Francisco Fernández Segado 02 AIbJC 18

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    Anuario Iberoamericano de Justicia ConstitucionalISSN 1138-4824, nm. 18, Madrid (2014), pgs. 637-718

    la Constitucin. El Prof. Lpez Ulla conclu-ye poniendo de relieve cmo el TribunalConstitucional espaol ha seguido esta pau-ta dominante de atender al Derecho compa-rado, al recurrir con frecuencia en sus sen-tencias al apoyo de este material, siendo deresear especialmente el notable valor quepara el Tribunal tiene tanto el ConvenioEuropeo de 1950 como la Carta de Dere-chos Fundamentales de la Unin Europeadel ao 2000.

    La ltima colaboracin es obra del Pro-fesor mexicano de la Universidad Autno-ma de Nayarit Giovanni Azael FigueroaMeja, quien aborda el tema de la justiciaconstitucional local en Mxico, realizandoun anlisis comparado de la misma que vaseguido de unas propuestas de reforma.Desde los primeros aos del actual siglosurgieron en Mxico un conjunto de siste-mas de justicia constitucional local, esto es,a nivel no federal sino estatal, con la fina-lidad de salvaguardar las Constituciones delos Estados. Desde ese momento, la incor-poracin de instrumentos de garanta cons-titucional en esos textos estatales ha ido enaumento progresivo, hasta el extremo deque hoy es mayora el conjunto de Estados

    que acogen tales instrumentos de justiciaconstitucional. El autor analiza en su estu-dio la legislacin de justicia constitucionallocal desde la perspectiva del Derecho com-parado, a cuyo efecto estudia sucesivamente(y en este orden): el amparo local, las ac-ciones de inconstitucionalidad, los conflic-tos competenciales, la cuestin de inconsti-tucionalidad, los institutos de control de lainconstitucionalidad por omisin y, final-mente, el control preventivo. La conclusina la que se llega es la existencia de una cier-ta circulacin de los modelos de la justiciaconstitucional local, a la vista de que loslegisladores estatales, en el momento deconfigurar los instrumentos de control de laconstitucionalidad, han seguido en ciertoscasos un proceso de imitacin-recepcin dedeterminados aspectos contemplados porlos modelos originales.

    La obra aqu comentada acoge algunascolaboraciones de indudable inters que seenmarcan en ese permanente y siempre in-acabado debate que la doctrina viene man-teniendo desde antao acerca de los mode-los de justicia constitucional y la bsquedade una sistematizacin y clasificacin de losmismos.

    PIERO CALAMANDREI: La constitucin inacabada, Editorial Tecnos (Coleccin Clsicos delPensamiento), Madrid, 2013, 145 pgs.

    por FRANCISCO FERNNDEZ SEGADO

    I. La prestigiosa coleccin Clsicos delPensamiento de la Editorial Tecnos, quedirige el Prof. Eloy Garca, ha publicado laversin en castellano de la obra La Costitu-zione inattuata, del gran procesalista italia-no Piero Calamandrei (1889-1956), que vaprecedida por un sustancioso Estudio pre-liminar de Perfecto Andrs Ibez.

    La insigne figura de Piero Calamandreino necesita de muchas presentaciones paraningn jurista digno de tal nombre. Proce-salista especialmente preocupado por lostemas constitucionales, su pensamiento

    siempre estuvo presidido por su preocupa-cin garantista y, sobre todo, reconducir elDerecho al orden axiolgico. Sus aportacio-nes a la dogmtica de la justicia constitucio-nal son sobradamente conocidas por cual-quier mnimo conocedor de la misma comopara que nos detengamos en ellas.

