Franciscanos en America

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    Director coordinador: Jos Andrs-GallegoDirector de Coleccin: Alberto de la HeraDiseo de cubierta: Jos Crespo

    ANTOLN ABAD PREZ

    LOS FRANC ISCANOS

    EN AMRICA

    f B I B L I O T E C A ~ .~ . ~ . 5 -...1 1--_Adm'\istr~~,'JiIIIiitle cfeftdcP fJl;__T

    1992, Antoln Abad Prez 1992, Fundacin MAPFRE Amrica 1992, Editorial MAPFRE, S. A.Paseo de Recoletos, 25 - 28004 MadridISBN: 84-7100-480-1 (rstica)Depsito legal:M. 27010-1992Impreso en los talleres de Mateu Cromo Artes Grficas, S. A.Carretera de Pinto a Fuenlabrada, s/n, km 20,800 (Madrid)Impreso en Espaa - Printed in Spain

    @EDITORIAL

    MAPFRE

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    NDICE

    SALUDO y PRESENTACIN 15

    Captulo 1. INTRODUCCIN 17

    La orden fran ciscana en el ltim o tercio del siglo X V 17Coln y la Rbida 18

    Captulo II . HACIA LASANTILLAS. SEGUNDO VIAJEDE COLN y PRIME-RA EXPEDICINMISIONERA 20

    Actuacin pas toral y a sen ta mie nto d e la o rd en fra ncisca na 2 4Casas y fundaciones 26

    Expansin en las Anti l las y Tierra Firme 26Experimento de Cuman 28Balance y resultados 29Bibliografa 30

    / Captulo III. SIGUIENDO A CORTS A LA CONQU ISTADEL IMPERIO AZ-TECA (1519-1523) 32

    Resonancia de la conquista en Espaa 32vLos misioneros flamencos 34Yla Misin de los Doce Apstoles 34

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    8 ndice

    Captulo IV. LLEGADADE FRAYMARTN DE VALENCIAY DE SUS COMoPAEROS 36

    / Pr imeros pa sos 36

    Dispe rs in de los rel ig iosos y su norma apostlica .. 37Resumen y balance de la m isin-custodia 41

    z-Captulo V . PR OV IN CIAD EL SA NTO EV AN GELIO (1535) 43

    ~. Primeras misiones 43l/Segunda etapa de la provincia (1551-1603) 44

    Bibliografa 46

    Captulo VI. Los FRANCISCANOSEN GUATEMALA.EN POS DE ALVARA

    DO 47

    Primeros intentos de asentam iento 47Venciendo contrariedades 49Bibliografa 50

    ( 'Cap tu lo VII . SEGUNDAETAPAMISIONAL:FUNDACINDE LASPROVIN-CIASEN M JICO (1559-1603) 52

    Provincia de San Jos de Yucatn (1559) 52P rov inc ia de San Pedro y S an Pab lo d e M icho acn (1 56 5) 55

    P rovi nc ia d el Sa n t simo Nombr e d e J es s d e Gu at ema la ( 15 65) 5 8Provincia de San Jorge de Nicaragua (1575) 66Provincia de San Diego de M jico (1599) 69Provincia de San Francisco de Zacatecas (1603) 70Provincia de Santiago de Jalisco (1606) 73Provincia de Santa Elena de la Florida (1611) 76

    Cap tu lo VII I. INSTITUCIONESFRANCISCANASEN AM RICA 83

    Comisa r ios genera le s en y para Amrica 83Comisa r ios genera le s en Ind ia s : Mj ico y Per 84

    \

    I

    In dic e 9

    Procuradores 85Ins ti tuciones r~~ionales y l oc al es ~ . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 8 5Conventos y visitas 86Colegios mis ioneros 86

    Bibliografa 88Apndice 1. Com isarios generales de M adrid 89

    /*Apndice 11 . C om isarios g enerales de la N ueva Espa a 90A pnd ice III. C om isarios g enerales de L im a (Per ) 91

    / Captulo IX. Los MTODOSMISIONALESEN LASANTILLASY EN EL CON-TINENTE 92

    Primeros contactos en las Antillas 92~. Mjico y su forma de apostolado 93

    Bibliografa 104

    Captulo X. AFIANZAMIENTOY MARCHAHACIAADELANTE.LAS CUSTODIASO M ISIONESDE FRONTERA 105

    //Custodias de Nuevo M jico 106Cus tod ia de Ro Ve rde . F ines de l sig lo XVII. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . . 111Custodia de San Salvador de Tampico 114

    . / Cap tu lo XI . Luz Y SOMBRAS(1640) . PRIMERASSECULARIZACIONESDE

    LASDOCTRINAS 119

    Los colegios m isioneros (1682-1685) 120La herencia del Colegio M isionero de Q uertaro 123

    /Captulo XII. CONJUNCIN DE PROYECTOSDE LAADMINISTRACINY DELOS FRANCISCANOS 129

    Provincia del Nuevo Santander 129La situacin de las m isiones hacia 1752 139

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    10 ndice

    J 'jiCaptulo XIII. ETAPA NEGRADE LASPROVINCIASEN H ISPANOAMRICA(1753-1776). LA SECULA RIZAC INDE LASDOC TRINA SYSUS CONSECUENC IAS 142

    En Mj i co 1420./L a s r ed u cc io n es d e r el ig io so s e n E s pa a . Su r ep er cu si n e n e l

    c ampo de l a s mis ione s 145

    Captulo XIV. EL EMPUJE HACIA EL NORTE @Mis ione s de Cohau i la 48Los ja li c iense s en l a s misiones de Ro Grande 152Las misiones de l Re ino de Len 152

    Captulo XV . SOA NDO CON LEJANA STIERRA S.POR LA COST ADEL PA.CFICO. DESCUBRIMIENTOy CONQUISTADE CALIFOR NIA 155

    No mbr e de ley en da y tie rr a de gl or io sa ep op ey a 155Via jando con f ray J un pe ro 157Las mis ione s y es cena s de s angre 158Nue vo s mto do s m isi on ale s y suc es os de sag ra da bl es 173Nu ev as mi sio ne s y san gr e en el Co lor ad o 175Trns i to de un s an to : mue re e l fundador (28-IX-1784) 179

