Goya

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Entre los artistas de la generación de David que desdeñaron los temas antiguos estuvo el gran pintor español Francisco Goya, era un gran conocedor de la mejor tradición de la pintura española, que había producido a El greco y a Velázquez. El mismo Goya declaró que sus maestros eran Velásquez, Rembrandt (lado más espiritual) y la Naturaleza, pero su obra desafía cualquier categorización y la variedad de sus estilos es notable. Vive 82 años, hasta 1828, años en los que produjo casi 500 pinturas al óleo y murales, alrededor de 300 aguafuertes y litografías y varios cientos de dibujos. Experimentó con una amplia variedad de técnicas hasta el final de su vida, años en los que fue pionero de un nuevo método de grabado de litografía. Se convirtió en el principal retratista en España, decoró las iglesias de Zaragoza y Madrid con retablos y murales. Goya es un personaje clave en la historia de arte: gran esponeadad y directo. Era alguien que sabía de qué trataba la naturaleza humana con todas sus imperfecciones. Fue testigo de una época terrible. Muestra el lado oscuro y a su vez en lado luminosos de la vida. Goya lo pintó todo, bodegones, paisajes, retratos, obras religiosas, obras históricas, grabados satíricos y al final de su vida su actitud ante su obra no había cambiado. Le interesa la búsqueda de la verdad. Tenía mucho talento para la observación. Era un pintor de corte con éxito y también producía un arte muy profundo e imaginativo. Se conoce muy poco de sus primeros 25 años. En la capital aragonesa llevó a cabo a partir de 1760 sus primeras experiencias pictóricas, en el taller de José Luzán y Martínez, pintor de cámara de Felipe V. Este hombre inició a Goya en las reglas básicas del dibujo, orientándose hacia la copia de grabados. Según afirmó Goya al final de su vida, pasó cuatro años como discípulo de Luzán, "con quien aprendió los principios del dibujo haciéndole copiar las estampas mejores que tenía". Este artista lo hizo tener un estilo de pintura de finales del barroco. Los primeros trabajos de Goya- aunque no de segura atribución- consistieron en encargos locales: por ejemplo, las decoraciones del altarcillo del sagrario en la iglesia parroquial de Fuendetodos, destruidas en la última guerra civil. Continuó haciendo encargos a lo largo de 30 años. En la línea de aquellos inicios, es de suponer que Francisco fue atraído por las seductoras perspectivas del ambiente de la corte, de donde llegaban ecos a través de algunas personalidades locales, como Antonio González Velásquez y Francisco Bayeu. En 1763 Goya fracasa en su intento de ir a la capital, al no ganar el concurso para una beca en Roma en la Academia de San Fernando. Le pasó lo mismo en 1766.

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Entre los artistas de la generación de David que desdeñaron los temas antiguos estuvo el gran pintor español Francisco Goya, era un gran conocedor de la mejor tradición de la pintura española, que había producido a El greco y a Velázquez.  El mismo Goya declaró que sus maestros eran Velásquez, Rembrandt (lado más espiritual) y la Naturaleza, pero su obra desafía cualquier categorización y la variedad de sus estilos es notable.

Vive 82 años, hasta 1828, años en los que produjo casi 500 pinturas al óleo y murales, alrededor de 300 aguafuertes y litografías y varios cientos de dibujos. Experimentó con una amplia variedad de técnicas hasta el final de su vida, años en los que fue pionero de un nuevo método de grabado de litografía. Se convirtió en el principal retratista en España, decoró las iglesias de Zaragoza y Madrid con retablos y murales.

Goya es un personaje clave en la historia de arte: gran esponeadad y directo. Era alguien que sabía de qué trataba la naturaleza humana con todas sus imperfecciones. Fue testigo de una época terrible. Muestra el lado oscuro y a su vez en lado luminosos de la vida. Goya lo pintó todo, bodegones, paisajes, retratos, obras religiosas, obras históricas, grabados satíricos y al final de su vida su actitud ante su obra no había cambiado. Le interesa la búsqueda de la verdad. Tenía mucho talento para la observación. Era un pintor de corte con éxito y también producía un arte muy profundo e imaginativo.

