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  • Revista de Literatura, 2012, enero-junio, vol. LXXIV, n.o 147,pgs. 31-64, ISSN: 0034-849X

    doi: 10.3989/revliteratura.2012.01.303

    Aulo Gelio y la literatura espaoladel Siglo XVI: autor, texto, comentario

    y relectura moderna1

    Francisco Garca JuradoUniversidad Complutense

    RESUMEN

    Se analiza en este trabajo las referencias a Aulo Gelio en los autores espaoles del sigloXVI, en particular Fray Antonio de Guevara, Pedro Meja, y Cristbal de Villaln. Asimismo,se recurre puntualmente a importantes comentarios sobre Gelio y la miscelnea que encontra-mos en Michel de Montaigne y Luis Vives. Se revisan los datos a la luz de las referencias alautor antiguo como tal, el inters temtico de sus citas, los comentarios crticos a la obra y surelectura moderna, miscelnea o ensaystica.

    Palabras clave: Aulo Gelio, Literatura espaola del siglo XVI, Fray Antonio de Guevara,Pedro Meja, Cristbal de Villaln, Montaigne, antologa, miscelnea, ensayo

    Aulus Gellius and 16th century spanish literature:author, text, commentaries and new readings

    ABSTRACT

    This paper will analyse the references to Aulus Gellius made by Spanish authors in the 16thcentury, with special attention to Fray Antonio de Guevara, Pedro Meja and Cristbal de Villaln.Likewise, this study will refer to some significant commentaries about Gellius and the miscellaneapresent in Michel de Montainges and Luis Vives works. The data will be reviewed in the lightof the references to the ancient author himself, as well as to the thematic interest of his quotations,the critic commentaries to his work, and its modern re-reading, in terms of miscellanea or essay.

    Key Words: Aulus Gellius, XVIth, Century Spanish Literature, Fray Antonio de Guevara,Pedro Meja, Cristbal de Villaln, Montaigne, anthology, miscelanea, essay

    1 El presente estudio se inscribe en el Grupo UCM 930136 Historiografa de la Litera-tura Grecolatina en Espaa y en el proyecto de investigacin FFI2010-14963, financiadopor el Ministerio de Ciencia e Innovacin.

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    1. INTRODUCCIN

    Los libros que componen las Noches ticas de Aulo Gelio (s. II) respon-den a la plasmacin fsica de una idea dinmica de la literatura, pues supo-nen un conjunto variopinto de lecturas, audiciones y recuerdos organizados conaparente libertad dentro de una miscelnea. Su fama posterior, su difusin enotras obras, a manera de citas, comentarios o relecturas, presenta la mismanaturaleza que dio lugar a la obra en s. De esta forma, los libros de Gelioseran tanto el fruto de una variada escritura, la del propio autor, como de unalectura intensa y rica por parte de otros autores posteriores. Cabe preguntar-se, sin embargo, cmo pudo ser ese proceso de lectura en Espaa durante laEdad Moderna, ya que las Noches ticas no se traducen al castellano hastafinales del siglo XIX, concretamente en 1893, momento en que se abre unanueva pgina de las lecturas de Gelio en castellano, como hemos tenido oca-sin de estudiar en otro lugar (Garca Jurado 2008, p. 58). Sin embargo, suaparicin en la literatura espaola, si bien discreta, en comparacin con otrosgrandes autores de la Antigedad, es constante, y da prueba de que hay unconocimiento de la obra por parte de autores como Fray Antonio de Guevarao Pedro Meja, que contribuyen, asimismo, a su difusin indirecta. As pues,el carcter miscelneo de la obra de Gelio, su naturaleza de obra abierta, derecopilacin de escritos varios, tambin se deja ver en la propia recepcinmoderna. Es un libro destinado a personas eruditas, de ah la no necesidad deuna traduccin hasta pasados muchos siglos. Cabe preguntarse si el estudiode la huella de sus lecturas en la literatura espaola nos permitira llevar acabo una antologa (antologa inminente, como dira Alfonso Reyes) de unaparte significativa de las historias y noticias que aparecen en la obra latina.Si esto fuera posible, cabra hablar, por tanto, de una forma de traduccinimplcita de la obra, que unos leen y narran para que otros la conozcan a tra-vs de sus lecturas. Puede darse, asimismo, el fenmeno de que un autor quecite a Gelio no lo haya ledo directamente, sino a travs de otros autores. Estees uno de los resortes esenciales del funcionamiento de la antologa.

    Hay varias razones que apuntan a ver en el siglo XVI un momento dora-do de la lectura de Aulo Gelio no slo en Espaa sino tambin en Europa,en particular debido a dos hechos notables: (a) de una parte, lo que va a seruna primera edicin bien difundida y provista de notas crticas, precisamentela de Stephanus; (b) de otra parte, el salto cualitativo de la miscelnea alensayo, que podemos encontrar ya cristalizado en la lectura de Michel deMontaigne, y cuyo nuevo planteamiento ensaystico nace de una progresivareaccin contra la propia miscelnea humanista. Es oportuno que desarrolle-mos brevemente ambos aspectos:

    (a) Gracias a la imprenta, el texto de Aulo Gelio goz de una gran difu-sin y se convirti en una lectura propiamente humanista. Entre otras cosas,

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    Gelio no es ajeno al hecho de que sean precisamente los buenos autores losque comiencen a llamarse clsicos (Luck 1958). La invencin de la imprentada lugar a una sucesin numerosa de ediciones. Dado que se trata de un tex-to miscelneo que sirve para muchos usos, las ediciones totales y parcialescrecen de una manera notable ya en el siglo XVI. Habr que llegar a la fun-damental edicin parisina de Stephanus (1585), a la que a veces acompaanlas notas de Luis Carrin, para disponer del primer hito moderno en la edi-cin de Gelio2.

    (b) Conviene superar el concepto de fuente y, ms que plantear la posibleinfluencia de Gelio en el ensayo moderno, considerar cmo la modernidad ha re-ledo su obra a manera de precursora de esta misma modernidad, desde la parado-ja que supone superar al autor antiguo para fundar nuevas formas de escritura. Setrata, pues, de averiguar cmo se ha considerado la obra de Gelio desde las nue-vas claves literarias del siglo XVI, en particular de la moderna literatura ensays-tica (Gmez 1996, p. 41 y Garca Jurado 2007a, p. 18).

    Desde tales presupuestos, nuestro propsito es llevar a cabo un primer acerca-miento de conjunto a la lectura de Gelio en la literatura castellana del siglo XVIutilizando el Corpus Diacrnico del Espaol de la Real Academia Espaola a partirde la voz Gelio3. Obtenemos, de esta forma, 220 datos, cifra significativa si lacomparamos con el resto de ejemplos en los otros siglos:

    1400-1500: 0 casos en 0 documentos1501-1600: 220 casos en 34 documentos1601-1700: 67 casos en 28 documentos1701-1800: 16 casos en 11 documentos1801-1900: 15 casos en 9 documentos1901-2000: 5 casos en 3 documentos

    Es pertinente completar esta bsqueda con los otros nombres por los quetradicionalmente se ha conocido a nuestro autor, a saber, las voces Agelio(14 casos desde 1422 a 1754) y Aulogelio (9 casos desde 1521 a 1605), sibien para este trabajo no las vamos a recoger4. De esta forma, hemos obteni-

    2 A este respecto, cabe citar aqu la anotacin que hace Menndez Pelayo (1950: 373-375) en su afn por defender la aportacin hispana al acervo cientfico, cuando destaca laimportancia de las notas a Gelio elaboradas por Luis Carrin (Ludovicus Carrio) e inclui-das en las ediciones de Henricus Stephanus (Pars, 1585): El texto castigado y enmendadopor Carrin y Stphano fu reproducido muchas veces: sirvi de base al de Gronovio, vulgari-zado en muchas ediciones elzevirianas (la primera de 1651), y todava fu utilizado en lahermosa edicin Variorum de 1706, que es la ms importante de las antiguas.

    3 REAL ACADEMIA ESPAOLA: Banco de datos (CORDE) [en lnea]. Corpus Dia-crnico del Espaol. [Fecha de la consulta: 20 de noviembre de 2009].Hacemos una acotacin cronolgica que va de 1501 a 1600.

    4 Asimismo, en el Corpus del Espaol Actual (CREA) aparecen seis casos con la vozGelio, desde 1986 a 2004, de los que dos datos no responden al autor latino.

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    do una relacin casi completa, si bien aproximada, de datos obtenidos en talcorpus, y que nos remiten a referencias explcitas al propio autor de las No-ches ticas de acuerdo al siguiente esquema: nmero de datos obtenidos / aode la obra / autor / ttulo / publicacin: editor moderno / editorial (ciudad),ao de edicin. La lista resultante queda como sigue:

    1/1590/lava de Viamont, Diego/El perfecto capitn/Cristina/Blas Nistal, CILUS(Salamanca), 2000

    12/1542/Annimo/Baldo/Folke Gernert/Centro de Estudios Cervantinos (Alcal deHenares), 2002

    6/1571/Annimo/Traduccin de la Imagen de la vida cristiana de Fray HctorPinto/Edward Glaser/ Juan Flors (Barcelona), 1967

    15/c 1550/Arce de Otrola, Juan de/Coloquios de Palatino y Pinciano/Jos LuisOcasar Ariza/ Turner (Madrid), 1995

    2/1592-a 1631/Argensola, Bartolom Leonardo de/Rimas/Jos Manuel Blecua/CSIC (Zaragoza), 1951

    2/a 1598/Cabrera, Fray Alonso de/Consideraciones sobre los Evangelios de losdomingos de Adviento/Bailly-Baillire (Madrid), 1906

    1/a 1598/Cabrera, Fray Alonso de/De las consideraciones sobre todos los evan-gelios de la Cuaresma/Miguel Mir/Bailly-Baillire (Madrid), 1906

    13/1527-1550/Casas, Fray Bartolom de las/Apologtica historia sumaria/VidalAbril Castell et alii/Alianza Editorial (Madrid), 1992

    1/1513/Encina, Juan del/gloga de Plcida y Vitoriano/Miguel ngel PrezPriego/Ctedra (Madrid), 1991

    2/1535-1557/Fernndez de Oviedo, Gonzalo/Historia general y natural de lasIndias/Juan Prez de Tudela Bueso/Atlas (Madrid), 1992

    3/1569/Franco, Francisco/Tractado de la nieve y del uso de ella/Mara TeresaGarca Garca/CILUS (Salamanca), 2000

    8/1521-1543/Guevara, Fray Antonio de/Epstolas familiares/Jos Mara de Cosso/Real Academia Espaola (Madrid), 1950-1952

    2/1539/Guevara, Fray Antonio de/Menosprecio de corte y alabanza de aldea/Asun-cin Rallo/Ctedra (Madrid), 1984

    9/1529-1531/Guevara, Fray Antonio de/Reloj de prncipes/Emilio Blanco/Turner(Madrid), 1994

    1/ a 1582/Gurrea y Aragn, Martn de/Discursos de medallas y antigedades/JosRamn Mlida/Impr. Viuda e hijos de M. Tello (Madrid), 1902

    3/1600/Gutirrez de los Ros, Gaspar/Noticia general para la estimacin de lasartes/Alegra Alonso Gonzlez, CILUS (Salamanca), 2000

    3/1580/Herrera, Fernando de/Comentarios a Garcilaso /Antonio Gallego Morell/Gredos (Madrid), 1972

    5/1570-1579/Horozco, Sebastin de/Libro de los proverbios glosados/Jack Weiner/Reichenberger (Kassel), 1994

