Fuentes Literarias Griegas y Romanas Referentes a Las Explotaciones Mineras de La Hispania Romana 0

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    [Publicado previamente en: VI Congreso Internacional de Minera: La Minera Hispanae Iberoamericana. Contribucin a su investigacin histrica. Estudios FuentesBibliografa, Len 1970, vol. 1, 117-150. Editado aqu en versin digital por cortesa delautor, bajo su supervisin y con la paginacin original].

    Jos Mara Blzquez

    Fuentes literarias griegas y romanas referentes a lasexplotaciones mineras de la Hispania romana

    Jos Mara Blzquez Martnez

    I. FUENTES LITERARIAS Y EPIGRFICAS DE POCA REPUBLICANA REFERENTES AMINAS EN HISPANIA.

    Durante la conquista romana desde el ao 218, fecha del desembarco delos Escipiones hasta el ao 19 a J. C. final de las Guerras Cntabras, la Pe-

    nnsula se convierte para Roma en una autntica colonia de explotacin, comohaba sido ya para los Brquidas, ya que Hispania proporcionaba mercenarios los cartagineses (Liv. 21,11 y 43,8; 27, 14,5; Pol. 14, 7,5), dinero para

    pagarlos (App. Ib. 5, 3, 8, 19, 23; Dio Cas. 12, fr. 48; Or. 4,18,1; Plin. NH33,96; Pol. 3;30; 10, 8, 1 ss.), bases navales y elementos para la industria deconstruccin naval (Liv. 22,20; 26,47) y el espritu de caudillaje militar de laclientela hispnica, ya que tanto Asdrbal (Diod. 25,12), como Anbal (Liv.24,41) se casaron con mujeres hispanas. Las luchas de los primeros momentosde la conquista entre cartagineses y romanos haban proporcionado a estos l-timos buenos ingresos, as un enorme botn de metales y de productos de todognero recogi Escipin en la toma de Cartagena en el ao 209. Las pteras deoro llegan a doscientas setenta y seis, casi todas de una libra de peso, diez yocho mil trescientas libras de plata trabajada o acuada; vasos de plata en grannmero... cuarenta mil modios de trigo, doscientos setenta de cebada. Naves decarga asaltadas y capturadas en el puerto sesenta y tres, algunas con su carga-mento, trigo, armas, adems de cobre, hierro, velas, esparto y otros materialesnecesarios para armar una flota (Liv. 26,47; Or. 4,19,1). Una serie de piezas deestos siglos nos permite hacernos una idea exacta de estas vajillas preciosas,como la ptera de Perotitos (Jan), del s. III a. C. con un anillo de centauros

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    y centauresas alrededor del tema, tan tpicamente celta, de la mscara humanamordida por un felino, o la vajilla de Abenjibre, Albacete, del pas de los mas-tienos, fechada en el s. IV, compuesta de 26 28 piezas, entre los que hay seis

    platos de gran tamao, cuyos dimetros oscilan entre 289 y 320 mm. y lasalturas entre 46 y 57 mm., o las piezas del tesoro de Tivisa, Tarragona, de fina-les del s. III, formado por diez piezas, entre las que hay pteras de plata conescenas religiosas del ms alto inters, con una cabeza de lobo en el umbo, con

    peces, con cudrigas, vasos de plata lisos y decorados, una copa, un brazalete yun torques. La plata acuada se refiere, sin duda, a la magnfica moneda

    brquida, acuada en Hispania, con plata procedente de las minas de Cartagena.Otros datos se pueden aducir sobre la explotacin de Hispania por los romanosen los primeros momentos de la conquista, como el conservado por Plinio (NH35,14) de que Marcio, el que veng la muerte de los Escipiones, recogi unescudo de oro en el campamento de Asdrbal, que fue llevado a Roma yexpuesto en el templo Capitolino. La rpida marcha de Escipin para conquistarCartagena obedece muy posiblemente, no tanto a la necesidad de privar a loscartagineses del mejor puerto de que disponan en la costa levantina en sus re-laciones con frica e Italia (Pol. 10, 7; Str. 3, 148), cuanto a la necesidad decontrolar las ricas minas de plata de los alrededores, que financiaron la SegundaGuerra Pnica; perdidas stas, Anbal se mantuvo prcticamente a la defensivaen Italia. A la misma necesidad responde la repentina marcha romana a Cstulo,en cuyas proximidades se encontraba, entre otras (Pol. 26, 38,7 ), la clebremina Baebelo, que rentaba a Anbal 300 libras diarias de plata, y que todava enla poca de Plinio se hallaba en explotacin (NH 33,96). Este mismo escritor

    latino se refiere a los pozos mineros abiertos por Anbal, que an seguanexplotndose en su tiempo, y que conservaban los nombres de susdescubridores. Livio (28,3 ) cita otras minas de plata junto a Aurungis. Losejrcitos romanos buscaban, como botn codiciado, las vajillas preciosas, comolo demuestra el hecho de que los astapenses, al ser asaltada su ciudad en el ao206 por las tropas de Escipin, inutilizan mediante plomo derretido, sus vajillas

    preciosas; pero el oro y la plata que entre el cmulo de objetos brillaban, ex-citaron la codicia natural al comn de los hombres; e intentando sacarlos delfuego, unos se abrasaron y otros medio se quemaron por el vapor... escribeLivio (28,23,3 )y Suidas (v.teteke): Muchos romanos perecieron en su afn de

    salvar del fuego la plata y el oro fundido y derretido. (Tambin App. Ib. 33).Inmediatamente despus de la batalla de Hipa, en el ao 207 206, Romapiensa ya en permanecer en Hispania, como se deduce claramente del hecho deque el senado confiera a Escipin el encargo de arreglar los asuntos de Hispania(Pol. 11, 33; Zon. 9,10) y de que se enviar a partir de este momento, ao 206,magistrados anuales a los pueblos de la Pennsula para gobernarles ymantenerles en paz (App.Ib. 37). Desde este momento Hispania se convierte enuna verdadera colonia de explotacin para los romanos, como antes lo habasido para los pnicos. El ao 206 principia la conquista de la Btica, cuyo ob-

    jetivo, principal eran las ricas minas de plata de Cstulo, ya mencionadas. Que

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    Hispania en una fecha tan temprana fuese una verdadera colonia de explotacinse deduce de la cantidad que P. Escipin aport al erario: 14.342 libras de platasin acuar, junto con gran cantidad de plata acuada (Liv. 28, 38). Appiano (Ib.

    37), a su vez, afirma que llev gran nmero de cautivos, dinero, armas y despojos.Esta riqueza minera es lo que explica que a pesar de la gran sangra de hom-bres que significaba la guerra de esto hay cifras bien elocuentes en las fuentesliterarias los romanos no pensaron en abandonar la Pennsula. Hispania contri-

    bua de una manera callada y eficaz a la formacin y desarrollo del capitalismoromano, principalmente en grandes contribuciones en metlico. Empleamos la

    palabra capitalismo en el sentido en que la utiliza Rostovtzeff; en su ms ampliosentido, como una forma econmica enderezada al beneficio y no al consumo.Las formas tpicas del capitalismo moderno no existieron en el mundo antiguo.

    A partir de la fecha de la marcha de Escipin a Roma, continuamente llegana la capital nuevas cantidades, que explican el hecho de que los romanos, a pe-sar de los reveses, no quisieran abandonar el territorio conquistado. Las cifrasrecogidas por Livio, de archivos oficiales, son las siguientes:

    Liv. ao oro plata biga. oscenses28,38,5 206 14.342 magnum numerum31,20,7 200 2.450 43.00032, 7,4 199 30 1.20033,27,2 196 1.515 20.000 34.50034,10,2 195 50.000

    14.732 17.023 119.43934,10,7 195 34,800 73.000 278.00034,46,2 194 1.400 25.000 123.000 5.04036,21,11 191 127 12.000 130.00039,29,6-7 185 264 26,30039,42,3-4 184 83 12.000

    83 12.00040,16,11 182 149 9.32040,43,6 160 155 20.000? 173.200

    40.00041,7,2 178 20.000

    41,28,6 174 50 10.00045, 4,1 168 10 250.000

    Antes de la divisin en provincias Hispania ingres en el erario romano2.480 libras de oro y 58.592 libras de plata. En la prxima dcada el valor totalfue 3.042 libras de oro, 156.532 de plata y 775.502 denarios. En los prximosdiez aos, del 190 al 180, los romanos sacaron de la Pennsula 734 libras de

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    oro, 59.620 de plata y 173.200 denarios. Entre los aos 180 y 168 las cifrastransmitidas por Livio suman 60 libras de oro, 70.000 de plata y 250.000 de-narios.

    Alusiones a otras contribuciones en metlico sin precisar recoge Livio,como las de la ciudad de Atanagro en el ao 218 (21, 61, 11). Y el mismoEscipin en la misma campaa impuso unos 20 talentos a la capital de losAusetanos (Pol. 21,61); en el ao 206, Marcio orden a los celtberostransportar el dinero pactado a un lugar de la llanura. (App. Ib. 37); en estemismo ao Escipin impuso un tributo en dinero a Indbil (App. Ib. 34; Liv.28, 34,12); en el ao 205 se impuso tributos a los pueblos que se haban unidoa los revoltosos (App. Ib. 38); L. Emilio Paulo sac de Hispania cantidadesfabulosas (Diod. 31,26,1; Liv. per. 46); otras veces se entregaba oro por elrescate (Front. 2,11,5; Val. Max. 4,3). El tributo impuesto en el ao 179 por T.Sempronio Graco a los celtberos al firmar la paz ascenda a 2.400.000sexterios (Liv. 40, 17), pero parece ser que el gobernador romano renunci al despus (App.Ib. 44). El tributo que en el ao 206 pagaron los ilergetas sedestin al estipendio de los soldados (Liv. 28, 34).

    Estas cifras son relativamente bajas si se las compara con otros impuestosde guerra de los romanos. Cartago despus de la Primera Guerra Pnica, ao261, se compromete a pagar como indemnizacin de guerra 12.000 talentoseuboicos en 20 aos, (Pol. 1,6,28); el poder pagar esta cantidad justific laconquista brquida de Hispania (Dio Cas. fr. 48). Despus de la SegundaGuerra Pnica se comprometi a entregar Cartago 200 talentos euboicos de

    plata anuales durante 50 aos (App.Ib. 54; Liv. 30,37,8; Pol. 15,18,1-8). En el

    ao 196 Filipo firma la paz con Roma mediante la entrega de 1.000 talentos,500 en el acto y 500 en 10 aos (Liv. 43, 35, 3; Pol. 36,5,9). Despus de la

    batalla de Magnesia, Antioco III ratifica el tratado mediante el pago de 15.000talentos, 500 en el acto, 2.500 al ser aprobada la paz por el senado, y 1.000anuales durante 12 aos (App. Sir. 38).

