GENERACION Nº 20 (Noviembre)

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Edición nº noviembre de 2012 20 Días atrás la Cámara baja convirtió en ley, por 131 votos a favor, 2 en contra y una abstención, el proyecto que habilita el voto para los jóvenes de entre 16 y 18 años. Especialistas opinan sobre esta nueva realidad que extiende los derechos democráticos a una generación que los reclamaba. Embarazo adolescente Qué dicen los jóvenes En Quilmes hay un colegio donde las mamás pueden estudiar tranquilas. Allá fuimos para conversar con un grupo de chicas acerca de sus vidas, de sus proyectos y de sus jóvenes familias Pág. 6. Generación dialogó con estudiantes del Colegio Manuel Dorrego sobre la Ley que permite votar a partir de los 16 años. Pág. 2. . El diputado contextualiza el voto joven y brinda su punto de vista sobre la importancia de esta nueva ley. Pág. 8. La opinión de Mario Oporto

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Edición nº 20 de Generación, ciudadanía más digital

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Edición nºnoviembre de 2012 20Días atrás la Cámara baja convirtió en ley, por 131 votos a favor, 2 en contra y

una abstención, el proyecto que habilita el voto para los jóvenes de entre 16 y 18 años. Especialistas opinan sobre esta nueva realidad que extiende los derechos democráticos a una generación que los reclamaba.

Embarazo adolescenteQué dicen los jóvenes

En Quilmes hay un colegio donde las mamás pueden estudiar tranquilas. Allá fuimos para conversar con un grupo de chicas acerca de sus vidas, de sus proyectos y de sus jóvenes familias Pág. 6.

Generación dialogó con estudiantes del Colegio Manuel Dorrego sobre la Ley que permite votar a partir de los 16 años. Pág. 2.

.

El diputado contextualiza el voto joven y brinda su punto de vista sobre la importancia de esta nueva ley. Pág. 8.

La opinión de Mario Oporto

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Silencio! Jóvenes opinandoLos estudiantes tienen mucho que decir La Ley de Ciudadanía se instaló socialmente como debate, varias semanas antes de ser sancionada. En Generación nos propusimos escuchar qué piensan, en este caso, los implicados más directos: los jóvenes. En esta oportunidad dialogamos con estudiantes del Co-legio Manuel Dorrego, del Partido de Morón.

El Manuel Dorrego es un colegio con mucha historia en el distrito de Morón, y se ha ganado un lugar entre las escuelas estatales más conocidas de la provincia. Tiene una larga tradición de participación estudiantil, y su Centro de Estudiantes cuenta con una trayectoria considerable. Pero allí también participan de otros proyectos, como el de “Jóvenes y Memoria”. Justamente encontramos un grupo de estudiantes preparando una actividad en el marco de este programa provincial, y les pedimos su opinión sobre la recientemente sancionada Ley de Ciudadanía, que les permitirá votar desde los 16 años.

Conversamos con Manuel y Lucía, de 16 años, Daniela y Tomás de 17 y se sumó Lucio, de 18. Fue muy interesante escuchar las distintas opiniones, y cada uno expresó su propio criterio en relación al tema en cuestión. La charla fue muy distendida, pero muy en serio.

Sobre votar a los 16, los jóvenes tenían mucho para decir.

Después el tema giró hacia el debate de si este “voto joven” debería ser obligatorio u optativo. También en este punto hubo varias opiniones, pero fueron interesantes las coincidencias en tomar esta posibilidad de votar a los 16 como una “experiencia previa” de participación, antes de tener que votar de manera obligatoria, a partir de los 18.

“Para mi es una ampliación de derechos, y está bien. Porque si vamos al

punto, no podemos basarnos en la excusa de ‘no están capacitados por-

que muchos adultos tampoco lo están. Yo creo que los 16 es una edad

en la que ya se empiezan a interesar en la política. `Si alguien mira, acá

en el Dorrego, puede estar a favor o en contra pero nadie puede decir

‘no se nada de política’, porque todo el tiempo estás haciendo política”,

(Daniela, 17).

