George Ivanovitch Gurdjieff - El Cerebro y El Tiempo

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El Cerebro y el Tiempo. Interesante y complejo tema ha motivado tu interés por una de tantas preguntas poco usuales que propones y ésta que se caracteriza por un trasfondo mucho muy complejo. Comentar sobre esto, implica, además de un reto para la experiencia, una demanda enorme para decir algo al respecto, lo que implica, para poderse comunicar, haber estudiado lo que la ciencia sabe al respecto de los dos temas. Esta vez empiezo por expresar parte de lo que manifesté en nuestra conversación inicial en este tema, junto con lo que ya he expresado en ocasiones diferentes cuyo tema coincide con éste: El conocimiento científico sabe poco respecto a estos dos temas. Al tiempo se le considera como una dimensión adicional a las tres que reflejan o perciben nuestros sentidos (a través de nuestro cerebro) y tiene la propiedad de ser inaprensible para él, en lo que constituye su escencia. Así que empezamos a confrontar un alto nivel de incertidumbre desde el principio. Pero vayamos por “las piedritas” antes de hacer elaboraciones intelectuales. Para empezar, debo decir que este escrito que ofrecí tras nuestra última charla quedó en suspenso debido a que, por las demandas del trabajo “no tuve tiempo” de escribir, bueno, tiempo para pensar ordenádamente al respecto. En la medida en que tengo que “responder” a las demandas de la vida profesional, es decir que mi cerebro prioriza esa respuesta, el tiempo necesario para comunicarme dejó de existir. Eso es una prueba experiencial de que tiempo y cerebro están inextricablemente unidos... necesito tiempo para pensar, para escribir, para trabajar, elaborar mi reporte para impuestos, etc. O sea que, por instancias de mi cerebro, en cada cosa que quiero o tengo que hacer, mi cerebro determina, por prioridades qué es lo que debo hacer, para “aprovechar” el tiempo o para distribuirlo adecuadamente. 1

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El Cerebro y el Tiempo.

Interesante y complejo tema ha motivado tu interés por una de tantas preguntas poco usuales que propones y ésta que se caracteriza por un trasfondo mucho muy complejo.

Comentar sobre esto, implica, además de un reto para la experiencia, una demanda enorme para decir algo al respecto, lo que implica, para poderse comunicar, haber estudiado lo que la ciencia sabe al respecto de los dos temas.

Esta vez empiezo por expresar parte de lo que manifesté en nuestra conversación inicial en este tema, junto con lo que ya he expresado en ocasiones diferentes cuyo tema coincide con éste:

El conocimiento científico sabe poco respecto a estos dos temas. Al tiempo se le considera como una dimensión adicional a las tres que reflejan o perciben nuestros sentidos (a través de nuestro cerebro) y tiene la propiedad de ser inaprensible para él, en lo que constituye su escencia. Así que empezamos a confrontar un alto nivel de incertidumbre desde el principio.

Pero vayamos por “las piedritas” antes de hacer elaboraciones intelectuales.

Para empezar, debo decir que este escrito que ofrecí tras nuestra última charla quedó en suspenso debido a que, por las demandas del trabajo “no tuve tiempo” de escribir, bueno, tiempo para pensar ordenádamente al respecto.

En la medida en que tengo que “responder” a las demandas de la vida profesional, es decir que mi cerebro prioriza esa respuesta, el tiempo necesario para comunicarme dejó de existir.

Eso es una prueba experiencial de que tiempo y cerebro están inextricablemente unidos... necesito tiempo para pensar, para escribir, para trabajar, elaborar mi reporte para impuestos, etc. O sea que, por instancias de mi cerebro, en cada cosa que quiero o tengo que hacer, mi cerebro determina, por prioridades qué es lo que debo hacer, para “aprovechar” el tiempo o para distribuirlo adecuadamente.

Esto es obvio y superficial, pero no por ello debe rechazarse al pensar sobre este tema... después de todo, nuestra experiencia básica es esa y es idéntica para todos.

Tu inquietud, según dijiste es: “¿como hace el cerebro para ubicar una experiencia en el tiempo?” A lo que, sin responder, te planteo la pregunta: ¿que sabemos acerca del significado de esas dos palabras, en lo que la ciencia y la historia de la experiencia humana han opinado?

Ya adelanté que la ciencia actual tiene mucho que especular, pero poco que aclarar al respecto, por lo menos por lo que se refiere al concepto de tiempo, así que, para empezar, analicemos esa propiedad del cerebro de ubicar los hechos dentro de un patrón temporal, esa capacidad humana que emulamos en las computadoras poniendo el registro de tiempo en que ocurre una transacción.

