FRANCISCA MOYA DEL BAÑO -...

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LOS COMENTARIOS DE J. DE FONSECA A GARCILASO FRANCISCA MOYA DEL BAÑO Universidad de Murcia INTRODUCCIóN , El apasionante, con frecuencia ingrato, mundo de la investigación, depara a veces grandes satisfacciones, y una de éstas ha querido el azar brindármela. Intentando estudiar la presencia de Tibulo en España 1 y al buscarla en Garcilaso entre otros, Tomás Tamayo 2 me hizo conocer la existencia de D. Juan de Fonseca y Figueroa; la ciencia que Tamayo confiesa deber a Fonseca me lo presentaba como hombre de sólida formación clásica, un verdadero humanista; su lectura del verso 1085 de la Égloga II de Garcilaso me pareció tan acertada que a ella he dedicado un artículo 3 en el que justifico por su ascen- dencia clásica la dada por Fonseca. No había concluido de pasar a máquina dicho artículo cuando, buscando hallar alguna luz sobre la paternidad de una traducción de una Heroida ovidiana, y revisando en la Biblioteca Nacional varios manuscritos de poesías, encontréme en uno de ellos, el 3888, intitu- lado Poesías varias unos folios, en preciosísima letra itálica de fina- les del xvi, principios del xvn, con unos versos de Garcilaso acompa- ñados de unas notas; los leí entonces por si estuviese el verso que me interesaba y vi con no poca satisfacción que lo que se decía allí era exactamente lo mismo que ponía Tamayo. Después comprobé que las veces que Tamayo nombraba a Fonseca repetía casi literalmente lo que había en el manuscrito, por lo que la deducción no podía ser más evidente; eran unos comentarios o Notas hechos por Fonseca. Yo que creía haber hecho justicia a Fonseca aceptando y defen- diendo con toda la fuerza de mi argumentación, la que se basa en la tradición clásica, su lectura del verso citado, maravillándome (como ya Fonseca se maravillaba de que los doctos que comentaron a Garci- laso no se hubiesen dado cuenta de que el verso estaba «corrompídi- 1 Presencia de Tibulo. Discurso leído en la solemne apertura del curso aca- démico 1982 (Universidad Murcia 1982). 2 Tomás Tamayo de Vargas, en sus Comentarios a Garcilaso (1622), editados por A. Gallego Morell, Garcilaso de la Vega y sus Comentaristas (Madrid 1972). 3 'Garcilaso Egl. II, 1085. Una nueva lectura y su ascendencia clásica', Home- naje al Profesor J. Guillen. Helmántica XXXIV (1983) pp. 455-73.

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LOS COMENTARIOS DE J. DE FONSECA A GARCILASO

FRANCISCA MOYA DEL BAÑO Universidad de Murcia

INTRODUCCIóN

, El apasionante, con frecuencia ingrato, mundo de la investigación, depara a veces grandes satisfacciones, y una de éstas ha querido el azar brindármela. Intentando estudiar la presencia de Tibulo en España1 y al buscarla en Garcilaso entre otros, Tomás Tamayo2 me hizo conocer la existencia de D. Juan de Fonseca y Figueroa; la ciencia que Tamayo confiesa deber a Fonseca me lo presentaba como hombre de sólida formación clásica, un verdadero humanista; su lectura del verso 1085 de la Égloga II de Garcilaso me pareció tan acertada que a ella he dedicado un artículo3 en el que justifico por su ascen­dencia clásica la dada por Fonseca.

No había concluido de pasar a máquina dicho artículo cuando, buscando hallar alguna luz sobre la paternidad de una traducción de una Heroida ovidiana, y revisando en la Biblioteca Nacional varios manuscritos de poesías, encontréme en uno de ellos, el 3888, intitu­lado Poesías varias unos folios, en preciosísima letra itálica de fina­les del xvi, principios del xvn, con unos versos de Garcilaso acompa­ñados de unas notas; los leí entonces por si estuviese el verso que me interesaba y vi con no poca satisfacción que lo que se decía allí era exactamente lo mismo que ponía Tamayo. Después comprobé que las veces que Tamayo nombraba a Fonseca repetía casi literalmente lo que había en el manuscrito, por lo que la deducción no podía ser más evidente; eran unos comentarios o Notas hechos por Fonseca.

Yo que creía haber hecho justicia a Fonseca aceptando y defen­diendo con toda la fuerza de mi argumentación, la que se basa en la tradición clásica, su lectura del verso citado, maravillándome (como ya Fonseca se maravillaba de que los doctos que comentaron a Garci­laso no se hubiesen dado cuenta de que el verso estaba «corrompídi-

1 Presencia de Tibulo. Discurso leído en la solemne apertura del curso aca­démico 1982 (Universidad Murcia 1982).

2 Tomás Tamayo de Vargas, en sus Comentarios a Garcilaso (1622), editados por A. Gallego Morell, Garcilaso de la Vega y sus Comentaristas (Madrid 1972).

3 'Garcilaso Egl. II, 1085. Una nueva lectura y su ascendencia clásica', Home­naje al Profesor J. Guillen. Helmántica XXXIV (1983) pp. 455-73.

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simo») de que no hubiese sido incorporada su lectura en las ediciones posteriores, pensé que de algún modo Fonseca mismo quería recom­pensarse poniendo delante de mi sus anotaciones.

Decidí, pues, editar sus comentarios (algo ya había transmitido Tamayo, a veces con incorrecciones), edición que algo aportará al mejor conocimiento y valoración de la formación clásica de Garcilaso, y añadir yo unas breves notas comparando lo dicho por él con lo ante­riormente hecho y destacando sus logros, lo que confirmará la com­pleta y profunda formación de Fonseca.

Intenté saber lo más posible de este Fonseca; de los manuscritos, especialmente 3888 (M-82) y 5781 (Q-87), miscelánea de papeles que pertenecieron a Fonseca, había sacado bastantes conclusiones: amigo de Rioja, Calatayud, Vera y Zúniga, Gaspar Scioppius; era pintor, había hecho retratos de Rioja, D. Juan de Arguijo etc... Yendo a buscarle donde se suele, hallé noticias, preciosísimas como siempre, en Nico­lás Antonio: hermano del marqués de Orellana, canónigo y scolasticus (maestrescuela) de la catedral de Sevilla, sumiller de cortina 5 del rey Felipe IV, embajador en Parara y que murió todavía joven; juzgado por Gonzalo Correa vir ínter literatos literatissimus, ínter nobiles nobilissimus, ínter utrosque praes^tantissimus. Añade Nicolás Anto­nio el que delicium fuit suo tempore et amor eorum omniwn qui literarum, a quibus humani dicimur, studiis delectarentur y que nada suyo vio la luz de la imprenta. Ofrece una lista de obras de las que tiene noticias directas o indirectas y de las que trataré luego.

Menéndez Pelayo poco dice, sólo que perteneció al grupo de los que sostuvo el renombre de la erudición filológica española6.

Gallardo en Ensayo de una Biblioteca española de libros raros y curiosos7 nos da la noticia del retrato que hizo de Rioja y que éste

4 Bibliotheca Hispana Nova (Madrid 1783) t. I, p. 691. ' 5 Nicolás Antonio nos informaba de ello explicando en qué consistía (Sumiller

de Cortina nos eum appellamus qui conopei Regii, sub quo in publico sedet, vela moderatur), aunque más precisa es la información del Diccionario de Autoridades. Dice así: Emplea honorífico en Palacio, particularmente en la Capilla, en los Ofi­cios Divinos, a los que debe asistir en pie cerca del camón quando entran O salen los Reyes, o se hace alguna ceremonia... y en ausencia del Patriarcha assiste a la comida del Rey para echar la bendición.

6 En Historia de las ideas estéticas en España, v. II, p. 249; en otro lugar (Estudios y discursos de critica histórica y literaria, v. VII, p. 188), se refiere a él como «docto amigo de Velázquez y Rioja»; añade (ya lo había transmitido Ni­colás Antonio) que escribió un libro sobre la pintura antigua que González de Salas menciona en las «eruditas ilustraciones al Satyricon de Petronio».

7 Cf. Ensayo de una Biblioteca española de libros raros y curiosos formado con los apuntamientos de Bartolomé José Gallardo, coordinados y aumentados por D. M. R. Barco del Valle y D. J. Sancho Ranón (Madrid 1968 = 1889). En el tomo II, p. 57 del Apéndice dice que en el mj Q 87 p. 124 de la Biblioteca Nacional se dan noticias del retrato que Fonseca hizo de Francisdo de Rioja (éste folio

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le dedicó una composición. Los comentarios de Garcilaso, tal como están en el índice de los manuscritos de la Biblioteca Nacional, los atribuye a Rioja. Obviamente es una equivocación manifiesta puesto que los testimonios de Tamayo son bastante decisorios, amén de que estoy segura de que son de puño y letra de Fonseca y no de un ama­nuense como se inclina a creer La Barrera, del que luego hablaremos, pues un amanuense puede copiar, al dictado incluso, pero lo que vemos en páginas y páginas de los manuscritos son glosas, correccio­nes, fuentes, etc.; son notas espontáneas que difícilmente se podían dictar al amanuense.

En Nuevo Ensayo... H. Serís al hablar de Antonio de Mendoza da noticia de un Vexamen que había de dar en Maese Rodrigo (Uni­versidad de Sevilla fundada por Rodrigo de Santaella) de Sevilla a unos grados a que avia de asistir el Rey Philipe 4o, en margo de 1624 y no se dio (Compúsolo D. Antonio de Mendoza) 8, que nos ofrece la posibilidad de extraer importantes deducciones de las palabras satí­ricas a él dedicadas, pues entre los personajes allí vejado aparece D. Juan de Fonseca y Figueroa, reflejados a la perfección el carácter de sus trabajos su conocimiento y preocupación por las fuentes clá­sicas, su erudición y propia estima. Dice así «El galán bonete de Don Juan Fonseca, que es el varón que más dotamente a corrido la cor­tina a Príncipe, y preciase de que a estudiado esta ciencia santamente, jurando que los sumilleres griegos no supieron palabra y pruévalo con quatro mil autores que Francisco de Rioja no los da por clásicos y aora se espera que publicará un tratado contra el Deán de Jaén, que fué eminente en esta Facultad, y se ocupa estos días en averiguar quién fué el primer poeta que pintando al alva, corrió al sol la cortina...».

