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    238 JOS RAMN COSSO D.j u r d i c o ~ se l l e ~ e a garantizarla. Esta visin requiere, entonces, . fel const1tuc10nahsmo no sea considerado como la mera emana .

    I ~ ~ c o n ~ n i d o s de un orden concreto en particular de suutuc1on) , smo de un m o ~ o mucho ms ambicioso, como el supu .el cual.descansan los ordenes modernos, sea esto a nivel nacioo m t e r n a ~ 1 o n . a l . sino que debido a que este ltimo le sirvaquella, ~ p r o v ~ c h a el contexto que ya tiene construida la globali . 'y a parur el I o ~ r a suya p r o p i ~ . Si hoy en da se acepta c

    m e V I t : _ a b l ~ la ~ l o b a h z a C J o n por que no darle el mismo carcter' .consutuc1onahsmo en tanto ste es la ideoJo11a j'urdica de ese . ;i l o-Vlmiento. E otro aspecto a destacar de esta tercera cuestinestrech ;elacin con el primero. Si la globalizacin es la

    t r a n ~ m 1 s 1 0 n del constitucionalismo, como ya qued dicho, tamb' funciona como gran generador de consensos y legitimidad hacia/segundo. La globalizatin, como se ha repetido, es vista comopr.oceso natural . Si dentro de ese proceso natural se da una de~ ~ n a d a representacin; del derecho, no es tambin esa represen 'cion c o m p l e t ~ m e n ~ ~ patural''? Desde el momento en que se . .

    l o ~ a d o la umficac1on apuntada, el sucesivo movimiento de labahdad produce la sucesiva incorporacin del constitucionalismo,cada ~ ? de estos procesos provoca, a su vez, la idea de que la inc .porac10n es el mero r ~ s u l t a d o de la naturaleza de las cosas.

    GLOBALIZACIN, CONSTITUCIONALISMOY DERECHOS: lAS VAS DEL COSMOPOLITISMOJURDICOGerardo PISARELLO

    SUMARIO: l Las trampas del discurso gf.obaliuurr. II. Un constitucionalismomercantil contra /.os derechos y l ~ o c r a c i a 111. Un constitucionalisTTWcosmopolita: model.o para armar. IV Posibilidades y lmites de l rehabilita-cin del EstadQ . V. Cuatro contratos para u constitucionalismo gl.obal:necesidades bsicas multiculturalisTTW ecol.oga deTTWcracia. VI. RealisTTWy utopa en el constitucionalisTTW cosmopolita.

    Desde su gestacin, a mediados de la dcada de los ochenta, y sobretodo, con su creciente difusin a partir del desplome de los regmenesburocrdcos del Este y del fin del mundo bipolar de la posguerra,el concepto de globalizacin ha pasado a constituir un elementoomnipresente en toda reflexin terica que pretenda dar cuentaacabada de la configuracin econmica, cultural o jurdica de lassociedades de fin de siglo. En ese marco, ha supuesto tambin un de-safo central al paradigma constitucional, entendido como sistema devnculos y controles a los poderes pblicos y privados en beneficiode los derechos de las personas.Este trabajo, precisamente, pretende abordar de manera sucintatres grandes cuestiones relacionadas con este extendido fenmeno.Como punto de partida, se intentarn develar, de modo esquemti-co, algunos equvocos que subyacen a los discursos dominantes sobrela globalizacin . En segundo trmino, se procurar establecer cmodichas lecturas han afectado la articulacin de las nociones tradicio-nales de universalismo, derechos .humanos y constitucionalismo, talcomo han venido evolucionando desde la modernidad. Por ltimo,se indagarn las posibles respuestas que el constitucionalismo de finde siglo podra ofrecer frente al proceso de mundializacin en curso.11 A pesar de la relevancia del tema, son ms bien escasos los trabajos que han

    enfrentado directamente las aporas derivadas de la relacin entre constitucionalismo y239

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    240 GERARDO PISARELLOl. LAS TRAMPAS DEL DISCURSO GLOBALIZAD OR

    Bsicamente, las aproximaciones apologticas a la g l o b a l i z a ~ tpodran resumirse en dos constataciones. Ambas se presentan com -.afirmaciones descriptivas. Una de ellas, sin embargo, viene prea .de fuertes elementos prescriptivos.1 La primera afirmacin consiste en caracterizar el proceso.mundializacin en curso, por un lado, como un fenmeno compl ,lamente novedoso, y por otro, como una tendencia irreversible red .cida prcticamente a un nico aspecto: el econmico, concebido e \forma lineal como la existencia de un mercado libre globalizado q .favorecera una permanente circulacin de capitales y mercanc 'incluso en las .zonas ms recnditas del planeta. ;f.2 La segunda aseveracin, por su parte, pretende atribuir a supuesta sociedad mundial integrada por un entramado de mercad "giles y eficientes una serie de virtudes destinadas a profundizarse c ..la expansin del proceso hasta sus ltimas consecuencias: una ge . ralizacin "'por goteo" de la riqueza planetaria, la neutralizacin d .:.,una serie de constricciones burocrticas impuestas por unos Estad i'nacionales propensos al clientelismo y el despilfarro o la g e n e r a c de una identidad global fundada sob re los valores de la democraQ.4y el libre mercado.2 "

    No son necesarias las dotes de un observa dor sagaz para adve . ..que la perspectiva globalista peca de un tremendo simplismo. Obsef\:vados con algn detenimiento, los discursos dominantes sobre ~globalizacin suelen configurarse ms bien como una ideo logapretende convertirse en explicacin y orientacin exclusiva del pr>J,'iceso de ~ u n d i a l i z a c i n que est t e n ~ e n d o Jugar.3 En la m a y o r ~los casos, mcluso, co mportan una vanante desembozada de fatahsm'tt Vglobalizacin. Algunas lcidas excepciones, si bien desde enfoques no siempre coincidenteS. :pueden encontrarse en Ferrajoli, L., "Beyond sovereigni ty and citizenship: a global constin>; ,onalism", Constitutionalism Dmwcracy and Savereignity Londres, Richard Bellamy ed., Avebury.}1996, nad. al castellano de Gerardo Pisarello incluida en Carbone , Miguel (comp.), 1tora de la 'Constitucin. Ensayos escogidos Mxico, Porra-UNAM, 2000; Vega, Pedro de, "Mundializacin . y derecho constitucional: la crisis del pensamiento democrtico en el constucionalismo 1 actual", Revista de Estudios Polticos Madrid, nam. 100, 1998 (ah ora incluido en este libro); ; '

    .Juregui, Gurutz, "Estado, soberana y Consmcin: algunos retos del d erecho constitu _cional ante el siglo XXI", en Carbonell, M. (comp.), Teoria de la Constitucin, op cit.2 Vid Wanner, Eric, "Au-dessus et en dessous de I tat", en Darnton, Robert YDuhamel, Olivier (dirs.), Dmocratie Pars, ditions du Rocher, 1998, pp. 198 y ss.' Desde perspectivas disciplinarias di nintas pueden verse al respecto, en tre otros,Beck, Ulrich , Q;.i. es la globaliwcin ? Barcelona, Paids, 1998; Estefana,Joaqun , La nuevaeconoma. La global.acin, Madrid, Debate, 1996; Ramonet, Ignacio, "El pensamiento nico", Le Monde Diplomatique (ed. espaola), Madrid, n(am. 7, 1996.

