González Casanova, Pablo - El Conflicto en La UNAM

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OSAL - Junio 2000 38 E l 20 de abril de l999 el Consejo General de Huelga decretó el paro en la UNAM en repu- dio al aumento de cuotas que aprobó en una sesión el Consejo Universitario. La sesión se celebró fuera del recinto habitual y con la au- sencia de varios consejeros que se quejarían de haber sido de- sinformados sobre el lugar y hora en que debían reunirse. 28 de ellos protestaron en documento firmado “porque se violó el derecho a discutir sobre los puntos de la convocatoria, y pusieron en tela de juicio la legalidad de los acuerdos”. El au- mento de cuotas acabó con el carácter “casi” gratuito de una Universidad cuya colegiatura era de “veinte centavos” en pe- sos reales de l966, 1 equivalente a dos centavos de dólar. La nueva colegiatura para estudios profesionales se fijó en l360 pesos nominales (equivalentes a l20 dólares anuales), suma que las autoridades consideraban muy modesta, y que impo- nían con lo que creyeron un paliativo: que los aumentos no se aplicarían a quienes ya estuvieran estudiando en la universi- dad, sino nada más a los que en el futuro se inscribieran en ella. En su lógica pragmática, las autoridades no concibieron las inmensas repercusiones que tendría la pérdida de legitimi- dad proveniente de una votación que gran parte de la comu- nidad universitaria calificaría de manipulada. No imaginaron tampoco la resistencia gigantesca y tenaz a que se enfrentaría un aumento que ellas consideraban bajísimo en comparación con los “estándares” de Estados Unidos y muchos otros paí- ses. No pensaron que la “opción racional” de quienes ya eran estudiantes de la Universidad consistiría en identificarse con quienes todavía no lo eran. La lógica pragmática de las auto- ridades no funcionó. A pocos días, miles de estudiantes se apoderaron de los distintos campus y escuelas de una de las más grandes universidades del mundo. Se quedaron en ellos 297 días, hasta que el 6 de febrero del siguiente año, aproxi- madamente 2500 policías entrenados como fuerza especial por los militares tomaron ciudad universitaria, sin que se re- portara ningún muerto o herido. La revuelta de los estudiantes de la UNAM tuvo una fase de ascenso en que obtuvieron innumerables concesiones de las autoridades empezando por una propuesta del Rector en la que éste dio marcha atrás y aceptó que las cuotas tuvieran carác- ter voluntario: el Consejo General de Huelga consideró la oferta engañosa y limitada, pues aparte de no declarar expre- samente la gratuidad de la enseñanza no atendía una serie de peticiones que dieran garantías a los estudiantes acusados, y que resolvieran los graves problemas de la educación superior en materia de democratización, cobertura y gratuidad. Muchas instancias mediadoras fallaron, algunas de antiguos dirigentes estudiantiles hoy miembros del PRD (Partido de la Revolu- ción Democrática), otras de profesores eméritos apoyados por una parte importante de sus colegas y de la comunidad univer- sitaria. El rector se vio obligado a hacer una nueva concesión: aceptar un diálogo directo y público, que originalmente había rechazado, con transmisión de las sesiones por Radio Univer- sidad. El diálogo mostró enormes dificultades para avanzar. Los representantes de las autoridades se presentaron sin pro- puestas que significaran un cambio de políticas concretas. En cuanto a los delegados estudiantiles eran relevados de una se- sión a otra y no sólo se engolosinaban en el uso de la palabra, sino aprovechaban el micrófono para dirigirse a los radioescu- chas más que a los mensajeros de la rectoría. Es más, de ma- nera casi natural los estudiantes representaron el teatro políti- co que habían aprendido de sus mayores, y en su comporta- miento mostraron desplantes y gestos de soberbia que pare- cían excesivos hasta para algunos de sus más radicales simpa- tizantes. El Rector pasó a la ofensiva y amenazó con usar “la fuerza de la ley”. Pronto lo apoyó el Presidente de la Repúbli- ca quien lanzó un ultimátum a los estudiantes para que rea- brieran la universidad. Sin embargo el movimiento contra el uso de la llamada “violencia legal” logró imponerse. Presiden- te y Rector se vieron en la necesidad de convocar nuevamen- te a una solución dialogada. Las fuerzas de derecha más agre- sivas se sintieron burladas, y calmarlas resultó imposible para el propio Rector a quien llegaron a faltarle al respeto. Al mis- mo tiempo los avances del diálogo parecieron pobrísimos y to- do derivó en la renuncia y sustitución del rector. El ministro de salud, antiguo director de la Facultad de Medicina, abandonó el cargo que ocupaba y pasó a la Rectoría. La Junta de Go- El conflicto de la UNAM: una historia inconclusa Por Pablo González Casanova* México.

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Análisis sobre la huelga UNAM 1999 - 2000

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    E l 20 de abril de l999 el Consejo General deHuelga decret el paro en la UNAM en repu-dio al aumento de cuotas que aprob en unasesin el Consejo Universitario. La sesin secelebr fuera del recinto habitual y con la au-sencia de varios consejeros que se quejaran de haber sido de-sinformados sobre el lugar y hora en que deban reunirse. 28de ellos protestaron en documento firmado porque se violel derecho a discutir sobre los puntos de la convocatoria, ypusieron en tela de juicio la legalidad de los acuerdos. El au-mento de cuotas acab con el carcter casi gratuito de unaUniversidad cuya colegiatura era de veinte centavos en pe-sos reales de l966,1 equivalente a dos centavos de dlar. Lanueva colegiatura para estudios profesionales se fij en l360pesos nominales (equivalentes a l20 dlares anuales), sumaque las autoridades consideraban muy modesta, y que impo-nan con lo que creyeron un paliativo: que los aumentos no seaplicaran a quienes ya estuvieran estudiando en la universi-dad, sino nada ms a los que en el futuro se inscribieran enella.

    En su lgica pragmtica, las autoridades no concibieronlas inmensas repercusiones que tendra la prdida de legitimi-dad proveniente de una votacin que gran parte de la comu-nidad universitaria calificara de manipulada. No imaginarontampoco la resistencia gigantesca y tenaz a que se enfrentaraun aumento que ellas consideraban bajsimo en comparacincon los estndares de Estados Unidos y muchos otros pa-ses. No pensaron que la opcin racional de quienes ya eranestudiantes de la Universidad consistira en identificarse conquienes todava no lo eran. La lgica pragmtica de las auto-ridades no funcion. A pocos das, miles de estudiantes seapoderaron de los distintos campus y escuelas de una de lasms grandes universidades del mundo. Se quedaron en ellos297 das, hasta que el 6 de febrero del siguiente ao, aproxi-madamente 2500 policas entrenados como fuerza especialpor los militares tomaron ciudad universitaria, sin que se re-portara ningn muerto o herido.

    La revuelta de los estudiantes de la UNAM tuvo una fasede ascenso en que obtuvieron innumerables concesiones de lasautoridades empezando por una propuesta del Rector en la queste dio marcha atrs y acept que las cuotas tuvieran carc-ter voluntario: el Consejo General de Huelga consider laoferta engaosa y limitada, pues aparte de no declarar expre-samente la gratuidad de la enseanza no atenda una serie de

    peticiones que dieran garantas a los estudiantes acusados, yque resolvieran los graves problemas de la educacin superioren materia de democratizacin, cobertura y gratuidad. Muchasinstancias mediadoras fallaron, algunas de antiguos dirigentesestudiantiles hoy miembros del PRD (Partido de la Revolu-cin Democrtica), otras de profesores emritos apoyados poruna parte importante de sus colegas y de la comunidad univer-sitaria. El rector se vio obligado a hacer una nueva concesin:aceptar un dilogo directo y pblico, que originalmente habarechazado, con transmisin de las sesiones por Radio Univer-sidad. El dilogo mostr enormes dificultades para avanzar.Los representantes de las autoridades se presentaron sin pro-puestas que significaran un cambio de polticas concretas. Encuanto a los delegados estudiantiles eran relevados de una se-sin a otra y no slo se engolosinaban en el uso de la palabra,sino aprovechaban el micrfono para dirigirse a los radioescu-chas ms que a los mensajeros de la rectora. Es ms, de ma-nera casi natural los estudiantes representaron el teatro polti-co que haban aprendido de sus mayores, y en su comporta-miento mostraron desplantes y gestos de soberbia que pare-can excesivos hasta para algunos de sus ms radicales simpa-tizantes. El Rector pas a la ofensiva y amenaz con usar lafuerza de la ley. Pronto lo apoy el Presidente de la Repbli-ca quien lanz un ultimtum a los estudiantes para que rea-brieran la universidad. Sin embargo el movimiento contra eluso de la llamada violencia legal logr imponerse. Presiden-te y Rector se vieron en la necesidad de convocar nuevamen-te a una solucin dialogada. Las fuerzas de derecha ms agre-sivas se sintieron burladas, y calmarlas result imposible parael propio Rector a quien llegaron a faltarle al respeto. Al mis-mo tiempo los avances del dilogo parecieron pobrsimos y to-do deriv en la renuncia y sustitucin del rector. El ministro desalud, antiguo director de la Facultad de Medicina, abandonel cargo que ocupaba y pas a la Rectora. La Junta de Go-

    El conflicto de la UNAM:una historia inconclusaPor Pablo Gonzlez Casanova*

    Mxico.

