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Asignaturas pendientes: Brasil tiene deudas pendientes en materia política y social. La clase política es noticia constante por escándalos de corrupción o infidelidad partidaria, en casos que alcanzan a todos los partidos por igual. La reforma política también es una cuestión pendiente. Además de los hechos que llevaron a la renuncia de Fernando Collor de Mello en 1992, el escándalo del mensalão (2005) sacudió fuertemente al gobierno de Lula luego de que se develara un complejo esquema de sobresueldos a legisladores brasileños para la aprobación de las leyes de gobierno. Lula no fue inmune a sus efectos y pagó un fuerte costo en imagen, que lo llevó a tener que pasar por el examen de la segunda vuelta para lograr la reelección en 2006. No obstante, cabe señalar el destacado rol que cumple la Justicia Electoral brasileña, que entre 2000 y 2007 despojó de sus cargos a 623 políticos vinculados con hechos de corrupción durante la campaña electoral o por infidelidad partidaria, y en lo que va del año ya se ha cobrado el mandato de tres gobernadores por probadas irregularidades durante el período electoral. Otro flanco es el social. Además de la violencia imperante en tierras de nadie, como son la mayoría de las favelas de Río, o el terror que siembra el crimen organizado en São Paulo y que alcanzó su punto más álgido en 2006, recientemente se dio a conocer la última medición del índice de desarrollo humano (IDH), un indicador que mide la esperanza de vida, la tasa de alfabetización, la educación y el PBI per cápita: en él se ubica a Brasil en la 75ª posición entre los 182 países que mide anualmente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo En materia de desigualdad, Brasil ocupó el 7º lugar -el ingreso del 10% más rico es 40 veces superior al del 10% más pobre-, estadística nada envidiable y sólo superada por Namibia, Bolivia, Comoras, Colombia, Haití y Panamá. También constituyen una preocupación la mortalidad infantil y la tasa de analfabetismo, actualmente ubicada en un 9,8 por ciento. A pesar de su compleja problemática social, el estudio del PNUD destacó que Brasil viene creciendo de manera gradual en los últimos 20 años, y presenta mejores resultados respecto de sus vecinos latinoamericanos. Esta aseveración coincide con el último relevamiento del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), realizado en septiembre de 2008, donde se destaca que 2,5 millones de brasileños ingresaron en el mercado laboral y que la tasa de desocupación cayó un digito (ver recuadro), lo que constituye el mayor avance en este rubro desde 1996. El ingreso promedio del trabajador aumentó un 1,7%, y lo más notable es que 3,8 millones de brasileños salieron de la pobreza -hoy, el 16% de la población está bajo la línea de pobreza-, lo que en Brasil supone una reducción de pobres en más de la mitad desde 1993. Otro dato que merece destacarse es el avance en materia de la desigualdad: el último relevamiento del IBGE registró una caída de 1,3 puntos en la brecha de desigualdad. En lo que se refiere a la erradicación del narcotráfico y la violencia, presentes en las favelas y fuera de ellas, sigue siendo una deuda pendiente, pero los Juegos Olímpicos en Río presentan una inmejorable oportunidad para ocuparse mejor del tema. Esto demuestra que, a pesar de estar aún rezagado en varios aspectos sociopolíticos, los últimos gobiernos han realizado significativos avances sobre las deudas pendientes de Brasil, y éste es un aspecto que ningún gobernante podrá descuidar.