    Suces in en e l gobie rno de l a s mis ione s 181Bibliografa 184

    Captulo XVI. SIGUIENDOA PIZARRO 190

    Palabras previas 190Siguiendo a P iza r ro po r t i er ras and ina s. En e l impe r io de lo s in -

    c a s. La p rovincia de lo s Doce Apsto le s de L ima (1553) 191Bibliografa 201

    ndi ce 11

    Captulo XVII. LA PROVINCIADE SAN FRAN CISCODE QUITO (156 5) 203

    Actuacin mis ionera 204Explo rac in de l Amazonas 205

    Mis in de N apo 206Mis in de l Pu tumayo 206Mis in en tre lo s j v a ros y maynas 207Bibliografa 207

    r.Captulo XVIII. LA PROVINCIADE SAN ANTONIO DE LOS CHARCAS(1565-1627) 209

    Pr ime ras fundac ione s f ranc is cana s 209Convers in de los quechuas y aymara s 210Por e l nor t e y o ri ente bo liv ianos 211Bibliografa 212

    Captulo XIX. LA PROVINCIADE LA SANTSIMATRINIDAD DE CHILE(1565) 213

    Pr ime ras mis ione s en tre lo s indios de Ch ilo 215La rebel in a raucana de 1598 216Mis ione s en l a Araucan ia 216Bibliografa 217

    Captulo XX. LA PROVINCIADE SANTA FE DE BOGOT (1565) 219

    Convers in de los ch ibcha s 219His to r ia de l a p rov inc ia 220Bibliografa 221

    Captulo XXI. Los FRANCISCANO SEN LA CUENCADEL PLATA(15 38) 223

    Cus tod ia de San Jo rge de Tucumn (1565) 227Misiones en Uruguay....... . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . 228El padre Lu is de Bo laos y l a s reducc ione s gua ran e s 229

    .r Los obispos franciscanos 234

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    Captu lo XXII . Los COLEGIOSMISIONEROSDE AMRICAMERIDIONAL

    Colegio de Santa Rosa de Ocopa (1725-1757) .E xp lo racio nes en los a os p rim ero s del siglo X IX .

    Cap tu lo XXII I. NUESTRASEORADE LOS NGELESDE TARIJA(1755)

    Fundacin del colegio .Los chiriguanos .M isiones .La invasin de los brbaros .Eplogo y balance .B ibliografa .

    C ap tu lo X XI V. C OL EG IO S A PO ST L IC OSD E C OL OM BI A .

    C o le gi o d e Nues tr a S e o ra d e la s Gr ac ia s d e P op ay n ( 1755) .Colegio de San Joaqun de Cali (1753-1756) .Bibliografa .

    1 ; 1

    \

    23 7

    23 724 1

    24 3

    24 324 424 626 226 326 4

    26 6

    26 626 826 9

    Cap tu lo XXV. COLEGIO MISIONERODE SAN CARLOSDE CHILLN ENCHILE (1756) 270

    Vida y carcter de los nativos de Chilo 271M to do m isio na l d esa rr oll ad o en e st as c on ve rs io ne s 2 72Bibliografa 273Apndice 1. Colegio de Chilln (Chile) 274

    Apndice 11. M isiones de Chile 278

    Cap tu lo XXVI . COLEGIO MISIONERO DE MOQUEGUA EN BOLIVIA(1775) 279

    Fundacin y trabajos 279Colofn 283Bibliografa . 284

    FIN DE UNA EPOPEYA(1816-1836) 286

    nd ice 13

    EpLOGO 28 9

    APNDICES

    CUADROS .Estadillos de m isiones, colegios y religiosos .

    , / P rov inc ias f ranc is cana s de Amr ic a Cen tra l" . P rov inc ia s y cus tod ias f ranc is cana s de Mx i~~: . .i~~..k~iii~~..;~~~

    tados del Norte ./ ' P rov inc ia s f ranc is cana s de Amric a de l Sur an t igua s y a c tua le s

    29 329 329 5

    29 629 7

    29 8BIBLIOGRAFA..............................................................................................

    NDICE ONOMSTICO.................................................................................. 30 3

    NDICE TOPONMICO 31 1

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    SALUDO Y PRESENTACIN

    Amigo lector: estamos ya celebrando el V Centenario del descubri-miento de Amrica, la ms grande aventura que vieron los siglos, y que-remos acercarnos con la mirada limpia, los ojos sanos y la mente dis-

    puesta a saber y verificar cmo se produjo ese extraordinario evento denuestra historia. Cmo unos hombres de nuestras tierras, que se criaron

    bajo los soles y la luz de esta piel de toro, que es Espaa, llevaron allsu lengua, su religin, sus modos de vida, sus formas de civilizacin ysu pasado cultural greco-romano. Cmo estos hombres, quiz porqueconocan el sudor, la fatiga y el cansancio de su ajetreada existencia,lucharon con otros climas, otros soles y fros, pero tambin con otros

    paisajes, donde otros hombres, enamorados de su selva, de sus pampas,de su montaa, siempre cubierta de nieves, pero amantes de su libertadno coartada, prefirieron esa libertad yesos espacios abiertos a toda im-

    posicin y leyes, a todo lo que supusiera freno a esa libertad e inde-pendencia, que para ellos era vida, y vida muy querida y sentida. Y sin

    embargo estos hombres de nuestra tierra ibrica establecieron contactosy relaciones con ellos, lucharon con ellos, sufrieron con ellos y vencidosmuchas veces, perseveraron constantemente y, al fin, lograron someter-los a esta verdad que ellos simbolizaban y expresaban: la verdad de unaEuropa, de sus conocimientos geogrficos y, sobre todo, de su religin,que una a los pueblos, y de su lengua, que los hermanaba en su modode expresarse. Y de entre esos hombres, que buscaron aventuras, quesoaron con riquezas y hasta con el elixir de la eterna primavera, sloalgunos buscaron all dilatar la verdad del Evangelio, decir a todas aque-llas gentes la gran verdad: que todos pomos hijos del mismo Padre, so-lidarios en los destinos del tiempo y tambin de la eternidad. De entre

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    \/esos hombres destaca una minora, los hijos de Francisco de Ass, que ;;all llevaron su espritu y talante, supieron hermanarse con las criaturasy con la naturaleza, repitieron la constante de su fundador hablando alemperador de sus deberes, al seor de sus obligaciones, al sultn de lo

    nico importante -el reino de Dios y su justicia-, y a todos, sin di-ferencia de sexo, edad o condicin, que este mundo es la antesala delcielo para los hijos de Dios, el lugar donde nos ganamos una coronaeterna y jugamos con el tiempo como moneda para merecer la eternidad.

