Gente de masas

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Los textos de este libro son estampas personales de un país alguna vez considerado el "Edén" de nuestros días. En ellos se enmarcan las experiencias personales de quien esto escribe sobre eventos, amores, odios, nostalgias... Una excusa para expulsar demonios que habitan el corazón, que mutilan la razón. La intensión final de esta exhumación es cerrar un primer ciclo de vida e iniciar la segunda etapa de camino.

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  • GENTE DE MASAS

    Martn Letona

  • Gente de masas-2013 Martn Letona

  • Cuzcatan ... que es una tierra felicsima con toda la

    costa de la mar del Sur

    Bartolom de Las Casas, Brevsima relacin de la

    destruccin de las Indias. Coleccin de documentos inditos

    para la historia de Espaa, Volumen 71 (Madrid, 1879), pag.

    39.

    * * *

    vemos extensos y frtiles terrenos agotando su

    potencial productivo en robustecer al miserable huate pero

    no es esto solo, sino que los cultivadores, sabiendo que con

    vender una carreta de zacate se sustentan el da, aunque muy

    miserablemente, lo pasan en la vagancia, y quiz entregados,

    muchos de ellos, a toda clase de vicios.

    Estadstica de la Jurisdiccin Municipal de San

    Vicente escrita por el bachiller pasante don Esteban Castro por

    comisin de la Municipalidad. Documentos y datos histricos

    y estadsticos de la Repblica de El Salvador (San Salvador:

  • Imprenta Nacional, 1926), pg. 95.

    * * *

    It was not long before the patriots of this country took

    up arms in the defense of their newly-acquired freedom, and

    when they did theirs was practically the first battle which was

    fought upon Central American territory by Central Americans

    among themselves. Unfortunately, it was by no means the last ;

    and history bristles with instances of terrible internecine

    warfare of father arrayed against son, brother against brother,

    and of whole families, once united in bonds of love, wrenched

    asunder, never again to be reconciled this side of the grave.

    Salvador of the twentieth century. Martin, Percy Falcke,

    (New York, Longmans, green & co., 1911), pg. ix.

    * * *

    There were the daily body counts, with lingering views

  • of bleeding, tattoo-covered cadavers in the streets, blood-

    covered lumps in bus aisles and stiff bloated corpses in coffins

    surrounded by weeping aunts and mothers. (Just as common

    were shots of mutilated traffic casualties and muddy drowning

    victims.)

    El Salvador in the Aftermath of Peace: Crime,

    Uncertainty, and the Transition to Democracy (Pennsylvania,

    University of Pennsylvania Press, 2010), pg. 5.

  • Sbado Santo

    Sera bueno que visitramos ese lugar sagrado, El Calvario, as

    como en cada parroquia, en cada pueblo, en cada ermita, les

    invito, queridos Radioyentes catlicos, a vivir el Sbado Santo

    como quiere la Iglesia que lo vivamos. No es un da de paseo,

    no es propiamente sbado de gloria. En la nueva liturgia, que

    ha recobrado todo el sentido de la verdadera celebracin

    Pascual, el sbado es un da todava de luto, es un da de

    silencio junto a la tumba del Seor. Es la expectativa de la

    esposa viuda, Iglesia; la Iglesia que espera la resurreccin del

    Seor, la Iglesia que junto a la Virgen de la Soledad est

    esperando con serena tristeza, despus de la muerte trgica de

    su esposo, la resurreccin del Seor. Mara y la Iglesia somos

    todos nosotros junto al sepulcro del Seor, esperando la hora

    solemne de la Pascua.

  • Monseor Romero, en el Triduo Pascual desde Y.S.A.X. 1977

  • I

    Un volcn se derrumba con sus granos de soledad.

    El volcn me tumba,

    me entierra su sol de lentos pies.

    Y mi pecho como musgo entre los dientes

    Umbra sortes nsulares.

    Ahora soy perro

    angustia de las sombras

    industria de los hombres.

    Soy lengua,

    el sudor de un sueo

    y esas mariposas que mascan.

    Por ello, por ende

    Larva mental,

  • rdante el mar

    la bilis, el sol!

    Muerde. Muerte. Muerde.

    A dos en la copa muertos de rabia,

    A Dios en la boca que tuerce sus rabos.

    Somos perro

    Dios perro

    que defeca parasos de cabezas, muones, tripas y angustias

    perro que masca

    que limpia intestinos para renacer como ave,

    como nada

    como costillas de polvos inmviles que el perro se traga.