    Tres meses antes de fallecer, el 16 dejunio de 1956, con ocasin de la primeraSentencia de la Corte costituzionale, Cala-mandrei publicaba en La Stampa un artculocon el significativo ttulo de La Costitu-zione si mossa. Al fin, la Constitucin

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    pareca ponerse en movimiento. En su pri-mera decisin, la Corte declaraba la incons-titucionalidad de un artculo de la Ley deSeguridad Pblica que prohiba la distribu-cin pblica de escritos, y en general dematerial grfico, sin licencia de la autoridadlocal de seguridad pblica. Lo relevante dela sentencia no era tanto la declaracin deinconstitucionalidad, que, por as decirlo,estaba cantada, dada la flagrante contradic-cin material de una norma como esa conel art. 21 de la Constitucin italiana, que,entre otras determinaciones, dispone que:La stampa non pu essere soggetta adautorizzazioni o censure. Lo verdadera-mente trascendente radicaba en que la Cor-te, separndose de la tesis sustentada por lamayora poltica, afirmaba la propia compe-tencia para conocer del control de constitu-cionalidad de las leyes anteriores a la Cons-titucin, de las leyes, en definitiva, pre-constitucionales, tesis defendida porCalamandrei, que, junto a juristas tan exi-mios como Costantino Mortati, VezioCrisafulli, Achile Battaglia o Massimo Se-vero Giannini, por slo mencionar algunos,haba formado parte del extraordinario equi-po de juristas que el 23 de abril de ese mis-mo ao 1956, en la vista pblica inauguralde la alta instancia jurisdiccional italiana,haba defendido la cuestin de inconstitu-cionalidad.

    Tras la cada del fascismo, como recuer-da Perfecto Andrs Ibez, Calamandrei,que siempre se haba mostrado como undenodado defensor del principio de legali-dad, haciendo incluso un discurso autocr-tico, denunciar la legalidad de fechadaa cuya sombra se instaur una prcticaoficiosa de ilegalidad efectiva, (...) el rgi-men de la legalidad adulterada, de la estafajurdica organizada por la autoridad. Elinsigne procesalista florentino abundar enesta misma idea siempre que le surja unaocasin propicia para ello. As, en una in-tervencin en recuerdo de los abogados ita-lianos cados durante el fascismo por lucharen favor de la libertad, admitir que el con-cepto de legalidad por l mismo defendidoen tiempo del desmoronamiento jurdico ya

    no bastaba, alinendose en favor de la vozde esas leyes ms profundas que (...) desdedentro nos sugieren (...) el amor por la li-bertad, la rebelin frente a la prepotencia yel privilegio, la solidaridad con la inocen-cia, la hermandad de todos los hombres....

    En vsperas del inicio de los trabajosconstituyentes por parte de la Asamblea, dela que l sera miembro en representacindel Partito dAzione, un partido que, comonos recuerda el autor del Estudio preliminar,se fund en 1942, de resultas de la conver-gencia de ex-militantes liberal-socialistas ydemcratas republicanos de Giustizia elibert, formacin de muy corta vida, puesse extingui cinco aos ms tarde, Cala-mandrei public un significativo artculobajo el rtulo de Costituente e questionesociale, revelador de cul habra de ser suposicin en la Asamblea Constituyente.Frente a la acreditada tendencia de muchostextos constitucionales de confinar su efec-tividad en el diseo de las llamadas insti-tuciones liberales,el profesor florentinoadverta que cuando el problema de losderechos individuales se plantea en trmi-nos constitucionales como premisa de la re-construccin jurdica del Estado (...) el pro-blema de la libertad individual y el proble-ma de la justicia social son, en el planojurdico, un solo problema, pues la pre-tendida igualdad de partida es una mentira,y nicamente donde la personalidad mo-ral del individuo tiene modo de manifestar-se y afirmarse a travs de ciertas posibili-dades de expansin prctica puede realizar-se (la) verdadera democracia. Pues laslibertades polticas no son solo reconoci-miento y garanta del respeto debido a lainsuprimible dignidad de toda persona, sino,como la respiracin en el organismo huma-no, condicin fisiolgica de la vida polti-ca de la comunidad.

