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1 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereisJuan 13:17 La idea para este devocional provino del 23 de septiembre por la noche, leyendo el famoso volumen de Charles Spurgeon “Mañana y Noche Su tema era sobre el peligro de colocar mal el “si.” Este es el párrafo inicial de Spurgeon: Un cierto hombre tenía un hijo poseído por el demonio, quien era afligido con un espíritu inmundo. El padre, habiendo visto la inutilidad de los esfuerzos de los discípulos para sanar a su hijo, tenía poca o ninguna fe en Cristo, y por tanto, cuando se le pidió traer a su hijo, él le dijo a Jesús “Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos. Ahora, había un ‘si’ en la petición, pero el pobre padre tembloroso, había puesto el ‘si’ en el lugar equivocado. Por tanto, Jesucristo, sin ordenarle que se retractara del ‘si’ bondadosamente lo puso en su legítima posición. ‘En verdad’ él pareció decir, ‘¡no debe haber ningún ‘si’ acerca de mi poder, ni tampoco acerca de mi voluntad, el ‘si’ se encuentra en algún otro lugar’”. (Para conocer la historia bíblica completa, leer Marcos 9:14-29) En el idioma español, hay una gran diferencia entre el uso de la palabra “si” (condicional) y “sí” (afirmación). Con frecuencia, utilizamos la palabra “si” en una petición al Señor que en realidad expresa nuestra falta de fe, confianza y dependencia en él. Es inherente que la palabra misma expresa la idea de duda. Duda y fe son dos palabras totalmente opuestas una a la otra. Miren un ejemplo bíblico: “Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. (Juan 10:25) Compárenlo con algunas expresiones que pudieran oírse hoy: “Señor, si realmente me amas, no te llevarás a mi esposa. “Señor, si puedes ayudarme con este problema, hazlo ahora. “Señor, si puedes hacer que tenga éxito, ayúdame a no fracasar. Si eres una persona que ha recibido a Cristo como Señor y salvador, ninguno de los temas anteriores están en duda. El Señor sí te ama, está ayudándote y está trabajando para hacerte espiritualmente exitoso. La soberanía de Dios…empleando el poder de Dios…obrando conforme al propósito de Dios…llevando a cabo el plan de Dios, está más allá del uso de la palabra “si.” Sí sucederá. Con seguridad. Hay sin embargo, un uso legítimo de la palabra “si” que encontramos decenas de veces en la Biblia. En estos casos, el “si” no esta ligado al Señor, sino a nosotros. Busquemos Grandes Palabras del Evangelio Si

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“Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” Juan 13:17

La idea para este devocional provino del 23 de septiembre por la noche, leyendo el famoso volumen de Charles Spurgeon “Mañana y Noche” Su tema era sobre el peligro de colocar mal el “si.” Este es el párrafo inicial de Spurgeon:

Un cierto hombre tenía un hijo poseído por el demonio, quien era afligido con un espíritu inmundo. El padre, habiendo visto la inutilidad de los esfuerzos de los discípulos para sanar a su hijo, tenía poca o ninguna fe en Cristo, y por tanto, cuando se le pidió traer a su hijo, él le dijo a Jesús “Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos”. Ahora, había un ‘si’ en la petición, pero el pobre padre tembloroso, había puesto el ‘si’ en el lugar equivocado. Por tanto, Jesucristo, sin ordenarle que se retractara del ‘si’ bondadosamente lo puso en su legítima posición. ‘En verdad’ él pareció decir, ‘¡no debe haber ningún ‘si’ acerca de mi poder, ni tampoco acerca de mi voluntad, el ‘si’ se encuentra en algún otro lugar’”.

(Para conocer la historia bíblica completa, leer Marcos 9:14-29)

En el idioma español, hay una gran diferencia entre el uso de la palabra “si” (condicional) y “sí” (afirmación).

Con frecuencia, utilizamos la palabra “si” en una petición al Señor que en realidad expresa nuestra falta de fe, confianza y dependencia en él. Es inherente que la palabra misma expresa la idea de duda. Duda y fe son dos palabras totalmente opuestas una a la otra.

Miren un ejemplo bíblico:

“Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente”. (Juan 10:25)

Compárenlo con algunas expresiones que pudieran oírse hoy:

“Señor, si realmente me amas, no te llevarás a mi esposa”.

“Señor, si puedes ayudarme con este problema, hazlo ahora”.

“Señor, si puedes hacer que tenga éxito, ayúdame a no fracasar”.

Si eres una persona que ha recibido a Cristo como Señor y salvador, ninguno de los temas anteriores están en duda. El Señor sí te ama, está ayudándote y está trabajando para hacerte espiritualmente exitoso. La soberanía de Dios…empleando el poder de Dios…obrando conforme al propósito de Dios…llevando a cabo el plan de Dios, está más allá del uso de la palabra “si.” Sí sucederá. Con seguridad.

Hay sin embargo, un uso legítimo de la palabra “si” que encontramos decenas de veces en la Biblia. En estos casos, el “si” no esta ligado al Señor, sino a nosotros. Busquemos

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más adelante en la Palabra de Dios, algunos usos legítimos de la palabra “si” que debemos considerar para nuestra vida espiritual. Cada punto introducido por la palabra “si” acarrea consecuencias para nuestra vida espiritual.

