Fundamentos Cristianos

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1 FUNDAMENTOS CRISTIANOS DE LA ECONOMIA Y LA EMPRESA

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    FUNDAMENTOS CRISTIANOS DE LA ECONOMIA Y LA EMPRESA

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    NDICE

    SESIN 1 - EL TRABAJO............................................................................................................... ........03

    Definicin y evolucin histrica.....................................................................................................................04

    La transformacin del concepto de trabajo por obra del cristianismo G.B. Bolis..........................................04 La aventura del trabajo. Viaje a travs de la historia en bsqueda de su sentido C. Caselli........................ 12

    Pensamiento de la Iglesia............................................................................................................................16 Laborem Exercens Jun Pablo II.. 16

    SESIN 2 - OBRAS Y EMPRESAS........................................................................................................26

    Definicin y evolucin histrica......... ....................................... .................................................................. 27

    Empresa y empresarios: camino al xito y produccin de valor econmico y social C. Caselli.................. 27 Una empresa antes de la Revolucin Industrial: la empresa Benedictina C. Caselli.................................... 36

    Pensamiento de la Iglesia........................................................................................................................... 38 Centesimus Annus - Juan Pablo II...38 Siempre ms all - L. Giussani........................................................................................................................ 49

    Frente a la necesidad una hiptesis positiva - L. Giussani.............................................................................. 54

    El deseo - L. Giussani.......................................................................................................................................55

    SESIN 3 - EL DINERO...57

    Definicin y evolucin histrica.58 El dinero: evolucin, funciones, valores C. Caselli...58

    Pensamiento de la Iglesia61 La Iglesia y los problemas econmicos: el rgimen del crdito . Chnon...61

    SESIN 4 - EL ENTORNO INTERNACIONAL 65

    Definicin y evolucin histrica.66 La Globalizacin de la economa C. Caselli..66

    Pensamiento de la Iglesia........69 Discurso del Santo Padre Juan Pablo II a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales..69 Discurso del papa Juan Pablo II a los miembros de la Fundacin tica y economa....72

    SESIN 5 - EL PODER Y EL ESTADO...74

    Definicin y evolucin histrica.75 Buen Gobierno y Subsidariedad C. Caselli.. 75 Sector No Lucrativo en Per: un ejemplo de la tradicin de iniciativa de la sociedad civil78 Modelos Econmicos y Subsidiariedad C. Caselli....82 El papel del Estado y la hilera del valor en la economa C. Caselli..92 El principio de Subsidiariedad en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia ..96

    Pensamiento de la Iglesia....99 Sentido Religioso, Obras, Poltica L. Giussani..99 Centesimus Annus Juan Pablo II.102

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    SESIN I EL TRABAJO

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    A. Definicin y evolucin histrica

    LA TRANSFORMACIN DEL CONCEPTO DE TRABAJO POR OBRA DEL CRISTIANISMO

    Gian Battista Bolis

    Dos palabras estn en los orgenes del presente trabajo y constituyen el punto de referencia para la tesis que intentar sustentar: los trminos latinos TRIPALIUM y LABOR y sus modificaciones gramticas y semnticas. La gran mayora de los historiadores del fin de la Edad Antigua y de los primeros pasos de la Edad Media estn de acuerdo en afirmar que las palabras neolatinas TRABAJO (castellano), TRAVAIL (francs), TRAVAGLIO (italiano), tienen sus races en una misma palabra latina: TRIPALIUM cuya etimologa ms probable es Tres palos: se tratara de tres palos fijados en el piso (como para formar una pequea pirmide) donde se ataban a los esclavos que se quera castigar, con azotes, por alguna negligencia o error en el trabajo. Una huella de esta idea de sufrimiento queda muy clara, todava, en la palabra italiana TRAVAGLIO que indica sufrimiento, dolores (se utiliza hoy sobre todo para indicar el esfuerzo de la mujer para dar a luz: "Travaglio del Parto"). Lo mismo se puede decir de la palabra latina LABOR. Todos los estudiantes de latn, desde los primeros ejercicios de traduccin aprenden que cuando en un texto en latn se encuentra la palabra labor se tiene que traducir como "fatiga" o "esfuerzo". El castellano es el idioma neolatino que mejor conserva la idea original de esfuerzo: slo hay un cambio de acento (lbor en latn labor en castellano) mientras que en francs la raz ha quedado sobre todo en el verbo LABOURER (significa labrar) y en italiano se ha transformado en LAVORO (trmino que indica genricamente el trabajo). Una referencia a la relacin del trmino LABOR con el trabajo agrcola, fatigoso, queda explcitamente marcada en la palabra castellana LABRAR. Estas observaciones etimolgicas seran suficientes para mostrar como las palabras trabajo y labor tienen en sus orgenes, en el mundo antiguo, un significado negativo, muy diferente del significado que hoy tienen; pero, para que la tesis resulte mas clara es oportuno fijar nuestra atencin sobre otra palabra latina cuyo significado ha cambiado profundamente: el trmino OTIUM. Muchas veces en los escritores latinos la palabra OTIUM se encuentra acompaada con el trmino LITTERAE (otium litterarum) e indica lo que nosotros hoy llamaramos ESTUDIO o LECTURA; en general pienso podra traducirse, con el fin de mantener su significado original, la palabra OTIUM con "Tiempo libre de tareas pblicas y dedicado al cultivo de la propia sensibilidad intelectual o afectiva". Cunta diferencia con el significado actual de la palabra OCIO, que es la que le corresponde etimolgicamente a OTIUM! Se pueden hacer muchos discursos sobre el concepto de trabajo en el mundo helenstico; pero, me parece indiscutible que el mundo pagano antiguo, tiene una idea decididamente negativa del trabajo manual, del esfuerzo fsico, de toda actividad humilde. Para documentar esto es suficiente citar el famoso pasaje del "De Officiis" de Cicern, autor que es considerado una cumbre del pensamiento "humanista" del mundo romano, donde hablando de los trabajos manuales dice: "Opifices omnes in sordida arte versantur; nec enim quidam ingenuum potest habere officina", que se puede traducir: "Todos los trabajadores se ocupan en oficios despreciables, porque en un taller no puede haber nada noble". De paso, slo puede ser til notar la contraposicin entre los adjetivos "sordidus" e "ingenuus" (que se pueden traducir, para aclarar la idea, con "sucio" y "honesto").

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    Igualmente indiscutible es el hecho que al final de la edad media encontramos que las palabras trabajo y labor conservan el sentido de fatiga, cansancio, esfuerzo, pero han perdido el significado moralmente negativo tpico de los ltimos siglos de la poca pagana. Objeto del presente trabajo es precisamente tratar de documentar la transformacin del concepto de trabajo desde la antigedad clsica al mundo medieval por influjo del cristianismo, limitando el campo de indagacin sobre todo a las experiencias monsticas, desde el siglo III hasta el siglo XIV. 1. Los orgenes del nuevo significado del trabajo Desde las mas antiguas Constituciones Apostlicas hasta las Constituciones de Santo Domingo de Guzmn o de San Bruno (Cartujos) dos son, sobre todo, las referencias bblicas que se repiten, con impresionante frecuencia, para fundamentar la necesidad y la dignidad del trabajo manual: los aos de vida de Jess en Nazaret a lado del "carpintero" Jos; el ejemplo de los Apstoles y sobre todo de San Pablo. A estas se podra aadir una tercera fuente: la tradicin del pueblo hebreo y el Antiguo Testamento que ya a partir del Gnesis menciona la necesidad del trabajo para dominar la tierra; pero justamente algunos historiadores han mostrado como en la mentalidad hebrea veterotestamentaria hay una distincin marcada entre trabajo agrcola (menospreciado y visto como una condena) y trabajo pastoril (visto positivamente). En segundo lugar no podemos olvidar que es a travs del Nuevo Testamento que el mundo cristiano de los primeros siglos recupera toda la tradicin del pueblo judo. 2. El trabajo en las primeras experiencias monsticas Una de las mas antiguas fuentes se encuentra en los escritos de San Atanasio, que describen la vida y la actividad de San Antonio. Este ltimo vivi entre el siglo tercero y cuarto de la poca cristiana y la tradicin le atribuye una vida largusima (251-356). El gran defensor de la Fe (contra los Arrianos), San Atanasio, perseguido por sus enemigos y por el mismo emperador, a menudo pudo salvarse refugindose en las grutas de los monjes seguidores de San Antonio que siempre le brind su amistad y apoyo (a su muerte le dej todos sus bienes). Fue .a travs de estos acontecimientos que pudo observar de cerca y ms tarde describir la actividad de este grupo de monjes. Los principales textos a este propsito son el "Vita Sancti Antonii" y el "Principia". En "La vida de San Antonio", Atanasio cuenta un episodio que le ha referido el mismo Antonio y que resulta muy importante para comprender el lugar que ocupa el trabajo en su experiencia. Una vez, como Antonio trabajaba un pequeo huerto y haca esteras, el diablo lo tent dicindole que no era un verdadero monje porque no saba hacer oracin y contemplacin ininterrumpida; entonces el fue tentado de abatimiento, casi querra dejar todo y regresar a la ciudad; pero de pronto se le apareci un ngel que teja esteras y rezaba a intervalos regulares y le dijo: "Haz lo que me ves hacer". Este hecho le hizo comprender que deba mezclar el trabajo y la oracin. En la misma obra, en el prrafo 634 se dice: Trabajaba con sus manos, porque se acordaba del mando: "lo que no trabaja ni siquiera coma" y de la ganancia parte la utilizaba para su alimentacin, parte la daba a los indigentes. El texto griego dice: EIRGAZETOTAISKERSIN y el latn repite fielmente LABORABAT MANIBUS SUIS, resulta con absoluta evidencia la continuidad del trabajo (el imperfecto latino) y el tipo de trabajo: manual (kersin = manibus = con las manos). Un poco ms adelante, Atanasio refiere el hecho que, en un cierto momento, alrededor de San Antonio se han reunido muchos jvenes que siguen su "aventura" y en el prrafo 662

