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HISTORIA SOCIAL GENERAL FICHA No. 2 El arco de la diferencia Familia y relaciones sociales en los inicios de la humanidad 1 Gabriela Gresores I. Introducción 1. Las primeras divisiones del trabajo Desde hace ya mucho tiempo los estudios arqueológicos confirman que durante la etapa más larga de su existencia la humanidad no conoció las relaciones de clase, la explotación, ni las luchas vinculadas a que una parte minoritaria de la sociedad se apropiara del trabajo de la otra parte. Esto fue así en los orígenes de la humanidad y se mantuvo durante miles de años. En este trabajo trataremos de sintetizar los monumentales procesos que cambiaron esta situación hace más de 30.000 años, aunque no debemos olvidar que el largo camino de la sociedad sin clases a las sociedades de explotación tuvo cronologías muy diferentes y que todavía muy entrado el siglo XX se encontraban pueblos que resistían los embates de la “modernidad” y mantenían sus formas ancestrales de organización social en África, América y Oceanía. Que no existieran diferencias de clase ¿quiere decir que no había diferencias entre las personas? Seguramente las había: la variedad, la diferencia, es parte de la naturaleza y los hombres reconocieron y simbolizaron aquellas que les resultaron significativas. Es notorio que los más diversos pueblos reconocieron y simbolizaron las diferencias de género y edad; reconocimiento que remite a los roles que los diferentes sujetos ocupaban en la supervivencia material del grupo: la división social del trabajo; roles estables, repetidos generación tras generación a través de la enseñanza. 2 En la medida en que los primeros hombres adquirían experiencia, la práctica y la reflexión sobre la práctica -como preparación para nuevas acciones- destiló imágenes del mundo -ideología- como materia prima del “tejido social” en formación. Las primeras diferencias, fuertemente ancladas en la matriz biológica (sexo y edad) fueron registradas, jerarquizadas y 1 Este trabajo es una síntesis de los teóricos dictados en las cátedras de Historia Social General (UBA) e Introducción a la Historia de las Sociedades (UNSA) por Gabriela Gresores y Claudio Spiguel. Quiero destacar el trabajo de Claudio cuyas palabras se confunden con las mías, aunque por supuesto lo libero de cualquier responsabiliad sobre el resultado final. Agradezco el esforzado trabajo de Liliana Hurtado, Ana Laura Sofía y Eduardo Giriboni en la corrección de los distintos borradores, los cuales todavía requerirán un arduo y generoso trabajo de compañeros y estudiantes para lograr una síntesis completa y razonable. 2 Entre las características particulares de la especie se encuentra la unidad entre pensamiento, acción y transformación. Esta unidad genera productos que son a la vez materiales y mentales. La dimensión “mental”, inmaterial, es a su vez compleja y alberga tres formas de conocimiento: los contenidos formales (qué es, cómo es, para que sirve, etc.); emocionales (resonancias, de origen fundamentalmente corporal); y los valores, (con qué signo y jerarquía se inserta ese objeto en la visión del mundo).

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HISTORIA SOCIAL GENERAL

FICHA No. 2

El arco de la diferencia

Familia y relaciones sociales en los inicios de la humanidad1

Gabriela Gresores

I. Introducción

1. Las primeras divisiones del trabajo

Desde hace ya mucho tiempo los estudios arqueológicos confirman que durante la etapa

más larga de su existencia la humanidad no conoció las relaciones de clase, la explotación, ni las

luchas vinculadas a que una parte minoritaria de la sociedad se apropiara del trabajo de la otra

parte. Esto fue así en los orígenes de la humanidad y se mantuvo durante miles de años. En este

trabajo trataremos de sintetizar los monumentales procesos que cambiaron esta situación hace

más de 30.000 años, aunque no debemos olvidar que el largo camino de la sociedad sin clases a

las sociedades de explotación tuvo cronologías muy diferentes y que todavía muy entrado el

siglo XX se encontraban pueblos que resistían los embates de la “modernidad” y mantenían sus

formas ancestrales de organización social en África, América y Oceanía.

Que no existieran diferencias de clase ¿quiere decir que no había diferencias entre las

personas? Seguramente las había: la variedad, la diferencia, es parte de la naturaleza y los

hombres reconocieron y simbolizaron aquellas que les resultaron significativas. Es notorio que

los más diversos pueblos reconocieron y simbolizaron las diferencias de género y edad;

reconocimiento que remite a los roles que los diferentes sujetos ocupaban en la supervivencia

material del grupo: la división social del trabajo; roles estables, repetidos generación tras

generación a través de la enseñanza.2

En la medida en que los primeros hombres adquirían experiencia, la práctica y la

reflexión sobre la práctica -como preparación para nuevas acciones- destiló imágenes del mundo

-ideología- como materia prima del “tejido social” en formación. Las primeras diferencias,

fuertemente ancladas en la matriz biológica (sexo y edad) fueron registradas, jerarquizadas y

1 Este trabajo es una síntesis de los teóricos dictados en las cátedras de Historia Social General (UBA) e

Introducción a la Historia de las Sociedades (UNSA) por Gabriela Gresores y Claudio Spiguel. Quiero

destacar el trabajo de Claudio cuyas palabras se confunden con las mías, aunque por supuesto lo libero de

cualquier responsabiliad sobre el resultado final. Agradezco el esforzado trabajo de Liliana Hurtado, Ana

Laura Sofía y Eduardo Giriboni en la corrección de los distintos borradores, los cuales todavía requerirán

un arduo y generoso trabajo de compañeros y estudiantes para lograr una síntesis completa y razonable. 2 Entre las características particulares de la especie se encuentra la unidad entre pensamiento, acción y

transformación. Esta unidad genera productos que son a la vez materiales y mentales. La dimensión

“mental”, inmaterial, es a su vez compleja y alberga tres formas de conocimiento: los contenidos formales

(qué es, cómo es, para que sirve, etc.); emocionales (resonancias, de origen fundamentalmente corporal);

y los valores, (con qué signo y jerarquía se inserta ese objeto en la visión del mundo).

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simbolizadas y además ritualizadas para hacerlas sistemáticas y transmisibles mediante las

prácticas educativas propias de cada grupo.3

Sobre esta urdimbre se fue tejiendo el complejo mundo de relaciones de los individuos

entre sí dentro del grupo, de un grupo con otros grupos, de los diferentes grupos con el mundo

de la naturaleza y también con los mundos supranaturales. Estas construcciones culturales se

hicieron cada vez más complejas y completas y operaron de manera cada vez menos directa

frente a las condiciones cotidianas de la existencia y constituyeron una dimensión social

fundamental alejada del orden natural.

En este terreno nos interesa destacar algunas notas de los procesos de diferenciación

social:

a) Son procesos originales y a la vez permanentes. Se iniciaron con los orígenes de la

especie y continuaron definiéndose y redefiniéndose hasta el presente.

b) Se trata de procesos universales, con enormes variaciones culturales, pero en todos

los casos se verifican caracteres esenciales comunes (división sobre la base de género y edad).

c) Los inicios en la vida social y los problemas que se plantearon en la relación

hombre-naturaleza merecieron respuestas comparables entre diferentes grupos, algunos muy

distantes en tiempo y en espacio. Estas primeras formas de registro, simbolización,

jerarquización, ritualización y transmisión de valores distinguían a las personas más

importantes, tenían mayor poder de decisión, recibían la mejor alimentación, etc., dentro de una

comunidad. Las ideas acerca de estas divisiones sociales se mantuvieron como divisiones

sociales esenciales pero adquirieron una creciente autonomía frente a las necesidades materiales.

Sin embargo, el desarrollo tecnológico y el grado de dominio del hombre por sobre las

determinaciones naturales, pone en cuestión la base misma de estas diferencias en la vida actual:

la fuerza física de los hombres, por ejemplo, no es hoy una cualidad fundamental para la

supervivencia; así como gran parte de las funciones que asumían las mujeres hoy pueden

redistribuirse. Hoy, las mismas diferencias de género que ya aparecían en las primeras

civilizaciones, no cumplen la misma función y su permanencia, que muchas veces las hace

parecer como “naturales”, no es más que un artificio para sostener las relaciones de opresión y

lograr una enorme masa de trabajo gratuito, como es el trabajo doméstico que aún hoy sigue

fundamentalmente en manos de las mujeres.

2. Diferentes diferencias

En los inicios de la Antropología científica la historia de la humanidad se agrupó en dos

grandes configuraciones: las sociedades donde la producción de la vida se realizaba por medio

de la cooperación (todos los individuos de un grupo cooperan para subvenir a las necesidades

del conjunto) y aquellas donde un pequeños grupo vive del trabajo de las mayorías y al mismo

tiempo organiza la vida política, cultural, religiosa, en función de los intereses de dichas

minorías. Las distinciones dentro de caca sociedad, son un fenómeno permanente, pero sobre

estas, algunas sociedades le dieron forma a la cooperación y otras a la explotación. Pero

postularemos como hipótesis principal de este trabajo que los diversos sentidos de las

diferencias sociales no son reductibles a un solo tipo de diferencia.4

3 La visión totalizante e indiferenciada de las tareas, en un principio, es muy difícil de

comprender con nuestros ojos analíticos acostumbrados a separar los ámbitos de la vida entre

trabajo, vida espiritual, diversión, etc. ¿Cómo entender que la caza en los primeros tiempos era

tanto una tarea económica, mágica y lúdica pero también necesaria? 4 Y aquí se hace nuevamente necesario realizar otra digresión antropológica. Desde los inicios de la

antropología como ciencia se postuló, sobre la base de la división del trabajo, una gran distinción entre

sociedades de cooperación y sociedades de explotación. Sobre esta base Marx y Engels postularon que así

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Por eso nos parece fundamental proponer una elaboración teórica que permita dar

cuenta tanto de un elemento permanente, tal como es la diferencia, (en términos generales, la

diversidad entre diferentes individuos, lo que denota individualidad o tipos de personas

diferentes, lo que expresa la inagotable variedad del mundo), y al mismo tiempo, registrar tipos

de diferencias, sentidos diversos de estas diferencias y sus implicancias en la vida de los grupos.

Proponemos volver a estas elaboraciones teóricas que nos permitan explicar las diferencias

históricas para discutir con las elaboraciones post-modernas que hoy registran sólo la abigarrada

multiplicidad de los grupos sociales, y que apoyándose en esta constatación postulan que las

sociedades siempre fueron “desiguales” y “jerárquicas”; y pretenden discutir así las evidencias

de sociedades “igualitarias” (en el sentido de “sin explotación”). Que el hombre registre,

simbolice y valore de manera particular la diferencia en todas las sociedades no autoriza a

postular que lo propio del género humano es la explotación.

Por el contrario, podemos pensar que existen tipos de diferencias que pueden entenderse

dentro de un arco o un contínuum que puede contener, al mismo tiempo, elementos comunes

donde se destaquen los cambios sociales e históricos que permitan separar un tipo de diferencia

de otro y al mismo tiempo unir estas diferencias dentro de un arco complejo de relaciones

sociales y conformar así una sistematización de registros de características específicas

recortadas y simbolizadas como diferencia en una sociedad determinada.

En este arco de la diferencia ubicamos en un extremo el registro y la simbolización de

las diferencias materiales encarnadas en el género, la etapa vital, las habilidades diferentes, etc.,

y en el otro extremo, la explotación que se materializa cuando un grupo social vive del trabajo

productivo de otro grupo social. En posiciones intermedias ubicamos una gama de tipos de

diferenciaciones que se puede resumir de la siguiente forma:

1. la distinción. Se distinguen las diferencias más ligadas a la biología: sexo y edad en

función de las tareas. Se privilegia la igualdad y se procura, a través de formas más o menos

ritualizadas, que las diferencias se minimicen.

2. la desigualdad, es una orientación en las relaciones humanas basada en la asignación

a una determinada característica material de a) una valoración o una simbolización jerarquizada

como por ejemplo bueno, malo, más necesario, etc.; y b) determinadas consecuencias que

surgen de los derechos y las obligaciones.

3. la dominación, tiene lugar cuando el elemento que marca la diferencia es utilizado

como fundamento de sometimiento e implica un nivel de enajenación personal más elevado que

la desigualdad.

4. la explotación, cuando un grupo social se apropia de manera sistemática y

permanente del trabajo productivo de otro.