Pero después de esto nada más encontré. Quería saber si sus Notas a Garcilaso estaban editadas. Hablé con personas que por su campo de especialidad podían saber de él, pero ninguna noticia tenían de la existencia de este Fonseca y mucho menos de esas Notas. Era pues, un auténtico desconocido. Como último recurso acudí a la Enci­clopedia Espasa, que a veces nos ilustra; allí no venía su nombre. Pero, habida cuenta de que sabía que era amigo de Rioja también en la Ene. Espasa busqué a éste, pues en las ediciones de que disponía poco se decía de Rioja y nada de Fonseca. Vi entonces que sí estaba mencionado y con cierta extensión mi autor y que en la Bibliografía

está arrancado), y en el tomo IV, pp. lio, 115, 120 y 123 aparecen los sonetos que le dedicó Rioja o noticia de los que pensó dedicarle.

8 Nuevo Ensayo de una Biblioteca española de libros raros y curiosos, por Homero Serís, fase, primero (New York 1964) pp. 212-16. Se edita aquí por pri­mera vez, resumido, el manuscrito de dicho vejamen.

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se citaba la obra de La Barrera9. Conseguí esta obra y yendo de sor­presa en sorpresa observé que lo conocía bien, que daba bastantes noticias y. que había manejado y sacado sus conclusiones de los ma­nuscritos que yo había detenidamente investigado en la B.N. (ofrece también otros datos desconocidos hasta entonces por mí).

Por tanto algo de lo que ahora diré depende o coincide, en parte, con La Barrera. El ya era consciente de que «D. Juan de Fonseca y Figueroa, sabio y malogrado escritor, apenas era conocido de nuestros eruditos» 10 y casi lo mismo se puede decir más de cien años después, quizá porque el trabajo de La Barrera tampoco sea demasiado cono­cido. Esto último justifica el que diga aquí lo que en él puede en­contrarse n .

Hijo de D. Cristóbal de Fonseca, señor del mayorazgo de las Tercias del Obispado de Badajoz y de D." Mencía Manrique, nació quizá en Sevilla12 hacia el año 1578. Su hermano, el primogénito, Don Pedro, era caballero de la Orden de Alcántara, creado marqués de Orellana por el Rey D. Felipe III a quién sirvió de gentilhombre y después obtuvo de Felipe IV la plaza de mayordomo de Semana; ligado a importantes familias de la nobleza española como las de Guzmán, Acevedo, Ulloa, Condes de Monterrey, etc.13.

Estudia en la Universidad de Sevilla y se le puede encontrar en Madrid en 1606; allí dedica sus Notas a la Andria de Terencio a Don Juan de Solórzano Pereira y desde Sevilla le escribe Juan Antonio de Vera y Zúñiga en agosto de 1609 (Ms. 5781 fol. 151-52). En 1610 ya era canónigo y maestrescuela de la Catedral de Sevilla como se ve en el Pentekontarchosu de Ramírez de Prado en donde hay una

9 Cayetano Alberto de la Barrera y Leirado, Poesías de D. Francisco de Moja (Sociedad de Bibliófilos Españoles, Madrid 1867). También había buscado Rioja en J. L. Alborg, Historia de la Literatura española, t. II, p. 57 s. y en Valbuena, Historia de la Literatura, t. II, p. 258-66. El primero poco decía y no cita a La Barrera. Valbuena sí, pero al.no mencionar el nombre de Fonseca me pasó des­apercibido.

: 10 Cf. La Barrera, op. cit., p. IX. 11 Lo conoce desde luego Dámaso Alonso (da algunas noticias de Fonseca,

aunque nada, nuevo después de La Barrera). Así en Vida y Obra de Medrano en Obras Completas III, p. 198 (Madrid 1974) dice que Fonseca preparaba una anto­logía de poetas y que Calatayud le copia poesías de Medrano. También que la Silva al verano la dedicó Rioja primero a Andrada (Cf. El Fabio de la Epístola mo­ral ibid., v. III, pp. 653-55 y 697, y La 'Epístola moral a Fabio* de Andrés Fernández de Andrada [Madrid 1978] p. 242); quei cuando se pensó que Rioja era el autor de La Epístola moral, Fonseca era considerado el Fabio. (Cf. La Epístola moral p. 246).

12 La Barrera lo afirma basándose en los versos de la Epístola moral a Fabio: Ven y reposa en el materno seno / de la antigua Romúlea, que considera como Estala de Rioja. El Fabio para él es Fonseca.

13 Cf. La Barrera, pp. 292-95. 14 Cf. La Barrera, p. 297 s. e infra, al hablar de la obra de Fonseca; como

se sabe, se ha sostenido que de esta obra sólo el título era de Ramírez de Prado, y que la había escrito el Brócense, su maestro. Esta alusión de Ramírez de Prado a la defensa que le dedicó Fonseca contra Musambert confirma lo contrario.

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composición en dísticos elegiacos y que lleva este epígrafe: Don loannes de Fonseca y Figueroa, Marchionis de Orellana f. In Sancta Cathedral Hispalensi Ecclesia Canonicus et Magister Scholae Amico suo.

En Sevilla está en 1612, pues allí le dirige una carta D. Juan Gu­tiérrez Tello de Sandoval (.Ms. 5781 fol. 154).

En Madrid pasa los años 1613-1617 ocupado en escribir una His­toria de España antigua (Comentarios a la Historia de España los llama en sus Notas a Garcilaso, y de Chronica habla Nicolás Antonio) y preparar un Cancionero (antología) de poetas andaluces (unas cartas nos ilustran en este sentido) 15, luego volvió a Sevilla y allí permaneció hasta 1621 en que fue nombrado Sumiller de Cortina de su Majestad el Rey Felipe IV por D. Gaspar de Guzmán w familiar suyo

En 1624 obtiene el cargo de embajador extraordinario en Parma, en donde no debió estar muoho tiempo, pues en 1625 estaba en Ma­drid 17 y allí debió tener su residencia hasta su muerte en enero de 162718.

Preocupado por amplios campos del saber, hombre de vastísima cultura, dedicado a los estudios humanísticos, protector de artistas, mantenía correspondencia con quienes acudían a su consejo —era a veces juez severísimo— o colaboraban con él. Francisco de Calatayud le proporciona datos sobre inscripciones, monedas, etc., procedentes de lo que tenía en Sevilla Juan Torres Alarcón, que quizá trabajase en una Historia Antigua (se deduce de tres cartas dirigidas a él en 1617, ms. 5781 f. 162). El mismo Torres le escribe desde Sevilla ese año (f. 166-69) poniendo todo eso a su disposición. Mantiene corres­pondencia con P. Albiniano de Rajas, que le contesta desde Valencia (ibid., f. 161-62), corrige a Vera y Zúñiga (ms. 3888 f. 147); éste discute sus observaciones (ibid. f. 148-50). Quieren verlo o consultarle Bele-redo, Gutiérrez Tello y el muy ilustre Gaspar Scioppius. Juan Bautista Suárez quiere su opinión sobre la enmienda de un verso de Catulo 1 β .

15 Cartas de Francisco de Calatayud. De esta colección o antología en las que se incluirían Rioja, Medrano, Calatayud, etc., se tienen noticias por otros sitios. Ct. D. Alonso Obras Completas III, p. 193 y III, p. 487.

16 Don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, que favoreció por me­diación de él sin duda a Rioja.

17 Allí le escribe Carlos Antonio Beleredo, que deseaba ardientemente cono­cerlo; siete veces solicitó la entrevista (ms. 5781 f. 141).

18 El libro de óbitos de la catedral de Sevilla dice «El Sr. D. Juan de Fonseca, murió en Madrid; vino el anuncio de su muerte a Sevilla el 22 en enero de 1β27 años». Cf. La Barrera, p. 318 que lo toma de unos ms. bibliográficos de Gallardo.

19 Le escribe una elegantísima carta en latín, dice Nicolás Antonio, en 1610 (Está en la Colombina). El verso es el 54 del carmen 66 y lo leía así:

obtulit Arsinoes Cypridos ales equus,

poniendo Cypridos en vez de Chlor.idos¡ Los manuscritos declan, elocridicos, elocri-ditos, daridos. La lectura que corregía Juan Bautista Suárez, Chloridos era la de

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A él se dirige para que le aclare un texto de Petronio González de Salas, como transmite en su Comentario20. Dice que después de consultar en vano a todos los intérpretes y autores acudió a él, inlus-tris vir et omnifariar/í eruditione refectus, imprimisque amicus, y que Fonseca al tener ya concluido su tratado De pictura veteri le solu­cionó el problema y le dio su traducción de un pasaje de Plinto que incorpora.

Tamayo lo elogia y reconoce su ayuda tanto en los Comentarios a Garcilaso, como en su obra historiográf ica21.

De Rioja tenemos una carta autógrafa, de tono familiar, con la que le envía un soneto del que él dice no estar muy satisfecho. Es el soneto XXVIII que comienza:

En vano del incedio que te infama

A él dedica (A D. Juan de Fonseca i Figueroa se lee en el ms. 3888 de letra de Rioja) el soneto IX

Ya la hoja que verde ornó la frente, desta selva, don Juan, en el verano...

el XXIX

Este mar que de Atlante se apellida... cubre don Juan la parte más lucida (v. 5)

el XXX

Fabio, miraste y luego a la amorosa...

(Antes estaba dedicado a Tirsis22 [Viste, o Tirsis] pero Rioja lo tachó y cambió)

el XXXIV

Vime del Adria en la soberbia fiera... Don Juan, en mi fortuna quien creyera (v. 5)

y la Silva VI

Fonseca, ya las horas...

Avantius; en las ediciones modernas se suele aceptar la conjetura de Bentley Locridos.

20 Satyricón (Francfort 1629) p. 15. 21 Ct. por ejemplo lo que dice en la nota 5 de sus Comentarios a Garcilaso:

«como me ha dicho D. Juan de Fonseca y Figueroa, cuyas ayudas en este y otros escritos míos confieso con agradecimiento a su doctrina en sus lugares».

22 Este Tirsis sería Francisco de Medrano; a la muerte de Tirsis (Medrano) dedicó el soneto Pasa Tirsis, cual sombra incierta y vana... según ha visto D. Alonso (Vida y obra de Medrano) en Op. cit., v. III, p. 208.

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(En este caso dedicada antes a Fernández de Andrada 23; Andrada fue substituido por Fonseca; la dedicatoria, también de Rioja, lo expresa).

Gonzalo Correa le dedicó su Coment. seu Declarat. ad illum Ge-neseos: «Sed Fons ascendebat de Terra», etc. Salmanticae 1622 24; aquí se encuentra el antes citado juicio: vir ínter literatos..., etc.

Lorenzo Ramírez de Prado en su Pentekontqrchos le dice nobile iuventutis Hispaniae decus: bono reipublicae litterariae et perpetuo Musarum honori noíus25.