    La conquista de la Pennsula hizo que grandes extensiones de terreno pasarana ser propiedad del Estado Romano. Todos los ciudadanos que intervinieron en laconquista, obtuvieron grandes riquezas. Los jefes del ejrcito, miembros de laclase senatorial, fueron los que obtuvieron mayores ganancias. Miembros de laclase senatorial fueron los encargados por el Senado de la administracin de las

    dos provincias. Su poder era prcticamente ilimitado. La administracin de lasprovincias se convirti en una fuente de riqueza para las familias de lossenadores.

    Los ingresos en metales preciosos de Hispania cubran todos los gastos, dela guerra, segn indica Plutarco (Cat. 10; Front. 4, 7,35) al referir la campaa deCatn en el ao 195, quien prometi 200 talentos robados al enemigo a los cel-tberos, que queran sentar plaza de mercenarios en el ejrcito romano. Estascifras fabulosas, que engrosan al erario romano, procedan no slo de la explota-cin de las minas de oro y plata, sino tambin de los tributos y del botn cogido alos indgenas, del que hay tantas alusiones en las fuentes. En el botn tomado

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    por los Escipiones al ejrcito pnico entre los aos 214-212 figuran despojosgalos, collares de oro y brazaletes en gran nmero (Liv. 24,4); en el ao 217la escuadra romana lleg cargada de botn a Longntica (Liv. 22,20); Catn

    (Plut. Cat. 10) distribuy una libra de plata a cada uno de sus soldados, que yahaban reunido un gran botn durante la campaa (Liv. 34,16,3); en el ao 194P. Escipin venci a los lusitanos, que regresaban despus de devastar laProvincia Ulterior cargados de inmenso botn y se apoder de ste (Liv. 35,1);en el ao 179 Sempronio Graco obtuvo un gran botn de la toma de Alce (Liv.40, 49). Los ingresos que obtuvieron los romanos del saqueo de loscampamentos, principalmente en metales preciosos, deban ser enormes (Liv.21, 60; 31, 16, 3; 34, 43; 40,16; 43,50; Pol. 3,76, 10 y 12). Este botncomprenda no slo gran cantidad de dinero, sino tambin objetos de oro y

    plata; anillos y fbulas de oro menciona Livio (27,19,2), que regal Escipin aun muchacho hispano en el ao 206, deban ser del tipo de la fbula deDrieves, Guadalajara, s. II o s. I a. C. con mscaras humanas, animalsticas ydibujos geomtricos., o de Torre de Juan Abad, Ciudad Real, con prtomos deanimales; de Perotitos, Santisteban del Puerto, Jan, con prtomos de caballo,o de Caete de las Torres, Crdoba, con escena de cacera. El botn mscodiciado por los romanos y al que aluden las fuentes, cuando emplean estetrmino es muy posiblemente objetos de oro y plata. El traje del guerrerohispano, adems del sago rojo o negro, constaba de lanza, collares de oro yescudos cincelados de plata segn Varrn (Sat. Menipp. Ret. 170). Brazaletesde oro, llamados viriae en Celtiberia, menciona Plinio (NH 33,39).

    Tanto los cartagineses, como los romanos, obligaron a entregar los objetos

    de oro y plata de los particulares, como lo hizo Magn con los habitantes deCdiz en el ao 206 (Liv. 28,38). Aos despus, en el 77-76, Sertorio (Plut.Sert. 14) adornaba los morriones de los indgenas con oro y plata; incluso losarreos de los caballos, como el que montaba Pompeyo en el ao 75 en la batallade Suero, iba cubierto de oro (Plut. Sert. 19). Varrn, que visit Hispania en els. I a. C., habla de torques de oro y de escudos cincelados de plata (Sat.Menipp.

    Ret. 171-2). Las vasijas de plata eran muy abundantes en estos siglos de final dela Repblica Romana. En la boda de Viriato se exhibieron gran nmero de ellas(Diod. 33,7). Posidonio alude a los vasos de plata de Hispania (Str. 3,167) yPlinio habla de platos argnteos de 500 libras de peso (NH 33,145). Escipin en

    el cerco de Numancia prohibi a sus oficiales retener vasos de plata que pesaranms de dos libras (Luc. 1318; Plut.Ap. reg. 16). El autor delBellum Hispanien-se frecuentemente atestigua la gran cantidad de vasos de plata, que tenan loshabitantes de la Btica (8, 12).

    La confirmacin arqueolgica de estas fuentes son una serie de tesoros,adems de los ya mencionados, que se pueden fechar en poca helenstica, comoel de Chao de Lamas, Portugal, que consta de dos vasos de plata, una lnula delmismo metal, con figuras en relieve, dos torques tambin de plata, y un umbo deescudo de plata, con el centro de oro; el de Mengbar, Jan, que se compone dedos vasos, uno ibrico y otro romano, cuatro brazaletes, siete torques, unscyplius,

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    una trulla, unsimpulum y unafuscicula,romanas las cuatro ltimas piezas, todol de plata; el de Mogn, Jan, con un brazalete, cuatro pulseras y fragmentosde otros varios, dos lminas, un collar, una placa de revestimiento de una vaina

    de pual, una hebilla de plata, una diadema, un medalln con la cabeza de unaMedusa, seis torques, una placa de cinturn, todo ello de plata, ocultado hacia elao 90 a. C.; el de Salvacaete, Cuenca, con cinco vasos, dos torques, catorce

    brazaletes, dos colgantes, cuatro pendientes, dos discos lisos, dos lminas, unapunta de lanza, un hacha y noventa y cuatro piezas entre anillos, aretes, alam-bres y fragmentos de placas y cintas en espiral, todo de plata, ocultado hacia elao 95 a. C.; el brazalete de oro de Alcudia, Granada?, de 346,20 gramos de

    peso; el de Santisteban del Puerto, adems de las piezas mencionadas tena estetesoro cinco cuencos, un brazalete, una pulsera y cinco fragmentos de copas,todo ello de plata; el segundo, hallado en la misma localidad, con una taza, uncuenco, tres aros, tres torques, y cuatro pulseras, fue ocultado en la primera mi-tad del s. I a. C.; el de Torre de Juan Abad, con un vaso de plata, cuatro torques,un brazalete y. una fbula de plata, ocultado entre los aos 104-103 a. C.; el deLos Villares, Jan, con un vaso de plata con una cruz en el fondo de oro, y untorque de plata; el de El Viso, Crdoba, con una varilla de oro; el de Drieves,con varios fragmentos de torques, fbulas, sortijas y pendientes, brazaletes, vasi-

    jas decoradas, piezas de adorno, como colgantes y laminillas de aplicacin, ca-denillas, de plata; el de Almadenes de Pozoblanco, Crdoba, con vasijas, sietefbulas, dos torques completos y fragmentos de otros dos, dos pulseras, ocho

    placas de collar, etc. en total 55 objetos diferentes de plata, la fecha de oculta-cin es el ao 107 a. C.; y el de Molino del Marrubial, Crdoba, con un cuenco,

    cinco brazaletes, un torques y un colgante, ocultado hacia el ao 104-103 a.C.La riqueza de oro y plata no parece ser la causa determinante de las guerras

    lusitanas y celtibricas, llevadas a cabo con gran ferocidad por ambas partes. Lariqueza en plata en algunas ciudades de la Meseta debi ser grande. CuandoAnbal atac a Salmantica (Pol. 7,48) se comprometi a levantar el cerco acambio de 300 talentos. En el ao 151 Lculo pide a los habitantes de Cauca,que solicitaban la paz, 100 talentos (App.Ib. 50,52); sin embargo, Appiano (Ib.54) al relatar las negociaciones de pazde Lculo con Intercatia, expresamenteafirma que, como pidiese oro y plata, pues fue la creencia de que Espaa erarica en ambas lo que impuls a Lculo a mover la guerra, no pudo conseguirlo,

    ya que no lo tienen, ni son estimados ante los celtberos. Este texto, que coin-cide con otra afirmacin del mismo escrito (Ib. 50), es de una importancia ex-cepcional: prueba que la causa determinante de la penetracin romana en laMeseta, por lo menos a las rdenes de algunos generales romanos, es exclusiva-mente la obtencin de metales preciosos. Las empresas de Galba contra loslusitanos (App. Ib. 60) tambin obedecen muy posiblemente a la avaricia delgeneral. La afirmacin de Appiano de que los celtberos no tienen ni oro, ni

    plata, la contradicen las fuentes y los hallazgos arqueolgicos, como el tesorode los Filipenses de Palencia, datado en el s. II a C. con 9 nueve torques y

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    seis brazaletes serpentiformes; los dos pendientes de oro de Paredes de Nava,Palencia; el enganche de cinturn de oro de Saldaa, Palencia, etc., etc.

    Segn Posidonio (Str. 3,162) Marco Marcelo logr en la Celtiberia un tri-

    buto de 600 talentos. En el ao 140-139, Pompeyo pide a los celtberos, que ne-gociaban la paz, 30 talentos de plata (App. Ib. 79), que entregaron al general.Los vasos de plata ya mencionados, que tena el ejrcito romano, que sitiaba

    Numancia, nada prueban sobre la riqueza en plata de la Meseta, pues podanproceder de fuera. Lo que no cabe duda, si las fuentes no mienten, es que latoma de Numancia proporcion escaso botn, si se cree a Plinio (NH33,141).Escipin Africano distribuy siete denarios a sus soldados el da del triunfo. Encuanto a la riqueza en metales preciosos de Lusitania baste mencionar unos

    pocos datos escogidos al azar; en primer lugar la mencin de los vasos de oro yplata expuestos en las bodas de Viriato, y los brazaletes de plata del Museo deBadajoz, fechado en el s. II a.C. Segn Estrabn (3,142) el ro Guadiana estaba

    bordeado por sierras con minas, que llegaban hasta el Tajo. A continuacinafirma el gegrafo griego que las regiones con minas son speras y tristes ymenciona en particular como ejemplo a Carpetania y al pas que est junto a losceltberos. El Tajo era un ro productor de oro (Append. Verg. Epigr. 9, v. 52;Cat. 29,19; Claud. Pan. dict. Probino et Olybio cons. 51; Fescen. 2,32; Pan.dicto Manlio Theodoro cons. 287; Laus Serenae 70-71; Duc. 7,7 55: Iuu. Sat.3,55-56; Marc. 1,5,15; 5,9,12; 7,88,7; 10,5,4; 12,5,3; Ov.Met. 2,251; Plin.NH33,66; Prud. Contr. Symmach. 2,604; Rut. 1,356; Sil. It. 1,234; Stac. Sil.1,6,70). Este ltimo autor menciona entre los ros hispanos que arrastran oro alTajo, Limia y Duero.

