Frantz Fanon - Política y poética del sujeto poscolonial

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  • FRANTZ FANON:Poltica y potica del sujeto poscolonial

  • CENTRO DE ESTUDIOS DE ASIA Y FRICA

  • FRANTZ FANON:Poltica y potica del sujeto poscolonial

    Alejandro J. De Oto

    EL COLEGIO DE MXICO

  • Diseo de portada: Irma Eugenia Alva Valencia

    Primera edicin, 2003

    D.R. El Colegio de Mxico, A.C.Camino al Ajusco 20Pedregal de Santa Teresa10740 Mxico, D. F.www.colmex.mx

    ISBN 968-12-01120-0

    Impreso en Mxico

    325.3Ot884f

    Oto, Alejandro Jos deFrantz Fanon : poltica y potica del sujeto

    poscolonial / Alejandro J. de Oto. - - Mxico : El Colegiode Mxico, Centro de Estudios de Asia y frica, 2003.

    232 p. : 21 cm.

    ISBN 968-12-1120-0

    1. Fanon, Frantz, 1925-1961 - - Influencia. 2. Fanon,Frantz, 1925-1961 - - Puntos de vista poltico y social.3. Colonias - - frica. 4. Identidad de grupo - - frica.

  • NDICE

    Agradecimientos 9

    Prlogo 13

    Introduccin 17Sobre los usos de Fanon 17Entre Fanon y nosotros 20Leyendo a Fanon. Algunas derivas 24Sobre diversidades y divergencias 33

    III. Fanon y algunos ambientes de la historicidad.Los primeros desplazamientos 35Espacios de historicidad 36

    III. La escritura y las urgencias. Sobre ticas y escrituras.Lecturas 47

    III. Historias de la ambivalencia 103Rutas sartreanas, estrategias fanonianas 123

    IV. Historicidad y contingencia 133IV. Contingencia, identidad[es] y alienacin: el desafo

    de los espectros 163Impulsos, agencia y sujetos: una trama inconclusa 172

    VI. Memoria, olvido y sujeto 195

    A modo de conclusin 209

    Frantz Fanon: una nota biogrfica 217

    Trabajos de Frantz Fanon 221

    Bibliografa 223

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  • AGRADECIMIENTOS

    Cuando se hace una lista para agradecer la ayuda de variaspersonas en la confeccin de un trabajo como este, siemprequeda la posibilidad de que alguien puede haber quedadoafuera de ella. Este caso no es una excepcin.

    Hecha esta advertencia y sin que lo siguiente impliqueuna jerarqua, solamente una disposicin cronolgica, quie-ro agradecer a Hilda Varela, del Centro de Estudios de Asia yfrica (CEAA), que durante tres aos fuera mi consejera y escu-cha atenta acerca de las zonas ms riesgosas de mi trabajo,que me ayud a volver a los temas de los que quiero hablary que hoy sea una buena amiga. Romer Cornejo, del CEAA tam-bin, porque con su amistad aprend que las cosas de la acade-mia (de la que ambos somos practicantes) pueden manifes-tarse de una manera que en nada se parece a los acostumbradosdiscursos, como es la risa, para hacer el mejor y ms complejocomentario sobre mi texto. Lo cual implic, una vez pasada larisa, que tuviera jornadas de trabajo provechosas.

    Con Benjamn Preciado me une el respeto mutuo y laadmiracin por su trabajo. En los momentos en que los des-cansos de este manuscrito indicaban otras lecturas, los escri-tos de Benjamn sobre la India fueron sumamente inspira-dores.

    No es fcil traducir en escritura la aventura de estudiaren un lugar liminar como el Centro de Estudios de Asia yfrica de El Colegio de Mxico. Tal vez una de las caracters-ticas de la imposibilidad de traduccin a la que aludo en algu-nos pasajes de mi texto pueda ejemplificarse acabadamente

    9

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    con esta experiencia. De manera cierta puedo afirmar queinvestigar y estudiar all ha sido el viaje intelectual ms podero-so que he experimentado. Celma Agero, Flora Botton, Jor-ge Silva, Susana Devalle, entre otros, son parte ineludible demi viaje y transformacin personal.

    Guillermo Zermeo, historiador, del Centro de EstudiosHistricos de El Colegio de Mxico, fue y es una de mis refe-rencias intelectuales centrales. El contacto con su obra ha si-do la fuente de inspiracin para muchas ideas desplegadasen este texto.

    En otras geografas pero con el mismo impulso recib elapoyo de distintas personas. A todas ellas quiero agradecer-les. A John Noyes, de University of Cape Town quien asumiel riesgo de mi presentacin con los temas de este estudio enAfrican Series Seminar de dicha Universidad en Ciudad delCabo. A George Landow quien acept ser mi contacto acad-mico para que pudiera pasar casi un ao en Brown Universitypreparando el manuscrito y exponindolo en distintas au-diencias.

    Quiero hacer una mencin especial al profesor LemuelJohnson, de Ann Arbor. Con l tuve la oportunidad, aosantes de este trabajo, de llevar un seminario sobre literatu-ra africana. Luego, ms tarde, fue el lector externo de mitrabajo de doctorado. En escasas dos veces que nos encontra-mos pude darme cuenta de la enorme capacidad humana eintelectual de Lemuel. La lectura de sus libros ya me habaadvertido de esto. Su muerte, injusta como todas, fue un gol-pe inesperado ms all de las distancias transcontinentalesque nos separaban. Sin embargo, su memoria habita los me-jores momentos de este estudio. Recuerdo un encuentro conl en 1998 en Ann Arbor para trabajar sobre el manuscri-to. Fueron tan iluminadores sus comentarios que temo nohaber podido estar a la altura. El espacio dejado con su parti-da est ahora habitado por nuestra memoria y su dulce re-cuerdo.

  • Marcelo Eckhardt de la Universidad de la Patagonia, Ar-gentina, es otra de las personas a las que quiero agradecer. Suamistad y el contacto permanente con su literatura hicieronposible que mis ojos se abrieran a experiencias estticas y po-lticas que tienen ms de un punto en comn con los trabajosde Fanon, Csaire, Depestre, entre otros. Cuando hablamos delas experiencias coloniales y de resistencia es notable cuancerca aquello que parece distante se encuentra.

    Horacio Gonzlez, socilogo de la Universidad de Bue-nos Aires, resisti con hidalgua casi cinco das de comenta-rios y de lecturas en mi casa, en Mxico. Con Horacio discuti-mos algunos argumentos sobre la cultura nacional, la crticaposcolonial, la necesidad de releer a Sartre, etc. Su increbleerudicin, su crtica amable y a la vez profunda me permiticambiar algunas cosas de este trabajo, estoy seguro que cuandolea la versin final mantendremos una amistosa disidencia.No es fcil encontrar una amistad y una crtica de esta natu-raleza. A l y a Liliana Herrero, su compaera, mi ms fuertecario.

    Esteban Vernik es un compaero de aventuras intelectua-les y de vida. Quiero agradecerle los aos de amistad y el tiem-po de discusin sobre los itinerarios de este libro.

    Los retos intelectuales que pusieron en juego mis alum-nos de Trelew y de Comodoro Rivadavia de la carrera de his-toria (curso 2002) de la Universidad de la Patagonia durantelas etapas finales de revisin del manuscrito fueron la raznpara que cambiara algunos pasajes. Ellos son la seal ms cla-ra de que hay mucho por escribir an.

    Tambin quiero agradecer a Gabriela Lara de El Colegio deMxico, quien con su consejo amable y eficiente trabajo despe-j mis dudas y mi desconocimiento sobre la edicin de libros.

    Gracias al apoyo de la Fundacin Antorchas he podidoterminar la investigacin y la redaccin del manuscrito.

    Un prrafo aparte merece el personal de la biblioteca Co-so Villegas de El Colegio de Mxico. Gracias a ellos pude en-

    AGRADECIMIENTOS 11

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    contrar el material para mi investigacin que de otro modohubiera sido imposible hallar.

    En estos prrafos finales agradezco a mis padres, Jos Al-berto y Providencia Esther, y a mi hermano Jos Alberto, siem-pre han sido una fuente de inspiracin y amor que excede delejos estas pginas.

    Por ltimo quiero dedicar este trabajo a Ivn y Milton, loshijos de dos de mis ms queridos amigos, Marcelo Eckhardt yEsteban Vernik. Ellos llegaron recientemente a un mundoriesgoso, donde las cosas se resuelven con frecuencia con in-tolerancia, violencia y cinismo. La guerra en Irak es el horri-ble ejemplo de ello. Un mundo que nos coloca en la encruci-jada de urgencias vitales, polticas y morales que se parecenasombrosamente a las de Frantz Fannon. Y ms all, que seaun mundo que ha cambiado desde aquella experiencia hastahoy, que reclama por un presente y un futuro mejor, debatecon las mismas cosas de entonces, o con la misma intensidad,y est, a su vez, habitado por el mismo sentido de supervi-viencia. Ivn y Milton no saben an que eso ocurre, pero supresencia es el aviso de que nuestra bsqueda de dilogos, dehogar, de comprensin, de tolerancia y de afecto es posible.

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    PRLOGO

    En medio del alud de papel impreso que invade nuestra cultu-ra, Italo Calvino recomienda el retorno a los clsicos. La cues-tin es cmo regresar a ellos, pues toda lectura est impregna-da por la historicidad del mismo acto de leer. Un clsico esun libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir,nos dice Calvino. La importancia de entrar en contacto conun clsico es que permite relacionarnos a la vez que distanciar-nos de l.1 Uno de estos clsicos de la literatura sociolgica yantropolgica moderna es Frantz Fanon. Indudablemente suobra sigue siendo un filn para comprender la naturalezadel colonialismo en la era de la modernidad cientfica y tec-nolgica.

    Para acercarse a los clsicos, sin embargo, se recomiendamarcar la distancia que separa a la actualidad del lector de lasobras del pasado. Toda lectura es un acto productor de senti-do. No asumirlo contradira precisamente el fundamento delalegato crtico de Fanon inspirado en el movimiento feno-menolgico que estimul tambin a Sartre, esto es, la apertu-ra a la historicidad radical del sujeto como de la obra misma.

    Fanon se distingue esencialmente de otras obras porqueevita caer en una defensa a ultranza del sujeto colonial que norebasa el protocolo de las buenas intenciones. La radicalidadde su pensamiento consiste en asumir el principio de histori-cidad que rodea tanto al colonizador como al colonizado. Su

    1 Italo Calvino, Por qu leer los clsicos, tr. Aurora Bernrdez, Mxico, Tusquets,1994.

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    escritura est sellada por ello con los trazos de la temporali-dad. Es constitutiva de la historia que traza sobre el colonialis-mo moderno y sus trastornos en la piel y cuerpos de los coloni-zados, pero tambin en la sociedad de los colonizadores.

    Desde que Fanon public su ltima obra en 1961 ha habi-do acontecimientos que han transformado la faz de la Tierray, en consecuencia, han afectado la produccin crtica inte-lectual. El apartheid sudafricano desapareci. Argelia ya noes la que antes era. Sartre no est ms con nosotros. Muchasde las guerras de liberacin se malograron, otras triunfaron.Pero sobre todo la Unin Sovitica dej de existir. En mediode estos desplazamientos parece dibujarse un abismo que nossepara de la experiencia histrica conformada durante el pe-riodo de la denominada guerra fra.

