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Adrián Goldin 1 INFORME DE MISIÓN SOBRE EL PROCESO DE CIERRE DE JERZEES DE HONDURAS, LAS INVESTIGACIONES PREVIAS Y LOS DERECHOS DE LIBERTAD SINDICAL I. Introducción El 8 de octubre de 2008 la empresa Jerzees de Honduras anunció el cierre de sus operaciones. Ante alegaciones de que ese cierre respondía a motivaciones violatorias de derechos y principios de libertad sindical contenidos en convenios internacionales, en las leyes del país y en códigos de conducta, la Fair Labor Association encomendó a una empresa consultora independiente, ALGI, que investigara el comportamiento de la empresa en relación a esas alegaciones. ALGI produjo su informe tras una misión que sus investigadores llevaron a cabo en Honduras desde el 10 al 14 de Noviembre de 2008. Tras la realización de esas actividades, grupos de solidaridad internacional y la confederación sindical CGT plantearon algunos reclamos de tipo procesal contra ellas, como consecuencia de las cuales, la Fair Labor Association encomendó a este consultor la realización de una investigación adicional acerca del cierre de la fábrica de Jerzees de Honduras, sujeta al siguiente plan de trabajo: Evaluar si la metodología de la investigación anterior en material de libertad sindical dio lugar a la exclusión de prueba relevante Examinar los reclamos procesales planteados por grupos de solidaridad internacional y por la confederación sindical contra la investigación de ALGI y su relevancia y potencialidad para afectar sus conclusiones Realizar entrevistas con trabajadores sindicalizados y sus dirigentes para (i) darles la oportunidad de que sus puntos de vista sobre la situación en materia de libertad sindical en la fábrica, así como sobre la manera en que ALGI recolectó la información provista por ellos, sean escuchados; y (ii) esclarecer cuestiones que fueron planteadas en los mencionados reclamos procesales. Los dirigentes del sindicato local y de la confederación serán notificados de la visita del experto tan pronto como la fecha de la misma se hubiere fijado, con el objeto de facilitar los consiguientes arreglos logísticos. El experto también puede llevar a cabo entrevistas con otros sujetos interesados, si ello fuere apropiado. Preparar un informe (i) que destaque todas las deficiencias metodológicas de la investigación previa que pudieran haber llevado a la exclusión de prueba relevante y (ii) que sobre la base de las reglas corrientes de la prueba, reúna prueba acerca de la libertad sindical que pudiera no haber sido apropiadamente considerada en aquella investigación Fair Labor Association proveyó a este consultor de los siguientes elementos instrumentales: a. El documento elaborado por el Worker Rights Consortium que lleva fecha 7 de Noviembre de 2008 y por título, Worker Rights Consortium Assessment, Jerzees de Honduras (Russell Corporation) Findings and recommendations

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Adrián Goldin

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INFORME DE MISIÓN

SOBRE EL PROCESO DE CIERRE DE JERZEES DE HONDURAS, LAS INVESTIGACIONES PREVIAS Y LOS DERECHOS DE LIBERTAD SINDICAL

I. Introducción

El 8 de octubre de 2008 la empresa Jerzees de Honduras anunció el cierre de sus operaciones. Ante alegaciones de que ese cierre respondía a motivaciones violatorias de derechos y principios de libertad sindical contenidos en convenios internacionales, en las leyes del país y en códigos de conducta, la Fair Labor Association encomendó a una empresa consultora independiente, ALGI, que investigara el comportamiento de la empresa en relación a esas alegaciones.

ALGI produjo su informe tras una misión que sus investigadores llevaron a cabo en Honduras desde el 10 al 14 de Noviembre de 2008. Tras la realización de esas actividades, grupos de solidaridad internacional y la confederación sindical CGT plantearon algunos reclamos de tipo procesal contra ellas, como consecuencia de las cuales, la Fair Labor Association encomendó a este consultor la realización de una investigación adicional acerca del cierre de la fábrica de Jerzees de Honduras, sujeta al siguiente plan de trabajo:

• Evaluar si la metodología de la investigación anterior en material de libertad sindical dio lugar a la exclusión de prueba relevante

• Examinar los reclamos procesales planteados por grupos de solidaridad internacional y por la confederación sindical contra la investigación de ALGI y su relevancia y potencialidad para afectar sus conclusiones

• Realizar entrevistas con trabajadores sindicalizados y sus dirigentes para (i) darles la oportunidad de que sus puntos de vista sobre la situación en materia de libertad sindical en la fábrica, así como sobre la manera en que ALGI recolectó la información provista por ellos, sean escuchados; y (ii) esclarecer cuestiones que fueron planteadas en los mencionados reclamos procesales. Los dirigentes del sindicato local y de la confederación serán notificados de la visita del experto tan pronto como la fecha de la misma se hubiere fijado, con el objeto de facilitar los consiguientes arreglos logísticos. El experto también puede llevar a cabo entrevistas con otros sujetos interesados, si ello fuere apropiado.

• Preparar un informe (i) que destaque todas las deficiencias metodológicas de la investigación previa que pudieran haber llevado a la exclusión de prueba relevante y (ii) que sobre la base de las reglas corrientes de la prueba, reúna prueba acerca de la libertad sindical que pudiera no haber sido apropiadamente considerada en aquella investigación

Fair Labor Association proveyó a este consultor de los siguientes elementos instrumentales:

a. El documento elaborado por el Worker Rights Consortium que lleva fecha 7 de Noviembre de 2008 y por título, Worker Rights Consortium Assessment, Jerzees de Honduras (Russell Corporation) Findings and recommendations

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b. Las observaciones presentadas por el American Center for International Labor Solidarity de fecha 11 de diciembre de 2008.

c. La queja presentada por la dirigente Evangelina Argueta en nombre de la Central General de Trabajadores, que lleva fecha 11 de diciembre de 2008

d. El informe elaborado por ALGI, que lleva por título “Fact finding independent investigation” Honduras, November 10th – 14th 2008

Para llevar a cabo esa tarea, este consultor viajó a San Pedro Sula, República de Honduras en la noche del martes 13 de Enero y permaneció en esa ciudad hasta las primeras horas de la mañana del domingo 18 de enero. Durante los cuatro días de trabajo efectivo en esa ciudad, se trasladó diariamente a la localidad de Choloma con el objeto de recoger las declaraciones de los trabajadores sindicalizados y sus dirigentes y visitar la empresa Jerzees de Honduras.

En ese período, se entrevistó en las oficinas de la CGT con un total de 48 operarios (la mayoría de ellos sindicalizados, aunque también se presentaron a prestar declaración varios entre ellos que no lo estaban), un supervisor (entrevistado a su pedido fuera de las oficinas de la CGT), la coordinadora de la CGT, Doña Evangelina Argueta, nueve miembros de la Directiva del sindicato SITRAJERZEESH y dos trabajadores que sin integrar esa directiva, formaron parte de la comisión negociadora del convenio colectivo de trabajo. El día 15 de Enero a las 7:30 de la mañana (horario fijado por la empresa) este consultor se hizo presente en la empresa JDH, donde se entrevistó con el Gerente de la planta, José Fernández y el Director de Recursos Humanos, Ricardo Trujillo. El día 16 por la mañana visitó la Secretaría de Estado en los Despachos de Trabajo y Seguridad Social, delegación regional de San Pedro Sula, donde entrevistó a la Directora Regional, Abogada Lucia Rosales, a la coordinadora de inspectores Waleska Martínez y a los inspectores Raúl Baraona y Bessi Rocío Lara Rosa.

Las entrevistas a trabajadores fueron concertadas por Evangelina Argueta y los miembros de la Junta directiva del sindicato, con excepción de la que este consultor mantuvo con una trabajadora no vinculada con la entidad sindical que se presentó espontáneamente el día sábado 17 y pidió una entrevista confidencial con el suscripto, que le fue concedida y sobre la que he de volver líneas más abajo. Uno de quienes serían entrevistados – un mando medio de la empresa – solicitó que su entrevista se llevara a cabo fuera de las oficinas de la CGT con el objeto, alegó, de asegurar la más estricta confidencialidad del encuentro. Así se hizo; el mencionado supervisor fue entrevistado en la cafetería de una gasolinera sita a algunas cuadras de esas oficinas.

II. La investigación anterior en material de libertad sindical

Esta sección del informe está dedicada a evaluar si la metodología de la investigación anterior en materia de libertad sindical resultó en la exclusión de prueba relevante.

