Grupo 3 -Maquiavelo

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NICOLAS MAQUIAVELO Nicolás Maquiavelo nació en Florencia, Italia en el año 1469 y murió en el año1527 Fue Escritor y estadista florentino. Se crio en el seno de una familia noble pero empobrecida, Nicolás Maquiavelo vivió en Florencia en tiempos de Lorenzo y Pedro de Médicis. Tras la caída de Savonarola (1498) fue nombrado secretario de la segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y de la Guerra de la ciudad, cargo que ocupó hasta 1512 y que le llevó a realizar importantes misiones diplomáticas ante el rey de Francia, el emperador Maximiliano I y César Borgia, entre otros. Su actividad diplomática desempeñó un papel decisivo en la formación de su pensamiento político, centrado en el funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes. Su principal objetivo político fue preservar la soberanía de Florencia, siempre amenazada por las grandes potencias europeas, y para conseguirlo creó la milicia nacional en 1505. Intentó sin éxito propiciar el acercamiento de posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II, cuyo enfrentamiento terminó con la derrota de los franceses y el regreso de los Médicis a Florencia (1512).Como consecuencia de este giro político, Maquiavelo cayó en desgracia, fue acusado de traición, encarcelado y levemente torturado (1513). Tras recuperar la libertad se retiró a una casa de su propiedad en las afueras de Florencia, donde emprendió la redacción de sus obras, entre ellas Discursos (basado más en teoría política) y su obra maestra, El príncipe (Il principe). Maquiavelo quiere lograr con EL PRINCIPE que se genere un cambio en la política de gobierno de Lorenzo de Médicis, el cual para conseguir una Italia unida, debería seguir los consejos de los 26 capítulos de “El Príncipe”. Los cambios que propuso son extraídos de la observación y se basa en realidades que Maquiavelo vivió y sentía gracias a su actividad diplomática. El autor, intuye que los valores y la moral tradicionales no se ajustan a la cambiante e inestable Europa renacentista. Por eso muestra al gobernante: “el arte de conquistar el poder”, al que identifica como el Estado y comienzo su obra el Príncipe con la siguiente frase “Todos los Estados, todas las dominaciones que ejercieron y ejercen imperio sobre los hombres, fueron y son republicas o principados”. Introduce la palabra Estado en las primeras líneas de su obra la que estará destinada a tener gran éxito en el pensamiento político. Estado es para Maquiavelo lo que los Griegos llamaron “Polis”, los Romanos “Res Publica”. Los principados para él son Hereditarios o Nuevos y se adquieren gracias a la fortuna (es un poder inestable ya que depende si o si de la voluntad de quien les ha concedido ese poder) o a la virtud (