    GLOBALIZACIN, C O N S T I T U C I O R E H O S 241histrico. Una inadmisible violacin dfOOr;o de Hume, en lamedida en que no slo pretenden qumob p r ~ c e s o de m.undializacin que est teniendo lugar stny:' ommcomprens1vo,11 nilateral e irreversible, sino que adenMi'"" En el fondo, esteanlisis no es ni tan novedoso ni tan mf.mo pretende.a En primer lugar, porque, com Ht: apuntado, lleva elsello aejo de las ideologas destinachj1r post la e x p ~ n -sin y hegemona militar, cultural y emlOJrl le ciertas potenciasmundiales y de macropoderes p r i v a d O l c i l ; ~ u l a d o s . De hecho ,no es casual que el nacimiento del demliillfllacional modernohaya coincidido con las reflexiones u i s t a desan:olladasen el siglo XVI por telogos y juristas mcomo Francisco deVi toria y, ms tarde, Baltasar de Ayala ofi Il3urez. Ya en aquelentonces, el genocidio y el sistema .de l1l2tfl del cual fue prorlucto fueron legimados mediante w q que, falseando larealidad, proclmaba como derechos mil lo que r e ~ l i ~ a dno eran sino derechos de los conqu .na func1on s1m1larcumplira la doctrina de Ja libertad elaborada hacia1605 por el emdito holands Hugo t i n a d a a poner fina la divisin de los ocanos d e c r e t a d o l e s y portuguesesy sancio_ ada por el papa. O las tesis t ; r ~ o sobre las v ~ n -tajas comparav as de costos, que sirviaam suficar la. supeno-ridad comercial britnica en los s i g l o s i l i ~ que, precisamentepor eso, han sido desempolvadas aho ?J11 s t u ~ i o n e s y organismos vinculados a las grandes c o r p o n a c 1 ? n ~ J e s y a losintereses de unos pocos pases a v a n z a m i l d ~ pnnc1palmentelos Estados Unidos.4Claro que esta observacin no s"Ctr;e har sin ~ todaslas pretensiones de originalidad con l l 'l'. e . s e ~ t a .C. discursoglobalizador, reduciendo el actual prO

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    242 GERARDO PISARELLOna de estas mutaciones comporta un escenario radicalmente nuevo .;si se lo coteja, por ejemplo, con el panorama de la mundializacin,anticipado, con notable lucidez, por Marx y Engels en su a n i f i e ~ . -de 1848.5 "

    b En segundo trmino, y sumado a las reflexiones a n t e r i o r e s ;debe decirse que la globalizacin no es tan amplia ni tan l i b r e c a m b i s t a. .como pretenden sus partidanos.Slo en frica, un continente con mil etnias, habitado porcientos millones de personas, una gran parte de los Estados ignora ;,presencia de los formidables flujos financieros o del impacto de la I et -'volucin tecnolgica.6 a mayor parte del comercio internacionalefecta entre los pases del primer mundo , con economas muJparecidas y producciones en muchos casos similares. Ms an, regio,r nes enteras que no logran satisfacer las exigencias derivadas de la tcompetitividad o que no concitan inters suficiente para los capitalce.in ternacionales, son declaradas "prescindibles" o "inviables", y sus a g o t _ } : ~nes son desenganchados sin contemplaciones del tren de la historia Por otro lado, el llamado comercio libre mundial, a pesar det :(,. 1retroceso real de algunas prcticas proteccionistas, no deja de ser .una idea metafsica, desmentida por la realidad en ms de un aspee- :to. No existe tal cosa como los mercados libres: todos estn de algn "modo intervenidos. El debilitamiento del Estado en beneficio de lo9poderes privados, de hecho, slo ha podido producirse a travs delpropio Estado, el cual, paradjicamente, debe ser lo suficientementefuerte como para provocar y asegurar con coherencia y eficacia su propia debilidad.' La desregulacin de la actuacin del Estado slo ..es concebible en trminos de una decidida re-regulacin que lo oriente "hacia la proteccin de intereses distintos, pero igualmente tangibles1

    La gran induslria -

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    246 GERARDO PISARELLO . t . :1En ese sentido, tampoco parece que las ensoaciones del gle> , ;balismo hayan conducido a restringir los mrgenes de a r b i t r a r l e ~del Estado, o si se prefiere, a ampliar la autonoma de las personal/

    f ~ e n t e yoder. Por el contrario, t r ~ ~ e n d a c ? n ~ t r i c c i n de e s ~cios pohucos generada por la globahzacion economica ha cargadoopacidad el .funcionamient? .de las sociedades actuales, de suerte tif j;que los gobiernos democraucos han r_asignado buena parte de sdSautoridad a unas elites que operan de forma .casi invisible, lejosc ~ n t r o l . del ~ l e c t o r a d o y con un poder que ni Mosca ni Paretohieran 1magmado. u.A qu lgica obedece, si no , visto desde una ptica democr/tica, el progresivo desguace de las instituciones pblicas en benefid&

    unas agencias independientes y autnomas que el discurso hsta procura presentar como el resultado de simples ajustes t c n i c ~neutrales en su significacin ideolgica y muy convenientes desde f/punto de vista social? ;Ante quin responden, por ejemplo, el Banco Central E u r o p e olas Agencias de Calificacin de Deuda, los todopoderosos GruposG-7 G-8 y sus peridicamen te actualizadas versiones? Qu tipocontrol es fiscalizan su actuacin? Qu efectos tendra sobre la aut-1. :noma poltica de los Estados y los derechos de los ciudadanos ll :imposicin de unas normas como las del llamado Acuerdo Multilaterh1de Inversiones (AMI), que desde 1995 comenz a negociarse enmarco de la Organizacin de Cooperacin y Desarrollo E c o n m i c O(OCDE), o de la prolong acin casi clnica del mismo malogradaJen Seattle? ,,Baste con recordar cmo, a pesar de su nombre, el objetivo de]; 'AMI no consista en regular a las inversiones, sino a los gobiernos, y pretenda adquirir el status jurdico de un tratado internacional, ,inmune a los controles econmicos, ambientales, sanitarios o labo-.)rales de cualquier reglamento o ley nacional. Sus disposiciones, de .claro contenido antigarantista, estaban dirigidas a eliminar la capa.cidad de los gobiernos para regular la entrada y salida de capitales. .En su captulo IV por ejemplo, se prevean lmites inadmisibles a las'facultades expropiatorias de los gobiernos nacionales y se proscriba :buena parte de los instrumentos jurdicos tradicionalmente previstos para el con trol de servicios pblicos privatizados. Ms an: el AMIdispona que si algn pas quera salirse del Acuerdo una vez firmado, no lo poda hacer durante cinco aos y en caso de hacerlo, susexigencias normativas protegeran a las compaas inversoras duran-te quince aos ms. De este modo, se violaba en forma palmaria elprincipio democrtico defendido, ya en los orgenes del constitucio-