    Lo anterior no quiere decir que no puedan tenderse puen-tes entre las dos orillas que nos separan. Quedan afortunada-mente los originales para poder reanudar el dilogo delpresente con su pasado. En ese sentido la obra de Fanon seconstituye en el archivo que le permite a Alejandro De Ototrazar sus propias huellas sobre la memoria poscolonial. Reali-za su trayecto con la intencin de traicionar lo menos posiblea los originales pero sin caer en la ingenuidad de pensarque stos se le ofrecen a su mirada de manera inmediata. Poresa razn dedica una buena parte de su indagacin a analizarlos usos de las obras de Fanon. Al igual que Calvino, De Otoasume que toda obra llega a nosotros trayendo impresa lahuella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y trasde s la huella que han dejado en la cultura o en las culturasque han atravesado lo ms sencillamente, en el lenguaje o enlas costumbres.2

    As, las pistas dejadas por la escritura de Fanon se trans-forman en este libro en el archivo de una memoria orientadaal rescate del pensamiento crtico durante el periodo posco-

    2 Italo Calvino, Por qu leer los clsicos, p. 15.

  • lonial. Es verdad tambin que en estas aproximaciones nopueden soslayarse los desplazamientos recientes habidos enla geopoltica mundial. Empero, sin tener que adentrarnosen el cmulo de las peripecias de este proceso sabemos quesobre sus mrgenes sobrevive la trama discursiva del colonialis-mo moderno. Es exactamente en ese tejido que Fanon efec-tu en su momento una incisin para tratar de curar el cuerpoenfermo representado tanto por frica como por Europa,pero tambin por Amrica Latina.

    A la obra de Fanon le sigui una plyade de escritores ypensadores, de crticos y comentaristas. De ello se nos da cuen-ta prolijamente en este trabajo, slo para proseguir el dilo-go con la obra de Fanon a partir de sus zonas de indetermina-cin, hecho desde nuestro presente. Tomando en cuenta estadistancia, Alejandro De Oto se pregunta acerca de lo que to-dava hay de rescatable en el autor de Los condenados de latierra frente a las urgencias ticas y polticas de nuestra actua-lidad. De un hecho fundamental se nos advierte en este tra-bajo que quiz por su obviedad pas desapercibido por mu-chos de sus crticos: la relacin entre el sujeto que escribe y elsujeto de la escritura. En torno a la escritura se juega actual-mente buena parte de la crtica cultural contempornea. Elhistoriador y antroplogo Michel de Certeau destac no hacemucho que su tema de estudio era en realidad la oralidadlo cual no deja de sorprender tratndose de un escritor. Laparadoja consiste en que la oralidad o los gestos de los ros-tros torturados, famlicos o neurotizados, no se entiendensin considerar los tres o cuatro siglos de trabajo occidentaltejidos alrededor de la escritura.3

    Frantz Fanon: poltica y potica del sujeto poscolonial es un tex-to que ante todo busca hacer justicia a su ttulo: bellamenteescrito y exigente. A travs de su recorrido su lectura nos trans-

    3 Michel de Certeau, La invencin de lo cotidiano, I. Artes de hacer, tr. AlejandroPescador, Mxico, Universidad Iberoamericana, 1996, pp. 145-165.

    PRLOGO 15

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    mite la sensacin de estar en el flujo del agua de un ro. Qui-zs por esa razn la lectura de la obra de Fanon por De Otoenfatice no sus enunciados esencialistas, propios de su pre-sente, sino sus rasgos ticos contenidos en su estrategia na-rrativa. Su autor lo ve, siguiendo a Adorno, como una formaposible de responder a la monstruosidad de ciertos proyectoshistricos, culturales y sociales inscritos en el colonialismomoderno. En vez de situarse en el ngulo prescriptivo de losdiscursos, De Oto prefiere el de sus zonas de incertidumbre.As el Fanon de De Oto se revela a s mismo al emprender supropio viaje por la escritura del sujeto alienado potencial-mente revolucionario en la medida que queda enmarcadopor las guerras de liberacin nacional de las dcadas de 1950y 1960. El desafo de esta nueva lectura de Fanon consiste en-tonces en explicarnos por qu la transformacin de la situa-cin poltica y cultural de los condenados de la tierra nocoincide necesariamente con la modificacin del dispositivoepistemolgico productor del saber. En esa encrucijada sesitan las reflexiones de Alejandro De Oto sobre la escrituraen general y sus funciones ticas y polticas enmarcadas porla crtica poscolonial.

    GUILLERMO ZERMEO

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    INTRODUCCIN

    SOBRE LOS USOS DE FANON

    En los ltimos aos han aparecido varios textos que invocana Fanon en sus ttulos. Esa invocacin no necesariamente im-plica que los estudios que esos textos contienen se refieranestrictamente a un anlisis cuasi interno de la escritura de Fa-non.1 Cul es un posible significado de este uso de Fanon?

    1 Esta opinin es compartida por los responsables de la compilacin de traba-jos sobre Frantz Fanon titulada Fanon: A Critical Reader. Lewis Gordon, T. DeneanSharpley-Whiting y Rene T. White en el ensayo introductorio a esta compilacinsugieren que la presencia del nombre de Fanon en los trabajos, de lo que ellos lla-man la quinta etapa en los estudios sobre Fanon, indica que sus textos pueden ser-vir para una reflexin ampliada sobre la literatura africana, la filosofa de las cien-cias humanas y las fenomenologas de la experiencia. Digamos que los ensayos delvolumen trabajan, como los sealan sus presentadores, dentro de las preferenciasde Fanon por el pensamiento libre (7). Aunque ms adelante discutir brevementeesta perspectiva de las etapas, la idea de un uso de Fanon que siempre sirve para irms all est presente en textos de otras tradiciones, por ejemplo, en un libro quelos participantes de esta compilacin casi abominan: The Fact of Blackness, editadopor Alan Read. En particular el ensayo de Homi Bhabha Day by Day with FrantzFanon y el de Stuart Hall The After-life of Frantz Fanon: Why Fanon? Why Now? WhyBlack Skin, White Masks? Hall, retoma la idea de que una lectura es siempre unnuevo texto para sealar que la lucha por colonizar el trabajo de Fanon es un pro-ceso en marcha desde el momento de su muerte, y la identificacin de la escriturade Fanon en trminos de sus temas marxistas en los aos sesenta y setenta fue, ens misma, ya el producto de una re-lectura (15-16). El giro existencialista que adop-tan los trabajos de Gordon, por ejemplo, y que organizan las preferencias tericas yfilosficas de Fanon: A Critical Reader puede ser visto bajo la misma perspectiva. Enmi trabajo intento no generar ese hiato a partir del cual las responsabilidades teri-cas y polticas se distribuyen segn las proveniencias terico polticas, ya sea delmarxismo, postestructuralismo, crtica poscolonial, fenomenologa existencial, etc.No obstante, me extiendo con la organizacin de los temas fanonianos en las dosdcadas posteriores a su muerte y, en ese punto, mi lectura podra decirse que tam-bin separa y distingue preferencias. Pero no sostengo la creencia extendida de

  • 18 FRANTZ FANON: POLTICA Y POTICA DEL SUJETO POSCOLONIAL

    La respuesta depende casi siempre de una serie de considera-ciones vinculadas a geografas intelectuales y pocas. Sin embar-go, lo que resulta particularmente interesante de la preguntapor los usos de Fanon es que incluir su nombre en un ttuloimplica un punto de partida desde el cual se pueden discutircuestiones vinculadas a identidades, a discursos de la nacin,a perspectivas de gnero, a encrucijadas tericas, etc. En esesentido entonces, la presencia de Fanon es una invitacin atensar diferentes regiones del saber sin ser necesariamentefieles a un supuesto Fanon central, productor de autoridadautorial.

    Los usos de Fanon en esos trabajos revelan ms esfuer-zos por la disidencia que por el acuerdo y se dirigen, en mu-chos casos, al exterior del espacio escriturario fanoniano. Loque hace posible este procedimiento es el carcter ambiva-lente de su propia escritura, un problema que recorreremosaqu exhaustivamente. Mi uso en este estudio es, podra-mos decir, de la misma naturaleza. Un uso vinculado a proble-mas tales como la figura del sujeto pensada en el espacio hist-rico de su posible redencin, la figura de la alienacin comoproceso que no permite, debido a su trama, pensar sujetosfuera de la historicidad, la historicidad misma de ese sujeto, ylos escenarios de la imaginacin cultural frente al problemadel confinamiento y la apertura. Problemas y preguntas queexceden los contextos ms definidos de su escritura (exce-den no quiere decir superan).

    Sin embargo, a pesar de este exceso, la escritura de Fa-non en conjunto (en especial sus dos ensayos ms importan-

    ciertos dilogos imposibles y de ciertas acusaciones casi banales. A saber, aquellasque se hacen entre s muchos lectores de Fanon de no respetar y tergiversar sustextos. Pienso aqu en el reproche a Bhabha por tratar de crear un Fanon para suproyecto terico, el reproche de Robinson a quienes desvan a Fanon de la ruta delas lecturas revolucionarias, un reproche dirigido a los intelectuales cercanos a lacrtica poscolonial aunque dentro de la misma las diferencias sean marcadas. Ssostengo, de todos modos, que hay una deuda no saldada de gran parte de los lecto-res de Fanon con el anlisis de la presencia de los textos de Sartre en su escritura.

  • INTRODUCCIN 19

    tes, Piel negra, mscaras blancas y Los condenados de la tierra) si-gue siendo el centro de una fuerte interpelacin al colonialis-mo, el lugar de una voz dura, poderosa, encarnada en la urgen-cia poltica y moral y en el proyecto cultural y poltico. ste esun momento constitutivo de sus textos. No cabe duda algunaal respecto.

    Es precisamente en la encrucijada que forman ese mo-mento y las figuras de la diferencia histrica y poltica que sedespliegan en la trama de sus textos lo que hace de su escritu-ra un lugar peculiar.

    En trminos analticos es perfectamente distinguible aquelFanon histrico de aquel Fanon autor. Aunque no es mi inten-cin discutir la funcin autor, la peculiaridad de la escriturade Fanon se halla precisamente en el vnculo entre el discur-so que impugna al rgimen colonial y el rastro biogrfico enel que se dispone, en particular Piel negra, mscaras blancas. Esen esa encrucijada, como dije ms arriba, que podemos pre-guntar por el sujeto, la historicidad, las identidades, la poti-ca y la poltica de su escritura.