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NICOLAS MAQUIAVELO

Nicolás Maquiavelo nació en Florencia, Italia en el año 1469 y murió en el año1527 Fue Escritor y estadista florentino. Se crio en el seno de una familia noble pero empobrecida, Nicolás Maquiavelo vivió en Florencia en tiempos de Lorenzo y Pedro de Médicis. Tras la caída de Savonarola (1498) fue nombrado secretario de la segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y de la Guerra de la ciudad, cargo que ocupó hasta 1512 y que le llevó a realizar importantes misiones diplomáticas ante el rey de Francia, el emperador Maximiliano I y César Borgia, entre otros. Su actividad diplomática desempeñó un papel decisivo en la formación de su pensamiento político, centrado en el funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes. Su principal objetivo político fue preservar la soberanía de Florencia, siempre amenazada por las grandes potencias europeas, y para conseguirlo creó la milicia nacional en 1505. Intentó sin éxito propiciar el acercamiento de posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II, cuyo enfrentamiento terminó con la derrota de los franceses y el regreso de los Médicis a Florencia (1512).Como consecuencia de este giro político, Maquiavelo cayó en desgracia, fue acusado de traición, encarcelado y levemente torturado (1513). Tras recuperar la libertad se retiró a una casa de su propiedad en las afueras de Florencia, donde emprendió la redacción de sus obras, entre ellas Discursos (basado más en teoría política) y su obra maestra, El príncipe (Il principe). Maquiavelo quiere lograr con EL PRINCIPE que se genere un cambio en la política de gobierno de Lorenzo de Médicis, el cual para conseguir una Italia unida, debería seguir los consejos de los 26 capítulos de “El Príncipe”. Los cambios que propuso son extraídos de la observación y se basa en realidades que Maquiavelo vivió y sentía gracias a su actividad diplomática. El autor, intuye que los valores y la moral tradicionales no se ajustan a la cambiante e inestable Europa renacentista. Por eso muestra al gobernante: “el arte de conquistar el poder”, al que identifica como el Estado y comienzo su obra el Príncipe con la siguiente frase “Todos los Estados, todas las dominaciones que ejercieron y ejercen imperio sobre los hombres, fueron y son republicas o principados”. Introduce la palabra Estado en las primeras líneas de su obra la que estará destinada a tener gran éxito en el pensamiento político. Estado es para Maquiavelo lo que los Griegos llamaron “Polis”, los Romanos “Res Publica”. Los principados para él son Hereditarios o Nuevos y se adquieren gracias a la fortuna (es un poder inestable ya que depende si o si de la voluntad de quien les ha concedido ese poder) o a la virtud ( el poder durará gracias a sus acciones). Una vez obtenido el poder El Príncipe (Estado) tiene que velar por el bien común que radica en el poder y en  la fuerza del estado, y no es subordinable en ningún caso a fines particulares (por muy sublimes que se consideren). Así el Estado podrá articular las relaciones sociales, garantizando que los hombres vivan en libertad a través de sus leyes y su constitución que ya un Estado ordenado no puede tener más que una u otra constitución. Solo así se logra el bien común, y todo lo que atente contra él puede ser rechazado, siendo cualquier medio lícito. Los problemas que afronta Maquiavelo no son problemas abstractos que se ponen en el plano de las categorías universales (moral, religión…) sino problemas unidos a la solución de una situación política concreta. Por esto “El Príncipe” se centra en la figura del príncipe nuevo como la única que pueda deshacer de manera adecuada la compleja trama de la crisis italiana.  Por lo tanto el Estado, es la única fuerza sobre la que apoyarse, y el hombre se reduce a ser “ciudadano”, un simple “animal político”, al cual se puede juzgar por su grado de sociabilidad y por sus virtudes cívicas. La obra de Maquiavelo es una teoría del Estado, es decir de las formas de organización que permiten al hombre (venciendo su egoísmo instintivo) vivir en sociedad, vivir sin que el bueno pueda ser aplastado por el malo. De ahí su insistencia en el término “virtud” ya que le da un nuevo significado con una nueva carga moral (vitalidad, energía…). Esta virtud es la que distingue al verdadero hombre, al ciudadano, al hombre de estado, al príncipe, en definitiva. Maquiavelo, resalta la diferencia entre tirano y príncipe, considerando tirano al que gobierna en beneficio propio y príncipe el que lo hace buscando los intereses del estado y de la colectividad. Por eso aconseja la violencia, la crueldad… pero solo cuando sean