Solo que al comparar el cerebro y la computadora en ese proceso de etiquetar temporalmente un evento, podemos observar facilmente que dicha comparación no es

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evidente. Un registro computarizado es siempre preciso (dependiendo de la precisión de su reloj y de la habilidad del programador), nunca se modifica “al paso del tiempo” y en cambio el registro del cerebro es mas o menos aproximado y puede confundirse al paso “del tiempo”. Puedo afirmar categóricamente que el tiempo de una computadora siempre será más preciso que el de la mente mas brillante de cualquier ser humano, lo cual nos lleva a la pregunta más difícil... ¿Qué es el tiempo?

Adelanto una interpretación, no mía, sino subyacente a todas las tradiciones antiguas: “El tiempo es un invento del cerebro” (o de la mente, en épocas en las que no se pensaba, como Descartes, que el cerebro fuera el asiento de la mente... del Yo, de la conciencia).

Como siempre, haciendo caso omiso de la interpretación teórica de las palabras, te invito a pensar en un hecho simple: ante un mismo evento, varios testigos pueden expresar lo que vieron sin ponerse de acuerdo en sus interpretaciones. Un día se tiene una discusión con alquien y a los meses, al recordar el hecho, cada quien recuerda cosas diferentes... ambos recuerdan el tema, pero ninguno coincide en la interpretación de lo que se dijo. Incluso uno puede recordar que esa conversación se dio en cierto día y el otro recuerda que fue en otro... ¿no te ha pasado?

Pues aquí parece evidenciarse que la percepción del tiempo está sujeta no solo al hecho “temporal” sino más todavía al “como” se experimentó la vivencia; es decir, el contenido emocional de la experiencia tamiza no solo todas la variables de la interacción sino además el cómo y el cuando ocurrieron las cosas.

También es un hecho simple de observación el hecho de que cuando estamos concentrados, muy divertidos o muy involucrados, 3 horas nos parecen un minuto, o, cuando esperamos, estamos aburridos o molestos, un minuto nos parece una hora. Si combinas las dos ideas, veras que nuestros procesos de “sincronización” de hechos no es muy confiable y tal vez, la conciencia de estos hechos fueron el origen de la hipótesis de la antigüedad de que el tiempo no existe... el tiempo es una invención de nuestra mente.

Aquí vale mencionar lo que dice Fritjov Kapra en su libro “El Tao de la Física” con respecto a la increíble similitud entre conceptos vertidos desde los Vedas o en los aforismos de Patanjali (a los que me he referido yo), al Principio de Incertidumbre de Heisenberg o las nociones expresadas en “La Historia del Tiempo” de Stephen Hawking.

Por el lado del conocimiento científico acerca del cerebro hay una bibliografía impresionante desde mediados del siglo XX que se sigue reproduciendo en la actualidad, pero no te cansaré con citas interminables. Solo diré que, a la fecha, los conceptos de atención y conciencia son tan obscuros en la actualidad, en ese lenguaje, como vívidos y claros pueden resultar en el pensamiento de la antigüedad, cuando la gente no tenía tantas presiones sociales y de trabajo como ahora y por ello “tenían tiempo” para reflexionar.(ademas no existía el radio y menos la TV ),

A pesar de lo dicho, debo expresarte mi reconocimiento para tener el tiempo de plantearte preguntas de ese calibre... eso indica que tu mente no está tan atada a las demandas sociales como ocurre con el mayor pocentaje de bípedos que deambulan en carros del año en este “malhado planeta”, como diría Gurdjiéff.

El hecho es que una inquietud como esa es atribución de un Homo sapiens... los Homo faber, albondigus, etc, solo usan el cerebro para estresarse o para convertirlo en almacén de grasas polisaturadas... y uno que otro alcaloide no endógeno.

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Y tu pregunta vale... el problema es que implica un esfuerzo enorme por deshacerse de “respuestas” que son una mezcla de verdades convencionales, expresiones neurofisiológicas semi digeridas y otras “verdades” que circulan en novelas y/o películas de ciencia ficción.

