Francisco Massiani

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Arquitrave

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Antología© Francisco Massiani© Arquitrave Editoreswww.arquitrave.comEdición y diseño Harold Alvarado Tenorio y Héctor Gómez GuerreroImpreso en Colombia - Printed in Colombia

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni entodo ni en parte, ni registrada en o transmitida por, un sistema de recuperación deinformación, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico,electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permisoprevio por escrito de la editorial.

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Cuando pienso en Pancho Massiani (Francisco, para los críticosliterarios y otros desconocidos) pienso en ese personaje queprotagoniza una célebre novela de Nikos Kazantzakis, que fueinmortalizado por Anthony Quinn en la versión cinematográfica, yque se llama Zorba, el Griego. Veo esa misma fuerza que no parececaber en un solo cuerpo y en una sola vida y que pone a ese cuerpo ya esa vida a bailar, con un tesón irreductible, la siempre fatigosacanción del tiempo. Pancho Massiani es un huracán de ternura,inteligencia y generosidad que transforma a sus amigos y a sus lectores,categorías que en su caso son prácticamente inseparables, enentrañables y agradecidos sobrevivientes de la experiencia que significaconocerlo y leerlo. Si quisiéramos nombrar esa experiencia, acuñarlacon una palabra que la haga reconocible y única como una monedaextraña que pertenece a otros tiempos, creo que esa palabra oexperiencia sería la del derroche. Un derroche transparente yespontáneo, que no se articula con los signos de la opulencia, sinomás bien, y de allí todo su valor, desde la frugalidad del amor y laamistad, desde lo precario de una pobreza mochilera y quizás voluntariapero nunca ostentosa, desde la felicidad plena que deviene en un totaldesprendimiento, desde la soledad discreta de algunos bares dondees costumbre compartir el silencio.

Testimonio de esta entrega son sus novelas y sus cuentos. No escasualidad que Piedra de mar (1968) su primera y más importantenovela (con casi cuarenta años de andanza editorial y agotada ensucesivas ediciones y reimpresiones, y todavía fresca y todavía jovencomo su autor) sea, entre muchas posibles lecturas, la historia de unaofrenda secreta que el protagonista, Corcho, va madurando en esaimprovisada crisálida que es el bolsillo de su pantalón. Un obsequio

Cuando pienso en Pancho Massiani

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que pule con el roce nervioso de sus dedos, un regalo que frota con elpaño impaciente de una timidez furiosa y de una pasión contenidaque no logra pronunciarse: esa pequeña y blanca y hermosa piedritade mar que acompaña a Corcho en su breve Odisea de frustracionesy desencuentros y que finalmente le entrega a Kika, su repentina einesperada cómplice de soledades. Tampoco es casualidad que el relatomás conocido y celebrado de Pancho Massiani sea uno que se titula«Un regalo para Julia». En el caso de este relato, la entrega absoluta,el derroche a partir de la nada, se trunca en la no correspondencia,que en realidad es una ignorancia absoluta, del amor. Julia no sabeque Juan (en quien podemos ver al mismo Corcho de Piedra de mar,pues el boceto de este relato ya está planteado allí) está totalmenteenamorado de ella; no sabe, y tampoco lo entendería, que ese pollitoque Juan guarda en el bolsillo de su chaqueta es su regalo decumpleaños; no sabe ni sabrá nunca que ese animalito, que ni siquierapuede ver o intuir, es una ilusión que se asfixia poco a poco entre susdedos.

De manera simultánea a su trabajo como narrador, Massiani hadesarrollado una sostenida y reconocida trayectoria como dibujante.Artes que sigue practicando en la actualidad con el mismo fervor y elmismo acierto de siempre. En septiembre de este año recibió el premiode La Fundación para la Cultura Urbana de Caracas por su libro derelatos Florencio y los pajaritos de Angelina su mujer. Y hoy día, esfrecuente ver a los amigos y consecuentes lectores de su obra, que lovisitan en su casa de La Florida, salir con uno de los muchos pastelesque dibuja en la tranquilidad de sus mañanas. Pasteles que, por ahora,trazan una y otra vez los contornos de una mujer que en cada lienzoes otra y la misma. Como si en esas piernas de color amarillo, en esascaderas de contornos violeta, en esos vientres generosos y difusoscomo un amanecer, estuviera delineada la figura de una mujerperdida. Aunque me inclino a pensar que esos pasteles en realidad

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retratan un rostro y un cuerpo que son a su vez la suma de otrosrostros y otros cuerpos, son un oleaje amoroso de la memoria queanuncia como en un sueño, porque la pintura también es sueño, losrasgos de una pasión que está por llegar o que ya se ha desatadosecretamente. Y como un secreto caprichoso, como un tesoro mínimoe incomprensible, tan incomprensible y maravilloso como «guardarun caramelo que nos dieron hace diez años en una fiesta», PanchoMassiani ha guardado durante cuarenta años sus poemas parafinalmente entregárnoslos en la algarabía reiterada de su lectura.

Este Señor de la ternura que al fin nos presenta Massiani es suprimer libro de poemas. Sus páginas recogen una muestra importantede toda la poesía que ha escrito desde mediados de los sesenta hasta elpresente y es también el abrebocas de un copioso imaginario vivencialy simbólico que, como todo verdadero arte, según lo planteado porAntonio Machado, ha sabido guarecerse, sin afanes ni impaciencias,en el alero del silencio y de la espera. Sólo en contadas ocasionesMassiani ha publicado algo de su poesía y sin embargo, esta escritura,es algo que lo ha acompañado toda su vida. Su primer poema, titulado«Puerto», se remonta a mayo de 1960, cuando tenía 16 años de edad,y fue escrito en un mural que realizó junto a un amigo, QuintínCenteno, en el Liceo Andrés Bello de Caracas, donde estudiaba. Unavez forjado el puerto, luego vendrían los viajes en barco a Europa,principalmente a Francia y España, y la escritura de buena parte desu obra narrativa. En 1968 publica la ya mencionada Piedra de mar,que es una referencia indispensable de la novelística venezolanacontemporánea. También vendrían dos libros de relatos, Las primerashojas de la noche (1970) y El llanero solitario tiene la cabeza pelada comoun cepillo de dientes (1975); su segunda novela, Los tres mandamientosde Misterdoc Fonegal (1976), y dos nuevos conjuntos de cuentos, Conagua en la piel (1998) y Florencio y los pajaritos de Angelina su mujer(2005). Ya borrado de aquel mural y un tanto desdibujado en el tiempo,

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aquel «Puerto» vuelve a brillar secretamente en junio del 2003, másde cuarenta años después, cuando Massiani publica en la revista«Arquitrave», dirigida por el poeta Harold Alvarado Tenorio, el poema«Macuto», que lleva el nombre de esa zona costera del litoral centraldonde vivió algunos de sus años más felices durante la década de losnoventa. Más recientemente, en el primer semestre de 2005, la revista«Babel», dirigida por Juan Riquelme, publicó una selección de cincopoemas que, al igual que «Macuto», se encuentran reunidos en elpresente volumen.

Es poco lo que yo pueda decir sobre los poemas de PanchoMassiani. Éstos hablan por sí mismos, erizan la piel y ablandan elcorazón. Nos recuerdan o nos confirman que hemos estado vivos oque de hecho estamos vivos, o que en algún momento, y esta es lapromesa tierna que guardan sus versos, lo estaremos. Son poemasque a su vez son postales que reconstruyen ambientes de algunasciudades (Barcelona, París, Cádiz) que de una u otra manera el autornunca ha abandonado. Son poemas y también son botellas cargadasde vino, cartas vidriosas que un náufrago lanza al mar. Son comoesas piedritas blancas, hermosas y diminutas, que a veces seencuentran en las orillas de la playa, en el repliegue del agua y deltiempo, o en el cauce de algún río de la juventud. Pancho Massiani havenido recolectándolas a través de los años, limpiando sus superficiesplanas y romas, para que la vida siga refulgiendo entre esas vetas azules,verdes, amarillas, rojas o violetas, que son las de sus poemas y tambiénlas de sus pasteles, y que quizás dibujan el eterno amanecer de nuestraseternas emociones.

