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1 Generoso | Semana 4 Es la Fe lo que nos hace generosos Pero no importa lo generosos que seamos, nunca podemos dar como Dios. Como Jesús dice: “Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes». En esta serie, hemos estado mirando honestamente nuestra relación con el dinero. ¿Sabemos que nuestra herencia en Cristo superará con creces cualquier riqueza que este mundo pueda ofrecer? ¿Reconocemos con gratitud que todo lo que tenemos nos fue dado por un Dios generoso? ¿Creemos y aceptamos que crecer en semejanza a Cristo significa crecer en generosidad? ¿Reconocemos la alegría de dar a los demás, o estamos cegados por el materialismo y el miedo? Estas no son preguntas fáciles con las que lidiar, pero nuestras vidas serán mucho más ricas si permitimos que el Espíritu Santo aumente nuestra generosidad. Estamos llegando al final de nuestra serie. Es hora de poner en práctica lo que hemos estado aprendiendo. Esta semana, nos estamos enfocando en cómo dar. Consideremos cómo podemos demostrar nuestra fe a través de nuestras donaciones. Día 1 Cuando Dios le dijo que se fuera, Abraham empacó y salió de Ur. Después de encontrarse con Dios en la zarza ardiente, Moisés regresó a Egipto para confrontar a Faraón. Al ver a Jesús caminando sobre el agua, Pedro salió del bote para unirse a él. A lo largo de la Biblia vemos personas comunes que responden a Dios con un audaz acto de fe, porque Dios es fiel. Esta semana vamos a hablar sobre cómo podemos hacer eso al dar, cómo podemos dar con alegría y sin miedo. Para muchos de nosotros, confiar en Dios con nuestras finanzas es, en el mejor de los casos, incómodo y en el peor, aterrador. Pero podemos confiar en él. No solo eso, podemos encontrar alegría al dar. Comencemos nuestra semana con una historia. Veamos cómo un encuentro con Jesús provocó generosidad. Lee la Palabra Lucas 19:1–10 (NVI) 1 Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. 2 Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. 3 Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía,

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Generoso | Semana 4

Es la Fe lo que nos hace generosos Pero no importa lo generosos que seamos, nunca podemos dar como Dios. Como Jesús dice: “Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes».

En esta serie, hemos estado mirando honestamente nuestra relación con el dinero. ¿Sabemos que nuestra herencia en Cristo superará con creces cualquier riqueza que este mundo pueda ofrecer? ¿Reconocemos con gratitud que todo lo que tenemos nos fue dado por un Dios generoso? ¿Creemos y aceptamos que crecer en semejanza a Cristo significa crecer en generosidad? ¿Reconocemos la alegría de dar a los demás, o estamos cegados por el materialismo y el miedo? Estas no son preguntas fáciles con las que lidiar, pero nuestras vidas serán mucho más ricas si permitimos que el Espíritu Santo aumente nuestra generosidad.

Estamos llegando al final de nuestra serie. Es hora de poner en práctica lo que hemos estado aprendiendo. Esta semana, nos estamos enfocando en cómo dar. Consideremos cómo podemos demostrar nuestra fe a través de nuestras donaciones.

Día 1 Cuando Dios le dijo que se fuera, Abraham empacó y salió de Ur. Después de encontrarse con Dios en la zarza ardiente, Moisés regresó a Egipto para confrontar a Faraón. Al ver a Jesús caminando sobre el agua, Pedro salió del bote para unirse a él. A lo largo de la Biblia vemos personas comunes que responden a Dios con un audaz acto de fe, porque Dios es fiel. Esta semana vamos a hablar sobre cómo podemos hacer eso al dar, cómo podemos dar con alegría y sin miedo. Para muchos de nosotros, confiar en Dios con nuestras finanzas es, en el mejor de los casos, incómodo y en el peor, aterrador. Pero podemos confiar en él. No solo eso, podemos encontrar alegría al dar.

Comencemos nuestra semana con una historia. Veamos cómo un encuentro con Jesús provocó generosidad.

