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Cultura y globalización, diversidad y homogeneización PID_00159516 Tulio Hernández

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Cultura yglobalización,diversidad yhomogeneizaciónPID_00159516

Tulio Hernández

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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 7

1. Internacionalización, globalización y mundialización........... 9

2. De las culturas nacionales a la cultural popular

mundializada...................................................................................... 14

3. La dimensión cultural de la globalización: debates

ilustrativos........................................................................................... 21

4. ¿La globalización homogeneiza la cultura? ¿Sí o no?.............. 25

5. La diversidad mundializada: de las identidades únicas a

las identidades múltiples y compartidas..................................... 28

6. A manera de conclusión: la reivindicación de la

diversidad en medio de la mundialización................................. 30

Bibliografía................................................................................................. 31

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Introducción

Además de ser un fenómeno de orden fundamentalmente económico, asocia-

do a una fase definitivamente nueva del proceso de expansión del capitalismo

por todo el mundo, la globalización es también un proceso de naturaleza cul-

tural que ha traído consigo transformaciones profundas en las maneras cómo

individuos y colectivos, etnias y pueblos, países y naciones, construyen sus

identidades, consumen imágenes y símbolos y se forjan sus propios imagina-

rios.

Sin embargo, a pesar de que en el campo del pensamiento social existe una

notoria preocupación por los cambios globales que están ocurriendo en las

maneras cómo se producen los procesos culturales, y de que ese interés ya ha

generado una vasta literatura, el estudio de la globalización desde la cultura

no ha sido tan intenso y prolífico como el realizado desde otras perspectivas,

como la de la economía, el comercio y el consumo y sus efectos sobre el medio

ambiente natural.

Hasta el presente, el debate sobre las relaciones entre cultura y globalización

ha estado marcado por dos posiciones extremas. De una parte, la de quienes

sostienen que el principal efecto del proceso de globalización sería la constitu-

ción de una cultura global, única, homogénea y estandarizada que impondría

a la larga el modo de vida norteamericano y, de esa manera, pondría fin –o

por lo menos amenazaría– a la diversidad cultural del planeta, en el que ya no

tendrían cabida –o sólo la tendrían en condiciones secundarias o de resisten-

cia– las manifestaciones de las culturas locales y nacionales.

De otra parte, la de quienes, a contracorriente, piensan que la globalización

es la gran oportunidad para eliminar las barreras que separan unas culturas de

otras, superar los localismos, eliminar los prejuicios, liberar las culturas loca-

les, nacionales, étnicas y regionales de sus ataduras territoriales y apuntar a la

creación de una nueva cultura universal –"poner a todos en todas partes" es la

promesa– basada en el intercambio libre entre matrices y productos culturales

que se enriquecerían unas a otras como correlato del libre flujo económico y

la eliminación de barreras comerciales entre las naciones.

Entre una y otra postura han ido surgiendo puntos de vista diversos y me-

nos polarizados empeñados en demostrar que la dinámica del proceso no es

tan unidireccional, irreversible, ni esquemática. En las páginas que siguen, se

ofrecen elementos de análisis que muestran distintas perspectivas y diversos

instrumentos conceptuales con el propósito de ayudar a afrontar los espejis-

mos de los prejuicios y las preconcepciones. En ese sentido, se propone como

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operación previa a cualquier análisis revisar con la mayor claridad posible tres

nociones, conceptos o categorías que designan procesos diferentes, pero inter-

relacionados, que, por tanto, tienden a confundirse. Nos referimos a:

• la internacionalización,

• la globalización,

• la mundialización.

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Objetivos

1. Entender el marco actual de la cultura en la sociedad contemporánea: entre

la tradición y la globalización.

2. Situar la cultura en el marco de la sociedad de la información: cambios

sociales y cambios culturales.

3. Comprender los conceptos de diversidad cultural e interculturalidad y los

nuevos escenarios para las culturas en un mundo globalizado.

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1. Internacionalización, globalización ymundialización

La internacionalización, un fenómeno con siglos de historia, podemos enten-

derla como el aumento de la extensión geográfica de las actividades económi-

cas más allá de las fronteras nacionales, que comienza en los siglos XV y XVI con

la expansión de Europa hacia África, Asia y América en un momento de pleno

surgimiento y expansión del capitalismo y se expresa en el crecimiento expo-

nencial de los intercambios económicos, políticos y culturales entre naciones.

En cambio, la globalización, un fenómeno mucho más reciente, ocurrido en

las dos últimas décadas del siglo XX, corresponde a una forma más avanzada y

compleja de la internacionalización, en la que la producción, la distribución

y el consumo de bienes y servicios están organizados a partir de una estrategia

mundial dirigida a un mercado que se ha hecho también mundial.

Si la internacionalización se caracterizaba por la existencia de actividades eco-

nómicas dispersas con muchos centros, la globalización se ha hecho posible

gracias a la integración funcional entre actividades económicas anteriormente

dispersas y el desarrollo expansivo de las tecnologías de la información con

base digital que han facilitado la realización de comunicaciones instantáneas

mediante las cuales las sociedades mundiales pueden funcionar como un todo

coordinado.

El concepto de economía-mundo

Para entender mejor la idea de economía dispersa con muchos centros, es prudente re-cordar el concepto de economía-mundo introducido por Braduel (1984). Según su defi-nición, una economía-mundo evoluciona en el interior de un círculo de intercambiosque abarca un área geográfica determinada. De la misma manera que las religiones teníansus centros, las economías-mundo –China, países árabes, Japón, Occidente– giraban entorno a sus núcleos particulares. Entraban en contacto, por supuesto, pero giraban enórbitas diferentes.

En la internacionalización, como su nombre indica, las relaciones son interna-

cionales, esto es, entre naciones. En la globalización, las partes, antes las nacio-

nes, se funden ahora en una economía central –el mercado mundial– que ya

no se detiene ante las fronteras nacionales, las soberanías territoriales, ni los

actores locales.

Ambos procesos han tenido, de distintas maneras, claras repercusiones en la

vida política de las naciones –especialmente en sus relaciones internaciona-

les, así como también en la definición y redefinición de los límites de los es-

tados-nación– y, por supuesto, en el devenir cultural de los individuos y los

grupos que las conforman.

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El concepto de Estado-nación

El Estado-nación implica la existencia de un poder político único que se sobrepone a lasociedad, impone un orden unificado sobre la diversidad de sociedades que componen lanación a través de ejercicios de homogeneización cultural que apuntan a hacer coincidirel Estado con la nación para enunciar y proteger su soberanía y diferenciarse de los demásestados-nación.

Allí es donde entra la noción de mundialización. Siguiendo a R. Ortiz1, enten-

deremos por mundialización un proceso de naturaleza eminentemente cultural

que se produce como resultante de la intensificación de los contactos entre

naciones, etnias y civilizaciones diferentes, entre sus mercancías, lenguas y

productos específicamente culturales, haciendo, para decirlo con la lúcida y

mil veces citada frase de O. Ianni2:

"... que el globo deje de ser una figura astronómica para adquirir plenamente significaciónhistórica."

Desde esta perspectiva conceptual se establece una diferencia entre los térmi-

nos "global" y "mundial". El primero se reserva para los procesos económicos

y tecnológicos. El segundo, para el dominio específicamente cultural.

Cuando se habla de una economía global se hace referencia a una estructura

única subyacente a toda las economías, cualesquiera que sean. Mientras que

cuando se alude a una cultura mundializada se habla de una transformación de

las modalidades de existencia de las culturas nacionales y locales producto de

su contacto con otras diferentes y no de una cultura "externa", una especie de

"superestructura" global que existiría a la manera de una cultura supranacional

que emergería por encima de las culturas diversas.