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    describe su tipo de vida: "Haban en los montes algunos monasterios (de gente) que estudiaba las escrituras, ayunaba, rezaba, gozaba en la esperanza de los bienes prometidos, trabajaba para hacer limosna y eran unidos por una mutua caridad y concordia". Nuevamente el trabajo fsico (laborantium) como uno de los elementos fundamentales de la vida del "monasterio", junto a la oracin y al ayuno. Hay otra obra, siempre de Atanasio sobre San Antonio, donde se habla de la necesidad del trabajo manual, el titulo es "Principia" y se trata de una trascripcin de los consejos fundamentales que Antonio daba a quienes queran seguirlo. En el nmero 50 se dice que el monje tiene la obligacin de "Ex manibus suis vivere" (vivir del trabajo de las propias manos). Antes de pasar al anlisis de otros textos es necesario detener nuestra atencin sobre un elemento, contenido en los trozos citados, caracterstico y comn a toda la experiencia monstica desde sus orgenes. Se habr seguramente notado como en los textos la necesidad del trabajo est vinculada con las limosnas. Volvemos al punto. El primer documento habla slo de San Antonio y dice que parte del fruto de su trabajo lo utilizaba para la propia alimentacin y parte para ayudar a los indigentes. En el segundo se habla ya de una comunidad monstica (monasterium) y se llega al punto de identificar la razn del trabajo con la necesidad de hacer limosna. El hecho es interesante y tiene indudables consecuencias sobre la concepcin del trabajo. La vida de los "monjes del desierto" es famosa por su austeridad, a veces la dieta consiste en un pan al da y un poco de verdura; entonces es claro que si trabajaran slo para su subsistencia sera suficiente el trabajo manual de un 20% (si queremos exagerar) de los monjes y los otros podran dedicarse totalmente a la oracin y a la contemplacin; pero as no es porque, en primer lugar, el monje nunca se concibe individualmente, en soledad reza, ayuna, trabaja pero esto lo hace para el bien de toda la iglesia; en segundo lugar el trabajo tiene dentro de la regla, evidentemente, un valor educativo. A veces lo que produjeron los monjes de San Antonio o de San Pacomio era tanto y tan importante que en ciertos momentos de hambrunas pudieron salvar aldeas enteras. Hay una segunda figura importante para comprender el significado del trabajo en las primeras experiencias monsticas: San Pacomio. Originario de la Tebaide vivi entre el 292 y el 348 d.C. y fue artfice de un fenmeno impresionantemente masivo, es suficiente observar que a su muerte haba 3,000 monjes en los 9 monasterios fundados por l. Fue un ptimo organizador, sus reglas constituyen los primeros intentos de una vida "cenobtica", en sus monasterios (que se parecan a pequeos pueblos se hacan diferentes trabajos y los monjes vivan agrupados en diferentes casas, segn el trabajo; haban: tejedores, estereros, sastres, carpinteros, zapateros, cocineros, enfermeros, agricultores. Uno de los principios de su Regla, fruto de la revelacin de un ngel, es el siguiente, y lo retomo porque me parece un interesante ejemplo de realismo y sentido prctico: "Dejars que uno coma y beba segn sus fuerzas y le dars un trabajo proporcionado a ellas. No prohbas a nadie comer o beber, pero haz que los que comen y tienen ms fuerzas, ejecuten los trabajos que exigen mayor vigor y deja para los ms dbiles y ascticos los trabajos menos pesados". Para la necesidad del trabajo manual no hace muchos giros de palabra, slo seala a sus monjes que a este propsito "Hay para nosotros rdenes en la escritura" y subraya (confirmando la tesis que acabo de sostener) que el trabajo "debe permitirnos tender nuestras manos a los necesitados". En fin, para documentar la importancia tambin en trminos cuantitativos del trabajo manual podemos referirnos a la obra muy documentada de Garca M. Colombas que nos dice de los primeros monjes:

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    "Al amanecer empezaban el trabajo manual, que posiblemente interrumpan al medioda para permitirse un breve descanso... hacia las tres de la tarde tomaban la nica refaccin". Puede ser til observar que est hablando de los territorios orientales del Imperio Romano (Egipto, Siria) y que "al amanecer" en verano significa antes de las 6 de la maana y en invierno 7/7.30, es decir que, si calculamos una hora para el breve descanso del medioda, trabajaban manualmente como mnimo 7 horas. En otro pasaje de su obra nombra los trabajos y puede ser til citarlo, porque confirma cuanto hasta aqu he tratado de documentar: "Las ocupaciones ms comunes y preferidas de los solitarios coptos eran: confeccin de cestas, cuerdas y esteras tejidas con juncos o palmas; muchos ayudaban a los campesinos en la siega a cambio de cierta cantidad de grano necesario para su propia subsistencia y para hacer limosna a los pobres". La palabra "preferidas" merece ser resaltada: Porqu los monjes preferan estos trabajos? Creo substancialmente por dos clases de razones, al mismo tiempo prcticas y espirituales. Un motivo radica en la exigencia de soledad, silencio, alejamiento de la ciudad con sus preocupaciones y rumores; por eso se trabaja con el material que se puede encontrar en el desierto, se trata de material sencillo y de fcil transformacin: juncos y palmas. El otro motivo consiste en la facilidad y mecanicidad de este tipo de trabajo que permite una contempornea concentracin en la oracin y en la meditacin. Todo eso es confirmado por Casiano que en su obra "Istituta" afirma: "Se entregan sin cesar al trabajo manual, cada cual en su celda, sin que la recitacin de los salmos o de las otras partes de las escrituras cese nunca del todo"; y lo mismo confirma Garca M. Colombas, cuando escribe: "El principal esfuerzo para orar siempre consista en el juntar la oracin con el trabajo". Es importante observar como ya se ha asistido, casi imperceptiblemente a una transformacin de mentalidad: el trabajo manual ms humilde, sencillo, repetitivo, es preferido, por su adaptacin a la necesidad de la Memoria de las "mirabilia Dei". Nueve siglos despus, San Bernardo confirma esta experiencia originaria, cuando, en la plena madurez, atareado por los mltiples compromisos pblicos, recordar a sus discpulos con una cierta "nostalgia" los tiempos de su noviciado en los cuales la memoria era ayudada por los humildes trabajos del campo. Finalizando esta primera parte del trabajo es til observar que lo dicho vale tambin para los monasterios femeninos. Tenemos documentacin, por ejemplo de monasterios en Siria, donde las principales actividades de las monjas eran: tejer, hilar y cuidar a los enfermos. 3. San Basilio y San Agustn a) San Basilio de Cesarea En el siglo IV, algunas importantes novedades en las relaciones Iglesia-Imperio determinan nuevas modalidades y preocupaciones para afrontar el mismo tema del trabajo. El Edicto de Miln del 313, y sobre todo la constitucin del 321, obras de Costantn, constituyen, como es notorio, un decisivo reconocimiento jurdico y poltico para la Iglesia Catlica. Es necesario tener presente estos acontecimientos histricos para comprender plenamente algunas de las afirmaciones de San Basilio que ahora analizar. Nacido en Cesarea, en el 329, vivi hasta el 379 y fue uno de los Obispos ms importantes de su

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    poca y de toda la patrstica griega; sus "Reglas", constituyen, por unnime juicio, la base y el punto de referencia de todas las reglas monsticas occidentales sucesivas. Dentro de su gran produccin teolgica he escogido slo dos textos, porque en su sencillez y aparente insignificancia me parece que permiten observar algo muy interesante sobre el problema que nos ocupa. La primera cita se refiere a la obra: "Sermo de Ascetica Disciplina"; aqu, en el prrafo 212 insiste que los monjes deben "trabajar con las manos". Es significativo que no utiliza el verbo ERGAZOMAI (que ya hemos encontrado y cuyo significado es genricamente OBRAR) ms bien el verbo KOPIAO cuyo significado es FATIGA, y despus aade, como en los textos ya vistos, las palabras TRIS KERSIN (con las manos). Este verbo est relacionado al trabajo agrcola, actividad que Basilio prefiere para sus monjes, y lo dice expresamente en muchas ocasiones. Cules son las razones de esta preferencia? Dira sustancialmente dos: una de carcter educativo" y la otra de carcter "poltico". El cambio de situacin jurdica de la iglesia implica una situacin diferente tambin econmica: las Dicesis tienen bienes cuya propiedad le es reconocida y a veces son consistentes (que son producto de la restitucin de las confiscaciones en tiempo de persecuciones; otras, donaciones de los mismos emperadores) y no es difcil pensar que los monjes comiencen a plantear la hiptesis que la renta de estos bienes les permita vivir dignamente sin hacer trabajos demasiados fatigosos (como lo era en la poca el trabajo en el campo). Por eso, creo, Basilio recuerda a sus monjes que la fatiga del trabajo manual tiene en primer lugar un sentido de "Disciplina Asctica", es decir, tiene un valor educativo fundamental en el camino de santidad del monje. El motivo poltico lo resumira en la palabra "autonoma" con sus diferentes matices. En un primer sentido, autonoma como posibilidad de vivir aislados de las ciudades con todas sus preocupaciones y distracciones (esto es comn a toda experiencia monstica); en este sentido las propiedades agrcolas, que ahora los monasterios pueden tener con pleno ttulo, permiten trabajar sin alejarse del monasterio. Secundariamente (y esta me parece una interesante novedad) autonoma en el sentido de "autarqua", "autosuficiencia". En otras palabras: si el monasterio puede vivir sin necesidad de acudir a la bondad del emperador o del obispo es mejor; nunca se sabe quin ni cmo ser el nuevo emperador o si no vendr un obispo hereje. Entonces, mejor no estar obligados a depender de ellos para sobrevivir, y cul mejor instrumento que una buena organizacin agrcola del monasterio!; el segundo pasaje es muy sencillo y se refiere a la obra "Regulae Brevius Tractatae": * (pregunta) "Cmo se deben tratar los objetos del trabajo?" * (respuesta) "En primer lugar como cosas dedicadas y consagradas a Dios". Es decir, que los utensilios del trabajo cotidiano tienen el mismo valor y la misma dignidad que los objetos del altar, y esta ecuacin dice sobre la dignidad que el trabajo tiene para San Basilio, mucho ms que largos discursos. b) San Agustn Hay una obra de San Agustn que nos interesa particularmente en este trabajo: el "De Opere Monachorum". Se trata de un pequeo libro en el cual responde a las quejas de algunos de sus monjes que se lamentan de los trabajos manuales y tratan de encontrar justificaciones en la misma Escritura para evitar la fatiga de la labor cotidiana (hacen referencia, por ejemplo al pasaje evanglico en el cual Cristo habla de las aves del cielo y de los lirios del campo que no se preocupan del maana e igualmente Dios les abastece