Cristóbal de Mesa2β en las Églogas y Geórgicas de Virgilio, Rimas y el Pompeyo, tragedia Madrid 1618 le dedica dos sonetos satíricos:

Como hemos anticipado no sólo fue versado en pintura, sino también protector de pintores y pintor (Pacheco en su Arte de la Pintura, en la biografía de Velázquez, cuenta que éste fue acogido por Fonseca cuando viajó en 1622 de Sevilla a Madrid, y que llamado en 1623 por orden del Conde-Duque se hospedó en casa de Fonseca y le hizo su retrato; también Pacheco lo incluye entre los que se han preciado del honroso y entretenido ejercicio de esa nobilísima arte, y dice: «así don Juan de Fonseca y Figueroa, maestrescuela... canónigo... sumiller... que con la agudeza de su ingenio y mucha erudición no tuvo en poco el ejercicio noble de la pintura) 27.

Los retratos de que tenemos noticias son el de Rioja. A dicho retrato dedica una Silva Francisco de Calatayud

La faz es de Rioja y el semblante... (ms. 3888 f. 42v).

Dos composiciones anónimas nos hablan de los de Arguijo y Sar­miento; una:

Dos palmas, dos laureles para Orfeo, i Apeles

* de Arguijo el fiel traslado i de Fonseca el dibujar valiente (f. 122r)

23 Este Ahdrada, sevillano y amigo de Rioja, es el autor de la epístola moral a Fabio, como ha demostrado con sólidos argumentos Dámaso Alonso. El cambio de dedicatoria se interpretaba por Castro como que éste había muerto; Dámaso Alonso (Epístola moral a Fabio, p. 248) piensa en otras muertes —separación, lejanía—, lo cierto es qué Fonseca, dice, no sólo era amigo de Rioja, sino más importante que Andrada. Razón suficiente para el cambiazo (tal es la naturaleza humana). Andrada lo tacha y lo sustituye por Fonseca al principio, pero en el undécimo verso, antes del final dejó Andrada (Cf. ms. de Rioja en 1814; 3888 de Β. N.).

24 De ello nos informa Nicolás Antonio y luego La Barrera, p. 317. 25 Cf. La Barrera, p. 317. 26 Cf. La Barrera, p. 317 s. 27 Cf. Lft Barrera, p. 202 s.

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La otara:

Bien muestran estas luces y estas sombras atadas diestramente que es Fonseca su artífice valiente

que es fiel imagen esta de Sarmiento (f. I23v.)

Excelente pintor lo considera Lope de Vega en la Filomena28, en su Jardín, en la epístola VIH dedicada a Rioja:

En Don Juan de Fonseca el mármol niega que no pudo dar alma tan divina, si bien Lisipo al fin del arte llega

Tenemos noticias de las siguientes obras: su número es bastante amplio y los títulos reflejan su erudición, su preocupación por am­plios y diversos campos de la filología latina y del saber en general:

1. De pictura veteri, a la que alude González de Salas.

2. Pro D. Laurentio Ramírez de Prado adversus Mussambertium seu Theodorum Marsilium. La obra es mencionada por Ramírez de Prado en el C. XLVI de su Pentekontarchos2*. Sólo esto dice Nicolás Antonio, pero se puede aducir cuándo se escribió y de qué se tra­taba... Se debió escribir antes de 1612, fecha de la publicación del Pentekontarchos (o quizá de 1610, año en que estaba acabada, pues se dan las aprobaciones y licencias), y después de 1607, fecha de la obra contra la que Fonseca defiende a Ramírez de Prado.

Había publicado éste último en París sus Hipomnemata ad Lib. spectaculorum et quattor primos epigrammaton M.V.M. collecta ex schedis succisivis Domini L. R. de Prado, y Musambert (Musamber-tius) había criticado ese mismo año dicha obra, In Laurentü Rami-resii ad M. Valerium Martialem hipomnemata. Commonitoria quae et plurimis Poetae locis obscuris lucem dant, et Ramiresii errorum eve-rricula sunt. Aunque Musambert dice que no era una reprehensio de Ramírez de Prado sino una defensio de otros clari viri30, lo cierto es que hay invectiva y que ésta se basa a veces en razones de tipo moral. El trabajo de Fonseca defendería la labor filológica de su amigo (Hay que decir que sí, que hay cosas criticables en Ramírez de Prado, lo que no invalida las aportaciones de este humanista).

28 Cf. La Barrera, p. 317. 29 Como se sabe obra miscelánea de abundante erudición de 50 cap. sobre

costumbres romanas, griegas, hebreas, arqueología, etc. 30 Estos datos los tomo del Ensayo de Gallardo op. cit., pp. 34-36.

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Evidencia de esta amistad son los versos encomiásticos que Fon-seca le dedica y que preceden al Penthekontarchos:

Proelia grandiloquo tentant Mavortia versu Pugnacesque solent tollere ad astra viros, etc...31.

3. ln P. Terentii Andriqm notae, con una carta dirigida a Don Juan de Solórzano, noviembre de 1606. Un borrador de ellas se en­cuentra en la Biblioteca Nacional (ms. 5781), y el texto en la Colom­bina, al menos se encontraba antes de 1867, fecha de la obra de La Barrera, que de ello nos informa. También estaban allí las tres obras que mencionaré a continuación.

4. Ad Claudiani De raptu Proserpinae Notae.

5. In Sénecae Epistolam XVIII lib. II Oecember est mensis...*, también dedicada a Solórzano32.

6. De Criticis Disputatiuncula ínter Neotericum scriptorem etc..., cuyo principio es Contra olaudum insurgo scriptorem, que contenia según Nicolás Antonio la defensa de algunas correcciones de J. Lipsio,,, que claudus Ule (quizá Quevedo decía Nicolás Antonio; sin duda Quevedo, pienso) había criticado. La amistad no debió reinar preci­samente entre Quevedo y Fonseca, lo mismo que no reinaba entre Rio|a y Quevedo.

7. Notas a los Cronicones de L. F. Dextro y de M. Máximo3*. Nicolás Antonio decía que algo escribió en relación a Pseudo Dextro y Pseudo Máximo; quizá, añade, aprobada la obra de Tamayo Nove­dades antiguas... Evidentemente, como nos dice La Barrera, de Fon-seca era una Aprobación del libro de T. Tamayo de Vargas intitulado Novedades antiguas de España. Flavio Lucio Dextro, caballero español de Barcelona, defendido, Madrid 1624 (en el prólogo Tamayo men­ciona y elogia a Fonseca).

31 β disticos se reproducen en Gallardo, op. oit,, t. IV, p. 35. La Barrera ofrece los dos primeros versos en p. 387.

32 Se trata ciertamente de la epístola XVIII que comienza, como aparece en Nicolás Antonio, December est mensis.

33 El Cronicón de Dextro, dice La Barrera pp. 308 s. está en el Cod. S-78 de la B.N.; colección de papeles hechos por p . J. F. Andrés de Ustarroz, que dice que este ms. lo sacó de otro que fue de Fonseca y que éste lo había copiado del original del P. Higuera. Las notas marginales, dipe Ustarroz, son de Fonseca; el de Máximo (M. Máximo obispo de Zaragoza) también está copiado de Fonseca.

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8. Observationes adversus Gruterum. Nicolás Antonio dice que había leído en un margen de Praef. Praet. Orientis una nota de Fon-seca que decía así: Vide observationes nostras adversus Gutherium, y duda de si se refería a Gutherius «dé officiis domus Augustae scriptor, o a Gruterus «Insorlptionum veterum collector». Sin duda ninguna a éste último, pues, como veremos en dos lugares de sus Notas a Garcilaso, Fonseca corrige o cita al filólogo belga Gruter.

9. Historia de España antigua, de la que antes hablamos. De todas estas obras da noticia Nicolás Antonio. Tenemos ahora

¡que añadir las siguientes:

10. Notas a Garcilaso, que hoy se editan por primera vez. Gallardo las conocía, aunque las atribuye equivocadamente a Rioja, y ofrece un breve resumenM. La Barrera también, pero nada dice de su contenido.

11. Notas a la Jerusalén de Lope, todavía inéditas, muy breves. Como obra poética hay que mencionar sus versos que preceden

al Pentekontarchos. De sus Observationes adversus Gruterum se deduce que también

era buen conocedor de la epigrafía. Encontramos además sus notas en Una colección de inscripciones, casi todas españolas, que se hallan manuscritas en el valiosísimo ms. 5781 de la B.N., que le pertenecía y antes a Antonio Agustín, amén de que suyo es, en colaboración con Francisco de Calatayud, el proyecto de inscripción latina para un monumento que el Rey ordenó que se construyese en el Sitio de Campillo, cercano al Escorial (también en el citado ms.).

Quizá escribiese alguna biografía. Esto se deduce por una parte del fragmento de discurso latino, alabando a Lope, que acompaña a la edición del Laurel de Apolo, recogido por D. F. López de Aguilar —quizá perteneciese a su biografía—35 y de los versos de Calatayud en la Silva dedicada al retrato de Rioja pintado por él. Dice así:

Mas al que ha dado vida con la mano dará Fonseca en sus escritos vida... M.

Sabemos por La Barrera que en la Colombina hay o había otras obras. Son:

I . — Diálogo sobre los sueños, con una epístola dirigida también Solórzano, y De línea.

Ni que decir tiene que pondré todo mi empeño en conseguir los

34 Ensayo... v. IV, pp. 1323-25. 35 Of. La Bairera, p. 305. 38 Asi lo dedujo La Barrera, p. 316.

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GABCILASO 2 1 1

manuscritos de las obras de Fonseca, para que vean la luz, siglos después, y lograr que le alcance la gloria de la que fue privado por no haber sido llevados a la imprenta.

Y dicho esto volvamos a sus Notas a Garcilaso, que debieron ser escritas antes de 1622, fecha en que Taanayo edita sus Comentarios. Y de nuevo tengo que decir que me he decidido a editarlos, no sólo porque estaban inéditos37 y ©s justo que se conozca algo de la ingente y variada obra de nuestro humanista, sino porque nos transmiten algunas lecturas de un ms., el de Mendoza, digno de ser tenido en consideración, porque podía incluso estar copiado de un autógrafo del mismo Garcilaso, habida cuenta de que ambos eran además de familiares, amigos, amistad que se completaba con la común de Boscán. Asimismo sus notas enriquecen nuestro acercamiento a Gar­cilaso.

Un nuevo humanista (antes el Brócense, Herrera), que se preo­cupaba y trabajaba con lo clásicos (notas a Terencio, Séneca, Clau-diano), ha visto a Garcilaso como un clásico y como un humanista, y ha querido demostrar que la poesía del toledano está repleta de ecos y evocaciones clásicas, y que la lectura de sus versos debe trascender el goce estético particular, y lograr ese otro goce espiritual que pro­porciona al lector culto descubrir ese manantial de lecturas amadas, asumidas, recreadas, hechas carne y nervio en su nervio; y Fonseca nos amplía el abanico de fuentes y lecturas garcilasianas, por no haber sido vistas algunas de ellas por los que comentaron antes al poeta, y volvemos a ver claro que sin los clasicos Garcilaso nunca hubiese sido nuestro Garcilaso.

