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JEREMY WALDRON DERECHO Y DESACUERDOS Traduccion de José Luis Marti y Agueda Quiroga Estudio preliminar de Roberto Gargarella y José Luis Marti MARCIAI, PONS, EDICIONES JURIDICAS Y SOCIALES, S. A. MADRID 2005 BARCELONA

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JEREMY WALDRON

DERECHO Y

DESACUERDOS

Traduccion de José Luis Marti y Agueda Quiroga

Estudio preliminar de Roberto Gargarella y

José Luis Marti

MARCIAI, PONS, EDICIONES JURIDICAS Y SOCIALES, S. A. MADRID 2005 BARCELONA

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Titulo original: Law and Disagreement. Oxford: Oxford University Press, 1999. Esta traduccion se publica de acuerdo con Oxford University Press.

C Jeremy Waldron C Estudio preliminar de Roberto Gargarella y José Luis Marti O TraducciOn de José Luis Marti y Agueda Quiroga C MARCIAL PONS

EDICIONES JURiDICAS Y SOCIALES, S. A. San Sotero, 6 - 28037 MADRID a 91 304 33 03 ISBN: 84-9768-276-9 Deposit° legal: M. 50.959-2005 Diseno de la cubierta: Manuel Estrada. Diseno Grafico Fotocomposicion: INFORTEX, S. L Impresion: CLOSAS-ORCOYEN, S. L. Poligono Igarsa. Paracuellos de Jarama (Madrid) MADRID, 2005

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ESTUDIO PRELIMINAR

LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON: CONVIVIR ENTRE DESACUERDOS

Roberto GARGARELLA José Luis MARTf

1. INTRODUCCION

Derecho y desacuerdos se ha convertido, desde su publication en 1999, en uno de los libros Inas celebrados de Jeremy WALDRON, y el que ha consagrado al filosofo neozelandes como uno de los nombres fundamentales del pensamiento juridico contemporaneo I. Si en 1993 WALDRON reunia, en Liberal Rights: Collected Papers 1981-1991, todos sus articulos de la decada anterior en torno al liberalismo y la nocion de derechos 2, en 1999 edita dos obras que recogen su production Inas reciente sobre la legislation, la autoridad del derecho democratic°, la importancia y el papel que juegan los desacuerdos en relation con la politica y la determination del derecho, y la propia nocion de los derechos liberates y su protection mediante un control judicial de cons-titucionalidad de las leyes ante los desafios de tales desacuerdos. Se

I Jeremy WALDRON es actualmente Maurice and Hilda Friedman Professor en la Universidad de Columbia. En la Universidad de Otago de su Nueva Zelanda natal estudid filosoffa y derecho, y a lo largo de su carrera ha enseriado en las universidades de Oxford, Edimburgo, California, Princeton y Cornell, entre otras. Sus trabajos mis importantes estan citados en la bibliografia de esta introduction, asi como en la bibliografia general del libro.

VeaSC WALDRON, 1993a.

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XIV JEREMY WALDRON

trata de Law and disagreement (Derecho y desacuerdos) y The dignity of legislation', dos libros estrechamente vinculados y con una clara voca-cion de unidad, como advierte el propio autor en el prolog° de cada uno de ellos, cuando los califica de trabajos complementarios, y afirma que, conjuntamente, se suman «al inicio de un proyecto que quiere enriquecer la tarea de Ia fllosofia del derecho gracias a las aportaciones de la teorla polfticao 4.

De los dos libros, es Derecho y desacuerdos el trabajo más completo y el que más impacto y admiraci6n ha causado en los circulos aca-d6micos de Ia filosofia politica y jurfdica, especialmente en los anglo-sajones 5. Ha sido extensamente resenado en las mejores publicacio-nes 6. Y lo primero que debe destacarse es que los artIculos reunidos en este libro, ya desde su publication por separado, y todavia más desde la aparicion del libro, han influido profundamente en los teOricos del derecho y en los constitucionalistas. Sin perjuicio del impacto que esta obra pueda tener o haber tenido en otras disciplinas o ambitos del derecho y la politica, no es exagerado afirmar que estos trabajos han convertido a WALDRON en el defensor principal de una de las posi-ciones más importantes del debate sobre el control judicial de cons-titucionalidad y, Inas ampliamente, sobre el papel del constituciona-lismo en nuestras sociedades democraticas, una position que se iden-tifica primordialmente con la defensa de los valores democraticos y

' WALDRON. 1999b. ' Veasc WALDRON, 1999b: xiii. En los Agradeeimientos de Dcrecho y di:same:71os. tamhiiin

sc afirma quc .los dos libros siguen un mismo programa dc trabajo, cncaminado., a cnriqucecr la tcoria dcl dcrccho con los rccursos dc la tcoria politica. Amhos libros recuperan y deNtacan aigunas formas de concebir la legislation quc la presentan como un mod° digno dcl ejcreicio dc,gobierno y una fucnte respetable de derecho* (WALDRON, I999a: 4). Sin embargo, sc produce una cierta -division del trabajo* entre las dos obras, que pennite lecrlas como complcmcntarias. Si The dignity of legislation es un intcnto dc acudir a los autores de Ia historia del pensamiento juridico y dc vexplorar las fuentes* del mismo, cl presente libro adopta un enfoque vmás analitico. que .se centra más en los argumentos* en si mismos (WALDRON, 1999a: 4). Yea= tambi6n 1999b: xiii. The dignity of legislation, que retitle basicamente las John Robert Seeley Lectures que Jeremy WALDRON imparti6 en la Universidad dc Cambridge en 1996. y en las que se contra basicamente en el pensamiento de Artis-r6rELEs, Locxe y KANT, para justificar y dignificar el Parlament° y Ia regla de Ia mayoria como fuentc Icgitima de autoridad politica. Como adviertc el autor, podria haberse basado para hacerlo en BENrHAM o cn ROUSSEAU, pero eso hubicra sido demasiado facil. En lugar de eso, prefiridi hacerlo en vel teorico de Ia virtud politica. (Alum :Emus), en vel filosofo de los derechos naturales como limites sobre los Parlamentos* (LockE), y en .el quc se supone el más alto prcdicador del razonamiento morel autonomo e individual* (KANT). Vdase WALDRON, 1999b: 162 y 163.

Al libro o a los argumentos alli defendidos se les han aplicado adjetivos como «de-liciosamente excitante, provocativo y profundamente refiexionado* (EISGRUBER. 2002: 35), .se-sudo y poderoso* (DowNs, 2000: 183), vinteresante e ingenioso. (SAGER, 2002: 11), vfascinantev, una vimportante e innovadora contribucion a la filosofia politica* (Cnats-nmo, 2000: 543 y 513, respectivamente), una vlectura obligatoria* (GowswoRmv, 2001: 86), o una .teoria for-midable de la autoridad. (ErrtuNo, 2000: 126).

Por ejempio, CHRISTIAN°, 2000; ROSNER 2000; ESTLUND, 2000; DOIA'NS, 2000; GOLDSWORTHY, 2000; ER RIDGE, 2000; SAGER. 2002; EISGRUBER. 2002, y HABERMAS, 2003.

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LA F1LOSOFIA DEL DEREC140 DE JEREMY WALDRON XV

procedimentales como mejor respuesta ante el hecho de los desacuer-dos y el pluralismo sociales, y se sitfia en contra de cualquier tipo de dogmatismo constitucional 7.

El prisma desde el que este trabajo reflexiona sobre diversas cues-tiones de teoria politica, juridica y constitucional es, como pone de relieve el propio titulo del libro, el hecho de los desacuerdos gene-ralizados entre todos los ciudadanos y sobre (casi) todas las cuestiones relevantes, esto es, una suerte de constatacion de la existencia de desa-cuerdos profundos y generates en nuestras sociedades contemporaneas en materia politica. Este hecho, del que WALDRON extrae valiosas e importantes consecuencias para la manera en que nos pensamos como comunidad politica y pensamos las instituciones que ejercen autoridad politica en nuestro proyecto de convivencia, le sirve tambien como punto de apoyo, o incluso como cimiento, sobre el que construir una teoria de los derechos liberales y articular una conception del cons-titucionalismo y del control de constitucionalidad, que se separari fir-memente de las posiciones liberales dominantes en la actualidad, como la de John RAwLS o la de Ronald DWORKIN. Y lo hace no solo con la intention de tomarse en serio el mencionado hecho de los desa-cuerdos, sino tambien con una escrupulosa sensibilidad democratica que comienza a plasmarse en una mayor atencion hacia la composition, funcionamiento y actividad de los Parlamentos. Esto le Ileva a asumir determinados compromisos por lo que respects a la teoria de la demo-cracia, aunque no siempre quedan articulados de manera explicita, asi como a presentar un conjunto de propuestas normativas que, a juicio de WALDRON, no deben verse como extrafias desde el ambito de la teoria del derecho, sino que encajan armOnicamente con su propia conception de Ia misma, basada en la idea del positivismo normativo (o etico). En lo que sigue presentaremos y analizaremos brevemente las principales aportaciones de Derecho y desacuerdos en cada uno de estos puntos.

2. DESACUERDOS PROFUNDOS Y DERECHOS

Sevin WALDRON, el rasgo mss distintivo de la politica, el que la distingue de Ia justicia, es que su punto de partida (su condition nece-saria) es el hecho de los desacuerdos. De este modo, ola vocation del filOsofo politico es examinar filosOficamente no solo la metaffsica, sino tambien la moral y la politica del desacuerdo: las implicaciones

Para constatar dicha influencia, basta con consultor la literatura en castellano sobre el

problcma del caracter contra-mayoritario del control judicial de constitucionalidad; vianse, por

cjemplo, GARGARELLA, 1996 y 1998; FERRERES, 1997 y 2001; MORES°, 1998a y 1998b, y RAYON

1998, 2003 y 2004.

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XVI JEREMY WALDRON

que tiene para la vida social, la organizaciOn social y la action social el hecho de que [...] los desacuerdos siempre persistiran), 8. La sen-sibilidad hacia el pluralismo y el hecho de los desacuerdos 9 es el ele-mento central de estos trabajos y sit6an a WALDRON en sintonia con las corrientes filosofico-politicas que durante los ultimos quince anos han cuestionado la tendencia homogeneizadora del liberalismo con-temporaneo I°. WALDRON, a diferencia de los principales pensadores liberales de la segunda mitad del siglo xx, niega que el consenso, y la uniforrnizacion que este conlleva, tengan valor en si mismos ". Al contrario, enfatiza que la existencia de desacuerdos, de profundos desa-cuerdos sobre casi cualquier aspecto de la organizaci6n social, no solo integra una de las circunstancias de la politica, sino tambien un factor que hace posible y enriquece la deliberation democratica 12. Sin embar-go, y a diferencia de la mayoria de los crfticos del liberalismo que rescatan el valor del pluralismo, WALDRON no ha renunciado a los fun-damentos liberales del Estado y de la sociedad, sino que trata jus-tamente de reforzarlos y reinterpretarlos bajo la perspectiva de los desacuerdos, recuperando lo que, segan el, se hallaba inserto en las

8 WALDRON, 1999a:9. Es importantc aclarar desde el principio quc WALDRON no picnsa cl pluralismo (o no

primordialmcnte) en terminos de un conflicto de intercses. Es cicrto quc probablcmentc debe-riamos incluir tambien la existencia de un conflicto de interests entre las circunstancias dc Ia politica, como lo es dc hecho de la justicia (cn cl scntido de quc existen prctcnsioncs incom-patibles sobrc un conjunto fal° y limitado dc rccursos). Sohrc esta idea, veansc MANSIIRIDGE.

1983: especialmente x y xi, y 1990: 7 y 8; y BARBER, 1984: 128 y 129. Esta misma idea sc cncucntra ya en ROUSSEAU [1764 nota al pie n. 2, capitulo Ill, Libra Segundo. WALDRON, sin embargo, no se ocupa de ofrecer un analisis detallado dcl origen dc los desacuerdos, porquc de hecho prcficre mantcncrsc neutral rcspccto a sus posihlcs explicaciones (quc dependen, muchas de cllas, dc diversas posiciones metaeticas quc el insistc cn considcrar irrelcvantes), pero los cjemplos quc menciona casi en todos los casos sc refieren a discrepancias acerca dc que cs lo quc cs correcno hater politicamente dcsdc un punto de vista supucstamcntc impartial. De modo que se alcja conscientemente de los modclos que conceden un lugar central a la cuestion dc los interests. Solo en una ocasion WALDRON hace referencia a una idea rclacionada con el conflicto de interests, cuando declara que 4,una empress coman frarasari con frecuencia. aun cuando los potcnciales participantcs estén de acuerdo sobre cl proyccto y compartan las mismas pre-ferencias sobre su exito., y dedica algunas paginas a analizar argunas cucstiones basiats de los dilcmas de action colectiva. WALDRON 1999a: 123, y tambien 124-127. Para un buen trabajo sobre las diversas interpretaciones de Ia notion dc .desacuerdos. en WALDRON, yeast arturio, 2000.