    GLOBALIZACIN, CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS 247nalismo moderno, por pensadores como Jefferson o Paine y recogidoen el artculo 28 de la Constitucin jacobina de 1793, conforme alcual "una generacin no puede sujetar a sus leyes a las generacionesfuturas . De esta suerte, no result extrao que el propio secretariogeneral de la Organizacin Mundial del Com.ercio (OMC), RenatoRuggiero, declarase explcitamente que la n a h d a d d ~ l ~ r a la deredactar la Constitucin de una economia global umca . As las cosas este panorama revela de forma dramtica, cmo,a pesar de que el plano formal ha tenido lugar u ~ a progr:esiva"apertf.ira de las Constituciones nacion ales al derecho mternacionalde los derechos humanos, en el plano real lo que se ha p r o d u c ~ d oes una apertura a normas y disposiciones mercantiles ~ s biensecretas impuestas en beneficio de unos pocos poderes pnvados y' . 1 l ra1 l 15pblicos transnacionales, en ocasiones i ega es y ext ega es.De esta manera, los Estados acaban subordinados a una suertede constitucionalismo mercantil global, no dirigido a ~ o n t r ~ l a r a lospoderes, sino ms bien a liberarlos, eleyando. a una ~ n e de m t e r e s ~ ~corporativos a Grundnorm del ordenamiento mternacional. Este f e ~ o -meno a su vez se traduce en una degradacin del derecho oficial,que debe coexstir COI un derecho no oficial dictado p ~ r mltipleslegisladores fcticos. Estos, merced . su ~ o d e r econom1co, acabantransformando lo fctico en norma, d1sputandole al Estado el mono-polio de la violencia y del d e r e c h o . .

    a globalizacin, en consecuencia, se convierte en coberturade un nuevo derecho econmico internacional que s u p n ~ ~ la_ participacin democrtica en beneficio de ' n descarnado d ~ c i s ~ o ~ u s m otecnocrtico, a la vez que sepulta los mas elementales pnncip1os depublicidad bajo el imperio de la opacidad y del s e e r ~ ~ En ese contexto, amplios contingentes sociales resultan c o n s t r ~ m d o s en sus derechos ms bsicos por normas que directamente ignoran. A _ P r o b a d ~por una elite que muy pocas veces opera en la s u p e r f i ~ 1 e , Y csiempre en los subsuelos del entramado poltico y social, dichas nor-

    .. Acerca del fracaso parcial del Acuerdo Multilateral de Inversiones, gracias a lar . modelomovilizacin de organizaciones ciudadanasy de algunos sectores po iucos, as co . -h 1 do por el mundo de los negoc1mnuevos pr oyectos puestos en marc a, con s1 m1 ar canten , . . 'AMI'vi nculados a la OMC, Estados Unidos y Europa, vid. Bne, Chnsuan de, Un nuevose prepara", Le Monde Diplomatique ed. espaola, Madrid, mayo de 1999, P 3. . . nSobre las disnra:s direcciones que puede tomar la apertura de la Consutucwvid Lucas Ve rd Pablo La Constitucin abierta y sus enemigos Universidad Complu tense1dtM

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    248 GERARDO PISARELLOmas tornan a b ~ u r d o s ciertos apotegmas los que a menudo el p o d e ~presum e con hge reza, como el que sosuene que "el derecho se sume conocido por todos" o peor an aquel conforme al cual l.-democracia supone la atribucin a cada persona de uno y un mismQ' ;voto.17 ' .. .

    e) En tercer trmino parece altament e improbable que u : iadh esin escrupulosa al consejo de Guizot: enrichissez vous p u e ~n v ~ r r s e f i b r ~ moral de una i d e n ~ i d a d democ.rtica plural y coq)o c a ~ 1 o ~ m v e r s a h s t a ; Por el c o n t r a n ~ el globahsi_no, al p r o m o v e funa 1dent1dad monoht1camente constrmda sobre la imagen del h o n r oeconomicus que i g u e sus "vicios privados" contraposicin a lo de l. resto la s ? c 1 ~ ~ a d b l o q u ~ a las poten_ iahdades_de un p r o c ~ de mternac1onahzac1on complejo que podna y debena aprovecharse. ;en. e lave g ~ n u i n a m e n t e .cosm.opolita.19 As'. t i e m ~ o que se o m ~gem1za el idea l de una 1denudad mercanuhsta, regida por la lgica:'de la ganancia y el clculo, se generan las condiciones propicias paia) ,la explosin de identidades par ticularistas, concebidas como r e a c c i o . -nes solipsistas frente a un creciente pr oceso de fragmentacin sociaf;{y econmica. Ms an bajo la coartada de la resistencia a la globa.'. 1;lizacin , estas identidades suelen aglutinarse en ocasiones, an tes que . i

    en torno a di ferencias culturales legtimas, alrededor de e s t r a t i f i ~ 1cionesjerrquicas (religiosas, sexuales, tnicas) ilegtimas y exduyenteS.:)111. UN CONSTITUCIONALISMO COSMOPOLITA: MODELO PARA ARMAR .

    :Pocas dudas caben de que el panorama descrito justifica l pesi /mismo de cualquier inteligencia medianamente crtica. La e x i s t e n c ~ ';de una economa in ternacional incontrolada, fuente de d e s e q u i l i b r i ~ i;17 Sobre a lgunas de estas cuestiones , vid. Crcova, C. M., La opacidad del derech9 (Madrid, Trotta, 1998.18 Vid. Przeworski, A. et al. Democracia sust.entable trad. de Sebastin Mazzuca, Buenos fAi res, Paids, p. 94. ;>19 Segn la descarnada opinin de Rousseau, "los sistemas financieros forman almas tvena les, y dado que no se piensa ms que en ganar se gana ms siendo un ladrn que un _;;hombre honesto". Vid. Pruyecto de Constitucin para Crcega/Ccnsideraciones solm el Gobinno 'r

    f olonia trad. de Antonio Hermosa Andujar, Madrid, Tecnos, 1988, p. II4 . En un sentido . .,s1mtlar, aun que con un lenguaje algo ms liviano, el propio Financia/ TimLS del 30 de septiembre de 1994 reconoca que "porque son e llos los que manejan billones y billonesde dlares de capitales qu e transitan de un pas a otro cada da , Jos mercados financierosse han convertido a la vez en el gendarme el ju ez y el jurado de la eco noma mundial, ;,lo que no deja de ser inquietante dada su propensin a ver los acontecimientos y las ', .po lticas a travs de los cristales del mied o y la codicia". Cit. por Chesnais, F., La rrumdialisationdu capital, Pars, Syros, 1994, p. 205.

    GLOBALIZACIN CON STITUCIONALISMO Y DERECHOS 249e injusticias, la brecha creciente entre el mundo opulento y _os excluidos de la tierra, 0 la permanente amenaza de guerras y c a t a s t r o ~ ~ s1- cas han co locado a la hu manidad en una innegable cns1seco ogi - de unacivilizatoria que podra conducir a la exunc1on, como pocobuena parte d e ella.20 ,Sin embargo , acaso sea precisamente esa s 1 t u a ~ 1 la que per-mite sumarse a la esperanza de Hlderin .de que alh donde crece el

    eligro crece tambin lo que puede n J ~ r a r l o : Por ~ ~ en unporama lmite como el actual, slo un fatalismo mmovihzador ~ o ~ nn nunciar a la lucha por un pacifismo jurdico exigente, confct1vo,~ ~ p a z de garantizar la supervivencia digna de la especie hu.mana y dehacer honor en sum a, a la perdurable imagen de Ihenng dederecho que slo se reconoce a s mismo en incesante lucha y res1s-l . . . . 21tencia contra a mJUSt1.c1a. _ . .Ahora bien, aceptado este anlisis, cules seran las vias 1 0 ~ 1 -nen es y mediatas para una reconstruccin global y con sentidogarantista del constitucionalismo y de los de rech.os de las.personas,con objeto de invertir, o si se f i e r e ~ o r r e g i r el u ~ o deproceso cuyos "dos colaterales se muluphcan con tanta virulencia.. POSIBILIDADES y LMITES DE lA REHABILITACIN DEL ESTADO