    Perros blandos trituran huesos de caracoles rojos

    que rozan perversos textos

  • que ladran pegajosos sexos

    a los grises vuelos de un muerto.

  • II

    Es un dedo escarchado rascando las heridas.

    Es un surco de alcohol sobre el sol.

    Soledad es el silencio de una sombra que se comi el gato.

    Son los ojos de un muerto que sonre, pellejos

    que se deshojan de mis manos, verdes

    moscas que vuelan bajo el techo

    de las letras con que escribo esta algaraba.

    La soledad soy yo bajo llave,

    confinada en una cripta

    que hered de mi madre que era el miedo de mi abuela.

    Y ahora que estas lgrimas me cuelgan de los antojos,

    la soledad saldr tumbando planetas,

  • cenando entre las ramas.

    Ella vigilar tras la ventana de mis verdugos

    y verter excremento en sus bocas,

    los ungir.

    Ser su aliento una estrella de siete

    horizontes colgando de mi vientre

    y su sangre estanque de lamentos

    donde levantar mis muros de limonisal.

  • III

    Este pecho que sonre de tanto esperar,

    con los aos y la piel

    a que vengan tus huesos bajo la bandera

    y que mis lgrimas se cuelguen de tu cuello.

    Esperar,

    y por fin decirte Florabeja, lgrima, pan, tormenta.

    Y sonrer

    coincidir.

    Gritar y volver a gritar

    tratando de llenar el tnel de mi fe

    sabiendo que la bestia se ha marchado,

    que slo tengo pedazos de cielo en las manos.

    Este pecho hoy es tiempo.

  • Es cuerpo que sangra de tanto rezar por vernos

    t, dormida de blanco y, yo, muerto de gris,

    solos entre espumas

    y el vapor de mis ansias,

    y la tinta de tus rosas,

    y las venas y las voces

    y las ostras que ahora somos.

  • IV

    Las plumas riveran desnudas en el piso,

    sombreadas,

    con sus mareas de cerdos.

    La misma categora de ansias que van defecando por los

    pasillos

    sus ruidos de la noche.

    Invocar a los bordes que dejan escamas en mi plato?

    Esta es la poca para la pintura y la carnicera

    para apagar la noche.

    Larvas-lenguas que nadan en mi sexo,

    amantes guerrilleras que tejen mis labios

    heme aqu con las ventanas abiertas,

  • vilenme sus colmenas de concreto.

  • V

    Muerte,

    girasol de mis ancestros,

    mis entraas hirvieron semillas de viento,

    solares colores de un sueo que sueo con calaveras.

    Muerto,

    ah estoy yo cesado,

    bebiendo leche de amapolas,

    entre sombras de gatos,

    como aserrn de mariposas,

    esperando tinta y papel.

    Extinto,

    como la palabra que fue lijada con ceniza del vientre ultimado,

    as, plegado entre las brazas con que miran los cadejos.

  • Finito.

    Hacer carnicera

    devorar las espuelas del silencio.

    Finito.

    bito.

    Dormir con tres metros de tierra encima.

    Apagado.

    Como serpiente de espelma en el pecho.

    Marchito.

    De un plomazo.

    Ftido.

    Tumbado como pan.

    Duro.

    Como Dios.

  • Domingo, 01 de octubre

    Este da 01 de octubre, es domingo. Celebr la Misa en la

    Catedral. En la homila relat mis actividades de la semana,

    sobre todo, visitando diversos comunidades y relatando la vida

    fervorosa, religiosa de nuestra dicesis y otras actividades

    eclesiales; entre ellas, la mesa redonda que organiz la

    Universidad Catlica para dialogar sobre mi carta tercera

    pastoral y primera de Monseor Rivera. Tambin denunci el

    atropello que se ha realizado en la Universidad Nacional, y

    sobre todo, el desaparecimiento de un empleado de ANDA,

    vecino a la Universidad, que fue capturado por vigilantes de la

    misma Universidad. Lo golpearon y lo han dado por

    desaparecido. Tambin denunci las represiones que continan,

    sobre todo, en los sectores campesinos de San Pedro Perulapn

    y de Cinquera, y el desaparecimiento de una joven que fue

    baleada por la Colonia Nicaragua y llevada al hospital, fue

    vigilada por policas, que luego

  • la sacaron del hospital con rumbo desconocido.

    Monseor Romero, Diario Personal. 1978.

  • I

    Mara Garandilla se pinta las uas de verde con puntos blancos,

    que son estrellas.