    5/1599/Huerta, Jernimo de/Traduccin de los libros de Historia natural de losanimales de Plinio/CORDE/Real Academia Espaola (Madrid), 2004

    4/1528/Justiniano, Juan/Instruccin de la mujer cristiana, de J.L. Vives/ElizabethTeresa Howe/Fundacin Universitaria Espaola (Madrid), 1995

    45/1540-c 1550/Meja, Pedro/Silva de varia leccin/Antonio Castro/Ctedra (Ma-drid), 1989-1990

    3/1585/Prez de Moya, Juan/Philosofa secreta de la gentilidad/Carlos Clavera/Ctedra (Madrid), 1995

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    48/1589/Pineda, Juan de/Dilogos familiares de la agricultura cristiana/JuanMeseguer Fernndez/Atlas (Madrid), 1963-1964

    1/1587/Poza, Andrs de/De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de lasEspaas/ngel Rodrguez Herrero/Ediciones Minotauro (Madrid), 1959

    1/1595/Ribadeneira, Pedro de/Tratado de la religin y virtudes que debe tener elprncipe cristiano para gobernar sus estados/Vicente de la Fuente/Bibliotecade autores espaoles (Madrid), 1868

    1/c 1545/Sanz, Pedro Luis/Trecientos proverbios/Mnica Pauner Chulvi; Jos LuisCanet/Universidad de Valencia (Valencia), 2001

    2/1544/Saravia de la Calle, Luis/Instrucin de mercaderes muy provechosa.../Cris-tina Blas Nistal/CILUS (Salamanca), 2000

    1/1566/Timoneda, Juan de/El Patrauelo/M Pilar Cuartero Sancho/Espasa-Calpe(Madrid), 1990

    9/1548/Toro, Gabriel de/Tesoro de misericordia divina y humana/Lina RodrguezCacho; Mariano Quirs Garca/CILUS (Salamanca), 1999

    1/1569/Toro, Luis de/Discursos o consyderaciones sobre la materia de enfriar labevida en que se tracta de las differentias... /Jacobo Sanz Hermida/Edicionesde la Universidad de Salamanca (Salamanca), 1991

    3/1569/Torquemada, Antonio de/Jardn de flores curiosas/Lina Rodrguez Cacho/Turner (Madrid), 1994

    2/c 1553-1556/Villaln, Cristbal de/El Crtalon de Cristforo Gnofoso/AsuncinRallo/Ctedra (Madrid), 1990

    2/c 1539/Villaln, Cristbal de/El Scholstico/Richard J. A. Kerr/CSIC (Madrid), 19773/1594/Villegas, Alonso de/Fructus sanctorum y quinta parte del Flos sanctorum/

    Josep Lluis Canet Valls/LEMIR (Valencia), 1988.

    Hemos tomado de la lista anterior tan slo autores que ya habamos revi-sado previamente para otros trabajos: Fray Antonio de Guevara, Pedro Me-ja, y Cristbal de Villaln. Son autores que representan, respectivamente, laepstola, la miscelnea y el dilogo renacentista, si bien no de manera exclusi-va. Asimismo, hemos aadido tres autores ms: Gabriel de Toro (en atencina sus referencias a la humanitas), Prez de Moya, y Antonio de Torquemada,que completan aspectos no recogidos por los anteriores autores. Tambin he-mos recurrido a un importante texto latino de Luis Vives escrito como duracrtica contra Gelio, habida cuenta de la importancia especfica que tiene paraentender la introduccin a las Noctes publicada por Stephanus, donde ste atacaal autor espaol. Asimismo, recurriremos a otro autor francs, Michel de Mon-taigne, tanto para valorar las raras citas directas que hace de Gelio en susEnsayos como las referencias implcitas en las que Pedro Meja ha sido elintermediario entre ambos autores5. Se trata, por tanto, de una seleccin pro-visional que deber ser completada en el futuro. Quedan, asimismo, al mar-gen varios problemas de naturaleza cualitativa sobre la cita de Gelio:

    5 La silva di varia leccion de Pedro di Mexia, publie incompltement en 1542, eut un trsvif succs; ldition de Madrid 1576 se donne comme la dixime. Elle tait traduite en italien ds1544. La traduction franaise de Gruget, publie en 1552, fut bientt augmente du cinquimelivre et eut de nombreuses ditions. Il semble bien que Montaigne ait possd lune delles, bienquil soit difficile de le dmontrer dune manire absolue. (Villey, 1908: 177).

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    Referencias implcitas, rastreables cuando el autor moderno trata untema recogido por Gelio, que ha podido servir de fuente.

    Es difcil valorar a menudo si se ha manejado directamente al autorlatino o si proviene de referencias indirectas.

    Tambin hay dificultad a la hora de valorar la veracidad de las citas,sobre todo cuando en stas se da una mezcla de lectura e invencin(el problema ha sido tratado por Holford-Strevens 2005, p. XI y Heath2008, p. 301).

    A partir de estos datos, ensayaremos una tipologa de las referencias aGelio en torno a cuatro criterios ya establecidos en otros trabajos relativos alestudio de los autores antiguos en las literaturas modernas6, a saber:

    2.1. AUTOR. La presentacin y caracterizacin de la persona que encarna al au-tor de las Noches ticas, por ejemplo como filsofo o historiador.

    2.2. TEXTO. Citas y parfrasis: antologa de textos. Es pertinente hacer notarcundo se cita el libro y captulo concreto de la obra de Gelio.

    2.3. COMENTARIO. Juicios expresados en las obras modernas sobre aspectosliterarios o pedaggicos que conciernen a las Noches ticas, como el valor dela erudicin.

    2.4. RELECTURA MODERNA. Se trata de la cuestin ms genrica y cualitati-va: cmo pasa la antigua miscelnea a ser releda en clave moderna bien demiscelnea, bien de ensayo. Este rasgo es el ms complejo, pues no presentaunas marcas concretas y supone un trascendental salto epistemolgico.

    Esta tipologa7 nos permitir hacer un recorrido por las referencias a la obrade Gelio donde podremos observar diferencias cualitativas relevantes a partirde los datos obtenidos.

    2. LA LECTURA DE GELIO EN EL SIGLO XVI ESPAOL: AUTOR, TEXTO, CO-MENTARIO Y RELECTURA

    2.1. Autor: la caracterizacin de Aulo Gelio

    En lo que respecta a la representacin de la figura del autor antiguo entrelos modernos, hay que partir de la misma caracterizacin indirecta que Geliohace de s mismo al poner a su obra el ttulo de Noctes Atticae (Vardi 1993):

    6 Para el criterio de relaciones intertextuales que seguimos cf. Garca Jurado 2007a, pp. 20-25.7 A ttulo de ejemplo, es muy significativo observar cmo dentro de la literatura argen-

    tina del siglo XX el poeta Arturo Capdevila recrea la persona de Aulo Gelio en el poemaque lleva el mismo ttulo, Julio Cortzar inserta un texto de las Noches ticas en su novelamiscelnea Rayuela, Bioy Casares comenta de manera elogiosa que la obra de Gelio cons-tituye uno de esos libros que estimulan la inteligencia, y, finalmente, Borges relee la noti-cia erudita de una paloma de madera que vuela en calidad de moderno relato fantstico(Garca Jurado, 2008).

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    con ello pretende, ante todo, representarse ante sus lectores como un estudio-so, en la tranquilidad nocturna8. La figura del erudito trabajado durante lanoche supone ya desde los tiempos antiguos la actividad que llamamos elu-cubracin. La imagen ha pervivido a travs de los tiempos hasta el punto deque la relectura humanista de esta misma figura ha quedado plasmada grfi-camente en el siglo XVII, como vemos en el frontispicio de la fundamentaledicin geliana de Gronovius (1688), donde aparece Gelio ataviado como unpersonaje contemporneo junto a Apolo, dentro de un estudio presidido poruna imagen de Minerva. Por su parte, el mismo Pedro Meja se ve a s mis-mo como si fuera un nuevo Aulo Gelio cuando habla de sus vigilias alcomienzo de la Silva de varia leccin. Teresa Callejas (1996) considera conacierto que Mexa evoca de manera metaliteraria las noches de Gelio cuan-do utiliza la palabra vigilia para hablar de su obra, y da la impresin de quehasta se identifica con el autor latino:

    Por lo qual yo, precindome tanto de la lengua que aprend de mis padres comode la que me mostraron preceptores, quise dar estas vigilias a los que no entien-den los libros latinos (...) (Meja, Silva de varia leccin I, pp. 163-164).

    Sin embargo, esta cndida imagen del erudito comienza a ser objeto derechazo, a tenor de lo que leemos en el mismo Montaigne, quien critica demanera genrica a los eruditos que pasan parte de la noche en vela9:

    Y ese otro tan pituitoso, legaoso y sucio, al que ves salir de estudiar pasada lamedianoche, crees que busca en los libros la forma de llegar a ser ms digno,ms sabio y ms feliz? Ni hablar. En estas morir, o ensear a la posteridad lamedida de los versos de Plauto y la ortografa correcta de una palabra latina.(Montaigne, Ensayos I, 39, p. 267).

    Este texto supone la importante tensin que se establece entre la meraerudicin, acumulativa e impersonal, y el ensayo como reflexin propia. Seruna tensin a la que volveremos al final de este trabajo, cuando hablemos

    8 Cf. Vardi 1993 y Ker 2004, p. 212: The nocturnal writing scene would seem to lackthe opportunities for social communication that exist in the recitatio. But the nocturnal writerin our examples of Gellius, Seneca, and Pliny is not left unwitnessed: the writer uses a gestureof description precisely to bring himself before the eyes of his audience in the process ofwriting, and thereby to maintain a personal relationship with them. Asimismo, el propioGelio haba hecho recreaciones de personas de autores, como cuando evoca una ancdotarelativa a Plutarco (Gel. 1, 26), circunstancia que elogia enormemente uno de sus ms cons-picuos lectores, Michel de Montaigne: Los escritos de Plutarco, si se saborean bien, desv-lanle bastante, y creo conocer incluso su alma; an as, querra que tuviramos algunasmemorias de su vida; y heme lanzado a esta divagacin apartada a propsito de lo agrade-cido que le estoy a Aulo Gelio por habernos dejado por escrito esa ancdota de sus costum-bres que vuelve al tema de la clera. (Montaigne, 2003: 31, 708).

    9 Vase a este respecto el comentario que Burke hace de esta crtica desde los presupues-tos de la historia cultural (Burke, 1985: 19).

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    precisamente sobre la relectura de Gelio en clave de miscelnea moderna.Desde este punto de vista, la caracterizacin de Gelio como filsofo, histo-riador o sabio en las alusiones que a l se hacen es un hecho relevante por loque conlleva de consideracin moderna del propio autor latino ante sus nue-vos lectores. Asimismo, podemos comparar estas caracterizaciones con la quehace el propio Montaigne, que parece considerar a Gelio de manera implcitacomo gramtico cuando habla de la representacin que hace de s mismoante su pblico lector:

    Danse a conocer los autores al pueblo por alguna marca particular y externa; yosoy el primero en dar a conocer mi ser total, en mostrarme como Michel de Mon-taigne, no como gramtico, o poeta, o jurisconsulto. Si se queja el mundo de quehablo demasiado de m, qujeme yo de que l no piense solo en s. (Montaigne,Ensayos III, 2, p. 787)10.