Las formas de relación diferenciada más complejas suponen la existencia de las más

simples y su desarrollo se desenvuelve en el tiempo. Así la explotación es la forma más

moderna y supone a todas las demás y las subsume. Pero a su vez hay que tener en cuenta que la

explotación no implica la suma de las anteriores sino una nueva síntesis.

como nada es eterno en la naturaleza, las clases sociales –y la explotación del hombre por el hombre, de la

que surgen esas clases- no había sido un fenomeno eterno sino histórico, que tuvo un origen, un desarrollo y

puede tener un final; asi como los hombres habían vivido decenas de miles de años bajo sociedades

cooperativas, que se habian luego transformado en otra cosa, la sociedad de clases también podía

desaparecer, transformarse en otro tipo de sociedad, sin clases.

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4

Estas maneras de tramitar la diferencia no son aleatorias sino que provienen de

configuraciones específicas de la sociedad: cada forma aparece y se desarrolla en determinados

marcos materiales y simbólicos que requieren también su explicación.

3. El núcleo de las relaciones sociales: las formas familiares

Históricamente muchos pueblos elaboraron maneras cada vez más complejas de vivir en

comunidad. En el siglo XIX, Federico Engels sintetizó el movimiento más general de lo que se

entiende como procesos civilizatorios con estas palabras: es el pasaje de grupos pequeños

nucleados por lazos “sanguíneos”, lo que llamaríamos de una manera muy laxa familias, a

grupos grandes y organizados en base a una “territorialidad”. Este derrotero implicó procesos

universales de producción y apropiación de lo que denominamos “medios de producción”. A

través de los tiempos el principal medio de producción fue la “tierra” y, por lo tanto, para el

estudio de las sociedades la ubicación social de la tierra es un elemento fundamental; en este

sentido podríamos destacar que tierra y lazos familiares son dos pilares inseparables de la

construcción de toda sociedad y, por lo tanto, indicadores privilegiados para su conocimiento.

En principio es interesante destacar que en los discursos sociales “la tierra” y “la

familia” suelen aparecer como elementos inmutables. Y por el contrario, el significado y la

configuración tanto de la relación del hombre “con la tierra” -como elemento básico de la

naturaleza- como las formas familiares como formas básicas de las relaciones de las personas

entre si, las relaciones sociales, son evidentemente formas históricas tan diferentes en la

actualidad con respecto a sus orígenes, que sólo podemos entender sus características haciendo

enormes esfuerzos por relativizar nuestras “verdades eternas”. De ahí la importancia actual del

conocimiento del pasado no sólo como conocimiento “en si”, lo que no es poco, sino

fundamentalmente para reconocer los procesos de constitución, reconstitución y redefinición de

los pilares de nuestra sociedad actual.

En esta exposición articulada sobre el arco de la diferencia incluimos una particular

reflexión sobre lo que conocemos como formas familiares. Justamente porque en el interior de

estas formas familiares los homínidos comenzaron un camino de diferenciación cualitativa del

resto de los animales hacia lo que hoy denominamos trama social. “La tolerancia recíproca entre

los machos adultos, desconocida en el mundo animal donde un solo macho domina la manada, y

la ausencia de celos constituyeron la primera condición para que pudieran formarse grupos

extensos y duraderos dentro de los cuales únicamente podían operarse la transformación del

animal en hombre”.5

Es de destacar los esfuerzos de síntesis teórica que realizaron tanto Marx y Engels -y

otros autores de su época- para comprender en profundidad las sociedades pasadas con los aún

pobrísimos conocimientos con los que se contaba en siglo XIX. Conocimientos lastrados de

preconceptos y mitos sobre la superioridad innata europea y lo eterno del sistema capitalista y

su cultura, de la familia burguesa, etc. De Engels tomamos la idea de que la relación con la

Naturaleza, -producción de bienes de uso- se encuentra siempre articulada con la producción del

propio hombre, su familia y sus relaciones sociales. El concibe esta relación como un camino

desde las formas más simples de producción, dentro de las que las relaciones sociales aparecen

determinadas de manera inmediata por las características de la especie humana y su

configuración grupal (diferencias de género, de etapa vital, de fortaleza, etc.) hacia una sociedad

donde la producción se hace cada vez más compleja en sus aspectos materiales y simbólicos y

las relaciones sociales se van volviendo territoriales: la dominación de determinados sectores

sociales sobre un espacio específico.

5 Engels, F., El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Planeta, Barcelona, 1992. P. 144.

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5

El libro de Federico Engels, “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”

retoma las investigaciones de un antropólogo, Charles Morgan, un estudio etnográfico sobre

poblaciones originarias de Norteamérica. Con esa información de base y un conocimiento

profundo de la historia del Viejo Mundo, Engels elabora una síntesis histórica de las primeras

formas sociales atendiendo a la vez al desarrollo de la producción de bienes de uso y de las

relaciones sociales. A partir de este material reflexiona sobre la ideología, los vínculos entre los

hombres y la cultura: la producción de hombres. En estos dos polos de relación (hombre-

naturaleza y producción de hombres) Engels marca un camino para pensar históricamente que

se origina en las relaciones puramente familiares -es decir, donde el hombre modifica la

naturaleza inserto en relaciones de “sangre” y dentro de configuraciones familiares- que hoy nos

resultan casi impensables, como el matrimonio por grupos consanguíneos

En el matrimonio por grupos todos los machos y todas las hembras podían mantener

relaciones sexuales y su descendencia era común, sin que rigieran leyes de incesto. Pero este

tipo de relación, tan próxima a las configuraciones de la horda de los primates superiores,

requirió de ciertas prohibiciones para regularizar la diferencia que convertía a estas “familias”

en únicas dentro del reino animal: el hecho de que los machos no compiten entre sí. Estas

primeras reglas se refieren a los hechos más importantes en la vida de los hombres, hechos de

los que además, entre los animales, sólo los hombres son concientes: la vida y la muerte, la

prohibición de matar a los miembros del propio grupo y la prohibición del incesto (regla

sexual). Estas primeras reglas sociales (que seguramente no fueron las únicas, pero sí las más

universales) implicaron un corte irreversible con las conductas animales. En la horda los machos

jóvenes debían matar a sus progenitores para pasar a ser los machos dominantes y así ganaban el

derecho de procrear con todas las hembras del grupo con las cuales los unían vínculos de

parentesco que hoy denominamos madres, hermanas, hijas, tías, primas y sobrinas.

La interdicción de matar dentro del grupo y la prohibición de procrear con algunas de

estas hembras acompañan los cambios en la producción, la necesidad de mayor cantidad de

brazos para producir, y también para defender los bienes del grupo: territorio, productos

almacenados y también mujeres y niños.6 Por lo tanto estos grupos consanguíneos tuvieron que

abrirse y conectarse entre sí y establecer relaciones combinadas, tanto consanguíneas como de

alianza (matrimonio) e ingresar así a las primeras formas de la política. Esto implicó que las

reglas de vida y muerte y de “matrimonio” pudieron extenderse a grupos más amplios. Aquí

debemos destacar otra constante histórica: la importancia que dan los hombres a las relaciones

de sangre, que se verifica en la configuración de parentescos que toman la forma de la

consanguinidad cuando ya la han perdido. Así se instituye un antepasado común, mítico, que

uniría a los hombres “como” lazos de sangre, cuando estos lazos ya no existen. A lo largo de

toda la historia los hombres recrearon lazos “como” de sangre, que les permitieran romper con

la consanguinidad sin perder su fortaleza simbólica. El parentesco sería entonces una

configuración social y política que toma la apariencia de consanguinidad para mantener una

cohesión, del orden de la “naturaleza”, que ha perdido en el camino de ganar fortaleza numérica.

Las reglas del parentesco se vuelven cada vez más sofisticadas e intrincadas y rigen la base de la

vida social aún cuando en la sociedad moderna se encuentran muy debilitadas.

La familia es una de las instituciones sociales más prestigiosa justamente por su

apariencia de configuración “natural”, sumada a la concepción de que el orden “natural” no

puede ser cuestionado. La familia constituye el vínculo primario, es el núcleo principal de la

reproducción de los hombres, a la vez biológica, pero también ideológica, en etapas tan

iniciales, que sus contenidos y sus formas parecen nuevamente del orden de la “naturaleza” y no

pueden ni deben ser cuestionados. Así se construyen desde la infancia estructuras de conductas

6 Resulta interesante constatar que tanto mujeres como niños ya desde las primeras épocas fueron botines

muy preciados. Las violaciones sistemáticas en las guerras más recientes y la apropiación de bebés por

parte de fuerzas represoras o invasoras es una constante que llega a la actualidad.

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conocidas como matriz de aprendizaje o habitus7, modelos de aprendizaje y de conducta tan

profundos y recurrentes que el estructuralismo en algún momento pensó que estaban impresos

en el código genético.

En el momento en que Marx y Engels procuraban comprender las fuerzas profundas que

reglaban la sociedad y sus transformaciones, la dilucidación de las relaciones entre las familias

y la sociedad de explotación aparecía como fundamental. Esta vinculación preocupaba

particularmente a los revolucionarios, porque era evidente el rol de las familias en el violento

disciplinamiento de la nueva fuerza de trabajo que necesitaba el sistema capitalista. El siglo

XIX es un momento especial en la conformación de la familia y lo que se denominó “aparatos

ideológicos del estado”.

4. Las relaciones sociales de producción

Entrelazadas con las relaciones familiares, primer núcleo de la constitución histórica del

hombre, (y al principio coincidiendo con ellas) aparecen otras relaciones sociales que pasan a

ser el fundamento de la sociedad, las relaciones sociales de producción. Las relaciones sociales

de producción son aquellas relaciones en las que entran los hombres, independientemente de su

voluntad, para reproducir sus vidas y sus necesidades. Para comprenderlas tenemos que

identificar las tres dimensiones principales de estas relaciones:

a) las relaciones de propiedad: estas relaciones se constituyen a través de la

disposición desigual de los medios de producción (la tierra, los instrumentos, las

maquinas), disposición a menudo cristalizada en derechos. Aunque en la actualidad

haya una idea muy clara de lo que es “propiedad” es importante recordar que como

todos los fenómenos sociales, la noción de “propiedad” es histórica y en cada

momento tuvo significados diferentes, confusos e incluso contradictorios. En las

primeras sociedades no había noción de propiedad, porque los medios de

producción (y casi todo, además) eran del conjunto del grupo, como era de todos no

era de nadie. Existía sí una idea de posesión frente a otros grupos que amenazaban

el acceso a los recursos. Sólo mediante procesos muy violentos las grandes

mayorías fueron perdiendo la posesión de sus medios de producción. En general son

procesos muy modernos vinculados con la industrialización. Sin embargo en la

medida en que la sociedad se fue dividiendo, especializando y aparecieron las

relaciones de explotación, las clases dominantes comenzaron a concentrar la

propiedad de algunos medios de producción particulares; estos procesos de posesión

y desposesión garantizaron un cierto tipo de relación en el trabajo. Las relaciones de

propiedad son, entonces, en el plano de las ideas y de las regulaciones establecidas

por el poder (la superestructura), la expresión de de las relaciones sociales de

producción, es decir, parte de la estructura económica de la sociedad. Por este

carácter de enlazar estos dos aspectos –estructura y superestructura- y por su

historicidad, el conocimiento de las relaciones de propiedad es una guía

invalorable para el estudio de las sociedades y la comprensión de sus diferencias.

b) La organización social del trabajo y las relaciones de los hombres en el proceso de

trabajo. ¿Quién dirige, quién es dirigido? ¿Cómo se produce: individualmente o

colectivamente? ¿Cómo producen: los siervos en el monasterio medieval o los

campesinos en su parcela individual? ¿Quién organiza? ¿Cooperamos entre nosotros

o no: producción pequeña, individual, aislada o producción social y colectiva?

¿Cómo es la organización social del trabajo en la sociedad capitalista? En la fábrica,

donde todos los procesos productivos interconectan a los productores entre sí. Por

7 Bourdieu, Pierre. El sentido práctico. Taurus, Madrid, 1991. p.104; Quiroga, Ana P. Matrices de

aprendizaje. Constitución del sujeto en el proceso de conocimiento. Ediciones Cinco. Buenos Aires.