10 Corrientes que van desde el comunitarismo (Warrants, 1981; &trim. 1982 y 1996; y WALZER, 1989) o el feminism° (MACIUNNON, 1989; PHILLIPS, 1995; y YOUNG, 1997) en la teorfa de la justicia, hasta los modelos agonistas en Ia teoria de la democracia y otras propuestas quc dcscicnden de la filosofia postmoderna (LAa_Au y MOUFFE, 1985; LERNI-r, 1988; Moab,

1993 y 2000; Tout, 1995, y Btar.Folw, 1996). Una sintesis de las criticas comunitarista y feminists a Ftwvas, en GARGARELLA, 1999, caps. 3 y 5.

" Sin duda el maxima exponente de este liberalismo contemporineo, y que ha sido tambien objetivo de todos los ataques mencionados en la nota anterior, es RAvas, 1971. Tambien DWORKIN,

1977, 1986 y 1996. Por ello WALDRON dcstina los apitulos VII y IX respectivamente a criticar abiertamente las propuestas de ambos autores.

" WALDRON, 1999a: 112, 113 y 127-129.

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON

XVII

propias bases hist6ricas de las que se alimento el liberalismo en su nacimiento: el pensamiento de la Edad Media y de los primeros pen-sadores modernos como HOBBES, y que LockE y más tarde KANT y John Stuart MILL mantendrian con vida en el seno de la tradition liberal 13.

Esta rehabilitation de la perspectiva del desacuerdo, o de forma más general, del conflicto, desde bases propiamente liberates, se con- dice efectivamente con la que parece Ia influencia más directa y evi- dente sobre esta obra de WALDRON, la de Thomas HOBBES. No se trata unicamente de que WALDRON haya decidido iniciar el libro con una cita del Leviathan de HOBBES, o de que a to largo de sus paginas haga un use extenso, variado y hasta reiterado de muchos pasajes de esta obra. Lo verdaderamente crucial es que el significado que WALDRON atribuye a la existencia de desacuerdos generalizados, profundos y per- sistentes sobre cuestiones politicas pretende perturbar la tranquilidad de las aguas del modelo liberal de legitimidad politica, igual que HOBBES

pretendia asestar un mazazo sobre los ingenuos modelos politicos medievales. Y pretende hacerlo, tambien como HOBBES, desde una Ha- mada al realismo y Ia sensatez que trata de huir de cualquier idea- lizacion de nuestros sistemas juridicos. Una lectura atenta del libro, no obstante, revela que considerar Derecho y desacuerdos como una obra de influencia unicamente hobbesiana es en extremo simplista, puesto que la influencia de LOCKE, MILL o KANT no es en ningiin caso menor a aquella ". Si, por decirlo asi, se trata de un libro hobbesiano por to que respecta a su oposici6n abierta y sus criticas a buena parte de la doctrina filosofica liberal contemporanea, es tambien un trabajo de inspiration milliana y kantiana en su parte propositiva, esto es, por to que respecta at modelo de legitimidad politica que se sugiere como alternativa ", basado fundamentalmente en el valor de la dignidad y la autonomia de las personas, asi como en la aceptaciOn de los desa-cuerdos y la dignificaci6n de la participation y la deliberation politicas por parte de to ciudadania 16.

13 WALDRON no solo se ha definido sicmprc como un autor liberal, sino que buena parte de su obra refleja su interes por analizar y comprender la historia del pensamiento liberal desde sus origenes y sus precedentes inmediatos. Aunque no se concibe a si mismo como un historiador de la politica (ni siquicra como admirador de la “escuela hist6rica del pensamiento politico*, WALDRON 1999a: 82), sus trabajos sobre los clasicos liberales le han permitido abordar con mayor solidez y perspectiva los problemas actuales que le han interesado. Algunos de sus trabajos Tons dcstacados sobre dichos clasicos son W.u.oRON, 1984, 1990b, y 19996. Para sus estudios sobre los fundamentos del liberalismo, vease WAWRON, 1987, 1988, 1990a y 1993a.

Vease, en sintonia con esta lectura de la multiple influencia, EISGRUSER, 2002: 35 y 36, que afirma: •El truco para interpretar el libro de WALDRON consiste en comprender como deriva desde unos planteamientos hobbesianos hacia una conclusion bien diferente».

Que este libro de WALDRON es ante todo y fundamentalmente un estudio sobre las condiciones de la legitimidad politica, es sostenido tambien por EsrLuND, 2000: r -HRISTIANO,

2000: 513-517, y HABERMAS, 2003. 16 WALDRON, 1999a: 133-142.

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XVIII JEREMY WALDRON

Una intuition basica que recorre todo el texto es Ia de que la poli-tica se desarrolla en condiciones muy particulares, que son precisa-mente las que nos permiten comprender el significado del Estado de derecho, o explicar el sentido de virtudes tales como la tolerancia ante el disenso o la civilidad. WALDRON se refiere a dichas condiciones como las circunstancias de la politica, adaptando asi la idea de HOBBES, HUME

y modernamente RAWLS acerca de las «circunstancias de la justicia» (es decir, entre otras, la «escasez moderada de recursos» y el «altruismo limitado») ". Concretamente WALDRON identifica dos circunstancias basicas de la politica: Ia existencia de desacuerdos y la necesidad percibida por todos de un curso de action comun". Estas dos condiciones, lejos de suponer un obstaculo para el desempeno de la politica en general, o para el funcionamiento de nuestras instituciones politicas concretas, las hacen tanto posibles como necesarias. Y aunque no hayan recibido hasta ahora demasiada atencion por parte de la filosofia politica y del derecho, no es posible una corrects comprension de las funciones de la politica sin entender en que consisten las dos condiciones que la generan. En dichas circunstancias, asume WALDRON, «es importante que las comunidades tomen sus decisiones en determinados foros, uti-lizando procedimientos que se muestren respetuosos con los desacuer-dos y que permitan que las voces en contienda scan escuchadas en un debate sobre cudl deberia ser la soluciOn a un problema comOn» 19.

La idea de circunstancias de la politica viene a extender, por otra parte, la afirmacion de RAWLS conforme a Ia cual cuando intentamos ponernos de acuerdo en cuestiones relativas a nuestras concepciones del bien nos enfrentamos a barreras muy dificiles de superar, que el denomina las cargas del juicio (the burdens of judgement), como In impo-sibilidad de contar con una epistemologia neutral y objetiva, el contar con information incompleta y diversa, o el peso de las diferentes expe-riencias, perspectivas o estilos de vida que producen un sesgo en nues-tros puntos de vista'. Para RAWLS, dichos desacuerdos no se extienden, en cambio, a nuestras concepciones sobre la justicia, y en consecuencia podemos aventurar un consenso acerca de los principios de justicia, que deje a un lado nuestras diferencias respecto a cual es la mejor

17 HOBBES, 1651: caps. 14 y 15, 132-155; HUME, 1739-1740: Lihro Tcrcero, Parte 2, section 11, 652-673; RAwt..s, 1971: epigrafe 22. Vease [ambler}, en esta misma linea, HART, 1961: 239-247.

Por ejemplo, en WALDRON, 1999a: 123. 19 WALDRON, 1999a: 105. 2° Igual que Rum's, WALDRON considera que y[muchos) dc nuestros juicios mis importantes

versan sobre cuestiones y se formulan en condiciones "de las que no es de esperar que permitan que personas conscientes, en pleno use de sus facultades de razon, ni siquiera despues de una discusion libre, Ileguen uninimemente a la misma discusiOn". (WALDRON, 1999a: 135). De ahl [ambler' sus desacuerdos, como vercmos mis adelante, con aquellas versiones de Ia democracia deliberativa que acumen que la dclibcracien se dirige a obtener, idealmente, un consenso unanime (W.9.wRON 1999a: 109-113).

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IA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XIX

forma de vivir nuestras vidas, y que fundamente la estabilidad social y politica'-[. WALDRON discrepa de esta Ultima opinion y sostiene que las mismas incertidumbres que nos hacen muy dificil alcanzar acuerdos sobre nuestras concepciones acerca del bien estan presentes cuando tenemos que discutir en torno a la idea de justicia. Dado el hecho profundo y persistente del pluralismo, no hay ningtin motivo para es/3e-rar un mayor acuerdo en este segundo terreno que en el primer° n. De modo que aunque el propio RAwLs diera un paso crucial en favor de reconocer positivamente la existencia de desacuerdos y de un plu-ralismo razonable, su modelo seguiria siendo demasiado dependiente de un consenso nuclear, y demasiado poco sensible ante el hecho de los desacuerdos'.

Y es en este punto, como ya hemos advertido anteriormente, en el que Derecho y desacuerdos presenta una position innovadora y ori-ginal, y nos obliga a repensar algunos de los presupuestos internos del constitucionalismo liberal hasta ahora poco problematizados. En palabras de Thomas CHRISTIAN°, este libro «ha hecho un gran servicio a la filosofia politica al resaltar la irnportancia moral de los desacuerdos persistentes sobre Ia justicia y el bien cormin para una teoria adecuada de la equidad politica. Su tratamiento de estas cuestiones debe ser atentamente estudiado por cualquiera que desee explorar los funda-mentos filosoficos de la .autoridad politica y de la democracia»'. Pre-cisamente su insistencia constante en dar cuenta de Ia existencia de los desacuerdos desde una optica liberal y, sobre todo, su estrategia inherentemente procedimentalista a la busqueda de un modelo de

21 RAMS, 1971, 1993; HABERMAS, 2003.

22 WALDRON, 1999a: 187-194. 13 WALDRON, 1999a: 186. Vease una critica similar a FtAwts en Moues, 1993, caps. 3

y 9, y 2000, 22-34. Aunquc una de las interpretaciones convencionales del segundo libro de RAwLS (1993) consiste en verb como una rcspuesta ante algunos de los desafios planteados por los criticos mcncionados anteriormente y como un intento, como declara el propio RAMS,

de opticar la estabilidad de las estructuras political liberates ante el hecho del pluralism° que caractcriza de maneca creciente nuestras sociedades contemporancas (RAwis, 1993: xviii y ss., especialmente )zavii-xli), el hecho es que, como afirrna WAWRON en el capitulo VII, el oenfoque de Una :aorta de la justicia es casi identico al de El liberalism° politico [...J. En ambos trabajos se entiende que Ilegara un punto en el cual los politicos razonables podran' presuponer que se ha alcanzado un acuerdo entre los participantes, por lo menos en un nivel general, sobre los principios de justicia que deben aplicarseo (WALDRON, 1999a: 187). El RAMS de El liberalism° politico du un paso adelante para aceptar oel pluralism° de doctrinas comprchensivas religiosas, filosoficas y morales comprehensivaso, pero este ..no es el Unico pluralismo con el que nos enfrcntamos en una sociedad democratica contemporanea, tambien debemos haccrlo con los desacuerdos sobre la justicia y los derechoso (WALDRON, 1999a: 188), de hecho oestos siguen siendo la condicion mss patente de nuestra propia politica», y una obra como la de RAwts, a pesar de haber incluido una cierta perspectiva del pluralism°, es todavia insuficiente para acomodar el hecho de los desacuerdos sociales y politicos en coda su magnitud. Por esta raz6n, WALDRON se aleja del liberalism° rawlsiano y busca, con voz propia, una interpretation mss abierta dc los principios liberates.

CHRIMANO, 2000: 543.