La tesis central de esta aproximación es que la cultura mundializada –sin sub-

estimar ni desconocer los efectos de lo que alguna vez se conoció como impe-

rialismo cultural y de los procesos de transculturación y aculturación– no sig-

nifica el aniquilamiento de las otras matrices culturales sino, por el contrario,

que la primera convive y se nutre de las segundas.

(1)R. Ortiz (2004). Mundialización yCultura. Bogotá: Convenio AndrésBello.

(2)Importante pensador latinoame-ricano que ha centrado gran par-te de sus reflexiones en el temade la globalización. Fue miembrode los primeros grupos de sociólo-gos brasileños formados bajo la in-fluencia de Florestan Fernandes enla Universidad de Sao Paulo. Falle-ció en Brasil el 4 de abril del 2004a los 77 años.

Globalización, ciencia, tecnología y desarrollo informacional

• Informacionalismo es productividad, competitividad, eficiencia,

comunicación y poder a partir de la capacidad tecnológica de pro-

cesar información y generar conocimiento.

• La globalización es un fenómeno nuevo. Sólo en las dos últimas dé-

cadas del siglo XX se convirtió en un sistema tecnológico de sistemas

de información, telecomunicaciones y transporte que ha articulado

todo el planeta en una red de flujos en los que confluyen las funcio-

nes y unidades estratégicamente dominantes en todos los ámbitos

de la actividad humana.

Referencia bibliográfica

M.�Castells. "Informe Nacio-nal de Desarrollo Humano.Bolivia 2004: Bolivia en laeconomía y la sociedad de lainformación". PNUD.

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• Globalización no es sinónimo de internacionalismo. Es el resultado

de la capacidad para funcionar como unidad en tiempo real a escala

planetaria.

• La globalización de la economía implica también el comercio inter-

nacional como factor del crecimiento económico, el aumento con-

siderable de la inversión extranjera directa, la globalización de una

parte esencial de la producción de bienes y servicios en torno a em-

presas multinacionales y a sus redes auxiliares, la interpenetración

internacional de mercados de bienes y servicios, la formación de un

mercado global de trabajadores de alta calidad (desde los ingenieros

de software hasta los futbolistas) y la importancia de las migraciones

internacionales de mano de obra desplazada por las crisis económi-

cas hacia zonas con mayores oportunidades de empleo y progreso.

• Junto a la globalización económica, asistimos a la de la ciencia, la

tecnología y la información; a la de la comunicación, tanto en los

medios de comunicación masiva y multimedia como en las nuevas

formas a través de Internet; a la del crimen organizado, que tiende

a penetrar las instituciones de gobierno en numerosos países, con

efectos considerables sobre la soberanía y la legitimidad política.

• Las fuentes de productividad y competitividad de la nueva econo-

mía global dependen de la capacidad de generación de conocimien-

to y procesamiento de la información. Ésta, a su vez, depende de

la capacidad cultural y tecnológica de las personas, empresas y te-

rritorios.

• En este nuevo modelo de desarrollo informacional, la sociedad y

las instituciones juegan un papel decisivo. Ello es así porque la pro-

ductividad y la competitividad dependen de la calidad de los recur-

sos humanos y de la capacidad estratégica de instituciones y empre-

sas para articular dichos recursos en torno a proyectos de inversión

viables y sustentables. Por otro lado, porque la estabilidad social y

política y el eficaz funcionamiento de las instituciones son factores

psicológicos esenciales para los inversores globales, de cuyo com-

portamiento depende, en última instancia, el valor de las empresas

y los países en los mercados mundiales.

Una cultura mundializada corresponde a la dimensión simbólica del surgi-

miento de una sociedad mundial, es decir, una sociedad "que vincula un mun-

do a un sistema e integra todos los horizontes mundiales como horizontes de

un modelo comunicativo". Lo peculiar de la mundialización, a diferencia de

los procesos conocidos de imperialismo cultural que se imponían a la manera

de una aguja hipodérmica, es que opera desde dentro de cada cultura, desde

Referencia bibliográfica

R.�Ortiz (2004). Mundializa-ción y Cultura. Bogotá: Con-venio Andrés Bello.

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su cotidianidad, a través de la apropiación de los productos y manifestaciones

de otras culturas, ya sea reelaborándolas y enriqueciéndolas, ya contribuyen-

do a su propio empobrecimiento hasta los límites de su disolución en tanto

que cultura.

La mundialización como proceso cultural implica dos movimientos diferentes

y, en algunos casos, contradictorios. De una parte, la conciencia cada vez ma-

yor de que la especie humana es única y navega en un barco único y común –el

globo terráqueo– que llega a su mejor expresión en los temas ecológicos como

el calentamiento global, que no puede tener soluciones locales o nacionales

sino "globales". Y, de otra, lo que el sociólogo argentino Mario Margulis ha

denominado "la radical imposición de la otredad" para recordarnos que lo que

constituyó la verdadera ruptura civilizatoria en el caso de la colonización –pri-

mera fase de la internacionalización– no fue la derrota militar de los pueblos

originarios sino la implantación de la otredad cultural: "una nueva manera de

concebir y significar el mundo, de procesar el tiempo y el espacio, los valores

y los alimentos, las relaciones humanas y las relaciones con los dioses".

A manera de primera conclusión, se puede afirmar que, como no existen pro-

cesos políticos, económicos o militares que no conlleven componentes cultu-

rales que los hagan posibles, los refrenen o los expliquen, es conveniente re-

cordar que tanto la internacionalización como la globalización no solamente

trajeron, han traído y siguen trayendo consigo intensas repercusiones cultu-

rales sino que ambos terminaron convirtiéndose ellos mismos en hechos cul-

turales.

De ahí que la preocupación más grande en relación con los intercambios cul-

turales durante los años en que la internacionalización se hizo más que evi-

dente –especialmente en las aventuras coloniales europeas del siglo XIX y de

la expansión transnacional en la primera mitad del XX– tuvo que ver con los

temas de la imposición de la cultura de una nación –Estados Unidos, España,

Francia o Portugal– sobre sus colonias o sobre sus mercados. En cambio, la

preocupación del presente, en tiempos de globalización, además de las ten-

siones que generan fenómenos como las migraciones masivas hacia Europa y

Estados Unidos –el viaje inverso–, es la amenaza de imposición de una cultura

única también sobre las naciones europeas como correlato del modelo econó-

mico único que comportan las nuevas lógicas del mercado mundial.

Si miramos con cuidado el mundo que nos rodea, podemos verificar, efectiva-

mente, que existen algunos espacios en los que se hace cada vez más notorio

y omnipresente el efecto uniformizarte de la globalización: los aeropuertos,

que cada vez son más idénticos en todos los lugares del mundo; los shopping

malls, que apuestan cada vez más por la similitud del confort y menos por las

tipicidades regionales; las zonas céntricas de las ciudades –no importa que sea

Nueva York o Girona– que exhiben las mismas marcas –Zara, Sony, Tommy

Referencia bibilogràfica

M.�Margulis (2006). Globali-zación cultural: sus interaccio-nes socio-económicas y políti-cas, retos para el desarrollo so-cial. Eumed.net.

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Hilfiger, Nike, McDonald's, Heineken, Starbucks– y muestran más o menos el

mismo diseño interior sin que ninguna de ellas remita a sus "orígenes nacio-

nales".

