Fuego, Un Enemigo Inesperado, DESCIFRANDO LA BIODIVERSIDAD DEL ACAT, Artículo 13
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FUEGO
UN ENEMIGO INESPERADO
ÁREA DE CONSERVACIÓN ARENAL
TEMPISQUE
Reseña realizada por: Wlfrán Murillo Masís Programa Manejo del Fuego, ACAT Diagramación: Isaac López Núñez Programa Investigación, ACAT
20 marzo 2012 Artículo 13
Un nuevo año se acerca, otro verano se viene a las llanuras guanacastecas y con él la
época seca se apodera de las tierras áridas, el fuego ronda por ahí, cada vez más cerca,
las medidas están pactadas y este año se ganará la batalla, Palo Verde tiene su armadura
lista, los incendios no están invitados al parque pero la prevención tiene su protocolo listo.
El Parque Nacional Palo Verde, en las bajuras de
Guanacaste, está directamente relacionado con
lagunas estacionales de agua dulce, aves, venados,
cerros calizos, fuertes temperaturas, miles de
zancudos y durante el verano el viento y el fuego.
Paisajes que van desde Negritos hasta Chamorro, del
Calzado hasta sitio Azul, de La Carreta hasta la Isla
San Pablo o del puente La Amistad hasta Poza Verde,
son fotografías inmersas en la retina ocular que
acercan a esa belleza e importancia de ecosistemas
únicos y sobresalientes en los parque nacionales de
este país.
Al amparo de guanacastes, cenízaros, pochotes,
cedros, ron ron, cortezas, caobas, guácimos, maderos,
guayacanes, tempisques o los mismos palo verdes en
las lagunas, son especies que durante muchos años
se han visto afectados por el fuego, monstruo que con
su capacidad de desastre ha sido culpable de quemar
grandes extensiones y hacer chillar a los pizotes,
detener el avance de las tortugas, intoxicar a las aves
que vuelan en busca de alimentos oportunos en las
columnas de humo.
Dejar como muestra de dolor a las serpientes, ratones
y por supuesto caracoles que no pudieron escapar ni
sumergirse bajo el suelo para no recibir al gigante.
Ante esta realidad y con la base del conocimiento
generado por funcionarios de más de 40 años de vivir
en Palo Verde, en cada temporada se han definido
acciones para detener el fuego que llega cuando
menos se espera y muchas veces por donde más
duele.
Las rondas medianeras en la colindancia, rondas de 15
metros en las lagunas o de 4 metros en el bosque,
raspado de caminos, descuajes o el fangueo, que
irónicamente se realiza cuando los niveles de agua
están por encima del metro sobre el nivel del suelo y
en donde ahora parece imposible que tres o cuatro
meses después pueda ser un sitio para arder en medio
de polvo y viento.
Es común la vida en Palo Verde en medio de
chapulines, tractores o niveladoras, rastras, rufas o
arados que sin ellos sería imposible abrirse espacio
entre la densa vegetación que ha crecido luego de la
lluvia y hasta las inundaciones de octubre cuando el
majestuoso río tempisque dice por aquí voy y yo
estuve primero en estas tierras fecundas, fértiles y de
sonsocuitles de bajura.
Existen tres posibilidades para tener fuego en Palo Verde: que llegue de alguna finca colindante producto de
una quema descontrolada, que al interno del parque un individuo sin conciencia inicie el desastre o que por el
azar de la vida y las circunstancias, llegue del cielo y encuentre materia fértil para surgir y extenderse en medio
de la Typha que cubre cada vez más área de este parque nacional.
En los últimos 20 años y en la gran mayoría de las
veces, cuando comienza un incendio en Palo Verde,
camina o corre un ser humano contrario a la dirección
del fuego, escapando bajo la sombra del sol para
refugiarse en el anonimato del delito y ser cubierto por
comunidades enteras que no se atreven a la denuncia
por miedo a las represalias o por la cercanía familiar
de quien se aprovecha para vengarse de un
funcionario que en el ejercicio de sus funciones le ha
denunciado, detenido o decomisado lo que utilizaba
para hacer daño.
Esa venganza y la insignificante conciencia sobre el
valor a la vida natural de quienes provocan
intencionalmente el fuego, es lo que hace en cada
verano, enero, febrero, marzo, abril, mayo y hasta en
junio, que el fuego convertido en incendio ponga a
correr a quienes luchan por minimizar su impacto,
aunque las fuerzas dejadas en el camino por los
años y con el tiempo, el agua convertida en sudor y
el hambre poco saciada por una fruta que no llega,
sean fieles testigos de lealtad y empeño por ganarle
al gigante.
Los ojos irritados por el polvo y la fuerte luminosidad
que deja el fuego con su esplendor al combatirlo, piel
reseca y horneada por la falta de una camisa
adecuada que proteja, pies maltratados por la suela
de un zapato común, cantimploras convertidas de
botellas de desecho, sombreros de poca ala, lentes
inexistentes y radios que han desaparecido del
sistema, son otros testigos de lo que cada guarda
parque convertido en bombero forestal, enfrenta ante
la realidad de un incendio en Palo Verde.
La lucha es cada vez mayor y la inversión del sistema
se hace relevante para el logro de los contratos y
consecución de los objetivos. La integración de las
brigadas contra incendios forestales pertenecientes a
las comunidades vecinas, organizaciones,
instituciones o empresas privadas, son también otra
realidad que acompaña al guarda parque en su labor
contra el fuego.
Voluntarios regionales, nacionales e internacionales
se convierten en piezas de valor para un fin de
semana cuando el rol no cubre los puestos existentes
y los pocos que quedan no son suficientes para cubrir
cada metro de límite por donde intentan ingresar
quienes buscan un venado en Palo Verde.
Las cocineras en su espacio bendito, haciendo malabares para preparar los alimentos del día, se convierten en
las personas de mayor y más significado durante la atención de un incendio forestal.
Estas mujeres son quienes se levantan primero y quienes se acomodan en las sábanas calientes de último
cuando ya es avanzada la noche y comienzan las primeras horas del nuevo día para preparar un verdadero
gallo pinto, acompañado de huevos revueltos y café caliente, porque no siempre hay pan, mantequilla o natilla
para adornar el desayuno.
Entre todas estas reflexiones, ideas y experiencias, queda claro que la presencia de un incendio en Palo Verde
no depende de una simple ronda o un patrullaje de sábado o domingo, ni de la buena intensión de todo un
equipo humano que noche con noche entre chismes y verdades piensa en la nueva temporada y lo que les
espera como reto a vencer una vez más antes de caducar ante otra realidad que es la apreciada pensión de
los 65.
Palo Verde enseña el verdadero manejo del fuego en ecosistemas únicos, por eso aprender haciendo contra el
fuego en Palo Verde es tan solo una pequeña gota en medio de la sabiduría de los funcionarios que han dado
su vida luchando contra el fuego en este parque nacional. Mencionar a Rodrigo Briceño, Manto, Chepe Torres,
Fidel, Chano, Eugenio, María Elena, Héctor, Noguera, Papa Lalo, Valentín, Daniel, Ulises y hasta Agustín que
en paz descanse, sin dejar a otros que también son importantes, es sólo un recuerdo inmerso en la
responsabilidad y satisfacción al finalizar una temporada y saber que una vez más se le ha podido ganar a
quien los enfrenta en cada época seca.