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necesarias y en la medida en la que sean necesarias. La mayor parte de los dictadores han malinterpretado la figura del príncipe queriéndose comparar al personaje de Maquiavelo cuando en realidad por la definición que este nos hace, son tiranos. El príncipe antes de ser gobernante ha sido hombre, y como todos los hombres es malvado, egoísta, voluble etc.; pero ha sabido, en el momento adecuado, adaptarse a la situación que le exige erigirse como líder para dejar de ser un simple ciudadano. El hombre del pueblo no se preocupa por contener sus emociones y sus pulsiones, es “libre” de actuar en función a sus propias necesidades, y por eso puede ser juzgado por su grado de sociabilidad y sus virtudes cívicas. Sin embargo el gobernante está atado a la moral pública que le exige una forma de comportamiento muy estricta, de la cual no le está permitido salirse. Posiblemente en muchas ocasiones, por ser también hombre, tenga la necesidad de transgredir sus propias leyes: ahí es cuando surge el dilema, y es donde tiene que prevalecer el interés público al privado para no caer en la tentación de anteponer sus prevalencias a las del pueblo. La persona que ha decidido tomar la iniciativa de llevar un pueblo, debe saber a lo que se expone, a lo que tiene que renunciar para ser un buen gobernante. Si no está dispuesto a ello no debería plantearse ningún dilema, y podría seguir siendo un ciudadano mas, un hombre común que lleva a cabo sus intereses sin intervenir en los de los demás.   Parecería que “el Príncipe” es concebido por Maquiavelo como una víctima de su posición, obligado a comportarse de determinadas maneras debido a la maldad de los demás, dispuesto a condenarse con tal de cumplir con su deber y mantener en vida el Estado. Esa moral cruel que le aconseja al príncipe está en función del bienestar de los hombres, que no es posible sin la existencia de un estado ordenado y tranquilo, seguro de los enemigos externos y no  “desordenado” por los enemigos internos.

El Príncipe como dijimos anteriormente fue la obra póstuma de Maquiavelo. En ella podemos decir que el autor acabó de definir el “descubrimiento” de la posibilidad de una ciencia política autónoma, independiente de los antiguos principios generales y al margen de consideraciones de orden moral. Según Maquiavelo, el príncipe ha de seguir los preceptos de la utilidad, el valor, la virtud, la fuerza y la astucia. Al escribir esta obra, este parte de realidades, a veces experimentadas personalmente, siendo coherente con su idea de la autonomía de la ciencia política. Se propone dejar de lado las utopías políticas, como la de Platón, para teorizar sobre un nuevo modelo de política más realista y aplicable a los gobiernos de su época. . Aunque Maquiavelo empieza describiendo los diferentes tipos de principados, su objetivo es hablar del “príncipe nuevo”, es decir, del hombre que llega a dirigir un Estado por factores como la propia virtud, la buena fortuna, el favor del pueblo o la colaboración militar de otros príncipes. Para cada uno de estos casos, Maquiavelo expone causas y motivaciones, analiza posibles peligros y desequilibrios del poder o de las relaciones de éste con los súbditos y con los nobles o magnates del Estado. Maquiavelo da mucha importancia al arte de la guerra como medio para lograr mantener un Estado íntegro y próspero, al igual que insiste en la importancia que el pueblo respete y tema a su señor. Él cree que un príncipe ha de dar una buena imagen de sus atributos, aunque en realidad no los tenga. Maquiavelo alaba la virtud de los gobernantes que son crueles con unos pocos y así mantienen el Estado, mientras que critica a los pueblos y príncipes crédulos que son buenos y dejan que sus enemigos destruyan una parte de su patria, seguros de que así la sed de conquista de sus enemigos se saciará.  El bien del Estado no se subordina al bien del individuo, y su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se consideren.El Renacimiento había dado inicio a la secularización del mundo y las cuestiones religiosas quedaban restringidas al ámbito de la conciencia individual. La ciencia renacentista había despojado al hombre de su armadura teológica y le había devuelto la voluntad de organizar su existencia sin temores o esperanzas de compensación espiritual. El Estado también empezaba a concebirse como un poder secular no ofrecido a los individuos por derecho divino sino por intereses económicos, de clases o ambiciones personales. Fue esa gran mentalidad la que se puede ver en la obra de Maquiavelo y de la que derivó su concepción