Para cerrar el capítulo hay que recordar que la dimensión cultural nunca fue

descuidada por los actores de la expansión económica. Como bien lo ha rese-

ñado Margulis, los sacerdotes ibéricos acompañaban en sus viajes a los solda-

dos que iban a la conquista de América. Los antropólogos ingleses y franceses,

a los administradores de las colonias europeas del siglo XIX en África y Asia. Y

se puede agregar que los gurúes del marketing y la publicidad acompañaban a

los ejecutivos de las grandes empresas transnacionales europeas, japonesas o

norteamericanas cuando viajaban a instalarse en otros países para abrir nue-

vos mercados.

En tiempos de globalización, en cambio, como las excursiones ya no son espa-

ciales sino telemáticas, son las palabras y las imágenes –las del cine, la publici-

dad, los videoclips, el periodismo impreso o Internet– las que, no sólo acom-

pañan, sino que se adelantan a la llegada de las mercancías a los más apartados

rincones del planeta y hacen que la gente se construya una nueva visión del

mundo en la que dichas mercancías adquieren un aura fundamental.

Referencia bibilogràfica

M.�Margulis (2006). Globa-lización cultural: sus interac-ciones socio-económicas ypolíticas, retos para el desa-rrollo social. Eumed.net.

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2. De las culturas nacionales a la cultural popularmundializada

Para entender el significado cultural de la globalización, su originalidad y es-

pecificidad y sus diferencias con los proyectos coloniales y mundializadores

precedentes, es necesario recordar que el surgimiento de la modernidad y su

expansión mundial ha estado condicionada directamente por la idea de que

existía una identificación entre Estado, Nación y Cultura. Esto es, por el con-

vencimiento de que, para poder ejercer la soberanía, "el Estado necesita traba-

jar con la idea de que los miembros de la nación están unidos por una sola

"cultura", es decir, por un conjunto de creencias y valores compartidos".

A pesar de los recurrentes anuncios de su inminente desaparición, el Esta-

do-nación fue, y en buena medida sigue siendo, la forma estable de agrupa-

ción humana, y más específicamente de organización socio-política-cultural,

que marca de manera determinante las relaciones políticas, los modos de per-

tenencia y la identidad de las personas, las etnias y otros grupos sociales, con

una comunidad mayor en la que su vida cobra sentido, legalidad internacio-

nal y pertenencia histórica.

Y, aunque en la actualidad han ido apareciendo nuevas formas de organización

y articulación –las supranacionalidades, como la Unión Europea, o las identida-

des extraterritoriales y supranacionales, como lo latino o lo hispanoamericano en

Estados Unidos– el Estado-nación, entendido como la disposición de un terri-

torio, de una población que independientemente de sus diferencias se iden-

tifica a sí misma como una comunidad, y la existencia de un poder político

central que la unifica, dirige y expresa, es todavía la modalidad de organiza-

ción sociopolítica que de manera más sólida marca el escenario mundial.

Pero, ahora, el Estado nacional ya no puede cumplir ese papel en toda su ple-

nitud. Es demasiado grande para cumplir las tareas pequeñas –de ahí la ten-

dencia internacional a la descentralización y el refuerzo de las autonomías lo-

cales– y demasiado pequeño para cumplir las grandes, por ejemplo, para com-

petir en los mercados audiovisuales globalizados o afrontar las grandes ame-

nazas ecológicas. De tal manera que lo social comienza a estar configurado por

fuerzas que escapan a su control centralizado, y es ésa precisamente la prime-

ra señal de que un orden nuevo, el de la globalización, ha hecho su entrada

en escena para desconfigurar de alguna manera las tareas clave del Estado-na-

ción. Ésa es, sin duda, la definición fundamental: la globalización supone el

inicio del fin del proyecto de la modernidad y la disolución del Estado-nación

como sustento fundamental de la internacionalización de las economías y la

construcción de las identidades.

Referencia bibliográfica

S.�Castro (1999). "Fin de lamodernidad nacional". En: J.Martín; F. López; E. Jaramillo(eds). Cultura y globalización.Bogotá: Centro de EstudiosSociales.

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La idea ha sido muy bien desarrollada por el filósofo colombiano Santiago

Castro. Lo que hoy llamamos globalización, dice el autor, no puede ser enten-

dido como un nuevo proyecto colonial dirigido por algún tipo de agente na-

cional o multinacional, sino que es el resultado "caótico e impredecible" de

la disolución de los marcos normativos en los que estos dos elementos –los

agentes nacionales y los multinacionales– jugaban taxonómicamente.

Lo que ocurre es que el poder económico comienza a desligarse del Estado-na-

ción y se fragmenta en una cantidad de actores desterritorializados, creando lo

que algunos han llamado un "capitalismo desorganizado". Castro lo describe

muy bien:

"Ante una confrontación mundial, ante un crash inesperado de la bolsa de valores, ante lacontaminación del agua y el aire, ante la pauperización de vastos sectores de la población,ante la expansión mundial de la criminalidad organizada, el Estado Nacional es incapazde protegernos. Hemos comenzado a quedar a merced de influencias globales que ya nopodemos controlar, pero que afectan directamente nuestra identidad, nuestra manera dever el mundo, nuestro aquí y nuestro ahora. La vida social se torna cada vez más plural,más descentrada pero a la vez, más abstracta, más ambigua y más inmanejable."

S.�Castro (1999). "Fin de la modernidad nacional". En: J. Martín; F. López; E. Jaramillo(eds). Cultura y globalización (pág. 98). Bogotá: Centro de Estudios Sociales.

Ése es el hecho cultural decisivo. Así como el Estado-nación significó una rup-

tura con las formas tradicionales anteriores de organización social conocidas,

lo global viene ahora a romper con lo nacional y lo internacional haciendo que

"el mundo" se convierta en una nueva realidad que ya no es exterior sino que

comienza a operar desde la cotidianidad, desde dentro mismo de cada nación.

Para entender este proceso hay que recordar que las naciones y los estados-na-

ción no son entidades estáticas. Son, por el contrario, el resultado de comple-

jos procesos históricos, y pueden, por tanto, tener una duración limitada en

el tiempo o subsistir en medio de tensiones recurrentes y conflictos agudos

entre los grupos humanos que los integran. Cuando no todos los miembros

del Estado-nación se identifican con él, ni se sienten parte de esa comunidad,

o se ven forzados a pertenecer a ella, o a integrarse en condiciones desfavora-

bles, se generan procesos de lucha que pueden conducir, bien a la disolución

misma de los Estados (como en la experiencia yugoslava o la soviética), bien a

procesos de reclamación de la independencia o la autonomía para la construc-

ción de repúblicas nuevas (como en el caso de Québec), bien a la instauración

de mecanismos de unidad forzosa basada en la imposición política, cultural

y militar (como en el caso de Chechenia y la Federación rusa), o bien a la me-

jor de las alternativas, la salida más democrática y favorable para el desarrollo

humano, hacia formas plurales de convivencia entre culturas, etnias y países

dentro de un mismo Estado-nación (como en el caso de la experiencia de las

autonomías españolas iniciada en la transición hacia la democracia después

de la dictadura franquista).

Referencia bibliográfica

S.�Castro (1999). "Fin de lamodernidad nacional". En: J.Martín; F. López; E. Jaramillo(eds). Cultura y globalización.Bogotá: Centro de EstudiosSociales.

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UdG • PID_00159516 16 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

La construcción de la mayoría de los estados-nación implica "una tensión in-

terna entre el poder central que intenta imponer la unidad y los pueblos di-

versos que componen una realidad social heterogénea."