  • bierno de la Universidad no tard ni una semana en nombrar-lo con el argumento de que era muy peligroso dejar un larg otiempo a la Universidad sin Rector. Los estudiantes considera-ron la rapidez de la Junta como una prueba ms de su falta deautonoma: y que el elegido era el rector del Presidente; s-lo parecieron reconocer que era un poltico ms avezado queel anterior.

    Durante ese tiempo se haban agudizado una serie de lu-chas en el seno del Consejo General de Huelga y tambin enel de las autoridades universitarias y sus rganos colegiados.En cada parte las luchas internas se daban entre moderados yduros. En el CGH se distinguan las categoras de los mode-rados y los ultras. Entre las autoridades haba algunas co-rrientes ms inclinadas a la negociacin y otras que insistan,con distintos tonos y argumentos, en el uso de la fuerza le-gal y en la recuperacin del estado de derecho. Enfrenta-mientos y acercamientos entre las dos partes daban un carc-ter irregular al conflicto, con vaivenes de aliento y desalien-to, con momentos en que predominaba la negociacin y otrosen que la represin cobraba la delantera, todo entre variantescontradictorias en cuanto al uso de la persuasin, la intimida-cin, el reproche o la sancin.

    Desde los inicios del conflicto ste se fue complicando. Lallamada comunidad universitaria se dividi entre los partidariosdel rector y los del ConsejoGeneral de Huelga. A u n q u epronto aparecieron gruposde mediacin y algunos deellos lograron cierto apoyo,todos los aspirantes a media-dores sufrieron embates queanularon finalmente sus es-fuerzos. El conflicto tam-bin se complic por ser unao de elecciones para laPresidencia de la Repblicay para el Congreso de la Unin. El partido oficial, el de centroderecha y el de centro izquierda lanzaron acusaciones contra susrespectivos opositores. Los acusaron de querer manipular launiversidad para ganarse a los estudiantes, o de buscar que es-tuviera cerrada hasta despus del dos de julio, una vez que sehubiera decidido la sucesin. Las acusaciones se volvieron msagrias, al ser Cuauhtmoc Crdenas candidato de la izquierda ala presidencia y Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y al en-frentarlo sus crticos al dilema de tolerar el desorden de mani-festaciones y marchas que cerraban calles, avenidas y plazas, ode usar la fuerza pblica para poner un alto a los desmanes, encuyo caso se ganara el resentimiento de sus propios partidarios,lo que de hecho ocurri con una intervencin policaca en la quenumerosos huelguistas fueron humillados.

    Entre otros actores muy importantes que entraron en esce-na se encontraron las organizaciones patronales que llegaron aexigir hasta el cierre de la UNAM, as como ncleos conside-rables de la clase media alta que hicieron manifestaciones deautomviles con luces encendidas y zumbidos de bocinas, y a

    los que acompaaron damas o mujeres vestidas de blanco yabogados celebrrimos. Frente a todos ellos marcharon y semanifestaron varias organizaciones de pobladores urbanos, demovimientos populares y de sindicatos obreros, con no pocospadres de familia que haban sido huelguistas en l968 y que te-nan a sus hijos entre los paristas del 99.

    Los medios electrnicos se apoderaron de la escena; conla gran prensa empezaron a tomar iniciativas para participaren la construccin del conflicto real a travs de noticias, co-mentarios e imgenes que lo animaban.

    Los gobernantes de carne y hueso tuvieron su parte. Lasdeclaraciones del presidente Zedillo y de otros altos funciona-rios, ora amenazadoras, ora conciliadoras, a menudo se inter-pretaron en relacin con los proyectos privatizadores de laeducacin y la electricidad, y llevaron a reparar en los funcio-narios del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mun-dial que en declaraciones sucesivas exigan al gobierno acele-rar el paso en la privatizacin de la industria elctrica.

    El empleo de grupos de choque (acusados de porros),el de servicios de espionaje (acusados de orejas) y el deagentes provocadores (disfrazados de ultras) fue motivode mltiples enojos entre los paristas, mientras la presenciade agentes de las organizaciones rebeldes del Ejrcito Popu-

    lar Revolucionario y delEjrcito Zapatista de Libe-racin Nacional fue denun-ciada por los partidarios delas autoridades o por las au-toridades mismas. A la granvariedad de actores y de lu-chas se aadieron cambioscontinuos en los enfrenta-mientos y los acercamien-tos. El uso del dilogo y labsqueda de consensos pa-

    recieron siempre encontrar obstculos insuperables.

    El nuevo rector inici un proceso de conciliacin en elque involucr no slo a los directores, sino al Consejo Uni-versitario, a los profesores, los estudiantes y el personal ad-ministrativo. Su meta pareci consistir en convencerlos que elnico camino para la solucin era dialogar, conceder todo loque no afectara los valores acadmicos y aceptar la necesidadde una profunda reforma universitaria. Al mismo tiempo, elnuevo rector reactiv el dilogo con el CGH y prepar unplebiscito en el que tambin participara el estudiantado, elprofesorado y el personal administrativo. En el plebiscito unaaltsima proporcin de los universitarios sobre todo del per-sonal acadmico- aprob el fin de la huelga as como las pro-puestas de rectora para derogar el reglamento que haba au-mentado las cuotas, para suspender las relaciones de laUNAM con un instituto extrauniversitario encargado de rea-lizar los exmenes de admisin, para organizar un programade regularizacin de cursos y para realizar un congreso uni-versitario que decidiera sobre otras demandas, incluida la

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    Mxico: el conflicto de la UNAM

    Entre otros actores muy importantes que entraron en es-cena se encontraron las organizaciones patronales que lle-garon a exigirhasta el cierre de la UNAM, as como n-cleos considerables de la clase media alta que hicieron ma-nifestaciones de automviles con luces encendidas y zum-bidos de bocinas, y a los que acompaaron damas o mu-jeres vestidas de blanco y abogados celebrrimos.

  • reestructuracin de la UNAM. La propuesta del rector -con-validada por el Consejo Universitario- haca suyo el compro-miso de retirar las acusaciones contra estudiantes paristas. ElCGH contest con una consulta abierta en la que segn decla-r participaron medio milln de personas que votaron contrala propuesta del rector. En el interior del CGH triunfaron lascorrientes llamadas ultras cuya base ideolgica pareci me-nos clara que su resentimiento social y que un autoritarismoy voluntarismo profundos vinculados a agresiones verbales yfsicas contra quienes no los seguan. Persuadidos de repre-sentar esencialmente los intereses de la base, muchos activis-tas ultras dejaron de consultar y atender a la base que sealejaba de ellos y que no se senta representada por ellos. Suproyecto democrtico se vino abajo. Los moderados delCGH tambin perdieron. Perdieron igualmente los simpati-zantes de los partidos de izquierda y de los movimientos in-surgentes como el EZLN que les pidieron aceptar los triunfosobtenidos y continuar la lucha en el seno del Congreso Uni-versitario, una vez reabierta la Universidad.

    Ya desde mediados de noviembre el subcomandanteMarcos le haba dicho a un grupo de paristas que haban idoa visitarlo: Yo los quiero un chingo a todos ustedes y siemprelos vamos a apoyar hasta elfin, pero deben dejar de ac-tuar con la vieja prcticapoltica de no escuchar y decerrarse al dilogo... debenpermitir las opiniones di-vergentes y no reprimir alos estudiantes que opinande diferente manera (ElDa, 24/1/2000). Todo fueintil. El viejo modo de ha-cer poltica autoritaria pre-valeci. Como hara ver ms tarde Octavio Rodrguez Arau-jo: los activistas exigieron que se les tomara en cuenta comosi tuvieran la representacin de estudiantes y acadmicos.Exigieron que se respetara su forma de organizacin no orga-nizada. Ellos en cambio no respetaron otras formas de orga-nizacin de estudiantes, acadmicos y administrativos. Noquisieron darse cuenta que muchos universitarios que al prin-cipio simpatizaron con ellos ahora los repudiaban o ya no sesentan representados por ellos (cf. Octavio Rodrguez Arau-jo. Sumar y no restar. La Jornada, 9/3/2000).

    Sigui el paro. En la opinin pblica, entre los televi-dentes y lectores de peridicos, universitarios y no universita-rios, empezaron a cobrar autoridad creciente quienes clama-ban por el uso de la violencia legal. El l de febrero hubo unenfrentamiento entre paristas y antiparistas en una escuela. Elsaldo fue de 37 heridos y 248 detenidos. El 4 de febrero se reu-nieron los paristas con el rector sin que llegaran a ningnacuerdo. Aquellas autoridades universitarias inclinadas a ha-cer respetar el estado de derecho por la fuerza pblica y a acu-dir a las instancias legales correspondientes se volvieron ma-yoritarias y manifestaron su posicin cada vez ms abierta-m e n t e .