    Desde los supuestos aqu d e f ~ i : t d i ~ ~ s un primer paso. f?nda-mental de bera consistir en la rehabihtacion del Estado al serv1C10 delconstitucionalismo social y democrtico. Y todo ello porque, a p e ~ a rde las lecturas disolvent es del globalismo y de las m ~ u r s c:iraoones fnebres pronunciadas en su n o ~ b r e el Estado s.1gue s1end?,desde una lectura realista, el actor pohuco por x c e l e n ~ 1 a espacioconcreto en el que se juegan un sinnmero de garanuas vmculadasa la libertad y la igualdad de las personas.22 Ms a ~ bajo el influjode las presiones globalizadoras, los Estados se CO?Vlerten a m e n ~ ~ oen agentes activos encargados de adecuar sus sooedades en func10nde los in tereses de los grandes po der es privados internacionales. Por

    20 Vid. en este sen tido Capella, J. R., Los ciudadunos siervos, Madrid, Trotta, 1993,especialmente partes I y 11. . . .21 Ihering, R., a luch por el derecho versin de Alfonso Posada, Madnd C1Y1tas,

    1985, p. 60. . . J . 12 l As, Vega, Pedro de Mundializaci.n y derecho consutuc1ona , op. cit., nota , P54; Juregui, G., "Estado, soberana y Constitucin . .", op. cil. nota 1, p. 57. ,A_cerca de lacompleja situacin del Estado frente a Ja mundializacin , a la vez de deb1 11am1ento Yfortalecimiento, vid., asim ismo Cabo, Carlos de , Contra el consenso. Estudios sobre el Estado

    constitucional y el constitucionalismo social Mxico, UNAM, 1997, p. 337.

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    50 GERARDO PISARELLO 1 jft:Wello, es evidente que la recuperacin de lo pblico no es posible ,.t partir de cualquier tipo de Estado. Mucho menos de uno c o l o n i z a d ~por poderes burocrticos y mercantiles y fundado en una idea eli s : ~gerante y excluyente de soberana, de la que se derive la necesidad ;de anular a los antagonistas interiores y la tendencia, de cara l ;exterior, al imperialismo o la catolicidad en el sentido de la teolo-ga poltica de Carl Schmitt.25 1Bien se ha dicho, por el contrario, que si en el p ~ a d o se buscdemocratizar el monopolio regulador del Estado, ahora se debe, a n ~ /todo, democratizar la desaparicin de ese monopolio. Es decir, qu no tiene sentido democratizar al Estado si no se democratiza la esfe. .ra no estatal.24 1Precisamente por eso, una estrategia de recuperacin y profundi- . .zacin del principio democrtico en relacin con el Estado debera, '.: :segn los casos y contextos concretos, impulsar sus propsitos en .distintos y simultneos frentes: ~

    a En y desde el Estado, en la medida en que constituye un finstrumento insustituible para disciplinar a los poderes privados :,;nacionales y a veces internacionales, promover mbitos genuinos de ..participacin institucional y poner en marcha un sistema extensivo . .,de garantas ciudadanas en consonancia con el programa normativo deun Estado social y democrtico de derecho.25 >;b Fuera del Estado y en ocasiones contra l), con el fin de neu- .:tralizar sus tendencias paternalistas, represivas e ilegtimamente centra- ',lizadoras, de mantener bajo control toda propensin a la osificacinburocrtica y, sobre todo, de impulsar espacios pblicos no estatales ;fy mbitos ciudadanos de poder social directo, entendidos en unarelacin ms de profundizacin y mutuo soporte que de contrapo-sicin con aquellos de democracia representativa.26e Y por ltimo, ms all del Estado, habida cuenta que un ,proyecto que pretenda superar las constricciones del tipo d e constitucionalismo impulsado por el discurso globalizador, no puede asentarsen Sobre la crisis de esta idea de soberana, vid. Zagrebelsky, G., El dmcho dctil, trad.de Marina Gascn, Madrid, Trotta, 1995, pp . 10 y ss. l2' Santos, B. de Sousa, Reinvenlar la democracia . ., op cit., nota 7, pp. 40 y 41.2' Para una fundada defensa de este papel del Esiado, vid., Lpez Calera, N. M., ,el Estado, Madrid, Trolla, 1992.26 Vid. Ferrajoli, L , Dmcho r a z n trad. de Perfecto A. Ibez et al., Madrid, Trotta,1997, pp. 947 y 948. Es conocida, entre las experiencias ms novedosas y efectivas dede mocracia directa, la de la elaboracin participativa de los presupuestos en algunosmunicipios brasileos, sobre todo aquellas llevadas a cabo en Ria Grande do Sul. id alrespecto, Fedozzi, L., O r ~ a m e n t o participativo: reflexoes sobre a experiincia de Porto A/.egre, PortoAlegre, Tomo Editorial, 1997.

    GLOBALilACIN, CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS 251exclusivamente en el Estado-nacin.27 Por el contrario, una bsquedaregresivamente utpica de la autarqua o, si se i;>refiere, una apues?por el modelo inaugurado con la Paz de Westfaha de 1648, resultartaatacable tanto por razones de eficacia como en sus fundamentosmorales.Por un lado, porque las instituciones estatales nacional;s resul-tan insuficientes para conjurar la aceitada capacidad de mamobra deunos poderes privados que se m ~ e v e n co? r e z a de una_ fro?teraa otra, desvinculando sus beneficios econom1cos de sus obhgac1onesfiscales, ecolgicas, sanitarias, o laborales.En segundo trmino, porque si. la existencia de t ; > d ~ r e s de mercado incontrolados contradice cualqmer modelo consutuoonalgaranusta, tampoco el proteccionismo estatal puede emplearse de manerauniversal e ilimitada, sin poner en riesgo los derechos de las personasy los pueblos. La sola idea de un,,Estado v o l c ~ d o s o b ~ e sus frontera:- ,de un Estado comercial cerrado , en el senudo de F1chte, resultana

    i n s o s t e n i b l ~ si todos los pases pretendieran adoptarla en su propiobeneficio.2s Frente a esta salida, ms compatible con la imagen deHobbes de unos Estados en los preliminares de una batalla, enfiladosJos caones contra Jos vecinos circundantes,29 resultara ms razonable plantear toda apertura como un proceso gradual, slo posible enJa medida en que se garantice, a travs de los debidos controlesjurdicos, el tejido productivo local y los mnimos sociales que per-mitan competir con el exterior. . . . ,En tercer lugar, una regresin nacionalista y estatahsta g n ~ r a n alas exigencias morales que toda s o c i e d ~ d debe tei:er frei:re a qmenesno forman parte de ella y frente a qmenes, ~ u n mtegrandola: reclaman para s el legtimo derecho a una idenudad ~ l u r a qu e incluyaconcepciones de vida no necesariamente c o m p a ~ u d a s con las de lamayora. En ese sentido, si es cierto, como mantiene Kelsen, que elgenuino espritu democrtico se funda en el hombre 9ue, al contemplar a los dems, oye dentro de s una voz 9ue le ese er_est ,w resulta una completa aberracin que la idea de cmdadama,

    -n As, Juregui, G., Estado , soberana y Constitucin : .: , op. cit., noca P 58 .20 Vid. Fichte , J. G., El EstadlJ o ~ cerrado, trad.' d e Jaime ~ r a n .Barna,Ternos, 1991 . El propio Fic hle, en cualquier caso, era, leJOS d e toda 111genu1dad, conscientede algunos de estos riesgos. Por ejemplo, sostena que para un E s t a ~ o m p l e t a m ~ n t eempobrec ido , el cemi.rse no consti tuira un a apropiacin de las ventajas de ~ t r a s s ~ ssino 1111 forzoso conformarse con su propia pobreza . Por lo que, recomendaba , no necesitanuestras medidas , y nuestro discurso no va dirigido a l , pp . 140 Y 141.. .'l'J Vid. Leviatn, parte 11, cap. 18, trad. de Manuel Snchez Sarta, Mex1co, Fondo de

    Cultura Econmica, 1940, p. 175. Esencia y vawr de la democracia, trad. de R. Luengo Tapia y L Legaz y Lacambra ,Barcelona, Labor, 1934, pp. 138 y 139.