Es lo que explica que los mismos se hayan edificado también sobre la imposi-

ción de cruentos mecanismos de opresión e incluso la perpetración del geno-

cidio de poblaciones aborígenes, la persecución de minorías étnicas y religio-

sas, o simplemente el intento de eliminación de las más importantes señales

de diversidad étnica, cultural y lingüística, para imponer, por ejemplo, un so-

lo idioma oficial. Y como cada Estado intenta convertirse en expresión de la

nación, para ello se esfuerza en producir una comunidad nacional a través de

la creación y generalización de un conjunto de símbolos, relatos y mitos fun-

dacionales que suscitan y refuerzan el sentido de pertenencia a una historia

y un destino común.

En síntesis, no sólo los procesos de mundialización y globalización ofician

procesos de homogeneización cultural, también las culturas nacionales se edi-

fican sobre una lógica de supresión de la diversidad, de síntesis y simplifica-

ción, a través de procesos como la imposición de una sola lengua por encima

de las demás habladas en su seno o la conversión en estereotipos nacionales

de algunos valores culturales regionales –por ejemplo, los toros o las sevillanas

como símbolo de España, lo indígena del altiplano como símbolo de Bolivia,

los charros como representación de México– en calidad de símbolos definito-

rios de lo nacional, siempre asociado a la posesión de un territorio con una

cultura particular.

La globalización, en cambio, implica un proceso de desterritorialización no sólo

de las empresas y de las mercancías que aquellas producen sino también de las

formas de identidades y de construcción de los imaginarios. Por dicha razón,

por la existencia y circulación global de un conjunto de imágenes, mensajes,

personajes, marcas, programas de televisión que, aunque tengan orígenes na-

cionales, ya no se identifican con la nación, es por lo que R. Ortiz sugiere la

existencia de una nueva memoria colectiva que ha denominado una cultura

internacional-popular.

Veamos las diferencias. En la era de la internacionalización, las empresas trans-

nacionales, como se les denominaba, tenían una nación de origen o de per-

tenencia. El Volskwagen, tanto en su fabricación como en el imaginario que

lo rodeaba, era un automóvil alemán, los Ford eran estadounidenses y los To-

yota, japoneses. Pero, en el tiempo de la globalización, lo propio es que las

empresas, los productos y los imaginarios se desterritorialicen y deslocalicen.

Zara es una firma de capital originalmente español pero las camisas que vende

pueden haber sido hechas en Tailandia o Guatemala, los zapatos en China o

en Vietnam, y los sombreros en Taiwán, sin que al usuario-comprador, que no

tiene la menor idea de su procedencia, le importe que el país de origen sea uno

u otro. Un avión Airbus se ensambla en Toulouse pero la cola está hecha en

España, el motor en Alemania, la cabina de pilotaje en Inglaterra. Igual que

Referencia bibliográfica

L.�Villoro (1998). Estado plu-ral, pluralidad de culturas (pág.80). México: Paidós.

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un auto deportivo Mazda se diseña en California, es financiado en Tokio y se

monta en México usando componentes eléctricos inventados en Nueva Jersey

y fabricados en Japón. Un proceso semejante encontramos cuando revisamos

el origen de las partes de un zapato Nike Air, de cualquier ordenador o de una

tienda de campaña Coleman.

Otro ejemplo ilustrativo lo encontramos en los deportes. Inicialmente, un

equipo local, el Milan o el Barça, por ejemplo, representaba básicamente a la

afición de la ciudad, la región y, en menor medida, a excepcionales seguidores

del resto del país. Con la globalización deportiva –que es en buena medida

una resultante de la democratización en el acceso al binomio televisión sate-

lital-televisión por suscripción y satélite– la afición se desterritorializa y deslo-

caliza, generando nuevas maneras de filiación y pertenencia fuera de sus terri-

torios de origen, perdiendo el sentido de las identidades locales toda vez que

un comerciante de Rubio en Venezuela o de Arica en Chile, que no tienen ni la

menor idea de qué es Cataluña ni lo que representa, pueden ser fanáticos del

Barça con la misma pasión que un vecino del barrio de Gracia de Barcelona.

La nación como comunidad imaginada

Una nación es, esencialmente, una "comunidad política imaginada co-

mo inherentemente limitada y soberana" (Anderson). Se adjetiva como

"imaginada" para resaltar que, aunque sus miembros no conocerán ja-

más, ni siquiera en las comunidades más pequeñas, a la mayoría de sus

compatriotas, en su mente cada uno de ellos vive la imagen de su co-

munión. De esta manera se ratifica el carácter de invención, de creación

humana y voluntad política –no dado a priori, no natural, no eterno–

sobre el que se edifica la nación-Estado que debe expresar su identidad

en la creación de una nueva cultura que al mismo tiempo trata de ex-

presar la nación, la crea.

Para que el Estado-nación, en cualquiera de sus variantes, funcione, se

requiere, por tanto, de la existencia de una comunidad política que lo

haga posible institucional, jurídica y administrativamente, y de una co-

munidad cultural que le confiera la cohesión simbólica necesaria para

reforzar, garantizar o vitalizar la existencia misma de la comunidad ma-

yor identificada con la nación.

En las naciones democráticas contemporáneas la existencia de ambas

comunidades opera sobre una paradoja, puesto que en tanto que la co-

munidad política nacional "debe establecer la uniformidad de una le-

gislación general, una administración central y un poder único sobre

una sociedad que se supone formada por ciudadanos iguales" (Villoro),

en cuanto que es sociedad democrática debe garantizar también el reco-

nocimiento de las diferencias entre ellos para asegurar, entre otras co-

sas, los principios de convivencia entre diferentes opciones ideológicas

Referencia bibliográfica

B.�Anderson (2006). Comuni-dades imaginadas. Reflexionessobre el origen y la difusión delnacionalismo. México: Fondode Cultura Económica.

Referencia bibliográfica

L.�Villoro (1998). Estado plu-ral, pluralidad de culturas (pág.80). México: Paidós.

Referencia bibliográfica

T.�Hernández (2005). Cul-tura, equidad y desarrollo hu-mano. Documento inédito.

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para la asunción y resolución de los conflictos, llamémosla voluntad de

convivir.

La comunidad cultural, por su parte, porque al tiempo que debe basarse

en la existencia de una identidad superior no restringida a la de las co-

munidades históricas preexistentes, "una cultura que las rebasa a todas",

exige reconocer que las naciones están constituidas generalmente por

una pluralidad de grupos no siempre homogéneos, expresión de una

diversidad –cultural, de clase, regional o religiosa–, cuyo no reconoci-

miento suele ser causa de tensiones y conflictos, de exclusiones y segre-

gaciones, de imposiciones y arruinamientos que, en casos extremos, di-

ficultan, perturban o amenazan la propia existencia o el funcionamien-

to democrático y plural de la nación.

En ambos casos –para que la existencia de la comunidad política y de

la comunidad cultural se produzca en condiciones democráticas favora-

bles al desarrollo humano–, la gestión de la diversidad, de la pluralidad

y de las diferencias se hace indispensable. La gestión de la diversidad se

convierte en una tarea fundamental para la existencia de la comunidad

cultural en la medida en que los diversos grupos sociales que integran

la nación son portadores de identidades diversas cuya única manera de

convivencia democrática se basa en el principio de que una identidad

no es necesariamente negadora de las demás. Para que la nación exis-

ta y sus modalidades de convivencia refuercen el desarrollo humano

éstas deben proponerse como identidades compartidas capaces de ge-

nerar respeto y tolerancia. Por dicha razón, toda vez que la libertad es

un componente clave del desarrollo humano, la existencia y defensa de

las libertades culturales se convierte en un capítulo esencial para que

la pertenencia a determinadas identidades no limite el desarrollo de las

libertades y potencialidades.

