Grito de sal poesia

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GRITO DE SAL Horacio Nanzen ¡México! Escucha… En algún punto cardinal del mapa, aprisionado por la geografía, en la desolación de tus fronteras. A la intemperie de cincuenta grados de un calor que florece algodonales, cerca del Yaqui que le corta el agua, lejos de tu interés y de tus sobornos y tu torre latinoamericana, hay un pueblo que vive, que labora y envía los impuestos de tus lujos, aun haciéndole falta a su gente-agonía el agua que te sobra de la lluvia. Es un pueblo profundo, pueblo angustia, sudor de quino, voz de Salvatierra, pueblo que está luchando todo el tiempo, contra un cielo que nunca tiene nubes, contra la arena que se bebe el agua, contra la piedra que destruye arados, contra el calor y el frío, contra el tiempo, contra el odioso “dumping” neoyorquino, contra la protección de los bastardos que les impones como gobernantes y le hunden más y más en la miseria, contra el olvido en que les tienes siempre, pueblo que lucha y te recuerda lejos en el límite mismo del oprobio, que siembra el alma en el desierto estéril para poder decir ¡soy mexicano! Ese pueblo profundo, pueblo-angustia que hoy forja fuerte su ataúd de arena, pueblo que está en su tierra a la deriva a merced de un tratado ignominioso, pueblo cristo que vive en el desierto sin auroras de tierras prometidas, pueblo que no pidió cincuenta grados de calor, ni frontera, ni desierto, ni roca,

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GRITO DE SALHoracio Nanzen¡México! Escucha…En algún punto cardinal del mapa, aprisionado por la geografía, en la desolación de tus fronteras.A la intemperie de cincuenta grados de un calor que florece algodonales, cerca del Yaqui que le corta el agua, lejos de tu interés y de tus sobornos y tu torre latinoamericana, hay un pueblo que vive, que labora y envía los impuestos de tus lujos, aun haciéndole falta a su gente-agonía el agua que te sobra de la lluvia.

Es un pueblo profundo, pueblo angustia, sudor de quino, voz de Salvatierra, pueblo que está luchando todo el tiempo, contra un cielo que nunca tiene nubes, contra la arena que se bebe el agua, contra la piedra que destruye arados, contra el calor y el frío, contra el tiempo, contra el odioso “dumping” neoyorquino, contra la protección de los bastardos que les impones como gobernantes y le hunden más y más en la miseria, contra el olvido en que les tienes siempre, pueblo que lucha y te recuerda lejos en el límite mismo del oprobio, que siembra el alma en el desierto estéril para poder decir ¡soy mexicano!

Ese pueblo profundo, pueblo-angustia que hoy forja fuerte su ataúd de arena, pueblo que está en su tierra a la deriva a merced de un tratado ignominioso, pueblo cristo que vive en el desierto sin auroras de tierras prometidas, pueblo que no pidió cincuenta grados de calor, ni frontera, ni desierto, ni roca, pueblo que no conoce Xochimilco, ni el bello parque Nacional de Uruapan,pueblo desolación, pueblo trabajo que no pidió a los gringos de vecinos, ni el desprecio desleal de los braceros que vuelven de la pizca en California, pueblo que mana sal de sus pupilas porque él nunca pidió la sal progreso.

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¡México! Escucha…¿Te ofendió aquel pueblo?¿Ha hecho algo para ganar tu odio?¿No ves que es una parte de ti mismo?¿No entiendes México?¡Ese pueblo eres tú… es el zapato roto que ahora calzas, la mancha en la camisa que ahora llevas, la mano que nunca te has lavado.

Porque, México, ¿Sabes? Ahí también hay hombres que conocen la historia de cabo a rabo, a partir de Morelos y de Juárez, de Hidalgo, de Zapata, de Villa, Flores Magón y Carrillo Puerto y esos hombres bien pueden ¡No lo olvides! Hacerse la justicia que reclaman, porque no es el momento de hacer bromas, ni de firmar tratados de vergüenza, ¡es hora de que el hombre sea hombre! Y se busque justicia, por razones de ley ¡O por leyes de fuerza!

Ese pueblo confía en que le escuches, pues no pudo impedir que le mandaran, los que dijeron ser buenos hermanos una carga de prostitutas y de drogas, ese pueblo, sangre de tu sangre, ha fijado el portor de la ignominia, gente que acá vivía de limosna y era recogedor de desperdicios, ¡esa gente es de crimen y miseria! Comerciantes de sobras de comida en restoranes de segunda clase, lépero de barriada, bracero en turno, aventurero en viaje, prostituta que busca cliente en las esquinas o pedidor de fiado en los burdeles, soldado desertor, niñito popis que se fue de aventura hasta Tijuana, matón de rancho, policía cesante, comerciante que hicieron huir de las deudas voraces, fayuqueros de licores y médicos que hoy viven del aborto, compra letras y ratas de juzgado que no sabían la “o” por lo redondo y hoy casan y divorcian por correo.