Lee la Palabra

Lucas 19:1–10 (NVI)

1 Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. 2 Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. 3 Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía,

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pues era de baja estatura. 4 Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol sicómoro para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí. 5 Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: —Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa. 6 Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. 7 Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador». 8 Pero Zaqueo dijo resueltamente: —Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y, si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea. 9 —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Medita

Si tal publicación hubiera existido, la ciudad de Jericó podría haber tomado el primer lugar en la clasificación de "Los mejores lugares para vivir" del periódico local. Los arqueólogos nos dicen que la ciudad natal de Zaqueo fue descrita como la "ciudad jardín" porque contenía vastas propiedades que actuaban como palacios de invierno para los reyes de Judea.1 Si hubiera existido una Cámara de Comercio en ese entonces, seguramente habría publicitado a Jericó como una ciudad que podría proporcionarte todo lo que necesitas para una vida cómoda y feliz.

En este lugar de riqueza, realeza y belleza vivía Zaqueo, un hombre que se estaba aprovechando de lo que esta ciudad tenía para acumular una fortuna. Desafortunadamente, la manera como estaba haciendo su dinero no le hizo ganar amigos. Sus compañeros de Judea lo habrían etiquetado como un estafador y lo que es peor, un traidor.

El imperio romano recaudaba elevados impuestos sobre las tierras ocupadas, no solo como un medio para llenar sus arcas, sino para mantener a los habitantes bajo control. Las autoridades romanas elegían a los recaudadores de impuestos entre los residentes locales y, a cambio de su servicio, se hacían los de la vista gorda si éstos recaudaban "impuestos" adicionales. Como se puede imaginar, estas actividades no harían popular a una persona así entre sus parientes. Zaqueo fue el principal recaudador de impuestos.

Más allá de su ocupación y su pequeña estatura, lo único que Lucas nos dice acerca de Zaqueo es que "quería ver quién era Jesús" (Lucas 19:3). Esa es toda la información que se nos da que explica la motivación de Zaqueo por lo que viene después. Sabemos que las historias sobre Jesús de Nazaret se habían extendido por toda el área y que las multitudes a menudo se

1 A Negev, The Archaeological Encyclopedia of the Holy Land, (New York: Prentice Hall Press, 1990).

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reunían en grandes cantidades para escuchar sus enseñanzas y presenciar sus milagros. Podría haber sido la curiosidad lo que atrajo a Zaqueo. Pero también sabemos, que Jesús tenía fama de acercarse a los recaudadores de impuestos y a los que estaban al margen de la sociedad. Quizás Zaqueo, cansado de ser rechazado, quería ver al milagroso compasivo que hablaba con dureza a los fariseos, pero amablemente al "pecador". Por supuesto, podría haber sido culpable. Tal vez esa mañana, mientras comía su abundante desayuno y miraba alrededor de su hermosa casa, sintió remordimiento. Se sabía que Jesús perdonaba los pecados, y probablemente sintió la necesidad de desahogarse.

Y de repente, incluso el árbol más alto no parecería demasiado alto para trepar. Dejó que la gente se burlara, Zaqueo iba a ver a Jesús.

Zaqueo esperaba ver a Jesús mientras pasaba, pero lo que consiguió fue un encuentro con el Hijo de Dios. Sus esfuerzos para trepar el árbol dieron frutos a lo grande. A veces eso sucede en nuestras propias vidas. Tímidamente damos un paso, atreviéndonos a esperar solo un vistazo de la bondad de Dios, y Jesús nos invade con su presencia y generosidad.

Mientras Zaqueo disfrutaba de la aceptación de Jesús, la multitud estaba horrorizada. ¿Qué estaba pensando Jesús señalando a alguien como Zaqueo? ¿Y para ir a su casa? La multitud no se dio cuenta de que dependían tanto de la gracia de Dios, como Zaqueo. El recaudador de impuestos sabía que no era digno. Cuando Jesús lo llamó, respondió con gran entusiasmo. Sabía el regalo que Cristo le había dado al aceptarlo, y ansiosamente, corrió hacia ese árbol.

Fuera de su alegría por ser aceptado por Jesús, Zaqueo se manifestó con generosidad. Cristo le había hecho una invitación y respondió ofreciéndole ayuda a los necesitados. Como un prisma, Zaqueo recibe la luz de la gracia de Dios e inmediatamente dobla esa gracia hacia afuera para compartirla con los demás. Así es como se ve la transformación inducida por el Espíritu Santo. Los seguidores de Jesús no son depósitos que almacenan el amor y la bondad de Dios para sí mismos. Son conductos de la bondad de Dios, lo que permite que fluya hacia los demás.