    Un aliciente para la penetracin de los romanos en la Meseta poda ser larecaudacin de tributos; los impuestos por T. Sempronio Graco los haban per-donado los romanos antes del principio de estas guerras. Faltan generalmentemenciones de tributos en estos aos; otras veces las contribuciones no eran enmetales, como en el ao 140-139, en que los numantinos y los de Termes secomprometan a entregar 300 rehenes, 9.000 sagos y 3.000 pieles de toro (Diod.33,16). En el ao 152 a.C. Claudio Marcelo saqueaba la Meseta y reparti el

    botn entre los soldados (App.Ib 98-49). En el ao 135 Calpurnio Pisn marchacontra los palentinos recogiendo un exiguo botn (App.Ib. 83); al comienzo dela guerra lusitana Munmio se apoder del botn, que llevaban los lusitanos y lo

    reparti entre los soldados (App. Ib. 57); Galba, en cambio, reparti entre lossoldados una pequea parte del botn (App.Ib. 60). En el ao 141-140 Appiano(Ib. 68) menciona el botn que llevaba el ejercito romano, que fue asaltado pordos bandidos Curin y Apuleyo, y recuperado despus. El botn y los tributosms codiciados eran, sin duda, los metales preciosos, como se deduce de lasfuentes mencionadas. Appiano (76. 47), con ocasin de narrar la traicin deOcilis, escribe que en esta ciudad guardaban los romanos el tesoro.

    Una expedicin que tiene todas las probabilidades de haber sido organi-zada exclusivamente para la obtencin de metales preciosos es la campaa aGalicia, a las rdenes de Bruto, entre los aos 138-136, descrita por Appiano

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    (Ib. 73-75); esta expedicin en fecha tan temprana y sin que anteriormenteaparezcan en escena los pueblos que habitaban el NO. no tiene otraexplicacin que la bsqueda de metales preciosos, ms bien que de estao,

    que adems de en las Cassiterides (Str. 3,175-176), se recoga en Lusitania yGallaecia (Plin.NH 34,47). La obtencin de estao parece ser que era por vamartima (Str. 3, 176). Los fenicios de Cdiz guardaban muy celosamente laruta, llegando hasta hundir las naves al ser perseguidos por los romanos, quequeran conocer la ruta. Los romanos a fuerza de repetidos intentos lograndescubrir el camino, siendo Publio Craso, procnsul de la Provincia Ulterioren 96-94 a. C. el primero que lleg a las islas Cassiterides. Appiano afirmconcretamente que Bruto a los habitantes de Talabriga les quit el tesoro

    pblico. De las palabras que Valerio Mximo (6, 4,1) pone en boca de loshabitantes de Cinquinia se deduce claramente que lo que el general romano

    buscaba era oro. El Noroeste era la tierra que lo tena en grandes cantidades,como lo confirma el nmero elevado de torques y otras joyas halladas en laregin. En tiempos de Posidonio (Str. 3,29) ya se saba que la regin del NO.era rica en plata, estao y oro. El antiguo camino tartsico, que despusseguir la Va de la Plata, en realidad es el camino de obtener oro; es la vade penetracin de las modas en orfebrera desde el Sur hacia el Norte. Algunasfundaciones por esta va se relacionan probablemente con la obtencin deloro, quizs de Galicia, y ms posiblemente de las riberas del Tajo, como la deCastra Seruilia, fundada probablemente por Q. Servilio Cepin, quiengobern la Provincia Ulterior en el ao 139 (App. Ib. 70) y no lejos la deCastra Caecilia, en las proximidades del Tajo, y la de Vicus Caecilius, la

    localidad ms avanzada hacia el norte en la Sierra de Credos, quizs la mismacreacin deMetellinum, fundaciones de Metelo durante la guerra sertoriana, yde Castra Liciniana, citada por Ptolomeo (2,5,6;Itin. Ant. 438,5) sobre la vade Mrida a Toledo, fundacin debida a P. Craso Licinio, procnsul de laProvincia Ulterior en el ao 96 a. C., aunque tampoco hay que descartar la

    posibilidad de que estos asentamientos tuvieran por finalidad pacificar a loslusitanos, aunque ello es menos probable.

    Una temprana colonizacin, venida posiblemente de la Btica, bien docu-mentada a travs de la epigrafa, con rasgos muy arcaicos en el latn en

    Metellinum, Castra Caecilia, y norte de la actual provincia de Cceres, muy

    posiblemente est en relacin con estos intentos romanos, en la zona de lafutura Va de la Plata, por controlar las zonas productoras de estao y oro. Lacampaa de Csar a las tierras del N. O. no tiene otra finalidad que disponer degran cantidad de oro para pagar sus enormes deudas en Roma, como lo hizo, y

    para el erario pblico (App. BC 2,8; Dio Cass. 37,52-53; Plut. Caes. 12).Zonaras (10,6), al igual que Appiano, expresamente afirma que obtuvo de estascampaas: mucho dinero, posiblemente se trata de oro. La plata pulida quefigura en el triunfo del Csar, sin duda, proceda de Hispania (Vel, 2, 56,2),Cicern (Ad fam, 10,32,1), en el ao 43 a. C. alude a la gran cantidad de oro ymayor todava de plata, sacada de los fondos pblicos, que el cuestor Balbo

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    extrajo de Cdiz. En el triunfo de Calvino, celebrado en el ao 39 a..C. el oroque se reparti proceda de Hispania, segn afirma Dio Casio (48-41).

    Antes de referirnos a la explotacin de minas por los romanos durante la

    conquista conviene recordar algunas fuentes sobre la riqueza minera de His-pania, tal como la vieron los autores griegos y latinos. Estrabn (3,146) afirmaque toda la tierra de los iberos est llena de metales, particularmente la Btica,de la que puntualiza que en cuanto a la riqueza de sus metales no es posible exa-gerar el elogio de Turdetania y de la regin lindante, porque en ninguna partedel mundo se ha encontrado hasta hoy ni oro, ni plata, ni cobre, ni hierro, en talcalidad y cantidad. En las comarcas de Hipa y Sisapn exista gran cantidad de

    plata y cerca de las Kotilai, de localizacin dudosa, haba cobre y tambin oro.Montes metalferos se extendan desde el ro Guadiana al Tajo (Str. 3,142).Sobre la riqueza de las minas hispanas corran bulos, como el recogido por Po-sidonio, que hacia el ao 100 a. C. visit la Btica y vivi 30 das en Cdiz (Str.3, 138), de que al incendiarse un bosque, ascenda a la superficie oro y plata o eltransmitido por Estrabn (3, 151) de que en Turdetania, en poca de la conquis-ta brquida, sus habitantes usaban toneles de plata.

    Segn el mismo autor el suelo del N. de Hispania guardaba plata, estao yoro blanco mezclado con plata (Str. 3,147, 154; Plin. NH 4,112), en lo quecoincide con Floro (2, 33; Iust. 44, 3, 4), quien escribi que la regin es rica enoro, malaquita, minio y abundante en otros productos. Los ros de la vertienteatlntica tenan gran cantidad de placeres de oro (Str. 3, 153; 4, 208; 15, 718;Iust. 44, 1,7). En Bastetania y en el pas de oretanos haba muchos lugares conoro y otros metales (Str. 3,157). Segn Mela (2,86) y Plinio (NH 3,30) Hispania

    era abundante, entre otros productos, en hierro, plomo, cobre, plata y oro. Laimportancia excepcional de las explotaciones mineras hispanas por parte de losromanos queda bien patente en el inters que a ellas prestaron Polibio, que afinales de las guerras celtibricas visit Hispania, Posidonio y Diodoro.

    Este ltimo autor (5,36-38) nos ha trazado un cuadro muy perfecto de lasexplotaciones mineras hispanas:

    Mucho ms tarde, los Iberos aprendieron las peculiaridades de la plata y pu-sieron en explotacin minas de importancia. Por lo cual obtuvieron plata estupenday, por decirlo as, abundantsima, que les produjo ganancias esplndidas. La formacon que los Iberos explotan las minas y trabajan la plata es as, ms o menos: siendo,como son, admirables sus minas en reservas de cobre, oro y plata, los que trabajan

    las de cobre extraen, excavando la tierra, una cuarta parte de este metal sin ganga; delos que trabajan las de plata los hay que, sin ser profesionales, extraen en tres dasun talento de Eubea. Pues toda la mina est llena de polvo de plata o condensado,que emite destellos. Por ello es de admirar la naturaleza de la regin y lalaboriosidad de los hombres que all trabajan. Al principio, cualquier particular,aunque no fuese un experto, se entregaba a la explotacin de las minas y obtenacuantiosas riquezas debido a la excelente predisposicin y abundancia de la tierraargentfera. Luego ya, cuando los romanos se aduearon de Iberia, itlicos en

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    gran nmero, atestaron las minas y obtenan inmensas riquezas por su afn delucro. Pues comprando gran cantidad de esclavos los ponen en manos de loscapataces de los trabajos en la mina. Y stos, abriendo bocas en muchos puntos yexcavando la tierra en profundidad, rastrean los filones ricos en plata y oro. Y bajotierra no slo extienden las excavaciones a lo largo, sino tambin en profundidad,estadios y estadios; y trabajando en galeras trazadas al sesgo y formando recodos enforma muy variada, desde las entraas de la tierra hacen aflorar a la superficie lamena, que les proporciona ganancia.

    Gran diferencia ofrecen estas minas comparadas a las del tica. Pues los quetrabajan las de all invierten considerables dispendios en su explotacin y de vezen cuando no obtuvieron lo que esperaban obtener y lo que tenan lo

    perdieron, de modo que parece que son desafortunados como por enigma.Mientras que los que explotan las de Espaa obtienen de sus trabajos montonesde riquezas a la medida de sus esperanzas. Porque las primeras labores resultan

    productivas por la excelencia de la tierra para este tipo de explotacin, y, luego,se van encontrando venas cada vez ms brillantes, henchidas de plata y oro; y esque toda la tierra de los alrededores es un trenzado de venas dispuestas encircunvoluciones de diferentes formas. Algunas veces los mineros se topan en lo

    profundo con ros que corren bajo tierra, cuyo mpetu dominan rompiendo lasembestidas de sus corrientes, para lo que se valen de las galeras transversales.Pues aguijoneados por sus bien fundadas esperanzas de lucro, llevan a fin susempresas particulares, y, lo ms chocante de todo, hacen los drenajesvalindose de los llamados caracoles egipcios, que invent Arqumedes deSiracusa cuando pas por Egipto. A travs de stos hacen pasar el agua, de unoen uno sucesivamente, hasta la boca de la mina, y as desecan el emplazamientode sta y lo acondicionan debidamente para el desempeo de las actividades dela explotacin. Como este, artefacto es enormemente ingenioso, mediante untrabajo normal, se hace brotar fuera de la mina gran cantidad de agua, cosa quellama mucho la atencin, y toda la corriente del ro subterrneo aflora a la su-

    perficie con facilidad. Con razn sera de admirar el ingenio del inventor, no sloen este punto concreto, sino tambin por otros muchos y ms importantesinventos, que de boca en boca han corrido por el mundo entero, de los cualeshablaremos por partes y con precisin cuando lleguemos a la poca deArqumedes.

