Geografía Política y Relaciones Internacionales
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INTRODUCCIÓN
El nacionalismo es una de las fuerzas más poderosas del mundo actual. La reaparición del sentimiento
escocés y galés, la creación de pequeños estados independientes en los Balcanes,… son situaciones que denotan
el resurgimiento del nacionalismo. Los contactos entre estados revisten dos aspectos diferentes: por una parte, un
aspecto físico compuesto por las fronteras terrestres, acuáticas y aéreas, y por otra parte, un aspecto que se ha
acordado en llamar sistema internacional. Las fronteras más usuales y más conocidas son las terrestres, los
contactos terrestres entre estados. Pero con el supranacionalismo y la cooperación mundial parece que el aspecto
politizado de las fronteras se desplaza del nivel continental hacia el mar, el aire y el cosmos.
El mundo político actual es un mundo dividido por causa de los límites fisiográficos impuestos por la
naturaleza y debido a las decisiones humanas.
Desde el Renacimiento hasta la Primera Guerra Mundial, el estado nacional fue la piedra angular del
sistema internacional. Luego nuevas formas político-territoriales aparecieron, como Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, Comunidad Económica Europea, Liga Árabe, Pacto de Varsovia,… Actualmente,
podemos observar un movimiento planetario aparentemente contradictorio: mientras las asociaciones
internacionales se multiplican, se está dando un movimiento totalmente opuesto a la vez, que se puede identificar
como un resurgimiento tardío del nacionalismo.
Pos otro lado, el desglose del mundo es resultado de la innovación tecnológica y de la ideología. La
innovación tecnológica ha permitido a muchos estados un enfoque global de sus problemas de seguridad
económica y militar. Ello da lugar a desniveles entre estados y al surgimiento de satélites políticos que
evolucionan en torno a grandes potencias. La ideología, en su versión nacionalista, explica el desmantelamiento
de los imperios coloniales, dando lugar a numerosos nuevos estados independientes. Además gracias a los
medios de comunicación, las doctrinas ideológicas se ejercen a escala mundial y no nacional, covirtiéndose así
en sistemas multinacionales.
Finalmente, las relaciones políticas entre los estados se ven influidas por el valor estratégico del
espacio.
EL ESPACIO ACUÁTICO, AÉREO Y CÓSMICO.
La soberanía de los estados sobre los océanos difiere considerablemente de su soberanía sobre los
continentes. El océano no tiene habitantes y sus únicos recursos son la explotación pesquera y, en menor grado,
el petróleo, el gas natural, mientras que los nódulos metálicos que yacen en el fondo de los mares no son todavía
explotados. La única soberanía de los estados sobre el mar es impedir que otros naveguen, pesquen o
sobrevuelen por su espacio marítimo.
A partir de la segunda mitad del siglo XVI fue cuando se desarrolló el concepto de aguas territoriales,
ésta es la zona acuática sobre la cual tiene plena soberanía el estado y la considera parte integrante de su
territorio.
En este momento se opusieron dos concepciones. La teoría de las aguas abiertas del holandés Grotius,
en su tratado Mare Liberum; teoría según la cual todas las banderas pueden circular por las aguas territoriales de
un estado con fines comerciales y de transporte. Por otra parte estaba la teoría de las aguas cerradas del inglés
Selden, en su tratado Mare Clausum; teoría por la que sólo los navíos que ondean bandera del estado adyacente
pueden circular por sus aguas territoriales. A finales del siglo XVII, los ingleses atenuaron su teoría ya que iba
en contra de su expansión colonial y perjudicaba a su flota mercante.
Hasta 1774, el imperio Otomano no permitía la entrada al mar Negro de barcos extranjeros, aún hoy en día
Turquía tiene derecho, en caso de guerra a controlar los barcos que pasan a través de los Dardanelos y del
Bósforo ( Convención de Montreux, 1936). El dominio de Gran bretaña en la zona del Canal de Suez o de
Estados Unidos desde 1903 del Canal de Panamá, se inscriben dentro del Mara Clausum.
En 1744, el jurista neerlandés Van Bynkershoek proponía las dos condiciones necesarias para la
reivindicación de aguas territoriales: tener un litoral fortificado y controlar el litoral en cuestión mediante la
presencia de una flota militar.
En 1750, Galiani propuso el primer límite para la anchura de las aguas territoriales, ésta fue de 3 millas
marítimas. Pero hasta la Tercera Conferencia sobre Derecho del Mar no se estableció el límite actual de 200
millas.
Realmente,¿ es necesaria la soberanía de las aguas territoriales? La respuesta es afirmativa, ya que se
consigue una mejor protección contra el contrabando, permite la cuarentena sanitaria en caso de enfermedad
contagiosa, facilita un mejor control de la contaminación marina, de la protección de la explotación pesquera.
A lo largo del tiempo se han ido tomando decisiones relacionadas con la naturaleza y con la extensión
del control ejercido en el entorno marítimo, que es a lo que se ha llamado Derecho del Mar, para proteger las
zonas marítimas.