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    de lo necesario). Agustn contesta, a veces en tono serio, a veces con una sutil irona digna del gran retore que haba sido. Una sola generacin separa a Agustn de San Basilio (a la muerte de este ultimo, Agustn tiene 25 aos) pero los problemas que enfrenta el obispo de Ipona son en parte nuevos, en relacin tambin al diferente contexto geogrfico (Agustn, como se sabe, desenvuelve su actividad en el Norte de Africa del IV-V siglo D.C). En particular me parecen importantes dos captulos del De Opere Monachorum: el XIII y el XXI. En el primero habla de San Pablo y escribe: "El Apstol produca inocente y honestamente objetos tiles para los humanos, tales como son los servicios de los carpinteros, albailes, sastres, agricultores... y dems; tales trabajos no los condena la decencia (honestas), sino el orgullo (superbia) de los que se hacen llamar decentes pero no quieren serios". Despus, concluyendo el mismo captulo exalta la figura de San Jos y su humilde trabajo de carpintero. En el captulo XXI se refiere explcitamente a los monjes que no quieren hacer trabajos manuales y dice: "Si cuando vivan en el siglo tenan con que mantenerse sin oficio y al convertirse a Dios lo dieron todo a los pobres, hemos de creer en su flaqueza (eorum infirmitas) y tolerarla. Porque esos tales suelen recibir una educacin, no mejor como muchos piensan, sino ms afeminada (languidius educati), como es la verdad, y no pueden tolerar la fatiga de los trabajos corporales". Los dos textos citados tienen, con toda evidencia, por lo menos dos grandes objetivos polmicos: los maniqueos y la mentalidad de la aristocracia pagana de fin del imperio. Hubert Jedin, as resume la postura de los seguidores de Mani: "El perfecto maniqueo... se abstiene de palabras y placeres impuros y repudia todo trabajo servil, pues por l es violado el mundo de la luz... prctica la continencia absoluta y condena el matrimonio", y agudamente aade: "Estas altas exigencias de la tica maniquea no pudieron ser llevadas a la prctica. Ello condujo a dividir a los fieles maniqueos en escogidos (electi) y oyentes (audientes)... Los oyentes o catecmenos sirven a los elegidos, les procuran comida y vestidos y as esperan nacer un da en el cuerpo de un elegido y alcanzar luego la salvacin". Agustn, como es nocin comn, ha sido maniqueo durante casi diez aos, conoce muy bien esta religin, con sus peligros e hipocresas, por eso no se preocupa cuando sus discpulos definen "no honestos" (captulo XIII) los trabajos corporales. La polmica contra los maniqueos es sin duda un elemento importante en la transformacin del concepto de trabajo por obra del cristianismo; San Agustn, en este contexto est "obligado" a esclarecer que las razones que hacen honesto o despreciable un trabajo no tienen nada a que ver con el hecho que sea o no un trabajo humilde y fsicamente cansado, no es el barro de la tierra, el polvo o la cal que "ensucian" al hombre, sino el orgullo de los que se creen salvados por sus fuerzas. Pensemos un instante, a que distancia desde la ya citada postura de Cicern, se encuentra uno que admiraba los grandes de la cultura latina. El segundo objetivo polmico (captulo XXI), esta vez es ms explcitamente, la idea de educacin que tena la aristocracia pagana de su poca. Aqu es un gusto observar toda la sutil irona de un hombre que domina perfectamente su idioma y bien conoce las idiosincracias de su gente. Los norteafricanos son orgullosos de su virilidad, entonces San Agustn los provoca hacindole entender bien que los que no quieren trabajar es porque, posiblemente. Estn un poco "enfermos", sera como decir hoy que "no son verdaderos hombres" (para no

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    utilizar las expresiones mas populares que se pueden imaginar), esto sera porque han recibido una educacin "afeminada"... Creo, que es ms que suficiente para que un hombre se sienta un poco incmodo, a repetir ciertos discursos. Es importante notar como el trabajo fsico, considerado vergonzoso para el "verdadero hombre" en la cultura de las clases altas paganas, se ha vuelto para el Obispo de Ipona, como un factor distintivo del "verdadero hombre". 4. San Benito y sus seguidores La larga historia que con l comienza, la historia de un movimiento que ha tenido un influencia enorme sobre la civilizacin occidental, tiene sus orgenes en las pocas pginas de una Regla que el mismo define para principiantes y cuyo xito extraordinario est probablemente en el realismo humilde e inteligente que la caracteriza. El socilogo e historiador belga Leo Moulin, en una reciente publicacin ha resumido muy eficazmente la importancia del trabajo para San Benito: "El trabajo manual, intelectual, artstico o artesanal es elemento esencial de la identidad monstica. Porqu trabajar? En razn de la propia condicin de pobreza; para ayudar a los pobres (Regla IV, 17); para evitar el ocio (XLVI11,1); para el servicio de la comunidad y de los huspedes (L11,2); para desarrollar en cada circunstancia los dones que Dios ha puesto en nosotros (LVI1,4); para seguir la enseanza de San Pablo". Como se puede ver, hay todos los temas ya tratados, por eso, me parece til detenernos un momento sobre un captulo que confirma la regla, y que permite hacer unas observaciones nuevas (en relacin al presente estudio, no obviamente en sentido absoluto). Se trata del Captulo XLVIII: "Del trabajo manual de cada da", donde leemos: "La ociosidad es enemiga del alma; por eso han de ocuparse los hermanos a unas horas en el trabajo manual, y a otras en la lectura divina. Si la circunstancia del lugar o la pobreza exigen que ellos mismos tengan que trabajar en la recoleccin, que no se disgusten, porque precisamente as son verdaderos monjes, cuando viven del trabajo de sus propias manos, como nuestros Padres y Apstoles". Aqu es inevitable notar como la transformacin del concepto de trabajo se ha realizado definitivamente: lo que era negativo para el final de la poca antigua (labores manuum) se ha vuelto positivo (quia tunc vere monachi sunt), y lo que era bueno (otiositas) se ha transformado en negativo (inimica est animae). De paso vale la pena resaltar que, evidentemente, a los discpulos de San Benito no le gustaba demasiado el trabajo agrcola y se ponen tristes cuando hay que cosechar (contristetur); sin embargo, lo que es verdaderamente interesante, es que esto no impidi el desarrollo de la agricultura, de lo contrario, todos los grandes estudiosos de la historia medieval han reconocido que "los monjes benedictinos fueron los agricultores de Europa". En este contexto es obligacin destacar la Reforma Cistercense y la figura de San Bernardo, que en el siglo XII contribuye a una fuerte "rehabilitacin" del trabajo manual, regresando, despus de un perodo de crisis, a los orgenes del espritu benedictino. La agricultura es slo uno de los aspectos en los cuales influy la mentalidad monstica relativa al trabajo; todo el impresionante, y poco conocido desarrollo tecnolgico occidental de la Edad Media tiene sus fundamentos en la experiencia monstica... y lo mismo se puede decir para todos los momentos de la vida privada y pblica, desde las tcnicas electorales, hasta la manera de estar a la mesa durante la comida. Mucho se podra hablar sobre este punto; no se puede olvidar, por ejemplo, el arte romnico y gtico, donde es evidente la influencia de la concepcin cristiana del trabajo; pero no me parece necesario en el presente ensayo, por qu creo que la idea cristiana medieval, del trabajo es bastante homognea, desde San Benito hasta, por lo menos, el siglo XIV. Por eso para confirmar lo que acabo de decir, me

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    limito a citar un pasaje de una obra de Santo Domingo de Guzmn que, VII siglos despus de San Benito, repite sus mismos consejos. As cuando habla, el fundador de los dominicos, en las "Constituciones de las Monjas, resumiendo todos los argumentos a favor del trabajo, analizados en el curso del presente trabajo, dice: "Pues, ya que la ociosidad es enemiga del alma, y ms es madre y nodriza de los vicios, ninguna monja en el convento se quede ociosa, sino siempre, si es posible, haga alguna obra, a fin de que no caiga en tentacin fcilmente aquella que no tiene un buen ejercicio. En efecto, el creador dijo al hombre que tena que ganarse el pan con el sudor de la frente...; el Apstol dijo: "quien no quiere trabajar ni siquiera coma"; el Profeta: "Comers lo que habrs trabajado con tus manos...". Por eso, con excepcin de las horas que tienen que ser dedicadas a la oracin, a la lectura y en general al culto divino, canto o estudio que sea, las dems horas las monjas tienen que trabajar, con las manos, todas y con atencin. Resaltar, concluyendo el presente trabajo, dos puntos. Primero: el trabajo manual a la par de la oracin es definido una vez ms como un buen ejercicio (exercitio bono). El segundo se encuentra en una frase en latn y es muy incisivo: "Omes, Attente, lnsistant", marcando la idea de que no haya exepciones (omnes), del cuidado en el trabajo (attente) y de la continuidad (insistant). Es lo que el citado Leo Moulin ha llamado: "puntualidad y atencin total"; principios que a su juicio costituyen elementos tpicos de la concepcin contempornea del trabajo y que el mundo de hoy debe, tambin si lo ha olvidado, a las experiencias monsticas que hemos descrito.

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    LA AVENTURA DEL TRABAJO: VIAJE A TRAVS DE LA HISTORIA EN BSQUEDA DE SU SENTIDO

    Clara Caselli

    El texto siguiente reproduce el contenido de una exposicin que se hizo en Lima en el ao 2002: se trata del contenido que acompaaba una serie de fotos e imgenes, describiendo sintticamente un recorrido histrico desde la antigedad a nuestros das.

    EN UN TALLER NO PUEDE HABER NADA NOBLE As escribi Cicern: se trata de una sntesis de la concepcin del trabajo en la antigedad. Las palabras trabajo y labor tenan en el mundo antiguo un significado negativo (fatiga, esfuerzo). El trabajo no es digno del hombre libre: su condicin normal es el otium (ocio). Trabajan los esclavos y son ellos que permiten la sobrevivencia de los polticos y de los filsofos. El esclavo es un cuerpo extrao a la sociedad y la esclavitud una necesidad en una economa de escasez. ORA ET LABORA El Cristianismo produce un cambio fundamental de mirada. Jess es un carpintero como San Jos, los apstoles viven de su trabajo y en la misma tradicin del pueblo hebreo el trabajo es para dominar la tierra. Para el Cristianismo, desde los primeros siglos, el trabajo tiene un significado positivo. El trabajo fsico es uno de los elementos fundamentales de la vida de los monasterios junto a la oracin y al ayuno. Su valor es educativo pero sobre todo los monjes trabajan para hacer limosna: ellos nunca se conciben individualmente aislados de la gente. El trabajo que hacan fue un testimonio y un ejemplo para todos los que vivan cerca: el proceso de reconstruccin de la civilizacin y de la economa europea en la Edad Media naci del aprendizaje de su manera de trabajar. Al interior de la sensibilidad nueva que el Cristianismo genera se afirma con hechos el principio nuevo y dinmico de la hermandad de los hombres y nacen nuevas relaciones entre esclavos y libres: poco a poco, sin poner en discusin directamente el principio de la esclavitud, la esclavitud misma desaparece completamente de la escena social. El siervo medieval, diferentemente del esclavo de la edad antigua es parte orgnica de la sociedad y tiene una dignidad que le deriva del Cristianismo.