Caracas, noviembre, 2005.

Rodrigo Blanco Calderón

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Tristeza

Tristeza coja,adelantada a unos pasos de mí.Tristeza que busca la mesa más arrinconada del caféaparta la silla como para una vieja amantey se sienta y acoda la cabeza en el ángulo más solo.Tristeza perruna melancolía.Tristeza de todos los días a las seis de la tardede todas las horas los domingos.

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Una mujer enamorada

Una mujer enamorada camina de espaldao no avanza simplementeel sueño de amor se ha dado a caminartan lejos que toca toda distanciala mujer permaneceen el mismo lugarfija de dicha.

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Para dar con el amor

Para dar con el amores preciso conversar con el silencio.

Caminar sobre las palabrascon zapatillas de seda.Trepar por los peldañosdel tiempoy llegar hasta el final de la escaleracaer al abismo:La arena más sólida y pura.

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Vincent van Gogh

Vicente se encarama sobre un rayocoléricopinta de naranja el cieloy hace morderse de locurala luna y cada estrellaluego borra el cielo con un pañoy cae del vacíoal tiempo eterno.

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La aldea

Alguna vez fue el amor corriendo entre las piedrasbajando por entre las patas de un becerro sedientofiestas donde volaban gigantescosinstrumentos de cuerdasobre el campanario de una pequeña iglesia:arrodillado y lloroso pidió a Dios por el perdónde toda locura que viniera del amorpor todo el odio perdido por amory pidió a Dios que de una vezlo envenenara de alguna verdadqué morder al salir de las puertasañejas de lluvia y promesas.Recordará a una vieja junto a un perrolos dorados horizontes bajo los ojos de felicidadlas flores que se hinchaban de luzestallaban cantando la vida a su pasoy alguna que otra representación innecesariahistrionismo inevitablepara así apartarse de tanta dichaque lo abrasaba ahora.Cosa de ver el puertoy de correr sobre la terraza de un clubdonde la adolescencia dejó besos escondidosbajo una canción interminable.

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PostalesBarcelona

Desde esta esquina he visto pasar a un caballerode capa y espada abrazado a una puta.Han entrado en un lugar húmedo y oscuro.Se han sentado, junto a los barriles de vinoy han pedido ajo y picadillo de hígadoy un platillo donde ya están hirviendolos pequeños camarones.Los he visto,los he visto hablar un pocoél viene del mar aunque más bien pareceun capitán de artillería.Ella vive en un cuarto cerca de este lugar dondeya comienzan a comer y el hombre que los atiendeen mangas de camisa ha dejado un botellón de vino.Las piedras se pulen con los tacones de las mujeres.El viento que viene del mar choca entre las paredesde esta calle estrecha y deja una resonancia eternaun murmullo parecido al de una sábanaun paño que se alborota con el viento.Colón se arrodilla y un pájaro azul se ahorcaen la plaza san Jaime. Tres romanos caminansoportando el peso de una mujer dormida.Ha sido acuchillada y la llevan a enterrar.El enano que dibuja tigres y palomasse ríe del caballo del boticario ydeja escapar los males del estómago.

Ciudad de putas y tierra de todos y de nadie.Aquí han mordido el fruto de la vidalos gitanos y los griegos

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algún chino locoalgún argentino de la pampa.Aquí la mujer ha sidoamasada por millares de manosde millares de naciones y banderas.Aquí en el barrio góticoen el barrio chinoen la calle del Conde del Asalto llora una viejaque vende cigarros porque un maldito le dejócaer una moneda de compasión. «Hijo de puta», grita.Aparece no una niña, sino una teta. Una teta quesale de una puerta roja. Una teta sólo. Y luegocae un caballo. No un hombre. Sino un caballo.Un caballo roto. Al revés. Con las patas quebradas.La cola ceniza.Los colmillos tienen aspecto de haberse molidoentre ellos mismos.

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Postales de viajeCádiz

Por el Cíclopepelado y perfectamente redondoaparecieron cuarenta y siete gallos enjaulados.Yo pensé que Cádiz nos recibía cantandodespertándonos de la borracheraque cargábamos desde París.Dije al sueño(creo que jugaba fútbolcreo que mataba un pájaro con una lanzacreo que volvía a ser el hombre elementalde fuego y piedra y zamuros y frutasregaladas por el mundo)dije al sueño que no quería despertardije al sueño que no quería enloquecerpero ahí estaba la millonada de gargantasrajándose en un solo grito atronadorsacudiéndonos de la borrachera vieja de París.Y cuando me asomé por la ventanillavi las plumas primerolas crestas despuésme llené de algo parecidoa la primera mirada que debió dar el indioa la armadura de un capitán españolo mejor la vez que salimos de las grutasy nos enloquecimos de luzo en todo caso el asombro y una sencillay difícily plena dicha.Porque a veces la dicha llena los brazosy las piernas y el estómago y el pecho

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y los dedos de los piesy no se queda helada en la frentey no se queda fija como un pañocomo una nube recortada y acostada sobre un lagocomo una idea como una monedaaplastada por la rueda de un ferrocarrilla dicha entonces es un movimiento desabores líquidosde temperaturas que riegan todoslos órganos de tu cuerpocon las plumas de los gallos de Cádizcon el viento del puerto de Cádizcon la iglesia abandonada de Cádizcon la calle de los piratas de Cádizcon las piedras saladas de Cádizcon las olas furiosas de Cádiz.Gallos como para llenar dos casas o tresmontaron sobre el barcoy partimosy desde entoncesAndalucía vivió todo el díay todas las madrugadas con nosotros.

Y fue el alba siempre sobre el mar.

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Para hacer un retrato del Dome

Había un pintor borrachísimoun día llego a la barra del Dome conuna enorme telasin pintary pidió un trago de vinoy no se lo dierony se lo negarony lo botaronpero el borracho no podía salir del Domenadie sabe cómo había logrado entrar conuna tela tan grandeuna señora fue a buscar el pis yse golpeó con el tambor de la telale sangró la frentey mojó el cuadro en un pedazo de unrincón del cuadroy el marido furioso se levantó de la sillay cuando fue a golpear al pintorderribó una bandeja donde se llevabancaracoles y una botella de Saint Emisiónla botella estallóel mozo perdió equilibrioy la tela cayó al suelo con mozo y señoray el perrito pekinés del marico Joanpisó la telachillóbajó Gilbert alborotadoentró un policíaIvone se reía mordiéndose la pulsera denueces y cuando el mozo buscaba apoyo para

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equilibrar el esqueletoAh entonces el tomate y el huevo duroy luego los jamones y la borrachera porqueríos de vinos y caracolesnadaban sobre la alfombrael cuadroel enorme lienzoya estaba pintadoya estaba organizadamente retratando cadaojo cadateta falsacada cadera modiglianicada torso desnudo cada ojo vacío cada sustoGiacomettisalió le tela del Domecaminó la tela por Parísy se bebió una cerveza muy fría,una Kronembergfrescauna garganta y una flautay un angelitoy un cielo.

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Lo irrecuperable o postal de una fiestaen un bosque de París.