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XX JEREMY WALDRON

organization politica que requiera del menor consenso sustantivo posi-ble, acercan a WALDRON a las teorias de la autoridad y de la democracia, más que a la teoria de la justicia; le acercan más a HABERMAS, aunque preste muy poca atenciOn al filosofo aleman, que a RAWLS 25. Y de este modo se coloca en una position bastante heterodoxa por to que se refiere a la evaluaciOn de la practica constitucional de las demo-cracias occidentales actuales. WALDRON parte en el libro de una per-plejidad descrita por Roberto M. UNGER en un trabajo reciente: Ia existencia de una «hipertrofia de las practicas y arreglos contra-ma-yoritarios; [...] y en fijar de manera simplista el centro de atencion en los altos tribunales, viendolos como el segmento más importante de la politica democratica» 26. En sus propios terminos, los filOsofos del derecho estan «intoxicados de tribunales y cegados a casi todo lo dem& por los encantos de la justicia constitucionah, 27, del mismo modo que la «teoria general del derecho», aquella que reflexiona «so-bre el derecho como tal, sobre la autoridad juridica, sobre la obligation juridica, sobre el Estado de derecho, etc.» 28 se ha ocupado poco de la composition de los Parlamentos, de la autoridad de la legislation o de como debe interpretarse una ley de manera respetuosa con dicha autoridad 29.

Frente a una teoria del derecho ciega, o cuanto menos insensible, a la importancia de todas estas cuestiones, y ante una filosofia politica liberal complaciente del elitismo constitucional y de visiones demasiado maniqueas y simplistas de la protection de los derechos fundamentales, WALDRON propone tomarse en serio el ideal de autogobiemo, y plantea su trabajo at servicio del mismo 30. Dicho compromiso to Ilevara a defen-der una conception tnayoritarista de la politica, a juzgar neuativamente

Asf, Ia idea dc raz6n publics, la misma quc ticndc puentes cntrc las tcorias dc RAwis

y HABERMAS (veanse HABERMAS, 1995 y RAwLs, 1995), se cncucntra cn la base. aunquc cn muchas ocasiones solo de manera implicita, de la teoria procedimentalista dc Ia lcgitimidad suscrita por WALDRON, y quc le conduce, como veremos mats adelantc. a defender tambien una conccpcitin deliberativa de la democracia. De hecho, y aunquc WALDRON declare estar suscribiendo una concepciOn procedimentalista pura, en realidad adquicrc fumes compromisos con lo quc podria-mos denominar un procedimentalismo epistemico, cslo cs, con identificar la legitimidad dc las decisiones con el procedimiento de toma de decisiones que sc ha utilizado, eligiendo este por su valor epistemico, por su mayor probabilidad de producir decisiones correctas. Veasc a este respect° la opinion del propio HABERMAS, 2000, y de Es-rtum, 2000. Para Ia notion de pro-cedimentalismo epistemico aplicado a la democracia deliberativa, vease MArcrf, 2006. sobre aim° la razOn publica ofrece una respuesta adecuada al reto de los desacuerdos, veasc Comm 1993; BOHMAN, 1995 y 19%; GumANN y THOMPSON, 1990, 1993, 1994, 1996 y 2004. Sobre Ia diferencia entre modelos procedimentalistas y modelos sustantivistas de la legitimidad politica, vease CoHEN,

1996; HABERMAS, 2001, y MARTI, 2005. 26 WALDRON, 1999a: 16, citando a UNGER, 1996. Para UNGER, este es el oscura secreto

de la teoria contemporinea. 3 WALDRON, 1999a: 17. 3 /bid: 13 y 14. " 16-18. " /bid: 17.

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXI

Ia constitucionalizacion de una carta de derechos, y a calificar como insultantes e irrespetuosos hacia la igual dignidad de las personas los intentos de defender un sistema de control judicial como el que hoy conocemos, esto es, a afirmar que dicho mecanismo contra-mayoritario vulnera los propios valores que pretendemos proteger mediante el ins-trumento de los derechos 31. Si la democracia es valiosa no 'es sino porque reconocemos la igualdad basica de todos los ciudadanos (su igual valor intrinseco) y su capacidad para tomar decisiones autOnomas (para desarrollar, por ejemplo, planes de vida libre y racionalmente trazados) o deliberar con los demas, con los que se encuentran en desacuerdo, acerca de cual es la mejor soluciOn a un problema coma 32. WALDRON identifica al Parlamento (democratico) como la institution que de forma casi natural armoniza estos valores, y como un organ° especialmente bien situado para lidiar con las circunstancias de Ia poli-tica. Desde un punto de vista descriptivo, se situa en oposicion a buena parte de la literatura politologica contemporanea, que considera el Parlamento un 6rgano poco «digno», sobre todo en comparacion con otros Organos como los judiciales 33. Desde un punto de vista normativo, por otra parte, se enfrenta a una mayoria de teOricos juridicos y filo-sofos politicos que, preocupados por las «malas decisiones» de la poli-tica y los peligros de «la tirania de la mayoria», concentran sus estudios en la idea de los derechos individuates, y fundamentan la adoption de rigidas cartas (constitucionales) de derechos, protegidas a traves de un control judicial de constitucionalidad de las leyes 34. Para WALDRON,

esta ultima postura supone una afrenta a la idea de igual respeto que nos merecen las personas", cosa que le llevo a sostener una interesante polemica con Ronald DWORKIN, acerca de si era deseable que Gran Bretafia adoptara un sistema de protecci6n de derechos similar al vigen-te en los Estados Unidos 36.

Esto no implica que WALDRON renuncie, directa o indirectamente, a la idea de derechos. WALDRON acepta, con DWORKIN y buena parte de Ia academia juridica contemporanea, que existe una importante conexion entre la idea de derechos y la de democracia, asi como que ciertos derechos individuales deben ser considerados como condiciones

31 Ibid.: 23-25, y 285. Aunque esto le Ilevara a ser objeto de alguna critica por tuber simplificado en exceso la complejidad institutional del constitucionalismo (EisciwasR, 2002: 35).

32 WALDRON, 1999a: 129-142. Tambien defiende el aprincipio de decision mayoritarian en WALDRON, 1999b: cap. 6. En contra de la vinculacion entre el principio de .igual respeto. y

el de "decision mayoritariap, vease EISGRUBER, 2002: 37.

13 Vease, en particular, WALDRON, 1999a: cap. 2, y 131-142.

34 WALDRON, 1999a: cap. 10. " Ibid.: 140.

Vdanse WALDRON, 1993b y DWORKIN, 1990. En WALDRON, 1999a sus crfticas contra Dwos. KIN aparecen concentradas especialmente en el cap. 13, y resumidas en las *Inas 360 y 361.

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XXI I JEREMY WALDRON

de una decision mayoritaria legitima 37. Cabria distinguir, entonces, has-ta tres tipos diferentes de derechos individuales: a) «derechos que de hecho son constitutivos del proceso democratico» (como, por ejemplo, el derecho de participaci6n); b) «derechos que, aunque no sean for-malmente constitutivos de la democracia, representan en todo caso condiciones necesarias para su legitimidadD (como, por ejemplo, los derechos de libertad de expresion y de asociacion), y. c) derechos total-mente desvinculados de la democracia (como, por ejemplo, los dere-chos de sucesion patrimonial) 38. Al menos los derechos de los dos primeros tipos, aunque por razones diferentes y de modos diversos, son imprescindibles para cualquier model° democratic° de la legiti-midad politica. Y por ello WALDRON tambien defiende, por utilizar los terminos de DWORKIN, una teoria basada en derechos, y no una teoria basada en deberes o una teoria basada en objetivos 39. Sin embar-go, no se deriva de ahi que la custodia de los derechos, ni siquiera de los derechos que actUan como condici6n del procedimiento demo-cratic°, requiera de Constituciones e instituciones contra-mayoritarias. Las razones que llevan a WALDRON a esta conclusion se encuentran, en buena medida, sugeridas en los parrafos anteriores, pero conviene examinarlas con más detalle.

Ante todo, si partimos del hecho inevitable del desacuerdo, ten-dremos que admitir tambien Ia existencia de desacuerdos dramaticos acerca del ruirnero, contenido o alcance de los derechos. Nos enfren-tamos, entonces, a un problema de autoridad 411, es decir, quedamos enfrentados a —urgidos por— la necesidad de encontrar una via a traves de la que resolver nuestras disputas. Debemos recurrir entonces a una teoria de la autoridad, o, en palabras de Juan Carlos BAYON,

a «un poder hohfeldiano para asignar institucionalmente derechos y deberes, dado que reina el desacuerdo en la comunidad acerca de su contenido y alcance, pero necesitamos a pesar de todo decisiones colectivas al respecto 41.

" *La idea dc democracia no es incompatible con Is idea dc derechos individualcs. Por el contrario, no puede haber una democracia a mcnos quc los individuos poscan y ejerzan regularmente 1...] el derecho de participation en Ia claboracion dc las Icyes• (WALDRON. 1999a: 337). A este respecto, vease BAYON, 2004: 117-127. En otros trabajos WALDRON ha cxplorado con mayor atencion cOmo dos dc los liberales que mayor atencion han prestado a la autonomia individual y a los derechos naturales, John LOCKE C Immanuel KAnrr, articulaban simultaneamente una defensa firme y contundente del principio democratic°. Vease WALDRON, 1999b: caps. 3, 4 y 6.

38 WALDRON se refiere explicitamente a los dos primeros tipos, y prcsupone cl tercero. Vease WALDRON, I 999a: 337 y 338.

" 254-258 y 297-303. Al respecto, retoma y convicrte en lema de la primer* parte del libro Is idea de HOBBES

segtin la cual es el desacuerdo radical entre las personas cl que hace nccesario estableccr y reconocer una autoridad (WALDRON, 1999a: 292).

41 BAYOU, 2004: 118.

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LA FILOSOF1A DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXIII

En dicho contexto, el derecho a la participacion aparece como una salida especialmente adecuada. Y ello, no porque el mismo «tenga prioridad moral sobre los demas derechos». Sucede, más bien, que la participacion es un derecho «cuyo ejercicio parece peculiarmente apropiado en situaciones en las que los portadores razonables de dere-chos discrepan acerca de que derechos tienen»'. El derecho de par-ticipacion, en tal sentido, puede ser considerado como el derecho de los derechos 43 porque, en definitiva, la participacion y la decision mayo-ritarias se muestran como las tinicas herramientas que, en las circuns-tancias de la politica, resultan consistentes con la idea de que todas las personas son fundamentalmente Solo ellas parecen hacer- se cargo del «respeto que le es debido [a toda persona] en tanto que ser activo y dotado de razono 45. Ellas son las unicas que no se basan en una radical actitud de odesconfianza hacia los propios ciudadanos», ni en una oconcepcion predadora de la naturaleza humana››'. En este punto, WALDRON suscribe la vision de Joel FEINBERG acerca del valor de la participacion y el respeto a los individuos. WALDRON cita a FEIN-BERG cuando este seriala: «Tal vez el que el derecho de participaci6n

4 WALDRON, 1999a: 277. Contra una postura como Ia sostcnida por WALDRON, quienes defienden los mccanismos de control judicial no pucden alegar que Ia misma es teoricamente problematica, al rcclamar que sc recurra a proccdimicntos democraticos mayoritarios para resol-ver cuestiones quo tienen quo vcr con las condiciones de la dcmocracia. Cualquier procedimiento altcmativo, en dcfinitiva, incurriria en problcmas similares; en el caso del control judicial, los jucccs tambien estarian siendo jueccs en cucstiones que los involucran directamente (WALDRON,

1 999a: 360 y 361). Para WALDRON: oaquellos que valoran la participacion politica popular no debcrian dejar dc haccrlo cuando traspasan el umbra) do los dcsacucrdos sobre los derechos. [Los que lucharonj por cl sufragio [lo hicicron] porque creian quo las controversias sobre el orden fundamental de su socicdad —la rcgulacion de la jomada laboral y dcl empleo en la fiibrica, el derecho dc propicdad, la libertad de exprcsion, las prerrogativas de la Policia, la regulacion del consumo dc bebidas alcoholicas, la reforma de las campanas elcctorales— eran controvcrsias en cuya solution cllos dchian participar, respctuosamcnte y en pie de igualdad, porque ellas iban a scr los afcctados por cl resultadoo (WALDRON, 1999a: 24).

Asi lo denomina WALDRON, tomando una expresiOn de William Comm. Wase WALDRON,

I999a: 277.

" Ibid.: 136-138 y 297. “Lo que afecta a todos debe decidirse por todos.., dice WALDRON

I999a: 138. WALDRON sosticne esta postura reconociendo, igual que Charles BUTZ, las tensions que se suscitan entre el compromiso mayoritario y la idea de igual respeto hacia todos, idea que puede terminar siendo afectada por el procedimiento mayoritario, en su impacto negativo sobre algun individuo. Sin embargo, WALDRON concluye diciendo que, al menos en un sentido restringido del termino ..igual respetoo el procedimiento mayoritario es el sinico capaz de mos-trarse consistentemente respetuoso con dicho valor.