    Leer a Fanon es someterse a la dislocacin que produceun pensamiento, como dice Homi Bhabha, autnticamenteradical que proyecta una oscuridad incierta (InterrogatingIdentity, p. 40).2 Experimentar dicha dislocacin es experi-mentar la clave extensa de la historicidad que en Fanon se re-siste a consagrarse a las anotaciones con letra mayscula de

    2 Existe una traduccin reciente del libro de Homi K. Bhabha que contieneeste ensayo, The Location of Cultura, publicada por Ediciones Manantial en BuenosAires en 2002 con el ttulo El lugar de la cultura. El traductor de dicha edicin es C-sar Aira. En este estudio utilic la edicin en ingls por la simple razn de que nohaba aparecido an la traduccin al espaol. Por esa razn conserv las referen-cias de la edicin de Routledge. Con respecto a la traduccin de Aira, es muy buenay es recomendable su lectura. Slo tengo algunas consideraciones referidas a latraduccin del poema de Guillermo Gmez Pea, pgina 23. Aira escribe todo elpoema en espaol sealando qu partes estaban en espaol en el original pero, esprecisamente el hecho del bilingismo del poema, o la lengua fronteriza que locompone, lo que le otorga su valor esttico cultural. Tal vez la mejor opcin hubie-ra sido conservarlo tal cual est en el original.

  • 20 FRANTZ FANON: POLTICA Y POTICA DEL SUJETO POSCOLONIAL

    palabras como historia, identidad, raza, revolucin,entre otras.

    Pero la pregunta no dicha persiste: por qu Fanon y nootros? Las respuestas a esta pregunta pueden ser bibliografascompletas que asuman diversas direcciones. Aqu recurriremosa esas bibliografas. Sin embargo, la razn ms importante noes sustractiva, o aditiva para el caso. No se trata de una escrituraque trata temas que otras no, aunque hay algo de ello.

    La razn de elegir a Fanon y a su escritura para una hetero-loga textual, poltica y cultural, y para pensar en el rencuen-tro con la teora en clave de sus capacidades de dislocar nuestrasms firmes positividades, se encuentra en el hecho inconmen-surable, en trminos de valor, de su pensamiento radical quepone en el lmite de su revelacin (la revolucin) una dimen-sin ms aguda, cataclsmica, inesperada, plena de incerti-dumbres (la cultura nacional) de la que no se podr salirsino al precio de renunciar a Fanon.

    ENTRE FANON Y NOSOTROS

    Escribir sobre Fanon es siempre escribir sobre algo ms. Estasimple consigna, que parece rozar los lmites del absurdo, in-terpela cualquier intento por pactar, no importa el modo deese pacto, con una de las escrituras ms enigmticas del si-glo XX. Enigmtica ms por lo que ella hace a sus lectoresque por los secretos y acertijos que probablemente contieney ofrece como desafo. Escribir sobre algo ms no es necesaria-mente hablar de cosas distintas y de hbitos extraos despusde hacer mimesis con un estudio casi historiogrfico. Por elcontrario, escribir sobre algo ms es simplemente reconocerque s es posible alguna continuidad del dilogo (Nigel C.Gibson),3 sta se debe a que los espectros de la escritura de

    3 Estoy parafraseando el ttulo del libro compilado por Nigel G. Gibson, Re-thinking Fanon. The Continuing Dialogue.

  • INTRODUCCIN 21

    Fanon son ms extensos, ms diversos, ms resistentes de loque sospechamos.

    Es, a su vez, el recuerdo de nuestras necesidades intelec-tuales, histricas y culturales en un fin/principio de siglo queparece arrojarnos, sin lugar a duda, a terrenos que cualquiermoderno clsico no envidiara. En este caso, como en muchosotros, los espectros no son figuras extraas que slo persiguennuestros textos y los acechan. No. Ellos son adems seales.Referencias que recuerdan lo inevitable y lo imposible.

    Como dicen Leonard Harris y Carolyn Johnson, pensadode manera anloga al Derrida de Los espectros de Marx: unacecho [asedio] en la memoria, fortalecida para dar forma anuestra identidad pero vaca como una fuente terica paradescribir quin o qu somos, el porqu de nuestra confusino los porqu de nuestros dramas particulares (p. XV).

    En la imaginacin derridiana los espectros son, despusde todo, esas figuras que asedian (hanter) sin habitar el lugarasediado (hant).4 Habitan el asedio.

    Los espectros de la escritura de Fanon, que son los Fanonposibles, asedian a nuestra escritura y a nuestras urgencias po-lticas y morales reclamando incertidumbre. Esto ltimo quepuede parecer un oximoron lo es menos si nuestros esfuer-zos por traducir se vuelven histricos haciendo de la escri-tura de Fanon ms un lugar de uso y menos un lugar depreceptivas.

    En ese sentido, es inevitable no hablar de Fanon y es im-posible hablar de l y de sus textos fingiendo fidelidad a losmismos. Lo inevitable responde, en mi caso, al problema deldesplazamiento. Una palabra que los lectores de este estudio ve-rn con excesiva frecuencia. Aqu me referir a nuestros des-

    4 Me aprovecho aqu de la interesante discusin que ponen en juego los tra-ductores de Espectros de Marx, Jos Miguel Alarcn y Cristina de Peretti. Ellos traducenla serie hanter, hantise, hant(e) como asediar, asedio, asediado tratando de represen-tar en el texto de Derrida la condicin de los espectros y la forma que habitan ellugar. (Derrida, pp. 17-18).

  • 22 FRANTZ FANON: POLTICA Y POTICA DEL SUJETO POSCOLONIAL

    plazamientos y ms adelante a los de Fanon. Los nuestros es-tn incluidos en una especie de historia fallida de la traduc-cin. Pero no slo la traduccin en trminos latos, es decir, laque compete a los textos y a los intentos de representacin quelos rondan, sino tambin la traduccin cultural, la ms difcily esquiva, la que pone toda la discusin en el terreno de la in-decibilidad. En esta seccin, un poco ms adelante, invocarvarios ejemplos de traduccin cultural que no son ms (nimenos) que algunas de las lecturas que se han hecho de Fa-non. La traduccin que compete al texto de este estudio es laque intento hacer desde unas coordenadas frgiles que reco-rren mis tambin frgiles (y espectrales) pertenencias teri-cas y culturales. Un punto difcil de saldar, acaso imposible, silo que enfrentamos es una escritura que aparentemente loque primero ofrece es una suerte de catlogo de certidum-bres. Por eso, si el dilogo contina, todo el intento se asien-ta en dialogar con las zonas fanonianas que restan vigor a lascertidumbres. ste no es precisamente un gesto conciliadorcon ciertas metforas acerca de los finales de la modernidadsino un estado de cosas. Pero, si acaso en el transcurso deltexto es posible percibir una actitud de aquella naturaleza,el intento va mucho ms all de cualquier visin parroquia-na. No obstante, como sabemos, las intenciones son unas ylas derivas de esas intenciones otras.

    La fragilidad de la teora a la que aludo se vincula ms ala dificultad de reconstruir los recorridos culturales de lostextos de Fanon que al hecho de la ausencia de teora. Comose ver, la teora invade y conforma el cuerpo de este texto. Adicha dificultad no la tomo como referencia para renunciara la posible homogeneidad de mi propia lectura, sino comopunto que me permite la ambigedad, la licencia terica y laindefinicin cultural, histrica y geogrfica. En suma, inten-to aprender de Fanon. Cada uno de estos aspectos permite, ami juicio, un dilogo ms provechoso con los espectros. Porello, no se encontrar ninguna fidelidad aqu. Tampoco hay

  • INTRODUCCIN 23

    un intento explcito por ser infieles, digamos mejor que lascosas slo ocurren. En ese acontecer ficcional hay un Fanon,paradjicamente, posible. O, para decirlo brutalmente, dis-ponible. Es el Fanon que resiste a las lgicas de confinamien-to de algunos de sus lectores y a las lgicas de confinamientode las disciplinas. En ltima instancia, cuando me refiero alos espectros estoy hablando de esa resistencia. Hay, si mira-mos con cuidado, una pedagoga sin mtodo recorriendo suescritura. Sin mtodo porque sus textos, a pesar del tono en-cendido y programtico de muchos pasajes, no estn dispues-tos en las coordenadas que los sito desde la figura emblem-tica del qu hacer?. Tampoco del cmo hacerlo?. Esasdos preguntas estn incluidas en el catlogo de los confina-mientos. Para citar un ejemplo, son las que permiten, en va-rios casos, excluir del panten del discurso colonial a la fi-gura de Sartre. En ltima instancia, restar posibilidades. Perola idea de una pedagoga persiste aun frente a la falta de m-todo. Esa cuestin, bajo diversas formas, es explorada aqutras la idea de ser estratgicos.

    En esta direccin, el texto de este estudio se acerca a unaespecie de valor que recorre la escritura de Fanon, un valortraducido por cierto, que es el de no considerar a su (la) escri-tura como un espacio de exclusin sino de apertura, comoespacio de diferenciacin.

    El problema de la traduccin se traslada a otra esfera. Yano es el de la representacin en un sentido estricto sino el dela evocacin. La evocacin permite aprender mejor de Fanon.Desde all sus textos son el espacio a veces impensado de en-cuentro entre tradiciones aparentemente incompatibles, omejor dicho definitivamente incompatibles, si el problemade la fidelidad contina presente.

  • 24 FRANTZ FANON: POLTICA Y POTICA DEL SUJETO POSCOLONIAL

    LEYENDO A FANON. ALGUNAS DERIVAS

    Este estudio sobre los dos textos ms importantes de Fanon,Piel negra, mscaras blancas y Los condenados de la tierra,5 enfren-ta varios problemas. El primero de ellos se refiere a con qutextos se establece una especie de dilogo, a veces abierto yotras veces no. Este aspecto no es un problema menor por-que implica considerar cul es la direccin principal que asu-me mi trabajo. Si bien los textos de Fanon son el argumentoy la sustancia central de las pginas que siguen, las derivasque ellos producen muchas veces disuelven o pueden disol-ver las preguntas iniciales que, aparentemente, parecan inter-pelarlos de manera directa. Me refiero aqu al hecho de quehablar de los textos de Fanon o, ms precisamente, de su es-critura es hablar tambin de aquellos textos que hablan deFanon o pretenden hacerlo. Para decirlo simplemente, conel conjunto de textos relativamente extenso que se ha produ-cido sobre Fanon entre diferentes pocas y tradiciones. Elloha significado tener que establecer ciertas prioridades y cier-tas lecturas que, por supuesto, dependen exclusivamente delas preferencias que uno le asigne a unas frente a otras.

    El campo de los estudios sobre Fanon encuentra con dema-siada frecuencia una disputa extensa por la interpretacin co-rrecta de sus escritos, expresada en una serie de artculos y li-bros que revisan las lecturas anteriores con relacin a pasajes

    5 A lo largo de este estudio utilizo la versin en espaol de ambos textos. Hecotejado la traduccin de Le damns de la terre (Los condenados de la tierra) de JulietaCampos con el original en francs publicado en 1961 por Franois Maspero. Latraduccin de Campos es, en la medida que toda traduccin puede ser, fiel al deta-lle y al tono de distintos pasajes particularmente complejos en el original. Con respec-to a Peau noire, masques blanches (Piel negra, mscaras blancas), utilizo la traduccin deG. Charquero y Anita Larrea. En este caso, la he cotejado con la versin en francscon prefacio y posfacio de Francis Jeanson, 1965. En una oportunidad hago unaaclaracin adicional sobre una expresin, pero no implica nada de peso en el con-texto general de la traduccin. Por otra parte, he preferido mantener la conjuga-cin de la segunda persona del singular a partir del pronombre t. Los traductoresutilizan el pronombre vos. De todos modos, hago esta aclaracin porque este casose da en la frase mam, mir, un negro, la cual la cito en varias ocasiones.