Si bien coincido en un aspecto con la expresión ancestral de que el tiempo es una “invención” del cerebro, también afirmo que su existencia, tal como se manifiesta a mis sentidos y a la comprensión que se deriva de ellos, es irrefutable... lo que me lleva a razonar brevemente sobre otro detalle de nuestro cerebro que no he mencionado: En esta época en que podemos recibir muchísima información vía Internet, estoy seguro de que has recibido emails en donde te ponen a ver una figura que a los segundos cobra movimiento, o te ponen una cuadrícula en la que ves alternativamente puntos verdes o rojos, etc. etc. Eso está en libros escritos en el siglo XIX que ya nadie lee. Porqué menciono esto? – Porque el cerebro puede equivocarse en lo que ve... de hecho los colores que vemos solo existen en nuestro cerebro... del rojo al violeta, el “espectro visible” de la física, solo hay vibraciones de ciertas frecuencias que nuestro cerebro, en combinación con nuestro sentido de la vista interpreta como lo que llamamos colores. Hay seres vivos que ven radiaciones de longitudes mas largas o mas cortas... eso vale para la vista, el olfato, el tacto, el oído y todo... todo lo que usa nuestro cerebro para interpretar lo que “está afuera”... la realidad que percibimos...

Aun así, y recordando lo que nos dice la biología de Darwin para acá, hay funciones omanifestaciones de nuestro cerebro que no pueden explicarse en base a la idea científica de la adaptación al medio, de los mecanismos que garantizan la supervivencia. ¿Cómo explicar el Gloria de Vivaldi, la Pasion Según San Mateo de Bach, la 9ª Sinfonía de Beethoven (y el poema de Schiller que le sirve de letra al último movimiento?). ¿Que función existencial de supervivencia cumplen las ideas de Platón, de Buda, de Jesús?

Por siglos se ha discutido si la mente es un “producto” de la actividad del cerebro o si éste sólo es el “vehículo” por el que se manifiesta “el alma”, el “Yo”, el “Atmán” o como le quieras llamar... y ese tema sigue tan vigente ahora como lo ha estado por siglos. Para no alargar este escrito solo te recomiendo un libro que trata parcialmente este tema (por brevedad) y que habla con citas de grandes figuras de la sicología y la neurofisiolgía en uno de sus capítulos: “ El Cerebro y la Mente... Una realidad y un enigma” de Gordon Rattray Taylor.

Desde luego sería bueno ver lo que hay en el site del Scientific American al respecto... y hay muchísimo.

Bien... ampliemos un poco más lo que se dice sobre el cerebro:

Por años se ha dicho que usamos el 10% de la capacidad de este órgano y yo agregaría que de ese 10%, que representa el máximo uso que hacemos de él, sólo un 1% o 2% se usa realmente para establecer algún tipo de conexión neuronal que tenga algo de novedoso. Es obvio que para lo que hacemos cotidianamente, el 10% de nuestra capacidad máxima de uso del cerebro es una cantidad exagerada de recursos. Para ir al mercado. Contratar un servicio. Ejercitar el dedo pulgar cambiando canales de la TV, hablar sobre el partido de futbol, el pleito de un boxeador, regañar a nuestos hijos, etc. etc. no requerimos una extensión de las permutaciones posibles del potencial de nuestro sistema nervioso. En cambio el tratar de develar el misterio de la escencia del tiempo tal vez requiera llegar a límites que solo han usado un Einstein, un

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Hawkings, un Kapra, en la ciencia, o un Castaneda o Krishmanurti (los mas recientes representantes de la interpretación que se ha hecho desde la antigüedad sobre “mente y tiempo”

Creo que el potencial de nuestro cerebro ha sido demostrado al paso de los siglos, solo que la mayoría nos quedamos en juicios o críticas superficiales respecto a lo que expresaron las grandes mentes de la historia, por lo difícil que es saber de que diablos estan hablando o porque nos quedamos a nivel verbal usando el sentido de las palabras en la forma habitual (que está dentro del 0.5% de nuestra capacidad cerebral, porque además reaccionamos por hábito (otro tema que podemos tratar en otra ocasión).

Y eso me obliga a mencionar algunas reflexiones que hecho a través de los años:

A lo largo de mi vida me he interesado en temas como la parapsicología, los viajes astrales, y me he preguntado de que habla Meister Eckhart y otros místicios cristianos, al igual que Rumi fundador de los Mevlevi, conocido nada más por sus danzas (los derviches giratorios), Hombres como ellos hablan de percepciones que implican un uso mayor (o diferente) del potencial del cerebro. Lo cual parece evidenciar que, en efecto, nuestro cerebro puede servir para cosas muy fuera de nuestra “realidad” cotidiana.

Concretando. Al decir que el cerebro es un órgano, resultado de la evolución, con grandes limitaciones de percepción y que parece servir solo al institnto de supervivencia, he adelantado que, a mi juicio, es muchisísimo mas de lo que nos parece... por sus “posibilidades”... posibilidades que no solo no usamos sino que ni siquiera nos importan, ante la demanda de la vida diaria, demanda que nos acaba “el tiempo disponible”.