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EnfoquesDomingo 06.09.2009El mundo¿Un dragón en el patio trasero?Vista como una oportunidad única por buena parte de América latina, la voraz necesidad china de abastecerse de petróleo, alimentos y minerales ha llevado al gigante asiático a buscar una mayor presencia en la región. Pero este acercamiento, que abre nuevas opciones geoestratégicas, despierta desconfianza en EE.UU.Si todo va de acuerdo con los planes, para 2012 los primeros cargamentos de cobre de Toromocho, una mina en los Andes peruanos, serán enviados por tren y camión a un nuevo muelle de US$ 70 millones en el puerto de Callao. Desde allí se los enviará a través del Pacífico a China. Chinalco, un gigante de los metales chinos, está explotando la mina a un costo de US$ 2200 millones. Tanto la mina como el muelle serán los símbolos más visibles del creciente comercio e inversión que están convirtiendo rápidamente a China en un socio económico importante para Perú y muchos otros países latinoamericanos.En los primeros seis meses de este año, China se convirtió en el principal mercado de exportación de Brasil (en parte porque las exportaciones manufactureras de Brasil cayeron mucho por la recesión). En mayo, durante dos días de conversaciones en Pekín entre el presidente Luiz Inacio Lula da Silva y su par chino, Hu Jintao, se firmó un acuerdo por el cual el Banco de Desarrollo Chino y Sinopec, una petrolera china, prestarán a Petrobras US$ 10.000 millones a cambio de hasta 200.000 barriles diarios de crudo por diez años, proveniente de los nuevos yacimientos brasileños, a gran profundidad bajo el mar. Semanas antes, China había ofrecido a la Argentina un arreglo de canje de divisas por un valor de US$ 10.000 millones y había prestado a Jamaica, muy necesitada de efectivo, US$ 138 millones para evitar que cayera en cesación de pagos de su deuda. Algunas compañías chinas han comprado participaciones en yacimientos petroleros en Ecuador y Venezuela y hablan de construir una refinería en Costa Rica. Días atrás, China National Petroleum Corporation y CNOOC, otra firma petrolera, habrían mostrado interés en tener una participación en YPF, en manos de Repsol de España.No es sólo China la que tiene un mayor interés en América latina. Lo mismo sucede con la India, Rusia e Irán. Para algunos observadores, esto representa el fin de la doctrina Monroe, el insistente argumento norteamericano según el cual toda interferencia de intereses ajenos al hemisferio en la zona es "peligrosa para nuestra paz y seguridad". No importa que el dominio estadounidense siempre haya sido rechazado por los nacionalistas latinoamericanos y por Europa, y no importa que EE.UU. (y Europa) mantenga una mayor relación comercial con América latina que China, y ciertamente mucho mayor que la India o Rusia. Lo que está claro es que en la región hay nuevos actores, potencialmente poderosos.

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Su arribo coincide con -y en parte es consecuencia de- otros dos procesos. El primero es la relativa declinación del dominio económico y político de EE.UU. luego de su breve período de dominio absoluto al final de la Guerra Fría. "Los centros de poder están cambiando y el siglo XXI tiene que ver con el Pacífico", dice José Antonio García Belaunde, ministro de relaciones exteriores de Perú. Más específicamente, bajo George Bush se había extendido la noción de que Estados Unidos había desatendido a América latina por las urgencias en otras latitudes, especialmente la "guerra contra el terrorismo". Esa desatención permitió que otros jugadores entraran en la región.El segundo factor es que muchos países latinoamericanos han ganado confianza y se muestran más decididos a afirmar su independencia diplomática. Eso se debe tanto a que han logrado estabilidad económica y democracias más robustas como a que muchos eligieron gobiernos de izquierda que, por motivos ideológicos, buscan nuevos aliados. Ambos factores valen para Brasil, que ha buscado un rol mayor como potencia regional de peso global.La diversificación de los vínculos económicos latinoamericanos ha provocado en algunas mentes una pregunta insistente: ¿preanuncia cambios geopolíticos? En EE.UU., a algunos republicanos les preocupa que el creciente peso económico chino pueda significar una amenaza política. Hillary Clinton, la secretaria de Estado, señaló que China e Irán están teniendo avances "preocupantes" en la región. Pero muchos latinoamericanos prefieren ver los crecientes vínculos con China como una oportunidad. La región, con Brasil a la cabeza, está forjando alianzas "sur-sur" con China, la India, Rusia y Sudáfrica, para presionar por cambios en lo que todos ven como un orden económico mundial injusto.Pero para América latina, otros dos interrogantes pueden ser igualmente importantes. El primero es si la industrialización de China y la India está ayudando o trabando su propio desarrollo económico. El segundo es si desarrollar vínculos económicos con países no democráticos como China, Rusia e Irán podría socavar el compromiso, arduamente conquistado, de América latina con la democracia.De galeones a satélitesLos vínculos económicos entre América latina y Asia no son nuevos. Entre 1560 y 1815, una flota de galeones españoles hacía un viaje anual épico del puerto mexicano de Acapulco a Manila, en Filipinas, llevando plata y provisiones y volviendo con sedas y porcelanas chinas, que eran compradas por los ricos en México y Perú en tiempos coloniales. En la década de 1970 Japón surgió como un importante socio comercial, inversor y dador de ayuda. Pero lo repentino y la escala del vínculo con China (y en menor medida la India) son una novedad.