Si confesamos (1ª parte)

“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. (Romanos 10:9)

Éste es el evangelio. Esta es la forma en la que comienza la vida espiritual en una persona que, hasta ese momento, había estado espiritualmente muerta en sus pecados. Hay otras dos palabras y frases que usa la Biblia para describir esta nueva vida que viene a través del evangelio. Jesús le dijo a Nicodemo, “Os es necesario nacer de nuevo”. (Juan 3:7). Al carcelero en Filipos, Pablo y Silas le dijeron, “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa”. (Hechos 16:31). Juan escribe en el primer capítulo de su evangelio, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. (Juan 1:12)

Ésta es una confesión única. Es su confesión de creer y confiar solo en Jesucristo para su salvación. En ese momento ustedes tuvieron vida en Cristo.

Si confesamos (2ª parte)

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9)

Su confesión para salvación (1ª parte) es un evento único que produce la vida espiritual. Puesto que continuamos pecando después de ser salvos, esta confesión (2ª parte) de nuestro pecado es un acción espiritual continua.

El tiempo de los verbos griegos en 1 Juan 1:9 expresa una acción constante y permanente: Si continuamos confesando nuestros pecados, Dios continúa siendo fiel y justo, y continúa perdonando nuestros pecados, y continúa limpiándonos de toda maldad.

El pecado no confesado causa estragos en nuestra vida espiritual en varios niveles. Primero, el pecado sin confesar casi siempre significa que no estamos tomando en serio la gravedad del pecado. Si llegas al final de un día y no puedes enlistar un número específico de pecados para confesar, tú necesitas enfrentarte al hecho de que el pecado es algo que no está a la altura de las perfectas normas de Dios. La disciplina de la confesión continua, desarrolla en nosotros la actitud de considerar el pecado con seriedad.

Segundo, el pecado no confesado, contrista y apaga el Espíritu Santo de Dios. Cuando disminuye la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, nos encontramos en una zona de peligro espiritual.

No perdamos de vista el impacto positivo de esta confesión del pecado. El Señor promete perdonarnos y limpiarnos de toda maldad si confesamos nuestros pecados.

Si retenemos la Palabra

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“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano”. (1 Corintios 15:1-2)

Es imposible subestimar la importancia de la Palabra de Dios en nuestras vidas. La Palabra de Dios nos hace sabios para la salvación. La Palabra de Dios, fue inspirada por Dios, y es útil para instruir, refutar, corregir y enseñarnos a vivir una vida justa, a fin de que podamos ser equipados para toda buena obra. La Palabra de Dios es la espada del Espíritu, haciéndola una parte muy importante de la armadura espiritual que se nos proporciona para luchar contra el diablo.

Lean, estudien, memoricen, y mediten sobre la Palabra de Dios. Fíjenla en su mente, y guárdenla en su corazón. ¡Retengan la Palabra del Señor! La Palabra de Dios nos es dada para nuestra protección espiritual y como un medio para el continuo crecimiento en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Está ligada a nuestra efectividad y productividad de vivir para nuestro Señor.

Si seguimos a Jesús

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. (Mateo 16:24)

Este es un verso tan fuerte, que describe el señorío como lo verán en el Nuevo Testamento. Los términos para seguir a Jesús son enunciados en un lenguaje sencillo y directo. No debemos suavizarlos ni espiritualizarlos.

La autonegación va en contra del espíritu mismo de nuestra era. Hay cerca de 400 palabras en el diccionario que comienzan con la palabra “auto.” La mayoría de ellas promueven y exaltan el ‘yo’. Algunas de las más comunes que escuchamos son: autoestima, autosuficiencia, autodecisión, autodependencia, autonomía, autocompasión, etc. Es como si en el “auto” fuera el lugar donde encontráramos las soluciones a esos problemas que estamos enfrentando. La Biblia dice lo opuesto. El “auto” (yo) no es la solución; el ‘yo’ es el problema que causa muchas de las situaciones que estamos enfrentando. Es para nuestra propia madurez y beneficio espiritual, que Jesús nos dice que no nos auto-exaltemos, sino que nos neguemos a nosotros mismos.

Juan el Bautista entendió este principio bíblico cuando oró, “Es necesario que él [Jesús] crezca, pero que yo [él mismo] mengüe”. (Juan 3:30).

Tomen en serio los “si” que la Biblia pone ante nosotros; éstos nos llaman a la acción espiritual.

Si confesamos que Jesús es el Señor, seremos salvos.

Si confesamos nuestros pecados, seremos perdonados y tendremos poder espiritual en nuestras vidas.

Si retenemos la Palabra de Dios, estaremos espiritualmente protegidos y continuaremos creciendo en el Señor.

Si seguimos a Jesús, nos auto-negaremos y promoveremos a Jesús.

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Si lo hacemos, seremos personas bendecidas. Jesús lo prometió: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”. (Juan 13:17) Pastor Jim Engle

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