“Al que le interesa va a ir a votar, al que no le interesa no, pero a los 18

ya va a tener la responsabilidad, aunque también sigue siendo un dere-

cho, si va a tener que ir a votar. Para mí el voto a los 16 es un reconoci-

miento a la participación política y a la militancia de los pibes de 16 a 18

años en todo el país. Por ejemplo los pibes de La Plata, de la Noche de

los Lápices, que dieron la vida por convicciones. Yo militaba a los 16, y el

día de la elección, después de haberla militado a full, lo único que podía

hacer era quedarme en mi casa. Ahora puedo votar por lo que milité,

es un reconocimiento”, (Tomás, 17).

“Está bien, total es optativo, el que no quiere, no va. Debe haber mu-

chos pibes que tienen ideas claras y quieren ir a votar. No todos mis

compañeros estarían en condiciones de votar, pero los que quieren y

tienen interés, que voten”, (Manuel, 16).

“Yo estoy de acuerdo, porque es importante participar, todos, no sólo

los jóvenes. Está bien que sea optativo, porque por ahí no tenés mucha

idea, pero después vas a tener que votar igual”, (Lucía, 16).

“No, no creo que esté bien. Yo, cuando tenía 16, no tenía permiso para

ir a ningún lado. Si a los 16 te piden documento hasta para ir a un pool,

no podés tomar alcohol, y quieren que tomes la responsabilidad de vo-

tar… No tenés la capacidad. Para mi hay una diferencia y es que estás

más capacitado. Por ejemplo, a los 18 si no repetiste ningún curso ya

terminaste el colegio, ya tenés una capacitación para elegir, para pen-

sar”, (Lucio, 18).

“Está bien que sea optativo, pero a la vez se ve mucha ignorancia de lo

que es la participación y la política. Pero no por la edad, sino en general.

Yo milité un tiempo a los 16, y ahora tengo 17, y ya no estoy de acuerdo,

porque no me gustaba ese tipo de política, pero tuve la experiencia y

pude elegir y decidir con qué estoy de acuerdo, o sea, eso me ayudó a

elegir mejor. Si votás a los 16 tenés una experiencia previa para votar, y

llegás a los 18 más convencido, estás más seguro de lo que estás votan-

do”, (Daniela, 17).

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Pero en las escuelas es donde también se aprende la participación. No sólo en las aulas, sino con los mecanismos de participación estudiantil, como los Centros de Estudiantes. Preguntamos entonces si pensaban que influía o no tener un Centro de Estudiantes para motivar la participación dentro y fuera de la escuela, especialmente a la hora de tener más interés para votar o participar en política.

A este punto la charla se ponía activa, todos querían opinar y se superponían. Cada uno tenía posturas claras y argumentos para sostener lo que decían. Entonces surgió una pregunta más amplia: ¿qué opinan de hablar de política en la escuela? Por ejemplo, en las materias de ciudadanía.

Nos vamos con la impresión de una juventud activa, interesada en participar (nos hubiésemos quedado horas escuchando hablar y discutir a este grupo de jóvenes). Si bien hubo acuerdos y desacuerdos, todos pudieron opinar, estaban informados y habían construido buenos argumentos para cada cosa que decían. Estamos seguros que la escuela tiene mucho que ver en esto, y que los proyectos que convocan a los jóvenes ayudan a generar conciencia y comprometerse.

Si bien las situaciones de las escuelas y los barrios pueden ser distintas entre si, es de esperar que a partir de esta Ley de Ciudadanía la base de participación juvenil se am-plíe, y que tengamos muchos grupos -como éste con el que dialogamos- que circulen por las escuelas y le otorguen nuevos sentidos a la política.

“En realidad está bien que participen, para reunirse y discutir las pro-

blemáticas de la escuela sin necesidad de tener un estatuto de centro.

Se empieza a tomar más en serio un centro de estudiantes a partir de

3er año recién, como que cuando sos más chico no te interesa, te lo

tomás como que es un juego. Después a la hora de tener que ir a las

reuniones, no es un juego”, (Daniela, 17).

“Este año tenemos más participación, por el tema de las cátedras, pero hay una cuestión que, por ahí les interesa, pero no les llega bien la infor-mación”. (Lucía, 16).