45 • • WALDRON, 1999a: 299. Piensense, en cambio, en el efecto de adoptar soluciones alter-

nativas a la sugerida por WALDRON, como Ia de consagrar una carta de derechos en la Constitution (ipor quO grabar nuestras conclusiones en piedra, diria WALDRON, en cuestiones sobre las cuales albergamos tantas dudas? WALDRON, 1999a: 266), y establecer una forma de control judicial

de Ia legislation. Siguiendo a HOHFELD, WALDRON nos recuerda cual es el reverso de las inmu-nidades constitucionales que consagramos: lo que HOHFELD denomina una incapacitation, en este caso la del Parlament°, que queda incapacitado para realizar sus tareas habituales de revision, reforma e innovation legates. WALDRON, 1999a: 263.

4' WALDRON, 1999a: 264.

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XXIV JEREMY WALDRON

sea conveniente tiene menos que ver con la expectativa minima de impacto decisivo y más con evitar el insulto, el deshonor o la deni-graciOn que se produce cuando las opiniones de alguien son menos tenidas en cuenta que las de los dernas en una cuesti6n que afecta tanto a unos como a otros» 47. Y, de este modo, sin renunciar a la idea de derechos, alcanza la conclusion de la prioridad conceptual de la democracia, o del procedimiento, o del derecho de participaciOn, frente a las consideraciones sustantivas sujetas a profundos desacuer-dos, en materia de legitimidad politica.

Lo dicho en los parrafos anteriores deja claro, ante todo, el caracter individualista e igualitario de la propuesta de WALDRON 48. En efecto, su propuesta procura enfrentar los desacuerdos que separan a lasper-sonas tomando en cuenta las opiniones de cada uno sobre como corres-ponde resolver tales desacuerdos. Se trata de un procedimiento, en este sentido, adecuadamente respetuoso de las opiniones de las per-sonas y de los desacuerdos existentes entre ellas. Al mismo tiempo, su teoria propone sopesar de modo igual la opinion de cada individuo, raz6n por la cual sugiere un esquema participativo para resolver las mas fundamentales diferencias de criterio que existen dentro de la comunidad y que amenazan con separar irremediablemente a unos de otros 49.

Del mismo modo, la description presentada más arriha sugiere otros dos aspectos centrales de su argumentation. En primer lugar, alli se advierte que su teoria esta basada en derechos (posee un caracter right-based) lo que determina que justifique su position mayoritarista en una rotunda afirmaciOn de la idea de derechos. Esta posici6n se distingue drasticamente de las defensas más clasicas del mayoritarismo (y de la critica al control judicial que suele venir con ague!), que tienden a confrontar, minimizar o simplemente dejar de lado toda areumen-tack-3n relacionada con los derechos. Para WALDRON, en cambio, la defensa de la voluntad mayoritaria se encuentra directamente entron-cada en su preocupaciOn por los derechos individuales. Es precisamente porque nos interesa defender los derechos de las personas que, en cir-cunstancias en las que disentimos acerca de su contenido concreto y su ambito de aplicacion, es mejor no ocongelar» tales derechos en una Carta (cuya interpretaci6n dejamos a cargo de individuos que no elegimos directamente y sobre los cuales ejercemos un control casi nulo). Y nos interesa defender estos derechos porque nos preocupa la libertad y autonomia de cada individuo, asi como su capacidad para

47 WALDRON, 1999a: 284. 48 Es este rasgo de individualismo e igualitarismo, junto con su defensa de la idea de

los derechos, el que preserva el espiritu liberal de la propuesta de WALDRON, frente a otros modelos basados en el respeto al pluralismo, como los mcncionados anteriormente en la nota 10.

49 CHRISTIANO, 2000, 518.

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON

hacerse cargo de su propia vida. Y precisamente porque tomamos en serio dichos rasgos de las personas, los rasgos que las habilitan como portadoras de derechos (rights-bearers), podemos considerar ofensivo que no sean ellas mismas las que tengan a su cargo la discusi6n acerca de cuales son y como deben ser interpretados sus propios derechos". Finalmente, es precisamente porque todos cuentan igual que tiene sen-tido decidir de modo participativo nuestras controversias sobre los derechos, es decir, apelando a otro derecho que, por su peculiar cua-lidad, nos brinda un punto de apoyo adecuado para resolver nuestras controversias 51.

En segundo lugar, la argumentation anterior nos conduce al carac-ter procedimental del modelo de WALDRON, que ya hemos mencionado previamente. Que dicho modelo pueda ser calificado de esta manera, como procedimental, se debe al hecho de que se preocupa por esta-blecer un mecanismo (participativo e igualitario, en este caso) a travds del que resolver nuestros desacuerdos en las circunstancias de la poli-tica. Para decirlo de otro modo, la position de WALDRON implica un rechazo a los modelos sustantivistas u orientados hacia el resultado, que se enfrentan at hecho inevitable de nuestros desacuerdos defi-niendo de antemano (habitualmente y, en razon de su «desconfianza hacia las masas, sin esperar el pronunciamiento de la voluntad mayo-ritaria) como debemos aCtuar en tales circunstancias 52.

Ahora bien, ninguna cuesti6n ha generado tanta controversia aca-demica en torno at trabajo de WALDRON, como este punto referido al metodo —que el considera el Calico apropiado— para resolver nues-tras controversias sobre los derechos. Casi todos aquellos que han revi-sado el libro o los articulos publicados por separado con anterioridad coinciden en que la solution que propone implica un regreso at infmito, resultando finalmente insostenible )3. Para Thomas CHRISTIANO, por ejemplo, el «problema basico* de teorias como la de WALDRON es que, como era de esperar, «el desacuerdo acerca de la legitimidad de los mismos procedimientos de decisi6n colectiva va a aparecer junto con el desacuerdo que provoca el recurso a esos mismos procedimientos. De ahi que el argumento que parte de la idea del desacuerdo se.socave a si mismo> 54. Cecile FABRE ha expuesto un punto similar, con su habi-tual claridad. Para ella,

5° Sevin sostiene WALDRON, no es posible apensar en una persona oomo portadora de dcrechos y no considerarla como alguien que tiene el tipo de capacidad necesaria para averiguar cuales son sus derechos” (WALDRON, 1999a: 257). Contra esta confianza en las capacidades epistemicas de los ciudadanos mostrada por WALDRON, vease SAGER, 2002: 11-13.

51 KAVANAGH, 2003: 452. 52 Vease supra nota 25 y texto que la acompatia. Sr BAYOU, 2004; CHRLSHANO, 2000; FABRE, 2000; EGGRUBER, 2002; 1CAvArtAcH, 2003.

54 CHFUSGANO, 2000: 519-520.

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XXVI JEREMY WALDRON

si, como dice WALDRON, los ciudadanos estan en desacuerdo acerca de los temas importantes, entonces no hay razor) para dudar que ellos tam-bier) van a estar en desacuerdo acerca de los mismos procedimientos que se supone que van a servir para resolver las disputas acerca de los asuntos sustantivos. Posiblemente, ellos se mostraran en desacuerdo acerca de fres cuestiones: a) acerca de si el mejor modo para Ilegar a la justicia es a traves de una serie de procedimientos politicos o por modos independientes de todo procedimiento, recurriendo solo a la argumentacion; b) acerca de si el derecho a la participacion politica tiene preeminencia sobre los dernas derechos, de modo tal que los pro-cedimientos respecto de los cuales la participacion es fundamental deban ser usados para resolver las cuestiones atinentes a los restantes derechos; y c) acerca de las modalidades del mismo derecho a la participaciOn politica. Por ejemplo, i.deberian reconocerse derechos de representacion especiales a los grupos étnicos y a las mujeres? i,Deberian tener los ciudadanos la oportunidad de decidir las cuestiones más importantes a traves de referenda? 55

La existencia innegable de desacuerdos sobre todos estas cuestiones aparentemente pacificas desde la Optica de WALDRON nos permite cons-tatar otro problema atiadido: la posici6n procedimentalista de la legi-timidad politica que adopta WALDRON es inestable, ya que cualquier discrepancia o discusion acerca de cual es el mejor procedimiento (el procedimiento legitimo) para tomar decisiones politicas, solo puede responder a criterios (y por lo tanto a desacuerdos) sustantivos. Como el mismo advierte, el valor del procedimiento democratic° descansa en el valor basic° que otorgamos a todos los ciudadanos, asi como en la igual autonomia que reconocemos en ellos. Pero WALDRor, come-te el error de creer que, como se trata de valores invocados tambien por aquellos que defienden enfoques sustantivistas de protecci6n cons-titucional de los derechos individuales, su propuesta procedimental sera pacifica. Lo cierto es que los desacuerdos acerca de las tres cuestiones procedimentales sefialadas por FABRE solo pueden ser discutidos desde parametros sustantivos. Y, a su vez, solo pueden ser zanjados mediante algun tipo de procedimiento. He ahi el inicio de un perverso regreso al infmito entre los valores procedimentales y sustantivos, una suerte de paradoja que afecta de modo aparentemente irresoluble a cualquier modelo de legitimidad politica democratica 56.

WALDRON parece ser conscience de este problema, aunque con-sidera inevitable la necesidad de contar con un procedimiento ade-cuado para resolver nuestros desacuerdos: «Aun si estamos en desa-cuerdo acerca de esto tambien, no tenemos eleccion*, y tenemos que

ss FABRE. 2000: 275. Sobrc esta cuestion, veinse BAY6N, 1998: 58-6.4, y 2004; CHRIMANO, 2000: 519.522;

MART', 2005.

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LA FILOSOFfA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXVII

ponernos a discutir cuestiones relacionadas con <cla equidad, la voz, la participaciono 57 Tenemos que hacerlo reconociendo que no vamos a encontrar ningun procedimiento perfecto: xEste es un hecho de la vida en politica» 58.

3. LA CRITICA AL CONTROL JUDICIAL DE CONSTITUCIONALIDAD

La critica de WALDRON del control judicial de constitucionalidad de las !eyes es, posiblemente, la más importante que ha recibido dicha practica desde la aparici6n del fundamental trabajo de Alexander Bic-KEL (aunque los escritos de este ultimo estuvieran destinados, final-mente, a mostrar una mejor forma de defender la labor de los jueces) 59. Las razones que fundamentan la oposicion de WALDRON al control judicial son varias, y aqui mencionaremos solo algunas de entre ellas.

La objeci6n más importante frente al control judicial tiene que ver con lo que Thomas CHRISTIANO denomina el argumento democrd-tico 60, basado en nociones como las examinadas más arriba. Entre ellas, i) que la existencia de una carta de derechos requiere de interpre-taciones posteriores; ii) que tales interpretaciones van a ser siempre controvertidas en sociedades marcadas por el hecho del desacuerdo; iii) que si confiamos en los individuos (tal como se deduce del propio hecho de que queremos proteger con derechos su capacidad para actuar autonomamente), entonces no debemos privarlos del derecho de reflexionar libremente sobre los asuntos que más les importan, inclu-yendo los relacionados con el contenido y los alcances de sus derechos. El argumento democratic° se encuentra intimamente vinculado al argu-mento que lo Ileva a rechazar la constitucionalizaciOn de una carta de derechos. Una carta de este tipo es un intento de vgrabar en la piedrao nuestros compromisos fundamentales, un intento de lirnitar las acciones del Parlamento democratic°, que se basa en la certeza de que los individuos no se encuentran capacitados para discemir por si mismos las cuestiones basicas relacionadas con sus derechos (y fun-

57 WALDRON, 2005, 25. " WALDRON, 2005: 26. WALDRON entonces distingue entre, y pasa a discutir, razones basadas

en resultados y razones basadas en procedimientos. Sostiene que las primeras, como mucho, son razones .no concluyentes., y que no sirven como defensa de un control judicial de cons-titucionalidad. Mientras canto, las altimas «operan fundamentalmente en descrOdito del control judicial, dejando intocado al procedimiento de decision legislativa*. De manera que, conduye, «el lado favorable al Parlamento vence, cualquiera que sea el modo en que formulemos la pregunta. (WALDRON, 2005: 30).

" BICICEL, 1978. .6 CHRISTIAN° 2000: 533.