EL MANUSCRITO

Los comentarios de Fonseca a Garcilaso que hoy se editan ocupan los folios 134-138 del Ms Β. N. 3888 integrado en su mayor parte, como reza su título, por Poesías varias de autores contemporáneos de Fon-

En aras de una mayor facilidad de lectura, he transcrito el ma­nuscrito adoptando la ortografía actual. Por otra parte, no añade nada á lo que sabemos de cómo era a principios del xvn. Voy, sin em­bargo, a aludir a la ortografía de Fonseca:

Utiliza i en vez de y en finales de palabra o en posición intervo­cálica: mui, Rei, leio, mió, suios.

Hay h en palabras que proceden de f latina íhacer, hablar) pero

37 En su totalidad, puesto que alguna de sus notas estaban copiadas literal­mente citándole o no, y a veces con incorrecciones por Tamayo. También con alguna incorrección y atribuidas a Rioj* había un breve resumen, en Gallardo.

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212 I V ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

no la lisa en el verbo haber (oy, ovio, oion); la pone empero en he­rrado.

Utiliza ν (grafía u) en vez de b lescrivir, hallava, provaralo) y b en vez de ν (buelve, bolvió).

Emplea ζ en dize, χ en exemplos y c en Mendoea. Emplea ss o s (elegantissimo, pero corrompidisimo).

Hay simplificaciones en calunian, emendable y asimilaciones en observalta, emendalla.

Aparecen palabras unidas con cierta frecuencia: yosi, desto, so-liaser.

Aparecen mayúsculas por minúsculas a veces (Heridas, Dio). En los nombres propios la grafía normal de la época con alguna

vacilación (Theocrito, Sappho, Athaulpo, Alexandro, Philippo). Los versos de Garcilaso los dejo igual que están en Fonseca. En el margen del texto indico a qué folios del manuscrito corres­

ponde lo transcrito.

Ms. B.N. 3888 fol. 134-38 *

Soneto II v. 8

Cuanto corta un'espada en un rendido (f. 134r.)

Este verso le cita Don Diego de Mendoza, el muy docto embajador de Roma, y leyó de esta manera:

Cuanto corta la espada en un rendido

y así me panece que está más corriente.

Soneto V v. 1

Escrito está en mi alma vuestro gesto

Esta es imitación de los poetas griegos y latinos y elegantísima. Pín-daro 01. X al principio [w. 1-3]

T¿v Όλυμπιονίκαν άνάγνωτέ μοι> Άρχεστράτου παΐδα, πόδι φρενός εμάς γέγραπται•

* Delante de los versos de Garcilaso comentados por Fonseca he puesto su localización-, en el ms. sólo se hacia referencia a folios. Doy la cita completa de los textos educidos y lo que añado lo incluyo entré corchetes.

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GABCILASO 213

Olimpionorum victorem redigite mihi in memoriam Archestrati filium qua ín parte mentis meae scriptus est.

γράφειν έν φρέσιν dicunt graeci, latíni vero in mente insculpere, o, sculpire. Cicerón en el lib. 1, 45 De natura deorum: «natura insculpsit in mentibus nostris, ut déos beatos haberemus» 3S, pero más puntual­mente volvió Terencio en la Andria act. 1 scena 5:

O Mysis, Mysis etiam nunc 3β mihi scripta illa dicta sunt in animo Chrysidis de Glicerio [w. 282-84]

Usó de esta locución Camoens, son. 8*°:

Amor qu'o gesto humano n'álma escreve etc.

Soneto Vlll vv. 1-2

De aquella vista pura y excelente salen spiritus bivos y encendidos.

Heliodoro lib. 3.164: «amantium enim mutuus aspectus affectus recor-datio ac redintegratio est. et inflammat mentem conspectus perinde atque ignis materiae admotus» «.

Soneto XVI v. 12

mas infición de aire en solo un día (f. 134v.)

Don Diego de Mendoza leía:

mas infición del aire en solo un día

Soneto XVI v. 14

Partenope tan lejos de mi tierra

En las inscripciones antiguas cuando uno muere lejos de su tierra es

38 La cita completa (CIC. nat. deor. 1, 45) es¡ quae enim natura informationem ipsorum deorum dedit. eadem insculpsit in mentibus ut eos aeternos et beatos haberemus.

39 El texto de Fonseca dice num. 40 Corresponde al n.° 67 de la edición de Luis de Camoens, Obras Completas

con Prefacio e Notas do Prof. Hernani Cidade, v. I (Redondilhas e sonetos) (Lisboa 1962 = 1946).

41 La cita corresponde a III, 5, 5; a continuación Heliodoro sigue insistiendo en los distintos efectos del primer amor; la traducción latina, un poco libre, in­corpora algo.

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214 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

fórmula ordinaria poner Tam longe a Patria, y así se hallará en Grutero «.

Canción I v. 13

hasta morir a vuestros pies tendido

Don Diego de Mendoza lee «rendido» y me parece voz más digna. Como también más adelante en esta misma canción

Yo estoy aquí tendido [v. 37]

pero en este verso mejor está tendido que rendido; la frasis es común a los poetas latinos: iacere ante pedes. Ovidio

supplex ante pedes iacuit [Met. XI 12]

y cada paso en, los poetas griegos, por ventura mirando a la costum­bre de los que rogaban tocando los pies y las rodillas de los que eran rogados.

Canción I vv. 40 ss.

Si aquella amarillez y los sospiros (f. 135r.) salidos sin licencia de su dueño, si aquel hondo silencio no an podido etc.

Estos afectos en los que aman los observó Safo, la antigua poetria y los notó Plutarco en el Demetrio «. El primero de Garcilaso es «ama­rillez» y Safo le llamó ώχρίασις, y en Seleuoo se hallaba este afecto como el del «silencio», que también llamó Safo φωνής έπίσχεσις44• Ca­tufo, volviendo unos versos de Safo 4S donde hay parte de estos afec­tos, epi. 52, vuelve «lingua sed torpet» 4e. Aunque es más propio el silencio en el grande amor que la torpeza en el hablar, y así dijo Valerio Edituo «verba labris abeunt»47. El tercer afecto de Garcilaso

42 J. Grutyere o Gruter C1560-1627), filólogo belga que llevó a cabo ediciones críticas de Séneca, Plauto, Floro, Marcial, T. Livio y Plintto. Fonseca se refiere a su obra Inscriptiones antiquae totius orbis Romani in absolutissimum corpus redactas (Francfort 1603).

43 Plut. Demetr. XXXVIII 4. 44 Ambas locuciones en el citado pasaje de Plutarco. 45 Los versos de Safo son los que están en Ps. Longíno De subí. X 1. 48 Los versos de Catulo a que se reíiere Fonseca están en las notas de Ta-

mayo con ciertas particularidades que veremos en su lugar. 47 En el epigrama recogido por Aulo Gelio (Gell. XIX 9, II): ed. de Mashall

(Oxford 1968). dicere cum conor Ubi, Pamphila, coráis

quid mi abs te quaeram, verba labris abeunt, per pectus manat súbito <subido> mihi sudor•,

sic tacitas, subidm, dum pudeo, pereo.

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GARCItASO 215

son los «suspiros», y ese es común en todos loe poetas. Helíodóro se le da a Teágenes en el lib. 3: «caeterum Cinquit) a me deprehénde-batur quorsum animo tenderét, cuín iam oculos versaret, iam vehe-mentius et sine ulla causa ingemisoeret etc.»48.

Elegía II v. 22

buelven de noche al caminar la rienda

Don Diego de Mendoza leyó

buelven de noche a encaminar la rienda

Elegía II v. 144

las venas dulcemente desatado

Esta es ática locución y entiéndese siempre κατά, como albus dentes en latín imitando el modo ático; las venas desatado dijeron los griegos

τάς φλέβας διαλελυμένος, id est Κατά τάς φλέβας•

Égloga Ι ν. 178

en esta agua que corre clara y pura

Quieren que sea imitación de Virgilio en la égloga segunda

nuper me in littore vidi cum placidum a ventis staret mare [w. 25 s.]

pero aquí habla del mar y no hay similitud; en la fuente y en el mar hay quien afirma que no se puede mirar. Las razones que dan las junta Celio Rodigino49 lib. 26c. 10, pese a que dice la principal que es nunca estar de manera quieto el mar que pueda servir de espejo; probábalo con los autores, aunque lo enseña la experiencia. Pero no es de este lugar: no imitó Garcilaso α Virgilio, pero imitaría a Ne-mesiano égloga 2

quin etiam fontis speculo mane notavi [v. 74]

Calpurnio

Fontibus in liquidis quotiens me conspicor ipse50 [II 87 s.] admiror totiens (f. 136).

48' Heliod, III, 10, 4. 49 Ludovico Celio Rodigino, literato italiano (1450-1525), autor de Lectionüni

antiquarum Ubri 3 (Venecia 1516). 50 tese en vez de ipse hay en el• ms. de Forisecá, confusión procedente de

asimilación y muy frecuente en los manuscritos.

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216 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

Calumnian a Garcilaso de que hablando los poetas del agua sosegada (f. 136r.) lo dijo él de la que corría, que no puede servir corriendo de espejo. Y engañáronse por no saber apuntar el verso, que se ha de escribir así:

en esta agua: que corre clara y pura

En el agua de la fuente se miraría, en cuyo nacimiento había, como siempre se ve, un remanso de donde salía algún pequeño arroyo; pues dice Garcilaso, míreme en el agua de la fuente que aún fuera del remanso corre clara y pura; este fue el sentido del poeta.

Égloga II v. 194

ora clavando del ciervo ligero

La imitación es de Virgilio egl. II

atque humiles habitare casas et figere cervos [v. 29]

Garcilaso entendió que hablaba Virgilio de los cazadores que clavan los cuernos de los ciervos o venados que matan en las puertas o en los árboles, pero Virgilio no dijo sino que los mataban: figere cervos es interficere cervos, como en la Geórgica I figere dammas51.

auritosque sequi lepares et tumS2 figere dammas [v. 308]

De esto hay muchos ejemplos; esta interpretación que da Garcilaso al verso de Virgilio no la había dado ninguno, porque todos los que he visto siguen una de las dos que puso Servio 53. De esta costumbre hay un insigne lugar en Nicetas Coniates54 en la vida de Andrónico55

lib. 2 f. 350.

Égloga II v. 491

fijos los ojos en el alto cielo etc.

51 Damos en vez de dammas, error también frecuente por simplificación de geminadas.

52 Añade Fonseca un tum inadmisible en el hexámetro, y que quizá estuviese al margen en alguna edición o manuscrito como glosa de et.