Cuando se le ofrece el amor y la aceptación de Cristo, Zaqueo cuenta sus riquezas como nada. A diferencia de los que murmuran entre la multitud, Zaqueo sabe que es un pecador y que la oferta de comunión de Cristo, debe ser justamente recibida con gratitud. No ha encontrado satisfacción en la "buena vida" de Jericó y ahora, puede ver su riqueza como una herramienta para ayudar a otros.

Zaqueo también reconoce la necesidad de arrepentirse y ésta, es señal de un corazón que ha sido cambiado por Jesús. Golpeado por la justicia de Cristo, desea corregir las cosas con aquellos a quienes ha perjudicado. El amor de Cristo le permite no solo admitir libremente que puede haber defraudado a las personas, sino que también lo faculta para hacer las paces. Esa debería ser también nuestra respuesta a la invitación de Jesús.

Zaqueo vio la belleza y el valor del Salvador y se dio cuenta de que lo que Jesús estaba ofreciendo era más valioso que todas las riquezas de Roma. Necesitaba el amor y la aceptación de Dios mucho más que la riqueza mundana. Jesús puede llevarnos a la misma realización. Él puede aflojar el control que tenemos sobre nuestros ídolos y halarnos a sus brazos. Al igual

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que Zaqueo, podemos abandonar nuestras viejas vidas y avanzar hacia un futuro con Jesucristo.

• ¿Qué puedes dejar a la luz del amor de Dios por ti?

• ¿Qué errores te motiva a corregir, especialmente en el ámbito de las finanzas? • ¿Cómo te alienta la historia de Zaqueo a ser más generoso? ¿Cómo estás recibiendo el

amor y la gracia de Dios a través de Jesús y compartiéndolo con otros?

Ora

Permite que el Espíritu Santo te guíe a la historia de Zaqueo, probablemente tenemos más en común, con el recaudador de impuestos judío, de lo que creemos. La asombrosa gracia de Jesús, su aceptación amorosa y su disposición a perdonar, deben impulsar nuestros actos de arrepentimiento y generosidad. Pídele al Espíritu Santo que te sean revelados mientras oras.

Día 2 ¿Cuál es tu mayor obstáculo para la generosidad? Para muchos de nosotros, el deseo de adquirir más, nos ha dejado sin dinero y con un reducido espacio para la generosidad. Otros, tenemos un problema diferente cuando de dinero se trata. Encontramos seguridad en nuestras posesiones y cuentas de ahorro. Si profundizamos en la raíz de cada excusa, descubriremos que es el miedo lo que obstaculiza nuestra generosidad. No es que carezcamos de compasión, sino de confianza en que Dios cubrirá nuestras necesidades. Si queremos avanzar un paso en la fe y dar, tenemos que reconocer y enfrentar ese miedo.

Jesús sabe cuán susceptibles somos y cuán escasa puede ser nuestra fe en él. Durante su tiempo en la tierra, enseñó a sus discípulos que solo confiar en él permite una visión saludable del dinero.

Lee la Palabra

Mateo 6:24–34 (NVI)

24 »Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. 25 »Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? 26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? 27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?

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28 »¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; 29 sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 30 Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? 31 Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” 32 Los paganos andan tras todas estas cosas, pero el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. 33 Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. 34 Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.

• ¿Qué razones da Jesús para tener fe en Dios y no preocuparse?

• Según el versículo 33, ¿qué debemos hacer en lugar de preocuparnos?

Medita

Este pasaje aparece en el Sermón del Monte, donde Jesús está ayudando a sus oyentes a comprender lo que demanda de sus discípulos. Les advierte contra la preocupación. Al igual que la codicia, la preocupación también puede hacer que nos enfoquemos en acumular dinero y posesiones en lugar de amar a Dios y a nuestros semejantes. Si bien la codicia puede tentarnos a poner nuestra fe en las riquezas para encontrar alegría e integridad, la preocupación insiste en que encontremos nuestra seguridad a través de ellas. "La codicia nunca puede tener suficiente, la preocupación teme que no tenga suficiente"2 En cualquier caso, el dinero se convierte en un maestro al que no solo obedecemos, sino que confiamos para satisfacer nuestras necesidades.

Si atesoramos nuestro dinero para sentirnos seguros, no hay garantías. Cualquiera que haya visto el valor de su casa o 401K flotando arriba y abajo con la marea económica cambiante, sabe que no hay seguridad en la riqueza. La pérdida de un trabajo, un desastre natural o una crisis médica, pueden diezmar, incluso, la cuenta de ahorro de la persona más concienzuda. Escuchamos estas historias financieras todo el tiempo. De hecho, puede que hayas sido pate de esa estadística.