“Yo creo que todos los colegios tienen que tener centro de estudiantes,

participar e interesarse en la política. Cuanta más participación haya,

mejor va a ser el voto. Participar en todos lados, no sólo en un partido

político, en un barrio, en un grupo, de hecho el proyecto donde estamos

es político (se refiere a Jóvenes y Memoria)”, (Tomás, 17).

“Esto también es un tema ideológico, no sólo político. Digo, lo de los

centros de estudiantes. Por ejemplo, acá a “Jóvenes y Memoria” no va a

venir cualquier pibe. Si vos no estás de acuerdo o no te interesa, van a

venir los que coincidan en algún punto con la ideología. Y no es que no

tenga una ideología, sino que tiene una distinta”, (Manuel, 16).

“Yo creo que están buenas esas materias, pero que se tenga que dar el

debate en todas las materias, que haya profesores que hagan debatir a los

alumnos así: sobre política, sobre historia, sobre geografía”, (Tomás, 17).

“Es que siempre estás hablando de política. Por lo menos en nues-

tras clases no hay un día que no se nombre algo de la política ac-

tual”, (Lucía, 16).

“Muchos no se dan cuenta de lo que es poder hablar de política. Por ejemplo, una chica dijo que había persecución política, y en la última re-unión se discutió, la directora y la inspectora le contestaron a esa chica. No podés decir que ahora hay persecución. Podés estar en desacuerdo, pero lo que menos hay es persecución, eso es no darse cuenta de la dife-rencia. Como la gente que dice que ahora hay dictadura, no puede decir eso”, (Manuel, 16).

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Julián Domínguez, presidente de la Hono-rable Cámara de Diputados de la NaciónGeneración: ¿Cuáles son los aspectos más relevantes del proyecto que permite el voto a los 16 años? ¿Es un reco-nocimiento a la creciente participación de la juventud en la política? ¿Por qué?

Julián Dominguez: Lo más relevante de este proyecto es que amplía los márgenes de participación, dándole lugar a toda una generación que estaba pidiendo a gritos poder ser parte de la vida democrática del país. Esto responde a un proceso histórico en el que la participación política de los jóvenes de 16 y 17 años fue creciendo gradualmente. Desde la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, la política volvió a ser el centro de debate en todos los ámbitos de la sociedad y esto incluye a las escuelas, donde comenzó a haber movimientos muy fuertes, con debate de ideas y nue-vas propuestas. Además, se da en un contexto de ampliación de derechos que se fue gestando en los últimos años con medidas clave como la ley de matrimonio igualitario, la ley de género, la asignación universal por hijo o el debate sobre una nueva arquitectura jurídica con el nuevo Código Civil y Comercial que permiten que más ciudadanos gocen de más derechos.

G: En entrevistas que hemos realizado a jóvenes estudiantes, algunos han manifestado dudas o preocupaciones por no creerse “preparados para votar”, ¿qué le diría a esos chicos y chicas?

J.D.: Quizás es lógico que sientan los nervios que todos sen-timos cuando votamos por primera vez a los 18 años pero ¿quién tiene la vara para medir la preparación? Yo les diría que se queden tranquilos porque vivimos en un mundo in-terconectado, donde las nuevas generaciones tienen diferen-tes maneras de saber lo que está pasando. Las medidas que se toman son comunicadas por medios de comunicación masiva que ellos manejan a la perfección, saben lo que está pasando a través de Internet, pertenecen a una generación digital y con toda esa información van a poder prepararse de la mejor manera para elegir a sus representantes.

G: Votar es parte de un ejercicio democrático que es más amplio e incluye otras formas de acción y participación, ¿cómo cree que de aprobarse el proyecto impactará en el compromiso social y político de los jóvenes?

J.D.:Los jóvenes ya han demostrado que tienen la voluntad y el compromiso de trabajar por las causas sociales y po-líticas. Nosotros, a través de la ley, tratamos de darles las herramientas necesarias para que puedan ser protagonistas en la construcción de la Patria. El impacto tiene que ver con que los jóvenes dejen de sólo opinar para empezar también a participar.