Tres aspectos del Derecho del Mar tiene relación directa con la geografía: la distribución espacial del
control sobre el entorno oceánico, las bases territoriales para establecer esos controles y el impacto de esos
controles sobre la utilización de los recursos del mar. El espacio oceánico difiere del espacio continental en que
es tridimensional, sus recursos son móviles y de que varias formas de actividad pueden desarrollarse en el mismo
lugar.
El cambio de la tecnología y de las condiciones político-económicas limita considerablemente la
resolución de los conflictos en el espacio marino.
Es esencial y urgente poner en funcionamiento un control racional y un acondicionamiento del mar, ya que el
océano es muy distinto del ámbito de evaluación de poder de un estado.
El acceso marítimo de los estados interiores es una de las cuestiones más claras que existen en geografía
política, ya que pone de relieve dos derechos contradictorios: para un estado interior, el tener una salida oceánica
y para un estado costero, el detentar su integridad territorial.
Después del Congreso de Viena, ha sido admitido que un estado interior tiene derecho al acceso al
océano, que dicho acceso es necesario para su desarrollo comercial e industrial, y dicha necesidad es sancionada
por el derecho natural. Con respecto a sus vecinos que poseen un ancho litoral, el estado interior queda en una
situación de inferioridad. Para poder participar adecuadamente en el comercio internacional, debe procurarse un
acceso libre y seguro hacia el océano.
En 1917, el presidente Wilson de Estados Unidos señalaba los tres caminos posibles por los que un
estado interior puede resolver su problema de su acceso al océano. La cuestión radica en saber cual es el mejor
acceso posible, con una pérdida mínima de soberanía para el estado marítimo que acepta el tránsito, y un mínimo
de dependencia por parte del estado solicitante. Las tres alternativas definidas por Wilson son: la obtención de un
pasillo territorial de unión al litoral; la concesión de unos derechos de tránsito ferroviario o por carretera hasta
una zona franca en un puerto extranjero; y la internacionalización de un río que pasa por el estado interior, pero
cuya desembocadura se localiza en otro estado.
Un pasillo que alcanza el litoral supone una transferencia de soberanía territorial para asegurar al
estado interior una salida marítima. La solución del pasillo es sin duda la más tentadora, ya que la posesión
territorial queda garantizada por el derecho internacional público, mientras que los derechos de tránsito o la
internacionalización de un río están expuestos a bloqueo. Un ejemplo sería el pasillo de Matadi-Banana, en
África, ampliado en 1927 por unas negociaciones entre Bélgica y Portugal, dicho pasillo permitió al actual Zaire
la ventaja de no quedar privado de un acceso al Atlántico; en Oriente Medio, el pasillo de Basora, conseguido en
1922, permite a Iraq el disfrute de una salida al golfo Pérsico, deslizándose entre Kuwait e Irán; sin el pasillo de
Akaba Jordania sería un estado confinado en el desierto arábigo, el pasillo de Eliat, ofrece a Israel una abertura
marítima sobre el hemisferio sur,…
El libre tránsito ferroviario o de carreteras es ciertamente el medio de acceso al mar que más
dependiente al estado interior. Ejemplo: En Bolovia, el altiplano y la capital, La Paz, tienen acceso al Pacífico
por tres vías férreas exentas de aduanas y que enlazan el país con los puertos peruanos de Mollendo y Matarani,
y también con los chilenos de Arica y Antofagasta; en cada una de estas zonas Bolivia tiene zonas francas
portuarias; en África, a pesar de los esfuerzos de la Organización de la Unidad Africana, los estados interiores
permanecen sometidos a los caprichos de sus vecinos, sin embargo algunos de ellos han sabido establecer
importantes líneas ferroviarias que les permiten la importación/exportación a partir de un estado costero, como
Zambia, que es uno de los mayores exportadores de cobre y que se ha liberado a través de Tanzania,.
El concepto la internacionalización de los ríos procede de la filosofía de las Luces: “ Los ríos son
grandes avenidas hacia el océano, y el hombre no tiene derecho a cerrar aquello que la naturaleza ha
establecido”. El principio de la libertad de navegación por los ríos internacionales fue puesto en práctica por vez
primera en 1792. Ejemplo: el Mosela canalizado y el Rhin sirven de acceso al mar a Luxemburgo,
Checoslovaquia utiliza el Elba y el Oder como puerta de salida marítima, Basilea ofrece a Suiza una navegación
importante, Hungría, Austria y Checoslovaquia utilizan también el Danubio.
Por otra parte, lo mismo que las fronteras terrestres, los ríos internacionales a menudo son materia de
conflicto. Los ríos internacionales pueden ser considerados como líneas- fronterizas o como cuencas
hidrográficas constituyentes de una unidad natural innegable.
Un río es verdaderamente internacional cuando su cuenca de drenaje atraviesa dos o varios estados, y
cuando la citada cuenca está sometida a un convenio internacional de navegación. Algunos estados han impedido
la internacionalización de los ríos que pasan por su territorio, como Venezuela para el Orinoco ó Lituania para el
Niemen,… Existen diversos niveles de libertad de navegación por los ríos internacionales, y estos niveles
cambian según los lugares, las circunstancias y las políticas: peajes prohibitivos, pilotaje obligatorio,… La
situación de los canales se inscribe en la misma órbita que la de los ríos.
