Gorter, H. y Pannekoek, A. - Lucha de Clase y Nación - Imperialismo y Socialdemocracia

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    CONTRA EL NACIONALISMO,

    CONTRA EL IMPERIALISMO

    Y LA GUERRA:

    REVOLUCIN PROLETARIAMUNDIAL!

    EDICIONES ESPARTACO INTERNACIONAL

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    Ttulos de los textos en versin francesa:-Lutte de classe et nation-Limprialisme, la guerre et la socialdmocratie-Le dveloppement de la rvolution mondial et la tactique

    du communisme

    Traductor y editor: Emilio Madrid Expsito

    Primera edicin en espaol:Abril de 2005

    Ediciones Espartaco Internacional

    I.S.B.N.: 84-609-5225-8Depsito legal:

    Impresin: Publidisa

    Lutte de classe et nationLimprialisme, la guerre et la socialdmocratieha sido tradu-cido de la revista francesa INVARIANCE de septiembre de1996Le dveloppement de la rvolution mondial et la tactique ducommunisme ha sido traducido de la revista francesa(DIS)CONTINUIT n 7, julio de 1999

    El presente ttulo y los dems de esta coleccin se encuentran

    en: http://perso.wanadoo.es/emexCorrespondencia: [email protected]

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    Anton PANNEKOEK

    LUCHA DE CLASE Y NACIN

    Introduccin

    Al no ser austraco, quiz haya que disculparse al tomar

    la palabra sobre la cuestin de las nacionalidades. Si fuese unacuestin puramente austraca, nadie que no conociese con mu-cha precisin la situacin prctica y no se viese obligado a ellopor la prctica misma, no se inmiscuira en examinarla. Peroesta cuestin adquiere una importancia cada vez mayor tambinpara otros pases. Y gracias a los escritos de los tericos aus-tracos, sobre todo gracias a la valiosa obra de Otto Bauer Lacuestin de las nacionalidades y la socialdemocracia1,ha deja-do de concernir exclusivamente a la prctica austriaca para con-vertirse en una cuestin de teora socialista general. Actualmen-te esta cuestin, el modo de tratarla y sus consecuencias nopueden sino suscitar un inters muy grande en todo socialistaque considere la teora como el hilo conductor de nuestra prc-tica; en la hora actual tambin se pueden emitir juicios y crticasfuera de la prctica austriaca especfica. Como tendremos quecombatir aqu ciertas conclusiones de Bauer, digamos previa-mente que esto no disminuye en nada el valor de su obra; suimportancia no reside en que establece en este dominio resulta-dos definitivos e inatacables, sino en que pone los cimientos deun debate y una discusin ulteriores sobre esta cuestin.

    Esta discusin parece especialmente oportuna en la ac-tualidad. La crisis separatista pone la cuestin de las nacionali-dades a la orden del da en el partido y nos obliga a reexaminar

    estas cuestiones, a revisar nuestro punto de vista de arriba aba-1VerLes marxistes et la question nationale, op. cit.,pp. 233-272 ascomo Arduino Agnelli, Le socialisme et la question des nationalitschez Otto Bauer ,Histoire du marxisme contemporain,II, 10/18, pp.355-406

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    jo. Y quiz un debate sobre los fundamentos tericos no seratotalmente intil aqu; con este estudio esperamos aportar a loscamaradas austriacos nuestro concurso para este debate. Que elcamarada Strasser haya llegado, en su estudio El obrero y lanacin, a las mismas conclusiones que nosotros, por una vacompletamente diferente, a partir de la prctica austriaca (guia-do ciertamente por la misma concepcin marxista de base), hajugado un papel determinante en la publicacin del presentefolleto. Por tanto, nuestros trabajos pueden complementarse

    para apoyar este punto de vista. A. P.

    I. La nacin y sus mutaciones

    Concepcin burguesa y concepcin socialista

    El socialismo es una nueva concepcin cientfica delmundo humano que se distingue fundamentalmente de todas lasconcepciones burguesas. La manera burguesa de representarselas cosas considera las diferentes formaciones e institucionesdel mundo humano ya sea como productos de la naturaleza,alabndolos o condenndolos segn que se presenten en con-formidad o en contradiccin con la naturaleza humana eterna,ya sea como productos del azar o de la arbitrariedad humanaque pueden ser transformados a placer por medidas de violenciaartificiales. Por el contrario, la socialdemocracia las consideracomo productos surgidos naturalmente del desarrollo de la so-ciedad humana. Mientras que la naturaleza casi no cambia prc-ticamente la gnesis de las especies animales, unas respecto alas otras, ha tenido lugar en perodos de muy larga duracin lasociedad humana est sometida a un desarrollo rpido y cons-tante. Pues su fundamento, el trabajo para asegurar la supervi-

    vencia, ha tenido que tomar incesantemente nuevas formas amedida que las herramientas se perfeccionaban; la vida econ-mica se trastocaba y de ah surgan nuevas maneras de ver ynuevas ideas, un derecho nuevo, nuevas instituciones polticas.Es ah, por tanto, donde reside la oposicin entre las concepcio-

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    nes burguesa y socialista: all, un carcter inmutable por natura-leza y, al mismo tiempo, la arbitrariedad; aqu, un devenir yunas transformaciones incesantes segn leyes establecidas delmodo de la economa, sobre la base del trabajo.

    Esto tambin vale para la nacin. La concepcin bur-guesa ve en la diversidad de las naciones diferencias naturalesentre los hombres; las naciones son grupos constituidos por lacomunidad de la raza, del origen, de la lengua. Pero al mismotiempo cree poder, por medio de medidas polticas de coercin,

    aqu oprimir naciones, all ampliar su dominio a expensas deotras naciones. La socialdemocracia considera las nacionescomo grupos humanos que han llegado a ser una unidad comoconsecuencia de su historia comn. El desarrollo histrico haproducido las naciones en sus lmites y en su peculiaridad;igualmente produce el cambio del sentido y de la esencia de lanacin en general con el tiempo y las condiciones econmicas.Slo a partir de las condiciones econmicas se puede compren-der la historia y el desarrollo de la nacin y del principio nacio-nal.

    Desde el punto de vista socialista, es Otto Bauer quienha suministrado, en su obraLa cuestin de las nacionalidades yla socialdemocracia, el anlisis ms profundo; su exposicinconstituye el punto de partida indispensable para continuarexaminando y discutiendo las cuestiones nacionales. En estaobra, el punto de vista socialista es formulado de la manerasiguiente: As, la nacin no es, para nosotros, un objeto petrifi-cado, sino un proceso en devenir, esencialmente determinadopor las condiciones en las que los hombres luchan por sobrevi-vir y por la conservacin de la especie (p. 120). Y un poco msadelante: La concepcin materialista de la historia puede con-siderar la nacin como el producto nunca acabado de un proce-so que contina y que es movido en ltima instancia por las

    condiciones de la lucha del hombre con la naturaleza, las trans-formaciones de las fuerzas productivas humanas, las modifica-ciones de las relaciones del trabajo humano. Esta concepcinhace de la nacin lo que es histrico en nosotros(p. 122). Elcarcter nacional es historia fijada.

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    La nacin como comunidad de destino

    Bauer define muy acertadamente la nacin como elconjunto de los hombres ligados por una comunidad de destinoen una comunidad de carcter.Esta frmula ha sido atacadafrecuentemente pero sin razn, pues es perfectamente exacta. Elmalentendido reside siempre en que se confunde similitud ycomunidad. Comunidad de destino no significa sumisin a un

    destino idntico, sino experiencia comn de un mismo destino atravs de cambios constantes, en una reciprocidad continua. Loscampesinos de China, de la India y de Egipto convergen por lasimilitud de su modo econmico; tienen el mismo carcter declase y, sin embargo, no hay rastro de comunidad. Por el contra-rio, los pequeos burgueses, los negociantes, los obreros, lospropietarios de la tierra nobles, los campesinos de Inglaterra,aunque presenten tantas diferencias de carcter como resultadode su posicin de clase diferente, no por ello dejan de constituiruna comunidad; la historia vivida en comn, la influencia rec-proca que han ejercido unos sobre otros, aunque sea bajo laforma de luchas, todo por medio de la lengua comn, hacen deellos una comunidad de carcter, una nacin. Al mismo tiempo,el contenido espiritual de esta comunidad, la cultura comn, estransmitido por las generaciones pasadas a las generacionessiguientes gracias a la lengua escrita.

    Esto no significa de ninguna manera que dentro de lanacin los caracteres sean semejantes. Por el contrario, en ellapuede haber grandes diferencias de carcter, segn la clase o ellugar de residencia. El campesino alemn y el gran capitalistaalemn, el bvaro y el habitante de Oldenburg, tienen diferen-cias de carcter manifiestas; y sin embargo, no por eso dejan deformar parte de la nacin alemana. Esto tampoco quiere decir

    que no haya otras comunidades de carcter ms que las nacio-nes. Por supuesto que aqu no se trata de sociedades especiales,limitadas en el tiempo, como las sociedades por acciones o lossindicatos. Pero toda organizacin humana que es una unin

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    duradera, legada de generacin en generacin, constituye unacomunidad de carcter nacida de una comunidad de destino.

    Las comunidades religiosas ofrecen otro ejemplo. Tam-bin son historia fijada. No son simplemente un grupo depersonas de la misma confesin que se han reunido con un finreligioso. Pues, por as decir, se nace en su iglesia y raramentese pasa de una a otra. Pero, al principio, la comunidad religiosacomprenda a todos los que estaban ligados socialmente de unau otra manera por el origen, la aldea o la clase; la comunidad de

    intereses y de las condiciones de existencia creaba al mismotiempo una comunidad de representaciones mentales bsicasque revestan una forma religiosa. Creaba igualmente el vnculode los deberes recprocos, de la fidelidad y de la proteccinentre la organizacin y sus miembros. La comunidad de religinera la expresin de una pertenencia social, en las comunidadestribales primitivas y en la iglesia de la Edad Media. Las comu-nidades religiosas nacidas en la poca de la Reforma, las Igle-sias y las sectas protestantes, eran organizaciones de la lucha declases contra la Iglesia dominante, y entre s; por tanto, corres-pondan en cierta medida a los partidos polticos actuales. Porconsiguiente, las diferentes confesiones religiosas expresabanalgo vivo, intereses reales, profundamente sentidos; se podauno convertir de una religin a otra de la misma manera quehoy se pasa uno de un partido a otro. Posteriormente, estas or-ganizaciones se han petrificado en comunidades de fe en las queslo la capa dirigente, el clero, mantiene en su seno relacionesque se sitan por encima de toda la Iglesia. Ha desaparecido lacomunidad de intereses; dentro de cada Iglesia han surgido, conel desarrollo social, numerosas clases y contradicciones de cla-ses. La organizacin religiosa se ha convertido cada vez ms enun envoltorio vaco, y la profesin de fe, en una frmula abs-tracta desprovista de contenido social. Su lugar ha sido ocupado

    por otras organizaciones, en tanto que uniones vivas de inter-eses. De este modo, la comunidad religiosa constituye un grupocuya comunidad de destino pertenece cada vez ms al pasado, yse disuelve progresivamente. La religin es tambin un sedi-mento de lo que es histrico en nosotros.