1994.p.43

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otra parte en el seno de una misma relación social de producción cambia la

organización social del trabajo. Para el capitalismo no es la época de la

manufactura (de los obreros manuales y un patrón que compraba materia prima y

donde se hacen los productos con instrumentos manuales) que en la gran industria

maquinizada o en los monopolios modernos, donde a su vez el patrón ya no es el

patrón sino un ejecutivo a sueldo que opera por delegación de los propietarios. O

sea que va cambiando la organización social del trabajo y hay un proceso de

cambios en el seno de una relación de producción.

c) Las relaciones de distribución: aluden al reparto de la riqueza social entre las

diferentes clases que componen la sociedad. ¿Cómo eran las relaciones de

distribución en la etapa de la caza y la recolección? ¿Cómo eran en la comunidad

aldeana? ¿Y en la sociedades tributarias? ¿Cómo recibe el productor su trabajo

necesario en una sociedad con explotación? ¿Y cómo se apropia el apropiador del

trabajo excedente? ¿Cómo se apropia el esclavista? Se queda con todo lo que

produce el esclavo. ¿Y el esclavo cómo se apropia de su sustento? Es el esclavista

quien le da de comer para que no muera. ¿Cómo se apropia el campesino feudal?

Con lo que le queda de su parcela. ¿Y el terrateniente feudal? De la renta feudal que

obligatoriamente le paga el campesino, en trabajo y en producto. ¿Cómo se apropia

el obrero de la parte que le correspondería? A partir del salario, que paga el valor de

su fuerza de trabajo vendida, para que pueda reproducirla e ir a trabajar al día

siguiente, con el alimento de sus hijos, etc. Y ¿cómo se apropia el capitalista? Por

ser el dueño de los medios de producción (y de la fuerza de trabajo que le compró al

obrero) se apropia de lo producido y, al venderlo, en el mercado realiza la plusvalía,

ese valor adicional creado por el obrero en el proceso productivo, –adicional a lo

que el obrero recibe como retribución por la venta de su fuerza de trabajo- y no

retribuido por el capitalista.)

Las formas de la distribución tienen que ver con estos grandes tipos de relaciones de

producción, relativamente universales que podemos descubrir a lo largo de la historia, siempre

en correspondencia e interacción con un determinado grado de desarrollo de las fuerzas

productivas de la sociedad.

5. Los Modos de Producción

Las relaciones sociales de producción están unidas de manera compleja y contradictoria

con lo que Marx denomina fuerzas productivas. El concepto de “fuerzas productivas” alude a

los aspectos tecnológicos de una sociedad: qué se produce, cuánto, cómo, con qué instrumentos.

Sin embargo no tenemos que pensar la tecnología separada de los hombres. La principal

tecnología es la que conforman los mismos hombres que trabajan, cuántos son, cuáles son sus

conocimientos, qué instrumentos usan, cómo y para qué los usan. El bagaje intelectual de los

propios operarios, en especial el conjunto de “conocimientos prácticos” emanados de la labor

industrial constituyen una acumulación de tecnología importantísima. Esto se puede visualizar

comparando las diferencias de calidades de un mismo producto, de la misma marca, fabricado

en distintos lugares. Entre otras variables intervienen estos conocimientos adquiridos en la

práctica, como conocimientos tecnológicos; es decir los instrumentos y técnicas y las

capacidades humanas de los que los crean y utilizan, componen las fuerzas productivas de una

sociedad.

Las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas conforman lo que

llamamos “modos de producción”. El “Modo de Producción” es una estructura de

funcionamiento de la sociedad, alude a elementos combinados entre si que tienen una lógica de

funcionamiento en sí misma, pero que nunca aparecen aislados, puros como una estructura

absolutamente homogénea, siempre aparecen combinados con otros en la realidad en una

estructura mayor que conocemos como Formación Económico Social. Los modos de producción

son las estructuras comparables, universales que hay en formaciones sociales que son siempre

diferentes entre si. Decimos que los modos de producción son una abstracción científica, porque

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expresan un elemento real determinante en la organización socioeconómica, determinante de

realidades de larga duración. La sociedad cambia pero hay una relación básica que es

relativamente regular y determinante, y que si la descubrimos nos permitirá comenzar a

reconstruir todo lo concreto y particular de esta sociedad.

II. Las configuraciones históricas

Las sociedades igualitarias y las desigualdades

“Han pasado cerca de tres millones de años de evolución biológica y cultural. Al final

del Paleolítico, el Homo Sapiens Sapiens, última especie sobreviviente del género Homo, llegó

a fabricar todo tipo de utensilios muy finamente trabajados en piedra tallada, hueso, marfil,

cuerno y madera. Gracias a estos instrumentos, desarrolló modos de predación (recolección,

caza y pesca) especializados y diferenciados, adaptados a medios cada vez más variados y

extensos”.8

La prejuiciosa mirada del siglo XIX concebía “a los cazadores-recolectores como

sociedades fosilizadas, de salvajes primitivos que habían pasado inadvertidos y sin tener

conciencia del mundo moderno. Esto, desde luego, es un disparate. En términos biológicos, los

cazadores-recolectores eran tan modernos como los exploradores que los `descubrieron`; sólo

que se automantenían según un método antiguo… En la práctica, la economía de caza y

recolección no es una búsqueda incesante de comida, como han supuesto muchos antropólogos,

sino un sistema que permite disponer de mucho más tiempo libre del que se consigue en la

sociedad agrícola o en la industrial”9 Este tipo de organización casi desapareció, pero es

interesante recordar que ocupaban gran parte del planeta hasta el siglo XVIII.

“El análisis de muchos pueblos cazadores-recolectores revela que en el estilo de vida de

todos ellos hay semejanzas significativas, al parecer impuestas por su modo de vivir y, por

consiguiente, importantes para que nos formemos una idea sobre el carácter general de la vida

de nuestros antepasados”10

,

“Un grupo recolector se compone de unas 30 personas, cifra que ha dado en llamarse

uno de los “números mágicos” de la vida del cazador recolector. Toda la gente que caza y

recolecta en todo el mundo tiene como núcleo de su vida social y económica un grupo de este

tamaño. Parece ser la combinación óptima de adultos y niños para explotar los alimentos

vegetales y animales tan dispersos de los que viven; si el número es menor, la estructura social

se debilita; si es mayor, hay que aumentar el esfuerzo laboral para recoger lo suficiente para

todos.11

En el proceso de “hominización” en estos grupos, como ya señalamos, los machos no

compiten entre sí sino que cooperan. Un punto esencial para desarrollar la sociedad es el

ordenamiento de la actividad reproductora. Estos grupos/familias eran inicialmente

consanguíneos, ya que los intercambios sexuales se realizaban en el interior del grupo. Sin

embargo, tempranamente comenzaron a establecerse las primeras reglas sexuales. Si la sociedad

sólo es posible a partir de determinadas reglas de funcionamiento en común, (lo que los

integrantes del grupo pueden o deben hacer o les está prohibido. junto con las reglas sobre vida

y muerte, a quién se puede o se debe matar), las reglas de ordenamiento sexual (incesto) fueron

las más importantes. Las reglas del incesto aparecen en todos los grupos de cazadores-

recolectores que fueron estudiados por los etnólogos. Pero si lo universal es la prohibición del

incesto (algún tipo de prohibición sexual imprescriptible) la variedad de estas prohibiciones es

enorme, lo cual es la demostración más cabal de la separación del hombre de su condición

8 Revista Ciencias Humanas Nº 151. Paris. Julio 2004

9 Leakey, Richard E. La formación de la humanidad. Ed. Del Serbal, Barcelona 1981.p. 100

10 Leakey, Richard E. La formación de la humanidad, op. Cit. P. 111.

11 Leakey, Richard E. La formación de la humanidad. P. 104

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natural y su adaptación social, no biológica, a las condiciones de existencia que también va

configurando socialmente en interacción con la naturaleza. Y aunque frecuentemente las

personas tienden a elegir parejas más o menos estables, la variabilidad de quiénes son las

parejas elegibles es tan enorme que incluso, en casos extremos se separan aquellos que pueden

ser genitores (encargados de la reproducción sexual) de aquellos con quienes se convive. La

gran variabilidad en el emparejamiento y su relación con las condiciones concretas de existencia

muestra lo alejado que está el hombre de un modelo familiar “natural”.12

Las sociedades de cazadores-recolectores se rigen por la cooperación y la igualdad.

Marx y Engels denominaron el Modo de producción propio de estas primeras sociedades como

“Comunismo Primitivo” y aunque no es estrictamente un “Modo de Producción” ya que se basa

en la recolección, estas comunidades ya producen buena parte de su vida económica: producen

sus instrumentos de trabajo, elaboran sus alimentos, etc. Este modo de producción se basa

entonces en la cooperación y en el igualitarismo, acorde con un desarrollo tecnológico muy

sencillo y tareas indiferenciadas. Estos grupos reconocen las diferencias de género y edad, les

otorgan símbolos y rituales, tal como lo muestran estatuillas y pinturas rupestres, pero son

básicamente sociedades que se encuentran en el extremo más igualitario dentro del arco de la

diferencia. Y si en algunos pueblos comienzan relaciones de desigualdad en función de algún

atributo importante para la comunidad (el mejor cazador, el anciano más hábil, etc.) y estas

personas reciben algún reconocimiento (más alimento o mejor, por ejemplo), esta desigualdad

no suele permanecer.

“…entre prácticamente todos los pueblos recolectores, quienes recolectan la mayoría de

los alimentos vegetales son las mujeres, mientras que la mayor parte de la caza la aportan los

hombres. Hay excepciones, desde luego, como los aeta, de las Filipinas, cuyas mujeres

comparten la cacería con los hombres. Pero en la inmensa mayoría de los casos hay una división

sexual del trabajo”.13

Y esto es así, no tanto por incapacidad física de las mujeres, sino más bien

por su rol de cuidadoras de niños cuya presencia es incompatible con las exigencias de la caza.

Entre estos pueblos no suele haber diferencias jerárquicas entre hombres y mujeres. Cada uno

tiene sus atributos. Pero en el plano simbólico existen dos elementos de reconocimiento a la

femeneidad que luego se irán perdiendo: uno es el reconocimiento de la superioridad femenina

por ser la que tiene capacidad de reproducir la especie. Las primeras sociedades hicieron culto

de la fertilidad de la mujer y frecuentemente las deidades más importantes eran femeninas;

asimismo, en el matrimonio por grupos sólo se conocía quién era la madre de los niños, por lo

tanto eran las mujeres las que controlaban su descendencia y quienes transmitían la línea de

parentesco. Cuando la familia dejó de ser consanguínea se mantuvo mucho tiempo la

“matrilinealidad” (la transmisión de la adscripción familiar por vía materna) conservando una

cuota de relevancia política para las mujeres que transmitían así el “nombre” y la pertenencia a

la familia, sus bienes y sus costumbres.

Las mujeres de los pueblos de cazadores-recolectores tienen hijos cada 3 o 4 años

“…parece ser una respuesta biológica a la exigencia física de movilidad. Hay que transportar a

los chiquillos durante la recolección y para mudarse de un campamento viejo a otro nuevo. Sería

tarea muy ardua transportar dos niños y a la vez recolectar…Así pues, parece que todos los

12

A partir de diferentes ejemplos etnográficos, la antropóloga Susana Narotzky muestra cómo los lugares

que hoy asignamos al padre, como compañero de la madre y protector y educador de los hijos, pueden ser

tomados por otros hombres, como los hermanos de la madre, e incluso por mujeres en las familias de

diferentes pueblos. Narotzky, Susana. “El marido, el hermano y la mujer de la madre: algunas figuras del

padre”. En: Tubert, Silvia. Figuras del Padre. Madrid, Cátedra. 1997. 13

Leakey, Richard E. La formación de la humanidad, op. Cit. P. 105-6

Page 10: GRESORES_El Arco de La Diferencia

10

cazadores-recolectores del mundo entero han sabido encontrar el espaciamiento óptimo,

independientemente unos de otros”.14

Desde el punto de vista del desarrollo de las fuerzas productivas, estos grupos ya se han

separado de las formas animales. No sólo pueden aprovechar objetos de la naturaleza para

lograr sus fines (esto pueden hacerlo también otros mamíferos superiores), sino que pueden

construir sus instrumentos, perfeccionarlos y transmitir al grupo este conocimiento. Su

tecnología es muy sencilla (básicamente instrumentos de piedra trabajada, puntas, mazas, etc.)

pero justamente por eso desarrollan una gran habilidad en su utilización.

