González, andrea y kalimberg, karen

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Una noche, en el viejo molino del campo de mi abuelo, nos pusimos a contar historias de terror con mi amiga Lucía. Ella contó la historia de la chica del café, yo conté la historia del hombre lobo y mi abuelo contó la historia de una chica que había tenido un bebé. De repente, mi mamá y mi abuela se pusieron a mover los arbustos de un lado para el otro, Lucía, mi abuela y yo no nos habíamos dado cuenta. Al rato, yo me di cuenta, subí al molino y lo hice girar. Lucía y mi abuelo se asustaron mucho y empezaron a mirar para todos lados, pero por suerte no se dieron cuenta porque yo baje rápidamente y me senté al lado de Lucía. La abracé fuerte como si estuviera asustada. Mi mamá y mi abuela se fueron para adentro pero en un momento empezaron a escuchar ruidos extraños de vuelta. Los arbustos se movían, el molino daba vueltas y vueltas sin parar. Las hojas rechinaban como nunca. Mi abuelo muy valiente preguntó, “¿Quién anda ahí?”, pero nadie contestó. Los ruidos seguían y seguían sin parar y yo me asusté mucho. De repente, empezamos a escuchar ruidos de cadenas en el molino. De pronto, empezamos a ver sombras que pasaban de un lado para otro. Lucía muy asustada salió corriendo hacia el horizonte del bosque.

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Una noche, en el viejo molino del campo de mi abuelo, nos pusimos a contar historias de terror con mi amiga Lucía. Ella contó la historia de la chica del café, yo conté la historia del hombre lobo y mi abuelo contó la historia de una chica que había tenido un bebé. De repente, mi mamá y mi abuela se pusieron a mover los arbustos de un lado para el otro, Lucía, mi abuela y yo no nos habíamos dado cuenta. Al rato, yo me di cuenta, subí al molino y lo hice girar.

Lucía y mi abuelo se asustaron mucho y empezaron a mirar para todos lados, pero por suerte no se dieron cuenta porque yo baje rápidamente y me senté al lado de Lucía. La abracé fuerte como si estuviera asustada.

Mi mamá y mi abuela se fueron para adentro pero en un momento empezaron a escuchar ruidos extraños de vuelta. Los arbustos se movían, el molino daba vueltas y vueltas sin parar. Las hojas rechinaban como nunca. Mi abuelo muy valiente preguntó, “¿Quién anda ahí?”, pero nadie contestó. Los ruidos seguían y seguían sin parar y yo me asusté mucho. De repente, empezamos a escuchar ruidos de cadenas en el molino. De pronto, empezamos a ver sombras que pasaban de un lado para otro. Lucía muy asustada salió corriendo hacia el horizonte del bosque.

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Al día siguiente, salimos a buscar a Lucía y no la encontramos a ella, pero lo que sí encontramos fue una piedra con la cara de ella y nunca supimos que sucedió…