Y, respecto al tiempo, solo haré una síntesis de ideas que pueden ayudar a entrever un “camino” de interpretación hacia la confrontación de lo que puede ser su “escencia”, es decir, no lo que apreciamos fenomenológicamente al paso de nuestra “ocupada” vida.

La idea central para la física arranca del concepto de dimensiones y el tiempo lo llaman la 4ª.D. Por otro lado, los físicos modernos que buscan sustentación a la “teoría de las cuerdas”, en busca de la fórmula unificada que persiguió Einstein toda su vida para integrar la gravedad al resto del panorama matemático ya aceptado y demostrado de la física, está jugando ahora con la existencia de una 5ª o hasta más dimensiones.

Todo eso me llevó a sugerirte que leyeras el libro “Tertium Organum” de Ouspensky (y, en su caso el libro “en Busca de lo milagroso” de este mismo autor), en donde podrás encontrar un compendio del pensamiento de todos los siglos respecto a lo que SON las dimensiones, en ese caso descritos por su maestro.

Evidentemente, vivimos en un espacio tridimensional, en donde todo tiene un largo, un ancho y una altura... esto es tan evidente que yo creo que jamás retamos al 90% del cerebro a tratar de entender QUE HAY detrás de esa realidad. Me explico: Un paramecio o una amiba son tan pequeños con respecto a nuestro tamaño que podría servir de ejemplo (solo por aproximación) de un ser unidimensional (tal vez un virus sería aun mejor). Obviamente para nosotros tienen largo, ancho y altura, pero porque los estamos viendo desde nuestro nivel de realidad... pero, en su caso, ¿que es lo que ellos pércibirían como “realidad”?

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En ese contexto un tejido, constituído por miles de células constituiría un ser bidimensional, haciendo una abstracción, pero el mejor ejemplo sería Charlie Brown o el Pato Donald que puede desplasarce a izquierda o derecha en su mundo de papel, pero que no pueden “salirse” a nuestra dimensión (no puede caminar al frente o hacia atrás, porque eso corresponde a la 3ª D)... cuando caminan para adelante y para atras, en su juicio, nosotros sabemos que solo se mueven a la derecha o la izquierda....

Y¿ como verían la “realidad”?.. Tal vez cuando pongo mi cheve o una taza de café encima del papel en el que viven, percibirían “una sombra”. O detectarían un cambio en la entropía de su mundo (“de pronto sentí frío y luego calor””)... y podemos imaginar que ese fenómeno invisible a su conciencia y variable en (nuestro) tiempo, lo podrían ver igual que nosotros percibimos lo que ocurre en la 4ª dimensión. Es decir, en términos euclidianos, que son el susteno de las dimensiones, la conciencia de los seres uni, bidimensionales percibirían, tal vez, nuestra 3ª dimensión, como el paso del tiempo.

Y, para rematar. Porque esto ya está muy complejo y ya un poco largo, te invito a explorar una palabra que a veces se usa hasta en el lenguaje, común: La palabra Eternidad... solo usada en el lenguaje religioso, en algunos libros de ciencia ficción, pero que nadie toma en serio... si no sabemos (y a la mayoría no le importa) qué es el tiempo, ¿cómo saber que es la eternidad? Lo que, a nivel sicológico sería el conjunto de todos los fenómenos temporales, del presente el pasado y el futuro... el substrato en el que ocurren lo que Hawkings llama “singularidad”

Bueno... “aun hay más...” pero prefiero que revisemos los acuerdos y desacuerdos hasta ahora... lo que implica tratar de usar más de ese 10% que rara vez usamos en nuestra vida cotidiana y que resulta absolutamente insuficiente para enfrentar semejantes temas.

Ültima aclaración: (y muy importante)... al hablar de usar más el potencial del cerebro no implico que yo lo haga... lo único que implico es lo que siempre estoy afirmando... “vale más una pregunta que mil respuestas” y tal vez, en este contexto tenga más sentido el propósito que me hace usarla... si quiero usar más la capacidad de mi cerebro y mi mente tengo que enfrentarme con lo desconocido... y con preguntas, porque en algunos de estos temas hay hipótesis y solo quienes opinan a través del periódico local tienen alguna explicación que dar.

De hecho, en otro contexto, vivir en un estado de pregunta (Wu en chino y Zen en japonés) es, al parecer, la única forma de llegar a una ampliación de nuestra capacidad de comprender... aunque el Zen es solo uno de tantos caminos, no le estoy haciendo propaganda... a su modo todos los científicos y pensadores de la historia lo han hecho.

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