La distribución y la utilización concertada de las cuencas hidrográficas son uno de los temas más
delicados en la división político- territorial del mundo actual, ya que la contradicción entre el aumento masivo de
las necesidades del agua y la limitación de las fuentes de aprovisionamiento se hace cada vez más evidente. Todo
estado tiene derecho de hacer lo que quiera con las aguas dulces situadas en su territorio. Sin embargo, el
derecho internacional público estipula muy claramente que “ está prohibido para un estado el hecho de detener o
desviar el caudal de un río que se dirija hacia un estado vecino, o hacer de él un uso que pudiera causar peligros
para el estado vecino”. La distribución de la cuencas es, a menudo, fuente de conflictos, sobre todo en los países
de clima seco, dónde el déficit hídrico adquiere francamente el cariz de una lucha para el futuro. Ejemplo:
California, sumamente urbanizada, depende de Colorado para su abastecimiento en agua, y va a buscarla
mediante costosos y muy largos acueductos hasta 400 kilómetros hacia el este. El conflicto jurídico California-
Colorado necesitó cinco años de audiencia en la Corte Suprema.
Actualmente, los procesos y los espacios políticos no son ya únicamente continentales u oceánicos, sino
igualmente aéreos y cósmicos, en el sentido en que esta última palabra se relaciona con el espacio
extraatmosférico e interplanetario.
Un problema inicial surgió a propósito de la frontera del espacio aéreo nacional y de los
cosmos. Se desarrollaron diversas teorías debido a la confusión que envuelve el problema de las fronteras del
espacio aéreo. Así, la demarcación entre la atmósfera y el cosmos no puede ser establecida sobre unos datos
estables y seguros. Pero tras los esfuerzos de la federación aeronáutica internacional, se ha situado el límite
cosmo-atmósfera entre 40 y 160 kilómetros.
La conservación de la atmósfera ha adquirido primordial interés dentro de los asuntos mundiales. La
Declaración de Medio Ambiente humano, formulada en Estocolmo en 1972, es la primera constitución universal
contra la contaminación aérea provocada por los residuos industriales y nucleares. El Tratado de Moscú(1963)
sobre la prohibición de las explosiones nucleares en el aire y en el agua, y el Tratado de Tlatelolco(1967), que
desnucleariza a toda América Latina, proporciona al mundo entero una garantía contra el peligro atómico. El
espacio aéreo y el cosmos han adquirido poco a poco una importancia política muy grande en el vasto dominio
de las telecomunicaciones. El cosmos se ha convertido en un elemento cohesivo y unificador para la humanidad.
CONFLICTOS INTERNACIONALES Y GEOESTRATEGIA.
Han existido y existen en la actualidad numerosas fronteras que son causa de litigio entre estados
vecinos. No parece, pues, que se hayan superado totalmente los conflictos fronterizos, propios más bien de
épocas históricas en las que las guerras representaban el “ deporte” de los reyes. Por ejemplo, el conflicto
palestino-israelí, la guerra entre Irán e Iraq por el control del Chatt el Arab, las amenazas chileno-argentinas por
el control del estrecho de Beagle,…
Muchos de los estados enfrentados son, sin embargo, miembros de la ONU, que teóricamente han
renunciado a resolver los litigios internacionales por medio de la fuerza, al aceptar la Carta de las Naciones
Unidas, cuyo artículo 2 dice:
“ Todos los miembros se abstendrán en sus relaciones internacionales de la amenaza o del uso
de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier estado”
Las reclamaciones territoriales, según Burghardt, pueden responder a las siguientes motivaciones:
control efectivo de un territorio, reclamación histórica, cultural, económica, elitista, ideológica o búsqueda de la
integridad territorial. Según el mismo autor, los motivos de reclamación territorial más vigorosos se basan en el
control efectivo que se ejerce sobre un territorio, en la integridad territorial y en una combinación de factores
culturales e históricos.
Cuando un territorio se domina, se suele reconocer el derecho a poseerlo al país que lo mantiene. El
dominio conduce hacia la justificación del derecho de conquista. La colonización se llevó a cabo sobre la base
este derecho y la mayor parte de los estados europeos tienen unas fronteras basadas en una conquista territorial
más o menos lejana en el tiempo. Sin embargo, la Carta de las Naciones Unidas rechaza y condena la conquista
territorial. Parece, que en teoría, las relaciones internacionales van progresando. Es en teoría porque en 1948
Israel se asentó en palestina mediante un acto de fuerza. En suma, el principio de control efectivo sólo funciona
para justificar el derecho de las potencias que son capaces de imponerse a otras.