    CONSTRUCTORES DE CATEDRALES El sentido del trabajo y la capacidad de construccin del pueblo llegaron a su expresin ms alta en la construccin de las catedrales medioevales: una gigantesca obra comn a la cual todos daban su contribucin, haciendo lo que saban hacer.

    MQUINAS Y FBRICAS: LA REVOLUCIN INDUSTRIAL En el siglo XVIII el extraordinario crecimiento demogrfico y la escasez de bienes agrcolas estimularon la creatividad econmica de los hombres (que siempre brota de sus necesidades y les empuja a ir ms all) y fomentaron el pasaje de una sociedad esttica donde el proceso de acumulacin es muy lento a una sociedad mucho ms dinmica.

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    Nace la industria, gracias a la aplicacin de innovaciones como la mquina a vapor y con el desarrollo incesante de la tecnologa se afirma progresivamente la gran fbrica como la estructura portante de la economa, que permite conseguir elevadas economas de escala. Y as nace el capitalismo. Se rompe la unidad de vida y trabajo y tambin las relaciones de solidaridad que unan a los miembros de la comunidad agrcola. Las condiciones de los trabajadores se volvieron muy duras sea en el trabajo sea en las ciudades a donde fueron a vivir dejando su campo. El trabajo mecnico de la maquina, aplicacin de una fuerza fsica en el espacio, es el modelo que sirve para describir tambin el trabajo del hombre. Esta es la concepcin que se ha ido afirmando en el marco del pensamiento econmico que surgi de la ilustracin. Segn esta visin el hombre tiene un valor slo porque es parte de la maquinaria econmica y social, frente a la cual el no es hombre sino consumidor, fuerza trabajo, proletario. El trabajo se desarrolla como explotacin de los dueos sobre sus obreros. La explotacin toma tambin una dimensin internacional, con la separacin entre pases ricos y pobres. En el siglo XX crece tambin el papel del estado para remediar los fracasos de un modelo basado en la libre iniciativa del sector privado pero el estado se transforma en un instrumento de control social, como si fuese el dueo de la vida de la gente.

    LA IGLESIA: PUNTO DE DEFENSA Y RESISTENCIA En el contexto de la economa industrial la Iglesia defiende y promueve la dignidad de los hombres que trabajan por medio de palabras (las Encclicas), iniciativas sociales, fomento del pensamiento reformista. La concepcin del hombre y de su trabajo que afirma la Doctrina Social de la Iglesia es muy diferente de la idea que brota del pensamiento liberal. Trabajar no es manifestar la fuerza del hombre que debe superar el obstculo de las cosas. El trabajo es expresin de la conciencia y de la responsabilidad del hombre; el trabajo del hombre que somete la tierra es acto de la persona, imagen de Dios. A partir de esta visin la Iglesia defiende al hombre vctima de la explotacin, crea formas de vida y de reorganizacin social para responder a las necesidades concretas y de esta manera favorece la difusin de una autntica cultura del trabajo.

    HOY LA REVOLUCIN DE LA INFORMACIN A partir de la segunda mitad del siglo XX hubo una gran aceleracin del progreso cientfico con numerosos e importantes descubrimientos en todos los sectores de la investigacin cientfica y un tremendo desarrollo de la capacidad de procesamiento de los datos. Por primera vez el saber que se forma en un cierto contexto (por ejemplo una empresa, un sector econmico, un pas) puede ser codificado y estandarizado para transmitirlo y usarlo fuera del contexto que lo ha producido. Todo esto se vuelve posible gracias al desarrollo de las tecnologas de la informacin que revolucionan en modo radical la manera de producir: mientras bajo la revolucin industrial, la actividad econmica ms importante era la transformacin de materia prima, en la fase de la revolucin de la informacin la actividad econmica fundamental es la produccin y la difusin de conocimientos e informaciones.

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    UN MUNDO VIRTUAL Las consecuencias sobre las caractersticas de la economa y del trabajo son las siguientes:

    Aumenta la produccin de servicios: las nuevas oportunidades de trabajo se encuentran en estos sectores.

    En el sector industrial la robotizacin de la produccin (hasta llegar a la fbrica automtica) y la difusin de la telemtica favorecen la flexibilizacin de la produccin y la capacidad de dar respuestas muy diferenciadas a las necesidades de las personas y de las empresas.

    Se abren espacios para las empresas pequeas. Ya no es necesaria la fbrica de gran tamao: si la actividad principal es el intercambio de informaciones, no es necesario que un gran nmero de personas trabajen al lado la una de la otra para entregarse recprocamente productos semiprocesados: la transmisin de una informacin no requiere necesariamente la presencia fsica de los que la estn intercambiando.

    Las empresas no crecen solo por el tamao, sino tambin a travs de alianzas y redes de empresas, sin invertir dinero y sin crear nuevas estructuras. Se trata de senderos de crecimiento muy flexibles, al alcance de todos y donde todos pueden ganar.

    Nace el trabajo a distancia y la fbrica virtual, es decir, una fbrica que no existe sino como una red de computadoras y conexiones va mdem entre los trabajadores y entre los trabajadores y el mercado.

    CMO CAMBIA EL TRABAJO? Nace una nueva concepcin del trabajo: ya no se necesita fuerza fsica, sino inteligencia, flexibilidad, capacidad de relacin con los dems, lealtad (una informacin puede ser verdadera o falsa, mientras una pieza de acero no tiene nada que ver con la postura moral de la persona). Pero, dado que las grandes fbricas desaparecen y el papel del estado se reduce, no hay puestos de trabajo seguros y para toda la vida: el trabajo no se identifica con el derecho a un puesto fijo, sino con un recorrido entre oportunidades que cambian muy rpidamente. Se necesita una nueva solidaridad: los riesgos y las incertidumbres son demasiado altos para un hombre solo. La persona es el centro de la actividad econmica: en la economa de la informacin el factor competitivo ms importante es la calidad humana, porque son los hombres que producen y usan las informaciones y pueden usarlas bien o mal. Capacitar y motivar a las personas es la habilidad ms necesaria para tener un xito durable. Se trata de un cambio radical en comparacin con la sociedad industrial, especialmente al inicio: en efecto la persona humana no tena valor y el xito de la empresa dependa sobre todo del nivel de la inversin en dinero y del tamao de las instalaciones productivas.

    UN TIEMPO FAVORABLE? Vivimos en un tiempo favorable: nunca ha habido tantas oportunidades para las personas y las empresas. Pero no est dicho que se tome un camino positivo: podra prevalecer una visin de la sociedad dominada por los grandes capitales y por los que tienen acceso privilegiado a

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    las informaciones estratgicas, mientras que la gente podra volverse annima y homologada. A nivel internacional podran crecer las inigualdades entre pases ricos y pases pobres. De donde inicia un camino positivo? Una ley o algo que viene de afuera no puede dar al proceso de desarrollo una orientacin positiva: las decisiones las toman las personas y dependen de su libertad. Un camino positivo nace de la presencia de hombres libres, actores y protagonistas de su destino. Hombres que parten de las exigencias profundas de su corazn para construir, que se unen a otros, que pertenecen a sus amigos, a su pueblo, que esperan algo positivo del futuro, abiertos a la novedad, al mundo. Cambia la economa, cambia el trabajo, pero siempre la cuestin decisiva es su sentido.

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    B. Pensamiento de la Iglesia

    LABOREM EXERCENS

    Juan Pablo II

    II. EL TRABAJO Y EL HOMBRE

    4. En el libro del Gnesis

    La Iglesia est convencida de que el trabajo constituye una dimensin fundamental de la existencia del hombre en la tierra. Ella se confirma en esta conviccin considerando tambin todo el patrimonio de las diversas ciencias dedicadas al estudio del hombre: la antropologa, la paleontologa, la historia, la sociologa, la sicologa, etc.; todas parecen testimoniar de manera irrefutable esta realidad. La Iglesia, sin embargo, saca esta conviccin sobre todo de la fuente de la Palabra de Dios revelada, y por ello lo que es una conviccin de la inteligencia adquiere a la vez el carcter de una conviccin de fe. El motivo es que la Iglesia vale la pena observarlo desde ahora cree en el hombre: ella piensa en el hombre y se dirige a l no slo a la luz de la experiencia histrica, no slo con la ayuda de los mltiples mtodos del conocimiento cientfico, sino ante todo a la luz de la palabra revelada del Dios vivo. Al hacer referencia al hombre, ella trata de expresar los designios eternos y los destinos trascendentes que el Dios vivo, Creador y Redentor ha unido al hombre.

    La Iglesia halla ya en las primeras pginas del libro del Gnesis la fuente de su conviccin segn la cual el trabajo constituye una dimensin fundamental de la existencia humana sobre la tierra. El anlisis de estos textos nos hace conscientes a cada uno del hecho de que en ellos a veces aun manifestando el pensamiento de una manera arcaica han sido expresadas las verdades fundamentales sobre el hombre, ya en el contexto del misterio de la Creacin. Estas son las verdades que deciden acerca del hombre desde el principio y que, al mismo tiempo, trazan las grandes lneas de su existencia en la tierra, tanto en el estado de justicia original como tambin despus de la ruptura, provocada por el pecado, de la alianza original del Creador con lo creado, en el hombre. Cuando ste, hecho a imagen de Dios... varn y hembra,9 siente las palabras: Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla,10 aunque estas palabras no se refieren directa y explcitamente al trabajo, indirectamente ya se lo indican sin duda alguna como una actividad a desarrollar en el mundo. Ms an, demuestran su misma esencia ms profunda. El hombre es la imagen de Dios, entre otros motivos por el mandato recibido de su Creador de someter y dominar la tierra. En la realizacin de este mandato, el hombre, todo ser humano, refleja la accin misma del Creador del universo.

    El trabajo entendido como una actividad transitiva, es decir, de tal naturaleza que, empezando en el sujeto humano, est dirigida hacia un objeto externo, supone un dominio especfico del hombre sobre la tierra y a la vez confirma y desarrolla este dominio. Est claro que con el trmino tierra, del que habla el texto bblico, se debe entender ante todo la parte del universo visible en el que habita el hombre; por extensin sin embargo, se puede entender todo el mundo visible, dado que se encuentra en el radio de influencia del hombre y de su bsqueda por satisfacer las propias necesidades. La expresin someter la tierra tiene un amplio alcance. Indica todos los recursos que la tierra (e indirectamente el mundo visible) encierra en s y que, mediante la actividad consciente del hombre, pueden ser descubiertos y oportunamente usados. De esta manera, aquellas palabras, puestas al principio de la Biblia, no dejan de ser actuales. Abarcan todas las

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    pocas pasadas de la civilizacin y de la economa, as como toda la realidad contempornea y las fases futuras del desarrollo, las cuales, en alguna medida, quizs se estn delineando ya, aunque en gran parte permanecen todava casi desconocidas o escondidas para el hombre.