    El 6 de febrero la fuerza pblica tom ciudad universita-ria y otras instalaciones. La reanudacin de clases se hizo conms de mil paristas presos, muchos de los cuales fueron pocoa poco liberados. Frente a la rectora se instalaron grupos depadres de familia que pidieron la libertad de sus hijos. Levan-taron tres cruces, en las que cada da se crucificaban simbli-camente tres hombres o mujeres, en un acto de protesta profa-no y macabro. Varios manifestantes se sacaron sangre de lasvenas y con ella escribieron en las paredes: Libertad a nuestroshijos. Libertad a los estudiantes. Libertad a los presos polti-cos. En casi toda la universidad surgieron agresiones verbalesy a veces fsicas mientras seguan las movilizaciones polticasy las gestiones legales para la liberacin de los presos.

    La lucha por la explicacin de lo ocurrido continuara en-tre descalificaciones y legitimaciones contundentes, y bajosupuestos que en s mismos son parte del enredo. Entre ellosanda la sospecha de que todo el paro fue planeado para de-mostrar la ingobernabilidad de la universidad, e iniciar la re-forma neoliberal y privatizadora de la educacin superior enMxico precisamente por el cordn ms fuerte del sistema: laUNAM. Pero si esa sospecha es discutible, y si a ella fcil-mente puede oponerse un estilo de actuar que corrige sus po-

    lticas cuando los efectosno esperados son adversos,no cabe duda que a partir dealgunos hechos se puedeprofundizar en el problemade la privatizacin del siste-ma educativo y en sus efec-tos buscados y no buscados.As, no cabe duda que undilogo en que la autoridadconstantemente irrita y cal-ma, intimida y atrae, casti-

    ga y perdona a su opositor, es un dilogo en que la autoridad,o se reserva un final represivo, o provoca un final represivo oes vctima de un final represivo. Pensar en un amplio dilogouniversitario con estudiantes presos o indiciados pareci co-mo abrir la puerta a un futuro ilusorio y en realidad inestabley autodestructivo de la universidad. De todos modos a pocode regresar a sus actividades (entre la liberacin de la inmen-sa mayora de los estudiantes presos, manifestaciones, paros,y nuevos motivos de conflicto como cuando en la SemanaSanta el Rector pidi que la polica cuidara las instalacionesuniversitarias), en medio de hechos tan encontrados, el dilo-go entre autoridades y huelguistas se reanud, y por momen-tos pareci mostrar un trato ms corts en los participantes yciertas posibilidades de acuerdos.

    En cualquier caso, una inmensa tristeza acompa la ale-gra de la reapertura de la universidad, con la conciencia deuna seria amenaza a la Universidad Nacional mientras conti-ne el proyecto de privatizacin de la educacin superior, unproyecto auspiciado por el Banco Mundial, la Organizacinde Cooperacin y Desarrollo Econmico, la Asociacin Pa-tronal de la Repblica Mexicana y altos funcionarios del go-bierno de Mxico, un gobierno ste que se encuentra por cier-

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    Anlisis de casosAnlisis de casos

    As, no cabe duda que un dilogo en que la autoridadconstantemente irrita y calma, intimida y atrae, casti-ga y perdona a su opositor, es un dilogo en que la au-toridad, o se reserva un final represivo, o provoca un fi-nal represivo o es vctima de un final represivo.

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    to, incluso a principios del siglo XXI, a la cabeza de la orto-doxia neoliberal. (cf. Pablo Gonzlez Casanova. Neolibera-lismo y Universidad. Un anlisis documentado. De prximapublicacin). El peligro pareci confirmarse no slo con elgrave conflicto sino con tendencias cada vez ms conocidas,como la disminucin de recursos federales para la educacinsuperior y los planes nacionales y mundiales para la privati-zacin y comercializacin de la enseanza.

    La informacin ocultada y negada sobre la creciente ba-ja de subsidios gubernamentales a las universidades no impi-di realizar clculos reveladores. Si se analiza bien la infor-macin disponible se advierte la sistemtica cada del subsi-dio federal a la educacin superior. Como porcentaje del PIB,el subsidio pas del mdico 0.84% en 1994 al 0.54% en elao 2,000. Como parte del total del subsidio federal pas deser el 28% en l987 a slo el l5.00% en el 2,000. La cada delsubsidio federal se refleja todava ms en los gastos por alum-no en la educacin superior: si en l977 eran de $ 20.560 en el2000 slo llegaban a l3.972, a pesos constantes de este ltimoao. ( Vid. Jos Gandarilla. Sobre algunos clculos del sub-sidio a la educacin superior. Errores y omisiones. En prepa-racin). Pas de jvenes excluidos y empobrecidos, slo unoscuantos que son excepcin, van a universidades pblicas yprivadas, stas necesariamente elitistas y an ms excluyen-tes, y aquellas seriamente afectadas y amenazadas en sus fun-ciones e incluso en su sentido pblico y nacional.

    Mucho de lo ocurrido se explica por una poltica de edu-cacin con pobreza, y por una poltica de educacin paraaceptar disciplinado el empobrecimiento de uno mismo yde los dems. Ya lo dijo Carlos Monsivais en su carta al Rec-tor de la UNAM a raz de la toma de ciudad universitaria porlas fuerzas especiales: Una recuperacin punitiva no es, cier-tamente, una devolucin universitaria, y de eso se trat: de se-alar la majestuosidad del poder, de darle una leccin perdu-rable a los jvenes, tan arrogantes y desafiantes... Y ms le-jos aade: Quiso ganar, y lo consigui por un breve lapso, laderecha satisfecha de su pedagoga del escarmiento (La Jor-nada, l0/2/2000).

    Por su parte Sergio Zermeo en un artculo tituladoUNAM: vigilar y castigar escribi: Muchos universitariosnos hemos cansado de repetir que este no es el camino, queen realidad con el empleo ilegtimo del plebiscito y de los me-dios, se ha querido eludir el ncleo central de este movimien-to que es, por ensima vez lo decimos: la lucha por un mejorsubsidio a la educacin superior para que sea posible de esamanera, elevar la calidad de la enseanza y ampliar un pocola matrcula...Yl mismo agrega: Todo ello ha de acompa-arse, por razones elementales de justicia social, con la gra-tuidad de todas las modalidades de la educacin pblica...(La Jornada, 9/3/2000).

    Si no se responde con hechos y palabras a esas dos de-mandas: el derecho expreso constitucional y real a la educa-cin superior pblica y gratuita, y mayores recursos para edu-car mejor a un mayor nmero de estudiantes, la solucin de

    fondo no se alcanzar y, por supuesto, si esos problemas seresuelven, ser necesario plantear otros, como la democrati-zacin de las universidades que al mismo tiempo limite el au-toritarismo y logre altos niveles acadmicos, y como la demo-cratizacin del pas que haga efectivo el camino a la justiciasocial y la paz; pero todos esos problemas exigen una basepoltica, social, cultural y econmica que el neoliberalismo seniega a forjar.

    En cuanto a la bsqueda de una alternativa pensamos quese debe basar en los significados tericos y prcticos del mo-vimiento, y, con ellos, en la precisin de un proyecto de refor-ma universitaria que alcance grandes consensos en torno alderecho universal a la educacin, que reestructure el sistemaeducativo a todos los niveles, combinando los mtodos clsi-cos y electrnicos de la educacin, y articulando una red deredes de instituciones pblicas y privadas de investigacin,enseanza y difusin de las ciencias y las humanidades, de lasartes y las tcnicas, a fin de impartir, como es perfectamenteposible en nuestro tiempo, mejor educacin para ms. (vid.Pablo Gonzlez Casanova, Educacin para todos. La Vasi-ja, ao 2, Vol. 2, No. 4, enero-abril de 1999, Mxico, pp. 22-42). Ese proyecto implica tambin la democratizacin de laenseanza universitaria y del pas, y una redefinicin de lademocracia y del conocimiento como poder; del poder no s-lo como estado y mercado, sino como estado y como socie-dad, muy desigual, injusta e inequitativa, es decir, como esta-do y como sociedad que plantean la necesidad de una ticapoltica basada en la fuerza de las organizaciones democrti-cas de estudiantes, profesores, trabajadores, pobladores urba-nos y rurales, pueblos indgenas... Que esa redefinicin en-trae luchas de la ms variada intensidad y magnitud por ladefensa y ampliacin de los servicios pblicos y los recursosnacionales -incluido el conocimiento y la educacin superior-es indudable. No se trata de problemas que en la correlacinde fuerzas actual vayan a resolver los expertos. La contribu-cin de los expertos podr ser importante pero la solucinms profunda slo se dar con la construccin de las fuerzassociales y polticas que en la Universidad y el pas permitanalcanzar esos objetivos. Sin duda all se encuentra el verdade-ro problema pedaggico.

    Notas

    * Ex Rector y Catedrtico de Ciencias Sociales de la UniversidadNacional Autnoma e Mxico.

    1. Desde 1948 no se haba hecho ningn aumento significativo. Sloen 1966 se haba aprobado una cuota por exmenes extraordinarios.

