Francisco Tárrega y Eixea - El renacer de la guitarra

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Francisco Tárrega y Eixea: El renacer de la guitarra clásica Si bien, el año 2009 ha sido un año cargado de efemérides internacionales, como las de G.Fr. Händel, Fr. J. Haydn, F.Mendelsohn, etc.; y nacionales: R.Chapí, I.Albéniz, S. de Iradier, en la Cuba española, y para los guitarristas, es imprescindible rememorar una de las figuras más importantes de la guitarra romántico-nacionalista, y a quien muchos de los guitarristas actuales le consideramos como el padre de la guitarra moderna. En efecto, hablo de Francisco Tárrega. Antes de nada, conozcamos someramente los antecedentes históricos de la guitarra en nuestro país. En Cataluña destacó a finales del s. XVIII F.Sor (1778-1839), formado en la Escolanía de Montserrat, en España, también de la misma época de Sor, D.Aguado (1784-1849), ambos fueron reputados intérpretes del instrumento y amigos. Y a principios del s. XIX, J. Arcas (1832-1882), figura decisiva, junto con Tárrega, para la evolución de la guitarra como instrumento, gracias a la unión con el guitarrero A. Torres (1817-1892). Más adelante empezó a destacar un alumno suyo, Juan Parga (1843-1899), quien hubiera llegado a ser una figura más que sobresaliente en el panorama de la guitarra romántica del país si no hubiera sido por el virtuosismo de Tárrega. Tárrega nació en Villarreal (Castellón de la Plana) el 21 de noviembre de 1852. Hijo mayor de una familia humilde y numerosa, que vivía en una casa contigua al convento de S. Pascual. Cuando contaba con tres años sufrió un accidente provocado por una vecina al caer en una acequia, quedando dañada su vista de por vida. Entre 1858-59, la familia se traslada a Castellón. Fue allí donde tomó su primer contacto con la guitarra de Manuel González, “el ciego de la Marina”, y musicalmente se formó con Eugenio Ruiz, “el Cego Ruiz”, pianista y organista también ciego. En 1865, trabaja en el Casino Burriana para ayudar a la familia. Allí conoce al industrial Antonio Cánesa, el cual sería su protector y le lleva hasta Sevilla para comprarle una guitarra al guitarrero A.Torres. En el año 1874, con 22 años, entró en el Real Conservatorio de Madrid, donde estudió solfeo, armonía y piano, pero gracias al conocimiento de los profesores de su actividad guitarrística le invitan a tocar en el Salón de Actos del Conservatorio. Es entonces cuando su director, E.Arrieta, le aconsejó que jamás dejase la guitarra por el piano. Tras este concierto le pidieron tocar en el teatro Alhambra de Madrid, donde empezaron a abrirle las puertas los más importantes teatros españoles. Un amigo de Tárrega, Luis Soria, y discípulo de Arcas, le pidió en 1880, le pidió tocar en Novelda (Alicante), puesto que había enfermado. Al final el concierto, un señor importante se acercó para pedirle escuchar a su hija, Mª J.Rizo, empezando, así, una relación que acabó en boda al año siguiente. Pero mientras tanto, su nombre ya resonaba por toda Europa, donde dio recitales en Lyon, Niza, París, Marsella, Londres, Roma, Nápoles…, e incluso Argelia. En estas giras concertísticas conocería a personalidades tan relevantes como Víctor Hugo, Pasteur en París o C.Saint-Saëns en Argelia, de entre otras muchas más. En las navidades de 1881 se casa en Novelda con Mª J.Rizo y se instalan en Madrid al año siguiente, pero desde 1885 se trasladan a Barcelona, dedicándose a la enseñanza del instrumento y, sobre todo, a los recitales, para los que transcribe numerosas piezas y componer su propias obras. Son ejemplo de ello su Capricho Árabe, Recuerdos de la Alhambra, Variaciones sobre el Carnaval de Venezia, la Gran Jota, el Vals en La… Fue en