    Si a veces se habla de perodo de aceleracin en la vida econmica y en la civilizacin de la humanidad o de las naciones, uniendo estas aceleraciones al progreso de la ciencia y de la tcnica, y especialmente a los descubrimientos decisivos para la vida socio-econmica, se puede decir al mismo tiempo que ninguna de estas aceleraciones supera el contenido esencial de lo indicado en ese antiqusimo texto bblico. Hacindose mediante su trabajo cada vez ms dueo de la tierra y confirmando todava mediante el trabajo su dominio sobre el mundo visible, el hombre en cada caso y en cada fase de este proceso se coloca en la lnea del plan original del Creador; lo cual est necesaria e indisolublemente unido al hecho de que el hombre ha sido creado, varn y hembra, a imagen de Dios. Este proceso es, al mismo tiempo, universal: abarca a todos los hombres, a cada generacin, a cada fase del desarrollo econmico y cultural, y a la vez es un proceso que se acta en cada hombre, en cada sujeto humano consciente. Todos y cada uno estn comprendidos en l con temporneamente. Todos y cada uno, en una justa medida y en un nmero incalculable de formas, toman parte en este gigantesco proceso, mediante el cual el hombre somete la tierra con su trabajo.

    5. El trabajo en sentido objetivo: la tcnica

    Esta universalidad y a la vez esta multiplicidad del proceso de someter la tierra iluminan el trabajo del hombre, ya que el dominio del hombre sobre la tierra se realiza en el trabajo y mediante el trabajo. Emerge as el significado del trabajo en sentido objetivo, el cual halla su expresin en las varias pocas de la cultura y de la civilizacin. El hombre domina ya la tierra por el hecho de que domestica los animales, los cra y de ellos saca el alimento y vestido necesarios, y por el hecho de que puede extraer de la tierra y de los mares diversos recursos naturales. Pero mucho ms somete la tierra, cuando el hombre empieza a cultivarla y posteriormente elabora sus productos, adaptndolos a sus necesidades. La agricultura constituye as un campo primario de la actividad econmica y un factor indispensable de la produccin por medio del trabajo humano. La industria, a su vez, consistir siempre en conjugar las riquezas de la tierra los recursos vivos de la naturaleza, los productos de la agricultura, los recursos minerales o qumicos y el trabajo del hombre, tanto el trabajo fsico como el intelectual. Lo cual puede aplicarse tambin en cierto sentido al campo de la llamada industria de los servicios y al de la investigacin, pura o aplicada.

    Hoy, en la industria y en la agricultura la actividad del hombre ha dejado de ser, en muchos casos, un trabajo prevalentemente manual, ya que la fatiga de las manos y de los msculos es ayudada por mquinas y mecanismos cada vez ms perfeccionados. No solamente en la industria, sino tambin en la agricultura, somos testigos de las transformaciones llevadas a cabo por el gradual y continuo desarrollo de la ciencia y de la tcnica. Lo cual, en su conjunto, se ha convertido histricamente en una causa de profundas transformaciones de la civilizacin, desde el origen de la era industrial hasta las sucesivas fases de desarrollo gracias a las nuevas tcnicas, como las de la electrnica o de los microprocesadores de los ltimos aos.

    Aunque pueda parecer que en el proceso industrial trabaja la mquina mientras el hombre solamente la vigila, haciendo posible y guiando de diversas maneras su funcionamiento, es verdad tambin que precisamente por ello el desarrollo industrial pone

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    la base para plantear de manera nueva el problema del trabajo humano. Tanto la primera industrializacin, que cre la llamada cuestin obrera, como los sucesivos cambios industriales y postindustriales, demuestran de manera elocuente que, tambin en la poca del trabajo cada vez ms mecanizado, el sujeto propio del trabajo sigue siendo el hombre.

    El desarrollo de la industria y de los diversos sectores relacionados con ella hasta las ms modernas tecnologas de la electrnica, especialmente en el terreno de la miniaturizacin, de la informtica, de la telemtica y otros indica el papel de primersima importancia que adquiere, en la interaccin entre el sujeto y objeto del trabajo (en el sentido ms amplio de esta palabra), precisamente esa aliada del trabajo, creada por el cerebro humano, que es la tcnica. Entendida aqu no como capacidad o aptitud para el trabajo, sino como un conjunto de instrumentos de los que el hombre se vale en su trabajo, la tcnica es indudablemente una aliada del hombre. Ella le facilita el trabajo, lo perfecciona, lo acelera y lo multiplica. Ella fomenta el aumento de la cantidad de productos del trabajo y perfecciona incluso la calidad de muchos de ellos. Es un hecho, por otra parte, que a veces, la tcnica puede transformarse de aliada en adversaria del hombre, como cuando la mecanizacin del trabajo suplanta al hombre, quitndole toda satisfaccin personal y el estmulo a la creatividad y responsabilidad; cuando quita el puesto de trabajo a muchos trabajadores antes ocupados, o cuando mediante la exaltacin de la mquina reduce al hombre a ser su esclavo.

    Si las palabras bblicas someted la tierra, dichas al hombre desde el principio, son entendidas en el contexto de toda la poca moderna, industrial y postindustrial, indudablemente encierran ya en s una relacin con la tcnica, con el mundo de mecanismos y mquinas que es el fruto del trabajo del cerebro humano y la confirmacin histrica del dominio del hombre sobre la naturaleza.

    La poca reciente de la historia de la humanidad, especialmente la de algunas sociedades, conlleva una justa afirmacin de la tcnica como un coeficiente fundamental del progreso econmico; pero al mismo tiempo, con esta afirmacin han surgido y continan surgiendo los interrogantes esenciales que se refieren al trabajo humano en relacin con el sujeto, que es precisamente el hombre. Estos interrogantes encierran una carga particular de contenidos y tensiones de carcter tico y tico-social. Por ello constituyen un desafo continuo para mltiples instituciones, para los Estados y para los gobiernos, para los sistemas y las organizaciones internacionales; constituyen tambin un desafo para la Iglesia.

    6. El trabajo en sentido subjetivo: el hombre, sujeto del trabajo

    Para continuar nuestro anlisis del trabajo en relacin con la palabras de la Biblia, en virtud de las cuales el hombre ha de someter la tierra, hemos de concentrar nuestra atencin sobre el trabajo en sentido subjetivo, mucho ms de cuanto lo hemos hecho hablando acerca del significado objetivo del trabajo, tocando apenas esa vasta problemtica que conocen perfecta y detalladamente los hombres de estudio en los diversos campos y tambin los hombres mismos del trabajo segn sus especializaciones. Si las palabras del libro del Gnesis, a las que nos referimos en este anlisis, hablan indirectamente del trabajo en sentido objetivo, a la vez hablan tambin del sujeto del trabajo; y lo que dicen es muy elocuente y est lleno de un gran significado.

    El hombre debe someter la tierra, debe dominarla, porque como imagen de Dios es una persona, es decir, un ser subjetivo capaz de obrar de manera programada y racional,

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    capaz de decidir acerca de s y que tiende a realizarse a s mismo. Como persona, el hombre es pues sujeto del trabajo. Como persona l trabaja, realiza varias acciones pertenecientes al proceso del trabajo; stas, independientemente de su contenido objetivo, han de servir todas ellas a la realizacin de su humanidad, al perfeccionamiento de esa vocacin de persona, que tiene en virtud de su misma humanidad. Las principales verdades sobre este tema han sido ltimamente recordadas por el Concilio Vaticano II en la Constitucin Gaudium et Spes, sobre todo en el captulo I, dedicado a la vocacin del hombre.

    As ese dominio del que habla el texto bblico que estamos analizando, se refiere no slo a la dimensin objetiva del trabajo, sino que nos introduce contemporneamente en la comprensin de su dimensin subjetiva. El trabajo entendido como proceso mediante el cual el hombre y el gnero humano someten la tierra, corresponde a este concepto fundamental de la Biblia slo cuando al mismo tiempo, en todo este proceso, el hombre se manifiesta y confirma como el que domina. Ese dominio se refiere en cierto sentido a la dimensin subjetiva ms que a la objetiva: esta dimensin condiciona la misma esencia tica del trabajo. En efecto no hay duda de que el trabajo humano tiene un valor tico, el cual est vinculado completa y directamente al hecho de que quien lo lleva a cabo es una persona, un sujeto consciente y libre, es decir, un sujeto que decide de s mismo.

    Esta verdad, que constituye en cierto sentido el meollo fundamental y perenne de la doctrina cristiana sobre el trabajo humano, ha tenido y sigue teniendo un significado primordial en la formulacin de los importantes problemas sociales que han interesado pocas enteras.

    La edad antigua introdujo entre los hombres una propia y tpica diferenciacin en gremios, segn el tipo de trabajo que realizaban. El trabajo que exiga de parte del trabajador el uso de sus fuerzas fsicas, el trabajo de los msculos y manos, era considerado indigno de hombres libres y por ello era ejecutado por los esclavos. El cristianismo, ampliando algunos aspectos ya contenidos en el Antiguo Testamento, ha llevado a cabo una fundamental transformacin de conceptos, partiendo de todo el contenido del mensaje evanglico y sobre todo del hecho de que Aquel, que siendo Dios se hizo semejante a nosotros en todo,11 dedic la mayor parte de los aos de su vida terrena al trabajo manual junto al banco del carpintero. Esta circunstancia constituye por s sola el ms elocuente Evangelio del trabajo, que manifiesta cmo el fundamento para determinar el valor del trabajo humano no es en primer lugar el tipo de trabajo que se realiza, sino el hecho de que quien lo ejecuta es una persona. Las fuentes de la dignidad del trabajo deben buscarse principalmente no en su dimensin objetiva, sino en su dimensin subjetiva.