Se conoce muy poco de sus primeros 25 años. En la capital aragonesa llevó a cabo a partir de 1760 sus primeras experiencias pictóricas, en el taller de José Luzán y Martínez, pintor de cámara de Felipe V. Este hombre inició a Goya en las reglas básicas del dibujo, orientándose hacia la copia de grabados. Según afirmó Goya al final de su vida, pasó cuatro años como discípulo de Luzán, "con quien aprendió los principios del dibujo haciéndole copiar las estampas mejores que tenía". Este artista lo hizo tener un estilo de pintura de finales del barroco.

Los primeros trabajos de Goya- aunque no de segura atribución- consistieron en encargos locales: por ejemplo, las decoraciones del altarcillo del sagrario en la iglesia parroquial de Fuendetodos, destruidas en la última guerra civil.Continuó haciendo encargos a lo largo de 30 años. En la línea de aquellos inicios, es de suponer que Francisco fue atraído por las seductoras perspectivas del ambiente de la corte, de donde llegaban ecos a través de algunas personalidades locales, como Antonio González Velásquez y Francisco Bayeu.

En 1763 Goya fracasa en su intento de ir a la capital, al no ganar el concurso para una beca en Roma en la Academia de San Fernando. Le pasó lo mismo en 1766.

En 1770 se halla en Roma y luego en Parma para un concurso de la Academia, que sólo le dió una mención honorífica. La estancia en la Ciudad Eterna se prolongó desde el verano de 1769 hasta el verano de 1771.

Inmerso en el cosmopolita ambiente del quartiere spagnolo y de Piazza di Spagna, no lejos de la Academia de Francia, peregrinará por los lugares obligados para quienes acudían a completar su formación en Roma, como prueban sus copias de estatuas clásicas en el Cuaderno italiano, que no refleja, sin embargo, la manera sistemática con que afrontaban esta tarea los pensionados, constreñidos a rendir cuentas de sus progresos enviando obras a España. Guarda entre sus páginas los dibujos más tempranos que se pueden atribuir a Goya en la actualidad, como algunos preparatorios para pinturas realizadas en Italia o inmediatamente posteriores a su regreso a España, que ilustran su modo de dibujar en esos años de los que no existen otros ejemplos reconocidos.

En 1771 recibe sus primeros encargos dentro de temática coro de la Basílica de El Pilar, encargo relativo al fresco de la Gloria.

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Si bien la composición se atiene a esquemas clasicistas derivados de Mengs, la ejecución pictórica presenta una libertad que acusa impulsos de la escuela francesa- además del decorativismo grandioso de Tiépolo y de Giaquinto, a quienes Goya ve trabajar en Madrid: Ello hace posible la hipótesis de una etapa en Francia en el transcurso de su viaje a Italia.

Poco después, ya con mayor soltura de amplias pinceladas, ejecutó los pequeños conjuntos decorativos de la ermita de Nuestra Señora de Muel y de la cartuja de Aula Dei, en las cercanías de Zaragoza.

En estos trabajos las figuras se disponen según unos ritmos fluyentes, mientras que la consistencia de la materia y el rigor de la composición quedan aligerados por la extrema luminosidad del eromatismo.a religiosa y estilo academico

En 1773 se casa con la hermana del entonces poderoso Francisco Bayeu y el matrimonio le procuró unos notables apoyos de la corte de Madrid. La pareja tuvo 7 hijos, aunque solo uno llegó a la edad adulta. En 1774 recibe el encargo de ejecutar para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara unos cartones con episodios de caza para una serie destinada a El Escorial. Hasta 1792 esta actividad constituía el núcleo esencial de la producción del maestro. El Salón de Tapices, por ejemplo, era usado para reuniones después de los banquetes, por lo que fue conocido como «Salón del Diván». El cartón huye de la miniatura, pues siempre hay que considerar que la hilatura de un tapiz no alcanza tal precisión, y hay constancia de las quejas de los tejedores por el excesivo detalle del pincel del artista.

Cada cartón de Goya merece una atenta contemplación, pero hay algunas piezas que nos detienen porque nos hacen contener la respiración: Riña de gatos, por ejemplo, cuya autoría se discute pero que es una delicia. La nevada es un prodigio de dramatismo y sublimidad. Pero como siempre, los cartones de Goya destacan en el trato de la vida cotidiana: las escenas del cazador embebido en la faena, como haría hoy un reportero. Eso hace que, por ejemplo, la figura central del retratado esté en una posición de tres cuartos, dando la espalda al observador. Los retratos de instantánea que capturan la expresión de los invitados de La boda: cada personaje deja depositada, con su expresión, su parecer sobre el casamiento de dos desiguales. Qué amena conversación sostuve junto al cuadro… La crueldad de la situación de los niños, a los que Goya no endulza, los perros, el baile y el juego.