    Sonre sombras encas.

    Ensaya Mara gafas rosas de rayas blancas.

    El mismo color de sus zapatos de un Pacfico Ocano.

    Monta sobre los hombros un sobretodo

    caf, como el rancho de su cabeza,

    y Mara hace como que vuela.

    Pero su cuerpo de montaa no

    se mueve, no

    se mueve. No.

    Muerde Mara sus aos 60, con el aliento

  • que le queda,

    y se pinta los labios de azul,

    las cejas de tile...,

    cejas de chola.

    Mara sale a la noche, bonita.

    Tras sus pasos

    quedan la caja-apartamento, el sof-suelo, la estufa-lata

    y el jardn de huesos.

    La ciudad se la tragar. Con el sol

    vendr otro dueo.

    Garandilla nunca existir para los caros citadinos.

  • II

    Mudo la piel de mi calzado

    y en las esquinas gajos de memoria quedan.

    Parto

    en dos

    las manchas de las paredes que soy y el ruido

    al caminar que fui.

    Parto por el camino que me indican las hormigas,

    por las lneas de las letras de las cartas que las manos

    trazaron para m.

    Parto,

    salgo del tero

    con los pies por delante y la cabeza contra el piso

    destrozado, como este mundo

    de pequeas ilusiones que embalsam en cueros,

  • en mantas, en plsticos

    como si al cerrar los ojos, si al nacer semilla

    las espinas no cortarn la carne.

    no, el filo no se lame;

    la piel nunca llega,

    cede ante su lanza.

    Y, de pronto, mudar piel cuartos masas

    y pienso en esta ficcin que somos, sobras

    de costuras vueltas a hacer:

    El rostro de mi rbol,

    la semilla de mi padre

    es un mal aire

    marimbas invisibles que aparecen cadveres

    sostenidos con alfileres que gritan,

  • tuerce-desploman zanjas en lengua de sopes.

    Y ahora, la hierba respira bajo mis dedos una sonrisa vaca

    Encamina la sangre

    como globo sumindose en el cielo

    De aqu soy la sombra del tiempo

    la pe antes de la numbra

    la nsula

    el corvo

    el odio en polvo que muelo entre dientes,

    para que susurren las grietas fatuas

    de las premisas del inmortal que se pierde en este viaje.

  • III

    Da de muerta

    Calavera-pan

    ausente sea el grito de tus pasos encorvados

    que hoy nos guan hacia la loza

    donde palmada no eres rbol

    sembrada no ests...

    Insecta muda,

    all, frtil como piedra, te aproximas a la eternidad

    desenvuelta mineral.

    El xido de tus manos,

    el trueno de tus huesos,

    la angustia enmascarada de tus ojos...

    por fin levan anclas.

  • IV

    Salir del bao y encontrar sus nombres tirados bajo la mesa,

    pulindose los ojos con miedo.

    Evadirlos,

    cortar camino sobre las sillas

    y escucharlos roer mis pasos o tapar el dedo con un sol.

    Amortajar la piel y despenicar falopias-almejas-lampias,

    todo con tal de no hablar sobre ellos,

    los nocturnos colados entre vientos y ramas vocales que surten

    las noches

    as, en silencio de fusa,

    lenguetas de escamas se pegan a mis pies

    como cliz del padre muerto que titila bajo las uas.

  • Talquear de ratas el cuerpo

    y seguir la tinta de las rimas que espantan al mensajero de la

    sangre.

    Remontar las pginas y voltear las jeringas que hormiguean en

    mis venas.

    Ahora respiran en mi sien.

    Todo ha sido en vano.

    La memoria.

    El silencio que armo.

    Son agua del punto ciego

    donde reposan las sombras de los ngeles que me sostienen

    viga.

  • V

    El licor al que represento tiene agruras de m.

    Me duele, me arrastra la garganta

    con su luz de cartn

    entre vapores y eructos,

    se acumula y me transmuta,

    me viola,

    me habita el sueo de hormigas multicolor.

    Soy siete grados de alcohol sobre la mesa,

    la ausencia de un amor,

    el estrs de la vida,

    una muesca de dolor.

    Soy, a fin de cuentas, un muerto con hambre de sol.

  • VI

    Surcan sombras siniestras.

    Golpes en el estmago,

    mariposas derramadas

    y el llanto entre la bruma,

    todo ensangrentado...

    Anoche ni las estrellas,

    ni la penumbra,

    mecieron la cuna:

    mi voz ardi en llamas!