Un automóvil con las puertas abiertas.Dentro del automóvil música con el volumen detodos los truenos del mundode todos los volcanes de todoslos gritosde todas las carcajadasde todo lo que vibrasuenagolpea y tiene resonancia golpeando otra vezel metal o el cristal de una copa de champaña.El bosque ahora.Oscuro.Apenas con un soplido de luna o será un ángeles posible.Luego tres parejas.Luegoel baile entre los árbolesalguien se pierde se encuentra lloran.Son jóvenes.Ninguno es imbécil y todos saben que no somoseternos.Que la fiesta será irrecuperable.Se vomita se llora se ríe.Se cierran las puertas del auto.Y en algún puente,nos detenemos melancólicos.Alguien temblará con el nombrede una mujer que vive en Viena.Otro recordará una frase que halló debajo del

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asiento, junto a un franco y un gancho de pelo.Una mujer dirá que París es increíble.Un barbudo dirá que provoca beberse el ríodesmayar el miedoimpedir que llegue el día.Otra mujer dijo qué lindo.Un escultor que lee escondidoen una gaveta de nochecon tiempo cronometrado diceQué vaina, ¿no?Yo sé que en aquel bosquesi una mujer y un hombrese abrazany besan con vino la tierraoirán otra vez la fiesta del Bois de Vincente.

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Cádiz

¿Saben lo que ocurrió?Ocurrió algo sencilloy hermosocomo el trabajo de pulir un cuchillo.Al llegar a Cádiz,el puerto último de Españaantes de tomar hacia Santa Cruz,nos despertamos a las cinco de la mañana conel canto de cientos y cientos de gallos.Yo sentí que eran todos los gallosque nos celebraban.Y al mirar por la ventanilla de nuestro camarotevi los cientos y cientos de gallos enjaulados.Cientos y cientos de gallos andalucesque viajarían con nosotrosque cantarían sobre nuestro camaroteen garganta y garganta y cantoy plumas alborotadassentiríamos un eternoy crudo amanecer sobre el mary jamás sería la nochey jamás sería la noche.Hoy siento una gran nostalgia por los gallosdel querido y viejo buque Virginia del Churruca.

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París

«Siento» dijo el barbudo del Dome a su amigoel poeta ruso «que no puedo avanzarque estoy viviendo en el pasadoque no logro morder la vidade este presentede esta barra que tocoy que me enfríala mano y la copa de cervezaque no puedo entrar en este momentoy pertenecerle.El ruso de bebió un trago de vino de su copa.El ruso sonrió. (Un diente picado.Los lentes redondos)El barbudo ya había bebido de su copa de cerveza.«Será que sólo a la mujer le pertenece el presente.El hombre es un pájaroque anda buscando futuros locoso escarbando en esa basura de recuerdosque lleva sobre el hombropero la mujer sin el hombre no puede volary se aburre de estar tanto tiempoen un solo pieen un solo escalóny el hombre sin la mujerpierde pesono puede rozar las hojassentir el fuego de la tierrael latido del mar en la arenael hombre sin la mujerse vuela solo sin saber dondey se quema

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arde delirantepolilla imbécilse deshace en el sol.El barbudo por hablar había perdido la miradade cobija de leña y alfombrade camita tibia y Vivaldi en la ventana nevada.El barbudo había perdidola mirada de cuerpo solode mujer herida por la limpieza de una sábanade una cama sin compañíapor hablar el barbudo no advirtióla mirada de la mujer que era la mismadel Metro o de la plaza La concorde o dela rue Serpenteal darse vuelta sintió que la espaldade la muchacha que salía(de la muchacha cuando lomiraba con calor de abrigo abrazoen el metro Chapelle) tenía algo que ver conel sillón vacío de la primera mesa del restaurante,la muchacha por mirarlo tantoal barbudono vio que habíaalgo brillante en el aireque algo luminosola perseguíaque el barbudo arrojaba estrellaspor los ojos quelos dos se amaban flotantesen el espeso y humosoaire del Dome.

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Para escribir un poema

Yosaco mi coltla hago danzar brillante en el cieloy cuando encaja en mimano bandoleradisparo tres poemasque serán tres palomasque serán tres banderasque serán tres sombrerosy tres conejosy tres lunasy veinticinco amores.Fácil lograrloy he aquí una de las recomendacionespara conseguir tal destrezay exactitud en el manejo de mi colt:beberse más de trescientos litros de cervezaenamorarse por primera vez de una mujerque te mira con lástimaser el primer jugador de fútbol de tu equipopero errar el chute más importante,el del último campeonato del año escolar.Viajar más de once veces en barcos diferentes,y en mares diferentes.No llegar jamás al puertoque uno imaginó que debía llegar.Pero en cambio encontrar el amoren cada uno de estos puertos equivocados.Ser fuerte, buen atleta, pero llorar por ejemploporque vimos un ancianocuando cruzaba entre millares de carros.

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Levantar más de veinte kilos con un brazocomo si fuera una florno poder levantar el ánimocuando nos dan una flor.Reíra carcajadase n una esquina de alguna ciudadsin motivosoñar a los veintiocho añoscon llegar a ser el mejor escritor del mundo.Tomar un lápizy en vez de escribir un poemahacer un barquito o una escalerao una moscao un paraguas de soly aceptar de una vez por todasque no hemos nacido todavía.Hablar mal del mundoy amarlo tantocomo a una caja de fósforosguardar un caramelo que nos dieronhace diez años en una fiesta.Botar el dinero.Luego, cambiar el orden de todo esto,y repetirlo, es decir, vivirlo.Por ejemploEs decir:Donde se lee:«Levantar más de veinte kilos con un brazo»,vivirse como:

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Levantar más de veinte brazos con un kilo.Donde se lee:«Y en vez de escribir un poemahacer un barquito»vivir o hacer lo posible por vivir:«en vez de escribir un barquitohacer un poema».Luego comenzar otra vezen algún rincón del mundo.

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Camino

Aparece tu cuerpo viniendo hacia míy ya creo que has llegadoy que te has idocomo si tú pudieras ir y venircon sólo mirarmeapenas si me miras un pocodesde alládesde donde tú estáshacia donde yo estoyy ya puedes ir y venirno habrán calles ni plazasni esquinas ni semáforosni relojes ni venir ni llegarapenas tu cara y en mi ladollenas la llegaday la venida y la partidacon tu cara llenas mi ladodel lugar donde tú estásdonde los relojes son de espumani calles ni esquinas ni pasoshay un tiempo que vieney va y regresa ya antes de llegary llega antes de partircuando apenas asomas tu caradesde donde tú estástu cuerpo viniendo hacia mí.

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Tablero en la arena

Y pensar que puedes dibujar en la arenaun cuadrado y trazar líneasque le den salida a otros cuadradosy dentro de cada cuadrado númerosy sumar y restar y dividir y calculary todas las operaciones posiblesdentro de los juegos posibles de jugarcon cada númeroy otro con cada cuadrado y otroy pasar TODA UNA VIDA PASARtoda una vida pensando en las combinacionesaritméticas posibles que pueda permitir el juegodel cuadrado y los númerosTODA UNA VIDA jugando en la arenacon los númerosy pensar que puedes pasar toda una vidapensando y jugando y los númerosy el siete cuarenta y tres y treintay siete por ocho en la arena.Y PENSAR QUE HAY VIDAS ENTERASQUE SE PIERDENenteras que se gastanque se pierden que se mueren que sevan jugando con aquel tablero en la arena.

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Recomendaciones

Hacer una estrella de papeljugar con la arenapara que se escurraentre los dedos el marentregar un carameloa una señora de paraguasponerse de piecuando pasen los perrosdar una moneda al vientoun beso a la nadaun abrazo completoa la mujer perdiday convertida en árbolestrella y arenay mar y besoy nada y estrellabuscarlay amarla íntegrapara no cometer nuevamentela estupidez de sentirse eterno.

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Tu sonrisa ciñe una fiesta:sobre el césped de una cancha de fútboluna cancha de fútbol vacíapesa el cuerpo desnudo de una mujer.La piel es blanca.Con los muslosaprieta el pistilo de una florque descansa sobre el pubis.De un cielo lavadollueven limones y naranjas

Tu sonrisa ciñe una fiesta

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Rue Castagnary, 35, París 15,metro Porte de Vanves

Abrirte la carne para sembraralguna cosa sencilladigamos que un botón de mi camisao una estampilla llegada de Roma.