Lo que maravilla de Goya es un trato con la luz al servicio de la escena, con pantallas de una transparencia asombrosa que dibujan los planos con una profundidad inigualable. Los cielos de Goya son campo de juego, edén de claridades. El majo (Persona de algunos barrios populares madrileños que en los siglos xviii y xix se caracterizaba por sus trajes vistosos, su actitud arrogante y su manera de hablar desenfadada) lo es como Goya lo pinta: se inventa lo humano (la pasión, el gozo y condena del amor, la chispa de la comedia hecha trágico incendio).

La caza de la codorniz: se aprecian distintos momentos de la caza de la codorniz. En primer término a la derecha aparece un cazador con su perro rastreando. A la izquierda y un poco más al fondo se muestra el disparo y el perro esperando agazapado. Al fondo y en diagonal se ve a dos hombres, y más a la izquierda una partida de jinetes y perros que dan alcance a las presas. El objetivo compositivo se dice que es dar variedad a la unidad temática de la caza de la codorniz mostrando  LOS momentos típicos y pintorescos. Goya no es capaz de resolver esto, y por ello dispone a los grupos separados para no crear confusión entre conjuntos de figuras  ello a costa de aislarlos y romper la unidad.

Goya admiraba las pinturas de Diego Velázquez. Cuando en 1774 le encargan diseñar los cartones para tapices del futuro rey Carlos IV, le dió la posibilidad de estudiar las obras del maestro, e imprimió once grabados basados en sus pinturas, siendo la primera vez que se

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reproducía la obra del pintor sevillano, adoptando de él la técnica de incluirse a sí mismo en sus pinturas como en Las meninas.

Entre 1776 y 1780 realiza una nueva serie de cartones con episodios de la vida popular.El baile de los majos en los manzanares: La escena se sitúa a las afueras de Madrid, de forma que a la izquierda de la composición aparece silueteada la ciudad y a la derecha se enmarca un espacio rural, Goya busca intencionadamente la oposición entre lo urbano y lo rural. Por otra parte no dejó pasar la ocasión para rendir un homenaje al arquitecto Francisco Samatini, autor de la Iglesia de San Francisco el Grande recientemente concluida entonces y que, además en ese momento, era el director de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Goya decide en ese momento que su futuro era el de asentarse en la corte.

En la década de 1780 su carrera mejoró, ya que en 1780 fue finalmente aceptado en la Real Academia de San Fernando, convirtiéndose en director adjunto de pintura en 1785.

La riña en la venta nueva, Goya representa un grupo de caleseros (conductores de calesas), que descansando en esta venta habían iniciado una partida de cartas y al no estar de acuerdo con los resultados terminan en una pelea. Mientras ésta transcurre el ventero aprovecha el desconcierto para apropiarse del dinero de la partida. Goya nos está mostrando el pecado de la avaricia bajo el aspecto de una escena popular.

El bebedor es una obra destinada para situarse sobre una puerta, por lo que Goya utiliza una perspectiva con un punto de vista muy bajo Sotto in sú sobre todo en las dos figuras principales. En esta obra se ve a un hombre bebiendo vino de una bota a la catalana, mientras un muchacho más joven con un gallato come nabos. En uno de los primeros capítulos del Lazarillo de Tormes se recoge una escena en la que el pícaro aprovechándose de la ceguera de su amo substituye unas longanizas por nabos. Las figuras de la derecha sirven para equilibrar la composición. Indudablemente Goya se sirvió de este pasaje literario para recordar el pecado de la gula.

En 1786 fue nombrado pintor oficial de la corte con un sueldo de 15.000 reales anuales. Decora una cúpula de la basílica del pilar de zaragoza aunque el estilo colorista no es gustado y hace q se enfrente con su cuñada.

Goya simpatizaba con la Ilustración, cuyos miembros estaban en desacuerdo por principios con lo que representaba la corte y las desigualdades sociales del momento. Goya hace grabados criticando a la sociedad de su tiempo.

En el 1798 hace la capilla sixtina de Madrid. Goya utiliza un estilo en donde anticipa el impresionismo en la forma de trabajar y el expresionismo en los gestos de los personajes.Capta la familia real tal y cual era.