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    La nacin no es, pues, la nicacomunidad de carctersurgida de una comunidad de destino, sino slo una de sus for-mas, y a veces es difcil distinguirla de las dems sin ambige-dad. Es ocioso intentar saber qu unidades de organizacin delos hombres se pueden calificar de nacin, sobre todo en lostiempos antiguos. Las unidades tribales primitivas, grandes opequeas, eran comunidades de carcter y de destino en cuyoseno eran hereditarias las caractersticas, las costumbres, lacultura y el lenguaje. Igual sucede con las comunas aldeanas o

    las regiones del campesinado de la Edad Media. Otto Bauerdescubre en la Edad Media, en la poca de los Hohenstaufen, lanacin alemana en la comunidad poltica y cultural de la no-bleza alemana. Por otro lado, la Iglesia medieval tena numero-sos rasgos que hacan de ella una especie de nacin; era la co-munidad de los pueblos europeos, con una historia comn yunas representaciones mentales comunes, que tenan inclusouna lengua comn, el latn de la Iglesia, que permita que seejerciese una influencia recproca entre las gentes cultivadas, laintelectualidad dominante de toda Europa, y que las una en unacomunidad de cultura. Slo en la ltima parte de la edad Mediasurgen progresivamente las naciones en el sentido moderno deltrmino, con una lengua nacional propia, una unidad y una cul-tura nacionales.

    La lengua comnes, en tanto que vnculo vivo entre loshombres, el atributo ms importante de la nacin; pero no poreso las naciones se pueden identificar con los grupos humanosde la misma lengua. Los ingleses y los americanos son, a pesarde tener una misma lengua, dos naciones cada una con una his-toria diferente, dos comunidades de destino diferentes que pre-sentan una diversidad notable de carcter nacional. Es asimismoequvoco contar a los suizos alemanes como si formasen partede una nacin alemana comn que englobase a todos los ger-

    manfonos. Cualquiera que sea la cantidad de elementos cultu-rales que una lengua escrita idntica haya permitido intercam-biar, el destino ha separado a suizos y alemanes desde hacevarios siglos. El hecho de que unos sean ciudadanos libres deuna repblica democrtica y los otros hayan vivido sucesiva-

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    mente bajo la tirana de pequeos potentados, bajo la domina-cin extranjera y bajo la presin del nuevo Estado policacoalemn, deba conferirles, a pesar de que lean a los mismosescritores, un carcter muy diferente y no se puede hablar deuna comunidad de destino y de carcter. El aspecto poltico estodava ms evidente entre los holandeses; el rpido desarrolloeconmico de las provincias martimas, que se rodearon por ellado de la tierra firme de una muralla de provincias bajo su de-pendencia, para convertirse en un poderoso Estado comercial,

    en una entidad poltica, ha hecho del bajo alemn una lenguaescrita moderna particular, pero slo para una pequea parteseparada de la masa de los que hablan bajo alemn; todos losdems han quedado excluidos de ello por la separacin polticay han adoptado, en cuanto partes de Alemania sometidas a unahistoria comn, la lengua escrita alto-alemana y la cultura alto-alemana. Si los alemanes de Austria continan subrayando sucalidad de germanos a pesar de la larga independencia de supropia historia y de que no hayan compartido los ms importan-tes de los destinos ms recientes de los alemanes del Imperio,ello se debe esencialmente a su posicin de lucha frente a lasdems naciones de Austria.

    La nacin campesina y la nacin moderna

    Con frecuencia se califica a los campesinos como guar-dianes inquebrantables de la nacionalidad. Pero, al mismo tiem-po, Otto Bauer los califica como el teln de fondo de la nacinque no participa en la cultura nacional. Esta contradiccin reve-la de golpe que lo que es nacional en el campesinado es unacosa muy diferente de lo que constituye las naciones modernas.Por supuesto, la nacionalidad moderna ha salido de la naciona-

    lidad campesina, pero difiere de ella de modo fundamental.En la antigua economa natural de los campesinos, launidad econmica se reduce a su medida ms pequea; el inte-rs no supera los lmites de la aldea o del valle. Cada distritoconstituye una comunidad que apenas mantiene relaciones con

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    las otras, una comunidad que tiene su propia historia, sus cos-tumbres propias, su propio dialecto, su carcter propio. Quizcada una de ellas est emparentada con las de los distritos veci-nos, pero no hay entre ellas ms influencia recproca. El campe-sino se aferra muy fuertemente a esta especificidad de su comu-nidad. En la medida en que su economa no tiene nada que vercon el mundo exterior, en la medida en que sus siembras y suscosechas no se ven afectadas sino excepcionalmente por lasvicisitudes de los acontecimientos polticos, todas las influen-

    cias del exterior se deslizan sobre l sin dejar huella. Pues deningn modo se siente concernido y contina pasivo; no pene-tran en su yo ntimo. Slo es susceptible de modificar su natura-leza lo que el hombre capta activamente, lo que le obliga acambiarse a s mismo y aquello en lo que l participa por supropio inters. Por esto el campesino conserva su particularismocontra todas las influencias del mundo exterior y permanecesin historia mientras su economa sigue siendo autosuficiente.Pero desde el momento en que es arrastrado por el engranaje delcapitalismo y colocado en otras condiciones se convierta enburgus o en obrero, que el campesino empiece a depender delmercado mundial y entre en contacto con el resto del mundo desde el momento en que tiene nuevos intereses, el carcterindestructible del antiguo particularismo se pierde. Se integra enla nacin moderna, se hace miembro de una comunidad de des-tino ms vasta, de una nacin en el sentido moderno.

    Con frecuencia se habla de este campesinado como silas generaciones precedentes hubiesen pertenecido ya a estamisma nacin a la que pertenecen sus descendientes bajo elcapitalismo. El trmino naciones sin historia da a entender laconcepcin segn la cual los checos, los eslovenos, los polacos,los rutenos, los rusos, eran desde siempre otras tantas nacionesdiferentes y especficas pero que, de alguna manera, han estado

    durmiendo largo tiempo en tanto que naciones. De hecho, no sepuede hablar de los eslovenos, por ejemplo, ms que como cier-to nmero de grupos o de distritos con dialectos emparentados,sin que estos grupos hayan constituido una unidad o una comu-nidad verdadera. Lo que el nombre comporta de exacto es que,

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    por regla general, el dialecto decide a qu nacin se incorpora-rn los descendientes. Pero la evolucin real decide, en ltimoanlisis, si los eslovenos y los serbios, los rusos y los rutenos,deben convertirse en una comunidad nacional con una lenguaescrita y una cultura comunes, o en dos naciones separadas. Noes la lengua lo decisivo, sino el proceso de desarrollo poltico-econmico. Con tan poca razn se puede decir que el campesi-no de la Baja Sajonia es el fiel guardin de la nacionalidad ale-mana, como de la holandesa, segn a qu lado de la frontera

    habite; slo preserva su particularidad aldeana o provincial pro-pia; falta la misma razn para decir que el campesino de lasArdenas preserva tenazmente una nacionalidad belga, valona ofrancesa cuando se aferra al dialecto y a las costumbres de suvalle, o si decimos que un campesino de Carintia de la pocaprecapitalista pertenece a la nacin eslovena. La nacin eslove-na no aparece sino con las clases burguesas modernas que seconstituyen en nacin especfica y el campesino no accede aella ms que cuando es ligado a esta comunidad por interesesreales.

    Las naciones modernas son integralmente producto dela sociedad burguesa; han aparecido con la produccin de mer-cancas, es decir, con el capitalismo, y sus agentes son las clasesburguesas. La produccin burguesa y la circulacin de mercan-cas necesitan vastas unidades econmicas, grandes territorios acuyos habitantes unen en una comunidad con administracinestatal unificada. El capitalismo desarrollado refuerza incesan-temente la potencia estatal central; acrecienta la cohesin delEstado y lo deslinda netamente en relacin con los otros Esta-dos. El Estado es la organizacin de combate de la burguesa.En la medida en que la economa de la burguesa reposa sobrela competencia, en la lucha contra sus semejantes, las asocia-ciones en las que se organiza deben luchar necesariamente entre

    s; cuanto ms poderoso sea el Estado, ms grandes son las ven-tajas a las que aspira su burguesa. La lengua no ha sido pre-ponderante ms que para delimitar estos Estados; las regionescon dialectos emparentados se han visto constreidas a la fusinpoltica en la medida en que no intervenan otras fuerzas, por-

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    que la unidad poltica, la nueva comunidad de destino, necesita-ba una lengua unificada como medio de intercambio. La lenguaescrita y de comunicacin se crea a partir de uno de estos dia-lectos; es, por tanto, en cierto sentido una formacin artificial.Pues Otto Bauer tiene razn cuando dice: Yo no creo una len-gua comn ms que con las gentes con quienes estoy en contac-to estrecho (p.113). De este modo han aparecido los Estadosnacionales que son a la vez Estado y nacin2. No se han conver-tido en entidades polticas simplemente porque ya constituan

    una comunidad nacional; el nuevo inters econmico, la necesi-dad econmica es el fundamento de una slida unin de loshombres en conjuntos tan vastos; pero si son estos Estados losque han aparecido y no otros; si, por ejemplo, Alemania del sury Francia del norte no han constituido juntos una unidad polti-ca sino que ste fue el caso para Alemania del sur y del norte,ello se debe principalmente al parentesco primitivo de los dia-lectos.