    S, unos hombres que entraron pobres, que vivieron pobremente,como los que se escondan o vivan en la selva, que all sudaron y sefatigaron, que nada pidieron a cambio de su consagracin a esa vidaapostlica y sacrificada y que, cuando son la hora de dejarlo todo, sa-lieron como haban entrado, pobres, humildes y desinteresados, sinnada.

    Son los franciscanos que, formados en Espaa, soaron con unmundo todo para Dios y con un mundo donde todos se supieran her-

    manos.En tres siglos largos de apostolado franciscano miles de hijos delmnimo Francisco,del Heraldo del Gran Rey, Cristo, eso hicieron desdela California a la Patagonia, del Atlntico al Pacfico, en la selva tropicalo en las pampas de la Cuenca del Plata. Su mensaje est cifrado en elsaludo de Francisco: Paz y Bien, paz y bien que ellos quisieron llevara todos y hacer a todos. Si lo han logrado, obra fue del Altsimo; si enalgo fallaron, y no debemos olvidar que eran hombres, bien se lo po-demos disculpar. Desde Martn de Valencia, jefe y capitn de los doceapstoles de Mjico; desde Marcos de Niza y su afn andariego, queintenta y casi lo logra recorrer todo el sur de los Estados Unidos ac-tuales de Norteamrica y luego, incansable, penetrar en el imperio de

    los incas, hasta Martn Ignacio de Loyola, el hombre que dio las dosvueltas al mundo y que termin sus das en la ciudad del Plata, SantaMara del Buen Aire, pasando por Francisco Solano, el ngel de paz enla ciudad de los Reyes y el apstol de las pampas, o fray Luis Bolaos,el fundador de las reducciones del Paraguay, todos son nombres de esacorona que orla la frente de la orden franciscana, que en este simpleensayo fotogrfico os queremos presentar.

    Antologa lrica? No, sencillo retrato de lo que hicieron estos hom-bres de Cristo por Amrica y por Espaa. As lo pretende este pobrefraile, que os lo ofrece como un recuerdo y como alegre evocacin.

    Fray Antoln Abad Prez, o fm,

    I

    ,

    I)

    Captulo I

    INTRODUCCIN

    LA ORDEN FRANCISCANA EN EL LTIMO TERCIO DEL SIGLO XV

    En la segunda mitad del siglo xv la orden franciscana en Espaa

    sufri una gran transformacin; se hallaba dividida en dos familias-conventualidad y observancia- aunque no reconociera ms que a unsuperior mayor, el ministro general.

    Los movimientos de reforma, que surgen en las varias regiones-Galicia, Levante y Castilla-, van configurando el mapa de una or-den religiosa que busca la unidad, pero en el retorno a las fuentes pri-marias: fervor en la accin, vida evanglica, oracin y ascesis, que fue-ron sus goznes. Desde el beato Juan de la Puebla, que alz su eremi-torio en Sierra Morena y da lugar a la ereccin de la Custodia de losngeles, en la que nacer a la vida franciscana el padre Francisco delos ngeles Quiones, subiendo por Extremadura, donde aparece la des-

    calcez y enlaza con los eremitorios castellanos de Toledo, Guadalajara,Valladolid y Burgos, la observancia ha invadido las tierras hispanas cualmarea incontenible y ha absorbido totalmente a la antigua y, hasta en-tonces, fuerte y bien asentada conventualidad. De esta manera la ordenva estableciendo los cimientos firmes para la gran obra que le espera.Pero es que, adems, desde el primer tercio del siglo xv ha sabido vol-ver esta familia por los fueros del primitivo empuje misional y, al tiem-po que avanzaba la reconquista del territorio espaol, ha mandado asus hijos a las Canarias, y a algunos hasta el Lejano Oriente, como al

    padre Juan de Vitoria quien rubric la predicacin del Evangelio consu sangre generosa.

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    Asimismo, va cuajando una nueva organizacin regular, y de sufuerza expansiva van brotando nuevas provincias, que por su ubicacingeogrfica sern conocidas con los nombres de los nuevos reinos. Delas tres provincias clsicas -Santiago de Galicia, Castilla y Aragn-

    pasaremos muy pronto a numerar las de la Btica o Andaluca en elSur; la Concepcin en Castilla la Vieja y Cartagena en el sureste; ape-nas entrado el siglo XVI, toda una plyade de nuevas instituciones sur-girn por el territorio nacional y stas sern las nodrizas que alimenta-rn la gesta de Espaa en Indias: la Custodia de Extremadura se lla-mar muy pronto provincia de San Gabriel y ser la madre de las des-calzo-alcantarinas, tendr un peso especfico en la empresa misionerade Tierra Firme y, en general, en todos los pases de Ultramar.

    Realizada esta nueva organizacin y con su llamada a nueva viday talante evanglico en el seguimiento de Cristo, la orden franciscanaest preparada ya, como la nacin espaola, para la empresa de msalto vuelo.

    Los estudios, que haban decado con el declinar de la escolstica,tendrn pronto sus centros formadores; Sevilla contar con su casa gran-de y colegio universitario; Alcal con sus ctedras de Santa Mara deJess y el Colegio Mayor de San Pedro y San Pablo; y Santiago, siem-pre apoyada en la Universidad de Salamanca, sern los focos que darna los franciscanos la formacin universitaria que les capacitar para lle-var al Nuevo Mundo la cultura cristiana y el mensaje salvador.

    En esa eclosin del renovado fervor religioso y de la bsqueda dela ciencia, cuando el mundo europeo camina hacia los estados absolutosy el renacimiento cultural espaol cuaja en la corte y entre las lites in-signes de la aristocracia espaola, los reyes Isabel y Fernando dan cima

    a la empresa siete veces secular de la reconquista, la orden est prepa-rada y pronta para secundar esos anhelos y sueos hispnicos.