¡De esa canallada no pedían en aquel pueblo!

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Él pidió brazos de hombre, carne dura, sudor de fuerza y cuello al sol templado, manos que arrebataran a las rocas el agua viva que domó el desierto, ¡Cuán poco de eso fue lo que mandaste! Porque tú nos has querido saber nunca que hay regiones ignotas, donde el hombre vive sin el ocaso del verano y sin la aurora de la primavera…Donde el sol vertical les cae a plomo y no da sombra ni siquiera el pelo, donde no hay río ni época de aguas y hay que llorar a veces en la arena para que nazca un trozo de mezquite, con que hacer un jacal entre las piedras o siquiera una cruz para la tumba, ¡Qué poca gente noble les mandaste!

Pero la otra que fue, la sinvergüenza, esos que como dijo Ariosto, bien merecen la pena de muerte aún antes de nacer, el médico que optó por el aborto, para comprarse un Ford y una querida, y vio impasible al niño campesino morir de insolación en los sembrados, que vio parir mujeres en el surco y morir en agosto a muchos hombres, el tinterillo que manchó tus leyes y hoy exige que le llamen licenciado, el que vendió mujeres en Tijuana, drogas de todas clases y conciencias, el que compró curul de diputado, el que hizo senador a su compadre por una hija que le dio al ministro, el periodista que vendió la pluma y aprobó que mataran a tubazos al colega que no aceptó la “iguala”, el que tiene patente de decencia por ser socio de clubes filantrópicos, esos, México, llevan tus colores, y bailan el jarabe, comen birria, piden tequila y usan tu sombrero, vuelven a su mujer china poblana y ellos fingen ser charros-cocacola, ¡Nada más en septiembre por supuesto!Esa basura mandaste al campesino que llegó al valle a cultivar la tierra, ¡Esa basura mandaste al campesino! Ahora permites México, que manden toneladas de sal y de miseria.

¡México! Escucha…¿Te ofendió aquel pueblo?¿Ha hecho algo para ganar tu odio?¿No ves que es una parte de ti mismo?

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¿No entiendes México?¡Ese pueblo eres tú… es el zapato roto que ahora calzas, la mancha en la camisa que ahora llevas, la mano que nunca te has lavado.

Porque, México, ¿Sabes? Ahí también hay hombres que conocen la historia de cabo a rabo, a partir de Morelos y de Juárez, de Hidalgo, de Madero, de Carranza, Flores Magón y Carrillo Puerto y esos hombres bien pueden ¡No lo olvides! Hacerse la justicia que reclaman, porque no es el momento de hacer bromas, ni de firmar tratados de vergüenza, ¡es hora de que el hombre sea hombre! Y se busque justicia, por razones de ley ¡O por leyes de fuerza!

¡México! Escucha…No tardes en dar cuso a sus reproches y a devolverles su valor humano, y a darles dignidad y a darles fuerza, porque esa sangre inundará tu suelo, ¡Porque es hora de hablar con sangre joven! Es hora de luchar por el decoro y hacer las cosas bien ¡Como se debe! Hora del hombre nuevo de la Patria, hora de lucha con el sol de frente, hora de la palabra y de los rifles, hora de que el poeta haga pedazos los incorruptos cauces de la forma y grite a voz en cuello su coraje, la hora de Martí, de García Lorca y de Díaz Mirón, hora de que se apague el incensario y se diga a los hombres de ese pueblo, a los que araron surcos de ignominia, a los que hicieron mofa del trabajo, a los que fueron a manchar tu nombre, a vender a sus mujeres y a explotar a sus hermanos, a ser siervos del yanqui. ¡Decirles! ¿Malditos sean!

Porque, México, ¿Sabes? Ahí también hay hombres que conocen la historia de cabo a rabo, a partir de Morelos y de Juárez, de Hidalgo, de Madero, de Carranza, Flores Magón y Carrillo Puerto y esos hombres bien pueden ¡No lo olvides! Hacerse la justicia que reclaman, porque no es el momento de hacer bromas, ni de firmar tratados de vergüenza, ¡es hora de que el hombre sea hombre! Y se busque justicia, por razones de ley ¡O por leyes de fuerza!