    Anoche grito negro,

    mueca india,

    dios sereno...

    sin rezos ni ruegos,

    slo velas, lamentos, gemidos.

    Anoche esperma csmica sobre las paredes

  • y, en las sbanas, panetruscos de tumbas y sangre

    surcan sombras siniestras.

    Quin besar a Yemay?

  • VII

    Hoy amanec crin.

    Despert sobre pisos de vidrio

    enroscado,

    estrujado,

    con clavos en los ojos,

    inflado de insectos y ramas.

    Entre mis dientes tena tus carnes de rabia y vino...

    Fui a la cocina y prepar un caf con tierra

    y me atraves un cigarrillo en la garganta.

    Con la primera bocanada salieron de mi nariz gritos de histeria.

    Vi tus senos colgados sobre la mesa;

    junto a esos labios de cenicero.

  • Busqu agua en el refrigerador

    y encontr tus piernas hojas rotas.

    An respirabas.

    Fui al bao, mir al espejo.

    Tena el cascarn mutilado.

    Me.

    El metal de la mariposa se desliz por mi aurora.

    Soy un vaso de humo, pens.

    Todo pas y ya lo tuve.

    Todo fue y nunca estuve.

    Y segu meando.

    Sostuve los dedos de tu reflejo entre mis cejas

    y me vi parado en una lnea.

  • Me derrumb y rebot en el suelo sintiendo tu lengua de cal...

    Slo entonces comprend la razn de tu desprecio.

  • VIII

    Duermo sobre esponjas que roncan vrtebras

    y se aflojan los dientes.

    Chirran gatos,

    tmpanos que se quiebran.

    Son bolas de pelo que duermen con sus hombres al aire!

  • IX

    Esta noche matar a mi padre.

    Ser una muerte arenosa.

    Le sembrar palabras en la sien

    lo asfixiar con mi lengua

    lo colgar de las uas

    y rebanar su sombra

    y su rostro se deslizar entre mis huesos...

    Luego, dormir abrazado a su tumba

    hasta que molusque el ruido tensado de su pecho.

  • Cuarto Domingo de Cuaresma de los sectores populares

    ... slo estos cuatro das han sido asesinados:

    43 campesinos de diversas zonas del pas:

    11 obreros;

    22 estudiantes, entre ellos los 10 del Instituto de San Miguel y

    4 de San

    Vicente;

    2 profesionales; 5 personas no identificadas...

    Por otra parte, el sector no popular tambin cuenta sus vctimas

    y tambin sus crmenes como los dos detectives y un miembro

    de ORDEN en el fin de semana pasada. Tambin son

    repudiables y no estoy yo parcializndome para mancharme de

    sangre.

    El saldo es trgico: las organizaciones populares y aquellos que

    se han caracterizado por mantener su oposicin, estn siendo

    liquidados en forma violenta.

  • Tenemos constancia de que por lo menos 500 personas estn

    refugiadas en algunos albergues caritativos que les han ofrecido

    proteccin. Ellos han huido de sus poblaciones, a veces

    llevando durante largos recorridos a nios menores, ancianos;

    con casi nada de alimentacin, durmiendo a la interperie.

    Segn los testimonios que tenemos bien documentados, hay

    cantones donde ya no hay campesinos. Es bien triste, por

    ejemplo, esta carta que me llega de esos lugares: "Le suplico

    que pida a los seores que gobiernan nuestro pas, que por

    favor dejen de perseguirnos ya, pues ya hemos sido

    amenazados muchas veces yo y toda mi familia; y el nico

    motivo es porque tuvimos relacin con el P. Rutilio Grande. La

    autoridad nos amenaza dicindonos que

    nosotros somos guerrilleros...Y todo es por esa razn, por haber

    conocido al P. Rutilio. Quiero que me haga el favor de hacerlo

    saber por todos los medios que pueda, que ya hay noches que

    no nos dejan dormir, hay tiempos de comida que no los

  • hacemos tranquilos, o sea, que ya estamos enfermos de

    afliccin, etc". Es la voz de nuestro pobre pueblo y hay que

    escucharla.

    Monseor Romero. La Reconciliacin de los hombres en

    Cristo, proyecto de la verdadera liberacin Homilas, 1980.

  • I

    Guerrilla por antonomasia te piensan,

    te admiran las lenguas que extica te pronuncian

    Arisca nostalgia de gorros frigios

    estamos tatuadas estampas de iglesias,

    volcanes que tiemblan

    esos indios que apenas somos

    Pas: cangrejos en cubeta

    nacimos en golfo de cacadrilos

    lixiviados del vientre citadino que pretendemos ser.