53 Serv. ecl. 2, 2© interpretaba figere cervos bien como poner horcas (por la semejanza que tienen con los cuernos) para sustentar las cabanas, o, lo que es mejor, como cazar ciervos.

54 Nicetas Coniates (Akominatos), historiador bizantino que murió en Nicea en 1216. Escribió una historia en 21 libros que abarcaba desde Juan Comneno hasta Baldufino.

55 Este Andrónico es Andrónico I Comneno, emperador de Constantinopla desde 1183 a 1185.

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GABCILASO 21?

Es imitación del Ariosto cuando habla de Orlando al fin del canto 23 M

Alio sdegno, al grave odio, all'ardente ira (fol. 136v) cade sull prato, e verso il del sospira. Afflitto e stanco al fin cade ne Verba e ñeca gli occhi al cielo, e non fa motto, sema cibo, e dormir cosí si serba etc.

Égloga II v. 602

o dioses si alia juntos de consuno

Este verso y el último donde se cierra la clausula que dice:

haced que sean las ocasiones de mi muerte aquí siempre celebradas [630 s.]

es imitación de Ovidio en libro 14 que hablando Ifis dice:

si tamen, o superi, mortalia facta videtis este mei memores (nihil ultra lingua precari sustinet) et longo facite ut narremur in aevo et quae dempsistis vitae, date témpora famae [Met. XIV 729 ss.]

Volvió estos versos D. Diego de Mendoza así57:

A ti dios de los mortales que sus hados ves presente haz que dure eternamente la memoria de mis males Y en pago destas porfías y escarmiento de quien ama da tanto tiempo a [mi]** fama cuanto quitaste a mis días.

Égloga II v. 640

vivid sin mi con siglos prolongados

Esta es imitación de Teócrito en el primer idilio ^ »

Vos o lupi, vos cervarii lupi, et in lustris degentes ursi válete, ego Daphnis bubulcus vobiscum non amplius in silvis

(f. 137r.)

56 Estrofas 131-32. Fonseca ponía a'lo a l'ardente 0v. 1), afflito, herba (v. 3). 57 En Carta en redondillas que comienza: Amor, amor que consientes, w . 329-

336; cf. ed. de Frei luán (Madrid 1610); en esta edición los dos versos primeros son distintos: O tu, Dios, que los mortales / y sus hados ves presente.

58 Fonseca omite mi. 59 La traducción latina corresponde a los versos 115-18 de Teócrito.

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218 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

non inter arbusto,, nec nemora ero. Vale, Arethusa, et vos fluvii, qui iuxta pulchram Tymbridis undam fluistis.

de donde lo tomó Virgilio en la égloga 8

omnia vel médium fiant mare, vivite silvae [v. 58]

Égloga II ν. 878

alguno a resistirme, a resistirme etc.

Hase de leer:

alguno a resistirme, al resistirme

y así leyó Don Diego de Mendoza.

Égloga II vv. 1077 ss.

este cuando le plaze a los caudales ríos

Esta es imitación de Petronio Arbitro que dice:

Quicquid in orbe vides, paret mihi. Florida tellus, cum voló, siccatis arescit lánguida sucis, cum voló, fundit opes, scopulique atque hórrida saxa Niliacas iacülantur aquas. Mihi pontus inertes summittit fluctus, zephyrique tacentia ponunt ante meos sua flabra pedes. Mihi flumina parent Hyrcanaeque tigres et iussi stare dracones. Quid leviora loquor? Lunae descendit imago carminibus deducía meis, trepidusque furentes flectere Phoebus equos revoluto cogitur orbe. Tantum dicta valent. Taurorum flamma quiescit virgineis extincta sacris, Phoebeia Circe carminibus magicis socios mutavit Ulixis, Proteus esse solet quicquid libet. His égó cállens (f. 138r.) artibus ldaeos fruticis in gurgite sistam, et rursus fluvios in summo vértice ponam [134, 12]

Égloga II v. 1085

el son del carro que la mueve i guia

Este verso está corrompidísimo y me maravilla que no lo hayan ob­servado los doctos que comentaron al poeta. Don Diego de Mendoza

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GARCILASO 21Θ

le pone mucho más corrompido, pero de donde se puede sacar luz para enmendarle. Pónele, pues, así:

el son del hiero que la tierna i vio

Yo leyera:

el son del hierro que en la tierra avía

Costumbre es muy sabida, y de la que hablan todos los autores y por eso dejo de observarla. El son del hierro es lo que llaman pulsare aera in laboribus Lunae. El intérprete de Teócrito: «Aeris enim sonitu in Lunae defectibus obstrepebant atque etiam in iis qui de vita mi-grabant, aes80 siquidem purifioationibus et piaculorum expiationibus utile credebatur». Esta errado este lugar en el Grutero y hase de leer de la manera que lo observo en mis Comentarios a la historia de España.

Égloga II ν. 1495

por el suelta la rienda a su navio

Es imitación de Virgilio

Classique immittit habenas [Aen. VI 1]

Égloga III v. 230

estova entre las iervas degollada

Este verso hizo errar a los varones doctos que notaron a nuestro poeta no entendiendo la verdadera significación de la voz «degollada». Sánchez81 le buscó salida e inventó una voz en nuestra lengua le­yendo ygualada (f. 138r.) por «amortajada». Pero engañóse, que Garci-laso usó de una voz ajustada a la significación que quería y honesta. Murió D.a Isabel Freiré de un flujo de sangre que le dio después del

60 As ponía Tamayo al transcribir a Fonseca (al menos así está en la edición de Gallego Morell sin indicación alguna). Es evidente que nunca pudo decirse eso. En Fonseca hay oes, bronce, que se consideraba útil, con ciertas propiedades lutile credebatur). Fonseca añade que este lugar está errado... y debe leerse como él lo puso en sus Comentarios a la Historia de España. Supongo que se referirla a que la traducción latina del escolio no es fiel, o por mejor decir no es com­pleta, al omitir casi una frase (επειδή... μιασμάτων), aunque la idea queda en cierto modo recogida. El escolio en griego dice: τον δε γαλχον Ιπήχοϋν iv ταίς Ιχλείψεσι της σε­λήνης χοί ίή τοις χατοιγομένοις, επειδή Ινομίζετο χα&αρτιχος είναι χαί ¿πελαιτιχος των μιασμάτων, διο'περ προς πδσαν αφόσιιοσιν χαί (¿κοχα&αρσιν αΰτψ Ιχρωντο. («Hacían resonar el bronce en los eclipses de luna y en los entierros, porque se consideraba que era purificador y anuyentador de los miasmas. Por eso en toda expiación y purificación lo usaban»).

61 Cf. Comentarios o Garcilaso, nota 244.

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220 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

parto y por eso dijo Garcilaso que «degollada». Así llaman los griegos y latinos a los que mueren de heridas de donde sale muoha sangre y semejantemente como si los degollasen. Pongo muchos ejemplos en los Comentarios de la historia de España, y entre ellos Isócrates62: σφαγάς εν ταϋς πόλεσιν έποιήσαντο• Vuelve Hircio estas palabras así: iugulatione oppidanorum facta93, pero no los degollaron sino matá­ronlos con heridas; y así es voz propia a la guerra el degollar y contar los muertos por degollados. En nuestra lengua, en la Historia de Es­paña del Rey don Alonso hablando de Ataúlfo está: «e degollólo uno de aquellos suios» 64, pero no murió Ataúlfo degollado. Joman-des: «occubuit gladio ilio perfórate Vervulfi» β5. Luciano en los diá­logos de Alejandro y Filipo dice «Clitus enim nuntiavit mihi, quem tu hasta traiectum inter cenandum occidisti» ββ y en el libro Como se ha de escribir la historia dice «Nec dolebit Alexander ob Cliti iugu-lationem crudeliter in convivio perpetratam» 67. De suerte que es lo mismo usar de esta voz «degollada» que si dijese «muerta por flujo de sangre»; y de aquí se entienden los dos versos siguientes de Gar­cilaso:

cual queda el blanco cisne cuando pierde la dulce vida entre la ierva verde

Quedó tan blanca porque quien muere sin sangre queda mucho más blanca que solía ser68.

62 Iso. De pace, 96. Isócrates habla ύβοφαγήοοπιο Luciano. Su traducción latina es iugulatio.

63 Bellum Hispaniense 16, 4. En este mismo párrafo repite de nuevo la palabra iugulatio: Qua orationes deterritos amplius iugulationem non fecisse.

64 Primera Crónica General (= Estaría de Espanna que fizo el muy noble Rey don Alfonso), cap. 409 «Del Rey Athaulpho et de la su muert.»). Bd. de Menéndez Pidal con Estudio de Diego Catalán (Madrid 1977) p. 232. La cita completa (repro­duzco la grafía de la edición que cito) es: «estando un día entre los suyos en su solaz dlziendol ellos retraires et auenimentos, adormeciosse daquella guisa et degollol uno daquellos suyos».

65 Como Jornandes aparecía frecuentemente el nombre de Jordanes; la cita es de Getica XXXI (163). En la edición de T. Mommsen íMonumenta Germaniae Histórica, auctorum antiquissimorum tomi V pars prior Berlín 1882), se lee ilia perforata Eueruulfi en vez de ilio perforato Veruulfi, aunque otros ms. ofrecen la lectura de Fonseca.

66 Dialogi mortuorum, 396 ted. de M. D. Macleod [Londres 1969] v. VII, p. 14, Pilip. et Alex.)

67 Quomodo Historia conscribenda sit 38, ibid. v. VI (1969) p. 52. 68 Aparte de estos folios hay en el manuscrito una especie de ficha, en donde

anotó Fonseca los versos que iba a comentar con unas breves indicaciones; entre los muy pocos no comentados están el de Egl. II, 235: y va faltando sombra a Filomena, ilustrado con un «no lo entiendo»; y el de Egl. II, 653 O fiera dige, donde añade: «imitación de Ovidio en lo de Ifis, y luego O dioses si alia juntos*.

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GARCILASO 2 2 1

COMENTARIO A LAS NOTAS DE FONSECA **

Soneto II v. 8

Tamayo (n. 2) recoge la variante ofrecida por Fonseca sin citarlo. Dice solamente: «el verso 8 leía así don Diego de Mendoza, honor eterno de los nobles doctos». Después de ofrecerlo añade: «bien sin duda». La variante la recoge Rivers citando sólo a Tamayo. Blecua no incluye este soneto en su libro.

Soneto V v. 1

El Brócense (n. 7) aduce unos versos paralelos de Bembo. Herrera (n. 36) dice que escrito tiene la misma significación que γράφειν, «escribir, esculpir o pintar, verbo común al pintor y al poeta».

Como puede verse el texto de Fonseca enriquece con mucho la lectura de Garcilaso, haciendo justicia a la formación clásica del poeta y revelando la muy alta erudición del comentador; Píndaro, Cicerón, Terencio junto con Camoens son traídos aquí acertadamente.