    La extensin del Estado nacional y su desarrollo capita-lista hacen que coexistan en l una extrema diversidad de clasesy de poblaciones; por eso, a veces parece dudoso calificar alEstado nacional como comunidad de destino y de carcter, porcuanto clases y poblaciones no actan directamente unas sobreotras. Pero la comunidad de destino de los campesinos y de losgrandes capitalistas alemanes, de los bvaros y de las gentes deOldenburg, consiste en que todos son miembros del Imperioalemn, en que libran sus luchas polticas y econmicas dentrode este marco, en que soportan la misma poltica, deben tomarposicin frente a las mismas leyes y actan, por consiguiente,los unos sobre los otros; por eso constituyen una comunidadreal a pesar de todas las diversidades dentro de esta comunidad.

    No sucede lo mismo con los Estados que han aparecidocomo unidades dinsticas bajo el absolutismo, sin colaboracin

    directa de las clases burguesas y, por consiguiente, han englo-2Por esta razn se utiliza en Europa occidental Estado y nacin comosinnimos. La deuda de Estado se llama deuda nacional y los interesesde la comunidad estatal son calificados siempre como intereses nacio-nales. (Nota de Pannekoek).

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    bado por medio de la conquista poblaciones con los ms varia-dos dialectos. Cuando en ellos progresa la penetracin delcapitalismo, surgen varias naciones dentro del mismo Estado,que se convierte en un Estado de nacionalidades, como Austria.La causa de la aparicin de nuevas naciones al lado de lasantiguas reside nuevamente en el hecho de que la competenciaes el fundamento de la existencia de las clases burguesas.Cuando a partir de un grupo de poblacin puramente campesinaaparecen las clases modernas, cuando en las ciudades se

    instalan masas importantes como obreros de industria, prontoseguidos por los pequeos comerciantes, los intelectuales y lospatronos, estos ltimos deben esforzarse entonces por s mismosen asegurarse la clientela de estas masas que hablan la mismalengua, poniendo el acento en su nacionalidad. La nacin, comocomunidad solidaria, constituye, para los que forman parte deella, una clientela, un mercado, un dominio de explotacin en elque disponen de una ventaja respecto a los competidores deotras naciones. Como comunidad de clases modernas, debenelaborar una lengua escrita comn que es necesaria como mediode comunicacin y se convierte en lengua de cultura y deliteratura. El contacto permanente de las clases de una sociedadburguesa con el poder estatal, que hasta entonces no conocams que el alemn como lengua oficial de comunicacin, lasobliga a combatir por el reconocimiento de su lengua, de suescuela y de su administracin, en lo que la clase ms interesadaen el plano material es la intelectualidad nacional. Como elEstado debe representar los intereses de la burguesa yapoyarlos materialmente, cada burguesa nacional debeasegurarse una influencia sobre el Estado tan grande como seaposible. Para conquistar esta influencia debe luchar contra lasburguesas de las otras naciones; cuanto mejor logre reuniralrededor de ella a toda la nacin en esta lucha, ms poder

    ejercer. Mientras el papel dirigente de la burguesa estfundamentado por la esencia misma de la economa y se lereconozca como que cae de su peso, podr contar con las otrasclases que se sienten ligadas a ella en este punto por la identi-dad de intereses.

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    En esto tambin la nacin es totalmente un producto deldesarrollo capitalista, e incluso un producto necesario. Alldonde el capitalismo penetra, aquella debe aparecer necesaria-mente como comunidad de destino de las clases burguesas. Lalucha de las nacionalidades en semejante Estado no es la conse-cuencia de una opresin cualquiera, o del atraso de la legisla-cin, es la expresin natural de la competencia como condicinfundamental de la economa burguesa; la lucha (de las burgue-sas) las unas contra las otras es la condicin indispensable de la

    abrupta separacin de las diferentes naciones entre s.

    Espritu humano y tradicin

    Lo nacional en el hombre es parte de su naturaleza, pe-ro sobre todo de su naturaleza espiritual. Los rasgos fsicosheredados permiten eventualmente distinguir los pueblos, perono los separan y, menos an, los hacen entrar en conflicto. Lospueblos se distinguen como comunidades de cultura. La nacines, ante todo, una comunidad de cultura, transmitida por la len-gua comn; en la cultura de una nacin, que se puede calificarde naturaleza espiritual, est inscrita toda la historia de su vida.El carcter nacional no est compuesto por rasgos fsicos, sinopor el conjunto de sus costumbres, de sus concepciones y de susformas de pensamiento a travs del tiempo. Si se quiere captarla esencia de la nacin, es necesario ante todo ver claramentecmo se constituye el aspecto espiritual en el hombre a partir dela influencia de las condiciones de vida.

    Todo lo que pone al hombre en movimiento debe pasarpor su cabeza. La fuerza directamente motriz de toda su accinreside en su espritu. Puede consistir en hbitos, pulsiones einstintos inconscientes que son la expresin de repeticiones,

    siempre semejantes, de las mismas necesidades vitales en lasmismas condiciones exteriores de vida. Tambin puede llegar ala conciencia de los hombres como pensamiento, idea, motiva-cin, principio. De dnde vienen? La concepcin burguesa veah la influencia de un mundo superior, sobrenatural, que nos

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    impregna, la expresin de un principio moral eterno en noso-tros, o bien considera que son producto espontneo del espritumismo. Por el contrario la teora marxista, el materialismo his-trico, explica que todo lo que es espiritual en el hombre esproducto del mundo material que lo rodea. Todo este mundoreal penetra por todas partes en el espritu a travs de los rga-nos de los sentidos y deja su huella: nuestras necesidades vita-les, nuestra experiencia, todo lo que vemos y omos, lo que losotros nos comunican como su pensamiento, de igual manera

    que lo que observamos nosotros mismos3. Por consiguiente seexcluye toda influencia de un mundo irreal, simplemente su-puesto, sobrenatural. Todo lo que hay en el espritu ha venidodel mundo exterior que designamos con el nombre de mundomaterial, no significando material como constituido por materiafsica que se puede medir, sino todo lo que existe realmente,incluso el pensamiento. Pero el espritu no juega aqu el papelque a veces le otorga una concepcin mecanicista estrecha, elde espejo pasivo que refleja el mundo exterior, el de recipienteinanimado que absorbe y conserva todo lo que se echa en l. Elespritu es activo, acta, modifica todo lo que penetra en ldesde el exterior para hacer de ello algo nuevo. Y es Dietzgenquien ha mostrado ms claramente la manera como lo modifica.El mundo exterior transcurre ante el espritu como un ro sinfin, siempre cambiante; el espritu capta sus influencias, las

    3La relacin entre el espritu y la materia ha sido expuesta muy cla-ramente en los escritos de Joseph Dietzgen quien, por su anlisis delos fundamentos filosficos del marxismo, mereci bien el nombrecon el que Marx le design en una ocasin: filsofo del proletariado.(Nota de Pannekoek). Ver Joseph Dietzgen,Lessence du travail intel-lectuel. crits philosophiques annots par Lenin, presentacin y tra-duccin de J.-P, Osier, Paris, Maspero, 1973; as como Joseph Dietz-

    gen, Essence du travail intellectuel humain, traduccin de M. Jacob,con un prefacio de A. Pannekoek, Paris, Champ Libre, 1973. Dehecho, Marx escriba el 28 de octubre de 1868 a Meyer y Vogt a pro-

    psito de Dietzgen: Es uno de los obreros ms geniales que conoz-co, Marx-Engels, Werke, 32, p. 575. En cuanto a Engels, atribuye aDietzgen el descubrimiento paralelo de la dialctica materialista.

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    junta, las aade a lo que posea anteriormente y las combinaentre s. A partir del ro de fenmenos infinitamente variados,forma conceptos slidos y constantes en los que la realidadmovediza queda paralizada y fijada de alguna manera y acabancon su aspecto fugitivo. El concepto de pez comporta unamultitud de observaciones sobre los animales que nadan, el debien innumerables tomas de posicin sobre diferentes accio-nes, el de capitalismo toda una vida de experiencias, frecuen-temente muy dolorosas. Todo pensamiento, toda conviccin,

    toda idea, toda conclusin, como, por ejemplo, los rboles notienen hojas en invierno, el trabajo es duro y desagradable,quien me da empleo es mi benefactor, el capitalista es mi ene-migo, la organizacin hace la fuerza, es bueno luchar por lanacin de uno, son el resumen de una parte del mundo vivo, deuna experiencia multiforme en una frmula breve, abrupta y, sepodra decir, rgida, inanimada. Cuanto mayor y ms completaes la experiencia que sirve para documentarlo, cuanto ms fun-damentado y slido es el pensamiento, la conviccin, ms ver-dadero es. Pero toda experiencia es limitada, el mundo cambiaconstantemente, nuevas experiencias se aaden incesantementea las antiguas, se integran en las viejas ideas o entran en contra-diccin con ellas. Por eso el hombre debe reestructurar susideas, abandonar algunas como equivocadas como la del capi-talista benefactor , conferir a ciertos conceptos un sentido nue-vo como el concepto de pez, del que se substraen las ballenas, crear nuevos conceptos para nuevos fenmenos como el deimperialismo , encontrar otras relaciones de causa entre ellos el carcter intolerable del trabajo proviene del capitalismo ,evaluarlos de modo diferente la lucha nacional perjudica a losobreros , en una palabra, debe aprender de nuevo sin cesar.Toda la actividad y todo el desarrollo espirituales de los hom-bres consisten en que reestructuran sin cesar los conceptos, las

    ideas, los juicios y los principios para mantenerlos lo ms con-formes posible con la experiencia cada vez ms rica de la reali-dad. Esto es lo que sucede de modo consciente en el desarrollode la ciencia.

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    De este modo resalta ms netamente el sentido de la de-finicin de Bauer segn la cual la nacin es lo que es histricoen nosotros, y el carcter nacional es historia fijada. La realidadmaterial comn produce en los espritus de los miembros de unacomunidad un modo de pensamiento comn. La naturalezaespecfica de la entidad econmica que constituyen juntos de-termina sus pensamientos, sus costumbres, sus concepciones;produce en ellos un sistema coherente de ideas, una ideologaque les es comn y que forma parte de sus condiciones materia-

    les de vida. La vida en comn ha impregnado su espritu: luchascomunes por la libertad contra los enemigos exteriores, luchasde clases comunes en el interior. Se narra en los libros de histo-ria y se transmite a la juventud como recuerdo nacional. Lo quela burguesa ascendente dese, esper y quiso ha sido magnifi-cado y expresado claramente por los poetas y los pensadores yestos pensamientos de la nacin, sedimento espiritual de suexperiencia material, han sido preservados en forma de literatu-ra para las generaciones futuras. La constante influencia espiri-tual recproca consolida y refuerza todo esto; al extraer del pen-samiento de cada uno de los con-nacionales lo que es comn, loque es esencial, caracterstico para el conjunto, es decir, lo quees nacional, constituye el patrimonio cultural de la nacin. Loque vive en el espritu de una nacin, su cultura nacional, es lasntesis abstracta de su experiencia comn, de su existenciamaterial como entidad econmica.