Sin embargo, una cosa que muchos cristianos que han sufrido la ruina financiera compartirán, es la manera como Dios les proporcionó, incluso, cuando las cosas parecían desesperadas. Ahora, el juicio fue doloroso y aterrador. Quizá no siempre tuvieron todo lo que querían, pero si lo que necesitaban. Más importante aún, llegaron a conocer a Dios y su amor de una manera tan real e íntima que, al final, se sintieron agradecidos por la experiencia. No cambiarían su encuentro con el Padre por toda la seguridad financiera del mundo.

Según Jesús, la fe en Dios puede evitar que hagamos del dinero nuestro maestro. El amor de Dios por nosotros es tan grande que puedes saber que proveerá para sus hijos. Usando la creación como ejemplo, Jesús demuestra el cuidado gentil de Dios, que alimenta pájaros

2 William F. Arndt, The Gospel According to St. Luke, Bible Commentary Concordia, 1956).

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comunes y adorna flores. Nuestro padre no es un cuidador renuente o tacaño. Debido a su generosidad, podemos ser generosos. Cuando damos espléndidamente, estamos demostrando que nuestra fe en Dios es más profunda que el nivel superficial, y el acto de dar hará que nuestra fe sea aún más profunda.

En lugar de preocuparnos por nuestras necesidades (que en muchos casos no son más que deseos), ¿por qué no dar a quienes carecen de un lugar para vivir, comida para comer o ropa para vestir? En lugar de aceptar la idea de que la integridad es algo que podemos comprar, ¿por qué no invertimos en difundir el evangelio? que es lo único que puede hacer que las personas se recuperen.

• ¿Cómo saber que Dios cuidará de nuestras necesidades, nos anima a ser generosos con nuestro dinero?

• Basados en lo que hemos discutido hoy, ¿por qué deberíamos dar?

• ¿Cómo podemos demostrar nuestra confianza en Dios a través de dar?

Ora

Tómate un tiempo para descansar hoy en el cuidado del Padre. Alábale por todo lo que ha hecho por tí, incluído enviar a su hijo a morir por nuestros pecados. Pídele que te abra los ojos a su amor y cuidado y que haga crecer tu fe en él como proveedor generoso. Ora para que elimine el miedo y la preocupación y fortalezca tu generosidad llena de fe.

Día 3 Una clave para dar con fe es dar con entusiasmo y alegría. Esta semana, mientras pensamos en cómo dar, vamos a escuchar las instrucciones de Pablo sobre dar a la iglesia de Corinto.

Cerca del final de 2 Corintios, Pablo enfoca su carta en organizar la recaudación de fondos para ayudar a la iglesia de Jerusalén. Durante el tiempo que Pablo estaba escribiendo, la iglesia en Jerusalén estaba experimentando una grave hambruna. Los líderes habían pedido ayuda a Pablo y a las iglesias que había plantado (ver Gálatas 2:10). Sabemos que las iglesias de Antioquía, Galacia y Macedonia contribuyeron. La iglesia de Corinto también respondió ofreciendo asistencia. En 1 Corintios, Pablo da instrucciones a la iglesia con respecto a la recaudación de estos fondos: "El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos, " (1 Corintios 16:1-4) En 2 Corintios, les recuerda su deseo anterior de contribuir, y también hace arreglos para obtener y entregar la colecta.

Por un lado, estos capítulos abordan algunas preocupaciones prácticas, pero Pablo nunca parece perder la oportunidad de instruir a sus iglesias en los principios más básicos. Porque mientras le pide ayuda práctica a esta vibrante (pero a veces volátil) iglesia, basa su petición en el carácter de Dios. En la medida en que estos creyentes capten su gracia y bondad, responderán con ansiosa generosidad.

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Hoy estamos viendo algunos versículos de esta sección que nos muestran la motivación correcta para dar.

Lee la Palabra

2 Corintios 8:1–5 (NVI)

1Ahora, hermanos, queremos que se enteren de la gracia que Dios les ha dado a las iglesias de Macedonia. 2 En medio de las pruebas más difíciles, su desbordante alegría y su extrema pobreza abundaron en rica generosidad. 3 Soy testigo de que dieron espontáneamente tanto como podían, y aún más de lo que podían, 4 rogándonos con insistencia que les concediéramos el privilegio de tomar parte en esta ayuda para los santos. 5 Incluso hicieron más de lo que esperábamos, ya que se entregaron a sí mismos, primeramente al Señor y después a nosotros, conforme a la voluntad de Dios.