En cuanto a las reclamaciones históricas, se fundamentan en la duración de la ocupación, y aunque hoy
no tenga sentido, el descubrimiento de un territorio representaría el último caso de precedencia. Así fue como el
antiguo Congo belga pasó a manos del monarca de Bélgica por el ofrecimiento de su descubridor. Para el autor
Burghardt este derecho sólo se concede a los estados dominantes, en tanto que se ignoran los intereses o
derechos de los pueblos autóctonos, como se demostró con la colonización del Nuevo Mundo o de Asia.
Las reclamaciones basadas en factores culturales tiene también una vertiente histórica, puesto que se
fundamenta en una identidad cultural de un pueblo, con unas experiencias históricas comunes. En estos hechos
se basaba Burghardt para definir el término de “ nacionalidad”, que implica una pertenencia territorial: “ la
nacionalidad es un sentimiento entre una parte del pueblo de que un área cualquiera de tamaño mayor que el
provincial le pertenece conjuntamente. Nacionalidad entonces es un sentimiento de lealtad a un particular país,
tanto a su tierra como a su gente” ( Burghardt, 1973). Esta definición recoge las características de las
nacionalidades reconocidas por la Constitución española.
El ideal político para este tipo de reivindicaciones sería la autodetermina-
ción, pero ésta encierra varios problemas. El ideal político que cada vez se afianza más, según Burghardt, es el
de la “ regla de la mayoría”, es decir, que en vez de permitir a una nacionalidad el establecer sus propias
fronteras, no se modifican éstas mientras que se impulsa la nacionalidad a adecuarse a los deseos de la mayoría.
El tercero de los factores que intentan justificar las reclamaciones territoriales es la integridad
territorial, es decir, en la posesión relativa de un territorio; como es el caso de Gibraltar, cuya transferencia
desde el Reino Unido a España se votó en las Naciones Unidas en 1968. La integridad territorial se ha basado a
menudo en argumentos geográficos, considerando por ejemplo que una isla, una península, una cuenca de un río
y hasta un continente configuran entidades territoriales con unidad geográfica.
Los geógrafos se han preocupado de rebatir los argumentos geográficos, por el uso abusivo que han
hecho de ellos y bajo lo que se pretende encubrir intereses que no tienen nada que ver con las estructuras
espaciales.
Las reclamaciones económicas no tienen en principio más base que la ambición del estado demandante.
Así sucede también con las reclamaciones elitistas, asentadas en la creencia de un pueblo sobre su
propia superioridad, caso de los nazis. Evidentemente, las reclamaciones elitistas conducen hacia el
imperialismo.
Finalmente, las reclamaciones por factores ideológicos tienen por base la fe en un determinado
sentimiento, como la guerra santa islámica.
Las reclamaciones territoriales, aunque a veces se limitan a dos estados determinados, no se pueden
separar del contexto geoestratégico, pues por ejemplo Israel no podría mantener sus agresiones y sus
pretensiones si no estuviera apoyado por Estados Unidos.
En el mundo actual, con unas comunicaciones tan rápidas, el control desde lugares lejanos sobre un
territorio y la comunidad que lo habilita resulta relativamente sencillo para aquellos que poseen los medios
adecuados. El control político desde una metrópoli colonial no está, hoy, bien visto, así como el control militar.
Por lo que estas dos formas no se suelen practicar de manera abierta sino de manera indirecta. Ambos
representan una clara manifestación del imperialismo.
Una fórmula cada vez más socorrida viene representada por el control económico ejercido a través de
sociedades transnacionales, de créditos concedidos,…
Las relaciones establecidas obedecen unas veces a motivaciones económicas, otras a factores científico-
técnicos, y casi siempre a causas de índole estratégica. Si el mundo se haya hoy interconectado e
interdependiente desde el punto d vista político, se debe a unos planes, a una geoestrategia.
Los diversos estados se encuentran inmersos en una estrategia mundial trazada por las potencias que
tiene capacidad para diseñarla. Así, los diversos estados se encuentran con un reparto de influencias dentro de los
dos bloques hegemónicos, occidental y oriental, entre los que sólo un número escaso de países logran esbozar
unas estrategias particulares.
Evidentemente, el control económico y el político van unidos y el empecinamiento de las grandes
potencias en mantener bajo su influencia a determinados países, obedece a motivaciones ideológicas y
estratégicas, pero estas se convierten a su vez en motivaciones económicas.
En síntesis, todo territorio en función de sus recursos y posición juega un determinado papel y se
encuentra inmerso en un conflicto de intereses.
DEPENDENCIA, COLONIALISMO, DESCOLONIZACIÓN Y RESURGIMIENTO DEL NACIONALISMO.
El problema mayor al que se enfrentan los países tercermundistas cara a la consecución de su desarrollo
es el de la dependencia del exterior en todos sus sentidos.
Si nos atenemos al mapa político actual, son ya muy pocos los territorios que aún permanecen
sometidos a un poder colonial.