    Por tanto, todo lo que es espiritual en el hombre es pro-ducto de la realidad, pero no slo de la realidad actual; todo elpasado subsiste ah ms o menos fuerte. El espritu es lento conrelacin a la materia; absorbe sin cesar las influencias del exte-rior mientras que su vieja existencia se hunde lentamente en elLeteo del olvido. Por tanto, la adaptacin del contenido delespritu a la realidad renovada constantemente slo es progre-

    siva.Pasado y presente determinan, ambos, su contenido, perode manera diferente. La realidad viva que ejerce constantementeuna misma influencia sobre el espritu, se incrusta en l y seimprime en l cada vez ms fuerte. Pero lo que ya no se alimen-ta de la realidad actual, ya no vive sino del pasado y puede ser

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    mantenido largo tiempo todava sobre todo por las relacionesque los hombres mantienen entre s, por un adoctrinamiento yuna propaganda artificiales, pero en la medida en que estosresiduos se ven privados del terreno material que les dio vida,desaparecen necesariamente poco a poco. De este modo hanadquirido un carcter tradicional. Una tradicines tambin unaparte de la realidad que vive en el espritu de los hombres, actasobre otros y por eso dispone con frecuencia de un poder consi-derable y potente. Pero es una realidad de naturaleza espiritual

    cuyas races materiales se hunden en el pasado. De este modola religin se ha convertido, para el proletario moderno, en unaideologa de naturaleza puramente tradicional; quiz influenciatodava poderosamente su accin, pero esta potencia no tieneraces sino en el pasado, en la importancia que tena en otrostiempos para su vida la comunidad de religin; ya no se alimen-ta en la realidad actual, en su explotacin por el capital, en sulucha contra el capital. Por esto no dejar de extinguirse en l.Por el contrario, la realidad actual cultiva cada vez ms la con-ciencia de clase que, por consiguiente, ocupa un lugar cada vezms amplio en su espritu, que determina cada vez ms su ac-cin.

    Nuestra tarea

    He ah planteada la tarea que se asigna nuestro estudio.La historia ha dado origen a las naciones con sus lmites y suespecificidad. Pero estas no son todava algo acabado, un hechodefinitivo con el que hay que contar. Pues la historia sigue sucurso. Cada da contina construyendo y modificando lo que losdas anteriores edificaron. No basta, pues, con constatar que lanacin es lo que es histrico en nosotros, historia fijada. Si no

    es ms que historia petrificada, es de naturaleza puramentetradicional, como la religin. Pero para nuestra prctica, paranuestra tctica, la cuestin de saber si no es ms que eso revisteuna importancia extrema. Por supuesto, hay que contar con ellaen cualquier caso, como con toda gran potencia espiritual en el

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    hombre; pero que la ideologa nacional no se presente ms quecomo una potencia del pasado, o hunda sus races en el mundoactual, son dos cosas completamente diferentes. Para nosotros,la cuestin ms importante y determinante es la siguiente: c-mo acta la realidad presentesobre la nacin y sobre lo nacio-nal? En qu sentido se modifican hoy? La realidad de que setrata aqu es el capitalismo altamente desarrollado y la luchade clase proletaria.

    He aqu, pues, nuestra posicin hacia el estudio de

    Bauer: en otros tiempos, la nacin no desempeaba ningn pa-pel en la teora y la prctica de la socialdemocracia. Por lo de-ms, no haba razn para ello; en la mayora de los pases no estil prestar atencin a lo nacional para la lucha de clase. Obli-gado por la prctica austriaca, Bauer ha llenado esta laguna. Hademostrado que la nacin no es producto de la imaginacin dealgunos literatos ni producto artificial de la propaganda nacio-nal; con la herramienta del marxismo ha demostrado que aque-lla hunda sus races materiales en la historia y ha explicado porel ascenso del capitalismo la necesidad y la potencia de lasideas nacionales. Y la nacin se nos presenta como una podero-sa realidad con la que debemos contar en nuestra lucha; ella nosda la llave para comprender la historia moderna de Austria, ypor esto hay que responder a la siguiente pregunta: cul es lainfluencia de la nacin, de lo nacional, en la lucha de clase, dequ manera hay que tenerla en cuenta en la lucha de clase? Esaes la base y el hilo conductor de los trabajos de Bauer y de losotros marxistas austracos. Pero de este modo, la tarea no estrealizada ms que a la mitad. Pues la nacin no es simplementeun fenmeno acabado cuyo efecto sobre la lucha de clase hayque verificar: ella est sometida a su vez a la influencia de lasfuerzas actuales, entre las cuales tiende cada vez ms a tomar elprimer plano la lucha revolucionaria de emancipacin del prole-

    tariado. Cul es, pues, el efecto que ejerce a su vez la lucha declase, el ascenso del proletariado, sobre la nacin?Bauer noha examinado esta cuestin, o lo ha hecho de modo insuficiente;estudiarla conduce en muchos casos a juicios y conclusionesque divergen de las suyas.

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    II. La nacin y el proletariado

    El antagonismo de las clases

    La realidad actual que determina de la manera ms in-tensa el ser y el espritu de los hombres es el capitalismo.Perono se ejerce de la misma manera sobre los hombres que viven

    juntos; es una cosa muy distinta para el capitalista que para elproletariado. Para los miembros de la clase burguesa, el capita-lismo es el mundo de la produccin de riquezas y de la compe-tencia; ms bienestar, aumento de la masa del capital del queintentan sacar la mxima ganancia posible en una lucha compe-titiva individualista con sus semejantes y que les abre la va dellujo y del disfrute de una cultura refinada, he ah lo que lesaporta el proceso de produccin. Para los obreros, es el mundode un duro trabajo de esclavitud sin fin, la inseguridad perma-nente de la vida, la eterna pobreza, sin esperanza de ganar otracosa ms que un salario de miseria. Por consiguiente, el capita-lismo debera ejercer un efecto muy distinto sobre el espritu dela burguesa y sobre el de la clase explotada. La nacin es unaentidad econmica, una comunidad de trabajo, incluso entreobreros y capitalistas. Pues el capital y el trabajo son necesarioslos dos y deben conjugarse para que la produccin capitalistapueda existir. Es una comunidad de trabajo de naturaleza parti-cular; en esta comunidad, el capital y el trabajo aparecen comopolos antagnicos; constituyen una comunidad de trabajo de lamisma manera que los animales predadores y sus presas consti-tuyen una comunidad de vida.

    La nacin es una comunidad de carcter surgida de unacomunidad de destino. Pero con el desarrollo del capitalismo, es

    la diferencia de destino la que domina cada vez ms entre laburguesa y el proletariado de un mismo pueblo. Para explicarla comunidad de destino, Bauer habla (p. 113) de las relacio-nes entre los obreros ingleses y los burgueses ingleses por elhecho de habitar la misma ciudad, de leer los mismos carteles,

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    los mismos peridicos y participar en los mismos acontecimien-tos polticos o deportivos y, ocasionalmente, hablar entre ellos,especialmente a travs de los diferentes intermediarios entrecapitalistas y obreros. Ahora bien, el destino de los hombresno consiste en leer los mismos carteles, sino en grandes e im-portantes experienciasque son totalmente diferentes para cadauna de las clases. Todo el mundo conoce la frase del ministroingls Disraeli a propsito de dos naciones que viven en nuestrasociedad moderna una al lado de la otra en un mismo pas sin

    comprenderse. No quiere decir que ninguna comunidad dedestino liga ya a las dos clases?4

    Por supuesto, no hay que tomar al pie de la letra estaafirmacin en su sentido moderno. Pues la comunidad de desti-no del pasado ejerce todava su influencia sobre la comunidadactual de carcter. Mientras el proletario no tenga una concien-cia clara de la particularidad de su propia experiencia, mientrassu conciencia de clase no se haya despertado o lo haga apenas,sigue siendo prisionero del pensamiento tradicional, su pensa-miento se nutre de las escorias de la burguesa, constituye toda-va con ella una especie de comunidad de cultura, ciertamentede la misma manera que los criados en la cocina son los invita-dos de sus dueos. Las peculiaridades de la historia inglesahacen que esta comunidad espiritual sea all todava muy fuerte,mientras que en Alemania es extremadamente dbil. En todaslas jvenes naciones en que el capitalismo hace su aparicin, elespritu de la clase obrera est dominado por las tradiciones dela poca campesina y pequeo-burguesa anterior. Slo poco apoco, con el despertar de la conciencia y la lucha de clase bajoel efecto de los nuevos antagonismos, desaparecer la comuni-dad de carcter entre las dos clases.

    Sin duda, sigue habiendo relaciones entre ellas. Pero es-tas se limitan a las rdenes del reglamento de fbrica y del tra-

    bajo a realizar, para lo que la comunidad de lengua ni siquieraes necesaria, como demuestra la utilizacin de obreros alfonos.

    4Ver Earl of Beaconsfield (Benjamin Disraeli), Sybil, or two nations,Londres, Longmans, Green and Co, 1913, pp. 76-77.

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    Cuanta ms conciencia toman los obreros de su situacin y de laexplotacin, cuanto ms frecuentemente luchan contra los pa-tronos para mejorar sus condiciones de trabajo, tanto ms setransforman en enemistad y en lucha las relaciones entre las dosclases. Hay tan poca comunidad entre ellas como la que puedecrearse entre dos pueblos a los que opone constantemente unconflicto fronterizo. Cuanto ms se dan cuenta los obreros deldesarrollo social y cuanto ms se les aparece el socialismo co-mo la meta necesaria de su lucha, ms sienten la dominacin de

    la clase de los capitalistas como una dominacin extranjera, ycon esta expresin se da uno cuenta hasta qu punto se difuminala comunidad de carcter.