    Montaigne no querra ser, en todo caso, lo que representa Gelio, de for-ma que el autor moderno se definira claramente por la negacin del antiguo.Luis Vives, por su parte, incluye a Gelio peyorativamente entre los philologi(quorum appellatio est et maxime propria philologi) 11. De esta forma, la ca-racterizacin del autor conlleva a menudo su inclusin dentro de una clase,de un grupo mayor. Por ello, sera pertinente estudiar tambin la inclusin deGelio en listas de autores antiguos y modernos. As las cosas, en este aparta-do debemos registrar las caracterizaciones que se hacen de Gelio mediante doscriterios bsicos, a saber: (a) las denominaciones que recibe en calidad dehistoriador, filsofo, etc. y (b) su inclusin entre autores que presentancaractersticas comunes a l. Para terminar este apartado revisaremos, adems,(c) la presencia puntual de algn dato biogrfico del propio Gelio en el cor-pus estudiado.

    (a) En lo que respecta a las caracterizaciones de Gelio, ya hemos vistocmo Vives lo califica de philologus, mientras que Montaigne lo tilda degramtico. Sin embargo, Fray Antonio de Guevara lo llama filsofo den-tro de una enumeracin de otros tantos, y as tambin lo hace Villaln:

    (...) el filsofo Aulo Gelio escribi de lo poco que coman y mucho menos quedorman en las escuelas de su maestro Suborino; el filsofo Plutarcho escribi delas mujeres que hubo en Grecia sabias y de las que hubo en Roma castas. (Gueva-ra, Menosprecio de corte y alabanza de aldea, pp. 242-243).Asi como lo hizieron estos que dixe: y Macrobio y Laerio / Democrito / y AuloGelio: y otros muchos philosophos. (Villaln, El Scholstico, p. 9).

    Hay que tener en cuenta, naturalmente, qu se quiere decir cuando se uti-liza la palabra philsopho (amante del saber) en el siglo XVI, que no tienela especificidad que hoy le conferimos, y que resulta menos arrogante que el

    10 Cf. Heath 2008, p. 315.11 Libro III del De tradendis disciplinis (Vives, 1785: 337).

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    uso del trmino sabio12. Sin embargo, Cristbal de Villaln habla tambinde Gelio entre los sabios antiguos:

    Este estilo y orden tuvieron en sus obras muchos sabios antiguos endereadosen este mesmo fin. Como Ysopo y Catn, Aulo Gelio, Juan Bocacio, Juan Pogioflorentn; y otros muchos que sera largo contar, hasta Aristteles, Plutarco, Pla-tn. (Villaln, El Crtalon de Cristforo Gnofoso, pp. 83-84).

    (b) Gelio aparece de manera natural junto a antiguos autores de ciencia yerudicin, sobre todo con Plutarco y Plinio el Viejo13, si bien el grupo puedeampliarse a otros eruditos como los compiladores Solino y Valerio Mximo:

    Loan y nunca acaban de loar Plutarcho y Aulo Gelio y Plinio al buen romanoMarco Porcio. (Guevara, Menosprecio de corte y alabanza de aldea, p. 101)Pero ni este Marco Sergio ni otro alguno de los romanos no alcan ni merescitantas como Lucio Sicinio Dentato, tribuno que fue de la [misma] plebe, que arribanombramos; del qual escriven los mismos auctores (Plinio, Solino, y tambinValerio Mximo y Aulo Gelio) (...). (Meja, Silva de varia leccin II, p. 229).

    Tambin aparece junto a historiadores como Dionisio de Halicarnaso, He-rodiano y de nuevo Plutarco, como vemos en Prez de Moya, mientras queMeja, por su parte, habla de Gelio y otros muchos historiadores:

    Quien largamente quisiera saber de los sacrificios y templo de Vesta, lea a Dio-nisio Halicarnaseo y a Aulo Gelio, y a Herodiano y a Plutarco. Dicen que Vestafue amada de Prapo. (Prez de Moya, Philosofa secreta de la gentilidad, p. 354)Auctor es de lo dicho Plinio, libro XXXVI, y Pomponio Mela, en el primero, yHerodoto, en el sptimo. Haze memoria deste sepulchro Strabn, en el libro XIV, yAulo Gelio y otros muchos historiadores. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 246).

    Asimismo, en las enumeraciones donde entra Gelio caben tambin loshumanistas modernos:

    Y Plinio dize que Eumenes, en la ciudad de Prgamo, hizo otra a competenciadsta. Aulo Gelio y Amiano Marcelino dizen que tena sietecientos mil libros lalibrera de Egypto de Alexandra; y Sneca dize casi el mismo nmero. Y, aun-que paresce el nmero excessivo, quien huviere ledo los gastos [y] grandezas sincuento de los reyes de Egypto en los obeliscos y pyrmides y en los templos yhedificios y en las naves y galeras de grandeza inestimable (de las quales cuen-tan algunas Budeo, en las Annotaciones de las Pandetas, y Lzaro Bayfo, De renavali), no tern esto por impossible. (Mejia, Silva de varia leccin II, p. 26).

    12 Dice Covarrubias (1994, s.v. Filsofo) que El primero que se intitul con este nom-bre fue Pitgoras, parecindole que el nombre de sabio absolutamente era arrogante, presu-puesto que ningn hombre sabe tanto que no le falte mucho que saber. Y de all adelantetodos los profesores de la filosofa no se llamaron sofistas, sino filsofos y por donairedejaron el nombre de sofistas a los que saban poco y presuman mucho con doctrinas apa-rentes y falsas.

    13 Lerner seala que no es casualidad que en el proemio y prefacio de la Silva de Mejaaparezca el tro formado por Plutarco, Gelio y Plinio el Viejo (Lerner, 1989: 491).

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    (c) Finalmente, si bien no hay muchos aspectos de la vida de Gelio quetransciendan en los textos que estudiamos, conviene sealar dos que han lle-gado a tener caractersticas definidoras de nuestro autor, a saber, su condicinde discpulo y amigo del filsofo galo Favorino y la severa crtica que haceal filsofo hispano-latino Sneca. Ambas se encuentran en Fray Antonio deGuevara, tanto en lo referente a Favorino (Phabormo [sic, por Phaborino],el philsopho, maestro y amigo que fue de Aulo Gelio, deza muchas vezesque por esso fueron tenidos en tanto los philsophos antiguos, porque avamuy pocos que enseassen y muchos que deprendiessen. Guevara, Reloj dePrncipes, Argumento, p. 70), como en lo que concierne a la crtica deSneca (Gel. 12, 2), que se integra dentro de una copiosa enumeracin deautores tambin reprendidos:

    Muy antigua pestilencia es todas las obras virtuosas aver quien murmure dellas,y en esta regla no slo entran los que las obran, mas aun los que las escriven, yparece esto ser verdad porque Scrates fue reprehendido de Platn, Platn deAristtiles, Aristtiles de Avenruyz, Secilio de Vulpicio, Lelio de Varrn, Mari-no de Tolomeo, Ennio de Oracio, Sneca de Aulo Gelio, Crastonestes de Estrabo,Thsalo de Galieno, Hermgoras de Cicern, Cicern de Salustio, Orgenes deHiernimo, Hiernimo de Rufino, Rufino de Donato, Donato de Prsper, y Prsperde Lupo. Pues en estos varones tan heroycos y en sus obras cupo correpcin, losquales fueron lumbre del mundo, no es por cierto mucho que quepa en m, sa-biendo como s tan poco. (Guevara, Reloj de prncipes, Argumento, p. 75).

    Ntese el gusto por la enumeracin, tan propio de la miscelnea, que re-sulta una forma de representacin acumulativa de autores que con el tiempollegarn a ser parte de la moderna historia literaria, si bien ya ordenados demanera cronolgica o por gneros. Esta crtica que Gelio hace de Sneca serla que motive un duro ataque contra Gelio por parte de Luis Vives, comoveremos en el apartado 2.3.

    2.2. Texto: la antologa inminente

    La lectura de las Noches ticas se plasma, de manera explcita o implci-ta, en los modernos textos miscelneos y epistolares. Esta circunstancia invi-ta a pensar en la posibilidad de llevar a cabo una antologa de Gelio cons-truida a partir de tales lecturas. El grado de asimilacin del texto latino en eltexto moderno presenta niveles distintos que van desde la mera aparicin deltexto geliano como cita ajena hasta la total apropiacin por parte del nuevoautor que lo utiliza. La referencia a Gelio aparece a menudo como criterio deautoridad (el lado contrario sera cuando esta referencia al autor desaparece).Pero cabe asimismo el uso complejo, incluso irnico, de un material ajeno.Tambin es interesante considerar el lugar que esta erudicin ocupa en lacultura humanstica, novedoso en un principio, como ha sealado Lerner

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    (1989), si bien se va produciendo un paulatino agotamiento. As lo vemos enuna de las pocas referencias explcitas que Montaigne hace de Gelio, dondeel autor francs cuestiona la autoridad de tales citas:

    Mas yo, que desconfo tanto de la mano como de la boca de los hombres, y ques que tan poco juiciosamente se escribe como se habla y que estimo tanto estesiglo como otro pasado, cito tan contento a un amigo mo como a Aulo Gelio oa Macrobio, y lo que he visto como lo que han escrito. (Montaigne, Ensayos III,13, p. 1027).

    Ntese, adems, en este texto un dato implcito que es fundamental: Ge-lio y (su continuador) Macrobio son esgrimidos como autores prototpicos eideales para el recurso a la cita (Heath 2008, p. 308), hecho que propicia sulectura atomizada. Vamos a ensayar una clasificacin necesariamente conven-cional de los pasajes relevantes de las Noches ticas que son objeto de cita ylectura en los textos modernos aqu revisados. Atenderemos a los seis crite-rios siguientes: a) Aforismos y enseanzas ejemplares; b) Filsofos; c) Cues-tiones lingsticas; d) Historia e instituciones; e) Cuestiones mdicas y f)Sucesos naturales y extraordinarios. Veamos cada uno de ellos:

    (a) Aforismos y enseanzas ejemplares. La moda del aforismo que reco-rre la literatura europea del siglo XVI no deja al margen ni tan siquiera almismo Gelio. Una de sus mximas ms difundidas, La verdad es hija deltiempo (Gel. 12,11,7), tambin aparece citada por Guevara:

    Viniendo, pues, al propsito, no nos podemos quexar los que somos agora comose pudieran quexar muchos de los que fueron antes, pues la verdad, la qual dizeAulo Gelio ser hija del tiempo en este postrero tercio del mundo, nos aya decla-rado muy por estenso todos los errores de que nos hemos de guardar y todas lasverdaderas doctrinas que hemos de seguir. (Guevara, Reloj de prncipes, Argu-mento, p. 68).

    Asimismo, si bien hay muchos pasajes gelianos citados con un propsito for-mativo y moral, merece la pena que sealemos, precisamente, el crucial conceptode humanitas (Gel. 13, 17) desde la perspectiva de los autores del siglo XVI:

    El vulgo comnmente (dize Aulo Gelio) llama humanidad el amor y voluntadque un hombre tiene de ayudar y socorrer a otro, por ser de su propia naturaleza,la qual provoca y mueve que se hagan bien unos a otros; (...) latinos y oradoresllamaron humanidad (segn Aulio Gelio) a la doctrina y erudicin de buenas le-tras, cuya ocupacin y exercicio conviene a solo el hombre entre todos los ani-males, y por esso se llama humanidad y humanistas los que la estudian. (Toro,Tesoro de misericordia divina y humana, fol. CXXVIIv y CXXVIIr).