    COLN yLA RBIDA

    Fue entonces cuando lleg por tierras del sur andaluz un soador,que hablaba de otros mundos y de otra ruta para alcanzar el Orientede las especias. Un da, desfallecido y roto, se dej caer por el monas-terio recoleto de la Rbida y en sus viejos muros fue desgranando elrosario de sus desventuras, pero tambin el de sus grandes sueos. All

    Intro ducc in 19

    encontr acogida para su proyecto y sern aquellos frailes quienes alen-tarn sus propsitos y le facilitarn el acceso a la corte y la exposicinde su teora: Antonio Marchena, astrlogo y custodio de la custodia se-villana, y fray Juan Prez, confesor de Isabel, ms un tercero descono-

    cido, quien bien pudiera ser el guardin del convento. El padre Antoniode Marchena recogi esas conversaciones entre los frailes y el navegan-te, y fray Juan Prez, en su calidad de confesor real, pudieron lograrque se le escuchara en el campamento castellano. Solidario con sus her-manos de hbito, comprendi las razones de Coln y se convirti ensu portavoz.

    Sin que nos ocupemos de los trmites y lentas negociaciones, queno son del caso para nuestro fin, cuando stas se formalizaron y se hi-cieron las capitulaciones, el padre Juan Prez puso al servicio de la cau-sa su influjo y autoridad y por ellos, no nos cabe duda, pudieron el Al-mirante y sus capitanes hacer la recluta de los expedicionarios.

    No descartamos ni queremos negar el ascendiente y peso de los her-

    manos Pinzn para esa convocatoria, pero desde luego la aventura erapara desanimar a los ms arrojados y slo la autoridad' moral de los frai-les pudo ganar la partida contra el miedo a lo desconocido ...

    Hasta muy recientemente se ha discutido sobre los componentesde la expedicin descubridora y se lleg a afirmar que algunos francis-canos de la Rbida acompaaron a los descubridores; hoy ya no lo po-demos decir, pues sabemos con precisin quines formaron parte en lanmina de los embarcados, que fueron stos: la carabela La Nia ibamandada por Vicente Yez; La Pinta, comandada por su hermano Mar-tn Alonso Pinzn, y la capitana, La Santa Mara, en la que enarbolabasu estandarte Cristbal Coln, y en las tres sumaba la tripulacin untotal aproximado de 130 hombres.

    Era viernes, 3 de agosto del ao de gracia de 1492, segn narrael Diario del Almirante. El 11 de octubre avistaban la nueva tierra y'alda siguiente tomaban posesin de la misma en nombre de Castilla.

    En algunos de sus viajes exploratorios, buscando nuevas tierras, seperdi La Santa Mara y Coln propuso el viaje de retorno a Espaa,a donde, con las tremendas incidencias de todos conocidas llegaron,aunque separadas, La Nia y La Pinta, sta capitaneada por MartnAlonso Pinzn, que volva enfermo. Era el 15 de marzo de 1493. Segntodos los datos, pues, ningn religioso figur en la expedicin, que ha-

    ba abierto un camino en el mar proceloso y rompi el misterio del N onPlus Ultra.

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    Captulo 11

    HACIA LAS ANTILLAS. SEGUNDO VIAJE DE COLNY PRIMERA EXPEDICIN MISIONERA

    Cuando dispona Coln su segundo viaje a las recientemente des-cubiertas tierras, el 29 de mayo de 1493, los Reyes Catlicos daban alAlmirante una serie de disposiciones e instrucciones y en ellas se le de-ca que ira acompaado de fray Bernardo Boil y de otros religiosos, loscuales deban ir con l para ayudar a la tarea de evangelizacin y con-versin de aquellos naturales. Asimismo ordenaban al arzobispo de Se-villa y al arcediano, Juan Rodrguez, proveyesen a los dichos religiososde los mantenimientos necesarios mientras se detenan en Sevilla y parael viaje a Ultramar.

    Sea lo que fuere y del valor que se les conceda a las bulas alejan-drinas de 1493, por la Piis Fidelium, de 25 de julio del mismo ao ydel mismo papa, se conceda a los miembros de cualquier Instituto li-cencia para pasar a Amrica con los compaeros que, ya el benedictinoBernardo de Boil o ya los reyes, quisieran escoger; por lo tanto, no ne-cesitaran de la licencia de sus respectivos superiores. Si no podemos

    fijar taxativamente el nmero y nombres de los componentes de la ex-pedicin, salvados todos los reparos, he aqu la lista ms real: BernardoBoil, jefe de la expedicin; Juan Prez, fraile de la Rbida; Rodrigo P-rez, de la misma comunidad; Juan de la Deule, franciscano borgon;Juan Tisin, franciscano francs; Juan Solrzano, mercedario; Juan de Se-villa, mercedario; Juan Infante, mercedario; y Ramn Pan, ermitao deSan Jernimo, de los que eran sacerdotes todos, con la excepcin deJuan de la Deule, Juan Cosn y Ramn Pan. De los dos hermanos fla-mencos se nos dir que son frailes legos, pero personas notables, muy

    bien sabidos y letrados, segn Las Casas. Ellos fueron en realidad quie-nes llevaron a cabo la obra misional.

    Ha cia las An til las 21

    Todos ellos se hicieron a la mar el 25 de septiembre de 1493 yarri-baron a La Espaola el 22 de noviembre del mismo ao.

    Las instrucciones que, a su vez, haban recibido stos de los reyeseran que los tales, por mano e industria de los indios que ac vinieron,

    procuren que sean bien informados de las cosas de nuestra santa fe,pues sabrn y entendern ya mucho de nuestra lengua.

    Sus trabajos apostlicos son muy poco conocidos y las referenciasque sobre el particular tenemos nos llegan por la pluma de HernandoColn, hijo del Almirante, en la vida de su padre el Descubridor. stenos dice de fray Juan de la Deule que parece ser el primero que ins-truy y bautiz a un indio, a quien impuso el nombre de Juan Mateo,y que despus fue el gran catequista de su maestro y de fray RamnPan. Tambin parece cierto que ambos misionaron en la regin de Ma-corn, de donde pasaron al norte, permaneciendo dos aos escasos enlas tierras del cacique Guarionx. Del otro franciscano, fray Juan Tesin,slo podemos conjeturar, aade el padre Lino Gmez Canedo, que leayud en sus trabajos.