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    f '. ~ ~ w252 GERARDO PISARELLO . r

    anclada en la nocin de nacionalidad, haya pasado a funcionar COQ\01,.d?. .c?bertura del privilegio y .como u e ~ t e de exclusin y d i s ~ r i m i n a c i 1 l i 1bien frente a los no nacionales, bien frente a los no crndadanos."',1:). En el actual contexto internacional, en efecto, resulta r t r ~ j_ do y, a mediano plazo, ilusorio, pretender la consecucin de UQ;,. . , rEstado de derecho en un solo pas o en una sola regin dentro de kese pas, al precio de su inexistencia o su degradacin en el resto dcli;)'mundo o en otras regiones de ese Estado.32 En otras p a l a b ~ ningq.:;,Estado puede aspirar a ser un Estado democrtico y de derechoprimiendo a la inmigracin pobre de otros Estados y atrinchernden lo que Habermas ha denominado "chauvinismo del bienestar",35 .ni tampoco imponiendo, a nivel central, regional o local, identidade$ \culturales excluyentes que operen como fuente de discriminacin :.; 'poltica y social de otros colectivos y ciudadanos. .g. ( 1

    V. CUATRO CONTRATOS PARA UN CONSTITUCIONALISMO GLOBAL:NECESIDADES BSICAS, MULTICULTURALISMO, ECOLOGA, DEMOCRACIA .,A partir de estas consideraciones, resulta evidente, como ha apunf

    tado Gomes Canotilho, que un constitucionalismo ceido a la i d ~ idel Estado-nacin no puede arrogarse ya el papel de palanca di .Arqumedes con fuerza para transformar el mundo, sin atender alhecho de que tambin l est cercado por otros mundos .14 '

    De esa suerte, resurge con ms fuerza que nunca la necesidad ::de un constitucionalismo garantista a nivel mundial, capaz de coor- ,_,dinar sus exigencias en diferentes instancias: planetarias, regionales,, _:.estatales y, sobre todo, locales, sin renunciar por eso a ninguna de \ellas. No se tratara, claro est, de un mero cosmopolitismo fugitivo, fdirigido a liquidar las diferencias nacionales o los elementos clsicosdel Estado constitucional,35 sino de la puesta en marcha de una nueva" Fe rrajoli, L., "Beyoncl sovereignity and .. ", op cit., nota l , pp . 152 y ss.

    ' 2 Vid. Ferrajoli, L., "Diritti fondamentali", Teora Politica Milano, XIV, nm. 2, 1998,p. 19. " Vid. Habermas, J., Ciudadana e identidad nacional" , incluido en Facticidad jvalidez, trad. de Manuel Ji mnez Redondo, Madrid, Trotta, 1998, pp. 636 y ss.

    Comes Canoti lho,J.J., Revisar/ la o romper la Constitucin dirigente?", ReutoEspaola de Derecho C o r u i t u c i c m a ~ Madrid, nm. 43, 1995, p. 13." Hace tiempo ya, Habe rmas difundi el concepto de "patriotismo constituciona rpara designar el sentimien to ele lea ltad, no a la com unidad, en tendida desde premisas"organicistas", sino a los valores republicanos y a los principios abstractos y n i v e r s a l i z a bde los derechos fundamentales. Vid "Patrio tismo de la Constitucin, en general y enparticul ar", en La mcesidad de revisin de la iuuierda, trad. de M.Jimnez Redondo, Madrid,Tecnos, 1991 , pp . 212 y ss. Una interesante aproxim aci n a la polmica entre cosmopo-

    GLOBALIZACIN, CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS 253idea del derecho que permita la posibilidad de solapamientos einteracciones entre diversos sistemas legales, sin que ello tenga quesuponer, necesariamente, una rgida subordinacin de unos frente aotros, o con respecto a terceros sistemas. 36 Todo ello, p r ~ ~ i s : - m e ? t e ,favorecera la convivencia multicultural a la vez que perm1una onentar las tcnicas constitucionales de controles y lmites a los poderesen una direccin que pudiera ofrecer respuestas internacionales aproblemas internacionales. .Desde un punto de vista jurdico, un proyecto de este upocomportara sentar las bases de un constitucionalismo mundial garantista, en abierta tensin con la lgica de la globalizacin y qu e, al menos en su dimensin normativa, se encuentra parcialmente esbzadoen documentos como la Carta de Naciones Unidas, la Declaracin deDerechos de 1948 o los Pactos de 1966, por mencionar slo algunos."Tomarlos en serio", para usar la conocida frmula. de DworI??'supondra, por un lado, hacerlos valer como clave de mterpretac1ony como fuei;ites :de crtica y de deslegitimacin de lo e x i s t e ~ _ t e , sobretodo de las actuaciones de actores internacionales -tamb1en de losms 'poderosos- llevadas a cabo contra el derecho internacional yapelando a argumentos ms o menos solapados de : a z ~ n Estado". Pero tambin demandara proyectar las formas msutuc1onales,las garantas y refo rmas jurdicas y e s ~ t e g i a s ~ e c e s ~ r i a s para surealizacin.37 En cierto modo, estas eX1genc1as podnan vincularse, nosin tensiones, a travs de cuatro grandes contratos mundiales:38

    a) Por un lado, debera promoverse un contrato global para lasatisfaccin de las necesidades bsicas dirigido a suprimir i l e g ~ m a sdesigualdades socioeconmicas entre clases, gneros, etnias, regionesy naciones.Ello entraara afinar los mecanismos de control y garanta delos distintos documentos internacionales, aprobados o ratificados,que prevn el recono_imiento de derechos sociales pa ra todos y todaslos habitantes del planeta. Desde el Pacto Internacional de DerechosEconmicos, Sociales y Culturales, cuyo artculo 2.1 compromete alos Estados miembro s a adoptar medidas "hasta el mximo de los re-litismo y patriotismo, en tre internacionalis_m o y proteccionismo, puede verse la compilacin de ar tculos realizada por Joshua Cohen en os lmites del patriotismo. Identidad,11mria y ciudadana mundial . trad. de Carme Castells, Barcelona, Paids, 1999."' Juregu i, C., "Estado, soberana y Constitucin . ", op cit., nota 1, pp. 71 y ss." Ferrajoli , L., a sovranita nel mondo moderno. op cit., nota 4, pp .45 y ss.

    8 Para una exposicin ms detallada del contenido de estos hip otticos contratosglobales, vid. Groupe de Lisbonne, Limi tes a a comptitiviti . Por un nouveau contra/ mondial,R. Petrella (dir.), Bruselas, Labor, 1995, pp . 204 y ss.