Tamayo (n. 5) repite lo dicho por Fonseca, añadiendo: «como me advirtió don Juan de Fonseca y Figueroa, cuyas ayudas en éste y otros escritos míos confieso con agradecimiento a su mucha doctrina en sus lugares». Pero, pese a esta afirmación, no siempre lo hizo en todos los lugares; lo hemos observado en el comentario precedente y lo haremos cada vez que ocurra la omisión.

Soneto VIII vv. 1-2

Nada hay igual en los comentaristas precedentes, ni tampoco Tamayo se hace eco de la cita de Heliodoro, al que bien conocía nues­tro erudito, y que sin duda alguna debía conocer Garcilasoβ β.

** En este Comentario me referiré continuamente al Brócense, Herrera, Ta­mayo y Azara. Se trata naturalmente de los Comentarios a Gardilaso que hicieron Francisco Sánchez de las Brozas (1574), Fernando de Herrera (1580), Tomás Ta­mayo de Vargas (1622) y José Nicolás de Azara (1765), todos ellos citados si­guiendo la edición de A. Gallego Morell, Garcilaso y sus Comentaristas (Madrid 1972). A Elias L. Rivers, Garcilaso de la Vega. Obras Completas (Madrid 1964) y a Alberto Blecua, En el texto de Garcilaso (Madrid 1970) me refiero cuando digo BJivers y Blecua respectivamente. Igualmente completo las citas poniendo en el texto entre corchetes, o en nota a pie de página lo añadido.

69 Heliodoro, autor de Las Etiópicas o Teágenes y Cariclea, era conocido y tuvo una influencia manifiesta ya desde la Edad Media. Antes de 1534, fecha de la editio princeps ya había sido traducido; un buen número de traducciones se hi­cieron en el siglo xvi; de 1554 es la primera española, siguiéndose otras. Cf. E. Crespo Güemes, Introducción a la traducción de Heliodoro, B.CG. (Madrid 1979) pp. 43-52, para más datos.

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222 I V ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

Soneto XVI v. 12

Tamayo no recoge la variante de don Diego de Mendoza transmi­tida por Fonseca; Azara sin embargo pone del ayre en su edición, aunque nada dice en sus notas. Rivers la ofrece en variantes nom­brando, naturalmente, sólo a Azara. Blecua no incluye este soneto.

Soneto XVI v. 14

Lo que dice Fonseca excepto el que «se encontrará así en Grutero», lo dijo antes Herrera (n. 109) en un comentario más amplio y docu­mentado.

Canción I v. 13

La variante transmitida por Fonseca y lo que él añade es reco­gido por Tamayo (n. 43); de éste toma Rivers la variante. Blecua que comenta de este verso moriros a los frente a morir a vuestros, nada dice de rendido/tendido.

Es fácil de comprender la confusión de las iniciales r/t, tanto más cuanto que rendido o tendido tienen pleno sentido en el verso. A mi parecer rendido es mucho más expresivo que tendido; rendirse el vencido lo dice en latín Nebrija70 dedo, -is, dedi, y dentro del léxico amoroso es muy apropiado, y con grandes reminiscencias clásicas, especialmente de la elegía, aunque quizá aquí tendido evocaría el cansancio físico del amante, lo que no es muy poético.

Canción I vv. 40 ss.

Dos amplias y eruditas notas dedica Herrera (n. 192 y 193) a co­mentar estos tres versos, acudiendo a la autoridad «de Diógenes, Ho­racio, Cárdano en los libros que escribió sobre los aforismos de Hipó­crates, Alejandro de Afrodisia, Valerio Flaco y Petrarca». Los versos que ofrece son los de Horacio od. III 10, [14]

nec tinctus viola pallor amantium

y su traducción

ni aquella amarillez de los amantes teñida de viola

70 Vocabulario de Romance en latín (Sevilla 1516) Transcripción crítica e introducción de Gerald J. MacDonald (Madrid 1981) s.v.

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GARCILASO 223

los de Valerio Flaco VIII [160-65]

Hoc erat infelix iredeunt nam singula menti) ex quo Thessalici subierunt aequora remi; quod nullae te, nata, dapes, non ulla iuvabant témpora, non ullüs tibí túm color, aegraque verba, errantes genae, atque alieno gaudia vultu semper erant.

y su traducción:

Esto era, desdichada (porque vuelven a mi memoria las pasadas cosas), después que entraron en el mar los remos de Tesalia; que ni manjar alguno, ni tiempo alguno te agradaba, hija, ningún color entonces tú tenías, las palabras enfermas y dudosas, y de su ser mudadas las mejillas, y con semblante ajeno te gozabas.

Y a continuación los de Petrarca, «maestro de todos los amores y sen­timientos amorosos», en la Canción I W;

et quasi in ogni valle rimbombi il suon de miei gravi sospiri, ch'acquistan fede a la penosa vita.

Las notas de Fonseca a este pasaje me parecen enormemente afortunadas, amén de ser indicio del perfecto conocimiento que de Safo, Catulo, Valerio Edituo tenía nuestro comentarista, además de Plutarco y Heliodoro, autor este último no nombrado nunca por los comentaristas anteriores.

Tamayo (n. 45) enriquece lo dicho por Fonseca con la cita de Apuleyo Metam: «Cetera salutis vultusque detrimenta, et aegris, et amantibus examussim convenire nemo est qui nesciat, pallor defor-mis, maroentes oculi, lassa gemía, quies túrbida, et suspiritus cru-datas tarditate vehementior etc.» lib. X [2]. Y continúa Tamayo com­pletando la referencia que a Plutarco había hecho Fonseca: «como el silencio en Antiocho con igual furor por su madrastra Stratonica: Plutarco en Demetrio: Accedente Stratonica tanta repente perturbatio Antiochum occupabat, ut defectum vocis, ruborem vultus, subintuitum oculorum, sudores acutos, motum incredlbile venae, cunctaque illa

71 En las ediciones modernas del Canzoniere de Petrarca corresponde al nú mero 23, w . 12-14. Herrera ponía rimbomba, según la edición de Gallego Morell.

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224 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

quae a Sappho de amatoribus referuntur, intueri in adolescente li-ceret72. Y, continúa, en los Amores Sappho dicat amioa in conspec-tum prodeunte vooem haerere etc.73. Las palabras de nuestra Sappho estáaa en su lengua en Dionisio Longino de sublim. dic. gener. 7*. Catulo se esmeró en dárnosla en la suya en aquel elegantísimo Hymno75:

Nam simul te Cypria, adspexi, nihil est super mi,

quod loquar amens, lingua sed torpet, tenues sub artus

flamma demanat, sonitu suopte tinniunt aures, gemina et sequuntur

lumina nocte, manat et sudor gelidus, tremorque occupat totam etc.»

De Valerio Edituo y Heliodoro dice lo mismo que Fonseoa.

Elegía II v. 21

En los comentarios antiguos, ni siquiera en Tamayo está recogida la.variante a encaminar, pero Rives sí la ofrece, no citando a Mendoza ni a Fonseca, sino un manuscrito (Rioja K). Este manuscrito confirma la lectura de Fonseca, ya que supongo que no se trata del mismo de Mendoza, aunque podría estar relacionado con él, pues no coincide en otras lecturas7e. Nada dice en relación a esto Blecua al no incluir esta Elegía.

A mi me parece que la coincidencia de Mendoza y el Ais Rioja Κ podría avalar la corrección del texto garcilasiano en este punto, pues a encaminar mejora con mucho el sentido del verso, y por supuesto, como atestigua Nebrija77, ya existía en castellano. Volveré luego en la conclusión.

72 Plutarco Demetrio XXXVIII, 4. 73 Se refiere al fragmento recogido en Ps-Longino De sublímate X, 1, aunque

también Plutarco Quomodo qui suos in virtute sentiat profectus 81 D vuelve a ofrecer los versos 9-10 de Safo.

74 Como hemos dicho en la nota anterior en Ps-Longino De sublímate X, 1. 75 El poema de Safo antes citado lo tradujo Catulo ciertamente (c. 51), aunque

introduciendo algunas variantes. El que Tamayo nos transmite corresponde a Catulo sólo en los siete primeros versos, los 6-12; sin embargo, Catulo no ofrecía los dos últimos transmitido por Tamayo, que por otra parte siguen siendo tra­ducción de Safo. Ademas de esto, es digno de destacarse que dice Cypria, en vez de Lesbia, tinniunt en vez de tintinant, y sequuntur en vez de teguntur. El verso 11 que ofrecía una laguna y que suele completarse con vocis in ore, con­jetura de Doering traduciendo a Safo, está representado en Tamayo por la adición de Parthenius.

76 Ambos manuscritos podían pertenecer a la misma familia. Aunque no he visto el manuscrito Moja K, deduzco que no coincidía en las variantes que Fon­seoa transmitía del de Mendoza, al no mencionarlo Rivera.

77 Op. cit., s.v.

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GARCILASO 225

Elegía II ν. 144

Herrera (η. 3Θ2) ya decía que desatado era grecismo; Fonseca ilustró un poco el breve comentario de Herrera, y Tamayo le añade un ejemplo del propio Garcüaso en la Canción V.

Égloga 1 v. 178

El Brócense (n. 113) había ofrecido ya los versos de Virgilio Egl. II 25-27:

Nec sum adeo informis: nuper me in litore vidi cum placidum venus staret mare-, non ego Daphnim iudice te metuam, si numquam fallit imago.

y agregaba: «El mirarse en el mar primero lo dijo Teóorito y de allí lo tomó Virgilio y luego los demás. Y con todo eso dicen que es yerro decirlo porque en el mar ni en aguas corrientes se puede ver la fi­gura...».

Herrera (η. 461) da la traducción de Teócrito: [Idyl. VI w . 34-37] Porque no soy feo, como dicen de mí, que poco ha me vi en el ponto, cuando en tranquilidad estaba sesgo, y a mi, a juicio mío parecía la barba bella, y bella esta luz sola

Vuelve a poner los versos de Virgilio y su traducción:

JVi soy tan feo, que ha poco en la ribera me vi, cuando quieto sin los vientos estaba el mar, no temeré yo a Dafnis a tu juicio, si es la imagen cierta.

y ofrece los versos de una Égloga venatoria propia.

En la nota 463 critica a Servio que negaba que el mar devolviese la imagen78, apoyándose en Celio Rodigino en el lio. 26, cap. 9 y 10, y en Nemesiano7e Égloga 2, y lo justifica: «el mar plácido es lo que dice Séneca en Cuestiones de naturaleza mar tranquilo cuando se mueve blandamente y no se inclina a una parte.. . y así pone Virgilio en el mar aquella quietud, nada diferente de los estanques, en los cuales, recogida al agua marina puede servir de espejo... 8°. Y Luciano

78 Serv. In Verg. Buc. II, 25 y 27. 79 Nemesiano, no Pedro Nanio como se lee en la edición de Gallego Morell;

Herrera no pudo decir jamas esta barbaridad; no he comprobado si la errata está en la edición en que se basa Gallego Morell, o es propia de esta.