Abrirte la carnepara sembraruna palabra o una estrella.O incluso si la herida es grandeuna gran botella de cerveza.

Claro que no queremos hijos alcohólicostampoco campanas con piernas y frente.

Pero es que de golpeuno se te queda mirandoy pareces de nada, te lo juro, hay que tocarteentonces, digamos que un beso o una nalgada oun grito a la bocapara sentirte ahí,en cualquier museo histórico que adivinasen esta pobre habitación de estudiante con becade doscientos cincuenta dólares en París.

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Vino la noche

Vino la noche como nuncaporquetú abriste los ojos.Los caminos se abrieron en la pielde tus párpados.Y desde ahí, asombradoscontemplamos eleclipse del último sol de tus pupilas.

Y al llegar la nocherecordé que alguna vez dijiste: Miratú tienes las manos hermosas.Era lo único bueno de mí.Pero era ya de noche,para mirarse las manos.

Entonces le conté de ti al miedole hablé con estas palabras:hoy vino la noche peorhoy vino más noche que nunca.Tú abriste los ojosy los caminos se abrieronen la piel de tus párpados.

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Frente al mar

Estaban sentadosfrente al mary él vio su manomuy lejosmuy extrañamuy distintaa todo.En la espera de yo tomartela manocrece la muerte, dijo él.Esto no es la felicidad.No, dijo ella.Pero somos felicesY entonces vieronel mar.

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Dormiré con tus pies

Dormiré con tus piespara verel amanecerde tus ojos.Besaré tus pechosmorderé tus muslostu vientrebesaré tus piespara saberque estuve muertoque estoy vivo.

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Para Mina

Tus manosde niñaencontradasen una piñatatus piesque no tocanel mundotu cuerpoque no caminaque no es cuerpoinmóvilapenas el airetu bocade primavera tus ojos de primaveratu llantoen tus manosy eres tan tú.

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Mediodía del trópico

Señor de la ternuraarroje usted ese paraguasy hunda, con su dedo, la piel del sol:la transparencia de las hojas quemadasinundarán un verano de cuerposmelancólicos y olvidados.Podrá amarse sin ganarle al tiempouna pulgada de esperaserá una alegría inmóviluna ola que se envuelve en sípara desaparecer sobre la arenao convertirse en un punto brillanteuna respiración de pazel mar no abrazará distanciasen los ojos de mi amada.

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Lleno de ti

Lleno de ticon tu vientre hinchado de promesasacepto que no soynada.

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En una mesa de café

En una mesa de cafécerca de un árbolun hombre y una mujer, se miran a los ojosy observan la lluvia, y la cabeza de una nubeasomada en un pozo de agua.

La mano del hombre está abierta, contra el cielola mano de la mujer está abierta, contra el cielo.El hombre, mira a la mujer,y se oculta en túneles de sombra.La mujer, siente, entonces que,las manos ahora están, unidas.

En el vacío de las manos, amantes,dos ángeles, surgen, modelados por Dios,con alas derrotadas.Los ángeles despiertan. Se miran.Uno de ellos, le habla al otro, le dice:-Si pudiéramos salvarlos.-Si quisieran salvarse –dice el otro, y el primero enciende uncigarrillo en su ala vagabunda.Fuma, lentamente.Más bien deja escapar el humo, y tiembla, de placer, bajo laintimidad nueva del cigarrillo.Le dice al segundo:-Juguemos a las cartas. Ellos no saben,que existe la tristeza. Juguemos a las cartas.Decidirán su suerte. Ellos no saben que el tiempono tomará en cuenta,el día en que fueron felices. Juega.-Es mejor esperar –dijo el segundo.

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–Es mejor esperar que se conozcan sus ambiciones.El ángel primero, dejó el cigarro,y le explicó al segundo:-Los deseos son millones.La suma de ellos, fija en cada ojo, la última carta. Quiename más, tendrá más caras, y más ojos.Es muy difícil jugar de ese modo:ahora ellos lo quieren todo. Ven.Echa la primera carta.-Espera –respondió el segundo:creo que se dicen algo. Los dos ángeles,enmudecieron, y oyeron la voz del hombre:-¿Estás bien?La voz de la mujer entonces:-Sí. Muy bien. ¿Y tú?La voz del hombre no se escuchó,sino después de un rato largo:-También. No te preocupes.-¿Oíste? –preguntó el ángel segundo.–¿Lo oíste bien?-Suficiente –respondió el ángel primero.–El hombre duda. Es la costumbre de soñar.La mujer ahora no sueña: fíjate.Mira a los ojos del hombre y duerme, tranquila.En cambio el hombre sufre. Es la costumbre.No ha dejado de soñar.-Pero tú decías que la mujer…-Te lo dije y es cierto.Pero el sueño de la mujer yace prisioneroen los pliegues, de los párpados, del hombre.¿Comprendes? El hombre sueña doblemente:

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por eso duda. Por eso, está fatigado.Y ahora, vamos a decidir la suerte:es la única esperanza. Tomarás tres cartas.Si alguna de ellas es la reina,será el sueño del hombre, quien lo dirá todo.Pero será el sueño prisionero. ¿Comprendes?-Tomarás tres cartas. Pero sin mirarlas.Dejarás una, sobre la mesa. Si es reina,el sueño prisionero dirá la palabra.Si es rey, será la parte que le corresponde al hombre. ¿Estásde acuerdo?-Sí –respondió el ángel, asustado.-Puedes tomarte el tiempo que quieras.¿Alguna pregunta?-Si no es reina y si no es rey,¿quién juzgará la suerte?-La lluvia.El segundo ángel tomó las tres cartas.Tomó una de ellas y la dejó en la mesa,sin descubrirle el rostro.Al ver que el primer ángel fue a voltearla, le dijo:-Espera. Espera a que se tomen el café.Acaban de llegar. Es muy temprano.Es muy temprano aún. Y son muy jóvenes.El primer ángel se sentó a esperar,y el segundo inquieto sacudió las alas.Le dijo al primero:-Ábrela. Estoy asustado. Ábrela de una vez por todas.El primer ángel descubrió la cartay encontró una espada:-No es reina. Tampoco es rey. Será la lluvia –dijo,

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y vio que el ángel segundo se cubría la cara,manchada de lágrimas. Pensó:«Si yo pudiera atrapar una estrella, y vaciarla de luz, sobre elcamino donde contemplaron asombradosel eclipse del último sol de sus pupilas.Si yo pudiera ser el tiempo, ahoracuando la mujer, busca la mano del hombrey le cuenta los cinco dedos,esforzándose en vano, en unir el rompecabezade la sonrisa despedazada.Si yo pudiera, desenterrar el sueñoque yace prisionero en los plieguesde los párpados del hombre

Encender para siempre el caloren los lunares de los senosy el alimento en la gruta vacía de la mujerla voz del hombre se escuchó como un eco,y los ángeles despertaron:-Creo que es tarde. Y ha dejado de llover.Si quieres te llevo.-Como quieras –dijo la mujer.-Entonces vámonos. Es tarde. Te están esperando.

Pagaron, y al levantarse de la mesa,las manos se separaron.Y los ángeles desaparecieron, en el mantel blanco. Antes deabandonar el café,la mujer le dijo al hombre:-Quiero que me digas si aún me amas.-¿Por qué lo quieres saber? De todos modos es igual: no hay

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tiempo para amarse.-Dilo de todos modos.-Sí. Aún te quiero.La mujer se detuvo. Apoyó el hombro sobre un árbol,y lloró, libremente, sin esperanzas.La mano del hombre cubrió la pequeña de la mujer.Y nuevamente surgieron, difícilmente,en el oscuro vacío de las dos manos,los ángeles resucitados. Se saludaron.El segundo aún sufría por la suerte de los amantes.Y le dijo al otro:-Ya ves. Dejó de llover.Si pudiéramos al menos encontraruna muerte común. Una muerte común,para la muerte inevitable del hombre de la mujer.Para la inevitable muerte…

Los amantes se besaron. La mujer le dijo al hombre:-Es demasiado hermoso para despedirse.Y el hombre bajó la cabeza, en el ángulo más solo.El ángel segundo le dijo al ángel primero:-Fíjate. La vida parece buscar la vida.Y la muerte parece buscar la muerte.Pero a veces encuentra la vida.En el ángulo más solo.Pensando en la muerte.