    Bauer califica el carcter nacional como la diversidadde las orientaciones de la voluntad, el hecho de que un mismoimpulso desencadene movimientos diversos, que una mismasituacin suscite resoluciones diversas (p. 111). Puede unoimaginarse orientaciones ms antagnicas que las de la volun-tad de la burguesa y del proletariado? Los nombres de Bis-marck, Lasalle, 1848, suscitan sentimientos no slo diferentessino incluso opuestos en los obreros alemanes y en la burguesaalemana. Los obreros alemanes del Imperio que pertenecen a lanacin alemana juzgan casi todo lo que pasa en Alemania demodo distinto y opuesto a la burguesa. Todas las dems clasesse entusiasman juntas por aquello que contribuye a la grandezay al podero exterior de su Estado nacional, mientras que elproletariado combate todas las medidas que conducen a ello.Las clases burguesas hablan de la guerra contra otros Estadospara acrecentar su propio poder, mientras el proletariado piensaen la manera de impedir la guerra o encontrar en la derrota desu propio gobierno la ocasin de su propia liberacin.

    De ello resulta que no se puede hablar de la nacin co-mo entidad sino antes de que se despliegue en ella ampliamente

    la lucha de clases, pues entonces la clase obrera sigue todavalos pasos de la burguesa.El antagonismo de clase entre la bur-guesa y el proletariado tiene como efecto que su comunidadnacional de destino y de carcter desaparece cada vez ms. Por

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    tanto, las fuerzas constitutivas de la nacin deben ser examina-das separadamente en cada una de las dos clases.

    La voluntad de constituir una nacin

    Bauer tiene toda la razn al considerar las diferenciasde orientacin de la voluntad como el elemento esencial de lasdiferencias de carcter nacional. All donde todas las voluntades

    estn orientadas de la misma manera, se forma una masa cohe-rente; all donde los acontecimientos y las influencias del mun-do exterior suscitan determinaciones diferentes y opuestas, seacaba en la ruptura y en la separacin. La diferencia de voluntadha separado las naciones unas de otras; pero, de la voluntad dequin se trata? De la voluntad de la burguesa ascendente. Co-mo resulta de las demostraciones precedentes sobre la gnesisde las naciones modernas, su voluntad de constituir la nacin esla fuerza constitutiva ms importante.

    Qu es lo que hace de la nacin checa una comunidadespecfica en relacin con la alemana? Lo adquirido por la vidaen comn, el contenido de la comunidad de destino que conti-na influenciando prcticamente el carcter nacional, es extre-madamente dbil. El contenido de su cultura est tomado casiintegralmente de las naciones modernas que la han precedido,sobre todo la alemana; por eso Bauer dice (p. 118): No es to-talmente falso decir que los checos son alemanes que hablancheco. A esto vienen a aadirse algunas tradiciones campesi-nas completadas con reminiscencias de Huss, Ziska y la batallade la Montaa blanca5exhumadas de la historia y que no tienen

    5Juan Huss (1369-1415), reformador checo, condenado por el Conci-lio de Constanza y quemado. El da de su muerte fue celebrado duran-

    te mucho tiempo en Bohemia como fiesta nacional y religiosa. Fueigualmente uno de los promotores de la lengua checa.Jan Ziska von Trocnov (1370-1424), jefe husita. El 14 de julio de1420 rechaz el ataque del Emperador Segismundo en el Monte Wit-ka, cerca de Praga. Vencedor una vez ms del Emperador dos aosms tarde, muri por la peste en el cerco de Pribyslau.

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    incidencia prctica en el presente. Cmo se ha podido haceruna cultura nacional propia sobre la base de una lengua parti-cular? Porque la burguesa necesita una separacin, porquequieretrazar una frontera tajante, porque quiere constituirse ennacin en relacin con los alemanes. Lo quiere porque lo nece-sita, porque la competencia capitalista le obliga a monopolizaren la medida de lo posible un territorio de mercados y de explo-tacin. El conflicto de intereses con los otros capitalistas crea lanacin all donde existe un elemento necesario, la lengua espe-

    cfica. Bauer y Renner muestran claramente en su exposicin dela gnesis de las naciones modernas que la voluntad de las cla-ses burguesas ascendentes cre las naciones. No como voluntadconsciente o arbitraria, sino como querer al mismo tiempo quedeber, consecuencia necesaria de factores econmicos. Lasnaciones de que se trata en la lucha poltica, que luchanentre s por la influencia sobre el Estado, por el poder en elEstado (Bauer, 19) no son otra cosa que organizaciones de lasclases burguesas,de la pequea burguesa, de la burguesa, dela intelectualidad clases cuya existencia se basa en la compe-tencia y ah los proletarios y los campesinos juegan el papelde segundo plano.

    El proletariado no tiene nada que ver con esta necesidadde competencia de las clases burguesas, con su voluntad deconstituir una nacin. La nacin no puede significar para l unprivilegio de clientela, de puestos, de posibilidades de trabajo.Los capitalistas se lo han hecho comprender de golpe al impor-tar obreros alfonos. Mencionar esta prctica capitalista notiene por objeto primordial desenmascarar la hipocresa nacio-nal, sino ante todo hacer comprender a los obreros que bajo ladominacin del capitalismo la nacin jams puede ser para ellossinnimo de monopolio de trabajo. Y slo excepcionalmente seoye hablar, entre los obreros retrgrados, como los viejos sindi-

    La Montaa blanca (Bila Hora) est situada al oeste de Praga. Labatalla tuvo lugar el 8 de noviembre de 1620. El ejrcito protestantede Bohemia fue vencido all por las tropas imperiales. Segn el anli-sis de Bauer, la derrota de la Montaa blanca, que priv a la nacincheca de sus capas cultas, la convirti en una nacin sin historia.

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    calistas americanos, de un deseo de restringir la inmigracin.Temporalmente, lo nacional puede tambin revestir un signifi-cado propio para el proletariado. Cuando el capitalismo penetraen una regin agraria, los patronos pertenecen entonces a unanacin capitalista ms desarrollada, los obreros salidos delcampesinado a otra. El sentimiento nacional puede ser entoncespara los obreros un primer medio de tomar conciencia de sucomunidad de intereses frente a los capitalistas alfonos. Elantagonismo nacional es en este caso la forma primitiva del

    antagonismo de las clases, de la misma manera que en Renania-Westfalia, en la poca de la lucha por la cultura, el antagonis-mo religioso entre los obreros catlicos y los patronos liberalesera la forma primitiva del antagonismo entre las clases. Perodesde el momento en que una nacin est lo suficientementedesarrollada como para tener una burguesa propia que se en-cargue de la explotacin, el nacionalismo proletario pierde susraces. En la lucha por mejores condiciones de vida, por el desa-rrollo intelectual, por la cultura, por una existencia ms digna,las dems clases de su nacin son los enemigos jurados de losobreros mientras que sus camaradas de clase alfonos son susamigos y sus apoyos. La lucha de clase crea en el proletariadouna comunidad internacional de intereses.Por tanto, no se pue-de hablar en el proletariado de una voluntad basada en losintereses econmicos, en su situacin material, para constituir-se en nacin frente a otras.

    La comunidad de cultura

    Bauer encuentra en la lucha de clases otra fuerza consti-tutiva de la nacin. No en el contenido econmico de la luchade clases, sino en sus efectos culturales. Califica la poltica de la

    clase obrera moderna de poltica evolucionista-nacional(pgi-nas 160 y 161) que llegar a reunir a todo el pueblo en una na-cin. Esto debe ser ms que una manera primitiva y popular deexpresar nuestros objetivos en el lenguaje del nacionalismo, conla intencin de ponerlos al alcance de los trabajadores que estn

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    enredados en la ideologa nacional y no han tomado concienciatodava de la gran importancia revolucionaria del socialismo.Pues Bauer aade: Como el proletariado lucha necesariamentepor la propiedad de los bienes culturales que su propio trabajocrea y permite que existan, el efecto de esta poltica es necesa-riamente llamar a todo el pueblo a participar en la comunidadnacional de cultura y por ah hacer una nacin de la totalidaddel pueblo.

    A primera vista, esto parece completamente justo.

    Mientras los trabajadores, aplastados por la explotacin capita-lista, se deterioran en la miseria fsica y vegetan sin esperanzani actividad intelectual, no participan en la cultura de las clasesburguesas, cultura que se fundamenta en el trabajo de aquellos.Slo forman parte de la nacin como el ganado en el establo, noconstituyen ms que una propiedad, no son ms que el segundoplano de la nacin. Es la lucha de clases la que les despierta a lavida; es a travs de la lucha como consiguen tiempo libre, mejo-res salarios y, as, la posibilidad de un desarrollo intelectual. Porel socialismo, su energa es despertada, su espritu es estimula-do; se ponen a leer, en primer lugar folletos socialistas y peri-dicos polticos, pero pronto la aspiracin y la necesidad de per-feccionar su formacin intelectual los lleva a abordar obrasliterarias, histricas y cientficas: las comisiones de educacindel partido se afanan incluso muy especialmente en poner a sualcance la literatura clsica. De este modo entran en la comuni-dad de cultura de las clases burguesas de su nacin. Y cuando eltrabajador - contrariamente a su situacin actual en que slopuede apropiarse, en escasos ratos de ocio y con dificultad, depequeos fragmentos de aqulla - pueda entregarse libremente ysin coercin a su desarrollo intelectual bajo el socialismo que loliberar de la esclavitud sin fin del trabajo, solamente entoncespodr impregnarse de toda la cultura nacional y convertirse, en

    el pleno sentido de la palabra, en un miembro de la nacin.Pero en esta reflexin se descuida un punto importante.Entre los trabajadores y la burguesa no puede existir una co-munidad de cultura ms que superficialmente, en apariencia yde modo espordico. Ciertamente, los trabajadores pueden leer,

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    en parte, los mismos libros que la burguesa, los mismos clsi-cos y las mismas obras de historia natural, pero de ah no resultaninguna comunidad de cultura. Al ser totalmente divergenteslos fundamentos de su pensamiento y de su visin del mundo,los trabajadores leen en estas obras otra cosa muy distintaquela burguesa. Como se ha demostrado ms arriba, la culturanacional no est suspendida en el aire; es la expresin de lahistoria material de la vida de las clases cuyo auge cre la na-cin. Lo que encontramos expresado en Schiller y en Goethe no

    son abstracciones de la imaginacin esttica, sino los sentimien-tos y los ideales de la burguesa en su juventud, su aspiracin ala libertad y a los derechos del hombre, su manera propia deaprehender el mundo y sus problemas. El obrero consciente dehoy tiene otros sentimientos, otros ideales y otra visin delmundo. Cuando, en su lectura, se trata del individualismo deGuillermo Tell o de los derechos de los hombres, eternos e im-prescriptibles, etreos, la mentalidad que all se expresa no es lasuya, que debe su madurez a una comprensin ms profunda dela sociedad y que sabe que los derechos del hombre no puedenser conquistados ms que por la lucha de una organizacin demasas. No es insensible a la belleza de la literatura antigua; esprecisamente su juicio histrico el que le permite comprenderlos ideales de las generaciones precedentes a partir de su siste-ma econmico. Es capaz de sentir la fuerza de aquellos y, as,apreciar la belleza en las obras en las que han encontrado sums perfecta expresin. Pues lo bello es lo que abarca y repre-senta lo ms perfectamente posible la universalidad, la esencia yla sustancia ms profunda de una realidad.