    Los que pasan su vida dedicados a los trabajos de minas hacen a sus dueostremendamente ricos porque la cantidad de aportaciones gananciosas rebasa el

    lmite de lo creble; pero ellos, bajo tierra, en las galeras da y noche, vandejando la piel, y muchos mueren por la excesiva dureza de tal labor. Pues notienen cese ni respiro en sus trabajos, sino que los capataces, a fuerza de golpes,los obligan a aguantar el rigor de sus males, y as echan a barato su vida encondiciones tan miserables; pero los hay que por vigor corporal y fortaleza denimo soportan sus padecimientos largo tiempo. Aunque hay ms de un asuntosorprendente en torno al trabajo de minas que acabamos de describir, uno no

    podra pasar por alto sin gran admiracin el hecho de que ninguna de

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    las minas es de explotacin reciente; por el contrario, todas fueron abiertas por lacodicia de los cartagineses en la poca en que eran dueos de Iberia. Pues a basede ellas fueron incrementando su poder, asalariando a los mercenarios de mayorfortaleza, y gracias a stos llevaron a cabo muchas guerras importantes. Y esque, en general, siempre que los cartagineses llevaban a cabo sus guerras no

    ponan su confianza en sus propios ciudadanos, ni en el grupo de las partidas detropas reclutadas de entre sus aliados, sino que a romanos, siceliotas y habitantesde Libia los pusieron en los mayores aprietos batindolos en la batalla deldinero, merced a la riqueza de recursos que las minas les brindaban.

    Este texto es muy importante por varios aspectos, seala en primer lugar laextraordinaria riqueza de toda Hispania en metales; la Pennsula Ibrica estuvosometida a una gigantesca colonizacin itlica de gentes que se desplazaban aca explotar las minas. La presencia de estos itlicos fue un factor importantsimoen la romanizacin y civilizacin de los pueblos de la Espaa Antigua. Las ex-

    plotaciones mineras contribuan poderosamente al desarrollo y creacin del ca-pitalismo romano. Esta fabulosa riqueza estaba basada en la explotacin delhombre, de grandes masas de esclavos, que debido al intenso trabajo perdan suvida pronto. Las condiciones de trabajo eran dursimas, ya que no haba horasde trabajo fijas, y la vida del minero era insalubre. Espaa no slo proporcio-naba estas masas de esclavos, sino que tena las minas. Los procedimientos deexplotacin estaban muy adelantados, galeras, tornillos de Arqumedes, etc...Todas las minas haban sido ya explotadas por los cartagineses.

    Desde el primer momento de la conquista explotaron los conquistadoresromanos las minas; ya se indic que la conquista de Cartago Nova, como la de

    Cstulo, en cuyas proximidades se encontraba la Sierra de la Plata (Str. 3, 148),obedece posiblemente a la necesidad en que se encontraban los romanos de ex-plotar las minas descubiertas por los cartagineses;, en Cstulo todava en pocade Plinio, al comienzo del Imperio, se encontraban en explotacin los mismos

    pozos abiertos por Anbal.Catn en el ao 195 a. C. impuso un gran tributo sobre las minas de hierro

    y plata del NE (Liv. 39,21). El cnsul tena a estas minas y a una tercera de salpura por muy productivas (Gel. NA 3,22,28). Este tributo, como puntualizaLivio, contribuy enormemente a engrandecer la Pennsula. Estrabn (3,159)habla de unas minas de hierro en las proximidades de Hemoroscopeion afir-mando que eran muy buenas, se ignora si se explotaban ya tres siglos, antes,como es muy posible. La Btica tena sal fsil, que se empleaba para lassalazones (Str. 3,144).

    Las minas ms famosas eran las de Cartagena y Cstulo. Las primeras sonbien conocidas por la descripcin de Polibio, conservada por Estrabn en ellibro tercero de su Geografa, y por los numerosos hallazgos arqueolgicos.Los romanos se preocuparon casi exclusivamente de obtener plata y plomo,

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    extrayendo la primera a costa de grandes prdidas del segundo. Su descubri-dor, el ibero Aletes, fue divinizado por ello (Pol. 3,10,11).

    La creacin de la ciudad de Cartagena por Asdrbal (Pol. 2, 13,1) obedece,

    muy seguramente, a la necesidad de controlar y explotar las ricas minas de platade los alrededores. Por el puerto de la ciudad se exportaba el mineral. Diodoro(5,35, 37) afirma que cuando las naves estaban cargadas, cortaban los plomosatados a las anclas, sustituyndolos por lingotes de plata, para que prestasen elmismo servicio. Quizs la confirmacin de este texto sea el gran nmero de an-clotes de plomo hallados en el litoral del Cabo de Palos, algunos con inscripcingriega, otros anepgrafos. El gran nmero de los extrados y el todava mayor delos que yacen en el fondo del mar, indican que la afirmacin de Diodoro es cierta.

    La extensin de estas minas era de cuatrocientos estadios, es decir unossetenta y cuatro km. (Pol. 3,57) y distaban cuatro de la ciudad. Las monedassealan que se explotaron durante toda la conquista hasta finales del s. II.

    Los restos de las fundiciones son los extensos escoriales de la Sierra deCartagena; uno slo de ellos, el de Las Herreras, se calcula en 276.000 tone-ladas de escorias.

    Sobre la tcnica de explotacin de las minas son de inters excepcional losdatos proporcionados por la Arqueologa de la regin, bien estudiados por A.Beltrn. Excepcionalmente los filones se beneficiaban a tajo abierto medianteobras superficiales que profundizaban a medida que se agotaba la veta delmetal; normalmente se perforaban pozos de extraccin, que llegaban hasta losfilones. Las galeras eran poco espaciosas. Los pozos de extraccin de algunasminas alcanzaron hasta seis metros de dimetro, trabajndose hasta 300 metros

    de profundidad. La tcnica de la construccin de pozos y galeras era muysimple: se perforaban las rocas blandas y maderos de pino sostenan las paredes.Las rocas duras se golpeaban con mallei, auxiliados con cuas, y pequeas

    piquetas. Algunas de las maderas halladas en las galeras no proceden del pas,ya que han sido halladas marcas de comerciante extranjero, hoy perdidas. Teas,antorchas y candiles iluminaban las galeras.

    La extraccin del agua era por medio de recipientes o cubos, en los que setransportaba a galeras especiales de desage, facilitada esta tarea a veces porcanales suspendidos en lo alto por medio de aros de madera de una sola pieza.En una mina se conserva una de estas galeras de 1.800 metros de longitud,

    con pozos escalonados cada 80 metros, teniendo aproximadamente esta mismaprofundidad; los cubos eran izados por medio de poleas, que asan unos gan-chos dobles sujetos a una argolla, todo de hierro, que permita la elevacinsimultnea de dos cubos pequeos o de uno grande. Las poleas eran irregula-res. A los cubos pequeos se les ataban trozos de plomo para sumergirlos en elagua. Los cubos eran de esparto, embetunados para darles consistencia; esta-

    ban protegidos por costillas de madera y tenan en la parte superior untravesao de suspensin. Extrado el mineral se sacaba al exterior en grandesespuertas de esparto, semejantes a las descritas, pero de menos fondo, y mayor

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    dimetro de boca y sin refuerzos de madera; en cambio tenan una gruesa sogaalrededor que serva de proteccin y de asidero; un tirante, que el obrero se

    pasaba por el hombro, completaba este utensilio. No muy lejos de la boca de

    la mina el mineral era sometido a una primera monda y trituracin a mano oen molinos de piedra, y luego lavado mediante una corriente de agua quearrastraba las partes ms ligeras.

    Una de las minas de Cartagena tuvo un lavadero con nueve balsas sucesi-vas. No muy lejos de la minas a juzgar por los restos de escoria, se funda elmetal en lingotes. Su peso oscila alrededor de los 35 kilogramos. EL Museode Cartagena conserva gran nmero de instrumentos mineros, ferramenta,unacsculo, cubos, expuertas, campanas, posiblemente para llamar al trabajo,escaleras, prendas de vestir magnficamente conservadas, como alpargatas deesparto, gorros, rodilleras etc. Las exploraciones arqueolgicas de estas minasse ajustan a la descripcin de Polibio (Str. 3,147):

    Polibio, al mencionar las minas de plata de Na Karchedn, dice que son muygrandes, que distan de la ciudad unos veinte estadios, que ocupan un rea decuatrocientos estadios, que en ellas trabajan cuarenta mil obreros y que en su tiemporeportaban al pueblo romano veinticinco mil drachmas diarias. Y omito todo lo quecuenta del proceso del laboreo, porque es largo de contar; pero no lo que se refiere ala ganga argentfera arrastrada por una corriente, de la que, dice, se machaca y pormedio de tamices se la separa del agua; los sedimentos son triturados de nuevo ynuevamente filtrados, y, separadas as las aguas, machacados an otra vez. Entonces,este quinto sedimento se funde y, separado el plomo, queda la plata pura.Actualmente, las minas de plata de Cartagena estn todava en actividad; pero tanto

    aqu, como en otros lugares, han dejado de ser pblicas, para pasar a propiedadparticular; las de oro, sin embargo, son en su mayora pblicas. En Cstulo y otroslugares hay un metal peculiar de plomo fsil, el cual, an contiene plata, es en tan

    pequea cantidad que su purificacin no reporta beneficio.

    El material arqueolgico hallado en los ltimos aos en el litoral de Carta-gena permite matizar aspectos fundamentales de la explotacin de las minas.Catorce lingotes de plomo han aparecido delante del puerto, y otros quince enel Cabo de Palos. Estos lingotes llevan las marcas de los negotiatores.

    Se pueden clasificar en tres grupos. En el primer grupo, los de M. Aquini.C.F; M... LM.F: C. Messi. L. F; C. Fidui. C.F; S. Lucreti. S.F: C. Aquini.

    M.F, se fechan en poca republicana. Al segundo grupo pertenecen los de P.Nonae. P.F. Nuc. y de L. Plani. L.F. Pussini de poca republicana posible-mente o de comienzos del Imperio. Al tercero los de M.Rai. Rufi. Fer. de po-co despus de Augusto. Los treinta lingotes se fechan, pues, en el s. II-I a. C.

    Se conocen los nombres de otros negotiatores de plomo, que explotabanlas minas de Cartago Nova, as los deLaetili. Ferm: C.U ti. C.F. Menen; C.

    Ponticieni M.F; P. Turulli. M.F; Q Vari Hiberi y en la regin de Orihuela eldeM.P. Roscieis M.F. Maic y muy posiblemente el Cn. Atelli T.F. Mene.

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    De las minas de El Centenillo se conservan 60 galpagos, cuyo peso oscilaentre 30 y 35 k. La mayora llevan el nombre del negotiator Publius Turellius

    Labeo. De las minas de Orihuela (Valencia) se conocen 30 galpagos, cuyo

    peso va de 32 a 36 k. Son de forma semicilndrica; el ancho es de 43-45 cms.y la altura 8 cms.El negotiator de la societas argentariarum fodinarum montis Ilucronen-

    sis era un indgena, P. Turullius Arco, el nico hispano que aparece con talcargo en las explotaciones mineras. Los restantes nombres son de itlicos.

    En cuanto a la procedencia de los negotiatores los de Gaius FiduiusMessius, Publius Nona y Lucius Planiusprovienen seguramente de Campania,y quizs Marcus Raius y Caius Utius de Italia Meridional. Para los Aquini y

    para S. Lucretius faltan datos. Todos estos nombres indican la hegemona enla economa de los grandes terratenientes y negociantes itlicos al final de laRepblica.