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    254 GERARDO PISARELLOcursos que disponga , para lograr, progresivamente, por todos los.medios apropiados", la plena efectividad de los de rechos all r e o ~cidos, pasando por importantes documentos regionales como Social Europea, de 1961, la Carta Comunitaria de Derechos SocialesFundamentales de los Trabajadores, de 1989, la Carta Africana de lo$Derechos Humanos y de los Pueblos, de 1981 , o e l Protocolo adicionaia la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, adoptado en,San Salvador, si bien an no ratificado, en 1988 .Asimisr.no, habra quq .. estipular, tanto frente a los poderes pblicos como frente a los priva- :. . do s el deber de progresividad y la prohibicin de regresividad de loSt derechos sociales,59 as como la observacin de los derechos fundamell-l ;tales definidos por la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT).40, J Sin du da, un objetivo de este tipo demandara, como poco, una, 'reestructuracin profunda del Fondo Mon etario Internacion al F M l : ;el Banco Mundial (BM) o la OMC, en un sentido que los transfor- jl{mase en agentes que contengan las crisis y no que las propicien,como ahora, para lo cual debera negociarse en trminos radicales Jla condonacin de la deuda externa d e los pases pobres del planeta; 11permiti r a dichos pases una cierta desconexin d el mercado muo-. .Jdial, establecer un flujo positivo de recursos financieros hacia los.mismos e impon er condiciones racionales de consumo e intercambio. ' :entre las regiones satisfechas del planeta y aq uellas sumergidas.41 ,Asimismo, habra qu e extender al plano in ternacion al el piin- :cipio de eficacia de los derechos fundamentales frente a tercerosDriuwirkung der Grundrechte), promoviendo, por ejemplo, un controlglobal del rgimen de crditos ban carios a empresas transnacionales, 'as como el desarme progresivo de los grandes mercados financieros .a travs de un acuerdo - tambin global- para gravar los in tercam- 'bios especulativos, las inversiones di rec tas en el extranjero o aquellascon impacto ambi ental.

    Sobre la obligacin de p rog resividad y la interdiccin de la regresividad en materia de derechos econmicos, sociales y culturales, vid. Abramovich, V. y Courtis, Christian,"Hacia la exigibilidad de los de rechos econmicos, sociales y culturales. Estnda res internacionales y cri terios de aplicacin ante los tribuna les locales", La aplicacin de los tratadossobre derechos humanos por los tribunaks locaks, Buenos Aires, Centro de Estudios Legales Y 'Sociales. 1997, pp. 334 y ss. Reproducido en Carbone ll, M. Cruz Parcero,J. A. y Vzquez, R(comps.), Derechos sociales y derechos de l s minoras, 2a. ed., Mxico, Porra-UNAM, 2001. Consta tando que la OIT no dispone de un sistema de sanciones para obligar alos pases a hac er respetar sus convenciones, las o rganizaciones sindicales internac ionalessugiere n que se cree un comit consultivo conjunto de la OIT y la OMC que sea capaz.si fuera necesario, de imponer represalias comerciales contra los pases recalcitrantes." Cfr., ent re otros, Amin, S., El capitalismo n la era de la globaliz.acin op. cit., nota8, pp. 24 y ss.; 70 y ss. ; 157 y ss.; y 177 y ss.

    GLOBALIZACIN, CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS 255Tambin habra que prestar atencin, en ese contexto, a la lla

    mada tasa Tobin, un impuesto global dirigido a g r a ~ ~ con una tasadel 0.5% todas las transacciones en los me rcados de diVIsas. Propuestapor el Premio Nobel de Economa de 1974, James T

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    256 GERARDO PISARELLO t ~ ~nicac in genuino, abierto a todos los involucrados, y sobre t

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    58 GERARDO PISARELLOcomo punto de partida los compromisos y prescripciones adoptapor ms de ciento treinta gobiernos en la Conferencia de RoJaneiro, de 1992, as como aqu ellos suscritos en la Convencin Mso?re C a ~ m b i o Climtico y sobre Diversidad Biolgica, tambin dtif'mismo ano, o en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos

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    260 GERARDO PISARELLOpara derrumbar dictaduras, aportan argumentos restrictivos frente ::/las propuestas de "intervenciones blicas por razones h u m a n i t a r i a ~ . ;al menos por tres razones: 1 porque el derecho de intervencin,como esta configurado en el actual ordenamiento internacionalJ,presen_ta f:iertes probabilidades de ser ejercido de modo asimtrico,es decir, solo por los Estados fuertes contra las violaciones de dere, rchos. llevadas a cabo por Estados dbiles, pero prctjcamente n u n ~ / , ,a la inversa; 2 porque .en la .lucha conu:i las dictaduras suele s e r ~

    e ~ c a z el a p ~ y o a la r e s 1 s t e n ~ 1 a eopular interna antes que la i n t e r v ~CIOn de Un salvador extranjero ; 3 porque parece improbable, comoha quedado d e ~ o s t r a d o , que una intervencin armada a gran e s c ~< ' : > o m b ~ ~ d e o s aereos, ataques terrestres) pueda satisfacer la exigencwih1pocrauca que man?a mi?imizar el dao a las personas. ( . '

    No p a r ~ c e u s 1 b l e ciertamente, postular la erradicacin ~ flulal1zac1on y umversalismo son el doble rostro de Jano de la actual 'cnsis del concepto clsico de soberana. Y que en ese contexto lastareas de un co?stitucionalismo genuinamente garantista vendrlan ,,;,

    i : i a r en pnmer lugar, por la necesidad de oponer, frente al ;;;'simplismo del l l ~ a d p ~ i : i s a m i n t o nico, el sentido de complejidad de un p e n s m 1 e n t o _cr uco c ~ p a z de subordinar la lgica globalista .:.las mercanc1as a la logica umversalista de los derechos. Todo ello, ...sin e mbargo, obliga a ii:tsistir en tres cuestiones insoslayables: J se ,.trata un modelo 1 b l ~ ? ; 2 quines seran los actores encargados de impulsarlo?; 3 que grado de conflicto entraara su efectivapuesta en marcha?1 Dados los rasgos altamente trgicos del actual panor ama, hay que reconocer ~ u e el programa de un constitucionalismo cosmopo- .c?mo el aqu1 sugerido entrafia una fuerte dimensin utpica. Ennmgun caso, empero, se trata de un modelo ir realizable.