    En armona con tal posicionamiento, enel debate constituyente, Calamandrei tendraclaro que los derechos sociales slo alcan-zaran normatividad a travs del diseo deun conjunto de deberes institucionales quefueran algo as como la contrapartida deaqullos. Su temor a que las previsiones

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    constitucionales de tales derechos se queda-sen en meras declaraciones retricas estabajustificado. Ello habra supuesto a su vez ladeslegitimacin del texto constitucional. Alhilo de esta preocupacin, Calamandrei sos-tendra un celebrado debate con Togliatti enel seno de la llamada Comisin de los 75,encargada de elaborar el proyecto de Cons-titucin, reiterando su posicin en su inter-vencin ante la Asamblea del 4 de marzo de1947, posteriormente publicada bajo el ttu-lo de Chiarezza nella Costituzione. Comosubraya Ibez, para nuestro autor uno delos peores legados del fascismo era el des-crdito de las leyes; por ello considerabanecesario evitar la presencia en la Consti-tucin de preceptos que pudieran sonar afalso. Y justamente eso era lo que l creaque podra llegar a suceder con lo que ibaa quedar en tan solo un manifiesto de pro-paganda y tambin, en cierta medida, unaprdica.

    Los temores del gran procesalista tos-cano se iban a ver confirmados en los sieteprimeros aos de vida constitucional, (re-cordemos que la Carta fundamental transal-pina entr en vigor el 1 de enero de 1948)en los que la inanidad constitucional iba aconvertirse en el rasgo dominante en la vidajurdica italiana, al ser ralentizado al extre-mo por la clase poltica el necesario desa-rrollo constitucional. Una obra conmemora-tiva del dcimo aniversario de vida demo-crtica en Italia (Dieci anni dopo:1945-1955. Saggi sulla vita democraticaitaliana, Bari, Laterza, 1955) dio a Cala-mandrei la oportunidad de exponer no solosu crtica ante la desmoralizadora situacin,sino tambin de compendiar aspectos nu-cleares de su pensamiento. Ah su aparecipor primera vez su escrito La Costituzionee le leggi per attuarla, que con posteriori-dad sera publicado en diversos lugares,como sera el caso de La Costituzioneinattuata (Milano/Roma, Edizioni Avanti,1956), obra ahora publicada entre nosotros.

    II. El trabajo de Calamandrei se estruc-tura en tres partes diferenciadas en las queaborda, sucesivamente, el compromiso

    constitucional inicial, el incumplimientoconstitucional y lo que caracteriza como laConstitucin de hecho distinta de la deDerecho, analizando sus causas, efectos yprevisiones.

    El jurista florentino comienza advirtien-do que, con ms propiedad, su trabajo de-bera llamarse la Constitucin inactuada,o quiz, con una ms acertada traduccin,por lo menos a nuestro entender, la Consti-tucin no realizada, o en los trminos alter-nativos del propio Calamandrei, cmo sehace para deshacer una Constitucin.Nuestro autor se haca eco en las primeraslneas de su artculo de cmo ya otro ilus-tre profesor, Balladore Pallieri, ms biensituado en la rbita de la democracia cris-tiana, tras el primer quinquenio de vidaconstitucional, en un trabajo publicado en larevista Foro padano, se haba referido a laespantosa carencia constitucional de eseperodo. Dos aos despus, (Calamandreiexplicita que escribi su trabajo en febrerode 1955) tras siete aos de vida constitucio-nal, y transcurrido un decenio desde la Li-beracin, el profesor florentino cree que espreciso reconocer, con dolor pero no consorpresa, que estos aos no solo han sidode inmovilismo constitucional (en el senti-do de que la Constitucin, tal como la dejla Asamblea Constituyente a finales de1947, en parte cumplida, en parte por cum-plir, se ha detenido), sino que, tambin enel campo constitucional, han sido aos deretroceso, Duras palabras.

    Calamandrei cree que se trata de un pro-ceso de erosin lenta, ya en marcha, de unaextenuacin progresiva que podra llevarinsensiblemente al colapso. La facha de laConstitucin se mantiene todava pero,vaticina, de seguir las cosas as, cabe temerque en algn momento, cuando ya sea de-masiado tarde para remediarlo, caeremos enla cuenta de que, como en las casas invadi-das por las termitas, bajo la apariencia deuna estructura, no queda ms que polvo.Dan ganas admite el autor de adaptara la Constitucin la profeca de Malaquas:constitutio depopulata!