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del poder y de la política. Maquiavelo no es ajeno a la moral. Y supo intuir antes que sus propios contemporáneos que era imposible organizar un Estado en medio del derrumbe social de Italia. Las críticas de su obra, en lo concerniente a su política de maximizar los medios frente a los fines en el ejercicio del poder, ignoran que Maquiavelo fue un ardiente partidario de la libertad. Y lo demostró con sus escritos defendiendo las instituciones republicanas que fueron destruidas con la invasión de Francia y España a Italia; lo mismo que contra la corrupción, a la que consideraba una amenaza contra la libertad, virtud sin la cual ningún pueblo puede construir su grandeza. “La experiencia muestra que las ciudades jamás han crecido en poder o en riqueza excepto cuando han sido libres”, dijo Maquiavelo. “El fin justifica los medios”, no es una sentencia carente de moral y ética como han pretendido demostrar los críticos de Maquiavelo. Sencillamente es una reflexión en la que se reconoce que de las mismas circunstancias que enfrenta El Príncipe, él debe extraer las premisas necesarias para desenvolverse en un mundo cambiante. El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas y armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas. Son las necesidades las que impondrán una respuesta. Y con ello Maquiavelo demuestra que los hombres se miden con el mundo y actúan sobre él. Ello significa que la ambición de Maquiavelo de ver una Italia unida, no constituyen un espejismo político sino que puede realizarse en la realidad material a través de la lucha por el poder y estimulando en los italianos los sentimientos comunes que configuraban la identidad cultural de ese país. Existe una circunstancia concreta: Italia invadida por fuerzas extranjeras, y una necesidad real: la liberación nacional y la construcción de la unidad política. El medio para lograrlo es la guerra y el fin, adaptarse a las exigencias de los nuevos tiempos, organizándose como estado nacional. Para Maquiavelo los fines políticos eran inseparables del “bien común”. Todo lo que atenté contra el bien común debe ser rechazado y por ello “la astucia, la hábil ocultación de los designios, el uso de la fuerza, el engaño, adquieren categoría de medios lícitos si los fines están guiados por el idea del bien común, noción que encierra la idea de patriotismo, por una parte, pero también las anticipaciones de la moderna razón de Estado”.

Para Maquiavelo está claro que a diferencia de los países europeos, en Italia no había sido posible construir el Estado-Nación. El soberano que fuese a enfrentar este reto histórico, necesitaría de una suma de poder que lo convirtiera en un monarca absoluto. Ese objetivo solo es posible si el gobernante dispuesto a llevarla a cabo, arma los ciudadanos para liberar a su patria de las fuerzas extranjeras. Cumplida esta tarea procurará ofrecer al pueblo leyes justas y éste a su vez, asumirá la defensa y seguridad de la nación. El príncipe, en cuanto conquistador y dueño del poder, en cuanto encarnación del Estado, está por principio (y no por accidente) exento de toda norma moral. Lo importante es que tenga las condiciones naturales como para asegurar la conquista y posesión del poder, “que sea astuto como la zorra, fuerte como el león”. Dice Maquiavelo que el príncipe que quiere conservar el poder “debe comprender bien que no le es posible observar, en todo, lo que hace mirar como virtuosos a los hombres, supuesto que a menudo para conservar el orden de un Estado, está en la precisión de obrar contra su fe, contra las virtudes de la humanidad y caridad y aún contra su religión”. Para Maquiavelo la razón suprema no es sino la razón de Estado. El Estado (que identifica con el príncipe o gobernante), constituye un fin último, un fin en sí, no solo independiente sino también opuesto al orden moral y a los valores éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como instancia absoluta. El bien supremo no es ya la virtud, la felicidad, la perfección de la propia naturaleza, el placer o cualquiera de las metas que los moralistas propusieron al hombre, sino la fuerza y el poder del Estado y de su personificación el príncipe o gobernante. El bien del Estado no se subordina al bien del individuo o de la persona humana en ningún caso, y su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se

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consideren. Leer “El Príncipe” es enfrentarnos al triunfo del espíritu renacentista sobre la religión, desde esa interpretación “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo es la síntesis de la disolución de un mundo, el Medioevo, y el nacimiento de un nuevo principio de realidad en el que el hombre, volvía a ser la preocupación esencial de todas las cosas, el Renacimiento.