2 Corintios 9:6–9 (NVI)

6 Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. 7 Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría. 8 Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes. 9 Como está escrito: «Repartió sus bienes entre los pobres; su justicia permanece para siempre».

• ¿En qué circunstancias dio la iglesia Macedonia?

• ¿Cuál fue la actitud de esos creyentes?

• ¿Cómo quiere Pablo que la iglesia Corintia dé?

Medita

Los creyentes macedonios no estaban entre los ricos ociosos que bebían vino en sus terrazas y admiraban la vista. Estaban siendo sometidos a una severa prueba. Mientras soportaban la persecución y la pobreza, estas iglesias lograron estar tan llenas de alegría que suplicaron por la oportunidad de dar generosamente.

Preguntémonos, ¿es esta nuestra respuesta habitual al sufrimiento? "Es cierto que estoy experimentando uno de los momentos más difíciles de mi vida, pero por favor, por favor, ¡déjame ayudarte!" ¿Qué hace posible una respuesta tan llena de gracia y de fe?

El sufrimiento y las pruebas revelan los cimientos sobre los que hemos construido nuestras vidas. Si nuestra confianza está en el dinero, posesiones, salud o éxito, perder cualquiera de ellos puede ser tan devastador, que toda nuestra atención puede volverse hacia adentro para

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que el enfoque esté solo en nosotros mismos. La experiencia puede hacernos frágiles, enojados y amargados. Pero aquellos que han depositado su confianza en un Dios generoso y su salvación etern, pueden poner su sufrimiento en la perspectiva adecuada, e incluso, experimentar alegría en medio de él. Cuando reconocemos que el amor de Dios no se refleja en lo agradable de nuestras circunstancias, sino en la realidad de la cruz, podemos compartir libremente nuestras finanzas y nosotros mismos con los demás, incluso en tiempos difíciles.

Debido a la presencia de la abundante gracia de Dios en sus vidas, los cristianos macedonios no cedieron por obligación a Pablo ni a los otros líderes, sino que reconocieron que se estaban "entregando ante todo al Señor" (versículo 5). Dar a Dios es, en última instancia, un acto de adoración. A lo largo de la Biblia, Dios tiene claro que las motivaciones de nuestro corazón importan cuando nos acercamos a él. Las reprimendas más duras de Jesús fueron para los fariseos que dieron la apariencia externa de bondad y generosidad sin tener amor por Dios ni por los demás.

Pablo advierte a los Corintios que no den a regañadientes o bajo compulsión. Dar es un privilegio y no es algo que debamos hacer molestos. Una renuencia a dar generosamente, puede encontrar su raíz en el miedo y la codicia. En nuestro mundo de riqueza, esos dos vicios pueden converger en un fenómeno al que se le ha dado su propio acrónimo: FOMO, o miedo a perder (Fear of Missing Out).

Somos bombardeados por las redes sociales y, a través de la publicidad de imágenes de personas que disfrutan la "buena vida", podemos llegar a codiciar ese tipo de experiencias. La falta de satisfacción que sentimos, puede llevarnos a retener nuestro dinero para que podamos gastarlo en lo que la cultura considere el próximo elemento "imprescindible" o experiencia "imperdible".

El pastor Tim Keller señala que la renuencia a ser generosos con nuestro dinero, a veces proviene de una visión tenue de nuestro futuro eterno. 3 Cuanto más comprendamos cuán increíblemente satisfactoria será nuestra vida eterna con Jesús, más generosos nos permitiremos ser ahora. La resurrección de Jesús nos asegura que, en nuestro estado glorificado, seremos seres encarnados que podrán disfrutar de la verdadera "buena vida". En los cielos nuevos y la tierra nueva, bajo el reinado de nuestro Señor, experimentaremos la bondad de Dios y su creación en su totalidad. Debido a que habrá tanta alegría en nuestro futuro, no tenemos que temer perder nada ahora.

Deberíamos dar porque queremos, no porque nos hayan presionado. Dios quiere un "dador alegre", no alguien que haya sido manipulado u obligado. La culpa y la manipulación son tácticas que la cultura usa generosamente, pero no producen una generosidad alegre que honre a Dios.