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Con amor y con futuroExperiencias de embarazos adolescentesDespués de la timidez del comienzo, y con un poquito de empuje, una de las chicas se suelta para contarnos acerca de su embarazo. La noticia -dice- al principio no produjo aceptación en su ámbito familiar. Ni siquiera su pareja pudo asimilarla enseguida, a pesar de que un tiem-po atrás habían decidido buscar un hijo: “Pero lo aceptó y se fue convenciendo, y después se enamoró de la panza. Le jugaba, le conversaba, y yo por dentro sentía cómo la nena le respon-día”. Los relatos de las chicas dan cuenta de este primer rechazo ante la novedad del embarazo temprano: es un golpe fuerte, inesperado en un nivel familiar. Recién con el paso de los días el enojo cede y la idea va calando un poco más profundo. Otra compañera enriquece la charla con su experiencia, y dice haber sentido miedo y alegría a la vez: “Al principio, no sabía si me daba más miedo tenerla o contarles a mis papás”. Después, claro, la situación fue diferente: “mi mamá estaba re chocha, y mi papá también; con mi novio esperábamos el momento de ir al obstetra, estábamos los dos muy ansiosos”. Cuenta que durante el embarazo no dejó de ir a la escuela, pero que se sentía rara, observada, y un poco incómoda a medida que su panza iba dejando de caber en el pupitre. Otra mamá, que se sumó con la charla empezada, agrega que ella también siguió estudiando, pero que el colegio le quedaba muy lejos y finalmente desistió

cuando avanzó su embarazo. “Este año retomé y ya es el último -explica-, y poder dejar a mi nene acá es una tranquilidad muy grande, porque estoy cerquita por cualquier cosa que le pase”.Otra de las adolescentes confiesa que quedó embarazada durante su primera vez, y que su ma-dre lo supo sin necesidad de que le cuente. Tenía miedo de enfrentar la situación, y así fue que decidió darle la noticia a su mamá con un mensaje de texto, desde el colectivo, para darle tiempo a que se tranquilice. Otra compañera, que seguía su relato, la interrumpe para decir que ella también había elegido esa manera para contarle a su mamá. Cosas impensadas hasta no hace mucho tiempo. A esta altura de la charla las chicas ya se habían soltado y sus anécdotas se amontonaban. Cuando les preguntamos por el rol que ocuparon sus parejas en la crianza de los bebés, sus respuestas fueron monocordes: el varón es muy inmaduro a la hora de afrontar una situación así. “Mi chico no maduró -dice una de ellas- y aparte vivimos en el terreno de la madre y ella lo sigue mimando; no cortan el cordón y eso a mí se me hace difícil”. Otra dice que también comparte el terreno con los suegros, y que la mamá le hace de comer a él: “Capaz que nosotros ya cenamos, pero ella después lo llama, o le trae una cazuelita. Después, si la nena se despierta de noche él se queja porque quiere dormir; y por más que esté de malhumor, una saca fuerzas de no sé dónde”. Entre ellas se cuentan que uno de los novios quiere salir con sus amigos, y que otro no sale pero que se cuelga en la computadora y es como si no estuviese: “Quizá sea porque todavía somos chicos, pero llega un punto en que no nos aguantamos. A la beba por ahí la cargosea y la deja histérica, y después la que tiene que ocuparse soy yo”.Preguntamos si alguna de ellas se había distanciado de sus parejas, y levantan la mano las dos que todavía no habían participado. Una de esas separaciones tuvo que ver con los descuidos del varón respecto al hijo en común. Ella es el ejemplo de una mamá joven que se quedó sola para afrontar la crianza, y no oculta su malestar: “Bastante que a veces tengo que verlo en mi noviembre 2012

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Durante los números anteriores de Generación, desarrollamos diversas cuestiones vinculadas con los cambios físicos, psicológicos y sociales que se producen en la adolescencia, su sexualidad y sus derechos a la salud y la información. En esta edición, nos propusimos conversar con un grupo de mamás adolescentes que, además, están terminando sus estudios secundarios. Su escuela, la EEM N°3 de Quilmes, cuenta desde hace dos años con una bonita sala maternal, donde los bebés de las alumnas reciben no sólo protección sino también sus primeros aprendizajes.

casa. Yo no puedo obligarlo a que esté más tiempo con el nene, pero me da bronca”. La otra chica decidió separarse por otros motivos, pero es el día de hoy que este papá se ocupa de su hijo: “La relación entre ellos sigue siendo buena, el nene duerme en su casa y no hay ningún tipo de problemas”.

