, el ninguneo y el lamento de directores que se quejan porque no son acompaados por los crticos como se lo merecen. En ese aspecto, se acercan a la tradicin ms industrial, nacionalista y vetusta del cine local.El resto de las 136 pginas contiene unas cuantas notas orientadas a dotar a la revista de prestigio cultural, a abrumar al lector con anlisis minuciosos o a proseguir la batalla por refundar (o refutar) la crtica desde una perspectiva entre acadmica e insidiosa, con pocas aristas originales. Pero tambin hay una nota muy recomendable de Villegas en la que el autor discute consigo mismo el sistema de subsidios del Incaa que resulta en pelculas mucho ms caras y ms mediocres de lo que sera deseable.Y tambin estn las dos notas de Mariano Llins, el ltimo caudillo del cine argentino, que le aportan vitalidad al estilo ms bien lgubre de laRevista. Autor de una obra escasa pero interesante como director y bastante fallida como productor, Llins es un personaje colorido, cuyo liderazgo megalmano recuerda (en otra escala) al de Glauber Rocha. Llins quiere ser la voz de una generacin y librar una guerra internacional contra el cine dominante. En el elocuente artculo titulado Nuestros demonios Llins la emprende contra la industria, el profesionalismo, los fondos europeos y el Incaa, esa Gran Usina Reaccionaria. En el otro, intenta demostrar que Fritz Lang fue un artista en la Alemania de la UFA, cuando trabajaba con su esposa nazi, pero fue mero empleado insatisfecho que haca banalidades en Hollywood. Llins, polemista intenso y chicanero, busca afirmar su propia posicin artstica y para eso repasa con desdn la pelculas americanas de Lang. Tramposamente, omite las ltimas y se detiene antes de llegar aMoonfleet(1955), una obra maestra que Serge Daney tena entre sus favoritas. LaRevista, cholula con los nombres importantes, incluye un homenaje a Daney escrito por Vctor Erice. Daney dice que enMoonfleetel protagonista elige a su padre por fuera de la genealoga y as define la cinefilia, esa pasin plebeya, liberadora y enemiga de las jerarquas contra la que se construyen intentos resentidos como los dePositifo laRevista de cine. Despus de tanto tiempo, la cinefilia sigue teniendo algo indigerible.A nuestros crticosPor Mariano LlinsPublicado en http://www.otroscines.com el 29/9/2014

En vista de la irritacin que ha generado una charla sobre la crtica, incluida en laRevista de Cine, de la que formo parte, me permito (a ttulo estrictamente personal), citar unas frases que he encontrado en otra revista, publicadas muchos aos atrs.

() La crtica puede haber contribuido en pequea medida a mejorar el gusto del pblico, pero su tarea principal no ha sido esa sino la de mejorar el cine mismo. Y esta sigue siendo su justificacin y su nica esperanza. La crtica de un film es una discusin sobre el cine del futuro. Es una manera de sealar lo que est en juego en un momento dado de la historia del cine. Una crtica no es mejor cuando es ms precisa en sus matices, ms justa en su evaluacin, sino cuando toca los problemas y las categoras que hacen a lo complejo y oscuro del film, cuando seala los puntos que deciden si una pelcula hace progresar al cine o lo estanca en la falsedad y la rutina. Cuando est a la altura de su objeto, cuando descubre lo que se juega verdaderamente. Ya es hora de rectificarnos: los clientes de la crtica no son en el fondo los cinfilos sino los realizadores. No los que atesoran los valores y las delicias del pasado, sino los que piensan en las pelculas por venir. En el mundo del cine hay una oculta y curiosa evidencia. A pesar de las protestas en contrario, los directores son extremadamente sensibles a las crticas. Y esto no ocurre porque estas influyan en el xito o el fracaso comercial. Aunque ganen fortunas con un film, a los directores les afectan las crticas adversas y los complacen las favorables de un modo que los crticos no llegan generalmente a imaginar. Y esto no ocurre por mero narcisismo, por inseguridad ni porque los crticos detenten la verdad sobre el valor de las obras. Sino porque la intervencin crtica vuelve a confrontar al realizador con las elecciones ticas y estticas que debi resolver para hacer el film, an con los que no ha visto como tales. A veces, incluso, el crtico es el nico que lo hace. La admiracin del pblico, el servilismo de los periodistas estn hechos de una sustancia totalmente diferente. Este es el verdadero poder del crtico y tambin la nica fuente de su responsabilidad. No porque los realizadores sean seres humanos sensibles, sino porque aun cuando el director de un film no vaya a leer nunca aquello que determinado crtico escribi sobre su obra, su trabajo lo tiene igualmente como interlocutor. Est dirigido al que hace, a los que hacen. De aqu se deducen un par de consecuencias. La primera es que, efectivamente, la crtica no debera importarle en absoluto al pblico en general, que va al cine como un pasatiempo. La segunda es que la crtica no debe leerse como una indicacin para consumir ni como una apuesta para coincidir con el que escribe, sino como un parte desde el campo de batalla, o mejor, como una ventana que permite entrever lo que sucede en la cocina del cine, apreciar lo que hace que el cine nazca. El crtico no debera ofrecer a sus lectores una muestra de sabidura o de su calidad literaria, sino la oportunidad de observar en directo una confrontacin intelectual. Nadie est obligado a leer cmo un crtico se mide con un film, para usar la expresin de Emmanuel Burdeau, pero puede resultarle apasionante porque, a diferencia del reciclaje que el periodismo produce, no deja de ser un texto de primera mano. Y esos textos no abundan.