Barcelona donde hizo amistad con Albéniz, E.Granados, Pau Casals (formando una agrupación camerística), J.Malats o Apeles Mestres… Durante casi un cuarto de siglo, hasta su fallecimiento, el 15 de diciembre de 1909 en Barcelona, sus últimos esfuerzos los dedicó a consolidar este instrumento en las salas de concierto y crear su pequeña escuela guitarrística. De esta escuela surgieron nombres como los de Miquel Llobet, Josefina Robledo, Daniel Fortea, Mª Rita Brondi o Emilio Pujol La obra de Tárrega para la guitarra significa mucho más que un repertorio nuevo y exquisito para lucirse en las salas de concierto, significa la incorporación de una técnica nueva que, desde Sor y Aguado, había quedado desfasada y anticuada, en relación con el nuevo instrumento de A.Torres. Y no sólo queda ahí, incorporó al repertorio de nuestro instrumento adaptaciones (transcripciones) de obras o crearlas de nuevo en absoluto paralelismo con esa nueva técnica. Atreviéndose con compositores de la talla de J.S.Bach, G.Fr.Händel, W.A.Mozart, L. van Beethoven, Fr.Chopin, I.Albéniz o R. Chapí, de entre otros. Hizo de sus arreglos su propia obra, siendo tan grande esta producción que a día de hoy no se han publicado todos, existiendo, además, de su propia obra solista muchas piezas inéditas esperando a ser grabadas. Pero si bien es cierto, hay muchas lagunas que necesitan ser resueltas, como por ejemplo un estudio meticuloso de toda su producción, donde se puedan catalogar todas sus obras y arreglos. Si hay algo que se le deba reconocer es que, gracias a él, la guitarra pasó de ser un instrumento “vulgar” y del “pueblo llano”, destinado solamente a las fiestas y saraos, a sonar en las salas de concierto y compitiendo con otros instrumentos de “gran importancia histórica”, entrando a formar parte de los conservatorios de todo el mundo y tener su propia cátedra. Julio Domínguez González

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Francisco Tárrega y Eixea: El renacer de la guitarra clásica Si bien, el año 2009 ha sido un año cargado de efemérides internacionales, como las de G.Fr. Händel, Fr. J. Haydn, F.Mendelsohn, etc.; y nacionales: R.Chapí, I.Albéniz, S. de Iradier, en la Cuba española, y para los guitarristas, es imprescindible rememorar una de las figuras más importantes de la guitarra romántico-nacionalista, y a quien muchos de los guitarristas actuales le consideramos como el padre de la guitarra moderna. En efecto, hablo de Francisco Tárrega. Antes de nada, conozcamos someramente los antecedentes históricos de la guitarra en nuestro país. En Cataluña destacó a finales del s. XVIII F.Sor (1778-1839), formado en la Escolanía de Montserrat, en España, también de la misma época de Sor, D.Aguado (1784-1849), ambos fueron reputados intérpretes del instrumento y amigos. Y a principios del s. XIX, J. Arcas (1832-1882), figura decisiva, junto con Tárrega, para la evolución de la guitarra como instrumento, gracias a la unión con el guitarrero A. Torres (1817-1892). Más adelante empezó a destacar un alumno suyo, Juan Parga (1843-1899), quien hubiera llegado a ser una figura más que sobresaliente en el panorama de la guitarra romántica del país si no hubiera sido por el virtuosismo de Tárrega. Tárrega nació en Villarreal (Castellón de la Plana) el 21 de noviembre de 1852. Hijo mayor de una familia humilde y numerosa, que vivía en una casa contigua al convento de S. Pascual. Cuando contaba con tres años sufrió un accidente provocado por una vecina al caer en una acequia, quedando dañada su vista de por vida. Entre 1858-59, la familia se traslada a Castellón. Fue allí donde tomó su primer contacto con la guitarra de Manuel González, “el ciego de la Marina”, y musicalmente se