    Tales mximas estn dentro de unos ideales educativos a los que no sonajenos los grandes humanistas, como es el caso de Erasmo cuando compila yexplica sus Adagia. El hecho de que el hbito no haga a alguien filsofo, conla enseanza moral que esto conlleva, es un tema muy geliano (Gel. 9, 2), pero

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    tambin un asunto universal que se resume con el dicho de que el hbito nohace al monje. Encontramos dos lecturas diferentes de este mismo episodioen Gabriel de Toro y Villaln, respectivamente:

    (...) Por lo qual, estando muchos sabios juntos (segn Aulo Gelio refiere), lleg unpobre pidiendo para comprar pan, y preguntado quin era, respondi indignado: Novys en mi trage que soy philsopho?. Los que all estavan dixeron: ste es un va-gabundo que nunca sale de bodegones, pero deshonraros ha si no le damos; dmoslecomo hombres y no como a hombre con que compre para treynta das pan. (Toro,Tesoro de misericordia divina y humana, fol. CXXVIIIv).Cuenta del Aulo Gelio en el nono libro de las noches atticas que estando (sc.Herodes tico) vn dia en consulta con sus amigos llego a ellos vn peregrino convna vestidura larga / y la barba hasta la inta / los cauellos mal atauiados y des-calzo: y demando a aquellos varones que estauan con el prinipe que le diessenvn dinero para comer. Y Herodes le pregunto: di hombre tu quien eres? El pere-grino con voz soberuia y con los ojos ayrados le respondio: no me conosces quesoy philosopho: por que preguntas lo que claro te muestra el habito y conuer-saion? Dixo Herodes: amigo yo veo la barba y vestidura / mas no veo philosopho:ruegote mucho que me digas que argumentos y seales terne yo para conoscer quevno es philosopho / porque veo tu cara y no tus costumbres? El que verdadera-mente se puede llamar philosopho no ha de ser conoscido por el habito y apareniasino por las obras (...) (Villaln, El Scholstico, pp. 86-87).

    (b) Filsofos. Al igual que ocurre con las vidas de los filsofos narradaspor Digenes Laercio, la obra de Gelio es tambin un lugar abonado paraencontrar ancdotas varias conjugadas con enseanzas. Modernamente, RenMarache sostuvo en la introduccin de su edicin de las Noches ticas unanueva forma de lectura de la obra de Gelio desde la perspectiva de la llama-da diatriba cnico-estoica, que entiende en la recopilacin de tales ancdo-tas, recuerdos y enseanzas varias una proyeccin filosfica que va ms allde la ancdota y representa el estado de la filosofa en los tiempos de Gelio14.A resultas de todo esto, son muchos los filsofos que aparecen en Gelio, grie-gos y latinos. Destaca cmo Meja contrapone la interpretacin de Gelio yTertuliano ante el hecho de que Demcrito se arrancara los ojos (Gel. 10, 17):

    Deste Demcrito dize tambin Tertuliano, en el captulo ltimo de su Apologtico,que se quebr los ojos por escusar de no ser tentado de la concupicencia de la carneque, por ver alguna muger, se suele causar; Aulo Gelio dize que lo hizo por poder mejordarse a la contemplacin. (Meja, Silva de varia leccin I, p. 496).Grande cosa fue la dstos; pero, como se vieron sin vista, la fuera y necessidades muy industriosa; esforronse contra la falta y hizieron grande effeto. Pero ladel philsopho Demcrito, el que de todo se rea, es ms de maravillar; porque,segn Cicern, l mismo se quebr y sac los ojos para mejor contemplar las cosasnaturales, diziendo que le destruan lo que va. Lucrecio, poeta, y Aulo Gelio y

    14 Marache (2002). Tras esta cuestin est el asunto ms delicado del llamado huma-nismo geliano, propuesta por el mismo Marache, y que ms recientemente ha sido revisa-da en profundidad por Holford-Strevens (2005: p. 42).

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    otros tambin lo cuentan ans; pero yo ms me atengo a lo que Tertuliano dize:que es averlo hecho por reprimir su carne, porque la vista de las mugeres lomovan a desonestidad. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 418).

    Demstenes, a quien hoy reconocemos como orador famoso, es recorda-do como discpulo de Platn (Gel. 3, 12):

    Aulo Gelio, en el tercero libro, captulo xii, dize que el divino Platn, entre losotros discpulos que tuvo, fue uno el gran philsopho Demstenes, el qual fue muyestimado de los griegos y muy desseado de los romanos, porque era en su vidamuy spero y en su lengua y doctrina satrico. (Guevara, Reloj de prncipes, Pr-logo general, p. 25).

    Entre las ancdotas ms famosas relativas a Demstenes debe sealarsesta de la meretriz Laida (Gel. 1, 18):

    Despus que Layda volvi de las guerras de Italia a Grecia, retrxose a vivir enla ciudad de Corintho, y fu all tan servida y requestada, que no hubo hombrerico en Asia que a sus puertas no llamase, ni qued rey ni prncipe que all noentrase. Aulo Gelio dice que el buen philsopho Demstenes fu una vez disfra-zado desde Grecia a Corintho por la ver, y aun con ella se revolver; y como ella,antes que le abriese la puerta, le enviase a pedir docientos sestercios de plata,respondi Demstenes: No quieran los dioses que yo gaste mi hacienda, ni aven-ture mi persona, en cosa que apenas la habr hecho, cuando della est arrepenti-do. Esto pienso que dixo Demstenes, por lo que dice el Philsopho, es a saber:Quod omne animal post coitum tristatur. (Guevara, Epstolas familiares I, ep.63, p. 395).

    Es notable el aadido final con el que concluye el episodio, donde Gue-vara acude al philsopho por antonomasia, Aristteles, para conferir a laancdota una ingeniosa coda. Vase, adems, cmo la ancdota va indisocia-blemente unida a una sentencia del filsofo, de la misma manera que vemosen esta otra sobre Digenes (Gel. 11, 18):

    Fue una vez preso Digenes por ciertos cosarios atenienses, y en su captiverionunca perdi el nimo ni las palabras libres. Ponindolo en almoneda aqul cuyocaptivo era, para lo vender, le pregunt el pregonero que lo avisasse qu abilidadtena, para que la publicasse. Respondi el Digenes: Di que vendes un sier-vo que sabe mandar y governar a los libres. Gelio y Macrobio escriven que estarespuesta dio [a] Xeniades, que fue el que lo compr y lo hizo despus maestrode sus hijos. (Meja, Silva de varia leccin I, p. 404).

    Por su ejemplaridad, destacan las cartas dirigidas a Aristteles transcritaspor Gelio. Una de ellas es la carta del rey Filipo a Aristteles (Gel. 9, 3) paracomunicarle el nacimiento de Alejandro:

    Pues, viniendo a las hystorias, excelente rey y capitn fue Filipo, rey de Mace-donia; pero, conformndose con este parecer, aviendo sabido que le era nacidosu hijo Alexandre y biviendo en Athenas en su tiempo Aristtiles, luego embiuna breve, pero muy notable carta; la qual, segn que Plutarco y Aulo Gelio

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    escriven, deza las palabras siguientes: Filipo dize a Aristteles salud. Hgotesaber, Aristteles, que me ha nacido un hijo, por el qual doy a Dios muchas gra-cias; y no tanto por su nascimiento, quanto por avrmelo dado en tu tiempo [yvida]. Porque tengo esperana [que], siendo por ti criado y doctrinado, saldr yser tal, que merezca el nombre de mi hijo y la sucessin de mi reyno y estado.(Meja, Silva de varia leccin II, p. 72).

    Y otra carta importante es la que Alejandro enva a Aristteles para que-jarse de que ste haya publicado sus enseanzas (Gel. 20, 5):

    Por lo que Plutarco y Aulo Gelio y Temistio y otros escriven que, andando len la guerra y conquista de Asia, supo (sc. Alejandro Magno) cmo Aristtelesava publicado ciertos libros de natural philosopha que dl ava l odo; y sintiloy psole tanto, que luego le embi una carta en que deza las palabras siguientes:Por cierto, Aristtiles, mal lo has hecho en publicar los libros de philosophaespeculativa que escreviste. En qu te paresce a ti que exceder yo a los otroshombres, si aquellos estudios y artes que t me enseaste a m comienan a sercomunes a todos? Hgote saber que yo en sciencia y dotrina querra antes hazerventaja que en riquezas y poder. Fue menester que Aristteles le respondiesseque ava escripto los libros tan obscuros, que nadie los poda entender, si l nose los declarasse. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 74).

    Conforme a lo que sera la diatriba filosfica en los tiempos de Gelio,Favorino, su maestro, argumenta para justificar con qu tipo de mujer hay quecasarse (Gel. 5, 11):

    En lo que toca a la hermosura y gesto de la muger, Faborino, philsopho, segnescrive Aulo Gelio, deza que el hombre deva de casar con muger que ni sea muyhermosa ni tampoco [fea], sino de mediano y razonable gesto. Lo qual l dezarespondiendo a otro philsopho que quera fundar que no se deven los hombrescasar y haza un argumento falso, diziendo desta manera: El hombre se ha decasar con muger fea o con hermosa; si con hermosa, es andar a peligro y tenermuger para otro; e, si con fea, es tormento y pena ordinaria; y, pues ambas cosasson malas, que lo bueno era no casarse. A lo qual, entre otras respuestas que AuloGelio escrive, pone la de Favorino: que no es foroso que ha de ser fea o muyhermosa la muger, que medio ay entre estas dos cosas; puede hombre casar conmuger de bueno y razonable gesto y ass se librara destos dos peligros.Esto deza este philsopho; pero, del mi parescer, no dexar de buscar el hombrela muger hermosa y bien dispuesta, porque el gesto hermoso paresce que natural-mente todos lo aman; y, aunque a esto no tenga fin, teniendo respecto a los hi-jos, paresce que se deve procurar muger hermosa, pues por la mayor parte leparescen los hijos. (Meja, Silva de varia leccin I, pp. 623-624).

    Resulta muy interesante el ltimo prrafo de la cita, por lo que supone deenmienda personal del autor moderno con respecto a lo que dice el antiguo,lo que conlleva una visin propia, de carcter independiente, que apunta sinsaberlo a un planteamiento ensaystico ms que meramente erudito.

    (c) Cuestiones lingsticas. A pesar de que los problemas que conciernenal lenguaje constituyen una de las partes ms significativas de la obra de Gelio,en los autores revisados no hemos encontrado, sin embargo, demasiadas refe-

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    rencias a estos aspectos. Las cuestiones gramaticales tampoco parecen ser muyfrecuentadas por el ensayista Montaigne, aunque s conviene destacar que al-gunas de sus reflexiones acerca de decir mentira y mentir (Des menteurs,Ensayos I, 9) estn inspiradas en la versin francesa del texto que Pedro Mejahaba dedicado a la mentira y que parte, a su vez, de Gelio (11, 11):

    Pero, porque no todos lo entienden bien, declaremos agora la diferencia y dis-tancia que puede aver entre dezir mentira y mentir, y en quntas maneras puedeser, pues Aulo Gelio y otros de ms autoridad se preciaron de tratarlo y es ciertoque no es siempre todo uno. Y, para mejor entenderse, se sepa primero que men-tir es afirmar o negar el hombre algo al contrario de lo que siente o tiene porverdad; y el que ans no lo hiziere, no se podr dezir que miente. Passa, pues,desta manera: que puede uno afirmar una mentira, pensando que es verdad; y stetal dize mentira, pero no miente, porque no haze contra lo que siente y cree. (...)refiere Aulo Gelio que deza Publio Nigidio que el buen hombre deve hazer demanera que no mienta, y el prudente y sabio cmo no diga mentira. Pero, a mijuyzio, tambin deve el bueno procurar lo mismo; porque no basta que uno pien-se que dize verdad en lo que afirma, sino que mire lo que dize y ponga diligen-cia en saber si es cierto. (Meja, Silva de varia leccin II, pp. 483-484).