    GLOBALI7ACIN, CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS 261a mundializacin capitalista de fin del milenio ha engendradodesgarradoras condiciones de explotaci n y opr:sin,_ sin cuya rem?"cin radical las posibilidades mismas de la.subs1stenc1a de la s ~ ~ c 1 ehumana quedan en entredicho. A la par, sin embargo, ha perm1udola gestacin de una serie de condiciones objetivas y subjeti_aspermitiran la superacin del estado actual de ~ o s a s en una direcc1onemancipatoria para el conjunto de la humamdad. .Dicho en otros trminos: el capitalismo no consutuye una totalidad homognea, monoltica, que admita ser negada un s i ~ _ P l e

    golpe de mano, de una vez y para siempr_e. ~ a y fisuras, mtersuc1_os ,contradicciones, distintos modelos de capitalismo dentro del c a p l t ~ -lismo no pueden equipararse, sin ms, Suecia, ~ a n a d E s t ~ d o s ym -dos Albania o Hait) . El xito de una progresiva domesucac1on yu p ~ r a c i n del mismo en trminos de un Estado social y democrticode derecho depende tanto del frontal rechazo de sus elementosdestructivos y df gradantes como del aprovechamiento de sus puntosfuertes.Desde un punto de vista tcnico, por ejemplo, resulta i n n e ~ b l eque el proceso de mundializacin con el que se ha.cerrado el ~ 1 g l oxx ha generado las condiciones cientficas, e c . o n ? ~ 1 c a s y m ~ t e n a l e sobjetivas necesarias Pr

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    264 GERARDO PISARELLOJ;.:global e identidades particularistas excluyentes, o si se quiere, comQ fun modelo capaz de ampliar el mbito de "solidaridad entre extra..: ;,os" y de conciliar las tendencias universalistas y legtimamente : ipluralistas presentes, a un mismo tiempo, en la condicin h u m a n a . ~En suma, se tratara de postular un progresivo internacionalismo; :r

    jurdico erigido, no sobre la negacin o la socavacin de la diferen.ciacin nacional o regional de las poblaciones, ~ i n o por el contrario, j.il,s o b r ~ una. articulacin dem?crtica de su pluralidad y de sus mlti . 'ti'ples identidades culturales.63 ,' Este impulso cosmopolita, de hecho, encuentra su hilo c o n d t i c ~ : , .tor en fuentes parciales tan diversas, pero reales, como el u n i v e r s a l ~ .>mo estoico y cristiano de la antigedad, las posiciones ilustradas df:. ;t Wolff, Paine, Kant o Kelsen, los impulsos democratizadores de 1776,:1789, 1848 o l 917, el proyecto emancipador bolivariano, buena parte t /del p a . n a f r i ~ a n i s m o ~ o ~ c o l o n i a l e incluso una rica corriente de ) ~ ~ ;ternac1onahsmo femmista.64 . : ~.Claro est que se trata de un ideal irrealizable en un contexto. ,.de desigualdades sociales y hegemona de las grandes potencias. Pero.ello no supone falsedad, sino el preanuncio de una nocin necesaria ffy posible en el futuro.65 Ms an, como ya se ha sealado con ante- . ~ ~ :

    r i o r i d a ~ , resu ta incon.trover tible que la propia mu?dializacingeneralizado, Junto a ciertos e lementos de desgarramiento, prematu;. _ ; ~ ;ras seas de una racionalidad in tegradora sobre la que asentar lasposibilidades de un sentimiento de pertenencia "cosmopolita". "Ante todo, la irrupcin, en las opiniones pblicas de mbitonacional (sindicatos, partidos, asociaciones civiles) de problemas o n ~ ;:tinentales e incluso planetarios, los cuales, debidamente estimulados, ;,permitiran, por ejemplo, expandir y coordinar las sociedades civiles y los partidos polticos en torno a programas y a procesos constitu- :yentes de .alcance regional.6662 Una posicin de este tipo sostiene Habermas,J., en a inclusin del otro trad. deJ. C. Velasco Arroyo y G. Vilard Roca, Barcelona, Paids, 1999, pp. 07 y ss. y 189 y ss.""Capella,J. R., Los ciudadanos siervos op cit. nota 20, p. 203. Contra las \ ~ s i o n e srestricvas que identifican sin ms nacionalismo y anti liberalismo, uid. por ejemplo,Kymlicka, W., "Nacionalismo minoritario dentro de las democro.cias liberales", en Garca,Soledad y Lukes, Stcven (comps.), Ciudadana: justicia c i a ~ identidad y pa rticifJacin Madrid,Siglo XXI, 1999, pp . 127 y ss.64 Vid. por ejemplo, la in teresante compilacin realizada en FeminiJms and lnlernationa-

    liJm Sinha, M . Guy, D. , y Woollacott, A., (eds.), Oxford, Blackwell, 1999.60 Para una aproximacin a los vnculos y diferencias entre imperialismo y cosmop-lismo, vid. el excelente libro de Pagden. Anthony, Seores de todo el mundo trad. de M.Dolors Gallart Iglesias, Barcelona, Pennsula, 1997.66 Cfr. al respecto, Habermas, J. "The European Nation-State and the Pressures ofGlobalization", New Left Review Londres, nm. 235, 1999, pp. 58 y ss.

    GLOBALIZACIN, CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS 265Tmidas, si se quiere, pero nada desdeables pruebas de esteproceso pueden encontrarse en la c ~ l e b r a c i n ?e s u ~ e s i v a s cum.bressobre cuestiones de alcance mundial: ecologia (Ro de Janeiro),crecimiento demogrfico (El Cairo), pobreza (Copenhague), clima(Berln), mujer (Beijing). O en la progresiva articulacin de alianzasde asalariados a travs de sindicatos regionales que puedan dar cabida a una base social ms extensa que la tradicional fuerza laboralindustrial, como la Federacin Mundial de Sindicatos o la Confederacin Internacional de Sindicatos Libres. Todos estos elementos

    pueden constituirse en f a c t o ~ e s presin sobre partido_s I_>Olticos yaobiernos, mediante la tematizacion de los problemas mas 1mportanfes para la supervivencia en una . ~ t _ : r a p b l i ~ a ~ ~ t e r n a c i o n a l , esto es,a travs de un llamado a la op1mon mundial.Tampoco puede despreciarse, en_ lo , c o n c i e r ~ e a los a c ~ o r e scapaces de motorizar este programa JUndico, la c r e c 1 e ? t ~ prohferacin de aquellas asociaciones ciudadanas que, con los h m 1 t ~ s sequiera, han venido, en cierto modo, a prolongar la expenenc1a de

    tos llamados "nuevos movimientos sociales". Surgidos en la dcadade los setenta, la relativa novedad de dichos movimientos resida,precisamente, en que no ~ c t u a b a n tanto .en f u n ~ i n de los intereses

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    266 GERARDO PISARELLOvoluntario , alrededor de servicios sociales o culturales o de prcticasde solidaridad con los pases perifricos.68 . , , ,'Es , cierto 9ue estos. actores no componen un espacio s o c i 4homogeneo e mcontammado. De h echo , muchos han padecido,- y padecen- una perniciosa irdinacin clientelista, limitndose a:tareas de caridad y reproduciendo en su interior i r r c i o n l i d d ~de tipo burocrtico y mercantilista. Sin embargo, a partir de sucursin en reas como inmigracin, desempleo, pluralidad naciona(;y cultural, descent ralizacin, impunidad, igualdad de gnero, controi\social del poder; as como de su colaboracin con los organismosinternacionales de d erechos humanos en calidad de amicus curia}/y ~ a u ~ i } i z a i n tanto de formas d i c i ~ r ; i a l e s de movilizacin .y;)Aparuc1pac1on como de aquellas que hoy facilitan las nu evas tecnolO: :gas, pueden constituir un importante punto de apoyo para un pr o( ::ceso d e fortalecimiento y profundizacin de las dimensiones locales . ;regionales e internacionales de una democracia constitucional.69 ' i,De esta suerte, y sin perjuicio de sus contradicciones, el conjun- 1 ~ r lto de estas tend encias viene a confirmar que si el idea l regulador de un constitucionalismo mundial entraa, como se ha dicho, una di-mensin innegablemente utpica, ms irreales resultan an la mayo-' Jra de las pretendidas crticas realistas a es tos proyectos. En el mejoI'de los casos, stas se revelan como frgiles alternativas de un paci- tifismo d b il , anclado en una nocin superada del Estado y del orden \ . ,,in ternacional e incapaz, por lo dems, de afrontar los desafos de : ~ extender el constitucionalismo social y democrtico ms all de las /regiones privilegiadas del planeta.70 En el peor, como versiones cni-cas de un realismo de miras cortas, incapaz de prever los costes, en trminos de violencia y degradacin cvica, que el mantenimiento delestado actual de cosas generara en el mediano plazo.