El colonialismo es el vehículo mediante el cual las ideas y las tecnologías europeas fueron extendidas
por el mundo. La colonización se distingue como proceso que implica la repoblación de tierras situadas en
ultramar a partir de una metrópoli europea; esta proceso aporta a una tierra vacía o semivacía una cultura y una
tecnología ajena. Podemos distinguir dos tipos de colonialismo: el colonialismo primario o de incorporación, que
se ocupaba de revalorizar las tierras y de incorporar las poblaciones indígenas, sería el sistema francés, belga y
alemán; y el colonialismo secundario o de repoblación, que apuntaba a adquirir un territorio vacío para poblarlo
con colonos enviados de la metrópoli, sería el sistema de los británicos; además existieron sistemas mixtos.
La presión descolonizadora nace en fechas relativamente cercanas, pues mientras las potencias europeas
dominaban el panorama mundial no renunciaban a la colonización, considerando como una forma válida y
ajustada al derecho internacional hasta finales del siglo XIX. Con la Sociedad de Naciones difícilmente se podía
crear una fuerza descolonizadora. Ésta vendrá a partir de la II Guerra Mundial: la Organización de las Naciones
Unidas (1945) plasmaría en su Carta los principios de la descolonización ulterior. En su artículo I, párrafo 2
señalaba los objetivos a seguir: “…desarrollas entre las naciones relaciones amistosas fundadas sobre el respeto
del principio de igualdad de derechos de los pueblos y de su derecho a disponer de sí mismos…” En el capítulo
XI se especificaba que “la administración de los territorios no autónomos se debe basar en el principio de la
primacía de los intereses de los habitantes y en tratar de desarrollar la capacidad de las poblaciones para
administrarse por sí mismas, teniendo en cuenta sus aspiraciones políticas y ayudándoles a desarrollar las
instituciones necesarias”
Estados Unidos estaba obligada, como potencia nacida de un régimen colonial, a defender la
descolonización. Por otro lado esto le permitía jugar frente a la URSS, que, en caso contrario, aparecería como
abanderada del nacionalismo tercermundista. Además, la concesión de la independencia a las colonias europeas
favorecía sus planes de penetración económica en esos territorios. Así, mantuvieron una actitud anticolonialista
militante al menos hasta la década de 1960. Pero en los ´70 retrocede en sus planteamientos, puesto que temía
que la concesión de independencia a territorios políticamente inestables favoreciera el paso de los mismos a la
órbita soviética; por lo que a menudo adopta la postura abstencionista en las resoluciones de la ONU sobre
descolonización.
Por otro lado, los países occidentales tenían a su cargo colonias, aunque en un principio se mostraron
favorables a la descolonización, se negaban a otorgar la independencia en los casos en que el control político o
económico no quedara asegurado, a pesar de que los demás países occidentales apoyaran la descolonización.
Por lo que respecta a los países iberoamericanos, mantuvieron una actitud ambivalente, que no
concuerda con su espíritu independentista. Únicamente Méjico, Haití y Guatemala adoptaron tesis
anticolonialistas intransigentes. El resto, debido a los lazos que mantenían con los estados europeos, tomaron
posturas más moderadas.
Los países afroasiáticos, tras la II Guerra Mundial, tuvieron encendida constantemente la antorcha de la
descolonización.
Tras éste proceso se observan nítidamente dos etapas, correspondiendo la primera a la descolonización
americana, iniciada por Estados Unidos en 1776, y generalizada en Iberoamérica entre 1810 y 1826, salvo para
un reducido número de pequeños territorios entre los que se incluye Cuba. La segunda fase se centra en el
conjunto afroasiático, cuyo mayor número de países accede a la independencia entre 1945 y 1962, con algunas
excepciones que lo hacen en fechas distintas.
Según observamos en la figura 1 (página siguiente), los primeros en ser descolonizados durante la
segunda fase fueron los asiáticos; la política inglesa en éste continente se basó en conceder la independencia
progresivamente a los distintos territorios y lo mismo hizo en África, en tanto que Francia concentró la
concesión de independencia en el año 1960, que se convirtió así en la gran fiesta descolonizadora del mundo
africano, año en que conocieron la independencia catorce colonias francesas y otras tres de Gran Bretaña-
Bélgica. Quién más se resistió a soltar su imperio colonial fue el estado portugués, pues hasta 1975 no reconoció
la independencia de Angola, Mozambique, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe.
La rapidez de la descolonización y la ola subsiguiente de nacionalismo no eran cosas esperadas. El
nacionalismo de los nuevos estados independientes no tienen ninguna medida en común con el nacionalismo
militante de la Europa del siglo XIX, el cuál se fundaba principalmente en la lengua y en la cultura.
El nacionalismo de los estados afroasiáticos es esencialmente anticolonialista.
El neocolonialismo o imperialismo económico sirve con los mismos fines, en medida según la cual mantiene un
nacionalismo que, sin ello se hundiría.
La ausencia de unidad lingüística y étnica explica por qué la mayor parte de los estados nuevamente
independientes son dictaduras militares. El partido único es la respuesta a la ausencia de un consenso nacional,
ausencia que conduce inevitablemente el tribalismo. El ejército es el único cuerpo social de estos países que
posee el sentido de la integridad territorial, estadio preliminar al nacionalismo. El tribalismo, la independencia
frágil, el subdesarrollo y la división étnica, son otros tantos elementos que gravitan sobre los nuevos estados.