    Ante el hecho aqu aludido de la asistencia a las misiones de Ul-tramar de religiosos franciscanos del pas vecino -Francia- podemosaclarar la interrogante, que es de fcil respuesta. En los ltimos dasde mayo de 1493 se celebr el Captulo General de la Observancia enFlorensac -sur de Francia- y hasta el captulo llegaron las nuevas deldescubrimiento de otras tierras; tal fue el entusiasmo de nuestros reli-giosos ante el gran acontecimiento, que muchos de ellos solicitaron li-cencia al vicario general, padre Oliverio de Maillard, para ir a las tierrasde Ultramar. Si luego no se concedieron ms licencias, fue tal vez porrazones de prudencia y de esperar informacin ms precisa y concreta

    y con ella proceder en consecuencia.Pero las cosas en La Espaola no marchaban a gusto de los mi-sioneros; la actitud y conducta del Almirante no eran en verdad dig-nas de elogio, sino de crtica acre, pero justificada; y la informacinlleg a la corte castellana, donde se nombr juez pesquisidor a Fran-cisco de Bobadilla el 21 de marzo de 1499: la estrella del Almirantede la mar ocana empez a declinar. Bobadilla, con plenos poderes,

    pas all al ao siguiente y con l viaj otra expedicin franciscana,en la que, junto al capelln de la flota Alonso del Viso, benedictino,

    podemos enumerar a los siguientes franciscanos: Francisco Ruiz, se-cretario de Cisneros; Juan de Robles, Juan de Trasierra, Rodrigo P-

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    22 Los franciscanos en Amrica

    rez y Juan de la Deule, ms Juan Cosn, que volvan al campo de susafanes.

    La resea de la misin nos pone sobre ascuas, pues figura en ellanada menos que el secretario de Cisneros, padre Francisco Ruiz, ese

    frailecico que acompa al padre Francisco de Cisneros desde sus dasde vicario provincial de Castilla, elegido en el convento de San Estebande los Olmos (Burgos) en 1494.

    Por qu iban estos frailes y, sobre todo, el padre Ruiz?Con palabras del bigrafo de Cisneros, padre Quintanilla, pode-

    mos responder:

    Aunque haba ya ocho aos que se haban descubierto las Indias yque se haban hecho diez viajes desde Espaa, los Reyes no tenanms jurisdiccin que en la Isla referida de la Espaola, con una solafundacin, que era una ciudad que se intitulaba la Segunda Isabelao de Santo Domingo, con cuatro o cinco fortines divididos en poco

    distrito del Pas; y que en esta ciudad haba ms de una limitada parro-quia,' en que slo los espaoles oan misa y se les administraba losSacramentos, y una sola Casa de la Aduana, porque ramos ya dueosde la isla de Cibao donde se empezaba a labrar alguna plata. Y la ra-zn de tener tan poco era que los viajes que se haban hecho, slose ordenaron a descubrir todas las Indias y a andar como mercadereslos mares, de puerto en puerto, vendiendo a los indios los bienes deEspaa, que por exquisitos en aquellas partes y por la poca estima-cin que hacan de su oro, plata y perlas, un cascabel vala cien es-cudos. En materia de haber plantado la fe en los corazones de los in-dios, era muy poco el fruto, pues no sabemos que se hubiesen bau-tizado ms de siete indios (veremos que esto no fue as) que el siervo

    de Dios catequiz en Barcelona, estando all la Corte y siendo con-fesor de la Reina el ao de 1493, a 15 de abril, que son los que trujoColn en el primer viaje, y a la Cacica Doa Catalina, con algunosde su casa, porque Miguel Daz, espaol, se cas con ella en el aode 1496. Y aun sabemos que a los indios, ya vasallos nuestros, los te-nan como esclavos. Y andaban montaraces huyendo de las extorsio-nes que les hacan, sin haberles enseado un Ave Mara. Y asimismose sabe que en la Isla Espaola para correr lo dems de las Indias,eran grandes las contiendas y pleitos que causaba la discordia, y quese haba amotinado contra los colonos, donde para averiguar la ver-dad despacharon los Reyes a 30 de junio de 1499 por pesquisidorFrancisco de Bobadilla, que lo hizo tan al revs de lo que entendan

    Ha cia las An till as 23

    los Reyes, enviando a Coln preso injustame~te, y otros int~reses einjusticias, que tenan a los Reyes en gran cuidado y presuman queno llegase a colmo aquel descubrimiento.

    Ante estas circunstancias los reyes consultaron el caso con Cisnerosy ste ofreci la solucin, aconsejando el envo de personas de buenaconducta y santas costumbres, para que lo primero q~~ ejecuta.ra? fuerael predicar la doctrina cristiana a los nativos y les hicieran cnsnanos ...

    yes que naturalmente ste era el nico justi.ficante .d.e la empresade ocupacin, pues no haba otro ttulo que pudiera .legIumarla.

    El texto aducido es ciertamente largo, pero explica perfectamentelo que ocurra en las tierras descubiertas y las medidas que se to~aronpor los reyes y luego por el cardenal Cis.nero~, ya re~ente del remo.

    Sabemos muy bien que las bulas alejandrinas obligaban a los reyesa proveer de misioneros las nuevas tierras descubiertas y los trminosclaros de tales concesiones eran los siguientes:

    Os mandamos, dice Alejandro VI, en virtud de santa obediencia, queas como lo prometsteis y no dudamos lo cumpliris, destinis a lastierras e islas susodichas varones probos y temerosos de Dios, doctos,instruidos y experimentados, para doctrinar a los dichos indgenas ymoradores en la fe catlica e imponerles en las buenas costumbres,

    poniendo toda la diligencia debida en los que hayis de enviar.

    Los reyes, pues, haban de actuar al dictado de tales compromisosadquiridos con el papa; pero adems Cisneros haba recibido cartas delos que all pasaron, como los franciscanos Juan de Robles, Juan de Tra-sierra y Juan de la Deule, quienes haban hecho llegar sus cartas al pa-

    dre vicario general Maillard, cartas que llevaban la fecha de 12 ~e oc-tubre de 1500. Y es por esto que volvan a aquellas partes los ya citadospadres Robles, Trasierra y Juan de la Deule, ms Rodrigo Prez y nues-tro Francisco Ruiz. .