Los cazadores recolectores no suelen acumular comida. Tienen por lo general reglas

éticas muy férreas que los impulsan a compartir cuidadosamente el producto de su caza. “Así

como para la ética capitalista los elementos centrales son el provecho y la racionalidad, para la

conducta de la vida social en las sociedades recolectoras lo central es compartir…De todos

modos, este comportamiento no es automático; al igual que casi todos los modos humanos de

comportarse, hay que aprenderlo desde la infancia. Dice Richard Lee: `Todo niño nace con

capacidad para compartir y con capacidad para ser egoísta. ´Lo que en él se alimenta y se

desarrolla es lo que cada sociedad concreta considera como lo más valioso.”15

En síntesis: “De los diversos tipos de homínidos que vivían hace de dos a tres millones

de años, uno de ellos –la estirpe que llegó a ser la nuestra- ensanchó su base económica

mediante el reparto de la comida y la inclusión de más carne en su dieta. El desarrollo de una

economía de caza y recolección fue una fuerza potente de entre las que nos hicieron

humanos”16

.

Esos procesos económicos fueron acompañados por una intensa actividad creadora,

creadora de instrumentos para la caza, para la recolección. Aparece la cestería y, vinculada a

ella, la cerámica, se transforman las casas y los vestuarios, pero también de formas de registro

de sus pensamientos: las pinturas de las cavernas son buena muestra de toda una dimensión

ideológica, cultural, que en su mayor parte hoy desconocemos. Las pinturas nos permiten

entrever un mundo de creencias, pero también de enseñanzas, que nos vuelven a alertar sobre lo

imprescriptible de la función educativa en nuestra especie.

La revolución neolítica

La mayor parte de los pueblos del mundo adoptaron alguna forma de agricultura y

cambiaron su estilo de vida por otro nuevo hace unos 10.000 años. Este proceso tiene algunos

aspectos notorios:

1) La velocidad de la transición. “Durante tal vez dos millones de años, los antepasados

del hombre habían sido cazadores-recolectores nómadas. Luego, en un período de pocos

millares de años, la antigua forma de vida fue prácticamente abandonada”17

.

2) El crecimiento espectacular de la población que acompaña el proceso de

agriculturización

3) La universalidad e independencia de los procesos. En el estado actual de las

investigaciones, se citan generalmente seis núcleos. “El Núcleo del Cercano Oriente que se

constituyó en Siria-Palestina entre -10.000 y 9.000, donde fueron domesticados el trigo, la

cebada, las arvejas, las lentejas, el lino (…), las cabras, las ovejas, las vacas, los cerdos. El

Núcleo Centroamericano, al sur de México, donde a partir de -9.000 se domesticaron el maíz,

los porotos, los garbanzos y el algodón. El Núcleo Chino, que se edificó en China del Norte, en

14

Uno de los mecanismos para evitar el embarazo sería la costumbre de amamantar durante varios años a

los bebes, incluso cuando el flujo de leche ha cesado. Leakey, Richard E. La formación de la humanidad,

op. Cit. P. 106 15

Leakey, Richard E. La formación de la humanidad op. Cit. P. 109 16

Leakey, Richard E. La formación de la humanidad, op. Cit. P. 111 17

Leakey, Richard E. La formación de la humanidad Op. Cit. P. 205.

Page 11: GRESORES_El Arco de La Diferencia

11

las márgenes del Río Amarillo Medio y se extendió luego hacia el Noreste y el Sudeste entre -

8.000 y 6.000, donde fueron domesticados el arroz, el mijo, la soja, el ramio y, sin dudas, las

vacas, las gallinas y los cerdos. El Núcleo Neo Guineano que habría surgido en el corazón de

Papua Nueva Guinea hace 10.000 años donde fueron domesticados el taro y el cerdo; El Núcleo

Sudamericano que se desarrolló en los Andes hace 6000 años, donde fueron domesticados la

quinoa, la papa, los lupines, la llama, la alpaca… Finalmente, el Núcleo Norteamericano, que se

ubicó en la cuenca media del Mississipi entre -4.000 y el -1.800, donde se domesticaron la

cebada y el girasol. .. Durante los milenios siguientes, las agriculturas surgidas de estos núcleos

se propagaron, paso a paso, en todas direcciones, por diversas regiones del mundo, y formaron

así tres grandes áreas de difusión: un área indo-afro-europea surgida del Núcleo Cercano-

oriental, un área americana surgida del Núcleo Centroamericano y un Área Asiática, surgida del

núcleo chino. También formaron otras dos áreas, más reducidas, correspondientes a las regiones

ganadas por los cultivos de origen neoguineano y sudamericano. La agricultura de origen

norteamericano, que se constituyó tardíamente, no tuvo prácticamente tiempo de extenderse

antes de ser envuelta en el área de difusión de la agricultura centroamericana. En estas áreas de

difusión fueron domesticadas nuevas especies de plantas y animales. 18

Si bien hoy podemos saber con bastante certeza dónde, cuándo y cómo se produjo el

cambio, la pregunta por las “causas”, el por qué cambia es mucho más oscuro. No

desarrollaremos este punto pero mencionaremos que las teorías “difusionistas” en donde un

pueblo “genial” descubría la agricultura y la expandía por el mundo han sido completamente

impugnadas.

Por el contrario, los arqueólogos postularon muy diversas teorías sobre las “causas” a

partir de la interpretación de sus evidencias materiales. Podríamos sintetizar estas “causas” en

tres grandes grupos:

1) las explicaciones climáticas (calentamiento, enfriamiento, sequía, etc.)

2) las explicaciones demográficas (aumento de la población, disminución de la

población, etc.)

3) las explicaciones culturales y sociales. (desarrollo de las fuerzas productivas;

desarrollo de la densidad social, la cultura y la política).

Leakey concluye que no hay indicios suficientes como para apoyar una u otra teoría y

“es muy posible que la revolución agrícola fuera tan compleja e implicara tantos factores

distintos que ningún modelo sencillo pueda llegar a describirla”.19

Explica el pasaje no como un

cambio violento, sino como el pasaje de una recolección especializada a una selección cada vez

mayor, una recolección sistemática que permitió la sedentarización y de ahí a la domesticación

de los animales, la especialización de los oficiales (artesano, comercio) y una complejidad

cultural mucho mayor. Los hombres, con sus desplazamientos y migraciones, llevaron estos

conocimientos consigo al resto de las regiones. 20

Dar respuesta a estos interrogantes es muy complejo y requiere de recursos muy

sofisticados, y sin embargo el recurso más sofisticado se esteriliza si es utilizado en una

dirección errónea y por el contrario, los recursos más modestos pueden dejar sentados principios

muy eficaces para luego desarrollar investigaciones. Dentro del tema de la revolución neolítica

las preguntas sobre el cómo fue posible la revolución neolítica atrajeron grandes esfuerzos

explicativos.

En la bibliografía se analiza la concurrencia de diversos factores: el cambio en las

formas productivas, las consecuencias, en tanto generación de un excedente acompañado por

cambios en la organización social y en la cultura, en el lenguaje, en el pensamiento, etc. La

18

Lawrence Roudart y Marcel Mazoyer. El nacimiento de la Agricultura. Revista Ciencias Humanas Nº

151. Paris. Julio 2004 19

Leakey, Richard E. La formación de la humanidad, op. Cit. P. 111 20

Leakey, Richard E. La formación de la humanidad, op. Cit. P. 112.

Page 12: GRESORES_El Arco de La Diferencia

12

estructura social va moviéndose, experimentando cambios desde las características propias de la

sociedad de cazadores-recolectores. Este movimiento no sólo tiene que ver con características

técnico-económicas, sino obviamente, con las relaciones sociales: las relaciones igualitarias

sostenidas dentro del grupo sufren cambios. A propósito de ello, con la evidencia arqueológica

se pudo investigar hasta cierto punto cómo variaron esas formas de relación.

Sin embargo, a pesar de tantos esfuerzos, los arqueólogos vuelven una y otra vez sobre

las mismas líneas de interpretación. Estas líneas podrían agruparse en dos grandes corrientes: la

que plantea que estos procesos han sido revoluciones, cambios abruptos en tiempos breves; y la

corriente que plantea que han sido evoluciones, es decir, procesos muy lentos que por sucesión

o adición cuantitativa han dado un resultado de cambio. Por ejemplo, Leakey plantea que hay

una relación muy estrecha entre la recolección y la agricultura, ya que en sus inicios la

agricultura no sería más que una recolección especializada. Ahora bien, in extremis el resultado

es que esta recolección se va haciendo tan especializada que deja de ser recolección. Pero no

debemos tener en cuenta sólo ese fenómeno técnico-productivo, el desarrollo de nuevas fuerzas

productivas, también acontece el cambio social que implica que las pequeñas unidades

habitacionales de cazadores-recolectores se nucleen en grupos más amplios; el profundo

impacto de la sedentarización; el aumento de la población y otros cambios concomitantes. Esto

implica un cambio tal para la humanidad que ésta ya no vuelve más a ser como era. Quizá, la

dificultad para encontrar una respuesta a la pregunta por las causas de este monumental proceso

civilizatorio no radique solamente en la falta de indicios –como plantea Leakey-. Quizá radique

más bien en el tipo de preguntas; buscar una “causa” principal presente en todos aquellos

lugares donde el cambio se produjo de manera independiente. Quizá estas preguntas por las

“causas” sean tributarias de una forma de explicar la realidad que viene del positivismo del siglo

XIX, en donde se suponía que un estímulo material era el responsable de las transformaciones

sociales. Estas explicaciones se vinculan con concepciones mecanicistas, que entienden que un

fenómeno o un conjunto de elementos de la realidad no tienen un movimiento propio, sino que

hay algo exterior que los mueve.

Por el contrario, dada la velocidad y la universalidad del proceso de agriculturización,

da la impresión de que sería imposible encontrar un factor o una causa única En cambio,

encontramos elementos necesarios, elementos que estuvieron presentes en el cambio. El

carácter excepcional pero no único de estos procesos, desarrollados en pocos puntos del planeta,

distanciados entre sí en el tiempo y en el espacio descartan tanto las explicaciones vinculadas a

la mera casualidad (o causalidad azarosa) como también las de la necesidad estructural,

concebida como predeterminada y mecánica. Quizá frente a estas explicaciones arqueológicas,

los historiadores tengamos algo que decir, sobre todo en la inclusión de los procesos políticos

dentro del cambio social. Podríamos pensar que incluir en el análisis la acción de movimientos

en los grupos sociales o incluso en el rol de determinados liderazgos recogidos por las

tradiciones podría enriquecer las hipótesis explicativas también para los procesos civilizatorios.

Es preciso ver tendencias que no operan de modo mecánico pero tampoco surgen azarosamente:

en el plano económico no se puede concebir el abrirse paso de las nuevas técnicas separado de

su interacción con las relaciones sociales de producción: las antiguas, de la banda de cazadores

recolectores, que perpetúan lo antiguo, y las nuevas que surgen haciendo posible una

implantación y generalización de las nuevas técnicas. Y ese proceso no está predeterminado.

Depende en cada lugar de las vicisitudes de esa interacción dialéctica entre ambas dimensiones

del modo de producción. Sin las nuevas técnicas y su proceso de descubrimiento milenario, no

habría condición de posibilidad de los cambios; pero éstos sin transformación de las relaciones

sociales tampoco se efectivizarían. O se abre paso lo nuevo o perdura lo antiguo. Y aquí son

todas las dimensiones de la vida social y cultural las que intervienen en el curso del proceso.

Así estos procesos implicaron enormes cambios en todos los terrenos, no sólo

económicos, sino también sociales, como el sedentarismo que cambió para siempre la forma de

vivir de los seres humanos.

Page 13: GRESORES_El Arco de La Diferencia

13

Se desarrollaron de manera espectacular lo que conocemos como “fuerzas productivas”:

las formas de la vivienda, la concentración en aldeas y pueblos algunos verdaderamente

extensos, alfarería, la metalurgia, las formas de transporte, de riego, etc.

Con la agricultura aparecen las primeras formas de “propiedad” así como las “leyes”, el

“derecho”: quién tiene derecho a guardar tanto plantas como animales que antes podían ser

“recolectados y cazados” por diferentes grupos, cómo se repartirían estos bienes que ya no

podían ser consumidos en un solo acto (como en las sociedades de cazadores-recolectores), qué

reglas tendrían estos grupos que estaban creciendo para emparejarse y formar nuevos grupos.