    El procesalista pone de relieve cmo

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    entre el tipo de constitucin breve, mera-mente organizativa del aparato estatal, y elde constitucin extensa, tambin ordenadorade la sociedad, la Asamblea Constituyenteopt por una del segundo gnero, dotadapor tanto de una parte ordenadora, pero que,en vez de ir dirigida a producir una trans-formacin de las estructuras socialoes, selimit a prometerla a largo plazo, trazandoel programa para el futuro, resultado hbri-do que fue el fruto de un compromiso en-tre los dos grandes bloques polticos de laAsamblea: las fuerzas conservadoras dederecha y las reformadoras de izquierda.Ese compromiso lo compendiara el propioautor en una afortunada y muy celebradareflexin: para compensar a las fuerzas deizquierda por una revolucin pendiente, lasfuerzas de derecha no se opusieron a aco-ger en la Constitucin una revolucin pro-metida.

    Calamandrei admite que las transaccio-nes pueden ser tiles para resolver las con-troversias si se hacen de buena fe y sin re-servas mentales; pero cuando se fundan enla sospecha recproca o el propsito dila-torio, slo sirven para profundizar los con-flictos y hacerlos estallar exacerbados a laprimera ocasin. Y a juzgar por lo poste-riormente ocurrido, debera pensarse que elcompromiso constitucional de 1947 no fuedel todo inmune a las reservas mentales.

    Justamente este compromiso polticoentre las fuerzas en presencia en la Asam-blea Constituyente italiana propici el grandebate doctrinal y judicial que tuvo lugar enlos aos sucesivos acerca de la distincinjurdica entre normas preceptivas de efica-cia inmediata, normas preceptivas de actua-cin (ms bien diramos eficacia) diferida ynormas meramente programticas. Segn elprofesor toscano, la Constituyente no solorenunci a regular con eficacia inmediatatodo el rea de las relaciones tico-socialesy econmicas, limitndose a trazar paraellas un programa a largo plazo, sino que enla parte estrictamente organizativa no tuvotiempo de rematar la construccin de todoel aparato constitucional, limitndose a tra-zar el plano de muchos rganos destinados

    a ser parte esencial de la nueva estructurademocrtica, demandando al Parlamento latarea de traducir tales diseos en construc-ciones concretas. Ejemplo paradigmtico deello, a juicio de quien esto escribe, sera elde la Corte costituzionale. Calamandreiconsidera que la Constitucin dejara asi-mismo incompleta la estructura del aparatoconstitucional en todo lo relativo a la crea-cin de las Regiones y a la transferencia astas de funciones legislativas en el marcode un rgimen de autonoma. En definitiva,la efectividad de los caracteres ms tpicose innovadores de la Repblica quedaba con-fiada a la lealtad constitucional del futuroParlamento.

    Como resultante de todo ello, surgi uncurioso ordenamiento constitucional, cabradecir, segn el autor, que de estilo compues-to, lleno de contradicciones y de antinomias,en el que normas, no slo de otra poca, sinode diversa inspiracin poltica, tuvieron queconvivir con las nuevas dictadas por la Cons-tituyente. La deslealtad constitucional delParlamento no hizo sino agravar el proble-ma, y en la subsiguiente lucha poltica eldogma de la continuidad jurdica del Esta-do se convirti en una de las armas utiliza-das por las fuerzas conservadoras no slo,segn Calamandrei, para frenar la actuacin,la realizacin, de la Constitucin, sino paracomenzar a destruirla.

    Como antes decamos, quiz la parado-ja mayor se diera con el rgano encargadode llevar a cabo el control de la constitucio-nalidad de las leyes. Admite Calamandreique la funcin de controlar la legitimidadeconstitucional de las leyes fue asumida,dentro de lo posible, por la magistratura,esto es, por los jueces y tribunales, pero altener que decidir en los casos concretos,ejerciendo tal control por va incidental y,sobre todo, con efectos in casu, las leyesconsideradas constitucionalmente ilegtimasno se vean afectadas por efecto erga omnespropio de lass sentencias de un TribunalConstitucional.