Tras una cuidadosa lectura del informe elaborado por ALGI, confirmada por las experiencias realizadas durante mi visita a Honduras, entiendo, en efecto, que la metodología utilizada en la investigación realizada por ALGI resultó en la exclusión de evidencia relevante.

Procuraré identificar en apartados sucesivos esas deficiencias metodológicas.

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1. El informe de ALGI da cuenta de una insuficiente – casi nula - consideración y evaluación de la prueba testimonial rendida por los trabajadores y sus representantes. Pese a haber realizado un número muy importante de entrevistas testimoniales, (77), en los capítulos dedicados al comportamiento hostil por parte de la gerencia de JHD y a la decisión adoptada por Russell de cerrar JDH, entendida como un intento de interferir con los derechos asociacionales de los trabajadores, el informe elaborado por ALGI dedica apenas unas pocas líneas (ver página 7) a las alegaciones principales de los representantes sindicales, 6 o 7 líneas a “muchos trabajadores no sindicalizados”, algunas pocas más a las entrevistas realizadas a Hugo Antunez (pág. 14) y a una trabajadora suspendida (pág. 15) y ninguna a las declaraciones de los trabajadores afiliados al sindicato. No parece razonable que tan intensa actividad testimonial arroje tan escaso, casi inexistente, material probatorio. Su explicación para esa limitada consideración de los testimonies recibidos fue la siguiente: “…distintos grupos que fueron entrevistados tenían muy diferentes versiones de los hechos… los investigadores focalizaron la evaluación hacía constancias tangibles que corroboraran los hechos alegados por el sindicato…”

De ese modo, el informe omite prácticamente toda referencia a los dichos de los trabajadores, elude toda consideración – evaluación – acerca de su intrínseca credibilidad y concordancia (o contradicción específica) con otros testimonios, y sujeta la admisibilidad de toda la prueba testimonial acerca de los hechos configurativos de tratamientos hostiles o interferencia con los derechos asociacionales a “constancias tangibles” que los corroboren; por ello mismo, quien lea ese informe carecerá de toda información acerca de cuáles serían esos hechos, a excepción de aquellos que sí fueran descripto por haber dado lugar a alguna intervención administrativa.

Al proceder de ese modo, los investigadores de ALGI omiten considerar:

a. Que la prueba testimonial es una prueba decisiva en la dilucidación de las cuestiones vinculadas con las relaciones del trabajo en general y, muy particularmente, con las investigaciones relativas a la existencia de violaciones en materia de libertad sindical. Tal es el modo en que se le considera en el ámbito de la International Labour Organization (organización de innegable liderazgo en la custodia de los derechos de libertad sindical), donde los órganos que tienen a su cargo las investigaciones en esa materia recurren sin reservas a esa fuente probatoria. Es, en efecto, el caso de la Comisión de Investigación y de Conciliación en Materia de Libertad Sindical, creada en 1950, cuyo “…procedimiento … es determinado caso por caso por la propia comisión, incluyendo en general la audición de testigos y la visita al país interesado…” (de “La Libertad Sindical; Recopilación de decisiones y principios del Comité de Libertad Sindical…”5ta. Ed. Revisada, OIT/Ginebra, pág. 2), y de las comisiones de encuesta, previstas en los artículos 27 y 28 de la Constitución de la organización internacional, que “…respetan las garantías procesales clásicas, incluidas la audición de testigos y en general la visita al país interesado” (Derecho Sindical de la OIT, Normas y procedimientos, OIT/Ginebra 1995,

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pág. 143). En el caso del Comité de Libertad Sindical, la necesidad de incorporar elementos probatorios suele derivar en las denominadas “misiones de contactos directos”, que desarrollan su tarea escuchando a las partes y a todo aquel que pueda brindar información relevante (este consultor ha llevado a cabo numerosas misiones de ese tipo).

b. Que es altamente improbable que ciertas conductas que puedan juzgarse violatorias de la libertad sindical queden documentadas en “constancias tangibles”, y no por ello tienen menor importancia lesiva y deja ser necesaria que se las considere y se las valore

c. Que como lo expresara el propio Comité de Libertad Sindical en el caso 819 contenido en la “Recopilación…” citada más arriba, puede resultar difícil, si no imposible, para un trabajador aportar prueba sobre el carácter antisindical de una cierta medida. Debe, en efecto, tenerse en cuenta – agrega el suscripto - que es el empleador quien posee, en los hechos y también en derecho, el poder de documentar (de él derivan su carga y también su obligación de documentar), poder del que los trabajadores normalmente carecen.

d. Que, por lo tanto, la exigencia de corroboración documental extendida a toda la prueba testimonial que avala los reclamos de una de las partes – en este caso la que denuncia violaciones a los derechos de libertad sindical – implica por lo tanto una virtual denegación de su posibilidad probatoria.

e. Que esa renuencia a considerar las pruebas testimoniales rendidas por quienes dan cuenta de circunstancias relevantes para la dilucidación de los hechos denunciados, conducen a establecer una verdad meramente formal – sólo la que pudiere resultar de los hechos (improbablemente) contenidos en tangible records - omitiendo considerar que, como es unánime criterio expresado en la literatura científica, en materia laboral el objetivo central es la búsqueda de la verdad material

f. Que esas insuficiencias pudieron ser comprobadas por este consultor, que recibió declaraciones testimoniales no debidamente consideradas en el informe de ALGI y pudo evaluarlas, comprobando que muchas de ellas eran verosímiles y debidamente circunstanciadas, y algunas de ellas incluso reveladoras y ciertamente importantes para formarse un juicio en esta causa.

2. En la recolección de las declaraciones testimoniales, los investigadores no observaron debidamente los principios contenidos en la FLA’s Monitoring guideliness concerning worker confidentiality and security, generando de ese modo algunas molestias y desconfianza en las personas que prestaron su declaración. En efecto, a. Muchas de las entrevistas fueron tomadas en la propia empresa y en forma

grupal, lo que pudo resultar intimidatorio para las personas consultadas, que pudieron legítimamente temer que sus manifestaciones fueran reveladas a su empleador – incluso por alguno de sus propios compañeros de trabajo - y ello diera lugar a represalias en su contra. Un caso revelador es el de un

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supervisor (mando medio, por tanto) que pidió ser recibido por este consultor fuera del local de la CGT en el que estaba llevando a cabo sus entrevistas. Accedí a recibirlo en la cafetería de una gasolinera ubicada a algunas cuadras de aquel local; el mencionado, habida cuenta de su jerarquía, hizo revelaciones altamente significativas que consideraré después, pues tuvo oportunidad de participar en encuentros y acceder a información vedados a los simples operarios. El mismo supervisor señaló que no había podido dar cuenta de esos hechos a los investigadores de ALGI que lo entrevistaron grupalmente junto a otros supervisores en las instalaciones de la empresa, por temor a que sus declaraciones fueran reveladas a la empresa por alguno de sus propios compañeros. Una instructora, a su vez, manifestó a este consultor que había experimentado molestia cuando los investigadores de ALGI pretendieron entrevistarla grupalmente junto a operarios de la empresa en las oficinas de la CGT; no le fue fácil hacérselo notar, pero sí lo hizo, y en consecuencia su entrevista se realizó finalmente en forma individual. Otros, en cambio, (tal el caso del supervisor arriba mencionado) no se consideraron en capacidad de hacerlo.

b. Aún no intencional, la presencia del gerente de la planta en la puerta de las oficinas de la CGT donde se estaban tomando declaraciones testimoniales, constituyó un episodio que llevó a quienes lo advirtieron o supieron, a temer que sus declaraciones no fueran adecuadamente preservadas. Una de las personas que creyó haber sido vista por el gerente en el momento de salir – una instructora - hizo saber a este consultor que si bien no fue objeto de represalias por parte de la empresa, sí fue reiteradamente consultada por sus compañeros sobre su presencia en la CGT (lo que evidencia que el hecho había sido comentado por su superior) y tanto ella como las otras dos personas vistas en esa oportunidad – otra instructora y un auditor – se sintieron extremadamente incómodas y en lo sucesivo procuraron “no cruzarse” con el gerente de la planta.

c. Algunas manifestaciones de los investigadores minaron la confianza que en ellos deberían poder depositar quienes les ofrecieron sus declaraciones testimoniales. En particular, varios trabajadores entrevistados dan cuenta de que una de las investigadoras de ALGI hizo referencias críticas a la razonabilidad y pertinencia de las pretensiones sindicales articuladas en su pliego de peticiones para la negociación colectiva y a los incrementos de costos que generarían (habría calificado a alguna de ellas como “una locura”), lo que les hizo pensar que esa investigadora tenía una posición adversa al sindicato. La Directora Regional del Trabajo le escuchó a la investigadora las mismas observaciones; observaciones que, vale señalarlo, la funcionaria dijo compartir, en particular en cuanto a la pretensión de establecer guarderías que a su criterio que las trabajadoras no utilizarían. El supervisor que pidió ser entrevistado fuera de las oficinas sindicales dijo haber visto”…a Liliana (de ALGI) en muy estrechas conversaciones con la gerencia de la fábrica”, lo que le generó una cierta desconfianza (desde luego, esta última consideración debe ponderarse con cuidado, pues puede ser producto de su pura subjetividad).