    Nos negamos corifeos y figurantas...

    Malaigres haigan divisado

    centenarios telepates sentados

    en el antro y la caverna!

  • Aloiste?

    Hiena eres, desgracia;

    palmarte deberas con tus murcilagos de autoestima

    en el carcaal desas creaturas espectros de papel.

  • II

    Tumbado como rama,

    el templo siente cosquillas en las tiesas manos.

    Al esqueleto le da risa su temor,

    pero l tiene dorsos empalados de vergenza.

    Oh, pobre espantjaro,

    sos un globo con aire de plomo,

    una vctima del espejo.

    Colg los huesos y junt las manos,

    que las telaraas del destino son idilios

    homicidas de candelabros con cierto complejo de paredn.

    Y as, triste telonero de calaveras,

    la isla de tu esperma se inunda de incmoda religin.

  • Solo te queda un absurdo: entregarte a los clavos del rencor.

  • III

    Yo,

    escorpiones con mi lengua.

    Ellos,

    microbios engranados.

    A m,

    la envoltura, la risa, el nombre.

    A ellos,

    las manos, los dientes, la cara.

    Mi cuerpo, mi alma, mi mente

    son incapaces de pronunciar,

    de baar esperanzas en miel...

    Su tiempo, su calma, su vientre

    no sirve de nada sirve, no,

    ni como estircol ni como flor.

  • A m me llaman Muerto, porque en la cara telaraas,

    porque en las sierpes el corazn...

    Pero ellos tienen pus en los armarios,

    larvas en las gavetas, dedos entre los dientes.

    Yo los nombro Nada.

    Ellos y yo somos uno.

    Todos tenemos el infierno en los bolsillos.

  • La interioridad

    ... El hombre no es grande mientras no se mire por

    dentro.

    El Concilio, que inici para el mundo moderno desde el

    corazn de la Iglesia, un humanismo nuevo, un humanismo

    cristiano, nos llega a decir que desde su propia interioridad, el

    hombre comprende que su vocacin ms alta es su intimidad

    con Dios y que en el corazn de cada hombre, hay como una

    pequea celda ntima, donde Dios baja a platicar a solas con el

    hombre. Y es all donde el hombre define, decide, su propio

    destino, su propio papel en el mundo. Si cada hombre de los

    que estamos tan emproblemados en este momento entrramos a

    esta pequea celda, y desde all, escuchramos la voz del

    Seor, que nos habla en nuestra propia conciencia, cunto

    podramos hacer cada uno de nosotros por mejorar el ambiente,

    la sociedad, la familia en que vivimos. Y si todos los

    salvadoreos, este domingo en que la palabra de Dios es la

  • palabra del amor, tomramos la resolucin, de veras, de vivir el

    principal de los mandamientos y le diramos a la intimidad de

    nuestro ser, su propia razn de ser, yo les aseguro, hermanos,

    que este domingo marcara el cambio total y no habra

    necesidad de esperar desde fuera, porque cada uno est

    aportando desde su propio interior, lo que la patria y el mundo

    necesitan.

    Dcimoquinto Domingo de TIempo Ordinario. Homilas. 10

    de julio de 1977

  • I

    Uno es una babosa a la que se le untan memorias mientras

    avanza por la vida.

    Uno va coleccionando experiencias,

    quebrando ilusiones, pariendo huesos...

    y siente que no avanza, que no llega.

    Uno va mirndose al espejo y deseando ser otro,

    desparramando la baba de su alma

    por la cocina, la biblioteca, el escritorio o los calzones...

    preocupndose por el reflejo.

    Uno va sin saber adnde

    ni cundo ni cmo.

    Solo va.

    A veces empujado por otros.

  • A veces a costa de s mismo.

    Y a veces ni siquiera eso.

    Y va.

    Y resulta que cuando deja de arrastrarse es demasiado tarde

    para sacudirse cualquier cosa, incluso el peso de su propia

    mierda.

    Y es que uno, a fin de cuentas, es una babosa

    a la que no le gusta hablar de dignidad.

  • II

    Naves solitarias

    somos

    hormigas en un vagn del metro

    somos

    lobos aullando entre palabras

    somos

    pegamento de manadas devorando ladrillos

    tumbando tumbas tumbadas

    somos

    solitarios

    puntos suspensivos

    vivimos

    como navos

    como vocales

    que somos.