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    precisos. Este procedimiento, por lo dems familiar en cualquiercampo de estudio, contiene una dificultad asociada adicionalque es la de trabajar con textos, es decir, con significados, signi-ficantes, discursos, los cuales, como sabemos, pueden ser inter-pelados desde las direcciones ms diversas y divergentes. Asentonces, por ejemplo, en las primeras casi dos dcadas poste-riores a su muerte (1961) nos encontramos con una serie de es-tudios que tratan a Fanon y a su escritura desde la perspectiva delos proyectos polticos vinculados a la teora revolucionaria.

    El gnero biogrfico y los estudios bibliogrficos compar-ten en gran medida las expectativas tericas e ideolgicas deesos trabajos.6 Aqu dedico un espacio considerable a la discu-sin de algunas de esas lecturas en tanto permiten percibircon ms claridad que otras, tal vez, cmo los enfoques varanno slo en trminos de las posiciones tericas y polticas gene-rales sino tambin, y fundamentalmente, con relacin a laforma en que esos enfoques constituyen el objeto/sujeto dela escritura fanoniana. A la vez, son un buen espejo en el quese reflejan (y en muchos casos refractan) estrategias que po-dramos llamar textualistas en el abordaje de la escritura deFanon, entre las que se incluyen, aunque con matices, la ma.

    Un mayor nfasis en los cmo que en los qu de la es-critura de Fanon permite ver los desplazamientos polticos ytericos de sus textos y reinventar el dilogo entre distintasregiones de la temporalidad. Es obvio tambin, que al tratarestas lecturas no estoy sugiriendo que ellas constituyan una es-pecie de error de perspectiva ni que sean necesariamente partede un proceso dialctico como el que sugieren los prologuis-tas de Fanon: A Critical Reader (p. 7). Un proceso dialctico que,en este caso, en ltima instancia parece confirmar lo mejor ylo ms preciso en las ltimas lecturas. Por el contrario, cuan-do digo que es una cuestin de nfasis me refiero a que las

    6 Gordon y coeditores presentan este momento biogrfico sobre Fanon comouna etapa separada de la vinculada con la reflexin poltico terica de los movi-mientos de liberacin (p. 5).

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    cosas se ven muy distintas (y me disculpo por el uso extensode la metfora visual) cuando el inters pasa de los conteni-dos que hay que conocer a la forma en que esos contenidostrabajan. En ese sentido, sin renunciar a una discusin cuan-do la oportunidad lo ofrece sobre posiciones derivadas de lainterpretacin de los textos de Fanon, aqu me concentro enlas formas posibles en que ellos se articulan con otros textos,entre los que incluyo, por supuesto, al mo.

    Por otra parte, los trabajos englobados en esa perspectivason los que se acercan ms a la idea de fidelidad textual, produ-ciendo por aadidura el reforzamiento de la autoridad au-torial de Fanon. Al mismo tiempo permiten, en el contextogeneral de mi estudio, una discusin posible sobre lo que de-nominamos urgencias polticas y morales.

    De todos modos, la pretensin aqu no es la de realizaragrupaciones de las lecturas por caractersticas comunes rela-cionadas a los contextos tericos y polticos. No es la preten-sin ni el objetivo puesto que implicara una restriccin a lalibertad de vincular escenarios culturales, textos y lecturas deprocedencia diversa. Cierta actitud historiogrfica con el pen-samiento y la escritura de Fanon genera, desde mi perspecti-va, una reduccin de las esferas posibles en las cuales ellos sepueden desenvolver. Me refiero concretamente al problemade establecer una idea de gradualidad que en cada lectura ypoca constituira un avance en el camino de un entendimien-to ms acabado. Si bien sta no es la norma general que atravie-sa al pensamiento historiogrfico contemporneo, el descensodesde las reglas de una metodologa que proclama una espe-cie de estado del arte hacia una afirmacin del ltimo escritocomo el ms acabado y fiel est latente.

    Esa es en gran parte la discusin que proponen las lecturasde Fanon que se diferencian del proyecto de la crtica posco-lonial.7 Pero incluso dentro de ella. Gordon, Sharpley-Whit-

    7 Gordon, Sarpley-Whiting y White dicen textualmente: Los estudios poscolo-niales no han marcado, afortunadamente, la etapa final de los estudios sobre Fanon

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    ing y White, por ejemplo, sostienen en la descripcin de po-sibles etapas del pensamiento sobre Fanon que hay una quecorresponde a los estudios culturales posmodernos y a los es-tudios poscoloniales. Las figuras que representan para estosautores a tal etapa son Edward Said, Homi Bhabha, HenryLouis Gates, Jr., Abdul janMohamed, Gayatri Spivak, BenitaParry y, desde una perspectiva marxista, Cedric Robinson. Se-gn Gordon y coeditores, estos autores, con la excepcin deSaid, janMohamed y Parry, han convertido a Fanon en el ob-jeto de numerosos ataques a partir de designaciones polticasde moda como, por ejemplo, la misoginia, la homofobia, etc.La caracterstica de estos estudios, exceptuando a los de losautores nombrados en ltimo lugar, es que la literatura es ellente por medio del cual Fanon es ledo. Por lo general, losataques se corresponden en sus manifestaciones posmodernascon la desvalorizacin de los tericos de la liberacin, siguien-do ciertas enseanzas de Lyotard, bajo el argumento que ellosson totalizantes, estructuralmente modernos, etc. Una de lasderivaciones que se puede obtener de esta perspectiva es queal considerar a los textos de Fanon como ejemplo de discur-sos totalizantes, ellos atentan contra los grupos marginados,especialmente las mujeres (p. 6). Si se atiende a este argu-mento completamente se pueden encontrar casos concretosdel mismo en trabajos como, por ejemplo, los de Lola Young,Kobena Mercer, bell hooks8 y Ray Chow.

    Digamos que el argumento de Gordon y coeditores sevincula con las fidelidades. Despus de todo, si las lecturas deestas autoras pueden resultar en anacronismos a la hora de ha-blar de Fanon, imponindole exigencias que no aparecan

    [] los ltimos diez aos han sido, algunas veces, descritos como los testigos de unresurgimiento en el pensamiento de Fanon. [] [S]in embargo. Lo que cada etapa re-presenta es un proceso dialctico en marcha (p. 7). Proceso dialctico, justo esdecirlo, que sepulta las viejas tesis, especialmente si provienen de los estudios pos-coloniales.

    8 Excepto el de Ray Chow, todos los dems trabajos estn incluidos en el volu-men editado por Alan Read: The Fact of Blackness. Frantz Fanon and Visual Representation.

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    en su horizonte cultural, es algo discutible. Al fin y al cabo,toda lectura es una suerte de anacronismo. No olvidemos quesi la intencin es polemizar con Fanon, lo es a partir de Fanon.Un punto muchas veces evitado. De otro modo, no se tratade decir que en Fanon esos temas no han estado presentespara defenderlo de designaciones polticas de moda, por elcontrario, se trata de pensar a Fanon en tensin con sus pro-pios argumentos.

    Sigamos con el grupo de lecturas agrupadas alrededor deesta quinta etapa (y ltima presumiblemente) del pensamien-to acadmico sobre Fanon. La misma se caracteriza tal vez,mejor que otras, por un Fanon que tiene algo para ensearen distintos mbitos del pensamiento. En ella hay un Fanondisponible para pensar la opresin, algo que sin duda es muyacertado, y el racismo dentro de genealogas intelectuales queinvolucran a los americanos negros. Du Bois es una de esas fi-guras que permanentemente se asocian con el pensamientofanoniano.9 Junto a esto, hay un Fanon ledo desde la clavesde la fenomenologa existencialista, particularmente por Gor-don (en mi estudio tomo casi su punto de partida en FrantzFanon and the Critic of European Man). Gordon es una voz nue-va e importante en el contexto de estudios sobre Fanon por-que ha rescatado para la discusin acadmica y poltica susproximidades sartreanas. Un punto particularmente ausenteen algunas de las lecturas de la crtica poscolonial representadantidamente por Homi Bhabha. Por otra parte, los textos deGordon retoman a Fanon desde el espritu del dilogo y de los

    9 Me refiero aqu a los trabajos de Floyd W. Hayes, Fanon, Oppresion, andResentment: The Black Experience in the United States; Stanley O. Gaines, Jr.,Perspectives of Du Bois and Fanon on the Psychology of Oppression, y RichardSchmitt, Racism and Objectification: Reflections on Themes from Fanon. La mayo-ra de los trabajos consultados sobre los vnculos Fanon Du Bois se concentran en lostemas que describen estos ttulos. En este trabajo no he incluido ms que referen-cias marginales al trabajo de Du Bois. Slo cuando ha tenido que ver con el de Fa-non o ha sido ledo como parte de una posible genealoga intelectual de Fanon. Encierta forma esa lectura de Ross Posnock la veremos ms adelante.

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    desafos que los mismos ofrecen para la filosofa,10 en su casoespecfico, y para discusiones que involucran a las ciencias so-ciales en general. Es un uso de Fanon que no se detiene nilo encierra en una bibliografa temtica. Francois Vergs, porejemplo, trabaja sobre un presupuesto similar al pensar a Fa-non con relacin a una historia de la psiquiatra, pero sus pre-guntas, ms all del espacio de un campo disciplinario, alu-den a preocupaciones extradisciplinarias que inevitablementeemergen de la lectura de los textos de Fanon, especialmente dePiel negra, mscaras blancas. Preguntas que se acercan a la discu-sin disciplinaria pero que la interpelan desde un mbito dis-tinto: con qu tipo de psiquiatra nos enfrentamos en el am-biente y la produccin de una cultura poscolonial, cules sonlos legados de la psiquiatra poscolonial en el marco generalde la psiquiatra, cules son los vnculos de la primera con elpsicoanlisis (pp. 85, 91-93).