    3) En cualquier caso, es obvio que los objetivos aqu esbozadospresuponen un proceso arduo y paciente, no exe nto de tensiones, yen el que si no se dan pasos adelante quedan abiertas las puertas60 Vid, Aguiton, C., Petrella, R. y Ud ry, Charles-Andr, Construyamos juntos unamundializacin di ferente , Viento Sur, Madrid, nm. 42, 1999, pp. 78 y ss.' Acerca del posible papel de los movimientos sociales en el fortalecimiento de la

    dem ocracia, vid. Pastor Verd, J. Democracia y movimientos sociales alternativos , VisiontSde una poltica de progreso, Mad1id, Acemo Editorial, 1998, pp. 247 y ss.

    70 Una inte resame confrontaci n de los supuestos universalistas y realistas puedeverse en Buzan, B. y Held, D., Cosmopolitismo y realismo'', Leviatn, trad. d e MiriamCana, Madrid, nm. 75, 1999, pp . 5 y ss. Para una defensa del pacifismo dbil, vid. Zolo,Danilo, La forza del ' pac ifismo debole'. In di fesa di un libro con t roverso , Teoria Poltica,XIII, Miln , nm . 2, 1997, pp . 11 3 y ss.

    ; (

    GLOBALIZACIN, CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS 267para retrocesos acaso irreversibles. Por eso, p r e c i s a m e n ~ ~ suds ~ o s i b i ~ i dades de xito no dependen slo ni tanto de una cuesuon e ~ a n t a s 1 ainstitucional. El derecho, como sola decir ~ u t h e r King, . n e ~ e s i t aayuda . Adems, en Ja medida en que la u ~ o p _ 1 a un c o n ~ u ~ u c 1 _ o n a -Jismo mundial democrtico comporta a_ ehmmacion de pnvilegios yla minimizacin de poderes en beneficio de los ? e r e c h ~ s de t o d ~ slos habitantes del planeta, su puesta en m r c h ~ aun parcial, _n_o s ~ ~ i aosible sin luchas, conflicto e importantes mveles de m o v i ~ 1 z ~ c 1 o n~ a c i a l . La propia experiencia histrica ensea que el _reconoc1mie?tode derechos no ha sido nunca el producto de pacificas y gratmtasconcesiones desde lo alto.71 ,Evidentemente, es imposible adivinar en qu medida_ Y ~ o n q ; i ~alcance estos conflictos puedan dar lugar a formas opos1cion (basicamente poltica) o de r e s i s t e n c ~ a b s i c ~ m e n t e social) a los e m ~ a t e sms agresivos del proceso globahzador. Sm embargo, dado el caractei:de sus presupuestos jurdicos y morales, _u_n p r o y e c ~ ? com? el aqmesbozado vendra impulsado desde la n o c 1 ~ n de un ~ l ~ r a h s m o agonstico compatible con la idea de un pacifismo movihzado y c ~ p a zde a l c a ~ z a r , llegado el caso, a c u e ~ d o s y _composiciones. F u ~ r a de dichaconcepcin se situara, en c ~ m b 1 0 1 r r e d e n ~ o _ a n t a ~ o m s m basadoen Ja oposicin amigo-enemigo y regido, en uluma instancia, P?r. eluso oportunista del derecho, las licencias para el terror y una logicamilitante de aniquilacin del otro.72 . ,h e tanYa desde Rousseau se sabe que no ay una onsutucionbuena y slida como aquella capaz de alcanzar el corazn de losciudadanos .73 En las condiciones actuales, no parece que sean elconstitucionalismo global de mercado o los p a t r ~ o t i s m o s excluyentesquienes estn en condiciones de apelar a los millones de _corazoneshoy despojados en distintos puntos del planeta de las mas elemen-

    11 Maquiavelo lcido exponente del realismo polco, recordaba con insistencia estatrabazn entre Jibe;tad y conflicto: En toda repblica hay dos espritus c o n ~ p u e s t o s : elde Jos grandes y el del pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de _la hbertad nacen de Ja desunin entre ambos, como se puede ver fcilmente por 1? ocurrido en . ~ .los buenos ejemplos nacen de la buena educacin, la buena d u c a c 1 ~ n de las buenas e y ~ y las buenas leyes de esas diferencias in ternas que muchos, descons1deradai:nente, con, enan .. . Vid. Discursos sobre la primera dcada de Tito Liuio, trad. de Ana Marunez ~ n ~ ~ ~Madrid Alianza, 1996, p. 39. Para una reflexin ms reciente a c e r c a d ~ la C i o _ n e ..

    ' . - . l F . r L La democraz1a cosutuz10nale ,conflicto y conquista de los derechos, uu erraJO 1 A dL accesso negato, Diritti, suiluppo, diversita, Roma , ed. al cu idado de Pietro Vulpani, rman Editore, 1998, pp. 61 y ss. , , d d 0-12 Para esa idea de pluralismo agonstico y sus vnculos con la noc1011 e em M ' Ch tal El tomo de lo poltico trad. de Marcoerada radical y paruc1pauva, vid. ouue, an n 'Aurelio Galmarini, Barcelona, P a i ~ s 1999, PP 1.3 Y ss. . 55 56Vid. Consideraciones del goburno sobre Poloma, op cit., nota 19, PP Y

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    t268 GERARDO PISARELLO , :;}tales libertades y necesidades. Por el co ntrario, el ideal de un dc': fcho cosmopolita bien podra convertirse en una alternativa r a z o n a b ~ . f ' :y autnticamente transformadora para la especie humana en su c;ol l; :junto. Una utopa de este tipo, adt:ms, no tendra que extraer . ,energas las fuente_de un ~ n ~ e n u o p t i m ~ m o antropolgic;o. Pj el contran o, supondna un obJeUvo racional mcluso para un pueble :de demonios , como pensaba Kant.74 Sin embargo, si aun as r ~tara un ideal demasiado exigente, siemp re quedara, contra los et rcepticismos frustrantes, la advertencia de un pensador moderado corn,9tMax Weber, quien recordaba que la poltica -incluso la t u c i o ~ ,podra agregarse aq significa horadar lenta y p r o f u n d m e n ~unas tablas duras con pasin y distanciamiento al mismo t i e m x ;siendo completamente cierto, y toda la experiencia histrica ~ i . 1 .confirma, que no se conseguira lo posible si en el mundo no s rfihubiera recurrido a lo imposible una y otra vez .75

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    La paz perpetua op. cit. nota 47, pp . 30 y 38. La idea de un Derecho cosmopolica-afirmaba Kant- no resulta una representacin fantstica n i extravagante, sino quecom pleta el cdigo no escrito del derecho pblico d e la humanidad, siendo un complementode la paz perpetua, a l co nstituirse en condicin para una c ontinua ap ro ximacin a e lla.

    We ber, Max. La poltica como profesi n, La cimcia C 11lJ proftSi6n/ la poltica ,,protSin trad. de Joaqun Abelln , Madrid, Espasa Calpe, 1992, p. 164.