Cuando llegó el día “Cuando la tuve a upa mío ya no sentí ningún dolor. Lo único que quería era verla y ahora ya no la dejo con nadie”. El testimonio de esta joven denota la ternura de aquel momento especial, pero después se extendería un poco más: “Me habían revisado alrededor de las cuatro de la tarde pero todavía faltaba tiempo, y me mandaron a caminar. Yo no quise, porque me dolía la panza, y me quedé sentada hasta que me llevaron a la sala de parto y me empezaron a pinchar. No me encontraban una vena y me dejaron los dos brazos llenos de moretones, ¡fue horrible! Yo gritaba ‘ayúdenme, hagan algo, no voy a poder’. Mi mamá lloraba y mi suegra ya no sabía qué más hacer, y yo gritaba y gritaba, hasta que la partera me miró fijo y me dijo ‘terminala Ayelen, que tu hija se la está bancando más que vos’. Ahí me quedé callada”.“Lo que pasa -dice otra chica- es que es la primera vez que una pasa por eso, y quizá sentís de verdad que te estás muriendo, pero para las enfermeras es lo más habitual del mundo. Yo decía ‘me estoy muriendo’ y, para colmo, estaba sola en la sala de parto porque no habían de-jado pasar a nadie, y una me dice ‘vos ponete bien, que acá no queremos nenitas caprichosas’; después por ahí te la aguantás, pero en el momento eso te descoloca”. Sin embargo no todas las experiencias fueron traumáticas. Algunas afirmaron que fueron bien tratadas, y que se sintie-

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ron contenidas. Una cuenta que había ido en remis con su novio pero que él se quedó en el auto porque creía que no pasaba nada, y entonces entró sola. Ni bien la vieron le dijeron que estaba a punto de tener, y a los quince minutos ya había entrado en sala de parto. Todas tuvieron sus bebés en poco tiempo, menos una que tardó 16 horas en dilatar y tuvo contracciones durante todo el día: “Recién a las ocho de la noche se dignó a salir, después de haberme tenido tantas horas sufriendo”.

Fueron buscados sus embarazosHablando acerca de si en verdad querían ser mamás, comentan que con sus novios imagina-ban cómo sería tener un hijo, y que cada tanto surgía esa conversación. Pero, más allá de esas típicas charlas juveniles, lo concreto es que seis de las siete no buscaron sus embarazos. “Capaz que hablábamos, pero también había que pensar, porque cuando decíamos eso teníamos 14 y 16 años. Yo no había terminado la escuela y él no iba a conseguir trabajo”. La misma joven que se muestra precavida, se encarga de desmentir la gravedad del asunto: “No es como piensa mucha gente, que por quedar embarazada tu vida se detiene; algunas cosas se demoran un poco más de la cuenta, pero nada se pierde definitivamente”. La chica que se embarazó durante su primera experiencia sexual se arrepiente de no haber prestado atención a las charlas que tenían sus amigas, acerca de cómo cuidarse en las relacio-nes: “Ellas me incluían pero a mí no me interesaba, porque era algo que veía lejano, ¡y un día pasó! Las tendría que haber escuchado un poco más”, dice ahora. Otra, sincera, cuenta que su chico le decía que él la iba a cuidar, y ella simplemente confió.