  • III

    La punta del universo se clava en mi garganta.

    Retumba tu voz en mis pestaas.

    Mi alma timbra, tu vagina aprieta sus dientes,

    posesa,

    rabiosa...

    escupiendo melancolas de amor y soledad.

    Siento ganas de evaporarte, de eructar sonrisas en tu cara

    Arrugas mis pasiones.

    Con esos conjurados labios que matan al tiempo

    salivas cuelgan las excusas de la traicin.

    De ese aliento nacen los

    nunca jams, los

    recuerdos, los

  • pordioses, los

    reclamos, los

    graznidos...

    Duele cerrar la puerta del apocalipsis que habita en mi rostro,

    sacarme los ojos, cortinas

    que brotan estrellas, cascadas de mis venas.

  • IV

    Tengo manos de cangrejo.

    Astilladas,

    elctricas alacrnicas.

    Mis dedos son intiles pinzas descascaradas

    porel tiemporel uso, porel sexo.

    Y las uas, corazas de huevo,

    con las que arranco las espinas de mis pestaas,

    envainan una va lctea de semillas,

    cscaras de m,

    mscaras de m.

    Desconozco el rumbo de mis races.

    Son tendones de mis ramas...

  • Son ramas de ceniza.

    Pesan.

    Enterradas como estn,

    duelen.

    Como dientes de sol.

    Como el mar de donde vengo.

  • V

    Rezan los elefantes en busca de bicicletas, rezan.

    Siembran en el camino de onerosas vulvas venreas,

    nocivas alertas de la moral,

    carrizales de la adversidad.

    As rezan los elefantes en busca de la verdad.

    Flotan en telaraas,

    tensando paquidermos espaciales;

    beben peces con sus trompas

    y los eyaculan como incienso en busca de soledad.

    Oh, insensatas memorias,

    glorias del olvido,

    de ustedes es el cementerio que suean los elefantes que rezan

    sobre las magnolias que muelen las bicicletas.

  • VI

    Soy sombra,

    cuerpo opaco, un manto de ausencia

    tratando de caminar.

    Mi alma es el vrtigo de las palabras que me gustara

    pronunciar.

    Y sin embargo, callo.

    Espero una seal.

    Un fuego que nazca de mis dedos para convertir mi lengua en

    vino

    y lamer mi oscuridad en los espejos.

    Pero las sombras nunca ven la luz.

    Ellas reptan preocupadas por la existencia,

    van de pared en pared cuestionando siluetas de superficies

  • rugosas.

    Se ocultan en agujeros, temerosas del sol,

    con las piernas amputadas y cuellos de jirafas entre manos.

    Soy una proyeccin invertida del cuerpo que aspira la luz.

    Un objeto que habla de distorsiones.

    Soy el gris de mi contrario,

    la otra esencia de la sonrisa:

    frgil reflexin monocromtica del ser,

    estril figura de un hombre.

  • La violencia del amor

    Esta es la meta hermanos, meta que sealaron los profetas,

    meta que sigue sealando la Iglesia. Los enemigos, los que

    tratan de que la Iglesia no hable, la desacreditan y dicen:

    predica violencia, predica poltica, comunismo, son las

    distorsiones del pecado. Pero quienes superando las fuerzas del

    mal oyen a la Iglesia autntica, oirn siempre el eco de Isaas,

    el eco de Cristo, el eco de los profetas. Jams hemos predicado

    violencia, solamente la violencia del amor, la que dej a Cristo

    clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus

    egosmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre

    nosotros.

    Esa violencia no es la de la espada, la del odio; es la

    violencia del amor, la de la fraternidad, la que quiere convertir

    las armas en hoces para el trabajo. Qu hermoso llamamiento

    podamos hacer aqu, hermanos, cuando el trabajo abunda en

    nuestras campias no se vaya a convertir en odios, ni en luchas

  • ni en sangre. Desde el domingo pasado estoy clamando para

    que las cortas de caf, de algodn y de caa, sean un canto de

    alabanza al Seor. No esperando leyes, sino inspirando en el

    amor de fraternidad que une a los dueos y a los trabajadores.

    Que hagamos de nuestras campias un himno, que haga slo

    con la generosidad con que Dios nos regala sus cosechas. Esta

    es la meta, hacia esa paz caminamos.

    Primer domingo de adviento. Homila 27 de noviembre de

    1977.