Y me permito agregar: Ahora abundan menos que antes. El imprevisto autor de ese texto (que, me apresuro a declarar, encuentro admirable) es, precisamente, uno de nuestros ms furibundos detractores: Quintn. En efecto, en el nmero 61 de la revistaEl Amante/Cine, publicada en marzo de 1997, su entonces director elaboraba este entusiasta manifiesto que, a mi entender, resume como pocos el espritu de la charla que l mismo, tantos aos despus, se ocupa de desdear. No es mi propsito, claro est, poner de manifiesto esa contradiccin entre ambos Quintines. Tampoco entrar en polmica alguna con lo que dicen las lneas que me permito citar, ni con la melanclica enmienda que su autor nos ofrece hoy. Menos an salir en defensa de la conversacin en cuestin; no necesito justificar un dilogo que se defiende de los falaces argumentos con que fue atacado con el simple hecho de ser ledo. S, acaso, justificar su necesidad y su urgencia. Si esa tarde estbamos all hablando sobre la crtica -y quienes estbamos all ramos un grupo de cineastas, pero tambin de crticos, todos reflexionando sobre nuestros oficios, sin otra voluntad que pensar y cuestionarnos- es por el simple hecho de que creemos que las obligaciones y las esperanzas que el artculo de Quintn proclamaba ms de quince aos atrs no se han cumplido; que han dejado de cumplirse hace demasiado tiempo, y que ese incumplimiento ha acabado por hacerle mal al cine. Que aquellos a quienes el artculo estaba dirigido (los responsables de pensar el cine, los crticos, nuestros enfticos detractores, el propio Quintn) han dejado de creer en l y han acabado por condescender a la irritacin, a la frivolidad y a la pereza. No s si alguna vez las nobles intenciones de Quintn se cumplieron (no en vano el artculo se llamaEl porvenir de una desilusin). S que hoy slo puedo leer aquellas palabras lcidas como el doloroso testimonio de un fracaso, como la declaracin de principios que Kane escribe el da de la fundacin delInquirery que se deshace en un polvoriento cuadrito colgado en una pared. No era otra cosa que esa desilusin lo que nuestra charla, tan vituperada, intentaba sealar. No es otra cosa que ese dilogo, que eseparte desde el campo de batalla, que esaventana que permite apreciar lo que hace que el cine nazca, aquello que nuestraRevista de cineintenta venturosamente recuperar.FORO EN NOTA DE MARIANO LLINSGustavo Noriega|29.09.14 - 12:02:26 hs.No entiendo dnde est la contradiccin entre los dos textos de Quintn.

Llins|29.09.14 - 13:27:21 hs.Noriega, hay que explicarte todo como a un chico. Quintn (2014) trata en forma desdeosa una conversacin en la que lo nico que se reclama es aquello que Quintn (1997) proclamaba como la responsabilidad esencial de la crtica.

Quintn|29.09.14 - 15:50:34 hs.Es muy difcil discutir con la mala leche (tan notoria en algunos de los participantes de esa charla). Tampoco es fcil discutir con Llins y su costumbre de nunca conceder nada y defender cada fotograma producido por sus aclitos.

Hace un par de aos, Llins declar que yo debera abstenerme de comentar las pelculas argentinas que se presentaran en el Bafici. Como sabemos, el propsito de enmendar la crtica se parece a veces al de proscribirla.

De todos modos, este dificultoso debate sirve para pensar si \"la segunda etapa del nuevo cine argentino\" a la que se refiere Llins y el ataque a la crtica cinfila que recorre la revista (ms all de la nota inicial), no es la defensa de un nuevo \"cinma de qualit\" con su academicismo, su respetabilidad cultural y su conservadurismo amparado en la cita de grandes nombres. Ese es, me temo, el cine que se nos propone en la Revista de CIne. Es solo una hiptesis y no alcanza a todas las pelculas, pero explica cierto sesgo esttico comn detrs de una actitud corporativa.