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3. El informe omite dar seguimiento adecuado a ciertas constataciones que podrían derivar en conclusiones significativas. a. Como única expresión sintetizadora de las declaraciones de trabajadores no

afiliados al sindicato – probablemente, los entrevistados “onsite” - se expresa que “…muchos trabajadores no sindicalizados expresaron disgusto con el sindicato. Ellos entendían que no había necesidad de tener un sindicato y que estaban ocurriendo demasiados cambios negativos como consecuencia de la presencia de aquél. La creencia de que todos los negocios del sector privado preferirían cerrar antes que operar con un establecimiento sindicalizado está ampliamente difundida en Honduras, llevando a la mayoría de los trabajadores a creer que la presencia del sindicato en la fábrica era una de las razones por las cuales esta cerraría. (más allá de ello, los trabajadores están advertidos de que la recesión en los Estados Unidos y su impacto en Honduras también llevaba al cierre”. Semejante percepción de las causas del cierre de la empresa, expresada por trabajadores insospechados de favorecer la posición sindical, percepción corroborada por este consultor y que es por otra parte coincidente con la de los trabajadores sindicalizados, con la de los dirigentes y con la de los funcionarios públicos entrevistados, no debería haber sido omitida en la elaboración de las conclusiones; cuanto menos debería haber sido debidamente considerada para su eventual desestimación fundada..

b. El caso de la gestión de un trabajador (de confianza, afirma la denuncia) que recolectó firmas contra el sindicato (el caso Antúnez), no fue explorado más allá de las actuaciones que (con grandes dificultades opuestas por la empresa) llevó a cabo el Ministerio de Trabajo y de la entrevista con aquél. Ese trabajador (Hugo Antúnez) afirmó haber actuado por su propia iniciativa, lo que fue corroborado por la empresa, que negó tener vinculación con su accionar. El Ministerio de Trabajo no llevó más allá esta investigación y se limitó a llamar la atención de Antúnez acerca de la ilegitimidad de su accionar.

Este consultor recogió numerosos testimonios en el sentido de que esa acción antisindical (reconocida expresamente por Antúnez) fue llevada a cabo también por un pequeño grupo de trabajadoras dependientes de la supervisora Sara López (que mantenía, se me dijo, una relación amistosa con aquél) y en horario de trabajo; esta ocupación manifiesta del tiempo de trabajo no puede interpretarse sino como connivencia o tolerancia por parte de la empresa. En el último día de su misión (sábado17 de Enero por la mañana), este consultor fue sorprendido por una trabajadora no previamente convocada que pidió ser entrevistada de modo confidencial y en privado. Así se hizo, y la mencionada, que se identificó debidamente (con pedido de confidencialidad) era una de las trabajadoras “de Sara López” que había colaboradora en la recolección de firmas contra el sindicato. Afirmó que lo había hecho pues entendió que el sindicato le estaba impidiendo gozar de unas vacaciones ofrecidas por la empresa en el mes de Agosto, que le aseguraron no le serían descontadas en diciembre. Como finalmente le fueron descontadas, se sintió engañada y decidió prestar declaración. Y dijo

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que fueron el gerente de la planta José Fernández y la responsable de RRHH Nadia Morales quienes le pidieron que colaborara con Antúnez en la recogida de las firmas para librarse del sindicato, contra el que la dicente militaba; agregó que la recogida de firmas se hizo en horas de trabajo y aquellos directivos de la empresa le aseguraron que no tendría problemas por ello. Este episodio debió haber sido debidamente investigado y, acreditado, su significación – en tanto conducta empresaria nítidamente antisindical - no debió ser omitida en la valoración de la prueba.

c. Valoración de comunicaciones emanadas de la casa matriz. Llama la atención que se invoquen como exclusivo fundamento de la alegación No. 2, Cierre, Apartado A (Decreciente demanda de productos de algodón…) una serie de 5 (cinco) correos electrónicos supuestamente enviados al JDH management por directivos de la casa matriz que la empresa proveyó a ALGI. Se aceptan esas comunicaciones sin discusión crítica alguna acerca de su significación probatoria. En efecto, ¿hay certeza acerca de su autenticidad?; aún hipotéticamente auténticas, ¿cómo saber si fueron o no seleccionadas con criterio interesado, entre otras que, en cambio, fueron retaceadas? ¿se tuvo acaso acceso a la totalidad de los archivos electrónicos de empresa? ¿merecían plena credibilidad? (por ejemplo, la comunicación que expresa adhesión plena a los derechos de asociación de los trabajadores es posterior a la adopción de bien acreditadas medidas antisindicales en Jde Choloma y JDH)

4. La distribución de la carga de la prueba. No parece apropiado que la empresa encargada de la investigación no haya considerado de modo expreso normas directamente vinculadas a esta investigación. Tal el caso de las FLA Compliance Benchmarks, y en particular de FOA 9 en cuanto textualmente dice que “…los empleadores no amenazarán con trasladar la producción o cerrar una fábrica con el objeto de evitar la formación de un sindicato, como reacción a la formación de un sindicato, como reacción a cualquier otra manifestación de legítimo ejercicio del derecho de libertad sindical y de negociación colectiva, incluyendo el derecho de huelga, o como acción tendiente a disolver un sindicato. Si una fábrica está cerrando y está bajo sospecha de hacerlo para evitar o dificultar el legitimo ejercicio del derecho de libertad sindical, el empleador debe producir prueba que pueda ser evaluada por un tercero para establecer la validez de las razones dadas para el cierre”. Ese último apartado, destacado en bastardillas, consagra una explícita inversión de la carga probatoria que, por otra parte, tiene general acogida en la jurisprudencia comparada y en la literatura científica. La sospecha requerida por la FOA 9 para producir esa inversión de la carga probatoria se corresponde con la exigencia de que quien considere vulnerado un derecho fundamental como el de libertad sindical debe aportar un indicio razonable de que el acto empresarial produce esa lesión.

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Esos indicios están presentes en este caso, y el informe objetado se resiente por no haberles considerado. Entre otros – por mencionar en primer lugar sólo los que son “públicos y notorios” y surgen de las propias actuaciones (otros resultan de la producción de la prueba abordada más adelante) - no pueden omitirse los siguientes: a. En primer lugar, el informe no puede no considerar el hecho de que la

empresa quedó antes incursa en actos constatados de violación de la libertad sindical, tanto en la planta Jerzees de Choloma cuanto en la propia JDH, en este caso en relación a la formación de un sindicato en el ámbito confederal de la CUT. Es cierto que la empresa emprendió luego un plan de acción correctivo, retomó trabajadores despedidos y reconoció al sindicato y que merece ser reconocida por ello; sin embargo, también es cierto que lo hizo luego de ser objeto de denuncias, investigaciones y algunas represalias comerciales. Por ello, quien investigue nuevas denuncias contra la empresa relativas a hechos de la misma naturaleza – violación de los derechos de libertad sindical – no puede dejar de considerar esos antecedentes, pues quien en una instancia anterior pretendió impedir el ejercicio de la libertad sindical y sólo cesó en esa acción ante presiones que pudo considerar irresistibles, podría no haber depuesto sustancialmente su convicción antisindical e intentar producir más tarde otras acciones análogas. El informe de ALGI valora los hechos hoy sometidos a examen como si la empresa tuviera una trayectoria inobjetable y amplia credibilidad en materia de respeto de la libertad sindical. Obviamente, no es así, y llama la atención que en la adjudicación de las cargas probatorias y en la evaluación de las evidencias, el informe no considere esos antecedentes y omita toda referencia a la pública y notoria conducta antisindical de la empresa en etapas anteriores de su historia reciente (todo aquello había ocurrido entre 2006 y 2007).