    Ha sido Rostovtzeff y ms recientemente Menndez Pidal y Gabba, los quehan llamado la atencin, siguiendo a Diodoro, sobre lo gigantesca colonizacinde elementos itlicos a que fue sometida Hispania. Esta colonizacin, productode la explotacin de la Pennsula, es una de las causas fundamentales de latemprana y profunda romanizacin de Hispania. En gran parte, el dinero obte-nido debi volver a Italia e invertirse en la agricultura e industria.

    Estos datos confirman en los s. II y I a.C. la explotacin de las minashispanas por itlicos del sur de la Pennsula, como indica el texto mencionadode Diodoro. Algunos de estos negotiatores alcanzaron las magistraturas loca-les, como Caius Aquinus Mela que fue duumuir quinquennalis de Cartago

    Nova, en el ao 42 a.C. Los gentilicios de tres personajes reproducidos en loslingotes:Laetilius, P. Turullius Labeo, yG. Varius Hiberus reaparecen comoduouiri quinquennales en las monedas. Se ha pensado que Cartago Nova

    posea las minas que producan este plomo sealado con los nombres de losduouiri quinquennales, pero ello no es probable. Las masae plumbae, que

    producan las minas de la ciudad llevan la inscripcin Cartago Nova. Las delos duouiri quinquennales eran de simples particulares.

    Tampoco es totalmente seguro que sean los mismos personajes los citadosen los lingotes y en las monedas, pero al menos pertenecan a la misma familia.

    Se conocen cinco familias, que explotaban las minas de Cartago Nova, cuyos

    miembros haban alcanzado altos cargos municipales. Las minas desempearonun papel importante en la vida poltica, social y econmica de la ciudad. Hispaniay ms concretamente las minas de SE. abastecan de plomo a todo el OccidenteMediterrneo, como se deduce de que la marca cartagenera de C. Ponticieni M.F.

    Fab. se atestiguan en Volubilis, la Q. Vari Hiberi en Cherchel; la de losPlanii sedocumentan en Cianciana, Sicilia, Ripatronsone, Italia, y en Madhia, Tnez, estaltima exportaba hacia el ao 100 a. C. Los lingotes hallados en el estrecho deBonifacio muy posiblemente proceden de Hispania.

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    En los dos primeros siglos las minas fueron estatales y explotadas porpublicani, como se deduce, adems de la afirmacin explcita de Estrabn, delgran nmero de esclavos que trabajaban en ellas. En poca del gegrafo las

    compaas depublicani haban cesado en la explotacin.El Estado romano segua siempre siendo el dueo de las minas, en la segun-da mitad del s. II a.C., ms exactamente entre el ao 140 a.C. y Augusto, se de-

    bi efectuar, como en otras partes de Italia, el cambio en la explotacin de lasminas de Cartago Nova. Los que tenan las explotaciones mineras no eran ver-daderos propietarios, sino poseedores ms o menos estables, concesionarios

    perpetuos, sometidos a la legislacin vigente. Los nombres estampados sobrelos lingotes de mineral se refieren a simples concesionarios, o pueden ser tam-

    bin de los fundidores, distintos de los poseedores de las minas. En el DerechoRomano no se conoce la propiedad del yacimiento minero. Los minerales eranfrutos pertenecientes al propietario del suelo. Para extraer el mineral en la pro-vincia se necesitaba el permiso del dueo, el Pueblo Romano o el emperador.Prcticamente era el fisco el que dispona de la casi totalidad de las minas.

    Los negotiatores eran ciudadanos romanos originarios de Italia y podanformar una sociedad privada, como la de C. Fiduius y S.Lucretius y losPlanii.

    La procedencia de negotiatores coincide con las afirmaciones de Polibio(Diod. 5, 36, 3) y de Posidonio (Diod. 5, 38,3) de que los itlicos explotabanlas minas hispnicas a finales del s. II y comienzos del siguiente.

    Segn Frank, al que sigue Gabba, al principio de la conquista los go-bernadores de las provincias dirigan la explotacin ce las minas y los ingresoseran depositados en el erario de Roma, al finalizar su gobierno. Cuando, las

    sumas ingresadas disminuyeron, hacia el ao 179, la explotacin pas de loscensores a compaas de publicanos, lo que motiv una fuerte corrienteemigratoria de itlicos. En Cartago Nova han aparecido las ms antiguas ins-cripciones de Hispania con nombres de ciudadanos posiblemente relacionadoscon las minas, estos sonL. Baebius, L. Catius. L. Taurius y Seruilius Aegolanus(CIL 11,3408).

    Una sociedad privada era tambin la Societas Mont. Argent. Ilcro,Mazarrn, cuyos lingotes aparecen en Coto Fortuna y que exportaba su pro-ducto a Roma (CILXV 7815); tambin sin los nombres de los particulares, sedatan aproximadamente en las mismas fechas de los lingotes de Cartago Nova.

    No se trata de unasocietas depublicani, que explotaban el cinabrio de Sisapo,en Sierra Morena, sino de una sociedad privada, que, usufructuaba sus minas,ya que las minas de plata en Hispania, segn Estrabn, estaban en manos de

    particulares.Seguan en importancia a las minas de plata de Cartago Nova, las de Cs-

    tulo, Linares, Jan, de la que quedan gran cantidad de instrumentos de trabajoen el Museo Arqueolgico de Linares. Gracias a trabajos recientes se conoce

    bien la explotacin de El Centenillo, Jan.

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    La mina de El Centenillo, a juzgar por las monedas, estuvo en explotacindurante el s. I y los trabajos continuaron durante los dos o quizs tres siglossiguientes.

    Los antiguos reales se reconocen en una distancia de 870 m. sin interrup-cin ninguna en algn filn, y en otros se extienden sobre 1.150 m. con unainterrupcin entre 350 y 650 m., o sobre 760 m. En los dos primeros filones losreales han descendido hasta 225 m. y en el ltimo hasta 130 m. La explotacinde estos filones fue racional o sistemtica. El sistema de desage es de los msnotables. Varios utensilios del tipo de los descritos por Diodoro, que, segn esteautor, se empleaban en las minas andaluzas, se han hallado en Andaluca, sobretodo en Cerro Muriano, Crdoba, pero el ejemplar ms completo procede de ElCentenillo. De aqu se conocen cinco ejemplares. El tornillo de Arqumedesconsiste en un rbol central de madera de roble, sobre el que se fija una cintaespiral de cobre, de modo que forma un tornillo sin fin, va unida al chasis, queconstituye el centro de la comba; esta ltima es un cilindro de madera. En el ejedel tornillo hay una punta metlica, que hace oficio de pivote. La comba secolocaba en plano inclinado.

    Uno o dos esclavos accionaban la comba que aspiraba el agua de un dep-sito inferior y la elevaba hasta un segundo superior, desde donde era nuevamen-te elevada por bombas sucesivas. Mediante este sistema en algn filn el aguafue elevada unos 30 m.

    Para la ventilacin posiblemente se establecieron unos circuitos, entre lospozos y los socavones, o entre las trincheras y los socavones. El sistema deextraccin del mineral se desconoce; parece ser que era con pico y buril. Se

    evacuaba por los pozos y socavones orientales.La presencia de un crisol de plomo indica que el metal era fundido en las

    proximidades de las minas. De la explotacin mineral de El Centenillo se cono-cen ms de 100 sellos de plomo, con cabeza humana. C.S. XXX; S. C. XL, S.C.en el anverso, S.C. reverso. Las siglas se interpretan Societas Castulonensis,algunas acompaadas de valor numrico. Tambin se conoce algnpondus conlas mismas iniciales. La fundicin de estos sellos era precintar los sacos de es-

    parto, que contenan el mineral. Estas minas las explotaba una compaa pri-vada a finales de la Repblica. El lugar de destino del metal era sin duda Roma.Esta sociedad debi controlar las minas de plata de toda la regin.

    Cstulo era el gran centro minero de la regin, que toda ella estaba pla-gada de minas de plata, como en el N. de Sierra Morena la mina de Digenes,a 70 km. de Cstulo, en la actual provincia de Ciudad Real. Los filones fueronexplotados en. dos perodos sucesivos, a juzgar por el material arqueolgico, afinales del s. II y primera mitad del s. I a.C., hacia la mitad del siglo seabandona el trabajo, que se reemprendi en los siglos I-II. De esta mina seconoce multitud de material arqueolgico, tambin se conservan los filonesvacos y los pozos de prospeccin; algunos tajos tienen una longitud de 200metros y profundizan en el suelo hasta una docena de metros. En esta minautiliz Roma las tcnicas prerromanas de extraer el mineral, como los marti-

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    llos de tipo neoltico. Se ha encontrado un fragmento de tornillo de Arqumedescon hlice de madera, semejante al hallado en las minas prximas deAlcaracejos; pero el sistema de explotacin no alcanz aqu la perfeccin de las

    minas del SO. Tharsis, Riotinto, Sotiel Coronada, o el de las ms cercanas de ElCentenillo, Posada, o Cerro Muriano. La salida del material sera a travs deSierra Morena al ro Betis por Andjar, por donde pasaba la Va Augusta. SierraMorena tena docenas de estas minas, explotadas a finales del s. II y en la

    primera mitad del comienzo del Imperio. La administracin prest ms inters ala regin del SO., que se convirti en el gran centro minero para la explotacindel cobre y plata. Las pequeas minas tipo Digenes perdieron su importancia.

    Al final de la Repblica el mercurio de Almadn haba pasado a manos deuna sociedad romana, encargada de su explotacin (Cic.Ph. 2,19).

    Lo explotaban los Publicani. Plinio, Trogo Pompeyo y Vitruvio nos danunos datos muy interesantes sobre esta mina. Plinio (NH. 33,118) escribe: Elminio ms conocido es el de la regin sisaponense en la Btica, mina que es

    propiedad del pueblo romano. Nada se vigila con ms cuidado, no estpermitido refinarlo en el lugar, sino que se enva a Roma en bruto y bajoprecinto en cantidades de unas 2.000 libras de peso al ao (otros cdices dan lacifra de 10.000). En Roma se lava. Con el fin de que no alcance precios muyaltos, una ley ha fijado su valor en venta, que es de unos 70 sestercios la libra.Se adultera de muchos modos, lo que proporciona grandes beneficios a las com-

    paas. En otro lugar de su obra (NH 33,121) aade que las vetas estn slocompuestas de minio sin plata. Trogo Pompeyo (Iust. 44,1,6) afirma queHispania es la regin que produce mayor cantidad de minio. El minio btico era

    de mejor calidad que el procedente de Snope (Str. 3,144).Vitruvio (Arq. 8,9,4), que escribe a comienzos del s. I, indica que las minas

    se haban descubierto haca poco tiempo; confirma las noticias de Plinio de laexportacin del mineral a Roma y su preparacin all, los talleres se encon-traban entre el templo de Flora y el de Quirino y de su adulteracin con cal.