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Poema de un golpe

Hoy no tengo ganasni siquierade verme en el espejoamarmerecordarmehacer muecascambiarme la cara

Es preguntarle si estoy de piesi he vividotener antepasados

Hoy no tengo ganasni de aburrirmeni de hacer palabrasni de sufrirni de darle sentido al cafecitoal cafecito con los cigarros

Es casi no tener alma.

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Oye vida

No habían pájaros en las ramasno habían nubes que dorar sobrela tierraera una luna perfectapara hinchar el vientre dela mujerpara sembrarle una rosaen el pechoy en los ojosuna fogata.

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Cecilia

Cecilia.En tu ventanasólo hay un saludo de silencioya no recibe el canto de la madrugadael estallido de los pájaros sobre las hojasel día con los dedos entrelazados con tus dedostu cabeza dulcemente dormidasin ti.

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Elena

Elena:Siempre el mundoha poseído abierto un ojoal mares el tuyo.

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Segundo poema de un señor que tieneel hígado inflamado (Muy tempranocuando el mundo asoma la narizcolorada de muy borrachín)

Temprano el mundoasoma su punta de nariz borrachaalgunos almacenes bostezan y abren las gargantasun ciclista se desliza cerca de mi dormitorioy sobre una cuerdalos políticoscon zapatillas de seday tabacos de plásticodanzany juegan al ajedrezdel mundoque los miracon la nariz coloradaasomada en la esquina del lecheroun niño grande con orejas de plomo y labios rojosy párpados acuáticosse preguntaqué será de la ternuray el loco (el ciclista de azul)le silba desde un horizontenorte o sur y como no le escuchasigue su camino hacia otra región del universo.

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Ya no podría entrar en ti

Ya no podría entrar en tien tu gruta no habría más apetitoquizá Dios ya no dormía acurrucadoentre tus piernas.Ya no habrían lunares tímidos que contaren tus pechitos.Ah! El apetito de vida se fugaba entre mis dedoscaía tembloroso en la tierrasembraría por su cuentaun ramillete de flores ose dejaría tragar por la huella de tunombre. Esa huella que se abrió de tantomirar yo la tierra sonando tu nombre entremis labioshueca inútil el ecode tu nombre vacío:fue ahí entonces donde asustadopuse el pie (quería correr, quería correr)y caí en un abismo de nada.

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En la hora del odio

En la hora del odiocuando las agujas se detienenen el mismo lugar del fuegocuando el sol es una agujaque pincha la pupilay se derrite en tu espaldaardiendo cuando los pájaros se quemanen el aire y caen sobre el techohecho de cadáveresllega la inútil poesía con un ti en la sien.

En el momento de los cigarrillosmultiplicados con la misma acidezcuando el aire tiene olor a murciélagoy a cabellos achicharradoscuando los niños son entregados en la hogueraa fin de alimentar el verano asesinoeste maldito verano de mi paíscuando son entregados los trofeosen el rito de la muertey caen orejas y brazos y manosy labios y cabezas en la hoguerallega inválida y cojeando la puerca poesíao con un tiro en la sien.

O cuando la lluvia inicia su paseo matutinoarrastrando las huellas cansadasy limpiando la máscara de aceroque cubre indiferente nuestramaldita ciudadcuando la lluvia se muerde con los cigarros

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y se detiene a figurar las nubes rotasy asustadas llega cojeando a toda prisala inútil poesía con un tiro en la sien.

O cuando te despreciasen la hora donde las horasse unen en un mismo puntoen el mismo deseo de desapareceren la hora condenada al fuego lento de la rabiay el cuchillo en la carne inocente de cualquierao cuando es en la tardey el sol está rojo de vergüenzapor tanta ternura consumidapor tanta ternura caídao cuando es de mañanay vuelve el día con susmartillazos en los dedoso cuando más gustes desgraciadoel caso es que llegala inútil poesíacojeandoo con un tiro en la sien.

Y escribes poesíaya viejas de tanto cantar con la misma gargantaacostumbradas a ceder en el mismo miedocaen dos y cuatro y hasta cinco poemasy el último con un tiro en la sienardiendo de sol en el lugardonde sangra.

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Y aquel viaje de Gallos marinos

¿Qué será de los hermosos gallos que alguna vez cuandollegamos a Cádiz enloquecieron la lógica del tiempo y de lanaturaleza al trepar los cuarenta y siete cantando como unasola voz temblorosa y febril al destartalado Virginia delChurruca? Qué broma más hermosa resultaba la del divinoPadre al encender de cantos dorados el mar eterno a nuestrospies y uno que confiaba siempre en la historia del mundoredondo los gatos son felinos y un canario cuando canta se ledice que trina. Seguramente no desconocen la mirada de unjoven burlón que se bañaba de cerveza cuando el horizonteera a la vez más lejano y más palpable en el infinito. Segura-mente recordarán la mirada de una mujer dorada por el soldel invierno que ahora se empapaba de la gloria de seradueñada por el cobre caribe. Ah! Y los gritos de júbilo sialgún puerto nos buscaba con los ojos y entonces era segura-mente de noche y los marineros hinchaban el pecho con elrecuerdo de alguna mujer, de alguna puta sabia que losesperaba. Virginia del Churruca, disparatado barquitucho concuatrocientos gallos a cuestas, un poeta descalabradamenteirracional y una mujer que lo perseguía día y noche para queno se zambullera otra vez en una nueva odisea de tragos.Loco y los gallos cantando y el mar temblando alrededor depeces y vacas flotantes y si, hay que recordarlo, al vagabundodueño del bisturí que decía haber amado a cientos de mujeresen viajes tan increíbles como el de los gallos marinos.

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Rue Castagnary

Sería el griego jugador de maquinistasApóstolis que soñaba con un mar más limpioy azul para las islas mientras recibía con furiael helado invierno de la Castagnaryasombrado de perder dos y más juegos tantoera su deseo de ganar un mejor tiempo para su paísy los árabes, habrá que tomarlos en cuenta:el crudo mal olor del sudor de los árabesque tomaban una vez al mes la ducha calientepública donde las razas no se mezclabanpor amor sino por el olorque brotaba del vapor que crecíacon la ardiente ducha.Apóstoles apostando en la maquinitay la vieja Janine preguntando si habíabuen tiempo hoy si ayer era maloo hermoso a la vez que jugaba a ser madreotra vez dándole a la gigantesca y parida perraotro terroncito de azúcar, mi amor,toma tu pedacito de azúcar, linda.Ah sí, diría el alcoholizado corzo,el tiempo es malo, diría el viejoalcoholizado corzo, y nosotros que entrábamosy pedíamos una copitade coñac y otra cosa, sí muy bien,un jugo de naranja para la señora, ¿verdad?Alguna vez se vivió un film de suspenso al sorprender cincogranujas que esperaban asesinar el único amor vivo de la rueCastagnary. Bajo el puente.Cerca del Metro.Pero esa vez el azar necesitaba de la ternura

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salvó a los enamoradostal vez necesitaba de la ternurade ambos para jugarle una zancadillaal pobre anciano que perdería el equilibrioen los mortuorios escalones de la bocade un lejano Metro.Cuestión de cara y sello y del negroy blanco y del cielo azuly del opaco gris que ahora nos sobrecogíacon la aparición del nuevo y crudoy despiadado invierno de Parísen la rue Castagnary.

