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Guía delanimador de grupo

A r c h i d i ó c e s i s d e Va l e n c i a

“Seréis mis testigos” 3

G U Í A D E L A N I M A D O R D E G R U P O

1. Un servicio tan antiguo como la Iglesia ............... 05

2. Criterios generales ............................................................... 08

3. Preparación de las reuniones ..................................... 12

4. Desarrollo de las reuniones .......................................... 14

5. La mochila del animador.................................................. 16

Í n d i c e

“Seréis mis testigos” 5


Un servicio tan antiguo como la Iglesia

El Apóstol San Pablo, en sus cartas, reconoce constantemen-te que su gran obra evangelizadora, y de creación y consolidación de comunidades cristianas, sería imposible sin la colaboración in-condicional de muchos cristianos laicos, que apoyaban su misión hospedándole, facilitándole medios, acogiendo la comunidad en sus casas y cooperando en la formación cristiana. En las cartas pau-linas aparecen los nombres de varias docenas de hombres y mu-jeres, con apelativos cariñosos que expresan el agradecimiento y estima del Apóstol hacia estos colaboradores. Son personas con di-ferentes profesiones y de distinta procedencia social: trabajadores humildes, tejedores, administrativos, madres de familia, médicos, escribientes… Pero todos ellos tienen en común el haber hecho de la causa del Evangelio el motivo fundamental de su vida.

Con el nombre, poco técnico pero muy significativo, de “animado-res”, nos referimos aquí a cristianos laicos o consagrados, hombres o mujeres, que, como en los inicios de la Iglesia, necesitamos tam-bién hoy para llevar a cabo esta gran acción evangelizadora que es el Itinerario Diocesano de Renovación. Se trata de cristianos más formados y con claro sentido eclesial, a los que nuestra Iglesia dio-cesana confía la animación de los distintos grupos en que se estruc-tura este camino.

Itinerario Diocesano de Renovación 2010-2014

“Seréis mis testigos”

6 “Seréis mis testigos” 7


Leyendo con atención las actitudes que el Apóstol Pablo alaba en sus colaboradores, también nuestra Iglesia necesita que estos sucesores suyos sean capaces de:

• Hacerlo todo por el Señor Jesús, de modo que puedan ser reconocidos con el mismo hermoso título que Epafras de Co-losas y que el mismo Apóstol reivindica para sí mismo: “siervo de Cristo Jesús” (Col 4, 12; Rom 1, 1). Esta actitud fundamen-tal purifica de raíz toda tentación de protagonismo humano o de dominio.

• Servir a la Iglesia con amor y empeño, para que aparezcan siempre como humildes “servidores de la Iglesia”, como Febe de Céncreas (Rom 16, 1). Quien ama a la Iglesia favorece siem-pre la unidad y la paz, trabaja por todo lo que construye la co-munidad y evita las críticas y discusiones que la destruyen.

• Colaborar con fidelidad con el ministerio apostólico del obispo y de los presbíteros, para que los pastores puedan confiar en cada uno de ellos como “servidor fiel y compañero en el servicio del Señor”, como Pablo con Tíquico (Col 4, 7). Esta fidelidad disipa toda apariencia de lucha por el poder porque prioriza siempre el bien supremo de la comunión eclesial.

• Estar dispuestos a trabajar por los demás, como María de Roma, de la que dice Pablo “que con tanto afán ha trabajado a favor vuestro” (Rom 16, 6). Estar dispuestos a dedicar tiem-po y esfuerzos desde la total gratuidad y buscando solamen-te el bien de los otros.

• Y a orar por todos los miembros del grupo, como cuenta Pablo que hacía Epafras por los colosenses: “Con sus oracio-nes no cesa de luchar a favor vuestro para que os mantengáis constantes y perfectos cumplidores de toda voluntad de Dios”

(Col 4, 12). El trabajo evangelizador resulta inútil si no va acompañado por la oración. Porque sólo Dios es capaz de abrir el corazón del hombre para que acepte el Evangelio.

• Desde la humildad de quien se considera un hermano en-tre hermanos: “Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde” (Rom 12, 16). No son jefes ni maestros, sino compañeros de cordada, aunque tengan que ir a la cabeza.