formó con Eugenio Ruiz, “el Cego Ruiz”, pianista y organista también ciego. En 1865, trabaja en el Casino Burriana para ayudar a la familia. Allí conoce al industrial Antonio Cánesa, el cual sería su protector y le lleva hasta Sevilla para comprarle una guitarra al guitarrero A.Torres. En el año 1874, con 22 años, entró en el Real Conservatorio de Madrid, donde estudió solfeo, armonía y piano, pero gracias al conocimiento de los profesores de su actividad guitarrística le invitan a tocar en el Salón de Actos del Conservatorio. Es entonces cuando su director, E.Arrieta, le aconsejó que jamás dejase la guitarra por el piano. Tras este concierto le pidieron tocar en el teatro Alhambra de Madrid, donde empezaron a abrirle las puertas los más importantes teatros españoles. Un amigo de Tárrega, Luis Soria, y discípulo de Arcas, le pidió en 1880, le pidió tocar en Novelda (Alicante), puesto que había enfermado. Al final el concierto, un señor importante se acercó para pedirle escuchar a su hija, Mª J.Rizo, empezando, así, una relación que acabó en boda al año siguiente. Pero mientras tanto, su nombre ya resonaba por toda Europa, donde dio recitales en Lyon, Niza, París, Marsella, Londres, Roma, Nápoles…, e incluso Argelia. En estas giras concertísticas conocería a personalidades tan relevantes como Víctor Hugo, Pasteur en París o C.Saint-Saëns en Argelia, de entre otras muchas más. En las navidades de 1881 se casa en Novelda con Mª J.Rizo y se instalan en Madrid al año siguiente, pero desde 1885 se trasladan a Barcelona, dedicándose a la enseñanza del instrumento y, sobre todo, a los recitales, para los que transcribe numerosas piezas y componer su propias obras. Son ejemplo de ello su Capricho Árabe, Recuerdos de la Alhambra, Variaciones sobre el Carnaval de Venezia, la Gran Jota, el Vals en La… Fue en Barcelona donde hizo amistad con Albéniz, E.Granados, Pau Casals (formando una agrupación camerística), J.Malats o Apeles Mestres… Durante casi un cuarto de siglo, hasta su fallecimiento, el 15 de diciembre de 1909 en Barcelona, sus últimos esfuerzos los dedicó a consolidar este instrumento en las salas de concierto y crear su pequeña escuela guitarrística. De esta escuela surgieron nombres como los de Miquel Llobet, Josefina Robledo, Daniel Fortea, Mª Rita Brondi o Emilio Pujol La obra de Tárrega para la guitarra significa mucho más que un repertorio nuevo y exquisito para lucirse en las salas de concierto, significa la incorporación de una técnica nueva que, desde Sor y Aguado, había quedado desfasada y anticuada, en relación con el nuevo instrumento de A.Torres. Y no sólo queda ahí, incorporó al repertorio de nuestro instrumento adaptaciones (transcripciones) de obras o crearlas de nuevo en absoluto paralelismo con esa nueva técnica. Atreviéndose con compositores de la talla de J.S.Bach, G.Fr.Händel, W.A.Mozart, L. van Beethoven, Fr.Chopin, I.Albéniz o R. Chapí, de entre otros. Hizo de sus arreglos su propia obra, siendo tan grande esta producción que a día de hoy no se han publicado todos, existiendo, además, de su propia obra solista muchas piezas inéditas esperando a ser grabadas. Pero si bien es cierto, hay muchas lagunas que necesitan ser resueltas, como por ejemplo un estudio meticuloso de toda su producción, donde se puedan catalogar todas sus obras y arreglos. Si hay algo que se le deba reconocer es que, gracias a él, la guitarra pasó de ser un instrumento “vulgar” y del “pueblo llano”, destinado solamente a las fiestas y saraos, a sonar en las salas de concierto y compitiendo con otros instrumentos de “gran importancia histórica”, entrando a formar parte de los conservatorios de todo el mundo y tener su propia cátedra.

Julio Domínguez González