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Deux roug ordinaire

Difícil será olvidar la pareja de ancianas que vendían flores enla rue Vaugirard. Se situaban frente a la entrada del Metro.Una era Janine, alta, usaba unabata de sacerdote y el cabello era tan suave y blanco como elmás delicado algodón. La otra, diminuta, enana la pobre,fumaba y arrojaba su humo delocomotora y tosía y cuidaba de sus flores tanto que lamenta-ba venderlas, porque eran sus hijas, su familia, lo únicohermoso que poseía; así como la vieja Janine cuidaba de laperra del café de los ancianos. Eran muy amigas las dos yconversaban mucho mientras se frotaban las manos, rojas,sangrientas, por el invierno. Las dos botando el humo delcalor de la boca, la enana con el calor de la boca o el humodel cigarro. Y las dos,«¡Mon Dieu, il fait froid, n’est pas!». Las flores y la perra.Una extraña familia para esas solitariasviejecitas de la de rue Vaugirard. Lo más curioso es que laenana vendía muy poco sus flores, y parecía muy agradecidade la providencia cuando, junto con la hermosa Janine,recogían las flores, y volvían al café, «¡Mon Dieu, il faitfroid!», frotándose las manos heridas de frío, a buscar el calordel café de losancianos donde esperaba la petite de Janine, acostada, paridacomo para reproducir centenares de petits en todo París,ansiosa del tierno sucre, Vien ma petite,ma pouvre petite, tien ma petite, darle su terroncitoa la pobre y vieja perra. «Deux roug ordinaire, Monsieur».

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Nunca en este café

Nunca antes habían pesado menoslas mesas en la tierranunca habían sido más cuadradasnunca tan separadas y tan limpiasnunca las mesas habían sido tan parecidasen este café de esta maldita tardecuando pienso y sientoque nadie puede ayudarmeque nadie puede ayudarmeque ni siquiera yo quiero ayudarme nunca.

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Poema de pascua escrito bajo la acciónde cinco vasos de Old Rarity y algunascanciones francesas tales comoUn jour tu verais, etc.

I

Poeta de los ojos de espaldatú le diste una rosa a una mujerque quería regalarte una sombra de pornografía.Con el hombro mío tu hombronostálgico y borracholleno de lunas en la boca cuando bebíasy amabas más el norte de aquel poemade Eluard que la rica compañíade aquella muchacha de cartelde aquel cuerpo desnudándose por obrade la General Companyo bien porque le daba la gana de señalar cuantosculos podía tener esa nocheuna reproducción de la guernicaun óleo cortado de Baudelairetristeza de puño y letrapalabra que no se acaba nuncayo pensaba regalarle este poema de pascuaque lleva ya en el lomo cinco vasos de whiskyy los que faltan pero es tan deprimenteque no me queda más que pedirleque recuerde alguna estrella de Apolinairealgún fuego para esta noche que se acercadulcemente alcohólicamenteCamilo, un abrazo viejo, chau.

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III

Yo debo estar borracho y aterradoy pensando en mil demoniosyo debo estar con ganas de volverme bicicletay salir disparado para Notre-Damepara volarle a los turistas pedacitos de chiclespedacitos de palabraspedacitosyo debo estar bien borracho ya lo decía el amigoque entró en casa para robarme la pazde beber en paz y emborracharmecomo me dé la gana porque no quedó otra salidaque buscar un papely una máquina y añoraralguna sirvienta enamorada en el Perúo una princesa de Orleánsque ande descalza con una copa de Bordeuxsilbando la marsellesa y llorándole a los postesy sin un pequeño hipodiminuto como su meñiqueahorcado entre millares de fiestasahorcado por recepcionesy hojillas Gillety mandarinas vendidas a dos por uva en el Hatillouna dinamarquesa debe estar llorandoen algún sombrero de cordobésun pájaro debe estar gritando que le den coñacuna vaca debe estar meada de cervezayo debo estar borrachoporque sólo añoro un barquito a velaque peine al viento y deshaga las olas de algún puertoembriagado de acordeón

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y tallarines, Salud! amigosi no quiere beber siga a su casa.Yo aquí estoy a punto de tanta porosa vida de tantapelotuda tristeza de tantas ganas de hacerme una mueca conla plumaChesterfield que me regalaroncomo buen muchachito en Pascuas.Oh Carajo!¿Y te acuerdas Conde D’Jesúscuando llorábamos los platos únicosde aquel hambriento inviernoallá en París con el Indú Tarixy mis recuerdos del perro de casaque podía llevarselo un camión?

Pues bien:El pobre perro me lo matarondos herederas de Hollywood enun Studebaker año de nacimientode la futura guerra mundial.

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IV

Esto desde luego no lo entendía el amigoque entró a jodermeel silencio que tan cariñosamente tejen las arañitas aun nocepilladaspor usos de higiene en mi casa.Esto desde luego tampoco debe tenernada que ver con algún rostrodesaparecido en una estación del Norteun Madrid apestado a Rioja y a sueñoalgún Madrid debe estar para volarle los ojos al mundo si esque me acuerdo de él tan borrachamentehoy y que así sea!!!Ah! dime tú, compañera de casualidadesno compartidas, ¿a dónde ibas?¿Ibas a Madrid a Zaragoza a Toledo a Villalba?¿Qué cargabas en aquel peso de maravillaque señalaba otro par de pechos innecesariosen tu espalda? Dime, ¿a dónde mirabascuando me mirabas a mí?Dime, oye tú, que ya sabe quien dónde estarás ahora.Moi, je te regarde, y te doy un naipepara que lo regales al gato:Dicen por ahí que el azar está en los ojosde esos brujos queridos.

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V

(Continúo el poema por soledad y por una extraña sensaciónde estar en compañía de algún amado loco, como tantos quetú conoces en revistas y fotografías de Historia y tan nadapudiste saber de él, cabrón!¡Que no levanten la mano y me señalenporque no me conocieron!¡Que no me digan que soy yo,el que estuve bebiendo un día con ustedes!Que no hablen de mí porque era otro:La mujer que añorabaEl perro que me hacía una falta del carajo alláen la plaza cerca del café Dantón una vezque entró un negro que debía venir de Haitíle dijo a una muchacha portuguesa o alemana(consultar geografía de París)que si tenía una moneda, un Sou, que le regalasey la muchacha volteó los ojos hacia míy yo le di un beso pero el negro se puso arrechoy me pidió que saliera a la calley le dije que no porque tenía un frío hereje)

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Adagio

Y fue tenerlo todo sin tocarloarrimarme leerme aquí diez páginasno seguir leyendofumarseguir leyendocambiar los númerosy es que hay desafío en cada letracuando leocada palabra la escriboy escribiendovienen a mí los colores que no pude encontrarEs el deseo humano de no conformarsede no estarse quietode quitarse la cobija en el fríoreírse con los muertos

en el cementerioy llorar al lado casien la orilla caside la sonrisa

Y es por esoasustadoque me acuestocon la camiseta de fútbolque tiene cosido atrás al revésel número trece.

Noviembre, 1963

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Hay tardes…

Hay tardesque las manos de la ausencia

una rosasola sin jardín

me roban el almala cabeza

se me cae a los pies.

Febrero, 1964

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Es irremediable…

Es irremediable;Cuando tienes los ojos abiertosapareciendo en la memoria de mis manosel color de tus senosel sudor de tus senosentonces te lo mereces todoTristesífatalmentecreo el mundo solamente tuyo.

Agosto, 1964

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Mi vida hoy fue un traje de fiesta

Mi vida hoy fue un traje de fiestalo llevé descubiertoa las plazas y a las ciudadesde los compañeros accidentesCon un gota de vinoen el centromanché mi triste corazóny hundiendo mi dedo más sinceroel que señala rumbos desconocidos oísoy seguro de haber escuchado en el agujerola canciónel himno de un circoemigrando a nuestra memoria comúnsoles pronunciando frases tímidastu piel palabras transpiradasnubesmurmullos salivaresy árboles donde

como ramasnuestras manos fueron tristes.