• Con una atención especial hacia los más débiles: “Acoged al débil en la fe, sin discutir sus razonamientos” (Rom 14, 1). El riesgo que tiene todo grupo humano de marginar a los más sencillos o ignorantes, debe ser superado por quienes escu-chan a Jesús decir: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y enten-didos, y se las has revelado a los pequeños” (Mt 11, 25).

• Con creatividad para explicar mejor el mensaje a quienes lo conocen mal, como hicieron Priscila y Áquila con Apolo (cf. Hch 18, 24-28). Porque a estos animadores se les pide que sepan explicar y adaptar el mensaje para todos aquellos a quienes les resulta difícil comprender el estilo y el vocabu-lario de los materiales escritos.

• Y, sobre todo, con la confianza puesta en Cristo Jesús, que se fía y confía a unos hombres este servicio, y por tan-to no los abandonará nunca. El animador ha de hacer suya esta confesión de San Pablo a Timoteo: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por esto precisamente se compadeció de mí: para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida eterna” (1Tim 1, 15-16).





Criterios generales

1. Descubrir la identidad de este itinerarioNo se trata de un curso de aprendizaje de ideas, sino de un

itinerario de renovación vital para madurar la adhesión personal a Jesús y convertirse en testigo del Evangelio en el mundo.

No es una catequesis completa sobre la fe cristiana, que intente transmitir todos los contenidos de esta fe y responder a todas las cuestiones que plantea su vivencia en el mundo actual, sino un “pri-mer anuncio” y una “reiniciación cristiana”, que pretende transmi-tir los núcleos fundamentales de la fe cristiana y ayudar a vivirlos personal y comunitariamente.

No es un plan de pastoral, que busque organizar mejor la acción de la Iglesia, sino un proceso de educación de los sujetos de esa ac-ción. Es una acción evangelizadora ya que pretende hacer resonar el evangelio en aquellos que participan.

Para comprender la identidad de este Itinerario, es conveniente leer el capítulo I, “Os proponemos un viaje apasionante”, de “Se-réis mis testigos” (págs. 21-25).

2. Reconocer y respetar la pluralidad del grupoEl pequeño grupo puede reunir a personas muy diferentes en su condición humana: edad, sexo, situación social, cultura. Y también diferentes en su nivel de fe: cristianos comprometidos, meramen-te practicantes, alejados, e incluso no cristianos interesados por el mensaje evangélico.

Es necesario tomar conciencia de esta pluralidad y saber armonizarla para que todos aporten y reciban. Sobre todo, habrá que respetar, estimular y ayudar a los más pobres en cultura y en formación cristiana, para que no se produzca ninguna discriminación.

Para reconocer la configuración del grupo, es conveniente leer el capítulo II, “¿A quiénes invitamos?” (págs. 27-31) y el primer apar-tado del capítulo III, “¿Con quiénes vais a viajar?” (págs. 33-34) de “Seréis mis testigos”.

3. Aprender la función del animadorEl animador es un cristiano ( o cristiana) maduro, es decir, con

una vivencia de fe profunda, que tiene unas cualidades de com-prensión, escucha y entrega, y que es llamado por Dios y enviado por la Iglesia para que ponga sus talentos al servicio de la comuni-dad cristiana.

El animador no es un maestro que enseña, sino un creyente que acompaña y comparte con los demás el mismo Itinerario, pero ejer-ciendo esta triple tarea:

1ª. Guiar: promover la participación de todos, moderar los tiempos, cuidar el desarrollo de las distintas partes de la reunión, evitar digresiones y animar a la realiza-ción de los compromisos.





2ª. El sacerdote es un pastor para la comunidad

• Supervisa y sigue la marcha del grupo, en contacto conti-nuo con el animador.

• Representa a la persona de Cristo en el grupo. Por eso, como signo, comienza siempre la reunión con una ora-ción libre y algunas palabras de estímulo, y la acaba dan-do la bendición.

• Preside las celebraciones litúrgicas, tanto del grupo como de la comunidad parroquial.