  • I

    Dnde esas lunas de madera,

    las trompadas contra el suelo,

    el galope entre tus dedos?

    Dnde esos besos ahuecados,

    los laberintos y el silencio?

    Dnde?

    Dnde las manos que acariciaban?

    Dnde el consuelo?

    Los besos, las noches...

    Eran tantos, eran miles...

    Las faldas, las rosas...

  • Dnde?

  • II

    Qu es el amor si no rascar la miel de la esmeralda oculta

    entres tus montes?

    El amor, por tanto, es una siembra,

    un pistilo explotando en tus caderas.

    Y ante el ruido de mis piernas,

    los pensamientos de ese amor serpentean en mi tallo,

    para devorar la manzana y devolver a mi beso lo que muere

    entres dos carnes,

    con la esperanza de semilla,

    con la advertencia de un proceso.

    Eso, es el amor.

    El amor alqumico,

  • filoso callado sordo.

    Un amor que muerde entraas reversibles,

    que navega sobre el tiempo y se condimenta con piedras.

    Qu es el amor?, me preguntas.

    Una postal.

    Una palabra.

    Un invento nuestro, te respondo.

  • III

    S la noche, s la luz,

    s la distancia de piel a sed.

    S que el tiempo se dobla en esta cama, indigente, atmico.

    S de lluvias que brotan

    tierra

    sal

    bienestar.

    Seme lleno de ratones sin tu llave.

    Seme infancia bicicletas,

    bal balsasesinos.

    Lo s en la frente, como a un beso.

    Lo s a mis pies, como a un gato.

  • Pero esta voz no es cuerda suficiente

    para traerte atada a la cintura de mi boca,

    ni mi lengua es la pcima venenosa

    que espantar los cuervos de tu pecho.

    Porque incluso sabindome muerto,

    a fin de cuentas yo soy mezquina risa

    de tu cresta

    y t, escarcha de lunes a domingo.

  • IV

    Muerdo los corazones de mi amante.

    Dice que le gusta sentir mis dientes.

    Meacariciaelpelo

    mebesalosojos

    suspiraminombre...

    Algn da le confesar el secreto de mis encas.

  • V

    Qu deleite tenerte

    amartemorderte comerteperderte

    buscarte hallarte

    besartetomarte

    matarte

    y odiarte

    punto y aparte.

  • VI

    Si mis cardos cebaran cadenas,

    se hundiran mis lgrimas en tus verjas,

    lloveran mis calaveras

    en los remolinos de tus sombras.

    Si mis cardos,

    si mis dioses,

    si tus ojos que no miran dejaran de mirarme,

    alumbraran tus das huraos

    las tumbas desplumadas de mi paraso errante.

    T, eres hermosa y trgica,

    caprichosa columna colmena.

    Eres las voces de una campana sin cuna

    que cuajan cantos

    y silencian el mundo.

  • Oh, alma ma,

    si mis cardos,

    si mis dioses,

    si tus ojos que no miran dejaran de mirarme...

  • La iglesia, esposa de Cristo

    El pensamiento est obsesionado. El amor Dios lo ha dado, por

    eso es triste prostituir el amor. El atractivo del hombre y de la

    mujer es un don de Dios, que se describe con rasgos tan divinos

    en la Biblia misma que los hombres deban de pensar siempre

    con respeto en ese atractivo, en esa obsesin, en esa bsqueda

    del uno para la otra.

    Y cuando llega la hora en que se creen suficientemente fuertes

    para amarse para toda la vida, se rubrica la alianza. A muchos

    tal vez se les hace difcil, como a mi se me haca tambin,

    comprender cmo es eso de que Dios se enamora de la

    humanidad. Tal vez nosotros varones sentimos una especie de

    repugnancia de sentirnos como amados por un Dios, como si

    furamos la parte femenina de ese amor. No tiene nada que

    avergonzarse. Lo que quiere destacar aqu no es varn o

    hembra, lo que quiere destacar es la alianza entre el amor

  • eterno y la humanidad creada por amor. Eso es lo que hemos de

    ver. Cuando llegu a comprender que el matrimonio ms que la

    conjuncin de dos sexos es una alianza de dos hijos de Dios,

    comprend tambin lo que significa en el Gnesis: "hagamos al

    hombre a nuestra imagen y semejanza".