    De todos estos datos arqueolgicos y literarios se deduce que Hispania es eldistrito ms rico del imperio en formacin y el primero que fue explotado. Estaexplotacin minera explica la intensa colonizacin a que fue sometido el sur ylevante y la temprana y profunda romanizacin de las costas mediterrneas.

    La explotacin de las minas era una gran empresa capitalista. Requera

    grandes masas de esclavos, que sin duda los proporcionaban las mismas gue-rras de la Pennsula, abundancia de madera en las proximidades para apuntalarlas paredes de los filones, una industria accesoria de instrumentos de minero yde cuerdas, sacos de esparto, transportes bien organizados y la distribucin delos productos. El centro receptor ms importante era, sin duda, Roma.

    El siglo I a.C. fue el siglo de oro de la explotacin y colonizacin deHispania, ya que el Oriente se encontraba arruinado moral y materialmente,como resultado de las guerras de Mitrdates, quien lleg a matar 80.000 itlicos

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    en un solo da; de las confiscaciones efectuadas por Sila y los demcratas, dela endmica piratera de Cilicia y Creta, con la que acab Pompeyo en el ao67, y de la explotacin de los banqueros romanos. La explotacin data de ms

    antiguo, hacia el ao 100, fecha en que se redact el libro de los Macabeos(1,8,3); los pueblos del Oriente saban bien que las minas hispanas de oro yplata se explotaban a gran ritmo.

    II. FUENTES LITERARIAS Y EPIGRFICAS DE POCA IMPERIAL.

    Sobre la riqueza minera de toda Hispania, en general, escribe Plinio (NH3,30;): Casi toda Hispania abunda en yacimientos de plomo, hierro, cobre,

    plata, y oro. La Citerior produce tambin espejuelo, as como la Btica minio.Hay tambin canteras de mrmol. Frases como stas se leen en otros prrafosde su Historia Natural (37, 203).

    Con Augusto empieza la explotacin de las minas del N. de Hispania. Noest claro si la explotacin de las minas de oro de Asturias y Galicia fueron lacausa determinante de las Guerras Cntabras, pero en ltimo caso obedecenstas a causas econmicas, cual es que las tribus del N. molestaban a los aliadosde Roma, vacceos, turmdigos y autrigones con sus razzias y saqueaban las zo-nas productoras de trigo (Flor. 2,33,47) de Palencia y Burgos.

    Lo que s es cierto es que inmediatamente despus de la pacificacin delNO. se explotaron a gran ritmo las minas de oro con los prisioneros de guerra.El historiador Floro, contemporneo de los sucesos que narra, lo afirma tajante-mente (2,33,59). Plinio, (NH, 3,16,17) que utiliz como fuente los documentosde Agrippa confeccionados para trazar un mapa en Roma del Orbe Terrqueo,

    el Orbis Pictus de Agrippa, pintado en el prtico de Vipsania Polla, hermana deAgrippa, acompaado de un texto explicativo, redactado por autor desconocido,ha transmitido unos datos muy concretos sobre el rendimiento de las minas del

    NO y sobre el sistema de extraccin. Asturias, Galicia y Lusitania suministra-ban 20.000 libras de oro al ao, la produccin de Asturias era la ms abundante.No hay parte alguna de la tierra donde se d esta fertilidad durante tantos siglos,concluye Plinio (NH 1,33,77-78). Se llamabastriges a pequeas masas de oro,que forman pepitas o arena de oro puro nativo (Plin. NH 33,62).Antiguos lava-deros de oro se documentan en el Sil, en los afluentes del Duero, Tajo y Genil.

    Pepitas de oro se encontraban en los ros de Hispania: Jaln, Ribota,

    Duero y Limia (Marc. 10, 13,1; Sil. It. 1,234; Stac. Silu.3,3,89) como en elTajo. Los montes ridos y estriles solan tener minas de oro (Plin.NH 33, 66-67). Pasa el Naturalista latino (NH 133,76-77) a describir el sistema deextraccin del oro que consista en el uso de una corriente de agua, que facili-taba, a travs de venas abiertas en los montes por las que penetraba, la extrac-cin. La tierra se deslizaba hasta el mar, lo que produca el derrumbamiento delos montes. El oro obtenido por las arrugiae era oro puro, encontrndosemasas de ms de 20 libras, llamadas palagae o palacurnae, y cuando son

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    pequeas balux, todas voces hispanas. Este oro no es de filones, sino que estabacontenido en pizarras y cuarzos, que al ser desintegrados por la accin del agua,deposita las partculas de oro en el cauce. Los romanos utilizaron un procedi-

    miento de disgregar los montes, mediante excavaciones en corredores subterr-neos con pilares de sostn, que destruidos ocasionaban el desplome de los mon-tes. Estos derrumbamientos afectaban a masas gigantescas de tierra. Las gran-des masas de rocas fragmentadas eran sometidas a un lavado de agua, que caadesde gran altura, hasta de 100 metros a veces, que proceda de embalses artifi-ciales, mediante acueductos, con 150 km. a veces, de recorrido. Las arrugiae selavaban durante el invierno. Los detritus eran arrastrados mediante un sistemade canales, o anchas galeras y clasificados, lo que originaba verdaderos aluvio-nes de oro. Los minerales eran clasificados por tamaos, y pesos. Se ha calcula-do que los romanos laboraron por este procedimiento unos 500 millones detoneladas de roca aurfera, con una riqueza de ocho gramos de oro por tonelada,lo que suman unos 5.000 millones de pesetas oro. Este sistema de extraer oro seutiliz en otras regiones del Imperio, como en Iliria. La zona de pizarras aurfe-ras se extiende de N. a S. con. una anchura que oscila entre los 40 y 130 kilme-tros, por las provincias de Asturias, Lugo, Len, Orense y Zamora, acabando laexplotacin en Tras-os-Montes.

    El centro minero estaba en Asturica Augusta, de la que Plinio (NH 3,28)escribe que es una gran urbs. El oro contena plata en proporcin variable, unasveces una dcima parte, otras una octava. En la mina Albucrarense en Galicia la

    plata se presentaba en una treinta y seisava parte, siendo en este aspecto la msimportante. Cuando la proporcin de la plata era una quinta parte, el oro se

    llamaba electrum (Plin. NH 33,80). Estas explotaciones requeran una masafabulosa de esclavos, como la que hubo despus de las Guerras Cntabras, almismo tiempo que unos trabajos de ingeniera muy costosos y perfeccionados,de los que quedan abundantes testimonios. Lucano, que escribi su poema sobrela guerra civil, la Farsalia (4,297 ss.), entre los aos 60 y 65 y Silio Itlico, quecant la Segunda Guerra Pnica entre los aos 88-89 aproximadamente (1, 231-232), coinciden con Plinio en asignar a Asturias el primer lugar en la explo-tacin del oro. El epteto que Silio Itlico (3, 345) da a Galicia es el de rica, sinduda por el oro de sus tierras, mencionado en otros versos del poema (2, 602),en lo que coincide con Trogo Pompeyo (Iust. 44, 3, 4) y con Marcial (4, 39,7;

    10,16,3; 14,95,1).La abundancia del oro en la Hispania augustea queda bien patente en las100 libras de oro que la Btica regal al emperador para erigir una estatua,agradecida por la pacificacin de unos disturbios, cuya naturaleza e importan-cia se desconoce (CILVI 31267).

    Marcial, en la poca flavia, menciona el oro de Bilbilis (12, 18,9), sin dudaen pepitas recogidas en las orillas de los ros Jaln y Ribota, que se unen msabajo de la ciudad (10, 13,1). Silio Itlico (3, 401) transmite la noticia de que lacomarca de Crdoba produce oro, pero este dato ha sido puesto en duda por loscrticos. Se supone generalmente por los investigadores, como Rostovtzeff,

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    que las minas de oro de Hispania deban encontrarse agotadas a comienzo dels. II, lo que explicara en parte la conquista de Dacia por Trajano. En Asturiasslo ha aparecido un tesorillo posterior a Adriano, segn me indica F. Jord.

    Recientemente A. Garca y Bellido ha publicado una serie de lpidas vo-tivas halladas recientemente enAsturica Augusta y Len dedicadas a deidadesexticas, por personal imperial administrativo, muy posiblemente de lasminas, Iulius Siluanus Melanio procurator Auggustorum Provinciae

    Hispaniae Citerioris;este personaje haba sido procurator argentariarum enDalmacia en el Municipium Domauianum, hoy Gradina, importante centrominero, al igual que Asturica Augusta. Parece que vivi cu el primer cuartodel s. III, lo que probara nuevamente la explotacin a principios de este siglode las explotaciones aurferas de esta regin hispana. Se conoce el nombre dealgunos otros procuratores Angusti, como Publius Aelius Hilarianus,

    posiblemente de poca de Alejandro Severo o quizs de Cmmodo, yPubliusMaximus,en la primera mitad del s. III, Claudius Zenobius,del primer terciodel s. III, Gaius Atacilius Octauius Saturninus, de la misma poca.

    Las inscripciones de Villals a 20 km. de Astorga, mencionan los nombresde varios procuradores imperiales;Hermes, Augustorum libertus,ao 163;Zoi-lus, Augustorum libertus, ao 165/166; Aelius Flauius, ao 167; ValeriusSempronianus,ao 175;Aurelius Eutyches,184;Aurelius Firmus,ao 191. La

    presencia de estos procuradores, en la segunda mitad del s. II en el NO indicabien a las claras que estas minas se seguan explotando. A estas inscripcionesnos referimos ms adelante de nuevo. Posiblemente est en relacin con la ad-ministracin de las minas del NO. C. Caetronius Miccio,a quien los mercaderes

    deBracara Augusta erigieron un ara, bien estudiada por G. Alfldy. Su cursushonorum nos es conocido, tribuno de la plebe, pretor, legado de Augusto en laCiterior, legado de Augusto de la Legio II Augusta, procnsul de la provinciaBtica, praefectus del erario militar, y praefectus reliquorum exigendorum

    Populi Romani. La inscripcin es de poca claudia, ao 45.A partir de la conquista de Dacia, esta provincia constituy el armazn del

    occidente romano, y el centro de gravedad de la actividad econmica tiende adesplazarse hacia las fronteras, segn indica Hatt, antes lo haban sido Britan-nia e Hispania. Las minas de oro Hispanas, se explotaron en el s. II, pues el

    botn dacio, representado en la Columna trajana, y al que alude el bizantino

    Lido (de magistr. 2, 28), muy posiblemente utilizando como fuente a Critn,mdico de Trajano, autor de una obra en varios libros llamada Getika, quenarraban la conquista de Dacia, se gast muy pronto. Roma necesitaba oro, yaque durante todo el s. II el Imperio era deficitario en su comercio exterior eimportaba de fuera de las fronteras ms que exportaba; por ello debi explotarlas minas hispanas todo lo que pudo.