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XXVIII JEREMY WALDRON

dado, finalmente, en la desconfianza hacia las capacidades morales de la ciudadania)'.

En uno de sus principales articulos sobre la materia, WALDRON exponia de modo muy grafico la esencia del «argument° democratico» y lo ofensivo de la actitud favorable al control judicial. Para el, el respeto y la confianza merecida por los individuos debia traducirse en la existencia de un sistema institutional compatible con el predo-minio final de Ia voluntad de las mayorias, y no en uno sisternaticamente organizado para frustrarla. En sus propios terminos: «Usted puede escribir en un periodic°, preparar una petition frente a las autoridades y organizar un grupo de lobby frente al Parlamento. Pero aun si, más ally de lo que pudiera sonar en sus suenos mas desenfrenados, llega a tener exito en su empresa, ganando el apoyo de un largo ni mero de hombres y mujeres que piensan como usted, y obteniendo asi una victoria en el Parlamento, entonces, puede ocurrir que su medida sea desafiada e invalidada porque su vision sobre los derechos no coincide con la vision que los jueces tienen al respecto»".

La bateria de argumentos de WALDRON contra el control judicial no termina aqui. Entre otros utilizados, estan los siguientes. Por un lado, y notablemente, llama la atenciOn sobre el hecho de que los jueces tambien toman sus decisiones mediante el voto y aplicando Ia regla de la mayoria. Dicho procedimiento de decisi6n ratifica algunos puntos centrales de su argumentaciOn. Por un lado, Ia necesidad del recurso al voto muestra la inevitabilidad de nuestros desacuerdos en tomb a cuestiones constitucionales fundamentales (lo que se verifica en cada una de las cotidianas votaciones divididas de nuestros principales tri-bunales). En otros terminos, los jueces disienten entre ellos tanto como lo hacen los propios ciudadanos y los legisladores. El recurso a la regla de la mayoria dentro de los tribunales muestra, por lo dernas, el modo en que el voto, aun dentro de tales esferas, es reconocido como un medio apropiado para resolver diferencias de criterio en contextos de incertidumbre. Atli mismo se advierte, por lo demas, la auto-contra-diociOn en la que suelen incurrir quienes afirman que las cuestiones de derechos no pueden ni deben resolverse a traves del peso del mayor numero —estrategia de la que reniegan cuando se trata de asambleas mayoritarias pero no, curiosamente, cuando lo que estA en juego es una decisi6n que se examina dentro de la esfera judicial—. WALDRON se pregunta, entonces: «i.Resulta agravada la tirania de una decisi6n politica por el hecho de que Ia misma es impuesta por la mayoriaN. «Z.Es la tirania de la mayoria una forma particularmente inaceptable de tirania? [...] un tribunal tambien puede tomar su decision por medio

61 CHRISTIANO, 2000: 534.

12 WALDRON, 1993b: 51.

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LA FILOSOFtA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXIX

de una votacion mayoritaria [aunque en este caso] no hablemos comtln-mente de una "tirania de la mayoria"» 63. Llamativamente, en su elo-giosa revision de Derecho y desacuerdos, el paradigma del juez con-servador, Richard PosivER, se ocupa de dar todavia más fuerza al argu-mento de WALDRON. Segtin POSNER, WALDRON se olvida de destacar que los jueces no solo «deciden a traves del voto». «Los jueces, cuando deliberan» —agrega POSNER— «raramente se involucran en una con-versacion libre. Por el contrario, hablan por turnos en una secuencia determinada por el seniority, se cuidan de no interrumpirse unos a otros, y la cantidad e intensidad de la discusion resulta inversamente proporcional a la profundidad de la conviction que cada juez tiene respecto del punto que se discute. En comparacion con los jueces, los jurados, que discuten durante horas o dias sobre un caso particular, representan un modelo de deliberacion» m.

WALDRON niega, ademas, que procedimientos como el del control judicial resulten me5jores que los mayoritarios en cuanto a su concreta eficiencia practicaEn su opinion, los mismos «prejuicios sectarios» que suelen atribuirse a los Parlamentos son los que pueden encontrarse en los tribunales, algo que ejemplifica con casos como "Dred Scott" (en el que la Corte Suprema norteamericana convalido la esclavitud); "Schenck" (en donde la Corte condeno a un opositor del gobierno por sus dichos); o "Korematsu" (en donde el maximo tribunal dio res-paldo al establecimiento de un virtual campo de concentration dentro de los Estados Unidos)'.

Al mismo tiempo, WALDRON acompaiia el escepticismo en tomo al «funcionamiento real» del control judicial con la certeza —que tam- bien nos ofrece la practica— de que paises en donde no existen formas de control judicial como las prevalecientes en los Estados Unidos —ti-picamente, los casos de Inglaterra y Nueva Zelanda— son capaces de asegurar la protection a los derechos individuales de un modo igual o más intenso todavia que los Estados Unidos.

WALDRON alberga serias dudas, ademas, sobre las virtudes del razo-namiento judicial como medio para mejorar la discusiOn democratica.

• WALDRON, 2005, 52. En un sentido similar, WALDRON sostiene que vno estamos hablando de reemplazar un proceso mayoritario por un proceso no-mayoritario: estamos hablando de reemplazar un proceso conducido por un cuarto de bill& de personas clue tienen derechos y sus representantes, por un proceso mayoritario conducido por nueve hombres y mujeres en la Corte Suprema. (W.LoitoN, 2002a: 7).

K POSNER, 2000: 584. ss FABRE, 2000: 274. " Cita entonces, en su respaldo, a la maxima autoridad norteamericana en materia de

derecho constitutional, Lawrence TRIBE, un defensor de to revision judicial, cuando tras los sucesos del 11 de septiembre sostuvo (a la luz de antecedentes como los anteriores) que Rresultaria un tremendo error por parte de aquellos preocupados por los derechos y las libertades civiles el depositar demasiada confianza en la actuation de los tribunales en tiempos de crisis* (WAWRON, 2005: 32).

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XXX JEREMY WALDRON

Piensese, nos dice nuestro autor, en lo «liberadoro que es discutir sobre el aborto sin tener que girar, como hacen los norteamericanos, en torno a gravosos debates sobre la «clausula del debido proceso», o debatir sobre la pena de muerte sin tener que lidiar con la idea de «castigo cruel e inusualo, tambien propia de la discusion judicial norteame-ricana 67. Ocurre que las provisiones establecidas en una carta de dere-chos suelen tomar «vida propiao, hasta arrastrar a los jueces a discutir y pelearse por el «realo significado de los terminos incorporados en la Constitution. En el Parlamento, en cambio (y más aim en un Par-lamento no limitado por una carta de derechos) las discusiones suelen ser más francas y abiertas, y los representantes populares tienden a enfrentar más directamente los aspectos más politicos del tema en cues-tion. Y ello, segan comenta WALDRON tras un repaso de algunas impor-tantes discusiones legislativas, de ningim modo priva al Parlamento de Ilevar adelante una discusion profunda y fundada en razones 68. En su opinion, en 'Daises como Gran Bretana, carentes hasta hace poco de una carta de derechos y un sistema de revision judicial como el norteamericano, «la gente puede discutir robre cuestiones de derechos y limites al gobierno, cuestiones sobre el aborto, la discrimination,

1- f^inraiicia en los terminos que les parezcan apropiados, libres del verbalismo obsesivo de una determinada carta de derechos escritao 69.

Una vez presentadas las principales criticas de WALDRON frente a la revision judicial de las leyes, conviene realizar al menos dos acla-raciones. En primer lugar, su oposicion al control judicial no implica que desconozca el valor de aquellos mecanismos institucionales, exis-tentes o de nueva creation, que puedan servir para obligar al legislador a pensar dos veces sus propuestas. El proceso de toma de decisiones, sefiala WALDRON, puede bien «ser más complejo y laborioso, y de diver-sos modos puede ser más dificil volver a revisar cuestiones de principio en un momento determinado despues de que hayan sido zanjadas. Estos mecanismos de "dilation" [slowing-down] pueden tambien estar apoyados en la comunidad politica por valores asociados con el "Estado de derecho". No es necesario considerar esto como un ataque a la democracia; ciertamente un mecanismo de "dilation" de este tipo no es equivalente a sustraer cuestiones del voto come n y atribuirlas a un foro distinto no representativo como un tribunal>, 70.

67 WALDRON, 1999a: 346 y 347. 66 WALDRON, 2005. 69 WALDRON, 1999a: 263. 76 WALDRON, 1999a: 364 y 365. Vale la pena notar, sin embargo, que para autores comb

POSNE3t, esto es justamente lo que tiende a hater una Corte como la norteamericana, a traves de su poder de revision de las leyes (Posnma, 2000: 590). De modo similar, Thomas CHRIMANO

SOSIMOC que la revision judicial puede ser vista como un modo sensato de balanccar la mezcla de «confianza y desconfianza* que tenemos hacia los individuos portadores de derechos. .Les

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXXI

De modo todavia más significativo, en alguno de sus tiltimos tra-bajos WALDRON dej6 en claro que el objeto de su crftica es —lo que el denomina— un «control' judicial fuerteo, es decir, un sistema de revision en el que los tribunales «tienen la autoridad para dejar de aplicar una ley en un caso particular [...] o para modificar los efectos de la mismao 11. Este tipo de revision «fuerte» se opone a un sistema de «control judicial &toil» en donde los jueces pueden «escrutar la legislation para examinar su conforrnidad con los derechos individua-les, pero no pueden dejar de aplicarlo (o moderar su aplicacion) sim-plemente porque de otro modo sedan violados derechoso Sistemas como el ingles (en donde los jueces estan autorizados para dictar una «declaracion de incompatibilidado entre la ley y la ConvenciOn Europea de Derechos Humanos), o el neozelandes, representarfan ejemplos de este ultimo tipo. Para WALDRON, puede «resultar util contar con un mecanismo como el de la revision judicial que permite a los ciudadanos atraer la atencion pOblica frente a [ciertos casos] cuando estos apa-receno, lo que seria un argumento en favor de una forma «debilo de control judicial, en lugar de una forma «fuerte» en la que «la cuestion abstracta sobre el derecho que ha sido identificado es resuelta en Ia manera en que el tribunal considera apropiadoo

Reservas como las citadas acercan a WALDRON a las posiciones de algunos de sus mejores crfticos que, reconociendo el valor de cri-terios como los que el defiende, han explorado alternativas como las siguientes: pensar en disenos institucionales que incluyen ciertas formas de revision judicial y ademt s una carta de derechos, pero que al mismo tiempo preservan la primacia del control democratico 74; distinguir entre la revision judicial (que se defiende) y la supremacfa judicial (que se rechaza), tal y como sugiere la corriente del «constitucionalismo popularo 75; o, más particularmente, adoptar un esquema «departamen-talistao en donde todas las ramas del gobierno participan, en pie de

confiamos lo suficiente como para dejarles espacio para que realicen sus propias elecciones, pero les desconfiamos lo suficiente como para creer que neccsitamos de Ia coercion pan impedir que, en ocasiones, realicen muy malas eleccionesv (CHalsrtAtvo, 2000: 536).

WALDRON, 2005: 8, y tambien WALDRON, 1999a: 332 y 333. n WALDRON, 2005: 8-9. Pan una potente y articulada defensa del constitucionalismo debil,

vease BAYON, 1998 y 2004. 73 WALDRON, 2005: 23. WALDRON reconoce tambien que, en ocasiones, y a partir de Ia

existencia de minorias discrete and insular como las referidas en la famosa nota al pie del caso "Carolene Products" puede ocurrir que se tome necesario construir un procedimiento basado en una institution no electiva, para vreparar el sistema politico y facilitar la representacion• de aquellas, .tal como lo ha senalado John ELY* (WALDRON, 2005: 60). Sin embargo, WALDRON

aclara que los casos que pueden hater necesaria dicha solution son muy limitados, ya que no todas las .minorias crOnicasv se enfrentan a situaciones de peligro real en relation con el procedimiento politico.

CHats-nArvo, 2000: 535. Reclamandole una toma de position a este respecto, vease GOLDS-

WORTHY, 2001: apartado Vease, como ejemplo, GARGARELLA, 2006.

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XXXII JEREMY WALDRON

igualdad, en el control de la constitucionalidad de los actos de go-bierno 76.