Siempre debemos recordar que Dios no nos necesita para lograr sus propósitos. Todo lo que tenemos proviene de la gracia de Dios, por lo que todos nuestros dones tienen su origen en él. Nosotros no somos mayores a la fuente de las bendiciones que damos, la llave de tu cocina es la fuente del agua que fluye de ella. Podemos cerrar el grifo y detener el flujo de la bondad de

3 Tim Keller “Hospitality and God’s Grace” (Sermon: Redeemer Presbyterian Church, 2012).

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Dios de nuestras vidas, o podemos abrirlo ampliamente, pero no somos la fuente. Nuestras donaciones financieras deben reflejar nuestra alegría, gratitud y fe.

• ¿Por qué ser generosos, incluso en medio de una prueba demuestra que nuestra confianza y fe están en Dios?

• ¿Cómo podría esa generosidad ayudarnos a soportar tiempos difíciles?

• ¿Por qué, como seguidores de Cristo, debemos ser "dadores alegres"?

• ¿Cuál es la fuente de nuestra alegría y generosidad?

Ora

Pídele al padre que te revele tu motivación para dar. Ora para que te haga un dador más intencional, lleno de fe y alegría. Pídele que te revele cómo puedes "sembrar generosamente" en tu propia vida.

Día 4 Hoy vamos a considerar una pregunta que generalmente está en la mente de todos cuando hablamos de donaciones financieras, "¿Cuánto se supone que debo dar?". Hemos esperado hasta ahora para hacernos esta pregunta, porque no es la primera que deberíamos hacernos. Necesitamos comenzar con una diferente, "¿qué ha hecho el generoso amor y la gracia de Dios por mí?" Como hemos tratado de establecer en esta serie, dar no comienza con nosotros, comienza con Dios. Él es la fuente de toda generosidad. En la medida en que la gracia de Dios haya penetrado nuestros corazones y transformado nuestras vidas, seremos generosos con los demás.

La cantidad que le damos a los propósitos de Dios debe reflejar la generosidad transformadora de Dios hacia nosotros. Dicho todo esto, veamos si las instrucciones de Pablo a la iglesia de Corinto nos pueden dar una guía práctica en esta área.

Lee la Palabra

2 Corintios 8:8–15 (NVI)

8 No es que esté dándoles órdenes, sino que quiero probar la sinceridad de su amor en comparación con la dedicación de los demás. 9 Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos. 10 Aquí va mi consejo sobre lo que les conviene en este asunto: El año pasado ustedes fueron los primeros no solo en dar, sino también en querer hacerlo. 11 Lleven ahora a feliz término la obra, para que, según sus posibilidades, cumplan con lo que de buena gana propusieron. 12 Porque, si uno lo hace de

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buena voluntad, lo que da es bien recibido según lo que tiene, y no según lo que no tiene. 13 No se trata de que otros encuentren alivio mientras que ustedes sufren escasez; es más bien cuestión de igualdad. 14 En las circunstancias actuales la abundancia de ustedes suplirá lo que ellos necesitan, para que a su vez la abundancia de ellos supla lo que ustedes necesitan. Así habrá igualdad, 15 como está escrito: «Ni al que recogió mucho le sobraba, ni al que recogió poco le faltaba».

• ¿A quién establece Pablo como el último ejemplo de entrega sacrificial?

• Según el versículo 11, ¿qué debe coincidir con el deseo de Corintios de dar?

Medita

Pablo les dice a los Corintios que terminen el trabajo que se propusieron hacer. La iglesia de Jerusalén está necesitada y los Corintios estaban ansiosos por ofrecer su ayuda. Ahora su intención debe convertirse en acción. Pablo les recuerda la generosidad sacrificial de Jesucristo, que dejó toda la majestad y abundancia del cielo para habitar aquí en la tierra (versículo 9). Los puntos no son difíciles de conectar: si Jesús nos mostró tal generosidad y estamos llamados a ser más como nuestro Salvador, entonces deberíamos estar dispuestos a hacer sacrificios por los demás, particularmente al cuerpo de Cristo.

Una cosa que obstaculiza la generosidad en nuestra cultura individualista, es que podemos olvidar fácilmente cuán interconectados estamos en la familia de Dios. Debido a que nuestra unidad con nuestros compañeros creyentes trasciende nacionalidad, raza, origen étnico, clase e incluso el parentesco, debemos estar listos y dispuestos a compartir. Por el Espíritu Santo, cada miembro de la iglesia de Cristo debe apuntar hacia la misma meta: continuar el avance del reino de Dios que Jesús comenzó. Una porción de nuestros ingresos siempre debe asignarse como "dinero familiar". La pregunta es, ¿qué tan grande es la porción?