    Para el viaje de esta expedicin se provey de todo lo neces~tloen vveres as como a sus criados que los acompaaban, con la dietade 12 maraveds a cada uno por da, e incluso les reservaron seis to-neladas de peso para llevar sus tiles.

    Su cometido oficial y misionero consista en informarse de ~o queall estaba ocurriendo y dar la libertad a los indios cautivos esclavizados

    por los colonizadores. Esta flota, que sali de Sevilla a fines de junio

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    de 1500, arrib sin novedad a Santo Domingo el 23 de agosto del mis-mo ao.

    Si los frutos conseguidos por los tres primeros franciscanos fueronescasos, con la llegada de esta expedicin comenzaron a multiplicarse

    y de esto hallamos informacin en las cartas de Juan de la Deule, Juande Robles y Trasierra, dirigidas al cardenal Cisneros, con fecha 12 deoctubre del mismo ao; enviaron tambin otra carta al padre Maillard,en la que decan haber recibido el bautismo para entonces ms de 1.000indios. Y es que esa mies se ofreca prometedora, pero urga el envode nuevos operarios.

    De esas cartas se hizo portador el padre Ruiz que, como ya diji-mos, haba sido enviado como informador, pero que ahora volva en-fermo. Con su presencia era el mejor testigo e informador de la situa-cin en las nuevas tierras.

    Las cartas a Cisneros lograron que muy pronto se dispusiera nuevabarcada y en 1501 ya se hallaba dispuesta la flota: en ella deban em-barcar 17 religiosos, 13 sacerdotes y cuatro hermanos legos, bajo la pre-sidencia del padre Alonso de Espinar. He aqu la nmina: Alonso deEspiner, comisario; Bartolom Turgano, Antonio Carrin, Francisco dePortugal, Antonio de los Mrtires, Mateo de Zafra, Pedro de Horna-chuelas, Bartolom de Sevilla, Juan de Hinojosa, Juan de Escalante,Juan Francs y Pedro Francs, sacerdotes; Juan Martn, Lucas Snchez,Juan Baudn, de Bretaa, y Jernimo Bernal, hermanos legos.

    La flota, compuesta por 32 navos, zarp de Sanlcar el 13 de fe-brero de 1502; pero una tempestad, que sobrevino a los ocho das departida, hizo naufragar a la carabela La Rbida, en la que viajaban 120pasajeros, adems de los tripulantes. Las 31 naves restantes fueron a

    atracar a diversos puertos de frica occidental y de Canarias, donde seles uni otra en substitucin de la perdida y la flota continu su tra-vesa hacia La Espaola, adonde llegaban el 15 de abril. Como un pa-sajero ms figuraba entre los expedicionarios el que ms tarde sera c-lebre: Bartolom de las Casas.

    ACTUACIN PASTORAL Y ASENTAMIENTO DE LA ORDEN FRANCISCANA

    No es mucho lo que sabemos, pero de las notas del matalotaje yde la carga embarcada s podemos deducir que esta misin llevaba el

    Hac ia las Antil las 25

    propsito de asentarse y permanecer. Entre los objetos embarcados figu-raban siete retablos de madera de ciprs; para la barbera se llevabanseis navajas y para la carpintera dos sierras grandes con sus armas de ma-dera. Y de esta misin escribir ms tarde Bartolom de las Casas fue

    cuando vino ac la Orden de San Francisco para poblar de propsito.Su actividad primera debi ser la lucha contra el desorden de los

    colonizadores y ver el modo de arreglar los desordenados modos conque vivan algunos, pues fray Antonio de los Mrtires hubo de lucharcontra los concubinatos. Del conjunto de la accin apostlica se de-duce que no fueron baldos sus trabajos, pues hacia 1503 se fundabaya la ciudad de Santo Domingo, que despus Ovando traslad a las mr-genes del ro Ozama, y su principal fundador fue el padre Espinar,quien adems colabor en la fundacin del Hospital de la Concepciny de San Nicols, primer establecimiento de su clase en Indias.

    Contando con que iran surgiendo nuevas residencias franciscanas,

    el vicario general padre Marcial Boulier orden se erigiese all una pro-vincia regular -1502 -; esta disposicin del vicario general fue reafir-mada por el cardenal Cisneros ms tarde, por disposicin de 29 de mar-zo de 1504. Ostentaba entonces el cargo de comisario general de losobservantes y, en calidad de tal, mandaba se nombrase un vicario pro-vincial en el trmino de dos meses. Pero un ao despus (2 de enerode 1505) el propio ministro general, de visita en Espaa, nombraba co-misario cum plenitudine potestatis in Insulis ab Hispanis noviter repertis .al padre Juan de Trasierra, medida que puede interpretarse como unintento de afirmar su autoridad en todo el territorio observante, nos ex-

    plicar el padre Lino Gmez Canedo. Tal vez ninguna de estas dispo-siciones llegaron a cumplimentarse, pero s la determinacin del cap-

    tulo general, celebrado en Laval (Francia) en la fiesta de Pentecostsde 1505, por la que erigi la provincia de Santa Cruz de las Indias, consede central en la ciudad de Santo Domingo y jurisdiccin sobre las is-las indianas.

    Por esta disposicin capitular se autorizaba a los frailes de las In-dias a erigir nuevas casas con la sola licencia del obispo de Santo Do-mingo, facultad que se apoyaba en los privilegios de las rdenes men-dicantes, pero que slo tena validez en tanto que les llegaba la auto-rizacin pontificia.

    La nueva provincia as fundada lo era con todos los derechos delas restantes provincias del mundo franciscano y su Vicario Provincial

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    tendra voto y voz en los Captulos generales de la Orden. Otra notaa destacar es que por ella los franciscanos eran los primeros en esta-

    blecer una organizacin permanente en el Nuevo Mundo.El primer vicario provincial de Santa Cruz de La Espaola parece

    debi ser el padre Espinar y entre sus inmediatos sucesores contamosa fray Alonso de Mexa, formado en Alcal a la sombra y bajo la direc-cin de Cisneros.