1810-1815: Fue uno de los cuadros de Goya (“Las majas en un balcon”)  el que indujo a pintar a Manet en “El balcon”  a un grupo de personas en un blancon y a explorar el contraste entre la luminosidad del aires libre y la sobre que diluye las figuras del interior. Pero, Manet llevo esa búsqueda mucho más lejos de lo que Goya lo había hecho  60 años antes que el.

Goya está harto de Fernando VII y se trasladó a Francia. Donde se concentraban todos sus amigos liberales exiliados. Allí pinta sus obras finales que anticipa el impresionismoÚltimo grabado: los toros de burdeo --> devoción del pintor por la fiesta nacional.

Las pinturas religiosas de Goya La pintura religiosa es una importantes faceta de la obra de Goya. Fue la primera que

desarrolló y, después, sería frecuente a lo largo de su producción, si bien disminuyó de forma notoria a partir de 1790. Goya pasó de plasmar una religiosidad convencional y popular a una religiosidad "ilustrada", más intimista y con imágenes de marcada emotividad, nada artificiosa y afectada.

De joven, hasta 1775, hizo Goya pequeños cuadros de devoción, destinados a una religiosidad popular, dentro de una estética tardobarroca y rococó, pero también decoró grandes conjuntos murales que revelan sus dotes artísticas y compositivas; así, el fresco de la "Adoración del Nombre de Dios"(1771-1772), en la bóveda del Coreto del Pilar, o las escenas

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de la Vida de la Virgen en la iglesia de la cartuja de Aula Dei (1772-1774), todo ello en Zaragoza.La decoración de la cúpula "Regina Martyrum" (1780-1781) de la basílica del Pilar consagró ya a Goya como gran pintor. La culminación de su producción religioso-decorativa fue la pintura (1798) de la cúpula de la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid, que representa un milagro del santo franciscano, en el que las gentes, tipos populares, se presentan conformando una unidad escénica y expresiva.

Siguió el neoclasicismo, pero con gran personalidad, en lienzos como el "Cristo Crucificado" (1780), que le valió el nombramiento de académico de San Fernando, o en los tres que pintó (1787) para la iglesia del monasterio de Santa Ana (Valladolid). Pronto lo abandonó, por ser estética contraria a su temperamento y a su concepción de la pintura y el arte.

Tras la Guerra de la Independencia abordó de nuevo el tema religioso, con cuadros sobresalientes de gran formato, como el de las "Santas Justa y Rufina"(1817) de la catedral de Sevilla, o la emotiva y sobrecogedora "Última Comunión de San José de Calasanz"(1819), obra cumbre de la pintura religiosa de los siglos XIX y XX

Gracias a este conjunto de obras, el Museo del Prado puede mostrar la evolución de la pintura religiosa de Goya en ejemplos de la máxima calidad, de la técnica y de la invención, desde el estilo primero de la Santa Bárbara, marcado aún por los conceptos de la pintura barroca italiana, pasando por otros caracterizados por la belleza ideal imperante durante el Neoclasicismo, como Tobías y el ángel o La Sagrada familia con la que forma pareja, hasta la expresividad prerromántica y moderna del San Juan Bautista niño en el desierto. Asimismo, se demuestra que el pintor aragonés afrontó el tema religioso desde la misma perspectiva ilustrada que caracteriza al resto de su obra, sometiendo la expresión humana a un proceso de racionalización que elimina el sentimentalismo de otros artistas contemporáneos. Como anota Yriarte (1867, p. 4), Goya “no recurre a la dulce emoción ni a la piedad más dulce todavía”, sino que apela a la sensibilidad del fiel desde un punto de vista más intelectual. Su innata originalidad chocó en ciertas ocasiones con la visión tradicionalista y convencional de sus patronos, como le sucedió con el encargo de la cúpula de la basílica del Pilar de Zaragoza, ya que Goya efectúa, también en su pintura religiosa, una profunda reflexión personal sobre cada tema, analizando los hechos religiosos y los sentimientos humanos con un naturalismo nuevo que invade de veracidad toda la composición, aunque se trate de santos y de figuras divinas o asuntos milagrosos.

______El lienzo Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío de Madrides

uno de los más altos logros de la pintura española y, probablemente, uno de los hitos también de la pintura universal. Sin duda, además de sus excelencias artísticas, puede ser considerado uno de los cuadros de temática histórica más dramáticos de toda la historia del arte.