Como bien lo demuestra R. Ortiz, por primera vez la idea de un mundo-mundo

se realiza con la globalización de la Tierra y la velocidad de las técnicas lleva a

una unificación del espacio y hace que los lugares se globalicen intercomuni-

cados por una inmensa red abarcadora. Son dos operaciones simultáneas. De

una parte, el espacio se "desterritorializa", es decir, se vuelve abstracto, racio-

nal, deslocalizado (como los shopping malls, que se parecen todos sin importar

donde estén) y, de otra, esos mismos espacios se "localizan" y rellenan el vacío

que produce la abstracción con la presencia de objetos mundializados.

El mundo en su abstracción se vuelve así reconocible a través de objetos y

marcas –McDonald's, Coca-Cola, Mitsubishi, Mango, Zara, Reebok, Nestlé–,

de teleseries, tiras cómicas, actores y actrices del star system mundial, de per-

sonajes tipo Mickey Mouse, que en su conjunto van conformando esa memo-

ria internacional-popular de que habla Ortiz. El sustrato de esa memoria es-

tá constituido por las imágenes, los personajes y las situaciones vehiculadas

por la publicidad global, las historietas, la televisión, el cine y los portales de

Referencia bibliográfica

R.�Ortiz (2004). Mundializa-ción y Cultura. Bogotá: Con-venio Andrés Bello.

Page 19: globalización, Cultura y diversidad y homogeneización

UdG • PID_00159516 19 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

Internet. Sus portadores: los ciudadanos-individuos que las han consumido

de alguna manera desde la infancia y hallan en su presencia unas claves de

identificación.

La idea de un mundo-mundo

En el cambio de siglo percibimos que los hombres se encuentran inter-

ligados, independientemente de sus voluntades. Todos somos ciudada-

nos del mundo, pero no en el sentido antiguo de cosmopolita, de via-

jero, sino de ciudadanos mundiales, aún cuando no nos traslademos,

lo que significa que el mundo ha llegado hasta nosotros, ha penetrado

en nuestro cotidiano. Lo curioso es que una reflexión sobre la globali-

zación sugiere... alejarse de las particularidades; si lo global lo envuelve

todo, las especificidades se encontrarían perdidas en su totalidad. Sin

embargo, sucede justamente lo contrario: la mundialización de la cul-

tura se revela a través de lo cotidiano.

Ligado a sus dimensiones tecnoeconómicas, la globalización pone en marcha

un proceso de interconexión a escala mundial, que conecta todo lo que ins-

trumentalmente vale –empresas, instituciones, individuos– al mismo tiempo

que desconecta todo lo que no le sirve. Este proceso de inclusión/exclusión

a escala planetaria está convirtiendo a la cultura en un espacio estratégico de

compresión de las tensiones que desgarran y recomponen el "estar juntos", y

en lugar de anudamiento de todas sus crisis políticas, económicas, religiosas,

étnicas, estéticas y sexuales. De ahí que sea desde la diversidad cultural de las

historias y los territorios, las experiencias y las memorias, desde donde no sólo

se resiste sino se negocia e interactúa con la globalización, y desde donde se

acabará por transformarla. Lo que galvaniza hoy las identidades como motor

de lucha es inseparable de la demanda de reconocimiento y de sentido. Y ni el

uno ni el otro son formulables en meros términos económicos o políticos, pues

ambos se hallan referidos al núcleo mismo de la cultura en cuanto mundo del

pertenecer a y del compartir con. Razón por la cual la identidad se constituye

hoy en la fuerza más capaz de introducir contradicciones en la hegemonía de

la razón instrumental.

Referencia bibliográfica

J.�Martín�Barbero (2004). Pensar la globalización desde la cultura. PlanetAgora.

PlanetAgora es una asociación internacional sin ánimo de lucro, situada en Ginebra, quetiene como objetivo promover la democracia suscitando debates públicos abiertos a todaslas partes interesadas sobre los desafíos extranacionales y con miras a la formulación deproposiciones que permitan afrontar los retos de la mundialización.

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UdG • PID_00159516 20 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

El conjunto de objetos, señales, íconos y símbolos que conforman esta memo-

ria internacional-popular se hallan plenamente cargados de significados que,

al actualizarse, no sólo "pueblan" y "localizan" los espacios abstractos, como

dijimos antes, sino que hacen al mundo inteligible, generando al contemplar-

los una cierta sensación de familiaridad.

Es lo que explica, por ejemplo, los relatos de niños que han sido llevados a

otros países con idiomas y paisajes diferentes –por ejemplo, un niño de Bogotá

en Estambul– donde se hallan plenamente desubicados hasta que un día se

encuentran, por ejemplo, con el símbolo o el logo de McDonald's, y entonces,

llenos de contento, lo señalan a sus padres porque hay, por fin, algo que les

resulta familiar.

La memoria nacional es a la vida de los estados nacionales lo que la memoria

internacional-popular al nuevo mundo mundializado. La primera trata funda-

mentalmente con ciudadanos miembros de la nación, la segunda con consu-

midores abstractos. Como lo define Ortiz, "la solidaridad solitaria del consumo

puede así integrar el imaginario colectivo mundial, ordenando los individuos

y los modos de vidas de acuerdo con una nueva pertinencia social".

Referencia bibliográfica

R.�Ortiz (2004). Mundializa-ción y Cultura (pág. 149). Bo-gotá: Convenio Andrés Bello.

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UdG • PID_00159516 21 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

3. La dimensión cultural de la globalización: debatesilustrativos

Para desarrollar este punto nos hemos apoyado en algunas ideas y referencias

incluidas por L. Arizpe y G. Alonso en un ensayo pionero publicado en 1999

bajo el título de "Cultura, comercio y globalización", basado en investigaciones

realizadas en el curso de proyectos sobre políticas culturales en la UNESCO,

París.

Referencia bibliográfica

L.�Arizpe;�G.�Alonso (2005). "Cultura, comercio y globalización". En: D. Mato. Cultu-ra, política y sociedad. Perspectivas latinoamericanas (págs. 107-126). Ciudad Autónoma deBuenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

La mejor manera de ilustrar las complejas relaciones entre cultura y globaliza-

ción es identificando algunos de los grandes debates suscitados, ya en el cam-

po de la reflexión conceptual de las ciencias sociales, ya en el de las institu-

ciones responsables de elaborar y aplicar políticas culturales nacionales o de

las organizaciones internacionales de cooperación cultural, e, incluso, en el

escenario de las organizaciones mundiales de comercio.

Tomaremos como ejemplo dos tipos de debate. En primer lugar, desde una

perspectiva económica, los asociados al comercio mundial y el tratamiento

que debe darse a los bienes y servicios de contenido cultural en los acuerdos

multilaterales de comercio. En segundo lugar, los relacionados con problemas

referidos a la identidad, el patrimonio y la equidad cultural, de alguna manera

condensados en el tópico de la defensa de la diversidad cultural.

En el primer caso nos referimos a los debates e iniciativas internacionales en

torno a la figura que a finales de la última década del siglo XX se conoció como

"la excepción cultural". Nos referimos a la iniciativa liderada por el gobierno

francés con el propósito de excluir de los tratados de libre comercio los pro-

ductos culturales "de contenido" propio de las industrias culturales. Esto es,

de las industrias productoras de bienes y servicios culturales (libros, discos,

películas, emisiones de radio, programas de TV, software) para su difusión y

comercialización con carácter masivo.

El argumento central para promover esta "excepción" es que los productos

culturales son una "mercancía" peculiar. Pues, por una parte, tienen un valor

de cambio de la misma manera que cualquier otra mercancía que se lleve al

mercado –se compran, se venden o se alquilan–, mientras que, por otra, sus

contenidos tienen un significado simbólico muy especial, pues son expresión

de los valores, la imaginación, la historia y la lengua de un país o un grupo

social.