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El primer impacto -y por ahora el principal- es indirecto. La demanda china e india de materias primas ha llevado los precios de los commodities (de los que los países sudamericanos son grandes productores) a niveles sin precedente. Esto ayudó a acelerar la tasa de crecimiento económico de la región a un promedio de 5,5% entre mediados de 2003 y mediados de 2008. Por otra parte, el comercio de China con América latina creció a una tasa anual promedio del 40% desde 2003, más aceleradamente que su comercio total. China se ha convertido en un importante mercado para países como Brasil, Chile y Perú. El ascenso de China como potencia generó mucha preocupación en América latina una década atrás. Dado que los salarios promedio en China son un quinto a dos quintos de los de Latinoamérica, se pensó que gran parte de la industria que requiere mano de obra intensiva de la región sería destruida. Por eso los países de la región han presentado más denuncias anti-dumping contra China en la OMC que los Estados Unidos.Una década después, algunos de esos temores se han demostrado justificados, pero el cuadro es más positivo. Investigadores del Banco Mundial han descubierto que la región obtuvo claras ganancias netas de la expansión de China. Los problemas se han centrado en países particulares y en determinadas industrias: si bien países exportadores de commodities como Chile, Perú y Brasil se han beneficiado claramente, México y sus vecinos de América Central no se han beneficiado del mismo modo. Para México, uno de los países más industrializados de la región, China es un competidor, especialmente en el mercado estadounidense, tanto en textiles como en electrónica. Entre 2000 y 2005, la participación china en las importaciones de ropa por parte de EE.UU. se duplicó, alcanzando el 26%, mientras que la de México cayó del 14% al 8%. Pero algunos productores textiles mexicanos lograron defender su espacio explotando su mayor cercanía o mejorando su calidad.Las industrias del calzado y los juguetes de Brasil han sido casi totalmente destruidas o se han mudado a China. "Es imposible competir contra China en estos sectores", dice Roberto Giannetti da Fonseca, de la Federación de Industrias de San Pablo. Pero igualmente los nuevos vínculos de la región con China la han ayudado a salir de la recesión mundial casi sin heridas.Así y todo, mientras que el comercio creció exponencialmente, la inversión china en América latina no fue hasta ahora tan significativa. En cambio la India, cuyo comercio con la región sigue siendo modesto, ha comenzado a hacer importantes inversiones en productos farmacéuticos, software empresarial y recursos naturales. No ayudó el hecho de que en 2004 se afirmara, equivocadamente, que Hu de China, en la primera de dos visitas a la región, había prometido inversiones por un total de US$ 100.000 millones en diez años.