    III. En la segunda parte de su trabajoCalamandrei analiza el incumplimiento

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    constitucional. Nuestro autor comienza re-cordando la meticulosidad con que laAsamblea Constituyente crey poder asig-nar tareas precisas al nuevo Parlamento(que saldra de las elecciones del 18 de abrilde 1948), prefijando incluso los plazos enlos que las mismas habran debido realizar-se. Ante ello, no se sabe qu admirar ms,si la ingenuidad (si es que la hubo) con laque aqulla confi en la lealtad constitucio-nal del futuro Parlamento, o la desenvoltu-ra con que el Parlamento que sigui a laConstituyente demostr no querer tomar enserio las prescripciones de sta.

    El procesalista florentino se ocupa dete-nidamente a continuacin de los incumpli-mientos constitucionales, comenzando porlos relativos a la parte estructural u orgni-ca de la Constitucin, refirindose, sucesi-vamente, a la Corte costituzionale, como yase ha dicho, el caso ms sorprendente: alConsejo Superior de la Magistratura; al ins-tituto del referndum previsto en la Cons-titucin, entre otros supuestos, para la abro-gacin de las leyes ordinarias; al ordena-miento regional, y al Consejo Nacional dela Economa y del Trabajo. A la falta dedesarrollo constitucional en esta parte hayque unir la supervivencia de rganos pro-pios del rgimen precedente o creados en elperodo de transicin, lo que para nuestroautor resulta especialmente censurable enrelacin a la justicia militar, al manteni-miento de las llamadas jurisdicciones es-peciales y a la supervivencia de la figuradel prefecto.

    La falta de desarrollo en esos aspectosestructurales y la supervivencia sine die deun conjunto de rganos preconstitucionalesno poda dejar de tener consecuencias per-judiciales para la parte constitucional orde-nadora de las relaciones sociales, particular-mente en lo relativo a las garantas a losciudadanos de los derechos esenciales delibertad. Como bien dice nuestro autor, lainterdependencia de las dos partes de unaConstitucin, la organizativa y la ordenado-ra (as las llama) resulta por completo evi-dente, pues es, precisamente, en el campode los derechos individuales donde las ca-

    rencias orgnicas resultan advertibles en laprctica por los particulares. No ha de ex-traar as que sea en el mbito de la certe-za y de la tutela de los derechos individua-les donde, por desgracia, haya que lamentarlos mayores incumplimientos constituciona-les en los aos a que alude Calamandrei,aunque las modalidades de tales incumpli-mientos fueran, por as decirlo, indirectas ydisimuladas bajo apariencias formales delegalidad.

    Aunque los jueces y tribunales habranpodido rechazar, caso por caso, la aplica-cin de las viejas leyes que fuesen expresio-nes de un rgimen de polica contradictoriocon la nueva Constitucin, considerndolas,con base en el art. 15 del Cdigo Civil,abrogadas por incompatibilidad, en ese mis-mo momento, recuerda nuestro autor, hizoacto de presencia la distincin entre normaspreceptivas y normas programticas, y ennumerosos casos, la jurisprudencia se iba adecantar por considerar meramenteprogramticas, y por tanto carentes de cual-quier eficacia abrogatoria, incluso las nor-mas preceptivas de eficacia diferida.Calamandrei se limita a rengln seguido auna ejemplificacin esquemtica de los mssignificativos casos de incumplimientoconstitucional puestos en evidencia por ladoctrina en relacin con los derechos de li-bertad, enumeracin en la que no podemosdetenernos, para, ms adelante, aludir a losgraves incumplimientos habidos en materialos derechos polticos, respecto de los quecree que merece una mencin aparte el de-recho de peticin, ignorado en 1950, noobstante su tajante reconocimiento por elart. 50 de la Constitucin.