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UdG • PID_00159516 22 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

Es decir, son expresiones del "ánima", del "alma", de la cultura de una nación,

cosa que las diferencia definitivamente de cualquier otro tipo de producto,

por lo que necesitan de un trato especial. Si compramos una lavadora, es posi-

ble que estemos adquiriendo una marca globalizada y nada más, pero si alqui-

lamos un western, como los protagonizados por John Wayne, estaremos digi-

riendo durante una hora y media una visión del mundo, unos criterios histó-

ricos sobre indios y blancos, y la exportación de una lengua y un estilo de vida

El investigador y cineasta argentino O. Getino lo ha expresado muy bien: lo

que diferencia a las industrias culturales de otras industrias es que, además de

la dimensión económica (inversiones, producción, facturación, etc.) que todas

tienen, y de la dimensión social (empleo, consumo, etc.) que también les es

común, tienen una tercera dimensión, la simbólica, que les permite expresar

y a su vez dinamizar el imaginario colectivo. Comprensible entonces que los

expertos coincidan en apreciar que las industrias culturales cambian los mo-

dos de interacción dentro de las sociedades y que el desarrollo de los grandes

conglomerados mediáticos del presente viene generando, y ha comenzado ya

a consolidar, modos decreación de identidades que operan debilitando el pa-

pel y la capacidad de negociación de los estados-nación y sus instituciones

tradicionales.

Referencia bibliográfica

O.�Getino (2001, abril). "Aproximación a un estudio de las industrias culturales en elMERCOSUR". En: Seminario Internacional "Importancia y proyección del MERCOSUR Culturalcon miras a la integración". Documento mimeografiado. Santiago de Chile, 5, 6 y 7 deabril de 2001.

Las dos últimas décadas del siglo XX, precisamente el tiempo de consolidación

del proceso de globalización, fueron decisivas para entender el peso crecien-

te del comercio de bienes culturales dentro del volumen total del mercado

mundial. De acuerdo con las cifras ofrecidas por la UNESCO en el año 2000,

entre 1990 y 1998 los intercambios comerciales de libros, revista, películas,

música, cine, televisión y fotografía se multiplicaron por cuatro pasando de

95.345 millones de dólares a 387,927 millones de dólares. Y sólo Estados Uni-

dos recibió, en el año 1996, 60.180 millones de dólares en ventas internacio-

nales de productos protegidos por derechos de autor (películas, libros, música,

programas de televisión, software), con lo que las mercancías culturales y del

entretenimiento se convirtieron en el primer rubro de exportación por enci-

ma de sectores económicos tradicionales como la agricultura, la industria au-

tomotriz, la aeroespacial y la defensa.

Hasta finales de la primera década del siglo XXI, su peso específico dentro del

comercio mundial no ha dejado de crecer. Obviamente, no se trata de un tema

meramente cultural. El proceso de globalización de la economía y de mundia-

lización de la cultura ha tenido como efecto hacer que los bienes culturales

y de entretenimiento se conviertan en uno de los sectores con mayor peso

en el comercio mundial. Si a esto se le agrega el hecho de que se trata de un

sector altamente concentrado en la capacidad de producción y distribución

Referencia bibliográfica

UNESCO (2000). Internatio-nal Flows of Cultural Goods1980-1998. Paris: Institute ofStatistics.

Page 23: globalización, Cultura y diversidad y homogeneización

UdG • PID_00159516 23 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

de muy pocos países (el 85% de las películas proyectadas en todo el mundo

siguen siendo hollywoodenses) queda claro que el debate sobre la "excepción

cultural" iba a producir, como efectivamente ocurrió, una intensa polarización

entre los gobiernos y una férrea defensa del dogma del libre comercio por par-

te de los países que dominan el mercado mundial de los bienes de naturaleza

cultural y de las industrias creativas.

Los mayores exportadores –Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Alemania–

se colocaron de inmediato en uno de los dos polos, el de la defensa del libre

mercado. Su argumento central es sencillo: la cultura debe asumirse como una

industria cualquiera, por lo que sus productos deben estar sometidos a las mis-

mas leyes del mercado a las que se somete cualquier otra mercancía y benefi-

ciarse –ésa es su perspectiva– de las ventajas del libre comercio. "No lo vemos

como un imperialismo cultural. Lo vemos como una cuestión de mercado", senten-

ció enfáticamente en 1998 M. Marando, portavoz de la Cámara Californiana

de Comercio.

Referencia bibliográfica

Citado por L.�Arizpe;�G.�Alonso (2005). "Cultura, comercio y globalización". En: D. Ma-to. Cultura, política y sociedad. Perspectivas latinoamericanas (págs. 107-126). Ciudad Autó-noma de Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

El debate es acalorado. El catedrático estadounidense T. Palmer en un ensayo

titulado "Globalización y cultura: homogeneidad, identidad, diversidad, libertad"

va un poco más allá de la defensa comercial del libre mercado en la cultura:

"Lo que muchos observadores de países ricos identifican como el elemento cultural esen-cial de las sociedades pobres es su pobreza. Yo he observado la decepción de turistas depaíses ricos cuando gente vestida en ropajes coloridos se detienen, buscan en su bolsillo,y sacan un celular para contestar una llamada telefónica. ¡No es auténtico! ¡Arruina todoel viaje! ¡A esta gente se le está despojando de su cultura! ¡Son víctimas del capitalismoglobal! La arrogancia de aquellos que quieren mantener a los pobres en sus ambientesnatales es sorprendente.

Aunque ver a un dalit ("intocable") o a un maya de las montañas hablar por teléfonocelular podría arruinar la visita de un acaudalado turista de la pobreza, tener la capacidadde usar la telefonía para hablar con amigos, familiares, o socios comerciales es a menudoaltamente valorado por la gente que compró los celulares, y no debe verse como unaamenaza a su identidad.

La globalización está haciendo posible una cultura de prosperidad y libertad para los dality mayas, que pueden disfrutar de la riqueza y la libertad sin dejar de ser quienes son. Dela misma forma en que la cultura no debe ser identificada con el aislamiento tampocodebe identificarse con la pobreza.

El derecho a comerciar es un derecho humano fundamental. Los�argumentos�"cultu-rales"�que�tienden�a�limitar�el�comercio�a�las�fronteras�de�los�Estados-nación�soninsostenibles.�El�proteccionismo�cultural�perpetúa�la�pobreza,�no�la�cultura.�Deberechazarse,�no�primordialmente�en�el�nombre�de�la�eficiencia�económica,�sino�enel�nombre�de�la�cultura,�ya�que�las�culturas�vivientes�florecen�en�la�libertad�y�laprosperidad (s.n.)."

T.�Palmer (2006). Globalización y cultura: Homogeneidad, diversidad, identidad, libertad. ElCato Institut.

En cambio, el ex presidente francés F. Mitterrand defiende todo lo contrario:

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UdG • PID_00159516 24 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

"Lo que está en juego es la identidad cultural de todas las naciones. Es el derecho detodos los pueblos a su propia cultura. Es la libertad de crear y escoger nuestras propiasimágenes. Una�sociedad�que�abandona�a�otros�la�manera�de�mostrarse�a�sí�misma,es�decir,�la�manera�de�representarse�a�sí�misma,�es�una�sociedad�esclavizada" (s.n.)

F.�Mitterand (1963). Discurso pronunciado en Gdansk, Polonia, 21 de septiembre de1993. Citado en J. P. Singh. "Globalization, Cultural Identities, and Negotiations: TheEvolution of European Preferences on Cultural Industry Negotiations", ensayo publica-do en la edición especial de The Information Society sobre "Determinantes Sociales de laPolítica Pública en la Era de la Información".