    A esto viene a aadirse que, en muchos puntos, los sen-timientos de la poca revolucionaria burguesa suscitan en l unpoderoso eco; pero lo que encuentra en l un eco, no lo encuen-tra justamente en la burguesa moderna. Esto es ms vlido an

    en lo concerniente a la literatura radical y proletaria. De lo queentusiasma al proletario en las obras de Heine y de Freiligrath 6,

    6Ferdinand Freiligrath (1810-1876), poeta, uno de los dirigentes delpartido demcrata en la revolucin de 1848, colabor con Marx y

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    la burguesa no quiere saber nada. La lectura, por las dos clases,de la literatura de que disponen en comn, es totalmente dife-rente; sus ideales sociales y polticos son diametralmente opues-tos, sus visiones del mundo no tienen nada en comn. Esto escierto en una medida an mayor en lo concerniente a la historia.Lo que, en la historia, la burguesa considera como los recuer-dos ms sublimes de la nacin, no suscita en el proletariadoconsciente ms que odio, aversin o indiferencia. Nada indicaaqu que posean una cultura comn. Slo las ciencias fsicas y

    naturales son admiradas y honoradas por ambas clases. Su con-tenido es idntico para las dos. Pero qu diferente de la actitudde las clases burguesas es la del trabajador que ha reconocidoen ellas el fundamento de su dominio absoluto sobre la natura-leza y sobre su destino en la sociedad socialista futura. Para eltrabajador, esta visin de la naturaleza, esta concepcin de lahistoria, este sentimiento de la literatura, no son elementos deuna cultura nacional de la que participa, son elementos de sucultura socialista.

    El contenido intelectual ms esencial, los pensamientosdeterminantes, la verdadera cultura de los socialdemcratasalemanes no hunden sus races en Schiller ni en Goethe, sino enMarx y en Engels. Y esta cultura, surgida de una comprensinsocialista lcida de la historia y del futuro de la sociedad, delideal socialista de una humanidad libre y sin clases, as como dela tica comunitaria proletaria, y que por ah mismo se opone entodos sus rasgos caractersticos a la cultura burguesa, es inter-nacional. Esta cultura, a pesar de que difiera de un pueblo a otroen matices como la manera de ver de los proletarios varasegn sus condiciones de existencia y la forma de la economa a pesar de que est fuertemente influenciada por los anteceden-tes histricos propios de la nacin, sobre todo all donde la lu-cha de clases est poco desarrollada, es en todas partes la mis-

    ma. Su forma, la lengua en la que se expresa, es diferente, perotodas las dems diferencias, incluso nacionales, se ven cada vez

    Engels en la Neue Rheinische Zeitung. Sus poesas forman parte delpatrimonio cultural de la socialdemocracia.

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    ms reducidas por el desarrollo de la lucha de clases y el creci-miento del socialismo. Por el contrario, la separacin entre lacultura de la burguesa y la del proletariado se acrece sin cesar.

    Por tanto, es inexacto decir que el proletariado luchapor la propiedad de los bienes culturales nacionales que producecon su trabajo. No lucha para apropiarse de los bienes culturalesde la burguesa, lucha por el control de la produccin y paraestablecer, sobre esta base, su propia cultura socialista. Lo quellamamos efectos culturales de la lucha de clases, la adquisicin

    por parte del trabajador de una conciencia de s mismo, del sa-ber y del deseo de instruirse, de exigencias intelectuales eleva-das, no tiene nada que ver con una cultura nacional burguesa,sino que representa el crecimiento de la cultura socialista. Estacultura es un producto de la lucha, que es una lucha contra elconjunto del mundo burgus. Y del mismo modo que vemosdesarrollarse en el proletariado la humanidad nueva, orgullosa ysegura de su victoria, liberada de la infame esclavitud del pasa-do, formada por combatientes valientes, capaces de penetrar sinprejuicios y comprender completamente la marcha del mundo,unidos por la ms estrecha de las solidaridades en una estrechaunidad, as despunta desde ahora en este proletariado el espritude la humanidad nueva, la cultura socialista, dbil al principio,confusa y mezclada con tradiciones burguesas, pero despuscada vez ms clara, cada vez ms pura, ms bella, ms rica.

    Evidentemente, esto no quiere decir que la cultura bur-guesa no va a continuar tambin reinando todava durante mu-cho tiempo y poderosamente en el espritu de los trabajadores.Demasiadas influencias provenientes de este mundo actansobre el proletariado, voluntaria e involuntariamente; no slo laescuela, la Iglesia y la prensa burguesa, sino todas las bellasletras y las obras cientficas penetradas por el pensamiento bur-gus. Pero cada vez con ms frecuencia y de manera incesante-

    mente ampliada, la vida misma y la experiencia propia triunfaen el espritu de los trabajadores de la visin burguesa del mun-do. Y as debe ser. Pues en la medida en que esta ltima se apo-dera de los trabajadores, los hace menos capaces de luchar; bajosu influencia, los trabajadores se llenan de respeto hacia las

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    fuerzas dominantes, se les inculca el pensamiento ideolgico deestas, su conciencia de clase lcida es oscurecida, se los levantaa unos contra otros de una a otra nacin, se hacen dispersar yson, por tanto, debilitados en la lucha y desposedos de su con-fianza en s mismos.Ahora bien, nuestro objetivo exige un g-nero humano orgulloso, consciente de s mismo, audaz tanto ensus pensamientos como en su accin. Y por esta razn las exi-gencias mismas de la lucha liberan a los trabajadores de estasinfluencias paralizantes de la cultura burguesa.

    Es, pues, inexacto decir que los trabajadores acceden atravs de su lucha a una comunidad nacional de cultura. Esla poltica del proletariado, la poltica internacional de la lu-cha de clases, la que engendra en l una nueva cultura, inter-nacional y socialista.

    La comunidad de la lucha de clase

    Bauer opone la nacin en tanto que comunidad de des-tino a la clase, en la que lasimilitud del destino ha desarrolladorasgos de carcter similares. Pero la clase obrera no es solamen-te un grupo de hombres que han conocido el mismo destino y,por consiguiente, tienen el mismo carcter. La lucha de clasesuelda al proletariado en una comunidad de destino. El destinovivido en comn es la lucha llevada en comncontra el mismoenemigo.

    En la lucha sindical, obreros de nacionalidades diferen-tes se ven confrontados al mismo patrn. Deben librar la luchacomo unidad compacta, conocen sus vicisitudes y efectos en lams estrecha de las comunidades de destino. De su pas hantrado sus diferencias nacionales mezcladas con el individua-lismo primitivo de los campesinos o de los pequeos burgueses,

    quiz tambin un poco de conciencia nacional, mezclada conotras tradiciones burguesas. Pero toda esta diferencia es tradi-cin del pasado frente a la necesidad de resistir ahora en unamasa compacta, frente a la viviente comunidad de combate dehoy. Slouna diferencia tiene aqu una significacin prctica: la

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    de la lengua; toda explicacin, todo proyecto, toda informacindeben ser comunicados a cada uno en su propia lengua. En lasgrandes huelgas de Amrica (la de las aceras de McKees Rockso la de la industria textil en Lawrence, por ejemplo), los huel-guistas una mezcla inconexa de las nacionalidades ms diver-sas: Franceses, italianos, polacos, turcos, sirios, etc. se consti-tuyeron en secciones separadas segn la lengua, cuyos comitscelebraban sesin siempre juntos y comunicaban simultnea-mente las propuestas a cada seccin en su propia lengua, pre-

    servando as la unidad del conjunto, prueba de que, a pesar delas dificultades inherentes a las diferencias lingsticas, se pue-de realizar una estrecha comunidad de lucha proletaria. Quererproceder aqu a una separacin organizativa entre lo que une lavida y la lucha, el inters real y esa separacin es la que pre-tende el separatismo es tan contrario a la realidad que el xitoslo puede ser temporal.