b. El cierre de la empresa es comunicado apenas 5 días después de concluida la segunda ronda de negociación, lo que debía dar lugar a la ulterior intervención mediatoria y conciliatoria del Ministerio de Trabajo y, finalmente, al legítimo ejercicio del derecho de huelga. Tan notable coincidencia temporal no mereció valoración alguna en el informe, ni siquiera para justificar su desestimación como indicio elocuente de relación entre el cierre y la acción colectiva.

c. El criterio de que todos los negocios del sector privado preferirían cerrar antes que operar con un establecimiento sindicalizado está ampliamente difundido en Honduras y ALGI no lo ignora. Tan absoluta y generalizada es esta percepción, que, además de que la expresaron los representantes sindicales y de los propios trabajadores (sindicalizados y no sindicalizados), fue manifestada a este consultor por el propio gerente de la planta, José Fernández, por la Directora Regional de Empleo y por varios de los inspectores del trabajo entrevistados. Ello parece ser particularmente cierto en la industria de la maquila en la que, como también es público y notorio, se

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han despedido trabajadores y se han cerrado empresas tan pronto se llevaron allí a cabo gestiones para la formación de un sindicato (Jerzees de Choloma y Jerzees de Honduras 2007 son, precisamente, ejemplos no excepcionales en ese sentido). Como resultas de ello, hay en Honduras más de 200 empresas maquiladoras y apenas unos pocos sindicatos en actividad, en número que no excede un dígito (bastantes más son los que obtuvieron su personería jurídica pero quedaron luego inactivos). Ninguna investigación rigurosa en materia de libertad sindical puede prescindir – cuanto menos como indicio - de ese dato “cultural” que tiene tan manifiestas proyecciones prácticas.

d. En abierta contradicción con la FOA 25 de las FLA Compliance Benchmarks ( “Los representantes de los trabajadores tendrán las facilidades necesarias para el apropiado ejercicio de sus funciones, incluyéndose el acceso a los lugares de trabajo”), la empresa reconoce no permitir el acceso a la empresa de los representantes sindicales externos , y lo justifica invocando el artículo 545 del Código del Trabajo que dice que “…toda federación o confederación puede asesorar a sus organizaciones afiliadas ante los respectivos patronos en la tramitación de sus conflictos…”. La empresa argumenta que la ley reconoce el derecho de asesorar, no el de ingresar; ese exceso de interpretación literal colisiona con la FOA 25, que hace explícito el derecho de acceder desde el exterior, que la empresa niega. Y que pone en evidencia una negativa predisposición ante el ejercicio de los derechos sindicales que, junto con otras, debió ser adecuadamente considerada.

e. Cuando se planteó el incidente de la recolección de firmas contra el sindicato, este procedió a denunciar ese episodio ante el Ministerio de Trabajo. La inspectora no pudo acceder a la empresa hasta su cuarto intento, muchos días después; o no se le facilitaba el acceso, o sólo se le permitía acceder hasta la oficina de RRHH del parque (no la de la empresa), o no era recibida por la persona habilitada para hacerlo. Los investigadores tuvieron acceso a esas actuaciones y valoran el hecho de que la empresa no hubiera sido objeto de directa sanción en ellas, pero no las dificultades de acceso a la empresa de las que las mismas dan fehaciente noticia.

Indicios y pruebas adicionales que este consultor considerará sintéticamente luego, surgen de la producción de las pruebas testimoniales que el informe no ha considerado. En cualquier caso, los indicios consignados en los párrafos anteriores no fueron adecuadamente valorados en el documento que es objeto de este análisis, no fueron apreciados a la luz del recordado FOA 25 y no encontraron, por todo ello, contestación suficiente

A esta altura del análisis, este consultor puede afirmar que las deficiencias metodológicas en las que a su juicio incurriera la investigación elaborada por ALGI resultaron:

a. En la exclusión de evidencia relevante b. En un emprendimiento más bien dirigido a establecer la verdad formal que

pudiera resultar de “constancias tangibles” no necesariamente disponibles, y no

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la verdad material, que constituye el objeto de toda investigación en materia laboral.

c. En inobservancia (no necesariamente intencional, pero igualmente dañosa) de los criterios de confidencialidad y confiabilidad de la actuación de los investigadores

d. En la falta de valoración y seguimiento adecuado de elementos probatorios de los que los investigadores sí dispusieron

e. En la incorrecta asignación de las cargas probatorias f. En la omisión de considerar indicios significativos que debieron ser objeto de

valoración probatoria adecuada.

III. La evidencia reunida acerca de los derechos de libertad sindical

Este consultor ha procedido a evaluar las declaraciones testimoniales que tuvo oportunidad de recibir. Ha considerado su asertividad, consistencia y concordancia con otras declaraciones y entiende que merecen ser consideradas en los términos que seguidamente, por su orden, se formulan.

a. Antes del anuncio del cierre de la empresa, numerosos mandos medios hicieron saber de modo reiterado a los trabajadores que se encontraban bajo su responsabilidad, que la empresa habría de cerrar como consecuencia de la creación del sindicato, de la acción sindical y de la pretensión de concertar un convenio colectivo.

Cuantiosas declaraciones dan cuenta de una temprana reunión de supervisores convocada por la gerencia en la que se les hizo saber que la formación del sindicato hacía prever un futuro conflictivo; por tal razón, se hizo saber que quienes decidieran continuar en funciones deberían afrontar las situaciones críticas que sobrevendrían. Los que prefirieran no afrontarlas, fueron invitados a renunciar. Algunos supervisores informaron a sus operarios acerca de los términos de esa reunión y anunciaron su renuncia por tal causa; tal el caso de Anibal García, Guadalupe Molina, Jenny Mejía y Carla Juárez. Algunos de ellos, como Carla Juárez, invitaron a sus operarios a renunciar para no exponerse a las conflictivas consecuencias que sobrevendrían; según declaraciones recibidas, de los 100 trabajadores que prestaban servicios bajo la supervisión de Carla Juárez, renunciaron unos 60.

Algunos de esos supervisores que renunciaron advirtieron a los trabajadores bajo su supervisión que la empresa terminaría cerrando por causa de la formación del sindicato. Otros, además de aquellos, advirtieron a los trabajadores que la empresa cerraría finalmente por causa de la formación del sindicato: entre ellos, Sara López, Irene Espinoza, Felipe Borrayos (auditor), Oscar Martínez, Oscar Pérez, Mainor Baki (mecánico), Mario Cárcamo, David Mejía, Damaris Cárcamo, Roberto Suazo, Oscar Pérez, Javier Varela, Marlon Zuniga, Rosa Troche, Wilmer Ardón, Ana Maldonado y Ana Meléndez, citados de modo convergente en diversas declaraciones.

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Varios testigos mencionan a Luis Hércules, chofer de confianza de la oficina y, en particular, de Nadia Morales, que anunció el cierre de la empresa a causa de la formación del sindicato; en una oportunidad a una trabajadora a la que llevaba a solicitar una tarjeta de débito; en otra, cuando llevaba a la CGT bebidas para la caminata del 1 de Mayo por indicación de la empresa, e iba acompañado en el vehículo que manejaba por varios operarios. A juicio de Luis Hércules, a causa del sindicato la empresa no perduraría más de un año. En el mismo sentido se habrían expresado el jefe de mantenimiento Juan Carlos Cruz, el mecánico Regino Hernández y el instructor Fredy Vargas. Algunos supervisores, además, hicieron juicios muy severos sobre quienes se afiliaban al sindicato (Guadalupe Molina los calificó como “manzanas podridas”; Javier Varela le dijo a una trabajadora que declaró ante el suscripto que cuando pierda su empleo “vaya a pedirle trabajo al sindicato”; Mainor Baki, que los sindicalistas habían "hartado a la empresa”; Carla Juárez auguró que los trabajadores terminarían “en los portones” por causa del sindicato).

a. También después del cierre. Javier Varela y Sara López, ambos supervisores, manifestaron que el cierre era imputable al sindicato. Lilian Hernández, supervisora, le dijo a un trabajador que iba a quedar “blindado a los portones” (es en los portones donde se presentan los trabajadores para buscar empleo). La supervisora Rosa Troche dijo que no podía existir una maquila con sindicato y que eso explicaba el cierre de la empresa. Una trabajadora que al momento de la entrevista aún no había sido despedida relató que el día anterior al de su declaración, la supervisora Ana Maldonado le había reprochado su afiliación al sindicato; son Uds. gente ignorante, le dijo, y todos quedaremos fichados y no conseguiremos trabajo. En el mismo sentido – el cierre tiene al sindicato como su motivación – se habrían pronunciado un mecánico de nombre Alan Rivera y Manuel Pineda, ingeniero de la Planta

b. Pese a que los directivos de la empresa eran particularmente cuidadosos (tras los comprobados episodios de acción antisindical que habían debido retrotraer), numerosos testimonios dan cuenta también de expresiones de aquellos directivos, que confirmarían que el cierre de la empresa tuvo una motivación antisindical.