    Vale la pena recordar que nuestro cifra-ba en el derecho al trabajo y en el derechoa la educacin las dos tareas primigenias delParlamento. En relacin al primero de ellosno creemos que haya perdido la ms mni-ma actualidad la siguiente reflexin delprocesalista toscano: Si no puede existirverdadera democracia donde no se garanti-ce a todo ciudadano el (art. 3), slo alcanza-ble cuando uno pueda obtener del trabajo

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    una retribucin (art. 36), la tarea ms urgen-te encomendada por la Constitucin al le-gislador es la lucha a fondo contra el des-empleo. Sabias y atinadas palabras que novendra mal que fueran conocidas por nues-tra clase poltica, que ms all de la verbo-rrea habitual, las ignoran olmpicamente.

    IV. En la tercera y ltima parte nuestroautor contempla lo que denomina la Cons-titucin de hecho, que matiza que es dis-tinta de la de Derecho, detenindose en lascausas de ello y en sus efectos, para llevara cabo unas previsiones finales.

    Cree Calamandrei que en los aos trans-curridos desde la entrada en vigor de laConstitucin fue crendose lentamente, me-diante un trabajo de restauracin de los vie-jos ordenamientos, un rgimen por comple-to diverso del escrito en la Carta Fundamen-tal, de la que de hecho el Gobierno se fuealejando progresivamente. A qu causaspuede atribuirse tal situacin? Nuestro autorse hace eco de que la que se suele conside-rar como ms natural para explicar la para-da e involucin constitucional, es la lentitudfuncional del Parlamento. Sin embargo, yfrente a lo que entiende Balladore Pallieri,nuestro autor atribuye la carencia mayor yms decisiva al Gobierno. Se muestra muycrtico el florentino con la entrada de Italiaen el Pacto Atlntico, que a su juicio vinoa suponer una renuncia implcita por parte deItalia a su soberana.

    Haciendo un balance de los efectos pro-ducidos por esa involucin constitucional,el procesalista italiano constata que ya estaceptada por la doctrina la distincin entreconstitucin formal y constitucin ma-terial, que entiende como una distincinentre las normas jurdicas escritas en la cartaconstitucional, y las fuerzas polticas, acti-vas y de hecho operantes en la persecucinde determinados fines, en las que todo or-denamiento positivo se funda. Siguiendo decerca a Lassalle, nuestro autor constata quesi las fuerzas polticas que han de estar de-cididas a hacer cumplir, a viabilizar, los

    preceptos constitucionales, faltan o se hallaninactivas, tambin las normas constituciona-les permanecen inertes, como miembrosque se atrofian a causa de la anemia. As lascosas, Calamadrei considera que es fciladvertir en el momento que escribe que laconstitucin material que hoy nos rige no secorresponde con la escrita sobre el papelque aprob la Asamblea Constituyente, sibien admite que aunque resulta fcil decirlo que no es, no lo es tanto decir lo que es,porque los caracteres materiales del ordena-miento hoy de hecho vigente en Italia sonheterogneos, procedentes de perodos yregmenes diversos, amontonados en hbri-do connubio y a menudo contradictoriosentre s.

    La Constitucin italiana, argumentaCalamandrei, naci incompleta: la Asam-blea Constituyente la dej as, confiando enla lealtad constitucional del legislador ordi-nario. Desde el principio, por tanto, la cons-titucin material ha sido distinta de la for-mal, lo que no deja de ser segn nuestroautor, un vicio de origen del ordenamientoconstitucional transalpino.

    Digamos para terminar que nuestro au-tor se dedica finalmente a tratar de esbozaralgunos rasgos de lo que, a su juicio, era laconstitucin material de su pas en ese pre-ciso momento. Recordemos algunos de susnotablemente controvertidos rasgos caracte-rizadores: a) en primer trmino, estima que,desde que est en el gobierno un partidoconfesional, estrechamente ligado a la Igle-sia Catlica, la forma republicana de gobier-no bien podra caracterizarse como una re-pblica pontificia; b) en segundo trmino,considera que frente a la primaca del Par-lamento que debiera derivarse del hecho deque Italia es una democracia parlamentaria,la realidad nos sita ante una primaca delGobierno, situacin que se ve agravada porun estado de permanente ruptura que impi-de toda colaboracin constructiva entremayora y oposicin, descripcin que iden-tificara de cerca a la actual situacin pol-tica espaola; c) en tercer trmino, contra-riamente a las previsiones del poder cons-tituyente, el gobierno y no el partido se ha

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    convertido en el rgano preeminente detodo el ordenamiento constitucional, y porsu conducto toda la vida poltica del pasest dominada por el partido del que aqueles exponente; d) en fin, para Calamandrei,el gobierno italiano del momento no era ungobierno democrtico, sino un gobierno depolica.