La intensa pasión que inspira la composición consiguió que este lienzo de Goya fuese más que un recordatorio de un hecho concreto, y mucho más también que una simple arenga o un manifiesto fruto del fervor patriótico del autor. El pintor, llevado por la intensidad dramática de los hechos que narra, supo expresar en toda su violencia, aunque con sobriedad y eficacia extremas, la crueldad inexorable del hombre para el hombre y a la vez su exasperado y rebelde deseo de libertad.

Pero el acierto de la obra no radica sólo en su significación, sino también en su extraordinario sentido de la anticipación. En ella, Goya supo destilar lo más personal de su técnica, que desemboca en un lenguaje plástico de fuerza desconocida hasta el momento y abre las puertas (aún a principios del siglo XIX) al expresionismo más actual.

Se sabe que Goya observó estos cruentos episodios desde su quinta y que tomó apuntes la misma noche en que acontecieron los hechos, de donde proviene el extraordinario realismo de su pintura y su profunda sinceridad

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Antes de que Fernando VII regresara a España el 14 de marzo de 1814 una vez terminada la guerra contra las fuerzas de Napoleón, Goya se había dirigido a la Regencia manifestando “su deseo de perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa”. Es posible que para entonces ya hubiera pintado los cuadros que componen la posible serie, de la que solamente se conservan dos: El dos de mayo de 1808, también conocido como La carga de los mamelucos, y Los Fusilamientos de la Moncloa. Son dos cuadros de gran tamaño.

El día 2 de mayo de 1808 se produjo en Madrid un levantamiento popular tiempo atrás larvado desde la entrada de las tropas francesas en territorio hispano. Surgen cabecillas improvisados y se buscan armas pues las únicas de que disponen son cuchillos o navajas. El general francés Murat, con mamelucos y lancerosnapoleónicos, se enfrenta brutalmente a esa muchedumbre. Murat firmó esa misma tarde un decreto para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en las manos. La represión que siguió al día siguiente fue terrible. En los campos de La Moncloa se fusiló a centenares de patriotas. Esa escena será también recogida por Goya en Los fusilamientos de la Moncloa.

Goya da un giro importante a su pintura al realizar estos cuadros. La visión que Goya tiene de la guerra es absolutamente moderna y novedosa. Los que sufren la guerra son hombres y mujeres anónimos, que padecen y mueren en medio del horror. Goya quiere denunciar la tragedia del enfrentamiento, independientemente de quienes los cometan. Por eso su pintura se aleja cada vez más de una visión particularista del hecho para hacer una denuncia más universal. Esta idea ya se aprecia en Los desastres de la guerra, serie de grabados que había comenzado en 1810.

EL ESTILO DE GOYA → La factura de su pincelada es de una libertad total y dominio completo de la materia,

aunque con los años tendió a ser amplia, larga, suelta y expresiva. Las texturas van desde el aspecto liso de los cartones hasta el rugoso de las pinturas negras. Dibuja con rapidez, sugiriendo por medio de trazos, o insiste en los contornos por medio de líneas marcadas. Llegó a utilizar gruesos empastes, modelando la pintura a veces con los dedos o la espátula. En sus cuadros son el color y la pasta los elementos dominantes. Pasa de los tonos suaves y luminosos de sus cartones, a obras más contrastadas con colores fuertes; en las pinturas negras su gama se redujo a ocres, negros y marrones, alno color.

Goya empleó procedimientos de composiciones diferentes desde una ordenación geométrica conforme a triángulos, cuadrados, hasta la libertad compositiva, aunque no caótica ya que siempre hay líneas rectoras en la estructura del cuadro.

Centra su atención en la figura humana y el marco ambiental le interesa menos. En sus obras percibimos la vida del pueblo, como elemento político, y la agitación de las masas. Goya representa la verdad, y no se detiene ante lo más horrible: pintó lo bello con delicadeza exquisita, pero supo también destacar lo feo, terrible y monstruos. Cultivó muchos temas: religiosos, populares, retratos,...

Su pintura pasa del idealismo de los cartones al expresionismo de las pinturas negras. Su obra abre las puertas de muchos movimientos del XIX y en parte del XX, anuncia el impresionismo (La lechera de Burdeos), el expresionismo (pinturas negras) y el surrealismo (Los Caprichos).