Para Maquiavelo la necesidad de la ley y de la fuerza por parte del gobernante es la idea principal para responder a una defensa apasionada de cuál es el mejor modo de llevar a cabo las conveniencias del Estado.  La ideología maquiavélica al respecto se refleja a través de una ética que no contempla más que llegar al fin perseguido, debido a lo cual quedarán automáticamente justificados todos los medios utilizados para ello, por condenables que puedan parecer.   La idea de Maquiavelo de que un gobernante debe ser inflexible ante todo para preservar el bien del Estado, aunque sea a costa de una conducta moralmente indigna.  Ello suscitó la inmediata incomprensión de casi todos sus contemporáneos que lo interpretaron como una astucia maligna, saltaron los mecanismos de defensa sociales y pronto se estableció una corriente antimaquiavélica en defensa de las bases morales hasta entonces establecidas que aún perdura en nuestros días, asociada a la idea de astucia, mala fe y cinismo en política.  Cosa bastante injusta porque Maquiavelo no acepta ni legitima la violencia como norma del obrar político, sino sólo en casos extraordinarios y en orden, no al mantenimiento del poder por parte del gobernante, sino en orden al bienestar de todos. La falta de ética será excusable en la aplicación de tal precepto porque precisamente va en contra de la maldad humana y en bien del Estado. Señala algunas cualidades animales para ejemplarizarlo. El gobernante debe poseer la astucia de la zorra en combinación con la fuerza del león, para librarse de las trampas y los lobos, que son al fin y al cabo los traidores y los opositores al gobernante. Aconseja que tales “virtudes” se disfracen y se disimulen para mayor efecto de tal arma.  Y vuelve a justificar la necesidad de falta de escrúpulos debido a esa naturaleza humana maligna de la que el Estado debe protegerse.  Por tanto, si se utilizan el engaño y el incumplimiento de promesas no pasa nada porque siempre hay gente dispuesta a dejarse engañar y siempre hubo quien faltó a sus promesas antes. Por tanto ello se complementa con otra idea que también aparece: el gobernante necesita ser un maestro de la manipulación y la seducción mediante el lenguaje para manipular al pueblo tanto en sus creencias y opiniones como para asegurarse su incondicional adhesión. Es así como el gobernante debe aprender a instrumentalizar las pasiones humanas y confundir las cabezas de los hombres con todo tipo de embustes ya que en política sólo cuentan las apariencias aprovechando que la mayoría de la gente vive muy alejada de la realidad.  De nuevo la torpeza humana sirve como excusa para dar rienda suelta a toda clase de manipulaciones e intrigas. Habrá que llegar a la crueldad si es preciso, aunque siempre distinguiendo entre “la bien usada y la mal usada”, y lo más importante de todo que la virtud política del gobernante la va a constituir precisamente saber conservar su Estado a base de distinguir cuando no debe alejarse del bien y cuando va a necesitar entrar en el mal para ello.  Es el bien común y no el privado el que legitima la violencia en determinadas situaciones pero, puesto que con sus acciones lo que el gobernante busca son buenos resultados, debe conocer bien el alma humana para atacarla allí por donde sea más oportuno, manipulación al fin, y si para ello necesita entrar en el mal deberá colorearlo y disimularlo para asegurarse el éxito y no el desprestigio. Sacar provecho de todo y de cada situación. En conclusión: La defensa de la conveniencia de manipular al vulgo, razonando para ello que el vulgo lo único que valora

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es el resultado final, puesto que la naturaleza humana es limitada y sólo alcanza a ver lo que muestran las apariencias. Con ello excusa el engaño y demás medios inmorales. Todo con el único fin de salvaguardar la seguridad y el bienestar del Estado. Siempre obligarse a aparentar bondad, buenas maneras, correcta moral en definitiva, porque ello asegura la ventaja a la hora de la manipulación.

A finales del siglo XV se produce una remodelación de las instituciones medievales por los cambios económicos producidos y debidos a una mejora de las comunicaciones produciéndose un cambio en el ámbito geográfico el cual pasará a ser local. El mayor beneficio de mercado será el aventurero, comerciante dispuesto a aprovechar cualquier situación y que domina la producción encontrándose fuera de la potestad de gremios y ciudades. Este comercio debía encontrarse políticamente en manos de un gobierno de mayor poder que el local. Esta burguesía será el enemigo de la nobleza necesitando de un poder fuerte cuyo centro será el monarca poder político y militar. Se ganará en un gobierno ordenado y eficaz.Las instituciones medievales han fracasado encubriendo a menudo el fracaso de las monarquías y estas pasan a ser absolutas derrocando a los poderes del constitucionalismo medieval y a las ciudades-estado libres en las cuales se basó la civilización medieval. Expolia los monasterios y los eclesiásticos son sometidos al control monárquico desapareciendo la autoridad jurídica de la iglesia.