La ley del Antiguo Testamento llamaba a los miembros de la comunidad a dar el 10% de todo lo que ganaban como una ofrenda a Dios. El Nuevo Testamento no requiere un porcentaje específico, pero alienta el sacrificio a la luz de la gracia de Jesús.

En Lucas 11, vemos a Jesús confrontando a los fariseos por su hipocresía y su enfoque legalista al diezmo:

39 —Resulta que ustedes los fariseos —les dijo el Señor— limpian el vaso y el plato por fuera, pero por dentro están ustedes llenos de codicia y de maldad. 40 ¡Necios! ¿Acaso el que hizo lo de afuera no hizo también lo de adentro? 41 Den más bien a los pobres de lo que está dentro, y así todo quedará limpio para ustedes.

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42 »¡Ay de ustedes, fariseos!, que dan la décima parte de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, pero descuidan la justicia y el amor de Dios. Debían haber practicado esto, sin dejar de hacer aquello.

A Jesús no le preocupa la cantidad que los fariseos están dando, sino la razón por la cual lo están haciendo. Él no condena el diezmo, los reprende diciendo: "Deberías haber practicado esto, sin dejar de hacer aquello". En otras palabras, se espera dar a Dios, pero debe hacerse como parte de un compromiso general con el amor y justicia de Dios.

En nuestro pasaje central vemos a Pablo diciéndole a los Corintios que den de acuerdo con sus medios. No especifica una cantidad, pero alienta a los miembros de la iglesia a dar lo que puedan. Como dice el versículo 12: "Porque, si uno lo hace de buena voluntad, lo que da es bien recibido según lo que tiene, y no según lo que no tiene". Pablo nuevamente enfatiza su voluntad de dar lo que puedas.

El principio aquí se resume en el versículo 14: “En las circunstancias actuales la abundancia de ustedes suplirá lo que ellos necesitan, para que a su vez la abundancia de ellos supla lo que ustedes necesitan.”. Si podemos satisfacer las necesidades básicas de nuestra familia, nosotros tenemos "mucho" y, por lo tanto, tenemos algo que dar. Si no las podemos satisfacer, entonces, nuestra familia de la iglesia debería intervenir para ayudarnos.

Dependiendo de nuestros ingresos, etapa de vida y costo de vida, muchos de nosotros podríamos dar incluso más del 10% a medida que el Espíritu Santo nos guíe. Para liberarnos del dominio de nuestra cultura consumista, debemos dar lo suficiente para demostrar a nuestros propios corazones que nuestra esperanza está solo en Dios. Deberíamos estar dispuestos a dar un gran y generoso paso de fe. Al sacrificarnos por la causa de Cristo, permitiremos que el Espíritu Santo fortalezca nuestra fe en Dios y nos libere de la mentira de que se puede encontrar seguridad en nuestra cuenta bancaria y nuestra identidad, en las cosas o experiencias que compramos.

Como hemos observado, el canto de sirena de nuestra cultura nos llama a gastar y consumir para sentirnos completos. Cuando elegimos negarnos a nosotros mismos lo que queremos, pero no necesitamos, para compartir generosamente con los demás, estamos demostrando que nuestra confianza está en el evangelio, no en el consumismo. A medida que crezcamos para ser más como Jesús, descubriremos que nuestras prioridades de gasto cambian de lo que el mundo valora, a lo que valora su reino.

Se nos ha dado una tremenda libertad en Cristo, incluida la libertad de la ley. Debido a que el Espíritu Santo vive dentro de nosotros, puede guiarnos en cuánto debemos dar. No deberíamos preguntarnos "¿Cuánto tengo que dar?", Sino reflexionar sobre "¿Cuánto puedo dar?" Sabemos que las necesidades en la iglesia y en el mundo son grandes. Deseamos ver a más y más personas encontrar y seguir a Cristo. Sabemos que nuestra esperanza está en Jesús y que el dinero y las posesiones no pueden traernos paz o integridad. Entonces, demos de una manera que demuestre que creemos todas esas verdades.

• ¿Le das regularmente a Dios?