    Una alusin al oro de lusitanos y cntabros se lee en el historiador judoFlavio Josefo, que escribi en el ltimo cuarto del s. I en Roma su GuerraJudaica (2, 374). Dada la fabulosa explotacin de oro de principio del princi-

    pado no es de extraar la noticia dada por Plinio (NH 33, 54) de que en el

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    triunfo de Claudio sobre Britannia, celebrado en el 44, figuraba una coronaprocedente de la Hispania Citerior de 7.000 libras de peso. Suetonio (Galb.12,1) transmite un dato interesante sobre la avaricia de Galba, que al mismo

    tiempo prueba la riqueza de oro de Hispania, los habitantes de la Tarraconensele ofrecieron una corona de oro procedente de un templo antiguo de Jpiter,que mand fundir y pidi la restitucin del peso, perdido por la fundicin.

    Sobre la plata hispana Plinio ha conservado unos datos muy interesantes,como el que la plata hispnica es la ms bella, que las minas se localizan enterrenos estriles y en las montaas, que los pozos abiertos por Anbal, el llama-do Baebelo que suministraba el general cartagins 300 (98,100 kg.) libras dia-rias, estaba excavado en 1.500 pasos (2.205) m.); en su explotacin se emplea-

    ban mineros aquitanos, famosos mineros que achicaban noche y da el agua, norelevndose sino a medida de la duracin de las lmparas (NH 33, 96-97). Laespuma de plata ms preciada, despus de la tica, era la procedente de Hispa-nia (NH 33, 106). La plata en el interior de Hispania se oxidaba fcilmente (NH33,158).

    Se conoce el nombre de un hispano, muy rico, poseedor de minas de oro,plata y cobre, Sexto Mario. El nombre de S. Mario lo lleva la Sierra Morena,que en Ptolomeo 2,4,15 se llama Mons Marianus. En el Itinerarium Antonini432 se menciona unMons Marianorum, y en la regin de Sevilla, una estacin

    Mariana, hoy Mariena, cerca de Puebla del Prncipe, lo que indica que las, mi-nas de S. Mario abarcaban una gran extensin. En el ao 33 se le acus de in-cesto con su hija y fue despeado de la Roca Tarpeya. Tiberio, segn Tcito(Ann. 6, 19, 1), que es el que ha transmitido la noticia, se incaut de las minas,

    aunque debi transferirlas al Senado romano, que administraba la Btica. Elproceso no fue ms que un pretexto para confiscarle los bienes. Din Casio (58,22, 2-3) ofrece otra versin de este hecho. El emperador lo que en realidad pre-tenda era su hermosa hija, y al no acceder S. Mario a los deseos del emperador,cay en desgracia. En la poca flavia se conoce un liberto imperial que es

    procurator montis Mariani (CIL II 1179. Dessau I, 1591) y un segundo enOstia,procurator massae Marianae (CIL XIV 52. Dessau I, 1592; II 3527), loque prueba que el mineral se exportaba. En poca de Plinio (NH 3,4,4) el cobremariano era el preferido; se explotaba en los alrededores de Crdoba y en estaciudad ha aparecido una inscripcin que menciona a Corinthius Sexti Marii

    seruus (CIL II 2269), lo que indica que Crdoba era el centro de la explotacinde las minas de Mario, que continuaron produciendo metal despus de la muertede su amo. Mario en realidad era un rentista, como lo debieron ser muchos se-nadores hispanos, que vivan en Roma. Estas confiscaciones concentran las ri-quezas en las manos imperiales. Una poltica parecida de confiscaciones siguiCalgula con la Galia. (Dio Cass. 59,21,2; 22,3,4). El rico ms grande del Impe-rio era, pues, el emperador.

    Un dato verdaderamente significativo de la riqueza de plata es que, en elreinado de Claudio, un esclavo imperial, intendente de la Hispania Citerior,tena un plato argnteo de 500 libras de peso (NH 33, 145). En el ao 69 M. Sal-

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    vio Otn, legatus Augusti en Lusitania, regal a Galba sus vasos de oro y plata,para ayudarle a montar, como convena a su persona, su casa; muy posiblemen-te procedan de la regin que administraba, aunque fue excelente administrador

    (Plut. Galb. 20,3). Se seguan explotando, en todo el siglo I, a juzgar por el ma-terial suministrado por la Arqueologa, las minas mencionadas de Digenes ylas de Cartago Nova, a las que alude a final del s. I Silio Itlico (15, 195). lti-mamente entre los aos 1959 y 1961 se han extrado del mar en la regin deColonia de Sant Jordi, Mallorca, unos 50 lingotes de plomo. Este descubrimien-to marca el camino martimo que los cargamentos de plomo seguan desde lascostas del S. E. espaol a Italia. Tres lingotes llevan la marca AEMILIGALLICI,N. MEVI: APRI y G. CORNVTI,son de poca imperial y sobre loslaterales llevan la marcaIMP CAES y en un caso se aadeAVG.Conservan los

    pesos y longitud de los lingotes hispanos de poca republicana; peso: entre 32 y36 kg.; longitud 0,45 m.; altura 0,09 m.; anchura 0,11 m. Su forma es troncopi-ramidal, y por lo tanto, diferente de las de la etapa republicana. Un lingote de la

    primera marca apareca en Pompeya, (CIL X 9339). En Marsella ha aparecidoun galpago circular con la inscripcin IMP. NOMINE / PRIMVLI ET SILO-

    NIS / PROC. COL. ONO/BENSIS. Se trata de una exportacin de Huelva. Enel s. I la casi totalidad de las minas las posea el emperador, como en Britannia,conquistada por Claudio. En Hispania el rgimen de explotacin era diferente,como lo indican los lingotes de Mallorca. Las minas eran explotadas por parti-culares,possessores,que se haban convertido en arrendatarios, huellas de estatransformacin se documentan en los massae de Mallorca. Los explotadores

    ponen su nombre sobre los lingotes, porque ellos producen el metal, pero este

    metal, como lo indican las marcas laterales, pertenece al emperador. Una lpidade Capua (CIL X, 3964) menciona a un uillicus sociorum Sisaponensium ex

    Provincia Ulteriore;aunque de propiedad estatal las minas de Almadn estabanarrendadas a una sociedad. Las minas del SO tienen su momento de mximaactividad a partir del ltimo cuarto del s. I. Las fuentes sobre Hispania poste-riores a Plinio, que muri con ocasin de la erupcin del Vesubio en el 79, deja-ron de interesarse por la Pennsula, por lo que los datos sobre las explotacionesmineras en el s. II son escasos. Varios documentos hablan de una explotacinintensa de las minas del SO. a partir del auge de la vida municipal y del impulsoque a la economa de las provincias dieron los emperadores Flavios y Trajano.

    Las tablas de bronce de Aljustrel, en Lusitania, son de poca de Adriano. Laslucernas, que tanto abundan en las minas de Riotinto, pertenecen en su casi tota-lidad al s. II, el anlisis de radiocarbono da una fecha, para estas minas, de1.810 aos, con una oscilacin de 25 aos, lo que se remonta a finales del s. I. Lacurva estadstica de las monedas indica, como las lucernas, el momento de mxi-mo esplendor en poca de los Antoninos. Muy posiblemente las minas de Carta-go Nova y las de Sierra Morena haban perdido su importancia por entonces.

    Las monedas recogidas en estas ltimas minas indican que fueron explota-das en el s. I a C. y en los dos o tres siguientes. Tambin han aparecido hornos

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    de fundicin, prueba de que el plomo se copelaba en las bocas de las minas. EnEl Centenillo las monedas recogidas van desde el ao 45 a. C. hasta el 383 Y enCoto Fortuna desde los cartagineses hasta los tiempos de Honorio. Sin embargo,

    las minas de plomo hispanas, de las que se obtena la plata, debieron entrar endecadencia en poca flavia, con la competencia intensa de las de Britannia; a sudecadencia alude Plinio (NH 34,164).

    Rostovtzeff se inclina a creer que las minas de plata de Hispania se hallabanagotadas en parte en el s. II, lo cual es muy posible para algunas minas; elloexplicara las medidas adoptadas por Adriano en cuanto a las minas de plata, yel florecimiento de la industria minera en Britannia. Las minas de la provinciade Huelva se explotaron intensamente en poca de los Antoninos. En cambio enlas minas bticas y del SE el trabajo deba haber descendido mucho, sin cesardel todo su explotacin. Contribuy a ello la falta de mano de obra esclava, quetuvo que ser sustituida por libre en poca antoniniana y despus.

    Una inscripcin hallada en Aljustrel, fechada en el ao 173 235, erigidapor los coloni de la explotacin minera, en honor de unprocurator metallorum,que adems era uicarius rationalium, indican que las minas dejaron de explo-tarse, algn tiempo, ya que se le llama restitutor metallorum, sindolo de nuevo.

    Gracias a las aportaciones de la Arqueologa es posible conocer bastantebien el estado social y las condiciones del trabajo, la administracin, las socie-dades y asociaciones de mineros y su procedencia en las minas de Riotinto enlos aos de los Antoninos y de los Severos. A partir del s. II la mayora de losmineros eran libres y no esclavos. Las tumbas de los mineros con sus vasos decermicasigillata y vidrios, suelen ser mejores que las de otras comunidades de

    trabajadores. Hay tambin cierta abundancia de lpidas funerarias. La condicinde los esclavos mejor sensiblemente en las minas del SO en el s. II. Los docu-mentos epigrficos indican unas buenas relaciones entre los siervos y amos,

    bien probadas por las inscripciones, como la de Theodorus Diogenes,de finalesdel s. II a su amaFirmia Epiphania,o de otros seores a sus esclavos.

    La primera autoridad del distrito minero es el procurator metallorum.Lostres personajes documentados son libertos del emperador, Pudens, Augusti li-bertus,en el ao 97, durante el gobierno de Nerva;L. Flavius, Augusti libertus

    Polychrisus,administraba elMons Marianus, a principio del s. II, y resida enSevilla yM. Ulpius, Augusti libertus Eutyches,posiblemente liberto de Trajano,

    estaba al mando del distrito minero de los metallorum albocolensium,en territo-rio vacceo. Los cognomina griegos de los dos ltimos libertos indican suprocedencia oriental. Adanse losprocuratores Augusti citados en las lpidasde Villals, en las proximidades de Len, que posiblemente eran administra-dores de las explotaciones aurferas de las Mdulas, en la segunda mitad del s.II. Se llamaban Aurelius Eutyches, Aurelius Firmius, Hermes y Zoilus,eran li-

    bertos del emperador; tres de ellos son de origen griego. Libertos imperiales es-taban al frente de las explotaciones mineras, lo que prueba su importancia en lahacienda del emperador. A partir del comienzo del Imperio estos cargos bur-

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    crticos los desempeaban generalmente libertos de confianza del emperador.Hacia el cambio de Era, segn se indic ya, la explotacin de las minas de oroera incumbencia slo del Estado, y las dems se encontraban en manos de

    particulares. Minas de oro tena, confiscadas por Tiberio, el mencionado SextusMarius. A los arrendatarios de contribuciones pblicas de minas de oro ysalinas, se les autorizaba a formar corporaciones (Dig. 3,4,1). El ocupante de unlocus putei estaba autorizado a formar, segn la ley de Vipasca (2, 6-7), unaasociacin con cuantas personas lo solicitasen y se regulan las relaciones de lacorporacin y los socios. Estos coloni, socii y occupatores formaban el sectorcapitalista de las explotaciones mineras. A una mujer de esta clase pertenece lalpida hallada en Riotinto deLicinia Materna Nouaugustana.