Lo mismo hace la ministra de Cultura francesa C. Trautmann unos años des-

pués:

"El pluralismo y la apertura están en el corazón del principio de la excepción cultural(...) necesaria para mantener nuestra soberanía en el campo de la cultura, tanto nacio-nalmente como a nivel europeo (...). La cultura incide en lo más esencial para un indivi-duo: el acceso al conocimiento, a una visión plural del mundo (...). Está vinculada a laidentidad y ciudadanía; es lo que hace que un grupo de personas decidan vivir juntas enel mismo territorio con reglas comunes. Estoy�en�contra�de�que�la�cultura�se�disuelvaen�un�sistema�económico�internacional�que�lleve�a�la�uniformización�(s.n.)."

C.�Trautmann (2005). Citada por L.�Arizpe;�G.�Alonso (2005). "Cultura, comercio y glo-balización". En: D. Mato. Cultura, política y sociedad. Perspectivas latinoamericanas (págs.107-126). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias So-ciales (CLACSO).

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UdG • PID_00159516 25 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

4. ¿La globalización homogeneiza la cultura? ¿Sí o no?

En esta última frase de P. Lamy –"estoy en contra de que la cultura se disuel-

va en un sistema económico internacional que lleve a la uniformización"– se

anuncia el segundo gran tema de debate referido, en el que han incursionado

tanto políticos y gobernantes como científicos sociales y gestores culturales: el

de los efectos reales de la globalización sobre las culturas nacionales, locales y

étnicas. La pregunta central: ¿la globalización trae consigo necesariamente un

proceso inevitable de homogeneización cultural?, tiene tantas respuestas co-

mo ideologías existen sobre el valor de lo nacional y las maneras de preservar

o abrir las compuertas para preservarlo o enriquecerlo en el nuevo escenario

global.

Por supuesto que tampoco en este campo hay consenso. De una parte, como se

advirtió al comienzo, está la postura más conocida que puede resumirse en la

idea de que la globalización es un proceso ideológico para imponer al resto del

mundo una cultura global emanada del modo de vida estadounidense. En su

extremo opuesto, la posición de quienes celebran la globalización y, en gene-

ral, toda eliminación de barreras para el libre comercio, como un factor que fa-

vorece el surgimiento de una cultura mundial que le permitirá superar de una

vez por todas los nacionalismos, conservadurismos y localismos culturales.

En el medio hay un gran abanico de interpretaciones. Algunos analistas pro-

ponen desde hace muchos años la necesidad de salir del esquema centro-peri-

feria (Appadurai) o de asumir un punto de vista más cosmopolita y menos na-

cionalista (R. Ortiz) para entender cabalmente un fenómeno que corresponde

a una nueva era de la organización internacional.

Otra argumentación apunta a demostrar que es muy improbable que se llegue

a consolidar una sola y "única" cultura global, entre otras razones porque exis-

te una gran diversidad en las modalidades de recepción y uso por parte de las

audiencias locales de los productos que circulan en el entramado global (Ash-

ford) y porque sus respuestas son tan variadas que en vez de pensar en una

cultura global habría que hacerlo en la posibilidad de surgimiento de varias

culturas globales en plural.

Referenciasbibliográficas

A.�Appadurai (1996). Moder-nity at Large: Cultural Dimen-sions of Globalization. Min-neapolis: University of Min-nesota Press.R.�Ortiz (2004). Mundializa-ción y Cultura. Bogotá: Con-venio Andrés Bello.

Referencia bibliográfica

B. Ashford (1995). The Glo-bal System: Economics, Politicsand Culture. Cambridge: Po-lity Press.

Donde hay más acuerdos es en torno a la idea de que el verdadero cambio pro-

ducido por la globalización estriba en que, al permitir formas de interacción no

ligadas a lugares físicos o limitadas en el tiempo, se convierte en el "contexto

de referencia en el que se construirán nuevas identidades y nuevas formas de

comprender el mundo" (Ashford3). No se trata de que la gente se mimetice con

(3)B. Ashford (1995). The GlobalSystem: Economics, Politics and Cul-ture (pág. 24). Cambridge: PolityPress.

Page 26: globalización, Cultura y diversidad y homogeneización

UdG • PID_00159516 26 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

un sola cultura como resultado del contacto entre las mercancías culturales,

se trata de que las nuevas formas de interacción global producen y producirán

nuevos sentidos, nuevos hábitos y nuevos horizontes de comprensión.

Otros autores, como N. García Canclini, han sugerido la idea de que la per-

cepción de la globalización es mucho más fuerte que la homogeneización que

realmente se ha producido. Y en un texto más reciente, Diferentes, desiguales y

desconectados, ha llamado la atención sobre el surgimiento de fenómenos que

contradicen la idea de un mundo homogéneamente interconectado. Se refie-

re, por ejemplo, a lo que se ha denominado desglobalización. A la tesis de que

la globalización también "desglobaliza". Esto es, al hecho de que, a pesar de

que en su propia dinámica genera mayor movilidad, conexión e intercomuni-

cación entre las partes, inversamente, la globalización también produce des-

conexión y exclusión, bien porque algunos países no logran incorporarse a las

redes globalizadas, bien, simplemente, porque "el mundo ya no los necesita"

en tanto que no resultan mercados atractivos.

Desde esta óptica, la mundialización genera políticas de aislamiento que ha-

cen que muchas localidades y regiones del planeta permanezcan al margen de

las redes y las lógicas globalizadoras, con escaso o nulo acceso a Internet y difi-

cultades de acceso de su propia cultura a los productos de la industria cultural,

lo que ha llevado a algunos investigadores a sostener que algunos lugares de

África, Asia o América Latina "están retrocediendo al cuarto mundo". Porque,

como sostiene García Canclini, "la diferencia sin conexión no es una ventaja".

Diversidad con aislamiento no es verdadera diversidad. La defensa de la diver-

sidad estaría en una "globalización otra" –por usar el término de muchos acti-

vistas de la nueva sociedad civil mundial en emergencia– que permitiera, gra-

cias a la emergencia, un nuevo espacio público transnacional, global y mun-

dializado...

"la intensificación de los intercambios de arte, literatura, cine y televisión de calidad,que presenten las trayectorias de cada sociedad y puedan contribuir a liberarnos de losestereotipos, de uno y otro lado, y a pensar juntos en lo que es posible hacer en nues-tras sociedades, y entre ellas, para que sean menos desiguales, menos jerárquicas y másdemocráticas."

N.�García�Canclini (1999). La globalización imaginada. México: Paidos.

La más segura, entre todas las interpretaciones, es la propuesta (Martín Barbe-

ro) de que la globalización convierte la cultura en un campo de batalla políti-

ca mundializado y que en esa lógica coexisten pequeñas y grandes confronta-

ciones. Las que se dan, por ejemplo, entre la expansión del fast food globaliza-

do –McDonald's, Burger King, Pizza Hut– y los fast food nacionales: la cadena

de hamburguesas colombiana Del Corral, la supervivencia competitiva de las

arepas rellenas venezolanas o los tacos y tortillas mexicanos, de una parte. Y

de otra, entre el fast food como lógica y la respuesta en los movimientos del

slow food o el boom de las gastronomías regionales de América Latina y Euro-

pa convertidas en haute cuisine. Las que se dan entre la hegemonía del cine

Referencia bibliográfica

N.�García�Canclini (1999).La globalización imaginada.México: Paidos.N.�García�Canclini (2004).Diferentes, desiguales y desco-nectador. Barcelona: Gedisa.