    Esto no es cierto slo para los obreros de la misma f-brica. Para poder librar su lucha con xito, los obreros de todoel pas deben unirse en un sindicato; y todos sus miembros con-sideran el avance de un grupo local como su propia lucha. Esms necesario an cuando en el curso del desarrollo, la luchasindical reviste formas ms speras. Los patronos se unen encrteles y asociaciones patronales; estas ltimas no se diferen-cian porque se trate de patronos checos o alemanes, pues agru-pan a todos los patronos de todo el Estado, e incluso a vecesvan ms all de las fronteras del Estado. Todos los obreros deun mismo oficio que estn en el mismo Estado hacen huelgas ysufren los cierres de fbricas en comn y por consiguiente cons-tituyen una comunidad de destino vivido, y esto es lo ms im-portante, superando todas las diferencias nacionales. Y en elltimo movimiento de reivindicaciones salariales de los marinosque se opusieron en el verano de 1911 a una asociacin interna-

    cional de armadores, se ha podido ver ya una comunidad inter-nacional de destino surgiendo como realidad tangible.Lo mismo ocurre con la lucha poltica. En elManifiesto

    comunista de Marx y Engels, se puede leer a este propsito:En la forma, aun no sindolo en el fondo, la lucha del proleta-

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    riado contra la burguesa es primeramente una lucha nacional.Es necesario naturalmente que el proletariado de cada pas aca-be primero con su propia burguesa7. Est claro en esta fraseque la palabra nacional no es utilizada en el sentido austraco,sino que surge de la situacin de Europa occidental en que Es-tado y nacin pasan por ser sinnimos. Esta frase significa sim-plemente que los obreros ingleses no pueden librar la lucha declase contra la burguesa francesa, ni los obreros franceses con-tra la burguesa inglesa, sino que la burguesa inglesa y el poder

    de Estado ingls no pueden ser atacados y vencidos ms que porel proletariado ingls. En Austria, el Estado y la nacin sonentidades diferentes. La nacin surge naturalmente como unacomunidad de intereses de las clases burguesas. Pero es el Es-tado el que es la verdadera organizacin slida de la burguesapara proteger sus intereses.El Estado protege la propiedad, seocupa de la administracin, pone a punto la flota y el ejrcito,recauda los impuestos y contiene a las masas populares. Lasnaciones, o, mejor an: las organizaciones activas que sepresentan en su nombre, es decir, los partidos burgueses, nosirven ms que para luchar por la conquista de la influenciaadecuada sobre el Estado, una participacin en el poder delEstado. Para la gran burguesa, cuyo espacio de intereses eco-nmicos abarca todo el Estado y va incluso ms all, que tienenecesidad de privilegios directos, de aduanas, de pedidos y deproteccin en el extranjero, es un Estado bastante vasto el queconstituye la comunidad natural de intereses y no la nacin. Laindependencia aparente que el poder de Estado ha sabido man-tener durante mucho tiempo gracias al conflicto entre las nacio-nes, no puede enmascarar el hecho de que ha sido tambin uninstrumento al servicio del gran capital.

    Por esta razn el centro de gravedad de la lucha polticade la clase obrera se desplaza cada vez ms hacia el Estado.

    Mientras la lucha por el poder poltico quede an en segundoplano y la agitacin, la propaganda y la lucha de las ideas que,

    7 Obras completas de Karl Marx. El Manifiesto comunista, traduccinMolitor, Paris, Costes, 1934, p. 77.

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    naturalmente, deben expresarse en cada una de las lenguas ocupen todava el primer plano de la escena, los ejrcitos deproletarios siguen separados nacionalmente para la lucha polti-ca. En este primer estadio del movimiento socialista, lo impor-tante es liberar a los proletarios de la influencia ideolgica de lapequea burguesa, arrancarlos de los partidos burgueses e in-culcarles la conciencia de clase. Los partidos burgueses, separa-dos por naciones, se convierten entonces en los enemigos acombatir. El Estado aparece como un poder legislativo del que

    se exigen leyes de proteccin para el proletariado; conquistaruna influencia sobre el Estado a favor de los intereses proleta-rios se presenta a los proletarios escasamente conscientes, anmodestos, como el primer objetivo de la accin poltica. Y lameta final, la lucha por el socialismo, se presenta como unaluchaporel poder en el Estado, contralos partidos burgueses.

    Pero cuando el partido socialista consigue el rango defactor importante en el Parlamento, esto cambia. En el Parla-mento, donde se zanjan todas las cuestiones polticas esenciales,el proletariado se ve confrontado a los representantes de lasclases burguesas de todo el Estado. La lucha poltica esencial,en la que se integra y a la que se somete cada vez ms el trabajode educacin, se desarrolla en el terreno del Estado. Es comn atodos los obreros del Estado, cualquiera que sea la nacin a laque pertenezcan. Ampla la comunidad de lucha al conjunto delproletariado del Estado, proletariado para el que la lucha comncontra el mismo enemigo, contra el conjunto de los partidosburgueses de todas las naciones y su gobierno, se convierte enun destino comn. No es la nacin, sino el Estado, el que de-termina para el proletariado las fronteras de la comunidad dedestino que es la lucha poltica parlamentaria. Mientras la pro-paganda socialista siga siendo la actividad ms importante paralos rutenos de Austria y para los rutenos de Rusia8, seguirn

    estrechamente ligados entre s. Pero desde el momento en que eldesarrollo llega al punto en que la lucha poltica real es libradacontra el poder del Estado mayora burguesa y gobierno

    8Es decir, los ucranianos.

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    tienen que separarse, luchar en lugares diferentes y con mtodosa veces completamente diferentes. Los primeros intervienen enViena en el Reichsrat junto con obreros tiroleses y checos, losotros luchan ya sea en la clandestinidad, ya sea en las calles deKiev contra el gobierno del zar y sus cosacos. Su comunidad dedestino est rota.

    Todo esto se presenta tanto ms claramente cuanto queel empuje del proletariado se hace ms poderoso y su luchaocupa cada vez ms el campo de la historia. El poder de Estado

    y todos los poderosos medios de que dispone, es el feudo de lasclases poseedoras; el proletariado no puede liberarse, no puedeeliminar el capitalismo ms que derrotando primero esta orga-nizacin poderosa. La conquista de la hegemona poltica no essolamente una lucha por el poder de Estado, sino una luchacontra el poder de Estado. La revolucin social que desemboca-r en el socialismo consiste esencialmente en vencer el poder deEstado por la potencia de la organizacin proletaria. Por esodebe ser realizada por el proletariado de todo el Estado. Estalucha de liberacin comn contra el mismo enemigo es la expe-riencia ms importante,por as decir, toda la historia de la vidadel proletariado desde su primer despertar hasta la victoria.Ella hace de la clase obrera, no de la misma nacin, sino delmismo Estado, una comunidad de destino.Slo en Europa occi-dental, donde Estado y nacin coinciden ms o menos, la luchalibrada en el terreno estatal-nacional por la hegemona polticada origen en el proletariado a comunidades de destino que coin-ciden con las naciones.

    Pero tambin en este caso se desarrolla cada vez ms elcarcter internacional del proletariado. Los obreros de los dife-rentes pases intercambian teora y prctica, mtodos de lucha yconcepciones y los consideran como un asunto comn. Cierta-mente ste era tambin el caso de la burguesa ascendente; en

    sus concepciones econmicas y filosficas, los ingleses, losfranceses, los alemanes se han influenciado mutua y profunda-mente por el intercambio de ideas. Pero de ello no result nin-guna comunidad pues su antagonismo econmico les condujo aorganizarse en naciones hostiles unas hacia las otras; precisa-

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    mente la conquista, por parte de la burguesa francesa, de lalibertad burguesa que tena desde haca mucho tiempo la bur-guesa inglesa fue lo que provoc las enconadas guerras napo-lenicas. Semejante conflicto de intereses est totalmenteausente en el proletariado y por esta razn la influenciaespiritual recproca que ejerce la clase obrera de los diferentespases puede actuar sin coercin en la constitucin de unacomunidad internacional de cultura. Pero la comunidad no selimita a esto. Las luchas, las victorias y las derrotas en un pas

    tienen profundas consecuencias en la lucha de clase de losdems pases. Las luchas que libran nuestros camaradas de claseen el extranjero contra su burguesa no es nuestro propio asuntoslo en el terreno de las ideas, sino tambin en el planomaterial; forman parte de nuestro propio combate y lassentimos como tales. Eso lo saben muy bien los obrerosaustriacos, para los cuales la revolucin rusa fue un episodiodecisivo de su propia lucha por el sufragio universal9. Elproletariado de todos los pases se percibe como un ejrcitonico, como una gran unin a la que slo razones prcticasobligan a escindirse en numerosos batallones que debencombatir al enemigo separadamente, puesto que la burguesaest organizada en Estados y, por consiguiente, son numerosaslas fortalezas a tomar. Es tambin bajo esta forma como laprensa nos relata las luchas en el extranjero: las huelgas de losportuarios ingleses, las elecciones en Blgica, las manifestacio-nes callejeras en Budapest son todas asunto de nuestra granorganizacin de clase. De este modo, la lucha de claseinternacional se convierte en la experiencia comn de los obre-ros de todos los pases.

    9En efecto, la revolucin rusa dio impulso a la lucha por el sufragiouniversal en Austria. Tras un gran movimiento de masas en que lasocialdemocracia jug el papel dirigente al final de 1905, el Empera-dor aprob en enero de 1907 el proyecto de reforma electoral queinstauraba el sufragio universal en el territorio de Austria (que excluala otra parte de la monarqua bicfala, Hungra o Transleitania).

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    La nacin en el Estado del futuro

    En esta concepcin del proletariado se reflejan ya lascondiciones del orden social futuro, en el que los hombres ya noconocern antagonismos estatales. Al superar las organizacio-nes estatales rgidas de la burguesa por la potencia organizativade las masas proletarias, el Estado desaparece como potencia decoercin y terreno de dominacin que se delimita netamentecon relacin al exterior. Las organizaciones polticas revisten

    una nueva funcin: el gobierno de las personas deja paso a laadministracin de las cosas, dira Engels en elAnti-Dhring10.Para regular conscientemente la produccin se necesita organi-zacin, rganos ejecutivos y una actividad administrativa; peropara ello no es necesaria ni posible la centralizacin ms estrictatal como la practica el Estado actual. Esta ceder el lugar a unaamplia descentralizacin y a la auto-administracin. Segn lasdimensiones de una rama de produccin, las organizacionesabarcarn reas ms o menos grandes; mientras que, por ejem-plo, el pan se producir a escala local, la produccin del hierro yla circulacin ferroviaria necesitan entidades econmicas de lamagnitud de un Estado. Habr unidades de produccin de lasms diversas dimensiones, desde el taller y la comuna hasta elEstado e, incluso, para ciertas ramas, hasta toda la humanidad.Los grupos humanos aparecidos naturalmente, las naciones, noocuparn entonces el lugar de los Estados desaparecidos entanto que unidades organizativas? Sin duda ser ese el caso, porla simple razn prctica, pero slo por esta razn, de que soncomunidades de la misma lengua y todas las relaciones entrelos hombres pasan por la lengua.