    Del mismo modo, Rene T. White piensa la Sociologie dunrevolution (Sociologa de una revolucin) de Fanon en el esce-nario de los aprendizajes tericos y metodolgicos que la socio-loga en general puede hacer de este trabajo (p. 101). Las posi-ciones de este momento que Gordon y coeditores identificancon nuevas lecturas sobre Fanon y a partir de Fanon son extre-madamente variadas. Tal vez el punto ms interesante del mis-mo es precisamente esa diversidad temtica que alienta unadoble posibilidad. Por un lado, contribuye directamente adesanclar a Fanon de sus deberes tericos y polticos postmrtem11 (en particular fuertes en las lecturas de las dos dca-

    10 Adems del libro que menciono en el texto principal vase de GordonFanons Tragic Revolutionary Violence.

    11 Pensar contextualmente puede ser un deber pero ello no necesariamentesignifica asignar el significado completo (metfora errnea por otra parte) de unateora a una poca a ciertas configuraciones de lo que llamamos la cosa real. BenitaParry, de quin discutir en extensin en el captulo dos su Resistance Theory.Theorizing Resistance or Two Cheers for Nativism, defiende, siguiendo a StuartHall, una dimensin contextual del conocimiento incluso teniendo presente sudispersin y diseminacin, particularmente del producido por Fanon. El punto in-teresante de esta apuesta terica de Parry, que tiene muchos antecedentes, pero

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    das posteriores a su muerte) y, por otro, abren la posibilidadde discutir qu ocurre con las disciplinas y nuestras experien-cias cuando son cruzadas con una escritura que se resiste, pormuchos caminos, a la simple reduccin temtica y metodo-lgica. Un aspecto que parece interesante cuando enfrenta-mos con conciencia creciente el problema de definir las estra-tegias de autoridad en el orden textual disciplinario.

    que ella encuentra correctamente y con especial claridad en Edouard Glissant yStuart Hall, es el hecho de pensar a las historias como historias de las discontinuidadesy no necesariamente como historias que reafirman un contenido esencial. Esta discu-sin recorre el texto de mi estudio. Est matizada con el problema de ser estratgi-cos y con el problema de pensar nuestras posibles lecturas absolutistas, inclusoaquellas que proponen la dispersin total, como conocimientos contextualizadostambin. Los historiadores, tal vez ms acostumbrados por deber disciplinario apensar la temporalidad, advertimos rpidamente la tensin entre el contexto en elque los eventos se desarrollan (incluyo el conocimiento, y de modo particular lasteoras) y las lecturas que de ellos hacemos. La historia de las ideas, pensada enestos trminos, no es tanto una revisin de genealogas que muestran los contextos es-pecficos en que las mismas se estructuran y desarrollan como una interaccin per-manente de nuestros pensamientos tericos. De nuevas contextualizaciones quepueden provenir, incluso, de la ms absoluta dispersin y diseminacin del conoci-miento en cuestin. Edward Said abre una interesante y polmica discusin en surevisin de Travelling Theory, captulo de su libro The World, the Text, and the Critic.Said dice que su anlisis estaba atravesado por un prejuicio que se sostena en el he-cho de pensar que cada experiencia humana registrada produce una teora que lees especfica y que su fuerza depende de estar conectada y provocada a la vez porcircunstancias histricas reales (Travelling Theories Reconsidered, p. 197). Algoas como que el valor de una teora se encuentra precisamente en su gnesis. Asentonces las versiones posteriores de dicha teora, viajando en contextos diferentesa aquel que le dio razn de ser no pueden tener la misma fuerza porque las situacio-nes han cambiado y en consecuencia experimenta una suerte de degradacin, tami-zada por un sustituto acadmico de la cosa real. Said reflexiona sobre esta dimensindiscutiendo nuevamente la relacin sujeto/objeto en los textos ms importantes deLukacs pero, fundamentalmente, en Historia y conciencia de clase y en las lecturas quehacen de l el Adorno de Filosofa de la msica moderna y el Frantz Fanon de Loscondenados de la tierra. Para no extender esta cita, la revisin de Said del primerartculo sobre el viaje de las teoras encuentra que tal degradacin no ocurre. Tantoel uso de Lukacs por parte de Adorno para comprender el lugar de Schoenberg enla historia de la msica, como el uso que hace Fanon de las figuras pensadas paraEuropa de la dialctica del sujeto/objeto, trasladndolas al contexto de la relacincolonizador/colonizado, revelan de lo que es capaz la teora cuando no queda atra-pada en un giro universalizante (p. 214). Ms an, Said propone en su argumentofinal que la tarea no es simplemente la de distinguir los usos y prstamos sino la dedistinguir el momento en el cual las teoras sufren una especie de re-ignicin quesealara, entre otras cosas, la existencia de una posible comunidad moral (p. 214).sa es otra de las razones por la que en este estudio hablo de posiciones tericas

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    No siempre lo que parece ms cercano a una rigurosidadmetodolgica y terica es lo que ayuda a pensar los lmites ylos desafos de un saber. sta es la seal que se puede obser-var con mayor claridad en la extensa compilacin de Gordon,White y Sharpley-Whiting.12

    En esta breve introduccin de las traducciones de Fanones necesario destacar tambin dos conjuntos de textos, agru-pados desde diferentes lgicas. El primero de ellos es la com-pilacin editada por Nigel C. Gibson, Rethinking Fanon. TheContinuing Dialogue y el segundo la compilacin de AnthonyAlessandrini titulada Frantz Fanon.

    Gibson organiza un texto que trata de recorrer con ampli-tud los itinerarios intelectuales vinculados a Fanon en los lti-mos veinte aos. La organizacin temtica del mismo respondea ese inters en tanto no hay un privilegio de unas perspectivassobre otras. Sin embargo, el pensamiento vinculado al llama-do discurso colonial (crtica poscolonial) tiene una fuerte im-pronta en su texto y la lectura de Homi Bhabha es considera-da como un punto de discusin central (p. 14). Tal vez Gordony coeditores imaginan que el pensamiento sobre Fanon no esun proceso que se haya interrumpido, por lo cual hablar deresurgimiento pueda parecer inconducente. No obstante, granparte de los nombres que componen el circuito completo deautores que trabajan con y a partir de Fanon reaparecen en ca-da compilacin que intenta resumir las principales tendenciasde anlisis de su obra.

    Esa circulacin persistente, ms que indicar una continui-dad del debate, por momentos resume al grupo de intelectua-les que se encargan al presente de una discusin ampliadasobre Frantz Fanon. Tal vez no sea resurgimiento, pero s insis-

    frgiles. No por una debilidad congnita de teoras de segundo orden, o degrada-das, como lo revisa Said, sino porque en el espacio de cierta permisividad tericapueden aparecer esos indicios de comunidad. De otra forma, la re-ignicin de lasteoras.

    12 Esta seal la envan y reflejan con particular intensidad los textos de RobertBernasconi, Sonia Kruks, Eddy Souffrant, Maurice Stevens y Paget Henry.

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    tente reaparicin. En el caso de la compilacin de Gibsonaparecen los nombres de Edward Said, Homi Bhabha, DianaFuss, Anne McClintock, Henry Louis Gates Jr., quienes se rela-cionan con el pensamiento ms reciente sobre Fanon, Em-manuel Hansen ligado al gnero de las lecturas que privile-gian el problema del discurso revolucionario, el mismo NigelGibson en la discusin sobre el problema del nuevo huma-nismo y los espacios de representacin para una dialctica dela historia, entre otros.

    Algo similar ocurre con la segunda compilacin coordina-da por Alessandrini.13 El proyecto de este autor avanza sobreel terreno de lo que antes llam los usos de Fanon. No setrata simplemente, sugiere Alessandrini, de trabajar sobre elpresupuesto de que cada lectura es de alguna manera unaapropiacin incorrecta, o una traicin a Fanon, apoyando deesa manera una especie de pluralismo fcil, sino de pregun-tar cules son las implicaciones de los usos de Fanon, sus acier-tos y limitaciones al reflexionar a partir de sus textos sobre elescenario de las polticas culturales contemporneas (p. 1).Como l mismo lo seala, no todos en su libro compartenese proyecto, por ejemplo, Gibson en Fanon and the Pitfallsof Cultural Studies reclama un uso de Fanon que polemicecon los Fanon inventados.

    13 La compilacin de Alessandrini est menos organizada por etapas, podradecirse, que la de Gordon y coeditores, e intenta recuperar los ncleos ms impor-tantes de los anlisis de Fanon que refieran a los estudios culturales. Por ejemplo,las lecturas sobre el legado de Fanon, especialmente de Ray Chow The Politics ofAdmittance: Female Sexual Agency, Miscegenation, and the Formation of Communityin Frantz Fanon (el cual en el resto de este estudio lo cito directamente del librode la autora Ethics After Idealism) y el de Terrie Goldie, Saint Fanon and Homose-xual Territory. Hay una seccin dedicada exclusivamente a discutir los lmites delos estudios culturales y sus usos de Fanon en donde se destacan el artculo de Gibsonmencionado en el texto principal y el de E. San Juan, Jr., titulado Fanon: an Inter-vention into Cultural Studies. El intento de San Juan se concentra en lo que ldenomina la hermenutica materialista de Fanon, la cual funciona como un antdotofrente al conservadurismo formalista de las disciplinas (p. 127). Vase tambin, refe-rido al problema de las polticas culturales y su futuro el texto de Kobena Mercer,Busy in the Ruins of a Wretched Phantasia y el Samira Kawash, Terrorists and Vam-pires: Fanons Spectral Violence of Decolonization.

  • INTRODUCCIN 33

    Sin embargo, lo que vale la pena mencionar, entre otrascosas, es que la compilacin de Alessandrini representa unintento por debatir sin una distincin rgida entre posicionestericas los usos contemporneos de Fanon.

    SOBRE DIVERSIDADES Y DIVERGENCIAS

    El punto tal vez ms provechoso para mi estudio en esta pre-sentacin se vincula al problema de los usos de Fanon y a laposibilidad de imaginar escenarios diversos y divergentes.

    se es de alguna manera el ncleo central de la poltica demi texto. Por ello, con respecto al problema terico quisieradecir nuevamente que no he sido fiel a dos tipos de cuestio-nes. Por un lado, a las tradiciones que concurren en los tex-tos de Fanon, por otro, no he seguido en particular una lec-tura o una teora elaborada con y a partir de los textos deFanon. Si de fidelidades hablamos he preferido ser fiel a loque antes invocamos como espectros. Pero, dichos espectros,otra vez, no son un simple recordatorio, casi una simple pre-sencia que slo est all. Son los que organizan las preocupa-ciones de todos aquellos que de una u otra manera trabajancon Fanon.

    As, los puntos centrales de este estudio a saber, el proble-ma de la ambivalencia entre una esfera transnacional y losllamados nativismos, la cuestin de una agencia del sujeto co-lonizado, la creencia (podramos decir, la necesidad terica ypoltica de contar con un sujeto) en un sujeto a pesar de lacrtica devastadora al modernismo colonial y al humanismoclsico, la imaginacin de una historicidad contingente yla permanente apertura de las estrategias culturales e histri-cas que ello implica, fueron tratados apelando a distintos re-gistros.

    Esta licencia terica es inevitable si se quiere aprovechardiscusiones que provienen de distintas esferas y si se quiere

  • 34 FRANTZ FANON: POLTICA Y POTICA DEL SUJETO POSCOLONIAL

    que algn tipo de dilogo se inaugure. La cuestin polticaasociada a esta forma de trabajo es evidente. Si a fines/princi-pio de siglo releemos a Fanon es para reflexionar desde unahistoricidad diferente sobre problemas que, sin embargo, enmuchos sentidos parecen tener una vigencia absoluta.

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    I. FANON Y ALGUNOS AMBIENTESDE LA HISTORICIDAD.

    LOS PRIMEROS DESPLAZAMIENTOS

    Pienso: Quise vivir fuera de la historia. Quise vivir fuerade la historia que un Imperio impone a sus sbditos per-didos. Pero nunca quise que los brbaros soportaran elpeso de la historia de un Imperio. Cmo puedo creerque eso sea motivo de vergenza?