La creciente separación entre los estados ricos y los estados pobres, y el deterioro de los términos de
intercambio, han acentuado entre las antiguas colonias la emergencia de un sentimiento antioccidental.
LAS ORGANIZACIONES SUPRANACIONALES Y SU SIGNIFICADO TERRITORIAL.
A pesar de las tensiones existentes en el panorama internacional, surgen organizaciones de carácter
supranacional para fomentar la cooperación entre estados y contribuir al mayor desarrollo de los pueblos, tales
como la ONU, la CEE, el COMECON,… organizaciones de carácter económico y político, aunque junto a ellas
también existen otras de índole militar. Se está produciendo una tendencia a la integración de los diversos
estados en organizaciones territoriales de mayor alcance.
Bien por motivos ideológicos, estratégicos, políticos, económicos o por otras causas, los estados tienden
a crear lazos de unión entre sí.
La organización de mayor alcance es la ONU, cuyo estatuto entró en vigor en 1945, firmado por 50
países. Actualmente lo componen 153 países, casi todo el mundo, salvo algunas excepciones como Suiza, que
voluntariamente se excluyó para permanecer totalmente neutral o Taiwan, que fue sustituida por la China
Popular en 1971.
Los órganos fundamentales de las Naciones Unidas son la Asamblea General, en la que cada estado
miembro tiene un voto, sea cual sea su extensión o población; el Consejo de Seguridad, a quien compete el
mantenimiento de la paz y seguridad internacional, pero que es incapaz de desarrollar su misión; está compuesto
por 15 miembros, cinco de los cuales son permanentes y con derecho a voto ( URSS, EE.UU, China, Francia y
Gran Bretaña), mientras la Asamblea elige los otros diez por un periodo de dos años; el Consejo Económico y
Social, compuesto por 36 miembros y que se reúnen dos veces al año en Nueva York y en Ginebra; el Consejo
de Administración Fiduciaria; la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, y el Secretariado General,
con sede en Nueva York.
La ONU cuenta con una serie de organizaciones dependientes como la OIT, la FAO, la UNESCO,…
El hecho de que la mayoría de los países pertenezcan a la ONU favorece el establecimiento de
relaciones multilaterales en todos los sentidos y representan un gran paso para la humanidad. Pero, la ONU,
encuentra grandes obstáculos en su funcionamiento desde el momento en que cinco de sus miembros tiene
derecho de veto en el Consejo de Seguridad y desde el momento en que las posturas encontradas de diversos
estados dificultan enormemente la búsqueda de soluciones a problemas planteados.
Dichos enfrentamientos han dado lugar a los grandes bloques militares como la OTAN, el ASEAN,…
No obstante de dichas organizaciones militares han surgido otras de carácter económico, que han favorecido los
intercambios y las relaciones internacionales, por ejemplo: la ALALC, que busca un mercado común para
Iberoamérica, la EAC ( Comunidad del África Oriental), la CEE,…
Las organizaciones internacionales que realmente pueden llevar a cabo una transformación del territorio
estatal son las de naturaleza económica o política que obligan a modificar las estrategias de los agentes
espaciales a variar su ámbito de actuación y el marco legislativo en que operan. En este contexto el GATT, cuya
misión es liberalizar y estabilizar el comercio internacional, debería contribuir a racionalizarlo, procurando llegar
a una especialización regional de la producción, que se repartiera equilibradamente entre los estados para que
existiera un comercio estable.
Debido al desequilibrio existente en el comercio internacional entre países ricos y pobres, los países
tercermundistas deberían potenciar entre ellos mismos las organizaciones económicas que corrijan dicha
situación, emulando e cierto modo el camino seguido por la CEE, cuya fuerza nace no sólo de construir un
mercada común, sino también de representar una organización de carácter público, y con gran incidencia
espacial.
En resumen, las organizaciones supranacionales marcan un camino abierto a la colaboración y a la
integración de los territorios y de los pueblo; una integración necesaria sino se quiere caer en una dependencia
cada vez mayor de las dos potencias hegemónicas mundiales, por una parte, y de las empresas transnacionales,
que no sólo operan en el ámbito económico, sino que interfieren también en procesos políticos, por otra.
NUEVOS SISTEMAS MULTINACIONALES.
Desde hace algunos años asistimos a la aparición de unas relaciones mundiales que no tiene ya al estado
nacional como punto de apoyo tradicional. Lo que se ha identificado como sistemas multinacionales.
Los movimientos ideológicos representan el principal elemento importante de estos nuevos sistemas. En
un pasado reciente, el Kominter ( 1919-1943) y la Kominform ( 1947-1956) se definieron como órganos
multinacionales de propagación y de coordinación del marxismo- leninismo. La Internacional Socialista, que
reúna la totalidad de los partidos socialdemócratas y socialistas no marxistas de Europa, se inscriben dentro de
este tipo de sistema multinacional. La Cuarta Internacional, que engloba la mayor parte de las organizaciones
trotskystas del mundo, aparece como el prototipo perfecto de un órgano multinacional ideológico totalmente
situado fuera del marco de los estados. Existen también una red más compleja y oscura, formada por los
movimientos vinculados con el problema palestino (OLP, Septiembre Negro,..).