Septiembre, 1964

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Juego del tiempo

Pensemos en el presenteya demasiado viejosya ni el pasadoni el presentenos pertenece

Mayo, 1994

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Para colmo la gente esperando…

Para colmo la gente esperando la muerteo la vida que es lo mismo en vez desalir corriendo con un niño de flor con undedo de agua con alguna señalque estalle todas las falsas señales que nos hanarrastrado a esta locurano sabemos ni contar con los dedos, Camilo,y nos piden que sepamos amarnos pidenque sepamos decir buenos díasque sepamoscómo se despide un señor de una fiestanos pidenque sepamos sonreíry amar al prójimo como a ti mismoy todo lo recuerdes de las tiras cómicas deCharles Chapliny compañía.¡Sea la vida como a sí misma!Sea la vidasea lavidaen todo caso montarseen el último piso del edificio que menosapeste a civilización y arrojarun jarrón de monedas de todos los paísescomo una protesta.Pero que no sirva esa protesta para nada.

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Amoral de…

Amoral de mímujery un miedo terriblede haber perdido la conciencia y la memoriacomo los cuerposfatigados del mediodía.

Brotaron en mídesesperadaslas manos salvajes del hombrey te hicieron de su sombra.

Enero, 1965

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Dime papá…

Dime papá¿sufres tú cuando yo lo hagote dueles tú cuando me duelote sacudeslloras cuando ella no sonríe y me despreciano me desnudan sus manossus ojos?

Porque ¿sabes?Yo cuando te dan en las canas me escondo de tide míy me pongo a llorarasí cuando era niñoasí hoy

Dime papá¿Eres tú padre míoo soy yo el padre y tú el hijo?

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Abandono de estar…

Abandono de estaren un silladonde caigan tus brazosla melancolíade las tardes de aguacerosobre tu vientrelos diariosanunciando guerrascuando había un besopersiguiendo la mala madrugada.Tu cabeza solacomo un pedazo de escultura deshechaa mi ladorespirandoaguay tormentopor no amarel marque es tan grande

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Viento al sol… (Cristina)

Viento al solluna de inviernotus piernas en el buquetus manos entre las míastu sonrisa: la vida pura y sin miedo.

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Nunca creíamos que el tiempo…

Nunca creíamos que el tiempoque los díasno tomarían en cuentael día que nuestra desprevenida juventudnos azotó de dicha.

Eso pensé y miré otra vezmis manos con miedomis manosdos pedazos de sombra temblandode miedo.

Me llevé un dedo a la bocapara tocármelay sentir que aún podía besarsentir otra vez el calor dulcede una canción de amoren fuegode una canción de amor en llamasde una fogata en la playaporque eso era tu beso:el calor dulce de una canción de amoren llamas de una fogata en la playa.

Me llevé un dedo a la boca yrecordé tus besos. En la otra manono había ya el sudor de un mediodíaque juntamosel sol íntegrocon nuestros cuerpos.

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Y un día que…

Y un día quehabía nubesse perdió un niñoy lo buscaronbuscaron días de todas horasy lo hallarondormidoen un árbolcon una nubeen la frente

sonreído, casisin despertar.

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En la espera…

En la espera de yo tomarte la manocrece la muerte.

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Amo, luego existo

Hoymientras un taxi se llenaba(los cristales del taxi eran invisiblesy daban paso al mundo)arrastraba mejor dicho con las nubeslas trepidaciones de los tubos de escapey el humo de cientos de automóvilespensando en una sencilla frasecomo esa del viejo Descartespienso luego existomirando (encantado mejor dicho mi cuerpo)las piernas de una mujer hecha con graciacon hermosas tetasy un maravilloso culocon una cara perfectauna piel que jamás podría decirse que fueestropeada por miserables inviernos europeosdigo una piel (dicen que la humedad de Europaes buena para la piel) expuesta al sol, los ríos,las playas, los amoresy también seguramente las amargas horas de esperaen algún estúpido liceo o alguna mediocre universidadesa piel que jamás debería dejar que la tocarala innecesaria sabiduría de los profesorcillosque más bien habría que dejarla libre al soly bañarla con un buen jabón americano(el taxi llenándose de nubes y yo admirandoese segundo de perfecta vida que sudabaen cada poro de aquella mujer)y luego amarlahasta perder el sentido

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(porque sencillamente el exceso de bellezaes sencillamente insoportable cuando se vive en una ciudadhecha de ruidos y brutalidad como la nuestra)pensando yo en el señor Descartesy habiendo abandonadodos camaradas que bebían (disfrutaban)de dos deliciosas cervezas marca Polar(porque la Zulia sencillamente es insoportable)pensando en pienso yo existoy recordando lo que era yo en ese momentome dije entonces que yo era un montón de genteque quería alguna mujer por la que había sufridoal ser olvidado o abandonado por ellaalguna mujer por la que había llorado(escondido en el baño de su casa o frente a su miradaimportándome tres cojones que me vieran llorar)por haber sentido de su cuerpo antesy después de su voz que ella me amaba tantocomo yo la amaba (cosa imposible)pero importándome (imposible o no)que fuera ciertoagradecido hasta las uñas de los pelosy los pelos de las uñaspor sentirla presente y vivaviva y respirando en la vidaviviendo el amorsintiendo el aire de alguna madrugadano en mi piel sino en la suyaoliendo la noche de septiembreno en las fragancias que emanabande la tierra húmeda

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de un octubre en alguna colina de El Hatillosino en los olores reales de su carne(su carne penetrada por la hierba húmedaantes de haber sido penetrada o ganadapor un hambriento falo que era mi vidaen ese momento)pensando en Descartesy procurandorecordarmea mí no dejaba de verme en todo momentoamando o sufriendo con un dientea punto de morder la ternurade un colmillo a punto de enterrarseen la ternura con todos los dientesy los dedos de mi mano corsariade mi mano hecha para amar (no para pensar)no dejaba de verlos es decirde verlos a todos aquellos seresque yo de una manera u otra había conocidohabía amado o había despreciado por traición(porque me he entregado y me duele sentirque hay traidores y eso duele)que había admirado o sencillamente queridopara no ser tan vehementeme di cuenta entonces que yono era más que una familiaque mi vida se había encargado de reuniruna familia bastante extraña por ciertosi pensamos que de prontono había sólo un padre o una sola madreque además de la primera y única

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había también otras hermosas madreso maravillosos amigos que por cinco minutos(y hay que ver lo que son cinco minutos de vida)habían sido mi padreeran de pronto mi hermanoo mi hermanaquiero decir que después de verlos y sentirlosy admirarlos o sentir esa lamentable tristezapor haberlos visto caer en la mentiraen la adulaciónen el falso abrazoen la briboneríaen una puta y falsa existencia(sintiendo tristeza por eso)después de habertocado casi el pecho de una mujerque me dejó o la otra a quien dejé por imbécilme di cuenta de que yo no eranada sin ellosy entonces me dije que esa vainade yo pienso luego existoera un disparateque uno amaba y luego existíaporque de verdadme ha ocurrido que he respiradoque he ido al baño en un espantoso urinariode un sórdido bar donde el bañose transforma en pizarra de desdichadosy atorrantes de felices o simplemente genteque llega a beberse un traguitopor Dios que eso no es tan malo