La escuela y los proyectosA pocas cuadras de la estación de Quilmes está la Escuela de Educación Media N°3, y hasta allí nos acercamos para conversar con estas jóvenes mamás. Se trata de uno de los pocos colegios que cuentan con una sala maternal, donde las alumnas pueden dejar a sus bebés para integrar-se completamente a las actividades, tanto formativas como de recreación. Una de ellas ya había anticipado que le da mucha calma tener cerca a su hijo. Otra agrega que valora poder estar en contacto con su beba, porque de esa forma se le hace más fácil estudiar: “Aparte tengo la tran-quilidad de que la cuidan bien porque, de hecho, le enseñan cosas que yo no podría: aprenden a dibujar pero también aprenden a compartir, a vincularse con otros nenes”. Todas coinciden en que, si no fuera por el jardín maternal, ellas no podrían terminar el colegio. Una dice que su mamá no puede ayudarla, porque sufre de artrosis; el resto, por una cosa u otra, tampoco tendría quien cuidase diariamente de sus hijos. Cuentan que a medida que pasan los meses también consiguen relajarse un poco más: “Al principio sonaba el timbre del recreo e íbamos todas corriendo con los nenes, pero eso no es bueno porque después volvemos a clase y ellos se quedan llorando, y aparte podemos aprovechar el tiempo de otra manera”. Su compañera cierra el concepto: “Tenemos derecho a disfrutar de nuestra edad”.Las chicas se debaten permanentemente entre sus jóvenes vidas y sus responsabilidades ma-yores. Es un equilibrio que intentan sostener de la mejor manera posible. Todas tienen en mente seguir estudiando después del secundario, menos una: curiosamente, la única de las siete jóvenes que había buscado insistentemente ser mamá, hoy no muestra interés en seguir formándose. Pero sus compañeras sí tienen planes: una quiere ser maestra jardinera; otra ya estudió peluquería pero, lejos de conformarse con eso, quiere hacer un curso de estimulación temprana, porque el día de mañana le gustaría trabajar con bebés. Hasta la más chiquita, que sólo tiene 15 años, ya eligió una profesión: odontología. “Nuestro futuro es el futuro de ellos”, sintetiza una de las adolescentes con total seguridad. Los papás de sus hijos, en cambio, tuvieron que dejar sus estudios. Hoy por hoy no encuentran un camino alternativo, y algunos ni siquiera lo buscan. Una de las mamás cuenta que su pareja le dice que ella se ocupe de la nena, y de estudiar, así él puede trabajar y ganar el dinero que

necesitan. Otro, directamente, la incita a que deje de estudiar ella también, porque piensa que no sirve para nada. Su novia, sin embargo, lo entiende y lo protege: “Lo que pasa es que a él no lo incentivaron para que estudie; le gusta mucho el inglés, pero nunca recibió apoyo de su familia”.

Construyendo ConcienciaEl relato de estas jóvenes confirma un concepto trascendente: no es el hecho de ser madres adolescentes, sino la falta de apoyo de los adultos -de la sociedad y del Estado-, lo que les impide continuar con sus proyectos de vida; lo que empuja a éstas jóvenes a abandonar sus estudios y a quedarse en casa cuidando a sus hijos. La Ley 26.150 dice que la Educación Sexual Integral es obligatoria en las escuelas, y la ley 25.673 garantiza el acceso a la salud sexual y reproductiva; pero aún falta mucho para que estas leyes se apliquen en toda su dimensión. Estamos transitando una etapa histórica, que se caracteriza por la ampliación de derechos: un primer paso se dio con la institucionalización, a través de distintas leyes; ahora somos nosotros, los diferentes actores sociales, quienes debemos dar la batalla cultural -la más difícil, probablemente- que permita ampliar la mirada sobre las pro-blemáticas sociales, teniendo en cuenta que todos somos sujetos de derechos, y que deben ser respetados en toda su magnitud. De esta charla con las chicas podemos deducir que varios de sus derechos fueron vulnerados: el de recibir educación sexual integral para poder elegir libremente, el acceso a la salud; tam-bién, el derecho a ser bien tratadas, contenidas, y a permitirles transitar el parto acompañadas por sus seres queridos. Tenemos que trabajar fuertemente en la educación y prevención, en el enfoque de género, en las relaciones de pareja y, si el embarazo se produce, tenemos que apoyar a los jóvenes para que puedan ser padres sin resignar sus proyectos de vida.

Como dijo una de ellas, “haría lo mismo, pero dentro de diez años”. Sobran más palabras.