    As pues, este pasaje de Meja, en su versin francesa, sirvi de fuente aMontaigne (Heath 2008, p. 315) a la hora de confeccionar un ensayo tempra-no, el titulado precisamente Des menteurs:

    No falta razn cuando se dice que aquel que no se siente bastante seguro de sumemoria no ha de meterse a mentiroso. Si bien que los gramticos distinguen entredecir mentira y mentir; y dicen que decir mentira es decir cosa falsa mas consi-derando uno mismo que es verdadera; y que la definicin de la palabra mentir enlatn, de donde naci nuestro francs, implica ir contra la conciencia y por consi-guiente solo atae a aquellos que hablan contra lo que saben, a los cuales merefiero. (Montaigne, Ensayos I, 9, 78).

    Es posible observar el trnsito sutil desde el mero comentario gramaticalhasta el planteamiento ensaystico.

    (d) Historia, instituciones y costumbres. Era de esperar que este aspectofuera el ms recurrente a la hora de citar a Aulo Gelio, dado su carcter deanticuario. En este sentido, Guevara intenta extraer una lectura moral a partirde una de las ancdotas histricas que atribuye a Gelio15:

    Aulo Gelio cuenta, que como en el Senado Romano debatiesen sobre qual de doscapitanes embiaran a la guerra de Panonia, llegando el voto a Catn Censorino,dixo: De los dos que dizes, yo quito el voto a Pulio el moo, aunque es mi deu-do, porque nunca le he visto venir descalabrado de la guerra, y veolo andar oliendopor Roma. [fol. 235]. (Guevara, Epstolas familiares II, ep. 42, p. 825).

    Por su parte, Pedro Mexa se siente interesado cuando Gelio compara, en

    15 No hemos logrado identificar el texto.

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    la lnea de las vidas paralelas de Plutarco, a Alejandro con Escipin acercade la continencia (Gel. 7, 8):

    Despus de los abominables hechos y vicios del maldito Heliogbalo, bien sercontar algn acto virtuoso de otros prncipes, para quitar el mal sabor que nos handexado los suyos. Entre los otros hechos que de Alexandre Magno y de ScipinAffricano, el que venci a Annbal, se cuentan, de cada uno dellos se escrive unmuy notable acto de continencia y templana, muy semejante el uno al otro yambos muy de notar y alabar. De los quales Aulo Gelio haze un problema o pre-gunta, comparndolos entre s, dexndolos en dubda y quistin qul de los dosaya sido de mayor punto y perficin en la virtud de la continencia. (Meja, Sil-va de varia leccin I, p. 722).

    El asunto de la vejez, desde diferentes ngulos, atrae especialmente laatencin de Guevara. Este es el caso de los siguientes ejemplos, que comien-zan con una cita acerca de la honra de la vejez en la antigua Roma y la ve-neracin a los ancianos (Gel. 2, 15):

    Aulo Gelio (le. II, cap. XV) dice que acerca de los antiqusimos romanos nodaban tanta honra, ni eran tenidos en tanta reverencia los que en la repblica eranricos, ni los que en el Senado eran generosos, como los que eran en la edad vie-jos y en la gravedad reposados. En aquellos antiguos siglos eran en tanta venera-cin tenidos los hombres viejos, que casi como a dioses los honraban, y que enigual de propricios padres los tenan. (Guevara, Epstolas familiares II, ep. 36,p. 769)Aulo Gelio, en el segundo libro De noctibus acticis, dize que fue costumbre entrelos romanos antiguos de honrar y tener en gran veneracin a los viejos, y era statan inviolable ley entre ellos, en que ninguno que fuesse generoso en sangre, nique fuesse poderoso en riquezas, ni que fuesse venturoso en vencer batallas, po-da preceder a los muy viejos ya cargados de canas, por manera que como a dio-ses los adoravan y como a sus padres los honravan. (Guevara, Reloj de prnci-pes III, 17, p. 778-779).

    El asunto del ao climatrico, al que volveremos ms adelante, es tam-bin pertinente cuando Guevara habla de Marco Aurelio (Gel. 15, 7):

    Muri de edad de sessenta y tres aos, en el ao climatrico, que es a los lxiii,do la vida humana corre grave peligro, porque all se cumplen ix sietes o sietenueves. Haze desto un captulo Aulo Gelio en el libro De noctibus aticis. (Gueva-ra, Reloj de prncipes I, 1, p. 93).

    Guevara combina ahora el asunto de la edad con el del reparto entre vie-jos y mancebos en la antigua Roma, segn el rey Tulio Hostilio (se equivocaGuevara, pues se trata en realidad de Servio Tulio) (Gel. 10, 27):

    Aulo Gelio, libro x, captulo xxvii, dize que Tulio Hostilio, rey que fue de losromanos, acord de contar todos los viejos y mancebos que ava en el pueblo, ysobre averiguar qules se llamaran infantes, y qules se llamaran moos, y qulesse llamaran viejos, uvo no poca contienda entre los philsophos romanos. Final-mente determinse por el rey y por el Senado que los hombres hasta los dezisiete

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    aos se llamassen infantes, y hasta los quarenta y seys se llamavan moos, y quedesde los quarenta y siete se llamassen viejos. (Guevara, Reloj de prncipes III,18, pp. 783-784).

    Meja antepone a este asunto de las edades la noticia de la divisin encinco clases del pueblo romano por parte del rey Servio Tulio (Gel. 10, 28):

    Como fue el de Servio Tulio, rey de Roma, que no tuvo respecto sino al biencomn, segn cuenta Aulo Gelio en el libro dcimo de sus Noches ticas, quandodividi el pueblo romano en aquellas cinco clases o estados. En lo que tocava alas hedades, en solas tres partes dividi la vida del hombre: desta manera, losdezisiete aos primeros hizo [o] seal por puericia o niez; y de a adelante,hasta quarenta y seys, los tuvo por biles para la guerra y los hizo escrevir yempadronar; y, desde quarenta y seys adelante, los llam seniores y hombres deconsejo. Y esta divisin de Servio Tulio no contradize a los otros, porque esuniversal, que incluye las otras particulares y menores. (Meja, Silva de varia lec-cin I, p. 528).

    Encontramos tambin citas de textos diversos relativos a aspectos mora-les, jurdicos, militares o ancdotas histricas en general sobre el pueblo ro-mano. Comenzamos con una ley romana que compensaba por un acto de es-fuerzo (Gel. 9, 16):

    El mismo Aulo Gelio, en el postrero captulo del nono libro, escrive otro pleytoo argumento semejante al ya dicho, refiriendo a Plinio, que lo cuenta. Y es ass:que ava en una ciudad una ley que conceda, al que hiziesse un tal acto deesfuero y fortaleza, le fuesse dado una cosa qualquiera que l pidiesse. Y hizo,pues, uno este hecho; y pidi, por la ley, la mujer de un otro y fuele dada. Des-pus, aqul a quien fue quitada, hizo el mismo hecho y torn a pedir su muger,con dezir: Si a ti te agrada la ley, por ella me has de bolver mi muger; y sino quieres la ley, dmela, pues es ma. El otro le respondi lo mismo: Si a tite agrada la ley, por ella la tengo yo, no soy obligado a drtela; y si no te agra-da, no tienes ttulo para quitrmela, pues ya es ma. stos son los casos. Agoralos lectores platiquen sobre ello. (Meja, Silva de varia leccin I, p. 341).

    Asimismo, la orden de despachar negocios y socorrer a los necesitadosaproxima la virtus romana a la cristiana, segn recoge Gabriel de Toro:

    La orden que tenan los romanos en despachar negocios y socorrer a los necessita-dos era (segn Aulio Gelio escrive) preferir los nios a las otras personas todas,y despus dellos a las mugeres. Y ass devran hazer los christianos, que prove-yessen primero a los nios y mugeres pobres. (Toro, Tesoro de misericordia di-vina y humana, fol. LXIIIr).

    Toro tambin muestra que en Roma no se perdona la pereza, como tam-poco la desobediencia, segn ilustra el caso de Tito Manlio (Gel. 9, 13, 20)que cita Meja:

    (...) no fueron los romanos poco curiosos persiguiendo la ociosidad con riguro-sos castigos. No perdonavan (dize Aulio Gelio) al que hallavan mal barvechadaslas heredades, vias o huertas por labrar, por ser argumento de negligencia o

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    descuydo. Y ms adelante aade cmo castigaron a uno porque tena flaco elcavallo y no bien curado; el qual, preguntado: Cmo tienes flaco el cavallo,estando t gordo?, respondi A m crome yo mismo, y al cavallo, mi moo.Otro, acusado delante de los censores, esperezse o bostez, y penronle por ello,parecindoles seal de hombre descuydado y floxo, hasta que jur que no avasido en su mano. Lo dicho es de Aulo Gelio. (Toro, Tesoro de misericordia di-vina y humana, fol. LXXIXr).Y de aquesta manera se davan y essecutavan otras penas y castigos, que dexoporque no fue agora mi intento sino de escrevir las mercedes [y] galardones. Peropodrlas [muy] bien entender y creer el que ha ledo cmo no solamente por huyry mostrar cobarda les davan pena de muerte, pero aun por el esfuero y valen-ta, si eran contra el precepto y mandamiento del capitn. De lo qual es [muy]buena prueva aquel riguroso y cruel castigo del cnsul Tito Manlio (del qualescrive Tito Livio, en el octavo libro de la primera dcada, y tambin ValerioMximo y Aulo Gelio), que cort la cabea a su hijo porque, contra su prohibi-cin y mandado, vino a batalla con los enemigos, aunque los ava vencido y avasido provocado y desafiado. En los tiempos de agora, ass como ay [mucha] faltaen las mercedes [y] galardones honrras, ass ay tambin descuydo y remissin enla disciplina y castigo. (Meja, Silva de varia leccin II, pp. 232-233).

    Es importante que reparemos aqu en la reflexin final sobre el presente(agora), para poner en contraste los hechos contados por Gelio con los vi-vidos en tiempos de Meja.

    Dentro de las costumbres romanas est el asunto de quines eran los queiban a las guerras (Gel. 16, 10):

    Pero entre romanos no yvan a la guerra viejos ni sacerdotes (dize Apiano), sal-vo contra franceses, ni los pobres; porque (segn Apiano) antiguamente los queyvan a la guerra avan de pelear a su costa. Y tambin dize Aulo Gelio que noyvan sino los ricos, porque dexavan muger, hijos y hazienda en rehenes y prendaque los obligava a pelear ms que a los necessitados, por lo qual no los admitansino en rebates o alborotos acelerados, o a falta de gente. Pero agora es al revs:que las guerras ms son a costa de los pobres y que poco tienen, que no de losricos que mucho tienen. (Toro, Tesoro de misericordia divina y humana, fol.CXXXIIIr).