• Actúa como maestro, resolviendo dudas y explicando me-jor los puntos que plantean alguna dificultad. Eventual-mente, en los grupos más sencillos, tendrá que preparar también la síntesis del tema.

• Procura hacer un acompañamiento personal de los miem-bros del grupo y les anima en las posibles crisis o desánimos.

• Favorece y anima la inserción de todos los miembros del grupo en la comunidad parroquial.

• Conecta al grupo con las iniciativas del arciprestazgo, de la vicaría y de la diócesis.

2ª. Tejer vínculos: relacionar las aportaciones de to-dos, sintetizar las conclusiones, recordar lo que se ha ido diciendo y situar cada tema en el conjunto.

3ª. Explicar: ofrecer claves de lectura, dar pistas para el desarrollo de la sesión, señalar los núcleos más impor-tantes del tema e intentar resolver dudas o cuestiones.

Para asimilar bien la función del animador, es conveniente leer el primer apartado del capítulo III, “¿Con quiénes vais a viajar?” (págs. 35-37) de “Seréis mis testigos”.

4. Reconocer la misión del sacerdoteEs muy posible que el sacerdote no pueda asistir a todas las re-uniones, aunque es muy conveniente que procure hacerlo siempre que pueda. Y en esta segunda hipótesis, que es la óptima, conviene discernir bien su función, para que no haya confusiones ni interfe-rencias en la dirección del grupo. Para este discernimiento pueden servir las siguientes afirmaciones:

1ª. El sacerdote es un cristiano con los demás

• Aprovecha el Itinerario para renovar y profundizar su identificación con la persona de Jesús y su entrega incon-dicional a la misión evangelizadora.

• Comparte con todo el grupo la escucha, la reflexión, los compromisos y la oración.

• Respeta y promueve la participación de todos, así como la función del animador.





Preparación de las reuniones

Antes de cada reunión, el animador necesitará realizar las siguien-tes tareas:

1ª. Leerse pausadamente el tema completoque se va a tratar y discernir bien los cuatro pasos de que consta, fijándose en las exigencias que plantean.

2ª. Decidir y preparar el lugar de la reunión. Ésta puede celebrarse en una casa particular, en un lo-cal parroquial o en otro sitio adecuado. Siempre que se pueda, conviene disponer los asientos en círculo, para favorecer la comunicación. El lugar necesitará una pe-queña ambientación: una Biblia, colocada en un sitio destacado, y algún otro signo como el icono del Iti-nerario u otro, o una cruz. En la medida de lo posible, convendría que el grupo tuviera la Sagrada Biblia en la versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, de donde están sacados todos los textos bíblicos que figuran en el temario.

3ª. Calcular los tiempos. Conviene que la reunión no dure nunca más de hora y media. Para conseguirlo, habrá que temporizar bien los cuatro pasos. Una temporización indicativa podía ser esta: “Escuchamos”: 15 minutos; “Reflexionamos”: 40 minutos; “Actualizamos”: 20 minutos; “Oramos juntos”: 15 minutos.

4ª. Preparar una síntesis escrita de la exposición del tema. El animador ha de preparar por sí mismo, o encargar a otro miembro del grupo, una síntesis del apartado “Exposición del tema”, que figura en todos los temas. Conviene que su extensión no pase de un folio y que sea clara y bien organizada. Y, aunque esta síntesis se leerá en la reunión, se pueden hacer copias para todos. La razón de esta práctica es que, aunque se intenta que las exposiciones del temario sean sencillas, siempre re-sultarán excesivas para determinado número de perso-nas, algunas de las cuales incluso tendrán dificultades para leer. Se trata, pues, de una última adaptación, que sólo es posible hacer dentro mismo del grupo.

5ª. Fijarse en los compromisos y acciones que se sugieren. En el paso “Actualizamos” siempre aparece el apar-tado “Posibles compromisos o acciones”. Conviene prever si son todos factibles, o si se han de seleccio-nar sólo algunos. Incluso es bueno que el animador, contando con el grupo, tenga libertad para proponer otros más adecuados a su idiosincrasia y posibilidades.