Así aparecen nuevas formas familiares, la gens, las tribus. Grupos que ya no son consanguíneos,

que reconocen un antepasado común –generalmente mítico- y que tienen reglas para la

conformación de matrimonios (endogamia, exogamia), para establecer las leyes y los castigos.

Reglas de inclusión y exclusión de los grupos (los que tienen derecho y los que no lo tienen) y

también reglas para mantener dentro del grupo la riqueza obtenida mediante el trabajo y

mediante la guerra.

“Los cambios que se operaron en el hábitat -el mobiliario, las sepulturas y el arte-

testimonian la importancia de las transformaciones que tuvieron lugar en la organización y la

cultura de estas sociedades en esta época. Inclusive, si todo esto no puede captarse y describirse

de manera completa, no hay dudas de que los grupos domésticos convertidos en agricultores

obedecían a un mínimo de reglas sociales que permitían su propia reproducción así como la

reproducción proporcionada por la descendencia de las plantas cultivadas y los animales

domésticos de los cuales dependía su supervivencia.”21

. La organización de mitos cada vez más

complejos seguramente también jugaría su papel en este proceso.

“Otro cambio fundamental es la necesidad del cambio en el lenguaje, y por lo tanto, en

el pensamiento… Nada del nuevo modo de vida hubiera podido ser comprendido, transmitido y

perfeccionado sin el concurso de una lengua renovada, capaz de expresar las nuevas condiciones

materiales (hábitat, el medio, útiles, prácticas agrícolas) y sociales así como las ideas, las

representaciones, y las creencias correspondientes. Habría nacido entonces una nueva lengua

con la agricultura en este núcleo de origen y se habría expandido con ella, diferenciándose en

toda su área de extensión.”22

Engels destaca la importancia de este período, que con Marx denominaron la “barbarie”,

definida ya por la producción de alimentos, pero que además de la metalurgia, y en el

Mediterráneo, se desarrolla la metalurgia del hierro, que cambió para siempre la guerra y la

producción agrícola. Aunque la mayoría de los pueblos no conocieron el hierro, bronce, cobre,

oro y plata cumplieron un rol fundamental en el desarrollo de la vida productiva y también

simbólica. Tanto con el arado de punta de hierro, como con el hacha, la agricultura dio un salto

decisivo e interactuará con otros desarrollos sociales que terminarán subordinando a la aldea

neolítica a nuevas organizaciones sociales con explotación. Sin embargo, estos cambios se

producirán sólo donde las condiciones sociales sean favorables. Todavía en el siglo XVIII los

campesinos de la Gobernación de Paraguay utilizaban arados de hueso.

La agriculturización acentuó los procesos de diferenciación, desigualdad y se introduce

la dominación. La familia también se transforma y se desarrolla lo que Engels denomina

“familia sindiásmica”, separada ya de la “familia consanguínea”. “En esta etapa un hombre vive

con una mujer, pero de tal suerte que la poligamia y la infidelidad ocasional siguen siendo un

derecho para los hombres, aunque por causas económicas la poligamia se observa raramente; al

mismo tiempo, se exige la más estricta fidelidad a las mujeres mientras dure la vida común y su

adulterio se castiga cruelmente. Sin embargo, el vínculo conyugal se disuelve con facilidad por

una y otra parte, y después, como antes, los hijos sólo pertenecen a la madre”.23

Esta

descripción, con todas las precisiones que más de un siglo de etnografía hoy permiten hacer se

21

Lawrence Roudart y Marcel Mazoyer. El nacimiento de la Agricultura. Revista Ciencias Humanas Nº

151. Paris. Julio 2004 22

Lawrence Roudart y Marcel Mazoyer. El nacimiento de la Agricultura. Revista Ciencias Humanas Nº

151. Paris. Julio 2004 23

Engels p. 153.

Page 14: GRESORES_El Arco de La Diferencia

14

ajusta en reglas generales a la realidad, aunque con grandes variaciones de acuerdo a la

organización socioeconómica de cada grupo.

Engels señala dos características principales de todo este proceso; la generación de un

excedente y la creciente división del trabajo y la especialización. Así aparecen pueblos pastores

y agricultores, aparecen los artesanos y en los espacios entre estos grupos, aparecen ciertos

sujetos que se van a ir especializando en un tipo de intercambio que ya no va a ser el mero

regalo, sino que va a ir cumpliendo una función “necesaria” de redistribución de bienes entre

grupos que disponen excedentes de algunos bienes y carecen de otros. Estos sujetos son los

antecedentes de los mercaderes.

Junto con esta especialización comienza a recortarse también especializaciones políticas

y religiosas: lo que se denomina las “jefaturas”.

Marcelo Campagno precisa una cualidad determinante de todas las sociedades previas a

las relaciones de explotación: una estructura que es a la vez relación social de producción,

relación familiar ( y reproducción de la especie y cría) y relación “política” , (de organización

social, liderazgos y autoridad): “Existe un criterio cualitativo central para establecer la

especificidad de las sociedades que preexisten al mundo urbano y estatal: se trata de la

importancia decisiva del parentesco como práctica de la articulación social… Desde un punto de

vista político, el liderazgo en este tipo de sociedades suele definirse en función de la posición

generacional de los jefes, o bien, de la descendencia que los conecta de manera directa con el

ancestro fundador de la comunidad. Desde el punto de vista económico, las prácticas asociadas

a la circulación de bienes suelen ser de índole sensiblemente diversa si estas transacciones

tienen lugar entre parientes, entre quienes, en los términos del antropólogo Marshall Sahlins,

predominarán formas de reciprocidad generalizada o equilibrada, o entre individuos de

comunidades diferentes, entre quienes predominarán diversos modos de reciprocidad negativa.

Y, desde un punto de vista ideológico, la posición dominante del parentesco, puede advertirse

tanto en la creencia de que todo los integrantes actuales de la comunidad descienden de un

antepasado común como en la definición de los lazos que las entidades sobrenaturales (dioses,

héroes y otros personajes míticos) trazan entre sí o con la comunidad en término de relaciones

parentales.”24

.

Alvin Gouldner plantea que “El principio básico que organiza la trama social es la

norma moral de la reciprocidad: 1) la gente debe ayudar a quien le ha ayudado, 2) la gente no

debe perjudicar a quién le ha ayudado.25

Aunque algunos jefes prosperaron notoriamente en riquezas, poder y área de influencia,

en el seno de esas sociedades de jefatura, no existía la explotación a escala social y permanente.

Conocían sí las desigualdades, e incluso la dominación, pero no la explotación.

Por otra parte, la convivencia entre los grupos de agricultores y cazadores no se hizo sin

conflicto. “Fuera de los núcleos de origen, las más antiguas huellas observables de la agricultura

se sobreimprimen sin transición sobre las huellas de las actividades de las sociedades de

cazadores-recolectores anteriores: no se encontraron allí huellas de una transformación

progresiva de estas sociedades en sociedades de agricultores, lo que da a pensar que las áreas de

extensión de la agricultura neolítica fueron colonizadas por sociedades agrarias pioneras,

previamente constituidas...”.26

“Lo que cambió con la transición desde la caza y la recolección nómadas a la

agricultura sedentaria fue la naturaleza de la sociedad, no la naturaleza del hombre. Los

hombres son esencialmente seres culturales, capaces de responder de varias maneras diferentes

a las mismas circunstancias dominantes”27

. 24

Campagno, Marcelo. El origen de los primeros Estados. Eudeba 2007. p. 12 25

Citado en Campagno, Marcelo. El origin de los primeros Estados. Eudeba 2007. p. 10 26

Lawrence Roudart y Marcel Mazoyer. El nacimiento de la Agricultura. Revista Ciencias Humanas Nº

151. Paris. Julio 2004 27

Leakey, Richard E. La formación de la humanidad, op. Cit. P.242

Page 15: GRESORES_El Arco de La Diferencia

15

Procesos de Jerarquización y violencia

Frente al igualitarismo de la comunidad, lo propio del neolítico es el inicio de la

división social del trabajo, por encima de la espontánea división sexual y por edad previas.

Luego de “previas” punto. “Esta división del trabajo conduce, en un proceso -que acentuó la

desigualdad en las condiciones de incipiencia de la producción-, a la división de la sociedad en

clases sociales. Ya no sólo se registrarán las diferencias sino que las tareas masculinas van a

comenzar a valorarse más que las femeninas, los hombres comienzan a tener más derechos; hay

quienes van a reclamar ciertos derechos por encima de los otros. Sin embargo, como ya vimos,

esta desigualdad todavía se regula en el interior de la comunidad; aún los “inferiores” siguen

teniendo derechos y los “poderosos” tienen un poder provisorio, funcional, revocable y no

transmisible por medio de la herencia. Incluso los bienes que empiezan a pasar de una

generación a otra dentro de la familia no pueden ser acumulados en demasía ya que estas

comunidades tienen mecanismos de redistribución para restaurar el equilibrio.

Estos procesos distaron mucho de ser idílicos; estuvieron signados por el conflicto y la

disputa y hasta la guerra. Pero es importante estar alerta sobre las explicaciones que naturalizan

los procesos sociales, por ejemplo, las explicaciones eternizantes y metafísicas sobre la

jerarquización y su concomitante, la violencia. En la medida en que se acumulan bienes y se

afiancen elementos de la propiedad individual el conflicto deja de ser ya por la defensa de un

territorio de la comunidad. Cambia de calidad, se tratará de la violencia para dominar a otros; se

desarrollará un nuevo tipo de violencia, que en este caso se dirige a dominar y a conseguir

sustento sin hacer trabajo productivo.

Hay algunos autores como Konrad Lorenz que plantearon que el hombre es violento por

“naturaleza” (y allí la explicación implica un determinismo presuntamente biológico). Sin

embargo, la violencia tiene muy diferentes significados y su rol histórico va cambiando. Las

investigaciones llevadas a cabo dentro de los pueblos cazadores-recolectores permiten ver que

no hay un ejercicio sostenido de la violencia ni del sometimiento dentro del propio grupo.

Las relaciones de explotación: acumulación de riqueza, Estado y Familia

patriarcal. Los nuevos modos de producción

Así como sólo algunos núcleos desarrollaron la agricultura temprana, también se

desarrollaron en un número limitado a ciertos espacios pero no únicos.

Los núcleos que dieron origen a un nuevo tipo de organización social, los primeros

Estados, las ciudades y con ellos las relaciones de explotación, estuvieron vinculados con la

agricultura, pero en América, por ejemplo, algunos primeros núcleos urbanos aparecen

asociados con la recolección de frutos marinos.

Estos procesos complejos implicaron una serie de transformaciones fundamentales que

fueron sintetizados por Vere Gordon Childe, en 1950, como “revolución urbana”. Gordon

Childe realizó una lista de diez indicadores que permitían distinguir el conjunto de

transformaciones que conducían al urbanismo y al Estado. Marcelo Campagno sintetiza estas

características de la siguiente manera:

1) aparición de las primeras ciudades, diferenciables de los poblados previos por

extensión y densidad de población

2) la división del trabajo, con la aparición de especialistas a tiempo completo

Page 16: GRESORES_El Arco de La Diferencia

16

3) la concentración del excedente de producción como tributo impuesto a los

productores

4) la construcción de edificaciones públicas monumentales

5) la división de la sociedad en clases, con una “clase gobernante” receptora de la mayor

parte del excedente

6) la aparición de la escritura como sistema de registro

7) la elaboración de ciencias exactas y predictivas, tales como la aritmética, la

geometría o la astronomía

8) la elaboración y expansión de nuevos y más homogéneos estilos artísticos

9) la importación por vía comercial de materias primas no accesibles localmente

10) una organización estatal que se basa más en la residencia que en el parentesco.