    CASAS y FUNDACIONES

    Con tales facultades la nueva provincia adquiere desarrollo apre-ciable y rpido; de ah que en 1510 se numeren ya las residencias dela Concepcin de la Vega, Santa Mara de la Vera Paz de Xaragu, lue-go trasladada a la Yaguana, ciudad de Santo Domingo, yen las pobla-

    ciones mineras de Mejorada de Cartuy y Villa de Buenaventura. Estenmero parece que se conserv hasta el ao de 1532, segn las listasoficiales que han sido dadas a conocer.

    EXPANSIN EN LAS ANTILLAS yTIERRA FIRME

    Esta expansin, aclarmoslo, no poda realizarse sino con la llegadade nuevos refuerzos misioneros que dieran consistencia a las fundacio-nes establecidas y les permitiera lanzarse a crear nuevas residencias.

    El captulo de 1508 haba de sancionar este despliegue por las An-tillas y Tierra Firme al solicitar del rey nuevos operarios para esta no-

    vsima via de Ultramar y fue el padre Antonio de Jan, quien volvaa su provincia, tras del captulo, en 1509, con ocho religiosos. Pero hizoms el captulo de Barcelona por esta provincia antillana al solicitar yestablecer que cada provincia observante contribuyera con dos religio-sos a la leva misionera; de stos indudablemente conocemos a los pa-dres Bernardino de Hoces y Juan Alemn, que llegaron en 1509. Y, ade-ms, el provincial padre Antonio de Jan inform al rey sobre las ne-cesidades existentes all, y el rey orden al superior general enviar re-ligiosos desde las Antillas a otras Islas y comarcas que se han descu-

    bierto e hallado. De hecho en 1511, por diciembre, se despachaba nue-va misin de 25 religiosos bajo la direccin de fray Diego de Torres, y

    Ha cia las An till as 27

    en junio del mismo ao marchan hacia esas tierras tres franciscanos fran-ceses: fray Remigio de Faulx?, fray Pedro de Arcabandi y fray Guiller-mo de Podio, que fueron provistos por la Casa de Contratacin el 24de junio.

    Cuando llegan estos refuerzos ya se haban creado nuevas residen-cias en otras partes, como en Jamaica. De los que all misionaron nosson conocidos fray Juan de la Deule, que muri all entre 15081511;tambin debi misionar en Nueva Sevilla, en la costa norte de la isla.

    En Jamaica los franciscanos permanecieron, segn se cree, hasta1529, ao en que los dos ltimos pobladores abandonaron la poblacin.Y desde esta fecha no aparecer un franciscano hasta un siglo despus.

    Desde las expediciones de 1509 algunos pasaron muy pronto, sinduda, a la costa de Darin, pues all hubo residencia franciscana, lla-mada Santa Mara de Darin, en 1510. Los datos precisos de su per-manencia all son stos: tres o cuatro frailes en 1513 y seis en 1515.En 1514 se unieron al obispo fray Juan de Quevedo, tambin francis-cano y el primer obispo del Nuevo Mundo, los religiosos fray Pablo deAvils y fray Pablo de Seplveda. El obispo Quevedo solicit del papalas mismas e iguales facultades que tenan los vicarios generales de laorden para su Castilla de Oro, como as era designada la nueva dicesis.An en 1524 moraban all fray Alonso de Escobar, superior de la resi-dencia, y fray Andrs de Valds.

    Por este tiempo se haban establecido ya en la isla de Puerto Rico,al menos desde 1511; el gobernador, atendiendo a las disposiciones rea-les con la ms diligencia que se pueda se haga en la dicha Isla un mo-nasterio de frailes de San Francisco, porque es Religin y persona dequien se recibe muy buena doctrina e mucha consolacin, facilit su

    cumplimiento y para ello los religiosos llevaron ornamentos, clices ycampanas para la dicha fundacin. Este convento se hallaba en Caparra,

    primitiva capital de la isla, aunque tambin es probable que se hubieranya establecido en la regin de Aguada y en San Germn. Tal vez estasresidencias fueran abandonadas al trasladar la capital de Puerto y esta-

    blecerla en el viejo San Juan de hoy. En 1534 exista asimismo un con-vento en Bayamo y el de Santiago contaba al ao siguiente con seis osiete frailes.

    Esta es, sintticamente dicha, la historia de las fundaciones; peroel provincial, fray Pedro Mexa, ya antes de 1526 hubo de llevar a eje-cucin el experimento de poner en libertad a los indios de Cuba.

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    Se produce un vaco en la informacin y noticias de estas misionesen los aos subsiguientes, y slo en el ltimo tercio del siglo XVI sabe-mos que Fr. Alonso Prez estuvo cuatro aos en la Habana y en la

    Trinidad y en Puerto Prncipe y ha sido Cura y Vicario de la villa deBaracoa; en Guanabaco haban administrado durante ese tiempo, almenos hasta 1575, y dos aos despus solicitaban nuestros frailes quese les devolviera esa doctrina. Y valga como aclaracin el siguiente co-mentario: los conventos de Santiago de Cuba y Bayamo formaban partede la provincia de Santa Cruz de La Espaola, aunque el de la Habana

    parece que estuvo bajo la jurisdiccin de la provincia de Yucatn y fi-nalmente pas a la del Santo Evangelio de Mjico; los tres citados con-ventos fueron agregados en 1603 a la nueva Custodia de Santa Elenade la Florida.

    EXPERIMENTO DE CUMAN

    Cree el padre Lino Gmez Canedo que ya en 1514 los franciscanoshaban podido establecerse en Cuman, regin escogida para el expe-rimento de conquista pacfica. Los franciscanos vean que su nmerose iba reforzando de da en da y el cardenal Cisneros, tan interesadoen las cosas de Amrica, que en esos aos estudiaba el plan deMisin

    jer on im ita , consigui del captulo general, celebrado en Run, que 14misioneros selectos fueran enviados allende los mares. Era un grupo mi-sionero que deba establecerse en la costa de las Perlas o Tierra Firme;de hecho hacia all fue dirigida esta misin, que fij su residencia enCuman y Cariaco, donde alcanzaron resultados tangibles.