Page 27: globalización, Cultura y diversidad y homogeneización

UdG • PID_00159516 27 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

hollywoodense y los intentos de experiencias como Ibermedia para producir

un cine iberoamericano, hablado en español y portugués, que intenta circular

con éxito en el mercado global o, por lo menos, en el propio mercado iberoa-

mericano. O las que ocurren en relación con la emergencia de una nueva so-

ciedad civil mundial como alternativa para afrontar políticamente los temas

que sobrepasan el marco político de los estados-nación.

Page 28: globalización, Cultura y diversidad y homogeneización

UdG • PID_00159516 28 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

5. La diversidad mundializada: de las identidadesúnicas a las identidades múltiples y compartidas

Cualquiera que sea la postura adoptada frente a los efectos culturales de la

globalización y la mundialización, estamos ante el hecho inocultable de que

su presencia obliga a cambiar radicalmente la manera cómo se piensan en el

presente los procesos culturales. La conclusión es que ambos fenómenos, jun-

to con el esfuerzo político estratégico o de facto por construir nuevos bloques

internacionales y supranacionales –como la Unión Europea–, nuevos espacios

culturales –como los de lo iberoamericano o lo latinoamericano– y redes so-

ciales supraétnicas –como la constitución de una conciencia indígena guara-

ní, aymará o quechua, pero latinoamericana que va más allá de los sentidos

locales, nacionales o tradicionalmente étnicos–, obligan a cambiar de mane-

ra definitiva los marcos de interpretación de los procesos de construcción de

identidades.

Los referentes de la identidad en el presente han sido reconstituidos, o por lo

menos reorganizados. De las identidades culturales entendidas como "esencias

inmutables", como principios estáticos y repertorios simbólicos acabados y

cerrados, hemos pasado a pensar en la existencia de identidades múltiples y

compartidas que no necesariamente son excluyentes. Ni se amenazan las unas

a las otras. Se puede ser a la vez mapuche, chileno, suramericano y miembro

de una red de seguidores del jazz o de un equipo de fútbol italiano, o sentirse

a la vez catalán, europeo, español, mediterráneo al tiempo que parte activa de

la memoria mundial-popular de la que hemos hablado antes.

La noción de la "identidad como una construcción que se relata" (Martín Bar-

bero) apunta a reforzar la idea de que las monoidentidades hicieron crisis ya ha-

ce tiempo y ahora estamos ante la emergencia de multiculturalidades que des-

bordan tanto lo étnico como lo nacional. Que las identidades desborden tanto

lo nacional como lo étnico significa que éstas ya no pueden continuar siendo

pensadas como expresión de una sola cultura homogénea perfectamente dis-

tinguible y coherente, ligada a un territorio único y cerrado a la manera de las

reservas indígenas en Estados Unidos.

En este nuevo contexto, las identidades no operan como mecanismos de re-

chazo a lo "exógeno", lo "extranjero", lo "imperialista", lo "globalizado", sino

como expresión de reivindicación de la "necesidad de reconocimiento" de la

diversidad en un mundo plural signado por nuevas formas de articulación en-

tre lo local, lo nacional, lo regional e, incluso, lo global.

Lo opuesto –la defensa radical de las monoidentidades– puede asumir formas

extremadamente reaccionarias en tanto que son expresión de formas atrasa-

das y autoritarias de conservadurismo cultural, porque, al final, como ya había

Referencia bibliográfica

J.�Martín�Barbero;�F.�Lópezde�la�Roche;�J.�E.�Jaramillo(eds.) (1999). Cultura y globa-lización. Bogotá: UniversidadNacional de Colombia.

Page 29: globalización, Cultura y diversidad y homogeneización

UdG • PID_00159516 29 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

explicado muchos años atrás Guillermo Bonfil Batalla, todas las culturas hu-

manas reciben influencias de las otras con las que entran en contacto, y lo que

diferencia el enriquecimiento de unas de la sumisión de otras son las maneras

cómo esas influencias pueden ser aceptadas o rechazadas soberanamente por

el colectivo humano que las recibe.

Identidad versus globalización: ''una extraña coincidencia''

Resulta notable la extraña coincidencia de posiciones respecto a la cultura y la globali-zación entre los extremos del espectro político, esto es, entre la extrema izquierda y laextrema derecha. Tres ejemplos ilustran esta afirmación.

Por un lado, Sendero Luminoso, un movimiento de guerrilla de izquierda radical en losochenta y los noventa, clamaba por "la reinstauración de la cultura auténtica de Perú"refiriéndose con ello a la cultura prehispánica incaica. Su finalidad era, en sus propiostérminos, la "reindigenización del Perú".

Al otro lado del mundo pero en el mismo espectro político, Slobodan Milosevic, desdeuna posición socialista a ultranza, incitó a lo que ha sido una de las experiencias másbrutales y sangrientas de "limpieza étnica" del último siglo. Radovan Karadziç, general delos ejércitos serbios que perpetraron las matanzas, afirmó alguna vez que "las fronterasétnicas están dibujadas con sangre".

En tercer lugar, y al otro lado del espectro político, Bruno Megret, el principal ideólogodel partido de extrema derecha en Francia, el Frente Nacional, declaró en febrero de 1998que "la política ya no debe considerarse dividida entre la derecha y la izquierda sinoentre la identidad y la globalización". El Frente Nacional pugna por cerrar las fronterasnacionales a los inmigrantes e instaurar la cultura "auténtica" de Francia como únicoreferente cultural.

Las tres posiciones políticas mencionadas están basadas en una perspectiva esencialistade la etnicidad y de la cultura, que encuentra su imagen simétrica en las posiciones fun-damentalistas de las principales religiones.

L.�Arizpe;�G.�Alonso (2005). "Cultura, comercio y globalización". En: D. Mato. Cultura,política y sociedad. Perspectivas latinoamericanas. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Con-sejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

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UdG • PID_00159516 30 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

6. A manera de conclusión: la reivindicación de ladiversidad en medio de la mundialización

Independientemente de que no haya consenso en torno a cuáles han sido y

serán los efectos reales de la globalización con relación a una posible homo-

geneización de las culturas, existe una importante tendencia internacional a

reivindicar la diversidad cultural de la misma manera cómo se reivindica, aun-

que no por razones coincidentes, la diversidad biológica y natural.

Que existan culturas diferentes, esto es, maneras distintas de estar en el mun-

do, distintas lenguas y religiones, hábitos y ritos, creencias y valores, estéticas

e imaginarios, no es visto en el presente como un obstáculo para la conviven-

cia pacífica y el desarrollo humano. Todo lo contrario. El avance en la incor-

poración de los derechos culturales al conjunto de los derechos fundamenta-

les pasa precisamente por impedir que se discrimine a las personas por sus

modos de vida y sus creencias; la identificación del derecho de los colectivos

a defender sus identidades y de las personas a elegir libremente aquella que

desea tener, sin imposiciones de ningún tipo; y la identificación de la manera

cómo los desequilibrios económicos inciden en los desequilibrios culturales,

y a la inversa, hablan de la necesidad de pensar una "globalización otra".

Ni encierro en provincialismos y nacionalismos que nieguen los valores del

proceso de mundialización y las posibilidades del intercambio soberano en-

tre culturas distintas, ni ilusionismos neoliberales ante lógicas globalizadoras,

economicistas a ciegas, que defienden la libre movilidad de los capitales pe-

ro descuidan los procesos de construcción de identidades y de ciudadanía en

condiciones soberanas.

La reivindicación de la diversidad cultural no tiene que pasar por el aislamien-

to y la desconexión, por eso debemos pensar en una diversidad interconectada

como alternativa a la distopía de un mundo uniforme.

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UdG • PID_00159516 31 Cultura y globalización, diversidad y homogeneización

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