4. LA DEFENSA DEL PARLAMENTO Y LA TEORIA DE LA DEMOCRACIA DE WALDRON

Una vez rechazados los mecanismos de control judicial de cons-titucionalidad de las leyes, la pregunta pertinente podria ser la siguien- te: i.que razones tenemos entonces, si es que tenemos alguna, para conceder autoridad a Ia legislation y, en consecuencia, para obedecerla frente a nuestros juicioS o preferencias que, como ya hemos visto, dife-riran a menudo de los expresados en dicha legislation? i.Supera la legislation el otest de la justification normal» de la conception de la autoridad de RAZ, en el sentido de que haremos mejor en guiar nuestro comportamiento segun lo establecido por la legislation que en seguir nuestro propio punto de vista individual? 77 La respuesta de WALDRON a esta segunda pregunta es, efectivamente, que si. A lo largo de los capitulos II a VI presenta su peculiar contribution a la teoria de la legislation, que implica a su vez fuertes compromisos con una teoria del Parlamento (una teoria de los legisladores) y una teoria de la demo-cracia, y siempre en respuesta a la pregunta de la legitimidad politica o, como prefiere denominarla en este momento, de la autoridad. Aho-ra, la primera pregunta sigue vigente: Lcuales son las razones de la autoridad de Ia legislation, especialmente si se ha descartado el criterio de adecuaci6n sustantiva a un conjunto de valores constitucionalmente protegidos por la revision judicial de las leyes?

Para WALDRON, Ia legislation es legitima porque es el rcsultado de un proceso de toma de decisiones legitimo desarrollado en un orga-no tambien legitimo: el Parlamento. Y su autoridad deriva de que es capaz de proporcionar una respuesta a la necesidad de una action comtin frente a un determinado problema sobre el que existen amplios desacuerdos, una respuesta que es respetuosa de tales desacuerdos, asi como de la autonomia y Ia igual dignidad de todas las personas. WALDRON reivindica la existencia de Parlamentos fuertes, en donde sus miembros discutan de modo tambien fuerte y apasionado acerca de los requerimientos de la justicia 78. Para algunos autores, como Richard POSNER, la vision que presenta aguel sobre el trabajo del poder legislativo es oirrealistao y se corresponde con «la version "de color de rosa" de los tribunales que WALDRON se encarga de demoler» 79. Para WALDRON, sin embargo, su description es intencionadamente opti-

ELSGRUBER, 2002, y KRAMER, 2004.

" WALDRON, 1999a: 116-112 y 155-169. WALDRON, 1999a: 364.

9 POSNER, 2000: 591.

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXXII

mista: «Los que se oponen al control judicial suelen ser acusados de adoptar una vision ingenuamente optimista de los Parlamentos. Pero en ocasiones asumimos dicha actitud de modo deliberado, para poder contraponer una descripcion optimista con otra descripcion optimista, y teniendo en cuenta la negativa de los defensores de los tribunales a darnos una vision realista acerca de lo que ocurre allf» 80.

WALDRON constata que de los tres elementos que forman parte de toda concepcion del control judicial de constitucionalidad, los dere-chos, los tribunales y los Parlamentos, son estos altimos los que han recibido injustificadamente una menor atencion por parte de los te6- ricos constitucionales y del derecho 8i. Asi, los teoricos del derecho en general se han preocupado tradicionalmente por la estructura y los aspectos formales del derecho, o bien por los problemas de apli-cacion del mismo. En to que se refiere al proceso de creacion del dere-cho, la discusion se ha centrado en si su origen responde o no a hechos sociates, es decir, en la cuestion de las fuentes institucionales, pero se han olvidado sistematicamente de analizar la tarea del legislador y, lo que es más importance a ojos de WALDRON, su estructura y com-posicion ". Al contrario, a Ia filosoffa del derecho contemporanea ole importa muy poco si los Parlamentos son concebidos como un 6nico individuo o como un organ° estructurado compuesto de cientos de personas que tienen profundos desacuerdos entre si acerca de las cues-tiones sobre las que estan legislando», no le interesan los procesos de creacion legislativa, y menos aun todo to que sucede en los instantes previos a la aprobaci6n de una ley ". El positivismo hartiano, a este respecto, se ha limitado a utilizar las consideraciones acerca de la com-posiciOn y funcionamiento de los Parlamentos ocomo base para su crf-tica de las nociones de soberanfa defendidas por el positivismo tem-prano» 84, sin extraer luego las consecuencias que se derivarian en el ambito del mecanismo de la regla de reconocimiento en relacion con la intend& legislativa. Sevin WALDRON, el que la regla de recono-cimiento, como practica social compleja, nos sirva como medio de iden-tificacion del derecho y establezca la diferencia entre una sociedad pre-jurfdica y una sociedad regida por el derecho, pone de relieve la enorme importancia de los procesos institucionales de aprobaci6n del derecho y de las circunstancias de desacuerdo en los que operan. En palabras de Raz, permiten oestablecer el punto a partir del cual una opinion de los miembros de la sociedad, o de sectores influyentes o de grupos poderosos de Ia misma, deja de ser una opini6n privada para convertirse en [...] una opinion vinculante para todos los miembros

WALEntor4, 2005: 34. °I WALDRON, 1999a: 29. °2 Ibid.: 29-33, y 43 y ss. K3 Ibid.: 54. "4 Ibid.: 49.

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XXXIV JEREMY WALDRON

de la sociedad, con independencia de que estén de acuerdo con ella o no» 85. Ahora, la tesis de las fuentes sociales que acompatia la idea de regla de reconocimiento hace surgir necesariamente «problemas de indetermination y reconocimiento», puesto que «las leyes existen ahora por medio de su promulgacion, y no solo sobre la base de patro-nes normativos de conducta»'. Y ello nos conduce a la necesidad de tomar position acerca de cual es el modo de resolver tales problemas de indetermination del derecho mess respetuoso con sus origenes y con la propia regla de reconocimiento.

Cuando la teoria del derecho, especialmente la positivista y desde sus origenes en BEIM-1AM y Aus-riN hasta sus derivaciones más recientes, ignora estas cuestiones relativas a la estructura y composici6n de los Parlamentos, lo hace en realidad tomando partido implicitamente por un modelo unitario considerandola la posiciOn <por defecto», un mode-lo que incluso atribuye «voluntad e intenciones), al legislador 67. Del hecho de que de una pluralidad de intenciones y de Ia existencia de amplios desacuerdos acerca de que debemos hacer en tanto que socie-dad, surja una anica respuesta determinada en forma de derecho, e pluribus unum, oa la filosofia del derecho le interesa el unum y que es lo que debemos hacer con el, y no si viene de e pluribus o no» u. Cuantas personas compongan eso que Ilamamos <<legislador», como se organicen, que es lo que hagan antes de aprobar una ley, y como la aprueben, son, por asi decirlo, «cuestiones pre-juridicas09. Y ello tiene que ver, en Ultima instancia, con las pretensiones tiltimas de la oteorfa general del derecho»: esta no ester interesada en desarrollar unicamente una teoria del derecho de las sociedades democraticas, sino que pretende ser suficientemente general como para mantenerse neutral respecto al tipo de gobierno politico que impera en una socie-dad 9°. WALDRON, sin embargo, como veremos en el Ultimo punto de este estudio preliminar, cree que qla nocion de fuente del derecho

° El fragmento pertcnece a RAZ, 1979: 51, tal y como es citado en WALDRON, 1999a: 50. 86 WALDRON, 1999a:50. In Ibid.: 54-58. No sucede lo mismo, cn cambio, entre los politOlogos, q uc han estudiado

ampliamente las estructuras y los patrones de interaction entre las principales fuerzas political, tanto dentro del Parlamcnto como fuera de el, en forma por cjemplo de relac-iones interins-titucionales. Para WALDRON, sin embargo, la fruc-tifera litcratura empirica quc se ha desarrollado en este campo es de pores utilidad para el punto de vista normativo, ya que dichos estudios .Kno se han centrado especificamente en el proceso de creation del derecho•, puesto que estan más interesados por Ia cuestion del conflicto de poder en sentido cstricto quc por el proceso legislativo en si mismo y por todo aquello que le confiere legitimidad. La pers-peFtiva supues-mmente realista de la ciencia politica, especialmente dc aquella basada en la teoria de la election publica para construir modelos explicativos y predictivos, ha contribuido a general una imagen dcsoladora y hasta perversa de lasimiciones parlamentarias que oscurece todo lo que Sc pretende en terminos estrictamente normativos de legitimidad politica (WALDRON, 1999a: 34-39).

57. " 56. ° !bid: 57 y58.

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXXV

que maneja el positivismo contemporaneo no es neutral respecto de las institucrones», como demuestran las opciones teoricas que hist& ricamente ha defendido con el fin de distinguir convenientemente entre el derecho legislado y la costumbre 91. De modo que, puestos a sacrificar la neutralidad, WALDRON es partidario de reconstruir lo mas detalla-damente posible aquello que encontramos valioso en los sistemas democraticos de derecho actuates: la institution representativa que opera como fuente de la legislacion.

Frente a la simplista y un tanto descuidada conception unitaria del legislador, WALDRON sugiere abordar un analisis serio y en pro-fundidad de los principales rasgos estructurales del legislador demo-cratic°, esto es, del Parlamento, que son concretamente tres: el tarnado, la diversidad y los desacuerdos que se representan en el. El hecho de que los Parlamentos, a diferencia de lo que ocurre con otras impor-tantes instituciones del Estado, estén compuestos por cientos de per-sonas, y no por una decena, muestra al menos una de las pretensiones que el disedo de esta institution persegufa: la representatividad del pluralismo social 92. No se refiere tanto a una cuestiOn de escala en una representaci6n descriptiva o que funcione como «sucedineo de la participation popular∎, como al simple hecho de englobar en una institution eminentemente deliberativa una pluralidad de voces dis-cordantes que más o menos reflejen la pluralidad de la sociedad en su conjunto, y que permitan el intercambio racional de argumentos en busqueda de la mejor decisi6n politica a un problema coman. WAL-

DRON agrega que xel valor politico que se asocia de forma más natural con el Parlamento moderno y con la autoridad de su producto (la legislacion en tanto que derecho positivo) es el de la legitimidad demo- craticao'. Y lo es desde el propio surgimiento del Parlamento y sus precedentes y equivalentes historicos, al menos desde el siglo )(iv, como muestran los argumentos de Bartolo DE SASSEFERRATO en defensa de la capacidad legislativa de las ciudades-Estado republicanas del none de Italia alrededor de 1350, equiparando el derecho legislado a la ancia-na costumbre, y el consentimiento explicit° de este al tacit° de ague-Ila ".

Ya tenemos, pues, una respuesta general a la pregunta sobre la autoridad de la legislaciOn. La legislacion es legitima porque es el resul-tado de un proceso democratic°, y por ello legitimo, de creation de derecho emprendido por un Parlamento representativo, en un contexto de desacuerdos. El argumento central al que recurre WALDRON es el

" Mid: 58 y 59. Ibid: 61-63.

" Ibid.: 66. " Ibid.: 74-83. EISGRUBER admite .cno haber oido nunca hablar de BARTOLO antes de leer

el libro de WALDRON, y, por to que yo se. WALDRON bien podria haberselo invcntado• (EISGRUBER. 2002: 46).

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XXXVI JEREMY WALDRON

ofrecido por ARISTOTELES (y por MILL). El Parlamento es un Organ° capaz de «poner en comtin perspectivas y experiencias diversas. Es mss probable que una asamblea legislativa encuentre mejores respues-tas de lo que pueda hacer yo solo porque sus miembros disponen de un abanico más amplio de experiencias y pareceres que el que yo podria acumular por mi mismo» 95. En efecto, el Parlamento ha sido disefiado con el fin de recoger opiniones diversas, provenientes de todo el pais (del none, del sur, de los grandes distritos y de los pequenos), y de las diversas vertientes ideolOgicas que habitan en el. Los Parlamentos adquieren, de este modo, un grado de representatividad que ningun individuo por separado, ni ninguna otra rama del poder puede llegar a tener. En una perspectiva comparada, sus ((credenciales democra-ticas» son las mejores, dentro de la estructura institutional en la que vivimos. Los Parlamentos operan, adernas, siguiendo unas estrictas reglas de funcionamiento que les permite ordenar, en Ia medida de lo posible, las deliberaciones y los intercambios de argumentos y puntos de vista 96. El Parlamento —y con el, los procedimientos de decision mayoritaria— se muestra como un instrumento razonable, antes que arbitrario, teniendo en cuenta las diferencias que nos separan n el respeto a la autoridad de la legislation es ((el tributo que debemos pagar por alcanzar una acci6n concertada, cooperativa, coordinada o colectiva en las circunstancias de la vida moderna*, distinguidas por nuestros fundamentales desacuerdos".