    Mxico: el conflicto de la UNAM

  • El contexto social

    L a reorganizacin capitalista ocurrida en elltimo cuarto del siglo XX modific pro-fundamente todas las dimensiones de la vi-da social. Los jvenes nacidos durante esosaos han tenido que aprender a vivir en unclima de desposesin paulatina pero ineludible, en el que, apesar de la precarizacin material generalizada en ampliossectores de la poblacin, la parte ms agresiva concierne aldespojo de identidades y a la prdida de sentido de perte-nencia.

    Efectivamente, sociedades como la mexicana, tan lejosde Dios y tan cerca de Estados Unidos, confrontan cotidia-na y permanentemente la polarizacin de la riqueza y el de-sarrollo mundiales de manera visible. En estos veinticincoaos las condiciones de vida de la poblacin se han deprimi-do al punto de ser reconocidas con preocupacin por el Ban-co Mundial, la CEPA L y las ms importantes org a n i z a c i o n e sempresariales del pas. De acuerdo con la CEPAL, el 25 %de los pobres de Amrica Latina se encuentran en Mxico1

    pas paradjicamente miembro de la OCDE y del Tratado deLibre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN). Segn elBanco Mundial el 57 % del empleo en Mxico es informal,cuyo crecimiento, para colmo del absurdo, justifica el des-censo en las tasas de desempleo2.

    La reorganizacin de la economa mundial, en la queMxico se ha insertado ciertamente dentro de su polo msdinmico, crea virtualidades de bonanza sobre realidades dedepredacin social y ecolgica sin precedentes.

    En un pas de jvenes como Mxico, en que el 71 % dela poblacin es menor de 34 aos y el 56 % menor de 243,el deterioro social tiene inmediatas repercusiones no slo enlos niveles de nutricin, escolaridad y morbilidad, sino tam-bin, y sa quiz es la parte ms daina, en los imaginariosde una poblacin que crece con la certeza de su inutilidad,de su impotencia y de que su existencia en este planeta esun exceso. El 56 % de la poblacin actual naci y creci enpleno proceso de configuracin neoliberal de la sociedad,con todas las carencias y recortes que eso implica y, comosabemos, si alguien ha sido especialmente tocado por estosnuevos horizontes de la modernidad son los diferentes, losinsumisos (activos o pasivos), los excluidos por el pensa-miento y la realidad nicos, y entre ellos, particularmente,los pueblos indios y los jvenes.

    La Universidad pblica y autnoma, en este contexto,representa el espacio de libertad de pensamiento abierto enla revuelta estudiantil de 1968 y que en los otros mbitos dela sociedad se cierra en la medida en que el Estado se tornams autoritario o se somete ms a los designios del merca-do. La autonoma universitaria, si bien nunca ha llegado alnivel de designacin de autoridades o determinacin delpresupuesto, ha sido hasta ahora el mecanismo de preserva-cin del espritu crtico y de la libertad de discernimiento dela sociedad. La libre circulacin de ideas y conocimientos,insoslayable para la construccin de la soberana cultural,mientras ms se difunden las relaciones de mercado ms serestringe a los mbitos universitarios. Sin embargo, la eliti-zacin de la Universidad y su sometimiento a las reglas delmercado cancela la autonoma del pensamiento, de la con-frontacin de ideas, de la discrepancia cientfica y eliminauno de los pocos espacios crticos que permitieron, entreotros, parar la guerra fratricida en 1994 y abrir nuevas posi-bilidades a la democracia y a la poltica.

    La defensa de la autonoma universitaria es la defensadel espritu crtico de la sociedad. Los estudiantes que pro-tagonizan el actual movimiento lo tienen muy claro, a pesarde su escasa experiencia poltica que se circunscribe, en loesencial, a tres fuentes: la memoria del movimiento antece-sor de 1986-874, la propuesta tico poltica del zapatismo yla experiencia de exclusin a la que los ha sometido el neo-liberalismo.

    El movimiento estudiantil actual tiene caractersticasnovedosas con respecto a los otros de este siglo y en mu-chos sentidos cercanas al movimiento zapatista del EZLN.Las grandes transformaciones sociales inducidas por lareestructuracin capitalista de fines de siglo lo colocan en elumbral de un nuevo ciclo de movilizaciones y revueltas so-

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    Rebelin en la UNAMPor Ana Esther Cecea*

  • Rebelin!

    ciales, aunque con fuertesreminiscencias del pasado.Se trata de un movimientoque no termina de definirsetodava, que est en proce-so de formacin y que to-dava no sabe explicarse,ni ante s mismo, ni ante elmundo, pero que ha empe-zado a trazar, sin duda, uncamino propio. Esto es lo que intentar abordar, muy breve-mente, en este artculo.

    El movimiento estudiantil de 1999-2000

    La generacin de estudiantes que lleva adelante la re-vuelta por el derecho de todos a la educacin en la Univer-sidad Nacional Autnoma de Mxico creci, como dira Al-fredo Velarde5, ya no en la crisis sino en el desastre. Es jus-tamente la generacin sin horizontes creada por el neolibe-ralismo y que repentinamente empieza a recobrar su histo-ria, su conciencia de ciudadana, de patria y de clase, todojunto.

    Los detonadores

    La Universidad pblica en Mxico es una de las insti-tuciones emblemticas de la soberana popular sobre lasque fue construida la Nacin. Ms all de la discusin jur-dica sobre el contenido del artculo 3 de la Constitucin,que asienta que toda la educacin que imparta el Estadoser gratuita, la educacin fue una de las conquistas socia-les emanadas de la Revolucin mexicana y, en esa medida,constituye uno de los pilares del imaginario popular.

    Sin embargo, en la medida en que el avance del neoli-beralismo transformaba los sistemas de produccin y lasmodalidades generales de organizacin social, propiciabauna reestructuracin de las relaciones de clase, de los con-tenidos mismos de las clases y de sus fronteras, que modi-ficaron los imperativos, la lgica y los canales de la legiti-macin. Los fundamentos y modalidades del poder se trans-formaron provocando una obsolescencia de los equilibrioso pactos sociales precedentes.

    La omniprescencia del mercado tiende a convertir dere-chos en servicios, transformando su sentido poltico comu-nitario en elemento individual de mercadeo. De este modo,la educacin pierde su vnculo con la historia viva de unpueblo en movimiento, deja de ser el mecanismo de recrea-cin colectiva de la cultura y de la capacidad cientfica. Ellugar donde las clases conviven y entrelazan sus concepcio-nes de futuro y, por tanto, el espacio donde se teje el tiem-po largo de la historia: el espacio de creacin de horizontes

    y utopas. Es decir, el es-pacio de la resistencia sim-blica y de la crtica civili-zacional, as como de lacreacin de discursos cien-tficos especficos.

    La reconceptualiza-cin de la educacin y dellugar y funcin de la Uni-

    versidad dentro de la sociedad mexicana, en corresponden-cia con el proceso de concentracin de la riqueza y el poder,y con el resto de las iniciativas privatizadoras, no suscituna amplia discusin nacional, como debera haber sido enun caso como ste, sino que fue producto de una decisinde Estado adoptada en connivencia con los organismos in-ternacionales que disean la poltica mundial6.

    Inmediatamente despus de aprobar la transformacinde la quiebra bancaria (aproximadamente 60 mil millonesde dlares en ese momento) en deuda pblica7, contravi-niendo los pronunciamientos en contra de la mayora de lossectores de la sociedad, el Rector de la UNAM anuncia unposible aumento de cuotas por insuficiencia presupuestal.

    A pesar de las protestas estudiantiles el Rector presen-ta su propuesta de Reglamento General de Pagos (RGP) el11 de febrero de 1999. La comunidad estudiantil empieza areunirse y a realizar manifestaciones pblicas en contra delRGPy convoca al Rector a un debate pblico que ste nun-ca acept.

    La modificacin al RGPha simbolizado en la Univer-sidad la conculcacin de la educacin como derecho ya quele introduce un sesgo patrimonialista. Sin embargo, tan la-mentable como la modificacin al RGPfue su procedimien-to de aprobacin.

    El Consejo Universitario, mximo rgano de gobiernode la Universidad, aprueba la medida el 15 de marzo, en unasesin irregular8 en la que se obstaculiza la participacin delos representantes disidentes en vez de escuchar e incorpo-rar sus argumentos, provocando la visibilizacin de la inca-pacidad de esta instancia para recoger el sentir de la comu-nidad funcionando como su caja de resonancia. El ConsejoUniversitario qued evidenciado como un instrumento delas autoridades y no como un espacio de sntesis de las di-ferentes posiciones de la comunidad.

    A partir de ese momento hay una especie de murmullocreciente en la comunidad universitaria. Los estudiantes seagrupan poco a poco ante el desconcierto de quienes los ca-racterizaban como generacin X, vctima del posmodernis-mo y la fragmentacin9.

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    Mxico: el conflicto de la UNAM

    Inmediatamente despus de aprobarla transformacinde la quiebra bancaria (aproximadamente 60 mil millonesde dlares en ese momento) en deuda pblica7, contravi-niendo los pronunciamientos en contra de la mayora delos sectores de la sociedad, el Rectorde la UNAM anunciaun posible aumento de cuotas porinsuficiencia presupues-tal.