80 Séneca, Naturales Quaestiones, I, 17, 5.

1*

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2S6 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

dice en el diálogo Alcíone que está el mar quieto y tranquilo y seme­jante a un espejo 81. Y en, el de Doris y Galatea le dice Doris que se vea en la agua del mar, cuando esté sosegada γ tranquila82. También escribe Séneca en otra parte que la fuente transparente... vuelve a cada uno la imagen...83. Y así puso Garcilaso agua clara y pura y aunque dice corriente, no entiende por la acción de la agua que corre de su naturaleza. Y cuando lo dijese por aquella obra de correr, se debe entender en,el remanso del agua que corre de la fuente».

Coincide Fonseca con Herrera en casi todo, aunque no lo cita. Es posible que llegaran independientemente a las mismas fuentes y se­mejantes conclusiones, pero también lo es que Fonseca las tomase de Herrera. La duda surge de que Herrera es más claro y convincente en la explicación del sentido del verso. Como aportación de Fonseca está el que pone el verso de Nemesiano y la cita de Calpurnio, a la vez que la defensa que hace de que se trata del remanso que se forma a la salida misma del manantial, y la puntuación.

Tamayo (n. 97) acepta como clarificadora «la interpretación y apuntación que con agudeza dispone don Juan de Fonseca y Figueroa».

Égloga II v. 194

El comentario de Herrera (n. 530 y 531) da la etimología de ciervo derivándolo de cuerno, como es cierto («Dicho así de los cuernos que trae, como gervo, la g vuelta en c, o de la voz que significa en griego cuerno», aunque el paso es directo de cervum a ciervo. Añade que «edificaron los -antiguos un templo a Diana, según tiene Calimaco, de cuernos de ciervo, porque Diana, como diosa que fingían ser de la caza, se deleitaba con ellos».

Es cierto, como es sabido, que Calimaco, aunque no sólo él, ha­blaba de la existencia de un altar, no un templo, consagrado a Diana en Délos, hecho de cuernos, sí, pero de cabras, no de ciervos, y por Apolo, el hermano de la diosa84.

Fonseca queriendo ver la fuente de Garcilaso la descubre en la égloga primera, pero tiene que explicar el desajuste. Y tenía razón al decir que figere cervos no significó ni en Virgilio ni en latín clavar

8i' Luciano, Halcyon, 2, ed. de Macleod, cit., y. VIII (1Θ7Θ) p. 308. ''•82 Ludíáno, Díalogi marini 290, ibid., v. VII, p. 182. ' ••' • :83 Séneca, Nat. quaesí. V, 1, 1.

84 Calimaco, Hymnus in Apollinem, w . 60-63 habla del altar que Apolo cons­truyó en Délos con los cuernos de las cabras que Artemis había cazado. Plutarco, De sollertia anim. 35 también alude al altar kerátinos bomas hecho por Apola de cuernos de cabras salvajes cazadas.por su hermana, y en Theseus 21 y 35 vuelve αmencionarse; desigual manera. DiogenesLaerbio VIII, c. 13, Hesychius: Delon Kakós bomó's; OvjiÍl<x'Her.. XXI,. v. 99; Marcial, ,De spectoculis. I, .4 lo considera una de las maravillas del mundo, pero inferior, al. Anfiteatro Flayio. . Λ

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GA8CHASO 227

los cuernos del ciervo en ninguna parte, sino matarlos o cazarlos, aunque Servio dé también otra explicación. Pero ya no es tan seguro, yo me atrevo a ponerlo en duda, el que Garcilaso se equivocase al interpretar a Virgilio. Pudo ocurrir que no se basara en este verso de la égloga, sino en otro lugar, o que lo tomara de la costumbre, que el conocería, de poner los cuernos de los animales como ofrendas o trofeos en los árboles o en las puertas de las casas, y que igual que Fonseca conocía un ejemplo insigne de esta costumbre, Garcilaso conociera otros muchos, aunque no fuesen tan insignes. Se podía tra­tar de una deliberada variación, de una modernización con inclusión de costumbres contemporáneas; en este clavar los cuernos está por otra parte implícita la idea de cazarlos, puesto que previamente te­nían que haberlo sido.

Tamayo (n. 115) copia literalmente, sin citarlo, a Fonseca cuando dice: «un lugar insigne de ésta costumbre hay en Nicetas Choniate en la vida de Andrónico» lib. 2 fol. 350. Antes ofrece los versos de Garcilaso.

Égloga II v. 491

Fue Fonseca el primero que comentó este verso viendo un lugar paralelo en Ariosto; de imitación hablaba. Tamayo Cn. 121) sin nom­brar para nada a Fonseca; dice: «Así Ariosto hablando Orlando al fin del Cant. 23», y recoge los cuatro primeros versos de los cinco que había puesto Fonseca. Que se trata de un plagio se deduce fácil­mente del hecho de que se equivoca al copiar, pues Fonseca dice «hablando de Orlando», pues de él se habla; Tamayo empero «ha­blando Orlando», y evidentemente no hablaba Orlando en estos versos.

Égloga II v. 602

También en este caso Tamayo (n. 123) da como propio el descu­brimiento de la imitación de Ovidio que Fonseca destacara-, pone los mismos hexámetros ovidianos que aparecen en Fonseca, y además, igual que hiciera aquél y sin citarlo, dice que los tradujo don Diego de Mendoza y vuelve a poner las dos redondillas.

Égloga II v. 640 /yv

Ya Herrera había advertido la procedencia de Virgilio Egl. VIH en la nota 582. Fonseca había añadido la fuente teocritea. Tamayo (ri. 124) sin citarlo pone el mismo texto latino de los versos de Teócrito que pusiera Fonseca y afirma: «ha de ser imitación de Theocrito Eidyl. I».

Égloga II v. 878 .„XJ,S~ Herrera había dicho (n. 618) d# α resistirme que se trataba de una

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228 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

anadíplosis, «que es duplicación y frecuentación, bellísima figura». Tamayo manifiesta que D. Juan Fonseca lee el resistirme, en vez de resistirme de Herrera. Rivers recoge en variantes lo dicho por Ta­mayo, es decir el resistirme. Sin embargo es necesario hacer alguna puntualización; primero, Tamayo prefería ¿resistirme?; segundo, y más importante, Fonseca no leía el res. sino al resistirme, como se ve con toda claridad en el manuscrito, variante que me parece excelente y que conviene perfectamente al sentido del verso garcilasiano. Ble-cua no recoge este verso. También volveré a ello en la conclusión.

Égloga Π vv. 1077 ss.

El Brócense (n. 182) había visto acertadamente un lugar paralelo en Sannazaro, y afirmaba, lo que no es tan evidente, «todos lo toman de Ovidio en el 7 Metam, donde dice Medea»:

Quorum ope quum volui, ripis mirantibus amnes in fontes rediere suos: concussaque sisto, stantia concutio cantu freta: nubila pello, nubilaque induco, ventosque abigoque, vocoque [109-202].

Et infra

Te quoque Luna traho, quamvis temerata labores aera tuos minuant, currus quoque carmine nostro pallent, ac pallet nostris Aurora venenis [207-209]

Y Virg. en el 4 de la Eneid.:

Sistere aquam fluvüs, et verteré sidera retro [489].

Añade también Ariosto, Canto 43, están. 21, sin poner los versos.

Herrera (n. 644) aduce el texto de Ovidio Amores I 8

Cum voluit, toto glomerantur nubila cáelo cum voluit, puro fulget in orbe dies [9s.].

traduciendo:

Cuando quiere, se juntan los nublados en todo el cielo, y cuando quiere el día en el puro orbe luce y resplandece.

El texto de Petronio que ofrece Fonseca como imitado por Garci-laso vuelve a ponernos de manifiesto el perfecto conocimiento que de la literatura clásica tenía nuestro comentarista; desde luego a

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GARCILASO 229

Petronio lo debía conocer bien pues su amigo Gkmzález de Salas lo editó y comentó. Otra cosa es que ése fuese precisamente el lugar imitado por Garcilaso. Igual que cuestionábamos que fuese necesa­riamente la fuente la que da el Brócense lo hacemos ahora, es decir no tienen por que ser exclusivas, pues pasajes semejantes se encuen­tran en muchísimos lugares de la literatura clásica, y Garcilaso debía conocerlos casi todos; estos poderes de la magia se habían convertido en lugar común y sin grandes diferencias aparecen en la literatura al hablar de magos o hechiceras, o al tratar temas de la magia.

Tamayo, que vuelve a omitir el nombre de Fonseoa, recoge parte de los versos de Petronio que aparecían en él, aunque sin hablar de imitación; sólo manifiesta: «semejante poder es el que confiesa tener sobre el cielo y la tierra Enothea en Petronio».

Azara (n. 103) dará información semejante a la del Brócense, di­ciendo que lo toma de Ovidio.

En cuanto a los versos 1083-85, dice Herrera (n. 645): La luna. Tibulo en la Elegía 9 del lib. I85:

Cantus et e curru lunam deducere tentat. et faceret, si non aera repulsa sonent [21s.].

y traduce:

El canto bajar tienta de su carro la luna, y lo haría si callasen los metales heridos.

Acierta plenamente Herrera, pues los endecasílabos de Garcilaso tienen muy en cuenta el dístico tibuliano en el que reparó él.

Fonseoa, y partiendo del manuscrito de don Diego de Mendoza dio una nueva y, creo, exacta lectura del endecasílabo, ofreciendo a 6u vez el testimonio del escolio de Teócrito que la respalda. Otros muchos testimonios ofrecí yo en el artículo a que me he referido antes que corroboran lo defendido por Fonseoa.

Tamayo (n. 133) transmite la valiosa información de Fonseca pero de modo ciertamente sibilino, pues parece entreverse que lo que hizo nuestro comentarista fue dar la nueva lectura del endeca­sílabo, y que era propia de Tamayo la aportación del escolio de Teó­crito. Añade sin embargo la cita tibuliana, pero equivocándose en cuanto a quien señalara esta relación, pues dice que fue «el maestro Sánchez», siendo así que no el Brócense, sino Herrera la vio.

85 Elegía I, 8 en las ediciones modernas.

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230 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

Égloga II ν. 1495

Ya había observado Herrera (n. 708) el paralelo con Eneida VI, que Fonseca vuelve a mencionar sin citar a Herrera. Tamayo (n. 144) agrega otros, lugares semejantes, tanto griegos como latinos, remi­tiendo en cierto modo su información a los comentarios de Mureto, Del Río, Passerat y Luis de la Cerda.