Nuevamente podemos identificar algunos núcleos donde estas ciudades se desarrollaron

con independencia unas de otras: las primeras en Oriente Medio, Africa, norte de la India, China

y en Centroamérica y los Andes septentrionales. Según Gordon Childe estas transformaciones

se vincularon con procesos cuantitativos: “mayor concentración poblacional que la

correspondiente a una aldea, mayor especialización laboral... 28

, construcciones públicas de

mayor porte..., estilos artísticos más homogéneos..., mayor volumen de intercambios a larga

distancia. Y por la otra parte, aparecen una serie de novedades cualitativas: la tributación en

tanto práctica regular y obligatoria de cesión de excedentes, la emergencia de una clase

gobernante, apropiadora del tributo, y diferente por ello de las eventuales élites no-estatales,

como las que se reconocen en las sociedades de jefatura, la aparición de un sistema de registro

como la escritura y su influencia sobre las ciencias exactas, la constitución de un nuevo tipo de

lógica social que no depende de los principios sociales propios del parentesco”.29

Engels ya había señalado este pasaje de una organización basada en los lazos de sangre

a una organización cada vez más territorial. Este nuevo tipo de organización “implica la

existencia de lo que Max Weber identificó en 1922, en su caracterización del Estado, como el

monopolio legítimo de la coerción. Ciertamente, es a través de la disponibilidad de los medios

de coerción que un sector minoritario de la sociedad es capaz de imponer su voluntad a la

mayoría de la población, de extraer un tributo regular y permanente, de regimentar y sostener

los cuerpos de burócratas y especialistas a su servicio”.30

Pero también tuvieron la capacidad de organizar y movilizar enormes energías sociales

para la transformación de la naturaleza y la generación de excedentes económicos y a la vez de

dimensiones culturales y políticas nuevas de una manera permanente: la generación de obras

monumentales que acompañan este tipo de organización cambiaron para siempre la relación del

hombre con la naturaleza. Las obras de regadío, la construcción de caminos, de flotas para el

comercio a distancia, de grandes centros de almacenamiento, de observatorios astronómicos,

todo ello requería de especialización y concentración de fuerzas sociales. Esas fuerzas sociales

que permiten edificar formas de organización más complejas, como pueden ser las grandes

ciudades-estado, fueron usadas para resolver problemas de necesidades objetivas: el

almacenamiento de alimentos para un año de malas cosechas y la posibilidad de redistribuirlos.

Es decir que permitieron -como señala Lumbreras- garantizar un grado de bienestar, que implicó

a la vez en el inicio y con relación a procesos anteriores, cambios en las condiciones de vida y

28

Ya habíamos señalado el desarrollo de la división del trabajo, especialización, con la neolitización. 29

Campagno, Marcelo. El origin de los primeros Estados. Eudeba 2007 Op. cit. p.9- 10 30

Campagno Op. cit. p. 11

Page 17: GRESORES_El Arco de La Diferencia

17

crecimiento de la población. La contracara de estos procesos es que, con el desarrollo de la

explotación de grandes masas humanas esas mismas fuerzas sociales fueron usadas también

para desarrollar más perfectamente los instrumentos de dominación violentos - como el ejército

-y culturales- como los grandes templos y construcciones dedicadas a la reproducción

ideológica del sistema.

Por eso, alejados de la concepción evolucionista del siglo XIX, que endiosaba la noción

de “progreso” como un proceso unidireccional hacia la creación de abundancia y de bienestar,

Engels señalaba: “siendo la base de la civilización la explotación de una clase por otra, su

desarrollo se opera en una constante contradicción. Cada progreso de la producción es al mismo

tiempo un retroceso en la situación de la clase oprimida, es decir, de la inmensa mayoría. Cada

beneficio para unos es por necesidad un perjuicio para otros; cada grado de emancipación

conseguido por una clase es un nuevo elemento de opresión para la otra”.31

Claramente la existencia de un excedente es una precondición necesaria para que pueda

aparecer un aparato coactivo y administrativo diferenciado. Lo cierto es que para que exista una

parte de la población que se dedique a observar las estrellas y a hacer cultos religiosos tiene que

haber otra parte que genere comida para sí y para esos otros. Por lo tanto, la generación del

excedente no explica por sí sola la aparición de un sistema coactivo pero es una precondición

necesaria. Pero, a su vez, estos pueblos no pudieron garantizar excedentes crecientes y estables

hasta el punto de generar una estructura comercial a larga distancia sin un aparato que

organizara las fuerzas sociales para que se pudieran dominar las fuerzas de la naturaleza.

También la condición del excedente opera en interacción reciproca con EL desarrollo

de la división social entre trabajo manual e intelectual. este último, requerido por el desarrollo

de la producción, recae en una minoría alimentada por los demás. el conocimiento, ciencia y

arte buscan ser monopolizados por castas-clases dominantes imprimiéndoles sus contenidos,

para asegurar su dominación. Estos mecanismos se vuelven cada vez más sofisticados, se

realizan alianzas con los artesanos y luego se amplía acotadamente el núcleo de personas que

separadas de la producción se dedican a la reproducción ideológica.

Asimismo se van ahondando las diferencias entre la población rural y la población

urbana. Es la producción rural la que debe sostener a la población urbana, al mismo tiempo la

condición de la población rural va quedando cada vez más dependiente de los requerimientos de

la urbana.

Es interesante advertir que si bien las formas de resolver la relación de los hombres con

la naturaleza fueron muy variadas, los mecanismos de organización que garantizaron la

estabilización de grandes cantidades de excedentes fueron comparables a lo largo del planeta y

en diversos momentos. La alianza de las castas religiosas con los artesanos crearon lo que hoy

conocemos como religiones, las cuales, más que responder a las grandes preguntas de la

humanidad sobre la vida, la muerte, la identidad de los humanos en la naturaleza, etc. –que

habían merecido diferentes respuestas- redundaron en “establecer obligaciones imprescriptibles”

allí donde anteriormente había una reciprocidad más explícita y material.

Las religiones, con sus rituales y sus seres sobrenaturales, aparecen sólo con las

relaciones de explotación y el Estado. Previamente los hombres reconocían la obvia

superioridad de la naturaleza sobre sus propias fuerzas, y explicaban lo que ellos no podían

hacer a través de la acción de la naturaleza. La existencia de seres sobre naturales, que además

tienen una expresión directa en las castas dominantes que se presentan como los dioses en la

tierra, está mucho más vinculada al terror y la obediencia. Las mismas religiones reflejan

también el pasaje a la familia patriarcal y la supremacía de los hombres a través del

31

Engels. op. cit. p. 255.

Page 18: GRESORES_El Arco de La Diferencia

18

desplazamiento de las deidades de la fertilidad (en general vinculadas a la tierra) y el

entronizamiento de dioses masculinos.

Los caminos hacia las sociedades de clase: una reflexión sobre procesos diversos

Marx, diferenció “...cuatro caminos alternativos a partir del sistema comunal primitivo,

cada uno de los cuales representa una forma de la división social del trabajo ya existente o

implícita en él: el oriental, el antiguo, el germánico... y el eslavo. 32

Estas son para Marx las vías alternativas por las cuales se va rompiendo

progresivamente la unidad originaria entre el productor y sus condiciones materiales de

producción, proceso que culminará en la absoluta disociación entre estos dos polos recién en el

capitalismo. La sociedad capitalista es para Marx “la última forma antagónica del proceso social

de producción” en tanto allí se dan las condiciones sociales necesarias para volver a aquella

unidad primigenia en condiciones superiores. En este sentido, esos caminos todavía no

cristalizaron en la división de la sociedad en clases sociales, sino que por ellos, en un proceso,

se cristalizarán los modos de producción –ya sí con explotación del hombre por el hombre-

fundamentales de la historia de la humanidad: el asiático, el esclavista, el feudal y el capitalista.

Estas primeras ciudades y formaciones estatales como Egipto, Sumer, las sociedades de

Mesoamérica, los Andes, la India y China parecen vincularse sobre todo con el camino

“oriental” cuya característica fundamental era “la propiedad comunitaria o tribal producto sobre

todo de una combinación de manufactura y agricultura dentro de la pequeña comunidad, que de

ese modo se vuelve enteramente autosuficiente y contiene en sí misma toda las condiciones de

la reproducción y la plusproducción. La ausencia teórica de propiedad en el ´despotismo

oriental´ enmascara así la ´propiedad tribal o comunitaria´ que es su base...Donde estos

pequeños núcleos de comunidad existen como parte de una unidad mayor, pueden dedicar parte

de su producto excedente a costear ´los gastos de la entidad comunitaria en cuanto tal, o sea para

la guerra, para el servicio divino, etc.´ y las operaciones económicamente necesarias tales como

a irrigación y el mantenimiento de las comunicaciones, que aparecerán así como realizadas por

la unidad superior, ´el gobierno despótico que flota por encima de las pequeñas

comunidades´”.33

Otros pueblos siguieron el camino que Marx denomina “antiguo”: ´...la ciudad con sus

tierras colindantes es el todo económico´. (El caso más clásico sería el de las polis griegas) Sólo

después de un prolongado y complejo proceso de transición, este modo antiguo va a

caracterizarse por la esclavitud como modo de producción, con esclavos que se pueden comprar

y vender en el mercado.

El tercer camino, el germánico, no se basa ni en la aldea ni en la ciudad sino ´cada casa

individual, la cual constituye para sí un centro autónomo de la producción (manufactura sólo

como ocupación doméstica accesoria de las mujeres, etc)´Estas casas separadas se encuentran

más o menos laxamente vinculadas entre sí... y ocasionalmente se unen ´para la guerra, la

religión, la resolución de problemas legales, etc.´, o para el uso, por parte de las casas

individualmente autosuficientes, de los pastos comunales, el territorio de caza, etc. La unidad

básica es, por lo tanto, más débil y potencialmente más individualista´ que la comunidad

aldeana”...

“La historia antigua clásica es historia urbana, pero de ciudades basadas sobre la

propiedad de la tierra y la agicultura; la historia asiática es una especie de unidad indiferente de

ciudad y campo (en este caso las ciudades verdaderamente grandes deben ser consideradas

32

Marx, Carlos. Formen die der kapitalistischen Produkion vorhegehen. Formaciones económicas

precapitalistas con introducción de Eric J. Hobsbawm. Siglo XXI Buenos Aires 1989. 33

Marx, Carlos. Op. cit. 1989 p. 23-33

Page 19: GRESORES_El Arco de La Diferencia

19

meramente como campamento señorial, como una superfectación sobre la estructura

propiamente económica...´”34

.

En cuanto al modo de producción “asiático” “La naturaleza ´cerrada´ de las unidades

comunales significa que las ciudades apenas si se incorporan a la economía, y se desarrollan

´sólo en aquel punto que es particularmente favorable para el comercio con el exterior o allí

donde el gobernante y sus sátrapas intercambian sus ingresos (plusproducto) por trabajo, gastan

esos ingresos como reserva de trabajo.” El sistema “asiático” es una sociedad de clase sólo en su

sentido más primitivo ya que la clase dominante coincide absolutamente con la casta sacerdotal,

los reyes y sus familias.35

A partir de que las relaciones de explotación fueran impuestas ya no hubo manera de

salir de ellas, y así esas obligaciones de sostener y obedecer a las castas sacerdotales, linajes

dominantes y noblezas militares, se hicieron imprescriptibles, no sin largas luchas en las que los

pueblos se rebelaron, impugnaron, y en ocasiones lograron disolver algunas de las formas de

dominio con la desaparición de las formas imperiales y la vuelta a la aldea neolítica.

Para la formación de estos imperios además de una masa de excedente, se requiere de la

formación de la organización coactiva o Estado. Las sociedades de jefatura instituyeron formas

de vinculación personal cada vez más institucionalizadas y restrictivas. La diferenciación dentro

del trabajo manual entre agricultores y artesanos jerarquizados -que van a producir aquellos

instrumentos de ostentación que permiten la diferenciación para explotar a otro- va creando

estas castas intelectuales, que también van a ser sustento de estas relaciones de explotación.

Habitualmente en cierto momento pudieron haber coincidido el sacerdote con el que ejerce la

coacción y se beneficia. Pero en las sociedades más diferenciadas, como la nuestra, se genera

una capa de intelectuales que -como dice Gramsci- forman parte de una clase social

independientemente de la clase social en la que se hayan originado. Y esos son los denominados

intelectuales orgánicos.

La explotación es un tipo de diferencia cualitativamente diferente ya que no sólo

establece distinciones y jerarquías sino que permite a quienes las detentan y organizan vivir del

trabajo ajeno. Esto agrega a las formas de dominio y sometimiento un elemento de

aprovechamiento económico que sistematiza y vuelve irreversible el sometimiento cultural y

político. Así como el nuevo sistema permitió la generación de enormes riquezas sociales,

desposeyó de sus frutos a las mayorías, pero además universalizó y reafirmó hasta el paroxismo

desigualdades creadas en etapas anteriores: el sometimiento de género (hasta producir un olvido

social de la igualdad e importancia de las mujeres), la propiedad y disciplinamiento de la

descendencia, la opresión racial, la discriminación religiosa y la opresión de unos pueblos sobre

otros.