  • Los acadmicos, sustancia corprea de la Universidad,se manifiestan con cierta ambigedad demostrando hastadnde las polticas parceladoras y productivistas del neoli-beralismo haban cambiado el mapa universitario. No obs-tante, muchos, se pronuncian abiertamentente contra la re-forma.

    Los rganos de gobierno universitarios minimizan losllamados a transparentar los procedimientos y generalizar ladiscusin. La nica participacin admitida de la comunidadsera la que pudiera expresarse a travs de los propios rga-nos de gobierno que estaban siendo cuestionados.

    Los estudiantes, en cambio, tomando la iniciativa orga-nizan una amplia consulta sobre el RGPy la defensa de lagratuidad10, adoptando los nuevos usos polticos introduci-dos por el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional11, y lo-gran una votacin de cien mil personas, tercera parte de lacomunidad, pronuncindose por la defensa de la Universi-dad pblica y gratuita.

    Dos das antes del estallidos de la huelga, que pocoscrean posible incluidos los estudiantes que la impulsaban,los funcionarios universita-rios y el propio Rector re-chazaban la posibilidad deun acuerdo y manifestabanque haba que prepararsepara una huelga larga. As,la mayor y ms importanteUniversidad del pas entraen huelga el 20 de abril de1999, despus de realizarconsultas al efecto en lasFacultades y Escuelas. Los estudiantes se constituyen enConsejo General de Huelga (CGH) en una magna asambleaese mismo da.

    Un movimiento de nuevo tipo

    Los protagonistas del movimiento estudiantil son en sumayora jvenes entre 17 y 24 aos, con muy poca expe-riencia poltica, con signos de identidad contradictorios queprovienen tanto de la incredulidad que desata la cada delmuro de Berln y del esfuerzo neoliberal por borrar cual-quier trazo de memoria histrica, como de las referencias aasideros tericos muy viejos combinados, y en ocasionesreidos, con los nuevos horizontes trazados por el movi-miento zapatista.

    El colectivo que se rene en el CGH es, sin embargo,sumamente diverso. A lo largo de sus 12 meses de existen-cia ha albergado militantes del PRD, integrantes de corrien-tes radicales ms o menos antiguas dentro de la UNAM, yun gran conjunto de estudiantes sin partido, sin corriente, y

    con un enorme rechazo por esas formas organizativas y porlos procedimientos de decisin que les son propios.

    Para este colectivo los procedimientos son tan impor-tantes como los contenidos. No es posible exigir democra-cia si no se practica, y los mecanismos de decisin son fun-damentales en una huelga que, si bien fue ganada en vota-ciones, no provena de una organizacin previa que la sus-tentara. Por esta razn, y por la desconfianza que caracteri-za a esta generacin, las decisiones eran procesadas en lasasambleas locales implantndose un sistema que impedaque llegaran a la plenaria del CGH si no haban reunido unconsenso mnimo de 19 escuelas. Primero era necesarioconstruir ese consenso y slo despus, si reunan la aproba-cin de entre 19 y 28 escuelas podan ser objeto de discu-sin y votacin en el CGH. Las propuestas con amplio re-conocimiento, aprobadas por 29 asambleas locales, ya no sesometan a discusin sino que eran aprobadas automtica-mente por el rgano central. Es decir, se intent construir unmtodo de decisin que eliminara los liderazgos personali-zados o los acuerdos de corrientes y que permitiera expre-sarse a la mayora de los participantes en el movimiento yque impidiera revertir en la plenaria las decisiones adopta-

    das por la base.

    As tambin, un pro-cedimiento similar fue im-pulsado en algunas facul-tades buscando crear lascondiciones de construc-cin de consensos y no demayoras. La experienciaconsisti en una discusinen varios niveles, a partir

    de la formacin de lo que llamaron grupos de afinidad, quepermitan trabajar en pequeos grupos independientes si-multneamente y verter los consensos particulares en laasamblea para ah discutir hasta alcanzar una decisin cons-truida colectivamente12.

    Por supuesto este procedimiento es contrario a lostiempos y estilos acostumbrados por la poltica cupular yfue, al mismo tiempo, argumento de crtica por parte de au-toridades, medios de comunicacin y algunos sectores deintelectuales y razn de la permanencia del CGH como ins-tancia representativa despus de un ao, a pesar de todassus diferencias internas, expresadas agresivamente en algu-nas ocasiones13.

    La falta de cabezas visibles y delimitables dentro delmovimiento y la imposibilidad de los lderes de desligarsedel mandato de sus colectivos, y realizar acuerdos en petitcomit, fue el eje de definicin ms importante de este mo-vimiento. Su horizontalidad y la revocabilidad de cualquie-ra que se apartara de las normas y decisiones del conjunto.La ms clara expresin de esto fue el nombramiento de una

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    Anlisis de casos

    La falta de cabezas visibles y delimitables dentro delmovimiento y la imposibilidad de los lderes de desli-garse del mandato de sus colectivos, y realizaracuer-dos en petit comit, fue el eje de definicin ms impor-tante de este movimiento.

  • comisin de ciento veinte miembros rotativos para presen-tar trece por vez en la mesa de dilogo con las autoridades;la comisin estaba compuesta por un nmero fijo de repre-sentantes de cada dependencia pero que a su vez podan seralternativamente distintas personas nombradas por su asam-blea. Es decir, la revocabilidad garantizaba en todo momen-to la autenticidad de la representacin.

    En esta novedosa forma de organizacin estriba granparte de la fuerza y perspectiva de permanencia y desarro-llo del movimiento surgido en la Universidad. Su trabajo debase, invisible y cotidiano que construye tejidos profundosha logrado una cohesin sorprendente y una efectiva unidaden la diferencia. Sin embargo, esta misma dinmica ha sido,paradjicamente, uno de los terrenos de vulnerabilidad ydistorsin del movimiento en el corto plazo; es decir, es unmtodo de trabajo colectivo que implica respuestas lentas ymuy consensuadas a acciones que generalmente son inme-diatas y, por otro lado, es un procedimiento que en algunosmomentos, a partir del control de algunas asambleas loca-les, bloqueaba iniciativas y decisiones importantes provo-cando la confusin que fue tan bien aprovechada por losmedios de comunicacin y que alej a algunos estudiantesde las asambleas, aunque no, por lo menos no en la mayo-ra de los casos, del movimiento14.

    La incomprensin

    Muchos de los estudiantes que hicieron el movimiento,adems de jvenes, provienen de un entorno social conflic-tivo y difcil. Las condiciones de pauperizacin, aumentode la delincuencia y violencia domstica y callejera que sehan ido asentando en la ciudad de Mxico son parte de sucotidianidad.

    El 74 % de los padres de los alumnos que pasan del ba-chillerato de la UNAM hacia el nivel superior bsico sonasalariados, vendedores ambulantes o dueos de negociospequeitos (tipo miscelnea o boliche); el 45 % tiene nivelmximo de primaria, un 21.7 % adicional tienen nivel se-cundaria (66.7 % entre las dos) y slo el 19.3 % tienen li-cenciatura y posgrado. El 65.6 % de las madres tiene un ni-vel de escolaridad mximo de primaria (de las cuales el 6.7% no tiene ninguna instruccin) y otro 19.4 % llega hastasecundaria. Con licenciatura o posgrado slo es el 5.4 %. El12.5 % de estas madres son trabajadoras domsticas, el38.25 % no tiene empleo remunerado y el 42.33 % es asa-lariada15.

    La situacin socioeconmica de los estudiantes es re-flejo de las condiciones que priman en el pas. El bajo nivelde escolaridad es indicador de la precariedad de condicio-nes materiales y culturales en las que se desenvuelven msde la mitad de los jvenes universitarios, muchos de loscules son protagonistas de este movimiento en contra del

    despojo de las pocas expectativas que albergaban de mejo-ramiento de su condicin social.

    Esa precariedad cultural, que en su paso por la Univer-sidad intentan remontar, es la que el neoliberalismo ha idosembrando en el conjunto social. La rebelin estudiantil porla educacin gratuita, por eso, es una rebelin desde las pro-fundidades de la sociedad ampliamente compartida por lossectores populares. No requiere mayor explicacin frente ala clase trabajadora, pero no logra ser comprendida por sec-tores de mayores ingresos, relativamente privilegiados.

    Es cierto que esta misma composicin del estudiantadoha hecho muy difcil su comunicacin con una parte impor-tante de la sociedad que de diversas maneras representa laautoridad, las instituciones, el poder o la generacin de lospadres. Todo aquello que los oprime y les impide expresar-se, formular sus propias interpretaciones y construir suspropios caminos. La rebelin es simultneamente contra losacuerdos del gobierno mexicano con el Banco Mundial pa-ra elitizar la educacin16 y contra el sistema que los ahoga,contra los mayores y su autoritarismo, contra un mundoque, recordando la clebre frase del presidente Carlos Sali-nas, ni los ve, ni los oye.