En el ámbito religioso no se puede subestimar la función de un sistema multinacional como el Consejo
Ecuménico de las Iglesias o el Vaticano.
La internacionalización del comercio y del capital ha engendrado desde hace algunos decenios la
aparición de multinacionales gigantes que han suprimido a los intermediarios y han concentrado en sus manos
vastas ramas económicas. Sociedades como la United Fruit, ITT, Exxon, General Food,…
La independencia económica de los estados nacionales es puesta en peligro por la existencia de estas
corporaciones gigantes, las cuales elaboran estrategias mundiales prescindiendo de las fronteras. Incluso cuando
las multinacionales aportan una contribución positiva en forma de inversión, de transmisión tecnológica o de
promoción administrativa, se presentan sin embargo como instrumentos desproporcionados que provienen de las
sociedades industriales o postindustriales avanzadas. Es por ello que los conflictos se hacen inevitables entre el
estado nacional y las grandes corporaciones industriales. Sin embargo, bien utilizadas, las multinacionales
pueden servir como instrumento de descentralización industrial al servicio del estado.
El movimiento sindicalista internacional representa otro sistema multinacional situado por encima de
los gobiernos y transcendiendo las funciones políticas. El sindicalismo internacional es como un contrapeso a las
corporaciones industriales gigantes. La Federación Internacional de Sindicatos fue creada en 1913, mientras que
la Federación Internacional de Sindicatos cristianos, convertida en 1968 en Confederación Mundial del
Trabajo, nació en 1920. El segundo organismo sindical mundial está representado por la Confederación
Internacional de Sindicatos Libres, entre los cuales figuran la Trade Union Congress británica, la DG alemana,
… Por último fue creada la Confederación Europea de Sindicatos.
El reciente desarrollo de un sentimiento de identidad diferenciada entre los estados ricos y los estados
pobres ha inducido a la formación de un sistema multinacional de tipo funcional, del cual la OPEP es el mayor
prototipo.
Finalmente, el sistema internacional contemporáneo muestra una fluidez y una dinámica más importante
que las anteriores a 1939. A la separación tradicional democracia- totalitarismo se superponen actualmente otros
esquemas, entre los cuales la oposición Norte- Sur entre estados ricos y pobres es la expresión más visible.
Tanto en los esquemas mundiales como en los esquemas regionales, los cambios político territoriales se resumen
de este modo: emergencia de macroregiones ideológicas, desarrollo de entidades supranacionales, mutación y
decadencia rápida de las zonas intermedias, del nacionalismo y del tribalismo en el interior de los estados,
desarrollo oriental del núcleo soviético, ascenso de China como potencia mundial, y creciente significado del
pacífico.
EL ESTADO Y LA NACIÓN DE HOY EN DÍA
Se suele considerar que la reorganización del mapa político después de la I Guerra Mundial marca el
apogeo de la política nacionalista, porque representa la culminación de los movimientos nacionalistas europeos
del siglo XIX. Pero esa interpretación habitual no es tan precisa desde la perspectiva de finales del siglo XX.
Ahora podemos ver los frutos de los movimientos nacionalistas extraeuropeos, que han dado origen a muchos
más Estados desde 1945 que los que se crearon después de la I Guerra Mundial. Este proceso fue maquinado por
los movimientos de liberación nacional de todo el mundo. Además, con el derrumbamiento de las federaciones
soviética y yugoslava, se están creando más Estados en la misma Europa. En consecuencia, la gran mayoría de
los Estados que aparecen en el mapa político mundial de hoy han sido creados a partir de 1945.
El desafío que supone el nacionalismo para los Estados existentes procede de otro cambio importante en
la naturaleza de este tipo de política, que ocurrió a finales del siglo XIX. Hobsbawm lo llama el abandono del
“principio del umbral de nacionalidad”. En la Conferencia de paz de París de 1919 se construyó una Europa de
veintisiete estados- nación; en la actualidad el número es incluso mayor, pero las implicaciones de abrir la
posibilidad de tener un Estado a todos los grupos étnicos que pueden reclamar que son naciones tiene
repercusiones globales para la estabilidad del mapa político mundial.
Nielsson(1985) ha investigado la cuestión de la relación entre los Estados contemporáneos y los grupos
étnicos. Aporta datos de 164 Estados y 598 grupos étnicos de todo el mundo. El hecho de que haya tres veces
más grupos étnicos que Estados augura que no es nada fácil encontrar un mundo ideal de Estados- nación.