Llins|01.10.14 - 02:37:09 hs.Lo que ms me asombra es que nuestros interlocutores no sean capaces de leer en la Revista otra cosa que mera agresin, que merece ser respondida con ms agresin. Ciertamente no era ese el objetivo que perseguamos. Si bien logramos abrir un debate, compruebo (no sin tristeza) que sus resultados son bastante huecos y melanclicos.

Nicols Prividera|02.10.14 - 13:56:47 hs.Mariano:

Una vez ms generalizs al decir nuestros interlocutores. Mi larga nota y estos comentarios van ms all de la mera agresin (como tampoco veo agresin en las respuestas que tuvieron aqu, muy lejos del desdn con que fue planteado el tema en la revista), sin embargo sigue sin haber una respuesta convincente. Es decir: si los resultados de debate son bastante huecos y melanclicos, tal vez porque tampoco hay autocrtica de vuestra intervencin, como si no tuvieran nada que ver con ese estado de situacin. Para poner un ejemplo de una intervencin que debate a fondo en su propio terreno (y ya que trajiste a cuento El Amante), les recomiendo leer las dos pginas que varios ex redactores de esa revista publicaron en el primer nmero en papel de Hacerse la crtica, donde se dicen cosas como las que siguen (y conste que no cito las frases ms fuertes):

El acuerdo o desacuerdo parcial o total de cada uno de los redactores con el actual gobierno fue el catalizador de los malestares causados por el progresivo desinters y solipsismo de los responsables [de la revista], a quienes acusan de ir desviando cada vez ms el foco de la perspectiva cinematogrfica hacia una discusin poltica no aplicada al cine. La conclusin es lapidaria: Pasa que el editor, el director y algunos redactores ya no pudieron disociar el rol de crticos cinematogrficos del de operadores polticos y militantes opositores. En resumen, la gestin de actividades como la programacin de festivales, as como la disputa por acceder a puestos directivos en ellos, relegaron a un lugar secundario la manutencin de ese lugar independiente, lo que tambin signific que, debido a los intereses de los medios de comunicacin en los que entraron a trabajar, licuaran toda arista o filo de su discurso como no fuera para ponerlo al servicio de los actores polticos dentro y fuera del cine ms reaccionarios. (Marcos Vieytes, Paula Vazquez Prieto, y Hernn Gmez, A propsito de El Amante, en Hacerse la crtica, Nro 1, marzo 2014, p. 160)

Quintin|02.10.14 - 20:35:01 hs.Por el comentario de Prividera, me acabo de enterar de la existencia de ese texto contra El Amante. Alguien me podra pasar un link al artculo completo?

Cambiando de tema, cuando Llins se victimiza (una vez ms) y declara que los dems no ven en la revista ms que agresin, no puedo ms que contestarle que mi texto en Perfil, adems de ver la inocultable agresin y el desprecio por los que ejercimos la crtica estos aos, intent dar cuenta de cul era para m el origen y el eje editorial de la revista. Incluso esboc una hiptesis por ac arriba. Pero parece que para Llins, el mecanismo del debate consiste en que l dice lo suyo y despus descalifica como \"hueca o melanclica\" cualquier respuesta. Mala fe se llama eso.

Gustavo Noriega|02.10.14 - 21:26:26 hs.Qu disparate eso que escribi Vieytes. Nos acusa de tener opiniones polticas a Porta Fouz y a m, opiniones que jams impusimos a nadie en la revista. Todo el mundo fue libre de escribir lo que pensaba y por falta de un consenso mnimo fue quizs la poca en la que menos se critic la gestin del INCAA. Pero bueno, igual nos castigaron con el retiro de la pauta, discriminacin que ni una sola persona del medio cinematogrfico repudi. Hay ms pero no tiene sentido extenderse: traer esa nota a colacin es totalmente extemporneo a la discusin sobre la Revista de Cine. Se discutir en otro lugar, si es necesario.

Peacock (Diego Lerer)|03.10.14 - 07:45:18 hs.Mariano, convengamos que si una nota como la de Carta Abierta (perdn, de la Mesa Redonda...) concluye con varios cineastas diciendo que lo nico bueno que leyeron sobre sus pelculas fue escrito por otros cineastas y no por ningn crtico (con varios crticos, adems, sentados ah en la mesa sin siquiera cuestionar esa afirmacin), estn ms cerca de invitar a una respuesta enojada y/o fastidiosa que a un debate en trminos que podran haber sido ms interesantes.

Y coincido con Quintn que varios hemos celebrado o analizado otras notas de la revista que estn muy bien...