    Este movimiento estudiantil tendr que aprender no s-lo a crearse un espacio propio sino a mantenerlo estable-ciendo una relacin respetuosa con el conjunto social. Hasido un movimiento con grandes dificultades, cul no loes?, pero la defensa de la soberana cultural y educativa dela nacin que han llevado adelante estos jvenes, en contradel rechazo y desprecio de muchos de sus profesores, encontra de un Estado que los encarcela y los golpea, y a pe-sar de no lograr siempre explicarse a s mismos es un llama-do a la conciencia tica, histrica y moral de la sociedad yun indicador de que la exclusin promovida por los grandespoderes mundiales tiene remedio en los sujetos colectivosque empiezan a brotar por todos los rincones.

    El conocimiento que es generado por la sociedad nopuede ser privatizado, nos pertenece a todos.

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    Mxico: el conflicto de la UNAM

  • Notas

    * Investigadora del Instituto de Investigaciones Economicasde la Universidad Nacional Autonoma de Mexico (UNAM) yDirectora de la revista Chiapas.

    1. Jos Antonio Ocampo, Secretario Ejecutivo de la CEPAL,afirm que hay ahora en Amrica Latina 200 millones de po-bres _casi 25 % se localiza en Mxico- y 80 millones por de-bajo de la lnea de pobreza. La Jornada, Mxico, 3 de abrilde 2000.

    2. Esta informacin es analizada con detenimiento en la po-nencia Modernizacin neoliberal en Mxico. Nueva valora-cin del territorio y sus recursos, presentada en el seminarioEl ajuste estructural en Amrica Latina. Costos sociales y al-ternativasorganizado por el Grupo de Trabajo sobre Econo-ma Internacional de CLACSO en diciembre de 1999.

    3. En 1990 el 75 % de la poblacin tena menos de 34 aos yel 60 % menos de 24. Pirmide de poblacin trabajada condatos de INEGI, XI Censo general de poblacin y vivienda,Mxico, 1992 y Encuesta nacional de la dinmica demogrfi-ca, Mxico, 1999.

    4. Este movimiento se levant, como el actual, en contra de lareforma al Reglamento General de Pagos, por la autonomauniversitaria y por el incremento en el presupuesto a la edu-cacin. Detuvo la reforma al Reglamento y gan la posibili-dad de discutir los problemas universitarios en un Congreso.Los liderazgos personales, la manera como finaliza la movi-lizacin y los procedimientos y resultados del Congreso rea-lizado tres aos despus son ahora fuertemente cuestionadospor amplios sectores de la comunidad universitaria, comen-zando por el propio CGH.

    5. ...se trata de un movimiento plebeyo que surge alentadopor la generacin del desastre, que ha llegado tarde a todo,y que no tiene nada que perder en un contexto sociolgico decreciente marginalidad social que nada les ofrece, pero que s,en cambio, les pretende oponer el arrebato adicional del dere-cho social de acceso a la educacin en sus niveles superiores,en un contexto en el cual la movilidad social ha quedadoprcticamente cancelada. Alfredo Velarde, profesor de la Fa-cultad de Economa y asesor del CGH, en entrevista con AnaEsther Cecea.

    6. Se pueden consultar al respecto los documentos Declara-cin mundial sobre la educacin superior en el siglo XXI: vi-sin y accinyMarco de accin prioritaria para el cambio yel desarrollo de la educacin superiorde UNESCO, 1998;Exmenes de las polticas nacionales de educacin. Mxico.Educacin superiorde laOCDE, Pars, 1997; La educacinsuperior hacia el siglo XXI. Lneas estratgicas de desarrollode ANUIES, Mxico, 1999.

    7. La aprobacin en la Cmara de Diputados ocurre el 12 dediciembre de 1998. Ver Crnica del movimiento estudiantilen http://cienciasenhuelga.pagina.de

    8. xxxver LJ del 16 de marzoxxx

    9. La juventud estudiantil del CGH, en tanto que parte com-ponente de una generacin que se resisti a la indiferencia so-cial que los adultos les prescribieron al definirlos como lageneracin X, ha logrado advertir que la naturaleza de la

    crisis contempornea no es slo econmica, poltica, social ocultural, sino que es, indudablemente, una crisis civilizatoriasignada por el vaciamiento de sentido para la vida humana,propio de la sociedad industrial capitalista. Alfredo Velarde,en entrevista con Ana Esther Cecea.

    10. Cien mil participantes.

    11. El 21 de marzo de 1999 se realiza una consulta nacionalsobre el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrs firma-dos por el gobierno mexicano y el EZLN en la que participantres millones de personas, a pesar de la desmovilizacin querepresentaba en ese momento la atencin del problema uni-versitario. Cabe decir que esta consulta haba sido anunciadacon anterioridad a la iniciativa del RGP.

    12. ste fue el mtodo de trabajo adoptado por la Facultad deQumica y permiti al movimiento mantener el respeto de to-da la comunidad hasta ahora. Como demostracin cabe men-cionar que el Director de esta Facultad, amigo personal y muycercano al Rector Francisco Barns, hizo una aportacin mo-netaria para pagar las fianzas de los estudiantes detenidos elda de la entrada de la polica militar en la Universidad.

    13. Particularmente los medios de comunicacin contribuye-ron a exacerbar los nimos dentro del CGH y a difundir unaimagen de barbarie que no tena nada que ver con la sustan-cia y realidad cotidiana del movimiento.

    14. Efectivamente, como producto de la inconformidad conasambleas demasiado largas (una de ellas lleg a durar 36 ho-ras) y donde las discusiones eran difciles en algunos momen-tos por la polarizacin de posiciones, muchos estudiantes seretiraron de ellas pero nunca faltaban a las marchas, que sehan mantenido numerosas a lo largo de los doce meses, ysiempre se reivindicaron como parte del CGH.

    15. Clculos realizados a partir de las estadsticas oficiales dela UNAM. http://www.estadistica.unam.mx.

    16. Ver el Reporte n 17174-ME del Banco Mundial, de juniode 1998.

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    Anlisis de casos

  • L a mayor universidad pblica mexicana hasufrido en los ltimos aos una doble agre-sin: la que proviene del envejecimiento deuna normatividad establecida hace ms decincuenta aos, y la que procede de la deci-sin gubernamental de imponer polticas de ajuste a todaslas instituciones pblicas de educacin superior. La norma-tividad aprobada en 1945 impone a una institucin que seha multiplicado decenas de veces y diversificado intensa-mente desde entonces, rgidas estructuras de gobierno, dis-funcionales condiciones de trabajo, y una incapacidad ge-neralizada de las autoridades para atender demandas de lacomunidad. Por su parte, las polticas neoliberales imple-mentadas durante los ltimos quince aos distorsionaron laorientacin social y el sentido crtico de la produccin, en-seanza y difusin del conocimiento que se realiza en esacasa de estudios.

    El envejecimiento de la normatividad universitaria semuestra dramticamente en el hecho de que diecisis perso-nas (el rector y los integrantes de la junta de gobierno) to-man las decisiones fundamentales que rigen a la UNAM sintomar en absoluto en cuenta a una comunidad constituidapor casi cuatrocientas mil personas.1 Mas tal envejecimien-to se muestra tambin en el sentido cualitativo, ya que alConsejo Universitario2 se han sobrepuesto las coordinacio-nes de la investigacin cientfica y humanstica, con sus res-pectivos consejos tcnicos, cuatro consejos acadmicos derea, el consejo del bachillerato, y el consejo de difusincultural3, que invaden sus funciones acadmicas, sin que aellas corresponda autoridad para tomar las decisiones queremitan a su mbito.

    Los continuos parches que ha sufrido la legislacin nohan sido obstculo para que se conserve en lo fundamentaluna estructura vertical, en la que las autoridades detentan lafacultad de decisin, a la vez que disponen de amplios ydiscrecionales espacios para el ejercicio presupuestal y laaplicacin de polticas acadmicas, mientras que estudian-tes, profesores y trabajadores tienen reducidos espacios departicipacin en los asuntos de su competencia. 4

    Ello favorece indudablemente el que haya podido im-ponerse en la Universidad una poltica de ajuste acorde a

    la dispuesta por el gobierno federal, sin que los integrantesde la comunidad tuvieran canales institucionales para ex-presar su inconformidad. Para dar slo un ejemplo, deacuerdo a datos emitidos por las autoridades universitarias,para el ciclo escolar de 1999 solicitaron 29.983 estudiantessu ingreso a carreras del rea de ciencias sociales en laUNAM, pero slo fueron admitidos 2.265.5 Y este dato noes poco significativo, ya que de acuerdo a informaciones dela Asociacin Nacional de Universidades e Instituciones deEducacin Superior, el rea de ciencias sociales atiende al44% de la matrcula universitaria actual.6

    La poblacin en edades de 20 a 24 aos se calcula parael ao 2.000 en 9.854.065 en el pas. De ella, apenas1.883.000 jvenes ( el 17%) tendr acceso a la educacinsuperior, lo que coloca a Mxico entre los pases que menosporcentaje de estudiantes de estas edades atiende en el nivelsuperior, comparado con el 36.2% en Argentina, el 28.2%en Chile, el 29.4% en Uruguay, el 60.2% en EE.UU y el69.2% en Canad.7

    Si analizamos el financiamiento a la educacin supe-rior, encontramos, de acuerdo a la propia ANUIES, que elporcentaje de gasto federal destinado a este fin se ha redu-cido en 10% en los ltimos diez aos. Alcanza en 1999 a11.811.147.000 pesos, lo que representa, segn ANUIES, el0.37% del PIB, mientras que la Presidencia de la Repblicalo ubica en el 0.49%.9 Este decrecimento contrasta extraor-dinariamente con la multiplicacin del presupuesto destina-do a la seguridad pblica en el mismo perodo, en que pasde 1.228,4 a 30.540,4 millones de pesos, para no mencionar

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    Crisis y reforma universitariaen MxicoPor Raquel Sosa Elizaga*

  • el presupuesto destinado a la conversin de deuda privadaen deuda pblica, aprobado por el Congreso en 1998, y queslo en el presupuesto de egresos del 2.000 suma 59.300millones de pesos.10

    Semejantes desequilibrios no pueden sino resultar enuna crisis, que se ha producido ya en la Universidad, y dedimensiones ms vastas de lo imaginable.