Según Mikesell (1983) Islandia es el único ejemplo auténtico de Estado- nación, en el sentido de que a
un pueblo le corresponde un Estado. Todos los Estados restantes tienen una población con algún grado de
mezcla, por lo que sus credenciales de Estado- nación son dudosas. No obstante, el hecho de que no haya
“pureza cultural” no ha impedido que la mayoría de las naciones del mundo reivindiquen su calidad de “Estado-
nación”. Nielsson (1985) define los Estados- nación como los Estados en los que el sesenta por ciento de la
población pertenece a un grupo étnico. Pueden dividirse en dos grupos principales: 1) están aquellos en los que
el grupo étnico está disperso en diversos Estados; la nación árabe es el mejor ejemplo de esta clase, al
predominar en diecisiete Estados- nación que se denominan Estados- nación parciales. Hay un total de cincuenta
y dos casos de este tipo, de los que Egipto y Siria son ejemplos clásicos, junto con las naciones divididas como
las dos Coreas y las que todavía eran dos Alemanias en los datos de Nielsson. 2) Están los estados- nación únicos
en los que un grupo étnico predomina solamente en un estado. En muy pocos casos un grupo étnico constituye el
noventa por ciento de la población de un Estado, son los Estados de este tipo los que están más cerca del Estado-
nación ideal: en total existen veintitrés casos, siendo Islandia, Japón y Somalia los ejemplos clásicos. Lo más
normal es que el predominio de un grupo étnico en un Estado no alcance el nivel de la categoría ideal de Estado-
nación único.
Nielsson distingue cincuenta y siete Estados que son naciones, en los que no hay un único grupo étnico
que suponga el sesenta por ciento de la población del Estado. Estos Estados se pueden dividir en tres tipos: (1) El
tipo intermedio de Estado- no- nación se produce allí donde hay un único grupo étnico que predomina pero sólo
constituye la mitad de la población. Hay diecisiete Estados de este tipo como la antigua URSS, Filipinas y
Sudán. (2) Los Estados binacionales cuando hay dos grupos étnicos cuyos respectivos porcentajes sumados
suponen más del sesenta y cinco por ciento de la población. Hay veintiún casos, de los que Bélgica, Perú y Fiji
son los ejemplos más clásicos.
(3) Por último, hay diecinueve casos que llama Estados plurinacionales que están muy fragmentados
étnicamente, por lo que no pertenecen a ninguno de los grupos anteriores. La India, Malasia y Nigeria son los
ejemplos más clásicos.
El resurgimiento de los nacionalismos de minorías que se ha producido en diversos Estados de Europa
occidental desde la década de los sesenta en adelante constituyó una sorpresa para muchos politólogos. Sus
modelos desarrollistas predecían que habría un declive gradual de las lealtades basadas en el territorio a medida
que las comunicaciones del Estado fueran convirtiendo a toda la población en una comunidad única. Este
proceso iría acompañado de la aparición de modernas divisiones de carácter funcional en la sociedad, como la
sustitución de las divisiones étnicas centro- periferia tradicionales por las divisiones modernas de clase. De
cualquier forma, aquello era Europa, el continente cuyas fronteras habían sufrido varias alteraciones tras dos
guerras mundiales para crear nuevos Estados- nación. Sin embargo, los nacionalismos autonomistas y
separatistas no solo han sobrevivido sino que han crecido. En la década de los ochenta el resurgimiento de las
minorías nacionales se extendió a Europa oriental, principalmente a la URSS, un Estado que parecía que había
resuelto hacía tiempo su diversidad étnica. Con el derrumbamiento del comunismo en Europa oriental se han
liberado las fuerzas para crear nuevos Estados. Es evidente que durante la década de los noventa en Europa ha
tenido lugar una oleada política nacionalista.
Otra característica sorprendente del nuevo nacionalismo es que los Estados más antiguos de Europa-
España, Gran Bretaña y Francia- no son inmunes. La forma más amenazadora de política es la violencia en
contra del Estado y de sus agentes, práctica política que predomina en la lucha de los vascos en España, el
conflicto del Ulster en Reino Unido y el movimiento separatista de Córcega en Francia. Diversas formas de
resistencia no violenta predominan en la política nacionalista de Cataluña en España, de Gales en Reino Unido y
de Bretaña en Francia. Por último, la oposición política partidaria es la principal estrategia de los nacionalistas de
Galicia en España, de Escocia en Gran Bretaña y de Alsacia en Francia. El nuevo nacionalismo es
indudablemente un fenómeno complejo, que se expresa de distintas formas en distintos lugares, pero todas
participan del carácter de desafío que suponen para el Estado- nación contemporáneo.
Esos grupos nacionalistas lo único que piden es la autodeterminación nacional, principio utilizado tras
la I Guerra mundial. En cuanto a que si puede darse un cambio de fronteras, la respuesta es que en Europa
occidental no habrá cambios o serán muy pocos. No hay muestras de que se vaya a producir una desintegración
parecida a la de la URSS. El nuevo reto nacionalista producirá un reacomodo de la organización territorial de los
Estados implicados, mediante procedimientos políticos como la concesión de una autonomía limitada o la
elaboración de acuerdos federales más formales. En Europa oriental se ha producido la desintegración de
algunos Estados y el mapa político ha vuelto a trazarse. En una situación política tan poco estable, con
economías que no funcionan, el resultado final es realmente incierto.