Varios trabajadores escucharon a Juan Carlos Rodríguez (gerente de producción) manifestar que prefería cerrar la empresa antes de que el sindicato siguiera creciendo. Una testigo escucho a José Fernández decir que prefería cerrar antes que trabajar con un sindicato...

Un supervisor que mantuvo una entrevista con este consultor (recuérdese: el que pidió que se realizara fuera de las oficinas de la CGT), dio cuenta de haber participado en aquella ya evocada reunión que convocara José Fernández, oportunidad en la que éste habría dicho que prefería cerrar la empresa antes que dejar al sindicato (en esa reunión, habría dicho otro supervisor, Wilmer Ardón, Fernández dijo que tarde o temprano la empresa habría de cerrar, ya que no iba a trabajar con un sindicato). El supervisor entrevistado por este consultor manifestó que José Fernández, poco tiempo después de aquella reunión, hizo

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saber que por presiones internacionales deberían aceptar al sindicato. A partir de ese momento, la empresa comenzó a proveer a los supervisores de capacitación acerca de cómo relacionarse con el sindicato; encarecían cuidado en ese trato pues, decían, el sindicato tenía apoyo internacional, por lo que se les requería tratar bien a los sindicalistas. Continuó el supervisor entrevistado señalando que en aproximadamente septiembre de 2008 se hizo una capacitación en Productos San José, en la que un licenciado de nombre Edward (¿Bardales?) dijo que para la empresa era mejor cerrar e irse a Nicaragua o a El Salvador, donde la mano de obra es más barata, que permitir un sindicato. El supervisor entrevistado manifestó que le preguntó al mencionado Edward si eso significaba que JDH iba a cerrar, a lo que el requerido contestó que eso es lo que parecía, por los vientos que corrían. Ese supervisor informó además que Ricardo Trujillo, cuando daba capacitación, decía que él había atendido fábricas en México y sabía lo que era trabajar con sindicatos, que en Honduras, Jerzees era la única y que lo podría hacer por un año pero no por mucho más. En cambio, dice ese testigo, J. Fernández sostenía que la empresa era estable, pero había momentos en los que se aflojaba y reconocía que la empresa así, con el sindicato, no tenía futuro. Relata además que José Fernández y Nadia Morales habían trabajado juntos para otras empresas y tenían la fama de que “empresa que toman, empresa que cierra”. Señalaban los gerentes que tratar con FLA y con WRC era peligroso, por lo que había que tener cuidado. Y concluían que en Honduras ninguna empresa sobrevive con sindicato y por lo tanto que no iban a estar más de un año; el ya recordado licenciado de nombre Edward le dijo al declarante que si bien los sindicatos estaban asesorados desde USA, la empresa también lo estaba

Más tarde, luego del anuncio del cierre de la planta, los directivos de la planta les dijeron a los supervisores que no dijeran que el cierre obedecía al hecho de existir un sindicato en la empresa, sino a razones económicas, pues de lo contrario luego no podrían encontrar trabajo.

Una trabajadora que militaba contra el sindicato (la que pidió una entrevista confidencial con este consultor) relató que junto a sus compañeras pidieron a José Fernández que fuera honesto y dijera por qué cerraba la empresa. Nos contestó con una pregunta: ¿y Uds. qué piensan? Contestamos, dijo la dicente, que es por el sindicato. ¿Y entonces para qué preguntan?, concluyó Fernández

. Una dirigente del sindicato cuenta que, según le contó una instructora, los entrenadores fueron reunidos y se les hizo saber que no serían recontratados, pues no servían; eran quienes más cerca estaban de los trabajadores y habían permitido que el sindicato creciera (esa reunión había sido con la gerente de producción, Juan C. Rodríguez e Ingrid Fernández). Otra dirigente expresó que en un momento en que la directiva del sindicato estaba reunida discutiendo el tema de las vacaciones de agosto a las que se había opuesto, irrumpió Benigno Estrada, Jefe de ingeniería y le dijo que la empresa iba a cerrar porque el sindicato se oponía a todo.

c. Como expresión del generalizado entendimiento de que el cierre estaba motivado por la existencia del sindicato y la acción sindical, la mayoría de los trabajadores no sindicalizados de la empresa culpabilizaban al sindicato por el previsto cierre de la misma (esta misma constatación, en relación con los trabajadores no afiliados, fue expresada en el informe de ALGI). Es

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desde esa convicción que los directivos del sindicato fueron incluso objeto de amenazas.

Numerosos testimonios – prácticamente, la mayoría de ellos – dan cuenta de que los trabajadores no afiliados culpabilizaban al sindicato por la difundida posibilidad de que la empresa cerrara sus operaciones. Cuando trascendía que algún trabajador estaba afiliado al sindicato, era objeto de particular repudio por parte de sus compañeros; decían que el sindicato “estaba cerrando la empresa” o que la mandaría a la quiebra. Una instructora manifestó que a ella personalmente nunca le habían dicho que la empresa cerraría a causa del sindicato “pero eso era evidente”; la gente estaba contra el sindicato, que era causa del cierre, agregó. Alguno de los trabajadores entrevistados señaló que “…desde que se supo de la existencia del sindicato, ya se sabía que la empresa terminaría cerrando”. Como dan cuenta diversos testimonios, en los baños podían leerse leyendas que imputaban el cierre al sindicato y dedicaban palabras ofensivas a sus directivos. Uno de los declarantes recuerda que alguno de esos letreros decía que morirían de hambre por culpa del sindicato. Numerosos testimonios dan cuenta de que los operarios decían que no conseguirían trabajo por causa del sindicato; algunos trabajadores no se afiliaban al sindicato por miedo a perder el trabajo o a no encontrar otro.

El proceso de culpabilización y denuncia se agudizó a partir del momento (8 de Octubre de 2008) en que se anunció el cierre de la empresa. Diversos testimonios dan cuenta de que “la reacción fue fatal” y causó gran desazón entre los trabajadores y se incrementaron los reproches e insultos al sindicato, sus directivos y hasta sus afiliados. En los hechos, no hubo agresiones físicas pero, dicen diversos testimonios, la mayoría se rebeló contra el sindicato.

Por esa causa, se registran numerosos testimonios de amenazas contra los directivos del sindicato. Uno de los declarantes escuchó decir que “merecían una bomba”. Otro, que no había escuchado en forma directa amenazas de ese tenor, si leyó inscripciones en el baño que decían algo así como “el día que me despidan, al día siguiente te mato” (referido a los principales directivos del sindicato). Luego del cierre, hubo operarios que amenazaban a los directivos del sindicato y decían que juntarían dinero para pagar un sicario para que los ultimara; alguno llegó a decir que “las cabezas de los directivos iban a ir a parar a las cañeras” (allí se suelen arrojar los cadáveres de quienes han sido víctima de delito).

El supervisor que prestó su declaración testimonial ante este consultor dice haber advertido a los directivos del sindicato que se cuidaran y que no anduvieran solos. La testigo que prestara declaración el último día y que fuera en su momento una militante antisindical, señaló en particular que las amenazas recaían en particular sobre la persona del presidente del sindicato Moisés Montoya y también sobre una de sus directivas, Elsa Salmerón. Una trabajadora escuchó a Hugo Antúnez decir que le “iba a volar la cabeza a M. Montoya” (presidente del sindicato). Las amenazas de Antúnez comenzaron luego de una reunión que convocó Nadia Morales, a raíz de la queja del sindicato por las actividades de aquél. Algunos testimonios de directivos sindicales dan cuenta también de intimidaciones a la Confederación (vehículos con vidrios oscuros que circulan delante de la misma, toma de fotografías, etc.). Una dirigente da cuenta

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del paso reiterado de un vehículo de la empresa que realiza las tareas de seguridad en la JDH, lo que dio lugar a un reclamo ante esta última, que dijo ser ajena a esas actividades.