Charles Morgan, a mediados del siglo XIX, frente a los resultados y contradicciones del

capitalismo recién triunfante, extrajo de sus estudios esta conclusión prospectiva: «La

disolución de la sociedad se yergue amenazadora ante nosotros como el término de una carrera

histórica cuya única meta es la riqueza, porque semejante carrera al infierno siembra los

elementos de su propia ruina. La democracia en la administración, la fraternidad en la

sociedad, la igualdad de derechos y la instrucción general inaugurarán la próxima etapa

superior de la sociedad, para la cual laboran constantemente la experiencia, la razón y la

ciencia. Será un renacimiento de la libertad, la igualdad y la fraternidad de la antigua gens,

pero bajo una forma superior».

Hoy, cuando el desenfreno capitalista se ensaña con la Tierra y con los hombres,

volvemos los ojos hacia el pasado para apoyar nuestra esperanza de futuro. Un futuro sostenido 34

Marx, Carlos. Op. Citp. 34 34

Marx, Carlos. Op. cit. p. 34. 35

Marx, Carlos. Op. cit. p. .32.

Page 20: GRESORES_El Arco de La Diferencia

20

sobre la experiencia y sus posibilidades para disfrutar del igualitarismo y la libertad del pasado.

José Carlos Mariátegui postulaba el reconocimiento de las sociedades originales no como un

programa para volver al pasado, sino como la raíz oculta de un futuro urgente. Un futuro en el

que dejemos atrás la Prehistoria donde el hombre es lobo del hombre, y entremos en la Historia;

cuando la Humanidad entera aproveche los frutos de su larga experiencia. Una Historia donde

los pueblos escriban su propia Historia.

Page 21: GRESORES_El Arco de La Diferencia

21

APENDICE

F. Engels. EL ORIGEN DE LA FAMILIA, LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL

ESTADO. OBRAS ESCOGIDAS. C. Marx y F. Engles. Editorial Progreso -- Moscú,

1981. Fragmentos finales.

Hemos estudiado ya una por una las tres formas principales en que el Estado se alza sobre

las ruinas de la gens. Atenas presenta la forma más pura, más clásica: allí el Estado nació directa

y preponderantemente de los antagonismos de clase que se desarrollaban en el seno mismo de la

sociedad gentilicia. En Roma la sociedad gentilicia se convirtió en una aristocracia cerrada en

medio de una plebe numerosa y mantenida aparte, sin derechos, pero con deberes; la victoria de

la plebe destruyó la antigua constitución de la gens e instituyó sobre sus ruinas el Estado, donde

no tardaron en confundirse la aristocracia gentilicia y la plebe. Por último, entre los germanos

vencedores del imperio romano el Estado surgió directamente de la conquista de vastos

territorios extranjeros que el régimen gentilicio era impotente para dominar. Pero como a esa

conquista no iba unida una lucha seria con la antigua población, ni una división más progresiva

del trabajo; como el grado de desarrollo económico de los vencidos y de los vencedores era casi

el mismo, y, por consiguiente, subsistía la antigua base económica de la sociedad, la gens pudo

sostenerse a través de largos siglos, bajo una forma modificada, territorial, en la constitución de

la marca, y hasta rejuvenecerse durante cierto tiempo, bajo una forma atenuada, en gens nobles

y patricias posteriores y hasta en gens campesinas como en Dithmarschen.36

Así, pues, el Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera de la sociedad;

tampoco es ”la realidad de la idea moral”, ”ni la imagen y la realidad de la razón”, como afirma

Hegel. Es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo

determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable

contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es

impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses

económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha

estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a

amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del “orden”. Y ese poder, nacido de la

sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado.

Frente a la antigua organización gentilicia, el Estado se caracteriza en primer lugar por la

agrupación de sus súbditos según divisiones territoriales. Las antiguas asociaciones gentilicias,

constituidas y sostenidas por vínculos de sangre, habían llegado a ser, según lo hemos visto,

insuficientes en gran parte, porque suponían la unión de los asociados con un territorio

determinado, lo cual había dejado de suceder desde largo tiempo atrás. El territorio no se había

movido, pero los hombres sí. Se tomó como pun-to de partida la división territorial, y se dejó a

los ciudadanos ejercer sus derechos y sus deberes sociales donde se hubiesen establecido,

independientemente de la gens y de la tribu. Esta organización de los súbditos del Estado

conforme al territorio es común a todos los Estados. Por eso nos parece natural; pero en

anteriores capítulos hemos visto cuán porfiadas y largas luchas fueron menester antes de que en

Atenas y en Roma pudiera sustituir a la antigua organización gentilicia.

El segundo rasgo característico es la institución de una fuerza pública, que ya no es el

pueblo armado. Esta fuerza pública especial hácese necesaria porque desde la división de la

sociedad en clases es ya imposible una organización armada espontánea de la población. Los

esclavos también formaban parte de la población; los 90.000 ciudadanos de Atenas sólo

constituían una clase privilegiada, frente a los 365.000 esclavos. El ejército popular de la

democracia ateniense era una fuerza pública aristocrática contra los esclavos, a quienes

mantenía sumisos; mas, para tener a raya a los ciudadanos, se hizo necesaria también una

policía, como hemos dicho anteriormente. Esta fuerza pública existe en todo Estado; y no está

formada sólo por hombres armados, sino también por aditamentos materiales, las cárceles y las

36

El primer historiador que se ha formado una idea, por lo menos aproximada, acerca de la naturaleza de

la gens, es Niebuhr. La debe (así como también los errores aceptados al mismo tiempo por él) al

conocimiento que tenía de las gens dithmársicas.

Page 22: GRESORES_El Arco de La Diferencia

22

instituciones coercitivas de todo género, que la sociedad gentilicia no conocía. Puede ser muy

poco importante, o hasta casi nula, en las sociedades donde aún no se han desarrollado los

antagonismos de clase y en territorios lejanos, como sucedió en ciertos lugares y épocas en los

Estados Unidos de América. Pero se fortalece a medida que los antagonismos de clase se

exacerban dentro del Estado y a medida que se hacen más grandes y más poblados los Estados

colindantes. Y si no, examínese nuestra Europa actual, donde la lucha de clases y la rivalidad en

las conquistas han hecho crecer tanto la fuerza pública, que amenaza con devorar a la sociedad

entera y aun al Estado mismo.

Para sostener en pie esa fuerza pública, se necesitan contribuciones por parte de los

ciudadanos del Estado: los impuestos. La sociedad gentilicia nunca tuvo idea de ellos, pero

nosotros los conocemos bastante bien. Con los progresos de la civilización, incluso los

impuestos llegan a ser poco; el Estado libra letras sobre el futuro, contrata empréstitos,

contrae deudas de Estado. También de esto puede hablarnos, por propia experiencia, la vieja

Europa.

Dueños de la fuerza pública y del derecho de recaudar los impuestos, los funcionarios,

como órganos de la sociedad, aparecen ahora situados por encima de ésta. El respeto que se

tributaba libre y voluntariamente a los órganos de la constitución gentilicia ya no les basta,

incluso si pudieran ganarlo; vehículos de un Poder que se ha hecho extraño a la sociedad,

necesitan hacerserespetar por medio de las leyes de excepción, merced a las cuales gozan de una

aureola y de una inviolabilidad particulares. El más despreciable polizonte del Estado civilizado

tiene más ”autoridad” que todos los órganos del poder de la sociedad gentilicia reunidos; pero el

príncipe más poderoso, el más grande hombre público o guerrero de la civilización, puede

envidiar al más modesto jefe gentil el respeto espontáneo y universal que se le profesaba. El uno

se movía dentro de la sociedad; el otro se ve forzado a pretender representar algo que está fuera

y por encima de ella. Como el Estado nació de la necesidad de refrenar los antagonismos de

clase, y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto de esas clases, es, por regla

general, el Estado de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que, con

ayuda de él, se convierte también en la clase políticamente dominante, adquiriendo con ello

nuevos medios para la represión y la explotación de la clase oprimida. Así, el Estado antiguo

era, ante todo, el Estado de los esclavistas para tener sometidos a los esclavos; el Estado feudal

era el órgano de que se valía la nobleza para tener sujetos a los campesinos siervos, y el

moderno Estado representativo es el instrumento de que se sirve el capital para explotar el

trabajo asalariado. Sin embargo, por excepción, hay períodos en que las clases en lucha están

tan equilibradas, que el poder del Estado, como mediador aparente, adquiere cierta

independencia momentánea respecto a una y otra. En este caso se halla la monarquía absoluta de

los siglos XVII y XVIII, que mantenía a nivel la balanza entre la nobleza y la burguesía; y en

este caso estuvieron el bonapartismo del Primer Imperio francés, y sobre todo el del Segundo,

valiéndose de los proletarios contra la clase media, y de ésta contra aquéllos. La más reciente

producción de esta especie, donde opresores y oprimidos aparecen igualmente ridículos, es el

nuevo imperio alemán de la nación bismarckiana: aquí se contrapesa a capitalistas y

trabajadores unos con otros, y se les extrae el jugo sin distinción en provecho de los junkers

prusianos de provincias, venidos a menos.

Además, en la mayor parte de los Estados históricos los derechos concedidos a los

ciudadanos se gradúan con arreglo a su fortuna, y con ello se declara expresamente que el

Estado es un organismo para proteger a la clase que posee contra la desposeída. Así sucedía ya

en Atenas y en Roma, donde la clasificación era por la cuantía de los bienes de fortuna. Lo

mismo sucede en el Estado feudal de la Edad Media, donde el poder político se distribuyó según

la propiedad territorial. Y así lo observamos en el censo electoral de los Estados representativos

modernos. Sin embargo, este reconocimiento político de la diferencia de fortunas no es nada

esencial. Por el contrario, denota un grado inferior en el desarrollo del Estado. La forma más

elevada del Estado, la república democrática, que en nuestras condiciones sociales modernas se

va haciendo una necesidad cada vez más ineludible, y que es la única forma de Estado bajo la

cual puede darse la batalla última y definitiva entre el proletariado y la burguesía, no reconoce

oficialmente diferencias de fortuna. En ella la riqueza ejerce su poder indirectamente, pero por

ello mismo de un modo más seguro. De una parte, bajo la forma de corrupción directa de los

Page 23: GRESORES_El Arco de La Diferencia

23

funcionarios, de lo cual es América un modelo clásico, y, de otra parte, bajo la forma de alianza

entre el gobierno y la Bolsa. Esta alianza se realiza con tanta mayor facilidad, cuanto más crecen

las deudas del Estado y más van concentrando en sus manos las sociedades por acciones, no

sólo el transporte, sino también la producción misma, haciendo de la Bolsa su centro. Fuera de

América, la nueva república francesa es un patente ejemplo de ello, y la buena vieja Suiza

también ha hecho su aportación en este terreno. Pero que la república democrática no es

imprescindible para esa unión fraternal entre la Bolsa y el gobierno, lo prueba, además de

Inglaterra, el nuevo imperio alemán, donde no puede decirse a quién ha elevado más arriba el

sufragio universal, si a Bismarck o a Bleichr–der. Y, por último, la clase poseedora impera de

un modo directo por medio del sufragio universal. Mientras la clase oprimida -- en nuestro caso

el proletariado-- no está madura para libertarse ella misma, su mayoría reconoce el orden social

de hoy como el único posible, y políticamente forma la cola de la clase capitalista, su extrema

izquierda. Pero a medida que va madurando para emanciparse ella misma, se constituye como

un partido independiente, elige sus propios representantes y no los de los capitalistas. El

sufragio universal es, de esta suerte, el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar

ni llegará nunca a más en el Estado actual, pero esto es bastante. El día en que el termómetro del

sufragio universal marque para los trabajadores el punto de ebullición, ellos sabrán, lo mismo

que los capitalistas, qué deben hacer.