En estos momentos Italia se encuentra dividida en cinco estados y en 1512 cae la República Florentina ejemplo del destino de los estados débiles. El Estado Pontificio se convertirá en un estado fuerte y compacto. Ya no serán árbitros pero conservan la soberanía de la Italia Central. En toda la península existe una fuerte división entre los tiranos y la mayoría de la población cree que la Iglesia es culpable de dicha situación. Dentro de una sociedad cargada de tintes libertinos y corruptos donde el individuo es egoísta. El Príncipe trata de las monarquías o estados absolutos siendo la indiferencia moral ante los medios utilizados la principal característica del pensamiento de Maquiavelo junto a la fuerza y astucia como puntal de un gobierno bueno. Escribe sobre la mecánica de gobierno siendo de su interés las medidas políticas y militares.Sobre esta indiferencia moral nunca se puede presuponer que tomase como modelo a alguien. Condena la servidumbre cristiana y con ella a la religión Cristiana valorando mucho más a las antiguas religiones paganas. Nunca duda que la corrupción del ciudadano hace imposible al buen gobierno y cree que eran las virtudes cívicas de los antiguos romanos las que hicieron posible el imperio pero este no tiene porque ser así en los gobernantes juzgando de forma diferente a los dos puesto que en el gobernante se encuentra fuera del grupo. Utiliza los ejemplos de la historia pero no puede llamarse propiamente empírico.

Todo gobierno debe encontrarse regulado por ley. El gobernante no debe tocar la propiedad ni a las mujeres de los súbditos. Prefiere elección a herencia, empleo de la severidad con moderación y libertad de expresión estimando el gobierno liberal y sujeto a las leyes. Aristocracia y nobleza no son más elementos perniciosos para cualquier gobierno útil. Otro elemento distorsionador es el de los soldados mercenarios que agotan el oro y no son útiles para cuando verdaderamente sé les necesita, por ello el gobernante debe dispone de un ejército compuesto por sus súbditos, equipado, disciplinado y enlazados con el estado por la lealtad. Espera que algún tirano de Italia pueda encargarse de la tarea de organizar y unificar el estado italiano aunque no tiene nada que pueda verse como una teoría de unificación.  Su meta sería conseguir la ciudad-estado expansionista. Más que

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cualquier otro pensador político, Maquiavelo será el creador del significado de la palabra Estado como fuerza organizada dentro de un territorio.

Conclusiones del trabajo:

“El Príncipe” es el manual del gobernante renacentista, secular, profesional, nacionalista y expansionista. Breviario del arte de conservar el Gobierno, desiste de todo intento de buscar una justificación teológico-racional del poder: el poder se justifica a sí mismo y es árbitro absoluto de todo lo que, pretendidamente eran sus reglas, incluida la moral. Tres son los factores que juegan en todo el proceso de adquisición, conservación y pérdida de sus principados: fortuna, virtud y talento / mérito. Escrito con gran elegancia y en un estilo claro y sencillo, muestra, asimismo, una gran erudición histórica y un intelecto poderosos en la capacidad de extraer conclusiones y de razonar. Probablemente quepa mantener la tesis de que Maquiavelo era republicano (seguramente, también, demócrata) y partidario de un gobierno justo y no despótico, sin necesidad de hacer muchas filigranas para ello: “ Es mejor que el príncipe sea justo (o en todo caso, que lo aparente)”. Gran lucidez en todo lo relativo a las consecuencias políticas de la actuación moral. Notable el nacionalismo Maquiavélico. En ellas sostiene que las normas de la política practica se apartan se apartan de las establecidas para la ética por lo que los actos y resoluciones del gobernante deben inspirarse en motivos de orden político, sin consideración a los conceptos del bien y del mal.  La acción del príncipe no será moral, sino ordenadora. En resumen El Príncipe de Maquiavelo tuvo y tiene un gran interés político. Su autor ha sido definido en muchas ocasiones como un personaje de enrevesadas ideas (de todos es conocida la popular expresión “tener ideas maquiavélicas”). Sus reflexiones han sido objeto de muchas críticas, para él la moral y la ética se dejan en un segundo plano cuando se trata del mantenimiento del gobernante en el poder. Así justifica determinados comportamientos y cualidades  que debe tener el príncipe para mantenerse en el poder. Estas condiciones y aptitudes se resumen en su capacidad de aprovechar situaciones y manipular deseos y voluntades de tal modo que sean consideradas como medios y no como fines, cualidades que a nosotros nos parecen amorales. Según él un príncipe puede ser cruel “…debe por tanto un príncipe no preocuparse de la fama de cruel si a cambio mantiene a sus súbditos unidos y leales porque con poquísimos castigos ejemplares será más clemente que aquellos otros que por excesiva clemencia permiten que los desórdenes continúen”; puede ser hipócrita “… es necesario saber colorear bien esa naturaleza y ser un gran simulador y disimulador” y sobre todo y lo más importante  se le permite el uso de la violencia como instrumento de cohesión social, si bien no es bueno su uso continuado. Lo que sí que está claro es que un buen político tiene que hacer prevalecer los intereses de quien representa sobre los suyos propios, y que por esto es, en parte, “prisionero” de sus actos (de todas formas no tienen derecho a quejarse, porque son ellos los que han elegido seguir ese camino). Esto es lo que no parecen haber entendido la gran cantidad de hombres que han querido imponer sus ideas a costa de los intereses de los que supuestamente deben apoyar y defender. En conclusión Maquiavelo describe las mentiras, los métodos inmorales, las tácticas de cómo ganarse a su pueblo, propuso las condiciones que habían de caracterizar a un príncipe, entendida esta figura como la cabeza o jefe del Estado. El hombre, desde el principio de los tiempos, se ha relacionado a partir del poder o la aspiración a éste. Pero conseguir manipular y gobernar a una persona o a un estado no es sencillo. Se necesita ser un buen estratega, cínico y hábil, manipulador de las masas, hipócrita en las acciones, fuerte y justo en los movimientos. Mantener el poder requiere un

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gran esfuerzo y una gran destreza que no todos los hombres poseen. Maquiavelo, cuando escribió El Príncipe era consciente de esta realidad. Las ideas de Maquiavelo marcaron el inicio de la política como la conocemos hoy en día. La obra de Nicolás Maquiavelo representa una interesante perspectiva para comprender la evolución social y política del mundo moderno surgida en el Renacimiento. Desde el año 1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese tratado de política, El Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas interpretaciones en los estudios sobre el fenómeno del poder y en los gobernantes mismos.  El Príncipe deja complejas interpretaciones acerca del poder y los gobernantes. El realismo de Nicolás Maquiavelo fue implacable,  demostrando un sentido de orden, fines políticos e ideológicos que pueden ser convenientes para la comunidad, inteligentes, astutos, lógicos y eficaces para lograrlos a partir de situaciones reales que predominaban en aquel tiempo.

Bibliografía:

El Príncipe Autor Nicolás Maquiavelo con prólogo de: Miguel Ángel Granada , primera edición , Buenos Aires, Editorial: Alianza Editorial. Año 2007.

El Príncipe Autor Nicolás Maquiavelo con comentarios de Napoleón Bonaparte, Sexta Edición, Editorial: Plus Ultra. Año 1996.

Enciclopedia Espasa Pocket, Primera Edición. Editorial: Calpe S.A. Año: 2008

Textos de Norberto Bobbio (Otorgado por el profesor de la cátedra).

Páginas Web:

www.muyinteresante.es/historia/articulo/seis-frases-de-maquiavelo

www.laeditorialvirtual.com.ar/.../maquiavelo/maquiavelo_elprincipe.htm

www.mgar.net/var/maquiave.htm