    La rebelin de los excluidos

    Las medidas aplicadas a lo largo de estos aos sobre lasuniversidades pblicas partan del supuesto de que los estu-diantes, trabajadores, maestros e investigadores de las mis-mas acataran sin discusin el nuevo proyecto de Univer-sidad. Con una soberbia inigualable, las autoridades uni-versitarias ni siquiera se dieron a la tarea de difundir susplanes al interior de sus co-munidades. Las referen-cias pblicas que de ellosllegaron a hacerse en laprensa se producan inva-riablemente a partir de lainauguracin de algnevento de la ANUIES, in-tegrada fundamentalmentepor rectores de universida-des pblicas y privadas.

    El conocimiento de los programas del Banco Mundialsobre la educacin, particularmente la educacin superior,permiti a muchos investigadores procesar el sentido deldebate cerrado que se produca entre autoridades de las uni-versidades, y sealar los rasgos compartidos de semejanteproyecto, no slo en Mxico, sino en Amrica Latina. Noobstante, mucho tiempo transcurri entre estos primeros es-fuerzos y el que se produjera una resistencia colectiva a lasmedidas implementadas.

    Sucesivos movimientos universitarios en contra de lapretensin de realizar reformas para restringir el acceso eincrementar los pagos a los estudiantes universitarios seprodujeron entre los aos de 1986 y 1995. El de mayoresproporciones fue, indudablemente, el que se suscit a razde la aprobacin por el Consejo Universitario de un Regla-mento de Pagos que impona por primera vez tarifas medi-das en salarios mnimos a los estudiantes de la UNAM. Lahuelga de los estudiantes, que dur poco ms de un mes, diolugar a un Congreso Universitario en 1990. Este rechazpor mayora las reformas al Reglamento General de Pagos,pero fue incapaz de avanzar en soluciones de largo plazo enrelacin a problemas relacionados con la estructura y fun-cionamiento de la Universidad.

    En adelante, otra forma de resistencia habra de presentar-se, y fue la que se expres en medidas de restriccin de la ma-trcula universitaria. Fueron los estudiantes excluidos de laUniversidad quienes sealaron con ms crudeza los ya per-ceptibles efectos de un programa en marcha. La reforma de laUniversidad se haba llevado a cabo de manera silenciosa, pe-ro implacable. Si la visibilidad de los movimientos de exclui-dos fue menor a lo largo de la dcada de los noventa, la acu-mulacin de rezagos y la aplicacin de nuevas medidas con lacreacin del Centro Nacional de Evaluacin en 1993 fue elpunto de partida de una crisis de mayores proporciones.

    Las universidades pblicas haban conformado una em-presa privada a cuyo cargo estaran todos los exmenes deingreso y egreso de los niveles medio-superior y superior,imponiendo por encima de las comunidades universita-rias- esquemas de cuantificacin y calificacin del conoci-miento adquirido en las escuelas, interviniendo en la selec-

    cin de los planteles a quese adscribira a los estu-diantes, y en definitiva,sentando las bases parauna homogeneizacin delos procesos de formacina partir de las exigenciasplanteadas al mercado detrabajo por el Tratado deLibre Comercio con Nor-teamrica.

    A la fecha, dicha empresa ha llevado a cabo ms de dosmillones y medio de exmenes en 19 universidades del pas,y dominaba, hasta diciembre de 1999, el conjunto de las op-ciones educativas pblicas de nivel medio-superior y supe-rior en el Valle de Mxico.11 La exclusin se volvi enton-ces un hecho escandaloso e inadmisible, no slo para estu-diantes que vean violentadas sus posibilidades de accedera la Universidad, sino por padres de familia cuya nica es-peranza de que sus hijos remontaran el drama del desem-pleo, la delincuencia o la drogadiccin era su acceso a laeducacin.

    Todo sumado, cuando el rector de la UNAM convocen marzo de 1999 a una reunin prcticamente clandestinadel Consejo Universitario para aprobar un nuevo Regla-mento General de Pagosa semejanza del rechazado desde1986, los excluidos se manifestaron masivamente en contrade la medida y vincularon de manera indita en la historiade esa casa de estudios la restriccin a la matrcula, la ex-clusin por motivos econmicos de los estudiantes, y la ar-bitrariedad de las autoridades. Esta sera la puesta en evi-dencia ms dramtica e importante del proyecto neoliberalque se hubiera producido en institucin social alguna.

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    Anlisis de casos

    La exclusin se volvi entonces un hecho escandalosoe inadmisible, no slo para estudiantes que vean violen-tadas sus posibilidades de accedera la Universidad, si-no porp a d res de familia cuya nica esperanza de quesus hijos remontaran el drama del desempleo, la delin-cuencia o la drogadiccin era su acceso a la educacin.

  • La huelga universitaria y la seguridad pblica

    El conflicto universitario devino en un asunto de segu-ridad pblica desde el estallido de la huelga el 20 de abrilde 1999. Las autoridades de la UNAM y las federales inte-graron entonces expedientes penales para los participantesidentificados en el movimiento. Se activ tambin un siste-ma de vigilancia y espionaje sobre las actividades que ocu-rran en el campus universitario, operado por la DireccinGeneral de Servicios a la Comunidad y el cuerpo de Auxi-lio UNAM, que fue denunciado por los propios estudian-tes en el mes de mayo. La aprehensin de ms de mil estu-diantes durante la toma policaca de las instalaciones uni-versitarias, y la persecucin de decenas de otros cuatrocien-tos con rdenes de aprehensin en las semanas subsiguien-tes a la toma es evidencia de una estrategia de las autorida-des, que es la del pas, de criminalizar la protesta social pa-ra impedir cambios en las estructuras de gobierno.

    La represin al movimiento estudiantil tiene como fun-damento los cambios en la concepcin y los mecanismos deseguridad pblica que se establecieron a partir de la rebe-lin de los indgenas chiapanecos en 1994. Fue en abril deese mismo ao que se establecieron las Bases para la crea-cin de un sistema nacional de seguridad pblicaque pusoen manos de un Consejo encabezado por el Secretario deGobernacin la facultad de constituir y controlar mediantela elaboracin de un regis-tro nacional de informa-cin de personas sospe-chosas, as como de la dis-ponibilidad de armamen-tos y fuerzas de seguridadpblicas y privadas, todaslas actividades relativas almantenimiento del ordenpblico.

    En 1996, el Congreso aprob la Ley contra la delin-cuencia org a n i z a d a, que establece como tal cuando tres oms personas se renen para organizar actos de violencia f-sica o moral, y como primer delito as calificado, el de t e-rrorismo -del que seran acusados los estudiantes universi-tarios presos en febrero del 2000. Como corolario a todasestas iniciativas, el poder ejecutivo federal instituy en abrilde 1999 la Polica Federal Pre v e n t i v a, un cuerpo dirigidopor un coronel del ejrcito y en el que participan ms de5000 efectivos de las fuerzas armadas y que tiene la facul-tad de procesar informacin, investigar y an detener a todosospechoso de cometer delito en todo el territorio nacional.

    Semejante aparato de seguridad pblica, puesto al ser-vicio del ejecutivo, no slo violenta la divisin de poderesy anula en los hechos la funcin del Ministerio Pblico, es-tablecidos en la Constitucin, sino que amenaza con con-vertir en delincuencia organizada toda expresin de la li-

    bre asociacin de los ciudadanos en el pas, especialmentesi para ello utilizan formas de organizacin permanente, enparticular, la inteligencia.

    La indiferenciacin de la protesta social con respecto a laverdadera delincuencia organizada (la que comete actos denarcotrfico, lavado de divisas, secuestros y corrupcin) noslo abre la puerta para la penalizacin de la inteligencia cr-tica, sino que establece la negacin por principiodel cuestio-namiento a la accin del Estado por parte de los ciudadanos.