Égloga lll v. 230

El Brócense (n. 244) comentado Estaba entre las yerbas degollada decía así: «No puede decir degollada porque habla de Elisa, que fue Doña Isabel Freyre, que murió de parto como se Cuenta en la Égloga primera. En un libro muy antiguo de mano dice igualada, y así se ha de leer, quiere decir amortajada; en latín posita sic.

Herrera comentando Una ninfa (n. 809) decía: *Doña Isabel de Freiré que murió de parto; y así dice degollada por desangrada, como decimos cuando sangran mucho a uno, que lo degolló el barbero».

Lo que dice Herrera queda a todas luces claro con la documentada información de Fonseca que acude para ello a las fuentes clásicas y medievales CIsócrates, Luciano, Jordanes, Alfonso X, etc.).

Tamayo (n. 161) la transmite, aunque se equivoca en la transcrip­ción de degollólo y dice degollado (Ataúlfo fue la víctima, no uno de los suyos).

Cierta ironía se observa en la nota de Azara (130). Dice: «Unos ejemplares dicen degollada y otros igualada. Más natural sería desan­grada porque esta señora murió de sobreparto».

Rivers pone, como es norma, degollada en su edición y en las variantes igualada; y gran atención dedica a este verso Blecua88. Viendo pros y contras en cada una de las lecturas, sirviéndose de los recursos de la crítica textual admite que la dificultad de elección es grande porque no contamos con pruebas terminantes que aprueben como válida una de las dos lecturas. No cree que se trate de una doble redacción, sino de una mala lectura, lo que también es evi­dente, pues no es demasiado difícil que partiendo de un manuscrito, original o no, de letra, poco precisa, o de una lectura poco atenta pudiera surgir el cambio de cualquiera de las dos.

No voy a permitirme la osadía de defender una lectura por en­cima de la otra, pero quizá, por razones obvias, me veo obligada a insistir en que la explicación que Fonseca da de degollada es cabal y bien documentada. Es un término que traduce iugulatio y que había sido empleado con semejante significación por Alfonso X, y

88 En op. cit., pp. 172-76. '"•" '• ''-'•'•'• f:•;•.-'.';'

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GÁRCILASO 231

que quizá a Gárcilaso, buscando la palabra que refléjase ¿té la ma­ñera más fiel la clase de muerte dé doña Isabel, le pareció acertado; Otra cosa en. la que hó voy a entrar és en que no sea una palabra demasiado poética, que exigiría él singular ¿o hierba, según costum­bre de Gárcilaso, y no las hierbas, que sin embargo apoyaría el igua­lada, mucho menos en si es una bestialidad como decía el Brócense **, cuestiones todas ellas junto a otras llenas de interés y qué, estoy segura, seguirá estimulando el buen hacer de los especialistas én Gárcilaso; sin embargo mientras que degollada es evidente que puede significar desangrada, y no creo que, aunque la palabra no guste, haya que buscarle otras interpretaciones (—cuello inclinado dé doña Isabel, reflejo de alguna pintura de tema mitológico— tanto más cuanto el símil con el blanco cisne corrobora el que sin sangre es­taba, como veía bien Fonseca), hay que seguir investigando sobre la equivalencia igualada, amortajada, posita, pues si bien es cierto que igualarse, según Nebrija, es en latín decido, transigo, también lo es que igualarse se interpreta como ser golpeado, e incluso morir por golpes, connotaciones que no convendrían a la clase de muerte de doña Isabel. Y desde luego no parece ser, si no se dan (si se han dado no las conozco) otras explicaciones, igualada lo mismo que amorr tajada.

Égloga II 235

No entendía Fonseca el• sentido de este versó; curiosamente nada dijeron de él los comentaristas anteriores ni posteriores, y en las ediciones modernas tampoco se dice nada; quizá todos lo entienden y consideraban ocioso aclararlo; a mi no me lo parece.

En los versos anteriores se hablaba de la caza de zorzales, tordos, mirlas (v. 215), siguiendo una descripción rica en hermosos detalles.. En el terceto precedente al verso en cuestión se dice:

al finias cuerdas de la red tirando ν llevabamosla juntos casi llena, •>.•.<.• ία caza a cuestas y la red cargando.

Y a continuación:

Cuando el húmido otoño ya refrena del seco estío el gran calor ardiente, y va faltando sombra a Filomena, (235) Con otra caza desia diferente aunque también de vida ociosa y blanda pasábamos el tiempo alegremente:

87 En una carta de la que nos da noticia Bleoua p. 173; sobre el plural yervos apoyando yguaíoda, p; 175. ...88 Blecua alude-a estas..cuestiones,-.incluyendo.noticias y crítica de un articulo

de A. Parguéras-MayoV "Lá ninfa degollada dé'Garcílí&o', en pp. 174-76'. "" ' "

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232 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

Se habla del otoño en contraposición al verano, no se cazan en­tonces tordos ni mirlas; va faltando sombra, porque los árboles van despojándose de su cabellera de hojas, a los pájaros, aquí nombrados por Filomena, la Filomela de la mitología clásica metamorfoseada en golondrina igual que su hermana Procne en ruiseñor, aunque ya desde la literatura antigua se identifica indistintamente a Filomela con el ruiseñor o la golondrina, y de la misma manera a su hermana; lo mismo ocurre en la literatura renacentista pese a que es más fre­cuente identificar a Filomena con el ruiseñor. En el texto de Garcilaso, empero, quizá pudiéramos deducir que se trata de la golondrina que emigra, aunque también del ruiseñor que no puede cobijarse en las ramas de los árboles; por extensión podía referirse a todos los pá­jaros.

Égloga II 563

Ya hemos visto anteriormente que Fonseca sí comentaba el verso 602, diciendo que era imitación de Ovidio Met. XIV [w. 729-732] y dando la traducción de Mendoza. En esa especie de ficha, a la que nos referíamos al final del texto del manuscrito en nota 68, había: O fiera dige (v. 563) con alusión al pasaje de Ifis. Este pasaje que co­mienza en este verso tiene relación evidente con los versos 698-771 de Met. XV, donde está la leyenda de Ifis y Anaxarete, pero se trata de una cierta relación, algo hay semejante, pero desde luego no es una imitación, como es la del v. 602. Quizá por eso luego Fonseca no lo comentó.

CONCLUSIóN

Llegado a este punto en el camino, me parece, y creo que podrá parecer a quienes hayan seguido hasta aquí, que es exacta y justa la fama de que gozó en vida Fonseca. Hemos descubierto al huma­nista, al perfecto conocedor de la literatura clásica, griega y latina, de la literatura medieval española, portuguesa e italiana etc. Las citas son numerosas, habida cuenta de que son muy pocas las pá­ginas del manuscrito y pocos los versos de Garcilaso que comenta; refiriéndonos sólo a las que comportan novedades, por no aparecer estos lugares citados en el Brócense ni en Herrera, las encontramos de Píndaro (Soneto V), Safo (Canción I), Teócrito (Égloga Π), Isócrates (Égloga III), Plutarco (Canción I), Luciano (Égloga III); Heliodoro (So­neto V y Canción I), Terencio (Soneto V), Cicerón (Ibid.), Catulo (Canción I), Bellum Hispaniense que atribuye como otros a Hircio (Égloga ΙΠ), Virgilio (Égloga II), Ovidio (Égloga III), Pétronio (Égloga

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GARCILASO 233

II), Calpurnio (Égloga I), Jordanes (Égloga II), amén de Nicetas Co-niates, Gruter, Alfonso X, etc.

Y junto a las imitaciones o lugares paralelos que destaca hay fre­cuentemente juicios personales, discusión, agudeza, y casi siempre aciertos.

En cuanto al texto de Garcilaso pienso que las variantes que ofrece, teniendo como base el manuscrito de D. Diego de Mendoza, son, al menos algunas, de gran valor, y que quizá mereciesen ser tenidas en cuenta por los futuros editores de Garcilaso. Resumo las que transmite:

Soneto II, 8 Soneto XVI, 12 Canción I, 13 Elegía II, 21 Égloga II, 878 Égloga II, 1085

Fonseca la del rendido a encaminar al resistirme hierro que en la

en vez de

tierra había

un de tendido al caminar a resistirme

en vez de carro que la mueve y guia

En relación a degollada no se trata como se ha visto de novedad alguna, sino de una muy erudita y documentada justificación.

Prometí volver en la conclusión a dos variantes. La Ia es o enca­minar de la Elegía II v. 21. Tengo que insistir en que mejora el texto. El terceto en que se halla es:

Ni voy tampoco por la estrecha senda de los que cierto sé que a la otra vía vuelven de noche a encaminar la rienda.

Habla de las personas que sigue aparentemente, hipócritamente, la senda estrecha de la virtud, pero que de ella se salen cuando no se las ve, por la noche.

Io) Al caminar es superfluo y casi impropio (si vuelven a la otra vía es evidente que caminan).

2o) Encaminar es dirigir una cosa hacia un punto determinado, es decir, dirigen la rienda (el carro por metonimia) hacia el otro camino, el de la no virtud.

Sintácticamente es preferible, es el infinitivo que completa a vuel­ven (verbo auxiliar) y expresos están sus dos complementos: rienda y a la otra vía. Creo que no puede haber lugar a dudas y que el buen sentido filológico de Fonseca lo vio perfectamente, apoyándose en el ms, de Mendoza.

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234 IV ACADEMIA LITERARIA RENACENTISTA

La otra variante es al resistirme de Égloga II, v. 878. Dice el ter­ceto:

Yo me daré la muerte y aún si viene alguno a resistirme, al resistirme el verá que a su vida no conviene.

El que quiera impedir la muerte de Albanio verá que no le con­viene hacerlo ¿Por qué no le conviene? Evidentemente porque se va a enfrentar a él, porque le va a oponer tan gran resistencia que peligrará su propia vida.

Elegante modo de expresión, como viera ya Herrera el repetir cercanos dos términos iguales. Más elegante todavía porque están empleados en acepciones algo diferentes. El primer resistirme es igual a «oponerse a la acción violenta de uno» (la aooión violenta es la muerte que quiere darse Albanio). El segundo, aunque también podría entenderse de modo semejante, es más bien rechazar con fuerza, (al oponerme yo, con fuerza, violentamente, quiere decir Al­banio). La simetría del verso es además perfecta.

Me parece, pues, que deben ser restituidas estas lecturas como las propiamente garcilasianas.

Con esta edición, con la que espero haber contribuido un poco al mejor conocimiento de la obra de Garcilaso, se ha conseguido llevar a la imprenta, con siglos de retraso, una pequeña, pero significativa parte de lo que debió ser la magnífica y extensa obra de Don Juan de Fonseca y Figueroa.