    Otro de los proyectos era la fundacin de dos colegios para niosindgenas, de todo lo cual pudo informar a su llegada a Espaa en 1519el padre Juan Vicent y aadir que contaban ya con dos residencias ysus respectivas iglesias y que en ellas moraban hasta siete religiosos,cuyo superior era el padre Juan Garceto. Alentaban el propsito de le-vantar cinco residencias ms y las correspondientes iglesias, en cada unade las cuales deban morar cuatro religiosos. Ante estos resultados y lasexcelentes perspectivas que se les ofrecan, el ya citado padre Juan Vi-cent solicitaba nueva misin de 20 religiosos, los que salieron muy pron-to para su destino, pero que no alcanzaron hasta fines de 1519 o prin-cipios de 1520.

    . . . .

    Ha cia las An til las 29

    Desgraciadamente, cuando stos se hallaban prximos a engrosarel nmero de los que realizaban la experiencia de la conquista pac-fica, todo haba de derrumbarse con la sublevacin de los indios, que

    destruyeron el convento dominico de Chiribiri, y los franciscanos se vie-ron forzados a abandonar su casa-convento y buscar refugio en la ve-cina isla de Cubagua. Algunos tornaron a su misin en 1521 y son losque all encontr ese mismo ao Bartolom de las Casas.

    Fue en verdad lamentable esta rebelin de los nativos, porque losfranciscanos haban dado rpidos pasos en su proyecto evangelizador,

    pues contaban con dos residencias y hasta 40 nios muchachos, queya saban la doctrina y servan a la misa con devocin; los religiosos,por su parte, haban estudiado y aprendido el idioma de los nativos, lo-grando la implantacin de rboles frutales y nuevos cultivos, como na-ranjos de maravillosas naranjas, via, hortalizas y melones, de todo locual pudo certificar Bartolom de las Casas. Pero adems vio tambin

    libros, obras de arte y artesana, ropas y calzado, utensilios de cocina,herramientas y otras manifestaciones de la cultura europea, tal vez lasprimeras que pudieron conocer los nativos de aquellas costas.

    Contra viento y marea, bien podemos decirlo, los franciscanos nose desentendieron de esta costa de las Perlas y la prueba concluyentees que en 1531-1532 ya se interesaba por la empresa el padre provin-cial, fray Antonio de Bilbao, y los oficiales reales de Santo Domingo re-ciban de la Corona la orden de facilitarle y pagarle un intrprete y deayudarle para fundar un convento junto a la fortaleza de Cuman. Pa-recido inters manifest en los aos 1533-34 el sucesor inmediato deaqul en el gobierno de la provincia, padre Jernimo de Vergara, quienya poda servirse de los religiosos llegados de Espaa bajo la direccin

    del padre Juan de Granada; ya su vez el padre Francisco de Barcience,acabado su provincialato, manifest deseos de consagrarse a dicha mi-sin. An ms, el padre Antonio de Cortegana insista en su gobierno-1541- en la necesidad y urgencia de establecer un convento enTierra Firme, aunque slo dos aos ms tarde lo vemos relacionado conel envo de frailes a dicho paraje.

    BALANCE yRESULTADOS

    Ahora nos podemos preguntar qu haban aportado a esas nuevastierras los franciscanos? Por supuesto, respondemos, su espritu reno-

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    vado y observante, su sentido fraterno y un ideal: ganarlos para Cristo.Para ello se llevaron consigo en 1516 diez imgenes de lienzo para seisaltares y media docena de gramticas de Nebrija, es decir, la lenguay la fe. En 1519, con fray Juan Vicente, llevaban cinco cruces de plata,

    diez clices de plata, cinco sobredorados, cinco cruces de las de Flan-des y 25 de vidrio, cinco aras con sus herraduras, cinco campanas gran-des y diez pequeas, cinco chincharros para pescar y una modesta bi-

    blioteca de 77 volmenes. A fray Alonso de Espinar se le dieron y llevconsigo 2.000 cartillas de leer y escribir; es decir, que todo nos prue-

    ba la voluntad sostenida de establecer misin permanente y una deci-sin firme de extender la religin y la lengua.

    y qu era para los franciscanos esa tierra lejana? Podemos verifi-car que los franciscanos se hallaban establecidos, al finalizar el sigloXVI, en las islas principales: Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico y Ja-maica, pero tambin en Panam, en la base de Cubagua, pegada a la

    costa oriental de Venezuela. Y es por esta razn que Venezuela se con-vertir en la base segura y firme de la provincia de Santa Cruz de laEspaola. Tambin y felizmente estas fundaciones de Cuba e islas ad-yacentes sern el trampoln de donde saltarn a tierra firme sus conti-nuadores en la empresa misional; all descansarn los religiosos que cru-cen el Atlntico, y all renovarn sus fuerzas para lanzarse a la gran epo-peya de la evangelizacin del continente americano.

    ytodo esto hasta el momento en que surja a la vida eclesial y fran-ciscana la provincia del Santo Evangelio de Mjico en 1524.

    Han sido unos aos de tanteo, de experiencias, de luchas y tam-bin de fracasos, a pesar de los frutos recogidos; desde ahora ya sabendnde pueden hallar colaboradores en la evangelizacin, pero tambin

    dnde se encuentran las grandes rmoras.

    BIBLIOGRAFA

    Este captulo se ha elaborado sobre los siguientes estudios:Aranda y Quintanilla, P. de, ofm., Archetypo de virtudes, espejo de

    Prelados, el venerable Padre y siervo de Dios Fr. Francisco Ximnez de Cis-

    neros, Palermo, 1643. Palabras citadas en las pp. 132-133.Borges Morn, P., Primeras expediciones misioneras a Amrica,

    Arch ivo Iber o Amer icano, AlA, 27, 1967, pp. 121-123.

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    Gmez Canedo, L., ofm., Evangelizacin y conquista. Experienciafranc iscan a en, H ispan oamr ica, 2.' ed., Mxico, Editorial Porra, 1988.

    Ortega, A., ofm., La Rbida. H istoria documental crtica, vols. U-UI,Sevilla, 1925-1926 (principalmente el vol. 11).

    Romeu de Armas, A., La Rbida y el descubrimiento de Amrica, Ma-drid, Ediciones de Cultura Hispnica, 1968.

    Para algunos detalles he consultado el estudio del padre Omaeche-varra, l., ofm., Un plantel de serfica santidad en las afueras de Bur-gos. San Esteban de los Olmos (1458-1836)>>,AlA, 10, 1950, pp.151-393.