    En esta concepcin desaparece casi el fundamento mismo de la antigua divisin de los hombres en clases sociales, segn el tipo de trabajo que realizasen. Esto no quiere decir que el trabajo humano, desde el punto de vista objetivo, no pueda o no deba ser de algn modo valorizado y cualificado. Quiere decir solamente que el primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto. A esto va unida inmediatamente una consecuencia muy importante de naturaleza tica: es cierto que el hombre est destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo est en funcin del hombre y no el hombre en funcin del trabajo. Con esta conclusin se llega justamente a reconocer la preeminencia del significado subjetivo del trabajo sobre el significado objetivo. Dado este modo de entender, y suponiendo que algunos trabajos realizados por los hombres puedan tener un valor objetivo ms o menos grande, sin embargo queremos poner en evidencia que cada uno de ellos se mide sobre todo con el metro de la dignidad del sujeto mismo del trabajo, o sea de la persona, del hombre que lo realiza. A su vez, independientemente del trabajo que cada hombre realiza, y suponiendo que ello constituya una finalidad a

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    veces muy exigente de su obrar, esta finalidad no posee un significado definitivo por s mismo. De hecho, en fin de cuentas, la finalidad del trabajo, de cualquier trabajo realizado por el hombre aunque fuera el trabajo ms corriente, ms montono en la escala del modo comn de valorar, e incluso el que ms margina permanece siempre el hombre mismo.

    7. Una amenaza al justo orden de los valores

    Precisamente estas afirmaciones bsicas sobre el trabajo han surgido siempre de la riqueza de la verdad cristiana, especialmente del mensaje mismo del Evangelio del trabajo, creando el fundamento del nuevo modo humano de pensar, de valorar y de actuar. En la poca moderna, desde el comienzo de la era industrial, la verdad cristiana sobre el trabajo deba contraponerse a las diversas corrientes del pensamiento materialista y economicista.

    Para algunos fautores de tales ideas, el trabajo se entenda y se trataba como una especie de mercanca, que el trabajador especialmente el obrero de la industria vende al empresario, que es a la vez poseedor del capital, o sea del conjunto de los instrumentos de trabajo y de los medios que hacen posible la produccin. Este modo de entender el trabajo se difundi, de modo particular, en la primera mitad del siglo XIX. A continuacin, las formulaciones explcitas de este tipo casi han ido desapareciendo, cediendo a un modo ms humano de pensar y valorar el trabajo. La interaccin entre el hombre del trabajo y el conjunto de los instrumentos y de los medios de produccin ha dado lugar al desarrollo de diversas formas de capitalismo paralelamente a diversas formas de colectivismo en las que se han insertado otros elementos socio-econmicos como consecuencia de nuevas circunstancias concretas, de la accin de las asociaciones de los trabajadores y de los poderes pblicos, as como de la entrada en accin de grandes empresas transnacionales. A pesar de todo, el peligro de considerar el trabajo como una mercancia sui generis, o como una annima fuerza necesaria para la produccin (se habla incluso de fuerza-trabajo), existe siempre, especialmente cuando toda la visual de la problemtica econmica est caracterizada por las premisas del economismo materialista.

    Una ocasin sistemtica y, en cierto sentido, hasta un estmulo para este modo de pensar y valorar est constituido por el acelerado proceso de desarrollo de la civilizacin unilateralmente materialista, en la que se da importancia primordial a la dimensin objetiva del trabajo, mientras la subjetiva todo lo que se refiere indirecta o directamente al mismo sujeto del trabajo permanece a un nivel secundario. En todos los casos de este gnero, en cada situacin social de este tipo se da una confusin, e incluso una inversin del orden establecido desde el comienzo con las palabras del libro del Gnesis: el hombre es considerado como un instrumento de produccin,12 mientras l, l solo, independientemente del trabajo que realiza debera ser tratado como sujeto eficiente y su verdadero artfice y creador. Precisamente tal inversin de orden, prescindiendo del programa y de la denominacin segn la cual se realiza, merecera el nombre de capitalismo en el sentido indicado ms adelante con mayor amplitud. Se sabe que el capitalismo tiene su preciso significado histrico como sistema, y sistema econmico-social, en contraposicin al socialismo o comunismo. Pero, a la luz del anlisis de la realidad fundamental del entero proceso econmico y, ante todo, de la estructura de produccin como es precisamente el trabajo conviene reconocer que el error del capitalismo primitivo puede repetirse dondequiera que el hombre sea tratado de alguna manera a la par de todo el complejo de los medios materiales de produccin, como un

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    instrumento y no segn la verdadera dignidad de su trabajo, o sea como sujeto y autor, y, por consiguiente, como verdadero fin de todo el proceso productivo.

    Se comprende as cmo el anlisis del trabajo humano hecho a la luz de aquellas palabras, que se refieren al dominio del hombre sobre la tierra, penetra hasta el centro mismo de la problemtica tico-social. Esta concepcin debera tambin encontrar un puesto central en toda la esfera de la poltica social y econmica, tanto en el mbito de cada uno de los pases, como en el ms amplio de las relaciones internacionales e intercontinentales, con particular referencia a las tensiones, que se delinean en el mundo no slo en el eje Oriente-Occidente, sino tambin en el del Norte-Sur. Tanto el Papa Juan XXIII en la Encclica Mater et Magistra como Pablo VI en la Populorum Progressio han dirigido una decidida atencin a estas dimensiones de la problemtica tico-social contempornea.

    8. Solidaridad de los hombres del trabajo

    Si se trata del trabajo humano en la fundamental dimensin de su sujeto, o sea del hombrepersona que ejecuta un determinado trabajo, se debe bajo este punto de vista hacer por lo menos una sumaria valoracin de las transformaciones que, en los 90 aos que nos separan de la Rerum Novarum, han acaecido en relacin con el aspecto subjetivo del trabajo. De hecho aunque el sujeto del trabajo sea siempre el mismo, o sea el hombre, sin embargo en el aspecto objetivo se verifican transformaciones notables. Aunque se pueda decir que el trabajo, a causa de su sujeto, es uno (uno y cada vez irrepetible) sin embargo, considerando sus direcciones objetivas, hay que constatar que existen muchos trabajos: tantos trabajos distintos. El desarrollo de la civilizacin humana conlleva en este campo un enriquecimiento continuo. Al mismo tiempo, sin embargo, no se puede dejar de notar cmo en el proceso de este desarrollo no slo aparecen nuevas formas de trabajo, sino que tambin otras desaparecen. Aun concediendo que en lnea de mxima sea esto un fenmeno normal, hay que ver todava si no se infiltran en l, y en qu manera, ciertas irregularidades, que por motivos tico-sociales pueden ser peligrosas.

    Precisamente, a raz de esta anomala de gran alcance surgi en el siglo pasado la llamada cuestin obrera, denominada a veces cuestin proletaria. Tal cuestin con los problemas anexos a ella ha dado origen a una justa reaccin social, ha hecho surgir y casi irrumpir un gran impulso de solidaridad entre los hombres del trabajo y, ante todo, entre los trabajadores de la industria. La llamada a la solidaridad y a la accin comn, lanzada a los hombres del trabajo sobre todo a los del trabajo sectorial, montono, despersonalizador en los complejos industriales, cuando la mquina tiende a dominar sobre el hombre tena un importante valor y su elocuencia desde el punto de vista de la tica social. Era la reaccin contra la degradacin del hombre como sujeto del trabajo, y contra la inaudita y concomitante explotacin en el campo de las ganancias, de las condiciones de trabajo y de previdencia hacia la persona del trabajador. Semejante reaccin ha reunido al mundo obrero en una comunidad caracterizada por una gran solidaridad.

    Tras las huellas de la Encclica Rerum Novarum y de muchos documentos sucesivos del Magisterio de la Iglesia se debe reconocer francamente que fue justificada, desde la ptica de la moral social, la reaccin contra el sistema de injusticia y de dao, que peda venganza al cielo,13 y que pesaba sobre el hombre del trabajo en aquel perodo de rpida industrializacin. Esta situacin estaba favorecida por el sistema socio-poltico liberal que, segn sus premisas de economismo, reforzaba y aseguraba la iniciativa econmica de los solos poseedores del capital, y no se preocupaba suficientemente de los derechos del

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    hombre del trabajo, afirmando que el trabajo humano es solamente instrumento de produccin, y que el capital es el fundamento, el factor eficiente, y el fin de la produccin.

    Desde entonces la solidaridad de los hombres del trabajo, junto con una toma de conciencia ms neta y ms comprometida sobre los derechos de los trabajadores por parte de los dems, ha dado lugar en muchos casos a cambios profundos. Se han ido buscando diversos sistemas nuevos. Se han desarrollado diversas formas de neocapitalismo o de colectivismo. Con frecuencia los hombres del trabajo pueden participar, y efectivamente participan, en la gestin y en el control de la productividad de las empresas. Por medio de asociaciones adecuadas, ellos influyen en las condiciones de trabajo y de remuneracin, as como en la legislacin social. Pero al mismo tiempo, sistemas ideolgicos o de poder, as como nuevas relaciones surgidas a distintos niveles de la convivencia humana, han dejado perdurar injusticias flagrantes o han provocado otras nuevas. A escala mundial, el desarrollo de la civilizacin y de las comunicaciones ha hecho posible un diagnstico ms completo de las condiciones de vida y del trabajo del hombre en toda la tierra, y tambin ha manifestado otras formas de injusticia mucho ms vastas de las que, en el siglo pasado, fueron un estmulo a la unin de los hombres del trabajo para una solidaridad particular en el mundo obrero. As ha ocurrido en los Pases que han llevado ya a cabo un cierto proceso de revolucin industrial; y as tambin en los Pases donde el lugar primordial de trabajo sigue estando en el cultivo de la tierra u otras ocupaciones similares.

    Movimientos de solidaridad en el campo del trabajo de una solidaridad que no debe ser cerrazn al dilogo y a la colaboracin con los dems pueden ser necesarios incluso con relacin a las condiciones de grupos sociales que antes no estaban comprendidos en tales movimientos, pero que sufren, en los sistemas sociales y en las condiciones de vida que cambian, una proletarizacin efectiva o, ms an, se encuentran ya realmente en la condicin de proletariado, la cual, aunque no es conocida todava con este nombre, lo merece de hecho. En esa condicin pueden encontrarse algunas categoras o grupos de la inteligencia trabajadora, especialmente cuando junto con el acceso cada vez ms amplio a la instruccin, con el nmero cada vez ms numeroso de personas, que han conseguido un diploma por su preparacin cultural, disminuye la demanda de su trabajo. Tal desocupacin de los intelectuales tiene lugar o aumenta cuando la instruccin accesible no est orientada hacia los tipos de empleo o de servicios requeridos por las verdaderas necesidades de la sociedad, o cuando el trabajo para el que se requiere la instruccin, al menos profesional, es menos buscado o menos pagado que un trabajo manual. Es obvio que la instruccin de por s constituye siempre un valor y un enriquecimiento importante de la persona humana; pero no obstante, algunos procesos de proletarizacin siguen siendo posibles independientemente de este hecho.