A este argumento aristotelico en favor de la estructura y corn-posicion del Parlamento, asi como de la funciOn deliberativa que en el tiene lugar durante el proceso legislativo antes de la aprobaciOn de un texto definitivo, WALDRON agrega los siguientes en favor de que Ia adoption de dicho texto obedezca a un procedimiento democratic° de votaciOn con aplicaciOn de regla de la mayoria. En primer lugar, dicho procedimiento permite un trato equitativo de las opiniones y preferencias de todos, de modo que se toma en serio la igual dignidad de todos los ciudadanos, a Ia vez que expresa respeto hacia las cir-cunstancias de desacuerdo que han motivado la necesidad de una acciOn comfin y, por lo tanto, de una decision politica, en el sentido de que expresa graficamente el hecho del disenso en forma de divisiOn entre la mayoria y las minorias". En segundo lugar, encuentra un argu-mento utilitarista basado en la idea de que los procedimientos de agre-

" Mid: 103. Lo que Ants-rOTELEs expresaba de Ia siguicnte forma: .los muchos, cada uno de los cualcs es en si un hombre mediocre, pucden sin embargo, at reunirse, ser mejores que aquellos (la minoria selects): no individualmcnte, sino en conjunto. (Anas-rOTELEs, 1998: Libro III, cap. XI, 1281b, 136. Citado tambiEn en WALDRON, 1999a: 88 y 89).

" WALonoN, 1999a: 85-95. " Ibid.: 140-142, 162-164, 168 y 169. " Ibid: 123. " Ibid.: 129-140.

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXXVII

gaci6n de votos resultado de una election democratica producen una maximization de las preferencias individuPles de la mayoria de la pobla-ciOn 100. Y finalmente recurre a un argumento aritrnetico proporcionado por el Teorema del Jurado de CognoRc-Er, seg,tin el cual cuantas mas personas con una capacidad episternica superior a 0,5 participen en una votacion para tomar una decision sobre una cuestiOn susceptible de ser correcta o incorrecta, tanto mayor sera" la probabilidad de que la decision tomada sea efectivamente correcta ":",

Ahora bien, i,que es lo que significa, entonces, esta robusta defensa de la democracia mayoritaria (una que niega la justification de organos contra-mayoritarios como los que hoy existen en cualquier democracia moderna; que rechaza la existencia de limites a priori frente a los resul-tados politicos)? ZQuiere decir esto —se pregunta WALDRON— que todo se encuentra abierto al «arrebatoo de una circunstancial mayo-ria? L02 La respuesta de WALDRON es, simplemente, que si, que todo lo que pueda ser sujeto de un desacuerdo de buena fe resulta sus-ceptible de quedar sujeto a Ia regla democratica 103. El opanicoo frente a esta posibilidad, agrega, es el panic° ante la idea del autogobierno politico l04. Pero ocurre que si odecidimos tratar con respeto las con-cepciones de los demas, si no tratamos de esconder el hecho de nuestras diferencias o eliminar el disenso, entonces no tenemos election y debe-mos adoptar procedimientos para zanjar desacuerdos_politicos que no determinen, por si mismos, cual va a ser el resultadoo ". De esta mane-ra, WALDRON completa su defensa de un ideal fuerte de autogobierno basado en el valor de los Parlamentos democraticos como fuente de legitimidad procedimental y la autoridad del derecho legislado como resultado de su action. Tal vez lo menos estimulante de toda esta discusi6n sea la descuidada y simplista identification que hate el autor entre «el Parlamentoo y «el puebloo, sin atender a buena parte de la discusi6n en la teoria de la representation politica que se ha encar-gado de establecer las diferencias. WALDRON atribuye a los Parlamentos toda la legitimidad que podriamos predicar del pueblo participando directamente, sin analizar de que manera,dicha legitimidad se puede

1f1° Mid: 160 y 166. 1" !bid: 160-162y 166-168. 1° Ibid.: 361. "" En contra de Ia respuesta derWALoaotv, vease CHRISTIAN°, 2000: 538 y 539. 1°4 WALDRON, 1999a: 361. 1°5 Ibir.L: 362. Junto con John Stuart MILL, WALDRON afirrna quo, si estamos preocupados

por la libertad individual, entonces lo primero quo debemos hater no es crear una carta de derechos protegida por la justicia, sino desarrollar entre nosotros una cultura de la libertad en la cual la idea de libertad sea apreciada y tomada en serio por parte de aquellos que participan de las principales decisiones sociales y political. Como Ku_ el pretiere no insistir sobre la necesidad de leyes y constituciones sino, mas bien, sobre la necesidad de crear ."una fuerte barrera de conviction moral" contra "una, grande y creciente inclination a extender indebidamente los poderes de la sociedad sobre el individuo"v (WALDRON, 1999a: 369, citando a MILL, 1859: 70).

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XXXVIII JEREMY WALDRON

.ver afectada por la mediatez de la. relacion representativa y por las pObres replicas reales del ideal democratico'.

AUnque el .objetivo principal de este libro consiste en defender una particulai.te6tia-delalegitimidad de la legislaciOn, y mas gene-

. ralitiente de las.debiSioneS political, es obvio que la posici6n que defien-de WALDRON le, °blip' a tomar Partido; al menos parcialmente, por a.lginimodelo concreto de demoCracia. El autor neozelandes no aborda abiertamente la caracterizacion de una teoria de la democracia, pero en su•discusion de los diversos aspectos del disefio institucional que propone en relacioh con su teoria de la autoridad, asume inevitable-merite . sucesivos cOmprdinisds- con una teoria democratica concreta. Asi, WALDRON toma position acerca de los valores fundamentales que justifican' el ideal de autogobierno, acerca de comp debe entenderse la Tepresentacion politica y que debemos exigir a nuestros represen-tantes 107, acerca de 'que significado tiene la participaci6n politica de los ciudadanos ms, acerca de por que esta justificado el procedimiento mayoritario en la toma de deCisiones 109, y acerca de comp debe arti-ciilarse formalmente dicho prcicedimiento de toma de decisiones en terrninos de -discusion politica para considerarlo legitimo 11°. De todas estas cuestiones, es esta tiltima la que queremos destacar aqui con

- el fin de deshacer un equivoco bastante extendido relativo a su ambi-gfiedad respecto a la democracia deliberativa

Varios autores han considerado, siguiendo las propias palabras de WALDRON, que este autor rechaza la teoria de la democracia delibe-rativa 112. Efectivamente, WALDRON emplea varias paginas para «cri-

Jicar» el modelo deliberativo que en una lectura inicial podria Ilevar .a .dicha conclusion 113. Sin embargo, es conveniente considerar aten-tamente el tipo de criticas que efectua, y poner en relacion este con

.otros fragmentos del text° y otros trabajos del autor, para comprender -.que, ejos de verse como un enemiio de la misma, WALDRON defiende

explicitamente un-modelo de democracia deliberativa como fundamen-t° de su teoria dela legitimidad 1 N. Veamos brevemente por que.

146 Para un desarrollo de esta critica, v6ase EISGRUDER, 2002: 40 y Hn En diversos fragmentos de WALDRON, 1999a: caps. 2, 3 y 4. 14 Ibid.: cap. 11.

/bid: 129-142. '

10 !bid: particularmente cap. 4. 1" 'Para la nobi6n general de democracia deliberativa, pucden

iliciobeS: 136km:sr:I -y RE.ma, 1997; as-rER, 1998; FISHKIN y LwiLk-rr,

y6ase, por ejeinfilo;Dowt4s, 2()00: 182, y RIPSTEIN, 2001: 612. WAWRON, 1999a: 111-113; 1999c, y 2003: 393.

re0ero basicamente a WALDRON, 1999c, un articulo que algunos aspectos de la teoria de la democracia deliberativa de Carlos claro que suscribe buena parte dc sus principios basicos, especialmentc

ss.

verse las siguientes corn-2003, y BESSON y MARTI,

el autor dedica a criticar Nit-to, pero donde queda aquellos que caractcrizan

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XXXIX

El aspecto que WALDRON rechaza de la democracia deliberativa tiene que ver con la busqueda de esta del consenso como objetivo politico, tal y como algunos defensores del modelo han sostenido 115. No rechaza el valor del consenso tout court. Al contrario, WALDRON

admite que «argumentar de buena fe significa presentar razones que (uno piensa que) el otro deberia aceptar, y el que dos o ma's personas persistan en sus argumentos les hace advertir y perseguir la posibilidad de que al final las mismas consideraciones seran capaces de convencer a todos», y que por lo tanto el ideal del consenso se halla implicito en la propia «logica de la deliberacion» 116. «Sin embargo», glade el autor, «aceptar el consenso como la logica interna de la deliberacion no es to mismo que estipularlo como el resultado politico correcto. Es aqui donde a menudo se equivocan los te6ricos deliberativos. Supo-nen que el disenso o los desacuerdos son signos de la incompletitud o del caracter politicamente insatisfactorio de la deliberacion. Su enfo-que implica que algo debe estar mal en la politica de la deliberacion si la razon fracasa, si el consenso se nos escapa, y si no nos queda otra cosa que contar manos alzadas» 117. En otras palabras, el error del modelo de la democracia deliberativa consiste en despreciar el hecho de los desacuerdos y el pluralismo, considerandolos un obstaculo para la realizacion de su ideal, puesto que, como ya hemos visto, la existencia de tales desacuerdos no es solo un rasgo inevitable de la politica democratica, sino tambien una de las circunstancias de la poli- tica en general. WALDRON decide no adoptar este enfoque», ya que una corrects ofilosofia del derecho» debe incorporar una «perspectiva del desacuerdo en el centro de su teoria de la legislacion y no en su periferia» 18. Aunque 61 mismo reconoce que algunas versiones del modelo de la democracia deliberativa si tienen una sensibilidad ade-cuada hacia la cuestion del pluralismo 119.

el axle° conceptual del modelo. Para la misma idea de que WALDRON tambien defiende en realidad la demociacia deliberative, vease Esrtutto, 2000: 124 y 125.

1 " WALDRON se basa en la caracterizacion de COHEN, 1989: 23; pero vase tambi6n en. un sentido parecido, HABERMAS, 1981 y 1992; SuttsrEnv, 1988: 158-160; NINO, 1996: 21-24;.GAus„ 1996: 230, y 1997; Esn.utm, 1997, y BOHMAN, 1998: 400.

114 WALDRON, 1999a: 111.

117 aid: 111 y 112. En la misma linea, WALDRON, 1999c 210-212. Y cita a contintiacton a David GAITHER como un defensor del modelo de la democracia deliberative que considera que un proceso politico no puede ser deliberativo a menos que proporcione un resultado adoptado por unanimidad. WALDRON, 1999a: 112. Sin embargo, GAirnuEn dificilmente puede ser considered° un defensor del modelo de la democracia deliberativa, y ciertamente no lo consideran asf el resto de autores de este corriente. Lo mismo sucede con ROUSSEAU, el otro nombre mencionado por WALDRON. Al respecto, y negando que puede considerarse a RoussEAu un deliberativista, y ammo menos uno representativo de la corriente. ViaSe ESTSUND, 2000:124-y 125..

us WALostort, 1999cc 113. 119 WALDRON cite a GtrmAte4 y ThotArsom, pero cabe thadir a autores como MANSBRIDGE,

1983: 7 y 8; Mutat, 1984: 128 y 129; MAturt, 1987: 352-357; Swarm, 1993: 24 y 253, y BENARLR,

1994: 33-35.

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XL JEREMY WALDRON

Ahora bien, Zde que manera podemos conciliar la idea de que el consenso forma parte de la 16gica de la deliberacion, como admite el propio WALDRON, con un correcto tratamiento del valor de la exis-tencia de desacuerdos profundos en la sociedad? Lo que WALDRON

demanda es que (cse desarrolle una teoria de la democracia que con-vierta el voto en la culmination natural de la deliberaciOn, y no un signo de que Ia deliberacion ha sido en algun sentido defectuosa» 12°. De modo que «el mejor modelo de democracia sera aquel que integre o ensamble su reconstruction del elemento de la deliberacion con la reconstruction del elemento del voto y la regla de la mayoriao 121. Pero el defensor de la de la democracia deliberativa podria acusar a WAL-

DRON de ignorar que muchos otros autores dentro de esta corriente han hecho precisamente eso: han incorporado el voto y la regla de la mayoria en el propio modelo ideal, en detrimento del consenso 122. Asi que, a lo sumo, la tesis de WALDRON implica tomar position por una de las versiones del modelo de la democracia deliberativa, pero nunca en contra de el.