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con una mano apoyada en el murosin tocarlo mucho de lolleno de asco que estálevantando la tapa con la punta del zapatopara no tocar tanto ascooliendo la orina de todos los seres del mundoleyendo sin advertir que se está leyendoque los gringos son hijos de putaque la fulana es putay que el otro es traidoro bien esos letreritos«Sonríe que te están viendo»preguntándose uno mientras orinapor qué diablos aquel defensa tenía que patearloa uno de esa manera ya que uno había hechoun juego limpio durante los cuarentay tanto mil millones de respiradas sobre la canchapor qué Margot me dijo que yo era un desgraciadoque no tenía sino malas intencionespor qué Chile está jodido con ese maldito criminalde mierda leyendo a la vez «te están televisando»por qué tendré que quedarme bebiendocon estos miserablesen vez de volver a la casa y besar a mi hermosay fresca mujer su piel que escomo tocar la infanciasu piel Dios míotan distinta a esa inmensa porqueríauno completamente enloquecidosin saber por qué diablos está llorandocon una mano sobre un muro

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repleto de obscenidadesy hasta frasecitas graciosas «te están viendo»respirando la orina de todos los borrachos del planetaen vez de oler la sábana limpiala carne joven de tu amadaimaginando que uno tiene un escuadrónde superjets de guerra y hace pedazosa los hijos de la gran puta que están cagandomi Chile y he salido del bar a la calley he esperado un taxi que luego se llenará de nubesy pasará (arrastrará) la belleza de una muchachaparada en cualquier esquina de esta horrible ciudadde concreto y ruidos y brutalidadme he dicho que yo a veces he respirado sin pensarque yo he amado y luego recordado el amorque he sentido el miedo que a uno lo dejasolo en el mundoy luego he pensado sobre el lugardonde sentí el miedoo la ideaque fue preparándome parasentir el miedoy he dicho que entoncesera el miedo a la vidaquiero decirque no entiendo a Descartesque simplemente he amado y he dejado de amary entonces pienso muchono hago otra cosa que pensar mientras mi pobre cuerporespira y traga y bota las tonteríasy yo pienso y sobre todo recuerdo

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o sueño con la mujer (no las mujeres)y me doy cuenta que entonces yo era la viday no pensaba nadayo pensaba y respiraba al mismo tiempoporque sentíay después de haber sentidoel amor o la cólera o la nostalgia de haber perdidoese amor pensabaen cosas interesantes que podrían servirmepara no destruir mi vidapara estar alertay cuidarme de noentrar en nada que no tuviera que ver con el amorpensaba en cosas muy importantes que servirían después paraescribircuentos o poemastal vez malos poemasy peores cuentosporque ni los poemas ni los cuentospodían acercarme al amoro a sentir la nube en la ramay pensaba idioteces que podían serviro no para hacer poemas o cuentospero mi cuerpo en este instanterespiraba por su cuentay no tenía nada que ver conmigo (con mis ideas)con todoquiero decirque se ama y entonces idea y respiracióncarne y sentimientocon una sola presencia

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una realidad únicaen la viday entonces se puede deciryo siento amorque significa señores poder sentirespanto y dolorira y ternura, ahla ternuraluegoexistoluegopensarétodo lo que mis sentidosmi corazónel almay la pielme dende lo que la vida por su cuenta(los seres las flores las nuevas ciudadeslas calles desiertas los ríos distintosla tierra con leguas y océanosque conocer tantas palabras hermosasque guardarse en el pecho tanta ternuraque aún no se ha ganado por ganar)me esté dando.

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Café Castellino

Si yo pudiera atrapar una estrellafundirme para siempre en la luz y derramarmebrillante sobre el caminodonde contemplábamos asombradosel eclipse del último sol de tus pupilas.

Morder las naranjas de tus recuerdosy lavar tus primeras risas

Desenterrar el sueño de amorque yace prisionero en los plieguesde tus párpados arrojar millones de pájarosen los lunares tímidosde tus pechosy encender para siempreun fuego manso para siempreen tu gruta vacía.

Recuerdo por ejemplo el calor dulceque sudaban tus ojos en mis labioscomo una canción de amorardiendo en una fogatade playa.

O tus manos el día que eran tristescuando te empeñabas con mis manosen unir el rompecabezas de tu sonrisarota

Si yo pudierame digo

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en vano si yo pudiera inclinar tu cabezaen un ángulo menos solosi yo pudiera fijarel equilibrio de los ríosdonde tu materia se sumerge indefensa.

Si yo pudiera entrar en tus ojosmirarme en tus ojoscuidar de los ojos que miran tus ojossembrar la inocenciade los jardines nocturnos en tus ojos

Yo recuerdo por ejemploahora que estoy sentado en la silla preferidade nuestro café CastellinoAhora que las mesas están más separadas que nuncaque son más mesas que nuncaque se parecen más que nunca a otras mesasyo recuerdo decíael sudor de tus manos ardiendocomo una esperanza de mediodíayo recuerdo de la temperatura detus labios una señal de bienvenida y el mar al fondotus dedos quebrados en el mantel de la mesapresenciando la desesperación instantáneade un fósforo que se perdió en tu silencio.

Ese silencio que separaba los objetosque los aislabaen una distancia enemiga

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La memoria puede ser un cuerpo mutiladodonde es posible encontrar una mano modelandoun ángel derrotadoun ángel que puede volar de espaldascon huellas cansadas en las alasbuscando inútilmenteel día que nuestra desprevenida juventudnos azotó de dicha.

Y ese día, esos labios hundidos en el tiempome impiden ver otros labiosy abren una ausencia donde caigoy doy al vacío.

Porque tú abriste una herida en el lugarmás importante de nosotrosy la herida se abre en el lugar donde muereo nace el apetito de la viday basta un bostezouna muecapara dejar sin fondo esa herida incurablehuella vacía como la ausencia para siemprede la muerte vacío rostrocarne sin carnepie que marca un pie que no puede tocarsecuerpo sin la buena ternura que puedeapretarse y nos deja ausentes.

Lo digo de una vez por todas:Ahora en este caféno hay nadie.

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En el filo de mi copa de vino

En el filo de mi copa de vinodanza un ángel naranja.Bebo el vinoy el ángel llega a mi pechoy toca mi corazónmi corazón enamorado de ti.

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Tu boca, amortu boca, tu boca, tu bocaamortu boca.

Tu boca

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Todos los poemas hablan de lo mismo

Todos los poemas hablande lo mismohablan de la muerte o de la vida.El día que nazca un poemadiferentedejaré caer el poemay veré una estrella.

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IndiceAAbandono de estar… 69Adagio 61Amo, luego existo 74Amoral de… 67

CCádiz 21Café Castellino 82Camino 27Cecilia 45

DDeux roug ordinaire 54Dime papá… 68Dormiré con tus pies 34

EElena 46En el filo de mi copa de vino 85En la espera… 73En la hora del odio 49En una mesa de café 38Es irremediable… 63

FFrente al mar 33

HHay tardes… 62

JJuego del tiempo 65

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LLa aldea 12Lleno de ti 37Lo irrecuperable o postal de una fiesta en un bosq 19

MMediodía del trópico 36Mi vida hoy fue un traje de fiesta 64

NNunca creíamos que el tiempo… 71Nunca en este café 55

OOye vida 44

PPara colmo la gente esperando… 66Para dar con el amor 10Para escribir un poema 24Para hacer un retrato del Dome 17Para Mina 35París 22Poema de pascua escrito bajo la acción de cinco va 56Poema de un golpe 43Postales 13Postales de viaje 15

RRecomendaciones 29Rue Castagnary 52Rue Castagnary, 35, París 15, metro Porte de Vanve 31

SSegundo poema de un señor que tiene el hígado infl 47

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TTablero en la arena 28Todos los poemas hablan de lo mismo 87Tristeza 8Tu boca 86Tu sonrisa ciñe una fiesta 30

UUna mujer enamorada 9

VViento al sol… (Cristina) 70Vincent van Gogh 11Vino la noche 32

YY aquel viaje de Gallos marinos 51Y un día que… 72Ya no podría entrar en ti 48

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Antología de Francisco Massiani se terminó de imprimirel 15 de Junio de 2006 en los talleres de la Editorial Arquitrave

en Bogotá, D.C. en el barrio La Macarenay fue encuadernado a mano por Ricardo Aguirre Piñeros.

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