    Pero Bauer confiere a las naciones de la sociedad futu-ra una significacin complementaria totalmente distinta: Elhecho de que el socialismo haga autnoma a la nacin y su sino

    sea producto de su voluntad consciente, determina una diferen-ciacin creciente entre las naciones en la sociedad socialista y

    10 Ver F. Engels, Del socialismo utpico al socialismo cientfico,Mosc, Ediciones Progreso, t. III, p. 98.

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    conlleva una afirmacin ms pronunciada de su peculiaridad yuna separacin ms tajante de sus caracteres (p.105). Ciertoque unas reciben de otras el contenido de la cultura y las ideasde diversas maneras, pero no las recogen sino en ligazn con lacultura nacional. Por esta razn, la autonoma en el socialismosignifica necesariamente, a pesar de la igualacin de los conte-nidos materiales de cultura, una diferenciacin cada vez mayorde la cultura espiritual de las naciones. (p. 108)... As la na-cin, que descansa en una comunidad de educacin, lleva en s

    la tendencia a la unidad; somete a todos sus hijos a una educa-cin comn, todos los con-nacionales trabajan juntos en lostalleres nacionales, cooperan todos juntos en la formacin de lavoluntad colectiva de la nacin, suministran juntos los bienesculturales nacionales. As el socialismo lleva igualmente en s lagaranta de la unidad de la nacin. (p. 109). Hay ya en el capi-talismo la tendencia a reforzar las separaciones nacionales delas masas y a dar a la nacin una coherencia interior ms fuerte.Pero ser privilegio del socialismo llevar (esta tendencia) a lavictoria. Por la diversidad de la educacin y de las costumbressegn las naciones, la sociedad socialista distinguir a todos lospueblos los unos de los otros tan tajantemente como lo son hoynicamente las gentes cultivadas de las diferentes naciones. Caede su peso que dentro de la nacin socialista habr tambincomunidades de carcter ms restringidas; pero entre ellas no sepodr encontrar comunidades culturales independientes, pueslas comunidades locales mismas estarn colocadas bajo la in-fluencia de la cultura de toda la nacin, en una relacin culturaly un intercambio de ideas con la nacin en su conjunto.(p.135)

    La concepcin que se expresa en estas frases no es otracosa sino la transposicin ideolgica de la actualidad austraca aun futuro socialista. Confiere a las naciones bajo el socialismoel papel que hoy recae en los Estados, a saber, aislarse cada vez

    ms con relacin al exterior y nivelar en el interior todas lasdiferencias; entre los muchos niveles de unidades econmicas yadministrativas, da a las naciones un rango privilegiado, seme-jante al que hoy recae en el Estado tal como lo conciben nues-tros adversarios, que ponen el grito en el cielo a propsito de la

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    omnipotencia del Estado bajo el socialismo, e incluso sehabla aqu de talleres nacionales. Por lo dems, mientras queen los escritos socialistas se habla siempre de talleres y de me-dios de produccin de la comunidad por oposicin a la pro-piedad privada, sin precisar las dimensiones de la comunidad,aqu se considera a la nacin como la nica comunidad de loshombres, autnoma respecto del exterior, indiferenciada en elinterior.

    Semejante concepcin slo es posible a condicin de

    abandonar totalmente el terreno material del que han surgido lasrelaciones mutuas y las ideas de los hombres e insistir solamen-te en las fuerzas espirituales como factores determinantes. Pueslas diferencias nacionales pierden entonces totalmente las raceseconmicas que hoy les dan un vigor tan extraordinario. Elmodo de produccin socialista no desarrolla oposiciones deintereses entre las naciones, como ocurre con el modo de pro-duccin burgus. La unidad econmica no es ni el Estado ni lanacin, sino el mundo. Este modo de produccin es mucho msque una red de unidades productivas nacionales ligadas entre spor una poltica inteligente de comunicaciones y por conven-ciones internacionales, tal como lo describe Bauer en la pgina519; es una organizacin de la produccin mundial en una uni-dady asunto comn de toda la humanidad. En esta comunidadmundial, de la que es un comienzo desde ahora el internaciona-lismo del proletariado, no puede tratarse de una autonoma de lanacin alemana, por poner un ejemplo, ms que de una auto-noma de Baviera, de la ciudad de Praga o de la fundicin dePoldi. Todas arreglan parcialmente sus propios asuntos y todasdependen del todo en cuanto partes de este todo. Toda la nocinde autonoma proviene de la era capitalista en la que las condi-ciones de la dominacin conllevan su contrario, a saber, la liber-tad respecto a una dominacin determinada.

    Esta base material de la colectividad, la produccinmundial organizada, transforma la humanidad futura en unasola y nica comunidad de destino.Para las grandes realizacio-nes que les esperan, la conquista cientfica y tcnica de toda latierra y su acondicionamiento en una morada magnfica para

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    una raza de seores [ein Geschlecht von Herrenmenschen] felizy orgullosa de su victoria y que se ha hecho dominadora de lanaturaleza y de sus fuerzas, para estas grandes realizaciones que apenas podemos imaginar hoy las fronteras de los Estadosy de los pueblos son demasiado estrechas y restringidas. Lacomunidad de destino unir a toda la humanidad en una comu-nidad intelectual y cultural. La diversidad lingstica no serobstculo, pues toda comunidad humana que mantenga con otrauna comunicacin verdadera crear un lenguaje comn. Sin

    pretender abordar aqu la cuestin de una lengua universal, in-dicaremos solamente que ya hoy es fcil apropiarse varias len-guas extranjeras una vez superado el estadio de los estudiosprimarios. Por eso es intil abordar la cuestin de saber hastaqu punto son de naturaleza permanente las actuales delimita-ciones y diferencias lingsticas. Lo que Bauer dice a propsitode la nacin en la ltima de las frases citadas, vale entoncespara la humanidad entera: aunque dentro de la humanidadsocialista subsistan comunidades de carcter restringidas, nopodr haber comunidades de cultura independientes pues todacomunidad local (y nacional), sin excepcin, se encontrar, bajola influencia de la cultura del conjunto de la humanidad, encomunicacin cultural, en un intercambio de ideas, con lahumanidad entera.

    Las transformaciones de la nacin

    Nuestra investigacin ha demostrado que bajo la domi-nacin del capitalismo avanzado, al que acompaa la lucha declases, el proletariado no puede encontrar ninguna fuerza cons-titutiva de la nacin. No forma comunidad de destino con lasclases burguesas, ni una comunidad de intereses materiales, ni

    una comunidad que pudiese ser la de la cultura intelectual. Losrudimentos de semejante comunidad, que se esbozan justo alcomenzar el capitalismo, desaparecen necesariamente con eldesarrollo de la lucha de clases. Mientras que en las clases bur-guesas poderosas fuerzas econmicas generan el aislamiento

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    nacional, un antagonismo nacional y toda la ideologa nacional,en el proletariado estn ausentes. En su lugar, la lucha de clase,que da a su vida lo esencial de su contenido, crea una comuni-dad internacional de destino y de carcter en la que no tienensignificacin prctica las naciones en tanto que grupos de lamisma lengua. Y como el proletariado es la humanidad en de-venir, esta comunidad constituye la aurora de la comunidadeconmica y cultural de la humanidad entera bajo el socialismo.

    Por tanto, hay que responder afirmativamente a la pre-

    gunta que habamos planteado al principio:Lo nacional no tienepara el proletariado ms significado que el de una tradicin.Sus races materiales se hunden en el pasado y no pueden ali-mentarse en las vivencias del proletariado.Por tanto, la nacinjuega para el proletariado un papel parecido al de la religin.Notemos la diferencia, a pesar de este parentesco. Las racesmateriales de los antagonismos religiosos se pierden en el pasa-do lejano y ya casi no son conocidas por el hombre de nuestrotiempo. Por esta razn, estos antagonismos estn totalmentedesligados de todos los intereses materiales y aparecen comoquerellas puramente abstractas acerca de cuestiones sobrenatu-rales. Por el contrario, las races materiales de los antagonismosnacionales se encuentran justo detrs de nosotros, en el mundoburgus moderno con el que estamos en contacto constante, poreso conservan toda la frescura y vigor de la juventud y conmue-ven tanto ms cuanto que somos capaces de sentir directamentelos intereses que expresan; pero, al tener races menos profun-das, les falta la resistencia tan difcilmente quebrantable de unaideologa petrificada por los siglos.

    Por eso nuestra investigacin nos lleva a una concep-cin completamente distinta a la de Bauer. ste supone, al con-trario del nacionalismo burgus, una transformacin continuade la nacin hacia nuevas formas y nuevos caracteres. As, la

    nacin alemana ha revestido, a travs de la historia, aparienciascontinuamente renovadas del proto-germano hasta el futuromiembro de la sociedad socialista. Pero, bajo estas formas cam-biantes, permanece la nacin misma, e incluso si ciertas nacio-nes deben desaparecer y surgir otras, la nacin sigue siendo

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    siempre la estructura fundamental de la humanidad. Por el con-trario, segn nuestras conclusiones la nacin no es ms que unaestructura temporal y transitoria en la historia de la evolucinde la humanidad, una de las numerosas formas de organizacinque se suceden o se manifiestan simultneamente: tribus, pue-blos, imperios, Iglesias, comunidades aldeanas, Estados. Entreellas, la nacin, en su especificidad, es un producto de la socie-dad burguesa y desaparecer con ella. Querer encontrar la na-cin en todas las comunidades pasadas y futuras es tan artificial

    como interpretar, a la manera de los economistas burgueses, elconjunto de las formas econmicas pasadas y futuras comoformas variadas del capitalismo y concebir la evolucin mun-dial como evolucin del capitalismo, que ira desde el capitaldel salvaje, su arco, hasta el capital de la sociedad socialista.

    Aqu aparece el fallo de la idea bsica en la obra deBauer, tal como la citamos ms arriba. Cuando ste dice que lanacin no es una cosa rgida sino un proceso en devenir, elloimplica que la nacin en cuanto tal es permanente y eterna.Para Bauer, la nacin es el producto jams acabado de un pro-ceso eternamente en curso. Para nosotros, la nacin es unepisodio en el proceso de la evolucin humana que progresahacia el infinito. La nacin constituye para Bauer el elementofundamental permanente de la humanidad. Su teora es unareflexin sobre el conjunto de la historia de la humanidad bajoel ngulo nacional.Las formas econmicas se transforman, lasclases nacen y mueren, pero eso slo son mutaciones de la na-cin, dentro de la nacin. La nacin sigue siendo el elementoprimario al que las clases y sus transformaciones confieren sim-plemente un contenido cambiante. Por esta razn Bauer expresalas ideas y los objetivos del socialismo en la lengua del naciona-lismo y habla de nacin all donde otros han empleado los tr-minos de pueblo y humanidad: la nacin, por la propiedad

    privada de los medios de trabajo, ha perdido el control de sudestino; la nacin no lo ha decidido conscient