    Por eso, hay que seguir preguntndose sobre el sujeto del trabajo y las condiciones en las que vive. Para realizar la justicia social en las diversas partes del mundo, en los distintos Pases, y en las relaciones entre ellos, son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo y de solidaridad con los hombres del trabajo. Esta solidaridad debe estar siempre presente all donde lo requiere la degradacin social del sujeto del trabajo, la explotacin de los trabajadores, y las crecientes zonas de miseria e incluso de hambre. La Iglesia est vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misin, su servicio, como verificacin de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la Iglesia de los pobres. Y los pobres se encuentran bajo diversas formas; aparecen en diversos lugares y en diversos momentos; aparecen en muchos casos come resultado de la violacin de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo es decir por la plaga del desempleo,

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    bien porque se deprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia.

    9. Trabajo - dignidad de la persona

    Continuando todava en la perspectiva del hombre como sujeto del trabajo, nos conviene tocar, al menos sintticamente, algunos problemas que definen con mayor aproximacin la dignidad del trabajo humano, ya que permiten distinguir ms plenamente su especfico valor moral. Hay que hacer esto, teniendo siempre presente la vocacin bblica a dominar la tierra,14 en la que se ha expresado la voluntad del Creador, para que el trabajo ofreciera al hombre la posibilidad de alcanzar el dominio que le es propio en el mundo visible.

    La intencin fundamental y primordial de Dios respecto del hombre, que l cre... a su semejanza, a su imagen,15 no ha sido revocada ni anulada ni siquiera cuando el hombre, despus de haber roto la alianza original con Dios, oy las palabras: Con el sudor de tu rostro comers el pan,16 Estas palabras se refieren a la fatiga a veces pesada, que desde entonces acompaa al trabajo humano; pero no cambian el hecho de que ste es el camino por el que el hombre realiza el dominio, que le es propio sobre el mundo visible sometiendo la tierra. Esta fatiga es un hecho universalmente conocido, porque es universalmente experimentado. Lo saben los hombres del trabajo manual, realizado a veces en condiciones excepcionalmente pesadas. La saben no slo los agricultores, que consumen largas jornadas en cultivar la tierra, la cual a veces produce abrojos y espinas,17 sino tambin los mineros en las minas o en las canteras de piedra, los siderrgicos junto a sus altos hornos, los hombres que trabajan en obras de albailera y en el sector de la construccin con frecuente peligro de vida o de invalidez. Lo saben a su vez, los hombres vinculados a la mesa de trabajo intelectual; lo saben los cientficos; lo saben los hombres sobre quienes pesa la gran responsabilidad de decisiones destinadas a tener una vasta repercusin social. Lo saben los mdicos y los enfermeros, que velan da y noche junto a los enfermos. Lo saben las mujeres, que a veces sin un adecuado reconocimiento por parte de la sociedad y de sus mismos familiares, soportan cada da la fatiga y la responsabilidad de la casa y de la educacin de los hijos. Lo saben todos los hombres del trabajo y, puesto que es verdad que el trabajo es una vocacin universal, lo saben todos los hombres.

    No obstante, con toda esta fatiga y quizs, en un cierto sentido, debido a ella el trabajo es un bien del hombre. Si este bien comporta el signo de un bonum arduum, segn la terminologa de Santo Toms;18 esto no quita que, en cuanto tal, sea un bien del hombre. Y es no slo un bien til o para disfrutar, sino un bien digno, es decir, que corresponde a la dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta. Queriendo precisar mejor el significado tico del trabajo, se debe tener presente ante todo esta verdad. El trabajo es un bien del hombre es un bien de su humanidad, porque mediante el trabajo el hombre no slo transforma la naturaleza adaptndola a las propias necesidades, sino que se realiza a s mismo como hombre, es ms, en un cierto sentido se hace ms hombre.

    Si se prescinde de esta consideracin no se puede comprender el significado de la virtud de la laboriosidad y ms en concreto no se puede comprender por qu la laboriosidad debera ser una virtud: en efecto, la virtud, como actitud moral, es aquello por lo que el hombre llega a ser bueno como hombre.19 Este hecho no cambia para nada nuestra justa preocupacin, a fin de que en el trabajo, mediante el cual la materia es ennoblecida, el hombre mismo no sufra mengua en su propia dignidad.20 Es sabido adems, que es posible usar de diversos modos el trabajo contra el hombre, que se puede castigar al

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    hombre con el sistema de trabajos forzados en los campos de concentracin, que se puede hacer del trabajo un medio de opresin del hombre, que, en fin, se puede explotar de diversos modos el trabajo humano, es decir, al hombre del trabajo. Todo esto da testimonio en favor de la obligacin moral de unir la laboriosidad como virtud con el orden social del trabajo, que permitir al hombre hacerse ms hombre en el trabajo, y no degradarse a causa del trabajo, perjudicando no slo sus fuerzas fsicas (lo cual, al menos hasta un cierto punto, es inevitable), sino, sobre todo, menoscabando su propia dignidad y subjetividad.

    10. Trabajo y sociedad: familia, nacin

    Confirmada de este modo la dimensin personal del trabajo humano, se debe luego llegar al segundo mbito de valores, que est necesariamente unido a l. El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, la cual es un derecho natural y una vocacin del hombre. Estos dos mbitos de valores uno relacionado con el trabajo y otro consecuente con el carcter familiar de la vida humana deben unirse entre s correctamente y correctamente compenetrarse. El trabajo es, en un cierto sentido, una condicin para hacer posible la fundacin de una familia, ya que sta exige los medios de subsistencia, que el hombre adquiere normalmente mediante el trabajo. Trabajo y laboriosidad condicionan a su vez todo el proceso de educacin dentro de la familia, precisamente por la razn de que cada uno se hace hombre, entre otras cosas, mediante el trabajo, y ese hacerse hombre expresa precisamente el fin principal de todo el proceso educativo. Evidentemente aqu entran en juego, en un cierto sentido, dos significados del trabajo: el que consiente la vida y manutencin de la familia, y aquel por el cual se realizan los fines de la familia misma, especialmente la educacin. No obstante, estos dos significados del trabajo estn unidos entre s y se complementan en varios puntos.

    En conjunto se debe recordar y afirmar que la familia constituye uno de los puntos de referencia ms importantes, segn los cuales debe formarse el orden socio-tico del trabajo humano. La doctrina de la Iglesia ha dedicado siempre una atencin especial a este problema y en el presente documento convendr que volvamos sobre l. En efecto, la familia es, al mismo tiempo, una comunidad hecha posible gracias al trabajo y la primera escuela interior de trabajo para todo hombre.

    El tercer mbito de valores que emerge en la presente perspectiva en la perspectiva del sujeto del trabajo se refiere a esa gran sociedad, a la que pertenece el hombre en base a particulares vnculos culturales e histricos. Dicha sociedad aun cuando no ha asumido todava la forma madura de una nacin es no slo la gran educadora de cada hombre, aunque indirecta (porque cada hombre asume en la familia los contenidos y valores que componen, en su conjunto, la cultura de una determinada nacin), sino tambin una gran encarnacin histrica y social del trabajo de todas las generaciones. Todo esto hace que el hombre concilie su ms profunda identidad humana con la pertenencia a la nacin y entienda tambin su trabajo como incremento del bien comn elaborado juntamente con sus compatriotas, dndose as cuenta de que por este camino el trabajo sirve para multiplicar el patrimonio de toda la familia humana, de todos los hombres que viven en el mundo.

    Estos tres mbitos conservan permanentemente su importancia para el trabajo humano en su dimensin subjetiva. Y esta dimensin, es decir la realidad concreta del hombre del trabajo, tiene precedencia sobre la dimensin objetiva. En su dimensin subjetiva se realiza, ante todo, aquel dominio sobre el mundo de la naturaleza, al que el hombre est llamado desde el principio segn las palabras del libro del Gnesis. Si el proceso

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    mismo de someter la tierra, es decir, el trabajo bajo el aspecto de la tcnica, est marcado a lo largo de la historia y, especialmente en los ltimos siglos, por un desarrollo inconmensurable de los medios de produccin, entonces ste es un fenmeno ventajoso y positivo, a condicin de que la dimensin objetiva del trabajo no prevalezca sobre la dimensin subjetiva, quitando al hombre o disminuyendo su dignidad y sus derechos inalienables.

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    SESIN II OBRAS Y EMPRESAS

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    A. Definicin y evolucin histrica

    EMPRESA Y EMPRESARIOS: CAMINO AL XITO Y PRODUCCIN DEL

    VALOR ECONMICO Y SOCIAL

    Clara Caselli

    1. La idea de empresa Cuando pensamos en que es una empresa, muchas veces pensamos en un conjunto de elementos (maquinarias, tecnologa, recursos financieros, recursos humanos, etc.) o en una serie de actividades (produccin, logstica, ventas, promocin, etc.). En realidad la empresa no es una simple suma de personas, cosas, actividades; por lo tanto, no se puede entender su naturaleza sin percibir las relaciones dinmicas entre todos sus elementos y con el ambiente externo. Desde el punto de vista de su definicin, una empresa es el resultado de tres elementos:

    Una comunidad de personas que trabajan juntas para realizar una actividad econmica. Esto es tan verdadero que vale an en el caso que el empresario no quiera pensar en sus trabajadores como personas porque quiere explotar el trabajo mismo: no se quita el hecho que se trata de personas y no de rostros annimos, que tienen sus caractersticas humanas, sus expectativas, sus deseos, sus convencimientos, que juegan un rol importante a nivel de la estructura formal y de las dinmicas informales. El tema especfico del cual se ocupa esta comunidad de personas debe ser algo que tiene que ver con la economa; este punto marca la diferencia con las dems actividades humanas: un grupo de personas que se encuentran para escuchar msica, por ejemplo, no es una empresa (a menos que no se trate de una actividad de organizacin de conciertos).

    Un objetivo comn: el fin no es el simple provecho, el fin es construir algo til para los que colaboran en la empresa y para todos los que se relacionan con ella. Es decir, se tiene que buscar la satisfaccin de las necesidades de los clientes y al mismo tiempo de los trabajadores, de los proveedores, de las instituciones financieras, de los socios, del estado, etc. Conseguir un beneficio no puede ser un objetivo final, sino un simple medio que garantiza la autonoma de la gestin (como veremos en el punto siguiente). Ganar no es tanto un fin sino un indicador de la eficiencia de la gestin. Si una empresa produce en prdida no est creando valor, al contrario, lo est destruyendo y lo substrae a los dems y especialmente a las empresas eficientes: se trata de una falta evidente de responsabilidad social. Adems una empresa no se justifica simplemente por su eficiencia: las empresas tienen que trabajar con eficacia, que se puede medir solo como satisfaccin de los clientes y de los actores sociales. Se entiende por lo tanto que la ganancia no puede ser un objetivo final: si una empresa gana mucho pero no cuida que sus trabajadores - y tambin sus clientes, sus proveedores, los ciudadanos que viven cerca - estn satisfechos, la empresa no dura en el tiempo y se acaba despus de unos aos. El perfil del empresario es algo completamente distinto del perfil del especulador que solo quiere ganar a corto plazo y luego no le importa si sale del mercado porque todo lo que tiene que hacer es buscar nuevas oportunidades de especulacin.