    Aqu hay tambin una interesante reflexin final sobre el presente (ago-ra), hecho que indica muy bien cul es el alcance de la cita de Gelio, no slocomo testimonio de lo que ocurra en la Antigedad, sino tambin como con-trapunto con respecto a lo que ocurre en el presente. Siguiendo con la lneade los temas militares tenemos tambin estas referencias ms concretas a laovacin (Gel. 5, 6, 21) y a las insignias y coronas (Gel. 5, 6, 1-4):

    Huvo destos triumphos en la ciudad de Roma trezientos y veynte, segn cuentaPaulo Orosio. Y el postrero que en Roma triumph, yendo ya el Imperio en di-minucin, fue el emperador Probo. Usvase tambin en Roma otra manera derescebimiento solemne, que era menos que triumpho, a quien llamavan ovacin;el qual se dava por las victorias, segn dize Aulo Gelio, quando faltava algunade las calidades que tenemos dicho que se requeran por el triumpho. (Meja,1989-1990: II, 209).

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    Pero digamos agora, en particular, de estas insignias y coronas y por qu cosase davan cada una dellas; que, por ventura, no desagradar al lector esta antige-dad. Las coronas, pues, porque de stas digamos primero, eran muchas y tenandiversos nombres, y ass, grados y excelencias: ava corona obsidional, coronatriumphal y corona oval y cvica y mural y naval y castrense. Plinio tracta de ellas,en el libro diez y seys y veynte y dos, y Aulo Gelio, en el quinto libro. (Meja,Silva de varia leccin II, p. 223).

    Hay, asimismo, otras referencias histricas relativas al mundo antiguo,como la de la primera librera pblica en Atenas (Gel. 6, 17):

    En Grecia todos affirman que el primero que hizo librera pblica fue Pisstrato, tira-no de Atenas; la qual fue multiplicada y acrescentada por los athenienses. Pero, suce-diendo la venida de Xerxes y entrando en Athenas, mand tomar todos los libros yllevarlos a Persia, aunque, despus de mucho tiempo, el rey Seleuco, llamado Nictor,los recobr y los hizo tornar y restituyr a Athenas. Ass lo cuenta Aulo Gelio, [en] ellibro sexto, y san Ysidoro, donde arriba. Y esta librera fue despus en grande augmentoacrescentada. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 26).

    Tambin llaman la atencin, como ya hemos tenido ocasin de ver en lahistoria de la meretriz Laida, curiosidades relativas a las mujeres pblicas enla Antigedad o los ladrones (Gel. 11, 18, 16-17):

    Plutarco y Aulo Gelio dicen que ningn mancebo romano poda entrar a lasmugeres pblicas sino llevaban las caras bien cubiertas, y si por caso alguno eratan desvergonzado que osase entrar o salir de all descubierto, tan pblicamenteera castigado como si cometiera algn forado adulterio. (Guevara, Epstolas fa-miliares I, ep. 31, p. 185).Y otras naciones suffran a los ladrones y no les davan ningn castigo por ello,como fueron los egypcios, segn escrive Aulo Gelio en el libro onze de sus No-ches ticas; y lo mesmo escrive all de los lacedemonios muy antiguos: que per-mitan el saltear y hurtar a los mancebos porque se hiziessen muy diestros y ar-dides contra los enemigos en la guerra. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 174).

    El episodio de Artemisia y Mausolo (Gel. 10, 18) o la noticia de un fa-moso templo (Gel. 2, 6, 18) nos lleva al relato de las maravillas de la Anti-gedad:

    Y passa desta manera: que Artemisa fue muger de un rey de Caria, provincia enAsia la Menor, llamado Mausoleo; la qual (segn cuenta Aulo Gelio, en el dezenolibro de sus Noches, y otros auctores) am a su marido en tanto grado, que todoshazen maravillas dello y lo ponen por muy notable exemplo. Muri su marido envida della y hizo llantos y sentimientos nunca vistos; y, ass, le quiso hazer sepul-chro conforme al amor que le tena, y fue tal, que es puesto entre nuestras sietemaravillas. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 245).Este templo, tal y tan grande qual est dicho, se le antoj a un mal hombre dele poner fuego y ass lo hizo; y, siendo preso, confess que lo ava hecho no porms de porque quedasse fama dl. Y dize Valerio Mximo, en el ttulo De lacobdicia de la fama, y Aulo Gelio, en el libro segundo, que fue mandado congrandes premias que nadie escriviesse su nombre, porque no consiguiesse la famaque ava desseado; pero aprovech poco: que Solino y Estrabn dizen que se

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    llamava Herstrato; y aun era refrn entre los antiguos, quando alguno procuravade ser conoscido y sealado en algn vicio y mala hazaa, dezir la fama deHerstrato. Y por cosa notable se puede escrevir que, el mismo da que estetemplo se quem, naci Alexandre Magno, rey de Macedonia, que sojuzg a todaAsia: auctor es Plutarco, en la vida del mismo; y Cicern, en el segundo libro deLa naturaleza de los dioses, lo dize dos vezes; y l mismo, en el De divinatione,donde cuenta que, quando ardi este templo, luego los magos adevinaron la des-truycin de toda Asia, como despus la sojuzg Alexandre. (Meja, Silva de va-ria leccin II, pp. 249-250).

    (e) Cuestiones mdicas. El cuerpo humano en toda su dimensin es unafuente de curiosidades. Gelio se refiere muchas veces a hechos propios de lanaturaleza humana, muy cercanos en este sentido a los que refiere Plinio elViejo en el libro VII de su Historia natural. As lo vemos en la referencia ala edad climatrica, donde Meja pone en relacin los dos lugares donde Ge-lio escribe a este respecto (Gel. 3, 10 y Gel. 15, 7):

    De manera que, como Marsilio Ficino en el libro segundo de Triplici vita, yCensorino en el libro De die natali, y Aulo Gelio en el tercero, cuentan, todoslas hebdmadas y setenarios de aos principalmente tenan por de mayor altera-cin, y tenan que era imposible passar sin algn grande peligro o trance o mudan-a en la vida o estado o salud y complisin. Y, por esto, el seteno y catorzeno yveynte y uno y veynte y ocho y treynta y cinco y quarenta y dos, y ass cada sieteaos, se regalavan y guardavan y tenan por peligrosos.Y, porque el nmero de tres tienen tambin por de gran misterio, quando se com-pone el siete por tres, como el veynte y uno, tenanlo an por de ms importan-cia, y el ao quarenta y nueve, porque es de siete vezes siete, por en grande manerapeligroso. Pero el de ms mysterio y ms temido de todos era el ao sessenta ytres, porque, como veynte y uno se compone de tres vezes siete, el sessenta y tresse haze de tres vezes veynte y uno y de nueve vezes siete, que todos son en n-meros muy celebrados. Por lo qual, quando un hombre llegava a esta hedad, ltena grande cuydado y vigilancia en su vida y todos estavan esperando qu seradl. Y ass lo encaresce muy mucho Julio Frmico en su Astrologa. Y Aulo Gelio,en este propsito, en el libro XV, pone una carta del emperador Octaviano, que,aviendo escapado y passado deste peligroso ao, escrive a Cayo, su sobrino, ha-blndole en ella y significndole el plazer grande que tena de aver ya l entradoen sessenta y quatro aos, y que bien crea dl que avra celebrado con grandeplazer su nascimiento. De manera que este ao de sessenta y tres teman muchoy vean por experiencia que moran muchos hombres que llegavan a esta hedado llegavan a punto de muerte. (Meja, Silva de varia leccin I, p. 532).

    Hay otros aspectos que tambin son pertinentes, como esta noticia relati-va a la estatura (Gel. 3, 10, 10) o al origen del nombre del dedo corazn (Gel.10, 10) recogidas por Meja:

    Y destos tales pies deve tener seys el hombre de buena altura, el que llegasse asiete pies sera muy alto, y de a adelante ninguno passa que no sea gigante ymostruoso, segn regla del sapientssimo Marco Varrn: refirelo Aulo Gelio, li-bro tercero. Y aun concuerda con esto lo que Suetonio dize en la vida de Octa-viano, hablando de su estatura: que era mediano de cuerpo, pero no tanto que se

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    paresciesse sino quando se llegava a alguno que fuesse alto; y dize que su medi-da era cinco pies y un dodrante (que son nueve partes de doze); por donde se veeque todo lo menos de seys pies era tenido por mediano. Este tamao y disposi-cin paresciles que era justo y conviniente a los ya dichos autores. (Meja, Sil-va de varia leccin I, pp. 653-654)Plinio le paresce que fue esto, en su principio, comedimiento y vergena, comode cosa que paresca excesso y muy demasiada curiosidad traer anillo, y que,porque en la mayo yzquierda se podra traer ms escondido, se pona en ella;porque dize l que, si nosotros queremos dezir que fue por no impedir ni emba-raar la derecha para la guerra, que el mismo inconveniente ay en la yzquierdacon el escudo, que en ella anda. A otros les paresce que fue esto para traer msseguras las piedras de los anillos, porque de aquella mano se usava menos comn-mente; y que en ella se escogi aquel dedo por ms dispuesto y menos ocupadoen el uso de la mano. Macrobio, que pone esta opinin y tambin la de Plinio,pone otra (Saturnales, libro 7), y es dezir que, desde el coran [a] aquel dedo,desciende un nervio o vena y acaba all; y, por honrra del coran, paresci quemereca coronar aquel dedo con corona de oro. Aulo Gelio (libro 10) conformacon l. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 306).

    No faltan curiosidades varias, como este remedio musical para los dolo-res de citica (Gel. 4, 13), o las causas para saber cmo nace, por ejemplo,el hambre (Gel. 14, 3):

    Y, como deximos de la bvora segn Teophrasto, Aulo Gelio, en el libro quarto,dize [que] la msica amansa los dolores de citica y de la gota; y tambin refierelo ya dicho de la bvora. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 88)Pero sin caudal no s cmo se ha de sustentar en el ayre esta reformacin depobres, no siendo casa de Ysopete ni ancarrn de Mahoma; salvo si no se reme-dia con lo que Erasstrato mdico griego cuenta, segn refiere Aulo Gelio. Quela hambre nace de estar abiertas y estendidas las fimbrias de los intestinos y vazoel vientre y la concavidad del estmago. (Toro, Tesoro de misericordia divina yhumana, fol. XLr).

    Es importante el asunto relativo al estado de preez hasta los trece meses(Gel. 3, 16), que implica un complejo problema de cmputo:

    Otros philsophos han sentido que una muger puede andar preada hasta lostreze meses. Y porque querer referir las opiniones de todos, que son muy di-versas, sera nunca acabar, quien quisiere satisfazerse, vea a Aristteles y a AulioGelio, y a otros muchos auctores mdicos que lo tratan copiosamente, que paranosotros basta lo que aqu avemos dicho en materia que tan pocas vezes acaescetener necessidad de saberla ni entenderla. (Torquemada, Jardn de flores cu-riosas, pp. 526-527).