Esos episodios de culpabilización y amenazas producidos con motivo de la comunicación del cierre de las operaciones de la empresa dieron lugar a manifestaciones de desesperación – en algún caso de llanto -de algunos de los miembros del sindicato. En esas circunstancias, señalan algunos de los declarantes, Nadia Morales y Edward Bardales, del área de RRHH les dijeron a los miembros de la directiva del sindicato que si se sentían amenazados, la empresa podía solucionarles de inmediato el problema: o bien les habilitaban un permiso por 1 o 2 meses, o bien les entregaban de inmediato el cheque de las prestaciones, de modo que ya no necesitaran regresar. Ninguno de los directivos del sindicato aceptó esos ofrecimientos. Un auditor, Anselmo Morales, les increpó posteriormente por no haber “agarrado” lo que ofrecía la empresa y haberse ido. Este consultor indagó a Ricardo Trujillo sobre este episodio y lo negó; dijo que los directivos del sindicato tienen fueros, y la empresa los respeta estrictamente

d. Algunos testimonios dan cuenta de que en ámbitos externos a la fábrica también se sabían que la empresa cerraría por tener un sindicato. Dos trabajadores que tenían personas de su conocimiento en Protecsa (de los Kattan) dijeron que allí ya se sabía que la empresa cerraría por causa del sindicato. También lo habría dicho Glenda Fajardo, administradora de la cooperativa. Una instructora fue a considerar un trabajo que le ofrecían en otra empresa (y que finalmente no tomó, pues no mejoraban el ingreso que obtenía en JDH); el jefe de ingeniería de esa plante le advirtió que JDH cerraría por causa del sindicato.

e. Tras los episodios que dieron lugar a la intervención de FLA y WRC e indujeron a JDH a retrotraer despidos y aceptar al sindicato, la empresa procuró mantener una actitud de respeto hacia los derechos de libertad sindical. Pese a ello, se registran episodios que se encontrarían en colisión con el ejercicio de esos derechos.

Según manifestaciones del Gerente de la Planta realizadas a este consultor, la empresa quiere mantener relaciones con el sindicato y no está en cambio obligada a mantenerlas con la federación; el sindicato tiene la libertad de vincularse con su confederación, pero no es obligación de la empresa relacionarse con ella (un declarante dijo que la empresa solía afirmar que la relación con el sindicato es un matrimonio, y éste es una relación sólo de a dos). En general, cuando se producía algún conflicto o situación que determinaba la presencia del inspector del trabajo y de la dirigente de la Confederación, Evangelina Argueta, se permitía el acceso de aquel (con las restricciones que se mencionarán en seguida), pero no de ésta ni de su asesor o asesora legal. Un día se permitió el acceso de E.Argueta pero (según dijeron, por indicación del ingeniero de seguridad Carlos Castellano) le pusieron un guardia en su vehículo que la acompaño de modo permanente. La empresa reivindicaba su derecho de

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decidir quién entraba y quien no podría hacerlo. En general, en situaciones de conflictos, la empresa estaba asistida por varios abogados y los trabajadores carecían de asesoramiento.

Esa renuencia a tratar con los representantes confederales puede advertirse en la discusión de la cláusula primera del convenio colectivo que se encontraba en curso de negociación al momento de producirse el cierre; mientras que en el pliego de peticiones el sindicato pretendía que la empresa se comprometiera “…a tratar con la Junta Directiva, delegados sindicales y los representantes de la Federación o Central a la cual esté afiliado el sindicato…”, sólo se logró acuerdo con la empresa en torno a una cláusula según la cual “…la o los representante(s) de la federación o confederación a la que esté afiliado el Sitrajerzeesh será invitado(a) a participar en la solución de reclamos o conflictos internos cuando la severidad de los mismos y el mutuo consentimiento de las partes, empresa y sindicato, así lo considere”. En otros términos, esa participación no procedería si la empresa no acordara con ella.

Los inspectores del trabajo entrevistados señalan que los responsables del área de Recursos Humanos (RRHH) no atienden jamás a los inspectores. Que generalmente al inspector lo ingresan en la oficina de RRHH del parque (no le permiten llegar hasta la propia empresa) y que allí se apersona la asesora de la empresa de nombre Loezy Barrera. La coordinadora de inspección dice que la empresa no había dado problemas mayores a la inspección hasta la notificación del sindicato. Hay recurrentes negativas a recibir a los inspectores. El caso Antúnez, que se considera luego, es expresión de esa reticencia: la inspectora interviniente relató a este consultor que en las dos primeras oportunidades que se presentó en la empresa, no fue atendida; en la tercera oportunidad, debió esperar toda la mañana y recién la atendió por la tarde al asesora de la empresa en las oficinas de RRHH del parque. No fue sino en la cuarta oportunidad en que tuvo acceso a la empresa y pudo llevar a cabo sus actuaciones.

. Hasta la llegada de la actual directora regional, esas conductas empresaria no conllevaban reacción alguna por parte de la administración. Actualmente, dice la Directora Regional, se envían los casos de obstrucción a Tegucigalpa para su sanción (las sanciones, en cualquier caso, no serían gravosas). Normalmente no se recurre al auxilio de la fuerza pública aunque sí lo ha hecho en alguna oportunidad excepcional. La empresa no permite examinar libros ni planillas. Dilata la atención y cuando permite el acceso, no atienden los responsables del área, sino la mencionada asesora. Atienden después de mucho tiempo, alargando los procesos. De alguno modo difícil de establecer, dice una funcionaria, las empresas se enteran anticipadamente de que va a ir el inspector. Una ex inspectora – ahora abogada en ejercicio – señala que cuando al inspector lo requería el sindicato o los trabajadores, la empresa dificultaba el acceso; en cambio, cuando lo requería la empresa, exigían la presencia inmediata.

f. Un episodio significativo fue aquél en que un empleado de confianza de la empresa (Hugo Antúnez), asistido por un pequeño grupo de trabajadores, llevó a cabo una acción de recolección de firmas contra el sindicato. Este episodio, recogido en el documento de ALGI, dio lugar a una actuación de la inspección del trabajo, que concluyó con una advertencia formulada de modo personal al mencionado, que había reconocido el hecho y lo había

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adjudicado a su exclusiva y personal iniciativa. Las indagaciones llevadas a cabo por este consultor permiten dar cuenta de las dificultades opuestas a la actuación administrativa, de la intervención de otros trabajadores en la recolección de las firmas, de que todos ellos hicieron esa actividad en horario de trabajo (lo que no hubiera sido posible sin la connivencia o tolerancia de la empresa) y, finalmente, que la propia empresa habría sido la que alentó esa actividad antisindical.

Numerosos testigos dicen que la recolección de las firmas se hizo en horarios de trabajo y que no la había hecho sólo Antúnez; mencionan a otros trabajadores, que lo hicieron en otras áreas de la empresa (entre ellos, Roxana Blanco, Wendy Gómez y otras trabajadoras de nombre María y Glenda); todos ellos decían que tenían autorización de José Fernández y de Nadia Morales. La mayoría de esas trabajadoras eran operarias que estaban bajo la supervisión de Sara López (que supuestamente tenía relaciones amistosas con Hugo Antúnez) quien también recogía firmas. Quienes asistían a Antúnez en esa tarea, lo hacían porque consideraban que el sindicato perjudicaba a la empresa. Llamaba la atención, dice una trabajadora, que al sindicato no le permitían hacer gestiones en horas de trabajo pero a “esa gente” sí.

El gerente de planta, Don José Fernández, dijo a este consultor que Antúnez es un clerk de bodega, que la empresa le dijo que no debía hacerlo (lo de la recolección de firmas), que el listado que Antúnez recolecto llegó a incluir a 800 trabajadores sobre un total de 1400, y que en todo caso es difícil comprobar si lo estaba haciendo en horas de trabajo o fuera de ella.

Un supervisor que se entrevistó con este consultor señaló haber platicado con Antúnez, quien le dijo que estaba formando un sindicato a favor de la empresa y le habló de los beneficios que ello aparejaría. Ese supervisor le preguntó si tenía autorización de la empresa para hacer esa actividad, y Antúnez le contestó que tenía autorización de gerencia.