    Estas caractersticas son comunes a las estructuras deseguridad pblica que sobrevivieron a guerras y dictadurasen Centroamrica y el Cono Sur, y no resulta una coinciden-cia que se aplicaran en Mxico por primera vez para repri-mir a los estudiantes de la UNAM. La conversin legal delos estudiantes en delincuentes organizados constituy, porlo dems, el argumento principal para postergar de maneraindefinida el dilogo sobre sus demandas, y abrir paso a unareforma verdadera de la Universidad.

    Los agravios pendientes

    A lo largo de los casi diez meses de huelga universita-ria, todos los sectores universitarios hubieron de manifestar-se, pero por primera vez en muchos aos, algo semejante

    ocurri en el pas. El con-flicto de la UNAM se con-virti en el ms grave delpas, tanto por su dimen-sin poltica, como por elhecho de que ocurriera po-co antes del inicio de unproceso electoral federal,precisamente en la capital ysede de los poderes.

    Los universitarios todos nos vimos enfrentados a unapolarizacin sin precedentes. El tibio intercambio anteriorentre acadmicos de posturas diversas, la suave inercia y laaplicacin de presiones tan constantes como incontestadasde las autoridades de la Universidad ms grande del pasdieron lugar a un feroz enfrentamiento y polarizacin cuyasconsecuencias son an hoy impredecibles.

    Esta situacin afect particularmente a muchos intelec-tuales ubicados en la izquierda durante aos, sin haber pro-bado relacin crtica alguna con los movimientos socialesde la ltima dcada, intocados en su prestigio y en su posi-cin se vieron cercados por un movimiento cada vez msexigente, ms intolerante con sus adversarios, y menos dis-puesto a transigir que lo que ninguno de ellos lo haba esta-do jams. La denuncia de la falta de democracia al interiordel movimiento estudiantil, promovida por muchos deellos, quienes sucesiva y fallidamente intentaron ser interlo-

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    Mxico: el conflicto de la UNAM

    La indiferenciacin de la protesta social respecto a laverdadera delincuencia organizada (la que comete ac-tos de narcotrfico, lavado de divisas, secuestros y co-rrupcin) no slo abre la puerta para la penalizacinde la inteligencia crtica, sino que establece la negacinpor principiodel cuestionamiento a la accin del Esta-do porparte de los ciudadanos.

  • cutores, mediadores, jueces y maestros de este movimientode excluidos fue incorporada de manera perversa a la prue-ba que las autoridades pretendan dar sobre la imposibilidadde relacin alguna con quienes fueron desde el primer mo-mento calificados como vndalos y transgresores.

    En los hechos, toda opcin de negociacin, de conce-sin y de regreso a la normalidad se vio rebasada por lapotencia de una masa que exiga dilogo al Rector, pero pa-s a considerar a los moderados como parte del sistema.No obstante, la terquedad de los excluidos les otorg, porfin ante la historia, la cualidad de una defensa tica, de unaintransigencia en la defensa de los derechos sociales comono haba ocurrido ms que con los zapatistas en Chiapas.

    Los partidos polticos, el gobierno, las organizacionesempresariales y, desde luego los medios de comunicacinhicieron su parte en la creacin de una barrera infranquea-ble entre los necios, ultras y megaultras jvenes universi-tarios que no han cesado de repetir una y otra vez sus pun-tos de pliego petitorio, y la necesidad de una estabilidadpoltica a toda costa, que permitiera sin pena ni gloriaavanzar de lleno en el proceso electoral y dar lugar a unatransicin ms, semejante a todas las anteriores. Que todocambiara, pero por favor, que todo siguiera igual. Muy es-casas voces se alzaron en contra de la intransigencia del sta-tu quoy, en todo caso, no lograron detener la campaa de-satada contra los estudiantes, ni el uso de la fuerza pblicapara aplastar al movimiento.

    Los captulos que siguen

    Despus de la entrada de la Polica Federal Preventivaa la UNAM el 10 de febrero, con la aprehensin de ms demil estudiantes y la persecucin de varios centenares ms,no ha ocurrido sino un recrudecimiento del conflicto, encondiciones ms oscuras e inciertas que antes, pero de pro-porciones no menos dramticas.

    La Universidad dej de ser, tal vez por mucho tiempo,el territorio en que decisiones tomadas por la autoridad po-dan pasar incontestadas, y reformas aplicadas sin discu-sin. La polarizacin producida por el conflicto permanececomo seal de alarma en todas las entidades acadmicas, yla tregua tiene fronteras muy poco precisas en cada espacio,por lo que se rompe cotidianamente. Los excluidos no hanlogrado hasta ahora sino detener, con el costo de su libertady de un tiempo cada vez ms largo de enfrentamientos ydesgaste, las medidas ms agresivas de las autoridades. Es-tas, a su vez, no han renunciado a su programa de reforma,y ahora confan en que el aparato de seguridad pblica lesotorgue un control sobre la comunidad que no les ha dadola poltica de desacreditacin y empequeecimiento de suadversario, implementada por el gobierno federal a lo lar-go de estos seis aos en Chiapas.

    La Universidad de todos y para todos, la aplicacin dederechos sociales, y el derecho a disentir estn en duda to-dava y nadie puede afirmar que haya avanzado un picems de lo establecido en esa Ley Orgnica universitariaaprobada por el Congreso de la Unin en 1945. La violen-cia dej ya muchos saldos que en s mismos se conviertenen afrentas para el futuro. La reforma universitaria que de-seamos muchos, la que establezca la equidad, la gratuidad,el derecho de todos a influir en las decisiones que se tomanen nuestro nombre, la rendicin de cuentas de las autorida-des y un dilogo libre, crtico y verdadero, est an por ver-se. La otra, la que conocimos en estos aos neoliberales, es-t parcialmente paralizada, pero acecha desde la oscuridad yse protege con la fuerza pblica. Slo la continuidad de lalucha de los excluidos, su moral de resistencia, y la explota-cin de un horizonte de visibilidad en que la crisis los colo-c puede determinar que se hunda en el fango de la historia.

    Notas

    * Profesora de la Facultad de Ciencias Politicas y Sociales de la UniversidadNacional Autonoma de Mexico (UNAM) , ex presidenta de la Asociacion La-tinoamericana de Sociologia (ALAS) y ex Directora del Centro de EstudiosLatinoamericanos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacio-nal Autonoma de Mexico (UNAM) .

    1. El Artculo 6 de la Ley Orgnica de la UNAMotorga a la Junta de Gobier-no la facultad de nombrar al Rector, conocer de su renuncia, o removerlo porcausa grave, lo que se apreciar discrecionalmente. Asimismo, la Junta nom-bra a directores de facultades, escuelas e institutos, designa a los integrantes delpatronato universitario, resuelve cuando el rector vete acuerdos del ConsejoUniversitario y resuelve conflictos que surjan entre autoridades. Por su parte,el Artculo 91 del Estatuto General de la UNAMestablece que el rector sloser responsable ante la junta de gobierno.

    2. Segn el artculo 7 de la citada Ley Orgnica, el Consejo est constituido porel rector, los directores de facultades, escuelas o institutos, un representanteprofesor y un estudiante por escuela o facultad, un representante de los centrosde extensin y un representante de los trabajadores. Sus facultades son, deacuerdo al Artculo 8 de la misma Leyexpedir todas las normas y disposicio-nes generales, y conocer de asuntos que le sean sometidos.

    3. Vanse los Artculos 9 y 12 del Estatuto General (modificado el primero en20 ocasiones desde 1948), los Artculos 2 y 3 transitorios de septiembre de1991, los 21 y 22 transitorios de 1997, y los 1 y 2 transitorios de 1993, todosdel mismo Estatuto.

    4. En el Consejo Universitario, hay 25 representantes de los profesores, 24 delos estudiantes, mientras que los representantes de las autoridades suman 65.Los consejos tcnicos de escuelas y facultades se integran con un representan-te profesor por especialidad y dos representantes estudiantes por todos losalumnos. Vanse Artculos 7, 8 y 9. 12 de la Ley Orgnica. Los consejos tc-nicos de la investigacin cientfica y de humanidades incluyen un representan-te profesor por cada instituto y centro, mientras que los consejos de rea inclu-yen la representacin de un profesor y un estudiante por escuela y un profesorpor centro o instituto. Vanse los Artculos 46, 47, 51, 54-C y D,99; 5 y 23 tran-sitorios de diciembre de 1997; y 3 transitorio de mayo de 1993, del EstatutoGeneral).

    5. La Jornada, 19 de marzo del 2000.

    6. Programa estratgico de desarrollo de la educacin superior, abril de 1999,p. 36).

    7. Ibid, p. 19.

    8 Ibid, p. 85.

    9Anexo 5, Ibid. Vase tambin Ernesto Zedillo, V Informe de Gobierno.

    10. Datos del propio informe de gobierno y de La Jornada, 12 de noviembrede 1999.

    11. Sobre la organizacin y funcionamiento del CENEVALvanse, entre otros,los trabajos de Guillermo Villaseor, investigador de la Universidad AutnomaMetropolitana-Xochimilco. Las autoridades de la UNAM suspendieron tempo-ralmente sus vnculos con este organismo en enero de 1999.

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    Anlisis de casos