    (f) Sucesos naturales y extraordinarios. En este asunto, de gran atractivopara cualquier lector, debemos hacer la salvedad de las prevenciones que elpropio Gelio expresa acerca de lo ridculo de algunos hechos extraordinarioso mirabilia. No obstante, hay hechos de este tipo que guardan tambin im-portantes enseanzas morales, como ste de Androcles y el len (Gel. 5, 14),

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    uno de los episodios ms conocidos de la obra de Gelio, por lo que no es deextraar que tanto Guevara16 como Meja lo relaten:

    De [fol. 43] muy buena voluntad condescendi el emperador Thito a lo que elpueblo le rog y Andrnico le pidi y as fu que dende en adelante se andabanjuntos l y el len por todas las calles y tabernas de Roma, ellos se holgando y todoel pueblo con ellos se regocijando. A manera de un asnillo traha Andrnico a sulen atado con una cuerda, y cinchado con una albarda, encima de la cual traa unastalegas llenas de pan y otras cosas que les daban por las casas y tabernas, y aun otrasveces consenta que subiesen encima del len los mochachos, porque le diesen al-gunos dineros. A los extrangeros que de tierras extraas venan de nuevo a Roma,y no haban visto ni odo aquella historia como pasaba, si preguntaban qu cosa eratan nueva y tan monstruosa aqulla, respondanles que aquel hombre era mdico deaquel len y aquel len era husped de aquel hombre.Cuenta esta hystoria Aulogelio latino, y ms ad longum Apio el Griego (Guevara,Epstolas familiares I, ep. 28, p. 163).Apin, griego (segn refiere Aulo Gelio en el catorzeno libro de sus Nochesticas), como testigo de vista escrive (y tambin lo affirma Eliano en el Libro delos animales) que, en unas fiestas que se hizieron en Roma muy solemnes, don-de en la plaa o circo, que llamavan el Mximo, se echavan muchas bestias fie-ras (leones y onas y otras bestias bravas), y all [se] echavan esclavos y otroshombres condenados a muerte para pelear con ellos, que muriessen o se deffen-diessen varonilmente (espectculo y fiesta, por cierto, de mucha crueldad), acaes-ci, pues, [que], entre los otros hombres que all fueron echados, fue uno llama-do Androclo, esclavo de un cnsul; y, entre los animales que acaso estavan en laplaa, ava un len grandssimo y fiero, trado de ffrica, en quien todos tenanpuestos los ojos. El qual len, como Androclo fue echado cerca de donde estava,puso los ojos en l y estuvo un rato parado, mirando. (Meja, Silva de varia lec-cin I, pp. 543-544).

    Debe hacerse notar que Meja se equivoca al hablar del catorzeno libro,ya que en realidad es al captulo a lo que se refiere. La historia del caballoSeyo (Gel. 3, 9) es tan extraordinaria que Guevara acude a la autoridad delos antiguos que la transmitieron para legitimarla:

    La historia deste caballo Seyano escriben muy graves auctores; es a saber: GayoBassiano, Julio Modesto y Aulo Gelio, en el tercero libro que hizo de las Nochesde Athenas; y alego estos auctores porque nadie piense que es fbula compuesta,sino que en realidad de verdad pas como aqu contaremos la historia. (Guevara,Epstolas familiares I, ep. 25, p. 142).

    Al igual que la de Hrcules, resulta asombrosa la fortaleza que tuvo untal Miln (Gel. 15, 16), o la historia del hijo del rey Creso de Lidia (Gel. 5, 9):

    Escrive Aulo Gelio, en sus Noches ticas (y Valerio Mximo tambin lo cuen-ta), [que,] de una ciudad de Ytalia, llamada Crotn, que es en Calabria, fue unhombre, llamado Miln. El qual fue tan suelto y de tan grandes fueras, que en

    16 Para la deuda que Montaigne contrae con Guevara en lo que respecta a este episodiocf. Heath 2008, p. 314.

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    todos los juegos y luchas pblicas nunca hallava ygual y las ms destas vezes salapor vencedor; y fue coronado y dado por el ms valiente y de las mayores fueras;y, por esto, era en todas partes conoscido y nombrado. El qual, siendo hombreya de edad, caminando acaso por una montaa y apartndose por su passatiempodel camino, entre otros muchos vio un alcornoque que tena dos ramos grandesy, a la juntura de los ramos, estava comenado ya algo a abrir. Y el Miln pare-ce ser que quiso provar all sus fueras; metiendo las manos por la hendedura,devi de querer acabar lo comenado y dividir la una rama de la otra. (Meja,Silva de varia leccin I, p. 343).Escrive Herodoto un maravilloso caso acaescido en un hijo del rey Creso deLidia, y por tal lo refiere Aulo Gelio; de manera que, pues tales auctores se pre-cian de ponerlo por notable, no ser perdido trabajo que yo lo cuente con lo que,al propsito, la memoria me offresciere de lo que en otras partes he ledo. (Meja,Silva de varia leccin, I, p. 481).

    El tema del destino y la adivinacin tambin suscita el inters de Gelioy, por supuesto, el de sus lectores modernos. As lo vemos ya desde la pro-pia definicin de lo que es el destino o hado (fatum) segn Crisipo (Gel. 7,2, 1), hasta episodios como el de la sibila de Cumas (Gel. 1, 19), o el famo-so discurso de Favorino contra los astrlogos (Gel. 14, 1, 35-36):

    Y ass, dize Aulo Gelio que un philsopho llamado Crisipo deza que hado erauna sempiterna y indeclinable orden y cadena de las cosas. (Torquemada, Jar-dn de flores curiosas, p. 764).La que se pone por setena en orden, es la sibila cumana, llamada Amalthea. Otrosla llaman Demphile; Suidas la llama Herpile. Llmase cumana porque moravay profetiz en la ciudad de Cumas, en Ytalia (en Campania, cerca de Bayas). Dstaescrive Dionisio Alicarnseo y Solino y Aulo Gelio y Servio, que llev a TarquinoSuperbo, rey de Roma, a vender nueve libros (aunque Suydas dize que a TarquinoPrisco), y que pidi trezientas monedas de oro por ellos; y, parescindole al reyexcessivo el precio, no los quiso. Y ella, luego, en su presencia, quem los tresdellos y torn a pedir el mismo precio, por los seys que quedavan, que ava pe-dido por todos; y, parescindole al rey mayor desatino que el primero, se burldella. La qual luego, de los seys que quedavan, quem los tres y dixo que, porsolos los tres que quedavan, le ava de dar lo que al principio pidi por todosnueve; maravillado el rey de la determinacin y confiana suya, parescindole quedevia de aver algn grande mysterio en ellos, le dio todo el precio por los tressolos. Fueron puestos y guardados en el Capitolio y tenidos siempre en grandeveneracin. (Meja, Silva de varia leccin II, pp. 266-267).Solamente, sin perjuyzio de ninguna de las partes, quiero dezir lo que Faborino,filsofo (segn que Aulo Gelio refiere dl), deza, pretendiendo apartar a loshombes desta curiosidad y ayuda de querer saber las cosas que les han de suce-der de los astrlogos, que presumen saberlas (a los quales, algunos de los anti-guos llamavan mathemticos; otros, caldeos), porque me paresci aguda razn yargumento para el propsito.Y era desta manera; que les deza l a los tales: Por ninguna manera os puedeser bueno esto que hazys, ni le devys dar crdito ni preguntarlo. Porque dadac estos astrlogos y adevinos; claro es que lo que los astrlogos os responde-rn, o ha de ser de bien y prosperidad que os han de acontescer, o de trabajo omal. Pues hablemos de lo primero, que es de bien; y digo que, o es cierto lo queos dizen, o es mentira. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 432).

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    Los fenmenos naturales tambin suscitaron mucha curiosidad, como ve-mos en esta extensa lectura y cita que Meja hace de Gelio cuando nos hablaacerca de los vientos (Gel. 2, 22):

    Estos vientos, pues, segn la parte del mundo de que corren, ass los considera-ron y nombraron los antiguos y los consideramos el da de oy, ass en los nom-bres como en el nmero dellos. Pero los muy antiguos sabios y poetas tomaronesta cosa ms gruessamente y no pusieron tanto nmero ni differencias delloscomo despus han hallado y particularizado los que han sucedido; porque es assque Homero ni los que le precedieron (segn Plinio y Aulo Gelio y aun Vegecio,tratando la materia de los vientos, affirman), no hallaron ni sealaron ms dequatro; y stos, segn que venan y ventavan de una de las quatro partes delmundo, conviene a saber: el oriente y el poniente, el septentrin o aquiln y elmedioda, que son las ms principales y sealadas dl y que no ay quien no lasentienda y conozca, celebradas por David (Psalmos, 106), diziendo de las regio-nes: Los ayunt del oriente del Sol, y del poniente, y del aquiln y de la mar.Las quales regiones tambin toc elegantemente nuestro poeta andaluz Lucano,do dize: Unde venit Titan et nox ubi sidera condit. (...) Y, por el lugar que elSol se pone en el verano por junio, marcaron otro viento, que cae entre el po-niente y el norte; al qual los latinos pusieron por nombre coros o cauros, y losgriegos argestes, que significa rayo (porque su fuera deste viento es muy gran-de); algunos lo llamaron apix, por venir de hazia un cabo de Ytalia, nombradoass; y otros, olimpias; y agora, en Ytalia, maestro; en Espaa, norueste. Con es-tos ocho vientos solos, se contentaron algunos; y Aulo Gelio a solos stos ponenombre y seal. (Meja, Silva de varia leccin II, pp. 519-526).

    Acorde con tales fenmenos est tambin la noticia sobre la fiestas devo-tas cuando temblaba la tierra (Gel. 2, 28):

    Pero esto en quanto a ser aqul el principio desta denominacin, no lleva cami-no, porque Aulo Gelio escrive que sacrificavan los romanos y hazan fiestas de-votas quando temblava la tierra, o ava eclypsi, sin nombrar Dios ninguno, por-que no saban si era dios o diosa el que haza aquellas operaciones, y avan miedo(segn Ammiano) que se indignasse el Dios que las causava, si nombrassen otropor l. (Toro, Tesoro de misericordia divina y humana, fol. CXVIIIv).

    Finalmente, cabe destacar por su importancia simblica el comentario sobrela proverbial fortaleza de la palma (Gel. 3, 6):

    Mas por qu aya tenido esta significacin la palma ms que otro rbol, escrivenlos antiguos que fue la causa una maravillosa propriedad de la madera della, laqual, sin ser esperimentada, la auctoridad de los que la escriven la hazen tenerpor cierta; los quales son Plinio en el libro diez y seys, y Aristtiles en sus Pro-blemas, y Teophrasto en el quinto, Aulo Gelio en el tercero, y Plutarco en susSimposacos. Todos los quales escriven y affirman que la madera y vigas que dela palma se hazen, si la apremian con peso o carga excessiva y demasiada, asscomo todas las otras maderas se avigan y abaxan para abaxo, vencindose y sojuz-gndose de la carga y peso, la madera de la palma, por el contrario, siendo asscargada demasiado, resiste al peso y, contra l repugnando, se encorva y entuertapara arriba y se haze como arco hazia la carga. Por esta causa, pues, dize Plutarchoy Aulo Gelio que, pues el que venci a otro no se dex vencer del miedo ni pe-

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    ligro ni se enflaquesci en l (antes, resistiendo y trabajando, alcan la victo-ria), el tal fue notado y sealado con el rbol que naturalmente tiene la semejan-te propriedad de vencer y resistir a la carga. De manera que de aqu paresce vinodar palma a los vencedores. (Meja, Silva de varia leccin I, p. 458-459).

    La complejidad de la interpretacin (no siempre acertada) de este captu-lo ha sido estudiada por Holford-Strevens (2008) hasta su plasmacin grficaen el emblema XXXVI de Alciato17:

    Tras analizar la anterior variedad de citas, podemos decir que es posibleconformar una antologa de Gelio a partir de su propia presencia en la litera-tura espaola del siglo XVI:

    (a) Aforismos y enseanzas, con frases como la verdad es hija del tiempo o eluso de la palabra humanitas.

    (b) Filsofos griegos (Demcrito, Demstenes, Platn, Aristteles) y latinos(Favorino).