¿Que opinas de la maternidad y paternidad en la adolescencia? ¿Por que es importante el enfoque de genero en las relaciones de pa-reja? Si la mayoria de las chicas no buscaban un hijo, ¿por qué crees que que-daron embarazadas?¿Crees que ser padres en la adolescencia afecta por igual a chicos y chi-cas? Cómo te parece que deberían actuar ante una compañera embarazada?¿Qué pensas de lo que cuentan las chicas sobre como se sintieron en el colegio? ¿Y de como fueron atendidas en los servicios de salud? ¿Crees que los jóvenes que son padres estan contenid@s, ellos y sus hij@s por la escuela para que puedan continuar sus estudios?

Podés agregar otras preguntas! (Si querés mandanos tus respuestas personales o de grupo al mail del periódico y las publicaremos en el próximo número).

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Ampliar derechosLa ley aprobada por el Congreso días atrás, con la que se amplía el voto para chicos y chicas de 16 y 17 años, plantea para algunos el debate acerca de la idoneidad de los jóvenes.

Los chicos de 16 años siempre estuvieron en condiciones de votar. Me refiero a condiciones intelectuales pero también de responsabilidad personal. Por lo tanto, la preparación escolar no debería cambiar en nada. Al contrario, se trata de una formación ciudadana que la escuela ya daba y a la que le hacía falta extenderse como derecho de los jóvenes.

En cuanto a los jóvenes que creen que quizás no estén preparados para votar, habría que decir que esa sensación sólo puede tenerse cuando se toma como referencia un patrón de madurez. Pero la verdad es que estar preparado para votar consiste en una experiencia de convicción; y esa convicción, si no es firme, es lo que nos lleva a la duda. Sin embargo, ¿quién puede decirnos que la duda es una mala experiencia? Nosotros mismos, los que votamos desde hace muchos años, hemos sentido que en algún momento no estábamos del todo preparados para votar.

Hay, por otro lado, una cierta idea de reparación respecto de los chicos de 16 años que vienen de hogares con dificultades. Sobre todo porque con el voto joven el Estado les otorga un poder cívico y, además, la posibilidad de actuar de manera

directa sobre lo que sería su suerte personal y también social. ¿Por qué un chico de 16 años puede ser penalmente responsable y, al mismo tiempo, verse privado de votar a sus autoridades?

No hay que temerle a la ampliación de derechos. Cuantos más derechos se ten-gan, es mejor para la democracia. Pero, además, contra los prejuicios antijuveniles debemos recordar que son las tradiciones conservadoras de la política las que han despreciado la participación de las nuevas generaciones. Sabemos qué pasó con los jóvenes en México D.F. y en París en 1968, en Córdoba en 1969 y en La Plata el 16 de septiembre de 1976. En todos los casos se disputaba poder y la juventud estuvo dispuesta a hacerse escuchar.

Los que no están de acuerdo con esta ampliación de derechos, deberían recono-cer con sinceridad que no les gusta que sufrague todo el mundo y que, aún en el siglo XXI, prefieren “calificar” a quienes deben votar y a quienes no.

Por Mario Oporto.Diputado de la Nación.

Hacemos Generación: Marisol Algaba, Mariana Melgarejo,

Laura Iribas, Roberto Mariani, Santiago Nardin, Mabel Careaga, Facundo

Baños y Nereo Magi.

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¿Sabías que…?

La edad es una de las razones generales para la exclusión del derecho de voto, con el argumento de que sólo a partir de cierta edad, las personas están en condiciones de discernir libremente y comprender el alcance del acto electoral. Sin embargo, a lo largo de la historia, en distintas épocas y países, las legislaciones han variado considerablemente en la determinación de la edad electoral. Contemporánea-

mente, la mayoría de los países ha establecido la edad mínima para votar en 18 años. Sin embargo, existen algunos países en los que el derecho a voto se alcanza a una edad más temprana, como Irán (15 años), Chipre (16), Cuba (16), Ecuador (16), Austria (16) e Indonesia (17). Actualmente, la reducción de la edad para votar a 16 años, está siendo estudiada en varios países como Bolivia, Chile, el Reino Unido, y Venezuela.