El último día de actividades de este consultor (sábado por la mañana) se presentó espontáneamente en las oficinas de la CGT una trabajadora, que pidió una entrevista confidencial con el suscripto. Concedida que le fue, manifestó que ella había sido una de las trabajadoras que asistieran a Antúnez en la recolección de firmas contra el sindicato, que lo había hecho porque consideraba que el sindicato perjudicaba a la empresa y a sus trabajadores, que en particular se agraviaba del hecho de que el sindicato se opusiera al otorgamiento de 7 días de vacaciones en Agosto de 2008. El sindicato afirmaba que esos días les serían descontados a los trabajadores de las vacaciones de diciembre, mientras que la empresa aseguraba que no los descontaría. Finalmente, a raíz de la oposición del sindicato, sólo se habían otorgado dos días de vacaciones en ese mes. Al pagarle las remuneraciones de diciembre, la dicente advirtió que le habían descontado esos dos días, por lo que comprobó que la empresa la había engañado y sufrió reprimendas de compañeras que le reprocharon haber colaborado en la recolección de las firmas contra el sindicato. Por todo ello, había decidido prestar esta declaración. Y agregó que, en razón de su posición en contra del sindicato, fueron José Fernández y Nadia Morales quienes personalmente le pidieron a la dicente que colaborara en la recolección de firmas; que ello sería un buen instrumento para sacar al sindicato; que podrían hacerlo en horario de

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trabajo y no tendrían problemas por ello. Dijo también que Antúnez era quien coordinaba ese proyecto y que hablaba de formar un sindicato contra el existente.

Sobre el tema de las vacaciones ofrecidas por la empresa en agosto, cuya reducción a instancias del sindicato fue uno de los determinantes en la recolección de firmas a las que se refiere este apartado, el Gerente de Planta don José Fernández, dijo a este consultor que la política de la empresa era dar 3 días en abril (para completar la Semana Santa) 7 en agosto y el resto en diciembre. El sindicato, dijo Fernández, se opuso a las vacaciones de agosto alegando que se afectarían los promedios remuneratorios de los trabajadores, y la empresa, agregó, demostró que no sería así. Finalmente, concluyó, esas vacaciones se redujeron a 2 días a pedido del sindicato “…y la gente se enojó mucho con el sindicato”. Trabajadores que prestaron declaración – entre ellos, la trabajadora que había colaborado en la recolección de las firmas – dice que la cuestión era si esos días se descontarían o no en diciembre; la empresa, dicen, aseguraba que no se descontarían. Eso mismo, dice un testigo, lo afirmaba entre otros el supervisor Javier Varela, que calificaba a los directivos del sindicato de “tontos” pues, decía “era evidente que la empresa no iba a descontar esos días”. En diciembre, no obstante, si se descontaron esos días y muchos trabajadores consideraron que la empresa los había engañado. Miembros de la directiva del sindicato manifiestan que a ellos la empresa les decía que las vacaciones no afectarían los promedios de ingreso, pero no negaban que se descontarían esos días en diciembre; a los trabajadores en general, en cambio, les decían que ese descuento no se produciría.

La inspectora que intervino en las actuaciones vinculadas con este episodio de la recolección de firmas relató que Antúnez, entrevistado a solas, asumió toda la responsabilidad y dijo que no lo había hecho en horas de trabajo. La inspección le hizo saber que esas acciones no eran correctas. La empresa dijo que había hecho actuaciones internas en relación al caso, pero no hay constancias de que se le hayan aplicado sanciones. Testigos propuestos por el sindicato declararon ante la inspectora y dijeron que la recolección había ocurrido en horas de trabajo. La inspectora dijo que a su juicio había indicios, no comprobados por ella, de colusión entre Antúnez y la empresa, y dio cuenta de las grandes dificultades que había tenido para acceder a la empresa para tratar este caso.

g. Pese a que el management de la empresa procuraba evitar incurrir en actos ostensibles de acción antisindical, los testimonios dieron cuenta de actos de discriminación antisindical realizados por mandos medios de la empresa. Una trabajadora declaró haber sido discriminada junto a una compañera por la supervisora Zarina Ortíz. Otra dijo haber escuchado a Nadia Morales decirle a una compañera suya de nombre Juana, al liquidarle las prestaciones de finiquito que “te damos bastante porque no estás sindicalizada”; agregó que a los afiliados “le dieron poquito”. Un relevo comodín relató que el supervisor Roberto Suazo un día saco a los otros dos relevos que formaban equipo con él porque se habían afiliado; cuando el dicente se afilió, Suazo le preguntó si lo había hecho y ante la respuesta afirmativa, también fue sacado de esa tarea. En todos esos casos, fueron remitidos a puestos en los que la remuneración resultaba sensiblemente más baja.

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A una trabajadora declarante, cuya afiliación no era conocida, su supervisora la mando a una posición menos ventajosa cuando la vio departiendo con directivos del sindicato; pidió explicaciones y la supervisora le contesto que ella tenía derecho, si quería, “de mandarla a juntar piedritas al parque”. La supervisora Lilian Hernández decía que en su área los sindicalistas no eran bienvenidos; un día en una reunión pregunto si alguno de los trabajadores era afiliado y una compañera suya, Tania Girón, lo señaló al trabajador entrevistado, a partir de lo cual recibió malos tratos y sus promedios remuneratorios se redujeron. Un declarante imputó una actitud discriminatoria a un supervisor, Marlon Súniga (que ya se había ido) y otra a la supervisora que reemplazó a Carla Juárez, que la sacó de su equipo por estar afiliada. El instructor Heleberto Sánchez le dijo a una trabajadora declarante que estaba fichada por estar afiliada al sindicato. En la práctica, informó uno de los trabajadores que testimoniaron, con los trabajadores reincorporados de JdeCh y JDH habían armado dos celdas (dos equipos) que eran tratados como si estuvieran contaminados. El supervisor entrevistado por este consultor declaró que los mandos medios sabían bien quienes estaban en la directiva del sindicato, pero no necesariamente quiénes estaban afiliados. Una trabajadora dice que en noviembre estaban tomando una prueba a un muchacho nuevo, y una supervisora le dijo que se quitara de donde estaba porque no podía estar con sindicalistas.

h. El proceso de negociación colectiva se prolongó hasta el 3 de Octubre, fecha en la cual, completada la segunda vuelta de negociaciones, se dieron por terminadas las pláticas en la etapa de arreglo directo del pliego de peticiones, momento a partir del cual las partes quedarían sujetas a las instancias de ley (mediación, conciliación, ejercicio del derecho de huelga). El proceso de negociación, se afirma, fue tenso y difícil y se alcanzaron durante su transcurso acuerdos en 24 de las 48 cláusulas, aunque no en materia salarial ni en las restantes cláusulas con contenido económico. Pocos días después de producido ese impasse (8 de Octubre), la empresa comunicó su decisión de cerrar sus operaciones. Ricardo Trujillo, principal negociador por la parte empresaria, admite esa inmediatez de las fechas de conclusión de las negociaciones directas y comunicación del cierre de la empresa, pero afirmó que no tienen vinculación. Sostuvo, en efecto, que probablemente la decisión de cierre de la empresa había sido adoptada por la casa matriz con anterioridad, aunque recién se comunicara el 8 de octubre. José Fernández, tras calificar de exitosa a negociación por haberse aprobado 24 de las 48 cláusulas, admitió no obstante que es cierto que no se habían tratado aún las cláusulas económicas. Dijo, además, que la inmediatez de ambas fechas (conclusión de negociaciones directas y comunicación del cierre de la empresa) es pura coincidencia casual. La abogada Agurcia, asesora del sindicato, dice que a lo largo de la negociación la conducta del Ricardo Trujillo era permanentemente reticente y burlona. A cada pedido, señaló, respondía con un “…estamos lejos”. La empresa quería introducir cláusulas que desmejoraran la situación existente – menciona en tal sentido el caso de las pólizas de seguros, los premios del día de la madre, el cumpleaños del trabajadores, etc”. El proceso fue muy difícil, muy tenso, agregó; “éramos enemigos”.