Por tanto, el Estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se las arreglaron

sin él, que no tuvieron la menor noción del Estado ni de su poder. Al llegar a cierta fase del

desarrollo económico, que estaba ligada necesariamente a la división de la sociedad en clases,

esta división hizo del Estado una necesidad. Ahora nos aproximamos con rapidez a una fase de

desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una

necesidad, sino que se convierte positivamente en un obstáculo para la producción. Las clases

desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la desaparición de las

clases desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la

producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la

máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades,

junto a la rueca y al hacha de bronce.

* * *

Por todo lo que hemos dicho, la civilización es, pues, el estadio de desarrollo de la sociedad

en que la división del trabajo, el cambio entre individuos que de ella deriva, y la producción

mercantil que abarca a una y otro, alcanzan su pleno desarrollo y ocasionan una revolución en

toda la sociedad anterior.

En todos los estadios anteriores de la sociedad, la producción era esencialmente colectiva y

el consumo se efectuaba también bajo un régimen de reparto directo de los productos, en el seno

de pequeñas o grandes colectividades comunistas. Esa producción colectiva se realizaba dentro

de los más estrechos límites, pero llevaba aparejado el dominio de los productores sobre el

proceso de la producción y sobre su producto. Estos sabían qué era del producto: lo consumían,

no salía de sus manos. Y mientras la producción se efectuó sobre esta base, no pudo

sobreponerse a los productores, ni hacer surgir frente a ellos el espectro de poderes extraños,

cual sucede regular e inevitablemente en la civilización.

Pero en este modo de producir se introdujo lentamente la división del trabajo, la cual minó

la comunidad de producción y de apropiación, erigió en regla predominante la apropiación

individual, y de ese modo creó el cambio entre individuos (ya examinamos anteriormente

cómo). Poco a poco, la producción mercantil se hizo la forma dominante.

Con la producción mercantil, producción no ya para el consumo personal, sino para el

cambio, los productos pasan necesariamente de unas manos a otras. El productor se separa de su

producto en el cambio, y ya no sabe qué se hace de él. Tan pronto como el dinero, y con él el

mercader, interviene como intermediario entre los productores, se complica más el sistema de

cambio y se vuelve todavía más incierto el destino final de los productos. Los mercaderes son

muchos y ninguno de ellos sabe lo que hacen los demás. Ahora las mercancías no sólo van de

mano en mano, sino de mercado en mercado; los productores han dejado ya de ser dueños de la

producción total de las condiciones de su propia vida, y los comerciantes tampoco han llegado a

serlo. Los productos y la producción están entregados al azar.

Page 24: GRESORES_El Arco de La Diferencia

24

Pero el azar no es más que uno de los polos de una interdependencia, el otro polo de la cual

se llama necesidad. En la naturaleza, donde también parece dominar el azar, hace mucho tiempo

que hemos demostrado en cada dominio particular la necesidad inmanente y las leyes internas

que se afirman en aquel azar. Y lo que es cierto para la naturaleza, también lo es para la

sociedad. Cuanto más escapa del control consciente del hombre y se sobrepone a él una

actividad social, una serie de procesos sociales, cuando más abandonada parece esa actividad al

puro azar, tanto más las leyes propias, inmanentes, de dicho azar, se manifiestan como una

necesidad natural. Leyes análogas rigen las eventualidades de la producción mercantil y del

cambio de las mercancías; frente al productor y al comerciante aislados, surgen como factores

extraños y desconocidos, cuya naturaleza es preciso desentrañar y estudiar con suma

meticulosidad. Estas leyes económicas de la producción mercantil se modifican según los

diversos grados de desarrollo de esta forma de producir; pero, en general, todo el período de la

civilización está regido por ellas. Hoy, el producto domina aún al productor; hoy, toda la

producción social está aún regulada, no conforme a un plan elaborado en común, sino por leyes

ciegas que se imponen con la violencia de los elementos, en último término, en las tempestades

de las crisis comerciales periódicas.

Hemos visto cómo en un estadio bastante temprano del desarrollo de la producción, la

fuerza de trabajo del hombre llega a ser apta para suministrar un producto mucho más cuantioso

de lo que exige el sustento de los productores, y cómo este estadio de desarrollo es, en lo

esencial, el mismo donde nacen la división del trabajo y el cambio entre individuos. No tardó

mucho en ser descubierta la gran ”verdad” de que el hombre también podía servir de mercancía,

de que la fuerza de trabajo del hombre podía llegar a ser un objeto de cambio y de consumo si se

hacía del hombre un esclavo. Apenas comenzaron los hombres a practicar el cambio, ellos

mismos se vieron cambiados. La voz activa se convirtió en voz pasiva, independientemente de

la voluntad de los hombres.

Con la esclavitud, que alcanzó su desarrollo máximo bajo la civilización, realizóse la

primera gran escisión de la sociedad en una clase explotadora y una clase explotada. Esta

escisión se ha sostenido durante todo el período civilizado. La esclavitud es la primera forma de

la explotación, la forma propia del mundo antiguo; le suceden la servidumbre, en la Edad

Media, y el trabajo asalariado en los tiempos modernos. Estas son las tres grandes formas del

avasallamiento, que caracterizan las tres grandes épocas de la civilización; ésta va siempre

acompañada de la esclavitud, franca al principio, más o menos disfrazada después. El estadio de

la producción de mercancías, con el que comienza la civilización, se distingue desde el punto de

vista económico por la introducción: 1) de la moneda metálica, y con ella del capital en dinero,

del interés y de la usura; 2) de los mercaderes, como clase intermediaria entre los productores;

3) de la propiedad privada de la tierra y de la hipoteca, y 4) del trabajo de los esclavos como

forma dominante de la producción. La forma de familia que corresponde a la civilización y

vence definitivamente con ella es la monogamia, la supremacía del hombre sobre la mujer, y la

familia individual como unidad económica de la sociedad. La fuerza cohesiva de la sociedad

civilizada la constituye el Estado, que, en todos los períodos típicos, es exclusivamente el

Estado de la clase dominante y, en todos los casos, una máquina esencialmente destinada a

reprimir a la clase oprimida y explotada. También es característico de la civilización, por una

parte, fijar la oposición entre la ciudad y el campo como base de toda la división del trabajo

social; y, por otra parte, introducir los testamentos, por medio de los cuales el propietario puede

disponer de sus bienes aun después de su muerte. Esta institución, que es un golpe directo a la

antigua constitución de la gens, era desconocida en Atenas aun en los tiempos de Solón; se

introdujo muy pronto en Roma, pero ignoramos en qué época. En Alemania la implantaron los

clérigos para que los cándidos alemanes pudiesen instituir con toda libertad legados a favor de

la Iglesia.

Con este régimen como base, la civilización ha realizado cosas de las que distaba

muchísimo de ser capaz la antigua sociedad gentilicia. Pero las ha llevado a cabo poniendo en

movimiento los impulsos y pasiones más viles de los hombres y a costa de sus mejores

Page 25: GRESORES_El Arco de La Diferencia

25

disposiciones.37

La codicia vulgar ha sido la fuerza motriz de la civilización desde sus primeros

días hasta hoy, su único objetivo determinante es la riqueza, otra vez la riqueza y siempre la

riqueza, pero no la de la sociedad, sino la de tal o cual miserable individuo. Si a pesar de eso

han correspondido a la civilización el desarrollo creciente de la ciencia y reiterados períodos del

más opulento esplendor del arte, sólo ha acontecido así porque sin ello hubieran sido

imposibles, en toda su plenitud, las actuales realizaciones en la acumulación de riquezas.

Siendo la base de la civilización la explotación de una clase por otra, su desarrollo se opera

en una constante contradicción. Cada progreso de la producción es al mismo tiempo un

retroceso en la situación de la clase oprimida, es decir, de la inmensa mayoría. Cada beneficio

para unos es por necesidad un perjuicio para otros; cada grado de emancipación conseguido por

una clase es un nuevo elemento de opresión para la otra. La prueba más elocuente de esto nos la

da la introducción de la maquinaria, cuyos efectos conoce hoy el mundo entero. Y si, como

hemos visto, entre los bárbaros apenas puede establecerse la diferencia entre los derechos y los

deberes, la civilización señala entre ellos una diferencia y un contraste que saltan a la vista del

hombre menos inteligente, en el sentido de que da casi todos los derechos a una clase y casi

todos los deberes a la otra.

Pero eso no debe ser. Lo que es bueno para la clase dominante, debe ser bueno para la

sociedad con la cual se identifica aquélla. Por ello, cuanto más progresa la civilización, más

obligada se cree a cubrir con el manto de la caridad los males que ha engendrado fatalmente, a

pintarlos de color de rosa o a negarlos. En una palabra, introduce una hipocresía convencional

que no conocían las primitivas formas de la sociedad ni aun los primeros grados de la

civilización, y que llega a su cima en la declaración: la explotación de la clase oprimida es

ejercida por la clase explotadora exclusiva y únicamente en beneficio de la clase explotada; y si

esta última no lo reconoce así y hasta se muestra rebelde, esto constituye por su parte la más

negra ingratitud hacia sus bienhechores, los explotadores.38

Y, para concluir, véase el juicio que acerca de la civilización emite Morgan:

“Los hermanos se harán la guerra y se convertirán en asesinos unos de otros; hijos de

hermanas romperán sus lazos de estirpe”.

37 El Sistema de los derechos adquiridos (system der erworbenen Rechte) de Lassalle en

su segunda parte gira principalmente sobre la tesis de que el testamento romano es tan

antiguo como Roma misma, que <<nunca hubo una época sin testamento>> en la historia

romana, y que el testamento nació del culto a los difuntos, antes de la época romana.

Lassalle, en su calidad de buen hegeliano de la vieja escuela, no deriva las disposiciones

del Derecho romano de las relaciones sociales de los romanos, sino del<<concepto

especulativo>> de la voluntad, y de este modo llega a ese aserto absolutamente

antihistórico. No debe extrañar eso en un libro que en virtud de este mismo concepto

especulativo llega a la conclusión de que en la herencia romana era una simple cuestión

accesoria la transmisión de los bienes. Lassalle no se limita a creer en las ilusiones de

los jurisconsultos romanos, especialmente de los de la primera época, sino que va aún

más lejos que ellos.

38 Tuve intenciones de valerme de la brillante crítica de la civilización que se encuentra

esparcida en las obras de Carlos Fourier, para exponerla paralelamente a la de Morgan y

a la mía propia. Por desgracia, no he tenido tiempo para eso. Haré notar sencillamente

que Fourier consideraba ya la monogamia y la propiedad sobre la tierra como las

instituciones más características de la civilización, a la cual llama una guerra de los

ricos contra los pobres. También se encuentra ya en él la profunda comprensión de que

en todas las sociedades defectuosas y llenas de antagonismos, las familias individuales

(les familles incohérentes) son unidades económicas.

Page 26: GRESORES_El Arco de La Diferencia

26

“Desde el advenimiento de la civilización ha llegado a ser tan enorme el

acrecentamiento de la riqueza, tan diversas las formas de este acrecentamiento, tan

extensa su aplicación y tan hábil su administración en beneficio de los propietarios, que

esa riqueza se ha constituido en una fuerza irreductible opuesta al pueblo. La

inteligencia humana se ve impotente y desconcertada ante su propia creación. Pero, sin

embargo, llegará un tiempo en que la razón humana sea suficientemente fuerte para

dominar a la riqueza, en que fije las relaciones del Estado con la propiedad que éste

protege y los límites de los derechos de los propietarios. Los intereses de la sociedad

son absolutamente superiores a los intereses individuales, y unos y otros deben

concertarse en una relación justa y armónica. La simple caza de la riqueza no es el

destino final de la humanidad, a lo menos si el progreso ha de ser la ley del porvenir

como lo ha sido la del pasado. El tiempo transcurrido desde el advenimiento de la

civilización no es más que una fracción ínfima de la existencia pasada de la humanidad,

una fracción ínfima de las épocas por venir. La disolución de la sociedad se yergue

amenazadora ante nosotros, como el término de una carrera histórica cuya única meta es

la riqueza, porque semejante carrera encierra los elementos de su propia ruina. La

democracia en la administración, la fraternidad en la sociedad, la igualdad de derechos y

la instrucción general, inaugurarán la próxima etapa superior de la sociedad, para la cual

laboran constantemente la experiencia, la razón y la ciencia. Será un renacimiento de la

libertad, la igualdad y la fraternidad de las antiguas gens, pero bajo una forma

superior”. (Morgan, La Sociedad Antigua, pág. 552.)