    J. M. COETZEE, Esperando a los brbaros

    Una de las preguntas que recorren este estudio es acerca delas formas posibles en que el existencialismo sartreano se ar-ticula con la escritura de Fanon. Aunque no he prestado aten-cin particular al problema acotndolo a un captulo concre-to, la presencia de preguntas y posiciones que provienen delextenso dilogo que Fanon mantiene con Sartre es ineludi-ble. Por otra parte, la ausencia de Sartre en muchos de lostrabajos contemporneos sobre Fanon responde ms a unadistancia con respecto a Sartre que con respecto a la escritu-ra de Fanon. Por ejemplo, las lecturas de Homi Bhabha y deotros cercanos a ciertos contextos postestructuralistas, perotambin aquellas lecturas a las que dedico una parte conside-rable de mi anlisis englobadas en lo que llamar una ticapost mrtem. La mayora de ellas vinculadas en su modo re-flexivo al marxismo. La razn de esta ausencia es en el segundocaso la dificultad de vincular las dimensiones individuales de laexperiencia existencial con las dimensiones colectivas de la ex-periencia, por lo dems, una acusacin a la escritura de Sar-

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    tre que no vale la pena rediscutir en tanto se fundamentms en una serie de lecturas parciales que en una revisincompleta de su obra. Ligado a esto, cierta crtica de ahistori-cidad en los argumentos existencialistas. Con respecto a laslecturas postestructuralistas la razn de la ausencia del existen-cialismo como problema en los textos de Fanon se vinculacon una crtica a la escritura sartreana por su confianza extre-ma en el sujeto. Ambas perspectivas, que han sido en trminoscuantitativos mayoritarias en la lectura de Fanon, adolecenen este punto en particular del mismo problema. La preguntaque tal vez parezca contener cierta ingenuidad es si aun sos-teniendo las dimensiones existencialistas que indefectible-mente habitan los textos de Fanon no se puede establecer undilogo con las lecturas que omiten su presencia o la criticanen trminos de un supuesto desvo de su escritura (todas nues-tras lecturas componen, despus de todo, nuevos textos deFanon). A riesgo de que el resultado general de este estudiosufra del mal contrario, es decir, una excesiva indefinicinterica, quisiera pensar en la posibilidad de dilogo entre po-siciones y lecturas que, aparentemente, se excluyen unas a otras.

    ESPACIOS DE HISTORICIDAD

    El otro inters es discutir a Fanon como pensador de lo tem-poral, aquel que conoce las tramas de la historicidad y sabeque los sujetos se desenvuelven en ellas. Una de las formasen que se manifiesta ese vnculo con lo temporal proviene dela cercana con el existencialismo sartreano1 o con la fenome-nologa existencialista.

    1 Es interesante, como dije antes, ver que Jean Paul Sartre en el desarrollo delos estudios poscoloniales actuales tiene un lugar menor. Para decirlo directamente,no est en el panten poscolonial. Llamativa ausencia cuando se trata de pensarlas proximidades de la poltica con relacin a la construccin de la diferencia y conrelacin a la existencia o no de un sujeto histrico.

  • I. FANON Y ALGUNOS AMBIENTES DE LA HISTORICIDAD 37

    Lewis Gordon seala que Fanon privilegia una perspecti-va existencialista en tanto rechaza las dimensiones ontolgicasde los seres humanos (p. 10). Gordon, en su libro Fanon andthe Critic of European Man aborda el problema de si el proyectocrtico de Fanon puede ser ledo desde una matriz existencia-lista, la cual, destaca las proximidades de Fanon con Sartrey Merleu-Ponty. El argumento central de Gordon pasa porel hecho de que Fanon, al rechazar una matriz ontolgica delSer, cuestiona y abre, a su vez, las posibilidades de imaginarel universo de representaciones para lo que l definir comoun nuevo humanismo. El rechazo a la matriz ontolgica, queimplica una separacin con respecto al Ser de los textos deHusserl y Heiddeger, se articula en Fanon con un existencia-lismo que debe reconocer la dimensin histrica en la quelos sujetos actan. Pero con un existencialismo fenomenol-gico, en tanto no rechaza lo que l ve (p. 10).

    Gordon invoca a Sartre para plantear que en la filosofasartreana el Ser humano no es nunca lo que la tradicin on-tolgica dice que es. No es Ser en trminos ontolgicos sinoque es Ser humano en el momento en que la dimensin crti-ca que implica su existencia propone su negacin (p. 17). Eneste punto, la tradicin ontolgica es bsicamente teodiceaque busca la primaca del Ser, de la Presencia, y considera atodos los restos en el Ser como problemas a ser clausuradosen virtud de haber sido mostrado como no existente en pri-mer lugar (p. 17). Leamos a Fanon.

    Llegaba al mundo, inquieto por encontrarle un sentido a las cosas,llena mi alma del deseo de ser el origen del mundo, y entonces medescubra como un objeto inmenso en medio de otros objetos.

    Encerrado en esta objetividad aplastante, imploraba al otro sumirada liberadora, recorriendo mi cuerpo de repente libre de aspe-rezas, me devolva una ligereza que crea perdida y, ausentndomedel mundo, me brindaba a l. Pero all justo a contramano, tropiezo yel otro por gestos, actitudes, miradas, me inmoviliza de la misma mane-ra en que un colorante sirve para fijar una preparacin (Piel negra,p. 101).

  • 38 FRANTZ FANON: POLTICA Y POTICA DEL SUJETO POSCOLONIAL

    Aqu me interesa, en particular, al argumento de Gordonque defiende la implicacin con lo concreto en Fanon. Lo queFanon ve como forma de resistencia existencialista frente ala dimensin jerrquica de una ontologa son los efectos de lasociedad colonial. Esos efectos constituyen el material conel que Piel negra y Los condenados estn construidos. En elprimero, por medio del anlisis de la alienacin en la socie-dad colonial y en el segundo por el anlisis de la sociedadcolonial como un mundo maniqueo. Veamos esto en msdetalle. La alienacin que resea Fanon en Piel negra escon respecto a la experiencia vivida del negro.2 Dicha expe-riencia, en los personajes de Mayotte Capcia y de Jean Ve-neuse,3 seala una separacin. Lo particular de esta separa-cin es que no se produce con respecto a un ncleo originarioa partir del cual toda experiencia es parte de una desviacin,como se puede leer en algunos argumentos recrudecidos dela negritud o en los fundamentos de una cultura nacional enemergencia. La separacin es con respecto a la imposibilidadde establecer una representacin en la que los sujetos no ten-gan que renunciar a los, como dira Marc Bloch, rasgos sen-sibles del paisaje. Dichos rasgos sensibles son en estos textosmucho ms que el objeto de una geografa esquiva, se tratade los rasgos de un paisaje histrico y de la experiencia defini-dos por el hecho de la subordinacin, del extraamiento hist-rico y del desplazamiento.

    No poda ms pues saba que existan leyendas, historias, la historia, ysobre todo la historicidad que me haba enseado Jaspers. Entonces elesquema corporal atacado en varios puntos, se derrumb, dando paso

    2 La mayora de las traducciones al ingls para este captulo anotan the fact ofblackness, excepto la de Sekyi-Otu (1996). El problema con esta traduccin es que,de alguna manera, esencializa la situacin que Fanon intenta representar. En eloriginal se llama Lexprience vcue du Noir. Si prestamos atencin veremos que hayun intento por representar una experiencia histrica y existencial que queda, des-de mi perspectiva, afuera en la versin en ingls. En otras palabras, blackness noes noir. Noir apela a un sujeto, y blackness a un estado de cosas.

    3 Vase en particular los captulos II y III de Piel negra, mscaras blancas.

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    a un esquema epidrmico racial. A esa altura no se trataba ya de unconocimiento de mi cuerpo en tercera persona sino en triple persona(Piel negra, p. 103).

    En el contexto de dicho paisaje hay una separacin delcuerpo de sus rasgos sensibles tambin porque no hay posibi-lidad de restaurar rdenes perdidos o imaginados ni repre-sentaciones que disuelvan la opacidad del sujeto colonizado(casi objetificado) recurriendo a lo visible, no a lo que Fanonve, como dira Gordon, sino a lo visible en trminos de sobre-entendidos: [p]as sobre m una mirada objetiva, descubrmi negrura [] y de pronto se me aparecieron, la antropofa-gia, la oligofrenia [] y sobre todo, sobre todo: Y a bon ba-nania4 (p. 104). Un exterior que se vincula con la lecturade Fanon de Rflexions sur la question juive de Sartre, dondeste dice que hay una definicin de lo que significa ser judoque proviene del exterior, de la representacin o imagen quelos otros construyen, pero que se internaliza y se convierte enuna especie de control o sobredeterminacin desde el inte-rior (citado por Fanon, Piel negra..., p. 106).5

    4 En la versin al espaol de la edicin de 1974 de Schapire editor, traducidapor G. Charquero y Anita Larrea, que manejo en todas las citas de este trabajo,traducen la expresin como: muy rico banania. Banania era una marca de choco-late en polvo francesa cuya etiqueta tena la representacin de un soldado senegalsen la que se exageraban sus facciones negras (especialmente los labios anchos), yque pronunciaba, en lo que se denomina peyorativamente petit ngre: Y a bon bana-nia, que puede traducirse como es bueno el Banania o hay buen banania. Agra-dezco a Bertrand y a Dominique por una conversacin en el invierno patagnico de1996, donde me explicaron (antes de tener en mis manos la traduccin al espaol)de qu se trataba el Banania. Fanon usa esta imagen con gran fuerza en medio de unargumento existencialista revelando que la construccin del Otro de un modo este-reotipado en el imaginario colonial se produce hasta en los ms mnimos detalles.

    5 Para ver con ms detalle este argumento recomiendo la lectura completa deltexto de Sartre. No obstante, los pasajes ms significativos para entender la relacincon Fanon son los que se refieren a la idea del antisemita construyendo al judo(pp. 83-84) y la respuesta del judo en trminos sociales a esa construccin. Ms que res-puesta, la adecuacin a las condiciones en que se produce el antisemitismo, es decir,a la acusacin sobre los judos de una especie de inautenticidad metafsica (p. 164).La idea de Fanon de una ausencia de ontologa en el colonizado, que discutir msadelante, tiene mucha relacin con la idea de la inautenticidad metafsica.

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    A pesar de las diferencias que Fanon encuentra entre es-ta situacin y la experiencia vivida del negro, lo que quedaafuera de su estrategia es la posibilidad de una ontologa, yaque lo que est fuera de su territorio, en la medida en que nisiquiera ha empezado el reconocimiento (un problema com-plejo en Los condenados que permite vincular en Fanon lasdimensiones de una crtica existencialista con la dialcticahegeliana del amo y del esclavo) es la idea de un Ser omni-presente ms all de toda historicidad. Esa podra ser tam-bin la razn del alejamiento de Fanon de la historicidad deJaspers (Geschichtlichkeit). Una historicidad que remite a launin de uno mismo con el Dasein, con lo existente o la Pre-sencia, un Dasein representado como apariencia.6 De esa uninen trminos de Jaspers surge la historicidad.