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Bombear petróleo venezolanoHasta ahora las inversiones chinas se han concentrado de manera abrumadora en la minería y el petróleo. (Una excepción es un joint venture con Brasil, de la década de 1980, para producir satélites de comunicaciones, en el que China aporta el 70% de la financiación y la tecnología.) Toromocho es solo una de tres grandes inversiones en proyectos cupríferos en Perú. Y las compañías chinas se han convertido en las mayores inversoras en la industria petrolera ecuatoriana. Pero lo más contencioso potencialmente es la gran participación china en la Venezuela de Hugo Chávez. El Banco de Desarrollo de China ha prestado dos tercios del capital para un fondo conjunto de US$ 12.000 millones al que compañías chinas podrían recurrir para proyectos de inversión en Venezuela. Es probable que la mayoría sea en petróleo. CNPC, una compañía china, opera varios yacimientos pequeños y está invirtiendo en la región del Orinoco.Estados Unidos ha sido por mucho tiempo el principal mercado de exportación del petróleo venezolano. Venezuela contribuye con un 10% de las importaciones petroleras estadounidenses. Esta dependencia mutua ha sido incómoda desde hace mucho tiempo para Chávez, quien ha dicho repetidamente, pensando en China, que quiere diversificar los mercados (aunque los costos de transporte serían mucho más altos). Las exportaciones venezolanas a China subieron ya de un nivel despreciable a 398.000 barriles diarios. Pero Pdvsa ha anunciado que quiere incrementar el flujo a 500.000 barriles diarios para diciembre. Eso sólo podría hacerse reduciendo los envíos a Estados Unidos.En Africa, las grandes inversiones en petróleo y minería han llevado a algunos a acusar a China de crear enclaves neocoloniales. Pero en América latina, una región más desarrollada, China es uno más entre muchos inversores extranjeros. Luego de un comienzo complicado, las compañías chinas parecen haberse vuelto más sensibles a las preocupaciones locales. Está, por caso, Perú. La primera inversión china la concretó Shogang, que compró una mina de mineral de hierro en 1992. Trajo 350 trabajadores chinos y se ganó una mala reputación por los constantes problemas con la fuerza laboral peruana. En cambio, como señala Luis Chang, ex embajador peruano en Pekín y consultor para firmas chinas, Toromocho tiene sólo tres gerentes chinos y el CEO es canadiense.Perú se ha convertido en el segundo país latinoamericano, después de Chile, en firmar un acuerdo de libre comercio con China. García Belaunde espera que esto aliente más inversiones chinas, especialmente en la muy necesitada área de la infraestructura de transporte, como en el caso del Callao y otros puertos.Pero el patrón del comercio y la inversión hasta ahora refuerza los temores de algunos latinoamericanos de que China esté haciendo que la región vuelva a especializarse en los commodities, como sucedió en el siglo XIX, en detrimento de la industria. Mientras que las exportaciones chinas a la región abarcan una amplia gama de productos manufacturados, sus importaciones están fuertemente concentradas en unos pocos commodities. La soja y el hierro representan dos tercios de las exportaciones de Brasil a China, y el crudo otro 10%.

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Negocios y políticaLos funcionarios chinos insisten en que sus relaciones cada vez más estrechas con América latina tienen un doble impulso: un interés diplomático común en un mundo multipolar y vínculos económicos y de negocios mutuamente beneficiosos. "No buscamos tener una influencia especial. Hemos reiterado [a Estados Unidos] que nuestras relaciones con América latina no son una amenaza para nadie", dice Qiu Xiaqi, embajador chino en Brasil. También es de interés para China que la mitad de los 24 países pequeños del mundo que aún reconocen a Taiwán en vez de a China se encuentran en la región.Lo que parece seguro es que, tarde o temprano, la incidencia económica de China en América latina tendrá ramificaciones geopolíticas, lo que obligará a la región a tomar ciertas decisiones. Eso se debe a los desarrollos políticos en América latina y en particular al ascenso de gobiernos más o menos antiestadounidenses en algunos países.Para China, los enredos internacionales de Chávez y sus amigos son una complicación más que una atracción. "China no está muy interesada en radicalismos", dice Pan Wei, un cientista político de la Escuela de Estudios internacionales de la Universidad de Pekín que recientemente pasó un año sabático en la Universidad Católica de Lima; "China no va a provocar problemas políticos en el área, ni va a tener una presencia militar". Señala como ejemplo que China forjó relaciones cálidas con Chile durante la dictadura del general Augusto Pinochet.China da gran importancia al hecho de tener un enfoque pragmático y no abrir juicios cuando se trata de las relaciones exteriores. Pero eso podría ponerla en una ruta de colisión, en la que tenga que optar entre su relación estratégicamente vital con los Estados Unidos y el petróleo venezolano. Seguramente China hará todo lo posible para evitar verse enfrentada a tal opción.© The EconomistTraducción de Gabriel Zadunaisky