    (c) Cuestiones lingsticas, menos frecuentes.(d) Historia e instituciones, con intereses varios sobre historia e instituciones ro-

    manas y sucesos de la Antigedad.(e) Cuestiones mdicas relativas a la edad, la estatura, el hambre o la preez.(f) Sucesos relativos a hechos extraordinarios, al destino y fenmenos naturales.

    Es posible, pues, hacerse una idea de los asuntos diversos tratados en lasNoches ticas sin necesidad de haber ledo la obra original. La obra latina,pues, ha reunido temas diversos entre sus pginas que al cabo del tiempo hanvuelto a diseminarse.

    17 Para la ilustracin y la traduccin castellana del emblema en cuestin vase Alciato1975, p. 77 y p. 309. Sobre la fortuna de este tema en la emblemtica cf. Henkel y Schne1996, pp. 191-194.

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    2.3. Comentario: deleite y autoridad

    Si bien Gelio es un autor discreto dentro de la literatura latina, puedededucirse un implcito tono elogioso cuando aparece citado por los autoresespaoles. La excepcin, o el contrapunto, lo pone el valenciano Luis Vives,que hace una sonada crtica al autor de las Noches ticas en su obra De tra-dendis disciplinis:

    Sunt in his duabus linguis auctores quidam misti, qui simul et historias, et fabulas,et vocum significatus, et oratoria, et philosophica attingunt; quorum appellatio veraest et maxime propria philologi: hujusmodi sunt in Graeca Suidas et Athenaeus, inambabus Aulus Gellius, homo rhapsodus plane, congestor potius quam digestor, etostentator, quam peritus; loquaculus sine eruditione, in verbis ac sententiis putidulus;quae de significatu vocum disserit, sunt frivola et plerumque imperita, ac falsa;legendus est quidem, sed ita, ut te rem levem scias inspicere; sanior est aemulus ejusPetrus Crinitus. (De tradendis disciplinis liber III, 8 [Vives 1785, p. 337]).Hay en estas dos lenguas algunos escritores mixtos que tratan al tiempo de su-cesos histricos, de fbulas, de significados de voces, de oratoria y de filosofa,cuyo nombre verdadero y ms propio es el de fillogos. De tal ndole son engriego Suidas y Ateneo. En una y otra lenguas, Aulo Gelio, autntico rapsoda,que compila ms que ordena, ostentador de conocimientos ms que sabio de ve-ras, parlanchn sin erudicin, afectado en diccin y pensamientos. Sus disertacio-nes sobre significacin de palabras son frvolas y de costumbre imperitas y fala-ces. Has de leerlo, sin duda, pero sabedor de que tienes tus ojos en cosa ftil yvana. Ms sano que l es su mulo Pedro Crinito. (Vives 1997, pp. 131-132. Trad.de C. Porcar).

    La crtica18 viene motivada por un ingenuo sentido patrio, ya que Geliohaba criticado de manera despiadada al hispano Sneca19. La cuestin nohabra pasado de lo meramente anecdtico si el hecho no hubiera quedadomagnificado cuarenta y ocho aos despus de la muerte del mismo Vives. Fueentonces cuando el editor galo Stephanus dedic duros comentarios al huma-nista valenciano en sus Noctes Parisinae, dentro de su edicin de Gelio (Ste-phanus 1585), y vemos cmo la crtica se vuelve a repetir ya a comienzos delsiglo XVII en la edicin ginebrina de 1609:

    Nunc autem mihi de hoc saltem gratulari licet quod hanc Noctium Atticarumeditionem digno (uti dixi) ac non ei dicavi, in quem illa ipsa iactari proverbiapossent, quae Gellius in eos iactat quos earum lectione arcet: haec inquam, Nihilcum fidibus graculo, Nihil cum amaracino sui. Contra vero eventurum erat istud,

    18 Tambin cabe citar: Gellius durissimarum elegantiarum affectator (Vives, 1785:340).

    19 Holford-Strevens 2005, p. 329 n. 2 (p. 237 n. 2): (...) Vives who, to avenge his com-patriot Seneca, reviles him as a mere compiler and show-off, an unlearned chatterbox witha disgusting style, whose semantic discussions are footling and mostly false. Neither of thesejudgements is acceptable. Cf. tambin Heath 2008, p. 297.

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    Revista de Literatura, 2012, vol. LXXIV, n.o 147, 31-64, ISSN: 0034-849X, doi: 103989/revliteratura.2012.01.303

    si hoc dignatus honore fuissem aliquem eorum quos Ludovicus Vives sua de hisNoctibus tam malefica quam malevola censura fascinavit, quorum e numero unum,magni alioqui nominis virum, in aurem, quum voles, nominabo. O quid malevo-lentia, quid vindictae cupiditas non audet! Itane Aulum Gellium, tantum virum,tan bene de omni fere literarum genere meritum, a Ludovico Vive, Hispano qui-dem illo, sed tamen (si Latinae linguae puritatem excipias) bene literato, tam maletractari? (Stephanus 1609, pp. 3-3r).Ahora, no obstante, puedo felicitarme por haber dedicado la presente edicin delas Noches ticas a alguien digno (como dije) y no a uno a quien podran lanzar-se los mismos proverbios que Gelio arroja contra aquellos a los que desea apar-tar de la lectura de su obra, a saber, que la flauta no es para el grajo ni la mejo-rana para el cerdo. Por contra, hubiera resultado desfavorable en caso de haberdignado con este honor a algunos de esos a los que Luis Vives fascin con sumalvada y malvola censura de las Noches, entre los cuales hay uno, por lo de-ms varn de gran renombre, que te dir al odo cuando quieras. Oh, de qu noes capaz la malevolencia, de qu no lo es el deseo de venganza! Es as que AuloGelio, varn tan sealado, que ha prestado tan grandes servicios a casi todos losgneros literarios, sea tan maltratado por Luis Vives, un hispano ciertamente, pero,sin embargo, tan bien instruido (si exceptas la pureza de su lengua latina)?.

    Stephanus recurre tambin al argumento patritico, de manera que escri-be como sbdito galo contra el autor espaol y, en general, contra lo espaol(Amabam Hispaniam (quatenus et quantum a vere Gallo amari Hispania po-test). Ms all de esta sonada crtica, es interesante que veamos los distintosjuicios de valor, por pequeos y sutiles que sean, que se desgranan en lasreferencias que venimos estudiando. Gelio es escritor curioso, segn lo vemoscaracterizado por Guevara al referirse a la cuestin de aquello a lo que lla-maban los antiguos ladrn (Gel. 1, 18):

    Aulo Gelio, en el libro octavo, es el que ms en esta materia meti la mano, comoes escriptor curioso, y de peregrinas antigedades muy antiguo. Pone este auctormuchas maneras de ladrones, y aun muchas maneras de castigos, los cuales, aun-que se cometan agora, son tenidos por culpas, mas no por hurtos. (Guevara, Eps-tolas familiares I, ep. 56, p. 351).

    No sabemos, sin embargo, a qu se refiere Guevara cuando habla del li-bro octavo, pues este es el libro que precisamente se ha perdido de los vein-te que componen las Noches ticas (Garca Jurado 2007a, p. 34). Este errorpuede ser un indicio de que en realidad no ha utilizado el texto de Gelio demanera directa, dado que en ese caso hubiera cado fcilmente en su error.Vamos a sealar ahora algunos juicios implcitos sobre Gelio y la miscel-nea que hemos ido encontrando en nuestro repaso de las citas. Cabe comen-zar con esta referencia a Gelio y otros de ms autoridad, hecho que impli-ca una jerarquizacin de los autores antiguos. As lo vemos en un texto deMeja sobre la mentira (Gel. 11, 11) que hemos citado ya ms arriba:

    Pero, porque no todos lo entienden bien, declaremos agora la diferencia y dis-tancia que puede aver entre dezir mentira y mentir, y en quntas maneras puede

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    ser, pues Aulo Gelio y otros de ms autoridad se preciaron de tratarlo y es ciertoque no es siempre todo uno. (Meja, Silva de varia leccin II, p. 483).

    Uno de los temas bsicos de la pedagoga humanstica es el de la ense-anza en relacin con el deleite, asunto que no es ajeno a la obra de Gelio,releda en este sentido como obra humanstica:

    Todos tueren la ley de su obligain. Y porque tengo entendido el comn gus-to de los hombres, que les aplaze ms leer cosas del donaire: coplas, chanonetasy sonetos de placer, antes que or cosas graves, prinipalmente si son hechas enreprehensin, porque a ninguno aplaze que en sus flaquezas le digan la verdad,por tanto, procur darles manera de doctrinal abscondida y solapada debajo defaiias, fbulas, novelas y donaires, en los cuales, tomando sabor para leer, ven-gan a aprovecharse de aquello que quiere mi intincin. Este estilo y orden tuvie-ron en sus obras muchos sabios antiguos endereados en este mesmo fin. ComoYsopo y Catn, Aulo Gelio, Juan Bocacio, Juan Pogio florentn; y otros muchosque sera largo contar, hasta Aristteles, Plutarco, Platn. Y Cristo ense conparbolas y exemplos al pueblo y a sus discpulos la doctrina celestial. (Villaln,El Crtalon de Cristforo Gnofoso, pp. 83-84).

    Sin embargo, el deleite que producen ciertos asuntos puede dar la impre-sin de que son cosas de poca importancia, como aduce Meja:

    Ay algunas cosas escriptas, que, aunque ellas sean y parezcan de poca impor-tancia, por ser ingeniosas y manjar de agudos ingenios, ser bien dezirlas para queen ellas se exerciten. Entre las quales es una, la que agora quiero contar, queescrive Aulo Gelio en el libro primero de sus Noches ticas, y Apuleyo tambin,en sus Floridos, lo cuenta. (Meja, Silva de varia leccin I, p. 338).

    No debemos olvidar tampoco el importante asunto de la erudicin consi-derada como vanidad que encontramos en Guevara:

    Ocpense los hijos de vanidad muchos aos en las academias, y all deprendanrethrica, exerctense en philosopha, lean a Platn, oyan a Aristteles, deprendande coro a Homero, estudien en Cicern, escudrien a Tolomeo, ocpense en Xeno-phn, escuchen a Tito Livio, no olviden a Aulo Gelio y sepan a Ovidio; que yodigo y afirmo que no podemos dezir que sabe poco el hombre que sabe conocera s mismo. (Guevara, Reloj de prncipes III, 32, p. 856).

    Este texto podra entenderse ya como precursor del ensayo de Montaig-ne, donde prima sobre la erudicin el dlfico mandato de conocerse a s mis-mo, es decir, de convertirnos nosotros mismos en materia de conocimiento.Precisamente son estos factores cualitativos los que apuntan hacia la escritu-ra ensaystica como reaccin a la propia acumulacin que supone la miscel-nea, asunto que nos lleva por s mismo al siguiente apartado, dedicado preci-samene a la complejidad de la moderna relectura.

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    2.4. Relectura: el yo y la variedad

    Tras este recorrido por lecturas variadas de Gelio en los autores del XVI cabepreguntarse cul es la consideracin de la obra como tal, para qu se lee, porqu cobra en el siglo XVI ms vigencia de la que jams haba tenido o de laque jams volvera a tener. En este sentido, la miscelnea de Gelio puede re-leerse en calidad de facecia, muy acorde con la pedagoga humanstica, comohemos tenido ocasin de ver en un texto citado en el epgrafe anterior (Villa-ln, El Crtalon de Cristforo Gnofoso, pp. 83-84). No debemos perder tam-poco de vista la relectura de ciertos episodios en calidad de galn cuento:

    Para c