    En ese sentido, no hay posibilidades de imaginar un lu-gar para el sujeto colonizado en Fanon ya que el esquemacorporal se ve atacado al no experimentar el desplazamientode toda historicidad, pero particularmente de esta historicidadjasperiana. Podramos decir que Piel negra, mscaras blancascomienza a enunciar un doble movimiento crtico por me-dio de una metfora de la decepcin, tal como aparece en laidea de una representacin externa que coloca la corporalidady cualquier rasgo identitario en triple persona. Es la toma deconciencia de una historia (Geschichtsbewutsein) para adver-tir que dentro de la misma lo que existe para la figura del ne-gro arrojada al mundo es, precisamente, una ausencia de his-toria (Geschichtslosigkeit). Sin embargo, dicha ausencia es conrespecto al modelo de una historia y una historicidad acua-da por varias tradiciones de la modernidad que incluyen aHegel y, como parte de la herencia existencialista, a Jaspers.

    Para Jaspers, las repeticiones o las causalidades regulares,como l las llamaba, no son el material de lo histrico. Por el

    6 Vase el interesante libro de Charles F. Wallraff, Karl Jaspers. An Introduction toHis Philosophy.

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    contrario, en el acontecer lo que deviene histrico es justa-mente la singularidad. La conciencia histrica actualiza loque de hecho es insustituible, peculiar, individual y, al ha-cerlo, le otorga un valor que no perece con el tiempo. Lopeculiar debe actualizarse y en el proceso lo que revela essu permanencia. Por ello, en cierto sentido, lo histrico im-plica una abolicin del tiempo porque por medio de la ac-tualizacin lo que muestra es su carcter perdurable ms allde todo acontecer y repeticin. Jaspers dir que es histricolo que se frustra, lo que no se revela fcilmente. Y al abolir latemporalidad lo que hace es poner en evidencia su carctereterno. La idea es que el hombre finito, inconcluso e incon-cluible debe darse cuenta de la intemporalidad de lo eterno(Origen y meta de, p. 300). As entonces, hay una coinciden-cia entre el carcter inconcluso del hombre y su historicidad(Geschichtlichkeit). Como no hay estados finales perfectos, lahistoria es inconclusin, es cambio y transformacin y nosempuja permanentemente a buscar lo eterno que de hechoes imposible de aprehender (p. 301). Pero dicha transforma-cin, a pesar de Jaspers, no es azarosa, est condicionada porla existencia de lo eterno o de lo histrico en sus trminos. Sepodra decir que hay una especie de relacin entre la pecu-liaridad de la existencia, incluso de la existencia individual, yla conciencia de esa existencia que siempre remite a lo eter-no por el ejercicio de bsqueda y por la propia inconclusin.Y lo eterno en Jaspers puede ser el Ser, pero ese Ser se parecemucho a la tradicin humanista del hombre y a la idea de laPresencia de la metafsica. El problema siempre vuelve a unlugar que es el de la trascendencia del contexto y de las con-diciones en las que nuestras vidas se resuelven.

    La apelacin de Jaspers al dominio de la historia es labase de una filosofa de la existencia que aunque parece enun-ciar el respeto por lo cercano lo diluye en el acto trascenden-te de una profundidad histrica que ofrece, supuestamente,mejores y ms amplias razones acerca nuestra existencia: No

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    podemos hacer recaer lo que podemos ser sobre nuestra po-ca, sometindonos a ella, antes debemos intentar penetrar, atravs de un iluminar la poca, hasta all donde podamos vi-vir del fondo profundo (La filosofa desde, p. 90). De estemodo, cuando Fanon se aleja de la historicidad de Jaspersseala la imposibilidad del colonizado de establecer el vncu-lo entre la peculiaridad de la existencia, la conciencia de esaexistencia y el posible escenario para trascender los lmitescontextuales ms cercanos.

    La historicidad que Jaspers le haba enseado a Fanon seconvierte en una carga en el momento de imaginar su posicinen el mundo como negro y como colonizado. Porque la sepa-racin del cuerpo de sus referencias inmediatas, los vacos de-jados tanto en trminos fsicos como representacionales parael cuerpo del colonizado, la triple persona, son los factores queno permiten sostener la idea jasperiana de una historicidad ca-si equivalente para todos lo sujetos. Una historicidad que puedetrascender los contextos inmediatos en razn de la bsquedade lo eterno histrico, ms all de las causalidades regulares.

    En este primer momento de Piel negra no hay espaciopara la trascendencia porque lo que propone mostrar es lanaturaleza de la alienacin. Es el retorno paradjico a un re-cuerdo. Paradjico, porque es el recuerdo designado por unafalta o ausencia, en cierto sentido, de un no-lugar dentro dela historicidad. Y, como tal, puede afectar la estrategia de repre-sentacin que la idea de la Presencia (Dasein) conlleva. Comoveremos ms adelante, Fanon insina aqu una doble imposi-bilidad, la de recuperar rdenes perdidos y la de restaurarpasados en el presente.

    El vaco que genera el esquema epidrmico racial es mu-cho ms que la constatacin de una visin racista del mundo.Es el lugar por donde Fanon hace la crtica a la historicidaddel humanismo clsico. El abandono de la historicidad de Jas-pers por parte de Fanon es una suerte de escisin y de ruptu-ra con los rdenes representacionales de la sociedad moder-

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    na. Cualquier desplazamiento a ese no-lugar se convierte encrtica y en evidencia de las urgencias polticas y morales. Esla toma de conciencia de una historia, no necesariamente de lahistoria en general, sino la que escribe la modernidad comoproyecto, que arroja la diferencia al exterior, a un espacio in-determinado.

    Las urgencias polticas y morales se inscriben en la con-ciencia de una ausencia de participacin en la construccinde la historia si el modelo de historicidad que se impone es elque reclama un vnculo entre la peculiaridad de la existenciay la conciencia de esa existencia. La de Fanon, entonces, esuna conciencia negativa, en este punto no necesariamentedialctica, puesto que habita ya no en los bordes de la repre-sentacin ni en los bordes del sistema colonial sino en unlugar que no es perceptible por el hecho de preguntar por loque los discursos y la historicidad moderna reprimen.

    No se trata, por supuesto, de pensar que el abandono, ladistancia o la imposibilidad que la historicidad jasperiana leimpone a la lectura de Fanon debe ser interpretada comouna reaccin antimodernista de Fanon. Es una negacin quese articula con las figuras de la diferencia que, inevitablemente,surgen cuando el modelo de la historicidad se resume (de ma-nera compleja, por supuesto) en un movimiento ms o menosdeterminado, lo que est a all a pesar de todo, en una espe-cie de perpetua actualidad.

    Este tipo de historicidad le resta a la imaginacin polticay cultural del sujeto (es decir, a nuestras formas de imaginarel sujeto) el suelo histrico positivo en el que su figura se de-senvuelve. En este punto, no se trata tampoco de ver qu eslo que la historicidad jasperiana reprime para entender el lu-gar de la imaginacin poltica de Fanon, en una especie depregunta similar a las de Michel Foucault con relacin a lalocura, es decir, a aquella que sugiere que para entender loque nuestras sociedades llaman cordura es necesario indagaren la locura (p. 229).

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    Aunque hay que reconocer que este tipo de anlisis esatractivo ya que nos ofrece con relativa transparencia las rela-ciones constituyentes entre lo que es remitido al olvido y loque aparece como la razn del mismo, se trata del hecho im-posible de dicha historicidad cuando la pregunta por el suje-to remite a triples personas. Se trata de un reclamo fanonianopor la imposibilidad de pensar alguna figura posible del suje-to cuando el tipo de representacin que se asienta sobre lno lo convierte en tal. El espacio que queda libre en la triplepersona es un signo de esa imposibilidad.

    No hay en ese momento de la narrativa fanoniana casininguno de los dos contenidos que Foucault le asigna a lapalabra sujeto: sometido a otro a travs del control y la depen-dencia, y sujeto atado a su propia identidad por la concienciao el conocimiento de s mismo (p. 231). Con esto no quierodecir que Fanon no advierte la primera condicin de la pala-bra y se vea representado incluso l mismo en ella, en la exten-sin de sus categoras al escenario de su individualizacin, si-no que, como extremo de su crtica, y como expresin de susurgencias polticas y morales, lo que aparece frente a lo queve es precisamente una falta o ausencia de subjetiviza-cin, cualquiera sea la direccin que asuma la misma. Tam-poco, como veremos luego, habr espacio para ninguna tras-cendencia en el sentido jasperiano.7 No hay trascendencia en

    7 La posicin de Jaspers con respecto al existencialismo y a su impacto en lacultura moderna se puede observar con claridad en el texto Qu es el existencia-lismo?. Jaspers tiene simpata por la forma en que Sartre trata al concepto peroadvierte que el hombre debe siempre estar en bsqueda de su Otro absoluto conel cual puede compararse. Dir Jaspers: [h]acerse existencial quiere decir aceptary ser la profunda seriedad que es el hombre; y ser hombre es serlo de acuerdo o conrelacin a ese SER por el cual y en el cual somos nosotros. No hay existencia sin tras-cendencia (Conferencias y ensayos, p. 437). Como se ve aqu, la posibilidad de trascen-dencia que reclama Jaspers se torna impracticable en la lgica de Fanon en la medidaque lo que caracteriza al mundo colonial no es una actividad cognitiva con relacinal supuesto SER sino una relacin estrecha con el problema de la alienacin. Loparticular de la separacin fanoniana es que caracterizar en gran parte su proyec-to. Si la alienacin es separacin tambin es fuente de tensiones y de impulsos indeter-minados. El sujeto que se produce en esa encrucijada es el que organiza, desde mi

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    funcin de una situacin de la experiencia que no reconoceningn estado posible para el sujeto.

    Si la historicidad se encuentra en un curso determinadoo en el enfrentamiento a dicho curso no hay lugar para expe-rimentarla, lo que enfrenta el sujeto de la interrogacin en elpasaje de Piel negra, mscaras blancas no es ya el desplazamientode sus propias creencias sobre el lugar que ocupa, sino el vacorepresentacional. Vaco que precisa y presagia el contenido, re-corrido y producto de las urgencias polticas y morales.

    lectura finisecular, la escritura de Fanon y su herencia poscolonial. Podra decirseque la trascendencia tiene el lmite que le impone la alienacin.

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    II. LA ESCRITURA Y LAS URGENCIAS.SOBRE TICAS Y ESCRITURAS. LECTURAS

    Las creaciones kafkianas son todas ellas parbolas. Y sumiseria y su belleza consisten en que tuvieron que con-vertirse en algo ms que parbolas. No se ponen sin msni ms a los pies de la doctrina, como la hagadah se po-ne a los pies de la halacha. Una vez que se han sometido,levantan contra ella inadvertidamente una pesada garra.

    WALTER BENJAMN, Dos iluminaciones sobre Kafka

    Las urgencias polticas y morales de los textos de Fanon fue-ron el objeto de lecturas diversas pero, aproximadamente,en las dos dcadas posteriores a su muerte, dichas urgenciasfueron ledas como un proyecto emancipatorio inserto en lalgica de una historicidad ascendente (de la que hablaremoscuando discutamos el entredicho con Sartre) por la mayorade las voces contemporneas a Fanon y las que siguieron.