    Los obreros metalrgicos y peones de las minas posean tambin collegia,asociaciones, cuyas actividades eran muy variadas: organizar fiestas en honorde los dioses patronos; banquetes en comn en ciertas fechas del ao, y organi-zar y administrar los fondos allegados al funeral, entierro dentro del cementeriocomn, y cuidado de las tumbas. Este carcter, similar al de las modernas fune-rarias, parece ser el fin. primordial de la institucin. Procedente de Riotinto seconserva una inscripcin dedicada por el Collegium Salutare aIupiter Optimus

    Maximus. Estos collegia eran entidades de derecho pblico. Las lpidas de laregin de SO tienen la importancia de sealar casi siempre la procedencia de losmineros. De ellas se deduce que haba una emigracin de mano de obra libre degalaicos y lusitanos principalmente a las minas del SO. En las del S. se ha halla-do una inscripcin dedicada a un joven de veinte aos, llamado Paternus, que

    perteneca a la gentilitas de los cntabros orgenomescos. Los compaeros de la

    tribu encargan la lpida, lo que indica que eran varios, libres, y que del N. emi-graron a Cstulo en busca de trabajo. En la zona minera del SO aparecen muje-res celtberas, lo que prueba que tambin emigraban las mujeres, posiblementeen compaa de sus maridos:Licinia Materna; una familia deEmerita Augusta;un Camulus que por su nombre ha de ser lusitano o gallego; un Reburrinus deCastellum Berense, Vern, en territorio de los lnicos, que trabajaba con su her-mano, y varios talabrigenses, ciudad lusitana entre Coimbra y Braga. Esta emi-gracin de trabajadores no slo era de varones, sino tambin de mujeres, asaparece cerca de Aroche, una Vibia Crispa, Arabrigensis; Fabia Frisca, Ser-

    pensis; Baebia Crinita, Turobrigensis y en Alosno una persona de Olisipo. La

    vida de los mineros era corta. Los datos que aportan las inscripciones del SOson bien significativos. Germanus, esclavo deMarinus y de procedencia germa-na a juzgar por el nombre, muri a los 15 aos;Fuscus a los 22; Sutrius a los 30yPaternus a los 20.

    Se conserva el primer cdigo del Imperio Romano sobre minas, las tablasde Aljustrel, Alentejo, Portugal, bien estudiado por D'Ors, que contiene la re-glamentacin de un distrito minero y en las que se halla una informacin im-

    portantsima y nica sobre reglamentacin fiscal y administracin de las minasde cobre y plata. En el territorio haba una pluralidad de yacimientos, adems delas canteras de piedra. Los restantes distritos mineros se regiran por una

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    legislacin parecida o idntica. Todo el distrito minero, incluso la poblacin or-dinaria, se encontraba bajo el gobierno delprocurator metallorum,representan-te del fisco imperial, que poda ser del rango de los equites,pero que frecuente-

    mente era un liberto imperial. De las dos tablas que se conservan, la primera fijalos derechos de los diversos arrendatarios de los servicios de la localidad; delarriendo del impuesto en las subastas, del pregn, de los baos pblicos, de lazapatera, de la barbera, de la tintorera y del impuesto sobre refundicin de es-corias y minerales concentrados, de la inmunidad de los maestros de Vipasca, ydel impuesto sobre la ocupacin de los pozos mineros. La tabla segunda deter-mina el rgimen de explotacin, desde el punto de vista jurdico y tcnico y lasmedidas de polica.

    Las tablas son de poca hadrianea. Una lex metallis dicta, mencionada en latabla primera, poda ser la segunda, siendo la mencin al emperador Adriano unaadido posterior, o una ley de poca anterior, quizs flavia. El dueo de lamina de Vipasca era el Estado, que no explotaba directamente los pozos, sinoque conceda el derecho de ocupacin de un locus putei,mediante el pago de unarriendo mientras que los colonos hicieran proscripciones, una vez encontradoet mineral se concertaba la venta entre las dos partes. Los emperadores aplica-ron a las explotaciones mineras el mismo sistema empleado en las tierras pbli-cas e imperiales, el arriendo a pequeos empresarios.

    Examinemos un poco ms detenidamente el contenido de cada una de lastablas. En Vipasca un monopolio era la banca, y el banquero poda cobrar un 1

    por 100 del precio de todas las subastas, que deduca del precio o entregar alprocurator melallorum esa cantidad. El desarrollo del comercio, de la industria,

    de la agricultura y las explotaciones minerales presupone un gran desarrollo dela banca, que era una empresa privada. El fisco era el mayor banquero delImperio, prestaba dinero a rdito, al igual que los prestamistas particulares y los

    bancos; como el emperador, atesoraba moneda acuada, y realizaba numerosasoperaciones financieras. Una excepcin a favor del Fisco se daba cuando laventa se haca sin intervencin del banquero, directamente por el procurator,con autoridad del Emperador. Aun en este caso, si se venda un pozo, el con-ductorpoda cobrar la centsima del comprador del pozo. Siguen casos especia-les de aplicacin de esta ley. El plazo de pago de la centsima era de tres das.

    El servicio del pregonero que intervena en la subasta, era tambin objeto de

    un arriendo en monopolio. El estipendio que paga el vendedor por el servicio seestipula en el 2 por 100 de precio, si es menor de 100 denarios y del 1 por 100 sies superior a 200. Si se subastaban esclavos, el precio se fijaba en relacin conel nmero de cabezas. Se exceptan de los derechos de pregn, las ventas yarriendos hechos por elprocurator en nombre del Fisco. La explotacin de los

    baos en Vipasca era en arriendo, su inspeccin corresponda al procuratormetallorum. Poda imponer multa de 200 sestercios cada vez. El arrendatariodeba calentar el agua durante un ao, abrirlos a horas determinadas, del ama-necer a la hora sptima para las mujeres, y de la hora octava o la segunda de lanoche para los hombres, y suministrar agua corriente. Fij la ley el precio

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    de los baistas. Entrada gratis tenan los soldados y los nios. El arrendatario,que reciba todos los accesorios de los baos, deba cuidar con particular esme-ro de las baeras. Determinaba la ley todo lo relacionado con la lea. La indus-

    tria del calzado se hallaba en rgimen de monopolio. La multa, al que se dedi-case a la zapatera, sin el correspondiente permiso, era del doble del valor delzapato. Era objeto del monopolio igualmente la reparacin del calzado. Tam-

    bin la barbera estaba en rgimen de monopolio, como las tiendas de los tinto-reros. Se conceda tambin en arriendo el beneficio de las escorias argentferaso cuprferas, el polvo de las escorias, los concentrados, y el beneficio de las can-teras. El mineral se adquira en bruto. Las operaciones de elaboracin se clasifi-can como: depuracin, trituracin, fundicin al fuego, preparacin y segmenta-cin de lingotes, criba y lavado. La ley gravaba a los que importan de otra zonaminera concentrados para preparar en Vipasca, con un denario cada 100 libras,unos 33 kilogramos aproximadamente. Los maestros de la escuela de Vipascaestaban inmunes de contribuciones pblicas. El final de esta primera tabla se re-fiere a la inscripcin de las ocupaciones de pozos mineros y de su impuesto.

    El Fisco daba un permiso de explotacin, y perciba la mitad del mineralextrado. Exista la posibilidad de comprar la concesin definitiva del pozo a un

    precio fijado por el Fisco. La tabla segunda legisla, al comienzo, sobre losprecios de los pozos de cobre, en disfrute temporal y castiga las explotacionesclandestinas. El ocupante no poda fundir el mineral, antes de haber pagado alFisco. Los pozos de plata eran explotados segn lo previsto por la ley, pero, adiferencia de los pozos de cobre, no se impone un pago total del precio, seaplicaba en este caso una disposicin especial de la liberalidad de Adriano, que

    consista en permitir en los pozos argentferos un pago a plazos, previo adelantode 4.000 sestercios; lo que supona una ventaja para el comprador. El Fiscotomaba una serie de medidas legales encaminadas a que las explotacionesmineras no se interrumpieran. La interrupcin era considerada un abandono, yel Fisco conceda el derecho de explotar el pozo al que lo encontrase abandona-do. Cada ocupante explotaba varios pozos al mismo tiempo. De cada cinco

    pozos ocupados el ocupante deba explotar al menos uno. Si se trata de un pozocomprado, se concede un plazo de inactividad de seis meses. El Fisco podadesinteresarse de su mitad y permitir la explotacin total al particular; el preciodeba ser lo ms alto posible. Para buscar la cantidad necesaria para comprar el

    pozo, el ocupante tena varias posibilidades:1) Buscar socios capitalistas a los que se les concedera una participacindel rendimiento.

    2) Pedir a un prestamista dinero.3) Vender su derecho a otro ocupante.4) Abandonar el pozo al derecho de ocupacin. Solucin no econmica.Posiblemente los ocupantes de los pozos constituan sociedades mineras. La

    Ley admite estas sociedades y no limita el nmero de socios. Segn su cuota departicipacin, cada socio contribuye a los gastos. Mediante anuncio por es-

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    crito, un socio que ha hecho los gastos y reclama de otro la parte que le corres-ponda pagar, puede reclamar la cuenta durante tres das, en el lugar ms fre-cuentado de la plaza. Si el socio no pagaba, la parte del pozo correspondiente le

    era decomisada y se sumaba a la de los restantes socios que haban contribuidoa los gastos. Los que sin ser socios adelantaron dinero, materiales u obras, po-dan legalmente reclamar no slo contra el contratante, sino contra cualquierade los socios de la explotacin. En las explotaciones de Mazarrn se han encon-trado vigas marcadas con nombres. S.Mauri, C. Laeui y Q. Bespodan interpre-tarse como los nombres de los ocupantes del pozo, o de los que adelantaron elmaterial. La ley conceda la posibilidad de efectuar reclamaciones sin previoacuerdo de los socios, siempre que hubiese buena fe por parte del socio quehizo el gasto. Tambin legislaba la tabla segunda la venta de un pozo comprado,y de la parte de un socio. No se poda vender un pozo a una persona de fuera deVipasca.

    Se prohiba fuera de las horas de sol el trasportar el mineral extrado, bajomulta de 1.000 sestercios, y se sancionaba el robo. Si el ladrn era un esclavo,elprocurator le mandara azotar y vender bajo condicin de estar siempre atadoy de no vivir nunca en un distrito minero. El precio obtenido por la venta seentregaba al amo del esclavo. Si el ladrn era una persona libre, el procuratorconfiscaba su patrimonio y le desterraba. Termina la segunda tabla con unaserie de previsiones tcnicas para el buen mantenimiento de los pozos. Estos de-

    ban estar bien apuntalados y sujetos. Uno de los apartados protege especial-mente los pilares interiores de las minas y los puntales de entibaci