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Un supervisor entrevistado por este consultor señaló que los mandos medios consideraban que el sindicato pedía demasiado y que los representantes empresarios se reían y decían que nunca la empresa iba a acceder a lo peticionado; calificaban de locura, por ejemplo, lo del 1ro de Mayo y el pedido de becas para los hijos de los empleados. Cuando se anuncia el cierre, los supervisores se sorprenden porque ello había sucedido en medio de la negociación, y preguntaron a Trujillo si eso era válido, a lo que éste respondió afirmativamente. Si bien los representantes empresarios no decían que la negociación tuviera que ver con el cierre de la empresa, alguien sí valoró que el impasse era la oportunidad para anunciarlo. Otra testigo dijo que a los supervisores les irritaba que la directiva abandonara el trabajo los días viernes, que eran los días designados para la negociación, para lo cual contaban con autorización. Cuando se abordó la discusión de la cláusula salarial, la empresa instó a la representación sindical a aceptar lo que ella ofrecía pues, dijo, necesitaban seguir siendo competitivos; los aumentos pedidos por el sindicato, decía, eran inoperables y la empresa podía invertir mejor en Guatemala o en El Salvador, que tenían costos menores (la oferta salarial de la empresa consistió en 0,75 Lps. por día para 2009, 1 Lps por día para 2010 y 1,25 Lps. por día para 2011 por sobre lo que aprobara el gobierno) A lo largo de todo el proceso de negociación en la planta se decía que la empresa iba a cerrar y los lunes (se negociaba lo viernes), los trabajadores renovaban el reproche de que se cerraría la empresa como resultado de las pretensiones sindicales. Una instructora, Ana Maldonado, decía estar segura de que el destino de la empresa era el de cierre, desde el mismo momento en que se aceptó negociar el convenio colectivo. El día 3 de octubre, tras la firma del acta que daba termino a la negociación directa, un representante negociador sindical – de los que no integraba la directiva del sindicato - escucho una conversación entre Ricardo Trujillo, Nadia Morales y Edward Bardales. Nadia Morales preguntó si irían a la mediación; Ricardo Trujillo contestó que a la mediación no se iba a ir, al mismo tiempo que deslizando su mano de canto sobre su cuello, hizo el tradicional gesto de degüello. Resta decir que durante la negociación, directivos y asesores de la empresa tomaron contacto con dirigentes y asesores de la confederación con el objeto – no exitoso - de obtener de ellos colaboración para controlar las peticiones sindicales.

i. Tras los masivos despidos producidos en noviembre y diciembre de 2008, se hizo ostensible la dificultad de los trabajadores despedidos para obtener nueva ocupación, incluso en empresas que estaban incorporando personal. Distintos testimonios coinciden en que ello obedece a la existencia de listas negras explícitas o implícitas. Numerosos trabajadores ya despedidos dan cuenta de sus dificultades para obtener nuevo trabajo en la maquila. En Génesis, dicen, no le dan trabajo por

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venir de JHD. Tampoco en Colonia La Mora, donde unos diez, entre ellos el declarante, habían estado en el portón el lunes 5 y el martes 6. Tampoco en Dickies toman a trabajadores provenientes de JDH (les dicen a la gente de JDH que no insistan y no les hagan perder el tiempo). Un testigo dice que en algunas empresas hasta tienen fotos de la directiva del sindicato. En Gildan, empresa que está tomando personal, les dicen a los trabajadores que vienen de JDH que no los toman pues tienen un fax proveniente de JDH que dice que esta última vuelve a abrir (a varios testigos les dijeron lo mismo); en algunos otros casos más recientes, les dicen a los trabajadores postulantes en Gildan que están buscando “gente sin experiencia”. Tampoco los toman en Hanes donde, le dijeron a una declarante, sólo aceptan personas recomendadas. En Hanes les tomaron pruebas a varios de los declarantes y finalmente les dijeron que no. También en Hanes, una testigo dice a que ella, junto a un grupo numeroso de trabajadores provenientes de JDH les pidieron las cédulas de identidad y los hicieron esperar en el portón entre las 7 y las 13 para finalmente decirles (sin tomarles pruebas) que no los contratarían. Una testigo afirmó que en Dickies, Gildan y Hanes no contratan a trabajadores provenientes de JDH. Una trabajadora dice que sí consiguió trabajo en Dragón Maya, donde ya trabajaba su hijo; gana allí mucho menos de lo que ganaba en JDH.

Consultados sobre el particular los directivos de la empresa (José Fernández y Ricardo Trujillo), manifestaron que ellos hicieron lo posible para evitar que se produjeran fenómenos como los descriptos, pero admitieron que ello puede suceder en virtud del extendido estado de conciencia antisindical existente en las empresas en Honduras. Es un estigma, agrega. “Nosotros le explicamos a nuestros competidores que el cierre no es por el sindicato, sino por consideraciones de negocios”, pero el fenómeno del rechazo se produce igual. El consultor advierte un cartel en la entrada a las oficinas de la empresa en las que se anuncia que Gildans, Hanes y Delta están tomando personal y consulta a sus interlocutores: J. Fernández dice que han puesto esos carteles para facilitar la contratación de su personal despedido; Ricardo Trujillo apunta que en Diciembre Gildans decía que se proponía contratar 4000 trabajadores, pero que ahora solo estaría reclutando unos 1000.

j. Numerosos testimonios dan cuenta de que el trabajo nunca faltó en la empresa, ni aún después de anunciado el cierre, y que la empresa estaría trasladando su actividad hacia otras empresas. No hay precisiones, no obstante, acerca de cuáles serían las empresas que estarían haciendo los trabajos que JDH dejaría de realizar. Algunos testimonios, también sin mayores precisiones, dan cuenta de que JDH volvería a abrir más adelante en otro lado. Algunos testimonios dan cuenta de que sobre el final había mucho trabajo, que se estarían llevando a otras empresas. Algunos de los declarantes dicen que la sudaderas se estarían haciendo en Buena Vista y en el Progreso, en tanto otros – varios - señalan a Dragón Maya y algunos a Productos San José un supervisor dice que el cierre de esta última empresa no es real sino un simple acto de estrategia que revertirá cuando la empresa vuelva a abrir). También se menciona de modo recurrente a una empresa de nombre Elcatex (cuyo seguimiento ALGI dijo no poder hacer pues se encontraba permanentemente cerrada), empresa que

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distribuiría el trabajo por contratos con diversas plantas). Un auditor de nombre Franklin habría dicho que hay trabajo, pero que el mismo sería derivado al Progreso. Una instructora declaró que en el momento del cierre la eficiencia de la planta de Jerzees era de las más altas (en torno del 86%) Un mecánico de nombre Regino Hernández dijo que las máquinas de JDH están listas para llevárselas y ponerlas a producir. Algunos de los trabajadores cuyas declaraciones se recibieran manifestaron que a sus juicios, la empresa cerraría para volver a abrir con otro nombre. Uno de ellos dice haberlo escuchado de una supervisora de nombre Lilian López. Otros manifestaron que el día del despido masivo, a los no afiliados les consultaban acerca de si volverían a trabajar en caso de reabrir, y les solicitaban sus teléfonos.

IV. Sobre los reclamos procesales planteados contra la investigación de ALGI

En la sección II de este informe se ofrece detallada cuenta de las carencias metodológicas de las que a juicio de este consultor adolece el informe elaborado por ALGI; entre ellas, se mencionan algunas de las que fueron levantadas por los grupos de solidaridad internacional y la confederación sindical y a esa sección por lo tanto me remito. Hay que decir, en particular, que ciertos hechos o circunstancias de ese tipo pueden afectar – no siempre en la misma medida - las condiciones de confianza y credibilidad requeridas para la realización de estas investigaciones y la apreciación de sus resultados, lo que suele suceder aún en la hipótesis de que los investigadores pudieran haber incurrido en ellas por razones fortuitas, inadvertidas o simplemente inevitables. A esos hechos lamentables se está inevitablemente expuesto en estas tareas en que están en juego intereses tan fuertemente contrapuestos; conviene hacer cuánto sea necesario para evitarlos y, si ello no ha sido posible, dar explicaciones en forma suficiente y oportuna.

V. Conclusiones

Entiende este consultor que el informe de investigación producido por ALGI adolece de deficiencias y carencias metodológicas que privan a sus conclusiones de rigor suficiente, que no están basadas en prueba adecuadamente producida y que carecen de aptitud de persuasión.

Por añadidura, la evaluación de las pruebas que este consultor ha recogido durante su visita a Honduras ponen a su juicio en evidencia que en el caso que ha sido objeto de su investigación, el cierre de la empresa ha sido determinado, cuanto menos en una medida significativa, por el hecho de la existencia y de la acción del sindicato.

Desde luego, no puede descartarse que hayan concurrido también circunstancias económicas o de mercado que pudieran haber hecho aconsejable la reducción o cierre de las operaciones de JDH. El plan de trabajo de este consultor no incluía, por cierto, la indagación de esas hipotéticas circunstancias. Puede no obstante señalarse que aún cuando se entendiera que se han acreditado en alguna medida razones económicas o de mercado que podrían justificar una decisión de disminución o cierre de operaciones de

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JHD, no parecen en cualquier caso suficientes para enervar las pruebas, indicios y presunciones de que ese cierre obedece también a la existencia del sindicato y a la acción desplegada por el mismo.

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Buenos Aires, 26 de enero de 2009