6ª. Distribuir las funciones para la oración. El paso “Oramos juntos” ofrece distintos elementos de oración, como lecturas, poesías, himnos, letanías, oraciones… Es necesario decidir de antemano qué personas van a realizar cada uno de los elementos.





Desarrollo de las reunionesVamos a señalar los quehaceres del animador durante la reunión siguiendo los distintos pasos:

Lo más importante en este paso es decidir qué com-promisos concretos va a adoptar el grupo. El animador puede proponer, bien los que se sugieren en el temario o algunos de ellos, bien otros nuevos. Y hará falta un pequeño diálogo en el grupo para llegar a una decisión unánime.

Inicio

1. Escuchamos (15’)

2. Reflexionamos (40’)

3. Actualizamos (20’)

4. Oramos juntos (15’)

Después de la oración y del saludo del sa-cerdote, en el caso de que éste asista a la reunión, el animador comienza la oración “Habla, Señor…”, que recitan todos juntos.

El animador designa un lector para que lea el texto bíblico directamente desde la Biblia, no desde el temario.

A continuación, deja un espacio de tiempo para que las personas que quieran compartan algunas de las ideas que les ha sugerido el apartado “La palabra nos interpela”.

Primero, el animador u otro miembro del grupo lee la síntesis de la exposición del tema.

A continuación abre una ronda de intervenciones para que todos vayan aportando las respuestas a las “Pregun-tas para el diálogo” que figuran en el temario. Tendrá que procurar que hablen todos, que respeten siempre al que habla y que nadie se exceda en tiempo o plantee cuestiones que se desvían del tema.

Al final de este paso, puede recordar la conveniencia de que los más posibles lean en su casa el apartado “Para profundizar el tema”. Y puede animar a ello apuntando el interés del aspecto que desarrolla.

El animador dirige la oración según está prevista en el temario y con la distribución de funciones que ha pensa-do de antemano. Al final, si está presente el sacerdote, da la bendición.

El animador recuerda la fecha, hora y lugar de la siguiente reunión.

Igualmente, lee en voz alta el apar-tado “Preparamos la jornada si-guiente”, que figura siempre al final de cada tema.

Despedida





La mochila del animador

• Un Comentario a la Biblia. Aunque todas las Bi-blias llevan un aparato de notas e introducciones que resultan muy útiles para entender los textos, es bueno poder consultar comentarios más am-plios. Aquí aconsejamos el “Comentario al Anti-guo Testamento” (2 tomos) y el “Comentario al Nuevo Testamento” (1 tomo) de La Casa de la Bi-blia. En estos tres volúmenes están comentados todos los pasajes de la Sagrada Escritura.

• Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, editado por la BAC. Este compendio resultará especial-mente útil para el último ciclo.

• Catecismo “Jesús es el Señor” de la Conferencia Episcopal Española. Es una síntesis sencilla y muy bien hecha de la fe cristiana, para niños… y para no tan niños. E igualmente útil es la Guía Básica del Catecismo Jesús es el Señor, del Secretaria-do de la Subcomisión Episcopal de Catequesis.

Además de estos materiales, es importante visitar con frecuencia la página web del Itinerario, donde se podrán encontrar materiales complementarios, noticias y calendario de actividades.

Para poder consultarPara llevar a cabo su misión, el animador necesita disponer de de-terminados materiales que ahora enumeramos, clasificándolos en dos tipos: unos que resultan imprescindibles y otros que son con-venientes y útiles.

Para llevar siempre• Sagrada Biblia. Aconsejamos la versión oficial

de la Conferencia Episcopal Española, de la que están extraídos todos los textos bíblicos del Iti-nerario.

• Catecismo de la Iglesia Católica y su Compen-dio. Porque a él remitirán constantemente los temas.

• Temario y Subsidios correspondientes a cada ciclo. Estos materiales irán saliendo a lo largo del Itinerario con suficiente antelación.

• Guía del animador de grupo, que es este primer Subsidio.

• Cuaderno o bloc de notas. Como una de las fun-ciones que tendrá que asumir el animador es la de ser la “memoria” del grupo, le será necesario ir anotando las decisiones, aportaciones y resul-tados que se vayan produciendo.

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