    Nuestro autor no extrae una conclusindramtica e irreversible de la situacin porl mismo descrita, pues la Constitucinitaliana est an en estado fluido: puede serque este estado de perplejidad constitucio-nal sea solamente transitorio. La conclu-sin, si es que acaso as puede considerar-se, an no est decidida, por cuanto elflorentino cree que la democracia italianase encuentra ante una encrucijada; pero to-dava cabe elegir.

    Son bien patentes a la vista de lo expues-to, particularmente de las observacionesltimas de Calamandrei, juicios de valorexagerados, nada objetivos en cuanto queson fruto de la inequvoca opcin ideolgi-ca. Pero ms all de ello, el ms de mediosiglo transcurrido y el telrico movimientopoltico acaecido en Italia y los no menosimpactantes cambios internacionales acon-tecidos en Europa, desde que el texto fueraescrito, no le han hecho perder ni un picede inters. Y todo ello, al margen ya de laprofundidad dogmtica que late en algunasde las reflexiones vertidas por este enormeiuspublicista, algunas de ellas, como ya seha dicho, de la ms viva actualidad, a nues-tro juicio al menos. Por todo ello, nos pa-rece un notable acierto la publicacin deeste trabajo.

    OSCAR DAZ MUOZ, GERARDO ETO CRUZ y JAVIER FERRER ORTIZ (Coords.), El derecho fun-damental de libertad religiosa: jurisprudencia y doctrina constitucional, Centro de Estu-dios Constitucionales, Lima, 2014.

    Por ALBERTO OEHLING DE LOS REYES*

    Como ya apuntara Krger, en suAllgemeine Staatslehre, una de las bases deldesarrollo del Estado fue la separacin en-tre Iglesia y Estado, garantizada precisa-mente para asegurar la libertad religiosa eideolgica del individuo. Ello tiene su lgi-ca, pues parece obvio que si el Estado pro-fesa una religin como tambin un ideariodeterminado conmina de algn modo alsujeto a adoptar dicha fe, restringiendo sulibertad1. De ah quizs, como indica tam-bin Jellinek2, que sea muy posible que unode los primeros derechos por los que se lu-

    ch fuera precisamente la libertad religiosay de cultos, como probaran la persecucinde los cristianos en el Imperio Romano has-ta el Edicto de Miln (313 d.C) o las mis-mas guerras de religin en Europa hasta elTratado de Westfalia en el ao 1648. Y tn-gase en cuenta dicho sea de paso que laaspiracin de realizacin y consecucin deese derecho elemental sigue vigente enmuchas partes del mundo en la actualidad,como muestra la reciente condena de laONU al Estado Islmico de Irak y Levantey Siria por crmenes contra la humanidad

    * Profesor contratado doctor de Derecho Constitucional de la Universidad de las Islas Ba-leares (Espaa).

    1 Herbert KRGER, Allgemeine Staatslehre, Kohlhammer, Stuttgart-Berlin, 1966, p. 178.2 Georg JELLINEK, Zur Geschichte der Erklrung der Menschenrechte, 1964, p. 53; el mis-

    mo autor en Allgemeine Staatslehre, Beerlin, 1929, p. 411; en la traduccin espaola de Fer-nando De Los Ros, Teora general del Estado, editada por Comares, Granada 2000, p. 403.En el mismo sentido, ms recientemente, Martin BOROWSKI, Die Glaubens- undGewissensfreiheit des Grundgesetzes, Mohr Siebeck, Tbingen, 2006, p. 8.