    Fanon fue representado como el hroe romntico de unasituacin que se explicaba en las articulaciones de los modos deproduccin y en la teora de la revolucin. Pero hroe romn-tico tambin en la medida que aquello que su crtica devastabano era slo un estado de cosas que contena un enfrentamientocon el texto histrico del colonialismo y los desarrollos de unaidea de emancipacin ms all de las independencias naciona-les (especialmente en Los condenados y Pour la rvolution afri-caine), sino tambin su propia existencia, su propia vida.

    ste fue un eco particular, por ejemplo, en ciertas perspec-tivas latinoamericanas como la que Ricardo Crdoba traza

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    en el prlogo al libro dirigido a militantes Frantz Fanon y la re-volucin anticolonial, en el que el poeta Juan Gelman traduceel ensayo de Peter Geismar, autor de un trabajo semibiogrficoque Irene Gendzier reconoce como uno de los estudios msextensos sobre Fanon (Frantz Fanon, p. 16). Sin embargo, elgesto de Crdoba se sita en desacuerdo con el aquel que ro-mantiza a Fanon, ya que por su intermedio lo que ocurrirasera su alejamiento definitivo de las condiciones reales deexistencia (p. 8), es decir la construccin de un Fanon idealpero no aplicable.

    La literatura de las dos dcadas posteriores a la muertede Fanon tiene, desde mi perspectiva, un problema con ellenguaje de sus textos. Hay una sospecha, en ms de un senti-do, negativa sobre la naturaleza del lenguaje ambivalente delos mismos porque lo que hay que explicar, y la palabra no escasual, no son las formas textuales (y sus contenidos) sino loque parece transparente: el recurso de la accin y la dimen-sin fraterna de las luchas de liberacin (pp. 8-9).

    En cierta forma, lo que Fanon debe hacer en estos aoses construir una tica post mrtem y una delimitacin de lasurgencias polticas y morales mencionadas. La crtica de Cr-doba recorre estos itinerarios.

    Ms all de esta dimensin, el prologuista se ve atrapadoen la misma gramtica que intenta rechazar. La idea de vidasparalelas alimentadas por el mismo fuego entre Fanon y elChe Guevara, resulta en una imagen romntica ms que enuna representacin plana de los individuos y de las fuerzascolectivas (p. 7). Una imagen romntica claro, en el momen-to en que el romanticismo es rechazado por gran parte de laizquierda europea tradicional por sus supuestos contenidosantimodernos. Dentro de esa izquierda se inclua el proyectosocialista (p. 16).

    Sin embargo, el artculo de Peter Geismar en el mismolibro, Frantz Fanon: evolucin de un revolucionario. Esbo-zo biogrfico, se acerca inevitablemente a un Fanon que de-

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    be, de una u otra forma, honrar cierta tradicin romnticacon su figura. l es visto como el intelectual clave del procesode la revolucin argelina (el de El Moudhajid) y su ausencia, dealguna manera, apresura el colapso de las fuerzas progresis-tas (p. 29). Pero Geismar restituye rpidamente la exigenciade la literatura de aquellos aos sobre Fanon. La que obliga apresentarlo primero, y fundamentalmente, desde el lado desu actitud poltica, ms que desde cualquier otra (p. 30).1

    Entonces, su ausencia deriva en la doble condicin de sujetocentral de un proceso por un lado, y por otro, como construc-tor de una tica post mrtem de la que no puede evadirse.

    En el mismo libro Enrica Colotti Pischel seala que el ro-manticismo en Fanon, o en la figura de Fanon deberamosdecir, es una caracterstica compartida por otros lderes revo-lucionarios del tercer mundo, debido a las condiciones hist-ricas y materiales del mundo colonial que deben enfrentar losmovimientos de liberacin. Por ejemplo, deben contar conun discurso que destaque el predominio de lo nuevo frente alo viejo, la exaltacin de la libertad humana, etc. (p. 64). Co-llotti Pischel califica esta actitud en Fanon como romanticis-mo moralista (p. 65).

    No obstante, la valoracin del romanticismo en la figurade Fanon cumple, en el caso de Colotti Pischel, con las exigen-cias de su poca. Se puede apelar al romanticismo y a losenunciados vinculados a l, tales como hombre nuevo, mo-ralmente ntegro, al pueblo, como se hace en algunas so-ciedades coloniales, siempre y cuando los mismos cumplancon una funcin revolucionaria objetiva (p. 65). Esta auto-ra restituye la doble condicin a la que la figura de Fanon essometida. Fanon puede ser visto como romntico pero in-dependientemente de esta problemtica humana y existen-cial (p. 65) su contribucin se ubica en el marxismo (p. 66).

    1 Geismar se refiere a la caracterizacin que Csaire hace de Fanon de la si-guiente manera: Csaire dibuj agudamente el espritu y la dedicacin de Fanon,pero no tanto su actitud poltica (p. 30).

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    Colotti ve en los textos de Fanon un instrumento para va-lorar sobre qu bases se produjo la apropiacin del marxis-mo en las colonias (p. 66) y, podramos agregar, que desdeesa perspectiva los textos de Fanon seran tambin un con-trol crtico para aquellas versiones del marxismo que EricHobsbawm en un clebre artculo llam marxismo vulgar.2

    La ausencia de Fanon parece operar como una especiede suplemento, en el sentido derridiano del trmino, en laque su figura cubre las necesidades polticas de un discurso.Los ms all de estos textos siempre constituyen la excep-cin que reordena el discurso y su figura en direccin de unatradicin. Como escasamente se pacta con las dimensionesexistencialistas y, podramos decir, con sus antecedentes cultu-rales antillanos a pesar de mencionar la especificidad de sudiscurso, no hay posibilidades de pensar sus textos y su figuraen terrenos ms inestables. Por ejemplo, la presentacin quehace Csaire de Fanon podra verse ms all de la sospechaimplcita que sobre el lenguaje potico contiene la frase deGeismar (vase la nota 7).

    James Clifford en Los dilemas de la cultura ha dado algunaspistas para pensar el texto poltico antillano, del que Fanones parte, con la nocin de marronage de Csaire, la cual sepresenta como transgresin permanente a nociones de or-den y jerarqua coloniales. La palabra marronage, y el verboasociado marroner fueron acuados por Aim Csaire, uno delos creadores de la negritud. Como lo seala Clifford, lo que

    2 El artculo es un texto sobre el papel desempeado por los escritos de Marxen la historiografa contempornea. Hobsbawm distingue all entre usos del marxis-mo que estuvieron asociados al desarrollo de las categoras de anlisis de la discipli-na histrica, de los usos vinculados a las dimensiones de la lucha poltica. En estosltimos, por lo general, la famosa reduccin economicista de la perspectiva de Marxes mucho ms pronunciada. De todos modos, la distincin principal pasa por el he-cho de utilizar las categoras de anlisis marxistas con relacin al material emprico,en el primer caso, y con cierta construccin de doctrina poltica, en el segundo. Estadistincin est emparentada, en el caso de Eric Hobsbawm, con una doble cuestin,con su condicin de historiador y con su ruptura con las corrientes estalinistas en ladcada de los cincuenta. El ttulo del artculo es La contribucin de Karl Marx ala historiografa.

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    Csaire evoca con la palabra marronage (que puede ser ledaen el sentido de cimarronage, derivada de la idea de huida delos esclavos negros en la Antillas y en los pantanos de la Gua-yana) no es slo una huida del orden y de las imposiciones deste, sino una experiencia de la transgresin y de la recons-truccin de la cultura (p. 220).

    El punto aqu, entonces, no es una crtica ex post facto delos intentos de entender la perspectiva poltica y la contribu-cin terica de Fanon, sino pensar cules son los desafos quesu escritura permanentemente ha desplegado para algunasde las lecturas ms relevantes.

    Lo que mencionamos como la imposicin de una ticapost mrtem tiene varios significados. En primer lugar, impli-ca leer a Fanon desde las obligaciones de las urgencias polticasy morales (ya no las de l sino las de todos nosotros) que lohacen ingresar en una tradicin, ya sea terica o poltica, a laque debe responder. En segundo lugar, dicho ingreso tieneel tono de poca caracterstico.

    Fanon, quien no ha dado pocas seales en sus textos alrespecto, es casi obligatoriamente ledo desde la especifici-dad de la lucha anticolonial. Pero en dicha lectura se imponeuna jerarqua en sus textos ordenados en sucesivas tomas deconciencia. Desde la escritura de Piel negra hasta el mani-fiesto final de Los condenados, lo que se destaca es su inmer-sin creciente en procesos revolucionarios que expresan unafuerte categorizacin de su obra y del texto que su vida escri-be, as como tambin, del texto de su vida.

    Leamos un breve prrafo del ensayo biogrfico de PeterGeismar: La vida de Fanon, al parecer, se dividi en cuatro eta-pas: una juventud burguesa convencional; un periodo in-trospectivo durante el cual midi la extensin de su neuro-sis, mientras se preparaba para ser psiquiatra; una rupturarevolucionaria, catrtica con el pasado; un final africano revo-lucionario ms definido (pp. 21-22). Cada momento implicauna organizacin de la textualidad de Fanon y, por supuesto,

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    una jerarqua. Dicha organizacin, inevitablemente ascenden-te, encontrar en algn lugar el texto del romanticismo, aun-que el tono de poca de estos escritos inmediatamente resti-tuya la transparencia del proyecto fanoniano.

    Las biografas de Fanon contienen siempre un balanceprecario entre las dimensiones terico polticas de su obra yla historia personal implicada en los fenmenos y procesosque su escritura refiere. El Frantz Fanon de Irene Gendzier talvez sea el mejor ejemplo al respecto. Este punto es relevantepara lo que discuto aqu porque de las profundidades de unavida que busca explicarse en el mundo se autoriza, de algnmodo, el ritmo y la organizacin de una biografa y, en estecaso concreto, de un proyecto terico, poltico y cultural. Di-cha autorizacin responde, desde mi perspectiva, a las for-mas y fundamentos que se expresan en la tica post mrtemde Fanon. Si sus textos tienen alguna utilidad para esa tica,la misma se encuentra en la confirmacin y originalidad deun conjunto de textos avalados, podramos decir, por unavida.

    Sin embargo, el acto de explicar las direcciones que asu-men los textos de Fanon es el de vincularlos inevitablementecon su historia personal y, por extensin y contenido, con cier-tos proyectos ideolgicos y polticos como el de la teora mar-xista, el existencialismo, la negritud, etctera.

    Gendzier explica a Fanon desde esta clave produciendouna organizacin y una lectura similar a la de Geismar. El ca-ptulo I de su libro que se titula En el principio: la bsquedade las races. 1925-1952 seala una marca importante: si hayque buscar la forma en que la tensin dramtica entre la fun-dacin de un nuevo humanismo y la violencia colonial funda-menta una vida y un ejercicio de reflexin, sta debe encon-trarse necesariamente en las experiencias de vida del autor. Ysi ste es el fundamento, su obra inevitablemente siempreremite a los escenarios que su vida enfrenta. Desde all el ejerci-cio biogrfico avanza sobre la direccin de una toma de con-

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    ciencia creciente como resultado de una autorreflexin y deuna manera de escribir asociada a la misma:

    a comienzos de su vida y sus escritos, Fanon lleg a la conclusin deque necesitaba entenderse a s mismo, tal como era, como crea ser ycomo lo vera el mundo. Para esto se decidi a escribir, no como modode describirse a s mismo o al mundo, sino de comprenderlo, con susabsurdos y sus posibilidades de racionalizacin. El escribir era unaforma de accin, originalmente reflexiva y centrada