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• A la luz de lo que hemos estado estudiando, ¿estás satisfecho con lo que das actualmente?

• ¿Por qué o por qué no?

Ora

En el contexto de llamar a las personas a cuidar a los necesitados, Santiago nos da la conocida frase, "la fe sin obras está muerta". Si afirmamos amar a Dios y amar a los demás, debemos ser generosos. Habla sobre estos temas con el Señor. Invítalo a guiarte en generosidad.

Día 5 ¡Feliz viernes! Estamos terminando nuestra serie Generoso. ¿De qué forma te ha impactado? Tómate un tiempo para reflexionar hoy.

Reflexiona sobre lo que has aprendido

¿Cuáles han sido tus mayores conclusiones personales de nuestra serie Generoso? ¿Cómo ha estado trabajando el Espíritu Santo en tu corazón?

Haz Conexiones

Puedes estudiar las propiedades del agua, calcular la flotabilidad y comprender toda la física de la natación. Puedes admirar lagos y océanos desde la orilla. Puedes ver clips de Michael Phelps ganando medallas de oro en natación en YouTube. Pero si no entras en el agua y realmente aprendes a nadar, nunca podrás hacer más que caminar en aguas poco profundas. Puedes creer que nadar es posible, pero en realidad no lo sabrás hasta que lo experimentes. Y ciertamente, no conocerás los placeres de estar en el agua a menos que sueltes el borde de la piscina.

En nuestras vidas cristianas, a menudo se aplica el mismo principio. Podemos aprender mucho sobre Dios. Podemos decir que confiamos en él. Podemos disfrutar leyendo historias de generosidad sacrificial y admirar a otros cristianos por su fe. Pero si en realidad no salimos y experimentamos la fidelidad de Dios, no podremos experimentar la alegría y la paz que viene de saber que podemos confiar en él.

En última instancia, debemos enfocar nuestra entrega como un acto de adoración llena de fe, y la adoración verdadera, es fortalecida por el Espíritu Santo. Cuando el Espíritu nos lleva a traer nuestros dones financieros como una ofrenda a Dios, estamos diciendo: "Te amo, confío en ti y te valoro más que las cosas de este mundo". Nos permitimos hundirnos en el mar de Su gracia. Cuando hacemos sacrificios para poder dar generosamente, estamos proclamando nuestra fe en Dios quién nos formó, nos ama y nos salva de nuestros pecados.

¿Cuál es tu próximo paso?

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El Espíritu Santo está trabajando indudablemente en muchos de nosotros y aumentando el deseo de ser más generosos en nuestras donaciones. Ahora es el momento para tus próximos pasos.

La razón por la que muchos de nosotros no podemos dar más no es porque nos faltan ingresos, sino por cómo estamos gastando lo que tenemos. Si realmente deseamos ser generosos, modificaremos nuestro estilo de vida para que sea posible dar.

Haciendo un cambio de estilo de vida

Hacer esos cambios puede ser un trabajo serio. Algunos de nosotros tenemos una tarjeta de crédito o una deuda de automóvil; otros, tendremos que hacer un seguimiento de los gastos durante un mes y hacer algunos ajustes. Tómate el tiempo ahora para orar sobre dónde debes comenzar. Si estás casado, ora sobre cómo puedes unirte en esta área y saca algo de tiempo para hablar sobre tus donaciones financieras. ¿Qué cambios necesitas hacer a largo plazo?

Da un intencional paso de fe

Vivir un estilo de vida más generoso requiere planificación, pero muchos de nosotros podríamos comenzar renunciando a algo que habitualmente compramos por un período de tiempo y luego usando esos fondos para dar un paso de fe en esta área. Por ejemplo, podríamos renunciar a algo como comer fuera, ir a ver películas, comprar ropa nueva o jugar al golf durante un número determinado de semanas y dar ese dinero como una ofrenda a Dios.

Hablar y orar con otros.

Puede ser incómodo hablar sobre nuestras finanzas, pero podemos encontrar sabiduría dentro del cuerpo de nuestra iglesia. Vamos a estar dispuestos a compartir entre nosotros las formas en que estamos creciendo en generosidad. Es en nuestras conversaciones personales que podemos elaborar, en oración, estrategias para enfrentar los desafíos que conlleva ser buenos administradores de nuestras finanzas. También es a través de la oración que podemos encontrar la fuerza y la sabiduría para continuar con nuestros próximos pasos.