Volviendo ahora a Ia cuestion central, i.que significa que el ideal de consenso forme parte de la logica de la deliberaciOn, si no que los participantes en un proceso deliberativo asumen que el fin ultimo de la discusi6n reside en Ia posibilidad de convencer racionalmente a los demas, incluso cuando sepan perfectamente que eso va a ser poco menos que imposible en circunstancias reales? Y, si esto es asi, i no tienen razon los teOricos deliberativos que recurren al consenso para caracterizar el modelo ideal, pero afirman al mismo tiempo que «incluso en condiciones ideales no existe ninguna garantia de que alcan-cemos razones de consenso. Cuando ello ocurre, entonces la delibe-racion concluye con una 'votacion, sujeta a algan tipo de regla de Ia mayoria0 127

El defensor de la democracia deliberativa sin duda protestard ante Ia caracterizacion que WALDRON hate del modelo Incluso no esti del todo claro, atendiendo a sus propias afirmaciones, si su position se acerca a la de una version de la democracia deliberativa que pros-cribe totalmente el consenso del modelo ideal o de una que lo incor-pora. En cualquier caso, lo relevante aqui es que WALDRON, lejos de

1" WAIZRON, 1999c: 212. 121 Mid: 224 y 225.

.El autor paradigmitico de este •giro• es Bernard MANitt; vease MANK 1987: 341-344 y 355-361. Pero vease tarnbien, entre otros, MILLER, 1992; KNIGHT y JOHNSON, 1994: 286 y 287; GUTMANN y THOMPSON, 1996: 52-94; BOHMAN, 1998: 413; G000n:, 2003: 1; y BESSON. 2003.

Esta es Ia frase de Joshua COHEN que sigue a Ia que utiliza WALDRON COTO Cita para

criticar al modelo deliberativo basado en cl consenso. Vease COVEN, 1989: 23. Probablemente no reconoccri las tesis principales quc este lc asigna. De becho, el

propio WALDRON tiene problemas para aplicar sus criticas a NINO. por ejemplo, que es a quien supuestamcnte esti criticando en WALDRON. 1999c 212, 213 y 224.

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LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XLI

convertirse en un enemigo de la democracia deliberativa, en realidad defiende una particular conception de esta teoria de la democracia. Es más, la defensa de la deliberation democratica, que tambien rea-lizaron ARISTOTELES y John Stuart MILL en sus respectivas justifica-clones del parlamentarismo representativo, juega un papel central en la teoria de Ia autoridad y de la legitimidad de la legislaciOn, como ya hemos visto. De modo que, a pesar de las insatisfacciones que su presentaci6n pueda provocar, no cabe duda de que WALDRON se apoya en una teoria deliberativa de la democracia para sostener los pilares fundamentales de este libro.

5. TEORIA DEL DERECHO Y FILOSOFIA POLITICA: EL POSITIVISMO NORMATIVO

De lo que hemos presentado hasta el momento sobre las tesis prin-cipales de WALDRON en Derecho y desacuerdos queda claro que dichas tesis reflejan, en positivo, su position respecto a la teoria de Ia auto-ridad y de la legitimidad de la legislacion democratica que es producto de un procedimiento deliberativo desarrollado en un Parlamento repre-sentativo; y reflejan tambien, ahora en negativo, su position en contra de ciertas teorias de Ia legitimidad que limitan constitucionalmente Ia autoridad de Ia legislacion democratica y conceden el poder de con-trol (y de veto) a un tribunal no representativo. De esto se infiere que WALDRON sostiene tesis de tipo normativo acerca de estas cues-tiones. Es decir, que defiende un modelo de como deberia ser nuestro disefio institucional para recoger fielmente los valores politicos que todos, incluidos los constitucionalistas, consideramos basicos 125. Ahora bien, esto no significa, al menos desde el punto de vista de su autor, que se trate (tinicamente) de un trabajo de teoria politica normativa. Segun WALDRON, la filosofia del derecho, y más concretamente Ia teoria general del derecho, deben implicarse en analisis como el que presenta en este libro para no quedarse en una (falsa) neutralidad conceptual que dejaria incompletas sus perspectivas. Esta idea, pobremente expli-cada en el libro, solo puede entenderse si acudimos a otros trabajos de WALDRON que despliegan su particular conception del papel de la filosofia del derecho y de lo que el denomina <positivismo etico

. (o norrnativo)0 126 En este ultimo apartado, trataremos de responder brevemente a la pregunta de que tipo de analisis desarrolla WALDRON en este libro y en que medida afecta a la teoria del derecho.

125 Sin perjuicio de que su analisis se apoye en .consideraciones conceptuaies, como por ejemplo las relatives al propio concepto de «politica*, y especialmente a sus circunstancias, o al concepto de «legislador», o en algunos hechos de la realidad, como cuando opta por recons-truir el propio concepto de «legisIadon. como predominantemente plural, y no como unitario, en atencion a como son nuestro socicdades modcrnas.

Nos referimos basicamente a WALDRON, 2001.

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XLII JEREMY WALDRON

WALDRON es uno de los maximos exponentes de una posici6n mino-ritaria respecto a la filosofia del derecho positivista, el positivismo nor-mativo, que entiende que el derecho moderno, primordialmente escrito y legislado institucionalmente, tiene valor (dignidad) en atencion a determinados rasgos que acompafian la concepci6n juridica de Ia modernidad, tal y como fue articulada por los precursores del posi-tivismo, como BENTHAM y AUSTIN 127. Dichos rasgos son, entre otros, el hecho de que la legislaciOn es el producto de un Parlamento demo-cratic° que goza de autoridad para tomar decisiones que ponen fin a determinados conflictos sociales, que dicha legislation se plasme en un texto escrito que establezca una regulaciOn clara, sistematica, coin-pieta, etc. Todos estos rasgos dependen del fin ultimo del derecho positivo, que en opinion de WALDRON es la supresi6n de la arbitra-riedad 128. Es decir, el positivismo normativo defiende una conception normativa del derecho, y en ese sentido se trata de una concepciOn politico-moral. Seguin WALDRON, la Unica forma de mantenerse fieles al valor de la autoridad del legislador democratic° (el Parlamento) y de preservar Ia dignidad de la legislaciOn consiste en no sobrepasar los limites de las correctas funciones de los aplicadores del derecho, es decir, en no introducir nunca consideraciones morales o de otro tipo en la determination del derecho, y ser fieles a lo Unico que dicho legislador ha producido, el texto de la ley 129.

Esto tiene importances repercusiones para la teoria de la inter-pretaci6n juridica, excluyendo, por ejemplo, todas aquellas concepcio-nes que pretenden dar relevancia a las intenciones de los legislado-

• res 130 , as' como para el problema central de la teoria del derecho, el de la identification del propio derecho. El positivismo normativo defiende en Ultima instancia, en palabras de MORESO, que la odeter-minacion de lo que es el derecho no debe depender de criterios o argumentos morales), 131. Estas tesis deben verse, no obstante, como

I" Vease, ademas de WALDRON, 2001; CAMPBELL. 1996, y GOLDSWORTHY, 1999. El preccdcntc de todos ellos en las tiltimas dicadas parece ser SCARPELU, 1965. Agradccemos a José Juan MORESO por este dato.

1" WALDRON, 1999a: cap. 5. 129 WALDRON, 1999a: 95-105. 13° Y que WALDRON identifica con la reciente obra de Andrei MARMOR, dcfendiendo en

su lugar una specie de textualismo litcralista, vinculado al que en alguna ocasi6n ha sido defen-dido por Antonin ScAuw. Vease WALDRON, 1999a: cap. 6. Para una revision en profundidad de las tesis de WALDRON en este ambito, vease ESKRIDGE, 2000.

131 MORES°, 2005: 235. La cursiva es nuestra. Siguiendo con la reconstruccion que hate MORESO, el positivismo normativo se caracteriza por suscribir las siguientes cuatro tesis: w(1) Hay una inmensa discrepancia acerca de que comportamicntos son moralmente correctos. (2) Para respetar la autonomia moral de las personas, debemos gobemar el comportamicnto humano mediante reglas clams y precisas que nos permitan determinar con certeza cuando determinados comportamientos estan juridicamente prohibidos. (3) Si para identificar los comportamientos que estan juridicamente prohibidos sc debt acudir al razonamiento moral, entonccs habri mucha discrepancia y, por to canto, la cencza sera sacrificada y la autonomia personal vulncrada. Por

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LA FILOSOFfA DEL DERECHO DE JEREMY WALDRON XLII1'.

implicaciones concretas de la tesis mas general referida a la autoridad y dignidad de la legislacion. Y es a dicha tesis más geriera1.41V4ite7 WALDRON dice contribuir con. este libro, asf como con The Dignity of Legislation. En opinion del - aiitor,'"eati•-ebtitribubian debt ettefidOia-como un trabajo de filosofia de, como dijiritaa; •sti inahei*: entendei:-ataiialtfii- ciplinas. Tal. y como. adyieite: .acipifUTO «eiciste una conexi6n obvia entre la filosoga politica y la filosofa.del derecho. La filosofia del derecho no cubre.,todo el espectro soca politica,•puestO que no todci en la 'politica etderecha:pero ambas se superponen significativamente. La filosoffa del derecho puedeicon-siderarse como 'una 'ainplia subatea "de 'la- filosofia ---politica;"?:'Y:err ese sentido sus analisis afectati:a laique las dos tareas basicat de la. filoaofia der1724. lao, justicia y las derechOs; y 2) tebrizai'aobri ..er niada‘eil els ue;'acfuan las comunidades cuando exiiteO.deiatherdos entrecsustinienibicial".3? Y, más concretamente, panda la teoria genei-al deCdececliO,T.,sgfle- xiona sobre derecho. como tal, sobre.la autoridadjuridica,. sobre la obligiCi6n:juridicaD; como hace WALDRON en este• libro, la que•hace es contribuir a la segunda de las tareas de la filosofia politica '

• En definitiva, y aunque WALDRON tambien..efecttiaOeterminadas consideracioneslconceptuales respecto a.la notion, de:oautoridad*; la! notion de «politica» o la notion de «Parlamentc04.1aeaportaciones basicas de • este. libro • tienen.. caracter normativci..:Eito"Serkvisto algunos como un motiV6 paia'ha'considerarlia tiesia. fieteOla•-;dItlere-chd. Sin' enibargii;f Cain° Wkijiiok.inaistenternOteltiata,de_niiikiall a lo largo del. trabajo, sus tesis tienen.importantea.CorieitionesitiiiiPli-ca-diOnes'paii algunos de las ink impoCtintea discUSiOne;siCOaceptuales dela filosofia del derecho. Tat vez tenga razcon.al. a4yeitiznositfel .fiaciasa del positivismo contemporanao al intentar mantenet la- «pureza)? meto-dolegica'que los primeros. positivistas no: persiguieroo, l d tal. vez•nal Puede que este en lo cierto pot to que respecta-alwteoriit.ife:14;alito- ridad o ptietle. qUe.tio. Pero en todo caso la‘perfeauniergirse•tii' los, vericuetos argtunentativos que propose el .libro para

23 ). 132 WALDRON, 1999a: 4. . . 133 Ibid.: 3 y 4.. Dejamos ahora a un lado la dlstinciern .qua hace' el "ainoi colic la, teoria

general del derecha.y ieorfa especial, ya en arnhol.casias-ConeribnYerf:a'iis.doi .tireiti . . . generales mencionadas.'

.134 Debemos advertir que WALDRON nci .disiiiigile`n' el Mani entre tlaioffa-del -denieho y teoria del derecho. Cuando usa los terminos .jutisfiritclence. y .legal theorp o legal philosophy. lo hace a menudo de forma intercambiable, yen tOdci caso con matices distintos a. los Tie adquiere Ia distincion en castellano. Por ello Ia traduccian ha utilizado una expreside u. otra scgun las circunstancias, pero sin referirse a la distinci6n estandar en este caripo...

. . lo tanto, (4) el, derecho debe ser identificado sin recurrir a • la inoralidad* (MOnn.so, 2005; 235,