    La capacidad de desarrollar su actividad de una manera autnoma, es decir sin depender para su existencia de los bancos y de los dems que aportan capital de

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    crdito, del estado, de la municipalidad, de otras empresas, etc. La autonoma est relacionada con el deseo que la empresa dure en el tiempo: para lograr este resultado se necesita evidentemente la capacidad de desarrollar autnomamente su propia dinmica de crecimiento y de auto sustentamiento. La idea de duracin en el tiempo es un aspecto tpico del perfil del autntico empresario, que concibe su idea empresarial a partir de la observacin de la realidad y la formula para moldear la realidad misma segn su imagen ideal y con la perspectiva de dejar una huella en la historia econmica y empresarial de su pas.

    2. El paradigma de la produccin del valor La dignidad de cualquier iniciativa que tenga una naturaleza econmica y lo que legitima su existencia es la capacidad de producir valor en el ambiente econmico y social: Qu naturaleza tiene este valor? Porter afirma que todos los operadores buscan un valor en el desarrollo de su actividad y existe un sistema del valor porque el empresario produce valor para si mismo y para todos los que entran en relacin con su empresa. Lgicamente la naturaleza de este valor es de ser un valor de compra, sin embargo se trata tambin de un valor de uso. Adems, est claro que existe una dialctica entre valor de uso y valor de compra que se vuelve muy interesante en la medida de que la produccin siempre menos se basa sobre elementos slo materiales para asumir un fuerte carcter inmaterial, como acontece en el contexto de la nueva economa de la informacin. Es interesante reflexionar sobre el paradigma conceptual de la produccin de valor. La actividad de cualquier empresa inicia comprando valores de mercado para destinarlos a un uso bien identificado. Ya en esta fase hay un punto de creacin de valor, porque puede ser que el comprador perciba un mayor valor (que se traduce en la conviccin de haber concluido un buen negocio). Despus, el proceso productivo transforma estos valores y provoca su crecimiento, que normalmente es mucho ms que la simple dinmica de los valores de compra, porque deriva del hecho que entran en juego habilidades, superioridades tecnolgicas, que no siempre tienen un carcter tangible. ltimo, la comparacin con el mercado vuelve a ser un momento en que se manifiestan diferentes percepciones del valor. La doctrina nos dice que el valor tiene que crecer de una fase a la otra: en caso contrario non se producira valor econmico sino desvalorizacin. Adems, una empresa tiene que producir valor para si misma y para todos los actores con quienes entra en contacto. Cuadro 1 Paradigma de la produccin del valor

    Factores

    Valor

    de

    compra

    Factores

    Valor de uso

    Productos

    Valor

    de

    uso

    PRODUCTOS

    VALOR

    DE VENTA

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    En sntesis el proceso se desarrolla segn los pasos siguientes (cuadro 1): 1. compra de factores de la produccin: los factores se compran en un mercado del trabajo, de

    la materia prima, etc. y por lo tanto tienen un valor de compra, que es el precio de mercado. 2. uso de los factores para producir bienes y servicios: en esta fase los bienes tienen un valor de

    uso que depende del hecho que el productor los est usando en un proceso productivo y se supone que este valor es ms alto que el precio que ha pagado para conseguirlos (valor de uso de los factores >/= valor de compra).

    3. transformacin de los factores en productos terminados, que tienen para el productor un valor de uso ms alto, porque l ha aadido trabajo, creatividad, satisfaccin personal (valor de uso de los productos >/= valor de uso de los factores productivos: por eso existen las empresas, porque se supone que tienen la capacidad de crear valor).

    4. venta de los productos en el mercado a un precio de mercado, que es un valor de compra para los compradores (precio de venta >/= valor de uso de los productos para el empresario); a partir de este punto puede ser iniciado un nuevo ciclo de produccin de valor por el comprador porque su valor de uso ser ms alto que el precio que ha pagado y de esta manera el circuito de produccin del valor se vuelve social y se forma en la sociedad un sistema del valor que pone en relacin a empresas, proveedores, consumidores, generando beneficios y satisfacciones en un entorno amplio.

    El proceso que se acaba de describir puede ser llamado paradigma de la produccin del valor: por un lado tiene que ver con los aspectos econmicos y lucrativos y por otro lado incluye tambin aspectos subjetivos, que se refieren a la esfera humana y social. 3. Cmo nace una empresa? El diseo de la frmula empresarial Antes que nada se necesita una visin, que es el puerto al cual se quiere llegar y es el resultado de la accin de pensar en el futuro a partir de la observacin atenta de la realidad para imaginar una intervencin en la realidad misma que pueda darle forma, descubriendo las oportunidades que se presentan, a partir de un ideal, de una cultura, de unos juicios de valor sobre lo que es bueno, justo, til, bello. La visin no es (y no debe ser) un sueo, sino algo que se puede ser traducido en accin y puesto en marcha. Tiene que ser realizable, compartida, amplia y detallada (qu?, cmo?, cundo?, por qu?), positiva. Luego, se tiene que pensar en la misin de la empresa, que es la traduccin de la visin, la ruta para llegar al puerto, en sus aspectos estratgicos. Para desarrollar esta dinmica una metodologa muy til es el diseo de la frmula empresarial, es decir un conjunto lgico de elementos que vuelven exitosa a una empresa.

    Cuadro 2 La frmula empresarial Sistema competitivo Actores

    Sistema Estructura Propuesta de producto social

    La descripcin de esta frmula se compone de dos aspectos que describen las diferentes lgicas que la empresa tiene que usar en su actividad. Grficamente, usamos un esquema (cuadro 2) formado por dos tringulos: a la izquierda estn las relaciones

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    competitivas (el mercado) y a la derecha las relaciones no competitivas con todos los actores que entran en contacto con la empresa misma cooperando con ella (la sociedad). Una empresa tiene que imaginar su producto / servicio y el segmento de mercado al cual quiere llegar y construir su estructura de una manera coherente, pero al mismo tiempo tiene que conocer los sujetos que entran en relacin no competitiva con ella (trabajadores, proveedores, empresas, socios, bancos, estado, etc.) y desarrollar su propuesta social hacia el sistema de los actores. Ms analticamente, la construccin de la frmula empresarial necesita unos pasos: 1. Clientes y mercado Primero, es necesario conocer el mercado para identificar el segmento al cual la produccin est dirigida. El estudio del mercado presupone el anlisis de la competencia que se encuentra en el mercado mismo, para comprender si la empresa puede obtener un espacio estable y rentable. Se trata de contestar preguntas de este tipo: quin produce los mismos productos o productos similares? Dnde a qu precio? Hay un espacio para la empresa? Cmo reaccionarn los competidores? Hasta dnde llega el ambiente competitivo? Quines son los clientes objetivos? 2. Sistema de producto Se trata de identificar los elementos que componen la oferta de bienes y servicios de la empresa: de hecho, las empresas normalmente no producen simplemente productos sino un sistema complejo de productos y servicios, con un producto central (core product) y elementos accesorios, fundamentales para determinar la calidad oferta y percibida por el cliente. Las preguntas son las siguientes: qu se quiere producir? a quin se quiere vender? a qu precio? Con qu nivel de calidad? 3. Estructura La identificacin de la estructura tcnica y humana necesaria para implementar la idea empresarial es evidentemente muy importante: sin una estructura adecuada la idea faltara de coherencia y realismo. Las preguntas son muy sencillas: dnde se ubica la empresa? Cuntos trabajadores se tienen que contratar y qu competencias tienen que poseer? Cmo tienen que ser las maquinarias, la tecnologa, los muebles, etc.? 4. Sistema de los actores sociales Se trata de todas las personas y las instituciones que se relacionan con la empresa sin que tengan que ver con el sistema competitivo: empleados; proveedores; empresas con las cuales se estn manejando acuerdos y alianzas productivas, tecnolgicas, comerciales; bancos e instituciones financieras; socios que aportan capital; comunidad local; entidades pblicas; etc. Es muy importante que la empresa identifique de una manera clara y completa el sistema de todos los actores que la rodean y de sus expectativas. 5. Propuesta social La empresa tiene que formular una propuesta social dirigida a todos los actores econmicos, polticos y sociales, que complementa y soporta la propuesta econmica. Por ejemplo, los trabajadores tienen expectativas que se refieren al sueldo, al clima de trabajo, a las caractersticas del trabajo mismo, etc.; los proveedores quieren puntualidad de pago, estabilidad de relaciones, etc.; los aliados exigen lealtad, continuidad y desarrollo de las relaciones, perspectivas futuras; los bancos estn interesados en el reembolso puntual del dinero y en el fortalecimiento de la estructura financiera de la empresa; los socios desean un dividendo al final de cada ao; la comunidad local confa

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    en un cierto tipo de presencia social de la empresas y en su colaboracin en los proyectos de desarrollo; las entidades pblicas como la municipalidad y el estado quieren cobrar impuestos, quieren tambin auspicios y colaboraciones, comportamientos ticos, etc. El anlisis de estos cinco primeros pasos permite la identificacin de los elementos de la frmula empresarial, pero no permite verificar su coherencia. Para hacer esto, es necesario pasar a un nivel ms sofisticado de anlisis: por un lado se tiene que verificar si el producto cumple con los requisitos que el mercado exige y la empresa sabe realizar un producto a la altura de las expectativas; por otro lado se tiene que evaluar si la propuesta que la empresa hace a los actores cumple con sus expectativas y con las caractersticas de la empresa. Este proceso est descrito en los puntos 6-11 del cuadro 3. 6. Factores crticos de xito Se trata de los elementos que determinan el xito en un mercado (por ejemplo: calidad, precio, puntualidad en la entrega, etc.). Para escoger estos factores la pregunta que se tiene que hacerse es la siguiente: qu desean verdaderamente los clientes? cul es el aspecto o los aspectos que les interesan ms (se trata de escoger uno o dos factores, cuidando que no haya contradiccin entre ellos: por ejemplo es muy difcil dar calidad muy alta a un precio muy bajo)? cul es el aspecto ms importante para ganar con respecto a los competidores?