    Una jovencita en un colegio me preguntaba una vez: A quin

    se refiere, al varn o a la mujer? Y le dije: A los dos, porque el

    hombre no est completo si no es cuando encuentra su

    conjuncin en el otro sexo y su perfeccionamiento en el amor;

    es entonces, cuando un hombre y una mujer se aman tan

    entraablemente de poderse entregar el uno al otro para toda la

    vida, cuando el hombre y la mujer son verdadera imagen de

    Dios. Dios es amor y nunca el hombre y la mujer son imgenes

    de Dios tan perfectas como cuando se aman. Cuando rubrican

    esa alianza.

    Trigsimo segundo domingo del tiempo ordinario. Homila

    del 12 de noviembre de 1978.

  • I

    Una corbata se viste de mujer,

    vomita, se unta de estrellas

    y se convierte en indicio de sol.

    La veo reptando bajo mis zapatos,

    hirviendo sobre el suelo,

    lamiendo los hoyos de mi soledad.

    Siento el retoo de su mirada sobre la plvora de mis manos.

    Sacudo las palmas y doy espalda con cara.

    Ella se traga a s misma y me lanza un beso que aletea contra

    mi nuca.

    Me abro la sien y guardo su aliento entre las resmas de mi Dios.

    De pronto, silencio.

    De pronto, un grito.

  • Presiento que el cielo va a desollar.

  • II

    Y llegu donde esa mujer que llora

    a invocar a la muerte.

    Pero solo apareci el silencio de sus ojos.

    Su cara llena de espejos golpe mi frente y desgran mi

    nombre.

    Me dijo: La luz cae sobre la lengua de los reptiles.

    Yo sonre y pens en el sospechoso caf de esta maana.

    Cuando extrao, nombro cosas sin sentido, repuse.

    Ella continu:

    La verdad mata. Dios es verdad,

    entonces, l nos ha matado a todos, respond.

  • Mir bajo sus pies.

    Un cadver le serva de alfombra.

    Ola a infancia.

    Vesta el odio de una bala.

    La mujer que llora me abraz,

    lami mis ojos, se trag mis penas.

    Yo la mord buscando un beso, pero despert en vela;

    mis dedos la buscaron en el aire...

    slo encontr un rostro muro leyendo mi indiferencia.

  • III

    Ma contralos rieles de lalmohada

    fracturada porelfro delavoz

    Ma lapiel desparramada

    del tiempo digno quesilba pescuezos

    Ma laboca y sucielo gneo

    dondelas moscas lamen tuentrepierna.

    Asco.

    Conhambre continta. Conmigo.

    Lambadas mugen contrel piso

    la muerte que nosonre.

  • Amputadas crecen sombras

    las flores quesemarchitan

    Conrabia consorna. Consuelo.

    Asco,

    de m, de ti

    delanochequenoscobija.

  • IV

    La biblia a un lado de la cama,

    El sombrero y las penas de costado...

    La humedad de tus labios se expande por la habitacin

    Y el dolor de la victoria aterriza en tus senos.

    Apenas recuerdo tu voz,

    Y lo que queda de mis labios en tu vaho.

    Apagar cualquier grito de tu garganta con un beso

    En tanto, la noche nos envuelva te cobijar con mi cuerpo,

    Ahora expiran tus gemidos

    Todo vuelve a la calma,

  • Todo vuelve a la cama,

    Como siempre,

    Como cuando te di las gracias y esas rosas marchitas que

    dejaste sobre la mesa

  • V

    Hoy tengo un mar en la garganta

    y sobre el filo de la lengua, la noche.

    Y brindo por los llantos dragados,

    las alegras endorsadas.

    Brindo por la ausencia morfa y el verbo de tu vagina,

    brillante capica.

    Hoy tengo los dientes molidos de tanto nombrarte

    muerte.

  • MARTN LETONA

    Nac en San Salvador, en 1980. Soy licenciado en

    Comunicacin Social y fotgrafo aficionado. Trabaj como

    periodista multimedia para los peridicos Contrapunto.com.sv,

    El Faro.net, La Prensa Grfica.com y Clic.org.sv. Soy miembro

    fundador de la Asociacin de Cine y Televisin de El Salvador

    (enero 2010). Tambin, me gradu con ttulo de Mster del

    Billingual MFA in Creative Writing de la Universidad Texas en

    El Paso (UTEP), en 2013. Actualmente, soy cronista y

    transcreador freelance. Adems de este ttulo, que has tenido la

    gentileza de leer, he escrito una novela negra titulada Todas las muertes de Lzaro y un cuentario de nombre De todos los odios, el tedio. Ambos textos estn disponibles en Amazon, en la seccin de libros Kindle.